[CERRADO] El sonido del mar [libre][interpretativo][2/2][+18]

El camino de vuelta fue aún más incomodo de lo que el bardo había imaginado en un primer momento, el suelo embarrado resultaba sumamente resbaladizo, y las ramas,seguían igual de bajas, por lo que tenía que ir, no solo encorvado, si no sosteniéndose todo el tiempo en los arboles que lindaban el camino para no terminar pareciendo un puerco de granja.
Y pese el inclemente clima el bardo no perdía su sonrisa, simplemente alzó el rostro cuando la muchacha guiaba el camino para sacarle la lengua a los nubarrones con socarronería, marcando así que no podían arruinar su dia, y como si fuera un mal chiste, la luvia se volvió mas torrencial.

-Me siento un anciano jorobado.- bromeó por su mala postura y la capa hecha un bollo que llevaba sobre uno de sus hombros, cuando la muchacha le preguntó por su estado. De jorobado realmente tenía poco, pero si llevaba varias décadas a la espalda.
Cuando finalmente llegaron al camino principal el elfo se estiro, y giro el cuello, contorsionó sus bazos y una seguidilla de ruidos denotando como estaba haciendo crujir todo su cuerpo tras haber ido agachado durante tanto tiempo.
El ofrecimiento de la muchacha le hizo sonreír, y ladear un poco la cabeza haciendo tintinear nuevamente sus pendientes dorados.

-No hace falta que gaste sus aeros en eso. Creo que con la bebida caliente que me prometió y una toalla será suficiente mientras espero a que se sequen mis ropas.- respondió, apartando un mechón de pelo azabache empapado que se le había pegado a la frente.

El camino principal de tierra era, aunque pegajoso en el suelo de las botas, mucho mas cómodo, estas no se undian tanto como en el bosque, por lo comprimido por el paso de las carretas e innumerables cantidades de gente todos los días, y por lo menos, los arbustos bajos ya no se enganchaban a sus piernas como si quisieran retenerlo en ese paraje natural.
Tras transitar aquel sendero otra cantidad de minutos, que se le antojo mas larga que durante la salida, quizás por la incomodidad del estado en el que se encontraban ambos ahora, lograron atravesar el pórtico que daba comienzo a la ciudad. Los caminos enlosados de forma irregular evitaban resultar resbaladizos, las luces de las casas apenas se veían entre los márgenes de las portezuelas de las ventanas cerradas por el mal tiempo, y en el cielo ya se cernía la noche mas temprana.

Como cuando salió de la taberna, dejo que la joven lo guiase por la ciudad al lugar que considerara mas oportuno. Creyó reconocer en el camino el mismo sendero que habían tomado de calles y callejones para ir a buscar el arco, y viendo las casas cerradas a cal y canto, consideraba que si estaba en lo cierto, aquello no sería una tan mala idea para la moza, teniendo en cuenta que las marujas del barrio se encontrarian reunidas con sus familias al amparo del temporal.

-tchu!.- Se encorvó con un pequeño estornudo por el tiempo que habían pasado bajo la lluvia, el bardo, tapándose la cara con una mano.- Mierda.- rió entre dientes percatandose de que si no había pescado ya un buen resfrío, estaba pronto a hacerlo. Debería haber dejado las aventuras rurales para el verano, pero a su vez, conocía su propio e incorregible carácter.

Ante aquel comentario la joven soltó una sonora risa que se hizo eco entre los árboles. –A mí no me parece ni un anciano, ni un jorobado- Contestó tardíamente la elfa con una enorme sonrisa cuando salieron de la maleza.

-Si está seguro… Después no venga pidiéndome ropa seca cuando empiece a tener frío- Dijo al elfo con una sonrisa burlona, pues sabía que aun al lado del fuego y con una toalla, las ropas tardarían en secarse y el frío se haría notar.

Al entrar en la ciudad, Wind se sintió mucho más cómoda, pues el suelo por fin no parecía querer engullirlos y había algunas farolas encendidas que facilitaban bastante evitar charcos y resbalones innecesarios. Les guió de nuevo hacia su casa, pues así ambos podrían secarse sin problemas.
Aquel pequeño estornudo le hizo soltar un suave risilla a la elfa, -Parece que sus temores se han cumplido- Dijo haciendo referencia al comentario anterior en el prado. “Parece que, al menos yo, yo no estoy resfriada” Pensó con alivio la joven.

Ya casi habían llegado a su hogar, cuando se percató de que no sabía si las venias estarían cotilleando como de costumbre, por lo que, antes de entrar en la última calle, le hizo un gesto al elfo para que esperara y tras una esquina observó si había marujas en las ventanas. –Parece que es un día de suerte- Comento la joven con un suspiro que denotaba alivio pues, las ventanas estaban cerradas a cal y canto y no parecía que hubiera nadie cotilleando, probablemente debido a que era casi la hora de la cena además de que el temporal quitaba las ganas a cualquiera de asomarse a la calle.

Una vez comprobado aquello, salieron de su escondite y entraron en la calle finalmente, para llegar a la casa de la joven. Abrió la puerta y por fin, después de tanto tiempo, notó que no caía agua sobre ella –Por fin- Dijo con una sonrisa la elfa. Nada más entrar, dejo caer todos los bártulos con los que cargaba y se quitó la capa, la cual cayó al suelo como si de plomo se tratase. “Que ligera me siento ahora” Pensó con alegría. Encendió un par de velas y pidió al elfo que cerrara la puerta tras entrar.

-Ponte cómodo- Dijo al bardo indicando la chimenea apagada. Fue rápidamente a por algo de leña y encendió el fuego, que no tardaría en calentar toda la estancia.
Acto seguido, y de espaldas al elfo, ignorándolo casi por completo se quitó la empapada ropa que no hacía otra cosa sino molestarla. “Ya me ha visto desvestida, a estas alturas el pudor no tiene sentido” Pensó, aunque no pudo evitar sonrojarse cuando se quitaba el vestido.

Subió a la planta de arriba a coger la ropa seca y un par de toallas para que pudieran secarse a conciencia y así, con un poco de suerte, evitar que el resfriado se convirtiera en algo más grave. En su dormitorio hacía frio, por lo que cambiarse allí, le parecía una locura, así que prefirió bajar y vestirse junto al fuego tras secarse todo lo posible. “Qué imagen debo estar dando” Pensó de repente, cuando se dio cuenta de que había estado corriendo por toda la casa en ropa interior, haciendo que el rubor aumentara, dándole color a su aún pálida tez.  

La joven se secó a conciencia el pelo mientras estaba delante del fuego y acto seguido se cambió de ropa, agradeciendo la muda seca esbozo una enorme sonrisa y, aunque el elfo le había dicho con anterioridad que no quería una muda de ropa, le llevó una camisa seca, pues era lo único que tenía de ropa de hombre. Colocó su ropa estirada en distintas partes de la sala e invitó al bardo a que hiciera lo mismo, acto seguido se apresuró a calentar algo de agua en la cocina para hacer un té y así que sus cuerpos entraran en calor.
-¿Qué tal se encuentra ahora? ¿Sigue siendo un anciano jorobado?- Pregunto socarronamente al elfo cuando ya se hubo secado casi por completo.

El elfo se limito a encogerse de hombros con una sonrisa divertida cuando la joven le dijo que no viniese pidiendo ropas mas tarde. En peores condiciones había estado, y se le ocurrían varios modos de entrar en calor si no, aunque ponerse a correr por una estancia llevando solo una toall, sería, como poco ridiculo.

Cuando la joven indicó que se detuviera antes de doblar la esquina esperó pacientemente, y una vez le permitió avanzar, se refugió raudo dentro de la casa.

Imitando a la joden, dejó sus cosas en la entrada, pero con mucho mas cuidado, apoyando el laúd y el morral apenas húmedo contra la pared, se sacó las botas, que llevó hacia delante del fuego del hogar que la joven acababa de prender, y depositarlas en un rincón que no estorbaran se desprendió también de sus ropas, que dejó extendidas para que secaran mas rápido.
-¿Son muy chismosas sus vecinas?- comentó distraídamente, mientras sacaba la cinta que ataba malamente su pelo, que se habia desordenado entre todas sus peripecias,antes de tomar la toalla para secarse, moviéndose por al estancia como si todavía poseyera prenda alguna sobre su cuerpo, aunque sobre este solo reposaba la cadena llena de anillos.

Tras secarse se puso la camisa, aguantándose las ganas de reír ante la imagen que debía de tener ahora. No es que nunca se hubiera paseado de esa guisa en la intimidad de una habitación cerrada, pero aún así siempre le había parecido que llevar es única prenda, favorecía a las damas, y les daba un toque de bufón a los hombres, como si llevara un vestido corto.
-Me siento mas ligero, pero los años no me los saca nadie.- bromeó manteniéndose cerca del calor del fuego para evitar que su resfriado fuera a mas, girándose hacia la joven para ver que hacía.

-¿Necesita ayuda con algo?- Preguntó siguiendo con la mirada los revoloteos de la muchacha por la estancia, antes de car en algo.-¿Vive ud, aquí sola?.-preguntó con cierta preocupación al percatarse de que la muchacha tenía ropas de hombre en su domicilio,  dirigiendo la mirada a la puerta, como si temiera que entrara algo de golpe, y tuviera que huir por la ventana, de esa guisa, y sin sus cosas, perseguido pro un padre, un hermano o un amigo en busca de camorra.

Aunque no sería la primera vez que le sucedía aquello, y estaba seguro de que no sería la ultima, albergaba la esperanza de que aunque los cielos se rieran de el obsequiandole con esa torrencial lluvia, no fueran tan crueles de hacerle pillar una pulmonía por ir con una camisa, asomando sus vergüenzas, corriendo en busca de un refugio, que difícilmente conseguiría de parte de un aldeano presentándose de ese modo.

-Lamentablemente más de lo que me gustarían- Contestó la muchacha con resignación –Antes creía que me preguntaban porque se preocupaban por mí, pero de un tiempo a esta parte, sólo se dedican a mirar por sus ventanas como si esperaran que hiciera algo malo- Añadió con tristeza la joven mientras se secaba el cabello con la toalla.

-Esa cadena que lleva, ¿Puedo preguntar por su historia? ¿O acaso es mejor que permanezca en la ignorancia?- Comentó curiosa la muchacha. “Aunque supongo que me puedo hacer una idea” Añadió mentalmente como si contestara ella misma a su propia pregunta.

La joven observó al bardo ponerse la camisa y rio suavemente cuando vio al elfo solamente vestido con aquella camisa, era bastante cómico la verdad y no pudo contener un comentario en tono de burla –Desata mi pasión con su actual atuendo- Añadió junto con una risa un poco más fuerte. –Lamento no tener un pantalón, aunque si quiere, puedo ofrecerle uno de mis vestidos- Continuó diciendo la joven con sorna mientras calmaba su risa.

-No se preocupe, está bien, continúe al lado del fuego que le hará bien- Dijo la elfa como si de una madre se tratara pues estaba realmente preocupada por si aquel principio de resfriado empeoraba. –Si quiere, después puede darse un baño caliente, le aliviará la tensión de los músculos- Añadió pensando en que éste estaría mas cansado que ella.

–Supongo…- Dijo la joven con ambigüedad mientras iba a la cocina a retirar el agua, ya hirviendo del fuego. Cogió un par de vasos de barro y los llenó de aquella agua, acto seguido añadió una serie de hierbas a los vasos en pequeñas bolsitas de tela. Aquellas telas contenían hierbas que les ayudarían a calmar los dolores del día, además del cansancio.
La sala ya se estaba calentando al fin haciendo que la humedad que les había calado hasta los huesos desapareciera paulatinamente.
De repente cayó en la cuenta de que no sabía la edad de aquel bardo -¿Cuántos años tiene pues?- Preguntó curiosa, pues no aparentaba tener demasiados.

Llevó los vasos a la sala donde estaba la chimenea y le dio uno a Ilth, mientras le explicaba que aquello le ayudaría a combatir el cansancio. A los pocos segundos que acomodarse delante el fuego, alguien llamó a la puerta, haciendo que Wind se sobresaltara – ¿Quién será a estas horas?- Preguntó sorprendida, como si realmente aquel elfo pudiera darle una respuesta y antes de que pudiera darle muchas más vueltas al asunto, se dirigió a abrir la puerta.

Al abrir la puerta se encontró con Turion, el alquimista que hacía las veces de su cuidador. Era un humano joven, más de lo que se esperaría de un alquimista aunque lo suficiente para hacer de cuidador de la elfa. Resultaba bastante intimidante, pues tenía las espaldas bastante anchas y era considerablemente alto. -¿Se puede saber donde has estado todo el día?- Preguntó notablemente enfadado -Se supone que ibas a traerme las hierbas que te pedí ayer, llevo esperando todo el día y ademas, cuando he venido al medio día no estabas en casa- Dijo continuando con la regañina sin dejar a Wind defenderse -¿Bueno que, me vas a tener esperando aquí fuera toda la noche?- Dijo mientras daba un paso hacia delante, con la intención de que la joven le dijera de pasar.

-¡E-Espera!- Dijo la joven intentando pararle. -Ahora te traigo las hierbas, las tengo arriba, tardo un segundo, no te haré esperar- Continuó la joven mientras esperaba que aquello diera buen resultado. -Ma-mañana te diré que llevo haciendo todo el día, así que no te preocupes y espera- Dijo la joven visiblemente nerviosa y sonrojada mientras dirigía cortas miradas hacia el morral y el laúd que el bardo había dejado justo en la entrada, suplicando a los dioses que Turion no se diera cuenta de aquello.

-No les haga caso, será que sus vidas son tan tediosas que tienen que buscar emoción en las del resto para que no se les haga insoportable su propia realidad.- Uno de los motivos por los cuales las marujas solían ser presa fácil, ansiaban algo que les hiciera latir su corazón ya cansado de la rutina, y la desilusión.

Quizas estaba ridiculo, peor por lo menos estaba comodo, asi que fue hacia su morral, sacando del mismo la caja con los cigarrillos artesanales, y volvió a la chimenea, en la cual se apoyó tras encender el canuto, del que pipeo gustoso como si llevara largo rato queriendo probarlo.

Cuando la muchacha mencionó la cadena el bardo tomó los anillos con una mano haciéndolos tintinear.-Son recuerdos de gente que ya no esta conmigo.- contesto con cierta nostalgia,  literalmente, no estaban con el, aunque seguirán sus vidas en algún otro lugar de aerandir. Pero siempre sonaba mucho mejor dejar que la imaginación de la gente volara, a compañeros perdidos por la edad y sus aventuras, a  soltar un "robo los anillos de las mujeres casadas que seduzco como trofeo".

-No se burle señorita, que tengo mas energía de la que parece.- dijo con un tono pícaro, riendo entre dientes y encarando una ceja, haciendo un falso ademán de ir a dejar la chimenea para perseguirla.
-Creo que prefiero ir así.-negó echándose el pelo hacía atrás con la mano.- No quisiera arruinar uno de sus vestidos, y me parece que ya hago suficientemente el ridiculo como para que ud. se divierta.

Ya habiendo recuperado un poco el calor corporal, se deslizó por el muro quedando sentado en el suelo, fumando tranquilamente y tirando las cenizas en el fuego.- No voy a rechazar su hospitalidad.- contesto, ante la agradable expectativa de un baño caliente.-¿Piensa ud. acompañarme?.- preguntó como serio ofrecimiento sin apartarle la mirada, buscando mas que nada tomarle un poco el pelo a ver si lograba ruborizarla de vuelta.

-Setenta y cuatro. ¿Y ud.?.- No hacia falta que la joven diera una respuesta para que el bardo se percatase de que había suficiente diferencia de edad entre ellos como para que fuera su padre, o si era algo precoz incluso su abuelo, perola joven era lo suficiente mayor como para yacer con un hombre, y eso era todo lo que le había importado hasta el momento en ese aspecto.

Tomó el tazón que le extendía la muchacha con ambas manos, manteniendo en precario equilibrio el cigarrillo entre los dedos. Lo mantuvo quieto en sus manos durante unos segundos, disfrutando de la tibieza que emanaba aquel recipiente antes de llevarlo a sus labios para beber, dejando que el liquido caliente le devolviera el calor al cuerpo.

Los toques en la puerta casi hacen que el tazón se le resbalase de las manos, mientras rezaba en su mente de que se tratara de alguna vecina cotilla, que habeindolos visto por las rendijas de su ventana, viniera a pedir huevos o sal para ver si lograba ojear más de cerca al hombre desconocido que había entrado en casa de wind.

Para su desgracia la voz de un hombre llego a la estancia des de la entrada cuando la muchacha fue a abrir la puerta.  Escucho atentamente la conversación levantándose despacio tratando de no hacer el mas mínimo ruido, sus dagas, sus aeros, el laúd y sus cosas estaban en la entrada, y no podía dirigirse allí a tomarlas.

Temiendo que el hombre entrase en la casa mientras la chiquilla buscaba las plantas que había mencionado, para guarecerse de la lluvia dejó el cuenco en el suelo y se precipitó hacia la cocina, cubriéndose de cintura para abajo tras una alacena. Si el hombre encontraba sus cosas, quizás siguiera a la joven arriba para buscar respuestas, y aquello le diera tiempo tanto de tomar sus bolsas como de ponerse los calzones de nuevo, y si por mala suerte entraba en la cocina, el no ver que iba sin pantalones quizás le diera el tiempo suficiente como para inventar alguna excusa.

La joven rio ante aquel comentario y como si de verdad creyera que iba a perseguirla, dio un paso hacia atrás. –No debería moverse de la chimenea o se enfriará- Dijo la joven para así evitar que se acercara más el elfo. –Es una lástima, creo que alguno de mis vestidos le favorecería al color de sus ojos- añadió continuando con la broma.
Ante aquella imagen mental del elfo con uno de sus vestidos, aumentó su risa haciendo que la joven se encorvara mientras tenía una mano en el estómago, como si de aquella manera la risa fuera a desaparecer.

-Creo que declinaré su ofrecimiento- Dijo la elfa mientras se ruborizaba ligeramente y agachaba la mirada ante aquella oferta, aunque si bien era cierto, que probablemente también tomaría un baño.

-¿Se-setena y cuatro?- Repitió la joven incrédula, pensando que le estaba gastando una broma.
–No es posible, había oído que éramos longevos, pero ¿Tanto? Es decir, aparenta estar en la treintena a lo sumo- Explicó la joven, pensando en que sus abuelos tenían menos de esa edad. –Y-yo cumplí los 19 hace apenas unos meses-Dijo con cierta vergüenza, pues aquella información la dejó completamente descolocada. –Sí, tiene esa edad, ¿Cuánto es la media de vida de un elfo?- Continuó curiosa, sus abuelos nunca le explicaron nada acerca de su raza, haciendo así que estuviera completamente desinformada sobre aquellas cosas.

Wind subió al segundo piso rápidamente confiando en que Turion no entrara en la casa en su ausencia, cosa que obviamente ocurrió.
– ¿Por qué estás tan tensa Wind, acaso ha ocurrido algo?- Preguntó el alquimista en alta voz para que la joven le escuchara. –Nada, está todo bien, espera ahí.- Contestó nerviosa la muchacha
-¿Estás acompañada?- Continuó preguntando Turion al ver dos tazas de té en el suelo y todas las ropas colgadas por la sala. –S-Si, había una joven artista que no tenía donde pasar la noche así que le ofrecí alojamiento- Dijo de un modo más o menos sincero, mientras bajaba por las escaleras con las hierbas en una pequeña bolsa de cuero.
–Aquí tienes- Dijo entre jadeos, pues había bajado las escaleras casi de dos en dos. – ¿Estás segura de que estas bien? Eres demasiado inocente y me preocupa que hayas metido a una extraña en tu casa estando sola.- Razonó el humano. –Si, si, todo está bien. Lo prometo, ahora vete, prometo que mañana te iré a visitar.- Dijo la joven con urgencia, antes que aquel alquimista dijera algo como que quería conocer a la artista o algo por el estilo. Le empujó como pudo hasta fuera de su casa con la promesa de que todo estaba bien y cerró la puerta, llegando a empujarle la espalda con la propia puerta mientras la cerraba.

-Ya está, ya se ha ido- Dijo Wind mientras resoplaba con alivio, no sabía que hubiera hecho Turion si llegaba a encontrar al elfo de esa guisa en su casa. -¿Dónde estás?- Peguntó la joven en voz más alta de lo normal, pues no tenía ni idea de dónde se había metido el bardo. “No habrá huido por una ventana o algo así” Pensó la joven con urgencia “Si ha hecho eso, su resfriado se convertirá en una gripe” Añadió la joven a sus pensamientos mientras buscaba por los posibles escondites de la estancia al elfo.

Después, fue a preparar el baño cosa que no le llevó demasiado y entonces, por fin pudo relajarse y sentarse frente al fuego cosa que agradeció pues parecía que ese día no iba a dejarla tranquilizarse nunca. –Si quiere, puede utilizar el baño primero, cuando termine iré yo- Comentó al elfo mientras un pequeño rugido salía de su estómago haciéndola ruborizar. –Mientras yo, parece que prepararé algo de cenar- Dijo entre risas, pues era cierto que el hambre parecía empezar a llegar.
Tenía algo de carne y verduras por lo que acabó preparando un pequeño guiso en no demasiado tiempo, no era gran cosa, pero llenaría el estómago. Colocó los dos platos en la mesa y avisó al bardo de que ya estaba preparada la cena.

-Que pena.- contestó manteniendo una sonrisa divertida al ver el rostro de la muchacha teñirse nuevamente de rojo, resaltando con su piel de marfil.-Habría sido entretenido.-fue su ultima respuesta ante aquella broma a medias, de la que prefería no disfrutar en exceso.

-Setenta y cuatro.-repitió con voz calmada, dando otro trago al tazón como si no fuera tanto.- Imagino que en equivalente a un humano, tendría algo más de treinta.- Miro fijamente a la muchacha, extrañado de que tuviera un conocimiento tan pobre sobre su propia especie.
-Vivimos bastante en comparacion con ellos.- porsiguió, dando una calada a su cigarrillo.No quiso especificar mas, no porque careciera de respeustas, si no porque claramente la joven había sido criada por humanos, u alguna otra especie, y hacerla cosnciente de cuanto tiempo viviria sin sus allegados era una crueldad innecesaria en ese momento, prefería que pudiera disfrutar del afecto de su hogar, sin tener que preocuparse por cuanto tiempo tendría que vivir sin ello.

Como había imaginado, el hombre entro en el domicilio. El bardo trago saliva y se mantuvo sumamente quieto, rezando a cuanta deidad conocía para no tener que saludar a aquel hombre desde detrás de la mesada y de esa guisa.
El hombre parecía genuinamente preocupado y no le culpaba, aunque el peligro por el que advertía a la muchacha era algo por lo que ya no debía preocuparse, había llegado tarde, bastante tarde para suerte del elfo.

Solo cuando escuchó la rápida despedida de la joven, y la puerta cerrarse abandonó su escondite para volver al calor del salón.
-En al cocina.- aclaró saliendo de la misma ante el llamado de wind.

Puesto que no tenía nada mejor que hacer, siguió a la joven por la casa echándole una mano en la preparación del baño, para no dejarle todas las tareas a la joven, que bastante se había alterado ya con esa visita improvisada.

-No le recomiendo que sea totalmente sincera a su amigo sobre la naturaleza de nuestra escapada al bosque, podría no tomárselo del todo bien.- Por si acaso, sería buena idea que abandonara la ciudad a la mañana, con el primer grupo de mercaderes que encontrara, ya que si bien el hombre no le había visto la cara, si habían paseado por la ciudad lo suficiente como para poder conseguir información si era lo suficientemente minucioso.

-Además.- añadió con una divertida sonrisa.- va a tener que usar bufanda, aunque con el frió, no creo que nadie se extrañe por ello.-siguió levandandole cuidadosamente le mentón con una mano encarandola al espejo y apoyando el indice de la otra sobre una de las marcas que le había dejado a la muchacha como recuerdo.- al menos por unos días.-la soltó, acariciandole el cabello antes de separarse para sacarse la camisa antes de meterse el baño.
-Espero que disculpe mi picardía, pero no quisiera que se olvidase tan rapido de mi.- le guiñó un ojo sumergiendo su cuerpo en el agua tibia, y soltado un suspiro de placer y alivio al sentir su cuerpo envuelto en ese líquido elemento, que devolvía todo el calor a sus huesos.

-Lamento que este teniéndose que hacer cargo de todo, si gusta puedo cocinar cuando salga del baño. No soy un gran chef, pero me defiendo, y  le estoy ocasionando muchas molestias.- Propuso, apoyando la nuca en el margen de la bañadera, para seguir observando a la joven sin pudor alguno, mientras disfrutaba del agua caliente, empezando a  enjuagar su cuerpo de los restos de barro, hojas o cualquier cosa del bosque que pudiera haberse pegado a su piel.

Cuando la muchacha llamo a por la comida, hacia apenas un instante que se había secado con la toalla, la envolvió en su cintura para no volver a parecer alguna clase de abuela en camisón, y tomó la camisa que había lucido antes, húmeda en la espalda por haber estado en contacto con el pelo mojado y la acomodó cerca del fuego para que secara también antes de tomar asiento.
Si bien no era excesivamente narcisista, si algo vanidoso, por lo que la agradable temperatura de la estancia, y la condición de esa prenda, el daban la excusa perfecta para dejar de vestirse como un bufón al menos durante un rato.

-Bastante…- Repitió la joven enfrascada en sus propios pensamientos. “¿Cuánto será eso?” Pensó, pero prefirió no insistir en aquel tema, pues si aquel elfo no le había dado una cifra concreta, sus motivos tendrían.

Por un momento, cuando el elfo salió de la cocina, se imaginó como habría reaccionado Turion si le hubiera encontrado de esa guisa en su cocina. “Le hubiera matado” Pensó acto seguido y esbozó una sonrisa ante la idea de cómo hubiera intentado salir el bardo de aquella situación.

-Oh, por favor, no lo haría ni loca, probablemente ambos acabaríamos alimentando a los gusanos si le dijera lo que ha ocurrido en el bosque.- Dijo la muchacha –Además, ahora es usted una joven- Añadió riendo mientras observaba a Iltharion, haciendo referencia a la historia que le había contado a su amigo.

-¿Bufanda?- Repitió sin entender a qué se refería el bardo. – ¿¡P-Pero que…!?- Exclamó la joven cuando el elfo le hizo notar los puntos morados en su cuello. -¿Cuándo…?- Continuó diciendo la joven, claramente alarmada mientras se ruborizaba al recordar los momentos en los que aquello pudo haber sucedido. La joven se quedó observando aquellas marcas con incredulidad mientras el bardo se metía en la bañera.
-¡Tendrá suerte si no le enveneno la comida!- Amenazó la muchacha medio serio medio en broma mientras observaba al elfo guiñarle un ojo –Oh no, Turion no los habrá visto, ¿No?- Comentó en voz alta como si hablara sola, “No creo que lo haya visto, sino me lo hubiera hecho notar” añadió mentalmente intentando calmarse. –Esto no es justo, yo no le he dejado ninguna marca- Dijo la muchacha como si fuera una niña pequeña.

Ignorando completamente el ofrecimiento de la cocina, rápidamente se acercó a la bañera y cuando el bardo apoyó la nuca en la tina, apareció justo detrás de su cabeza y como si de un vampiro se tratase, le besó en el cuello, ejerciendo la suficiente fuerza como para dejarle una marca como las que ella tenía.
El bardo estaba en una posición de desventaja pues no podía apartar a la muchacha de ninguna manera en aquella posición.

Cuando la joven pensó que era suficiente, separó los labios del cuello de Iltharion y observó como donde antes estaban sus labios, se formaba un círculo amoratado.
Se movió a un punto donde el bardo podía observarla y le sonrió abiertamente. –Ahora estamos en paz- Dijo Wind –Supongo que ya no hay motivos para envenenarle la cena- Añadió contenta mientras salía de la estancia y dejaba solo al bardo en el baño.

-Mmmm…- Intentó refunfuñar Wind cuando vio al elfo aparecer de esa manera por la cocina, pero prefirió dejarlo estar, al fin y al cabo él sabría lo que hacía. Se sentó en la mesa, y comenzó a comer con calma.

Después de tener el estómago lleno, fue al baño, pues ahora era su turno de darse un relajante baño y quitar así todo el barro que aún no había sido capaz de eliminar. Lentamente se sumergió en la bañera e imitó el gesto anterior del bardo, apoyando la nuca contra el borde de la tina y cerrando los ojos, haciendo que de esta manera, el cansancio de sus músculos pareciera desaparecer.

El elfo soltó un profundos suspiro de alivio cuando la muchacha afirmo firmemente que no iba a contar nada de aquello, al menos eso le aseguraba poder pasearse tranquilo pro las calles de la ciudad antes de irse, y en su próxima visita. Aunque el hecho de que aquel hombre fuera capaz de matarlos a ambos no era especialmente tranquilizador.


No pudo si no reir un poco entre dientes al ver a la ruborizada Windorind alarmarse por los chupetones desorientada, mientras se hundía en la bañera por entero, apra volver a emerger con el pelo completamente mojado.
-fue cuando... -sus palabras se vieron interrumpidas por la amenaza, que solo hizo que riera un poco mas y volviera a relajarse en la tina.-Creo que si los hubiera visto no se hubiera ido tan fácilmente.-trato de tranquilizarla mientras cerraba los ojos.

Sus ojos se abrieron de repente, soltando un jadeo de gusto y sorpresa al sentir la presión sobre el cuello, pero en vez de quejarse, inclinó el rostro hacia el lado contrarió, aferrándose con las manos al borde de la bañera dejando que la muchacha se desquitara.
-Es usted una imprudente.- murmuro.

¿De verdad que la joven no se daba cuenta? había saciado su apetito y se había encontrado tranquilo y satisfecho hasta el momento, imprudentemente la muchacha había vuelto a despertar su hambre. ¿Acaso era tan ingenua o realmente buscaba provocarlo? ¿Era consciente de lo que generaba ese juego suyo que nada tenía de inocente?.
Se pasó la mano por la cara, negando para si mismo, mientras volvía a observar a la muchacha con una mirada voraz.
-Quizás deba ud. envenarme la comida.- Musito, medio para ella, medio para sí mismo.
La soledad del baño tampoco ssirvió de mucho, mas que nada porque haciéndose cargo la joven y teniendo que bañarse después, no podía aliviar de ese modo su cuerpo.

-Creo que es la primera vez que se quejan de mi imagen.- bromeó al escuchar el refunfuño de la muchacha antes de sentarse en la mesa.
La comida estaba caliente,era abundante, y para su estómago vacío, deliciosa, lo cual agradeció mientras daba buena cuenta de la misma, al cual el ayudo a recuperar algo de sus fuerzas. Para no dejarle todo el trabajo a la muchacha, levantó y lavó los platos para dejarlos secando en la cocina.

En parte por aburrimiento, en parte por venganza, y quizás en parte porque otros tuvieran razón y tuviera algo de degenerado, terminó volviendo hacia el baño, dispuesto si bien no a abordarla, a hacerle alguna broma como venganza.

Pero al llegar al margen de la puerta y ver a la muchacha con los ojos cerrados, completamente distraída, no se pudo resistir en acercarse silenciosamente, era casi una invitación a que hiciera alguna pillería, así que sosteniendo los pendientes con la mano para no hacer ruido, se puso en cuclillas tras la esquina de la bañera en donde la muchacha reposaba la nuca, y se inclinó para darle un beso en la base del cuello, presionando con sus manos ligeramente en los hombros y presionando suavemente como si de un masaje se tratase.
-Su venganza fue cruel ¿Acaso cree que soy de piedra?.- murmuró contra su piel.

-¿Imprudente?- Dijo la muchacha cuando separó los labios de su cuello –No creo ser imprudente, creo que soy vengativa- Contestó orgullosa de su respuesta junto con una sonrisa. –Oh, ahora ya es tarde, ya le he dejado una marca por lo que mi venganza está saldada, así que envenenarle la comida ya no es una opción- Dijo cándidamente justo antes de salir del baño.

Creyó, que tal vez se había excedido pues el elfo no parecía estar conforme con aquella pequeña venganza. “Me disculparé después si es que le ha molestado” Pensó la joven ingenuamente cuando salió del baño.

-Si su resfriado va a mas, no será porque no  le advertí que se tapara- Le regañó la muchacha al observar que el bardo no tenía ninguna intención de vestirse.

-Gracias- Agradeció la joven a Iltharion cuando empezó a retirar los platos de la mesa pues estaba realmente deseosa de poder meterse en la bañera y aquello agilizó el proceso.

-¡Ah!- Exclamó la muchacha sobresaltada por aquellas palabras. Estaba completamente despistada y relajada por lo que la presencia del elfo en el baño la había sorprendido en exceso. El tacto de las manos en los hombros era realmente relajante y aunque no era un masaje como tal, le ayudó a destensar los hombros tras aquel repentino susto. La voz y la respiración del bardo hicieron que la piel de la joven se erizara y se pusiera nerviosa, así que ruborizada como si la hubiera pillado haciendo una trastada trató de disculparse.

-Y-Yo no… ¡Lo siento! No esperaba que le sentara mal mi pequeña venganza, pensé en disculparme antes, p-pero no estaba segura de sí estaba realmente enojado o no - Dijo Wind preocupada por si el elfo estaba enfadado “Tenía que haberme disculpado en la cena” Pensó con nerviosismo por aquella pequeña emboscada que le había tendido el elfo.
-¿D-De piedra?- Dijo mientras razonaba aquella pregunta –E-Esa… Y-Yo… Esa no era mi intención- Balbuceó la joven cuando se dio cuenta de a qué se refería el bardo mientras se ruborizaba. Durante el tiempo que tardó en pensar la manera de explicarse mejor, se le empezaron a tensar los músculos de nuevo – ¡Era lo justo! Y-Yo tenía dos marcas que me durarán varios días, entre tanto, usted no tenía ninguna. Le prometo que no lo hice con ninguna otra intención- Explicó la joven entre tartamudeos.

Se giró para poder mirar a la cara al bardo y así asegurar se si había sido capaz de aplacar el supuesto enfado, además aprovechó para ver como había quedado la marca de su cuello. Al observarla no pudo evitar rozarla con las yemas de los dedos, como si de una caricia se tratase. -Lo siento- Se disculpó de nuevo la joven con verdadero arrepentimiento en su voz mirando al elfo a los ojos, esperando observar alguna muestra de compasión.

-¿Enojado?.-Parpadeó incrédulo.-¿De verdad le parezco enojado?.-rió entre dientes, dándole otro beso un poco mas arriba que el anterior.
No quiso ni pararse a pensar la cantidad de embrollos y malentendidos en los que podía ser capaz de meterse la muchacha con su picaresca candida, y si ingenuidad que le impedían darse cuenta de las consecuencias que podían desencadenar algunas de sus bromas.

Por lo menos, de todos los crápulas con los que se podría haber cruzado, el no era el peor ni de lejos.
Al notar como los hombres de la muchacha se tensaban bajo sus manos, los masajeo, ejerciendo un poco de presión con los dedos para que volviera a relajarse. Espiando por el rabillo del ojo como el rubor había vuelto a encender sus mejillas.
Al escuchar como se apuraba para hacerse entender, y disipar lo que creía en un malentendido iltharion soltó un suspiro valorando el dejarla marchar indemne y abandonar el baño, pero de nuevo las pequeñas manos de wind parecían no saber cuando quedarse quietas.

Una en contra una a favor otra vez, le acariciaba con esa carita de culpabilidad y le miraba fijamente.
-¿realmente no es consciente de lo que hace verdad?.- soltó uno de sus hombros, pasándose la mano por la cara. Mas que hacerla entender, quería ocupar el poco espació que quedaba libre en la tina, pero aun así, tampoco era un desalmado ni un desagradecido, y podía cobrarselo un poco, a la vez que hacía entender algo de precaución a la muchacha.

-Mire.-murmuro acercándose de nuevo a su cuelo.-le prometo que no habrá marcas esta vez.- aseveró antes de presionar sus labios contra la piel y rasgar suavemente con los dientes, succionando con delicadeza en el punto en el que se unía el cuello con los hombros, siendo cuidadoso en no encerrar lo suficiente la carne como para dejar marca, de modo que solo quedara una rojez que desaparecería a los pocos minutos.

-¿Que siente con eso?¿Que le transmite?.- preguntó con la mayor tranquilidad de la que era capaz, dejándole un rato para que pensara en su respuesta antes de proseguir, tras los cuales le propicio una suave caricia en ese mismo punto, como si quisiera traerle de ese modo de vuelta, el recuerdo del mordisco, tal y como había hecho ella.
Tras aquello apoyó nuevamente la mano en el hombro para seguir masajeando y que la muchacha permaneciera por lo menos tranquila, o no lo echara a patadas.

La muchacha, sorprendida por aquella pregunta, contestó sinceramente mientras hacía una mueca de desconcierto –S-Si… ¿No?- Aquel beso le hizo soltar un pequeño sonido, como si de un gemido se tratara, pero sin llegar a serlo.
“¿No está enojado?” se preguntó mentalmente completamente confundida, -Si no está enfadado, ¿Entonces que…?- Continuó preguntando la muchacha con candidez sin estar del todo segura de que realmente no estuviera molesto.

Aquel pequeño masaje en sus hombros le hizo soltar un suspiro de alivio, pues aquella presión le parecía sumamente relajante en ese momento, cosa que se contraponía con la creciente tensión que sentía debido a su nerviosismo.

Cuando observó la mirada del bardo, no parecía realmente que tuviera cólera en los ojos, sino más bien una especie de resignación acalorada que no parecía comprender del todo la muchacha.
-Y-Yo, sigo con comprender del todo a que se refiere- Dijo mientras la puntas de las orejas se le enrojecían debido a la vergüenza de no entender exactamente de qué le estaba hablando.

-¿…?- La joven, sorprendida por aquel beso repentino y aquel murmuro, emitió un leve gemido mientras, debido a la respiración del elfo se le erizaba la piel. Le subió un cosquilleo desde el bajo vientre y se sujetó a los bordes de la bañera mientras dejaba al bardo hacer lo que quisiese.

-¡Ha estado mucho rato! Seguro que me habrá dejado otra marca- Exclamó Wind haciendo ver que no había prestado atención a la promesa del elfo. –Y-Yo…- Balbuceó la muchacha con un pequeño suspiro mientras el bardo le acariciaba el lugar donde hacía unos instantes estaban sus labios.

Como si de un interruptor se tratase, cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo y reaccionó como por instinto – ¡Fu-Fuera del baño! ¡Déjeme bañarme tranquila!- Exclamó la muchacha mientras el rubor se hacía más intenso. – Yo le dejé bañarse tranquilo- Sentenció la joven completamente convencida de aquellas palabras, obviando por completo que ella había hecho algo parecido anteriormente.
-¡Váyase a dormir o algo!- Dijo la joven a voz en grito mientras el rubor continuaba aumentando, esperando que aquel elfo dejara de jugar de aquella manera con ella.


Cuando consiguió quedarse sola de nuevo, terminó de bañarse rápidamente para evitar darle más posibilidades al elfo de que volviera a molestarla, apagó las velas que iluminaban el baño y salió del mismo con una toalla atada al pecho mientras se hacía una trenza en el pelo para que no le molestara la humedad del cabello.
Acto seguido, cogió el largo camisón blanco del mismo lugar donde había dejado antes las toallas y con un grácil movimiento se lo colocó, atándose el pequeño lacito de la parte alta del pecho que hacía que el camisón se mantuviera en su lugar.
Le quedaba ligeramente ajustado en la cintura y era bastante sencillo, con pequeños detalles en un tono azul claro en la parte que arrastraba ligeramente por el suelo al andar.  

-Puede dormir donde prefiera, tanto si prefiere hacerlo aquí delante del fuego o si desea también puede hacerlo en alguna de las camas de arriba- Ofreció inocentemente la muchacha, antes de ir hacia las escaleras para subir a su dormitorio con una vela en la mano.

El bardo observó con satisfacción como la muchacha parecía hacer aquel click hasta que se puso a gritar, apartando automáticamente sus manos como si le hubiera alcanzado una corriente eléctrica, y elvandondolas al aire con las palmas hacia afuera como si dijera "soy inocente".

-Me parece que por lo menos ya entendió un poco que le intentaba explicar.- apoyándose en sus propias rodillas se levanto, y se encamino hacia la puerta tranquilamente, encogiendo las orejas por el griterío repentino.
-Que concepto extraño de tranquilidad que tiene.- fue lo último que dijo negando con la cabeza para si mismo mientras abandonaba aquella estancia para volver junto al calor del hogar.

Sus ropas que habían habían secado, así que dejó la toalla en donde estas habían permanecido hasta el momento, para volver a vestirse. También fue a recuperar sus bolsas y sus botas, que estaban aun cerca de la puerta, llevándose lo primero consigo y lo segundo depositandolo cera del fuego. Por lo menos si volvía a presentarse aquel hombre, ya tendría como huir de la casa sin tener que dejar todas sus cosas atrás.

Aprovechó ese momento para sacar un peine y acomodar su melena, que ató por las puntas como antes de una cinta de las muchas que albergaba el bolsillo de su pantalón.

La aparición de la joven en ropa de capa le pillo mientras deliberaba en que hacer a continuación, parpadeando sorprendido cuando la muchacha hizo ese ofrecimiento. Se pasó la mano por la cara riendo entre dientes.
-Usted nunca aprende.- murmuro en un tono audible, mientras la seguía escaleras arriba para buscar otra de las habitaciones en las que poder descansar.- Duerma bien.-se despidió revolviendole el pelo con la mano.- Y la próxima vez, cuide de no ofrecer su cama en la misma oración si no es su intención.- esbozó una sonrisa y desapareció tras una de las puertas.

Dejó sus cosas en el borde de la cama, bien al alcance por si escuchaba algún tumulto que le indicara que tenía que salir por patas, y se dejó caer sobre la cama, tapándose vagamente con las colchas y dejándose llevar por el sueño.
No durmió ni bien ni mal, estaba relajado tras el intenso día de ayer, y tenso por el misteriosos sujeto al que la muchacha había prometido ver el dia siguiente, asi que al alba ya se encontraba en pie, calzado y con sus cosas a cuestas dispuesto a marchar en cualquier momento.

Bajó silenciosamente en la cocina, y trasteó con lo que vió que había para prepararle algo de comer a la muchacha, que habría pasado un dia probablemente mas intenso que el suyo.

Esperaría un poco a ver si se despertaba, y si no, desaparecería dejando esa comida como el último gesto hacia la joven, así que para amenizar el tiempo, se acomodó en una de la sillas de la cocina, y se puso a pinzar las cuerdas del laúd con suavidad, para que las notas no resultaran lo suficientemente fuertes como para ser molestas a esas horas.

-Buenas noches- Dijo la muchacha con una sonrisa antes de escuchar aquel ultimo consejo. – ¿Eh?...- Intentó preguntar Wind antes de darse cuenta de que sus palabras habían sido, como poco, ambiguas. Se ruborizó y sin volver a mirar al elfo, se dirigió a la cama.

“Que cansancio” Pensó la elfa cuando entró en la cama. Estaba realmente cansada, pero al cabo de unos minutos se dio cuenta de que no era capaz de dormir, no sabía si por las emociones que había vivido aquel día o porque los doloridos músculos no paraban de darle pequeños pinchazos como si intentaran que la joven no pudiera conciliar el sueño.
“Así no hay manera” Pensó la joven frustrada, acto seguido se escuchó un rayo lo que hizo que la muchacha se asustara y diera un pequeño grito. No era que los rayos la asustaran especialmente, pero en aquel momento, hasta el leve chirriar de una tabla de madera la hubiera hecho sobresaltarse. Saltó del lecho como si éste la expulsara y se dispuso a bajar las escaleras a ver si conseguía calmarse al tomar algo caliente. Casi en absoluta penumbra, fue a la cocina y encendió una vela pues la luz que daban los rayos de vez en cuando y la escasa luz que llegaba de las brasas de la chimenea no eran suficientes.
Tenía algo de hidromiel por lo que lo calentó al fuego y se lo sirvió en vaso, el sabor dulce y cálido, además de la cantidad de alcohol de la bebida la ayudaría a dormir mejor.

“Creo que me he pasado” Pensó la joven tras su segundo vaso, pues al levantarse, se mareó dando un pequeño traspiés con su propio camisón. Estuvo a punto de caerse, pero en el último momento se sujetó a la mesa evitando así caerse ella, aunque el vaso no corrió tanta suerte, pues se calló haciendo que la joven al recogerlo se hiciera un pequeño corte en la palma de la mano. “Mierda”  Pensó la joven mientras terminaba de recoger el estropicio que había montado “Espero no haber despertado a Iltharion” Deseó la joven, pues en aquella situación pensó que parecía un poco estúpida.

Cuando pensó que había recogido todos los trozos de barro, los depositó encima de la encimera de la cocina y se dirigió hacia el baño con la vela en la mano para tratarse como pudo aquel feo corte. Por fin, cuando consiguió terminar de todo aquello estaba completamente agotada por lo que, sin estar muy segura de hacía donde se dirigía debido al alcohol que acababa de ingerir, subió las escaleras y se metió en la primera habitación que encontró. Acto seguido se metió en la cama y a los pocos segundo estaba completamente dormida.

La joven despertó cuando empezó a escuchar ruido procedente de la cocina, aunque no fue capaz de abrir los ojos hasta que escuchó el sonido del laúd. Completamente desorientada, se preguntó que donde estaba y que era ese ruido, no recordaba nada de ayer por la noche aparte de que bajó a tomar algo caliente para conciliar el sueño.
No estaba en su dormitorio y le dolía bastante la cabeza, además de tener una acuciante sed. Bajó las escaleras con cuidado con los ojos medio cerrados aun para quedar completamente desconcertada al sentir un agudo dolor en su mano derecha además de algunas pequeñas gotas de sangre en el suelo que parecían dirigirse al baño. “¿Qué ha pasado aquí?” Se preguntó la joven sin tener ni idea de lo sucedido. “Iltharion” Pensó acto seguido, echando a correr por la casa en busca del bardo. -¿Qué ha ocurrido aquí?- Preguntó en voz baja al entrar en la cocina y ver el vaso roto encima de la encimera y al elfo tocando el laúd, además del desayuno encima de la mesa. Se dirigió a por un poco de agua y se sentó en la mesa, esperando que el elfo le diera una explicación de algo que realmente no sabía.

–Me he despertado en su cama y además tengo un corte en la palma de la mano, ¿Qué diablos sucedió anoche?- Dijo la joven exigiendo una respuesta mientras miraba fijamente al elfo.

El estruendo de medianoche había hecho su sueño más ligero, y al sentir la cama moverse por el peso de otra persona, abrió los ojos adormilados, apra ver con estupefacción como la muchacha se tiraba en la cama y se ponía a dormir tan tranquila como si el no estuviera  allí.
Soltó un hondo suspiro, y tras arroparla para que no tuviera frío la rodeo con un brazo y durmió hasta el alba.


La muchacha no tardó en bajar, y el desayuno aun estaba caliente en el plato, mientras la muchacha se sentaba y pedía explicaciones que el bardo, podía dar a medias, pues podía suponer, pero no había salido de su cama hasta que el sol había empezado a asomar por el horizonte.

-Me despertó ud. en plena madrugada, se metió en mi cama oliendo a alcohol y se puso a dormir como si no fuera mas que un mueble.-respondió dejando el laúd apoyado a un costado de la silla para acercarse a la joven y sentarse a su lado.- No me percaté de que estaba herida, pero por  el baso roto, intuyo que alguien le dio al escabio sin avisar y termino algo ebria.
El bardo rebuscó en su morral hasta sacar un vial con un liquido transparente y unas vendas que deposito sobre la mesa, tras lo cual, tomó la mano herida de la muchacha descubriendo la herida.

Destapó el vial con los dientes, y vertió parte de su contenido sobre la herida para desinfectarla, sosteniendo la mano de la joven con firmeza para que no la apartara al sentir el picor del alcohol sobre el corte. Luego sopló sobre la misma para aliviar el escozor.
-Me tiene bastante confuso, me hecha de su baño y se mete en mi cama. ¿Que debería hacer con ud.?- Con cuidado empezó a vendar el corte. parecía una tarea que ya había realizado otras veces, pues las vendas no estaban ni flojas ni apretadas de mas, y quedaron firmemente sujetas a la mano.-Es realmente desconcertante como me busca y me esquiva al mismo tiempo.- sentenció el bardo, soltando su mano una vez había terminado sus cuidados, para volver a rebuscar en su bolsa.

Dejó sobre la mesa un paquete pequeño de papel, una especie de sobre de papiroflexia cerrado, que contenía en su interior un fino polvo blanco.- Es corteza de sauce, aun huele alcohol, así que si le duele la cabeza, tómelo, le ayudará con la resaca.-deslizó el mismo por la mesa hasta dejarlo al lado del vaso de agua que la muchacha se había servido.

Por un momento el bardo se quedó mirando a la joven y la cocina, el desayuno encima de la mesa, mientras apoyaba el codo sobre la misma, y el rostro en la palma. ¿Era así como se sentía tener un hogar? cuidar de otros y ser cuidado, y sufrir el desconcierto de la convivencia, y el rendir cuentas de las acciones de uno. Resultaba tan bueno como malo, y como las otras veces que se había encontrado a si mismo pensando en aquellas cosas, compadeció un poco menos a aquellos que tenían una vida tranquila, sin perder ni un instante sus ansias de volar.

-Coma, le hará bien tener algo en el estómago.- Habló de nuevo, levantándose de ese lugar y dándole un cariñoso toquecito en la cabeza a la muchacha con la palma de la mano, como si de una niña pequeña se tratara. Había resuelto que era lo mas cómodo para el, puesto que des de anoche rechazaba sus atenciones, tratarla como una mujer solo le era contraproducente, y se había propuesto verla como a una criatura para facilitarse las cosas. Se levantó  para volver al asiento del rincón de la cocina en donde había dejado el laúd, y acomodarse nuevamente allí con su instrumento en el regazo, sin hacer esta vez, uso del mismo.


* Uso de la porfeson Medicina para vendar, desinfectar y dar polvo de corteza de sauce (equivalente a la aspirina).

-¿Qué yo qué?- Exclamó la joven con estupefacción pues aunque la historia parecía ser bastante lógica, no era capaz de recordar eso y pensó que bien podía estar mintiéndola y ella no lo sabría. Aun así, era cierto que ella sola se había embriagado, por lo que era más que factible que, debido a su torpeza y al alcohol, hubiera acabado en la cama del bardo sin querer. Al recapacitar ante aquella idea se disculpó, -Lo siento…- Dijo con sinceridad mientras observaba con una mirada triste al elfo.

La muchacha dio un grito más fuerte de lo que le habría gustado ante aquel escozor, aunque el frescor de los soplidos del bardo resultaban calmantes y agradables, haciendo así que el dolor pasara rápidamente.
-¡Lo que hiciera anoche o dejara de hacer no fue alfo que decidiera yo! El alcohol…- Dijo la muchacha intentando explicarse. –Estaba dolorida anoche y confiaba en que una bebida caliente me ayudaría a dormir, pero mi intención era dormir en mi cama, ¡Se lo juro!- Dijo la joven con arrepentimiento en su voz, pensando que había vuelto a enojar al bardo. –No quería enojarle de nuevo- Añadió en una voz casi inaudible.

Cuando por fin había terminado de vendarle la mano, Wind se sintió mucho más cómoda, el dolor era menor y la venda no le apretaba en absoluto. –Gracias- Agradeció a Iltharion por haberla tratado con una sonrisa.

La muchacha se sonrojó al escuchar que olía a alcohol y acto seguido, se tomó la medicina que acaba de darle el bardo confiando en que de esa manera el dolor de cabeza desaparecería pronto. –Puaj- Exclamo la joven cuando notó el amargo sabor de aquel polvo, mientras hacía una mueca de asco. –Espero que sea efectiva, estaba asquerosa- Dijo al elfo como si le recriminara que estuviera en aquella situación.

–Espere- Dijo la joven de repente cuando vio que el elfo empezaba a levantarse y con un pequeño tirón en la manga del artista, le dio un pequeño beso en los labios. –Gracias por ser tan paciente, sé que a veces soy difícil de tratar- Dijo la joven sonrojándose ligeramente con una enorme sonrisa en el rostro.

Después Wind hizo caso de la sugerencia del elfo, empezando a comer lo que tenía delante con gusto, pues en comparación con lo amargo que acababa de tomar, aquello parecía un manjar de dioses. –Está muy rico, si lo hubiera sabido, ayer le hubiera dejado hacer a usted la cena- Comentó jocosa la joven mientras daba buena cuenta de la comida.

-Por cierto, antes le interrumpí, pude continuar tocando si quiere, la música siempre es agradable- Comentó la muchacha con una sonrisa. –Oh, no le he preguntado, ¿se irá hoy a continuar con su viaje? Si es así, en las puertas de la ciudad siempre hay algunos comerciantes que no tendrán reparos en dejarle acompañarles y si les dice que va de parte de la pequeña elfa Windorind, le pondrán incluso menos pegas- Aseguró la joven, sabiendo a ciencia cierta que la mayoría de los comerciantes asiduos a la ciudad eran buenos amigos de los ancianos y ella se había criado prácticamente con ellos.

Pensó que ella misma iría próximamente a pedir ayuda a alguno de aquellos comerciantes, además de aprovechar para intentar recabar alfo de información. –Si he acertado con mi predicción, no podré acompañarle, pues todos ellos conocen a Turion y no me gustaría que se enterara de que la joven artista que le comenté ayer, se haya convertido en un hombre- Comentó Wind mientras se reía suavemente.

Cuando terminó de desayunar subió a cambiarse y en cuestión de unos pocos minutos, estaba completamente vestida. Bajó al salón y recogió rápidamente las ropas que quedaban dejándolas en una silla.

El elfo cerro los ojos y negó para si con una sonrisa mientras se echaba el pelo hacia atrás con la mano, aunque apenas si tenia algun mechon fuera de su sitio.
-Enojado.-repitió para si mismo en un murmullo como si aquello fuera algo casi inconcebible.
-Realmente tiene ud. una extraña concepción de las cosas. No estoy enojado, como tampoco lo estaba ayer.-le aseguró con un tono calmo.-Se lo habría explicado mejor si no me hubiera echado de su baño.- sea cómodo en la silla esperando que la joven tomara su medicina.-Simplemente, despierta ciertos apetitos.-Dejo de explicar al ver la mueca de asco que esbozaba la joven, que le hizo romper en una carcajada.
La medicina no era algo que se tuviera que saborear, simplemente se tragaba, aunque el había hecho la misma mueca la primera vez que tomó aquello muchas décadas atrás, ahora ya estaba acostumbrado y era algo que tomaba con asiduidad cuando se pasaba con el alcohol, algo habitual en el.
-Lo es.- le aseguró.

El tirón de la manga le pilló por sorpresa, a la vez que el beso que la muchacha depositó sobre sus labios, quedándose quieto unos instantes sin saber muy bien que hacer, finalmente se limitó a sonreír.
-Mas que paciencia lo que requiero es de autocontrol para no saltarle encima.- dijo con total naturalidad en un arranque de sinceridad, y acomodado en la otra silla mientras pasaba una de sus manos por la lisa cubierta de madera del laúd. Apoýo la nuca en el respaldo de la silla, inclinando el rostro hacia el techo, y volviendo a dejar fluir las notas pellizcando las cuerdas del instrumento con suavidad.

-Eso es que estaba ud. realmente hambrienta.- rio brevemente el elfo ante los halagos.- pero si nos volvemos a cruzar algun dia, no me importará cocinarle.
La joven parecía bastante animada, y el elfo la espiaba pro el rabillo del ojo comer y parlotear con cierta sorpresa, no había ni angustia ni ansiedad como había observado muchas veces en las muchachas tras perder su condición de doncella.
-Probablemente parta en un rato.- asintió casi sin moverse.- Y agradezco su oferta, pero le conviene mas que no mencione que voy de su parte, sería lo mismo que si me acompañase.- Al menos, aunque la joven no era consciente de todo, poseía cierta prudencia. Quizás la suficiente como para ingeniar un modo en que el bardo saliera de la casa sin que las chismosas vecinas empezaran a hacer de las suyas, ahora que la lluvia ya no las alejaba de sus ventanas.

Cuando la muchacha desapareció de la cocina para ir a vestirse, volvió al salón del hogar para calzarse sus botas ya secas, y comprobó un par de veces tener sus pertenencias y sus dagas ocultas en sus logares correspondientes.
-Me parece que aquí es donde se separan nuestros caminos.- se acercó a la joven cuando apareció en la estancia,  se inclinó y sacó una de las cintas de raso azul de su bolsillo con las que se ataba el pelo, recogiendo un par de mechones de su melena azabache para juntarlos con un lazo en la nuca, despejandole el rostro, dejando ese pedazo de tela como recuerdo. Al retirar las manos de su espalda, le tomó el mentón con delicadeza, apra besarla, no con al brevedad y la dulzura que le había dedicado en la joven, si no con pasión para robarle el aliento, para esbozar seguidamente una sonrisa traviesa.

-Ayer me pilló por sorpresa, mi reacción fue más que natural al echarle del baño- Le recriminó la joven mientras recordaba aquella escena.  –Parece que al final acerté con mi predicción pues, aunque tal vez no sea un pervertido desde luego si es como poco, un libertino- Contestó la muchacha burlonamente ante aquella explicación.

-¡No se ría! Estaba realmente amarga- Dijo Wind mientras daba un enorme trago de agua intentando aliviar aquel incomodo sabor.

La joven se ruborizó al escuchar aquello, recordando su dibujo y como era que aquel hombre la veía.-N-No diga esas cosas- Contestó la elfa en voz baja, como si más que decírselo a aquel bardo, se lo dijera a sí misma.
La música le amenizó la comida, era agradable el sonido del laúd, a diferencia de las voces demasiado altas, aquel instrumento no parecía que le diera más dolor de cabeza del que ya tenía debido a la resaca.

-No, no, ayer ya me avisó de sus habilidades culinarias, así que ahora hacerse el humilde ahora no tiene sentido- Sentenció la muchacha con una sonrisa. – Y ante, su oferta, creo que la aceptaré gustosa- Dijo la joven ante aquel ofrecimiento aunque sabía que probablemente, tardarían mucho tiempo en volver a verse de nuevo si es que alguna vez llegaban a hacerlo.

Wind se sorprendió con el razonamiento del elfo, no se le había ocurrido que alguno de los comerciantes pudiera contarse aquello a Turion. –Supongo que tiene razón- Admitió la joven ante aquella explicación, -Aun así, si tiene algún problema, no dude en usar mi nombre. Si Turion llegará a enterarse ya me encargaría de contarle alguna historia- Concluyó la joven, intentando hacerle más fácil así el camino al bardo.

-Supongo que así es- Dijo la joven con un deje triste en su voz. Cuando Iltharion le recogió el pelo soltó un pequeño suspiro, sabiendo que guardaría aquella cinta como si fuera uno de sus objetos más importantes “Al fin y al cabo, he perdido mi condición de doncella con él” se dijo a sí misma intentando excusarse por querer guardar aquel trozo de tela azul.
Estaba sorprendida por aquel beso, pero se lo devolvió con la misma intensidad que lo recibía, como si intentara captar la esencia de aquel bardo. Cuando sus labios se separaron, la joven dio dos pequeños jadeos intentando recuperar la respiración y ante aquella sonrisa se ruborizó.

Era cierto que tenía ganas de soltar unas lágrimas por aquella despedida, pero las contuvo tanto como pudo y en su lugar le esbozó una sincera sonrisa acompañada de un –Cuídate en tu viaje- Lo cual, lo decía de corazón.

Observó a Iltharion salir por la puerta y cerrarla tras de él; cuando lo hizo no pensó ni en las chismosas de su vecinas, ni en si Turion se enteraría de aquella aventura, simplemente comenzó a llorar silenciosamente hasta que su corazón se hubo descargado por completo.