[CERRADO] El sonido del mar [libre][interpretativo][2/2][+18]

Vulwfar olía principalmente a pescado, quizás no era su rasgo mas atractivo, ni lo que mas atraía a turistas, pero sia lgo permanecía imperturbable, fuera verano o invierno, era el olor a mar de la ciudad, no solo pro su industria pesquera, sino por las carretas que transportaban dicha mercancía con rapidez a las aldeas cercanas, y pro los numerosos puestos de dicha materia, tanto cruda como cocida.
Sin embargo, las grandes casas de techos azules, constituían, junto con el mar, un paisaje pintoresco y hermoso, que hacia perder importancia, a la anterior característica de la zona.
Por suerte  esta era la época del año, menos molesta para la nariz, y más gustosa para la vista, los restos de nieve en los tejados, salpicaban sobre el azul, como un millar de estrellas, y el frío viento, o tapaba las narices resfriadas, o se llevaba los aromas lejos.
En concreto, había una pequeña plazoleta, más animada que el resto esa tarde, además de varios puestos ambulantes, que se habían detenido en los margenes, una música atraía a los aldeanos hacia esa ubicación, haciendo asomarse incluso a la gente de los balcones que daban al lugar en cuestión.

Un pequeño grupo de artistas se había establecido allí esa tarde, tocando variados instrumentos, un hombre bestia, panzudo y corpulento, medio señor, medio león marino, se encontraba sentado con unos bongos, golpeando con sus manazas su superficie, y enganchandose a veces, en la emoción de la música, sus largos bigotes entre los golpeteos.  Poseía una portentosa panza, y unos largos colmillos que llegaban hacia la mitad de su pecho, era bajito, ancho, y mas similar al animal que al hombre, sin embargo, sus rasgos redondeados, le daban un aspecto inofensivo y bonachón.

Un humano, entrado en años, tocaba una lira mientras dejaba sonar su carrasposa voz en unos coros bajos, su carencia de pelo, era cubierta de mala manera peinándose el poco que quedaba en cortinilla, sin demasiado éxito, porque su tez tostada, resaltaba con el gris claro de los pocos mechones que aun no habían caído, y hacía mas notoria su calvicie.

A su lado, una chiquilla de ojos vivaces, tocaba unas campanillas y cantaba una alegre canción, portaba colgados de las ropas cascabeles, y en sus doradas trenzas, otros mas. Tenia a ojo, unos 13 años, y por la similitud de los rasgos, o su piel morena, podía intuirse rápidamente, que si no era la hija, era la nieta del anciano.

Ella y el ultimo músico, se alternaban la voz principal de las canciones a ratos, saliendo el que descansaba a bailar con los aldeanos congregados en la plaza.

El ultimo artista era un elfo alto, de pelo cobrizo, atado pulcramente por las puntas con una cinta de raso azúl, sus pendientes de oro en una de sus orejas tintineaban con sus movimientos, y sus dedos danzaban sobre las cuerdas del laúd mientras dejaba salir una aterciopelada voz.

Era quizás el menos colorido de los artistas, yendo todos con coloridos ropajes, este lucia unos simples pantalones de cuero, unas botas altas de montar, y una camisa de lino, solo su capa, de un azul mas intenso le daba algo de color a sus ropajes, y revoloteaba a su alrededor cuando dejaba de tocar para unirse a los aldeanos a bailar, sustituyendo a la chiquilla, para que esta tomase de nuevo, la voz cantante.

Windorind acababa de despertarse hacía apenas unos minutos cuando recordó que tenía que salir a buscar información sobre el paradero de sus abuelos. Tomó un desayuno rápido y se puso su habitual vestido corto marrón oscuro, una capa larga y sus botas de cuero. Vivía en una casa típica de la zona, con el tejado azul y las paredes claras. Salió a la calle en busca de alguna información, preguntó a varios comerciantes de la zona y a amigos de los ancianos, pero ninguno sabía nada sobre ellos.
Decidió que como última opción se acercaría a la plaza, donde sabía que se reunían comerciantes de otras ciudades, pero, lo que no se esperaba era todo el alboroto que había allí esa mañana. Había mucha más gente de la habitual y la mayoría rodeaba un puesto de artistas ambulantes.
El puesto tenía unos ritmos muy alegres y parecían estar pasándoselo muy bien, además de hacérselo pasar bien a la gente que se reunía a su alrededor. Como hechizada, se acercó a ver sus bailes y a escuchar sus canciones, olvidando así su misión principal ese día. Una vez entre la multitud, se dio cuenta del grupo tan peculiar que formaba ese elenco.
-Que divertido grupo- Pensó mientras asomaba una sonrisa de sus labios. Hacía varios días que no sonreía de una manera tan sincera.
Le llamó especial atención ver a un elfo en un grupo de artistas ambulantes pues no lo consideraba algo habitual. Casi sin querer, Wind se encontró en la primera fila, embelesada viendo el baile de aquel elfo.

Entre la gente que bailaba, la mayoría pueblerinos, había mucho jolgorio, pero como era habitual, siempre habia algun ebrio, o persona non grata que molestaba a otros con su presencia, en este caso era un robusto marinero,que debía de haber desembarcado al alba, porque aún poseía en su rostro, restos del salitre que transportaba el viento en alta mar.

Bailaba con una muchacha, que parecía querer zafarse de sus brazos, y cuando lo logró, este fue a buscar otra presa. Molesto pero no tonto, el hombre se fijó rápidamente en una joven hija de Sandorai, de ojos soñadores y pelo azabache, que observaba embelsada  el espectaculo. Acercándose a primera fila, la jaló firmemente del brazo, y la sacó con el a la pista, esbozando una ladina sonrisa con los dientes demacrados, y tratando de hacerla girar como un galán.

Por suerte o por desgracia, no era el único que le había echado el ojo a la joven, y viendo en ella la mejor de las oportunidades que se le podían haber presentado, el bardo cedió el canto a la niña de nuevo para internarse entre los bailarines, y con un grácil gesto, le robó la pareja al marino, y sin dejar de bailar, se alejo entre la gente, hasta el punto más alejado de la pista, con una sonrisa tranquilizadora dedicada en especial a dicha moza.

El bruto, no muy contento, los buscó con la mirada, pero antes de que pudiera ir a por otra presa, una mujer, arrugada como una pasa, y con un rostro contrahecho por el enojo, se lo llevo a rastras llamándole de todo menos bonito, y que, claramente, era su esposa.
Algunas personas de los márgenes, que se limitaban a observar sin participar de las danzas, soltaron sonoras carcajadas al ver al carcamal siendo regañado con severidad, y estas siguieron hasta poco después de que el sujeto, que había hecho el ridiculo ostentosamente, desapareciera de escena.

-Iltharion, para servirla.- Se presentó, mientras inclinaba la cabeza con cortesía,haciéndose mover en una impecable cortina su melena cobriza,  e hizo virar a la joven sobre si misma con lentitud y  cuidado, y sin perder jamás el ritmo.- Espero que se este divirtiendo.- Añadió ensanchando su sonrisa, que a diferencia del hombre, ni estaba maltrecha, ni olía a mar, si no que emanaba toda su figura, un aroma a menta, similar al de algunas partes de los bosques de Sandorai.

Wind miró curiosa al hombre que acababa de rescatarla de aquella incomoda situación, estaba sorprendida por la naturalidad con la que aquel ágil elfo la había salvado del bruto marinero.
–Muchas gracias- Dijo con una voz casi inaudible.
Vio la escena del marinero con su esposa y no pudo evitar una pequeña sonrisa y pensar que aquel canalla estaba obteniendo lo que se merecía. Aun tenía la tensión en el cuerpo de cuando aquel bruto la agarró con fuerza, era una sensación que tardaría un rato aun en irse. La dulce voz de la niña que se escuchaba de fondo, ayudó a que se relajara y a disfrutar del aquel alegre y divertido baile. Bailaban sin prestar demasiada atención a la gente que empezaba a rodearles con simpatía y curiosidad. La sensación de tranquilidad que le proporcionó ese chico le pareció asombrosa, pues al fin y al cabo, él era solo un desconocido.
-Quizás sea porque al fin y al cabo, ambos somos habitantes del bosque- Pensó, pero como si de una idea absurda se tratara, la desechó de su mente.
Estaba realmente agradecida con aquel bailarín que aún danzaba grácilmente con ella. De repente, se dio cuenta de lo cerca que estaban bailando, parecía que se conocieran desde siempre. Como si se tratara del mayor hallazgo del mundo, se dio cuenta de la belleza del bailarín, de la que no se había dado cuenta hasta ahora. Pudo apreciar unos hermosos rasgos faciales que, de lejos, podían llegar pasar inadvertidos ya que por sus ropas, no llamaba demasiado la atención. Además de un fresco aroma que podía haberle hecho caer rendida a sus pies de inmediato. Le pareció realmente hermoso, pero por suerte, Wind no era una muchacha fácil de engatusar con una cara bonita por lo que, aunque estaba curiosa de aquel chico, sabía que no podía fiarse de él aún.
-Sí, la verdad, es francamente divertido bailar contigo. Podría pasarme así el resto del día sin cansarme- Contestó con total sinceridad acompañada de una tierna sonrisa.
La sinceridad de la respuesta llegó incluso a sorprenderla a ella misma pues no era habitual que diera ese tipo de respuestas tan sinceras.
-Por cierto, me llamo Windorind, pero puedes llamarme Wind si prefieres- Se presentó entre pasos de baile.

Cuando al muchacha le agradeció, iltharion le guiñó un ojo con complicidad, aquel que era ligeramente mas oscuro que el otro, detalle peculiar, su ligera heterocromía, que solo se percibía en las cortas distancias.

El bardo se dejó observar con tranquilidad, como si no se diera cuenta, no le hacía falta apartar la mirada para no perder el ritmo, y su movimiento era tan natural como el andar. Su mente sin embargo estaba centrada en otras cosas, en las manos con las que sostenía las de la elfa, de las cuales las yemas de los dedos, mas duras en algunas partes, marcaban el uso de una herramienta que le era familiar, el arco. La falta de equipaje pesado podía significar tanto como que era una descuidada viajera, cosa poco probable,como que era mercader y pasaría unos días en la zona, o que vivia alli, aun mas descabellado, por lo cual, esa incógnita permaneció flotando en su mente sin resolverse del todo.

Era joven, de eso estaba seguro, tampoco realizaba trabajos pesados, o su piel no habría sido tan delicada. No estaba azorada por su cercanía, y parecía bastante confiada, se arriesgaba por una persona ingenua, que aun no había descubierto las bestias salvajes que habían en el interior de los hombres, o bien, se creía a salvo de ellas, por lo cual, no estaba acostumbrada a estar sola. Como ya había supuesto antes de mirar su pequeña mano, no había anillo alguno que la marcase como propiedad de nadie.
Miro de refilón entre las primeras filas, esperando ver familiares o hermanos, pero de toda la gente que observaba como danzaban, ninguna se parecía en lo mas mínimo a la doncella que tenía en sus manos.

-Dispondría gustoso del tiempo que me ofrece, pero estoy seguro de que alguien vendría a quejarse de que la acaparase de ese modo.- Le devolvió la sonrisa de forma sincera y automática, mientras tanteaba si iba errado o no en sus predicciones. Si hubiera podido elegir cómo gastar el tiempo con semejante belleza, habría escogido alguna clase de danza mas privada, aun así se estaba divirtiendo.

-Windordin.-pronunció en voz baja, como si quisiera grabar su nombre.- Suena ligero, como el viento.-acotó haciéndola virar nuevamente, gesto que parecía complacer a la audiencia.
En el fondo de la plaza, el resto de músicos seguían con el discurrir de su obra, como si el elfo no hubiera formado nunca parte de ella, y originalmente, así había sido, pues los había conocido de camino a la ciudad, y acompañado por mero gusto en su performance durante un buen rato, pero como todo artista ambulante y solitario, todo era temporal, y para aquel grupo había resultado tan natural la improvisación del elfo, como su retiro para dedicarse a otros asuntos que llamaban mas su atención en ese momento.

-Y dígame, Wind, si no es demasiada intromisión, ¿Que la trae a esta animada plaza?.- Preguntó con cortesía, quedando momentáneamente absorto en los brillos azulados de su melena al reflejar un esquivo rayo de sol de invierno.
Tenía que pintarla, y lo haría, probablemente en otro momento, quizá mientras viajara en una carreta, o cuando el vino embotara sus piernas a la noche. Sus finos rasgos pasarían a forma parte de su colección de bocetos, y quizás, no su nombre, pero si su esencia, a ser el mar de alguna de sus canciones.

Cada vez había más gente en la plaza, probablemente debido a los alegres ritmos que se colaban hasta por el último callejón de la ciudad. La gran cantidad de personas reunidas daba la sensación que se había formado una fiesta improvisada, cosa que, a los mercaderes de la zona parecía agradar ya que todos los puestos estaban llenos de gente.
Al elfo parecía no importarle lo más mínimo, de hecho, era curioso la facilidad con la que bailaba y hacía que pareciera que Wind también supiera hacerlo.
-No creo que nadie venga a buscarme- Respondió con cierto deje triste en su voz. Ella misma se sorprendió de su tono melancólico y deseó que su acompañante no se hubiera dado cuenta, aunque probablemente fuera un deseo en vano, pues tenía la sensación de que aquel bailarín era bastante observador.
Se ruborizó ligeramente cuando escuchó aquel alago sobre su nombre o quizás fue debido a sus ojos que la miraban con cierta curiosidad muy bien disimulada. No se había dado cuenta hasta aquel momento, que tenía un ojo ligeramente más oscuro que el otro, rasgo que probablemente no se pudiera apreciar a primera vista.
Los pensamientos de Windorind empezaron a dirigirse hacia la historia de aquel elfo, preguntándose si llevaría mucho tiempo con aquella compañía ambulante o si solo era una parada en un camino mas largo. Esa idea le rondó la mente un buen rato, hasta que una voz la sacó de sus pensamientos.
-Tan solo estaba en esta plaza para ver si alguien podría darme algo de información. Pero me quedé embelesada escuchando la música y viendo vuestros bailes- Respondió con franqueza. Empezó a pensar que estaba siendo demasiado franca con aquel desconocido, pues iba a dar un aspecto demasiado ingenuo, pero aquel elfo tampoco parecía una mala persona por lo que abandonó esa idea casi por completo.
-Y usted Iltharion, ¿Cuanto tiempo planea quedarse por aquí?- Preguntó con curiosidad.
La hora de comer se acercaba, cosa que se apreciaba debido a que la gente empezaba a arremolinarse en las tabernas cercanas a la plaza y las señoras empezaban a desaparecer, probablemente a preparar la comida para sus familias.
Inesperadamente y sin querer, el estómago de Wind empezó a rugir, haciendo que su cara tomara un matiz rojizo y deseando desde lo más profundo, que aquel sonido hubiera quedado escondido con la música y que el bailarín no lo hubiera notado, aunque, tal y como pensó antes, probablemente fuera un deseo inútil.

Iltharion habría sonreído ante la primera respuesta de la muchacha, si esta no hubiera portado tristeza en su voz, denotando que esa mirada triste y melancólica, no era solo un rasgo de su belleza, si no que respondía a alguna desgracia.

-Me siento entonces, tentado a aceptar su oferta.-contesto, sin sorna, y mas cuidado en el tono, intentando disipar, aunque fuera levemente con ello, la nube de congojo que se había cernido sobre la muchacha.

Sonrió con tranquilidad contemplando el rubor de las mejillas de la joven, intuyo que poco habituada a los halagos.
-Me alegra de que pueda disfrutar de la música. Y si hay algo en lo que pueda servirla, aquí me tiene.- Sonrió ampliamente, con el mismo afán tranquilizador que había mostrado con anterioridad.

Por suerte,esta joven resultaba ser mucho mas habladora que la candida elfa con la que se había cruzado en lunargenta, y sentia su conversación fluir con mucha mas naturalidad, y su discurrir mucho mas apacible, en contraste con el campo minado que había demostrado ser Ely.

Seguía teniendo la emoción de la caza, pero a un nivel mucho mas relajado, y en ese momento, lo prefería así.
Además, parecía haber llamado la atención de la moza por si solo, y eso era un punto a favor, el no depender de un acertijo o situación concreta.

-Me quedaré mientras el lugar me llame la atención, o hasta que la posibilidad de viajar a otro lugar se me haga apetecible.- Contestó sincero. Nunca sabía cuanto tiempo iba a quedarse en un lugar, simplemente llegaba, y cuando se aburría, o quería, se iba. El cómo, lo veía una vez en marcha, del mismo modo que el donde, que a menudo era desconocido durante la mitad del trayecto.

El sol alcanzaba su zenit, y como mucha de la gente de la plaza, la elfa parecía tener hambre. Hizo ver que no se había percatado del ligero rugir de su estomago, y bailando como quien no quiere la cosa, se acercó a uno de los puestos ambulantes, con brochetas de pescado, como tantas otras veces su danz alos había acercado a los puestos, haciendo de esta, una mas de ellas.
Alargando una mano, con al que tenía una de las de la joven, la hizo girar, y mientras estaba de espaldas, aprovechando el tumulto de gente arremolinada entorno al puesto, y como todos los clientes, miraban embelesados la comida, escolo el brazo hacia una esquina para hacerse con una de ellas* que mantuvo a la espalda. Con un par de pasos y movimientos más se alejó del lugar, manteniendo su captura escondida de la muchacha.

Ya lejos de la tienda, para que no pudiera tacharlo de ladrón, la hizo moverse hacia un lado, con las manso alzadas como puente, y pasar pro debajo del mismo hasta que quedara de espaldas a el enrollada con uno de sus brazos, y sacando finalmente el que tenia tras la espalda, para al rodearla con este, presentarle delante, como si de un truco de magia se tratase, la brocheta de pescado para calmar su hambre, mientras soltaba una ligera y divertida risa entre los dientes.

*Prestidigitación
(Rasgo)
Mejora la habilidad para distraer la atención sobre alguna de sus extremidades, mediante palabras u gestos para ejercitar una pequeña acción con la misma, como sacar un as de la manga para hacer trampas, o robar algun objeto de poco peso, realizar pequeños trucos, etc...

Ya levaban un buen rato bailando, y se acaba de percatar de lo mucho que se habían movido por la plaza esquivando ágilmente a la gente que allí había. Los puestos de comida preparada estaban cada vez más llenos, mientras que los vendedores de alimentos estaban vaciándose paulatinamente y cerrando los puestos por ese día.

El elfo realizó un grácil movimiento, en el que Wind se quedó entre uno de sus brazos. Cuando apareció la brocheta delante ella se quedó con los ojos abiertos como platos. Tenía la misma expresión de como si un mago le hubiera hecho el mayor de los trucos delante de suyo y ella ni siquiera hubiera sido capaz de seguir sus manos con la mirada.
Inesperadamente cayó en la cuenta… –Entonces sí que me había oído- Pensó con algo de vergüenza. –Supongo que en realidad ya me lo esperaba- Dijo en voz baja, involuntariamente, como si se le escaparan las palabras de la boca, pero en vez de ruborizarse, soltó una ligera risa casi inaudible.

Aún estaba sorprendida por la comida y no pudo por menos que preguntar, -¿Cuándo la ha conseguido?- Dijo sin disimular su alegría y curiosidad mirándole con agradecimiento, pues empezaba a estar realmente hambrienta.
Cogió la brocheta con las dos manos, como si fuera una niña pequeña y le dio un bocado al pescado que, aunque estaba algo seco y falto de sal, le pareció que era lo más delicioso que había comido en días, probablemente porque estaba comiendo acompañada y eso era algo que no hacía demasiado a menudo últimamente. Cuando se dio cuenta de que estaba comiéndosela entera ella sola, se sorprendió de su propia avaricia y le ofreció la brocheta bailarín con una gran sonrisa en la cara. -¿Quieres? La comida compartida siempre sabe mejor- Dijo con alegría.

Esperaba no incomodarle con tal acaparamiento, pues llevaban ya bastante tiempo bailando y quizás querría sustituir a la niña que aún estaba cantando y probablemente, empereza a estar cansada.

Los pendientes de la oreja tintinearon cuando esta se movió apra captar los bajos murmullos de la señorita, y encaró una ceja con desconcierto, sin embargo, pro la falta de referencia y datos, el bardo prefirió no arriesgarse a hacer un mal comentario por aquello.
Cuando la muchacha pregunto pro la brocheta, no pudo si no esbozar una enigmática sonrisa a la vez que le respondía.
-Un mago jamás revela sus trucos.- Con cierta teatralidad, y devolviéndole esa risa baja, entre los dientes que le había escuchado a la muchacha poco antes, divertido por su ingenuidad, y con al fascinación con al que miraba el pedazo de comida que había hurtado a los tenderos. La verdad es que no tenía mucho apego a mantener ese secreto por la técnica, sino por el mal juicio que le daría a la muchacha sobre el si le decía tan campante que había afanado esa comida de uno de los puestos con tal descaro.

La liberó del agarre, con el que envolvía su cuerpo con los brazos, para permitirle comer tranquilamente y al guió hacia uno de los muros de los domicilios, que delimitaban la plaza.

Apoyó el hombro cómodamente contra la pared, cruzando un tobillo por encima de la pierna que usaba como soporte, y se puso a rebuscar en su morral hasta sacar una pequeña caja de madera. De su interior emergió un arrollado de hojas secas, que encendió entre sus labios con una lumbre cercana, e inspiró profundamente para exhalar una espesa humareda balnca en forma de circulo, que ascendía girando sobre si misma hasta perderse en el cielo, y que desprendía un agradable aroma a menta.
La caja desapareció rápidamente en el mismo lugar en el que había salido, bien cerrada, para custodiar el resto de cigarrillos artesanales que contenía.

El gesto de la joven,de compartir la comida le pilló pro sorpresa, pero no le incomodó en absoluto. Sin arrebatarle la brocheta, se inclinó sobre la misma para darle u pequeño bocado que saborear, sin arrebatarle mas comida a la muchacha hambrienta.
-Tiene toda la razón.- Le concedió tras tragar el pescado, dando otra calada a su artesanal canuto.
-Me alegra verla más contenta, cuando la vi pro primera vez, emanaba cierta tristeza. Le sienta mucho mejor su sonrisa.- prosiguió, jugueteando con el tuvo vegetal entre los dedos.- Si se queda con hambre, hay puestos a los que podemos acercarnos.-señaló sutilmente con la cabeza, los lugares llenos de gente, los cuales poseían cada vez menos comida, y las arcas más llenas.-O buscar alguna taberna que de al mar.- pues eran las que, por su proximidad con los barcos epsqueros, solían tener la comida más fresca.

Iltharion la guió hacia una zona de la plaza donde por las mañanas solían jugar los niños mientras las madres compraban la comida para ese día. Ahora, estaba prácticamente vacía a excepción de un par de niñas que jugaban a pillarse, probablemente mientras esperaban a que sus madres terminaran de comprar. Se dio cuenta de lo cansada que estaba cuando pararon de bailar, era curioso cómo no se había percatado de su propio cansancio. Suspiró y se apoyó en la pared para descansar un poco, pues sentarse en el suelo mientras Ilth seguía de pie, le parecía una falta de respeto.

Miraba despreocupadamente como la plaza se iba vaciando, al mismo ritmo que los puestos desaparecían mientras seguía dando pequeños mordiscos a la brocheta mientras en su mente se seguía haciendo preguntas sobre cómo habría conseguido el pescado aquel amable elfo. Observó cuidadosamente al bardo encender el canuto y volver a esconder la pequeña cajita de madera en el morral. El humo desprendía un olor mucho más fresco de lo que se podría esperar, era bastante agradable.
Aquel cumplido le pilló desprevenida, -Oh ¿Usted cree?- Dijo sintiéndose alagada. –Supongo que es cierto eso de que la sonrisa es el mejor complemento- Añadió mientras se reía.

Cuando el elfo tomó un pedazo de la brocheta, la muchacha se sorprendió de la manera en que lo hizo, se sonrojó ligeramente y continuó comiendo como si eso fuera algo normal para ella restandole importancia para que no se creara una situación incomoda.
Antes de que se diera cuenta, la brocheta se había terminado y ella aún no había saciado su hambre del todo y probablemente, aunque apenas le hubiera dado un bocado a la brocheta, él también tendría hambre, por lo que aceptó la oferta de ir a algún lugar a buscar más comida.

-Me encantaría ir a algún lugar para comer- Aceptó despreocupadamente. -Pero los puestos de la zona parecen estar siendo arrasados por la gente, por lo que creo que ir a alguna taberna, será mejor idea- Razonó en voz alta, casi como si estuviera hablando sola.
Wind conocía la zona del puerto casi como la palma de su mano por lo que le guió a través de algunas estrechas callejuelas hasta una pequeña taberna en frente del mar, solía estar bastante concurrida por las noches pero a estas horas, no tenía demasiada gente. Estaba bastante escondido y era extraño que los turistas lo encontraran.

El rubor la muchacha, le hizo esbozar una ligera sonrisa de lado, pero no hizo comentario al respecto, viendo como al joven seguía comiendo, el se imitó a fumar mientras la seguía observando.

Con una asentimiento, el dio la razón a la joven cuando debatió que la mejor idea era ir a buscar alguna taberna, así que se despidió con un gestó de la comitiva de músicos con los que había viajado, que se lo respondieron del mismo modo, dando pro finalizada su travesía en conjunto, y se puso a seguir a la muchacha por las calles.

Para su sorpresa se conocía la ciudad sumamente bien, al punto que lo llevó a un local que no conocía aun habiendo visitado al ciudad numerosas veces. Autóctona, quien lo habría imaginado, pero ahora se le hacía la opción mas viable, que la joven fuera nativa del lugar, o llevara viviendo en la ciudad un largo tiempo.

-Nada como visitar una ciudad con un lugareño para descubrir los encantos escondidos que alberga.- pronunció, tanto por ser cierto, como para corroborar su idea, si la joven le corregía simplemente era afortunado, y si no, habría dado en el clavo con otro dato.

Abrió la puerta del negoció, cediendole el paso, y la precedió, dejando que la muchacha eligiera lugar en el casi vacío local al que le había guiado. Paseó la mirada por el local, buscando los detalles, y peculiaridades de la taberna, a la cual acudiría, si la comida era buena, en su próxima visita a la ciudad.

-Me intriga ud. Wind- confesó con naturalidad y una perenne sonrisa,  acomodandole la silla que hubiera elegido siguiendo las costumbres de cortesía humanas.- ¿Que le agrada hacer ademas de bailar y descubrirle los encantos de la ciudad a un viajero?.- Prosiguió, rodeando la mesa en cuestión, y sentándose en frente de la joven. Dejó el laúd cuidadosamente colgando de la espalda de la silla, del mismo modo que el morral que hasta ahora colgaba cruzado sobre su pecho, y pido al camarero un cuenco, que rapidamente trajeron con extrañeza para que el elfo depositara en el las cenizas de su sahumerio.

A Wind le hizo gracia esa pregunta implícita, -Estoy de acuerdo con usted, conocen los mejores sitios para comer- Dijo dandole la razón.  
La taberna no era demasiado grande, tenía una barra de madera bastante vieja a la izquierda rodeada con unos cuantos robustos taburetes y unas cuantas mesas distribuidas sin ningún orden aparente en las que estaban sentados media docena de hombres. Había una camarera de buen ver moviéndose por la sala y un hombre de aspecto bonachón tras la barra. Al fondo se encontraba una chimenea, justo en medio de la pared, ahora apagada, probablemente debido a que aquel día, a pesar de la nieve que aún se resistía a desaparecer, no hacía demasiado frío.

Saludó al conocido tabernero con una sonrisa y un amable “Buenos días” que fue respondida con otro saludo informal mientras se dirigían a una de las mesas vacías que estaban al fondo.

Le agradó el detalle de que le acomodara la silla como si de una fina dama se tratara. Sorprendida ante esa confesión, decidió contestarle con la mayor sinceridad posible.
-También usted me intriga caballero- Dijo devolviendole la sonrisa mientras observaba como acomodaba sus cosas. - Me gusta viajar, supongo que como a usted- Dijo mientras pensaba si hablarle de su afición al arco, ya que los ancianos le habían dicho que los elfos no veían demasiado bien la caza y no tenía ganas de que aquel simpático hombre la juzgara. Aun así, decidió decirlo aunque lo dijo casi susurrando -También me gusta el arte de la caza con arco- Esperaba que no la juzgara muy duramente, pues no le gustaría terminar la conversación tan pronto, sobretodo antes de haber comido.

Cuando el tabernero se alejó, Wind no pudo evitar preguntar -Y a usted Ilth, a parte de bailar y hacer magia con comida que ¿Más aficiones tiene?- Dijo divertida.
Al poco tiempo apareció la camarera en nuestra mesa para pedirnos nota, a lo que Wind pidió solo pescado frito y, con mucha más atención que la prestada a Wind, la camarera preguntó al apuesto bardo que quería tomar.

La joven era atrevida, pero por encima de aquello, divertida, y  usando los modismos que el mismo empleaba, le devolvía las preguntas al bardo, y confesaba con naturalidad que le generaba interés, sin atisbo de vergüenza alguno. Si algo le llamaba la atención al mismo nivel que las doncellas hermosas, eran las curiosidades y los misterios, y se sentía sumamente complacido de  juntar sus dos placeres en uno aquel mediodía.

No hizo juicio ninguno con el arco, aunque en sus interiores celebraba otra vez su acierto. Lo cierto era que no compartía la aversión por la caza de la mayoría de su raza, quizás porque no había vivido demasiado con ellos, o puede que porque había padecido el hambre lo suficiente como para entender, que la comida es comida, mas allá de donde provenga.

-Si me cede su mano, le enseñaré otro truco.- Respondió ante dichas afirmaciones, como si tuviera que ver completamente con el tema, y apoyó la mano,con la palma hacia arriba, sobre la mesa, obsequiandole de nuevo con una misteriosa sonrisa. Con la otra mano, espachurró el cigarrillo de menta tras darle una ultima calada, haciendo desaparecer el humo aromático que los había acompañado, que dejaba el suave olor residual que tanto caracterizaba su persona.
Mientras aguardaba un gesto recíproco o de rechazo por su petición, respondió a las peguntas que esta vez le dedicaban.

-Además de bailar, canto, toco y hago teatro, dibujo, viajo, y soy jinete de upeleros.- respondió, dando al ultimo titulo, un tono mas bromista y solemne al mismo tiempo, recordando la carrera en la finca que había realizado no mucho tiempo atrás.

-He sido marino, granjero, artesano y comerciante, pero por encima de todo, me dedico a divertirme. Y allá donde voy, escucho historias, y conozco gente, que luego me acompañan en mis bocetos o en mis canciones.- Sonrió, con cierta nostalgia, pensando en todas las décadas que portaba consigo, como cargas tan livianas, mientras a otros los años les pesaban como losas  que los comprimian sin apenas dejarlos respirar, y marcaban sus rostros con penurias, que ni eran tantas ni tan graves, pero con las cuales nunca habían aprendido a lidiar.

Por otro lado, el estaba inmerso en otro reto ahora, y era el de no comerse con la mirada a la camarera que por lo que había visto de soslayo al entrar al local, era otra belleza que captaba la atención. Pero acostumbrado como estaba a ver mujeres hermosas, conseguía, sin ser un esfuerzo titánico, mantener la atención en la doncella que le ocupaba, como si ni se hubiera percatado de la presencia de la otra, para la cual, tendría otro momento, otro dia, en otras circunstancias, cuando no quisiera volver mas a ese local, ya que como dice el dicho, "no metas la  polla donde tengas la olla".

Windorind agradeció que aquel elfo no la juzgara por el manejo del arco para la caza y si lo hizo, al menos no lo demostró lo que le hizo resoplar aliviada quizás incluso demasiado alto.
¿Otro truco? Pensó con curiosidad. Ante la posibilidad de ver otro truco, esta vez, sabiendo cuando lo iba a hacer, aceptó con una sonrisa. –Está bien, le cederé mi mano-  Dijo con curiosidad infantil. Miró muy fijamente la mano del elfo, como si intentara ver si en sus venas había algo distinto que en las de Wind.

Mientras esperaba el truco, escuchaba atentamente todas las habilidades que aquella persona tenía.
-¿Hace todo eso de verdad?-  Dijo con un asombro más que evidente. – Tiene que ser increíble tener tanta capacidad artística- Reflexionó mientras le comparaba con ella misma, que no era capaz ni de hacer más de tres trazos seguidos con un pincel. –Si es capaz de hacer todo eso, entonces ¿Cuánto tiempo llevaba con esos músicos?- Preguntó, pues no parecían hacer nada más aparte de tocar y bailar.
-Ha de ser divertido viajar tanto y por todos esos esos trabajos que  realizó me aventuro a creer que ha vivido numerosas aventuras- Dijo con cierta envidia, pues aunque sabía que pronto se encaminaría a un largo viaje, no creía que fuera a divertirse demasiado.

Durante la conversacion, la camarera trajo el pescado frito, cosa que Wind agradeció pues la brocheta de pescado de antes, había desaparecido casi por completo de su estómago y el hambre empezaba a volver. La moza, le volvió a preguntar a Ilth si no deseaba nada, de un modo demasiado insistente, como si se estuviera ofreciendo ella misma, algo que empezaba a molestarle a Wind. Aunque extrañamente éste no parecía prestarle demasiada atención y si lo hacía, lo disimulaba bastante bien.
De repente, se escuchó un carraspeo excesivamente alto que procedía del tabernero, probablemente para que la moza fuera atender a unos clientes que acaban de sentarse.

Inesperadamente, como si se le hubiera ocurrido la idea la maravillosa del mundo, Wind preguntó con los ojos llenos de curiosidad, quizás en un tono más alto de lo necesario:
– ¿Podrías enseñarme alguno de tus bocetos?- Aunque rápidamente añadió-Si es que quieres o los llevas encima claro- Esperaba no haber sido demasiado directa o demasiado indiscreta, pero era cierto que la curiosidad la mataba y quería ver los dibujos que hacía aquel artista ambulante.

Iltharione esbozo una leve sonrisa cuando la joven le extendió al mano, y la coloco, tal y como la suya, con la palba hacia arriba, usando la propia de soporte. Pasó el dedo indice por encima de sus yemas, marcando con una ligera presión los dedos con lso que se tensaba la cuerda del arco.

-Las manos cuentan mucho de una persona, por ejemplo, si se fija en las suyas, puede notar por la dureza aqui, y aqui.-fue marcando con el dedo apra ilustrar sus palabras.- una dureza y marca particular del arco en la que me fijé mientras bailábamos. En cambio, si observa las mías.- extendió bocarriba también la mano que había usado para señalar.- podrá ver otro tipo de dureza muy distinta en los dedos, fruto de tocar un instrumento de cuerda, una leve desviación en estos dos dedos.-movió los mismos.- por la postura de usar el carboncillo. Y que el arco entre el anular y el índice es diferente, a causa de los arrollados que fumo.
Tras aquello alzo al mirada, dejando en paz sus manos para volver a observar fijamente a su interlocutora, riendo tranquilamente ante su pregunta.

-Me los encontré de camino a la ciudad hará algunos días, como compartimos profesión, tocamos un rato. Tenían muchas ganas de visitar la ciudad, sobre todo el hombre bestia que siente una pasíon fácil de suponer por el pescado.- se encogió de hombros.- Y por lo general mis aventuras son tranquilas, y no van más allá de conocer poblaciones y su gente, no es una profesión peligrosa la de artista, o no demasiado por suerte. Sin embargo, no está falta de diversión. Debería probar alguna vez, ya que le gusta el viajar, el hacerlo con algun bardo, al menos, no se aburrirá en el camino.-Aun así, si quiere escuchar alguna, puedo darle el gusto, aunque no le prometo que sea amena.- rio ligeramente entre dientes, y negó para si, haciendo tintinear los aros dorados que pendían de una sola de sus orejas.- La mayoría son fruto de malentendidos mas que de otra cosa.

La mesera trajo la comida, y por el aroma a la misma, la falta de almuerzo, y la insistencia, iltharion terminó pidiendo lo mismo que la muchacha sin apenas desviar su mirada de lo que hacía.

-Hagamos una cosa.- propuso cuando escuchó la petición llena de curiosidad.- Le dejaré ver algunos de ellos, si a cambio ud, se deja dibujar.-Ofreció, sacando ya del morral un par de cubiertas duras forradas en cuero,atadas pulcramente con cintas de raso, carpesano que colocó sobre la mesa, con la mano encima como una presa, aguardando una respuesta antes de descubrir su contenido.-Pero, seré yo quien elija las pinturas que pueda ver, pinto también por petición, y no quisiera herir su sensibilidad.-Sonrió con inocencia pulcramente fingida para pasarla por genuina, previniendo así de que la joven, de ver alguno de los retratos más picantes por accidente o concesión, lo tomara mas por arte que por perversión. Mientras su tono daba la impresión de querer cuidarla de un mal momento, al observar algo que le generara desagrado.

La muchacha empezó con su exhausta observación, esperando a que empezara el truco cuando el elfo empezó a pasarle los dedos por la mano, le hacía ligeras cosquillas pero no quería que se le escapara ninguna risilla por lo que intentó permanecer lo más serena posible.

Se sorprendió ante aquellas observaciones, pues no se esperaba que el “truco” fuera aquello. Era increíble que pudiera saberse tantas cosas tan solo con mirar las manos, le miraba con ojos curiosos mientras escuchaba con total atención la descripción de su mano. –Eso es impresionante- Dijo impresionada. –Eres realmente como un mago, hacer esos descubrimientos solamente con observar una mano parece realmente increíble- Comentó con una enorme sonrisa. Cuando terminó la descripción, retiro la mano con cuidado, como si toda aquella información fuera a desaparecer si la movía de un modo demasiado brusco.

-Quizás viajar con un bardo o una compañía musical o de teatro, sea la mejor manera de hacerlo- Dijo como corroborando lo que le acababa de decir Ilth. –Me encantaría escuchar alguna de tus aventuras- Dijo Wind después de morder un trozo de pescado.
La mente de Wind empezó a barajar esa idea como una de las más probables, ya que para su viaje la compañía no le vendría mal, además de lo cómodo que era viajar con artistas ambulantes. Continuó pensando en eso unos minutos mientras comía el pescado que estaba en la mesa, ya que, aunque quería, se le hacía difícil esperar a que llegara la comida de su acompañante pues la tentación de empezar a  comer era demasiado grande.

-¿En serio me los enseñarías?- Dijo notablemente contenta. aunque por otro lado, le preocupaba la condición del dibujo. – ¿Dibujarme? ¿A mí? No tengo nada especial que me haga digna de ser dibujada- Dijo con cierta vergüenza sin poder evitar ruborizarse. Aun así, la oferta era muy tentadora, realmente quería ver qué clase de dibujos hacía aquel artista y por mucha vergüenza que tuviera, no pudo evitar aceptar pues ver las carpetas con los dibujos tan cerca, hacía que no pudiera resistirse. –Está bien, me dejaré dibujar…- Dijo ruborizándose aún más. –Ahora, enséñame los dibujos- Exigió como una niña pequeña que quiere su postre después de comerse las verduras. –Por favor- Añadió con una gran sonrisa que denotaba su enorme curiosidad.
-Pero no soy demasiado curiosa, igual no soy capaz de contenerme e intento ver alguno de los dibujos no me permite ver- Aclaró pícara, esperando que así le diera carta blanca para ver todos los bocetos.

-Se pueden aprender muchas cosas, simplemente de observar.-asintió el elfo mientras la joven retiraba la mano.-También el tacto o el color de la piel, las arrugas, los olores, o la forma en la que uno habla y camina muestran cosas sobre su vida, sus aficiones, y que clase de persona es. Solo hay que aprender a leer esas cosas, y aprender a mirar a la gente.

-Supongo que podría contarte alguna de mis aventuras, pero soy mejor narrador que protagonista.- advirtió, pasándose una mano por la nuca,acomodándose a la vez la melena cobriza que permanecía impoluta gracias a la cinta.- Hace unas cuantas jornadas me encontraba en lunargenta, cuando pasando por una plaza, había unos artistas, pésimos en su obra cabe decir, siendo abucheados. Si bien eso no era extraño, en un momento empezaron a arrojarles piedras, así que me subí al escenario para intentar calmar los ánimos, por suerte o por desgracia, antes de poder volver las tornas, algunos aldeanos me escogieron como blanco, y entonces una flecha salió de la multitud cuando uno de ellos estaba pro lanzarme una roca mas grande que un puño, clavándosela en el brazo.- Mientras narraba, gesticulaba con las manos, con gracia y sutileza, dando un poco del color que no tenía a la historia con aquello.- Por si fuera poco, el arquero, tuvo la mala idea de subirse al escenario, y viendo que estaba armado, empezaron a acusarle, así que para proteger a quien me había salvado, escondí las flechas para pasar el arco por atrezzo de una obra.
Hice huir a uno de los juglares con ellas, mientras lo sustituia tocando, y hacia bailar a la joven con el elfo, pero bailaba tan mal, que no podía cantar cualquier cosa si quería que nos dejaran de arrojar cosas, y creo que invente la cancion mas ridicula que he cantado hasta el momento.- El elfo hizo una pausa, tratando de recordar la letra, que se había vuelto popular entre los mas jóvenes de las aldeas, y podían representarla fácilmente, volviéndose parte de la obra, algo que siempre era bien recibido por los niños.

-La moza danzaba sola en los prados, sin galas ni salones, ni música ni halagos. Se inclinaba con con la brisa, sin más compañero que una eterna sonrisa.- Empezó a pronunciar con su aterciopelada voz grave, y un alegre entonación, pero en un volumen bajo, de modo que el resto de personas de la taberna, no se vieran interrumpidos por su cantár- Pasaron volando una manada de patos, y se detuvieron a ver asombrados, el ágil danzar de sus zapatos. Hinchando el pecho con altivez, se acercó uno de ellos sin timidez. La moza lo tomó de sus alas, graciosa y alegre a enseñarle sus danzas.
El pato la pisaba, y se tropezaba, mientras ella reía y le aleccionaba. El pato parpaba avergonzado,y seguía intentando bien animado. Ella reía por su torpeza, sintiéndose sin corona princesa. Pues en compañía por fin compartía, la música que su corazón emitía. Más se gozan las cosas cuando se comparten, se disfrutan el doble que cuando se parten.

Finalmente termino el corto cantar que le había dedicado a su congénere, el elfo que bailaba como si tuviera dos pies izquierdos, y prosiguió narrando.
-La gente se rió tanto que dejó de tirarnos verduras para darnos monedas. Y cuando parecía que iba a terminar todo aquello, apareció un hombre con una ballesta acusando a los juglares que habíamos ayudado. Aparentemente eran ladrones, por suerte, logramos ayudar a  la guardia a capturarlos, y tras explicarles la situación entendieron que no formábamos parte de su banda. Como dije,  no es muy emocionante, pero soy bardo, no mercenario, y mis armas son las palabras.- Se encogió de hombros el elfo.

Por suerte la camarera se apuró en traer su plato, e hizo una pausa para comer sin separar la mano del carpesano, mientras escuchaba a la joven, tomándose su tiempo para degustar el pescado antes de responder.

-Si cree que no es digna de ser dibujada, entonces claramente ud. no se ha visto en un espejo.- sentenció, mientras repiqueteaba suavemente con las yemas de los dedos sobre el cuero del carpesano, para apartar lentamente la mano.- Esta bien, no puedo negarme a su sonrisa.-le devolvió la misma, mientras hacía una apuesta. Tendía a gustarle jugar a la segura, pero la emoción de apostar a todo o nada, podía a veces con su prudencia, y habiendo sorprendido en tantos aspectos, retó al destino a ver si podía sorprenderle una vez mas, dejando a criterio de la muchacha, hasta donde pasar las paginas.

Los primeros dibujos eran paisajes, unas pocas hojas que retrataban lugares muy concretos de la geografía de Aerandir. En el primero se reconocían unas ruinas antiguas, y a lo lejos los picos nevados, los copos de nieve difuminaban la escena de los helados reinos del norte.

Otra paisaje seguía a ese, mucho mas frondoso y boscoso, pero menos detallado, de algún modo parecía que la imagen estuviera distorsionada, como si fuera pintada de un sueño o un recuerdo lejano, y algunas plantas se entremezclaban o perdían los bordes, dándole un aire de plano onírico.

Los techos y las murallas de la imponente ciudad de lunargenta salpicados de nieve, eran estampa de ese mismo invierno, siendo azotados por el viento junto con sus gentes que parecían un par de pieles y capuchas en el margen inferior del dibujo, mientras las luces de lumbres y veladores en las ventanas, parecían titilar sobre el papel.

Una solitaria playa era la cuarta de las hojas, sus aguas oscuras reflejaban una luna creciente, y recortaba las siluetas de embarcaciones lejanas que cruzaban el horizonte, apenas se veían estrellas, y la arena parecía un suave manto impoluto de las huellas del hombre.

Se formaba sobre otro papel un claro en un bosque, parecía primavera y de llanura, y en el había una flora ta hermosa como extraña, plantas que era imposible que nadie hubiera visto, pues pese que el trazo las plasmaba como si formaran parte de la realidad, eran puro fruto de la imaginación. En el centro, y con un juego de luces que lo hacía resaltar, había una familia de upeleros en libertad, con el plumaje brillante, y unos ojos vivaces y enormes en las crías que miraban al observador con curiosidad.

-Creo que ya ha visto suficiente.- advirtió el elfo, con la mirada atenta y curiosa a la prudencia de la muchacha, y hasta cuanto la curiosidad podía guiar sus manos.

Descripción del resto de dibujos si escoge seguir mirando:

Wind estaba deseosa de escuchar alguna anécdota de sus viajes, así que no hizo el menor caso a su advertencia y esperó con impaciencia a que Iltharion eligiera una historia para contarle.
Escuchó fascinada toda la historia sin hacer apenas ningún comentario excepto algunas risas en los momentos oportunos. Debido a la cantidad de movimientos que hacía al contar la historia, sonaban los pendientes de su oreja, sonido que acompañaba a toda la explicación de la aventura.

Cuando comenzó a recitar, no pudo menos que sorprenderse y quedarse completamente encandilada. Nadie más estaba escuchando aquellas divertidas estrofas, pues la voz era demasiado baja para que nadie la escuchara, pero le habría encantado que todo el mundo le hubiera escuchado, pues les habría hecho disfrutar lo mismo que a ella. Se le notaba la voz curtida en cientos de espectáculos lo que hacía que la entonación, a pesar del bajo volumen, fuera impecable.
No pudo evitar sorprenderse con aquel final, le hizo pensar que igual viajar con bardos si era peligroso, al menos casi tanto como si viajara sola. –Supongo que son los problemas de ayudar a los demás, nunca sabes cuando estas ayudando a buenas personas de verdad- Reflexionó en voz alta.

Le sonrió ante aquel dulce comentario –Es usted un gran zalamero caballero, ¿Alguna vez se lo habían dicho?- Le dijo mientras cambiaba su expresión a una sonrisa burlona, pues estaba casi convencida de que no era la primera mujer que le decía eso.
Se alegró al salirse con la suya, podría ver todas las imágenes que quisiera, al menos eso esperaba. Tenía mucha curiosidad por saber qué clase de dibujos realizaba aquel elfo y por qué no podría ver todos los que ella quisiera. ¿Paisajes? ¿Animales? ¿Retratos?... ¿Mujeres? Cuando se le pasó esa idea por la cabeza se sonrojó y decidió desecharla antes de que se empezara a poner más nerviosa.

Wind se limpió las manos como pudo en un trozo de tela, y decidió levantarse y sentarse al lado de Ilth para que éste pudiera elegir más fácilmente cuando quitarle la carpeta y privarle de aquellas imágenes. Cogió la carpeta de cuero y con mucho cuidado, como si por un mal movimiento pudiera romperla, la abrió dejando al descubierto la primera imagen, un maravilloso paisaje  que parecía ser del Norte, los siguientes dibujos eran igual de hermosos, todos hechos con un delicado que no pasaba inadvertido mostrando lo mucho que le gustaba aquello.
Continuó pasando imágenes una a una, lentamente, apreciando los detalles y características individualmente, fascinada por aquellos trazos tan bonitos. De vez en cuando, echaba alguna mirada al elfo para ver si podía continuar pasando folios o le iba a retirar el cuaderno.
De repente, las imágenes cambiaron, empezaron a aparecer mujeres, la mayoría muy hermosas con expresiones igual de perfectas que sus cuerpos o al menos, eso le pareció a Wind. Se notó cada vez más sonrojada, a la tercera escena, miró al artista como esperando alguna señal de si podía continuar o no mirando aquellos hermosos dibujos que, cada vez más, sentía que le subían los colores. No estaba acostumbrada a ver otros cuerpos femeninos con tan pocas prendas o tapando sus partes más íntimas con apenas unos pedazos de tela.

Mientras esperaba una señal, no pudo evitar pasar a la siguiente escena donde apareció una joven elfa, la cual no aparentaba ser mucho más mayor que ella completamente desnuda, tumbada de lado en una cama. Notó como su cara se volvió completamente roja, con un tono casi amoratado. Probablemente fuera la primera vez que veía una escena tan erótica como esa. Miró al joven elfo con una expresión entre sorprendida y miedosa por pensar en las imágenes que seguían a aquella. Decidió no continuar hasta que el elfo le diera un visto bueno de que podía continuar, pues aunque quería seguir mirando, igual aquel artista no quería que nadie más que él viera aquellas sugerentes y hermosas escenas. Entonces le surgió una duda, "¿Él quería pintarla igual que había pintado a aquellas mujeres?" ella no tenía encanto ni atractivo físico como para ser retratada de esa manera. El tono de su cara aún no había disminuido, seguía igual de ruborizada que hacía un rato y cada vez sentía mas calor en las mejillas. Lo único que pudo hacer fue preguntar -¿T-Tú planeas pintarme así?-Exclamó con una voz que mezclaba la emoción con el miedo mientras que sus ojos mostraban algo distinto a lo anterior, probablemente podría definirse como la excitación de ver esas escenas que podrían considerarse prohibidas.
Aún quedaban muchas imágenes después de aquella... -¿Todas las demás imágenes son iguales?- Preguntó con cierta curiosidad mientras esperaba aún la respuesta de la pregunta anterior.

-Tiene razón, sin embargo, cuando encuentras a alguien haciendo algo que requiere valor y esfuerzo, algo que te apasiona, te predispone a pensar bien del otro y a ayudarlo si ves que lo desaniman de ello. Esa vez salió mal, muchas otras salieron bien.- Respondió a la conclusión de la joven mientras seguía dando buena cuenta de su plato.

-Varias veces, normalmente cuando mis compañìas se toman la apreciación del entorno como un cumplido.- le devolvió la sonrisa. No iba a decir que era una persona sincera, pero realmente, cuando alguna mujer poco agraciada había sido obsequiada con la definición de su aspecto, le habían dicho de todo menos zalamero. Claro que procuraba conseguirse compañías agradables, tanto en el estar como en la vista.

-Aun no ha visto los bocetos y ya se sonroja, ¿que espera encontrar en ellos?.- encaró la ceja y la miró con fingida inocencia, conteniendo una sonrisa. Dejo al lado un plato, deslizandolo por la mesa, y se limpió los dedos con un paño, por si requería mas adelante de manipular los bocetos, disimulando, al centrarse en ese gesto, el asombro de que la muchacha cambiara de lugar en la mesa.

Miraba alternativamente a la joven y a sus propios dibujos, aunque no requeria de lo segundo para saber por dónde iba, no solo por lo expresivo del rostro de la doncella que le acompañaba, si no por el tenue crujido del papel al pasar cada boceto. Cuando los paisajes llegaron a su fin, su mirada se afilo, en parte como advertencia en parte con curiosidad.
Midió a cada pagina el gesto de la muchacha, como sus pómulos se enrojecian paulatinamente, hasta que la joven lo miro como si esperara alguna indicación. Con un grácil ademan le indicó que era elección suya, si seguir pasando las paginas, o dejar su exploración allí.

Entonces fue cuando volvió a sorprenderle con su pregunta, no solo por el contenido, si no por el tono, que no parecía rechazar del todo la posibilidad de ejercer de musa aun en esas circunstancias.
-Como ud. se sienta cómoda.- Respondió con un tono suave que pretendía tranquilizarla, tratando de no generarle mas nerviosismo que el que las imágenes contempladas debían hacer en su cabeza.- ¿Le parece que alguna de ellas no gustara de ser retratada?. El cuerpo es tan hermoso como el rostro, pero normalmente se oculta tanto, que uno muchas veces no es capaz de ver en el su propio encanto.- siguió con el mismo tono calmo, apartando con las yemas de los dedos la esquina del papel para mostrar únicamente el siguiente rostro que venía a continuación. Sin apartar la mirada de la muchacha.- No disfrutaría de pintar a alguien que sufre con ello, y aunque no me parece una idea desagradable precisamente retratarla de este modo, tampoco me lo parece el hacer otro tipo de retrato si este estilo la incómoda.

Sin arrebatarle la carpeta de las manos, contó con las yemas un buen número de hojas, pasándolas todas al mismo tiempo, cambiando el estilo de las pinturas a retratos mayormente grupales, de mercaderes, bardos y aventureros con los que se había cruzado en sus viajes, había gente de todas las edades, y de multitud de profesiones, y aunque era un trabajo menos fino, no se veía carente de esfuerzo.

-A partir de aquí son distintas.- aclaró , ante esa escena que mostraba al grupo de la plaza, cenando en un campamento improvisado cerca del camino, no lucían tan alegres como en la plaza, pero desprendía una aire mas hogareño, y parecían exhaustos por el viaje.

Si bien la joven se había ruborizado por el contenido, y había cierto escándalo en sus ojos, quizás algo de miedo, no había salido huyendo, ni había arremetido contra el con insultos. Si era un empate con la suerte, o una broma de la misma, aun estaba por verse, pero ahora, solo podía seguir mirando a la muchacha con una curiosidad más acuciante.

Le pilló esa pregunta por sorpresa, -Na-Nada en concreto- Dijo Wind gesticulando mucho más de lo que solía hacer con las manos y con una risa nerviosa, como si la hubieran pillado haciendo una gran travesura.
Windorind se dio cuenta de la sorpresa ante su pregunta, cosa no terminó de comprender, al fin y al cabo ¿No había aceptado el trato de ver las fotos a cambio de un dibujo?

-No parece que ninguna de ellas no deseara ser retratada- Confirmó Wind como si se lo estuviera diciendo a sí misma. –Supongo que tienes razón, aunque el cuerpo tampoco es algo que ir enseñando alegremente- Contestó como si estuviera repitiendo algo que le habían dicho antes. -¿O acaso es usted un pervertido?- Dijo sobresaltada como si aquella idea no se le hubiera pasado por la cabeza en ningún momento. Claramente, eran ideas que le habían inculcado desde pequeña, para evitar problemas, pues aquella pequeña elfa no tenía suficiente fuerza ni valor como para enfrentarse a un hombre con malas intenciones.
Esperó que aquel elfo no le contestara con una afirmación, probablemente tendría que irse de allí, no quería provocarle ningún problema al tabernero –Ni a mí misma- Pensó acto seguido. Pero la verdad es que le molestaría especialmente no poder terminar de ver aquellos dibujos que la tenían hipnotizada.

Observó como el elfo contó rápidamente las imágenes que seguían a las que acababa de ver, auqnue apenas pudo ver nada de las siguientes escenas. Cuando el artista concluyó con el sondeo de las imágenes y dio la noticia de cuantos bocetos quedaban Windorind sintió cierta alegría. “Entonces no quedan tantas como estas” pensó con cierto alivio, el cual se le pasó rápidamente cuando surgió otra pregunta “¿Cómo serán las demás? ¿Peores?” Esa idea le asustó, no se le ocurría como aquellas escenas podían ser peores pero estaba segura de que él si sabría cómo hacerlas más eróticas.
No pudo detener su curiosidad por lo que decidió que continuaría mirando a aquellas mujeres y así sabría cómo continúa esa colección de retratos. Las siguientes imágenes tenían un contenido similar al anterior, intentaba centrarse en todos los detalles posibles, pues aunque aquel tipo de bocetos no le eran familiar, era cierto que eran muy bellos.
Inesperadamente, aquellas provocativas mujeres desaparecieron y empezaron a aparecer escenas normales, de personas en distintos lugares. Eran imágenes mucho más comunes pero que parecían tener un significado sentimental mucho mayor, probablemente sería gente con la que compartió sus viajes además de familiares y amigos. Miró al elfo con curiosidad, como si esperara que le explicara todas y cada una de las imágenes que aparecían a continuación pues probablemente, tuvieran una historia que, a diferencia de las anteriores, si se pudiera contar. Entre esas imágenes, reconoció a los artistas que estaban en la plaza en una escena que le pareció bastante bonita, muy familiar, como si se conocieran desde hacía años.
-¿Siempre pintas a la gente con la que viajas?- Preguntó con curiosidad sin dejar de mirar los dibujos. –Son pinturas realmente bonitas- Añadió como si fuera una experta en el tema. Estas últimas escenas la tranquilizaron considerablemente, haciendo que las mejillas volvieran a un tono más natural  y el tono de voz también volviera a un timbre menos agudo.

-No me importaría que me pintaras en realidad- Aseguró Wind con firmeza. –Me parece que tu arte es bastante hermoso y que podrías llegar a hacer que incluso no quedara mal en un dibujo- Dijo con algo de sorna sobre sí misma.
Cuando terminó, guardó los bocetos con delicadeza en la carpeta y, sin cerrarla, la depositó encima de la mesa, miró fijamente al elfo, como si intentara saber lo que pasaba por su mente y le preguntó repentinamente –Pero usted, mi buen artista ¿Cómo preferirías pintarme?-

El bardo sonrió ligeramente ante la ingenuidad con la que la joven repetía palabras que no parecían de cosecha propia, si no las típicas enseñanzas que los mayores inculcan a sus hijos para protegerlos de gente más libertina.

-Cierto, pero tampoco es algo de lo que avergonzarse, somos como somos.-Se encogió ligeramente de hombros, apra estallar en una sonora risotada al oír la siguiente pregunta, completamente sorprendido de aquello. Tanto le divertía la situación, que terminó llevando  una de sus manos al estómago mientras se encorvaba ligeramente hacia adelante en la silla, y usaba la otra mano para cubrirse la cara para controlar su risa y recobrar la compostura.

Si alguien, alguna vez, había respondido que si a esa pregunta en un contexto similar, desde luego era un loco. Aunque solo por ver su cara, tuvo la mala tentación de responder que si por un momento. Por otro lado, que justo ahora la joven se hiciera esa clase de pregunta, después de haberlo guiado a un rincón poco transitado de la ciudad, era entre tierno y asombroso, y para los padres de esa joven, si alguna vez llegaban a enterarse de aquello, sumamente preocupante.

Forzandose a calmarse, para no asustarla ni ofenderla con sus risotadas  y responder apropiadamente, finalmente  pudo contener la risa para hablar, mientras con el índice enjugaba una lagrimilla que asomaba por el rabillo del ojo.
-Apreció la belleza en todas sus formas, y considero el arte, arte, no perversion.- Negó con la cabeza, dando con su gesto, una respuesta mas rotunda que sus palabras. Aun y saber, que era una definición que para muchas personas, le sentaba como un guante.-¿Le parezco a ud. un pervertido?.- encaró una ceja mientras la observaba.

El resto de las imágenes de mujeres, eran el mismo estilo que las ya vistas, provocadoras pero no explícitas, pues la mayor arma del erotismo es la imaginación y la mente, y los retratos, si bien mostraban, lo hacían de forma velada, difuminada o sugerente, pero sin resultar obscenos. Y cada una poseía su propio encanto o vivacidad, mostrando en la mirada u el gesto, caracteres tan distintos como podían caber en tal variedad de personas. Para el no era cuestión de desagrado en ver la escena al descubierto, si no una cuestión de clase.

Esas imágenes quedaron atrás y la muchacha pareció calmarse, y pasar a una contemplación mas serena de esos otros retratos, que no eran más que otra clase de recuerdo que el bardo llevaba consigo.

-Acostumbro a hacerlos,  asi aunque me falle la memoria, abrir mi carpeta me evoca al pasado, aunque muchas veces los pinto del recuerdo, así que no son tan exactos como se podría esperar.- Tras esos últimos retratos había hojas en blanco, esperando pacientemente a contener su propio pedazo de historia.
El elfo tomo de la mesa la carpeta y con cuidado ató sus cintas, para que ningún mal movimiento, que pudiera hacer caer la carpeta, resultara con todas las hojas desparramadas por el suelo, y por consiguiente, la mayoría de ellas arruinadas, y finalmente, hizo desaparecer el carpesano de la mesa para meterlo en el morral que pendía del respaldo de su silla.

La joven parecía, aun y con todo, no sentir rechazo por la idea de ser pintada, y lo planteaba casi como un reto, como si no fuera consciente de la belleza que poseía, idea que le resultaba extraña a su contertuliano, siendo para su entorno, algo tan fácil de apreciar.

-Dibujo lo que veo, quizás de ese modo podría entender que es lo que otros ven cuando la observan.- sonrió con cierto misterio intentando despertar la curiosidad de la joven, que tan distorsionada tenia la percepción de si misma, y que probablemente por ello, tenía incontables dudas del comportamiento de otros hacia ella.

-Y si estuviese en mi mano elegir, preferiría retratar todos sus encantos, en vez de solo sus facciones.-prosiguió, respondiendo a la ultima pregunta mientras le devolvía la mirada con serenidad, albergando pocas esperanzas de que la fortuna le sonriera en esa contienda.-En parte porque como sus manos, todo cuenta una historia.

De hecho, si uno sabía observar, podía ver en las doncellas de los dibujos algunos rasgos, detalles en las posturas, en el caer de los hombros, el grosor del cuello, o la curva de la espalda que escondía parte del camino de esas damas, granjeras, mercenarias, estragos silenciosos de las elecciones que habían tomado en sus vidas.

-Y a ud, ¿Como le gustaría ser pintada Windorind?.

Wind se sorprendió ante aquella estruendosa risa, “¿Tan raro es lo que he preguntado?” pensó extrañada. Aquella sonora risa le molestó ligeramente haciendo que frunciera los labios ligeramente y le mirara de reojo a modo de mostrar su molestia. –Ya está bien ¿No?- Dijo cuándo se dio cuenta de que en cualquier momento el elfo iba a empezar a llorar de la risa. –No es que haya preguntado algo tan extraño… Creo- Añadió en voz baja con timidez. Era la primera vez en todo el día que le veía mostrar un sentimiento tan abiertamente lo que hacía que su enojo se mezclara con algo de alegría haciendo que el fruncido de labios le sirviera también para esconder una ligera sonrisa que parecía queseársele escapar.

Cuando por fin parecía haberse calmado, Wind se dio cuenta de que gran parte de los parroquianos les miraban con curiosidad. No le gustaba llamar la atención así que se encogió ligeramente en su asiento con la intención de que dejaran de mirarlos, lo que la hacía parecer incluso más pequeña de lo que ya era.
-Mmmm… Supongo que no, si lo fuera ya hubiera intentado algo indecente- Contestó honesta. Se dio cuenta que poco a poco empezaba a cogerle más confianza con aquel elfo, cosa que aunque le preocupaba, sobretodo le sorprendía pues intentaba ser cauta con los extraños, o al menos lo intentaba.
Aun así, estaba bastante agradecida a su suerte de que Iltharion no fuera un pervertido, ahora podría terminar de ver aquellos dibujos con algo más de tranquilidad aunque no menos ruborizada, pues aquél momento cortó el ambiente que Wind había generado mientras veía los retratos.

-Es una bonita costumbre- Comentó con ausencia mientras terminaba de ver los dibujos. Observó al elfo guardar la carpeta en el morral mientras pensaba en la idea de ser pintada pues, no era algo normal para ella ya que ni en retratos ni en ningún tipo de situación la habían retratado en sus 19 primaveras. Sentía verdadera curiosidad, -¿Lo que otros ven cuando me observan?- Repitió en forma de pregunta. No tenía muy claro a qué se refería, pero aquella sonrisa enigmática le despertó cierta curiosidad. En general, la pobre Wind no entendía todo lo que aquel vivido elfo decía pues, quizás a veces era demasiado cándida. -¿Todos mis encantos?...- Repitió, de igual manera que hizo con la frase anterior, cuando se dio cuenta de a lo que se refería se ruborizó. “Hoy me estoy sonrojando demasiado” Pensó Wind, no sin falta de razón, pero a aquel elfo parecía no importarle, pues no había hecho ningún comentario al respecto durante todo el día.

-Quizás y sólo quizás, no me importaría que me retratase como a alguna de aquellas bellas doncellas. Pero no me termina usted de convencer buen caballero, pues al fin y al cabo, soy una mujer y usted un hombre…- Dijo mientras recordaba las historias que malvados hombres intentando forzar a mujeres, de hecho, aquella misma mañana el bruto marinero, la habría forzado a bailar con él sin haber podido hacer nada- No me fio de que no intente nada raro- Sentenció con aplomo. – ¿Si usted fuera yo, se fiaría de usted?- Dijo mirando al artista, convencida de la idea de que si le miraba muy fijamente a los ojos, no podría mentirle.

-Claramente ud. no se ve con la misma claridad con la que la ven los demás.- respondió mientras asentía el bardo, ante el leve desconcierto de la joven elfa.
Sacó del morral que colgaba de la silla al cajita de madera y la apoyó sobre la mesa, al abrirla, se vio en su interior un considerable número de esos tubos de plantas seca de manufactura artesanal, sacó uno con cuidado de no desacomodar al resto, y volvió a cerrar el pequeño contenedor.

Con un grácil gesto llamó a la camarera, que se acercó con entusiasmo a ver que querían, para irse con clara decepción a buscar una vela encendida para la mesa, y tras traerla y esperar unos segundos en los cuales pareció ser transparente como el cristal, exceptuando un ligero asentimiento a modo de gratitud del bardo, se marchó a atender al resto de mesas.

-No es algo que este en mi mano cambiar mi genero, ni siquiera mientras pinto.- bromeó ligeramente mientras encendía el cigarrillo, para volver a soltar entre sus labios el aromático humo blanco con olor a menta.

El elfo sonrió ante la ingeniosa pregunta que le había dedicado la joven, a la cual no iba a darle una respuesta sincera ni por todo el oro del mundo, tanto porque se conocía demasiado bien a si mismo, como porque no le apetecía perder oportunidades.
-Pensaría que si hubiera querido hacerle algo, ya lo había hecho.- Respondió devolviéndole la mirada.  Algo que no era tan extrañó, pues de haber sido mas rudo y menos escrupuloso con el tema del consenso, podría haberla arrastrado a algún callejón de camino a la escondida taberna en la que se hallaban.

-De todos modos sus reparos me parece comprensibles, por ello, si quiere, podría retratarla con su arco y sus flechas. Mencionó que le gusta la arquería, y de ese modo, tendría la seguridad de poder darme un flechazo si intentara forzarla, cosa que por otro lado, jamás haría.- Y eso si era cierto, pues aunque gustaba de las doncellas, prefería conducirlas a sus brazos, y jamás había entendido el impulso de obligarlas a ello.

Con sus rasgos y ese complemento, podría hasta parecer alguna deidad de la caza, y constituir una gran pieza dentro de su colección. Aunque eso dependería por completo a que la solución planteada complaciera a la muchacha y lle diera la seguridad suficiente como para prestarse a ser retratada de esa guisa.

-Aunque en ese caso tendría que prometerme usted no dispararme sin motivo, y tendría que confiar en que ud. no pondría en peligro mi vida.- aclaró, aunque dudaba realmente de que la muchacha se pusiera a dispararle por diversión, no estaba de mas devolverle la pregunta para que sintiera un poco en carne propia, como era ser tratado como un predador.- ¿Si usted fuera yo, se fiaría de quedar solo con usted armada?.- Terminó de devolverle la pelota, mientras la miraba fijamente, ladeando el rostro hacia un costado para que su mirada quedara a la misma altura.

-No es mi intención que cambie su género, me conformo con que yo me olvide de ese detalle- Contestó Wind con una sonrisa. Lo dijo medio en broma, pero en su mente, esa idea era seria. Si conseguía olvidarse de que aquel elfo era “un” elfo, probablemente estaría más tranquila.

Ante aquel razonamiento, Wind no pudo por menos que darle la razón, -Visto de esa manera…  supongo que tiene razón- Le concedió al dibujante. Le miró durante unos segundos más y retiró la mirada. Aprovechó a mover de nuevo su asiente a su lugar original, quedando así en frente de él, mientras la camarera le traía una vela para encender otro de esos olorosos canutos.

Al menos comprendía la situación en la que estaba Wind, cosa que agradeció. La idea de usar el arco en el retrato le pareció buena, le hizo al dibujante un ligero asentimiento de cabeza para que continuara con la idea, pues si seguía por ese camino acabaría aceptando ser retratada “mostrando sus encantos”. –Darle un flechazo suena como una idea tentadora ante la hipotética situación de que intentara algo raro conmigo…- Reflexionó en voz alta, con una expresión que mostraba una seria aceptación ante esa idea, o al menos, eso intentaba aparentar.  “Quizás a sonado muy agresivo” Pensó Wind acto seguido “Pero supongo que, el hecho de que me tome en serio, tampoco es algo malo” Añadió a continuación. No puedo evitar una risilla, que intentó disimular poniéndose la mano en la boca, al pensar en la posibilidad de que aquel artista tomara en serio esa amenaza. -¿No le habré asustado? ¿Verdad?- comentó con una sonrisa burlona.
La escena vista desde fuera era realmente cómica, pues ver a aquella pequeña elfita intentando amenazar al alto elfo, parecía una escena digna de un teatro.

Wind empezó a pensar “¿Si decide dibujarme donde debería ser? ¿En el campo? ¿En mi casa? ¿En el bosque?” pues no sabía cómo funcionaban estas cosas.
-Está bien, siendo así aceptaré la oferta, dejaré que me pinte, siempre y cuando pueda mantener cerca mi arco.- Dijo con cierto nerviosismo escondido detrás de una falsa serenidad.
Sorprendida ante aquella afirmación, perdió la calma que había intentado mantener hasta entonces. Con frases entrecortadas y afirmaciones sin terminar intentó explicarle al elfo que ella jamás haría eso. –Y-Yo no… Eso es impensable…Co-Como podría…Ahhhh…Yo…Ti-tiene que…- Balbuceó hasta que decidió de guardar silencio y respirar hondo era la mejor solución. Hizo un sonoro resoplido y volvió a intentar explicarle a aquel elfo que ella nunca podría hacer algo así.- Y-Yo nunca podría atacar a nadie sin motivo, eso es impensable, ¿Qué clase de persona sería? No, no, no. Eso jamás. Yo solo cazo animales, nunca mataría a una persona- Consiguió decir atropelladamente, las palabras parecía que luchaban por salir las primeras de su boca y casi parecía un trabalenguas, pero al fin pareció que podría conseguir convencer a ese elfo de que ella no era una mala persona.
sin haber recuperado aún la calma, llegó otra pregunta como una arrolladora ola -Claro que me fiaría de mi, quiero decir, ¡Soy una buena persona!... Si necesita pruebas… pues… pues… ¡Le he traído a esta taberna! Es donde hacen el mejor pescado frito de la zona y eso no se lo enseñaría a cualquiera Y, y, y…. ¡Los dibujos! Los traté con cuidado, si fuera mala no hubiera sido tan delicada ¿Verdad que… no?- Quedó muda al darse cuenta de que no podía darle más motivos para confiar en ella y no sabía si aquellos eran suficientes o válidos. Esperaba que aquella retahíla de palabras hubiera tenido algún sentido y hubiera podido convencerle de que no era peligrosa. Cada vez estaba más roja y empezaba a marearse, probablemente por la falta de aire, pues apenas había respirado entre todas explicaciones que le dio al elfo. No manejaba bien las situaciones y eso era algo, que se le notaba pues aunque esta vez le había dado por hablar, normalmente tendía a quedarse completamente muda. Al terminar con esas explicaciones miró al elfo intentando averiguar si le había conseguido convencer o no mientras volvía a colocarse correctamente en su asiento, pues con todo aquel ajetreo, había acabado casi completamente de pie.

El bardo negó tranquilamente ante la pregunta de si estaba asustado, haciendo danzar el cigarrillo entre sus dedos con aire distraído.
-Porsupuesto que no, siendo que confiaré en que no haga mal uso de su arco, no tengo porque estarlo mientras no tenga intención de hacerle nada sin su consentimiento.- Contestó con la misma parsimonia, completamente convencido de su argumento mientras daba una profunda calada al canuto.
Claro que albergaba la secreta esperanza, que con buena mbiente, vino, y la situación, la muchacha estuviera más predispuesta a sus encantos, pero igual que antes, la idea de obligarla a algo le resultaba deleznable e inconcebible.
-No se cubra la sonrisa, eso es prácticamente un crimen.- la riñó en un tono suave el bardo al ver como la joven se cubría los labios, pero era delatada por una risilla que no había logrado contener.


Una ligera sonrisa se pintó en sus labios cundo la muchacha aceptó ser retratada.
-En dicho caso, piense en un lugar en el que se sienta cómoda.- añadió, para de ese modo proseguir con el acuerdo que precedía a la acción. Había multitud de lugares en los que podía pintar sin la intervención de terceros, aunque personalmente, algún lugar natural, como el bosque o algún claro le parecía la mejor opción para combinar con el arco.- Personalmente un espacio natural creo que resaltaria mucho su imagen, pero prefiero priorizar su tranquilidad.

La joven pareció alarmarse con los últimos comentarios que le había dedicado, al dar la vuelta a las preguntas que había recibido el bardo apra devolverselas a su interlocutora. Y, aunque era gracioso y hasta tierno, ver como se alarmaba, tartamudeaba y prácticamente no era capaz de tomar aire al hablar, contuvo todas las ganas de reírse para no faltarle al respeto, o que no se ofendiera de nuevo ante sendas carcajadas.
-Tranquilícese, y tome aire, solo le estaba mostrando como se siente que presupongan de uno, lamento mi rudeza.- Interrumpió a la joven,alzando ligeramente la mano para indicarle que se detuviera en las explicaciones, ya que no eran necesarias.

-Del mismo modo en el que ud. siente rechazo por la idea de lastimar a un inocente, la siento yo sobre forzar a alguien a algo que no desea. No me cabe duda de que es una buena persona, y espero que pueda ver en mi concesión sobre pintarla como guste, permitirle ver mi obra sin restricción, y ofrecerle que vaya armada, la misma confiabilidad, que pudo demostrar ud con sus actos.- Explicó con calma a la dama.
Puesto que la comida había terminado, pero aún parecía haber algún detalle que hablar, y estaba disfrutando del momento en compañía, pidió con un gesto que retiraran los platos, y una botella de vino dulce para bajar la comida, que dejaron sobre la mesa junto con dos vasos que lleno hasta la mitad, ofreciéndole a la joven una copa, que deslizó por encima de la mesa hasta dejarla delante de ella.
-Beba, le ayudará a aclarar la garganta.- ofreció, pensando que tras el arrebato de nervios que había sufrido la muchacha pocos instantes atrás, algo de beber le sentaría bien, habiendo pedido por ello, una bebida suave.

El bardo pago la comanda, dejando el importe de la comida en un rincón de la mesa que ocupaban,  para que pudieran retirarse cuando gustaran, y tomando su propia bebida por el tallo de cristal, le dio un corto sorbo, saboreando el dulce néctar que se había servido.
-De hecho,agradezco la delicadeza con la que ha tratado mis obras, rara vez permito que otros las manipulen con sus propias manos, y tampoco suelo exponerlas a extraños. Aunque me concedo, aunque en ello carezca de humildad, que tengo buen ojo para escoger mis compañías. Espero que ud, pueda compartir mi esta vez mi juicio.