El primer paso no es el más fácil +18 [Interpretativo] [Libre]
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En lo que movía mi rostro, tanteando primero, probando, abarcándolo más cada vez, sentí su mano moviéndome el pelo. Alcé la vista hacia su rostro, por primera vez desde que había comenzado aquello, y me fijé en su expresión. Hacía aquello porque quería, porque algo de mí lo pedía, pero me percaté de que también él lo disfrutaba, como era evidente. Y, por algún motivo, el verlo crisparse en reacción a mis gestos, el hecho de que me llamase o el sonido de su respiración me apremiaron. Aunque mi fin era siempre mi propia satisfacción, en aquel momento encontré interesante la de Jon. Era como, si por ser yo la causa, parte del placer lo sintiese yo misma.
Yo quería que se estremeciese como lo hacía. Cada gesto tenso era una victoria. Y ansiaba más victorias, más placer, más calor, más lucha. Quería moverme más, quería sentir, quería...
Quería...
Jon me apartó de sí y moví los ojos, desorientada por un momento, como preguntando "¿por qué me detienes?". ¿Cómo osaba arrebatarme mi victoria?
Me moví sobre su cuerpo, ascendiendo como pedía, y atrapé su labio inferior entre mis dientes cuando llegué a su altura, tirando de él al separarme, sosteniéndolo finalmente entre los colmillos antes de soltarlo. Fue entonces cuando noté que me pegaba a él, y exhalé un gemido grave contra sus labios, clavando a la vez los ojos en los suyos.
Notaba los latidos allí donde nuestros cuerpos se tocaban, pero no sabía si eran suyos o míos. Un cosquilleo me descendía desde el vientre, y mi pecho subía y bajaba deprisa. Quería responderle que no, rebelarme de nuevo, decirle que no tomaba lo que deseaba, demostrar mi poder, mi superioridad, pero me había quedado sin palabras. Solo tenía una idea en mente: "sigue".
Primero estaba inmóvil, tensa, mientras lo notaba moverse debajo de mí, pero en cuanto sentí la presión me activé y colaboré, descendiendo mientras él ascendía. Se suponía, por las historias que algunas veces se contaban, que aquello resultaría doloroso, pero los combates, las largas distancias cabalgadas y las atenciones que daba a mi cuerpo sirvieron para que no tuviese queja. Se deslizó dentro de mí y me estremecí mientras la caricia, lenta, me atravesaba. Con ella, casi a la misma velocidad, una exhalación queda abandonaba mis labios. Cuando estuvo completamente dentro de mí cerré los ojos de forma involuntaria, inspirando por la nariz.
Era evidente, en aquel momento, por encima de todo lo demás, que mi cuerpo, que yo, quería aquello. La palabra "deseo" había adquirido un significado nuevo aquella noche, pero, incluso entonces, Gerda Jorgën obtenía lo que deseaba.
No tuve que pensar para reaccionar. Mi cuerpo lo hizo por mí. Mi cadera inició un vaivén lento, sobre él. Cada movimiento me hacía experimentar una oleada de calor, de placer, diferente al tipo de placer que yo podía provocarme. Cuando quise darme cuenta, la velocidad crecía. ¿Era mi velocidad o la suya? No lo tenía claro. Ni me importaba. En aquel momento mi cuerpo parecía creado única y exclusivamente para aquello. De hecho, estaba convencida de que lo estaba.
Primero sentía curiosidad, después cierta satisfacción, pero tras aquello surgió la urgencia. Llevé mi mano derecha a su izquierda, situada en mi muslo, para incitarlo a que me aferrase con más fuerza como si por aquello fuese a acelerar. En cuanto a mi zurda, la apoyé en el suelo, junto a su hombro, para inclinarme hacia adelante, sobre él. Rocé su pecho con el mío, en una caricia ascendente, y situé mi rostro al lado del suyo.
Deseaba morder su cuello, solo que cuando lo imaginaba yo era un lobo y no una persona.
Recorrí la línea de su mandíbula con la lengua, hasta el lóbulo de su oreja. Seguía moviéndome sobre él, notando que me llenaba, pero no era suficiente. Aproveché la cercanía con su oído para dejar un jadeo apremiante.
-Más... -gemí, con cierta rabia. Era una demanda, una orden, pero en cierto modo también era una súplica.
No sabía qué quería decir aquello exactamente. No sabía qué expectativas debía tener, ni estaba exactamente descontenta con la situación. Simplemente mi cabeza solo me lanzaba aquella palabra, como resumen del aluvión de pensamientos y sensaciones que pasaban por mi cuerpo, y esperaba que él supiese interpretarla de una forma u otra.
Yo quería que se estremeciese como lo hacía. Cada gesto tenso era una victoria. Y ansiaba más victorias, más placer, más calor, más lucha. Quería moverme más, quería sentir, quería...
Quería...
Jon me apartó de sí y moví los ojos, desorientada por un momento, como preguntando "¿por qué me detienes?". ¿Cómo osaba arrebatarme mi victoria?
Me moví sobre su cuerpo, ascendiendo como pedía, y atrapé su labio inferior entre mis dientes cuando llegué a su altura, tirando de él al separarme, sosteniéndolo finalmente entre los colmillos antes de soltarlo. Fue entonces cuando noté que me pegaba a él, y exhalé un gemido grave contra sus labios, clavando a la vez los ojos en los suyos.
Notaba los latidos allí donde nuestros cuerpos se tocaban, pero no sabía si eran suyos o míos. Un cosquilleo me descendía desde el vientre, y mi pecho subía y bajaba deprisa. Quería responderle que no, rebelarme de nuevo, decirle que no tomaba lo que deseaba, demostrar mi poder, mi superioridad, pero me había quedado sin palabras. Solo tenía una idea en mente: "sigue".
Primero estaba inmóvil, tensa, mientras lo notaba moverse debajo de mí, pero en cuanto sentí la presión me activé y colaboré, descendiendo mientras él ascendía. Se suponía, por las historias que algunas veces se contaban, que aquello resultaría doloroso, pero los combates, las largas distancias cabalgadas y las atenciones que daba a mi cuerpo sirvieron para que no tuviese queja. Se deslizó dentro de mí y me estremecí mientras la caricia, lenta, me atravesaba. Con ella, casi a la misma velocidad, una exhalación queda abandonaba mis labios. Cuando estuvo completamente dentro de mí cerré los ojos de forma involuntaria, inspirando por la nariz.
Era evidente, en aquel momento, por encima de todo lo demás, que mi cuerpo, que yo, quería aquello. La palabra "deseo" había adquirido un significado nuevo aquella noche, pero, incluso entonces, Gerda Jorgën obtenía lo que deseaba.
No tuve que pensar para reaccionar. Mi cuerpo lo hizo por mí. Mi cadera inició un vaivén lento, sobre él. Cada movimiento me hacía experimentar una oleada de calor, de placer, diferente al tipo de placer que yo podía provocarme. Cuando quise darme cuenta, la velocidad crecía. ¿Era mi velocidad o la suya? No lo tenía claro. Ni me importaba. En aquel momento mi cuerpo parecía creado única y exclusivamente para aquello. De hecho, estaba convencida de que lo estaba.
Primero sentía curiosidad, después cierta satisfacción, pero tras aquello surgió la urgencia. Llevé mi mano derecha a su izquierda, situada en mi muslo, para incitarlo a que me aferrase con más fuerza como si por aquello fuese a acelerar. En cuanto a mi zurda, la apoyé en el suelo, junto a su hombro, para inclinarme hacia adelante, sobre él. Rocé su pecho con el mío, en una caricia ascendente, y situé mi rostro al lado del suyo.
Deseaba morder su cuello, solo que cuando lo imaginaba yo era un lobo y no una persona.
Recorrí la línea de su mandíbula con la lengua, hasta el lóbulo de su oreja. Seguía moviéndome sobre él, notando que me llenaba, pero no era suficiente. Aproveché la cercanía con su oído para dejar un jadeo apremiante.
-Más... -gemí, con cierta rabia. Era una demanda, una orden, pero en cierto modo también era una súplica.
No sabía qué quería decir aquello exactamente. No sabía qué expectativas debía tener, ni estaba exactamente descontenta con la situación. Simplemente mi cabeza solo me lanzaba aquella palabra, como resumen del aluvión de pensamientos y sensaciones que pasaban por mi cuerpo, y esperaba que él supiese interpretarla de una forma u otra.
Gerda Jorgën
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Adicción, era la única palabra que podía usar para describir lo que ahora sentía hacia el cuerpo de Ger y el gran conjunto de sensaciones de placer que en mi provocaba. Mi cuerpo se había convertido en una ruta por la que intensas oleadas de placer circulaban sin límite alguno, causando hormigueos semejantes a un placentero adormecimiento en sitios estratégicos del mismo, que me hacían desear más de aquel bienestar físico que provenía de los movimientos y roce directo con el interior de Ger. Podía notarla, al deslizarme en su interior, como se amoldaba a mi, en un primer contacto en aquel sitio en donde nos uníamos, sentí como mi cuerpo dejaba de responderme y comenzaba a hacerlo al de ella, buscando satisfacer más de aquella necesidad tan egoísta de conseguir placer al acariciar su interior.
Mantuve los ojos fijos en ella, haciendo más que evidente el hecho de encontrarme profundamente cautivado por la forma en la que reaccionaba, sus gemidos, movimientos, incluso aquellas expresiones que sonaban como pasionales súplicas me hacían querer desatar más el instinto primitivo para alcanzar ese punto en donde el cuerpo abandonaba sus sentidos, para poder percibir el placer en su totalidad. Me encontraba seducido, completamente perdido en ella y no quería detenerme a pensar ni por un momento, la deseaba a ella abarcando mi mente y todos mis sentidos como ahora, sin que ideas carentes de sentido la desplazaran de mi cabeza y arruinaran el momento.
Los dedos de mis manos oprimieron un poco más la piel de sus muslos al sentir su mano y como aquellos rítmicos movimientos de su cadera, cada vez más intensos ahogaban mi cuerpo en placer, proveniente del sitio en donde nuestros cuerpos dejaban de ser ajenos el uno con el otro. Un imperceptible jadeo se escapaba de entre mis labios, cuando la respiración se hacía demasiado pesada como para controlarla, aquella sensación que tanto me gustaba parecía desplazar el aire que lograba contener entre cada respiración, mis ojos, tras tenerla tan cerca, con su mano apoyada a un lado de mi hombro, solo tuvieron un destino, fijos en su rostro, que me hacía sentir cada vez más atraído hacia ella, tal como su cuerpo. Me daba cuenta de lo mucho que Ger me interesaba, y de las distintas maneras en las que quería tenerla cerca, esta era una de ellas.
Escuchar algo similar a una exigencia, casi como súplica entre gemidos, le dio a mi cuerpo el impulso de empujar un poco la cadera hacia la de ella, noté como avanzaba un poco más en ella en cada movimiento, sentía curiosidad por ver aquel sitio en donde nos uníamos, una lujuria que no era totalmente parte de mi, o eso creía, poseerla comenzaba a desatar aquellos sentimientos que no pensaba que existieran en mi, realmente no me importaba, o al menos no ahora, quería saciar un apetito que parecía haberse contenido hasta este momento. Mis manos hicieron que se aferrara aún más a mi cuerpo, percibiendo una cálida y placentera sensación que crecía conforme avanzaba un poco más en su interior ¿qué tan cerca podía estar de ella?
Me incliné un poco, apoyando ligeramente los codos en el suelo sin apartar su cadera de la mía, para poder susurrarle de forma atrevida, carente de cualquier tacto o cortesía. - ¿Habrá más durante el viaje? - pregunté con una curiosidad que no debía provenir de un joven hacia una dama, pero en aquellas palabras, era más que evidente notar el gusto que le había tomado de inmediato a gozar de uno de los placeres que los vivos podíamos darnos, en especial entre mi propia especie.
La atracción parecía natural, mi cuerpo respondía al de ella, mi cadera mantenía un movimiento al compás de la de ella y mis labios comenzaron a recorrer su cuello, ascendiendo sin permiso hasta los de ella, aunque a veces me daba el lujo de apartarme solo para escuchar más de aquel sonido que tanto me provocaba. No quería que la noche terminara.
Mantuve los ojos fijos en ella, haciendo más que evidente el hecho de encontrarme profundamente cautivado por la forma en la que reaccionaba, sus gemidos, movimientos, incluso aquellas expresiones que sonaban como pasionales súplicas me hacían querer desatar más el instinto primitivo para alcanzar ese punto en donde el cuerpo abandonaba sus sentidos, para poder percibir el placer en su totalidad. Me encontraba seducido, completamente perdido en ella y no quería detenerme a pensar ni por un momento, la deseaba a ella abarcando mi mente y todos mis sentidos como ahora, sin que ideas carentes de sentido la desplazaran de mi cabeza y arruinaran el momento.
Los dedos de mis manos oprimieron un poco más la piel de sus muslos al sentir su mano y como aquellos rítmicos movimientos de su cadera, cada vez más intensos ahogaban mi cuerpo en placer, proveniente del sitio en donde nuestros cuerpos dejaban de ser ajenos el uno con el otro. Un imperceptible jadeo se escapaba de entre mis labios, cuando la respiración se hacía demasiado pesada como para controlarla, aquella sensación que tanto me gustaba parecía desplazar el aire que lograba contener entre cada respiración, mis ojos, tras tenerla tan cerca, con su mano apoyada a un lado de mi hombro, solo tuvieron un destino, fijos en su rostro, que me hacía sentir cada vez más atraído hacia ella, tal como su cuerpo. Me daba cuenta de lo mucho que Ger me interesaba, y de las distintas maneras en las que quería tenerla cerca, esta era una de ellas.
Escuchar algo similar a una exigencia, casi como súplica entre gemidos, le dio a mi cuerpo el impulso de empujar un poco la cadera hacia la de ella, noté como avanzaba un poco más en ella en cada movimiento, sentía curiosidad por ver aquel sitio en donde nos uníamos, una lujuria que no era totalmente parte de mi, o eso creía, poseerla comenzaba a desatar aquellos sentimientos que no pensaba que existieran en mi, realmente no me importaba, o al menos no ahora, quería saciar un apetito que parecía haberse contenido hasta este momento. Mis manos hicieron que se aferrara aún más a mi cuerpo, percibiendo una cálida y placentera sensación que crecía conforme avanzaba un poco más en su interior ¿qué tan cerca podía estar de ella?
Me incliné un poco, apoyando ligeramente los codos en el suelo sin apartar su cadera de la mía, para poder susurrarle de forma atrevida, carente de cualquier tacto o cortesía. - ¿Habrá más durante el viaje? - pregunté con una curiosidad que no debía provenir de un joven hacia una dama, pero en aquellas palabras, era más que evidente notar el gusto que le había tomado de inmediato a gozar de uno de los placeres que los vivos podíamos darnos, en especial entre mi propia especie.
La atracción parecía natural, mi cuerpo respondía al de ella, mi cadera mantenía un movimiento al compás de la de ella y mis labios comenzaron a recorrer su cuello, ascendiendo sin permiso hasta los de ella, aunque a veces me daba el lujo de apartarme solo para escuchar más de aquel sonido que tanto me provocaba. No quería que la noche terminara.
Jon Sköll
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Re: El primer paso no es el más fácil +18 [Interpretativo] [Libre]
Me había abandonado a aquellas sensaciones que me recorrían: al placer, al calor, al tacto de su cuerpo o al movimiento de mi cadera, que sabía mejor que yo misma qué debía hacer. Dejaba ir la voz cuando el cuerpo me lo pedía, y cada gemido era, en cierto modo, un desahogo más, una liberación. Nadie me observaba, porque no había nadie más; nadie me juzgaba tampoco. En aquel lugar, aquella noche, había conseguido rebasar al resto del mundo y convertirme en lo que deseaba.
Reaccionó a mi demanda aumentando la intensidad de sus envites, lo que me dejó sin aliento los segundos que mi cuerpo y respiración tardaron en adaptarse al nuevo ritmo. Tras la sensación de placer se enmascaraba una leve tirantez, también, pero mucho menos notoria, por lo que simplemente había decidido ignorarla.
Ascendí con la mano derecha por su costado, en una caricia que dejaba el leve rastro de las uñas que no llegaban a clavarse. Cuando Jon se alzó un poco pude acceder a su espalda, lo que me dio un mejor apoyo y me permitió aumentar el contacto. Allí sí clavé las uñas, al crispar los dedos sobre su piel. Me desahogaba como todo lo demás, aunque solo aumentaba mis ansias por atrapar su garganta con los dientes.
Habló. ¿Qué había dicho? “¿Habrá más durante el viaje?” ¿Más qué?
-Sí –jadeé junto a su oído, y no tuve claro si daba permiso o lo pedía. En aquel momento me parecía la mejor idea posible-. Sí…
Tras hablar llevé la boca a su hombro y apoyé los labios contra él, cerrando los ojos. Enseguida di paso a los dientes, que se encargaron de dejar allí su marca, ya que no me permitía acceder a su cuello. Yo no era un animal, aunque en aquel momento me sintiese desorientada al respecto. “Transfórmate”, quería decirle. “Hagámoslo de esa forma. Somos lobos. Móntame”.
Clavé más los dientes en su piel, buscando quitar de mi cabeza aquellas ideas tan absurdas.
Había perdido la noción del tiempo. En algún momento sentí sus propios labios en mi cuello, lo que me hizo abrir los ojos y separar mi boca de su cuello. Respondí al beso que me ofreció de manera feroz, como si me moviese el hambre. De alguna forma la sensación sí era de hambre, un hambre atroz.
Estaba sobre él. Por encima de él. Tenía poder sobre él, pero no sobre mí misma, aparentemente. Deseaba demasiadas cosas al mismo tiempo, y no podía tenerlas todas.
Apuré la marcha con avidez, si aquello era siguiera posible, y no pude evitar un gemido algo más fuerte que los anteriores. En uno de los movimientos, sin embargo, quizás debido a la velocidad o a una mala coordinación, noté cómo abandonaba mi cuerpo de golpe, lo que me arrancó un jadeo de sorpresa. Mi cuerpo se detuvo casi al instante, con la extraña sensación de haber dejado algo a medias. Me escuché maldecir por lo bajo, con dificultad debido a la necesidad imperiosa de aire.
-Jon -lo llamé, apremiante, en una especie de queja.
Aparté algo mi cuerpo del suyo, creando un pequeño espacio en el que poder introducir la mano, que descendió rozando su vientre, sin detenerse. Al alcanzar su miembro lo acaricié primero, notando la humedad que lo cubría, siendo consciente de pronto de que me pertenecía a mí. Aquel deseo, el nivel de excitación, las respuestas de mi cuerpo...
No era momento de darle vueltas y pensar en ello. Sosteniéndolo con la mano, alzado hacia mi cuerpo, amenazante, descendí de nuevo sobre Jon, dispuesta a retomar lo que se había detenido.
Sentía calor allí donde nuestros cuerpos se juntaban. Una parte de mí me decía que él no era suficiente, y me pedía que me encargase yo misma de ayudarlo a sofocar aquella tensión generada.
Reaccionó a mi demanda aumentando la intensidad de sus envites, lo que me dejó sin aliento los segundos que mi cuerpo y respiración tardaron en adaptarse al nuevo ritmo. Tras la sensación de placer se enmascaraba una leve tirantez, también, pero mucho menos notoria, por lo que simplemente había decidido ignorarla.
Ascendí con la mano derecha por su costado, en una caricia que dejaba el leve rastro de las uñas que no llegaban a clavarse. Cuando Jon se alzó un poco pude acceder a su espalda, lo que me dio un mejor apoyo y me permitió aumentar el contacto. Allí sí clavé las uñas, al crispar los dedos sobre su piel. Me desahogaba como todo lo demás, aunque solo aumentaba mis ansias por atrapar su garganta con los dientes.
Habló. ¿Qué había dicho? “¿Habrá más durante el viaje?” ¿Más qué?
-Sí –jadeé junto a su oído, y no tuve claro si daba permiso o lo pedía. En aquel momento me parecía la mejor idea posible-. Sí…
Tras hablar llevé la boca a su hombro y apoyé los labios contra él, cerrando los ojos. Enseguida di paso a los dientes, que se encargaron de dejar allí su marca, ya que no me permitía acceder a su cuello. Yo no era un animal, aunque en aquel momento me sintiese desorientada al respecto. “Transfórmate”, quería decirle. “Hagámoslo de esa forma. Somos lobos. Móntame”.
Clavé más los dientes en su piel, buscando quitar de mi cabeza aquellas ideas tan absurdas.
Había perdido la noción del tiempo. En algún momento sentí sus propios labios en mi cuello, lo que me hizo abrir los ojos y separar mi boca de su cuello. Respondí al beso que me ofreció de manera feroz, como si me moviese el hambre. De alguna forma la sensación sí era de hambre, un hambre atroz.
Estaba sobre él. Por encima de él. Tenía poder sobre él, pero no sobre mí misma, aparentemente. Deseaba demasiadas cosas al mismo tiempo, y no podía tenerlas todas.
Apuré la marcha con avidez, si aquello era siguiera posible, y no pude evitar un gemido algo más fuerte que los anteriores. En uno de los movimientos, sin embargo, quizás debido a la velocidad o a una mala coordinación, noté cómo abandonaba mi cuerpo de golpe, lo que me arrancó un jadeo de sorpresa. Mi cuerpo se detuvo casi al instante, con la extraña sensación de haber dejado algo a medias. Me escuché maldecir por lo bajo, con dificultad debido a la necesidad imperiosa de aire.
-Jon -lo llamé, apremiante, en una especie de queja.
Aparté algo mi cuerpo del suyo, creando un pequeño espacio en el que poder introducir la mano, que descendió rozando su vientre, sin detenerse. Al alcanzar su miembro lo acaricié primero, notando la humedad que lo cubría, siendo consciente de pronto de que me pertenecía a mí. Aquel deseo, el nivel de excitación, las respuestas de mi cuerpo...
No era momento de darle vueltas y pensar en ello. Sosteniéndolo con la mano, alzado hacia mi cuerpo, amenazante, descendí de nuevo sobre Jon, dispuesta a retomar lo que se había detenido.
Sentía calor allí donde nuestros cuerpos se juntaban. Una parte de mí me decía que él no era suficiente, y me pedía que me encargase yo misma de ayudarlo a sofocar aquella tensión generada.
Gerda Jorgën
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Re: El primer paso no es el más fácil +18 [Interpretativo] [Libre]
La forma en la que su cuerpo se movía sobre el mío, sus reacciones físicas, cada sonido, cada roce que tenía con su interior, me enloquecía. Me notaba envuelto en su interior, disfrutando de como su cadera satisfacía mis deseos primitivos hacia ella. En estos momentos solo su imagen invadía mis pensamientos y el placer que en mi generaba, y acrecentaba con cada ocasión en la que la distancia entre ambos se disminuía. Mis ojos seguían fijos en su cuerpo, explorando, incapaces de apartarse, admirando hasta el último rasgo visible de su piel desnuda y expuesta ante mi. se veía tan indefensa, pero no lo era, se comportaba desafiante, atrevida, cada vez que los movimientos de su cadera nos complacían, sentía como mi cuerpo se sumía en un punto en el que solo existía Ger.
Sentir sus uñas sobre mi piel, aferrándose conforme el placer para ambos se descontrolaba, sus labios sobre mi hombro y luego aquella atrevida mordida me hicieron desear más de la cautivante figura que movía armónicamente su cadera, hasta cierto punto de forma agresiva sobre la mía. Podía sentir aquella suave, húmeda y cálida sensación en su interior, envolviendome cada vez más, el cuerpo ya no me pertenecía, estaba a disposición de sus movimientos y aquel cuerpo que me complacía como nunca antes. "Si" escuché, noté como hervía en mi interior, ansiaba más, me sentía codicioso y no me importaba, solo quería alcanzar ese punto al que mi cuerpo se acercaba rápidamente gracias a ella. Me encantaba.
Escuchar su voz tan cerca de mi oído fue uno de los detonantes que hizo que mi cuerpo cediera por completo. Apoyé nuevamente la espalda en el suelo y mi vista se clavo en sus ojos, fijos en los de ella, mientras el placer seguía arrebatándonos el control. Estaba fascinado con ella, me creía incapaz de apartarme, de detener esto, de hecho, parte de mi me advertía que buscaría más a futuro, se convertiría en una adicción.
Salí suavemente de ella, un último roce que interrumpía con aquel placer que me acercaba a lo que buscaba ¿por qué se había detenido? Entonces sentí su mano sobre mi, bufé suavemente y luego entrecerré los ojos, esperando, con ansias, a que nuevamente me permitiera disfrutar de aquellos movimientos y sensaciones que se desataban al unirnos, y así fue. Estaba tan perdido en ella, que no tenía control alguno sobre mis impulsos, solo podía pensar en más de lo que me entregaba. Tomé sus muñecas sin permiso para guiar sus manos hacia el suelo, a cada lado de mi rostro, las solté, solo para alcanzar su cadera y aferrarla posesivamente a la mía, para hacer los movimientos más cortos e intensos a la vez.
- Ger... - murmuré como una respuesta tardía, con mi mirada fija en la suya, mientras su rostro y su cuerpo quedaban permanentemente grabados en mis memorias. Sería un rostro, un "alguien" a quien no podría apartar de mis pensamientos después de pasar por algo así, justo tras descubrir la intensa atracción que había entre dos lobos que se habían conocido y se unían en un granero.
Un intenso golpe de placer, que comenzó como una aguda, cálida e incontenible sensación, desató en mi algo que jamás había pensado alcanzar, mi mente se dispersó por unos momentos, mientras que el cuerpo parecía liberarse, sintiéndose terriblemente ligero, mientras que de entre mis labios escapaba un último suspiro. Había llegado a ese punto límite que tanto ansiaba, sin apartar los ojos de aquella mirada tan cargada de deseo, y llenándola sin su consentimiento, de mi, tal vez como un instintivo acto de posesión. Con un gesto un tanto juguetón, recorrí delicadamente su cuerpo con las yemas de mis dedos, antes de rodear su cintura con los brazos y apegarla firmemente a mi. No me había apartado de aquel sitio en donde nos uníamos todavía, parte de mi sentía un insaciable apetito por seguir más de lo que esta noche había iniciado entre ambos.
Sentir sus uñas sobre mi piel, aferrándose conforme el placer para ambos se descontrolaba, sus labios sobre mi hombro y luego aquella atrevida mordida me hicieron desear más de la cautivante figura que movía armónicamente su cadera, hasta cierto punto de forma agresiva sobre la mía. Podía sentir aquella suave, húmeda y cálida sensación en su interior, envolviendome cada vez más, el cuerpo ya no me pertenecía, estaba a disposición de sus movimientos y aquel cuerpo que me complacía como nunca antes. "Si" escuché, noté como hervía en mi interior, ansiaba más, me sentía codicioso y no me importaba, solo quería alcanzar ese punto al que mi cuerpo se acercaba rápidamente gracias a ella. Me encantaba.
Escuchar su voz tan cerca de mi oído fue uno de los detonantes que hizo que mi cuerpo cediera por completo. Apoyé nuevamente la espalda en el suelo y mi vista se clavo en sus ojos, fijos en los de ella, mientras el placer seguía arrebatándonos el control. Estaba fascinado con ella, me creía incapaz de apartarme, de detener esto, de hecho, parte de mi me advertía que buscaría más a futuro, se convertiría en una adicción.
Salí suavemente de ella, un último roce que interrumpía con aquel placer que me acercaba a lo que buscaba ¿por qué se había detenido? Entonces sentí su mano sobre mi, bufé suavemente y luego entrecerré los ojos, esperando, con ansias, a que nuevamente me permitiera disfrutar de aquellos movimientos y sensaciones que se desataban al unirnos, y así fue. Estaba tan perdido en ella, que no tenía control alguno sobre mis impulsos, solo podía pensar en más de lo que me entregaba. Tomé sus muñecas sin permiso para guiar sus manos hacia el suelo, a cada lado de mi rostro, las solté, solo para alcanzar su cadera y aferrarla posesivamente a la mía, para hacer los movimientos más cortos e intensos a la vez.
- Ger... - murmuré como una respuesta tardía, con mi mirada fija en la suya, mientras su rostro y su cuerpo quedaban permanentemente grabados en mis memorias. Sería un rostro, un "alguien" a quien no podría apartar de mis pensamientos después de pasar por algo así, justo tras descubrir la intensa atracción que había entre dos lobos que se habían conocido y se unían en un granero.
Un intenso golpe de placer, que comenzó como una aguda, cálida e incontenible sensación, desató en mi algo que jamás había pensado alcanzar, mi mente se dispersó por unos momentos, mientras que el cuerpo parecía liberarse, sintiéndose terriblemente ligero, mientras que de entre mis labios escapaba un último suspiro. Había llegado a ese punto límite que tanto ansiaba, sin apartar los ojos de aquella mirada tan cargada de deseo, y llenándola sin su consentimiento, de mi, tal vez como un instintivo acto de posesión. Con un gesto un tanto juguetón, recorrí delicadamente su cuerpo con las yemas de mis dedos, antes de rodear su cintura con los brazos y apegarla firmemente a mi. No me había apartado de aquel sitio en donde nos uníamos todavía, parte de mi sentía un insaciable apetito por seguir más de lo que esta noche había iniciado entre ambos.
Jon Sköll
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