Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
La vida de Chimar en Lunargenta ha logrado una estabilidad destacable, algo raro si tenemos en cuenta su condición de huérfano callejero. Los Gorriones ayudan al crecimiento económico personal y cualquiera que diga lo contrario encontrara una enemistad profunda, nada bueno para el bolsillo propio sin duda.
Con tanta seguridad monetaria viene siendo hora de arriesgarse un poco, los niños son conocidos por aburrirse con facilidad. La vida sin emociones se vuelve monótona, incluso para los pequeños rateros. Maquiavelo tiene una idea para alegrar su mañana, robar un aventurero. Son el blanco más difícil pues tienden a estar siempre alertas pero si se logra aportan buen dinero y mucho entretenimiento “sano”.
Veamos... alguien con suficiente cara de tonto.
Toma posición en uno de los mercados, ese que está cerca de la puerta sur. El primer lugar donde los viajeros dejan sus monedas… de una forma u otra. La zona se encuentra a rebosar de objetivos fáciles pero esta vez el niño tiene planes especiales, robara al individuo más complicado para sentir un poco de adrenalina extra.
Podría ser aquel o la señorita… mejor ese… ¡rayos no me decido!
Escoger entre una gran cantidad de personajes puede ser complicado cuando existen muchas víctimas potenciales, abrumador. Por muy tonto que suene tiene sentido, en una situación singular se roba al más destacable, cuando todos resaltan dicha estrategia no surte resultado. Al final el chico decide decantarse por su mejor táctica, seleccionar al azar.
Realiza el característico juego de palabras esperando que su decisión final le agrade, la suerte nunca falla. Este podría ser el comienzo de una nueva etapa, una en donde las restricciones lógicas de robo sean suprimidas y todos se conviertan en fuentes de dinero ajeno. De salir bien Chimar podría alcanzar cierto nivel entre sus hermanos, más del que ya tiene.
Con tanta seguridad monetaria viene siendo hora de arriesgarse un poco, los niños son conocidos por aburrirse con facilidad. La vida sin emociones se vuelve monótona, incluso para los pequeños rateros. Maquiavelo tiene una idea para alegrar su mañana, robar un aventurero. Son el blanco más difícil pues tienden a estar siempre alertas pero si se logra aportan buen dinero y mucho entretenimiento “sano”.
Veamos... alguien con suficiente cara de tonto.
Toma posición en uno de los mercados, ese que está cerca de la puerta sur. El primer lugar donde los viajeros dejan sus monedas… de una forma u otra. La zona se encuentra a rebosar de objetivos fáciles pero esta vez el niño tiene planes especiales, robara al individuo más complicado para sentir un poco de adrenalina extra.
Podría ser aquel o la señorita… mejor ese… ¡rayos no me decido!
Escoger entre una gran cantidad de personajes puede ser complicado cuando existen muchas víctimas potenciales, abrumador. Por muy tonto que suene tiene sentido, en una situación singular se roba al más destacable, cuando todos resaltan dicha estrategia no surte resultado. Al final el chico decide decantarse por su mejor táctica, seleccionar al azar.
Realiza el característico juego de palabras esperando que su decisión final le agrade, la suerte nunca falla. Este podría ser el comienzo de una nueva etapa, una en donde las restricciones lógicas de robo sean suprimidas y todos se conviertan en fuentes de dinero ajeno. De salir bien Chimar podría alcanzar cierto nivel entre sus hermanos, más del que ya tiene.
Última edición por Chimar el Jue Ago 18 2016, 15:51, editado 1 vez
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
El gran mercado. Un lugar en donde puedes encontrar de todo. Llevaba mi bolsa de aeros con un objetivo muy claro en mente: ¡Comprar al fin un espadón! Recordé como si hubiese sido ayer, cuando aquel toro en llamas rompió mi arma predilecta, como si fuese de un material aún más duro. Suspiré. Fue un buen combate. Aún podía distinguir entre mis innumerables cicatrices algunas quemaduras de aquella batalla. Lo cierto es que el mirar atrás, y recordar todas mis hazañas me ponía dichoso.
- ¡Hey, usted señor! ¡Sí, usted! ¿Acaso no está cansado de su mochila? ¡Mejor compre éste bolso mágico sin fondo!
- ¡¿Bolso mágico sin fondo?! - Dije sorprendido, apresurándome hacia el vendedor.
- ¡Sí, puede pagarlo en créditos sin fondo!
- ¡Uuuuuh! Tentador, pero Killian no necesita nada de eso. Lo siento. - Me encogí de hombros, y seguí mi camino. No podía encontrar ninguna tienda de armas, sólo los típicos utensilios de cocina. - Killian no puede matar a ningún malvado con un cuchillo de cocina. ¡Ah, qué desastre!
Una vendedora con los pechos redondos atrajo mi atención. Vendía peras, manzanas y naranjas. Le compré gustoso una manzana, y le deseé los buenos días. Le di un par de mordiscos a la fruta con mi poderosa mandíbula, hasta que no quedó absolutamente nada.
- Disculpe, señor. - Le dije a un guardia. Este se volteó, y quedó algo sorprendido por mi tamaño. - ¿Sabe en dónde venden armas? ¡Killian quiere un espadón inmenso!
- Ah, pues tienes que ir por allá, doblas a la esquina, sigues derecho, luego vuelves, das cinco vueltas al callejón, das cinco pasos hacia el norte, y ahí tienes.
- ¡Es usted muy amable!
Empecé a caminar con entusiasmo, pero al poco rato olvidé sus indicaciones. Di un suspiro enorme. ¿Dónde demonios venden las armas que necesito?
- ¡Hey, usted señor! ¡Sí, usted! ¿Acaso no está cansado de su mochila? ¡Mejor compre éste bolso mágico sin fondo!
- ¡¿Bolso mágico sin fondo?! - Dije sorprendido, apresurándome hacia el vendedor.
- ¡Sí, puede pagarlo en créditos sin fondo!
- ¡Uuuuuh! Tentador, pero Killian no necesita nada de eso. Lo siento. - Me encogí de hombros, y seguí mi camino. No podía encontrar ninguna tienda de armas, sólo los típicos utensilios de cocina. - Killian no puede matar a ningún malvado con un cuchillo de cocina. ¡Ah, qué desastre!
Una vendedora con los pechos redondos atrajo mi atención. Vendía peras, manzanas y naranjas. Le compré gustoso una manzana, y le deseé los buenos días. Le di un par de mordiscos a la fruta con mi poderosa mandíbula, hasta que no quedó absolutamente nada.
- Disculpe, señor. - Le dije a un guardia. Este se volteó, y quedó algo sorprendido por mi tamaño. - ¿Sabe en dónde venden armas? ¡Killian quiere un espadón inmenso!
- Ah, pues tienes que ir por allá, doblas a la esquina, sigues derecho, luego vuelves, das cinco vueltas al callejón, das cinco pasos hacia el norte, y ahí tienes.
- ¡Es usted muy amable!
Empecé a caminar con entusiasmo, pero al poco rato olvidé sus indicaciones. Di un suspiro enorme. ¿Dónde demonios venden las armas que necesito?
Killian
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Chimar continua estudiando cada extranjero pero ninguno llena las expectativas, necesita un reto grande. Enfoca su atención en las razas no humanas convencido de poder encontrar algún eslabón interesante pero se decepciona rápidamente, quien diría que los personajes mitad animal también ostentan nobleza. De repente una visión le llena de esperanza, menudo blanco.
Gracias dioses del robo.
Murmura para sí mismo, es difícil encontrar alguien más resaltante que la mole de músculos en malla. Un reto digno del mejor ladrón, sobretodo porque si fallas terminas como papilla. Maquiavelo acorta la distancia pero antes de dar su golpe estudia al objetivo, no puede tener errores esta vez.
El individuo que sorprendentemente resulta ser humano parece centrado en sus cosas, una víctima perfecta. Por naturaleza los personajes más grandes resultan tener un cerebro jodidamente pequeño, ¿que se puede decir? la evolución a veces tiene sentido del humor. Al final entre más tonto mejor, con alguien tan grande viene bien tener ventajas adicionales.
Chimar continua atrás al guerrero manteniendo una distancia estándar de diez pasos y disimulando en todo momento, básicamente sigue el manual del ladrón icónico por ahora. Una babosada sobre cierta bolsa sin fondo le hace resoplar, la gente se cree cualquier cosa últimamente, sin duda comerciar es una forma más sencilla de robar.
Luego de un par de minutos decide arriesgarse, es hora. Localiza la bolsa de dinero en el sujeto sobrealimentado y diseña una estrategia de acercamiento, cuidado es su segundo nombre. No será difícil cortar la cuerda que mantiene unido el contenedor, la bestia rubia solo parece preocuparse por exhibir sus músculos y heridas dejando muchas partes vulnerables. Finalmente el pequeño avanza, todo ocurrirá en cuestión de segundos.
“Que bolsa más grande, cubriré la cuota de la semana con ella”
Gracias dioses del robo.
Murmura para sí mismo, es difícil encontrar alguien más resaltante que la mole de músculos en malla. Un reto digno del mejor ladrón, sobretodo porque si fallas terminas como papilla. Maquiavelo acorta la distancia pero antes de dar su golpe estudia al objetivo, no puede tener errores esta vez.
El individuo que sorprendentemente resulta ser humano parece centrado en sus cosas, una víctima perfecta. Por naturaleza los personajes más grandes resultan tener un cerebro jodidamente pequeño, ¿que se puede decir? la evolución a veces tiene sentido del humor. Al final entre más tonto mejor, con alguien tan grande viene bien tener ventajas adicionales.
Chimar continua atrás al guerrero manteniendo una distancia estándar de diez pasos y disimulando en todo momento, básicamente sigue el manual del ladrón icónico por ahora. Una babosada sobre cierta bolsa sin fondo le hace resoplar, la gente se cree cualquier cosa últimamente, sin duda comerciar es una forma más sencilla de robar.
Luego de un par de minutos decide arriesgarse, es hora. Localiza la bolsa de dinero en el sujeto sobrealimentado y diseña una estrategia de acercamiento, cuidado es su segundo nombre. No será difícil cortar la cuerda que mantiene unido el contenedor, la bestia rubia solo parece preocuparse por exhibir sus músculos y heridas dejando muchas partes vulnerables. Finalmente el pequeño avanza, todo ocurrirá en cuestión de segundos.
“Que bolsa más grande, cubriré la cuota de la semana con ella”
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
- Uuuuuh... brilla... - Dije deslumbrado, ante unas cadenas exhibidas en otra tienda. Corrí hacia allá a toda velocidad, para poder mirar más de cerca. Se trataba de manguales ilustrados, hechos de oro. Claramente no me alcanzaban los aeros para alguno de esos, pero mirar es gratis.
- ¡Uuuuuuuh! - Exclamé aún más sorprendido, al ver unos acróbatas haciendo malavares con cuchillas. Corrí para ver el espectáculo más de cerca... literalmente. Casi me corto la cara con una de las cuchillas.
- ¡Oye grandullón, ten más cuidado! - Exclamó el artista. Yo me alejé un poco para dejarlo hacer su trabajo. Lo cierto es que me causaba mucha gracia el verlo jugar con cuchillos de ese modo. En mi clan, eso hubiera sido motivo de burla y desaprobación, pero yo intentaba mantener la mente abierta.
- ¡Uuuuuh! - Corrí hacia un puesto donde vendían salchichas asadas. Me metí cinco a la boca, y pagué con regocijo. Me encantaba probar manjares de la ciudad, hay que reconocer que se cocina muy bien. Contento, caminé hacia otros puestos.
Había un granjero con su vaca, ofreciendo leche. Le compré un vaso y me tragué el líquido, tan rápido que pareció arte de magia.
- Mi señor... - Me dijo de pronto, muy serio. - Debe usted tener cuidado con los ladrones de la ciudad. He escuchado que hay incluso pandillas de niños sueltos. Ya sabe cómo anda la crisis...
- ¿Niños ladrones? - Me reí con ganas. - Pues si Killian ve a alguno, le dará una buena remienda. Usted no se preocupe.
Olí el metal fundido. Las tiendas de armas debían estar cerca. Continué, aunque tomé mi bolsa de aeros en la mano, por la advertencia de aquel buen hombre. Ya me habían pasado muchas cosas por no ser precavido, y nunca se sabe.
- ¡Uuuuuuuh! - Exclamé aún más sorprendido, al ver unos acróbatas haciendo malavares con cuchillas. Corrí para ver el espectáculo más de cerca... literalmente. Casi me corto la cara con una de las cuchillas.
- ¡Oye grandullón, ten más cuidado! - Exclamó el artista. Yo me alejé un poco para dejarlo hacer su trabajo. Lo cierto es que me causaba mucha gracia el verlo jugar con cuchillos de ese modo. En mi clan, eso hubiera sido motivo de burla y desaprobación, pero yo intentaba mantener la mente abierta.
- ¡Uuuuuh! - Corrí hacia un puesto donde vendían salchichas asadas. Me metí cinco a la boca, y pagué con regocijo. Me encantaba probar manjares de la ciudad, hay que reconocer que se cocina muy bien. Contento, caminé hacia otros puestos.
Había un granjero con su vaca, ofreciendo leche. Le compré un vaso y me tragué el líquido, tan rápido que pareció arte de magia.
- Mi señor... - Me dijo de pronto, muy serio. - Debe usted tener cuidado con los ladrones de la ciudad. He escuchado que hay incluso pandillas de niños sueltos. Ya sabe cómo anda la crisis...
- ¿Niños ladrones? - Me reí con ganas. - Pues si Killian ve a alguno, le dará una buena remienda. Usted no se preocupe.
Olí el metal fundido. Las tiendas de armas debían estar cerca. Continué, aunque tomé mi bolsa de aeros en la mano, por la advertencia de aquel buen hombre. Ya me habían pasado muchas cosas por no ser precavido, y nunca se sabe.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Justo en el momento preciso del “ataque” ese bárbaro recibe cierta advertencia y cubre su bolsa, debe ser un chiste. Chimar suspira mientras se queda mirando el puesto aledaño, más adelante robara al chismoso por arruinar un intento perfecto. La gente está algo alerta últimamente por tanto robo junto, lo triste es que no todo el porcentaje se le puede endosar a los Gorriones.
“ya nadie puede ganarse honestamente el dinero…”
Piensa con ironía, será necesario idear otra estrategia. Resulta probable que los dragones negros estén saturando las zonas de robo con su masiva cantidad de miembros y métodos toscos, son el peor ejemplo de banda infantil organizada que existe. Lastimosamente sin un consejo de organizaciones delictivas estas situaciones seguirán ocurriendo, en pocas palabras todos contra todos.
El niño continua siguiendo al enorme adulto como si fuera su sombra predilecta, rara vez escoge otro blanco cuando fija objetivo. El orgullo personal es la perdición de muchos ladrones y Maquiavelo aún no se lleva una lección acorde a su determinación, quizás en el futuro lejano ocurra. Pronto ambos personajes dispares llegan a las forjas, lugar donde se fabrica y vende todo el material tanto ofensivo como defensivo.
“Menuda perdida de espacio”
Como buen inventor el jovencito muestra algo de desprecio por los métodos tradicionales y los diseños clásicos, les considera atrasados. Reconoce el valor de una buena base original pero hasta allí llega su paciencia, gastar recursos en artefactos tan ortodoxos no tiene sentido. Si tuviera el capital podría construir maquinaria de guerra compleja a nivel industrial y por bajo costo… desgraciadamente eso no pasara, para las sociedades es más fácil seguir rehuyendo el cambio.
“Y allí está la oportunidad”
Justo en la entrada de la mencionada sección mercantil se encuentran varias armas exhibidas, desafían la gravedad con un sujetador básico. El pequeño sonríe y dispara su ballesta portátil discretamente a un punto débil, pronto las herramientas de guerra caen al suelo llamando la atención de todos. Cuando el musculoso se sobresalte Maquiavelo cortara la bolsa y desaparecerá, más fácil imposible.
“ya nadie puede ganarse honestamente el dinero…”
Piensa con ironía, será necesario idear otra estrategia. Resulta probable que los dragones negros estén saturando las zonas de robo con su masiva cantidad de miembros y métodos toscos, son el peor ejemplo de banda infantil organizada que existe. Lastimosamente sin un consejo de organizaciones delictivas estas situaciones seguirán ocurriendo, en pocas palabras todos contra todos.
El niño continua siguiendo al enorme adulto como si fuera su sombra predilecta, rara vez escoge otro blanco cuando fija objetivo. El orgullo personal es la perdición de muchos ladrones y Maquiavelo aún no se lleva una lección acorde a su determinación, quizás en el futuro lejano ocurra. Pronto ambos personajes dispares llegan a las forjas, lugar donde se fabrica y vende todo el material tanto ofensivo como defensivo.
“Menuda perdida de espacio”
Como buen inventor el jovencito muestra algo de desprecio por los métodos tradicionales y los diseños clásicos, les considera atrasados. Reconoce el valor de una buena base original pero hasta allí llega su paciencia, gastar recursos en artefactos tan ortodoxos no tiene sentido. Si tuviera el capital podría construir maquinaria de guerra compleja a nivel industrial y por bajo costo… desgraciadamente eso no pasara, para las sociedades es más fácil seguir rehuyendo el cambio.
“Y allí está la oportunidad”
Justo en la entrada de la mencionada sección mercantil se encuentran varias armas exhibidas, desafían la gravedad con un sujetador básico. El pequeño sonríe y dispara su ballesta portátil discretamente a un punto débil, pronto las herramientas de guerra caen al suelo llamando la atención de todos. Cuando el musculoso se sobresalte Maquiavelo cortara la bolsa y desaparecerá, más fácil imposible.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Desenvainé de inmediato mi espada. El estruendo fue tremendo, acrecentado por el sonido del metal pesado chocando contra el piso. El herrero se espantó, y maldijo un montón de veces al cielo. ¿De dónde había salido ese virote? Ante el sobresalto, uno nunca puede dejar de estar alerta, la ciudad me había enseñado a estarlo constantemente.
Entonces vi a un niño de aspecto siniestro. Parecía estar esperando algo. En apariencia no había nada malo, pero tenía un pésimo presentimiento con él... me recordó a esa sensación que me dio cuando conocí a Alanna. Hay gente que en apariencia es muy inocente, pero que son por mucho, mucho más poderosos que yo. De pronto, me sentí superado por su mera presencia. No es normal que mi instinto me resfriegue en la cara de un posible peligro... menos tratándose de un niño.
Guardé mi espada en su funda.
Sonreí con timidez, y compré un caramelo. Era una tarta de frambuesa, y fui hacia aquel muchacho. Le extendí la tarta, con amabilidad.
- Hola amiguito... Killian ve que llevas mirándome desde hace un rato, ¿No? Quizás tengas hambre. ¿No quieres un poco de tarta? Está muy buena, en serio. - Saqué un pedazo y le di un mordisco. - ¿Ves? Está muy rica.
Le sonreí con amabilidad.
Entonces vi a un niño de aspecto siniestro. Parecía estar esperando algo. En apariencia no había nada malo, pero tenía un pésimo presentimiento con él... me recordó a esa sensación que me dio cuando conocí a Alanna. Hay gente que en apariencia es muy inocente, pero que son por mucho, mucho más poderosos que yo. De pronto, me sentí superado por su mera presencia. No es normal que mi instinto me resfriegue en la cara de un posible peligro... menos tratándose de un niño.
Guardé mi espada en su funda.
Sonreí con timidez, y compré un caramelo. Era una tarta de frambuesa, y fui hacia aquel muchacho. Le extendí la tarta, con amabilidad.
- Hola amiguito... Killian ve que llevas mirándome desde hace un rato, ¿No? Quizás tengas hambre. ¿No quieres un poco de tarta? Está muy buena, en serio. - Saqué un pedazo y le di un mordisco. - ¿Ves? Está muy rica.
Le sonreí con amabilidad.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
El estruendo alerta a medio mercado pero la victima reacciona de forma defensiva, que mala suerte. Con su espada desenvainada y los ojos revisando cada rincón es imposible robarle, este objetivo está resultando más molesto de lo esperado. El niño resopla levemente, la masa de músculos es demasiado cuidadosa.
“hoy no es mi día”
Tal es la frustración que el pequeño rompe la regla principal del ladrón, disimular. Un contacto visual se establece brevemente, dicho ladronzuelo ha revelado su posición. El adulto avanza hasta un puesto y compra cierto aperitivo dulce, luego se acerca a su perseguidor. Este último se debate entre huir o quedarse, al final decide afrontar el problema directamente.
La persona grande inicia dialogo con un tono condescendiente, es raro ver alguien tan enorme actuar amablemente. Maquiavelo no sabe bien cómo reaccionar, se imaginaba una pelea. Baja la mirada y toma la tarta, eventualmente le pega algunos mordiscos. Como buen niño disfruta del sabor, además tiene una consistencia perfecta.
Si… esta buena.
Continua comiendo un rato hasta que la lógica vuelve a tomar el control, se encuentra en una situación comprometedora. Lo único que puede hacer ahora es mentir, mentir y salir del problema discretamente. Sea como sea ya perdió la iniciativa, no puede continuar acechando al gigante. Su intento ha resultado un completo fracaso aunque afortunadamente ninguno de sus hermanos está cerca, en caso contrario sería bastante vergonzoso.
Gracias… venía a las forjas desde un principio pero admito que llevo observándote un rato… eres el humano más grande que he visto jeje.
Es una mentira total pero con algo de verdad, no todos los días aparece un armario andante en Lunargenta. Apelar al ego siempre resulta, especialmente cuando se dice en tono inocente. Ser un niño ayuda a despertar cierta empatía, pocas personas pueden molestarse de verdad con un enano. Indiferentemente ya el chico no tratara de robar al sujeto, no tiene lógica y además le dio algo de comer.
y… ¿Que te trae a la ciudad?
“hoy no es mi día”
Tal es la frustración que el pequeño rompe la regla principal del ladrón, disimular. Un contacto visual se establece brevemente, dicho ladronzuelo ha revelado su posición. El adulto avanza hasta un puesto y compra cierto aperitivo dulce, luego se acerca a su perseguidor. Este último se debate entre huir o quedarse, al final decide afrontar el problema directamente.
La persona grande inicia dialogo con un tono condescendiente, es raro ver alguien tan enorme actuar amablemente. Maquiavelo no sabe bien cómo reaccionar, se imaginaba una pelea. Baja la mirada y toma la tarta, eventualmente le pega algunos mordiscos. Como buen niño disfruta del sabor, además tiene una consistencia perfecta.
Si… esta buena.
Continua comiendo un rato hasta que la lógica vuelve a tomar el control, se encuentra en una situación comprometedora. Lo único que puede hacer ahora es mentir, mentir y salir del problema discretamente. Sea como sea ya perdió la iniciativa, no puede continuar acechando al gigante. Su intento ha resultado un completo fracaso aunque afortunadamente ninguno de sus hermanos está cerca, en caso contrario sería bastante vergonzoso.
Gracias… venía a las forjas desde un principio pero admito que llevo observándote un rato… eres el humano más grande que he visto jeje.
Es una mentira total pero con algo de verdad, no todos los días aparece un armario andante en Lunargenta. Apelar al ego siempre resulta, especialmente cuando se dice en tono inocente. Ser un niño ayuda a despertar cierta empatía, pocas personas pueden molestarse de verdad con un enano. Indiferentemente ya el chico no tratara de robar al sujeto, no tiene lógica y además le dio algo de comer.
y… ¿Que te trae a la ciudad?
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
El chico parecía un poco apenado por mi gesto. Sentí mucho alivio cuando comenzó a comer de la tarta. Mi instinto me seguía diciendo que debía tener cuidado con él, así que no dejaría de estar alerta. Bueno, sólo es un niño. Tal vez está perdido, tal vez sólo necesita volver a su casa, con sus padres.
- Claro, Killian lo entiende. Si eres de la ciudad, no has visto a hombres de clanes. - Dejé la tarta en sus manos y apreté los músculos de los brazos. - Leche, ejercicio, pelear. Si lo haces, podrías llegar a ser como Killian algún día. - Me reí.
Tal parecer, no tenía intenciones de iniciar una pelea. Muy bueno, eso es excelente. No había asesinado a muchos niños en mi vida, pero al tener que hacerlo, siempre me había dado remordimientos. Las batallas deberían reservarse sólo a los adultos, no a los niños... aquellos mocosos que no han sido preparados mediante algún duro entrenamiento, no tendrían que llevar el peso de una espada sobre sus hombros. Eso, me parecía monstruoso.
- Pues... Killian vive en Lunargenta ahora. ¡Killian solía tener un espadón enorme, como de dos... me...tros, algo así! - Estiré mis brazos lo más que pude. - Estaba acampando... y de pronto, una mujer vino al campamento de Killian... sí, esa mujer... algo de Pan creo que se llamaba. ¡Empezamos a pelear, y de pronto se transformó en una dragona! ¡Una dragona de verdad! Entonces Killian lo tuvo complicado, pero nos volvimos amigos. ¡De pronto, desde el lago cercano, surgió un pulpo gigante! ¡Ahí el enfrentamiento se volvió bestial! Pero, Killian logró herir de muerte a la bestia. - Dije con orgullo. - Pero eso no es todo lo que pasó. ¡De la nada, unos licántropos surgieron, siendo atacados por un toro en llamas! Killian tuvo que luchar, y ese toro en llamas rompió el espadón de Killian. Desde entonces... no ha sido nada fácil.
Me saqué la chaqueta de cuero, y le mostré mi torso, lleno de cicatrices y tatuajes tribales.
- ¿Ves estas quemaduras de acá? ¡Fue ese toro! ¡Fue un combate glorioso! - Dije con orgullo. Me volví a poner mi chaqueta de cuero. No quería que los que pasaban pensasen mal de mí. - A Killian le agradan las espadas... pero no es lo mismo. Me ha hecho falta un buen espadón durante tanto tiempo... Killian ha trabajado muy duro, pero al fin Killian tiene el dinero para comprar uno. - Sonreí, con felicidad.
- Claro, Killian lo entiende. Si eres de la ciudad, no has visto a hombres de clanes. - Dejé la tarta en sus manos y apreté los músculos de los brazos. - Leche, ejercicio, pelear. Si lo haces, podrías llegar a ser como Killian algún día. - Me reí.
Tal parecer, no tenía intenciones de iniciar una pelea. Muy bueno, eso es excelente. No había asesinado a muchos niños en mi vida, pero al tener que hacerlo, siempre me había dado remordimientos. Las batallas deberían reservarse sólo a los adultos, no a los niños... aquellos mocosos que no han sido preparados mediante algún duro entrenamiento, no tendrían que llevar el peso de una espada sobre sus hombros. Eso, me parecía monstruoso.
- Pues... Killian vive en Lunargenta ahora. ¡Killian solía tener un espadón enorme, como de dos... me...tros, algo así! - Estiré mis brazos lo más que pude. - Estaba acampando... y de pronto, una mujer vino al campamento de Killian... sí, esa mujer... algo de Pan creo que se llamaba. ¡Empezamos a pelear, y de pronto se transformó en una dragona! ¡Una dragona de verdad! Entonces Killian lo tuvo complicado, pero nos volvimos amigos. ¡De pronto, desde el lago cercano, surgió un pulpo gigante! ¡Ahí el enfrentamiento se volvió bestial! Pero, Killian logró herir de muerte a la bestia. - Dije con orgullo. - Pero eso no es todo lo que pasó. ¡De la nada, unos licántropos surgieron, siendo atacados por un toro en llamas! Killian tuvo que luchar, y ese toro en llamas rompió el espadón de Killian. Desde entonces... no ha sido nada fácil.
Me saqué la chaqueta de cuero, y le mostré mi torso, lleno de cicatrices y tatuajes tribales.
- ¿Ves estas quemaduras de acá? ¡Fue ese toro! ¡Fue un combate glorioso! - Dije con orgullo. Me volví a poner mi chaqueta de cuero. No quería que los que pasaban pensasen mal de mí. - A Killian le agradan las espadas... pero no es lo mismo. Me ha hecho falta un buen espadón durante tanto tiempo... Killian ha trabajado muy duro, pero al fin Killian tiene el dinero para comprar uno. - Sonreí, con felicidad.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
La estrategia de mocoso inocente funciona con una sorprendente eficiencia, al final el gigante no es la persona más lista del mundo. Chimar sonríe levemente, todavía tiene la magia. Sea como sea ahora posee un momento de descanso, más por obligación que otra cosa. Continua atacando el aperitivo mientras observa a su interlocutor con detenimiento.
El autodenominado Killian pronto expone varios puntos de interés, no se contiene a la hora de dar información. Eventualmente relata una de las historias más raras jamás escuchadas por Maquiavelo, todo un logro si tenemos en cuenta los factores del concepto. Al final sale a flote una realidad sobre el sujeto musculoso, le gusta luchar y los problemas le siguen.
Vale… es bueno saber que no soy el único que atrae problemas jeje.
Tal parece que el objetivo del bárbaro en aquella zona específica es conseguir un arma enorme, sin duda sorprenderá a más de un mercader. El niño siente la tentación juguetona de ser testigo, después de todo no se deben rechazar las fuentes de entretenimiento sano. Luego de mirar la masiva cantidad de heridas que exhibe el guerrero, suelta más palabras.
Te acompañare, al final no tengo otra cosa que hacer.
La manera de hablar del sujeto es curiosa, se menciona a si mismo de una forma poco convencional. Es la primera vez que el chico conoce a un tribal, no suelen visitar las ciudades y mucho menos hacerlas su hogar. Tienden a vivir en el entorno salvaje haciendo muchas babosadas incivilizadas mientras presumen su fortaleza, lo típico.
¿Nunca has pensado en tener una armadura para... detener los golpes?
Los humanos del reino saben bien como utilizar el blindaje añadido, no se puede ver un guerrero común sin metal corporal agregado. La humanidad es bastante frágil de por si en comparación con otras razas, debido a esto siempre busca maneras de potenciar sus habilidades. Ver a una muralla andante prácticamente medio desnudo es… raro y poco justificado.
El autodenominado Killian pronto expone varios puntos de interés, no se contiene a la hora de dar información. Eventualmente relata una de las historias más raras jamás escuchadas por Maquiavelo, todo un logro si tenemos en cuenta los factores del concepto. Al final sale a flote una realidad sobre el sujeto musculoso, le gusta luchar y los problemas le siguen.
Vale… es bueno saber que no soy el único que atrae problemas jeje.
Tal parece que el objetivo del bárbaro en aquella zona específica es conseguir un arma enorme, sin duda sorprenderá a más de un mercader. El niño siente la tentación juguetona de ser testigo, después de todo no se deben rechazar las fuentes de entretenimiento sano. Luego de mirar la masiva cantidad de heridas que exhibe el guerrero, suelta más palabras.
Te acompañare, al final no tengo otra cosa que hacer.
La manera de hablar del sujeto es curiosa, se menciona a si mismo de una forma poco convencional. Es la primera vez que el chico conoce a un tribal, no suelen visitar las ciudades y mucho menos hacerlas su hogar. Tienden a vivir en el entorno salvaje haciendo muchas babosadas incivilizadas mientras presumen su fortaleza, lo típico.
¿Nunca has pensado en tener una armadura para... detener los golpes?
Los humanos del reino saben bien como utilizar el blindaje añadido, no se puede ver un guerrero común sin metal corporal agregado. La humanidad es bastante frágil de por si en comparación con otras razas, debido a esto siempre busca maneras de potenciar sus habilidades. Ver a una muralla andante prácticamente medio desnudo es… raro y poco justificado.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
- ¿Seguro que quieres acompañar a Killian? Tus padres podrían preocuparse. - Le dije, en tono amistoso. Lo cierto es que el chico me daba muy mala espina. Una parte de mí, quería atacarle con la espada lo antes posible, para eliminar la posible amenaza. Otra parte de mí, quería ayudarlo. Me daba la sensación de que estaba perdido, con una falencia de cariño, afecto. De cierto modo, me vi reflejado a mí mismo en él, pero yo tuve a mamá. Él... parecía diferente, con una oscuridad diferente. Tal vez debería ayudarlo de algún modo.
- Oye pequeño, ¿Quieres decirle a Killian cuál es tu nombre? - Me agaché hacia él, y le miré a los ojos. Le sonreí y le revolví el cabello con divertimento. Alcé una ceja ante sus palabras.
- ¿Una armadura? Pues... ahora que lo mencionas... es complicado. - Crucé los brazos, y me puse a pensar en voz alta. - En el clan de Killian, usar armadura en combate era símbolo de debilidad. Pero desde entonces, Killian se ha visto en constantes situaciones en que una armadura en verdad sería de utilidad. - Apreté los músculos, esforzándome con sacar una solución. - Mmmmm... Killian no lo sabe. ¿Tal vez debería comprar una? Igual... le quitarían mucha movilidad a Killian...
Suspiré.
- ¿Tú que opinas, pequeño amiguito?
No había pensado mucho en la posibilidad de una armadura, pero entonces se me ocurrió que debería trabajar en mi destreza. Mi cuerpo había resistido demasiado castigo hasta ahora. En cualquier momento, me podrían matar. Mi cuerpo es resistente, pero no sería malo volverse más rápido, para no exponerse demasiado al metal pesado de las armas.
- Oye pequeño, ¿Quieres decirle a Killian cuál es tu nombre? - Me agaché hacia él, y le miré a los ojos. Le sonreí y le revolví el cabello con divertimento. Alcé una ceja ante sus palabras.
- ¿Una armadura? Pues... ahora que lo mencionas... es complicado. - Crucé los brazos, y me puse a pensar en voz alta. - En el clan de Killian, usar armadura en combate era símbolo de debilidad. Pero desde entonces, Killian se ha visto en constantes situaciones en que una armadura en verdad sería de utilidad. - Apreté los músculos, esforzándome con sacar una solución. - Mmmmm... Killian no lo sabe. ¿Tal vez debería comprar una? Igual... le quitarían mucha movilidad a Killian...
Suspiré.
- ¿Tú que opinas, pequeño amiguito?
No había pensado mucho en la posibilidad de una armadura, pero entonces se me ocurrió que debería trabajar en mi destreza. Mi cuerpo había resistido demasiado castigo hasta ahora. En cualquier momento, me podrían matar. Mi cuerpo es resistente, pero no sería malo volverse más rápido, para no exponerse demasiado al metal pesado de las armas.
Killian
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Y nuevamente le endosan a Chimar padres, viene siendo costumbre. El pequeño baja la mirada para luego sonreír, como siempre debe educar a la gente sobre su condición. No debería resultarle raro que todo personaje piense instantáneamente en sus progenitores, es la regla social aceptada. Niños que vagan solos, eso sí es raro.
Soy huérfano, yo y mis hermanos nos cuidamos solos.
Debería tener un letrero encima para evitar confusiones, la última semana ha aclarado ese punto como cuatro veces. En fin no se puede culpar a la gente, nadie puede leer una mente ajena. Killian pregunta por el nombre del chico y este último suspira, ha olvidado presentarse adecuadamente frente a un desconocido.
Uff ¿dónde están mis modales?, me llamo Chimar.
Eventualmente el bárbaro entra en una especie de transe, el concepto de la armadura parece haberle afectado un poco. Sin duda no es la primera vez que barajea esa opción pues claramente tiene la duda plantada, lo extraño es que no haya terminado comprándosela de una buena vez para evitar acabar como fiambre de carnicero.
Si te preocupa la movilidad puedes usar una cota de malla, detiene los cortes rebeldes y no resta movimiento… tendrás que tener cuidado con las estocadas enemigas pero nada que no sepas ya.
Maquiavelo conoce un par de cosas sobre armas y armaduras básicas, tiene instrucción como herrero. Aunque prefiere sus diseños rebuscados también sabe forjar cosas comunes, todo el mundo empieza con algo sencillo. Lo que dice tiene propiedad, cualquier especialista recomendaría lo mismo. No es usual ver a un jovencito dar tales concejos pero al final es un chico diferente.
O mira, mandobles enormes, ¿es lo que buscas no?
Dice al pasar cerca de una armería, las armas se exhiben con cierto orgullo. Sin duda un golpe con algo así puede derribar cualquier pared… si tienes la fuerza para blandirle. Se le debe dar crédito a los guerreros pesados, su estilo de combate tiene muchas desventajas. Sacrifican demasiado por un golpe poderoso y eso cobra factura, el cuerpo del gigante es suficiente evidencia.
Soy huérfano, yo y mis hermanos nos cuidamos solos.
Debería tener un letrero encima para evitar confusiones, la última semana ha aclarado ese punto como cuatro veces. En fin no se puede culpar a la gente, nadie puede leer una mente ajena. Killian pregunta por el nombre del chico y este último suspira, ha olvidado presentarse adecuadamente frente a un desconocido.
Uff ¿dónde están mis modales?, me llamo Chimar.
Eventualmente el bárbaro entra en una especie de transe, el concepto de la armadura parece haberle afectado un poco. Sin duda no es la primera vez que barajea esa opción pues claramente tiene la duda plantada, lo extraño es que no haya terminado comprándosela de una buena vez para evitar acabar como fiambre de carnicero.
Si te preocupa la movilidad puedes usar una cota de malla, detiene los cortes rebeldes y no resta movimiento… tendrás que tener cuidado con las estocadas enemigas pero nada que no sepas ya.
Maquiavelo conoce un par de cosas sobre armas y armaduras básicas, tiene instrucción como herrero. Aunque prefiere sus diseños rebuscados también sabe forjar cosas comunes, todo el mundo empieza con algo sencillo. Lo que dice tiene propiedad, cualquier especialista recomendaría lo mismo. No es usual ver a un jovencito dar tales concejos pero al final es un chico diferente.
O mira, mandobles enormes, ¿es lo que buscas no?
Dice al pasar cerca de una armería, las armas se exhiben con cierto orgullo. Sin duda un golpe con algo así puede derribar cualquier pared… si tienes la fuerza para blandirle. Se le debe dar crédito a los guerreros pesados, su estilo de combate tiene muchas desventajas. Sacrifican demasiado por un golpe poderoso y eso cobra factura, el cuerpo del gigante es suficiente evidencia.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
- Killian se disculpa si te ofendió. - Le dije con humildad, haciendo una leve reverencia con la cabeza. Aquel chico no tenía padres, y yo como un tonto, se los había sacado en cara sin medir mi lengua. No sería nada extraño su semblante sombrío, al haberse enfrentado al mundo sin el cobijo seguro del cuidado paternal y maternal de una casa caliente, un santuario desde el cual, pudiera proyectar su vida a futuro.
- Chimar. Es un nombre bonito, pequeño. - Le dije, siguiendo el hilo. - Killian es mi nombre, aunque es posible que ya lo hayas adivinado. - Reí por lo bajo.
- Una cota de malla... vaya, Killian no lo había pensado. Es probable que funcione. - Dije, con convencimiento. - Eres un chico muy listo. Killian está seguro de que vas a tener un futuro muy brillante. - Asentí, con energía. Habíamos llegado al mercado de los herreros, en donde se exhibían armas de casi todo calibre. El sudor caliente de los artesanos del acero, era prominente, aunque le quedaba bien a las mujeres que se dedicaban al oficio, pues era fácil perderse en las curvas aceitadas por el trabajo duro.
Yo, sin embargo, dejé eso de lado, y me agaché hacia Chimar, y puse ambas manos sobre sus hombros.
- A Killian le gustaría saber una cosa, pequeño Chimar. ¿Tienes a dónde ir? ¿Quién te cuida? ¿Estás solo? - No podía dejar a un huérfano a su suerte, eso no sería nada heroico. Con una genuina preocupación, le miré a los ojos, intentando de que fuera honesto conmigo.
No todo el mal puede ser vencido por la espada. Si aquel chico necesitara mi ayuda, no dudaría en ayudarle, aunque aún tuviese aquel mal presentimiento sobre él. Hacer lo correcto es más importante.
- Chimar. Es un nombre bonito, pequeño. - Le dije, siguiendo el hilo. - Killian es mi nombre, aunque es posible que ya lo hayas adivinado. - Reí por lo bajo.
- Una cota de malla... vaya, Killian no lo había pensado. Es probable que funcione. - Dije, con convencimiento. - Eres un chico muy listo. Killian está seguro de que vas a tener un futuro muy brillante. - Asentí, con energía. Habíamos llegado al mercado de los herreros, en donde se exhibían armas de casi todo calibre. El sudor caliente de los artesanos del acero, era prominente, aunque le quedaba bien a las mujeres que se dedicaban al oficio, pues era fácil perderse en las curvas aceitadas por el trabajo duro.
Yo, sin embargo, dejé eso de lado, y me agaché hacia Chimar, y puse ambas manos sobre sus hombros.
- A Killian le gustaría saber una cosa, pequeño Chimar. ¿Tienes a dónde ir? ¿Quién te cuida? ¿Estás solo? - No podía dejar a un huérfano a su suerte, eso no sería nada heroico. Con una genuina preocupación, le miré a los ojos, intentando de que fuera honesto conmigo.
No todo el mal puede ser vencido por la espada. Si aquel chico necesitara mi ayuda, no dudaría en ayudarle, aunque aún tuviese aquel mal presentimiento sobre él. Hacer lo correcto es más importante.
Killian
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Chimar sonríe por la disculpa del gigante, es bastante decente para alguien de su tamaño. Afortunadamente el chico no se toma mal los comentarios, ya supero la muerte de su padre hace meses. Indiferentemente es un bonito detalle el gesto, la mayoría de personas tienden a ser menos condescendientes.
No hay problema.
Es una de esas extrañas ocasiones en las que a alguien le gusta su nombre, no suele pasar mucho. Los Gorriones formulan canciones usando las primeras cuatro letras para molestar cuando están aburridos... al menos el inventor sabe cómo vengarse. Por suerte su apellido continua siendo desconocido para la mayoría, es aún más raro.
Lo imagine jeje.
Killian no tiene reparos a la hora de auto mencionarse, cualquiera puede identificar su calificativo. Dicho personaje medita algunos instantes sobre los consejos del pequeño, parece gustarle el concepto. Eventualmente expone cierto comentario que genera una mueca arrogante en su interlocutor, aquí vamos.
Sin duda alguna, me asegurare de eso.
Maquiavelo sabe bien que su futuro es prometedor, lleva toda la vida preparándose para alcanzar un buen estatus en el mundo intelectual. Pese a los distintos embates del destino sigue fiel a su propósito, por muy fuerte que sople el viendo la montaña no se inmuta. Sin duda su nombre aparecerá bastante en un tiempo no tan lejano.
Vivo con mis hermanos… No te preocupes, sabemos cuidarnos bien.
La preocupación del bárbaro es conmovedora aunque fuera de lugar, el jovencito ya tiene puerto seguro. Un año atrás hubiera aceptado su ayuda sin vacilar pero ahora pertenece a una organización mayor que le protege y necesita, desparecer esta fuera de la ecuación desde hace muchos meses.
¿Tú... tienes a alguien?
No hay problema.
Es una de esas extrañas ocasiones en las que a alguien le gusta su nombre, no suele pasar mucho. Los Gorriones formulan canciones usando las primeras cuatro letras para molestar cuando están aburridos... al menos el inventor sabe cómo vengarse. Por suerte su apellido continua siendo desconocido para la mayoría, es aún más raro.
Lo imagine jeje.
Killian no tiene reparos a la hora de auto mencionarse, cualquiera puede identificar su calificativo. Dicho personaje medita algunos instantes sobre los consejos del pequeño, parece gustarle el concepto. Eventualmente expone cierto comentario que genera una mueca arrogante en su interlocutor, aquí vamos.
Sin duda alguna, me asegurare de eso.
Maquiavelo sabe bien que su futuro es prometedor, lleva toda la vida preparándose para alcanzar un buen estatus en el mundo intelectual. Pese a los distintos embates del destino sigue fiel a su propósito, por muy fuerte que sople el viendo la montaña no se inmuta. Sin duda su nombre aparecerá bastante en un tiempo no tan lejano.
Vivo con mis hermanos… No te preocupes, sabemos cuidarnos bien.
La preocupación del bárbaro es conmovedora aunque fuera de lugar, el jovencito ya tiene puerto seguro. Un año atrás hubiera aceptado su ayuda sin vacilar pero ahora pertenece a una organización mayor que le protege y necesita, desparecer esta fuera de la ecuación desde hace muchos meses.
¿Tú... tienes a alguien?
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
- Oh, hermanos. Es bueno de saber. - Saqué mis manos de sus hombros, dando un suspiro de alivio. - Entonces, si tienes un hogar y gente que se preocupe por ti, está todo bien. - Sonreí.
Su pregunta me descolocó. ¿Que si tenía a alguien? Lo cierto es que actualmente no. Antes tuve una familia, un clan lleno de poderosos guerreros, dispuestos a dar hasta la última gota de sangre por sus semejantes, un sentimiento compartido que me había llevado a conocer la camaradería como nunca la volví a vivir.
- Pues... Killian ahora no tiene a nadie. - Dije, encogiéndome de hombros. Le dirigí una sonrisa, para ocultar mi pesadumbre. - ¡Pero eso no desanima a Killian, no señor! Killian vive su sueño, que es luchar contra malvados en todo lugar, a cualquier hora, en cualquier lugar. ¡Además, Killian cada vez se vuelve más fuerte! ¿Qué más se puede pedir? ¡Ha ha ha!
Me levanté, y comencé a inspeccionar las armas. Necesito un espadón enorme, algo que simplifique el combate: Un ataque, un miembro menos del que preocuparse. Así había sido siempre, y en verdad quería que así volviese a ser.
- Parece que por aquí no hay algo que a Killian le guste... hummmm...
De pronto, dos hombretones comenzaron a gritarse. Eran dos herreros, el primero con una barba prominente en la que saltaban algunas pulgas; el segundo más alto, pero más flaco.
- ¡Oye, que te digo que yo forjé primero ese modelo! ¡Anda a venderla a otro lado, o métetela en el culo, no me importa cuál!
- ¡Te digo que no, estúpido hijo de perra! ¡Yo la forjé primero!
- Caballeros. - Intervino una dama. Parecía elegante, delgada, de largos cabellos dorados, con pecas en las mejillas. Sin embargo, estaba bañada en sudor, igual que sus compañeros de oficio. Tenía algunas manchas de carbón en la piel clara, dando muestra de que había estado dándole al metal. - ¿Por qué no dejan esta discusión para otro momento? Están espantando a nuestros clientes.
- No me importa. - Dijo el barbudo, mirándole con condescendencia. - Aquí las mujeres no tienen voz ni voto.
- El que no tenga rabo entre las piernas, no cambia nada. - Le dijo, con paciencia. - Se están comportando como críos. Actúen como hombres de negocios, que es lo que profesan ser, si es que lo saben hacer.
- No me gusta que te metas en las conversaciones de otros, Clarisa. - Le dijo el alto. - ¿Es que eres sorda o algo? Métete en tus propios asuntos.
- Lo haría, si no fuera porque ambos siempre espantan a la clientela con sus estúpidas discusiones, lo que claramente afecta mi bolsillo. Se les voy a pedir por última vez. ¡Cierren el pico!
- ¡A mí no me vienes con esos aires, puta de mierda! - El barbón tomó un hacha de su inventario, y le amenazó. Los clientes comenzaron a hacer un círculo alrededor. Yo me adelanté hacia el barbudo, desenvainando mi espada. Le apunté con ella.
- ¡Oye tú! ¡Deja a la señorita en paz, o Killian te dará una tremenda tunda!
- ¡¿Y a ti quién mierda te metió en ésto?! - Gritó el flaco, sacando una ballesta. La cosa se iba a poner fea. Me olvidé de que estaba paseando con un niño, pero la suerte ya estaba echada.
Off: Puedes manejar a los pnjs como quieras, Chimar.Su pregunta me descolocó. ¿Que si tenía a alguien? Lo cierto es que actualmente no. Antes tuve una familia, un clan lleno de poderosos guerreros, dispuestos a dar hasta la última gota de sangre por sus semejantes, un sentimiento compartido que me había llevado a conocer la camaradería como nunca la volví a vivir.
- Pues... Killian ahora no tiene a nadie. - Dije, encogiéndome de hombros. Le dirigí una sonrisa, para ocultar mi pesadumbre. - ¡Pero eso no desanima a Killian, no señor! Killian vive su sueño, que es luchar contra malvados en todo lugar, a cualquier hora, en cualquier lugar. ¡Además, Killian cada vez se vuelve más fuerte! ¿Qué más se puede pedir? ¡Ha ha ha!
Me levanté, y comencé a inspeccionar las armas. Necesito un espadón enorme, algo que simplifique el combate: Un ataque, un miembro menos del que preocuparse. Así había sido siempre, y en verdad quería que así volviese a ser.
- Parece que por aquí no hay algo que a Killian le guste... hummmm...
De pronto, dos hombretones comenzaron a gritarse. Eran dos herreros, el primero con una barba prominente en la que saltaban algunas pulgas; el segundo más alto, pero más flaco.
- ¡Oye, que te digo que yo forjé primero ese modelo! ¡Anda a venderla a otro lado, o métetela en el culo, no me importa cuál!
- ¡Te digo que no, estúpido hijo de perra! ¡Yo la forjé primero!
- Caballeros. - Intervino una dama. Parecía elegante, delgada, de largos cabellos dorados, con pecas en las mejillas. Sin embargo, estaba bañada en sudor, igual que sus compañeros de oficio. Tenía algunas manchas de carbón en la piel clara, dando muestra de que había estado dándole al metal. - ¿Por qué no dejan esta discusión para otro momento? Están espantando a nuestros clientes.
- No me importa. - Dijo el barbudo, mirándole con condescendencia. - Aquí las mujeres no tienen voz ni voto.
- El que no tenga rabo entre las piernas, no cambia nada. - Le dijo, con paciencia. - Se están comportando como críos. Actúen como hombres de negocios, que es lo que profesan ser, si es que lo saben hacer.
- No me gusta que te metas en las conversaciones de otros, Clarisa. - Le dijo el alto. - ¿Es que eres sorda o algo? Métete en tus propios asuntos.
- Lo haría, si no fuera porque ambos siempre espantan a la clientela con sus estúpidas discusiones, lo que claramente afecta mi bolsillo. Se les voy a pedir por última vez. ¡Cierren el pico!
- ¡A mí no me vienes con esos aires, puta de mierda! - El barbón tomó un hacha de su inventario, y le amenazó. Los clientes comenzaron a hacer un círculo alrededor. Yo me adelanté hacia el barbudo, desenvainando mi espada. Le apunté con ella.
- ¡Oye tú! ¡Deja a la señorita en paz, o Killian te dará una tremenda tunda!
- ¡¿Y a ti quién mierda te metió en ésto?! - Gritó el flaco, sacando una ballesta. La cosa se iba a poner fea. Me olvidé de que estaba paseando con un niño, pero la suerte ya estaba echada.
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Re: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Sin duda la familia actual de Chimar no es algo demasiado convencional pero cumple su función. Al final nadie tiene derecho a juzgar el estilo de vida ajeno, especialmente si no colaboran. Los Gorriones ofrecen hermandad, protección y en cierto modo cariño, elementos fundamentales para una vida agradable.
Me alegro que lo entiendas.
Maquiavelo pilla cierto bajón de ánimo en el gigante cuando recibe la pregunta personal, parece un tema peliagudo. Posteriormente disfraza su reacción pero se nota que genera sensaciones tristes, algo en común entre los dos personajes. Es impresionante la cantidad de personas con problemas familiares de algún tipo… problemas jodidamente raros.
Sin duda tu vida no es aburrida jeje.
Dice para cambiar el tema, mejor evitar más datos personales. Killian pronto retoma su objetivo original, buscar una espada enorme. Está en el lugar preciso sin duda, entre tanto metal debe existir algo que le guste. Los guerreros tienden a formar vínculos con sus armas sobre todo los barbaros, para estos últimos buscar una espada predilecta es tan importante como casarse.
Eventualmente algo llama la atención del dúo, una pelea de argumentos en cierto puesto. Los adultos no pueden resolver algo sin gritar, es parte de su naturaleza. Ambos herreros en disputa confirman tal teoría al extremo, un poco más y pasaran a los golpes. El niño suspira, muchas veces la gente grande actúa con menos madures que él o algún contemporáneo menos listo.
Se cruza de brazos mientras observa a ambos primates un poco más, hubiera continuado caminando pero el gigante parece interesado. Pronto una mujer interviene y la cosa se descontrola, todo se torna peligroso. Pasan pocos segundos antes de que el dúo peleón y Killian se amenacen mutuamente, la razón por la que dicha riña se transforma de algo ajeno a una situación propia resulta obvia y estúpida a la vez.
Y aquí vamos…
El guerrero está en desventaja numérica, no resultaría un problema si los hostiles potenciales ostentaran solo armas de melee pero las cosas son diferentes. Increíblemente ahora los chicos buenos se encuentran en plena batalla por la integridad de una mujer desconocida, típico día de ocio en Lunargenta.
Suficiente.
Chimar apunta y dispara su ballesta de muñeca al contrincante de distancia, atina la clavícula sin dificulta. El herido suelta su arma y masculla como quince maldiciones en un segundo, se le debe dar crédito. Es un área dolorosa pero sin repercusiones mayores, el daño no ocasionara peligro vital. Ahora será imposible para el sujeto operar su antigüedad, ya no es un peligro. Con su artilugio en plena recarga automática el chico habla, trata de sonar amenazante.
Bien ahora que tengo su atención escuchen, la próxima dolerá más así que si yo fuera ustedes desistiría antes de perder algo valioso, mi amigo de aquí es menos delicado.
Los hombres meditan en silencio, saben que aunque el ultimátum venga de un niño es en serio. El grupo de chismosos aglomerado en el lugar comienza a murmurar entre sí, tendrán una historia que contar a la hora de cenar. Es triste que se deba usar la violencia para destacar un punto pero así funcionan las personas mundanas, especialmente aquellos sin mucho seso entre las orejas.
Me alegro que lo entiendas.
Maquiavelo pilla cierto bajón de ánimo en el gigante cuando recibe la pregunta personal, parece un tema peliagudo. Posteriormente disfraza su reacción pero se nota que genera sensaciones tristes, algo en común entre los dos personajes. Es impresionante la cantidad de personas con problemas familiares de algún tipo… problemas jodidamente raros.
Sin duda tu vida no es aburrida jeje.
Dice para cambiar el tema, mejor evitar más datos personales. Killian pronto retoma su objetivo original, buscar una espada enorme. Está en el lugar preciso sin duda, entre tanto metal debe existir algo que le guste. Los guerreros tienden a formar vínculos con sus armas sobre todo los barbaros, para estos últimos buscar una espada predilecta es tan importante como casarse.
Eventualmente algo llama la atención del dúo, una pelea de argumentos en cierto puesto. Los adultos no pueden resolver algo sin gritar, es parte de su naturaleza. Ambos herreros en disputa confirman tal teoría al extremo, un poco más y pasaran a los golpes. El niño suspira, muchas veces la gente grande actúa con menos madures que él o algún contemporáneo menos listo.
Se cruza de brazos mientras observa a ambos primates un poco más, hubiera continuado caminando pero el gigante parece interesado. Pronto una mujer interviene y la cosa se descontrola, todo se torna peligroso. Pasan pocos segundos antes de que el dúo peleón y Killian se amenacen mutuamente, la razón por la que dicha riña se transforma de algo ajeno a una situación propia resulta obvia y estúpida a la vez.
Y aquí vamos…
El guerrero está en desventaja numérica, no resultaría un problema si los hostiles potenciales ostentaran solo armas de melee pero las cosas son diferentes. Increíblemente ahora los chicos buenos se encuentran en plena batalla por la integridad de una mujer desconocida, típico día de ocio en Lunargenta.
Suficiente.
Chimar apunta y dispara su ballesta de muñeca al contrincante de distancia, atina la clavícula sin dificulta. El herido suelta su arma y masculla como quince maldiciones en un segundo, se le debe dar crédito. Es un área dolorosa pero sin repercusiones mayores, el daño no ocasionara peligro vital. Ahora será imposible para el sujeto operar su antigüedad, ya no es un peligro. Con su artilugio en plena recarga automática el chico habla, trata de sonar amenazante.
Bien ahora que tengo su atención escuchen, la próxima dolerá más así que si yo fuera ustedes desistiría antes de perder algo valioso, mi amigo de aquí es menos delicado.
Los hombres meditan en silencio, saben que aunque el ultimátum venga de un niño es en serio. El grupo de chismosos aglomerado en el lugar comienza a murmurar entre sí, tendrán una historia que contar a la hora de cenar. Es triste que se deba usar la violencia para destacar un punto pero así funcionan las personas mundanas, especialmente aquellos sin mucho seso entre las orejas.
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