La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
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La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
Irónico, ¿verdad? Se suponía que los cerezos eran los árboles del amor. ¡¿A cuántas parejas había visto acampar bajo las ramas de un cerezo y disfrutar de su sombra?! Muchas e incluso demasiado. Por lo menos, muchos más que a las que Grambrinus le gustaría a ver visto. El joven, desgraciado entre los desgraciados, maldecía a cada una de las parejas que había visto a lo largo de su vida al mismo tiempo que lanzaba una soga por encima la rama más gruesa del cerezo.
Estaba decidido. Lo iba a hacer. Esa era su pequeña venganza personal contra todas aquellas parejas que se habían pavoneado delante de sus narices mientras el lloraba el amor de Margaritta. Se iba a suicidar y lo iba a hacer en un cerezo, en la misma clase de árbol que todas las parejas aerandianas se reunían para estar juntas. ¡Malditos fueran!
-¡Oh Margaritta, ¿por qué jamás me quisiste?!- gritó y, acto seguido, se aseguró que el nudo de la soga estuviera bien hecho.
Se preguntó única por Margaritta, su amor por siempre. Pero, pensándolo dos veces, aquella misma pregunta, la podía ampliar a todas las mujeres. Ni las putas lo querían. Gambrinus era un chico pobre, escuálido y apestaba a orina. Tenía suerte si es que una mujer lo miraba. La mayoría, incluida la bella Margaritta, giraban la cara para evitar verle los ojos brillantes de ratoncillo que Gambrinus tenía.
-Margaritta…- suspiró.
Hizo un último gran lloro esperando a que, de repente, Margarrita apareciese de detrás de un árbol (¡por favor que fuera un cerezo!) para impedir que cometiese la peor decisión de su vida.
-¿Y qué pasaría si ese tal Gambanosequé...-
-Gambrinus- interrumpió Bedivere, el bardo que solía cantar “La leyenda de Gambrinus”
-Gambrinus- El guardia le hizo un gesto de asentimiento al bardo que relataba la historia.- ¿Qué pasaría si muriese en la vida real?-
-No lo sé- Bedivere miró al suelo. Tenía miedo y no podía disimularlo. Aun así, se armó de valor y continuó hablando- pero no me voy a quedar sentado averiguándolo-.
* Bienhallado: Te unes a Bedivere para buscar y salvar a Gambrinus antes de que él se suicide. Gambrinus es el protagonista de una famosa canción. Bedivere tiene miedo que si, al final, acaba suicidándose, algo muy malo podría pasar. Debo señalar que no me importa cómo has a unirte al bardo Bedivere, aunque si deseas explicarlo, estás en tu derecho. Yo, por mi parte, no voy a ser estricto con la cronología de tu personaje. Tu deber, en este evento. Es devolver a Gambrinus a su canción e impedir que se suicide. Para ello necesitarás tres cosas: Una mujer tan bella que pueda reemplazar a Margaritta y se ofrezca voluntaria a estar con ese “elemento” de persona (tu personaje es una chica hermosa puedes ser tú la hermosa Margaritta), dos pétalos de la flor de cerezo y un misterio. El misterio se te revelará en el siguiente turno. En éste, deberás coger los dos primeros items. Tienes total libertad en controlar a Gambrinus, Delivere y la mujer que quieras usar para sustituir a Margaritta, además de describir el lugar y la forma en que consigues los dos primeros objetos necesario. Una vez unas los tres objetos. Gambrinus volverá a su canción. Si conoces la leyenda de Gambrinus (te invento que investigues) sabrás que hay un personaje principal de la historia que todavía no ha aparecido. Ten lo en cuenta, es muy posible que en el próximo turno, ese personaje tenga algo muy importante que decir.
Estaba decidido. Lo iba a hacer. Esa era su pequeña venganza personal contra todas aquellas parejas que se habían pavoneado delante de sus narices mientras el lloraba el amor de Margaritta. Se iba a suicidar y lo iba a hacer en un cerezo, en la misma clase de árbol que todas las parejas aerandianas se reunían para estar juntas. ¡Malditos fueran!
-¡Oh Margaritta, ¿por qué jamás me quisiste?!- gritó y, acto seguido, se aseguró que el nudo de la soga estuviera bien hecho.
Se preguntó única por Margaritta, su amor por siempre. Pero, pensándolo dos veces, aquella misma pregunta, la podía ampliar a todas las mujeres. Ni las putas lo querían. Gambrinus era un chico pobre, escuálido y apestaba a orina. Tenía suerte si es que una mujer lo miraba. La mayoría, incluida la bella Margaritta, giraban la cara para evitar verle los ojos brillantes de ratoncillo que Gambrinus tenía.
-Margaritta…- suspiró.
Hizo un último gran lloro esperando a que, de repente, Margarrita apareciese de detrás de un árbol (¡por favor que fuera un cerezo!) para impedir que cometiese la peor decisión de su vida.
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-¿Y qué pasaría si ese tal Gambanosequé...-
-Gambrinus- interrumpió Bedivere, el bardo que solía cantar “La leyenda de Gambrinus”
-Gambrinus- El guardia le hizo un gesto de asentimiento al bardo que relataba la historia.- ¿Qué pasaría si muriese en la vida real?-
-No lo sé- Bedivere miró al suelo. Tenía miedo y no podía disimularlo. Aun así, se armó de valor y continuó hablando- pero no me voy a quedar sentado averiguándolo-.
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ESTROFA: Canción ven-or
Un joven clama por amor
El joven perdió su miel
Cuando ella se marchó sin él
RESPUESTA: Canción ven-dos
Gambrinus solo se quedó
Y bajo un cerezo lloró
Porque el joven su miel perdió
Un joven clama por amor
El joven perdió su miel
Cuando ella se marchó sin él
RESPUESTA: Canción ven-dos
Gambrinus solo se quedó
Y bajo un cerezo lloró
Porque el joven su miel perdió
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* Bienhallado: Te unes a Bedivere para buscar y salvar a Gambrinus antes de que él se suicide. Gambrinus es el protagonista de una famosa canción. Bedivere tiene miedo que si, al final, acaba suicidándose, algo muy malo podría pasar. Debo señalar que no me importa cómo has a unirte al bardo Bedivere, aunque si deseas explicarlo, estás en tu derecho. Yo, por mi parte, no voy a ser estricto con la cronología de tu personaje. Tu deber, en este evento. Es devolver a Gambrinus a su canción e impedir que se suicide. Para ello necesitarás tres cosas: Una mujer tan bella que pueda reemplazar a Margaritta y se ofrezca voluntaria a estar con ese “elemento” de persona (tu personaje es una chica hermosa puedes ser tú la hermosa Margaritta), dos pétalos de la flor de cerezo y un misterio. El misterio se te revelará en el siguiente turno. En éste, deberás coger los dos primeros items. Tienes total libertad en controlar a Gambrinus, Delivere y la mujer que quieras usar para sustituir a Margaritta, además de describir el lugar y la forma en que consigues los dos primeros objetos necesario. Una vez unas los tres objetos. Gambrinus volverá a su canción. Si conoces la leyenda de Gambrinus (te invento que investigues) sabrás que hay un personaje principal de la historia que todavía no ha aparecido. Ten lo en cuenta, es muy posible que en el próximo turno, ese personaje tenga algo muy importante que decir.
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Re: La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
El joven caminó lento, sin apuros de nada, con los brazos cruzados y asegurándose que su mascota le siguiese. Tomó aire por su nariz, y mantuvo su mirada apagada, pero tranquila. Durante toda su vida, el dragón siempre ha estado solo, siendo apenas acompañado por un animal que le ha brindado lealtad desde haberlo salvado hace muchos años. También, a su lado se encontraba una dama hermosa, siguiéndolo por una razón extraña, la cual se explicará más adelante. Delante de los dos, Zarpitas llevaba dos pétalos de la flor de cereza en su boca, sosteniéndolas con cuidado. Los tres iban con el mismo rango de pasos, desplazándose en tranquilidad y sincronizados en los movimientos relajados. El morocho no mostraba un rostro de preocupación, si no más bien, parecía estar seguro de lo que venía a continuación. Cada uno iba a ser crucial en la historia que estaba punto de culminar. Nadie dijo nada, todos eventualmente callaron para mantener el tema de conversación más frío. No iban a atender a una fiesta, iban a detener un suicidio... El suicidio de Gambrinus...
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-¡Vamos, vamos!... ¡Rompe su maldita cara!, ¿Qué diablos esperas?.-Vociferó uno de los espectadores de la lucha, mientras que disfrutaba de la lucha que sucedía en las afueras de la ciudad, justo fuera de una taberna. Era uno de los torneos clandestinos donde la gente peleaba y apostaba por su guerrero favorito. Entre los combatientes, estaba Sakun con una racha de 3 victorias. Él se veía en un estado deplorable y entre más pasaba el tiempo, sus rodillas temblaban para caer. Todos se encargaban de animarlo, pero el morocho no los oía y no batallaba por ellos, si no por Zarpitas, que chillando, veía a su amo recibiendo puñetazos.
En la lejanía, se vería un hombre con un buen porte, un hermoso rostro y unos ojos turbados. Algo le sucedía, no era normal que alguien observara un encuentro con esa expresión de miedo, de inseguridad incontenible. Era el señor Bedivere, cruzado de piernas y bebiendo cerveza mientras que todo sucedía delante de él, perdido entre los pensamientos profundos que llevaba en su cabeza. Al terminarla, él tomó su Laúd y empezó a tocar, cantando entre la multitud para crear una especie de conexión entre Sakun y su gran porte. Se examinaron justamente, mientras que las estrofas resonaban por el lugar.
-Gambrinus... Soledad...-Fue lo que pronunció el joven mientras estaba en el suelo, derramando sangre desde sus labios. Él oyó el canto del Juglar, y de algún modo, sintió que debía ayudar al tipo que residía en esas estrofas. ¿Por qué se sintió de esa manera?, ¿Qué lo impulsó a experimentar eso?... Nadie lo sabe, ni siquiera el propio destino.
Cuando el contrincante del dragón se acercó a acabar con él, este lo esquivó y le dio la vuelta a la moneda, derrotándolos uno por uno, sacando fuerzas de donde no quedaba nada. Concluida la lucha, los presentes se levantaron de sus asientos y empezaron a aplaudir. Después, llegó el anunciador y le entregó las monedas prometidas a Sakun, sin embargo él no dejaba de mirar a Bedivere.
Lo sentiste, ¿no es así, Señor Fairsteur?.-Murmuró, sin tener que hablar duro, porque de todas formas él oía y todo el ruido de la gente no afectaba en la conversación de los dos. -Antes de que me preguntes cómo sé tú nombre y qué hago aquí, quiero pedirte un gran favor.-Siguió, ahora guardando el Laúd y preparándose para irse.
-Gambrinus se va a suicidar por su gran amor... Margarita...-El alma poética del sujeto se prendió en llamas al hablar en una perfecta lengua Aerandiana. -Y ni los dioses quieren ver eso...-Finalmente dio su espalda y fue desapareciendo de la escena.
-Hay una mujer hermosa llamada Rohesia que te está viendo por ganar el torneo, y esas monedas que tienes te servirán para comprarle dos pétalos a una pobre ancianita que probablemente mañana muera... A menos que le entregues esas monedas...-
El moreno volteó y así fue. Una hermosa señorita estaba sonriéndole al joven al ver que había cumplido semejante hazaña. Al ver hacia otro lado, se percató que una ancianita estaba tirada en el pasto, con sus flores y aguantando hambre desde hace semanas.
-Lo haré...-Asintió a la misión, haciendo que Bedivere sonriese.
____________________________________
Al llegar, se hallaron con un hombre de un hedor horrible. Por lo que se veía, estaba a punto de suicidarse. No tuvieron otra opción más que acercarse, tratando de hacer lo posible por ayudarle. Gambrinus, refunfuñando, les pidió que se alejaran. -¡Aléjense!... La vida no es nada si mi Margaritta... La flor que me ha mantenido durante todos estos años de sufrir en una rima, unos acordes acompañados de lágrimas...-Pronunció el hombre con seguridad, hasta que vio a la dama que estaba presente, la cual tenía una mirada inocente y probablemente estaría confundida de la situación.
-¿Y qué de las rosas, Gambrinus?...-Respondió el joven, enseñando a la gran Rohesia de cabellos carmesíes. -¿Qué de los pétalos?...-Su mano también se extendió hasta mostrar la boca del tigre, donde los pétalos residían.
-¿Y qué de mi vida, extraño ser?... ¿Qué de mi vida eterna y horrible, sufriendo por una Margaritta que nunca volverá y siempre será la diversión para los niños mientras la cantan, pero el sufrimiento para el que la vive?-Tragó saliva y decidió a templar la soga para estar a punto de cometer el peor error de su vida.
Y morir significaría el sufrimiento para los niños, y el sufrimiento para usted...-Susurraría Rohesia, jugando con sus propios cabellos mientras lo mira de la manera más atractiva que nunca, ni siquiera la gran Margaritta habría podido igualar si estuviese presente. Gambrinus lo consideró y se quedó inmóvil.
-Tiene dos opciones, señor.-Dijo fríamente el pelinegro, estirando sus manos teatralmente para enseñar lo que podría cambiar.
-O escoge el esfuerzo de los que aún se preocupan por usted, o...-Inhalaría el último fragmento de aire. -Escoge las manos de la muerte, que no le importa su alma ni en lo más minimo.-
-Usted decide...-
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-¡Vamos, vamos!... ¡Rompe su maldita cara!, ¿Qué diablos esperas?.-Vociferó uno de los espectadores de la lucha, mientras que disfrutaba de la lucha que sucedía en las afueras de la ciudad, justo fuera de una taberna. Era uno de los torneos clandestinos donde la gente peleaba y apostaba por su guerrero favorito. Entre los combatientes, estaba Sakun con una racha de 3 victorias. Él se veía en un estado deplorable y entre más pasaba el tiempo, sus rodillas temblaban para caer. Todos se encargaban de animarlo, pero el morocho no los oía y no batallaba por ellos, si no por Zarpitas, que chillando, veía a su amo recibiendo puñetazos.
En la lejanía, se vería un hombre con un buen porte, un hermoso rostro y unos ojos turbados. Algo le sucedía, no era normal que alguien observara un encuentro con esa expresión de miedo, de inseguridad incontenible. Era el señor Bedivere, cruzado de piernas y bebiendo cerveza mientras que todo sucedía delante de él, perdido entre los pensamientos profundos que llevaba en su cabeza. Al terminarla, él tomó su Laúd y empezó a tocar, cantando entre la multitud para crear una especie de conexión entre Sakun y su gran porte. Se examinaron justamente, mientras que las estrofas resonaban por el lugar.
ESTROFA: Canción ven-or
Un joven clama por amor
El joven perdió su miel
Cuando ella se marchó sin él
RESPUESTA: Canción ven-dos
Gambrinus solo se quedó
Y bajo un cerezo lloró
Porque el joven su miel perdió
Un joven clama por amor
El joven perdió su miel
Cuando ella se marchó sin él
RESPUESTA: Canción ven-dos
Gambrinus solo se quedó
Y bajo un cerezo lloró
Porque el joven su miel perdió
-Gambrinus... Soledad...-Fue lo que pronunció el joven mientras estaba en el suelo, derramando sangre desde sus labios. Él oyó el canto del Juglar, y de algún modo, sintió que debía ayudar al tipo que residía en esas estrofas. ¿Por qué se sintió de esa manera?, ¿Qué lo impulsó a experimentar eso?... Nadie lo sabe, ni siquiera el propio destino.
Cuando el contrincante del dragón se acercó a acabar con él, este lo esquivó y le dio la vuelta a la moneda, derrotándolos uno por uno, sacando fuerzas de donde no quedaba nada. Concluida la lucha, los presentes se levantaron de sus asientos y empezaron a aplaudir. Después, llegó el anunciador y le entregó las monedas prometidas a Sakun, sin embargo él no dejaba de mirar a Bedivere.
Lo sentiste, ¿no es así, Señor Fairsteur?.-Murmuró, sin tener que hablar duro, porque de todas formas él oía y todo el ruido de la gente no afectaba en la conversación de los dos. -Antes de que me preguntes cómo sé tú nombre y qué hago aquí, quiero pedirte un gran favor.-Siguió, ahora guardando el Laúd y preparándose para irse.
-Gambrinus se va a suicidar por su gran amor... Margarita...-El alma poética del sujeto se prendió en llamas al hablar en una perfecta lengua Aerandiana. -Y ni los dioses quieren ver eso...-Finalmente dio su espalda y fue desapareciendo de la escena.
-Hay una mujer hermosa llamada Rohesia que te está viendo por ganar el torneo, y esas monedas que tienes te servirán para comprarle dos pétalos a una pobre ancianita que probablemente mañana muera... A menos que le entregues esas monedas...-
- Rohesia:
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El moreno volteó y así fue. Una hermosa señorita estaba sonriéndole al joven al ver que había cumplido semejante hazaña. Al ver hacia otro lado, se percató que una ancianita estaba tirada en el pasto, con sus flores y aguantando hambre desde hace semanas.
-Lo haré...-Asintió a la misión, haciendo que Bedivere sonriese.
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Al llegar, se hallaron con un hombre de un hedor horrible. Por lo que se veía, estaba a punto de suicidarse. No tuvieron otra opción más que acercarse, tratando de hacer lo posible por ayudarle. Gambrinus, refunfuñando, les pidió que se alejaran. -¡Aléjense!... La vida no es nada si mi Margaritta... La flor que me ha mantenido durante todos estos años de sufrir en una rima, unos acordes acompañados de lágrimas...-Pronunció el hombre con seguridad, hasta que vio a la dama que estaba presente, la cual tenía una mirada inocente y probablemente estaría confundida de la situación.
-¿Y qué de las rosas, Gambrinus?...-Respondió el joven, enseñando a la gran Rohesia de cabellos carmesíes. -¿Qué de los pétalos?...-Su mano también se extendió hasta mostrar la boca del tigre, donde los pétalos residían.
-¿Y qué de mi vida, extraño ser?... ¿Qué de mi vida eterna y horrible, sufriendo por una Margaritta que nunca volverá y siempre será la diversión para los niños mientras la cantan, pero el sufrimiento para el que la vive?-Tragó saliva y decidió a templar la soga para estar a punto de cometer el peor error de su vida.
Y morir significaría el sufrimiento para los niños, y el sufrimiento para usted...-Susurraría Rohesia, jugando con sus propios cabellos mientras lo mira de la manera más atractiva que nunca, ni siquiera la gran Margaritta habría podido igualar si estuviese presente. Gambrinus lo consideró y se quedó inmóvil.
-Tiene dos opciones, señor.-Dijo fríamente el pelinegro, estirando sus manos teatralmente para enseñar lo que podría cambiar.
-O escoge el esfuerzo de los que aún se preocupan por usted, o...-Inhalaría el último fragmento de aire. -Escoge las manos de la muerte, que no le importa su alma ni en lo más minimo.-
-Usted decide...-
Sakun
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Re: La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
Más sabía el demonio por viejo que por demonio. Eso decían la gente y ya podría dar gracias por saber que el refrán tan extendido era cierto. El viejo Ruud, había sido, en su respectiva canción, la reencarnación de un demonio habilidoso con las palabras y los engaños. Allí, en el que se suponía que era un mundo real, no era un demonio pero sí un viejo. Y gracias a los refranes populares, Ruud era un viejo sumamente inteligente e igual de habilidoso que el demonio que fue.
Entre las cosas que sabía por viejo se encontraba toda aquella revuelta de historias y canciones que habían cobrado vida, él incluido. Sabía quién era en realidad, sabía dónde estaba su realidad y sabía qué tenía que hacer: Era un viejo de un mundo invitado que tenía que engañar a Gambrinus para que le vendiera su alma. ¿Podría comer almas en el aquella realidad? Lo dudaba. Al decir verdad, sabía casi a la perfección que no. Si dudaba era para parecer interesante.
Si no podía comer almas… que se pudriese en el mismo infierno el señor Gambrinus (¿había infierno en aquella realidad?).
El viejo con traje y chistera siguió un camino distinto que el cual le llevaba al llorica de Gambrinus. Si no podía comer almas, al menos, aprovecharía el poco tiempo de vida que le quedase para poder disfrutar. El elixir que se suponía que le quitaría las penas y le daría la gloria a Gambrinus se lo quedó para él.
No fue Margaritta la que apareció de detrás de un árbol como él había deseado con tantísima fuerza, fueron un joven de pelo negro, un tigre y una vieja. En comparación con Margaritta, la vieja era tan fea como un troll. ¿Qué clase de humor tenían los Dioses? Al parecer, uno tan negro que pusieron por delante suya a una horrible fea como si fuera la adorable Margaritta. Eso le dio más ganas de colgarse en la rama del cerezo. ¡Hasta los Dioses se reían de su sufrimiento!
El hombre de pelo negro fue quien interrumpió su última voluntad: la voluntad de suicidarse para que la gente dejará de irse de él. No se rió. No se burló. Habló de los pétalos y de las rosas, luego la vieja siguió hablando de los niños y del sufrimiento, y al final el hombre continuó con el esfuerzo y la muerte.
Por un momento estuvo a punto de dejar caer la cuerda que tenía cogida. Sus manos se quedaron casi sin fuerzas. ¿De dónde habían salido esos tres, Margaritta les había mandado que fueran para rescatarle? Esperaba que sí. Ojala fuera que sí.
* Sakun: Muy buen movimiento Sakun, tienes a Gambrinus confundido y más relajado de cómo lo habías encontrado en un principio. Ahora bien, Gambrinus no es el único personaje de esa canción que se escapó. Ruud anda suelto. No es el traficante de alamas que relatan las historias, pero, igualmente, lo necesitas. Más bien, necesitas el elixir que llevaba consigo. Ese es el misterio que no te revelé. Mezcla los pétalos en el elixir del viejo y entrégaselo a Gambrinus, éste estará en un estado de digamos “desmesurada embriaguez”. Aprovecha ese estado para hacer que se enamore de Rohesia (bravo por ese personaje).
Entre las cosas que sabía por viejo se encontraba toda aquella revuelta de historias y canciones que habían cobrado vida, él incluido. Sabía quién era en realidad, sabía dónde estaba su realidad y sabía qué tenía que hacer: Era un viejo de un mundo invitado que tenía que engañar a Gambrinus para que le vendiera su alma. ¿Podría comer almas en el aquella realidad? Lo dudaba. Al decir verdad, sabía casi a la perfección que no. Si dudaba era para parecer interesante.
Si no podía comer almas… que se pudriese en el mismo infierno el señor Gambrinus (¿había infierno en aquella realidad?).
El viejo con traje y chistera siguió un camino distinto que el cual le llevaba al llorica de Gambrinus. Si no podía comer almas, al menos, aprovecharía el poco tiempo de vida que le quedase para poder disfrutar. El elixir que se suponía que le quitaría las penas y le daría la gloria a Gambrinus se lo quedó para él.
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No fue Margaritta la que apareció de detrás de un árbol como él había deseado con tantísima fuerza, fueron un joven de pelo negro, un tigre y una vieja. En comparación con Margaritta, la vieja era tan fea como un troll. ¿Qué clase de humor tenían los Dioses? Al parecer, uno tan negro que pusieron por delante suya a una horrible fea como si fuera la adorable Margaritta. Eso le dio más ganas de colgarse en la rama del cerezo. ¡Hasta los Dioses se reían de su sufrimiento!
El hombre de pelo negro fue quien interrumpió su última voluntad: la voluntad de suicidarse para que la gente dejará de irse de él. No se rió. No se burló. Habló de los pétalos y de las rosas, luego la vieja siguió hablando de los niños y del sufrimiento, y al final el hombre continuó con el esfuerzo y la muerte.
Por un momento estuvo a punto de dejar caer la cuerda que tenía cogida. Sus manos se quedaron casi sin fuerzas. ¿De dónde habían salido esos tres, Margaritta les había mandado que fueran para rescatarle? Esperaba que sí. Ojala fuera que sí.
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* Sakun: Muy buen movimiento Sakun, tienes a Gambrinus confundido y más relajado de cómo lo habías encontrado en un principio. Ahora bien, Gambrinus no es el único personaje de esa canción que se escapó. Ruud anda suelto. No es el traficante de alamas que relatan las historias, pero, igualmente, lo necesitas. Más bien, necesitas el elixir que llevaba consigo. Ese es el misterio que no te revelé. Mezcla los pétalos en el elixir del viejo y entrégaselo a Gambrinus, éste estará en un estado de digamos “desmesurada embriaguez”. Aprovecha ese estado para hacer que se enamore de Rohesia (bravo por ese personaje).
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Re: La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
Ya tengo todo, ¿por qué aún siento que no funcionará, señor?.-Preguntó Sakun, bastante atento a la reacción del señor trovador. Éste apenas lo examinó con un rostro serio, manteniendo sus labios medio afuera, y sus cejas levantadas en una expresión exagerada, como si en verdad supiese sobre lo que está haciendo. Acarició su mentón, revisando las vestimentas de la vieja, él, y el tigre que llevaba los pétalos de una manera adorable. -Dígame qué es lo que sucede, señor...-Volvió con sus cuestiones largas y difíciles de contestar, casi a punto de arrodillarse para saber la opinión de él. Extrañamente, el morocho era un hombre serio, pero aquella leyenda había tocado su corazón profundamente para hacerlo sentir bastante interesado en ayudar a Gambrinus.
El elixir, muchacho.-Dijo, acompañado de unos acordes seguidos y bien acomodados en una armonía suave, justo como el sonido de fondo mientras la historia es contada. El Laúd simplemente se dejaba llevar ante las manos del señor Bedivere. -Ese gran brebaje que haría a las olas olvidarse de la seca arena...-Su índice simplemente se deslizó de un traste a otros cinco más, probablemente seis; su velocidad no dejaba examinar las figuras de su mano izquierda. -Que los recuerdos se vuelvan sueños, y que las pesadillas se vuelvan heridas temporales... Sólo Ruud sabría de la cura-La rima terminó con la armonía de todas las cuerdas. La melancolía de haber perdido una de sus estrofas favoritas lo hacía un pobre viejo decrépito que apenas contaba con su instrumento. Se fue, dejándolos a la intemperie, como si por arte de magia fueran a encontrar al que prontamente se suicidaría, al menos si así era el destino
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Nos falta algo.-Pronunció el muchacho, deshaciéndose de la remembranza que estaba a punto de durar por horas. El vagabundo, por otro lado, aún seguía confundido y esperando a que la vida o la muerte llegara primero. La Respuesta de la canción era recitaba por la mujer, que con una voz increíblemente poderosa, se encargaba de engatusar el oído del sujeto. El tigre olfateó y olfateó, detectando a alguien cerca de los presentes. No era cualquier ser, era nada más ni nada menos que el punto de retorno, siendo testigo de las cosas que sucedían. El gran Ruud estaba allí.
-Esta vez no cobraré por la bebida...-Afirmó, manteniendo el recipiente en su mano, serio y calculador, viendo los rostros de cada uno. Nadie reaccionó, a excepción de Rohesia, quien hipnotizada fue por el magnífico elixir. Ninguno se atrevió a pronunciar ni una palabra, ni siquiera Ruud que apenas había llegado. Todo iba a la perfección, y Gambrinus no dejaba de mirar al suelo. Sakun y el anciano cruzaron miradas, casi hablando por las pupilas. Entretanto, el tigre logró pararse de patas y entregarle los pétalos a la dama.
Las huesudas manos de la fémina los tomaron para después mezclarlas en el agrio líquido. Acto seguido, el pelinegro no tardó en analizar la escena, preguntándose por qué el vendedor accedió a regalarle el objeto a la de cabellos rojizos. Sus ojos se abrieron como platos al descubrir de lo que se trataba, incluso su iris relucían ante la luz del extraño clima que tenía el firmamento. Una gota cayó al suelo y el dragón pronunciaría lo que marcaría el romántico acto.
-Ya veo... El trato iba con Ruud. Eventualmente, él entregaría su elixir si la mujer accedía a recibirlo. Como no hubo necesidad decirlo, Rohesia tomó este y lo mezcló con los pétalos, justo como parecía que iba a suceder. Y ahora los dos, de alguna manera, calmarían esas heridas; El sufrimiento y la depresión se juntarían para acabar con la memoria de Margaritta...-
El Laúd sonó desde la lejanía, era el gran Bedivere tocando la canción, mientras que de repente las estrofas salían desde su voz majestuosa. Rohesia, ahora enamorada del señor Gambrinus, se acercaba con tranquilidad hasta el lado del oloroso señor.
Bebe... Bebe, y olvida...-Aquella voz retumbaría en cada uno de los espectadores. Bedivere, Sakun, Zarpitas, y el gran Ruud....
El elixir, muchacho.-Dijo, acompañado de unos acordes seguidos y bien acomodados en una armonía suave, justo como el sonido de fondo mientras la historia es contada. El Laúd simplemente se dejaba llevar ante las manos del señor Bedivere. -Ese gran brebaje que haría a las olas olvidarse de la seca arena...-Su índice simplemente se deslizó de un traste a otros cinco más, probablemente seis; su velocidad no dejaba examinar las figuras de su mano izquierda. -Que los recuerdos se vuelvan sueños, y que las pesadillas se vuelvan heridas temporales... Sólo Ruud sabría de la cura-La rima terminó con la armonía de todas las cuerdas. La melancolía de haber perdido una de sus estrofas favoritas lo hacía un pobre viejo decrépito que apenas contaba con su instrumento. Se fue, dejándolos a la intemperie, como si por arte de magia fueran a encontrar al que prontamente se suicidaría, al menos si así era el destino
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Nos falta algo.-Pronunció el muchacho, deshaciéndose de la remembranza que estaba a punto de durar por horas. El vagabundo, por otro lado, aún seguía confundido y esperando a que la vida o la muerte llegara primero. La Respuesta de la canción era recitaba por la mujer, que con una voz increíblemente poderosa, se encargaba de engatusar el oído del sujeto. El tigre olfateó y olfateó, detectando a alguien cerca de los presentes. No era cualquier ser, era nada más ni nada menos que el punto de retorno, siendo testigo de las cosas que sucedían. El gran Ruud estaba allí.
-Esta vez no cobraré por la bebida...-Afirmó, manteniendo el recipiente en su mano, serio y calculador, viendo los rostros de cada uno. Nadie reaccionó, a excepción de Rohesia, quien hipnotizada fue por el magnífico elixir. Ninguno se atrevió a pronunciar ni una palabra, ni siquiera Ruud que apenas había llegado. Todo iba a la perfección, y Gambrinus no dejaba de mirar al suelo. Sakun y el anciano cruzaron miradas, casi hablando por las pupilas. Entretanto, el tigre logró pararse de patas y entregarle los pétalos a la dama.
Las huesudas manos de la fémina los tomaron para después mezclarlas en el agrio líquido. Acto seguido, el pelinegro no tardó en analizar la escena, preguntándose por qué el vendedor accedió a regalarle el objeto a la de cabellos rojizos. Sus ojos se abrieron como platos al descubrir de lo que se trataba, incluso su iris relucían ante la luz del extraño clima que tenía el firmamento. Una gota cayó al suelo y el dragón pronunciaría lo que marcaría el romántico acto.
-Ya veo... El trato iba con Ruud. Eventualmente, él entregaría su elixir si la mujer accedía a recibirlo. Como no hubo necesidad decirlo, Rohesia tomó este y lo mezcló con los pétalos, justo como parecía que iba a suceder. Y ahora los dos, de alguna manera, calmarían esas heridas; El sufrimiento y la depresión se juntarían para acabar con la memoria de Margaritta...-
El Laúd sonó desde la lejanía, era el gran Bedivere tocando la canción, mientras que de repente las estrofas salían desde su voz majestuosa. Rohesia, ahora enamorada del señor Gambrinus, se acercaba con tranquilidad hasta el lado del oloroso señor.
Bebe... Bebe, y olvida...-Aquella voz retumbaría en cada uno de los espectadores. Bedivere, Sakun, Zarpitas, y el gran Ruud....
Sakun
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Re: La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
Era una puta vieja, eso no había quién lo negase. Muy puta y muy vieja. Sus habituales clientes la cambiaron por otras jóvenes meretrices con las tetas en su sitio, niñas en comparación a la puta y vieja Rohesia. Y ella lo sabía, se lo repetía cada día al verse al espejo. Vivía de lo poco que podía acaudalar engatusando a los hombres. Seguía usando su coño, en menor medida pero lo usaba. Sin embargo, el sexo no ya no era la fuente de sus mayores ingresos. Sobornos, chantajes y otros líos que la edad le enseñaron por vieja y también por puta eran parte esencial de su oficio. Otra parte, estaba reservada a la paciencia. Sí, su oficio necesitaba tener mucha paciencia. Nunca se sabía cuando iba a tocar el caballo ganador.
Y ahí vino. El caballo ganador. O mejor dicho, el luchador ganador. Fue él quien contrató los servicios de la puta vieja. Por raro que pareciese, no quería follar. No del todo, al menos. Lo que él fue a buscar en realidad fueron los otros servicios, los de chantajista y embustera. Los oficios de la edad.
Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba engatusando al tal Ruud para que diera su brebaje al sucio y feo suicida y, luego haciendo que el feo se enamorarse de ella. Y lo consiguió. Rohesia, como la buena puta vieja que era, sabía cumplir muy bien de sus servicios.
El sucio y feo suicida le cogió de las manos y fue a besarla. Justo en ese instante. Zas. El chico envejeció mucho más rápido que ella la puta vieja y se convirtió en polvo. Lo mismo pasó con Ruud. Y el polvo se lo llevó el viento.
Otro trabajo bien realizado por parte de la puta vieja y sin tener que abrirse de piernas.
* Sakun: Después de todo el ajetreo que has tenido, el bardo y la guardia deciden premiarte. Después de los destrozos que han causado las otras canciones, están faltos de dinero, es por ello que te hacen entregan de unos Tekkokagis
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Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba engatusando al tal Ruud para que diera su brebaje al sucio y feo suicida y, luego haciendo que el feo se enamorarse de ella. Y lo consiguió. Rohesia, como la buena puta vieja que era, sabía cumplir muy bien de sus servicios.
El sucio y feo suicida le cogió de las manos y fue a besarla. Justo en ese instante. Zas. El chico envejeció mucho más rápido que ella la puta vieja y se convirtió en polvo. Lo mismo pasó con Ruud. Y el polvo se lo llevó el viento.
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