El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
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El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
En Lunargenta había una fiesta. Había lo que siempre había en todas las fiestas: música, baile y vino. No parecía haber nada nuevo. Nada que destacase. Como en todas las otras fiestas, la gente reía y se divertía. Los niños corrían de un lado a otro mientras, los más jóvenes bailaban y los más viejos bebían. Si alguien no asistió a la fiesta, le dirían que se había perdido la mejor fiesta del año; eso era algo que ocurría en todas las fiestas y ésta no iba a ser una excepción.
¿El motivo de la celebración? Nadie lo supo a ciencia cierta. Un grupo de juglares se habían reunido a la plaza y empezaron a cantar y a bailar mientras, otro grupo, repartía bebida entre los que se acercaban. Bebida y música gratis. Quien fuera que se preguntase de dónde había salido es que era un estúpido.
Bien entrada la noche, cuando los niños se cansaron correr, los jóvenes estaban ansiosos por un baile más caliente y los más anciano seguían bebiendo como si nada, uno de los juglares, un brujo, hizo algo que nadie esperó.
Todo se cubrió de una espesa niebla rosada. ¿Qué era aquello? No lo sabían. Quizás un juego de humos y fuegos por tal de dar paso a un espectáculo más grande. Tal vez, lo que viniera a continuación fuera lo que destacase de las otras fiestas o el motivo por el cual ésta había llegado o las dos cosas a la vez.
Los juglares… No. Los brujos disfrazados de juglares, consiguieron escapar no sin antes maldecir a los presentes. La guardia actuó rápido. Puso puestos de sanación por toda Aerandir. Se curaron muchos de los que fueron malditos. No todos.
Algunos voluntarios, aventureros y guardias de la ciudad; se quedaron durante toda la noche patrullando las calles, en mitad de la espesa niebla rosa, buscando a aquellos hombres y mujeres malditos por los juglares. Una tarea arduo complicada.
* TODO EL MUNDO ESTÁ INVITADO: Esto es un evento colectivo. Todos estáis invitado y, me temo, que algunos de vosotros, a los cuales he hablado por mensaje privado, ya sabéis que tenéis que hacer. En este evento, os dividís en dos grupos: Juglares y espectadores. ¿Conocéis el juego infantil “Policías y ladrones”? Este evento es algo similar. Lo espectadores, deberéis encontrar a los juglares (usuarios que siguen afectados por la maldición) y llevarlos a un puesto de sanación. Los juglares son usuarios con los cuales ya he hablado, vosotros ya sabéis cual es vuestro papel en este juego. La idea es hacer un juego interesante y original; es por esto que es necesario que guardéis en secreto vuestro lugar en el evento. Tanto “juglares” como “espectadores”. Es más divertido si nadie sabe nada; a nivel on-rol y off-rol, por supuesto. Para hacer más dinámico el juego, yo no participaré y si lo hago será de forma muy puntual para hacer alguna de mis maldades. ¡Qué os divirtáis!
¿El motivo de la celebración? Nadie lo supo a ciencia cierta. Un grupo de juglares se habían reunido a la plaza y empezaron a cantar y a bailar mientras, otro grupo, repartía bebida entre los que se acercaban. Bebida y música gratis. Quien fuera que se preguntase de dónde había salido es que era un estúpido.
Bien entrada la noche, cuando los niños se cansaron correr, los jóvenes estaban ansiosos por un baile más caliente y los más anciano seguían bebiendo como si nada, uno de los juglares, un brujo, hizo algo que nadie esperó.
Todo se cubrió de una espesa niebla rosada. ¿Qué era aquello? No lo sabían. Quizás un juego de humos y fuegos por tal de dar paso a un espectáculo más grande. Tal vez, lo que viniera a continuación fuera lo que destacase de las otras fiestas o el motivo por el cual ésta había llegado o las dos cosas a la vez.
Los juglares… No. Los brujos disfrazados de juglares, consiguieron escapar no sin antes maldecir a los presentes. La guardia actuó rápido. Puso puestos de sanación por toda Aerandir. Se curaron muchos de los que fueron malditos. No todos.
Algunos voluntarios, aventureros y guardias de la ciudad; se quedaron durante toda la noche patrullando las calles, en mitad de la espesa niebla rosa, buscando a aquellos hombres y mujeres malditos por los juglares. Una tarea arduo complicada.
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* TODO EL MUNDO ESTÁ INVITADO: Esto es un evento colectivo. Todos estáis invitado y, me temo, que algunos de vosotros, a los cuales he hablado por mensaje privado, ya sabéis que tenéis que hacer. En este evento, os dividís en dos grupos: Juglares y espectadores. ¿Conocéis el juego infantil “Policías y ladrones”? Este evento es algo similar. Lo espectadores, deberéis encontrar a los juglares (usuarios que siguen afectados por la maldición) y llevarlos a un puesto de sanación. Los juglares son usuarios con los cuales ya he hablado, vosotros ya sabéis cual es vuestro papel en este juego. La idea es hacer un juego interesante y original; es por esto que es necesario que guardéis en secreto vuestro lugar en el evento. Tanto “juglares” como “espectadores”. Es más divertido si nadie sabe nada; a nivel on-rol y off-rol, por supuesto. Para hacer más dinámico el juego, yo no participaré y si lo hago será de forma muy puntual para hacer alguna de mis maldades. ¡Qué os divirtáis!
Sigel
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Re: El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
Luces, comida, espectáculos ¡Sip, el festival duró unos días más de lo esperado! Pese a los sucesos inesperados con la caja días antes, nada fue lo suficientemente duro como para que el festejo continuase. Después del primer brujo pseudoartista, llegaron algunos más que verdaderamente tenían intensiones de entretener (supongo). No me miren a mí, yo no tengo idea de qué hacen ellos ahí o del porqué del festival, el caso es que ¡Es hora de disfrutar la vida!
Con todos los jaloneos circunstanciales, he podido hacerme con un montón de cosas: Un paté de pato, una caja de panquecillos, refresco de frutas, galletas, caramelos ¡Uff! La verdad es que… la mayoría de las cosas las dan gratis, así que no hay de qué quejarse.
Hay bufones, teatros guiñoles, cantantes, y en especial, los juglares que animan el festival son el espectáculo principal. ¡Y vaya que saben! Se han hecho un gran baile en cuestión de minutos, y la alegría tanto de niños como de adultos mejora las cosas.
Sin embargo, hay una cosa que a mí me hace infeliz, y es que hay un pastelillo de chocolate que me pide a gritos “¡Cómemeee!, ¡Cómemeee!”. Lo triste de eso es que es la única cosa que se vende en estos toldos de colores. Pero hay una cosa que nos separa: Los danzantes de Lunargenta. Si no has de venir a mí por las buenas…
Tomando velocidad y metiéndose entre el colectivo danzante, la elfilla comenzó a bailar al ritmo de las cuerdas, cruzando la multitud lentamente, mientras sus pasos se confundían entre la música y las risas hasta llegar al otro lado, donde le esperaba su amado pastelillo.
- Ya casi, ya casi… ¡Te tengo! – exclamó aun danzando, mientras tomaba la golosina entre sus manos.
Deleitándose con la obra de repostería, Iliaki notó que los ojos de la tendera no se fijaron en su hurto, dándose a la tarea de recoger dos más. Observando que la mujer seguía sin hacer caso, curiosa, buscó la causa de su falta de atención, encontrando que en efecto, había algo interesante al otro lado: Uno de los juglares había comenzado un llamativo juego de luces y fuegos que, en un dos por tres, se había convertido en un pánico que había comenzaba a extenderse gradualmente hasta llegar a ellas.
Ni tarda ni falta, la mujer giró a ver a la joven, quien, repleta de chocolate hasta las mejillas, se fue dando pasitos rítmicos hasta perderse nuevamente entre la gente que dejaba su baile para comenzar a correr.
De acuerdo, la señora está muy ocupada con su desconcierto para hacer algo conmigo, pero mejor me alejo de aquí, hay algo que huele muy mal, y no, no son los ebrios del suelo que se han pasado de cerveza. Uno de esos brujos me parece conocido, y nuestro encuentro la última vez no fue precisamente grato.
Fuego, humo ¡Demonios! Debo irme discretamente ¡Se va a armar una buena! ¡Más vale aquí corrió que aquí quedó!
Caminando tranquilamente, Iliaki se alejó de ahí hasta dejar el siniestro, justo antes de que la maldición final ocurriese.
Horas después del desastre, los guardias de la ciudad comenzaron a organizar todo lo necesario para reparar el daño. Los rumores de que algunos malditos seguían sin recibir tratamiento llegó hasta los oídos de Iliaki, quien preocupada, su primer pensamiento fue…
¡Demonios! ¿Y si fue la mujer de los pastelillos? ¡Debo ayudarlos!
Vi lo que ocurrió, vi el desastre que armaron ¡Se atrevieron a consumir la diversión y el entretenimiento de la gente! Aguafiestas…
Dirigiéndose a uno de los puestos de sanación, observó a los afectados, mientras un escalofrío recorría su espalda.
- Ugh… qué asco. Desgraciados ¡Tan bien que estaba almorzando! – mascullaba mientras se alejaba de ahí dando tumbos, sin embargo, sus humos se fueron cuando vio a un grupo de personas que se mostraban dispuestas a ayudar.
Oh, quizá pueda…
Con todos los jaloneos circunstanciales, he podido hacerme con un montón de cosas: Un paté de pato, una caja de panquecillos, refresco de frutas, galletas, caramelos ¡Uff! La verdad es que… la mayoría de las cosas las dan gratis, así que no hay de qué quejarse.
Hay bufones, teatros guiñoles, cantantes, y en especial, los juglares que animan el festival son el espectáculo principal. ¡Y vaya que saben! Se han hecho un gran baile en cuestión de minutos, y la alegría tanto de niños como de adultos mejora las cosas.
Sin embargo, hay una cosa que a mí me hace infeliz, y es que hay un pastelillo de chocolate que me pide a gritos “¡Cómemeee!, ¡Cómemeee!”. Lo triste de eso es que es la única cosa que se vende en estos toldos de colores. Pero hay una cosa que nos separa: Los danzantes de Lunargenta. Si no has de venir a mí por las buenas…
Tomando velocidad y metiéndose entre el colectivo danzante, la elfilla comenzó a bailar al ritmo de las cuerdas, cruzando la multitud lentamente, mientras sus pasos se confundían entre la música y las risas hasta llegar al otro lado, donde le esperaba su amado pastelillo.
- Ya casi, ya casi… ¡Te tengo! – exclamó aun danzando, mientras tomaba la golosina entre sus manos.
Deleitándose con la obra de repostería, Iliaki notó que los ojos de la tendera no se fijaron en su hurto, dándose a la tarea de recoger dos más. Observando que la mujer seguía sin hacer caso, curiosa, buscó la causa de su falta de atención, encontrando que en efecto, había algo interesante al otro lado: Uno de los juglares había comenzado un llamativo juego de luces y fuegos que, en un dos por tres, se había convertido en un pánico que había comenzaba a extenderse gradualmente hasta llegar a ellas.
Ni tarda ni falta, la mujer giró a ver a la joven, quien, repleta de chocolate hasta las mejillas, se fue dando pasitos rítmicos hasta perderse nuevamente entre la gente que dejaba su baile para comenzar a correr.
De acuerdo, la señora está muy ocupada con su desconcierto para hacer algo conmigo, pero mejor me alejo de aquí, hay algo que huele muy mal, y no, no son los ebrios del suelo que se han pasado de cerveza. Uno de esos brujos me parece conocido, y nuestro encuentro la última vez no fue precisamente grato.
Fuego, humo ¡Demonios! Debo irme discretamente ¡Se va a armar una buena! ¡Más vale aquí corrió que aquí quedó!
Caminando tranquilamente, Iliaki se alejó de ahí hasta dejar el siniestro, justo antes de que la maldición final ocurriese.
Horas después del desastre, los guardias de la ciudad comenzaron a organizar todo lo necesario para reparar el daño. Los rumores de que algunos malditos seguían sin recibir tratamiento llegó hasta los oídos de Iliaki, quien preocupada, su primer pensamiento fue…
¡Demonios! ¿Y si fue la mujer de los pastelillos? ¡Debo ayudarlos!
Vi lo que ocurrió, vi el desastre que armaron ¡Se atrevieron a consumir la diversión y el entretenimiento de la gente! Aguafiestas…
Dirigiéndose a uno de los puestos de sanación, observó a los afectados, mientras un escalofrío recorría su espalda.
- Ugh… qué asco. Desgraciados ¡Tan bien que estaba almorzando! – mascullaba mientras se alejaba de ahí dando tumbos, sin embargo, sus humos se fueron cuando vio a un grupo de personas que se mostraban dispuestas a ayudar.
Oh, quizá pueda…
Última edición por Iliaki el Dom 16 Oct 2016, 03:45, editado 1 vez
Iliaki
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Re: El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
Había pasado ya un buen tiempo desde que el elfo había pisado la ciudad de Lunargenta, sin embargo recordaba lo molesto que le resultaba caminar entre las calles arremolinadas de personas, la mayoría con olores bastante desagradables, ésta vez el elfo paseaba sin sus típicas espadas, no llevaba más armas que su guante de metal bien escondido bajo la oscura capa que lo cubría casi por completo.
Avanzó hasta una plaza más que todo por evitar seguir tropezando personas pero fue entonces cuando todo comenzó a empeorar; el elfo alzó una ceja mirando extrañado como un sujeto comenzaba a cantar y bailar justo a su lado -Brujos...- Murmuró de mala gana mientras se alejaba pero fue entonces cuando tropezó con otro que bailaba de manera similar -Pero qué rayos...- No terminó aquella frase cuando notó que cada vez eran más los que se unían al baile, incluso algunos que ya no eran brujos, entre ellos una jovencita que parecía tener algún tipo de daño psicológico severo.
De pronto notó que algo no andaba bien, aunque para entonces ya era demasiado tarde, una extraña niebla rosa adornaba el piso cubriendo los pies del pelinegro que se mantenía inmóvil ante tanta locura; un par de aquellos bailarines intentaron tomarlo de las manos para forzarlo a bailar y acabaron lanzados al piso sin remordimiento alguno por parte del elfo; y es que ese tipo de situaciones en general solían resultarle bastante incómodas; aunque la parte buena era que había mucha comida y con el tiempo que llevaba sin comer bien pues le tocaría aprovechar el momento.
La niebla roja que cubría sus pies parecía ser inofensiva así que sin prestarle mucha atención se dirigió hasta la mesa más cercana que veía; sin embargo la niebla rosa no se quedaba atrás sino que parecía seguir sus pisadas -Y tenía que ser rosada- Protestó serio; esa cosa comenzaba a desesperar al de ojos azules, pero centró su atención en los juglares que sin más, se escaparon de la vista de todos luego de decir unas palabras que el elfo no alcanzó a escuchar ni tampoco le interesaban en absoluto.
Sacudió sus pies de la molesta niebla rosa mientras el lugar se convertía en un caos más desastroso que muchas de sus misiones de asesinatos; tal vez lo mejor era salir de ahí antes que se pusiera peor, así que sin más se preparó para huir del lugar; varios guardias pasaron a su lado mientras se alejaba sin darse cuenta que la niebla roja era algo de lo que no resultaba nada fácil librarse ¿O acaso solo le pasaba a él?
Avanzó hasta una plaza más que todo por evitar seguir tropezando personas pero fue entonces cuando todo comenzó a empeorar; el elfo alzó una ceja mirando extrañado como un sujeto comenzaba a cantar y bailar justo a su lado -Brujos...- Murmuró de mala gana mientras se alejaba pero fue entonces cuando tropezó con otro que bailaba de manera similar -Pero qué rayos...- No terminó aquella frase cuando notó que cada vez eran más los que se unían al baile, incluso algunos que ya no eran brujos, entre ellos una jovencita que parecía tener algún tipo de daño psicológico severo.
De pronto notó que algo no andaba bien, aunque para entonces ya era demasiado tarde, una extraña niebla rosa adornaba el piso cubriendo los pies del pelinegro que se mantenía inmóvil ante tanta locura; un par de aquellos bailarines intentaron tomarlo de las manos para forzarlo a bailar y acabaron lanzados al piso sin remordimiento alguno por parte del elfo; y es que ese tipo de situaciones en general solían resultarle bastante incómodas; aunque la parte buena era que había mucha comida y con el tiempo que llevaba sin comer bien pues le tocaría aprovechar el momento.
La niebla roja que cubría sus pies parecía ser inofensiva así que sin prestarle mucha atención se dirigió hasta la mesa más cercana que veía; sin embargo la niebla rosa no se quedaba atrás sino que parecía seguir sus pisadas -Y tenía que ser rosada- Protestó serio; esa cosa comenzaba a desesperar al de ojos azules, pero centró su atención en los juglares que sin más, se escaparon de la vista de todos luego de decir unas palabras que el elfo no alcanzó a escuchar ni tampoco le interesaban en absoluto.
Sacudió sus pies de la molesta niebla rosa mientras el lugar se convertía en un caos más desastroso que muchas de sus misiones de asesinatos; tal vez lo mejor era salir de ahí antes que se pusiera peor, así que sin más se preparó para huir del lugar; varios guardias pasaron a su lado mientras se alejaba sin darse cuenta que la niebla roja era algo de lo que no resultaba nada fácil librarse ¿O acaso solo le pasaba a él?
Destino
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Re: El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
Kali pensaba dirigirse al centro de la ciudad, necesitaba hacer algunas compras en el mercado. A mitad de camino, a sus oídos llegó el sonido de música alegre, acompañada por una pequeña algarabía. Curiosa, se desvió de su trayecto para saber qué sucedía. Desconocía que hubiera un festival aquel día. De hecho, la pantera nunca había asistido a uno antes. Los nobles no tenían ese tipo de entretenimientos, sus fiestas eran más privadas y lujosas…
Alguien pasó con bebidas gratis, al verla el hombre enmudeció un poco, pero la pantera tomó una jarra. Podría dejar sus asuntos para otro momento. El sitio estaba bastante animado, la gente bailaba y cantaba. Y ella podía beber sin soltar un aero. Qué más se podía pedir.
La pantera incluso se animó a bailar. No es que supiera… Probablemente había bebido alguna copa de más. Al principio lo hizo sola, como tantos otros, luego una mujer bestia se le acercó. Era una mujer lobo, completamente blanca. No parecía ser de la ciudad. O esa fue la impresión que tuvo la pantera. Bailaron un rato y luego el maldito humo rosado evitó que Kali pudiera hablar con ella. Le hubiera gustado preguntarle de dónde venía, cómo era su tribu… Pero aquella humareda hizo que la perdiera de vista.
-Por todos los dioses.- Suspiró, alejándose del lugar. Aquella niebla de color tan extraño no presagiaba nada bueno. Sería mejor apartarse de su camino. Kali no se había fijado en lo que había sucedido realmente. No estaba al tanto del tema de los brujos.
Decidió quedarse por la zona, por si veía de nuevo a la loba. Pero no la encontró, se había desvanecido. Tampoco era fácil cuando aquella niebla rosada lo cubría todo y el lugar parecía sumido en el caos. Mientras deambulaba por la zona alcanzó a oír el fragmento de una conversación.
-...al parecer han maldecido a mucha gente... - La pantera escuchó una voz susurrar.- La guardia está buscando a los afectados.-
-¿Y cómo saben si alguien está maldito?-
-No estoy segura.- Respondió la primera voz. -Hay quién dice que…-
La pantera siguió de largo. No le interesaba el tema, estaba segura de que ella estaba perfectamente. De hecho, sospechaba que aquello de una maldición era algo que se había inventado algún gracioso para hacer que cundiera el pánico en la ciudad.
Fue entonces cuando se topó de bruces contra alguien.
-Vaya…- Se quejó con un gruñido. -Mira por dónde vas...- Bufó, indignada. Aunque probablemente hubiera sido culpa de ella.
Alguien pasó con bebidas gratis, al verla el hombre enmudeció un poco, pero la pantera tomó una jarra. Podría dejar sus asuntos para otro momento. El sitio estaba bastante animado, la gente bailaba y cantaba. Y ella podía beber sin soltar un aero. Qué más se podía pedir.
La pantera incluso se animó a bailar. No es que supiera… Probablemente había bebido alguna copa de más. Al principio lo hizo sola, como tantos otros, luego una mujer bestia se le acercó. Era una mujer lobo, completamente blanca. No parecía ser de la ciudad. O esa fue la impresión que tuvo la pantera. Bailaron un rato y luego el maldito humo rosado evitó que Kali pudiera hablar con ella. Le hubiera gustado preguntarle de dónde venía, cómo era su tribu… Pero aquella humareda hizo que la perdiera de vista.
-Por todos los dioses.- Suspiró, alejándose del lugar. Aquella niebla de color tan extraño no presagiaba nada bueno. Sería mejor apartarse de su camino. Kali no se había fijado en lo que había sucedido realmente. No estaba al tanto del tema de los brujos.
Decidió quedarse por la zona, por si veía de nuevo a la loba. Pero no la encontró, se había desvanecido. Tampoco era fácil cuando aquella niebla rosada lo cubría todo y el lugar parecía sumido en el caos. Mientras deambulaba por la zona alcanzó a oír el fragmento de una conversación.
-...al parecer han maldecido a mucha gente... - La pantera escuchó una voz susurrar.- La guardia está buscando a los afectados.-
-¿Y cómo saben si alguien está maldito?-
-No estoy segura.- Respondió la primera voz. -Hay quién dice que…-
La pantera siguió de largo. No le interesaba el tema, estaba segura de que ella estaba perfectamente. De hecho, sospechaba que aquello de una maldición era algo que se había inventado algún gracioso para hacer que cundiera el pánico en la ciudad.
Fue entonces cuando se topó de bruces contra alguien.
-Vaya…- Se quejó con un gruñido. -Mira por dónde vas...- Bufó, indignada. Aunque probablemente hubiera sido culpa de ella.
Kali
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Re: El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
¡Auch, mi naricita! ¡Una que quiere dar su valiosa ayuda y la golpean en el camino! ¿Se está volviendo tradición o algo? Un momento...
Viendo a quien tenía enfrente, y sin estar acostumbrada a los hombres bestia de apariencia felina, la elfina crispó sus orejas y comenzó a gritar con una gran consternación, motivada más por el estrés y los prejuicios del momento que por la firmeza de la pantera.
- ¡¡¡AHHHHHH!!! ¡Un infectado, un infectado, se comerá mi cere...! Oh... - esperen, no es un infectado ¿Tan siquiera lo que les afecta a esas personas es una enfermedad o algo? - disculpa.
Grandes brigadas de enfermeros, brujos especialistas y guardias cruzaban las avenidas, tratando de cubrir las emergencias de la afección del reciente ataque. Hubieron ataques, crisis de nervios y alteraciones peligrosas por parte de los aldeanos que trataban de atrapar a los que habían recibido las maldiciones, quienes eran afectados de formas diferentes, algunas cómicas, otras siniestras, pero que siempre lograban hacer de las suyas.
Aquellos que habían logrado aguantar o que simplemente se habían hallado con suerte estaban ahora recostados en camillas. Las más terribles maldiciones habían logrado laceraciones con las propias uñas de los inocentes, otros simplemente vomitaban continuamente, a ratos parecía más una epidemia que un ataque mágico.
Los rumores de algunos con maldiciones más agudas se propagaban como fuego en pólvora.
Mirando tan triste panorama, Iliaki miraba tristemente, luego se dirigió de pronto a la mujer bestia.
- Ayúdame a atraparlos ¡La señora de los pastelillos seguro está entre ellos! - decía tomando de los brazos a la mujer, cuando se dio cuenta que su pelaje era tan suave como el de un abrigo fino.
Uh... suavecito. Je, je, je...
Dándose cuenta de lo que hacía, la soltó al notar una mirada pesada de desaprobación ante su fortuito acto.
- ¡L-lo siento! Me llamo Iliaki ¡Un placer! - dijo inclinándose.
¿Pero cómo carajos se encuentran los demás? ¡Dicen incluso que sus maldiciones son más peligrosas! ¡Eh, un elfo! ¡Seguramente él sepa de magia de curación y esas cosas raras que hacen los del bosque!
- ¡Ehhhh, oiga! ¿Usted sabe algo de los malditos?
Viendo a quien tenía enfrente, y sin estar acostumbrada a los hombres bestia de apariencia felina, la elfina crispó sus orejas y comenzó a gritar con una gran consternación, motivada más por el estrés y los prejuicios del momento que por la firmeza de la pantera.
- ¡¡¡AHHHHHH!!! ¡Un infectado, un infectado, se comerá mi cere...! Oh... - esperen, no es un infectado ¿Tan siquiera lo que les afecta a esas personas es una enfermedad o algo? - disculpa.
Grandes brigadas de enfermeros, brujos especialistas y guardias cruzaban las avenidas, tratando de cubrir las emergencias de la afección del reciente ataque. Hubieron ataques, crisis de nervios y alteraciones peligrosas por parte de los aldeanos que trataban de atrapar a los que habían recibido las maldiciones, quienes eran afectados de formas diferentes, algunas cómicas, otras siniestras, pero que siempre lograban hacer de las suyas.
Aquellos que habían logrado aguantar o que simplemente se habían hallado con suerte estaban ahora recostados en camillas. Las más terribles maldiciones habían logrado laceraciones con las propias uñas de los inocentes, otros simplemente vomitaban continuamente, a ratos parecía más una epidemia que un ataque mágico.
Los rumores de algunos con maldiciones más agudas se propagaban como fuego en pólvora.
Mirando tan triste panorama, Iliaki miraba tristemente, luego se dirigió de pronto a la mujer bestia.
- Ayúdame a atraparlos ¡La señora de los pastelillos seguro está entre ellos! - decía tomando de los brazos a la mujer, cuando se dio cuenta que su pelaje era tan suave como el de un abrigo fino.
Uh... suavecito. Je, je, je...
Dándose cuenta de lo que hacía, la soltó al notar una mirada pesada de desaprobación ante su fortuito acto.
- ¡L-lo siento! Me llamo Iliaki ¡Un placer! - dijo inclinándose.
¿Pero cómo carajos se encuentran los demás? ¡Dicen incluso que sus maldiciones son más peligrosas! ¡Eh, un elfo! ¡Seguramente él sepa de magia de curación y esas cosas raras que hacen los del bosque!
- ¡Ehhhh, oiga! ¿Usted sabe algo de los malditos?
- Perdón por el retraso :v:
- Disculpen mi total ausencia y por no reportarme, dejo aquí mi post.
Iliaki
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Re: El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
De un momento a otro todo se había convertido en un caos que parecía irreversible, gritos de angustia y pánico habían cubierto las calles de la ciudad humana mientras una especie de cazadores de malditos salían en busca de las víctimas con el fin de atraparlos; bien sabía el pelinegro que los humanos tenían algunos malos hábitos al tratar con prisioneros de otras razas, por lo que dejarse atrapar no era una opción.
No terminaba de entender muy bien lo que estaba sucediendo pero sabía que salir de la ciudad era lo mejor que podría hacer; pensando en ello y con la firme idea del escape dibujada en su mente decidió correr a la salida más cercana; sin embargo el camino parecía ser difícil de atravesar sin tropezarse con alguno de los que buscaban a todos; la niebla rosa se había disipado casi completamente de sus pies para dar paso a algo mucho peor; sus huellas tenían la extraña forma de notas musicales, eso ni siquiera tenía sentido físicamente pero así era, y entre más tiempo se quedara en un mismo sitio más fácil sería que lo encontraran.
Permaneció un rato escondido en un callejón hasta que unos sujetos entraron siguiendo sus huellas; no tenía manera de pasar desapercibido y aunque se escondió o mejor que pudo, las huellas delatarían su posición más pronto que tarde -¡¡Aquí hay uno, aquí hay uno!!- Gritaron pidiendo ayuda y el elfo sabiendo que lo habían encontrado corrió en dirección contraria; dando algunos saltos sobre cajones apilados consiguió saltar el muro aunque tampoco era muy alto, y llegar hasta el otro lado donde desafortunadamente quedaría mucho más expuesto.
Había ido a parar por desgracia a una especie de campo de concentración de capturados -¿Los malditos?- Murmuró preguntando más para sí mismo al tiempo que miraba hacia sus pies y esas extrañas huellas -Conque de eso se trata- Murmuró de nuevo entendiendo por fin lo que había ocurrido pero ¿Podrían los humanos liberarlo de su estado? -Destino no es un maldito- Dijo de mala gana mientras se lanzaba hacia la puerta más cercana para tratar de escapar; regresar por donde había entrado no parecía una opción razonable, por lo que debía encontrar una nueva ruta de escape.
Corrió buscando la primera puerta pero antes de llegar ésta se encontraba rodeada por varios humanos listos para atraparle como si fuera un demente; se detuvo deslizándose un poco en el piso a causa de la velocidad y cambió de dirección al ver otra puerta pero de nuevo los perseguidores llegaban primero; aunque no todo era humanos en ese lugar, esa misteriosa y pequeña elfa parecía saber más de lo que podría aparentar; aunque acercarse sería peligroso considerando a su peludo compañero -No me atraparán- Dijo retrocediendo mientras llevaba la mano a su espalda en busca de la espada, una que por desgracia no había llevado esta vez; tan solo contaba con su propia destreza y su determinación para salir de semejante enredo.
No terminaba de entender muy bien lo que estaba sucediendo pero sabía que salir de la ciudad era lo mejor que podría hacer; pensando en ello y con la firme idea del escape dibujada en su mente decidió correr a la salida más cercana; sin embargo el camino parecía ser difícil de atravesar sin tropezarse con alguno de los que buscaban a todos; la niebla rosa se había disipado casi completamente de sus pies para dar paso a algo mucho peor; sus huellas tenían la extraña forma de notas musicales, eso ni siquiera tenía sentido físicamente pero así era, y entre más tiempo se quedara en un mismo sitio más fácil sería que lo encontraran.
Permaneció un rato escondido en un callejón hasta que unos sujetos entraron siguiendo sus huellas; no tenía manera de pasar desapercibido y aunque se escondió o mejor que pudo, las huellas delatarían su posición más pronto que tarde -¡¡Aquí hay uno, aquí hay uno!!- Gritaron pidiendo ayuda y el elfo sabiendo que lo habían encontrado corrió en dirección contraria; dando algunos saltos sobre cajones apilados consiguió saltar el muro aunque tampoco era muy alto, y llegar hasta el otro lado donde desafortunadamente quedaría mucho más expuesto.
Había ido a parar por desgracia a una especie de campo de concentración de capturados -¿Los malditos?- Murmuró preguntando más para sí mismo al tiempo que miraba hacia sus pies y esas extrañas huellas -Conque de eso se trata- Murmuró de nuevo entendiendo por fin lo que había ocurrido pero ¿Podrían los humanos liberarlo de su estado? -Destino no es un maldito- Dijo de mala gana mientras se lanzaba hacia la puerta más cercana para tratar de escapar; regresar por donde había entrado no parecía una opción razonable, por lo que debía encontrar una nueva ruta de escape.
Corrió buscando la primera puerta pero antes de llegar ésta se encontraba rodeada por varios humanos listos para atraparle como si fuera un demente; se detuvo deslizándose un poco en el piso a causa de la velocidad y cambió de dirección al ver otra puerta pero de nuevo los perseguidores llegaban primero; aunque no todo era humanos en ese lugar, esa misteriosa y pequeña elfa parecía saber más de lo que podría aparentar; aunque acercarse sería peligroso considerando a su peludo compañero -No me atraparán- Dijo retrocediendo mientras llevaba la mano a su espalda en busca de la espada, una que por desgracia no había llevado esta vez; tan solo contaba con su propia destreza y su determinación para salir de semejante enredo.
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