[Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
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[Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Aquella mañana, con los primeros rayos del alba, Don Rocín Ofstain se preparaba para la aventura de su vida; atrás dejaba una mansión llena de lujos para partir en busca de aventuras y ¿Por qué no? Su amor idealizado, de lejos todo parecía perfecto, portaba su brillante y lustrosa armadura, una espada forjada por los más finos herreros, un caballo que sería capaz de surcar el cielo mismo si su jinete así se lo pedía, pero todo esto, cada una de dichas ideas estaban más en la mente del viejo Rocín que en la realidad misma.
Sumido en su biblioteca leyendo muchos libros e historias de valientes caballeros, el anciano había ido perdiendo el juicio y su noción de la realidad se veía cada vez más nublada por aquellas historias que tras leerlas, calaban fuertemente en su subconsciente haciéndole desear ser él mismo como esos valientes héroes de los que leía en los libros.
Por otro lado, su hermanastra Huga Ofstain había venido observando con pleno agrado su situación, si el viejo enloquecía ella podría quedarse con toda la fortuna de la familia, así que a la primera oportunidad aprovechó para animar al pobre Don Rocín a partir en busca de las aventuras que se merecía vivir, aunque sus planes iban más allá de eso, pensaba enviar mercenarios a asesinarle para asegurarse de que no hubiera errores en su prometedor futuro como la dueña de todo.
Fue así como a las afueras de la ciudad Don Rocín acabó discutiendo fervientemente con su fiel escudero Filomeno Panza, un hombre de baja estatura y aspecto rechoncho pero de muy buenos sentimientos, que imaginando los planes de Huga, había decidido acompañar a su señor para evitar que le pasara algo malo en el camino.
Fue entonces cuando el elfo Destino, quien avanzaba en dirección a Baslodia se encontró con tan extraña escena -Los vientos que soplan indicarán con susurros la dirección que habremos de seguir- Expresaba el viejo Rocín con un poético tono al hablar -Sí, señor, pero no es mala idea llevar un mapa- Protestaba su escudero -Los mapas son para quienes no confían en el destino de sus pasos- Defendía fervientemente el quisquilloso viejo sin dejarse convencer -Entonces tal vez un poco de ayuda- Sugirió Filomeno -Debemos llevar algunos hombres que nos ayuden durante el viaje- Sugirió con razón, no solo por lo difícil que sería, sino porque esperaba que se presentara algún peligro luego.
Tras pensarlo unos instantes el viejo aceptó -Pueden venir algunos más, si necesitas que te protejan, pero nadie me arrebatará la gloria de mis batallas- Profirió mientras sacaba su espada y la ondeaba en el aire montado en su caballo.
El elfo había permanecido observando, en parte por intriga y en parte porque la escena era tremendamente tragicómica, aunque la forma de hablar de viejo resultaba casi convincente ¿Sería el viejo una proeza tal como decía? De ser así, sus años de experiencia podrían servirle al pelinegro para aprender un par de cosas de tan gallardo caballero.
Usted, caballero elfo ¿Sabe pelear?- Preguntó el panzón al pelinegro, cosa que era más una ofensa que una pregunta en sí misma -¿Cómo te atreves a preguntar eso?- Respondió el elfo claramente ofendido, aunque la oferta de acompañar a tan prometedor y experimentado caballero le calmaría un poco la furia de aquella ofensa -Si pudiera acompañar a mi señor hasta Baslodia recibirá una buena recompensa- Ofreció el escudero aunque poco le importaban esas cosas al elfo, el solo hecho de poder aprender algo ya le resultaba suficiente -Destino irá con ustedes, no hace falta paga alguna- Dijo el elfo haciendo una reverencia hacia el caballero al que le había adquirido cierto respeto y admiración aunque no tenía idea de que el viejo simplemente estaba loco como una cabra.
Bien, bien, bien- Dijo el hombrecillo emocionado mientras miraba en todas direcciones en espera de encontrar alguien más que se sumara a su aventura, no sabía qué tan bueno fuera el elfo en combate, pero sabía que con las malas intenciones de la vieja Huga, no sería suficiente para defender al pobre Don Rocín.
Sumido en su biblioteca leyendo muchos libros e historias de valientes caballeros, el anciano había ido perdiendo el juicio y su noción de la realidad se veía cada vez más nublada por aquellas historias que tras leerlas, calaban fuertemente en su subconsciente haciéndole desear ser él mismo como esos valientes héroes de los que leía en los libros.
Por otro lado, su hermanastra Huga Ofstain había venido observando con pleno agrado su situación, si el viejo enloquecía ella podría quedarse con toda la fortuna de la familia, así que a la primera oportunidad aprovechó para animar al pobre Don Rocín a partir en busca de las aventuras que se merecía vivir, aunque sus planes iban más allá de eso, pensaba enviar mercenarios a asesinarle para asegurarse de que no hubiera errores en su prometedor futuro como la dueña de todo.
Fue así como a las afueras de la ciudad Don Rocín acabó discutiendo fervientemente con su fiel escudero Filomeno Panza, un hombre de baja estatura y aspecto rechoncho pero de muy buenos sentimientos, que imaginando los planes de Huga, había decidido acompañar a su señor para evitar que le pasara algo malo en el camino.
Fue entonces cuando el elfo Destino, quien avanzaba en dirección a Baslodia se encontró con tan extraña escena -Los vientos que soplan indicarán con susurros la dirección que habremos de seguir- Expresaba el viejo Rocín con un poético tono al hablar -Sí, señor, pero no es mala idea llevar un mapa- Protestaba su escudero -Los mapas son para quienes no confían en el destino de sus pasos- Defendía fervientemente el quisquilloso viejo sin dejarse convencer -Entonces tal vez un poco de ayuda- Sugirió Filomeno -Debemos llevar algunos hombres que nos ayuden durante el viaje- Sugirió con razón, no solo por lo difícil que sería, sino porque esperaba que se presentara algún peligro luego.
Tras pensarlo unos instantes el viejo aceptó -Pueden venir algunos más, si necesitas que te protejan, pero nadie me arrebatará la gloria de mis batallas- Profirió mientras sacaba su espada y la ondeaba en el aire montado en su caballo.
El elfo había permanecido observando, en parte por intriga y en parte porque la escena era tremendamente tragicómica, aunque la forma de hablar de viejo resultaba casi convincente ¿Sería el viejo una proeza tal como decía? De ser así, sus años de experiencia podrían servirle al pelinegro para aprender un par de cosas de tan gallardo caballero.
Usted, caballero elfo ¿Sabe pelear?- Preguntó el panzón al pelinegro, cosa que era más una ofensa que una pregunta en sí misma -¿Cómo te atreves a preguntar eso?- Respondió el elfo claramente ofendido, aunque la oferta de acompañar a tan prometedor y experimentado caballero le calmaría un poco la furia de aquella ofensa -Si pudiera acompañar a mi señor hasta Baslodia recibirá una buena recompensa- Ofreció el escudero aunque poco le importaban esas cosas al elfo, el solo hecho de poder aprender algo ya le resultaba suficiente -Destino irá con ustedes, no hace falta paga alguna- Dijo el elfo haciendo una reverencia hacia el caballero al que le había adquirido cierto respeto y admiración aunque no tenía idea de que el viejo simplemente estaba loco como una cabra.
Bien, bien, bien- Dijo el hombrecillo emocionado mientras miraba en todas direcciones en espera de encontrar alguien más que se sumara a su aventura, no sabía qué tan bueno fuera el elfo en combate, pero sabía que con las malas intenciones de la vieja Huga, no sería suficiente para defender al pobre Don Rocín.
- Don Rocín:
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Última edición por Destino el Lun 7 Nov - 22:06, editado 1 vez
Destino
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Caminando desde los interiores la ciudad se encontraba un mercenario, sin suerte ni dinero, después de su inesperado viaje al norte, y de regreso, el joven no tuvo mucha suerte en el trabajo, y finalmente se quedo sin dinero.
Decidido a probar suerte en otros lugares el mercenario se aventuro a salir, de nueva cuenta, de Lunargenta para encontrarse con una escena que casi le saca una carcajada, un trió de locos que, a diferencia del elfo, parecían actores de algún circo o una caravana de artistas, si todo eso se trataba de una comedia, pues era excelente, es entonces cuando el gordito se percata de la presencia del joven espadachín.
Al fijarse bien, se da cuenta que el mercenario venia bastante bien equipado, con dos espadas, un hacha y un set completo de armadura de cuero tachonada, viéndolo de esta forma, parecía buena idea contratar al guerrero como guarda espaldas del buen Don Rocín.
No le tomo mucho al hombre convencer al mercenario que los acompañara después de que este le explicara la situación lejos de donde su señor y el elfo lo pudiesen escuchar, y susurrándole al oído para estar más seguro, la situación le parecía hilarante, y cualquier trabajo valdría la pena si la paga recibida fuera buena, además que él no era del tipo de gente que se asustaba por un poco de acción, todo lo contrario, estaría más que feliz de poner a prueba su acero contra cualquier asesino que fuera a por el viejo.
Filomeno se acerco de nuevo a su señor y al elfo para presentarle al nuevo integrante de su grupo, el mercenario afirmaba ser un competente espadachín, y alguien que había viajado hasta las tierras del norte, y de regreso, en una ocasión, así pues, bien podía servir de guía en esos viajes, atravesando esos lares. Aunque un poco desconfiado por la pinta de pordiosero del joven, y porque este afirmase abiertamente que su interés al unirse al aventura era puramente monetario, Don Rocín acepto la compañía del espadachín de mala gana, no le hacía mucha gracia ser acompañado en su noble gesta por una espada de alquiler solo interesado en el dinero y el pillaje, pero con eso se libraría de los incesantes lamentos de su escudero por un rato.
Decidido a probar suerte en otros lugares el mercenario se aventuro a salir, de nueva cuenta, de Lunargenta para encontrarse con una escena que casi le saca una carcajada, un trió de locos que, a diferencia del elfo, parecían actores de algún circo o una caravana de artistas, si todo eso se trataba de una comedia, pues era excelente, es entonces cuando el gordito se percata de la presencia del joven espadachín.
Al fijarse bien, se da cuenta que el mercenario venia bastante bien equipado, con dos espadas, un hacha y un set completo de armadura de cuero tachonada, viéndolo de esta forma, parecía buena idea contratar al guerrero como guarda espaldas del buen Don Rocín.
No le tomo mucho al hombre convencer al mercenario que los acompañara después de que este le explicara la situación lejos de donde su señor y el elfo lo pudiesen escuchar, y susurrándole al oído para estar más seguro, la situación le parecía hilarante, y cualquier trabajo valdría la pena si la paga recibida fuera buena, además que él no era del tipo de gente que se asustaba por un poco de acción, todo lo contrario, estaría más que feliz de poner a prueba su acero contra cualquier asesino que fuera a por el viejo.
Filomeno se acerco de nuevo a su señor y al elfo para presentarle al nuevo integrante de su grupo, el mercenario afirmaba ser un competente espadachín, y alguien que había viajado hasta las tierras del norte, y de regreso, en una ocasión, así pues, bien podía servir de guía en esos viajes, atravesando esos lares. Aunque un poco desconfiado por la pinta de pordiosero del joven, y porque este afirmase abiertamente que su interés al unirse al aventura era puramente monetario, Don Rocín acepto la compañía del espadachín de mala gana, no le hacía mucha gracia ser acompañado en su noble gesta por una espada de alquiler solo interesado en el dinero y el pillaje, pero con eso se libraría de los incesantes lamentos de su escudero por un rato.
- nota:
- Si hay algún inconveniente o algún detalle en mi respuesta, por favor, házmelo saber por MP y enseguida me pondré a corregirlo, sin más que decir, estoy emocionado de poder rolear con tigo, este tema me pareció demasiado interesante como para dejarlo pasar.
Klinge
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Vankgen había tenido una pobre suerte desde e naufragio, los bosques poseían pocos contratos, y si no quería tener que ejercer de mercader el pillaje ofrecía poca recompensa en metálico y demasiados golpes, una dinámica muy distinta a la que estaba acostumbrado el joven pirata.
Además de que su aspecto resultaba demasiado reconocible y tenía que moverse rápidamente para que nos e extendieran rumores extraños. Aquella clase de robo requería de una sofisticación que el hombre bestia ni tenía, ni quería tener.
Había pensado entonces en convertirse en quienes habían sido sus adversarios las ultimas jornadas, los mercenarios que portaban a menudo a modo de salario mas Aeros que sus contratantes en las bolsas.
De esa manera el hombre mantis terminó paseando por las afueras de la ciudad, sin decidirse del todo en entrar a la misma, mirando de reojo como los aldeanos le señalaban y cuchicheaban, se apartaban de su camino o soltaban exclamaciónes de sorpresa cuando entraba en su campo de visión.
-Si pudiera acompañar a mi señor hasta Baslodia recibirá una buena recompensa-Llego la voz del rollizo escudero hacía los oidos carentes de pabellón del recién estrenado mercenario, el cual avanzó con rapidez hacia el escudero.
Vank se detuvo a escasos centímetros del sujeto y lo tomó de la camisa con rudeza, inclinándose sobre el mismo mientras paseaba el rostro por las facciones de ondulantes tonos salmón de aquel hombre, que perdían fuerza a medida que la sangre abandonaba su rostro al devolverle la mirada.
-Yo peleo por dinero.-Pronunció en tono hosco el joven, exhibiendo al hablar sus puntiagudos dientes.
Filomeno tragó saliva y asintió, mientras sus grasas empezaba a verse presas de un tembloriqueo que recordaba a la gelatina.
El hombre bestia lo soltó, sonriendo ligeramente e hinchando el pecho ufano de haber conseguido su primer contrato tan rápidamente, sin percatarse de que prácticamente había obligado a su contratación.
-V-venga, por aquí.-Le señaló dudoso el escudero mientras lo hacía acercarse a los otros dos sujetos que serían sus camaradas.
El hombre mantis observó primero al elfo, no había visto muchos de su especie, y le recordó vagamente alas corrientes del fondo del mar, había algo, quizás en la oscuridad de sus tonos, en lo mate de sus colores, o en el aura que desprendía que hacía que su tamaño no le resultara tan ridículo. Su mirada pasó después sobre el hombre ataviado con una armadura, y chasqueó la lengua mientras le dedicaba una sonrisa burlona, el no necesitaba ropa alguna, su gruesa piel y sus placas eran, a su parecer, protección mas que suficiente.
Por ultimo su mirada pasó hacia el sujeto a quien tendría que proteger, no estaba acostumbrado a cuidar cosas, solo a romperlas, y si le hubieran pagado para eso le habría resultado un trabajo mucho mas rápido.
Vankgen hecho los 4 hombros hacia atrás, y estiro sus 4 extremidades superiores cruzadas, y las dos intermedias entre si, haciendo crujir su espalda, y sus articulaciones mientras paseaba la mirada de forma alterna entre los 4 humanoides que tenía a su alrededor.
-¿Y ahora que?.-Espetó.
Además de que su aspecto resultaba demasiado reconocible y tenía que moverse rápidamente para que nos e extendieran rumores extraños. Aquella clase de robo requería de una sofisticación que el hombre bestia ni tenía, ni quería tener.
Había pensado entonces en convertirse en quienes habían sido sus adversarios las ultimas jornadas, los mercenarios que portaban a menudo a modo de salario mas Aeros que sus contratantes en las bolsas.
De esa manera el hombre mantis terminó paseando por las afueras de la ciudad, sin decidirse del todo en entrar a la misma, mirando de reojo como los aldeanos le señalaban y cuchicheaban, se apartaban de su camino o soltaban exclamaciónes de sorpresa cuando entraba en su campo de visión.
-Si pudiera acompañar a mi señor hasta Baslodia recibirá una buena recompensa-Llego la voz del rollizo escudero hacía los oidos carentes de pabellón del recién estrenado mercenario, el cual avanzó con rapidez hacia el escudero.
Vank se detuvo a escasos centímetros del sujeto y lo tomó de la camisa con rudeza, inclinándose sobre el mismo mientras paseaba el rostro por las facciones de ondulantes tonos salmón de aquel hombre, que perdían fuerza a medida que la sangre abandonaba su rostro al devolverle la mirada.
-Yo peleo por dinero.-Pronunció en tono hosco el joven, exhibiendo al hablar sus puntiagudos dientes.
Filomeno tragó saliva y asintió, mientras sus grasas empezaba a verse presas de un tembloriqueo que recordaba a la gelatina.
El hombre bestia lo soltó, sonriendo ligeramente e hinchando el pecho ufano de haber conseguido su primer contrato tan rápidamente, sin percatarse de que prácticamente había obligado a su contratación.
-V-venga, por aquí.-Le señaló dudoso el escudero mientras lo hacía acercarse a los otros dos sujetos que serían sus camaradas.
El hombre mantis observó primero al elfo, no había visto muchos de su especie, y le recordó vagamente alas corrientes del fondo del mar, había algo, quizás en la oscuridad de sus tonos, en lo mate de sus colores, o en el aura que desprendía que hacía que su tamaño no le resultara tan ridículo. Su mirada pasó después sobre el hombre ataviado con una armadura, y chasqueó la lengua mientras le dedicaba una sonrisa burlona, el no necesitaba ropa alguna, su gruesa piel y sus placas eran, a su parecer, protección mas que suficiente.
Por ultimo su mirada pasó hacia el sujeto a quien tendría que proteger, no estaba acostumbrado a cuidar cosas, solo a romperlas, y si le hubieran pagado para eso le habría resultado un trabajo mucho mas rápido.
Vankgen hecho los 4 hombros hacia atrás, y estiro sus 4 extremidades superiores cruzadas, y las dos intermedias entre si, haciendo crujir su espalda, y sus articulaciones mientras paseaba la mirada de forma alterna entre los 4 humanoides que tenía a su alrededor.
-¿Y ahora que?.-Espetó.
Yarnelen Vankgen
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Me encontraba saliendo de la ciudad para dirigirme a Baslodia, tenía la obligación de llevar un arma a ese lugar y esperaba terminar con ello lo más pronto posible, sin embargo, los intensos rayos del sol que calcinaban lentamente mi cuerpo, la insoportable pereza que me acompañaba desde el momento que desperté, cargar el arma dentro de un saco que me hacía ver como un típico ladrón, el extraño bigote felino que me crecía rápidamente, me hacían el viaje algo tedioso, realmente deseaba quedarme en casa durmiendo hasta el momento de comer pero tampoco había mucho con lo que pudiera alimentarme, pues había sido una semana de mala suerte.
Entonces me encontré con un grupo de sujetos que eran atacados por un extraño monstruo enorme y deforme -(¡¿Pero qué cosa es esa?!)- Pensé mientras se dibujaba en mi rostro una expresión de pánico, nunca había visto una criatura como esa pero parecía ser muy peligrosa, así que opté por seguir mi camino tratando de no ser visto por la enorme criatura, sin embargo, aunque me apresuraba no podía evitar mirar de reojo al pequeño grupo, pues la curiosidad era más fuerte que mi voluntad pero gracias a eso entendí que el monstruo no estaba atacando, en realidad era uno más del grupo o por lo menos eso parecía, de todas formas seguí mi camino para no arriesgarme.
Cuando creí estar a salvo escuché una voz detrás de mí, no fui lo suficientemente rápido -Joven elfo, espere un momento por favor- Dijo un sujeto gordo y enano con un tono amable aunque en el fondo parecía estar un poco nervioso, entonces como la interacción era inevitable tuve que voltear a mirarlo para no parecer un malhumorado o algo así -Disculpe pero no pude evitar ver su espada- explicaba aquel sujeto mientras se me acercaba -Soy Filomeno, y me gustaría que acompañaras a mi señor hasta Baslodia, recibirás una buena recompensa si lo proteges- La oferta parecía tentadora, yo igualmente me dirigiría a la ciudad con o sin ellos así que preferí aceptar la petición, no podría ser tan complicado de todas formas -Está bien, pero necesito que lleves esto por mí hasta que terminemos el viaje- Respondí mientras le entregaba el saco que contenía el arma.
Después de eso el sujeto me llevó con el resto del grupo -Antes de comenzar, dime a quién debo proteger- Dije para no confundir a nadie durante el viaje -Él es mi señor, Don Rocín Ofstain- Me respondió Filomeno mientras usaba su dedo índice para señalar a su amo, que al parecer era el anciano del grupo -(¿Este anciano mal vestido es al que debo proteger? Pero no tiene caso si lo protejo de cualquier peligro, él morirá de viejo antes de llegar a Baslodia)- Pensé mientras lo miraba de pies a cabeza, me costaba encontrarle sentido al asunto pero supuse que al final valdría la pena.
Fue entonces cuando nuevamente me percaté de la presencia del extraño monstruo, no sabía qué era eso pero me encargaría de hacer lo posible por no hacerlo enfadar, lo mejor sería presentarme mostrándome agradable para no parecer asustado -Soy Rauko, y haré todo lo que esté a mi alcance para que nuestros enemigos caigan bajo nuestros pies- Dije con un tono amigable y a la vez cordial, tal vez con eso me ganaría la confianza de los demás y podría evitar problemas innecesarios…
Entonces me encontré con un grupo de sujetos que eran atacados por un extraño monstruo enorme y deforme -(¡¿Pero qué cosa es esa?!)- Pensé mientras se dibujaba en mi rostro una expresión de pánico, nunca había visto una criatura como esa pero parecía ser muy peligrosa, así que opté por seguir mi camino tratando de no ser visto por la enorme criatura, sin embargo, aunque me apresuraba no podía evitar mirar de reojo al pequeño grupo, pues la curiosidad era más fuerte que mi voluntad pero gracias a eso entendí que el monstruo no estaba atacando, en realidad era uno más del grupo o por lo menos eso parecía, de todas formas seguí mi camino para no arriesgarme.
Cuando creí estar a salvo escuché una voz detrás de mí, no fui lo suficientemente rápido -Joven elfo, espere un momento por favor- Dijo un sujeto gordo y enano con un tono amable aunque en el fondo parecía estar un poco nervioso, entonces como la interacción era inevitable tuve que voltear a mirarlo para no parecer un malhumorado o algo así -Disculpe pero no pude evitar ver su espada- explicaba aquel sujeto mientras se me acercaba -Soy Filomeno, y me gustaría que acompañaras a mi señor hasta Baslodia, recibirás una buena recompensa si lo proteges- La oferta parecía tentadora, yo igualmente me dirigiría a la ciudad con o sin ellos así que preferí aceptar la petición, no podría ser tan complicado de todas formas -Está bien, pero necesito que lleves esto por mí hasta que terminemos el viaje- Respondí mientras le entregaba el saco que contenía el arma.
Después de eso el sujeto me llevó con el resto del grupo -Antes de comenzar, dime a quién debo proteger- Dije para no confundir a nadie durante el viaje -Él es mi señor, Don Rocín Ofstain- Me respondió Filomeno mientras usaba su dedo índice para señalar a su amo, que al parecer era el anciano del grupo -(¿Este anciano mal vestido es al que debo proteger? Pero no tiene caso si lo protejo de cualquier peligro, él morirá de viejo antes de llegar a Baslodia)- Pensé mientras lo miraba de pies a cabeza, me costaba encontrarle sentido al asunto pero supuse que al final valdría la pena.
Fue entonces cuando nuevamente me percaté de la presencia del extraño monstruo, no sabía qué era eso pero me encargaría de hacer lo posible por no hacerlo enfadar, lo mejor sería presentarme mostrándome agradable para no parecer asustado -Soy Rauko, y haré todo lo que esté a mi alcance para que nuestros enemigos caigan bajo nuestros pies- Dije con un tono amigable y a la vez cordial, tal vez con eso me ganaría la confianza de los demás y podría evitar problemas innecesarios…
Rauko
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Destino no había terminado de asimilar la situación cuando Filomeno se lanzó a perseguir a su segunda víctima, un sujeto extraño que para sorpresa del elfo no tardó en aceptar la petición del rechoncho escudero, aunque lo que vino a continuación sí escapaba completamente de cualquier predicción posible -¡¿Qué es esa cosa?!- Exclamó don rocín mientras que su caballo retrocedía asustado, un extraño personaje multicolor había aparecido y de manera amenazante sostenía de la camisa al pobre Filomeno.
Al parecer las amenazas no habían tardado en aparecer y el pelinegro se pondría en alerta de inmediato, sacó su espada buena y tras girarla un par de veces se puso en guardia avanzando hacia la extraña criatura; hizo una seña al humano de rostro oculto para rodear a la bestia aunque al final llegar a las hostilidades no fue necesario pues el hombre bestia manifestó que deseaba acompañarlos en el viaje, aparentemente se trataba de un malentendido pero de igual modo el elfo no le quitaría los ojos de encima al colorido personaje.
Por si el grupo no resultara ya de lo más variopinto ahora tendría un nuevo añadido, aunque esta vez no se trataría de otro humano sin rostro o alguna bestia extraña, sino algo que a Destino le resultaría un poco más agradable, uno de los suyos, otro hijo de Sandorai aunque no parecía precisamente educado bajo las costumbres del bosque, su actitud despreocupada y hasta un poco abusiva delataba ciertas costumbres de los hombres de Lunargenta.
Y ahora- Respondió Filomeno a la pregunta del hombre bestia -Iremos hasta Baslodia- Repitió como ya había dicho antes pero sin que pudiera decir más, fue interrumpido por su señor Don Rocín quien miraba al disparejo grupo como algo decepcionante -Enfrentaremos aventuras y peligros que dibujarán la grandeza de nuestros nombres en el futuro- Dijo en un excitante discurso -O al menos, mi nombre, no sé si ustedes, pobres novatos, puedan sobrevivir al viaje, pero no juzgaré su cobardía si desean desertar en algún momento- Aclaró el anciano lleno de confianza en sí mismo.
Finalmente tras mirar de arriba abajo al grupo expresó con severidad -Al parecer el niño es el único con educación decente, los demás ¿Tienen nombres?- Preguntó en tono fuerte, el viejo al parecer estaba completamente seguro de que era lo suficientemente fuerte para hablarle de ese modo a su escuadrón y que podría vencerlos a todos si aquello le disgustaba, aunque lo cierto era que Filomeno hacía señas a todos en secreto para evitar que se alteraran -Destino- Dijo el elfo señalándose a sí mismo como una breve presentación que seguramente iría seguida por los otros acompañantes.
Una vez concluidas las presentaciones Don Rocín inició la marcha hacia la grandeza que estaba seguro le esperaba más adelante, el pobre ignoraba que los peligros que le aguardaban no derivaban de aventuras caballerescas, sino de la maldad de alguien que solo deseaba quedarse con su fortuna.
Al parecer las amenazas no habían tardado en aparecer y el pelinegro se pondría en alerta de inmediato, sacó su espada buena y tras girarla un par de veces se puso en guardia avanzando hacia la extraña criatura; hizo una seña al humano de rostro oculto para rodear a la bestia aunque al final llegar a las hostilidades no fue necesario pues el hombre bestia manifestó que deseaba acompañarlos en el viaje, aparentemente se trataba de un malentendido pero de igual modo el elfo no le quitaría los ojos de encima al colorido personaje.
Por si el grupo no resultara ya de lo más variopinto ahora tendría un nuevo añadido, aunque esta vez no se trataría de otro humano sin rostro o alguna bestia extraña, sino algo que a Destino le resultaría un poco más agradable, uno de los suyos, otro hijo de Sandorai aunque no parecía precisamente educado bajo las costumbres del bosque, su actitud despreocupada y hasta un poco abusiva delataba ciertas costumbres de los hombres de Lunargenta.
Y ahora- Respondió Filomeno a la pregunta del hombre bestia -Iremos hasta Baslodia- Repitió como ya había dicho antes pero sin que pudiera decir más, fue interrumpido por su señor Don Rocín quien miraba al disparejo grupo como algo decepcionante -Enfrentaremos aventuras y peligros que dibujarán la grandeza de nuestros nombres en el futuro- Dijo en un excitante discurso -O al menos, mi nombre, no sé si ustedes, pobres novatos, puedan sobrevivir al viaje, pero no juzgaré su cobardía si desean desertar en algún momento- Aclaró el anciano lleno de confianza en sí mismo.
Finalmente tras mirar de arriba abajo al grupo expresó con severidad -Al parecer el niño es el único con educación decente, los demás ¿Tienen nombres?- Preguntó en tono fuerte, el viejo al parecer estaba completamente seguro de que era lo suficientemente fuerte para hablarle de ese modo a su escuadrón y que podría vencerlos a todos si aquello le disgustaba, aunque lo cierto era que Filomeno hacía señas a todos en secreto para evitar que se alteraran -Destino- Dijo el elfo señalándose a sí mismo como una breve presentación que seguramente iría seguida por los otros acompañantes.
Una vez concluidas las presentaciones Don Rocín inició la marcha hacia la grandeza que estaba seguro le esperaba más adelante, el pobre ignoraba que los peligros que le aguardaban no derivaban de aventuras caballerescas, sino de la maldad de alguien que solo deseaba quedarse con su fortuna.
Última edición por Destino el Jue 18 Ago - 17:12, editado 1 vez
Destino
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Dos desconocidos más se integraron al grupo, una bestia que parecía salida de los poemas de Beowulf, y otro elfo con una de esas vestimentas singulares que tanto le gustan a los de su raza, se pregunto qué clase de recursos poseía el viejo para que su escudero decidirá contratar a tres espadachines y semejante animal para proteger a su amo de las malicias de su hermana.
Cuando Don Rocín pregunto por los nombres de los miembros del grupo el espadachín dio un paso al frente y simplemente pronuncio “Klinge” mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro, mas por que se le asía difícil contener sus ganas de tirarse al piso echando patadas mientras reía de forma desaforada.
Cuando empezaron a encaminarse el espadachín se acerco al hombre bestia, con las manos en alto para dejar en claro que no tenía malas intenciones.
Klinge: parece que eres nuevo por estos lares, así que… de un mercenario a otro, déjame darte un consejo, trata de no emocionarte demasiado cuando busques trabajo, a los clientes les gusta que sus espadas de alquiler luzcan calmados, les da un aire de profesionalidad, además que previene mal entendidos incómodos.
Dicho esto se adelanta para ir caminando al lado del burro de Filomeno, en una posición que le permitía tener vigilado a Don Rocín y de la cual podría reaccionar con velocidad en caso de que algo o alguien los agreda.
Cuando Don Rocín pregunto por los nombres de los miembros del grupo el espadachín dio un paso al frente y simplemente pronuncio “Klinge” mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro, mas por que se le asía difícil contener sus ganas de tirarse al piso echando patadas mientras reía de forma desaforada.
Cuando empezaron a encaminarse el espadachín se acerco al hombre bestia, con las manos en alto para dejar en claro que no tenía malas intenciones.
Klinge: parece que eres nuevo por estos lares, así que… de un mercenario a otro, déjame darte un consejo, trata de no emocionarte demasiado cuando busques trabajo, a los clientes les gusta que sus espadas de alquiler luzcan calmados, les da un aire de profesionalidad, además que previene mal entendidos incómodos.
Dicho esto se adelanta para ir caminando al lado del burro de Filomeno, en una posición que le permitía tener vigilado a Don Rocín y de la cual podría reaccionar con velocidad en caso de que algo o alguien los agreda.
Klinge
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Vankgen detuvo su mirada sobre el muchacho de pelo cenizo, y la primera palabra que se le vino a la mente fue fragil, parecía sumamente delicado, como si con cualquier golpe pudiera quebrarse completamente, podía casi hasta sentir el chasquido de sus huesos en su imaginación, pero, del mismo modo en el que se veía envuelto de dicha imagen también recordaba la tremenda agilidad de la que disponían algunos de su especie, los elfos eran escurridizos.
El otro elfo se veía un poco mas serio, pero pese a que su mirada era mas fría, no parecía especialmente mas resistente que su homólogo.
-Vankgen.-Imitó al resto de mercenarios, siguiendo con la mirada al mejunje de tonos cálidos de raza humana que se le acercaba .
Las pinazas superiores se cerraron con un sonoro clack cuando el hombre formuló la palabra consejo, y el labio superior del hombre bestia se alzó cerca de una de las comisuras mostrando un par de filosos dientes en señal de desagrado. La palabra calmados desencadenó otro chasqueo, de los apéndices que se hallaban adelante de sus patas.
-No se como es en tierra carpín , pero callados pueden estar todos, atravesar un torso con el brazo no.-Rezongó con un tono áspero y brusco, sin disminuir un ápice su expresión de desagrada, y encorvó su cuerpo hasta que la distancia entre sus rostros no fue tan abismal, como si lo estuviera analizando, algo que era en parte cierto.
-Ni le dan consejos que no han pedido a criaturas mas grandes.-Dió un paso hacia adelante, obligando al hombre a recular un paso o a chocarse con el, antes de desviarse hacía Don Rocín y flanquearlo para ejercer de guardaespaldas.
Las patas del hombre mantis se movían con fluidez, como si fuera alguna especie de araña larga, y la punta compacta de las mismas repiqueteaba sobre el suelo con un ruido mucho mas breve que los pasos.
La mirada del sujeto se paseaba por el entorno que mostraba tonos y gammas nuevas que jamás había visto, y que aun le desconcertaba un poco.
Jamás se había adentrado en el lugar al que se dirigían, ni mucho menos había llegado allí por tierra, por lo que el destino por el que el hombre bestia había sido obsequiado no arrojó luz alguna para el mismo sobre el trayecto que debían de seguir, y solo por ese motivo, y hasta que se dibujara un camino claro, se acomodó al lado de su contratante pero unos pasos por detrás del mismo para que este guiara la marcha, o en su defecto otro de los mercenarios.
El otro elfo se veía un poco mas serio, pero pese a que su mirada era mas fría, no parecía especialmente mas resistente que su homólogo.
-Vankgen.-Imitó al resto de mercenarios, siguiendo con la mirada al mejunje de tonos cálidos de raza humana que se le acercaba .
Las pinazas superiores se cerraron con un sonoro clack cuando el hombre formuló la palabra consejo, y el labio superior del hombre bestia se alzó cerca de una de las comisuras mostrando un par de filosos dientes en señal de desagrado. La palabra calmados desencadenó otro chasqueo, de los apéndices que se hallaban adelante de sus patas.
-No se como es en tierra carpín , pero callados pueden estar todos, atravesar un torso con el brazo no.-Rezongó con un tono áspero y brusco, sin disminuir un ápice su expresión de desagrada, y encorvó su cuerpo hasta que la distancia entre sus rostros no fue tan abismal, como si lo estuviera analizando, algo que era en parte cierto.
-Ni le dan consejos que no han pedido a criaturas mas grandes.-Dió un paso hacia adelante, obligando al hombre a recular un paso o a chocarse con el, antes de desviarse hacía Don Rocín y flanquearlo para ejercer de guardaespaldas.
Las patas del hombre mantis se movían con fluidez, como si fuera alguna especie de araña larga, y la punta compacta de las mismas repiqueteaba sobre el suelo con un ruido mucho mas breve que los pasos.
La mirada del sujeto se paseaba por el entorno que mostraba tonos y gammas nuevas que jamás había visto, y que aun le desconcertaba un poco.
Jamás se había adentrado en el lugar al que se dirigían, ni mucho menos había llegado allí por tierra, por lo que el destino por el que el hombre bestia había sido obsequiado no arrojó luz alguna para el mismo sobre el trayecto que debían de seguir, y solo por ese motivo, y hasta que se dibujara un camino claro, se acomodó al lado de su contratante pero unos pasos por detrás del mismo para que este guiara la marcha, o en su defecto otro de los mercenarios.
Yarnelen Vankgen
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
A pesar de que yo me había ofrecido para proteger al anciano éste me miraba a mí y al resto del grupo como si fuéramos un estorbo o algo decepcionante, era como si él creyera que era mejor que todos nosotros juntos, eso me hacía sentir indignado y deseaba largarme para olvidarme de ese anciano engreído, sin embargo, después de que él dijera que la grandeza de nuestros nombres quedarían dibujados en el futuro quedé convencido de que quedarme traería buenos resultados… O eso creí hasta que escuché sus siguientes palabras -(¿Cómo se atreve a creer que soy un cobarde? Si piensa eso seguramente debe ser muy hábil, si es así tendré que quedarme con él y ver de qué se siente orgulloso, pero si en realidad es solo un presumido entonces podré disfrutar golpeando su orgullo)- Pensé mientras analizaba al anciano.
Luego de eso, Don Rocín me consideró como el único del grupo con “buenos modales” por presentarme y quería que los demás también lo hicieran, eso era algo que me pareció desesperante, el viaje parecía que nunca comenzaría, si las cosas seguían así llegaría el momento de comer y no habríamos avanzado ni un par de metros, de hecho, ya deseaba comer una gran cantidad de biusas verdes cubiertas por un poco de crema de biusas verdes y acompañado de un vaso con jugo de biusas verdes, aunque ni siquiera sabía si se podía hacer crema con esa fruta pero no perdía nada en soñar con eso.
Tras terminar las presentaciones pude tener una idea de lo que cada mercenario podría hacer, de hecho pensé en varias estrategias de combate en donde cada uno desempeñaría sus mejores cualidades de la mejor forma posible tanto en caso de un ataque de varios hombres como en caso de bestias, pero opté por guardar todas mis ideas, no creí que llegarían a ser necesarias porque ¿Quién atacaría a un pobre y patético anciano mal vestido? tal vez al final ni siquiera habría una buena recompensa por protegerlo.
Entonces cuando creí que finalmente iniciaríamos con el viaje dos del grupo empezaron a discutir por algo que no me importó saber, uno de los sujetos alteró a la enorme criatura, eso es de suicidas, pero por lo menos todo acabó rápidamente, hubiese sido un gran problema si la criatura se hubiera enfadado y hubiese querido desquitarse con alguien, por suerte eso no llegó a suceder.
Finalmente comienza el viaje hacia la ciudad de Baslodia y todos se colocan en posiciones donde pueden hacer bien el trabajo. Por mi parte preferí quedarme detrás de todos, si me quedaba en el último lugar se me haría más fácil vigilarlos a todos, si alguno de ellos resultaba ser un traidor entonces yo podría atacarlo por la espalda, además de eso quería asegurarme de que Filomeno todavía estuviera cuidando el arma que le entregué anteriormente.
Después de avanzar unos pasos la curiosidad invadió mi mente, no sabía con qué nos pagarían y quería asegurarme de que el esfuerzo valdría la pena -Filomeno- Dije para llamar la atención de éste -Sé que todavía no es momento para hablar sobre esto pero me gustaría saber con qué seremos recompensados al llegar a nuestro destino- De inmediato recordé que uno de los mercenarios se hacía llamar Destino y quise evitar confusiones -Con "destino" me refiero a cuando lleguemos a Baslodia, no al elfo- Expliqué para luego esperar alguna respuesta…
Luego de eso, Don Rocín me consideró como el único del grupo con “buenos modales” por presentarme y quería que los demás también lo hicieran, eso era algo que me pareció desesperante, el viaje parecía que nunca comenzaría, si las cosas seguían así llegaría el momento de comer y no habríamos avanzado ni un par de metros, de hecho, ya deseaba comer una gran cantidad de biusas verdes cubiertas por un poco de crema de biusas verdes y acompañado de un vaso con jugo de biusas verdes, aunque ni siquiera sabía si se podía hacer crema con esa fruta pero no perdía nada en soñar con eso.
Tras terminar las presentaciones pude tener una idea de lo que cada mercenario podría hacer, de hecho pensé en varias estrategias de combate en donde cada uno desempeñaría sus mejores cualidades de la mejor forma posible tanto en caso de un ataque de varios hombres como en caso de bestias, pero opté por guardar todas mis ideas, no creí que llegarían a ser necesarias porque ¿Quién atacaría a un pobre y patético anciano mal vestido? tal vez al final ni siquiera habría una buena recompensa por protegerlo.
Entonces cuando creí que finalmente iniciaríamos con el viaje dos del grupo empezaron a discutir por algo que no me importó saber, uno de los sujetos alteró a la enorme criatura, eso es de suicidas, pero por lo menos todo acabó rápidamente, hubiese sido un gran problema si la criatura se hubiera enfadado y hubiese querido desquitarse con alguien, por suerte eso no llegó a suceder.
Finalmente comienza el viaje hacia la ciudad de Baslodia y todos se colocan en posiciones donde pueden hacer bien el trabajo. Por mi parte preferí quedarme detrás de todos, si me quedaba en el último lugar se me haría más fácil vigilarlos a todos, si alguno de ellos resultaba ser un traidor entonces yo podría atacarlo por la espalda, además de eso quería asegurarme de que Filomeno todavía estuviera cuidando el arma que le entregué anteriormente.
Después de avanzar unos pasos la curiosidad invadió mi mente, no sabía con qué nos pagarían y quería asegurarme de que el esfuerzo valdría la pena -Filomeno- Dije para llamar la atención de éste -Sé que todavía no es momento para hablar sobre esto pero me gustaría saber con qué seremos recompensados al llegar a nuestro destino- De inmediato recordé que uno de los mercenarios se hacía llamar Destino y quise evitar confusiones -Con "destino" me refiero a cuando lleguemos a Baslodia, no al elfo- Expliqué para luego esperar alguna respuesta…
Rauko
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Por fin el grupo parecía estar completo, el tiempo avanzaba de prisa y el viaje debía comenzar o se pasarían todo el día palabreando en vano, el elfo memorizó cada nombre de sus compañeros para poder llamarlos fácilmente en caso de problemas, aunque no habría esperado lo que sucedió entre el misterioso mercenario y el hombre bestia que había resultado ser bastante agresivo, de seguir así terminarían matándose entre ellos antes de avistar al primer enemigo de Don Rocín.
Finalmente el problema no pasó a mayores y tras un momento incómodo en que de nuevo el elfo había llevado la mano hacia el mango de su espada, preparado para saltar contra la bestia, todo había podido seguir un curso menos violento gracias a que el azulado ser avanzó hasta quedar como el principal escolta del despistado viejo caballero.
Habían avanzado apenas un poco cuando el elfo más pequeño que se había quedado atrás hizo una pregunta a Filomeno que resultaba bastante interesante, aunque Destino no hacía aquello por dinero sino más bien por lo que pudiera aprender del maestro al que protegía aunque parecía no necesitar dicha protección, el elfo pelinegro alzó una ceja ante la aclaración del chico acerca del nombre, ante sus ojos Destino no parecía un mal nombre, aunque sería un asunto que quedaría en segundo plano.
Tras unos instantes Filomeno se acercó al chico y puso la mano en su hombro -Las recompensas serán más de lo que puedas imaginar, te pagaremos con...- Estaba diciendo el escudero cuando fue interrumpido por un grito del viejo Rocín -¡Peligro al frente, peligro al frente!- Gritaba el viejo desaforado señalando en dirección a unos molinos de viento.
Destino llevó la mano a su espalda y esta vez muy de prisa sacó su espada listo para la batalla, si el viejo percibía un peligro cercano debía tener muy buenos instintos pues el elfo no detectaba nada -¿Dónde?- Preguntó rápidamente el pelinegro mirando en todas direcciones para asegurarse de que no estaban rodeados -¿Qué acaso no podeis ver lo que acecha frente a vosotros?- Preguntó con arrogancia -Justo ahí- Dijo señalando de nuevo a los molinos -¿Detrás de los molinos?- Preguntó Filomeno que al principio se había asustado pero ahora se encontraba más tranquilo y con un tono de incredulidad.
Tal parece- Replicó Rocín en tono calmado dirigiéndose a su escudero mientras le entregaba la vaina de su espada que ahora brillaba reluciente en su mano -Que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y clama tus plegarias que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla- Dijo el caballero para luego instar a su caballo a emprender carrera contra la más cercana de las edificaciones que había señalado como sus víctimas.
Pero si es una locura- Se quedó Filomeno mirando con más atención los molinos y confirmando nuevamente que no eran más que eso, simples molinos cuyas aspas movidas por el viento giraban indefinidamente; Destino por su parte no terminaba de comprender el peligro, pero si el experimentado caballero atacaba, el guerrero de Sandorai no pensaba quedarse atrás, tal vez la vasta experiencia adquirida por el viejo en sus años de luchas le permitían ver cosas que resultaban imposibles para los pobres novatos.
El elfo corrió de prisa hasta ver cómo el caballo, que no tenía un pelo de tonto, se detuvo antes que si jinete lo hiciera estrellarse de frente contra el molino, aunque dicho jinete no tuvo tanta suerte y salió disparado hacia adelante cayendo de cabeza al piso en una acción que resultaría bastante aparatosa -Malditos gigantes- Protestó mientras se levantaba -Podéis asustar a mi caballo, pero mi corazón no ha conocido el miedo ni mi espada la derrota- Sus palabras mantenían sorprendido al elfo a pesar de no ver todavía ningún gigante, por ahora.
Para sorpresa de todos, unos pasos, grandes y pesados se dejaron escuchar detrás de los molinos y en apenas instantes, aparecieron dos sujetos de colosal estatura, medirían cada uno cerca de los tres metros y sus brazos y piernas eran tan gruesos como el cuerpo completo del elfo de ojos azules, tenían el cuerpo cubierto de pelo y un aspecto de osos humanoides que rápidamente ayudaba a identificarlos como hombres bestia -Saquen de ahí a Don Rocín- Alertó Filomeno al grupo de guardianes; después de haberse reído un largo rato del supuesto disparate de los gigantes, la historia había resultado ser cierta, o al menos no del todo falsa -Fascinante- Dijo el elfo quien se encontraba realmente impresionado por las capacidades intuitivas y deductivas del viejo a quien esperaba convencer de que se convirtiera en su mentor; aunque claro, para ello debía sacarlo con vida de ese lugar.
No había tiempo para subirlo al caballo, por lo que Destino solo pudo ayudar a Rocín a caminar unos metros llevándolo del brazo para evitar que los grandes mazos de los osos sobrecrecidos acabaran por aplastarlos, sin embargo sería alcanzados en poco, así que el intrépido elfo decidió quedarse para darle tiempo a Don Rocín para escapar, aunque el terco viejo tendría otros planes y prefirió quedarse para enfrentar a los colosos peludos -Hacen falta más que dos de ustedes para arrebatarme la victoria- Dijo el viejo agitando en el aire su espada -¿Tres tal vez?- Dijo una voz gruesa que venía desde atrás del grupo que ahora se encontraba rodeado, un tercer oso había aparecido poniendo en mayores aprietos al grupo.
Finalmente el problema no pasó a mayores y tras un momento incómodo en que de nuevo el elfo había llevado la mano hacia el mango de su espada, preparado para saltar contra la bestia, todo había podido seguir un curso menos violento gracias a que el azulado ser avanzó hasta quedar como el principal escolta del despistado viejo caballero.
Habían avanzado apenas un poco cuando el elfo más pequeño que se había quedado atrás hizo una pregunta a Filomeno que resultaba bastante interesante, aunque Destino no hacía aquello por dinero sino más bien por lo que pudiera aprender del maestro al que protegía aunque parecía no necesitar dicha protección, el elfo pelinegro alzó una ceja ante la aclaración del chico acerca del nombre, ante sus ojos Destino no parecía un mal nombre, aunque sería un asunto que quedaría en segundo plano.
Tras unos instantes Filomeno se acercó al chico y puso la mano en su hombro -Las recompensas serán más de lo que puedas imaginar, te pagaremos con...- Estaba diciendo el escudero cuando fue interrumpido por un grito del viejo Rocín -¡Peligro al frente, peligro al frente!- Gritaba el viejo desaforado señalando en dirección a unos molinos de viento.
Destino llevó la mano a su espalda y esta vez muy de prisa sacó su espada listo para la batalla, si el viejo percibía un peligro cercano debía tener muy buenos instintos pues el elfo no detectaba nada -¿Dónde?- Preguntó rápidamente el pelinegro mirando en todas direcciones para asegurarse de que no estaban rodeados -¿Qué acaso no podeis ver lo que acecha frente a vosotros?- Preguntó con arrogancia -Justo ahí- Dijo señalando de nuevo a los molinos -¿Detrás de los molinos?- Preguntó Filomeno que al principio se había asustado pero ahora se encontraba más tranquilo y con un tono de incredulidad.
Tal parece- Replicó Rocín en tono calmado dirigiéndose a su escudero mientras le entregaba la vaina de su espada que ahora brillaba reluciente en su mano -Que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y clama tus plegarias que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla- Dijo el caballero para luego instar a su caballo a emprender carrera contra la más cercana de las edificaciones que había señalado como sus víctimas.
Pero si es una locura- Se quedó Filomeno mirando con más atención los molinos y confirmando nuevamente que no eran más que eso, simples molinos cuyas aspas movidas por el viento giraban indefinidamente; Destino por su parte no terminaba de comprender el peligro, pero si el experimentado caballero atacaba, el guerrero de Sandorai no pensaba quedarse atrás, tal vez la vasta experiencia adquirida por el viejo en sus años de luchas le permitían ver cosas que resultaban imposibles para los pobres novatos.
El elfo corrió de prisa hasta ver cómo el caballo, que no tenía un pelo de tonto, se detuvo antes que si jinete lo hiciera estrellarse de frente contra el molino, aunque dicho jinete no tuvo tanta suerte y salió disparado hacia adelante cayendo de cabeza al piso en una acción que resultaría bastante aparatosa -Malditos gigantes- Protestó mientras se levantaba -Podéis asustar a mi caballo, pero mi corazón no ha conocido el miedo ni mi espada la derrota- Sus palabras mantenían sorprendido al elfo a pesar de no ver todavía ningún gigante, por ahora.
Para sorpresa de todos, unos pasos, grandes y pesados se dejaron escuchar detrás de los molinos y en apenas instantes, aparecieron dos sujetos de colosal estatura, medirían cada uno cerca de los tres metros y sus brazos y piernas eran tan gruesos como el cuerpo completo del elfo de ojos azules, tenían el cuerpo cubierto de pelo y un aspecto de osos humanoides que rápidamente ayudaba a identificarlos como hombres bestia -Saquen de ahí a Don Rocín- Alertó Filomeno al grupo de guardianes; después de haberse reído un largo rato del supuesto disparate de los gigantes, la historia había resultado ser cierta, o al menos no del todo falsa -Fascinante- Dijo el elfo quien se encontraba realmente impresionado por las capacidades intuitivas y deductivas del viejo a quien esperaba convencer de que se convirtiera en su mentor; aunque claro, para ello debía sacarlo con vida de ese lugar.
No había tiempo para subirlo al caballo, por lo que Destino solo pudo ayudar a Rocín a caminar unos metros llevándolo del brazo para evitar que los grandes mazos de los osos sobrecrecidos acabaran por aplastarlos, sin embargo sería alcanzados en poco, así que el intrépido elfo decidió quedarse para darle tiempo a Don Rocín para escapar, aunque el terco viejo tendría otros planes y prefirió quedarse para enfrentar a los colosos peludos -Hacen falta más que dos de ustedes para arrebatarme la victoria- Dijo el viejo agitando en el aire su espada -¿Tres tal vez?- Dijo una voz gruesa que venía desde atrás del grupo que ahora se encontraba rodeado, un tercer oso había aparecido poniendo en mayores aprietos al grupo.
- Los molinos en realidad:
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- Los molinos en la mente de Don Rocín:
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- Los osos grandiosos x3:
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Los osos son grandes, no grandiosos, eso es solo para que rime xD
Destino
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Klinge no se izo problema por la actitud del… ¿crustáceo?, era obvio que tendría una personalidad volátil, se noto desde el primer momento en el que apareció, otro que parecía ofenderse con facilidad era el segundo elfo del grupo, Rauko, que aparentaba ser el más joven de los dos pareció ofendido cuando el anciano puso en duda su habilidad, había escuchado que los elfos podían ser orgullosos, no le resulto sorpréndete que sus guerreros se ofendan con facilidad cuando sus destrezas marciales son puestas en tela de duda, incluso los humanos eran bien conocidos por volverse más violentos cuando se encuentran en la misma situación.
Mientras seguían su camino el buen Don Rocín se puso en alerta, al igual que la mayoría de miembros del grupo, el espadachín por su parte, que era consciente del estado del viejo se limito a alzar una ceja y observar a su alrededor para estar seguros.
La vista del anciano a lomos de su corcel y con espada en mano, cargando contra los molinos de viento fue más de lo que el joven pudo soportar, que inmediatamente dejo ver una gran sonrisa que iba de una esquina a la otra de su rostro, la cual se convirtió en una carcajada incontrolable al ver como el anciano era tirado al piso por su propio caballo, tanto se estaba divirtiendo Klinge que tuvo que apoyarse en sus rodillas.
Pero tanta risa no entorpeció sus reacciones, al ver a los dos osos desenfundo inmediatamente la espada derecha, de forma invertida con la mano derecha y salió corriendo asía Don Roción, sus piernas eran largas y sus zancadas recorrían largas distancias, así pues, su velocidad resultaba ser nada despreciable, al salir el tercer hombre oso que rodeo a Destino y el viejo, Klinge corrió cargando contra ese oso, que aparentaba ser el líder, gritando a todo pulmón para desviar su atención.
Klinge: ¡mi nombre es Klinge, el cuchillo salvaje de las arenas de Vulwuf, dame tu nombre y sabré a quien estoy por matar!
El guerrero oso sonrió maliciosamente al ver al humano corriendo asía su muerte y levanto su arma para aplastarlo de un golpe contra el piso, cuando estuvo a su alcance, la gigantesca bestia desencadeno su ataque contra el mercenario, que respondió rápidamente al tomar impulso y pegar un salto al frente para deslizarse entre las piernas del oso sobre su trasero con la espada bien aferrada con las dos manos y alzada para alcanzar sus genitales.
Mientras seguían su camino el buen Don Rocín se puso en alerta, al igual que la mayoría de miembros del grupo, el espadachín por su parte, que era consciente del estado del viejo se limito a alzar una ceja y observar a su alrededor para estar seguros.
La vista del anciano a lomos de su corcel y con espada en mano, cargando contra los molinos de viento fue más de lo que el joven pudo soportar, que inmediatamente dejo ver una gran sonrisa que iba de una esquina a la otra de su rostro, la cual se convirtió en una carcajada incontrolable al ver como el anciano era tirado al piso por su propio caballo, tanto se estaba divirtiendo Klinge que tuvo que apoyarse en sus rodillas.
Pero tanta risa no entorpeció sus reacciones, al ver a los dos osos desenfundo inmediatamente la espada derecha, de forma invertida con la mano derecha y salió corriendo asía Don Roción, sus piernas eran largas y sus zancadas recorrían largas distancias, así pues, su velocidad resultaba ser nada despreciable, al salir el tercer hombre oso que rodeo a Destino y el viejo, Klinge corrió cargando contra ese oso, que aparentaba ser el líder, gritando a todo pulmón para desviar su atención.
Klinge: ¡mi nombre es Klinge, el cuchillo salvaje de las arenas de Vulwuf, dame tu nombre y sabré a quien estoy por matar!
El guerrero oso sonrió maliciosamente al ver al humano corriendo asía su muerte y levanto su arma para aplastarlo de un golpe contra el piso, cuando estuvo a su alcance, la gigantesca bestia desencadeno su ataque contra el mercenario, que respondió rápidamente al tomar impulso y pegar un salto al frente para deslizarse entre las piernas del oso sobre su trasero con la espada bien aferrada con las dos manos y alzada para alcanzar sus genitales.
Klinge
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Una vez se puso en marcha el contingente, el hombre bestia no fue menos que el resto, y siguiendo al anciano que lideraba con porte orgulloso y palabras grandilocuentes empezaron a caminar.
La advertencia de Filomeno le hizo ponerse en guardia, cerró ambos puños y alzó las pinzas de las extremidades superiores mirando atentamente al frente aquellos torbellinos de color que eran los molinos mientras buscaba a los enemigos del anciano.
Vankgen emprendió la carga junto con el caballero, intentando no quedar muy atrás aunque no era capaz de ver que buscaba el hombre, quizás algo arriba de esos molinos que su vista no era capaz de contemplar, y, cuando el anciano salió volando de su montura hacia el muro, el hombre mantis lo siguió reptando por el mismo con las patas y usando una de sus manos para aferrarse al muro y que su cuerpo quedara en paralelo a la pared y no en perpendicular. No ascendió mucho antes de tener que bajar en ayuda del anciano que había quedado en el suelo por el golpe.
Para sorpresa del hombre mantis, los peligros no resultaron estar arriba, si no atrás de los molinos, y en cuanto sus pasos se hicieron presentes, se colocó delante de ambos hombres oso, entre estos y el anciano, dando tiempo al resto de mercenarios a retirar al sujeto de la segunda linea de combate.
El hombre bestia no se giró en cuanto escuchó una tercera voz, eran suficientes mercenarios como para cubrir dos flancos, así que dejaba recaer aquel peso sobre sus compañeros, además, su mente ya estaba enfocada ne otra cosa. Su lengua repasó sus dos hileras de dientes, saboreando la inminente batalla mientras se acomodaba delante de los hombres bestia quien le miraban con el mismo asombro con el que el contemplaba aquellos osos con un vago símil a hombres.
Vank había quedado algo impresionado de que fueran incluso mas altos que el,pero eso no iba a detener al hombre mantis, quien no había tocado los sable de sus costados, demostrando que eran mas un adorno que otra cosa. Su cuerpo se desplazaba por el suelo, de un lado al otro, marcando un radio y defendiendo el mismo junto con uno de los elfos.
En cuanto al mazo de uno de los osos descendió hacia el, el hombre mantis reptó rápidamente apartándose de su trayectoria y salvando aun mas las distancias con el oso, aprovechando que este se hallaba medio agachado para tomar con las dos manos humanas el pelaje del mismo por su torno, y usar las dos pinzas para clavarlas en lo que seria una especie de puñetazo perforarte en los hombros de la bestia.
El hombre oso gruñó de dolor, e intentando separarse de su homologo le endilgó un sonoro cabezazo que hizo recular un par de pasos a la colorida stomatopoda, cuyos apéndices salieron de los músculos del agresor dejando sendos agujeros de los cuales emanó un profuso reguero de sangre.
Vankgen se relamió una vez mas, aun con la frente adolorida, y se abalanzó sobre la peluda criatura, clavandole pinzas y dientes, rodeándola con las patas para impedirle escapar, mientras el oso arañaba y golpeaba su cuerpo, para lastimarlo y soltarse. Aquel mercenario peleaba mas como una bestia que como un hombre, y su adversario no se quedaba atrás.
La advertencia de Filomeno le hizo ponerse en guardia, cerró ambos puños y alzó las pinzas de las extremidades superiores mirando atentamente al frente aquellos torbellinos de color que eran los molinos mientras buscaba a los enemigos del anciano.
Vankgen emprendió la carga junto con el caballero, intentando no quedar muy atrás aunque no era capaz de ver que buscaba el hombre, quizás algo arriba de esos molinos que su vista no era capaz de contemplar, y, cuando el anciano salió volando de su montura hacia el muro, el hombre mantis lo siguió reptando por el mismo con las patas y usando una de sus manos para aferrarse al muro y que su cuerpo quedara en paralelo a la pared y no en perpendicular. No ascendió mucho antes de tener que bajar en ayuda del anciano que había quedado en el suelo por el golpe.
Para sorpresa del hombre mantis, los peligros no resultaron estar arriba, si no atrás de los molinos, y en cuanto sus pasos se hicieron presentes, se colocó delante de ambos hombres oso, entre estos y el anciano, dando tiempo al resto de mercenarios a retirar al sujeto de la segunda linea de combate.
El hombre bestia no se giró en cuanto escuchó una tercera voz, eran suficientes mercenarios como para cubrir dos flancos, así que dejaba recaer aquel peso sobre sus compañeros, además, su mente ya estaba enfocada ne otra cosa. Su lengua repasó sus dos hileras de dientes, saboreando la inminente batalla mientras se acomodaba delante de los hombres bestia quien le miraban con el mismo asombro con el que el contemplaba aquellos osos con un vago símil a hombres.
Vank había quedado algo impresionado de que fueran incluso mas altos que el,pero eso no iba a detener al hombre mantis, quien no había tocado los sable de sus costados, demostrando que eran mas un adorno que otra cosa. Su cuerpo se desplazaba por el suelo, de un lado al otro, marcando un radio y defendiendo el mismo junto con uno de los elfos.
En cuanto al mazo de uno de los osos descendió hacia el, el hombre mantis reptó rápidamente apartándose de su trayectoria y salvando aun mas las distancias con el oso, aprovechando que este se hallaba medio agachado para tomar con las dos manos humanas el pelaje del mismo por su torno, y usar las dos pinzas para clavarlas en lo que seria una especie de puñetazo perforarte en los hombros de la bestia.
El hombre oso gruñó de dolor, e intentando separarse de su homologo le endilgó un sonoro cabezazo que hizo recular un par de pasos a la colorida stomatopoda, cuyos apéndices salieron de los músculos del agresor dejando sendos agujeros de los cuales emanó un profuso reguero de sangre.
Vankgen se relamió una vez mas, aun con la frente adolorida, y se abalanzó sobre la peluda criatura, clavandole pinzas y dientes, rodeándola con las patas para impedirle escapar, mientras el oso arañaba y golpeaba su cuerpo, para lastimarlo y soltarse. Aquel mercenario peleaba mas como una bestia que como un hombre, y su adversario no se quedaba atrás.
Yarnelen Vankgen
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Justo después de mi aclaración el elfo pareció ofenderse, tal vez el nombre “Destino” era muy significativo para él, pero lo que él pensara no me importaba como la respuesta de Filomeno, finalmente sabría con qué sería recompensado al final del viaje o si por lo menos valdría la pena, así que esperé pacientemente para escuchar, sin embargo el inoportuno de Don Rocín interrumpió antes de que Filomeno me dijera algo importante, al parecer el anciano había detectado algún peligro frente a nosotros -No puede ser- Murmuré para mí mismo con un tono de disgusto mientras llevaba mi mano derecha hacia mi espada -¿No pudo esperar unos segundos?- dije para luego desenvainar mi arma y prepararme para embestir un ataque.
Por unos instantes miré hacia todos lados y no lograba ver al enemigo del que hablaba el anciano, lo único que nos acompañaba en ese campo desierto no era más que un par de molinos de viento, supuse que se trataba de unos brujos ilusionistas que se habían hecho invisibles, aunque era imposible que Don Rocín los hubiese visto -(Si este anciano es inmune a los engaños mentales entonces realmente es digno de alabanzas)- Pensé mientras miraba de reojo a Don Rocín.
Fue entonces cuando el anciano emprendió una vertiginosa carrera sobre su montura para atacar a la amenaza que nos acechaba. Por mi parte no sabía si seguirlo o quedarme a ver contra qué nos enfrentábamos, pero debido a que la mitad del grupo se dirigió hacia los molinos yo también opté por hacer lo mismo, aunque preferí hacerlo caminando, si había alguna clase de emboscada preparada entonces yo estaría a salvo.
Entonces algo sucedió, pues Don rocín cayó de su montura de una forma muy indignante para cualquiera y eso me convenció de que yo estaba protegiendo a un pobre anciano torpe que no valía la pena -Está bien, eso es todo, me voy de aquí- Me dije a mí mismo mientras guardaba mi espada, después de presenciar una escena tan ridícula no seguiría perdiendo mi tiempo, seguramente la recompensa sería una mentira así que me preparé para irme sin mis ingenuos compañeros, no obstante, la alerta de Filomeno me obligó a voltear para llevarme una gran sorpresa… ¡La amenaza era real!
No podía asimilar el hecho pero no era momento de pensar, Don Rocín se encontraba rodeado por un par de osos humanoides de colosal tamaño y de aspecto amenazante -(Es imposible que alguien como este anciano pudiera verlos y nosotros no, tal vez es más de lo que aparenta, sin embargo no podré saberlo si muere)- Pensé para luego desenvainar mi espada nuevamente y emprender una carrera hacia los enemigos junto con Klinge, no obstante un nuevo hombre-oso apareció, ahora Don Rocín se encontraba realmente rodeado y sin ninguna salida por donde escapar.
Por suerte Vankgen y Destino pudieron proteger al anciano, pero sólo habían ganado un poco de tiempo por lo que seguí corriendo con espada en mano hacia el que se convertiría en mi siguiente y desafortunada víctima mientras que Klinge también se lanzaba hacia su objetivo, sin embargo cuando me encontraba cerca del hombre-oso éste utilizó su mazo para lanzarme un ataque vertical descendente -Eres lento para ser un elfo- Dijo con cierto tono arrogante.
Debido a la circunstancia no tuve de otra más que saltar hacia un lado para evitar ser aplastado pero aproveché eso para atacar al grandulón por uno de sus costados, con una estocada para atravesar su abdomen sería suficiente, por desgracia esa parte del cuerpo estaba protegida por alguna capa de metal y no pude causarle daño alguno, entonces él movió una de sus piernas hacia atrás para tomar impulso y lanzarme una fuerte patada que impactó contra mi pecho causando que yo saliera disparado hacia atrás y rodara un par de metros por el suelo.
El hombre-oso no pudo evitar reírse de mi patético intento de ataque, yo había resultado decepcionante, había actuado sin pensar en una buena estrategia, eso era algo que no volvería a suceder -Si eso es lo mejor que puedes hacer entonces mejor quédate ahí y te daré una muerte rápida- Dijo el grandulón de manera arrogante mientras se desplazaba despreocupadamente hacia mí.
Por mi parte mantuve una de mis manos en mi pecho para intentar recuperarme del golpe mientras pensaba en algún plan de contraataque, intentar lastimar su abdomen no había funcionado así que tendría que hacer otra cosa, sin embargo éste medía casi tres metros así que no podía atacar su cabeza ya que se me haría muy complicado al igual que sus piernas, lo único que pensé fue cortar sus brazos cuando me atacara con su mazo, así no podría defenderse ante un ataque directo a su torso.
Ahora que ya tenía un plan y me había recuperado del golpe me levanté para colocarme en una posición defensiva a la vez que actuaba como si me encontrase adolorido -Veo que eres terco, eso lo admiro, pero sólo te traerá dolor- Dijo el hombre-oso a modo de consejo para luego lanzar un ataque vertical descendente nuevamente con su mazo, rápidamente salté hacia un lado y antes de que mi oponente pudiera reaccionar atravesé su antebrazo con mi espada para luego girarla, provocándole de esa forma un terrible sufrimiento que lo obligó a gruñir de dolor y a soltar su arma.
El grandulón se dejó llevar por su instinto animal e intentó cortarme con las garras de su mano ilesa pero antes saqué mi espada ensangrentada de su brazo para luego evadir su ataque dando un salto hacia atrás y así mantener un poco de distancia entre los dos -Tú y tus patéticos compañeros pronto serán aniquilados, aprovecha y di tus últimas palabras- Dije con superioridad para luego colocarme en una posición ofensiva mientras que una sonrisa pícara se dibujaba en mi rostro, realmente estaba disfrutando el momento.
Por unos instantes miré hacia todos lados y no lograba ver al enemigo del que hablaba el anciano, lo único que nos acompañaba en ese campo desierto no era más que un par de molinos de viento, supuse que se trataba de unos brujos ilusionistas que se habían hecho invisibles, aunque era imposible que Don Rocín los hubiese visto -(Si este anciano es inmune a los engaños mentales entonces realmente es digno de alabanzas)- Pensé mientras miraba de reojo a Don Rocín.
Fue entonces cuando el anciano emprendió una vertiginosa carrera sobre su montura para atacar a la amenaza que nos acechaba. Por mi parte no sabía si seguirlo o quedarme a ver contra qué nos enfrentábamos, pero debido a que la mitad del grupo se dirigió hacia los molinos yo también opté por hacer lo mismo, aunque preferí hacerlo caminando, si había alguna clase de emboscada preparada entonces yo estaría a salvo.
Entonces algo sucedió, pues Don rocín cayó de su montura de una forma muy indignante para cualquiera y eso me convenció de que yo estaba protegiendo a un pobre anciano torpe que no valía la pena -Está bien, eso es todo, me voy de aquí- Me dije a mí mismo mientras guardaba mi espada, después de presenciar una escena tan ridícula no seguiría perdiendo mi tiempo, seguramente la recompensa sería una mentira así que me preparé para irme sin mis ingenuos compañeros, no obstante, la alerta de Filomeno me obligó a voltear para llevarme una gran sorpresa… ¡La amenaza era real!
No podía asimilar el hecho pero no era momento de pensar, Don Rocín se encontraba rodeado por un par de osos humanoides de colosal tamaño y de aspecto amenazante -(Es imposible que alguien como este anciano pudiera verlos y nosotros no, tal vez es más de lo que aparenta, sin embargo no podré saberlo si muere)- Pensé para luego desenvainar mi espada nuevamente y emprender una carrera hacia los enemigos junto con Klinge, no obstante un nuevo hombre-oso apareció, ahora Don Rocín se encontraba realmente rodeado y sin ninguna salida por donde escapar.
Por suerte Vankgen y Destino pudieron proteger al anciano, pero sólo habían ganado un poco de tiempo por lo que seguí corriendo con espada en mano hacia el que se convertiría en mi siguiente y desafortunada víctima mientras que Klinge también se lanzaba hacia su objetivo, sin embargo cuando me encontraba cerca del hombre-oso éste utilizó su mazo para lanzarme un ataque vertical descendente -Eres lento para ser un elfo- Dijo con cierto tono arrogante.
Debido a la circunstancia no tuve de otra más que saltar hacia un lado para evitar ser aplastado pero aproveché eso para atacar al grandulón por uno de sus costados, con una estocada para atravesar su abdomen sería suficiente, por desgracia esa parte del cuerpo estaba protegida por alguna capa de metal y no pude causarle daño alguno, entonces él movió una de sus piernas hacia atrás para tomar impulso y lanzarme una fuerte patada que impactó contra mi pecho causando que yo saliera disparado hacia atrás y rodara un par de metros por el suelo.
El hombre-oso no pudo evitar reírse de mi patético intento de ataque, yo había resultado decepcionante, había actuado sin pensar en una buena estrategia, eso era algo que no volvería a suceder -Si eso es lo mejor que puedes hacer entonces mejor quédate ahí y te daré una muerte rápida- Dijo el grandulón de manera arrogante mientras se desplazaba despreocupadamente hacia mí.
Por mi parte mantuve una de mis manos en mi pecho para intentar recuperarme del golpe mientras pensaba en algún plan de contraataque, intentar lastimar su abdomen no había funcionado así que tendría que hacer otra cosa, sin embargo éste medía casi tres metros así que no podía atacar su cabeza ya que se me haría muy complicado al igual que sus piernas, lo único que pensé fue cortar sus brazos cuando me atacara con su mazo, así no podría defenderse ante un ataque directo a su torso.
Ahora que ya tenía un plan y me había recuperado del golpe me levanté para colocarme en una posición defensiva a la vez que actuaba como si me encontrase adolorido -Veo que eres terco, eso lo admiro, pero sólo te traerá dolor- Dijo el hombre-oso a modo de consejo para luego lanzar un ataque vertical descendente nuevamente con su mazo, rápidamente salté hacia un lado y antes de que mi oponente pudiera reaccionar atravesé su antebrazo con mi espada para luego girarla, provocándole de esa forma un terrible sufrimiento que lo obligó a gruñir de dolor y a soltar su arma.
El grandulón se dejó llevar por su instinto animal e intentó cortarme con las garras de su mano ilesa pero antes saqué mi espada ensangrentada de su brazo para luego evadir su ataque dando un salto hacia atrás y así mantener un poco de distancia entre los dos -Tú y tus patéticos compañeros pronto serán aniquilados, aprovecha y di tus últimas palabras- Dije con superioridad para luego colocarme en una posición ofensiva mientras que una sonrisa pícara se dibujaba en mi rostro, realmente estaba disfrutando el momento.
Rauko
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
La alarma de Don Rocín, cierta o falsa había puesto en alerta a todo el equipo que entre duda y admiración observaban a todos lados sin ver ningún rastro del peligro del que el viejo advertía, incluso una vez que cayó del caballo el hombre bestia que le había seguido a la batalla con tanto fervor, acudió en su apoyo buscando y rebuscando algún indicio de lo que decía el anciano, sin embargo el peligro no llegaba, no hasta que todos estaban a punto de tomar al viejo por loco, fue entonces cuando ellos aparecieron, primero los dos grandes osos y finalmente uno más, que como gigantes atacaron al pequeño y peculiar grupo de viajeros con el fin, tal vez, de acabar con Don Rocín.
Rauko al parecer, decepcionado por la descabellada actuación del viejo al que custodiaba había decidido marcharse pero antes de conseguir alejarse se encontró atrapado en medio de una brutal batalla que no solo lo mantuvo unido al grupo, sino que además, podría haber renovado las dudas que pudiera tener acerca de la cordura del viejo, que podría ser muy hábil o estar muy loco, pero fuera cual fuera daba mucha curiosidad averiguarlo.
Una vez que el primer par de osos estuvo frente al viejo, el colorido hombre bestia no demoró en formar un muro con su cuerpo, resultaba ser hasta ahora el más determinado de los guardianes -¿Qué es esa cosa?- Dijo uno de los osos señalando al hombre mantis con expresión de asco y miedo -No tengo idea, pero encárgate, yo iré por el viejo- Respondió el otro dejando a Vankgen como tarea para su compañero que cometió el terrible error de subestimarlo, error que pagaría muy caro después.
En medio de la acción, Destino había tenido que contener al viejo Rocín que parecía pedir a gritos que lo aplastaran, el oso que había venido a por el viejo dejó caer su mazo directo hacia el viejo y lo habría hecho puré de no ser por la rapidez del pelinegro que velozmente consiguió lanzarse sobre el anciano para llevarlo al piso apartándolo de la trayectoria -¿Pero qué haces?- Protestó Don Rocín -Podía acabar con él en ese golpe- Dijo con tal certeza que hizo dudar al elfo de haber intervenido, tal vez el viejo ya tenía planeado evadir el ataque en el último momento y eliminarlo con una fantástica técnica que ahora tristemente el elfo no tendría oportunidad de ver.
Vankgen por su parte había iniciado el combate contra su oso evitando ser aplastado por el mazo del oso y en una salvaje arremetida se trepó sobre el peludo animal apuñalándolo para luego rodearlo con sus patas en una especie de, valga la ironía “trampa de oso biológica” que mantenía al herido hombre bestia girando y dando manotazos al aire intentando sin éxito golpear al colorido hombre bestia en su espalda; sin embargo la victoria no llegaría tan fácil, pues en un último ataque desesperado el hombre oso decidió saltar hacia atrás y dejarse caer de espalda con el fin de aplastar a Vankgen, aún con la coraza de la que disponía el hombre mantis, el peso del oso podría causar daños en caso de aplastarlo contra el piso, ahora tendría que decidir si soltarlo para salvarse del aplastamiento o seguir hasta el final y ver quién tenía más resistencia.
Klinge por su parte, confiado en que sus compañeros podrían contra aquellos osos, pues a fin de cuentas contaban con superioridad numérica, decidió hacerse cargo del tercer oso, demostrando que no le intimidaba en absoluto enfrentar a enemigos más grandes -Tienes una boca muy grande para un cuerpo tan pequeño- Dijo el oso señalando lo diminutos que le parecían los humanos y por ello no le parecían una amenaza para tomar en serio -Mi nombre es Ponj Oso- Respondió mientras separaba las piernas y elevaba su arma, un pesado bastón con púas en el extremo de golpear; esperaba el momento indicado para aplastar al humano y lo intentó a la menor oportunidad dejando caer su arma pero el rápido movimiento de Klinge no solo le permitió salir ileso de ese primer ataque sino que además dejó desconcertado al oso que después de estrellar su pesada arma contra el piso en donde, a causa de las púas quedó clavado unos instantes, no fue capaz de esquivar el violento ataque contra sus partes nobles.
Un fino pero efectivo corte en la entrepierna del oso le hizo soltar un grito de dolor que sería escuchado hasta lo lejos, soltó su arma que aún se encontraba clavada al piso y llevó ambas manos a sus genitales cayendo de rodillas y con rostro de sufrimiento -¡¡Pagarás por esto!!- Dijo furioso mientras el ataque de ira le permitía arrancar el arma del piso con una sola mano y en el mismo movimiento lanzar un ataque horizontal hacia atrás mientras giraba su cuerpo buscando al humano que ahora le resultaba una presa más importante que el mismo Don Rocín.
Mientras Vankgen logra apartar a uno de los osos, Rauko se apresura en llegar a la escena para hacerse cargo del otro, dejando a Destino la tarea de mantener seguro a Don Rocín -Suéltame y acabaré con todos ellos- Protestaba el viejo cuyo brazo era fuertemente sujetado por el elfo quien lo alejaba de los osos teniendo cuidado de no acercarlo al que enfrentaba Klinge en el extremo contrario, una tarea que resultaba difícil con lo inquieto que resultaba el caballero.
A pesar de la destreza de la que disponían los elfos, Rauko parecía tener problemas, y es que si bien su raza contaba con buena agilidad, eso era descompensado debido a la carencia de fuerza, más aún si se trataba de enfrentar a semejantes colosos; le había costado al inicio encontrar la manera, pero con astucia consiguió herir el brazo de su oponente causando no solo daño físico, sino también haciendo que soltara su arma; ahora la ventaja del peludo no era algo tan descomunal y sería la tarea del joven elfo demostrar que la inteligencia se impone sobre la fuerza.
Rauko al parecer, decepcionado por la descabellada actuación del viejo al que custodiaba había decidido marcharse pero antes de conseguir alejarse se encontró atrapado en medio de una brutal batalla que no solo lo mantuvo unido al grupo, sino que además, podría haber renovado las dudas que pudiera tener acerca de la cordura del viejo, que podría ser muy hábil o estar muy loco, pero fuera cual fuera daba mucha curiosidad averiguarlo.
Una vez que el primer par de osos estuvo frente al viejo, el colorido hombre bestia no demoró en formar un muro con su cuerpo, resultaba ser hasta ahora el más determinado de los guardianes -¿Qué es esa cosa?- Dijo uno de los osos señalando al hombre mantis con expresión de asco y miedo -No tengo idea, pero encárgate, yo iré por el viejo- Respondió el otro dejando a Vankgen como tarea para su compañero que cometió el terrible error de subestimarlo, error que pagaría muy caro después.
En medio de la acción, Destino había tenido que contener al viejo Rocín que parecía pedir a gritos que lo aplastaran, el oso que había venido a por el viejo dejó caer su mazo directo hacia el viejo y lo habría hecho puré de no ser por la rapidez del pelinegro que velozmente consiguió lanzarse sobre el anciano para llevarlo al piso apartándolo de la trayectoria -¿Pero qué haces?- Protestó Don Rocín -Podía acabar con él en ese golpe- Dijo con tal certeza que hizo dudar al elfo de haber intervenido, tal vez el viejo ya tenía planeado evadir el ataque en el último momento y eliminarlo con una fantástica técnica que ahora tristemente el elfo no tendría oportunidad de ver.
Vankgen por su parte había iniciado el combate contra su oso evitando ser aplastado por el mazo del oso y en una salvaje arremetida se trepó sobre el peludo animal apuñalándolo para luego rodearlo con sus patas en una especie de, valga la ironía “trampa de oso biológica” que mantenía al herido hombre bestia girando y dando manotazos al aire intentando sin éxito golpear al colorido hombre bestia en su espalda; sin embargo la victoria no llegaría tan fácil, pues en un último ataque desesperado el hombre oso decidió saltar hacia atrás y dejarse caer de espalda con el fin de aplastar a Vankgen, aún con la coraza de la que disponía el hombre mantis, el peso del oso podría causar daños en caso de aplastarlo contra el piso, ahora tendría que decidir si soltarlo para salvarse del aplastamiento o seguir hasta el final y ver quién tenía más resistencia.
Klinge por su parte, confiado en que sus compañeros podrían contra aquellos osos, pues a fin de cuentas contaban con superioridad numérica, decidió hacerse cargo del tercer oso, demostrando que no le intimidaba en absoluto enfrentar a enemigos más grandes -Tienes una boca muy grande para un cuerpo tan pequeño- Dijo el oso señalando lo diminutos que le parecían los humanos y por ello no le parecían una amenaza para tomar en serio -Mi nombre es Ponj Oso- Respondió mientras separaba las piernas y elevaba su arma, un pesado bastón con púas en el extremo de golpear; esperaba el momento indicado para aplastar al humano y lo intentó a la menor oportunidad dejando caer su arma pero el rápido movimiento de Klinge no solo le permitió salir ileso de ese primer ataque sino que además dejó desconcertado al oso que después de estrellar su pesada arma contra el piso en donde, a causa de las púas quedó clavado unos instantes, no fue capaz de esquivar el violento ataque contra sus partes nobles.
Un fino pero efectivo corte en la entrepierna del oso le hizo soltar un grito de dolor que sería escuchado hasta lo lejos, soltó su arma que aún se encontraba clavada al piso y llevó ambas manos a sus genitales cayendo de rodillas y con rostro de sufrimiento -¡¡Pagarás por esto!!- Dijo furioso mientras el ataque de ira le permitía arrancar el arma del piso con una sola mano y en el mismo movimiento lanzar un ataque horizontal hacia atrás mientras giraba su cuerpo buscando al humano que ahora le resultaba una presa más importante que el mismo Don Rocín.
Mientras Vankgen logra apartar a uno de los osos, Rauko se apresura en llegar a la escena para hacerse cargo del otro, dejando a Destino la tarea de mantener seguro a Don Rocín -Suéltame y acabaré con todos ellos- Protestaba el viejo cuyo brazo era fuertemente sujetado por el elfo quien lo alejaba de los osos teniendo cuidado de no acercarlo al que enfrentaba Klinge en el extremo contrario, una tarea que resultaba difícil con lo inquieto que resultaba el caballero.
A pesar de la destreza de la que disponían los elfos, Rauko parecía tener problemas, y es que si bien su raza contaba con buena agilidad, eso era descompensado debido a la carencia de fuerza, más aún si se trataba de enfrentar a semejantes colosos; le había costado al inicio encontrar la manera, pero con astucia consiguió herir el brazo de su oponente causando no solo daño físico, sino también haciendo que soltara su arma; ahora la ventaja del peludo no era algo tan descomunal y sería la tarea del joven elfo demostrar que la inteligencia se impone sobre la fuerza.
Destino
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Tras perder el impulso inicial el espadachín rodo dos veces asía adelante para tomar mayor distancia de su adversario, esperando un posible contra ataque, de esta forma, para cuando el oso lanzo su golpe horizontal con su garrote, Klinge ya se encontraba fuera de su alcance.
El mercenario se dio la vuelta rápidamente mientras se levantaba para no perder de vista a su adversario, lo sorprendió el hecho de que, a pesar del inmenso dolor que sentía la bestia, logro reunir las fuerzas para poder agredirlo y seguir peleando, aun así, el sicario oso se encontraba en una fuerte desventaja debido a su herida, era seguro que no podría caminar antes de recibir ayuda médica, y era poco probable que pudiese usar los dos brazos libremente, ya que se vería forzado a usar uno para contener el sangrado.
Klinge: el tamaño no lo es todo en el combate “Ponj”…
Decía mientras una nueva sonrisa se le dibujaba en el rostro, y no una de burla como la que ponía mientras observaba las locuras de don Rocín, sino la de un depredador que tenia acorralada a su presa y se estaba preparando para el golpe final con calma, midiendo las distancias, caminaba de izquierda a derecha mientras agitaba la espada que tenía en mano, fuera del alcance del bandido que era incapaz de perseguirlo, mientras se daba cuenta de que se convirtió en la presa de este loco humano.
Klinge: ¿Qué crees que he hecho todo este tiempo en las arenas? Estove peleando desde que tengo la mitad de este tamaño, y créeme, estoy más que acostumbrado a pelear contra contrincantes que me doblan la estatura.
El oso lo miraba con rencor en los ojos, sabía que quería, quería acabar con esto rápido, lo hirió de gravedad, y ahora solo quedaba rematarlo, Klinge ve como el elfo mayor sacaba al anciano de la pelea, no sin dificultades, mas por culpa del viejo que por intervención de los osos, se dio cuenta que el oso con el que estaba peleando les obstaculizaba la retirada, hora de sacar un obstáculo menos de la ecuación.
El espadachín cargo de nuevo contra su oponente herido con la espada en mano derecha, listo para apuñalarlo, el oso lanza de nuevo un golpe horizontal, más certero esta vez, logrando impactar en la espada de Klinge, desviando su ataque y desarmándolo… pero algo no anda bien, el mercenario no pierde el equilibrio por el impacto, y su agarre en la espada se sintió muy flojo, cuando el oso se dio cuenta de lo que había planeado su oponente ya era demasiado tarde, el espadachín siguió cargando adelante, evadiendo el garrote del bandido, en un instante, Klinge desenfundo su espada izquierda, empleando la misma técnica de desenfunde que la otra espada, permitiéndole ahorrar espacio y tiempo importantes, en una rápida estocada el acero del guerrero atravesó el mentón de la bestia junto a su boca y cerebro.
Klinge saco su espada del cráneo de la bestia usando las dos manos y ayudándose de su pie, para luego apartarse rápidamente del cadáver, para que esa mole no le cayera encima, después pego un silbido para llamar la atención de Destino y le hace una seña con la mano para indicarle que la vía estaba libre, después, con toda la calma del mundo, limpio la sangre de su espada antes de enfundarla e ir a buscar la que salió volando.
El mercenario se dio la vuelta rápidamente mientras se levantaba para no perder de vista a su adversario, lo sorprendió el hecho de que, a pesar del inmenso dolor que sentía la bestia, logro reunir las fuerzas para poder agredirlo y seguir peleando, aun así, el sicario oso se encontraba en una fuerte desventaja debido a su herida, era seguro que no podría caminar antes de recibir ayuda médica, y era poco probable que pudiese usar los dos brazos libremente, ya que se vería forzado a usar uno para contener el sangrado.
Klinge: el tamaño no lo es todo en el combate “Ponj”…
Decía mientras una nueva sonrisa se le dibujaba en el rostro, y no una de burla como la que ponía mientras observaba las locuras de don Rocín, sino la de un depredador que tenia acorralada a su presa y se estaba preparando para el golpe final con calma, midiendo las distancias, caminaba de izquierda a derecha mientras agitaba la espada que tenía en mano, fuera del alcance del bandido que era incapaz de perseguirlo, mientras se daba cuenta de que se convirtió en la presa de este loco humano.
Klinge: ¿Qué crees que he hecho todo este tiempo en las arenas? Estove peleando desde que tengo la mitad de este tamaño, y créeme, estoy más que acostumbrado a pelear contra contrincantes que me doblan la estatura.
El oso lo miraba con rencor en los ojos, sabía que quería, quería acabar con esto rápido, lo hirió de gravedad, y ahora solo quedaba rematarlo, Klinge ve como el elfo mayor sacaba al anciano de la pelea, no sin dificultades, mas por culpa del viejo que por intervención de los osos, se dio cuenta que el oso con el que estaba peleando les obstaculizaba la retirada, hora de sacar un obstáculo menos de la ecuación.
El espadachín cargo de nuevo contra su oponente herido con la espada en mano derecha, listo para apuñalarlo, el oso lanza de nuevo un golpe horizontal, más certero esta vez, logrando impactar en la espada de Klinge, desviando su ataque y desarmándolo… pero algo no anda bien, el mercenario no pierde el equilibrio por el impacto, y su agarre en la espada se sintió muy flojo, cuando el oso se dio cuenta de lo que había planeado su oponente ya era demasiado tarde, el espadachín siguió cargando adelante, evadiendo el garrote del bandido, en un instante, Klinge desenfundo su espada izquierda, empleando la misma técnica de desenfunde que la otra espada, permitiéndole ahorrar espacio y tiempo importantes, en una rápida estocada el acero del guerrero atravesó el mentón de la bestia junto a su boca y cerebro.
Klinge saco su espada del cráneo de la bestia usando las dos manos y ayudándose de su pie, para luego apartarse rápidamente del cadáver, para que esa mole no le cayera encima, después pego un silbido para llamar la atención de Destino y le hace una seña con la mano para indicarle que la vía estaba libre, después, con toda la calma del mundo, limpio la sangre de su espada antes de enfundarla e ir a buscar la que salió volando.
Klinge
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Vankgen se hallaba concentrado casi por completo en su pelea, apenas había desviado sus pupilas para asegurarse de que Don Rocín estuviera en buenas manos, o en las suficientemente diestras como para que luego pudieran pagarle. Por suerte entre los dos elfos se hacían cargo de apartar al anciano de las bestias y mantenerlas a raya a su vez.
Sin embargo el hombre bestia no tuvo demasiado tiempo para ver a sus compañeros, pues el inmenso oso al que retenía decidió usar su peso como arma, una maniobra bastante diestra que hizo soltar un quejido ahogado al hombre mantis, y que vació sus pulmones de aire durante unos instantes.
Sin embargo nos e zafó de su presa, y cuando su peludo adversario hecho la cabeza hacia atrás al caer, el mercenario clavo en su gruesa y peluda piel sus dos hileras de dientes, desgarrando la carne y tironeando del cuero para arrancarlo. El Oso hecho la cabeza hacia un costado y otro, dándole cabezazos hasta partirle la ceja. Un hilo de sangre, espesa y violácea empezó a cruzar el parpado del policromatico ser y a manchar el pelaje pardo de su contrincante, sin embargo, ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
Vanken aprovechó que el coso estaba sobre su propio cuerpo para clavar las patas en su abdomen, y los cabezazos del oso para palmear el suelo con la cola para que cuando este le diera el próximo cabezazo ambos se impulsaran y rodaran, haciendo que sus apéndices se clavasen mas dentro del cuerpo de su enemigo aprovechando del peso de ambos.
El oso gritó al sentir aquello y siguió rodando, aplastando al hombre mantis una vez mas contra el suelo, cuyo cuerpo dolorido presentaría pronto varios moretones fruto de las contusiones que estaba ocasionando su adversario por todo el cuerpo, sin embargo no sería el único cuya sangre se vertería.
Con sus apéndices profundamente clavados empezó a tirar en direcciones opuestas, desgarrando musculo y piel, tensando al mandíbula por el esfuerzo mientras la sangre de aquel sujeto empezaba a manar y a salpicar a su alrededor, pero a su vez, al hacerse las heridas mas grandes, era mas fácil desprenderse del mismo.
El oso pudo liberarse del hombre mantis y rodar alejándose del mismo, se puso en pie teniendo con una mano algunos de los profundos desgarros, sin lograr parar la hemorragia, con los ojos inyectados en sangre, y sus manos empapadas y oscurecidas.
El hombre mantis se puso en pie a su vez, con parte del cuerpo teñido de aquel color que tanto le fascinaba y que brotaba cual manantial de su adversario. Emitió un siseo e satisfacción mientras se relamía sus puntiagudos dientes, y cargaba contra el mercenario una vez mas, arrinconandolo contra el molino, y empalandolo con sus extremidades superiores, atravesando su brazo con una de ellas y su hígado con la otra.
Los cabezazos del oso solo recibieron los filosos dientes de su adversario, y el Vankgen aprovecho su ventajosa posición para desgarrar con los mismos mientras con el único brazo libre el oso arañaba las placas de sus brazos y su espalda dejando apenas algunas marcas, y agujereando la piel que había entre ambas haciendo manar aquel liquido morado que corría por las venas de su ejecutor.
Cuando Vanken se separó de su presa no estaba ni mucho menos indemne, tenía el labio partido, al ceja rota y parte del rostro amoratado, su cuerpo se había bañado tanto de la sangre del oso como al la propia que manaba por los escasos lugares que no cubrían las placas, y su piel mas sensible empezaba a presentar los hematomas fruto de los ojos, pero la adrenalina que aun corría desaforada por sus venas todavía alejaba el dolor de aquel pirata en tierra extraña, y una amplia sonrisa se esbozaba en su rostro mientras su mirada buscaba en el campo de batalla de quien sería la próxima sangre en probar.
Sin embargo el hombre bestia no tuvo demasiado tiempo para ver a sus compañeros, pues el inmenso oso al que retenía decidió usar su peso como arma, una maniobra bastante diestra que hizo soltar un quejido ahogado al hombre mantis, y que vació sus pulmones de aire durante unos instantes.
Sin embargo nos e zafó de su presa, y cuando su peludo adversario hecho la cabeza hacia atrás al caer, el mercenario clavo en su gruesa y peluda piel sus dos hileras de dientes, desgarrando la carne y tironeando del cuero para arrancarlo. El Oso hecho la cabeza hacia un costado y otro, dándole cabezazos hasta partirle la ceja. Un hilo de sangre, espesa y violácea empezó a cruzar el parpado del policromatico ser y a manchar el pelaje pardo de su contrincante, sin embargo, ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
Vanken aprovechó que el coso estaba sobre su propio cuerpo para clavar las patas en su abdomen, y los cabezazos del oso para palmear el suelo con la cola para que cuando este le diera el próximo cabezazo ambos se impulsaran y rodaran, haciendo que sus apéndices se clavasen mas dentro del cuerpo de su enemigo aprovechando del peso de ambos.
El oso gritó al sentir aquello y siguió rodando, aplastando al hombre mantis una vez mas contra el suelo, cuyo cuerpo dolorido presentaría pronto varios moretones fruto de las contusiones que estaba ocasionando su adversario por todo el cuerpo, sin embargo no sería el único cuya sangre se vertería.
Con sus apéndices profundamente clavados empezó a tirar en direcciones opuestas, desgarrando musculo y piel, tensando al mandíbula por el esfuerzo mientras la sangre de aquel sujeto empezaba a manar y a salpicar a su alrededor, pero a su vez, al hacerse las heridas mas grandes, era mas fácil desprenderse del mismo.
El oso pudo liberarse del hombre mantis y rodar alejándose del mismo, se puso en pie teniendo con una mano algunos de los profundos desgarros, sin lograr parar la hemorragia, con los ojos inyectados en sangre, y sus manos empapadas y oscurecidas.
El hombre mantis se puso en pie a su vez, con parte del cuerpo teñido de aquel color que tanto le fascinaba y que brotaba cual manantial de su adversario. Emitió un siseo e satisfacción mientras se relamía sus puntiagudos dientes, y cargaba contra el mercenario una vez mas, arrinconandolo contra el molino, y empalandolo con sus extremidades superiores, atravesando su brazo con una de ellas y su hígado con la otra.
Los cabezazos del oso solo recibieron los filosos dientes de su adversario, y el Vankgen aprovecho su ventajosa posición para desgarrar con los mismos mientras con el único brazo libre el oso arañaba las placas de sus brazos y su espalda dejando apenas algunas marcas, y agujereando la piel que había entre ambas haciendo manar aquel liquido morado que corría por las venas de su ejecutor.
Cuando Vanken se separó de su presa no estaba ni mucho menos indemne, tenía el labio partido, al ceja rota y parte del rostro amoratado, su cuerpo se había bañado tanto de la sangre del oso como al la propia que manaba por los escasos lugares que no cubrían las placas, y su piel mas sensible empezaba a presentar los hematomas fruto de los ojos, pero la adrenalina que aun corría desaforada por sus venas todavía alejaba el dolor de aquel pirata en tierra extraña, y una amplia sonrisa se esbozaba en su rostro mientras su mirada buscaba en el campo de batalla de quien sería la próxima sangre en probar.
Yarnelen Vankgen
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Ahora que mi contrincante no contaba con toda la eficiencia que podría alcanzar con sus dos brazos, yo debía aprovechar las circunstancias para vencerlo cuanto antes, además, el hombre-oso ya no contaba con su arma gracias a mi jugada anterior y si él intentaba tomarla del suelo yo no dudaría en atacarlo en ese mismo instante, por lo que el grandulón no le quedaría otra opción más que enfrentarme utilizando solamente su propio cuerpo.
Ambos nos quedamos observándonos por unos instantes tratando de adivinar el siguiente movimiento del oponente, imaginando todas las jugadas posibles y la forma perfecta de responder a cada una de ellas, sin embargo de tanto pensar en qué haríamos parecía que ninguno de los dos nos arriesgaríamos a realizar un ataque directo, tal vez tanto él como yo sabíamos que lo mejor era esperar el movimiento del oponente para contraatacarlo, pero solo sería cuestión de tiempo para que alguno de nuestros compañeros intervinieran en nuestro combate y arruinara la emoción, así que finalmente decidimos actuar.
Sin tener una idea muy clara de qué hacer corrí hacia el hombre-oso mientras que éste también se dirigió hacia mí caminando lentamente con la parte superior de su cuerpo inclinada hacia adelante y con sus manos extendidas hacia los lados -¡Ven muchacho! ¡Demuéstrame de lo que eres capaz!- Exclamó el grandulón tratando de provocarme, sin duda alguna él tenía algo en mente y quería hacerme caer en su trampa.
Debido a la postura tomada por mi oponente opté por detenerme antes de caer en mi perdición -¿Qué sucede? ¿tienes miedo?- Dijo el hombre-oso en tono desafiante, era obvio que él había pensado en una estrategia basada en mis últimos ataques, así que tuve que hacer una nueva táctica donde mi forma de pensar ya no fuese predecible.
De forma despreocupada envainé mi espada y luego di varios pasos hacia atrás tratando de hacer distancia entre mi oponente y yo -¿Acaso ya te has rendido?- Preguntó el hombre-oso para luego soltar una fuerte carcajada -Si es así entonces acabaré contigo de una buena vez- Dijo para finalmente tomar su mazo con su única mano en buen estado y después emprendió una vertiginosa carrera en mi dirección.
Por mi parte no hice nada más que seguir caminando hacia atrás esperando el momento justo para actuar, y en el instante en que mi contrincante lanzó su ataque logré esquivarlo dando un salto hacia la izquierda, luego me aparté rápido hasta tomar de nuevo un poco de distancia -Escapaste esta vez pero no volverá a suceder- Exclamó como si sus amenazas pudieran asustarme, luego emprendió una nueva carrera hacia mi dirección. Cuando el hombre-oso volvió a lanzarme un ataque salté hacia la izquierda para luego tomar una buena distancia entre ambos otra vez.
Seguimos repitiendo esto una y otra vez hasta que ambos nos encontrábamos bañados con nuestro propio sudor y seguimos haciendo lo mismo, no acabaría hasta que alguno muriera, pero después de todo pude lograr mi cometido y acabar con el combate antes de la muerte de alguno -Ya deja de moverte- Gritó el grandulón ya frustrado por repetir la misma cosa varias veces sin lograr alcanzarme, luego me atacó una vez más y como era de esperarse salté hacia la izquierda para luego tomar distancia -¡¡Ya muérete o mátame!!- Exclamó con todas su fuerzas y sin ninguna pizca de paciencia para luego intentar seguirme, no obstante, en ese momento fue el final de la batalla -¡¿Pero qué…?!- Exclamó el grandulón mientras caía de cara al suelo sin siquiera poder evitarlo.
El hombre-oso después de fallar cada uno de sus ataques siempre giraba su cuerpo mientras mantenía su peso solamente sobre su pie izquierdo, lentamente esos movimientos bruscos causaron ciertos efectos negativos sobre las articulaciones de su pierna, por lo que después de varios minutos era inevitable que su rodilla se dislocara dejándolo fuera de combate y me convirtiera así en el legítimo vencedor del enfrentamiento.
Una vez que vi a mi oponente caído desenvainé mi espada rápidamente para correr hacia éste antes de que fuera demasiado tarde -¡No puede ser posible! ¡¿Cómo pude ser derrotado por un chico débil y patético?!- El hombre-oso ya se encontraba vencido y había perdido todo el respeto que podría tener un guerrero, ya era mi momento para acabar con su vida y debía hacerlo con estilo.
Seguí mi carrera hacia el hombre-oso y al estar lo suficientemente cerca afinqué mi pie derecho sobre la cabeza del grandulón -Insignificante- Le dije con un tono frío y apagado para luego hacer un severo corte en su cuello logrando separar de esa manera su cabeza de su cuerpo, ya en ese estado él sólo podría cubrir el suelo con su sangre y Don rocín estaría a salvo.
Finalmente con todo el peligro eliminado agité mi espada para limpiarla de la sangre que la cubría y luego la guardé donde correspondía -(Estoy muy cansado, pero debo evitar que los demás descubran eso, debo mantener mi buena imagen)- Pensé mientras caminaba hacia el lugar donde se encontraban los demás, el combate fue más difícil de lo que esperaba y terminé completamente cansado, pero al final todo eso me sirvió para sentirme satisfecho con mi merecida victoria.
Ambos nos quedamos observándonos por unos instantes tratando de adivinar el siguiente movimiento del oponente, imaginando todas las jugadas posibles y la forma perfecta de responder a cada una de ellas, sin embargo de tanto pensar en qué haríamos parecía que ninguno de los dos nos arriesgaríamos a realizar un ataque directo, tal vez tanto él como yo sabíamos que lo mejor era esperar el movimiento del oponente para contraatacarlo, pero solo sería cuestión de tiempo para que alguno de nuestros compañeros intervinieran en nuestro combate y arruinara la emoción, así que finalmente decidimos actuar.
Sin tener una idea muy clara de qué hacer corrí hacia el hombre-oso mientras que éste también se dirigió hacia mí caminando lentamente con la parte superior de su cuerpo inclinada hacia adelante y con sus manos extendidas hacia los lados -¡Ven muchacho! ¡Demuéstrame de lo que eres capaz!- Exclamó el grandulón tratando de provocarme, sin duda alguna él tenía algo en mente y quería hacerme caer en su trampa.
Debido a la postura tomada por mi oponente opté por detenerme antes de caer en mi perdición -¿Qué sucede? ¿tienes miedo?- Dijo el hombre-oso en tono desafiante, era obvio que él había pensado en una estrategia basada en mis últimos ataques, así que tuve que hacer una nueva táctica donde mi forma de pensar ya no fuese predecible.
De forma despreocupada envainé mi espada y luego di varios pasos hacia atrás tratando de hacer distancia entre mi oponente y yo -¿Acaso ya te has rendido?- Preguntó el hombre-oso para luego soltar una fuerte carcajada -Si es así entonces acabaré contigo de una buena vez- Dijo para finalmente tomar su mazo con su única mano en buen estado y después emprendió una vertiginosa carrera en mi dirección.
Por mi parte no hice nada más que seguir caminando hacia atrás esperando el momento justo para actuar, y en el instante en que mi contrincante lanzó su ataque logré esquivarlo dando un salto hacia la izquierda, luego me aparté rápido hasta tomar de nuevo un poco de distancia -Escapaste esta vez pero no volverá a suceder- Exclamó como si sus amenazas pudieran asustarme, luego emprendió una nueva carrera hacia mi dirección. Cuando el hombre-oso volvió a lanzarme un ataque salté hacia la izquierda para luego tomar una buena distancia entre ambos otra vez.
Seguimos repitiendo esto una y otra vez hasta que ambos nos encontrábamos bañados con nuestro propio sudor y seguimos haciendo lo mismo, no acabaría hasta que alguno muriera, pero después de todo pude lograr mi cometido y acabar con el combate antes de la muerte de alguno -Ya deja de moverte- Gritó el grandulón ya frustrado por repetir la misma cosa varias veces sin lograr alcanzarme, luego me atacó una vez más y como era de esperarse salté hacia la izquierda para luego tomar distancia -¡¡Ya muérete o mátame!!- Exclamó con todas su fuerzas y sin ninguna pizca de paciencia para luego intentar seguirme, no obstante, en ese momento fue el final de la batalla -¡¿Pero qué…?!- Exclamó el grandulón mientras caía de cara al suelo sin siquiera poder evitarlo.
El hombre-oso después de fallar cada uno de sus ataques siempre giraba su cuerpo mientras mantenía su peso solamente sobre su pie izquierdo, lentamente esos movimientos bruscos causaron ciertos efectos negativos sobre las articulaciones de su pierna, por lo que después de varios minutos era inevitable que su rodilla se dislocara dejándolo fuera de combate y me convirtiera así en el legítimo vencedor del enfrentamiento.
Una vez que vi a mi oponente caído desenvainé mi espada rápidamente para correr hacia éste antes de que fuera demasiado tarde -¡No puede ser posible! ¡¿Cómo pude ser derrotado por un chico débil y patético?!- El hombre-oso ya se encontraba vencido y había perdido todo el respeto que podría tener un guerrero, ya era mi momento para acabar con su vida y debía hacerlo con estilo.
Seguí mi carrera hacia el hombre-oso y al estar lo suficientemente cerca afinqué mi pie derecho sobre la cabeza del grandulón -Insignificante- Le dije con un tono frío y apagado para luego hacer un severo corte en su cuello logrando separar de esa manera su cabeza de su cuerpo, ya en ese estado él sólo podría cubrir el suelo con su sangre y Don rocín estaría a salvo.
Finalmente con todo el peligro eliminado agité mi espada para limpiarla de la sangre que la cubría y luego la guardé donde correspondía -(Estoy muy cansado, pero debo evitar que los demás descubran eso, debo mantener mi buena imagen)- Pensé mientras caminaba hacia el lugar donde se encontraban los demás, el combate fue más difícil de lo que esperaba y terminé completamente cansado, pero al final todo eso me sirvió para sentirme satisfecho con mi merecida victoria.
Rauko
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
¿Qué acaso me tomas por cobarde?- Gritaba Don Rocín enojado contra el elfo que luchaba y forcejaba por mantenerlo alejado del peligro -Yo solo, habría podido acabar con esos gigantes peludos en menos tiempo y con una mano atada a mi espalda- Juraba con tal determinación que podría convencer a cualquiera de que lo que decía era cierto; incluso el ingenuo elfo comenzaba a dudar de lo que estaba haciendo ¿Estaba protegiendo al viejo de los osos, o estaba salvando a los osos del viejo? Fuera como fuera y a juzgar por la actitud de Filomeno quien también se había sumado a la tarea de sujetar al viejo caballero para mantenerlo a salvo y que a fin de cuentas era quien lo había contratado; no le quedaba más remedio que seguir con aquella tarea que no le resultaba nada cómodo, pues realmente le gustaría ver al anciano en acción.
A los lados las batallas se dibujaban cada vez más salvajes, el mercenario humano estaba conteniendo a su oponente sin problemas pero los otros dos se las estaban viendo difícil, el joven elfo parecía tener una estrategia basada en usar a su favor la fuerza de su oponente, algo considerablemente inteligente tomando en cuenta que era apenas un chico contra semejante bestia; Destino se mantuvo atento al resultado de esa batalla considerando que el chico podría ser un guerrero bastante prometedor si se le entrenaba de la manera correcta y siendo ambos elfos, tal vez no era coincidencia que se hubiesen encontrado.
El hombre bestia multicolor por su parte era el que parecía haber tenido más aprietos, no solo porque su oso era el de mayor tamaño de los tres, además de ser el de aspecto más amenazante, cosa que en ningún momento había intimidado a Vankgen quien estaba dando la más fiera de las batallas; Destino observaba bastante impresionado, dividiendo su atención entre las tres peleas simultáneas, pero la del sujeto colorido era la más brutal y sanguinaria -Suéltalo- Murmuró el elfo cuando vio al oso dejarse caer hacia atrás, era lo que él mismo había hecho pero Vankgen continuó aferrado a su oponente incluso después de estrellarse ambos contra el suelo.
Finalmente las batallas estaban acabando, el primero en terminar con su rival fue el humano quien en una astuta estrategia había conseguido tomar por sorpresa al desafortunado oso que tal vez ni siquiera habría llegado a entender lo ocurrido antes de morir; por otro lado la estrategia del chico peliblanco había resultado bastante llamativa para Destino, además de resultarle eficiente y efectiva para acabar con el segundo de los osos y finalmente el chico multicolor que la había tenido más difícil también consiguió derrotar a su oponente en un retorcido paisaje de sangre que era mejor no mirar.
¿Todos bien?- Preguntó Filomeno al ver que las batallas llegaban a su fin pero su pregunta quedaría en el aire ante la advertencia de Destino -Allá ¿Quién es?- Preguntó señalando una misteriosa figura que cubierta por una oscura capa salía de detrás del molino más alejado y escapaba velozmente en un caballo, tal vez era quien había ordenado a los osos que nos atacaran y había venido para asegurarse de que el trabajo fuera hecho -Si tuviera un arco le podría atinar desde aquí aunque le apuntara usando solo los pies- Aseguró el presumido viejo en algo que resultaba difícil de creer, pues ni en la más fantástica de las historias se había escuchado de alguien que pudiera realizar semejante hazaña.
¡¡Y a la próxima les irá peor!!- Gritó Don Rocín a la figura que se alejaba mientras que Destino era empujado hacia atrás por el viejo que ya estaba cansado de ser detenido -Ustedes han salvado a los osos de morir bajo mi espada, pero al menos pudieron con ellos, jamás les tuve fe pero lo han logrado, es impresionante- Dijo Rocín en tono despectivo -Hay que tomar un descanso- Dijo Filomeno señalando a la sombra de unos de los molinos donde podrían sentarse a recuperarse de la batalla; Destino por su parte se acercó al Vankgen y sin más explicaciones que un -No te muevas- Colocó las manos apuntando a las heridas de batalla del raro personaje y comenzó a usar su magia sanadora para ayudarle a recuperarse o cuando menos aliviarle el dolor que pudieran causarle aquellas heridas.
A los lados las batallas se dibujaban cada vez más salvajes, el mercenario humano estaba conteniendo a su oponente sin problemas pero los otros dos se las estaban viendo difícil, el joven elfo parecía tener una estrategia basada en usar a su favor la fuerza de su oponente, algo considerablemente inteligente tomando en cuenta que era apenas un chico contra semejante bestia; Destino se mantuvo atento al resultado de esa batalla considerando que el chico podría ser un guerrero bastante prometedor si se le entrenaba de la manera correcta y siendo ambos elfos, tal vez no era coincidencia que se hubiesen encontrado.
El hombre bestia multicolor por su parte era el que parecía haber tenido más aprietos, no solo porque su oso era el de mayor tamaño de los tres, además de ser el de aspecto más amenazante, cosa que en ningún momento había intimidado a Vankgen quien estaba dando la más fiera de las batallas; Destino observaba bastante impresionado, dividiendo su atención entre las tres peleas simultáneas, pero la del sujeto colorido era la más brutal y sanguinaria -Suéltalo- Murmuró el elfo cuando vio al oso dejarse caer hacia atrás, era lo que él mismo había hecho pero Vankgen continuó aferrado a su oponente incluso después de estrellarse ambos contra el suelo.
Finalmente las batallas estaban acabando, el primero en terminar con su rival fue el humano quien en una astuta estrategia había conseguido tomar por sorpresa al desafortunado oso que tal vez ni siquiera habría llegado a entender lo ocurrido antes de morir; por otro lado la estrategia del chico peliblanco había resultado bastante llamativa para Destino, además de resultarle eficiente y efectiva para acabar con el segundo de los osos y finalmente el chico multicolor que la había tenido más difícil también consiguió derrotar a su oponente en un retorcido paisaje de sangre que era mejor no mirar.
¿Todos bien?- Preguntó Filomeno al ver que las batallas llegaban a su fin pero su pregunta quedaría en el aire ante la advertencia de Destino -Allá ¿Quién es?- Preguntó señalando una misteriosa figura que cubierta por una oscura capa salía de detrás del molino más alejado y escapaba velozmente en un caballo, tal vez era quien había ordenado a los osos que nos atacaran y había venido para asegurarse de que el trabajo fuera hecho -Si tuviera un arco le podría atinar desde aquí aunque le apuntara usando solo los pies- Aseguró el presumido viejo en algo que resultaba difícil de creer, pues ni en la más fantástica de las historias se había escuchado de alguien que pudiera realizar semejante hazaña.
¡¡Y a la próxima les irá peor!!- Gritó Don Rocín a la figura que se alejaba mientras que Destino era empujado hacia atrás por el viejo que ya estaba cansado de ser detenido -Ustedes han salvado a los osos de morir bajo mi espada, pero al menos pudieron con ellos, jamás les tuve fe pero lo han logrado, es impresionante- Dijo Rocín en tono despectivo -Hay que tomar un descanso- Dijo Filomeno señalando a la sombra de unos de los molinos donde podrían sentarse a recuperarse de la batalla; Destino por su parte se acercó al Vankgen y sin más explicaciones que un -No te muevas- Colocó las manos apuntando a las heridas de batalla del raro personaje y comenzó a usar su magia sanadora para ayudarle a recuperarse o cuando menos aliviarle el dolor que pudieran causarle aquellas heridas.
Destino
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
El guerrero logro recoger a tiempo su espada para ver como su compañero mantis terminaba con el otro oso que estaba enfrentando, sonrió mientras limpiaba la sangre de su espada antes de enfundarla con un pedazo de tela que saco de las ropas de su adversario caído.
Se quedo un rato junto al cadáver del guerrero oso, mientras el elfo más joven todavía seguía peleando con su rival, y puso su mano derecha sobre el cuerpo como señal de respeto, aunque hubiese parecido una lucha muy unilateral, cualquier combatiente con un poco de experiencia se hubiera percatado de que el humano pudo haber muerto en más de una ocasión, con este gesto el mercenario mostraba respeto por un oponente que dio su vida al concederle un combate tan emocionante.
Luego de que cada quien terminara su combate y el grupo se reunió, Klinge respondió a la pregunta de Filomeno golpeándose el pecho dos veces con el puño izquierdo, el espadachín decidió interceder por el grupo al escuchar las quejas de Don Rocín por no haberlo dejado pelear.
Klinge: no parecía necesario de que usted gastara su valioso tiempo, y energía, en despachar debiluchos como estos, debería conservar sus energías en oponentes más dignos de su destreza, para los matones de poca monta siempre estaremos nosotros.
Después de que la misteriosa figura encapuchada se apareciera y escapara a caballo, el mercenario se acerco al elfo peliblanco y le soltó una palmada en la espalda y le pusiera su mano izquierda en el hombro, asiendo que su brazo recorriera su espalda en un gesto de camaradería.
Klinge: nada mal esa táctica contra el oso ese, so nota que puedes ser mucho más paciente que yo, si nos da el tiempo durante este viaje deberíamos entrenar juntos…
Después suela al chico y le da otra palmada en la espalda mientras se aleja asía los molinos para descansar un poco, cuando pasa cerca del hombre mantis que estaba recibiendo ayuda médica del otro elfo, a unos metros de ellos y miro a Vankgen de reojo.
Klinge: el tamaño no lo es todo en una pelea.
Luego, camino asía el molino y apoyo la espalda contra este, para luego, dejarse caer quedando sentado en el piso.
Se quedo un rato junto al cadáver del guerrero oso, mientras el elfo más joven todavía seguía peleando con su rival, y puso su mano derecha sobre el cuerpo como señal de respeto, aunque hubiese parecido una lucha muy unilateral, cualquier combatiente con un poco de experiencia se hubiera percatado de que el humano pudo haber muerto en más de una ocasión, con este gesto el mercenario mostraba respeto por un oponente que dio su vida al concederle un combate tan emocionante.
Luego de que cada quien terminara su combate y el grupo se reunió, Klinge respondió a la pregunta de Filomeno golpeándose el pecho dos veces con el puño izquierdo, el espadachín decidió interceder por el grupo al escuchar las quejas de Don Rocín por no haberlo dejado pelear.
Klinge: no parecía necesario de que usted gastara su valioso tiempo, y energía, en despachar debiluchos como estos, debería conservar sus energías en oponentes más dignos de su destreza, para los matones de poca monta siempre estaremos nosotros.
Después de que la misteriosa figura encapuchada se apareciera y escapara a caballo, el mercenario se acerco al elfo peliblanco y le soltó una palmada en la espalda y le pusiera su mano izquierda en el hombro, asiendo que su brazo recorriera su espalda en un gesto de camaradería.
Klinge: nada mal esa táctica contra el oso ese, so nota que puedes ser mucho más paciente que yo, si nos da el tiempo durante este viaje deberíamos entrenar juntos…
Después suela al chico y le da otra palmada en la espalda mientras se aleja asía los molinos para descansar un poco, cuando pasa cerca del hombre mantis que estaba recibiendo ayuda médica del otro elfo, a unos metros de ellos y miro a Vankgen de reojo.
Klinge: el tamaño no lo es todo en una pelea.
Luego, camino asía el molino y apoyo la espalda contra este, para luego, dejarse caer quedando sentado en el piso.
Klinge
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Vankgen contemplo al resto de la gente, pero sobretodo al anciano para asegurarse una vez mas que estaba indemne y todavía recibiría su paga.
Ignoró todas las quejas de este hacia los mercenarios o el escudero que poseía. El hombre mantis dudaba de si el hombre era tan diestro, su cuerpo decía una cosa, y su voz otra, pero terminó resolviendo en que fuera como fuera no le pagaban para averiguarlo, y si aquel sujeto era tan diestro le traía al fresco mientras llenase su bolsa de aeros.
Cuando el elfo de pelo azabache se le acercó, el hombre mantis lo observó una vez mas, le recordaba a las profundidades marinas, callado, calmo, y oscuro, no le transmitía la inexperiencia del joven del pelo blanco, quien pese a eso era diestro, ni tampoco la socarronería inútil del humano quien le causaba un instintivo desagrado y despertaba el impulso de atraversarle con sus pinzas para que dejara de parlotear cada vez que lo escuchaba abrir la boca.
No era la primera vez que un elfo lo sanaba, pero no era algo normal, y era una situación que siempre le inquietaba. Si su piel hubiera podido se habría erizado, pero aquella capa de dermis gruesa y propia mas de un tiburón que de un hombre se mantuvo tersa sin mostrar la inquietud que le generaba la magia sobre si mismo al hombre bestia.
Las manchas azuladas de los hematomas empezaron a disminuir, como si su cuerpo absorbiera la sangre con mucha mas rapidez de lo que debería, y el dolor de las contusiones, que había empezado a sentir a medida que la adrenalina se disipaba de su cuerpo, disminuyó considerablemente gracias a la magia del hijo de los bosques.
Vankgen inclinó la cabeza con respeto, un gesto tosco y falto de gracia pero sumamente claro. Aquel elfo se había ganado un poco del respeto del stomatopoda.
Como si quisiera aumentar un mas el contraste, o recordar su desagrado, el humano se acercó al hombre mantis con aquel alarde.
-Los pequeños siempre intentáis demostrar eso cuando os sentís pequeños e insignificantes.-sonrió el hombre mantis mostrando los dientes aun ensangrentados con el liquido carmesí del hombre oso que yacía muerto y desmembrado a poca distancia.- Pero eres insignificante.
El hombre mantis giró el cuello haciendo crujir sus huesos y las placas que cubrían la nuca bajo su melena azul.
-Quédate callado o no habrá escarbadientes que te salve de terminar como el oso.-Prosiguió con una sonrisa turbada, que mostraba que tanto deleite llegaba a sentir aquel sujeto ante la perspectiva de atravesar y desmembrar la blande carne humana del mercenario, mientras su tono, grave , hosco y amenazante dejaba poco margen para una replica que no fuera a ser contestada con violencia, señalado con una de sus pinzas el acero al que se había referido en su oración.
Le pagan para que el anciano no recibiera heridas, pero en ningún lado le habían dicho que no debía deshacerse del resto de mercenarios, así que el hombre mantis se sentía completamente libre de empezar una pelea con aquel sujeto en cualquier momento y darle muerte por consiguiente.
Vankgen se acercó a la sombra del molino hacia la que los guió el escudero Filomeno, plegó sus patas hasta apoyar la parte baja del abdomen fraccionado que respondía a la parte mas bestial de su anatomía en el suelo, y lo curvo para enrollarlo como si fuera alguna clase de anélido, golpeando ritmicamente con la cola en el suelo a la espera de alguna otra indicación.
Ignoró todas las quejas de este hacia los mercenarios o el escudero que poseía. El hombre mantis dudaba de si el hombre era tan diestro, su cuerpo decía una cosa, y su voz otra, pero terminó resolviendo en que fuera como fuera no le pagaban para averiguarlo, y si aquel sujeto era tan diestro le traía al fresco mientras llenase su bolsa de aeros.
Cuando el elfo de pelo azabache se le acercó, el hombre mantis lo observó una vez mas, le recordaba a las profundidades marinas, callado, calmo, y oscuro, no le transmitía la inexperiencia del joven del pelo blanco, quien pese a eso era diestro, ni tampoco la socarronería inútil del humano quien le causaba un instintivo desagrado y despertaba el impulso de atraversarle con sus pinzas para que dejara de parlotear cada vez que lo escuchaba abrir la boca.
No era la primera vez que un elfo lo sanaba, pero no era algo normal, y era una situación que siempre le inquietaba. Si su piel hubiera podido se habría erizado, pero aquella capa de dermis gruesa y propia mas de un tiburón que de un hombre se mantuvo tersa sin mostrar la inquietud que le generaba la magia sobre si mismo al hombre bestia.
Las manchas azuladas de los hematomas empezaron a disminuir, como si su cuerpo absorbiera la sangre con mucha mas rapidez de lo que debería, y el dolor de las contusiones, que había empezado a sentir a medida que la adrenalina se disipaba de su cuerpo, disminuyó considerablemente gracias a la magia del hijo de los bosques.
Vankgen inclinó la cabeza con respeto, un gesto tosco y falto de gracia pero sumamente claro. Aquel elfo se había ganado un poco del respeto del stomatopoda.
Como si quisiera aumentar un mas el contraste, o recordar su desagrado, el humano se acercó al hombre mantis con aquel alarde.
-Los pequeños siempre intentáis demostrar eso cuando os sentís pequeños e insignificantes.-sonrió el hombre mantis mostrando los dientes aun ensangrentados con el liquido carmesí del hombre oso que yacía muerto y desmembrado a poca distancia.- Pero eres insignificante.
El hombre mantis giró el cuello haciendo crujir sus huesos y las placas que cubrían la nuca bajo su melena azul.
-Quédate callado o no habrá escarbadientes que te salve de terminar como el oso.-Prosiguió con una sonrisa turbada, que mostraba que tanto deleite llegaba a sentir aquel sujeto ante la perspectiva de atravesar y desmembrar la blande carne humana del mercenario, mientras su tono, grave , hosco y amenazante dejaba poco margen para una replica que no fuera a ser contestada con violencia, señalado con una de sus pinzas el acero al que se había referido en su oración.
Le pagan para que el anciano no recibiera heridas, pero en ningún lado le habían dicho que no debía deshacerse del resto de mercenarios, así que el hombre mantis se sentía completamente libre de empezar una pelea con aquel sujeto en cualquier momento y darle muerte por consiguiente.
Vankgen se acercó a la sombra del molino hacia la que los guió el escudero Filomeno, plegó sus patas hasta apoyar la parte baja del abdomen fraccionado que respondía a la parte mas bestial de su anatomía en el suelo, y lo curvo para enrollarlo como si fuera alguna clase de anélido, golpeando ritmicamente con la cola en el suelo a la espera de alguna otra indicación.
Yarnelen Vankgen
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
A pesar de que mi batalla me había parecido eterna no era la última en terminar, pues Vankgen todavía se encontraba en los momentos críticos de su igualado enfrentamiento contra el último de los osos con vida, sin embargo la emocionante batalla que brindaban a los espectadores terminó rápidamente dejando como ganador a Vankgen -Un momento… Tres osos, cuatro mercenarios… ¿Por qué luchamos uno contra uno si éramos más que los enemigos?- Me pregunté en voz baja, un guerrero del grupo no había contribuido en los combates o por lo menos no directamente y eso me parecía un poco molesto.
Miré a mis compañeros en busca del holgazán y después de unos segundos de análisis descubrí que era el elfo de extraño nombre quien sólo nos había estado observando, aunque hizo su trabajo de mantener Don Rocín a salvo no terminaba de convencerme, pues si el anciano era un ejemplar caballero entonces podría cuidarse solo o incluso pudo ser de gran ayuda contra los osos, o tal vez el anciano era un mentiroso y Destino lo sabía muy bien por lo que optó por ocultarnos esa oscura verdad.
Cuando me encontraba pensando en diferentes teorías fue cuando la aparición de un nuevo personaje nos deja nuevamente en alerta, al parecer había un misterioso sujeto que nos había estado observando todo este tiempo desde uno de los molinos, seguramente él sería el responsable del ataque de los osos asesinos, si era así entonces era nuestra obligación detenerlo y ejecutarlo -Sea quien sea debemos capturarlo- Dije con determinación para luego emprender una carrera en dirección al sospechoso olvidando por completo mi agotamiento, sin embargo me detuve a los pocos pasos al ver que mi objetivo escapaba a una gran velocidad en su caballo que yo no podría igualar.
Me mantuve de pie mirando hacia el horizonte por donde escapaba el sujeto encapuchado mientras pensaba en las razones por la que alguien atacaría a un patético anciano, tal vez sí me encontraba con la compañía de un famoso caballero y lo había subestimado todo el tiempo, pues sus palabras sonaban muy convincentes en algunas ocasiones a pesar de las apariencias, pero también podría haber una razón más allá que por el momento no podría comprender.
Sin lograr encontrar respuestas a mis dudas caminé de regreso hacia donde se encontraba Don Rocín quien por primera vez admitía que sus mercenarios éramos capaces de hacer algo, o por lo menos eso quiso decir, aunque no me importó mucho ya que me mantenía pensando en teorías sobre los osos y el enigmático anciano -(La única forma de probar las supuestas habilidades legendarias de Don Rocín es retándolo a un formidable duelo. Yo me encuentro cansado y él es un sujeto al que se le aproxima la fecha de deterioro, así que estaríamos en igualdad de condiciones)- Pensé mientras miraba al anciano, si éste aceptaba luchar contra mí entonces encontraría las respuestas a todas mis dudas.
Antes de poder decir algo sentí un ligero golpe en mi espalda -(¡Oh no! ¡Un ataque sorpresa!)- Fue lo primero que llegué a pensar pero afortunadamente no me coloqué en posición de combate ya que sólo se trataba de Klinge quien por alguna extraña razón ya me tenía confianza, pero a pesar de que invadió mi espacio personal no me sentí incómodo sino al contrario, ese gesto de compañerismo me hizo sentir… Bien, tal vez me era necesario hacer amistades para saber qué se sentía ¿Qué tan malo podría ser?
Las palabras de Klinge fueron algo inesperadas para mí, normalmente nadie me felicitaba por mis nobles hazañas que ciertamente son dignas de alabanzas, además su propuesta de entrenar juntos parecía algo tentadora, pues él era el primero que había acabado con su contrincante y ni siquiera había recibido algún daño notable, sin embargo mi objetivo inicial era ir a Baslodia para encontrar al forjador de una extraña e innovadora arma, pero tal vez debería darle una oportunidad a mi compañero -Suena bien, lo tendré en cuenta- Respondí para luego dejar que en mi rostro se dibujara una leve pero notable sonrisa, para mí era difícil sonreír de esa manera debido a que era un ejercicio que no practicaba a menudo.
Justo después de que Klinge se alejara sentí que había olvidado algo, no sabía qué era pero tenía las sospechas de que era algo que estaba a punto de hacer, pero me dio flojera recordarlo así que opté por acercarme a Filomeno y luego me coloqué de lado a la espalda de éste, quería encontrar respuestas y tal vez él podría dármelas -Esos osos no eran simples bandidos ¿Cierto? Estaban esperándonos ¿Por qué?- Susurré esperando alguna respuesta -Creo que es nuestro derecho saber contra qué nos enfrentaremos así que responde: ¿Por qué nos atacaron?- Pregunté mostrándome decidido a obtener aunque sea un poco de información…
Miré a mis compañeros en busca del holgazán y después de unos segundos de análisis descubrí que era el elfo de extraño nombre quien sólo nos había estado observando, aunque hizo su trabajo de mantener Don Rocín a salvo no terminaba de convencerme, pues si el anciano era un ejemplar caballero entonces podría cuidarse solo o incluso pudo ser de gran ayuda contra los osos, o tal vez el anciano era un mentiroso y Destino lo sabía muy bien por lo que optó por ocultarnos esa oscura verdad.
Cuando me encontraba pensando en diferentes teorías fue cuando la aparición de un nuevo personaje nos deja nuevamente en alerta, al parecer había un misterioso sujeto que nos había estado observando todo este tiempo desde uno de los molinos, seguramente él sería el responsable del ataque de los osos asesinos, si era así entonces era nuestra obligación detenerlo y ejecutarlo -Sea quien sea debemos capturarlo- Dije con determinación para luego emprender una carrera en dirección al sospechoso olvidando por completo mi agotamiento, sin embargo me detuve a los pocos pasos al ver que mi objetivo escapaba a una gran velocidad en su caballo que yo no podría igualar.
Me mantuve de pie mirando hacia el horizonte por donde escapaba el sujeto encapuchado mientras pensaba en las razones por la que alguien atacaría a un patético anciano, tal vez sí me encontraba con la compañía de un famoso caballero y lo había subestimado todo el tiempo, pues sus palabras sonaban muy convincentes en algunas ocasiones a pesar de las apariencias, pero también podría haber una razón más allá que por el momento no podría comprender.
Sin lograr encontrar respuestas a mis dudas caminé de regreso hacia donde se encontraba Don Rocín quien por primera vez admitía que sus mercenarios éramos capaces de hacer algo, o por lo menos eso quiso decir, aunque no me importó mucho ya que me mantenía pensando en teorías sobre los osos y el enigmático anciano -(La única forma de probar las supuestas habilidades legendarias de Don Rocín es retándolo a un formidable duelo. Yo me encuentro cansado y él es un sujeto al que se le aproxima la fecha de deterioro, así que estaríamos en igualdad de condiciones)- Pensé mientras miraba al anciano, si éste aceptaba luchar contra mí entonces encontraría las respuestas a todas mis dudas.
Antes de poder decir algo sentí un ligero golpe en mi espalda -(¡Oh no! ¡Un ataque sorpresa!)- Fue lo primero que llegué a pensar pero afortunadamente no me coloqué en posición de combate ya que sólo se trataba de Klinge quien por alguna extraña razón ya me tenía confianza, pero a pesar de que invadió mi espacio personal no me sentí incómodo sino al contrario, ese gesto de compañerismo me hizo sentir… Bien, tal vez me era necesario hacer amistades para saber qué se sentía ¿Qué tan malo podría ser?
Las palabras de Klinge fueron algo inesperadas para mí, normalmente nadie me felicitaba por mis nobles hazañas que ciertamente son dignas de alabanzas, además su propuesta de entrenar juntos parecía algo tentadora, pues él era el primero que había acabado con su contrincante y ni siquiera había recibido algún daño notable, sin embargo mi objetivo inicial era ir a Baslodia para encontrar al forjador de una extraña e innovadora arma, pero tal vez debería darle una oportunidad a mi compañero -Suena bien, lo tendré en cuenta- Respondí para luego dejar que en mi rostro se dibujara una leve pero notable sonrisa, para mí era difícil sonreír de esa manera debido a que era un ejercicio que no practicaba a menudo.
Justo después de que Klinge se alejara sentí que había olvidado algo, no sabía qué era pero tenía las sospechas de que era algo que estaba a punto de hacer, pero me dio flojera recordarlo así que opté por acercarme a Filomeno y luego me coloqué de lado a la espalda de éste, quería encontrar respuestas y tal vez él podría dármelas -Esos osos no eran simples bandidos ¿Cierto? Estaban esperándonos ¿Por qué?- Susurré esperando alguna respuesta -Creo que es nuestro derecho saber contra qué nos enfrentaremos así que responde: ¿Por qué nos atacaron?- Pregunté mostrándome decidido a obtener aunque sea un poco de información…
Rauko
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Por fin había terminado la terrible batalla contra los peligrosos y vandálicos osos grandiosos y el grupo se encontraba cansado y confundido, Destino se había acercado al hombre bestia colorido para intentar sanarlo y pese a que su destreza para la sanación no era algo especialmente admirable lo había conseguido con buenos resultados; aunque todo parecía tranquilo y calmado, la misteriosa figura que había aparecido huyendo en la distancia había resultado llamativa para el grupo, despertando la curiosidad de los presentes acerca de la posible identidad de aquel jinete.
El grupo siguió a Filomeno hasta el lugar de descanso que había escogido y mientras algunos se sentaban a descansar, el elfo pelinegro permaneció de pie, tal vez porque al ser el que menos esfuerzo físico había realizado mantenía sus energías intactas, una ventaja en caso que sufrieran un nuevo ataque mientras los demás se encontraban descansando; ante las quejas de Don Rocín, el astuto Klinge lo convenció de que los osos no eran un rival honorable para él, con lo que el viejo se sintió halagado e infló su pecho con orgullo recibiendo las alabanzas del humano.
A pesar de las buenas intenciones de Klinge con el viejo había cometido también una serie de errores tentando la agresividad del hombre bestia y aunque sería interesante ver una batalla entre ambos en la que el sujeto de las tenazas tenía una clara ventaja, la verdad era que la misión que tenían era más importante que cualquier infantil rencilla para satisfacer el orgullo; en el peor de los casos tocaría enterrarlos a ambos y continuar el camino con dos hombres menos.
Rauko por su parte, que se había visto pensativo durante los últimos instantes posteriores a la batalla se acercó a Filomeno para preguntarle algunas cosas que también resultaron de interés para Destino, tal vez incluso también para el resto del grupo pues no estaba demás tener un poco más de información acerca de aquello contra lo que estaban peleando o a lo que tendrían que enfrentarse luego; ninguno de ellos imaginaba la cantidad de recursos que tenía quien deseaba muerto a Don Rocín o la cantidad de peligros que podría comprar para asegurarse de que Don Rocín no regresara a su hogar de esta aventura.
Filomeno se quedó pensativo mientras el par de elfos fijaban la vista en él esperando que respondiera a las interrogantes -Pues... Merecen saber la verdad- Dijo Filomeno en tono sincero y preocupado -Todo comenzó cuando...- Estaba relatando la causa de todo cuando fue interrumpido por un nuevo grito de Don Rocín que sin dudarlo se levantaba con su espada en alto y se acercaba a una pequeña caravana de 3 carruajes gritando como loco que debían liberar a la princesa.
La caravana se detuvo a tiempo para no atropellar al viejo demente que se había colocado justo en medio del camino -No permitiré que se salgan con la suya- Vociferaba agitando en el aire su espada -Hay que detenerlo- Dijo Filomeno levantándose de prisa para socorrer al viejo -¿Y tú qué rayos te crees?- Dijo un hombre alto envuelto en una formidable armadura reluciente que sí tenía todo el aspecto de ser un caballero de verdad, de hecho, a juzgar por las marcas en su armadura y el estandarte que portaban los carruajes, todo indicaba que se trataba de gente de Dundarak, por lo que el sujeto podría ser uno de los honorables caballeros dragón.
Destino avanzó de prisa hasta llegar a donde se encontraba el viejo para ponerse a su lado en caso de problemas pero el caballero explicó la misión de los carruajes y su paso por aquellas tierras -Solo vamos de paso a Dundarak, el viaje es largo y no queremos problemas- Dijo en tono serio -No tendrán problemas si liberan a la princesa- Exigió Don Rocín completamente seguro de que se trataba de un secuestro -Pero si no está secuestrada, somos su escolta- Manifestó confundido -Yo soy Sir Ope, encargado de escoltar a Lady Yita, la hija de un importante mercader de Dundarak- Sus razones estaban explicadas pero Rocín estaba cerrado a entender, convencido de que solo sus sospechas podrían ser ciertas.
Hay que dejarlos ir- Dijo Filomeno agitado esperando resolver el problema de ese modo pero el anciano estaba decidido -Esta vez mis lacayos no salvarán a mis enemigos de probar mi espada, todos perecerán por mi filo y rescataré a la princesa- Proclamó el viejo mientras plantaba en el piso su espada cual si fuera una barrera que impediría el paso a cualquiera.
Aunque intentaran detenerlo esta vez nada podría lograrlo, no solo porque fuera su intención pelear, sino porque además provocaría al caballero de Dundarak -Tú- Dijo señalando al guerrero del norte -Te reto a un duelo si es que tienes las agallas para aceptar y cuando te derrote liberarás a la princesa- Dijo con seguridad de que podría vencer, haciendo que a Filomeno le resultara difícil entender cómo cabía tanta estupidez y locura en un cuerpo tan flaco.
El caballero dragón se quedó pensativo y tras mirar de arriba abajo al viejo de manera despectiva aceptó -Si te derroto nos dejarán pasar sin problemas- Dijo amenazante más preocupado por los acompañantes del viejo que por el mismo -Eso no pasará- Respondió Rocín poniéndose en guardia y haciendo un gesto con la mano a los mercenarios que Filomeno había contratado para que esta vez se mantuvieran atrás; el caballero dragón no parecía un mal hombre, incluso los otros caballeros que viajaban en la caravana parecían más divertidos que preocupados por la interrupción de un viejo loco.
Don Rocín fue el primero en atacar, sacó su espada del suelo donde la había clavado y corrió con ella en alto hasta estar cerca de su oponente, en donde la dejó caer en un corte diagonal que el rival pudo esquivar sin problemas y de manera burlesca quedando incluso sin guardia; pero Rocín que debido al peso de la espada y sus pocas fuerzas no pudo detenerla y giró su cuerpo completamente solo intentando no soltar el arma que tras el giro acabó por golpear el pecho del caballero dragón y lanzarlo al piso sentado.
Un incómodo silencio se hizo presente entre los observadores que habían contemplado atónitos lo que parecía imposible, se escuchaban murmurar a los caballeros dragones de la caravana criticando el descuido de Sir Ope quien se levantó molesto y convencido de que no debía subestimar al viejo por segunda vez; ahora sería Sir Ope quien atacaría para neutralizar al viejo de un solo golpe, así que emprendió su carrera hasta estar cerca y lanzó una estocada hacia el pecho de Rocín quien apenas alcanzó a retroceder un par de pasos antes de tropezar con una piedra y caer al piso; una de sus piernas que había quedado en alto impactó directamente a la entrepierna del caballero dragón haciendo que éste frenara el ataque y soltara su arma para llevar las manos a la adolorida zona.
Las risas no se hicieron esperar, el valiente y honorable Sir Ope se había convertido en el bufón y necesitaba recuperar su honor a cualquier costo, aunque fuera matando al pobre viejo Rocín -¿Crees que puedes humillar a un caballero dragón?- Dijo furioso antes de lanzar un último ataque más letal que cualquiera y con una fuerza que parecía imparable; Ope dejó caer su espada en un corte vertical hacia la cabeza de Rocín, éste sí parecía ser el final del viejo y Destino así lo imaginaba, hizo señas al resto del grupo para que rodearan al caballero dragón y tratar de rescatar al viejo herido en el mejor de los casos, pero aquello no fue necesario, pues sorpresivamente el viejo consiguió levantar su espada que al encontrarse con la otra el violento choque hizo que el arma de Rocín se rompiera; la punta de la espada que había quedado dando giros en el aire cayó sobre el casco del caballero dragón aumentando más la burla de los presentes.
Pagarás por esta ofensa- Dijo el alterado caballero quitándose el casco y tomando del cuello a Don Rocín para luego intentar cortarle la cabeza -¡¡Defiendan a Don Rocín!!- Gritó Filomeno a los guardianes que deberían darse prisa pues no serían los únicos en asistir a su líder, otros 5 caballeros dragón de menos rango que viajaban bajo las órdenes de Sir Ope también bajaron dispuestos a ayudar a su líder; una nueva batalla daría inicio y sus consecuencias podrían marcar el destino del viaje.
El grupo siguió a Filomeno hasta el lugar de descanso que había escogido y mientras algunos se sentaban a descansar, el elfo pelinegro permaneció de pie, tal vez porque al ser el que menos esfuerzo físico había realizado mantenía sus energías intactas, una ventaja en caso que sufrieran un nuevo ataque mientras los demás se encontraban descansando; ante las quejas de Don Rocín, el astuto Klinge lo convenció de que los osos no eran un rival honorable para él, con lo que el viejo se sintió halagado e infló su pecho con orgullo recibiendo las alabanzas del humano.
A pesar de las buenas intenciones de Klinge con el viejo había cometido también una serie de errores tentando la agresividad del hombre bestia y aunque sería interesante ver una batalla entre ambos en la que el sujeto de las tenazas tenía una clara ventaja, la verdad era que la misión que tenían era más importante que cualquier infantil rencilla para satisfacer el orgullo; en el peor de los casos tocaría enterrarlos a ambos y continuar el camino con dos hombres menos.
Rauko por su parte, que se había visto pensativo durante los últimos instantes posteriores a la batalla se acercó a Filomeno para preguntarle algunas cosas que también resultaron de interés para Destino, tal vez incluso también para el resto del grupo pues no estaba demás tener un poco más de información acerca de aquello contra lo que estaban peleando o a lo que tendrían que enfrentarse luego; ninguno de ellos imaginaba la cantidad de recursos que tenía quien deseaba muerto a Don Rocín o la cantidad de peligros que podría comprar para asegurarse de que Don Rocín no regresara a su hogar de esta aventura.
Filomeno se quedó pensativo mientras el par de elfos fijaban la vista en él esperando que respondiera a las interrogantes -Pues... Merecen saber la verdad- Dijo Filomeno en tono sincero y preocupado -Todo comenzó cuando...- Estaba relatando la causa de todo cuando fue interrumpido por un nuevo grito de Don Rocín que sin dudarlo se levantaba con su espada en alto y se acercaba a una pequeña caravana de 3 carruajes gritando como loco que debían liberar a la princesa.
La caravana se detuvo a tiempo para no atropellar al viejo demente que se había colocado justo en medio del camino -No permitiré que se salgan con la suya- Vociferaba agitando en el aire su espada -Hay que detenerlo- Dijo Filomeno levantándose de prisa para socorrer al viejo -¿Y tú qué rayos te crees?- Dijo un hombre alto envuelto en una formidable armadura reluciente que sí tenía todo el aspecto de ser un caballero de verdad, de hecho, a juzgar por las marcas en su armadura y el estandarte que portaban los carruajes, todo indicaba que se trataba de gente de Dundarak, por lo que el sujeto podría ser uno de los honorables caballeros dragón.
Destino avanzó de prisa hasta llegar a donde se encontraba el viejo para ponerse a su lado en caso de problemas pero el caballero explicó la misión de los carruajes y su paso por aquellas tierras -Solo vamos de paso a Dundarak, el viaje es largo y no queremos problemas- Dijo en tono serio -No tendrán problemas si liberan a la princesa- Exigió Don Rocín completamente seguro de que se trataba de un secuestro -Pero si no está secuestrada, somos su escolta- Manifestó confundido -Yo soy Sir Ope, encargado de escoltar a Lady Yita, la hija de un importante mercader de Dundarak- Sus razones estaban explicadas pero Rocín estaba cerrado a entender, convencido de que solo sus sospechas podrían ser ciertas.
Hay que dejarlos ir- Dijo Filomeno agitado esperando resolver el problema de ese modo pero el anciano estaba decidido -Esta vez mis lacayos no salvarán a mis enemigos de probar mi espada, todos perecerán por mi filo y rescataré a la princesa- Proclamó el viejo mientras plantaba en el piso su espada cual si fuera una barrera que impediría el paso a cualquiera.
Aunque intentaran detenerlo esta vez nada podría lograrlo, no solo porque fuera su intención pelear, sino porque además provocaría al caballero de Dundarak -Tú- Dijo señalando al guerrero del norte -Te reto a un duelo si es que tienes las agallas para aceptar y cuando te derrote liberarás a la princesa- Dijo con seguridad de que podría vencer, haciendo que a Filomeno le resultara difícil entender cómo cabía tanta estupidez y locura en un cuerpo tan flaco.
El caballero dragón se quedó pensativo y tras mirar de arriba abajo al viejo de manera despectiva aceptó -Si te derroto nos dejarán pasar sin problemas- Dijo amenazante más preocupado por los acompañantes del viejo que por el mismo -Eso no pasará- Respondió Rocín poniéndose en guardia y haciendo un gesto con la mano a los mercenarios que Filomeno había contratado para que esta vez se mantuvieran atrás; el caballero dragón no parecía un mal hombre, incluso los otros caballeros que viajaban en la caravana parecían más divertidos que preocupados por la interrupción de un viejo loco.
Don Rocín fue el primero en atacar, sacó su espada del suelo donde la había clavado y corrió con ella en alto hasta estar cerca de su oponente, en donde la dejó caer en un corte diagonal que el rival pudo esquivar sin problemas y de manera burlesca quedando incluso sin guardia; pero Rocín que debido al peso de la espada y sus pocas fuerzas no pudo detenerla y giró su cuerpo completamente solo intentando no soltar el arma que tras el giro acabó por golpear el pecho del caballero dragón y lanzarlo al piso sentado.
Un incómodo silencio se hizo presente entre los observadores que habían contemplado atónitos lo que parecía imposible, se escuchaban murmurar a los caballeros dragones de la caravana criticando el descuido de Sir Ope quien se levantó molesto y convencido de que no debía subestimar al viejo por segunda vez; ahora sería Sir Ope quien atacaría para neutralizar al viejo de un solo golpe, así que emprendió su carrera hasta estar cerca y lanzó una estocada hacia el pecho de Rocín quien apenas alcanzó a retroceder un par de pasos antes de tropezar con una piedra y caer al piso; una de sus piernas que había quedado en alto impactó directamente a la entrepierna del caballero dragón haciendo que éste frenara el ataque y soltara su arma para llevar las manos a la adolorida zona.
Las risas no se hicieron esperar, el valiente y honorable Sir Ope se había convertido en el bufón y necesitaba recuperar su honor a cualquier costo, aunque fuera matando al pobre viejo Rocín -¿Crees que puedes humillar a un caballero dragón?- Dijo furioso antes de lanzar un último ataque más letal que cualquiera y con una fuerza que parecía imparable; Ope dejó caer su espada en un corte vertical hacia la cabeza de Rocín, éste sí parecía ser el final del viejo y Destino así lo imaginaba, hizo señas al resto del grupo para que rodearan al caballero dragón y tratar de rescatar al viejo herido en el mejor de los casos, pero aquello no fue necesario, pues sorpresivamente el viejo consiguió levantar su espada que al encontrarse con la otra el violento choque hizo que el arma de Rocín se rompiera; la punta de la espada que había quedado dando giros en el aire cayó sobre el casco del caballero dragón aumentando más la burla de los presentes.
Pagarás por esta ofensa- Dijo el alterado caballero quitándose el casco y tomando del cuello a Don Rocín para luego intentar cortarle la cabeza -¡¡Defiendan a Don Rocín!!- Gritó Filomeno a los guardianes que deberían darse prisa pues no serían los únicos en asistir a su líder, otros 5 caballeros dragón de menos rango que viajaban bajo las órdenes de Sir Ope también bajaron dispuestos a ayudar a su líder; una nueva batalla daría inicio y sus consecuencias podrían marcar el destino del viaje.
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Los comentarios del hombre bestia cayeron a oídos sordos, pues al mercenario le parecieron habladuría de un animal de pensamiento simple, gente así siempre resultaba ser útil aliada si se lanzaban a lo estúpido contra el enemigo. Así pues, o asían lo único para lo que eran buenos, o morían asiéndolo y no estorbaban más de la cuenta.
Mientras el espadachín descansaba plácidamente a la sombra del molino, fue abruptamente sacado de su merecida siesta por el viejo, quien se lanzo a otra de sus aventuras. Esta vez, atacando una caravana de auténticos caballeros que escoltaban a una doncella camino a la capital.
Parecía que esta vez el grupo podría calmadamente sentarse a reír sobre las estupideces del viejo loco cuando, en medio de la cómica pelea, el oponente de Don Rocín perdió los estribos y ataco con autentica intención asesina al viejo, sin perder tiempo Klinge desenfunda su espada y se dispone en corriendo en ayuda del anciano con arma en mano, cuando ve como los otros cuatro caballero también se lanzaban al combate.
Klinge: ¡No maten a nadie!
Asesinar a un par de matones que los emboscaban en el camino era una cosa, cinco caballeros muertos, sin haber recibido provocación de ellos, eso era otro asunto.
(nota: todo lo que pasa en los siguientes párrafos es decisión del master de rol, si a él se le ocurre cambiar algún acontecimiento, es, obviamente, totalmente libre de hacerlo)
Klinge, se coloca a espaldas de sir Ope y mete la punta de su espada en el agujero del guantelete metálico izquierdo del caballero que estaba estrangulando a don Rocín, para luego empujar el mango de su espada contra la espalda del caballero, para forzarlo a estirar el brazo y soltar la garganta del viejo, mientras, intentaba usar su peso corporal para que ambos quedaran dándole la cara a los compañeros del caballero, así pues, pretendía tomar a su líder como rehén, y evitar un baño de sangre innecesario.
Mientras el espadachín descansaba plácidamente a la sombra del molino, fue abruptamente sacado de su merecida siesta por el viejo, quien se lanzo a otra de sus aventuras. Esta vez, atacando una caravana de auténticos caballeros que escoltaban a una doncella camino a la capital.
Parecía que esta vez el grupo podría calmadamente sentarse a reír sobre las estupideces del viejo loco cuando, en medio de la cómica pelea, el oponente de Don Rocín perdió los estribos y ataco con autentica intención asesina al viejo, sin perder tiempo Klinge desenfunda su espada y se dispone en corriendo en ayuda del anciano con arma en mano, cuando ve como los otros cuatro caballero también se lanzaban al combate.
Klinge: ¡No maten a nadie!
Asesinar a un par de matones que los emboscaban en el camino era una cosa, cinco caballeros muertos, sin haber recibido provocación de ellos, eso era otro asunto.
(nota: todo lo que pasa en los siguientes párrafos es decisión del master de rol, si a él se le ocurre cambiar algún acontecimiento, es, obviamente, totalmente libre de hacerlo)
Klinge, se coloca a espaldas de sir Ope y mete la punta de su espada en el agujero del guantelete metálico izquierdo del caballero que estaba estrangulando a don Rocín, para luego empujar el mango de su espada contra la espalda del caballero, para forzarlo a estirar el brazo y soltar la garganta del viejo, mientras, intentaba usar su peso corporal para que ambos quedaran dándole la cara a los compañeros del caballero, así pues, pretendía tomar a su líder como rehén, y evitar un baño de sangre innecesario.
Klinge
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Vankgen no tuvo apenas tiempo para descansar cuando el carruaje aquel apareció en su rango de visión, y poco después el hombre a quien tenía que proteger se abalanzaba hacia el mismo dispuesto a enfrentarlo.
El hombre mantís se levanto, presto, y siguió al sujeto hacia el contingente que cuidaba del transporte, y escuchó con hastío y desagrado el formal modo en el que los hombres de tierra medían su fuerza. Aunque el muchacho tenía que admitir que la actuación del anciano le sorprendió en grado sumo, fuera habilidad o casualidad había dejado en ridículo al caballero que ahora era el hazmereir de sus camaradas.
Vankgen ya se había colocado a la defensiva cuando vio que el anciano iba ganando, no esperaba de nadie que mantuviera su palabra por encima de vengar su dignidad, y ese soldado no demostró que se hallara equivocado.
Filomeno no tardó en llamar a los hombres, mientras los propios seguidores de Opi se preparaban para atacar.
El hombre mantís saltó de entre las filas de los mercenarios contratados, no hacia la espalda del hombre como había hecho el humano, si no entre el hombre dragón y el hábil anciano.
Alzo uno de sus brazos superiores hasta colocar la pulida pinza entre el arma del caballero y el anciano, con el brazo paralelo a este lo alargó y agarró del cuello al caballero, y con las dos restantes tomó al soldado de la muñeca y golpeó con al pinza en la axila para obligar a soltar el anciano, colocando su cuerpo alargado tras Don Rocín para que al caer este no se desnucara contra el suelo.
La advertencia del humano le traía al fresco. "No matar" a un adversario carecía de sentido para el hombre mantis, y ademas de aquello, aunque no por encima de ello, ese hombre no tenía autoridad alguna para con el resto de mercenarios, y mucho menos para con el.
Una vez puesto a salvo Don Rocín buscaría dar a los caballeros dragón el mismo fatídico destino que había padecido el hombre oso.
El hombre mantís se levanto, presto, y siguió al sujeto hacia el contingente que cuidaba del transporte, y escuchó con hastío y desagrado el formal modo en el que los hombres de tierra medían su fuerza. Aunque el muchacho tenía que admitir que la actuación del anciano le sorprendió en grado sumo, fuera habilidad o casualidad había dejado en ridículo al caballero que ahora era el hazmereir de sus camaradas.
Vankgen ya se había colocado a la defensiva cuando vio que el anciano iba ganando, no esperaba de nadie que mantuviera su palabra por encima de vengar su dignidad, y ese soldado no demostró que se hallara equivocado.
Filomeno no tardó en llamar a los hombres, mientras los propios seguidores de Opi se preparaban para atacar.
El hombre mantís saltó de entre las filas de los mercenarios contratados, no hacia la espalda del hombre como había hecho el humano, si no entre el hombre dragón y el hábil anciano.
Alzo uno de sus brazos superiores hasta colocar la pulida pinza entre el arma del caballero y el anciano, con el brazo paralelo a este lo alargó y agarró del cuello al caballero, y con las dos restantes tomó al soldado de la muñeca y golpeó con al pinza en la axila para obligar a soltar el anciano, colocando su cuerpo alargado tras Don Rocín para que al caer este no se desnucara contra el suelo.
La advertencia del humano le traía al fresco. "No matar" a un adversario carecía de sentido para el hombre mantis, y ademas de aquello, aunque no por encima de ello, ese hombre no tenía autoridad alguna para con el resto de mercenarios, y mucho menos para con el.
Una vez puesto a salvo Don Rocín buscaría dar a los caballeros dragón el mismo fatídico destino que había padecido el hombre oso.
- off rol:
- Dejo a discreción del organizador la resolución de mi actuar.
Yarnelen Vankgen
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Nuevamente cuando obtendría respuestas, el inoportuno de Don Rocín sale gritando por otra estupidez y eso me hizo perder la paciencia -¡¿Ahora qué te sucede?!- Grité frustrado mientras tomaba una roca del suelo y luego se la arrojé con todas mi fuerzas al anciano, por desgracia fallé aparatosamente y él ni siquiera notó mi presencia, estaba tan centrado en sus ridiculeces que optó por ignorar al resto del mundo -Cálmate Rauko, cálmate, piensa en biusas verdes- Me dije a mí mismo para luego respirar profundamente y tratar de tranquilizarme cerrando mis ojos.
Cuando logré deshacerme de la frustración miré hacia donde se encontraba Don Rocín para saber qué le sucedía, pero no pude encontrarlo -¿Y ahora?- Me pregunté en voz baja mientras buscaba al anciano, para mi sorpresa lo encontré lejos deteniendo una caravana que por desgracia pertenecía a unos caballeros dragón de Dundarak -Un momento… ¿Princesa? ¿Secuestraron a una princesa?- Ahora las cosas eran más confusas, era cierto que Don Rocín tenía un comportamiento extravagante pero hasta el momento no se había equivocado ¿Estaría en lo cierto esta vez?
Me acerqué un poco a los carruajes para escuchar lo que decía uno de los caballeros y tras las explicaciones de éste Filomeno ordenó al anciano que dejáramos ir a la caravana, sin embargo Don Rocín estaba completamente convencido de que había una princesa secuestrada y no sólo eso, sino que insistía en que él solo podía contra todos los caballeros -(Eso es una locura, no importa qué tan bueno sea, es imposible vencer a todos esos caballeros al mismo tiempo… ¿O acaso es tan bueno como presume)- Pensé desconcertado por las aclaraciones del anciano, cada vez era más confuso saber la verdad.
Quería evitar el combate porque era mi trabajo proteger al anciano de cualquier peligro, sin embargo tenía curiosidad por ver las capacidades de Don Rocín y un duelo contra un caballero era algo que tenía que ver.
El combate inició cuando el anciano atacó pero no tuvo buena suerte en su primer intento, pero con una magistral y asombrosa maniobra en el último instante logró acertar un golpe -¿Es un genio o un torpe? ¿Su plan era bajar la guardia de su oponente para atacarlo sin problemas o fue sólo suerte?- Musité empezando a sentirme más confundido que antes.
El caballero se recuperó y luego atacó a Don Rocín con una veloz estocada pero el astuto anciano aprovechó el punto débil de su oponente y contraatacó de forma efectiva logrando lastimar la entrepierna del caballero.
Luego en un intento desesperado por ganar, el caballero lanzó un ataque vertical pero fue frustrado gracias a la jugada de Rocín, sin duda alguna ese anciano era un maestro en el arte de la espada, pero su aspecto decía lo contrario y no podía aclarar mis dudas, sin embargo tras su última respuesta su espada quedó inservible y el duelo debía terminar con eso.
Desafortunadamente el caballero optó por olvidar su honor y atacó al desarmado Don Rocín, de inmediato desenvainé mi espada y me preparé para atacar, sin embargo me contuve, pues no podía atacar a un caballero dragón sin antes tener una buena razón, estaría en contra de mi propio código de honor si los asesinaba, así que estuve indeciso mientras que el resto de mis compañeros no dudaron en actuar.
Klinge trató de evitar problemas innecesarios, pero Vankgen tenía otros planes en mente, pues eran obvias sus intenciones de eliminar a las amenazas y yo debía evitar eso pero no encontraba la manera, lo único que pensé fue en improvisar.
Corrí hasta colocarme frente a Vankgen y miré a los caballeros con una mirada fría dibujada en mi rostro -El duelo terminó y Sir Ope venció al romper la espada de su oponente, pero si quieren atacar a un anciano desarmado entonces ustedes no merecen tener el título de caballeros- Dije tratando de parecer autoritario y respetable -Así que si quieren seguir con su honor intacto es mejor que se vayan y nos dejen en paz- Después de eso esperé que todo acabara en ese punto, porque si no… Iniciaría un festival de sangre...
Cuando logré deshacerme de la frustración miré hacia donde se encontraba Don Rocín para saber qué le sucedía, pero no pude encontrarlo -¿Y ahora?- Me pregunté en voz baja mientras buscaba al anciano, para mi sorpresa lo encontré lejos deteniendo una caravana que por desgracia pertenecía a unos caballeros dragón de Dundarak -Un momento… ¿Princesa? ¿Secuestraron a una princesa?- Ahora las cosas eran más confusas, era cierto que Don Rocín tenía un comportamiento extravagante pero hasta el momento no se había equivocado ¿Estaría en lo cierto esta vez?
Me acerqué un poco a los carruajes para escuchar lo que decía uno de los caballeros y tras las explicaciones de éste Filomeno ordenó al anciano que dejáramos ir a la caravana, sin embargo Don Rocín estaba completamente convencido de que había una princesa secuestrada y no sólo eso, sino que insistía en que él solo podía contra todos los caballeros -(Eso es una locura, no importa qué tan bueno sea, es imposible vencer a todos esos caballeros al mismo tiempo… ¿O acaso es tan bueno como presume)- Pensé desconcertado por las aclaraciones del anciano, cada vez era más confuso saber la verdad.
Quería evitar el combate porque era mi trabajo proteger al anciano de cualquier peligro, sin embargo tenía curiosidad por ver las capacidades de Don Rocín y un duelo contra un caballero era algo que tenía que ver.
El combate inició cuando el anciano atacó pero no tuvo buena suerte en su primer intento, pero con una magistral y asombrosa maniobra en el último instante logró acertar un golpe -¿Es un genio o un torpe? ¿Su plan era bajar la guardia de su oponente para atacarlo sin problemas o fue sólo suerte?- Musité empezando a sentirme más confundido que antes.
El caballero se recuperó y luego atacó a Don Rocín con una veloz estocada pero el astuto anciano aprovechó el punto débil de su oponente y contraatacó de forma efectiva logrando lastimar la entrepierna del caballero.
Luego en un intento desesperado por ganar, el caballero lanzó un ataque vertical pero fue frustrado gracias a la jugada de Rocín, sin duda alguna ese anciano era un maestro en el arte de la espada, pero su aspecto decía lo contrario y no podía aclarar mis dudas, sin embargo tras su última respuesta su espada quedó inservible y el duelo debía terminar con eso.
Desafortunadamente el caballero optó por olvidar su honor y atacó al desarmado Don Rocín, de inmediato desenvainé mi espada y me preparé para atacar, sin embargo me contuve, pues no podía atacar a un caballero dragón sin antes tener una buena razón, estaría en contra de mi propio código de honor si los asesinaba, así que estuve indeciso mientras que el resto de mis compañeros no dudaron en actuar.
Klinge trató de evitar problemas innecesarios, pero Vankgen tenía otros planes en mente, pues eran obvias sus intenciones de eliminar a las amenazas y yo debía evitar eso pero no encontraba la manera, lo único que pensé fue en improvisar.
Corrí hasta colocarme frente a Vankgen y miré a los caballeros con una mirada fría dibujada en mi rostro -El duelo terminó y Sir Ope venció al romper la espada de su oponente, pero si quieren atacar a un anciano desarmado entonces ustedes no merecen tener el título de caballeros- Dije tratando de parecer autoritario y respetable -Así que si quieren seguir con su honor intacto es mejor que se vayan y nos dejen en paz- Después de eso esperé que todo acabara en ese punto, porque si no… Iniciaría un festival de sangre...
Rauko
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Re: [Cerrado] La Gran Aventura de Don Rocín [Interpretativo-Libre]
Destino observó sin saber realmente si estaba impresionado o decepcionado por la manera tan extraña en que peleaba el viejo Rocín, parecía demente, tomaba riesgos innecesarios y su manejo de la espada era cuando menos cuestionable, sin embargo a fin de cuentas, y aunque no consiguió derrotar al caballero dragón, estaba claro que lo había dejado en ridículo frente a sus tropas y lo había convertido en la burla; tal vez ya imaginaba los rumores que se esparcirían luego de su llegada a la ciudad donde en lugar de ser recibido como un héroe sería el tonto que fue derrotado por un anciano loco.
Teniendo en mente todos esos factores, Sir Ope reaccionó llevado por la furia en un arrebato de violencia contra el viejo que tomado por sorpresa fue incapaz de salvarse de ser ahorcado, lo cual hizo saltar a los guardianes de Rocín quienes rápidamente rodearon al caballero dragón.
Klinge fue el primero en llegar y en una violenta arremetida consiguió separar alejar la mano del caballero y tomarlo como rehén; por si eso fuera poco el hombre de las tenazas se metió entre Rocín y Ope para separarlos y rescatar al viejo, cosa que habría estado genial si no lo hubiera hecho de un modo tan amenazante -¿Qué es esa cosa?- Gritaron los caballeros alarmados e intimidados por la presencia del hombre bestia que parecía querer desmigajar a su líder.
La tropa de dragones rodearon al grupo de viajeros alarmados ante la posibilidad de que esa terrible y espantosa bestia destripara a su valiente líder -Rodeen a la criatura, no dejen que los intimide- Se decían entre ellos mismos haciendo una especie de círculos alrededor del pequeño grupo de Rocín y sus guardianes; Sir Ope por su parte intentaba forcejar para liberarse de los dos mercenarios que lo habían tomado de rehén; Destino no tardó en sacar su espada y prepararse para lo peor, matar a aquellos caballeros no era la opción ideal, pero si le tocaba elegir entre su vida y la de ellos, no tendría que pensarlo mucho; la situación se hacía más tensa a cada rato hasta que el joven elfo de cabello blanco intervino para calmar la situación.
Los caballeros se detuvieron apenas unos instantes ante las palabras de Rauko, ciertamente la batalla había terminado y no había por qué iniciar una batalla que seguro traería bajas a ambos lados -Liberen a Sir Ope y podrán irse en paz- Dijo uno de ellos justo antes de que el prisionero con su orgullo herido diera un grito de dolor -¡¡Me ha herido, la bestia me ha herido!!- Gritó el caballero que con una pequeña navaja había logrado hacerse un pequeño corte a un lado del abdomen aprovechando que el resto del grupo se encontraba distraído -Ataquen, maten a todos- Ordenó Sir Ope mirando con odio a Vankgen, no estaba dispuesto a dejar a un lado su orgullo y si perecía por ello, al menos dejaría a los viajeros en una muy mala posición.
Los caballeros aún dudosos sacaron sus armas y se prepararon, aunque de momento no atacarían a menos que hubiera alguna provocación -¡Ataquen he dicho!- Exclamó furioso Ope quien consiguió colocar sus pies en el pecho del hombre bestia y empujarse hacia atrás para irse al piso aunque el esfuerzo le pasaría factura al herirse con el esfuerzo, el brazo que Klinge le tenía aprisionado tenazmente; los gritos de dolor de aquel líder, a saber si eran reales o fingidos, despertaron los ánimos de sus soldados que se acercaron lentamente a los viajeros preparados para atacar
Teniendo en mente todos esos factores, Sir Ope reaccionó llevado por la furia en un arrebato de violencia contra el viejo que tomado por sorpresa fue incapaz de salvarse de ser ahorcado, lo cual hizo saltar a los guardianes de Rocín quienes rápidamente rodearon al caballero dragón.
Klinge fue el primero en llegar y en una violenta arremetida consiguió separar alejar la mano del caballero y tomarlo como rehén; por si eso fuera poco el hombre de las tenazas se metió entre Rocín y Ope para separarlos y rescatar al viejo, cosa que habría estado genial si no lo hubiera hecho de un modo tan amenazante -¿Qué es esa cosa?- Gritaron los caballeros alarmados e intimidados por la presencia del hombre bestia que parecía querer desmigajar a su líder.
La tropa de dragones rodearon al grupo de viajeros alarmados ante la posibilidad de que esa terrible y espantosa bestia destripara a su valiente líder -Rodeen a la criatura, no dejen que los intimide- Se decían entre ellos mismos haciendo una especie de círculos alrededor del pequeño grupo de Rocín y sus guardianes; Sir Ope por su parte intentaba forcejar para liberarse de los dos mercenarios que lo habían tomado de rehén; Destino no tardó en sacar su espada y prepararse para lo peor, matar a aquellos caballeros no era la opción ideal, pero si le tocaba elegir entre su vida y la de ellos, no tendría que pensarlo mucho; la situación se hacía más tensa a cada rato hasta que el joven elfo de cabello blanco intervino para calmar la situación.
Los caballeros se detuvieron apenas unos instantes ante las palabras de Rauko, ciertamente la batalla había terminado y no había por qué iniciar una batalla que seguro traería bajas a ambos lados -Liberen a Sir Ope y podrán irse en paz- Dijo uno de ellos justo antes de que el prisionero con su orgullo herido diera un grito de dolor -¡¡Me ha herido, la bestia me ha herido!!- Gritó el caballero que con una pequeña navaja había logrado hacerse un pequeño corte a un lado del abdomen aprovechando que el resto del grupo se encontraba distraído -Ataquen, maten a todos- Ordenó Sir Ope mirando con odio a Vankgen, no estaba dispuesto a dejar a un lado su orgullo y si perecía por ello, al menos dejaría a los viajeros en una muy mala posición.
Los caballeros aún dudosos sacaron sus armas y se prepararon, aunque de momento no atacarían a menos que hubiera alguna provocación -¡Ataquen he dicho!- Exclamó furioso Ope quien consiguió colocar sus pies en el pecho del hombre bestia y empujarse hacia atrás para irse al piso aunque el esfuerzo le pasaría factura al herirse con el esfuerzo, el brazo que Klinge le tenía aprisionado tenazmente; los gritos de dolor de aquel líder, a saber si eran reales o fingidos, despertaron los ánimos de sus soldados que se acercaron lentamente a los viajeros preparados para atacar
Destino
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