Problemas en Cruce Bermejo

A veces un profesional tiene que ir en busca del trabajo y no esperar que este llegue a la puerta de su casa, este es el caso con los mercenarios quienes, debido a la naturaleza de su profesión suelen aceptar un estilo de vida más nómada viajando a donde sea que exista conflicto para sacar provecho peleando por quien quiera que le ofrezca más dinero, aunque esta conveniente actitud les valga el odio y desprecio de los soldados leales a una nación o causa.

Los rumores de una incursión elfica en una aldea humana corren rápido, pero muchas veces son exageradas por los pueblerinos, eso no ahuyentó a varios mercenarios oportunistas como Klinge que se decidieron a visitar la aldea Bermejo para encontrarse a unos cuantos elfos tratando de encontrar al hijo perdido de su líder en la aldea y los habitantes de la misma tratando de impedirlo por alguna razón, aunque no se los podía culpar, se trataban de tiempos inciertos, dejar entrar elfos armados a tu casa podía ser muy arriesgado, pero tratar de levantarse en armas contra ellos se trataba de una estupidez.

Klinge sabía que incluso si los campesinos se las ingeniaban para expulsar a los elfos de alguna manera estos regresarían con una fuerza militar superior, mucho antes de que cualquier refuerzo militar posible pudiese llegar a asistirlos, y dejarse pagar para ayudarlos a contrarrestar a los elfos en caso de que se diera una pelea era una estupidez aun mayor, el espadachín decidió entrar en una posada para tomarse un trago y poder ver como seguía la situación cuando se encontró con un personaje conocido.

El niño raro con el que se encontró en Lunargenta en aquella ocasión se encontraba escondiéndose en la posada, por la forma en la que actuaba, pero no le valdría con la capacidad de observación de Klinge quien lo saludo silenciosamente dándole una palmada en la cabeza –todavía buscando a tus padres renacuajo?

El mercenario se recostó sobre la pared de la posada mientras se cruzaba de brazos al escuchar la patética escusa de mentira que le daba el “niño”.

Eres tan raro como siempre...- le respondió el espadachín cuando el pequeño intento cambiar de tema preguntándole sobre su estado, tampoco es que le interesara realmente la verdad detrás de este rarito.

Por momentos, Klinge se distraía viendo lo que pasaba fuera de la posada, parece que las negociaciones con los elfos no terminaron tan bien para los campesinos quienes ahora se encontraban corriendo de aquí para allá como hormigas, buscando algo, de pronto Zero le pide un favor al espadachín quien le devuelve la sonrisa con un toque de malicia en su rostro –¿que gano yo si te ayudo?- le pregunto al muchacho que, por si se le había olvidado, estaba tratando con un mercenario –yo no presto mis servicios sin esperar remuneración, tendrás algo con que pagarme, de otro modo dudo que pueda gastar mi valioso tiempo con tus problemas.- dijo de forma altanera mientras se miraba las uñas de la mano derecha.

Klinge todavía seguía pendiente de la situación afuera, los elfos no eran gente que masacrarían una aldea sin una buena razón, pero seguramente irían con guantes de seda si se vieran forzados a actuar.

El mercenario levanto una ceja al escuchar la propuesta de Zero –todo dependerá de que favor me pidas y como piensas ayudarme a ganar la recompensa- afirmo finalmente, lo que decidía si un mercenario tomaba o no el trabajo no solía depender del tamaño de la recompensa, en muchas ocasiones la dificultad o naturaleza del trabajo echaba a tras a muchos guerreros curtidos en batalla que eran lo bastante inteligentes para saber cuando era hora de retirarse.

Ayudarlo a conseguir la recompensa de un trabajo que el bien no podría completar primero o que no cumplan con pagarle no era la mejor recompensa por otro trabajo que le ofrecía el chico, Klinge decidió escuchar al misterioso niño y lanzarle una contra oferta si el negocio resultaba muy trabajoso o complejo, incluso tenía planeado rechazarlo –¿qué garantía tengo que si cumplo con mi parte del trato tú puedas conseguir que yo encuentre a ese dichoso elfo antes que cualquier otro campesino mas familiarizado con esta zona que nosotros dos juntos?

Era obvio que Zero no tenía mucha experiencia en contratar mercenarios, pero Klinge decidió ser “permisivo” en esta ocasión y enseñarle un par de cosas al muchacho, nunca era tarde para aprender cuando aun se estaba vivo, un dicho de su viejo maestro, y como muchos de los que tenía ese loco, eran verdad.

El mercenario tuvo que aguantarse la risa por un momento –¿Solo eso?- pregunto con una sonrisa en el rostro para luego echarle una mirada al sujeto que estaba persiguiendo a su nuevo empleador –hazte a un lado y mira trabajar a un profesional.- dijo antes de salir de la posada a toda prisa, como la mayoría de personas que salían en busca del joven elfo.

No le tomo mucho al espadachín desaparecer de la vista de Zero al mezclarse con la turba, cuando lo pudo volver a localizar se estaba dirigiendo de forma distraída en dirección al otro sujeto extraño, para luego chocar con el de forma “accidental”.

El guerrero se dio la vuelta rápidamente, para dirigirse al hombre, no de forma agresiva, todo lo contrario, con intenciones de disculparse por lo ocurrido, después de todo fue su culpa lo que ocurrió –lamento lo que paso, estas bien?- decía mientras se sobaba el hombro izquierdo con el cual impacto con el sujeto, el golpe casi le lastimo el hombro a él, y el espadachín vestía con una gruesa armadura, no el sujeto, de que estaba hecho ese tipo? –tú también estas buscando al elfo perdido?- pregunto de forma inocente, tenía que disfrazar sus intenciones y no sabía bien con quien estaba tratando, una idea errónea sobre los guerreros es que estos no mentían, tal vez no con sus bocas pero si con sus espadas, lo que muchas veces resultaba la diferencia entre vida o muerte era si uno fuera capaz o no de engañar a sus enemigos en pleno combate.

Este sujeto era tan raro como Zero, y peor aún, no intentaba disimularlo, le pregunto si no vio un “niño diferente” por el lugar a lo que el mercenario empezó a reír –tendrás que ser mas especifico que eso si quieres tener alguna información que valga la pena...- el espadachín claramente sabia de quien se refería, pero tenía que parecer convincente –podrías darme más detalles? E visto mucha gente rara por aquí últimamente y es difícil recordarme de todos.

Engañar de forma convincente a alguien no era tarea fácil, y este tipo no parecía alguien que se podía embaucar con facilidad, por el momento Klinge jugo a lo seguro y no dijo ninguna mentira realmente, el pueblo estaba hecho un caos por culpa de los elfos, si el chiquillo no era encontrado pronto más le valía al guerrero marcharse de ese lugar, la situación se ponía cada vez más tensa y era muy probable que los elfos no lo dejaran marchar fácilmente, incluso se arriesgaba a ser usado como chivo expiatorio por los aldeanos si las cosas se complicaban.

Tampoco se fiaba mucho de Zero, es cierto de que ya se conocieron en el pasado, pero no sabía nada de él ni de cómo pretendía encontrar a un niño que nadie en la aldea podía encontrar, si lograba salir de esta le exigiría unas cuantas respuestas.

Klinge se lleva la mano a la barbilla pensativo, dándole la impresión al sujeto de que está tratando de recordar si vio alguien parecido al niño que describía, pero en realidad se estaba pensando una buena mentira y como decirla de forma convincente –de hecho si!- dijo al cabo de un rato –cuando llegue a este pueblo me pareció notar un niño que vestía muy parecido a ti dirigiéndose al sur, nadie lo acompañaba por lo que pensé que se trataba de algún niño extraviado o un huérfano, así que lo ignore y seguí con mi camino.- concluyo con la esperanza de que ese tipo se lo creyera.

Leer a este sujeto no resultaba nada fácil, era demasiado inexpresivo, no parecía tener ninguna emoción humana, como una estatua, el mercenario hacia lo mejor de sí para evitar que notara lo incomodo que se sentía cerca de él –puede que lo alcanzas si te apuras, yo no diría que está a más de medio día de camino de aquí, no se puede ir muy lejos con piernas cortas.- el espadachín estaba intentado motivar que el otro sujeto se marchara del pueblo lo más rápido posible de la forma más sutil que conocía, escogía cada palabra con sumo cuidado, pero no se notaba para nada tenso a pesar de esto.

Ya cuando el tipo raro se alejo lo suficiente Klinge regreso con su pequeño amigo mientras soltaba un suspiro de alivio –vas a tener que explicarme a que vino todo eso, ese sujeto me puso los pelos de punta!- el espadachín no solía admitir abiertamente cuando algo lo asustaba, pero nunca se había encontrado con alguien tan carente de emociones.

Ahora Zero le informaba que lo guiaría hasta el elfo perdido, después de todo este asunto, el joven guerrero estaba listo para acabar el trabajo y recibir la recompensa de una vez por todas.

La cosa de repente se puso extraña cuando Zero lo termino guiando a un granero algo apartado del resto del poblado, Klinge frunció el ceño y decidió entrar en el granero listo para desenfundar sus armas, en caso de que ocurra alguna tontería.

El espadachín decide que Zero tendría que quedarse fuera del granero por cualquier cosa, y le ordena de forma severa que no entre al granero a menos de que él se lo diga –tengo una sospecha de que está pasando ahí dentro, espero equivocarme, pero mejor quédate aquí.- dicho esto, el intrépido guerrero entro al granero listo para todo cerrando la puerta detrás de si.

Lo sabia.- suspiro Klinge al ver la escena, un elfo y una humana jóvenes retocando entre la paja de un granero, el mercenario no perdió mucho tiempo y los azoto a ambos contra la pared para que no intentaran nada raro de forma tan brusca que a ambos jóvenes soltaron las pocas prendas que usaban para tapar sus miserias y quedaron totalmente a la vista del que termino por arruinar su encuentro romántico –ya puedes entrar Zero.- le dijo a su pequeño amigo para que entrara.

El muchacho le preguntaría con tono amenazante quien era el espadachín y con qué objeto estaba tratando tanto a él como a su pareja de forma tan agresiva, a lo que este le respondió con más agresividad golpeándolo en la boca del estomago con tanta fuerza que este termino de rodillas en el piso, su novia intento gritar por ayuda, pero fue rápidamente callada al sentir la fría hoja de la daga del mercenario tocando delicadamente su cuello mientras este le indicaba con un gesto que permaneciera callada.

Los muchachos no tendrían que estar desnudos mucho tiempo, puesto que el guerrero los dejaría vestirse, pero no salir del granero de momento –relájense, no vine a hacerles daño, vine porque ahí una recompensa por llevar a este muchacho de vuelta con su sobreprotector padre y como este me va a dar el dinero más fácil de mi vida los ayudare a mantener vuestro romance en secreto.- acto seguido el guerrero le propia otro fuerte puñetazo en la cara al joven elfo provocando que le salga sangre de la boca –de camino aquí te encontraste con unos bandidos que te asaltaron…- le propino un fuerte golpe en el hombro izquierdo asegurándose así que le salga un moretón –intentaste defenderte pero eran más que tu y te abrumaron…- uso una cuerda que ato a las muñecas del muchacho de forma que le dejarían unas marcas evidentes –al ver que no tenias mucho de valor encima decidieron raptarte y venderte a algunos nobles pervertidos que conocían…- después de desatarlo de nuevo fue a tomar un rastrillo y lo empuño como su fuera una especie de espada con intención de usar el palo para golpear al muchacho en el pecho –usaron un palo para someterte con más facilidad, intenta echar todo el aire afuera cuando te vaya a golpear te ayudara a soportar el dolor…- el elfo no podía creer lo que le estaba ocurriendo, realmente se estaba dejando golpear por un desconocido para poder engañar a su padre y hacerle creer que lo atacaron unos bandidos, siguió el consejo del mercenario, que sorprendentemente funciono, pero el golpe dejo una muy visible marca que duraría uno buen rato –luego llegue yo, los ahuyente y te rescate, así pude traerte de vuelta con tu padre y cobrar mi pago, no creas que tu viejo de hecho me contrato, el solo vino amenazante con toda una partida de guerra a exigir que los aldeanos de buscaran por todos lados, el jefe del pueblo prometió una recompensa por ti.- dijo mientras finalmente lo sacaba del granero jalándolo del brazo golpeado, pero se detuvo frente a la puerta –a cierto, golpéame en el cuerpo para que se te lastimen los nudillos y realmente parezca que te defendiste un poco.- el elfo le izo caso más por las ganas de desquitarse que por seguir el consejo del mercenario y de hecho se pelo bastante feo los nudillos al lanzar puñetazos contra la armadura del guerrero, aunque el ultimo lo lanzara a la cara de este, parecía que se lastimo mas el muchacho al lanzar el golpe que Klinge al recibirlo –tengo la cara dura después de recibir muchos.- dijo con una sonrisa burlona para luego llevar al apaleado joven frente al jefe del pueblo y contarles su historia.

Con el asunto de los elfos terminado los aldeanos pudieron relajarse y celebrar su buena fortuna en paz, durante toda la fiesta el mercenario se mantuvo en una esquina de la taberna contando la historia de cómo rescato al muchacho de un trió de bandidos ahuyentándolos al cortar la mano de uno de ellos con un solo tajo de su espada, hasta que se quedo dormido al llenar su estomago con comida y licor y así se quedaría hasta la mañana siguiente.

A la mañana siguiente el mercenario despertaría en el mismo granero en el que encontró al par de tortolos y antes de marcharse del pueblo iría a pedir su recompensa en forma de un poco de comida en conserva, obviamente no pudo despedirse de Zero, pero la verdad no le importaba mucho en ese momento, eso sí, la próxima vez que lo encontrara le sacaría la verdad sobre sus rarezas.

Antes de marcharse del pueblo se volvió a cruzar con la muchacha que, involuntariamente, fue parte de la causa de todo este asunto, no era una chica muy agraciada, con pocos atractivos físicos y algo común en aspecto, pero era de suponerse que los elfos tenían otros tipos de gustos cuando se referían a las mujeres, el joven mercenario se marcho no sin antes recibir una fría muestra de gratitud de la jovencita por ayudarla a mantener su romance en secreto a lo que el guerrero se disculparía con ella por ser un poco brusco con su novio y que no lo considerara menos hombre por recibir una paliza, ya que recibir un golpe era más difícil que lanzarlo.

A pesar de no haber recibido una gran ganancia Klinge se sentía de buen humor ese día, pudo comer y beber gratis en la taberna y fue capaz de llevarse algunas provisiones de manera gratuita también, con todo, ayer fue un buen día para ser un profesional libre.