Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
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Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Había pasado una semana desde aquella noche donde un grupo de valientes voluntarios, apoyados por la guardia de la ciudad, tuvieran una feroz batalla contra un grupo de bandidos y una hueste de vampiros al comando de otros engendros.
Aquella lucha termino con la victoria de las fuerzas de la ciudad, pero poco hizo ese triunfo para calmar los ánimos de la gente después de escuchar las noticias y los rumores, nadie podía estar tranquilo luego de escuchar las historias de chupa sangre enloquecidos por la sed de sangre lanzándose a la batalla de forma salvaje sin temor por sus propias vidas.
En respuesta, los guardias empezaron a hacer patrullas por las afueras de la ciudad, en no menos de grupo de cuatro, incluso varios mercenarios y voluntarios fueron contratados para asegurarse de que no quedaran bestias.
Mientras todo esto ocurría Klinge se encontraba ayudando a su viejo mentor en su ultima empresa… como cuidador de huérfanos.
Las habilidades culinarias que adopto en su viaje en solitario resultaron muy útiles, visto que la mayoría de sus deberes se vieron volcados a ayudar con los esfuerzos de la nieta del viejo Hlodvar en la cocina.
Un hombre en mediados de sus treinta, de cabello marrón oscuro y barba corta intentaba avivar un fuego en el horno de la cocina, dificultado por tener su brazo izquierdo vendando por sus heridas, detrás de el un joven de gran estatura, vestido con un delantal de cocina, cortaba en pedazos su tercer conejo que acababa de desollar con mano experta, en sus fornidos brazos al descubierto se podía notar una colección de viejas cicatrices, sobre su cabeza un pañuelo rojo lo cubría hasta la altura de la frente.
El joven volcó la mirada al hombre cerca de la chimenea, en sus ojos brillaba un fuego mas intenso que las escasas flamas que aquel sujeto logro encender, como dos antorchas eternas -¡por el amor de Freya, ve a descansar hombre!- exclamo Klinge exasperado dejando el cuchillo al lado de donde estaba el conejo.
El hombre soltó un suspiro de exasperación ante lo que escuchaba, y se levantaba irritado para dar cara con su compañero -¿descansar? Llevo siete días descansando, ¡todo este descanso me volverá loco!- respondió igual de molesto que Klinge.
-¿podrían dejar de discutir tanto?- dijo una voz femenina desde el otro lado de la habitación, lo que provoco ambos hombres voltearan a ver a la chica de cabello castaño, parcialmente cubierto por un gorro blanco, vestida con un delantal similar al de Klinge cortando unos vegetales -parecen un viejo matrimonio…- se quejó mientras dejaba caer los vegetales en una enorme olla de concina para luego darse la vuelta a ver a los otros dos -haber Rodnald, Klinge tiene razón, ve a hacer algo menos demandante, como cuidar a los niños- dijo llevando las manos a la cintura.
Rodnald se encogió de hombros resignado -con todo respeto Thora… dudo que cuidar a esos pequeños animales sea menos demandante que encender un fuego con una sola mano- dijo soltando una leve risilla.
Thora fulmino con la mirada al hombre, con la suficiente dureza que daba a entender que no le permitirá argumentar en su contra en este asunto, al ver eso Rodnald levanto su única mano hábil en señal de rendición y se marcho de la cocina, después, la chica volcó la mirada hacia su asistente de cocina -y tu deberías tener un poco mas de tacto, sabes como a de estar su orgullo después de lo que le paso- le reprocho mientras iba a prender el fuego.
Ante el comentario de Thora, Klinge se limito a poner sus ojos en blanco, mientras, se disponía a arrancar una de las patas del conejo -de no ser un licántropo hubiese muerto, tiene suerte de solo tener unos cuantos huesos rotos y el orgullo herido- afirmaba mientras continuaba a despedazar el conejo, una ves terminado, echo los trozos de carne en la olla junto a los vegetales -¿me recuerdas porque hacemos esto?- pregunto mientras iba a buscar agua para echar en la olla.
Thora consiguió prender las primeras chispas del fuego y empezó a agregar unas cuantas hojas secas y ramas pequeñas para avivarlo -el orfanato necesita dinero para mantenerse a flote y cuidar de los niños, ¿Qué mejor que una taberna?- decía la chica mientras se disponía a colocar un trébede sobre las llamas formándose -yo iré a atender a los primeros clientes, tu quédate a terminar el estofado, no quiero que los espantes con tu mal carácter- dijo con una risilla mientras se marchaba por la puerta.
Klinge soltó un suspiro de irritación mientras se dedicaba a verter el agua en la olla, y poner esta sobre el fuego, encima de la trébede, le hecho una ultima mirada al contenido antes de taparla, el estofado vendría bien, pero con la selección de vegetales vendría algo insípido.
Pensando rápido Klinge tomo algunas de las hojas secas de unos frascos que nadie parecía usar en esa cocina, las despedazo en trocitos con las manos y trituro los pedazos en un mortero de piedra hasta que solo quedo un fino polvo que luego hecho al agua -eso le dará algo de sabor- dijo Klinge con satisfacción, miro el fuego y calculo mas o menos una hora para que el estofado estuviese listo.
Se marcho a avisarle a Thora, quien estaba detrás el mostrador de la taberna atendiendo a los primeros clientes, Klinge se permitió una rápida mirada de sus alrededores, recordando como esta linda taberna solía ser una arena de peleas clandestinas, y soltando una leve risilla.
Tanto desde afuera, como en el interior, el lugar tenia la pinta de ser una acogedora y bien equipada taberna, locales venían a comer y beber frecuentemente, y si locación, a unas calles de la avenida principal, la hacia lugar de descanso de varios viajeros para comer, aunque no tuviese servicio de hospedaje como una posada.
Aquella lucha termino con la victoria de las fuerzas de la ciudad, pero poco hizo ese triunfo para calmar los ánimos de la gente después de escuchar las noticias y los rumores, nadie podía estar tranquilo luego de escuchar las historias de chupa sangre enloquecidos por la sed de sangre lanzándose a la batalla de forma salvaje sin temor por sus propias vidas.
En respuesta, los guardias empezaron a hacer patrullas por las afueras de la ciudad, en no menos de grupo de cuatro, incluso varios mercenarios y voluntarios fueron contratados para asegurarse de que no quedaran bestias.
Mientras todo esto ocurría Klinge se encontraba ayudando a su viejo mentor en su ultima empresa… como cuidador de huérfanos.
Las habilidades culinarias que adopto en su viaje en solitario resultaron muy útiles, visto que la mayoría de sus deberes se vieron volcados a ayudar con los esfuerzos de la nieta del viejo Hlodvar en la cocina.
Un hombre en mediados de sus treinta, de cabello marrón oscuro y barba corta intentaba avivar un fuego en el horno de la cocina, dificultado por tener su brazo izquierdo vendando por sus heridas, detrás de el un joven de gran estatura, vestido con un delantal de cocina, cortaba en pedazos su tercer conejo que acababa de desollar con mano experta, en sus fornidos brazos al descubierto se podía notar una colección de viejas cicatrices, sobre su cabeza un pañuelo rojo lo cubría hasta la altura de la frente.
El joven volcó la mirada al hombre cerca de la chimenea, en sus ojos brillaba un fuego mas intenso que las escasas flamas que aquel sujeto logro encender, como dos antorchas eternas -¡por el amor de Freya, ve a descansar hombre!- exclamo Klinge exasperado dejando el cuchillo al lado de donde estaba el conejo.
El hombre soltó un suspiro de exasperación ante lo que escuchaba, y se levantaba irritado para dar cara con su compañero -¿descansar? Llevo siete días descansando, ¡todo este descanso me volverá loco!- respondió igual de molesto que Klinge.
-¿podrían dejar de discutir tanto?- dijo una voz femenina desde el otro lado de la habitación, lo que provoco ambos hombres voltearan a ver a la chica de cabello castaño, parcialmente cubierto por un gorro blanco, vestida con un delantal similar al de Klinge cortando unos vegetales -parecen un viejo matrimonio…- se quejó mientras dejaba caer los vegetales en una enorme olla de concina para luego darse la vuelta a ver a los otros dos -haber Rodnald, Klinge tiene razón, ve a hacer algo menos demandante, como cuidar a los niños- dijo llevando las manos a la cintura.
Rodnald se encogió de hombros resignado -con todo respeto Thora… dudo que cuidar a esos pequeños animales sea menos demandante que encender un fuego con una sola mano- dijo soltando una leve risilla.
Thora fulmino con la mirada al hombre, con la suficiente dureza que daba a entender que no le permitirá argumentar en su contra en este asunto, al ver eso Rodnald levanto su única mano hábil en señal de rendición y se marcho de la cocina, después, la chica volcó la mirada hacia su asistente de cocina -y tu deberías tener un poco mas de tacto, sabes como a de estar su orgullo después de lo que le paso- le reprocho mientras iba a prender el fuego.
Ante el comentario de Thora, Klinge se limito a poner sus ojos en blanco, mientras, se disponía a arrancar una de las patas del conejo -de no ser un licántropo hubiese muerto, tiene suerte de solo tener unos cuantos huesos rotos y el orgullo herido- afirmaba mientras continuaba a despedazar el conejo, una ves terminado, echo los trozos de carne en la olla junto a los vegetales -¿me recuerdas porque hacemos esto?- pregunto mientras iba a buscar agua para echar en la olla.
Thora consiguió prender las primeras chispas del fuego y empezó a agregar unas cuantas hojas secas y ramas pequeñas para avivarlo -el orfanato necesita dinero para mantenerse a flote y cuidar de los niños, ¿Qué mejor que una taberna?- decía la chica mientras se disponía a colocar un trébede sobre las llamas formándose -yo iré a atender a los primeros clientes, tu quédate a terminar el estofado, no quiero que los espantes con tu mal carácter- dijo con una risilla mientras se marchaba por la puerta.
Klinge soltó un suspiro de irritación mientras se dedicaba a verter el agua en la olla, y poner esta sobre el fuego, encima de la trébede, le hecho una ultima mirada al contenido antes de taparla, el estofado vendría bien, pero con la selección de vegetales vendría algo insípido.
Pensando rápido Klinge tomo algunas de las hojas secas de unos frascos que nadie parecía usar en esa cocina, las despedazo en trocitos con las manos y trituro los pedazos en un mortero de piedra hasta que solo quedo un fino polvo que luego hecho al agua -eso le dará algo de sabor- dijo Klinge con satisfacción, miro el fuego y calculo mas o menos una hora para que el estofado estuviese listo.
Se marcho a avisarle a Thora, quien estaba detrás el mostrador de la taberna atendiendo a los primeros clientes, Klinge se permitió una rápida mirada de sus alrededores, recordando como esta linda taberna solía ser una arena de peleas clandestinas, y soltando una leve risilla.
Tanto desde afuera, como en el interior, el lugar tenia la pinta de ser una acogedora y bien equipada taberna, locales venían a comer y beber frecuentemente, y si locación, a unas calles de la avenida principal, la hacia lugar de descanso de varios viajeros para comer, aunque no tuviese servicio de hospedaje como una posada.
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Última edición por Klinge el Sáb Mar 21 2020, 02:46, editado 1 vez
Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Su patas la llevaron hasta los bosques del sur, mientras se ganaba la vida comerciando en alguna aldea que otra había escuchado que había una ciudad o fortaleza llamada Vulwulfar, donde se comentaba era un lugar importante para el comercio, quizás allí encontrara algo interesante y quizás descansar. Sus patas se detuvieron puesto que pudo oler un olor que conocía demasiado bien, olor a muerte y sangre. Por suerte había arboles alrededor, por lo que aprovecharía el terreno para descubrir a los dueños de ese olor.
Cambio de estado, su forma el loba se convirtió en forma bípeda, era un enorme loba a dos patas que comenzó a escalar con bastante facilidad por un árbol. Si algo destacaba de su familia era esas habilidades que poseía. Olfateó de nuevo el aire y empezó a saltar de rama en rama hasta encontrar a dos vampiros alimentándose de dos humanos. Apretó sus ojos para luego enseñar los dientes con ira, notaba el frenesí y el odio recorrer por su cuerpo, pero tenía que ser sigilosa. Se puso con cuidado en la rama que estaba encima de unos de los vampiros, y mientras se puso al acechó se precipito para caer encima de uno de ellos clavando sus zarpas en los hombros del vampiro derribándole por su peso y clavando sus fauces en el cuello para acabar arrancando la cabeza del cuerpo.
Cuando se fue a mover notó como un tipo de arañazo en la espalda, se dio la vuelta rápidamente dando un tipo de puñetazo al vampiro que lo lanzo hacia atrás empotrandole contra un árbol. Eran vampiros jóvenes, pero a ella la daba igual, tenían que morir, eran monstruos. Por lo que tras impulsarse con sus patas traseras se abalanzó hacia el vampiro acabando con él como con el otro. Se marchó de allí siseando, la dolía la herida de la espalda, necesitaba curarse, antes de seguir su viaje y no podía dormir en el bosque más, ya estaba bastante sucia de todo el viaje como para dormir y arriesgarse a que la herida se la infectase.
Cambió su transformación a humana tras ver no muy lejos una ciudad, debía de ser la que buscaba ella, pero entonces sabía que había vampiros que acechaban aquel lugar. Se apoyó en un árbol, mientra intentaba enderezarse notando como su sangre discurría por su espalda. Sus pasos se acercaron a la ciudad, a la vez que avanzaba observó una especie de capa negra en un carro abandonado. Miró por todos lados y con sus agilidad la tomó sin que nadie se diera cuenta y se la puso para ocultar la herida de la espalda. Tendría que arreglar sus ropas en cuando entrará a la ciudad, y por su aspecto de viajante que daba la dejaron pasar sin problema.
"Bien, ya estoy dentro, necesito comer y algún sitio para asearme y arreglar mis ropas" pensó a la vez que se daba cuenta que tendría que Interaccionar con personas y eso la daba muchísima pereza. Pero las fuerzas la flaqueaban, llevaba sin comer dos días y en estado normal aguantaría, pero ahora mismo no podía y cazar en su estado no era buena idea. Su mirada gris verdosa se fijaron en una taberna, quizás con suerte tuviera algún sitio para dormir y descansar y tenía algo de dinero. Miró la parte trasera a ver si veía alguna venda, pero lo que si sabía es que olía muy bien y su estomago rugía por el hambre.
Se detuvo, suspiró, cogió aire, para luego ir a la puerta principal y empujarla. En la barra se encontró a una mujer y a un hombre. Se acercó sin quitarse la capucha apoyándose en la barra pero intentando parecer estar en perfecta condiciones.- ummmm hola.....venía a comer algo....y me preguntaba si tenéis alguna habitación....-qunque el tono de preguntaba era casi nulo, eso de socializar con la gente se la daba bien, suficiente que se había acordado en decir hola. Se lo había dicho a la mujer, parecía que quizás fuera mas comodo interactuar con ella, aunque seguramente el hombre estaría al tanto de la conversación,
Cambio de estado, su forma el loba se convirtió en forma bípeda, era un enorme loba a dos patas que comenzó a escalar con bastante facilidad por un árbol. Si algo destacaba de su familia era esas habilidades que poseía. Olfateó de nuevo el aire y empezó a saltar de rama en rama hasta encontrar a dos vampiros alimentándose de dos humanos. Apretó sus ojos para luego enseñar los dientes con ira, notaba el frenesí y el odio recorrer por su cuerpo, pero tenía que ser sigilosa. Se puso con cuidado en la rama que estaba encima de unos de los vampiros, y mientras se puso al acechó se precipito para caer encima de uno de ellos clavando sus zarpas en los hombros del vampiro derribándole por su peso y clavando sus fauces en el cuello para acabar arrancando la cabeza del cuerpo.
Cuando se fue a mover notó como un tipo de arañazo en la espalda, se dio la vuelta rápidamente dando un tipo de puñetazo al vampiro que lo lanzo hacia atrás empotrandole contra un árbol. Eran vampiros jóvenes, pero a ella la daba igual, tenían que morir, eran monstruos. Por lo que tras impulsarse con sus patas traseras se abalanzó hacia el vampiro acabando con él como con el otro. Se marchó de allí siseando, la dolía la herida de la espalda, necesitaba curarse, antes de seguir su viaje y no podía dormir en el bosque más, ya estaba bastante sucia de todo el viaje como para dormir y arriesgarse a que la herida se la infectase.
Cambió su transformación a humana tras ver no muy lejos una ciudad, debía de ser la que buscaba ella, pero entonces sabía que había vampiros que acechaban aquel lugar. Se apoyó en un árbol, mientra intentaba enderezarse notando como su sangre discurría por su espalda. Sus pasos se acercaron a la ciudad, a la vez que avanzaba observó una especie de capa negra en un carro abandonado. Miró por todos lados y con sus agilidad la tomó sin que nadie se diera cuenta y se la puso para ocultar la herida de la espalda. Tendría que arreglar sus ropas en cuando entrará a la ciudad, y por su aspecto de viajante que daba la dejaron pasar sin problema.
"Bien, ya estoy dentro, necesito comer y algún sitio para asearme y arreglar mis ropas" pensó a la vez que se daba cuenta que tendría que Interaccionar con personas y eso la daba muchísima pereza. Pero las fuerzas la flaqueaban, llevaba sin comer dos días y en estado normal aguantaría, pero ahora mismo no podía y cazar en su estado no era buena idea. Su mirada gris verdosa se fijaron en una taberna, quizás con suerte tuviera algún sitio para dormir y descansar y tenía algo de dinero. Miró la parte trasera a ver si veía alguna venda, pero lo que si sabía es que olía muy bien y su estomago rugía por el hambre.
Se detuvo, suspiró, cogió aire, para luego ir a la puerta principal y empujarla. En la barra se encontró a una mujer y a un hombre. Se acercó sin quitarse la capucha apoyándose en la barra pero intentando parecer estar en perfecta condiciones.- ummmm hola.....venía a comer algo....y me preguntaba si tenéis alguna habitación....-qunque el tono de preguntaba era casi nulo, eso de socializar con la gente se la daba bien, suficiente que se había acordado en decir hola. Se lo había dicho a la mujer, parecía que quizás fuera mas comodo interactuar con ella, aunque seguramente el hombre estaría al tanto de la conversación,
Selene Niktos
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Aislarse en el bosque había tenido sus resultados, aquellas voces en su cabeza comenzaban a hablar un idioma el cuál Mérida lograba entender, estar en el medio de la nada con arboles, ramas, hojas, escuchando el viento, el susurrarar de aves, el correr del agua y las grandes y pequeñas criaturas, le daba la paz y serenidad que necesitaba para poder descifrar cada una de las sílabas que aquellos sonidos guturales emitían en sus neuronas. No podría definirse como aprender un nuevo idioma y más bien se trataba de lograr identificar algo que ya hacía muy profundo, algo que sólo no lograba recordar.
La voz, no... las voces no tenían nombre, no tenían edad, no tenían género ni forma, no sabía si eran humanos, licántropos, elfos o magos, no sabían si eran de este mundo de otro o sí quizás no existían y sólo las había inventado ella, existían... Mérida sólo sabía eso. Ni Go'el le dio una razón lógica del porque estaban y el medicamento que las callaba sea agoto hacía mucho tiempo.
Agotada, perdida y desorientada inició su rumbo a quién sabe dónde, ya no quería estar sola en el medio de la nada había pasado mucho tiempo desde la última vez que interactúo con un ente, no es que extrañara comunicarse o algo parecido, extrañaba si los ruidos, los golpes de los pasos sobre ripio, voces humanas y otros cotilleando, extrañaba la civilización en general. Tantos años sola en su hogar y nunca tuvo aquella añoranza, una sola amistad ahora sabía lo que era sentirse sola y no lo quería más, no para ella.
Salió al camino, seguía un trillo de tierra raíces y hojas a paso ligero, llevaba su capa puesta como de costumbre cogiendo la maraña de cabello que cubría sus hombros y parte de su rostros, la parte importante de cubrir. No estaba mugrienta como de costumbre, aquellos dos le habian enseñado de higiene... lo básico para que no se formaran heridas en zonas delicadas, para que no habitaran bichos donde no debían habitar, para no tener comezón y principalmente para no ser una señal de alarma de presas en cacería.
El día se hizo noche y la noche se hizo día otra vez, cayó una llovizna y el atardecer comenzó. El camino era largo, extenso y no tenía más que una continuar de árboles repetitivos como una senda sin fin... el sol comenzó a bajar entre los pinares y generaba Sombras finas en el suelo, dónde habían charcos la luz brillaba más, hermosos paisajes que Mérida no podría apreciar pero si persibir, los aromas que el sol levantaba para evaporar la humedad eran deliciosos. Entonces su pie se metió en un charco y eso le molestó, dio tres pasos más y ahora el otro pie se mojó, volvió a caminar sacudiéndose y otro volvió a pisar, tarde se percató de que había un sinfín de posillos de agua adelante a los cuales no prestó atención por vagar distraída.
Mérida cerró sus ojos un momento y focalizo la mayor concentración de partículas de hidrógeno a su alrededor, efectivamente allí estaban, primero comenzó a rodearlos, levantaba los pies para esquivarlos, por pereza quizás empezó a dar zancadas, no eran charcos largos pero si pequeños y muy juntos, escuchó un ruido más atrás pero lo ignoró, las zancadas se convirtieron en saltos y los saltos en risas, a veces pisaba el agua, a veces no. Sin darse cuenta estaba jugando como nunca había hecho, como muy pocas veces se permitió.
-Oye niña! quieres que te alcancemos al poblado siguiente- dijo una voz desde un caballo junto a otros caballos con otras voces, ellas lo sintió venir pero los descartó de paso ya que estaba muy entretenida y solían ignorarla en su marcha. Mantuvo la vista gacha y sonrío entre sus cabellos mal peinados se alcanzaba a asomar aquella sonrisa.
- bien Vamos, sube conmigo...
***
Por más que le hablara Mérida no respondía no frenaron la marcha hasta llegar a la ciudad. no tomo más de un rato pero ya no sentía el calor del sol acariciando su piel, era de noche.
Buenos padres le dirían a sus hijos qué no hablas en con extraños más la pequeña no tenía padres con sabios consejos que cuidarán de ella.
El hombre que la escolto en su caballo, que se presentó como Hanz le prometió comida e incluso una cama a dónde fueran y ella solo asintió.
"Podré sacarle algo de comida.. jeje sólo debo seguir actuando como una pequeña niña" estaba confiada.
Entraron a una gran Avenida principal repletao de comercios, de luces, de personas, ruidos varios en gran cantidad que poco a poco iban en aumento conforme se hundian en la ciudad. pasaron por un gran foco de sonido y luego comenzaron a alejarse pronto sólo volvía a sentir más fuerte el latido del corazón del caballo que todo el sonido a su alrededor. El mismo frenó.
- baja pequeña, yo te atajo.
aún era madre porque no había visto su rostro con detenimiento la ayudó a descender amarraran a los animales y entraron a un local.
La voz, no... las voces no tenían nombre, no tenían edad, no tenían género ni forma, no sabía si eran humanos, licántropos, elfos o magos, no sabían si eran de este mundo de otro o sí quizás no existían y sólo las había inventado ella, existían... Mérida sólo sabía eso. Ni Go'el le dio una razón lógica del porque estaban y el medicamento que las callaba sea agoto hacía mucho tiempo.
Agotada, perdida y desorientada inició su rumbo a quién sabe dónde, ya no quería estar sola en el medio de la nada había pasado mucho tiempo desde la última vez que interactúo con un ente, no es que extrañara comunicarse o algo parecido, extrañaba si los ruidos, los golpes de los pasos sobre ripio, voces humanas y otros cotilleando, extrañaba la civilización en general. Tantos años sola en su hogar y nunca tuvo aquella añoranza, una sola amistad ahora sabía lo que era sentirse sola y no lo quería más, no para ella.
Salió al camino, seguía un trillo de tierra raíces y hojas a paso ligero, llevaba su capa puesta como de costumbre cogiendo la maraña de cabello que cubría sus hombros y parte de su rostros, la parte importante de cubrir. No estaba mugrienta como de costumbre, aquellos dos le habian enseñado de higiene... lo básico para que no se formaran heridas en zonas delicadas, para que no habitaran bichos donde no debían habitar, para no tener comezón y principalmente para no ser una señal de alarma de presas en cacería.
El día se hizo noche y la noche se hizo día otra vez, cayó una llovizna y el atardecer comenzó. El camino era largo, extenso y no tenía más que una continuar de árboles repetitivos como una senda sin fin... el sol comenzó a bajar entre los pinares y generaba Sombras finas en el suelo, dónde habían charcos la luz brillaba más, hermosos paisajes que Mérida no podría apreciar pero si persibir, los aromas que el sol levantaba para evaporar la humedad eran deliciosos. Entonces su pie se metió en un charco y eso le molestó, dio tres pasos más y ahora el otro pie se mojó, volvió a caminar sacudiéndose y otro volvió a pisar, tarde se percató de que había un sinfín de posillos de agua adelante a los cuales no prestó atención por vagar distraída.
Mérida cerró sus ojos un momento y focalizo la mayor concentración de partículas de hidrógeno a su alrededor, efectivamente allí estaban, primero comenzó a rodearlos, levantaba los pies para esquivarlos, por pereza quizás empezó a dar zancadas, no eran charcos largos pero si pequeños y muy juntos, escuchó un ruido más atrás pero lo ignoró, las zancadas se convirtieron en saltos y los saltos en risas, a veces pisaba el agua, a veces no. Sin darse cuenta estaba jugando como nunca había hecho, como muy pocas veces se permitió.
-Oye niña! quieres que te alcancemos al poblado siguiente- dijo una voz desde un caballo junto a otros caballos con otras voces, ellas lo sintió venir pero los descartó de paso ya que estaba muy entretenida y solían ignorarla en su marcha. Mantuvo la vista gacha y sonrío entre sus cabellos mal peinados se alcanzaba a asomar aquella sonrisa.
- bien Vamos, sube conmigo...
***
Por más que le hablara Mérida no respondía no frenaron la marcha hasta llegar a la ciudad. no tomo más de un rato pero ya no sentía el calor del sol acariciando su piel, era de noche.
Buenos padres le dirían a sus hijos qué no hablas en con extraños más la pequeña no tenía padres con sabios consejos que cuidarán de ella.
El hombre que la escolto en su caballo, que se presentó como Hanz le prometió comida e incluso una cama a dónde fueran y ella solo asintió.
"Podré sacarle algo de comida.. jeje sólo debo seguir actuando como una pequeña niña" estaba confiada.
Entraron a una gran Avenida principal repletao de comercios, de luces, de personas, ruidos varios en gran cantidad que poco a poco iban en aumento conforme se hundian en la ciudad. pasaron por un gran foco de sonido y luego comenzaron a alejarse pronto sólo volvía a sentir más fuerte el latido del corazón del caballo que todo el sonido a su alrededor. El mismo frenó.
- baja pequeña, yo te atajo.
aún era madre porque no había visto su rostro con detenimiento la ayudó a descender amarraran a los animales y entraron a un local.
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- Hi! Continúen sin prestarme atención aún.... un post más, si no hay problema...
Merida DunBroch
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Klinge observo con esos ojos en llamas a la recién llegada, algo no estaba del todo bien con ella, lo podía notar, se movía desenvolvía de una forma que parecía casi forzada, como si no estuviese acostumbrada a estar en presencia de otras personas -el estofado de conejo se está cocinando en este momento, tendrás que esperar un poco, por desgracia no damos servicio de habitaciones, tendrás que buscar en otro lugar…- le informo Thora a la nueva cliente con una amable sonrisa en el rostro.
De pronto se escucho el característico “pop” de una botella abriéndose, Klinge le estaba sirviendo una pinta de cerveza a la extraña chica -la primera ronda es en la casa, si quieres más tendrás que pagar, la comida se paga- dijo mientras le pasaba la jarra deslizándola sobre el mostrador -este no es un lugar de mala muerte, si vas a estar aquí lo harás de forma decente, con tu rostro descubierto- sentencio señalando el hecho de que la chica aún estaba cubriéndose con la capucha.
La forma de hablarle al cliente que estaba usando Klinge era muy tosca para el gusto de Thora, pero no se sentía con ánimos de recriminárselo, pues en cierto modo tenia razón -lo lamento, pero él tiene razón, tendrás que descubrir tu rostro para permanecer aquí- le dijo manteniendo su gentil expresión y un tono más diplomático que su colega.
En la taberna empezaban a entrar más clientes, Thora se dirigió rápidamente a atenderlos, dejando a Klinge a cargo de la barra, este se quedó sirviendo tragos a los que se sentaban en frente a la barra en lugar que, en las mesas, junto a algunos aperitivos, como trocos de carne seca, frutas y rodajas de pan. todo esto mientras no dejaba de tener un ojo encima de la extraña mujer.
El local se empezó a llenar rápidamente, afortunadamente para Klinge y Thora, Virion llego a rescatarlos encargándose de la cocina, Klinge había aprendido que el viejo elfo tenía una destreza culinaria que superaba la propia en experiencia y conocimientos, pero que, por desgracia para los clientes, no supo trasmitir a Thora, quien era la principal encargada de cocinar en la taberna.
Desde la cocina se empezaba a oler el delicioso aroma del estofado de conejo, Virion llamo a Klinge, quien, al cabo de un rato, salió de la cocina cargando con varios platos, algunos con el estofado, otros con platos distintos, pedidos por los clientes, Thora le saco de encima algunos de ellos, los que eran dirigidos a las mesas, en lo que Klinge cargaba con los platos de los clientes en la barra, sirviendo primero a la chica extraña.
Frente a ella se encontraba un plato de estofado de conejo repleto de varios vegetales, mas, las especias que agrego Klinge al estofado le daban un suave, pero intoxicante aroma que penetraba en las fosas nasales.
De pronto se escucho el característico “pop” de una botella abriéndose, Klinge le estaba sirviendo una pinta de cerveza a la extraña chica -la primera ronda es en la casa, si quieres más tendrás que pagar, la comida se paga- dijo mientras le pasaba la jarra deslizándola sobre el mostrador -este no es un lugar de mala muerte, si vas a estar aquí lo harás de forma decente, con tu rostro descubierto- sentencio señalando el hecho de que la chica aún estaba cubriéndose con la capucha.
La forma de hablarle al cliente que estaba usando Klinge era muy tosca para el gusto de Thora, pero no se sentía con ánimos de recriminárselo, pues en cierto modo tenia razón -lo lamento, pero él tiene razón, tendrás que descubrir tu rostro para permanecer aquí- le dijo manteniendo su gentil expresión y un tono más diplomático que su colega.
En la taberna empezaban a entrar más clientes, Thora se dirigió rápidamente a atenderlos, dejando a Klinge a cargo de la barra, este se quedó sirviendo tragos a los que se sentaban en frente a la barra en lugar que, en las mesas, junto a algunos aperitivos, como trocos de carne seca, frutas y rodajas de pan. todo esto mientras no dejaba de tener un ojo encima de la extraña mujer.
El local se empezó a llenar rápidamente, afortunadamente para Klinge y Thora, Virion llego a rescatarlos encargándose de la cocina, Klinge había aprendido que el viejo elfo tenía una destreza culinaria que superaba la propia en experiencia y conocimientos, pero que, por desgracia para los clientes, no supo trasmitir a Thora, quien era la principal encargada de cocinar en la taberna.
Desde la cocina se empezaba a oler el delicioso aroma del estofado de conejo, Virion llamo a Klinge, quien, al cabo de un rato, salió de la cocina cargando con varios platos, algunos con el estofado, otros con platos distintos, pedidos por los clientes, Thora le saco de encima algunos de ellos, los que eran dirigidos a las mesas, en lo que Klinge cargaba con los platos de los clientes en la barra, sirviendo primero a la chica extraña.
Frente a ella se encontraba un plato de estofado de conejo repleto de varios vegetales, mas, las especias que agrego Klinge al estofado le daban un suave, pero intoxicante aroma que penetraba en las fosas nasales.
Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Escuchó la negativa de que no daban hospedaje, apretó los labios pero asintió sin más. Pero si que esperaría a lo del estofado de conejo, además llevaba carne quizás con eso y con un poco de limpieza la herida cicatrizaría antes. Se sentó en una butaca alta que había allí mientras se preparaba para preguntar donde estaba la posada, pero justo entonces escuchó como alguien abría una botella por lo que su vista se giró para prestar atención al hombre que había quitado el tapón mientras escuchaba sus palabras.
Vaya, era verdad que eso de ocultar el rostro estaba mal visto, pero quizás si la vieran la echarían a patadas del lugar aunque cuando el hombre la sirvió una pinta de cerveza y la invitó al trago pensó que no la echarían quizás tuviera oportunidad de quedarse a comer y luego se marcharía. Suspiró, seguramente no la verían las ojeras de cansancio por la herida ya que alrededor de sus ojos los tenía pintando de negro y su cabello estaba parte recogido. Se quitó la capucha tomando la pinta y sobretodo por que la chica también la indicaba que lo hiciera.
La verdad es que el hombre era directo y sincero, por fin un humano que hablaba claro y no tenía que dar mil vueltas a la cabeza para saber que querían decir. Tomo un trago de la jarra lo que ayudó a refrescar su seca garganta para finalmente apoyarla de nuevo en la barra donde esta ella situada.Fue entonces cuando notó levemente por su olfato que entraba mas clientes, se removió un poco molesta en el asiento, eso la empezaría a agobiar y mal tras sentirse herida como se encontraba en ese momento. Sacó la bolsa de dinero de un bolsillo preparada para cuando tuviera que pagar, era lo que había recaudado en algunas aldeas anteriores ayudando a carniceros y curtidores con alguna presa o a lo vigilantes de la ciudad que buscaban a algún delincuente.
-¿hay alguna posada cercana?-dijo algo apremiante cuando el humano que le había puesto la cerveza fue a buscar los platos del estofado para repartidlos a los clientes que habían pedido algo de comer. Por suerte solo esperaba que el aroma del estofado que olía estupendamente bien y el de el resto de humanos ocultara el olor de la sangre de sus heridas de la espalda, aunque si era afortunada allí solo habría simples humanos y ningún ser como ella.
El caballero volvió con su plato, ella asintió cuando hizo el gesto de coger la cuchara no pudo oprimir el cerrar los ojos de forma fuerte para luego seguir comiendo en silencio. Comería y se marcharía de allí, solo esperaba que la posada estuviera cercana, por que volver al bosque, en su estado y sabiendo que había vampiros era casi una sentencia de muerte. "Maldita sea, tendrías que haber tenido mas cuidado, por que no te controlas cuando ves a esos chupasangres" se reprendía así misma en su mente.
Vaya, era verdad que eso de ocultar el rostro estaba mal visto, pero quizás si la vieran la echarían a patadas del lugar aunque cuando el hombre la sirvió una pinta de cerveza y la invitó al trago pensó que no la echarían quizás tuviera oportunidad de quedarse a comer y luego se marcharía. Suspiró, seguramente no la verían las ojeras de cansancio por la herida ya que alrededor de sus ojos los tenía pintando de negro y su cabello estaba parte recogido. Se quitó la capucha tomando la pinta y sobretodo por que la chica también la indicaba que lo hiciera.
La verdad es que el hombre era directo y sincero, por fin un humano que hablaba claro y no tenía que dar mil vueltas a la cabeza para saber que querían decir. Tomo un trago de la jarra lo que ayudó a refrescar su seca garganta para finalmente apoyarla de nuevo en la barra donde esta ella situada.Fue entonces cuando notó levemente por su olfato que entraba mas clientes, se removió un poco molesta en el asiento, eso la empezaría a agobiar y mal tras sentirse herida como se encontraba en ese momento. Sacó la bolsa de dinero de un bolsillo preparada para cuando tuviera que pagar, era lo que había recaudado en algunas aldeas anteriores ayudando a carniceros y curtidores con alguna presa o a lo vigilantes de la ciudad que buscaban a algún delincuente.
-¿hay alguna posada cercana?-dijo algo apremiante cuando el humano que le había puesto la cerveza fue a buscar los platos del estofado para repartidlos a los clientes que habían pedido algo de comer. Por suerte solo esperaba que el aroma del estofado que olía estupendamente bien y el de el resto de humanos ocultara el olor de la sangre de sus heridas de la espalda, aunque si era afortunada allí solo habría simples humanos y ningún ser como ella.
El caballero volvió con su plato, ella asintió cuando hizo el gesto de coger la cuchara no pudo oprimir el cerrar los ojos de forma fuerte para luego seguir comiendo en silencio. Comería y se marcharía de allí, solo esperaba que la posada estuviera cercana, por que volver al bosque, en su estado y sabiendo que había vampiros era casi una sentencia de muerte. "Maldita sea, tendrías que haber tenido mas cuidado, por que no te controlas cuando ves a esos chupasangres" se reprendía así misma en su mente.
Selene Niktos
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Al entrar en la taberna, un ambiente acogedor abrazó a la pequeña con inmensa calidez y sensatez, no podía apreciar lo en detalles ni explicarlo en palabras pero el calor humano penetraba sus sentidos dando una clara idea del mensaje qué lugar deseaba transmitir: un sitio como el hogar. Mérida ya no malgastada sus energías en leer partículas de hidrógeno para ver el lugar como antes y menos cuando era escoltada a todos lados, a veces sólo con escuchar le alcanzaba... otras veces también los aromas le brindaban información y la mayoría de las veces, la vibración en el suelo bajo sus pies descalzos delataba obstáculos, personas y mucho más si se concentraba en prestar la atención.
El grupo con el que viajó se acomodó en una de las mesas con varias sillas cerca de una ventana, eran siete en total con la pequeña pero el lugar era tan grande que sobraron tres sillas más, pidieron el plato de la casa y bebidas iguales para todos: aguardientes y cervezas, para arrancar una noche jovial. Sabían que aquel lugar no tenía hospedaje pero uno de los muchachos era muy fanático de los platos qué cocinaban allí y no podían pasar por la ciudad sin visitarlo; entraron tras un grupo de personas y muchas otras ingresaron después, el lugar era muy popular y concurrido, cosa que ponía nerviosa a Mérida.
- Come tranquila pequeña y bebe un poco - le dijo Hanz con una sonrisa ladina, mientras le corría la Silla como un caballero para que ella se sentara a su lado y le quitó la capucha para atrás con mucho cuidado tratando d no impresionarla, Mérida movió sus dedos rápidamente y creo una pantalla ilusoria sobre ella misma, una que tenía los ojos cerrados, pero normales. Mientras no mirarán con detenimiento no notarían la falsedad de la ilusión, el hechizo no duraría mucho pero habría cenado para esa instancia, aún así no acomodo sus cabellos rojos enredados y dispersos.
Una mujer fue quien alcanzó los platos o un hombre de voz muy femenina y cuerpo más bien delicado, les sirvió la mesa, luego trajo las bebidas y agradeció la visita muy cortésmente; maleducados los muchachos cotillaban entre ellos observándola, mirándola con deseo quizás, todos menos Hanz. El estaba muy pendiente de la pequeña, no podía verlo pero sentía sus ojos clavados en ella, en su persona y lo peor es que no miraba precisamente su rostro sino hubiera notado la cicatriz y el hechizo se hubiera caído. Le ponía los pelos de punta.
Tres veces acarició su cabello, Mérida en cada una de las caricias apresuró bocado, quería alejarse cuanto antes... no estaba en un lugar para generar disturbios, pero tenía la tolerancia necesaria para soportar a idiotas como éste. Tomo de la gran jarra y bebió un sorbo pequeño, el aguardiente quemo su garganta, quiso bajar la copa pero algo se lo impidió y por el contrario la inclinaron más hacia ella viéndose forzada a beber hasta la última gota. No era muy fanática del aguardiente, a su corta edad no tenía mucha experiencia por lo que pronto sintió un dolor de cabeza y el vértigo la atacó.
Quedaba poca comida en su plató, entendió entonces porque la popularidad del sitio y es que aquél manjar fue lo más rico que comía hace mucho tiempo, una cuarta caricia interrumpió sus últimas cucharadas y la buena sensación, sólo que esta vez en un lugar diferente, una mano grande y pesada sobre su pierna.
Se congeló.
- No te asustes, no te haré nada malo - le susurro y aquella caricia comenzó a subir con pequeño juegos. Le dolía la cabeza como para analizarlo, sólo sabía que no era de su agrado y se molestó, pero no hizo nada... no podia. Pronto la mano se posó sobre su pecho y se cerró apretandolo sin mucha delicadeza, aquel acto fue la gota derramó el vaso.
- Gracias por la comida. - dijo suavemente y con ayuda de la telequinesis, junto movimiento de dedos el jarro se levantó de la mesa pocos centímetros y se arrebató la cabeza de él.
Hanz no lo vio venir recibiendo el golpe de lleno, del susto se echó hacia atrás y miró a los otros molesto, buscando un culpable A quién recriminarle lo sucedido pero todos estaban muy metidos en sus charlas como para prestarle atención, solo ignoro el hecho y volvió a acomodarse pasando su brazo por encima del hombro de la pequeña.
- Te parece si nos vamos? - volvió a susurrarle cerca del oído y colocó su otra mano casi sobre la entrepierna de Mérida.
"Diablos, si hago volar todo aquí sólo lograré estar en problemas y podría terminar hasta Presa por el descontrol, los pueblos no quieren a los brujos" pensaba hecha una furia mientras se sujetaba a sí misma porque cada objeto sobre la mesa comenzó a temblar, quería tirar contra él cada cuchillo sobre cada plato y lograr que pidiera perdón de rodillas. "Piensa fríamente no hagas nada que te meta en problemas, vamos que recién llegamos esta ciudad..." trataba de calmarse a sí misma poder pensar con claridad, aunque aquella voz le pareció rara y distante, si estaba en su cabeza pero no era de ella... no era momento de pensarlo demasiado.
- No me toque!!!!! - gritó entonces desesperada a la luz de una nueva idea. - Pervertido!!! Auxilio por favor!!!! - se abrazo a sí misma y agachó la cabeza simulando ponerse a llorar. - alejese de mi! ayuda!!! - gritos desesperados dejarían sordo cualquiera, pero era la única forma pudo dilucidar bajo los efectos del alcohol.
-El grupo con el que viajó se acomodó en una de las mesas con varias sillas cerca de una ventana, eran siete en total con la pequeña pero el lugar era tan grande que sobraron tres sillas más, pidieron el plato de la casa y bebidas iguales para todos: aguardientes y cervezas, para arrancar una noche jovial. Sabían que aquel lugar no tenía hospedaje pero uno de los muchachos era muy fanático de los platos qué cocinaban allí y no podían pasar por la ciudad sin visitarlo; entraron tras un grupo de personas y muchas otras ingresaron después, el lugar era muy popular y concurrido, cosa que ponía nerviosa a Mérida.
- Come tranquila pequeña y bebe un poco - le dijo Hanz con una sonrisa ladina, mientras le corría la Silla como un caballero para que ella se sentara a su lado y le quitó la capucha para atrás con mucho cuidado tratando d no impresionarla, Mérida movió sus dedos rápidamente y creo una pantalla ilusoria sobre ella misma, una que tenía los ojos cerrados, pero normales. Mientras no mirarán con detenimiento no notarían la falsedad de la ilusión, el hechizo no duraría mucho pero habría cenado para esa instancia, aún así no acomodo sus cabellos rojos enredados y dispersos.
Una mujer fue quien alcanzó los platos o un hombre de voz muy femenina y cuerpo más bien delicado, les sirvió la mesa, luego trajo las bebidas y agradeció la visita muy cortésmente; maleducados los muchachos cotillaban entre ellos observándola, mirándola con deseo quizás, todos menos Hanz. El estaba muy pendiente de la pequeña, no podía verlo pero sentía sus ojos clavados en ella, en su persona y lo peor es que no miraba precisamente su rostro sino hubiera notado la cicatriz y el hechizo se hubiera caído. Le ponía los pelos de punta.
Tres veces acarició su cabello, Mérida en cada una de las caricias apresuró bocado, quería alejarse cuanto antes... no estaba en un lugar para generar disturbios, pero tenía la tolerancia necesaria para soportar a idiotas como éste. Tomo de la gran jarra y bebió un sorbo pequeño, el aguardiente quemo su garganta, quiso bajar la copa pero algo se lo impidió y por el contrario la inclinaron más hacia ella viéndose forzada a beber hasta la última gota. No era muy fanática del aguardiente, a su corta edad no tenía mucha experiencia por lo que pronto sintió un dolor de cabeza y el vértigo la atacó.
Quedaba poca comida en su plató, entendió entonces porque la popularidad del sitio y es que aquél manjar fue lo más rico que comía hace mucho tiempo, una cuarta caricia interrumpió sus últimas cucharadas y la buena sensación, sólo que esta vez en un lugar diferente, una mano grande y pesada sobre su pierna.
Se congeló.
- No te asustes, no te haré nada malo - le susurro y aquella caricia comenzó a subir con pequeño juegos. Le dolía la cabeza como para analizarlo, sólo sabía que no era de su agrado y se molestó, pero no hizo nada... no podia. Pronto la mano se posó sobre su pecho y se cerró apretandolo sin mucha delicadeza, aquel acto fue la gota derramó el vaso.
- Gracias por la comida. - dijo suavemente y con ayuda de la telequinesis, junto movimiento de dedos el jarro se levantó de la mesa pocos centímetros y se arrebató la cabeza de él.
Hanz no lo vio venir recibiendo el golpe de lleno, del susto se echó hacia atrás y miró a los otros molesto, buscando un culpable A quién recriminarle lo sucedido pero todos estaban muy metidos en sus charlas como para prestarle atención, solo ignoro el hecho y volvió a acomodarse pasando su brazo por encima del hombro de la pequeña.
- Te parece si nos vamos? - volvió a susurrarle cerca del oído y colocó su otra mano casi sobre la entrepierna de Mérida.
"Diablos, si hago volar todo aquí sólo lograré estar en problemas y podría terminar hasta Presa por el descontrol, los pueblos no quieren a los brujos" pensaba hecha una furia mientras se sujetaba a sí misma porque cada objeto sobre la mesa comenzó a temblar, quería tirar contra él cada cuchillo sobre cada plato y lograr que pidiera perdón de rodillas. "Piensa fríamente no hagas nada que te meta en problemas, vamos que recién llegamos esta ciudad..." trataba de calmarse a sí misma poder pensar con claridad, aunque aquella voz le pareció rara y distante, si estaba en su cabeza pero no era de ella... no era momento de pensarlo demasiado.
- No me toque!!!!! - gritó entonces desesperada a la luz de una nueva idea. - Pervertido!!! Auxilio por favor!!!! - se abrazo a sí misma y agachó la cabeza simulando ponerse a llorar. - alejese de mi! ayuda!!! - gritos desesperados dejarían sordo cualquiera, pero era la única forma pudo dilucidar bajo los efectos del alcohol.
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Telekinesis. Habilidad Racial.
Pantalla ilusoria. Habilidad Escuela de la Ilusión.
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Klinge le sirvió el plato a aquella mujer y noto una mueca extraña que hizo al recoger su cuchara, él había estado en suficientes batallas como para reconocer el gesto, esta chica no era muy buena disimulando, el espadachín se acerco un poco mas a ella de forma disimulada -tenemos un curandero aquí si te hace falta, con los últimos sucesos cercanos el a tenido mucho trabajo, pero te puede atender- le dijo de forma casual, mas que nada para ver como reaccionaba, no estaba seguro pero tenia sospechas, muchos que venían heridos por vampiros tendían a ocultar dichas heridas, debido al temor generado por la superstición, aunque, con tratamiento apropiado, todas las heridas causadas por un vampiro sanaban igual que las causadas por una daga… si no eran muy serias, claro está.
Thora regreso de atender las mesas, no parecía tener un bueno humor -el grupo de idiotas regreso, creen que no me doy cuenta de que me están observando el trasero- dijo molesta mientras dejaba la bandeja sobre el mostrador.
Klinge sirvió otra ronda de cerveza a uno de los clientes de la barra -¿quieres que me encargue de ellos?- dijo el mercenario con una malévola sonrisa en el rostro de alguien que esta a punto de empezar algo violento.
Thora sacudió la cabeza -son clientes habituales, y fuera del sujeto Hanz son inofensivos- dijo en un suspiro, cuando de repente se escucharon los gritos de la chica que la acompañaba, Thora miro rápidamente que pasaba y luego volvió a mirar a Klinge con una mirada en los ojos que no necesitaba palabras para comunicar lo que quería decir, “mátalos”.
Klinge sonrió de nuevo, desde debajo del mostrador tomo una larga cinta de cuero grueso que empezó a embrollarse alrededor del brazo derecho, formando un guantelete de pelea que cubre su mano desde los nudillos, casi llegando al codo, los diferentes botones y cierres daban a entender que la cinta fue diseñada específicamente con este propósito.
Llegando a la mesa del escándalo, los otros cinco sujetos se alejaron rápidamente, como lavándose las manos del asunto, uno de ellos miraba al tal Hanz con obvia desilusión en el rostro. Este ultimo estaba parado frente a la chica sollozante con cara estupefacta cuando sintió una mano sobre su hombro.
Se dio la vuelta violentamente, tal vez intentando desenfundar algún tipo de daga o espada que colgaba de su cinturón, su mano parecía ir por un mango, pero antes de poder hacer nada, un poderoso derechazo se abatió brutalmente sobre su mandíbula dejándolo aturdido, después de eso, las ultimas dos cosas que llego a sentir fueron los dedos de una fuerte mano callosa agarrando sus cabellos y la madera de la mesa chocando con su cara.
Klinge permaneció sobre el cuerpo inmóvil del pobre idiota que acaba de despachar cuando le hecho una mirada con sus ojos llameantes a sus cinco compañeros, uno de ellos bufo, se encogió de hombros y dijo -le fue mejor que con el viejo Hlodvir- antes de irse camino a la barra para pagar la comida, otros dos tomaron a su amigo inconsciente y lo arrastraron fuera de la taberna, uno mas se quedo a disculparse con Klinge por lo ocurrido, y el ultimo simplemente tomo su jarra de agua ardiente y se la acabo antes de marcharse con el resto del grupo luego de que su amigo pagara la cuenta.
Después de todo lo ocurrió, la taberna regreso a la normalidad, mientras que Klinge se quedó a observar a la chica que quedo atrás, se agacho frente a ella para ver si estaba bien, y rápidamente noto que algo raro pasaba con el rostro de aquella muchacha, al cabo de unos segundos, unos ojos cuyas pupilas ardían con las llamas de una antorcha atravesaron la Ilusión que cubría el desfigurado rostro de aquella chica.
Al inicio Klinge se vio sorprendido, luego empezó a analizar la situación y a atar cabos -ten mas cuidado de quien intentes aprovecharte la próxima ves pequeña bruja- le dijo con un tono de voz totalmente privado de malicia o prejuicio, Klinge no tenía ningún odio hacia los brujos, fuera de considerarlos algo presuntuosos y excéntricos para sus gustos, su comunidad en general no le había causado ningún problema en el pasado, incluso le debía mucho a unos cuantos selectos individuos.
Cuando todo se calmó, le señalo a Thora que ayudase a la chica bruja, entonces se acerco a escondidas a la otra chica extraña cerca de la barra -lamento la comisión- dijo dejando la cinta de cuero sobre la barra a un lado de la chica, manteniendo una distancia respetable, antes de dar la vuelta para ir del otro lado, pasando de forma disimulada detrás de ella, solo para arrancarle la capa de sorpresa con un solo tirón, dejando expuesta las marcas de garras en la espalda -pero tu no te iras a ningún lado sin que te atiendan esas heridas- le dijo a la chica con tono severo.
Thora regreso de atender las mesas, no parecía tener un bueno humor -el grupo de idiotas regreso, creen que no me doy cuenta de que me están observando el trasero- dijo molesta mientras dejaba la bandeja sobre el mostrador.
Klinge sirvió otra ronda de cerveza a uno de los clientes de la barra -¿quieres que me encargue de ellos?- dijo el mercenario con una malévola sonrisa en el rostro de alguien que esta a punto de empezar algo violento.
Thora sacudió la cabeza -son clientes habituales, y fuera del sujeto Hanz son inofensivos- dijo en un suspiro, cuando de repente se escucharon los gritos de la chica que la acompañaba, Thora miro rápidamente que pasaba y luego volvió a mirar a Klinge con una mirada en los ojos que no necesitaba palabras para comunicar lo que quería decir, “mátalos”.
Klinge sonrió de nuevo, desde debajo del mostrador tomo una larga cinta de cuero grueso que empezó a embrollarse alrededor del brazo derecho, formando un guantelete de pelea que cubre su mano desde los nudillos, casi llegando al codo, los diferentes botones y cierres daban a entender que la cinta fue diseñada específicamente con este propósito.
Llegando a la mesa del escándalo, los otros cinco sujetos se alejaron rápidamente, como lavándose las manos del asunto, uno de ellos miraba al tal Hanz con obvia desilusión en el rostro. Este ultimo estaba parado frente a la chica sollozante con cara estupefacta cuando sintió una mano sobre su hombro.
Se dio la vuelta violentamente, tal vez intentando desenfundar algún tipo de daga o espada que colgaba de su cinturón, su mano parecía ir por un mango, pero antes de poder hacer nada, un poderoso derechazo se abatió brutalmente sobre su mandíbula dejándolo aturdido, después de eso, las ultimas dos cosas que llego a sentir fueron los dedos de una fuerte mano callosa agarrando sus cabellos y la madera de la mesa chocando con su cara.
Klinge permaneció sobre el cuerpo inmóvil del pobre idiota que acaba de despachar cuando le hecho una mirada con sus ojos llameantes a sus cinco compañeros, uno de ellos bufo, se encogió de hombros y dijo -le fue mejor que con el viejo Hlodvir- antes de irse camino a la barra para pagar la comida, otros dos tomaron a su amigo inconsciente y lo arrastraron fuera de la taberna, uno mas se quedo a disculparse con Klinge por lo ocurrido, y el ultimo simplemente tomo su jarra de agua ardiente y se la acabo antes de marcharse con el resto del grupo luego de que su amigo pagara la cuenta.
Después de todo lo ocurrió, la taberna regreso a la normalidad, mientras que Klinge se quedó a observar a la chica que quedo atrás, se agacho frente a ella para ver si estaba bien, y rápidamente noto que algo raro pasaba con el rostro de aquella muchacha, al cabo de unos segundos, unos ojos cuyas pupilas ardían con las llamas de una antorcha atravesaron la Ilusión que cubría el desfigurado rostro de aquella chica.
Al inicio Klinge se vio sorprendido, luego empezó a analizar la situación y a atar cabos -ten mas cuidado de quien intentes aprovecharte la próxima ves pequeña bruja- le dijo con un tono de voz totalmente privado de malicia o prejuicio, Klinge no tenía ningún odio hacia los brujos, fuera de considerarlos algo presuntuosos y excéntricos para sus gustos, su comunidad en general no le había causado ningún problema en el pasado, incluso le debía mucho a unos cuantos selectos individuos.
Cuando todo se calmó, le señalo a Thora que ayudase a la chica bruja, entonces se acerco a escondidas a la otra chica extraña cerca de la barra -lamento la comisión- dijo dejando la cinta de cuero sobre la barra a un lado de la chica, manteniendo una distancia respetable, antes de dar la vuelta para ir del otro lado, pasando de forma disimulada detrás de ella, solo para arrancarle la capa de sorpresa con un solo tirón, dejando expuesta las marcas de garras en la espalda -pero tu no te iras a ningún lado sin que te atiendan esas heridas- le dijo a la chica con tono severo.
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Esperaba que la camarera de la taberna la indicará donde había una posada para poder pasar la noche y poder asearse. Pero un grupo grande entro, pudo oler a los hombres entrar y también a una fémina."Vaya, parece que encontrar una posada me va a ser más difícil de lo que pensaba"meditó mientras bebía otro sorbo de la jarra mientras seguía comiendo en silencio. Fue entonces cuando escuchó la voz del humano lo que la detuvo de seguir comiendo. Su mirada se clavó en él un momento dubitativa,"¿un humano me esta ofreciendo ayuda?" se preguntaba a sí misma atónita.
Iba a contestar cuando escuchó a la chica que atendía decir unas palabras al humano que la había ofrecido un curandero. Siguió comiendo como si nada. Los asuntos entre humanos no eran sus asuntos, le respondería cuando acabaría con lo que estaban hablando aquellos dos. Escuchó un grito femenino que a ella para sus oídos sensibles la molestó sobremanera,pronto el humano se apartó para ir hacia el grupo, se giró un momento para ver como los demás se apartaban al paso de Klinge. Volvió su vista de nuevo a su plato para acabar de comer mientras pensaba que aquel caballero era interesante, le recordaba aun lobo territorial que el resto de lobos le tenían respeto y se apartaban a su paso. Era algo que a la Niktos la sorprendió e interesó a la vez.
Escuchó golpes, quejidos y detrás suya mientras ella se acaba el contenido de la cerveza. Con un poco de suerte tras tener el estomago lleno las heridas empezarían a curar poco a poco y repondría fuerzas. Hizo el gesto para sacar el dinero, calculó el dinero que sería para pagar la comida y algo mas para la cerveza. Dejó las monedas en la barra mientras apretaba los dientes por el dolor de las heridas y guardaba la bolsa del dinero,a la vez que escuchaba las palabras del varón, cuando, de repente, notó un tirón en su espalda y tuvo que agarrarse en la barra para no caerse hacia atrás.
No se esperaba aquel gesto, se giró todo lo rápido que pudo mientras se le quedaba mirando entre sorprendida, con la mirada fruncida mientras la Lycantropa movía los hombros por aquel gesto. Se puso de pie, para ponerse enfrente del humano mientras apretaba los puños para luego relajarse, no le gustaba la debilidad ni que sintieran lastima por ella.-solo necesito limpiar las heridas, en tal caso algún tema curativo de esos....y me iré, no seré más molestía-dijo de forma sería. La verdad es que se había arriesgado al ponerse de pie, pero al meter algo de comida en el estomago se sentía con más fuerza-por cierto, la comida estaba rica-dijo intentando hacer algo socialmente aceptado en la sociedad de los humanos. Agradecer sobre la comida les gustaba y no la habían tratado tan mal en aquel lugar,
Iba a contestar cuando escuchó a la chica que atendía decir unas palabras al humano que la había ofrecido un curandero. Siguió comiendo como si nada. Los asuntos entre humanos no eran sus asuntos, le respondería cuando acabaría con lo que estaban hablando aquellos dos. Escuchó un grito femenino que a ella para sus oídos sensibles la molestó sobremanera,pronto el humano se apartó para ir hacia el grupo, se giró un momento para ver como los demás se apartaban al paso de Klinge. Volvió su vista de nuevo a su plato para acabar de comer mientras pensaba que aquel caballero era interesante, le recordaba aun lobo territorial que el resto de lobos le tenían respeto y se apartaban a su paso. Era algo que a la Niktos la sorprendió e interesó a la vez.
Escuchó golpes, quejidos y detrás suya mientras ella se acaba el contenido de la cerveza. Con un poco de suerte tras tener el estomago lleno las heridas empezarían a curar poco a poco y repondría fuerzas. Hizo el gesto para sacar el dinero, calculó el dinero que sería para pagar la comida y algo mas para la cerveza. Dejó las monedas en la barra mientras apretaba los dientes por el dolor de las heridas y guardaba la bolsa del dinero,a la vez que escuchaba las palabras del varón, cuando, de repente, notó un tirón en su espalda y tuvo que agarrarse en la barra para no caerse hacia atrás.
No se esperaba aquel gesto, se giró todo lo rápido que pudo mientras se le quedaba mirando entre sorprendida, con la mirada fruncida mientras la Lycantropa movía los hombros por aquel gesto. Se puso de pie, para ponerse enfrente del humano mientras apretaba los puños para luego relajarse, no le gustaba la debilidad ni que sintieran lastima por ella.-solo necesito limpiar las heridas, en tal caso algún tema curativo de esos....y me iré, no seré más molestía-dijo de forma sería. La verdad es que se había arriesgado al ponerse de pie, pero al meter algo de comida en el estomago se sentía con más fuerza-por cierto, la comida estaba rica-dijo intentando hacer algo socialmente aceptado en la sociedad de los humanos. Agradecer sobre la comida les gustaba y no la habían tratado tan mal en aquel lugar,
Selene Niktos
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
No creyó que la auxiliarian tan pronto y de tal manera. Descifrar qué pasó no fue tan difícil ni requirió magia, se leía por lo violento, se escucharon desmadres y destrozos, no de objetos sino de personas, pero pronto no quedó nadie, uno que otro diálogo y los muchachos se habían ido. Por cómo se expresaron, Mérida puedo entender que los conocían allí, clientes habituales la taberna lo cual la ponía ciertamente nerviosa, nunca se sabe quiénes eran sus amigos o qué relación tenían con los dueños de aquel lugar.
Todo parecía haber terminado pero de repente un fuerte respirar, un fuerte olor ferroso como el de sangre de liebre, delató la presencia de alguien de gran tamaño frente a ella, volvió a mover los dedos para su telequinesis y lo ubicó muy cerca de ella, demasiado sin respetar el espacio personal, instintivamente se encogió de hombros haciéndose ligeramente hacia atrás.
Aquellos ojos clavados en su persona la ponían nerviosa, lo peor era que no sostendría mucho más la ilusión, si aquella persona se concentraba tanto en ella no sólo notaría el defecto de sus ojos, sino también notaría el hechizo sobre ellos.
El hombre le habló y de la sorpresa prestó atención a lo que le decía, no pudo evitar entrar en pánico al escuchar la palabra "bruja" en su voz gruesa y poco amistosa, por el revuelo que había hecho era alguien que podía dar golpes sin inmutarse ni dudar. Las manos de la pequeña se abrieron completamente rigidizando cada falange, dejando los brazos rectos y hombros tensos, se defendería si tenía que hacerlo y que volara Dios y medio mundo antes de que le toquen un pelo siquiera. Pero nada de eso ocurrió.
"No es posible"
Sabiendo de su naturaleza aquel sujeto no hizo nada ni le dijo nada, sólo le dio una pequeña advertencia en señal de cuidado(? Mérida no entendía nada, no tenía sentido.
Anonadada se quedó en el sentada pensando unos instantes en lo que había ocurrido cuando otra voz llamó su atención.
- Estás bien pequeña? - era la misma voz les había servido anteriormente, mas cercana y seguro estaba en cunclillas frente a ella x la dirección.
- Soy una bruja. - afirmó molesta, quizás el otro hombre se lo dijo, quizás no pero no lo pensó adecuadamente antes de hablar, estaba ofuscada, no sólo vieron a través de sus engaños sino que además no hicieron nada al respecto, algo sumamente ilógico y poco común. Tenía muy poco tiempo en este mundo que no la trató bien por su magia como para toparse con gente de ciudad que no manejarán un trato diferente al desprecio.
- Oh... bueno... - actuó como si no se lo esperaba - y Yo soy humana, pero estás bien? - era otra persona a quién parecía no importarle.
- Eeeeemmmm... si... si lo estoy.
- Debes tener cuidado, Vulwulfar es una ciudad muy grande y la gente guarda mucha desconfianza como para ser amable. Soy Thora, un gusto - Su voz sonaba cálida, familiar y atenta - Los conocías? venías con ellos? Es la primera vez que te veo por aquí? - "¿ver?" recordó que el hechizo ya no estaba y rápidamente levantó sus manos tapándose la cicatriz y agachando la cabeza - tranquila, no tienes que preocuparte - sintió la mano ajena apoyarse en su muñeca, una extremidad muy fina, liviana y al igual que el lugar muy cálida.
- Soy Mérida y... no los conocía, me ayudaron a llegar y me ofrecieron comida y techo...
- Entiendo que te valgas de tu magia para sobrevivir Mérida pero debes medir las consecuencias, hay gente muy peligrosa - era un repreche pero habla con calma y parsimonia, le hacía sentir como una niña de diez años que no miro a ambos lados de la calle para cruzar.
- Podría haberme encargado de ellos si hubiera querido- refunfuño frunciendo los labios la joven.
- Pero tampoco te puedes arriesgar a que todos aquí presentes sepan qué eres una bruja, esta, como muchas otras ciudades es algo reacia hacia los de tú clase - en eso tenía razón, Mérida no podía negarselo. Entonces su estómago decidió rugir - aún tienes hambre, mejor ven la barra no te quedes aquí sola... - se separó de mí sin esperar respuesta.
- No tengo dinero.
- No te pregunté, Mérida.
La pequeña se levantó y se fue en el sentido del sonido de sus pasos, colocando las manos extendidas para avanzar dependiendo de trucos clásicos como el tacto y la vibracion del suell bajo sus piez descalzos.
Todo parecía haber terminado pero de repente un fuerte respirar, un fuerte olor ferroso como el de sangre de liebre, delató la presencia de alguien de gran tamaño frente a ella, volvió a mover los dedos para su telequinesis y lo ubicó muy cerca de ella, demasiado sin respetar el espacio personal, instintivamente se encogió de hombros haciéndose ligeramente hacia atrás.
Aquellos ojos clavados en su persona la ponían nerviosa, lo peor era que no sostendría mucho más la ilusión, si aquella persona se concentraba tanto en ella no sólo notaría el defecto de sus ojos, sino también notaría el hechizo sobre ellos.
El hombre le habló y de la sorpresa prestó atención a lo que le decía, no pudo evitar entrar en pánico al escuchar la palabra "bruja" en su voz gruesa y poco amistosa, por el revuelo que había hecho era alguien que podía dar golpes sin inmutarse ni dudar. Las manos de la pequeña se abrieron completamente rigidizando cada falange, dejando los brazos rectos y hombros tensos, se defendería si tenía que hacerlo y que volara Dios y medio mundo antes de que le toquen un pelo siquiera. Pero nada de eso ocurrió.
"No es posible"
Sabiendo de su naturaleza aquel sujeto no hizo nada ni le dijo nada, sólo le dio una pequeña advertencia en señal de cuidado(? Mérida no entendía nada, no tenía sentido.
Anonadada se quedó en el sentada pensando unos instantes en lo que había ocurrido cuando otra voz llamó su atención.
- Estás bien pequeña? - era la misma voz les había servido anteriormente, mas cercana y seguro estaba en cunclillas frente a ella x la dirección.
- Soy una bruja. - afirmó molesta, quizás el otro hombre se lo dijo, quizás no pero no lo pensó adecuadamente antes de hablar, estaba ofuscada, no sólo vieron a través de sus engaños sino que además no hicieron nada al respecto, algo sumamente ilógico y poco común. Tenía muy poco tiempo en este mundo que no la trató bien por su magia como para toparse con gente de ciudad que no manejarán un trato diferente al desprecio.
- Oh... bueno... - actuó como si no se lo esperaba - y Yo soy humana, pero estás bien? - era otra persona a quién parecía no importarle.
- Eeeeemmmm... si... si lo estoy.
- Debes tener cuidado, Vulwulfar es una ciudad muy grande y la gente guarda mucha desconfianza como para ser amable. Soy Thora, un gusto - Su voz sonaba cálida, familiar y atenta - Los conocías? venías con ellos? Es la primera vez que te veo por aquí? - "¿ver?" recordó que el hechizo ya no estaba y rápidamente levantó sus manos tapándose la cicatriz y agachando la cabeza - tranquila, no tienes que preocuparte - sintió la mano ajena apoyarse en su muñeca, una extremidad muy fina, liviana y al igual que el lugar muy cálida.
- Soy Mérida y... no los conocía, me ayudaron a llegar y me ofrecieron comida y techo...
- Entiendo que te valgas de tu magia para sobrevivir Mérida pero debes medir las consecuencias, hay gente muy peligrosa - era un repreche pero habla con calma y parsimonia, le hacía sentir como una niña de diez años que no miro a ambos lados de la calle para cruzar.
- Podría haberme encargado de ellos si hubiera querido- refunfuño frunciendo los labios la joven.
- Pero tampoco te puedes arriesgar a que todos aquí presentes sepan qué eres una bruja, esta, como muchas otras ciudades es algo reacia hacia los de tú clase - en eso tenía razón, Mérida no podía negarselo. Entonces su estómago decidió rugir - aún tienes hambre, mejor ven la barra no te quedes aquí sola... - se separó de mí sin esperar respuesta.
- No tengo dinero.
- No te pregunté, Mérida.
La pequeña se levantó y se fue en el sentido del sonido de sus pasos, colocando las manos extendidas para avanzar dependiendo de trucos clásicos como el tacto y la vibracion del suell bajo sus piez descalzos.
Merida DunBroch
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
La misteriosa mujer volvió a hablar en su tono seco, Klinge era parecido a ella, pues sus palabras eran tan directas como una puñalada al pecho, no mentía, ni endulzaba lo que decía, pero ella era distinta.
Parecía mas bien que no sabía cómo hablar con alguien más, conocía las bases, pero le faltaba práctica, el espadachín dedujo que aquella mujer pasaba mucho tiempo en los bosques, alejada de la civilización, muchas personas, humanos incluidos, les gustaba vivir así.
Klinge no los culpaba, a veces la civilización era demasiado “blanda” para su gusto -esas son heridas hechas por vampiros desarmados, e peleado suficiente contra ellos para reconocerlas- dijo mientras se paseaba detrás de la barra mientras le regresaba la capa a esa mujer -no me mal intérpretes, no es por lastima que te digo que tienes que tratar tus heridas, estas en una gran ciudad, si tus heridas se infectan podrías esparcís la enfermedad por la población general, Freya sabe que Wulwulfar no necesita otra plaga tan cerca de la última- el tono del guerrero no dejaba espacio para debates, la chica no se iría de ese lugar sin recibir atención médica.
Thora trajo a la joven bruja hasta la barra y la ayudo a sentarse al lado de la chica extraña de antes -dale otro plato del estofado, y algo de beber que no sea licor- dijo con tono cándido, el joven guerrero lanzo un grito a la cocina anunciándole al elfo que preparara un poco mas de estofado y algo de agua con vinagre.
Klinge al fin guardo en “guantelete de cuero” bajo la barra -Thora, aplícale algo de desinfectante a esta chica, tuvo un encontronazo con las sanguijuelas a las afueras de la ciudad, por lo que parece- las palabras de Klinge dejaron a Thora estupefacta, quien, inmediatamente fue a socorrer a la mujer extraña.
-¡por los dioses! ¿estas bien?- su tono normalmente dulce se había alarmado bastante al saber de la condición de la clienta.
-son solo rasguños superficiales, nada más, dejaran marca, a lo mucho, pero no la mataran, el problema es que se pueden infectar- le respondía Klinge mientras limpiaba un tarro de cerveza vacío.
Thora esbozo un suspiro de alivio, forzándose a calmarse a si misma, delicadamente tomo a aquella muchacha del brazo y le indico que la siguiera -soy Thora, ¿cuál es tu nombre?- le preguntaba con una sonrisa mientras la escoltaba fuera de la taberna y en un cobertizo en el patio detrás del local.
Finalmente llego el estofado para la pequeña Bruja, Klinge se lo puso en frente junto a una jarra llena de agua con vinagre -el gusto es un poco acido, pero el vinagre ayuda a que el agua sea potable en estos lares- le dijo el espadachín mientras le alcanzaba una cuchara a la jovencita -ahora come, por lo escuálida que te ves, es obvio que te hace falta, y yo odiaría que todo el esfuerzo que puse en ese estofado se desperdiciara- hablaba con su característico tono seco, aunque su hablar fuera tosco, sus acciones resultaban ser amables -escucha, este local no hospeda gente porque en realidad es una forma de mantener un orfanato, muchos niños quedaron sin padres ni familia por culpa de la plaga y la guerra, mi viejo instructor se puso de acuerdo con varios de sus viejos conocidos para poner en pie este lugar- tomaba otra jarra y le servía una cerveza a otro de los clientes -con el escandalo que acabas de armar no te conviene ir por ahí sola, te puedes quedar aquí un tiempo, pero el que no trabaja no come, encontraremos modos en los cuales puedas ayudar al orfanato en lo que permaneces aquí- Klinge no entendía porque estaba siendo tan amable con esta chica en particular, tal vez era porque de algún modo le recordaba a la pequeña Skady que tomo bajo su cuidando hace ya unos meses, pero no estaba seguro -de todos modos es tu decisión- concluyo finalmente, él podía ofrecer ayuda, pero no imponerla, la bruja decidiría si se quedaría o no con ellos.
Fuera del local Thora llevaba a la mujer lobo por el patio, donde la mayoría de los huérfanos estaban jugando, entre ellos muchos parecían ser humanos, pero había varios niños bestia e, incluso, como alguien con el olfato tan agudo como la licántropa, varios niños lobos, muchos saludaban a Thora, preguntando si quería jugar con ellos, o si ya hubiese terminado de trabajar, ella los saludaba amablemente, pero les decía que estaba ocupada con su acompañante, que necesitaba medicina.
Al cabo de un rato, las dos consiguieron zafarse de los pequeños y entrar a una pequeña cabaña de madera, una ves dentro, Thora cerro la puerta, pero no la tranco -ahora deberíamos estar a salvo de los pequeños...- dijo en un suspiro -lo siento, pero vas a tener que desvestirte, así puedo tratar mejor tus heridas, tranquila, no te are daño- le decía con ese característico tono amable suyo mientras le ayudaba a quitarse la capa.
Parecía mas bien que no sabía cómo hablar con alguien más, conocía las bases, pero le faltaba práctica, el espadachín dedujo que aquella mujer pasaba mucho tiempo en los bosques, alejada de la civilización, muchas personas, humanos incluidos, les gustaba vivir así.
Klinge no los culpaba, a veces la civilización era demasiado “blanda” para su gusto -esas son heridas hechas por vampiros desarmados, e peleado suficiente contra ellos para reconocerlas- dijo mientras se paseaba detrás de la barra mientras le regresaba la capa a esa mujer -no me mal intérpretes, no es por lastima que te digo que tienes que tratar tus heridas, estas en una gran ciudad, si tus heridas se infectan podrías esparcís la enfermedad por la población general, Freya sabe que Wulwulfar no necesita otra plaga tan cerca de la última- el tono del guerrero no dejaba espacio para debates, la chica no se iría de ese lugar sin recibir atención médica.
Thora trajo a la joven bruja hasta la barra y la ayudo a sentarse al lado de la chica extraña de antes -dale otro plato del estofado, y algo de beber que no sea licor- dijo con tono cándido, el joven guerrero lanzo un grito a la cocina anunciándole al elfo que preparara un poco mas de estofado y algo de agua con vinagre.
Klinge al fin guardo en “guantelete de cuero” bajo la barra -Thora, aplícale algo de desinfectante a esta chica, tuvo un encontronazo con las sanguijuelas a las afueras de la ciudad, por lo que parece- las palabras de Klinge dejaron a Thora estupefacta, quien, inmediatamente fue a socorrer a la mujer extraña.
-¡por los dioses! ¿estas bien?- su tono normalmente dulce se había alarmado bastante al saber de la condición de la clienta.
-son solo rasguños superficiales, nada más, dejaran marca, a lo mucho, pero no la mataran, el problema es que se pueden infectar- le respondía Klinge mientras limpiaba un tarro de cerveza vacío.
Thora esbozo un suspiro de alivio, forzándose a calmarse a si misma, delicadamente tomo a aquella muchacha del brazo y le indico que la siguiera -soy Thora, ¿cuál es tu nombre?- le preguntaba con una sonrisa mientras la escoltaba fuera de la taberna y en un cobertizo en el patio detrás del local.
Finalmente llego el estofado para la pequeña Bruja, Klinge se lo puso en frente junto a una jarra llena de agua con vinagre -el gusto es un poco acido, pero el vinagre ayuda a que el agua sea potable en estos lares- le dijo el espadachín mientras le alcanzaba una cuchara a la jovencita -ahora come, por lo escuálida que te ves, es obvio que te hace falta, y yo odiaría que todo el esfuerzo que puse en ese estofado se desperdiciara- hablaba con su característico tono seco, aunque su hablar fuera tosco, sus acciones resultaban ser amables -escucha, este local no hospeda gente porque en realidad es una forma de mantener un orfanato, muchos niños quedaron sin padres ni familia por culpa de la plaga y la guerra, mi viejo instructor se puso de acuerdo con varios de sus viejos conocidos para poner en pie este lugar- tomaba otra jarra y le servía una cerveza a otro de los clientes -con el escandalo que acabas de armar no te conviene ir por ahí sola, te puedes quedar aquí un tiempo, pero el que no trabaja no come, encontraremos modos en los cuales puedas ayudar al orfanato en lo que permaneces aquí- Klinge no entendía porque estaba siendo tan amable con esta chica en particular, tal vez era porque de algún modo le recordaba a la pequeña Skady que tomo bajo su cuidando hace ya unos meses, pero no estaba seguro -de todos modos es tu decisión- concluyo finalmente, él podía ofrecer ayuda, pero no imponerla, la bruja decidiría si se quedaría o no con ellos.
Fuera del local Thora llevaba a la mujer lobo por el patio, donde la mayoría de los huérfanos estaban jugando, entre ellos muchos parecían ser humanos, pero había varios niños bestia e, incluso, como alguien con el olfato tan agudo como la licántropa, varios niños lobos, muchos saludaban a Thora, preguntando si quería jugar con ellos, o si ya hubiese terminado de trabajar, ella los saludaba amablemente, pero les decía que estaba ocupada con su acompañante, que necesitaba medicina.
Al cabo de un rato, las dos consiguieron zafarse de los pequeños y entrar a una pequeña cabaña de madera, una ves dentro, Thora cerro la puerta, pero no la tranco -ahora deberíamos estar a salvo de los pequeños...- dijo en un suspiro -lo siento, pero vas a tener que desvestirte, así puedo tratar mejor tus heridas, tranquila, no te are daño- le decía con ese característico tono amable suyo mientras le ayudaba a quitarse la capa.
Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Mientras miraba a Klinge directamente a los ojos supo que no era un tabernero normal y corriente, sabía sobre heridas provocadas por vampiros, pero no solo eso sabía bastante sobre vampiros, por lo que aquella taberna no era su profesión, o si era su profesión actual pero antes se dedicaba a ser mercenario,cazavampiros,guardia o guerrero. No dijo nada, la verdad es que tenía bastante razón y su razonamiento no podía ser refutado por la Licantropa por lo que se quedó en silencio observándole. Tomó la capa con sus manos y se la puso por encima para que la clientela no se alarmara.
Fue entonces cuando la Lycan observó a la niña que había tenido el encontronazo con los hombres, no dijo absolutamente nada, solo se la quedo mirando por largo tiempo para volver a escuchar las palabras de Klinge al cual volvió su vista mientras este avisaba a la mujer de la taberna que sabía que su nombre era Thora. Esta cuando se enteró que había sido atacada por unos vampiros se alarmó pero no entendía por que, solo eran unas heridas y su raza llevaba años luchando contra ellos. Por suerte el varón tranquilizo a Thora y esta se acercó a la Niktos más tranquila.
Cuando la tomó del brazo miró la mano que la tocaba de forma seria y luego a la mujer. No la gustaba el contacto, pero era la manera de curarse la herida, a regañadientes aceptó y se dirigió al lugar que Thora la indicaba para poder curarla en silencio. No había dicho nada más desde que Klinge la había hablado y seguiría así hasta que tuviera que interactuar obligatoriamente.
Salieron al patio, allí encontró un montón de niños huérfanos, por el olor algunos eran humanos, niños bestia y licantropos, pero no entendía por que había niños lobos fuera de Ulmer, aunque ella se había alejado de Ulmer por lo sucedido con su familia, por tanto habría mas hombres lobo que buscaron otro hogar fuera de Ulmer. Después de que los niños se alejaran de ellas entraron en una cabaña de pequeña, y esa cabaña era mucho mejor que las madrigueras o arboles donde había dormido ultimamente.
Escuchó la petición de Thora mientras esta la quitaba la capa y asintió con la cabeza quitándose la cazadora de cuero dejando ver el corsé negro de cuero que la hacia un bonito escote y para no ser humana estaba bien dotada en lo que era pecho. Se quitó el corsé negro para quedarse totalmnte desnuda de parte para arriba mientras miraba a la humana. Ella no tenía pudor,cuando estaba en forma de loba iba desnuda por tanto desnudarse era una tontería aunque sabia que la gente normal portaba la ropa para ocultar su cuerpo.
-Me va a tocar remendar la ropa....-dijo mirando como había quedado su ropa por los arañazos-¿me doy la vuelta...me siento en algún lado?-preguntó a la chica puesto que normalmente era mas alta que muchas mujeres humanas, aunque para su especie era de tamaño mas o menos normal. Dijo colocando las manos en sus caderas sin pudor alguno esperando lo que la dijera la humana.
Fue entonces cuando la Lycan observó a la niña que había tenido el encontronazo con los hombres, no dijo absolutamente nada, solo se la quedo mirando por largo tiempo para volver a escuchar las palabras de Klinge al cual volvió su vista mientras este avisaba a la mujer de la taberna que sabía que su nombre era Thora. Esta cuando se enteró que había sido atacada por unos vampiros se alarmó pero no entendía por que, solo eran unas heridas y su raza llevaba años luchando contra ellos. Por suerte el varón tranquilizo a Thora y esta se acercó a la Niktos más tranquila.
Cuando la tomó del brazo miró la mano que la tocaba de forma seria y luego a la mujer. No la gustaba el contacto, pero era la manera de curarse la herida, a regañadientes aceptó y se dirigió al lugar que Thora la indicaba para poder curarla en silencio. No había dicho nada más desde que Klinge la había hablado y seguiría así hasta que tuviera que interactuar obligatoriamente.
Salieron al patio, allí encontró un montón de niños huérfanos, por el olor algunos eran humanos, niños bestia y licantropos, pero no entendía por que había niños lobos fuera de Ulmer, aunque ella se había alejado de Ulmer por lo sucedido con su familia, por tanto habría mas hombres lobo que buscaron otro hogar fuera de Ulmer. Después de que los niños se alejaran de ellas entraron en una cabaña de pequeña, y esa cabaña era mucho mejor que las madrigueras o arboles donde había dormido ultimamente.
Escuchó la petición de Thora mientras esta la quitaba la capa y asintió con la cabeza quitándose la cazadora de cuero dejando ver el corsé negro de cuero que la hacia un bonito escote y para no ser humana estaba bien dotada en lo que era pecho. Se quitó el corsé negro para quedarse totalmnte desnuda de parte para arriba mientras miraba a la humana. Ella no tenía pudor,cuando estaba en forma de loba iba desnuda por tanto desnudarse era una tontería aunque sabia que la gente normal portaba la ropa para ocultar su cuerpo.
-Me va a tocar remendar la ropa....-dijo mirando como había quedado su ropa por los arañazos-¿me doy la vuelta...me siento en algún lado?-preguntó a la chica puesto que normalmente era mas alta que muchas mujeres humanas, aunque para su especie era de tamaño mas o menos normal. Dijo colocando las manos en sus caderas sin pudor alguno esperando lo que la dijera la humana.
Selene Niktos
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Era dominada por la ansiedad muy fácilmente mientras sus pasos avanzaban ciegos y confiados tras la compañera de su “salvador”, quería mostrarse agradecida con aquellos que a pesar de conocer su naturaleza mágica fueron amables, algo poco inusual; pero no le era simple, en su interior, algo le pedía a gritos que desconfiara y no se aferrara ni a la más remota posibilidad de cordialidad hacia ella; TODOS, principalmente los humanos, se movían por interés y aquellas personas no podían ser la excepción.
Mantenía la cabeza gacha, no por pena a verlo, ya que no podría hacerlo ni aun que quisiera, más bien, por vergüenza a que la viera, que viera en detalles sus heridas como con anterioridad, dar explicaciones siempre es incomodo.
"Atender a una desdichada criatura también es egoísmo puro... y del peor" trataba de restarle importancia a las acciones de la mujer de la taberna "creer que ayudan a un desamparado, solo alimenta su ego de ´buena gente y buenos samaritanos´ y no hacen más que sentir lastima por mí..." un suspiro se escapó entonces de sus labios.
"De no ser por personas miserables como yo, no existirían afamados héroes que los rescaten..."
Movió ágilmente sus dedos usando su telequinesis para percibir las moléculas de hidrógeno en el aire. Eran pocas, escasas, el lugar era bastante seco, por lo que no podía distinguir bien a su benefactora ni a quien ella le dirigió la palabra, no podía notar más que a un hombre de gran porte que hablaba desde lo alto.
Se sentó cómodamente sin decir nada, la poca confianza que había ganado segundos atrás se esfumo completamente y ni aquel vaso de agua ácida lo remendaría y es que estaba tan atenta como cuando era escoltada por el señor Hanz. La misma agua logró que Mérida frunciera el ceño y la boca, "un poco????" sin duda era absurdo que se refiriese a un sabor sutilmente fuerte.
La voz que le dirigió palabra le resultó también familiar, solo esas dos personas habían hablado en favor del sitio aquella noche, así que seguro eran los dueños. Él, era quien descubrió su ilusión, quien miró sus heridas y ahora quién le servía agua y comida, gracioso e ilógico.
Mérida sonrió y dejo huir una carcajada corta.
Engulló el plato sin contratiempos al sentir el aroma, lejos estaba de sentirse ofendida ni nada por las palabras sobre su situación corporal, era cierto después de todo que pasaba hambre muy a menudo, el sabor de la comida no era precisamente exquisito pero era el mismo plato que le habían servido en la mesa y cual había devorado en aquel instante antes del escándalo, tenía un gusto intenso en condimentos y esencias, se notaba la dedicación al cocinarlo, era como la comida que recordaba de la última vez que tuvo un hogar. Hacía mucho tiempo no comía algo cocinado debidamente y eso debía de agradecérselo a Hanz y los otros.
Con cada bocado la sensación de satisfacción se hacía más y más fuerte, no comía ya de hambre, sino de angurrienta pero entonces hizo una pausa mordiendo sus labios con ganas de llorar, aunque desconocía el por qué "no debo... no debo verme tan debil", pero antes la lluvia comenzara se detuvo a escuchar pues era interesante lo que decía aquel hombre mientras ella comía.
- No temo andar sola por las calles, ya es una costumbre para mí... Bien te has dado cuenta, soy una bruja, creo poder valerme por mi misma- dijo pausando bocado teniéndose lastima por un segundo, ella perdió a sus padres pero no por las guerras ni la plaga, sino por la idiotez humana, y este sujeto parecía humano, era propicio a las idioteces como los otros. Otra razón para desconfiar. - Pero... - dejo la cuchara a un lado del plato semi vacío - si me gustaría quedarme... – Desconocía si es cuota laboral o “trabajo” como pago se refería a cuestiones decentes o indecentes, pero tenía confianza a sí misma como para tomar decisiones claras y quería comer bien unos días más.
- Trabajaré si para pagar cada plato! - se mostró entusiasmada y en verdad lo estaba, aquellos dejos de confusión ante ofertas que la acercarían a las comodidades de un hogar y una familia como los que tuvo alguna vez eran su debilidad y parecer una niña emocionada por una mano amiga era parte del clásico encanto del cual solía causar y abusar - pero no me quedaré mucho, no me conocen, ni saben que es lo que he hecho en mi vida o cuales son mis pecados... no quisiera causarles más problemas.
Quería sonar sincera aunque no se sintiera así, causaría problemas a la larga por lo que nunca se quedaba demasiado en ningún lugar, la lastima ajena tampoco era eterna y disfrutaría de aquel guiso hasta donde comenzaran a cansarse de ella como de costumbre y a maltratarla o utilizarla indebidamente, las personas eran así y por ello las aborrecía. "Dejaré que alimentes tu ego de buen ciudadano... solo un poco" trataba de auto convencerse en lo que agradeció por la comida.
~coooooooooooooonnnnnnnffffffiiiaaaaaaraaaaaaaaaaaaaaasssssss??????????~
- Claro que no... - susurró para si misma.
-------------------------Mantenía la cabeza gacha, no por pena a verlo, ya que no podría hacerlo ni aun que quisiera, más bien, por vergüenza a que la viera, que viera en detalles sus heridas como con anterioridad, dar explicaciones siempre es incomodo.
"Atender a una desdichada criatura también es egoísmo puro... y del peor" trataba de restarle importancia a las acciones de la mujer de la taberna "creer que ayudan a un desamparado, solo alimenta su ego de ´buena gente y buenos samaritanos´ y no hacen más que sentir lastima por mí..." un suspiro se escapó entonces de sus labios.
"De no ser por personas miserables como yo, no existirían afamados héroes que los rescaten..."
Movió ágilmente sus dedos usando su telequinesis para percibir las moléculas de hidrógeno en el aire. Eran pocas, escasas, el lugar era bastante seco, por lo que no podía distinguir bien a su benefactora ni a quien ella le dirigió la palabra, no podía notar más que a un hombre de gran porte que hablaba desde lo alto.
Se sentó cómodamente sin decir nada, la poca confianza que había ganado segundos atrás se esfumo completamente y ni aquel vaso de agua ácida lo remendaría y es que estaba tan atenta como cuando era escoltada por el señor Hanz. La misma agua logró que Mérida frunciera el ceño y la boca, "un poco????" sin duda era absurdo que se refiriese a un sabor sutilmente fuerte.
La voz que le dirigió palabra le resultó también familiar, solo esas dos personas habían hablado en favor del sitio aquella noche, así que seguro eran los dueños. Él, era quien descubrió su ilusión, quien miró sus heridas y ahora quién le servía agua y comida, gracioso e ilógico.
Mérida sonrió y dejo huir una carcajada corta.
Engulló el plato sin contratiempos al sentir el aroma, lejos estaba de sentirse ofendida ni nada por las palabras sobre su situación corporal, era cierto después de todo que pasaba hambre muy a menudo, el sabor de la comida no era precisamente exquisito pero era el mismo plato que le habían servido en la mesa y cual había devorado en aquel instante antes del escándalo, tenía un gusto intenso en condimentos y esencias, se notaba la dedicación al cocinarlo, era como la comida que recordaba de la última vez que tuvo un hogar. Hacía mucho tiempo no comía algo cocinado debidamente y eso debía de agradecérselo a Hanz y los otros.
Con cada bocado la sensación de satisfacción se hacía más y más fuerte, no comía ya de hambre, sino de angurrienta pero entonces hizo una pausa mordiendo sus labios con ganas de llorar, aunque desconocía el por qué "no debo... no debo verme tan debil", pero antes la lluvia comenzara se detuvo a escuchar pues era interesante lo que decía aquel hombre mientras ella comía.
- No temo andar sola por las calles, ya es una costumbre para mí... Bien te has dado cuenta, soy una bruja, creo poder valerme por mi misma- dijo pausando bocado teniéndose lastima por un segundo, ella perdió a sus padres pero no por las guerras ni la plaga, sino por la idiotez humana, y este sujeto parecía humano, era propicio a las idioteces como los otros. Otra razón para desconfiar. - Pero... - dejo la cuchara a un lado del plato semi vacío - si me gustaría quedarme... – Desconocía si es cuota laboral o “trabajo” como pago se refería a cuestiones decentes o indecentes, pero tenía confianza a sí misma como para tomar decisiones claras y quería comer bien unos días más.
- Trabajaré si para pagar cada plato! - se mostró entusiasmada y en verdad lo estaba, aquellos dejos de confusión ante ofertas que la acercarían a las comodidades de un hogar y una familia como los que tuvo alguna vez eran su debilidad y parecer una niña emocionada por una mano amiga era parte del clásico encanto del cual solía causar y abusar - pero no me quedaré mucho, no me conocen, ni saben que es lo que he hecho en mi vida o cuales son mis pecados... no quisiera causarles más problemas.
Quería sonar sincera aunque no se sintiera así, causaría problemas a la larga por lo que nunca se quedaba demasiado en ningún lugar, la lastima ajena tampoco era eterna y disfrutaría de aquel guiso hasta donde comenzaran a cansarse de ella como de costumbre y a maltratarla o utilizarla indebidamente, las personas eran así y por ello las aborrecía. "Dejaré que alimentes tu ego de buen ciudadano... solo un poco" trataba de auto convencerse en lo que agradeció por la comida.
~coooooooooooooonnnnnnnffffffiiiaaaaaaraaaaaaaaaaaaaaasssssss??????????~
- Claro que no... - susurró para si misma.
OFF
No me tarde apropósito... se me complica familiarmente los fin de semanas >-> disculpen!
Merida DunBroch
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
El espadachín esbozo una leve carcajada al escuchar a la jovencita, en cierto modo le agradaba ese tono confianzudo e independiente de hablar, como que no le gustaba deberle nada a nadie, era una actitud que él podía respetar.
Klinge le ofreció a la bruja su brazo para que lo tocara, de hacerlo ella notaria las varias marcas de espadas, hachas, dientes y garras sobre su piel -aquí los únicos inocentes son los niños… y Thora, pero tiene un carácter tan fuerte como el que tu me demuestras- le dijo de forma calmada -en este lugar nadie es un héroe, la mayoría de los que estamos aquí tenemos un pasado que nos pesa... espadas de alquiler, brigantes, piratas y asesinos, a todos nos dijeron así en algún momento- el tono del guerrero se ponía más melancólico -no te ofrezco que hagas una buena acción por la “bondad de tu corazón” si buscáramos la “redención” nos pondríamos de rodillas en frente a un templo cristiano, pero si no ayudamos a estos pequeños nadie lo hará- las palabras de Klinge resonaron con una calma convicción que lo tomaba por sorpresa incluso a él.
El espadachín se inclino sobre la mesada frente a la brujita, apoyando su peso sobre sus brazos cruzados -si vas a trabajar aquí, vamos a tener que saber tu nombre, yo soy Klinge por cierto- dijo señalándose a sí mismo con un pulgar, para luego señalar a la bruja con el dedo índice -y si vas a cuidar de los niños necesitaras un baño y una venda para los ojos, muchos de los pequeños son hombres bestia, tienen mejor vista que yo, seguro podrán ver a través de tu ilusión- agrego de forma directa, y para nada sutil.
Dentro de la cabaña Thora miro a aquella chica quitarse la ropa, quedando a pecho desnudo, sin mostrar pudor alguno, cosa que no parecía importunarla en lo más mínimo -siéntate sobre ese banquillo de ahí- dijo señalándole el banquillo a su izquierda, mientras ella se disponía a poner un poco de alcohol sobre un trapo de tela limpio, tras humedecerlo bien, cerro la botella, y con el trapo doblado sobre su mano se dispuso a limpiar las heridas de la chica -esto dolerá un poco...- dijo antes de poner la tela húmeda sobre la herida con delicadeza.
Por mas de que su tacto fuera cuidadoso, el liquido provocaba una punzante sensación de ardor al entrar en contacto con la herida abierta, Thora empezó a pasar el trapo a lo largo del corte, limpiándolo, un poco del líquido mesclado con sangre se sentía recorrer las espalda en forma de grandes gotas -ya habras escuchado mi nombre, pero soy Thora- dijo tratando de distraer a su paciente del dolor -¿Cuál es tu nombre?- continuaba la conversación mientras se disponía a limpiar la segunda cortada.
Mientras tanto, en la taberna entraron dos guardias de la ciudad, no venían armados, más allá de una espada en la cintura, ni parecían tener intenciones hostiles, se acercaron a la barra para pedirle a Klinge si se les permitiera colgar unos carteles fuera del local, este observo el cartel, una recompensa en oro por cada cabeza de vampiro que se trajeran de regreso al cuartel de la guardia, aparentemente dos hombres habían sido hallados muertos ese mismo día.
Klinge se sorprendió por lo rápido que había reaccionado la guardia, pero al encontrar dos de los propios muertos, no era nada sorprendente, el espadachín hizo un gesto con la cabeza a la ves que les daba permiso, Hlodvir no se oponía a que colgaran carteles de recompensas en su local -si la cosa se puso tan fea como para que pongan recompensas por cazar vampiros… tal vez debería ir por mis espadas- pensó en voz alta, sin darse cuenta que estaba muy cerca de Merida.
Klinge le ofreció a la bruja su brazo para que lo tocara, de hacerlo ella notaria las varias marcas de espadas, hachas, dientes y garras sobre su piel -aquí los únicos inocentes son los niños… y Thora, pero tiene un carácter tan fuerte como el que tu me demuestras- le dijo de forma calmada -en este lugar nadie es un héroe, la mayoría de los que estamos aquí tenemos un pasado que nos pesa... espadas de alquiler, brigantes, piratas y asesinos, a todos nos dijeron así en algún momento- el tono del guerrero se ponía más melancólico -no te ofrezco que hagas una buena acción por la “bondad de tu corazón” si buscáramos la “redención” nos pondríamos de rodillas en frente a un templo cristiano, pero si no ayudamos a estos pequeños nadie lo hará- las palabras de Klinge resonaron con una calma convicción que lo tomaba por sorpresa incluso a él.
El espadachín se inclino sobre la mesada frente a la brujita, apoyando su peso sobre sus brazos cruzados -si vas a trabajar aquí, vamos a tener que saber tu nombre, yo soy Klinge por cierto- dijo señalándose a sí mismo con un pulgar, para luego señalar a la bruja con el dedo índice -y si vas a cuidar de los niños necesitaras un baño y una venda para los ojos, muchos de los pequeños son hombres bestia, tienen mejor vista que yo, seguro podrán ver a través de tu ilusión- agrego de forma directa, y para nada sutil.
Dentro de la cabaña Thora miro a aquella chica quitarse la ropa, quedando a pecho desnudo, sin mostrar pudor alguno, cosa que no parecía importunarla en lo más mínimo -siéntate sobre ese banquillo de ahí- dijo señalándole el banquillo a su izquierda, mientras ella se disponía a poner un poco de alcohol sobre un trapo de tela limpio, tras humedecerlo bien, cerro la botella, y con el trapo doblado sobre su mano se dispuso a limpiar las heridas de la chica -esto dolerá un poco...- dijo antes de poner la tela húmeda sobre la herida con delicadeza.
Por mas de que su tacto fuera cuidadoso, el liquido provocaba una punzante sensación de ardor al entrar en contacto con la herida abierta, Thora empezó a pasar el trapo a lo largo del corte, limpiándolo, un poco del líquido mesclado con sangre se sentía recorrer las espalda en forma de grandes gotas -ya habras escuchado mi nombre, pero soy Thora- dijo tratando de distraer a su paciente del dolor -¿Cuál es tu nombre?- continuaba la conversación mientras se disponía a limpiar la segunda cortada.
Mientras tanto, en la taberna entraron dos guardias de la ciudad, no venían armados, más allá de una espada en la cintura, ni parecían tener intenciones hostiles, se acercaron a la barra para pedirle a Klinge si se les permitiera colgar unos carteles fuera del local, este observo el cartel, una recompensa en oro por cada cabeza de vampiro que se trajeran de regreso al cuartel de la guardia, aparentemente dos hombres habían sido hallados muertos ese mismo día.
Klinge se sorprendió por lo rápido que había reaccionado la guardia, pero al encontrar dos de los propios muertos, no era nada sorprendente, el espadachín hizo un gesto con la cabeza a la ves que les daba permiso, Hlodvir no se oponía a que colgaran carteles de recompensas en su local -si la cosa se puso tan fea como para que pongan recompensas por cazar vampiros… tal vez debería ir por mis espadas- pensó en voz alta, sin darse cuenta que estaba muy cerca de Merida.
Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Enseguida la señaló un banquillo que estaba a la izquierda, por lo que ella se sentó dando la espalda a la tabernera que empezaba a preparar las coas para empezar a curar la herida. Las veces que había tenido que curarse había dolido y aquellas heridas estaba segura que iban a doler. La chica la avisó que iba a doler, pero su voz se apagó de su mente cuando notó el alcohol con aquel trapo rozar su piel a lo que sin querer estiró la espalda para luego volver a la posición descansada, para finalmente apretar los puños.
Apretó los dientes mientras sin querer un gruñido de su interior salió para después tomar aire y respirar lento para relajarse. Tenía que controlar el no transformarse, por instinto y por aquel dolor, el cuerpo la pedía transformarse para defenderse, pero tenía que controlarse. Fue entonces cuando escuchó de nuevo la voz de Thora presentándose ante ella, eso provoco que desviará un poco la atención sobre el asunto, mientras a la vez escuchaba la pregunta que la estaba realizando.
-Se....Selene-consiguió articular mientras notaba como la sangre y el líquido que la curaba corría por su espalda. Estaba segura de que aquello estaba siendo bastante desagradable llenando todo de sangre. La verdad tenia que agradecer que la curaba, ella no tenía por que atenderla y además era de otra raza aunque ella no lo supiera. -Graci...as-articulo de nuevo agradeciendo mientras aguantaba el dolor, pero prefería aguantar ese dolor a que aquello se infectará y acabara peor.
Solo esperaba que las heridas acabaran cicatrizando rápido y tendría que comprar hilo y aguja para poder arreglar sus ropas, las tenía aprecio y eran de buena calidad, la seria difícil ropa así, seguramente tendría que volver a Ulmer a por ropa nueva, pero mientras pudiera tiraría con aquella ropa aunque estuviera dañada.
Apretó los dientes mientras sin querer un gruñido de su interior salió para después tomar aire y respirar lento para relajarse. Tenía que controlar el no transformarse, por instinto y por aquel dolor, el cuerpo la pedía transformarse para defenderse, pero tenía que controlarse. Fue entonces cuando escuchó de nuevo la voz de Thora presentándose ante ella, eso provoco que desviará un poco la atención sobre el asunto, mientras a la vez escuchaba la pregunta que la estaba realizando.
-Se....Selene-consiguió articular mientras notaba como la sangre y el líquido que la curaba corría por su espalda. Estaba segura de que aquello estaba siendo bastante desagradable llenando todo de sangre. La verdad tenia que agradecer que la curaba, ella no tenía por que atenderla y además era de otra raza aunque ella no lo supiera. -Graci...as-articulo de nuevo agradeciendo mientras aguantaba el dolor, pero prefería aguantar ese dolor a que aquello se infectará y acabara peor.
Solo esperaba que las heridas acabaran cicatrizando rápido y tendría que comprar hilo y aguja para poder arreglar sus ropas, las tenía aprecio y eran de buena calidad, la seria difícil ropa así, seguramente tendría que volver a Ulmer a por ropa nueva, pero mientras pudiera tiraría con aquella ropa aunque estuviera dañada.
Selene Niktos
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Terminaba de llevar la última cucharada del guiso a sus labios cuando sintió el viento cortarse tras un ademán del otro hacia su persona, quizás no podía ver, pero era sumamente sensible y perspicaz con los demás sentidos, además de su magia -un truco muy útil en ocasiones- reacciono de inmediato soltando lo que tenía en sus manos y hábilmente cubriéndose de la posible embestida de algo que hasta el momento desconocía que fue.
Contra su palma encontró el ligero contacto de piel humana, era la extremidad del extraño, un brazo de gran tamaño y rigidez "trata de golearme o algo???" era confusa la razón de sus movientes, no podía llamársele intento de golpe porque caria de la fuerza para tal y no requirió ni esfuerzos de la pequeña como para atajarlo. "La conversación... algo en lo que me dice tiene que ver con su brazo?" se cuestionó y coloco delicadamente y temblorosa cada falange sobre su tez.
Escuchaba sus palabras sin soltarlo y comenzó a entender, bajo sus dedos resaltaban inusuales bultos y montículos deformes no muy propios de un brazo normal.
"El problema es que yo... no busco redención..." pensaba mientras lo escuchaba, algo en sus palabras le incomodaba y hacia doler fuertemente su pecho y cerraba la garganta, Mérida sintió que bajo su lengua se secretaba más saliva de lo normal, pero los músculos de la garganta tuvieron que hacer demasiado esfuerzo para lograr tragar. Estaba nerviosa.
"Yo... solo odio a los humanos... jamás pensaría en sentirme mal por lo que les hice..." Nunca admitiría algo así a nadie.
-Klinge... yo soy Mérida. - sonó acongojada, dudosa e inestable, clavó sus yemas en el otro al pronunciar palabra por un breve instante; no dijo más y siguió prestando atención.
Deslizo su insignificante mano por la superficie posterior hacia el dorso, eran incontables las secuelas de bravos encuentros tatuados en la piel, quizás por el cuerpo de la pequeña no existían tales rasgos, pero tenía uno que quizás podía competir con miles de marcas, uno que sin lugar a dudas, no le permitía pasar desapercibida, su carga, su cruz... su maldición...
Otra vez era víctima de la higiene personal y esas cosas que todo a quien conocía le recalcaba. Y es que la sociedad actual no parecía estar de acuerdo en compartir el espacio con aquellos que huyen del agua y el jabón. Pero vendarse... Volver a esconderse? La sola idea le genero escalofríos, cuánto tiempo más debía avergonzarse de su existencia física, cuantas personas amables más conocería que de inmediato le pidieran cubrirse con cualquier excusa insulsa... Era frustrarte. Solo Rei, una en su vida fue diferente "ella entonces si es particular... Lo normal no me deja pasar el detalle por alto" se molestó.
Acelero el paso llegando a la región carpal, sujeto con una mano el pulgar y con la otra el reverso de la palma para atraerlo a si misma colocando aquella mano ajena sobre su rostro, mas específicamente sobre la cicatriz.
- Quiero trabajar, quiero ser de ayuda, pero no solo nada borrara mis culpas, si no que además, cargo con ellas el formas tan pesadas como las tuyas - sujeto sus dedos entrelazándolos por el dorso con los suyos para que sienta el corte de lateral a lateral - cada surco, cada línea no es mi historia, no es mi pasado, ni mucho menos algo que limpiar o expiar... Es mi realidad y lo que me espera a futuro. - su voz empezaba a quebrarse, hablar de aquellas cosas la teletransportaba a sucesos que no eran muy gratos de recordar. - Solo las escondo tras una ilusión cuando intento estafar a alguien pues - esbozo una sonrisa cínica y vacía - nadie se acerca por gusto a una joven tan deforme y desfigurada. – La cruda realidad de una adolescente. "No volveré a ser menos que nadie..."
Hizo una pausa y soltó su mano, aun le daba mucho coraje admitir cosas de sí.
- Necesito sobrevivir, como todos, y esa es la única manera que tengo de conseguir gratuitamente los recursos básicos pero, si no es por engaño... ya no me escondo.
Contra su palma encontró el ligero contacto de piel humana, era la extremidad del extraño, un brazo de gran tamaño y rigidez "trata de golearme o algo???" era confusa la razón de sus movientes, no podía llamársele intento de golpe porque caria de la fuerza para tal y no requirió ni esfuerzos de la pequeña como para atajarlo. "La conversación... algo en lo que me dice tiene que ver con su brazo?" se cuestionó y coloco delicadamente y temblorosa cada falange sobre su tez.
Escuchaba sus palabras sin soltarlo y comenzó a entender, bajo sus dedos resaltaban inusuales bultos y montículos deformes no muy propios de un brazo normal.
"El problema es que yo... no busco redención..." pensaba mientras lo escuchaba, algo en sus palabras le incomodaba y hacia doler fuertemente su pecho y cerraba la garganta, Mérida sintió que bajo su lengua se secretaba más saliva de lo normal, pero los músculos de la garganta tuvieron que hacer demasiado esfuerzo para lograr tragar. Estaba nerviosa.
"Yo... solo odio a los humanos... jamás pensaría en sentirme mal por lo que les hice..." Nunca admitiría algo así a nadie.
-Klinge... yo soy Mérida. - sonó acongojada, dudosa e inestable, clavó sus yemas en el otro al pronunciar palabra por un breve instante; no dijo más y siguió prestando atención.
Deslizo su insignificante mano por la superficie posterior hacia el dorso, eran incontables las secuelas de bravos encuentros tatuados en la piel, quizás por el cuerpo de la pequeña no existían tales rasgos, pero tenía uno que quizás podía competir con miles de marcas, uno que sin lugar a dudas, no le permitía pasar desapercibida, su carga, su cruz... su maldición...
Otra vez era víctima de la higiene personal y esas cosas que todo a quien conocía le recalcaba. Y es que la sociedad actual no parecía estar de acuerdo en compartir el espacio con aquellos que huyen del agua y el jabón. Pero vendarse... Volver a esconderse? La sola idea le genero escalofríos, cuánto tiempo más debía avergonzarse de su existencia física, cuantas personas amables más conocería que de inmediato le pidieran cubrirse con cualquier excusa insulsa... Era frustrarte. Solo Rei, una en su vida fue diferente "ella entonces si es particular... Lo normal no me deja pasar el detalle por alto" se molestó.
Acelero el paso llegando a la región carpal, sujeto con una mano el pulgar y con la otra el reverso de la palma para atraerlo a si misma colocando aquella mano ajena sobre su rostro, mas específicamente sobre la cicatriz.
- Quiero trabajar, quiero ser de ayuda, pero no solo nada borrara mis culpas, si no que además, cargo con ellas el formas tan pesadas como las tuyas - sujeto sus dedos entrelazándolos por el dorso con los suyos para que sienta el corte de lateral a lateral - cada surco, cada línea no es mi historia, no es mi pasado, ni mucho menos algo que limpiar o expiar... Es mi realidad y lo que me espera a futuro. - su voz empezaba a quebrarse, hablar de aquellas cosas la teletransportaba a sucesos que no eran muy gratos de recordar. - Solo las escondo tras una ilusión cuando intento estafar a alguien pues - esbozo una sonrisa cínica y vacía - nadie se acerca por gusto a una joven tan deforme y desfigurada. – La cruda realidad de una adolescente. "No volveré a ser menos que nadie..."
Hizo una pausa y soltó su mano, aun le daba mucho coraje admitir cosas de sí.
- Necesito sobrevivir, como todos, y esa es la única manera que tengo de conseguir gratuitamente los recursos básicos pero, si no es por engaño... ya no me escondo.
Merida DunBroch
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Le tomo un poco de tiempo, pero, finalmente Thora termino de tratar las heridas de aquella mujer -¿Selene eh?- dijo con su tono de voz calmado, pero feliz, que era habitual -bueno, mientras no las ensucies no se infectaran, pero, ¿Cómo te encontraste con vampiros en pleno día?- la pregunta tenia un obvio tono de alarma -oh bueno, mejor regresemos a la taberna, el tratamiento medico es gratis pero no la comida- dijo con una leve risilla mientras esperaba a que la chica se vistiera de nuevo.
Ante las palabras de la brujita Klinge soltó otra suave risa entre dientes al escuchar su respuesta -como gustes, pero no vengas a quejarte cuando los pequeños te pregunten por la centésima ves sobre las marcas donde deberían estar tus ojos- dijo de buen humor -pero el baño es no negociable, no le vas a pegar piojos o pulgas a los niños- agrego con tono más serio.
Al cabo de un momento Thora regreso a la taberna, guiando a Selene consigo de regreso a la barra para pagar su comida, ya cerca la muchacha pudo ver una copia del cartel que dejaron los guardias -¡dioses!- exclamo por reflejo al leer el cartel -¿tan mal esta la cosa?- pregunto consternada para sí misma.
Klinge suspiro resignado -una de nuestras clientas llego con una herida provocada por las sanguijuelas y encontraron dos guardias muertos en el bosque, los primeros desde que limpiamos su madriguera- escupió las palabras dejando en claro su desprecio por los vampiros -creo que si… se puso fea la cuestión- dijo mientras servía otro trago a uno de los comensales -pasando a notas mas positivas, Thora, te presento a Merida, nuestra nueva asistente a cuidadora- dijo señalando a la bruja con su pulgar.
Thora soltó sonrió alegremente -ya era hora de que consiguiesen a alguien mas que me ayude a evitar que estrangules a los niños- dijo soltando una risilla.
-oh por favor, ¡solo fue una vez!... ¡y ni siquiera cuenta! solo puse mi brazo alrededor de su cuello para que se estuviese quieto- dijo Klinge contrariado, a lo que Thora respondió riéndose más fuerte -por cierto, adivina a quien le toca darle un baño- dijo el espadachín con tono vengativo.
Thora calmo su risa y suspiro profundamente -ya se, no es exactamente propio que veas su cuerpo desnudo- dijo mirando a Klinge, para luego dejar caer la mirada de nuevo sobre el cartel -no pensaras ir, ¿o sí?- pregunto sin apartar la mirada del cartel.
Klinge se recargo sobre la mesada, apoyando su cabeza sobre los nudillos de su mano derecha -no queda de otra, nada impide a uno de esos bastardos entrar a buscar un aperitivo en la ciudad si les da hambre, esta noche saldré a cazar- dijo con un tono demasiado calmado para alguien que anunciaba que iría a matar vampiros en el bosque por la noche.
-por lo menos llévate a alguien contigo- respondió irritada la muchacha -es muy peligroso ir solo- agrego.
-ni siquiera yo estoy tan loco como para ir a cazar sanguijuelas de noche, en especial estas, despreocúpate, dudo que falten voluntarios- y con eso ambos volvieron a sus deberes por el resto del día mientras esperaban que calara el sol en el horizonte.
Ante las palabras de la brujita Klinge soltó otra suave risa entre dientes al escuchar su respuesta -como gustes, pero no vengas a quejarte cuando los pequeños te pregunten por la centésima ves sobre las marcas donde deberían estar tus ojos- dijo de buen humor -pero el baño es no negociable, no le vas a pegar piojos o pulgas a los niños- agrego con tono más serio.
Al cabo de un momento Thora regreso a la taberna, guiando a Selene consigo de regreso a la barra para pagar su comida, ya cerca la muchacha pudo ver una copia del cartel que dejaron los guardias -¡dioses!- exclamo por reflejo al leer el cartel -¿tan mal esta la cosa?- pregunto consternada para sí misma.
Klinge suspiro resignado -una de nuestras clientas llego con una herida provocada por las sanguijuelas y encontraron dos guardias muertos en el bosque, los primeros desde que limpiamos su madriguera- escupió las palabras dejando en claro su desprecio por los vampiros -creo que si… se puso fea la cuestión- dijo mientras servía otro trago a uno de los comensales -pasando a notas mas positivas, Thora, te presento a Merida, nuestra nueva asistente a cuidadora- dijo señalando a la bruja con su pulgar.
Thora soltó sonrió alegremente -ya era hora de que consiguiesen a alguien mas que me ayude a evitar que estrangules a los niños- dijo soltando una risilla.
-oh por favor, ¡solo fue una vez!... ¡y ni siquiera cuenta! solo puse mi brazo alrededor de su cuello para que se estuviese quieto- dijo Klinge contrariado, a lo que Thora respondió riéndose más fuerte -por cierto, adivina a quien le toca darle un baño- dijo el espadachín con tono vengativo.
Thora calmo su risa y suspiro profundamente -ya se, no es exactamente propio que veas su cuerpo desnudo- dijo mirando a Klinge, para luego dejar caer la mirada de nuevo sobre el cartel -no pensaras ir, ¿o sí?- pregunto sin apartar la mirada del cartel.
Klinge se recargo sobre la mesada, apoyando su cabeza sobre los nudillos de su mano derecha -no queda de otra, nada impide a uno de esos bastardos entrar a buscar un aperitivo en la ciudad si les da hambre, esta noche saldré a cazar- dijo con un tono demasiado calmado para alguien que anunciaba que iría a matar vampiros en el bosque por la noche.
-por lo menos llévate a alguien contigo- respondió irritada la muchacha -es muy peligroso ir solo- agrego.
-ni siquiera yo estoy tan loco como para ir a cazar sanguijuelas de noche, en especial estas, despreocúpate, dudo que falten voluntarios- y con eso ambos volvieron a sus deberes por el resto del día mientras esperaban que calara el sol en el horizonte.
- Nota:
- Post corto, pero sirve para poner en marcha el resto del tema, en primera, les doy libertad de interactuar con los NPCs, en este caso Thora, y avanzar el tiempo en vuestros posts, si se quieren unir a la cacería de Klinge o no es decisión de sus personajes, de todos modos tengo algo planeado si se quieren quedar en la ciudad, por lo demás, puede describir como sus personajes pasan el resto del día antes del anochecer, tal ves Merida describa como Thora le da un baño a fuerzas, o como Selene busque una posada donde si le den cuarto para descansar, eso, también, es cosa de ustedes, si desean les dejare rolear con el npc acompañante de Klinge aquí les dejo su ficha, ella no habla así que si sus personajes aprenden su nombre será por boca de Thora.
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Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
-No me quejare - dijo refunfuñona entre susurros tras terminarlo de escuchar, era agotador entender como hacían tanta hincapié en toda la locura esa de la higiene... muy agotador "ni siquiera sé que son las pulgas" estaba molesta.
Volvió la voz amable de hoy temprano, la camarera que nos atendió en primera instancia y Klinge me presentó. Estaba nerviosa, era como una especie de entrevista laboral, o así se sentía, una emoción bastante indescriptible, de ansiedad, preocupación, pero también había algo más... no era como aquellos trabajos que uno hacía por encargo y se marchaba, sino que sería algo así como una empleada fija, no sabía que esperar de todo ello y solo podía pensar en cuanto tiempo duraría antes de que lo echara todo a perder.
Las palabras aprobadoras de la mujer sonaron muy amables y graciosas, no imaginaba al hombre robusto trabajando con pequeños a su cuidado, desconocía que estaría reemplazándolo en sus funciones y saber eso no era de ayuda, me ponía aún más nerviosa toda la expectativa que pudieran proyectar en mí. Esbocé una leve sonrisa que intento convertirse en carcajada pero falló.
Y pase de sonreír a sorprenderme y borrar toda mueca ladina de mi rostro, hablaban de mí en una combinación de desnudez, jabón y agua, hecho que lograba ponerme los pelos de punta. Tan ofuscada estaba con toda la situación que ignore por completo la charla posterior al asunto. Me quede sentada sin decir mucho más tratando de contenerme y salir huyendo de allí. "Es comida fácil... no te vallas, no es un alto precio a pagar si lo piensas detenidamente... No es tu primer baño.... tienes que acostumbrarte a estooooo."
-Preparare la tina con agua caliente, pero tardara un poco. Aguarda si? - palabras de Thora que retumbaron en mi cabeza.
Los minutos pasaron y la cantidad de clientes era superflua, iban y venían. En cuestión de tiempo, el ruido en el lugar había mermado y la voz agradable me saco del trance que me tenía en piloto automático.
- Bien, disculpa la tardanza Mérida... - Gira a ella algo nerviosa - Klinge, me iré atrás ahora, no dejen solo aquí adelante! - grito y sujeto mi mano para iniciar el arrastre. Sentía mi cuerpo traicionando mi voluntad, cada paso era tan pesado como la vida misma y no lograba dejar de temblar, caminaba hacia el abismo, a mi propio deceso y no solo era consciente de ello, sino que lo permitiría. Las duchas en el pasado, fueron obligadas la mayoría de las veces, pero no, necesitaba domar a la bestia, esto sin lugar a dudas significaba crecer.... tenía que aprender a soportar mi miedo al agua y bañarme más a menudo. Estaba decidida, por eso no frene la marcha, por eso no me resistí, pero aun así el temblor se apoderaba de mí.
- Tranquila, ambas somos chicas...- ilusa, mi terror estaba muy lejos de relacionarse con cuestiones del género. Salimos a un patio y luego a una cabaña. Habían otros allí podía escucharlos y sentirlos pero ella les pidió que siguieran con lo suyo y no me molestaran. "Piojos..." pensé de inmediato en las palabras de Klinge, seguro esa era la razón.
Al lateral de la cabaña, hacia un cuarto para baños. Me llevo y me dejo dentro sola por un instante.
- Bien. Ve quitándote la ropa, que iré a buscar una esponja sin uso. - la puerta se cerró detrás de ella, y aproveche entonces para mover más cómodamente mis manos nuevamente e intentar leer el sitio donde estaba.
- Si parece un baño... - hacían tres bancos, unas telas, la tina con agua tibia y un espejo. Bastante precario pero amplio. No tenía letrina, por lo que seguramente solo aquella función se alojaba en otro recinto. - Me bañare... porque yo quiero.
Desabroche mi harapiento vestido por delante, cada botón desprendido se sentía como una carga inmensa que arrastraba con pesadez. La última vez que había sido bañada, fue en manos de un hombre curandero con la excusa de curar mis lesiones, pero esto era muy distinto. Doble mis ropas a un costado y el frio invierno me recordó que no era opcional andar en paños menores, mi piel se erizo por completo logrando que me abrazara a mí misma y me pusiera de cuclillas. "Que estoy haciendo aquí..." el miedo comenzaba a poseerme y sentía casi la necesidad de llorar, sin mis prendas y con frio me sentía sumamente desprotegida y perdida. Entonces Thora entró con ropas bajo el brazo, una cuba de madera y la esponja, la cargo con agua y soltó dentro el jabón.
- Bien pequeña, siéntate, yo me ocupare de enjabonarte y lavarte bien, luego puedes entrar en el agua. Te traje también unas ropas viejas mías para que uses luego - la escuche atenta y seguí sus indicaciones con algo de miedo. Estaba aterrada y quizás la mujer lo sintió, porque estaba tiesa como un cadáver - Espera.. Este bien?
- Yo.. Tengo miedo al agua... - necesitaba decírselo - esto no es tan fácil para mí - sentía mi nariz tapándose aglutinadamente forzándome a resonar mi nariz para evitar que goteara.
No podía ver su rostro, pero seguramente luchaba para no reírse, yo lo haría ante una confesión tan estúpida.
- Entiendo... - hizo una pausa dramática y suspiro profundo como si analizara la situación - pero necesitas higienizarte para ayudarnos. - el silencio creció entre las dos volviendo algo incómodo el ambiente. - Mira... te lavaré y te enjuagare con lo justo, así no entras en la bañera. - levante mi cabeza con un deje de esperanza - no tienes que enfrentarte a toda la tina de golpe, pero déjame mojarte.
Asentí con la cabeza muy esquiva y dubitativa. En ningún momento pregunto mis razones, no creo que pudiera contárselas ni aun si preguntaba, pero descansaba mi mente de no tener que justificarme, ella actuaba como lo hacía Luthien... mi madre. Era serena y amorosa, preocupada por cada detalle además de atenta y eso me transmitía mucha seguridad.
Fueron tres baldazos en total, dos para el cabello y uno para el cuerpo entero. Cada gota que me toco desbordada, rajo mi piel desde lo más profundo y me sujetaba con uñas al banco de madera para resistirlo, mordí mi labio hasta cortarlo ligera mente y Thora al notarlo me paso un trapo que morder.
Volvió la voz amable de hoy temprano, la camarera que nos atendió en primera instancia y Klinge me presentó. Estaba nerviosa, era como una especie de entrevista laboral, o así se sentía, una emoción bastante indescriptible, de ansiedad, preocupación, pero también había algo más... no era como aquellos trabajos que uno hacía por encargo y se marchaba, sino que sería algo así como una empleada fija, no sabía que esperar de todo ello y solo podía pensar en cuanto tiempo duraría antes de que lo echara todo a perder.
Las palabras aprobadoras de la mujer sonaron muy amables y graciosas, no imaginaba al hombre robusto trabajando con pequeños a su cuidado, desconocía que estaría reemplazándolo en sus funciones y saber eso no era de ayuda, me ponía aún más nerviosa toda la expectativa que pudieran proyectar en mí. Esbocé una leve sonrisa que intento convertirse en carcajada pero falló.
Y pase de sonreír a sorprenderme y borrar toda mueca ladina de mi rostro, hablaban de mí en una combinación de desnudez, jabón y agua, hecho que lograba ponerme los pelos de punta. Tan ofuscada estaba con toda la situación que ignore por completo la charla posterior al asunto. Me quede sentada sin decir mucho más tratando de contenerme y salir huyendo de allí. "Es comida fácil... no te vallas, no es un alto precio a pagar si lo piensas detenidamente... No es tu primer baño.... tienes que acostumbrarte a estooooo."
-Preparare la tina con agua caliente, pero tardara un poco. Aguarda si? - palabras de Thora que retumbaron en mi cabeza.
Los minutos pasaron y la cantidad de clientes era superflua, iban y venían. En cuestión de tiempo, el ruido en el lugar había mermado y la voz agradable me saco del trance que me tenía en piloto automático.
- Bien, disculpa la tardanza Mérida... - Gira a ella algo nerviosa - Klinge, me iré atrás ahora, no dejen solo aquí adelante! - grito y sujeto mi mano para iniciar el arrastre. Sentía mi cuerpo traicionando mi voluntad, cada paso era tan pesado como la vida misma y no lograba dejar de temblar, caminaba hacia el abismo, a mi propio deceso y no solo era consciente de ello, sino que lo permitiría. Las duchas en el pasado, fueron obligadas la mayoría de las veces, pero no, necesitaba domar a la bestia, esto sin lugar a dudas significaba crecer.... tenía que aprender a soportar mi miedo al agua y bañarme más a menudo. Estaba decidida, por eso no frene la marcha, por eso no me resistí, pero aun así el temblor se apoderaba de mí.
- Tranquila, ambas somos chicas...- ilusa, mi terror estaba muy lejos de relacionarse con cuestiones del género. Salimos a un patio y luego a una cabaña. Habían otros allí podía escucharlos y sentirlos pero ella les pidió que siguieran con lo suyo y no me molestaran. "Piojos..." pensé de inmediato en las palabras de Klinge, seguro esa era la razón.
Al lateral de la cabaña, hacia un cuarto para baños. Me llevo y me dejo dentro sola por un instante.
- Bien. Ve quitándote la ropa, que iré a buscar una esponja sin uso. - la puerta se cerró detrás de ella, y aproveche entonces para mover más cómodamente mis manos nuevamente e intentar leer el sitio donde estaba.
- Si parece un baño... - hacían tres bancos, unas telas, la tina con agua tibia y un espejo. Bastante precario pero amplio. No tenía letrina, por lo que seguramente solo aquella función se alojaba en otro recinto. - Me bañare... porque yo quiero.
Desabroche mi harapiento vestido por delante, cada botón desprendido se sentía como una carga inmensa que arrastraba con pesadez. La última vez que había sido bañada, fue en manos de un hombre curandero con la excusa de curar mis lesiones, pero esto era muy distinto. Doble mis ropas a un costado y el frio invierno me recordó que no era opcional andar en paños menores, mi piel se erizo por completo logrando que me abrazara a mí misma y me pusiera de cuclillas. "Que estoy haciendo aquí..." el miedo comenzaba a poseerme y sentía casi la necesidad de llorar, sin mis prendas y con frio me sentía sumamente desprotegida y perdida. Entonces Thora entró con ropas bajo el brazo, una cuba de madera y la esponja, la cargo con agua y soltó dentro el jabón.
- Bien pequeña, siéntate, yo me ocupare de enjabonarte y lavarte bien, luego puedes entrar en el agua. Te traje también unas ropas viejas mías para que uses luego - la escuche atenta y seguí sus indicaciones con algo de miedo. Estaba aterrada y quizás la mujer lo sintió, porque estaba tiesa como un cadáver - Espera.. Este bien?
- Yo.. Tengo miedo al agua... - necesitaba decírselo - esto no es tan fácil para mí - sentía mi nariz tapándose aglutinadamente forzándome a resonar mi nariz para evitar que goteara.
No podía ver su rostro, pero seguramente luchaba para no reírse, yo lo haría ante una confesión tan estúpida.
- Entiendo... - hizo una pausa dramática y suspiro profundo como si analizara la situación - pero necesitas higienizarte para ayudarnos. - el silencio creció entre las dos volviendo algo incómodo el ambiente. - Mira... te lavaré y te enjuagare con lo justo, así no entras en la bañera. - levante mi cabeza con un deje de esperanza - no tienes que enfrentarte a toda la tina de golpe, pero déjame mojarte.
Asentí con la cabeza muy esquiva y dubitativa. En ningún momento pregunto mis razones, no creo que pudiera contárselas ni aun si preguntaba, pero descansaba mi mente de no tener que justificarme, ella actuaba como lo hacía Luthien... mi madre. Era serena y amorosa, preocupada por cada detalle además de atenta y eso me transmitía mucha seguridad.
Fueron tres baldazos en total, dos para el cabello y uno para el cuerpo entero. Cada gota que me toco desbordada, rajo mi piel desde lo más profundo y me sujetaba con uñas al banco de madera para resistirlo, mordí mi labio hasta cortarlo ligera mente y Thora al notarlo me paso un trapo que morder.
Merida DunBroch
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Parecía que ya estaba acabando de curarla cuando de pronto escuchó de nuevo una pregunta. La verdad es que no tenía ni idea que hacia allí los vampiros aquel día, más que nada por que ella solo quería ir a allí a negociar para ganar unas monedas, no solo había ido allí a buscar pelea. Solo sabía que se los encontró cerca de cuerpos humanos y ella tuvo que ir a por ellos acabando con la vida de los vampiros a pesar de salir con aquellas heridas.
-ni idea, pero acabe con los dos que estaban cerca de dos cuerpos humanos-contestó mientras sentía como Thora ya había terminado. Se levantó para vestirse de nuevo, por suerte entre los ungüentos que la había dado la humana y las vendas no se verían las heridas y podría moverse mucho mejor al no notar el roce de las ropas en su piel. Se colocó el corsé y la cazadora de cuero para finalmente abrochársela hasta arriba mientras observaba que la chica que la había curado salí de allí.
Llegó de nuevo donde estaba Klinge, con la otra chica mas joven y la otra humana. Mientras sacaba las monedas para pagar aquel servicio y dejar algo mas de monedas por lo que habían hecho por ella, no dejaba de escuchar las conversaciones de su alrededor. A ella el dinero la daba igual, solo lo usaba cuando estaba en la civilización para lo básico, ya fuera dormir en una posada o pedir algo de comer o comprar ropa. Visto lo visto, según escuchó, la niña se llamaba Merida, y parecían hablar del tema de los vampiros el cual parecían muy implicado el hombre en acabar con ellos y parecía necesitar ayuda.
Carraspeó para llamar la atención de los presentes- he dejado el dinero en la barra y si necesitáis ayuda para ir a por vampiros, puedo ayudarte, esto no puede quedarse así....-dijo totalmente convencida. Estaba cabreada por las heridas producidas en su espalda y además, aquella niña recién llegada podía haber sido atacada por aquellos chupasangres, a parte de que si aquello era un orfanato prefería que todos los niños no corrieran peligro, total, eran aún criaturas inocentes que no tenían culpa de nada.
-Mientras, si queréis, buscaré algún sitio para descansar el resto del día o si necesitáis ayuda me podéis decir....la verdad, es que me habéis ayudado sin saber nada de mi, y creo que se debe de agradecer de alguna forma-dijo pensativa mientras pensaba cada palabra puesto que no sabía si estaban bien dichas o si había encontrado las palabras correctas. Miró entonces a Klinge mientras se esperaba en la puerta para saber si aceptaba su ayuda contra los vampiros o si necesitaba algo de ayuda allí con los niños o la taberna.
-ni idea, pero acabe con los dos que estaban cerca de dos cuerpos humanos-contestó mientras sentía como Thora ya había terminado. Se levantó para vestirse de nuevo, por suerte entre los ungüentos que la había dado la humana y las vendas no se verían las heridas y podría moverse mucho mejor al no notar el roce de las ropas en su piel. Se colocó el corsé y la cazadora de cuero para finalmente abrochársela hasta arriba mientras observaba que la chica que la había curado salí de allí.
Llegó de nuevo donde estaba Klinge, con la otra chica mas joven y la otra humana. Mientras sacaba las monedas para pagar aquel servicio y dejar algo mas de monedas por lo que habían hecho por ella, no dejaba de escuchar las conversaciones de su alrededor. A ella el dinero la daba igual, solo lo usaba cuando estaba en la civilización para lo básico, ya fuera dormir en una posada o pedir algo de comer o comprar ropa. Visto lo visto, según escuchó, la niña se llamaba Merida, y parecían hablar del tema de los vampiros el cual parecían muy implicado el hombre en acabar con ellos y parecía necesitar ayuda.
Carraspeó para llamar la atención de los presentes- he dejado el dinero en la barra y si necesitáis ayuda para ir a por vampiros, puedo ayudarte, esto no puede quedarse así....-dijo totalmente convencida. Estaba cabreada por las heridas producidas en su espalda y además, aquella niña recién llegada podía haber sido atacada por aquellos chupasangres, a parte de que si aquello era un orfanato prefería que todos los niños no corrieran peligro, total, eran aún criaturas inocentes que no tenían culpa de nada.
-Mientras, si queréis, buscaré algún sitio para descansar el resto del día o si necesitáis ayuda me podéis decir....la verdad, es que me habéis ayudado sin saber nada de mi, y creo que se debe de agradecer de alguna forma-dijo pensativa mientras pensaba cada palabra puesto que no sabía si estaban bien dichas o si había encontrado las palabras correctas. Miró entonces a Klinge mientras se esperaba en la puerta para saber si aceptaba su ayuda contra los vampiros o si necesitaba algo de ayuda allí con los niños o la taberna.
Selene Niktos
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Klinge le hecho una rápida mirada examinando a esa chica que se ofreció a ayudarlos, en cierto modo apreciaba que ella mostrara esa gratitud, aunque dudara de que le fuera de mucha ayuda -si te interesa acompañarme a cazar, no te lo impediré, pero si no eres capaz de cargar con tu propio peso cuando empiece la pelea, no esperes que arriesgue mi pellejo para salvar el tuyo- el tono tajante del espadachín no daba duda a lo serio que era sobre el tema -si quieres venir, regresa a la taberna al anochecer- tras decir esto se dedico a limpiar de nuevo la barra, dejando que la chica se marchara y regresara cuando estuviese lista para luchar.
Mientras pasaba el tiempo, Thora lavaba a Merida con sumo cuidado, enjabonándola con una esponja el cuerpo y pasando sus dedos por el cabello de la chica, masajeándole un poco la cabeza mientras le lavaba el pelo.
Thora parecía tener ciertas dificultades con esto último, pues el cabello de Merida estaba lleno de nudos y grasa, parecía que eran meses que no se lo lavaba -Merida, me vas a tener que perdonar…- dijo mientras le echaba otro baldazo de agua tibia para quitarle el jabón de pelo y cuerpo -pero tendré que pasar jabón por tu cabello dos veces mas para lavarlo bien- decía mientras volvía a pasar sus dedos enjabonados entre los cabellos de la niña por segunda vez.
A pesar del obvio disgusto por recibir un baño, Thora hacia lo posible para hacer que la experiencia de Merida fuera la menos desagradable posible, enjabonando a la joven bruja con mucha gentileza, aunque ella podría notar que la muchacha era sorprendentemente fuerte -sabes, yo usualmente le doy un baño a muchos de los niños aquí, a muchos no les agrada para nada- dijo riendo un poco -los peores son los niños de hombre bestia, con todo ese pelo, y fuerza que tiene algunos, hacen que sea una pesadilla tener que bañarlos, ni se diga cuando deciden sacudirse- ella continuaba bañando a la muchacha mientras le contaba mas historias del orfanato y el trabajo que suelen hacer en el lugar para tranquilizarla.
Callo el tercer baldazo sobre Merida, Thora cubrió su cuerpo con un largo manto seco para mantenerla caliente mientras le peinaba el cabello con una espátula.
Después de que Thora secara y ayudara a Merida a vestirse las dos salieron del cuarto de baño, de regreso al jardín, donde Merida pudo escuchar los pasos de alguien, quien se sentía pesado por llevar mucho metal encima.
-¿iras ahora?- pregunto Thora encarando a la figura.
-no te preocupes, no es la primera ves que salgo a cazar vampiros…- afirmo la voz de aquel hombre que Merida podía reconocer como la de Klinge -y te prometo que esta no será la última- dijo mientras se ajustaba el cinturón por el cual colgaban sus espadas.
Thora soltó un suspiro -aun así, ten cuidado- le respondió la chica llevándose una mano al pecho.
Klinge soltó una leve risa -iré a acompañar una escuadra de guardias, hable con ellos después de cerrar la taberna, quieren dar uso de mi experiencia- dijo golpeándose el pecho con confianza.
Tras despedirse con Thora y Merida, Klinge se fue a esperar por la otra mujer al frente de la taberna como prometió, la esperaría un rato, pero si no llegaba se iría sin ella.
El guerrero estaba vestido con sus guanteletes de cuero sin dedos y para mayor protección llevaba una vieja cota de malla, tenia varios signos de daños, algunos recientes, muy similares a los rasguños que aquella mujer Selena llevaba en la espalda.
De su cinturón colgaban tres espadas, dos en su costado izquierdo, una en el derecho, a su izquierda colgaban, el viejo sable de marinero que había remediado en su viaje en barco a las islas de los brujos, mas una espada larga de mango negro que había tomado como botín de guerra de su ultimo encuentro con los vampiros, a su derecha se encontraba la espada larga de buena calidad que había tomado de aquellos rufianes en ciudad lagarto.
Klinge volvió a ajustar el pañuelo rojo sobre su cabeza, se había planteado llevar un yelmo o escudo, pero no se sentía a gusto restringiendo aun mas su visibilidad siendo que saldría de noche, y fuera de una formación, cargar con escudos le resultaba incómodo.
El sol se había puesto por completo, aunque aun no fueran visibles la luna y estrellas, pronto sería el momento de salir de cacería.
Mientras pasaba el tiempo, Thora lavaba a Merida con sumo cuidado, enjabonándola con una esponja el cuerpo y pasando sus dedos por el cabello de la chica, masajeándole un poco la cabeza mientras le lavaba el pelo.
Thora parecía tener ciertas dificultades con esto último, pues el cabello de Merida estaba lleno de nudos y grasa, parecía que eran meses que no se lo lavaba -Merida, me vas a tener que perdonar…- dijo mientras le echaba otro baldazo de agua tibia para quitarle el jabón de pelo y cuerpo -pero tendré que pasar jabón por tu cabello dos veces mas para lavarlo bien- decía mientras volvía a pasar sus dedos enjabonados entre los cabellos de la niña por segunda vez.
A pesar del obvio disgusto por recibir un baño, Thora hacia lo posible para hacer que la experiencia de Merida fuera la menos desagradable posible, enjabonando a la joven bruja con mucha gentileza, aunque ella podría notar que la muchacha era sorprendentemente fuerte -sabes, yo usualmente le doy un baño a muchos de los niños aquí, a muchos no les agrada para nada- dijo riendo un poco -los peores son los niños de hombre bestia, con todo ese pelo, y fuerza que tiene algunos, hacen que sea una pesadilla tener que bañarlos, ni se diga cuando deciden sacudirse- ella continuaba bañando a la muchacha mientras le contaba mas historias del orfanato y el trabajo que suelen hacer en el lugar para tranquilizarla.
Callo el tercer baldazo sobre Merida, Thora cubrió su cuerpo con un largo manto seco para mantenerla caliente mientras le peinaba el cabello con una espátula.
Después de que Thora secara y ayudara a Merida a vestirse las dos salieron del cuarto de baño, de regreso al jardín, donde Merida pudo escuchar los pasos de alguien, quien se sentía pesado por llevar mucho metal encima.
-¿iras ahora?- pregunto Thora encarando a la figura.
-no te preocupes, no es la primera ves que salgo a cazar vampiros…- afirmo la voz de aquel hombre que Merida podía reconocer como la de Klinge -y te prometo que esta no será la última- dijo mientras se ajustaba el cinturón por el cual colgaban sus espadas.
Thora soltó un suspiro -aun así, ten cuidado- le respondió la chica llevándose una mano al pecho.
Klinge soltó una leve risa -iré a acompañar una escuadra de guardias, hable con ellos después de cerrar la taberna, quieren dar uso de mi experiencia- dijo golpeándose el pecho con confianza.
Tras despedirse con Thora y Merida, Klinge se fue a esperar por la otra mujer al frente de la taberna como prometió, la esperaría un rato, pero si no llegaba se iría sin ella.
El guerrero estaba vestido con sus guanteletes de cuero sin dedos y para mayor protección llevaba una vieja cota de malla, tenia varios signos de daños, algunos recientes, muy similares a los rasguños que aquella mujer Selena llevaba en la espalda.
De su cinturón colgaban tres espadas, dos en su costado izquierdo, una en el derecho, a su izquierda colgaban, el viejo sable de marinero que había remediado en su viaje en barco a las islas de los brujos, mas una espada larga de mango negro que había tomado como botín de guerra de su ultimo encuentro con los vampiros, a su derecha se encontraba la espada larga de buena calidad que había tomado de aquellos rufianes en ciudad lagarto.
Klinge volvió a ajustar el pañuelo rojo sobre su cabeza, se había planteado llevar un yelmo o escudo, pero no se sentía a gusto restringiendo aun mas su visibilidad siendo que saldría de noche, y fuera de una formación, cargar con escudos le resultaba incómodo.
El sol se había puesto por completo, aunque aun no fueran visibles la luna y estrellas, pronto sería el momento de salir de cacería.
- Nota:
- Les debo muchísimas disculpas por la tardanza en este post, no me encontraba del mejor humor para escribir, y no encontraba nada de inspiración, prometo no volver a tardar tanto en el futuro.
Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Fruncía el rostro con desesperación tratando de no reaccionar de mala manera al trato de la señora. Los objetos de menor tamaño levitaban ligeramente y volvían a su lugar con cada baldazo en su cabeza. Las anécdotas de la superior eran tan variantes que le permitían vacilar y pensar en otras cosas para desconcentrarse; eran entretenidas, alegres y hablaban de un mundo distante y poco común, el cual ella conocía muy bien pero ya no recordaba, un trato familiar y amoroso como debía de serlo cualquier familia, como Luthien había tenido con Meri. Sintió entonces algo de envidia por los niños del lugar.
Era una marioneta en sus brazos, la dejó hacer y se limitó solo a seguir indicaciones, Thora ayudo con unas prendas que le trajo junto con la manta: un vestido holgado que arremangó en los puños por su largo y un cordel grueso que ató en la cintura para que no arrastrase al final.
- Esto era de una muchacha que antes nos ayudaba - le decía mientras armaba el nudo a la altura de su ombligo. - Si lo quieres, te lo remendare y achicare mañana, cuando esté más claro.
Solo asintió con la cabeza y no dijo nada más.
Al salir del baño, la briza fresca del anochecer acaricio su rostro, la bella sensación fresca que recorría todo su cuerpo excitando cada poro de la piel acompañaba el movimiento de los finos cabellos que se liberaron tras la limpieza profunda y exhaustiva de la humana. Estaba más liviana, más ligera, como si sus penas se hubiesen ido con el agua.
Le gustaba sentirse así, pero era muy alto el costo a pagar por la expiación.
Quería perderse en la sutil sensación de paz y claridad restantes, pero advirtió su presencia, y los ruidos metálicos de las armas como así también su voz le confirmaron que se trataba de él, de Klinge.
Escuchó la conversación sin decir nada, no le salió comportarse como una entrometida, pero quería sumarse a la expedición, terminó su última palabra y se fue tan rápido como llegó, no dándole tiempo para confirmarle s presencia en la travesía.
- Thora... - El latido de la humana era más veloz y sonoro que antes, no lo demostraba pero estaba muy preocupada por aquel sujeto. - Yo iré con él!
- Eh? - parecía sorprendida por sus palabras - No puedo pedirte que hagas algo así pequeña - sintió la mano ajena apoyándose sobre su cabeza - mejor entras y me ayudas a limpiar el lugar - hizo una pausa para estabilizar su garganta, la cual estaba temblorosa y se notaba - deja que los viejos se ocupen de eso...
- No! Iré con él! - levantó la voz hablando con firmeza, estaba entusiasmada por querer ayudar - Soy una bruja! Puedo ayudarlo. - Inflo los cachetes cerrando los puños, firme y decidida
- No podré hacerte cambiar de opinión? - le preguntó entretenida al notar la perspicacia de la pequeña, Mérida levantó los brazos apretando los puños y colocándolos a la altura de los hombros - Bien... pero ten cuidado tú también.
- No seré una carga! Lo prometo! - Mérida no espero más, ni una respuesta, ni un cambio de aire, se dio vuelta y correo tras el sonido de hojalata que casi se perdía por la distancia.
Reactivo su hechizo extendiendo las manos, y más adelante, en la entrada estaba el mayor.
- Señor Klinge! Me voy con usted! - levantó la voz para llamar su atención - Señor Klinge!
Era una marioneta en sus brazos, la dejó hacer y se limitó solo a seguir indicaciones, Thora ayudo con unas prendas que le trajo junto con la manta: un vestido holgado que arremangó en los puños por su largo y un cordel grueso que ató en la cintura para que no arrastrase al final.
- Esto era de una muchacha que antes nos ayudaba - le decía mientras armaba el nudo a la altura de su ombligo. - Si lo quieres, te lo remendare y achicare mañana, cuando esté más claro.
Solo asintió con la cabeza y no dijo nada más.
Al salir del baño, la briza fresca del anochecer acaricio su rostro, la bella sensación fresca que recorría todo su cuerpo excitando cada poro de la piel acompañaba el movimiento de los finos cabellos que se liberaron tras la limpieza profunda y exhaustiva de la humana. Estaba más liviana, más ligera, como si sus penas se hubiesen ido con el agua.
Le gustaba sentirse así, pero era muy alto el costo a pagar por la expiación.
Quería perderse en la sutil sensación de paz y claridad restantes, pero advirtió su presencia, y los ruidos metálicos de las armas como así también su voz le confirmaron que se trataba de él, de Klinge.
Escuchó la conversación sin decir nada, no le salió comportarse como una entrometida, pero quería sumarse a la expedición, terminó su última palabra y se fue tan rápido como llegó, no dándole tiempo para confirmarle s presencia en la travesía.
- Thora... - El latido de la humana era más veloz y sonoro que antes, no lo demostraba pero estaba muy preocupada por aquel sujeto. - Yo iré con él!
- Eh? - parecía sorprendida por sus palabras - No puedo pedirte que hagas algo así pequeña - sintió la mano ajena apoyándose sobre su cabeza - mejor entras y me ayudas a limpiar el lugar - hizo una pausa para estabilizar su garganta, la cual estaba temblorosa y se notaba - deja que los viejos se ocupen de eso...
- No! Iré con él! - levantó la voz hablando con firmeza, estaba entusiasmada por querer ayudar - Soy una bruja! Puedo ayudarlo. - Inflo los cachetes cerrando los puños, firme y decidida
- No podré hacerte cambiar de opinión? - le preguntó entretenida al notar la perspicacia de la pequeña, Mérida levantó los brazos apretando los puños y colocándolos a la altura de los hombros - Bien... pero ten cuidado tú también.
- No seré una carga! Lo prometo! - Mérida no espero más, ni una respuesta, ni un cambio de aire, se dio vuelta y correo tras el sonido de hojalata que casi se perdía por la distancia.
Reactivo su hechizo extendiendo las manos, y más adelante, en la entrada estaba el mayor.
- Señor Klinge! Me voy con usted! - levantó la voz para llamar su atención - Señor Klinge!
Merida DunBroch
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Klinge ajustaba sus guanteletes constantemente, apretando y cerrando los puños en lo que se aseguraba que las cintas de cuero estuviesen bien ajustadas, la chica de antes no aparecía por ningún lado, quizás se acobardo. El espadachín no se sentía en ánimos de culparla, su corazón latía con fuerza en ese momento.
El concepto de la tensión antes de la batalla no le era extraño, pero miedo en sí, era algo nuevo para él; Nunca temió a la muerte, no por un erróneo sentido de invencibilidad, no se consideraba inmortal, ya había visto muchas pruebas de lo contrario como para hacerse semejantes ilusiones, por el contrario, era la certeza de su mortalidad que lo había vuelto tan temerario en el pasado, la promesa de su recompensa en los salones de Odín y la idea de dar un significado a su vida a través de un final glorioso.
Esos conceptos se estaban convirtiendo en ideas juveniles en los ojos del mercenario, ahora entendía porque buscaba tanto la muerte en combate, ahora que finalmente se realizo lo que más temía, finalmente tenia a alguien que hacer luto por su muerte.
Klinge cubrió sus ojos con puños cerrados y apretó sus dientes en lo que intentaba contener lágrimas, sentía como su corazón iba a escapar de su pecho con cada latido, sentía nauseas, como si estuviera a punto de vomitar, y aunque parecía que iría a regurgitar en cualquier momento, el latir de su pecho sello por completo su garganta.
De pronto la voz de Merida regreso al guerrero de regreso a la realidad; este exhalo como si hubiese estado aguantando la respiración por una hora. Con toda la calma que pida convocar Klinge le respondió a la joven bruja -¿quieres acompañarme a cazar?- le pregunto mientras miraba sus manos temblorosas.
Se daba asco a si mismo, esos dedos habían blandido acero en mas combates que la mayoría de soldados profesionales en carreras de décadas, y habían cegado las vidas de muchos diestros oponentes que pusieron en peligro la vida del dueño de aquellas manos, y sin embargo, ahora sus miembros temblaban como si estuviese saliendo desnudo de un baño frio a la intemperie.
El joven guerrero apretó sus puños con tanta fuerza que sus nudillos se empezaron a volver pálidos en lo que respiraba profundamente en lo que intentaba forzar calma en su mente, sabia que cuando el momento de pelear llegaría sus instintos no le fallarían, este miedo era temporal, se repitió eso diez veces antes de finalmente hablarle de nuevo a Merida -si me vas a seguir no te separes de mí, supondré que eres buena en usar ilusiones, eso es bueno, ese tipo de magia es mucho más útil en una pelea que lanzar fuego por las manos- dijo de nuevo con su habitual tono tosco.
Klinge paso los dedos por los mangos de las espadas en su cintura, la sensación del peso del metal en sus manos lo calmaba, era una sensación conocida, no como el torbellino de emociones que lo asalto unos instantes antes, si iba a regresar con vida de su contienda contra estos rivales, necesitaría mantener la calma y el enfoque, las bestias raquíticas eran un problema, pero si esos guerreros aparecían, no podría mantener su promesa a Thora si tendría que pelear en dos frentes, contra sus enemigos en el mundo real y sus emociones en su mente.
El concepto de la tensión antes de la batalla no le era extraño, pero miedo en sí, era algo nuevo para él; Nunca temió a la muerte, no por un erróneo sentido de invencibilidad, no se consideraba inmortal, ya había visto muchas pruebas de lo contrario como para hacerse semejantes ilusiones, por el contrario, era la certeza de su mortalidad que lo había vuelto tan temerario en el pasado, la promesa de su recompensa en los salones de Odín y la idea de dar un significado a su vida a través de un final glorioso.
Esos conceptos se estaban convirtiendo en ideas juveniles en los ojos del mercenario, ahora entendía porque buscaba tanto la muerte en combate, ahora que finalmente se realizo lo que más temía, finalmente tenia a alguien que hacer luto por su muerte.
Klinge cubrió sus ojos con puños cerrados y apretó sus dientes en lo que intentaba contener lágrimas, sentía como su corazón iba a escapar de su pecho con cada latido, sentía nauseas, como si estuviera a punto de vomitar, y aunque parecía que iría a regurgitar en cualquier momento, el latir de su pecho sello por completo su garganta.
De pronto la voz de Merida regreso al guerrero de regreso a la realidad; este exhalo como si hubiese estado aguantando la respiración por una hora. Con toda la calma que pida convocar Klinge le respondió a la joven bruja -¿quieres acompañarme a cazar?- le pregunto mientras miraba sus manos temblorosas.
Se daba asco a si mismo, esos dedos habían blandido acero en mas combates que la mayoría de soldados profesionales en carreras de décadas, y habían cegado las vidas de muchos diestros oponentes que pusieron en peligro la vida del dueño de aquellas manos, y sin embargo, ahora sus miembros temblaban como si estuviese saliendo desnudo de un baño frio a la intemperie.
El joven guerrero apretó sus puños con tanta fuerza que sus nudillos se empezaron a volver pálidos en lo que respiraba profundamente en lo que intentaba forzar calma en su mente, sabia que cuando el momento de pelear llegaría sus instintos no le fallarían, este miedo era temporal, se repitió eso diez veces antes de finalmente hablarle de nuevo a Merida -si me vas a seguir no te separes de mí, supondré que eres buena en usar ilusiones, eso es bueno, ese tipo de magia es mucho más útil en una pelea que lanzar fuego por las manos- dijo de nuevo con su habitual tono tosco.
Klinge paso los dedos por los mangos de las espadas en su cintura, la sensación del peso del metal en sus manos lo calmaba, era una sensación conocida, no como el torbellino de emociones que lo asalto unos instantes antes, si iba a regresar con vida de su contienda contra estos rivales, necesitaría mantener la calma y el enfoque, las bestias raquíticas eran un problema, pero si esos guerreros aparecían, no podría mantener su promesa a Thora si tendría que pelear en dos frentes, contra sus enemigos en el mundo real y sus emociones en su mente.
Klinge
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Re: Mas problemas en el hogar [LIBRE 3/4]
Estaba emocionada y no entendía bien porque, no disfrutaba de los enfrentamientos presenciales contra otras criaturas de otras razas y más trabajando con alguien como equipo, las relaciones no eran lo suyo y no recordaba situación donde el resultado fuera distinto a una decepción por parte de sus acompañantes, más sin embargo, estas personas le habían ofrecido una oportunidad única e irrepetible de dar otro enfoque a su predisposición, Mérida, desesperaba por una oportunidad con esta, en la que podía serle útil a alguien más de manera desinteresada, o quizás no, con un interés sí, pero no más que labora, como una persona cualquiera de un pueblo cualquiera. Como Lutien habría querido para como muchas veces se lo confirmó.
Lejos estaba de andar en los detalles de sus recuerdos Escucho al señor Kilinge y asintió.
- Ilusiones, Muevo cosas, y tengo mis trampas bajo la manga! - quiso ser entusiasta y mostrarse como alguien útil,. Aquel sujeto de gran tamaño era algo raro y distante, pero a la vez ella se sentía tan representada por él, como si pensaran de la misma manera sobre la vida pero en diferentes oportunidades. Podía reflejarse y admirarlo desde ese punto de partida.
No tenía que llevar más que lo que tenía en ese momento, la pequeña estaba predispuesta para la acción y por alguna razón, aquella admiración se transformaba en coraje y valentía.
-Mejor vamos yendo, no perdamos tiempo - se dio la vuelta mirando la taberna un instante - ella nos estará esperando... - quizás sono como un intento por animarlo pero ella desconocía adversidades en el mayor, sus palabras eran mas bien un consuelo y anhelo al cual aferrarse mientras jugaba a la familia feliz.
Lejos estaba de andar en los detalles de sus recuerdos Escucho al señor Kilinge y asintió.
- Ilusiones, Muevo cosas, y tengo mis trampas bajo la manga! - quiso ser entusiasta y mostrarse como alguien útil,. Aquel sujeto de gran tamaño era algo raro y distante, pero a la vez ella se sentía tan representada por él, como si pensaran de la misma manera sobre la vida pero en diferentes oportunidades. Podía reflejarse y admirarlo desde ese punto de partida.
No tenía que llevar más que lo que tenía en ese momento, la pequeña estaba predispuesta para la acción y por alguna razón, aquella admiración se transformaba en coraje y valentía.
-Mejor vamos yendo, no perdamos tiempo - se dio la vuelta mirando la taberna un instante - ella nos estará esperando... - quizás sono como un intento por animarlo pero ella desconocía adversidades en el mayor, sus palabras eran mas bien un consuelo y anhelo al cual aferrarse mientras jugaba a la familia feliz.
Merida DunBroch
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