Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
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Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Garret no me había quitado ojo en los últimos veinte minutos. Pero no estaba seguro de por qué. Ya había anochecido, pero aún no habiamos terminado la ronda. Se suponía que teníamos que hacer una patrulla ligera, rodeando casi toda la ciudad. Aunque habiamos empezado hace horas, el trayecto había durado mucho más de lo que debía.
-¿...Pasa algo?- pregunté, cansado de su constante atención.
-Justo eso te iba a preguntar. Practicamente, estás caminando haciendo eses. Es casi como si estuvieras borracho.
-...Sólo estoy cansado, eso es todo.- mentí. El brujo me miró, arqueando una ceja. Habiamos hecho abundantes paradas y descansos durante ese día, generalmente por mi culpa. -¿De verdad tengo que decir la palabra mágica?- sonrió. Gruñí ligeramente, y me senté en el suelo, junto a un edificio.
-Es la marca.- confesé. No me tenía mucha elección.- Me dejó bastante drenado, y no he tenido suficiente descanso desde entonces.- di un suspiro, palpándome la runa oculta bajo los vendajes de mi hombro. Habían pasado tan solo dos días. Se suponía que la patrulla era para aclimatarme un poco, pero me había dejado algo mareado.
-Oh... Lo siento, debí haberlo tenido en cuenta.- se disculpó. Garret tenía buen corazón. Pero para mi, sus palabras no tenían nada. Al menos no era otra de sus bromas y comentarios sarcásticos. -Venga, no te pongas así. Pareces demasiado triste cuando te miro desde arriba.- me extendió la mano para ayudarme a levantarme, pero la ignoré, levantándome sólo. Después, volvimos a caminar.
-Venga... sé que no te gusta. Pero te prometo que no es tan malo. Además, recuperaste todas tus cosas, ¿no? Hasta la espada esa tuya.- Era cierto. Tuve que esconder la hoja robada antes de que me capturasen, pero Garret accedió a hacer un pequeño desvío para recuperarla. Y aunque tenía todo lo que era mio, me sentía vacío.
-Mira, estoy bien, ¿vale?- mentí. Ni siquiera yo sabía muy bien como estaba. Pero desde luego, no tenía intención de hablarlo con un guardia. El brujo se puso delante de mi y paró, cruzándose de brazos. -Es la peor mentira que he oído. Y me siento algo culpable por haberte forzado todo el camino, así que... ¿por qué no vamos a beber al terminar la patrulla? Te invito a unas rondas.-
-No bebo alcohol.- murmuré, ladeando la cabeza.
-¿...en serio? Bueno, a comer algo. Te he visto almorzar. Dabas miedo. Y la comida de los barracones no es precisamente una delicia, asi que vamos a una posada o algo para que puedas traumatizar a esos débiles humanos.- dijo, riendo. Por primera vez, consiguió sacarme una sonrisa. Pero medio segundo después, se borró por completo de mi cara, invirtiéndose por completo.
-¡EH! ¡Lo he visto! Has sonreído. Creo.- aparté la mirada y le rodeé, por lo que seguimos patrullando por los barrios nobles de la ciudad. Las calles estaban casi vacías a esa hora: los que trabajaban ya habían vuelto a sus hogares, o estaban bebiendo en sus tabernas favoritas.
-Cuéntame algo.
-¿...es necesario?- suspiré.
-Si. Apenas has dicho catorce frases desde que nos conocimos ayer, sin contar las de una sola palabra. No sé prácticamente nada de ti, Marcado. Solo que antes eras un mercenario que había dado dolores de cabeza a algunos nobles, que el capullo de Tyron te marcó con un hierro candente, y que ahora te tengo que vigilar por si vuelven tus instintos criminales. ¿Cual es tu color favorito?
-No. No tienes por qué saber nada más. No estoy aqui para hacer amigos, y tu tampoco.
-Puede. Pero mi trabajo es vigilarte, y lo será durante un tiempo. Puedes hacerlo más fácil o dificil, pero será mucho peor si nunca hablamos. Charlar hace el camino más llevadero.
Caminamos en silencio durante unos minutos. Cada vez que me negaba a algo, hacía que Garret hablase aún más, lo cual acababa irritandome de nuevo.
-...Rojo.- murmuré.
-¿Rojo?-
-Si, rojo. Bueno, el dorado también me gusta. O el plateado.- admití. Mi sangre, mis ojos y mi pelaje. Era pura coincidencia, claro, pero interesante de todos modos.
-Ya veo. Gracias. Espera, ¿que es eso?- preguntó, apuntando a una figura en la oscuridad.
-¿...Pasa algo?- pregunté, cansado de su constante atención.
-Justo eso te iba a preguntar. Practicamente, estás caminando haciendo eses. Es casi como si estuvieras borracho.
-...Sólo estoy cansado, eso es todo.- mentí. El brujo me miró, arqueando una ceja. Habiamos hecho abundantes paradas y descansos durante ese día, generalmente por mi culpa. -¿De verdad tengo que decir la palabra mágica?- sonrió. Gruñí ligeramente, y me senté en el suelo, junto a un edificio.
-Es la marca.- confesé. No me tenía mucha elección.- Me dejó bastante drenado, y no he tenido suficiente descanso desde entonces.- di un suspiro, palpándome la runa oculta bajo los vendajes de mi hombro. Habían pasado tan solo dos días. Se suponía que la patrulla era para aclimatarme un poco, pero me había dejado algo mareado.
-Oh... Lo siento, debí haberlo tenido en cuenta.- se disculpó. Garret tenía buen corazón. Pero para mi, sus palabras no tenían nada. Al menos no era otra de sus bromas y comentarios sarcásticos. -Venga, no te pongas así. Pareces demasiado triste cuando te miro desde arriba.- me extendió la mano para ayudarme a levantarme, pero la ignoré, levantándome sólo. Después, volvimos a caminar.
-Venga... sé que no te gusta. Pero te prometo que no es tan malo. Además, recuperaste todas tus cosas, ¿no? Hasta la espada esa tuya.- Era cierto. Tuve que esconder la hoja robada antes de que me capturasen, pero Garret accedió a hacer un pequeño desvío para recuperarla. Y aunque tenía todo lo que era mio, me sentía vacío.
-Mira, estoy bien, ¿vale?- mentí. Ni siquiera yo sabía muy bien como estaba. Pero desde luego, no tenía intención de hablarlo con un guardia. El brujo se puso delante de mi y paró, cruzándose de brazos. -Es la peor mentira que he oído. Y me siento algo culpable por haberte forzado todo el camino, así que... ¿por qué no vamos a beber al terminar la patrulla? Te invito a unas rondas.-
-No bebo alcohol.- murmuré, ladeando la cabeza.
-¿...en serio? Bueno, a comer algo. Te he visto almorzar. Dabas miedo. Y la comida de los barracones no es precisamente una delicia, asi que vamos a una posada o algo para que puedas traumatizar a esos débiles humanos.- dijo, riendo. Por primera vez, consiguió sacarme una sonrisa. Pero medio segundo después, se borró por completo de mi cara, invirtiéndose por completo.
-¡EH! ¡Lo he visto! Has sonreído. Creo.- aparté la mirada y le rodeé, por lo que seguimos patrullando por los barrios nobles de la ciudad. Las calles estaban casi vacías a esa hora: los que trabajaban ya habían vuelto a sus hogares, o estaban bebiendo en sus tabernas favoritas.
-Cuéntame algo.
-¿...es necesario?- suspiré.
-Si. Apenas has dicho catorce frases desde que nos conocimos ayer, sin contar las de una sola palabra. No sé prácticamente nada de ti, Marcado. Solo que antes eras un mercenario que había dado dolores de cabeza a algunos nobles, que el capullo de Tyron te marcó con un hierro candente, y que ahora te tengo que vigilar por si vuelven tus instintos criminales. ¿Cual es tu color favorito?
-No. No tienes por qué saber nada más. No estoy aqui para hacer amigos, y tu tampoco.
-Puede. Pero mi trabajo es vigilarte, y lo será durante un tiempo. Puedes hacerlo más fácil o dificil, pero será mucho peor si nunca hablamos. Charlar hace el camino más llevadero.
Caminamos en silencio durante unos minutos. Cada vez que me negaba a algo, hacía que Garret hablase aún más, lo cual acababa irritandome de nuevo.
-...Rojo.- murmuré.
-¿Rojo?-
-Si, rojo. Bueno, el dorado también me gusta. O el plateado.- admití. Mi sangre, mis ojos y mi pelaje. Era pura coincidencia, claro, pero interesante de todos modos.
-Ya veo. Gracias. Espera, ¿que es eso?- preguntó, apuntando a una figura en la oscuridad.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Había sido un día bastante largo, y aún no había acabado para ella.
La pantera se deslizó por los tejados de la ciudad hasta que los edificios dejaron de estar lo suficientemente juntos como para que saltar de uno a otro dejara de ser un medio de transporte eficaz. Y se daba paso a la zona cara de la ciudad. Era un barrio tranquilo, la gente debía estar en sus caserones, puede que cenando o incluso durmiendo. ¿Cómo averiguar cuál era la casa que buscaba? No era como si pudiera leer los carteles que identificaban las parcelas como propiedad de una u otra familia adinerada.
Lo cierto era que colarse en los terrenos de los nobles no era tan difícil como uno pudiera esperar. Es cierto que había tenido que esquivar a algún guardia, y los mordiscos de algún que otro perro. Pero en general no había tenido muchos problemas. Aunque claro, intentar colarse en las casas en sí ya era otro cantar. Ya era la tercera... o quizás cuarta, propiedad que curioseaba aquella noche. Saltó el muro con agilidad y descendió con suavidad, sin hacer ruido. Se agazapó entre los setos, cuidadosamente recortados. Quería asomarse a la casa para intentar distinguir el símbolo que colgaba de su cuello, en su colgante. Aquel regalo de su señora antes de morir contenía el animal del escudo de su familia. Teniendo en cuenta el narcisismo y la autocomplacencia de los humanos, Kali imaginaba que la casa de los Adler tendrían aquel escudo por todas parte.
Un par de voces le distrajeron de su ensimismamiento.
-Lord Carver quiere tener listo su carro para las seis de la mañana, muchacho. No te olvides poner todo a punto y preparar a los caballos, sabes que lord Carver no tolera los retrasos o la incompetencia. ¿Has entendido?- Sin duda parecía un sirviente de mayor rango respecto al otro, por cómo se dirigía a él.
-Si, señor. -Esta era una voz más juvenil. El tono era sumiso, o quizás más bien resignado, no parecía muy entusiasmado con sus tareas.
No volvieron a hablar pero la pantera sabía que se acercaba. Era hora de poner patas en polvorosa. Oculta tras el seto se movió lentamente mientras ambos avanzaban, para quedar siempre oculta a su mirada. Ahora sabía que aquella no era la casa que buscaba, no tenía por qué arriesgarse más. A punto estaba de abandonar su escondite cuando escuchó nuevamente una de las voces, algo más lejos.
-Lo que no entiendo es por qué necesita el señor Carver, el mejor carro y los mejores caballos, solo para ir dos calles más arriba y pavonearse ante lord Adler. -Masculló el muchacho, lamentándose. Aquello le ganó un cogotazo por parte de su superior que hasta la pantera pudo escuchar desde su escondite.
-Chitón, muchacho. Tú haz lo que se te ha dicho y punto. Ya solucionarán los señores sus propios asuntos.-
La pantera no podía creer la suerte que había tenido. Apenas unas calles más arriba estaba la casa que buscaba. No iba a presentarse a esas horas de la noche, pero tenía que comprobarlo. Al día siguiente ya tocaría a la puerta como una persona "normal". Así pues, la pantera esperó a creerse fuera del alcance auditivo de los dos sirvientes para escabullirse de nuevo. Entonces escuchó los ladridos del perro. "Por todos los dioses". Maldijo para sí. Con una carrera hacia el muro, saltó, apoyó su pata en la pared y tomó impulso para cubrir el tramo que faltaba. Con facilidad superó el obstáculo y descendió a la calle justo por la zona en la que había entrado. La había elegido por ser una parte poco iluminada de un callejón.
Pero su suerte fue que justo en ese momento pasaban por ahí un par de guardias. "Genial" Masculló en su cabeza. Estaba claro que la habían visto, al menos esperaba con que no hubiesen sido testigos de su incursión a una propiedad privada.
-Hola.- Saludó, aún desde la oscuridad. -¿Qué buen tiempo hace esta noche para un paseo, no? Parece que la estación de lluvia nos está dando un respiro.- Como si no fuera nada sospechoso una mujer bestia en la zona alta de la ciudad, escondiéndose por calles oscuras. Qué va...
La pantera se deslizó por los tejados de la ciudad hasta que los edificios dejaron de estar lo suficientemente juntos como para que saltar de uno a otro dejara de ser un medio de transporte eficaz. Y se daba paso a la zona cara de la ciudad. Era un barrio tranquilo, la gente debía estar en sus caserones, puede que cenando o incluso durmiendo. ¿Cómo averiguar cuál era la casa que buscaba? No era como si pudiera leer los carteles que identificaban las parcelas como propiedad de una u otra familia adinerada.
Lo cierto era que colarse en los terrenos de los nobles no era tan difícil como uno pudiera esperar. Es cierto que había tenido que esquivar a algún guardia, y los mordiscos de algún que otro perro. Pero en general no había tenido muchos problemas. Aunque claro, intentar colarse en las casas en sí ya era otro cantar. Ya era la tercera... o quizás cuarta, propiedad que curioseaba aquella noche. Saltó el muro con agilidad y descendió con suavidad, sin hacer ruido. Se agazapó entre los setos, cuidadosamente recortados. Quería asomarse a la casa para intentar distinguir el símbolo que colgaba de su cuello, en su colgante. Aquel regalo de su señora antes de morir contenía el animal del escudo de su familia. Teniendo en cuenta el narcisismo y la autocomplacencia de los humanos, Kali imaginaba que la casa de los Adler tendrían aquel escudo por todas parte.
Un par de voces le distrajeron de su ensimismamiento.
-Lord Carver quiere tener listo su carro para las seis de la mañana, muchacho. No te olvides poner todo a punto y preparar a los caballos, sabes que lord Carver no tolera los retrasos o la incompetencia. ¿Has entendido?- Sin duda parecía un sirviente de mayor rango respecto al otro, por cómo se dirigía a él.
-Si, señor. -Esta era una voz más juvenil. El tono era sumiso, o quizás más bien resignado, no parecía muy entusiasmado con sus tareas.
No volvieron a hablar pero la pantera sabía que se acercaba. Era hora de poner patas en polvorosa. Oculta tras el seto se movió lentamente mientras ambos avanzaban, para quedar siempre oculta a su mirada. Ahora sabía que aquella no era la casa que buscaba, no tenía por qué arriesgarse más. A punto estaba de abandonar su escondite cuando escuchó nuevamente una de las voces, algo más lejos.
-Lo que no entiendo es por qué necesita el señor Carver, el mejor carro y los mejores caballos, solo para ir dos calles más arriba y pavonearse ante lord Adler. -Masculló el muchacho, lamentándose. Aquello le ganó un cogotazo por parte de su superior que hasta la pantera pudo escuchar desde su escondite.
-Chitón, muchacho. Tú haz lo que se te ha dicho y punto. Ya solucionarán los señores sus propios asuntos.-
La pantera no podía creer la suerte que había tenido. Apenas unas calles más arriba estaba la casa que buscaba. No iba a presentarse a esas horas de la noche, pero tenía que comprobarlo. Al día siguiente ya tocaría a la puerta como una persona "normal". Así pues, la pantera esperó a creerse fuera del alcance auditivo de los dos sirvientes para escabullirse de nuevo. Entonces escuchó los ladridos del perro. "Por todos los dioses". Maldijo para sí. Con una carrera hacia el muro, saltó, apoyó su pata en la pared y tomó impulso para cubrir el tramo que faltaba. Con facilidad superó el obstáculo y descendió a la calle justo por la zona en la que había entrado. La había elegido por ser una parte poco iluminada de un callejón.
Pero su suerte fue que justo en ese momento pasaban por ahí un par de guardias. "Genial" Masculló en su cabeza. Estaba claro que la habían visto, al menos esperaba con que no hubiesen sido testigos de su incursión a una propiedad privada.
-Hola.- Saludó, aún desde la oscuridad. -¿Qué buen tiempo hace esta noche para un paseo, no? Parece que la estación de lluvia nos está dando un respiro.- Como si no fuera nada sospechoso una mujer bestia en la zona alta de la ciudad, escondiéndose por calles oscuras. Qué va...
Kali
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Al acercarnos, el farolillo que llevaba el brujo empezó a iluminar los rasgos de la figura. Era un hombre bestia- no, una MUJER bestia, a juzgar por su voz. El pelaje negro de la pantera le ayudaba bastante a camuflarse en la oscuridad, pero el hecho de que acababa de saltar un muro era más que evidente.
-...ha llovido hace dos dias. Pero ese no es el caso. ¿Se puede saber que hacias ahí? Y no me digas que saltas el muro de tu casa antes de salir a dar un paseo todas las noches, que no cuela.- declaró, arqueando una ceja.
Me acerqué un poco y olisqueé, examinandola a una distancia prudente. Nada que me hubiese encontrado antes. Parecía fuerte, sobre todo para una mujer. Debía estar acostumbrada a un trabajo duro, o a combatir. De hecho, si no fuera por su voz, la habría confundido por un hombre. Al igual que yo, no llevaba nada que cubriese el torso o los pies. Sin embargo, había algo que me inquietaba: tal vez no la hubiese visto antes, pero si a alguien parecido, años atrás.
-¿...aldea?- inquirí.
-¿Eh?
-Le pregunto a ella. ¿Cual es tu hogar? ¿Tu aldea?- repetí. El brujo pestañeó dos veces, pero no interrumpió más. -Recuerdo a alguien como tú. Un mercader. Viajaba entre aldeas y vendía cosas que no había visto antes.- aclaré. Cerré los ojos, intentando recordar algo. ¿Cual era...? -¡Gaahly! Se llamaba Gaahly. No, espera... solo nosotros le llamabamos así... Hmm...- habían pasado muchos años desde entonces. Aún era un cachorro por entonces... y el hombre, Gaahly, a veces regalaba frutos dulces a los más pequeños.
-...hmm, ven con nosotros. Tenemos que terminar la ronda de una vez, y luego si eso te invito a una ronda.- sonrió
-¿...qué?
-Nunca te he oído decir tantas palabras seguidas, está claro que nuestra amiga felina te puede sacar más. Además, así nos puedes contar que se supone que estás haciendo, metiéndote en propiedad ajena a estas horas... tal vez me precipite, pero no parece que estuviese robando.- Me volví a callar, resignado. Igual me había entusiasmado demasiado recordando el pasado. Suspiré. Ya no importaba. Solo eran viejos recuerdos.
"No puedes huir de un camino que forjas a tu paso."
Un escalofrío sacudió mi cuerpo al recordarlo. No era sólo un sueño: la frase era un fragmento de una cita más larga que había leído, atribuida al mismo héroe cuyo nombre había robado. Me habían contado tantas historias de él... sin embargo, nadie parecía conocerlo en la ciudad de los humanos.
-Por cierto, me llamo Garrett. Este es Marcado. ¿Que hay de ti?- le preguntó el brujo, sacandome de mis pensamientos.
Toqueteé la empuñadura de mi espada, distrayéndome de esos dos. Empezaba a preguntarme si podría librarme de la marca con lo que sabía de runas. Sin embargo, no parecía nada fácil: era la primera vez que veía uno de los símbolos, por lo que era increíblemente peligroso. Además, el hecho de que estaba quemada en mi piel ponía las cosas más difíciles: probablemente, necesitaría un elfo para curar la herida. No tardé en descartar la idea. Había demasiadas cosas que podrían salir mal.
-...ha llovido hace dos dias. Pero ese no es el caso. ¿Se puede saber que hacias ahí? Y no me digas que saltas el muro de tu casa antes de salir a dar un paseo todas las noches, que no cuela.- declaró, arqueando una ceja.
Me acerqué un poco y olisqueé, examinandola a una distancia prudente. Nada que me hubiese encontrado antes. Parecía fuerte, sobre todo para una mujer. Debía estar acostumbrada a un trabajo duro, o a combatir. De hecho, si no fuera por su voz, la habría confundido por un hombre. Al igual que yo, no llevaba nada que cubriese el torso o los pies. Sin embargo, había algo que me inquietaba: tal vez no la hubiese visto antes, pero si a alguien parecido, años atrás.
-¿...aldea?- inquirí.
-¿Eh?
-Le pregunto a ella. ¿Cual es tu hogar? ¿Tu aldea?- repetí. El brujo pestañeó dos veces, pero no interrumpió más. -Recuerdo a alguien como tú. Un mercader. Viajaba entre aldeas y vendía cosas que no había visto antes.- aclaré. Cerré los ojos, intentando recordar algo. ¿Cual era...? -¡Gaahly! Se llamaba Gaahly. No, espera... solo nosotros le llamabamos así... Hmm...- habían pasado muchos años desde entonces. Aún era un cachorro por entonces... y el hombre, Gaahly, a veces regalaba frutos dulces a los más pequeños.
-...hmm, ven con nosotros. Tenemos que terminar la ronda de una vez, y luego si eso te invito a una ronda.- sonrió
-¿...qué?
-Nunca te he oído decir tantas palabras seguidas, está claro que nuestra amiga felina te puede sacar más. Además, así nos puedes contar que se supone que estás haciendo, metiéndote en propiedad ajena a estas horas... tal vez me precipite, pero no parece que estuviese robando.- Me volví a callar, resignado. Igual me había entusiasmado demasiado recordando el pasado. Suspiré. Ya no importaba. Solo eran viejos recuerdos.
"No puedes huir de un camino que forjas a tu paso."
Un escalofrío sacudió mi cuerpo al recordarlo. No era sólo un sueño: la frase era un fragmento de una cita más larga que había leído, atribuida al mismo héroe cuyo nombre había robado. Me habían contado tantas historias de él... sin embargo, nadie parecía conocerlo en la ciudad de los humanos.
-Por cierto, me llamo Garrett. Este es Marcado. ¿Que hay de ti?- le preguntó el brujo, sacandome de mis pensamientos.
Toqueteé la empuñadura de mi espada, distrayéndome de esos dos. Empezaba a preguntarme si podría librarme de la marca con lo que sabía de runas. Sin embargo, no parecía nada fácil: era la primera vez que veía uno de los símbolos, por lo que era increíblemente peligroso. Además, el hecho de que estaba quemada en mi piel ponía las cosas más difíciles: probablemente, necesitaría un elfo para curar la herida. No tardé en descartar la idea. Había demasiadas cosas que podrían salir mal.
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
"Genial, absolutamente genial". La pantera observó a los guardias. Le sorprendió descubrir que uno de ellos era un hombre bestia, parecía un hombre perro para ser más exactos. Tenía un llamativo pelaje gris claro y ojos ambarinos. Su pelaje contrastaba con el suyo, negro. A Kali se le antojó que el perro tenía la mirada algo apagada. A su lado estaba el humano, parecía más vivaracho pese a su tez pálida.
La mujer bestia sopesó sus opciones. Podía correr, cierto, pero dudaba que pudiera llegar muy lejos, especialmente si la guardia tenía algún método para alertar a más de los suyos. Decidió mantener la calma de momento. No parecían muy hostiles, quizás pudiera encontrar un momento mejor para escabullirse. Por suerte además no parecía que la hubieran reconocido. Lo cual no hacía sino reforzar la idea de mala suerte que había tenido aquella mañana en la calle de los bardos.
-En realidad pensaba comprar una casa por esta zona y estaba comprobando la seguridad.- Bromeó la pantera.- De momento parece que no cumple las expectativas.- Continuó. Por supuesto, sabía que eso tampoco iba a colar. Sólo había que verla a ella, no tenía pinta de persona adinerada ni mucho menos.
Se tensó instintivamente cuando el perro se acercó a olisquear, algo incómoda.
“¿Aldea?” ¿De qué hablaba aquel hombre bestia? ¿Acaso se conocían? Ella no lo recordaba. Tenía algunos recuerdos... pero sobre todo impresiones de su pasado. Imaginaba que eran sobre su hogar y su familia. Su aldea. Sí. Puede que su aldea también. Aunque no un nombre ni un lugar. Todo era bastante difuso. Posterior a esas memorias, lo primero que recordaba era la academia.
Superó la confusión finalmente, le quedaba claro que el hombre perro la confundía con alguien más. Ella nunca había sido mercader. Tampoco había oído aquel nombre antes Gaahly… o por lo menos no lo recordaba. Aquel mercader podría haber sido incluso un pariente y ella no tendría forma de saberlo. ¿Cuántos hombres pantera había en Aerandir? No creía que muchos. Por un momento se le pasó por la cabeza buscar a ese tal Gaahly, hacerle preguntas. Pero para qué. Ella ya tenía una vida, no serviría de nada remover el pasado.
Abrió la boca para responder a las preguntas del perro pero entonces aquel humano, Garret, intervino. Al parecer no fue la única a la que le sorprendió la invitación del guarda.
-¿Robar yo? - Sonrió la pantera. Una vez le quedó claro que ninguno de los guardias parecía tener intención de bronca, pudo relajarse un poco más. -Qué me registren.- Extendió ambos brazos con una leve sonrisa, para mostrar que no tenía nada que esconder, ni nada escondido, entre sus escasas pertenencias. -No soy una ladrona.- Sentenció con aire algo más serio. Era cierto que había tenido que robar en alguna ocasión, pero no se sentía orgullosa de ello. Además, se consideraba una persona pragmática ante todo.
Siempre podía tratarse de una trampa. Desconfiaba de los humanos en general, y más si estaban en la guardia, pero el hecho de que hubiera un hombre bestia ahí le daba confianza. Además, en aquel momento tampoco es que tuviera muchas alternativas. Si ofrecía resistencia podía provocar una persecución o una pelea inútil, además en desventaja. En cambio si iba con ellos puede que incluso pudiera obtener algo de información. Y el humano había dicho que invitaba ¿no?
-Vaya, ¿qué clase de nombre es Marcado?.- Comentó la mujer cuando Garrett presentó a su compañero. - Mi nombre es Kali.- No le preocupaba dar su nombre, los que la buscaban ni siquiera lo sabían. Sólo buscaban a una mujer bestia con rostro de pantera. Se acercó a ambos dispuesta a acompañarles.
-Puedo contaros más si queréis durante el camino, incluso lo que me ha traído aquí esta noche, aunque aún mejor sería hacerlo con una jarra en la garra.- Sonrió, burlona, enseñando los dientes y soltando una risa queda ante lo que nadie habría considerado una rima ingeniosa. -Siempre y cuando no haya esposas ni cadenas de por medio.-
La mujer bestia sopesó sus opciones. Podía correr, cierto, pero dudaba que pudiera llegar muy lejos, especialmente si la guardia tenía algún método para alertar a más de los suyos. Decidió mantener la calma de momento. No parecían muy hostiles, quizás pudiera encontrar un momento mejor para escabullirse. Por suerte además no parecía que la hubieran reconocido. Lo cual no hacía sino reforzar la idea de mala suerte que había tenido aquella mañana en la calle de los bardos.
-En realidad pensaba comprar una casa por esta zona y estaba comprobando la seguridad.- Bromeó la pantera.- De momento parece que no cumple las expectativas.- Continuó. Por supuesto, sabía que eso tampoco iba a colar. Sólo había que verla a ella, no tenía pinta de persona adinerada ni mucho menos.
Se tensó instintivamente cuando el perro se acercó a olisquear, algo incómoda.
“¿Aldea?” ¿De qué hablaba aquel hombre bestia? ¿Acaso se conocían? Ella no lo recordaba. Tenía algunos recuerdos... pero sobre todo impresiones de su pasado. Imaginaba que eran sobre su hogar y su familia. Su aldea. Sí. Puede que su aldea también. Aunque no un nombre ni un lugar. Todo era bastante difuso. Posterior a esas memorias, lo primero que recordaba era la academia.
Superó la confusión finalmente, le quedaba claro que el hombre perro la confundía con alguien más. Ella nunca había sido mercader. Tampoco había oído aquel nombre antes Gaahly… o por lo menos no lo recordaba. Aquel mercader podría haber sido incluso un pariente y ella no tendría forma de saberlo. ¿Cuántos hombres pantera había en Aerandir? No creía que muchos. Por un momento se le pasó por la cabeza buscar a ese tal Gaahly, hacerle preguntas. Pero para qué. Ella ya tenía una vida, no serviría de nada remover el pasado.
Abrió la boca para responder a las preguntas del perro pero entonces aquel humano, Garret, intervino. Al parecer no fue la única a la que le sorprendió la invitación del guarda.
-¿Robar yo? - Sonrió la pantera. Una vez le quedó claro que ninguno de los guardias parecía tener intención de bronca, pudo relajarse un poco más. -Qué me registren.- Extendió ambos brazos con una leve sonrisa, para mostrar que no tenía nada que esconder, ni nada escondido, entre sus escasas pertenencias. -No soy una ladrona.- Sentenció con aire algo más serio. Era cierto que había tenido que robar en alguna ocasión, pero no se sentía orgullosa de ello. Además, se consideraba una persona pragmática ante todo.
Siempre podía tratarse de una trampa. Desconfiaba de los humanos en general, y más si estaban en la guardia, pero el hecho de que hubiera un hombre bestia ahí le daba confianza. Además, en aquel momento tampoco es que tuviera muchas alternativas. Si ofrecía resistencia podía provocar una persecución o una pelea inútil, además en desventaja. En cambio si iba con ellos puede que incluso pudiera obtener algo de información. Y el humano había dicho que invitaba ¿no?
-Vaya, ¿qué clase de nombre es Marcado?.- Comentó la mujer cuando Garrett presentó a su compañero. - Mi nombre es Kali.- No le preocupaba dar su nombre, los que la buscaban ni siquiera lo sabían. Sólo buscaban a una mujer bestia con rostro de pantera. Se acercó a ambos dispuesta a acompañarles.
-Puedo contaros más si queréis durante el camino, incluso lo que me ha traído aquí esta noche, aunque aún mejor sería hacerlo con una jarra en la garra.- Sonrió, burlona, enseñando los dientes y soltando una risa queda ante lo que nadie habría considerado una rima ingeniosa. -Siempre y cuando no haya esposas ni cadenas de por medio.-
Kali
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
El brujo sonrió, convencido aún más de que la pantera no había robado nada. Ningún ladrón se relaja tanto ante la guardia. A decir verdad, la presencia de otro de mi raza era algo reconfortante. No era muy común el encontrar otros en Lunargenta.
-En realidad, Marcado no es un nombre...- empezó Garrett. Eso era la gota que colmaba el vaso.
-Es lo que soy, ¿eh?- corté, visiblemente molesto. Me adelanté, mostrando los dientes con un gruñido que dejaba algo claro: si se interponía, sufriría las consecuencias. Sentía ganas de golpear una pared y gritar. ¿Por qué había acabado siendo esclavo de aquel tipo? Era humillante. Quería acabar con eso. Matarlo y huir. O morir en el intento. Cualquier cosa era mejor que aquello.
Me quedé sin palabras. ¿Que demonios había hecho ahora?. De nuevo, había molestado al hombre bestia sin quererlo, pero esta vez, estaba aún más confuso. Siempre respondía gruñendome cada vez que hacía alguna broma o le provocaba un poco. Esperaba que alguna vez le hiciese gracia: tenía que conseguirlo de vez en cuando. Era capaz de arrancarle una sonrisa a cualquiera. Incluso lo había hecho apenas minutos atrás. Pero no le había visto saltar de esa manera antes.
Miré a la pantera, perplejo. ¿Sabría ella el qué había hecho mal? A pesar de ser grandes hombres bestia y llevar poca ropa, no parecian tan similares. Había visitado una aldea de felinos antes, pero no durante mucho tiempo, y tampoco había acabado de entender todas sus costumbres. Suspiré. A ese paso, estaba seguro de que me odiaría, y apenas le conocía de dos días. Me sentía como un imbécil. Tal vez podría disculparme luego, pero probablemente era mejor esperar a que se calmase.
Solo se había adelantado a unos metros, de forma que podía ver como se le había erizado el pelaje, lo cual no dejaba de darle una apariencia más intimidante de lo normal. Estaba claro que no iba a ganar nada en ese momento, asi que volví a dirigirme a la pantera mientras caminabamos.
-En fin... ¿cual es tu oficio, Kali? ¿Eres de algún gremio o algo?- inquirí, tratando de romper el hielo. Tenía pinta de constructora, o tal vez de marinera. Claro que también iba armada: tal vez fuese mercenaria, como el hombre perro solía ser.
No tardamos en pasar por delante de una posada de aspecto hogareño. Parecía bien limpia y más que decente para mi gusto, pero por algún motivo, estaba casi vacía. Tal vez pudiese beber ahí tranquilo sin empezar una pelea de taberna por ser de la guardia. Di un pequeño silbido para avisar a mi compañero y entré, junto a la mujer pantera.
El lugar estaba regentado por una mujer de mediana edad, que sonrió ampliamente al ver que alguien entraba. Estaba claro que había tenido tiempo de sobra: todas las mesas estaban impolutas, y no había nada fuera de su sitio. No dejaba de ser extraño, pero empecé a ver por qué: eran barrios de nobles. La mayoría no necesitaban una posada, ya que podían beber y comer en sus propios hogares, mientras que los sirvientes probablemente no tenían dinero suficiente como para permitirse el acudir.
-¡Hola! Danos dos jarras de cerveza fría. Ah, y en cuanto aparezca un hombre perro, sirvele algo de comida. La mejor carne que tengas.-
-Venga, cuentame que hacias ahí. Si evitas tanto la pregunta, pensaré que escondes algo.- sonreí. Me caía bien: tenia buen sentido del humor y no parecía mala gente, sólo algo... furtiva. Tal vez cuidadosa y desconfiada. Pero, ¿quien le podría culpar?
-En realidad, Marcado no es un nombre...- empezó Garrett. Eso era la gota que colmaba el vaso.
-Es lo que soy, ¿eh?- corté, visiblemente molesto. Me adelanté, mostrando los dientes con un gruñido que dejaba algo claro: si se interponía, sufriría las consecuencias. Sentía ganas de golpear una pared y gritar. ¿Por qué había acabado siendo esclavo de aquel tipo? Era humillante. Quería acabar con eso. Matarlo y huir. O morir en el intento. Cualquier cosa era mejor que aquello.
_________________________
Me quedé sin palabras. ¿Que demonios había hecho ahora?. De nuevo, había molestado al hombre bestia sin quererlo, pero esta vez, estaba aún más confuso. Siempre respondía gruñendome cada vez que hacía alguna broma o le provocaba un poco. Esperaba que alguna vez le hiciese gracia: tenía que conseguirlo de vez en cuando. Era capaz de arrancarle una sonrisa a cualquiera. Incluso lo había hecho apenas minutos atrás. Pero no le había visto saltar de esa manera antes.
Miré a la pantera, perplejo. ¿Sabría ella el qué había hecho mal? A pesar de ser grandes hombres bestia y llevar poca ropa, no parecian tan similares. Había visitado una aldea de felinos antes, pero no durante mucho tiempo, y tampoco había acabado de entender todas sus costumbres. Suspiré. A ese paso, estaba seguro de que me odiaría, y apenas le conocía de dos días. Me sentía como un imbécil. Tal vez podría disculparme luego, pero probablemente era mejor esperar a que se calmase.
Solo se había adelantado a unos metros, de forma que podía ver como se le había erizado el pelaje, lo cual no dejaba de darle una apariencia más intimidante de lo normal. Estaba claro que no iba a ganar nada en ese momento, asi que volví a dirigirme a la pantera mientras caminabamos.
-En fin... ¿cual es tu oficio, Kali? ¿Eres de algún gremio o algo?- inquirí, tratando de romper el hielo. Tenía pinta de constructora, o tal vez de marinera. Claro que también iba armada: tal vez fuese mercenaria, como el hombre perro solía ser.
No tardamos en pasar por delante de una posada de aspecto hogareño. Parecía bien limpia y más que decente para mi gusto, pero por algún motivo, estaba casi vacía. Tal vez pudiese beber ahí tranquilo sin empezar una pelea de taberna por ser de la guardia. Di un pequeño silbido para avisar a mi compañero y entré, junto a la mujer pantera.
El lugar estaba regentado por una mujer de mediana edad, que sonrió ampliamente al ver que alguien entraba. Estaba claro que había tenido tiempo de sobra: todas las mesas estaban impolutas, y no había nada fuera de su sitio. No dejaba de ser extraño, pero empecé a ver por qué: eran barrios de nobles. La mayoría no necesitaban una posada, ya que podían beber y comer en sus propios hogares, mientras que los sirvientes probablemente no tenían dinero suficiente como para permitirse el acudir.
-¡Hola! Danos dos jarras de cerveza fría. Ah, y en cuanto aparezca un hombre perro, sirvele algo de comida. La mejor carne que tengas.-
-Venga, cuentame que hacias ahí. Si evitas tanto la pregunta, pensaré que escondes algo.- sonreí. Me caía bien: tenia buen sentido del humor y no parecía mala gente, sólo algo... furtiva. Tal vez cuidadosa y desconfiada. Pero, ¿quien le podría culpar?
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
No había que ser una lumbreras para darse cuenta de que el hombre perro se había enfadado. Kali se imaginaba que de alguna forma el tema de "Marcado" era delicado. Desde luego, parecía haber dado justo en la fibra sensible. El hombre enseñó los colmillos y se alejó de su compañero humano. Parecía que su enfado iba sobre todo dirigido a él. Su relación parecía tensa. Kali imaginaba que algo había sucedido entre ellos, aunque no podía siquiera sospechar la verdadera magnitud de la situación.
Para ella, aquel roce entre ambos era una buena distracción, o eso pensó... Porque Garrett no se había olvidado de ella. El perro gris estaba unos metros por delante, aunque no se dirigía a ellos, su pelaje erizado y su exabrupto anterior no dejaban lugar a dudas sobre su estado de ánimo.
-Nah, no estoy en ningún gremio. Voy por libre... -Eso era cierto.- Mi oficio, bueno, se puede decir que soy guardaespaldas. -Dijo una verdad a medias. No era necesario contarle la historia de su vida. Hablar de sus tiempos como luchadora o de que técnicamente en esos momentos no tenía a quién guardarle las espaldas. Y eso era culpa suya en realidad, no había hecho bien su trabajo. No había podido protegerla, aunque eso ahora ya no importaba.
La pantera entró junto al humano en la taberna. No pudo evitar fijarse en la falta de olor a sudor humano, a grasa y a borracho. Hacía tiempo que no pisaba una taberna tan limpia. La señora que regentaba la taberna les sonrió al verlos entrar. A la pantera le sorprendió este hecho, no estaba acostumbrada a ser bien recibida en la mayoría de las tabernas humanas. Nunca la habían echado, cierto. Pero tenía que ignorar miradas de desagrado por parte de los taberneros y la clientela en la gran mayoría de los casos.
La pantera saludó con la mano y una sonrisa felina. Al tiempo que acompañaba a Garrett a una de las mesas. Suponía que invitar a carne al hombre perro era su manera de disculparse... por lo que quiera que hubiera pasado entre ellos.
-Vale, lo cierto es que buscaba a una familia noble... Sé que viven por la zona pero no conozco el lugar exacto.- La pantera se interrumpió cuando la tabernera trajo las bebidas. Dos jarras bien frías. Kali soltó un cálido "gracias" y esperó a que la mujer se retirara para continuar. - Se trata de la familia de mi señora. Ella me encargó que los buscara. Tengo... un mensaje para ellos. - Al hablar de su señora notó que la voz le salió algo estrangulada. Aún le resultaba doloroso, y pretender que estaba viva y seguía a su servicio... La mujer bestia sacudió rápidamente aquellos pensamientos de su cabeza.
-Y bueno...- Kali cambió el tono rápidamente, pasando a uno despreocupado y alegre de nuevo. - Cuándo tienes mi hermoso rostro y vas preguntando de puerta en puerta a nobles humanos, lo más probable es que te reciban con un portazo en las narices, así que hay que idear otras formas de averiguar donde vive alguien ¿no es así? -Comentó con ligereza. Omitió también el impedimento de ser analfabeta. Era algo de lo que no se sentía orgullosa y prefería que la gente no lo supiera.
Tras una breve pausa añadió.
-¿Y qué sucede con tu amigo? ¿Fue por algo que dije? - Le dio un trago a su bebida esperando su respuesta. Le había resultado natural preguntar, casi como si hablara con un antiguo colega. Aunque era consciente de que el intercambio de información no tenía por qué fluir en ambas direcciones. Y de que, por mucho que el humano la estuviera tratando decentemente, seguía siendo de la guardia.
Para ella, aquel roce entre ambos era una buena distracción, o eso pensó... Porque Garrett no se había olvidado de ella. El perro gris estaba unos metros por delante, aunque no se dirigía a ellos, su pelaje erizado y su exabrupto anterior no dejaban lugar a dudas sobre su estado de ánimo.
-Nah, no estoy en ningún gremio. Voy por libre... -Eso era cierto.- Mi oficio, bueno, se puede decir que soy guardaespaldas. -Dijo una verdad a medias. No era necesario contarle la historia de su vida. Hablar de sus tiempos como luchadora o de que técnicamente en esos momentos no tenía a quién guardarle las espaldas. Y eso era culpa suya en realidad, no había hecho bien su trabajo. No había podido protegerla, aunque eso ahora ya no importaba.
La pantera entró junto al humano en la taberna. No pudo evitar fijarse en la falta de olor a sudor humano, a grasa y a borracho. Hacía tiempo que no pisaba una taberna tan limpia. La señora que regentaba la taberna les sonrió al verlos entrar. A la pantera le sorprendió este hecho, no estaba acostumbrada a ser bien recibida en la mayoría de las tabernas humanas. Nunca la habían echado, cierto. Pero tenía que ignorar miradas de desagrado por parte de los taberneros y la clientela en la gran mayoría de los casos.
La pantera saludó con la mano y una sonrisa felina. Al tiempo que acompañaba a Garrett a una de las mesas. Suponía que invitar a carne al hombre perro era su manera de disculparse... por lo que quiera que hubiera pasado entre ellos.
-Vale, lo cierto es que buscaba a una familia noble... Sé que viven por la zona pero no conozco el lugar exacto.- La pantera se interrumpió cuando la tabernera trajo las bebidas. Dos jarras bien frías. Kali soltó un cálido "gracias" y esperó a que la mujer se retirara para continuar. - Se trata de la familia de mi señora. Ella me encargó que los buscara. Tengo... un mensaje para ellos. - Al hablar de su señora notó que la voz le salió algo estrangulada. Aún le resultaba doloroso, y pretender que estaba viva y seguía a su servicio... La mujer bestia sacudió rápidamente aquellos pensamientos de su cabeza.
-Y bueno...- Kali cambió el tono rápidamente, pasando a uno despreocupado y alegre de nuevo. - Cuándo tienes mi hermoso rostro y vas preguntando de puerta en puerta a nobles humanos, lo más probable es que te reciban con un portazo en las narices, así que hay que idear otras formas de averiguar donde vive alguien ¿no es así? -Comentó con ligereza. Omitió también el impedimento de ser analfabeta. Era algo de lo que no se sentía orgullosa y prefería que la gente no lo supiera.
Tras una breve pausa añadió.
-¿Y qué sucede con tu amigo? ¿Fue por algo que dije? - Le dio un trago a su bebida esperando su respuesta. Le había resultado natural preguntar, casi como si hablara con un antiguo colega. Aunque era consciente de que el intercambio de información no tenía por qué fluir en ambas direcciones. Y de que, por mucho que el humano la estuviera tratando decentemente, seguía siendo de la guardia.
Kali
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Guardaespaldas... ciertamente daba el tipo. Aunque el "se puede decir" no me convencía demasiado, preferí no indagar más. Lo de que buscaba a una familia me preocupó un poco. Sonaba casi amenazador. "Tengo un mensaje para ellos" podía ser bien una carta o un puñal en la garganta. Había visto de todo en ese oficio.
-¿Como se llaman?- pregunté con cierta precaución. No es que conociese a todas las familias nobles, claro (me abriría las tripas si tuviese que hacerlo), pero tal vez el nombre me sonase. Mi rostro cambió cuando preguntó por el hombre perro. -No... creo. Me parece que está enfadado conmigo, pero no tengo ni idea de que he dicho mal.- repasé mentalmente la conversación. Le había llamado Marcado varias veces, y no había sido el único, pero no había tenido ninguna reacción similar. Suspiré.
-No somos realmente amigos... apenas nos conocimos anteayer. Pero creo que ya le caigo mal.- Tal vez lo de la marca le hubiese afectado más de lo que pensaba. Por lo poco que sabía, le habían casi esclavizado. Y lo de llamarle Marcado debía ser como meter el dedo en la llaga... gah, me sentía estúpido. No se había puesto vendas sobre la maldición sin motivo. ¿Como no lo había visto antes?
-De todos modos... ¿por qué no ir preguntando a otra gente? No a nobles. Estoy seguro de que no tardarías más de un día o dos si sólo preguntas por el nombre.- dije, cambiando de tema. Iría a disculparme luego, no era cuestión de meter a la mujer pantera en eso. -Alguien de la guardia, probablemente...- "Probablemente" era la palabra importante. Había cierta... gente en la guardia que ni siquiera aprobaba de la presencia de brujos.
De repente, abrí los ojos. ¿Donde estaba Marcado? Había pasado un buen rato, pero no había ni rastro de él. ¿No se habría escapado, verdad? ¿Que pasaba si lo perdía? Tyron tendría mi cabeza, eso seguro, pero ¿y la marca? Tenía que haber algo que le detuviese. Si no, ya se habría fugado a Dundarak o donde fuese.
-Espera aquí.- le dije a la mujer pantera mientras salía.
Miré alrededor. Las calles estaban tan oscuras como antes. Si fuese el hombre bestia... o habría huido a la primera de cambio, o se habría quedado cerca, esperando a ver si salía, antes de hacer cualquier movimiento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Y si había aprovechado para meterse en algún lio? Iba armado...
Noté un sonido. Algo leve, pero cercano, seguido de una pequeña piedra rebotando en el tejado de un edificio cercano y cayendo cerca. Evitando delatarme, trepé a duras penas para subir al techo. Poco a poco, empecé a ver la silueta del hombre bestia, sentado al borde contrario, abrazandose las piernas mientras miraba las calles desde arriba
-Oye...- empecé, pero sólo respondió encogiéndose más. Me aproxime, lenta y cuidadosamente, Estaba un poco temeroso de su reacción. Por lo que sabía, podía saltar del edificio o lanzarse a mi cuello.
-Eh...- dije, acercando la mano a su hombro. Pero en el momento en el que lo toqué, se volvió, sacudiendose mi brazo violentamente. -Dejame en paz.- exigió. Sus ojos... estaban rojos. No los había visto así antes, estaba seguro.
-¿Estás...?-
-Perfectamente. Déjame en paz.- repitió. Nunca lo habría creído posible. El hombre perro no había estado peleando con alguien, ni huyendo de la guardia. Había estado sólo, escondiendose en el techo... llorando.
-Yo... mira, lo siento.- dije, sentándome junto a él. -¿Por qué no me dices que ocurre?-
El hombre bestia no respondió. Solo se levantó, dio media vuelta, y bajó de aquel tejado hasta llegar al suelo. Le seguí, haciendo lo mismo, pero no hubo ni una mirada, ni una palabra. De hecho, parecía que me estaba evitando. No le culpaba. La situación era incómoda para los dos.
-Solo... ve dentro, al menos. No hay casi gente.- suspiré. Por el motivo que fuese, decidió hacerme caso, asi que volví al interior junto a él, haciéndole un tenue gesto de saludo a Kali mientras Asher se sentaba en una mesa distinta, algo apartada. Iba a necesitar más de una cerveza para aguantar esto.
-¿Como se llaman?- pregunté con cierta precaución. No es que conociese a todas las familias nobles, claro (me abriría las tripas si tuviese que hacerlo), pero tal vez el nombre me sonase. Mi rostro cambió cuando preguntó por el hombre perro. -No... creo. Me parece que está enfadado conmigo, pero no tengo ni idea de que he dicho mal.- repasé mentalmente la conversación. Le había llamado Marcado varias veces, y no había sido el único, pero no había tenido ninguna reacción similar. Suspiré.
-No somos realmente amigos... apenas nos conocimos anteayer. Pero creo que ya le caigo mal.- Tal vez lo de la marca le hubiese afectado más de lo que pensaba. Por lo poco que sabía, le habían casi esclavizado. Y lo de llamarle Marcado debía ser como meter el dedo en la llaga... gah, me sentía estúpido. No se había puesto vendas sobre la maldición sin motivo. ¿Como no lo había visto antes?
-De todos modos... ¿por qué no ir preguntando a otra gente? No a nobles. Estoy seguro de que no tardarías más de un día o dos si sólo preguntas por el nombre.- dije, cambiando de tema. Iría a disculparme luego, no era cuestión de meter a la mujer pantera en eso. -Alguien de la guardia, probablemente...- "Probablemente" era la palabra importante. Había cierta... gente en la guardia que ni siquiera aprobaba de la presencia de brujos.
De repente, abrí los ojos. ¿Donde estaba Marcado? Había pasado un buen rato, pero no había ni rastro de él. ¿No se habría escapado, verdad? ¿Que pasaba si lo perdía? Tyron tendría mi cabeza, eso seguro, pero ¿y la marca? Tenía que haber algo que le detuviese. Si no, ya se habría fugado a Dundarak o donde fuese.
-Espera aquí.- le dije a la mujer pantera mientras salía.
Miré alrededor. Las calles estaban tan oscuras como antes. Si fuese el hombre bestia... o habría huido a la primera de cambio, o se habría quedado cerca, esperando a ver si salía, antes de hacer cualquier movimiento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Y si había aprovechado para meterse en algún lio? Iba armado...
Noté un sonido. Algo leve, pero cercano, seguido de una pequeña piedra rebotando en el tejado de un edificio cercano y cayendo cerca. Evitando delatarme, trepé a duras penas para subir al techo. Poco a poco, empecé a ver la silueta del hombre bestia, sentado al borde contrario, abrazandose las piernas mientras miraba las calles desde arriba
-Oye...- empecé, pero sólo respondió encogiéndose más. Me aproxime, lenta y cuidadosamente, Estaba un poco temeroso de su reacción. Por lo que sabía, podía saltar del edificio o lanzarse a mi cuello.
-Eh...- dije, acercando la mano a su hombro. Pero en el momento en el que lo toqué, se volvió, sacudiendose mi brazo violentamente. -Dejame en paz.- exigió. Sus ojos... estaban rojos. No los había visto así antes, estaba seguro.
-¿Estás...?-
-Perfectamente. Déjame en paz.- repitió. Nunca lo habría creído posible. El hombre perro no había estado peleando con alguien, ni huyendo de la guardia. Había estado sólo, escondiendose en el techo... llorando.
-Yo... mira, lo siento.- dije, sentándome junto a él. -¿Por qué no me dices que ocurre?-
El hombre bestia no respondió. Solo se levantó, dio media vuelta, y bajó de aquel tejado hasta llegar al suelo. Le seguí, haciendo lo mismo, pero no hubo ni una mirada, ni una palabra. De hecho, parecía que me estaba evitando. No le culpaba. La situación era incómoda para los dos.
-Solo... ve dentro, al menos. No hay casi gente.- suspiré. Por el motivo que fuese, decidió hacerme caso, asi que volví al interior junto a él, haciéndole un tenue gesto de saludo a Kali mientras Asher se sentaba en una mesa distinta, algo apartada. Iba a necesitar más de una cerveza para aguantar esto.
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
La mujer pantera tamborileó la mesa con sus dedos.
-Su apellido es Adler.- Dijo finalmente, tras una breve pausa. No creía que el guardia los conociera, pero nunca se sabía. Si el hombre deducía que eran los mismo Adler que habían perdido a su primogénita hacía un mes, junto a su marido en circunstancias, digamos, violentas... Y que la guardia la buscaba para interrogarla sobre el asunto… Pues el resultado podía ser bastante malo para ella. Y por si fuera poco, Kali dudaba que la familia Adler hubiera dejado pasar el asunto silenciosamente. Querrían justicia para su hija. Si la descubrían. Si la consideraban mínimamente sospechosa de haber matado a la primogénita de los Adler, a su señora, seguramente no tardarían en pedir su cabeza. Los humanos en ocasiones eran muy simples. Y no veían más de lo que querían ver.
Aunque Kali se empecinara en pensar que la estrechez de miras fuera propia exclusivamente de los humanos, sabía en su fuero interno que no era cierto.
La mujer bestia se rascó la barbilla con la garra mientras escuchaba a Garrett, hablar sobre su compañero perruno. Lo cierto es que no podía negar la afirmación del guarda de que no le caía bien al hombre perro... visto lo visto. -No será para tanto.- Se esforzó en añadir, sin embargo. Tratando de quitar hierro al asunto.
-Verás…- Improvisó.- El asunto de los nombres… podría hacerlo. Pero entonces, dejaría de ser algo discreto. Además, tú realmente crees que, con mi cara bonita, ¿algún guarda estaría dispuesto a ayudarme?- La mujer bestia forzó una risa. -No, amigo. La mayoría como mucho buscarían una excusa para darme una paliza o meterme en una mazmorra.- Hizo una breve pausa antes de seguir.- Sin ofender. Tú no estás mal para ser humano.- A fin de cuentas aquellos dos guardias se habían portado mejor con ella de lo que cabía esperar, incluso mejor de lo que seguramente dictaban las normas de la guardia dado que la habían pillado casi in fraganti.
Siguió con la mirada a Garrett mientras éste se alejaba hasta que le perdió de vista al salir del local. La pantera le dio un trago a su jarra. Una vez más pensó en escaparse. Seguro que podía excusarse diciendo que iba al baño y estaba segura de que podría encontrar fácilmente la puerta de atrás. Pero realmente no parecía que aquellos dos tuvieran malas intenciones. Decidió esperar un tiempo prudencial. La tabernera estaba limpiando vasos y demás utensilios. Había muy poca gente. Kali no tardó en aburrirse.
-No tienes muchos clientes ¿no?- Le preguntó a la mesera cuando pasó cerca para llevar otra jarra. La pantera comenzó a balancearse un poco en la silla, eventualmente dejó de balancearse para juguetear con sus bigotes.
-Es un barrio tranquilo y la gente suele retirarse pronto.- Respondió ella, parecía no tener mucho interés en conversar. Por todos los dioses, ¿qué estaría haciendo aquel humano que tardaba tanto?
Justo estaba a punto de levantarse para irse, o al menos ver qué tenía tan entretenido al hombre, cuando le vio aparecer de nuevo. Esta vez le acompañaba el hombre perro. Aunque no duraron mucho juntos. El tal Marcado, Kali desconocía su verdadero nombre, había escogido una mesa algo apartada y solitaria. Mientras que Garrett regresaba a su mesa.
-Vaya, comenzaba a pensar que me la habías jugado para que lo pagara todo yo.- Bromeó la pantera en cuanto el hombre estuvo en su mesa. Miró de soslayo al perro. Parecía abatido, pero la pantera no comentó nada al respecto. Aquellos dos, humano y bestia, tenían un asunto pendiente, pero no estaba segura de que fuera buena idea indagar ni entrometerse.
Tras una pausa, en la que su cerveza bajó rápidamente, la mujer bestia volvió a dirigirse al humano.
-Hey, escucha... ¿Cuál es su nombre? - Kali señaló con su cabeza en dirección al hombre perro. -Su nombre real, quiero decir. - Había imaginado que Marcado no era. Quería ir a hablar con él. Había despertado su curiosidad y además, no podía evitar sentir empatía por él. Estaban un poco en el mismo barco, en una ciudad llena de humanos que, por lo general, en el mejor de los casos les miraban mal al pasar. Aunque esperaría un poco, el hombre bestia no parecía con ánimos de querer hablar con nadie en aquel momento.
-Su apellido es Adler.- Dijo finalmente, tras una breve pausa. No creía que el guardia los conociera, pero nunca se sabía. Si el hombre deducía que eran los mismo Adler que habían perdido a su primogénita hacía un mes, junto a su marido en circunstancias, digamos, violentas... Y que la guardia la buscaba para interrogarla sobre el asunto… Pues el resultado podía ser bastante malo para ella. Y por si fuera poco, Kali dudaba que la familia Adler hubiera dejado pasar el asunto silenciosamente. Querrían justicia para su hija. Si la descubrían. Si la consideraban mínimamente sospechosa de haber matado a la primogénita de los Adler, a su señora, seguramente no tardarían en pedir su cabeza. Los humanos en ocasiones eran muy simples. Y no veían más de lo que querían ver.
Aunque Kali se empecinara en pensar que la estrechez de miras fuera propia exclusivamente de los humanos, sabía en su fuero interno que no era cierto.
La mujer bestia se rascó la barbilla con la garra mientras escuchaba a Garrett, hablar sobre su compañero perruno. Lo cierto es que no podía negar la afirmación del guarda de que no le caía bien al hombre perro... visto lo visto. -No será para tanto.- Se esforzó en añadir, sin embargo. Tratando de quitar hierro al asunto.
-Verás…- Improvisó.- El asunto de los nombres… podría hacerlo. Pero entonces, dejaría de ser algo discreto. Además, tú realmente crees que, con mi cara bonita, ¿algún guarda estaría dispuesto a ayudarme?- La mujer bestia forzó una risa. -No, amigo. La mayoría como mucho buscarían una excusa para darme una paliza o meterme en una mazmorra.- Hizo una breve pausa antes de seguir.- Sin ofender. Tú no estás mal para ser humano.- A fin de cuentas aquellos dos guardias se habían portado mejor con ella de lo que cabía esperar, incluso mejor de lo que seguramente dictaban las normas de la guardia dado que la habían pillado casi in fraganti.
Siguió con la mirada a Garrett mientras éste se alejaba hasta que le perdió de vista al salir del local. La pantera le dio un trago a su jarra. Una vez más pensó en escaparse. Seguro que podía excusarse diciendo que iba al baño y estaba segura de que podría encontrar fácilmente la puerta de atrás. Pero realmente no parecía que aquellos dos tuvieran malas intenciones. Decidió esperar un tiempo prudencial. La tabernera estaba limpiando vasos y demás utensilios. Había muy poca gente. Kali no tardó en aburrirse.
-No tienes muchos clientes ¿no?- Le preguntó a la mesera cuando pasó cerca para llevar otra jarra. La pantera comenzó a balancearse un poco en la silla, eventualmente dejó de balancearse para juguetear con sus bigotes.
-Es un barrio tranquilo y la gente suele retirarse pronto.- Respondió ella, parecía no tener mucho interés en conversar. Por todos los dioses, ¿qué estaría haciendo aquel humano que tardaba tanto?
Justo estaba a punto de levantarse para irse, o al menos ver qué tenía tan entretenido al hombre, cuando le vio aparecer de nuevo. Esta vez le acompañaba el hombre perro. Aunque no duraron mucho juntos. El tal Marcado, Kali desconocía su verdadero nombre, había escogido una mesa algo apartada y solitaria. Mientras que Garrett regresaba a su mesa.
-Vaya, comenzaba a pensar que me la habías jugado para que lo pagara todo yo.- Bromeó la pantera en cuanto el hombre estuvo en su mesa. Miró de soslayo al perro. Parecía abatido, pero la pantera no comentó nada al respecto. Aquellos dos, humano y bestia, tenían un asunto pendiente, pero no estaba segura de que fuera buena idea indagar ni entrometerse.
Tras una pausa, en la que su cerveza bajó rápidamente, la mujer bestia volvió a dirigirse al humano.
-Hey, escucha... ¿Cuál es su nombre? - Kali señaló con su cabeza en dirección al hombre perro. -Su nombre real, quiero decir. - Había imaginado que Marcado no era. Quería ir a hablar con él. Había despertado su curiosidad y además, no podía evitar sentir empatía por él. Estaban un poco en el mismo barco, en una ciudad llena de humanos que, por lo general, en el mejor de los casos les miraban mal al pasar. Aunque esperaría un poco, el hombre bestia no parecía con ánimos de querer hablar con nadie en aquel momento.
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
-Perdona por dejarte sola. Espero que no hayas tenido problemas con todos los borrachos del lugar.- bromeé, rascándome la cabeza. La situación se había vuelto muy incomoda en muy poco tiempo, y me avergonzaba un poco el que pasase delante de la casi desconocida pantera. -Por cierto, no soy humano. Soy brujo.- aclaré. No me sentía ofendido o nada similar, pero el confundir a los brujos con humanos podría ser peligroso. Algunos eran mucho más sensibles en ese tema. Claro que tampoco era la primera vez que me pasaba. -Aunque me suelen llamar humano mucho. ¿Será por algo del pelo?-
Viendo que ambas cervezas habían sido derrotadas en combate, pedí otra ronda. Iba a necesitarla.
-Su nombre... ¿Honestamente? No estoy seguro. Solo sé que antes se solía hacer llamar Wernack. No lleva más que unos días en la guardia, pero desde entonces, asegura que su nombre es Asher.- comenté. No le estaba contando *toda* la verdad, pero tenía bastante claro que esa no era información que debiese distribuir. Tyron me había exigido confidencialidad. Y además, era algo personal del hombre perro.
Las cervezas no tardaron en llegar. En cuanto tocaron la mesa, di un largo trago a la mía. No iba a aclararme la mente precisamente, pero en ese momento, me daba igual.
-Adler... Adler...- memoricé. No me sonaba de nada. -Podría buscarlo en los archivos, si quieres. Seguro que deben estar por ahí. De hecho, podría tenerlo para mañana...- sugerí. Eso era, claro, si me acordaba. Me recosté sobre mi asiento, mirando alrededor. -¿Cual es tu color favorito?- pregunté de repente. No trataba exactamente de tener una charla insulsa. Solo estaba pensando en algo.
-Hace tiempo, cuando estaba explorando toda Aerandir, visité el bosque de Sandorai. Tuve que pagarle a un elfo para que me acompañase, pues es bien sabido que no aprecian a los brujos en absoluto. Lo cruzamos de punta a punta, sin encontrar un solo ser vivo. Casi en los límites del bosque, sin embargo, nos encontramos con un pequeño clan. Pero antes de que me diese cuenta, mi guia me había abandonado, y varios elfos del clan me estaban apuntando con sus armas. -dije. Tomé un sorbo de mi bebida y continué.- Total: me ataron a un árbol y se pasaron el día entero discutiendo que hacer. Sin embargo, uno de ellos, el único elfo niño que he visto, se acercó a mi y me estuvo mirando durante horas, sin decir nada. Y después, para mi sorpresa, les dijo a todos que era "verde azulado" y que no les haría daño.- solté una carcajada, recordando la cara que puse.
-Al parecer, los elfos de ese poblado creen que todos los seres vivos tienen un "aura", una especie de... energía invisible que emanan continuamente. A pesar de no ser visible para la mayoría de gente, afirman que es posible sentirla con un entrenamiento adecuado, como el de ese niño. Cada persona tiene un aura única, de un color distintivo, que refleja quien es: su personalidad, su pasado, y hasta su futuro... incluso sus intenciones y deseos más profundos.- continué. Me terminé la jarra. Realmente me ponía muy hablador cuando bebía. -Parecía una tontería, y seguramente muchos lo habrían tomado como una locura y se habrían ido. Pero yo estaba interesado, asi que les hice una pregunta... Y me echaron del bosque para siempre.- terminé. A continuación, pedí la tercera ronda. No era cuestión de que fuese a decaer.
-Por cierto, si vas a hablar con él, creo que es buen momento.- le susurré.El hombre bestia había dejado de comer, y parecía aburrido, o tal vez pensativo.
Viendo que ambas cervezas habían sido derrotadas en combate, pedí otra ronda. Iba a necesitarla.
-Su nombre... ¿Honestamente? No estoy seguro. Solo sé que antes se solía hacer llamar Wernack. No lleva más que unos días en la guardia, pero desde entonces, asegura que su nombre es Asher.- comenté. No le estaba contando *toda* la verdad, pero tenía bastante claro que esa no era información que debiese distribuir. Tyron me había exigido confidencialidad. Y además, era algo personal del hombre perro.
Las cervezas no tardaron en llegar. En cuanto tocaron la mesa, di un largo trago a la mía. No iba a aclararme la mente precisamente, pero en ese momento, me daba igual.
-Adler... Adler...- memoricé. No me sonaba de nada. -Podría buscarlo en los archivos, si quieres. Seguro que deben estar por ahí. De hecho, podría tenerlo para mañana...- sugerí. Eso era, claro, si me acordaba. Me recosté sobre mi asiento, mirando alrededor. -¿Cual es tu color favorito?- pregunté de repente. No trataba exactamente de tener una charla insulsa. Solo estaba pensando en algo.
-Hace tiempo, cuando estaba explorando toda Aerandir, visité el bosque de Sandorai. Tuve que pagarle a un elfo para que me acompañase, pues es bien sabido que no aprecian a los brujos en absoluto. Lo cruzamos de punta a punta, sin encontrar un solo ser vivo. Casi en los límites del bosque, sin embargo, nos encontramos con un pequeño clan. Pero antes de que me diese cuenta, mi guia me había abandonado, y varios elfos del clan me estaban apuntando con sus armas. -dije. Tomé un sorbo de mi bebida y continué.- Total: me ataron a un árbol y se pasaron el día entero discutiendo que hacer. Sin embargo, uno de ellos, el único elfo niño que he visto, se acercó a mi y me estuvo mirando durante horas, sin decir nada. Y después, para mi sorpresa, les dijo a todos que era "verde azulado" y que no les haría daño.- solté una carcajada, recordando la cara que puse.
-Al parecer, los elfos de ese poblado creen que todos los seres vivos tienen un "aura", una especie de... energía invisible que emanan continuamente. A pesar de no ser visible para la mayoría de gente, afirman que es posible sentirla con un entrenamiento adecuado, como el de ese niño. Cada persona tiene un aura única, de un color distintivo, que refleja quien es: su personalidad, su pasado, y hasta su futuro... incluso sus intenciones y deseos más profundos.- continué. Me terminé la jarra. Realmente me ponía muy hablador cuando bebía. -Parecía una tontería, y seguramente muchos lo habrían tomado como una locura y se habrían ido. Pero yo estaba interesado, asi que les hice una pregunta... Y me echaron del bosque para siempre.- terminé. A continuación, pedí la tercera ronda. No era cuestión de que fuese a decaer.
-Por cierto, si vas a hablar con él, creo que es buen momento.- le susurré.El hombre bestia había dejado de comer, y parecía aburrido, o tal vez pensativo.
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Así que el humano era en realidad un brujo. A la pantera no le gustaba particularmente la magia, los truquitos de mago la ponían nerviosa. Mentiría si dijera que no se tensó un poco. La magia para ella era impredecible y peligrosa. No obstante, hasta ahora Garrett no había hecho nada para suscitar su animosidad.
-Bueno, humano o brujo. -Dijo la pantera finalmente, encogiéndose de hombros.- Lo mismo da. Ambos son igual de feos, sonrosados y sin pelo… ¡Ah! Y huelen igual de mal.- La pantera esbozó una media sonrisa, bromeando. Trataba de quitarle hierro al asunto. Aunque sin el menor tacto. No lo hacía por meter el dedo en la llaga. Lo cierto es que no era del todo consciente de la tensión entre ambas razas, y en cierto sentido, no le importaba demasiado.
La mujer bestia asintió ante el comentario, dando un trago a su bebida fría. Así que el hombre perro se hacía llamar Asher. Fuera cual fuese su nombre real, al menos era un comienzo. La pantera había supuesto que el perro llevaba más tiempo en la guardia que eso, y desde luego, que conocía a Garrett de antes. Ahora sabía que se equivocaba. Por el trato que había tenido con el mago, Kali entendía su familiaridad con el perro pese a sólo conocerlo de pocos días. Parecía una persona genuinamente abierta, incluso con gente como ellos, con hombres bestia.
-Es muy amable de tu parte… pero no quiero molestar…- Comentó la pantera.- Además, creo tener una idea de dónde viven. Mi paseo nocturno no resultó infructuoso.- Sonrió ligeramente. En realidad, tampoco quería que el hombre descubriera más sobre el caso. Estaba segura de que si el guardia husmeaba sobre los Adler acabaría descubriendo lo acontecido a su señora, y por tanto, descubriría que había una testigo con valiosa información que había desaparecido. Una pantera sospechosa de tener algo que ver con el crimen.
-¿Mi color favorito? -Repitió la pregunta, tomada por sorpresa. No había esperado aquel tipo de pregunta para nada. Kali nunca se había planteado ese tipo de cuestiones. ¿De qué servía tener un color favorito? Sin embargo, lo meditó mientras escuchaba atentamente la historia del brujo.
El hecho de que hubiera viajado por Aerandir explicaba también el que Garrett fuera alguien tan abierto, especialmente con otras razas. Debía haber conocido gente de todo tipo, de todas las razas.
Sobre el tema de las auras, Kali no estaba segura de qué creer al respecto. Sonaba a algo descabellado, pero por otra parte… La pantera meditó un instante más sobre su color. El dorado le gustaba, quedaba bien con su piel. El azul muy oscuro, se sentía arropada en su oscuridad, casi invisible. El verde, el color de los árboles. Un cierto tono de verde, algo oscuro, tirando a azul.
-No puedes dejar la historia así… ¿Cuál fue la pregunta que hiciste?- Mentiría si dijera que no sentía gran curiosidad sobre el asunto. -Por cierto, me gusta el verde azulado. Quizás eso explica por qué me caes bien, brujo.- Comentó la pantera en tono alegre, ligero, esbozando una sonrisa, palmeando la espalda del guarda sin medir su fuerza. Luego le dio un largo trago a su cerveza.
Finalmente se acercó a la mesa del hombre perro, jarra en mano.
-Hey.- Se hizo notar.- ¿Te importa que me siente?- Tanteó la pantera. Aunque no le dio la oportunidad de responder en realidad. No esperó invitación para tomar asiento en la mesa, dejando la jarra sobre la misma. -Acabo de tener una conversación muy interesante sobre colores con tu brujo.- Comentó para romper el hielo. No se le había ocurrido nada mejor.- ¿Sabes algo de eso?-
-Bueno, humano o brujo. -Dijo la pantera finalmente, encogiéndose de hombros.- Lo mismo da. Ambos son igual de feos, sonrosados y sin pelo… ¡Ah! Y huelen igual de mal.- La pantera esbozó una media sonrisa, bromeando. Trataba de quitarle hierro al asunto. Aunque sin el menor tacto. No lo hacía por meter el dedo en la llaga. Lo cierto es que no era del todo consciente de la tensión entre ambas razas, y en cierto sentido, no le importaba demasiado.
La mujer bestia asintió ante el comentario, dando un trago a su bebida fría. Así que el hombre perro se hacía llamar Asher. Fuera cual fuese su nombre real, al menos era un comienzo. La pantera había supuesto que el perro llevaba más tiempo en la guardia que eso, y desde luego, que conocía a Garrett de antes. Ahora sabía que se equivocaba. Por el trato que había tenido con el mago, Kali entendía su familiaridad con el perro pese a sólo conocerlo de pocos días. Parecía una persona genuinamente abierta, incluso con gente como ellos, con hombres bestia.
-Es muy amable de tu parte… pero no quiero molestar…- Comentó la pantera.- Además, creo tener una idea de dónde viven. Mi paseo nocturno no resultó infructuoso.- Sonrió ligeramente. En realidad, tampoco quería que el hombre descubriera más sobre el caso. Estaba segura de que si el guardia husmeaba sobre los Adler acabaría descubriendo lo acontecido a su señora, y por tanto, descubriría que había una testigo con valiosa información que había desaparecido. Una pantera sospechosa de tener algo que ver con el crimen.
-¿Mi color favorito? -Repitió la pregunta, tomada por sorpresa. No había esperado aquel tipo de pregunta para nada. Kali nunca se había planteado ese tipo de cuestiones. ¿De qué servía tener un color favorito? Sin embargo, lo meditó mientras escuchaba atentamente la historia del brujo.
El hecho de que hubiera viajado por Aerandir explicaba también el que Garrett fuera alguien tan abierto, especialmente con otras razas. Debía haber conocido gente de todo tipo, de todas las razas.
Sobre el tema de las auras, Kali no estaba segura de qué creer al respecto. Sonaba a algo descabellado, pero por otra parte… La pantera meditó un instante más sobre su color. El dorado le gustaba, quedaba bien con su piel. El azul muy oscuro, se sentía arropada en su oscuridad, casi invisible. El verde, el color de los árboles. Un cierto tono de verde, algo oscuro, tirando a azul.
-No puedes dejar la historia así… ¿Cuál fue la pregunta que hiciste?- Mentiría si dijera que no sentía gran curiosidad sobre el asunto. -Por cierto, me gusta el verde azulado. Quizás eso explica por qué me caes bien, brujo.- Comentó la pantera en tono alegre, ligero, esbozando una sonrisa, palmeando la espalda del guarda sin medir su fuerza. Luego le dio un largo trago a su cerveza.
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Finalmente se acercó a la mesa del hombre perro, jarra en mano.
-Hey.- Se hizo notar.- ¿Te importa que me siente?- Tanteó la pantera. Aunque no le dio la oportunidad de responder en realidad. No esperó invitación para tomar asiento en la mesa, dejando la jarra sobre la misma. -Acabo de tener una conversación muy interesante sobre colores con tu brujo.- Comentó para romper el hielo. No se le había ocurrido nada mejor.- ¿Sabes algo de eso?-
Kali
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
-Ah, te contaría el final de la historia, pero estoy muy ocupado llorando por ser feo, rosado y maloliente...- sonrió el brujo, mostrando los dientes. Poco después, la pantera vino a mi mesa y se sentó sin esperar una respuesta.
-Gah. ¿Interesante?- bufé. -La he oido. No es más que una historia...- me corté, reflexionando un segundo. No podía decir algo así. Quería menospreciar la anécdota o lo que fuese, pero era incapaz de afirmar algo así. Nada era "solo" una historia. -...una historia aburrida. No es nada frente a otras que he oído.- De nuevo, me mordí la lengua. Genial, ahora iba a preguntarme sobre otras historias. Y no estaba de humor para eso.
-De todos modos... antes no me respondiste. Sobre tu aldea.- añadí, buscando cambiar de tema. -¿Donde está, de todos modos? ¿Cerca de Sacrestic Ville? ¿De Midgar? ¿O del Tymer?- inquirí. Siempre había evitado acercarme a otras aldeas de hombres bestia por motivos personales, pero de todos modos , algunas eran muy dificiles de encontrar, casi imposibles sin saber el camino primero.
Se hizo una larga pausa. Me recliné sobre mi asiento, meditabundo. ¿Que estaba haciendo? El único motivo por el que la mujer se había acercado era el mismo por el que mucha gente no lo hacía: por ser un hombre bestia. ¿Que iba a ganar con ello? Nunca habia sido la clase de persona que invitaba a dar conversación, y menos en una situación así. Pero no podía culparla demasiado. Era normal el buscar compañía con la que uno no se sintiera repudiado.
-Sabes... dicen que los hombres bestia estamos doblemente malditos. Malditos ante el resto de razas por ser distintos a ellos, y malditos ante la nuestra por ser iguales entre nosotros.- empecé. -La primera parte es fácil de entender. Los humanos, dragones, licántropos, brujos, elfos... hasta los vampiros. Todos ellos son muy similares fisicamente. Pero los hombres bestia... casi siempre somos distintos.- En cierta forma, estaba orgulloso de ser diferente a ellos. Detestaba sus sociedades y su cultura, aunque tuviesen cosas buenas, como la magia. -
Pero el solo hecho de agruparnos en una raza común ya es problemático. ¿En que nos parecemos tu y yo? ¿Y un centauro? ¿O las sirenas, que viven bajo el mar? Sólo tenemos parte de animales. Es lo único en lo que coincidimos. Y por eso, siempre nos echaremos en cara las diferencias.- expliqué. Por pequeña que fuese, una pelea con alguien de mi misma especie siempre sería peor que una con cualquier otro, ya que siempre estaba la norma no escrita. "Somos similares, así que debemos apoyarnos". Por ello, el enfrentarnos dolía más.
-Por eso... especialmente para nosotros, la familia es importante. Cualquier otra gente te mirará con desconfianza o desprecio. Pero la familia... la gente con la que compartes vida... son los únicos que siempre te aceptarán. -suspiré. Podía confirmarlo con experiencia. Nunca me sentí a gusto en un lugar poblado desde que abandoné mi hogar. Y lo echaba de menos. -...un consejo. Nunca te veas en la misma situación en la que estoy. No te quedes sin nada por lo que vivir... y no hagas que te merezcas lo mismo que yo.- murmuré, llevándome la mano al hombro vendado.
-Gah. ¿Interesante?- bufé. -La he oido. No es más que una historia...- me corté, reflexionando un segundo. No podía decir algo así. Quería menospreciar la anécdota o lo que fuese, pero era incapaz de afirmar algo así. Nada era "solo" una historia. -...una historia aburrida. No es nada frente a otras que he oído.- De nuevo, me mordí la lengua. Genial, ahora iba a preguntarme sobre otras historias. Y no estaba de humor para eso.
-De todos modos... antes no me respondiste. Sobre tu aldea.- añadí, buscando cambiar de tema. -¿Donde está, de todos modos? ¿Cerca de Sacrestic Ville? ¿De Midgar? ¿O del Tymer?- inquirí. Siempre había evitado acercarme a otras aldeas de hombres bestia por motivos personales, pero de todos modos , algunas eran muy dificiles de encontrar, casi imposibles sin saber el camino primero.
Se hizo una larga pausa. Me recliné sobre mi asiento, meditabundo. ¿Que estaba haciendo? El único motivo por el que la mujer se había acercado era el mismo por el que mucha gente no lo hacía: por ser un hombre bestia. ¿Que iba a ganar con ello? Nunca habia sido la clase de persona que invitaba a dar conversación, y menos en una situación así. Pero no podía culparla demasiado. Era normal el buscar compañía con la que uno no se sintiera repudiado.
-Sabes... dicen que los hombres bestia estamos doblemente malditos. Malditos ante el resto de razas por ser distintos a ellos, y malditos ante la nuestra por ser iguales entre nosotros.- empecé. -La primera parte es fácil de entender. Los humanos, dragones, licántropos, brujos, elfos... hasta los vampiros. Todos ellos son muy similares fisicamente. Pero los hombres bestia... casi siempre somos distintos.- En cierta forma, estaba orgulloso de ser diferente a ellos. Detestaba sus sociedades y su cultura, aunque tuviesen cosas buenas, como la magia. -
Pero el solo hecho de agruparnos en una raza común ya es problemático. ¿En que nos parecemos tu y yo? ¿Y un centauro? ¿O las sirenas, que viven bajo el mar? Sólo tenemos parte de animales. Es lo único en lo que coincidimos. Y por eso, siempre nos echaremos en cara las diferencias.- expliqué. Por pequeña que fuese, una pelea con alguien de mi misma especie siempre sería peor que una con cualquier otro, ya que siempre estaba la norma no escrita. "Somos similares, así que debemos apoyarnos". Por ello, el enfrentarnos dolía más.
-Por eso... especialmente para nosotros, la familia es importante. Cualquier otra gente te mirará con desconfianza o desprecio. Pero la familia... la gente con la que compartes vida... son los únicos que siempre te aceptarán. -suspiré. Podía confirmarlo con experiencia. Nunca me sentí a gusto en un lugar poblado desde que abandoné mi hogar. Y lo echaba de menos. -...un consejo. Nunca te veas en la misma situación en la que estoy. No te quedes sin nada por lo que vivir... y no hagas que te merezcas lo mismo que yo.- murmuré, llevándome la mano al hombro vendado.
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
La mujer bestia rió ligeramente, dándole un trago a su bebida.
-Es un poco locura, supongo. Nunca había oído hablar de ese tipo de cosas… auras o lo que sea.- Se encogió de hombros. Sentía curiosidad por el tema, aunque no estaba segura de que le gustara la idea no obstante. Que alguien pudiera leer en su “aura” cosas de su vida que no estaba dispuesta a compartir con cualquiera… o que ni siquiera sabía. No obstante, después intentaría sonsacarle a Garrett la pregunta que hizo a los orejas puntiagudas. Igual si le invitaba a otra cerveza...
Cuando el perro insistió en el tema de la aldea, la pantera dio un trago a su propia jarra Sin darse prisa en responder. No estaba acostumbrada a hablar de su pasado y... quizás porque había bebido, quizás porque el otro era un hombre bestia como ella… fuera como fuera, la pantera se sinceró respecto a su pasado.
-La verdad es que no sé de dónde vengo... Bueno, obviamente sé como funciona, ya sabes. Quiero decir que no sé nada sobre mi tierra natal. Me crié en una población pequeña, en la península de Verisar. De humanos.- Aclaró.- Aunque no supe muy bien donde me encontraba hasta tiempo después. De niña no salí nunca de la academia en la que nos entrenaban. Allí convivía con otros hombres bestia, todos ellos eran niños desarraigados, como yo. Nos daban cobijo, comida y nos preparaban para luchar… pero claro, nada de eso era gratis, te puedes imaginar.- Se encogió de hombros una vez más, dándole un breve trago a la jarra. - En general tampoco estuvo mal, éramos una especie de familia, tenía amigos, no me moría de hambre... podría haber sido peor. Y la situación mejoró.- Sentenció. A la pantera no le gustaba compadecerse de sí misma ni de su pasado.
Las palabras de Asher sobre los hombres bestia hicieron que Kali se detuviera a pensar.
-¿Sabes? suelo evitar las reflexiones sesudas.- Admitió la mujer bestia.- También te digo, yo no soy ninguna lumbreras.- Sonrió. -La verdad es que nunca me había detenido a pensar en nuestra raza de esa forma. Parece que los dioses tenían muy claro el tipo de molde que querían, pero con nosotros se les rompió el molde.- Bromeó.- Pero reconozco el sentimiento… Por eso antes cuando hablaste del hombre pantera… pensé una cosa muy estúpida.- La mujer bestia sonrió sin alegría.
-Verás, yo no recuerdo nada de mi familia, así que no es algo que eche de menos. Para mí, mi familia eran mis compañeros, como te dije antes. Y todos éramos muy diferentes entre nosotros. Por eso, porque no conozco a nadie como yo... sentía curiosidad.- Había tenido la loca idea de que quizás eran parientes, ella y el tal Ghaaly. Aunque no tenía mucho sentido si se detenía a pensarlo, no todos los hombre pantera de Aerandir iban a ser familia. -Sinceramente, nunca he visto a un hombre pantera, es decir, salvo cuando me veo en un reflejo.- La mujer pantera soltó una leve carcajada. Cuando un tema se volvía sensible para ella, triste quizás, Kali procuraba cambiar el tono.
-Siempre hay algo por lo que vivir, ¿no es así? -Comentó la pantera con aire distraído, jugueteando con el colgante que tenía al cuello. El águila dorada de su señora. Ella había tenido alguien por quién vivir... y ella le había dejado algo por lo que vivir. Se aferraría a ello con todas sus fuerzas mientras pudiera. Después... bueno, no tenía sentido adelantarse a cosas que aún no habían sucedido. Miró al perro directamente a los ojos.- ¿Qué es eso que se supone que te mereces?- Inquirió. La pantera no sabía nada sobre el guarda, qué había hecho y cuál había sido su castigo. Pero imaginaba que tenía que ver con las vendas, por cómo el perro se había llevado ahí la mano. Kali sólo supuso que se trataba de algún tipo de herida.
-Es un poco locura, supongo. Nunca había oído hablar de ese tipo de cosas… auras o lo que sea.- Se encogió de hombros. Sentía curiosidad por el tema, aunque no estaba segura de que le gustara la idea no obstante. Que alguien pudiera leer en su “aura” cosas de su vida que no estaba dispuesta a compartir con cualquiera… o que ni siquiera sabía. No obstante, después intentaría sonsacarle a Garrett la pregunta que hizo a los orejas puntiagudas. Igual si le invitaba a otra cerveza...
Cuando el perro insistió en el tema de la aldea, la pantera dio un trago a su propia jarra Sin darse prisa en responder. No estaba acostumbrada a hablar de su pasado y... quizás porque había bebido, quizás porque el otro era un hombre bestia como ella… fuera como fuera, la pantera se sinceró respecto a su pasado.
-La verdad es que no sé de dónde vengo... Bueno, obviamente sé como funciona, ya sabes. Quiero decir que no sé nada sobre mi tierra natal. Me crié en una población pequeña, en la península de Verisar. De humanos.- Aclaró.- Aunque no supe muy bien donde me encontraba hasta tiempo después. De niña no salí nunca de la academia en la que nos entrenaban. Allí convivía con otros hombres bestia, todos ellos eran niños desarraigados, como yo. Nos daban cobijo, comida y nos preparaban para luchar… pero claro, nada de eso era gratis, te puedes imaginar.- Se encogió de hombros una vez más, dándole un breve trago a la jarra. - En general tampoco estuvo mal, éramos una especie de familia, tenía amigos, no me moría de hambre... podría haber sido peor. Y la situación mejoró.- Sentenció. A la pantera no le gustaba compadecerse de sí misma ni de su pasado.
Las palabras de Asher sobre los hombres bestia hicieron que Kali se detuviera a pensar.
-¿Sabes? suelo evitar las reflexiones sesudas.- Admitió la mujer bestia.- También te digo, yo no soy ninguna lumbreras.- Sonrió. -La verdad es que nunca me había detenido a pensar en nuestra raza de esa forma. Parece que los dioses tenían muy claro el tipo de molde que querían, pero con nosotros se les rompió el molde.- Bromeó.- Pero reconozco el sentimiento… Por eso antes cuando hablaste del hombre pantera… pensé una cosa muy estúpida.- La mujer bestia sonrió sin alegría.
-Verás, yo no recuerdo nada de mi familia, así que no es algo que eche de menos. Para mí, mi familia eran mis compañeros, como te dije antes. Y todos éramos muy diferentes entre nosotros. Por eso, porque no conozco a nadie como yo... sentía curiosidad.- Había tenido la loca idea de que quizás eran parientes, ella y el tal Ghaaly. Aunque no tenía mucho sentido si se detenía a pensarlo, no todos los hombre pantera de Aerandir iban a ser familia. -Sinceramente, nunca he visto a un hombre pantera, es decir, salvo cuando me veo en un reflejo.- La mujer pantera soltó una leve carcajada. Cuando un tema se volvía sensible para ella, triste quizás, Kali procuraba cambiar el tono.
-Siempre hay algo por lo que vivir, ¿no es así? -Comentó la pantera con aire distraído, jugueteando con el colgante que tenía al cuello. El águila dorada de su señora. Ella había tenido alguien por quién vivir... y ella le había dejado algo por lo que vivir. Se aferraría a ello con todas sus fuerzas mientras pudiera. Después... bueno, no tenía sentido adelantarse a cosas que aún no habían sucedido. Miró al perro directamente a los ojos.- ¿Qué es eso que se supone que te mereces?- Inquirió. La pantera no sabía nada sobre el guarda, qué había hecho y cuál había sido su castigo. Pero imaginaba que tenía que ver con las vendas, por cómo el perro se había llevado ahí la mano. Kali sólo supuso que se trataba de algún tipo de herida.
Kali
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Ladeé la cabeza mientras escuchaba la historia de Kali. ¿Criada entre humanos? A decir verdad, me decepcionó un poco: si fue educada por humanos, entonces no compartíamos apenas nada. Después de todo, un lobo criado por corderos era poco más que otro cordero más. ¿Como de distinta sería la mujer bestia si hubiese crecido entre los suyos?
-Tal vez deberías investigar. Buscar a los tuyos... debe haber una aldea.- sugerí, encogiéndome de hombros. El asunto de Gaahly me dio cierta curiosidad. Recordaba que era un hombre amable y astuto. Siempre le prestaba atención a todo y le gustaba aprender. Por eso, nunca rechazaba contacto con los miembros de una aldea, incluso si eran cachorros como yo. La mayoría de críos se mantenían a cierta distancia, algo inseguros, pero yo siempre iba a verle cuando visitaba bajo la atenta mirada de mi madre. Él me contaba alguna nueva historia, o me enseñaba algún "artefacto" que fabricasen en otros poblados. Solían ser pequeñas curiosidades, como un instrumento musical o algún símbolo.
-No. No siempre.- dije en tono seco. -Es fácil perderlo.- Entrecerré los ojos ante la siguiente pregunta y se hizo un largo silencio. Mi mano seguía posada en mi hombro, y evité mirar a la mujer pantera. -He hablado demasiado.- musité. Acto seguido, me levanté y volví a salir por la puerta, molesto.
-Diosss... eres la peor persona para animar del mundo. ¡Ya se ha ido de nuevo a matar gente o algo!- dije. ¿Cuantas rondas llevaba? Claramente una de más, mínimo. Me levanté, pero me quedé de pie unos segundos, mareado por el movimiento repentino. -¿Y ahora que hago...? Seguro que está cascarrabias, como siempre.- me restregué la mano por la cara y avancé a la mesa que había abandonado Asher
-No te enfades con él. Te contaré lo que le pasa... es que es un mercenario. Era. Hace unas semanas le capturaron pero, en vez de ejecutarlo... Tyron le puso una marca en el hombro. Como una maldición o encantamiento, para que obedezca, y le obligó a trabajar para la guardia. Yo tengo que vigilarlo...- expliqué, intentando mantenerme concentrado. Espera, ¿no estaba pensando en NO decir nada hace unos minutos? Maldito alcohol. -...y por eso me odia, creo. Está siempre de mal humor.- suspiró. -No le digas que te he dicho eso. Ni lo de antes. Ni que siempre he querido ser poeta.
Coordinandome como pude, saqué mi monedero y me dirigí a la barra a pagar lo que debía. No podía seguir bebiendo más. Tyron tendría mi cabeza si hacía algo estúpido. Haciéndole una señal a Kali, le indiqué que viniese conmigo a la salida.
-¡Aaaaaasheeeeer!- grité. -¡Perdónanos por ser idiotas!- le dije a las calles, vacías. -Venga, tu también, Kali, que le has puesto de morros. ¡AAAAASHEEEEEEEER!- Oficialmente, no tenía juicio alguno cuando iba bebido. -¡AH! ¡No me pegues!- El hombre bestia apareció de un salto a mi lado, probablemente bajando de un edificio como antes.
-¿Se puede saber que problema tienes?- gruñó, olisqueando el aire entre nosotros. -¿Cuanto has bebido? Bah...- dio un largo suspiro, armándose de paciencia. -Debería ahogarte en el Tymer. Dioses... No puedes volver al cuartel así, aunque no debería importarme. ¿Qué se supone que hago contigo ahora?
___________________________
Pon una complicación en el siguiente rol, no importa de que tipo. En un par de rondas, podemos acabar.
-Tal vez deberías investigar. Buscar a los tuyos... debe haber una aldea.- sugerí, encogiéndome de hombros. El asunto de Gaahly me dio cierta curiosidad. Recordaba que era un hombre amable y astuto. Siempre le prestaba atención a todo y le gustaba aprender. Por eso, nunca rechazaba contacto con los miembros de una aldea, incluso si eran cachorros como yo. La mayoría de críos se mantenían a cierta distancia, algo inseguros, pero yo siempre iba a verle cuando visitaba bajo la atenta mirada de mi madre. Él me contaba alguna nueva historia, o me enseñaba algún "artefacto" que fabricasen en otros poblados. Solían ser pequeñas curiosidades, como un instrumento musical o algún símbolo.
-No. No siempre.- dije en tono seco. -Es fácil perderlo.- Entrecerré los ojos ante la siguiente pregunta y se hizo un largo silencio. Mi mano seguía posada en mi hombro, y evité mirar a la mujer pantera. -He hablado demasiado.- musité. Acto seguido, me levanté y volví a salir por la puerta, molesto.
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-Diosss... eres la peor persona para animar del mundo. ¡Ya se ha ido de nuevo a matar gente o algo!- dije. ¿Cuantas rondas llevaba? Claramente una de más, mínimo. Me levanté, pero me quedé de pie unos segundos, mareado por el movimiento repentino. -¿Y ahora que hago...? Seguro que está cascarrabias, como siempre.- me restregué la mano por la cara y avancé a la mesa que había abandonado Asher
-No te enfades con él. Te contaré lo que le pasa... es que es un mercenario. Era. Hace unas semanas le capturaron pero, en vez de ejecutarlo... Tyron le puso una marca en el hombro. Como una maldición o encantamiento, para que obedezca, y le obligó a trabajar para la guardia. Yo tengo que vigilarlo...- expliqué, intentando mantenerme concentrado. Espera, ¿no estaba pensando en NO decir nada hace unos minutos? Maldito alcohol. -...y por eso me odia, creo. Está siempre de mal humor.- suspiró. -No le digas que te he dicho eso. Ni lo de antes. Ni que siempre he querido ser poeta.
Coordinandome como pude, saqué mi monedero y me dirigí a la barra a pagar lo que debía. No podía seguir bebiendo más. Tyron tendría mi cabeza si hacía algo estúpido. Haciéndole una señal a Kali, le indiqué que viniese conmigo a la salida.
-¡Aaaaaasheeeeer!- grité. -¡Perdónanos por ser idiotas!- le dije a las calles, vacías. -Venga, tu también, Kali, que le has puesto de morros. ¡AAAAASHEEEEEEEER!- Oficialmente, no tenía juicio alguno cuando iba bebido. -¡AH! ¡No me pegues!- El hombre bestia apareció de un salto a mi lado, probablemente bajando de un edificio como antes.
-¿Se puede saber que problema tienes?- gruñó, olisqueando el aire entre nosotros. -¿Cuanto has bebido? Bah...- dio un largo suspiro, armándose de paciencia. -Debería ahogarte en el Tymer. Dioses... No puedes volver al cuartel así, aunque no debería importarme. ¿Qué se supone que hago contigo ahora?
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Pon una complicación en el siguiente rol, no importa de que tipo. En un par de rondas, podemos acabar.
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
-Es posible.- Comentó distraídamente, cuando el lobo le sugirió que buscara su aldea natal.- Pero antes de hacerlo… debo resolver un asunto.- Respondió, de forma ambigua.
El tema del apodo y toda la situación del hombre perro con la guardia parecía delicado. Quizás no debió preguntar, pero ya era tarde para echarse atrás. Asher acababa de decidir que la charla había concluido. Antes de que Kali pudiera añadir nada más, el perro había abandonado el local, airado.
Desde luego no había ido como Kali esperaba. La mujer pantera le dio un trago a su bebida. Fuera lo que fuera lo que sucedía con el hombre perro tampoco era asunto suyo, por mucha curiosidad que tuviese. Algunos problemas debían resolverse de forma personal.
Garret no tardó en dirigirse a ella desde su mesa.
-Bueno, nunca dije que fuera buena en eso. -Se encogió de hombros.- Además, tu amigo estaba de malas pulgas.- Se atrevió a bromear, estando el perro fuera, para quitarle hierro al asunto. El brujo parecía algo embriagado, pero Kali no estaba segura de hasta qué punto.
La pantera escuchó atentamente las palabras del brujo. Aquello le daba una nueva perspectiva sobre Asher y la guardia.
-Nah, claro que no me voy a enfadar.- Hizo un gesto con la mano para restarle importancia.- Creo que me pasé de la raya, a veces me cuesta ver los límites ¿sabes? Una vez le pregunté a un hombre cerdo si apestaba, jajaja. Bueno, en realidad eso fue porque quería una excusa para liarme a golpes… En fin, siendo adolescente era un poco camorrista.- Se detuvo un momento, dándose cuenta de que estaba hablando de más.
-De todas formas, perdona que te lo diga, pero sois unos cabrones en la guardia. Sobre todo ese tal Tyron. Eso es como ser un jodido esclavo, pero peor porque no tienes voluntad. Y créeme, sé algo de eso.- Gruñó, terminándose su bebida de un trago. Técnicamente ella no había sido una esclava, no obstante, su situación en la academia se parecía bastante...
-No te preocupes, soy una tumba.- Respondió al mago que estaba, a ojos de la pantera, visiblemente ebrio. No había más que verle andar. La pantera se apresuró a levantarse, por si el hombre necesitaba ayuda para sostenerse en pie. Al menos logró pagar la cuenta. Los de la guardia debían tener buen sueldo.
Una vez fuera del local, Garrett comenzó a dar voces. Por todos los dioses, despertaría a todo el barrio y haría que llamaran a la guardia. Ellos no tendrían muchos problemas, pero Kali no creía que el resto de guardias fueran tan… comprensivos, con su situación.
-En realidad darle un baño con agua fría creo que le vendría bien. Así se despeja. Aunque mejor no en el Tymer. - Soltó la pantera, con una sonrisa. Esperaba que el perro pudiera ofrecerle una tregua.
En esas estaban cuando llegaron un par de efebos. Parecían chicos de la calle por cómo iban vestidos y maquillados. Aunque en un barrio noble nunca se sabía, igual salían de una fiesta. La gente con dinero tenía aficiones extrañas. O quizás volvían de estar con alguien que habría pagado mucho por sus servicios. Fuera como fuera, ambos chicos se dirigieron hacia ellos.
-Hola hombretones, ¿alguno busca compañía esta noche? -Dijeron con una sonrisa, miraban a Garrett, concretamente. Quizás consideraban que sería fácil, al verlo visiblemente embriagado.
-Yo estoy bien, gracias.- Dijo la pantera con indiferencia.
-¡Oye! ¿Qué hacéis con mi cariñito…? -Gruñó un hombre, parecía embriagado también. Tomó del brazo a uno de los muchachos, apretándole con fuerza. -Te he buscado por todos lados… ¿por qué no vuelves conmigo? -Para sorpresa de todos el tipo comenzó a llorar.
-Roland, déjalo ya, ambos sabemos que no vas a dejar a tu mujer y tengo que buscarme la vida.- Replicó uno de los chicos, claramente disgustado. El otro chico había quedado en segundo plano, aunque parecía algo asustado.
-Pero yo no soy feliz sin ti. - El hombre miró en derredor, aún con lágrimas en los ojos. -Tú.- Señaló a Garrett.- Tú eres el que ha hecho que mi cariñito me haya dejado, cabrón.- Y se abalanzó cuán grande era sobre el pobre brujo, había intentado golpearle pero estaba demasiado borracho como para acertar y había tropezado y caído en la dirección del mago.
La situación además de embarazosa, parecía ridícula a ojos de la pantera. Casi cómica.
El tema del apodo y toda la situación del hombre perro con la guardia parecía delicado. Quizás no debió preguntar, pero ya era tarde para echarse atrás. Asher acababa de decidir que la charla había concluido. Antes de que Kali pudiera añadir nada más, el perro había abandonado el local, airado.
Desde luego no había ido como Kali esperaba. La mujer pantera le dio un trago a su bebida. Fuera lo que fuera lo que sucedía con el hombre perro tampoco era asunto suyo, por mucha curiosidad que tuviese. Algunos problemas debían resolverse de forma personal.
Garret no tardó en dirigirse a ella desde su mesa.
-Bueno, nunca dije que fuera buena en eso. -Se encogió de hombros.- Además, tu amigo estaba de malas pulgas.- Se atrevió a bromear, estando el perro fuera, para quitarle hierro al asunto. El brujo parecía algo embriagado, pero Kali no estaba segura de hasta qué punto.
La pantera escuchó atentamente las palabras del brujo. Aquello le daba una nueva perspectiva sobre Asher y la guardia.
-Nah, claro que no me voy a enfadar.- Hizo un gesto con la mano para restarle importancia.- Creo que me pasé de la raya, a veces me cuesta ver los límites ¿sabes? Una vez le pregunté a un hombre cerdo si apestaba, jajaja. Bueno, en realidad eso fue porque quería una excusa para liarme a golpes… En fin, siendo adolescente era un poco camorrista.- Se detuvo un momento, dándose cuenta de que estaba hablando de más.
-De todas formas, perdona que te lo diga, pero sois unos cabrones en la guardia. Sobre todo ese tal Tyron. Eso es como ser un jodido esclavo, pero peor porque no tienes voluntad. Y créeme, sé algo de eso.- Gruñó, terminándose su bebida de un trago. Técnicamente ella no había sido una esclava, no obstante, su situación en la academia se parecía bastante...
-No te preocupes, soy una tumba.- Respondió al mago que estaba, a ojos de la pantera, visiblemente ebrio. No había más que verle andar. La pantera se apresuró a levantarse, por si el hombre necesitaba ayuda para sostenerse en pie. Al menos logró pagar la cuenta. Los de la guardia debían tener buen sueldo.
Una vez fuera del local, Garrett comenzó a dar voces. Por todos los dioses, despertaría a todo el barrio y haría que llamaran a la guardia. Ellos no tendrían muchos problemas, pero Kali no creía que el resto de guardias fueran tan… comprensivos, con su situación.
-En realidad darle un baño con agua fría creo que le vendría bien. Así se despeja. Aunque mejor no en el Tymer. - Soltó la pantera, con una sonrisa. Esperaba que el perro pudiera ofrecerle una tregua.
En esas estaban cuando llegaron un par de efebos. Parecían chicos de la calle por cómo iban vestidos y maquillados. Aunque en un barrio noble nunca se sabía, igual salían de una fiesta. La gente con dinero tenía aficiones extrañas. O quizás volvían de estar con alguien que habría pagado mucho por sus servicios. Fuera como fuera, ambos chicos se dirigieron hacia ellos.
-Hola hombretones, ¿alguno busca compañía esta noche? -Dijeron con una sonrisa, miraban a Garrett, concretamente. Quizás consideraban que sería fácil, al verlo visiblemente embriagado.
-Yo estoy bien, gracias.- Dijo la pantera con indiferencia.
-¡Oye! ¿Qué hacéis con mi cariñito…? -Gruñó un hombre, parecía embriagado también. Tomó del brazo a uno de los muchachos, apretándole con fuerza. -Te he buscado por todos lados… ¿por qué no vuelves conmigo? -Para sorpresa de todos el tipo comenzó a llorar.
-Roland, déjalo ya, ambos sabemos que no vas a dejar a tu mujer y tengo que buscarme la vida.- Replicó uno de los chicos, claramente disgustado. El otro chico había quedado en segundo plano, aunque parecía algo asustado.
-Pero yo no soy feliz sin ti. - El hombre miró en derredor, aún con lágrimas en los ojos. -Tú.- Señaló a Garrett.- Tú eres el que ha hecho que mi cariñito me haya dejado, cabrón.- Y se abalanzó cuán grande era sobre el pobre brujo, había intentado golpearle pero estaba demasiado borracho como para acertar y había tropezado y caído en la dirección del mago.
La situación además de embarazosa, parecía ridícula a ojos de la pantera. Casi cómica.
Kali
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
Un baño de agua fría... si. Le despejaría las ideas. Y serviría un poco de retribución. Pero el puerto estaba bastante lejos de los barrios nobles, y no me sentía con energía suficiente como para empujarlo al agua, sacarlo, y esperar a que se secase antes de volver. Empecé a pensar en abandonarlo ahí. No era asunto mío... aunque estaba seguro de que Tyron lo convertiría en mi problema. Suspiré.
Y entonces, un par de... jovenes, se acercaron, caminando como idiotas afeminados.
-Compañía... ¡ya tengo compañía!- se quejó. Y entonces, entendió lo que estaban ofreciendo. -Oh. Eh... no, yo... a mi no...- balbuceó, avergonzado. -Yo soy más de mujeres... No es que tenga nada en contra de...- Le miré, arqueando una ceja. Fuese el alcohol o el ofrecimiento, el brujo, tan sarcástico e ingenioso como era, se encontraba incapaz de terminar una frase coherente. Los dos chicos me miraron a mi.
-Si apreciáis todas vuestras extremidades, ni se os ocurra preguntar.- gruñí, con una mueca de asco. Debía sacarles alrededor de una década de edad. Y, dioses, iban maquillados. Se me ocurrían al menos una docena de razones por las que rechazarlos. Los dos chicos emitieron un resoplido de resignación, pero antes de que se fueran, apareció otro hombre, uno más mayor y más borracho.
-...tu cariñito.- observé, ladeando la cabeza. No era la clase de cosa que le llamaría a nadie en público. O en privado, de hecho. Y entonces, empezó a llorar. Me restregué los ojos, exasperado ante la escena. Pensé en salir de ahí y dejarles solos para su reconciliación o lo que fuese, pero por algún motivo, el recién llegado se lanzó sobre Garrett. Ambos acabaron en el suelo, quedando el desconocido encima del brujo.
-Pero... yo no...- comenzó el brujo, aún más confuso. La cara se le había cambiado de pálida a casi completamente roja. -¡Roland! ¡Me estás avergonzando delante de clientes!- se quejó el joven.
-¿Clientes?- preguntó. Se alejó de Garrett, quedándose de rodillas en el suelo, donde continuó su llanto. -¿Por qué me haces esto, Lyam? ¡Yo solo quiero estar contigo! ¡No me importa mantenerte!- sollozó, mirandole con desesperación. El joven miró al suelo. -Pero si estás con tu mujer... me siento como un estorbo. No quiero depender de ti.-
-¡Pero... pero yo te quiero!- sollozó, intentando levantarse. Su "cariñito" empezó a llorar también, aunque no tan dramáticamente, y le abrazó. -¡Yo también te quiero, Roland!-
Se abrazaron durante unos incómodos minutos. Viendo que eso iba para largo, ayudé al brujo a levantarse y le hice una señal con la cabeza a Kali para salir de ahí, dejando a la pareja sola... con su carabina, claro.
-¿De que iba todo eso?- resoplé. Garrett se había quedado sorprendentemente callado, pero caminó detrás de mi, tropezando cada poco tiempo. Suspiré, algo molesto. -En fin. Creo que ya podemos separarnos nosotros también. Me encargaré de conseguirle un jarro de agua fría para despejarlo un poco.- declaré. -Si necesitas ayuda con tu asunto o algo, avisanos.- ofrecí, algo inseguro. Aún me sentía algo incómodo por lo último que pasó en la taberna y no quería que pensase que le guardaba rencor. -Si no, no me meteré. De todas formas, no dejes que te pillen colándote en casas de nuevo.- Casi dejé escapar un burlón "aficionada", pero no todos se conocían los tejados tan bien como yo.
-En fin. Nos vemos. O tal vez no, si tienes suerte.- dije, dándole la espalda de camino al cuartel, con el brujo detrás. -¡Adioooos, Kali! ¡Oh, espera! "¿Que ocurre si una persona cambia? ¿Cambia su color?"- gritó. No entendía muy bien que estaba diciendo, pero daba igual. -¡Ahora si, adioos!- dijo, despidiéndose con la mano efusivamente.
Y entonces, un par de... jovenes, se acercaron, caminando como idiotas afeminados.
-Compañía... ¡ya tengo compañía!- se quejó. Y entonces, entendió lo que estaban ofreciendo. -Oh. Eh... no, yo... a mi no...- balbuceó, avergonzado. -Yo soy más de mujeres... No es que tenga nada en contra de...- Le miré, arqueando una ceja. Fuese el alcohol o el ofrecimiento, el brujo, tan sarcástico e ingenioso como era, se encontraba incapaz de terminar una frase coherente. Los dos chicos me miraron a mi.
-Si apreciáis todas vuestras extremidades, ni se os ocurra preguntar.- gruñí, con una mueca de asco. Debía sacarles alrededor de una década de edad. Y, dioses, iban maquillados. Se me ocurrían al menos una docena de razones por las que rechazarlos. Los dos chicos emitieron un resoplido de resignación, pero antes de que se fueran, apareció otro hombre, uno más mayor y más borracho.
-...tu cariñito.- observé, ladeando la cabeza. No era la clase de cosa que le llamaría a nadie en público. O en privado, de hecho. Y entonces, empezó a llorar. Me restregué los ojos, exasperado ante la escena. Pensé en salir de ahí y dejarles solos para su reconciliación o lo que fuese, pero por algún motivo, el recién llegado se lanzó sobre Garrett. Ambos acabaron en el suelo, quedando el desconocido encima del brujo.
-Pero... yo no...- comenzó el brujo, aún más confuso. La cara se le había cambiado de pálida a casi completamente roja. -¡Roland! ¡Me estás avergonzando delante de clientes!- se quejó el joven.
-¿Clientes?- preguntó. Se alejó de Garrett, quedándose de rodillas en el suelo, donde continuó su llanto. -¿Por qué me haces esto, Lyam? ¡Yo solo quiero estar contigo! ¡No me importa mantenerte!- sollozó, mirandole con desesperación. El joven miró al suelo. -Pero si estás con tu mujer... me siento como un estorbo. No quiero depender de ti.-
-¡Pero... pero yo te quiero!- sollozó, intentando levantarse. Su "cariñito" empezó a llorar también, aunque no tan dramáticamente, y le abrazó. -¡Yo también te quiero, Roland!-
Se abrazaron durante unos incómodos minutos. Viendo que eso iba para largo, ayudé al brujo a levantarse y le hice una señal con la cabeza a Kali para salir de ahí, dejando a la pareja sola... con su carabina, claro.
-¿De que iba todo eso?- resoplé. Garrett se había quedado sorprendentemente callado, pero caminó detrás de mi, tropezando cada poco tiempo. Suspiré, algo molesto. -En fin. Creo que ya podemos separarnos nosotros también. Me encargaré de conseguirle un jarro de agua fría para despejarlo un poco.- declaré. -Si necesitas ayuda con tu asunto o algo, avisanos.- ofrecí, algo inseguro. Aún me sentía algo incómodo por lo último que pasó en la taberna y no quería que pensase que le guardaba rencor. -Si no, no me meteré. De todas formas, no dejes que te pillen colándote en casas de nuevo.- Casi dejé escapar un burlón "aficionada", pero no todos se conocían los tejados tan bien como yo.
-En fin. Nos vemos. O tal vez no, si tienes suerte.- dije, dándole la espalda de camino al cuartel, con el brujo detrás. -¡Adioooos, Kali! ¡Oh, espera! "¿Que ocurre si una persona cambia? ¿Cambia su color?"- gritó. No entendía muy bien que estaba diciendo, pero daba igual. -¡Ahora si, adioos!- dijo, despidiéndose con la mano efusivamente.
Asher Daregan
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Re: Colores verdaderos [Interpretativo] [Libre 2/4]
La mujer bestia no pudo evitar soltar reír ante la situación, aunque intentó que fuera de forma disimulada. En cualquier caso la amante pareja no parecía prestar mucha atención a nada que no fuera el otro.
El pobre brujo no parecía estar muy avispado gracias a los efectos del alcohol. La mujer bestia, que había bebido algo menos, estaba algo alegre pero poco más. Quizás por eso encontraba la situación tan divertida. El clímax llegó cuando ambos, llorando, se fundieron en un abrazo.
-Cuánto sentimentalismo.- Se quejó la pantera. Aunque acto seguido añadió.- ¡Bésale, idiota!- Animó sin poder evitar sonreír. No sabía si le habían oído o no, la pantera notó el gesto con la cabeza de Asher. Así que no tardó en seguirle. Dejando atrás el espectáculo. Había sido ridículo y un tanto embarazoso, pero la mujer pantera imaginaba que, a su manera, resultaba algo “bonito” que aquellos dos individuos tan extraños se quisieran. Y se hubieran reconciliado. No parecía una relación al uso, desde luego.
-Ni idea.- Respondió la pantera, encogiéndose de hombros.- Pero parece que acabó bien ¿no? Auguro que esos dos van a tener una buena noche.- Bromeó la pantera. Aunque no se atrevería a decir que fueran a tener un buen año.
-Y menos mal.- Se refería al hecho de que se separaran.- No quería acabar en una celda esta noche.- Lo que sí llegó un poco como una jarra de agua fría fue la mención a su “asunto”.- Oh, gracias.- Esperaba no tener que acudir a la guardia para ello no obstante. Pero ambos hombres, brujo y perro, parecían buena gente... para ser de la guardia, claro.- Sí, lo tendré en cuenta.- Trató de recuperar el aplomo con una sonrisa. -No tengo intención de dejarme pillar de nuevo.-
-Ha estado bien hablar con un hombre bestia, aunque no seamos iguales en apariencia... las otras razas nos miran de otra forma. -Aseguró la pantera, haciendo referencia a la reflexión anterior del hombre perro. - Ah, e igual podrías darle una oportunidad a Garrett. -Le dijo, en voz baja, aunque imaginaba que el brujo no se enteraría.- Es un buen tipo y no tiene malas intenciones, aunque sea un poco bocazas.- A la pantera le caía bastante simpático. Aunque sabía que las circunstancias en las que lo había conocido eran bastante distintas a las del perro.
-Eso espero, amigo. -Respondió la pantera a la despedida. Aunque no quedaba claro si era por el “nos vemos” o por lo de “tener suerte”.
-Hasta luego, brujo.- La pantera levantó la zarpa para despedirse y sonrió para sí misma. ¿Había sido esa la pregunta qué le había hecho a los elfos? Por lo que le había contando, Kali imaginaba que cada criatura tenía su propio color inmutable. Pero si no era así, quizás al cambiar... ¿Le habrían respondido los elfos?
La pantera sacudió aquellos pensamientos de su cabeza. Era demasiado tarde y había bebido demasiado como para entretenerse en cuestiones sesudas. No era lo suyo.
Ahora debía buscar un lugar para pasar la noche.
El pobre brujo no parecía estar muy avispado gracias a los efectos del alcohol. La mujer bestia, que había bebido algo menos, estaba algo alegre pero poco más. Quizás por eso encontraba la situación tan divertida. El clímax llegó cuando ambos, llorando, se fundieron en un abrazo.
-Cuánto sentimentalismo.- Se quejó la pantera. Aunque acto seguido añadió.- ¡Bésale, idiota!- Animó sin poder evitar sonreír. No sabía si le habían oído o no, la pantera notó el gesto con la cabeza de Asher. Así que no tardó en seguirle. Dejando atrás el espectáculo. Había sido ridículo y un tanto embarazoso, pero la mujer pantera imaginaba que, a su manera, resultaba algo “bonito” que aquellos dos individuos tan extraños se quisieran. Y se hubieran reconciliado. No parecía una relación al uso, desde luego.
-Ni idea.- Respondió la pantera, encogiéndose de hombros.- Pero parece que acabó bien ¿no? Auguro que esos dos van a tener una buena noche.- Bromeó la pantera. Aunque no se atrevería a decir que fueran a tener un buen año.
-Y menos mal.- Se refería al hecho de que se separaran.- No quería acabar en una celda esta noche.- Lo que sí llegó un poco como una jarra de agua fría fue la mención a su “asunto”.- Oh, gracias.- Esperaba no tener que acudir a la guardia para ello no obstante. Pero ambos hombres, brujo y perro, parecían buena gente... para ser de la guardia, claro.- Sí, lo tendré en cuenta.- Trató de recuperar el aplomo con una sonrisa. -No tengo intención de dejarme pillar de nuevo.-
-Ha estado bien hablar con un hombre bestia, aunque no seamos iguales en apariencia... las otras razas nos miran de otra forma. -Aseguró la pantera, haciendo referencia a la reflexión anterior del hombre perro. - Ah, e igual podrías darle una oportunidad a Garrett. -Le dijo, en voz baja, aunque imaginaba que el brujo no se enteraría.- Es un buen tipo y no tiene malas intenciones, aunque sea un poco bocazas.- A la pantera le caía bastante simpático. Aunque sabía que las circunstancias en las que lo había conocido eran bastante distintas a las del perro.
-Eso espero, amigo. -Respondió la pantera a la despedida. Aunque no quedaba claro si era por el “nos vemos” o por lo de “tener suerte”.
-Hasta luego, brujo.- La pantera levantó la zarpa para despedirse y sonrió para sí misma. ¿Había sido esa la pregunta qué le había hecho a los elfos? Por lo que le había contando, Kali imaginaba que cada criatura tenía su propio color inmutable. Pero si no era así, quizás al cambiar... ¿Le habrían respondido los elfos?
La pantera sacudió aquellos pensamientos de su cabeza. Era demasiado tarde y había bebido demasiado como para entretenerse en cuestiones sesudas. No era lo suyo.
Ahora debía buscar un lugar para pasar la noche.
[TEMA FINALIZADO]
Kali
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