El vial blanco 2.0. [Taller de Alquimia-Ingenieria de Níniel]

Catherine nunca pensó que se interesaría por la alquimia. Sí era muy útil en muchas situaciones y su rama dedicada a venenos y sedantes era especialmente divertida de usar...Pero los minuciosos detalles de su elaboración y la paciencia para hacerse con los conocimientos y habilidades necesarios siempre le parecieron más para ratas de biblioteca que para alguien como ella. Al menos hasta que su camino se cruzó para no separarse más con el de Níniel.

-La raíz de mandrágora en el tercer estante...Las semillas de prímula en el último armario, arriba del todo.- Casi canturreaba mientras colocaba los nuevos ingredientes recién llegados del mercado y los colocaba uno por uno, aprovechando su felina agilidad para alcanzar incluso el más alto e inaccesible de los estantes sin necesidad de usar la escalerilla próxima. -Y esto...¿Qué rayos era esto? Ah sí, vaina de hongo warren...Tiene forma de..- Dijo comenzando a reírse justo cuando un par de nuevos clientes entraron en el taller. Y desde luego eran de la clase que sabía a lo que iba y lo que buscaba. Claro que no parecían saber que la alquimista que buscaban era una elfa, y no una mujer bestia.

-Si buscáis una poción de curación, o una pócima que le asegure a vuestras esposas una velada inolvidable...Pero esto, no tengo ni idea. Y menos de ingeniería. Aún ni sé qué mosca le ha picado ahora a mi hermana con montar y desmontar cachivaches...Debería estar por llegar, fue a recoger algo aquí al lado.- Dijo la pelirroja revisando ambas listas sin enterasrse de mucho.

En ese momento la puerta volvió a abrirse y la elfa peliblanca entró en el local portando algunos paquetes.

-Ah. Nín. Clientes especiales.- Saludó la felina a la sacerdotisa explicándole que buscaban un intercambio de conocimientos y entregándole ambas listas a su hermana, quien saludó a ambos hombres con un elegante gesto y revisó dichos listados tras dejar aquellos paquetes sobre el mostrador.

-No piden conocimientos cualquiera...Y tampoco ofrecen conocimientos cualquiera.- Dijo finalmente, evidentemente interesada tras mirar de arriba a abajo a aquellas personas de manera evaluativa. -¿Llaman a esta ciudad su hogar o tienen pensando pasar unos días? Es el tiempo que tardaré en hacer una copia de mis notas, y en mostraros y observar la parte más práctica. En la posada de aquí al lado hay camas limpias y buena comida.- Ofreció, mostrándose de acuerdo en el trato, así como en ofrecer una pequeña suma de aeros, ya que las recetas y diagramas que le ofrecían eran algo más avanzados que los suyos.

-Mi laboratorio y taller están abajo. Podemos comenzar en cuanto se sientan preparados.- Indicó entonces.

-Y nada de tomarse confianzas. Abajo es donde guardo mis muñecos de práctica, los pobres ya no están para muchos trotes así que estaba pensando en conseguirme unos nuevos...- Advirtió la pelirroja con una media sonrisa. En cuanto el par de hombres viera el estado en el que la felina tenía aquellos muñecos de tela y paja, comprenderían mejor a qué se refería la gata.

La gata no dijo ni añadió nada más, limitándose a ampliar su sonrisa hasta dejar entrever sus afilados colmillos mientras veía desfilar al grupo rumbo a la trastienda y de allí al sótano. La advertencia estaba hecha y era clara. Mientras todos mantuvieran la profesionalidad, nadie perdería un miembro de relevancia proporcional al error cometido. Tan pronto como los perdió de vista, comenzó a desempaquetar los ingredientes y materiales recién traídos y siguió trabajando.

-Me parece bien. De hecho ingeniería para mi no es más que un pasatiempo. Supongo que he pasado demasiado tiempo cerca de un genio inventor,  y como dicen los humanos "todo se pega".- Se mostró de acuerdo la peliblanca mientras con un simple gesto de su mano el sótano se iluminó con varios orbes de luz pura que ofrecían a aquel lugar el ambiente ideal para trabajar. Además del más seguro, a diferencia de velas, aceites y fuego.

Aquel sótano estaba perfectamente equipado como taller de Alquimia, digno de una maestra. Incluso contaba con varios objetos peculiares obtenidos a lo largo de sus muchas aventuras y que facilitaban el trabajo, como un curioso distribuidor y medidor de cantidades con un temporizador mecánico. Una de las muchas obras de Chimar. En cuanto a la parte dedicada a la ingeniería, no se quedaba atrás, pues antes de partir de viaje, el mencionado niño inventor le había regalado casi todas sus cosas, incluido todo lo desmontable de su taller de la esfera. Por supuesto todo estaba inmaculadamente pulcro y ordenado, incluidas las piezas de equipo como armaduras con tecnología retráctil, guantes mecanizados o ballestas con lanza arpones avanzados.

-La ventilación es arcana.- Añadió la peliblanca al ver el rostro evaluativo de su invitado. -Runas de viento inversas.- Señaló los conductos que conectaban con el exterior. Entonces comenzó a sacar algunos de sus libros de alquimia y notas, buscando las adecuadas.

-Ah, bueno, esto es un taller de alquimia. No vamos a utilizar todos los calentadores arcanos. Puede usar aquel de allí.- Respondió a la pregunta sobre calentar agua para té,  indicando al más lejano. -Si es más tradicional, siempre podemos pedir que nos traigan algo desde la posada de al lado. Nunca necesité cocina en mis estancias en Lunargenta gracias a ellos.- Convino la joven.

-Bien, comencemos. La base de la fórmula de cambio de forma es la esencia de licantropía. Para obtenerla necesitamos pelo de licántropo. El género es irrelevante pero hay que tener cuidado, algunos vendedores tratan de aumentar sus beneficios mezclandolo con pelo de perro. ¿Ve la diferencia?- Comenzó a instruir la sacerdotisa mostrándole ambos ingredientes y cómo evitar ser engañado. -La cantidad es importante, poca no funcionará, mucha podría causar una conversión semi permanente dolorosa, y en cuanto al líquido puede ser agua, pero es mejor agua ducal si está disponible...- Continuaría la peliblanca.

Intercambiar todo aquel conocimiento les llevaría muchas horas. Y muchas más para las prácticas y copia de notas. Lo mismo ocurriría con el resto de conocimientos que intercambiarían.

　–Y por eso podemos decir con total seguridad que el responsable de esas lluvias de vacas solo puede ser el gran Bebé Vin –terminó de explicar aquel hombre religioso, que tenía una barba muy parecida a la de cierto brujo mercenario.

　–Sí, muy bueno el dato –contestó Xana–, pero nadie le preguntó eso. Lo que quiero saber es…

　–¿Quieres escuchar más de la palabra del gran Bebé Vin? –le interrumpió el religioso.

　–Ahm… Por ahora, no.

　–Mi novia me dijo que está embarazada de mí, pero es mentira.

　–¿Qué? –soltó Xana, extrañada por lo aleatorio que fue lo que acababa de escuchar.

　El religioso se inclinó hacia adelante, acercando su boca al oído de la elfa, y le susurró:

　–Es mentira, pues yo ya nací.

　Sin más, Xana decidió darse la vuelta y regresar a la carreta donde Hyro y yo la esperábamos.

　–¿Conseguiste algo? –le pregunté cuando entró, como si no hubiera escuchado su conversación.

　–Creo que se te fue la mano propagando la leyenda del bebé barbudo –dijo antes de tomar asiento–, ahora ya hasta hay una secta, y una bastante rara.

　–Rauko –llamó Hyro, que estaba observando uno de los edificios cercanos–, creo que ahí hay una ingeniera. –Se volteó hacia mí–. ¿Aún te interesa el objeto antimagia?

　–Síp –asentí–, nunca me viene mal algo que pueda arrebatarme lo que me hace capaz de moverme y no caer al suelo como un moco. –Sonreí de oreja a oreja.

　–Vale, mientras ustedes siguen buscando, yo me pasaré a comprarte eso.

　Y así Hyro se dirigió al local. Antes de entrar se acomodó el cuello de la camisa e irguió su espalda.

　–Saludos, señorita –dijo el brujo al ver a la elfa, mostrándole su mejor sonrisa y haciendo una reverencia. Echó un rápido vistazo a la instancia, asegurándose de que había más que solo productos de alquimia–. He escuchado de sus habilidades como ingeniera, así que sé que usted es de las pocas personas capaces de hacer lo que necesito. –Una bolsa de aeros salió de uno de sus bolsillos, levitando por la telequinesis del brujo, y empezó a orbitar alrededor de este–. Campo de disrupción del éter, eso es lo que deseo, y pagaré adecuadamente.

-Cabalgaba, el príncipe Valiente, valiente cobardica armado hasta los dientes. Avanzaba, como una estatua ecuestre, melenas en plan Silkiens, en busca de sus huestes...- Tarareaba Catherine mientras limpiaba con esmero el taller, aplicando tal vez demasiadas energías en cada movimiento de la escoba, lo cual hacia que la suciedad solo se esparciera más y le diera más trabajo a la larga. -Anhelaba su sórdido palacio, otrora engalanado, con cien tapices rancios...-Continuó canturreando animada hasta que la puerta se abrió dando paso a un nuevo cliente, momento en el que detuvo su canción, y sus labores, para observar al hombre. Siempre evaluando cualquier posible peligro para su hermana.

-Saludos. Bienvenido a mi humilde establecimiento. ¿En que puedo ayudarle?- Respondió Níniel tras el mostrador al cortés sujeto, complacida por sus modales. No es que su clientela normalmente fuera excesivamente vulgar, pero al fin y al cabo aquello era Lunargenta, no debía de ser un crimen congratularse cuando alguien educado entraba en tu taller. Y si además alaba tus habilidades en algo que apenas consideras poco más que un pasatiempo...

-Me sorprende que mi habilidad en ese campo haya ganado tanto renombre, aunque todo profesional siempre agradece que alaben su trabajo.- Expresó la peliblanca con una leve aunque elegante inclinación. -Ciertamente tal artilugio no se escapa a mis capacidades, lo tendré listo en poco tiempo, por si quiere esperar aquí.- Añadió señalando una pequeña mesa y un par de sillas. Sobre la mesa descansaba un cuenco con algo de fruta y una jarra de agua acompañada de dos vasos. -Con permiso...-se disculpó entonces la joven desapareciendo en la trastienda, dejando al brujo a solas con una felina pelirroja que, si bien parecía seguir barriendo, más bien había aumentado su vigilancia sobre el que ahora sabía que era un brujo.

Pasado un tiempo, la elfa volvería a aparecer dejando el pedido ya completado sobre el mostrador para su evaluación por parte del cliente. Explicando entonces su funcionamiento y limitaciones. -...y por eso hay que tener cuidado al utilizarlo.-Sentenció una vez acabadas las explicaciones, recibiendo el pago acordado por sus servicios y despidiéndose del brujo.



OFF: Níniel solo cobra los materiales.

La gran ciudad para ella sólo tenía cabida en lo que a negocios se trataba, realizar gasto más bien. Las ciudades de los hombres no tenían mayor interés para la elfa que mejorar su equipamiento, pero era a la capital donde, muy a su pesar, se veía necesario acudir si se querían encontrar productos de calidad. Mayor comodidad, por otra parte, si se buscaba material de unas u otras partes del continente, siendo esta ciudad el mayor nicho de mercado y donde poder dar con ello sin necesidad de viajar hasta sus lugares de procedencia. Si bien, aquel no era su caso, ella tan sólo había logrado hacerse con un pequeño saco de ahorros que la permitirían adecentarse y adecuarse a la vida que de hacía un tiempo llevaba, optando por viajar hasta Lunargenta buscando en concreto el taller de aquella elfa que trabajaba el cuero y otros telares, que había conocido en Midgar hacía ya algún tiempo. Si una pensaba gastarse los aeros, qué menos que hacerlo en alguien de una mínima confianza.

No fue intencionada, mucho menos planeada, la parada anterior a su visita a la curtiduría, mas no fue ligero su asombro al pasar delante de aquel local con taberna y hospedaje nada parecido a los que hasta el momento había conocido en la ciudad, viéndose de lejos más acogedor, ya para empezar. Si bien no fue "La posada del rey y la reina" lo que llamó su atención, el anexo contiguo al mismo, por el se accedía a una botica, la hizo pararse frente a la ventana lateral desde la que se permitió echar un curioso vistazo al interior. Pocas ocasiones, por no decir ninguna, eran las que la habían llevado a pasearse por aquella zona de la gran urbe, vistosamente dedicada a barrios de mejor posición, en vista de su limpieza y orden, contrastando con los bajos que había tenido la mala fortuna de conocer en sus visitas anteriores. Aun tenía tiempo... Podría entrar y consultar sus productos. Optó finalmente por atravesar el portón gris del negocio y quedó muda al encontrar a la elfa que regentaba el taller. Níniel Thenidiel, tan sólo una vez la había visto, en aquella investigación de La Logia en la que se vio envuelta por, precisamente, meter las narices y husmear en asuntos ajenos a ella, exactamente como había hecho hacía un momento a través del cristal. Quizá pertenecer al gremio no te aseguraba el pan que llevarte a la boca, si tenía en cuenta que el mismo Encantador Calhoun también se ganaba la vida doblando el lomo en la fragua. Avanzó hacia el mostrador de forma educada, como siempre que trataba en los negocios ajenos, sin saber muy bien si la Gran Encantadora la recordaría o siquiera su rostro le resultaría familiar. Tampoco importaba, en realidad. Mientras esperaba a ser despachada, ojeó el inventario expuesto y convenientemente etiquetado. Tantas cosas interesantes, no sólo en cuanto a la alquimia, pues la elfa parecía ser también una notable ingeniera. Llevó la mano a su monedero, recordándose a sí misma que aun tenía otras compras que realizar, debiendo mantener la mente fría y no dejarse llevar demasiado.

—¡Hay tantas cosas!— exclamó para sí, en un murmullo que se hizo sonar en voz más alta de lo esperado, mientras repasaba cada uno de los productos que habían llamado su atención —Mis disculpas. No hace mucho que me inicié en la alquimia y me emociono entre tantas opciones. Hay productos que no había visto en ningún otro lugar.— comentó, ligeramente ruborizada al verse como una niña en una juguetería. —Me llevaré un sellador de heridas, ya me habría venido bien en más de una ocasión... A ver, qué más... Si, también una pócima de Yule, no sé cuándo le daré uso pero suena interesante.— comentó, sin pararse a pensar en lo poco o nada que podrían importarle sus razones a la maestra alquimista.

Estaba dispuesta a cerrar su encargo cuando su mirada se desvió hacia un estante en el que se exponían unas botas que parecían alejarse de un calzado corriente, ostentando ciertos mecanismos en el cierre y suela, junto a un cartel informativo que las nombraba como "Botas de Araña". ¿Caminar por los muros? Tuvo que ahogar una risa provocada por su propia imaginación, visualizándose a ella misma en tal hazaña y de repente una imperiosa necesidad de hacerse con ellas nació en su interior. Una vez más se dejaba claro a sí misma que no era bueno llevar dinero encima, no obstante, no se pensó dos veces el darse un capricho como aquel. Al fin y al cabo, después de tantos viajes a pie no le vendría mal renovar su calzado y si además podía servirle para algo más que caminar, ¿por qué no?

—¿Tendrías disponibles unas botas como aquellas en mi tallaje?— consultó, señalando las mismas —De ser así, me las llevaré también.

Y finalmente se decidió, más bien se obligó, a dejar de mirar, no siendo que al descuidarse acabase con todos sus fondos. Llevó la mano a su zurrón y esperó a que la artesana indicase el precio final de su compra.

-Nada. No cabe lo ponga como lo ponga. Vamos a necesitar un taller mayor...Las pociones ocupan poco pero un...-Catherine volvió a mirar aquel aparato al que estaba intentando buscar sitio sin éxito y enarcó una ceja. -Ni siquiera sé qué es esto exactamente.-

-Es un prototipo de condensador de flujo alterno. Ya sabes, para canalizar el éter de...No importa. aunque es cierto que nuestro hogar empieza a quedarse pequeño. Me pregunto si podría obtener los permisos para ampliarlo...O si Beor me vendería su posada.- Pensó en voz alta la joven peliblanca.

-Eres la elfa más rica que conozco. Por poder podrías hasta comprar un castillo. Pero entonces, ¿qué comeríamos? Sin los Wood nos moriríamos de hambre. Bueno, yo me moriría, los elfos coméis una hoja de lechuga y a correr. Para que digan que de lo que se come se cría...-Añadió mirando al busto de su hermana con cierta molestia.

-Es un punto a tener en consideración...-Meditó Níniel sopesando sus opciones. Al menos hasta que una nueva clienta apareció, sacándola de sus pensamientos.

-Señorita Wendell, qué feliz reencuentro.- Saludo la joven a la recién llegada, reconociéndola como aquella incorporación de última hora a una de las expediciones de la Logia. No habían tenido la ocasión de trabajar codo con codo en aquella ocasión, pero Vincent había elogiado su desempeño. -Puedes mirar cuanto quieras. He ido aprendiendo recetas variadas desde que comencé mi viaje fuera de Sandorai: desde preparados de las islas Illidenses, hasta fórmulas secretas usadas en intentos de regicidio...Además de esquemas de ingeniería, un pasatiempo adquirido de un buen amigo humano.- Alentó la sacerdotisa, orgullosa por que aquella hermana hija del bosque elogiara su trabajo.

-Sí. Lo que vienen siendo las botas y sus ajustes se lo encargó al maestro zapatero que vive a unas calles de aquí. Mi hermana irá a por unas y yo iré preparando lo demás. Puedes ir con ella, esperar aquí y seguir echando un vistazo, o volver en un rato.- Ofreció la peliblanca antes de ponerse manos a la obra.

El sellado de heridas ya estaba preparado. Con tan solo colocarle el hilo, la aguja y colocarle el cristal de éter que accionaría el mecanismo estaba ya listo para su uso. Eso de cerrar heridas cosiéndolas no debería ser la primera opción para una hija del bosque, pero cuando la magia fallaba los métodos de los orejas redondas bien podían salvar una vida.

La poción de Yule tardaría un poco más, dado que la cocción de los ingredientes y el posterior destilado no podían, ni debían, apurarse si se quería el mejor resultado, y no uno de esos brebajes que eran poco más que agua que a veces podían comprarse en el mercado. El comprador prudente e inteligente siempre recurría a alquimistas de confianza.

Y en cuanto a las botas, una vez Catherine volvió con unas de la talla de la clienta, solo necesitaron unos refuerzos para asegurar la sujeción y sustituir la suela por la llamada "pata de araña"; basada en minúsculas fibras que imitaban los pelos de las patas de los arácnidos. Mediante un cristal de éter que alimentaba runas de tierra, el usuario podía activar el efecto o desactivarlo al cambiar la posición dichas fibras en la suela.

-Bien, y con esto el pedido está completo. Espero que no necesites usar el sellador contigo misma, y que los dioses te acompañen en tus viajes.- Se despidió la sacerdotisa finalizada la transacción.

OFFROL:
Lamento mucho la tardanza. Por motivos laborales he pasado poco por el foro y no vi este post (Gracias Vinc por decírmelo^^)
Precio de fábrica para la señorita Aylizz:

Sellador de heridas 40 aeros.
Pócima de Yule 30 aeros.
Botas de araña 70 aeros.
Total 140 aeros.

Por muchas vueltas que le diera, no podía terminar su proyecto sin más materiales peculiares. Quizá debiera utilizar los que obtendría de alguno de los muchos objetos que tenía y no usaba para conseguir lo que le faltaba, aunque lo ideal sería poder hacerse con ellos en alguna otra parte, o poder comprárselos a alguno de los artesanos maestros de la ciudad. Al fin de cuentas ellos parecían tener siempre de sobra, si tenías el dinero para pagar sus creaciones claro.

-Ummm, tendré que posponerlo...No queda otra.- se lamentó la joven abandonando su puesto frente a su mesa de alquimia y paseando su mirada sobre su colección heredada de máquinas, artilugios, armas y armaduras de ingeniería. La verdad es que si le sumaba sus propias creaciones al final iba a terminar quedándose sin espacio, aquel hobby suyo ocupaba mucho más que unos viales e ingredientes alquímicos, pero aún así le daría lástima deshacerse de algo de aquello.

-Si ya has acabado, deberías hacerle las pócimas a aquel conocido de la guardia. Siempre, uuuuaaaaaaah, paga bien, con oro o con información...- Sugirió Catherine dando un largo bostezo, mostrando sus afilados colmillos mientras se estiraba y se reacomodaba en su sitio, con poca o ninguna intención de hacer nada más que seguir dormitando cerca de su hermana.

-Puede esperar...no hace ni una semana de la última entrega.- La puerta sonó y la posibilidad de un pedido más interesante le resultó mucho mas emocionante que otro pedido genérico para su contacto de la guardia. O quizá fuese alguien que quisiera vender materiales poco comunes, nunca se sabía. La joven subió para atender a la recién llegada, una persona a la que resultaba conocer. Catherine la siguió, aunque solo para quedar apoyada sobre el mostrador al no identificar a la nueva clienta como una amenaza.

-Ya veo. Ciertamente no es la más común de las profesiones...Aunque en mi caso es mas un pasatiempo útil más que parte del negocio- explicó la joven, que había terminado adquiriendo sus conocimientos por influencia de cierto genio de pequeño tamaño y múltiples encuentros con restos operativos de tecnología Terrana, normalmente en forma de peligrosas máquinas letales y centros de investigación abandonados hacía más de un siglo.

-A Chimar le habrías caído muy bien- dijo sonriendo la joven, añadiendo un gesto con la mano para que no le hiciera mucho caso. -Un inventor que vivía en la ciudad, en una casa esfera de tecnología que solo puede encontrarse en viejas ruinas Terranas. Cómo lograba que todo aquello aún funcionase es algo que ni yo misma entiendo del todo...-aclaró. -Aunque en mi opinión, debemos avanzar con pies de plomo por este camino pues entraña riesgos, aunque, ¿qué que merezca la pena no?. Eso sí el rechazo por esta ciencia a veces puede compararse con el de por la magia, aunque sin la envidia de la falta de ella. Lo nuevo y desconocido siempre asusta a las mentes estrechas. Y muchos asocian este campo con los peor de los Terranos- añadió.

-Si tan decidida estás, no soy una gran maestra, pero puedo enseñarte varias cosas para que continúes alimentando tu pasión. Eso sí, más vale que hayas llegado a la ciudad con tiempo de sobra. Vamos a pasar bastante tiempo trabajando si quieres que te muestre todos mis diagramas y notas.- sentenció abriendo el mostrador y permitiéndole el acceso a la trastienda, y al sótano iluminado con magia donde tenía la mayor parte de su equipo y materiales.


OFF: Creo entender que Mina desea aprender de Níniel las recetas de nivel 30 de Ingenieria. Es decir todas las de nivel Avanzado del mercado. En total son 10 aprendizajes con un costo de aprendizaje en el mercado de 220 aeros. Níniel solo le cobraría 100, por las clases. Si mi intuición me falla y desea algo diferente que me corrija a continuación^^.

El vial blanco se hallaba cerrado a cal y canto. Nadie debía molestar a su propietaria aquel día, pues los últimos pasos de su mejor creación alquímica requerían de toda su concentración. Era el culmen de años de investigaciones y práctica, y también de la recolección de materiales únicos y valiosos.

El fuego mágico ardía, las intrincadas líneas creadas por material de meteoro imbuido de poderosa magia de luz iluminaban el taller con fuerza, dibujando sus fórmulas en el techo tanto como en la mesa de piedra. La esencia de esquirla mágica doble, fundida, se unió rápidamente a las líneas, reuniéndose en el centro, lugar donde se encontraban las más elaboradas de las fórmulas inscritas. Allí la pluma del extraño Cuco, negra como la noche, parecía absorberlo todo con la misma hambre voraz con la que había devorado los sueños de una ciudad entera durante días. La peliblanca aumentó el flujo de éter y al alcanzar su punto álgido un destello puso fin al trabajo. La habitación se oscureció, y en el centro del círculo de transmutación, en lugar de los materiales y la intrincada fórmula inscrita, había un anillo. Sobrio pero de excelente factura. Dorado y con una piedra piedra negra como la pluma del Cuco engarzada. Grabado con caracteres élficos de trazo fino y elegante.

Níniel lo tomó y lo observó contraponiéndolo a las luces mágicas que flotaban en la sala. Estaba muy satisfecha y sonrió. Se lo colocó en uno de sus finos dedos y los grabados se iluminaron. reconociendo a su dueña y creadora. La elfa se sintió vigorizada de inmediato y sus ojos destellaron con su color aguamarina.

-La piedra de la vida es un éxito.-




OFF ROL: Níniel utiliza sus dos piedras de meteorito, la esquirla mágica épica ganada en el último evento y la Pluma de Cuco, para crear con su receta única ganada al subir la profesión alquimia al 100, la Piedra de la vida.