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Mensaje  Sigel Sáb Mar 04 2017, 11:07

Aquella noche, todo estaba yendo de maravilla. Una gran multitud de clanes de elfos se habían reunido para celebrar algo tan sencillo como era el dúocentésimo décimo séptimo cumpleaños de una de las sacerdotisas que dedicó toda su vida al cuidado del bosque.  Algo tan simple y cotidiano para un elfo, como era celebrar un año más de vida, había conseguido reunir muchísima gente. Había que agradecérselo a Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones. Fue él quien el culpable de que la gran noticia corriese por toda Aerandir. Según el mensajero creía, cumplir 217 años era algo muy especial porque estaba unido a su número favorito: el diecinueve (2+17=19).

Sin embargo, lejos de lo que el biocibernético creía, este no era un día para honrar a un número sino a una mujer. El sabroso vino corría por todas las mesas congregadas alrededor a un hermoso claro de Sandorai especialmente iluminado y decorado para la ocasión.  Los elfos más jóvenes (relativamente hablando) habían salido a bailar y a tocar sus instrumentos, los más ancianos (que parecían tener la misma edad que los jóvenes) seguían sentados en sus asientos discutiendo cuánto tiempo hacía que no habían estado en una fiesta tan hermosa como aquella. ¿Setenta, ochenta o noventa años? Muchos años. Incluso para un elfo, esos eran muchos años.

Aquella noche, todo estaba yendo de maravilla. Buena comida, delicioso vino y la mejor música que se podía escuchar en toda Aerandir. ¿Qué podría salir mal? Nadie se lo preguntó. Los presentes, vestidos con sus mejores trajes, bailaban, hablaban y disfrutaban sin pensar en, quizás, la pregunta que más valía la pena hacerse en aquellos momentos: ¿Qué podría salir mal? Él podía salir mal.

Aquella noche, todo estaba yendo de maravilla hasta que él llego.

Su nombre era Asurancethuril. Él era un famoso bardo de Sandorai. Todos le conocían por lo mal que tocaba la lira y lo horrible que era su voz. Era guapo, eso había que reconocerlo: Tenía una larga melena sedosa del mismo color que el oro y unos brillantes ojos verdes a juego con el color de su odiosa lira. Y tanto que odiosa… En cuanto se puso a tocar la lira, los elfos que estaban en la fiesta se taparon los oídos con las manos o con las telas que hacían la función de servilletas. Hubo uno que se metió los cubiertos de madera en las orejas para no escuchar tal estruendo.

-¡Hacedle callar, os lo imploro, HACEDLE CALLAR!- gritó una mujer que había caído de rodillas.

-¡¿Pero quién ha sido el demente que ha invitado a Asurancethuril?!-

-Lalalala.
Las rosas son rojas.
El mar es azul.
En el bosque de las mil hojas.
Mis canciones oirás tú-.


A pesar de las críticas, Asurancethuril siguió cantando a pleno pulmón. No parecía que nada lo pudiera hacer callar.  

-Lalalalaa.
Lalalalaa-.


_____________________

Seas bienvenido y escucha mi canción: Estás en la fiesta de cumpleaños que se celebra en Sandorai. Por desgracia, para poder entrar aquí necesitas ser elfo (mis disculpas a otras razas). En este primer turno deberás relatar cómo has llegado a participar en la fiesta, describir la fiesta (antes de que las cosas empezasen a salir mal) y describir la aparición de mi amigo Asuracenthuril. Si eres tan fan de Asterix y Obelix como yo, sabrás que está muy inspirado en el personaje de Asuranceturix (Obelus por Tutatis, conviértete en Obelix).  
Para más información acerca de los desafíos, pinchar ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).
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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom Mar 05 2017, 02:15

A los habitantes del gran bosque de Sandorai no solían faltarles los motivos para una celebración. A pesar de que no todo lo que les había pasado a lo largo de los años era bueno, había tantos dones que agradecerles a los dioses, tantas fechas señaladas y homenajes en honor de figuras destacadas a lo largo de miles y miles de años de historia, que lo extraño era que no hubiera una fiesta o un solemne ritual ancestral prácticamente a diario. Claro que de hecho los había, aunque normalmente se ocupaban de ello las sacerdotisas de los diferentes cultos divinos y solo en algunos de ellos participaba el resto del clan familiar o incluso representantes de más de uno de los clanes, siendo estos últimos casos tan poco frecuentes que solo se daban contadas ocasiones al año, momentos que no pocos esperaban con anhelo, especialmente los más jóvenes.

Ciertamente el cumpleaños de una sacerdotisa, incluso aunque ésta fuera una figura ampliamente reconocida por su gran labor y sabiduría por el conjunto de los hijos del bosque, no solía ser una de esas escasas ocasiones, de hecho lo más normal era que ese tipo de eventos quedaran en el seno del clan familiar de turno, e incluso en la rama familiar directamente consanguínea de la agasajada. Quizá por ello que los rumores sobre una gran fiesta de cumpleaños se extendieran por todo el bosque e incluso más allá de sus verdes fronteras sorprendería a no pocos elfos, incluida Níniel, que si algo no esperaba escuchar por las calles de Lunargenta era una invitación a todos los hijos de Sandorai a regresar a su hogar para participar de algo así en cierta fecha señalada.

En un primer momento la peliblanca se lo tomó como una especie de broma de los orejas redondas. La típica mentira inventada por alguien con la mera intención de burlarse de los demás o en algunos casos de obtener algún beneficio al pescar en aguas revueltas...Pero el caso es que Níniel conocía el nombre de la homenajeada en aquella supuesta fiesta de cumpleaños y, aunque no conocía la fecha exacta del día de su presentación ante los dioses, sí que le cuadraban los días así como la edad que cumplía. Si aquello resultaba ser cierto, y no una broma, su ausencia podría suponer una gran falta de respeto para con una de sus mayores y una mancha en el buen nombre de los Thenidiel, que siempre habían mantenido buenas relaciones con sus hermanos.

Debido ello, porque era mejor prevenir que curar y a pesar de sus dudas, la peliblanca acabó viajando de vuelta a casa consolándose en la idea de que si todo resultaba ser mentira solo habría perdido unos días en el camino, aunque tan pronto como llegó pudo confirmar la veracidad de la invitación de boca de sus propios padres, que de hecho habían enviado un mensaje a Lunargenta reclamando su regreso para que acudiera en representación de la familia a la celebración. Seguramente no había llegado a recibirlo por cuestión de uno o dos días...O puede que sí que lo hubiera hecho...

En cualquier caso, gracias a quien hubiese escampado aquellas noticias sobre la gran celebración que estaba por acontecer tanto por Sandorai como más allá, Níniel tuvo tiempo más que de sobra para el viaje y para preparar todo lo necesario para asistir respetando las tradiciones de su gente.

Vestir apropiadamente era un modo de mostrar respeto, las vestimentas del día a día en el bosque podrían servir pero un atuendo especial era lo más adecuado, y a la joven no le servirían los vestidos de gala de estilo humano que había ido acumulando con el paso del tiempo. La prenda escogida fue una túnica larga con predominancia por el color blanco con detalles dorados negros mucho más elegante de las que solía llevar habitualmente, y menos reveladora. También era necesario un regalo, un gesto de amistad y buenos deseos que en aquel caso sería un instrumento musical, un arpa, que iría con las bendiciones de todo el clan. En último lugar, el peinado y los abalorios, que indicarían su pertenencia a uno u otro clan así como su posición en el mismo. Cuanto mayor fuera la posición de quien acudía en nombre de un clan, mayor respeto se mostraba hacia los anfitriones. Níniel optó por un semi recogido y una diadema y un colgante con motivos Thenidiel, osea dragontinos.

Con todo preparado, lo cual les llevó un par de días, Níniel partió junto con un pequeño grupo de miembros de su familia rumbo al lugar de la celebración. Por lo visto se esperaba que un buen número de los suyos se congregara, puede que de hecho la mayor cantidad de ellos desde el último festival en árbol madre, superando incluso el número que se congregó para la celebración del día más corto y la noche más larga del año unos meses atrás, la cual a punto estuvo de acabar en tragedia por la irrupción de un extraño y peligroso individuo. Para poder reunir sin problemas a tantos elfos, el lugar escogido para la fiesta era uno de los claros más extensos de Sandorai y ampliamente conocido por sus gentes como el claro de los guardianes, un nombre con su historia.

Perderse de camino hacia el claro es impensable para un elfo, pero una vez, muchos años atrás, por lo visto sí que encontraron a un par de asustados humanos perdidos en el camino e incapaces de orientarse en el gran bosque. La historia dice que estaban en tan mal estado que los elfos que los encontraron sintieron lástima de ellos y les invitaron a la fiesta que tenía lugar en el cercano gran claro. Tras ella los humanos estaban tan agradecidos y extasiados por lo que habían visto y vivido allí que no quisieron abandonar el bosque, por lo que se ofrecieron a guardar el claro entre celebración y celebración hasta el día de su muerte. Para honrar a aquellos extraños y fiesteros humanos, una sacerdotisa que había entablado amistad con ellos plantó unas semillas sobre sus tumbas en el acceso al claro, y allí crecieron dos grandes y robustos árboles que pasaron a ser conocidos como los guardianes, dando su nombre al lugar.

Aquellos árboles seguían allí, y de hecho era el lugar donde los anfitriones recibían a los invitados que iban llegando a la fiesta de cumpleaños, que a juzgar por la música y canciones que podía escucharse incluso mucho antes de llegar hasta allí ya había empezado, y eso que para cuando el grupo de Níniel llegó apenas comenzaba a atardecer.

-!!Ten antan sinë vanimë lossi!!- Les saludaron un grupo de jóvenes elfas del clan de la homenajeada entregándoles adornos florales para sus cabellos a todos y cada uno de los que iban llegando. -Bienvenidos seáis todos a esta gran celebración. Pasad y festejar con nosotros este gran día.- Continuaban diciendo mientras intercambian los saludos más clásicos y otras muestras de afecto y hermandad a las que Níniel no dudo en responder del mismo modo.

-El clan Thenidiel ha oído hablar mucho y bien de la agasajada. Venimos a compartir con ella este día y traemos con nosotros regalos y bendiciones para que sea una jornada aún más dichosa.- Fueron las palabras de la peliblanca para agrado de sus anfitriones, quienes aceptaron el regalo para llevarlo junto a los demás antes de volver a invitarles a pasar al claro para unirse a la fiesta.

El lugar, a pesar de su amplitud estaba decorado en su totalidad. Los límites del claro estaban adornados con elaboradas tallas de madera que representaban a animales y plantas, a elfos y sus deidades con todo lujo de detalles. Junto a dichas tallas los organizadores habían colocado una gran cantidad de mesas de banquete decoradas floralmente y se esforzaban por mantenerlas bien surtidas de comida y bebida en grandes cantidades, principalmente fruta y bebidas suaves para que los invitados repusieran energías tras el camino y sin duda reservando las bebidas y comidas más fuertes para la cena. Al fondo se encontraban las mesas principales, reservadas para la homenajeada, y los más cercanos a ella y tras aquellas mesas habían colocado unas representaciones de gran tamaño de las deidades élficas. En el centro, que quedaba totalmente libre de obstáculos, había una plataforma algo elevada ocupada por un nutrido grupo de músicos y cantantes élficos que ya animaban la velada deleitando a un gran número de hijos del bosque que les devolvían el gesto danzando con su natural y exótica gracia a su alrededor.

-Esto sí es una fiesta de cumpleaños.- Comentó una de las compañeras de Níniel de nombre Yunalen adelantándose para comenzar a girar sobre sí misma haciendo volar los pliegues de su ropa con una gracilidad que pocos humanos podían siquiera soñar en igualar. -Vamos Nín, vamos a bailar.- Le pidió tendiéndole la mano para que fuera con ella, y aunque lo cierto es que la sacerdotisa miraba con mejores ojos ir a por algo de agua a una de las mesas, enseguida acabó cediendo a aquella petición y se unió a su amiga en el baile siendo seguidas por la mayoría de los suyos que no tardaron en mezclarse con el resto de sus hermanos.

Níniel danzó y danzó durante horas. Se deleitó con hermosas músicas y canciones, aplaudió como la que mas durante el discurso de agradecimiento de la cumpleañera. Comió y bebió hasta hartarse tanto antes como después de la cena una vez que la noche finalmente cayó sobre el claro y la madre Isil apareció llena en el cielo para bendecir aquella celebración que tenía lugar bajo su luz y la de cientos de farolillos mágicos colgados por todo el lugar. Casi sin darse cuenta se dejó llevar por la magia de su pueblo mientras el tiempo pasaba, libre de preocupaciones, sintiendo que realmente necesitaba más momentos como aquel, alejarse de las ciudades de los humanos y dejarse llevar rodeada por los suyos y la naturaleza. Sentía que momentos como aquel la llenaban de energía para poder seguir viviendo la mitad de su vida en un lugar tan diferente como era Lunargenta.

-Me alegra ver que tanto tiempo entre los humanos no te ha vuelto torpe.- Le comentó su amiga tras el último baile y justo tras sentarse en una de las mesas para deleitarse con una dulce y fría bebida. -Claro que con esas ropas tan raras que llevan, y tapadas hasta la cabeza no me extraña que no puedan moverse.- Añadió haciendo que Níniel sonriera pues era algo que ella misma decía siempre de las humanas. Era bueno estar entre gente que la entendía totalmente y entre hombres que no la miraban con lascivia solo por no ir cubierta con una manta y enseñar un poco de piel. No se había metido en problemas ni nada por culpa de ello.

-Es como montar, una vez que aprendes no se olvida nunca.- Respondió chocando su vaso con el de su amiga y familiar compartiendo entre ellas una sonrisa de diversión y complicidad. -Desde luego no han escatimado en gastos. No falta de nada, las bebidas son excelentes, la comida deliciosa...Y la música...los humanos no lo hacen mal pero aún tienen mucho que aprender.-

-Dudo mucho que pudieran aprender gran cosa, y en cualquier caso antes que música deberían aprender que el agua no va a hacerles daño si se bañan más a menudo.- Bromeó la elfa, una de las que puso el grito en el cielo al enterarse de que Níniel iba a tener que pasar tanto tiempo entre los humanos, aunque no es que les tuviera una inquina especial.

-Bien, ya hemos descansado bastante, volvamos. Esta canción sobre la dama de azul es una de mis favoritas.- Instó entonces dando pocas o ninguna señal de cansancio y haciendo que Níniel no pudiera contener una risa alegre y cantarina ante lo que parecía ser una elfa de energías inagotables.

-Está bien, pero la última o tendré que bailar descalza, los zapatos ya empiezan a molestarme.- Respondió la peliblanca.

-¿Sí? , pues a la porra los zapatos, y si me apuras la ropa también.- Fueron las palabras de su compañera, a la que claramente empezaba a subírsele la bebida a la cabeza. -Me encanta esta melodía, ojalá a mi también me rescatara un apuesto elfo como a la dama azul...- Siguió diciendo, pero en ese momento, una segunda melodía, disonante, desafinada y atroz se sobrepuso sobre la hermosa tonada imperante hasta ese momento y no paró hasta que la primera se detuvo y solo quedó aquel despropósito.

-Ahhhh, mi cabeza...¿Qué es ese ruido impío?.- Protestó amargamente Yunalen llevándose las manos a la cabeza cuando aquel sonido se hubo acercado más, haciendo que la propia Níniel se tapara los oídos ante aquel estridente sonido que efectivamente resultaba no solo molesto si no hasta doloroso. A su alrededor varios elfos trataban también de escapar de aquel tormento cubriéndose las orejas con sus manos, ropas o incluso con comida con tal de no seguir aguantandolo, y eso que aún no habían escuchado la voz que llegaría después profiriendo horribles rimas con una voz que solo podía ser obra de una maldición. ¿Acaso un vampiro había logrado llegar hasta allí y les atacaba con un oscuro poder como el de Bio? Parecía lo más probable pero en ese caso se trataba de un hijo de la noche mucho más poderoso incluso que el mismo pelinegro.

-Es Asurancethuril el bardo.- Gritó una elfa cercana antes de salir corriendo hasta perderse en la espesura que rodeaba el claro. Y Níniel, que había oído aquel nombre aunque siempre había pensado que la gente exageraba al hablar del tormento que su música causaba no pudo si no entenderlo todo y aceptar que a veces incluso las exageraciones podían quedarse cortas.

-Nadie lo ha invitado, debe de haber logrado soltarse de las cuerdas de algún modo.- Respondió otra voz a la pregunta de una tercera. -¿Dónde está Esautomatiel? Qué alguien lo pare por Isil.-
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Mensaje  Sigel Lun Mar 06 2017, 17:12

-Lalalalala.
Las rosas son rojas,
y el mar es azul.
Como el viento canto,
cuando estás tú-.

La voz de Asurancethuril se elevó por encima de los gritos de su desgraciado público. No importaba lo que ellos dijeran, la voz del bardo estaba muy por encima de las suplicas y los llantos. Por encima, incluso, que la propia lira de Asurancethuril.

-Vengo a cantar.
Vengo a disfrutar.
Venid a escuchar.
Venid a bailar-.

Eran unos versos sencillos e inocentes, aparentemente no había nada malo por cantar una estrofa como esa que centenares de bardos ya han cantado. Sin embargo, los allí presentes, se tomaron esa parte de la canción como una amenaza por parte de Asurancethuril. Una amenaza con la que les estaba obligando a escuchar sus agudos gritos que no producían más que lágrimas a todo aquel que los escuchase. ¿Quién podría ser tan cruel como para amenazar a todo un clan con algo tan horrible como era aquello voz y aquella lira? Lira que, a ojos de la cumpleañera, parecía el arma más poderosa que jamás hubiese sido creada. Habían venido elfos de todos los clanes. Los mejores y más altos elfos de todos los clanes estaban reunidos en un único lugar. Debería ser una ceremonia mágica colmada de alegría y buena virtud; no ESO.

Dos hombres fuertes vestidos con brillantes armaduras se levantaron de sus asientos al unísono después de compartir entre ellos una mirada cómplice. El primero tenía una larga melena negra con reflejos verdiazules y el segundo tenía el cabello corto de color gris oscuro. Ambos, lucían sus mejores armaduras; aquellas con las que podrían presumir que solo las vestían en las mejores galas. Eran los guerreros más fuertes, y con mucha diferencia, que allí había. El de la larga melena cogió una servilleta de la mesa y le hizo un gesto con la cabeza a su compañero quien no se demoró en realizar la misión que tenía pendiente.

El guerrero del cabello corto, inmovilizó a Asurancethuril por los hombros. El bardo siguió cantando con su horrenda voz. Aun así, estaba inmovilizado, era la oportunidad perfecta para amordazarle con la servilleta y hacerlo callar por una vez por todas.

El bardo mordió la mano del guerrero de la melena negra y gritó/cantó unas estrofas de auxilio:

-¡Al bardo le intenta callar.
Su canción, no dejan terminar.
El público se va enfadar
Si al bardo no le dejan acabar!-

_____________________

Níniel Thenidiel: Sinceramente, has llevado tan bien el ritmo del desafío con una gran multitud de npcs que me ha parecido incluso grosero utilizar más personajes de la cuenta para no romper el ritmo formado. Halagos a un lado, en el último turno de este desafío deberás elegir si ayudar al Asurancethuril a que continúe cantando o ayudar a los guerreros para hacerlo callar. A ti que has leído muchos comics de tu bibliobús, te pregunto: “¿Qué haría el astuto Asterix?
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Mensaje  Níniel Thenidiel Mar Mar 07 2017, 00:00

Ajeno al sufrimiento que sus tonadas causaban al resto de elfos allí presentes, Asurancethuril continuó cantando incluso con renovados ánimos quizá debidos a que aún nadie lo había detenido, ignorando que tal hecho era debido a que casi todo el mundo estaba demasiado ocupado retorciéndose y tratando de evitar que le estallaran los tímpanos como para hacerlo por mucho que quisieran. Por no hablar del gran riesgo que suponía acercarse al origen de tan oscuros berridos, azaña solo al alcance de los más fuertes y decididos de entre los hijos del bosque...O quizá de aquellos con el peor oído de Aerandir.

Cómo era posible que alguien confundiera los gritos de dolor y las convulsiones con el deleite por su música era sin duda uno de los mayores misterios de Sandorai, pero allí estaba él, definiendo su propia voz como el agradable rumor del viento que recorría los bosques...¿Acaso no era capaz de escucharse a sí mismo? ¿Podría haber sido su sentido del oído la primera víctima tiempo atrás de su abominable estilo lírico? Aquello era la único que podía explicar que no cayera el mismo al suelo fulminado por su aberrante manera de crear "arte". Por los dioses, si para recuperar las islas bastaría con enviarlo a él en un bote y esperar a que los brujos huyeran despavoridos y se arrojaran al mar...

-No lo aguanto más Níniel...es superior a mis fuerzas...-Farfulló en ese momento Yunalen con el rostro pálido y cayendo de rodillas al suelo incapaz de mantenerse más tiempo de pie. Era normal, era una de las forestales que patrullaban el bosque, su sentido del oído estaba tan afinado como para sentir los pasos de un posible intruso a la distancia en la noche, si ella misma lo estaba pasando mal su amiga debía estar pasando por todo un calvario.

-Aguanta Yuni, enseguida te ayudo.- Le pidió la peliblanca acercándose a ella y conjurando su barrera esférica de luz en torno a ambas con la esperanza de que dentro de ella estarían a salvo...Pero por desgracia no fue así. Aquella barrera había rechazado los ataques de un ejército de vampiros, había bloqueado la carga de un poderoso dragón de más de veinte metros y protegido a grupos de personas de letales gases tóxicos...Pero no podía hacer nada contra aquel espanto que con total claridad seguía golpeando sus oídos del mismo modo que un fornido herrero golpearía el yunque con su martillo. Parecía que solo les quedaba salir huyendo de allí como ya habían hecho otros, sería una afrenta hacia la homenajeada el abandonar la fiesta que con tanto esmero habían preparado, pero parecía el único modo de salvar sus oídos, y su cordura.

Más en ese momento de desesperación, como si estuvieran viviendo una de las grandes leyendas de antaño, dos poderosos héroes ataviados con doradas armaduras aparecieron en escena. Llevados por su sentido del honor y justicia, o seguramente porque estaban ya hasta las narices de aquella horrible musiquita, se dirigieron hacia el bardo demoníaco aguantando sus acordes y sus pésimas rimas y lograron inmovilizarlo. Entonces, una vez con sus fuertes manos sobre su enemigo, se dispusieron a sellar su oscuro poder con un artefacto élfico capaz de prevenir las manchas en la ropa al comer conocido con el nombre de "servilleta". No obstante aquel bardo infernal no estaba dispuesto a rendirse sin luchar y no dudó incluso en morder a uno de los héroes, haciendo que la servilleta se le callera al suelo cuando ya casi podían saborear la victoria.

Observando como el viento se llevaba la tela que los salvaría, Níniel no lo dudó ni un instante y, deshaciendo su barrera protectora, se lanzó en aquella dirección potenciando su destreza gracias a su magia. Con un grácil salto logró atraparla justo antes de que saliera de su alcance, lo cual habría causado que tuviera que haber cogido otra de una de las mesas cercanas, y acelerando aún más llevando su cuerpo al límite llegó hasta donde estaban los héroes y un sorprendido bardo logrando colocársela en la boca justo antes de que iniciara otro de sus infames versos.

-Ufff, justo a tiempo.- Logró decir recuperando el aliento mientras que los dos elfos levantaban al bardo del suelo y sacaban una larga cuerda de sus bolsas enseñándosela con deleite. El bardo farfulló sin parar de manera imposible de entender por la servilleta en su boca pero no parecía nada contento de ver aquella cuerda mientras se lo llevaban de allí a rastras.

-No te preocupes, más tarde si te portas bien y prometes no cantar te daremos algo de comida y bebida, ¿Tenemos un trato?.- Le comentó uno de ellos tras agradecerle a la peliblanca su ayuda.

-Je, suena justo, aunque por su bien espero que no sea uno de tus pescados.- Respondió el otro medio riéndose.

-!¿Eh?! ¿Acaso estás sugiriendo que mi pescado no es fresco Esautomatiel?- Dijo airado el primero dejando caer al bardo al suelo y mirando a los ojos al otro elfo.

-No, claro que no hermano, tu pescado siempre es fresco y de la mejor calidad, pero lo han preparado con espinacas, y ya sabes que Asurancethuril no le sientan bien, se le hincha la cara como un globo.- Se apresuró a responder el otro volviendo a cargar ambos con el bardo y alejándose más de allí entre risas.
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Mensaje  Sigel Vie Mar 10 2017, 18:48

Quiso decir algo, más bien cantarlo, Asurancethuril tenía por norma el no decir nada si no es cantando; hubo suerte que la servilleta de su boca lo impidió. Aunque eso no sirvió de ayuda para tranquilizar los ánimos de las personas que allí se encontraban. A  Yunalen le daba un vuelvo al corazón cada vez que veía mover la servilleta de la boca de Asurancethuril. Era como, si de un momento a otro, el bardo pudiera volver a escupir la servilleta y ponerse a cantar de nuevo. ¡Por los Dioses, que nunca más lo volviera a hacer!

Un alma fue, lo suficientemente caritativa, como para coger la lira dorada de Asurancethuril y estamparla contra el suelo rompiéndola en mil un añicos. Eso hizo que más de una persona diera un suspiro de alivio. Algo menos de lo que preocuparse.

Ataron al bardo procurando que los nudos de las manos y los pies estuvieran bien apretados. Una vez hecho esto, la fiesta volvió a empezar tan rápido que, quienes estaban presentes, no se dieron cuenta que había empezado. Luego vino lo que, al principio, parecía discusión sobre la calidad del pescado de un mercader, pero pronto acabó siendo una batalla campal a dos bandas: quienes defendían que el pescado no era fresco y los que defendían que sí lo era.

-¡NO ES FRESCO!-

-¡SÍ ES FRESCO!-

Aunque fuera difícil de creer, aquella escena pertenecía al ambiente de la fiesta.  ¿No eran extraños estos (galos) elfos?

Una vez terminada la fiesta, la cumpleañera felicitó uno a uno a los que habían participado y les ofreció un pequeño obsequió: Una corona de flores de dulce aroma. Incluso Asurancethuril tuvo su regalo.

_____________________

* Níniel Thenidiel: ¡Por Tutatis! Venciste a Asurancethuril.

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