Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
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Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
La lluvia caía muy tenue ese día, el frio se calvaba en la carne como dagas ponzoñosas, en ese pueblo de ruinas y mugre, en la vieja casa del herrero se podía notar una luz intensa saliendo del taller, alguien había prendido de nuevo la fragua.
Dentro de taller un hombre de gran estatura, cubierto por una gruesa capa marrón desollaba el cadáver de un conejo sobre la mesa de trabajo, usando una daga con sus manos entorpecidas por el frio que le sacudía los huesos.
De pronto el hombre clava frustrado su daga en la mesa justo al lado de unas espadas guardadas en su funda y un hacha de mano sobre la misma, el espadachín se da la vuelta a ver la fragua, y al darse cuenta que el brillo se estaba apagando un poco se acerca para recoger uno de los troncos que estaban puestos a los pies de aquel horno.
Luego de avivar las llamas y conseguir calmar el temblor de sus manos regreso con el conejo, se tomo su tiempo separando el pelo de la carne y despedazando esta última, para después buscar una bolsa grande que se encontraba escondida debajo de la mesa, de la cual saco una vieja cacerola y una botella de algún licor, del cual tomo un sorbo inmediatamente. Justo cuando se preguntaba cómo le aria para poner la cacerola a calentar en la fragua sin quemarse, vislumbro entre los viejos hierros de ese taller un pequeño trébede que calcaba perfectamente con su cacerola; “si el propietario de esta fragua siéguese aquí seguramente le hubiese comprado esto” pensaba mientras colocaba los hierros en el fuego para que se calentaran.
Espero un rato mientras miraba como la humedad abandonaba el hierro en el fuego, mientras él se calentaba las manos, luego de unos minutos, agarro la carne troceada del conejo y la puso a cocerse en la cacerola usando su daga para mover los pedazos mientras arrojaba un poco de aquel vino a la carne.
Dentro de taller un hombre de gran estatura, cubierto por una gruesa capa marrón desollaba el cadáver de un conejo sobre la mesa de trabajo, usando una daga con sus manos entorpecidas por el frio que le sacudía los huesos.
De pronto el hombre clava frustrado su daga en la mesa justo al lado de unas espadas guardadas en su funda y un hacha de mano sobre la misma, el espadachín se da la vuelta a ver la fragua, y al darse cuenta que el brillo se estaba apagando un poco se acerca para recoger uno de los troncos que estaban puestos a los pies de aquel horno.
Luego de avivar las llamas y conseguir calmar el temblor de sus manos regreso con el conejo, se tomo su tiempo separando el pelo de la carne y despedazando esta última, para después buscar una bolsa grande que se encontraba escondida debajo de la mesa, de la cual saco una vieja cacerola y una botella de algún licor, del cual tomo un sorbo inmediatamente. Justo cuando se preguntaba cómo le aria para poner la cacerola a calentar en la fragua sin quemarse, vislumbro entre los viejos hierros de ese taller un pequeño trébede que calcaba perfectamente con su cacerola; “si el propietario de esta fragua siéguese aquí seguramente le hubiese comprado esto” pensaba mientras colocaba los hierros en el fuego para que se calentaran.
Espero un rato mientras miraba como la humedad abandonaba el hierro en el fuego, mientras él se calentaba las manos, luego de unos minutos, agarro la carne troceada del conejo y la puso a cocerse en la cacerola usando su daga para mover los pedazos mientras arrojaba un poco de aquel vino a la carne.
Última edición por Klinge el Jue Jul 28 2016, 20:14, editado 1 vez
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Aun me pesaba el sueño pese a que hacía un rato que el sol se había ocultado, el movimiento de mis alas, perezoso, era todo lo escaso que podía permitirme, planeando por las afueras del reino, lejos de las montañas, peinado los caminos mas intransitados en mi minuciosa búsqueda.
Fue entonces que en el cadáver de una villa abandonada, cuyos edificios de piedra algunos de los cuales empezaban a derruirse y a desaparecer entre la nieve pude observar una luz saliendo de uno de ellos, y una fina columna de humo.
Fui descendiendo a medida que me aceraba para ver que no era una casa si no una vieja herrería por su morfología, probablemente las casas tendrían las chimeneas tapiadas por el hielo, o quizás sus puertas y ventanas se habían trabado por el mismo motivo, y por eso alguien lo había escogido como refugio.
Sentí como se hincaba en mi pecho la esperanza de encontrar al vampiro indemne después de todos los afiches que había arrancado de los muros de la ciudad, esperaba haber encontrado finalmente una pista de hacia donde había huido de la ciudad, o quizás algo mejor, quizás en vez de un rastro caliente pudiera hallarlo cobijándose del frío.
Aterricé al lado del edificio sin demasiado cuidado, el morral firmemente cerrado chocó contra mi pecho mientras se balanceaba des de mi cuello como si fuera alguna especie de colgante. No me demoré tiempo en precauciones, simplemente me asomé hacia la parte cubierta buscando la silueta de un hombre, reptando fuera de la nieve hacía ese foco da calor que no me era apenas necesario.
Por desgracia el hombre que se presentó ante mi no era ni una lejana imagen del cual esperaba encontrarme. Intentando no asustar al hombre por mi repentina entrada en su refugio solté un leve gorgojeo y asentí con la cabeza a modo de saludo, indicando con aquello que no tenía intención de lastimarlo.
Por si aquella decepción no hubiera sido suficiente el olor a carne cocinada empezó a llenar el aire revolviéndome el estomago antes de que hubiera terminado de digerir el desayuno, arrugue la nariz y me aparté todo lo que pude de la forja en la que ese pequeño roedor era arruinado sobre las brasas.
Habría respirado hondo de no ser por ese hedor al intentar buscar la parte positiva, pero viéndome privada del aire puro como elemento calmante, me limité a entornar los ojos buscando aquello en el silencio por unos instantes.
Quizás Víctor no estaba allí, pero eso no significaba que aquel sujeto no pudiera haberlo visto, a fin de cuentas, era una parte alejada del reino, un buen lugar para que alguien quien huia de la ley puidera esconderse o transitar.
Fue entonces que en el cadáver de una villa abandonada, cuyos edificios de piedra algunos de los cuales empezaban a derruirse y a desaparecer entre la nieve pude observar una luz saliendo de uno de ellos, y una fina columna de humo.
Fui descendiendo a medida que me aceraba para ver que no era una casa si no una vieja herrería por su morfología, probablemente las casas tendrían las chimeneas tapiadas por el hielo, o quizás sus puertas y ventanas se habían trabado por el mismo motivo, y por eso alguien lo había escogido como refugio.
Sentí como se hincaba en mi pecho la esperanza de encontrar al vampiro indemne después de todos los afiches que había arrancado de los muros de la ciudad, esperaba haber encontrado finalmente una pista de hacia donde había huido de la ciudad, o quizás algo mejor, quizás en vez de un rastro caliente pudiera hallarlo cobijándose del frío.
Aterricé al lado del edificio sin demasiado cuidado, el morral firmemente cerrado chocó contra mi pecho mientras se balanceaba des de mi cuello como si fuera alguna especie de colgante. No me demoré tiempo en precauciones, simplemente me asomé hacia la parte cubierta buscando la silueta de un hombre, reptando fuera de la nieve hacía ese foco da calor que no me era apenas necesario.
Por desgracia el hombre que se presentó ante mi no era ni una lejana imagen del cual esperaba encontrarme. Intentando no asustar al hombre por mi repentina entrada en su refugio solté un leve gorgojeo y asentí con la cabeza a modo de saludo, indicando con aquello que no tenía intención de lastimarlo.
Por si aquella decepción no hubiera sido suficiente el olor a carne cocinada empezó a llenar el aire revolviéndome el estomago antes de que hubiera terminado de digerir el desayuno, arrugue la nariz y me aparté todo lo que pude de la forja en la que ese pequeño roedor era arruinado sobre las brasas.
Habría respirado hondo de no ser por ese hedor al intentar buscar la parte positiva, pero viéndome privada del aire puro como elemento calmante, me limité a entornar los ojos buscando aquello en el silencio por unos instantes.
Quizás Víctor no estaba allí, pero eso no significaba que aquel sujeto no pudiera haberlo visto, a fin de cuentas, era una parte alejada del reino, un buen lugar para que alguien quien huia de la ley puidera esconderse o transitar.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El mercenario se sobresalto al escuchar el sonido de algo grande cayendo en el piso cerca del taller, corrió a tomar su espada, y estaba listo para desenfundarla y salir afuera cuando ese condenado dragón asomo su hocico por la puerta.
El espadachín estaba con la mano derecha en la empuñadura de su arma agarrándola con fuerza mientras apretaba los dientes mostrando el gesto feroz de un animal acorralado listo para arrancarle los ojos a su perseguidor, cuando se dio cuenta que esa bestia no parecía tener intenciones de herirlo se relajo un poco mientras soltaba un suspiro de alivio.
Alzo una ceja al ver como aquel dragón se alejaba rápidamente del taller al oler la carne del conejo cocinándose, el espadachín alejo su mano de la empuñadura de su espada y recogió la daga que dejo justo al borde de la fragua para clavarla en un pedazo de carne del animal, el cual se llevo a la boca y lo engullo de una luego de masticarlo un poco, entonces se acerco a la puerta con daga en mano derecha y espada enfundad en la mano izquierda.
El hombre se paro en el borde de la puerta y apunto al dragón con su daga, aunque el gesto parecía una amenaza la expresión en su rostro mostraba que realmente estaba midiendo las distancias, aun así, se notaba que estaba muy irritado.
-¿Qué en el nombre del infierno maldito hace un dragón volando por estas tierras abandonadas de la vista de los dioses?-
Su tono de voz reiteraba que él estaba de muy mal humor, ¿Quién no lo estaría? Si, encima de tener que tolerar semejante frió, casi se le congelan las entrañas del miedo al ser sorprendido por una gigantesca lagartija voladora.
-dame tu nombre y motivos para estar en esta tierra maldita, y yo te responderé de la misma forma.-
La dragona podía notar, por unos momentos, lo que parecía una armadura de cuero tachonada debajo de la capa de aquel sujeto, por sus pintas era obvio que se trataba de algún tipo de mercenario, y uno bastante audaz para hablar con ese tono con semejante bestia que tenía en frente.
El espadachín estaba con la mano derecha en la empuñadura de su arma agarrándola con fuerza mientras apretaba los dientes mostrando el gesto feroz de un animal acorralado listo para arrancarle los ojos a su perseguidor, cuando se dio cuenta que esa bestia no parecía tener intenciones de herirlo se relajo un poco mientras soltaba un suspiro de alivio.
Alzo una ceja al ver como aquel dragón se alejaba rápidamente del taller al oler la carne del conejo cocinándose, el espadachín alejo su mano de la empuñadura de su espada y recogió la daga que dejo justo al borde de la fragua para clavarla en un pedazo de carne del animal, el cual se llevo a la boca y lo engullo de una luego de masticarlo un poco, entonces se acerco a la puerta con daga en mano derecha y espada enfundad en la mano izquierda.
El hombre se paro en el borde de la puerta y apunto al dragón con su daga, aunque el gesto parecía una amenaza la expresión en su rostro mostraba que realmente estaba midiendo las distancias, aun así, se notaba que estaba muy irritado.
-¿Qué en el nombre del infierno maldito hace un dragón volando por estas tierras abandonadas de la vista de los dioses?-
Su tono de voz reiteraba que él estaba de muy mal humor, ¿Quién no lo estaría? Si, encima de tener que tolerar semejante frió, casi se le congelan las entrañas del miedo al ser sorprendido por una gigantesca lagartija voladora.
-dame tu nombre y motivos para estar en esta tierra maldita, y yo te responderé de la misma forma.-
La dragona podía notar, por unos momentos, lo que parecía una armadura de cuero tachonada debajo de la capa de aquel sujeto, por sus pintas era obvio que se trataba de algún tipo de mercenario, y uno bastante audaz para hablar con ese tono con semejante bestia que tenía en frente.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
No me había agradado su gesto con el arma, pero no iba a culpar lo por ser precavido con un desconocido, bandidos había en todas partes, y por desgracia, de todas las naturalezas, pero por lo menos al recibir el saludo tuvo la decencia de no mostrar mas hostilidad que la de la prudencia.
Tras de mi fue aquel sujeto mientras masticaba esa cosa asquerosa a lo que probablemente el hubiera llamado "cena", ni su tono irritado ni como manejaba ese cuchillo eran de mi agrado, y mostré los colmillos por reflejo ante la visión de su acero, mas o menos del mismo tamaño que estos.
Zarandeé la cola golpeando con brusquedad el suelo hasta barrer algo de nieve y formar una capa lisa, entonces alargué la zarpa escribiendo sobre la misma con grandes y pulcras letras, mientras no dejaba de observar al humano de soslayo, esperando que supiera leer para poder ahorrarme el tomar una forma mas vulnerable.
"Estas en tierra de dragones, y solemos volar. Probablemente estés en la tierra de la cual quedan mas huellas de los dioses, humano. Ahora guarda ese escarbadientes, no voy a morderte por ahora."
Dejé un rato el mensaje antes de volver a barrerlo con la cola que araño el suelo despejando de nuevo el mismo como si fuera una pizarra.
"Me llamo Arygos, y estoy buscando a alguien. ¿Viste a alguien pasar cerca?"
La tierra marrón se veía en lo profundo de los surcos que habían dejado esta vez mis garras sobre el suelo. poco importaba, probablemente el cielo grisáceo no tardaría en dejar caer sus copos y en enterrar mis escritos mientras la noche discurría.
Pensé en sacar del morral alguno de los afiches, quizás arrancar la parte dela recompensa y mostrar solo el retrato de mi camarada para que pudiera reconocerlo, pero por ahora no me sentía aun con la suficiente confianza como para bajar lo suficiente la guardia buscando y preparando algún documento para cedérselo a tan extraño contertulio.
Por el momento aquel sujeto no me había caído especialmente simpático, tenía cierto aire a Nicolás, quizás pro esa altanería propia de los humanos, la cual adjudicaba a un intento de compensar sus limitadas capacidades en comparación con el resto, o por como se apegaba a sus armas y me hablaba como si pudiera plantarme cara en mi propia tierra, sin embargo no cometería la necedad de pagar con aquel desconocido las afrentas del mercenario con quien había compartido viaje en otros tiempos.
Tras de mi fue aquel sujeto mientras masticaba esa cosa asquerosa a lo que probablemente el hubiera llamado "cena", ni su tono irritado ni como manejaba ese cuchillo eran de mi agrado, y mostré los colmillos por reflejo ante la visión de su acero, mas o menos del mismo tamaño que estos.
Zarandeé la cola golpeando con brusquedad el suelo hasta barrer algo de nieve y formar una capa lisa, entonces alargué la zarpa escribiendo sobre la misma con grandes y pulcras letras, mientras no dejaba de observar al humano de soslayo, esperando que supiera leer para poder ahorrarme el tomar una forma mas vulnerable.
"Estas en tierra de dragones, y solemos volar. Probablemente estés en la tierra de la cual quedan mas huellas de los dioses, humano. Ahora guarda ese escarbadientes, no voy a morderte por ahora."
Dejé un rato el mensaje antes de volver a barrerlo con la cola que araño el suelo despejando de nuevo el mismo como si fuera una pizarra.
"Me llamo Arygos, y estoy buscando a alguien. ¿Viste a alguien pasar cerca?"
La tierra marrón se veía en lo profundo de los surcos que habían dejado esta vez mis garras sobre el suelo. poco importaba, probablemente el cielo grisáceo no tardaría en dejar caer sus copos y en enterrar mis escritos mientras la noche discurría.
Pensé en sacar del morral alguno de los afiches, quizás arrancar la parte dela recompensa y mostrar solo el retrato de mi camarada para que pudiera reconocerlo, pero por ahora no me sentía aun con la suficiente confianza como para bajar lo suficiente la guardia buscando y preparando algún documento para cedérselo a tan extraño contertulio.
Por el momento aquel sujeto no me había caído especialmente simpático, tenía cierto aire a Nicolás, quizás pro esa altanería propia de los humanos, la cual adjudicaba a un intento de compensar sus limitadas capacidades en comparación con el resto, o por como se apegaba a sus armas y me hablaba como si pudiera plantarme cara en mi propia tierra, sin embargo no cometería la necedad de pagar con aquel desconocido las afrentas del mercenario con quien había compartido viaje en otros tiempos.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El mercenario se agacho para ver mejor el mensaje que le escribía ese dragón, afortunadamente ese bicho tuvo la decencia de no escribir nada rebuscadamente elegante y su letra era bastante legible, aunque le costó un poco fue capaz de captar todo el mensaje del dragón, antes de que este lo borrase para poder presentarse, el segundo mensaje le costó menos por ser más corto.
Cuando se irguió de nuevo el olor del conejo cocinándose volvía a su nariz, se metió de vuelta al taller mientras le pedía un momento al dragón con un gesto de su mano izquierda, en la cual todavía cargaba con la espada en su funda. Ya dentro del taller, el mercenario dejo su espada encima de la mesa de trabajo, y valiéndose de su daga, se comió solo la mitad de la carne del conejo, la otra mitad, que incluía las patas, la enrolo con un paño de tela gruesa que prosiguió a atar con un hilo fino para luego guardar la carne en su bolsa, después dejo colgando la cacerola en uno de los sujetadores de herramientas para que se enfriara.
El espadachín, enfundo su daga y volvió con el dragón parándose, de nuevo, en la puerta del taller y recostándose sobre el borde a su izquierda.
-Así que estas son tierras de dragones, creí que todavía seguía en los territorios de los pulgosos, y esta debía de ser una aldea que ellos saquearon en el pasado… no he visto a nadie por estos lares y llevo cerca de tres días vagando por aquí.-
Su tono de voz se notaba más calmado aunque seguía observando de patas a cabeza el dragón que tenía en frente, mientras permanecía apoyado sobre el borde de la puerta con los brazos cruzados.
-Mi nombre es Klinge, seguramente te diste cuenta que soy un mercenario, si te preguntas porque estoy aquí, pues la respuesta es simple, me perdí cuando me encargaba de un negocio y termine adentrándome demasiado profundo en el territorio de los licántropos, la única forma de escape que se me presento fue adentrarme más al norte, entenderás que esos bastardos no son muy hospitalarios.-
Quizás en dragón no entendería porque el mercenario le conto todo eso, pero para él, se trataba de una cortesía obligada, después de todo aquel animal fue lo bastante educado como para darle su nombre y motivos cuando se los pidió.
Cuando se irguió de nuevo el olor del conejo cocinándose volvía a su nariz, se metió de vuelta al taller mientras le pedía un momento al dragón con un gesto de su mano izquierda, en la cual todavía cargaba con la espada en su funda. Ya dentro del taller, el mercenario dejo su espada encima de la mesa de trabajo, y valiéndose de su daga, se comió solo la mitad de la carne del conejo, la otra mitad, que incluía las patas, la enrolo con un paño de tela gruesa que prosiguió a atar con un hilo fino para luego guardar la carne en su bolsa, después dejo colgando la cacerola en uno de los sujetadores de herramientas para que se enfriara.
El espadachín, enfundo su daga y volvió con el dragón parándose, de nuevo, en la puerta del taller y recostándose sobre el borde a su izquierda.
-Así que estas son tierras de dragones, creí que todavía seguía en los territorios de los pulgosos, y esta debía de ser una aldea que ellos saquearon en el pasado… no he visto a nadie por estos lares y llevo cerca de tres días vagando por aquí.-
Su tono de voz se notaba más calmado aunque seguía observando de patas a cabeza el dragón que tenía en frente, mientras permanecía apoyado sobre el borde de la puerta con los brazos cruzados.
-Mi nombre es Klinge, seguramente te diste cuenta que soy un mercenario, si te preguntas porque estoy aquí, pues la respuesta es simple, me perdí cuando me encargaba de un negocio y termine adentrándome demasiado profundo en el territorio de los licántropos, la única forma de escape que se me presento fue adentrarme más al norte, entenderás que esos bastardos no son muy hospitalarios.-
Quizás en dragón no entendería porque el mercenario le conto todo eso, pero para él, se trataba de una cortesía obligada, después de todo aquel animal fue lo bastante educado como para darle su nombre y motivos cuando se los pidió.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El aroma a carne chamuscada cada vez era mas intenso, y incluso des de a fuera de ese edificio podía olerse esa varanda que por algún motivo que todavía no alcanzaba a comprender se le antojaba irresistible a los bípedos habitantes del continente.
El humano desapareció en el interior de su refugio encandilado por aquel pestazo a comida arruinada, a dar cuenta de la misma, haciendo antes de desaparecer tras el umbral un gesto con intención de que lo aguardara en la entrada.
Por suerte mi tolerancia al frío era mucho mejor que la suya, si no habría sido una descortesía por su parte de que pidiera de aguardar en plena intemperie.
Miré a ambos lados examinando las ruinas comidas por la nieve y el hielo, los restos de valcones y salientes de los que pendían estalactitas y las placas translucidas que cubrían la roca como si todo se hallara bajo un manto de cristal.
"Demasiado al norte para los hombres lobo, pero estamos cerca de la frontera."
Tracé en el suelo, aunque esta vez ya era sobre la tierra húmeda sin nieve, la cual había sido retirada al barrer con la cola para poder depositar en el piso un mensaje nuevo. Resoplé por las narinas al perder la tablilla y empecé a juntar con las garras mas nieve que empujaba sobre donde antes había escrito. Tras acumular una buena cantidad la aplasté con las patas hasta formar un lienzo uniforme, y entonces si, pude apartarme para escribir nuevamente y seguir respondiendo al mercenario con quien mantenía esa conversación.
"No me gustan los mercenarios, pero si estas perdido puedo ayudarte a llegr a una población, o dibujarte un mapa."
Las letras se sucedieron igual de claras y pulcras que las anteriores. Ese sujeto seguía sin gustarme por su profesión, pero por lo menos había guardado sus armas, y yo había dejado de mostrar mis colmillos, además se estaba esforzando por leer, pues tardaba lo suyo e intuía que o le costaba o no le era una practica habitual, en vez de exigirme o pedirme que abandonara aquella forma como hacían muchos al encontrarse con los hombres dragón.
"Pero apra volver al sur tendrá que cruzar o tierras de lobos o tierras de vampiros."
Acoté al sujeto, dándole a entender que su viaje sería difícil de un modo u otro si su intención era volver con los suyos, y tendría que estar preparado para ello. De todos modos siendo un mercenario dudaba de que tuviera problema alguno en enfrentarse algún que otro peligro, o en tener que conseguirse su propia comida, y por suerte el Tymer discurría partiendo el continente, si sabía pescar solo tendría que bordearlo hasta llegar a la playa de los ancestros, cambiando de orilla a conveniencia.
El humano desapareció en el interior de su refugio encandilado por aquel pestazo a comida arruinada, a dar cuenta de la misma, haciendo antes de desaparecer tras el umbral un gesto con intención de que lo aguardara en la entrada.
Por suerte mi tolerancia al frío era mucho mejor que la suya, si no habría sido una descortesía por su parte de que pidiera de aguardar en plena intemperie.
Miré a ambos lados examinando las ruinas comidas por la nieve y el hielo, los restos de valcones y salientes de los que pendían estalactitas y las placas translucidas que cubrían la roca como si todo se hallara bajo un manto de cristal.
"Demasiado al norte para los hombres lobo, pero estamos cerca de la frontera."
Tracé en el suelo, aunque esta vez ya era sobre la tierra húmeda sin nieve, la cual había sido retirada al barrer con la cola para poder depositar en el piso un mensaje nuevo. Resoplé por las narinas al perder la tablilla y empecé a juntar con las garras mas nieve que empujaba sobre donde antes había escrito. Tras acumular una buena cantidad la aplasté con las patas hasta formar un lienzo uniforme, y entonces si, pude apartarme para escribir nuevamente y seguir respondiendo al mercenario con quien mantenía esa conversación.
"No me gustan los mercenarios, pero si estas perdido puedo ayudarte a llegr a una población, o dibujarte un mapa."
Las letras se sucedieron igual de claras y pulcras que las anteriores. Ese sujeto seguía sin gustarme por su profesión, pero por lo menos había guardado sus armas, y yo había dejado de mostrar mis colmillos, además se estaba esforzando por leer, pues tardaba lo suyo e intuía que o le costaba o no le era una practica habitual, en vez de exigirme o pedirme que abandonara aquella forma como hacían muchos al encontrarse con los hombres dragón.
"Pero apra volver al sur tendrá que cruzar o tierras de lobos o tierras de vampiros."
Acoté al sujeto, dándole a entender que su viaje sería difícil de un modo u otro si su intención era volver con los suyos, y tendría que estar preparado para ello. De todos modos siendo un mercenario dudaba de que tuviera problema alguno en enfrentarse algún que otro peligro, o en tener que conseguirse su propia comida, y por suerte el Tymer discurría partiendo el continente, si sabía pescar solo tendría que bordearlo hasta llegar a la playa de los ancestros, cambiando de orilla a conveniencia.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Klinge se forzó a leer de nuevo los mensajes de aquel dragón, cambio su postura al inclinarse asía adelante mientras se sostenía con las manos de los bordes de la puerta para ver mejor, aunque le tomaba su tiempo lograba entender los mensajes que aquella bestia le escribía.
Klinge: bueno ahora sí que estoy jodido.
Frunció el seño al darse cuenta de la encrucijada en la que se encontraba, no había tenido buenas experiencias con los lobos, pero tampoco le gustaba arriesgarse con los vampiros, adentrarse más en tierras de los dragones tampoco parecía muy sensato, pero ciertamente no podía quedarse mucho tiempo en aquella fragua.
De pronto se le ensancharon los ojos y se puso a mirar el dragón, para luego fijarse en el interior del taller al notar que el olor a la carne de conejo se había disipado, aunque sea un poco.
Klinge: mira… estoy seguro que humanos de mi tipo no te agradan mucho, a nadie le agradamos, pero mencionaste que buscabas a alguien, si tienes frio puedes pasar adentro, la fragua calienta bien y ya no huele tanto a conejo a la cacerola.
Klinge vuele a entrar al taller y se coloca junto a la fragua para avivar un poco el fuego mientras sacaba el trébede de sobre las brasas con cuidado de no quemarse con el hierro caliente y lo coloca en el piso justo debajo de la cacerola. Mientras esperaba a ver si el dragón se dignaba a entrar dentro se mantenía deliberadamente lejos de la mesa de trabajo donde se encontraban sus armas, para demostrar que no tenia malas intenciones, aunque aun tuviese su daga colgando de su cinturón dentro de su funda.
Klinge: me olvide de preguntarte antes si querías entrar a calentarte porque no sabía si fuera justo que te pidiera asumir tu forma humana en tales circunstancias, ahora que nos conocemos quiero pedirte un trato, si me ayudas a alcanzar puerto más seguro te ayudo a encontrar a quien estés buscando.
Klinge: bueno ahora sí que estoy jodido.
Frunció el seño al darse cuenta de la encrucijada en la que se encontraba, no había tenido buenas experiencias con los lobos, pero tampoco le gustaba arriesgarse con los vampiros, adentrarse más en tierras de los dragones tampoco parecía muy sensato, pero ciertamente no podía quedarse mucho tiempo en aquella fragua.
De pronto se le ensancharon los ojos y se puso a mirar el dragón, para luego fijarse en el interior del taller al notar que el olor a la carne de conejo se había disipado, aunque sea un poco.
Klinge: mira… estoy seguro que humanos de mi tipo no te agradan mucho, a nadie le agradamos, pero mencionaste que buscabas a alguien, si tienes frio puedes pasar adentro, la fragua calienta bien y ya no huele tanto a conejo a la cacerola.
Klinge vuele a entrar al taller y se coloca junto a la fragua para avivar un poco el fuego mientras sacaba el trébede de sobre las brasas con cuidado de no quemarse con el hierro caliente y lo coloca en el piso justo debajo de la cacerola. Mientras esperaba a ver si el dragón se dignaba a entrar dentro se mantenía deliberadamente lejos de la mesa de trabajo donde se encontraban sus armas, para demostrar que no tenia malas intenciones, aunque aun tuviese su daga colgando de su cinturón dentro de su funda.
Klinge: me olvide de preguntarte antes si querías entrar a calentarte porque no sabía si fuera justo que te pidiera asumir tu forma humana en tales circunstancias, ahora que nos conocemos quiero pedirte un trato, si me ayudas a alcanzar puerto más seguro te ayudo a encontrar a quien estés buscando.
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
No culpe al humano por sentirse acorralado al darse cuenta de donde estaba, vampiros, licantropos y dragones eramos tres especies acusadas de salvajismo y de antropofagia. Me alegraba de no hallarme en su pellejo en aquel momento, aunque el se hubiera metido en ese fregado por su propia cuenta.
Me sorprendió lo observador que podía llegar a ser, muchos de los suyos crían que su comida se me hacía deliciosa, pero en su invitación demás de un cuidado inusitado apra su profesión también se había notado una capacidad de observación admirables, que mejoraron ligeramente la imagen que empezaba a formarme de aquel sujeto.
Acepté su invitación, mas por cortesía que por frío, sería mas cómodo si hacia una parada para conversar y orientar al sujeto hacerlo en un lenguaje que pudiera comprender sin tanto esfuerzo. Como si el clima quisiera terminar de decantar la balanza un copo de nieve se deposito sobre mi nariz, luego otro, lentamente el aire empezó a llenarse de esas pequeñas virutas congeladas que harían que proseguir volando de noche fuera una mala idea por la escasa capacidad de visión que obtendría.
Resoplé dejando salir un espeso vaho delante de mis narinas mientras mi cuerpo se encogía hasta terminar siendo menos de la mitad de lo que era antes. Las escamas se aplanaron y sus bordes se diluyeron hasta que el mismo blanco impoluto que las formaba no fue mas que una piel fina y tersa que apenas se veía tras un largo vestido azul marino ajado por el viaje. A manos y pies desnudos empecé a caminar para internarme en la forja. De no haber sido por las ropas y el morral que colgaba de mi cuello casi me habría podido mimetizar con la nieve y el hielo, pues no solo mi tez era mortecina si no que el pelo enmarañado que me llegaba hasta la mitad de los muslos era completamente cano. Aparte un par de ondulados y enmarañados mechones de mi cara mientras me acercaba al fuego, empezando a temblar afectada por un aire frío al cual era ahora vulnerable, agradeciendo el calor que me brindaba, y en ningún momento dejé de espiar de soslayo al mercenario que ahora debía de mirar des de abajo.
-Puedo volar, difícilmente logres peinar el norte mejor que yo, pero puedo guiarte a un punto desde el que puedas orientarte de todos modos. No hace falta que te unas a la larga lista de aventureros cuyos cuerpos ennegrecidos aguardan bajo el hielo a ser encontrados por perderse en el norte.
Extendí las manos con las palmas hacia las llamas para evitar que estas se enfriaran una vez hube acomodando el morral de forma cruzada sobre mi pecho.
-De todos modos, ¿No viste a un vampiro o humano de pelo negro, vestido con ropajes negros y ojos oscuros, mas o menos de esta estatura.-Me puse de puntillas e hice la estatura comparativa alzando el brazo. Bio solía mimetizarse lo suficientemente bien con sus presas como para que estas no se percataran de su verdadera naturaleza con facilidad. Era una definición escueta, pero prefería evitar sacar los afiches por ahora, los usaría para concretar si se había cruzado con alguien que cumpliera con dichas características, y si no, mala suerte.-Viajando en dirección contraria a la tuya.-Acoté, pues el vampiro debía de estar huyendo de tierras de dragones de poder.
-
Me sorprendió lo observador que podía llegar a ser, muchos de los suyos crían que su comida se me hacía deliciosa, pero en su invitación demás de un cuidado inusitado apra su profesión también se había notado una capacidad de observación admirables, que mejoraron ligeramente la imagen que empezaba a formarme de aquel sujeto.
Acepté su invitación, mas por cortesía que por frío, sería mas cómodo si hacia una parada para conversar y orientar al sujeto hacerlo en un lenguaje que pudiera comprender sin tanto esfuerzo. Como si el clima quisiera terminar de decantar la balanza un copo de nieve se deposito sobre mi nariz, luego otro, lentamente el aire empezó a llenarse de esas pequeñas virutas congeladas que harían que proseguir volando de noche fuera una mala idea por la escasa capacidad de visión que obtendría.
Resoplé dejando salir un espeso vaho delante de mis narinas mientras mi cuerpo se encogía hasta terminar siendo menos de la mitad de lo que era antes. Las escamas se aplanaron y sus bordes se diluyeron hasta que el mismo blanco impoluto que las formaba no fue mas que una piel fina y tersa que apenas se veía tras un largo vestido azul marino ajado por el viaje. A manos y pies desnudos empecé a caminar para internarme en la forja. De no haber sido por las ropas y el morral que colgaba de mi cuello casi me habría podido mimetizar con la nieve y el hielo, pues no solo mi tez era mortecina si no que el pelo enmarañado que me llegaba hasta la mitad de los muslos era completamente cano. Aparte un par de ondulados y enmarañados mechones de mi cara mientras me acercaba al fuego, empezando a temblar afectada por un aire frío al cual era ahora vulnerable, agradeciendo el calor que me brindaba, y en ningún momento dejé de espiar de soslayo al mercenario que ahora debía de mirar des de abajo.
-Puedo volar, difícilmente logres peinar el norte mejor que yo, pero puedo guiarte a un punto desde el que puedas orientarte de todos modos. No hace falta que te unas a la larga lista de aventureros cuyos cuerpos ennegrecidos aguardan bajo el hielo a ser encontrados por perderse en el norte.
Extendí las manos con las palmas hacia las llamas para evitar que estas se enfriaran una vez hube acomodando el morral de forma cruzada sobre mi pecho.
-De todos modos, ¿No viste a un vampiro o humano de pelo negro, vestido con ropajes negros y ojos oscuros, mas o menos de esta estatura.-Me puse de puntillas e hice la estatura comparativa alzando el brazo. Bio solía mimetizarse lo suficientemente bien con sus presas como para que estas no se percataran de su verdadera naturaleza con facilidad. Era una definición escueta, pero prefería evitar sacar los afiches por ahora, los usaría para concretar si se había cruzado con alguien que cumpliera con dichas características, y si no, mala suerte.-Viajando en dirección contraria a la tuya.-Acoté, pues el vampiro debía de estar huyendo de tierras de dragones de poder.
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Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Klinge se sorprendió al ver la forma humana de Arygos, no porque fuera mujer si no por lo joven que se veía, si fuera humana no hubiese tenido más de 16 años, al notar lo poco vestida que iba, se quita su capa y la coloca sobre los hombros de la chica.
Ella pudo notar que, aparte de su armadura de cuero, no tenía mucho que lo cubría del frio, se nota que no estaba preparado para un viaje a un lugar tan frió, mientras se calentaba junto al fuego decidió responder a las afirmaciones de la dragona.
Klinge: cierto es que puedes recorrer mayor distancia en menos tiempo del que yo jamás podría soñar, incluso a lomos de los mejores corceles, pero lo cierto es que eso no te ayudara para cazar a tu presa.
Uso su aliento para calentar un poco sus manos, para luego poyar su espalda sobre la piedra caliente de la fragua, así evitar el frio un poco.
Klinge: estamos hablando de una sanguijuela astuta después de todo, no vas a atraparlo si vas anunciando tu presencia a millas a la redonda por ir volando, eso le da mucho tiempo para esconderse de tu vista, y para colmo de males estamos relativamente cerca de los dominios de esos chupa sangre, la ventaja de conocer mejor el terreno es algo difícil de solventar.
Se sentaba en el piso y luego cruzaba sus brazos para frotarse el pecho, logrando que estos se calienten solos entre ellos, luego levanta la mirada para darle una sonrisa confianzuda a la dragona.
Klinge: sabes que se salir vivo de situaciones peligrosas, después de todo fui capaz de atravesar de lado a lado el territorio de los hombres lobo y sobrevivir, en el peor de los casos me puedes usar como carnada para atraer a tu sanguijuela.
Ella pudo notar que, aparte de su armadura de cuero, no tenía mucho que lo cubría del frio, se nota que no estaba preparado para un viaje a un lugar tan frió, mientras se calentaba junto al fuego decidió responder a las afirmaciones de la dragona.
Klinge: cierto es que puedes recorrer mayor distancia en menos tiempo del que yo jamás podría soñar, incluso a lomos de los mejores corceles, pero lo cierto es que eso no te ayudara para cazar a tu presa.
Uso su aliento para calentar un poco sus manos, para luego poyar su espalda sobre la piedra caliente de la fragua, así evitar el frio un poco.
Klinge: estamos hablando de una sanguijuela astuta después de todo, no vas a atraparlo si vas anunciando tu presencia a millas a la redonda por ir volando, eso le da mucho tiempo para esconderse de tu vista, y para colmo de males estamos relativamente cerca de los dominios de esos chupa sangre, la ventaja de conocer mejor el terreno es algo difícil de solventar.
Se sentaba en el piso y luego cruzaba sus brazos para frotarse el pecho, logrando que estos se calienten solos entre ellos, luego levanta la mirada para darle una sonrisa confianzuda a la dragona.
Klinge: sabes que se salir vivo de situaciones peligrosas, después de todo fui capaz de atravesar de lado a lado el territorio de los hombres lobo y sobrevivir, en el peor de los casos me puedes usar como carnada para atraer a tu sanguijuela.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
La tela sobre los hombros me tomó por sorpresa, y ojeé por encima del hombro al sujeto y aquel gesto que podía relacionar con la caballerosidad de los sureños. Ademas el sujeto parecía también algo congelado y nada preparado para el frío. Rebusqué en el morral hasta sacar la gruesa capa azul marino de invierno , un cambio justo por el momento, ya que a mi me bastaba con su capa y la mía, mucho mas abrigada podría proporcionarle mayor cobijo a alguien acostumbrado a climas mas cálidos.
Las palabras del mercenario me sorprendieron, al principio pensé que había cambiado de tema, pero al escuchar el fin de su perorata pude percatarme de que había confundido mi intención por completo.
Me di la vuelta, apoyando la cadera en la piedra caliente que delimitaba la forja mientras observaba con los ojos entornados al sujeto, poco complacida con los sobrenombres peyorativos que había dedicado a aquella especie maldita.
-Víctor no va a huir de mi, simplemente no ha podido ir a nuestro punto de encuentro, no necesito ser sigilosa, solamente averiguar donde ha tenido que esconderse.
Finalmente dejé de juguetear con la capa entre las manos, y se la pasé por encima de los hombros al mercenario cubriéndolo del frío, imitando la forma y el gesto con el que este me había colocado la suya por encima, a fin de cuentas el mejor modo de aprender era emular, y estando este sentado en el suelo resultaba mucho mas sencillo realizar dicho gesto, ahora podía mirarlo sin tener que alzar el rostro.
-Además yo no uso a otros de carnada, menos para que Víctor coma.-Repliqué llevándome la mano hacia el cuello, y repasando la costra protuberante en el cuello, única huella de nuestro pequeño experimento antes de separarnos, dos incisiones a medio sanar que solo estarían conmigo unas pocas lunas mas. Por un momento me abstraje volviendo a aquel momento, cerrando los ojos del todo y curvando los dedos sobre la herida, casi pudiendo sentir de nuevo el fiblante y breve dolor de la carne desgarrarse y aquella extraña sensación de placer que prosiguió a la herida.
Sacudí la cabeza y cruce los brazos sobre mi abdomen, tratando de despejarme y volver al presente.
-Te puedo acompañar a la ciudad igual, no necesitas pagarme con trabajo, yo no vendo mi ayuda, la ofrezco porque es lo correcto. Y estoy dispuesta a seguir con dicha actitud mientras no vuelvas a llamar sanguijuela a Víctor.- Sentencie mientras abría de nuevo los ojos oteando al mercenario, dejando entrever de forma velada en mis palabras cual era la parte que me desagradaba de su oficio. No quería ni imaginarme cual podía ser la reacción de aquel sujeto si llegaba a conocer la sustanciosa suma de aeros que había sobre la cabeza de mi amigo, por lo que no estaba dispuesta a aceptar bajo ningún pretexto a encontrarlo.
Las palabras del mercenario me sorprendieron, al principio pensé que había cambiado de tema, pero al escuchar el fin de su perorata pude percatarme de que había confundido mi intención por completo.
Me di la vuelta, apoyando la cadera en la piedra caliente que delimitaba la forja mientras observaba con los ojos entornados al sujeto, poco complacida con los sobrenombres peyorativos que había dedicado a aquella especie maldita.
-Víctor no va a huir de mi, simplemente no ha podido ir a nuestro punto de encuentro, no necesito ser sigilosa, solamente averiguar donde ha tenido que esconderse.
Finalmente dejé de juguetear con la capa entre las manos, y se la pasé por encima de los hombros al mercenario cubriéndolo del frío, imitando la forma y el gesto con el que este me había colocado la suya por encima, a fin de cuentas el mejor modo de aprender era emular, y estando este sentado en el suelo resultaba mucho mas sencillo realizar dicho gesto, ahora podía mirarlo sin tener que alzar el rostro.
-Además yo no uso a otros de carnada, menos para que Víctor coma.-Repliqué llevándome la mano hacia el cuello, y repasando la costra protuberante en el cuello, única huella de nuestro pequeño experimento antes de separarnos, dos incisiones a medio sanar que solo estarían conmigo unas pocas lunas mas. Por un momento me abstraje volviendo a aquel momento, cerrando los ojos del todo y curvando los dedos sobre la herida, casi pudiendo sentir de nuevo el fiblante y breve dolor de la carne desgarrarse y aquella extraña sensación de placer que prosiguió a la herida.
Sacudí la cabeza y cruce los brazos sobre mi abdomen, tratando de despejarme y volver al presente.
-Te puedo acompañar a la ciudad igual, no necesitas pagarme con trabajo, yo no vendo mi ayuda, la ofrezco porque es lo correcto. Y estoy dispuesta a seguir con dicha actitud mientras no vuelvas a llamar sanguijuela a Víctor.- Sentencie mientras abría de nuevo los ojos oteando al mercenario, dejando entrever de forma velada en mis palabras cual era la parte que me desagradaba de su oficio. No quería ni imaginarme cual podía ser la reacción de aquel sujeto si llegaba a conocer la sustanciosa suma de aeros que había sobre la cabeza de mi amigo, por lo que no estaba dispuesta a aceptar bajo ningún pretexto a encontrarlo.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Klinge arqueo la ceja cuando escucho como Arygos le respondía a su propuesta, luego sonrió para sí mismo mientras miraba a otro lado al darse cuenta como la dragona fantaseaba con ser mordida por el vampiro.
Klinge: no me mal interpretes, prácticamente me estas salvando la vida al ayudarme, y me sentiría mal con migo mismo si no te devuelvo el favor de alguna manera…
Finalmente se cubría con la capa que le pasó la chica mientras soltaba un largo soplido como si quisiera expulsar el frio de su cuerpo con su halito.
Klinge: después de todo no soy un maldito ingrato.
Luego adopto un gesto pensativo y empezó a rascarse la barbilla mientras se fijaba en como lo miraba la dragona luego de hablar de su amigo, aunque le sorprendió que alguien pudiese ser amigo de un vampiro, la verdad es que le resultaba fácil entender que a un dragón poco le importaría ese detalle, los asuntos de los no voladores son cosas muy amenas para ellos.
Klinge: bueno… ya no usare insultos para referirme a tu amigo, pero seguiré insultando cuanto me plazca al resto de vampiros que no son tus amigos.
Luego se levantaba para dejar la daga que aun tenia colgando de su cinturón, sobre la mesa junto a las demás armas para volver a sentarse en su lugar.
Klinge: ¿Cómo ves el clima afuera para viajar?
Klinge: no me mal interpretes, prácticamente me estas salvando la vida al ayudarme, y me sentiría mal con migo mismo si no te devuelvo el favor de alguna manera…
Finalmente se cubría con la capa que le pasó la chica mientras soltaba un largo soplido como si quisiera expulsar el frio de su cuerpo con su halito.
Klinge: después de todo no soy un maldito ingrato.
Luego adopto un gesto pensativo y empezó a rascarse la barbilla mientras se fijaba en como lo miraba la dragona luego de hablar de su amigo, aunque le sorprendió que alguien pudiese ser amigo de un vampiro, la verdad es que le resultaba fácil entender que a un dragón poco le importaría ese detalle, los asuntos de los no voladores son cosas muy amenas para ellos.
Klinge: bueno… ya no usare insultos para referirme a tu amigo, pero seguiré insultando cuanto me plazca al resto de vampiros que no son tus amigos.
Luego se levantaba para dejar la daga que aun tenia colgando de su cinturón, sobre la mesa junto a las demás armas para volver a sentarse en su lugar.
Klinge: ¿Cómo ves el clima afuera para viajar?
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Torcí un poco el gesto, pero algo era algo, por lo menos dejaría a Bio en paz, lo que disminuiría notablemente el riesgo de que le endilgase un coletazo o un mordisco por insolente.
-Mientras no juzgues a mis conocidos con generalidades eres libre de tratar al resto como gustes, aunque no creo que si te cruzas con alguno ese vocabulario te gane simpatías.-Ladeé el rostro levemente mientras lo miraba nuevamente, lo cierto era que si hubiera empezado llamándome algo equivalente probablemente ahora no estaríamos hablando con tanta calma dentro de la vieja fragua, si no peleando en plena nevada.
Mi mirada se desvió hacia el exterior, ojeando como los copos se unían a sus predecesores en el suelo que en escasos minutos había empezado a aumentar su grosor, la nieve, hermosa, lenta, pero implacable solía sorprender a los foráneos con lo tupida que podía llegar a ser normalmente cuando ya era demasiado tarde para estos.
-Regular para volar, malo para caminar, pero si no quieres hacer noche en la fragua no habrá mas remedio que salir ahora. Además al alba tendré demasiado sueño como para ir de un lado a otro.-Dejé de observar el exterior para volver al mercenario, ojeandolo a el y a su precaria vestimenta para el norte, analizando con eso los posibles destinos a los que nos podíamos encaminar.
-Dundarak esta siempre nevado, no te lo recomiendo.-Además allí había los afiches del vampiro y podía llegar a atar cabos e intentar perseguirlo, un mercenario menos en el norte, un mercenario menos del que preocuparse, pues con esa sustanciosa recompensa hasta algunos artesanos habían decidido probar suerte como sicarios.
-Huyes de los hombres lobo y estos son buenos rastreando, quizás volver no es la mejor de las ideas. El oeste tampoco te entusiasma a juzgar por tu dura sentencia sobre los caminantes nocturnos, así pues nos queda la estepa, allí puedes pedir refugio en alguna granja hasta que amaine la ventisca y pedir que te lleven a la ciudad cuando vayan a vender sus excedentes a cambio de proteger las mercaderías.-Fruncí levemente el ceño pensando, eso lo llevaba también a Dundarak, pero parecía que de un modo u otro era el inevitable destino al que tendría que aspirar el mercenario si quería sobrevivir sin tentar demasiado a su propia suerte.-De allí salen barcos, seguro que alguno va al sur.-Supuse sin tener la certeza de ello pues tendía a viajar sobrevolando las regiones en vez de cruzarlas a pie o rodearlas por el mar.
Me separé de la estructura de piedra que contenía la lumbre y el fugo, apenas unos pasos acercándome algo a la puerta, pero me detuve a medio camino hacia el umbral apra voltearme nuevamente hacia el sujeto. Me saqué su capa de los hombros y me acerqué al mismo colocándole su capa encima aprovechando que seguía sentado. No podía viajar con este cuerpo, y con el otro no necesitaría abrigo, en cambio el precisaría de todo el cobijo que pudiera conseguir.
-Si quieres compensarme, cuéntame cosas sobre ti y las costumbres de tus allegados.-Pedí con la misma seriedad que si le acabara de encomendar un importante deber, y un claro brillo de curiosidad en la mirada.
-Mientras no juzgues a mis conocidos con generalidades eres libre de tratar al resto como gustes, aunque no creo que si te cruzas con alguno ese vocabulario te gane simpatías.-Ladeé el rostro levemente mientras lo miraba nuevamente, lo cierto era que si hubiera empezado llamándome algo equivalente probablemente ahora no estaríamos hablando con tanta calma dentro de la vieja fragua, si no peleando en plena nevada.
Mi mirada se desvió hacia el exterior, ojeando como los copos se unían a sus predecesores en el suelo que en escasos minutos había empezado a aumentar su grosor, la nieve, hermosa, lenta, pero implacable solía sorprender a los foráneos con lo tupida que podía llegar a ser normalmente cuando ya era demasiado tarde para estos.
-Regular para volar, malo para caminar, pero si no quieres hacer noche en la fragua no habrá mas remedio que salir ahora. Además al alba tendré demasiado sueño como para ir de un lado a otro.-Dejé de observar el exterior para volver al mercenario, ojeandolo a el y a su precaria vestimenta para el norte, analizando con eso los posibles destinos a los que nos podíamos encaminar.
-Dundarak esta siempre nevado, no te lo recomiendo.-Además allí había los afiches del vampiro y podía llegar a atar cabos e intentar perseguirlo, un mercenario menos en el norte, un mercenario menos del que preocuparse, pues con esa sustanciosa recompensa hasta algunos artesanos habían decidido probar suerte como sicarios.
-Huyes de los hombres lobo y estos son buenos rastreando, quizás volver no es la mejor de las ideas. El oeste tampoco te entusiasma a juzgar por tu dura sentencia sobre los caminantes nocturnos, así pues nos queda la estepa, allí puedes pedir refugio en alguna granja hasta que amaine la ventisca y pedir que te lleven a la ciudad cuando vayan a vender sus excedentes a cambio de proteger las mercaderías.-Fruncí levemente el ceño pensando, eso lo llevaba también a Dundarak, pero parecía que de un modo u otro era el inevitable destino al que tendría que aspirar el mercenario si quería sobrevivir sin tentar demasiado a su propia suerte.-De allí salen barcos, seguro que alguno va al sur.-Supuse sin tener la certeza de ello pues tendía a viajar sobrevolando las regiones en vez de cruzarlas a pie o rodearlas por el mar.
Me separé de la estructura de piedra que contenía la lumbre y el fugo, apenas unos pasos acercándome algo a la puerta, pero me detuve a medio camino hacia el umbral apra voltearme nuevamente hacia el sujeto. Me saqué su capa de los hombros y me acerqué al mismo colocándole su capa encima aprovechando que seguía sentado. No podía viajar con este cuerpo, y con el otro no necesitaría abrigo, en cambio el precisaría de todo el cobijo que pudiera conseguir.
-Si quieres compensarme, cuéntame cosas sobre ti y las costumbres de tus allegados.-Pedí con la misma seriedad que si le acabara de encomendar un importante deber, y un claro brillo de curiosidad en la mirada.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Klinge se rió de buena gana al escuchar la última sentencia de su nueva amiga, a pesar de su situación parecía encontrar algo entretenido en todo esto, se levanto para recoger la cacerola y el trébedes que encontró en el taller dentro de su bolso de viaje, al cual ato una de sus espadas, la otra la dejo colgando de su cinturón junto a su daga en su costado izquierdo, en el costado derecho quedaba colgando su hacha.
Klinge: parece que los rumores sobre que los dragones son codiciosos son ciertos, pongámonos en marcha pues, te contare lo que quieras durante el camino…
Vestía su capa gruesa encima, y la que la chica le paso debajo de esta, era el mejor abrigo que podía conseguir en ese momento, la parte superior de su capa la usaban como capucha, la capa también ocultaba sus armas, el bolso lo cargaba detrás de su espalda, entre la capa de la dragona y la propia, quedado cubierto junto con él, lo único que sobresalía era el mango de la espada que estaba atado al mismo, de no ser por eso, casi parecía un jorobado, se enrollo la capa encima cubriéndose por completo el cuerpo y tomo un largo suspiro, entonces levanto la mirada para ver a Arygos.
Klinge: ¡Todo listo! Tú guías…
Klinge: parece que los rumores sobre que los dragones son codiciosos son ciertos, pongámonos en marcha pues, te contare lo que quieras durante el camino…
Vestía su capa gruesa encima, y la que la chica le paso debajo de esta, era el mejor abrigo que podía conseguir en ese momento, la parte superior de su capa la usaban como capucha, la capa también ocultaba sus armas, el bolso lo cargaba detrás de su espalda, entre la capa de la dragona y la propia, quedado cubierto junto con él, lo único que sobresalía era el mango de la espada que estaba atado al mismo, de no ser por eso, casi parecía un jorobado, se enrollo la capa encima cubriéndose por completo el cuerpo y tomo un largo suspiro, entonces levanto la mirada para ver a Arygos.
Klinge: ¡Todo listo! Tú guías…
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
-¿Codiciosos?.-Mi voz salió en un tono demandante y exigente antes siquiera de que pudiera contenerla, mientras escrutaba con fijeza al humano que se reía, intentando discernir si se trataba de una broma o realmente había hecho algo que hiciera que reafirmara aquel prejuicio. Desde luego a mi forma de ver no había intentado apoderarme o celar ninguna de mis pertenencias, de hecho hasta le había ofrecido una de ellas, y mi ayuda que presentaba a cambio de unas pocas palabras tampoco me parecía tener un coste exorbitante o meritorio de semejante atributo.
Solo cuando empecé a escuchar su respuesta me decidí a emprender la marcha.
Tras el umbral, y ya nuevamente en mi forma reptiloide empecé a caminar hacia la estepa. Las patas se hundían unos pocos centímetros en la nieve, que seguía cayendo con menos porfusión, los copos lentos se depositaban sobre nosotros y eran barridos esporádicamente por las corrientes de viento suaves del verano. No era una noche especialmente cálida, pero ni de lejos podía considerarse fría en el norte, aunque eso no evitaría que mi acompañante fuera carne de sabañones si no lograba mantener bien el calor.
Tras abandonar las ruinas tocó discurrir por la ladera del montículo en el que se hallaba, camino de bajada en el que había de cuidar de no resbalarse, pero que por suerte estaba salpicada de arboles con ramas bajas a las que el humano podría sostenerse si lo precisaba, incluso me tomé la libertad de acercarme a uno de dichos arboles, y cerniendo las fauces entorno a una de las ramas que estimé lo suficientemente larga, arrancarla y extenderse-la como bastón, de ese modo podría tantear el suelo y ver la profundidad de la nieve antes de meter el pie en un surco o un madriguera por error.
La vegetación era bastante uniforme, y el blanco cubría casi todas las superficies, además de que la noche no contribuía a dar vividez a los tonos de la naturaleza, pero los arboles que ahora nos vigilaban como silenciosos espectadores de nuestro viaje, estaban salpicados de unos pequeños frutos de un rojo vivido.
"No tomes madera ni frutos de estos arboles"
Me apresuré a escribir haciendo una breve pausa a nuestro camino para advertir al foráneo de aquella planta que había sido la perdición de tantos extranjeros por su nombre el cual se prestaba a confusiones.
No me detuve mas que a dejar dicho mensaje volviendo a caminar entre la nieve entre a cual me mimetizaba, de haber estado mas lejos o haber sido la ventisca mas espesa le habría costado horrores poder distinguirme del blanco que cubría casi todo el terreno, pero que poco a poco iba mermando a nuestro alrededor.
Daba la sensación de ir a ser un viaje tranquilo, hasta que a lo lejos un punto brillante en el suelo y una columna grisácea que ascendía hacia el cielo delataron el campamento de algún viajero que se había detenido a hacer noche, aprobechando quizás que con el fuego tendría suficiente con el clima clemente como se hallaba.
Desde nuestra ubicación no podía verse apenas nada, un par de siluetas pegadas en el suelo, grandes como hombres, que parecían retorcerse por el mismo, los chisporroteos de un fuego medio cubierto para que la nieve no lo apagara, y algunos gemidos angustiados que se escuchaban dificultosamente, trasladados por el viento.
Solté un siseo, agachándome contra el suelo para que aun fuera mas difícil ser vista a lo lejos, y sisee con desconfianza, haciendo que de mi cuerpo se empezaran separar, erizándose, una cantidad ingente de púas que hasta entonces habían pertenecido pegadas al mismo.
Solo cuando empecé a escuchar su respuesta me decidí a emprender la marcha.
Tras el umbral, y ya nuevamente en mi forma reptiloide empecé a caminar hacia la estepa. Las patas se hundían unos pocos centímetros en la nieve, que seguía cayendo con menos porfusión, los copos lentos se depositaban sobre nosotros y eran barridos esporádicamente por las corrientes de viento suaves del verano. No era una noche especialmente cálida, pero ni de lejos podía considerarse fría en el norte, aunque eso no evitaría que mi acompañante fuera carne de sabañones si no lograba mantener bien el calor.
Tras abandonar las ruinas tocó discurrir por la ladera del montículo en el que se hallaba, camino de bajada en el que había de cuidar de no resbalarse, pero que por suerte estaba salpicada de arboles con ramas bajas a las que el humano podría sostenerse si lo precisaba, incluso me tomé la libertad de acercarme a uno de dichos arboles, y cerniendo las fauces entorno a una de las ramas que estimé lo suficientemente larga, arrancarla y extenderse-la como bastón, de ese modo podría tantear el suelo y ver la profundidad de la nieve antes de meter el pie en un surco o un madriguera por error.
La vegetación era bastante uniforme, y el blanco cubría casi todas las superficies, además de que la noche no contribuía a dar vividez a los tonos de la naturaleza, pero los arboles que ahora nos vigilaban como silenciosos espectadores de nuestro viaje, estaban salpicados de unos pequeños frutos de un rojo vivido.
"No tomes madera ni frutos de estos arboles"
Me apresuré a escribir haciendo una breve pausa a nuestro camino para advertir al foráneo de aquella planta que había sido la perdición de tantos extranjeros por su nombre el cual se prestaba a confusiones.
No me detuve mas que a dejar dicho mensaje volviendo a caminar entre la nieve entre a cual me mimetizaba, de haber estado mas lejos o haber sido la ventisca mas espesa le habría costado horrores poder distinguirme del blanco que cubría casi todo el terreno, pero que poco a poco iba mermando a nuestro alrededor.
Daba la sensación de ir a ser un viaje tranquilo, hasta que a lo lejos un punto brillante en el suelo y una columna grisácea que ascendía hacia el cielo delataron el campamento de algún viajero que se había detenido a hacer noche, aprobechando quizás que con el fuego tendría suficiente con el clima clemente como se hallaba.
Desde nuestra ubicación no podía verse apenas nada, un par de siluetas pegadas en el suelo, grandes como hombres, que parecían retorcerse por el mismo, los chisporroteos de un fuego medio cubierto para que la nieve no lo apagara, y algunos gemidos angustiados que se escuchaban dificultosamente, trasladados por el viento.
Solté un siseo, agachándome contra el suelo para que aun fuera mas difícil ser vista a lo lejos, y sisee con desconfianza, haciendo que de mi cuerpo se empezaran separar, erizándose, una cantidad ingente de púas que hasta entonces habían pertenecido pegadas al mismo.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Klinge no pudo contener una sonrisa burlona al ver la reacción de la dragona, a pesar de que posiblemente le doblase los años de vida, seguía siendo una jovencita que se molestaba con facilidad, aunque después el mercenario reconsidero si era buena idea molestar esa “jovencita” que se lo podría comer a bocados si quisiera.
Mientras seguía a la dragona por la nieve y las laderas, ayudándose también de la rama que le dio su amiga, mientras caminaban el mercenario narraba su historia y vivencias, de cómo se convirtió en un gladiador para sobrevivir y lo que eso significaba, un loco o desesperado obligado a luchar a muerte para entretener a las masas, de cómo aprendió a observar a las demás personas por el entrenador de gladiadores que le toco, un hombre con la capacidad de determinar que armas y estilos se ajustaban mejor a las capacidades de cualquiera con solo verlo luchar una vez, y que se sabía todos los trucos y entrenamientos especiales para mejorar la calidad del manejo de las armas.
klinge: ese viejo loco que me entreno con la espada siempre se la pasaba gritándome cosas sin sentido como “pequeño renacuajo, como piensas sobrevivir a la arena si ni siquiera puedes blandir esa pequeña hoja que te di?”, se la pasaba fastidiándome y golpeándome con un palo mientras se emborrachaba, cuando no estaba torturando a sus aprendices, despilfarraba el excedente que ganaba de nuestras peleas emborrachándose y apostando con los dados, ese desgraciado solo me enseño como usar la espada, el hacha y la daga y como derrochar mi dinero…
Mientras seguían su camino, su cuento fue interrumpido por la repentina reacción de Arygos ante lo que parecía un campamento, se asusto un poco al ver como la dragona se convertía en un gigantesco puercoespín, cuando decidió acariciarle la cabeza para calmarla y llamar su atención.
Klinge: yo me acercare primero para ver quiénes son, tu sígueme, pero no muy de cerca, para que no se den cuenta que estas aquí, si me ves desenfundar mi espada de repente sabrás que no tienen buenas intenciones.
El mercenario avanzo asía el campamento, agachado y apoyándose sobre el bastón, como emulando los movimientos de un anciano, pero muy silencioso, como para que, a menos de que tuviesen unos oídos extraordinarios, no lo podrían notar hasta que estuviese prácticamente encima de ellos.
Mientras seguía a la dragona por la nieve y las laderas, ayudándose también de la rama que le dio su amiga, mientras caminaban el mercenario narraba su historia y vivencias, de cómo se convirtió en un gladiador para sobrevivir y lo que eso significaba, un loco o desesperado obligado a luchar a muerte para entretener a las masas, de cómo aprendió a observar a las demás personas por el entrenador de gladiadores que le toco, un hombre con la capacidad de determinar que armas y estilos se ajustaban mejor a las capacidades de cualquiera con solo verlo luchar una vez, y que se sabía todos los trucos y entrenamientos especiales para mejorar la calidad del manejo de las armas.
klinge: ese viejo loco que me entreno con la espada siempre se la pasaba gritándome cosas sin sentido como “pequeño renacuajo, como piensas sobrevivir a la arena si ni siquiera puedes blandir esa pequeña hoja que te di?”, se la pasaba fastidiándome y golpeándome con un palo mientras se emborrachaba, cuando no estaba torturando a sus aprendices, despilfarraba el excedente que ganaba de nuestras peleas emborrachándose y apostando con los dados, ese desgraciado solo me enseño como usar la espada, el hacha y la daga y como derrochar mi dinero…
Mientras seguían su camino, su cuento fue interrumpido por la repentina reacción de Arygos ante lo que parecía un campamento, se asusto un poco al ver como la dragona se convertía en un gigantesco puercoespín, cuando decidió acariciarle la cabeza para calmarla y llamar su atención.
Klinge: yo me acercare primero para ver quiénes son, tu sígueme, pero no muy de cerca, para que no se den cuenta que estas aquí, si me ves desenfundar mi espada de repente sabrás que no tienen buenas intenciones.
El mercenario avanzo asía el campamento, agachado y apoyándose sobre el bastón, como emulando los movimientos de un anciano, pero muy silencioso, como para que, a menos de que tuviesen unos oídos extraordinarios, no lo podrían notar hasta que estuviese prácticamente encima de ellos.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Como cada vez que recibía información nueva escuché con atención las palabras del mercenario. La descripción de su maestro, vacan, violento, borracho y jugador, no ayudaba para nada a mejorar la imagen que tenía de esa profesión, en la que veía juntarse de la humanidad lo mas violento y estúpido, y los consumidores de lo peor que tenía por ofrecer su especie, necedad y codicia.
Resultaba curioso como hasta su propio aprendiz, que se dedicaba a vender su espada por dinero, veía algo deleznable en la actitud de su maestro, y me dió la curiosidad de hasta que punto hubiera seguido sus pasos, o se hubiera alejado de el. ¿Era también un borracho jugador, que se gastaba su dinero en vicios o había algo mas que hedonismo en aquel sujeto, algún principio moral y algún placer mas elevado que el de la carne en su día a día?
Las siluetas que habíamos visto interrumpieron la explicación, y el discurso de mi acompañante cambio completamente por uno mas protector, quizás fuera su forma de pagar mi guía el querer hacerse cargo de los posibles problemas que surgieran, deformación profesional, o valentía, o quizás, por enésima vez, alguien ahbía considerado tras ver mi forma humana que yo era una criatura delicada, o lo mas probable, y para lo que me incline, que no quisiera desaprovechar mi capacidad mimética y que yo fuera el factor sorpresa por si aquello eran bandidos o rufianes y nos superaban en numero.
Asentí y aguardé antes de acercarme también, con suma lentitud y sin despegarme del suelo, reptando por la nieve de forma que resultaba casi indistinguible de la misma en la noche cerrada.
A medida que me acercaba la escena iba tomando cierta familiaridad, no era la primera vez que veía algo similar, aunque en un comienzo no pude reconocer que era lo que me sonaba tanto de la escena, de los hombres dormidos en el campamento al aire libre que se sacudían turbados bajo las mantas que los cobijaban de la nieve, o del sujeto que se arrastraba por el suelo mirando hacia arriba. Nada, ni un pájaro que llamase mi atención, solo el cielo, el mismo que se veía cada noche en el norte.
No fue hasta que volví a mirar a la hoguera que me percaté, el color de la madera, pero sobre todo, el intenso rojo de las hojas que aun no habían sido devoradas por las llamas, pero que eran iluminadas por estas.
Intente hacer gestos con la cabeza al mercenario, indicándole el lugar donde nos hallábamos antes con apuro, esperando que entendiera mi mensaje.
Las llamas eran bajas, pocas, la mayoría de la yesca de la fogata había sido consumida, bajó las pilas mas frescas de ramas y madera,carbones humeantes reposaban sobre el suelo. La nieve se había derretido alrededor de la fogata, y el suelo del campamento, era mas roca, ya seca por el tiempo que llevaba consumiendose el fuego, que nieve o charcos.
El humo que ascendía como una columna, blanca, gris, y con leves tonos rojizos, llenaba los alrededores de un peculiar olor especiado, y se mezclaba con el aire que rodeaba la fogata como una fina neblina, que se extendía antes de ascender hacia el cielo.
Gemidos asustados rompían el silencio, mientras dos sujetos se revolvían llenos de sudores fríos, bajo unas mantas de piel, sus rostros estaban contorsionados de miedo, y aun así no salian de su letargo.
En cambio otra silueta se movía alejándose de los petates que parecía destinado a custodiar al ser el único despierto. Con los ojos muy abiertos, y las pupilas dilatadas balbuceaba y gritaba asustado, retrocediendo en el suelo como si fuera un cangrejo, su mirada parecía capaz de ver algo invisible a los ojos del resto de personas que contemplaran la escena.
Se alejó, mas y mas del campamento hasta que sus manos se hundieron en la nieve, chillo asustado y finalmente se puso en pie, desenvainando del cinto su espada y cortando el aire con ella de forma errática, como si peleara con cientos de enemigos invisibles, tan aterradores que lo hacían temblar como un budin aun cuando se hallaba envuelto en ropas gruesas y pieles.
Las ramas, hojas y leños del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Seguían ardiendo en la hoguera, y lo harían por unas cuantas horas mas.
Resultaba curioso como hasta su propio aprendiz, que se dedicaba a vender su espada por dinero, veía algo deleznable en la actitud de su maestro, y me dió la curiosidad de hasta que punto hubiera seguido sus pasos, o se hubiera alejado de el. ¿Era también un borracho jugador, que se gastaba su dinero en vicios o había algo mas que hedonismo en aquel sujeto, algún principio moral y algún placer mas elevado que el de la carne en su día a día?
Las siluetas que habíamos visto interrumpieron la explicación, y el discurso de mi acompañante cambio completamente por uno mas protector, quizás fuera su forma de pagar mi guía el querer hacerse cargo de los posibles problemas que surgieran, deformación profesional, o valentía, o quizás, por enésima vez, alguien ahbía considerado tras ver mi forma humana que yo era una criatura delicada, o lo mas probable, y para lo que me incline, que no quisiera desaprovechar mi capacidad mimética y que yo fuera el factor sorpresa por si aquello eran bandidos o rufianes y nos superaban en numero.
Asentí y aguardé antes de acercarme también, con suma lentitud y sin despegarme del suelo, reptando por la nieve de forma que resultaba casi indistinguible de la misma en la noche cerrada.
A medida que me acercaba la escena iba tomando cierta familiaridad, no era la primera vez que veía algo similar, aunque en un comienzo no pude reconocer que era lo que me sonaba tanto de la escena, de los hombres dormidos en el campamento al aire libre que se sacudían turbados bajo las mantas que los cobijaban de la nieve, o del sujeto que se arrastraba por el suelo mirando hacia arriba. Nada, ni un pájaro que llamase mi atención, solo el cielo, el mismo que se veía cada noche en el norte.
No fue hasta que volví a mirar a la hoguera que me percaté, el color de la madera, pero sobre todo, el intenso rojo de las hojas que aun no habían sido devoradas por las llamas, pero que eran iluminadas por estas.
Intente hacer gestos con la cabeza al mercenario, indicándole el lugar donde nos hallábamos antes con apuro, esperando que entendiera mi mensaje.
Las llamas eran bajas, pocas, la mayoría de la yesca de la fogata había sido consumida, bajó las pilas mas frescas de ramas y madera,carbones humeantes reposaban sobre el suelo. La nieve se había derretido alrededor de la fogata, y el suelo del campamento, era mas roca, ya seca por el tiempo que llevaba consumiendose el fuego, que nieve o charcos.
El humo que ascendía como una columna, blanca, gris, y con leves tonos rojizos, llenaba los alrededores de un peculiar olor especiado, y se mezclaba con el aire que rodeaba la fogata como una fina neblina, que se extendía antes de ascender hacia el cielo.
Gemidos asustados rompían el silencio, mientras dos sujetos se revolvían llenos de sudores fríos, bajo unas mantas de piel, sus rostros estaban contorsionados de miedo, y aun así no salian de su letargo.
En cambio otra silueta se movía alejándose de los petates que parecía destinado a custodiar al ser el único despierto. Con los ojos muy abiertos, y las pupilas dilatadas balbuceaba y gritaba asustado, retrocediendo en el suelo como si fuera un cangrejo, su mirada parecía capaz de ver algo invisible a los ojos del resto de personas que contemplaran la escena.
Se alejó, mas y mas del campamento hasta que sus manos se hundieron en la nieve, chillo asustado y finalmente se puso en pie, desenvainando del cinto su espada y cortando el aire con ella de forma errática, como si peleara con cientos de enemigos invisibles, tan aterradores que lo hacían temblar como un budin aun cuando se hallaba envuelto en ropas gruesas y pieles.
Las ramas, hojas y leños del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Seguían ardiendo en la hoguera, y lo harían por unas cuantas horas mas.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Klinge se dio cuenta en seguida de los gestos que asía la dragona detrás de él, como le parecieron curiosos se fijo en el campamento un momento para evaluar la situación, de pronto se irguió de nuevo con la ayuda de su bastón, mientras su expresión, denotaba una estar totalmente estupefacto por la situación.
No podía entender que estaba pasando, habían sido embrujados, provocaron algún maleficio que los enloqueció, por un segundo había dejado de preguntarse qué pasaba y considero la idea de, simplemente, ir y robarle sus ropas para ir más calientes, aprovechando que someterlos sería mucho más fácil; pero cuando dio dos pasos más al frente se dio cuenta que el color del fuego no era normal, era demasiado rojo, nunca había visto un fuego así en su vida.
Se volteo a ver a Arygos de nuevo y le señalo la fogata con el pulgar de su mano derecha.
Klinge: ¿Eso tiene algo que ver con estos locos? Porque hasta donde sé el fuego no se ve así.
No podía entender que estaba pasando, habían sido embrujados, provocaron algún maleficio que los enloqueció, por un segundo había dejado de preguntarse qué pasaba y considero la idea de, simplemente, ir y robarle sus ropas para ir más calientes, aprovechando que someterlos sería mucho más fácil; pero cuando dio dos pasos más al frente se dio cuenta que el color del fuego no era normal, era demasiado rojo, nunca había visto un fuego así en su vida.
Se volteo a ver a Arygos de nuevo y le señalo la fogata con el pulgar de su mano derecha.
Klinge: ¿Eso tiene algo que ver con estos locos? Porque hasta donde sé el fuego no se ve así.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Por suerte el mercenario se percató de a que me estaba refiriendo, o por lo menos de que algo pasaba, pero en vez de volver o alejarse se acercó un poco mas a la misma y me señaló.
Le hice gestos de nuevo para que se apartara del lugar, antes de que el humo del calor de la nieve hiciera mella en el también, y se pusiera a blandir sus armas como loco ante las alucinaciones que generaba, del mismo modo en el que lo hacía aquel sujeto torturado que no dejaba de emitir de vez en cuando algún que otro chillido y quejido, y cuyos ojos vidriosos empezaban a rebalsar haciendo que silenciosas lagrimas de desesperación cruzaran su rostro.
Como parecía que el mercenario no me había entendido en primera instancia, y dudaba que lo hiciera ahora por inspiración divina, me puse a escribir en el suelo para obligarlo a venir y leer la respuesta a su pregunta.
"El humo es toxico, ven alucinaciones, hay que apagar la fogata sin respirarlo."
Una parte de mi me decía que me acercara y le tirase un chorro de agua al fuego, pero si llegaba a respirar demasiado de aquello podía ser sumamente peligroso para los presentes, una cosa era un humano con un palo dando golpes a diestro y siniestro, pero un dragón de mi envergadura escupiendo agua hirviendo y dando garrazos y mordiscos hacia cualquier lado podía resultar mucho mas difícil de controlar, sobre todo habiendo 3 personas ya afectadas incapaces de huir o reaccionar apropiadamente ante semejante amenaza.
Por otro lado no corríamos ninguna prisa, y podíamos pensar tranquilamente en un modo de acercarnos a ayudar, el tiempo solo haría que ellos sufrieran mas, pero eso pasaría una vez su organismos e hubiera depurado, a lo sumo haría falta algún brebaje, o cargarlos con nosotros para que algún medico pudiera verlos, pero no les dejaría mas secuelas que la de una noche especialmente aterradora. A no ser que el sujeto de la espada se acercara a sus amigos, pero por ahora estaba lo suficientemente lejos como para no temer que en sus espadazos al aire atinara sin querer a alguno de sus compañeros.
El sujeto de la espada, era, ahora que me fijaba, el que nos daría mas problemas, para ayudarlo o trasladarlo tendríamos que acercarnos al mismo evitando su acero, desarmarlo, y amarrarlo en algún lugar, y rezar para que no saliera corriendo y tuviéramos que perseguirlo por la nieve, en la que podía tener cualquier clase de incidente.
Le hice gestos de nuevo para que se apartara del lugar, antes de que el humo del calor de la nieve hiciera mella en el también, y se pusiera a blandir sus armas como loco ante las alucinaciones que generaba, del mismo modo en el que lo hacía aquel sujeto torturado que no dejaba de emitir de vez en cuando algún que otro chillido y quejido, y cuyos ojos vidriosos empezaban a rebalsar haciendo que silenciosas lagrimas de desesperación cruzaran su rostro.
Como parecía que el mercenario no me había entendido en primera instancia, y dudaba que lo hiciera ahora por inspiración divina, me puse a escribir en el suelo para obligarlo a venir y leer la respuesta a su pregunta.
"El humo es toxico, ven alucinaciones, hay que apagar la fogata sin respirarlo."
Una parte de mi me decía que me acercara y le tirase un chorro de agua al fuego, pero si llegaba a respirar demasiado de aquello podía ser sumamente peligroso para los presentes, una cosa era un humano con un palo dando golpes a diestro y siniestro, pero un dragón de mi envergadura escupiendo agua hirviendo y dando garrazos y mordiscos hacia cualquier lado podía resultar mucho mas difícil de controlar, sobre todo habiendo 3 personas ya afectadas incapaces de huir o reaccionar apropiadamente ante semejante amenaza.
Por otro lado no corríamos ninguna prisa, y podíamos pensar tranquilamente en un modo de acercarnos a ayudar, el tiempo solo haría que ellos sufrieran mas, pero eso pasaría una vez su organismos e hubiera depurado, a lo sumo haría falta algún brebaje, o cargarlos con nosotros para que algún medico pudiera verlos, pero no les dejaría mas secuelas que la de una noche especialmente aterradora. A no ser que el sujeto de la espada se acercara a sus amigos, pero por ahora estaba lo suficientemente lejos como para no temer que en sus espadazos al aire atinara sin querer a alguno de sus compañeros.
El sujeto de la espada, era, ahora que me fijaba, el que nos daría mas problemas, para ayudarlo o trasladarlo tendríamos que acercarnos al mismo evitando su acero, desarmarlo, y amarrarlo en algún lugar, y rezar para que no saliera corriendo y tuviéramos que perseguirlo por la nieve, en la que podía tener cualquier clase de incidente.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El mercenario se acerco para ver la escritura en el piso que dejo la dragona, le tomo más tiempo de lo usual lograr entender el mensaje, principalmente por culpa de la poca luz, cuando por fin pudo leer todo el mensaje soltó un largo suspiro, se quito la capucha y se puso el pañuelo sobre la boca.
Klinge: tengo un plan, tú quédate aquí, no es nada muy ostentoso, pero es mejor que nada.
El espadachín se acerco caminando a la fogata lentamente, ignorando a los hombres alucinando cerca de esta, antes de poder estar muy cerca como aspirar el humo agarro con sus manos toda la nieve que pudo, tomo una gran bocanada de aire y contuvo la respiración, luego se acerco rápidamente a la fogata, sin correr, ni hacer mucho ruido, para no llamar la atención del hombre armado, y lanzo toda la nieve sobre la fogata esperando que esta se apagara.
Luego volvió corriendo con Arygos, y solo cuando estuvo en frente de ella, dejo de contener su respiración y jadeando recuperaba el aliento agachado, con las manos apoyadas sobre las rodillas.
Klinge: ¿funciono? Como no podía aguantar más tuve que salir corriendo sin ponerme a mirar.
Klinge: tengo un plan, tú quédate aquí, no es nada muy ostentoso, pero es mejor que nada.
El espadachín se acerco caminando a la fogata lentamente, ignorando a los hombres alucinando cerca de esta, antes de poder estar muy cerca como aspirar el humo agarro con sus manos toda la nieve que pudo, tomo una gran bocanada de aire y contuvo la respiración, luego se acerco rápidamente a la fogata, sin correr, ni hacer mucho ruido, para no llamar la atención del hombre armado, y lanzo toda la nieve sobre la fogata esperando que esta se apagara.
Luego volvió corriendo con Arygos, y solo cuando estuvo en frente de ella, dejo de contener su respiración y jadeando recuperaba el aliento agachado, con las manos apoyadas sobre las rodillas.
Klinge: ¿funciono? Como no podía aguantar más tuve que salir corriendo sin ponerme a mirar.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Por suerte el humano se había acercado, ya fuera porque había comprendido mi gesto, o por la escritura que trace´que se puso seguidamente a leer con notorias dificultades. Tras un largo suspiro acomodó telas sobre su boca, presumiblemente para filtrar el aire, y me pidió que aguardase a que cuidara su intento.
Observé con atención, conteniendo el aliento cuando el humano se adentro en el terreno del humo, con una buena cantidad de nieve entre los brazos, y no fue cuando apago la fogata, si no cuando se fue del rango del humo reminiscete de esta que exhalé con alivio.
El calor de la nieve no seguiría consumiéndose, ni expendiendo el humo, pero la noche tardaría un poco en barrerlo todavía, y des de luego sus afectados en encontrarse mejor.
Asentí con un gorgojeo de aprobación al mercenario que encorvado, trataba de recuperar el aliento. Le di un suave golpe con el hocico en el hombro en señal de aprobación, como las palmadas que había visto que se daban en la ciudad al grito de "Buen trabajo".
Mi zarpa rasguño la nieve nuevamente, que crujió bajo la garra mientras tomaba forma.
"Pronto debería ser seguro acercarse. Habrá que ver como neutralizamos al sujeto de la espada sin que nadie salga herido."
Los otros dos serían una tarea mas sencilla, sobre todo porque no se movían del sitio apenas, seguían revolviéndose y musitando lastimeros quejidos de pavor en el lugar, pero no salían de debajo de las pieles que los cubrían y les hacían de lecho.
Rodeé al mercenario, siendo la primera en acercarme, volví a contener la respiración al acercarme, y desplegué las alas, batiéndolas para crear corriente y alejar los restos del humo de mi al avanzar, claro que aquello me hacía ir mucho mas lento, pero por lo menos cuando llegue hasta el margen del campamento ya podía respirar de forma segura en el.
No había demasiadas cosas, unos petates firmemente cerrados al lado de los durmientes, los dos sujetos con sus pieles, una pila de ramas de calor de la nieve que habrán recolectado para avivar las llamas si se apagaban, y que no habían terminado usando, y algunos huesecillos desperdigados probablemente los restos de la cena.
Di por sentado de que el mercenario se encargaría del hombre armado, a fin de cuentas era el el que sabía manejarse con su acero o el ajeno, por lo tanto me acerque hacia donde yacían los dos sujetos aletargados mientras contemplaba a los mismos y al material del que disponía tratando de idear una forma sencilla y cómoda de cargarlos.
Observé con atención, conteniendo el aliento cuando el humano se adentro en el terreno del humo, con una buena cantidad de nieve entre los brazos, y no fue cuando apago la fogata, si no cuando se fue del rango del humo reminiscete de esta que exhalé con alivio.
El calor de la nieve no seguiría consumiéndose, ni expendiendo el humo, pero la noche tardaría un poco en barrerlo todavía, y des de luego sus afectados en encontrarse mejor.
Asentí con un gorgojeo de aprobación al mercenario que encorvado, trataba de recuperar el aliento. Le di un suave golpe con el hocico en el hombro en señal de aprobación, como las palmadas que había visto que se daban en la ciudad al grito de "Buen trabajo".
Mi zarpa rasguño la nieve nuevamente, que crujió bajo la garra mientras tomaba forma.
"Pronto debería ser seguro acercarse. Habrá que ver como neutralizamos al sujeto de la espada sin que nadie salga herido."
Los otros dos serían una tarea mas sencilla, sobre todo porque no se movían del sitio apenas, seguían revolviéndose y musitando lastimeros quejidos de pavor en el lugar, pero no salían de debajo de las pieles que los cubrían y les hacían de lecho.
Rodeé al mercenario, siendo la primera en acercarme, volví a contener la respiración al acercarme, y desplegué las alas, batiéndolas para crear corriente y alejar los restos del humo de mi al avanzar, claro que aquello me hacía ir mucho mas lento, pero por lo menos cuando llegue hasta el margen del campamento ya podía respirar de forma segura en el.
No había demasiadas cosas, unos petates firmemente cerrados al lado de los durmientes, los dos sujetos con sus pieles, una pila de ramas de calor de la nieve que habrán recolectado para avivar las llamas si se apagaban, y que no habían terminado usando, y algunos huesecillos desperdigados probablemente los restos de la cena.
Di por sentado de que el mercenario se encargaría del hombre armado, a fin de cuentas era el el que sabía manejarse con su acero o el ajeno, por lo tanto me acerque hacia donde yacían los dos sujetos aletargados mientras contemplaba a los mismos y al material del que disponía tratando de idear una forma sencilla y cómoda de cargarlos.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Cuando el humo se disipo Klinge, se acerco a aquel hombre armado alucinando lentamente y con cuidado, para que no notara su presencia hasta que fuese demasiado tarde, al estar a tres pasos del hombre, desengancho su hacha del cinturón con cuidado, sosteniéndola con la mano derecha.
Mientras observaba con cuidado los movimientos erráticos y desesperados de ese hombre mientras se colocaba con cuidado a su espalda, en el momento justo cuando el hombre lanza un largo tajo horizontal hacia su lado derecho, Klinge cargo al frente, parando el movimiento de su espada con el hacha, el corto, pero estruendoso sonido del acero encontrando el acero, izo eco en la fría noche, antes de que el hombre pudiese reaccionar, Klinge ya lo había golpeado en la cara con su codo, aplicando todo el peso de su cuerpo en dicho impacto, mas el movimiento de avanzar hacia delante de golpe, es suficiente fuerza para aturdir al hombre y derribarlo.
Una vez en el piso, el mercenario lo desarmaba pisando la hoja de su espada separando el mango de la mano de su usuario, una vez desarmado, el espadachín se enfoco en dejan inconsciente al hombre, golpeándolo en la cabeza con el mango de su hacha con mucha fuerza, luego le sacudió la cabeza para percatarse si estaba o no inconsciente, listo para golpearlo de nuevo.
Una vez que se cercioro de que su víctima estuviese incapacitada, saco una cuerda de su bolso y la uso para atarle las manos detrás de la espalda, para que no pudiese hacer nada peligroso si se despertaba de golpe aun bajo la influencia del alucinógeno, luego arrastro el cuerpo del hombre junto a Arygos, no sin dificultades. Luego regresaría por la espada que dejo en la nieve y regresaría junto a la dragona, agitándola en su mano derecha, para checar cuanto pesaba.
Mientras observaba con cuidado los movimientos erráticos y desesperados de ese hombre mientras se colocaba con cuidado a su espalda, en el momento justo cuando el hombre lanza un largo tajo horizontal hacia su lado derecho, Klinge cargo al frente, parando el movimiento de su espada con el hacha, el corto, pero estruendoso sonido del acero encontrando el acero, izo eco en la fría noche, antes de que el hombre pudiese reaccionar, Klinge ya lo había golpeado en la cara con su codo, aplicando todo el peso de su cuerpo en dicho impacto, mas el movimiento de avanzar hacia delante de golpe, es suficiente fuerza para aturdir al hombre y derribarlo.
Una vez en el piso, el mercenario lo desarmaba pisando la hoja de su espada separando el mango de la mano de su usuario, una vez desarmado, el espadachín se enfoco en dejan inconsciente al hombre, golpeándolo en la cabeza con el mango de su hacha con mucha fuerza, luego le sacudió la cabeza para percatarse si estaba o no inconsciente, listo para golpearlo de nuevo.
Una vez que se cercioro de que su víctima estuviese incapacitada, saco una cuerda de su bolso y la uso para atarle las manos detrás de la espalda, para que no pudiese hacer nada peligroso si se despertaba de golpe aun bajo la influencia del alucinógeno, luego arrastro el cuerpo del hombre junto a Arygos, no sin dificultades. Luego regresaría por la espada que dejo en la nieve y regresaría junto a la dragona, agitándola en su mano derecha, para checar cuanto pesaba.
Klinge
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El quejido seco del hombre al recibir semejante golpiza hizo que me diera la vuelta. No era lo optimo, pero era la forma mas sencilla , así que aunque me parecía un actuar burdo, no me quejé.
Los tres hombres eran una carga muy grande como para llevarla encima en vez de arrastrarla, así que abandoné mi forma reptiloide exponiendo mi cuerpo al frío, cubierto solo por el vestido de viaje ajado y grueso, y me acerque a las pieles de los sujetos, y a su equipaje hasta sacar del mismo algunas cuerdas. De forma burda y precaria, pero practica los envolví a los tres como si fueran una especie de canelón de forma que una piel gruesa quedara a sus espaldas, protegiéndolas del suelo, y colocando sus bolsas tras sus cabezas por si alguna protuberancia del suelo los golpeaba al arrastrarlos, que por lo menos no les lastimara la cabeza.
Mis movimientos eran lentos, torpes, y mis manos desnudas temblaban al anudar la cuerda, con las puntas cada vez mas enrojecidas, pero en un tiempo aceptable para mi poca fluidez en esa forma logré crear aquel extraño petate humano.
Visto des de arriba aprecia una de esas vainas en las que los humanos envolvían a los bebes, solo que ne vez de una cara rolliza había tres caras barbudas y curtidas con barba incipiente y las narices rojas asomando entre el pelaje.
-Siempre pasa lo mismo.-Resoplé mientras añadía unas cuerdas como agarre para poder tirar de aquello con comodidad.- Todos los años algunos burros tienen incidentes con el calor de la nieve.-Rodé los ojos por lo ridículo que me resultaba no informarme de los rasgos autóctonos de una localidad desconocida, de las incidencias mas comunes, etc...
-A pocas millas hay una granja.-Advertí al mercenario antes de recuperar mi forma draconiana.
Metí al cabeza y las zarpas delanteras entre las lazadas que había creado, de modo que las cuerdas cruzaran mi pecho tanto en horizontal como en cruz. Me revolví entre ese improvisado arnés acomodándome, y tras sisear señalando hacia el sureste con la cabeza emprendí la marcha por la nieve.
Mi carga era pesada, y mi ritmo mas lento que el de antes, pero por lo menos esa vez sería fácil de seguir para el mercenario. Tras de mi un surco dejaba la estela de nuestro paso, fruto de los tres hombres que arrastraba, y cuyo peso se hendía en la blancura que cubría el suelo.
Tras los primeros metros espié de soslayo al mercenario, y sisee mientras le hacía gestos con el hocico para que siguiera explicándome cosas.
Los tres hombres eran una carga muy grande como para llevarla encima en vez de arrastrarla, así que abandoné mi forma reptiloide exponiendo mi cuerpo al frío, cubierto solo por el vestido de viaje ajado y grueso, y me acerque a las pieles de los sujetos, y a su equipaje hasta sacar del mismo algunas cuerdas. De forma burda y precaria, pero practica los envolví a los tres como si fueran una especie de canelón de forma que una piel gruesa quedara a sus espaldas, protegiéndolas del suelo, y colocando sus bolsas tras sus cabezas por si alguna protuberancia del suelo los golpeaba al arrastrarlos, que por lo menos no les lastimara la cabeza.
Mis movimientos eran lentos, torpes, y mis manos desnudas temblaban al anudar la cuerda, con las puntas cada vez mas enrojecidas, pero en un tiempo aceptable para mi poca fluidez en esa forma logré crear aquel extraño petate humano.
Visto des de arriba aprecia una de esas vainas en las que los humanos envolvían a los bebes, solo que ne vez de una cara rolliza había tres caras barbudas y curtidas con barba incipiente y las narices rojas asomando entre el pelaje.
-Siempre pasa lo mismo.-Resoplé mientras añadía unas cuerdas como agarre para poder tirar de aquello con comodidad.- Todos los años algunos burros tienen incidentes con el calor de la nieve.-Rodé los ojos por lo ridículo que me resultaba no informarme de los rasgos autóctonos de una localidad desconocida, de las incidencias mas comunes, etc...
-A pocas millas hay una granja.-Advertí al mercenario antes de recuperar mi forma draconiana.
Metí al cabeza y las zarpas delanteras entre las lazadas que había creado, de modo que las cuerdas cruzaran mi pecho tanto en horizontal como en cruz. Me revolví entre ese improvisado arnés acomodándome, y tras sisear señalando hacia el sureste con la cabeza emprendí la marcha por la nieve.
Mi carga era pesada, y mi ritmo mas lento que el de antes, pero por lo menos esa vez sería fácil de seguir para el mercenario. Tras de mi un surco dejaba la estela de nuestro paso, fruto de los tres hombres que arrastraba, y cuyo peso se hendía en la blancura que cubría el suelo.
Tras los primeros metros espié de soslayo al mercenario, y sisee mientras le hacía gestos con el hocico para que siguiera explicándome cosas.
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El mercenario caminaba al lado de la dragona mientras se ayudaba con la rama en la mano izquierda, y en la derecha, seguía agitando la espada de ese pobre desgraciado que dejo inconsciente antes.
Klinge: bueno… como decía antes, ese viejo solo me enseño a usar las armas y a mal gastar mi dinero, habito que se me pego a mi también, pero si te fijas en la vida del mercenario promedio, entenderás que tiene mucho sentido esta actitud…
Klinge tomaba una pausa de su monologo mientras se rascaba la barbilla con el pomo de la espada, reflexionando en cómo fue su vida hasta ese momento.
Klinge: la vida es dura y mi oficio no promete que llegues a viejo, digo, estuve a punto de ser comido vivo por hombres lobo y de congelarme en tierras de dragones, así que uno aprovecha cualquier momento que tiene para disfrutar de la vida.
Se quedaba callado de nuevo, mientras una sonrisa irónica se dibujaba en su rostro y seguía caminando con el filo gastado del arma apoyado en su hombro.
Klinge: sobretodo en mi caso que se exactamente cómo voy a morir, aunque no sé cuándo.
Klinge: bueno… como decía antes, ese viejo solo me enseño a usar las armas y a mal gastar mi dinero, habito que se me pego a mi también, pero si te fijas en la vida del mercenario promedio, entenderás que tiene mucho sentido esta actitud…
Klinge tomaba una pausa de su monologo mientras se rascaba la barbilla con el pomo de la espada, reflexionando en cómo fue su vida hasta ese momento.
Klinge: la vida es dura y mi oficio no promete que llegues a viejo, digo, estuve a punto de ser comido vivo por hombres lobo y de congelarme en tierras de dragones, así que uno aprovecha cualquier momento que tiene para disfrutar de la vida.
Se quedaba callado de nuevo, mientras una sonrisa irónica se dibujaba en su rostro y seguía caminando con el filo gastado del arma apoyado en su hombro.
Klinge: sobretodo en mi caso que se exactamente cómo voy a morir, aunque no sé cuándo.
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
El humano parecía hacer especial incapie nuevamente en sus decadentes hábitos, que reconocía como pésimos pero a su vez se nombraba portador de ellos, sin ninguna intención en s tono de cambiar aquello, escudándose en su profesión para permitirse los excesos y vicios de aquella forma de vida que aborrecía.
Un hombre capaz de manejar con soltura una espada no se veía obligado si o si a ser mercenario, podía escojer servir algún propósito mas noble y ser custodio, o guardia por ejemplo, o escolta, oficios también algo peligrosos, pero ni tanto ni tan mezclados con esa mala vida que había "heredado" mas voluntariamente de lo que aparentemente estaba dispuesto a admitir.
El hecho de que se creyera conocedor ademas de su propia muerte parecía como si desafiara a los divinos a sorprenderle en forma y lugar en cualquier momento, pero no sería yo artífice ni herramienta de aquello, mi tarea ahora era trasladar a los tres humanos que seguían quejándose en sueños, revolviéndose sin poder zafarse de aquellas lonas mientras peleaban en sus mentes con los monstruos y pesadillas que los acosaban fruto de su propia necedad.
Mire al mercenario de reojo, esperando si iba a aportar algo mas al respecto aquel conocimiento que clamaba tener y me sonaba tan estrafalario como inverosímil, pero no me detuve a escribir en la nieve, pues temía que si me paraba no lograría hacer acopio de voluntad de nuevo para seguir cargando a aquellos zoquetes.
Las millas pasaban y quedaban a nuestra espalda, y en el fondo, en la estepa cuyo suelo embazaba a mostrar clapas naturales sin nieve, se dibujaba en la lejanía la silueta de una granja con la chimenea encendida y los pórticos de las ventanas cerradas. Solo la luz de la luna recortaba su contorno, y sobre la negrura la columna del humo del hogar ascendía hasta difuminarse en el cielo.
Señalé con el hocico dicho domicilio cercano, para indicar al mercenario que nos hallábamos cercanos a nuestro destino, y que era ese el lugar del que le había hablado antes.
La nieve que había caído lenta pero constantemente, y que cubría parte del petate humano que cargaba así como mi cuerpo, empezó a remitir. Algunas ráfagas de viento barrían los copos que teníamos encima y los hacían arremolinarse antes de alejars e y depositarse en el suelo, y ninguno nuevo ocupaba su lugar.
Las nueves que habían vuelto el suelo opaco se habían ido disipando a medida que nevaba, y un millar de estrellas se habían ido encendiendo, y ahora que los últimos vientos fuertes terminaban de ahuyentar las nubes, se veían los astros en todo su esplendor, rodeando una luna menguante que hacía poco había empezado su ciclo, y parecía un huevo plateado y blanco.
Miré el cielo preguntándome con la ingenuidad de un niño si no sería en la luna en donde el dragón blanco había escondido su huevo, pero sacudí la cabeza rápidamente despejando dichas fantasías de mi mente y volviendo a la realidad, a la actualidad al viaje. Al peso de mi carga, a mis patas hundiéndose ne la nieve cada vez menos profunda, y a los discursos escuetos y extraños de mi contertulio.
No había mas que el pudiera contarme y yo por primera vez en mucho tiempo, ya no quería saber nada mas.
Rompí las cuerdas del arnés con el que había cargado a los tres sujetos una vez quedamos delante de la puerta de madera, había llevado a los 4 zoquetes a salvo, ahora eran problema de ellos mismos y los aldeanos. Los campesinos sabrían que hacer con los intoxicados con calor de la nieve, pues cada año llegaba a sus puertas algún que otro necio, y el mercenario se llevaría la buena imagen de haberlos salvado y traído hasta allí, siempre y cuando yo desapareciera a tiempo.
Golpeé con la cola la puerta, incliné mi cabeza ante el mercenario y alcé el vuelo, aun tenía mucho camino por delante.
Un hombre capaz de manejar con soltura una espada no se veía obligado si o si a ser mercenario, podía escojer servir algún propósito mas noble y ser custodio, o guardia por ejemplo, o escolta, oficios también algo peligrosos, pero ni tanto ni tan mezclados con esa mala vida que había "heredado" mas voluntariamente de lo que aparentemente estaba dispuesto a admitir.
El hecho de que se creyera conocedor ademas de su propia muerte parecía como si desafiara a los divinos a sorprenderle en forma y lugar en cualquier momento, pero no sería yo artífice ni herramienta de aquello, mi tarea ahora era trasladar a los tres humanos que seguían quejándose en sueños, revolviéndose sin poder zafarse de aquellas lonas mientras peleaban en sus mentes con los monstruos y pesadillas que los acosaban fruto de su propia necedad.
Mire al mercenario de reojo, esperando si iba a aportar algo mas al respecto aquel conocimiento que clamaba tener y me sonaba tan estrafalario como inverosímil, pero no me detuve a escribir en la nieve, pues temía que si me paraba no lograría hacer acopio de voluntad de nuevo para seguir cargando a aquellos zoquetes.
Las millas pasaban y quedaban a nuestra espalda, y en el fondo, en la estepa cuyo suelo embazaba a mostrar clapas naturales sin nieve, se dibujaba en la lejanía la silueta de una granja con la chimenea encendida y los pórticos de las ventanas cerradas. Solo la luz de la luna recortaba su contorno, y sobre la negrura la columna del humo del hogar ascendía hasta difuminarse en el cielo.
Señalé con el hocico dicho domicilio cercano, para indicar al mercenario que nos hallábamos cercanos a nuestro destino, y que era ese el lugar del que le había hablado antes.
La nieve que había caído lenta pero constantemente, y que cubría parte del petate humano que cargaba así como mi cuerpo, empezó a remitir. Algunas ráfagas de viento barrían los copos que teníamos encima y los hacían arremolinarse antes de alejars e y depositarse en el suelo, y ninguno nuevo ocupaba su lugar.
Las nueves que habían vuelto el suelo opaco se habían ido disipando a medida que nevaba, y un millar de estrellas se habían ido encendiendo, y ahora que los últimos vientos fuertes terminaban de ahuyentar las nubes, se veían los astros en todo su esplendor, rodeando una luna menguante que hacía poco había empezado su ciclo, y parecía un huevo plateado y blanco.
Miré el cielo preguntándome con la ingenuidad de un niño si no sería en la luna en donde el dragón blanco había escondido su huevo, pero sacudí la cabeza rápidamente despejando dichas fantasías de mi mente y volviendo a la realidad, a la actualidad al viaje. Al peso de mi carga, a mis patas hundiéndose ne la nieve cada vez menos profunda, y a los discursos escuetos y extraños de mi contertulio.
No había mas que el pudiera contarme y yo por primera vez en mucho tiempo, ya no quería saber nada mas.
Rompí las cuerdas del arnés con el que había cargado a los tres sujetos una vez quedamos delante de la puerta de madera, había llevado a los 4 zoquetes a salvo, ahora eran problema de ellos mismos y los aldeanos. Los campesinos sabrían que hacer con los intoxicados con calor de la nieve, pues cada año llegaba a sus puertas algún que otro necio, y el mercenario se llevaría la buena imagen de haberlos salvado y traído hasta allí, siempre y cuando yo desapareciera a tiempo.
Golpeé con la cola la puerta, incliné mi cabeza ante el mercenario y alcé el vuelo, aun tenía mucho camino por delante.
Arygos Valnor
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Re: Escapando al frió [INTERPRETATIVO LIBRE CERRADO]
Frunció el seño al ver como esa dragona salió volando sin más, con el único pensamiento de que se había olvidado de su capa, se dio la vuelta al darse cuenta de que alguien dentro de la granja había respondido a la llamada a la puerta.
Una jovencita, no mayor de lo que aparentaba Arygos en su forma humana, cubierta en pieles, abrió la puerta, detrás de ella un hombre endurecido por el trabajo en el campo la aparto de la puerta y le mando regresar adentro de la casa antes de hablar con el mercenario.
A pesar de que Klinge le explico cómo se topo con estos tres hombres que alucinaban por los efectos de esos árboles extraños y de cómo él no era más que un viajero que buscaba regresar a tierras del sur, el campesino se vio reacio a ayudar al desconocido, pues aunque le explico que la espada que tenía en mano no era suya, se dio cuenta que, debajo de las capas, vestía una armadura, y no podía obviar el detalle del mango de la espada que sobresalía de su hombro.
El hecho de que los otros tres hombres viniesen armados, y que el único de los cuatro consiente decía no conocerlos, aumentaba su desconfianza, aun así, después de argumentar un rato con el granjero, Klinge logro convencerlo de que lo dejaran pasar la noche en su casa, junto a los otros tres hombres dormidos que cargaba.
A la mañana siguiente se entero de boca de los tres idiotas que se trataban de caza recompensas que escucharon rumores en Dundarak de un vampiro con una jugosa recompensa en su cabeza, al escuchar de la estrepitosa suma que ofrecían por el desgraciado chupa sangre Klinge, con ayuda del granjero, los convenció de desistir si valoraban sus vidas, pues si fueron lo bastante ingenuos para caer ante una planta alucinógena no tendrían oportunidad contra alguien tan peligroso como para valer tanto dinero el matarlo.
Una semana después estaría de camino a Luna argenta, acompañado de los tres caza recompensas como guarda espaldas de una caravana de comerciantes que se trasladaba a la capital humana, Klinge seguiría llevando la capa de la curiosa de Arygos como recuerdo de cómo una dragona salvo su vida y la de otros tres insensatos indeseables como el.
Una jovencita, no mayor de lo que aparentaba Arygos en su forma humana, cubierta en pieles, abrió la puerta, detrás de ella un hombre endurecido por el trabajo en el campo la aparto de la puerta y le mando regresar adentro de la casa antes de hablar con el mercenario.
A pesar de que Klinge le explico cómo se topo con estos tres hombres que alucinaban por los efectos de esos árboles extraños y de cómo él no era más que un viajero que buscaba regresar a tierras del sur, el campesino se vio reacio a ayudar al desconocido, pues aunque le explico que la espada que tenía en mano no era suya, se dio cuenta que, debajo de las capas, vestía una armadura, y no podía obviar el detalle del mango de la espada que sobresalía de su hombro.
El hecho de que los otros tres hombres viniesen armados, y que el único de los cuatro consiente decía no conocerlos, aumentaba su desconfianza, aun así, después de argumentar un rato con el granjero, Klinge logro convencerlo de que lo dejaran pasar la noche en su casa, junto a los otros tres hombres dormidos que cargaba.
A la mañana siguiente se entero de boca de los tres idiotas que se trataban de caza recompensas que escucharon rumores en Dundarak de un vampiro con una jugosa recompensa en su cabeza, al escuchar de la estrepitosa suma que ofrecían por el desgraciado chupa sangre Klinge, con ayuda del granjero, los convenció de desistir si valoraban sus vidas, pues si fueron lo bastante ingenuos para caer ante una planta alucinógena no tendrían oportunidad contra alguien tan peligroso como para valer tanto dinero el matarlo.
Una semana después estaría de camino a Luna argenta, acompañado de los tres caza recompensas como guarda espaldas de una caravana de comerciantes que se trasladaba a la capital humana, Klinge seguiría llevando la capa de la curiosa de Arygos como recuerdo de cómo una dragona salvo su vida y la de otros tres insensatos indeseables como el.
Klinge
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