Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
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Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Los primeros rayos del amanecer recibieron a la hechicera, que tras varios días de viaje por fin pudo atisbar su destino en el horizonte, Sacrestic Ville. El cansancio se reflejaba en su rostro, y no era de extrañar dado los cambios de horario que se había autoimpuesto para viajar de noche y descansar de día, evitando de ese modo dar a los moradores de aquellas sombrías tierras la oportunidad de atacarla por sorpresa. Elen conocía bien la zona, ya había estado allí en varias ocasiones, pero ésta vez iba a ser diferente, pues no estaba simplemente de paso por la ciudad, iba para cumplir un trabajo.
Diez días habían pasado desde que recibió la carta de Sammuel, durante aquella aciaga noche en que Mortagglia se le escapó de entre los dedos por culpa de la intervención de una bio cibernética. La ciudad de Lunargenta sufrió mucho por los actos de la vampira, pero aun así la benjamina de los Calhoun no pudo quedarse a ayudar con la reconstrucción y atención a los heridos, estaba en deuda con el caballero dragón y debía atender su petición. Sin perder tiempo, la joven dirigió su montura hacia Sacrestic y pronto se encontró recorriendo las adoquinadas calles del lugar, que como siempre, estaban salpicadas con la sangre de aquellos desgraciados que habían perdido la vida durante el transcurso de la noche anterior.
Era triste pensar que los ciudadanos vivían con el miedo constante, preguntándose si serían los siguientes, pero algún motivo debían tener para quedarse allí, fuera el que fuese. Como de costumbre, la de cabellos cenicientos fue a parar a la taberna en que solía hospedarse cuando pasaba por la zona, y tras asegurarse de dejar bien atado a su caballo en el establo, subió los escalones que llevaban a la puerta principal y se internó en el local, echando un vistazo a la sala. Apenas había clientes a aquellas horas, la mayoría se habían retirado ya a sus casas para evitar el sol, y los pocos que aún seguían en la taberna tenían tanto alcohol en sangre como para pasar el resto del día dormitando sobre las mesas.
- Mejor así. - pensó Elen, para acto seguido dirigirse a la barra y llamar la atención del propietario. - Otra vez por aquí, ¿quiere una habitación? - preguntó el hombre, mientras terminaba de secar unas jarras recién lavadas. - Busco información. - respondió ella, clavando la mirada en los ojos de su interlocutor. - Usted dirá. - dijo él, arrastrando las palabras mientras intentaba evitar el contacto visual con la hechicera. - Me han contado que hace no mucho pasaron dos caballeros dragones por aquí, ¿los ha visto? - inquirió, con voz seria. - Por aquí pasa mucha gente... - contestó el tabernero, evasivo. - Estoy segura de que estos dos no pasaron desapercibidos, piense un poco. - instó ella, deslizando un par de aeros por encima de la barra a modo de soborno.
El hombre observó durante unos instantes las brillantes monedas, antes de aceptarlas y llevárselas a uno de los bolsillos. - Bueno, sí, recuerdo a un par de individuos con extraña armadura, pagaron una habitación pero cuando llegó la hora de abandonarla ya no estaban en ella, aunque sí algunas de sus pertenencias. - reveló, en voz baja para que la conversación quedase entre ellos dos. - Guardé sus cosas en el almacén por si volvían pero no lo hicieron. - continuó, tomando la iniciativa de mostrarle el camino hacia el mismo. El almacén, que también hacía las veces de despensa, era pequeño y húmedo, estaba mal iluminado y algo desordenado, pero al propietario no le costó encontrar lo que buscaba, un par de aljabas de cuero.
En el interior de la primera solo había algunas hojas de pergamino en blanco, una pluma y lo necesario para lacrar cualquier mensaje, objetos que seguramente pensaban utilizar para redactar el informe de situación y enviarlo a Dundarak. En la segunda, que era algo más pequeña con respecto a la anterior, había vendas, algún que otro ungüento y un ajado diario, que a simple vista era lo más interesante. - Ha hecho bien en guardar esto, me lo llevaré. - indicó la joven, mientras comenzaba a ojear las páginas del diario. El tabernero no se opuso, esperó a que la hechicera recogiese las aljabas y saliese del almacén, para luego regresar a su puesto tras la barra con total naturalidad.
- Me vendría bien descansar un rato… - musitó la de ojos verdes, antes de cruzar unas palabras más con el propietario, lo justo para alquilar una habitación y asegurarse de que su caballo recibiría los cuidados necesarios para recuperar las fuerzas. Una vez en el interior del modesto cuarto, la tensai depositó con cuidado sus pertenencias sobre una mesa y se dispuso a leer con detenimiento el diario que había encontrado, esperando encontrar en él alguna pista que la ayudase a encontrar al par de caballeros dragones desaparecidos.
Diez días habían pasado desde que recibió la carta de Sammuel, durante aquella aciaga noche en que Mortagglia se le escapó de entre los dedos por culpa de la intervención de una bio cibernética. La ciudad de Lunargenta sufrió mucho por los actos de la vampira, pero aun así la benjamina de los Calhoun no pudo quedarse a ayudar con la reconstrucción y atención a los heridos, estaba en deuda con el caballero dragón y debía atender su petición. Sin perder tiempo, la joven dirigió su montura hacia Sacrestic y pronto se encontró recorriendo las adoquinadas calles del lugar, que como siempre, estaban salpicadas con la sangre de aquellos desgraciados que habían perdido la vida durante el transcurso de la noche anterior.
Era triste pensar que los ciudadanos vivían con el miedo constante, preguntándose si serían los siguientes, pero algún motivo debían tener para quedarse allí, fuera el que fuese. Como de costumbre, la de cabellos cenicientos fue a parar a la taberna en que solía hospedarse cuando pasaba por la zona, y tras asegurarse de dejar bien atado a su caballo en el establo, subió los escalones que llevaban a la puerta principal y se internó en el local, echando un vistazo a la sala. Apenas había clientes a aquellas horas, la mayoría se habían retirado ya a sus casas para evitar el sol, y los pocos que aún seguían en la taberna tenían tanto alcohol en sangre como para pasar el resto del día dormitando sobre las mesas.
- Mejor así. - pensó Elen, para acto seguido dirigirse a la barra y llamar la atención del propietario. - Otra vez por aquí, ¿quiere una habitación? - preguntó el hombre, mientras terminaba de secar unas jarras recién lavadas. - Busco información. - respondió ella, clavando la mirada en los ojos de su interlocutor. - Usted dirá. - dijo él, arrastrando las palabras mientras intentaba evitar el contacto visual con la hechicera. - Me han contado que hace no mucho pasaron dos caballeros dragones por aquí, ¿los ha visto? - inquirió, con voz seria. - Por aquí pasa mucha gente... - contestó el tabernero, evasivo. - Estoy segura de que estos dos no pasaron desapercibidos, piense un poco. - instó ella, deslizando un par de aeros por encima de la barra a modo de soborno.
El hombre observó durante unos instantes las brillantes monedas, antes de aceptarlas y llevárselas a uno de los bolsillos. - Bueno, sí, recuerdo a un par de individuos con extraña armadura, pagaron una habitación pero cuando llegó la hora de abandonarla ya no estaban en ella, aunque sí algunas de sus pertenencias. - reveló, en voz baja para que la conversación quedase entre ellos dos. - Guardé sus cosas en el almacén por si volvían pero no lo hicieron. - continuó, tomando la iniciativa de mostrarle el camino hacia el mismo. El almacén, que también hacía las veces de despensa, era pequeño y húmedo, estaba mal iluminado y algo desordenado, pero al propietario no le costó encontrar lo que buscaba, un par de aljabas de cuero.
En el interior de la primera solo había algunas hojas de pergamino en blanco, una pluma y lo necesario para lacrar cualquier mensaje, objetos que seguramente pensaban utilizar para redactar el informe de situación y enviarlo a Dundarak. En la segunda, que era algo más pequeña con respecto a la anterior, había vendas, algún que otro ungüento y un ajado diario, que a simple vista era lo más interesante. - Ha hecho bien en guardar esto, me lo llevaré. - indicó la joven, mientras comenzaba a ojear las páginas del diario. El tabernero no se opuso, esperó a que la hechicera recogiese las aljabas y saliese del almacén, para luego regresar a su puesto tras la barra con total naturalidad.
- Me vendría bien descansar un rato… - musitó la de ojos verdes, antes de cruzar unas palabras más con el propietario, lo justo para alquilar una habitación y asegurarse de que su caballo recibiría los cuidados necesarios para recuperar las fuerzas. Una vez en el interior del modesto cuarto, la tensai depositó con cuidado sus pertenencias sobre una mesa y se dispuso a leer con detenimiento el diario que había encontrado, esperando encontrar en él alguna pista que la ayudase a encontrar al par de caballeros dragones desaparecidos.
Última edición por Elen Calhoun el Jue Feb 23 2017, 01:22, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
“Día 1
Por fin hemos llegado a nuestro destino. El camino no ha estado libre de incidentes pero de momento todo va según lo planeado, nos encontramos en Sacrestic Ville y nuestra tapadera parece haber convencido al tabernero, que sin poner ningún reparo nos ha alquilado una de las habitaciones de la posada por una semana. Mañana comenzaremos las labores de investigación con el mayor disimulo posible para no levantar sospechas.
Día 2
Los gritos durante la noche apenas nos han permitido descansar, pero a pesar de ello parece que nadie quiere hablar sobre los ataques a humanos, nuestra mejor baza será sonsacar información al propietario de la taberna. Siguiendo nuestro papel de viajeros que solo han parado a descansar antes de seguir hacia las tierras del sur, hoy hemos entablado conversación con el señor Creedens, que nos ha recomendado encarecidamente no permanecer mucho tiempo en la ciudad. Al parecer se han producido numerosos ataques en las últimas semanas, y no solo entre los habitantes del lugar, muchos peregrinos han desaparecido repentinamente tanto en Sacrestic como en los caminos de los alrededores. Seguiremos investigando al respecto.
Día 3
Siento que alguien ha empezado a interesarse por nosotros, es como si nos estuvieran observando, debemos darnos prisa…
Día 4
Tal como esperaba, un par de vampiros trataron de atacarnos durante la madrugada. Hemos mantenido a uno de ellos con vida para tratar de interrogarlo y buscar una conexión entre el reciente aumento de desapariciones y nuestras informaciones, pero el sujeto se niega a cooperar, tendremos que deshacernos de él para que no nos descubran.
Día 5
Nuestra tapadera corre peligro, algunos clientes de la taberna han empezado a murmurar en nuestra presencia, el tiempo se agota. Una mujer nos ha abordado en el mercado esta mañana, asegura saber algo acerca de lo que está ocurriendo en Sacrestic, nos reuniremos con ella dentro de unas horas.
Talia ha confirmado nuestros mayores temores, las cosas comenzaron a descontrolarse hace poco más de un mes, cuando un extraño individuo llegó a la ciudad. Desde entonces los ataques a humanos se han duplicado, pero no se han encontrado todos los cuerpos, muchos, como el de su hija, aún no han aparecido. También nos ha proporcionado una descripción del sujeto en cuestión y una posible dirección en la que encontrarlo, mañana iremos a comprobarla.
Día 6
Estamos listos, en breve partiremos hacia el lugar indicado y trataremos de solucionar el problema, de no conseguirlo, que este diario sirva a quien venga a buscarnos.
Casa abandonada junto al lindero del bosque que separa Sacrestic del castillo Urd.”
Aquel era el último apunte del diario, y claramente los dragones no habían logrado cumplir su misión, pero sí habían sido lo suficientemente precavidos como para dejar todas las pistas allí recogidas. - Bien, descansaré un par de horas y me ocuparé de terminar con esto. - musitó la joven, antes de frotarse los ojos y cerrar el diario, que terminaría guardado entre el resto de sus pertenencias. Tras bloquear la puerta con ayuda de una silla, para sentirse más segura, Elen se dejó caer en la cama y permitió que los pesados párpados se cerrasen completamente, realmente necesitaba aquel descanso, aunque no disponía del tiempo suficiente para recuperar todo el sueño perdido.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Las horas pasaron más rápido de lo que la bruja hubiese querido, y para cuando volvió a abrir los ojos el sol ya abandonaba su punto más alto, recordándole que tenía que ponerse en marcha de inmediato si quería aprovechar la luz del día en su favor. Elen abandonó la cama y se dirigió al pequeño baño de la habitación, donde a toda prisa se refrescó el rostro con algo de agua para terminar de despejarse, tras lo cual regresó a la mesa en que aún descansaban sus alforjas y comenzó a extraer de ellas las diferentes partes de su armadura. Toda precaución era poca, o al menos eso era lo que ella se decía, pues ahora que tenía no solo un cargo de importancia sino una misión que cumplir, lo último que podía permitirse era resultar herida en combate.
Una vez lista, y con las armas debidamente colocadas tanto en su cinturón como a la espalda, la tensai abandonó el modesto cuarto y también la taberna, para encaminarse hacia el lugar que se había mencionado en el diario. Por suerte no era difícil situar la supuesta vivienda, todo aquel que hubiese pasado por los alrededores de Sacrestic Ville en su vida habría visto a lo lejos las altas torres del castillo de Urd. Elen solo tuvo que avanzar en dirección a la fortaleza, y en cuanto cruzó el lindero del espeso bosque redujo el paso, desmontó y ató a Sombra antes de proseguir con sumo cuidado para hacer el menor ruido posible.
El buen oído de los vampiros era algo bien conocido, y aunque su objetivo iba más allá de ellos, no pretendía alertarlos antes de tiempo, eso podría arruinar todo y causarle más problemas de los que ya de por sí tendría. Sin dejar de escrutar con la mirada cuanto la rodeaba, la benjamina de los Calhoun continuó su camino hasta encontrar la vivienda en cuestión, momento en que optó por esconderse a medias tras una hilera de arbustos y observar. Tal como habían escrito en el diario, la casa parecía estar deshabitada desde hacía al menos una década, casi todas las ventanas estaban rotas y abiertas de par en par, lo mismo ocurría con la puerta, que incluso estaba desencajada del marco y se movía con la brisa, causando repentinos golpes cuando ésta era fuerte.
El tejado tenía un agujero de tamaño considerable por el que se había filtrado la lluvia durante años, motivo por el cual todo el mobiliario del interior estaba podrido o mohoso. Nadie en su sano juicio decidiría vivir en un lugar como aquel, pero si algo le habían enseñado sus viajes era que Aerandir estaba llena de personas desequilibradas. Suponiendo que al ser de día los vampiros estarían descansando tras su última partida de caza, la hechicera abandonó los arbustos y se dirigió al interior, poniendo especial cuidado al subir los escalones de madera que llevaban hasta la destartalada entrada.
Lo que la de cabellos cenicientos no alcanzaría a ver era que ya había alguien más en la zona, o eso era lo que se deducía de la presencia de otro caballo entre los árboles cercanos a la parte trasera de la vivienda. Elen aprovechó para colarse en el interior en cuanto una brisa movió la puerta, y una vez dentro enfiló el pasillo central, al tiempo que extraía su daga del cinturón, por si acaso. Iba preparada para lo peor, no solo para enfrentar a los seres de la noche sino también para ocuparse del extraño individuo que había ocasionado el aumento de ataques a humanos, que a todas luces debía ser un demonio.
Tratar con criaturas oscuras siempre representaba un problema, pero todo se complicaba más cuando se preocupaba por no herir al recipiente poseído, ya que tenía que encontrar el objeto de unión en mitad del combate y destruirlo para eliminar al demonio. Esto la limitaba bastante a la hora de luchar, pero no le quedaba de otra, era lo mínimo que podía hacer por el pobre desgraciado al que llevase puesto como un traje. Lentamente, Elen siguió avanzando a lo largo del pasillo, revisando las estancias que iba encontrando a su paso, hasta que unas pequeñas manchas de sangre llamaron su atención.
El suelo de madera ofrecía una clara imagen de lo que había pasado allí, habían arrastrado a una persona herida por el interior de la casa, hasta llevarla a una especie de sótano, también abierto de par en par. La de ojos verdes no podía descartar que hubiese alguien en la planta alta de la vivienda, pero con una pista como aquella prefirió centrar su atención en lo que podía haber bajo sus pies. Sin pensarlo dos veces, la tensai comenzó a descender los escalones, cada vez más manchados del rojizo líquido, aunque la sangre no parecía demasiado reciente, al menos no tanto como la que teñía los adoquines de Sacrestic.
La escena que encontró en el sótano fue del todo inesperada, pues no solo yacían allí los cadáveres de algunas de las personas que habían desaparecido en el último mes, sino también los de los vampiros que supuestamente habían estado causando tales ataques. ¿Quién los había matado? La estancia estaba patas arriba y quedaba claro que había tenido lugar una feroz pelea en su interior, pero no había rastro del causante ni tampoco del demonio al que buscaba. Por desgracia, los descompuestos cuerpos del par de caballeros dragones si se encontraban allí, aún ataviados con sus ensangrentadas armaduras plateadas.
- Lo siento Sammuel, no pude hacer nada por ellos. - pensó la joven, mientras se aproximaba a los cuerpos para tomar de ellos algún objeto con el que poder certificar sus muertes. Aquello serviría para entregarlo a las familias de ambos, pero no sería suficiente, debían ser enterrados de forma adecuada. - En cuanto haya acabado con esto me ocuparé de darles descanso. - musitó, antes de escuchar el débil crujido del cristal bajo las pisadas de alguien que caminaba por el piso superior.
Una vez lista, y con las armas debidamente colocadas tanto en su cinturón como a la espalda, la tensai abandonó el modesto cuarto y también la taberna, para encaminarse hacia el lugar que se había mencionado en el diario. Por suerte no era difícil situar la supuesta vivienda, todo aquel que hubiese pasado por los alrededores de Sacrestic Ville en su vida habría visto a lo lejos las altas torres del castillo de Urd. Elen solo tuvo que avanzar en dirección a la fortaleza, y en cuanto cruzó el lindero del espeso bosque redujo el paso, desmontó y ató a Sombra antes de proseguir con sumo cuidado para hacer el menor ruido posible.
El buen oído de los vampiros era algo bien conocido, y aunque su objetivo iba más allá de ellos, no pretendía alertarlos antes de tiempo, eso podría arruinar todo y causarle más problemas de los que ya de por sí tendría. Sin dejar de escrutar con la mirada cuanto la rodeaba, la benjamina de los Calhoun continuó su camino hasta encontrar la vivienda en cuestión, momento en que optó por esconderse a medias tras una hilera de arbustos y observar. Tal como habían escrito en el diario, la casa parecía estar deshabitada desde hacía al menos una década, casi todas las ventanas estaban rotas y abiertas de par en par, lo mismo ocurría con la puerta, que incluso estaba desencajada del marco y se movía con la brisa, causando repentinos golpes cuando ésta era fuerte.
El tejado tenía un agujero de tamaño considerable por el que se había filtrado la lluvia durante años, motivo por el cual todo el mobiliario del interior estaba podrido o mohoso. Nadie en su sano juicio decidiría vivir en un lugar como aquel, pero si algo le habían enseñado sus viajes era que Aerandir estaba llena de personas desequilibradas. Suponiendo que al ser de día los vampiros estarían descansando tras su última partida de caza, la hechicera abandonó los arbustos y se dirigió al interior, poniendo especial cuidado al subir los escalones de madera que llevaban hasta la destartalada entrada.
Lo que la de cabellos cenicientos no alcanzaría a ver era que ya había alguien más en la zona, o eso era lo que se deducía de la presencia de otro caballo entre los árboles cercanos a la parte trasera de la vivienda. Elen aprovechó para colarse en el interior en cuanto una brisa movió la puerta, y una vez dentro enfiló el pasillo central, al tiempo que extraía su daga del cinturón, por si acaso. Iba preparada para lo peor, no solo para enfrentar a los seres de la noche sino también para ocuparse del extraño individuo que había ocasionado el aumento de ataques a humanos, que a todas luces debía ser un demonio.
Tratar con criaturas oscuras siempre representaba un problema, pero todo se complicaba más cuando se preocupaba por no herir al recipiente poseído, ya que tenía que encontrar el objeto de unión en mitad del combate y destruirlo para eliminar al demonio. Esto la limitaba bastante a la hora de luchar, pero no le quedaba de otra, era lo mínimo que podía hacer por el pobre desgraciado al que llevase puesto como un traje. Lentamente, Elen siguió avanzando a lo largo del pasillo, revisando las estancias que iba encontrando a su paso, hasta que unas pequeñas manchas de sangre llamaron su atención.
El suelo de madera ofrecía una clara imagen de lo que había pasado allí, habían arrastrado a una persona herida por el interior de la casa, hasta llevarla a una especie de sótano, también abierto de par en par. La de ojos verdes no podía descartar que hubiese alguien en la planta alta de la vivienda, pero con una pista como aquella prefirió centrar su atención en lo que podía haber bajo sus pies. Sin pensarlo dos veces, la tensai comenzó a descender los escalones, cada vez más manchados del rojizo líquido, aunque la sangre no parecía demasiado reciente, al menos no tanto como la que teñía los adoquines de Sacrestic.
La escena que encontró en el sótano fue del todo inesperada, pues no solo yacían allí los cadáveres de algunas de las personas que habían desaparecido en el último mes, sino también los de los vampiros que supuestamente habían estado causando tales ataques. ¿Quién los había matado? La estancia estaba patas arriba y quedaba claro que había tenido lugar una feroz pelea en su interior, pero no había rastro del causante ni tampoco del demonio al que buscaba. Por desgracia, los descompuestos cuerpos del par de caballeros dragones si se encontraban allí, aún ataviados con sus ensangrentadas armaduras plateadas.
- Lo siento Sammuel, no pude hacer nada por ellos. - pensó la joven, mientras se aproximaba a los cuerpos para tomar de ellos algún objeto con el que poder certificar sus muertes. Aquello serviría para entregarlo a las familias de ambos, pero no sería suficiente, debían ser enterrados de forma adecuada. - En cuanto haya acabado con esto me ocuparé de darles descanso. - musitó, antes de escuchar el débil crujido del cristal bajo las pisadas de alguien que caminaba por el piso superior.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Gracias al crujir de los cristales Elen pudo seguir la trayectoria que tomaba el recién llegado, que al parecer había entrado a la casa por la parte trasera y ahora enfilaba el mismo pasillo que ella había utilizado para llegar al sótano desde el extremo opuesto. ¿Habría regresado el demonio a su guarida? Era una posibilidad remota después de lo que había visto allí abajo pero debía considerarla, así que sin perder tiempo buscó un rincón en el que ocultarse, tras una vieja estantería de madera desde la cual podría observar con total tranquilidad al individuo en cuanto éste decidiese bajar las escaleras.
No ser detectada la ayudaría a estudiar al supuesto demonio en busca de algún objeto que pudiese ser la unión entre su oscuro espíritu y el plano en que se encontraban, cosa que de hallar le facilitaría considerablemente la posterior pelea. Elen solo tenía que concentrarse y esperar sin hacer ruido, atenta a cualquier cambio de dirección que pudiese tomar su objetivo en el piso de arriba. Por suerte el recién llegado continuó avanzando hacia el centro del pasillo, justo donde comenzaba la escalera que daba al sótano y por tanto el rastro de sangre que había conducido a la hechicera hasta allí. Sin embargo, una escucha más detenida sembró la duda en la joven, quien quiera que estuviese en la casa intentaba moverse con cuidado, midiendo bien sus pasos y con la misma lentitud que había usado ella para adentrarse en la vivienda, ¿a qué se debería aquello?
¿Acaso el demonio había visto a Sombra en los alrededores? ¿Habría sido capaz de captar el aroma de la bruja entre tanta muerte? No tenía idea de cuál podía ser el motivo, pero pronto esas preguntas quedaron de lado, en cuanto el extraño comenzó a descender los destartalados escalones de madera, que chirriaron bajo sus botas. Se trataba de un hombre, y lo poco que pudo ver la centinela desde su posición era que iba ataviado con una larga gabardina y que blandía una espada en su mano derecha. Su postura delataba tensión, fuera quien fuese no se sentía cómodo allí dentro y eso, junto con la ausencia de aura oscura a su alrededor, terminó por convencer a la de ojos verdes, aquel no era su objetivo.
A pesar de eso la joven no se movió, prefirió quedarse oculta tras la estantería y observar al caballero, en busca del motivo que podía haberlo llevado hasta aquella casa. Por desgracia el extraño se mantuvo de espaldas a ella en todo momento, hecho por el cual la de cabellos cenicientos no alcanzaría a ver la confusa expresión de su rostro al ver los cadáveres de los vampiros esparcidos por la estancia. Algo más relajado tras comprobar que no sería necesario enfrentarse a los moradores de la noche que habían estado causando los ataques, el misterioso espadachín envainó su arma y se acuclilló junto a uno de los cuerpos para examinarlo más de cerca. - Llevan medio día muertos, ese malnacido no puede estar lejos. - pensó el cazador, valiéndose de su experiencia para estimar de forma aproximada el momento en que había tenido lugar la feroz lucha que casi había destrozado por completo el sótano.
Una vez establecida la supuesta hora del altercado, el caballero volvió a ponerse en pie y echó un vistazo al resto de la sala, consiguiendo que la tensai tuviese que contener el aliento para no ser descubierta. Fue entonces cuando la joven alcanzó a ver el rostro del extraño, un individuo de lisos cabellos castaños que le llegaban casi hasta los hombros, ojos del mismo color y barba oscura. No parecía un tipo peligroso pero en ocasiones las apariencias engañan, y teniendo en cuenta que debía haber un motivo de peso para que estuviese allí, Elen se limitó a esperar hasta que el cazador decidió abandonar el sótano.
Sin querer tentar a la suerte, Elen aguardó hasta que los pasos del espadachín dejaron de escucharse en el piso de arriba, y solo entonces abandonó su posición tras la estantería para dirigirse al exterior de la vivienda. A pesar de creerse sola la joven avanzó con cuidado, sin querer hacer ningún ruido mientras subía las escaleras que daban al pasillo, que tal como comprobó asomándose ligeramente, estaba vacío. - Bien, se ha ido. - musitó, antes de detenerse al pie de las escaleras que llevaban a la planta superior, lugar que aún no había revisado y que por precaución, decidió investigar. Las habitaciones de la parte alta se encontraban en peor estado que el resto, las tablas del suelo estaban tan viejas que había que vigilar donde se pisaba para no quedar atrapada en un agujero, así que tras un rápido vistazo, la de cabellos cenicientos optó por regresar al piso de abajo.
Elen bajó los escalones sin preocuparse de no hacer ruido, a fin de cuentas acababa de comprobar que no quedaba nadie más en el interior de la casa, pero no era algo que la aliviase sino todo lo contrario, debía encontrar al cabecilla que había organizado los ataques y pronto, antes de que intentase trasladarse a otro lugar. Puede que ese fuese el motivo que lo llevó a terminar con las vidas de los vampiros que le servían, quizá el demonio se había dado cuenta de que estaba despertando el indeseado interés de las autoridades y era hora de marcharse a otra parte. Con esa preocupante idea en mente, la hechicera dirigió sus pasos hacia la puerta por la que había entrado y que ahora estaba abierta de par en par, pero no llegaría a cruzar el umbral de la misma.
La afilada espada silbó en el aire y se situó a la altura de su garganta en un instante, tan cerca de la piel que casi podía sentir el metálico filo. - Sabía que había alguien más ahí dentro. - dijo el cazador, que había esperado pacientemente fuera de la casa, junto a la puerta para sorprenderla. La centinela cruzó una mirada con el espadachín, sin dejar que la sorpresa se reflejase en su rostro a pesar de que ciertamente, no se esperaba una aparición tan repentina por su parte. - Aparta tu arma. - exigió la bruja, sin comprender por qué la amenazaba de aquel modo, si creía que podía haber alguien más allí hubiese bastado con esperarla fuera para interrogarla.
- No estás en posición de pedir nada. - replicó él, cambiando la posición de su brazo para que el filo de la hoja se mantuviese a un lado del cuello de la joven. En una situación como aquella la tensai solo tenía dos opciones, retroceder y esperar que su atacante no decidiese rajarle la yugular o atacar, pero de momento no quería iniciar ella el conflicto así que optó por la primera, aunque el cazador no iba a dejarle espacio.
No ser detectada la ayudaría a estudiar al supuesto demonio en busca de algún objeto que pudiese ser la unión entre su oscuro espíritu y el plano en que se encontraban, cosa que de hallar le facilitaría considerablemente la posterior pelea. Elen solo tenía que concentrarse y esperar sin hacer ruido, atenta a cualquier cambio de dirección que pudiese tomar su objetivo en el piso de arriba. Por suerte el recién llegado continuó avanzando hacia el centro del pasillo, justo donde comenzaba la escalera que daba al sótano y por tanto el rastro de sangre que había conducido a la hechicera hasta allí. Sin embargo, una escucha más detenida sembró la duda en la joven, quien quiera que estuviese en la casa intentaba moverse con cuidado, midiendo bien sus pasos y con la misma lentitud que había usado ella para adentrarse en la vivienda, ¿a qué se debería aquello?
¿Acaso el demonio había visto a Sombra en los alrededores? ¿Habría sido capaz de captar el aroma de la bruja entre tanta muerte? No tenía idea de cuál podía ser el motivo, pero pronto esas preguntas quedaron de lado, en cuanto el extraño comenzó a descender los destartalados escalones de madera, que chirriaron bajo sus botas. Se trataba de un hombre, y lo poco que pudo ver la centinela desde su posición era que iba ataviado con una larga gabardina y que blandía una espada en su mano derecha. Su postura delataba tensión, fuera quien fuese no se sentía cómodo allí dentro y eso, junto con la ausencia de aura oscura a su alrededor, terminó por convencer a la de ojos verdes, aquel no era su objetivo.
A pesar de eso la joven no se movió, prefirió quedarse oculta tras la estantería y observar al caballero, en busca del motivo que podía haberlo llevado hasta aquella casa. Por desgracia el extraño se mantuvo de espaldas a ella en todo momento, hecho por el cual la de cabellos cenicientos no alcanzaría a ver la confusa expresión de su rostro al ver los cadáveres de los vampiros esparcidos por la estancia. Algo más relajado tras comprobar que no sería necesario enfrentarse a los moradores de la noche que habían estado causando los ataques, el misterioso espadachín envainó su arma y se acuclilló junto a uno de los cuerpos para examinarlo más de cerca. - Llevan medio día muertos, ese malnacido no puede estar lejos. - pensó el cazador, valiéndose de su experiencia para estimar de forma aproximada el momento en que había tenido lugar la feroz lucha que casi había destrozado por completo el sótano.
Una vez establecida la supuesta hora del altercado, el caballero volvió a ponerse en pie y echó un vistazo al resto de la sala, consiguiendo que la tensai tuviese que contener el aliento para no ser descubierta. Fue entonces cuando la joven alcanzó a ver el rostro del extraño, un individuo de lisos cabellos castaños que le llegaban casi hasta los hombros, ojos del mismo color y barba oscura. No parecía un tipo peligroso pero en ocasiones las apariencias engañan, y teniendo en cuenta que debía haber un motivo de peso para que estuviese allí, Elen se limitó a esperar hasta que el cazador decidió abandonar el sótano.
Sin querer tentar a la suerte, Elen aguardó hasta que los pasos del espadachín dejaron de escucharse en el piso de arriba, y solo entonces abandonó su posición tras la estantería para dirigirse al exterior de la vivienda. A pesar de creerse sola la joven avanzó con cuidado, sin querer hacer ningún ruido mientras subía las escaleras que daban al pasillo, que tal como comprobó asomándose ligeramente, estaba vacío. - Bien, se ha ido. - musitó, antes de detenerse al pie de las escaleras que llevaban a la planta superior, lugar que aún no había revisado y que por precaución, decidió investigar. Las habitaciones de la parte alta se encontraban en peor estado que el resto, las tablas del suelo estaban tan viejas que había que vigilar donde se pisaba para no quedar atrapada en un agujero, así que tras un rápido vistazo, la de cabellos cenicientos optó por regresar al piso de abajo.
Elen bajó los escalones sin preocuparse de no hacer ruido, a fin de cuentas acababa de comprobar que no quedaba nadie más en el interior de la casa, pero no era algo que la aliviase sino todo lo contrario, debía encontrar al cabecilla que había organizado los ataques y pronto, antes de que intentase trasladarse a otro lugar. Puede que ese fuese el motivo que lo llevó a terminar con las vidas de los vampiros que le servían, quizá el demonio se había dado cuenta de que estaba despertando el indeseado interés de las autoridades y era hora de marcharse a otra parte. Con esa preocupante idea en mente, la hechicera dirigió sus pasos hacia la puerta por la que había entrado y que ahora estaba abierta de par en par, pero no llegaría a cruzar el umbral de la misma.
La afilada espada silbó en el aire y se situó a la altura de su garganta en un instante, tan cerca de la piel que casi podía sentir el metálico filo. - Sabía que había alguien más ahí dentro. - dijo el cazador, que había esperado pacientemente fuera de la casa, junto a la puerta para sorprenderla. La centinela cruzó una mirada con el espadachín, sin dejar que la sorpresa se reflejase en su rostro a pesar de que ciertamente, no se esperaba una aparición tan repentina por su parte. - Aparta tu arma. - exigió la bruja, sin comprender por qué la amenazaba de aquel modo, si creía que podía haber alguien más allí hubiese bastado con esperarla fuera para interrogarla.
- No estás en posición de pedir nada. - replicó él, cambiando la posición de su brazo para que el filo de la hoja se mantuviese a un lado del cuello de la joven. En una situación como aquella la tensai solo tenía dos opciones, retroceder y esperar que su atacante no decidiese rajarle la yugular o atacar, pero de momento no quería iniciar ella el conflicto así que optó por la primera, aunque el cazador no iba a dejarle espacio.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
- No tengo idea de quién eres ni me importa, no quiero problemas así que baja tu arma de una vez. - insistió la joven retrocediendo lentamente hasta encontrarse en mitad del pasillo. - El caso es que ya los tienes, aunque debo admitir que esperaba otra cosa, la mayoría de los tuyos a los que he enviado al infierno preferían pelear antes que hablar. - respondió el extraño, atento a cualquier movimiento sospechoso de la de cabellos cenicientos. Elen interpretó aquello de la única manera que podía, aquel individuo por alguna razón estaba dando caza a los de su raza, pero ¿por qué?
A simple vista se podía apreciar que no era un elfo, tenía las orejas normales y sus rasgos faciales no eran tan finos como los que caracterizaban a los moradores de Sandorai, tampoco su complexión se correspondía con ellos. ¿Un mestizo quizá? Se preguntó Elen, sin dejar de vigilar la peligrosa hoja que seguía a escasos centímetros de su cuello. Podía ser una explicación, pero ¿por qué tenía que cruzarse precisamente en su camino? El odio mutuo entre brujos y elfos seguía bastante arraigado en una parte de la población de ambas razas a pesar del tiempo que había transcurrido desde la guerra, pero tal como lo veía la tensai, no tenía sentido seguir preservando aquel negativo sentimiento, no llevaría a nada bueno.
A simple vista se podía apreciar que no era un elfo, tenía las orejas normales y sus rasgos faciales no eran tan finos como los que caracterizaban a los moradores de Sandorai, tampoco su complexión se correspondía con ellos. ¿Un mestizo quizá? Se preguntó Elen, sin dejar de vigilar la peligrosa hoja que seguía a escasos centímetros de su cuello. Podía ser una explicación, pero ¿por qué tenía que cruzarse precisamente en su camino? El odio mutuo entre brujos y elfos seguía bastante arraigado en una parte de la población de ambas razas a pesar del tiempo que había transcurrido desde la guerra, pero tal como lo veía la tensai, no tenía sentido seguir preservando aquel negativo sentimiento, no llevaría a nada bueno.
***
- No importa su apariencia, estos seres pueden adoptar la que deseen. - se dijo interiormente el cazador, sin apartar ni por un instante su espada de la mujer que tenía ante sí. Ciertamente le habían informado de que el extraño y sospechoso de los recientes ataques era un hombre que había llegado a Sacrestic un par de meses atrás, pero eso no quitaba que el demonio hubiese decidido cambiar de recipiente para dar esquinazo a aquellos que ya lo habían visto. Ella era la única persona que quedaba en la casa y por tanto no podía dejarla marchar sin más, lo más probable era que fuese su objetivo, y de ser así, tendría que reducirla y rebuscar entre sus pertenencias hasta dar con el posible objeto de unión, tarea que parecía sencilla viendo la forma en que su sospechosa se comportaba.
El cazador estaba acostumbrado a verse envuelto en complicadas peleas en las que no se mediaba casi palabra, pero quizá el demonio que creía tener ante sí no fuese tan poderoso como había imaginado al escuchar los rumores de los numerosos ataques. Por una vez parecía que terminaría rápido y quizá sin tener que esforzarse demasiado, pero no podía dar nada por sentado todavía.
El cazador estaba acostumbrado a verse envuelto en complicadas peleas en las que no se mediaba casi palabra, pero quizá el demonio que creía tener ante sí no fuese tan poderoso como había imaginado al escuchar los rumores de los numerosos ataques. Por una vez parecía que terminaría rápido y quizá sin tener que esforzarse demasiado, pero no podía dar nada por sentado todavía.
***
Si algo no le sobraba a la benjamina de los Calhoun era paciencia, y verse retenida por un completo extraño mientras su objetivo podía estar escapando hacia otra aldea terminó decantando la balanza en favor de acabar con aquella situación, aunque esto supusiese quitarse de en medio al caballero bruscamente. - No tengo tiempo para perderlo de esta manera, fuera de mi camino. - advirtió, acompañando sus palabras de una gélida mirada. - Oh, claro, aquí ya te has divertido bastante y ahora pretendes marcharte. - acusó el espadachín, colmando la poca paciencia que quedaba a la centinela. Una repentina y potente corriente de viento cruzó la estancia y alcanzó en un costado al cazador, haciendo que chocase violentamente contra una de las destartaladas puertas de madera que daban a las habitaciones.
La enmohecida puerta se destrozó bajo su peso y el cuerpo del caballero quedó tirado en mitad de la estancia, pero no iba a quedarse allí por mucho tiempo. Sujetando aún con fuerza la empuñadura de su espada, que había estado a punto de escapársele de la mano, volvió a levantarse a toda prisa y se dirigió nuevamente al pasillo, justo para ver como su objetivo se dirigía a la salida con paso decidido, cosa que no permitiría. - ¡No irás a ninguna parte! - exclamó, yendo tras ella y alzando su hoja para asestarle un tajo en el hombro. Por suerte Elen alcanzó a ver sus intenciones por el rabillo del ojo y logró esquivar la trayectoria del arma haciéndose a un lado, pero aquel extraño iba a convertirse en un verdadero estorbo si no se deshacía de él rápido.
Combinando su elemento con la forma avanzada del mismo, la de ojos verdes lanzó una onda contra el espadachín, seguida de una descarga lo suficientemente potente como para aturdirlo durante el tiempo necesario para poner distancia entre ambos. La onda surtió el efecto deseado, lanzando por los aires al extraño y enviándolo hasta el final del pasillo, lugar en que recibió la descarga y quedó momentáneamente inmóvil. Un gutural gruñido escapó de la garganta del cazador, que ya se estaba arrepintiendo de haber supuesto que aquella sería una pelea sencilla, aunque para ser justos no se sentía cómodo luchando de aquel modo, había llegado el momento de mostrarse tal y como era.
Mientras Elen cruzaba el umbral de la puerta sin preocupación alguna, dejándolo atrás sin darle mayor importancia, su oponente envainó la espada y se despojó de la larga gabardina que llevaba puesta, para acto seguido comenzar a cambiar de forma sin tener en cuenta el estado de la abandonada vivienda en que se encontraba. Desde el exterior la hechicera escucharía el crujir de la madera a su espalda, y con un mal presentimiento se daría la vuelta, a tiempo de ver como parte de la casa se destrozaba por culpa de la transformación del cazador, que no resultó ser un mestizo elfo como había pensado en un principio.
La de ojos verdes maldijo interiormente al ver las amenazadoras fauces entreabiertas y la cabeza cubierta de espinas saliendo por la puerta principal, cuyo marco no resistió el paso del resto del cuerpo del dragón que avanzaba directamente hacia ella.
La enmohecida puerta se destrozó bajo su peso y el cuerpo del caballero quedó tirado en mitad de la estancia, pero no iba a quedarse allí por mucho tiempo. Sujetando aún con fuerza la empuñadura de su espada, que había estado a punto de escapársele de la mano, volvió a levantarse a toda prisa y se dirigió nuevamente al pasillo, justo para ver como su objetivo se dirigía a la salida con paso decidido, cosa que no permitiría. - ¡No irás a ninguna parte! - exclamó, yendo tras ella y alzando su hoja para asestarle un tajo en el hombro. Por suerte Elen alcanzó a ver sus intenciones por el rabillo del ojo y logró esquivar la trayectoria del arma haciéndose a un lado, pero aquel extraño iba a convertirse en un verdadero estorbo si no se deshacía de él rápido.
Combinando su elemento con la forma avanzada del mismo, la de ojos verdes lanzó una onda contra el espadachín, seguida de una descarga lo suficientemente potente como para aturdirlo durante el tiempo necesario para poner distancia entre ambos. La onda surtió el efecto deseado, lanzando por los aires al extraño y enviándolo hasta el final del pasillo, lugar en que recibió la descarga y quedó momentáneamente inmóvil. Un gutural gruñido escapó de la garganta del cazador, que ya se estaba arrepintiendo de haber supuesto que aquella sería una pelea sencilla, aunque para ser justos no se sentía cómodo luchando de aquel modo, había llegado el momento de mostrarse tal y como era.
Mientras Elen cruzaba el umbral de la puerta sin preocupación alguna, dejándolo atrás sin darle mayor importancia, su oponente envainó la espada y se despojó de la larga gabardina que llevaba puesta, para acto seguido comenzar a cambiar de forma sin tener en cuenta el estado de la abandonada vivienda en que se encontraba. Desde el exterior la hechicera escucharía el crujir de la madera a su espalda, y con un mal presentimiento se daría la vuelta, a tiempo de ver como parte de la casa se destrozaba por culpa de la transformación del cazador, que no resultó ser un mestizo elfo como había pensado en un principio.
La de ojos verdes maldijo interiormente al ver las amenazadoras fauces entreabiertas y la cabeza cubierta de espinas saliendo por la puerta principal, cuyo marco no resistió el paso del resto del cuerpo del dragón que avanzaba directamente hacia ella.
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Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
El primer ataque de la bestia no se hizo esperar. Su grisáceo vientre se tornó de un vivo color entre naranja y dorado en cuestión de segundos, delatando el elemento que albergaba en su interior, y que tan solo unos instantes después de aquel pequeño cambio escapó a través de las entreabiertas fauces. Elen tuvo que lanzarse al suelo para esquivar el ígneo proyectil, que impactó contra un árbol cercano y comenzó a consumirlo rápidamente, dejando la madera completamente negra a su paso. - Se acabaron las contemplaciones. - masculló la hechicera, con el ceño fruncido y la mirada clavada en el dragón, que seguía avanzando hacia su posición.
Hasta el momento, y tal como solía hacer, la de ojos verdes había optado por “invitar” al extraño a quitarse de su camino sin excederse con sus poderes, pero ya que éste se empeñaba en seguir estorbando y retrasando el cumplimiento de su tarea, la joven tendría que darle una lección para que comprendiese de una vez por todas su mensaje. Poniéndose en pie de un salto, Elen volvió a concentrar su elemento y lanzó una nueva onda contra el alado, pero ésta vez se aseguró de aumentar la intensidad de su hechizo hasta casi duplicarla, lo que provocó que el cazador se viese despedido por los aires nuevamente a pesar de su nueva forma, y que su cuerpo chocase bruscamente contra el ya maltrecho porche de la vivienda.
Las vigas que sostenían el piso superior no aguantarían otro impacto como aquel, y consciente de ello la centinela no perdió el tiempo, volvió a utilizar el mismo ataque una vez más, enfocándolo más hacia la estructura de la casa que hacia su oponente, aunque éste también se vio alcanzado por la segunda onda. Tal como esperaba, los años de abandono y el mal estado en que se encontraba la residencia hicieron el resto, con lo que el segundo piso no tardó en derrumbarse sobre los cimientos, sepultando a medias al dragón bajo kilos y kilos de escombros.
Elen resopló molesta, no le gustaba entrar en combate sin una buena razón pero aquel individuo la había obligado a ello, y ahora que probablemente habría perdido el sentido tras el desplome, la culpabilidad se hizo presente en sus pensamientos. No tenía la menor idea del motivo que podría tener aquel hombre para atacarla, pero tampoco era el tipo de persona que se marchaba sin más, dejando morir a alguien en mitad de la nada. Resignada, la hechicera comenzó a caminar en dirección a la vivienda, no solo para asegurarse de dejar fuera al espadachín sino también para cumplir con lo que minutos antes se había autoimpuesto, sacar de allí los cadáveres del par de caballeros dragón y darles el descanso que se merecían.
Esto último iba a resultar más complicado ahora que la parte superior de la casa se había desmoronado, pero con paciencia y el buen uso de sus habilidades telequinéticas acabaría consiguiéndolo, aunque debía tener muy presente el tiempo, ya que en cuanto el alado volviese en sí todo comenzaría de nuevo. Por suerte Elen tenía la electricidad de su parte, una descarga certera mantendría dormido al extraño durante el tiempo necesario para que ella terminase su labor y se marchase, después de eso con suerte no se lo volvería a cruzar en el camino. Así pues, y asumiendo que el posible demonio le llevaría una ventaja considerable por culpa de lo sucedido, distancia que tendría que reducir viajando a marchas forzadas durante los siguientes días, la benjamina de los Calhoun se situó junto a los escombros y comenzó a retirarlos con ayuda de su telequinesis y leves corrientes de viento.
Pronto quedó al descubierto medio cuerpo del dragón, que tal como había imaginado parecía estar inconsciente a causa del derrumbamiento, o eso era lo que quería que ella pensara. Lo único que alcanzó a ver la bruja fue la alargada y negra pupila del reptil mirándola fijamente, tras lo cual sintió como algo la golpeaba con contundencia a la altura del vientre, enviándola varios metros a través de los escombros, por los que rodó sin poder frenarse. Ni siquiera tuvo tiempo de cubrirse el rostro con las manos, pero por suerte la mayor parte de los golpes fueron a parar a brazos y piernas, lo cual no suponía mayor riesgo para su salud ni la dejaba en desventaja.
El cazador, que había esperado pacientemente su ocasión, seguro de que el demonio se acercaría para rematarlo o aprovecharse de la situación, emergió de entre los cascotes haciendo oscilar la fuerte cola con la que acababa de golpear a su enemiga, mientras ésta tosía a causa del impacto recibido y se llevaba una mano a la boca, comprobando al tacto que un leve hilillo de sangre le caía desde el labio hasta la barbilla. No había forma de que la tensai lo superarse en fuerza física, y teniendo en cuenta la famosa resistencia de las escamas que constituían la piel de aquellos seres, lo mejor sería mantener las distancias y acabar con la pelea lo antes posible, pero esto era más fácil decirlo que hacerlo.
El alado no iba a desaprovechar su oportunidad, avanzó hacia ella a toda prisa y se preparó para lanzarle una potente llamarada, asumiendo que a veces no se podía salvar a los recipientes y que quizá en aquella ocasión, en la cual aún no había detectado ningún objeto especial que pudiese ser el de unión, la mejor opción fuese acabar directamente con su enemiga, calcinándola. La hechicera por su parte no esperó a que la alcanzase, creó una fuerte corriente de aire y se valió de ella para impulsarse hacia atrás, ganando algo de espacio y el tiempo suficiente para que la electricidad se concentrase alrededor de sus brazos de forma visible.
Ambos ataques, llamarada y descarga chocaron en el aire, provocando un sonoro chasquido que se podría escuchar claramente en los alrededores, y que de inmediato provocó el nerviosismo en cuantos andaban por la zona. Muchos de los animales huyeron a sus guaridas, mientras Sombra, que hasta el momento se había mantenido tranquilo y a cierta distancia de la vivienda, se elevaba sobre dos patas y comenzaba a tirar de las riendas que lo mantenían atado. El negro corcel percibía que su dueña podía estar en peligro, y sin rendirse siguió tirando hasta romper la rama que lo retenía, tras lo cual emprendió una frenética carrera hacia la derruida casa que se había convertido en improvisado campo de batalla.
Hasta el momento, y tal como solía hacer, la de ojos verdes había optado por “invitar” al extraño a quitarse de su camino sin excederse con sus poderes, pero ya que éste se empeñaba en seguir estorbando y retrasando el cumplimiento de su tarea, la joven tendría que darle una lección para que comprendiese de una vez por todas su mensaje. Poniéndose en pie de un salto, Elen volvió a concentrar su elemento y lanzó una nueva onda contra el alado, pero ésta vez se aseguró de aumentar la intensidad de su hechizo hasta casi duplicarla, lo que provocó que el cazador se viese despedido por los aires nuevamente a pesar de su nueva forma, y que su cuerpo chocase bruscamente contra el ya maltrecho porche de la vivienda.
Las vigas que sostenían el piso superior no aguantarían otro impacto como aquel, y consciente de ello la centinela no perdió el tiempo, volvió a utilizar el mismo ataque una vez más, enfocándolo más hacia la estructura de la casa que hacia su oponente, aunque éste también se vio alcanzado por la segunda onda. Tal como esperaba, los años de abandono y el mal estado en que se encontraba la residencia hicieron el resto, con lo que el segundo piso no tardó en derrumbarse sobre los cimientos, sepultando a medias al dragón bajo kilos y kilos de escombros.
Elen resopló molesta, no le gustaba entrar en combate sin una buena razón pero aquel individuo la había obligado a ello, y ahora que probablemente habría perdido el sentido tras el desplome, la culpabilidad se hizo presente en sus pensamientos. No tenía la menor idea del motivo que podría tener aquel hombre para atacarla, pero tampoco era el tipo de persona que se marchaba sin más, dejando morir a alguien en mitad de la nada. Resignada, la hechicera comenzó a caminar en dirección a la vivienda, no solo para asegurarse de dejar fuera al espadachín sino también para cumplir con lo que minutos antes se había autoimpuesto, sacar de allí los cadáveres del par de caballeros dragón y darles el descanso que se merecían.
Esto último iba a resultar más complicado ahora que la parte superior de la casa se había desmoronado, pero con paciencia y el buen uso de sus habilidades telequinéticas acabaría consiguiéndolo, aunque debía tener muy presente el tiempo, ya que en cuanto el alado volviese en sí todo comenzaría de nuevo. Por suerte Elen tenía la electricidad de su parte, una descarga certera mantendría dormido al extraño durante el tiempo necesario para que ella terminase su labor y se marchase, después de eso con suerte no se lo volvería a cruzar en el camino. Así pues, y asumiendo que el posible demonio le llevaría una ventaja considerable por culpa de lo sucedido, distancia que tendría que reducir viajando a marchas forzadas durante los siguientes días, la benjamina de los Calhoun se situó junto a los escombros y comenzó a retirarlos con ayuda de su telequinesis y leves corrientes de viento.
Pronto quedó al descubierto medio cuerpo del dragón, que tal como había imaginado parecía estar inconsciente a causa del derrumbamiento, o eso era lo que quería que ella pensara. Lo único que alcanzó a ver la bruja fue la alargada y negra pupila del reptil mirándola fijamente, tras lo cual sintió como algo la golpeaba con contundencia a la altura del vientre, enviándola varios metros a través de los escombros, por los que rodó sin poder frenarse. Ni siquiera tuvo tiempo de cubrirse el rostro con las manos, pero por suerte la mayor parte de los golpes fueron a parar a brazos y piernas, lo cual no suponía mayor riesgo para su salud ni la dejaba en desventaja.
El cazador, que había esperado pacientemente su ocasión, seguro de que el demonio se acercaría para rematarlo o aprovecharse de la situación, emergió de entre los cascotes haciendo oscilar la fuerte cola con la que acababa de golpear a su enemiga, mientras ésta tosía a causa del impacto recibido y se llevaba una mano a la boca, comprobando al tacto que un leve hilillo de sangre le caía desde el labio hasta la barbilla. No había forma de que la tensai lo superarse en fuerza física, y teniendo en cuenta la famosa resistencia de las escamas que constituían la piel de aquellos seres, lo mejor sería mantener las distancias y acabar con la pelea lo antes posible, pero esto era más fácil decirlo que hacerlo.
El alado no iba a desaprovechar su oportunidad, avanzó hacia ella a toda prisa y se preparó para lanzarle una potente llamarada, asumiendo que a veces no se podía salvar a los recipientes y que quizá en aquella ocasión, en la cual aún no había detectado ningún objeto especial que pudiese ser el de unión, la mejor opción fuese acabar directamente con su enemiga, calcinándola. La hechicera por su parte no esperó a que la alcanzase, creó una fuerte corriente de aire y se valió de ella para impulsarse hacia atrás, ganando algo de espacio y el tiempo suficiente para que la electricidad se concentrase alrededor de sus brazos de forma visible.
Ambos ataques, llamarada y descarga chocaron en el aire, provocando un sonoro chasquido que se podría escuchar claramente en los alrededores, y que de inmediato provocó el nerviosismo en cuantos andaban por la zona. Muchos de los animales huyeron a sus guaridas, mientras Sombra, que hasta el momento se había mantenido tranquilo y a cierta distancia de la vivienda, se elevaba sobre dos patas y comenzaba a tirar de las riendas que lo mantenían atado. El negro corcel percibía que su dueña podía estar en peligro, y sin rendirse siguió tirando hasta romper la rama que lo retenía, tras lo cual emprendió una frenética carrera hacia la derruida casa que se había convertido en improvisado campo de batalla.
***
Desde el bosque alguien más observaba el desarrollo de la pelea con sumo interés, aguardando el momento en que uno de los contendientes se alzase con la victoria para entrar en escena.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Sombra entró en escena mientras ambos contendientes se medían con la mirada, planeando sus próximos movimientos y esperando terminar con aquella pelea lo antes posible, aunque para ello tuviesen que ser más drásticos. Elen había decidido dejarse de juegos y utilizar su hechizo más poderoso contra el dragón, pero palideció al ver aparecer a su montura, desatar la tormenta de rayos no sería seguro mientras el caballo siguiese en la zona. Sin embargo su problema era aún mayor, pues Sombra no se detuvo al llegar a las inmediaciones de la ruinosa vivienda sino que siguió corriendo hacia el dragón, que al escuchar el sonido de los cascos acercándose decidió girarse hacia el origen.
Para cuando se dio la vuelta ya lo tenía casi encima, y aunque no tenía nada en contra de los animales, el cazador no iba a permitir que el corcel se convirtiese en un estorbo de cara a su misión. Sombra se puso sobre dos patas y relinchó con fuerza, amenazante, dispuesto a cocear al alado si éste no se alejaba de su dueña, cosa que no iba a ocurrir. El dragón en respuesta abrió las alas para parecer más grande y rugió guturalmente, pretendía espantar al caballo con ello pero el espécimen que tenía frente a sí era puro mal carácter, no huiría. Consciente de ello, y de que no podía permitirse perder el tiempo con un animal, el cazador se dispuso a lanzar un zarpazo contra el equino, pero antes de que pudiese hacerlo una punzada de dolor le recorrió el costado.
Un gruñido escapó de su garganta, había cometido un gran error al dar la espalda a la hechicera, que sin dudarlo ni un instante salvó la distancia que los separaba y ahora se encontraba a su lado, con una de las manos contra la dura y escamosa piel que cubría el lugar en que el dolor lo había atacado. Elen había utilizado una descarga directa, mucho más efectiva y aun así insuficiente para derribar a la bestia. Esto no la sorprendió en absoluto, algunos humanos también tenían la resistencia necesaria como para soportar aquel tipo de ataque, todo dependía de la constitución del individuo, y teniendo en cuenta que estaba peleando con un dragón, cuya gruesa coraza era tan efectiva como una buena armadura, tendría que esforzarse más.
- ¡Vete de aquí Sombra! - exclamó la joven aprovechando el momento, pero su caballo no parecía de acuerdo con lo que le ordenaba. - ¡He dicho que te vayas! - instó con seriedad, valiéndose de una corriente de viento para empujar al animal y apartarlo del peligro. Finalmente el negro corcel obedeció aunque de mala gana, avanzó hasta una posición ligeramente apartada y allí demostró su descontento, relinchando y coceando el suelo sin apartar los ojos del dragón, que por unos instantes parecía dudar sobre lo que estaba haciendo. ¿Por qué se preocuparía un demonio de la suerte que pudiese correr su montura? ¿Acaso se estaba equivocando de persona o aquella mujer actuaba para salvar el pellejo? No podía saberlo, pero tampoco podía rechazar la idea de que fuese simplemente por comodidad a la hora de desplazarse.
Nuevamente concentrado en el combate, las negras y alargadas pupilas del reptil siguieron los movimientos de la hechicera, que ahora se apartaba de su cuerpo sabiéndose en desventaja física. Era su momento y no iba a desperdiciar la oportunidad de aprovechar la superioridad que su transformación le brindaba, así que con un rápido giro de su cola volvió a golpearla, alcanzándola entre la parte superior del pecho y la clavícula. La benjamina de los Calhoun salió violentamente despedida por los aires y fue a parar a una de las escasas paredes de la casa que se mantenía medio en pie aún, golpeándose la espalda y un hombro en el impacto.
Elen ahogó un quejido, el fuerte golpe la había dejado sin aliento y con molestias para respirar normalmente, la armadura comenzaba a agobiarla, tenía que quitársela. Sabiendo que su adversario no le daría ni el más mínimo respiro, la bruja concentró su elemento y creo un muro de energía a su alrededor, lo suficientemente amplio como para mantener al alado a varios metros de su persona durante el tiempo necesario para deshacerse de algunas partes de su vestimenta. El cazador de todos modos intentó cruzar la barrera, pero nada más acercarse recibió una potente descarga, a la que siguieron varias más, mientras su objetivo estuviese al otro lado no podría hacer mucho. - Quizá una llamarada funcione, igual que antes. - pensó para sí, recordando cómo ambos elementos se habían anulado al impactar en el aire.
Debía darse prisa, eso lo supo de inmediato al ver como el vientre del dragón empezaba a cambiar de color nuevamente, adoptando el tono entre anaranjado y dorado que precedía a sus ataques con fuego. Sin perder ni un segundo, la tensai comenzó a desatar las correas que sujetaban la pieza de cuero que le cubría parte del cuello y la clavícula, se deshizo de ésta y también de la coraza metálica que le cubría el pecho, dejando a la vista parte de la camisa blanca que solía llevar puesta cuando vestía normalmente. Por fin pudo respirar profundamente, aunque esto le causó algo de dolor por lo reciente del golpe recibido, pero al menos ya no se sentía oprimida por su vestimenta, había llegado la hora de acabar con aquella estúpida pelea de una vez por todas.
La electricidad se concentró en sus manos hasta formar un gran orbe de energía, y en cuanto el dragón lanzó su elemento contra la barrera, que comenzó a debilitarse por momentos, Elen hizo brillar el orbe de forma intensa y molesta hasta hacerlo explotar en un destello con el que pretendía cegar a su enemigo. Su hechizo dio resultado, la bestia tenía los ojos cerrados y meneaba la cabeza con evidente molestia, detalle que empujó a la tensai a correr tan rápido como le permitieron las piernas, avanzando directamente hacia su oponente para darle el golpe final. Elen solo tenía que hundir su daga en la membrana de las alas y transmitir la corriente a través del metálico filo a todo el cuerpo del dragón, eso bastaría para dejarlo fuera de combate o al menos era lo que esperaba.
La hoja se clavó donde esperaba, pero de forma instintiva el cazador retiró su brazo, causándose a sí mismo una dolorosa brecha para librarse de la daga enemiga, tras lo cual lanzó un zarpazo a ciegas, lo suficientemente certero como para rasgar la tela de la camisa de la joven, pero no para herirla. La bruja retrocedió de inmediato mientras su enemigo seguía lanzando ataques al aire, envainó la daga y se dispuso a preparar su mejor hechizo, pero cuando finalmente el alado recobró la vista y clavó su mirada sobre ella, quedó petrificado. Un detalle que había quedado a la vista captó todo su interés, haciéndolo olvidar por completo las ganas de seguir peleando.
Para cuando se dio la vuelta ya lo tenía casi encima, y aunque no tenía nada en contra de los animales, el cazador no iba a permitir que el corcel se convirtiese en un estorbo de cara a su misión. Sombra se puso sobre dos patas y relinchó con fuerza, amenazante, dispuesto a cocear al alado si éste no se alejaba de su dueña, cosa que no iba a ocurrir. El dragón en respuesta abrió las alas para parecer más grande y rugió guturalmente, pretendía espantar al caballo con ello pero el espécimen que tenía frente a sí era puro mal carácter, no huiría. Consciente de ello, y de que no podía permitirse perder el tiempo con un animal, el cazador se dispuso a lanzar un zarpazo contra el equino, pero antes de que pudiese hacerlo una punzada de dolor le recorrió el costado.
Un gruñido escapó de su garganta, había cometido un gran error al dar la espalda a la hechicera, que sin dudarlo ni un instante salvó la distancia que los separaba y ahora se encontraba a su lado, con una de las manos contra la dura y escamosa piel que cubría el lugar en que el dolor lo había atacado. Elen había utilizado una descarga directa, mucho más efectiva y aun así insuficiente para derribar a la bestia. Esto no la sorprendió en absoluto, algunos humanos también tenían la resistencia necesaria como para soportar aquel tipo de ataque, todo dependía de la constitución del individuo, y teniendo en cuenta que estaba peleando con un dragón, cuya gruesa coraza era tan efectiva como una buena armadura, tendría que esforzarse más.
- ¡Vete de aquí Sombra! - exclamó la joven aprovechando el momento, pero su caballo no parecía de acuerdo con lo que le ordenaba. - ¡He dicho que te vayas! - instó con seriedad, valiéndose de una corriente de viento para empujar al animal y apartarlo del peligro. Finalmente el negro corcel obedeció aunque de mala gana, avanzó hasta una posición ligeramente apartada y allí demostró su descontento, relinchando y coceando el suelo sin apartar los ojos del dragón, que por unos instantes parecía dudar sobre lo que estaba haciendo. ¿Por qué se preocuparía un demonio de la suerte que pudiese correr su montura? ¿Acaso se estaba equivocando de persona o aquella mujer actuaba para salvar el pellejo? No podía saberlo, pero tampoco podía rechazar la idea de que fuese simplemente por comodidad a la hora de desplazarse.
Nuevamente concentrado en el combate, las negras y alargadas pupilas del reptil siguieron los movimientos de la hechicera, que ahora se apartaba de su cuerpo sabiéndose en desventaja física. Era su momento y no iba a desperdiciar la oportunidad de aprovechar la superioridad que su transformación le brindaba, así que con un rápido giro de su cola volvió a golpearla, alcanzándola entre la parte superior del pecho y la clavícula. La benjamina de los Calhoun salió violentamente despedida por los aires y fue a parar a una de las escasas paredes de la casa que se mantenía medio en pie aún, golpeándose la espalda y un hombro en el impacto.
Elen ahogó un quejido, el fuerte golpe la había dejado sin aliento y con molestias para respirar normalmente, la armadura comenzaba a agobiarla, tenía que quitársela. Sabiendo que su adversario no le daría ni el más mínimo respiro, la bruja concentró su elemento y creo un muro de energía a su alrededor, lo suficientemente amplio como para mantener al alado a varios metros de su persona durante el tiempo necesario para deshacerse de algunas partes de su vestimenta. El cazador de todos modos intentó cruzar la barrera, pero nada más acercarse recibió una potente descarga, a la que siguieron varias más, mientras su objetivo estuviese al otro lado no podría hacer mucho. - Quizá una llamarada funcione, igual que antes. - pensó para sí, recordando cómo ambos elementos se habían anulado al impactar en el aire.
Debía darse prisa, eso lo supo de inmediato al ver como el vientre del dragón empezaba a cambiar de color nuevamente, adoptando el tono entre anaranjado y dorado que precedía a sus ataques con fuego. Sin perder ni un segundo, la tensai comenzó a desatar las correas que sujetaban la pieza de cuero que le cubría parte del cuello y la clavícula, se deshizo de ésta y también de la coraza metálica que le cubría el pecho, dejando a la vista parte de la camisa blanca que solía llevar puesta cuando vestía normalmente. Por fin pudo respirar profundamente, aunque esto le causó algo de dolor por lo reciente del golpe recibido, pero al menos ya no se sentía oprimida por su vestimenta, había llegado la hora de acabar con aquella estúpida pelea de una vez por todas.
La electricidad se concentró en sus manos hasta formar un gran orbe de energía, y en cuanto el dragón lanzó su elemento contra la barrera, que comenzó a debilitarse por momentos, Elen hizo brillar el orbe de forma intensa y molesta hasta hacerlo explotar en un destello con el que pretendía cegar a su enemigo. Su hechizo dio resultado, la bestia tenía los ojos cerrados y meneaba la cabeza con evidente molestia, detalle que empujó a la tensai a correr tan rápido como le permitieron las piernas, avanzando directamente hacia su oponente para darle el golpe final. Elen solo tenía que hundir su daga en la membrana de las alas y transmitir la corriente a través del metálico filo a todo el cuerpo del dragón, eso bastaría para dejarlo fuera de combate o al menos era lo que esperaba.
La hoja se clavó donde esperaba, pero de forma instintiva el cazador retiró su brazo, causándose a sí mismo una dolorosa brecha para librarse de la daga enemiga, tras lo cual lanzó un zarpazo a ciegas, lo suficientemente certero como para rasgar la tela de la camisa de la joven, pero no para herirla. La bruja retrocedió de inmediato mientras su enemigo seguía lanzando ataques al aire, envainó la daga y se dispuso a preparar su mejor hechizo, pero cuando finalmente el alado recobró la vista y clavó su mirada sobre ella, quedó petrificado. Un detalle que había quedado a la vista captó todo su interés, haciéndolo olvidar por completo las ganas de seguir peleando.
Elen Calhoun
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Algunos en aquella situación podrían haberse centrado momentáneamente en la blanca y tersa piel de la hechicera que había quedado al descubierto, otros se habrían fijado con mayor interés en la plateada cadena que colgaba de su cuello e iba hasta el interior de la camisa, ocultando lo que descansaba al final de la misma, pero los ojos del dragón no prestaban atención a ninguna de esas dos cosas, estaban clavados en un detalle que le resultaba terriblemente familiar. - Esa marca…- consiguió pronunciar, sin apartar la vista de la cicatriz con forma de z invertida de la joven. - Tú no eres el demonio. - añadió instantes después, para asombro de la tensai.
- ¿Qué? - preguntó Elen, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. ¿De verdad la había confundido con un maldito demonio? - No me lo puedo creer, ¿qué clase de cazador eres si ni siquiera sabes diferenciar entre una persona normal y una poseída? - espetó con visible molestia, dando por hecho que su presencia allí se debía a que había venido a eliminar el problema que llevaba ya algún tiempo sobre la zona. Tras esto la bruja perdió también el interés en seguir peleando, dio la espalda al alado y volvió al lugar en que se había desprendido de parte de su armadura para recoger las piezas que se había visto obligada a quitarse por comodidad.
El extraño ignoró su reproche, la lógica lo había llevado a pensar que al ser la única persona en las inmediaciones ella tenía algo que ver con todo el asunto, a lo que había que sumar el aura oscura que la rodeaba, detalle que tras ver la cicatriz quedó explicado. - Esa marca… ¿cómo te la hiciste? - preguntó, solo para corroborar lo que ya sabía. La de ojos verdes rió de forma exagerada ante sus palabras, terminó de recoger sus cosas y regresó al amasijo de escombros en que se había convertido la vivienda para proseguir con lo que estaba haciendo antes de que su inusual oponente le asestase el coletazo. - ¿Cómo te la hiciste? - insistió él, siguiéndola con la mirada y sin abandonar su forma bestial.
- ¿De verdad crees que voy a responderte? Por tu culpa tengo mucho más trabajo aquí del que esperaba así que no molestes. - contestó la centinela, al tiempo que comenzaba a combinar sus habilidades mágicas para seguir retirando los cascotes y demás restos del derrumbamiento. El problema era que el cansancio causado por la pelea sumado a las heridas fruto de la misma iban a complicarle la tarea, ralentizándola y probablemente obligándola a hacer algún que otro descanso para recuperar fuerzas. Elen estaba perdiendo un tiempo valiosísimo, pero no podía marcharse de allí sin ocuparse debidamente del par de caballeros dragones, ya buscaría la forma de dar caza al demonio cuando terminase.
Viendo que no lograría sacar nada de ella si no la ayudaba, el cazador comenzó a caminar hacia la casa para echarle una mano, aún sin saber con qué fin estaba retirando los escombros, pero antes de que pudiese alcanzar la posición de la joven una extraña voz haría que ambos dejasen lo que estaban haciendo. - No por favor, con lo interesante que se estaba poniendo la pelea. - dijo el recién llegado, que hasta aquel momento se había limitado a observar desde la segunda línea de árboles, fuera de la vista y lo suficientemente alejado del conflicto como para no ser detectado. - Aún no he podido decidirme. - añadió, mientras el alado y la tensai se giraban para observarlo.
A ninguno de los dos les hizo falta ver los característicos ojos negros para saber que finalmente tenían delante a su objetivo, dentro de un recipiente de complexión atlética, cabellos castaños y piel pálida, marcada por múltiples ampollas moradas que le recorrían tanto la cara como los brazos y parecían ser fruto de quemaduras recientes. - Tú. - masculló el dragón, poniéndose en guardia instintivamente. - Lamento que tengáis que verme así, cuando elegí poseer este cuerpo creí que aguantaría pero queda claro que no es lo suficientemente fuerte para contenerme… y por desgracia mis esbirros no fueron capaces de proporcionarme ninguno mejor, vampiros, unas gotas de sangre y pierden la cabeza, terminaron siendo un estorbo así que decidí librarme de ellos. - explicó con tranquilidad y sin un ápice de preocupación.
Aquel era el motivo de las misteriosas desapariciones en la zona, el demonio se había valido de sus artimañas para reclutar a un nutrido grupo de chupasangres y ordenarles que secuestrasen tanto a habitantes de Sacrestic como a los incautos viajeros que pasaban por los caminos que llevaban a la ciudad, pero controlarlos no fue tan fácil como creía. La primera cosecha no llegó con vida a su guarida, razón por la que tuvo que aplicar un severo correctivo y deshacerse de los culpables, esperando con ello mandar un mensaje al resto para que no volviese a ocurrir. Las siguientes fueron mejores pero no encontró en ellas lo que estaba buscando, luego llegaron los caballeros dragones como un rayo de esperanza, pero de nuevo su pequeña horda de vampiros lo echó a perder, matándolos antes de tiempo. Un nuevo correctivo fue aplicado y el grupo quedó reducido a la mitad, pero tras varias semanas sin conseguir ningún resultado el oscuro ser se cansó de soportar la debilidad de sus seguidores, optando por matarlos a todos y trasladarse a otro lugar en busca del codiciado recipiente que necesitaba, recipiente que por así decirlo le había caído del cielo al coincidir con aquel par de luchadores natos justo cuando estaba a punto de marcharse.
Elen avanzó hasta situarse junto al cazador, consciente de que la mejor opción que tenían dado el desgaste que ambos habían sufrido por su estúpido enfrentamiento era colaborar, de ese modo conseguirían ventaja y con suerte terminarían pronto con aquel ser, cuya aura oscura era considerablemente mayor a las que Elen había percibido hasta el momento. - Los dos tenéis mucho potencial como recipientes… y un gran poder destructivo a vuestro favor… - siguió hablando, ladeando ligeramente la cabeza mientras paseaba la mirada de uno a otro. - Entonces… ¿con cuál me quedo? Agilidad y destreza o fuerza bruta… difícil decisión. - continuó, demostrando una gran confianza en sí mismo y sus habilidades.
- ¿Qué? - preguntó Elen, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. ¿De verdad la había confundido con un maldito demonio? - No me lo puedo creer, ¿qué clase de cazador eres si ni siquiera sabes diferenciar entre una persona normal y una poseída? - espetó con visible molestia, dando por hecho que su presencia allí se debía a que había venido a eliminar el problema que llevaba ya algún tiempo sobre la zona. Tras esto la bruja perdió también el interés en seguir peleando, dio la espalda al alado y volvió al lugar en que se había desprendido de parte de su armadura para recoger las piezas que se había visto obligada a quitarse por comodidad.
El extraño ignoró su reproche, la lógica lo había llevado a pensar que al ser la única persona en las inmediaciones ella tenía algo que ver con todo el asunto, a lo que había que sumar el aura oscura que la rodeaba, detalle que tras ver la cicatriz quedó explicado. - Esa marca… ¿cómo te la hiciste? - preguntó, solo para corroborar lo que ya sabía. La de ojos verdes rió de forma exagerada ante sus palabras, terminó de recoger sus cosas y regresó al amasijo de escombros en que se había convertido la vivienda para proseguir con lo que estaba haciendo antes de que su inusual oponente le asestase el coletazo. - ¿Cómo te la hiciste? - insistió él, siguiéndola con la mirada y sin abandonar su forma bestial.
- ¿De verdad crees que voy a responderte? Por tu culpa tengo mucho más trabajo aquí del que esperaba así que no molestes. - contestó la centinela, al tiempo que comenzaba a combinar sus habilidades mágicas para seguir retirando los cascotes y demás restos del derrumbamiento. El problema era que el cansancio causado por la pelea sumado a las heridas fruto de la misma iban a complicarle la tarea, ralentizándola y probablemente obligándola a hacer algún que otro descanso para recuperar fuerzas. Elen estaba perdiendo un tiempo valiosísimo, pero no podía marcharse de allí sin ocuparse debidamente del par de caballeros dragones, ya buscaría la forma de dar caza al demonio cuando terminase.
Viendo que no lograría sacar nada de ella si no la ayudaba, el cazador comenzó a caminar hacia la casa para echarle una mano, aún sin saber con qué fin estaba retirando los escombros, pero antes de que pudiese alcanzar la posición de la joven una extraña voz haría que ambos dejasen lo que estaban haciendo. - No por favor, con lo interesante que se estaba poniendo la pelea. - dijo el recién llegado, que hasta aquel momento se había limitado a observar desde la segunda línea de árboles, fuera de la vista y lo suficientemente alejado del conflicto como para no ser detectado. - Aún no he podido decidirme. - añadió, mientras el alado y la tensai se giraban para observarlo.
A ninguno de los dos les hizo falta ver los característicos ojos negros para saber que finalmente tenían delante a su objetivo, dentro de un recipiente de complexión atlética, cabellos castaños y piel pálida, marcada por múltiples ampollas moradas que le recorrían tanto la cara como los brazos y parecían ser fruto de quemaduras recientes. - Tú. - masculló el dragón, poniéndose en guardia instintivamente. - Lamento que tengáis que verme así, cuando elegí poseer este cuerpo creí que aguantaría pero queda claro que no es lo suficientemente fuerte para contenerme… y por desgracia mis esbirros no fueron capaces de proporcionarme ninguno mejor, vampiros, unas gotas de sangre y pierden la cabeza, terminaron siendo un estorbo así que decidí librarme de ellos. - explicó con tranquilidad y sin un ápice de preocupación.
Aquel era el motivo de las misteriosas desapariciones en la zona, el demonio se había valido de sus artimañas para reclutar a un nutrido grupo de chupasangres y ordenarles que secuestrasen tanto a habitantes de Sacrestic como a los incautos viajeros que pasaban por los caminos que llevaban a la ciudad, pero controlarlos no fue tan fácil como creía. La primera cosecha no llegó con vida a su guarida, razón por la que tuvo que aplicar un severo correctivo y deshacerse de los culpables, esperando con ello mandar un mensaje al resto para que no volviese a ocurrir. Las siguientes fueron mejores pero no encontró en ellas lo que estaba buscando, luego llegaron los caballeros dragones como un rayo de esperanza, pero de nuevo su pequeña horda de vampiros lo echó a perder, matándolos antes de tiempo. Un nuevo correctivo fue aplicado y el grupo quedó reducido a la mitad, pero tras varias semanas sin conseguir ningún resultado el oscuro ser se cansó de soportar la debilidad de sus seguidores, optando por matarlos a todos y trasladarse a otro lugar en busca del codiciado recipiente que necesitaba, recipiente que por así decirlo le había caído del cielo al coincidir con aquel par de luchadores natos justo cuando estaba a punto de marcharse.
Elen avanzó hasta situarse junto al cazador, consciente de que la mejor opción que tenían dado el desgaste que ambos habían sufrido por su estúpido enfrentamiento era colaborar, de ese modo conseguirían ventaja y con suerte terminarían pronto con aquel ser, cuya aura oscura era considerablemente mayor a las que Elen había percibido hasta el momento. - Los dos tenéis mucho potencial como recipientes… y un gran poder destructivo a vuestro favor… - siguió hablando, ladeando ligeramente la cabeza mientras paseaba la mirada de uno a otro. - Entonces… ¿con cuál me quedo? Agilidad y destreza o fuerza bruta… difícil decisión. - continuó, demostrando una gran confianza en sí mismo y sus habilidades.
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- Ahí tienes a tu demonio, acabemos con esto de una vez. - comentó la hechicera hacia el dragón, que tras escucharla y cruzar una breve mirada con ella asintió en respuesta. Los ojos del recién llegado quedaron clavados sobre la joven durante unos instantes, tras lo cual volvió a tomar la palabra, ignorando la colaboración que ambos contendientes acababan de acordar. - Parece que a ti ya te reclaman otros con los que preferiría no verme involucrado… una lástima pero no importa, la coraza natural del dragón me será muy útil. - dijo con lentitud, al tiempo que posaba la vista sobre el cazador y esbozaba una maliciosa sonrisa.
El alado emitió un gutural gruñido de amenaza, no iba a dejarse poseer por las buenas, antes reduciría a cenizas a aquel individuo, aunque con ello se cobrase también la vida del inocente al que estaba utilizando como recipiente de carne. Durante unos segundos ninguno de los tres tomó la iniciativa en aquella inevitable pelea, el demonio aguardaba mostrando una tranquilidad sorprendente mientras sus dos oponentes lo medían con la mirada, en busca de cualquier posible objeto que pudiese ser la unión de su ser con aquel plano. Una carcajada escapó de labios de la oscura criatura en cuanto se percató de ello, al parecer iba a tener más ventaja de la que esperaba, cosa que no le entretendría.
- Pongámoslo más interesante, ¿es esto lo que buscáis? - preguntó, sacando del bolsillo del pantalón un extraño símbolo de plata atado a un largo cordón de cuero negro. - Venid a por él. - instó, al tiempo que se ataba el colgante alrededor del cuello. La confianza que demostraba y el aura que lo rodeaba solo podían significar una cosa, aquel ser era mucho más fuerte que los que Elen se había encontrado en su camino hasta el momento, y lo mismo le pasaba al dragón, pero entonces… ¿por qué valerse de otros para buscar un nuevo cuerpo cuando probablemente no tendría problemas para adueñarse del que quisiera? Ninguno de los dos hallaba respuesta para aquella pregunta, pero debían encargarse de eliminar la amenaza que suponía para las gentes de los alrededores.
Sin pensárselo dos veces, Elen permitió que la electricidad le recorriese ambos brazos y disparó dos descargas simultáneas, pero su objetivo consiguió esquivarlas sin problema, haciendo gala de una velocidad pasmosa. Cualquier habilidad que tuviese aquel hombre antes de ser poseído se vería ahora potenciada por el poder del demonio, y lo peor estaba por venir, en cuanto la criatura desvelase a qué raza pertenecía su recipiente. El cazador no iba a quedarse atrás, siguió con la mirada a su adversario y en cuanto estuvo listo lanzó contra él una llamarada, pero al igual que la vez anterior, el oscuro ser consiguió sortear su ataque.
- Mi turno. - indicó, antes de comenzar a transformarse a toda prisa. Su rostro se deformó por completo, alargándose hacia delante hasta formar el hocico de un animal mientras el resto de su cuerpo aumentaba de tamaño y se cubría de pelo, destrozando por el camino sus ropas. Sus ojos se tornaron amarillos y una afilada hilera de dientes y colmillos se abrió paso en su boca para finalizar el cambio, dejando ante el alado y la bruja a un enorme lobo negro que andaba sobre dos patas, y que solo portaba el extraño colgante de plata sobre su pecho. Al igual que en su anterior forma, la bestia presentaba ampollas moradas en algunas zonas, síntoma de que su recipiente se estaba consumiendo desde dentro por causa de su poder, que sobrepasaba la resistencia de aquel cuerpo.
Demostrando la ferocidad propia de la raza que había escogido, el demonio se lanzó en primer lugar contra la de ojos verdes, considerando que eliminarla de escena le facilitaría las cosas de cara a su posterior enfrentamiento con el cazador. Elen desenvainó su daga y rodó por el suelo para esquivar las afiladas garras que se dirigían directamente hacia su vientre, luego echó mano a sus poderes para crear una potente onda de viento como las que había utilizado anteriormente contra el dragón. Aquello era más complicado de eludir que una descarga así que surtió efecto, aunque no el deseado, pero sí lo suficiente como para dar algo de espacio a la joven y ocasión a su nuevo aliado de intervenir sin tener que preocuparse por herirla.
El cazador no desaprovechó su oportunidad, acortó distancias con el licántropo y volvió a probar un nuevo ataque con su ígneo elemento, pero la agilidad del enemigo y sus reflejos lo complicaban todo. - Está bien, me ocuparé primero de ti y luego me divertiré utilizando tu cuerpo para matarla a ella. - sentenció con una deformada sonrisa en las entreabiertas fauces.
El alado emitió un gutural gruñido de amenaza, no iba a dejarse poseer por las buenas, antes reduciría a cenizas a aquel individuo, aunque con ello se cobrase también la vida del inocente al que estaba utilizando como recipiente de carne. Durante unos segundos ninguno de los tres tomó la iniciativa en aquella inevitable pelea, el demonio aguardaba mostrando una tranquilidad sorprendente mientras sus dos oponentes lo medían con la mirada, en busca de cualquier posible objeto que pudiese ser la unión de su ser con aquel plano. Una carcajada escapó de labios de la oscura criatura en cuanto se percató de ello, al parecer iba a tener más ventaja de la que esperaba, cosa que no le entretendría.
- Pongámoslo más interesante, ¿es esto lo que buscáis? - preguntó, sacando del bolsillo del pantalón un extraño símbolo de plata atado a un largo cordón de cuero negro. - Venid a por él. - instó, al tiempo que se ataba el colgante alrededor del cuello. La confianza que demostraba y el aura que lo rodeaba solo podían significar una cosa, aquel ser era mucho más fuerte que los que Elen se había encontrado en su camino hasta el momento, y lo mismo le pasaba al dragón, pero entonces… ¿por qué valerse de otros para buscar un nuevo cuerpo cuando probablemente no tendría problemas para adueñarse del que quisiera? Ninguno de los dos hallaba respuesta para aquella pregunta, pero debían encargarse de eliminar la amenaza que suponía para las gentes de los alrededores.
Sin pensárselo dos veces, Elen permitió que la electricidad le recorriese ambos brazos y disparó dos descargas simultáneas, pero su objetivo consiguió esquivarlas sin problema, haciendo gala de una velocidad pasmosa. Cualquier habilidad que tuviese aquel hombre antes de ser poseído se vería ahora potenciada por el poder del demonio, y lo peor estaba por venir, en cuanto la criatura desvelase a qué raza pertenecía su recipiente. El cazador no iba a quedarse atrás, siguió con la mirada a su adversario y en cuanto estuvo listo lanzó contra él una llamarada, pero al igual que la vez anterior, el oscuro ser consiguió sortear su ataque.
- Mi turno. - indicó, antes de comenzar a transformarse a toda prisa. Su rostro se deformó por completo, alargándose hacia delante hasta formar el hocico de un animal mientras el resto de su cuerpo aumentaba de tamaño y se cubría de pelo, destrozando por el camino sus ropas. Sus ojos se tornaron amarillos y una afilada hilera de dientes y colmillos se abrió paso en su boca para finalizar el cambio, dejando ante el alado y la bruja a un enorme lobo negro que andaba sobre dos patas, y que solo portaba el extraño colgante de plata sobre su pecho. Al igual que en su anterior forma, la bestia presentaba ampollas moradas en algunas zonas, síntoma de que su recipiente se estaba consumiendo desde dentro por causa de su poder, que sobrepasaba la resistencia de aquel cuerpo.
Demostrando la ferocidad propia de la raza que había escogido, el demonio se lanzó en primer lugar contra la de ojos verdes, considerando que eliminarla de escena le facilitaría las cosas de cara a su posterior enfrentamiento con el cazador. Elen desenvainó su daga y rodó por el suelo para esquivar las afiladas garras que se dirigían directamente hacia su vientre, luego echó mano a sus poderes para crear una potente onda de viento como las que había utilizado anteriormente contra el dragón. Aquello era más complicado de eludir que una descarga así que surtió efecto, aunque no el deseado, pero sí lo suficiente como para dar algo de espacio a la joven y ocasión a su nuevo aliado de intervenir sin tener que preocuparse por herirla.
El cazador no desaprovechó su oportunidad, acortó distancias con el licántropo y volvió a probar un nuevo ataque con su ígneo elemento, pero la agilidad del enemigo y sus reflejos lo complicaban todo. - Está bien, me ocuparé primero de ti y luego me divertiré utilizando tu cuerpo para matarla a ella. - sentenció con una deformada sonrisa en las entreabiertas fauces.
- Lobo y colgante:
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Valiéndose de su velocidad, el negro lobo arremetió contra su alado oponente, pero no atacándolo de frente sino buscando uno de sus flancos y aprovechando la combinación de su peso e ímpetu para embestirlo lateralmente, en un intento por derribarlo sin causarle demasiado daño, a fin de cuentas esperaba poseer su cuerpo muy pronto, no podía herirlo de gravedad o el cambio de recipiente sería inútil. Solo debía debilitarlo lo suficiente como para que no presentase demasiada resistencia a la hora de entrar en él, pero la determinación del cazador se lo iba a poner complicado.
El dragón no pudo evitar verse arrastrado por la fuerza del enemigo, pero en vez de resistirse aprovechó la ocasión para rodar por el suelo junto con el demonio y hundir las afiladas garras en que terminaba su ala, aquella que conservaba aún sana, en la espalda del licántropo, arrancándole un alarido y consiguiendo que se apartase a toda prisa de él. Ambos volvieron a ponerse en pie para el siguiente asalto casi de inmediato, pero viendo que su limitación iba a pasarle factura, la oscura criatura comprendió que sus posibilidades de hacerse con aquella coraza con patas sin causarle algún daño eran reducidas y lo llevarían a un combate de desgaste, cosa que no le beneficiaba teniendo en cuenta que la hechicera aún seguía por los alrededores.
Elen estaba preparada para atacar, su elemento le envolvía ambos brazos y en cualquier momento podría salir disparado contra el lobo, pero mientras éste se mantuviese enzarzado en su pelea contra el alado no podía arriesgarse a lanzar una de sus descargas, un mínimo fallo de cálculo haría que acertase en el objetivo equivocado. Consciente de ello el demonio volvió a la carga, pero ésta vez aprovechó el lado en que se veía claramente que su adversario estaba herido, rodeándolo con una rapidez sorprendente y abalanzándose sobre su espalda para luego clavar los colmillos en la parte superior del ala que previamente había sido rasgada por la daga de la tensai.
El reptil se revolvió violentamente para librarse de las fauces que le atenazaban lo que en su forma humana hubiese sido el hombro, y cuando finalmente lo consiguió, un contundente coletazo envió al licántropo contra uno de los troncos cercanos. La criatura pudo sentir como sus huesos crujían a causa del impacto, mientras un punzante dolor le recorría por completo una de las patas traseras, pero nada de eso lo detuvo, su oponente empezaba a cansarse y mientras explotase aquella debilidad en su ala tendría ventaja, la lucha debía continuar.
Ignorando el dolor de su recipiente, el demonio se incorporó y se preparó para atacar nuevamente aquel punto débil del cazador, pero antes de poder llegar a su objetivo éste se vio encerrado en una cúpula eléctrica, quedando fuera de su alcance. - Entrometida. - espetó entre gruñidos el lobo, volviéndose hacia la joven. - ¿Tantas ganas tienes de morir? - preguntó, sin obtener respuesta alguna por parte de la centinela, que concentraba sus poderes en un voluminoso orbe. - Bien, entonces te enviaré al otro mundo, los jinetes se alegrarán de recibirte. - añadió, para de inmediato lanzarse en su dirección.
Elen liberó el brillante orbe hacia el cielo y utilizó varias ondas para mantener a raya al licántropo durante el tiempo necesario para que su hechizo surtiese efecto, cosa que no tardó en suceder. El cielo se oscureció de forma repentina sobre sus cabezas, y sin previo aviso, docenas de rayos comenzaron a caer sobre la zona, centrándose en un radio de cinco metros alrededor del demonio y sobre él, lo que lo obligó a echar mano de su agilidad una vez más para esquivar, aunque era imposible que saliese ileso de aquella trampa mortal. Varios impactaron de lleno en su cuerpo, entumeciéndole las extremidades y dejándolo momentáneamente aturdido mientras el resto de brillantes descargas se encargaban de causarle graves quemaduras en la piel, pero sorprendentemente, cuando la fiera tormenta terminó aún seguía en pie, con la mirada llena de odio clavada en la bruja y delgados hilos de humo emanando de su negro pelaje.
El muro de energía había mantenido al dragón a salvo de todo aquello, pero se vino abajo en cuanto el oscuro ser alcanzó a la tensai, cuyos ojos se habían tornado completamente blancos a causa del desgaste mágico. Perder el sentido de la vista no era nuevo para ella, le ocurría cada vez que se excedía utilizando sus poderes, pero en una situación como aquella era la peor noticia posible, sobre todo ante un enemigo tan rápido como el que tenía delante. De repente sintió una de las peludas manos del lobo en torno a su cuello, tras lo cual dejó de sentir el suelo bajo sus botas y empezó a faltarle el aire, aquel animal pretendía asfixiarla con sus propias garras. Sin perder ni un instante, la benjamina de los Calhoun llevó su diestra hacia la muñeca del licántropo para utilizar una descarga directa en su contra, pero aquel demonio era fuerte y a ella se le acababa el tiempo.
Cada vez le costaba más respirar, su visión no la ayudaba y seguir usando su elemento de aquella forma la debilitaba por momentos, así que en un desesperado intento por librarse del agarre de su enemigo, clavó la daga que sostenía con la zurda en el pecho del lobo, acción que pareció surtir algo de efecto. La presión alrededor de su cuello disminuyó ligeramente pero no desapareció del todo, no hasta que el dragón entró en escena, atrapando entre sus fauces el brazo del animal y obligándolo a soltar a la joven, que cayó de rodillas en cuanto se vio liberada. Llevándose una mano a la dolorida garganta, Elen tosió un par de veces antes de recuperar el aliento, sin poder ver lo que ocurría a su alrededor.
El dragón no pudo evitar verse arrastrado por la fuerza del enemigo, pero en vez de resistirse aprovechó la ocasión para rodar por el suelo junto con el demonio y hundir las afiladas garras en que terminaba su ala, aquella que conservaba aún sana, en la espalda del licántropo, arrancándole un alarido y consiguiendo que se apartase a toda prisa de él. Ambos volvieron a ponerse en pie para el siguiente asalto casi de inmediato, pero viendo que su limitación iba a pasarle factura, la oscura criatura comprendió que sus posibilidades de hacerse con aquella coraza con patas sin causarle algún daño eran reducidas y lo llevarían a un combate de desgaste, cosa que no le beneficiaba teniendo en cuenta que la hechicera aún seguía por los alrededores.
Elen estaba preparada para atacar, su elemento le envolvía ambos brazos y en cualquier momento podría salir disparado contra el lobo, pero mientras éste se mantuviese enzarzado en su pelea contra el alado no podía arriesgarse a lanzar una de sus descargas, un mínimo fallo de cálculo haría que acertase en el objetivo equivocado. Consciente de ello el demonio volvió a la carga, pero ésta vez aprovechó el lado en que se veía claramente que su adversario estaba herido, rodeándolo con una rapidez sorprendente y abalanzándose sobre su espalda para luego clavar los colmillos en la parte superior del ala que previamente había sido rasgada por la daga de la tensai.
El reptil se revolvió violentamente para librarse de las fauces que le atenazaban lo que en su forma humana hubiese sido el hombro, y cuando finalmente lo consiguió, un contundente coletazo envió al licántropo contra uno de los troncos cercanos. La criatura pudo sentir como sus huesos crujían a causa del impacto, mientras un punzante dolor le recorría por completo una de las patas traseras, pero nada de eso lo detuvo, su oponente empezaba a cansarse y mientras explotase aquella debilidad en su ala tendría ventaja, la lucha debía continuar.
Ignorando el dolor de su recipiente, el demonio se incorporó y se preparó para atacar nuevamente aquel punto débil del cazador, pero antes de poder llegar a su objetivo éste se vio encerrado en una cúpula eléctrica, quedando fuera de su alcance. - Entrometida. - espetó entre gruñidos el lobo, volviéndose hacia la joven. - ¿Tantas ganas tienes de morir? - preguntó, sin obtener respuesta alguna por parte de la centinela, que concentraba sus poderes en un voluminoso orbe. - Bien, entonces te enviaré al otro mundo, los jinetes se alegrarán de recibirte. - añadió, para de inmediato lanzarse en su dirección.
Elen liberó el brillante orbe hacia el cielo y utilizó varias ondas para mantener a raya al licántropo durante el tiempo necesario para que su hechizo surtiese efecto, cosa que no tardó en suceder. El cielo se oscureció de forma repentina sobre sus cabezas, y sin previo aviso, docenas de rayos comenzaron a caer sobre la zona, centrándose en un radio de cinco metros alrededor del demonio y sobre él, lo que lo obligó a echar mano de su agilidad una vez más para esquivar, aunque era imposible que saliese ileso de aquella trampa mortal. Varios impactaron de lleno en su cuerpo, entumeciéndole las extremidades y dejándolo momentáneamente aturdido mientras el resto de brillantes descargas se encargaban de causarle graves quemaduras en la piel, pero sorprendentemente, cuando la fiera tormenta terminó aún seguía en pie, con la mirada llena de odio clavada en la bruja y delgados hilos de humo emanando de su negro pelaje.
El muro de energía había mantenido al dragón a salvo de todo aquello, pero se vino abajo en cuanto el oscuro ser alcanzó a la tensai, cuyos ojos se habían tornado completamente blancos a causa del desgaste mágico. Perder el sentido de la vista no era nuevo para ella, le ocurría cada vez que se excedía utilizando sus poderes, pero en una situación como aquella era la peor noticia posible, sobre todo ante un enemigo tan rápido como el que tenía delante. De repente sintió una de las peludas manos del lobo en torno a su cuello, tras lo cual dejó de sentir el suelo bajo sus botas y empezó a faltarle el aire, aquel animal pretendía asfixiarla con sus propias garras. Sin perder ni un instante, la benjamina de los Calhoun llevó su diestra hacia la muñeca del licántropo para utilizar una descarga directa en su contra, pero aquel demonio era fuerte y a ella se le acababa el tiempo.
Cada vez le costaba más respirar, su visión no la ayudaba y seguir usando su elemento de aquella forma la debilitaba por momentos, así que en un desesperado intento por librarse del agarre de su enemigo, clavó la daga que sostenía con la zurda en el pecho del lobo, acción que pareció surtir algo de efecto. La presión alrededor de su cuello disminuyó ligeramente pero no desapareció del todo, no hasta que el dragón entró en escena, atrapando entre sus fauces el brazo del animal y obligándolo a soltar a la joven, que cayó de rodillas en cuanto se vio liberada. Llevándose una mano a la dolorida garganta, Elen tosió un par de veces antes de recuperar el aliento, sin poder ver lo que ocurría a su alrededor.
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El dragón tiró de su enemigo para apartarlo de la hechicera, quien a pesar de seguir privada del sentido de la vista, no tuvo problemas para hacerse una idea de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Una vez más debía dar las gracias a su entrenamiento con Yennefer, tras el cual no solo había mejorado considerablemente su sentido del oído a la hora de orientarse sino que también era capaz de percibir los flujos de maná cuando éstos se encontraban cerca de ella, justo como en aquella ocasión. La energía del alado le resultó fácilmente reconocible, pero estaba envuelta por la oscura aura del demonio, lo que dejaba claro que estaban luchando cuerpo a cuerpo, sin apenas distancia entre ellos.
Así era, lobo y reptil estaban enzarzados en un violento intercambio de zarpazos y mordiscos, pero el demonio había cometido un error al no tomar en cuenta el daño que estaba causando a su recipiente actual con aquella pelea, pronto dejaría de responderle y si para entonces no se había hecho con el cuerpo del alado estaría en serios problemas. Elen no podía atacar de momento, y probablemente tampoco fuese recomendable que lo hiciese teniendo en cuenta el desgaste energético que amenazaba con arrebatarle sus últimas fuerzas, pero quedarse allí esperando mientras todo quedaba en manos del cazador no era una opción.
Intentó levantarse, pero los múltiples golpes recibidos durante la primera parte de la lucha empezaban a pasarle factura, haciendo que sintiese un incómodo dolor por todo el cuerpo, que le impidió ponerse en pie. La armadura por suerte la había librado de romperse algo pero tardaría días en recuperarse por completo, aunque aún no podía pensar en eso, no mientras el enemigo siguiese respirando. Viendo que no podía hacer más que mantener su postura, con ambas rodillas hincadas en el suelo, la joven siguió el desarrollo del combate valiéndose de su nueva sensibilidad al maná, y esto le reveló que a pesar de estarse enfrentando contra dos oponentes distintos, el demonio seguía manteniendo su ventaja sobre el rival con el que ahora se medía.
¿De dónde había salido aquel ser? Se preguntó la tensai, pero no había tiempo que perder en aquellas cuestiones, no importaba de donde viniese ni que fuese considerablemente más poderoso que todos lo de su clase con los que se había encontrado anteriormente, debía ser eliminado. A toda prisa, y echando mano a todas las reservas mágicas que le quedaban, la de cabellos cenicientos cerró los ojos y se concentró para realizar un último ataque, con el que esperaba terminar la pelea de una vez por todas.
El cazador se veía superado, había recibido varias heridas y aunque también había logrado infligir unas cuantas a su adversario, era consciente de que no podría seguir luchando mucho más tiempo con aquella intensidad, ya no había opción alguna de salvar al recipiente, tenía que matarlo. Con esa idea en mente embistió al licántropo y lo estampó contra el suelo, valiéndose de su peso para que el golpe resultase aún mayor, pero ni siquiera eso fue suficiente, la criatura seguía moviéndose bajo su cuerpo, aunque algo más despacio de lo normal. Estaba ligeramente aturdido, y aparte de eso había llevado al límite su traje de carne, que apenas le respondía ya.
- ¡Apártate de él! - ordenó la centinela, que por fin veía una ocasión clara para intervenir. Su aliado obedeció, poniendo varios metros de por medio entre su persona y el negro lobo, que en cuestión de segundos se vio encerrado en una poderosa jaula eléctrica. El muro de energía no solo servía para proteger, bajo la manipulación de la bruja también se podía convertir en una prisión que en vez de dañar a quienes se acercaban desde fuera atacaba a quienes se encontrasen en su interior, con lo que las potentes descargas solo tenían un posible objetivo.
Los alaridos de la bestia no se hicieron esperar, y por más que intentó incorporarse no lo consiguió, pues su improvisada jaula se estrechaba rápidamente, dejándole cada vez menos espacio para desplazarse sin ser alcanzado por los brillantes rayos. La benjamina de los Calhoun manipuló la barrera hasta que el demonio no pudo moverse en absoluto, y entonces concentró toda la electricidad de la misma para dirigirla hacia un punto en concreto, la empuñadura de la daga que aún seguía clavada en el pecho del licántropo, craso error por su parte. El metal hizo el resto, llevando a todo el cuerpo una cantidad de energía que ningún ser vivo podría aguantar, ni siquiera aquel maldito demonio.
Un agónico grito escapó de la garganta del animal justo antes de que se desplomase sobre la hierba, quedando boca abajo y sin dar signos de vida. - Destruye el colgante, ¡rápido! - instó Elen, sin terminar de fiarse de que aquel fuese el final del combate. El dragón reaccionó de inmediato, avanzando hacia el inconsciente y arrancándole el cordón de cuero, para acto seguido depositarlo a un par de metros de donde se encontraba y lanzar sobre él una llamarada continua y tan ardiente como para que la joven pudiese notar el calor a pesar de encontrarse a cierta distancia.
La plata se fundió en cuestión de segundos, y con ello el aura oscura que envolvía al licántropo se esfumó, devolviéndolo a su forma humana, en la que se podían apreciar muchas más ampollas moradas de las que habían visto. - Al menos no mintió…- fue lo último que consiguió pronunciar la centinela, antes de perder el conocimiento y caer sobre uno de sus costados.
Así era, lobo y reptil estaban enzarzados en un violento intercambio de zarpazos y mordiscos, pero el demonio había cometido un error al no tomar en cuenta el daño que estaba causando a su recipiente actual con aquella pelea, pronto dejaría de responderle y si para entonces no se había hecho con el cuerpo del alado estaría en serios problemas. Elen no podía atacar de momento, y probablemente tampoco fuese recomendable que lo hiciese teniendo en cuenta el desgaste energético que amenazaba con arrebatarle sus últimas fuerzas, pero quedarse allí esperando mientras todo quedaba en manos del cazador no era una opción.
Intentó levantarse, pero los múltiples golpes recibidos durante la primera parte de la lucha empezaban a pasarle factura, haciendo que sintiese un incómodo dolor por todo el cuerpo, que le impidió ponerse en pie. La armadura por suerte la había librado de romperse algo pero tardaría días en recuperarse por completo, aunque aún no podía pensar en eso, no mientras el enemigo siguiese respirando. Viendo que no podía hacer más que mantener su postura, con ambas rodillas hincadas en el suelo, la joven siguió el desarrollo del combate valiéndose de su nueva sensibilidad al maná, y esto le reveló que a pesar de estarse enfrentando contra dos oponentes distintos, el demonio seguía manteniendo su ventaja sobre el rival con el que ahora se medía.
¿De dónde había salido aquel ser? Se preguntó la tensai, pero no había tiempo que perder en aquellas cuestiones, no importaba de donde viniese ni que fuese considerablemente más poderoso que todos lo de su clase con los que se había encontrado anteriormente, debía ser eliminado. A toda prisa, y echando mano a todas las reservas mágicas que le quedaban, la de cabellos cenicientos cerró los ojos y se concentró para realizar un último ataque, con el que esperaba terminar la pelea de una vez por todas.
El cazador se veía superado, había recibido varias heridas y aunque también había logrado infligir unas cuantas a su adversario, era consciente de que no podría seguir luchando mucho más tiempo con aquella intensidad, ya no había opción alguna de salvar al recipiente, tenía que matarlo. Con esa idea en mente embistió al licántropo y lo estampó contra el suelo, valiéndose de su peso para que el golpe resultase aún mayor, pero ni siquiera eso fue suficiente, la criatura seguía moviéndose bajo su cuerpo, aunque algo más despacio de lo normal. Estaba ligeramente aturdido, y aparte de eso había llevado al límite su traje de carne, que apenas le respondía ya.
- ¡Apártate de él! - ordenó la centinela, que por fin veía una ocasión clara para intervenir. Su aliado obedeció, poniendo varios metros de por medio entre su persona y el negro lobo, que en cuestión de segundos se vio encerrado en una poderosa jaula eléctrica. El muro de energía no solo servía para proteger, bajo la manipulación de la bruja también se podía convertir en una prisión que en vez de dañar a quienes se acercaban desde fuera atacaba a quienes se encontrasen en su interior, con lo que las potentes descargas solo tenían un posible objetivo.
Los alaridos de la bestia no se hicieron esperar, y por más que intentó incorporarse no lo consiguió, pues su improvisada jaula se estrechaba rápidamente, dejándole cada vez menos espacio para desplazarse sin ser alcanzado por los brillantes rayos. La benjamina de los Calhoun manipuló la barrera hasta que el demonio no pudo moverse en absoluto, y entonces concentró toda la electricidad de la misma para dirigirla hacia un punto en concreto, la empuñadura de la daga que aún seguía clavada en el pecho del licántropo, craso error por su parte. El metal hizo el resto, llevando a todo el cuerpo una cantidad de energía que ningún ser vivo podría aguantar, ni siquiera aquel maldito demonio.
Un agónico grito escapó de la garganta del animal justo antes de que se desplomase sobre la hierba, quedando boca abajo y sin dar signos de vida. - Destruye el colgante, ¡rápido! - instó Elen, sin terminar de fiarse de que aquel fuese el final del combate. El dragón reaccionó de inmediato, avanzando hacia el inconsciente y arrancándole el cordón de cuero, para acto seguido depositarlo a un par de metros de donde se encontraba y lanzar sobre él una llamarada continua y tan ardiente como para que la joven pudiese notar el calor a pesar de encontrarse a cierta distancia.
La plata se fundió en cuestión de segundos, y con ello el aura oscura que envolvía al licántropo se esfumó, devolviéndolo a su forma humana, en la que se podían apreciar muchas más ampollas moradas de las que habían visto. - Al menos no mintió…- fue lo último que consiguió pronunciar la centinela, antes de perder el conocimiento y caer sobre uno de sus costados.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
De espaldas a la joven, el reptil no vio como ésta se desplomaba a causa del cansancio y los dolores, ya que su mirada seguía clavada en el pequeño charco plateado en que se hacía convertido el colgante. El enemigo había sido eliminado, pero para sorpresa del dragón, el hombre que había sido su recipiente aún respiraba, aunque de forma muy débil. Lentamente, el licántropo abrió los ojos, pero no era capaz de moverse, tanto había sido el daño recibido que de cuello para abajo su cuerpo no le respondía en absoluto. - Se… se ha ido… por fin se ha ido. - consiguió articular aunque con esfuerzo, en un susurro apenas audible. El cazador si alcanzó a escucharlo, y tras acercarse pudo comprobar la gravedad de la heridas que poblaban casi todo su ser, comprobando que no había nada que pudiese hacer por salvarlo.
El lobo expiró su último aliento instantes después, y con ello se extinguió el brillo de sus ojos, dejándolo con la mirada perdida en el horizonte. Haciendo un esfuerzo, el alado dio la vuelta al cadáver y extrajo la daga de la bruja, tras lo cual volvió a depositar el cuerpo tal como había caído y se dijo interiormente que tendría que buscar algo con que cubrirlo, quizá entre los escombros de la casa quedase alguna manta o cortina que pudiese servirle. Sin embargo aquello tendría que esperar de momento, primero debía revisarse a sí mismo y tratarse el brazo izquierdo, que había salido bastante mal parado tras los dos enfrentamientos.
Fue entonces cuando el reptil se giró hacia el lugar en que yacía la hechicera, y maldiciendo entre dientes, avanzó en su dirección tan rápido como le permitieron las patas, pero no llegaría a tocarla. Sombra se había mantenido al margen por orden de su dueña, pero ahora que ésta no se encontraba en condiciones de defenderse, corrió hacia ella y se situó entre ambos, relinchando amenazadoramente y levantándose sobre dos patas para dejar claro a la bestia que su presencia no le agradaba y que estaba dispuesto a pelear si era preciso, aunque la realidad era que poco podía hacer un caballo contra un dragón.
- No voy a hacerle daño. - aseguró el cazador, pero nada podía hacer contra la terquedad y el mal carácter del equino, que se salió con la suya, manteniendo a aquel extraño lejos de la tensai. El reptil la necesitaba con vida, tenía que averiguar cómo había llegado aquella particular marca hasta su piel, y si tenía información sobre los jinetes que empujaron a su hermana al suicidio debía conseguir que la compartiese con él, cosa que no resultaría sencilla después de la forma tan accidentada en que se habían conocido. Resignado a esperar hasta que la de cabellos cenicientos recuperase la consciencia, el alado se levantó y caminó lentamente hacia las ruinas de la guarida del demonio, donde tuvo que rebuscar un poco hasta dar con lo que necesitaba.
Una vieja cortina serviría para cubrir el desnudo cadáver del licántropo, y la madera de los destrozados muebles sería perfecta para encender un fuego, así que no perdió el tiempo, reunió una cantidad suficiente de leña para no tener que volver a desplazarse en un rato y regresó junto al lobo con todo, dejando el material a un lado para tender la tela sobre él y asegurarse de que el viento no la desplazaría. Una vez hecho esto volvió a recoger la madera y se acercó a la joven tanto como el negro corcel le permitió, quedando aproximadamente a unos cinco o seis metros de ella, lugar en que comenzó a colocar la leña y encendió la hoguera, ayudándose de su ígneo elemento.
Mantener el fuego no resultaría complicado teniendo todo aquel combustible a mano, así que decidió abandonar su forma bestial y evaluar su estado tras la pelea, deshaciéndose de la camisa para poder ver mejor el daño que su brazo había recibido. Las marcas de mordiscos eran fácilmente reconocibles en su hombro y tardarían al menos una semana en desaparecer, mientras el tajo que le había causado la daga de la hechicera le cruzaba todo el antebrazo y seguía sangrando a causa de la profundidad del mismo, que a simple vista debía tener como un centímetro y medio. - Mierda. - masculló, antes de emitir un silbido al que su montura no tardó en responder, apareciendo por entre los arbustos y avanzando hasta situarse junto a su dueño.
El cazador se levantó y rebuscó en una de las alforjas que colgaban de la silla de montar hasta dar con algo de agua y unas vendas, lo justo para apañarse hasta que pudiese regresar a Sacrestic y buscar un médico, aunque quizá no fuera el mejor sitio para ello. Volvió a sentarse y se limpió las heridas con cuidado, para luego echar mano a uno de los trozos de madera que aún no había utilizado y acercarlo a las llamas, permitiendo que ésta se calentase y la punta comenzase a arder lentamente. Debía darse prisa y aprovechar la humedad que quedaba en la piel que rodeaba el corte como protección, así que apretando los dientes, llevó el delgado palo contra su piel y aguantó el dolor durante unos segundos, tiempo suficiente para cauterizar el tajo.
Luego se tomó unos minutos para volver a relajarse y procedió a vendarse solo la zona del hombro, ya que de hacer lo mismo con el antebrazo podría arrancarse accidentalmente la piel al retirar los retazos de tela para cambiarlos por otros, reabriendo la herida. El dolor seguía presente pero no era la primera vez que salía mal parado en un enfrentamiento, se recuperaría. Dando por terminada su labor de primeros auxilios, la mirada del cazador volvió a centrarse sobre la centinela, y durante las siguientes horas apenas apartó los ojos de ella, sorprendido por el hecho de que a diferencia de su hermana, aquella joven fuese capaz de descansar plácidamente, sin gritos ni tormentosas pesadillas.
Lo primero que sintió Elen fue el hocico de Sombra, que incansable, intentaba hacerla reaccionar con suaves toques en el hombro, luego llegó el débil calor de la hoguera y la fresca brisa que acariciaba su rostro. Abrió los ojos, despacio, y poco a poco la borrosa visión de las llamas se fue aclarando, junto con la humana silueta del alado, que aún la miraba con intensidad desde el otro lado. - Por fin despiertas. - comentó, sin cambiar de postura. - Tu amigo no dejó que me acercase para revisar tus heridas. - añadió, señalando al caballo que ahora se encontraba sentado tras la joven. - Hizo bien… por los dioses, me duele todo. - se quejó, en cuanto comenzó a moverse para quedar sentada sobre el suelo. Sin prisa, ya que los movimientos bruscos no harían más que empeorar su estado, la benjamina de los Calhoun introdujo una mano en la bolsa de cuero que colgaba de su cinturón y se alegró de encontrar intacto el pequeño frasco transparente, que de inmediato destapó para dar dos tragos a su contenido.
- ¿Qué haces aquí todavía? El demonio se esfumó, tu trabajo ha terminado. - inquirió ella, atisbando el bulto que suponía que debía ser el cuerpo del licántropo. - Todavía no… - respondió el cazador, antes de girarse en dirección al cadáver. - No se podía hacer nada por él. - explicó, con un deje sombrío en la voz. - A saber cuánto tiempo llevaba poseído, esa cosa lo estaba destruyendo desde dentro. - susurró Elen, antes de desviar la vista hacia su interlocutor y ver como sus vendajes asomaban por el cuello de la camisa. Lo más seguro era que aquel extraño hubiese llegado hasta allí con vida solo porque así lo deseaba el demonio, y una vez expulsado no aguantó el daño que le habían causado, un triste final.
- Ten, dos tragos bastan para calmar el dolor. - indicó, al tiempo que lanzaba el pequeño frasco hacia donde se encontraba. El dragón lo atrapó al vuelo con la diestra, y tras pensárselo durante unos instantes, destapó el recipiente y tomó un poco de su contenido, cerrándolo después y depositándolo a su lado en el suelo. - ¿Qué es esto? Sabe fatal. - comentó, arrugando el gesto. - Los remedios no suelen tener buen sabor pero son efectivos, es una infusión de Inhibis y Barrimorth. - reveló la alquimista, aunque probablemente el caballero no tuviese mucha idea de lo que le estaba nombrando.
- Esto es tuyo. - dijo tras un breve silencio, tomando la daga y lanzándola con cuidado para que cayese cerca de la mujer pero sin resultar peligroso. - Gracias. - musitó la centinela, alargando una mano para recuperar su arma y devolverla a la vaina del cinturón. - Sé que hemos empezado con mal pie…- intervino nuevamente el cazador, sabiendo que su única esperanza de conseguir algo de información acerca de los jinetes dependía de ganarse a la eléctrica bruja. - Lamento haberte confundido con el demonio, me llamo Alister, Alister Cronwell. - continuó, para presentarse. - Elen Calhoun. - respondió ella, aunque más por educación que por otra cosa, no olvidaría con facilidad los problemas que aquel individuo le había causado.
El lobo expiró su último aliento instantes después, y con ello se extinguió el brillo de sus ojos, dejándolo con la mirada perdida en el horizonte. Haciendo un esfuerzo, el alado dio la vuelta al cadáver y extrajo la daga de la bruja, tras lo cual volvió a depositar el cuerpo tal como había caído y se dijo interiormente que tendría que buscar algo con que cubrirlo, quizá entre los escombros de la casa quedase alguna manta o cortina que pudiese servirle. Sin embargo aquello tendría que esperar de momento, primero debía revisarse a sí mismo y tratarse el brazo izquierdo, que había salido bastante mal parado tras los dos enfrentamientos.
Fue entonces cuando el reptil se giró hacia el lugar en que yacía la hechicera, y maldiciendo entre dientes, avanzó en su dirección tan rápido como le permitieron las patas, pero no llegaría a tocarla. Sombra se había mantenido al margen por orden de su dueña, pero ahora que ésta no se encontraba en condiciones de defenderse, corrió hacia ella y se situó entre ambos, relinchando amenazadoramente y levantándose sobre dos patas para dejar claro a la bestia que su presencia no le agradaba y que estaba dispuesto a pelear si era preciso, aunque la realidad era que poco podía hacer un caballo contra un dragón.
- No voy a hacerle daño. - aseguró el cazador, pero nada podía hacer contra la terquedad y el mal carácter del equino, que se salió con la suya, manteniendo a aquel extraño lejos de la tensai. El reptil la necesitaba con vida, tenía que averiguar cómo había llegado aquella particular marca hasta su piel, y si tenía información sobre los jinetes que empujaron a su hermana al suicidio debía conseguir que la compartiese con él, cosa que no resultaría sencilla después de la forma tan accidentada en que se habían conocido. Resignado a esperar hasta que la de cabellos cenicientos recuperase la consciencia, el alado se levantó y caminó lentamente hacia las ruinas de la guarida del demonio, donde tuvo que rebuscar un poco hasta dar con lo que necesitaba.
Una vieja cortina serviría para cubrir el desnudo cadáver del licántropo, y la madera de los destrozados muebles sería perfecta para encender un fuego, así que no perdió el tiempo, reunió una cantidad suficiente de leña para no tener que volver a desplazarse en un rato y regresó junto al lobo con todo, dejando el material a un lado para tender la tela sobre él y asegurarse de que el viento no la desplazaría. Una vez hecho esto volvió a recoger la madera y se acercó a la joven tanto como el negro corcel le permitió, quedando aproximadamente a unos cinco o seis metros de ella, lugar en que comenzó a colocar la leña y encendió la hoguera, ayudándose de su ígneo elemento.
Mantener el fuego no resultaría complicado teniendo todo aquel combustible a mano, así que decidió abandonar su forma bestial y evaluar su estado tras la pelea, deshaciéndose de la camisa para poder ver mejor el daño que su brazo había recibido. Las marcas de mordiscos eran fácilmente reconocibles en su hombro y tardarían al menos una semana en desaparecer, mientras el tajo que le había causado la daga de la hechicera le cruzaba todo el antebrazo y seguía sangrando a causa de la profundidad del mismo, que a simple vista debía tener como un centímetro y medio. - Mierda. - masculló, antes de emitir un silbido al que su montura no tardó en responder, apareciendo por entre los arbustos y avanzando hasta situarse junto a su dueño.
El cazador se levantó y rebuscó en una de las alforjas que colgaban de la silla de montar hasta dar con algo de agua y unas vendas, lo justo para apañarse hasta que pudiese regresar a Sacrestic y buscar un médico, aunque quizá no fuera el mejor sitio para ello. Volvió a sentarse y se limpió las heridas con cuidado, para luego echar mano a uno de los trozos de madera que aún no había utilizado y acercarlo a las llamas, permitiendo que ésta se calentase y la punta comenzase a arder lentamente. Debía darse prisa y aprovechar la humedad que quedaba en la piel que rodeaba el corte como protección, así que apretando los dientes, llevó el delgado palo contra su piel y aguantó el dolor durante unos segundos, tiempo suficiente para cauterizar el tajo.
Luego se tomó unos minutos para volver a relajarse y procedió a vendarse solo la zona del hombro, ya que de hacer lo mismo con el antebrazo podría arrancarse accidentalmente la piel al retirar los retazos de tela para cambiarlos por otros, reabriendo la herida. El dolor seguía presente pero no era la primera vez que salía mal parado en un enfrentamiento, se recuperaría. Dando por terminada su labor de primeros auxilios, la mirada del cazador volvió a centrarse sobre la centinela, y durante las siguientes horas apenas apartó los ojos de ella, sorprendido por el hecho de que a diferencia de su hermana, aquella joven fuese capaz de descansar plácidamente, sin gritos ni tormentosas pesadillas.
Lo primero que sintió Elen fue el hocico de Sombra, que incansable, intentaba hacerla reaccionar con suaves toques en el hombro, luego llegó el débil calor de la hoguera y la fresca brisa que acariciaba su rostro. Abrió los ojos, despacio, y poco a poco la borrosa visión de las llamas se fue aclarando, junto con la humana silueta del alado, que aún la miraba con intensidad desde el otro lado. - Por fin despiertas. - comentó, sin cambiar de postura. - Tu amigo no dejó que me acercase para revisar tus heridas. - añadió, señalando al caballo que ahora se encontraba sentado tras la joven. - Hizo bien… por los dioses, me duele todo. - se quejó, en cuanto comenzó a moverse para quedar sentada sobre el suelo. Sin prisa, ya que los movimientos bruscos no harían más que empeorar su estado, la benjamina de los Calhoun introdujo una mano en la bolsa de cuero que colgaba de su cinturón y se alegró de encontrar intacto el pequeño frasco transparente, que de inmediato destapó para dar dos tragos a su contenido.
- ¿Qué haces aquí todavía? El demonio se esfumó, tu trabajo ha terminado. - inquirió ella, atisbando el bulto que suponía que debía ser el cuerpo del licántropo. - Todavía no… - respondió el cazador, antes de girarse en dirección al cadáver. - No se podía hacer nada por él. - explicó, con un deje sombrío en la voz. - A saber cuánto tiempo llevaba poseído, esa cosa lo estaba destruyendo desde dentro. - susurró Elen, antes de desviar la vista hacia su interlocutor y ver como sus vendajes asomaban por el cuello de la camisa. Lo más seguro era que aquel extraño hubiese llegado hasta allí con vida solo porque así lo deseaba el demonio, y una vez expulsado no aguantó el daño que le habían causado, un triste final.
- Ten, dos tragos bastan para calmar el dolor. - indicó, al tiempo que lanzaba el pequeño frasco hacia donde se encontraba. El dragón lo atrapó al vuelo con la diestra, y tras pensárselo durante unos instantes, destapó el recipiente y tomó un poco de su contenido, cerrándolo después y depositándolo a su lado en el suelo. - ¿Qué es esto? Sabe fatal. - comentó, arrugando el gesto. - Los remedios no suelen tener buen sabor pero son efectivos, es una infusión de Inhibis y Barrimorth. - reveló la alquimista, aunque probablemente el caballero no tuviese mucha idea de lo que le estaba nombrando.
- Esto es tuyo. - dijo tras un breve silencio, tomando la daga y lanzándola con cuidado para que cayese cerca de la mujer pero sin resultar peligroso. - Gracias. - musitó la centinela, alargando una mano para recuperar su arma y devolverla a la vaina del cinturón. - Sé que hemos empezado con mal pie…- intervino nuevamente el cazador, sabiendo que su única esperanza de conseguir algo de información acerca de los jinetes dependía de ganarse a la eléctrica bruja. - Lamento haberte confundido con el demonio, me llamo Alister, Alister Cronwell. - continuó, para presentarse. - Elen Calhoun. - respondió ella, aunque más por educación que por otra cosa, no olvidaría con facilidad los problemas que aquel individuo le había causado.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
- Parece que no iremos a ninguna parte esta noche, aunque debo admitir que tu remedio es rápido. - prosiguió el dragón, notando como los dolores que recorrían su brazo y el resto del cuerpo se iban mitigando lentamente. - Eso parece. - susurró Elen, dejando escapar un amargo suspiro al mirar hacia el amasijo de escombros en que se había convertido la casa. No tenía fuerzas para ponerse a remover los cascotes en aquel momento, y puede que no las tuviese hasta el día siguiente, así que no le quedaba más remedio que sobrellevar de la mejor manera posible el compartir hoguera con aquel hombre que no le inspiraba demasiada confianza, ni siquiera después de haber colaborado con él para derrotar al demonio.
Su alianza solo había sido fruto de tener en contra a un enemigo que por separado probablemente no hubiesen conseguido vencer sin salir gravemente heridos, pero ahora que todo volvía a estar en calma simplemente se soportaban por mero cansancio, al menos así era en el caso de la joven. Con cierto esfuerzo, Elen consiguió acercarse un poco al fuego y volvió a acomodarse en el suelo, momento en que alzó una mano para calmar a Sombra, que seguía intranquilo por la presencia del cazador. - No hay de qué preocuparse. - musitó al caballo, que optó por recostarse tras ella, sin apartar la vista del sujeto que se había ganado su antipatía a pulso.
Un sepulcral silencio se adueñó del improvisado campamento durante los minutos siguientes, hasta que Alister volvió a tomar la palabra. - Así que… ¿te dedicas a esto? Quiero decir, perseguir criaturas de las sombras y devolverlas a donde pertenecen. - preguntó, para no ir directamente al tema de la marca que aún seguía a la vista. - Sí, igual que tú al parecer, aunque quizá deberías dejarlo visto lo visto. - respondió la bruja, algo cortante. - Un fallo lo tiene cualquiera y la verdad, no es que tu aura sea la más limpia. - soltó sin pensarlo, cosa de la que se arrepintió nada más ver la fría mirada que le dedicaba la hechicera. No cabía duda de que el alado distaba mucho de ser la persona adecuada para mantener una conversación medianamente agradable, desde que había abandonado su hogar en el norte se había vuelto arisco con la gente y eso había terminado por afectar a sus habilidades sociales.
Sin responderle, ya que lo consideraba una pérdida de tiempo, la de ojos verdes volvió a levantarse y tomó las riendas de su montura, para luego dirigirse hacia los restos de la guarida y sentarse sobre una piedra cercana, desde donde intentó hacerse una idea del lugar en que podía haber quedado el sótano. Alister maldijo por lo bajo, si seguía así no conseguiría nada de ella. Cerró los ojos y respiró profundamente, contando mentalmente hasta diez antes de ponerse en pie y alejarse de la hoguera para intentar un nuevo acercamiento, pero le costaría mantener a raya aquel áspero carácter suyo.
- No pretendía ofender. - dijo, en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de la joven como para que le escuchase. - Aunque hubieses querido no lo habrías conseguido. - le replicó Elen, y era cierto, ya que no le importaba lo más mínimo lo que aquel individuo pudiese pensar de ella. El dragón tuvo que controlarse para no saltar de nuevo, debía encauzar la conversación hacia lo que le interesaba pero para ello lo primero sería lograr que la tensai abandonase aquel seco tono con el que le hablaba. - ¿Por qué tanto interés en las ruinas? - preguntó poco después, tras observar como la mirada de la centinela escrutaba cada palmo de la derruida vivienda. - Llegué hasta aquí siguiendo la pista de dos caballeros dragones. - contestó de forma escueta, sin prestar demasiada atención a su interlocutor.
- Los del sótano, reconocí sus armaduras. - intervino el cazador, recordando la terrible escena que había encontrado allí abajo y el inconfundible dibujo de las pecheras, manchado de sangre. - Exacto, mi plan era terminar con el demonio y luego venir a sacarlos para darles un entierro digno, pero gracias a ti ahora eso me llevará horas, y a saber en qué estado habrán quedado los cuerpos tras el derrumbamiento. - soltó Elen, cruzándose de brazos. Una vez más, Alister tuvo que contenerse para no replicarle que ella también era en parte culpable de aquello, no podía retroceder ahora que parecía estar progresando con la maga.
- Para cuando amanezca habré recuperado buena parte de mis fuerzas, te ayudaré a sacarlos de ahí. - se ofreció, consiguiendo ésta vez sí, que la benjamina de los Calhoun se girase hacia él. - ¿Por qué ibas a hacer eso? - inquirió Elen, con el ceño ligeramente fruncido. - Son de los míos y murieron luchando, no merecen acabar así. - respondió el alado, aunque por supuesto ese no era el motivo principal que lo empujaba a ayudarla. No, tenía que hacer cuanto estuviese en su mano para ganarse su confianza, solo entonces podría volver a abordar el tema de la cicatriz y conseguir que le contase algo al respecto. - Hasta entonces será mejor que intentemos descansar un poco. - volvió a hablar, señalando la hoguera con un gesto con el que pretendía dejar claro que junto al fuego estarían mejor.
La bruja no tenía más remedio que aceptar su ayuda, dado su estado y las limitaciones físicas de su raza, así que regresó junto a la calidez de las llamas e hizo lo posible por dormir un par de horas, sintiéndose bien protegida con Sombra a su lado. Alister se quedó observándola durante largo rato, sin poder explicarse cómo podía descansar tan tranquilamente, luego dejó que el sopor lo venciese a él también, aunque sus sueños apenas lo dejarían reposar. Emily estaba en todos ellos, la veía sufriendo en la camilla del hospital y en su propia casa, presa del tormento de los jinetes, y luego estaba aquella marca, aquella maldita cicatriz en forma de z invertida que había traído la muerte a su familia.
Su alianza solo había sido fruto de tener en contra a un enemigo que por separado probablemente no hubiesen conseguido vencer sin salir gravemente heridos, pero ahora que todo volvía a estar en calma simplemente se soportaban por mero cansancio, al menos así era en el caso de la joven. Con cierto esfuerzo, Elen consiguió acercarse un poco al fuego y volvió a acomodarse en el suelo, momento en que alzó una mano para calmar a Sombra, que seguía intranquilo por la presencia del cazador. - No hay de qué preocuparse. - musitó al caballo, que optó por recostarse tras ella, sin apartar la vista del sujeto que se había ganado su antipatía a pulso.
Un sepulcral silencio se adueñó del improvisado campamento durante los minutos siguientes, hasta que Alister volvió a tomar la palabra. - Así que… ¿te dedicas a esto? Quiero decir, perseguir criaturas de las sombras y devolverlas a donde pertenecen. - preguntó, para no ir directamente al tema de la marca que aún seguía a la vista. - Sí, igual que tú al parecer, aunque quizá deberías dejarlo visto lo visto. - respondió la bruja, algo cortante. - Un fallo lo tiene cualquiera y la verdad, no es que tu aura sea la más limpia. - soltó sin pensarlo, cosa de la que se arrepintió nada más ver la fría mirada que le dedicaba la hechicera. No cabía duda de que el alado distaba mucho de ser la persona adecuada para mantener una conversación medianamente agradable, desde que había abandonado su hogar en el norte se había vuelto arisco con la gente y eso había terminado por afectar a sus habilidades sociales.
Sin responderle, ya que lo consideraba una pérdida de tiempo, la de ojos verdes volvió a levantarse y tomó las riendas de su montura, para luego dirigirse hacia los restos de la guarida y sentarse sobre una piedra cercana, desde donde intentó hacerse una idea del lugar en que podía haber quedado el sótano. Alister maldijo por lo bajo, si seguía así no conseguiría nada de ella. Cerró los ojos y respiró profundamente, contando mentalmente hasta diez antes de ponerse en pie y alejarse de la hoguera para intentar un nuevo acercamiento, pero le costaría mantener a raya aquel áspero carácter suyo.
- No pretendía ofender. - dijo, en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de la joven como para que le escuchase. - Aunque hubieses querido no lo habrías conseguido. - le replicó Elen, y era cierto, ya que no le importaba lo más mínimo lo que aquel individuo pudiese pensar de ella. El dragón tuvo que controlarse para no saltar de nuevo, debía encauzar la conversación hacia lo que le interesaba pero para ello lo primero sería lograr que la tensai abandonase aquel seco tono con el que le hablaba. - ¿Por qué tanto interés en las ruinas? - preguntó poco después, tras observar como la mirada de la centinela escrutaba cada palmo de la derruida vivienda. - Llegué hasta aquí siguiendo la pista de dos caballeros dragones. - contestó de forma escueta, sin prestar demasiada atención a su interlocutor.
- Los del sótano, reconocí sus armaduras. - intervino el cazador, recordando la terrible escena que había encontrado allí abajo y el inconfundible dibujo de las pecheras, manchado de sangre. - Exacto, mi plan era terminar con el demonio y luego venir a sacarlos para darles un entierro digno, pero gracias a ti ahora eso me llevará horas, y a saber en qué estado habrán quedado los cuerpos tras el derrumbamiento. - soltó Elen, cruzándose de brazos. Una vez más, Alister tuvo que contenerse para no replicarle que ella también era en parte culpable de aquello, no podía retroceder ahora que parecía estar progresando con la maga.
- Para cuando amanezca habré recuperado buena parte de mis fuerzas, te ayudaré a sacarlos de ahí. - se ofreció, consiguiendo ésta vez sí, que la benjamina de los Calhoun se girase hacia él. - ¿Por qué ibas a hacer eso? - inquirió Elen, con el ceño ligeramente fruncido. - Son de los míos y murieron luchando, no merecen acabar así. - respondió el alado, aunque por supuesto ese no era el motivo principal que lo empujaba a ayudarla. No, tenía que hacer cuanto estuviese en su mano para ganarse su confianza, solo entonces podría volver a abordar el tema de la cicatriz y conseguir que le contase algo al respecto. - Hasta entonces será mejor que intentemos descansar un poco. - volvió a hablar, señalando la hoguera con un gesto con el que pretendía dejar claro que junto al fuego estarían mejor.
La bruja no tenía más remedio que aceptar su ayuda, dado su estado y las limitaciones físicas de su raza, así que regresó junto a la calidez de las llamas e hizo lo posible por dormir un par de horas, sintiéndose bien protegida con Sombra a su lado. Alister se quedó observándola durante largo rato, sin poder explicarse cómo podía descansar tan tranquilamente, luego dejó que el sopor lo venciese a él también, aunque sus sueños apenas lo dejarían reposar. Emily estaba en todos ellos, la veía sufriendo en la camilla del hospital y en su propia casa, presa del tormento de los jinetes, y luego estaba aquella marca, aquella maldita cicatriz en forma de z invertida que había traído la muerte a su familia.
***
Las horas pasaron y pronto los primeros rayos de la mañana despertaron a la hechicera, a tiempo de ver el contraído rostro de su acompañante, que se revolvía inquieto a causa de una pesadilla. Elen se levantó y avanzó hasta él para aferrarlo por el hombro y zarandearlo ligeramente, lo justo para que reaccionase. - Vamos despierta. - dijo, poco antes de que el dragón abriese los ojos de forma repentina y su mirada quedase clavada primero en la cara de la joven, y posteriormente en la marca que ésta tenía sobre el pecho. - Solo era una pesadilla. - añadió, al tiempo que se apartaba para darle algo de espacio.
Alister se incorporó despacio, se frotó los ojos y respiró profundamente un par de veces para tranquilizarse, solo había sido un mal sueño, creado a partir de todos aquellos dolorosos recuerdos que aún trataba de olvidar. Sin duda su encuentro con Elen tenía la culpa de que aquello volviese a sucederle, ver de nuevo la cicatriz le había afectado, pero tendría que reponerse.
Ambos se encontraban algo mejor con respecto a la noche anterior pero aun así tuvieron que echar mano de la infusión de Inhibis para dejar a un lado los dolores, una vez solucionado esto gracias al remedio, comenzaron a retirar los escombros de la zona en que se suponía que debía estar el sótano. Tardaron algo más de una hora en encontrarlo, ya que ninguno de los dos trabajaba a pleno rendimiento, pero habría sido mucho peor para la tensai de haber tenido que hacerlo sola, probablemente habría perdido toda la mañana allí. Sacar los cuerpos no fue difícil, Alister adoptó su forma bestial y se encargó de ello, depositándolos luego con cuidado junto al cubierto cadáver del licántropo. - ¿Los conocías? - preguntó, aun sin abandonar su forma de reptil. Elen se sorprendió al escucharlo, era la primera vez que oía hablar a un dragón y no entendía cómo podía haber desarrollado aquella práctica capacidad.
- No, me enviaron aquí para averiguar qué había sido de ellos, tendré que enviar un mensajero al cuartel de Dundarak con las malas noticias. - respondió ella, con cierta tristeza en el rostro. Nunca volverían a sus hogares y sus familias siempre se preguntarían por qué habían tenido que acabar de aquel modo, aunque probablemente Sammuel, siendo como era un buen hombre, les ahorraría los detalles más dolorosos.
Alister se incorporó despacio, se frotó los ojos y respiró profundamente un par de veces para tranquilizarse, solo había sido un mal sueño, creado a partir de todos aquellos dolorosos recuerdos que aún trataba de olvidar. Sin duda su encuentro con Elen tenía la culpa de que aquello volviese a sucederle, ver de nuevo la cicatriz le había afectado, pero tendría que reponerse.
Ambos se encontraban algo mejor con respecto a la noche anterior pero aun así tuvieron que echar mano de la infusión de Inhibis para dejar a un lado los dolores, una vez solucionado esto gracias al remedio, comenzaron a retirar los escombros de la zona en que se suponía que debía estar el sótano. Tardaron algo más de una hora en encontrarlo, ya que ninguno de los dos trabajaba a pleno rendimiento, pero habría sido mucho peor para la tensai de haber tenido que hacerlo sola, probablemente habría perdido toda la mañana allí. Sacar los cuerpos no fue difícil, Alister adoptó su forma bestial y se encargó de ello, depositándolos luego con cuidado junto al cubierto cadáver del licántropo. - ¿Los conocías? - preguntó, aun sin abandonar su forma de reptil. Elen se sorprendió al escucharlo, era la primera vez que oía hablar a un dragón y no entendía cómo podía haber desarrollado aquella práctica capacidad.
- No, me enviaron aquí para averiguar qué había sido de ellos, tendré que enviar un mensajero al cuartel de Dundarak con las malas noticias. - respondió ella, con cierta tristeza en el rostro. Nunca volverían a sus hogares y sus familias siempre se preguntarían por qué habían tenido que acabar de aquel modo, aunque probablemente Sammuel, siendo como era un buen hombre, les ahorraría los detalles más dolorosos.
Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Una vez extraídos los cadáveres del par de caballeros dragones de entre los cascotes ambos se vieron obligados a hacer un descanso, no podían forzar sus cuerpos o las heridas y dolores volverían, así que sin otra alternativa, encendieron nuevamente la hoguera y aprovecharon para recuperar fuerzas comiendo algo. - ¿Cómo hiciste eso? - preguntó la bruja, que sostenía entre las manos una rojiza manzana. Alister la miró extrañado, sin saber a qué se refería. - Lo de antes, hablar a pesar de estar transformado. - especificó ella, al ver la confundida expresión de su rostro. - Ah, eso… - comentó el alado, que había regresado a su forma humana para descansar. - Pensé que sería práctico poder comunicarme sin tener cambiar de cuerpo, así que antes de abandonar Dundarak visité a una anciana experta en arcanos y conseguí que me encantase este colgante por un buen precio. - explicó, tirando de una correa de cuero negro trenzado para mostrar lo que descansaba al final de la misma.
Lo que el dragón omitió fue el origen del colgante, que había pertenecido a su padre y le fue entregado al cumplir 26 años, justo cuando, con la apariencia de un muchacho de trece, tomó la iniciativa de comenzar a desempeñar diferentes trabajos en la ciudad para ayudar a la economía familiar, demostrando con su empeño y dedicación que estaba hecho todo un hombre. - Sí que parece práctico. - concedió la joven, antes de volver a centrarse en su manzana. - ¿Y tú qué? ¿Me dirás ahora cómo te hiciste esa marca? - inquirió, aprovechando el momento y creyéndolo oportuno para volver a abordar el tema.
Elen dio un bocado a la fruta y luego se quedó mirando al suelo en silencio, no le gustaba hablar de su maldición y mucho menos con un extraño que en vez de preguntar había preferido ponerle una espada en el cuello. - No. - respondió, para acto seguido terminar su manzana y encaminarse nuevamente hacia la ruinosa estructura en busca de algo con lo que poder cavar. Pedir que en la vivienda hubiese una pala era demasiado, así que tras rebuscar un poco, la de ojos verdes se conformó con un tablón de madera, lo suficientemente resistente como para realizar la tarea. Alister por su parte se quedó unos minutos más junto al fuego, mientras intentaba calmar su frustración para que no le jugase otra mala pasada.
¿Conseguiría sacar algo a aquella mujer o estaba perdiendo el tiempo? La verdad era que ya no estaba seguro de que sus acciones sirviesen para obtener la información que necesitaba, pero no podía rendirse tan fácilmente, así que solo le quedaba una opción. Abandonó la hoguera e imitó a la bruja, haciéndose con otro tablón para comenzar a excavar las tumbas del par de caballeros y del licántropo, que no se merecía quedar expuesto en mitad de la nada tras todo lo que había tenido que soportar. - Conozco esa cicatriz, la he visto antes. - empezó a relatar, percatándose de que sus palabras captaban la atención de Elen, aunque solo fuese para mirarlo por el rabillo del ojo mientras seguía cavando.
- Fue hace años pero la recuerdo perfectamente. - prosiguió, uniéndose al trabajo y con el rostro serio. - Mi hermana trabajaba por temporadas en el hospital de Dundarak, llevaba una década haciéndolo y nunca había tenido ningún percance, pero una noche no regresó a casa… - en aquel punto de la historia se detuvo, cerró los ojos y trató con todas sus fuerzas de bloquear la imagen que se le venía a la mente. - La buscamos sin descanso y poco antes del amanecer la vi… tendida en el frío suelo, al borde de la hipotermia. Alguien la había golpeado hasta dejarla inconsciente, y en su brazo tenía esa marca, la misma maldita marca. - continuó, con un deje de enfado en la voz y el rostro contraído. La de cabellos cenicientos ralentizó sus movimientos, dejando en un segundo plano lo que estaba haciendo para escuchar con atención el relato del dragón, que le resultaba trágicamente familiar.
Ella había pasado por lo mismo, estuvo en el lugar y momento equivocados, pero por suerte salió victoriosa del enfrentamiento con aquel extraño que también se vio manipulado a causa de alucinógeno, aunque no podía considerar como victoria una noche en que la más negra oscuridad se había cernido sobre ambos. ¿Cuántas vidas más habrían destrozado los Tarmúnil? - La llevé al hospital y tras revisarla las enfermeras aseguraron que se repondría, pero no fue así. - volvió a hablar el cazador, abriendo los ojos y poniéndose manos a la obra con la tumba que le tocaba excavar, quizá si tenía parte de la mente ocupada en aquella simple tarea los malos recuerdos no volviesen de forma tan vívida.
- Llegaron las pesadillas. - intervino Elen, adelantándose a él. - Sí. - musitó sin detenerse, cosa que la hechicera hizo para girarse en su dirección. - Al principio no hicimos caso a lo que decía que veía pero luego todo empeoró, en cuanto comenzó a padecer altas fiebres y repentinos desvanecimientos. - un breve silencio se hizo entre ambos, mientras interiormente el dragón se culpaba por no haber hecho caso a Emily a tiempo. - Tuve que llevármela a casa porque sus gritos alteraban al resto de enfermos, y entonces comencé a pensar que lo que me contaba podía ser fruto de algo maligno que la estaba atormentando… - continuó, mientras la tristeza se abría paso y quedaba reflejada en su rostro. - ¿Qué podía hacer yo? - preguntó, aunque no esperaba ninguna respuesta.
Nada, fue lo que pensó la centinela, sintiendo como se le hacía un nudo en la garganta, estaba ante su misma situación pero contada desde el punto de vista que habría tenido Vincent. - Cuidé de ella durante dos meses, viendo impotente como se consumía y corriendo a su cama para calmarla cada vez que se despertaba entre gritos, pero no fue suficiente… - el dolor volvía con fuerza, consiguiendo que tuviese que cortar su historia durante unos instantes, mientras buscaba la entereza para pronunciar lo que venía a continuación. - Una mañana la dejé sola para ir a Dundarak a comprar provisiones, creí que estaría bien… pero a mi regreso la encontré muerta, se había suicidado. - finalizó, aunque le costó bastante.
La tensai clavó su mirada en el suelo, ella misma había tenido la tentación de acabar con su tormento por la vía rápida, pero gracias a los dioses encontró la fuerza para aguantar los primeros meses, luego le fue resultando menos complicado, sobre todo cuando se percató de que los efectos de la maldición dependían en buena parte de los cambios bruscos en su estado de ánimo. - Lo siento. - musitó, justo antes de que Alister se detuviese y la mirase. - Necesito que me digas lo que sabes de esos jinetes, no llegué a tiempo de salvarla a ella pero cobraré venganza por lo que le hicieron. - aseguró, con una mirada cargada de decisión.
Lo que el dragón omitió fue el origen del colgante, que había pertenecido a su padre y le fue entregado al cumplir 26 años, justo cuando, con la apariencia de un muchacho de trece, tomó la iniciativa de comenzar a desempeñar diferentes trabajos en la ciudad para ayudar a la economía familiar, demostrando con su empeño y dedicación que estaba hecho todo un hombre. - Sí que parece práctico. - concedió la joven, antes de volver a centrarse en su manzana. - ¿Y tú qué? ¿Me dirás ahora cómo te hiciste esa marca? - inquirió, aprovechando el momento y creyéndolo oportuno para volver a abordar el tema.
Elen dio un bocado a la fruta y luego se quedó mirando al suelo en silencio, no le gustaba hablar de su maldición y mucho menos con un extraño que en vez de preguntar había preferido ponerle una espada en el cuello. - No. - respondió, para acto seguido terminar su manzana y encaminarse nuevamente hacia la ruinosa estructura en busca de algo con lo que poder cavar. Pedir que en la vivienda hubiese una pala era demasiado, así que tras rebuscar un poco, la de ojos verdes se conformó con un tablón de madera, lo suficientemente resistente como para realizar la tarea. Alister por su parte se quedó unos minutos más junto al fuego, mientras intentaba calmar su frustración para que no le jugase otra mala pasada.
¿Conseguiría sacar algo a aquella mujer o estaba perdiendo el tiempo? La verdad era que ya no estaba seguro de que sus acciones sirviesen para obtener la información que necesitaba, pero no podía rendirse tan fácilmente, así que solo le quedaba una opción. Abandonó la hoguera e imitó a la bruja, haciéndose con otro tablón para comenzar a excavar las tumbas del par de caballeros y del licántropo, que no se merecía quedar expuesto en mitad de la nada tras todo lo que había tenido que soportar. - Conozco esa cicatriz, la he visto antes. - empezó a relatar, percatándose de que sus palabras captaban la atención de Elen, aunque solo fuese para mirarlo por el rabillo del ojo mientras seguía cavando.
- Fue hace años pero la recuerdo perfectamente. - prosiguió, uniéndose al trabajo y con el rostro serio. - Mi hermana trabajaba por temporadas en el hospital de Dundarak, llevaba una década haciéndolo y nunca había tenido ningún percance, pero una noche no regresó a casa… - en aquel punto de la historia se detuvo, cerró los ojos y trató con todas sus fuerzas de bloquear la imagen que se le venía a la mente. - La buscamos sin descanso y poco antes del amanecer la vi… tendida en el frío suelo, al borde de la hipotermia. Alguien la había golpeado hasta dejarla inconsciente, y en su brazo tenía esa marca, la misma maldita marca. - continuó, con un deje de enfado en la voz y el rostro contraído. La de cabellos cenicientos ralentizó sus movimientos, dejando en un segundo plano lo que estaba haciendo para escuchar con atención el relato del dragón, que le resultaba trágicamente familiar.
Ella había pasado por lo mismo, estuvo en el lugar y momento equivocados, pero por suerte salió victoriosa del enfrentamiento con aquel extraño que también se vio manipulado a causa de alucinógeno, aunque no podía considerar como victoria una noche en que la más negra oscuridad se había cernido sobre ambos. ¿Cuántas vidas más habrían destrozado los Tarmúnil? - La llevé al hospital y tras revisarla las enfermeras aseguraron que se repondría, pero no fue así. - volvió a hablar el cazador, abriendo los ojos y poniéndose manos a la obra con la tumba que le tocaba excavar, quizá si tenía parte de la mente ocupada en aquella simple tarea los malos recuerdos no volviesen de forma tan vívida.
- Llegaron las pesadillas. - intervino Elen, adelantándose a él. - Sí. - musitó sin detenerse, cosa que la hechicera hizo para girarse en su dirección. - Al principio no hicimos caso a lo que decía que veía pero luego todo empeoró, en cuanto comenzó a padecer altas fiebres y repentinos desvanecimientos. - un breve silencio se hizo entre ambos, mientras interiormente el dragón se culpaba por no haber hecho caso a Emily a tiempo. - Tuve que llevármela a casa porque sus gritos alteraban al resto de enfermos, y entonces comencé a pensar que lo que me contaba podía ser fruto de algo maligno que la estaba atormentando… - continuó, mientras la tristeza se abría paso y quedaba reflejada en su rostro. - ¿Qué podía hacer yo? - preguntó, aunque no esperaba ninguna respuesta.
Nada, fue lo que pensó la centinela, sintiendo como se le hacía un nudo en la garganta, estaba ante su misma situación pero contada desde el punto de vista que habría tenido Vincent. - Cuidé de ella durante dos meses, viendo impotente como se consumía y corriendo a su cama para calmarla cada vez que se despertaba entre gritos, pero no fue suficiente… - el dolor volvía con fuerza, consiguiendo que tuviese que cortar su historia durante unos instantes, mientras buscaba la entereza para pronunciar lo que venía a continuación. - Una mañana la dejé sola para ir a Dundarak a comprar provisiones, creí que estaría bien… pero a mi regreso la encontré muerta, se había suicidado. - finalizó, aunque le costó bastante.
La tensai clavó su mirada en el suelo, ella misma había tenido la tentación de acabar con su tormento por la vía rápida, pero gracias a los dioses encontró la fuerza para aguantar los primeros meses, luego le fue resultando menos complicado, sobre todo cuando se percató de que los efectos de la maldición dependían en buena parte de los cambios bruscos en su estado de ánimo. - Lo siento. - musitó, justo antes de que Alister se detuviese y la mirase. - Necesito que me digas lo que sabes de esos jinetes, no llegué a tiempo de salvarla a ella pero cobraré venganza por lo que le hicieron. - aseguró, con una mirada cargada de decisión.
- Colgante de Alister:
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Elen Calhoun
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Elen comprendía perfectamente que aquel individuo clamase venganza, ¿quién no lo haría en su lugar? Y en cierto modo veía reflejado en él lo que podría haberle pasado a Vincent si ella hubiese decidido acabar con su sufrimiento por la vía rápida, pero era realista con la situación, no podía dejar que siguiese por aquel camino. - Créeme, lo mejor que puedes hacer es olvidar el asunto y seguir adelante con tu vida. - aconsejó, aunque estaba pidiendo un imposible. - ¿Qué? ¿Olvidarlo? - preguntó atónito el dragón. - Sí, no te conducirá a nada bueno. - contestó la bruja con tranquilidad, mientras regresaba a su tarea.
- ¿Cómo puedes soltarme eso? Precisamente tú, que llevas la misma cicatriz y por tanto cargas con el mismo mal que acabó con mi hermana. - espetó, visiblemente molesto. - ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso te has resignado a perder la vida y pasar el resto de tus días atormentada? - añadió, consiguiendo que la hechicera se volviese hacia él aunque solo por unos instantes. - Para el carro, lamento que otra persona haya pasado por ello pero no nos compares, tu hermana eligió la vía de escape más fácil, yo no lo hice. - contestó con seriedad, para acto seguido volver a centrarse en la tumba que estaba cavando. Hasta el momento, y basándose en la escasa experiencia de lo sucedido con Emily, Alister había creído que no había forma de sobrellevar aquel calvario sin perder la cordura o quitarse la vida, pero las palabras de la joven daban a entender que llevaba más tiempo con aquella marca de lo que su pequeña hermana había aguantado.
- ¿Cuánto tiempo llevas así? - preguntó, movido por la intriga. Elen guardó silencio durante unos segundos, un silencio solo roto por el sonido de la madera al hundirse en la tierra. - Más de tres años. - respondió finalmente, sin apartar la vista del agujero que empezaba a tomar forma. El dragón quedó paralizado al escuchar su contestación, incrédulo y a la vez curioso, ¿cómo lo había logrado? ¿Qué tenía aquella mujer que su hermana no? Luego sintió lástima por Elen, creyendo que su vida debía ser terrible, pero a simple vista no parecía que tuviese ningún problema, detalle que no hizo sino aumentar su interés por ella y lo que podía contarle.
- Eso es mucho tiempo… ¿cómo puedes soportarlo? - inquirió, recordando entonces la placidez con que la joven había dormido durante la noche, sin mostrar signo alguno de estar teniendo una pesadilla. - Los primeros meses fueron los peores. - explicó, saltándose la parte en que al igual que la dragona, comenzó a considerar la idea del suicidio. - No sabía a quién acudir ni qué hacer para bloquear las imágenes que me mostraban en sueños, pero después de un tiempo empecé a acostumbrarme y me volví práctica, nunca salía a la calle sin un frasco de pócima antifebril. - prosiguió, con cierta lentitud. - Los desvanecimientos por suerte eran poco frecuentes así que no tuve demasiados problemas, y éstos disminuyeron en cuanto me percaté de que podía controlar en parte los efectos, solo tenía que evitar los sobresaltos emocionales. - concluyó, aunque el alado no dejaría que su historia quedase ahí.
- ¿Permitirás que condicionen tu vida? ¿No te gustaría librarte de esa maldición? - formuló, volviendo a tomar la palabra. Elen ya había hecho bastante con revelarle parte de su pasado, y a decir verdad seguía sin confiar en aquel sujeto, así que guardaría en secreto todo lo relacionado con los centinelas y su futura batalla en el plano de los Tarmúnil, a él solo le interesaba saber una cosa. - Voy a librarme de ella, pero si no nos damos prisa perderé un tiempo realmente valioso. - instó, para que se pusiera manos a la obra de nuevo antes de que sus maltrechos cuerpos los obligasen a descansar de nuevo. La bruja no olvidaba lo que Isabella le había pedido poco antes de abandonar Lunargenta, debía dar con Huracán y Jules, que según la líder de los cazadores se encontraban en algún punto de los reinos del oeste.
- Entonces piensas plantarles cara, yo podría ayudarte. - comentó Alister, con un deje de esperanza en la voz, puede que al final saliese algo bueno de su accidentado encuentro con la tensai. - No, en cuanto terminemos con esto cada cual tomará su camino. - dijo la joven con determinación. - ¿Por qué me rechazas? ¿Acaso no he demostrado lo útil que puedo ser en combate? - formuló, en un intento por entender a la benjamina de los Calhoun. - Lo que imaginaba, no sabes nada de ellos. - musitó la de ojos verdes, que ya llevaba media tumba excavada. - Claro que no, aparte de mi hermana eres la única persona viva que he encontrado y tiene algún tipo de relación con los jinetes, en vez de negarte sin siquiera pensártelo deberías contarme lo que has descubierto acerca de esos bastardos. - espetó el cazador, dejándose llevar por la sed de venganza que invadía su corazón.
- No son seres de este mundo, nada de lo que hagas conseguirá dañarlos, ni siquiera tu espada, tu fuerza bruta o tu fuego, nada, si continúas por ese camino solo hallarás la muerte. - le advirtió la bruja, y aquellas fueron sus últimas palabras, ya que a partir de aquel momento se negó a seguir con la conversación, centrándose únicamente en terminar su tarea y abandonar aquel maldito lugar cuanto antes. El dragón tenía muchas más preguntas que hacerle, pero viendo su poca disposición decidió ocuparse de lo que tenían entre manos, y en cuanto las tres tumbas estuvieron terminadas y con los cuerpos en su interior, procedieron a cubrirlas y señalizarlas con unas toscas cruces de madera.
Ya no tenían nada que hacer allí y eso significaba que la de cabellos cenicientos intentaría librarse de él, pero lo tendría difícil, el trayecto de regreso a Sacrestic lo harían juntos, y si durante el mismo no la convencía de que recapacitase, a partir de entonces la seguiría de cerca pero sin llamar la atención. Su intención era vigilarla y tratar de obtener algo de información con ello, quizá la hechicera planease reunirse con otros para organizar una ofensiva contra de los jinetes.
- ¿Cómo puedes soltarme eso? Precisamente tú, que llevas la misma cicatriz y por tanto cargas con el mismo mal que acabó con mi hermana. - espetó, visiblemente molesto. - ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso te has resignado a perder la vida y pasar el resto de tus días atormentada? - añadió, consiguiendo que la hechicera se volviese hacia él aunque solo por unos instantes. - Para el carro, lamento que otra persona haya pasado por ello pero no nos compares, tu hermana eligió la vía de escape más fácil, yo no lo hice. - contestó con seriedad, para acto seguido volver a centrarse en la tumba que estaba cavando. Hasta el momento, y basándose en la escasa experiencia de lo sucedido con Emily, Alister había creído que no había forma de sobrellevar aquel calvario sin perder la cordura o quitarse la vida, pero las palabras de la joven daban a entender que llevaba más tiempo con aquella marca de lo que su pequeña hermana había aguantado.
- ¿Cuánto tiempo llevas así? - preguntó, movido por la intriga. Elen guardó silencio durante unos segundos, un silencio solo roto por el sonido de la madera al hundirse en la tierra. - Más de tres años. - respondió finalmente, sin apartar la vista del agujero que empezaba a tomar forma. El dragón quedó paralizado al escuchar su contestación, incrédulo y a la vez curioso, ¿cómo lo había logrado? ¿Qué tenía aquella mujer que su hermana no? Luego sintió lástima por Elen, creyendo que su vida debía ser terrible, pero a simple vista no parecía que tuviese ningún problema, detalle que no hizo sino aumentar su interés por ella y lo que podía contarle.
- Eso es mucho tiempo… ¿cómo puedes soportarlo? - inquirió, recordando entonces la placidez con que la joven había dormido durante la noche, sin mostrar signo alguno de estar teniendo una pesadilla. - Los primeros meses fueron los peores. - explicó, saltándose la parte en que al igual que la dragona, comenzó a considerar la idea del suicidio. - No sabía a quién acudir ni qué hacer para bloquear las imágenes que me mostraban en sueños, pero después de un tiempo empecé a acostumbrarme y me volví práctica, nunca salía a la calle sin un frasco de pócima antifebril. - prosiguió, con cierta lentitud. - Los desvanecimientos por suerte eran poco frecuentes así que no tuve demasiados problemas, y éstos disminuyeron en cuanto me percaté de que podía controlar en parte los efectos, solo tenía que evitar los sobresaltos emocionales. - concluyó, aunque el alado no dejaría que su historia quedase ahí.
- ¿Permitirás que condicionen tu vida? ¿No te gustaría librarte de esa maldición? - formuló, volviendo a tomar la palabra. Elen ya había hecho bastante con revelarle parte de su pasado, y a decir verdad seguía sin confiar en aquel sujeto, así que guardaría en secreto todo lo relacionado con los centinelas y su futura batalla en el plano de los Tarmúnil, a él solo le interesaba saber una cosa. - Voy a librarme de ella, pero si no nos damos prisa perderé un tiempo realmente valioso. - instó, para que se pusiera manos a la obra de nuevo antes de que sus maltrechos cuerpos los obligasen a descansar de nuevo. La bruja no olvidaba lo que Isabella le había pedido poco antes de abandonar Lunargenta, debía dar con Huracán y Jules, que según la líder de los cazadores se encontraban en algún punto de los reinos del oeste.
- Entonces piensas plantarles cara, yo podría ayudarte. - comentó Alister, con un deje de esperanza en la voz, puede que al final saliese algo bueno de su accidentado encuentro con la tensai. - No, en cuanto terminemos con esto cada cual tomará su camino. - dijo la joven con determinación. - ¿Por qué me rechazas? ¿Acaso no he demostrado lo útil que puedo ser en combate? - formuló, en un intento por entender a la benjamina de los Calhoun. - Lo que imaginaba, no sabes nada de ellos. - musitó la de ojos verdes, que ya llevaba media tumba excavada. - Claro que no, aparte de mi hermana eres la única persona viva que he encontrado y tiene algún tipo de relación con los jinetes, en vez de negarte sin siquiera pensártelo deberías contarme lo que has descubierto acerca de esos bastardos. - espetó el cazador, dejándose llevar por la sed de venganza que invadía su corazón.
- No son seres de este mundo, nada de lo que hagas conseguirá dañarlos, ni siquiera tu espada, tu fuerza bruta o tu fuego, nada, si continúas por ese camino solo hallarás la muerte. - le advirtió la bruja, y aquellas fueron sus últimas palabras, ya que a partir de aquel momento se negó a seguir con la conversación, centrándose únicamente en terminar su tarea y abandonar aquel maldito lugar cuanto antes. El dragón tenía muchas más preguntas que hacerle, pero viendo su poca disposición decidió ocuparse de lo que tenían entre manos, y en cuanto las tres tumbas estuvieron terminadas y con los cuerpos en su interior, procedieron a cubrirlas y señalizarlas con unas toscas cruces de madera.
Ya no tenían nada que hacer allí y eso significaba que la de cabellos cenicientos intentaría librarse de él, pero lo tendría difícil, el trayecto de regreso a Sacrestic lo harían juntos, y si durante el mismo no la convencía de que recapacitase, a partir de entonces la seguiría de cerca pero sin llamar la atención. Su intención era vigilarla y tratar de obtener algo de información con ello, quizá la hechicera planease reunirse con otros para organizar una ofensiva contra de los jinetes.
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Re: Empezando con mal pie [Interpretativo][Privado][Cerrado]
Así fue como hechicera y dragón compartieron el camino hasta Sacrestic, en silencio la mayor parte del tiempo ya que por mucho que Alister tratase de entablar una conversación con ella, la de ojos verdes se negaba a responderle, cosa que terminó frustrándolo y logró lo que Elen deseaba, que dejase de intentarlo. Una vez en la ciudad, la tensai se despidió y dirigió su montura hacia la taberna en que se hospedaba, donde podría descansar hasta la mañana siguiente, momento en que volvería a los caminos para cumplir con lo que Isabella le había pedido, encontrar a su hija y a Jules.
Alister aguardó a que la bruja no pudiese verlo para seguirla, y en cuanto supuso que la joven se habría retirado a su habitación, dejó su caballo en el establo y entró al local, acercándose a la barra nada más llegar. - Quiero una habitación. - indicó, al tiempo que sacaba unos aeros de su bolsa. - Por supuesto. - respondió el propietario, que se disponía a girarse hacia los ganchos de los que colgaban las llaves cuando sintió que una mano lo detenía, sujetándolo por el antebrazo. - No una cualquiera, quiero la contigua a la de la mujer que acaba de entrar. - explicó, provocando que la preocupación se dibujase en el rostro del tabernero. - ¿La bruja de cabellos grises? Señor no le recomiendo molestarla, parece peligrosa. - aconsejó el hombre, que ya había atendido a la centinela en varias ocasiones.
- Haga lo que le he dicho. - lo presionó el alado, y tras pensárselo durante unos instantes, el dueño del local accedió, entregándole una de las llaves y tomando los aeros que su nuevo cliente había depositado sobre la barra. Alister subió las escaleras con cuidado de no hacer mucho ruido, enfiló el pasillo y se refugió en el modesto cuarto que se convertiría en su casa por una noche, luego se deshizo de parte de sus ropas y las colocó en una silla cercana, junto con su espada y otros enseres que solía llevar consigo durante los viajes. Una vez hecho esto solo le quedaba esperar, atento a cualquier ruido que delatase movimiento en la habitación de la hechicera, lo cual podría indicar que ésta pretendiese abandonar la ciudad, pero por suerte para él eso no ocurrió, así que tuvo ocasión de descansar unas horas.
El amanecer trajo consigo la puesta en marcha, Elen se echó a los caminos temprano y tras esperar un tiempo prudencial, lo justo para que hubiese entre ambos una distancia que le permitiese mantenerse oculto, el dragón salió tras ella. Sus dotes como cazador le facilitarían la tarea, solo debía seguir el rastro del caballo de la joven y vigilar el horizonte cuando la tarde comenzase a caer, así evitaría toparse con el posible campamento de la bruja o acercarse demasiado. El mayor problema sería afrontar las noches a oscuras en mitad del bosque, ya que cualquier hoguera, por pequeña que fuese, podría delatar su posición, pero tener el fuego como elemento natural siempre le había dado algo de resistencia al frío, saldría adelante.
La primera noche se mantuvo a cierta distancia de la joven, solo atisbando el brillo lejano que marcaba el lugar en que se encontraba, pero la siguiente optó por acercarse un poco, lo suficiente para comprobar que al igual que él, la de ojos verdes no dormía cuando estaba al raso, por precaución. En vez de eso la hechicera se mantenía entretenida con un libro o vigilando los alrededores, alerta ante cualquier sonido sospechoso, pues no solo debía cuidarse de las criaturas de la zona, también estaban los vampiros. La noche era suya y eso lo tenía muy presente, así que no descansaría hasta dar con el siguiente pueblo, cosa que podía llevarle varios días más y que por tanto, le pasaría factura.
El tercer día transcurrió sin incidentes, pero la de cabellos cenicientos comenzó a sentirse observada, teoría que se vio secundada por el comportamiento de su montura, que durante las últimas noches se había mostrado algo inquieto y molesto. Sus sospechas crecieron cuando al oscurecerse noto una presencia cerca del campamento, y tras echar mano de su nueva habilidad para detectar flujos de maná, comprendió que no se había librado del dragón, pero optó por no decir nada. Elen se echó a los caminos con los primeros rayos de la mañana, variando su rumbo en tres ocasiones para intentar confundir a su nueva sombra, pero algo le decía que no funcionaría, así que finalmente se detuvo en mitad de una senda y esperó en silencio, lo que le permitió escuchar a lo lejos unos cascos que no pertenecían a su corcel.
- Basta ya, si no dejas de seguirme tendremos un problema. - advirtió, girándose en la dirección de la que provenía el ruido. Alister no tardó en salir de detrás de unos frondosos arbustos, avanzando a lomos de su caballo hasta situarse frente al de la tensai. - ¿No tienes nada mejor que hacer? - preguntó la joven, sin miramientos. - Teniendo en cuenta que llevo nueve años buscando a esos desgraciados y tú eres la primera pista que encuentro no, así que será mejor que te acostumbres a mi presencia porque no pienso marcharme. - contestó el cazador sin dudarlo. - Puede que no te haya quedado claro, yo viajo sola. - espetó la benjamina de los Calhoun, dedicándole una fría mirada.
- He estado observándote durante los últimos días, ¿crees que llegarás muy lejos sin pegar ojo? Tarde o temprano el cansancio te pasará factura y a mí también, pero si permites que viaje contigo podríamos turnarnos para descansar. - propuso el alado, haciendo que la de ojos verdes riese al escucharlo. - Por supuesto, dejar mi seguridad en manos del hombre que nada más verme me puso una espada al cuello… ¿qué podría salir mal? - intervino ella, recalcando el error que había cometido al confundirla con el demonio. - Olvida eso y sé práctica, no se nos dio tan mal lidiar con esa criatura juntos, podríamos formar un buen equipo. - insistió él, sin perder ni un ápice de su determinación.
- No suelo formar equipo con gente que intenta matarme. - dijo ella, sin ablandarse. - Piénsalo bien, ambos podríamos ayudarnos, tú descansarías sin tener que ir de un pueblo a otro y a cambio yo obtendría información acerca de los jinetes. - continuó Alister, manteniendo la calma en todo momento. - Has dicho que no son de este mundo y que no podría hacerles nada pero queda claro que tú piensas intentarlo, ¿cómo? Eso es lo que quiero saber. - añadió al poco. - Podría decirte que sí y marcharme en cuanto estuvieses dormido. - comentó la joven, pero sus palabras no consiguieron preocupar ni un poco al dragón. - Llevo mucho tiempo como cazador, seguiría tu rastro y daría contigo en menos de un día. - aseguró, con una leve sonrisa en el rostro. - Como ves no voy a rendirme fácilmente. - dijo para terminar, consiguiendo que la centinela pusiese los ojos en blanco resignada.
Ciertamente le vendría bien poder dormir un poco, su viaje no sería corto y teniendo en cuenta que Huracán y Jules podían estar en cualquier parte de las tierras del oeste, perder el tiempo buscando asentamientos para descansar cada tres o cuatro días no le beneficiaría. Qué remedio, tendría que confiar un poco en aquel sujeto, al menos hasta que diese con el par de brujos, luego ya se vería. - Está bien, en marcha, no tengo toda la mañana. - instó Elen, al tiempo que tiraba de las riendas para que Sombra girase y comenzase a avanzar en la dirección deseada. El alado había ganado ésta vez, y después de mucho tiempo volvía a tener algo de esperanza con respecto a cumplir la promesa que había hecho ante la tumba de su hermana, acabar con los desgraciados que la habían empujado al suicidio.
Espoleó su montura y se colocó junto a la benjamina de los Calhoun, iniciando de ese modo sus andanzas en compañía de la hechicera, sin saber a dónde lo llevarían.
Alister aguardó a que la bruja no pudiese verlo para seguirla, y en cuanto supuso que la joven se habría retirado a su habitación, dejó su caballo en el establo y entró al local, acercándose a la barra nada más llegar. - Quiero una habitación. - indicó, al tiempo que sacaba unos aeros de su bolsa. - Por supuesto. - respondió el propietario, que se disponía a girarse hacia los ganchos de los que colgaban las llaves cuando sintió que una mano lo detenía, sujetándolo por el antebrazo. - No una cualquiera, quiero la contigua a la de la mujer que acaba de entrar. - explicó, provocando que la preocupación se dibujase en el rostro del tabernero. - ¿La bruja de cabellos grises? Señor no le recomiendo molestarla, parece peligrosa. - aconsejó el hombre, que ya había atendido a la centinela en varias ocasiones.
- Haga lo que le he dicho. - lo presionó el alado, y tras pensárselo durante unos instantes, el dueño del local accedió, entregándole una de las llaves y tomando los aeros que su nuevo cliente había depositado sobre la barra. Alister subió las escaleras con cuidado de no hacer mucho ruido, enfiló el pasillo y se refugió en el modesto cuarto que se convertiría en su casa por una noche, luego se deshizo de parte de sus ropas y las colocó en una silla cercana, junto con su espada y otros enseres que solía llevar consigo durante los viajes. Una vez hecho esto solo le quedaba esperar, atento a cualquier ruido que delatase movimiento en la habitación de la hechicera, lo cual podría indicar que ésta pretendiese abandonar la ciudad, pero por suerte para él eso no ocurrió, así que tuvo ocasión de descansar unas horas.
El amanecer trajo consigo la puesta en marcha, Elen se echó a los caminos temprano y tras esperar un tiempo prudencial, lo justo para que hubiese entre ambos una distancia que le permitiese mantenerse oculto, el dragón salió tras ella. Sus dotes como cazador le facilitarían la tarea, solo debía seguir el rastro del caballo de la joven y vigilar el horizonte cuando la tarde comenzase a caer, así evitaría toparse con el posible campamento de la bruja o acercarse demasiado. El mayor problema sería afrontar las noches a oscuras en mitad del bosque, ya que cualquier hoguera, por pequeña que fuese, podría delatar su posición, pero tener el fuego como elemento natural siempre le había dado algo de resistencia al frío, saldría adelante.
La primera noche se mantuvo a cierta distancia de la joven, solo atisbando el brillo lejano que marcaba el lugar en que se encontraba, pero la siguiente optó por acercarse un poco, lo suficiente para comprobar que al igual que él, la de ojos verdes no dormía cuando estaba al raso, por precaución. En vez de eso la hechicera se mantenía entretenida con un libro o vigilando los alrededores, alerta ante cualquier sonido sospechoso, pues no solo debía cuidarse de las criaturas de la zona, también estaban los vampiros. La noche era suya y eso lo tenía muy presente, así que no descansaría hasta dar con el siguiente pueblo, cosa que podía llevarle varios días más y que por tanto, le pasaría factura.
El tercer día transcurrió sin incidentes, pero la de cabellos cenicientos comenzó a sentirse observada, teoría que se vio secundada por el comportamiento de su montura, que durante las últimas noches se había mostrado algo inquieto y molesto. Sus sospechas crecieron cuando al oscurecerse noto una presencia cerca del campamento, y tras echar mano de su nueva habilidad para detectar flujos de maná, comprendió que no se había librado del dragón, pero optó por no decir nada. Elen se echó a los caminos con los primeros rayos de la mañana, variando su rumbo en tres ocasiones para intentar confundir a su nueva sombra, pero algo le decía que no funcionaría, así que finalmente se detuvo en mitad de una senda y esperó en silencio, lo que le permitió escuchar a lo lejos unos cascos que no pertenecían a su corcel.
- Basta ya, si no dejas de seguirme tendremos un problema. - advirtió, girándose en la dirección de la que provenía el ruido. Alister no tardó en salir de detrás de unos frondosos arbustos, avanzando a lomos de su caballo hasta situarse frente al de la tensai. - ¿No tienes nada mejor que hacer? - preguntó la joven, sin miramientos. - Teniendo en cuenta que llevo nueve años buscando a esos desgraciados y tú eres la primera pista que encuentro no, así que será mejor que te acostumbres a mi presencia porque no pienso marcharme. - contestó el cazador sin dudarlo. - Puede que no te haya quedado claro, yo viajo sola. - espetó la benjamina de los Calhoun, dedicándole una fría mirada.
- He estado observándote durante los últimos días, ¿crees que llegarás muy lejos sin pegar ojo? Tarde o temprano el cansancio te pasará factura y a mí también, pero si permites que viaje contigo podríamos turnarnos para descansar. - propuso el alado, haciendo que la de ojos verdes riese al escucharlo. - Por supuesto, dejar mi seguridad en manos del hombre que nada más verme me puso una espada al cuello… ¿qué podría salir mal? - intervino ella, recalcando el error que había cometido al confundirla con el demonio. - Olvida eso y sé práctica, no se nos dio tan mal lidiar con esa criatura juntos, podríamos formar un buen equipo. - insistió él, sin perder ni un ápice de su determinación.
- No suelo formar equipo con gente que intenta matarme. - dijo ella, sin ablandarse. - Piénsalo bien, ambos podríamos ayudarnos, tú descansarías sin tener que ir de un pueblo a otro y a cambio yo obtendría información acerca de los jinetes. - continuó Alister, manteniendo la calma en todo momento. - Has dicho que no son de este mundo y que no podría hacerles nada pero queda claro que tú piensas intentarlo, ¿cómo? Eso es lo que quiero saber. - añadió al poco. - Podría decirte que sí y marcharme en cuanto estuvieses dormido. - comentó la joven, pero sus palabras no consiguieron preocupar ni un poco al dragón. - Llevo mucho tiempo como cazador, seguiría tu rastro y daría contigo en menos de un día. - aseguró, con una leve sonrisa en el rostro. - Como ves no voy a rendirme fácilmente. - dijo para terminar, consiguiendo que la centinela pusiese los ojos en blanco resignada.
Ciertamente le vendría bien poder dormir un poco, su viaje no sería corto y teniendo en cuenta que Huracán y Jules podían estar en cualquier parte de las tierras del oeste, perder el tiempo buscando asentamientos para descansar cada tres o cuatro días no le beneficiaría. Qué remedio, tendría que confiar un poco en aquel sujeto, al menos hasta que diese con el par de brujos, luego ya se vería. - Está bien, en marcha, no tengo toda la mañana. - instó Elen, al tiempo que tiraba de las riendas para que Sombra girase y comenzase a avanzar en la dirección deseada. El alado había ganado ésta vez, y después de mucho tiempo volvía a tener algo de esperanza con respecto a cumplir la promesa que había hecho ante la tumba de su hermana, acabar con los desgraciados que la habían empujado al suicidio.
Espoleó su montura y se colocó junto a la benjamina de los Calhoun, iniciando de ese modo sus andanzas en compañía de la hechicera, sin saber a dónde lo llevarían.
Elen Calhoun
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