Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
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Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Año y medio había pasado ya desde que los Calhoun abandonasen su hogar, y aunque no perdían de vista el objetivo que los había hecho salir de las islas Illidenses, mucho habían tardado en hacerse con el dinero y las provisiones necesarias para seguir su viaje hacia el frías tierras del norte. La hechicera también había sido motivo de retraso, pues su maldición la dejó varios meses indispuesta, y tras esto intentó por todos los medios encontrar un modo de deshacerse de ella, en vano.
Ahora al menos podía controlar en parte los efectos, siempre y cuando se mantuviese calmada y no dejase que sus emociones se disparasen, lo que la había vuelto cauta y algo más fría. Aquel incidente le había robado mucho, arrebatándole la posibilidad de volver a ser como antes, había visto demasiado. De ello se habían encargado los jinetes, obligándola a ser testigo de atrocidades que jamás hubiese imaginado, pero la joven no se rindió, ni siquiera a pesar de las fiebres y los desvanecimientos, ella no se entregaría a la muerte fácilmente.
En vez de eso trató de olvidarse del tema, centrándose únicamente en lo que tanto ella como su hermano tenían por delante, un largo viaje por tierras desconocidas y probablemente peligrosas, que los conduciría al lugar en que sus padres desaparecieron años atrás. A pesar del tiempo que llevaban sin recibir carta alguna por parte de ellos, la de ojos verdes aún conservaba algo de esperanza, esperaba encontrarlos vivos y con alguna buena razón para explicar el cese de las comunicaciones.
Con esa idea en mente, Elen se levantó temprano aquella mañana, aunque quizá fuese más adecuado decir que no durmió, pues la emoción por emprender el viaje trajo de vuelta las pesadillas, consiguiendo que pasase la noche en vela, acostada en la cama y con la mirada clavada en el techo. Cuando los primeros rayos de sol comenzaron a colarse por entre las rendijas de la ventana, decidió que ya era hora de ponerse en marcha, así que abandonó el camastro y se puso a organizar sus cosas, para salir en cuanto Vincent estuviese listo y así aprovechar tantas horas de luz como les fuese posible.
La de cabellos cenicientos sabía que dormir al raso sería incómodo, tendrían que buscar un lugar en que descansar sin quedar expuestos a las inclemencias del tiempo ni a los posibles peligros, así que las últimas horas de la tarde tendrían que dedicarlas a ello. Recogió sus pertenencias y salió de la modesta habitación en que se había hospedado todo aquel tiempo, para luego bajar la escalera y acercarse a la barra, donde la amable tabernera a cambio de un saquito de aeros le entregó varios paquetes cuidadosamente envueltos. La tarde anterior, Elen le había encargado que los preparase, con suficiente comida como para que los hermanos pudiesen subsistir durante un tiempo.
Una vez se hubiesen agotado las provisiones, ambos tendrían que buscarse la vida pescando o cazando, pero si tenían suerte encontrarían algún pequeño asentamiento en las tierras del oeste, donde reabastecerse y quizá descansar antes de proseguir el viaje. - Muchas gracias. - dijo la joven, sonriendo levemente a la mujer, a la que ya conocía bastante bien después de año y medio quedándose en su posada. - No es nada, tened cuidado. - respondió la tabernera, conociendo los planes de los Calhoun.
Tras este breve intercambio de palabras, la tensai recogió los paquetes y los colocó en las alforjas, tomó asiento en una de las mesas cercanas y se permitió desayunar tranquilamente, luego saldría al establo y prepararía su caballo. Allí fuera esperaría a su hermano, que seguramente no tardaría mucho en aparecer, y una vez estuviesen listos, emprenderían el camino hacia las afueras de la ciudad, más concretamente hacia el bosque de los humanos.
Ahora al menos podía controlar en parte los efectos, siempre y cuando se mantuviese calmada y no dejase que sus emociones se disparasen, lo que la había vuelto cauta y algo más fría. Aquel incidente le había robado mucho, arrebatándole la posibilidad de volver a ser como antes, había visto demasiado. De ello se habían encargado los jinetes, obligándola a ser testigo de atrocidades que jamás hubiese imaginado, pero la joven no se rindió, ni siquiera a pesar de las fiebres y los desvanecimientos, ella no se entregaría a la muerte fácilmente.
En vez de eso trató de olvidarse del tema, centrándose únicamente en lo que tanto ella como su hermano tenían por delante, un largo viaje por tierras desconocidas y probablemente peligrosas, que los conduciría al lugar en que sus padres desaparecieron años atrás. A pesar del tiempo que llevaban sin recibir carta alguna por parte de ellos, la de ojos verdes aún conservaba algo de esperanza, esperaba encontrarlos vivos y con alguna buena razón para explicar el cese de las comunicaciones.
Con esa idea en mente, Elen se levantó temprano aquella mañana, aunque quizá fuese más adecuado decir que no durmió, pues la emoción por emprender el viaje trajo de vuelta las pesadillas, consiguiendo que pasase la noche en vela, acostada en la cama y con la mirada clavada en el techo. Cuando los primeros rayos de sol comenzaron a colarse por entre las rendijas de la ventana, decidió que ya era hora de ponerse en marcha, así que abandonó el camastro y se puso a organizar sus cosas, para salir en cuanto Vincent estuviese listo y así aprovechar tantas horas de luz como les fuese posible.
La de cabellos cenicientos sabía que dormir al raso sería incómodo, tendrían que buscar un lugar en que descansar sin quedar expuestos a las inclemencias del tiempo ni a los posibles peligros, así que las últimas horas de la tarde tendrían que dedicarlas a ello. Recogió sus pertenencias y salió de la modesta habitación en que se había hospedado todo aquel tiempo, para luego bajar la escalera y acercarse a la barra, donde la amable tabernera a cambio de un saquito de aeros le entregó varios paquetes cuidadosamente envueltos. La tarde anterior, Elen le había encargado que los preparase, con suficiente comida como para que los hermanos pudiesen subsistir durante un tiempo.
Una vez se hubiesen agotado las provisiones, ambos tendrían que buscarse la vida pescando o cazando, pero si tenían suerte encontrarían algún pequeño asentamiento en las tierras del oeste, donde reabastecerse y quizá descansar antes de proseguir el viaje. - Muchas gracias. - dijo la joven, sonriendo levemente a la mujer, a la que ya conocía bastante bien después de año y medio quedándose en su posada. - No es nada, tened cuidado. - respondió la tabernera, conociendo los planes de los Calhoun.
Tras este breve intercambio de palabras, la tensai recogió los paquetes y los colocó en las alforjas, tomó asiento en una de las mesas cercanas y se permitió desayunar tranquilamente, luego saldría al establo y prepararía su caballo. Allí fuera esperaría a su hermano, que seguramente no tardaría mucho en aparecer, y una vez estuviesen listos, emprenderían el camino hacia las afueras de la ciudad, más concretamente hacia el bosque de los humanos.
Última edición por Elen Calhoun el Sáb Mar 26 2016, 10:06, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Elen, ¿llevas el huevo encima?
Deberías... ¿no se esta moviendo?
Deberías... ¿no se esta moviendo?
Wyn
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
El brujo se despertó pronto esa mañana. No tenía mucho que hacer, pues Elen se había encargado de pedir las provisiones para el viaje, más quería disfrutar de un buen baño antes de partir. Una vez en camino solo podría bañarse en la orilla del río, y el placer de un bañera llena de agua caliente no se lo quitaría nadie. Aunque siempre podía usar un cubo de metal y calentar el agua del río, evidentemente era más engorroso en el exterior, que hacerlo en la comodidad de una taberna y llenar una bañera con el líquido calentado.
Mientras disfrutaba de su baño y retozaba un poco en el interior de la bañera, no pudo evitar pensar en su hermana. En lo mal que estaba desde un poco después de que arribaran a Lunargenta. La ciudad le encantaba al rubio, era el lugar que siempre imaginó por los libros, sin embargo, para la peliblanca era bien distinto. No es que a su hermana no le agradara la capital de los humanos, sino que había ocurrido algo allí, y desde entonces Elen no dejaba de tener pesadillas.
- Si es que el único problema fueran las pesadillas-, musitó para sí, unos instantes de salir de la tina de agua y prepararse.
Su hermana a veces tenía fiebres muy altas, y otras veces incluso caía rendida sin motivo alguno, por lo que el rubio estaba realmente preocupado por su salud. Pero pensar en ello no le iba a ayudar a solucionarlo, por lo que decidió centrarse en el día. En prepararse para el viaje.
Elen se encargaría de la comida, así que él solo tenía que cargar los caballos y pertrecharse personalmente. Procurar que tuviera todas sus pertenencias y poco más. Una vez estuvo seco y vestido se colocó su armadura ligera, de las pocas cosas que traía desde las islas, como su fiel Alphonse. Su caballo y armadura era de lo poco material que le quedaba de su tierra natal, así como sus guantes especiales para el combate y sus armas.
Casi todo lo demás lo había conseguido en Lunargenta después de más de un año de preparativos y trabajos para conseguir el dinero para todo lo necesario para el viaje. Comida, ropa, mapas de los territorios…
El brujo bajó hasta el establo, ensilló ambos caballos y les colocó las alforjas al suyo, para luego retornar a la habitación y recoger el resto de sus cosas. Se colocó su espada y daga al cinto, y recogió su morral con sus cosas más personales. Dio unos últimos tirones a las correas de su armadura para asegurarse de que estuvieran correctamente amarradas, para finalmente echarse un asa de su morral por encima del hombro.
- Hola bella Caroline-, saludó a la bella camarera con una sonrisa. - ¿Has visto a mi hermana?
- Hace un momento que acaba de salir-, respondió. - Oye Vinc, ¿estás seguro de lo que vais a hacer? Es un viaje muy largo y peligroso. No quiero que os pase nada.
- Vamos, nada puede conmigo-, sonrió de nuevo. - Es algo que tenemos que hacer. Necesitamos hacerlo para ser libres en el futuro. Nunca dormiremos en paz sin saber que les pasó a nuestros padres-, comentó más serio.
- Lo entiendo pero… os he cogido cariño. Tened cuidado-, contestó algo triste.
- No te preocupes. Te prometo que volveremos enteros-, asintió con la cabeza. - Nos vemos a la vuelta, sigue divirtiendo al personal de la taberna en mi ausencia-, sonrió. Luego se giró y de espaldas hizo un gesto despedida con la mano libre.
- Así lo espero Vincent Calhoun-, dijo en alto la dama. - Te tomo la palabra-, musitó la joven.
Nada más entrar al establo se encontró a su hermana preparando a Sombra.
- Que madrugadora-, bromeó mientras se acercaba a Alphonse y colocaba su morral en él. - Elen-, dijo serio. - Sabes que no tenemos que ir si no quieres. No estás bien desde hace mucho tiempo, y no quiero que te pase nada. Una vez crucemos las puertas de la ciudad en dirección norte, ya no habrá vuelta atrás. ¿Lo entiendes?
Mientras disfrutaba de su baño y retozaba un poco en el interior de la bañera, no pudo evitar pensar en su hermana. En lo mal que estaba desde un poco después de que arribaran a Lunargenta. La ciudad le encantaba al rubio, era el lugar que siempre imaginó por los libros, sin embargo, para la peliblanca era bien distinto. No es que a su hermana no le agradara la capital de los humanos, sino que había ocurrido algo allí, y desde entonces Elen no dejaba de tener pesadillas.
- Si es que el único problema fueran las pesadillas-, musitó para sí, unos instantes de salir de la tina de agua y prepararse.
Su hermana a veces tenía fiebres muy altas, y otras veces incluso caía rendida sin motivo alguno, por lo que el rubio estaba realmente preocupado por su salud. Pero pensar en ello no le iba a ayudar a solucionarlo, por lo que decidió centrarse en el día. En prepararse para el viaje.
Elen se encargaría de la comida, así que él solo tenía que cargar los caballos y pertrecharse personalmente. Procurar que tuviera todas sus pertenencias y poco más. Una vez estuvo seco y vestido se colocó su armadura ligera, de las pocas cosas que traía desde las islas, como su fiel Alphonse. Su caballo y armadura era de lo poco material que le quedaba de su tierra natal, así como sus guantes especiales para el combate y sus armas.
Casi todo lo demás lo había conseguido en Lunargenta después de más de un año de preparativos y trabajos para conseguir el dinero para todo lo necesario para el viaje. Comida, ropa, mapas de los territorios…
El brujo bajó hasta el establo, ensilló ambos caballos y les colocó las alforjas al suyo, para luego retornar a la habitación y recoger el resto de sus cosas. Se colocó su espada y daga al cinto, y recogió su morral con sus cosas más personales. Dio unos últimos tirones a las correas de su armadura para asegurarse de que estuvieran correctamente amarradas, para finalmente echarse un asa de su morral por encima del hombro.
- Hola bella Caroline-, saludó a la bella camarera con una sonrisa. - ¿Has visto a mi hermana?
- Hace un momento que acaba de salir-, respondió. - Oye Vinc, ¿estás seguro de lo que vais a hacer? Es un viaje muy largo y peligroso. No quiero que os pase nada.
- Vamos, nada puede conmigo-, sonrió de nuevo. - Es algo que tenemos que hacer. Necesitamos hacerlo para ser libres en el futuro. Nunca dormiremos en paz sin saber que les pasó a nuestros padres-, comentó más serio.
- Lo entiendo pero… os he cogido cariño. Tened cuidado-, contestó algo triste.
- No te preocupes. Te prometo que volveremos enteros-, asintió con la cabeza. - Nos vemos a la vuelta, sigue divirtiendo al personal de la taberna en mi ausencia-, sonrió. Luego se giró y de espaldas hizo un gesto despedida con la mano libre.
- Así lo espero Vincent Calhoun-, dijo en alto la dama. - Te tomo la palabra-, musitó la joven.
Nada más entrar al establo se encontró a su hermana preparando a Sombra.
- Que madrugadora-, bromeó mientras se acercaba a Alphonse y colocaba su morral en él. - Elen-, dijo serio. - Sabes que no tenemos que ir si no quieres. No estás bien desde hace mucho tiempo, y no quiero que te pase nada. Una vez crucemos las puertas de la ciudad en dirección norte, ya no habrá vuelta atrás. ¿Lo entiendes?
Vincent Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Nada más llegar al establo, la de ojos verdes se percató de que su hermano ya había estado allí, ambos caballos estaban ensillados y el del brujo incluso tenía ya las alforjas colgando de la silla de montar. Al parecer Vincent había madrugado mucho también esa mañana, razón de más para pensar que no tardaría en aparecer para emprender la marcha hacia las afueras. Emocionada por el viaje que estaban a punto de iniciar, la hechicera se acercó al equino de su hermano y colocó algunos de los paquetes de comida en el interior de las alforjas que había dejado, para luego ir hacia Sombra y repartir el peso de sus pertenencias en las diferentes bolsas de cuero que llevaría a modo de equipaje.
Teniendo en cuenta el lugar al que se dirigían, las inhóspitas tierras del norte, la joven añadió también una manta de pieles enrollada y ropa de abrigo, que irían bien atadas en la parte posterior de la silla. A eso había que sumar las provisiones de agua y heno para los caballos, junto con algo de leña para poder encender hogueras por las noches, al menos durante los primeros días. Después de ese período tendrían que servirse de la naturaleza, pero con los poderes de su hermano mayor no habría problemas para hacer fuego.
Una vez lista esperó a que el brujo apareciese, mientras revisaba detenidamente que no se le quedase nada atrás, pues una vez abandonasen la ciudad sus opciones de adquirir provisiones se verían considerablemente reducidas, solo podían confiar en encontrar algún asentamiento en el camino hacia el poblado abandonado de los dragones. Vincent no tardó en aparecer en el establo, y aunque en principio parecía animado con la misión que tenían, llegar al norte y rastrear cualquier posible pista del paradero de sus padres, pronto su tono cambió, volviéndose más serio.
Estaba preocupado por ella, sabía de la maldición que padecía y no quería obligarla a viajar en aquel estado, pero la de cabellos cenicientos no estaba dispuesta a dejarse limitar por culpa de un error, ya habían perdido demasiado tiempo por su culpa. - No quiero retrasar más esto, con cada día que pasa tenemos menos oportunidades de encontrarlos, y por esta carga que llevo ya hemos perdido más de medio año. - contestó, molesta consigo misma. Cierto era que al llegar de las islas no contaban con los aeros necesarios para llevar a cabo el viaje a tierras de los dragones, ni con equipo para ello, pero estaba segura de que aparte del tiempo que habían tenido que trabajar en Lunargenta para ahorrar y prepararse, su maldición también los había retrasado.
Durante los primeros meses apenas pudo ayudar en nada, el no dormir sumado a las fiebres y los desvanecimientos repentinos la dejaron sin poder trabajar, por miedo a que cualquiera de los efectos más graves se presentase en medio de la jornada, sin que nadie supiese qué le ocurría y pudiese actuar al respecto. Solo Vincent y algunos eruditos de la ciudad sabían de su situación, y aunque por precaución llevaba siempre consigo un frasco de pócima antifebril, tuvo que quedarse casi encerrada en la habitación de la posada durante algún tiempo.
Luego comenzó a salir de noche y a volverse fría, insensible, perdiéndose a sí misma por culpa de las terribles pesadillas que la asolaban, pero por suerte se dio cuenta de que estas eran más frecuentes cuanto más alterada se encontraba, motivo por el cual empezó a controlar sus emociones, cosa que funcionó bastante bien. De ese modo había conseguido combatir dos de los efectos, pero contra el tercero nada podía hacer, así que prefería estar cerca de su hermano tanto como fuese posible, de modo que en caso de desvanecimiento, nadie se aprovechase de la situación.
- Tendremos que pasar la noche al raso, espero que te hayas traído abrigo. - comentó la hechicera sonriendo levemente, para cambiar de tema. En cuanto estuvo todo listo, sujetó las riendas de Sombra y lo guió fuera del establo, para luego conducirlo a través de las calles, que ya comenzaban a llenarse de mercaderes y puestos. Subió a la silla nada más llegar a la puerta que separaba Lunargenta del exterior, echando un último vistazo a la ciudad antes de espolear a su caballo, que de inmediato se puso en marcha.
La ruta estaba grabada en su memoria, primero se dirigirían al bosque de los humanos y allí pasarían la primera noche, luego avanzarían por la costa, la playa de los ancestros, bordeando el bosque de los elfos, territorio que ninguno de los dos deseaba pisar por el momento. Después tendrían que cruzar el Tymer hacia Midgar, y desde allí solo les quedaría ir hacia el norte, pasando por la parte oeste del lago.
Teniendo en cuenta el lugar al que se dirigían, las inhóspitas tierras del norte, la joven añadió también una manta de pieles enrollada y ropa de abrigo, que irían bien atadas en la parte posterior de la silla. A eso había que sumar las provisiones de agua y heno para los caballos, junto con algo de leña para poder encender hogueras por las noches, al menos durante los primeros días. Después de ese período tendrían que servirse de la naturaleza, pero con los poderes de su hermano mayor no habría problemas para hacer fuego.
Una vez lista esperó a que el brujo apareciese, mientras revisaba detenidamente que no se le quedase nada atrás, pues una vez abandonasen la ciudad sus opciones de adquirir provisiones se verían considerablemente reducidas, solo podían confiar en encontrar algún asentamiento en el camino hacia el poblado abandonado de los dragones. Vincent no tardó en aparecer en el establo, y aunque en principio parecía animado con la misión que tenían, llegar al norte y rastrear cualquier posible pista del paradero de sus padres, pronto su tono cambió, volviéndose más serio.
Estaba preocupado por ella, sabía de la maldición que padecía y no quería obligarla a viajar en aquel estado, pero la de cabellos cenicientos no estaba dispuesta a dejarse limitar por culpa de un error, ya habían perdido demasiado tiempo por su culpa. - No quiero retrasar más esto, con cada día que pasa tenemos menos oportunidades de encontrarlos, y por esta carga que llevo ya hemos perdido más de medio año. - contestó, molesta consigo misma. Cierto era que al llegar de las islas no contaban con los aeros necesarios para llevar a cabo el viaje a tierras de los dragones, ni con equipo para ello, pero estaba segura de que aparte del tiempo que habían tenido que trabajar en Lunargenta para ahorrar y prepararse, su maldición también los había retrasado.
Durante los primeros meses apenas pudo ayudar en nada, el no dormir sumado a las fiebres y los desvanecimientos repentinos la dejaron sin poder trabajar, por miedo a que cualquiera de los efectos más graves se presentase en medio de la jornada, sin que nadie supiese qué le ocurría y pudiese actuar al respecto. Solo Vincent y algunos eruditos de la ciudad sabían de su situación, y aunque por precaución llevaba siempre consigo un frasco de pócima antifebril, tuvo que quedarse casi encerrada en la habitación de la posada durante algún tiempo.
Luego comenzó a salir de noche y a volverse fría, insensible, perdiéndose a sí misma por culpa de las terribles pesadillas que la asolaban, pero por suerte se dio cuenta de que estas eran más frecuentes cuanto más alterada se encontraba, motivo por el cual empezó a controlar sus emociones, cosa que funcionó bastante bien. De ese modo había conseguido combatir dos de los efectos, pero contra el tercero nada podía hacer, así que prefería estar cerca de su hermano tanto como fuese posible, de modo que en caso de desvanecimiento, nadie se aprovechase de la situación.
- Tendremos que pasar la noche al raso, espero que te hayas traído abrigo. - comentó la hechicera sonriendo levemente, para cambiar de tema. En cuanto estuvo todo listo, sujetó las riendas de Sombra y lo guió fuera del establo, para luego conducirlo a través de las calles, que ya comenzaban a llenarse de mercaderes y puestos. Subió a la silla nada más llegar a la puerta que separaba Lunargenta del exterior, echando un último vistazo a la ciudad antes de espolear a su caballo, que de inmediato se puso en marcha.
La ruta estaba grabada en su memoria, primero se dirigirían al bosque de los humanos y allí pasarían la primera noche, luego avanzarían por la costa, la playa de los ancestros, bordeando el bosque de los elfos, territorio que ninguno de los dos deseaba pisar por el momento. Después tendrían que cruzar el Tymer hacia Midgar, y desde allí solo les quedaría ir hacia el norte, pasando por la parte oeste del lago.
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Elen se contrarió un poco por sus palabras, y entendía por qué. Sabía que no le gustaba hablar de ese tema, pero tenía que hacerlo una vez más con todo lo que tenían por delante. La seguridad de su hermana era más importante que cualquier otra cosa, incluso que la búsqueda de sus padres, así que no iba a partir sin decírselo una última vez. De todos modos la peliblanca estaba decida a ir, sin importar su estado.
- Llevamos en Lunargenta el tiempo necesario para prepara el viaje, ya lo sabes. No vamos más tarde por tu culpa. No deberías culpabilizarte de ese modo-, la corrigió, aunque pronto su hermana cambió de tema, y el brujo sabía que era porque no quería seguir hablando de ello. - Por supuesto que llevo abrigo. De lo poco que uno sabe del norte es que siempre hace frío-, bromeó dejando pasar el tema del que hablaban anteriormente.
Vincent comprobó que las correas de sus alforjas estuvieran bien ajustadas, y luego enganchó su morral personal en la parte trasera de su silla de montar. Una vez hubo terminado desató a Alphonse y se subió encima. Era un buen semental el animal. Sereno y fuerte, siempre decidido. Estaba seguro de que tener un caballo tan bueno le iba a ser de mucha utilidad durante su viaje. No serían poco los peligros a los que se enfrentarían en el trayecto.
- Listo. Es momento de marchar-, dijo a la vez que ponía a Alphonse al trote.
El brujo salió del establo en dirección a la calle que cruzaba la zona portuaria. Ciertamente echaría de menos Lunargenta. Poder pasear por los muelles de la ciudad, visitar la biblioteca, y otras aficiones que había cogido en la capital de los humanos. No obstante no era algo que le quitara el sueño, pues encontrar a sus padres era una prioridad para él.
Avanzaron por las calles casi desiertas de la mañana, donde solo las personas que tenían algo que hacer habían salido a ellas. Era muy pronto como para ver personas que salieran por ocio, aunque alguno que otro habría salido por ese motivo, razonó el brujo, mientras su montura iba dejando las casas atrás.
Pronto llegaron a las anchas murallas de la ciudad. El rubio se giró cuanto pudo sobre su silla para echar una última ojeada a todo lo que dejaba atrás, para luego volverse al frente y azuzar a su montura. Ya no había vuelta atrás. Aunque realmente nunca la había habido. Los hermanos estaban decididos a cumplir su promesa y nada los detendría para cumplirla salvo la muerte. Daban igual la nostalgia, o el miedo, incluso daban igual las maldiciones. Seguirían avanzando mientras les quedara un halito de vida en sus interiores, y eso era algo de lo que el rubio estaba seguro.
Una vez cruzaron las puertas de la ciudad, se dirigieron al noroeste. De este modo llegarían al río alejados de las poblaciones élficas. Allí podrían cruzar el Timer sin ser considerados una amenaza, y desde allí todo recto al norte, hasta el lago. Esa era la parte “fácil”, ya que después tendrían que atravesar las heladas llanuras y atravesar las abruptas montañas del Norte. Toda una epopeya. Aunque primero tendrían que atravesar el bosque de los humanos.
El brujo montaba sobre Alphonse todo lo rápido que podía, sin ir demasiado veloz para no lastimar al animal por el terreno irregular del bosque. Aún con todo habían avanzado un gran trecho para cuando la noche comenzó a echárseles encima. El momento más peligroso de todo el trayecto.
- Es hora de acampar-, dijo a la vez que ponía al paso a su montura. - Además, tenemos que dejar descansar a los animales antes de poder volver a aumentar el ritmo.
Ya habían dejado descansar a las monturas dos veces anteriormente durante el día. Esta sería la tercera y la última antes de emprender la marcha una vez más por la mañana. También sería la más larga, pues ellos también necesitaban dormir antes de volver a los caminos.
- Me adelantaré para localizar un sitio apropiado-, comentó a su hermana antes de poner al caballo al trote nuevamente. - No te quedes rezagada, quédate a una distancia que puedas verme.
Solo tardó unos minutos en encontrar un lugar cercano a una roca. Contra ella no crecía tanta floresta, por lo que sería fácil evitar un incendio en el bosque. Además, les cubría uno de los lados en un posible ataque contra su campamento.
Vinc giró su semental y volvió en la dirección en la que estaba su hermana.
- He encontrado un buen sitio-, dijo en cuento estuvo a su lado. - Está justo ahí delante. Dime qué te parece, por si crees que es mejor buscar otro lugar.
- Llevamos en Lunargenta el tiempo necesario para prepara el viaje, ya lo sabes. No vamos más tarde por tu culpa. No deberías culpabilizarte de ese modo-, la corrigió, aunque pronto su hermana cambió de tema, y el brujo sabía que era porque no quería seguir hablando de ello. - Por supuesto que llevo abrigo. De lo poco que uno sabe del norte es que siempre hace frío-, bromeó dejando pasar el tema del que hablaban anteriormente.
Vincent comprobó que las correas de sus alforjas estuvieran bien ajustadas, y luego enganchó su morral personal en la parte trasera de su silla de montar. Una vez hubo terminado desató a Alphonse y se subió encima. Era un buen semental el animal. Sereno y fuerte, siempre decidido. Estaba seguro de que tener un caballo tan bueno le iba a ser de mucha utilidad durante su viaje. No serían poco los peligros a los que se enfrentarían en el trayecto.
- Listo. Es momento de marchar-, dijo a la vez que ponía a Alphonse al trote.
El brujo salió del establo en dirección a la calle que cruzaba la zona portuaria. Ciertamente echaría de menos Lunargenta. Poder pasear por los muelles de la ciudad, visitar la biblioteca, y otras aficiones que había cogido en la capital de los humanos. No obstante no era algo que le quitara el sueño, pues encontrar a sus padres era una prioridad para él.
Avanzaron por las calles casi desiertas de la mañana, donde solo las personas que tenían algo que hacer habían salido a ellas. Era muy pronto como para ver personas que salieran por ocio, aunque alguno que otro habría salido por ese motivo, razonó el brujo, mientras su montura iba dejando las casas atrás.
Pronto llegaron a las anchas murallas de la ciudad. El rubio se giró cuanto pudo sobre su silla para echar una última ojeada a todo lo que dejaba atrás, para luego volverse al frente y azuzar a su montura. Ya no había vuelta atrás. Aunque realmente nunca la había habido. Los hermanos estaban decididos a cumplir su promesa y nada los detendría para cumplirla salvo la muerte. Daban igual la nostalgia, o el miedo, incluso daban igual las maldiciones. Seguirían avanzando mientras les quedara un halito de vida en sus interiores, y eso era algo de lo que el rubio estaba seguro.
Una vez cruzaron las puertas de la ciudad, se dirigieron al noroeste. De este modo llegarían al río alejados de las poblaciones élficas. Allí podrían cruzar el Timer sin ser considerados una amenaza, y desde allí todo recto al norte, hasta el lago. Esa era la parte “fácil”, ya que después tendrían que atravesar las heladas llanuras y atravesar las abruptas montañas del Norte. Toda una epopeya. Aunque primero tendrían que atravesar el bosque de los humanos.
El brujo montaba sobre Alphonse todo lo rápido que podía, sin ir demasiado veloz para no lastimar al animal por el terreno irregular del bosque. Aún con todo habían avanzado un gran trecho para cuando la noche comenzó a echárseles encima. El momento más peligroso de todo el trayecto.
- Es hora de acampar-, dijo a la vez que ponía al paso a su montura. - Además, tenemos que dejar descansar a los animales antes de poder volver a aumentar el ritmo.
Ya habían dejado descansar a las monturas dos veces anteriormente durante el día. Esta sería la tercera y la última antes de emprender la marcha una vez más por la mañana. También sería la más larga, pues ellos también necesitaban dormir antes de volver a los caminos.
- Me adelantaré para localizar un sitio apropiado-, comentó a su hermana antes de poner al caballo al trote nuevamente. - No te quedes rezagada, quédate a una distancia que puedas verme.
Solo tardó unos minutos en encontrar un lugar cercano a una roca. Contra ella no crecía tanta floresta, por lo que sería fácil evitar un incendio en el bosque. Además, les cubría uno de los lados en un posible ataque contra su campamento.
Vinc giró su semental y volvió en la dirección en la que estaba su hermana.
- He encontrado un buen sitio-, dijo en cuento estuvo a su lado. - Está justo ahí delante. Dime qué te parece, por si crees que es mejor buscar otro lugar.
Vincent Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Vincent siempre trataba de quitar importancia al asunto, para que su hermana no se sintiese culpable de haberlos retrasado, pero Elen sabía que a causa de su maldición habían perdido un tiempo que podría marcar la diferencia entre encontrar algún rastro de sus padres o no, y esto la atormentaba más que las pesadillas. ¿Llegarían a encontrar algo realmente? La joven trataba de convencerse de que así sería pero las probabilidades estaban en contra de los hermanos, pues habían pasado varios años desde que recibieran las últimas noticias del matrimonio. La hechicera guardaba como oro en paño aquellas cartas, que constituían uno de los pocos recuerdos que ambos tenían de sus padres, pero pronto el paso del tiempo emborronaría la letra y las dejaría ilegibles, debían hallar algo más en las inhóspitas tierras del norte.
La primera parte del trayecto era una de las más sencillas, y gracias a los caballos pudieron recorrer un gran tramo antes de que la tarde comenzara a caer, con el sol empezando a ocultarse tras el horizonte. Durante el día ya habían tenido que detenerse dos veces para dar agua a las monturas y dejarlas descansar un poco, pero con la llegada de la noche tendrían que buscar un lugar medianamente seguro donde acampar hasta el día siguiente, lo que permitiría que Sombra y Alphonse repusieran fuerzas para emprender nuevamente el viaje en cuanto amaneciese. Los hermanos también agradecerían tal descanso, el periplo que tenían por delante era largo y probablemente los pusiese a prueba tanto física como anímicamente, así que les convendría dormir antes de proseguir la marcha.
Vincent se adelantó para buscar algún lugar en que pudiesen pasar la noche, mientras la de cabellos cenicientos lo seguía de cerca y escrutaba con la mirada los alrededores, atenta a cualquier posible peligro que se escondiese entre la vegetación. El brujo no tardó en dar con un sitio bastante prometedor, giró su montura y avisó a la benjamina de la familia, que avanzó en la dirección que le señalaba para comprobar el posible lugar. Una roca de tamaño considerable les cubriría, protegiéndoles en parte del viento, lo cual ayudaría a mantener encendida la hoguera sin tanto esfuerzo. Además parecía que en la zona no hubiese tanta vegetación, lo cual eliminaba la posibilidad de que el fuego se descontrolase.
- Es un buen sitio, acampemos antes de que anochezca del todo. - indicó la joven, al tiempo que desmontaba del caballo. Pero antes de que pudiese atar las riendas del equino a alguna rama, un ruido hizo que se pusiera en alerta. Su cuerpo se tensó de inmediato, mientras trataba de determinar el origen del sonido, cosa que no le llevó más de unos instantes. Hizo un gesto a su hermano para que se mantuviese en silencio, luego comenzó a andar en dirección al ruido, con sumo cuidado para que sus pisadas no se escuchasen.
Solo tuvo que avanzar diez metros para atisbar las figuras, y tras ocultarse detrás del tronco de un árbol cercano, observó a los desconocidos con mayor detenimiento. Eran cinco individuos aparentemente humanos, pero eso no era algo de lo que uno pudiese fiarse, ya que tanto dragones como licántropos podían transformarse para mantener un aspecto semejante. Iban armados y a juzgar por el escándalo que estaban formando, podían ser problemáticos. Con esta nueva circunstancia, la de ojos verdes regresó junto a su hermano y lo instó a abandonar el lugar, tenían que mantener una distancia prudencial con aquellos extraños, para evitar posibles incidentes.
- Sigamos buscando Vince, quizá por allí encontremos algo. - indicó, señalando la dirección opuesta al lugar en que se encontraba el grupo. Casi media hora después, la hechicera dio con un sitio prometedor, también cubierto a medias por una gran roca. - Creo que esto servirá. - comentó. Tras bajar de su montura, buscó un árbol cercano que tuviese el tronco resistente y ató las riendas de Sombra, para luego acariciarle el cuello y darle algo de agua, esperando que Vincent se ocupara de encender el fuego, ya que era su elemento. Extrajo algo de leña de una de las alforjas y la depositó en el suelo, cerca de la roca que les cubriría, para luego volver junto a la montura y echar mano a las mantas de pieles y a uno de los paquetes de provisiones que la tabernera le había preparado.
Regresó junto a la piedra y extendió las pieles para que pudiesen mantenerlos aislados del suelo, luego tomó asiento y empezó a sacar los alimentos, sin dejar de pensar en aquellos individuos del camino. Probablemente tuviesen que turnarse para hacer guardia, pero ambos estaban bastante cansados y lo más seguro era que no hubiesen llegado a verlos, quizá tuviesen suerte. Tomó una manzana y le dio un bocado, agradeciendo que Caroline hubiese tenido en cuenta lo mucho que le gustaba desayunar fruta fresca.
La primera parte del trayecto era una de las más sencillas, y gracias a los caballos pudieron recorrer un gran tramo antes de que la tarde comenzara a caer, con el sol empezando a ocultarse tras el horizonte. Durante el día ya habían tenido que detenerse dos veces para dar agua a las monturas y dejarlas descansar un poco, pero con la llegada de la noche tendrían que buscar un lugar medianamente seguro donde acampar hasta el día siguiente, lo que permitiría que Sombra y Alphonse repusieran fuerzas para emprender nuevamente el viaje en cuanto amaneciese. Los hermanos también agradecerían tal descanso, el periplo que tenían por delante era largo y probablemente los pusiese a prueba tanto física como anímicamente, así que les convendría dormir antes de proseguir la marcha.
Vincent se adelantó para buscar algún lugar en que pudiesen pasar la noche, mientras la de cabellos cenicientos lo seguía de cerca y escrutaba con la mirada los alrededores, atenta a cualquier posible peligro que se escondiese entre la vegetación. El brujo no tardó en dar con un sitio bastante prometedor, giró su montura y avisó a la benjamina de la familia, que avanzó en la dirección que le señalaba para comprobar el posible lugar. Una roca de tamaño considerable les cubriría, protegiéndoles en parte del viento, lo cual ayudaría a mantener encendida la hoguera sin tanto esfuerzo. Además parecía que en la zona no hubiese tanta vegetación, lo cual eliminaba la posibilidad de que el fuego se descontrolase.
- Es un buen sitio, acampemos antes de que anochezca del todo. - indicó la joven, al tiempo que desmontaba del caballo. Pero antes de que pudiese atar las riendas del equino a alguna rama, un ruido hizo que se pusiera en alerta. Su cuerpo se tensó de inmediato, mientras trataba de determinar el origen del sonido, cosa que no le llevó más de unos instantes. Hizo un gesto a su hermano para que se mantuviese en silencio, luego comenzó a andar en dirección al ruido, con sumo cuidado para que sus pisadas no se escuchasen.
Solo tuvo que avanzar diez metros para atisbar las figuras, y tras ocultarse detrás del tronco de un árbol cercano, observó a los desconocidos con mayor detenimiento. Eran cinco individuos aparentemente humanos, pero eso no era algo de lo que uno pudiese fiarse, ya que tanto dragones como licántropos podían transformarse para mantener un aspecto semejante. Iban armados y a juzgar por el escándalo que estaban formando, podían ser problemáticos. Con esta nueva circunstancia, la de ojos verdes regresó junto a su hermano y lo instó a abandonar el lugar, tenían que mantener una distancia prudencial con aquellos extraños, para evitar posibles incidentes.
- Sigamos buscando Vince, quizá por allí encontremos algo. - indicó, señalando la dirección opuesta al lugar en que se encontraba el grupo. Casi media hora después, la hechicera dio con un sitio prometedor, también cubierto a medias por una gran roca. - Creo que esto servirá. - comentó. Tras bajar de su montura, buscó un árbol cercano que tuviese el tronco resistente y ató las riendas de Sombra, para luego acariciarle el cuello y darle algo de agua, esperando que Vincent se ocupara de encender el fuego, ya que era su elemento. Extrajo algo de leña de una de las alforjas y la depositó en el suelo, cerca de la roca que les cubriría, para luego volver junto a la montura y echar mano a las mantas de pieles y a uno de los paquetes de provisiones que la tabernera le había preparado.
Regresó junto a la piedra y extendió las pieles para que pudiesen mantenerlos aislados del suelo, luego tomó asiento y empezó a sacar los alimentos, sin dejar de pensar en aquellos individuos del camino. Probablemente tuviesen que turnarse para hacer guardia, pero ambos estaban bastante cansados y lo más seguro era que no hubiesen llegado a verlos, quizá tuviesen suerte. Tomó una manzana y le dio un bocado, agradeciendo que Caroline hubiese tenido en cuenta lo mucho que le gustaba desayunar fruta fresca.
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
El sitio parecía un buen lugar, pero cuando Elen desmontó, le hizo una señal para que no hablara. Por sus gestos parecía que había escuchado algo, aunque la mujer no mencionó nada más, solo partió a investigar para luego volver e instarle a salir de allí.
- ¿Qué ocurre? ¿Has visto algo preocupante? - preguntó en susurros, poniendo su montura al lado de Sombra.
No tuvo que esperar que su hermana le contestase, pues la gran algarabía que traían, que supuso que provocaban varios hombres por sus voces, fue respuesta suficiente. Por lo visto alguien se acercaba a su posición, y para la peliblanca eran personas de dudosa reputación. Con eso le bastaba a Vinc para marcharse. Puede que solo fuera un grupo de viaje escandaloso sin más, pero era mejor no arriesgar. Buscarían otro lugar donde acampar.
Sus caballos avanzaron durante una media hora que pareció interminable porque la noche cada vez se les echaba más encima. Si no encontraban un buen lugar para acampar, finalmente tendrían que acampar en cualquier parte, pues no podían seguir avanzando durante la noche sin descansar un poco tras la dura jornada de viaje que habían hecho. Que sería secundada por otra igualmente dura en cuanto amaneciera.
La fortuna estuvo del lado de los hermanos brujos, pues encontraron un sitio bastante parecido al primero que habían desechado por culpa de los intrusos. Tenía una roca como el otro para cortar el viento, aunque esta vez estaban metidos en una zona más boscosa y frondosa, por lo que esta parte era innecesaria ahora, ya que los propios árboles cortarían la inclemencia del tiempo. De todos modos servía como parapeto para evitar ataques por la espalda, que ahora se les hacía más necesario, pues si los árboles ayudaban a dar cobijo, también permitirían a unos asaltantes acercarse mucho más que en el claro de antes. El sitio no le terminaba de gustar, pero era lo mejor que habían encontrado hacía varios minutos, y no les quedaba más remedio que acampar allí si no quería jugársela y probablemente dormir en un lugar aún peor.
- Sí, y si no sirve tendrá que servir-, contestó con una media sonrisa de resignación a su hermana.
A veces uno no encontraba lo mejor que había, sino lo mejor que podía tener, y con eso tenía que conformarse y aprender a sacarle el partido. Así era la vida en ocasiones, y esa noche era una de esas veces.
Vinc amarró su caballo a un árbol, y le quitó la silla de montar, petates y demás carga para que descansara del peso, mientras su hermana colocaba leña en el centro y sacaba algunas mantas para pasar la noche al raso. Para el rubio fue sencillo encender la hoguera que había preparado la peliblanca. Un movimiento sutil de sus guantes especiales y una chispa hizo arder la leña seca con un fuego que la devoraba al principio con ansias, y luego se calmó cuando recibió un madero un poco más grande que los otros por parte del brujo. No le parecía muy buena idea encender una hoguera teniendo en cuenta que había personas relativamente cerca a ellos, pero tampoco podía congelarse en la noche fría.
Con el fuego estabilizado, Vinc pudo sacar algo de carne de cordero para asar sobre las llamas con sendos pinchos de metal. De momento tenían la carne de las provisiones, tanto la que estaba cocinando como la carne seca que duraba mucho más, luego ya tendrían que proveerse de más por medio de la caza o la compra en los distintos asentamientos que se encontraran por el camino.
- ¿Crees que esos hombres son peligrosos? - preguntó mientras preparaba la cena. Seguía sin estar del todo a gusto en aquel lugar. - A lo mejor debí tenerlos en cuenta y tomar medidas más cautas-, hizo alusión a la fogata que acaba de encender.
Al poco rato decirlo, escuchó un ruido, y el brujo agarró la vaina de su espada del suelo, donde reposaba a su lado mientras preparaba el cordero. El rubio escudriñó la zona donde se habían oído quebrarse las ramas, con la espada agarrada por su empuñadura y algunos centímetros del acero visiblemente fuera del cuero.
- Tranquilo. Tranquilo. Vengo en son de paz-, dijo un hombre acercándose con las manos por delante. - No quiero problemas, simplemente necesito un sitio donde dormir antes de llegar a Lunargenta, y bueno, me siento más seguro en compañía si no les parece mal-, se acercó un poco más, mostrándose más visible a los hermanos. - Tengo comida para compartir-, comentó dando unos toques con la mano en su morral. - Ah, que modales los míos. Me llamo Bean Grimwood-, dijo finalmente colocando la mano en posición para estrechársela a quien lo deseara.
El rubio buscó la mirada de su hermana un segundo preguntándose qué le pasaba a este tío.
- ¿Qué ocurre? ¿Has visto algo preocupante? - preguntó en susurros, poniendo su montura al lado de Sombra.
No tuvo que esperar que su hermana le contestase, pues la gran algarabía que traían, que supuso que provocaban varios hombres por sus voces, fue respuesta suficiente. Por lo visto alguien se acercaba a su posición, y para la peliblanca eran personas de dudosa reputación. Con eso le bastaba a Vinc para marcharse. Puede que solo fuera un grupo de viaje escandaloso sin más, pero era mejor no arriesgar. Buscarían otro lugar donde acampar.
Sus caballos avanzaron durante una media hora que pareció interminable porque la noche cada vez se les echaba más encima. Si no encontraban un buen lugar para acampar, finalmente tendrían que acampar en cualquier parte, pues no podían seguir avanzando durante la noche sin descansar un poco tras la dura jornada de viaje que habían hecho. Que sería secundada por otra igualmente dura en cuanto amaneciera.
La fortuna estuvo del lado de los hermanos brujos, pues encontraron un sitio bastante parecido al primero que habían desechado por culpa de los intrusos. Tenía una roca como el otro para cortar el viento, aunque esta vez estaban metidos en una zona más boscosa y frondosa, por lo que esta parte era innecesaria ahora, ya que los propios árboles cortarían la inclemencia del tiempo. De todos modos servía como parapeto para evitar ataques por la espalda, que ahora se les hacía más necesario, pues si los árboles ayudaban a dar cobijo, también permitirían a unos asaltantes acercarse mucho más que en el claro de antes. El sitio no le terminaba de gustar, pero era lo mejor que habían encontrado hacía varios minutos, y no les quedaba más remedio que acampar allí si no quería jugársela y probablemente dormir en un lugar aún peor.
- Sí, y si no sirve tendrá que servir-, contestó con una media sonrisa de resignación a su hermana.
A veces uno no encontraba lo mejor que había, sino lo mejor que podía tener, y con eso tenía que conformarse y aprender a sacarle el partido. Así era la vida en ocasiones, y esa noche era una de esas veces.
Vinc amarró su caballo a un árbol, y le quitó la silla de montar, petates y demás carga para que descansara del peso, mientras su hermana colocaba leña en el centro y sacaba algunas mantas para pasar la noche al raso. Para el rubio fue sencillo encender la hoguera que había preparado la peliblanca. Un movimiento sutil de sus guantes especiales y una chispa hizo arder la leña seca con un fuego que la devoraba al principio con ansias, y luego se calmó cuando recibió un madero un poco más grande que los otros por parte del brujo. No le parecía muy buena idea encender una hoguera teniendo en cuenta que había personas relativamente cerca a ellos, pero tampoco podía congelarse en la noche fría.
Con el fuego estabilizado, Vinc pudo sacar algo de carne de cordero para asar sobre las llamas con sendos pinchos de metal. De momento tenían la carne de las provisiones, tanto la que estaba cocinando como la carne seca que duraba mucho más, luego ya tendrían que proveerse de más por medio de la caza o la compra en los distintos asentamientos que se encontraran por el camino.
- ¿Crees que esos hombres son peligrosos? - preguntó mientras preparaba la cena. Seguía sin estar del todo a gusto en aquel lugar. - A lo mejor debí tenerlos en cuenta y tomar medidas más cautas-, hizo alusión a la fogata que acaba de encender.
Al poco rato decirlo, escuchó un ruido, y el brujo agarró la vaina de su espada del suelo, donde reposaba a su lado mientras preparaba el cordero. El rubio escudriñó la zona donde se habían oído quebrarse las ramas, con la espada agarrada por su empuñadura y algunos centímetros del acero visiblemente fuera del cuero.
- Tranquilo. Tranquilo. Vengo en son de paz-, dijo un hombre acercándose con las manos por delante. - No quiero problemas, simplemente necesito un sitio donde dormir antes de llegar a Lunargenta, y bueno, me siento más seguro en compañía si no les parece mal-, se acercó un poco más, mostrándose más visible a los hermanos. - Tengo comida para compartir-, comentó dando unos toques con la mano en su morral. - Ah, que modales los míos. Me llamo Bean Grimwood-, dijo finalmente colocando la mano en posición para estrechársela a quien lo deseara.
El rubio buscó la mirada de su hermana un segundo preguntándose qué le pasaba a este tío.
Vincent Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Puede que el lugar en que habían montado el improvisado campamento no fuese tan bueno como el primero, pero al menos la hechicera se sentía más tranquila sabiendo que aquel grupo de extraños no se encontraba tan cerca de ellos, aunque aún no podían bajar la guardia del todo, sobre todo teniendo en cuenta que la pequeña hoguera que Vincent encendió para cocinar la cena. La luz de las llamas podía llamar la atención de quienes se encontrasen por la zona, pero Elen confiaba en que la vegetación les diese algo de cobijo y que la roca hiciese el resto, manteniéndolos fuera de la vista de indeseables.
Aquella sería la primera noche de muchas que tendrían que pasar al raso, y ninguno de los hermanos deseaba empezar con mal pie el viaje que los llevaría a descubrir qué había pasado con sus padres, así que toda precaución era poca. Mientras la carne comenzaba a asarse lentamente, la de ojos verdes extrajo algunas cosas más del paquete de provisiones y las colocó al alcance de su hermano, para que se fuese sirviendo algo de picoteo mientras esperaban a que se preparase el asado. Entre los alimentos había fruta, queso, pan y pastas dulces, de las que la joven solía comprar normalmente en la posada, motivo por el cual Caroline las había añadido a las provisiones.
- No creo que nos vean, o al menos eso espero… - comenzó a decir la bruja, tras escuchar las palabras de Vincent. - No sé qué decir, parecían exaltados y prefiero no arriesgarme, ya hemos tenido bastantes contratiempos como para vernos envueltos en una pelea. - añadió al poco, pensativa. Su dominio de la forma avanzada del elemento de aire había mejorado bastante en los últimos meses, pero hacer uso de la electricidad consumía rápidamente su energía, así que debía seguir practicando. A eso había que sumar el cansancio, no solo por la jornada de viaje que llevaban a las espaldas sino por lo poco que podía dormir desde que tenía las pesadillas, aunque por suerte su frecuencia se había reducido considerablemente.
- Mañana será un día largo, tendremos que bordear el territorio de los elfos y eso nos supondrá un rodeo. - musitó, antes de dar otro bocado a la fruta que sostenía. La idea de hacer más trayecto del necesario no le agradaba, pero en cuanto llegasen al Tymer las cosas irían más rápido, así que dejó escapar un suspiro y trató de relajarse, cosa que no pudo conseguir, ya que pronto otro ruido los puso sobre alerta. Dando un respingo, la hechicera echó mano a su daga y tensó el cuerpo, mientras buscaba el origen de aquel crujir de ramas que la había sobresaltado. Vincent también reaccionó de inmediato, sujetando con fuerza la empuñadura de su espada sin llegar a sacar la hoja por completo de la vaina, pero listo para hacerlo de ser necesario.
Ambos habían recibido algo de entrenamiento pero claramente destacaban más sus habilidades mágicas, aunque eso no quitaba que pudiesen resultar peligrosos en las distancias cortas, siempre y cuando controlasen la situación. Elen se levantó y aguardó a que el ruido volviese a repetirse, indicando algún movimiento cercano al campamento, cosa que no tardó en suceder. Un extraño, aparentemente solo, salió de entre los árboles con las manos en alto, mostrando las palmas vacías hacia los magos mientras les aseguraba que no quería problemas. La tensai escrutó con la mirada el bosque en busca de posibles secuaces o compinches, pensando que podía tratarse de algún tipo de emboscada, pero no halló nada, ninguna otra figura ni sonido sospechoso.
Según sus palabras, el recién llegado simplemente quería pasar la noche en un lugar medianamente seguro antes de seguir su camino hacia Lunargenta, motivo por el cual había decidido acercarse a los brujos, ya que consideraba más seguro pernoctar en compañía. Siguió avanzando hacia ellos con cierta lentitud, probablemente midiendo las reacciones de ambos antes de acercarse demasiado, ya que a fin de cuentas no tenía idea de con qué tipo de personas se había topado. Para ganarse la confianza de los Calhoun, el caballero añadió que tenía comida para compartir y procedió a presentarse, tendiendo la mano hacia los hermanos.
Elen lo midió con la mirada antes de decir nada, fijándose en los pocos rasgos que la luz de las llamas dejaban ver del extraño. Se trataba de un hombre joven, de cabellos oscuros y constitución semejante a la de Vincent, ataviado con ropajes sencillos y sin mucho equipaje, lo cual delataba que se movía a pie. Teniendo en cuenta que ellos eran dos, la de cabellos cenicientos se permitió guardar la daga, pero no quiso estrechar la mano al desconocido, prefería mantener una distancia prudencial hasta asegurarse de que no tuviese segundas intenciones. - Elen. - dijo, sin querer añadir el apellido, al menos de momento.
- Con que se dirige a Lunargenta… el bosque no es el mejor sitio para pasar la noche, buen motivo habrá de tener para hacerlo. - comentó, desviando la vista levemente hacia su hermano para tratar de adivinar qué pensaba al respecto.
Aquella sería la primera noche de muchas que tendrían que pasar al raso, y ninguno de los hermanos deseaba empezar con mal pie el viaje que los llevaría a descubrir qué había pasado con sus padres, así que toda precaución era poca. Mientras la carne comenzaba a asarse lentamente, la de ojos verdes extrajo algunas cosas más del paquete de provisiones y las colocó al alcance de su hermano, para que se fuese sirviendo algo de picoteo mientras esperaban a que se preparase el asado. Entre los alimentos había fruta, queso, pan y pastas dulces, de las que la joven solía comprar normalmente en la posada, motivo por el cual Caroline las había añadido a las provisiones.
- No creo que nos vean, o al menos eso espero… - comenzó a decir la bruja, tras escuchar las palabras de Vincent. - No sé qué decir, parecían exaltados y prefiero no arriesgarme, ya hemos tenido bastantes contratiempos como para vernos envueltos en una pelea. - añadió al poco, pensativa. Su dominio de la forma avanzada del elemento de aire había mejorado bastante en los últimos meses, pero hacer uso de la electricidad consumía rápidamente su energía, así que debía seguir practicando. A eso había que sumar el cansancio, no solo por la jornada de viaje que llevaban a las espaldas sino por lo poco que podía dormir desde que tenía las pesadillas, aunque por suerte su frecuencia se había reducido considerablemente.
- Mañana será un día largo, tendremos que bordear el territorio de los elfos y eso nos supondrá un rodeo. - musitó, antes de dar otro bocado a la fruta que sostenía. La idea de hacer más trayecto del necesario no le agradaba, pero en cuanto llegasen al Tymer las cosas irían más rápido, así que dejó escapar un suspiro y trató de relajarse, cosa que no pudo conseguir, ya que pronto otro ruido los puso sobre alerta. Dando un respingo, la hechicera echó mano a su daga y tensó el cuerpo, mientras buscaba el origen de aquel crujir de ramas que la había sobresaltado. Vincent también reaccionó de inmediato, sujetando con fuerza la empuñadura de su espada sin llegar a sacar la hoja por completo de la vaina, pero listo para hacerlo de ser necesario.
Ambos habían recibido algo de entrenamiento pero claramente destacaban más sus habilidades mágicas, aunque eso no quitaba que pudiesen resultar peligrosos en las distancias cortas, siempre y cuando controlasen la situación. Elen se levantó y aguardó a que el ruido volviese a repetirse, indicando algún movimiento cercano al campamento, cosa que no tardó en suceder. Un extraño, aparentemente solo, salió de entre los árboles con las manos en alto, mostrando las palmas vacías hacia los magos mientras les aseguraba que no quería problemas. La tensai escrutó con la mirada el bosque en busca de posibles secuaces o compinches, pensando que podía tratarse de algún tipo de emboscada, pero no halló nada, ninguna otra figura ni sonido sospechoso.
Según sus palabras, el recién llegado simplemente quería pasar la noche en un lugar medianamente seguro antes de seguir su camino hacia Lunargenta, motivo por el cual había decidido acercarse a los brujos, ya que consideraba más seguro pernoctar en compañía. Siguió avanzando hacia ellos con cierta lentitud, probablemente midiendo las reacciones de ambos antes de acercarse demasiado, ya que a fin de cuentas no tenía idea de con qué tipo de personas se había topado. Para ganarse la confianza de los Calhoun, el caballero añadió que tenía comida para compartir y procedió a presentarse, tendiendo la mano hacia los hermanos.
Elen lo midió con la mirada antes de decir nada, fijándose en los pocos rasgos que la luz de las llamas dejaban ver del extraño. Se trataba de un hombre joven, de cabellos oscuros y constitución semejante a la de Vincent, ataviado con ropajes sencillos y sin mucho equipaje, lo cual delataba que se movía a pie. Teniendo en cuenta que ellos eran dos, la de cabellos cenicientos se permitió guardar la daga, pero no quiso estrechar la mano al desconocido, prefería mantener una distancia prudencial hasta asegurarse de que no tuviese segundas intenciones. - Elen. - dijo, sin querer añadir el apellido, al menos de momento.
- Con que se dirige a Lunargenta… el bosque no es el mejor sitio para pasar la noche, buen motivo habrá de tener para hacerlo. - comentó, desviando la vista levemente hacia su hermano para tratar de adivinar qué pensaba al respecto.
Última edición por Elen Calhoun el Mar Mar 08 2016, 22:43, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
El brujo sabía que se jugaba mucho dejando a un extraño entrar en su campamento improvisado. Que como poco podría robarle, por no decir que los podría pasar a cuchillo en un despiste. Por ello, el rubio no sabía muy bien como obrar, pues si se equivocaba no solo correría peligro él, sino que su hermana también lo estaría.
Su hermana se presentó sin mencionar el apellido, por lo que al menos tenía la certeza de que la pequeña de los Calhoun había sido excelentemente educada. Elen era una chica lista, eso lo sabía antes de esa noche, y que algún día se convertiría posiblemente en la bruja más poderosa que conociera tampoco lo dudaba. Físicamente no se parecían mucho Yenn a Elen, sobre todo por el color de su pelo, sin embargo, en el control de la magia eran dos gotas de agua.
- Es el camino más corto para el que conozca los bosques, señorita Elen-, sonrió el extraño. - Aunque siempre es peligroso por si hay bandidos, en ese sentido el camino es más seguro-, se acarició el mentón. - Normalmente hago el viaje por el bosque, pero normalmente lo hago acompañado. No he tenido esto en cuenta esta vez, y según se acercaba la noche me he dado cuenta de mi error-, sonrió.
Que podía decir. Había tipos despistados como ese que morían de vez en cuando por los bosques, aunque lo más normal es que fuera una trola. No podía fiarse de él por tan poco, ni tampoco mandarlo a la mierda sin más. No era su estilo.
- Yo me llamo Vincent. Puedes quedarte junto al fuego, pero nada más. También puedes dormir por aquí, aunque no podrás hacerlo cerca de nosotros. Del que esté durmiendo claro-, le explicó.
Vincent y Elen se repartirían las guardias. Y eso no cambiaría. No iba a confiar su vida en una guardia a un completo desconocido. Hasta eso le vendría bien al extraño, al tal Bean Grimwood, pues al no tener que hacer de vigilante podría dormir toda la noche.
- No hay problema. Entiendo que no se fíen de mí. Yo haría lo mismo-, acercó la mano nuevamente, ahora hacia Vinc.
El rubio le estrechó la mano por cortesía, y el hombre se sentó al lado del fuego y se comenzó a calentar las manos.
- Hace mucho frío para esta época del año-, dijo sacando unas piezas de su mochila. Dos conejos para ser exactos. - He conseguido cazar estas piezas esta tarde-, se retiró el arco de la espalda, dando la clave de cómo los había cazado - Esto compensará mi intrusión, o eso espero-, sonrió.
- Debes ser un buen arquero para haber abatido a unos animales tan pequeños con un arco-, comentó el brujo. Ya que iba a pasar la noche con ese hombre era mejor dar conversación.
- Bueno, es sencillo si sabes colocarles un cebo. Luego solo hay que tensar el hilo y… Supongo que no soy malo usando esto-, comentó, colocando uno los animales despellejados al fuego.
Vincent se colocó la espada al cinto para tenerla siempre a mano, y se acercó hasta su hermana con uno de los pinchos de carne que había puesto al principio.
- ¿Qué te parece ese tipo? ¿Crees que sea un cazador o en realidad sea un mentiroso? - preguntó con un susurro a su hermana, mientras le daba la comida. - No le quitaré el ojo de encima, será mejor que descanses cuando comas. Yo puedo hacer la primera guardia ¿O prefieres hacer tú la primera guardia?
En cuanto escuchó la contestación de su hermana, volvió junto al hombre, aunque se colocó enfrente de él, con la hoguera separándolos. Recogió su pincho y extrajo la carne de él con un cuchillo. El hombre le asintió desde el otro lado.
- ¿Entonces eres cazador? - preguntó mientras probaba su cena.
- Algo así. De momento solo soy un hombre que vuelve a casa. Me crié por aquí, pero me marché en busca de aventuras-, comentó encogiéndose en hombros.
- ¿Y las encontraste? - preguntó, por seguir la conversación, mientras cenaba.
- Algo así. Aunque no era como esperaba. No sé, ser leñador y cazador no estaba tan mal después de todo-, sonrió, dando una vuelta a su conejo. - Quizás me anime a viajar de nuevo después de un tiempo.
Un ruido se escuchó en la espesura, y el brujo observó hacia la zona donde se había escuchado el sonido.
- Viajas solo eh-, comentó con un susurro y sarcasmo.
- Sí, yo viajo solo-, dijo. - Debe ser algún animal, y si ese ruido lo ha provocado una persona, solo puede decir que no viene conmigo-, explicó, aunque se había puesto muy tenso de repente.
Algo en su interior le decía al brujo que no le decía la verdad. Al menos no toda la verdad.
Su hermana se presentó sin mencionar el apellido, por lo que al menos tenía la certeza de que la pequeña de los Calhoun había sido excelentemente educada. Elen era una chica lista, eso lo sabía antes de esa noche, y que algún día se convertiría posiblemente en la bruja más poderosa que conociera tampoco lo dudaba. Físicamente no se parecían mucho Yenn a Elen, sobre todo por el color de su pelo, sin embargo, en el control de la magia eran dos gotas de agua.
- Es el camino más corto para el que conozca los bosques, señorita Elen-, sonrió el extraño. - Aunque siempre es peligroso por si hay bandidos, en ese sentido el camino es más seguro-, se acarició el mentón. - Normalmente hago el viaje por el bosque, pero normalmente lo hago acompañado. No he tenido esto en cuenta esta vez, y según se acercaba la noche me he dado cuenta de mi error-, sonrió.
Que podía decir. Había tipos despistados como ese que morían de vez en cuando por los bosques, aunque lo más normal es que fuera una trola. No podía fiarse de él por tan poco, ni tampoco mandarlo a la mierda sin más. No era su estilo.
- Yo me llamo Vincent. Puedes quedarte junto al fuego, pero nada más. También puedes dormir por aquí, aunque no podrás hacerlo cerca de nosotros. Del que esté durmiendo claro-, le explicó.
Vincent y Elen se repartirían las guardias. Y eso no cambiaría. No iba a confiar su vida en una guardia a un completo desconocido. Hasta eso le vendría bien al extraño, al tal Bean Grimwood, pues al no tener que hacer de vigilante podría dormir toda la noche.
- No hay problema. Entiendo que no se fíen de mí. Yo haría lo mismo-, acercó la mano nuevamente, ahora hacia Vinc.
El rubio le estrechó la mano por cortesía, y el hombre se sentó al lado del fuego y se comenzó a calentar las manos.
- Hace mucho frío para esta época del año-, dijo sacando unas piezas de su mochila. Dos conejos para ser exactos. - He conseguido cazar estas piezas esta tarde-, se retiró el arco de la espalda, dando la clave de cómo los había cazado - Esto compensará mi intrusión, o eso espero-, sonrió.
- Debes ser un buen arquero para haber abatido a unos animales tan pequeños con un arco-, comentó el brujo. Ya que iba a pasar la noche con ese hombre era mejor dar conversación.
- Bueno, es sencillo si sabes colocarles un cebo. Luego solo hay que tensar el hilo y… Supongo que no soy malo usando esto-, comentó, colocando uno los animales despellejados al fuego.
Vincent se colocó la espada al cinto para tenerla siempre a mano, y se acercó hasta su hermana con uno de los pinchos de carne que había puesto al principio.
- ¿Qué te parece ese tipo? ¿Crees que sea un cazador o en realidad sea un mentiroso? - preguntó con un susurro a su hermana, mientras le daba la comida. - No le quitaré el ojo de encima, será mejor que descanses cuando comas. Yo puedo hacer la primera guardia ¿O prefieres hacer tú la primera guardia?
En cuanto escuchó la contestación de su hermana, volvió junto al hombre, aunque se colocó enfrente de él, con la hoguera separándolos. Recogió su pincho y extrajo la carne de él con un cuchillo. El hombre le asintió desde el otro lado.
- ¿Entonces eres cazador? - preguntó mientras probaba su cena.
- Algo así. De momento solo soy un hombre que vuelve a casa. Me crié por aquí, pero me marché en busca de aventuras-, comentó encogiéndose en hombros.
- ¿Y las encontraste? - preguntó, por seguir la conversación, mientras cenaba.
- Algo así. Aunque no era como esperaba. No sé, ser leñador y cazador no estaba tan mal después de todo-, sonrió, dando una vuelta a su conejo. - Quizás me anime a viajar de nuevo después de un tiempo.
Un ruido se escuchó en la espesura, y el brujo observó hacia la zona donde se había escuchado el sonido.
- Viajas solo eh-, comentó con un susurro y sarcasmo.
- Sí, yo viajo solo-, dijo. - Debe ser algún animal, y si ese ruido lo ha provocado una persona, solo puede decir que no viene conmigo-, explicó, aunque se había puesto muy tenso de repente.
Algo en su interior le decía al brujo que no le decía la verdad. Al menos no toda la verdad.
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
El recién llegado aseguró que cruzaba el bosque para cortar camino, a pesar de que con ello se expusiese al peligro de toparse con los delincuentes que solían frecuentar la zona, ladrones de poca monta mayormente. A parte de eso añadió que solía viajar acompañado para estar más seguro, dato que puso nuevamente en alerta a la hechicera, ante la posibilidad de que un segundo extraño estuviese merodeando por los alrededores del campamento. Sin embargo, Bean de inmediato aclaró que no lo había tenido en cuenta aquella vez, para que los hermanos no desconfiasen aún más de él y creyesen lo que decía, que iba solo.
Vincent procedió a presentarse y dar algunas instrucciones al caballero, dejándole muy claro que podría sentarse junto al fuego y dormir allí si era preciso, pero manteniéndose siempre a cierta distancia de ellos. De todos modos los brujos montarían guardia toda la noche, repartiéndose las horas en turnos para que en ningún momento los tomasen desprevenidos, así que no había de que preocuparse, sobre todo teniendo en cuenta que eran dos contra uno, lo que dejaba al recién llegado en desventaja. Bean entendía perfectamente el comportamiento de ambos, tendió la mano hacia el rubio y éste se la estrechó, demostrando más cortesía que la de ojos verdes, que había rechazado el gesto hacía solo unos instantes.
¿Qué decir? La joven se había vuelto bastante desconfiada en los últimos meses y prefería mantener cierta distancia con los desconocidos, aún más si aparecían en plena noche pretendiendo compartir campamento. Elen lo siguió con la mirada hasta que tomó asiento junto a la hoguera para calentarse, solo entonces relajó la postura y regresó a la piedra en que había estado sentada hasta hacía unos minutos. Desde allí pudo ver como el hombre sacaba un par de conejos de su escaso equipaje, para acto seguido quitarse el arco de la espalda y apoyarlo en el suelo. Todo aquello corroboraba su historia, dejándolo como un simple cazador que quizá había salido al bosque en busca de piezas mejores y regresaba a la ciudad, pero la de cabellos cenicientos se mantendría alerta de todos modos, hasta que llegase el alba y cada cual tomase su camino.
El primogénito de los Calhoun, que hasta el momento se había mostrado más cercano y dispuesto a la conversación, se colocó la espada en el cinto para tenerla a mano y tomó parte de la carne que había puesto al fuego para tendérsela a su hermana, aprovechando el momento para pedirle opinión acerca de Bean. - No podemos estar seguros de que dice la verdad pero actuemos como si lo fuera… al menos por ahora, yo tampoco le quitaré ojo de encima. - musitó la maga en respuesta a las preguntas del rubio. - Deja que yo haga la primera guardia. - añadió instantes después, agradeciendo lo único bueno que podía verle a la maldición, haberse acostumbrado a no dormir demasiado.
Tras esto los hermanos se aproximaron al fuego y comenzaron a dar buena cuenta de la carne asada, mientras ambos hombres entablaban una breve conversación, que se vio truncada por un ruido entre la vegetación. Elen escrutó con la mirada el bosque durante unos segundos, para luego desviar la vista hacia Bean y estudiar su reacción, que fue más sorprendente de lo que esperaba. El cazador parecía intranquilo, tanto o más que los brujos, así que no cabía duda, viajaba solo pero algo lo tenía nervioso, puede que lo estuviesen persiguiendo o que hubiese sufrido algún incidente antes de encontrarlos.
- ¿Por qué se acercó a nosotros? - preguntó la tensai para captar la atención del extraño, sin dar mayor importancia al sonido que los había sobresaltado. - Bueno… no tenéis pinta de ladrones, eso se nota con solo veros, y además vais bien armados, ¿dónde encontraría una compañía más segura que esta? - respondió, tratando de mantener un tono calmado, todo lo contrario a cómo se encontraba interiormente. - Bien pensado, pero las apariencias a veces engañan…- comentó la de cabellos cenicientos, provocando una leve sonrisa en el rostro del cazador. - Sin duda señorita, pero este no es el caso, me he topado con bastantes delincuentes y sé cuándo tengo uno delante. - aseguró, bajando la vista al par de conejos que se cocinaban lentamente.
- Entonces supongo que habrá visto al pequeño grupo de individuos que se dirigían hacia el sur, ¿no? - volvió a preguntar, sin apartar la mirada de Bean. El cazador dio un respingo sin poder evitarlo, luego se quedó inmóvil y trató de parecer tranquilo antes de tomar la palabra. - ¿Grupo? No, no me he topado con ningún grupo… habré tenido suerte. - dijo, al tiempo que echaba mano de uno de los conejos para invitar a los hermanos a probar la carne. - Eran cinco y bastante escandalosos, pero supongo que sí, habrá sido cosa de suerte. - se permitió añadir la maga, segura de que el extraño les estaba ocultando algo.
Sin decir nada más, la pequeña de los Calhoun terminó su cena y se preparó para hacer la primera guardia de la noche, buscando el lugar más apropiado para sentarse, de modo que tuviese la espalda cubierta y pudiese ver con claridad los alrededores del campamento. Allí pasaría las siguientes dos o tres horas, hasta que le tocase el turno a Vincent y pudiese dormir un rato, pero esto último dependería en parte de las pesadillas, así que se acomodó contra la roca que les protegía del viento y extrajo la daga del cinturón, para juguetear con ella entre los dedos y distraerse.
Vincent procedió a presentarse y dar algunas instrucciones al caballero, dejándole muy claro que podría sentarse junto al fuego y dormir allí si era preciso, pero manteniéndose siempre a cierta distancia de ellos. De todos modos los brujos montarían guardia toda la noche, repartiéndose las horas en turnos para que en ningún momento los tomasen desprevenidos, así que no había de que preocuparse, sobre todo teniendo en cuenta que eran dos contra uno, lo que dejaba al recién llegado en desventaja. Bean entendía perfectamente el comportamiento de ambos, tendió la mano hacia el rubio y éste se la estrechó, demostrando más cortesía que la de ojos verdes, que había rechazado el gesto hacía solo unos instantes.
¿Qué decir? La joven se había vuelto bastante desconfiada en los últimos meses y prefería mantener cierta distancia con los desconocidos, aún más si aparecían en plena noche pretendiendo compartir campamento. Elen lo siguió con la mirada hasta que tomó asiento junto a la hoguera para calentarse, solo entonces relajó la postura y regresó a la piedra en que había estado sentada hasta hacía unos minutos. Desde allí pudo ver como el hombre sacaba un par de conejos de su escaso equipaje, para acto seguido quitarse el arco de la espalda y apoyarlo en el suelo. Todo aquello corroboraba su historia, dejándolo como un simple cazador que quizá había salido al bosque en busca de piezas mejores y regresaba a la ciudad, pero la de cabellos cenicientos se mantendría alerta de todos modos, hasta que llegase el alba y cada cual tomase su camino.
El primogénito de los Calhoun, que hasta el momento se había mostrado más cercano y dispuesto a la conversación, se colocó la espada en el cinto para tenerla a mano y tomó parte de la carne que había puesto al fuego para tendérsela a su hermana, aprovechando el momento para pedirle opinión acerca de Bean. - No podemos estar seguros de que dice la verdad pero actuemos como si lo fuera… al menos por ahora, yo tampoco le quitaré ojo de encima. - musitó la maga en respuesta a las preguntas del rubio. - Deja que yo haga la primera guardia. - añadió instantes después, agradeciendo lo único bueno que podía verle a la maldición, haberse acostumbrado a no dormir demasiado.
Tras esto los hermanos se aproximaron al fuego y comenzaron a dar buena cuenta de la carne asada, mientras ambos hombres entablaban una breve conversación, que se vio truncada por un ruido entre la vegetación. Elen escrutó con la mirada el bosque durante unos segundos, para luego desviar la vista hacia Bean y estudiar su reacción, que fue más sorprendente de lo que esperaba. El cazador parecía intranquilo, tanto o más que los brujos, así que no cabía duda, viajaba solo pero algo lo tenía nervioso, puede que lo estuviesen persiguiendo o que hubiese sufrido algún incidente antes de encontrarlos.
- ¿Por qué se acercó a nosotros? - preguntó la tensai para captar la atención del extraño, sin dar mayor importancia al sonido que los había sobresaltado. - Bueno… no tenéis pinta de ladrones, eso se nota con solo veros, y además vais bien armados, ¿dónde encontraría una compañía más segura que esta? - respondió, tratando de mantener un tono calmado, todo lo contrario a cómo se encontraba interiormente. - Bien pensado, pero las apariencias a veces engañan…- comentó la de cabellos cenicientos, provocando una leve sonrisa en el rostro del cazador. - Sin duda señorita, pero este no es el caso, me he topado con bastantes delincuentes y sé cuándo tengo uno delante. - aseguró, bajando la vista al par de conejos que se cocinaban lentamente.
- Entonces supongo que habrá visto al pequeño grupo de individuos que se dirigían hacia el sur, ¿no? - volvió a preguntar, sin apartar la mirada de Bean. El cazador dio un respingo sin poder evitarlo, luego se quedó inmóvil y trató de parecer tranquilo antes de tomar la palabra. - ¿Grupo? No, no me he topado con ningún grupo… habré tenido suerte. - dijo, al tiempo que echaba mano de uno de los conejos para invitar a los hermanos a probar la carne. - Eran cinco y bastante escandalosos, pero supongo que sí, habrá sido cosa de suerte. - se permitió añadir la maga, segura de que el extraño les estaba ocultando algo.
Sin decir nada más, la pequeña de los Calhoun terminó su cena y se preparó para hacer la primera guardia de la noche, buscando el lugar más apropiado para sentarse, de modo que tuviese la espalda cubierta y pudiese ver con claridad los alrededores del campamento. Allí pasaría las siguientes dos o tres horas, hasta que le tocase el turno a Vincent y pudiese dormir un rato, pero esto último dependería en parte de las pesadillas, así que se acomodó contra la roca que les protegía del viento y extrajo la daga del cinturón, para juguetear con ella entre los dedos y distraerse.
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Un conejo saltó corriendo por entre los arbustos, perpendicular a ellos, seguramente estaba rondando el bosque, y no se dio cuenta del campamento hasta que estuvo demasiado cerca. El rubio echó una mirada al extraño con una ceja levantada pues no terminaba de creerse que viajara tan solo por una zona que podía ser peligrosa. Además, parecía nervioso, ya que se había sobresaltado por el ruido de ramas mucho más que el propio brujo.
- Solo era un conejo. Supongo que se habrá asustado de ver a sus compatriotas asándose-, bromeó pese a todo. - De todos modos, sigue siendo extraño que viajaras solo.
- Ya pero partí solo, y no tengo nadie con quien volver-, razonó el hombre. - Simplemente he sido idiota por salirme del camino por acortar, no tuve en cuenta que no llegaría antes del anochecer.
El moreno les dio una vuelta a los conejos, y aunque seguía sin tenerlo del todo claro, dejó de pensar en ello. Lo hecho, hecho estaba, y por mucho que cavilara sobre ello, nunca sabría los motivos del hombre para cruzar el bosque. Solo podía conjeturar. O no se fiaba y lo echaba, o confiaba un poco en él y le dejaba al menos pasar la noche siendo vigilado. Como ya se había decantado por lo segundo, ya no había más que imaginar. Solo esperaba que su decisión no trajera consecuencias nefastas para su hermana.
Y precisamente ella siguió conversando con Bean. Por el cariz de sus preguntas y contestaciones, el rubio estuvo seguro de que pensaba lo mismo que él. La conocía bien, aunque no lo necesitaba para saberlo, sin duda Elen desconfiaba del cazador aún más que él. Quizás por seguridad debería pedirle que se marchase. Sabía que exageraba un poco ante el hombre, ya que eran dos contra uno, y con sus poderes mágicos desnivelaban aún más la balanza. Siempre y cuando el arquero fuera solo un humano, en realidad podía ser cualquier cosa menos hombre bestia o elfo. Incluso un bio con un aspecto muy humano, como los había. Se camuflaban entre la gente como si de cualquier persona se tratara, y por dentro eran medio humano, medio metal, como los demás bio.
Elen haría la primera guardia, así que no perdió el tiempo y se acostó en cuento el cazador hizo lo propio. Prefería no perderlo de vista antes de acostarse, por un extra de seguridad, más en cuanto posó la cabeza en el saco de dormir pasó al mundo de los sueños en seguida. El duro día que habían tenido a caballo, había hecho mella en su físico. No lo había notado durante la cena, pendiente de Bean, pero en cuanto se acostó su cuerpo se rindió en el acto fruto del cansancio.
Lo siguiente que vio de este mundo, fue a su hermana despertándolo para su turno de guardia. El viaje iba a ser duro. Además de las palizas que se iban a dar de día para avanzar el máximo terreno posible, tendrían que dormir lo justo para poder vigilar sus respectivos sueños. No podrían descansar como era debido, salvo cuando llegaran a alguna posada de los caminos y pueblos que se encontraran.
El rubio se desperezó rápidamente, para que la peliblanca pudiera dormir lo antes posible, así que no pasó demasiado tiempo hasta que el brujo se encontró apoyado contra la roca con la espalda. Hacía un poco de frío para esa época del año, así que tapó las piernas con una manta mientras vigilaba.
Su hermana dormía plácidamente a los pocos minutos de cambiar la guardia, cosa que alegró al brujo, pues le costaba dormir últimamente por culpa de la maldición. En el perímetro del campamento se encontraba el saco de Bean, que no había dado problemas después de todo. Mejor así, pensó Vinc, mientras se acariciaba la cara dura por el frío.
De repente escuchó una fuerte algarabía en los alrededores, lo que lo alarmó bastante. Los hombres que no le habían gustado a su hermana se acercaban para su infortunio. Podrían haberse quedado en la otra roca bebiendo, no obstante, solo se quedó vigilando su paso cerca del campamento, pues la fogata ya hacía tiempo que la habían apagado. No deberían llamar la atención de esos borrachos. Uno, dos, tres…, un momento, eso no le cuadraba. Elen había dicho que eran cinco no tres, pero antes de que el brujo pudiera moverse el acero de una daga le rozó el cuello. Que torpe había sido. Había caído en una distracción de lo más rudimentaria.
- Si te mueves te rajo-, comentó un hombre con voz acerada. - ¿Dónde está Flynn Rider?
- ¿Quién? - preguntó extrañado, más que asustado.
- No te hagas el tonto. Flynn Rider, un ladrón de poca monta. Nos debe mucho ese tipo, y he comprobado que hay tres sacos de dormir en este campamento-, dijo más amenazante, enfadado por la falta de respuestas.
- Oye aquí solo hay un tipo llamado Bean Grimwood, aparte de la chica, y está durmiendo allí-, señaló el saco de Bean.
- Allí no hay nadie. Solo estáis la chica y tú, y ese saco vacío. Y se perfectamente que es de Flynn, lo presiento, puedo oler a ese bastardo a kilómetros-, respondió, obligando al brujo a levantarse.
- Oye, si se ha ido pues que quieres de nosotros. No conozco a ese tipo de nad…-, comentaba al hombre, pero antes de terminar la frase sintió como su asaltante se desplomaba. Una mirada hacia atrás comprobó que estaba muerto por una flecha certera en el cuello. - Bean-, musitó. O mejor dicho Flynn.
No tuvo más tiempo para cavilar, pues los tres hombres que hacían la distracción entraron gritando en el campamento buscando venganza. Se habían dado cuenta de la caída de su, o al menos así le parecía al brujo, líder.
- ¡Elen despierta! - gritó, - ¡Tenemos problemas!
Tenía que haber mandado al maldito arquero de paseo. Cazador y leñador dijo. Menudo mentiroso.
- Solo era un conejo. Supongo que se habrá asustado de ver a sus compatriotas asándose-, bromeó pese a todo. - De todos modos, sigue siendo extraño que viajaras solo.
- Ya pero partí solo, y no tengo nadie con quien volver-, razonó el hombre. - Simplemente he sido idiota por salirme del camino por acortar, no tuve en cuenta que no llegaría antes del anochecer.
El moreno les dio una vuelta a los conejos, y aunque seguía sin tenerlo del todo claro, dejó de pensar en ello. Lo hecho, hecho estaba, y por mucho que cavilara sobre ello, nunca sabría los motivos del hombre para cruzar el bosque. Solo podía conjeturar. O no se fiaba y lo echaba, o confiaba un poco en él y le dejaba al menos pasar la noche siendo vigilado. Como ya se había decantado por lo segundo, ya no había más que imaginar. Solo esperaba que su decisión no trajera consecuencias nefastas para su hermana.
Y precisamente ella siguió conversando con Bean. Por el cariz de sus preguntas y contestaciones, el rubio estuvo seguro de que pensaba lo mismo que él. La conocía bien, aunque no lo necesitaba para saberlo, sin duda Elen desconfiaba del cazador aún más que él. Quizás por seguridad debería pedirle que se marchase. Sabía que exageraba un poco ante el hombre, ya que eran dos contra uno, y con sus poderes mágicos desnivelaban aún más la balanza. Siempre y cuando el arquero fuera solo un humano, en realidad podía ser cualquier cosa menos hombre bestia o elfo. Incluso un bio con un aspecto muy humano, como los había. Se camuflaban entre la gente como si de cualquier persona se tratara, y por dentro eran medio humano, medio metal, como los demás bio.
Elen haría la primera guardia, así que no perdió el tiempo y se acostó en cuento el cazador hizo lo propio. Prefería no perderlo de vista antes de acostarse, por un extra de seguridad, más en cuanto posó la cabeza en el saco de dormir pasó al mundo de los sueños en seguida. El duro día que habían tenido a caballo, había hecho mella en su físico. No lo había notado durante la cena, pendiente de Bean, pero en cuanto se acostó su cuerpo se rindió en el acto fruto del cansancio.
Lo siguiente que vio de este mundo, fue a su hermana despertándolo para su turno de guardia. El viaje iba a ser duro. Además de las palizas que se iban a dar de día para avanzar el máximo terreno posible, tendrían que dormir lo justo para poder vigilar sus respectivos sueños. No podrían descansar como era debido, salvo cuando llegaran a alguna posada de los caminos y pueblos que se encontraran.
El rubio se desperezó rápidamente, para que la peliblanca pudiera dormir lo antes posible, así que no pasó demasiado tiempo hasta que el brujo se encontró apoyado contra la roca con la espalda. Hacía un poco de frío para esa época del año, así que tapó las piernas con una manta mientras vigilaba.
Su hermana dormía plácidamente a los pocos minutos de cambiar la guardia, cosa que alegró al brujo, pues le costaba dormir últimamente por culpa de la maldición. En el perímetro del campamento se encontraba el saco de Bean, que no había dado problemas después de todo. Mejor así, pensó Vinc, mientras se acariciaba la cara dura por el frío.
De repente escuchó una fuerte algarabía en los alrededores, lo que lo alarmó bastante. Los hombres que no le habían gustado a su hermana se acercaban para su infortunio. Podrían haberse quedado en la otra roca bebiendo, no obstante, solo se quedó vigilando su paso cerca del campamento, pues la fogata ya hacía tiempo que la habían apagado. No deberían llamar la atención de esos borrachos. Uno, dos, tres…, un momento, eso no le cuadraba. Elen había dicho que eran cinco no tres, pero antes de que el brujo pudiera moverse el acero de una daga le rozó el cuello. Que torpe había sido. Había caído en una distracción de lo más rudimentaria.
- Si te mueves te rajo-, comentó un hombre con voz acerada. - ¿Dónde está Flynn Rider?
- ¿Quién? - preguntó extrañado, más que asustado.
- No te hagas el tonto. Flynn Rider, un ladrón de poca monta. Nos debe mucho ese tipo, y he comprobado que hay tres sacos de dormir en este campamento-, dijo más amenazante, enfadado por la falta de respuestas.
- Oye aquí solo hay un tipo llamado Bean Grimwood, aparte de la chica, y está durmiendo allí-, señaló el saco de Bean.
- Allí no hay nadie. Solo estáis la chica y tú, y ese saco vacío. Y se perfectamente que es de Flynn, lo presiento, puedo oler a ese bastardo a kilómetros-, respondió, obligando al brujo a levantarse.
- Oye, si se ha ido pues que quieres de nosotros. No conozco a ese tipo de nad…-, comentaba al hombre, pero antes de terminar la frase sintió como su asaltante se desplomaba. Una mirada hacia atrás comprobó que estaba muerto por una flecha certera en el cuello. - Bean-, musitó. O mejor dicho Flynn.
No tuvo más tiempo para cavilar, pues los tres hombres que hacían la distracción entraron gritando en el campamento buscando venganza. Se habían dado cuenta de la caída de su, o al menos así le parecía al brujo, líder.
- ¡Elen despierta! - gritó, - ¡Tenemos problemas!
Tenía que haber mandado al maldito arquero de paseo. Cazador y leñador dijo. Menudo mentiroso.
Vincent Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
En cuanto ambos hombres terminaron su cena y se acostaron, la de ojos verdes echó hacia atrás la cabeza y paseó la mirada por el estrellado cielo que la despejada noche dejaba a la vista, disfrutando de aquel breve momento de tranquilidad para luego volver a vigilar el fuego y los alrededores del campamento. Era la primera noche al raso para los hermanos, pero tarde o temprano se terminarían acostumbrando a dormir por turnos y pernoctar al aire libre, con el largo viaje que les quedaba hasta llegar al poblado abandonado tendrían tiempo de sobra para ello.
Una vez allí, en las inhóspitas y frías tierras del norte, ambos tendrían que mentalizarse para lo peor, no hallar rastro alguno de sus padres, pero por el momento era mejor no pensar demasiado en ello, ya que solo conseguirían desanimarse. Sin mucho que hacer, aparte de vigilar el saco en que dormía el supuesto cazador, para que no tuviese ocasión de pillarlos desprevenidos, la bruja echó mano a su bolsa de cuero y extrajo de ella lo poco que guardaba aún del matrimonio Calhoun, un puñado de cartas y algún que otro retrato hecho a carboncillo. Tras años leyendo una y otra vez aquellos pergaminos la joven se sabía de memoria el contenido de las misivas, así que las depositó cuidadosamente sobre su regazo y se quedó observando el boceto más detallado que poseían de su madre.
No tenía idea de cuándo lo habrían hecho, pero en él se podían apreciar claramente la fuerza y determinación de Yennefer, solo había que mirar a aquel par de intensos ojos violeta para darse cuenta de que la hechicera haría cuanto estuviese en su mano para cumplir con su objetivo, una lástima que aquella meta pasase por dejar a sus hijos y marchar al norte. Elen se tomó unos minutos para recorrer con detenimiento cada detalle del retrato, luego lo devolvió al pequeño montón de cartas y las guardó nuevamente, dejando escapar un suspiro de resignación.
¿Encontrarían algo? Y lo que era más importante, ¿qué harían si eso llegaba a pasar? Por supuesto, todo dependería de lo que hallasen, pero por el momento la tensai no podía hacerse una idea de cómo iba a reaccionar, ni tampoco de como lo haría su hermano. Alejó de su mente aquellos pensamientos y bajó la vista al fuego, que oscilaba suavemente con la brisa e iba consumiendo lentamente la leña, lo suficiente como para que la hoguera durase al menos una hora más, luego se extinguiría, dejando una fina columna de humo como única prueba de que había estado encendida.
Por suerte la cobertura de la vegetación y la roca los protegía, aislándolos del frío, así que no echarían en falta la fogata, al menos no desde un punto de vista térmico. La visibilidad ya era otro asunto, por un lado les venía bien el fuego para controlar los alrededores, pero por otra también delataba su posición, cosa que teniendo en cuenta que no eran el único grupo que había en la zona, debían tener muy presente.
Hora y media después de iniciar la primera guardia, la hoguera finalmente se apagó, sumiendo el campamento en una densa oscuridad, que inevitablemente puso tensa a la maga. Colocó las palmas hacia arriba y concentró su elemento hasta crear un par de esferas de energía, que flotaron hasta situarse en puntos estratégicos, de modo que la joven pudiese seguir vigilando tanto al extraño como lo que les rodeaba. De vez en cuando algún ruido la ponía en alerta, haciendo que desviase la vista de un lado a otro en busca del posible origen, pero los minutos siguieron pasando sin incidentes, puede que al final tuviesen una noche tranquila.
Cuando se cumplieron las tres horas, y el cansancio comenzó a pesarle, la bruja se acercó a su hermano y lo despertó para que la relevase, marchándose de inmediato a su rincón para acostarse y descansar cuanto pudiese. Pronto el sopor la venció, sumiéndola en un profundo sueño en que afortunadamente no aparecieron los jinetes, pero que duraría mucho menos de lo que la alquimista hubiese querido.
Todo empezó con un barullo lejano, no lo suficientemente alto como para despertarla, pero poco después la voz de su hermano la sacó de golpe de su descanso, haciendo que diese un respingo. Entonces lo notó, un extraño frío contra la mejilla, pero no se dio cuenta de lo que era hasta que trató de levantarse. El quinto integrante de aquel grupo del que habían intentado apartarse se encontraba ahora junto a ella, con su daga peligrosamente pegada a la piel de la hechicera, justo por debajo del ojo. - Será mejor que no te muevas, no quisiera destrozarte esa bonita cara que tienes. - comentó el hombre con voz ronca, amenazante.
Sin embargo, la benjamina de los Calhoun no iba a quedarse quieta sin hacer nada, sobre todo sabiendo que su hermano podía estar haciendo frente al resto de atacantes sin ayuda. - Levántate despacio, y nada de movimientos bruscos. - indicó, sin apartar ni un centímetro la hoja de su arma. Elen se puso en pie al tiempo que cerraba la diestra formando un puño, de modo que no se viese la electricidad que empezaba a concentrarse en el interior de su mano, pero antes de que pudiese dirigir la descarga hacia el extraño éste se dio cuenta de lo que planeaba, y no dudó en realizarle un tajo con la afilada daga en pleno rostro, desde debajo del ojo izquierdo hasta la mitad de la mejilla, para luego torcerse en dirección a su oreja.
La tensai liberó su descarga y retrocedió llevándose la mano al rostro, mientras un quejido escapaba de su garganta, aquel malnacido pagaría por lo que acababa de hacer.
Una vez allí, en las inhóspitas y frías tierras del norte, ambos tendrían que mentalizarse para lo peor, no hallar rastro alguno de sus padres, pero por el momento era mejor no pensar demasiado en ello, ya que solo conseguirían desanimarse. Sin mucho que hacer, aparte de vigilar el saco en que dormía el supuesto cazador, para que no tuviese ocasión de pillarlos desprevenidos, la bruja echó mano a su bolsa de cuero y extrajo de ella lo poco que guardaba aún del matrimonio Calhoun, un puñado de cartas y algún que otro retrato hecho a carboncillo. Tras años leyendo una y otra vez aquellos pergaminos la joven se sabía de memoria el contenido de las misivas, así que las depositó cuidadosamente sobre su regazo y se quedó observando el boceto más detallado que poseían de su madre.
No tenía idea de cuándo lo habrían hecho, pero en él se podían apreciar claramente la fuerza y determinación de Yennefer, solo había que mirar a aquel par de intensos ojos violeta para darse cuenta de que la hechicera haría cuanto estuviese en su mano para cumplir con su objetivo, una lástima que aquella meta pasase por dejar a sus hijos y marchar al norte. Elen se tomó unos minutos para recorrer con detenimiento cada detalle del retrato, luego lo devolvió al pequeño montón de cartas y las guardó nuevamente, dejando escapar un suspiro de resignación.
¿Encontrarían algo? Y lo que era más importante, ¿qué harían si eso llegaba a pasar? Por supuesto, todo dependería de lo que hallasen, pero por el momento la tensai no podía hacerse una idea de cómo iba a reaccionar, ni tampoco de como lo haría su hermano. Alejó de su mente aquellos pensamientos y bajó la vista al fuego, que oscilaba suavemente con la brisa e iba consumiendo lentamente la leña, lo suficiente como para que la hoguera durase al menos una hora más, luego se extinguiría, dejando una fina columna de humo como única prueba de que había estado encendida.
Por suerte la cobertura de la vegetación y la roca los protegía, aislándolos del frío, así que no echarían en falta la fogata, al menos no desde un punto de vista térmico. La visibilidad ya era otro asunto, por un lado les venía bien el fuego para controlar los alrededores, pero por otra también delataba su posición, cosa que teniendo en cuenta que no eran el único grupo que había en la zona, debían tener muy presente.
Hora y media después de iniciar la primera guardia, la hoguera finalmente se apagó, sumiendo el campamento en una densa oscuridad, que inevitablemente puso tensa a la maga. Colocó las palmas hacia arriba y concentró su elemento hasta crear un par de esferas de energía, que flotaron hasta situarse en puntos estratégicos, de modo que la joven pudiese seguir vigilando tanto al extraño como lo que les rodeaba. De vez en cuando algún ruido la ponía en alerta, haciendo que desviase la vista de un lado a otro en busca del posible origen, pero los minutos siguieron pasando sin incidentes, puede que al final tuviesen una noche tranquila.
Cuando se cumplieron las tres horas, y el cansancio comenzó a pesarle, la bruja se acercó a su hermano y lo despertó para que la relevase, marchándose de inmediato a su rincón para acostarse y descansar cuanto pudiese. Pronto el sopor la venció, sumiéndola en un profundo sueño en que afortunadamente no aparecieron los jinetes, pero que duraría mucho menos de lo que la alquimista hubiese querido.
Todo empezó con un barullo lejano, no lo suficientemente alto como para despertarla, pero poco después la voz de su hermano la sacó de golpe de su descanso, haciendo que diese un respingo. Entonces lo notó, un extraño frío contra la mejilla, pero no se dio cuenta de lo que era hasta que trató de levantarse. El quinto integrante de aquel grupo del que habían intentado apartarse se encontraba ahora junto a ella, con su daga peligrosamente pegada a la piel de la hechicera, justo por debajo del ojo. - Será mejor que no te muevas, no quisiera destrozarte esa bonita cara que tienes. - comentó el hombre con voz ronca, amenazante.
Sin embargo, la benjamina de los Calhoun no iba a quedarse quieta sin hacer nada, sobre todo sabiendo que su hermano podía estar haciendo frente al resto de atacantes sin ayuda. - Levántate despacio, y nada de movimientos bruscos. - indicó, sin apartar ni un centímetro la hoja de su arma. Elen se puso en pie al tiempo que cerraba la diestra formando un puño, de modo que no se viese la electricidad que empezaba a concentrarse en el interior de su mano, pero antes de que pudiese dirigir la descarga hacia el extraño éste se dio cuenta de lo que planeaba, y no dudó en realizarle un tajo con la afilada daga en pleno rostro, desde debajo del ojo izquierdo hasta la mitad de la mejilla, para luego torcerse en dirección a su oreja.
La tensai liberó su descarga y retrocedió llevándose la mano al rostro, mientras un quejido escapaba de su garganta, aquel malnacido pagaría por lo que acababa de hacer.
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
El rubio escuchó los gritos de los hombres que se aproximaban, y desenvainó su espada justo después de llamar a su hermana. No pudo comprobar su estado, ya que los asaltantes estaban muy próximos al campamento y tenía que centrarse en ellos. Las miradas de odio y rabia eran las típicas en un combate, y lo sabía gracias a su práctica. Era lo bueno que tenían los brujos, que siempre habían sido entrenados para la guerra, así que sus aspectos amenazadores no causaron ninguna sensación en Vinc.
El único problema es que no había tenido tantos combates reales a lo largo de su vida, y ahora que su hermana dependía de él, hubiera preferido estar más preparado.
Los hombres se acercaron corriendo y gritando, uno más adelantado al resto, del que el brujo consiguió defenderse con facilidad, ya que llevaba demasiada velocidad en su carrera. Nada más impactar ambos aceros, el rubio dio unos pasos hacia adelante, dejando atrás al incauto que salió trastabillado por su propio ímpetu. Le seguían dos hombres que tenían pinta de ser más precavidos, pues en vez de atacar cada uno por su lado, sus movimientos delataron al brujo que estos si sabían luchar acompasados.
Vincent no se lo pensó demasiado, y nada más rechazar al anterior hombre, usó su pedernal para crear una chispa con la que preparar su ataque de llamas. Los asaltantes habían sido cautos hasta entonces, pero evidentemente no pensaron que pudieran ser brujos, o al menos eso indicaron los ojos de los dos que se acercaban a la par, cuando uno de los dos murió envuelto en llamas.
- ¡Maldito brujo! - gritó el otro.
Pero Vincent no dijo nada, solo dio un giro rápido entre los dos hombres que quedaban, y buscó una mejor posición para tenerlos a los dos de frente. Si dejaba el primero que había pasado con ímpetu detrás de su espalda, podría tener problemas.
Justo en ese instante escuchó el grito de dolor de su hermana, y el rubio miró hacia donde estaba antes con preocupación. Verla de espaldas y de pie frente a otro enemigo lo calmó un poco, pues, aunque no le gustara verla en una situación de combate sin su apoyo, al menos estaba viva y plantándole cara a su enemigo. Además, pudo apreciar que luchaba contra un enemigo nada más, por lo que estaba seguro de que vencería. Elen era un prodigio con la magia, y estaba bastante avanzada en sus clases.
No pudo apreciar mucho más, pues pronto tuvo que lidiar contra los restaste enemigos que le quedaban. Su hermana le había dicho que había visto a cinco, así que si contaba a los dos muertos y los tres que quedaban no faltaba ninguno. Siempre y cuando la peliblanca hubiera visto a todos los integrantes de ese grupo, sería mejor no confiarse pensando que no habría más.
El que lo había maldecido, y que había llegado detrás del primero con el otro que ya estaba muerto, se retiró unos pasos y se dispuso a coger el arco en su espalda. Fantástico, pensó el brujo intentando mantener a su otro enemigo en medio. Era justo lo que necesitaba, un flechazo en el pecho. Como si le leyeran el pensamiento, otro proyectil lanzado alcanzó al contrincante que preparaba su arco. Flynt sin duda. Ese idiota había puesto en peligro a su hermana, pero al menos se estaba resarciendo bien, y tenía que reconocer que era un excelente arquero.
El otro hombre, cruzó su acero con el suyo, y ambos mantuvieron una disputa de fuerza por ver quién ganaba en empuje. Finalmente dio unos pasos atrás, haciendo que su oponente se desequilibrara hacia adelante, pero este consiguió reponerse a la maniobra del brujo, consiguiendo equilibrarse nuevamente y rechazar el ataque. Maldita sea, maldijo mentalmente Vinc. Su rival había sido torpe o imprudente al atacar por primera vez, sin embargo, ahora que estaban en un combate cerrado estaba demostrando ser habilidoso con su acero.
Siguieron así un rato más, intercambiando fintas y buenas defensas, anulándose el uno al otro sin conseguir acertar con ninguno de sus ataques. Aunque al cabo de unos minutos, su oponente al verse solo, seguramente calibrando que ya habían muerto tres de ellos, y que ahora solo eran dos contra tres contando al arquero, decidió darse media vuelta y salir corriendo.
El brujo observó la carrera del tipo que lo estaba atacando unos segundos antes, para asegurarse de que alejaba lo suficiente como para no tenerlo en cuenta más, y cuando estuvo totalmente seguro de que ya no volvería, se giró para ir hacia donde estaba su hermana. Desde la última vez que la había observado, no sabía cómo le iba, y necesitaba la imperiosa necesidad de saberlo.
El único problema es que no había tenido tantos combates reales a lo largo de su vida, y ahora que su hermana dependía de él, hubiera preferido estar más preparado.
Los hombres se acercaron corriendo y gritando, uno más adelantado al resto, del que el brujo consiguió defenderse con facilidad, ya que llevaba demasiada velocidad en su carrera. Nada más impactar ambos aceros, el rubio dio unos pasos hacia adelante, dejando atrás al incauto que salió trastabillado por su propio ímpetu. Le seguían dos hombres que tenían pinta de ser más precavidos, pues en vez de atacar cada uno por su lado, sus movimientos delataron al brujo que estos si sabían luchar acompasados.
Vincent no se lo pensó demasiado, y nada más rechazar al anterior hombre, usó su pedernal para crear una chispa con la que preparar su ataque de llamas. Los asaltantes habían sido cautos hasta entonces, pero evidentemente no pensaron que pudieran ser brujos, o al menos eso indicaron los ojos de los dos que se acercaban a la par, cuando uno de los dos murió envuelto en llamas.
- ¡Maldito brujo! - gritó el otro.
Pero Vincent no dijo nada, solo dio un giro rápido entre los dos hombres que quedaban, y buscó una mejor posición para tenerlos a los dos de frente. Si dejaba el primero que había pasado con ímpetu detrás de su espalda, podría tener problemas.
Justo en ese instante escuchó el grito de dolor de su hermana, y el rubio miró hacia donde estaba antes con preocupación. Verla de espaldas y de pie frente a otro enemigo lo calmó un poco, pues, aunque no le gustara verla en una situación de combate sin su apoyo, al menos estaba viva y plantándole cara a su enemigo. Además, pudo apreciar que luchaba contra un enemigo nada más, por lo que estaba seguro de que vencería. Elen era un prodigio con la magia, y estaba bastante avanzada en sus clases.
No pudo apreciar mucho más, pues pronto tuvo que lidiar contra los restaste enemigos que le quedaban. Su hermana le había dicho que había visto a cinco, así que si contaba a los dos muertos y los tres que quedaban no faltaba ninguno. Siempre y cuando la peliblanca hubiera visto a todos los integrantes de ese grupo, sería mejor no confiarse pensando que no habría más.
El que lo había maldecido, y que había llegado detrás del primero con el otro que ya estaba muerto, se retiró unos pasos y se dispuso a coger el arco en su espalda. Fantástico, pensó el brujo intentando mantener a su otro enemigo en medio. Era justo lo que necesitaba, un flechazo en el pecho. Como si le leyeran el pensamiento, otro proyectil lanzado alcanzó al contrincante que preparaba su arco. Flynt sin duda. Ese idiota había puesto en peligro a su hermana, pero al menos se estaba resarciendo bien, y tenía que reconocer que era un excelente arquero.
El otro hombre, cruzó su acero con el suyo, y ambos mantuvieron una disputa de fuerza por ver quién ganaba en empuje. Finalmente dio unos pasos atrás, haciendo que su oponente se desequilibrara hacia adelante, pero este consiguió reponerse a la maniobra del brujo, consiguiendo equilibrarse nuevamente y rechazar el ataque. Maldita sea, maldijo mentalmente Vinc. Su rival había sido torpe o imprudente al atacar por primera vez, sin embargo, ahora que estaban en un combate cerrado estaba demostrando ser habilidoso con su acero.
Siguieron así un rato más, intercambiando fintas y buenas defensas, anulándose el uno al otro sin conseguir acertar con ninguno de sus ataques. Aunque al cabo de unos minutos, su oponente al verse solo, seguramente calibrando que ya habían muerto tres de ellos, y que ahora solo eran dos contra tres contando al arquero, decidió darse media vuelta y salir corriendo.
El brujo observó la carrera del tipo que lo estaba atacando unos segundos antes, para asegurarse de que alejaba lo suficiente como para no tenerlo en cuenta más, y cuando estuvo totalmente seguro de que ya no volvería, se giró para ir hacia donde estaba su hermana. Desde la última vez que la había observado, no sabía cómo le iba, y necesitaba la imperiosa necesidad de saberlo.
Vincent Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Elen dirigió una mirada cargada de odio hacia su enemigo, mientras la sangre escapaba del corte y teñía de rojo buena parte de su rostro, debía tratarse la herida cuanto antes, pero primero acabaría con el causante de la misma. El agresor la miró y lanzó un tajo al aire en su dirección, pero esta vez la hechicera estaba preparada, y pudo esquivarlo haciéndose a un lado, posición desde la cual volvió a lanzar una descarga al individuo, que quedó momentáneamente aturdido. Eso era todo lo que necesitaba la joven para vengarse de aquel desgraciado, así que no perdió ni un instante.
Avanzó hacia él y de inmediato lo sujetó por la muñeca, para acto seguido golpear con dureza la articulación y obligarlo de ese modo a soltar el arma, que cayó al suelo, a medio metro de ambos. Luego permitió que la corriente se traspasara al cuerpo del atacante, pero a través de los ropajes no hacía demasiado daño, así que fue un paso más allá. Alargó la diestra hacia el cuello desnudo del delincuente y lo aferró con fuerza, al tiempo que manipulaba su elemento para que le envolviese el brazo y llegase hasta la palma de la mano, alcanzando directamente a su enemigo, que se retorció y comenzó a proferir quejidos de dolor al sentir la electricidad dentro de su cuerpo.
La energía recorrió por entero el cuerpo del ladrón, dañando gravemente todo cuanto encontraba a su paso, pero la de ojos verdes no estaría satisfecha simplemente con causar dolor a quien acababa de herirla, lo quería muerto. Así pues, mantuvo la corriente de forma constante y aumentó la intensidad de la misma, consiguiendo con ello que el extraño empezara a sufrir violentas convulsiones, mientras su corazón amenazaba con pararse de un momento a otro. Finalmente, cuando la joven empezó a sentir que el uso de sus poderes estaba consumiendo buena parte de sus fuerzas, soltó al hombre, que se desplomó de espaldas y siguió mostrando pequeños espasmos.
Aún estaba vivo pero eso cambiaría en cuestión de minutos, la electricidad había causado daños graves en todo su organismo y no podría salir de aquel bosque con vida, así que lo dejó allí, sin querer ahorrarle los últimos momentos de sufrimiento, no lo merecía. Elen se dio la vuelta y buscó con la mirada a su hermano, que justo en aquel instante terminaba de espantar al único integrante de la banda que seguía en pie, mientras los demás yacían en el campamento, dos de ellos claramente abatidos con flechas, lo cual indicaba que Bean también había participado, aunque no se le veía por ninguna parte.
Dejando de lado al moribundo, que seguía emitiendo lastimeros quejidos, la hechicera avanzó hacia su hermano a toda prisa, para cerciorarse de que estuviese bien. Por el camino, destrozó una de las mangas de su camisa y se retiró la sangre de la mejilla, para luego hacer presión y evitar de ese modo que la pérdida siguiese aumentando. Por suerte llevaba consigo algunas hierbas y podría tratarse allí mismo, antes de continuar el viaje al norte, pero primero quería comprobar que Vincent no hubiese recibido ninguna herida durante el combate. - ¿Estás bien? ¿Y Bean? ¿Dónde está? - preguntó, ignorando que la razón de que hubiesen atacado el campamento era el supuesto cazador.
La bruja se detuvo junto a su hermano, y tras examinar detenidamente al mago para asegurarse de que estaba bien, escrutó los alrededores en busca del arquero, pero con la oscuridad reinante no consiguió ver nada, así que esperaría a que el rubio le respondiese. Sin embargo, el corte que le cruzaba el rostro también necesitaba ser atendido cuanto antes, así que se acercó a los restos de la fogata e intentó preparar una nueva, con la idea de poner a hervir algunas hierbas de las que llevaba en la bolsa, aunque quizá fuese mejor cortar por lo sano, cauterizando la herida para que no siguiera sangrando.
Afortunadamente no le había alcanzado el ojo, pero la joven estaba segura de que tras aquel incidente le quedaría una fea marca, un recordatorio de aquella primera noche en el bosque, que ya les había demostrado los peligros a los que tendrían que enfrentarse de camino al norte.
Avanzó hacia él y de inmediato lo sujetó por la muñeca, para acto seguido golpear con dureza la articulación y obligarlo de ese modo a soltar el arma, que cayó al suelo, a medio metro de ambos. Luego permitió que la corriente se traspasara al cuerpo del atacante, pero a través de los ropajes no hacía demasiado daño, así que fue un paso más allá. Alargó la diestra hacia el cuello desnudo del delincuente y lo aferró con fuerza, al tiempo que manipulaba su elemento para que le envolviese el brazo y llegase hasta la palma de la mano, alcanzando directamente a su enemigo, que se retorció y comenzó a proferir quejidos de dolor al sentir la electricidad dentro de su cuerpo.
La energía recorrió por entero el cuerpo del ladrón, dañando gravemente todo cuanto encontraba a su paso, pero la de ojos verdes no estaría satisfecha simplemente con causar dolor a quien acababa de herirla, lo quería muerto. Así pues, mantuvo la corriente de forma constante y aumentó la intensidad de la misma, consiguiendo con ello que el extraño empezara a sufrir violentas convulsiones, mientras su corazón amenazaba con pararse de un momento a otro. Finalmente, cuando la joven empezó a sentir que el uso de sus poderes estaba consumiendo buena parte de sus fuerzas, soltó al hombre, que se desplomó de espaldas y siguió mostrando pequeños espasmos.
Aún estaba vivo pero eso cambiaría en cuestión de minutos, la electricidad había causado daños graves en todo su organismo y no podría salir de aquel bosque con vida, así que lo dejó allí, sin querer ahorrarle los últimos momentos de sufrimiento, no lo merecía. Elen se dio la vuelta y buscó con la mirada a su hermano, que justo en aquel instante terminaba de espantar al único integrante de la banda que seguía en pie, mientras los demás yacían en el campamento, dos de ellos claramente abatidos con flechas, lo cual indicaba que Bean también había participado, aunque no se le veía por ninguna parte.
Dejando de lado al moribundo, que seguía emitiendo lastimeros quejidos, la hechicera avanzó hacia su hermano a toda prisa, para cerciorarse de que estuviese bien. Por el camino, destrozó una de las mangas de su camisa y se retiró la sangre de la mejilla, para luego hacer presión y evitar de ese modo que la pérdida siguiese aumentando. Por suerte llevaba consigo algunas hierbas y podría tratarse allí mismo, antes de continuar el viaje al norte, pero primero quería comprobar que Vincent no hubiese recibido ninguna herida durante el combate. - ¿Estás bien? ¿Y Bean? ¿Dónde está? - preguntó, ignorando que la razón de que hubiesen atacado el campamento era el supuesto cazador.
La bruja se detuvo junto a su hermano, y tras examinar detenidamente al mago para asegurarse de que estaba bien, escrutó los alrededores en busca del arquero, pero con la oscuridad reinante no consiguió ver nada, así que esperaría a que el rubio le respondiese. Sin embargo, el corte que le cruzaba el rostro también necesitaba ser atendido cuanto antes, así que se acercó a los restos de la fogata e intentó preparar una nueva, con la idea de poner a hervir algunas hierbas de las que llevaba en la bolsa, aunque quizá fuese mejor cortar por lo sano, cauterizando la herida para que no siguiera sangrando.
Afortunadamente no le había alcanzado el ojo, pero la joven estaba segura de que tras aquel incidente le quedaría una fea marca, un recordatorio de aquella primera noche en el bosque, que ya les había demostrado los peligros a los que tendrían que enfrentarse de camino al norte.
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
El brujo no tuvo que acercarse hasta su hermana finalmente, pues ella había terminado su combate antes que él y se había aproximado a su persona. Estaba feliz por el hecho de que estuviera bien, al menos sana y salva, aunque le preocupaba el modo en el que se cubría con tela la mejilla de su cara. No había que ser académico para comprender que tenía una herida en su rostro, más aún cuando la tela se tiñó del color carmesí de la sangre.
El rubio hizo un esfuerzo por controlar su preocupación por la pequeña de los Calhoun, pues no quería hacerla pensar mucho en la herida. Seguramente ella ya estaría muy preocupada por esa razón como para insistir con ello, no obstante, al menos tenía que mencionar el asunto para saber si podía hacer algo para ayudar.
- ¿Necesitas algo para controlar la hemorragia? - preguntó por cortesía, más movido por esa preocupación que intentaba no evidenciar demasiado. - La experta en curas de la familia eres tú, pero ya sabes que se me da bien ayudar.
Al menos podría alcanzarle las cosas que necesitaba, ser su ayudante en medicina en esa ocasión. Al tener que tratarse ella misma necesitaría un par de manos extras. Y las suyas siempre estaban dispuestas para su hermana.
- Oh Bean. No me hables de ese malnacido-, comentó llevado por la furia.
Si había conseguido evitar sacar a relucir su preocupación en parte, no lo había podido evitar con su rabia cuando la peliblanca mencionó el nombre del extraño que había dormido en el campamento junto a ellos. Si todo aquello había pasado era por culpa suya, pues sin duda los hombres lo estaban buscando al cazador. Cazador o lo que fuera, pues dadas las circunstancias ya no pensaba que simplemente fuera arquero para cazar, ya que había demostrado su puntería contra los enemigos que los habían asaltado. Eso al menos se lo debía, no se había ido sin más, sino que había esperado en el linde del bosque para ayudarlos.
No podría saber si lo había hecho por compasión con ellos, o si en realidad los había usado desde el primer momento como cebo para sus perseguidores, y así emboscarlos cuando estuvieran distraídos luchando con los hermanos. Ahora nunca sabría la verdad, pues no contaba con que el hombre apareciera de nuevo, sino que en su defecto seguiría su camino apoyado por el amparo de la noche. Con la satisfacción de haberse librado pro fin de sus perseguidores, o puede que con una parte de ello.
- Tenemos que cambiar de sitio. Debemos levantar el campamento y avanzar hacia el río desde este mismo momento. Descansaremos por la mañana-, comenzó a decir, con una idea en mente. - Cuando te cures el rostro como es debido-, sonrió para darles ánimos.
Puede que no solo lo persiguieran cinco hombres. Puede que fueran más, por lo que el que había escapado iría con los demás. Seguramente no habrían más, cinco hombres para coger a uno ya era una cifra elevada, no obstante, no podía arriesgarse a que no fuera así. Debían seguir su camino como había hecho Bean, o mejor dicho, Flynn.
El rubio suspiró fruto de la frustración. Todo lo que había ocurrido aquella noche no era culpa de Flynn en realidad. Era culpa suya. Suya por haber sido confiado, por dejarlo dormir en el campamento aquella noche cuando debería haberle dicho que siguiera su camino. Y lo más triste es que hubiera ayudado al arquero si le hubiera dicho la verdad, si le hubiera explicado su situación. Pero no. Le había mentido, le había utilizado, y por ello la culpa recaía sobre sus hombros.
- Iré a ensillar y preparar a los caballos. Si necesitas cualquier cosa para tu cura avísame-, le acarició la mejilla sana.
Vinc no perdió el tiempo, y recogió los sacos de dormir, mantas y diferentes morrales de viaje, para colocarlos todos en sus respectivos sitios sobre las monturas. No llevó más que unos minutos, ya que se dio extrema prisa para realizarlo. Necesitaban partir lo antes posible por si acaso. Comprobó las ataduras de las alforjas de viaje, y de las propias sillas de montar, para luego aproximarse hasta donde estaba su hermana cuando los caballos estuvieron preparados para partir.
Todo lo hizo con la culpa en sus hombros, siempre pesada y vigilante, como la luna vigilaba la noche. Una culpa que estaba seguro que nunca podría borrar cuando miró a su hermana a los ojos. Con la marca de su fracaso en el rostro.
El rubio hizo un esfuerzo por controlar su preocupación por la pequeña de los Calhoun, pues no quería hacerla pensar mucho en la herida. Seguramente ella ya estaría muy preocupada por esa razón como para insistir con ello, no obstante, al menos tenía que mencionar el asunto para saber si podía hacer algo para ayudar.
- ¿Necesitas algo para controlar la hemorragia? - preguntó por cortesía, más movido por esa preocupación que intentaba no evidenciar demasiado. - La experta en curas de la familia eres tú, pero ya sabes que se me da bien ayudar.
Al menos podría alcanzarle las cosas que necesitaba, ser su ayudante en medicina en esa ocasión. Al tener que tratarse ella misma necesitaría un par de manos extras. Y las suyas siempre estaban dispuestas para su hermana.
- Oh Bean. No me hables de ese malnacido-, comentó llevado por la furia.
Si había conseguido evitar sacar a relucir su preocupación en parte, no lo había podido evitar con su rabia cuando la peliblanca mencionó el nombre del extraño que había dormido en el campamento junto a ellos. Si todo aquello había pasado era por culpa suya, pues sin duda los hombres lo estaban buscando al cazador. Cazador o lo que fuera, pues dadas las circunstancias ya no pensaba que simplemente fuera arquero para cazar, ya que había demostrado su puntería contra los enemigos que los habían asaltado. Eso al menos se lo debía, no se había ido sin más, sino que había esperado en el linde del bosque para ayudarlos.
No podría saber si lo había hecho por compasión con ellos, o si en realidad los había usado desde el primer momento como cebo para sus perseguidores, y así emboscarlos cuando estuvieran distraídos luchando con los hermanos. Ahora nunca sabría la verdad, pues no contaba con que el hombre apareciera de nuevo, sino que en su defecto seguiría su camino apoyado por el amparo de la noche. Con la satisfacción de haberse librado pro fin de sus perseguidores, o puede que con una parte de ello.
- Tenemos que cambiar de sitio. Debemos levantar el campamento y avanzar hacia el río desde este mismo momento. Descansaremos por la mañana-, comenzó a decir, con una idea en mente. - Cuando te cures el rostro como es debido-, sonrió para darles ánimos.
Puede que no solo lo persiguieran cinco hombres. Puede que fueran más, por lo que el que había escapado iría con los demás. Seguramente no habrían más, cinco hombres para coger a uno ya era una cifra elevada, no obstante, no podía arriesgarse a que no fuera así. Debían seguir su camino como había hecho Bean, o mejor dicho, Flynn.
El rubio suspiró fruto de la frustración. Todo lo que había ocurrido aquella noche no era culpa de Flynn en realidad. Era culpa suya. Suya por haber sido confiado, por dejarlo dormir en el campamento aquella noche cuando debería haberle dicho que siguiera su camino. Y lo más triste es que hubiera ayudado al arquero si le hubiera dicho la verdad, si le hubiera explicado su situación. Pero no. Le había mentido, le había utilizado, y por ello la culpa recaía sobre sus hombros.
- Iré a ensillar y preparar a los caballos. Si necesitas cualquier cosa para tu cura avísame-, le acarició la mejilla sana.
Vinc no perdió el tiempo, y recogió los sacos de dormir, mantas y diferentes morrales de viaje, para colocarlos todos en sus respectivos sitios sobre las monturas. No llevó más que unos minutos, ya que se dio extrema prisa para realizarlo. Necesitaban partir lo antes posible por si acaso. Comprobó las ataduras de las alforjas de viaje, y de las propias sillas de montar, para luego aproximarse hasta donde estaba su hermana cuando los caballos estuvieron preparados para partir.
Todo lo hizo con la culpa en sus hombros, siempre pesada y vigilante, como la luna vigilaba la noche. Una culpa que estaba seguro que nunca podría borrar cuando miró a su hermana a los ojos. Con la marca de su fracaso en el rostro.
Vincent Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Vincent se encontraba bien, cosa que la tranquilizó bastante, pero al nombrar a Bean su tono de voz cambió repentinamente, mostrando un enfado que la de ojos verdes no entendía. ¿Estaría así porque el cazador hubiese dejado el campamento? Se preguntó interiormente, al no hallar rastros del hombre que hasta hacía solo un rato había estado durmiendo con ellos. No tenía demasiado sentido, pues dos de los asaltantes habían sido abatidos con flechas, así que de algún modo Bean había participado en la pelea, pero quizá hubiese decidido marcharse tras el incidente, sin siquiera recoger su saco.
- No, debe haber algo más. - pensó la hechicera, pero viendo cómo se había puesto su hermano prefirió no hacer más preguntas. El rubio se ofreció a ayudarla con la cura, pero Elen no quería que viese la herida, ni siquiera ella lo había hecho así que sería mejor ocuparse del corte sin involucrar al mago, al menos hasta que tuviese la situación controlada y dejase de sangrar. Vincent insistió en que debían moverse, alejarse de aquel lugar lo más pronto posible y buscar otro más seguro para pasar lo que quedaba de noche, así que se puso manos a la obra, recogiendo las pertenencias de ambos que había desperdigadas por el campamento.
Mientras tanto, la de cabellos cenicientos volvió a encender la hoguera y echó mano a uno de los pequeños calderos que llevaban para cocinar, lo llenó de agua hasta la mitad y lo puso de inmediato al fuego, esperando que el líquido hirviese en cuestión de minutos. Tomó su bolsa de cuero y comenzó a revisar las hierbas que llevaba consigo, extrayendo de ella las más básicas en cuanto a pócimas de curación, Barrimorth e Inhibis. El problema era que ésta última tardaba horas en liberar sus propiedades como es debido, tiempo que no tenían, así que la devolvió al interior de la bolsa, dejando escapar un suspiro de resignación.
No podría dormir la zona afectada, así que tendría que aguantar las molestias y el escozor que en breve se apoderaría de su rostro, en cuanto añadiese unas gotas de rosa sangrante al remedio. Preparó el Barrimorth y lo echó al caldero en cuanto el agua comenzó a hervir, para luego buscar el pequeño frasquito de sustancia cicatrizante y verter tres gotas contadas, con eso bastaría. Entonces, la bruja aprovechó los minutos que debía esperar para obtener la poción, y se retiró el trozo de tela de la mejilla, limpiando de paso la zona para retirar la sangre. No solía llevar espejos consigo, ya que el tema de la imagen le importaba más bien poco, pero en aquel momento hubiese deseado tener uno, solo para poder ver el daño que aquel desgraciado le había causado.
Haciendo uso de sus poderes, creó una esfera de energía y la colocó sobre el caldero, tras lo cual se acercó al mismo, para intentar verse reflejada en el agua, cosa que funcionó. El corte era largo y aún sangraba levemente, le cruzaba el rostro desde debajo del ojo hasta la mitad de la mejilla, para luego cambiar de dirección hacia la oreja. Elen contuvo la respiración al verse, jamás volvería a ser la que era y esa marca le recordaría aquella primera noche en el bosque, por el resto de su vida. Los verdes ojos de la tensai se aguaron ligeramente, pero debía ser fuerte y seguir adelante, sin importar las cicatrices que su viaje le produjese, por muy feas que fuesen.
Ya contaba con la runa grabada a fuego junto al hombro, pero ahora tendría que acostumbrarse a verse el rostro de aquel modo, pues no tenía los conocimientos alquímicos necesarios para borrar una cicatriz, ni podía permitirse desandar el camino para regresar a Lunargenta en busca de algún curandero, no después de haber retrasado tanto la partida a causa de su maldición. Parpadeó hasta que sus ojos volvieron a la normalidad, momento en que retiró el caldero del fuego y lo apoyó sobre unas piedras cercanas, donde le fue más fácil acceder al contenido, que distribuyó en varios frascos vacíos en cuanto se enfrío un poco.
Con eso tendría suficiente poción para un par de días, así que guardó los recipientes cuidadosamente en su bolsa y dejó solo uno fuera, para empapar con el brebaje unas vendas y colocárselas en el rostro de modo que se mantuviesen sujetas. Para ello tuvo que rodearse la cabeza, doblando los vendajes para que no fuesen tan anchos y pasándolos por la cicatriz y luego por su frente, antes de llevarlos a la parte posterior de la cabeza, donde los aseguró. Resultaba un tanto incómodo pero tendría que acostumbrarse, al menos hasta que la herida cerrase del todo y pudiese dejarla al aire libre, mientras tanto solo quedaba aguantar, y evitar mostrar a su hermano las molestias que el escozor propio de la rosa sangrante le producía.
Elen recogió sus cosas y echó un último vistazo al desgraciado que le había causado aquel corte, mientras éste gimoteaba moribundo, casi sin fuerza. No alcanzaría a ver un nuevo amanecer, pronto perdería la consciencia y poco después moriría, sin que nadie pudiese ayudarlo ni darle el final rápido que seguramente deseaba en aquellos instantes. La de ojos verdes apagó la hoguera y avanzó hacia su hermano, que ya tenía listos los caballos para partir, cosa que harían de inmediato. - Vayámonos de aquí, aún falta para el amanecer pero yo iluminaré el camino. - aseguró, al tiempo que subía a la silla de montar.
Unas esferas de energía les servirían para ver en la oscuridad y seguir avanzando hacia su siguiente destino, la playa de los ancestros. Desde allí tendrían que cruzar el Tymer, pero eso ya lo había solucionado la hechicera antes de abandonar Lunargenta, acordando con un barquero del puerto que los esperase allí para ayudarlos a cruzar hasta Midgar.
Off: Subrayado el uso de la pasiva de alquimia.
- No, debe haber algo más. - pensó la hechicera, pero viendo cómo se había puesto su hermano prefirió no hacer más preguntas. El rubio se ofreció a ayudarla con la cura, pero Elen no quería que viese la herida, ni siquiera ella lo había hecho así que sería mejor ocuparse del corte sin involucrar al mago, al menos hasta que tuviese la situación controlada y dejase de sangrar. Vincent insistió en que debían moverse, alejarse de aquel lugar lo más pronto posible y buscar otro más seguro para pasar lo que quedaba de noche, así que se puso manos a la obra, recogiendo las pertenencias de ambos que había desperdigadas por el campamento.
Mientras tanto, la de cabellos cenicientos volvió a encender la hoguera y echó mano a uno de los pequeños calderos que llevaban para cocinar, lo llenó de agua hasta la mitad y lo puso de inmediato al fuego, esperando que el líquido hirviese en cuestión de minutos. Tomó su bolsa de cuero y comenzó a revisar las hierbas que llevaba consigo, extrayendo de ella las más básicas en cuanto a pócimas de curación, Barrimorth e Inhibis. El problema era que ésta última tardaba horas en liberar sus propiedades como es debido, tiempo que no tenían, así que la devolvió al interior de la bolsa, dejando escapar un suspiro de resignación.
No podría dormir la zona afectada, así que tendría que aguantar las molestias y el escozor que en breve se apoderaría de su rostro, en cuanto añadiese unas gotas de rosa sangrante al remedio. Preparó el Barrimorth y lo echó al caldero en cuanto el agua comenzó a hervir, para luego buscar el pequeño frasquito de sustancia cicatrizante y verter tres gotas contadas, con eso bastaría. Entonces, la bruja aprovechó los minutos que debía esperar para obtener la poción, y se retiró el trozo de tela de la mejilla, limpiando de paso la zona para retirar la sangre. No solía llevar espejos consigo, ya que el tema de la imagen le importaba más bien poco, pero en aquel momento hubiese deseado tener uno, solo para poder ver el daño que aquel desgraciado le había causado.
Haciendo uso de sus poderes, creó una esfera de energía y la colocó sobre el caldero, tras lo cual se acercó al mismo, para intentar verse reflejada en el agua, cosa que funcionó. El corte era largo y aún sangraba levemente, le cruzaba el rostro desde debajo del ojo hasta la mitad de la mejilla, para luego cambiar de dirección hacia la oreja. Elen contuvo la respiración al verse, jamás volvería a ser la que era y esa marca le recordaría aquella primera noche en el bosque, por el resto de su vida. Los verdes ojos de la tensai se aguaron ligeramente, pero debía ser fuerte y seguir adelante, sin importar las cicatrices que su viaje le produjese, por muy feas que fuesen.
Ya contaba con la runa grabada a fuego junto al hombro, pero ahora tendría que acostumbrarse a verse el rostro de aquel modo, pues no tenía los conocimientos alquímicos necesarios para borrar una cicatriz, ni podía permitirse desandar el camino para regresar a Lunargenta en busca de algún curandero, no después de haber retrasado tanto la partida a causa de su maldición. Parpadeó hasta que sus ojos volvieron a la normalidad, momento en que retiró el caldero del fuego y lo apoyó sobre unas piedras cercanas, donde le fue más fácil acceder al contenido, que distribuyó en varios frascos vacíos en cuanto se enfrío un poco.
Con eso tendría suficiente poción para un par de días, así que guardó los recipientes cuidadosamente en su bolsa y dejó solo uno fuera, para empapar con el brebaje unas vendas y colocárselas en el rostro de modo que se mantuviesen sujetas. Para ello tuvo que rodearse la cabeza, doblando los vendajes para que no fuesen tan anchos y pasándolos por la cicatriz y luego por su frente, antes de llevarlos a la parte posterior de la cabeza, donde los aseguró. Resultaba un tanto incómodo pero tendría que acostumbrarse, al menos hasta que la herida cerrase del todo y pudiese dejarla al aire libre, mientras tanto solo quedaba aguantar, y evitar mostrar a su hermano las molestias que el escozor propio de la rosa sangrante le producía.
Elen recogió sus cosas y echó un último vistazo al desgraciado que le había causado aquel corte, mientras éste gimoteaba moribundo, casi sin fuerza. No alcanzaría a ver un nuevo amanecer, pronto perdería la consciencia y poco después moriría, sin que nadie pudiese ayudarlo ni darle el final rápido que seguramente deseaba en aquellos instantes. La de ojos verdes apagó la hoguera y avanzó hacia su hermano, que ya tenía listos los caballos para partir, cosa que harían de inmediato. - Vayámonos de aquí, aún falta para el amanecer pero yo iluminaré el camino. - aseguró, al tiempo que subía a la silla de montar.
Unas esferas de energía les servirían para ver en la oscuridad y seguir avanzando hacia su siguiente destino, la playa de los ancestros. Desde allí tendrían que cruzar el Tymer, pero eso ya lo había solucionado la hechicera antes de abandonar Lunargenta, acordando con un barquero del puerto que los esperase allí para ayudarlos a cruzar hasta Midgar.
Off: Subrayado el uso de la pasiva de alquimia.
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Quizás no fuera para tanto, pero en su fuero interno, el brujo sabía que su hermana tenía una fea herida que dejaría marca. Elen llevaba un aparatoso vendaje que le impedía ver su estado, más el hecho de que necesitara esa vendas era suficiente para saberlo. Y eso hacía que sintiera una onda pena por no haber podido proteger a su hermanita ni siquiera tan solo un día de viaje.
Les esperaban meses duros por delante, con mil peligros y personas de dudosa reputación acechando, esperando un error en cada paso que dieran hacia su destino. No iba a ser algo fácil. No era algo no que no supiera antes de partir, pero ahora, con su error tan cercano en el tiempo, no podía evitar pensar que debía estar más concentrado en el futuro por el bien de la peliblanca.
Su montura atravesó unos arbustos que parecieron retener sus patas levemente, como intentando detener el paso de Alphonse en un vano intento. Solo era un obstáculo del trayecto por los bosques, algo muy común, y que sin embargo en su cabeza era una señal que le decía que quizás era mejor volver a Lunargenta. Al menos así estaría seguro del bienestar de su hermana, y ya luego podría partir al Norte él solo.
Pero el brujo no se detuvo. Ya había amanecido desde el incidente de la noche anterior, y el rubio siguió manteniendo a su montura a buen ritmo, con la mente puesta en la siguiente parada. Sabía que sería más sencillo para él ir solo hasta el Norte, sin poner en peligro a Elen, más sabía que ella se opondría a tal decisión y por eso no se había marchado solo. Muchos días había pensado en huir durante la noche, pero sabía que su hermana lo seguiría, y de ese modo solo conseguiría que viajara sola. Exponiéndose a los peligros sin su protección.
Este viaje juntos era la mejor opción, la única buena que le había quedado, y ya habían herido a Elen en cuanto se descuidó un poco. Tendría que ser más desconfiado con los extraños de aquí en adelante.
- Aún quedan muchos kilómetros para llegar al río. Podemos descansar en ese claro de ahí-, comentó girándose sobre su montura para mirar a su hermana. - No creo que lleguemos directamente al río sin poder descansar antes primero. De todos modos le barquero no nos espera hasta mañana-, razonó antes de desmontar y amarrar su caballo en un árbol.
Luego sacó mantas y los sacos de dormir para poder dormir unas horas antes de continuar. Aquello que había quedado cortado por la noche de manera tan desgraciada para ellos. Como mínimo debería descansar Elen, pues él ya había conseguido dormir un poco antes de que la emboscada comenzara.
En cuanto preparó las camas, encendió una hoguera sencilla para preparar y calentar el desayuno. Realmente poder manejar el fuego a su antojo le haría la vida más fácil en los caminos. Colocó unas piezas de metal sobre la fogata, y encima un recipiente de metal que llenó con leche. Sería suficiente para llenar sus estómagos por la mañana, y para no abusar mucho de la carne.
- ¿Te encuentras mejor? ¿Te duele menos? - preguntó. Seguía preocupado por ella, aunque sin exponerlo abiertamente para no cohibirla más. Ya tenía bastante. - Ahora puedes descansar mientras yo vigilo. Luego te despertaré y seguiremos la marcha hasta el río. ¿Vale? - dijo acariciando su mejilla sana con una sonrisa.
Con una hora de descanso estaría bien. Aunque ya tenía pensado dejarla dormir hasta que despertara. Habían avanzado más de lo esperado y podían permitírselo.
En cuanto terminó el desayuno, se colocó con la espalda contra un árbol y apoyó su espada a su lado, enfundada en su vaina. Clavó su daga en la tierra muy pegada a él, tapada por las hojas secas. De ese modo la tendría siempre lista por si ocurrían problemas.
Solo podía pensar en el día en que llegaran al Norte. Al poblado donde sus padres desaparecieron, y que de este modo, por fin su hermana no tuviera que sufrir los peligros del camino. Que ambos pudieran descansar de la angustia de la incertidumbre del paradero de sus progenitores.
Les esperaban meses duros por delante, con mil peligros y personas de dudosa reputación acechando, esperando un error en cada paso que dieran hacia su destino. No iba a ser algo fácil. No era algo no que no supiera antes de partir, pero ahora, con su error tan cercano en el tiempo, no podía evitar pensar que debía estar más concentrado en el futuro por el bien de la peliblanca.
Su montura atravesó unos arbustos que parecieron retener sus patas levemente, como intentando detener el paso de Alphonse en un vano intento. Solo era un obstáculo del trayecto por los bosques, algo muy común, y que sin embargo en su cabeza era una señal que le decía que quizás era mejor volver a Lunargenta. Al menos así estaría seguro del bienestar de su hermana, y ya luego podría partir al Norte él solo.
Pero el brujo no se detuvo. Ya había amanecido desde el incidente de la noche anterior, y el rubio siguió manteniendo a su montura a buen ritmo, con la mente puesta en la siguiente parada. Sabía que sería más sencillo para él ir solo hasta el Norte, sin poner en peligro a Elen, más sabía que ella se opondría a tal decisión y por eso no se había marchado solo. Muchos días había pensado en huir durante la noche, pero sabía que su hermana lo seguiría, y de ese modo solo conseguiría que viajara sola. Exponiéndose a los peligros sin su protección.
Este viaje juntos era la mejor opción, la única buena que le había quedado, y ya habían herido a Elen en cuanto se descuidó un poco. Tendría que ser más desconfiado con los extraños de aquí en adelante.
- Aún quedan muchos kilómetros para llegar al río. Podemos descansar en ese claro de ahí-, comentó girándose sobre su montura para mirar a su hermana. - No creo que lleguemos directamente al río sin poder descansar antes primero. De todos modos le barquero no nos espera hasta mañana-, razonó antes de desmontar y amarrar su caballo en un árbol.
Luego sacó mantas y los sacos de dormir para poder dormir unas horas antes de continuar. Aquello que había quedado cortado por la noche de manera tan desgraciada para ellos. Como mínimo debería descansar Elen, pues él ya había conseguido dormir un poco antes de que la emboscada comenzara.
En cuanto preparó las camas, encendió una hoguera sencilla para preparar y calentar el desayuno. Realmente poder manejar el fuego a su antojo le haría la vida más fácil en los caminos. Colocó unas piezas de metal sobre la fogata, y encima un recipiente de metal que llenó con leche. Sería suficiente para llenar sus estómagos por la mañana, y para no abusar mucho de la carne.
- ¿Te encuentras mejor? ¿Te duele menos? - preguntó. Seguía preocupado por ella, aunque sin exponerlo abiertamente para no cohibirla más. Ya tenía bastante. - Ahora puedes descansar mientras yo vigilo. Luego te despertaré y seguiremos la marcha hasta el río. ¿Vale? - dijo acariciando su mejilla sana con una sonrisa.
Con una hora de descanso estaría bien. Aunque ya tenía pensado dejarla dormir hasta que despertara. Habían avanzado más de lo esperado y podían permitírselo.
En cuanto terminó el desayuno, se colocó con la espalda contra un árbol y apoyó su espada a su lado, enfundada en su vaina. Clavó su daga en la tierra muy pegada a él, tapada por las hojas secas. De ese modo la tendría siempre lista por si ocurrían problemas.
Solo podía pensar en el día en que llegaran al Norte. Al poblado donde sus padres desaparecieron, y que de este modo, por fin su hermana no tuviera que sufrir los peligros del camino. Que ambos pudieran descansar de la angustia de la incertidumbre del paradero de sus progenitores.
Vincent Calhoun
Honorable
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
Sombra se puso en marcha nada más notar que su dueña se encontraba sobre la silla, manteniendo un paso ligero pero tranquilo, mientras las brillantes esferas le mostraban el camino a seguir. Los Calhoun por su parte se mantenían en silencio, cosa que a la de ojos verdes le preocupaba un poco, pues notó que su hermano estaba pensativo y no tenía idea de lo que le estaba pasando por la cabeza. Vince siempre se preocupaba demasiado por ella, pero ¿quién iba a culparlo? El brujo había tenido que velar por ella desde que apenas era una niña. Sin embargo, la joven ya no era una cría, sus poderes mejoraban cada vez más y pronto podría desenvolverse perfectamente sin necesidad de ir acompañada, aunque aquel viaje en particular sí debían hacerlo juntos, pues de lo que encontrasen dependería el cerrar la herida que la marcha de sus padres había dejado.
Pronto el sol comenzó a asomar por el horizonte, trayendo consigo la cálida luz de un nuevo día, con lo que ya no hicieron falta las esferas de la hechicera, podían seguir hacia la playa aprovechando los primeros rayos de la mañana. Elen mantuvo el ritmo hasta que su hermano se detuvo, alegando que aún faltaba bastante para llegar al Tymer, y que sería mejor descansar en un claro cercano antes de proseguir la marcha. Por culpa de los asaltantes la de ojos verdes apenas había dormido la noche anterior, así que se limitó a asentir con la cabeza y bajar de su montura, para de inmediato atarla a un árbol cercano.
También los caballos agradecerían aquel descanso, todavía quedaba mucho camino por delante y hasta el momento nunca habían cubierto distancias tan largas en un solo día, así que sería mejor detenerse un par de horas a reponer fuerzas. De todos modos, tal como decía Vincent el barquero se reuniría con ellos a la mañana siguiente, con lo que no tenían que darse demasiada prisa de momento. El rubio preparó las pieles que usarían para dormir y luego se puso con la hoguera, para calentar algo de leche y que ambos pudiesen desayunar en condiciones, cosa que les haría más fácil el resto del día.
Mientras tanto, la tensai se ocupó de dar algo de heno y agua a los caballos, para luego tomar asiento junto al fuego y esperar a que el contenido del recipiente que descansaba sobre las llamas se calentase lo suficiente como para poder tomarlo. - Estoy bien Vince, de verdad. - respondió, dedicando a su hermano una leve sonrisa para que se tranquilizase. - Ya sabes que lo mío son las pociones, gracias a eso no me duele nada. - mintió, pues al no poder añadir las flores de Inhibis al brebaje sí que sentía las molestias de la herida, pero eso era algo que el mago no tenía por qué saber.
- Me vendría bien dormir un poco, pero no dejes que se me peguen las sábanas, espero llegar al río antes de que anochezca. - comentó instantes después, tras lo cual tomó parte de la leche y desayunó lentamente, combinando el líquido con un par de aquellas pastas dulces que tanto le gustaban. Al terminar se alejó un poco del fuego, para examinarse el rostro bajo los vendajes y volver a empaparlos con el contenido de otro de los frascos, de modo que las propiedades de las plantas siguiesen surtiendo efecto y cerrando la herida lo más rápido posible, luego decidió acostarse y cerrar los ojos, rezando porque las pesadillas no le impidiesen descansar un poco.
Por desgracia lo sucedido la noche anterior la había alterado, lo suficiente como para que los jinetes volviesen a hacer de las suyas, mostrándole una vez más los horrores que planeaban llevar a cabo en cuanto cruzasen al plano en que se encontraba. Pero la de ojos verdes ya había visto aquellas cruentas escenas demasiadas veces, ya nada la sorprendía, así que simplemente se despertó, en cuanto su versión onírica dio la negativa a la muerte, como hacía siempre. Con suerte habría estado dormida media hora, pero eso tendría que servir, ya tendría tiempo de dormir mejor en cuanto se encontrase más calmada.
- Hora de ponerse en marcha. - indicó nada más levantarse, aunque probablemente su hermano hubiese querido que siguiese descansando un poco más. Elen recogió sus cosas y apagó la fogata, tomó las riendas de Sombra y volvió a la silla, desde la cual guió al animal hacia el río, que ya no estaba tan lejos. Ni siquiera era mediodía aún, por lo que tenían bastantes horas antes de que la noche cayese sobre ellos, algo que aprovecharon al máximo, a pesar de realizar alguna que otra pausa para dejar reposar a las monturas.
Para cuando el anaranjado brillo del atardecer se adueñó de la zona, los hermanos ya se encontraban a escasos metros del Tymer, tendrían que acampar en aquella orilla y esperar a que el barquero llegase para cruzarlos a la otra, pero tenían tiempo de sobra y podían permitirse el relajarse un poco. - Hemos llegado. - dijo la joven con tono animado, mientras desmontaba y buscaba un lugar adecuado para pasar la noche. Allí seguirían hasta primera hora de la mañana, momento en que el puntual barquero llegaría hasta ellos con una de sus embarcaciones, lo suficientemente grande como para cruzar también a los caballos hasta el otro lado.
Pronto el sol comenzó a asomar por el horizonte, trayendo consigo la cálida luz de un nuevo día, con lo que ya no hicieron falta las esferas de la hechicera, podían seguir hacia la playa aprovechando los primeros rayos de la mañana. Elen mantuvo el ritmo hasta que su hermano se detuvo, alegando que aún faltaba bastante para llegar al Tymer, y que sería mejor descansar en un claro cercano antes de proseguir la marcha. Por culpa de los asaltantes la de ojos verdes apenas había dormido la noche anterior, así que se limitó a asentir con la cabeza y bajar de su montura, para de inmediato atarla a un árbol cercano.
También los caballos agradecerían aquel descanso, todavía quedaba mucho camino por delante y hasta el momento nunca habían cubierto distancias tan largas en un solo día, así que sería mejor detenerse un par de horas a reponer fuerzas. De todos modos, tal como decía Vincent el barquero se reuniría con ellos a la mañana siguiente, con lo que no tenían que darse demasiada prisa de momento. El rubio preparó las pieles que usarían para dormir y luego se puso con la hoguera, para calentar algo de leche y que ambos pudiesen desayunar en condiciones, cosa que les haría más fácil el resto del día.
Mientras tanto, la tensai se ocupó de dar algo de heno y agua a los caballos, para luego tomar asiento junto al fuego y esperar a que el contenido del recipiente que descansaba sobre las llamas se calentase lo suficiente como para poder tomarlo. - Estoy bien Vince, de verdad. - respondió, dedicando a su hermano una leve sonrisa para que se tranquilizase. - Ya sabes que lo mío son las pociones, gracias a eso no me duele nada. - mintió, pues al no poder añadir las flores de Inhibis al brebaje sí que sentía las molestias de la herida, pero eso era algo que el mago no tenía por qué saber.
- Me vendría bien dormir un poco, pero no dejes que se me peguen las sábanas, espero llegar al río antes de que anochezca. - comentó instantes después, tras lo cual tomó parte de la leche y desayunó lentamente, combinando el líquido con un par de aquellas pastas dulces que tanto le gustaban. Al terminar se alejó un poco del fuego, para examinarse el rostro bajo los vendajes y volver a empaparlos con el contenido de otro de los frascos, de modo que las propiedades de las plantas siguiesen surtiendo efecto y cerrando la herida lo más rápido posible, luego decidió acostarse y cerrar los ojos, rezando porque las pesadillas no le impidiesen descansar un poco.
Por desgracia lo sucedido la noche anterior la había alterado, lo suficiente como para que los jinetes volviesen a hacer de las suyas, mostrándole una vez más los horrores que planeaban llevar a cabo en cuanto cruzasen al plano en que se encontraba. Pero la de ojos verdes ya había visto aquellas cruentas escenas demasiadas veces, ya nada la sorprendía, así que simplemente se despertó, en cuanto su versión onírica dio la negativa a la muerte, como hacía siempre. Con suerte habría estado dormida media hora, pero eso tendría que servir, ya tendría tiempo de dormir mejor en cuanto se encontrase más calmada.
- Hora de ponerse en marcha. - indicó nada más levantarse, aunque probablemente su hermano hubiese querido que siguiese descansando un poco más. Elen recogió sus cosas y apagó la fogata, tomó las riendas de Sombra y volvió a la silla, desde la cual guió al animal hacia el río, que ya no estaba tan lejos. Ni siquiera era mediodía aún, por lo que tenían bastantes horas antes de que la noche cayese sobre ellos, algo que aprovecharon al máximo, a pesar de realizar alguna que otra pausa para dejar reposar a las monturas.
Para cuando el anaranjado brillo del atardecer se adueñó de la zona, los hermanos ya se encontraban a escasos metros del Tymer, tendrían que acampar en aquella orilla y esperar a que el barquero llegase para cruzarlos a la otra, pero tenían tiempo de sobra y podían permitirse el relajarse un poco. - Hemos llegado. - dijo la joven con tono animado, mientras desmontaba y buscaba un lugar adecuado para pasar la noche. Allí seguirían hasta primera hora de la mañana, momento en que el puntual barquero llegaría hasta ellos con una de sus embarcaciones, lo suficientemente grande como para cruzar también a los caballos hasta el otro lado.
Elen Calhoun
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Re: Marcas del pasado [Interpretativo][Privado - Vincent][CERRADO]
+ 3 p. de profesión para Elen que paso a sumar a su perfil.
Othel
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