Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
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Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
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Nadie sabía cómo o por qué había sucedido, pero de alguna manera las horas habían dejado de pasar, todos los relojes en Aerandir se habían detenido sin explicación alguna, todos básicamente a la misma hora; los diversos reinos no habían logrado ponerse de acuerdo, tal vez porque no habían notado la gravedad del asunto o no le habían dado la importancia que requería, así que sin más, habían decidido buscar soluciones por su cuenta y una de ellas era un misterioso reloj de arena que según afirmaban, tenía la capacidad de controlar el tiempo; era tan solo una leyenda, tal vez un invento de alguien que deseaba vender el objeto a algún coleccionista adinerado, a fin de cuentas nadie lo había visto funcionar pues para ello era necesario tener una misteriosa arena mágica de color azul que nadie había podido confirmar que existiera... Hasta ahora.
Aunque el Arenal de Roilkat seguía bajo un severo acoso de los Nórgedos, quienes habían sido desterrados al reducido territorio en el que la supervivencia resultaba tan difícil; recientes exploraciones habían dado nuevas luces a la existencia de las arenas que podrían hacer funcionar el misterioso reloj; aunque tristemente el lugar donde se encontraban era peligrosamente cercano a uno de los más violentos asentamientos de Nórgedos, por lo que la recolección podría ser casi una misión suicida; difícilmente podrían encontrar en tan poco tiempo a alguien lo suficientemente valiente o loco como para aceptar semejante misión.
Ante tal emergencia convocaron algunos guerreros cuyo objetivo sería ir en busca de tan extraño mineral y traerlo de vuelta a Roilkat con el fin de intentar hacerlo funcionar; aún no se sabe si será efectivo, o si esas arenas azules que describen son realmente las necesarias, pero ante la emergencia, una pequeña esperanza es mejor que nada.
∞ El primer post debe contener el comienzo de la ejecución de la labor, cómo se llega y qué es lo primero que se hace. A continuación el master posteará agregando una dificultad y finalmente se terminará con un post donde se resuelve la dificultad y se termina el evento.
∞ Todos los temas del evento se desarrollan en la oscuridad de la noche.
∞ Es importante mantenerse dentro de los límites establecidos por el evento, ya que cada uno forma parte de una historia mayor.
∞ Se permite la creatividad y el control de sucesos o PNJs, siempre y cuando esto no vaya en contra de la regla anterior.
∞ El evento debe ser completado en un máximo de 2 semanas luego de comenzado.
∞ Se aceptan entre 1 y 2 personajes (se esperará hasta tres días luego de iniciado para el posible ingreso de otro, luego de eso, si no hay nadie más, se comenzará con uno solo).
∞ Habrá recompensa en puntos (Máximo 5) y aeros (Máximo 300).
∞ Para unirte, debes primero postear en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Aunque el Arenal de Roilkat seguía bajo un severo acoso de los Nórgedos, quienes habían sido desterrados al reducido territorio en el que la supervivencia resultaba tan difícil; recientes exploraciones habían dado nuevas luces a la existencia de las arenas que podrían hacer funcionar el misterioso reloj; aunque tristemente el lugar donde se encontraban era peligrosamente cercano a uno de los más violentos asentamientos de Nórgedos, por lo que la recolección podría ser casi una misión suicida; difícilmente podrían encontrar en tan poco tiempo a alguien lo suficientemente valiente o loco como para aceptar semejante misión.
Ante tal emergencia convocaron algunos guerreros cuyo objetivo sería ir en busca de tan extraño mineral y traerlo de vuelta a Roilkat con el fin de intentar hacerlo funcionar; aún no se sabe si será efectivo, o si esas arenas azules que describen son realmente las necesarias, pero ante la emergencia, una pequeña esperanza es mejor que nada.
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Ansur
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Re: Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
Que poco duraba la tranquilidad, o al menos eso pensaba la hechicera, que apenas acababa de salir de un problema para meterse en otro. Sin embargo no podía quejarse, ahora que ocupaba el cargo de Centinela del Sur su labor era proteger tanto las islas como Verisar, tarea que no iba a resultar sencilla y probablemente tampoco le diese muchos respiros, cosa a la que tendría que acostumbrarse.
Sus pasos la habían llevado de regreso a Roilkat, ciudad que seguía luchando para recuperarse después del último ataque de los Nórgedos, pero que pronto sumaría una nueva preocupación a las que ya de por sí tenía que afrontar diariamente. Los relojes de todas partes habían comenzado a detenerse de forma extraña, marcando la misma hora, hecho que no tardó en despertar la curiosidad de la gente, curiosidad que pronto se tornó en temor, al no entender el motivo de tan caprichoso suceso. Los rumores se extendieron rápidamente a todas partes, confirmando que aquel fenómeno afectaba hasta a los más recónditos rincones de Aerandir y obligando a las autoridades a tomar cartas en el asunto para tranquilizar a la población.
Sabiendo que aquello no podía augurar nada bueno, cada reino intentaba encontrar el motivo y la solución al problema por su cuenta, y así fue como la tensai se enteró de la existencia de un misterioso reloj de arena que según decían era capaz de controlar el tiempo, aunque por lo visto no funcionaba, para ello era necesaria una supuesta arena mágica de color azul que nadie hasta el momento había podido ver. Lo único con que contaban eran los indicios que algunos exploradores habían hallado en el arenal, cerca de uno de los asentamientos a los que se habían visto forzados a retirarse los salvajes Nórgedos tras su derrota. De hecho, aquel en cuestión era uno de los refugios que daba cobijo a los miembros más violentos, hecho que hacía de la misión de recolección se convirtiese casi en un suicidio.
- Misión suicida… si, encaja con lo que solemos hacer. - comentó Alister, frente a la reducida guarnición de soldados que había hecho lo posible por convocar a los guerreros más próximos. Pocos eran los que se ofrecían voluntariamente para embarcarse en aquella búsqueda, pero tanto la de cabellos cenicientos como el dragón se encontraban en primera fila, listos para recibir instrucciones y partir de inmediato hacia el arenal. - Sigo pensando que sería mejor que te quedases aquí, tu ayuda les vendría bien. - dijo la bruja, inclinándose ligeramente hacia su compañero. - ¿Y dejar que vayas sola a un lugar lleno de bandidos salvajes? Ni pensarlo. - replicó él, aunque no ponía en duda la capacidad de combate de la joven, ya la había visto en acción suficientes veces como para saber que era capaz de apañárselas perfectamente por su cuenta.
Elen dejó escapar un suspiro de resignación, no habría forma de convencerlo así que no perdería el tiempo intentándolo. Tras recibir las instrucciones pertinentes por parte de las autoridades, ambos subieron a sus monturas y pusieron rumbo al arenal, siguiendo un pequeño mapa que les habían entregado, y en el que se podía ver claramente la zona marcada en que habían tenido lugar las últimas exploraciones. También había otro punto señalado en rojo, el asentamiento de los Nórgedos, al que en la medida de lo posible intentarían no acercarse.
En principio no les resultaría difícil pasar desapercibidos, teniendo en cuenta que se desplazarían bajo el oscuro manto de la noche lo único de que debían preocuparse era de no llamar la atención, ni con ruidos ni con luces llamativas que los delatasen. Con eso muy presente, bruja y dragón iniciaron su camino hacia el lugar en que se suponía que podrían estar las mágicas arenas azules, sirviéndose de la luz de la luna y un pequeño orbe de energía celeste para avanzar a través del arenal, al menos hasta que se encontraron lo suficientemente cerca como para verse obligados a prescindir de la esfera eléctrica para seguir manteniéndose ocultos.
Las hogueras del campamento de bandidos eran visibles desde la lejanía, y gracias a ello ambos pudieron guiarse a través de los montículos de arena sin arriesgarse a pasar demasiado cerca, aunque no se podía descartar que los Nórgedos tuviesen vigilantes esparcidos por la zona. - El emplazamiento de las exploraciones debería estar cerca. - musitó la hechicera, bajándose del caballo para avanzar sin crear siluetas sospechosas sobre la arena. - Mantente alerta, nos estamos acercando. - añadió instantes después, con un susurro apenas audible.
Una vez en el punto marcado del mapa, la de cabellos cenicientos comenzaría a registrar la zona en busca de las arenas azules mientras su compañero se encargaba de vigilar para que no los sorprendiesen.
Sus pasos la habían llevado de regreso a Roilkat, ciudad que seguía luchando para recuperarse después del último ataque de los Nórgedos, pero que pronto sumaría una nueva preocupación a las que ya de por sí tenía que afrontar diariamente. Los relojes de todas partes habían comenzado a detenerse de forma extraña, marcando la misma hora, hecho que no tardó en despertar la curiosidad de la gente, curiosidad que pronto se tornó en temor, al no entender el motivo de tan caprichoso suceso. Los rumores se extendieron rápidamente a todas partes, confirmando que aquel fenómeno afectaba hasta a los más recónditos rincones de Aerandir y obligando a las autoridades a tomar cartas en el asunto para tranquilizar a la población.
Sabiendo que aquello no podía augurar nada bueno, cada reino intentaba encontrar el motivo y la solución al problema por su cuenta, y así fue como la tensai se enteró de la existencia de un misterioso reloj de arena que según decían era capaz de controlar el tiempo, aunque por lo visto no funcionaba, para ello era necesaria una supuesta arena mágica de color azul que nadie hasta el momento había podido ver. Lo único con que contaban eran los indicios que algunos exploradores habían hallado en el arenal, cerca de uno de los asentamientos a los que se habían visto forzados a retirarse los salvajes Nórgedos tras su derrota. De hecho, aquel en cuestión era uno de los refugios que daba cobijo a los miembros más violentos, hecho que hacía de la misión de recolección se convirtiese casi en un suicidio.
- Misión suicida… si, encaja con lo que solemos hacer. - comentó Alister, frente a la reducida guarnición de soldados que había hecho lo posible por convocar a los guerreros más próximos. Pocos eran los que se ofrecían voluntariamente para embarcarse en aquella búsqueda, pero tanto la de cabellos cenicientos como el dragón se encontraban en primera fila, listos para recibir instrucciones y partir de inmediato hacia el arenal. - Sigo pensando que sería mejor que te quedases aquí, tu ayuda les vendría bien. - dijo la bruja, inclinándose ligeramente hacia su compañero. - ¿Y dejar que vayas sola a un lugar lleno de bandidos salvajes? Ni pensarlo. - replicó él, aunque no ponía en duda la capacidad de combate de la joven, ya la había visto en acción suficientes veces como para saber que era capaz de apañárselas perfectamente por su cuenta.
Elen dejó escapar un suspiro de resignación, no habría forma de convencerlo así que no perdería el tiempo intentándolo. Tras recibir las instrucciones pertinentes por parte de las autoridades, ambos subieron a sus monturas y pusieron rumbo al arenal, siguiendo un pequeño mapa que les habían entregado, y en el que se podía ver claramente la zona marcada en que habían tenido lugar las últimas exploraciones. También había otro punto señalado en rojo, el asentamiento de los Nórgedos, al que en la medida de lo posible intentarían no acercarse.
En principio no les resultaría difícil pasar desapercibidos, teniendo en cuenta que se desplazarían bajo el oscuro manto de la noche lo único de que debían preocuparse era de no llamar la atención, ni con ruidos ni con luces llamativas que los delatasen. Con eso muy presente, bruja y dragón iniciaron su camino hacia el lugar en que se suponía que podrían estar las mágicas arenas azules, sirviéndose de la luz de la luna y un pequeño orbe de energía celeste para avanzar a través del arenal, al menos hasta que se encontraron lo suficientemente cerca como para verse obligados a prescindir de la esfera eléctrica para seguir manteniéndose ocultos.
Las hogueras del campamento de bandidos eran visibles desde la lejanía, y gracias a ello ambos pudieron guiarse a través de los montículos de arena sin arriesgarse a pasar demasiado cerca, aunque no se podía descartar que los Nórgedos tuviesen vigilantes esparcidos por la zona. - El emplazamiento de las exploraciones debería estar cerca. - musitó la hechicera, bajándose del caballo para avanzar sin crear siluetas sospechosas sobre la arena. - Mantente alerta, nos estamos acercando. - añadió instantes después, con un susurro apenas audible.
Una vez en el punto marcado del mapa, la de cabellos cenicientos comenzaría a registrar la zona en busca de las arenas azules mientras su compañero se encargaba de vigilar para que no los sorprendiesen.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
—No, ¡En serio! Entonces, el tipo me dijo: Genial, Vaas, mi esposa no podrá quejarse de que he llegado a casa tarde…¡Por que sigue siendo la misma hora que cuando me fui de alli!—. El goblin, animado como siempre ante una misión peligrosa, continuaba contando la anécdota que había vivido en la taberna el otro día cuando un marinero ahogado en alcohol contaba a los gritos que estaba salvado por que su esposa no podía quejarse de que llegaba tarde a su hogar. Era una buena anécdota, el hombre había salido a la misma hora que el reloj se había detenido, así que en teoría su mujer no podría quejarse por que seguía siendo la misma maldita hora. Y otra, y otra y otra y otra y otra vez, todo el tiempo…la misma maldita hora.
A su lado, Reidar sonreía, aunque en sus ojos podía notársele algo parecido a la melancolía; Le agradaba la compañía del goblin y sus anécdotas variopintas de taberna, era una buena compañía…pero no podía dejar de pensar en aquella familia que había dejado atrás, en todos los guerreros del poblado helado que habían muerto durante el naufragio o que se encontraban en igual situación que él. Perdidos, huérfanos, abandonados.
En la boca del guerrero del norte colgaba la pipa que estaba encendida y de ella emanaba el humo con aroma a hierbas frescas y tabaco que tanto le agradaba fumar, costumbre adquirida por andar de compañía de aquel goblin; A su lado, en un caballo más pequeño, el bribón de Vaasuk Blackmount aceitaba su ballesta como preparándola para cualquier emergencia que podría ocurrir. —¡De verdad! ¿Puedes creerlo? Todos estos zoquetes están aquí por obligación, ¿Quién creería que a nosotros dos nos convencieron unas monedas de oro, eh?—. Reidar observo los pocos hombres de rostros largos que caminaban a la par de ellos en la fila que provenía de la ciudad, como si estuviesen ya sabiendo y augurando lo que les deparaba el desierto de Roilkat. Se encoge de hombros, como siempre, a Reidar nunca le caían bien los debiluchos deshonrosos y para aquel hombre del norte eso eran esas personas.
Rostros tristes y amargados, como si de verdad esperaran estar en cualquier otro sitio menos en ese, la única que en apariencia parecía estar animada era la muchacha de pelos platinados y su compañero, que hablaban tranquilamente como lo hacían el goblin y su socio mercenario. —Quien creer…tu y yo mercenarios, y ellos…soldados—. El goblin asintió a las palabras de su socio y siguió aceitando los elásticos de su ballesta, preparándose para cualquier tipo de ataque que pudiera llevarse a cabo por sorpresa. Reidar, en cambio, tenía en sus manos preparados el escudo y el hacha que siempre estaba afilada hasta el punto de que incluso una persona pudiera afeitarse con ella.
—Oye chico, oye. Atento a la dama, aquí vamos—. Reidar había mirado a la mujer y algo le decía que no parecía la clásica dama en aprietos. Ni ella ni tampoco su compañero, pero ¿Por qué habían acabado contratando a dos mercenarios hijos de puta con honores como Vaasuk Blackmount y Reidar el Nórdico para asegurar la protección de aquella comitiva? —¡Despliéguense, zoquetes! ¡No bajen la guardia y alcen sus armas, hoy puede esperarnos una hermosa muerte!—. Grito la verde criatura a los soldados, bajándose de un salto también de su montura al mismo tiempo que lo hacia el hombre del norte. Intercambiando una mirada con el goblin y se separó del lado de este mientras se acercaba a la muchacha de pelos plateados con el hacha preparada. Quien sabía lo que podía esconderse atrás de las arenas de Roilkat y los peligros.
Había algo en el aire que al joven Reidar no le agradaba. Puso la cabeza del hacha en el pecho de la mujer adelantándose unos pasos de ella y se llevó la mano a la boca para que no haga ningún ruido y luego se agacho, colocando la oreja en el suelo. Había un ruido, una vibración pero ¿De qué? Algo parecía no ir bien en aquel sitio. —Quieta. Venir algo—. Dijo a la joven dama del mapa, levantándose y apretando en su mano su arma, preparado para el combate que parecía aproximarse sin lugar a dudas.
A su lado, Reidar sonreía, aunque en sus ojos podía notársele algo parecido a la melancolía; Le agradaba la compañía del goblin y sus anécdotas variopintas de taberna, era una buena compañía…pero no podía dejar de pensar en aquella familia que había dejado atrás, en todos los guerreros del poblado helado que habían muerto durante el naufragio o que se encontraban en igual situación que él. Perdidos, huérfanos, abandonados.
En la boca del guerrero del norte colgaba la pipa que estaba encendida y de ella emanaba el humo con aroma a hierbas frescas y tabaco que tanto le agradaba fumar, costumbre adquirida por andar de compañía de aquel goblin; A su lado, en un caballo más pequeño, el bribón de Vaasuk Blackmount aceitaba su ballesta como preparándola para cualquier emergencia que podría ocurrir. —¡De verdad! ¿Puedes creerlo? Todos estos zoquetes están aquí por obligación, ¿Quién creería que a nosotros dos nos convencieron unas monedas de oro, eh?—. Reidar observo los pocos hombres de rostros largos que caminaban a la par de ellos en la fila que provenía de la ciudad, como si estuviesen ya sabiendo y augurando lo que les deparaba el desierto de Roilkat. Se encoge de hombros, como siempre, a Reidar nunca le caían bien los debiluchos deshonrosos y para aquel hombre del norte eso eran esas personas.
Rostros tristes y amargados, como si de verdad esperaran estar en cualquier otro sitio menos en ese, la única que en apariencia parecía estar animada era la muchacha de pelos platinados y su compañero, que hablaban tranquilamente como lo hacían el goblin y su socio mercenario. —Quien creer…tu y yo mercenarios, y ellos…soldados—. El goblin asintió a las palabras de su socio y siguió aceitando los elásticos de su ballesta, preparándose para cualquier tipo de ataque que pudiera llevarse a cabo por sorpresa. Reidar, en cambio, tenía en sus manos preparados el escudo y el hacha que siempre estaba afilada hasta el punto de que incluso una persona pudiera afeitarse con ella.
—Oye chico, oye. Atento a la dama, aquí vamos—. Reidar había mirado a la mujer y algo le decía que no parecía la clásica dama en aprietos. Ni ella ni tampoco su compañero, pero ¿Por qué habían acabado contratando a dos mercenarios hijos de puta con honores como Vaasuk Blackmount y Reidar el Nórdico para asegurar la protección de aquella comitiva? —¡Despliéguense, zoquetes! ¡No bajen la guardia y alcen sus armas, hoy puede esperarnos una hermosa muerte!—. Grito la verde criatura a los soldados, bajándose de un salto también de su montura al mismo tiempo que lo hacia el hombre del norte. Intercambiando una mirada con el goblin y se separó del lado de este mientras se acercaba a la muchacha de pelos plateados con el hacha preparada. Quien sabía lo que podía esconderse atrás de las arenas de Roilkat y los peligros.
Había algo en el aire que al joven Reidar no le agradaba. Puso la cabeza del hacha en el pecho de la mujer adelantándose unos pasos de ella y se llevó la mano a la boca para que no haga ningún ruido y luego se agacho, colocando la oreja en el suelo. Había un ruido, una vibración pero ¿De qué? Algo parecía no ir bien en aquel sitio. —Quieta. Venir algo—. Dijo a la joven dama del mapa, levantándose y apretando en su mano su arma, preparado para el combate que parecía aproximarse sin lugar a dudas.
Reidar
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Re: Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
- Off:
- Ansur me ha pellido un poco de ayuda, así que me paso a echarle una mano con algunos eventos.
Elen y compañía habían conseguido llegar al punto marcado, sin embargo no había rastro de aquellas misteriosas arenas, todo indicaba que no era más que un invento y los habían hecho perder el tiempo, tras ella se encontraba un grupo de al menos 20 hombres, o al menos 19 hombres y una cosa verde que hablaba y parecía acompañar a uno de los jóvenes guerreros que se habían sumado a la misión y que ahora mencionaba que algo se acercaba.
Sus palabras no tardarían mucho en volverse ciertas cuando el sonido de varios guerreros a galope comenzaron a escucharse en dirección al campamento de los Nórgedos, tal vez le habían descubierto o tal vez todo había sido un truco para emboscarlos; de cualquier modo la misión de aquellos hombres no era iniciar un nuevo conflicto en contra de los desterrados que se habían mantenido en paz durante un tiempo, sino buscar la misteriosa arena.
Hay que ocultarnos, no tenemos tiempo para batallas- Dijo otra de las mujeres que se encontraban en el grupo y señalando a unas cavernas cercanas comenzó a correr en dirección contraria a donde venían los atacantes, tal sería su sorpresa al avanzar algunos metros que tras una duna se encontraría con un pequeño oasis de arenas azules y un pequeño lago que brillaba del mismo color -¡Las encontramos, las encontramos!- Dijo la mujer emocionada olvidando por un instante la amenaza que se acercaba; aunque estos Nórgedos a caballo se detendrían antes de llegar y tras señalar al lago se alejaron claramente aterrados ¿Qué podría haber allí como para asustarlos de ese modo? Tal vez simples supersticiones de sus creencias, o tal vez no.
Aquello había resultado todo un misterio, sin embargo la mujer no le dio importancia y se acercó a toda prisa hacia aquel pequeño lago, no le importaba en lo más mínimo las razones que hubieran tenido los Nórgedos para alejarse, a fin de cuentas solo significaba ventaja para ellos, solo debían tomar un poco de esas arenas y volver a casa como héroes -Vengan rápido, tomemos lo que podamos y vo...- Al estar sobre las azules arenas sus palabras serían interrumpidas por una afilada estaca de cristal que salió desde debajo del suelo atravesándole la pierna -Oh, por los dioses ¡No!- Gritaron algunos mientras corrían hacia ella posiblemente a tener una misma suerte.
Sin embargo no lograrían llegar, deteniendo su carrera antes al notar como la arena se arremolinaba y comenzaba a formar una extraña figura antropomórfica se erguía imponente y poderosa ascendiendo hasta poco más de unos dos metros y medio, pasó junto a la mujer cuya pierna se encontraba atravesada por una filosa estaca de cristal y avanzó hacia los hombres que habían ido tras ella, los cuales perdieron el equilibrio y cayeron al piso cuando el coloso pisó con fuerza causando una onda de arena y una pequeña vibración del suelo, acercarse no estaría nada fácil, y menos aún conseguir un poco de esa misteriosa arena, y ni hablar de rescatar a la mujer herida...
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* * * * * * * * * * * * * *
Han surgido múltiples objetivos, dependerá de vosotros enfocarse en alguno o dividirse para completarlos todos.
El objetivo principal sigue siendo tomar un poco de esa misteriosa arena, aunque para ello debereis sortear al gigante de cristal.
El objetivo secundario es rescatar a la chica, su pierna está herida y no puede caminar de prisa, hay que liberar su pierna y sacarla cargada.
El objetivo adicional es eliminar al coloso, aunque es una tarea bastante difícil y poco recomendable, será necesario lanzar runas para cualquier ataque contra el coloso, distraerlo mientras otros toman la arena y a la chica parece una opción menos arriesgada.
Podeis narrar ataques del gigante para darle emoción a sus respuestas, básicamente solo aplasta con sus grandes manos o genera pequeños sismos que os harán perder el equilibrio, sin embargo es bastante resistente.
Sus palabras no tardarían mucho en volverse ciertas cuando el sonido de varios guerreros a galope comenzaron a escucharse en dirección al campamento de los Nórgedos, tal vez le habían descubierto o tal vez todo había sido un truco para emboscarlos; de cualquier modo la misión de aquellos hombres no era iniciar un nuevo conflicto en contra de los desterrados que se habían mantenido en paz durante un tiempo, sino buscar la misteriosa arena.
Hay que ocultarnos, no tenemos tiempo para batallas- Dijo otra de las mujeres que se encontraban en el grupo y señalando a unas cavernas cercanas comenzó a correr en dirección contraria a donde venían los atacantes, tal sería su sorpresa al avanzar algunos metros que tras una duna se encontraría con un pequeño oasis de arenas azules y un pequeño lago que brillaba del mismo color -¡Las encontramos, las encontramos!- Dijo la mujer emocionada olvidando por un instante la amenaza que se acercaba; aunque estos Nórgedos a caballo se detendrían antes de llegar y tras señalar al lago se alejaron claramente aterrados ¿Qué podría haber allí como para asustarlos de ese modo? Tal vez simples supersticiones de sus creencias, o tal vez no.
Aquello había resultado todo un misterio, sin embargo la mujer no le dio importancia y se acercó a toda prisa hacia aquel pequeño lago, no le importaba en lo más mínimo las razones que hubieran tenido los Nórgedos para alejarse, a fin de cuentas solo significaba ventaja para ellos, solo debían tomar un poco de esas arenas y volver a casa como héroes -Vengan rápido, tomemos lo que podamos y vo...- Al estar sobre las azules arenas sus palabras serían interrumpidas por una afilada estaca de cristal que salió desde debajo del suelo atravesándole la pierna -Oh, por los dioses ¡No!- Gritaron algunos mientras corrían hacia ella posiblemente a tener una misma suerte.
Sin embargo no lograrían llegar, deteniendo su carrera antes al notar como la arena se arremolinaba y comenzaba a formar una extraña figura antropomórfica se erguía imponente y poderosa ascendiendo hasta poco más de unos dos metros y medio, pasó junto a la mujer cuya pierna se encontraba atravesada por una filosa estaca de cristal y avanzó hacia los hombres que habían ido tras ella, los cuales perdieron el equilibrio y cayeron al piso cuando el coloso pisó con fuerza causando una onda de arena y una pequeña vibración del suelo, acercarse no estaría nada fácil, y menos aún conseguir un poco de esa misteriosa arena, y ni hablar de rescatar a la mujer herida...
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Han surgido múltiples objetivos, dependerá de vosotros enfocarse en alguno o dividirse para completarlos todos.
El objetivo principal sigue siendo tomar un poco de esa misteriosa arena, aunque para ello debereis sortear al gigante de cristal.
El objetivo secundario es rescatar a la chica, su pierna está herida y no puede caminar de prisa, hay que liberar su pierna y sacarla cargada.
El objetivo adicional es eliminar al coloso, aunque es una tarea bastante difícil y poco recomendable, será necesario lanzar runas para cualquier ataque contra el coloso, distraerlo mientras otros toman la arena y a la chica parece una opción menos arriesgada.
Podeis narrar ataques del gigante para darle emoción a sus respuestas, básicamente solo aplasta con sus grandes manos o genera pequeños sismos que os harán perder el equilibrio, sin embargo es bastante resistente.
Ger
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Re: Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
Nada, en el punto indicado en el mapa no hallaron ni el más mínimo rastro de las supuestas arenas mágicas, ¿acaso habían perdido el tiempo yendo hasta allí? Puede que al final todo aquello no fuesen más que rumores, historias que algún imbécil se había inventado y difundido entre la población de Roilkat. A pesar de ello la hechicera seguía buscando, o al menos lo hizo hasta que otro de los miembros del grupo se situó por delante de ella, colocando la cabeza de su hacha demasiado cerca de su pecho. Elen dedicó una mirada severa a su portador por aquel acto, y de no haber estado ambos en el mismo bando y encima en territorio enemigo, el extraño habría probado el eléctrico elemento en sus carnes.
La centinela no destacaba precisamente por tener un carácter tranquilo, y el gesto del guerrero no le hizo ninguna gracia, pero por suerte para él, tenía razón, alguien se estaba acercando. Varios jinetes Nórgedos se habían percatado de su presencia en el arenal y abandonaban al galope su campamento para enfrentarse a ellos, probablemente tomando su visita como un ataque por parte de los ciudadanos de Roilkat. La ciudad no podía permitirse otro conflicto con los bandidos tan pronto, ni siquiera habían conseguido reponerse de las pérdidas resultantes de la última batalla así que una cosa estaba clara, debían evitar a toda costa que se produjese un nuevo incidente entre ambos bandos.
Una de las voluntarias propuso que se ocultasen para evitar la pelea, aprovechando unas cavernas cercanas que parecía la mejor opción posible, y sin perder tiempo comenzó a correr en dirección a las mismas, aunque no avanzaría mucho antes de detenerse súbitamente, tras pasar una duna. Allí estaban, y no solo el oasis de arenas azules sino también un lago, del mismo y brillante color. - Vaya. - musitó la centinela sorprendida, pero no había tiempo para detenerse a admirar las vistas, debían recoger lo que habían ido a buscar y marcharse cuanto antes de la zona, quizá así los Nórgedos les dejasen en paz.
La mujer, emocionada por su descubrimiento, dejó de prestar atención a los jinetes y se lanzó a toda prisa en dirección al oasis, sin ver como los bandidos del arenal se detenían al atisbar el lago de arenas azules, mirándolo con terror y dando la vuelta de inmediato para alejarse de allí. Elen sí alcanzó a ver sus gestos pero… ¿qué podía causarles tanto miedo? En aquel momento no entendió el comportamiento de los Nórgedos, pero pronto todo se explicó por sí solo, en cuanto la imprudente voluntaria se situó sobre las brillantes arenas del lago y una afilada estaca de cristal le atravesó la pierna, arrancando de su garganta un sonoro alarido que probablemente llegase a escucharse hasta en el campamento de los bandidos.
Otros, movidos por la preocupación, corrieron en su auxilio sin pensar en las consecuencias de sus actos, pero se detuvieron al ver como del lago comenzaba a surgir una extraña criatura de más de dos metros, que sin perder ni un instante comenzó a avanzar hacia ellos y haciendo que perdiesen el equilibrio por medio de la onda y vibración que causaban sus enérgicos pasos. - ¡Atrás! ¡Apartaos de esa cosa! - instó la de cabellos cenicientos, al tiempo que tomaba la iniciativa de acercarse al coloso, seguida de Alister. - Admítelo, ahora te alegras de que haya venido. - comentó el dragón, que ya se deshacía de su gabardina para transformarse lo más rápido posible. Elen le dedicó una mirada cómplice, sí que se alegraba de tenerlo allí pero no lo diría, aunque tampoco hacía falta que lo hiciese para que el alado supiese que tenía razón.
- El grandullón es nuestro, intentaremos distraerlo para que se aparte del lago, vosotros sacadla de ahí y tomad las arenas en cuanto podáis. - dijo la joven, para acto seguido permitir que la electricidad le envolviese ambos brazos de forma visible y brillante, haciéndola destacar por encima de los demás. Con ello esperaba llamar la atención del coloso y dar tiempo a los hombres que estaban en el suelo para que se apartasen, pero por si no era suficiente, Elen lanzó una descarga que impactó justo delante de la criatura. El enorme ser de cristal se giró hacia ella entonces, dejando de lado al resto de voluntarios que habían intentado acercarse a la herida.
El coloso no estaba contento con la llegada de aquellos intrusos a su territorio, y así se lo hizo saber a la bruja, dirigiéndose hacia ella con paso firme y golpeando el suelo con ambas manos para desestabilizarla tanto a ella como a los demás que se encontrasen cerca. Como resultado Elen perdió el equilibrio momentáneamente, pero antes de que el guardián de cristal pudiese alzar nuevamente los brazos para aplastarla, Alister entró en escena. El dragón, ya en su forma bestial, se interpuso entre ambos y creó una barrera de fuego para disuadir al enemigo de seguir acercándose a la hechicera, luego alzó el vuelo y se situó tan cerca del coloso como pudo, batiendo las amplias alas y rugiendo de forma amenazadora para que se centrase solamente en él.
Aquello funcionó, la criatura tomó al alado como su rival e intentó golpearlo con una de sus fuertes manos, pero la agilidad del dragón y su dominio del vuelo se impusieron, con lo que pudo esquivar el ataque sin problemas y seguir volando a su alrededor, de modo que no pudiese apartar la atención de él por la creciente amenaza de recibir un ataque. Era el momento perfecto, si los demás querían intentar sacar de allí a la herida y conseguir las arenas debían hacerlo de inmediato, antes de que el guardián tomase medidas, cosa que no tardó en ocurrir. Harto de que el alado lo rodease sin cesar, la criatura del lago esperó lo justo para estudiar a su oponente y el tiempo que tardaba en completar una vuelta, y en cuanto tuvo estos datos asestó un contundente y bien medido golpe, que alcanzó a Alister y lo arrojó contra la arena.
- Mierda. - pronunció la de ojos verdes, maldiciendo interiormente. A toda prisa, Elen se levantó y se concentró para crear una potente corriente de viento alrededor del coloso, de modo que levantase la arena y crease una especie de remolino en torno al mismo, con el que esperaba mantenerlo a raya durante el tiempo suficiente para que los demás se hiciesen cargo de rescatar a la voluntaria y tomar las dichosas arenas mágicas. Con suerte la arena y el viento detendrían al guardián, pero a decir verdad aquella cosa no tenía ojos y estaba hecha de cristal, puede que su estrategia no sirviese de mucho. Alister no tardó en ponerse en pie, y viendo lo que su compañera trataba de hacer, se colocó a su lado y como precaución, volvió a crear una barrera de fuego que sirviese de separación entre el coloso y el lago.
La centinela no destacaba precisamente por tener un carácter tranquilo, y el gesto del guerrero no le hizo ninguna gracia, pero por suerte para él, tenía razón, alguien se estaba acercando. Varios jinetes Nórgedos se habían percatado de su presencia en el arenal y abandonaban al galope su campamento para enfrentarse a ellos, probablemente tomando su visita como un ataque por parte de los ciudadanos de Roilkat. La ciudad no podía permitirse otro conflicto con los bandidos tan pronto, ni siquiera habían conseguido reponerse de las pérdidas resultantes de la última batalla así que una cosa estaba clara, debían evitar a toda costa que se produjese un nuevo incidente entre ambos bandos.
Una de las voluntarias propuso que se ocultasen para evitar la pelea, aprovechando unas cavernas cercanas que parecía la mejor opción posible, y sin perder tiempo comenzó a correr en dirección a las mismas, aunque no avanzaría mucho antes de detenerse súbitamente, tras pasar una duna. Allí estaban, y no solo el oasis de arenas azules sino también un lago, del mismo y brillante color. - Vaya. - musitó la centinela sorprendida, pero no había tiempo para detenerse a admirar las vistas, debían recoger lo que habían ido a buscar y marcharse cuanto antes de la zona, quizá así los Nórgedos les dejasen en paz.
La mujer, emocionada por su descubrimiento, dejó de prestar atención a los jinetes y se lanzó a toda prisa en dirección al oasis, sin ver como los bandidos del arenal se detenían al atisbar el lago de arenas azules, mirándolo con terror y dando la vuelta de inmediato para alejarse de allí. Elen sí alcanzó a ver sus gestos pero… ¿qué podía causarles tanto miedo? En aquel momento no entendió el comportamiento de los Nórgedos, pero pronto todo se explicó por sí solo, en cuanto la imprudente voluntaria se situó sobre las brillantes arenas del lago y una afilada estaca de cristal le atravesó la pierna, arrancando de su garganta un sonoro alarido que probablemente llegase a escucharse hasta en el campamento de los bandidos.
Otros, movidos por la preocupación, corrieron en su auxilio sin pensar en las consecuencias de sus actos, pero se detuvieron al ver como del lago comenzaba a surgir una extraña criatura de más de dos metros, que sin perder ni un instante comenzó a avanzar hacia ellos y haciendo que perdiesen el equilibrio por medio de la onda y vibración que causaban sus enérgicos pasos. - ¡Atrás! ¡Apartaos de esa cosa! - instó la de cabellos cenicientos, al tiempo que tomaba la iniciativa de acercarse al coloso, seguida de Alister. - Admítelo, ahora te alegras de que haya venido. - comentó el dragón, que ya se deshacía de su gabardina para transformarse lo más rápido posible. Elen le dedicó una mirada cómplice, sí que se alegraba de tenerlo allí pero no lo diría, aunque tampoco hacía falta que lo hiciese para que el alado supiese que tenía razón.
- El grandullón es nuestro, intentaremos distraerlo para que se aparte del lago, vosotros sacadla de ahí y tomad las arenas en cuanto podáis. - dijo la joven, para acto seguido permitir que la electricidad le envolviese ambos brazos de forma visible y brillante, haciéndola destacar por encima de los demás. Con ello esperaba llamar la atención del coloso y dar tiempo a los hombres que estaban en el suelo para que se apartasen, pero por si no era suficiente, Elen lanzó una descarga que impactó justo delante de la criatura. El enorme ser de cristal se giró hacia ella entonces, dejando de lado al resto de voluntarios que habían intentado acercarse a la herida.
El coloso no estaba contento con la llegada de aquellos intrusos a su territorio, y así se lo hizo saber a la bruja, dirigiéndose hacia ella con paso firme y golpeando el suelo con ambas manos para desestabilizarla tanto a ella como a los demás que se encontrasen cerca. Como resultado Elen perdió el equilibrio momentáneamente, pero antes de que el guardián de cristal pudiese alzar nuevamente los brazos para aplastarla, Alister entró en escena. El dragón, ya en su forma bestial, se interpuso entre ambos y creó una barrera de fuego para disuadir al enemigo de seguir acercándose a la hechicera, luego alzó el vuelo y se situó tan cerca del coloso como pudo, batiendo las amplias alas y rugiendo de forma amenazadora para que se centrase solamente en él.
Aquello funcionó, la criatura tomó al alado como su rival e intentó golpearlo con una de sus fuertes manos, pero la agilidad del dragón y su dominio del vuelo se impusieron, con lo que pudo esquivar el ataque sin problemas y seguir volando a su alrededor, de modo que no pudiese apartar la atención de él por la creciente amenaza de recibir un ataque. Era el momento perfecto, si los demás querían intentar sacar de allí a la herida y conseguir las arenas debían hacerlo de inmediato, antes de que el guardián tomase medidas, cosa que no tardó en ocurrir. Harto de que el alado lo rodease sin cesar, la criatura del lago esperó lo justo para estudiar a su oponente y el tiempo que tardaba en completar una vuelta, y en cuanto tuvo estos datos asestó un contundente y bien medido golpe, que alcanzó a Alister y lo arrojó contra la arena.
- Mierda. - pronunció la de ojos verdes, maldiciendo interiormente. A toda prisa, Elen se levantó y se concentró para crear una potente corriente de viento alrededor del coloso, de modo que levantase la arena y crease una especie de remolino en torno al mismo, con el que esperaba mantenerlo a raya durante el tiempo suficiente para que los demás se hiciesen cargo de rescatar a la voluntaria y tomar las dichosas arenas mágicas. Con suerte la arena y el viento detendrían al guardián, pero a decir verdad aquella cosa no tenía ojos y estaba hecha de cristal, puede que su estrategia no sirviese de mucho. Alister no tardó en ponerse en pie, y viendo lo que su compañera trataba de hacer, se colocó a su lado y como precaución, volvió a crear una barrera de fuego que sirviese de separación entre el coloso y el lago.
Elen Calhoun
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Re: Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
El hombretón del norte vio la mirada de la muchacha de cabellos cenicientos y trato de que con un gesto le disculpase por haberle puesto la cabeza de su hacha en el pecho, no pretendía claramente molestarla pero parecía que aquello había sucedido en ella; Se quedó mirando durante un momento el entorno de arena como buscando que era aquello que había presentido que se acercaba y que lo tenía tan intranquilo.
De repente los Nórgedos aparecieron en aquel desierto como buscando una pelea y tanto el goblin como el norteño clavaron los talones en el suelo listos para darles un buen combate que parecían tanto está reclamando. A Reidar no le importó el chillido de la chica soldado que reclamaba esconderse, no había honor alguno en esconderse y vivir durante una batalla, así que estuvo a punto de lanzarse en una corrida furiosa contra los habitantes rebeldes del arenal pero entonces estos se detuvieron y el humano se quedó mirando a aquellos jinetes con un gesto de curiosidad.
Entonces escucho un grito a sus espaldas y reconoció la voz rasposa y aguardentosa de Vaasuk que parecía ser el que había decidido darse media vuelta, olvidándose de los atacantes a caballo que es habían acercado y que para sorpresa su propia sorpresa se batían en retirada ahora. —¡Esto! ¡Esto definitivamente no estaba en el maldito contrato!—. Dejo escapar el goblin, poniendo el acento a la situación con el asunto de su obsesión por cumplir los contratos y los acuerdos mutuos que se sellaban con una firma y el estrechamiento de manos. —¡Date vuelta, grandulón!—. Ordeno a Reidar el pequeño ser, que una vez vio como los Nórgedos se perdían en el desierto volteo lentamente para ver que era aquello que armaba tanto alboroto a su alrededor.
Luego miro con cierta sorpresa en sus ojos como un coloso de cristal se erguía de un hermoso estanque de arena azul. La maldita arena azul que habían ido a buscar, pero con un coloso en el medio que parecía estar dispuesto a no dejar que le quiten aquello que con tanto recelo guardaba; De ser otra la situación, lo más probable es que tanto el goblin como el norteño se hubiesen quedado a acampar en aquel oasis en medio del desierto y hubiesen desafiado a los Nórgedos a que los intentaran atacar. Pero con un gigante de cristal era completamente distinto el asunto. —¡No estaba en el contrato!—. Grito el goblin de nuevo, poniendo los ojos como platos cuando vio que el compañero de la dama de cabellos blancos se convertía en un dragón frente a las narices tantos suyas como las de su socio.
Reidar observo al pequeño ser y se preguntó que sería lo que estaba pensando, porque parecía con muchos deseos de salir corriendo de aquel sitio y no volver a pisar el desierto de Roilkat en lo que le quedara de vida; Por el contrario, Reidar miro a la muchacha herida con una púa de cristal atravesándole la pierna; Luego reparo en el sonido que parecía un chasquido de látigo y vio a la joven de cabellos blancos lanzar rayos de sus manos; Entonces el rugido lo saco de su ensimismamiento y el dragón lo hipnotizo durante un momento antes de que pudiese reaccionar.
Entonces la fuerte patada en el trasero lo hizo despertar de su ensueño y miro al pequeño ser verde y abrió y cerró varias veces la boca como si no supiera que estaba pasando. Dijo algo en su idioma natural, miro al goblin otra vez y señalo con su hacha al coloso. —¡Lo sé! ¡No estaba en el contrato! —. Entonces con la mano que sostenía su ballesta señalo a la muchacha herida que estaba intentando zafarse de aquella púa que atravesaba su pierna y no le permitía moverse. —¡Pero ni tú y mucho menos yo somos lo suficientemente hijos de puta para dejarla morir! ¡Muévete!—. Vaasuk se subió a la espalda de su compañero del norte como si este fuera una mula que lo transportaría a donde pidiera. —Tu ve por la chica, muchacho, yo me las arreglare para sacar esas malditas arenas ¡Oh voy a darle una buena patada en las pelotas al gobernador de Roilkat como no nos pague con un buen aumento—. Volvió a rebuznar el goblin mientras se agarraba con fuerza.
Y si para el pequeño Vaas hubiese sido difícil, ni hablar para el pobre Reidar. Podía ser fuerte, y podía ser que sus piernas fuesen dos firmes torres delgadas pero aun así musculosas que lo sostenían ante los más fuertes oleajes del mar; Nada, simplemente al norteño le costaba mantenerse en pie entre tantos temblores.
Deseaba que por un momento tanto la hechicera como el dragón se quedaran quietos o pudieran sacar de allí al gigante de cristal y llevárselo lo suficientemente lejos como para no andar corriendo y esquivando tanto los temblores del arenal como al mismo tiempo los remanentes de las púas que habían quedado en el suelo de arena, producto del primer ataque. —¡Llego la caballería, señorita!—. Digo el goblin a la herida, mientras el guerrero rompía con su hacha aquella espina de cristal que le atravesaba la pierna de lado a lado. Había hecho prácticamente lo mismo con todas las otras espinas.
En ese momento entonces el goblin se bajó de la espalda de su compañero y se agacho de cabeza en el suelo para llenar un bolso de cuero con un montón de arena. Vaas la comenzó a llenar todo lo que pudo, porque nunca se sabía cuándo era la cantidad “exacta” y mientras tanto, el muchacho de cabellos trenzados seguía haciendo equilibrio como podía, sosteniendo a la joven herida sobre su hombro y esperando que el goblin acabase con la arena. —¡Termine! ¡Piecitos para que los quiero!—. Pero entonces, sin previo aviso, el coloso de cristal dio media vuelta mirando al goblin y también al norteño y a la muchacha herida y el instante pareció congelarse en lo que podría haber sido una mirada asesina. Si aquella cosa hubiera tenido ojos… —¿Nos…nos está mirando?—. Pregunto el goblin, hablador como siempre lo era aun en el momento más delicado. —¡Correr!—. Grito su compañero de armas y socio, esquivando los nuevos y más fuertes temblores que ahora provocaban.
Era imposible correr para los dos, la arena se les metía en los pies y los hacia trastabillar; Los temblores de la criatura de cristal dificultaban cualquier tarea para escapar; Y entonces, por intuición o por ser un idiota, Reidar miro a sus espaldas y vio que aquella bestia alzaba uno de sus brazos preparándose para hacer un ataque.
El norteño hizo uso de todas sus fuerzas para arrojar a la muchacha herida a donde estaba más o menos cerca del dragón que escupía fuego y de la hechicera que lanzaba rayo de electricidad por sus manos; Luego tomo del cinturón del goblin y también lo arrojo a donde estaban ambos dos, a pesar de los insultos y maldiciones que le dedicaban; Finalmente, tomo el escudo de madera y pretendió salir corriendo también, pero entonces callo de bruces en la arena y al intentar darse vuelta vio venir el enorme brazo del ser de cristal. Solo tuvo tiempo a alzar sus brazos y poner el escudo entre su cuerpo y el fuerte golpe que se le venía encima. —¡Reidar!—. Llamo el goblin con un grito de espanto cuando vio que el ataque del gigante daba en el blanco y su amigo y socio de negocios desaparecía bajo las arenas, sin saber el destino que le había quedado tras el fuerte golpe recibido.
De repente los Nórgedos aparecieron en aquel desierto como buscando una pelea y tanto el goblin como el norteño clavaron los talones en el suelo listos para darles un buen combate que parecían tanto está reclamando. A Reidar no le importó el chillido de la chica soldado que reclamaba esconderse, no había honor alguno en esconderse y vivir durante una batalla, así que estuvo a punto de lanzarse en una corrida furiosa contra los habitantes rebeldes del arenal pero entonces estos se detuvieron y el humano se quedó mirando a aquellos jinetes con un gesto de curiosidad.
Entonces escucho un grito a sus espaldas y reconoció la voz rasposa y aguardentosa de Vaasuk que parecía ser el que había decidido darse media vuelta, olvidándose de los atacantes a caballo que es habían acercado y que para sorpresa su propia sorpresa se batían en retirada ahora. —¡Esto! ¡Esto definitivamente no estaba en el maldito contrato!—. Dejo escapar el goblin, poniendo el acento a la situación con el asunto de su obsesión por cumplir los contratos y los acuerdos mutuos que se sellaban con una firma y el estrechamiento de manos. —¡Date vuelta, grandulón!—. Ordeno a Reidar el pequeño ser, que una vez vio como los Nórgedos se perdían en el desierto volteo lentamente para ver que era aquello que armaba tanto alboroto a su alrededor.
Luego miro con cierta sorpresa en sus ojos como un coloso de cristal se erguía de un hermoso estanque de arena azul. La maldita arena azul que habían ido a buscar, pero con un coloso en el medio que parecía estar dispuesto a no dejar que le quiten aquello que con tanto recelo guardaba; De ser otra la situación, lo más probable es que tanto el goblin como el norteño se hubiesen quedado a acampar en aquel oasis en medio del desierto y hubiesen desafiado a los Nórgedos a que los intentaran atacar. Pero con un gigante de cristal era completamente distinto el asunto. —¡No estaba en el contrato!—. Grito el goblin de nuevo, poniendo los ojos como platos cuando vio que el compañero de la dama de cabellos blancos se convertía en un dragón frente a las narices tantos suyas como las de su socio.
Reidar observo al pequeño ser y se preguntó que sería lo que estaba pensando, porque parecía con muchos deseos de salir corriendo de aquel sitio y no volver a pisar el desierto de Roilkat en lo que le quedara de vida; Por el contrario, Reidar miro a la muchacha herida con una púa de cristal atravesándole la pierna; Luego reparo en el sonido que parecía un chasquido de látigo y vio a la joven de cabellos blancos lanzar rayos de sus manos; Entonces el rugido lo saco de su ensimismamiento y el dragón lo hipnotizo durante un momento antes de que pudiese reaccionar.
Entonces la fuerte patada en el trasero lo hizo despertar de su ensueño y miro al pequeño ser verde y abrió y cerró varias veces la boca como si no supiera que estaba pasando. Dijo algo en su idioma natural, miro al goblin otra vez y señalo con su hacha al coloso. —¡Lo sé! ¡No estaba en el contrato! —. Entonces con la mano que sostenía su ballesta señalo a la muchacha herida que estaba intentando zafarse de aquella púa que atravesaba su pierna y no le permitía moverse. —¡Pero ni tú y mucho menos yo somos lo suficientemente hijos de puta para dejarla morir! ¡Muévete!—. Vaasuk se subió a la espalda de su compañero del norte como si este fuera una mula que lo transportaría a donde pidiera. —Tu ve por la chica, muchacho, yo me las arreglare para sacar esas malditas arenas ¡Oh voy a darle una buena patada en las pelotas al gobernador de Roilkat como no nos pague con un buen aumento—. Volvió a rebuznar el goblin mientras se agarraba con fuerza.
Y si para el pequeño Vaas hubiese sido difícil, ni hablar para el pobre Reidar. Podía ser fuerte, y podía ser que sus piernas fuesen dos firmes torres delgadas pero aun así musculosas que lo sostenían ante los más fuertes oleajes del mar; Nada, simplemente al norteño le costaba mantenerse en pie entre tantos temblores.
Deseaba que por un momento tanto la hechicera como el dragón se quedaran quietos o pudieran sacar de allí al gigante de cristal y llevárselo lo suficientemente lejos como para no andar corriendo y esquivando tanto los temblores del arenal como al mismo tiempo los remanentes de las púas que habían quedado en el suelo de arena, producto del primer ataque. —¡Llego la caballería, señorita!—. Digo el goblin a la herida, mientras el guerrero rompía con su hacha aquella espina de cristal que le atravesaba la pierna de lado a lado. Había hecho prácticamente lo mismo con todas las otras espinas.
En ese momento entonces el goblin se bajó de la espalda de su compañero y se agacho de cabeza en el suelo para llenar un bolso de cuero con un montón de arena. Vaas la comenzó a llenar todo lo que pudo, porque nunca se sabía cuándo era la cantidad “exacta” y mientras tanto, el muchacho de cabellos trenzados seguía haciendo equilibrio como podía, sosteniendo a la joven herida sobre su hombro y esperando que el goblin acabase con la arena. —¡Termine! ¡Piecitos para que los quiero!—. Pero entonces, sin previo aviso, el coloso de cristal dio media vuelta mirando al goblin y también al norteño y a la muchacha herida y el instante pareció congelarse en lo que podría haber sido una mirada asesina. Si aquella cosa hubiera tenido ojos… —¿Nos…nos está mirando?—. Pregunto el goblin, hablador como siempre lo era aun en el momento más delicado. —¡Correr!—. Grito su compañero de armas y socio, esquivando los nuevos y más fuertes temblores que ahora provocaban.
Era imposible correr para los dos, la arena se les metía en los pies y los hacia trastabillar; Los temblores de la criatura de cristal dificultaban cualquier tarea para escapar; Y entonces, por intuición o por ser un idiota, Reidar miro a sus espaldas y vio que aquella bestia alzaba uno de sus brazos preparándose para hacer un ataque.
El norteño hizo uso de todas sus fuerzas para arrojar a la muchacha herida a donde estaba más o menos cerca del dragón que escupía fuego y de la hechicera que lanzaba rayo de electricidad por sus manos; Luego tomo del cinturón del goblin y también lo arrojo a donde estaban ambos dos, a pesar de los insultos y maldiciones que le dedicaban; Finalmente, tomo el escudo de madera y pretendió salir corriendo también, pero entonces callo de bruces en la arena y al intentar darse vuelta vio venir el enorme brazo del ser de cristal. Solo tuvo tiempo a alzar sus brazos y poner el escudo entre su cuerpo y el fuerte golpe que se le venía encima. —¡Reidar!—. Llamo el goblin con un grito de espanto cuando vio que el ataque del gigante daba en el blanco y su amigo y socio de negocios desaparecía bajo las arenas, sin saber el destino que le había quedado tras el fuerte golpe recibido.
Reidar
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Re: Las arenas del tiempo [Evento-Guardián del Tiempo]
El tornado de arena causado por el viento de la bruja, sumado al muro de fuego habían logrado mantener a la criatura, cuya estructura física parecía comenzar a reventar ante el calor, pero dando un salto se dejó caer creando un ambos pies una onda expansiva que le ayudó a liberarse; dio la vuelta al notar que sus arenas estaban siendo robadas y avanzó hacia aquellos insensatos ladrones.
Un joven puso a prueba su fuerza lanzando a sus compañeros para ponerlos a salvo de una manera muy poco ortodoxa, sin embargo aquello le costaría caro, pues había quedado completamente indefenso y a merced del monstruo cuyos pasos estaban cada vez más cerca hasta que su pesado puño dibujaba ya una línea que acabaría impactando justo sobre Reidar; tamaña suerte tendría el joven o tal amor le tendrían los dioses que en el último momento el coloso se detuvo para levantar la vista al cielo.
Más de uno le siguió en busca de lo que miraba pero no había rastro de nada, no hasta que un estruendo se escuchó en dirección a la tierra de los elfos; largos y brillantes relámpagos se dibujaron por todo el cielo, el cual ahora se veía más bien como un cristal roto cuyos pedazos oscuros comenzaban a caerse como un vidrio roto dando paso a la luz de un brillante día; el coloso por su parte no solo dejó de moverse, sino que al ser alcanzado por la luz del sol se deshizo en pedazos.
Los trozos de cielo desaparecían antes de tocar el piso y el sol comenzaba a mostrarse sobre ellos, al parecer algo había sucedido en la tierra de los elfos, pero de momento no tendrían idea, su misión seguía siendo llevar la arena que aún sería clave para terminar aquella ola de caos, aunque no de la manera que habían creído originalmente.
* * * * * * * * * * * * * *
Evento finalizado.
Habéis hecho un excelente trabajo para el logro de los objetivos principales.
Por vuestro desempeño recibís ambos 5 puntos de experiencia y 300 aeros
Elen obtiene además un pequeño Frasco de Arenas Azules que deberá refinar y se usará en la próxima ronda de eventos.
Cada frasco equivale a 5 materiales de alquimia (Enviar MP para más información)
Reidar obtiene un Fragmento de Cristal del coloso que deberá moldear y se usará también en la próxima ronda de eventos.
El fragmento equivale a 5 materiales de herrería (Enviar MP para más información)
Los puntos y aeros ya han sido sumados a sus perfiles, gracias por participar.
Un joven puso a prueba su fuerza lanzando a sus compañeros para ponerlos a salvo de una manera muy poco ortodoxa, sin embargo aquello le costaría caro, pues había quedado completamente indefenso y a merced del monstruo cuyos pasos estaban cada vez más cerca hasta que su pesado puño dibujaba ya una línea que acabaría impactando justo sobre Reidar; tamaña suerte tendría el joven o tal amor le tendrían los dioses que en el último momento el coloso se detuvo para levantar la vista al cielo.
Más de uno le siguió en busca de lo que miraba pero no había rastro de nada, no hasta que un estruendo se escuchó en dirección a la tierra de los elfos; largos y brillantes relámpagos se dibujaron por todo el cielo, el cual ahora se veía más bien como un cristal roto cuyos pedazos oscuros comenzaban a caerse como un vidrio roto dando paso a la luz de un brillante día; el coloso por su parte no solo dejó de moverse, sino que al ser alcanzado por la luz del sol se deshizo en pedazos.
Los trozos de cielo desaparecían antes de tocar el piso y el sol comenzaba a mostrarse sobre ellos, al parecer algo había sucedido en la tierra de los elfos, pero de momento no tendrían idea, su misión seguía siendo llevar la arena que aún sería clave para terminar aquella ola de caos, aunque no de la manera que habían creído originalmente.
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Evento finalizado.
Habéis hecho un excelente trabajo para el logro de los objetivos principales.
Por vuestro desempeño recibís ambos 5 puntos de experiencia y 300 aeros
Elen obtiene además un pequeño Frasco de Arenas Azules que deberá refinar y se usará en la próxima ronda de eventos.
Cada frasco equivale a 5 materiales de alquimia (Enviar MP para más información)
Reidar obtiene un Fragmento de Cristal del coloso que deberá moldear y se usará también en la próxima ronda de eventos.
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Ger
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