Descanso y planificación [interpretativo] (2/2) (cerrado)

Después de dejar todo en orden con mi viejito en Lunargenta, a Black en Ulmer y mis asuntos con el gremio en relativa calma, decidí volver al pueblo para comenzar con la planificación de la construcción de mi futura taberna. Estaba feliz, tenía que decirlo. Por primera vez en mi vida las cosas estaban saliendo bien y pronto estarían mejor. “Tiempo al tiempo” me decían, y tenían razón los ancianos. Me había detenido en el lago, la parte de tener que cruzar el territorio de la manada siempre me ponía de malas, pero esta vez me lo tomaría con calma y jugaría cualquier carta, incluso la de la cachorra asustada con tal de volver rápido al pueblo.

Estaba algo cansada por el viaje, observé mi vientre sobre la superficie del lago y sonreí como una estúpida aunque no se notase nada. Me encontraba perdiendo el tiempo cuando una esencia desconocida llegó a mi junto a una ráfaga de viento. Se trataba de un licántropo, uno macho sin dudas. Aunque estuviese más acostumbrada a tratar con los de mi especie aún tenía la manía de observarlos primero. No tenía la necesidad de un altercado, menos cuando estaba tan lejos de mis tierras. Escondida tras unas rocas observé al desconocido acercarse a beber, joven, fuerte, rasgos por demás interesantes. Un par de manos que podrían trabajar muy bien la tierra o quebrar cuellos si se lo proponían. Sin darme cuenta me encontré analizándolo como un posible candidato, tanto para el gremio como para el clan.

Levanté la nariz, estaba solo. Eso era bueno, pero no descartaba la posibilidad de que fuese un mensajero de la manada. Me acerqué sigilosamente por su espalda, cuidándome de no hacer ruido y de ir contra el viento. Si bebes con tanta prisa te hará mal al estómago, el agua no se irá de donde está comenté con media sonrisa dibujada en el rostro. ¿Quién eres y qué haces aquí? ¿Perteneces a la manada? pregunté con el gesto serio, mostrando mis dientes y con las manos sobre el mango del hacha larga. Que no se te ocurra nada chistoso o correrás a tres patas de ahora en más amenacé, en realidad no pensaba atacar a no ser que fuese necesario, sin embargo, dado mi trabajo eran pocos los licántropos de los que no conocía su esencia, y los cachorros de mis enemigos estaban ciertamente dentro de ese grupo.

No veía el distintivo de la manada, pero eso tampoco me aseguraba nada. ¿Conoces a Eona? inquirí una vez más, si el chico caía con esa, entonces definitivamente tendríamos problemas. Mira, no tengo nada contra ti, solo aseguro mi pellejo aquí. Soy Wood Informé, tratando casi en vano de tener un tono conciliador.

Resoplé por la nariz ante su respuesta e hice lo propio con mi arma. Desenfundé el cargamento de armas que llevaba sobre mí: el hacha corta, la larga y la daga. Meh, tampoco tienes que pasarte, un licántropo joven es de temer. Aunque me agrada que no tengas que ver con esos estirados. Ya hace un tiempo que no se les ve, pero aún tengo problemas con los que pertenecían a ese clan y dudo que por la gracia del gran lobo negro se hayan muerto todos ellos… ¿No te encontraste con otros licántropos en la arboleda? pregunté con cierta curiosidad. De su respuesta dependía mi regreso. Eso claro, si venía de esas tierras…Aunque no pudiera fiarme totalmente de la palabra de un desconocido, al menos podría descartar algunos caminos que me retrasarían sin necesidad.

Me dirijo al Sudeste, en concreto, quiero llegar a Ulmer. Estaba haciendo algo de tiempo pensando en la noche no tardará en llegar… y creo que este es un lugar apropiado para descansar[/b] comenté, siempre observante de mi interlocutor. Para ser solitario llevas pocas armas, ¿vives por aquí? volví a preguntar, con una pequeña esperanza de tener un techo bajo el cual pasar la noche. Ah… mis huesos… me quejé, sonando lo bajo de mi espalda con un largo estirón. Me senté con los pies en el agua y me volví al tal Alexein.

Supongo que no te molestará que te llame Alex asumí por mi propia cuenta ya no soy una adolescente para andar corriendo por los bosques. Seguro tienes bastante energía bajo esa piel humana jajaja comenté con cierta gracia. Me interesaba averiguar algunas cosas más sobre él, pero no quería ser demasiado indiscreta y con eso alejarle. Esperé sus respuestas mientras me tumbaba boca arriba sobre la roca, para disfrutar de los rayos del sol. Relajante…

Jooooder jajajaja, empiezas a caerme bien Alex le dije alegre La verdad es que no me gusta ir a la arboleda. Cuando estaba más joven me desterraron de ahí por atravesar esos territorios acompañando a un vampiro. Era casi una cachorra que no tenía idea de donde estaba parada, y esos malditos casi me sacan las entrañas. Tch, menudo clan de licántropos… Si uno de los nuestros atraviesa conmigo los territorios esta vez, tengo certeza de que nos desharemos de ellos dije sintiéndome jovial y llena de energía. Abrí los ojos y me puse boca abajo, mirándole.

Así que a ti también te desterraron, eh. Pues, no sé por qué, pero bienvenido al grupo.¿ Al menos tenías la culpa de lo que hiciste? pregunté en un momento de curiosidad pura. Mira Alex, así como me ves tengo muchas peleas encima, solía ser muy buscapleitos le guiñé un ojo mientras echaba la lengua por unos instantes. No mucho más de lo normal para nosotros, pero bueno… creo que aprendí a no gastar energías porque al final del día las puedes necesitar. ¿Ves? Sueno como una maldita anciana ¡Ja! Puedes reírte de mi si quieres, yo lo hago a menudo

Supongo que la licántropo ya no estará en nuestro camino… dije algo pensativa, volviendo a ponerme de barriga al sol. mmm… Ulmer… Si me caes bien, podría mostrarte una cosa o dos del pueblo. Estuve allí cuando Nana puso la primera piedra en el fiordo comenté, volviendo más de un año atrás en los recuerdos. Yo tampoco tenía un hogar hasta que me uní al clan. Tal vez sea el destino el que nos ha unido hoy. ¿Creen en el destino Alex? le pregunté, sentándome y esperando su respuesta con la cabeza de lado, como si esa cuestión realmente importase.

mmm… fue mi primera respuesta a sus palabras. Le observé acercarse algo ausente, me gustaba su punto de vista, aunque precisamente en ese momento estaba pensando que el mismo destino nos había reunido en ese instante y en ese lugar, con nuestras similitudes. Ambos éramos unos desterrados que buscábamos venganza, aunque él aún no tenía un clan. Su pregunta me sacó de mi ensimismamiento y lo observé con los ojos bien abiertos por un instante. Pude reconocer en él a alguien que no tenía maldad, aquellos ópalos gigantes, serían incapaces de mentir con tal transparencia. Por algunos momentos me sentí tan inferior a él que me dieron ganas de huir del lugar. Aunque en Aerandir habían bestias mucho peores que yo asechando entre las sombras.

Siendo franca, tampoco creo en el destino, pero… por unos instantes creí que él nos había hecho encontrar Sonreí ampliamente, sintiéndome algo tonta. Ahora, hablemos más seriamente dije aclarando mi voz Tú quieres venganza, y yo puedo ayudarte a conseguirla en un futuro tal vez no muy lejano. Aunque mi ayuda tiene un precio considerablemente alto advertí. De lejos se nota que eres un puro y tal vez no te interese lo que una impura desconocida tiene para ofrecerte pero… una vez que lleguemos al pueblo tal vez lo entiendas.

Miré hacia el horizonte y suspiré. Piénsatelo bien y toma el tiempo que necesites, pues estamos hablando de algo muy importante. Mientras tanto, busquemos algo para cazar y dormir con los estómagos llenos. ¿Deberíamos bajar y adentrarnos en el bosque? inquirí poniéndome lentamente en pie. Tomé las armas y con parsimonia las acomodé cada cual en su lugar. Generalmente me acompañan una yegua y un halcón que me ofrecen de vigilantes, asique esta vez estaré confiando en ti mi compañero comenté con cierta nostalgia mientras le daba una palmadita en la espalda. Por cierto, tengo muchos enemigos peligrosos que no solamente son de nuestra raza. Estate atento a todo agregué, el brillo de la broma largamente perdido de entre mis ojos.

¿Vamos?

Las palabras del joven me hubiesen hecho sonrojar en otro momento, Alex podría ser más peligroso de lo que hubiese podido esperar, pero no por lo que aparentaba, sino por lo que no. En otras palabras, cualquiera esperaría que un licántropo macho y joven fuese enérgico –cosa que ya había comprobado- pero también poco racional, algo tonto si se quiere, pero Alex no lo era. Por lo tanto, cuando dijo cosas como que no soy mala o que lucharía a mi lado, me produjo una infinita sensación de felicidad. Era una camaradería que hacía tiempo no sentía. Estaba a gusto con él, podía ser yo misma y relajarme.

En lo que caminábamos él comenzó a hacer preguntas. Me sonreí de lado y chiflé largamente. Veo que por fin se te desató la curiosidad. Es bueno saber que tienes preguntas dije deteniéndome un segundo para verle a los ojos y esbozar un intento de sonrisa. Hay muchas cosas que tienes que saber. Como ya te dije, antes existía el clan de la manada, eran todos de sangre pura y muy elitistas, si no estabas con ellos estabas en su contra, hay muy pocos que pudieron escapar de sus garras. Una líder, Nana, se opuso a ellos y creó un clan: Colmillo de Hierro, al que pertenezco informé, mostrándole la insignia en del mismo tatuada en mi daga y cinturón.

Ulmer es el pueblo del clan, todos aquellos que no tienen un hogar, los desterrados como nosotros, tenemos un lugar al que regresar. Un lugar donde tenemos voz y voto, un sitio seguroparpadee un par de veces, casi que podía sentir una humedad en los ojos, pensar en el pueblo me emocionaba. Raro… tal vez fueran los efectos del embarazo. Creo que aún no respondo tu pregunta. Soy uno de los generales de Ulmer Alex. Mi verdadero nombre es Feith Greenwood agregué.

Te imaginarás que con mi puesto tengo los recursos para ayudarte, pero no solamente mi fuerza proviene del clan, tengo amigos fuera, favores que más de uno o dos peces gordos me deben y dispongo de… “otros” recursos… hice una pausa y continué antes de que él quisiera averiguar más sobre ese punto. Y sobre el precio, MI precio, es tu honor y tal vez muchos años de tu futuro. No serás mi esclavo ni te haré hacer trabajo sucio me apresuré a decir Tampoco puedo darte detalles aún, es demasiado pronto. Pero… cualquier hombre lo encontraría caro

Estábamos llegando a las lindes del bosque. A simple vista se notaba que Alex no se sentía del todo confortable. ¿Asumo que eres más del tipo que corre a cuatro patas? aunque él lo hubiese negado, era simplemente un hecho constatado que ellos preferían sus formas ferales. No te preocupes por mí, veamos lo que tienes dije con un exceso de confianza. Me acerqué a la segunda fila de árboles y comencé a desnudarme, colgando armas y ropa en la rama más cercana. Creo que soy más sigilosa en cuatro patas que en dos, aunque me transformaré según tú lo hagas no quería que se sintiera incómodo. Me volví hacia él y con modestia le miré. Estaba segura que sus ojos se clavarían sobre mis viejas cicatrices, la mayoría de los hombres las encontraban grotescas. Negué con la cabeza y aspiré profundamente. Podía sentir el calor de la bestia recorrer mi cuerpo con fluidez y naturalidad. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir el mundo había cambiado de colores.

¿Transformación equivocada? pensé levantando una oreja y poniendo la cabeza de lado. Yo había elegido la forma feral para cazar en vez de la bípeda. ¿Listo? pregunté con un ladrido silencioso. Alex era un lobo grande, tan oscuro como si hubiese salido del mismo averno. Sus ojos cual dos destellos de luz en medio de tal oscuridad me miraban fijamente, como si tuvieran su propio encanto. Retraje los dientes y ericé un poco los pelos de mi espalda ¿Qué? pregunté a modo de reto, mis instintos más básicos se habían apoderado de mi y solamente un delgado hilo mantenía mi conducta lo más humanamente posible. Frente a un macho como Alex, quería demostrar mi modo alfa, sin embargo luché contra mis instintos para mantenerme en el mayor anonimato posible.

Las diferencias en nuestro pelaje eran como las del día y la noche, él era suave, con el pelo corto y lustroso. Yo era una más dentro de la manada, lo único que me podría llegar a hacer diferente eran los anillos negros que rodeaban mis ojos, muy similares a las ojeras que siempre me acompañaban en mi forma humana. Comencé a trotar hacia un alto, podía sentir el bosque bajo mis patas, la humedad que comenzaba a brotar junto con la noche, la textura de ramas y tierra. Me estaba haciendo una con la naturaleza, sigilosa, sombría… levanté el hocico y aspiré profundamente la esencia del bosque. Abetos, pinos, pájaros, ratones, zorros… una amalgama de rastros. Era como si cada una fuese un color distinto. Alex estaba a mi lado, me dejaba liderar la caza, podía sentirlo en mis flancos como una sombra devastadora.

Ah… agaché las orejas y emití un sonido sordo. ¿También lo sientes? pregunté en nuestro propio lenguaje. Al sur, en un lugar donde la esencia de los árboles se hacía más débil estaba el rastro de un venado. Está solo informé, agachando las orejas apenas un instante antes de salir disparada hacia la presa. No te quedes atrás, dos patas comenté con unos ladridos bajos que parecían risas. Apenas unos minutos pasaron cuando lo ví, grande, majestuoso, ¡precavido! Habiendo dado cuenta de nosotros, buscó correr hacia los lindes con el bosque para perdernos. Aullé a todo pulmón y activé mi modo alfa, aumentando mi tamaño y por tanto el rendimiento de cada una de mis zancadas.

Dado que yo iba por uno de los flancos del animal, esperaba que Alex llegara por el otro o por el frente. Era difícil mantener por mucho tiempo la velocidad del animal, pero entre ambos sería una caza segura.

El animal era veloz, una presa digna de una manada. Quería observar a Alex, saber a quién le confiaría mi descanso esa noche y conocer un poco la naturaleza del lobo que me acompañaría a Ulmer, mi hogar. Corría unos pasos detrás del venado, en uno de sus flancos para mantener cierto control sobre su dirección. Esperaba que mi compañero bípedo se apresurara a aparecer o comenzaría a perder terreno y con él, posiblemente nuestra caza. Las preocupaciones se desvanecieron cuando percibí una sombra oscura aparecer del mismo aire, atacar a la presa y partirle el pescuezo como si se tratara de un pollo. De haber tenido labios que me lo permitieran hubiese dado un largo chiflido. Me acerqué lentamente para unirme al aullido del lobo que, cual reverencia a la luna delataba el resultado de nuestra fructífera caza.

Tal vez por los efectos de la pequeña victoria, los sucesos recientes en mi vida o la compañía de alguien como Alex, mi corazón no dejaba de rebotar como un loco mientras nos dirigíamos silenciosamente a nuestro improvisado campamento. Estaba alegre y dentro de mí se estaba formando la pequeña llama de la ilusión. Pensaba en muchos posibles futuros y por primera vez en mucho tiempo realmente comenzaba a caer en la conclusión de que mi vida iba a cambiar, y si no lo hacía como por arte de magia, yo misma me encargaría de forjar un nuevo destino más pacífico. Envejecer en un ambiente de paz y rodeada de descendientes y personas buenas…

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando casi me doy contra la espalda del lobo. Con algo de desconcierto comprobé que habíamos vuelto a los lindes del bosque. Retrocedí unos pasos y deshice mi transformación. Una caza decente comenté mientras iba por mis trapos y rápidamente me los echaba encima. Estaba que se me hacía agua la boca. ¿Sueles cocinar la carne? pregunté echando mano al cuchillo Si no te importa, este tiene un tamaño decente para sacar un buen cuero comenté con media sonrisa. La luz de la luna era más que suficiente para cuererar al animal y no tuve mayores problemas que el de mover el bulto del mismo para despellejarlo en poco menos de un cuarto de hora. Estas bestias tienen el cuero más fino que una vaca común, pero por lo mismo es bien cotizado si sabes curtirlo y hacer algo con él, de momento no lo podré estaquear, así que supongo que el mejor tratamiento será salarlo… dije con cierta duda.

Siempre llevaba conmigo algo de sal, pero si no la diluía en leche o en agua no sería suficiente para tratar toda la pieza. Eché mano al odre de agua y me dirigí nuevamente a las aguas del lago. Dame unos minutos y estoy contigo le adelanté al joven mientras tomaba carrera para apurar el asunto Si quieres adelántate agregué dudando que fuese capaz de comerse él solo la caza de ambos. Al volver rompí las piedras de sal y las disolví en el agua para luego echarlas la parte de la piel que estaba en contacto con la carne. Con algo de trabajo doblé lo mejor posible la pieza de modo que la parte del pelo quedase hacia afuera sin tocar la mezcla y la até de modo que no entrase aire y que me permitiese cargarla hasta el pueblo. Esto va a tener una muy buena ganancia informé volviéndome a mirar a Alex. Hice un gesto apologético lo siento, no lo podía desperdiciar. Ya podemos comer, ¿necesitas ayuda con algo? pregunté tomando el cuchillo y haciéndolo girar entre mis dedos mientras ponía una cara pícara.



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Off: En subrayado está el comienzo de la utilización de la habilidad pasiva curtiduría, las cursivas señalan toda la acción.

Pensé en hacerle una bromilla a Alex, pero me obligué a sosegarme mientras me mordía el labio inferior. Carne picada en marcha contesté risueña mientras recordaba una vieja anécdota. Empecé por descuartizar la carne, conociendo las coyunturas era asunto de saber hacia dónde poner el bulto del peso mmm a ver… debe de hacer alrededor de un año, más o menos…Aunque no estoy mucho tiempo en el pueblo. Me gustan más los bosques y de vez en cuando hago algunos trabajos por mi cuenta. Verás, el poblado algunas veces se vuelve demasiado pacífico para mí, por lo que algunas veces, como esta, salgo de los lindes de su protección por mi cuenta le alcancé uno de los cuartos una vez que le saqué el pasto que se le había pegado y llevé otro yo hasta el fuego Eres bueno con esto de hacer fogatas comenté mientras le dejaba la pieza y volvía a mi lugar de cortadora.

Cuando vivía sola no me molestaba en cocinar, de hecho aunque esté en mi forma humana como la carne poco menos que cruda. Pero ya que esto a los humanos le parece aberrante puse cara de terror imitando la reacción más común Y sospechoso agregué volviendo a atacar las paletas luego del pequeño receso Decidí intentar aprender a cocinar como se hace en todos lados me enderecé y cargué el juego de brazos. Al lado del fuego, corté las cuatro patas y las tiré a la hoguera para que se quemaran Al principio cortaba todo con mis hachas jajaja, deberías de haber visto el espectáculo jajaja reí echando mis manos a mi estómago cuando comenzó a faltarme el aire. Era atroz cortar una manzana con un arma como esa. Al cabo de un rato me sequé las lágrimas y volví a la carcasa.

En conclusión, con mi nivel actual en la cocina, para lo único que soy buena es cortar, pelar y machacar cualquier cosa agregué, miré a Alex ¿Puedes ayudarme aquí? Necesito que sostengas la pieza para partirle el pecho con el hacha, será más rápido que con el cuchillo. Podemos sacarle el corazón, los riñones y algunas tripas La boca se me hacía agua al pensar en el festín que nos daríamos. ¿Qué haremos con la carne que sobre? pregunté arqueando una ceja, cayendo en cuanta recién que aquello era más de lo que nos podía entrar, al menos en una noche. Al cabo de un rato volví a tomar la palabra ¿Y qué me dices de ti? ¿Llevas mucho desterrado? ¿qué piensas hacer de ahora en más?

Le saqué la lengua a Alex y le guiñé un ojo fufufufu eres muy curioso y tienes poca paciencia parece joven Alex, el tiempo hará de ti un gran licántropo respondí mientras me encargaba de poner a asar una paleta y una pata. Mientras la comida se hacía salé tanto carne como cuero e hice un atado que probablemente pesaba casi el doble de mi propio peso. El silencio había abierto una puerta entre nosotros y nos gratificaba con el poder de la observación. Corté el ingrato silencio con la voz ronca que poco a poco se aclaró hasta sonar como una campana entre los ecos del bosque que rodeaba el claro.

Soy una mala mujer Alex sonreí y enarqué una ceja mientras me mordía la uña del pulgar de forma coqueta soy mala en muchos aspectos, borracha, promiscua, no me importa vender mi hacha con tal de sobrevivir y sólo conozco de los amigos a los que les debo. Mi memoria es mala, sólo recuerda venganza, dolor y traición, las cosas buenas se las lleva el viento. Hice una pausa para evaluar su reacción, pero decidida continué No me importa decir lo que tengo en la mente porque creo que mis puños hablan más alto que mi voz, y lo mismo sucede con mis acciones, nunca pienso por adelantado… hasta ahora. Hace poco cometí un error. Bueno, no se si llamarlo error… Pero creeme, he aprendido la lección. Esta vez la pausa fue más larga. Me paré frente a él, a unos escasos centímetros de sus ojos, examinando la profundidad del lago que reflejaba mi rostro contorsionado.

Levanté mi diestra para alcanzar su rostro, pero la dejé caer pesadamente. Tomé aire profundamente. En el pasado fui una mala pareja, una mala loba y en el presente no se lo que soy. Perdí mi camino cuando encontré asilo en Ulmer. Parece que encontré un camino que no sabía que buscaba y tanta luz me encandiló. ¿Lo has sentido? Observar tanto a la luna llena que parece que te absorbe en su inmenso abrazo… si… mi voz se apagaba junto con las últimas llamas de la hoguera.

Jamás me he arrepentido de nada, siempre he vivido el día a día. Pero ahora mi corazón se atreve a soñar, y mi mente solo quiere romper cosas. Es tan difícil… mmm no sé como explicarlo bien. En mi vientre crece la semilla de un cazador. Bajé la vista al suelo, pero rápidamente me enfoqué en el hombre que estaba frente a mi Él fue como una brisa fresca durante una noche de verano. No conozco su paradero ni estoy segura de que desee conocerlo… pero sólo puedo pensar en el futuro de esta criatura. Una criatura que nacerá de un vientre corrompido. Llevé una de mis manos a mi vientre y otra a mi cabeza, jalando los blancos pelos para ejercer dolor y con ello tal vez algo de calma. ¿Comprendes? pregunté con una mezcla de terror, valentía, amor y odio. Mis piernas cedieron y caí arrodillada al piso. Unas gotas cayeron a mis rodillas y miré fulminante al cielo, sólo para percatarme que la noche era más clara que el cristal. Lo que andaba mal eran mis ojos.

Patética fue la única palabra que se me ocurrió mientras aún estaba en el suelo, probablemente eso pensaba él de mí. Una tonta desconocida rogándole que le ayudase en algo que él no tenía nada que ver. La única cosa que salvaba un poco mi cara era mi ofrecimiento de ayudarle a cambio. La única cosa para la que era buena… Sus manos me obligaron a soltar mi pelo ¿hacía cuánto estaba en esa posición? parecía una eternidad. La calidez de su roce sobre mi mejilla hizo que levantase mi rostro para obligarme a escuchar una respuesta que, debía escuchar, pese a que mi corazón no hacía más que latir errático tal vez temiendo el repudio.

Al principio sus palabras eran neutras, hablaban solamente la verdad, sentí que el entrecejo se me fruncía, aún no llegaba a la parte en la que me rechazaba, pero ya llegaría… una especie de golpe nubló mis sentidos cuando sentí la suave caricia de su mano sobre mi vientre. Entonces alarmada abrí los ojos y sentí que mi respiración se disparaba. Ese era el momento. Un sudor frío envolvió mis manos en lo que pareció ser un montón de tiempo. Él había comprendido claramente mis intenciones, pero su tono no concordaba con la respuesta negativa que esperaba, después de todo ¿quién querría criar al hijo de una asesina con un padre desconocido?. Estaba confundida, muy confundida…

Ah… las palabras finalmente llegaron en un orden que no tenía lógica. Mi cabeza quedó rumiando su respuesta por unos instantes. Mi rostro volvió a la vida cuando mi mandíbula casi se sale en medio de una mueca que probablemente jamás pueda volver a emular. Me había aceptado, ¡Me había aceptado! Esa noche había sido la que había tenido más primeros en mi vida. La primera vez que fui totalmente honesta, la primera vez que alguien aceptaba todo de mí, la primera vez que tuve una promesa y la primera vez que me sentía así. Rodee el cuello de Alex con mis brazos y le abracé con fuerza, jalándole hacia mí. No te arrepentirás, no lo harás, no lo permitiré repetí una y otra vez entre lágrimas que aliviaban la tensión de las últimas semanas. Gracias mascullé entre susurros e hipos, me sentía una cachorra que había vuelto realidad un sueño inalcanzable.

Aunque con la barriga llena y el corazón contento, había sido imposible dormir bien aquella noche. Alexein había demostrado ser mejor persona en una acción de lo que yo había sido –y probablemente sería- en toda mi vida, eso me hacía feliz y me asustaba al mismo tiempo. Dejarle la crianza del cachorro a un desconocido era, cuanto menos, estúpido; sin embargo, estaba segura de que nuestro encuentro no había sido una mera casualidad. Los dioses me habían enviado a ese lobo negro y yo tomaría la oportunidad. De todas formas, no era como que pensase dejarlo solo con mi criatura, sino que quería que él me acompañase en ese camino y que el pequeño no creciese sin la figura de un hombre en la casa. Tampoco era como si de un día para el otro fuese a depender de un desconocido.

No… no podía dormir. Nunca me habían importado los chismes, en general eso no era la principal característica del pueblo lupino, pero…me preocupaba. También me preocupaba que este muchacho se enterase de mi pasado, de lo que era en realidad y que decidiese abandonarme. ¿Tal vez estaba pensando en eso cuando se acostó? Quizás sólo le daba lástima y me escoltaría hasta el pueblo, con palabras lindas para no regresar jamás… Quería creer en él. Apreté los puños y cerré los ojos. Me dormí para despertar entre pesadillas varias veces mientras la luna alumbraba nuestra soledad. A esas alturas debería de estar acostumbrada a la sangre, a revivir noche tras noche los dolores en mi carne y en mi mente, a despertar exaltada y a llorar en silencio. Pero no era así. En mi interior, la parte más oscura de mí parecía siempre encontrar una forma para recrudecer las imágenes horrendas que me mostraba, en infinitas y perturbadoras elecciones, mezclando pasado, presente y futuro, alterando el tiempo dentro de la fantasía. Cambiando formas y naturalezas. Lo odiaba.

La mañana transcurrió en silencio. En la madrugada, cansada de intentarlo, e incluso con temor de volver a cerrar los ojos, me senté sobre una piedra a mirar cómo se escondía la luna y aparecía el sol. El joven licántropo tenía el sueño bastante pesado. Sonreí al observarle descansar. Ojalá yo tuviese esa capacidad asombrosa de poder reposar con tanta paz. Fuese lo que fuese que deparase el destino para nosotros, estaba contenta de haberme cruzado con una persona de conciencia. Él despertó poco después del amanecer. Le miré con cierta ilusión; no estaría mal que ese ser que cargaba en mi vientre aprendiese de la gracia y la elegancia del licántropo frente a mí.

Regresamos lentamente a Ulmer, cargando con la carne y las pieles. Con la ropa puesta, aún no se notaba mi gravidez, pero era cuestión de tiempo que aquello sucediese. Ulmer… mi pueblo. Estaremos esperando. me detuve en silencio y antes de darme la vuelta para entrar en los confines de colmillo de hierro agregué Si necesitas algo… sabes donde encontrarme un creciente fruncimiento ocupó mi frente. Le hice un adiós con mi diestra y comencé mi camino de retorno entre las humildes casas de lo que consideraba el mejor lugar en el mundo.