[CERRADO] Un trago más y marchamos.
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Re: [CERRADO] Un trago más y marchamos.
El comentario del biocibernético molestó a Frith, aunque imaginaba que Alois no tenía mala intención al decirlo. Seguramente para él, debía ser complicado entender al joven que se charlaba junto a ellos.
- Calma. Calma-, sonrió. - No hay por qué enfadarse. Alois no ha podido ver el inicio de la pelea, eso es todo-, le comentó al alto. - Yo fui testigo de cómo Frith fue increpado por dos sujetos, justo en el momento en el que entraba a esta taberna. Después de defenderse de ellos, uno escapó para buscar ayuda, y el resto ya lo conoces-, le explicó al bio.
El queso no se podía desaprovechar, así que siguió comiendo de este mientras escuchaba lo que tenían que decir sus compañeros de mesa. Le alegraba que los hombres le creyeran de primeras, y en cierto modo le pareció curioso. Había conocido a suficientes personas para saber que no todo el mundo confiaba en alguien tan pronto. Y no podía reprochárselos, había mucho timador y mentiroso suelto.
Sin embargo, aquellos hombres le habían creído sin tener que dar más explicaciones, ni aportar documento alguno que acreditara lo que decía. Sin duda, debían ser buena gente.
- Maldita sea. No os prestaré mi bolsa de monedas, o seguramente se la deis al primer chico majo que pase por aquí-, bromeó y se carcajeó. - Gracias, ustedes también son buenos tipos. Se nota. Siempre es agradable conocer gente buena-, sonrió a sus compañeros de mesa, y alzó la jarra de cerveza.
Después tomó un nuevo trago de su bebida, y posó la jarra sobre la mesa nuevamente. Qué podía decir, la cerveza no mejoraba con cada toma, pero al menos se estaba acostumbrando a su sabor.
- Así es Frith. Siempre se me ha dado bien el combate, así que intenté sacarle partido de la mejor manera posible. Podía haberme enrolado en cualquier ejército, y siempre hubiera estado luchando para este. Sin importar las motivaciones que llevaran a ese ejército a la guerra-, se llevó a la boca un trozo de jamón en esta ocasión. - Claro, siempre podría desertar, si fuera a luchar en una guerra que no creía justa. Pero en vez de eso, decidí que lo mejor era ir por libre, y elegir en cada momento cual era la causa que más me gustaba-, aclaró.
Esa era la vida de un mercenario, después de todo. Un soldado de fortuna que no tenía patria, ni bando definido. Algo que en sí, no era malo. El problema es que la mayoría de las personas que escogían un oficio como el suyo, lo hacían movidos únicamente por el vil metal. Por eso los apodaban soldados de fortuna, porque generalmente, todo mercenario luchaba pensando solamente en el dinero que iba a ganar. Y si dicha empresa y riesgo merecía la cantidad ofrecida.
Era por gente así, que el trabajo de mercenario tenía mala fama. Pero en su caso, solamente era uno porque le permitía ser libre para elegir.
- Sí, es un sitio tranquilo. De casas de un piso. Es bastante distinto de la ciudad en la que te has criado-, comentó, recordado que había dicho que siempre había vivido en Lunargenta. - Excelente-, dijo esta vez, al escuchar que ambos hombres veían bien la idea de ir primero a por la comida a la ciudad, y luego a Ulmer. - Será divertido poder viajar en compañía, y tener con quien charlar y acampar.
En ese momento escuchó la referencia del bio por el vino, y no pudo evitar tener gran curiosidad por sus motivaciones para ello. En un principio había pensado que simplemente le encantaba el vino, y por eso se había quedado tan dolido cuando aquel sujeto había roto la botella sobre la mesa. Pero en esta ocasión, había comentado que también era necesario. Curioso, muy curioso.
- Vaya, Alois. Eres todo un amante del vino-, respondió divertido. - Aunque si no he entendido mal, ¿has dicho que lo necesitas? - preguntó, intentando saciar su interés. - Bueno, si tanto necesitas ese vino. Podemos comprar una botella para el camino. Y ya cuando terminemos de comer, partir en cuanto el tiempo mejore. Será un agradable paseo hasta la ciudad-, dijo finalmente.
Una buena charla con comida, era todo lo que necesitaba para pasar un buen rato, hasta el momento en el que pudiera proseguir su camino. Un camino que en principio pensaba seguir solo, pero que los avatares del destino habían querido que fuera en compañía de dos recién conocidos.
Unos chicos bastante simpáticos. Y que solamente el mismo destino que los había unido, sabía que les depararía de aquí en adelante.
- Calma. Calma-, sonrió. - No hay por qué enfadarse. Alois no ha podido ver el inicio de la pelea, eso es todo-, le comentó al alto. - Yo fui testigo de cómo Frith fue increpado por dos sujetos, justo en el momento en el que entraba a esta taberna. Después de defenderse de ellos, uno escapó para buscar ayuda, y el resto ya lo conoces-, le explicó al bio.
El queso no se podía desaprovechar, así que siguió comiendo de este mientras escuchaba lo que tenían que decir sus compañeros de mesa. Le alegraba que los hombres le creyeran de primeras, y en cierto modo le pareció curioso. Había conocido a suficientes personas para saber que no todo el mundo confiaba en alguien tan pronto. Y no podía reprochárselos, había mucho timador y mentiroso suelto.
Sin embargo, aquellos hombres le habían creído sin tener que dar más explicaciones, ni aportar documento alguno que acreditara lo que decía. Sin duda, debían ser buena gente.
- Maldita sea. No os prestaré mi bolsa de monedas, o seguramente se la deis al primer chico majo que pase por aquí-, bromeó y se carcajeó. - Gracias, ustedes también son buenos tipos. Se nota. Siempre es agradable conocer gente buena-, sonrió a sus compañeros de mesa, y alzó la jarra de cerveza.
Después tomó un nuevo trago de su bebida, y posó la jarra sobre la mesa nuevamente. Qué podía decir, la cerveza no mejoraba con cada toma, pero al menos se estaba acostumbrando a su sabor.
- Así es Frith. Siempre se me ha dado bien el combate, así que intenté sacarle partido de la mejor manera posible. Podía haberme enrolado en cualquier ejército, y siempre hubiera estado luchando para este. Sin importar las motivaciones que llevaran a ese ejército a la guerra-, se llevó a la boca un trozo de jamón en esta ocasión. - Claro, siempre podría desertar, si fuera a luchar en una guerra que no creía justa. Pero en vez de eso, decidí que lo mejor era ir por libre, y elegir en cada momento cual era la causa que más me gustaba-, aclaró.
Esa era la vida de un mercenario, después de todo. Un soldado de fortuna que no tenía patria, ni bando definido. Algo que en sí, no era malo. El problema es que la mayoría de las personas que escogían un oficio como el suyo, lo hacían movidos únicamente por el vil metal. Por eso los apodaban soldados de fortuna, porque generalmente, todo mercenario luchaba pensando solamente en el dinero que iba a ganar. Y si dicha empresa y riesgo merecía la cantidad ofrecida.
Era por gente así, que el trabajo de mercenario tenía mala fama. Pero en su caso, solamente era uno porque le permitía ser libre para elegir.
- Sí, es un sitio tranquilo. De casas de un piso. Es bastante distinto de la ciudad en la que te has criado-, comentó, recordado que había dicho que siempre había vivido en Lunargenta. - Excelente-, dijo esta vez, al escuchar que ambos hombres veían bien la idea de ir primero a por la comida a la ciudad, y luego a Ulmer. - Será divertido poder viajar en compañía, y tener con quien charlar y acampar.
En ese momento escuchó la referencia del bio por el vino, y no pudo evitar tener gran curiosidad por sus motivaciones para ello. En un principio había pensado que simplemente le encantaba el vino, y por eso se había quedado tan dolido cuando aquel sujeto había roto la botella sobre la mesa. Pero en esta ocasión, había comentado que también era necesario. Curioso, muy curioso.
- Vaya, Alois. Eres todo un amante del vino-, respondió divertido. - Aunque si no he entendido mal, ¿has dicho que lo necesitas? - preguntó, intentando saciar su interés. - Bueno, si tanto necesitas ese vino. Podemos comprar una botella para el camino. Y ya cuando terminemos de comer, partir en cuanto el tiempo mejore. Será un agradable paseo hasta la ciudad-, dijo finalmente.
Una buena charla con comida, era todo lo que necesitaba para pasar un buen rato, hasta el momento en el que pudiera proseguir su camino. Un camino que en principio pensaba seguir solo, pero que los avatares del destino habían querido que fuera en compañía de dos recién conocidos.
Unos chicos bastante simpáticos. Y que solamente el mismo destino que los había unido, sabía que les depararía de aquí en adelante.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO] Un trago más y marchamos.
– Puedes estar tranquilo, compañero –le guiño un ojo a Alois, en cuanto me dice que puedo hacer preguntas, pero siempre guardando respeto. El autómata tiene razón, así que es lo menos que podría hacer.
Luego tomo un largo trago de cerveza. Los miro a ambos, parece que marcharemos juntos hacia Lunargenta, y aunque no estaba dentro de mis planes, no me parece mal regresar para hacer un par de cosas. afortunadamente, lo bueno que me llevo de todo esto es que viene conmigo un viajero más que experimentado en el combate, por lo que encuentre lo que encuentre en Ulmer, seguramente podre desenvolverme sin que haya conflictos. Además, un viajero acompañado inspira más confianza que un viajero solitario.
Parece que las cosas comienzan a ir bien. Conozco buenas personas, pruebo una cerveza bastante mala, pero al sino tiempo barato –irónicamente la cerveza de calidad y la que sabe a pis de troll suelen tener una escasa distancia en su precio–, pero al mismo tiempo he probado buen queso y buena atención por parte del tabernero gracias a nuestra improvisada pelea.
También he conseguido algunas monedas, cosa que siempre es de agradecer. Pero ahora debería dejar de beber alcohol, al menos en estos momentos, dado que estoy comenzando a sentir algunos mareos. Y es que dirijo la mirada a Alois y lo veo doblemente. Dos autómatas mirándome en una mezcla de prejuicio y curiosidad. Y ahora miro a Vincent, y veo al mismo hombre rubio amable, que guarda en su corazón el espíritu de un hombre sanguinario que por dinero –y seguramente también por placer– mata a quien sea necesario matar para poder obtener su sustento. Bueno, es algo que también he hecho yo. ¿No es así? Dejo escapar un gran bostezo y poso la palma de mis manos sobre la mesa. No sé cómo decirles que ya va siendo hora de que nos marchemos. O de lo contrario, seguiré bebiendo sin descanso.
– Gracias por defender mi situación, Vincent –digo en cuanto recuerdo que hace tan solo un momento, ha estado justificando mis actos, nombrándose a sí mismo como testigo de lo sucedido–. No me gusta entrar en esta clase de conflictos, pero hay ocasiones en las que simplemente es inevitable.
Esbozo una media sonrisa. Vincent seguramente duda de nuestro criterio. Los tres acabamos de conocernos, y ya estamos diciendo cosas agradables el uno sobre el otro.
– Bueno Vincent… tampoco creo que ninguno de los tres hayamos percibido alguna razón por la que debamos desconfiar de alguno de los tres –me arriesgo a comentar, aun sabiendo que Alois seguramente pondrá en duda mis palabras. Mas por mí que por Vincent–.[/i][/color] Siempre hay que dar una oportunidad, un voto de confianza. Por lo menos yo soy de esas personas que te ofrece una oportunidad de mostrar que eres un buen hombre, y si lo que recibo a cambio es decepción, la enemistad posterior es indestructible.[/i][/color]
Recuerdo haber perdido muchas amistades por ser así. Pero es mucho mejor, me ha venido mucho mejor. Perteneciendo a un núcleo familiar tan pequeño y sencillo como el que somos mi hermana y yo, debía ir con mucho cuidado con la gente. Y siempre he preferido y he visto más conveniente dar mi voto de confianza al poco de conocer a mi interlocutor, y que, si me va a decepcionar en algún momento de la vida, lo haga lo antes posible. Asi puedo ver como es cada persona realmente, antes de que tenga la posibilidad de causarme un mal mayor.
– Bueno caballeros. Ya hemos tomado más de un trago. Creo que va siendo hora de que marchemos. ¿No creéis?
Luego tomo un largo trago de cerveza. Los miro a ambos, parece que marcharemos juntos hacia Lunargenta, y aunque no estaba dentro de mis planes, no me parece mal regresar para hacer un par de cosas. afortunadamente, lo bueno que me llevo de todo esto es que viene conmigo un viajero más que experimentado en el combate, por lo que encuentre lo que encuentre en Ulmer, seguramente podre desenvolverme sin que haya conflictos. Además, un viajero acompañado inspira más confianza que un viajero solitario.
Parece que las cosas comienzan a ir bien. Conozco buenas personas, pruebo una cerveza bastante mala, pero al sino tiempo barato –irónicamente la cerveza de calidad y la que sabe a pis de troll suelen tener una escasa distancia en su precio–, pero al mismo tiempo he probado buen queso y buena atención por parte del tabernero gracias a nuestra improvisada pelea.
También he conseguido algunas monedas, cosa que siempre es de agradecer. Pero ahora debería dejar de beber alcohol, al menos en estos momentos, dado que estoy comenzando a sentir algunos mareos. Y es que dirijo la mirada a Alois y lo veo doblemente. Dos autómatas mirándome en una mezcla de prejuicio y curiosidad. Y ahora miro a Vincent, y veo al mismo hombre rubio amable, que guarda en su corazón el espíritu de un hombre sanguinario que por dinero –y seguramente también por placer– mata a quien sea necesario matar para poder obtener su sustento. Bueno, es algo que también he hecho yo. ¿No es así? Dejo escapar un gran bostezo y poso la palma de mis manos sobre la mesa. No sé cómo decirles que ya va siendo hora de que nos marchemos. O de lo contrario, seguiré bebiendo sin descanso.
– Gracias por defender mi situación, Vincent –digo en cuanto recuerdo que hace tan solo un momento, ha estado justificando mis actos, nombrándose a sí mismo como testigo de lo sucedido–. No me gusta entrar en esta clase de conflictos, pero hay ocasiones en las que simplemente es inevitable.
Esbozo una media sonrisa. Vincent seguramente duda de nuestro criterio. Los tres acabamos de conocernos, y ya estamos diciendo cosas agradables el uno sobre el otro.
– Bueno Vincent… tampoco creo que ninguno de los tres hayamos percibido alguna razón por la que debamos desconfiar de alguno de los tres –me arriesgo a comentar, aun sabiendo que Alois seguramente pondrá en duda mis palabras. Mas por mí que por Vincent–.[/i][/color] Siempre hay que dar una oportunidad, un voto de confianza. Por lo menos yo soy de esas personas que te ofrece una oportunidad de mostrar que eres un buen hombre, y si lo que recibo a cambio es decepción, la enemistad posterior es indestructible.[/i][/color]
Recuerdo haber perdido muchas amistades por ser así. Pero es mucho mejor, me ha venido mucho mejor. Perteneciendo a un núcleo familiar tan pequeño y sencillo como el que somos mi hermana y yo, debía ir con mucho cuidado con la gente. Y siempre he preferido y he visto más conveniente dar mi voto de confianza al poco de conocer a mi interlocutor, y que, si me va a decepcionar en algún momento de la vida, lo haga lo antes posible. Asi puedo ver como es cada persona realmente, antes de que tenga la posibilidad de causarme un mal mayor.
– Bueno caballeros. Ya hemos tomado más de un trago. Creo que va siendo hora de que marchemos. ¿No creéis?
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: [CERRADO] Un trago más y marchamos.
Por confirmación del mismo Vincent parecía ser cierto que Frith había sido el agredido, tal vez mi punto de vista había sido erróneo. Aunque no descartaba el hecho de que Frith tuviese una personalidad explosiva, se podía notar cómo podía estallar con cualquier nimiedad “importante” y no me quería imaginar cómo sería cuando algo realmente lo sacara de su sano juicio, podría formarse un verdadero caos a pequeña escala. Otro dato importante es que Frith parecía guardar sus preguntas, al menos sabía controlar la curiosidad “Una cosa compensa la otra.”
- ¿Por qué le daría tu bolsa de dinero al primer chico que pase? – No entendía aquello, se supone que si era propiedad de Vincent no podía darse loa otro sin el permiso de él, era lo más lógico para el asunto. - ¿Acaso debo desconfiar de alguien? – Nuevamente era algo que escuchaba y no entendía, generalmente no confiaba o desconfiaba a decir verdad, simplemente me dejaba llevar, si no había problema alguno no existía razón para que estuviese pendiente de todo lo que sucedía, además me habían regalado licor, un gesto amable no daba motivos para desconfiar. – Y tengo también otra leve duda, tal vez para ustedes sea algo obvio pero para mí no ¿Por qué casi luego de cada palabra levantan su jarra? Pareciera que lo hacen para re-afirmar algo ¿Tiene alguna clase de mensaje oculto?
- Los ejércitos muchas veces seguían ideales ciegos, no les interesaba lo que hacían o como lo hacían… mientras siguiesen una orden de batalla eran felices, aunque creo que las cosas ya cambiaron un poco. – Al menos Vicent parecía ser alguien que razonaba y usaba la lógica para sus actos, puede que aun estuviese el debate de si lo que hacía estaba bien o mal pero tenía criterio propio para efectuarlos, quizá si viajaba solo para hacer el bien… quizá.
Resultaba interesante el método que Frith utilizaba para socializar, solo daba una oportunidad y se basaría totalmente en ella para saber si tenía un amigo o un enemigo… realmente me parecía un método poco factible ¿Curioso? Si, muy curioso pero nada factible. Tenía entendido que la gente suele cometer errores, muchos para ser exactos y dando una sola oportunidad no se podría sacar mucho.
- Así es, necesito el Vino. En mejores palabras, el vino es para mí lo que el aire es para ustedes, un capricho necesario que me exige la naturaleza. – Bueno, que me exige la naturaleza y mi motor, más que nada el motor. – Si, con una botella puedo estar a gusto para el camino, aunque en Lunargenta deberé reponer el resto por obligación.
Tomé un poco de queso antes de que mis colegas se lo acabaran todo, me había centrado tanto en la charla y en pensar que había pasado por alto el hecho de dar un bocado, quizá después tuviese más tiempo para aquello pero no me iba a ir con las manos ni el estomago vació… aunque ambas cosas estaban literalmente llenas de Vino.
- Por mí no existe mucha prisa, ustedes pónganse de acuerdo para partir. – Comenté a ambos compañeros mientras me ponía de pie. – Si no les molesta, voy a pedir el vino antes de que sea demasiado tarde. – Y así me alejé a la barra con un par de botellas bajo el brazo, si, podía solo pedir una pero realmente tener más de una reserva era lo ideal.
- ¿Por qué le daría tu bolsa de dinero al primer chico que pase? – No entendía aquello, se supone que si era propiedad de Vincent no podía darse loa otro sin el permiso de él, era lo más lógico para el asunto. - ¿Acaso debo desconfiar de alguien? – Nuevamente era algo que escuchaba y no entendía, generalmente no confiaba o desconfiaba a decir verdad, simplemente me dejaba llevar, si no había problema alguno no existía razón para que estuviese pendiente de todo lo que sucedía, además me habían regalado licor, un gesto amable no daba motivos para desconfiar. – Y tengo también otra leve duda, tal vez para ustedes sea algo obvio pero para mí no ¿Por qué casi luego de cada palabra levantan su jarra? Pareciera que lo hacen para re-afirmar algo ¿Tiene alguna clase de mensaje oculto?
- Los ejércitos muchas veces seguían ideales ciegos, no les interesaba lo que hacían o como lo hacían… mientras siguiesen una orden de batalla eran felices, aunque creo que las cosas ya cambiaron un poco. – Al menos Vicent parecía ser alguien que razonaba y usaba la lógica para sus actos, puede que aun estuviese el debate de si lo que hacía estaba bien o mal pero tenía criterio propio para efectuarlos, quizá si viajaba solo para hacer el bien… quizá.
Resultaba interesante el método que Frith utilizaba para socializar, solo daba una oportunidad y se basaría totalmente en ella para saber si tenía un amigo o un enemigo… realmente me parecía un método poco factible ¿Curioso? Si, muy curioso pero nada factible. Tenía entendido que la gente suele cometer errores, muchos para ser exactos y dando una sola oportunidad no se podría sacar mucho.
- Así es, necesito el Vino. En mejores palabras, el vino es para mí lo que el aire es para ustedes, un capricho necesario que me exige la naturaleza. – Bueno, que me exige la naturaleza y mi motor, más que nada el motor. – Si, con una botella puedo estar a gusto para el camino, aunque en Lunargenta deberé reponer el resto por obligación.
Tomé un poco de queso antes de que mis colegas se lo acabaran todo, me había centrado tanto en la charla y en pensar que había pasado por alto el hecho de dar un bocado, quizá después tuviese más tiempo para aquello pero no me iba a ir con las manos ni el estomago vació… aunque ambas cosas estaban literalmente llenas de Vino.
- Por mí no existe mucha prisa, ustedes pónganse de acuerdo para partir. – Comenté a ambos compañeros mientras me ponía de pie. – Si no les molesta, voy a pedir el vino antes de que sea demasiado tarde. – Y así me alejé a la barra con un par de botellas bajo el brazo, si, podía solo pedir una pero realmente tener más de una reserva era lo ideal.
Alois
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Re: [CERRADO] Un trago más y marchamos.
Ambos hombres hablaron y expusieron sus opiniones, y estaba encantado con lo que habían dicho. Poco a poco cada uno de ellos fue entendiendo mejor la postura del otro, así que tenía pinta de que formarían un grupo variopinto. Con sus diferencias, como era lógico, pero con una buena compenetración para pasarlo bien durante el viaje.
- No tienes que agradecérmelo, Frith. Simplemente, para cualquiera que no estuviera en la taberna de antemano, era imposible saber que había pasado para que se iniciara la pelea-, comentó. - Y Alois es uno de ellos, así que era mejor informarle, y que sepa toda la historia-, terminó de explicar.
Ciertamente, el alto podía parecer alguien que buscara pelea. Lo que había hecho anteriormente, cuando tomó las sillas de la otra mesa, así parecían probarlo. No era una buena idea meterse con el olor de nadie, si no querías que este intentara algo contra ti. Y vaya si había conseguido enfadar al tipo de aquella mesa. La botella de vino había sido víctima de ello, y seguramente también un poco del alma de Alois. Nunca había visto a una persona tan dolida por perder vino.
No obstante, con respecto al combate de borrachos que se había generado, lo cierto es que la habían iniciado los dos hombres que molestaban a Frith cuando él entró a la taberna, y no al revés. El alto tendría que pulir un poco sus formas sino quería acabar molestando a la gente con la que se encontrara a lo largo de su vida. Pero con respecto a aquella pelea en particular, no era más que alguien que se había defendido.
- No. No. Tranquilo. Solo era una broma-, comentó, recordando que el biocibernético no pillaba bien ese tipo de comentarios. Tendría que esforzarse para ser un poco más serio en su forma de hablar. - Lo de levantar la jarra, es un símbolo de amabilidad, cortesía y respeto por lo que dice con quien conversamos. También está el caso donde se entrechocamos las copas para hacer un brindis, y de ese modo, esperar sellar las futuras venturas con buena suerte. También vale, solamente alzar la copa para ello. Así que puedo decir en mi caso, que es un poco de ambas cosas-, le aclaró a Alois.
El propio Alois pareció comprender a la perfección lo que había tratado de explicar de su trabajo y de los demás ejércitos. El bio entendió lo imposible que es decidir siendo el engranaje más de una tropa, y que siendo mercenario, por mala fama que tuviera el oficio, podía decidir y elegir.
- Cierto, cierto. Siempre hay que dar un voto de confianza, y una oportunidad a todas las personas que nos encontramos-, estuvo de acuerdo con Frith. - Y eso demuestra la calidad de las personas con las que me he encontrado. Al fin y al cabo, que otra cosa puede hacer un buen hombre, que dar una oportunidad al menos. Son buena gente-, comentó con sinceridad.
Había que ser algo espabilado en la vida. Lo suficiente para saber que muchas de las personas que se encontraba uno por los caminos, no iban a intentar sacar otra cosa que provecho de uno. Pero había que saber medir y ser justo, y no ser excesivamente desconfiado con todo el mundo. Había que saber dar oportunidades, como bien había dicho Frith.
- Ya entiendo. Necesitas el vino para sobrevivir-, contestó al bio. Eso explicaba la reacción que había tenido anteriormente. Para él, es como si hubieran destrozado una botella de agua, estando totalmente sediento. - Pues ve por ese vino. Nosotros te esperamos aquí, y en cuanto tengas todo lo que necesite, podremos marchar. Como ya ha dicho Frith, ya hemos tomado suficientes tragos, así que toca ir a Lunargenta-, sonrió, y tomó un largo trago de lo quedaba de la cerveza de su jarra.
Era mala, pero había pagado por ella. No pensaba dejar ni una sola gota en su vaso.
- Bueno caballeros. Creo que lo pasaremos bien en nuestro viaje-, dijo, después de limpiarse la barba y dejar la taza vacía sobre la mesa. Para después marca una amplia sonrisa en sus labios antes de recoger su morral de viaje.
Estaba deseoso de salir a los caminos una vez más. Deseoso de encontrar nuevas aventuras. Pues sería muy interesante viajar con aquel dúo tan dispar. No le cabía ninguna duda de que sería divertido.
- No tienes que agradecérmelo, Frith. Simplemente, para cualquiera que no estuviera en la taberna de antemano, era imposible saber que había pasado para que se iniciara la pelea-, comentó. - Y Alois es uno de ellos, así que era mejor informarle, y que sepa toda la historia-, terminó de explicar.
Ciertamente, el alto podía parecer alguien que buscara pelea. Lo que había hecho anteriormente, cuando tomó las sillas de la otra mesa, así parecían probarlo. No era una buena idea meterse con el olor de nadie, si no querías que este intentara algo contra ti. Y vaya si había conseguido enfadar al tipo de aquella mesa. La botella de vino había sido víctima de ello, y seguramente también un poco del alma de Alois. Nunca había visto a una persona tan dolida por perder vino.
No obstante, con respecto al combate de borrachos que se había generado, lo cierto es que la habían iniciado los dos hombres que molestaban a Frith cuando él entró a la taberna, y no al revés. El alto tendría que pulir un poco sus formas sino quería acabar molestando a la gente con la que se encontrara a lo largo de su vida. Pero con respecto a aquella pelea en particular, no era más que alguien que se había defendido.
- No. No. Tranquilo. Solo era una broma-, comentó, recordando que el biocibernético no pillaba bien ese tipo de comentarios. Tendría que esforzarse para ser un poco más serio en su forma de hablar. - Lo de levantar la jarra, es un símbolo de amabilidad, cortesía y respeto por lo que dice con quien conversamos. También está el caso donde se entrechocamos las copas para hacer un brindis, y de ese modo, esperar sellar las futuras venturas con buena suerte. También vale, solamente alzar la copa para ello. Así que puedo decir en mi caso, que es un poco de ambas cosas-, le aclaró a Alois.
El propio Alois pareció comprender a la perfección lo que había tratado de explicar de su trabajo y de los demás ejércitos. El bio entendió lo imposible que es decidir siendo el engranaje más de una tropa, y que siendo mercenario, por mala fama que tuviera el oficio, podía decidir y elegir.
- Cierto, cierto. Siempre hay que dar un voto de confianza, y una oportunidad a todas las personas que nos encontramos-, estuvo de acuerdo con Frith. - Y eso demuestra la calidad de las personas con las que me he encontrado. Al fin y al cabo, que otra cosa puede hacer un buen hombre, que dar una oportunidad al menos. Son buena gente-, comentó con sinceridad.
Había que ser algo espabilado en la vida. Lo suficiente para saber que muchas de las personas que se encontraba uno por los caminos, no iban a intentar sacar otra cosa que provecho de uno. Pero había que saber medir y ser justo, y no ser excesivamente desconfiado con todo el mundo. Había que saber dar oportunidades, como bien había dicho Frith.
- Ya entiendo. Necesitas el vino para sobrevivir-, contestó al bio. Eso explicaba la reacción que había tenido anteriormente. Para él, es como si hubieran destrozado una botella de agua, estando totalmente sediento. - Pues ve por ese vino. Nosotros te esperamos aquí, y en cuanto tengas todo lo que necesite, podremos marchar. Como ya ha dicho Frith, ya hemos tomado suficientes tragos, así que toca ir a Lunargenta-, sonrió, y tomó un largo trago de lo quedaba de la cerveza de su jarra.
Era mala, pero había pagado por ella. No pensaba dejar ni una sola gota en su vaso.
- Bueno caballeros. Creo que lo pasaremos bien en nuestro viaje-, dijo, después de limpiarse la barba y dejar la taza vacía sobre la mesa. Para después marca una amplia sonrisa en sus labios antes de recoger su morral de viaje.
Estaba deseoso de salir a los caminos una vez más. Deseoso de encontrar nuevas aventuras. Pues sería muy interesante viajar con aquel dúo tan dispar. No le cabía ninguna duda de que sería divertido.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO] Un trago más y marchamos.
– Por mí no existe mucha prisa, ustedes pónganse de acuerdo para partir –había dicho el biocibernético. Frith se había quedado mirándolo unos instantes mas, y luego dirigió la vista hacia Vincent. El aseguraba que lo pasarían bien en aquella marcha. Aquel grupo que había surgido de repente en el momento mas inesperado, fruto de un conflicto sin sentido en una taberna cualquiera.
– Pide todo el vino que gustes, compañero –dijo Frith mientras le sonreía. Luego hablo a Vincent–. También yo lo creo. Que lo pasaremos bien. Admito que ha sido divertido, inclusive la interrupción del autómata –se le escapó nuevamente aquella palabra que tanto molestaba al biocibernético. Por fortuna, el no estaba presente en aquellos momentos, dado que había marchado para abastecerse de bebidas fermentadas–. Aun así, necesitaría hacer algo antes de partir. Así que podríamos encontrarnos aquí mismo en la taberna después de una hora. Te parece bien, Vincent?
(meta roleo, espero que no te importe, Vincent).
El rubio asintió con una sonrisa, aprobando la decisión de Friðþjófur, y este se marcho tras buscar con la mirada al biocibernético. Dado que estaba demasiado ocupado encargándose de pedir el vino, prefirió no saludarlo y marchar cuanto antes, para poder resolver sus asuntos lo antes posible. En cuanto Frith se marcho de la taberna, se dirigió hacia una pequeña tienda de alimentos que había cerca de la taberna. Se mantuvo allí cerca de diez minutos, buscando y curioseando entre los alimentos y los artículos que aquel pequeño mercado tenia. Pues muchos de los productos eran curiosos y traídos de otras regiones del mundo; el encanto de los pequeños mercados en las afueras de las grandes ciudades.
Compro un poco de pan, y un queso de fuerte olor y tono verdoso, fermentado y perfecto para untar sobre el pan. A Frith le gustaba llevar consigo aquel queso pues pensaba que no era necesario mantener un excesivo cuidado o un gran apuro para comerlo, pues «ya se encontraba podrido», por lo tanto lo consideraba un alimento idóneo para los viajes largos. Compro también algunas frutas, y un saco lo suficientemente grande como para llevar todo eso, pero no excesivamente como para resultar molesto en sus caminatas. Luego se dirigió hacia el pequeño establecimiento de correos que tenia aquel poblado. Enviaría una carta a su hermana. No sabia como explicarle que iba a retrasar una vez mas el viaje; no sabia que clase de respuesta podría esperar de ella. Aun así, nunca recibía una respuesta, al fin y al cabo el todavía no tenia un hogar fijo al que pudiera enviarlas.
Escribió una carta. Un poco escueta, pero lo suficientemente detallada como para que su hermana comprendiera las razones de su decisión. Unos detalles en parte imaginarios, dado que había tratado de no escribir algo parecido a «estuve en una pelea, y durante la pelea conocí a dos personas, y ahora me iré con ellos de regreso a Lunargenta después de haber estado bebiendo unas cerveza», que en esencia era lo que había pasado. Se justifico como que todavía no era el momento, y consideraba lo sucedido como una señal que le indicaba que debía esperar un poco mas antes de marchar. Suspiro, envió la carta y regreso en dirección a la taberna, donde se encontraría con ambos hombres para tomar el camino de vuelta hacia Lunargenta.
– Pide todo el vino que gustes, compañero –dijo Frith mientras le sonreía. Luego hablo a Vincent–. También yo lo creo. Que lo pasaremos bien. Admito que ha sido divertido, inclusive la interrupción del autómata –se le escapó nuevamente aquella palabra que tanto molestaba al biocibernético. Por fortuna, el no estaba presente en aquellos momentos, dado que había marchado para abastecerse de bebidas fermentadas–. Aun así, necesitaría hacer algo antes de partir. Así que podríamos encontrarnos aquí mismo en la taberna después de una hora. Te parece bien, Vincent?
(meta roleo, espero que no te importe, Vincent).
El rubio asintió con una sonrisa, aprobando la decisión de Friðþjófur, y este se marcho tras buscar con la mirada al biocibernético. Dado que estaba demasiado ocupado encargándose de pedir el vino, prefirió no saludarlo y marchar cuanto antes, para poder resolver sus asuntos lo antes posible. En cuanto Frith se marcho de la taberna, se dirigió hacia una pequeña tienda de alimentos que había cerca de la taberna. Se mantuvo allí cerca de diez minutos, buscando y curioseando entre los alimentos y los artículos que aquel pequeño mercado tenia. Pues muchos de los productos eran curiosos y traídos de otras regiones del mundo; el encanto de los pequeños mercados en las afueras de las grandes ciudades.
Compro un poco de pan, y un queso de fuerte olor y tono verdoso, fermentado y perfecto para untar sobre el pan. A Frith le gustaba llevar consigo aquel queso pues pensaba que no era necesario mantener un excesivo cuidado o un gran apuro para comerlo, pues «ya se encontraba podrido», por lo tanto lo consideraba un alimento idóneo para los viajes largos. Compro también algunas frutas, y un saco lo suficientemente grande como para llevar todo eso, pero no excesivamente como para resultar molesto en sus caminatas. Luego se dirigió hacia el pequeño establecimiento de correos que tenia aquel poblado. Enviaría una carta a su hermana. No sabia como explicarle que iba a retrasar una vez mas el viaje; no sabia que clase de respuesta podría esperar de ella. Aun así, nunca recibía una respuesta, al fin y al cabo el todavía no tenia un hogar fijo al que pudiera enviarlas.
Escribió una carta. Un poco escueta, pero lo suficientemente detallada como para que su hermana comprendiera las razones de su decisión. Unos detalles en parte imaginarios, dado que había tratado de no escribir algo parecido a «estuve en una pelea, y durante la pelea conocí a dos personas, y ahora me iré con ellos de regreso a Lunargenta después de haber estado bebiendo unas cerveza», que en esencia era lo que había pasado. Se justifico como que todavía no era el momento, y consideraba lo sucedido como una señal que le indicaba que debía esperar un poco mas antes de marchar. Suspiro, envió la carta y regreso en dirección a la taberna, donde se encontraría con ambos hombres para tomar el camino de vuelta hacia Lunargenta.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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