Encuentros por el camino ~Libre~
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Encuentros por el camino ~Libre~
xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD lo del +18 es broma. Ok, vamos alla.
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— Te voy a partir la boca, desgraciado!!! —El mismo grito toda la noche.
Aquella posada estaba llena de gente inmunda. Había escuchado como dos bárbaros habían pasado la noche golpeándose el uno al otro, gritando y peleando sin cesar. Después había subido el tabernero por las escaleras enfadado, había entrado en la habitación de los dos bárbaros y los había golpeado hasta que se habían quedado en silencio. Pero habían tenido que pasar hasta las cuatro de la madrugada para que se hiciera el silencio. La noche había sido un espanto por eso, ya que al fin y al cabo yo había dormido en la habitación contigua. Luego por la mañana, a escasas tres horas después de que aquellos dos se silenciaran y yo pudiera conciliar el sueño, había comenzado a llorar y literalmente gritar un bebe. La madre había gritado para que callara pero aquello no había hecho mas que acrecentar los gritos del pequeño. Había intentado tapar mi cabeza con la almohada tratando de disminuir el ruido, pero era completamente inútil. Al final me quede prácticamente el resto de la mañana divagando hasta que la luz del sol se adentro por la ventana. Como os cuento, no había dormido lo mas mínimo. Partí rápidamente por la mañana de la posada, me fui sin pagar pero nadie me dijo nada al respecto. Pensé que probablemente ellos mismos eran conscientes de que la gente allí no era capaz de descansar. De todos modos, tampoco tenían demasiados clientes en la planta superior, donde estaban las habitaciones, y yo ya había gastado suficientes Aeros la noche anterior bebiendo cerveza local.
Mi camino continuaba hacia el norte, para poder encontrar a mi madre. Llevaba tiempo planeando aquel viaje, y por el mentó asaba siendo mas tranquilo de lo que habría imaginado. No era como las afueras de Lunargenta, plagadas de problemas y crímenes. Aunque seria un hipócrita si dijera que esos crímenes me molestaban, al fin y al cabo yo había estado trabajando como guardia de caravanas y otros trabajos que requerían de criminalidad para poder existir. Era divertido acabar con unos cuantos bandidos mientras recibía Aeros por ello. Lo que necesitaba ahora era en contraer algún rió o alguna zona donde poder limpiarme yo y mis ropajes, ya que estaba completamente lleno de barro y suciedad por los días anteriores. Había estado lloviendo y la lluvia había traído con el agua, barro. Incluso mi rostro parecía mas curtido por el sol o moreno debido a la suciedad, pese a que en realidad en condiciones normales era mas blanco que la harina. Estaba marchando por el camino común en dirección a Ulmer, pero a medida que avanzaba hacia allí, el camino se volvía mas descuidado, menos «civilizado». En cuanto vi que había un paso de caravanas y observe como algunos bandidos comenzaban planear un ataque desde los bosques, preferí apartarme del camino y dirigirme hacia el linde oeste del bosque que rodeaba el camino. Me metí en aquel bosque, estaría mucho mas seguro entre los arboles, que en un camino común. Y continué caminando mientras sacaba uno de aquellos libros que me había entregado Mirek.
El libro que tocaba leer durante aquel día era «dos pepinos, una ilusión». Realmente a veces me preguntaba que clase de lectura consideraba Mirek beneficiosa para la cultura de cada uno de nosotros. Me encogí de hombros y continué leyendo sin darle demasiada importancia. No sentía ninguna mala sensación ni esperaba encontrar a nadie por aquella zona, el bosque estaba tranquilo y no se oía mas que el chasquido de mis pasos sobre las ramas y las hojas, y algunos pájaros cantando.
Última edición por Friðþjófur Rögnvaldsson el Jue Mar 16 2017, 00:01, editado 1 vez
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Aquella partida de hombres bestia había sido excéntrica. Cada metro cuadrado que había logrado escapar la ladrona con Bio, le había enseñado que las peores criaturas eran las que más majaras se encontraban.
Había caminado noche y día, con los pies casi congelados por el invierno que estaba aposado en las afueras, lluvias, heladas, incluso ventiscas que sorprendían a cada viajero descuidado del temporal, era tiempo de capuchas.
La chica, con suerte logró que una pareja de ancianos tras ver sus heridas, se apiadaran y le regalaran una vieja capa de lino.Bien abrigada, y como siempre tan terca soportó todo pronostico y marea hasta lograr ver al fin, el largo bosque que rodeaba Lunargenta. Volvía al hogar, donde todo había comenzado, donde conoció a Alanna, donde tuvo que presenciar cada cosa tan enigmática que seguramente la tacharían de loca.
Tan solo sonreía, nunca había estado tan feliz de ver a lo lejos esos muros.
Como siempre, la chica como un imán a los problemas, parecía haber atraído a dos hombres de una musculatura bastante trabajada.Impaciente, observó, a unos metros que pertenecían a una banda de bandidos, que tramaban atracar unas caravanas al anochecer.-¿Otra vez de nuevo?- Refiriéndose a más problemas.
-Perdone bella dama.¿Nos preguntábamos como una joven tan brillante hace sola en un bosque?- Preguntó el menos agraciado con un ojo más grande que el otro.
-Pero Reik, no asustes a la niña.- Respondió el otro con el pelo enmarañado.
-¿Niña?- No podía creer que aun siguieran llamándola de tal manera.Resopló, resopló tan fuerte que quizás todos aquellos pajarillos le hubieran podido escucharla, y apretando su puño prefirió continuar el camino hacia casa, desviando un poco para tratar de despistarlos.
Quizás, por la marcha rápida, estaba haciendo demasiado ruido con las hojas caídas.Quizás, por aquellos dos impresentables que continuaban persiguiéndola, había topado con otro hombre que portaba un libro en la mano. Un libro , peculiar, el cual leías el titulo y posiblemente en mejores situaciones, alguna carcajada te salía.
- Pero joven no vaya tan deprisa. Necesitamos compañía esta noche.-
Había caminado noche y día, con los pies casi congelados por el invierno que estaba aposado en las afueras, lluvias, heladas, incluso ventiscas que sorprendían a cada viajero descuidado del temporal, era tiempo de capuchas.
La chica, con suerte logró que una pareja de ancianos tras ver sus heridas, se apiadaran y le regalaran una vieja capa de lino.Bien abrigada, y como siempre tan terca soportó todo pronostico y marea hasta lograr ver al fin, el largo bosque que rodeaba Lunargenta. Volvía al hogar, donde todo había comenzado, donde conoció a Alanna, donde tuvo que presenciar cada cosa tan enigmática que seguramente la tacharían de loca.
Tan solo sonreía, nunca había estado tan feliz de ver a lo lejos esos muros.
Como siempre, la chica como un imán a los problemas, parecía haber atraído a dos hombres de una musculatura bastante trabajada.Impaciente, observó, a unos metros que pertenecían a una banda de bandidos, que tramaban atracar unas caravanas al anochecer.-¿Otra vez de nuevo?- Refiriéndose a más problemas.
-Perdone bella dama.¿Nos preguntábamos como una joven tan brillante hace sola en un bosque?- Preguntó el menos agraciado con un ojo más grande que el otro.
-Pero Reik, no asustes a la niña.- Respondió el otro con el pelo enmarañado.
-¿Niña?- No podía creer que aun siguieran llamándola de tal manera.Resopló, resopló tan fuerte que quizás todos aquellos pajarillos le hubieran podido escucharla, y apretando su puño prefirió continuar el camino hacia casa, desviando un poco para tratar de despistarlos.
Quizás, por la marcha rápida, estaba haciendo demasiado ruido con las hojas caídas.Quizás, por aquellos dos impresentables que continuaban persiguiéndola, había topado con otro hombre que portaba un libro en la mano. Un libro , peculiar, el cual leías el titulo y posiblemente en mejores situaciones, alguna carcajada te salía.
- Pero joven no vaya tan deprisa. Necesitamos compañía esta noche.-
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Aunque mi paseo no se había extendido desde que había abierto el libro, ya me encontraba bastante absorto en la lectura. De hecho ya había pasado cerca de veinte paginas, hasta que aquella flecha salvo cerca de mi oído. Me gire, totalmente indignado, casi como queriendo protestar a alguien por lo que acababa de suceder.
— No. Una cosa es que estos desgraciados se dispongan a asaltar a esas caravanas, cosa que no me importa demasiado. Pero que esa puntería que tienen en el trasero casi me mate… no —proteste.
Me puse en marcha nuevamente hacia el linde del bosque para encontrarme con aquellos bandidos. Ayudaría a las caravanas, aunque no era mi deseo principal. Si bien en la mayoría de las ocasiones me gustaba ayudar a la gente, aunque no los conociera de nada, hacia tiempo que tenia en mente otras cosas como para que el altruismo estuviera en mi lista de prioridades. Pero el guillo, que nunca había sido poco pese a que lo controlara enormemente, se apodero de mi. Guarde el libro «dos pepinos y un sueño» y marche dando largas y fuertes zancadas mientras extraía la espada de la vaina, tomándola con las dos manos. Una vez en el linde, vi que ya no estaban a la misma altura que antes, y las caravanas habían tratado de avanzar algunas decenas de metros mas respecto al punto donde las había visto antes. Los bandidos, por el contrario, todavía seguían en la misma zona disparando flechas contra los carromatos, algunas de ellas con la punta incendiada con la intención de hacer que los comerciantes salieran corriendo rápidamente de los carromatos y así ellos tendrían un corto margen de tiempo para saquear todo cuanto quisieran sin que nadie los retuviera.
Mire a un lado y a otro, dándome cuenta de que realmente no pasaba nunca un solo guardia por aquella zona, que Lunargenta estaba lo suficientemente lejos como para que le importara a nadie aquel camino. Me acerque corriendo a uno de los bandidos, que se reía mostrando su podrida dentadura mientras se disponía a disparar otra flecha mas contra uno de los carromatos. Le propine un fuerte golpe por sorpresa en la mandíbula, con la empuñadura de la espada. El cayó al suelo, confundido por el golpe. Se giro hacia mi y frunció el ceño. Y estaba a punto de gritar algo, seguramente para alertar a los demás, cuando decidí rápidamente atravesar su cuello con la punta de la espada. Colocando mi pie en su pecho y haciendo algo de fuerza extraje la espada, y busque con la mirada al resto de los bandidos. Aunque creía que eran tres o cuatro, me di cuenta de que eran mucho mas realmente, pero muchos de ellos estaban escondidos entre los arboles, disparando; otros se agazapaban esperando para atacar a los comerciantes en cuanto estos salieran corriendo por patas del carromato, para perseguirlos y darles caza. También me di cuenta de que algunos bandidos estaban molestando a una joven. Una joven que no había visto antes, que había tenido la mala fortuna de cruzarse con aquellos indeseables. Me acerque hacia ellos decidido a interrumpir sus intenciones, fueran las que fueran.
— Estáis molestando a la chica? —Pregunte con una media sonrisa.
Había lidiado con aquella situación cientos de veces. Asaltos a caravanas, un trabajo que me había dado buena cantidad de Aeros. Hacerlo gratis de vez en cuando no hacia mas que engrosar la riqueza de bondad que necesitaba de vez en cuando el espíritu; por decirlo de algún modo, la verdad es que sentaba realmente bien tener una buena pelea sabiendo que allí eras el bueno.
— No. Una cosa es que estos desgraciados se dispongan a asaltar a esas caravanas, cosa que no me importa demasiado. Pero que esa puntería que tienen en el trasero casi me mate… no —proteste.
Me puse en marcha nuevamente hacia el linde del bosque para encontrarme con aquellos bandidos. Ayudaría a las caravanas, aunque no era mi deseo principal. Si bien en la mayoría de las ocasiones me gustaba ayudar a la gente, aunque no los conociera de nada, hacia tiempo que tenia en mente otras cosas como para que el altruismo estuviera en mi lista de prioridades. Pero el guillo, que nunca había sido poco pese a que lo controlara enormemente, se apodero de mi. Guarde el libro «dos pepinos y un sueño» y marche dando largas y fuertes zancadas mientras extraía la espada de la vaina, tomándola con las dos manos. Una vez en el linde, vi que ya no estaban a la misma altura que antes, y las caravanas habían tratado de avanzar algunas decenas de metros mas respecto al punto donde las había visto antes. Los bandidos, por el contrario, todavía seguían en la misma zona disparando flechas contra los carromatos, algunas de ellas con la punta incendiada con la intención de hacer que los comerciantes salieran corriendo rápidamente de los carromatos y así ellos tendrían un corto margen de tiempo para saquear todo cuanto quisieran sin que nadie los retuviera.
Mire a un lado y a otro, dándome cuenta de que realmente no pasaba nunca un solo guardia por aquella zona, que Lunargenta estaba lo suficientemente lejos como para que le importara a nadie aquel camino. Me acerque corriendo a uno de los bandidos, que se reía mostrando su podrida dentadura mientras se disponía a disparar otra flecha mas contra uno de los carromatos. Le propine un fuerte golpe por sorpresa en la mandíbula, con la empuñadura de la espada. El cayó al suelo, confundido por el golpe. Se giro hacia mi y frunció el ceño. Y estaba a punto de gritar algo, seguramente para alertar a los demás, cuando decidí rápidamente atravesar su cuello con la punta de la espada. Colocando mi pie en su pecho y haciendo algo de fuerza extraje la espada, y busque con la mirada al resto de los bandidos. Aunque creía que eran tres o cuatro, me di cuenta de que eran mucho mas realmente, pero muchos de ellos estaban escondidos entre los arboles, disparando; otros se agazapaban esperando para atacar a los comerciantes en cuanto estos salieran corriendo por patas del carromato, para perseguirlos y darles caza. También me di cuenta de que algunos bandidos estaban molestando a una joven. Una joven que no había visto antes, que había tenido la mala fortuna de cruzarse con aquellos indeseables. Me acerque hacia ellos decidido a interrumpir sus intenciones, fueran las que fueran.
— Estáis molestando a la chica? —Pregunte con una media sonrisa.
Había lidiado con aquella situación cientos de veces. Asaltos a caravanas, un trabajo que me había dado buena cantidad de Aeros. Hacerlo gratis de vez en cuando no hacia mas que engrosar la riqueza de bondad que necesitaba de vez en cuando el espíritu; por decirlo de algún modo, la verdad es que sentaba realmente bien tener una buena pelea sabiendo que allí eras el bueno.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Gracias a los dioses, a aquellas viejecillas religiosas que siempre estaban rezando en aquella misma esquina, en los estafadores de estampitas, la persona del libro reacciono abiertamente hacia sus atacantes.
-¿Molestándola?. Solo tratábamos de conversar con ella- Miraba a Reik a su compañero al del pelo enmarañado.
-Solo vamos a ser sus amigos.- Anadía el del pelo albarotado con una media sonrisa.
La cosa estaba tranquila hasta que el primer hombre decidió apropiado tocar el hombro de la ladrona.Apretando, como si quisiera marcar el territorio en su piel, aferrándose a la juventud de la chica que acababan de ver queriendo saborear de nuevo el cuerpo de una mujer.-Aparta tu mano.- Dió el primer aviso Runa ante el jorobado de Lunargenta.-No es una broma. Quítate.- Volvió a añadir haciendo notar su nerviosismo.
Miro al chico, volvió a mirar al compañero del indeseable, y cuanto más notaba que aquel hombre quería bajar su mano desde su hombro para abajo, no pudo evitar dar una patada en su estomago, tumbándolo en el suelo.-Te dije que pararas- Miró a ambos agresiva, sin intenciones de coger su arma, tan solo quería llegar a casa.
Los chillidos de aquel baboso, alarmaron a los demás compañeros que todavía estaban esparcidos a la espera de un ataque. Su compañero parece que soltó un arma un poco oxidada, una especie de hacha de mano de mala calidad y apuntó hacia la chica. La lanzó contra ella , pudiendo ser lo suficientemente rápida y clavandola en el tronco de un árbol.
-Por los dioses, siempre me tocan los más imbéciles- La chica comenzaba a notar su carácter
Empujo al hombre del libro, pues derrepente con el jaleo, las flechas empezaban a volar hacia ellos.-Lo siento. Es culpa mía. Soy un imán para los problemas.- Se disculpó estando en guardia.
-¿Molestándola?. Solo tratábamos de conversar con ella- Miraba a Reik a su compañero al del pelo enmarañado.
-Solo vamos a ser sus amigos.- Anadía el del pelo albarotado con una media sonrisa.
La cosa estaba tranquila hasta que el primer hombre decidió apropiado tocar el hombro de la ladrona.Apretando, como si quisiera marcar el territorio en su piel, aferrándose a la juventud de la chica que acababan de ver queriendo saborear de nuevo el cuerpo de una mujer.-Aparta tu mano.- Dió el primer aviso Runa ante el jorobado de Lunargenta.-No es una broma. Quítate.- Volvió a añadir haciendo notar su nerviosismo.
Miro al chico, volvió a mirar al compañero del indeseable, y cuanto más notaba que aquel hombre quería bajar su mano desde su hombro para abajo, no pudo evitar dar una patada en su estomago, tumbándolo en el suelo.-Te dije que pararas- Miró a ambos agresiva, sin intenciones de coger su arma, tan solo quería llegar a casa.
Los chillidos de aquel baboso, alarmaron a los demás compañeros que todavía estaban esparcidos a la espera de un ataque. Su compañero parece que soltó un arma un poco oxidada, una especie de hacha de mano de mala calidad y apuntó hacia la chica. La lanzó contra ella , pudiendo ser lo suficientemente rápida y clavandola en el tronco de un árbol.
-Por los dioses, siempre me tocan los más imbéciles- La chica comenzaba a notar su carácter
Empujo al hombre del libro, pues derrepente con el jaleo, las flechas empezaban a volar hacia ellos.-Lo siento. Es culpa mía. Soy un imán para los problemas.- Se disculpó estando en guardia.
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Asentí con la cabeza, de algún momento complacido por lo que acababa de ver. Siempre me gustaba contemplar como una mujer fuerte era capaz de deshacerse de aquella clase de hombres molestos. Era genial especialmente cuando ellas eran mas aparentemente mas dulces, mas pequeñas, y eran infravaloradas. El escarmiento era aun mayor. Pese a que al principio me había mostrado serio y molesto por el hecho de que la estuvieran molestando, no pude evitar soltar una carcajada al ver la lección que le había dado. De repente note un fuerte empujón. Todo sucedió muy deprisa tras la rápida pelea que había tenido la muchacha. Ahora las flechas silbaban pasando a nuestro lado, y era mejor que nos pusiéramos a cubierto. Por lo menos hasta que dejaran de dispararnos, haciendo una pausa para poder recargar sus flechas. Corrimos hacia el linde del bosque, para poder ocultarnos rápidamente entre los arboles. Por lo menos allí las flechas no nos alcanzaríamos, o tendríamos a los arboles como escudos. Cobardes, disparando en la distancia. Una parte de mí sabia que probablemente habríamos podido acabar con ellos rápidamente si se hubiera tratado de una pelea cuerpo a cuerpo. Entonces me dirigí hacia ella para responder a lo que me había dicho momentos atrás.
- Es irónico -dije tras un suspiro-. Generalmente suelo buscar los problemas, y esta fue una de esas pocas veces en las que no quería que nadie me molestara.
Me encogí de hombros y, todavía situado detrás del árbol, observe con atención los movimientos de los bándalos. Estos estaban buscándonos con la mirada, buscando algún movimiento que delatara nuestra posición. Pero eran tan rematadamente zopencos que aun habiendo hecho ruido, y aun habiendo hablado en un tono relativamente alto, no conseguían visitarnos. Busque entre mi ropa algo que pudiera lanzarles. Generalmente tenia algún cuchillo o arma pequeña, cosas que me llevaba de las tabernas y otros lugares porque sabia que tarde o temprano podía acabar usándolo. Además, no ocupaban demasiado espacio y me dejaba satisfecho el hecho de llevarme un pequeño recuerdo de cada lugar. Apunte con cuidado, tratando de no dilatarme demasiado debido a que estaba poniendo fuera de resguardo mi brazo derecho. Señale a uno de los bandidos, y en cuanto sentí que era el momento, lance el cuchillo tan fuerte como pude. Mi precisión en aquella época era bastante nefasta, así que no hice mas que clavarle el cuchillo en una rodilla. Suficiente como para que cayera al suelo dolorido y aullando de dolor, pero honestamente, había apuntado a su cabeza.
Sus compañeros se giraron hacia el y le gritaron que callase. Por un instante dirigieron la mirada hacia una zona del linde donde no nos encontrábamos. Estaban confundidos, creían que el cuchillo que se había asestado en la desafortunada rodilla del desgraciado, provenía de una dirección bastante lejana respecto a donde nosotros estábamos.
- Espero que podamos coordinar bien esto. Tenemos que aprovechar ahora para tomarlos por sorpresa, o huir. Y a mi no me gusta huir, y por lo que he visto, a ti tampoco.
Mi plan era marchar hacia la parte izquierda del linde, acercándonos mas hacia las caravanas, dado que los bándalos estaban mirando hacia el lado opuesto. Desde las caravanas, cargar contra ellos lo suficientemente rápido como para que no pudieran tomar sus arcos y cargar las flechas.
- Es irónico -dije tras un suspiro-. Generalmente suelo buscar los problemas, y esta fue una de esas pocas veces en las que no quería que nadie me molestara.
Me encogí de hombros y, todavía situado detrás del árbol, observe con atención los movimientos de los bándalos. Estos estaban buscándonos con la mirada, buscando algún movimiento que delatara nuestra posición. Pero eran tan rematadamente zopencos que aun habiendo hecho ruido, y aun habiendo hablado en un tono relativamente alto, no conseguían visitarnos. Busque entre mi ropa algo que pudiera lanzarles. Generalmente tenia algún cuchillo o arma pequeña, cosas que me llevaba de las tabernas y otros lugares porque sabia que tarde o temprano podía acabar usándolo. Además, no ocupaban demasiado espacio y me dejaba satisfecho el hecho de llevarme un pequeño recuerdo de cada lugar. Apunte con cuidado, tratando de no dilatarme demasiado debido a que estaba poniendo fuera de resguardo mi brazo derecho. Señale a uno de los bandidos, y en cuanto sentí que era el momento, lance el cuchillo tan fuerte como pude. Mi precisión en aquella época era bastante nefasta, así que no hice mas que clavarle el cuchillo en una rodilla. Suficiente como para que cayera al suelo dolorido y aullando de dolor, pero honestamente, había apuntado a su cabeza.
Sus compañeros se giraron hacia el y le gritaron que callase. Por un instante dirigieron la mirada hacia una zona del linde donde no nos encontrábamos. Estaban confundidos, creían que el cuchillo que se había asestado en la desafortunada rodilla del desgraciado, provenía de una dirección bastante lejana respecto a donde nosotros estábamos.
- Espero que podamos coordinar bien esto. Tenemos que aprovechar ahora para tomarlos por sorpresa, o huir. Y a mi no me gusta huir, y por lo que he visto, a ti tampoco.
Mi plan era marchar hacia la parte izquierda del linde, acercándonos mas hacia las caravanas, dado que los bándalos estaban mirando hacia el lado opuesto. Desde las caravanas, cargar contra ellos lo suficientemente rápido como para que no pudieran tomar sus arcos y cargar las flechas.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Corrieron.Al fondo del bosque mientras como podían esquivando las flechas, que gratuitamente no acababa en ninguno de sus traseros.Aprovechando como ventaja cada cuerpo de los arboles, como un efectivo escudo, a la vez de escondrijo.Se hizo un pequeño silencio, un silencio que se interrumpía por cada zumbido de aquellas flechas que se encontraban bastante cerca, y aquel joven le hizo el comentario de su desdicha de meterse en problemas por una vez, que realmente no los había provocado.
La ladrona se sentía igual, generalmente en todos los problemas en los que se metió fueron simplemente choques hacia ella, situaciones tan sumamente violentas que ni la persona más loca le gustaría comprobar.Estaba un poco loca, ella admitía que sus impulsos más de una ocasión le había llevado a eso, otras veces era su mal genio, y las ultimas era por pura diversión.
Por una vez, se había metido en problemas sin ninguno de esos motivos. Así que el comentario de el joven le resultó gracioso, tan solo esperaba que la cosa no acabara a lo grande. El chico sacó un pequeño cuchillo que lo lanzó, por la cara que pudo observar Runa, de suma concentración pero poca precisión para acabar en la rodilla de uno de los oponentes.-Buen in..- No pudo terminar la muchacha al ver que este tapaba su boca con la mano para no delatarse ante tal grupo de zoquetes.
Le susurro muy bajito a la ladrona su plan. Ir hacia la zona izquierda hacia las caravanas mientras aquellos seguían más perdidos que el gallo de San Manuel.
Asintió, Runa asintió, estaba lista para dar unas cuantas tortas mas a quien hiciera falta con tal de llegar a su desván y caer medio muerta en el suelo. No espero al joven y se echo a la carrera entre los arboles, dejando aquella panda de cenutrios todavía buscando por el lado que no era, aunque como el bosque no era muy grande en seguida topó con un bandido que trató de atacarla.
Hábil desenfundó su bastón y recordando la palabras de Bio, con el borde golpeó a aquel mequetrefe provocando una quemadura en su cara, se retozaba y ambos estaban a pocos metros de las caravanas. Golpeó por segunda vez en su estomago y adelantó a ponerse sigilosa tras las caravanas.
Ella observó si aquel muchacho la seguía, si ambos lo hacían velozmente serían pan cocido y comido.
La ladrona se sentía igual, generalmente en todos los problemas en los que se metió fueron simplemente choques hacia ella, situaciones tan sumamente violentas que ni la persona más loca le gustaría comprobar.Estaba un poco loca, ella admitía que sus impulsos más de una ocasión le había llevado a eso, otras veces era su mal genio, y las ultimas era por pura diversión.
Por una vez, se había metido en problemas sin ninguno de esos motivos. Así que el comentario de el joven le resultó gracioso, tan solo esperaba que la cosa no acabara a lo grande. El chico sacó un pequeño cuchillo que lo lanzó, por la cara que pudo observar Runa, de suma concentración pero poca precisión para acabar en la rodilla de uno de los oponentes.-Buen in..- No pudo terminar la muchacha al ver que este tapaba su boca con la mano para no delatarse ante tal grupo de zoquetes.
Le susurro muy bajito a la ladrona su plan. Ir hacia la zona izquierda hacia las caravanas mientras aquellos seguían más perdidos que el gallo de San Manuel.
Asintió, Runa asintió, estaba lista para dar unas cuantas tortas mas a quien hiciera falta con tal de llegar a su desván y caer medio muerta en el suelo. No espero al joven y se echo a la carrera entre los arboles, dejando aquella panda de cenutrios todavía buscando por el lado que no era, aunque como el bosque no era muy grande en seguida topó con un bandido que trató de atacarla.
Hábil desenfundó su bastón y recordando la palabras de Bio, con el borde golpeó a aquel mequetrefe provocando una quemadura en su cara, se retozaba y ambos estaban a pocos metros de las caravanas. Golpeó por segunda vez en su estomago y adelantó a ponerse sigilosa tras las caravanas.
Ella observó si aquel muchacho la seguía, si ambos lo hacían velozmente serían pan cocido y comido.
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Ella había asentido, estaba de acuerdo con el plan que le había propuesto. Entonces sólo teníamos que coordinar bien, hacerlo bien, y podríamos no sólo salir de aquello sino que además podríamos probablemente ayudar a los mercaderes y llevarnos algunas moneditas, que nunca venían mal. Marchamos en dirección a las caravanas, todavía dentro del linde del bosque para que no nos avistaran, y los rodeamos. Una vez estuvimos en el lado opuesto a dónde ellos estaban dirigiendo la vista, cargamos contra ella. Ella utilizando un bastón, que en principio…
Bueno, dejadme explicar mejor mi sentimiento. Lo cierto es que cuando vi ese bastón, sentí ganas de llevarme la mano a la frente. De llorar, de pensar “cómo demonios he podido elaborar un plan sin preguntarle a la otra persona si tenía un arma decente”. Un bastón, ¿de verdad? Esa clase de cosas son funcionales en las grandes historias, esas de héroes que manejan con heroicidad cualquier cosa para derrotar al dragón. Pero aquella muchacha… Pero claro, esto es lo que yo había pensado en aquellos momentos. Tenía que darle un poco de tiempo, el beneficio de la duda.
Me había apresurado demasiado a juzgar su arma, ya que poco después de que ella cargara contra los bandidos, ya empezó a atizar a uno sin piedad alguna, con gran habilidad. No manejaba nada mal aquel bastón; de hecho sentí vergüenza al verme a mí mismo, pensando “yo necesito una espada afilada. Poco haría con un bastón”. Como sea, ella cargó sin problemas y no se le daba nada mal la lucha empleando aquel instrumento. Por mi lado, también yo cargué llevándome por delante al primer desgraciado que encontré.
Aquel bandido había tomado su arco, y tenía ya la cuerda tensa con una flecha en medio; y de hecho de haberla soltado, probablemente podría haberme atravesado el cuello. Pero afortunadamente fui más rápido y habiendo desenvainado el mandoble, propiné una rápida estocada sobre el arco, deshaciéndolo por completo, y con la misma estocada, destruyendo la nariz del desgraciado. Éste cayó entre sollozos, y una vez en el suelo, atravesé su cráneo con la espada para que callara. Extraje la espada y dirigí la mirada hacia delante, no lo suficientemente rápido como para darme cuenta de que una enorme jabalina estaba volando en mi dirección. Me causó una herida en la pierna derecha, pero no fue una herida importante. Tan sólo un rasguño, realmente. Me alcé y empecé a correr hacia el bandido, que desenvainaba una espada corta y me esperaba con una sonrisa malévola, que realmente en su rostro de muchacho de pocas carnes, quedaba ridícula. Con el espadón lo desarmé en dos golpes. Bueno, no, hablando claro, corté su mano, ¿eso también puede llamarse desarmar? Lo empujé desde el trasero con una patada, haciendo que cayera de cara contra el suelo mientras soltaba un grito más del impacto de la situación, que de dolor. Quedaban dos o tres, aunque uno de ellos estaba marchándose ya corriendo tan rápido como podía hacia el interior del bosque. Dirigí mi mirada hacia la izquierda, hacia las caravanas, y comprobé que había un mercader asomándose curioso. Luego miré a mi derecha, donde estaba aquella chica peleando contra uno de los que quedaba. Ya lo tenía bajo control, un par de golpes más y lo dejaría noqueado.
— ¿Estás bien? —me aventuré a preguntarle, mientras esta no había terminado de pelear todavía.
Bueno, dejadme explicar mejor mi sentimiento. Lo cierto es que cuando vi ese bastón, sentí ganas de llevarme la mano a la frente. De llorar, de pensar “cómo demonios he podido elaborar un plan sin preguntarle a la otra persona si tenía un arma decente”. Un bastón, ¿de verdad? Esa clase de cosas son funcionales en las grandes historias, esas de héroes que manejan con heroicidad cualquier cosa para derrotar al dragón. Pero aquella muchacha… Pero claro, esto es lo que yo había pensado en aquellos momentos. Tenía que darle un poco de tiempo, el beneficio de la duda.
Me había apresurado demasiado a juzgar su arma, ya que poco después de que ella cargara contra los bandidos, ya empezó a atizar a uno sin piedad alguna, con gran habilidad. No manejaba nada mal aquel bastón; de hecho sentí vergüenza al verme a mí mismo, pensando “yo necesito una espada afilada. Poco haría con un bastón”. Como sea, ella cargó sin problemas y no se le daba nada mal la lucha empleando aquel instrumento. Por mi lado, también yo cargué llevándome por delante al primer desgraciado que encontré.
Aquel bandido había tomado su arco, y tenía ya la cuerda tensa con una flecha en medio; y de hecho de haberla soltado, probablemente podría haberme atravesado el cuello. Pero afortunadamente fui más rápido y habiendo desenvainado el mandoble, propiné una rápida estocada sobre el arco, deshaciéndolo por completo, y con la misma estocada, destruyendo la nariz del desgraciado. Éste cayó entre sollozos, y una vez en el suelo, atravesé su cráneo con la espada para que callara. Extraje la espada y dirigí la mirada hacia delante, no lo suficientemente rápido como para darme cuenta de que una enorme jabalina estaba volando en mi dirección. Me causó una herida en la pierna derecha, pero no fue una herida importante. Tan sólo un rasguño, realmente. Me alcé y empecé a correr hacia el bandido, que desenvainaba una espada corta y me esperaba con una sonrisa malévola, que realmente en su rostro de muchacho de pocas carnes, quedaba ridícula. Con el espadón lo desarmé en dos golpes. Bueno, no, hablando claro, corté su mano, ¿eso también puede llamarse desarmar? Lo empujé desde el trasero con una patada, haciendo que cayera de cara contra el suelo mientras soltaba un grito más del impacto de la situación, que de dolor. Quedaban dos o tres, aunque uno de ellos estaba marchándose ya corriendo tan rápido como podía hacia el interior del bosque. Dirigí mi mirada hacia la izquierda, hacia las caravanas, y comprobé que había un mercader asomándose curioso. Luego miré a mi derecha, donde estaba aquella chica peleando contra uno de los que quedaba. Ya lo tenía bajo control, un par de golpes más y lo dejaría noqueado.
— ¿Estás bien? —me aventuré a preguntarle, mientras esta no había terminado de pelear todavía.
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Estaba apunto de girar la esquina de la caravana, cuando observaba al hombre lo que parecía meterse en más problemas.Tenía que finalizarlo rápido, o al menos era lo que tenia en mente, tal forma que uno de los bandidos la asaltó de un golpe haciendo que su columna quedara en el suelo.
Ella, fuerte y constante se protegía del ataque de aquella vieja espada que la amenazaba ayudada por su bastón.-Las mujeres como tú son las que menos duran en el campo de batalla- Le dijo aquel infame bandido que trataba de asustarla con sus palabras.
El chirrido que se notaba entre la espada y el bastón parecía haber llamado la atención de aquel hombre, que si estaba bien le preguntaba.-Estoy bien, estoy perfectamente.- Rechistó orgullosa ella mientras con sus piernas desequilibraba a aquel bandido, dejando un pequeño espacio entre ambos.
El bandido se levantó veloz, temiendo cualquier ataque, pero la muchacha también se levantó abalanzándose sobre él y tirándolo al ruedo.
Ahora la chica estaba encima, tan solo le faltó un minuto para quitarle la espada y comenzar a darle de puñetazos hasta el carnet de identidad.-Yo.- Empezó a decirle furiosa.-No soy.- Continuó hasta desfigurar un poco la cara.-Cualquier mujer.- Finalizó dejando aquel hombre en el suelo sangrando.
Una de las flechas le rozó su blanca mejilla, iba en dirección donde estaba aquel hombre que estaba huyendo con ella.¡Eh! ¡Cuidado![/color]
Ella, fuerte y constante se protegía del ataque de aquella vieja espada que la amenazaba ayudada por su bastón.-Las mujeres como tú son las que menos duran en el campo de batalla- Le dijo aquel infame bandido que trataba de asustarla con sus palabras.
El chirrido que se notaba entre la espada y el bastón parecía haber llamado la atención de aquel hombre, que si estaba bien le preguntaba.-Estoy bien, estoy perfectamente.- Rechistó orgullosa ella mientras con sus piernas desequilibraba a aquel bandido, dejando un pequeño espacio entre ambos.
El bandido se levantó veloz, temiendo cualquier ataque, pero la muchacha también se levantó abalanzándose sobre él y tirándolo al ruedo.
Ahora la chica estaba encima, tan solo le faltó un minuto para quitarle la espada y comenzar a darle de puñetazos hasta el carnet de identidad.-Yo.- Empezó a decirle furiosa.-No soy.- Continuó hasta desfigurar un poco la cara.-Cualquier mujer.- Finalizó dejando aquel hombre en el suelo sangrando.
Una de las flechas le rozó su blanca mejilla, iba en dirección donde estaba aquel hombre que estaba huyendo con ella.¡Eh! ¡Cuidado![/color]
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Estaba dura, la roca. De hecho, comenzaba a dolerme el culo. Había dejado de pelear, sentándome en aquella dura roca para contemplar como la chica peleaba. Lo tenía todo bajo control, y aunque tardaba en acabar con su oponente, no era menos disfrutable el espectáculo. Era como un baile, en el que ella mostraba seguridad, y el bandido, por el contrario, mostraba una serie de golpes rastreros y desesperados.
- Fue mala idea ofenderte –dije con una sonrisa, en cuanto vi que había acabado finalmente con él-. Desde luego que no eres cualquier mujer –me quede pensativo durante un momento, ensimismado.
- ¡Eh! ¡Cuidado! –grito ella de repente.
Diría que no sirvió, pero no fue así. El silbido de una flecha pareció aproximarse, y me fije en que una de estas se dirigía justo a mí. Realmente no la vi a tiempo, y no tuve tiempo para apartarme correctamente, así que no hice más que levantar el brazo con la innata intención de apartar la flecha de su trayectoria con la espada. Pero obviamente no iba a conseguir eso; sabia pelear, pero no era un maestro de los reflejos.
Al levantar el brazo, la flecha se clavó en mi brazo. Aunque por fortuna gracias al atuendo de cuero que llevaba en aquellos momentos, no atravesó mucha piel, y al llegar no exactamente recta, no llego a tener la misma fuerza de perforación. Pero mentiría si dijera que no dolió.
- Bastardos –dije únicamente, buscando con la mirada el origen de la flecha.
Estaba unos metros más atrás que la mujer. Un bandido. Este era enorme, y con una enorme barba negra. Tenía un arco, pero lo manejaba como si se tratara de un juguete. Especialmente si lo comparabas con el enorme espadón que colgaba de su espalda. Tenía cicatrices por toda la cara, especialmente una que atravesaba su ojo ciego, llegando hasta la barbilla. ¿Cómo no había visto a esa bestia antes?
Aquel comenzó a correr en dirección a runa, con la intención de embestirla. Debía evitarlo, o por lo menos ayudar de algún modo, incluso aunque tuviera la certeza –después de lo que había visto- de que ella podría arreglárselas. Aquello era una bestia, un monstruo, y con una simple embestida podría haber hecho caer a la chica. No es que pusiera en duda sus habilidades, es que inclusive pensé que aquel ser de dos metros diez podría embestirme a mí también. Cargo contra ella como un toro iracundo, y tiro al suelo el arco, tomando la enorme espada que colgaba de su espalda.
- Ahora debería ser yo quien dice que tengas cuidado –dije en voz baja. Pero no lo dije con la intención de que me oyera, ni falta hacia porque ella ya se había girado hacia aquel, avistándolo.
- Me habéis ayudado a acabar con estos blandengues de mierda –dijo el, mientras corría-. Ahora todo el oro será para mí.
Lo prefería callado. ¿Acabo de decir eso? Veréis, me parecía un oponente intimidatorio. Un hombre enorme, bien armado, con una voz gruesa y semblante temible. Pero… en cuanto hablo, digamos que aquella voz hizo que mi temor desapareciera un poco. Era la voz de un hombre imbécil, la voz de alguien sin cerebro. Una voz exageradamente grave, hasta el punto de que me hacía pensar que no sabía hablar con exactitud. Esbocé una sonrisa y corrí hacia un lado, alejándome de la trayectoria de su carrera, buscando por el suelo algún arco de los que habían estado utilizando los bandidos con anterioridad. Yo estaba demasiado lejos de ella, así que esa era la mejor manera de ayudarle en esos momentos, si era lo suficientemente rápido…
- Fue mala idea ofenderte –dije con una sonrisa, en cuanto vi que había acabado finalmente con él-. Desde luego que no eres cualquier mujer –me quede pensativo durante un momento, ensimismado.
- ¡Eh! ¡Cuidado! –grito ella de repente.
Diría que no sirvió, pero no fue así. El silbido de una flecha pareció aproximarse, y me fije en que una de estas se dirigía justo a mí. Realmente no la vi a tiempo, y no tuve tiempo para apartarme correctamente, así que no hice más que levantar el brazo con la innata intención de apartar la flecha de su trayectoria con la espada. Pero obviamente no iba a conseguir eso; sabia pelear, pero no era un maestro de los reflejos.
Al levantar el brazo, la flecha se clavó en mi brazo. Aunque por fortuna gracias al atuendo de cuero que llevaba en aquellos momentos, no atravesó mucha piel, y al llegar no exactamente recta, no llego a tener la misma fuerza de perforación. Pero mentiría si dijera que no dolió.
- Bastardos –dije únicamente, buscando con la mirada el origen de la flecha.
Estaba unos metros más atrás que la mujer. Un bandido. Este era enorme, y con una enorme barba negra. Tenía un arco, pero lo manejaba como si se tratara de un juguete. Especialmente si lo comparabas con el enorme espadón que colgaba de su espalda. Tenía cicatrices por toda la cara, especialmente una que atravesaba su ojo ciego, llegando hasta la barbilla. ¿Cómo no había visto a esa bestia antes?
Aquel comenzó a correr en dirección a runa, con la intención de embestirla. Debía evitarlo, o por lo menos ayudar de algún modo, incluso aunque tuviera la certeza –después de lo que había visto- de que ella podría arreglárselas. Aquello era una bestia, un monstruo, y con una simple embestida podría haber hecho caer a la chica. No es que pusiera en duda sus habilidades, es que inclusive pensé que aquel ser de dos metros diez podría embestirme a mí también. Cargo contra ella como un toro iracundo, y tiro al suelo el arco, tomando la enorme espada que colgaba de su espalda.
- Ahora debería ser yo quien dice que tengas cuidado –dije en voz baja. Pero no lo dije con la intención de que me oyera, ni falta hacia porque ella ya se había girado hacia aquel, avistándolo.
- Me habéis ayudado a acabar con estos blandengues de mierda –dijo el, mientras corría-. Ahora todo el oro será para mí.
Lo prefería callado. ¿Acabo de decir eso? Veréis, me parecía un oponente intimidatorio. Un hombre enorme, bien armado, con una voz gruesa y semblante temible. Pero… en cuanto hablo, digamos que aquella voz hizo que mi temor desapareciera un poco. Era la voz de un hombre imbécil, la voz de alguien sin cerebro. Una voz exageradamente grave, hasta el punto de que me hacía pensar que no sabía hablar con exactitud. Esbocé una sonrisa y corrí hacia un lado, alejándome de la trayectoria de su carrera, buscando por el suelo algún arco de los que habían estado utilizando los bandidos con anterioridad. Yo estaba demasiado lejos de ella, así que esa era la mejor manera de ayudarle en esos momentos, si era lo suficientemente rápido…
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Ojalá la chica pudiera decir que su grito de alarma dio efecto, pero no, la fecha pasó tan veloz que cuando el joven trato de esquivarla con su espada , acabó clavada en su brazo.
-¡Ouch! Exclamó al imaginarse el fuerte dolor. Cualquier golpe puede doler, pero el de una fecha en una zona delicada, era sin duda la broma del siglo. Una flecha, la punta de una espada, un arma al rojo vivo, sin duda el ser humano era el más masoca de todos. Pues había creado métodos para la defensa y el sufrimiento.
Eran masocas y despiadados como el hombre que había detectado a los pocos segundos de lanzar la flecha.Un caballero enorme, en realidad el ropaje de caballero no era precisamente. Era grandullón, fuerte de una barba negra descuidada y lleno de cicatrices , que al parecer le habían hecho perder la vista de un ojo.
Soltando su arco, tomó dirección de cargar contra la muchacha, la cual no pudo evitar acordarse de tiempo atrás en el campeonato de Hoog , aquel tipo misogino que le tocó en la primera ronda.Sabia que ante tipos así, lo mejor era la astucia y la rapidez, sobre todo lo segundo, ya que en un golpe podías acabar en el suelo media muerta.No había nada más placentero que el sabor de la experiencia misma.
Y en cuanto más cercano estaba, el bandido hizo un comentario un poco fuera de contexto, "gracias a ellos se había quitado la competencia".
-Vaya, de nada- Afirmó casi para si misma mientras trataba de acertar a atrapar el bastón.
El tipo estaba cerca, muy cerca. Tan cerca que no pudo dar un golpe con su bastón, tan solo rodó por el suelo y trató de esquivar el puñetazo que el grandullón lanzaba con ganas con su puño derecho. Tan fuerte, que se quedó clavado en la tierra y la muchacha tuvo un segundo para impulsarse, como siempre atinando la primera patada hacia la cabeza.
"Cabeza
cuello
codos
muñecas
rodillas"
Volvía a repasar mentalmente las zonas más criticas de un cuerpo. ¿Realmente eran todas?, por supuesto que no, quedaba una importante que a cualquier hombre le dolería hasta el amanecer.El fortachón se levantó lentamente gracias a su peso, y volvió hacia ella esta vez tratando de golpear con todo el brazo con la intención de mandarla volando o volarle toda la dentadura de un trastazo, Runa se agachó y levantó sus ojos a esos brazos que tras ese ataque, los junto veloz para darle en la cabeza como si fuera un mazo.
La joven antes de recibir tal impacto, apretó su puño derecho y acertó en sus nobles partes así logrando que el grandullón cayera al suelo llorando del dolor.
-Dicen que no hay mal que por bien no venga.- Bromeó ante la situación de ese hombre tan grande en el suelo.
Pero su chiste se finalizaba cuando un hacha voló rozando el pelo de su cuero cabelludo y clavándose en el carromato. Otro enemigo a la vista.
-¡Maldita sea! ¡Sois una plaga de insectos! - Rechistó mientras observaba al grandullón tratando de levantarse .
Atrapó veloz el hacha y cortó la mano de aquel . Ahora llevaba dos puntos débiles, pero también un enemigo más furioso.
-¡Ouch! Exclamó al imaginarse el fuerte dolor. Cualquier golpe puede doler, pero el de una fecha en una zona delicada, era sin duda la broma del siglo. Una flecha, la punta de una espada, un arma al rojo vivo, sin duda el ser humano era el más masoca de todos. Pues había creado métodos para la defensa y el sufrimiento.
Eran masocas y despiadados como el hombre que había detectado a los pocos segundos de lanzar la flecha.Un caballero enorme, en realidad el ropaje de caballero no era precisamente. Era grandullón, fuerte de una barba negra descuidada y lleno de cicatrices , que al parecer le habían hecho perder la vista de un ojo.
Soltando su arco, tomó dirección de cargar contra la muchacha, la cual no pudo evitar acordarse de tiempo atrás en el campeonato de Hoog , aquel tipo misogino que le tocó en la primera ronda.Sabia que ante tipos así, lo mejor era la astucia y la rapidez, sobre todo lo segundo, ya que en un golpe podías acabar en el suelo media muerta.No había nada más placentero que el sabor de la experiencia misma.
Y en cuanto más cercano estaba, el bandido hizo un comentario un poco fuera de contexto, "gracias a ellos se había quitado la competencia".
-Vaya, de nada- Afirmó casi para si misma mientras trataba de acertar a atrapar el bastón.
El tipo estaba cerca, muy cerca. Tan cerca que no pudo dar un golpe con su bastón, tan solo rodó por el suelo y trató de esquivar el puñetazo que el grandullón lanzaba con ganas con su puño derecho. Tan fuerte, que se quedó clavado en la tierra y la muchacha tuvo un segundo para impulsarse, como siempre atinando la primera patada hacia la cabeza.
"Cabeza
cuello
codos
muñecas
rodillas"
Volvía a repasar mentalmente las zonas más criticas de un cuerpo. ¿Realmente eran todas?, por supuesto que no, quedaba una importante que a cualquier hombre le dolería hasta el amanecer.El fortachón se levantó lentamente gracias a su peso, y volvió hacia ella esta vez tratando de golpear con todo el brazo con la intención de mandarla volando o volarle toda la dentadura de un trastazo, Runa se agachó y levantó sus ojos a esos brazos que tras ese ataque, los junto veloz para darle en la cabeza como si fuera un mazo.
La joven antes de recibir tal impacto, apretó su puño derecho y acertó en sus nobles partes así logrando que el grandullón cayera al suelo llorando del dolor.
-Dicen que no hay mal que por bien no venga.- Bromeó ante la situación de ese hombre tan grande en el suelo.
Pero su chiste se finalizaba cuando un hacha voló rozando el pelo de su cuero cabelludo y clavándose en el carromato. Otro enemigo a la vista.
-¡Maldita sea! ¡Sois una plaga de insectos! - Rechistó mientras observaba al grandullón tratando de levantarse .
Atrapó veloz el hacha y cortó la mano de aquel . Ahora llevaba dos puntos débiles, pero también un enemigo más furioso.
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Estuve observando a la muchacha con suma atención ,en cuanto me recompuse y dirigí la vista hacia ella. La verdad es que lo que estaba pasando en aquellos momentos ya estaba siendo tan deprisa que apenas estaba teniendo yo tiempo a reaccionar o colaborar con la pelea. Ella en cambio, ya se había puesto en posición, valorando la situación. Ya parecía estar contemplando sus próximas acciones, todo lo que haría después para poder abatir al grandullón.
Habría corrido hacia ella, habría marchado con mi espada en alto para poder ayudarla, pero por una parte pensé que de haber hecho eso, la había des concentrado. Y ya me había dejado mas que claro, que ella no era una cualquiera. No era una simple muchacha con un palo. Era una guerrera, alguien que sabia pelear y que se las había visto con tipos mas duros que aquel desgraciado.
Abrí los ojos cuando vi que la enorme bestia se abalanzaba contra ella. Pero mas los abrí, incluso llevando mi mano a la boca y emitiendo un agudo quejido, cuando vi que sus nudillos aplastaban los testículos del pobre desgraciado, que acto seguido cayó al suelo entre llantos y gimoteos de dolor. Un hacha voló clavándose en la madera del carromato, y ella fue lo suficientemente rápida como para tomar aquella hacha y cortar la mano del que ahora intentaba levantarse del suelo, tratando de incorporarse. Así que eran mas. Al menos uno mas. No tenia claro por que de pronto aparecían tantos bandidos, ni de que maldito modo estaban actuando. Ya que algunos estaban contentos de participar juntos en aquella batalla por el oro del carromato, y otros estaban felices por perder a sus compañeros para poder amasar todo ese oro consigo mismo. Pero al mismo tiempo empezaba a pensar de que todo aquello no era por el simple oro. Que aquello a lo mejor era algo mas, y es que pese a que los abatíamos uno tras otro , seguían apareciendo bandidos.
Me acerque corriendo hacia el grandullón, sin apartar la vista de la zona de la que había provenido el hacha que había volado hacia nosotros. Busque con la vista pero no encontré a nadie, y continué mirando hacia esa dirección mientras conducía el filo de mi espada al cuello del grandote.
— Solo habéis venido a por oro? —Le pregunte directamente—. Esta claro que os estáis tomando demasiadas molestias.
El solo soltó una risotada, y me tomo con la otra mano del brazo, justo el brazo con el que estaba sosteniendo mi espada. Intente moverlo agitadamente para poder soltarme de sus gruesos y gordos dedos, que aplastaban la carne de mi brazo con tanta fuerza que sentí como si mis músculos estuvieran resquebrejándose por dentro. Rápidamente tome con la otra mano mi otra espada, la mas corta, y corte su otra mano. Otra hacha fue en nuestra dirección y la desvié golpeándola con la espada mas grande.
— No es simplemente oro, estúpido —dijo, y continuo riendo.
Aunque parecía querer llorar, pues sus ojos comenzaban a soltar algunas lágrimas, se puso en pie y continuo riendo. De sus muñones emanaba sangre, y del ultimo todavía colgaba su mano. Aun así, se abalanzo contra nosotros con furia, con ira, como una bestia incontrolable. Y su armadura tenia grandes y afilados clavos que, en una desafortunada embestida, podían clavarse en nuestras carnes. Debamos evitarlo, matarlo cuanto antes, pero ya había visto que el desconocido, el que se había unido recientemente a la fiesta, acababa de aparecer. Aquel estaba todavía mas armado, y en mas forma que este. Parecía mas cauteloso, pensando sus acciones mucho mas antes de acercarse a nosotros.
— Por que no me echas una mano, hijo de puta? —Bramo el que se disponía a placarnos.
No pude evitar reír al escuchar eso. Por que no me echas una mano. Una mano. Jeje.
Diría que aquel grandullón puso en un aprieto a runa. Que la embistió y ella cayó y rodaron juntos, y rondaron como croquetas hasta… bueno. Diría cualquier cosa así. Pero lo cierto es que la joven tuvo bastante suerte, y en mitad del trayecto, el grandullón cayó a un pozo que aguardaba silenciosamente bajo un montón de hierbas y paja. Como si fuera una trampa que alguien había colocado ahí cuidadosamente antes. No tenia mucho sentido, de hecho el movimiento del grandullón había sido aleatorio, sin duda aquello no había sido algo calculado. Pero lo cierto era que había sido pura casualidad. Y lo sabia, porque en cuanto aquel que había hecho aquella trampa se percato de que no había surtido el efecto deseado, escuche un bramido lejano.
— No, no, no!! Maldita sea, no —una voz aguda. Alguien se quejaba. Pronto descubrimos que era un joven delgado, bastante mas alto que yo (lo cual era raro de ver). El pelo plantado como espinas de un erizo, y unas lentes redondas que ampliaban el tamaño de sus ojos—. Esto era para el dandrugo , por que habéis aparecido? Desgraciados, os odio, me había costado tanto cavar ese pozo.
Varias hachas pasaron a nuestro lado. Al fin y al cabo el otro grandullón continuaba en la lejanía preparado para enfrentarnos en cualquier momento. Aguardaba como un toro bravo moviendo la pata agresivamente. El no, el toro. El solo aguardaba atento mirándonos fijamente. Dio algunos pasos, acercándose con toda la seguridad del mundo.
— Y ese quien es? —Pregunto el desconocido que acababa de aparecer—. Bueno. Que sepáis que después voy a reclamar mi venado especial. Voy a reclamar que lo capturéis. Llevo tanto tiempo preparando esto… que despreciables sois.
Y de pronto, desapareció. Se marcho en un par de zancadas y se perdió entre los bosques. Y nos dejo con aquella bestia que ahora nos miraba con furia, y estaba a pocos metros de nosotros. Desde el pozo se escuchaba ligera voz del pobre tipo que había caído. Sin manos ahora, poco era lo que podía hacer para escapar de ahí.
— Se que tienes a ese controlado —le dije a runa. La había visto pelear lo suficiente como para saber que realmente podía enfrentarse contra cualquier criatura—. Después de todo esto te deberé una buena cerveza. O no bebes? No tienes mucha pinta de beber.
Habría corrido hacia ella, habría marchado con mi espada en alto para poder ayudarla, pero por una parte pensé que de haber hecho eso, la había des concentrado. Y ya me había dejado mas que claro, que ella no era una cualquiera. No era una simple muchacha con un palo. Era una guerrera, alguien que sabia pelear y que se las había visto con tipos mas duros que aquel desgraciado.
Abrí los ojos cuando vi que la enorme bestia se abalanzaba contra ella. Pero mas los abrí, incluso llevando mi mano a la boca y emitiendo un agudo quejido, cuando vi que sus nudillos aplastaban los testículos del pobre desgraciado, que acto seguido cayó al suelo entre llantos y gimoteos de dolor. Un hacha voló clavándose en la madera del carromato, y ella fue lo suficientemente rápida como para tomar aquella hacha y cortar la mano del que ahora intentaba levantarse del suelo, tratando de incorporarse. Así que eran mas. Al menos uno mas. No tenia claro por que de pronto aparecían tantos bandidos, ni de que maldito modo estaban actuando. Ya que algunos estaban contentos de participar juntos en aquella batalla por el oro del carromato, y otros estaban felices por perder a sus compañeros para poder amasar todo ese oro consigo mismo. Pero al mismo tiempo empezaba a pensar de que todo aquello no era por el simple oro. Que aquello a lo mejor era algo mas, y es que pese a que los abatíamos uno tras otro , seguían apareciendo bandidos.
Me acerque corriendo hacia el grandullón, sin apartar la vista de la zona de la que había provenido el hacha que había volado hacia nosotros. Busque con la vista pero no encontré a nadie, y continué mirando hacia esa dirección mientras conducía el filo de mi espada al cuello del grandote.
— Solo habéis venido a por oro? —Le pregunte directamente—. Esta claro que os estáis tomando demasiadas molestias.
El solo soltó una risotada, y me tomo con la otra mano del brazo, justo el brazo con el que estaba sosteniendo mi espada. Intente moverlo agitadamente para poder soltarme de sus gruesos y gordos dedos, que aplastaban la carne de mi brazo con tanta fuerza que sentí como si mis músculos estuvieran resquebrejándose por dentro. Rápidamente tome con la otra mano mi otra espada, la mas corta, y corte su otra mano. Otra hacha fue en nuestra dirección y la desvié golpeándola con la espada mas grande.
— No es simplemente oro, estúpido —dijo, y continuo riendo.
Aunque parecía querer llorar, pues sus ojos comenzaban a soltar algunas lágrimas, se puso en pie y continuo riendo. De sus muñones emanaba sangre, y del ultimo todavía colgaba su mano. Aun así, se abalanzo contra nosotros con furia, con ira, como una bestia incontrolable. Y su armadura tenia grandes y afilados clavos que, en una desafortunada embestida, podían clavarse en nuestras carnes. Debamos evitarlo, matarlo cuanto antes, pero ya había visto que el desconocido, el que se había unido recientemente a la fiesta, acababa de aparecer. Aquel estaba todavía mas armado, y en mas forma que este. Parecía mas cauteloso, pensando sus acciones mucho mas antes de acercarse a nosotros.
— Por que no me echas una mano, hijo de puta? —Bramo el que se disponía a placarnos.
No pude evitar reír al escuchar eso. Por que no me echas una mano. Una mano. Jeje.
Diría que aquel grandullón puso en un aprieto a runa. Que la embistió y ella cayó y rodaron juntos, y rondaron como croquetas hasta… bueno. Diría cualquier cosa así. Pero lo cierto es que la joven tuvo bastante suerte, y en mitad del trayecto, el grandullón cayó a un pozo que aguardaba silenciosamente bajo un montón de hierbas y paja. Como si fuera una trampa que alguien había colocado ahí cuidadosamente antes. No tenia mucho sentido, de hecho el movimiento del grandullón había sido aleatorio, sin duda aquello no había sido algo calculado. Pero lo cierto era que había sido pura casualidad. Y lo sabia, porque en cuanto aquel que había hecho aquella trampa se percato de que no había surtido el efecto deseado, escuche un bramido lejano.
— No, no, no!! Maldita sea, no —una voz aguda. Alguien se quejaba. Pronto descubrimos que era un joven delgado, bastante mas alto que yo (lo cual era raro de ver). El pelo plantado como espinas de un erizo, y unas lentes redondas que ampliaban el tamaño de sus ojos—. Esto era para el dandrugo , por que habéis aparecido? Desgraciados, os odio, me había costado tanto cavar ese pozo.
Varias hachas pasaron a nuestro lado. Al fin y al cabo el otro grandullón continuaba en la lejanía preparado para enfrentarnos en cualquier momento. Aguardaba como un toro bravo moviendo la pata agresivamente. El no, el toro. El solo aguardaba atento mirándonos fijamente. Dio algunos pasos, acercándose con toda la seguridad del mundo.
— Y ese quien es? —Pregunto el desconocido que acababa de aparecer—. Bueno. Que sepáis que después voy a reclamar mi venado especial. Voy a reclamar que lo capturéis. Llevo tanto tiempo preparando esto… que despreciables sois.
Y de pronto, desapareció. Se marcho en un par de zancadas y se perdió entre los bosques. Y nos dejo con aquella bestia que ahora nos miraba con furia, y estaba a pocos metros de nosotros. Desde el pozo se escuchaba ligera voz del pobre tipo que había caído. Sin manos ahora, poco era lo que podía hacer para escapar de ahí.
— Se que tienes a ese controlado —le dije a runa. La había visto pelear lo suficiente como para saber que realmente podía enfrentarse contra cualquier criatura—. Después de todo esto te deberé una buena cerveza. O no bebes? No tienes mucha pinta de beber.
Última edición por Friðþjófur Rögnvaldsson el Dom Mar 05 2017, 20:33, editado 1 vez
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
El pelirrojo, un hombre un tanto carismático, se atrevió a acercarse al gigante al que la joven , un tanto rápida y cauta había cortado una de las manos. Así tan atrevido y preocupado, poner refinadamente el filo de su espada en su garganta, así preguntando a aquel saco de sangre y obtener una gran risa que rebotaba en cada rincón del bosque.
Runa en ese mismo momento, si por ella pudiera y fuera verdugo, le habría rebanado la garganta con un corte limpio. Así se evitaría tanta burla, que a pesar del dolor que debía estar atravesando, más bien parecía tener alucinaciones.
Volvió a agarrar al muchacho fuerte de ese brazo, estrujando esa delicada piel con mala saña, sin dejar más remedio que el chico cambiara su arma de mano y cortará la otra que le quedaba, o al menos lo suficientemente correcto para considerar cortar toda la mano.
El hombre grande se levantó dando una imagen tétrica Podría decirse.que por una vez en la vida, una situación así le estaba dando asco a la ladrona, el sudor, la sangre, la tensión, por más que estuviera acostumbrada a las batallas jamás se había cruzado con algo así.
Con una armadura, llena de pinchos y furia quería intentar aplacar, pero hubo la interrupción del hombre que lanzó el hacha y el gigante no paraba de quejarse que le echara una mano.
Era surrealista, pues el pelirrojo no pudo contener la risa, y a decir verdad hasta la ladrona le salió una sonrisa pillando aquel tan malo chiste.
Aquel tan mal chiste, le costó la concentración de la chica y caer rodando varios metros.
Afortunadamente, en mitad del trayecto, al tener más peso, llegó antes y parece que se lo tragó lo que parecía ser una especie de pozo.-Puta mierda- Rechistó la chica observando al grandullón caer por el agujero.
Se escuchó un quejido a lo lejos, al descubrir dicha trampa, apareciendo un joven más alto que el anterior explicando porque había cavado tal pozo y maldiciéndolos por fastidiar su trabajo.La chica se levantó y se sacudió el polvo mientras observaba que en la lejanía continuaba el otro.
Quién todavía, de vez en cuando lanzaba hachas para cortarles la cabeza o al menos hacer un intento de moribundos , así asustando al otro chico que desapareció entre los arbustos.
El pelirrojo la animo al combate, dijo que la invitaría a una buena cerveza después de esto. Más le valdría, después de tantas fechorías y ajetreo esperaba su querido minuto de paz.-¿Atacamos de ambos lados?- Le susurro la chica mientras le sonreía. Aquel tipo le parecía un poco peculiar, pero realmente le caía bien sin llegar a comprender la cuestión.
Mientras planeaban rápido el ataque, si se puede llamar ataque.
Ocurrió una nueva distracción, la de una mujer con pechos exuberantes, la piel como la misma porcelana , y una cara que arrastraría hasta el más tonto de los hombres a arrodillarse ante ella.
Una mujer, que portaba un arma a distancia y apuntaba al enemigo gritando alterada.-¡TE ACOSTASTE CON MARÍA ANTONIETA!-.
Y es que a veces, en el amor cuando eran tres siempre acababa alguien con un roto corazón.
Runa en ese mismo momento, si por ella pudiera y fuera verdugo, le habría rebanado la garganta con un corte limpio. Así se evitaría tanta burla, que a pesar del dolor que debía estar atravesando, más bien parecía tener alucinaciones.
Volvió a agarrar al muchacho fuerte de ese brazo, estrujando esa delicada piel con mala saña, sin dejar más remedio que el chico cambiara su arma de mano y cortará la otra que le quedaba, o al menos lo suficientemente correcto para considerar cortar toda la mano.
El hombre grande se levantó dando una imagen tétrica Podría decirse.que por una vez en la vida, una situación así le estaba dando asco a la ladrona, el sudor, la sangre, la tensión, por más que estuviera acostumbrada a las batallas jamás se había cruzado con algo así.
Con una armadura, llena de pinchos y furia quería intentar aplacar, pero hubo la interrupción del hombre que lanzó el hacha y el gigante no paraba de quejarse que le echara una mano.
Era surrealista, pues el pelirrojo no pudo contener la risa, y a decir verdad hasta la ladrona le salió una sonrisa pillando aquel tan malo chiste.
Aquel tan mal chiste, le costó la concentración de la chica y caer rodando varios metros.
Afortunadamente, en mitad del trayecto, al tener más peso, llegó antes y parece que se lo tragó lo que parecía ser una especie de pozo.-Puta mierda- Rechistó la chica observando al grandullón caer por el agujero.
Se escuchó un quejido a lo lejos, al descubrir dicha trampa, apareciendo un joven más alto que el anterior explicando porque había cavado tal pozo y maldiciéndolos por fastidiar su trabajo.La chica se levantó y se sacudió el polvo mientras observaba que en la lejanía continuaba el otro.
Quién todavía, de vez en cuando lanzaba hachas para cortarles la cabeza o al menos hacer un intento de moribundos , así asustando al otro chico que desapareció entre los arbustos.
El pelirrojo la animo al combate, dijo que la invitaría a una buena cerveza después de esto. Más le valdría, después de tantas fechorías y ajetreo esperaba su querido minuto de paz.-¿Atacamos de ambos lados?- Le susurro la chica mientras le sonreía. Aquel tipo le parecía un poco peculiar, pero realmente le caía bien sin llegar a comprender la cuestión.
Mientras planeaban rápido el ataque, si se puede llamar ataque.
Ocurrió una nueva distracción, la de una mujer con pechos exuberantes, la piel como la misma porcelana , y una cara que arrastraría hasta el más tonto de los hombres a arrodillarse ante ella.
Una mujer, que portaba un arma a distancia y apuntaba al enemigo gritando alterada.-¡TE ACOSTASTE CON MARÍA ANTONIETA!-.
Y es que a veces, en el amor cuando eran tres siempre acababa alguien con un roto corazón.
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Sonreí a la muchacha del palo, en cuanto me sugirió que atacáramos cada uno desde un lateral. Me parecía que hacíamos un improvisado buen equipo. Pero de repente, antes de que pudiéramos siquiera movernos para realizar aquel ataque repentino, una hermosa y despampanante mujer apareció. Baje mis espadas, y abrí mucho tanto mis ojos como mi boca al verla. Tenia los pechos mas enormes que había visto en mucho tiempo, y un rostro tan dulce como agresivo. Además era grande, casi tan alta como yo.
— Te acostaste con maría antonieta! —bramo en dirección al hombre que se había preparado para lanzarse contra nosotros.
Este se giro precipitadamente, evidentemente sorprendido por la aparición de la mujer. Portaba sobe sus brazos una enorme ballesta, que ya estaba cargada y apuntaba directamente hacia el pecho del grandullón. Si lo deseaba, podía matarlo de un disparo, así que dependía plenamente de las palabras de aquel hombre, su propia vida. Me quede mirando las escenas, y la verdad es que envaine las espadas totalmente confiado en que ya no tendríamos por que seguir luchando. Aquella mujer había sido nuestro propio deus ex machina.
— Que poca vergüenza, desgraciado —comente yo segundos después—. Con una mujer así de hermosa, no puedo creer que hayas podido tener la poca decencia…
— Tu cállate, idiota —grito el hombre, digiriendo su furiosa mirada hacia mi.
Luego se giro hacia ella y trato de desarrollar una serie de excusas que parecían no convencerla lo mas mínimo. Solté una fuerte carcajada y dirigí mi mirada ahora hacia la mujer del palo. No teníamos mucho que hacer ahora. Especialmente porque aquella mujer había dejado escapar la flecha, que se había clavado en el centro del pecho del gran hombre. Este se extrajo rápidamente la flecha, pero se había clavado lo suficientemente profunda como para dañar alguno de sus órganos. Cayó de rodillas, suplicándole el perdón a la gran mujer, que todavía lo miraba impasible, con el ceño fruncido.
— Siempre te he querido mas a ti… —dijo en un ultimo susurro el.
Ella simplemente aparto al vista, mirando hacia un lado y cerrando los ojos. El hombre se dejo caer al suelo, y aunque había extraído casi del todo la flecha, al caer de frente contra el suelo, la flecha lo atravesó completamente. Y murió. Yo me quede contemplando la escena con total tranquilidad, aunque por alguna razón sentí algo parecido a lastima.
— Fabuloso —dijeron los comerciantes, que habían salido ahora de sus caravanas. Un par de ellos estaban llorando—. Esplendido. Un espectáculo maravilloso.
En cuanto todo paso, se nos acercaron. La mujer hizo un ademán de acercarse para decirnos algo, pero al final hizo un ademán con la mano como quitando la importancia a la situación y se perdió entre los bosques, al igual que el cazador. Luego los comerciantes se colocaron frente a nosotros, y nos tendieron unas bolsitas con varias monedas que sonaron en cuanto ellos las agitaron levemente para hacernos saber sobre su contenido. Sonreí contento, todo aquello al final no había servido únicamente para hacer «algo bueno», sino que también nos había traído un poco de riqueza, que invertiría evidentemente en unos cuantos litros de buena cerveza.
— Gracias —agradecí mientras recibía mi bolsita del dinero. Runa tomaba la otra—. No suelo encontrar gente así de amable, que de verdad valora lo que cuesta enfrentarse a esa clase de gente.
— De no ser por vosotros, a lo mejor tendría ahora mismo una flecha bien clavada en el culo!! —Soltó una risotada—. Es lo menos que puedo ofreceros a cambio.
Después de aquel encuentro, no pensé en otra cosa mejor que marchar a una taberna a por una buena cerveza. Y aunque ni se lo había preguntado a runa, pensé que ella habría entendido que lo primero que haría seria eso. Así que me acompaño sin mediar palabra. Marchamos un poco mas hacia el norte, que era la dirección hacia la que yo iba. Aunque sin alejarnos demasiado de la zona donde habíamos tenido el desafortunado encuentro —o afortunado, según si se contemplaba únicamente el desenlace—, hasta una taberna llamada «la vieja galera».
— Dos cervezas. Jarras bien grandes, de las mas grandes que haya —pedí.
____________________
OffRoL. Quería pedirte disculpas xD. Pensaba hacer un post mucho mas largo y detallado, avanzando mas, pero se me ha hecho tarde y aun así quería postear… el próximo sera mejor.
— Te acostaste con maría antonieta! —bramo en dirección al hombre que se había preparado para lanzarse contra nosotros.
Este se giro precipitadamente, evidentemente sorprendido por la aparición de la mujer. Portaba sobe sus brazos una enorme ballesta, que ya estaba cargada y apuntaba directamente hacia el pecho del grandullón. Si lo deseaba, podía matarlo de un disparo, así que dependía plenamente de las palabras de aquel hombre, su propia vida. Me quede mirando las escenas, y la verdad es que envaine las espadas totalmente confiado en que ya no tendríamos por que seguir luchando. Aquella mujer había sido nuestro propio deus ex machina.
— Que poca vergüenza, desgraciado —comente yo segundos después—. Con una mujer así de hermosa, no puedo creer que hayas podido tener la poca decencia…
— Tu cállate, idiota —grito el hombre, digiriendo su furiosa mirada hacia mi.
Luego se giro hacia ella y trato de desarrollar una serie de excusas que parecían no convencerla lo mas mínimo. Solté una fuerte carcajada y dirigí mi mirada ahora hacia la mujer del palo. No teníamos mucho que hacer ahora. Especialmente porque aquella mujer había dejado escapar la flecha, que se había clavado en el centro del pecho del gran hombre. Este se extrajo rápidamente la flecha, pero se había clavado lo suficientemente profunda como para dañar alguno de sus órganos. Cayó de rodillas, suplicándole el perdón a la gran mujer, que todavía lo miraba impasible, con el ceño fruncido.
— Siempre te he querido mas a ti… —dijo en un ultimo susurro el.
Ella simplemente aparto al vista, mirando hacia un lado y cerrando los ojos. El hombre se dejo caer al suelo, y aunque había extraído casi del todo la flecha, al caer de frente contra el suelo, la flecha lo atravesó completamente. Y murió. Yo me quede contemplando la escena con total tranquilidad, aunque por alguna razón sentí algo parecido a lastima.
— Fabuloso —dijeron los comerciantes, que habían salido ahora de sus caravanas. Un par de ellos estaban llorando—. Esplendido. Un espectáculo maravilloso.
En cuanto todo paso, se nos acercaron. La mujer hizo un ademán de acercarse para decirnos algo, pero al final hizo un ademán con la mano como quitando la importancia a la situación y se perdió entre los bosques, al igual que el cazador. Luego los comerciantes se colocaron frente a nosotros, y nos tendieron unas bolsitas con varias monedas que sonaron en cuanto ellos las agitaron levemente para hacernos saber sobre su contenido. Sonreí contento, todo aquello al final no había servido únicamente para hacer «algo bueno», sino que también nos había traído un poco de riqueza, que invertiría evidentemente en unos cuantos litros de buena cerveza.
— Gracias —agradecí mientras recibía mi bolsita del dinero. Runa tomaba la otra—. No suelo encontrar gente así de amable, que de verdad valora lo que cuesta enfrentarse a esa clase de gente.
— De no ser por vosotros, a lo mejor tendría ahora mismo una flecha bien clavada en el culo!! —Soltó una risotada—. Es lo menos que puedo ofreceros a cambio.
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Después de aquel encuentro, no pensé en otra cosa mejor que marchar a una taberna a por una buena cerveza. Y aunque ni se lo había preguntado a runa, pensé que ella habría entendido que lo primero que haría seria eso. Así que me acompaño sin mediar palabra. Marchamos un poco mas hacia el norte, que era la dirección hacia la que yo iba. Aunque sin alejarnos demasiado de la zona donde habíamos tenido el desafortunado encuentro —o afortunado, según si se contemplaba únicamente el desenlace—, hasta una taberna llamada «la vieja galera».
— Dos cervezas. Jarras bien grandes, de las mas grandes que haya —pedí.
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OffRoL. Quería pedirte disculpas xD. Pensaba hacer un post mucho mas largo y detallado, avanzando mas, pero se me ha hecho tarde y aun así quería postear… el próximo sera mejor.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
No podía llegar a entender como el pelirrojo se atontaba al ver, tal musa apuntando al contrincante. La situación aparentaba un poco de drama-comedia, el hombre no paraba de dar excusas un poco estúpidas, que ni la inocencia que aun portaba con los hombres, llegaría a creer tales patrañas.
Al final, el hombre fue disparado, y de rodillas suplicaba sin cesar, pero aquella hermosa mujer, no le importó. Era una viuda negra que observaba como la vida de aquel , quizás no tan buen hombre, se consumía frente a todos. La escena era deprimente, y aunque la mujer parecía querer hablar con ambos, se negó a si misma y desapareció por el bosque.
La gente de las caravanas empezó a salir, agradecidos dieron una bolsa llena de dinero a ambos.-Oh no ,no. No lo hice con esas intenciones. Se justificaba la chica cuando insistían que cogiera la bolsa.No ha sido nada. Espero que les vaya bien. Agarró la bolsa despidiéndose con la mano mientras seguía a su nuevo conocido.
Un poco hacia el norte, no muy lejos de los hechos , ambos entraron en una taberna. Enseguida el pelirrojo pidió dos grandes jarras de cerveza mientras la muchacha, curiosa observaba la madera desgastada que adornaba aquellas mesas, que tantos hombres habían bebido ahí. Cogió uno de los taburetes y se sentó al lado del joven, mientras el tabernero servía las jarras.
-Jamás imaginé que mi día acabaría siendo tan extraño.Comentó en voz alta , antes de dar el primer trago y mirar de reojo a su compañero.¿Cual es tu nombre? Le dedicó una sonrisa mientras miraba como el tabernero, se quedaba frente a ellos , decidía interrumpir la conversación.
-Tienes buena suerte gran mozo. Es una muchacha muy bonita. Ignorante de lo que estaba provocando.
-¡Tabernero métase en sus asuntos! Contestó un poco irritada.¡Y ese pelo nido que lleva. No atraería a ninguna muchacha! Lo cierto es que el tabernero no era un hombre muy agraciado, y a la chica no le importaba, pero detestaba a la gente que se entrometía sin conocerla de nada.
-Perdona. Se excuso ante el pelirrojo y comenzó a beber sorbos más grandes comenzando a descontrolandose.
Aquellos hombres de la taberna, se sentían fisgones ante aquellos dos. En realidad, la escena era hasta graciosa
Al final, el hombre fue disparado, y de rodillas suplicaba sin cesar, pero aquella hermosa mujer, no le importó. Era una viuda negra que observaba como la vida de aquel , quizás no tan buen hombre, se consumía frente a todos. La escena era deprimente, y aunque la mujer parecía querer hablar con ambos, se negó a si misma y desapareció por el bosque.
La gente de las caravanas empezó a salir, agradecidos dieron una bolsa llena de dinero a ambos.-Oh no ,no. No lo hice con esas intenciones. Se justificaba la chica cuando insistían que cogiera la bolsa.No ha sido nada. Espero que les vaya bien. Agarró la bolsa despidiéndose con la mano mientras seguía a su nuevo conocido.
Un poco hacia el norte, no muy lejos de los hechos , ambos entraron en una taberna. Enseguida el pelirrojo pidió dos grandes jarras de cerveza mientras la muchacha, curiosa observaba la madera desgastada que adornaba aquellas mesas, que tantos hombres habían bebido ahí. Cogió uno de los taburetes y se sentó al lado del joven, mientras el tabernero servía las jarras.
-Jamás imaginé que mi día acabaría siendo tan extraño.Comentó en voz alta , antes de dar el primer trago y mirar de reojo a su compañero.¿Cual es tu nombre? Le dedicó una sonrisa mientras miraba como el tabernero, se quedaba frente a ellos , decidía interrumpir la conversación.
-Tienes buena suerte gran mozo. Es una muchacha muy bonita. Ignorante de lo que estaba provocando.
-¡Tabernero métase en sus asuntos! Contestó un poco irritada.¡Y ese pelo nido que lleva. No atraería a ninguna muchacha! Lo cierto es que el tabernero no era un hombre muy agraciado, y a la chica no le importaba, pero detestaba a la gente que se entrometía sin conocerla de nada.
-Perdona. Se excuso ante el pelirrojo y comenzó a beber sorbos más grandes comenzando a descontrolandose.
Aquellos hombres de la taberna, se sentían fisgones ante aquellos dos. En realidad, la escena era hasta graciosa
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
Estaba a punto de responder a la joven, haciéndole saber mi nombre. Sin embargo una pintoresca interrupción lo evito, y es que el tabernero se nos acerco y me hizo saber sobre la suerte que yo tenia, ya que la muchacha con la que estaba compartiendo aquellas bebidas, era una muchacha muy bonita. Le sonreí por su amabilidad.
— Oh por supuesto, si que lo es —afirme a sus palabras—. Y si la vieras pelear…
— Claro, entiendo a lo que te refieres, amigo!!! —Soltó una risotada. Claramente no había entendido a lo que me refería. Mientras yo me refería a su forma de pelear, de forma literal, al parecer el había interpretado una forma distinta de pelear. Una un poco menos decente.
Le guiñe un ojo, de todas formas; el caballero tan solo estaba tratando de ser amable con nosotros. Luego volví a dirigí la mirada hacia Runa; al fin y al cabo todavía no le había dicho mi nombre.
— Friðþjófur . Aunque imagino que seria mucho mas sencillo para ti llamarme Frith —le dije. Tome la jarra y di un largo trago. Luego deje escapar un largo suspiro. Estaba fresca y deliciosa, y después de aquella pelea había quedado tan absolutamente sediento que cada uno de los tragos que estaba dando, sabían a algo parecido a la gloria—. Ha sido una buena pelea. Lamento repetirlo. La verdad es que hacia tiempo que no veía desenvolverse tan bien a una mujer. Mucho menos tan joven como tu.
Dos personas mas se acercaron a nuestra mesa. Tomaron sillas de otra, y las colocaron frente a la nuestra. Uno de los tipos, era pelirrojo. Pero no tenia el cabello tan hermoso como yo, era un pelirrojo molesto, un tono que al observarlo parecía casi artificial, como el de un muñeco de trapo mal hecho y mal pintado. Además tenia la nariz casi tan roja como su pelo, gruesa y grande. El otro era mas alto, delgado, extremadamente delgado. Tenia el pelo negro, y los ojos negros, y la tez extremadamente pálida. El mas delgado tiro unos dados sobre la mesa, y el pelirrojo los paro con la palma de su mano.
— Par o impar? —Pregunto el mas delgado, mirándonos a nosotros.
Le tire la cerveza que había en mi jarra, para ahuyentarlos.
— No nos molestéis. No veis que estoy cortejando a esta bella dama? —Brame.
El individuo, ahora bañado en alcohol, se levanto con suma seriedad. No dijo absolutamente nada, tan solo cerro los ojos, y se alejo despacio, poco a poco. También hizo lo mismo el otro individuo, y nos quedamos nuevamente solos. Aunque parezca una aparición irrelevante, lo cierto es que os contare mas adelante los motivos por los cuales aquellos individuos aparecieron frente a nosotros, y por que no debí tirarle la cerveza en la cara. De hecho, ni siquiera debí ignorarlos, lo mejor habría sido jugar con ellos. Pero por el momento, solo diré que volvimos a quedarnos solos, y me quede un rato largo mirando a runa. Era tan joven, aunque no era capaz de adivinar que edad tendría. Tan humana, y al mismo tiempo sentía que guardaba algo tan profundo y escondido, mas propio de una criatura sobrenatural que de un simple humano.
— Sabes donde esta Ulmer? —Le pregunte, mientras dejaba la jarra medio vacía sobre la mesa—. Es hacia donde voy. Jamas he visto esa ciudad, o poblado, o lo que sea que es. Lo único que me han dicho es que es un lugar bastante rustico. Que puedes contarme de ti? Tan solo se que peleas bien con un palo, y que por tanto es mejor no mantener ninguna enemistad contigo .
— Oh por supuesto, si que lo es —afirme a sus palabras—. Y si la vieras pelear…
— Claro, entiendo a lo que te refieres, amigo!!! —Soltó una risotada. Claramente no había entendido a lo que me refería. Mientras yo me refería a su forma de pelear, de forma literal, al parecer el había interpretado una forma distinta de pelear. Una un poco menos decente.
Le guiñe un ojo, de todas formas; el caballero tan solo estaba tratando de ser amable con nosotros. Luego volví a dirigí la mirada hacia Runa; al fin y al cabo todavía no le había dicho mi nombre.
— Friðþjófur . Aunque imagino que seria mucho mas sencillo para ti llamarme Frith —le dije. Tome la jarra y di un largo trago. Luego deje escapar un largo suspiro. Estaba fresca y deliciosa, y después de aquella pelea había quedado tan absolutamente sediento que cada uno de los tragos que estaba dando, sabían a algo parecido a la gloria—. Ha sido una buena pelea. Lamento repetirlo. La verdad es que hacia tiempo que no veía desenvolverse tan bien a una mujer. Mucho menos tan joven como tu.
Dos personas mas se acercaron a nuestra mesa. Tomaron sillas de otra, y las colocaron frente a la nuestra. Uno de los tipos, era pelirrojo. Pero no tenia el cabello tan hermoso como yo, era un pelirrojo molesto, un tono que al observarlo parecía casi artificial, como el de un muñeco de trapo mal hecho y mal pintado. Además tenia la nariz casi tan roja como su pelo, gruesa y grande. El otro era mas alto, delgado, extremadamente delgado. Tenia el pelo negro, y los ojos negros, y la tez extremadamente pálida. El mas delgado tiro unos dados sobre la mesa, y el pelirrojo los paro con la palma de su mano.
— Par o impar? —Pregunto el mas delgado, mirándonos a nosotros.
Le tire la cerveza que había en mi jarra, para ahuyentarlos.
— No nos molestéis. No veis que estoy cortejando a esta bella dama? —Brame.
El individuo, ahora bañado en alcohol, se levanto con suma seriedad. No dijo absolutamente nada, tan solo cerro los ojos, y se alejo despacio, poco a poco. También hizo lo mismo el otro individuo, y nos quedamos nuevamente solos. Aunque parezca una aparición irrelevante, lo cierto es que os contare mas adelante los motivos por los cuales aquellos individuos aparecieron frente a nosotros, y por que no debí tirarle la cerveza en la cara. De hecho, ni siquiera debí ignorarlos, lo mejor habría sido jugar con ellos. Pero por el momento, solo diré que volvimos a quedarnos solos, y me quede un rato largo mirando a runa. Era tan joven, aunque no era capaz de adivinar que edad tendría. Tan humana, y al mismo tiempo sentía que guardaba algo tan profundo y escondido, mas propio de una criatura sobrenatural que de un simple humano.
— Sabes donde esta Ulmer? —Le pregunte, mientras dejaba la jarra medio vacía sobre la mesa—. Es hacia donde voy. Jamas he visto esa ciudad, o poblado, o lo que sea que es. Lo único que me han dicho es que es un lugar bastante rustico. Que puedes contarme de ti? Tan solo se que peleas bien con un palo, y que por tanto es mejor no mantener ninguna enemistad contigo .
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
El pelirrojo se las apaño para calmar y sobre llevar la situación. Cuando los hombres se juntaban, en muchas ocasiones solo bastaba alguna onomatopeya y buenas jarras de la cerveza del mercado, como para menos importancia de la que realmente portaban aquellas situaciones, que las mujeres exageraban.
La chica terminó de dar su trago, saboreando la espuma que sobresalía de la jarra y la dejó sobre la fría mesa, en aquel momento obtuvo respuesta a su pregunta. Aquel buen mozo, como lo menciono el tabernero, le dijo como se llamaba.-¿Frith? Lo cierto es que aquel nombre era difícil de pronunciar.-Tu nombre es un poco extraño. ¿No? Soltó una risotada aunque sus palabras eran bastante ciertas.
Dos hombres se sentaron delante de la valiente Runa y el caballero Frith, .la chica apenas se fijo en la apariencia de aquellos individuos, había visto tantos hombres que eran repetitivos, tan solo miró las manos de ambos, como una lanzaba unos dados y otros los paraban. Un juego parecía que se trataba, y Frith trató de ahuyentarlos de malas formas, lanzando la cerveza a la cara de aquellos desgenerados que no paraban de mirarlos, y aun más con malos modales.-¿Cortejar? ja ja ja La ladrona no pudo contener la risa.-Me temo que estáis dando con otro tipo de mujer Añadió mientras con una seña le pidió otra jarra para el chaval.
Tan pronto como se levantaron los tipos, Frtih continuó con la charla , hablaba que se dirigía hacia Ulmer, a visitarlo, como una guía turística.-¿Ulmer? Preguntó al ver tan insistencia .-No he estado, pero se habla que es territorio de licantropos. Volvió a sonreír calladamente.-Aunque mi amigo Judas, siempre dijo que aquellos bosques son mágicos Volvió a provechar para dar otro trago.
Frith parecía mostrar interés en saber algo más de la muchacha, así que le preguntó un poco más sobre ella, aparte de su estilo de lucha, que podía contarle ella a él. ¿Contarle?, quizás podía decirle que era otra huérfana más, que había tenido una vida dura y por eso sabía luchar de aquella manera, o quizás que para ella, no existía un hogar fijo, no hasta que logró a encontrar a Alanna,-¿Yo?. Bueno no soy una persona interesante, solo una luchadora de la calle. Trataba de mantener su tono de voz en calma, pocas ocasiones le habían formulado preguntas sobre ella, así que muchas veces no sabía sobrellevarlas.-Regresaba a Lunargenta. Estoy buscando a una amiga a la que llevo bastante sin ver. Nada más... Cambió su mirada por incomodidad y volvió a hablar antes de que el muchacho musitara nada.-Gracias por lo de la forma de luchar. Soy Runa, antes no me presenté. Le ofreció su mano para saludar y ser lo más cortés posible.
-Aunque me temo que soy mala para las amistades Frith. Dijo mientras gracias al tembleque por el nerviosismo, cayó una vela que estaba cerca de su brazo al suelo
La chica terminó de dar su trago, saboreando la espuma que sobresalía de la jarra y la dejó sobre la fría mesa, en aquel momento obtuvo respuesta a su pregunta. Aquel buen mozo, como lo menciono el tabernero, le dijo como se llamaba.-¿Frith? Lo cierto es que aquel nombre era difícil de pronunciar.-Tu nombre es un poco extraño. ¿No? Soltó una risotada aunque sus palabras eran bastante ciertas.
Dos hombres se sentaron delante de la valiente Runa y el caballero Frith, .la chica apenas se fijo en la apariencia de aquellos individuos, había visto tantos hombres que eran repetitivos, tan solo miró las manos de ambos, como una lanzaba unos dados y otros los paraban. Un juego parecía que se trataba, y Frith trató de ahuyentarlos de malas formas, lanzando la cerveza a la cara de aquellos desgenerados que no paraban de mirarlos, y aun más con malos modales.-¿Cortejar? ja ja ja La ladrona no pudo contener la risa.-Me temo que estáis dando con otro tipo de mujer Añadió mientras con una seña le pidió otra jarra para el chaval.
Tan pronto como se levantaron los tipos, Frtih continuó con la charla , hablaba que se dirigía hacia Ulmer, a visitarlo, como una guía turística.-¿Ulmer? Preguntó al ver tan insistencia .-No he estado, pero se habla que es territorio de licantropos. Volvió a sonreír calladamente.-Aunque mi amigo Judas, siempre dijo que aquellos bosques son mágicos Volvió a provechar para dar otro trago.
Frith parecía mostrar interés en saber algo más de la muchacha, así que le preguntó un poco más sobre ella, aparte de su estilo de lucha, que podía contarle ella a él. ¿Contarle?, quizás podía decirle que era otra huérfana más, que había tenido una vida dura y por eso sabía luchar de aquella manera, o quizás que para ella, no existía un hogar fijo, no hasta que logró a encontrar a Alanna,-¿Yo?. Bueno no soy una persona interesante, solo una luchadora de la calle. Trataba de mantener su tono de voz en calma, pocas ocasiones le habían formulado preguntas sobre ella, así que muchas veces no sabía sobrellevarlas.-Regresaba a Lunargenta. Estoy buscando a una amiga a la que llevo bastante sin ver. Nada más... Cambió su mirada por incomodidad y volvió a hablar antes de que el muchacho musitara nada.-Gracias por lo de la forma de luchar. Soy Runa, antes no me presenté. Le ofreció su mano para saludar y ser lo más cortés posible.
-Aunque me temo que soy mala para las amistades Frith. Dijo mientras gracias al tembleque por el nerviosismo, cayó una vela que estaba cerca de su brazo al suelo
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
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— Bosques mágicos, dice tu amigo judas? —Le pregunte mientras daba otro largo trago en la cerveza, el ultimo que podía permitirme dar, ya que no quedaba mucha.
Me quede mirando a cualquier parte, segundos después. Y pase así varios segundos, mas de los que habría adivinado que había pasado mirando al vació viéndome sumido en mis propios pensamientos. Únicamente pensaba en lo que podría encontrar en Ulmer. Si seria tal y como me lo había imaginado. Lo cierto es que en aquella época solo imaginaba un pequeño pueblo sin muchos habitantes, con algunas casas de madera, lo suficientemente gruesas como para poder soportar los fuertes inviernos que azotaban la zona cada año. Aunque tenia una ligera imagen sobre como podía ser el poblado, al contrario, no imaginaba nada en absoluto sobre su gente. Aunque fueran licántropos; no había tenido el gusto de conocer a mas licántropos que a mi hermana, por lo que no era capaz de saber si seria bien recibido o que. Tal vez era un pueblo normal, como cualquiera de los pueblos que había en nuestro mundo. O tal vez era diferente, y tan solo recibía a los licántropos. Por alguna razón, aquello me habría hecho sentir cómodo. Supongo que por la misma arzón por la que cualquier persona se siente mas fuerte y seguro dentro de una comunidad cerrada. Luego dirigí de nuevo la mirada a runa, en cuanto me hablo un poco de ella.
— Seguro que eres mas interesante de lo que me haces saber —le dije—. Así que una luchadora de la calle. Eso suena sin duda a haber crecido en una vida dura.
Luego me calle, y seguí escuchando sus palabras. Estaba regresando a Lunargenta, en busca de una vieja amiga. Eso me hizo suponer que ella vivía en Lunargenta. En mis adentros sonreí. Yo había vivido durante mucho tiempo en Lunargenta, pero ahora, después de mi viaje, no sabia si tal vez no regresaría hasta dentro de mucho tiempo. Si las cosas iban bien en Ulmer, tal vez no tendría razones por las que volver. Al fin y al cabo, mi hermana ni siquiera se sentía con fuerzas para siquiera acercarse a la gran ciudad, que no estaba mas que plagada de viejos y terribles recuerdos. Me dijo su nombre: runa.
— Te llamas como las letras que componían nuestros antiguos vocablos —sonreí, mientras la miraba casi con ternura. No era capaz de adivinar su edad, pero parecía realmente joven. Curtida, pero joven, como alguien que crece rápido pero sigue mostrando en su aspecto que le falta todavía mucho para considerarse alguien verdaderamente adulto.
Ella me tendió la mano, disculpándose además de que no era buena para las amistades. No me lo parecía. Estaba siendo bastante amable. Había conocido en el pasado mucha gente que si que no había sido para nada buena para las nuevas amistades. Gente que miraba casi con un desprecio que nacía automáticamente de ellos. Gente que parecía no saber comportarse de un modo distinto. Sin embargo ella actuaba de un modo muy natural, y me hacia sentí bastante cómodo rápidamente. Era tal cual, quien ella era, sin filtros. Además, supongo que también el hecho de haber luchado juntos me había generado esa sensación de cercanía con ella pese a que no la conocía lo suficiente todavía. Iba a tenderle la mano pero hizo caer una vela al suelo. Con la mano con la que iba a apretar la suya , rápidamente me dirigí hacia la vela rodeándola con fuerza antes de que llegara al suelo. La coloque encima de la mesa, lejos de las jarras, y la apague poco antes de colocarla ahí.
— Ten cuidado. Llega a caer una lleve llama al fuego y probablemente, con la cantidad de alcohol derramado que hay en esta taberna, se habría incendiado todo. Por eso suele estar tan oscura por las noches, no suelen usar demasiadas antorchas, por seguridad —le dije. Me mostré tranquilo, sin embargo, aunque era consciente de que esa calas de cosas en mas de una ocasión podían conducir a desgracias no esperadas.
La verdad, es que podía haberla acompañado a Lunargenta. Pero tenia que marchar hacia Ulmer, así que probablemente aquella taberna seria el ultimo lugar donde nos veríamos, al menos por el momento. Pero quería conservarla, deleguen modo. No sabia como, y evidentemente no iba a pedirle expresamente que quería que nos volviéramos a encontrar. Aquello probablemente, si bien no la habría asustado, si que podría haberla hecho sentir incomoda. Pensé durante algunos segundos de que modo podría hacerle saber que deseaba volver a encontrarme con ella. Esa clase de guerrera callejera que me había demostrado que era, convenía tenerla cerca. Mas aun con los planes de futuro que tenia.
— Seguramente volveré a Lunargenta, en unas semanas —comente únicamente.
No supe que mas decir al respecto. La dejaría marchar hacia Lunargenta, no nos volveríamos a ver, salvo si llegara a ser por causalidad. Pero no se me ocurría otra forma de pedirle aquello, por lo que simplemente lo deje pasar. Además, en parte pensaba que si debíamos volver a encontrarnos, el destino ya se ocuparía de ello.
— Vas a Lunargenta? —Pregunto alguien, que estaba en una mesa cercana—. Ten cuidado. Me han dicho que las cosas se han puesto un poco feas allí últimamente. —Luego se quedo callado durante un rato, paseando la mirada entre ella y yo—. Sin embargo, si vas a ir si o si, podrías hacer algo por mi. Podría pagaros bien, y es algo que realmente necesito. Parecéis gente curtida, acostumbrada a estar entre problemas. Y realmente necesito gente así ahora mismo. No es algo turbio, de hecho seriáis los héroes. Es algo bueno, ayudaríais a muchas personas. Si estáis interesados, podríais encontrarme en la casa de Bubundi el Bebedor, esta en una playa al este. Si preguntáis a cualquier local de la zona sabrá deciros donde es. Yo estaré allí durante los próximos dos días…
Me quede mirando a cualquier parte, segundos después. Y pase así varios segundos, mas de los que habría adivinado que había pasado mirando al vació viéndome sumido en mis propios pensamientos. Únicamente pensaba en lo que podría encontrar en Ulmer. Si seria tal y como me lo había imaginado. Lo cierto es que en aquella época solo imaginaba un pequeño pueblo sin muchos habitantes, con algunas casas de madera, lo suficientemente gruesas como para poder soportar los fuertes inviernos que azotaban la zona cada año. Aunque tenia una ligera imagen sobre como podía ser el poblado, al contrario, no imaginaba nada en absoluto sobre su gente. Aunque fueran licántropos; no había tenido el gusto de conocer a mas licántropos que a mi hermana, por lo que no era capaz de saber si seria bien recibido o que. Tal vez era un pueblo normal, como cualquiera de los pueblos que había en nuestro mundo. O tal vez era diferente, y tan solo recibía a los licántropos. Por alguna razón, aquello me habría hecho sentir cómodo. Supongo que por la misma arzón por la que cualquier persona se siente mas fuerte y seguro dentro de una comunidad cerrada. Luego dirigí de nuevo la mirada a runa, en cuanto me hablo un poco de ella.
— Seguro que eres mas interesante de lo que me haces saber —le dije—. Así que una luchadora de la calle. Eso suena sin duda a haber crecido en una vida dura.
Luego me calle, y seguí escuchando sus palabras. Estaba regresando a Lunargenta, en busca de una vieja amiga. Eso me hizo suponer que ella vivía en Lunargenta. En mis adentros sonreí. Yo había vivido durante mucho tiempo en Lunargenta, pero ahora, después de mi viaje, no sabia si tal vez no regresaría hasta dentro de mucho tiempo. Si las cosas iban bien en Ulmer, tal vez no tendría razones por las que volver. Al fin y al cabo, mi hermana ni siquiera se sentía con fuerzas para siquiera acercarse a la gran ciudad, que no estaba mas que plagada de viejos y terribles recuerdos. Me dijo su nombre: runa.
— Te llamas como las letras que componían nuestros antiguos vocablos —sonreí, mientras la miraba casi con ternura. No era capaz de adivinar su edad, pero parecía realmente joven. Curtida, pero joven, como alguien que crece rápido pero sigue mostrando en su aspecto que le falta todavía mucho para considerarse alguien verdaderamente adulto.
Ella me tendió la mano, disculpándose además de que no era buena para las amistades. No me lo parecía. Estaba siendo bastante amable. Había conocido en el pasado mucha gente que si que no había sido para nada buena para las nuevas amistades. Gente que miraba casi con un desprecio que nacía automáticamente de ellos. Gente que parecía no saber comportarse de un modo distinto. Sin embargo ella actuaba de un modo muy natural, y me hacia sentí bastante cómodo rápidamente. Era tal cual, quien ella era, sin filtros. Además, supongo que también el hecho de haber luchado juntos me había generado esa sensación de cercanía con ella pese a que no la conocía lo suficiente todavía. Iba a tenderle la mano pero hizo caer una vela al suelo. Con la mano con la que iba a apretar la suya , rápidamente me dirigí hacia la vela rodeándola con fuerza antes de que llegara al suelo. La coloque encima de la mesa, lejos de las jarras, y la apague poco antes de colocarla ahí.
— Ten cuidado. Llega a caer una lleve llama al fuego y probablemente, con la cantidad de alcohol derramado que hay en esta taberna, se habría incendiado todo. Por eso suele estar tan oscura por las noches, no suelen usar demasiadas antorchas, por seguridad —le dije. Me mostré tranquilo, sin embargo, aunque era consciente de que esa calas de cosas en mas de una ocasión podían conducir a desgracias no esperadas.
La verdad, es que podía haberla acompañado a Lunargenta. Pero tenia que marchar hacia Ulmer, así que probablemente aquella taberna seria el ultimo lugar donde nos veríamos, al menos por el momento. Pero quería conservarla, deleguen modo. No sabia como, y evidentemente no iba a pedirle expresamente que quería que nos volviéramos a encontrar. Aquello probablemente, si bien no la habría asustado, si que podría haberla hecho sentir incomoda. Pensé durante algunos segundos de que modo podría hacerle saber que deseaba volver a encontrarme con ella. Esa clase de guerrera callejera que me había demostrado que era, convenía tenerla cerca. Mas aun con los planes de futuro que tenia.
— Seguramente volveré a Lunargenta, en unas semanas —comente únicamente.
No supe que mas decir al respecto. La dejaría marchar hacia Lunargenta, no nos volveríamos a ver, salvo si llegara a ser por causalidad. Pero no se me ocurría otra forma de pedirle aquello, por lo que simplemente lo deje pasar. Además, en parte pensaba que si debíamos volver a encontrarnos, el destino ya se ocuparía de ello.
— Vas a Lunargenta? —Pregunto alguien, que estaba en una mesa cercana—. Ten cuidado. Me han dicho que las cosas se han puesto un poco feas allí últimamente. —Luego se quedo callado durante un rato, paseando la mirada entre ella y yo—. Sin embargo, si vas a ir si o si, podrías hacer algo por mi. Podría pagaros bien, y es algo que realmente necesito. Parecéis gente curtida, acostumbrada a estar entre problemas. Y realmente necesito gente así ahora mismo. No es algo turbio, de hecho seriáis los héroes. Es algo bueno, ayudaríais a muchas personas. Si estáis interesados, podríais encontrarme en la casa de Bubundi el Bebedor, esta en una playa al este. Si preguntáis a cualquier local de la zona sabrá deciros donde es. Yo estaré allí durante los próximos dos días…
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
No terminó de darle la mano y velozmente atrapó entre su mano la vela, que torpemente Runa casi hacía caer, la chica se percató que aunque su aviso era amable podría haber desencadenado un desastre bastante mayoritario, de esos que podrían tenerla corriendo por las calles de Lunargenta durante semanas, como una rufián , y tan solo por ser descuidada.-Disculpa, en ocasiones mi torpeza hace grandes desastres. Trataré de tener cuidado Frith.- Dijo con medio risotada mientras al fin acababa su zumo de cebada.
Frith con su pelo alborotado pero tan bien cuidado,no paraba de observarla como con cariño, Runa hacia tiempo que no se sentía tan en el punto de mira de un hombre ,desde poco después de conocer a su grupo. Aquel joven rubio solía ser una molestia para ella con esos pájaros en la cabeza y esos falsos amoríos, que la chica realmente renegaba de la compañía de hombres, cuando se trataban de ese tipo de intenciones. ¿Por qué realmente miraba tanto? , tras el manto de su inocencia por más que ella quisiera, jamás llegaría a leer la mente de los hombres, y sobretodo entenderlos.
Solo se cruzaban miradas amables y alguna que otra sonrisa. Supongo que aun no tenían esa confianza de toda la vida,eran dos personas que se cruzaron por un fortuito encuentro, o quizás un desastre que les había preparado la vida, pero fuera como fuera posiblemente no se volverían a cruzar, y Frith con interés le mencionó que volvería a Lunargenta dentro de poco.-Pues espero volver a verte vivo y coleando entonces- Añadió la joven mientras se levantaba del sitió y se giraba al se interrumpidos por otra persona.
Hablaba algo de un trabajo, sobre que lo buscaran sobre la casa de Bubundi el bebedor, en una playa al este.-¿Trabajo?. Espera Frith ¿Vas a ir?- Cuestionó al joven mientras quieta, miraba de reojo la puerta.-¿Como demonios acabo yo en estos problemas?- Se preguntó, y volvía mirar a los ojos de Frith mostrando tranquilidad.
-¿Seguro que no quieres viajar ahora a Lunargenta?-
Y así acabó la conversación antes de que la muchacha rozara el pomo de la puerta.
Frith con su pelo alborotado pero tan bien cuidado,no paraba de observarla como con cariño, Runa hacia tiempo que no se sentía tan en el punto de mira de un hombre ,desde poco después de conocer a su grupo. Aquel joven rubio solía ser una molestia para ella con esos pájaros en la cabeza y esos falsos amoríos, que la chica realmente renegaba de la compañía de hombres, cuando se trataban de ese tipo de intenciones. ¿Por qué realmente miraba tanto? , tras el manto de su inocencia por más que ella quisiera, jamás llegaría a leer la mente de los hombres, y sobretodo entenderlos.
Solo se cruzaban miradas amables y alguna que otra sonrisa. Supongo que aun no tenían esa confianza de toda la vida,eran dos personas que se cruzaron por un fortuito encuentro, o quizás un desastre que les había preparado la vida, pero fuera como fuera posiblemente no se volverían a cruzar, y Frith con interés le mencionó que volvería a Lunargenta dentro de poco.-Pues espero volver a verte vivo y coleando entonces- Añadió la joven mientras se levantaba del sitió y se giraba al se interrumpidos por otra persona.
Hablaba algo de un trabajo, sobre que lo buscaran sobre la casa de Bubundi el bebedor, en una playa al este.-¿Trabajo?. Espera Frith ¿Vas a ir?- Cuestionó al joven mientras quieta, miraba de reojo la puerta.-¿Como demonios acabo yo en estos problemas?- Se preguntó, y volvía mirar a los ojos de Frith mostrando tranquilidad.
-¿Seguro que no quieres viajar ahora a Lunargenta?-
Y así acabó la conversación antes de que la muchacha rozara el pomo de la puerta.
Runa Thorgil
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Re: Encuentros por el camino ~Libre~
El licántropo suspiro y se quedo mirando al desconocido. Finalmente sonrió. El desconocido hizo un ademán, sugiriendo a la pareja que pensara en lo que el acababa de decir, se marcho. Y en cuanto se fue, Frith dirigió la mirada hacia runa y se quedo mirándola con detenimiento. Tomo un ultimo sorbo a su jarra de cerveza.
– Si, creo que si –le respondió–. Es marchar en la dirección opuesta a mis planes iniciales pero… Creo que me sentiría mal si después de hacer algo bueno, ignoro la posibilidad de ayudar un poco mas.
Una melodía triste sonaba ahora en la taberna. El guitarrista, que había estado tocando tonos alegres momentos atrás, ahora tocaba algo un poco mas tranquilo. Frith pensó que se asemejaba a la melodía de un canción para dormir a los niños pequeños. Luego echo un vistazo a su alrededor, paseando la mirada por la taberna. Se percato de que la mayoría de la gente, que antes había estado bebiendo, ahora estaba cabeceando. Muchos de ellos ya estaban dormidos, reposando sus cabezas sobre sus brazos sobre la mesa.
– Además, parece que esto se esta desanimando –comento mientras continuaba paseando la mirada a su alrededor–. A saber cuanto tiempo llevan bebiendo.
Aun así le agradaba aquella clase de ambiente. Siempre le habían gustado las tabernas. Para el, era un pequeño refugio. El mismo refugio al que recurrían muchos mas. Y cada taberna, era como un pequeño mundo donde nadie era enemigo de nadie, o todo lo contrario. Donde todos de algún modo eran iguales, y donde en mas de una ocasión gente que no habría compartido nada con los demás, se dejaba llevar por ese ambiente tan especial y característico de las tabernas, uniéndose de algún modo a todos aquellos que se encontraban a su alrededor. A Frith le encantaba aquello, la naturaleza de las tabernas.
Pero después de todo lo que habían hecho, lo ultimo que quería era quedarse en la ultima de las fases en las que se solía encontrar una taberna. Ese momento en el cual todos sus participes habían bebido tanto que el momento del descanso se acercaba cada vez mas, y esta ocasión estaba siendo acompañada inclusive con las melodías que el guitarrista tocaba para los presentes.
– No estas obligada a venir. Al fin y al cabo ya has hecho muchísimo mas de lo que mas que la mayoría de la gente haría –le dijo, mirándola a los ojos con una amplia sonrisa–. Aunque si decides participar en esto, sera un honor marchar contigo.
Y el viaje hacia Ulmer se aplazaría una vez mas. Llevaba tanto tiempo aplazándolo. Y al fin había decidido continuar su camino hacia el norte, hasta llegar a Ulmer, pero cada vez que tomaba la decisión parecía que sucedía algo que le indicaba que todavía no era el momento. Frith por un momento pensó que aquello seria una nueva señal que le indicaba que no era el momento. Se quedo durante algunos segundos sumido en sus pensamientos, con la vida perdida en cualquier parte. En su mente paseaba la imagen de su madre, y la de lo que su imaginación recreaba de lo que para el era Ulmer, un lugar que todavía no había pisado una sola vez en su vida. Podría esperar, se dijo a si mismo, aunque sabia que era un aplazamiento que llevaba creando de forma indefinida año tras año. Y ahora la decisión peligraba de aplazarse un año mas, como siempre solía acabar pasando.
– Si, creo que si –le respondió–. Es marchar en la dirección opuesta a mis planes iniciales pero… Creo que me sentiría mal si después de hacer algo bueno, ignoro la posibilidad de ayudar un poco mas.
Una melodía triste sonaba ahora en la taberna. El guitarrista, que había estado tocando tonos alegres momentos atrás, ahora tocaba algo un poco mas tranquilo. Frith pensó que se asemejaba a la melodía de un canción para dormir a los niños pequeños. Luego echo un vistazo a su alrededor, paseando la mirada por la taberna. Se percato de que la mayoría de la gente, que antes había estado bebiendo, ahora estaba cabeceando. Muchos de ellos ya estaban dormidos, reposando sus cabezas sobre sus brazos sobre la mesa.
– Además, parece que esto se esta desanimando –comento mientras continuaba paseando la mirada a su alrededor–. A saber cuanto tiempo llevan bebiendo.
Aun así le agradaba aquella clase de ambiente. Siempre le habían gustado las tabernas. Para el, era un pequeño refugio. El mismo refugio al que recurrían muchos mas. Y cada taberna, era como un pequeño mundo donde nadie era enemigo de nadie, o todo lo contrario. Donde todos de algún modo eran iguales, y donde en mas de una ocasión gente que no habría compartido nada con los demás, se dejaba llevar por ese ambiente tan especial y característico de las tabernas, uniéndose de algún modo a todos aquellos que se encontraban a su alrededor. A Frith le encantaba aquello, la naturaleza de las tabernas.
Pero después de todo lo que habían hecho, lo ultimo que quería era quedarse en la ultima de las fases en las que se solía encontrar una taberna. Ese momento en el cual todos sus participes habían bebido tanto que el momento del descanso se acercaba cada vez mas, y esta ocasión estaba siendo acompañada inclusive con las melodías que el guitarrista tocaba para los presentes.
– No estas obligada a venir. Al fin y al cabo ya has hecho muchísimo mas de lo que mas que la mayoría de la gente haría –le dijo, mirándola a los ojos con una amplia sonrisa–. Aunque si decides participar en esto, sera un honor marchar contigo.
Y el viaje hacia Ulmer se aplazaría una vez mas. Llevaba tanto tiempo aplazándolo. Y al fin había decidido continuar su camino hacia el norte, hasta llegar a Ulmer, pero cada vez que tomaba la decisión parecía que sucedía algo que le indicaba que todavía no era el momento. Frith por un momento pensó que aquello seria una nueva señal que le indicaba que no era el momento. Se quedo durante algunos segundos sumido en sus pensamientos, con la vida perdida en cualquier parte. En su mente paseaba la imagen de su madre, y la de lo que su imaginación recreaba de lo que para el era Ulmer, un lugar que todavía no había pisado una sola vez en su vida. Podría esperar, se dijo a si mismo, aunque sabia que era un aplazamiento que llevaba creando de forma indefinida año tras año. Y ahora la decisión peligraba de aplazarse un año mas, como siempre solía acabar pasando.
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