Huir sin mirar atrás [ Tema Libre] [Interpretativo]

El animal se puso justo al frente los piratas. Éstos, al notar que era un tigre, arquearon sus cejas pero a la vez, se llenaron de más valor para luchar. El tiempo que los dos misteriosos seres habían estado desaparecidos de Aerandir, estuvieron nada más que practicando sus poderes, sus habilidades y perfeccionando la forma de luchar. Uno de los novatos soltó un grito de guerra y dirigió su arma en dirección del animal, pero éste lo esquivó con facilidad y con una simple mordida en la pierna, hizo que el hombre cayera al suelo, inmovilizado desde su muslo. Por otro lado, dos aparecieron con el mismo objetivo, pero el animal mostró sus colmillos, sólo con intenciones de que el filo enemigo se estrellara con éstos. Así fue, y las chispas cubrieron toda la escena. Después, con el hocico los derrumbó, clavando la nariz en el estómago de ellos, hasta dejarlos en el suelo. Aún faltaban algunos, pero la mayoría de los ladrones ya sentían inseguridad en su fuerza. El jefe no tardó en enfurecerse y soltar un escupitajo que se enterró en el suelo como un dardo. -¿¡Qué parte de "Maten a ese felino de mierda" no entendéis!?.-Chillaría el hombre hasta lanzar piedras.

Entretanto, Sakun se libró de su capa, mostrando su rostro, pero escondiendo los músculos bajo el atuendo. -Bueno, solamente debes rel...-Se quedó sorprendido al notar cómo la pelinegra se encargaba de arrebatar su cantimplora, sólo con el motivo de beber hasta que su alma regresara al cuerpo. Parpadeó lentamente y no tuvo otra opción que cruzarse de brazos, observándola y inspeccionando su cuerpo, esperando que no fuese alguna bestia o sirena que fingiese tener el cuerpo de humana. -No te ves nada bien.-Comentó algo obvio, la chica estaba a punto de perecer, algo nada normal en Aerandir. ¿Tan mala era su suerte?, ¿Tener sed en la playa de los Ancestros?. La lucha no dejaba de hacer bastante ruido. Se oía como si una guerra estuviese sucediendo justo detrás de los presentes.

Zarpitas seguía librando la batalla, bloqueando los movimientos agresivos y escabulléndose entre los presentes, hasta ir derrotando uno por uno. La dama trató de ponerse de pie, completamente preocupada por el tigre albino, que libraba una brusca batalla contra los actuales enemigos en aquel sitio. Sakun, con suma tranquilidad, puso su inmensa mano en el hombro de ella, haciendo el peso necesario para que no se levante. Sus ojos cafés claros lograron quedarse mirando los de la chica. Sin más preámbulo, negó con su cabeza. -No te preocupes, estará bien.-Susurró para que ella oyera con claridad. Finalmente el tigre se deshizo del grupo y quedó frente a frente contra el capitán.

-Buen trabajo. Ahora ven, yo me encargaré de él.-Pronunció hacia su mascota, quien rápidamente, luego de soltar un rugido, se dirigió a la mujer herida, sólo para cargarla en el lomo, aunque ya sería decisión de ella si quería ser ayudada.

El guerrero, dio varios pasos hacia adelante hasta quedar justo en frente del último pirata. -Disculpe, señor. Déjenos en paz y le prometo que nos iremos de aquí.-Murmuró, fingiendo derrota.

El tipo soltó una carcajada, mostrando sus podridos dientes y soltando un aliento repugnante, uno que llegaría las narices de los presentes. -¿Después de acabar con mi gente?, no... ¡Muere, idiota!.-Con velocidad, dio un salto, con intención de enterrar su espada en la frente del dragón.

Él, sólo se quedó observando, y justo cuando la sombra del filo quedó en la frente del hombre, no tardó en evitar el daño. El jefe quedó atónito, supo que su ataque no funcionó, por lo tanto no tardaría en ser abatido. Así fue.

Sakun endureció su brazo izquierdo, llenándolo de sangre, notándose en su piel cómo las venas se hinchaban ante la fuerza que acumuló en éste. Luego, mientras lo mantenía en el nivel de la cadera, tomó el impulso de su tonificado pecho y abdomen, el que necesitaría para propinar semejante atentado. Sacó su hombro derecho, sólo para que la extremidad izquierda saliese disparatada como una catapulta hacia el rostro del enemigo.

Los sólidos nudillos terminaron impactando la mejilla del hombre. Los dientes no tardaron en volar junto con los fragmentos de babas en el aire. El sonido se asimilaría al crujir de dientes. Era una noqueada limpia y notable.

El golpe justo había encajado en el espacio de su quijada y su pómulo, también afectando las dos partes. Los nudillos se habían clavado tanto, que pareció sentirse cómo el cráneo se agrietaba. Su mano quedó paralizada, debilitada y normalizada. Después de devolverla a la altura de su cuerpo, solamente se dedicó a observar el cuerpo del pirata, quien gemía del dolor, todo por tratar de enfrentarse al dragón. Éste, sin odio, ni furia, solamente entendimiento y tranquilidad, flexionó sus rodillas para acercarse al pirata, quien apenas pudo abrir su boca, sólo para decir algunas palabras. -¿P...Por qué pedía perdón?.-Preguntó el hombre, estupefacto. No entendía el motivo del por qué el dragón se atrevió a tratar de hacer las paces, aún cuando su fuerza era suficiente para derrotarlo.

El muchacho colocó sus dedos en el rostro de él, justo en la parte donde más se había concentrado la agresión. Los dejó ahí por unos segundos, hasta que finalmente encontró que su enemigo estaba bien, sólo que se recuperaría en algunas semanas, al igual que sus novatos. -Mi intención nunca es luchar.-Sin más preámbulo, apartó su mano y volvió a colocarse de pie, para luego soltar un suspiro agresivo, el que velozmente se mezcló con el viento, provocando una brisa en contra del mar. El sol se reflejaba en su mirada, como si brillase junto a éste, como si sus ojos fueran verdaderamente de color amarillo. -Y matar... Odio hacerlo.-De repente, recordó a su padre, y toda la ira que ese anciano le provoca. -Pero lo haría, y créeme que no sería a alguien como tú.-Sacudió su cabeza y espero que el herido fuese capaz de seguir la conversación.

Por otro lado, el tigre volvió a alertarse, notando que uno de los enemigos se levantaba. La dama fue bruscamente llevaba en el lomo de la mascota, y sólo la bestia se detendría hasta que acabara de derrotar al rival. Lo hizo, y sin bastante esfuerzo. El hombre, al notar que todo había terminado, giró apenas su cabeza en un rango de 90 grados, observando con el rabillo del ojo a la señorita, quien seguía recostada en Zarpitas. -¡Quieto!.-El animal se quedó paralizado y simplemente puso su mandíbula en la arena. Por otro lado, el moreno volvió hasta quedarse en el lugar donde se ubicaba la dama. -Tengo que hablar contigo, me llamo Sakun.-Al llegar, se sentó tranquilamente en la tierra y colocó sus palmas en el suelo, sólo para mantener su tronco recto.

-¿Qué haces aquí?.-Pronunció directamente, con semblante serio y el ceño medianamente fruncido. Fue al grano, prácticamente quería saber por qué la pelinegra estaba en lugar como la playa de los ancestros. ¿Qué misión tenía?, ¿Por qué se le ocurrió habitar en los Reinos del Sur, sabiendo que los piratas abundan en los océanos, sólo con intenciones de saquear villas y ciudades?.

-También deseo saber tu nombre.-Interrogó con libertad, sin necesidad de pedir un permiso.

La tranquilidad finalmente reinaba en aquel día, después de que los dos seres estuviesen justo en la parte final de Aerandir, quizá en el lugar donde hay un vacío a la oscuridad, a otro mundo desconocido, o más bien, donde se repetirá la aventura de un muchacho, que ha entrenado y ha sometido su cuerpo a misiones extremas, donde probablemente cualquiera pudo haber muerto. Su boca estaba cerrada, y sus ojos expectantes, viendo la dama, notando sus expresiones y esperando la respuesta después de pronunciar su nombre. Muchos desconocen la historia de la playa, pero al ser llamada con la palabra "ancestros", da curiosidad saber el significado. De alguna manera, al estar allí, hay un aura diferente que en otras ciudades. Aquel zona, tenía cosas bastante llamativas, y también, era un buen lugar para meditar.

Ella repitió su nombre, casi dejándolo al aire, como si en verdad fuese interesante. Asintió la cabeza, mientras que observaba cómo se alimentaba de manera implacable, incluso con mucho anhelo, viéndose que su estómago nunca tendría fin. Podría decirse que Runa, eventualmente, no masticaba. El sabor tampoco le era importante, desde que fuera comestible. Incluso, Zarpitas, siendo un tigre feroz, no se alimentaba de esa forma, aún cuando su apetito es tres veces más grande que el de un humano. Un torbellino de emociones afectaron al guerrero, quizá quería mostrar una sonrisa, pero la seriedad y los recuerdos malos de su infancia no lo dejaban. Se conmovía al ver que una persona como él volvía a la vida, recuperaba su color, y se apartaba de la agonía de morir.

La chica sabía que él estaba lleno de preguntas, pero solamente se dedicó a oírla, sólo hasta que las energías volvieran al cuerpo de ella. Las miradas intercambiaron emociones, y al observarse entre sí, conectaron principalmente en las diferencias, donde prácticamente Runa notaría que él no es un humano. Su comportamiento era tan anormal que obviamente se asemejaría a alguien como un elfo, por la bondad que enseñaba.

Así fue. La señorita adivinó que no era humano, si no más bien, otra especie que se asemejaba a ésta. Él, sin más preámbulo, aceptó. -Soy un dragón.-Comentó con seguridad. La chica, después, se disculpó de las molestias que había causado. Él, negó con su cabeza y se puso de pie junto a ella. El animal también se acercó para observar lo que sucedía.

-No pasa nada.-

-¿Quieres que te acompañe?. No sé a dónde te dirijas ahora, pero supongo que no es buena idea. Anochece.-

El guerrero asintió con la cabeza, y no hizo nada más que observarla, esperando a que le diera las siguiente indicaciones para escapar del lugar. La muchacha, sin complicaciones, empezó a usar sus piernas para desplazarse en otro rumbo, un rumbo incógnito, el cual nadie sabía, ni siquiera nuestro héroe, que a pesar de su intuitivo semblante, no lograba discernir a qué lugar se estaban dirigiendo. El tiempo pasaba velozmente, ahora el cielo jugaba a cambiar de colores, pero de oscuro a más grisáceo, como si tratara de encontrar un buen color que representara el día en la Playa De Los Ancestros. El frío no era horrible, es más, era un clima extremadamente normal, algo digno de ser el fin de Aerandir, la última tierra de todas las tierras, el pueblo de los sabios. Todos solían ir hacia allá, sólo con intenciones de meditar hasta conseguir la paz mental.

-Ciertamente no, suele estar repleto de humanos.-Respondió con frialdad, caminando lentamente al lado de ella, revisando cada lugar y grano de arena, atento de cualquier ataque que probablemente lo meta en problemas. Una cueva apareció ante la lejanía, pero prácticamente era segura, al menos así lo percibía la muchacha, o sus facciones delataban el por qué. Por otro lado, Zarpitas ya empezaba a arrugar el hocico, de la misma manera que lo hacía cuando presentía algo. Sakun no nombró más cosas, solamente la siguió hasta que entraron. Todo parecía siniestro, pero la confianza y las ganas de poder descansar eran inmensas, indestructibles, algo que se mantenía.

La dama preguntó algo sobre el lugar de nacimiento donde el guerrero había nacido. Éste, pegó un suspiro algo sigiloso y simplemente se quedó callado, casi deseando que los recuerdos se vayan. Esa cuestión le había traído traumas de la infancia, como la muerte de su madre, la lucha entre clanes, ese gran genocidio... Era demasiado. Pero, de repente, Zarpitas no tardó en gruñir con poder, sabiéndose que todo podría ser sospechoso. Runa pensó que eran más piratas, sin embargo, el dragón negó con su cabeza y susurró unas palabras.

-No lo creo... Los piratas no suelen acampar en cuevas...-El suspenso llegó a la escena...