Barro tal vez [Interpretativo - Libre]
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Barro tal vez [Interpretativo - Libre]
Sus pies cansados se arrastraban por las dulces dunas que acariciaban el límite entre la playa y el bosque. Frente a ella, la playa de los ancestros irradiaba una luz excesiva por culpa del nacimiento del sol. De entre todas las grandes maravillas de Aerandir, una de ellas era ese bello paisaje. Tras haber pasado unos días recolectando ingredientes para sus pociones en los bosques Elficos, se decidió a pasar al menos una noche en aquella playa sureña que era tan hermosa. Había llegado en el mejor momento del amanecer. Sus pisadas, cansadas y ansiosas por descansar, pararon antes de llegar donde la arena mojada se asomaba, justo debajo de un halo de piedras y viejas corazas de moluscos y mejillones. Se sentó, dejando a su lado el morral con las pocas cosas que llevaba. La playa yacía desierta y el viento comenzaba a levantarse, meneando su cabello con cierto ímpetu.
Inspiró fuerte, ahogada del placer del viento marino. Allá en su juventud, nunca había visto una playa y el conocer una le hizo inmensamente feliz, convirtiéndose entonces, en su localización preferida. Aclaró la garganta. Si había algo que le gustaba hacer tanto como visitar la playa, era cantar en soledad. Había dos cosas que la bruja sabía hacer muy bien, la primera era molestar a la gente y la otra era cantar. Se mojó los labios de saliva, mientras un escalofrío de felicidad le recorría el cuerpo. Cerró los ojos, sonriendo plenamente, escuchando con felicidad el sonido de las olas del mar chocando suavemente con la orilla y las rocas en su cercanía. ¿Qué más podría pedir? ¿Comida y agua, tal vez? Era mucho pedir ya, las cosas no caían del cielo porque sí, pero imaginar nunca estaba demás.
Abrió los labios lento, inhalando el aire salado y tragó saliva, extasiada del sabor marino aquel que tanto le gustaba. Sus labios comenzaron a moverse cantando el parafraseo de una vieja canción que cantaba una anciana en su antiguo y pequeño pueblo. Llegaba perfectamente a los tonos más altos y los graves los manejaban con fluidez. El viento parecía tranquilizarse ante el yugo de su voz y casi de forma etérea todo se había callado para escucharla. Nunca se sintió única ni hermosa de ninguna manera, siquiera le había importado, pero en aquella situación había sacado toda la dulzura y belleza que ella podía tener. En ese momento no le interesaba si alguien le atacaba por la espalda o si perdía la vida de un flechazo, a decir verdad, sabía que moriría plenamente feliz de esa manera. Esa felicidad era una de las pocas cosas que una vez cada cierto tiempo necesitaba rasguñar. Su antipatía y soledad le habían llevado a una gran depresión, donde creer en los demás, acercarse a ellos o formar lazos afectivos se había vuelto imposible y en pocas palabras, sentía que el mundo estaba mejor sin su presencia. No tenía las agallas para quitarse la vida, porque muy en el fondo de su corazón tenía la esperanza vaga de que alguien, alguna vez, fuese capaz de mostrarle un mundo distinto. ¿Pero quién sería capaz de aguantar ese detestable temperamento y comportamiento para poder conocer lo más mínimo en ella?. ¡Si lo hacía apropósito!, se comportaba así porque sabía que solo la verdadera amistad o amor lograrían romper esa pared irreversible. Sabía que no existía nadie capaz de callar ante sus insultos sin prestarle atención o de darle ese cachetazo en la mejilla cuando se le fuese de las manos la situación, solo para tranquilizar su ímpetu y personalidad. Pues ella era así, no era una mujer de aquellas delicadas que necesitaba ser cuidada como una pluma, necesitaba alguien fuerte como ella a su lado, que tuviese la necesidad imperiosa de llevarse bien con ella, por uno u otro motivo...Tal vez pudiera percibir que hay más de ella de lo que pudiera verse a simple vista. Tal vez fuera por intereses puramente personales. Quién sabe.
Una leve lágrima rodó por su mejilla. No era felicidad precisamente. No se permitía llorar o sufrir por su vida, no quería darse lastima de ninguna manera, ni darla a nadie. Pero a veces los sentimientos se chocan contra esas paredes que uno mismo se arma, y duelen, duelen y hacen que el cuerpo tiemble como si un terremoto hubiese pasado. Dejó que la lágrima vuele limpia en el aire, sin secar su mejilla, algunas veces necesitaba descansar de sí misma.
Inspiró fuerte, ahogada del placer del viento marino. Allá en su juventud, nunca había visto una playa y el conocer una le hizo inmensamente feliz, convirtiéndose entonces, en su localización preferida. Aclaró la garganta. Si había algo que le gustaba hacer tanto como visitar la playa, era cantar en soledad. Había dos cosas que la bruja sabía hacer muy bien, la primera era molestar a la gente y la otra era cantar. Se mojó los labios de saliva, mientras un escalofrío de felicidad le recorría el cuerpo. Cerró los ojos, sonriendo plenamente, escuchando con felicidad el sonido de las olas del mar chocando suavemente con la orilla y las rocas en su cercanía. ¿Qué más podría pedir? ¿Comida y agua, tal vez? Era mucho pedir ya, las cosas no caían del cielo porque sí, pero imaginar nunca estaba demás.
Abrió los labios lento, inhalando el aire salado y tragó saliva, extasiada del sabor marino aquel que tanto le gustaba. Sus labios comenzaron a moverse cantando el parafraseo de una vieja canción que cantaba una anciana en su antiguo y pequeño pueblo. Llegaba perfectamente a los tonos más altos y los graves los manejaban con fluidez. El viento parecía tranquilizarse ante el yugo de su voz y casi de forma etérea todo se había callado para escucharla. Nunca se sintió única ni hermosa de ninguna manera, siquiera le había importado, pero en aquella situación había sacado toda la dulzura y belleza que ella podía tener. En ese momento no le interesaba si alguien le atacaba por la espalda o si perdía la vida de un flechazo, a decir verdad, sabía que moriría plenamente feliz de esa manera. Esa felicidad era una de las pocas cosas que una vez cada cierto tiempo necesitaba rasguñar. Su antipatía y soledad le habían llevado a una gran depresión, donde creer en los demás, acercarse a ellos o formar lazos afectivos se había vuelto imposible y en pocas palabras, sentía que el mundo estaba mejor sin su presencia. No tenía las agallas para quitarse la vida, porque muy en el fondo de su corazón tenía la esperanza vaga de que alguien, alguna vez, fuese capaz de mostrarle un mundo distinto. ¿Pero quién sería capaz de aguantar ese detestable temperamento y comportamiento para poder conocer lo más mínimo en ella?. ¡Si lo hacía apropósito!, se comportaba así porque sabía que solo la verdadera amistad o amor lograrían romper esa pared irreversible. Sabía que no existía nadie capaz de callar ante sus insultos sin prestarle atención o de darle ese cachetazo en la mejilla cuando se le fuese de las manos la situación, solo para tranquilizar su ímpetu y personalidad. Pues ella era así, no era una mujer de aquellas delicadas que necesitaba ser cuidada como una pluma, necesitaba alguien fuerte como ella a su lado, que tuviese la necesidad imperiosa de llevarse bien con ella, por uno u otro motivo...Tal vez pudiera percibir que hay más de ella de lo que pudiera verse a simple vista. Tal vez fuera por intereses puramente personales. Quién sabe.
Una leve lágrima rodó por su mejilla. No era felicidad precisamente. No se permitía llorar o sufrir por su vida, no quería darse lastima de ninguna manera, ni darla a nadie. Pero a veces los sentimientos se chocan contra esas paredes que uno mismo se arma, y duelen, duelen y hacen que el cuerpo tiemble como si un terremoto hubiese pasado. Dejó que la lágrima vuele limpia en el aire, sin secar su mejilla, algunas veces necesitaba descansar de sí misma.
- Canción:
Carla de Valle Escondido
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Re: Barro tal vez [Interpretativo - Libre]
El aire del mar, el canto de una sirena, y las ganas de orinar despertaron a un bueno para nada tirado debajo de un árbol con una jarra en la mano, el mercenario se sentó sobre su trasero y se llevo la mano libre a la cabeza, la brutal jaqueca le pasaba factura por la noche pasada.
Klinge era como cualquier otro mercenario de afuera, cuando conseguía algo de dinero lo derrochaba inmediatamente en comida y vino, solo para quedar tirado alguna parte como un trapo usado, se levanto entorpecido por aturdimiento tropezando con su armadura y armas enfundadas, se toco por todas partes revisando que todo estuviese en su lugar, aun no se podía explicar como nunca resultaba desnudo al despertar después de una de sus borracheras.
Se levanto la banda de la cabeza para que no le estorbara la visibilidad, y de forma ruidosa y torpe, se encamino asía la playa mientras dejaba caer la jarra por el camino, una vez ahí se desabrocho el cinturón y metió la mano por debajo de sus pantalones, para soltar todo el vino que tomo sobre la arena, ya mas aliviado inhaló el aire de mar y soltó un largo suspiro de alivio mientras empezaba a ganar más lucidez.
Ya más aliviado empieza a ladear lentamente la cabeza de un lado al otro, se escuchaba el sonido de los huesos tronar, el hombre se llevo la mano derecha a la nuca mientras todavía estaba sosteniendo su… “asunto” con la mano izquierda.
Una vez que acabo y se reacomodo todo lo que había que reacomodar se fijo en la voz que escuchaba cantar, valga la coincidencia, resultaba que la mujer que estaba cantando a unos cuantos metros a su izquierda, sentada en la arena.
Paso cerca de ella para alcanzar el agua y poder lavarse la cara con el agua salada, para limpiarse y destaparse la nariz, se quito las botas y los guantes, dejándolos tirados en la arena frente a aquella mujer, y se metió al agua hasta que le llego a las rodillas, luego se agacho y empezó a llevarse el agua a la cara, escupiendo, de ves e cuando, el agua que se colaba a su boca y luego se soplaba la nariz.
Klinge era como cualquier otro mercenario de afuera, cuando conseguía algo de dinero lo derrochaba inmediatamente en comida y vino, solo para quedar tirado alguna parte como un trapo usado, se levanto entorpecido por aturdimiento tropezando con su armadura y armas enfundadas, se toco por todas partes revisando que todo estuviese en su lugar, aun no se podía explicar como nunca resultaba desnudo al despertar después de una de sus borracheras.
Se levanto la banda de la cabeza para que no le estorbara la visibilidad, y de forma ruidosa y torpe, se encamino asía la playa mientras dejaba caer la jarra por el camino, una vez ahí se desabrocho el cinturón y metió la mano por debajo de sus pantalones, para soltar todo el vino que tomo sobre la arena, ya mas aliviado inhaló el aire de mar y soltó un largo suspiro de alivio mientras empezaba a ganar más lucidez.
Ya más aliviado empieza a ladear lentamente la cabeza de un lado al otro, se escuchaba el sonido de los huesos tronar, el hombre se llevo la mano derecha a la nuca mientras todavía estaba sosteniendo su… “asunto” con la mano izquierda.
Una vez que acabo y se reacomodo todo lo que había que reacomodar se fijo en la voz que escuchaba cantar, valga la coincidencia, resultaba que la mujer que estaba cantando a unos cuantos metros a su izquierda, sentada en la arena.
Paso cerca de ella para alcanzar el agua y poder lavarse la cara con el agua salada, para limpiarse y destaparse la nariz, se quito las botas y los guantes, dejándolos tirados en la arena frente a aquella mujer, y se metió al agua hasta que le llego a las rodillas, luego se agacho y empezó a llevarse el agua a la cara, escupiendo, de ves e cuando, el agua que se colaba a su boca y luego se soplaba la nariz.
Klinge
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Re: Barro tal vez [Interpretativo - Libre]
Un hombre borracho se aproximo caminando cual péndulo sin control, tambaleándose tanto que daba la sensación de que iba a caerse de cara al suelo cada tres pasos y la muchacha paró de prepo su canto, pues el escándalo que el ajeno había armado era poco más que impredecible. Levantó las cejas y se quedó en el lugar, entre asustada y pendiente de sus movimientos, pues fue la reacción más inesperada que le habría pasado en una situación como aquella. Fue voltear la vista y ver unos zapatos de cuero mojados, e hilos e hilos de agua absorbida por la arena que aparecían a lo lejos y terminaban de forma evidente sobre aquellos zapatos. El hombre estaría tan borracho que no habría notado siquiera que eso había ocurrido y la bruja se arrastró un poco más lejos de aquella situación por el fuerte olor a orines que esto despedía. Se levantó costosa, mientras resbalaba con la arena mojada por el agua del mar y por fin terminó parada, entrando en compostura.
Observó el guerrero, bañándose de forma precaria en el agua del mar, sin muchos más modales que la bruja y esta siquiera se escandalizó por ello, le parecía una actitud más propia de un aventurero, pues se había cruzado con tanto mañoso por los modales que a estas alturas se sentía casi como en casa. -¿Y tu qué hace' aquí?- Preguntó con aquel fuerte acento norteño que era difícil en ella escuchar pues solía esconderlo de los extraños. Sin embargo, estaba con la guardia tan baja que no pudo evitar hablar de esa manera y cuando se dio cuenta, opto por no mentir su acento o aquel hombre podría ponerse colérico...O vaya a saber como podría reaccionar. Por las dudas, había empuñado su báculo al levantarse, aunque lo mantenía en pose de descanso, usándolo como si fuera un bastón. Su ceño se frunció, junto con su nariz y estornudó, largando algo de agua por la nariz, sin muchos miramientos se limpió con la manga del vestido. Observó a su alrededor, la playa aun yacía desierta. -¿Ta' tu solo?- Preguntó, acercándose al agua con cierta desconfianza, para arrodillarse en la orilla, lavándose las manos que tenía enarenadas.
Se sacó entonces el sombrero y se acomodó un poco el cabello, que por el viento tenía despeinado y se le metían cabellos en los ojos y la boca. Observó de reojo al hombre, de frente y ya lavado se veía un poco más agradable, aunque la escena anterior no podía quitársela de la cabeza y aunque ella no era la más limpia del mundo, tampoco es que le hubiera gustado estar en el camino de aquella agua dorada. Regresó la mirada al agua, dibujando tonterías en la arena. Le hubiera preguntado su nombre o hubiera sido más amable...de no ser porque era una bruja antipática y cascarrabias, y se limitó a tratar de ignorar su presencia...Aunque a estas alturas era un poco difícil.
Observó el guerrero, bañándose de forma precaria en el agua del mar, sin muchos más modales que la bruja y esta siquiera se escandalizó por ello, le parecía una actitud más propia de un aventurero, pues se había cruzado con tanto mañoso por los modales que a estas alturas se sentía casi como en casa. -¿Y tu qué hace' aquí?- Preguntó con aquel fuerte acento norteño que era difícil en ella escuchar pues solía esconderlo de los extraños. Sin embargo, estaba con la guardia tan baja que no pudo evitar hablar de esa manera y cuando se dio cuenta, opto por no mentir su acento o aquel hombre podría ponerse colérico...O vaya a saber como podría reaccionar. Por las dudas, había empuñado su báculo al levantarse, aunque lo mantenía en pose de descanso, usándolo como si fuera un bastón. Su ceño se frunció, junto con su nariz y estornudó, largando algo de agua por la nariz, sin muchos miramientos se limpió con la manga del vestido. Observó a su alrededor, la playa aun yacía desierta. -¿Ta' tu solo?- Preguntó, acercándose al agua con cierta desconfianza, para arrodillarse en la orilla, lavándose las manos que tenía enarenadas.
Se sacó entonces el sombrero y se acomodó un poco el cabello, que por el viento tenía despeinado y se le metían cabellos en los ojos y la boca. Observó de reojo al hombre, de frente y ya lavado se veía un poco más agradable, aunque la escena anterior no podía quitársela de la cabeza y aunque ella no era la más limpia del mundo, tampoco es que le hubiera gustado estar en el camino de aquella agua dorada. Regresó la mirada al agua, dibujando tonterías en la arena. Le hubiera preguntado su nombre o hubiera sido más amable...de no ser porque era una bruja antipática y cascarrabias, y se limitó a tratar de ignorar su presencia...Aunque a estas alturas era un poco difícil.
Carla de Valle Escondido
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Re: Barro tal vez [Interpretativo - Libre]
El mercenario sacudió su cabeza después de terminar de lavarse y salió del agua solo para darse cuenta que mancho sus botas con su propia orina, levanto sus botas y las sostuvo con la mano derecha, al verlas de cerca saco un breve grito ahogado de frustración, y se volvió a meter al agua para remojar un poco las botas, mejor que olieran a agua salada que a orina.
Se paro sobre la arena mojada para que no se le quedara pegada en los pies y luego se seco el pie izquierdo con un trabo que tenia debajo del cinturón, paso a ponerse la bota lo más rápido que pudo antes de que una ola más larga le volviera a mojar el pie y, así, evitar que entrar agua en sus botas, luego repitió el mismo proceso con el pie derecho.
Recién cuando fue a recoger sus guates y les sacudió la arena de encima levanto la mirada para ver a aquella mujer que le hablo, mientras se volvía a poner los guantes seguía mirando a aquella mujer con la mirada perdida, la verdad no sabía cómo responderle además que estaba un poco embobado por la apariencia de aquella mujer, era más alta que muchos hombres que había conocido y algo regordeta en ciertas partes del cuerpo.
Cuando estaba ajustando las cintas de los brazaletes de cuero abrió la boca mientras daba unos tres pasos al frente.
Klinge: derroche el dinero que gane en comida y licor la noche anterior, y termine tirado cerca de esta playa.
La vio dibujando cosas en la arena y se puso a pensar sobre el raro acento de aquella mujer, luego sacudió la cabeza recordando que no le importaba realmente, le se quedo parado frente a aquella mujer con las manos sobre la cintura y con una sonrisa que llegaba de lado a lado en su cara, a pesar de tener la banda que le cubría un poco los ojos se podía notar que los tenía muy abiertos y al no poder ver sus cejas su rostro se veía un poco intimidante.
Klinge: ¿te parece que vengo acompañado? Normalmente la gente no gusta que les golpee en la cara cuando me hablan mal, cosa que hacen todo el tiempo.
De repente se agacha, quedando cara a cara con ella aun con esa sonrisa en el rostro.
Klinge: pero me sorprende, normalmente las personas creen que pueden preguntarme mi nombre sin presentarse primero solo porque soy un mercenario que no tolera la bebida, yo me llamo Klinge, ¿Cuál es tu nombre?
Se paro sobre la arena mojada para que no se le quedara pegada en los pies y luego se seco el pie izquierdo con un trabo que tenia debajo del cinturón, paso a ponerse la bota lo más rápido que pudo antes de que una ola más larga le volviera a mojar el pie y, así, evitar que entrar agua en sus botas, luego repitió el mismo proceso con el pie derecho.
Recién cuando fue a recoger sus guates y les sacudió la arena de encima levanto la mirada para ver a aquella mujer que le hablo, mientras se volvía a poner los guantes seguía mirando a aquella mujer con la mirada perdida, la verdad no sabía cómo responderle además que estaba un poco embobado por la apariencia de aquella mujer, era más alta que muchos hombres que había conocido y algo regordeta en ciertas partes del cuerpo.
Cuando estaba ajustando las cintas de los brazaletes de cuero abrió la boca mientras daba unos tres pasos al frente.
Klinge: derroche el dinero que gane en comida y licor la noche anterior, y termine tirado cerca de esta playa.
La vio dibujando cosas en la arena y se puso a pensar sobre el raro acento de aquella mujer, luego sacudió la cabeza recordando que no le importaba realmente, le se quedo parado frente a aquella mujer con las manos sobre la cintura y con una sonrisa que llegaba de lado a lado en su cara, a pesar de tener la banda que le cubría un poco los ojos se podía notar que los tenía muy abiertos y al no poder ver sus cejas su rostro se veía un poco intimidante.
Klinge: ¿te parece que vengo acompañado? Normalmente la gente no gusta que les golpee en la cara cuando me hablan mal, cosa que hacen todo el tiempo.
De repente se agacha, quedando cara a cara con ella aun con esa sonrisa en el rostro.
Klinge: pero me sorprende, normalmente las personas creen que pueden preguntarme mi nombre sin presentarse primero solo porque soy un mercenario que no tolera la bebida, yo me llamo Klinge, ¿Cuál es tu nombre?
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