Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Mira quién habla de ser egocéntrico- Respondió el pelinegro sin intención de darse por vencido, bien podría aceptar el ser devorado por cualquier criatura antes que dar su brazo a torcer ante aquella infructuosa riña con tan despreciable mujer, era completamente un misterio la manera como había encontrado tantas maneras tan diversas de enojarlo en tan poco tiempo, vaya que había que reconocerle la creatividad.
Finalmente sucede lo inevitable, no podía ser de otro modo, ambos son tan tercos que morirían felices si ninguno tiene que aceptar la derrota; con un ruido de rabia disfraza el elfo su quejido de dolor al ser apuñalado en el muslo, esa mujer está implorando que la mate, es lo que quiere, ahora lo entiende, es una especie de suicida a quien no le importa la vida o la muerte -¿Contenta?- Dijo con ella casi al unísono, hará que los maten a ambos y solo eso la hará feliz, ahora todo tiene sentido.
Destino piensa un par de planes rápidos e improvisados para deshacerse de la serpiente usando a la chica como escudo o como cebo, da igual como lo vea el final es el mismo, tal como es difícilmente alguien la extrañaría, pero antes que pueda siquiera intentar hacer algo ella se adelanta, desnuda la mano de la capa que antes le había envuelto el brazo y usa la misma indumentaria para capturar a la serpiente, menuda destreza que deja al pelinegro boquiabierto, claramente impresionado por la destreza y velocidad de reacción.
Eso no ha estado nada mal- Dice el elfo en lo más cercano a un cumplido que podría decir en ese momento a alguien como ella, aunque tristemente la malhumorada vuelve a hacer gala de su odiosa personalidad forzando al pelinegro a hacer lo que ella desea, aún no nota que entre más intente obligarlo más se resistirá; pese al ingenioso esfuerzo de la chica, la solución ha sido apenas temporal, un bálsamo de agilidad que fácil queda en el olvido ante la inminente amenaza que es, cómo no decirlo, culpa de ella.
No hay tiempo que perder, el elfo se levanta junto a ella aunque el dolor en la pierna lo frena en el último momento, menguando sus oportunidades de salir juntos, si finalmente alguien ha de quedarse, que sea quien menos útil resulte a la raza, claramente ella, si es que realmente es un elfo y no una mujer cabra como antes se había autoproclamado -Ten cuidado con la- No terminó de decir su frase cuando ya la serpiente se estaba enroscando en la pierna de la chica; por un momento pensó en arrancarle la extremidad con todo y serpiente pero sin la espada era complicado de lograr, por ahora debía buscar otro método.
La batalla entre ambas fieras es realmente formidable, ambas víboras intentan imponer su superioridad sobre la otra hasta que finalmente la morena consigue lanzar a su rival al piso aunque no sale indemne de la lucha, ha sido mordida por la serpiente; al verla en el piso el elfo salta sobre ella pisándole una de sus cabezas con sus botas y en consecuencia la otra lanza varias mordidas al muslo que no logran pasar del cuero del calzado ¿O sí?
Sin retirar el pie de una cabeza el pelinegro se agacha para tomar la cabeza restante y halarla con tal fuerza que el tejido cede y permite que la bicéfala se convierta en monocéfala por unos instantes antes de morir; con apenas tiempo a reaccionar el elfo toma de prisa el brazo donde la chica ha sido mordida y sin mediar palabra la sostiene con fuerza y le acerca los labios para chupar el veneno que haya podido entrar y escupirlo; un líquido amarillento y espeso queda en los labios del pelinegro una vez que ha terminado de escupir aunque parece que algo no anda bien, cierra los ojos, parece mareado, se tambalea y finalmente se va al piso; tal vez no supo escupir el veneno, o quizá la segunda cabeza sí logró llegar al muslo, sea cual sea, se le apagan las luces repentinamente.
Finalmente sucede lo inevitable, no podía ser de otro modo, ambos son tan tercos que morirían felices si ninguno tiene que aceptar la derrota; con un ruido de rabia disfraza el elfo su quejido de dolor al ser apuñalado en el muslo, esa mujer está implorando que la mate, es lo que quiere, ahora lo entiende, es una especie de suicida a quien no le importa la vida o la muerte -¿Contenta?- Dijo con ella casi al unísono, hará que los maten a ambos y solo eso la hará feliz, ahora todo tiene sentido.
Destino piensa un par de planes rápidos e improvisados para deshacerse de la serpiente usando a la chica como escudo o como cebo, da igual como lo vea el final es el mismo, tal como es difícilmente alguien la extrañaría, pero antes que pueda siquiera intentar hacer algo ella se adelanta, desnuda la mano de la capa que antes le había envuelto el brazo y usa la misma indumentaria para capturar a la serpiente, menuda destreza que deja al pelinegro boquiabierto, claramente impresionado por la destreza y velocidad de reacción.
Eso no ha estado nada mal- Dice el elfo en lo más cercano a un cumplido que podría decir en ese momento a alguien como ella, aunque tristemente la malhumorada vuelve a hacer gala de su odiosa personalidad forzando al pelinegro a hacer lo que ella desea, aún no nota que entre más intente obligarlo más se resistirá; pese al ingenioso esfuerzo de la chica, la solución ha sido apenas temporal, un bálsamo de agilidad que fácil queda en el olvido ante la inminente amenaza que es, cómo no decirlo, culpa de ella.
No hay tiempo que perder, el elfo se levanta junto a ella aunque el dolor en la pierna lo frena en el último momento, menguando sus oportunidades de salir juntos, si finalmente alguien ha de quedarse, que sea quien menos útil resulte a la raza, claramente ella, si es que realmente es un elfo y no una mujer cabra como antes se había autoproclamado -Ten cuidado con la- No terminó de decir su frase cuando ya la serpiente se estaba enroscando en la pierna de la chica; por un momento pensó en arrancarle la extremidad con todo y serpiente pero sin la espada era complicado de lograr, por ahora debía buscar otro método.
La batalla entre ambas fieras es realmente formidable, ambas víboras intentan imponer su superioridad sobre la otra hasta que finalmente la morena consigue lanzar a su rival al piso aunque no sale indemne de la lucha, ha sido mordida por la serpiente; al verla en el piso el elfo salta sobre ella pisándole una de sus cabezas con sus botas y en consecuencia la otra lanza varias mordidas al muslo que no logran pasar del cuero del calzado ¿O sí?
Sin retirar el pie de una cabeza el pelinegro se agacha para tomar la cabeza restante y halarla con tal fuerza que el tejido cede y permite que la bicéfala se convierta en monocéfala por unos instantes antes de morir; con apenas tiempo a reaccionar el elfo toma de prisa el brazo donde la chica ha sido mordida y sin mediar palabra la sostiene con fuerza y le acerca los labios para chupar el veneno que haya podido entrar y escupirlo; un líquido amarillento y espeso queda en los labios del pelinegro una vez que ha terminado de escupir aunque parece que algo no anda bien, cierra los ojos, parece mareado, se tambalea y finalmente se va al piso; tal vez no supo escupir el veneno, o quizá la segunda cabeza sí logró llegar al muslo, sea cual sea, se le apagan las luces repentinamente.
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
El calcular las horas que restan en el oscuro silencio sólo sirven para avivar los nervios a flor de piel, lo último que necesito ahora mismo pues la bicéfala, astuta como la mayoría de depredadores en este embrujado bosque ha sabido camuflarse en un hábitat que conoce. Con los sentidos agilizados escucho el caer de las hojas marchitas, aquellas que pueblan el terreno en vez de las castas espigadas, un chirrido enmascarado pasa desapercibido, se trata de la lengua del reptil que cómo advertencia va aproximándose a través de una perspectiva oculta.
Apresada por la mención alargada y esclava de las sensaciones que va dejando sobre una piel exótica, el aire comienza a faltarme aún cuando es de vital importancia, el corazón late raudo y la presión en cada extremidad crece, vivificada por la repulsión y la babosidad abstracta que recreo en mi cabeza. En un batir de pestañas la ofuscación va ampliándose por el humor taciturno y el haber sido capturada a sabiendas de estar atenta, el afán no me abandona e inicio una serie de pataletas acompañadas de saltos evaluados al son de posibles mordiscos, me llevó cierto tiempo aflojar la presión aunada al tobillo que aferra y parece no tener ganas malditas de amainar.
Una de mis dagas fue directa al cuerpo de la bicéfala, la hinqué con tantísima fuerza que en el rostro se me formó una sonrisa victoriosa, una pérdida de tiempo o una excusa que sin venir a cuento, no sirvió en absoluto, bueno, sí que sirvió para enfadarla el doble y apretujarse endiablada. A través de la maleza voy trotando hasta trastabillar y caer de bruces con la depredadora obsequiándome un aliento sobrecogedor desde la espalda, envuelta por la preocupación y atrapada por la baja energía y lentitud de movimientos logré protegerme la yugular, pero no el brazo reforzado con telas básicas y cuero.
Los colmillos traspasaron como más desearon con el requisito de inyectar una sustancia insospechada, pero que hará estragos en un sistema exhausto de tanta guerrilla. La segunda fue directa al mismo lugar que su hermana gemela y embravecida, esta no tendrá la misma oportunidad, de un jalón lastimoso arranqué a la primera y la arrojé con tantísima fuerza que la criatura quedó aturdida. No sé cuanta cantidad es necesaria para derribarme o si realmente basta con una mísera gota, está claro que el efecto es fuerte pues la vista de pronto se me nubla, un calor terrible circula por la mayoría de mis curvas y el brazo atacado se adormece tan rápido que es desconcertante.
─ Hngf. ─ Mareada todo el entorno da vueltas mientras me deshago de las telas alrededor de la mordedura, debo examinarla y actuar cuanto antes o se esparcirá. Cabizbaja y aún de pie observé la zona enrojecida, obviando por completo a la serpiente pero no al elfo, que sin perseverar tiró de mi brazo e hizo lo que yo debería haber hecho desde buen principio. Reacia al contacto estiré hacia atrás sin conciliar insultos o alguna frase para espantarlo, la succión es incómoda como también la cercanía del pelinegro. ─ Déjame, ¡Deja, joder! Lo haré yo. ─ Tras rechistar volví a tirar hacia atrás para soltarme, nada.
La hilera de puertas que flaqueaban un corredor infinito bajo la lluvia parece menguar, no sé si eran ilusiones o producto de mi imaginación totalmente echada a perder, quizá, aunque no lo admitiré, es que el elfo ha logrado extraer el veneno suficiente como para que siga cuerda y sobretodo, con vida. ─ Te dije que lo haría yo. ─ El contexto vuelve a repetirse no sin pasar por alto la actitud del viajero y la mía por supuesto, con los luceros entornados y semi adormecida le contemplo languidecer de un momento a otro en frente de mi semblante, uno que extingue cualquier color en las mejillas acaloradas por la ponzoña para visualizarse tres tonos más pálidos de lo normal.
─ ¿Destino? ─ Sin razones a las que atenerme podría haber huido y no mirar atrás, nunca lo hago, sin embargo me agaché en frente del pelinegro, le aparté con los dedos los mechones húmedos en su rostro y terminé limpiándole el sobrante del veneno que sobresalía por una de sus comisuras. ─ ¿Te lo has tragado? ─ Parece confundido, ¿se le habrá nublado la vista también? En un miramiento apresurado trato de dar con la causa de su desfallecimiento. ─ Contéstame, ¿te lo has tragado, te ha mordido, que diantres te pasa? ─ Con un angustio tremendo no aguardé una respuesta, si estaba aletargado yo misma le desperté con una bofetada que ondeó por toda la foresta. ─ Necesito que me respondas, estúpido, maldito estúpido. ─ Las siguientes bofetadas fueron más suaves, tratando de espabilarle cuanto antes para irnos sea a donde sea, donde estemos resguardados y a salvo de este maldito bosque.
Sin aliento y con el estómago totalmente turbulento flexioné ambas rodillas para adentrar ambos brazos por debajo de los del pelinegro, supondría todo un reto levantarlo en dichas condiciones pero nada me detendrá, no después de responsabilizarme por mis acciones en conjunto a las suyas también culpables.
Apresada por la mención alargada y esclava de las sensaciones que va dejando sobre una piel exótica, el aire comienza a faltarme aún cuando es de vital importancia, el corazón late raudo y la presión en cada extremidad crece, vivificada por la repulsión y la babosidad abstracta que recreo en mi cabeza. En un batir de pestañas la ofuscación va ampliándose por el humor taciturno y el haber sido capturada a sabiendas de estar atenta, el afán no me abandona e inicio una serie de pataletas acompañadas de saltos evaluados al son de posibles mordiscos, me llevó cierto tiempo aflojar la presión aunada al tobillo que aferra y parece no tener ganas malditas de amainar.
Una de mis dagas fue directa al cuerpo de la bicéfala, la hinqué con tantísima fuerza que en el rostro se me formó una sonrisa victoriosa, una pérdida de tiempo o una excusa que sin venir a cuento, no sirvió en absoluto, bueno, sí que sirvió para enfadarla el doble y apretujarse endiablada. A través de la maleza voy trotando hasta trastabillar y caer de bruces con la depredadora obsequiándome un aliento sobrecogedor desde la espalda, envuelta por la preocupación y atrapada por la baja energía y lentitud de movimientos logré protegerme la yugular, pero no el brazo reforzado con telas básicas y cuero.
Los colmillos traspasaron como más desearon con el requisito de inyectar una sustancia insospechada, pero que hará estragos en un sistema exhausto de tanta guerrilla. La segunda fue directa al mismo lugar que su hermana gemela y embravecida, esta no tendrá la misma oportunidad, de un jalón lastimoso arranqué a la primera y la arrojé con tantísima fuerza que la criatura quedó aturdida. No sé cuanta cantidad es necesaria para derribarme o si realmente basta con una mísera gota, está claro que el efecto es fuerte pues la vista de pronto se me nubla, un calor terrible circula por la mayoría de mis curvas y el brazo atacado se adormece tan rápido que es desconcertante.
─ Hngf. ─ Mareada todo el entorno da vueltas mientras me deshago de las telas alrededor de la mordedura, debo examinarla y actuar cuanto antes o se esparcirá. Cabizbaja y aún de pie observé la zona enrojecida, obviando por completo a la serpiente pero no al elfo, que sin perseverar tiró de mi brazo e hizo lo que yo debería haber hecho desde buen principio. Reacia al contacto estiré hacia atrás sin conciliar insultos o alguna frase para espantarlo, la succión es incómoda como también la cercanía del pelinegro. ─ Déjame, ¡Deja, joder! Lo haré yo. ─ Tras rechistar volví a tirar hacia atrás para soltarme, nada.
La hilera de puertas que flaqueaban un corredor infinito bajo la lluvia parece menguar, no sé si eran ilusiones o producto de mi imaginación totalmente echada a perder, quizá, aunque no lo admitiré, es que el elfo ha logrado extraer el veneno suficiente como para que siga cuerda y sobretodo, con vida. ─ Te dije que lo haría yo. ─ El contexto vuelve a repetirse no sin pasar por alto la actitud del viajero y la mía por supuesto, con los luceros entornados y semi adormecida le contemplo languidecer de un momento a otro en frente de mi semblante, uno que extingue cualquier color en las mejillas acaloradas por la ponzoña para visualizarse tres tonos más pálidos de lo normal.
─ ¿Destino? ─ Sin razones a las que atenerme podría haber huido y no mirar atrás, nunca lo hago, sin embargo me agaché en frente del pelinegro, le aparté con los dedos los mechones húmedos en su rostro y terminé limpiándole el sobrante del veneno que sobresalía por una de sus comisuras. ─ ¿Te lo has tragado? ─ Parece confundido, ¿se le habrá nublado la vista también? En un miramiento apresurado trato de dar con la causa de su desfallecimiento. ─ Contéstame, ¿te lo has tragado, te ha mordido, que diantres te pasa? ─ Con un angustio tremendo no aguardé una respuesta, si estaba aletargado yo misma le desperté con una bofetada que ondeó por toda la foresta. ─ Necesito que me respondas, estúpido, maldito estúpido. ─ Las siguientes bofetadas fueron más suaves, tratando de espabilarle cuanto antes para irnos sea a donde sea, donde estemos resguardados y a salvo de este maldito bosque.
Sin aliento y con el estómago totalmente turbulento flexioné ambas rodillas para adentrar ambos brazos por debajo de los del pelinegro, supondría todo un reto levantarlo en dichas condiciones pero nada me detendrá, no después de responsabilizarme por mis acciones en conjunto a las suyas también culpables.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Un paisaje etéreo desdibujado en los bordes adornaba la nueva realidad del pelinegro que perdido en su sueño veía pasar frente a él momentos de su niñez, allá cuando todo era sencillo, o no tanto. El resto de niños evitándolo, secreteando cosas mientras lo señalaban, acercarse a ellos parecía delito que siempre acababa con la fuga de ellos o el muro que formaba el brazo de algún adulto cercano impidiéndole acercarse, socializar estaba prohibido, su existencia les dolía como si robara el oxígeno que respiraba, no era más que un error, alguien que no debió nacer.
El paisaje cambió de prisa, se vió más llegado a la adolescencia golpeando árboles y dibujando sus nudillos en ellos con la tinta rojiza que los mismos desprendían a gotas, una mirada llena de ira, deseando volver y erradicar a todo aquel que antes le hubiese causado algún dolor, deben pagar, todos deben pagar; los golpes contra el árbol se escuchan más potentes y a la vez los huesos de sus manos dejan escuchar un crujido al romperse; el elfo se dejó caer de espaldas mirando sus puños sangrantes, intentando sin éxito sanarlos, por alguna razón no podía hacerlo.
La figura de su madre muerta apareció frente a él y con rabia le regaló una bofetada, ésta seguida de otra y otra más, Destino cerró los ojos frustrado y cansado, su cuerpo dejaba de responderle y todo se oscurecía, tan negro como la noche, negro como la muerte misma, tan frío, silencioso; hasta que una nueva bofetada lo hizo volver a reaccionar, esta vez escuchaba su nombre junto a un insulto de una voz conocida y peculiar; abrió los ojos para ver a la morena que tantos problemas le había causado y aunque en principio otra bofetada le impidió hablar, lo hizo después de recibirla -Ya, basta, mujer- Alcanzó a decir con voz débil interponiendo la mano para evitar más azotes de aquel violento espécimen silvestre.
Estaba un poco mareado tal vez por alguna pequeña dosis que se hubiera colado por su garganta, sin embargo también estaba seguro de haber escupido al menos la mayor parte, por lo que seguramente solo sería un efecto temporal; se sentó ayudándose con las manos para luego acabar sentado al tratar de ponerse de pie, un segundo y luego un tercer intento fueron necesarios para volver a sentirse más alto que aquella chica a la que afortunadamente sí parecía haberle extraído el veneno -Destino estará bien si no lo matas antes- Dijo de mala gana mientras se recostaba a un árbol -Solo hace falta descansar- Cerró los ojos pensando a dónde ir, no tenía ningún lugar cercano que pudiera considerar seguro y quedarse con ella significaba que lo mataría en el siguiente ataque de demencia, era una situación más peligrosa que las anteriores por su estado de debilidad y no quedaba más remedio que confiar en ella... Por ahora.
El paisaje cambió de prisa, se vió más llegado a la adolescencia golpeando árboles y dibujando sus nudillos en ellos con la tinta rojiza que los mismos desprendían a gotas, una mirada llena de ira, deseando volver y erradicar a todo aquel que antes le hubiese causado algún dolor, deben pagar, todos deben pagar; los golpes contra el árbol se escuchan más potentes y a la vez los huesos de sus manos dejan escuchar un crujido al romperse; el elfo se dejó caer de espaldas mirando sus puños sangrantes, intentando sin éxito sanarlos, por alguna razón no podía hacerlo.
La figura de su madre muerta apareció frente a él y con rabia le regaló una bofetada, ésta seguida de otra y otra más, Destino cerró los ojos frustrado y cansado, su cuerpo dejaba de responderle y todo se oscurecía, tan negro como la noche, negro como la muerte misma, tan frío, silencioso; hasta que una nueva bofetada lo hizo volver a reaccionar, esta vez escuchaba su nombre junto a un insulto de una voz conocida y peculiar; abrió los ojos para ver a la morena que tantos problemas le había causado y aunque en principio otra bofetada le impidió hablar, lo hizo después de recibirla -Ya, basta, mujer- Alcanzó a decir con voz débil interponiendo la mano para evitar más azotes de aquel violento espécimen silvestre.
Estaba un poco mareado tal vez por alguna pequeña dosis que se hubiera colado por su garganta, sin embargo también estaba seguro de haber escupido al menos la mayor parte, por lo que seguramente solo sería un efecto temporal; se sentó ayudándose con las manos para luego acabar sentado al tratar de ponerse de pie, un segundo y luego un tercer intento fueron necesarios para volver a sentirse más alto que aquella chica a la que afortunadamente sí parecía haberle extraído el veneno -Destino estará bien si no lo matas antes- Dijo de mala gana mientras se recostaba a un árbol -Solo hace falta descansar- Cerró los ojos pensando a dónde ir, no tenía ningún lugar cercano que pudiera considerar seguro y quedarse con ella significaba que lo mataría en el siguiente ataque de demencia, era una situación más peligrosa que las anteriores por su estado de debilidad y no quedaba más remedio que confiar en ella... Por ahora.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Pellizque con tantísimas fuerzas mi labio inferior que de este un riachuelo carmesí dejo consigo un sabor metálico y el hueco de una de las comisuras más rojizas que la contigua. Las bofetadas seguían su curso y sin importar cuantas veces diga su nombre, indiferente ante todos los insultos y maldiciones élficas el pelinegro vaga por sus recuerdos o ilusiones como yo las tuve en cuestión de segundos. Esas son las evidencias o los síntomas primerizos, y dicha sensación de no conocer que le está pasando, cuanta cantidad ha ingerido o si la bicéfala lo ha mordido me están desesperando. ─ ¿Me quieres contestar? ¡Venga! ─ Con la palma abierta volví a zurrarle con las fuerzas restantes, al menos sirvió para centrar al elfo, devolverle la pútrida realidad que nos acoge y que hablase con tal de tranquilizarme.
Es egoísta por mi parte, soy consciente y para qué mentir, me da igual hacerle daño si de esa forma consigo réplicas, todo un acierto. Con mi ayuda el elfo poco a poco fue levantándose, el chaparrón de agua actúa como calmante para las heridas, las limpia y esta fatiga que nos adormece por la ponzoña parece aminorar si nos enfocamos en la resonancia de las gotas. Erguida y con el elfo agarrado por la cintura examiné parte de la espesura, la cueva no debería estar lejos y será un buen lugar donde descansar mientras el clima mejora, de esta forma no estaremos expuesto ni al frío de la época, ni a la lluvia, ni a las dichosas bestias. No obstante el varón se separó y quedó recostado en uno de los árboles. Dicha actitud me hirvió la sangre y con la tontería estoy nuevamente excediendo mis propios límites.
En un vaho expido la cantidad de aire innecesaria, tomando una bocanada impía antes de llevarme una de las manos hacia los luceros, no diferencio a la perfección las siluetas y aunque parezca estar bien físicamente esto me costará un buen dolor de cabeza. ─ ¿Y quieres descansar aquí, te recuerdo lo que acaba de pasar? ─ Este elfo es imbécil, a secas. En un refunfuño y con los puños cerrados me acerqué nuevamente a él, extendí los brazos y aguardé a que los tomase, será por las buenas o me veo arrastrándolo por una bota hasta llegar a mi refugio. ─ Vamos, y no aceptaré un no por respuesta. ─ No hace falta que mida lo que le estoy pidiendo ni la confianza que está apunto de entregarle a una desconocida, la cuestión es simple y con ella va una señal de advertencia.
Reticente acabé introduciendo una de los brazos por su espalda hasta agarrarle con fuerzas, la mano armada del pelinegro la pasé con cuidado por mi nuca hasta dejarla decaer por el hombro contrario. A escasos movimientos y lentos pasos vamos siendo consumidos por la umbría de las castas altas y la foresta que disfraza todo tipo de bestias, el recorrido se alargó porque estoy agotada y para colmo terminé cargando bastante peso del viajero hasta arribar a las cercanías de una cueva recitada en términos específicos. En realidad se trata de una madriguera abandonada quizá por alimañas de tremenda magnitud y anchura, en el interior de esta lancé al elfo sin cuidado al suelo, harta de llevarlo durante tanto tiempo y con los brazos medios entumecidos. En el interior de la estancia es visible una pequeña hoguera todavía sin encender.
Frente a los troncos ahumados y auxiliada por dos piedras que se frotan entre ellas, chispas comenzaron a brotar, las más saltarinas cayeron en la paja seca del centro de la pira, con unos cuantos soplos y constancia comenzó a arder. No será un problema pues está bastante cerca de la entrada por donde el humo huirá, manteniendo el ambiente medianamente intacto. ─ ¿Cómo te sientes? ─ Echo una mierda seguramente, la bolsa de viaje que aún descansa en uno de los laterales acabó siendo arrastrada hacia mi vera, lo que necesita el elfo puedo proveerlo aunque rechine los dientes y niegue los cuidados básicos, porque si le ayudo se largará cuanto antes y todos seremos felices.
Costó mantenerme de pie, erguida y con el mentón elevado colmé de oxígeno los pulmones y sirvió para despejar en parte mi enmarañada mente. En frente de Destino me coloco de rodillas hasta que las heridas de estas hacen contacto con la tierra, la congoja aqueja e inevitable solté un largo suspiro. El cordón lo desamarro y de un lateral saco las dos pieles que siempre llevo conmigo, esta vez no servirán como lecho pero sí como trapos con los que secarnos. El vigor no falta y en un arranque le coloco la piel en la cabeza, revolviéndola para secarle el cabello y segundos después tenerle totalmente despeinado. ─ Menudo cuadro estás hecho. ─ De la valija de hierbas saco algún que otro componente, los pétalos del Culúrien junto al Finwë combatirán la infección en su sistema y bajarán la infección de la herida como también aventajaran la cicatrización del tajo en el muslo del pelinegro.
Rebajado la mayoría con agua y de forma minuciosa lo dejé a un lateral, entre las piernas del elfo analicé el corte hecho por una de mis dagas con forma de media luna, no hará falta tratarla en profundidad, tan sólo extendí la palma y la curé de la misma forma que alivié las lastimaduras de la bestia que dejemos en el acantilado. Poco a poco va cerrándose lo justo para verse como quizá un arañazo. ─ Bebete esto, es veneno y terminará de matarte. ─ Espeté sin ánimos, si lo va a pensar ya lo digo yo en voz alta. Mitad de la cantidad medicinal la tomé yo, dándole esa seguridad de que no morirá en el proceso. Sin ganas de oírle quejar levanté los glúteos de la tierra y volví a la pira donde calentarme, las pieles se las dejaré puesto que con el fuego sabré salir adelante.
Perezosa ante curar mis propias lesiones que me llevarían un tiempo desistí, el anhelo de cerrar los párpados y no despertar hasta el día siguiente va venciéndome, no, hice el esfuerzo de centrarme en las crepitaciones anaranjadas, en el encanto intrínseco que aportan, en lo inconscientes que se presentan y en su toque infernal que no sólo vuelve cálidas mis extremidades, también reconforta y alivia el proceso de espera hasta que el tiempo amaine.
Es egoísta por mi parte, soy consciente y para qué mentir, me da igual hacerle daño si de esa forma consigo réplicas, todo un acierto. Con mi ayuda el elfo poco a poco fue levantándose, el chaparrón de agua actúa como calmante para las heridas, las limpia y esta fatiga que nos adormece por la ponzoña parece aminorar si nos enfocamos en la resonancia de las gotas. Erguida y con el elfo agarrado por la cintura examiné parte de la espesura, la cueva no debería estar lejos y será un buen lugar donde descansar mientras el clima mejora, de esta forma no estaremos expuesto ni al frío de la época, ni a la lluvia, ni a las dichosas bestias. No obstante el varón se separó y quedó recostado en uno de los árboles. Dicha actitud me hirvió la sangre y con la tontería estoy nuevamente excediendo mis propios límites.
En un vaho expido la cantidad de aire innecesaria, tomando una bocanada impía antes de llevarme una de las manos hacia los luceros, no diferencio a la perfección las siluetas y aunque parezca estar bien físicamente esto me costará un buen dolor de cabeza. ─ ¿Y quieres descansar aquí, te recuerdo lo que acaba de pasar? ─ Este elfo es imbécil, a secas. En un refunfuño y con los puños cerrados me acerqué nuevamente a él, extendí los brazos y aguardé a que los tomase, será por las buenas o me veo arrastrándolo por una bota hasta llegar a mi refugio. ─ Vamos, y no aceptaré un no por respuesta. ─ No hace falta que mida lo que le estoy pidiendo ni la confianza que está apunto de entregarle a una desconocida, la cuestión es simple y con ella va una señal de advertencia.
Reticente acabé introduciendo una de los brazos por su espalda hasta agarrarle con fuerzas, la mano armada del pelinegro la pasé con cuidado por mi nuca hasta dejarla decaer por el hombro contrario. A escasos movimientos y lentos pasos vamos siendo consumidos por la umbría de las castas altas y la foresta que disfraza todo tipo de bestias, el recorrido se alargó porque estoy agotada y para colmo terminé cargando bastante peso del viajero hasta arribar a las cercanías de una cueva recitada en términos específicos. En realidad se trata de una madriguera abandonada quizá por alimañas de tremenda magnitud y anchura, en el interior de esta lancé al elfo sin cuidado al suelo, harta de llevarlo durante tanto tiempo y con los brazos medios entumecidos. En el interior de la estancia es visible una pequeña hoguera todavía sin encender.
Frente a los troncos ahumados y auxiliada por dos piedras que se frotan entre ellas, chispas comenzaron a brotar, las más saltarinas cayeron en la paja seca del centro de la pira, con unos cuantos soplos y constancia comenzó a arder. No será un problema pues está bastante cerca de la entrada por donde el humo huirá, manteniendo el ambiente medianamente intacto. ─ ¿Cómo te sientes? ─ Echo una mierda seguramente, la bolsa de viaje que aún descansa en uno de los laterales acabó siendo arrastrada hacia mi vera, lo que necesita el elfo puedo proveerlo aunque rechine los dientes y niegue los cuidados básicos, porque si le ayudo se largará cuanto antes y todos seremos felices.
Costó mantenerme de pie, erguida y con el mentón elevado colmé de oxígeno los pulmones y sirvió para despejar en parte mi enmarañada mente. En frente de Destino me coloco de rodillas hasta que las heridas de estas hacen contacto con la tierra, la congoja aqueja e inevitable solté un largo suspiro. El cordón lo desamarro y de un lateral saco las dos pieles que siempre llevo conmigo, esta vez no servirán como lecho pero sí como trapos con los que secarnos. El vigor no falta y en un arranque le coloco la piel en la cabeza, revolviéndola para secarle el cabello y segundos después tenerle totalmente despeinado. ─ Menudo cuadro estás hecho. ─ De la valija de hierbas saco algún que otro componente, los pétalos del Culúrien junto al Finwë combatirán la infección en su sistema y bajarán la infección de la herida como también aventajaran la cicatrización del tajo en el muslo del pelinegro.
Rebajado la mayoría con agua y de forma minuciosa lo dejé a un lateral, entre las piernas del elfo analicé el corte hecho por una de mis dagas con forma de media luna, no hará falta tratarla en profundidad, tan sólo extendí la palma y la curé de la misma forma que alivié las lastimaduras de la bestia que dejemos en el acantilado. Poco a poco va cerrándose lo justo para verse como quizá un arañazo. ─ Bebete esto, es veneno y terminará de matarte. ─ Espeté sin ánimos, si lo va a pensar ya lo digo yo en voz alta. Mitad de la cantidad medicinal la tomé yo, dándole esa seguridad de que no morirá en el proceso. Sin ganas de oírle quejar levanté los glúteos de la tierra y volví a la pira donde calentarme, las pieles se las dejaré puesto que con el fuego sabré salir adelante.
Perezosa ante curar mis propias lesiones que me llevarían un tiempo desistí, el anhelo de cerrar los párpados y no despertar hasta el día siguiente va venciéndome, no, hice el esfuerzo de centrarme en las crepitaciones anaranjadas, en el encanto intrínseco que aportan, en lo inconscientes que se presentan y en su toque infernal que no sólo vuelve cálidas mis extremidades, también reconforta y alivia el proceso de espera hasta que el tiempo amaine.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Aquella doncella de los bosques no deja de ser molesta incluso cuando trata de no serlo, se supone que intenta ser amable o al menos eso parece si se ve desde un punto de vista de alguien del profundo bosque que no ha sido instruido en los refinados modales élficos, poco más y daría la impresión de haber sido educaba por una tribu de hombres jabalí por no decir otra cosa, o no, cierto, una familia de hombres cabra, ahora todo tiene sentido, eso definitivamente explicaría muchas cosas pero ya habrá tiempo para preguntarle luego, algún día, con delicadeza.
Con evidente desconfianza el elfo decide acompañarla, aunque no de la manera cordial que tal vez ella esperaba, mira su mano y pasa de ella caminando por su cuenta y trastabillando un par de veces casi a punto de caer porque es mejor morir caminando solo que vivir dependiendo de alguien más, su orgullo no le permite tal cosa -No- Dijo en tono chocante tal vez solo como un desafío ante la arrogante advertencia, aún a sabiendas que en su deplorable estado bien lo podía lanzar por un barranco sin mucho esfuerzo, debía mostrarse fuerte, la debilidad no era una opción.
Tal como si algún designio le hubiera revelado a la mujer la peor manera de herir el orgullo guerrero del pelinegro lo tomó y consiguió meterse bajo su brazo para ayudarlo a andar -No conseguirás doblegar a Destino a tus antojos- Aseguró entre vanos intentos por liberarse que apenas llegarían a dar risa si de demostraciones de fuerza se trataran -Destino puede caminar por su cuenta- Tropezó y se habría ido al piso de no ser por estar sostenido de ella pero aun así el orgulloso ojos azules no daría su brazo a torcer.
A ratos mareado, caminaba el elfo que de a poco había ido abandonando el recelo y la desconfianza y ahora se apoyaba impunemente sobre la chica para caminar con mayor facilidad peso eso sí, a ratos seguía balbuceando que podía caminar por su cuenta, el orgullo ante todo; apenas y se dio cuenta cuando llegaron a su objetivo, una cueva, la chica era tan arcaica como podía esperarse, vivir en una cueva como un animal silvestre era una idea bastante extraña, aunque el elfo no tenía casa propia así que tampoco es que pudiera criticar mucho del asunto.
En un gesto carente de sutileza y que de hecho el elfo agradecería internamente, lo dejó caer al piso bruscamente una vez que estuvieron dentro de la femeninamente decorada cueva de la mujer cabr-osa; Destino se limitó a girar para quedar boca arriba mirando algún punto inexistente en el techo; los efectos del veneno comenzaban a pasar pues estaba seguro de haber escupido casi todo, pero en medio de la situación tal vez algún poco podría haberse escapado, por suerte una dosis demasiado insignificante como para generar un daño real.
De nuevo en un intento por continuarle lacerando la dignidad, golpeando incesantemente la arrogancia del pelinegro, la mujer le pregunta por su estado -Destino está bien, no necesita nada- Tras aquellas palabras apoya las manos en el piso y trata de levantarse tan solo para volver a desplomarse -Destino solo quiere descansar un rato más, levantarse no era buena idea- Intenta de alguna manera camuflar su triste intento de fuga; no conforme la chica se acerca y cual si disfrutara poniendo en evidencia la actual fragilidad del asesino de ojos azules, le revuelve el cabello como si fuera un niño -¿Pero qué... ustus huciundu?- Alcanza a decir a duras penas con la piel de a saber qué cosa, la ofensa ya parece que no puede ser peor pero sí, encima de todo le da una poción con un comentario sarcástico -Destino no quiere tomarse eso, no lo necesita- Antes de terminar la frase ya tenía el recipiente en la boca listo para comenzar a beber y en otro parpadeo ya se estaba limpiando los labios con el brazo.
Cuando apenas siente tener energías suficientes comienza a usar su magia en sí mismo para curarse cuando la chica se aleja, le está agradecido pero no le va a decir nada; la ropa está hecha un saco de agua así que tras despojarse del guante y las espadas, las lanza a un lado y se quita la camisa para ponerla cerca del fuego, esperando por supuesto que la mujer no decida lanzarla a las llamas en otro de sus demenciales arranques de inexplicable ira; la lluvia no parece dejar de caer, incluso se hace más fuerte, por lo que parece que estarán atrapados juntos un largo rato -Y...- El elfo intenta encontrar un tema de conversación -¿Te gusta el pan?- Pregunta sin saber qué más decir mientras se acerca casi agachado hasta extender sus manos y acercarlas al fuego estando frente a la dama del bosque.
Con evidente desconfianza el elfo decide acompañarla, aunque no de la manera cordial que tal vez ella esperaba, mira su mano y pasa de ella caminando por su cuenta y trastabillando un par de veces casi a punto de caer porque es mejor morir caminando solo que vivir dependiendo de alguien más, su orgullo no le permite tal cosa -No- Dijo en tono chocante tal vez solo como un desafío ante la arrogante advertencia, aún a sabiendas que en su deplorable estado bien lo podía lanzar por un barranco sin mucho esfuerzo, debía mostrarse fuerte, la debilidad no era una opción.
Tal como si algún designio le hubiera revelado a la mujer la peor manera de herir el orgullo guerrero del pelinegro lo tomó y consiguió meterse bajo su brazo para ayudarlo a andar -No conseguirás doblegar a Destino a tus antojos- Aseguró entre vanos intentos por liberarse que apenas llegarían a dar risa si de demostraciones de fuerza se trataran -Destino puede caminar por su cuenta- Tropezó y se habría ido al piso de no ser por estar sostenido de ella pero aun así el orgulloso ojos azules no daría su brazo a torcer.
A ratos mareado, caminaba el elfo que de a poco había ido abandonando el recelo y la desconfianza y ahora se apoyaba impunemente sobre la chica para caminar con mayor facilidad peso eso sí, a ratos seguía balbuceando que podía caminar por su cuenta, el orgullo ante todo; apenas y se dio cuenta cuando llegaron a su objetivo, una cueva, la chica era tan arcaica como podía esperarse, vivir en una cueva como un animal silvestre era una idea bastante extraña, aunque el elfo no tenía casa propia así que tampoco es que pudiera criticar mucho del asunto.
En un gesto carente de sutileza y que de hecho el elfo agradecería internamente, lo dejó caer al piso bruscamente una vez que estuvieron dentro de la femeninamente decorada cueva de la mujer cabr-osa; Destino se limitó a girar para quedar boca arriba mirando algún punto inexistente en el techo; los efectos del veneno comenzaban a pasar pues estaba seguro de haber escupido casi todo, pero en medio de la situación tal vez algún poco podría haberse escapado, por suerte una dosis demasiado insignificante como para generar un daño real.
De nuevo en un intento por continuarle lacerando la dignidad, golpeando incesantemente la arrogancia del pelinegro, la mujer le pregunta por su estado -Destino está bien, no necesita nada- Tras aquellas palabras apoya las manos en el piso y trata de levantarse tan solo para volver a desplomarse -Destino solo quiere descansar un rato más, levantarse no era buena idea- Intenta de alguna manera camuflar su triste intento de fuga; no conforme la chica se acerca y cual si disfrutara poniendo en evidencia la actual fragilidad del asesino de ojos azules, le revuelve el cabello como si fuera un niño -¿Pero qué... ustus huciundu?- Alcanza a decir a duras penas con la piel de a saber qué cosa, la ofensa ya parece que no puede ser peor pero sí, encima de todo le da una poción con un comentario sarcástico -Destino no quiere tomarse eso, no lo necesita- Antes de terminar la frase ya tenía el recipiente en la boca listo para comenzar a beber y en otro parpadeo ya se estaba limpiando los labios con el brazo.
Cuando apenas siente tener energías suficientes comienza a usar su magia en sí mismo para curarse cuando la chica se aleja, le está agradecido pero no le va a decir nada; la ropa está hecha un saco de agua así que tras despojarse del guante y las espadas, las lanza a un lado y se quita la camisa para ponerla cerca del fuego, esperando por supuesto que la mujer no decida lanzarla a las llamas en otro de sus demenciales arranques de inexplicable ira; la lluvia no parece dejar de caer, incluso se hace más fuerte, por lo que parece que estarán atrapados juntos un largo rato -Y...- El elfo intenta encontrar un tema de conversación -¿Te gusta el pan?- Pregunta sin saber qué más decir mientras se acerca casi agachado hasta extender sus manos y acercarlas al fuego estando frente a la dama del bosque.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
En los intentos fallidos de ponerse en pie arrugué la nariz y mis hombros subieron para seguidamente bajar en un ademán de apatía, mientras el pelinegro da los primeros pasos tambaleándose yo le observo desde un costado, fue en el momento preciso donde casi se viene al suelo que aproveché ese "no" para tocarle más las pelotas y llevarlo por fin lejos de la lluvia y las respectivas bestias. En el interior de la cueva con el fuego ya entibiando las paredes picudas me acerco a la bolsa, saco lo necesario y antes de que siga con la cháchara le revolví el cabello. ─ Secándote el pelo, ¿acaso no es obvio? ─ Tras rechistar, la piel la ubico cerca de su silueta para que la tenga como referencia, la medicina junto a la cura progresiva dieron por finalizada, mi trabajo con él ha terminado, teniendo como objetivo el mío propio.
Las chispas que crepitan no son suficientes para secar ni la capa, ni la camisa totalmente empapada, sin embargo no me levanto para escurrirlas ni para retirar de la bolsa de viaje algunas vendas con las cuales curarme las heridas, al menos la de la espalda que será la más grave y dificultosa de tratar. A otra hora, en otro día o incluso quizá no llegue ni a tocarlas, así de descuidada voy por la vida y que bien me trata esta. El viajero se despoja de sus ropajes y se acerca al fuego, ciertamente la desconfianza emana desde nuestro ambiente y aunque esté indefenso no dudaré en seguir vigilándole. ─ Descansa, yo haré guardia. ─ Nunca se sabe que puede traernos el destino, el que nos observa y no "este" Destino, que no da para más, en la zona del diafragma preveo un moratón, ¿a qué se deberá? A saber.
No sonrío pero sí alzo una ceja mientras examino su torso en busca de las posibles magulladuras o morados que le he ido provocando, me causan triunfo y no me sentiré apenada por un desconocido. En el corto silencio estornudo dos veces, una digna señal de que o empiezo a cuidarme o mañana no habrá ser ni ancestro que me levante. Ignorando al pobre desdichado separo las posaderas de la tierra, casi en la salida de la cueva recojo el bajo arañado de la capa y lo tuerzo para sacarle toda el agua posible, tanto por delante como por detrás aunque luego se quede pegado a mis piernas. Con la camisa le di la espalda al varón y me estrujé los pechos para quitar el líquido acumulado en dicha zona, los brazos y el abdomen también quedaron impregnados por la poca fuerza de mis palmas para retirar el exceso de agua.
Concluida al menos la tarea de no caer resfriada a medias vuelvo al son de la hoguera, tomo asiento al lado de la bolsa de viaje y de esta saco unas tiras blancas que actuaran como vendas y un tarro con una masa aceitunada. ─ ¿Qué? ─ El y más largo de la historia, echa una fiera le contemplo desde el lado contrario hasta que su pregunta mata alguna que otra pulga y me hace sonreír de forma menguante, alzando tan sólo una de las comisuras. ─ No le hago ascos a ningún tipo de comida. ─ Servirá como respuesta aunque hablando de pan y comida algo traigo en la bolsa, unos mazapanes hechos con avena, huevo y Lastia, algo común y barato de conseguir en los puestos mercantes de los Reinos del Oeste. ─ ¿Tanta pelea te ha dado hambre? ─ No materializo el mal a través de la pregunta, pero sí en mis orbes que se entrecierran en un grito para empezar otra guerrilla.
─ Odio compartir mis pertenencias, el lugar donde descanso y hasta el aire que respiro, pero como no nos queda de otra y no estoy con ganas de echarte tras haberte traído arrastrando, compartiré contigo uno de mis dulces favoritos. ─ Soporífera ante tantos levantamientos para acabar sentada en otro sitio lo represento con un bufido en bajo, esta vez al lado del pelinegro y con la bolsa en mi regazo, comienzo a rebuscar hasta extraer un saco diminuto, nada más soltar el cordón el aroma dulzón se extiende y el estómago incluso me ruge. ─ Esto también es veneno, así que sólo te daré uno, ¿entendido? ─ Quizá con lo tonto que es, se lo crea y lo rechace, es un buen plan. El primer mazapán que saco se lo ofrezco hasta que lo coge, puede comérselo o tirarlo, aunque si hace lo segundo seguramente acabe con la cabeza dentro del fuego.
No aguardé a que él se lo comiese para ir yo ya por el tercero, los demás los dejé a un lado para iniciar el tratamiento de las rodillas y los codos. El Darae rara vez lo uso conmigo misma por orgullosa y ciertas creencias más selváticas. El tarro trae consigo un bálsamo que alivia el dolor y protege de las infecciones, con las rodillas llevadas a mi pecho empiezo untando sobre las rozaduras una cantidad mínima, rodeándolas con los vendajes mientras gotas translucidas caen de mi cabello pardo. ─ Te lo volveré a repetir a sabiendas de que seguramente vuelvas a ser un borde. ¿Qué edad tienes? Físicamente estás desarrollado pero por la forma en que te comportas pareces joven, es extraño y quiero entender como diantres has sobrevivido todo este tiempo con una actitud así.
Y para que no hayan complicaciones y cómo le prometí. ─ Borde es una persona reacia, que se comporta mal con los demás y es desagradable. ─ A ver si así lo comprende de una maldita vez, en un vistazo alzo la cabeza, le ojeo de cerca y vuelvo a los menesteres de rodillas y codos, guardando el material para centrarme en el pelinegro, todo un enigma a desarrollar, si pone de su parte claro está.
Las chispas que crepitan no son suficientes para secar ni la capa, ni la camisa totalmente empapada, sin embargo no me levanto para escurrirlas ni para retirar de la bolsa de viaje algunas vendas con las cuales curarme las heridas, al menos la de la espalda que será la más grave y dificultosa de tratar. A otra hora, en otro día o incluso quizá no llegue ni a tocarlas, así de descuidada voy por la vida y que bien me trata esta. El viajero se despoja de sus ropajes y se acerca al fuego, ciertamente la desconfianza emana desde nuestro ambiente y aunque esté indefenso no dudaré en seguir vigilándole. ─ Descansa, yo haré guardia. ─ Nunca se sabe que puede traernos el destino, el que nos observa y no "este" Destino, que no da para más, en la zona del diafragma preveo un moratón, ¿a qué se deberá? A saber.
No sonrío pero sí alzo una ceja mientras examino su torso en busca de las posibles magulladuras o morados que le he ido provocando, me causan triunfo y no me sentiré apenada por un desconocido. En el corto silencio estornudo dos veces, una digna señal de que o empiezo a cuidarme o mañana no habrá ser ni ancestro que me levante. Ignorando al pobre desdichado separo las posaderas de la tierra, casi en la salida de la cueva recojo el bajo arañado de la capa y lo tuerzo para sacarle toda el agua posible, tanto por delante como por detrás aunque luego se quede pegado a mis piernas. Con la camisa le di la espalda al varón y me estrujé los pechos para quitar el líquido acumulado en dicha zona, los brazos y el abdomen también quedaron impregnados por la poca fuerza de mis palmas para retirar el exceso de agua.
Concluida al menos la tarea de no caer resfriada a medias vuelvo al son de la hoguera, tomo asiento al lado de la bolsa de viaje y de esta saco unas tiras blancas que actuaran como vendas y un tarro con una masa aceitunada. ─ ¿Qué? ─ El y más largo de la historia, echa una fiera le contemplo desde el lado contrario hasta que su pregunta mata alguna que otra pulga y me hace sonreír de forma menguante, alzando tan sólo una de las comisuras. ─ No le hago ascos a ningún tipo de comida. ─ Servirá como respuesta aunque hablando de pan y comida algo traigo en la bolsa, unos mazapanes hechos con avena, huevo y Lastia, algo común y barato de conseguir en los puestos mercantes de los Reinos del Oeste. ─ ¿Tanta pelea te ha dado hambre? ─ No materializo el mal a través de la pregunta, pero sí en mis orbes que se entrecierran en un grito para empezar otra guerrilla.
─ Odio compartir mis pertenencias, el lugar donde descanso y hasta el aire que respiro, pero como no nos queda de otra y no estoy con ganas de echarte tras haberte traído arrastrando, compartiré contigo uno de mis dulces favoritos. ─ Soporífera ante tantos levantamientos para acabar sentada en otro sitio lo represento con un bufido en bajo, esta vez al lado del pelinegro y con la bolsa en mi regazo, comienzo a rebuscar hasta extraer un saco diminuto, nada más soltar el cordón el aroma dulzón se extiende y el estómago incluso me ruge. ─ Esto también es veneno, así que sólo te daré uno, ¿entendido? ─ Quizá con lo tonto que es, se lo crea y lo rechace, es un buen plan. El primer mazapán que saco se lo ofrezco hasta que lo coge, puede comérselo o tirarlo, aunque si hace lo segundo seguramente acabe con la cabeza dentro del fuego.
No aguardé a que él se lo comiese para ir yo ya por el tercero, los demás los dejé a un lado para iniciar el tratamiento de las rodillas y los codos. El Darae rara vez lo uso conmigo misma por orgullosa y ciertas creencias más selváticas. El tarro trae consigo un bálsamo que alivia el dolor y protege de las infecciones, con las rodillas llevadas a mi pecho empiezo untando sobre las rozaduras una cantidad mínima, rodeándolas con los vendajes mientras gotas translucidas caen de mi cabello pardo. ─ Te lo volveré a repetir a sabiendas de que seguramente vuelvas a ser un borde. ¿Qué edad tienes? Físicamente estás desarrollado pero por la forma en que te comportas pareces joven, es extraño y quiero entender como diantres has sobrevivido todo este tiempo con una actitud así.
Y para que no hayan complicaciones y cómo le prometí. ─ Borde es una persona reacia, que se comporta mal con los demás y es desagradable. ─ A ver si así lo comprende de una maldita vez, en un vistazo alzo la cabeza, le ojeo de cerca y vuelvo a los menesteres de rodillas y codos, guardando el material para centrarme en el pelinegro, todo un enigma a desarrollar, si pone de su parte claro está.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
El raro gesto de revolverle el cabello le recuerda al elfo aquellos tiempos en que su madre lo hacía, por lo que intenta resistirse con vehemencia, sin embargo todo es en vano y la ruda mujer lo termina dominando sin dejarlo en paz hasta que por su cuenta decide que ya ha terminado -Ya estaba seco- Murmura de mala gana, la mujer no para de herirle el orgullo una y otra vez, pareciera como si una voz misteriosa y omnisapiente le susurrara progresivamente lo que debía hacer para molestarlo en pequeñas pero notables dosis.
No conforme con tratarlo de manera maternal, la chica menciona que hará guardia mientras Destino descansa, y no es que no esté cansado, porque lo está, la constante lucha estéril con aquella incomprensible criatura le ha dejado exhausto y ofuscado, más aún cuando ella se le queda observando de forma sospechosa en busca de a saber qué cosas con la mirada, en respuesta la mira también detalladamente en busca de... pues de nada en específico, no entiende cómo puede ser tan rápida con esos enormes melones en el pecho, debe tener una muy buena condición física para soportar el peso y una espalda formidable para no doblarse hacia adelante en cada paso.
Los estornudos de la chica son más que válidos para romper la tensión del momento -Tienes peste, quédate lejos- Habló y se arrimó un poco colocando el fuego de la pequeña hoguera entre ellos; el tema del pan funcionó para desviarlo todo un poco más -Tanta pelea sin sentido- Agregó de mala gana recordando que fue siempre ella la causante de todo -Destino no come dulces, lo harían ver menos rudo y malvado- Explicó de mala gana aunque no funcionó y acabó aceptando el trozo de comida que la dama le ofreció -No necesitas compartirlo, Destino no tiene hambre- Al mismo tiempo que terminaba la frase llevaba el primer trozo a la boca para morderlo con voraz apetito.
La chica repitió la misma pregunta que le había hecho antes y que el elfo había preferido evadir, no solo por ser odioso, sino porque además no conocía la respuesta; lo primero que pensó al escucharla fue en el “borde” del barranco, pero luego la mujer acabó explicando el significado anormal y absurdo de la palabra y el pésimo uso que se hacía del idioma actualmente -Destino no conoce su edad- Tras un pequeño silencio decidió compartir un poco más como un acto de generosidad por el alimento recibido -Antes de ser atrapado por ser “borde”, los elfos eran dueños de las islas en donde ahora pululan los infames brujos- Expresó evidente rabia en esa frase -¿Cómo pudo suceder eso?- Preguntó para sí mismo apretando los puños -Y mientras tanto, los sobrevivientes de la guerra se conformaron con un triste rincón entregando sus tierras y orgullo... Es mejor morir de pie que vivir de rodillas- Desvió la mirada hacia el techo, no era un tema que le gustara compartir pues la decepción de los elfos actuales era algo que solía desmotivarlo.
Volvió a mirar al fuego -Los elfos actuales están más interesados en abrazar árboles y peinarse sus lizos cabellos, que en las cosas que realmente importan, como el recuperar las islas- No era algo que sonara fácil de hacer, pero sí que estaba entre los planes a futuro del pelinegro, solo que tristemente sus intentos por formar alianzas no habían dado los frutos deseados -Tú también eres... Borde- Dijo desviando el tema -¿Qué clase de cosa eres?- Preguntó solo para asegurarse por su propia boca de que era una mujer-cabra-elfa, no sabía hasta qué punto los elfos habían perdido el orgullo y con las amalgamas extrañas que había visto hasta ahora, no le extrañaría.
No conforme con tratarlo de manera maternal, la chica menciona que hará guardia mientras Destino descansa, y no es que no esté cansado, porque lo está, la constante lucha estéril con aquella incomprensible criatura le ha dejado exhausto y ofuscado, más aún cuando ella se le queda observando de forma sospechosa en busca de a saber qué cosas con la mirada, en respuesta la mira también detalladamente en busca de... pues de nada en específico, no entiende cómo puede ser tan rápida con esos enormes melones en el pecho, debe tener una muy buena condición física para soportar el peso y una espalda formidable para no doblarse hacia adelante en cada paso.
Los estornudos de la chica son más que válidos para romper la tensión del momento -Tienes peste, quédate lejos- Habló y se arrimó un poco colocando el fuego de la pequeña hoguera entre ellos; el tema del pan funcionó para desviarlo todo un poco más -Tanta pelea sin sentido- Agregó de mala gana recordando que fue siempre ella la causante de todo -Destino no come dulces, lo harían ver menos rudo y malvado- Explicó de mala gana aunque no funcionó y acabó aceptando el trozo de comida que la dama le ofreció -No necesitas compartirlo, Destino no tiene hambre- Al mismo tiempo que terminaba la frase llevaba el primer trozo a la boca para morderlo con voraz apetito.
La chica repitió la misma pregunta que le había hecho antes y que el elfo había preferido evadir, no solo por ser odioso, sino porque además no conocía la respuesta; lo primero que pensó al escucharla fue en el “borde” del barranco, pero luego la mujer acabó explicando el significado anormal y absurdo de la palabra y el pésimo uso que se hacía del idioma actualmente -Destino no conoce su edad- Tras un pequeño silencio decidió compartir un poco más como un acto de generosidad por el alimento recibido -Antes de ser atrapado por ser “borde”, los elfos eran dueños de las islas en donde ahora pululan los infames brujos- Expresó evidente rabia en esa frase -¿Cómo pudo suceder eso?- Preguntó para sí mismo apretando los puños -Y mientras tanto, los sobrevivientes de la guerra se conformaron con un triste rincón entregando sus tierras y orgullo... Es mejor morir de pie que vivir de rodillas- Desvió la mirada hacia el techo, no era un tema que le gustara compartir pues la decepción de los elfos actuales era algo que solía desmotivarlo.
Volvió a mirar al fuego -Los elfos actuales están más interesados en abrazar árboles y peinarse sus lizos cabellos, que en las cosas que realmente importan, como el recuperar las islas- No era algo que sonara fácil de hacer, pero sí que estaba entre los planes a futuro del pelinegro, solo que tristemente sus intentos por formar alianzas no habían dado los frutos deseados -Tú también eres... Borde- Dijo desviando el tema -¿Qué clase de cosa eres?- Preguntó solo para asegurarse por su propia boca de que era una mujer-cabra-elfa, no sabía hasta qué punto los elfos habían perdido el orgullo y con las amalgamas extrañas que había visto hasta ahora, no le extrañaría.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Qué inverosímil se veía todo, el que tuviese un cuerpo desarrollado brillaba sobre su actitud un tanto infantil, tirando más a falta de conocimiento que de inmadurez. ─ Ninguna pelea pierde sentido. ─ Por absurda, difícil o dolorosa que sea, el transcurso, el final agrio o dulzón, todo vale la pena. Y rememorando, podría haberlo dejado morir pisado por las bestias, alzo una de las cejas y chasqueo con la lengua, lo que si pierde sentido es el honor tan absurdo que se aferra aún cuando no nace en ti. El pelinegro está hambriento, se le nota, pero no comparto lo mío a no ser que me den algo a cambio, así que se joda. Las delicias terminan por fin guardadas en la bolsa junto con el tarro y lo demás, la lluvia pega fuerte y si el hambre nos vence habrá que cazar, o aguantar cual campeones. Con el dedo índice intento desperdigar los mechones que caen sobre mi frente, haciendo el amago de atenderle sin causa o interés.
Pero no es así, que para algo pregunté. El hecho de que no conozca su edad es algo normal, muchos de nosotros dejamos de aguardar el pasar del tiempo o a que un número determine lo avanzado que vamos dando pasos a través del mundo. Otro dato curioso, si proviene de aquellos tiempos que yo compartí, tendremos más o menos la misma edad, noticia que devoré, dejando ambos labios sellados con tal de que no se enterase, al menos de momento. ─ Sucedió porque la mayoría no estaban preparados, somos una raza que aprende rápido, pero que prefiere pasar el rato haciendo migajas con los árboles que blandiendo una espada, entenderla y aprender a usarla. ─ Ciertamente tenemos una buena vista, precisión con los arcos, ¿pero de qué sirven contra magos y hechizos a distancia? ¿De que sirvió intentar tratados de paz, compartir conocimientos y ser humildes? Tan sólo nos quitó seres queridos, nuestro hogar y por supuesto destrozó el poco orgullo que salvaguardan la mayoría de los elfos.
En cuanto observó el techo, para desperezarlo golpeé con fuerzas su espalda, más por gusto que necesidad. ─ Es mejor no hacer estupideces y morir por nada. Plantéatelo de esa manera. ─ Que me importa un bledo que se convierta en cenizas, pero con sus altos conocimientos en batallas sería un desperdicio en un futuro seguramente. ─ No hay nada que se pueda hacer actualmente, al menos, a gran escala. Pero siempre puedes cargártelos de uno a uno, es un buen pasatiempo, te lo recomiendo. ─ Asentí de acuerdo, en ocasiones se torna complicado, pero eso lo convierte en algo cautivador cuando hay persecuciones o intercambio de leñazos, el día a día de Anfa, para que mentir. ─ ¿Y para qué quieres recuperar las Islas? Hogar no es aquel donde naces, sino donde te acepten. Podrían darme todo el oro del mundo, que no volvería a luchar por una causa tan absurda y perdida. Sólo trae secuelas a aquellos que estamos en el frente, dando la cara, los que verdaderamente sudamos, los que verdaderamente sangramos, los que nos entregamos, siempre nos salpica lo peor.
─ ¿Porqué no te centras en conocer el mundo que te rodea antes de ponerte a planear conquistas? ─ Que ridículo se vería si no entendiese las estrategias predichas con novedosas palabras, el ser impaciente, que me gusta serlo siempre, es como la suerte, a veces nos da el gusto de la gloriosa victoria y otras nos regala una buena patada en las nalgas, a buscarse la vida. ─ Lo soy, me gusta decir las cosas como son siempre, no adornaré mis pensamientos y me da igual si con ello hiero a los demás. ─ Ambos hombros los encojo, quién me diría a mi que tras darle una paliza estaríamos aquí, conversando con tantísima tranquilidad. ─ ¿Volvemos a empezar? ─ Con los ojos en blanco y un gesto regañado, cruzo los brazos a la altura de mi pecho y refunfuño. ─ Por quinta, sexta o décima vez, soy una elfa, cómo tú. Aunque más guapa, más fuerte y por supuesto, más inteligente. ─ Pura realidad, cabe decir. El frío comienza a calar los huesos y por inercia, voy acercándome más a la fogata, urgida por las llamas y el calor que emana.
─ No tengo cuernos, ni cola, descarta lo de la cabra de una buena vez por todas o te tiraré de la nariz. ¿Qué me ves de raro, eh? ¿El color? No es cosa mía, ¿Los músculos? Bendito ejercicio, ¿Mi lengua viperina? Cuestión de aguantar a gente insoportable por mucho tiempo, vamos dime, escupe por esa boquita, ¿que es lo que no te encaja de mi? ─ Hay que decir que la curiosidad manda aquí, que mucha gente ya me ha puesto a parir, que si soy una machorra, una bestia, un corcel indomable, yo que sé, todo me vale, pero lo de cabra termina descolocándome, para eso que me llame loca directamente.
Pero no es así, que para algo pregunté. El hecho de que no conozca su edad es algo normal, muchos de nosotros dejamos de aguardar el pasar del tiempo o a que un número determine lo avanzado que vamos dando pasos a través del mundo. Otro dato curioso, si proviene de aquellos tiempos que yo compartí, tendremos más o menos la misma edad, noticia que devoré, dejando ambos labios sellados con tal de que no se enterase, al menos de momento. ─ Sucedió porque la mayoría no estaban preparados, somos una raza que aprende rápido, pero que prefiere pasar el rato haciendo migajas con los árboles que blandiendo una espada, entenderla y aprender a usarla. ─ Ciertamente tenemos una buena vista, precisión con los arcos, ¿pero de qué sirven contra magos y hechizos a distancia? ¿De que sirvió intentar tratados de paz, compartir conocimientos y ser humildes? Tan sólo nos quitó seres queridos, nuestro hogar y por supuesto destrozó el poco orgullo que salvaguardan la mayoría de los elfos.
En cuanto observó el techo, para desperezarlo golpeé con fuerzas su espalda, más por gusto que necesidad. ─ Es mejor no hacer estupideces y morir por nada. Plantéatelo de esa manera. ─ Que me importa un bledo que se convierta en cenizas, pero con sus altos conocimientos en batallas sería un desperdicio en un futuro seguramente. ─ No hay nada que se pueda hacer actualmente, al menos, a gran escala. Pero siempre puedes cargártelos de uno a uno, es un buen pasatiempo, te lo recomiendo. ─ Asentí de acuerdo, en ocasiones se torna complicado, pero eso lo convierte en algo cautivador cuando hay persecuciones o intercambio de leñazos, el día a día de Anfa, para que mentir. ─ ¿Y para qué quieres recuperar las Islas? Hogar no es aquel donde naces, sino donde te acepten. Podrían darme todo el oro del mundo, que no volvería a luchar por una causa tan absurda y perdida. Sólo trae secuelas a aquellos que estamos en el frente, dando la cara, los que verdaderamente sudamos, los que verdaderamente sangramos, los que nos entregamos, siempre nos salpica lo peor.
─ ¿Porqué no te centras en conocer el mundo que te rodea antes de ponerte a planear conquistas? ─ Que ridículo se vería si no entendiese las estrategias predichas con novedosas palabras, el ser impaciente, que me gusta serlo siempre, es como la suerte, a veces nos da el gusto de la gloriosa victoria y otras nos regala una buena patada en las nalgas, a buscarse la vida. ─ Lo soy, me gusta decir las cosas como son siempre, no adornaré mis pensamientos y me da igual si con ello hiero a los demás. ─ Ambos hombros los encojo, quién me diría a mi que tras darle una paliza estaríamos aquí, conversando con tantísima tranquilidad. ─ ¿Volvemos a empezar? ─ Con los ojos en blanco y un gesto regañado, cruzo los brazos a la altura de mi pecho y refunfuño. ─ Por quinta, sexta o décima vez, soy una elfa, cómo tú. Aunque más guapa, más fuerte y por supuesto, más inteligente. ─ Pura realidad, cabe decir. El frío comienza a calar los huesos y por inercia, voy acercándome más a la fogata, urgida por las llamas y el calor que emana.
─ No tengo cuernos, ni cola, descarta lo de la cabra de una buena vez por todas o te tiraré de la nariz. ¿Qué me ves de raro, eh? ¿El color? No es cosa mía, ¿Los músculos? Bendito ejercicio, ¿Mi lengua viperina? Cuestión de aguantar a gente insoportable por mucho tiempo, vamos dime, escupe por esa boquita, ¿que es lo que no te encaja de mi? ─ Hay que decir que la curiosidad manda aquí, que mucha gente ya me ha puesto a parir, que si soy una machorra, una bestia, un corcel indomable, yo que sé, todo me vale, pero lo de cabra termina descolocándome, para eso que me llame loca directamente.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
En el fondo, muy en el fondo, la chica le agrada, es ruda como un animalito salvaje, nada de piel delicada y cabellos sedosos que ondean con el viento, nada que ver, esta cosa que tiene en frente es muy distinta a los otros elfos que ha conocido hasta ahora, sin embargo su orgullo no le permitirá de ninguna manera hacerle el más mínimo cumplido o dejar salir algún tipo de elogio, ya ella sabe que la respeta y no solo porque pegue fuerte, aunque ha influido un poco, pero más que todo por la determinación y tenacidad que ha mostrado; mientras piensa la observa de arriba abajo ignorando gran parte de lo que la chica dice, seguro son babosadas y más babosadas, pero definitivamente le agrada, solo por eso ya no intentará matarla.
Pero si algo sabe apreciar el pelinegro es el conocimiento, por lo que aprecia lo que le pueda aportar la chica acerca de las guerras entre elfos y brujos, le interesa saber cómo perdieron las islas y no el bosque que estaba más cerca de las tierras de los brujos y por ende debería ser lo primero en ser conquistado; para el de ojos azules era todo un misterio y no había conocido a nadie lo suficientemente viejo como para preguntarle, aunque claro, a ella tampoco le iba a preguntar directamente, pero algo podría sacarle de alguna manera.
Asiente con la cabeza, está completamente de acuerdo en que las prioridades de los elfos están completamente erradas -Mientras los elfos actuales se gastan su tiempo en oraciones a dioses ausentes, el mundo cambia y los deja atrás- Añadió a las ya alarmantes palabras de su compañera, aunque las siguientes palabras de la morena le dejan un poco descolocado, él suele hacer muchas estupideces imprudentes que por poco lo matan, no estaría de más algo de cautela en lugar de ir repartiendo porrazos a quien se le ponga en frente, abre la boca y levanta la mano planeando refutarle de alguna manera pero lo que ha dicho tiene sentido y el haber terminado casi muerto todas las veces que fue imprudente le hacen cerrar la boca.
Sonríe levemente al escuchar el último planteamiento -De uno en uno suena bien... por ahora- respondió sin mucho empeño al tiempo que pateaba el piso levantando algunas hojas y ramas cual niño malcriado -Si hogar es donde te aceptan, Destino no tiene hogar- Con la mirada perdida en el horizonte le vienen a la mente algunos recuerdos, no sabe cuánto tiempo pasa así pero reacciona de un salto ante las palabras de la morena -Viajar y conocer, eso hace Destino cuando no intenta matarlo alguna mujer salvaje- Bromea, o al menos eso intenta pues su tono de voz no deja claro que ha sido una broma.
A estas alturas el elfo se encuentra algo confundido pues no entiende si ser borde es algo bueno o malo, podría ser a la vez una ofensa o un cumplido, aunque lo siguiente que escucha levanta su espíritu de competencia -Más fuerte, claro, era obvio el resultado de la pelea- El tono sarcástico deja entrever que el pelinegro la apunta a su favor pero prefiere no especificar para no ahondar en detalles -Es solo que eres...- Con una mano en la barbilla el ojiazul busca la mejor manera de referirse a ella sin parecer ofensivo de nuevo -Salvajemente exótica- No consigue mejor mezcla de palabras y que en realidad poco pueden aportar -No parece que estés pendiente de verte bella y esbelta, es decir, mírate- La señala de arriba hasta abajo -He visto lemobrinos con mejor cabello y más delicadeza- Se detiene rápidamente pues realmente no quiere que termine peor -Oh, mira, deja de llover, ya debería irme- A sabiendas que el comentario no hay sido sutil, planea la despedida -Ya casi no llueve- Su frase es acompañada por un relámpago, cuya luz deja ver un diluvio de agua y una ventisca casi hace que los árboles se acuesten en el piso -Destino ha visto lluvias peores- Lo cierto es que ha anochecido y tal vez sería peligroso irse, pero es mejor morir bajo los peligros de la naturaleza y no por una venganza traicionera mientras duerme.
Pero si algo sabe apreciar el pelinegro es el conocimiento, por lo que aprecia lo que le pueda aportar la chica acerca de las guerras entre elfos y brujos, le interesa saber cómo perdieron las islas y no el bosque que estaba más cerca de las tierras de los brujos y por ende debería ser lo primero en ser conquistado; para el de ojos azules era todo un misterio y no había conocido a nadie lo suficientemente viejo como para preguntarle, aunque claro, a ella tampoco le iba a preguntar directamente, pero algo podría sacarle de alguna manera.
Asiente con la cabeza, está completamente de acuerdo en que las prioridades de los elfos están completamente erradas -Mientras los elfos actuales se gastan su tiempo en oraciones a dioses ausentes, el mundo cambia y los deja atrás- Añadió a las ya alarmantes palabras de su compañera, aunque las siguientes palabras de la morena le dejan un poco descolocado, él suele hacer muchas estupideces imprudentes que por poco lo matan, no estaría de más algo de cautela en lugar de ir repartiendo porrazos a quien se le ponga en frente, abre la boca y levanta la mano planeando refutarle de alguna manera pero lo que ha dicho tiene sentido y el haber terminado casi muerto todas las veces que fue imprudente le hacen cerrar la boca.
Sonríe levemente al escuchar el último planteamiento -De uno en uno suena bien... por ahora- respondió sin mucho empeño al tiempo que pateaba el piso levantando algunas hojas y ramas cual niño malcriado -Si hogar es donde te aceptan, Destino no tiene hogar- Con la mirada perdida en el horizonte le vienen a la mente algunos recuerdos, no sabe cuánto tiempo pasa así pero reacciona de un salto ante las palabras de la morena -Viajar y conocer, eso hace Destino cuando no intenta matarlo alguna mujer salvaje- Bromea, o al menos eso intenta pues su tono de voz no deja claro que ha sido una broma.
A estas alturas el elfo se encuentra algo confundido pues no entiende si ser borde es algo bueno o malo, podría ser a la vez una ofensa o un cumplido, aunque lo siguiente que escucha levanta su espíritu de competencia -Más fuerte, claro, era obvio el resultado de la pelea- El tono sarcástico deja entrever que el pelinegro la apunta a su favor pero prefiere no especificar para no ahondar en detalles -Es solo que eres...- Con una mano en la barbilla el ojiazul busca la mejor manera de referirse a ella sin parecer ofensivo de nuevo -Salvajemente exótica- No consigue mejor mezcla de palabras y que en realidad poco pueden aportar -No parece que estés pendiente de verte bella y esbelta, es decir, mírate- La señala de arriba hasta abajo -He visto lemobrinos con mejor cabello y más delicadeza- Se detiene rápidamente pues realmente no quiere que termine peor -Oh, mira, deja de llover, ya debería irme- A sabiendas que el comentario no hay sido sutil, planea la despedida -Ya casi no llueve- Su frase es acompañada por un relámpago, cuya luz deja ver un diluvio de agua y una ventisca casi hace que los árboles se acuesten en el piso -Destino ha visto lluvias peores- Lo cierto es que ha anochecido y tal vez sería peligroso irse, pero es mejor morir bajo los peligros de la naturaleza y no por una venganza traicionera mientras duerme.
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Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Que los dejen atrás, que mas dará, la mayoría de nuestra especie se lo merecen por imbéciles, cabezotas que sin saber cual sería la mejor respuesta, decidieron por adelantado. Encogí ambos hombros, era muy joven en aquel entonces y sabía más de planos, de estrategias y posibles emboscadas que muchos en la asamblea, ¿y a quien le hicieron caso? Reí para mí misma, dándome igual que el pelinegro me viera cual demente en frente del fuego, para no reír ante tanta desgracia antaña. Los pedazos diseminados que me quedan de un torcido pasado, añejo y sin valor a día de hoy, no dejaré que resulte un drama entre nosotros, los viví a rojo fuego, y las quemaduras que dejaron grabadas serán solo mías, sin ser compartidas, dichas en silencio.
Nos consumen las brasas que envuelven a la leña, el humo sube y al menos me sirve para evadir el picazón de las heridas, el estómago un tanto vacío y la compañía de un elfo que no sabe quién diablos es. Tirano o buen hombre, no soy quién para juzgarlo después de conocer una buena parte de él, tampoco lapidaré tan pronto la confianza aunque de asco. ─ Que profundo. ─ Alegué al saber que no hay lugar donde lo acepten. ─ Yo no hablo de seres, sino de lugares. Ponte en situación, hasta tu mejor amigo podría traicionarte por una cantidad de dinero, por una mujer o hasta por reconocimiento; por esa razón no necesitas que te acepte "alguien" ─ Despacio levanté el rostro pensativo, intentando no hacer que suene difícil.
Con la mirada puesta en la suya alcé una ceja. ─ ¿No dices que viajas? Haz tu hogar cada sitio que pises, yo me apoderé de este bosque. ─ Y sonreí. ─ Y cómo entraste en mi territorio pues te tocó darte de bruces con la dueña. ─ Puedo ser sarcástica pero no hay un ápice de broma en lo dicho anteriormente, me gusta hacer mío el lugar que examino, donde duermo y en donde encuentro alimento. ─ Lo que tu no sabes es que me he contenido contigo. ─ Y chasqueé la lengua tras la mentira, no quise darle vueltas o hacerla más receptiva pues es obvio que me interesa saber el "que soy" para el elfo. Le dí tiempo para que pensase y no fuese lapidado por alguna estupidez o insulto. Y quien lo diría, me gustó la definición, derribó las expectativas que tenía puestas para su coeficiente intelectual.
Así que salvajemente exótica, no es que haya abierto un apetito corroído por el cansancio aunque tampoco ha matado del todo a esta alma refulgente, pero bueno, viéndolo de reojo parece un virgen malogrado por las décadas. Con ese cuerpo o más bien, con su mentalidad no produciría un mísero efecto. El dedo pulgar e índice actúan como apoyo para mi barbilla, la cual froto con cierta intensidad. ─ ¿Lamobrinos? ─ La madre que lo parió, con una retirada a medio hacer quiere irse, y no se irá, no no. ─ Destino no va a ninguna parte con un tajo en el muslo. ─ Ni dos segundos hicieron falta para dar un bote y acabar a su lado, soy bruta, y no lo negaré, y lo dejé caer tocándole "con sutileza" el vendaje que protege su herida.
─ No sabes nada del mundo, mucho menos de las mujeres. ─ Fue una pulla. ─ La belleza no consiste en el físico. ─ Que mira que por dentro soy peor. ─ Hay otros encantos que no son tan fáciles de hallar, y mucho menos de apropiarse. ¿Entiendes? Que vas a entender. ─ Refunfuñé. ─ Pero oye, si quieres irte adelante, rezaré para que un relámpago te caiga encima, con suerte no destrozará mucho tus ropas ni tus armas. ─ Vamos, que se largue a su casa, ¡pero si no tiene! Colérica y sin ganas de ocultar mi mirada aniquiladora aguardé a que se levantase para darle un empujón y que cayese de bruces, que siguiese tocándome la moral y hacerle añicos en la cueva, que volviese a arrimarse un poquito más para arrancarle la melena de un tirón belical. El caso, es que me enciendo tan fácil que asusta, para bien o para mal ahora quiero que se vaya y que se lo coman allá fuera de una buena vez por todas.
Nos consumen las brasas que envuelven a la leña, el humo sube y al menos me sirve para evadir el picazón de las heridas, el estómago un tanto vacío y la compañía de un elfo que no sabe quién diablos es. Tirano o buen hombre, no soy quién para juzgarlo después de conocer una buena parte de él, tampoco lapidaré tan pronto la confianza aunque de asco. ─ Que profundo. ─ Alegué al saber que no hay lugar donde lo acepten. ─ Yo no hablo de seres, sino de lugares. Ponte en situación, hasta tu mejor amigo podría traicionarte por una cantidad de dinero, por una mujer o hasta por reconocimiento; por esa razón no necesitas que te acepte "alguien" ─ Despacio levanté el rostro pensativo, intentando no hacer que suene difícil.
Con la mirada puesta en la suya alcé una ceja. ─ ¿No dices que viajas? Haz tu hogar cada sitio que pises, yo me apoderé de este bosque. ─ Y sonreí. ─ Y cómo entraste en mi territorio pues te tocó darte de bruces con la dueña. ─ Puedo ser sarcástica pero no hay un ápice de broma en lo dicho anteriormente, me gusta hacer mío el lugar que examino, donde duermo y en donde encuentro alimento. ─ Lo que tu no sabes es que me he contenido contigo. ─ Y chasqueé la lengua tras la mentira, no quise darle vueltas o hacerla más receptiva pues es obvio que me interesa saber el "que soy" para el elfo. Le dí tiempo para que pensase y no fuese lapidado por alguna estupidez o insulto. Y quien lo diría, me gustó la definición, derribó las expectativas que tenía puestas para su coeficiente intelectual.
Así que salvajemente exótica, no es que haya abierto un apetito corroído por el cansancio aunque tampoco ha matado del todo a esta alma refulgente, pero bueno, viéndolo de reojo parece un virgen malogrado por las décadas. Con ese cuerpo o más bien, con su mentalidad no produciría un mísero efecto. El dedo pulgar e índice actúan como apoyo para mi barbilla, la cual froto con cierta intensidad. ─ ¿Lamobrinos? ─ La madre que lo parió, con una retirada a medio hacer quiere irse, y no se irá, no no. ─ Destino no va a ninguna parte con un tajo en el muslo. ─ Ni dos segundos hicieron falta para dar un bote y acabar a su lado, soy bruta, y no lo negaré, y lo dejé caer tocándole "con sutileza" el vendaje que protege su herida.
─ No sabes nada del mundo, mucho menos de las mujeres. ─ Fue una pulla. ─ La belleza no consiste en el físico. ─ Que mira que por dentro soy peor. ─ Hay otros encantos que no son tan fáciles de hallar, y mucho menos de apropiarse. ¿Entiendes? Que vas a entender. ─ Refunfuñé. ─ Pero oye, si quieres irte adelante, rezaré para que un relámpago te caiga encima, con suerte no destrozará mucho tus ropas ni tus armas. ─ Vamos, que se largue a su casa, ¡pero si no tiene! Colérica y sin ganas de ocultar mi mirada aniquiladora aguardé a que se levantase para darle un empujón y que cayese de bruces, que siguiese tocándome la moral y hacerle añicos en la cueva, que volviese a arrimarse un poquito más para arrancarle la melena de un tirón belical. El caso, es que me enciendo tan fácil que asusta, para bien o para mal ahora quiero que se vaya y que se lo coman allá fuera de una buena vez por todas.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Aunque el elfo no era alguien que tendiera a socializar, la extraña y oscura elfa se había ganado su interés e incluso su confianza, muestra de ello es que le daba la espalda sin cuidado alguno y se limitaba a responderle mientras miraba la lluvia caer -¿Tu territorio?- Preguntó el elfo con clara incredulidad para luego reír de manera burlesca -Claro, gracias por contenerte y perdonar la vida a este pobre e indefenso elfo- Rió de medio lado mientras negaba con la cabeza ante tal aseveración -Territorio- Murmuró de nuevo, sin embargo ante lo poco que avanzaba la situación y lo poco que menguaba la lluvia, la partida resultaba inevitable, aunque la misma confianza que el pelinegro había depositado en la chica le pasó factura; apenas y se dio cuenta cuando de un salto la mujer se le puso en un lado.
Apenas alcanzó a girar el torso y mirar hacia abajo para notar como la insensata le anclaba los dedos en la herida de la pierna, cual si el instante se viviera con el tiempo ralentizado, el elfo tomó aire y abrió los ojos como platos para luego apretar los puños y soltar un grito de dolor que fue acompañado de un empujón a la chica y un salto que ayudó al pelinegro a sentarse recostado a la pared de la cueva -¿Qué crees que haces?- Protestó con la mano en la herida -Destino no entiende ni le interesa- Dijo de mala gana desviando la conversación para quejarse de la arremetida que ni siquiera terminaba de entender -Claro que Destino se va- Levantó la voz cual niño malcriado intentando que sus palabras silenciaran la molesta voz de aquella mujer suicida -Es mejor ser golpeado por un rayo que seguirte escuchando- Intentó levantarse aunque con evidente dolor en la pierna pero se quedó con la rodilla pegada al piso.
Guardó silencio por un instante alzando su mano abierta hacia la chica pero con la mirada hacia los arbustos cercanos -Silencio- Dijo sin lograr mucho -Cállate- Repitió intentando concentrarse -¡¡Silencio!!- Dijo alzando la voz innecesariamente para luego señalar hacia afuera donde se comenzaban a escuchar pasos y voces -Alguien viene- Dijo bajando de nuevo la voz -Apaga el fuego- En su condición actual lo mejor sería pasar desapercibidos hasta saber quién se acercaba -El fuego, rápido- Repitió mientras se incorporaba y retrocedía para arroparse en la oscuridad de la cueva.
De pronto emergió de las sombras una fascinante criatura rodeada de fuego brillante como Destino jamás había visto en todos sus años, sus cuatro patas parecían apenas pisar el suelo mientras se acercaba hasta el interior de la cueva en su veloz carrera, un poco más cerca se pudo notar que no era fuego lo que rodeaba a la criatura sino un pelaje dorado que con la luz de la luna se asemejaba a un manto de llamas; la criatura entró a la cueva y se refugió cerca de la chica mientras que afuera un relámpago prestó su luz para dibujar las siluetas de cuatro hombres que parecían perseguir al animal -Se metió por allá, rápido, lo necesitamos vivo- Dijo uno de ellos mientras enviaba a los otros hasta el interior de la cueva.
Aquello no se veía nada bien, los hombres no parecían tener buenas intenciones pero al menos tenían el elemento sorpresa que no los habían visto, la criatura asustada hacía leves sonidos que conmovieron al pelinegro, los animales actúan por instinto o necesidad, pero los humanos, esos eran malvados por pasatiempo; así que Destino encontraría la manera de mantener al animal a salvo, la pregunta era ¿La chica le apoyaría?.
Apenas alcanzó a girar el torso y mirar hacia abajo para notar como la insensata le anclaba los dedos en la herida de la pierna, cual si el instante se viviera con el tiempo ralentizado, el elfo tomó aire y abrió los ojos como platos para luego apretar los puños y soltar un grito de dolor que fue acompañado de un empujón a la chica y un salto que ayudó al pelinegro a sentarse recostado a la pared de la cueva -¿Qué crees que haces?- Protestó con la mano en la herida -Destino no entiende ni le interesa- Dijo de mala gana desviando la conversación para quejarse de la arremetida que ni siquiera terminaba de entender -Claro que Destino se va- Levantó la voz cual niño malcriado intentando que sus palabras silenciaran la molesta voz de aquella mujer suicida -Es mejor ser golpeado por un rayo que seguirte escuchando- Intentó levantarse aunque con evidente dolor en la pierna pero se quedó con la rodilla pegada al piso.
Guardó silencio por un instante alzando su mano abierta hacia la chica pero con la mirada hacia los arbustos cercanos -Silencio- Dijo sin lograr mucho -Cállate- Repitió intentando concentrarse -¡¡Silencio!!- Dijo alzando la voz innecesariamente para luego señalar hacia afuera donde se comenzaban a escuchar pasos y voces -Alguien viene- Dijo bajando de nuevo la voz -Apaga el fuego- En su condición actual lo mejor sería pasar desapercibidos hasta saber quién se acercaba -El fuego, rápido- Repitió mientras se incorporaba y retrocedía para arroparse en la oscuridad de la cueva.
De pronto emergió de las sombras una fascinante criatura rodeada de fuego brillante como Destino jamás había visto en todos sus años, sus cuatro patas parecían apenas pisar el suelo mientras se acercaba hasta el interior de la cueva en su veloz carrera, un poco más cerca se pudo notar que no era fuego lo que rodeaba a la criatura sino un pelaje dorado que con la luz de la luna se asemejaba a un manto de llamas; la criatura entró a la cueva y se refugió cerca de la chica mientras que afuera un relámpago prestó su luz para dibujar las siluetas de cuatro hombres que parecían perseguir al animal -Se metió por allá, rápido, lo necesitamos vivo- Dijo uno de ellos mientras enviaba a los otros hasta el interior de la cueva.
Aquello no se veía nada bien, los hombres no parecían tener buenas intenciones pero al menos tenían el elemento sorpresa que no los habían visto, la criatura asustada hacía leves sonidos que conmovieron al pelinegro, los animales actúan por instinto o necesidad, pero los humanos, esos eran malvados por pasatiempo; así que Destino encontraría la manera de mantener al animal a salvo, la pregunta era ¿La chica le apoyaría?.
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Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Aquello se alargaba sin fuerzas para ponerle el punto final, ¿cómo hacerlo? Llueve, llueve fuerte y mi cuerpo resuena con cada movimiento ligero, podría levantar el dedo y señalar al culpable con un ímpetu fugaz, no obstante, acallaré que frente a la hoguera comienzo a sentirme entre cómoda y disgustada, una mezcla que va expandiéndose en mi memoria, sentidos frenados en seco para oír las sílabas del elfo pelinegro. Entonces entiendo que la ira no se disipa, ni el temor a ser traicionada, pero sí otras cuestiones íntimas que permanecerán enterradas por ahora. ─ Pues ya estás tardando en salir fuera. ─ Momento perfecto para entornar las cuencas y rebufar en alto, pocos son los hombres que no disfrutan de mi compañía y éste en concreto, parece repudiarla.
─ Oh, cierto. ─ En mi interior creció de pronto la apetencia de ser tocapelotas, como de costumbre. ─ No puedes. ─ Uno, está muerto si sale, dos, está muerto si sale sin mi permiso, muy bonito todo. Ya es hora de que su coco atrofiado crezca, conozca lo bruta que son verdaderamente los mujeres y la mala leche que llevan consigo cual profecía continua. De la noche son las almas del bosque que aúllan y rompen la calma en el interior de la cueva, porque hay que buscar algún pretexto que encaje a este problema ya que ni en broma justificaré lo pesada que puedo llegar a ser cuando me dan rienda suelta para hablar, además, bien que le hace falta. Y desagradecido el zoquete trata de callarme, dispuesta estaba a agarrar una de mis dagas y hacer con él un espectáculo de tiro al plato. ─ ¿¡Qué?!
Uff, se la está ganando. ─ ¿Y quién coño te crees para mandarme a callar, el principito del bosque? ─ Fruncí el ceño de una manera evidente con una de las comisuras ovaladas, suficiente para poder chasquear airada. Volvió a pronunciar la palabra mágica y sentí como explotaba en rabia, de hecho lo hice, exploté y de entre mis labios comenzaron a salir todo tipo de insultos élficos, como "ojalá tu madre le hubiese puesto un poco más de empeño al parirte" o " Como sigas así voy a darte de golpes hasta convertirte en una perra sumisa." Y tenía mejores guardadas, sin embargo mis orejas puntiagudas oscilaron y sin aguardar un segundo más apagué el fuego, las brasas relucían y a medida que recogía mis objetos personales el pelinegro se adentraba en la profunda negrura.
Retrocedí hasta ocupar un lugar cerca de él, ¿y ahora qué coño pasaba? Vaya por dios, noté como el corazón se me ablandaba debido a la tristeza entremezclada con un atisbo de protección, la criatura va acercándose y tan bueno es rompiéndome en pedazos que con cuidado le hago señas para que venga. Puedo ser una zorra despiadada, que lo soy, pero con los animales es otra cosa. Por instinto agarré la ropa del pelinegro y tiré como diciendo, ¿qué hacemos? Papá y mamá necesitan proteger a su nuevo hijo. ─ Voy a partirles los huesos. ─ Susurré cual promesa al horizonte, eran 4, sí, pero seguramente no más listos que nosotros dos, sin importar las heridas o el cansancio juntos sería pan comido.
─ Oh, cierto. ─ En mi interior creció de pronto la apetencia de ser tocapelotas, como de costumbre. ─ No puedes. ─ Uno, está muerto si sale, dos, está muerto si sale sin mi permiso, muy bonito todo. Ya es hora de que su coco atrofiado crezca, conozca lo bruta que son verdaderamente los mujeres y la mala leche que llevan consigo cual profecía continua. De la noche son las almas del bosque que aúllan y rompen la calma en el interior de la cueva, porque hay que buscar algún pretexto que encaje a este problema ya que ni en broma justificaré lo pesada que puedo llegar a ser cuando me dan rienda suelta para hablar, además, bien que le hace falta. Y desagradecido el zoquete trata de callarme, dispuesta estaba a agarrar una de mis dagas y hacer con él un espectáculo de tiro al plato. ─ ¿¡Qué?!
Uff, se la está ganando. ─ ¿Y quién coño te crees para mandarme a callar, el principito del bosque? ─ Fruncí el ceño de una manera evidente con una de las comisuras ovaladas, suficiente para poder chasquear airada. Volvió a pronunciar la palabra mágica y sentí como explotaba en rabia, de hecho lo hice, exploté y de entre mis labios comenzaron a salir todo tipo de insultos élficos, como "ojalá tu madre le hubiese puesto un poco más de empeño al parirte" o " Como sigas así voy a darte de golpes hasta convertirte en una perra sumisa." Y tenía mejores guardadas, sin embargo mis orejas puntiagudas oscilaron y sin aguardar un segundo más apagué el fuego, las brasas relucían y a medida que recogía mis objetos personales el pelinegro se adentraba en la profunda negrura.
Retrocedí hasta ocupar un lugar cerca de él, ¿y ahora qué coño pasaba? Vaya por dios, noté como el corazón se me ablandaba debido a la tristeza entremezclada con un atisbo de protección, la criatura va acercándose y tan bueno es rompiéndome en pedazos que con cuidado le hago señas para que venga. Puedo ser una zorra despiadada, que lo soy, pero con los animales es otra cosa. Por instinto agarré la ropa del pelinegro y tiré como diciendo, ¿qué hacemos? Papá y mamá necesitan proteger a su nuevo hijo. ─ Voy a partirles los huesos. ─ Susurré cual promesa al horizonte, eran 4, sí, pero seguramente no más listos que nosotros dos, sin importar las heridas o el cansancio juntos sería pan comido.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Cada nueva frase pronunciada por aquella molesta mujer parecía tener el claro objetivo de herir el orgullo del elfo, y es que ciertamente no puede salir así, está lloviendo a cántaros, por lo que aventurarse de este modo es ir directamente a patinar en el lodo, afortunadamente antes que alguna poco sutil respuesta del pelinegro termine por hacer más grave la situación, llega aquel extraño animalejo exótico.
Silencio- Repitió el pelinegro en tono más serio, algo en el ambiente parecía peligroso y le ponía los pelos de punta, tras el animal aparecieron otros sujetos bastante molestos, cansados de correr tras el animal y llevaban con ellos algunas ballestas con dardos seguramente para capturar al extraño animal que se acurrucó asustado a los pies de la chica.
Es por aquí- Dijo el primero en asomarse a la entrada de la cueva, un sujeto algo pasado de kilos con una barba descuidada y aspecto desdeñable, se agachó para consultar las huellas en el piso y señaló al interior de la cueva -Huele a humo, parece que había alguien aquí, o tal vez aún está- Tras aquellas palabras un segundo sujeto un poco más atlético y joven, de cabello rubio y ropas más elegantes se adentró en la cueva y encedió un par de esferas de fuego en sus manos delatando su raza.
Otros dos sujetos se quedaron en la entrada, ambos bastantes parecidos, calvos y de piel muy oscura con cadenas en sus cuellos como si se tratara de esclavos -Vaya vaya, pero mira que hermoso par de señoritas tenemos acá- Señaló tanto a Eretria como al elfo pelinegro que de nuevo era confundido con una chica -Encárgate del animal, yo voy a divertirme un rato- Dijo el sujeto regordete mientras llevaba las manos a su cinturón para desatarlo -¿Cuál de ustedes quiere ser la primera en probar el dulce néptar del deseo?- Preguntó juguetón mientras levantaba una mano para llamar a los otros sujetos que se habían quedado en la entrada y ahora se acercaban dispuestos a sujetar al par de elfas.
Destino no es una señorita... y se dice "néctar"- Murmuró el pelinegro de mala gana -¿qué dijiste? ¿Qué quieres ser la primera?- Continuó juguetón el regordete mientras se acercaba a Eretria -Sé que estás ansiosa, pero me gustan con senos grandes como esos- Estiró las manos para tomarle los senos a la elfa.
Por otro lado, uno de los grandulones de piel oscura extendió una mano hacia destino para tomarlo del brazo pero este se resistió y con ambas palmas de las manos le golpeó el antebrazo con la intención de romperlo, tristemente eso no sucedió, el hombre miró su brazo como si nada y sin expresión alguna intentó de nuevo -No te resistas, nadie puede resistirse a ellos- Dijo de manera críptica dejando muchas dudas sobre a quiénes se estaba refiriendo.
Silencio- Repitió el pelinegro en tono más serio, algo en el ambiente parecía peligroso y le ponía los pelos de punta, tras el animal aparecieron otros sujetos bastante molestos, cansados de correr tras el animal y llevaban con ellos algunas ballestas con dardos seguramente para capturar al extraño animal que se acurrucó asustado a los pies de la chica.
Es por aquí- Dijo el primero en asomarse a la entrada de la cueva, un sujeto algo pasado de kilos con una barba descuidada y aspecto desdeñable, se agachó para consultar las huellas en el piso y señaló al interior de la cueva -Huele a humo, parece que había alguien aquí, o tal vez aún está- Tras aquellas palabras un segundo sujeto un poco más atlético y joven, de cabello rubio y ropas más elegantes se adentró en la cueva y encedió un par de esferas de fuego en sus manos delatando su raza.
Otros dos sujetos se quedaron en la entrada, ambos bastantes parecidos, calvos y de piel muy oscura con cadenas en sus cuellos como si se tratara de esclavos -Vaya vaya, pero mira que hermoso par de señoritas tenemos acá- Señaló tanto a Eretria como al elfo pelinegro que de nuevo era confundido con una chica -Encárgate del animal, yo voy a divertirme un rato- Dijo el sujeto regordete mientras llevaba las manos a su cinturón para desatarlo -¿Cuál de ustedes quiere ser la primera en probar el dulce néptar del deseo?- Preguntó juguetón mientras levantaba una mano para llamar a los otros sujetos que se habían quedado en la entrada y ahora se acercaban dispuestos a sujetar al par de elfas.
Destino no es una señorita... y se dice "néctar"- Murmuró el pelinegro de mala gana -¿qué dijiste? ¿Qué quieres ser la primera?- Continuó juguetón el regordete mientras se acercaba a Eretria -Sé que estás ansiosa, pero me gustan con senos grandes como esos- Estiró las manos para tomarle los senos a la elfa.
Por otro lado, uno de los grandulones de piel oscura extendió una mano hacia destino para tomarlo del brazo pero este se resistió y con ambas palmas de las manos le golpeó el antebrazo con la intención de romperlo, tristemente eso no sucedió, el hombre miró su brazo como si nada y sin expresión alguna intentó de nuevo -No te resistas, nadie puede resistirse a ellos- Dijo de manera críptica dejando muchas dudas sobre a quiénes se estaba refiriendo.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Las malditas huellas. Otra evidencia más sumada a la lista, el estúpido elfo se había percatado demasiado tarde como para encubrir el escenario de cualquier pista, si es que ni para eso servía. El animal a los pies de Eretria sollozaba, totalmente empapado y a falta de aire, ella contenía el aliento por instinto mientras sus orbes escudriñaban al enemigo. La oscuridad que podrían haber tenido a favor se esfumó, provocando en ella una marabunta de sensaciones. Asombro, angustia y rabia en grandes cantidades. Un brujo, su enemigo selecto y el que más la trastocaba de la cabeza, de sólo verlos perdía el juicio, se le nublaba la visión a tal punto que nada más a su alrededor merecía la pena. Sólo necesitaba saldar cuentas, volver a mancharse las manos con sangre ajena.
No tardaron en dar con el paradero de ambos elfos, ella de ser tan charlatana pasó a un estado donde sus labios eran incapaces de abrirse, los fruncía notoriamente, tanto que le dolían. La bola de cebo frente a ambos no infundía miedo en absoluto, siquiera lo veía digno de sus puños. Guardaría saliva y su retahíla de insultos para el que consideraba peligroso, ese que no perdía de vista ni por un segundo. Sin dilación e intentando ser cuidadosa pateó al animal para ahuyentarlo, no estaría a salvo cerca de ellos, tampoco permitiría que fuese cazado. Aquello se había vuelto personal en cuestión de segundos, con o sin la ayuda del pelinegro tontainas les haría probar el sabor de la derrota y la aflicción lacerante de sus dagas.
La elfa atezada infló el pecho con tal de ajustar su postura, hombros rectos y extremidades bajas tensadas. ¿Quería tocarle una teta? Venga. ─Hablando de gustos. A mi me gustan más delgados y sin que el aliento les apeste a muerto ─Su voz sonó ronca, imbuida en hastío. La mano del apestoso humano próxima a su delantera no la apartó, ¿para qué? No le tocaría ni una mísero pelo. No se hizo de rogar, un puñetazo salió despedido a tal velocidad que sesgó el aire, derechito a su nariz. Éste plañió acorde retrocedía unos pasos. ─¿A donde vas? Aún no he acabado ─más le valía apretar los dientes con la llovizna de guantazos que comería por parte de la elfa, una que volvió a la carga con un segundo puñetazo. Los nudillos los tenía inflamados y aún notaba el cansancio acoplado a su cuerpo. Era terminar una pelea y entrar en otra, cojones.
─¡Mi nariz, joder! Argh... ¡JODER! ─El gordo trataba de quitarse a Eretria de encima, no lo dejaba ni respirar, mucho menos aflojaba con las hostias o la fuerza que estaba utilizando. No se estaba conteniendo, le iba a sacar las entrañas por la boca a este paso. Hubiese disfrutado mucho matándolo de no haber sido separada por un calvo grandullón, ¿quién coño le había invitado? La morena rezongó de mala manera, prosiguiendo a removerse con el único fin de zafarse y así volver a la pelea. Por más que exigiese que la soltasen nada sucedió, la iba a liar a lo grande, sólo necesitaba espacio para sacar sus armas. Por el rabillo del ojo contempló a Destino unos breves segundos, al brujo que aún alumbraba la cueva y por último al inminente puerco que iba acercándose a ella en pos de venganza.
No tardaron en dar con el paradero de ambos elfos, ella de ser tan charlatana pasó a un estado donde sus labios eran incapaces de abrirse, los fruncía notoriamente, tanto que le dolían. La bola de cebo frente a ambos no infundía miedo en absoluto, siquiera lo veía digno de sus puños. Guardaría saliva y su retahíla de insultos para el que consideraba peligroso, ese que no perdía de vista ni por un segundo. Sin dilación e intentando ser cuidadosa pateó al animal para ahuyentarlo, no estaría a salvo cerca de ellos, tampoco permitiría que fuese cazado. Aquello se había vuelto personal en cuestión de segundos, con o sin la ayuda del pelinegro tontainas les haría probar el sabor de la derrota y la aflicción lacerante de sus dagas.
La elfa atezada infló el pecho con tal de ajustar su postura, hombros rectos y extremidades bajas tensadas. ¿Quería tocarle una teta? Venga. ─Hablando de gustos. A mi me gustan más delgados y sin que el aliento les apeste a muerto ─Su voz sonó ronca, imbuida en hastío. La mano del apestoso humano próxima a su delantera no la apartó, ¿para qué? No le tocaría ni una mísero pelo. No se hizo de rogar, un puñetazo salió despedido a tal velocidad que sesgó el aire, derechito a su nariz. Éste plañió acorde retrocedía unos pasos. ─¿A donde vas? Aún no he acabado ─más le valía apretar los dientes con la llovizna de guantazos que comería por parte de la elfa, una que volvió a la carga con un segundo puñetazo. Los nudillos los tenía inflamados y aún notaba el cansancio acoplado a su cuerpo. Era terminar una pelea y entrar en otra, cojones.
─¡Mi nariz, joder! Argh... ¡JODER! ─El gordo trataba de quitarse a Eretria de encima, no lo dejaba ni respirar, mucho menos aflojaba con las hostias o la fuerza que estaba utilizando. No se estaba conteniendo, le iba a sacar las entrañas por la boca a este paso. Hubiese disfrutado mucho matándolo de no haber sido separada por un calvo grandullón, ¿quién coño le había invitado? La morena rezongó de mala manera, prosiguiendo a removerse con el único fin de zafarse y así volver a la pelea. Por más que exigiese que la soltasen nada sucedió, la iba a liar a lo grande, sólo necesitaba espacio para sacar sus armas. Por el rabillo del ojo contempló a Destino unos breves segundos, al brujo que aún alumbraba la cueva y por último al inminente puerco que iba acercándose a ella en pos de venganza.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
El elfo estaba casi sin fuerzas, la constante lucha contra la morena, y llamarla morena es ser generoso, pero la constante lucha, ya sin sentido, contra ella, le había dejado sin muchas energías, aunque parecía que aquel efecto era solo a él, pues su compañera se había lanzado como una fiera sobre el que había tratado de tocarla, y es que tanto los otros hombres como el mismo Destino habían preferido dar unos pasos atrás para evitar ser víctimas de aquella violenta mujer. Había pasado todo el día peleando con ella, y ahora verla torturar a otros le resultaba al elfo incluso un poco gracioso
Yo le apuesto 50 aeros a la chica- Dijo uno de los que se encontraban detrás -Athos, te está ganando una chica- Dijo otro entre risas mientras el primero luchaba por liberarse de Eretria -Tontos, quítenmela, quítenmela, esta perra está loca- Gritaba el pobre desgraciado sufriendo la ira de aquella mujer mientras sus compañeros se limitaban a observar temerosos, pensando si ayudar a su compañero y enfrentar a la ira de la elfa, o quedarse a lo lejos y reírse de la desdicha que azotaba a su compañero.
Finalmente, la situación comenzaba a volverse preocupante, el sujeto bajo Eretria comenzaba a perder las fuerzas y sus compañeros comenzaban a plantearse ayudarlo, pero el elfo dio un paso al frente, extendió su mano y se formó en ella una espada de luz que los hizo desistir. La misma no le habría servido para lastimar a nadie y no era más que un señuelo para intimidarlos y de momento, parecía haber funcionado.
Déjalo, ya está muerto- Dijo el elfo a la mujer con pena ajena por el pobre individuo y le puso temeroso la mano en el hombro para que se levantara y lo dejara. Sus compañeros se encargarían de llevarse el cuerpo y ayudarlo a sanar si es que seguía con vida -Esto no se quedará así, volveremos por ustedes- Amenazó uno de ellos mientras arrastraban a su compañero, y es que el brutal salvajismo de la mujer los había aterrado a tal punto que habían preferido ir en busca de refuerzos.
Apenas se fueron, Destino desistió de la concentración que necesitaba para mantener la figura de la espada en su mano y cayó agotado, apoyándose sobre una rodilla, hasta miedo le daba preguntarle a la mujer si estaba bien, seguro estaba bien -Ven adentro- Dijo mientras colocaba una mano en el piso para ayudarse a estar de pie, tomar un descanso en el interior de la cueva y ayudar al animal que parecía herido, eran ahora las prioridades de aquella pareja dispareja.
En el interior de la cueva, tembloroso y asustado, se encontraba el animalejo en un rincón, su actitud delataba que había sido víctima de muchos maltratos, pues lucía bastante desconfiado y arisco, por lo que, aparentemente, acercarse a él para tratarlo podría ser una tarea bastante difícil.
Yo le apuesto 50 aeros a la chica- Dijo uno de los que se encontraban detrás -Athos, te está ganando una chica- Dijo otro entre risas mientras el primero luchaba por liberarse de Eretria -Tontos, quítenmela, quítenmela, esta perra está loca- Gritaba el pobre desgraciado sufriendo la ira de aquella mujer mientras sus compañeros se limitaban a observar temerosos, pensando si ayudar a su compañero y enfrentar a la ira de la elfa, o quedarse a lo lejos y reírse de la desdicha que azotaba a su compañero.
Finalmente, la situación comenzaba a volverse preocupante, el sujeto bajo Eretria comenzaba a perder las fuerzas y sus compañeros comenzaban a plantearse ayudarlo, pero el elfo dio un paso al frente, extendió su mano y se formó en ella una espada de luz que los hizo desistir. La misma no le habría servido para lastimar a nadie y no era más que un señuelo para intimidarlos y de momento, parecía haber funcionado.
Déjalo, ya está muerto- Dijo el elfo a la mujer con pena ajena por el pobre individuo y le puso temeroso la mano en el hombro para que se levantara y lo dejara. Sus compañeros se encargarían de llevarse el cuerpo y ayudarlo a sanar si es que seguía con vida -Esto no se quedará así, volveremos por ustedes- Amenazó uno de ellos mientras arrastraban a su compañero, y es que el brutal salvajismo de la mujer los había aterrado a tal punto que habían preferido ir en busca de refuerzos.
Apenas se fueron, Destino desistió de la concentración que necesitaba para mantener la figura de la espada en su mano y cayó agotado, apoyándose sobre una rodilla, hasta miedo le daba preguntarle a la mujer si estaba bien, seguro estaba bien -Ven adentro- Dijo mientras colocaba una mano en el piso para ayudarse a estar de pie, tomar un descanso en el interior de la cueva y ayudar al animal que parecía herido, eran ahora las prioridades de aquella pareja dispareja.
En el interior de la cueva, tembloroso y asustado, se encontraba el animalejo en un rincón, su actitud delataba que había sido víctima de muchos maltratos, pues lucía bastante desconfiado y arisco, por lo que, aparentemente, acercarse a él para tratarlo podría ser una tarea bastante difícil.
Destino
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Todo lo que lograba cabrearla debía extinguirse. Sí, sólo tenía que liberarse, y no tardó en hacerlo, yendo súbita y letal hacia su contrincante, el gordo gemía a la par que trataba de defenderse, nadie lo estaba ayudando y eso a la elfa le parecía raro; no obstante no se detenía, no podía hacerlo. El aire lo cogía a grandes bocanadas mientras perlas de sudor le bajaban desde la nuca, otras, las más resbaladizas se entremezclaban con las gotas de la lluvia, esas que aún empapaban su húmeda espalda. Si aún seguía de pie era por cabezonería pura, trataba de ignorar las punzadas eléctricas que recorrían sus extremidades, o el escozor en sus puños. Odiaba perder con toda su alma, y no cedería, ni de coña lo haría.
A un ritmo inusual continuaba dando guerra, sólo se detuvo al notar la mano de Destino en uno de sus hombros. Al principio pensó en apartarla de un manotazo, o quizá mordérsela por tocarla sin permiso, de hacerlo el día de mierda no acabaría y de hecho empezarían de nuevo a pegarse los dos elfos. Eretria masculló por lo bajo, levantándose del cuerpo inerte del cabrón que quiso manosearla. ¿Estaría muerto? Ciertamente eso esperaba, al fin y al cabo no había tenido piedad. ─¿Qué volveréis? ─con total soberbia alzó el mentón, ─todo el que vuelva acabará hecho un amasijo de carne, no os reconocerá luego ni vuestra madre, panda de cabrones ─la morena en conjunto a la amenaza les hizo un gesto de muerte, viéndoles llevarse a su colega caído lejos de la cueva. Fuera aún llovía, y los elfos ya no tenían un fuego donde resguardarse del frío.
La voz del pelinegro, o más bien sus órdenes consiguieron crisparla nuevamente, de sus labios entreabiertos se le escapó un desagradable chasqueo. Quería tan sólo tirarse al suelo, cerrar los ojos y dormir durante dos días, o quizá tres, pero la situación no lo ameritaba. Ella no era la única cansada, él también lo estaba así que pondría de su parte con el animalejo. En lo que volvía al interior se aseguró de amarrar con más fuerza la capa ligada a sus caderas, se le pegaba a los muslos y ya soñaba con tener un jodido pantalón nuevo.
Eretria se detuvo frente a la criatura, ciertos centímetros la separaban del elfo al igual que del animal. Sin darle muchas vueltas intentó acercar una de las manos, acuclillada y sin ánimos de ser cuidadosa. Por poco se lleva un buen zarpazo. ─Pero que mal carácter tienes, bicho ─expuso la morena. No tenía porque tenerle miedo, ella sería buena por raro que pareciese, o incluso imposible. Hizo un segundo intento, esta vez de forma más lenta con tal de no infundir miedo. Otro zarpazo fue lo que consiguió por parte del animal. ─Definitivamente no le gusto ─tras ladear la cabeza contempló a Destino con una de las cejas arqueadas y una mueca de disgusto formada. De estar acuclillada pasó a hincar ambas rodillas en la tierra, apoyando el trasero en sus talones, agotada. ─Si no quiere por las buenas, será por las malas.
A un ritmo inusual continuaba dando guerra, sólo se detuvo al notar la mano de Destino en uno de sus hombros. Al principio pensó en apartarla de un manotazo, o quizá mordérsela por tocarla sin permiso, de hacerlo el día de mierda no acabaría y de hecho empezarían de nuevo a pegarse los dos elfos. Eretria masculló por lo bajo, levantándose del cuerpo inerte del cabrón que quiso manosearla. ¿Estaría muerto? Ciertamente eso esperaba, al fin y al cabo no había tenido piedad. ─¿Qué volveréis? ─con total soberbia alzó el mentón, ─todo el que vuelva acabará hecho un amasijo de carne, no os reconocerá luego ni vuestra madre, panda de cabrones ─la morena en conjunto a la amenaza les hizo un gesto de muerte, viéndoles llevarse a su colega caído lejos de la cueva. Fuera aún llovía, y los elfos ya no tenían un fuego donde resguardarse del frío.
La voz del pelinegro, o más bien sus órdenes consiguieron crisparla nuevamente, de sus labios entreabiertos se le escapó un desagradable chasqueo. Quería tan sólo tirarse al suelo, cerrar los ojos y dormir durante dos días, o quizá tres, pero la situación no lo ameritaba. Ella no era la única cansada, él también lo estaba así que pondría de su parte con el animalejo. En lo que volvía al interior se aseguró de amarrar con más fuerza la capa ligada a sus caderas, se le pegaba a los muslos y ya soñaba con tener un jodido pantalón nuevo.
Eretria se detuvo frente a la criatura, ciertos centímetros la separaban del elfo al igual que del animal. Sin darle muchas vueltas intentó acercar una de las manos, acuclillada y sin ánimos de ser cuidadosa. Por poco se lleva un buen zarpazo. ─Pero que mal carácter tienes, bicho ─expuso la morena. No tenía porque tenerle miedo, ella sería buena por raro que pareciese, o incluso imposible. Hizo un segundo intento, esta vez de forma más lenta con tal de no infundir miedo. Otro zarpazo fue lo que consiguió por parte del animal. ─Definitivamente no le gusto ─tras ladear la cabeza contempló a Destino con una de las cejas arqueadas y una mueca de disgusto formada. De estar acuclillada pasó a hincar ambas rodillas en la tierra, apoyando el trasero en sus talones, agotada. ─Si no quiere por las buenas, será por las malas.
Eretria Noorgard
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Re: Pasarela a lo furtivo. [Interpretativo (2/3)]
Aquellos pobres sujetos no tenían idea de la engorrosa situación en la que se habían metido y es que aquella elfa era peor que estornudar con diarrea, si la situación no hubiese sido tan seria, sin duda Destino habría soltado una sonora carcajada. Por suerte estaba demasiado cansado, ambos lo estaban, al punto de que ya la dejaría ganar si comenzaba de nuevo con sus molestas e insensatas luchas.
Ambos volvieron adentro, el elfo caminaba despacio, como si le dolieran hasta los cabellos, desde luego, no lo admitiría, pero le costaba incluso respirar, tal vez pasada la adrenalina, comenzaban a doler los golpes de aquella amenaza con mofletes esponjados. La chica se acercó al animalejo que se veía bastante asustado, no solo uno sino varios intentos de la chica para acercarse al animal se fueron frustrados por reacciones ariscas del peludo animal.
Destino entonces se acercó al notar que la mujer pensaba usar la fuerza de nuevo -Espera, no lo hagas- Dijo en tono serio y severo -No puedes ir por la vida resolviendo todo por la fuerza- Se agachó despacio y se puso frente al animal -Observa y aprende, jovencita- Extendió una mano para acariciar a la criatura sin apartar la vista de la chica, definitivamente tenía que ver su cara cuando el animal se doblegara ante él, y no ante ella.
Dicen que los animales presienten el peligro, tal vez lo asustaste con esa cara tan fea- Le recriminó -Mira nada más ese cabello ¿te bañas alguna vez?- Estiró la mano un poco más hacia el animal aún sin mirarlo -Observa y aprende- Al final de sus palabras el elfo cerró los ojos al sentir la mordida del animal en su mano. Abrió los ojos, respiró profundo, levantó la cabeza ocultando cualquier expresión de dolor, o al menos intentándolo valientemente, apretó la mandíbula del animal con la mano mordida y lo haló violentamente hasta estrellarle la cabeza en el piso.
No era la manera más ortodoxa de tranquilizar al animal, pero al menos había funcionado, tras un quejido cortado por la inconsciencia, el animal se desvaneció en un profundo sueño que el elfo aprovechó para acercarse más, le rodeó la cabeza con las manos, colocando su mano herida sobre el animal, y la mano sana sobre la mano herida a fin de hacer más fácil soportar el dolor de la mordida mientras sanaba a la criatura del golpe que le acababa de dar y por supuesto, de las heridas previas que seguramente le habían causado aquellos hombres malos.
¿A dónde irás? Mujer cabra- Preguntó, echando a un lado toda la explicación que ella le había dado antes porque a ese punto, ya le resultaba gracioso llamarla de esa manera -No pareces encajar con las elfas sutiles y refinadas de Sandorai, aunque, Destino conoce un chico elfo que vive en una madriguera, así que, tal vez no todos los jóvenes de ahora comparten las mismas costumbres de los ancestros- Retiró las manos al notar que las heridas del animal habían sanado por completo y el cachorro ya tan solo dormía, aunque ahora que lo miraba bien, no pudo evitar notar una especie de etiqueta que colgaba grapada a una oreja del peludo animal -E-24.56 ¿qué crees que signifique?- Preguntó a la chica con cierta curiosidad.
Ambos volvieron adentro, el elfo caminaba despacio, como si le dolieran hasta los cabellos, desde luego, no lo admitiría, pero le costaba incluso respirar, tal vez pasada la adrenalina, comenzaban a doler los golpes de aquella amenaza con mofletes esponjados. La chica se acercó al animalejo que se veía bastante asustado, no solo uno sino varios intentos de la chica para acercarse al animal se fueron frustrados por reacciones ariscas del peludo animal.
Destino entonces se acercó al notar que la mujer pensaba usar la fuerza de nuevo -Espera, no lo hagas- Dijo en tono serio y severo -No puedes ir por la vida resolviendo todo por la fuerza- Se agachó despacio y se puso frente al animal -Observa y aprende, jovencita- Extendió una mano para acariciar a la criatura sin apartar la vista de la chica, definitivamente tenía que ver su cara cuando el animal se doblegara ante él, y no ante ella.
Dicen que los animales presienten el peligro, tal vez lo asustaste con esa cara tan fea- Le recriminó -Mira nada más ese cabello ¿te bañas alguna vez?- Estiró la mano un poco más hacia el animal aún sin mirarlo -Observa y aprende- Al final de sus palabras el elfo cerró los ojos al sentir la mordida del animal en su mano. Abrió los ojos, respiró profundo, levantó la cabeza ocultando cualquier expresión de dolor, o al menos intentándolo valientemente, apretó la mandíbula del animal con la mano mordida y lo haló violentamente hasta estrellarle la cabeza en el piso.
No era la manera más ortodoxa de tranquilizar al animal, pero al menos había funcionado, tras un quejido cortado por la inconsciencia, el animal se desvaneció en un profundo sueño que el elfo aprovechó para acercarse más, le rodeó la cabeza con las manos, colocando su mano herida sobre el animal, y la mano sana sobre la mano herida a fin de hacer más fácil soportar el dolor de la mordida mientras sanaba a la criatura del golpe que le acababa de dar y por supuesto, de las heridas previas que seguramente le habían causado aquellos hombres malos.
¿A dónde irás? Mujer cabra- Preguntó, echando a un lado toda la explicación que ella le había dado antes porque a ese punto, ya le resultaba gracioso llamarla de esa manera -No pareces encajar con las elfas sutiles y refinadas de Sandorai, aunque, Destino conoce un chico elfo que vive en una madriguera, así que, tal vez no todos los jóvenes de ahora comparten las mismas costumbres de los ancestros- Retiró las manos al notar que las heridas del animal habían sanado por completo y el cachorro ya tan solo dormía, aunque ahora que lo miraba bien, no pudo evitar notar una especie de etiqueta que colgaba grapada a una oreja del peludo animal -E-24.56 ¿qué crees que signifique?- Preguntó a la chica con cierta curiosidad.
Destino
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