[Misión] El huevo de la discordia
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[Misión] El huevo de la discordia
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¿Qué es aquello que le da honor a un dragón? ¿Su habilidad para transformarse? ¿Las tradiciones de sus ancestros? Son interrogantes que, en su búsqueda por responderlas, han logrado robarle el sueño a más de uno.
Una enorme construcción se alza a las afueras del poblado de Dundarak. Cimientos firmes, estructura sólida, todo parece indicar que ha sobrevivido al paso de los años. Por dentro, podéis encontrar amplios salones, dónde bien podría caber una criatura de tamaño considerable; pero lo importante no es el hogar, sino quienes lo habitan, ya que no se trata de una familia común y corriente.
Tal vez éste sea el momento adecuado para advertiros lo que les sucede a los intrusos, pues es mi deber instaros a mantener su integridad a salvo, o de lo contrario no pudo hacerme responsable de lo que pueda llegar a pasar.
‘‘Valioso’’ Palabra que en este caso se atribuye a un objeto con un valor estimable a los ojos de su dueño. Algo cuya inesperada ausencia puede ocasionar desastres a niveles catastróficos, si es que no se logra dar con el responsable; como cuando vuestra suegra pierde su anillo de bodas y debéis huir para evitar que os saque los sesos mientras os culpa por su propio descuido.
Nunca te metas con un objeto preciado, menos si se trata de una ancestral familia draconiana, quienes, además no son muy amistosos como para mostrarse en su forma humana. Claro que esto no es de importancia alguna para un clan rival, cuyas aspiraciones siempre han girado en torno a destruir a sus enemigos y alzarse como la mejor dinastía.
Es aquí donde vuelvo a instaros a reconsiderar la idea de inmiscuirse, pero si mis advertencias os han pasado de largo y aun así deseáis conocer el problema, aquí os lo traigo.
El hermoso, ancestral y preciado huevo de la familia Dinlong ha sido hurtado. ¿Quién ha sido capaz de hacer tal cosa? Es la respuesta que debéis conseguir, si es que decidís quedaros a investigar, aunque por vuestra propia integridad os aconsejaría marcharos y fingir que nunca supieron tal asunto, puesto que los Dinlong se preparan para atacar todos los poblados cercanos, como venganza por tal agravio y todo alrededor se está convirtiendo en un caos.
Así que, si decidís ser los héroes de esta historia, os recomendaría daros prisa y conseguir dar con el culpable, para devolver el huevo a sus legítimos dueños, antes de que las cosas se pongan feas.
☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀
Bienvenidos salvadores suicidas: Su trabajo será de infiltración y recuperación. El objetivo será recuperar el dichoso huevo de oro, pero primero tendréis que conseguir ganar tiempo, antes de que la familia Dinlong comience con su venganza. Ellos tienen un sospechoso en mente, pero para que accedan a mostrarse en su forma humana y así daros información, deberéis convencerlos que sois de fiar. Comencemos por el comienzo. En este primer post llegaréis al poblado, donde todo comenzará a ser un caos, pues los dragones han amenazado que pronto atacaran. Sois libres de narrar como es que os dan por entrados de los hechos y como decidís ir al castillo de la familia Dinlong. Una pequeña advertencia: La familia se encuentra en su forma draconiana.
Wyn
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Re: [Misión] El huevo de la discordia
He visto atardeceres en plena soledad, he presenciado caer el crepúsculo con la sensación de que tarde o temprano, el vacío en mi pecho cesaría junto al fragor de un corazón que tintinea como los sonajeros, sólo por llamar la atención de lo hiriente, aquello con garras y fauces, un ser que me engulle cual adicción que jamás soltará los amarres de esta maldición sombría y agrandará el hambre voraz de mis venas que arden, palpitan y repican bajo una dermis hirsuta, ella sabe lo que anhelo, pero, ¿yo acaso soy consciente de ello? Por supuesto.
El espejismo de gesticulaciones junto a las muecas bañadas en puro terror no son más que un empuje hacia mi persona, Anfaüglir jamás se perdería un cielo empapado en tonalidades escarlatas y cítricas, un firmamento colmado de seres mitológicos que con el fuego que guardan en una coraza impenetrable van causando caos en los poblados cercanos a su guarida. Ah, el corazón se me acelera y cada ápice que me compone vibra ante la exaltación de ser partícipe en un panorama henchido en los bramidos de aquellos calcinados, los alaridos de los que se hallan presos bajo las moradas derribabas y sobretodo, con lo que más disfruto es de los aldeanos que huyen dejando atrás lo más preciado, incluso a sus infantes puesto que así es la guerra, cruel y sanguinaria, nada importa más que la supervivencia.
─ Oh Fred. ─ A mi costado izquierdo se encuentra un varón, después del encuentro tan movidito que tuvimos junto a otros dos sujetos supongo, a mi parecer, logramos encajar como seres que sin peros ni excusas, se toleran por las justas. ─ Creo que estoy encendidita. ─ Reí en alto con las manos en jarra, la charlatana que encontramos por el camino hará días no mentía, su premonición ha sido acertada y donde haya caos, ahí estará Anfaüglir con sus dos aguzadas dagas. ─ Vamos, tenemos que llegar al castillo y hacernos con una cabeza de esos bichos, ¿sabes lo que nos darán si matamos a uno? ─ Entreabro los labios dejando escapar un leve suspiro, estamos aquí para recuperar algo no para llevarnos la cabeza de un dragón, pero así soy yo, nunca me conformo con lo facilitado.
Sin evitar convertir las piezas de este rompecabezas en una sola, encajarlas y transformarlas en un contexto que el mestizo pueda llegar a aceptar, me limito a agarrar su mano y tirar de él con tantísima fuerza que nos vemos pueblo abajo corriendo hasta que el aliento nos abandone y el sudor nos empape de pies a cabezas. No me cae bien pero a la vez tiene ese deje que me transmite nerviosismo, como si necesitase a alguien que lo protegiese de su propia mala suerte. ─ Si te sueltas y te cogen, grita mi nombre, que te diré "jodete" y seguiré corriendo. ─ Es una advertencia de que si no está atento o mejor dicho, si suelta mi mano y le pasa algo no me haré cargo de salvarle el culo.
Con mi mente viajando a mil kilómetros y los cinco sentidos puestos en el juego una llamarada del enemigo nos pasa próxima y como sexto sentido lo lanzo hacia atrás hasta que el varón finaliza rodando cerca de una franca de jardinería. La madre que los parió, no me convertirán en un aperitivo y tampoco dejaré que achicharren al humano torpe, que hablando de torpe cerca de donde ha terminado cayendo se encuentra una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], tiene ruedas y será fácil de manejar, así al menos no tendré que tirar de Fred cada vez que lo decida.
─ Hagamos esto, métete ahí dentro. ─ Con el dedo índice le enseño la carreta, estoy siendo lo más seria posible aún cuando me observa extrañado, impaciente voy acercándome hasta que logra hacerme caso, como premio le sonrío socarrona y en mis comisuras se perciben todo tipo de malicias. Afianzada a los tubos para guiar el medio de transporte echo a trotar por las calles, resulta que incluso vamos más rápido y mientras nos adentramos en lo profundo del poblado, la gente que corre hacia el lado contrario nos analizan con total asombro.
─ ¡Recoge las piernas Fred que nos vaaaamos! ─ Grité ante la bajada que se presenta como reto, ¿alguien ha dicho reto? Con una carcajada asomarse entre mis labios rubíes lo lanzo, yendo yo detrás suya al subirme también a la carreta y salir los dos despedidos hacia abajo con una velocidad tremebunda hasta que una curva me pone los vellos de punta, por instinto saco una de las piernas que actúan como tope mientras giro el pomo de uno de los tubos para que todo siga según el plan y no acabemos muertos antes de tiempo.
En zona recta y tras evadir a varios dragones con mi genialoso transporte voy poniéndome en pie. ─ Uf. ─ Resoplé, habrá que repetir cuando acabemos con todo este barullo. El castillo está casi en frente y sólo deberemos tomar un atajo para toparnos con el veridíco desafío de hoy, la familia Dinlong según la loca de la premonición. ─ Arriba, debemos seguir. ─ Le comuniqué tras desordenarle la capucha a modo de jugarreta.
El espejismo de gesticulaciones junto a las muecas bañadas en puro terror no son más que un empuje hacia mi persona, Anfaüglir jamás se perdería un cielo empapado en tonalidades escarlatas y cítricas, un firmamento colmado de seres mitológicos que con el fuego que guardan en una coraza impenetrable van causando caos en los poblados cercanos a su guarida. Ah, el corazón se me acelera y cada ápice que me compone vibra ante la exaltación de ser partícipe en un panorama henchido en los bramidos de aquellos calcinados, los alaridos de los que se hallan presos bajo las moradas derribabas y sobretodo, con lo que más disfruto es de los aldeanos que huyen dejando atrás lo más preciado, incluso a sus infantes puesto que así es la guerra, cruel y sanguinaria, nada importa más que la supervivencia.
─ Oh Fred. ─ A mi costado izquierdo se encuentra un varón, después del encuentro tan movidito que tuvimos junto a otros dos sujetos supongo, a mi parecer, logramos encajar como seres que sin peros ni excusas, se toleran por las justas. ─ Creo que estoy encendidita. ─ Reí en alto con las manos en jarra, la charlatana que encontramos por el camino hará días no mentía, su premonición ha sido acertada y donde haya caos, ahí estará Anfaüglir con sus dos aguzadas dagas. ─ Vamos, tenemos que llegar al castillo y hacernos con una cabeza de esos bichos, ¿sabes lo que nos darán si matamos a uno? ─ Entreabro los labios dejando escapar un leve suspiro, estamos aquí para recuperar algo no para llevarnos la cabeza de un dragón, pero así soy yo, nunca me conformo con lo facilitado.
Sin evitar convertir las piezas de este rompecabezas en una sola, encajarlas y transformarlas en un contexto que el mestizo pueda llegar a aceptar, me limito a agarrar su mano y tirar de él con tantísima fuerza que nos vemos pueblo abajo corriendo hasta que el aliento nos abandone y el sudor nos empape de pies a cabezas. No me cae bien pero a la vez tiene ese deje que me transmite nerviosismo, como si necesitase a alguien que lo protegiese de su propia mala suerte. ─ Si te sueltas y te cogen, grita mi nombre, que te diré "jodete" y seguiré corriendo. ─ Es una advertencia de que si no está atento o mejor dicho, si suelta mi mano y le pasa algo no me haré cargo de salvarle el culo.
Con mi mente viajando a mil kilómetros y los cinco sentidos puestos en el juego una llamarada del enemigo nos pasa próxima y como sexto sentido lo lanzo hacia atrás hasta que el varón finaliza rodando cerca de una franca de jardinería. La madre que los parió, no me convertirán en un aperitivo y tampoco dejaré que achicharren al humano torpe, que hablando de torpe cerca de donde ha terminado cayendo se encuentra una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], tiene ruedas y será fácil de manejar, así al menos no tendré que tirar de Fred cada vez que lo decida.
─ Hagamos esto, métete ahí dentro. ─ Con el dedo índice le enseño la carreta, estoy siendo lo más seria posible aún cuando me observa extrañado, impaciente voy acercándome hasta que logra hacerme caso, como premio le sonrío socarrona y en mis comisuras se perciben todo tipo de malicias. Afianzada a los tubos para guiar el medio de transporte echo a trotar por las calles, resulta que incluso vamos más rápido y mientras nos adentramos en lo profundo del poblado, la gente que corre hacia el lado contrario nos analizan con total asombro.
─ ¡Recoge las piernas Fred que nos vaaaamos! ─ Grité ante la bajada que se presenta como reto, ¿alguien ha dicho reto? Con una carcajada asomarse entre mis labios rubíes lo lanzo, yendo yo detrás suya al subirme también a la carreta y salir los dos despedidos hacia abajo con una velocidad tremebunda hasta que una curva me pone los vellos de punta, por instinto saco una de las piernas que actúan como tope mientras giro el pomo de uno de los tubos para que todo siga según el plan y no acabemos muertos antes de tiempo.
En zona recta y tras evadir a varios dragones con mi genialoso transporte voy poniéndome en pie. ─ Uf. ─ Resoplé, habrá que repetir cuando acabemos con todo este barullo. El castillo está casi en frente y sólo deberemos tomar un atajo para toparnos con el veridíco desafío de hoy, la familia Dinlong según la loca de la premonición. ─ Arriba, debemos seguir. ─ Le comuniqué tras desordenarle la capucha a modo de jugarreta.
Eretria Noorgard
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Re: [Misión] El huevo de la discordia
Normalmente alguien ante aquel paisaje dijese “Yo estoy aquí por valor” o quizá “Yo lo estoy para demostrar mi valía”… pero si me lo preguntan a mí la respuesta es muy lógica, no tengo la menor idea de que estaba haciendo. Aquel no era mi ambiente para nada, dar media vuelta y correr a mi bosque ya no era una opción factible en lo absoluto, tampoco lo era esconderme en un agujero y esperar que lo peor de todo pasara, solo me quedaba seguir la corriente.
Observar el panorama de bestias aladas resultaba algo agradable, claro, si no fuese por el hecho de que estaban calcinando todo a su paso cual parrillada “¿En qué demonios me metí ahora?” Al principio parecía ser una buena idea… no, nunca fue una idea, pero Anfaüglir me había hecho creer que lo era ¿Por qué demonios yo era tan influenciable por las personas? Maldije por lo bajo mientras comenzaba a acariciar el filo de una de mis flechas, había olvidado recoger hierbas para tranquilizarme.
- Tú estás encendida, el pueblo se está encendiendo… a este paso todos nos vamos a encender. – No sabía que le veía de gracioso al asunto, nuestras vidas peligraban pero aun así se reía… el asunto iba mal. – Se muy bien lo que nos darán si matamos uno, nos darán golpes… muchos golpes, sería un milagro si llegásemos a salir vivos, así que mejor no inventes. – La sensación en mis dedos comenzaba a desaparecer mientras un hilo de sangre comenzaba a recorrerlos, por lo visto la flecha ya había comenzado a hacer su trabajo calmante.
Ya por fin las ideas estaban claras en mi mente, daba media vuelta y me alejaba sin decir nada, así poco a poco regresaría a mi amado hogar y no me quemarían vivo ¿Qué podía salir mal? Claramente todo, mi plan fue frustrado por la elfa que me tomó de la mano y comenzó a correr, guardé la flecha en pleno vuelo temiendo tropezarme y clavármela en el cuello.
- Que alentador resulta saber que me dejarás a mi suerte, al menos visítame cuando se estén preparándome para decapitarme eh. – Tristemente ya me había metido de cabeza en el asunto, ¿Por qué me juntaba con gente tan impulsiva?
Vi toda mi vida pasar frente a mis ojos cuando casi me transformo en brocheta de Fred, una vida llena de desgracias y sufrimiento “Qué cosa más triste.” Giré y giré mientras literalmente el mundo me daba vueltas, al menos había guardado la flecha porque si no hubiese sido así ya la tendría incrustada en todo el cuello. Mi recorrido dio a parar cerca de una jardinería, me arrastré lentamente por el suelo evitando el mareo y pensando como escapar.
Nuevamente mi plan de huida se frustró por el mandamiento de Anfaüglir, ahora se supone que debía subirme a una carretica, ni loco haría eso. Mis alternativas eran muy pocas, lo supe cuando la elfa se comenzó a acercar, era subirme a la carreta o que ella me subiera a base de golpes… claramente preferí la primer opción.
- Recuérdame nuevamente las razones por las cuales te sigo. – Realmente el espacio dentro de la carreta era cómodo, finalmente podía descansar… si no fuese por el hecho de que veía con nerviosismo a todos lados y sentía como la temperatura del ambiente comenzaba a aumentar.
- ¿¡Recoger las qué!? – Fue lo único que logré preguntar antes de que la velocidad comenzara a aumentar cada vez más, mi compañera ahora se había subido a la carreta y reía cual desquiciada. – ¡Maldición vamos a morir!
Coloqué los brazos frente a mi rostro como si aquello fuese a reducir las posibilidades de muerte, mi corazón latía a mil y sentía el canto de la muerte en mis oídos, aquella vez era la decisiva, hubiese gritado si no hubiese sido por el hecho de que me había tragado un mosquito desafortunado que pasaba por el camino.
Podía sentir como la carreta viraba y evitaba los obstáculos en el camino, si algo debía acreditar es que la elfa parecía saber que hacía, su impulso de locura quizá estaba hasta justificado por lo visto. Finalmente regresábamos a estar estáticos, jamás había agradecido tanto el hecho estar sin hacer nada. Me tiré al suelo mientras trataba de calmar mi respiración, mi corazón seguía dentro de mí y aquello era bueno, no parecía haber perdido ninguna extremidad.
- Quiero que sepas que… estás demente. – Comuniqué a Anfaüglir luego de que me desordenara la capucha, debía de ser sincero.
Colocándome nuevamente de pie y sacudiendo mi ropa pensé que camino tomar, claramente iba a ser más sensato y no iba a poner en riesgo nuestras vidas, el problema era movernos por el caos de las calles con tanto alboroto “Eso es.” La respuesta era fácil, cuando las calles se desordenan los techos siempre son las respuestas.
- Ven por aquí mi estimada colega. – Comenté mientras corría y saltaba de caja en caja tomando impulso para llegar a los techos, cuando salté casi me tropiezo y termino cayéndome pero menos mal no fue así.
Me afiancé del borde de los tejados y con esfuerzo más del necesario trepé lo que me había faltado, el calor cada vez era mayor y podía ver a los dragones sobrevolar creando desastre a su paso. Espere que mi compañera se incorporará a mi lado, me agaché y le hice un gesto para que me imitara, debíamos pasar ocultos ante el desastre.
- El plan es simple, corremos y saltamos de tejado en tejado evitando partirnos las piernas… si te caes yo si seré condescendiente y regresaré a ayudarte. – Me quité la capucha para tener mejor visibilidad y sin pensarlo dos veces comencé a correr y a saltar, era tal como moverme en las ramas del bosque, quizá hasta mucho más cómodo, el margen de error era menor al habitual. La puerta del castillo Dinlong ya estaba frente a nuestras narices… el problema ahora es ¿Cómo entrar?
- ¿Ahora qué? ¿Tocamos y esperamos que no inviten a pasar y beber el té?
Observar el panorama de bestias aladas resultaba algo agradable, claro, si no fuese por el hecho de que estaban calcinando todo a su paso cual parrillada “¿En qué demonios me metí ahora?” Al principio parecía ser una buena idea… no, nunca fue una idea, pero Anfaüglir me había hecho creer que lo era ¿Por qué demonios yo era tan influenciable por las personas? Maldije por lo bajo mientras comenzaba a acariciar el filo de una de mis flechas, había olvidado recoger hierbas para tranquilizarme.
- Tú estás encendida, el pueblo se está encendiendo… a este paso todos nos vamos a encender. – No sabía que le veía de gracioso al asunto, nuestras vidas peligraban pero aun así se reía… el asunto iba mal. – Se muy bien lo que nos darán si matamos uno, nos darán golpes… muchos golpes, sería un milagro si llegásemos a salir vivos, así que mejor no inventes. – La sensación en mis dedos comenzaba a desaparecer mientras un hilo de sangre comenzaba a recorrerlos, por lo visto la flecha ya había comenzado a hacer su trabajo calmante.
Ya por fin las ideas estaban claras en mi mente, daba media vuelta y me alejaba sin decir nada, así poco a poco regresaría a mi amado hogar y no me quemarían vivo ¿Qué podía salir mal? Claramente todo, mi plan fue frustrado por la elfa que me tomó de la mano y comenzó a correr, guardé la flecha en pleno vuelo temiendo tropezarme y clavármela en el cuello.
- Que alentador resulta saber que me dejarás a mi suerte, al menos visítame cuando se estén preparándome para decapitarme eh. – Tristemente ya me había metido de cabeza en el asunto, ¿Por qué me juntaba con gente tan impulsiva?
Vi toda mi vida pasar frente a mis ojos cuando casi me transformo en brocheta de Fred, una vida llena de desgracias y sufrimiento “Qué cosa más triste.” Giré y giré mientras literalmente el mundo me daba vueltas, al menos había guardado la flecha porque si no hubiese sido así ya la tendría incrustada en todo el cuello. Mi recorrido dio a parar cerca de una jardinería, me arrastré lentamente por el suelo evitando el mareo y pensando como escapar.
Nuevamente mi plan de huida se frustró por el mandamiento de Anfaüglir, ahora se supone que debía subirme a una carretica, ni loco haría eso. Mis alternativas eran muy pocas, lo supe cuando la elfa se comenzó a acercar, era subirme a la carreta o que ella me subiera a base de golpes… claramente preferí la primer opción.
- Recuérdame nuevamente las razones por las cuales te sigo. – Realmente el espacio dentro de la carreta era cómodo, finalmente podía descansar… si no fuese por el hecho de que veía con nerviosismo a todos lados y sentía como la temperatura del ambiente comenzaba a aumentar.
- ¿¡Recoger las qué!? – Fue lo único que logré preguntar antes de que la velocidad comenzara a aumentar cada vez más, mi compañera ahora se había subido a la carreta y reía cual desquiciada. – ¡Maldición vamos a morir!
Coloqué los brazos frente a mi rostro como si aquello fuese a reducir las posibilidades de muerte, mi corazón latía a mil y sentía el canto de la muerte en mis oídos, aquella vez era la decisiva, hubiese gritado si no hubiese sido por el hecho de que me había tragado un mosquito desafortunado que pasaba por el camino.
Podía sentir como la carreta viraba y evitaba los obstáculos en el camino, si algo debía acreditar es que la elfa parecía saber que hacía, su impulso de locura quizá estaba hasta justificado por lo visto. Finalmente regresábamos a estar estáticos, jamás había agradecido tanto el hecho estar sin hacer nada. Me tiré al suelo mientras trataba de calmar mi respiración, mi corazón seguía dentro de mí y aquello era bueno, no parecía haber perdido ninguna extremidad.
- Quiero que sepas que… estás demente. – Comuniqué a Anfaüglir luego de que me desordenara la capucha, debía de ser sincero.
Colocándome nuevamente de pie y sacudiendo mi ropa pensé que camino tomar, claramente iba a ser más sensato y no iba a poner en riesgo nuestras vidas, el problema era movernos por el caos de las calles con tanto alboroto “Eso es.” La respuesta era fácil, cuando las calles se desordenan los techos siempre son las respuestas.
- Ven por aquí mi estimada colega. – Comenté mientras corría y saltaba de caja en caja tomando impulso para llegar a los techos, cuando salté casi me tropiezo y termino cayéndome pero menos mal no fue así.
Me afiancé del borde de los tejados y con esfuerzo más del necesario trepé lo que me había faltado, el calor cada vez era mayor y podía ver a los dragones sobrevolar creando desastre a su paso. Espere que mi compañera se incorporará a mi lado, me agaché y le hice un gesto para que me imitara, debíamos pasar ocultos ante el desastre.
- El plan es simple, corremos y saltamos de tejado en tejado evitando partirnos las piernas… si te caes yo si seré condescendiente y regresaré a ayudarte. – Me quité la capucha para tener mejor visibilidad y sin pensarlo dos veces comencé a correr y a saltar, era tal como moverme en las ramas del bosque, quizá hasta mucho más cómodo, el margen de error era menor al habitual. La puerta del castillo Dinlong ya estaba frente a nuestras narices… el problema ahora es ¿Cómo entrar?
- ¿Ahora qué? ¿Tocamos y esperamos que no inviten a pasar y beber el té?
Fredericksen
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Re: [Misión] El huevo de la discordia
Misión Pausada
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