¿A quién le pertenece? [Desafío]
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Afueras de Vulwulfar.
-¡Eh! ¡Detente, viejo! -Gritó una potente voz.
-No podrás huir, ¡para! -Lo secundó otra.
El anciano trataba de huir de esos bellacos que intentaban robarle su mercancía. Ernie era un mercader que iba por la península de Verisar vendiendo sus objetos.
-Estas joyas vienen de Dundarak. ¡Los dragones las forjan con su propio fuego! -Era lo que siempre decía para cautivar a sus clientes. Aunque no siempre era del todo cierto. Por no decir que mentía como un cosaco a todas horas. -Tengo las mejores joyas. Esta perteneció a una grandiosa dama dragón. -Y a los pocos días perdía el baño cobrizo que llevaba la joya. Pero Ernie ya estaba lejos para aceptar reclamaciones.
Salvo ahora. Estaba siendo perseguido por un par de maleantes que querían robarle la mercancía. ¡Para una vez que tenía algo real! Había ido a Vulwulfar a vender sus joyas y un anillo con una piedra roja había llamado la atención de los chicos. ¡Como para no hacerlo! Era dragonita real. Esa piedra no se encontraba en Verisar, ni siquiera en los mágicos bosques de los elfos, ni se podía crear con los hechizos de los brujos. Para nada. La dragonita era propia de las tierras del norte. ¿Cómo la había conseguido? Eso no importaba, las artimañas de ese señor no eran del todo lícitas (la había ganado en una partida contra un asesino borracho).
No había podido vender la dragonita en Vulwulfar porque la guardia rondaba cerca de su puesto, pero esos muchachos que lo perseguían habían visto el destello rojo del anillo entre sus ropajes. ¡Iba a venderla él! Con el dinero que sacase de eso acabaría con todos sus problemas económicos por meses. El tráfico de ese mineral era una gran fuente de ingresos y no iba a permitirse perderlos por esos dos malhechores.
Pero quienes perseguían al viejo eran también traficantes con problemas económicos. Y la dragonita terminaría con esa racha de comer las sobras que tiraban en las tabernas. Últimamente no habían podido vender muchas de sus piedras porque la guardia estaba atenta a los pasos ilegales, pero sólo con mostrar la dragonita a la persona idónea, conseguirían solventar su vida. Y a ese viejo pronto le llegaría su hora, no iba a poder disfrutar de las ganancias. Lo justo era que la tuvieran ellos.
-¡Que vengas!
-¡Dejadme en paz, perros sarnosos!
Las piernas de Ernie ya estaban débiles, así que calló contra el suelo, momento que aprovecharon los asaltantes para comenzar a golpearle e intentar robar la dragonita.
_________________________________________
Bienvenido/a caminante: No sé cómo has llegado hasta este lugar, pero me encantaría saberlo. Aunque ese no será tu primer objetivo, sino que tendrás que encontrarte con esa trifulca en el camino y debes intentar que paren. ¿De parte de quién estarás?
Fehu
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Re: ¿A quién le pertenece? [Desafío]
Le di un beso en los labios a un Alex semi dormido y seguí hacia la siguiente habitación, Emel y Joner dormían como las pequeñas criaturas diablas que eran, apostaba a que si tuvieran mal sueño como su madre no darían tanta guerra durante el día. Sonreí como la loba más boba que era y le acaricié la cabeza a Black, quién se despertó alarmado. Puse mi índice entre sus labios y le susurré No tardaré, iré a Vulwulfar, pero es un secreto y le gesticulé para que continuase durmiendo. Aún el sol no había salido, pero no podía esperar más. Salí silenciosamente de la posada y me dirigí a las caballerizas donde ni siquiera me molesté en ensillar a Furia, con un jergón y la brida era más que suficiente. De un chiflido llamé a Chy y partimos a todo galope con dirección a la ciudad de las cosas de mar. Tenía muy claro que en Baslodia no hallaría lo que estaba buscando, una joya, la prueba indiscutible y recordatoria de nuestro compromiso. No buscaba oro ni plata, sino algo puntual, algo al verlo dijera “esto es lo que busco”.
Era extraño, había recorrido todas las grandes ciudades de las que se hablaba: “el mundo conocido” e incluso pueblos escondidos y villas, pero era la primera vez que pondría mis pies en la ciudad de los Vulwulf. Siempre había querido ir allí, mi padre me hablaba mucho de esa ciudad durante mi niñez, al parecer allí se habían conocido con mi madre “fue amor a primera vista” me habían dicho y recién ahora comprendía sus expresiones cuando hablaban de su pasado. Era por esa razón, ese simple hecho, que quería encontrar en esa ciudad específica, la prueba de mi amor. Y tal vez por esa memoria puntual, había estado evitando tomar los caminos que me llevaban hasta sus puertas; hasta ese día. Dominaba con maestría las riendas de mi montura, las bifurcaciones conocidas y los caminos aledaños que otrora hubiéramos recorrido quedaban muy atrás, junto con el polvo que levantaban los cascos de la Furia negra. Los recuerdos cálidos de mi niñez se entremezclaban con el camino que poco a poco se teñía del dorado de la mañana. Podía sentirlo en mi corazón, no tardaríamos mucho en llegar.
Después de bordear un bosque subimos una pendiente y… ¡allí estaba! Tal como me la habían descrito. Dejé escapar abruptamente el aire de mis pulmones y respiré profundamente. Una ciudad rodeada de agua que en su interior parecía reflejar el cielo en la tierra. La plata bruñida de las abundantes piscinas absorbían los rayos del sol y los devolvían en una multitud de arcoíris. Me restregué los ojos y pestañee varias veces, tenían que ser imaginaciones mías por tanta felicidad acumulada en las últimas horas, no podía ser tan hermoso. Espolee a Furia y bajamos a medio galope, aún estábamos a una buena legua de distancia. Cada vez íbamos más lento, buscando el camino hacia la entrada principal. El movimiento era evidente, todo parecía tan calmo y pacífico. Sí, era como en los relatos… Estábamos en las afueras, me apeé y empecé a mezclarme entre los mercaderes que comenzaban a transitar por el camino principal hacia la ciudad, iba mirando curiosamente aquí y allá, arrugando la nariz ante la diversidad de olores desconocidos. Chy chilló desde el cielo, entrecerré los ojos No podía ser todo tan bueno ¿verdad? sólo esperaba que no me guiara hacia alguien que conociéramos y que representara una presencia no grata.
El halcón sobrevolaba un punto alejado y poco visible, entonces sentí el olor de la sangre en el ambiente, una sangre que no conocía. Apuré el paso pero sentía que no avanzaba más, comencé a correr como alma que lleva el diablo, había un hombre quejándose y pidiendo ayuda. Eran dos contra uno y lo peor: le estaban dando a un anciano. Respiraba pesadamente, tanto esfuerzo por un viejo desconocido que ya no parecía tener mucho rollo. Maldita ave ¿Desde cuándo eres tan bueno? le pregunté con una mirada fulminante, dándome la media vuelta para irme, pero algo me hizo dar una última mirada y mi vista se encontró con la del desgraciado. …¿por qué este tipo de cosas me pasan a mí? me pregunté antes de echarle las riendas encima a Furia –por si tenía que arrancar corriendo- y acercarme al matadero. El par le daba con saña al viejo que parecía tener algo fuertemente agarrado entre sus manos.
Me aclaré la garganta esperando que alguno se dignara a detenerse y hacer… algo pues, no importaba qué, pero se contentaron con mirarme por encima del hombro y seguir pateando al viejo que ahora se mantenía callado y perdía sangre por la boca. Vamos viejo, no te me vas a morir aquí dije en voz alta, sintiéndome un poco apesadumbrada porque no me había acercado antes. Entonces uno de los atacantes se volvió a mí y me empujó escupiendo sus siguientes palabras -Piérdete mujer-, de acuerdo… no esperaba eso. Tropecé con mis propios pies y casi caigo de bruces. Me enderecé mientras el otro secundaba algo tardío -Sí piérdete o serás la que sigue jejeje- y se secó la baba con el antebrazo. El primero se agachó para intentar abrirle las manos al viejo sin lograr nada. -No tiene sentido ¡Nadie te va a salvar!- parecía que los oh grandes señores estaban perdiendo su confianza. Me puse una mano en el cuello, pensando seriamente que no podía pasarme con un par de estúpidos atracadores bajos y sucios… que no merecían el pan que se llevaban a la boca todos los días. No te pases Wood me recordé echándome el pelo hacia atrás con una mano mientras con la otra desenfundaba el hacha corta.
Me acerqué por detrás del baboso y le toqué el hombro. Por reflejo me tiró un puñetazo que esquivé, entonces se volvió hacia mí comenzando a protestar -¿Eh…sigues…?- pero no pudo terminar su oración, ya que yo había bajado el peso de mi sentencia en su cara. Una sentencia dictada por el revés de mi hacha Sen-ten-cia dije lentamente, aspirando cada bocanada de aire para juntar fuerzas antes de patearlo en su estómago desde el suelo. Por lo que podía ver tenía la nariz rota y probablemente varias cosas más. Levanté el rostro para ver al que estaba en pie, finalmente había captado su atención. Pasé mi índice por el reverso de mi arma y levanté con él la sangre de su compañero, llevándomela a los labios. Mmmm ¡mmmm! hacía tiempo que no hacía ese tipo de cosas. De vez en cuando recordar viejos tiempos le sentaba a una bien. Me acaricié la barbilla y fingí estar sopesando algo ¿Truco o trato? Ah no… me rasqué una oreja Sentencia tiene tres sílabas ¿tendríamos que contar cuantas letras? pregunté abriendo los ojos grandes y esbozando una gran sonrisa.
-Estás loca- dijo el hombre dando un paso hacia atrás. Loca pero bien buena. ¿Quieres verme desnuda? le pregunté sugerente, si pedía eso, sería lo último que viera con los dos ojos. Miré al viejo No te mueras le dije, poniéndome a su lado, vigilando al que estaba en pie y al otro que misteriosamente había quedado en silencio.
Era extraño, había recorrido todas las grandes ciudades de las que se hablaba: “el mundo conocido” e incluso pueblos escondidos y villas, pero era la primera vez que pondría mis pies en la ciudad de los Vulwulf. Siempre había querido ir allí, mi padre me hablaba mucho de esa ciudad durante mi niñez, al parecer allí se habían conocido con mi madre “fue amor a primera vista” me habían dicho y recién ahora comprendía sus expresiones cuando hablaban de su pasado. Era por esa razón, ese simple hecho, que quería encontrar en esa ciudad específica, la prueba de mi amor. Y tal vez por esa memoria puntual, había estado evitando tomar los caminos que me llevaban hasta sus puertas; hasta ese día. Dominaba con maestría las riendas de mi montura, las bifurcaciones conocidas y los caminos aledaños que otrora hubiéramos recorrido quedaban muy atrás, junto con el polvo que levantaban los cascos de la Furia negra. Los recuerdos cálidos de mi niñez se entremezclaban con el camino que poco a poco se teñía del dorado de la mañana. Podía sentirlo en mi corazón, no tardaríamos mucho en llegar.
Después de bordear un bosque subimos una pendiente y… ¡allí estaba! Tal como me la habían descrito. Dejé escapar abruptamente el aire de mis pulmones y respiré profundamente. Una ciudad rodeada de agua que en su interior parecía reflejar el cielo en la tierra. La plata bruñida de las abundantes piscinas absorbían los rayos del sol y los devolvían en una multitud de arcoíris. Me restregué los ojos y pestañee varias veces, tenían que ser imaginaciones mías por tanta felicidad acumulada en las últimas horas, no podía ser tan hermoso. Espolee a Furia y bajamos a medio galope, aún estábamos a una buena legua de distancia. Cada vez íbamos más lento, buscando el camino hacia la entrada principal. El movimiento era evidente, todo parecía tan calmo y pacífico. Sí, era como en los relatos… Estábamos en las afueras, me apeé y empecé a mezclarme entre los mercaderes que comenzaban a transitar por el camino principal hacia la ciudad, iba mirando curiosamente aquí y allá, arrugando la nariz ante la diversidad de olores desconocidos. Chy chilló desde el cielo, entrecerré los ojos No podía ser todo tan bueno ¿verdad? sólo esperaba que no me guiara hacia alguien que conociéramos y que representara una presencia no grata.
El halcón sobrevolaba un punto alejado y poco visible, entonces sentí el olor de la sangre en el ambiente, una sangre que no conocía. Apuré el paso pero sentía que no avanzaba más, comencé a correr como alma que lleva el diablo, había un hombre quejándose y pidiendo ayuda. Eran dos contra uno y lo peor: le estaban dando a un anciano. Respiraba pesadamente, tanto esfuerzo por un viejo desconocido que ya no parecía tener mucho rollo. Maldita ave ¿Desde cuándo eres tan bueno? le pregunté con una mirada fulminante, dándome la media vuelta para irme, pero algo me hizo dar una última mirada y mi vista se encontró con la del desgraciado. …¿por qué este tipo de cosas me pasan a mí? me pregunté antes de echarle las riendas encima a Furia –por si tenía que arrancar corriendo- y acercarme al matadero. El par le daba con saña al viejo que parecía tener algo fuertemente agarrado entre sus manos.
Me aclaré la garganta esperando que alguno se dignara a detenerse y hacer… algo pues, no importaba qué, pero se contentaron con mirarme por encima del hombro y seguir pateando al viejo que ahora se mantenía callado y perdía sangre por la boca. Vamos viejo, no te me vas a morir aquí dije en voz alta, sintiéndome un poco apesadumbrada porque no me había acercado antes. Entonces uno de los atacantes se volvió a mí y me empujó escupiendo sus siguientes palabras -Piérdete mujer-, de acuerdo… no esperaba eso. Tropecé con mis propios pies y casi caigo de bruces. Me enderecé mientras el otro secundaba algo tardío -Sí piérdete o serás la que sigue jejeje- y se secó la baba con el antebrazo. El primero se agachó para intentar abrirle las manos al viejo sin lograr nada. -No tiene sentido ¡Nadie te va a salvar!- parecía que los oh grandes señores estaban perdiendo su confianza. Me puse una mano en el cuello, pensando seriamente que no podía pasarme con un par de estúpidos atracadores bajos y sucios… que no merecían el pan que se llevaban a la boca todos los días. No te pases Wood me recordé echándome el pelo hacia atrás con una mano mientras con la otra desenfundaba el hacha corta.
Me acerqué por detrás del baboso y le toqué el hombro. Por reflejo me tiró un puñetazo que esquivé, entonces se volvió hacia mí comenzando a protestar -¿Eh…sigues…?- pero no pudo terminar su oración, ya que yo había bajado el peso de mi sentencia en su cara. Una sentencia dictada por el revés de mi hacha Sen-ten-cia dije lentamente, aspirando cada bocanada de aire para juntar fuerzas antes de patearlo en su estómago desde el suelo. Por lo que podía ver tenía la nariz rota y probablemente varias cosas más. Levanté el rostro para ver al que estaba en pie, finalmente había captado su atención. Pasé mi índice por el reverso de mi arma y levanté con él la sangre de su compañero, llevándomela a los labios. Mmmm ¡mmmm! hacía tiempo que no hacía ese tipo de cosas. De vez en cuando recordar viejos tiempos le sentaba a una bien. Me acaricié la barbilla y fingí estar sopesando algo ¿Truco o trato? Ah no… me rasqué una oreja Sentencia tiene tres sílabas ¿tendríamos que contar cuantas letras? pregunté abriendo los ojos grandes y esbozando una gran sonrisa.
-Estás loca- dijo el hombre dando un paso hacia atrás. Loca pero bien buena. ¿Quieres verme desnuda? le pregunté sugerente, si pedía eso, sería lo último que viera con los dos ojos. Miré al viejo No te mueras le dije, poniéndome a su lado, vigilando al que estaba en pie y al otro que misteriosamente había quedado en silencio.
Woodpecker
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Re: ¿A quién le pertenece? [Desafío]
Uno de los maleantes cayó inconsciente por el golpe que la forastera le había propinado. El otro estaba estupefacto ante ese hecho. ¿Por qué ayudaba al viejo? Si era un estafador. Pero, claro, era un anciano y las mujeres tenían debilidad y ternura por los viejos.
-¡No sabes nada! ¡Fuera! ¡Este viejo está traficando con dragonita! Es ilegal. Soy de la guardia. -Empezó a decir el hombre que quedaba en pie, incapaz de acercarse a la chica por si acaso recibía él también. -Y este hombre ha estado huyendo de nosotros.
-No le creas. ¡No tengo dragonita! -Protestó el viejo. -Es bisutería barata. ¡Imitación!
-¡Que te calles! No sabe usted, señorita, la cantidad de veces que ha intentado colar minerales y piedras preciosas ilegales a Vulwulfar.
-Son mis piedras, yo las hago en mi taller. -Apenas podía hablar, pero se le daba muy bien mentir.
Bueno, se le daba bien a los dos. El arte del engaño era algo que tanto los dos más jóvenes como el más mayor sabían usar muy bien. Tenían que intentar ganarse el pan de cada día así, engatusaban a las personas y conseguían precios muy competentes por sus mercancías, así que por esa técnica intentaban envolver con sus tentáculos a la loba que había llegado. Parecía que la juventud y la mayoría numérica jugaba una mala pasada a los muchachos, pero el viejo no se iba a ir de rositas así porque sí.
-La dragonita es ilegal. -Afirmó el hombre, que había cambiado su expresión irascible al ver a la mujer.
-¡Que no es dragonita! Sólo un baño de color rojo. -El abuelo se levantó costosamente, escupiendo la sangre que le caía de la boca y recogiendo su mercancía en la tela, despacio. Él también sabía jugar sus cartas para convencer a esa buena señorita de que un pobre e indefenso viejecito la necesitaba. Tosió un poco exagerado, escupiendo más sangre. -Son unos violentos. Vendo joyas hechas por mí. Mire… -Aprovechó para sacar unos pendientes nacarados. -Tome, para usted, bella dama. En gratitud por salvarme. Le quedarán muy bien con sus grandes ojos marrones.
Se estaba aprovechando de su buena dialéctica para tratar de poner a su lado a la salvadora. Mientras, el otro chico, Franke, apretaba los puños con fuerza.
-¡No se fíe! ¿Acaso no es usted inteligente? ¡Llévele a Vulwulfar y verá!
-Ese no es mi camino ahora, chico. Tengo que ir a casa de mi hija. ¿Acaso tú quieres ir a Vulwulfar, “señor guardia”? -El tonito empleado para esas dos últimas palabras daban a entender que ahí pasaba algo más de lo que se podía ver a simple vista.
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Woodpecker: Te has decantado por el viejo Ernie, y has dejado fuera de combate a uno de los dos más jóvenes, con múltiples fracturas. Todavía te queda uno en pie pero tanto Franke como Ernie están entablados en otra discusión, esta vez para ganarse tu apoyo. ¿Seguirás del mismo lado o te cambiarás de bando?
Tu objetivo en el último turno será decidir si crees a uno, al otro o a ninguno y ver qué puedes hacer con la piedra que causa el conflicto. Ten cuidado, la dragonita es un bien muy valioso y codiciado.
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Fehu
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Re: ¿A quién le pertenece? [Desafío]
Yo estoy por creer que el malandro ese intuyó mi intento asesino, porque ni bien comencé a ponerme sugerente las cosas se pusieron más habladas… mucho más verbales, como tenía que haber sido desde un principio. Casi me sentía mal por tener tanta atención, casi… pero la verdad no. Era muy gracioso verlos echarse la culpa el uno al otro, como si yo fuese alguna especie de respetable consejero en un juicio público. Lo cierto es que no me interesaba nada de lo que tenían para decir, la única razón por la que me había metido era para que no matasen al viejo a golpes allí bajo mi vista. Vamos… que una tampoco está hecha de hierro, bueno, no siempre. Asesina y todo, pero más civilizada que ese par de idiotas sin cabeza.
El más joven había caído como una mosca y el otro, tan de la guardia, tan de la guardia pero ni se molestaba por su compañero. Claro… porque me chupaba el dedo y todo. De la guardia los había visto muchos, muy diversos sí, obtusos tal vez, pero ninguno que llenara tantos criterios como ese par. Si realmente pertenecían a los hombres de Siegfried, o el rey estaba poniéndose vetusto, o estaban seleccionando con los ojos cerrados, porque no recordaba algo tan… poco entrenado, por ser buena en la forma en la que me refería a ellos. Los de la guardia actuaban primero y preguntaban después, pero por lo general se los llevaban a las celdas a interrogatorio, no a un apartado para dar palizas y robar. Asique… si era realmente de la guardia –cosa que realmente no me convencía ni aunque quisiera tapar el sol con toda la mano- estaba en una situación irregular y él tenía todas las de perder… todas.
En cuanto al viejo… se notaba que tenía el don del habla. Probablemente había salido más de estas que de otras en toda su vida. Pero no me iba a meter en sus negocios, después de todo estafar era un poco menos malo que matar. Creía. Bueno, no estaba segura, pero no tenía ganas de levantar mis puños de nuevo. Me había prometido no pasarme y el muchacho ese estaba casi entre dos mundos. Si no me hubiese refrenado un poco no la contaba. ¿Qué hacer? “Si te vas, este que queda en pie no lo va a dejar, menos después de esto” maldito lado sensiblón. Tendría que haber dejado que lo mataran, así no tendría que intentar pensar en una solución en vez de estar comprando lo que había venido a buscar. Negué con la cabeza ante el ofrecimiento de las caravanas. No aceptaré coimas, viejo dije en un tono altanero, como si me diera la parte o algo Menos si son imitación. A ver, muestre para acá exigí, tratando de ver si realmente tenía esa sangre maldita en una versión de joya.
Sentí que se me erizaba la piel. Era, efectivamente dragonita. Siempre, siempre, todo, todo, tenía que ver con mana, magia y poder. Volví mi vista hacia el que se hacía llamar de la guardia ¿Que eres de la guardia dijiste? Parece que los de la guardia de Vulwulfar actúan distinto a los de Lunargenta, el nuevo capitán Simovich va a estar complacido de tener guardias tan proactivos. Claro que sí. Junté mis manos como si realmente sintiera mis palabras, la mentira se agrandaba sola. Dices que este viejo trafica dragonita. ¿Con que quieres mentirnos a todos y hacer como que te vas eh? Apuesto a que ni siquiera tienes una hija en las afueras de Vulwulfar agregué, acercándome al mentiroso uno para codearle, hacerle creer que me tragaba sus cuentos. El capitán está en camino. De hecho, esa yegua negra le pertenece. Le he caído en gracia no se por qué, creo que se ha enamorado de mi gancho derecho me rasqué la nuca, como estando apenada.
En fin… no quiero hablar de mí y de mi rango bajo las órdenes del capitán. El caso es que me ha confiado su montura para que le saque los bríos. No debería de estar muy lejos… si quieres, dime al regimiento al que perteneces, tal vez pueda hacer que le caigas en gracia ahora que te conozca sonreí angelicalmente mientras recordaba guardar el hacha. La cara de ambos hombres era un poema. Ahora la que se debía cuidar era yo, no fuera a ser que el mentiroso1 cobardemente quisiera atacarme. Ah, es verdad… cuando tu compañero despierte puede darme todos los detalles me mordí el labio inferior y arrugué el entrecejo Pensándolo bien, deberías llevarle al hospital más cercano. Creo que se me ha pasado la mano… estaba disfrutando mucho de toda aquella parafernalia. El mentiroso1 tomó a su compañero y se lo echó a la espalda Dile que lo siento, o tal vez no. Yo misma puedo… pero al parecer mis palabras sobraban Vayan en paz, yo me ocupo del viejo
…Por supuesto que me iba a ocupar del viejo, en la otra vida. Yo no era la madre Juana para ir por ahí haciendo caridad. Después de un buen rato, se agachó para mirar mi rostro mientras yo tenía los ojos clavados en el piso, pensando en la inmortalidad del cangrejo. Más bien quería ver qué más hacía el viejo y si alguien más estaba tras él.
-El capitán no va a venir. Apuesto a que le has robado el caballo
Estaba considerando ser razonable contigo, viejo dije con la voz muerta, mostrándole mis dientes. El viejo no se cocinaba en el primer hervor, luego le sonreí Y no me juntes con lo de tu tipo, yo no soy de las que venden gato por liebre. El animal viene conmigo debo admitirlo, me estaba dando la parte. Saqué un pañuelo y se lo tendí De todas formas, deberías considerar dejar de estafar a la gente. Vas a terminar muerto… y si de verdad tienes una hija va a estar muy triste. Además ¿a quién se le ocurre andar con un mineral maldito por ahí? Estás loco negué con la cabeza Allá tú. Sólo no mueras como una rata y así comencé a alejarme, con la nariz alerta por si alguien más quería hacerse el listo conmigo cerca. El viejo tenía los días contados, pero no necesariamente por sus estafas. Y yo no quería involucrarme más. Con todo el problema que tenía con las artes ocultas esas como para querer encima un paquete de esos de gratis. A veces era de pocas luces, pero nunca para tanto.
Volví a negar con la cabeza Wood… te estás ganando a pulso una muerte más joven me dije, volteándome para ver al viejo. ¿Cómo te llamas viejo? Yo soy Wood. Y si prometes dejar de estafar a la gente, puedo dejar que me acompañes mientras te deshaces de esa cosa. Pero tiene que ser hoy. Y no te acerques a mí a menos de un metro mientras la portes advertí, apuntándole con el dedo índice severamente. Es tú decisión. Por mí te puedes echar a morir en la primera cañada que encuentres y no entiendas mal… sólo lo hago para no perder el tiempo que ya gasté contigo. ¿Te imaginas? Me voy y te matan, no solamente una piedra peligrosa puede quedar suelta por el mundo, sino que además, todo el tiempo y trabajo que me he gastado salvándote el cuello perdidos por un simple robo. Mira, es más. Te puedo dar más plazo, si encontramos a alguien respetable a quién darle esa cosa. Tenía que admitirlo, ya no había vuelta atrás para mi.
El más joven había caído como una mosca y el otro, tan de la guardia, tan de la guardia pero ni se molestaba por su compañero. Claro… porque me chupaba el dedo y todo. De la guardia los había visto muchos, muy diversos sí, obtusos tal vez, pero ninguno que llenara tantos criterios como ese par. Si realmente pertenecían a los hombres de Siegfried, o el rey estaba poniéndose vetusto, o estaban seleccionando con los ojos cerrados, porque no recordaba algo tan… poco entrenado, por ser buena en la forma en la que me refería a ellos. Los de la guardia actuaban primero y preguntaban después, pero por lo general se los llevaban a las celdas a interrogatorio, no a un apartado para dar palizas y robar. Asique… si era realmente de la guardia –cosa que realmente no me convencía ni aunque quisiera tapar el sol con toda la mano- estaba en una situación irregular y él tenía todas las de perder… todas.
En cuanto al viejo… se notaba que tenía el don del habla. Probablemente había salido más de estas que de otras en toda su vida. Pero no me iba a meter en sus negocios, después de todo estafar era un poco menos malo que matar. Creía. Bueno, no estaba segura, pero no tenía ganas de levantar mis puños de nuevo. Me había prometido no pasarme y el muchacho ese estaba casi entre dos mundos. Si no me hubiese refrenado un poco no la contaba. ¿Qué hacer? “Si te vas, este que queda en pie no lo va a dejar, menos después de esto” maldito lado sensiblón. Tendría que haber dejado que lo mataran, así no tendría que intentar pensar en una solución en vez de estar comprando lo que había venido a buscar. Negué con la cabeza ante el ofrecimiento de las caravanas. No aceptaré coimas, viejo dije en un tono altanero, como si me diera la parte o algo Menos si son imitación. A ver, muestre para acá exigí, tratando de ver si realmente tenía esa sangre maldita en una versión de joya.
Sentí que se me erizaba la piel. Era, efectivamente dragonita. Siempre, siempre, todo, todo, tenía que ver con mana, magia y poder. Volví mi vista hacia el que se hacía llamar de la guardia ¿Que eres de la guardia dijiste? Parece que los de la guardia de Vulwulfar actúan distinto a los de Lunargenta, el nuevo capitán Simovich va a estar complacido de tener guardias tan proactivos. Claro que sí. Junté mis manos como si realmente sintiera mis palabras, la mentira se agrandaba sola. Dices que este viejo trafica dragonita. ¿Con que quieres mentirnos a todos y hacer como que te vas eh? Apuesto a que ni siquiera tienes una hija en las afueras de Vulwulfar agregué, acercándome al mentiroso uno para codearle, hacerle creer que me tragaba sus cuentos. El capitán está en camino. De hecho, esa yegua negra le pertenece. Le he caído en gracia no se por qué, creo que se ha enamorado de mi gancho derecho me rasqué la nuca, como estando apenada.
En fin… no quiero hablar de mí y de mi rango bajo las órdenes del capitán. El caso es que me ha confiado su montura para que le saque los bríos. No debería de estar muy lejos… si quieres, dime al regimiento al que perteneces, tal vez pueda hacer que le caigas en gracia ahora que te conozca sonreí angelicalmente mientras recordaba guardar el hacha. La cara de ambos hombres era un poema. Ahora la que se debía cuidar era yo, no fuera a ser que el mentiroso1 cobardemente quisiera atacarme. Ah, es verdad… cuando tu compañero despierte puede darme todos los detalles me mordí el labio inferior y arrugué el entrecejo Pensándolo bien, deberías llevarle al hospital más cercano. Creo que se me ha pasado la mano… estaba disfrutando mucho de toda aquella parafernalia. El mentiroso1 tomó a su compañero y se lo echó a la espalda Dile que lo siento, o tal vez no. Yo misma puedo… pero al parecer mis palabras sobraban Vayan en paz, yo me ocupo del viejo
…Por supuesto que me iba a ocupar del viejo, en la otra vida. Yo no era la madre Juana para ir por ahí haciendo caridad. Después de un buen rato, se agachó para mirar mi rostro mientras yo tenía los ojos clavados en el piso, pensando en la inmortalidad del cangrejo. Más bien quería ver qué más hacía el viejo y si alguien más estaba tras él.
-El capitán no va a venir. Apuesto a que le has robado el caballo
Estaba considerando ser razonable contigo, viejo dije con la voz muerta, mostrándole mis dientes. El viejo no se cocinaba en el primer hervor, luego le sonreí Y no me juntes con lo de tu tipo, yo no soy de las que venden gato por liebre. El animal viene conmigo debo admitirlo, me estaba dando la parte. Saqué un pañuelo y se lo tendí De todas formas, deberías considerar dejar de estafar a la gente. Vas a terminar muerto… y si de verdad tienes una hija va a estar muy triste. Además ¿a quién se le ocurre andar con un mineral maldito por ahí? Estás loco negué con la cabeza Allá tú. Sólo no mueras como una rata y así comencé a alejarme, con la nariz alerta por si alguien más quería hacerse el listo conmigo cerca. El viejo tenía los días contados, pero no necesariamente por sus estafas. Y yo no quería involucrarme más. Con todo el problema que tenía con las artes ocultas esas como para querer encima un paquete de esos de gratis. A veces era de pocas luces, pero nunca para tanto.
Volví a negar con la cabeza Wood… te estás ganando a pulso una muerte más joven me dije, volteándome para ver al viejo. ¿Cómo te llamas viejo? Yo soy Wood. Y si prometes dejar de estafar a la gente, puedo dejar que me acompañes mientras te deshaces de esa cosa. Pero tiene que ser hoy. Y no te acerques a mí a menos de un metro mientras la portes advertí, apuntándole con el dedo índice severamente. Es tú decisión. Por mí te puedes echar a morir en la primera cañada que encuentres y no entiendas mal… sólo lo hago para no perder el tiempo que ya gasté contigo. ¿Te imaginas? Me voy y te matan, no solamente una piedra peligrosa puede quedar suelta por el mundo, sino que además, todo el tiempo y trabajo que me he gastado salvándote el cuello perdidos por un simple robo. Mira, es más. Te puedo dar más plazo, si encontramos a alguien respetable a quién darle esa cosa. Tenía que admitirlo, ya no había vuelta atrás para mi.
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Re: ¿A quién le pertenece? [Desafío]
Las audaces artimañas de la mujer consiguieron que Franke, quien se había hecho pasar por guardia para mantenerla de su parte, cogiera a su amigo y se fuera. Esa emboscada les había salido mal, aunque podían esperar a que la chica se largase y volver para quitarle el anillo al viejo. Ese abuelo se iba a hacer de oro si conseguía colocar la dragonita en alguna de las tabernas o en las altas esferas de la ciudad. Mientras no le pillase la guarda…
Les había salido mal el truco de intentar engañar a la avispada forastera y tampoco querían arriesgarse a ser presas de los soldados por insistir en algo ilegal. Claro que la dragonita borraría de un plumazo sus deudas y demás problemas económicos, pero se arriesgaban demasiado si acababan fastidiando a la mujer y los entregaba.
El viejo Ernie, por su parte, se había intentado camelar a la forastera, pero sus trucos tampoco habían dado mucho resultado. Aunque él sí había pillado las tretas de la muchacha y, estaba agradecido de que se hubiese interpuesto entre esos maleantes y él.
-Me llamo Ernie. Soy de Roilkat, pero hace tanto que dejé de vivir allí... -Batallitas típicas de un señor de su edad.
Sabía que lo que hacía estaba mal, pero era su único medio para solventar sus problemas económicos.
Pese a todo, esa muchacha no había optado por la opción más legal, que era acusarlo ante la guardia. Más bien había preferido dejarlo tranquilo siempre y cuando se deshiciera de ese anillo rojo. Eso ya se lo pensaría…
Por ahora no pudo hacer más que acompañar a la joven salvadora hasta un punto donde sus caminos se separasen, no sin antes extenderle un pequeño saquito con sonido metálico. -Son buenas. Esta vez de verdad. Y me desharé de esta cosa, lo prometo. No necesito que me acompañes, joven. -Esa "cosa" era en referencia al anillo de dragonita. Cuándo se desharía… Eso sí que no lo sabía.
Aunque siguió a Woodpecker un trecho más del camino, pese a haber dicho que no necesitaba compañía. A veces, una muchacha podía enseñarle muchas cosas y amenizar su camino, el que siempre hacía en solitario.
Woodpecker: Muy bien, eres muy legal. Ante la tentación de tener en tus manos esa preciosa piedra, has elegido la opción lícita, es difícil corromperte. Todavía quedan buenas personas en este avaricioso mundo.
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Objeto: Luz de guía
Les había salido mal el truco de intentar engañar a la avispada forastera y tampoco querían arriesgarse a ser presas de los soldados por insistir en algo ilegal. Claro que la dragonita borraría de un plumazo sus deudas y demás problemas económicos, pero se arriesgaban demasiado si acababan fastidiando a la mujer y los entregaba.
El viejo Ernie, por su parte, se había intentado camelar a la forastera, pero sus trucos tampoco habían dado mucho resultado. Aunque él sí había pillado las tretas de la muchacha y, estaba agradecido de que se hubiese interpuesto entre esos maleantes y él.
-Me llamo Ernie. Soy de Roilkat, pero hace tanto que dejé de vivir allí... -Batallitas típicas de un señor de su edad.
Sabía que lo que hacía estaba mal, pero era su único medio para solventar sus problemas económicos.
Pese a todo, esa muchacha no había optado por la opción más legal, que era acusarlo ante la guardia. Más bien había preferido dejarlo tranquilo siempre y cuando se deshiciera de ese anillo rojo. Eso ya se lo pensaría…
Por ahora no pudo hacer más que acompañar a la joven salvadora hasta un punto donde sus caminos se separasen, no sin antes extenderle un pequeño saquito con sonido metálico. -Son buenas. Esta vez de verdad. Y me desharé de esta cosa, lo prometo. No necesito que me acompañes, joven. -Esa "cosa" era en referencia al anillo de dragonita. Cuándo se desharía… Eso sí que no lo sabía.
Aunque siguió a Woodpecker un trecho más del camino, pese a haber dicho que no necesitaba compañía. A veces, una muchacha podía enseñarle muchas cosas y amenizar su camino, el que siempre hacía en solitario.
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Woodpecker: Muy bien, eres muy legal. Ante la tentación de tener en tus manos esa preciosa piedra, has elegido la opción lícita, es difícil corromperte. Todavía quedan buenas personas en este avaricioso mundo.
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Objeto: Luz de guía
- Descripción del objeto:
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Esta pequeña joya guarda un poder especial, capaz de captar luz y brillar durante la noche. Los exploradores la usaban como guía para no perderse. Espero que este pequeño objeto también sea capaz de guiar a una aventurera como tú.
Fehu
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