[Masterado] La feria del Destino [Korax Crow]

El carnaval era todo menos silencioso. La cantidad de gente que pasaba era tal, que casi le costaba escudriñar todos y cada uno de los rostros de los transeúntes, buscando fervientemente a la joven elegida por Madame Fate.

Ya habían pasado dos largas horas de dar la bienvenida a los espectadores y aun no lograba dar con la chica de la descripción, cosa que comenzaba a ponerla nerviosa, pues el ocaso no tardaría en caer y eso solo significaría que el tiempo se les acababa.

Se frotó los ojos, dejando de vigilar el paso durante unos minutos y trató de no desesperarse. Marissa quería a Madame Fate y no deseaba que nada malo le pasase, pero la tarea que le había pedido parecía completamente imposible.

Varios minutos pasaron en los que las filas de las entradas comenzaron a mermar, alertando a la presentadora de que las funciones estaban por comenzar, y siendo el caso solo significaba que había fallado en su misión. Su rostro obtuvo una tonalidad blanquecina ante aquella idea, pues ella jamás cometía errores y ese en particular podría costar la vida de su gran amiga.

El tacto de unas pequeñas patitas sobre su pierna le hicieron bajar la vista, encontrándose con la hermosa gata negra de la adivina: Isis. Siempre le había parecido un animal intrigante, aparecía y desaparecía de maneras misteriosas y solo obedecía a su propietaria; además de ser una criatura increíblemente inteligente y perspicaz.

- ¿Isis? ¿Qué sucede? -La felina comenzó a andar en dirección al interior del carnaval, girándose para asegurarse que la presentadora la siguiese-. Pero no puedo abandonar mi…

El maullido de la gata cortó de tajo sus palabras, haciendo que la joven no dudase de nuevo en seguirle hasta el lugar indicado.

La mirada de la muchacha iba de un lado a otro, buscando comprender por qué la estaban llevando hasta los stands de alimentos. Afortunadamente la duda le fue resuelta cuando divisó la delicada figura femenina en cuyo regazo reposaba la adorable minina azabache.

- ¡Bienvenida al carnaval de Madame Fate! -Hizo gala de su carisma para acercarse a la joven, quitándose su sombrero de presentadora, haciendo una artística reverencia-. Estoy segura que nuestra señora estará complacida de recompensarla por haber encontrado a su bella mascota -le sonrió de manera radiante, señalando a la gata-. Por favor permítame escoltarla hasta el carromato de la magnífica Madame Fate.

Marissa puso todo su empeño para evitar que la joven se rehusara a acompañarla. Ahora que la había encontrado no podía permitirse perderla de nuevo. Esquivando a varios transeúntes y describiéndole la feria a detalle la guio donde la famosa adivina, permitiendo que la señorita entrase primero.

El lugar estaba lleno de cortinas de seda en hermosos tonos violáceos y turquesas. Varios amuletos colgaban sobre la pared, algunos inclusive tenían varias runas talladas en ellos; velas iluminaban el recinto dándole un aire místico y misterioso. Quizá lo que más llamaría la atención sería la bola de cristal que yacía a mitad de una pequeña mesa redonda y la cual brillaba con una extraña luz nubosa, difícil de describir.

-Bienvenida, mi niña -habló la mujer que se encontraba tras la bola de cristal-. Toma asiento -Isis se removería de los brazos de la forastera, bajando al suelo de un brinco para acercarse a la dama del rostro cubierto-. Has hecho un buen trabajando encontrando a nuestra elegida -la gata ronroneó ante las caricias que la mujer le propiciaba-. Querida Korax seguramente tienes muchas dudas, pero antes de resolver cualquiera de ellas debo solicitar tu ayuda -hizo una pequeña pausa-. Eres mi única esperanza y la bola de cristal me ha mostrado que eres tú quien puede evitar mi trágico destino...

Ahora sería el turno de la joven para hacer cualquier pregunta que quisiese, solo tendría que elegir con cuidado, pues el tiempo ya había comenzado a correr.

Isis había conseguido encontrar a la joven elegida, algo que Marissa agradeció internamente, pues el tiempo no era un factor beneficioso en esos momentos. Dirigiéndola hasta el carromato de Madame Fate, Marissa se preguntaba qué clase de habilidades tendría la muchacha, para que la bola de cristal la mostrase como la única capaz de resolver aquel intrincado misterio.

Madame Fate recibió a la joven con una cortesía familiar, como quien conoce al otro de toda la vida, aunque seguramente esto solo conseguiría desorientar a la hermosa bruja. La bola de cristal no se equivocaba, la joven no era para nada ordinaria.

Cualquiera le hubiese bombardeado con un sinfín de preguntas, omitiendo el hecho de que ella era quien necesitaba respuestas; más la valiente Korax se limitó a ponerse al servicio de la mujer, ante la mirada sorprendida de ésta.

-He observado tu llegada en la bola que todo lo ve -movió sus manos por encima del artefacto señalado-. Muchos vienen de todas partes para que les diga la buenaventura. Sin embargo, el lúgubre destino que hoy he leído, es el mío -levantó la vista para observar a la joven-. La bola de cristal ha predicho que moriré el día de hoy, con las campanadas de la medianoche, aunque desconozco la forma en que será. Quizá tu visita sea un buen augurio -señaló-, quizá estás aquí para cambiar mi trágico destino -soltó un leve suspiro de frustración-. Cada vez desconfío más de mis lacayos de la feria. Estoy segura que a más de uno le gustaría verme muerta. Con tu ayuda podría ser capaz de identificar a mi asesino, investigando su paradero antes de la medianoche. Sé que lo que te pido es sumamente difícil, pero la bola de cristal me ha mostrado que eres la única que puede ayudarme -le entregó un pequeño mapa para moverse por la feria-. Te ayudará a orientarte a través de la feria, por favor, ten cuidado.

Lo que en un inicio pudo parecer una aventura deseada, ahora se había convertido en una peligrosa misión sobre el paradero de un presunto homicida. La valiente Korax ahora era consciente del riesgo que corría al perseguir a un asesino, entre un sinfín de sospechosos con un motivo aparente.

Muchos de vosotros seguramente declinaríais la oferta y seguiríais vuestros caminos, más la joven bruja no parecía ser alguien que se dejase asustar tan fácilmente. Ese rasgo fue el que la hizo destacar a los ojos del oráculo de cristal, nombrándola como la elegida.

Con el mapa del carnaval en mano la muchacha tendría que decidir el camino a seguir y a quién investigaría de primera instancia, algo que no le sería fácil, pues desconocía a los miembros de la feria y esto fue previsto por la presentadora Marissa, la cual se había mantenido al margen de la conversación desde su inicio.

-Esto podrá serte de ayuda -le extendió un listado con los participantes de las atracciones-, te lo ruego…ayuda a Madame Fate.

La presentadora brindaría su ayuda en todo lo posible; no obstante, debía mantener un perfil bajo para evitar que el asesino de la adivina se enterase que ya se encontraban dándole caza. Necesitaba cuidar de la heroína, a pesar de no tener que hacerlo desde las sombras.

Por otro lado, Isis parecía haberse encariñado lo suficiente con la forastera, por lo que no dudó en comenzar a seguirla en todo momento. Brindándole a la bruja una pequeña patita de ayuda que seguramente le sería de utilidad más adelante.

Ahora la joven elegida podría dar comienzo con su misión, y entre más pronto lo hiciera, mejor.

Lista de sospechosos:

1.- El sorprendente Mago (Larry)

2.- La mujer barbuda (Lucy)

3.- La sirena (Marlena)

4.- El empleado (Art)

5.- La contorsionista (Twyla)

6.- La temeraria (Bianca)

7.- El hombre más fuerte del mundo (Fabiano)

8.- El tragasables (Lance)

9.- El maestro de ceremonias (Armando)

10.- La domadora de leones (Tabitha)

11.- El hombre gordo (Franco)

12.- El payaso (Puddles)

13.- El hombre tatuado (Dante)

14.- El curandero (Dr. Goodwell)

15.- Los acróbatas (Mao y Amber)

Larry siempre había sido un mago sin talento. Sus ilusiones eran tan simples y poco ‘‘magicas’’ que con el tiempo se ganó la fama de ser el más malo de todas las atracciones de la feria, pero, aun así, la gente iba a verle para pasar un buen rato burlándose de él.

Esto había ocasionado que Madame Fate le diese un plazo de tiempo para que mejorara su acto, pues de lo contrario tendría que irse del carnaval. Por supuesto que esto no hizo le hizo gracia a Larry, quien disfrutaría mucho si por fin esa anciana decrepita hiciese el favor de partir al otro mundo y así dejarle conservar su trabajo.

Larry estaba cansado de todos esos que solo iban a mofarse de su acto, por ello es que no dudó en tratar de forma hostil a la preciosa joven que se había acercado a saludarle. Parecía sincera en sus palabras, ¡inclusive le estaba adulando! ¡Los Dioses sabían que llegaría el día en que alguien reconocería el talento del Sorprendente Larry!

-Venga, siempre tengo tiempo para saludar a un admirador -dejó el serrucho que llevaba en la mano-. ¿Qué puedo hacer por ti, linda? -El conejo de su sombrero asomó la nariz por encima de la cabeza del hombre-. ¡Ahora no Fluffy! -Metió la cabeza del animalillo de vuelta en el sombrero-. Sabes lo que pasará si Madame Fate nos descubre -agregó con preocupación-. ¿Decías?

Esta vez se dirigió a Korax, quien parecía ser la única que apreciaba su trabajo como mago. Desafortunadamente no tendría mucho tiempo para hablar con ella, pues el siguiente acto no tardaría en comenzar y si quería mantener su trabajo debería hacerlo bien. Por ello había desarrollado un nuevo acto que seguro lo colocaría entre las atracciones principales, y así conservaría su empleo.

Isis por su parte olfateó el lugar con desconfianza, buscando algún tipo de pista que pudiese servirle a la valiente bruja. No pasó mucho tiempo antes de que la felina diese con una pequeña libreta, escondida detrás de la jaula vacía perteneciente a Fluffy. En un descuido por parte del mago, la gatita le entregaría su hallazgo a la muchacha, esperando que le fuese de ayuda para su investigación.

A simple vista podrían parecer un par de notas sobre posibles actos fallidos; no obstante, en las páginas siguientes se podría leer lo pensamientos que el Sorprendente Larry había plasmado, cual, si se tratase de una especie de diario, y en más de una ocasión nombraría a Madame Fate, aunque no precisamente de manera amable.

Tal vez el mago estuviese más implicado de lo que se veía a simple vista.

Las apariencias pueden engañar y eso sería algo que la valiente Korax tendría que descubrir de la peor de las maneras, pues nada curtía una personalidad, que los peligros traicioneros del infame mundo exterior.

Isis había descubierto una valiosa pista, que bien podría ser de utilidad en la búsqueda de un sospechoso, pero nadie se imaginó que, en lugar de usar tal información para develar el secreto del mago, terminaría pidiéndole directamente que le permitiese quedarse con la libreta.

¡Eso era surrealista! ¡¿En qué cabeza cabía?! Lo que se escondía tras las páginas de ese cuadernillo era privado. Nadie debía leerlo, ni siquiera una chiquilla moribunda, si es que en realidad lo estaba.

Larry se apresuró a arrebatarle la evidencia con un gesto de notoria molestia. No tenía tiempo para aquellas tonterías sin sentido, por mucho que ella lo ‘‘admirase’’. Bastante debía soportar al tener a Madame Fate amenazándolo con despedirle si no mejoraba su acto, como para todavía arriesgarse a que alguien se enterase de lo que pensaba de verdad sobre esa arpía.

- ¡Largo de aquí!

El mago se había enfadado y había echado a Korax, regresando finalmente al escenario donde pronto empezaría la función.

Varias personas ya se encontraban arremolinadas en el lugar, aguardando el momento en que Larry hiciese su aparición. Normalmente la reputación del mago hacía que el público que le veía fuese mínimo, pero en esta ocasión podía decirse que tenía ‘‘casa llena’’. Tal vez porque los espectadores habían escuchado de la asombrosa hazaña que estaba por ejecutar, o quizá solo deseaban mofarse de él. Nunca lo sabréis.

Korax podría ver todo desde su lugar, más no sería capaz de evitar aquel terrible desenlace.

Larry se recostó en el interior de una exótica caja, donde solo podrían ser visibles sus extremidades y su cabeza. Al lado de él una extraña y misteriosa figura sostendría una sierra en sus manos, mientras las miradas del público se llenaban de asombro. Aquello podría parecer un acto prominente, aunque nada de eso sería realmente intencional.

-N-No…espera… -Larry suplicaba sin ser escuchado por los espectadores-. No lo ha…

Estas serían las últimas palabras de Larry el mago, pues ni siquiera tendría tiempo de terminar aquella frase cuando la sierra había atravesado la ranura de la caja, justo a la mitad del cuerpo del hombre, cortándolo en dos. Los gritos de agonía alertaron a las personas, pero serían calmadas por el enmascarado ‘‘asistente’’, quien les aseguraba que Larry estaría bien y solo se había desmayado, para finalmente despacharlos a todos.

Los presentes debieron de ser muy inocentes o muy idiotas como para no notar que el cuerpo del mago no se movía ni un poco, mientras la sangre comenzaba a brotar por las rendijas de la caja.

Sin importar lo que hiciera, la valiente bruja no sería capaz de alcanzar al asistente, ni de evitar el terrible desenlace que había tenido el mago. Ahora lo único que le quedaría de él sería aquel diario, que solo los dioses sabrían donde había sido escondido. Claro que para encontrarlo debería darse prisa si no quería que alguien la incriminase de aquel horrible asesinato.

La primera víctima de la noche había caído y con él todos los secretos que resguardaban al Carnaval del Destino….

La joven había sido testigo de la muerte de El Mago, pero poco habría podido hacer para evitar aquel terrible desenlace. Al final de cuentas el enmascarado logró perderse entre la multitud, justo después del grotesco acto.

Korax no podía crédito a lo que sus ojos habían tenido que presenciar, ¿quién podría hacerlo? Aquello había sido inaudito; no obstante, no se daría por vencida tan fácil, no si aún podía salvar a Madame Fate.

El siguiente objetivo en la lista de la bruja era Art, el empleado del carnaval. Un hombre con cara de pocos amigos y a quien la compañía de los demás parecía molestarle.

Art había trabajado mucho tiempo, sabía todas y cada una de las vidas de los que ahí laboraban, incluso mejor que ellos mismos. Su mal humor y el pésimo habito que tenía de fumar una cajetilla de cigarrillos diaria, habían llegado a colmar la paciencia de Madame Fate, la cual no dudó en darle una última advertencia sobre lo que pasaría si continuaba con ese asqueroso vicio.

A diferencia de Larry, Art no se dejaba intimidar por la adivina, amenazándole en más de una ocasión y dejando muy en claro que iba a mantener su empleo a como diese lugar, así tuviese que deshacerse de ella para conseguirlo.

- ¿Qué? -Preguntó, soltando un aro de humo frente a la cara de la muchacha-. ¿No ves que estoy ocupado?

La estrategia de la joven bruja debería basarse en la cautela, pues a ese hombre sería muy difícil sacarle algo inflándole el ego. Él era inteligente y aterrador, además, tenía todo en su beneficio para acabar con la pitonisa sin ningún problema, ya que era el único que conocía de memoria el funcionamiento, estructura y cada atracción del carnaval, como si fuese la palma de su mano.

Además, sabía bien los motivos que más de uno tendrían para acabar con la dueña de la feria. Si alguien conocía los secretos más oscuros que se encerraban tras las puertas del carnaval, ese sin dudar sería Art.

Algo ocultaba, incluso Isis podía sentirlo, saltando a los brazos de la joven en busca de protección.