La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
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La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
La feria del Orgullo Bestial
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Había llegado el día. Tras más de un siglo desde su aparición en Aerandir, atrás habían quedado la vergüenza y la culpa. Las nuevas generaciones de hombres y mujeres bestia no estaban dispuestas a agachar la cabeza renegando de su naturaleza. Era hora, sin embargo, de celebrar aquello que los hacía únicos.
Los preparativos habían llevado semanas de trabajo, pero todo estaba ya listo para la primera Gran Feria del Orgullo Bestial. Los distintos habitats se habían dispuesto en una amplia campa junto a una recogida bahía al suroeste del continente, resguardada entre escarpados acantilados y delimitada al norte por el bosque. Algunas arboledas de ullúme* aquí y allá ofrecían amparo a aquellos que preferían mantenerse a cubierto de los astros hasta la llegada de la noche. Era el lugar ideal para la reunión de las tribus.
Los chamanes habían realizado los rituales para bendecir el recinto, buscando la armonía y el bienestar entre los asistentes. No solo hombres-bestia acudirían a la Feria, los licántropos y dragones también habían sido invitados a participar. Incluso había una sección resguardada donde un grupo de vampiros, que habían llegado la noche anterior, ofrecía su particular versión del orgullo. Y, por supuesto, las puertas del lugar estaban abiertas a visitantes de cualquier raza o condición, con tal de que trajeran una mente abierta y muchas ganas de divertirse.
Había puestos de artesanía, tiendas donde se impartían distintos talleres, muestras de gastronomía traídas desde cada rincón de Aerandir donde una tribu de hombres-bestia había puesto pie, aleta, garra, pezuña o ala y construido su hogar. Se había dispuesto un circuito de obstáculos para quienes quisieran exhibir su agilidad, y juegos y pruebas varias para aquellos que deseaban desplegar la fuerza de sus músculos. Hasta se habían organizado combates amistosos, abiertos, no solo al público, sino también a cualquiera que quisiera comprobar si era más fuerte que un hombre-oso o más ágil que una mujer-tigre.
En un área resguardada de los elementos, pero no particularmente discreta, se extendía una enorme tienda de aspecto lujoso y colores vivos. Un letrero de líneas sinuosas sobre la entrada presentaba el recinto como la Casa de Placer de Madame Sizay y un cartel junto a la cortina que hacía las veces de puerta anunciaba a todo el que supiera leerlo que esta noche, en honor del Orgullo, se concedería entrada gratuita a toda la gente de bien que buscara disfrutar de un rato de placer. Varios guardias vigilaban el recinto, asegurándose de que nadie entrase armado al local, del que emanaba un sugerente aroma a aceites y especias.
Pero, sin duda, lo que más destacaba en la feria era el colorido. Plumas, pieles, cortezas, hojas secas… cualquier cosa servía como adorno y los participantes en la feria no escatimaban a la hora de exhibir sus mejores y más vistosas galas. Tocados fantásticos, máscaras grandiosas, cuernos enjoyados y pinturas de todo tipo daban al ambiente festivo un aire irreal y místico.
Y ¿qué podemos decir de la música? A instrumentos sencillos, como flautas y tambores, se unía toda una cacofonía de gorjeos, cloqueos, aullidos, llamadas y otros sonidos más propios de una jungla que de un concierto. Y, sin embargo, en el contexto de la feria, aportaban un aire armonioso y alegre para rematar el conjunto.
A media tarde del día indicado, la Primera Feria del Orgullo Bestial abrió sus puertas al público, y ya no se cerrarían hasta el amanecer.
Les doy la bienvenida a un nuevo Evento Social en Aerandir. Sí, de verdad, pueden confiar en que no habrá mariposas explosivas esta vez. Solo relájense y disfruten del ambiente festivo y alegre.
REQUISITOS Y NORMAS DE PARTICIPACIÓN:
–Para poder participar en este evento, debes tener aprobada la ficha de personaje. ¿Nada más? Nada más, si tienes color, tienes una invitación a la Feria, no hace falta que seas hombre o mujer bestia.
–No llevamos la cronología de forma estricta, así que, si estás roleando en la otra punta de Aernadir, no te preocupes, puedes acercarte sin miedo. Ya acomodarás el tema donde mejor le venga a tu crono más adelante. Mucha gente coloca los eventos sociales en una especie de “tiempo alternativo”.
–Puedes participar con varias cuentas, siempre que tus PJs roleen con los de otros usuarios, no entre ellos.
–No habrá turno de posteo y podrás postear tantas veces como quieras, solo asegúrate de dejar postear a alguien más entre un post y el siguiente.
–Se permiten combates amistosos en las zonas designadas para ello, pero cualquier otro signo de violencia llevará a que tu personaje sea puesto de patitas en la calle por la seguridad de la Feria. Esto es una fiesta, de verdad, no habrá lucha esta vez.
SOBRE LA TIENDA DE MADAME SIZAY:
–Este hilo es para todos los públicos. Si quieres disfrutar de las actividades de la Casa del Placer, se ha habilitado un hilo especial [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] donde podrás dar rienda suelta a tus salseimpulsos.
–Si solo quieres asomarte a echar un vistazo y volver a salir, puedes postear en este hilo siempre que mantengas tu post TP. Para mayor libertad descriptiva, postea en el hilo correspondiente (está permitido entrar y salir de la tienda, es decir, postear en ambos hilos).
OBJETIVOS DEL EVENTO:
–El primero y fundamental: disfrutar del ambiente festivo de la feria, ya sea por tu cuenta o en compañía de otros personajes (es un evento social, así que se premiará la interacción social, preferiblemente, entre PJs).
–Puedes participar en las distintas actividades mencionadas más arriba o incluso inventar algunas. ¿Tu personaje es hombre-bestia y consideras que su tribu/familia/aldea debería estar representada en esta feria? Tráete a tus familiares y amigos y monta tu propio puesto o atracción. ¿Has incluido una tribu de hombres-bestia en algunos de tus roles y crees que tienen cabida en la feria? No lo dudes, inclúyelos. Licántropos, dragones y hasta vampiros están también invitados a mostrar al público su bestia interior (y, en algunos casos, exterior).
* Cerca del acantilado, hay un bosquecillo de ullúme [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] done podrás resguardarte si eres un ser de la noche que prefiere mantener su integridad física hasta que el sol se ponga (ya te aviso cuando sea seguro salir).
–Se premiarán las descripciones imaginativas del entorno, los PNJs y las actividades.
–El evento permanecerá abierto hasta el próximo 22 de octubre, así como los objetivos descritos más arriba, pero, además, los organizadores de la feria han preparado algunas sorpresas que se irán sucediendo a lo largo del evento, así que, estate al loro.
RECOMPENSAS:
–Todos los participantes en el evento recibirán 5 px y 50 aeros.
–Habrá otros premios asociados a la participación, la originalidad, la sociabilidad y alguna que otra sorpresita por el camino (de las agradables, nada de explosiones, de verdad).
Había llegado el día. Tras más de un siglo desde su aparición en Aerandir, atrás habían quedado la vergüenza y la culpa. Las nuevas generaciones de hombres y mujeres bestia no estaban dispuestas a agachar la cabeza renegando de su naturaleza. Era hora, sin embargo, de celebrar aquello que los hacía únicos.
Los preparativos habían llevado semanas de trabajo, pero todo estaba ya listo para la primera Gran Feria del Orgullo Bestial. Los distintos habitats se habían dispuesto en una amplia campa junto a una recogida bahía al suroeste del continente, resguardada entre escarpados acantilados y delimitada al norte por el bosque. Algunas arboledas de ullúme* aquí y allá ofrecían amparo a aquellos que preferían mantenerse a cubierto de los astros hasta la llegada de la noche. Era el lugar ideal para la reunión de las tribus.
Los chamanes habían realizado los rituales para bendecir el recinto, buscando la armonía y el bienestar entre los asistentes. No solo hombres-bestia acudirían a la Feria, los licántropos y dragones también habían sido invitados a participar. Incluso había una sección resguardada donde un grupo de vampiros, que habían llegado la noche anterior, ofrecía su particular versión del orgullo. Y, por supuesto, las puertas del lugar estaban abiertas a visitantes de cualquier raza o condición, con tal de que trajeran una mente abierta y muchas ganas de divertirse.
Había puestos de artesanía, tiendas donde se impartían distintos talleres, muestras de gastronomía traídas desde cada rincón de Aerandir donde una tribu de hombres-bestia había puesto pie, aleta, garra, pezuña o ala y construido su hogar. Se había dispuesto un circuito de obstáculos para quienes quisieran exhibir su agilidad, y juegos y pruebas varias para aquellos que deseaban desplegar la fuerza de sus músculos. Hasta se habían organizado combates amistosos, abiertos, no solo al público, sino también a cualquiera que quisiera comprobar si era más fuerte que un hombre-oso o más ágil que una mujer-tigre.
En un área resguardada de los elementos, pero no particularmente discreta, se extendía una enorme tienda de aspecto lujoso y colores vivos. Un letrero de líneas sinuosas sobre la entrada presentaba el recinto como la Casa de Placer de Madame Sizay y un cartel junto a la cortina que hacía las veces de puerta anunciaba a todo el que supiera leerlo que esta noche, en honor del Orgullo, se concedería entrada gratuita a toda la gente de bien que buscara disfrutar de un rato de placer. Varios guardias vigilaban el recinto, asegurándose de que nadie entrase armado al local, del que emanaba un sugerente aroma a aceites y especias.
Pero, sin duda, lo que más destacaba en la feria era el colorido. Plumas, pieles, cortezas, hojas secas… cualquier cosa servía como adorno y los participantes en la feria no escatimaban a la hora de exhibir sus mejores y más vistosas galas. Tocados fantásticos, máscaras grandiosas, cuernos enjoyados y pinturas de todo tipo daban al ambiente festivo un aire irreal y místico.
Y ¿qué podemos decir de la música? A instrumentos sencillos, como flautas y tambores, se unía toda una cacofonía de gorjeos, cloqueos, aullidos, llamadas y otros sonidos más propios de una jungla que de un concierto. Y, sin embargo, en el contexto de la feria, aportaban un aire armonioso y alegre para rematar el conjunto.
A media tarde del día indicado, la Primera Feria del Orgullo Bestial abrió sus puertas al público, y ya no se cerrarían hasta el amanecer.
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REQUISITOS Y NORMAS DE PARTICIPACIÓN:
–Para poder participar en este evento, debes tener aprobada la ficha de personaje. ¿Nada más? Nada más, si tienes color, tienes una invitación a la Feria, no hace falta que seas hombre o mujer bestia.
–No llevamos la cronología de forma estricta, así que, si estás roleando en la otra punta de Aernadir, no te preocupes, puedes acercarte sin miedo. Ya acomodarás el tema donde mejor le venga a tu crono más adelante. Mucha gente coloca los eventos sociales en una especie de “tiempo alternativo”.
–Puedes participar con varias cuentas, siempre que tus PJs roleen con los de otros usuarios, no entre ellos.
–No habrá turno de posteo y podrás postear tantas veces como quieras, solo asegúrate de dejar postear a alguien más entre un post y el siguiente.
–Se permiten combates amistosos en las zonas designadas para ello, pero cualquier otro signo de violencia llevará a que tu personaje sea puesto de patitas en la calle por la seguridad de la Feria. Esto es una fiesta, de verdad, no habrá lucha esta vez.
SOBRE LA TIENDA DE MADAME SIZAY:
–Este hilo es para todos los públicos. Si quieres disfrutar de las actividades de la Casa del Placer, se ha habilitado un hilo especial [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] donde podrás dar rienda suelta a tus salseimpulsos.
–Si solo quieres asomarte a echar un vistazo y volver a salir, puedes postear en este hilo siempre que mantengas tu post TP. Para mayor libertad descriptiva, postea en el hilo correspondiente (está permitido entrar y salir de la tienda, es decir, postear en ambos hilos).
OBJETIVOS DEL EVENTO:
–El primero y fundamental: disfrutar del ambiente festivo de la feria, ya sea por tu cuenta o en compañía de otros personajes (es un evento social, así que se premiará la interacción social, preferiblemente, entre PJs).
–Puedes participar en las distintas actividades mencionadas más arriba o incluso inventar algunas. ¿Tu personaje es hombre-bestia y consideras que su tribu/familia/aldea debería estar representada en esta feria? Tráete a tus familiares y amigos y monta tu propio puesto o atracción. ¿Has incluido una tribu de hombres-bestia en algunos de tus roles y crees que tienen cabida en la feria? No lo dudes, inclúyelos. Licántropos, dragones y hasta vampiros están también invitados a mostrar al público su bestia interior (y, en algunos casos, exterior).
* Cerca del acantilado, hay un bosquecillo de ullúme [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] done podrás resguardarte si eres un ser de la noche que prefiere mantener su integridad física hasta que el sol se ponga (ya te aviso cuando sea seguro salir).
–Se premiarán las descripciones imaginativas del entorno, los PNJs y las actividades.
–El evento permanecerá abierto hasta el próximo 22 de octubre, así como los objetivos descritos más arriba, pero, además, los organizadores de la feria han preparado algunas sorpresas que se irán sucediendo a lo largo del evento, así que, estate al loro.
RECOMPENSAS:
–Todos los participantes en el evento recibirán 5 px y 50 aeros.
–Habrá otros premios asociados a la participación, la originalidad, la sociabilidad y alguna que otra sorpresita por el camino (de las agradables, nada de explosiones, de verdad).
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Fehu
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
¿Un Bio-cibernético tenía permitido tomar vacaciones? ¿Habían posibilidades de dejar momentáneamente a un lado sus responsabilidades para disfrutar sin preocupaciones? Pues generalmente no, ya que estos seres recubiertos de metal siempre están listos para los problemas y resistir bajo cualquier circunstancia... o bueno, casi cualquiera. Artorias había estado en una misión para detener un barco fantasma y durante su travesía había sido sumergido por completo en el agua por un largo tiempo; y eso había afectado los componentes eléctricos de su traje. Ya sin remedio, el centinela había ido a uno de los tantos asentamiento de los Bios disperdigados por Aerandir en busca de reparaciones. Y las había conseguido, solo que los ingenieros encargados tardarían bastante tiempo en realizar los ajustes pertinentes.
Con ese tiempo cedido y sin la posibilidad de realizar misiones dada su incapacidad de luchar sin el traje de Bio-cibernético, se le concedió la libertad de realizar lo que él quisiera hacer en el tiempo que reparaban su parte cibernética externa. Era la primera vez que Artorias tenía instrucciones que le permitan tomar decisiones de ese tipo por cuenta propia. Y como alguien nuevo en el vasto mundo, no sabía qué hacer o por dónde empezar; pero eso no sería impedimento para disfrutar de esos momentos de "libertad" fuera de esa cárcasa de hierro que lo recubría las 24 horas del día.
Entre tantos viajes y patrullajes, Artorias había escuchado sobre una reunión, una feria del orgullo para ser más precisos, de los hombres-bestia que aceptaban a todo público. Aparentemente era una especie de celebración que se realizaba. y aunque Artorias no era especialmente bueno para esas cosas, sintió que era buen momento para probar suerte y ser más un ser vivo que un soldado que acata órdenes. Así que Artorias compraría unos ropajes las acordes al momento según lo poco que entendía de las costumbres de las razas y con las cosas listas tomaría rumbo hacia aquel lugar. Sin embargo, el escoger la ropa que usaría para ese momento fue más complicado de lo que aparentaría ser ya que Artorias nunca había tenido la necesidad de escoger ropa, de bañarse o de siquiera vestirse. Por suerte la persona que le vendió el traje le había dado instrucciones detalladas para ponérselo y nociones básicas de higiene humana para celebraciones. Luego de arreglarse según lo que le habían dicho y de tener el traje puesto, partiría al punto dónde se llevaría a cabo la celebración.
Su ropa consistía en un chaleco manga larga de un color marrón oscuro de cuello abierto, hecho de tela relativamente gruesa y con varios cinturones de cuero en el centro de su torso para cerrarlo; así como un pantalón del mismo material y color, con dos bolsillos a los lados del mismo, que combinaban entre sí junto a un cinturón de cuero más grande y con una hebilla de metal. También tenía una camisa blanca de lana sin mangas ni cuello debajo del chaleco con el fin de no tener rozaduras ni marcas al moverse. Sus zapatos eran de color café claro con agujetas de cuero y también tenía unos guantes de cuero que guardaría en uno de sus bolsillos, ya que lo que menos quería Artorias era evitar el contacto directo con los objetos.
El viaje fue bastante apacible y tranquilo. El aire fresco, el sonido de la vegetación frondosa y los animales salvajes, y la buena movilidad era algo que pocas veces Artorias podía apreciar a plenitud. El centinela aprovechaba cada instante que tenía para sentirse libre y sin ataduras por al menos unos instantes mientras no era un trozo de metal que atrae las miradas y que suele ser el más contrastado entre otras personas; incluso entre Bio-cibernéticos. Y ese sentimiento hacía que la percepción del tiempo se distorsione hasta el punto de que, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba a las afueras del lugar donde se realizaría la festividad.
la recepción al lugar fue bastante amena y tranquila; aunque era un poco curiosa y menos ortodoxa de lo que Artorias esperaría: habían hombres bestia especializados en olfato que revisaban a los invitados para asegurarse de que nadie introdujera ninguna clase de objeto peligroso al público o que suponga un peligro para los presentes. y Artorias se llevaría una particular bienvenida. – Bienvenido seas. Este lugar está especialmente preparado para que lo pasen bien y que puedan aprender de nuestra cultura y personas. Y como queremos que todos se lleven una gran experiencia, revisamos a los que quieren ingresar para evitar peligros. – Diría uno de los recepcionistas. – Me parece razonable. No tengo ningún problema con eso, Señor. – Diría Artorias muestras ponía sus manos en alto para denotar que no tenía intenciones hostiles, aunque ese accionar junto con su voz era algo muy formal para la naturaleza de ese evento. – No te pongas tan serio amigo, solo será un momento. – Diría la otra recepcionista mientras se acercaba al Centinela. – Tan solo vamos a olfatearte y palparte, nada del otro mundo. – Acto seguido, harían exactamente lo que habían explicado.
Eran dos personas las que estaban revisando a Artorias de arriba a abajo. Uno de ellos era un leopardo humanoide fornido y con sus músculos tonificados debido a sus diversas actividades. Su pelaje era amarillo y suave como la seda, además de estar lleno de manchas negras diseminadas por toda su espalda, cabeza y miembros. Sus garras retractiles y aquellas cintas blancas alrededor de sus dedos decoraban las susodichas y lo hacían lucir más amenazante; aunque aquellos bigotes y los ojos ámbar lo hacían bastante agradable, elegante y majestuoso a la vista si ignorabas el resto del cuerpo. También su torso estaba descubierto, dejando ver su cuerpo atlético con mayor facilidad. Además de tener un pantalón negro holgado que era sujetado desde su cintura con un cinturón que se enrollaba junto con su cola, además de estar descalzo.
La segunda persona era una Hiena, la cual delataba su género por los pechos de mediano tamaño que se mantenían firmes en la parte superior de su torso. Tenía una pintura azul que servía de adorno y hacía juego con las flores y plumas en su cabello y una pequeña cinta que se sujetaba en su trenza. Sus orejas estaban perforadas con varios aretes de metal junto con algunos aros hechos del mismo metal que estaban en ambos tobillos y bíceps. También tenía más prendas hechas de cuero con partes teñidas de azul que impedían la vista hacia su cintura y en sus senos.
– Tienes un olor muy fuerte a metal y óxido, amigo ¿Acaso vives en las grandes ciudades de los humanos? – Diría el leopardo al terminar de revisarlo y notar que no traía nada sospechoso ni peligroso salvo unas láminas de metal. – Soy un Bio-cibernético, un centinela con un traje metálico especial. Aunque no lo porto en estos momentos porque está siendo reparado mientras hablamos. – Cómo siempre, Artorias mantenía ese tono de voz tan obediente y servicial pese a que no estaba realizando patrullaje u otro servicio. aunque está vez su voz carecía del eco metálico y su voz ronca y grave se denotaba con bastante fuerza. Y era normal ya que tenía que hablar más fuerte que el resto de personas para que su voz no fuese ahogada por el casco que llevaba a todos lados. Los recepcionistas estaba un poco confundidos por algunas palabras de Artorias y por esas laminas de metal que estaban en sus extremidades que desembocaban en su nuca, pero para ellos no parecía ser hostil. – Bueno Biocivenénico, esperamos que la pases bien. – Diría la hiena mientras se apartaban e iban hacia las demás personas que llegaban.
Artorias por un momento pensó en corregir sus palabras al decir que pronunciaron mal el nombre de su raza, pero estaban bastante ocupados y no quería molestarlos por nimiedades. Ahora Artorias tenía vía libre para explorar la zona y todo lo que tenían para ofrecer. Todo lo que podía ocurrir era incierto; y eso le llenaba de emoción, un sentimiento que casi nunca sentía o expresaba si se daba el caso.
Con ese tiempo cedido y sin la posibilidad de realizar misiones dada su incapacidad de luchar sin el traje de Bio-cibernético, se le concedió la libertad de realizar lo que él quisiera hacer en el tiempo que reparaban su parte cibernética externa. Era la primera vez que Artorias tenía instrucciones que le permitan tomar decisiones de ese tipo por cuenta propia. Y como alguien nuevo en el vasto mundo, no sabía qué hacer o por dónde empezar; pero eso no sería impedimento para disfrutar de esos momentos de "libertad" fuera de esa cárcasa de hierro que lo recubría las 24 horas del día.
Entre tantos viajes y patrullajes, Artorias había escuchado sobre una reunión, una feria del orgullo para ser más precisos, de los hombres-bestia que aceptaban a todo público. Aparentemente era una especie de celebración que se realizaba. y aunque Artorias no era especialmente bueno para esas cosas, sintió que era buen momento para probar suerte y ser más un ser vivo que un soldado que acata órdenes. Así que Artorias compraría unos ropajes las acordes al momento según lo poco que entendía de las costumbres de las razas y con las cosas listas tomaría rumbo hacia aquel lugar. Sin embargo, el escoger la ropa que usaría para ese momento fue más complicado de lo que aparentaría ser ya que Artorias nunca había tenido la necesidad de escoger ropa, de bañarse o de siquiera vestirse. Por suerte la persona que le vendió el traje le había dado instrucciones detalladas para ponérselo y nociones básicas de higiene humana para celebraciones. Luego de arreglarse según lo que le habían dicho y de tener el traje puesto, partiría al punto dónde se llevaría a cabo la celebración.
Su ropa consistía en un chaleco manga larga de un color marrón oscuro de cuello abierto, hecho de tela relativamente gruesa y con varios cinturones de cuero en el centro de su torso para cerrarlo; así como un pantalón del mismo material y color, con dos bolsillos a los lados del mismo, que combinaban entre sí junto a un cinturón de cuero más grande y con una hebilla de metal. También tenía una camisa blanca de lana sin mangas ni cuello debajo del chaleco con el fin de no tener rozaduras ni marcas al moverse. Sus zapatos eran de color café claro con agujetas de cuero y también tenía unos guantes de cuero que guardaría en uno de sus bolsillos, ya que lo que menos quería Artorias era evitar el contacto directo con los objetos.
El viaje fue bastante apacible y tranquilo. El aire fresco, el sonido de la vegetación frondosa y los animales salvajes, y la buena movilidad era algo que pocas veces Artorias podía apreciar a plenitud. El centinela aprovechaba cada instante que tenía para sentirse libre y sin ataduras por al menos unos instantes mientras no era un trozo de metal que atrae las miradas y que suele ser el más contrastado entre otras personas; incluso entre Bio-cibernéticos. Y ese sentimiento hacía que la percepción del tiempo se distorsione hasta el punto de que, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba a las afueras del lugar donde se realizaría la festividad.
la recepción al lugar fue bastante amena y tranquila; aunque era un poco curiosa y menos ortodoxa de lo que Artorias esperaría: habían hombres bestia especializados en olfato que revisaban a los invitados para asegurarse de que nadie introdujera ninguna clase de objeto peligroso al público o que suponga un peligro para los presentes. y Artorias se llevaría una particular bienvenida. – Bienvenido seas. Este lugar está especialmente preparado para que lo pasen bien y que puedan aprender de nuestra cultura y personas. Y como queremos que todos se lleven una gran experiencia, revisamos a los que quieren ingresar para evitar peligros. – Diría uno de los recepcionistas. – Me parece razonable. No tengo ningún problema con eso, Señor. – Diría Artorias muestras ponía sus manos en alto para denotar que no tenía intenciones hostiles, aunque ese accionar junto con su voz era algo muy formal para la naturaleza de ese evento. – No te pongas tan serio amigo, solo será un momento. – Diría la otra recepcionista mientras se acercaba al Centinela. – Tan solo vamos a olfatearte y palparte, nada del otro mundo. – Acto seguido, harían exactamente lo que habían explicado.
Eran dos personas las que estaban revisando a Artorias de arriba a abajo. Uno de ellos era un leopardo humanoide fornido y con sus músculos tonificados debido a sus diversas actividades. Su pelaje era amarillo y suave como la seda, además de estar lleno de manchas negras diseminadas por toda su espalda, cabeza y miembros. Sus garras retractiles y aquellas cintas blancas alrededor de sus dedos decoraban las susodichas y lo hacían lucir más amenazante; aunque aquellos bigotes y los ojos ámbar lo hacían bastante agradable, elegante y majestuoso a la vista si ignorabas el resto del cuerpo. También su torso estaba descubierto, dejando ver su cuerpo atlético con mayor facilidad. Además de tener un pantalón negro holgado que era sujetado desde su cintura con un cinturón que se enrollaba junto con su cola, además de estar descalzo.
La segunda persona era una Hiena, la cual delataba su género por los pechos de mediano tamaño que se mantenían firmes en la parte superior de su torso. Tenía una pintura azul que servía de adorno y hacía juego con las flores y plumas en su cabello y una pequeña cinta que se sujetaba en su trenza. Sus orejas estaban perforadas con varios aretes de metal junto con algunos aros hechos del mismo metal que estaban en ambos tobillos y bíceps. También tenía más prendas hechas de cuero con partes teñidas de azul que impedían la vista hacia su cintura y en sus senos.
– Tienes un olor muy fuerte a metal y óxido, amigo ¿Acaso vives en las grandes ciudades de los humanos? – Diría el leopardo al terminar de revisarlo y notar que no traía nada sospechoso ni peligroso salvo unas láminas de metal. – Soy un Bio-cibernético, un centinela con un traje metálico especial. Aunque no lo porto en estos momentos porque está siendo reparado mientras hablamos. – Cómo siempre, Artorias mantenía ese tono de voz tan obediente y servicial pese a que no estaba realizando patrullaje u otro servicio. aunque está vez su voz carecía del eco metálico y su voz ronca y grave se denotaba con bastante fuerza. Y era normal ya que tenía que hablar más fuerte que el resto de personas para que su voz no fuese ahogada por el casco que llevaba a todos lados. Los recepcionistas estaba un poco confundidos por algunas palabras de Artorias y por esas laminas de metal que estaban en sus extremidades que desembocaban en su nuca, pero para ellos no parecía ser hostil. – Bueno Biocivenénico, esperamos que la pases bien. – Diría la hiena mientras se apartaban e iban hacia las demás personas que llegaban.
Artorias por un momento pensó en corregir sus palabras al decir que pronunciaron mal el nombre de su raza, pero estaban bastante ocupados y no quería molestarlos por nimiedades. Ahora Artorias tenía vía libre para explorar la zona y todo lo que tenían para ofrecer. Todo lo que podía ocurrir era incierto; y eso le llenaba de emoción, un sentimiento que casi nunca sentía o expresaba si se daba el caso.
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[RE] La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Jamás imaginó que sería tan duro un viaje como éste. Desde que había abandonado los bosques más cercanos al poblado élfico, Einar pensaba que se seguiría sintiendo cómodo. Sin embargo, la climatología salió a recibirlo con los brazos abiertos, hasta el punto en el que se tuvo que refugiar varias noches en una misma cueva, acompañado de varios argazots. No obstante, las tripas se le revolvieron durante semanas, y por más que se detuvo a lavarse en las aguas del río Tymer, ese nauseabundo olor a putrefacción y a heces no se marchaba. Afortunadamente, en un poblado a orillas del río, unos amables hombres-bestia denotaron (lamentablemente para sus pobres fosas nasales) el "oloroso" problema del cual padecía. Frotaron unas hojas contra su ropa, un tipo de hierba cuyo nombre era algo difícil de pronunciar, y por ello, no la recuerda con exactitud. Gracias a ésta, por lo menos se habían amenizado las cosas.
Si era muy sincero consigo mismo, no tenía ni idea de por donde empezar a buscar el paradero de aquella bestia tan inmunda, que se había tomado la libertad de acortar la vida de su padrastro. Quizás pensó que, con la ayuda de los pacíficos hombres-bestia, podría hallar pistas, pues nadie mejor que ellos para reconocer a seres de su condición.
Mientras más marchaba y se alejaba del lado oriental, sentía como una parte de su ser quedaba aquejada y atormentada, como si una presencia fantasmagórica y tétrica le implorase que se quedara. Seguramente eran alucinaciones, fantasías suyas, o también los árboles, antiguos e inmejorables amigos de sus compañeros del clan élfico. Claro, claro que era dura una separación, pues nadie mejor que él para saberlo. Creció prácticamente entre las murallas de Lunargenta, con su familia, pero ahora...ahora su única familia estaba a unos cuantos kilómetros al sur, así que Einar suspiró, y prosiguió con el viaje.
Aunque la soledad era la música que lo acompañaba, junto al silbido de las hojas y del viento, algo bueno tenía que sacarse de todo esto: Descubrir nuevos lugares y paisajes era realmente una experiencia inolvidable. Resultaba curioso como, sin salir de la península, todo cambiaba a medida que te aproximabas a los extremos más extremos del continente. El joven, sin darse cuenta, sonreía levemente al pasar por debajo de los árboles, cuyas tonalidades cada vez más oscuras y tristes anunciaban la llegada de las estaciones invernales. Si daba una fuerte inhalación, los pulmones se quejaban por el aire frío, y el olor a tierra mojada. Por otro lado, el chapoteo de la alfombra de hojas amarillentas rellenas de agua a su paso, sutiles al principio, reafirmaban que había llegado la época de lluvias. De todas maneras, parecía que aquella temporada pasada por agua traía algo más consigo. Einar no destacaba precisamente por su oído, pero una vez estuvo a rango, pudo oírlo. Un sonido muy atenuado por los cielos, el cual hizo que más de una vez se detuviese en medio del bosque, frunciese el ceño, mirando en todas las direcciones, buscando el origen de ese extraño ruído. Pronto, el ruído se convirtió en poco más que unos retumbos, extrañamente organizados y con...ritmo. Ahora que ya estaba más cerca de la fuente de origen, pudo captar además un marcado olor a humo y a carne cocinada con mucha especia.
A través de unos caminos algo ocultos, llegó hasta un acantilado, una zona bastante escarpada, cuyo desnivel era demasiado brusco. Fue entonces, que pudo verlo: Allá al fondo, situadas en una bahía, extrañas carpas y tiendas se alzaban. Todo este gran conjunto, sumados a variopintos colores, hacía prácticamente imposible que no llamara la atención. Maji volvió a fruncir el ceño, preguntándose qué clase de fiesta sería esa. Nunca se había alejado tanto de los bosques de Aerandir, así que todo esto era nuevo para él. Llevado por la curiosidad propia de sus ancestros, dio un gran rodeo, hasta llegar al camino, donde ambos acantilados hacían un pasillo natural. Pronto, extrañas criaturas comenzaron a aparecer. Primero, fueron apenas parejas o de a tres. Más tarde, grupos de cinco o seis, y a nada de esto, una marabunta de gente. No es que le gustase estar tan cerca de varias personas, pues había "dedos largos" en todas partes, o en este caso, "zarpas largas". Sin embargo, su gran espada parecía conminar a que no se acercasen a él, separando a la gente de su alrededor, pareciéndose a ese hombre, ese que mencionaban en algunas historias, de esa religión que parecía desarrollarse cada vez más en Lunargenta, o por lo menos, que recordáse él, que logró separar todo un océano entero. Pf, bobadas. ¿Qué clase de mortal podría hacer una cosa así?
Adornados con plumas, escamas, miscelánea brillante y tocados de madera, los conjuntos de cada criatura eran estrambóticos y muy cantosos. Entre tantos colores, a Einar le ardían las córneas, por no mencionar el barullo que se expandía y parecía tragarle conforme se aproximaba a la entrada, creada con unos huesos, y varios adornos llamativos.
— Eh, tú. Alto ahí.
Un brazo se interpuso entre Einar y aquella gran puerta ósea. Maji miró a la derecha, y pudo ver a un gran ser, con sus típicas manchas negras, sus garras, y su mirada felina. Un animal, cuyas pintas parecían alegar lo mismo que minutos antes mencionaba su querida hoja mandibular.
— Ese arma que llevas tenemos que requisártela. No está permitido entrar armado.
Einar miraba a la criatura de abajo arriba: Musculoso, fibrado, y con una mirada de pocos amigos. Señalaba con descaro a su compañera, cosa que no le había gustado.
— ¿Acaso crees que retirándomela estás fuera de peligro?
La criatura se colocó frente a él, enseñándole los dientes. Por más alto que fuese en comparación al humano, Maji no se inmutaba, seguro de sus palabras, apretando los dientes y los puños, preparado. Otro brazo salió al paso, uno más delgado: Otra bestia, diferente y ligeramente más baja, se posicionaba entre el reducido espacio del pelaje de su compañero, y de la metálica y fría armadura de Maji. Miró al portentoso felino, y luego a Einar.
— Escucha, solo queremos evitar problemas, no vamos a robarte nada. Esto es una fiesta, no una arena. Si lo que buscas es ese tipo de emociones, dentro tenemos un recinto idóneo para ti. ¿Bien?
Tras unos instantes, sin desviar la mirada de los ojos de aquel gran felino, Maji asintió levemente, en señal de conformidad. Desenfundó su gran espada, y la apoyó cerca de las patas del hombre-leopardo, con la posibilidad de haberle amputado un pie, de haberse movido de su sitio.
— Lo siento, es tan pesada que a veces me resulta difícil de manejar— comentaba, mostrándole una discreta sonrisa malévola, encogiéndose levemente los hombros.
La criatura soltó un gruñido. Tomó la pesada hoja, y la apoyó junto a una carpa cercana, seguramente la utilizada por ambos guardias. La mujer-hiena asintió, y extendió los brazos hacia la fiesta, invitándole a entrar, ahora que ya no disponía de "nada peligroso".
Majistus miró a su alrededor, preguntándose dónde se ubicaría dicho recinto que acababa de mencionar. Ahora, tenía un aliciente peludo, musculado y con garras, para dar rienda suelta a sus puños.
Si era muy sincero consigo mismo, no tenía ni idea de por donde empezar a buscar el paradero de aquella bestia tan inmunda, que se había tomado la libertad de acortar la vida de su padrastro. Quizás pensó que, con la ayuda de los pacíficos hombres-bestia, podría hallar pistas, pues nadie mejor que ellos para reconocer a seres de su condición.
Mientras más marchaba y se alejaba del lado oriental, sentía como una parte de su ser quedaba aquejada y atormentada, como si una presencia fantasmagórica y tétrica le implorase que se quedara. Seguramente eran alucinaciones, fantasías suyas, o también los árboles, antiguos e inmejorables amigos de sus compañeros del clan élfico. Claro, claro que era dura una separación, pues nadie mejor que él para saberlo. Creció prácticamente entre las murallas de Lunargenta, con su familia, pero ahora...ahora su única familia estaba a unos cuantos kilómetros al sur, así que Einar suspiró, y prosiguió con el viaje.
Aunque la soledad era la música que lo acompañaba, junto al silbido de las hojas y del viento, algo bueno tenía que sacarse de todo esto: Descubrir nuevos lugares y paisajes era realmente una experiencia inolvidable. Resultaba curioso como, sin salir de la península, todo cambiaba a medida que te aproximabas a los extremos más extremos del continente. El joven, sin darse cuenta, sonreía levemente al pasar por debajo de los árboles, cuyas tonalidades cada vez más oscuras y tristes anunciaban la llegada de las estaciones invernales. Si daba una fuerte inhalación, los pulmones se quejaban por el aire frío, y el olor a tierra mojada. Por otro lado, el chapoteo de la alfombra de hojas amarillentas rellenas de agua a su paso, sutiles al principio, reafirmaban que había llegado la época de lluvias. De todas maneras, parecía que aquella temporada pasada por agua traía algo más consigo. Einar no destacaba precisamente por su oído, pero una vez estuvo a rango, pudo oírlo. Un sonido muy atenuado por los cielos, el cual hizo que más de una vez se detuviese en medio del bosque, frunciese el ceño, mirando en todas las direcciones, buscando el origen de ese extraño ruído. Pronto, el ruído se convirtió en poco más que unos retumbos, extrañamente organizados y con...ritmo. Ahora que ya estaba más cerca de la fuente de origen, pudo captar además un marcado olor a humo y a carne cocinada con mucha especia.
A través de unos caminos algo ocultos, llegó hasta un acantilado, una zona bastante escarpada, cuyo desnivel era demasiado brusco. Fue entonces, que pudo verlo: Allá al fondo, situadas en una bahía, extrañas carpas y tiendas se alzaban. Todo este gran conjunto, sumados a variopintos colores, hacía prácticamente imposible que no llamara la atención. Maji volvió a fruncir el ceño, preguntándose qué clase de fiesta sería esa. Nunca se había alejado tanto de los bosques de Aerandir, así que todo esto era nuevo para él. Llevado por la curiosidad propia de sus ancestros, dio un gran rodeo, hasta llegar al camino, donde ambos acantilados hacían un pasillo natural. Pronto, extrañas criaturas comenzaron a aparecer. Primero, fueron apenas parejas o de a tres. Más tarde, grupos de cinco o seis, y a nada de esto, una marabunta de gente. No es que le gustase estar tan cerca de varias personas, pues había "dedos largos" en todas partes, o en este caso, "zarpas largas". Sin embargo, su gran espada parecía conminar a que no se acercasen a él, separando a la gente de su alrededor, pareciéndose a ese hombre, ese que mencionaban en algunas historias, de esa religión que parecía desarrollarse cada vez más en Lunargenta, o por lo menos, que recordáse él, que logró separar todo un océano entero. Pf, bobadas. ¿Qué clase de mortal podría hacer una cosa así?
Adornados con plumas, escamas, miscelánea brillante y tocados de madera, los conjuntos de cada criatura eran estrambóticos y muy cantosos. Entre tantos colores, a Einar le ardían las córneas, por no mencionar el barullo que se expandía y parecía tragarle conforme se aproximaba a la entrada, creada con unos huesos, y varios adornos llamativos.
— Eh, tú. Alto ahí.
Un brazo se interpuso entre Einar y aquella gran puerta ósea. Maji miró a la derecha, y pudo ver a un gran ser, con sus típicas manchas negras, sus garras, y su mirada felina. Un animal, cuyas pintas parecían alegar lo mismo que minutos antes mencionaba su querida hoja mandibular.
— Ese arma que llevas tenemos que requisártela. No está permitido entrar armado.
Einar miraba a la criatura de abajo arriba: Musculoso, fibrado, y con una mirada de pocos amigos. Señalaba con descaro a su compañera, cosa que no le había gustado.
— ¿Acaso crees que retirándomela estás fuera de peligro?
La criatura se colocó frente a él, enseñándole los dientes. Por más alto que fuese en comparación al humano, Maji no se inmutaba, seguro de sus palabras, apretando los dientes y los puños, preparado. Otro brazo salió al paso, uno más delgado: Otra bestia, diferente y ligeramente más baja, se posicionaba entre el reducido espacio del pelaje de su compañero, y de la metálica y fría armadura de Maji. Miró al portentoso felino, y luego a Einar.
— Escucha, solo queremos evitar problemas, no vamos a robarte nada. Esto es una fiesta, no una arena. Si lo que buscas es ese tipo de emociones, dentro tenemos un recinto idóneo para ti. ¿Bien?
Tras unos instantes, sin desviar la mirada de los ojos de aquel gran felino, Maji asintió levemente, en señal de conformidad. Desenfundó su gran espada, y la apoyó cerca de las patas del hombre-leopardo, con la posibilidad de haberle amputado un pie, de haberse movido de su sitio.
— Lo siento, es tan pesada que a veces me resulta difícil de manejar— comentaba, mostrándole una discreta sonrisa malévola, encogiéndose levemente los hombros.
La criatura soltó un gruñido. Tomó la pesada hoja, y la apoyó junto a una carpa cercana, seguramente la utilizada por ambos guardias. La mujer-hiena asintió, y extendió los brazos hacia la fiesta, invitándole a entrar, ahora que ya no disponía de "nada peligroso".
Majistus miró a su alrededor, preguntándose dónde se ubicaría dicho recinto que acababa de mencionar. Ahora, tenía un aliciente peludo, musculado y con garras, para dar rienda suelta a sus puños.
Leo Cantoáureo
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Tras pasar una breve temporada en la capital de los humanos, y movida por su afán de conocer mundo, la cuerva regresó a los caminos, dirigiendo sus pasos hacia los bosques del oeste a pesar del peligro que suponía. - Es territorio de vampiros, no deberías acercarte… - le había aconsejado la dueña de la posada antes de que abandonase el local. Pero ¿tan temibles eran esas criaturas? Nunca había conocido a ninguno pero por lo que tenía entendido tampoco se diferenciaban demasiado de los habitantes de Lunargenta, solo estaban malditos y se alimentaban de sangre.
A ojos de la joven eso no los convertía en monstruos necesariamente, y de todas formas, la vida le había enseñado que podían existir seres despreciables de cualquier raza… como su madre por ejemplo. Por eso no permitió que la opinión de la mujer le influyese, simplemente agradeció el gesto y se marchó de la ciudad, no sin antes despedirse de Raiza, quien con gusto la habría acompañado de no ser por la montaña de trabajo que tenía pendiente en el taller de curtiduría.
- ¡Cuídate Ava! Búscame cuando regreses. - exclamó la búfala desde las puertas de la ciudad, agitando enérgicamente una mano en el aire.
Y así, la morena retomó de nuevo su viaje, pasando varios días en los frondosos bosques del este antes de cruzar el Tymer. - Aquí el ambiente es diferente. - pensó, observando como el paisaje que tenía ante sus ojos se volvía más lúgubre conforme avanzaba. Algunas zonas estaban cubiertas por una fina niebla, y al estar tan juntos los árboles había otras a las que la luz apenas lograba llegar. - Supongo que por eso los vampiros viven aquí… el terreno les facilita ocultarse del sol. - caviló, agradeciendo que su vista fuese lo suficientemente buena como para no tener dificultades.
Lentamente se fue adentrando en lo profundo de la floresta, atenta a los sonidos por si algo se movía a su alrededor, y justo entonces lo escuchó… aullidos, gorjeos, gruñidos, todos ellos mezclados con el repicar de los tambores y la melodía de las flautas, que quedaban algo apagadas entre el alboroto. - ¿Qué… qué es eso? - susurró, completamente confundida por el ruido. - No me pasará nada por echar un vistazo. - se contestó en voz baja, dejando que la creciente curiosidad que se apoderaba de ella se impusiese a la prudencia.
Lo que no habría imaginado era que iba a encontrar una enorme feria en mitad del bosque, menos aún que fuese una dedicada a celebrar el orgullo de los de su raza. Los ambarinos ojos de la cuerva recorrieron con avidez cada rincón del evento, brillando más de lo normal a causa de la emoción. Y como si su cuerpo se moviese solo, de un momento a otro se vio en la entrada del evento.
- ¡Bienvenida hermana! - la saludó un hombre bestia felino, al ver las alas que caían grácilmente desde la espalda y los cuernos que coronaban su cabeza. - Ho… hola. - balbuceó ella, saliendo de su ensimismamiento. - ¿Qu...qué es es.. esto? - logró pronunciar, visiblemente nerviosa por la cercanía del extraño, que se había plantado justo delante suyo. - ¡La gran feria del orgullo bestial! - exclamó, elevando los brazos. - Pasa y diviértete. - la invitó, haciéndose a un lado para dejarla pasar en cuanto la muchacha entregó voluntariamente su hacha como gesto de buena fe.
Ava asintió levemente en respuesta y comenzó a andar hacia las casetas, sin saber a dónde mirar, pues todo era tan colorido e interesante que la hacía sentir abrumada. ¿Por dónde debía empezar?
Plumas, sedas, hojas, abalorios… todo estaba cuidadosamente decorado para crear un ambiente alegre y vistoso, pero no solo eso, los participantes de la feria también se habían engalanado para la ocasión con prendas y adornos de lo más llamativos. - Es precioso. - pensó, deteniéndose a admirar los distintos hábitats que se habían recreado dentro de la carpa.
Varias tribus de hombres bestia se habían congregado dentro del recinto para ofrecer sus productos y compartir conocimientos, aprovechando la oportunidad que se les ofrecía para enriquecerse y crear lazos entre las distintas comunidades. - Me pregunto si alguien de la aldea habrá venido. - musitó la cuerva, pero pronto aquella idea empezó a ponerla nerviosa. Negando con la cabeza, sacó los malos pensamientos que empezaban a tomar forma en su mente y trató de distraerse, acercándose a una zona delimitada en la que al parecer, habían preparado un circuito de obstáculos.
- Parece divertido. - se dijo interiormente, mientras seguía con la mirada la silueta de la mujer gato que estaba realizando la prueba en aquel momento. Ava sabía perfectamente que no podría competir con la agilidad de la felina pero quería probar suerte, así que dio un paso adelante, pero no llegó más lejos. - Será mejor que no lo haga… - susurró, recordando su bochornosa actuación en el concurso de tiro con arco durante los festejos de la Ohdá.
Aquel día la presión de sentirse observada por el público había podido con ella, y teniendo en cuenta la cantidad de gente que se había reunido en torno al recinto estaba segura de que de intentarlo, los nervios le jugarían una mala pasada y acabaría cayéndose... o algo peor. - No quiero volver a hacer el ridículo, mejor busco otra cosa con que entretenerme. - pensó, apartándose de la zona para dedicarse a ojear los puestos de los artesanos.
Poco a poco se fue alejando de la arena, y de pronto una lujosa tienda atrajo su atención, consiguiendo que se detuviese para leer el cartel que había sobre la entrada. - Casa del placer…. - la morena no fue capaz de terminar la frase, sus dorados ojos se abrieron de par en par y el rubor se apoderó de sus mejillas al entender de lo que se trataba. - ¿Quieres entrar? - le preguntó una mujer con rasgos de pájaro. - También tenemos hombres. - informó sonriendo con picardía, pero la hija de Midgar negó efusivamente con la cabeza y con las manos, retrocediendo a toda prisa.
En su huida chocó con alguien, pero como no quería permanecer cerca de aquel sitio se apresuró a disculparse, inclinándose en una leve reverencia antes de salir disparada hacia la zona de la que había venido.
Solo cuando consideró que estaba lo suficientemente lejos se detuvo, con la respiración agitada y una mezcla de enfado y tristeza atenazándole el pecho. Aquello le había traído el mal recuerdo de su madre, y de como movida por el deseo y el egoísmo… Celene había destrozado su familia. Apretando el puño contra la placa que cubría su busto, la joven trató de recomponerse, pero fue una voz familiar la que la sacó de aquel estado, pasando a dejarla momentáneamente paralizada.
- ¡Ava! - exclamó la niña, corriendo a su lado. - ¡Sabía que eras tú! Ibas a toda prisa pero te he reconocido. - continuó con tono alegre, llegando a su lado y tomando una de las manos de la híbrida. - En… Ennie. - respondió en un susurro, reconociendo de inmediato a la pequeña insecto. - ¿Por qué no has vuelto a la aldea? Llevas meses fuera… se te echa de menos. - preguntó, ya que debido a su corta edad no tenía idea de los problemas que habían llevado a la morena a abandonar su hogar.
- Bueno no importa, me alegro de verte, ven, los demás también se pondrán muy contentos. - continuó hablando, ante el silencio de la guerrera. ¿Los demás? ¿Eso significaba que su tribu también había enviado a algunos representantes a aquella feria? La chica empezó a tirar de ella, pero la córvida no se movió ni un ápice, tenía miedo de encontrar entre aquella delegación a alguno de los hombres por cuyos ofensivos comentarios había decidido marcharse de Midgar.
- ¿Qué pasa? ¿No quieres venir conmigo? - formuló Ennie, ladeando ligeramente la cabeza.
Off: Si alguien quiere acercarse a interactuar con Ava y Ennie adelante, la cuerva es más bien tímida >.<
A ojos de la joven eso no los convertía en monstruos necesariamente, y de todas formas, la vida le había enseñado que podían existir seres despreciables de cualquier raza… como su madre por ejemplo. Por eso no permitió que la opinión de la mujer le influyese, simplemente agradeció el gesto y se marchó de la ciudad, no sin antes despedirse de Raiza, quien con gusto la habría acompañado de no ser por la montaña de trabajo que tenía pendiente en el taller de curtiduría.
- ¡Cuídate Ava! Búscame cuando regreses. - exclamó la búfala desde las puertas de la ciudad, agitando enérgicamente una mano en el aire.
Y así, la morena retomó de nuevo su viaje, pasando varios días en los frondosos bosques del este antes de cruzar el Tymer. - Aquí el ambiente es diferente. - pensó, observando como el paisaje que tenía ante sus ojos se volvía más lúgubre conforme avanzaba. Algunas zonas estaban cubiertas por una fina niebla, y al estar tan juntos los árboles había otras a las que la luz apenas lograba llegar. - Supongo que por eso los vampiros viven aquí… el terreno les facilita ocultarse del sol. - caviló, agradeciendo que su vista fuese lo suficientemente buena como para no tener dificultades.
Lentamente se fue adentrando en lo profundo de la floresta, atenta a los sonidos por si algo se movía a su alrededor, y justo entonces lo escuchó… aullidos, gorjeos, gruñidos, todos ellos mezclados con el repicar de los tambores y la melodía de las flautas, que quedaban algo apagadas entre el alboroto. - ¿Qué… qué es eso? - susurró, completamente confundida por el ruido. - No me pasará nada por echar un vistazo. - se contestó en voz baja, dejando que la creciente curiosidad que se apoderaba de ella se impusiese a la prudencia.
Lo que no habría imaginado era que iba a encontrar una enorme feria en mitad del bosque, menos aún que fuese una dedicada a celebrar el orgullo de los de su raza. Los ambarinos ojos de la cuerva recorrieron con avidez cada rincón del evento, brillando más de lo normal a causa de la emoción. Y como si su cuerpo se moviese solo, de un momento a otro se vio en la entrada del evento.
- ¡Bienvenida hermana! - la saludó un hombre bestia felino, al ver las alas que caían grácilmente desde la espalda y los cuernos que coronaban su cabeza. - Ho… hola. - balbuceó ella, saliendo de su ensimismamiento. - ¿Qu...qué es es.. esto? - logró pronunciar, visiblemente nerviosa por la cercanía del extraño, que se había plantado justo delante suyo. - ¡La gran feria del orgullo bestial! - exclamó, elevando los brazos. - Pasa y diviértete. - la invitó, haciéndose a un lado para dejarla pasar en cuanto la muchacha entregó voluntariamente su hacha como gesto de buena fe.
Ava asintió levemente en respuesta y comenzó a andar hacia las casetas, sin saber a dónde mirar, pues todo era tan colorido e interesante que la hacía sentir abrumada. ¿Por dónde debía empezar?
Plumas, sedas, hojas, abalorios… todo estaba cuidadosamente decorado para crear un ambiente alegre y vistoso, pero no solo eso, los participantes de la feria también se habían engalanado para la ocasión con prendas y adornos de lo más llamativos. - Es precioso. - pensó, deteniéndose a admirar los distintos hábitats que se habían recreado dentro de la carpa.
Varias tribus de hombres bestia se habían congregado dentro del recinto para ofrecer sus productos y compartir conocimientos, aprovechando la oportunidad que se les ofrecía para enriquecerse y crear lazos entre las distintas comunidades. - Me pregunto si alguien de la aldea habrá venido. - musitó la cuerva, pero pronto aquella idea empezó a ponerla nerviosa. Negando con la cabeza, sacó los malos pensamientos que empezaban a tomar forma en su mente y trató de distraerse, acercándose a una zona delimitada en la que al parecer, habían preparado un circuito de obstáculos.
- Parece divertido. - se dijo interiormente, mientras seguía con la mirada la silueta de la mujer gato que estaba realizando la prueba en aquel momento. Ava sabía perfectamente que no podría competir con la agilidad de la felina pero quería probar suerte, así que dio un paso adelante, pero no llegó más lejos. - Será mejor que no lo haga… - susurró, recordando su bochornosa actuación en el concurso de tiro con arco durante los festejos de la Ohdá.
Aquel día la presión de sentirse observada por el público había podido con ella, y teniendo en cuenta la cantidad de gente que se había reunido en torno al recinto estaba segura de que de intentarlo, los nervios le jugarían una mala pasada y acabaría cayéndose... o algo peor. - No quiero volver a hacer el ridículo, mejor busco otra cosa con que entretenerme. - pensó, apartándose de la zona para dedicarse a ojear los puestos de los artesanos.
Poco a poco se fue alejando de la arena, y de pronto una lujosa tienda atrajo su atención, consiguiendo que se detuviese para leer el cartel que había sobre la entrada. - Casa del placer…. - la morena no fue capaz de terminar la frase, sus dorados ojos se abrieron de par en par y el rubor se apoderó de sus mejillas al entender de lo que se trataba. - ¿Quieres entrar? - le preguntó una mujer con rasgos de pájaro. - También tenemos hombres. - informó sonriendo con picardía, pero la hija de Midgar negó efusivamente con la cabeza y con las manos, retrocediendo a toda prisa.
En su huida chocó con alguien, pero como no quería permanecer cerca de aquel sitio se apresuró a disculparse, inclinándose en una leve reverencia antes de salir disparada hacia la zona de la que había venido.
Solo cuando consideró que estaba lo suficientemente lejos se detuvo, con la respiración agitada y una mezcla de enfado y tristeza atenazándole el pecho. Aquello le había traído el mal recuerdo de su madre, y de como movida por el deseo y el egoísmo… Celene había destrozado su familia. Apretando el puño contra la placa que cubría su busto, la joven trató de recomponerse, pero fue una voz familiar la que la sacó de aquel estado, pasando a dejarla momentáneamente paralizada.
- ¡Ava! - exclamó la niña, corriendo a su lado. - ¡Sabía que eras tú! Ibas a toda prisa pero te he reconocido. - continuó con tono alegre, llegando a su lado y tomando una de las manos de la híbrida. - En… Ennie. - respondió en un susurro, reconociendo de inmediato a la pequeña insecto. - ¿Por qué no has vuelto a la aldea? Llevas meses fuera… se te echa de menos. - preguntó, ya que debido a su corta edad no tenía idea de los problemas que habían llevado a la morena a abandonar su hogar.
- Bueno no importa, me alegro de verte, ven, los demás también se pondrán muy contentos. - continuó hablando, ante el silencio de la guerrera. ¿Los demás? ¿Eso significaba que su tribu también había enviado a algunos representantes a aquella feria? La chica empezó a tirar de ella, pero la córvida no se movió ni un ápice, tenía miedo de encontrar entre aquella delegación a alguno de los hombres por cuyos ofensivos comentarios había decidido marcharse de Midgar.
- ¿Qué pasa? ¿No quieres venir conmigo? - formuló Ennie, ladeando ligeramente la cabeza.
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Ava Kenrith
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Las recientes lluvias habían revelado ciertas filtraciones en la casa de mis padres, por lo que al volver de mis viajes con diligencia comencé a ayudar en la reparación de los desperfectos, así como preparar la casa para los meses que se avecinaban cuando, durante el descanso de media mañana escuché a unas muchachas hablar de una festividad que las tribus de los hombres- bestia estaban preparando.
El evento cultural parecía estar causando cierta curiosidad entre los que se habían enterado de la festividad e incluso algunos elfos de edad muy avanzada, demasiado avanzada quizá para tomarles totalmente en serio, aseguraban haber participado en un evento similar cuando eran jóvenes. Todo aquello hizo mella en mi mente y me convenció para invertir mi tiempo de descanso en acudir a semejante festival. aún a pesar de haber salido escaldado de la anterior festividad en fiestas norteñas.
Pero tampoco tenía intención de ir sólo. Hacía tiempo que no sabía nada de ella y sinceramente anhelaba saber que tal había ido su viaje de regreso desde Nagnu, y sobre todo saber que estaba bien, por lo que sin pensarlo demasiado (para no arrepentirme de la idea hasta que fuese demasiado tarde) opté por escribirle.
Querida Aylizz.El evento cultural parecía estar causando cierta curiosidad entre los que se habían enterado de la festividad e incluso algunos elfos de edad muy avanzada, demasiado avanzada quizá para tomarles totalmente en serio, aseguraban haber participado en un evento similar cuando eran jóvenes. Todo aquello hizo mella en mi mente y me convenció para invertir mi tiempo de descanso en acudir a semejante festival. aún a pesar de haber salido escaldado de la anterior festividad en fiestas norteñas.
Pero tampoco tenía intención de ir sólo. Hacía tiempo que no sabía nada de ella y sinceramente anhelaba saber que tal había ido su viaje de regreso desde Nagnu, y sobre todo saber que estaba bien, por lo que sin pensarlo demasiado (para no arrepentirme de la idea hasta que fuese demasiado tarde) opté por escribirle.
Te escribo estas líneas esperando que tu viaje de regreso desde Nagnu fuese tranquilo y escaso de contratiempos. Me hubiera gustado haber dispuesto de más tiempo pues siento fuerte curiosidad por conocer como lograste salir de aquel infierno sin un rasguño, algo que me parece admirable.
No obstante el motivo de esta carta es otro. Seguramente para cuando la recibas ya sepas del festival que están organizando los los hombres - bestia y me gustaría que me acompañases en aquella celebración, pues las veces que hemos coincidido siempre ha sido en situaciones complejas, y por una vez me gustaría poder vernos sin que nuestra vida corra peligro.
Debido a la cercanía de la celebración rezo por que esta carta llegue a tiempo. Si decides aceptar esta invitación estaré esperándote a medio día en la entrada del recinto ferial. Que la luz de Isil te guíe.
Firmado: Eleandris
En cuanto la tinta se secó lacré la carta y me acerqué de inmediato al centro de la plaza. Sabía quien podría ayudarme a hacérsela llegar. Uno de los tenderos, Eneriath, solía tener mucho trato con mercaderes de todo Sandorai. con un poco de suerte conocería a Fahín, o con un poco de menos suerte conocería a alguien que conocería a Fahín, por lo que era mi mejor opción.
- Eneriath. Me alegro de verte. Veo que te va bien con esas batarijas.
- Eleandris, dichosos los ojos. Por esta vez pasaré por alto el insulto, pero no te acostumbres o te daré una patada en el trasero que estarás oliendo zapatilla una semana.
Ambos reímos y nos abrazamos como si llevaramos toda una vida sin vernos. - necesito que me hagas un favor compañero. Necesito que le hagas llegar este mensaje a un mercader que de seguro conoces. Fahín. Un elfo cascarrabias, y eso siendo generoso, seguro que sabes de quien hablo.
- Ya sabía yo que algo me ibas a pedir. No tengo ni idea de quién es ese tal Fahín. nunca ha venido por esta parte del bosque que yo sepa.
- ¿Y no conoces a nadie a quien le pueda sonar? este mensaje es importante. vamos haz tu magia.
- Anda dame la carta, seguro que algo se me ocurre. ¿Quieres algo mas o solo has venido a aprovecharte del cariño que te tengo?
Estuvimos hablando un buen rato hasta que al final me decidí por uno de sus productos. Eneriath vendía un poco de todo lo que pudieras llegar a necesitar. No se especializaba en un tipo de producto como si hacían otros tantos, sino que su puesto era una amalgama de todos los productos que pudieras llegar a ncesitar y lo mismo encontrabas una hoz para segar el campo que te intentaba vender matraces de alquimista, aún sabiendo que lo mas cerca que habías estado de una probeta era al pasar cerca de su puesto.
Esta vez tenía lo que él llamaba una "selección de fragancias". Unos pequeños frascos con líquido en su interior. No era algo habitual en la aldea pues normalmente el aroma de la vegetación del propio poblado junto a los adornos que hacían las mujeres solían mantener un agradable olor a todo lo largo y ancho de Corona del sol, mas esta vez, como si la suerte me sonriera aquella "selección" había llegado al poblado en el momento justo.
- ¿Y vas a ir al festival ese del que todos hablan? Por supuesto que vas a ir, si al final pasas mas tiempo fuera que con los tuyos. - Se preguntó y respondió el mismo. - Así que el de Azahar ¿no? bueno ¿Y quien es ella? y no me vengas con que no es nadie por que no cuela. ¿le vas a pedir a Laurana que te acompañe?-
- ¿A Laurana por qué? -
- Vamos hombre, no irás a decirme que no has visto como te mira desde que regresaste.
- ni idea de lo que me hablas compañero. Ya sabes, paso mucho tiempo en los caminos, ya casi soy mas un foráneo que un autóctono.
- ¡Y una mierda! pero comprendo que no me lo quieras decir, tienes que guardar las apariencias de hombre recto ahora que trabajas para los ancianos. ¡Anda toma y lárgate de aquí! y como no te lleves a Laurana te vas a enterar ¿me oyes?.
Con esa amenaza y mi frasquito de perfume volví a la casa de Padre a continuar con el trabajo. Los días siguientes trabajé como nunca tratando de adelantar todo lo posible y que para el momento de partir estuviera todo hecho. Tal como prometí en la carta a medio día me hallaba en la zona que consideré mas visible de entre toda la gente esperando a mi invitada con la incertidumbre de si habría recibido el mensaje o si llegaría a aparecer si quiera pues sabía que aquella muchacha era un espíritu libre.
A mi espalda quedaban los coloridos puestos de artesanías religiosas o no tan religiosas, numerosas atracciones que ponían a prueba la agilidad y fuerza de los participantes, la música aunque de simples instrumentos no sonaba repetitiva y casi te trasladaba a zonas exóticas propias de los hombres con rasgos de animales que eran escasos o que ni siquiera se encontraban cerca de Sandorai, La mezcla de olores, a ratos agradable y otros no tanto se hacía mas fuerte cuanto mas te acercabas al lugar de la celebración. pancartas de madera y otros materiales decoraban todo el lugar sin dejar ni un solo recoveco sin adornar, ciertamente desde el exterior el lugar cumplía con las espectativas que habían generado los rumores ¿sería igual desde el interior?
- Eneriath. Me alegro de verte. Veo que te va bien con esas batarijas.
- Eleandris, dichosos los ojos. Por esta vez pasaré por alto el insulto, pero no te acostumbres o te daré una patada en el trasero que estarás oliendo zapatilla una semana.
Ambos reímos y nos abrazamos como si llevaramos toda una vida sin vernos. - necesito que me hagas un favor compañero. Necesito que le hagas llegar este mensaje a un mercader que de seguro conoces. Fahín. Un elfo cascarrabias, y eso siendo generoso, seguro que sabes de quien hablo.
- Ya sabía yo que algo me ibas a pedir. No tengo ni idea de quién es ese tal Fahín. nunca ha venido por esta parte del bosque que yo sepa.
- ¿Y no conoces a nadie a quien le pueda sonar? este mensaje es importante. vamos haz tu magia.
- Anda dame la carta, seguro que algo se me ocurre. ¿Quieres algo mas o solo has venido a aprovecharte del cariño que te tengo?
Estuvimos hablando un buen rato hasta que al final me decidí por uno de sus productos. Eneriath vendía un poco de todo lo que pudieras llegar a necesitar. No se especializaba en un tipo de producto como si hacían otros tantos, sino que su puesto era una amalgama de todos los productos que pudieras llegar a ncesitar y lo mismo encontrabas una hoz para segar el campo que te intentaba vender matraces de alquimista, aún sabiendo que lo mas cerca que habías estado de una probeta era al pasar cerca de su puesto.
Esta vez tenía lo que él llamaba una "selección de fragancias". Unos pequeños frascos con líquido en su interior. No era algo habitual en la aldea pues normalmente el aroma de la vegetación del propio poblado junto a los adornos que hacían las mujeres solían mantener un agradable olor a todo lo largo y ancho de Corona del sol, mas esta vez, como si la suerte me sonriera aquella "selección" había llegado al poblado en el momento justo.
- ¿Y vas a ir al festival ese del que todos hablan? Por supuesto que vas a ir, si al final pasas mas tiempo fuera que con los tuyos. - Se preguntó y respondió el mismo. - Así que el de Azahar ¿no? bueno ¿Y quien es ella? y no me vengas con que no es nadie por que no cuela. ¿le vas a pedir a Laurana que te acompañe?-
- ¿A Laurana por qué? -
- Vamos hombre, no irás a decirme que no has visto como te mira desde que regresaste.
- ni idea de lo que me hablas compañero. Ya sabes, paso mucho tiempo en los caminos, ya casi soy mas un foráneo que un autóctono.
- ¡Y una mierda! pero comprendo que no me lo quieras decir, tienes que guardar las apariencias de hombre recto ahora que trabajas para los ancianos. ¡Anda toma y lárgate de aquí! y como no te lleves a Laurana te vas a enterar ¿me oyes?.
Con esa amenaza y mi frasquito de perfume volví a la casa de Padre a continuar con el trabajo. Los días siguientes trabajé como nunca tratando de adelantar todo lo posible y que para el momento de partir estuviera todo hecho. Tal como prometí en la carta a medio día me hallaba en la zona que consideré mas visible de entre toda la gente esperando a mi invitada con la incertidumbre de si habría recibido el mensaje o si llegaría a aparecer si quiera pues sabía que aquella muchacha era un espíritu libre.
A mi espalda quedaban los coloridos puestos de artesanías religiosas o no tan religiosas, numerosas atracciones que ponían a prueba la agilidad y fuerza de los participantes, la música aunque de simples instrumentos no sonaba repetitiva y casi te trasladaba a zonas exóticas propias de los hombres con rasgos de animales que eran escasos o que ni siquiera se encontraban cerca de Sandorai, La mezcla de olores, a ratos agradable y otros no tanto se hacía mas fuerte cuanto mas te acercabas al lugar de la celebración. pancartas de madera y otros materiales decoraban todo el lugar sin dejar ni un solo recoveco sin adornar, ciertamente desde el exterior el lugar cumplía con las espectativas que habían generado los rumores ¿sería igual desde el interior?
- Apariencia:
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A través del cuello de su ropa y al final de sus mangas se pueden ver aún las quemaduras que le hicieron las mariposas. Tiene una
herida que casi daña su ojo y abarca desde mas arriba de la ceja hasta la mitad de la mejilla
Al estar cerca de Eleandris debería notarse el olor de la flor del naranjo
Eleandris
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Bosques del Oeste. Feria del Orgullo Bestial.
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Dejábamos las tierras gélidas para llegar a las húmedas áreas del oeste, camino que por mero ocio usamos para regresar a las tierras del sur. Ahora había un nuevo miembro, uno del que todavía me costaba adaptarme y asimilar el hecho de que era nada más y nada menos que mi hermano. ¿Qué carajos había pasado por mi cabeza cuando acepté que viniera? ¿Un momento de impulsiva idiotez? Seguro era eso.
Me sentía incomoda, él siempre quería hablar de cosas que yo prefería evitar y eso me ponía de nervios. Como fuese el destino parecía jugarnos otra broma pesada, un festival estaba en el área, no sabía cómo tomarlo. ¿Debía huir a nueva cuenta antes de que algo me estallara encima?
Necesitábamos provisiones para continuar la travesía, tal vez relajarme un poco no me caería mal, además me serviría para alejarme de Meleis por un rato.
- Meraxes... Meraxes... Meraxes ¿Me estás escuchando? - La voz de Meleis me sacó de mis pensamientos. ¿En qué momento llegamos a la muchedumbre? El lugar rebosaba de color, sin duda un ambiente hermoso, perfumado, los hombres bestia desfilaban con sus elaborados trajes, los puestos prestaban variedad. Tenía miedo, así fue en Dundarak y aún así todo acabó en caos.
- Sí... sí... dijiste algo de ... - No tenía ni la mas remota idea de lo que estuvo hablando y eso se notaba en mi expresión. No dejaba de mirar a todos lados, estudiando tanto como me era posible con la vista cada lugar.
- Hay un puesto de embutidos. Podemos comprar provisiones aquí. - Volvió a repetir.
- Oh sí... Ve.. yo ... yo voy a explorar por ahí. - Quería zafarme de él, cosa que el muy listo notó y como para asegurarse de que no fuera a dejarlo botado luego tomó a Bomull que estaba en mis brazos. - ¡Oye! - Me sobresalté viendo esa misma sonrisa en su cara de cuando yo hacía alguna travesura.
- Bomull tiene hambre, le daré de comer y nos veremos luego. - Con su diestra se despidió de mí y de Gaegel. ¿Tan distraída estaba que había ignorado por completo a Gaegel también?
Se fue hacia los puestos, con mi querido Bomull en manos. Bueno al menos estaría bien cuidado.
- Mejor vamos a donde no haya tanta gente, sin ofender a los lugareños pues todo rebosa en belleza, pero estar aquí me pone de nervios. - Dije a Gaegel. Mis pasos se alejaban del centro y tomaban rumbo a una colorida tienda a lo lejos. Era lujosa y llamativa, además estaba resguardada, hasta cierto punto ver guardias daban una falsa sensación de seguridad, eso serviría por ahora, además cierta curiosidad me invadía. ¿Qué había allí?
Me sentía incomoda, él siempre quería hablar de cosas que yo prefería evitar y eso me ponía de nervios. Como fuese el destino parecía jugarnos otra broma pesada, un festival estaba en el área, no sabía cómo tomarlo. ¿Debía huir a nueva cuenta antes de que algo me estallara encima?
Necesitábamos provisiones para continuar la travesía, tal vez relajarme un poco no me caería mal, además me serviría para alejarme de Meleis por un rato.
- Meraxes... Meraxes... Meraxes ¿Me estás escuchando? - La voz de Meleis me sacó de mis pensamientos. ¿En qué momento llegamos a la muchedumbre? El lugar rebosaba de color, sin duda un ambiente hermoso, perfumado, los hombres bestia desfilaban con sus elaborados trajes, los puestos prestaban variedad. Tenía miedo, así fue en Dundarak y aún así todo acabó en caos.
- Sí... sí... dijiste algo de ... - No tenía ni la mas remota idea de lo que estuvo hablando y eso se notaba en mi expresión. No dejaba de mirar a todos lados, estudiando tanto como me era posible con la vista cada lugar.
- Hay un puesto de embutidos. Podemos comprar provisiones aquí. - Volvió a repetir.
- Oh sí... Ve.. yo ... yo voy a explorar por ahí. - Quería zafarme de él, cosa que el muy listo notó y como para asegurarse de que no fuera a dejarlo botado luego tomó a Bomull que estaba en mis brazos. - ¡Oye! - Me sobresalté viendo esa misma sonrisa en su cara de cuando yo hacía alguna travesura.
- Bomull tiene hambre, le daré de comer y nos veremos luego. - Con su diestra se despidió de mí y de Gaegel. ¿Tan distraída estaba que había ignorado por completo a Gaegel también?
Se fue hacia los puestos, con mi querido Bomull en manos. Bueno al menos estaría bien cuidado.
- Mejor vamos a donde no haya tanta gente, sin ofender a los lugareños pues todo rebosa en belleza, pero estar aquí me pone de nervios. - Dije a Gaegel. Mis pasos se alejaban del centro y tomaban rumbo a una colorida tienda a lo lejos. Era lujosa y llamativa, además estaba resguardada, hasta cierto punto ver guardias daban una falsa sensación de seguridad, eso serviría por ahora, además cierta curiosidad me invadía. ¿Qué había allí?
- Off:
- - Llego con Gaegel al festival.
- Separo a Meleis, quien se queda revisando los puestos y a Merax, va hacia la Tienda de Madame Sizay.
Son libres de acercarse con cualquiera de los dos.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Bomull (Cría de Gomejo)
Meraxes
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Catherine se detuvo justo ante la entrada al recinto y observó lo que tenía delante con mirada escrutadora: Puestos de comida, puestos que ofrecían algún tipo de diversión o desafió a cambio de algún posible premio, talleres, música...Que la temática fuera el "Orgullo bestial" solo significaba eso para ella... Y si bien debería ser una fiesta donde ella se encontrara más en su ambiente que nunca dada su naturaleza, no podía negar que el motivo por que su hermana la había llevado allí no era de su agrado.
-Menuda reunión de peludos, emplumados y escamosos..- murmuró la felina
-Justo lo que anunciaban los pregoneros. Y una de ferias mas grandes del año. Con representación de muchos, si no todos, los clanes de la raza de los hombres-bestia.- dijo la elfa peliblanca con su voz musical y tono tranquilizador.
-Sí...¿Crees que realmente alguien de aquí sea...ya sabes, como yo? ¿Mis padres eran de alguno de estos clanes?- Aquello era lo que la tenía tan reticente, y su voz demostraba la desidia que sentía. Desde niña se había criado en Lunargenta, con sus padres, y llevado una vida de humana. Cuando los mataron y ella fue vendida como esclava a un terrible entrenador de asesinos apodado "Látigo rojo", tampoco es que tuviera la oportunidad de conocer sus raíces. Y para cuando logró escapar y tuvo que sobrevivir como pudo en la ciudad, cualquier interés había quedado supeditado al de sobrevivir en un mundo que la rechazaba y repudiaba por no tener ni donde caerse muerta. Solo al conocer a Níniel encontró un lugar al que llamar hogar, y solo su hermana era importante. "¿A quién le importa en qué crean o a quién sigan los de mi raza? Tengo a mi hermana". Había dicho siempre, mostrando poco interés por el tema.
-No se me ocurre un lugar mejor para responder a eso. Y aunque no vayas a ponerte a adorar a esos dioses, ni a cambiar tu modo de vida...-
-Debería conocerlos...Y quizá encuentre alguien que sepa quién soy...o era. Un familiar bla bla bla. Eres toda la familia que necesito Nín. Pero si quieres hacer preguntas mientras yo pruebo la comida...Por ti puedo fingir interés en lo que sea que tengan que contar estos "orgullosos hombre-bestia".- expresó la felina con fingido tono de resignación. En realidad, ya que Níniel se lo había pedido, mostraría interés real, aunque luego decidiera rechazar cualquier cosa aprendida. Y en cuanto a lo de encontrar a su clan...Incluso de ser así dudaba mucho que fuese un bonito reencuentro. Si sus padres se habían ido a vivir solos a Lunargenta y nunca les habían mencionado, por algo sería. Si por ella fuera Níniel debería ahorrarse el esfuerzo, aunque saber que hasta ese punto se preocupaba por ella era de lo más agradable.
-Vigila tu tonito pequeñaja.- Habló una voz gutural desde la derecha. -Aquí no queremos a mascotas de los humanos como tú, que no sienten orgullo de su pueblo.- continuó. Se trataba de un hombre-bestia felino, con pelaje de rayas blancas y negras y fornido como un buey. Llevaba pantalones pero su torso peludo estaba al descubierto y su rostro era el de un tigre. Había estado apoyado en un carromato que delimitaba el área de la feria, pero tras escuchar a Catherine se había incorporado y se acercaba señalándola con un dedo acusatorio.
-¿Mascota de los humanos? Tienes un oído muy fino por lo que se ve...Y un cerebro muy pequeño- se burló la pelirroja, molestando más al hombre-tigre.
-¿Sí? ¿Y si eso me lo dices en el desafío de combate gatita con collar? Nunca pierdo la oportunidad de demostrarle a todo el mundo que vosotros las mascotas no merecéis ni ser llamados hombres-bestia. ¿Aceptas o vas a pedirle a tu dueña un tazón de lechita?- continuó socarrón aquel enorme tipo, sin achantar en lo más mínimo a Catherine, que de hecho había enarcado una ceja y esbozado una mueca de incredulidad y desprecio.
-Marca el camino si es que sabes, cerebro de guisante.- aceptó la felina, sin dejar de pinchar al tigre, girándose entonces hacia su hermana con una sonrisa de oreja a oreja. -Al final no va a estar tan mal la cosa esta. ¿Desde cuándo en estos sitios tienen una zona donde puedes sacudirle a cualquiera que te mire mal? Esa es una tradición de mi raza que puedo respetar- añadió entre risitas.
Níniel la siguió, negando con la cabeza, pero ¿qué podía hacer? Ella encontraba entretenimiento en los libros y los estudios, y su hermana en comer, entrenar y sacudir a otros...Y este se lo había ganado por pendenciero, y por confundirla a ella con una humana. Había topado con la felina suela de su zapato.
-Dejad paso, me han aceptado otro desafío.- Iba gruñendo el hombre tigre conforme se acercaban a una zona de liza algo apartada y delimitada por unas vallas de madera decoradas con colores de lo más festivos. A su paso la gente o se apartaba o era apartada de un empujón, asegurando que el grupo llegara hasta aquel terreno de combate en un santiamén, a pesar del gentío allí congregado. Tras ellos Níniel pudo captar los susurros y comentarios de disgusto de muchos de los presentes por la actitud de aquel tipo, aunque nadie se los dirigía a él. -Vamos, si solo podéis mirar más vale que os apartéis.- Seguía diciendo el gigantón, hasta finalmente poder poner sus manos sobre las vallas de madera y saltar al interior, donde la elfa llegó a ver a un hombre-toro enzarzado en un combate mano a mano con lo que parecía ser un hombre tiburón. Combate que se detuvo con la irrupción del tigre.
-Menudo muermo ¿verdad?. Pues estáis de suerte, yo, el gran Saga Colmilloafilado, campeón invicto de esta arena, he aceptado el desafío de una mascota que se cree muy dura. Una de esas que siguen a sus amos como perritos falderos allá a donde van a cambio de sobras y unas caricias y desprecian a los clanes. ¿Qué me decís? ¿Debo inculcarle a esa basura lo que significa ser un auténtico hombre-bestia?- se jactó obteniendo las ovaciones y risas cómplices de una pequeña parte de los espectadores. Níniel sintió cierto alivio al ver que la postura de aquel tipo no era muy popular en el lugar.
-Vamos gatita...-Indicó el hombre a Catherine, quién sin dudarlo saltó las vallas colocándose frente a frente con el hombre tigre, mucho mayor en tamaño que ella. Tanta era la diferencia que incluso hubo quejas de que aquel combate no era justo en algunos sectores del público. Que aquella mujer-gato no era más que una niña. "Dadle un dulce y que se vaya a casa" se llegó a escuchar. Níniel se colocó en primera fila, aunque no dijo nada. Estudiaba al hombre bestia y a su hermana. Sonrió al ver que ni siquiera tomaba una posición de combate.
-Bien, saludaos.- Inició una especie de mujer-pájaro de plumas multicolor que parecía haría de jueza de aquel enfrentamiento. -Recordad que todo está permitido menos las armas o la magia, pero también que es un combate amistoso. Si digo que paréis paráis. Bien ¡Empezad!- señaló apartándose con un impulso de sus hermosas alas.
El hombre tigre sonrió y se dispuso a fanfarronear mientras buscaba agarrar a Catherine como si con algo así fuese más que suficiente, pero su expresión cambió cuando no pudo más que abrazar estúpidamente al aire ante él, mientras que la felina había abierto totalmente las piernas y se encontraba bajo él, lanzando un potente puñetazo sobre sus partes. El silencio en el público fue total mientras el gigantón lanzaba un alarido tan grande que sin duda debió escucharse en todo el recinto. Entonces cayó desplomado al suelo llorando de dolor y retorciéndose en el suelo mientras la jueza miraba incrédula lo que acababa de pasar....y lo rápido que había pasado. Catherine se levantó con gracilidad, girando las piernas para ganar impulso y a continuación apartarse del hombre tigre con una pirueta hacia atrás, tan innecesaria como elegante. Níniel amplío la sonrisa.
-Pues...no he aprendido nada. Así que supongo que ahora iré a por mi "lechita". Por cierto...¿dan algún premio por sacudirle a ese cerebro de guisante?-
-Menuda reunión de peludos, emplumados y escamosos..- murmuró la felina
-Justo lo que anunciaban los pregoneros. Y una de ferias mas grandes del año. Con representación de muchos, si no todos, los clanes de la raza de los hombres-bestia.- dijo la elfa peliblanca con su voz musical y tono tranquilizador.
-Sí...¿Crees que realmente alguien de aquí sea...ya sabes, como yo? ¿Mis padres eran de alguno de estos clanes?- Aquello era lo que la tenía tan reticente, y su voz demostraba la desidia que sentía. Desde niña se había criado en Lunargenta, con sus padres, y llevado una vida de humana. Cuando los mataron y ella fue vendida como esclava a un terrible entrenador de asesinos apodado "Látigo rojo", tampoco es que tuviera la oportunidad de conocer sus raíces. Y para cuando logró escapar y tuvo que sobrevivir como pudo en la ciudad, cualquier interés había quedado supeditado al de sobrevivir en un mundo que la rechazaba y repudiaba por no tener ni donde caerse muerta. Solo al conocer a Níniel encontró un lugar al que llamar hogar, y solo su hermana era importante. "¿A quién le importa en qué crean o a quién sigan los de mi raza? Tengo a mi hermana". Había dicho siempre, mostrando poco interés por el tema.
-No se me ocurre un lugar mejor para responder a eso. Y aunque no vayas a ponerte a adorar a esos dioses, ni a cambiar tu modo de vida...-
-Debería conocerlos...Y quizá encuentre alguien que sepa quién soy...o era. Un familiar bla bla bla. Eres toda la familia que necesito Nín. Pero si quieres hacer preguntas mientras yo pruebo la comida...Por ti puedo fingir interés en lo que sea que tengan que contar estos "orgullosos hombre-bestia".- expresó la felina con fingido tono de resignación. En realidad, ya que Níniel se lo había pedido, mostraría interés real, aunque luego decidiera rechazar cualquier cosa aprendida. Y en cuanto a lo de encontrar a su clan...Incluso de ser así dudaba mucho que fuese un bonito reencuentro. Si sus padres se habían ido a vivir solos a Lunargenta y nunca les habían mencionado, por algo sería. Si por ella fuera Níniel debería ahorrarse el esfuerzo, aunque saber que hasta ese punto se preocupaba por ella era de lo más agradable.
-Vigila tu tonito pequeñaja.- Habló una voz gutural desde la derecha. -Aquí no queremos a mascotas de los humanos como tú, que no sienten orgullo de su pueblo.- continuó. Se trataba de un hombre-bestia felino, con pelaje de rayas blancas y negras y fornido como un buey. Llevaba pantalones pero su torso peludo estaba al descubierto y su rostro era el de un tigre. Había estado apoyado en un carromato que delimitaba el área de la feria, pero tras escuchar a Catherine se había incorporado y se acercaba señalándola con un dedo acusatorio.
-¿Mascota de los humanos? Tienes un oído muy fino por lo que se ve...Y un cerebro muy pequeño- se burló la pelirroja, molestando más al hombre-tigre.
-¿Sí? ¿Y si eso me lo dices en el desafío de combate gatita con collar? Nunca pierdo la oportunidad de demostrarle a todo el mundo que vosotros las mascotas no merecéis ni ser llamados hombres-bestia. ¿Aceptas o vas a pedirle a tu dueña un tazón de lechita?- continuó socarrón aquel enorme tipo, sin achantar en lo más mínimo a Catherine, que de hecho había enarcado una ceja y esbozado una mueca de incredulidad y desprecio.
-Marca el camino si es que sabes, cerebro de guisante.- aceptó la felina, sin dejar de pinchar al tigre, girándose entonces hacia su hermana con una sonrisa de oreja a oreja. -Al final no va a estar tan mal la cosa esta. ¿Desde cuándo en estos sitios tienen una zona donde puedes sacudirle a cualquiera que te mire mal? Esa es una tradición de mi raza que puedo respetar- añadió entre risitas.
Níniel la siguió, negando con la cabeza, pero ¿qué podía hacer? Ella encontraba entretenimiento en los libros y los estudios, y su hermana en comer, entrenar y sacudir a otros...Y este se lo había ganado por pendenciero, y por confundirla a ella con una humana. Había topado con la felina suela de su zapato.
-Dejad paso, me han aceptado otro desafío.- Iba gruñendo el hombre tigre conforme se acercaban a una zona de liza algo apartada y delimitada por unas vallas de madera decoradas con colores de lo más festivos. A su paso la gente o se apartaba o era apartada de un empujón, asegurando que el grupo llegara hasta aquel terreno de combate en un santiamén, a pesar del gentío allí congregado. Tras ellos Níniel pudo captar los susurros y comentarios de disgusto de muchos de los presentes por la actitud de aquel tipo, aunque nadie se los dirigía a él. -Vamos, si solo podéis mirar más vale que os apartéis.- Seguía diciendo el gigantón, hasta finalmente poder poner sus manos sobre las vallas de madera y saltar al interior, donde la elfa llegó a ver a un hombre-toro enzarzado en un combate mano a mano con lo que parecía ser un hombre tiburón. Combate que se detuvo con la irrupción del tigre.
-Menudo muermo ¿verdad?. Pues estáis de suerte, yo, el gran Saga Colmilloafilado, campeón invicto de esta arena, he aceptado el desafío de una mascota que se cree muy dura. Una de esas que siguen a sus amos como perritos falderos allá a donde van a cambio de sobras y unas caricias y desprecian a los clanes. ¿Qué me decís? ¿Debo inculcarle a esa basura lo que significa ser un auténtico hombre-bestia?- se jactó obteniendo las ovaciones y risas cómplices de una pequeña parte de los espectadores. Níniel sintió cierto alivio al ver que la postura de aquel tipo no era muy popular en el lugar.
-Vamos gatita...-Indicó el hombre a Catherine, quién sin dudarlo saltó las vallas colocándose frente a frente con el hombre tigre, mucho mayor en tamaño que ella. Tanta era la diferencia que incluso hubo quejas de que aquel combate no era justo en algunos sectores del público. Que aquella mujer-gato no era más que una niña. "Dadle un dulce y que se vaya a casa" se llegó a escuchar. Níniel se colocó en primera fila, aunque no dijo nada. Estudiaba al hombre bestia y a su hermana. Sonrió al ver que ni siquiera tomaba una posición de combate.
-Bien, saludaos.- Inició una especie de mujer-pájaro de plumas multicolor que parecía haría de jueza de aquel enfrentamiento. -Recordad que todo está permitido menos las armas o la magia, pero también que es un combate amistoso. Si digo que paréis paráis. Bien ¡Empezad!- señaló apartándose con un impulso de sus hermosas alas.
El hombre tigre sonrió y se dispuso a fanfarronear mientras buscaba agarrar a Catherine como si con algo así fuese más que suficiente, pero su expresión cambió cuando no pudo más que abrazar estúpidamente al aire ante él, mientras que la felina había abierto totalmente las piernas y se encontraba bajo él, lanzando un potente puñetazo sobre sus partes. El silencio en el público fue total mientras el gigantón lanzaba un alarido tan grande que sin duda debió escucharse en todo el recinto. Entonces cayó desplomado al suelo llorando de dolor y retorciéndose en el suelo mientras la jueza miraba incrédula lo que acababa de pasar....y lo rápido que había pasado. Catherine se levantó con gracilidad, girando las piernas para ganar impulso y a continuación apartarse del hombre tigre con una pirueta hacia atrás, tan innecesaria como elegante. Níniel amplío la sonrisa.
-Pues...no he aprendido nada. Así que supongo que ahora iré a por mi "lechita". Por cierto...¿dan algún premio por sacudirle a ese cerebro de guisante?-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Exhibición de vuelo
El sol descendía poco a poco en el horizonte, al tiempo que la feria se animaba con la llegada de los primeros visitantes. Para alegría de la organización del evento, no solo hombres y mujeres bestia se habían sentido atraídos hacia el jolgorio y el buen ambiente. Y eso era algo a celebrar.
A la hora señalada, con el sol anaranjado acercándose a la línea del océano, se encendieron las bengalas. El camino del acantilado quedó flanqueado por luces chispeantes de múltiples colores, invitando a recorrerlo para presenciar el espectáculo anunciado.
—¡La exhibición de vuelo, es la exhibición de vuelo! ¡Corre, papá! —gritó un pequeño con un par de raquíticas alas a su espalda, mientras tiraba con fuerza de la mano del hombre a su lado.
Como si hubieran esperado el anuncio del chiquillo, los primeros cuerpos alados recorrieron al vuelo la feria, para lanzarse en picado desde lo alto del acantilado. No tardarían en alzarse de nuevo, con una ensayada pirueta que arrancó los primeros aplausos del atardecer.
En los lindes del bosquecillo de ullúme, podían verse asomar los catalejos de cobre, con sus lentes especialmente diseñadas para asegurar que nadie se perdiera el espectáculo.
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__________________
Se ha abierto la primera actividad del programa especial de la feria: la exhibición de vuelo, aprovechando la escénica luz del atardecer para mayor efecto dramático. Diferentes tipos de hombres y mujeres bestia alados, mezclados con algunos dragones, mostrarán sus proezas aéreas a todo el que quiera distraerse un rato del resto de las actividades que ofrece la feria para presenciarlo.
Si tu personaje es capaz de volar de algún modo (o planear), no dudes en unirte y mostrar tus habilidades. Y si solo puedes soñar con ello, descríbenos alguno de los números, la creatividad cuenta aunque sea como testigo.
El resto de objetivos del evento siguen activos y lo seguirán estando hasta el cierre del mismo, pero la exhibición de vuelo durará solo hasta el viernes 7 de octubre (incluido), que será cuando acabe de ponerse el sol y comiencen las actividades nocturnas.
Buen vuelo.
Fehu
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Una tipa con rasgos de felina se acercó con paso decidido. Su rostro mostraba un gesto de agobio y desesperación.
- Eh tú, necesito tu ayuda.
Sango miró a los lados y no vio a nadie más.
- Claro, ¿qué necesitas?
La mujer se acercó a él, algo más calmada y aliviada.
- Soy Latrovasha, pero me llaman Lasha- le tendió una mano, humana, y Sango correspondió dando su mote.- Encantada Sango. Verás, necesito ayuda. Ahora, en breves, va a empezar la exhibición de vuelo y tengo turno para participar. Se supone que... ¿Qué pasa?
- ¿Tú vuelas?- Preguntó Sango con una sonrisa.
Lasha entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, valorando sus opciones. Sango alzó las manos hacia ella y se disculpó con ella. Su comentario lejos de ser dañino lo había hecho con buena intención y con curiosidad.
- En fin, necesito a alguien que controle los mecanismos para que no me mate mientras ejecuto el espectáculo.
- ¿Cómo?
- Ven te lo mostraré.
Sango siguió a la mujer y aprovechó para estudiarla. Era una mezcla curiosa, con zonas en las que se diferenciaba claramente a qué especie pertenecía esa parte, pero luego con otras en las que había una mezcla casi perfecta entre su parte felina y su parte humana. Tenía algo que atraía y a la vez que invitaba a mirar desde lejos. No sabía muy bien qué pensar al respecto, por eso, su presencia en aquel lugar tenía un objetivo: conocer más de hombres y mujeres bestia.
Llegaron a la parte trasera de un escenario y Lasha le condujo hacia unos andamios a los que se subió con una agilidad que hicieron que Sango se quedara pasmado viendo los gráciles movimientos de subida. Lasha le hizo un gesto para que usara las escaleras y eso hizo él.
- Bien, mira, aquí están las palancas que controlan las poleas de las grúas. No temas, llevamos tiempo usándolas... Quiero que me ayudes a usarlas en mi exhibición.
- ¿Qué? Pero si yo no tengo ni idea de cómo se usa esto. ¿Y ahí? ¿Eso qué son? ¿Palabras? Yo no sé leer, no sé qué significa cada cosa.
La mujer felina tuvo un momento de pánico que sacudió de su cabeza al instante.
- Esta de la izquierda hacia arriba. Esta de la derecha hacia abajo. Si quieres activar una, tienes que desactivar la otra. Son sensibles a la profundidad, es decir, cuanto más empujes o tires hasta los topes, más rápido o más lento subiré o bajaré. Yo te indicaré con pañuelos desde abajo si quiero ir hacia arriba o hacia abajo. La velocidad... Bueno, lo haremos lento al principio movimientos suaves...
Sango seguía mirando las palancas con la boca entreabierta y el ceño fruncido. Se perdió el guiño que le había dedicado Lasha. Sango sacudió la cabeza.
- Izquierda, arriba, rojo. Derecha, abajo, negro. Cuando sea verde, lento arriba, lento izquierda.
- ¿Qué? Pero qué me estás contando, no puedo hacer esto. Vas a hacer que te mate- Sango miró por fin a los ojos de la mujer.- Esto se supone que lo has practicado antes, pero yo no tengo ni puñetera de idea de qué hacer. No sé siquiera por qué tengo que ayudarte con esto.
- Mi ayudante desapareció esta mañana, no le he visto. Es él el que inventó este sistema. Un tipo ingenioso, y resulta que el gran día, desaparece...- su mirada se posó abajo en el escenario.- Anoche me dijeron que no regresó a su tienda- se encogió de hombros.- No puedo dejar pasar esta oportunidad, no en esta fecha. No. Ayúdame. No hay más tiempo, la gente ya está esperando, por favor.
- Bah, sería de más ayuda buscando a tu amigo. Tira. ¿Rojo abajo derecha, verde arriba?
La mujer felino abrió la boca para protestar pero Sango lanzó una carcajada de puro nervio.
- Es broma. Venga, ponte ahí.
- Me cambio y subo.
No tardó mucho en cambiarse y en ese rato Sango había experimentado con las dos palancas. Tirar de ellas significaba ejercer la acción para la que estaban diseñadas. Mientras que empujar frenaba la acción. Si se accionaban las dos al mismo tiempo, las poleas y las palancas quedaban bloqueadas. Tanto la subida como la bajada tenían un tope de seguridad. Saber aquello le dio algo más de confianza.
Latrovasha apareció en el escenario, ataviada con ropas ligeras y holgadas y dejó un juego de telas de colores en el suelo. Se acercó a la cuerda y aseguró el arnés que llevaba bajo la ropa. Se acercó al frente y la gente aplaudió mientras ella hacía una reverencia para saludar a los presentes.
- Sed bienvenidos, hermanos y hermanas de los Bosques. Hoy demostraré que todos podemos volar, tengamos o no el don para ello. Porque si algo hemos aprendido las mujeres y hombres bestia es a volar libres. Libres de los prejuicios; libres de cadenas que nos encasillen en un determinado estereotipo; libres de ser libres- hizo una pausa para hacer otra reverencia y recibir más aplausos.- Yo soy Latrovasha y espero que todos voléis conmigo, porque os pido que dejéis volar vuestra imaginación y disfrutéis de este espectáculo.
Lasha levantó un pañuelo rojo y Sango tardó un par de latidos en reaccionar. Tiró de la palanca izquierda con brusquedad y Lasha salió disparada hacia el techo del escenario. Ben consciente de su brusquedad, frenó y dejó que Lasha oscilara en el aire como un péndulo.
Sacó un pañuelo gris con el que trazó suaves movimientos en el aire mientras seguía bamboleándose de un lado a otro. Sango decidió bajarla ligeramente lo que hizo que la cuerda aumentara y por tanto su radio de actuación. La mujer cogió mayor impulso y pese a tener mayor radio, giró con mayor velocidad y mientras lo hacía giraba sobre sí misma y el pañuelo gris lo hacía, de alguna manera, sobre su brazo derecho. De repente, con el brazo libre se cogió de la cuerda y miró a Sango y le hizo un gesto con la cabeza para que fuera hacia arriba. Sango tiró de la izquierda hasta el tope y una vez allí ella le gritó "abajo".
En el movimiento de caída, la mujer giró sobre sí misma y soltó el pañuelo gris de tal manera que este describía un movimiento helicoidal descendente en el que ella era el eje del mismo. Fue un movimiento espectacular que levantó aplausos y vítores del público presente, pero no dio tiempo a reaccionar porque en el instante que la última fibra de la gran tela tocó el suelo, con un rápido movimiento de pie y pata consiguió enroscar una vuelta en la pata justo en el momento que alzó un paño rojo.
Ascendió lentamente hasta media altura y bajó el paño y comenzó a bambolearse lentamente a un lado y a otro, levantando y bajando la pata en la que estaba enrollada la tela que aún tocaba el suelo. Entoces levantó el rojo y al poco el negro. Y los fue alternando cada vez más rápido. Sango comprendió entonces que quería ira arriba y abajo mientras el péndulo "humano-bestial" iba de un lado a otro.
Los paños rojo y gris, acabaron por confundir a Sango que cogió cierta cadencia con las palancas: tirar izquierda, empujar izquierda, tirar derecha, empujar derecha, tirar izquierda...
Abajo, en el escenario, Latrovasha describía un movimiento senoidal que se traducía en un gran paño gris dibujando un oleaje hipnótico que agradaba a todos los que estaban contemplando el espectáculo. El paño rojo entonces se quedó quieto arriba, y ascendió dejando que el oleaje se calmara bajo ella y que los aplausos fueran el atronador sonido del mar golpeando un acantilado. El paño negro se alzó y descendió hasta media altura en donde comenzó a girar sobre un plano transversal a la cuerda provocando que el paño gris dibujara una suerte de círculo que dejó caer al suelo antes de comenzar a descender.
Soltó, entonces, los paños y agarró del suelo uno verde. De su pata aún no se había desprendido el gris y pese a los incontables giros y vaivenes, giró, una vez más sobre sí misma, pero esta vez a una velocidad mucho mayor mientras ascendía lentamente. Una espiral gris y verde se fundieron en único remolino imposible que giró y giró hasta que la cuerda no podía subir más y fue en ese instante cuando Lasha soltó los paños, deshaciéndose del que tenía en la pata y en las manos y acto seguido se agarró a la cuerda y miró hacia abajo como caía el remolino. Sin previo aviso se soltó el arnés y se dejó caer.
Cuando el remolino murió y ella apareció en el suelo, el público rompió en aplausos y Latrovasha hizo una reverencia antes de caer de rodillas en el escenario, exhausta y emocionada por la cálida ovación y las buenas palabras que se escuchaban desde el respetable. Se llevó las manos al pecho y se levantó para hacer una reverencia más antes de retirarse del escenario con síntomas claros de desorientación.
Ben aún estaba temblando de tensión. De tensión y de emoción por haber sido testigo de primera mano de algo tan espectacular.
- Eh tú, necesito tu ayuda.
Sango miró a los lados y no vio a nadie más.
- Claro, ¿qué necesitas?
La mujer se acercó a él, algo más calmada y aliviada.
- Soy Latrovasha, pero me llaman Lasha- le tendió una mano, humana, y Sango correspondió dando su mote.- Encantada Sango. Verás, necesito ayuda. Ahora, en breves, va a empezar la exhibición de vuelo y tengo turno para participar. Se supone que... ¿Qué pasa?
- ¿Tú vuelas?- Preguntó Sango con una sonrisa.
Lasha entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, valorando sus opciones. Sango alzó las manos hacia ella y se disculpó con ella. Su comentario lejos de ser dañino lo había hecho con buena intención y con curiosidad.
- En fin, necesito a alguien que controle los mecanismos para que no me mate mientras ejecuto el espectáculo.
- ¿Cómo?
- Ven te lo mostraré.
Sango siguió a la mujer y aprovechó para estudiarla. Era una mezcla curiosa, con zonas en las que se diferenciaba claramente a qué especie pertenecía esa parte, pero luego con otras en las que había una mezcla casi perfecta entre su parte felina y su parte humana. Tenía algo que atraía y a la vez que invitaba a mirar desde lejos. No sabía muy bien qué pensar al respecto, por eso, su presencia en aquel lugar tenía un objetivo: conocer más de hombres y mujeres bestia.
Llegaron a la parte trasera de un escenario y Lasha le condujo hacia unos andamios a los que se subió con una agilidad que hicieron que Sango se quedara pasmado viendo los gráciles movimientos de subida. Lasha le hizo un gesto para que usara las escaleras y eso hizo él.
- Bien, mira, aquí están las palancas que controlan las poleas de las grúas. No temas, llevamos tiempo usándolas... Quiero que me ayudes a usarlas en mi exhibición.
- ¿Qué? Pero si yo no tengo ni idea de cómo se usa esto. ¿Y ahí? ¿Eso qué son? ¿Palabras? Yo no sé leer, no sé qué significa cada cosa.
La mujer felina tuvo un momento de pánico que sacudió de su cabeza al instante.
- Esta de la izquierda hacia arriba. Esta de la derecha hacia abajo. Si quieres activar una, tienes que desactivar la otra. Son sensibles a la profundidad, es decir, cuanto más empujes o tires hasta los topes, más rápido o más lento subiré o bajaré. Yo te indicaré con pañuelos desde abajo si quiero ir hacia arriba o hacia abajo. La velocidad... Bueno, lo haremos lento al principio movimientos suaves...
Sango seguía mirando las palancas con la boca entreabierta y el ceño fruncido. Se perdió el guiño que le había dedicado Lasha. Sango sacudió la cabeza.
- Izquierda, arriba, rojo. Derecha, abajo, negro. Cuando sea verde, lento arriba, lento izquierda.
- ¿Qué? Pero qué me estás contando, no puedo hacer esto. Vas a hacer que te mate- Sango miró por fin a los ojos de la mujer.- Esto se supone que lo has practicado antes, pero yo no tengo ni puñetera de idea de qué hacer. No sé siquiera por qué tengo que ayudarte con esto.
- Mi ayudante desapareció esta mañana, no le he visto. Es él el que inventó este sistema. Un tipo ingenioso, y resulta que el gran día, desaparece...- su mirada se posó abajo en el escenario.- Anoche me dijeron que no regresó a su tienda- se encogió de hombros.- No puedo dejar pasar esta oportunidad, no en esta fecha. No. Ayúdame. No hay más tiempo, la gente ya está esperando, por favor.
- Bah, sería de más ayuda buscando a tu amigo. Tira. ¿Rojo abajo derecha, verde arriba?
La mujer felino abrió la boca para protestar pero Sango lanzó una carcajada de puro nervio.
- Es broma. Venga, ponte ahí.
- Me cambio y subo.
No tardó mucho en cambiarse y en ese rato Sango había experimentado con las dos palancas. Tirar de ellas significaba ejercer la acción para la que estaban diseñadas. Mientras que empujar frenaba la acción. Si se accionaban las dos al mismo tiempo, las poleas y las palancas quedaban bloqueadas. Tanto la subida como la bajada tenían un tope de seguridad. Saber aquello le dio algo más de confianza.
Latrovasha apareció en el escenario, ataviada con ropas ligeras y holgadas y dejó un juego de telas de colores en el suelo. Se acercó a la cuerda y aseguró el arnés que llevaba bajo la ropa. Se acercó al frente y la gente aplaudió mientras ella hacía una reverencia para saludar a los presentes.
- Sed bienvenidos, hermanos y hermanas de los Bosques. Hoy demostraré que todos podemos volar, tengamos o no el don para ello. Porque si algo hemos aprendido las mujeres y hombres bestia es a volar libres. Libres de los prejuicios; libres de cadenas que nos encasillen en un determinado estereotipo; libres de ser libres- hizo una pausa para hacer otra reverencia y recibir más aplausos.- Yo soy Latrovasha y espero que todos voléis conmigo, porque os pido que dejéis volar vuestra imaginación y disfrutéis de este espectáculo.
Lasha levantó un pañuelo rojo y Sango tardó un par de latidos en reaccionar. Tiró de la palanca izquierda con brusquedad y Lasha salió disparada hacia el techo del escenario. Ben consciente de su brusquedad, frenó y dejó que Lasha oscilara en el aire como un péndulo.
Sacó un pañuelo gris con el que trazó suaves movimientos en el aire mientras seguía bamboleándose de un lado a otro. Sango decidió bajarla ligeramente lo que hizo que la cuerda aumentara y por tanto su radio de actuación. La mujer cogió mayor impulso y pese a tener mayor radio, giró con mayor velocidad y mientras lo hacía giraba sobre sí misma y el pañuelo gris lo hacía, de alguna manera, sobre su brazo derecho. De repente, con el brazo libre se cogió de la cuerda y miró a Sango y le hizo un gesto con la cabeza para que fuera hacia arriba. Sango tiró de la izquierda hasta el tope y una vez allí ella le gritó "abajo".
En el movimiento de caída, la mujer giró sobre sí misma y soltó el pañuelo gris de tal manera que este describía un movimiento helicoidal descendente en el que ella era el eje del mismo. Fue un movimiento espectacular que levantó aplausos y vítores del público presente, pero no dio tiempo a reaccionar porque en el instante que la última fibra de la gran tela tocó el suelo, con un rápido movimiento de pie y pata consiguió enroscar una vuelta en la pata justo en el momento que alzó un paño rojo.
Ascendió lentamente hasta media altura y bajó el paño y comenzó a bambolearse lentamente a un lado y a otro, levantando y bajando la pata en la que estaba enrollada la tela que aún tocaba el suelo. Entoces levantó el rojo y al poco el negro. Y los fue alternando cada vez más rápido. Sango comprendió entonces que quería ira arriba y abajo mientras el péndulo "humano-bestial" iba de un lado a otro.
Los paños rojo y gris, acabaron por confundir a Sango que cogió cierta cadencia con las palancas: tirar izquierda, empujar izquierda, tirar derecha, empujar derecha, tirar izquierda...
Abajo, en el escenario, Latrovasha describía un movimiento senoidal que se traducía en un gran paño gris dibujando un oleaje hipnótico que agradaba a todos los que estaban contemplando el espectáculo. El paño rojo entonces se quedó quieto arriba, y ascendió dejando que el oleaje se calmara bajo ella y que los aplausos fueran el atronador sonido del mar golpeando un acantilado. El paño negro se alzó y descendió hasta media altura en donde comenzó a girar sobre un plano transversal a la cuerda provocando que el paño gris dibujara una suerte de círculo que dejó caer al suelo antes de comenzar a descender.
Soltó, entonces, los paños y agarró del suelo uno verde. De su pata aún no se había desprendido el gris y pese a los incontables giros y vaivenes, giró, una vez más sobre sí misma, pero esta vez a una velocidad mucho mayor mientras ascendía lentamente. Una espiral gris y verde se fundieron en único remolino imposible que giró y giró hasta que la cuerda no podía subir más y fue en ese instante cuando Lasha soltó los paños, deshaciéndose del que tenía en la pata y en las manos y acto seguido se agarró a la cuerda y miró hacia abajo como caía el remolino. Sin previo aviso se soltó el arnés y se dejó caer.
Cuando el remolino murió y ella apareció en el suelo, el público rompió en aplausos y Latrovasha hizo una reverencia antes de caer de rodillas en el escenario, exhausta y emocionada por la cálida ovación y las buenas palabras que se escuchaban desde el respetable. Se llevó las manos al pecho y se levantó para hacer una reverencia más antes de retirarse del escenario con síntomas claros de desorientación.
Ben aún estaba temblando de tensión. De tensión y de emoción por haber sido testigo de primera mano de algo tan espectacular.
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Descripción de la exhibición de vuelo de Latrovasha la mujer bestia felina.Sango
Héroe de Aerandir
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Alrededor de la zona donde se llevaron a cabo los rituales para bendecir todo el recinto ferial, se habían colocado numerosos puestos pertenecientes a las tribus cuyos chamanes habían acudido a los espíritus para pedir la bendición. Había tiendas de hombres-camaleón exhibiendo su colorido don, pequeños árboles donde hombres-pájaro hacían gala de sus acrobacias aéreas, y hasta hombres-mosquito demostrando sus capacidades musicales con su propia y afilada boca.
La tribu de Sein, los Isklør, representaba allí a su especie con 15 integrantes, en un puesto donde ofrecían un rítmico espectáculo con sus tambores tradicionales y sus silbantes cuernos, mientras tenían expuestas piezas de su joyería espiritual sobre unas oscuras rocas traídas de las montañas del norte, que presumían de su protagonismo en el puesto.
Un brujo y un elfo les habían ayudado, como a otras tribus, a decorar su puesto ofreciéndoles sus poderes. De esta manera, habían logrado representar con su ayuda un precioso paisaje montañoso recubriendo las rocas mencionadas con nieve mágica, y erigiendo de la nada algunos árboles como los pocos que se suelen ver por las montañas.
Los 15 hombres y mujeres-leopardo de las nieves, vestían sus ropajes ceremoniales, que consistían en pieles enteras de sus presas y adornos de hueso, madera y piedra como los que tenían expuestos. Como parte de la propia festividad, habían dejado al aire sus rasgos felinos, mostrando sus marcas y pelaje de leopardo del pecho y hombros.
Sein, como chamán de la tribu, portaba su tótem de madera haciéndolo lucir con destellos morados en medio de la danza, mientras los demás tocaban los instrumentos y todos bebían celebrando su presencia en aquella maravillosa festividad.
- ¡Un trago por Kato!
- ¡Kato!
- ¡Un trago por Moa!
- ¡Moa!
- ¡Un trago por Viko!
- ¡Viko!
Sein lideraba como buen chamán incluso en aquella ocasión, haciendo que todos bebieran, incluido él, por cada uno de los suyos.
Moa y Kato eran su hermana y su hermano, respectivamente. No podían faltar allí. Ellos dos se encargaban de atraer a todo el que pasaba por allí cerca hacia su puesto, ofreciéndoles gratis un plato de carne caliente de yak norteño en su jugo, que cocinaban en una gran cazuela sobre una hoguera en el puesto.
Desde luego, habían logrado trasladar su cultura bestial norteña al extremo sur del territorio de esta raza. Todos lucían orgullosos de estar haciéndolo y disfrutaban los primeros momentos del evento, sabiendo que quedaba mucho por disfrutar aún.
La tribu de Sein, los Isklør, representaba allí a su especie con 15 integrantes, en un puesto donde ofrecían un rítmico espectáculo con sus tambores tradicionales y sus silbantes cuernos, mientras tenían expuestas piezas de su joyería espiritual sobre unas oscuras rocas traídas de las montañas del norte, que presumían de su protagonismo en el puesto.
Un brujo y un elfo les habían ayudado, como a otras tribus, a decorar su puesto ofreciéndoles sus poderes. De esta manera, habían logrado representar con su ayuda un precioso paisaje montañoso recubriendo las rocas mencionadas con nieve mágica, y erigiendo de la nada algunos árboles como los pocos que se suelen ver por las montañas.
- Joyería e instrumentos:
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- Paisaje simulado:
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Los 15 hombres y mujeres-leopardo de las nieves, vestían sus ropajes ceremoniales, que consistían en pieles enteras de sus presas y adornos de hueso, madera y piedra como los que tenían expuestos. Como parte de la propia festividad, habían dejado al aire sus rasgos felinos, mostrando sus marcas y pelaje de leopardo del pecho y hombros.
- Aproximación de la vestimenta:
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Sein, como chamán de la tribu, portaba su tótem de madera haciéndolo lucir con destellos morados en medio de la danza, mientras los demás tocaban los instrumentos y todos bebían celebrando su presencia en aquella maravillosa festividad.
- ¡Un trago por Kato!
- ¡Kato!
- ¡Un trago por Moa!
- ¡Moa!
- ¡Un trago por Viko!
- ¡Viko!
Sein lideraba como buen chamán incluso en aquella ocasión, haciendo que todos bebieran, incluido él, por cada uno de los suyos.
Moa y Kato eran su hermana y su hermano, respectivamente. No podían faltar allí. Ellos dos se encargaban de atraer a todo el que pasaba por allí cerca hacia su puesto, ofreciéndoles gratis un plato de carne caliente de yak norteño en su jugo, que cocinaban en una gran cazuela sobre una hoguera en el puesto.
Desde luego, habían logrado trasladar su cultura bestial norteña al extremo sur del territorio de esta raza. Todos lucían orgullosos de estar haciéndolo y disfrutaban los primeros momentos del evento, sabiendo que quedaba mucho por disfrutar aún.
Sein Isånd
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
La fiesta realmente parecía animarse más conforme avanzaba el fresco pero soleado día. El jolgorio de las bestias crecía con la música, y eso que acababa de empezar, como quién dice.
Mientras tanto, Einar seguía paseándose por el transitado y colorido festival, intercambiando miradas de una persona a otra: Mujeres-búho, con las sombras de los ojos decoradas con pequeñas joyas brillantes. Hombres-guepardo, con infinidad de collares y pulseras tradicionales, e incluso había mujeres-girafa, cuyos cuellos estaban decorados de principio a fin con unos anillos dorados y plateados, como auténticas padaung. Einar las miraba, alzando la mirada hacia el cielo, alzando discretamente una de sus cejas, en una clara señal de extrañeza. Bajó de nuevo la mirada, y siguió adelante como podía, siendo estrujado de vez en cuando entre varios de los transeúntes, que medio tropezaban al intentar pasar, al igual que él. La verdad, se estaba haciendo demasiado agobiante. Intentando gestionar su ira creciente, a lo lejos pudo ver, alzando la cabeza de entre las gentes, el recinto que tanto estaba buscando. En esto, recibió un golpe brusco, por la derecha. Una mujer, cuyo choque contra su armadura hizo que se escuchase un pequeño sonido metálico. La mujer resultaba ser una mujer-bestia, con rasgos similares a las de los cuervos, esos que normalmente se solían ver por el camposanto de Lunargenta, y a los que Einar, cuando estaba aburrido, les tiraba piedras, para que saliesen volando. Ver aquellos rasgos de ave le hicieron sonreír levemente. La mujer salió corriendo, no sin antes disculparse debidamente, perdiéndose entre la multitud. El joven alzó con suavidad los hombros y las cejas, preguntándose mentalmente el motivo de tal prisa. No le dió más importancia, y siguió adelante.
Mientras tanto, Einar seguía paseándose por el transitado y colorido festival, intercambiando miradas de una persona a otra: Mujeres-búho, con las sombras de los ojos decoradas con pequeñas joyas brillantes. Hombres-guepardo, con infinidad de collares y pulseras tradicionales, e incluso había mujeres-girafa, cuyos cuellos estaban decorados de principio a fin con unos anillos dorados y plateados, como auténticas padaung. Einar las miraba, alzando la mirada hacia el cielo, alzando discretamente una de sus cejas, en una clara señal de extrañeza. Bajó de nuevo la mirada, y siguió adelante como podía, siendo estrujado de vez en cuando entre varios de los transeúntes, que medio tropezaban al intentar pasar, al igual que él. La verdad, se estaba haciendo demasiado agobiante. Intentando gestionar su ira creciente, a lo lejos pudo ver, alzando la cabeza de entre las gentes, el recinto que tanto estaba buscando. En esto, recibió un golpe brusco, por la derecha. Una mujer, cuyo choque contra su armadura hizo que se escuchase un pequeño sonido metálico. La mujer resultaba ser una mujer-bestia, con rasgos similares a las de los cuervos, esos que normalmente se solían ver por el camposanto de Lunargenta, y a los que Einar, cuando estaba aburrido, les tiraba piedras, para que saliesen volando. Ver aquellos rasgos de ave le hicieron sonreír levemente. La mujer salió corriendo, no sin antes disculparse debidamente, perdiéndose entre la multitud. El joven alzó con suavidad los hombros y las cejas, preguntándose mentalmente el motivo de tal prisa. No le dió más importancia, y siguió adelante.
De repente, toda las criaturas empezaron a apartarse al unísono. Allá donde alcanzaba la vista, también hacían lo propio. Y conforme se apartaban, una extraña música se intensificaban. Gorjeos, gruñidos, rugidos, graznidos y balidos salían a recibir lo que estaba aproximándose.
Un conjunto de tres animales: Un hombre-jabalí, un hombre-bisonte y un hombre-tigre, con una energía y un ritmo impresionantes, tocaban unos primitivos instrumentos colgados por una cinta de su cuello, decorados de pies a cabeza con pinturas a todo color. Movían la cabeza al son de la música, marcando los compases con sus pisotones. El hombre-bisonte, además de tocar el djembe con gran habilidad, llevaba en sus curvados cuernos un montón de pequeñas campanillas que, al sacudir la cabeza, añadían todavía más ritmo a aquella música tan jovial. De la nada, surgió una figura mucho menos portentosa, pero sí mucho más grácil: Una mujer-felina, gata a juzgar por su anatomía. Llevaba infinidad de piezas de color dorado que, en el punto más álgido y soleado del día, emitían destellos que, de una forma u otra, hacían resaltar su figura, y llamar más la atención. Con unos anillos dorados practicados en las orejas, unos anillos más pequeños se colgaban, mientras que de sus largos bigotes lo hacían lustrosas y pequeñas joyas. En las zonas de sus tobillos llevaba unas pulseras con motivos florales, pero que con sus rápidos movimientos, apenas podían verse. Contoneaba sensual y animosamente sus caderas, enrollando su anillada cola, que también poseía aquellas pulseras, realizando un sonido agradable y que combinaba a la perfección con la música de sus compañeros, similar al de las maracas, con un toque más pesado, debido a las hermosas escamas hechas de latón que le cubrían más allá de los muslos, empezando por la cadera. Se acercó a uno de los hombres-bestia, palpándole con cierta picardía su desnudo abdomen, logrando que al instante, bufase de locura. La gata se volteó, mirando directamente con sus penetrantes ojos azules cuales embelesadoras turquesas, al humano. Bamboleó sus caderas de una forma provocativa, y acto seguido, colocó sus manos en el cuello de Einar. Dio un rápido giro, y antes de separarse, golpeó levemente con sus glúteos la zona de los muslos. Guiñándole un ojo, la felina se despidió de Majistus, seguida por los tres animales, que seguían gruñendo de emoción.
"¿Qué?"
Incrédulo, y sin saber con certeza qué es lo que había pasado, Einar parpadeó varias veces, sacudiendo levemente la cabeza. Cada vez más, sentía que no era partidario de las costumbres de los hombres-bestia, aunque mágicamente, el cabreo que lo había motivado a entrar en la fiesta le había desaparecido.
— ¡Vamos! ¡Tumba a ese pescado salado! ¡Sin piedad!— ¡Dale hermano, acaba con él!
Al darse la vuelta, Einar pudo comprobar como, sin haberse dado cuenta, estaba al lado de la arena. Apartó con algo de fuerza a los demás, para poder aproximarse a las decoradas y emplumadas vallas y estacas de madera del recinto. En esto, recibe un ligero golpe por el lado izquierdo. Un hombre-tigre, con una cara de pocos amigos, se metía sin ningún tipo de vergüenza en el recinto, paralizando la contienda, que estaban teniendo los hombres-bestia que ya estaban dentro. Miró al público, y acto seguido, otra figura saltó al centro del campo. Otra felina, por lo que parecía. Ya eran dos.
— ¡Buh, fuera de la arena, payaso!
Un hombre enano, justo al lado de Einar, abucheaba al hombre-tigre que acababa de entrar. Miró a Majistus, abriendo bien grande los ojos.
— ¡Vaya! No me esperaba ver a otro humano entre tantos animales! ¡Ey, encantado! Soy Brag, pero aquí todo el mundo me llama "Borrachín".Tomó la mano del joven, y la estrechó con fuerza. Pese a ser un enano, Einar juraría que podría tener la fuerza de mil hombres juntos. Pelirrojo de cabello, su barba de tonos anaranjados estaba completamente descuidada, y su nauseabundo aliento a alcohol daban a entender cual era su aliciente para haberse metido en el festival. No hacía falta ser muy listo para saber el motivo de su apodo. Tiró del brazo del cazador, y señaló al hombre-tigre, cuchicheando a su oído.
— Ese tipo de ahí se cree la gran cosa. Ha jurado en más de una ocasión a que ha ganado a Claws y a Bullgen, pero todo el mundo sabe que es un mentiroso compulsivo. — comentaba, mientras señalaba con descaro al felino. En esto, le sacude una palmada al hombro de Einar, cuya paciencia se estaba agotando.
— Eh, te apuesto una jarra de hidromiel aerandiano a que esa niña le enseña una lección.—asentía, convencido de sus palabras.
—Hazme caso chico, tengo un sexto sentido para las peleas. El tamaño no importa, solo la grandeza de tus puños, y lo ágil que seas. Si sabes usar bien el coco, y usar el buen juego mental, habrás ganado la batalla antes siquiera de comenzar. —objetaba, lanzando puños al aire, acompañando a la explicación.— En este caso, Saga Colmilloafilado no tiene grande ni una cosa, ni la otra.
Ante este comentario, Einar no pudo evitar una sonrisa. Este tal Brag le caía bien. Fue entonces, que una hermosa mujer ave se colocó en el medio de ambos contrincantes. Saga, como así lo había llamado aquel hombre enano, fue directamente a por la otra felina. Ni bien pasaron unos instantes, y en un breve pestañeo, la mujer-bestia se había agachado y, haciendo uso de su plena flexibilidad racial, le propinó un fuerte golpe. Simplemente, un delicado y mortífero golpe. Brag soltó una sonora carcajada, mientras el resto de los animales enmudecía, y bramaban más tarde los vítores, aclamando a la nueva campeona. Mientras tanto, el tigre seguía en el suelo, rugiendo desamparado.
"Sí, comparto tu dolor."
— Fuojo jo jo jó, ¡a eso le llamo yo tener un argumento convincente!—*rugidos de tripas*— Uoh, eso ha estado fantástico amigo. Después de tanta emoción, mi barriga y yo necesitamos un buen plato.
Ni bien había mencionado esto, un fuerte olor a carne inundaba las fosas nasales de ambos sujetos. Las tripas de aquel enano, que tan solo parecían reaccionar a los placeres de la vida, le hicieron que tomase la ruta hacia un puesto a escasos metros.
— ¡Eh tú, aquí dan platos de carne de yak!— alegaba, dando saltos para que Einar lo pudiese ver. De no ser por su intenso cabello rojo, seguramente seguiría sin destacar entre ellos. Además, su tono de voz era estridente. Sí, mejor sería que lo acompañase.
- Mujer-gata bailarina:
- Off-Rol:
- — Texto marcado con negrita y cursiva: Referencia a Ava.
— Texto anaranjado con negrita y cursiva: Referencia a la pelea de Catherine con Saga, de parte de Níniel.
— Texto verde claro, negrita y cursiva: Referencia a la comida de plato de yak norteño de Sein.
Leo Cantoáureo
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Si cualquier participante de aquella feria mirase a los cielos, además de numerosos hombres-ave sobrevolando el recinto, vería un corcel alado y negro como una noche sin luna, hecho de poco más que hueso, que descendía desde las alturas como un ave rapaz precipitándose hacia su presa.
A su lomo estaba Eberus, que desde las nubes se había dado cuenta de que su corcel, Morkvind, dirigía su atención hacia una zona concreta del suelo. Decidió entonces descender para comprobar de qué se trataba. Además, no venía mal satisfacer la curiosidad de tu mascota de vez en cuando.
Aterrizó entonces lentamente, de manera majestuosa y con su melena al viento, como un jinete de la noche que invadía aquel colorido evento con su corcel oscuro y sus ropas negras.
Allí se dio cuenta de que aquello estaba lleno de hombres y mujeres-bestia que parecían estar de celebración. - ¿Aquí es donde querías venir, pequeño? La madre que te parió... - le dijo a su montura.
Al brujo no le hacían demasiada gracia los hombres-bestia. Era una raza que no lograba entender demasiado, pero en aquel momento no se podía negar ni a sí mismo que el ambiente que tenían en aquel recinto era espectacularmente atrayente. Se fusionaban los exquisitos olores a comida y especias con la música tribal, los llamativos ropajes de todas las especies con los rítmicos movimientos de los que los llevaban puestos... Y todo aquello en el seno de un lugar de lugares. Un recinto en el que se juntaban incontables hábitats, diferenciados entre sí pero armoniosamente compenetrados para generar el ambiente de mayor riqueza cultural que Eberus jamás había visto.
Cuando avanzaba a lomos de su corcel absorto e inmerso en aquel crisol de culturas, una voz le apeló desde abajo.
- ¿Por cassualidad no querrá ussted formar parte de una experiencia abssolutamente inolvidable?
- ¿Qué ofreces?
- ¿Ve ussted aquella carpa? Ess llamativa, ¿verdad?
- No te lo puedo negar.
- Puess mire, en esste lugar puede dejar ssu montura. Esstá invitado a echar un visstazzo ahí dentro. Madame Sizzay le explicará todo. Dissfrute, caballero.
Aquel hombre-serpiente lucía un vistoso conjunto, y con él difundía allá por donde anduviera los exquisitos olores del interior de la carpa impregnados en sus telas. Eberus notó un cierto tono sugerente en su habla, y por mera curiosidad le hizo caso, dejó a Morkvind donde reposaban todas las monturas y se acercó para echar un ojo.
A medida que se acercaba a la cortina de entrada, aquellos olores a cítricos, miel, canela, clavo e inciensos se iban intensificando, y cuando alcanzó a leer el cartel que había sobre la cortina, lo placentero de los olores se transformó en un estímulo para todo su cuerpo por igual, generando en él una fuerza que en palabras se podría describir como: "Entra, Eberus, y disfruta. Simplemente déjate llevar".
A su lomo estaba Eberus, que desde las nubes se había dado cuenta de que su corcel, Morkvind, dirigía su atención hacia una zona concreta del suelo. Decidió entonces descender para comprobar de qué se trataba. Además, no venía mal satisfacer la curiosidad de tu mascota de vez en cuando.
Aterrizó entonces lentamente, de manera majestuosa y con su melena al viento, como un jinete de la noche que invadía aquel colorido evento con su corcel oscuro y sus ropas negras.
Allí se dio cuenta de que aquello estaba lleno de hombres y mujeres-bestia que parecían estar de celebración. - ¿Aquí es donde querías venir, pequeño? La madre que te parió... - le dijo a su montura.
Al brujo no le hacían demasiada gracia los hombres-bestia. Era una raza que no lograba entender demasiado, pero en aquel momento no se podía negar ni a sí mismo que el ambiente que tenían en aquel recinto era espectacularmente atrayente. Se fusionaban los exquisitos olores a comida y especias con la música tribal, los llamativos ropajes de todas las especies con los rítmicos movimientos de los que los llevaban puestos... Y todo aquello en el seno de un lugar de lugares. Un recinto en el que se juntaban incontables hábitats, diferenciados entre sí pero armoniosamente compenetrados para generar el ambiente de mayor riqueza cultural que Eberus jamás había visto.
Cuando avanzaba a lomos de su corcel absorto e inmerso en aquel crisol de culturas, una voz le apeló desde abajo.
- ¿Por cassualidad no querrá ussted formar parte de una experiencia abssolutamente inolvidable?
- ¿Qué ofreces?
- ¿Ve ussted aquella carpa? Ess llamativa, ¿verdad?
- No te lo puedo negar.
- Puess mire, en esste lugar puede dejar ssu montura. Esstá invitado a echar un visstazzo ahí dentro. Madame Sizzay le explicará todo. Dissfrute, caballero.
- El relaciones públicas:
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Aquel hombre-serpiente lucía un vistoso conjunto, y con él difundía allá por donde anduviera los exquisitos olores del interior de la carpa impregnados en sus telas. Eberus notó un cierto tono sugerente en su habla, y por mera curiosidad le hizo caso, dejó a Morkvind donde reposaban todas las monturas y se acercó para echar un ojo.
A medida que se acercaba a la cortina de entrada, aquellos olores a cítricos, miel, canela, clavo e inciensos se iban intensificando, y cuando alcanzó a leer el cartel que había sobre la cortina, lo placentero de los olores se transformó en un estímulo para todo su cuerpo por igual, generando en él una fuerza que en palabras se podría describir como: "Entra, Eberus, y disfruta. Simplemente déjate llevar".
Eberus
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Cuando se reencontró con Lasha después de bajar del andamio, no supo qué decir más que darle un par de palmadas en la espalda y dejar respirar a la mareada felina que realizaba una especie de ejercicios de respiración con los ojos cerrados.
- Ha sido espectacular... Un poco brusco con respecto a los ensayos del otro día, pero bien, los nervios supongo- Sango se giró para ver un hombre pájaro hacer una reverencia y tenderle una mano emplumada que aceptó.- Ah, perdona, pensé que eras el señor Ulster. Mis disculpas, yo soy Argárafo de Insén, un orgulloso hombre pájaro como puedes ver.
- Yo Sango, el gusto es mío buen hombre. Pues sí, parece que el "señor Ulster" no pudo venir.
El hombre pájaro asintió y se acercó a Lasha que por fin levantó la cabeza y sonrió al ver una cara conocida. Intercambiaron amables palabras y luego un abrazo antes de que que Argárafo continuara su camino a la exhibición. Tenía un número preparado y no quería llegar tarde para realizar sus rituales previos al vuelo. Ben entonces observó el rostro serio de la felina antes de que sus ojos se encontraran. Ella, se levantó una vez más y le miró largo rato.
- No me has dicho nada nada.
- ¿Qué quieres que diga? He estado impresionante, tenías que ver como manejaba las palancas...- Lasha le golpeó el hombro sin evitar sonreir.- Me ha parecido una maravilla ¿Qué voy a decir? Seguro que has utilizado magia y no me he enterado. ¿Cómo puedes girar tanto tiempo y no perder la consciencia?
- Entrenamiento, Sango, mucho entrenamiento. Siempre quise volar, ¿sabes? Era mi sueño desde que visité Dundarak y vi dragones en el cielo. Era una simple cría y como estábamos en La Compañía, pues viajamos por todo Aerandir y el camino nos llevó hasta allí- suspiró.- ¿Los has visto, Sango? Criaturas grandes, hermosas, con la responsabilidad de cargar con el poder que albergan en su interior. Son criaturas perfectas.
- Tan perfectas como cualquiera de nosotros- Ben gruñó de mala gana y cambió el tema.- No deberíamos preocuparnos por esas cosas ahora, ese tal "señor Ulster" no se presentó aquí, ¿por qué no has ido a buscarle?
- Desde que le colocaron el implante no ha estado bien- miró a Sango y especificó.- Ahora es biocibernético. Probando el mecnismo de la grúa hubo un accidente y tuvieron que cortarle ambos brazos- hizo una pausa y caminaron entre las tiendas donde había menos gente.- Fue hace mucho tiempo, era una gata inquieta por aquel entonces y siempre estaba hablando de querer volar y que si los dragones esto, los dragones lo otro... En fin. Enrik Ulster, era el alma de la Compañía, siempre conseguía buenos sitios para actuar, nos arreglaba los escenarios, conseguía público, vendía entradas... Lo hacía todo para que nosotras sólo tuviéramos que ocuparnos de actuar- con un gesto indicó una nueva dirección.- Me construyó esa grúa para que yo pudiera convertir mi sueño en realidad, al menos mientras estuviera en el escenario- sonrió.- "Por vosotros, lo que sea", decía siempre.
- Hablas de él como si ya no estuviera.
- Desde que perdió los brazos, no ha sido el mismo. Siempre amenazaba con marcharse, sus ojos perdieron el brillo y sólo disfrutaba cuando me veía reír y danzar en el aire. Al menos es la impresión que me daba. La Compañía se desintegró, mi familia volvió al hogar y mis hermanos y hermanas, bueno, andarán por el mundo, supongo. "Cumple tu sueño, vuela cuanto puedas", decía. "Llegará el día en el que no esté y, ¿qué harás mi pequeña Latrovasha?", nunca me llamaba Lasha. Le gustaba mi nombre.
Se detuvieron frente a una tienda cerrada y Lasha se cruzó de brazos.
- Lo hice por él. Se que él así lo habría querido y ahora... No puedo verle así.
- ¿Lasha?
Le hizo un gesto para que entrara y Sango, tras unos instantes de estudiar a la mujer asintió con desconfianza. Apartó levemente la lona y asomó la cabeza. Allí no había nada fuera de lo normal en una tienda: ropa por un lado una estera a otro y poco más.
- Aquí no hay nada.
La mujer alzó la cabeza y se asomó. Se derrumbó al instante entre lágrimas.
- Yo creí que se había ido para siempre... He perdido el tiempo en la exhibición...- se llevó las manos a la cara y lloró de manera desconsolada.- Lo olí, Sango, olí la sangre, la suya- dijo entre lágrimas.
Ben entró en la tienda y dejó que sus ojos se adaptaran a la luz del interior. Removió con la puntera de la bota la ropa sucia del suelo y no vio nada. Empezaba a pensar que todo era una alucinación de la felina cuando se percató de una mancha en uno de los laterales de la tienda. Se acuclilló para verlo de cerca: se trataba de una salpicadura de sangre como la que deja un elemento cortante al moverla rápidamente a un lado. Sango salió de la tienda.
- Tu camarada puede estar en apuros- le puso la mano en la cabeza y miró hacia un lado y luego volvió a Lasha.- Hay sangre, ¿de quién? No lo sé. Pero deberíamos preguntar...
Sango se apartó y vio a una mujer con lo que parecía una niña. En aquel lugar muchas cosas no eran lo que parecía. Las mujeres y hombres bestia eran, en verdad, fascinantes.
- Disculpad- interrumpió la conversación.- Por un casual no habréis visto a alguien entrar o salir de esa tienda, ¿verdad? Aquí mi amiga ha perdido a un amigo y podría estar en apuros- se volvió hacia ellas nuevamente.- Por cierto, que modales los míos, soy Sango.
Ben tendió una mano hacia ellas.
Comienza la búsqueda de Enrik Ulster.
- Ha sido espectacular... Un poco brusco con respecto a los ensayos del otro día, pero bien, los nervios supongo- Sango se giró para ver un hombre pájaro hacer una reverencia y tenderle una mano emplumada que aceptó.- Ah, perdona, pensé que eras el señor Ulster. Mis disculpas, yo soy Argárafo de Insén, un orgulloso hombre pájaro como puedes ver.
- Yo Sango, el gusto es mío buen hombre. Pues sí, parece que el "señor Ulster" no pudo venir.
El hombre pájaro asintió y se acercó a Lasha que por fin levantó la cabeza y sonrió al ver una cara conocida. Intercambiaron amables palabras y luego un abrazo antes de que que Argárafo continuara su camino a la exhibición. Tenía un número preparado y no quería llegar tarde para realizar sus rituales previos al vuelo. Ben entonces observó el rostro serio de la felina antes de que sus ojos se encontraran. Ella, se levantó una vez más y le miró largo rato.
- No me has dicho nada nada.
- ¿Qué quieres que diga? He estado impresionante, tenías que ver como manejaba las palancas...- Lasha le golpeó el hombro sin evitar sonreir.- Me ha parecido una maravilla ¿Qué voy a decir? Seguro que has utilizado magia y no me he enterado. ¿Cómo puedes girar tanto tiempo y no perder la consciencia?
- Entrenamiento, Sango, mucho entrenamiento. Siempre quise volar, ¿sabes? Era mi sueño desde que visité Dundarak y vi dragones en el cielo. Era una simple cría y como estábamos en La Compañía, pues viajamos por todo Aerandir y el camino nos llevó hasta allí- suspiró.- ¿Los has visto, Sango? Criaturas grandes, hermosas, con la responsabilidad de cargar con el poder que albergan en su interior. Son criaturas perfectas.
- Tan perfectas como cualquiera de nosotros- Ben gruñó de mala gana y cambió el tema.- No deberíamos preocuparnos por esas cosas ahora, ese tal "señor Ulster" no se presentó aquí, ¿por qué no has ido a buscarle?
- Desde que le colocaron el implante no ha estado bien- miró a Sango y especificó.- Ahora es biocibernético. Probando el mecnismo de la grúa hubo un accidente y tuvieron que cortarle ambos brazos- hizo una pausa y caminaron entre las tiendas donde había menos gente.- Fue hace mucho tiempo, era una gata inquieta por aquel entonces y siempre estaba hablando de querer volar y que si los dragones esto, los dragones lo otro... En fin. Enrik Ulster, era el alma de la Compañía, siempre conseguía buenos sitios para actuar, nos arreglaba los escenarios, conseguía público, vendía entradas... Lo hacía todo para que nosotras sólo tuviéramos que ocuparnos de actuar- con un gesto indicó una nueva dirección.- Me construyó esa grúa para que yo pudiera convertir mi sueño en realidad, al menos mientras estuviera en el escenario- sonrió.- "Por vosotros, lo que sea", decía siempre.
- Hablas de él como si ya no estuviera.
- Desde que perdió los brazos, no ha sido el mismo. Siempre amenazaba con marcharse, sus ojos perdieron el brillo y sólo disfrutaba cuando me veía reír y danzar en el aire. Al menos es la impresión que me daba. La Compañía se desintegró, mi familia volvió al hogar y mis hermanos y hermanas, bueno, andarán por el mundo, supongo. "Cumple tu sueño, vuela cuanto puedas", decía. "Llegará el día en el que no esté y, ¿qué harás mi pequeña Latrovasha?", nunca me llamaba Lasha. Le gustaba mi nombre.
Se detuvieron frente a una tienda cerrada y Lasha se cruzó de brazos.
- Lo hice por él. Se que él así lo habría querido y ahora... No puedo verle así.
- ¿Lasha?
Le hizo un gesto para que entrara y Sango, tras unos instantes de estudiar a la mujer asintió con desconfianza. Apartó levemente la lona y asomó la cabeza. Allí no había nada fuera de lo normal en una tienda: ropa por un lado una estera a otro y poco más.
- Aquí no hay nada.
La mujer alzó la cabeza y se asomó. Se derrumbó al instante entre lágrimas.
- Yo creí que se había ido para siempre... He perdido el tiempo en la exhibición...- se llevó las manos a la cara y lloró de manera desconsolada.- Lo olí, Sango, olí la sangre, la suya- dijo entre lágrimas.
Ben entró en la tienda y dejó que sus ojos se adaptaran a la luz del interior. Removió con la puntera de la bota la ropa sucia del suelo y no vio nada. Empezaba a pensar que todo era una alucinación de la felina cuando se percató de una mancha en uno de los laterales de la tienda. Se acuclilló para verlo de cerca: se trataba de una salpicadura de sangre como la que deja un elemento cortante al moverla rápidamente a un lado. Sango salió de la tienda.
- Tu camarada puede estar en apuros- le puso la mano en la cabeza y miró hacia un lado y luego volvió a Lasha.- Hay sangre, ¿de quién? No lo sé. Pero deberíamos preguntar...
Sango se apartó y vio a una mujer con lo que parecía una niña. En aquel lugar muchas cosas no eran lo que parecía. Las mujeres y hombres bestia eran, en verdad, fascinantes.
- Disculpad- interrumpió la conversación.- Por un casual no habréis visto a alguien entrar o salir de esa tienda, ¿verdad? Aquí mi amiga ha perdido a un amigo y podría estar en apuros- se volvió hacia ellas nuevamente.- Por cierto, que modales los míos, soy Sango.
Ben tendió una mano hacia ellas.
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Interactúo, al final, con Ava Kenrith.Comienza la búsqueda de Enrik Ulster.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Moa se acercó de vuelta al puesto de su tribu junto con alguien que quería probar la deliciosa carne de yak en su jugo.
- Vaya, cliente nuevo. ¿Quieres probar carne de yak norteño en jugo? Son cinco aeros - le dijo confiado a Majistus con su acento norteño y su peculiar habla, recibiéndole sonriente y con los brazos abiertos. - Es broma, amigo - aclaró soltando una carcajada. - Ofrecemos gratis. Puedes disfrutar tu plato. Estamos aquí para celebrar, amigo. ¿De dónde vienes? - le preguntó amablemente y sin borrar la sonrisa de su gesto.
Los 14 Isklør que le acompañaban, estaban ya bastante afectados por la magia de la cerveza, que como ellos mismos contaban en sus leyendas podría tumbar a un gigante si bebiera la suficiente cantidad. Rieron todos a carcajadas tras la broma de Sein, e interrumpiendo la conversación que tenía con aquel humano comenzaron a agarrarle entre todos para alzarle con sus brazos y lanzarle hacia arriba para comenzar a corear su nombre.
- ¡Mano de Tigre! ¡Mano de Tigre! ¡Mano de Tigre! - Así es como llamaban por tradición a los chamanes de su tribu, La Mano del Tigre, haciendo una alegoría de la conexión entre él y el Tigre Guía, conexión que utilizan los chamanes para proteger a los suyos.
- ¡Hermano! Represéntanos en peleas. Isklør tenemos que dejar marca en feria de las bestias - le comentó su hermano Kato.
- ¿Qué peleas, hermano? - contestó con confianza, mostrando que estaba dispuesto a dejar el nombre de su gente en todo lo alto.
- Allí hacen peleas amistosas para entretenimiento. Acabo de ver pequeña gata derrotando a gran tigre.
Todos los de la tribu, que le habían bajado al suelo para que hablara con su hermano, escuchaban atentos, animándole y esperando ansiosamente escuchar la aceptación de Sein a esa propuesta.
- Tengo dolor en la espalda... Mano de Tigre no sabe si podrá pelear bien... - se quejaba en tono jocoso, actuando exageradamente como si realmente le doliera la espalda. - Necesito ánimos de mi gente, sino espalda dolerá y no me dejará pelear.
Comenzaron entonces a reír de nuevo y levantarle para lanzarle como antes hacia arriba repetidas veces y corear otra vez su nombre. Le llevaron entonces entre todos ahí subido hacia la zona de las peleas amistosas, mientras entre el vaivén de ser acarreado sonreía sintiendo el amor que le tenía su gente y el orgullo de ser un líder querido.
- ¡Mi hermano quiere participar! Es ese de arriba - explicó Kato señalándole. - Es chamán de nuestra tribu, Isklør, de montañas frías del norte. ¡Venimos a demostrar rudeza norteña! - gritó en su ebriedad, recibiendo como contestación los vítores de los de su tribu y algunos más del público.
Sein saludó a todos con el brazo, sonriendo con ligera timidez por la presentación que le había hecho su hermano pero mostrando confianza, mientras le bajaban de nuevo al suelo sus hermanos de tribu.
- Soy Sein. Mano del Tigre Guía. ¡¿Alguien desea combate con honor y con gloria para vencedor?! ¡Después de pelea invito a cerveza y carne de yak norteño a rival y sus compañeros! ¡Quien gane dirá cuanto bebe el otro!
______
OFF: Interactúo con Majistus al principio del post, y luego me acerco a la zona de las peleas amistosas para participar, y dejo el post en ese punto por si alguien quiere un duelo amistoso con una propuesta divertida y alcohólica para después.
- Vaya, cliente nuevo. ¿Quieres probar carne de yak norteño en jugo? Son cinco aeros - le dijo confiado a Majistus con su acento norteño y su peculiar habla, recibiéndole sonriente y con los brazos abiertos. - Es broma, amigo - aclaró soltando una carcajada. - Ofrecemos gratis. Puedes disfrutar tu plato. Estamos aquí para celebrar, amigo. ¿De dónde vienes? - le preguntó amablemente y sin borrar la sonrisa de su gesto.
Los 14 Isklør que le acompañaban, estaban ya bastante afectados por la magia de la cerveza, que como ellos mismos contaban en sus leyendas podría tumbar a un gigante si bebiera la suficiente cantidad. Rieron todos a carcajadas tras la broma de Sein, e interrumpiendo la conversación que tenía con aquel humano comenzaron a agarrarle entre todos para alzarle con sus brazos y lanzarle hacia arriba para comenzar a corear su nombre.
- ¡Mano de Tigre! ¡Mano de Tigre! ¡Mano de Tigre! - Así es como llamaban por tradición a los chamanes de su tribu, La Mano del Tigre, haciendo una alegoría de la conexión entre él y el Tigre Guía, conexión que utilizan los chamanes para proteger a los suyos.
- ¡Hermano! Represéntanos en peleas. Isklør tenemos que dejar marca en feria de las bestias - le comentó su hermano Kato.
- ¿Qué peleas, hermano? - contestó con confianza, mostrando que estaba dispuesto a dejar el nombre de su gente en todo lo alto.
- Allí hacen peleas amistosas para entretenimiento. Acabo de ver pequeña gata derrotando a gran tigre.
Todos los de la tribu, que le habían bajado al suelo para que hablara con su hermano, escuchaban atentos, animándole y esperando ansiosamente escuchar la aceptación de Sein a esa propuesta.
- Tengo dolor en la espalda... Mano de Tigre no sabe si podrá pelear bien... - se quejaba en tono jocoso, actuando exageradamente como si realmente le doliera la espalda. - Necesito ánimos de mi gente, sino espalda dolerá y no me dejará pelear.
Comenzaron entonces a reír de nuevo y levantarle para lanzarle como antes hacia arriba repetidas veces y corear otra vez su nombre. Le llevaron entonces entre todos ahí subido hacia la zona de las peleas amistosas, mientras entre el vaivén de ser acarreado sonreía sintiendo el amor que le tenía su gente y el orgullo de ser un líder querido.
- ¡Mi hermano quiere participar! Es ese de arriba - explicó Kato señalándole. - Es chamán de nuestra tribu, Isklør, de montañas frías del norte. ¡Venimos a demostrar rudeza norteña! - gritó en su ebriedad, recibiendo como contestación los vítores de los de su tribu y algunos más del público.
Sein saludó a todos con el brazo, sonriendo con ligera timidez por la presentación que le había hecho su hermano pero mostrando confianza, mientras le bajaban de nuevo al suelo sus hermanos de tribu.
- Soy Sein. Mano del Tigre Guía. ¡¿Alguien desea combate con honor y con gloria para vencedor?! ¡Después de pelea invito a cerveza y carne de yak norteño a rival y sus compañeros! ¡Quien gane dirá cuanto bebe el otro!
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OFF: Interactúo con Majistus al principio del post, y luego me acerco a la zona de las peleas amistosas para participar, y dejo el post en ese punto por si alguien quiere un duelo amistoso con una propuesta divertida y alcohólica para después.
Sein Isånd
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Ava observó a la niña con cierta tristeza, ¿cómo iba a explicarle el motivo que la frenaba a ir con ella? Era demasiado pequeña como para entenderlo, y además, no quería hablar de aquel tema. - Ennie… dime, ¿co… con quien has venido? - se atrevió a preguntar, y en función de la respuesta de la chica, decidiría si acercarse a saludar o no. - Con Gonerk, él propuso la idea, dijo que como siempre escasean los recursos nos vendría bien relacionarnos con otras tribus y comerciar. - respondió, encogiéndose ligeramente de hombros.
- Tiene razón. - comentó la cuerva, algo más tranquila al saber que el leónido lideraba a la delegación de su aldea. Gonerk era un hombre trabajador y honorable, dentro del pueblo era considerado de los más respetables, y su familia siempre se había llevado bien con la de Bullier. De hecho, ambos colaboraban a menudo en la forja, y Ava se había criado con sus hijos, quienes se acabaron convirtiendo en sus mejores amigos, al menos, hasta que todo estalló y la morena decidió encerrarse en sí misma.
- ¿Quién más ha venido? - retomó el tema, ligeramente esperanzada. - Pues… Sera, Lori, Dandrei, Kala… - comenzó a recitar, contando con los dedos conforme iba nombrando a sus compañeros de viaje.
- Pero será posible, ¿dónde se ha metido esa renacuaja? - masculló un zorro, no muy lejos de ellas. - ¡Ennie! ¿Dónde estás? Que seas una cría no significa que puedas escaquearte, tienes que trabajar como todos. - se quejó, justo antes de atisbar la figura de la insectoide. - Al fin te encuentro, ¿qué crees que estás… ? - el joven no acabó la frase, en cuanto reconoció a la alada su expresión cambió drásticamente. - Vaya vaya… buena captura Ennie, bien hecho. - felicitó a la chiquilla, dándole una palmadita en la cabeza.
- Cuanto tiempo ¿eh?... Ava. - continuó, ladeando la cabeza ligeramente mientras la recorría con la mirada. - ¿Estás sola? - preguntó, pero no obtuvo respuesta alguna por parte de la muchacha. - Mejor, así podemos ponernos al día tranquilamente. - siguió hablando, dando por hecho que lo estaba, mientras dos figuras se situaban a su espalda. - Chicos, mirad a quien me he encontrado… - indicó, señalándola con los brazos. - ¿No os parece una agradable sorpresa? - soltó, sonriendo ampliamente a sus camaradas.
- Dime Ava, ¿qué te trae por aquí?… a juzgar por ese atuendo... no me digas que te dedicas a pelear, eso sería un terrible desperdicio. - aseguró, dando un paso hacia ella. - Una chica como tú debería estar en otro tipo de ambientes… he oído que cerca de aquí hay una tienda de lo más interesante, ¿no te apetece echar un vistazo? Será divertido. - susurró, en parte por la presencia de Ennie.
La cuerva supo de inmediato a qué lugar se refería, justo del que venía huyendo, y la sola insinuación del zorro hizo que su rostro enrojeciese, pero no de vergüenza sino de pura rabia. ¿No habían tenido suficiente con atormentarla hasta obligarla a marcharse de su hogar?
Apretando los puños a los costados, trató de contener el impulso que recorría todo su cuerpo, pero si aquel imbécil seguía provocándola no tardaría en perder el control, como ya le había pasado en algunas ocasiones. - ¿Qué me dices? Podríamos pasar un buen rato juntos. - propuso descaradamente, alargando una de las zarpas para tomar un negro mechón del cabello de la morena, pero ella fue más rápida, y al ver su intención echó el brazo hacia atrás, tomó impulso y le propinó un fuerte puñetazo en el hocico.
Zefeus retrocedió, aturdido por el repentino golpe, cubriéndose la cara. - ¡Pero ¿qué te pasa?! - se quejó, aunque aquello no había mermado su determinación, al contrario, hacía que pareciese un reto y eso le gustaba. - Alguien tiene que enseñarte a comportarte… - dijo por lo bajo, limpiándose la sangre de la nariz justo antes de avanzar nuevamente hacia Ava, que ya lo esperaba, preparada para volver a atacar.
- ¡Eh! ¡Vosotros! - intervino un guardia, alcanzándolos antes de que la cosa fuese a más. - Si queréis daros de tortas perfecto, pero hacedlo en la arena, como todo el mundo. - los reprendió, señalando el recinto delimitado que se había habilitado para aquel tipo de cosas. - ¿Quieres que zanjemos esto? - preguntó, esbozando una ladina sonrisa. - ¿Y si lo hacemos más interesante? Si yo gano harás lo que te diga, si tú ganas ninguno de nosotros volverá a molestarte nunca más. - planteó, tomándose aquello como una apuesta.
- Camina. - fue la única palabra que salió de los labios de la joven, y con ello, aceptó el enfrentamiento. Sus ambarinos ojos brillaban con la llama de la ira, ya había soportado bastante, estaba harta de todo aquello… así que por aquella vez, no se contendría.
- ¡Dos nuevos contendientes han llegado a la arena! ¡Adelante valientes! - anunció la organizadora, y tras explicar brevemente las normas a los presentes, dio comienzo el combate “amistoso”. - Tranquila, intentaré no hacerte daño, no me conviene. - soltó el zorro, que planeaba inmovilizarla y obligarla a rendirse, pero para eso primero tendría que atraparla, y eso no iba a resultarle tan fácil como pensaba.
La morena desplegó las alas y se puso en posición defensiva, con los brazos delante del torso y las piernas flexionadas, pero no iba a dejar que aquel patán le pusiese un dedo encima. En cuanto Zefeus se abalanzó hacia ella, batió con fuerza las negras extremidades y se elevó en el aire, quedando fuera del alcance de su contrincante. - Eh…¿puedes volar? - preguntó visiblemente sorprendido, ya que nunca la había visto hacerlo.
Pero en vez de responderle, la hija de Midgar volvió a mover los plumíferos miembros para caer en picado hacia su objetivo, embistiéndolo y haciéndolo rodar varios metros por la arena. Una densa nube de polvo se levantó en el recinto, impidiendo que el público pudiese ver lo que ocurría entre los luchadores hasta que el cánido salió de la misma, tosiendo y agarrándose uno de los costados.
Ava lo siguió, ésta vez por tierra, y se lanzó hacia él sin darle tiempo a recuperarse. Por suerte para el zorro, su cuerpo reaccionó de forma casi instintiva, girándose a tiempo de alzar una de las zarpas para detener el puñetazo que iba directo a su cabeza, pero la joven no se quedó quieta, echó la zurda hacia atrás y atacó nuevamente, obligándolo a dejar de lado el dolor que le recorría las costillas para sujetarle la otra mano.
Estaban en un punto muerto, aparentemente, pues ninguno de los dos cedía, por lo que solo quedaba recurrir a golpes menos convencionales. Sabiéndose en desventaja, Zefeus no dudó en propinarle un rodillazo a la altura del vientre, haciendo que la cuerva se doblase ligeramente a causa del impacto, pero gracias a la armadura no consiguió más efecto que ese… y aumentar el enfado de la muchacha.
Cuando volvió a mirarlo, había algo en sus brillantes ojos, algo que le advertía del peligro. Rápidamente, la mujer bestia dejó de hacer fuerza con los brazos y se liberó del agarre de su rival, para de inmediato aferrarlo por las muñecas con fuerza y batir las alas, elevándose del suelo y llevándoselo consigo. - ¿No deberíamos parar esto? - se preguntaron los organizadores, que ya se estaban dando cuenta de que no iba a terminar bien.
- ¡Suéltame! ¡Bájame de aquí! - gritó el zorro, nada más dejar de sentir el piso bajo sus patas. Ava no le hizo caso, siguió subiendo hasta que el peso de su carga no le permitió ganar más altura. Solo estaban a unos metros del suelo pero sería suficiente, así que lo soltó y se elevó un poco más, para luego caer sobre él con las piernas por delante, provocando que el aterrizaje fuese más duro.
- Pa… para… me rindo. - masculló, con la bota de la morena presionándole el pecho. - Cumple tu palabra. - exigió ella, sin apartarse todavía. - Sí, no… no te molestaremos más. - aseguró Zefeus, sintiendo que le costaba respirar a causa de la presión. Solo entonces, la córvida se hizo a un lado, mientras los otros dos miembros de su aldea entraban a toda prisa para ayudar a su amigo a incorporarse. Durante un instante se quedaron mirándola, preguntándose si debían hacer algo al respecto, pero pronto un sonoro gruñido proveniente del público hizo que olvidasen aquella idea.
- No esperaba menos de la hija de mi camarada. - habló Gonerk, desde la valla del recinto. - Vosotros tres, volved a la tienda de inmediato y poneos a trabajar… os traje para comerciar, no para que armaseis este alboroto, menos mal que aún me queda una ayudante decente. - añadió, dando una cariñosa palmadita en la cabeza a Ennie, que estaba a su lado y había ido a buscarlo en cuanto Ava y Zefe se encaminaron hacia la arena.
Sin rechistar, los jóvenes abandonaron el lugar, cosa que también hizo la muchacha, dejando paso a los siguientes contendientes. - ¿Te encuentras bien Ava? - preguntó el leónido, en cuanto se acercó lo suficiente a donde estaba. - Sí… cre...creo que acabo de quitarme un peso de encima. - respondió con lentitud, asimilando lo que aquella pequeña victoria suponía. - Me alegro, Ennie corrió a avisarme de que ibais a pelearos y me hice una idea del por qué… - tomó la palabra, dejando escapar un suspiro de resignación. - Por suerte no hizo falta que interviniese, has mejorado mucho desde que dejaste el pueblo. - continuó, permitiéndose esbozar una leve sonrisa.
- Tengo que sermonear a esos holgazanes para que no vuelvan a meterse en problemas, pero si puedes, pásate por nuestro puesto antes de que acabe la feria, me gustaría hablar contigo y que me cuentes cómo te ha ido estos meses, así podré darle noticias tuyas a Bullier cuando regrese. - la invitó, pasando a centrarse en la pequeña insectoide. - Y a ti Ennie, como te has portado bien, te libero de tus obligaciones, ve con Ava a recorrer la feria y diviértete. - indicó, consiguiendo que la niña se emocionase. - ¡¿De verdad?! ¡Gracias! - exclamó, tomando la mano de la mujer bestia para tirar de ella hacia las tiendas.
Mucho más animada, no solo por haber ganado sino también por contar con la compañía de la chiquilla, la morena se dejó llevar a través de la multitud, hasta que empezaron a escuchar algo de un espectáculo aéreo. - Quiero ver eso, ¡vamos! - incitó Ennie, pero antes de que pudiesen dar con la zona en que se estaba llevando a cabo la exhibición, un hombre se acercó a ellas.
Al parecer estaba buscando a alguien que podía estar en problemas, y quería saber si por casualidad habían visto algo. - Y...Yo soy Ava. - consiguió responder, volviendo a su estado normal y a la incomodidad con que estaba acostumbrada a vivir, la misma que le impedía tomar la mano que le ofrecían en aquel momento. - Lo si… siento, no he visto nada. - añadió, pero su acompañante sí tenía algo que aportar. - ¿Esa tienda? Yo sí, vi a un hombre salir de ella no hace mucho, se fue en aquella dirección. - reveló, señalando el camino que había tomado el sujeto. - Y me llamo Ennie, ¡encantada! - se presentó sonriente, aceptando el gesto del extraño y estrechándole la mano con las suyas, que eran mucho más pequeñas debido a su corta edad.
- ¿Está en peligro? ¿Qué le ha pasado? - quiso saber, olvidando momentáneamente lo del espectáculo aéreo.
Off: Tenía el post casi acabado cuando leí tu interacción Sango, así que la añado al final del mío.
- Tiene razón. - comentó la cuerva, algo más tranquila al saber que el leónido lideraba a la delegación de su aldea. Gonerk era un hombre trabajador y honorable, dentro del pueblo era considerado de los más respetables, y su familia siempre se había llevado bien con la de Bullier. De hecho, ambos colaboraban a menudo en la forja, y Ava se había criado con sus hijos, quienes se acabaron convirtiendo en sus mejores amigos, al menos, hasta que todo estalló y la morena decidió encerrarse en sí misma.
- ¿Quién más ha venido? - retomó el tema, ligeramente esperanzada. - Pues… Sera, Lori, Dandrei, Kala… - comenzó a recitar, contando con los dedos conforme iba nombrando a sus compañeros de viaje.
- Pero será posible, ¿dónde se ha metido esa renacuaja? - masculló un zorro, no muy lejos de ellas. - ¡Ennie! ¿Dónde estás? Que seas una cría no significa que puedas escaquearte, tienes que trabajar como todos. - se quejó, justo antes de atisbar la figura de la insectoide. - Al fin te encuentro, ¿qué crees que estás… ? - el joven no acabó la frase, en cuanto reconoció a la alada su expresión cambió drásticamente. - Vaya vaya… buena captura Ennie, bien hecho. - felicitó a la chiquilla, dándole una palmadita en la cabeza.
- Cuanto tiempo ¿eh?... Ava. - continuó, ladeando la cabeza ligeramente mientras la recorría con la mirada. - ¿Estás sola? - preguntó, pero no obtuvo respuesta alguna por parte de la muchacha. - Mejor, así podemos ponernos al día tranquilamente. - siguió hablando, dando por hecho que lo estaba, mientras dos figuras se situaban a su espalda. - Chicos, mirad a quien me he encontrado… - indicó, señalándola con los brazos. - ¿No os parece una agradable sorpresa? - soltó, sonriendo ampliamente a sus camaradas.
- Dime Ava, ¿qué te trae por aquí?… a juzgar por ese atuendo... no me digas que te dedicas a pelear, eso sería un terrible desperdicio. - aseguró, dando un paso hacia ella. - Una chica como tú debería estar en otro tipo de ambientes… he oído que cerca de aquí hay una tienda de lo más interesante, ¿no te apetece echar un vistazo? Será divertido. - susurró, en parte por la presencia de Ennie.
La cuerva supo de inmediato a qué lugar se refería, justo del que venía huyendo, y la sola insinuación del zorro hizo que su rostro enrojeciese, pero no de vergüenza sino de pura rabia. ¿No habían tenido suficiente con atormentarla hasta obligarla a marcharse de su hogar?
Apretando los puños a los costados, trató de contener el impulso que recorría todo su cuerpo, pero si aquel imbécil seguía provocándola no tardaría en perder el control, como ya le había pasado en algunas ocasiones. - ¿Qué me dices? Podríamos pasar un buen rato juntos. - propuso descaradamente, alargando una de las zarpas para tomar un negro mechón del cabello de la morena, pero ella fue más rápida, y al ver su intención echó el brazo hacia atrás, tomó impulso y le propinó un fuerte puñetazo en el hocico.
Zefeus retrocedió, aturdido por el repentino golpe, cubriéndose la cara. - ¡Pero ¿qué te pasa?! - se quejó, aunque aquello no había mermado su determinación, al contrario, hacía que pareciese un reto y eso le gustaba. - Alguien tiene que enseñarte a comportarte… - dijo por lo bajo, limpiándose la sangre de la nariz justo antes de avanzar nuevamente hacia Ava, que ya lo esperaba, preparada para volver a atacar.
- ¡Eh! ¡Vosotros! - intervino un guardia, alcanzándolos antes de que la cosa fuese a más. - Si queréis daros de tortas perfecto, pero hacedlo en la arena, como todo el mundo. - los reprendió, señalando el recinto delimitado que se había habilitado para aquel tipo de cosas. - ¿Quieres que zanjemos esto? - preguntó, esbozando una ladina sonrisa. - ¿Y si lo hacemos más interesante? Si yo gano harás lo que te diga, si tú ganas ninguno de nosotros volverá a molestarte nunca más. - planteó, tomándose aquello como una apuesta.
- Camina. - fue la única palabra que salió de los labios de la joven, y con ello, aceptó el enfrentamiento. Sus ambarinos ojos brillaban con la llama de la ira, ya había soportado bastante, estaba harta de todo aquello… así que por aquella vez, no se contendría.
- ¡Dos nuevos contendientes han llegado a la arena! ¡Adelante valientes! - anunció la organizadora, y tras explicar brevemente las normas a los presentes, dio comienzo el combate “amistoso”. - Tranquila, intentaré no hacerte daño, no me conviene. - soltó el zorro, que planeaba inmovilizarla y obligarla a rendirse, pero para eso primero tendría que atraparla, y eso no iba a resultarle tan fácil como pensaba.
La morena desplegó las alas y se puso en posición defensiva, con los brazos delante del torso y las piernas flexionadas, pero no iba a dejar que aquel patán le pusiese un dedo encima. En cuanto Zefeus se abalanzó hacia ella, batió con fuerza las negras extremidades y se elevó en el aire, quedando fuera del alcance de su contrincante. - Eh…¿puedes volar? - preguntó visiblemente sorprendido, ya que nunca la había visto hacerlo.
Pero en vez de responderle, la hija de Midgar volvió a mover los plumíferos miembros para caer en picado hacia su objetivo, embistiéndolo y haciéndolo rodar varios metros por la arena. Una densa nube de polvo se levantó en el recinto, impidiendo que el público pudiese ver lo que ocurría entre los luchadores hasta que el cánido salió de la misma, tosiendo y agarrándose uno de los costados.
Ava lo siguió, ésta vez por tierra, y se lanzó hacia él sin darle tiempo a recuperarse. Por suerte para el zorro, su cuerpo reaccionó de forma casi instintiva, girándose a tiempo de alzar una de las zarpas para detener el puñetazo que iba directo a su cabeza, pero la joven no se quedó quieta, echó la zurda hacia atrás y atacó nuevamente, obligándolo a dejar de lado el dolor que le recorría las costillas para sujetarle la otra mano.
Estaban en un punto muerto, aparentemente, pues ninguno de los dos cedía, por lo que solo quedaba recurrir a golpes menos convencionales. Sabiéndose en desventaja, Zefeus no dudó en propinarle un rodillazo a la altura del vientre, haciendo que la cuerva se doblase ligeramente a causa del impacto, pero gracias a la armadura no consiguió más efecto que ese… y aumentar el enfado de la muchacha.
Cuando volvió a mirarlo, había algo en sus brillantes ojos, algo que le advertía del peligro. Rápidamente, la mujer bestia dejó de hacer fuerza con los brazos y se liberó del agarre de su rival, para de inmediato aferrarlo por las muñecas con fuerza y batir las alas, elevándose del suelo y llevándoselo consigo. - ¿No deberíamos parar esto? - se preguntaron los organizadores, que ya se estaban dando cuenta de que no iba a terminar bien.
- ¡Suéltame! ¡Bájame de aquí! - gritó el zorro, nada más dejar de sentir el piso bajo sus patas. Ava no le hizo caso, siguió subiendo hasta que el peso de su carga no le permitió ganar más altura. Solo estaban a unos metros del suelo pero sería suficiente, así que lo soltó y se elevó un poco más, para luego caer sobre él con las piernas por delante, provocando que el aterrizaje fuese más duro.
- Aterrizaje:
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- Pa… para… me rindo. - masculló, con la bota de la morena presionándole el pecho. - Cumple tu palabra. - exigió ella, sin apartarse todavía. - Sí, no… no te molestaremos más. - aseguró Zefeus, sintiendo que le costaba respirar a causa de la presión. Solo entonces, la córvida se hizo a un lado, mientras los otros dos miembros de su aldea entraban a toda prisa para ayudar a su amigo a incorporarse. Durante un instante se quedaron mirándola, preguntándose si debían hacer algo al respecto, pero pronto un sonoro gruñido proveniente del público hizo que olvidasen aquella idea.
- No esperaba menos de la hija de mi camarada. - habló Gonerk, desde la valla del recinto. - Vosotros tres, volved a la tienda de inmediato y poneos a trabajar… os traje para comerciar, no para que armaseis este alboroto, menos mal que aún me queda una ayudante decente. - añadió, dando una cariñosa palmadita en la cabeza a Ennie, que estaba a su lado y había ido a buscarlo en cuanto Ava y Zefe se encaminaron hacia la arena.
Sin rechistar, los jóvenes abandonaron el lugar, cosa que también hizo la muchacha, dejando paso a los siguientes contendientes. - ¿Te encuentras bien Ava? - preguntó el leónido, en cuanto se acercó lo suficiente a donde estaba. - Sí… cre...creo que acabo de quitarme un peso de encima. - respondió con lentitud, asimilando lo que aquella pequeña victoria suponía. - Me alegro, Ennie corrió a avisarme de que ibais a pelearos y me hice una idea del por qué… - tomó la palabra, dejando escapar un suspiro de resignación. - Por suerte no hizo falta que interviniese, has mejorado mucho desde que dejaste el pueblo. - continuó, permitiéndose esbozar una leve sonrisa.
- Tengo que sermonear a esos holgazanes para que no vuelvan a meterse en problemas, pero si puedes, pásate por nuestro puesto antes de que acabe la feria, me gustaría hablar contigo y que me cuentes cómo te ha ido estos meses, así podré darle noticias tuyas a Bullier cuando regrese. - la invitó, pasando a centrarse en la pequeña insectoide. - Y a ti Ennie, como te has portado bien, te libero de tus obligaciones, ve con Ava a recorrer la feria y diviértete. - indicó, consiguiendo que la niña se emocionase. - ¡¿De verdad?! ¡Gracias! - exclamó, tomando la mano de la mujer bestia para tirar de ella hacia las tiendas.
Mucho más animada, no solo por haber ganado sino también por contar con la compañía de la chiquilla, la morena se dejó llevar a través de la multitud, hasta que empezaron a escuchar algo de un espectáculo aéreo. - Quiero ver eso, ¡vamos! - incitó Ennie, pero antes de que pudiesen dar con la zona en que se estaba llevando a cabo la exhibición, un hombre se acercó a ellas.
Al parecer estaba buscando a alguien que podía estar en problemas, y quería saber si por casualidad habían visto algo. - Y...Yo soy Ava. - consiguió responder, volviendo a su estado normal y a la incomodidad con que estaba acostumbrada a vivir, la misma que le impedía tomar la mano que le ofrecían en aquel momento. - Lo si… siento, no he visto nada. - añadió, pero su acompañante sí tenía algo que aportar. - ¿Esa tienda? Yo sí, vi a un hombre salir de ella no hace mucho, se fue en aquella dirección. - reveló, señalando el camino que había tomado el sujeto. - Y me llamo Ennie, ¡encantada! - se presentó sonriente, aceptando el gesto del extraño y estrechándole la mano con las suyas, que eran mucho más pequeñas debido a su corta edad.
- ¿Está en peligro? ¿Qué le ha pasado? - quiso saber, olvidando momentáneamente lo del espectáculo aéreo.
- Zefeus y Gonerk:
- Zefeus
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Gonerk
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Off: Tenía el post casi acabado cuando leí tu interacción Sango, así que la añado al final del mío.
Ava Kenrith
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
De entre los puestos, una joven de cabellera negra y ojos color ámbar andaba por entre los puestos. Esa joven era la bruja Ryra. Ella había estado andando, en una persecución de un viejo conocido. Cuando ella vio a lo lejos a Gaegel llevar a una mujer de cabellera negra se encargó de embrujarlo con una pócima que había comprado para llevarlo a otra posada y así hablar un poco del pasado. Aunque ella estaba segura que el licántropo no podría recordar eso, ya que esa pócima mantiene los recuerdos sellados mientras quien dio el brebaje lo vea conveniente.
Cuando vio al hombre que perseguía entrar a la carpa del placer, prefirió aplazar el reencuentro para otro momento. Mientras tanto, ella aprovecharía para divertirse en la feria. Todo era tan colorido. En su andar compró algo de fruta, y tras tener el estómago saciado, escuchó que daría inicio la exhibición de vuelo. Por lo que le pareció buena idea ir a echar un vistazo. Se encaminó hacia el acantilado, colocándose en una zona segura.
Una vez allí. Vio como uno a uno las criaturas se lanzaban al vacío para así emprender vuelo. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa, después de todo, esa habilidad era sumamente práctica. El poder tener dominio de los cielos te podía brindar tantas ventajas, tanto a la hora de viajar, como también en el combate. En eso una persona se acercó alguien con un catalejo. - ¿Le gustaría poder ver mejor la exhibición con esto? - Le dijo un hombre con cierto toque de galantería, lo que hizo que Ryra le sonriera levemente. - Muchas gracias, le agradezco, pero tengo una buena vista. - Dijo volviendo su vista hacia un hombre águila, el cual tenía un gran dominio en el vuelo en picada para luego elevarse y dar impresionantes volteretas con la velocidad que había obtenido.
Ryra decidió rechazar el catalejo, que si bien es cierto que tiene una gran vista a la distancia que si bien no se compara con la de los elfos, había aprendido a desarrollar en su experiencia del uso del arco, también decidió no tomar el catalejo porque de inmediato ella se dio cuenta que ese hombre tenía intenciones de intentar ligar con ella, y por ahora ella no deseaba darle pie, ya que no le parecía atractivo.
Cuando vio al hombre que perseguía entrar a la carpa del placer, prefirió aplazar el reencuentro para otro momento. Mientras tanto, ella aprovecharía para divertirse en la feria. Todo era tan colorido. En su andar compró algo de fruta, y tras tener el estómago saciado, escuchó que daría inicio la exhibición de vuelo. Por lo que le pareció buena idea ir a echar un vistazo. Se encaminó hacia el acantilado, colocándose en una zona segura.
Una vez allí. Vio como uno a uno las criaturas se lanzaban al vacío para así emprender vuelo. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa, después de todo, esa habilidad era sumamente práctica. El poder tener dominio de los cielos te podía brindar tantas ventajas, tanto a la hora de viajar, como también en el combate. En eso una persona se acercó alguien con un catalejo. - ¿Le gustaría poder ver mejor la exhibición con esto? - Le dijo un hombre con cierto toque de galantería, lo que hizo que Ryra le sonriera levemente. - Muchas gracias, le agradezco, pero tengo una buena vista. - Dijo volviendo su vista hacia un hombre águila, el cual tenía un gran dominio en el vuelo en picada para luego elevarse y dar impresionantes volteretas con la velocidad que había obtenido.
Ryra decidió rechazar el catalejo, que si bien es cierto que tiene una gran vista a la distancia que si bien no se compara con la de los elfos, había aprendido a desarrollar en su experiencia del uso del arco, también decidió no tomar el catalejo porque de inmediato ella se dio cuenta que ese hombre tenía intenciones de intentar ligar con ella, y por ahora ella no deseaba darle pie, ya que no le parecía atractivo.
- OFF:
- Este post, y el resto que haga en este hilo son protagonizados por Ryra, la acompañante de Gaegel. Si deseas acercarte a ella puedes hacerlo con toda confianza.
Gaegel
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Subía de rama en rama como buenamente podía. No estaba acostumbrada a balancearse así entre árboles. El parkour era algo que lo dejaba reservado para las ciudades. De hecho, no estaba segura si alguna vez tuvo que usar sus habilidades ágiles en plena naturaleza..., pero le estaba gustando. Tenía una sensación de adrenalina y cierto picor en el estómago que la motivaban a seguir cada vez más rápido. Sus respuestas motoras eran buenas, por lo que cualquiera que la viera podría creerse que se crió en mitad de un bosque saltando de árbol en árbol.
Tenía que llegar a la cima de un enorme árbol antes que su rival: Thea, una mujer leopardo que se jactaba de ser la más ágil del lugar. Nadie hasta ahora en la feria había podido vencerla en un juego que ella, junto con sus compañeros, habían inventado justo para aquello. Los hombres-bestia siempre tenían que demostrar algo más de superioridad que ninguna otra raza en cualquier ámbito, ya fuese fuerza, inteligencia, rapidez, o en este caso, agilidad. Y eso a Helena le molestaba, y pensaba cerrar la bocaza de la felina y todos sus compañeros (además de ganarse un par de rondas de cerveza que la propia Thea le había prometido).
El árbol era inusualmente grande, escogido especialmente para esa prueba.
Llegó un punto en el que los hombros empezaban a pesarle y las ramas cada vez eran más delgadas. En la copa, para señalar la meta, había una pequeña plataforma. Quien la pisara primero y agarrase el banderín rojo que estaba en su centro ganaba. No estaba permitido interferir en la escalada de tu rival, por lo que era un prueba meramente de agilidad propia.
De vez en cuando, entre las ramas, podía ver como la figura de la mujer-leopardo pasaba de rama a rama con gracia y estilo. Eran muchas las veces en las que sobrepasaba a la bruja, pero por pura cabezonería de esta última, acababa alcanzándola, aunque nunca podía sobrepasarla. Y eso fastidiaba mucho a la Rhodes, pues hería su orgullo.
Finalmente, llegaron a la plataforma final, con mucha fatiga y cansancio por parte de Helena (al contrario que su rival que parecía fresca como una lechuga), ambas se miraron de extremo a extremo, con el banderín ondeando esperando a su vencedora.
No dijeron nada, sus ojos ya hablaban por ellas; los de Helena llenos de ira competitiva, los de Thea agraciados por haber encontrado una rival digna.
Un instante después, ambas los achicaron y, como si estuviesen mentalmente coordinadas, dieron un impulso hacia adelante.
Thea iba a agarrar el banderín, ya lo había hecho más veces, y sabía exactamente cómo tenía que hacerlo, mecánicamente el gesto estaba grabado en su cabeza..., pero para su sorpresa, Helena, en una postura más baja que ella, se le adelantaba, con un movimiento ágil y sutil, para agarrar definitivamente el banderín y quitarlo de las zarpas de la mujer-leopardo, que a pesar de hacer el gesto de agarrarlo, ni siquiera llegó a rozarlo.
Se quedó quieta, mirando cómo se había esfumado de sus propias manos. Helena estaba detrás suya, una sencilla finta le había bastado para no chocarse con la mujer-bestia.
La bruja respiraba fuerte y muy seguido. Mostrando que realmente le había costado ganar a Thea. Esta última se volvió y, con una sonrisa que mostraba todos sus dientes, aplaudió con deportividad.
-Enhorabuena, bruja. Y sin usar un solo truco.
Helena también se volvió. Sonrió orgullosa y cansada.
-Por supuesto que sí.
Había ganado. No podía esperar otro resultado, y encima había sorprendido tanto a Thea como a todos los que abajo estaban mirando la pequeña competición. Se sentía henchida de orgullo, lo cual no hacía más que hacer crecer a su ego desmesurado.
Como se le había prometido, Helena fue recompensada por Thea y sus compañeros (todos hombres y mujeres guepardos pertenecientes a una misma tribu) a, ni más ni menos, que dos rondas de la mejor cerveza al oeste del continente central, fabricada por una tribu de hombres-pájaro amiga de la tribu de Thea.
La Rhodes no había probado una bebida tan sabrosa, fresca y con una textura tan agradable en su vida. Sin duda, a partir de ahora esa sería su favorita. Tendría que indagar más sobre esos hombres-pájaro para seguir probando aquella delicia.
Sin duda, acercarse a aquella feria había sido una idea acertada. Necesitaba relajarse y, sin lugar a dudas, lo estaba consiguiendo.
Cuando dejó a la tribu de Thea, fue en busca de otros entretenimientos que aquel recinto pudiera ofrecerle. Se encontró con la casa del placer, aunque curiosa, pasó de largo. Ahora mismo quería probar otras cosas, pero no descartaba acercarse y husmear cuando cayera la noche.
La tarde cayó sin que se hubiese dado cuenta y su paseo por la feria la llevó hasta el evento de vuelo que se había organizado tan de repente como cualquier otro. Allí todo parecía estar dispuesto a sorprenderla, y ella tan encantada. Entre otros participantes que desplegaron sus habilidades, le pareció ver a un felino volar, en concreto, a una mujer tigre, lo cual hizo abrir sus ojos como platos cuando se percató que estos no le engañaban. Rió para sí misma. Hacía tiempo que un lugar no la hacía tan feliz. Deseaba que aquella feria durase para siempre.
Junto a ella, entre el grupo que desde su posición se dispuso a ver los vuelos, se encontraba una mujer que desprendía cierto aura de éter que le resultaba familiar; era una bruja, como ella. Curiosamente no se había encontrado con ningún congénere hasta ahora, lo que le hizo enarcar una ceja para observarla con sutileza. Al parecer un hombre se le había acercado con galantería para cortejarla, pero amablemente la mujer lo rechazó. Helena esbozó una sonrisa y devolvió su mirada hacia el espectáculo. En ese momento se empezaba a dar cuenta que quizás sería buena idea hacerse con un catalejo, pues se estaba perdiendo detalles que a simple vista no serían perceptibles..., pero le daba pereza. Seguiría un rato más allí hasta que se aburriera.
Off: Hago mención a Lasha y su espectacular vuelo gracias al bueno de Sango. También hago mención al patético intento de cortejo de un hombre sobre Ryra *risas ociosas*.
Helena Rhodes
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Maldita sea, otra festividad a la que tengo que ir… - mencioné mientras me sentaba en el suelo cerca de un árbol de Ullúme que me protegía del sol.
¿Acaso no te gusta la idea de divertirte mientras trabajas? – replicó Dante mientras veía a lo lejos las diferentes tiendas y atracciones del evento del orgullo bestial.
Recuerda que estamos aquí por una misión, esto no es para divertirnos – recalqué con tono seco cuál regaño. – Debemos ubicar a ese tal Rhox, para ver si es digno de ser una estrella – miré a mi nuevo “compañero” y su ave juzgando la decisión de Corvo, aquel sujeto no lo consideraba digno de ser una estrella y ahora debía estar con “Pollux”, me costaba pensar que el líder se hubiese equivocado, así que solo me tocaba continuar y tratar de no asesinar a aquel idiota y su pollo.
Idiota… - mencionó en voz baja.
¿Disculpa?
Hablo con mi cuervo, así que no te entrometas. – Comentó, a lo que el ave de plumajes negros empezó a picotear en el brazo de metal de Dante para comunicarse con él. El humano soltaba algunas carcajadas mientras yo seguía irritado por tener que lidiar con aquella “festividad” y aquel sujeto.
Bueno, yo iré con Kvasir a buscar al rinoceronte, tú… bueno, tu trata de no quemarte. Señor soy el mejor, pero me da miedo el sol… - dijo el humano mientras salía del bosque oscuro.
Mi rabia creció súbitamente ante las ofensas de aquel tipejo, pero no podía hacer nada, Corvo había sido claro en las normas y debía acatarlas incluso si tenía que tolerar al imbécil.
Kwrah- El ave hizo un sonido y alzó en vuelo unos pocos metros para nuevamente colocarse en el hombro de su dueño y partir al centro del festival.
Me levanté del suelo y empecé a rodear los árboles, me causaba profunda admiración aquella planta. Su color, su capacidad de absorber el sol, su significado y simbolismo. Por mi cabeza pasaban ideas de como su madera y hojas podrían utilizarse, armas, pociones, armaduras y demás artefactos… Conocía a un vampiro muy capaz con las plantas, quizás en algún momento podríamos sentarnos a discutir las posibilidades de aquel maravilloso árbol. E incluso, la idea de tratar de cultivarlo alrededor de mi torre resultaba estética y funcionalmente atractiva, aunque entendía que eran plantas particulares y extrañas…
Las horas pasaban, pero aún seguía obligado a permanecer cerca de la negrura, el sol empezaba a ocultarse, así que pronto podría salir para continuar con la búsqueda del druida encargado por Gnosis.
Nuevamente, me senté en el suelo apoyando mi espalda de uno de los troncos muertos de Ullúme, con una pierna recogida en la cual apoyaba uno de mis brazos, saqué un pequeño libro que cargaba conmigo y empecé a perderme en la lectura. No obstante, muchas personas empezaron a caminar por el bosque, al parecer se realizaría un evento de vuelo, y cerca del bosque se tendría la mejor vista de las acrobacias aéreas. No me interesaba observar aquel espectáculo, había comenzado con el libro y no tenía ganas de detenerme para ver unos pájaros volar, ya con el emplumado de Kvasir tenía suficiente.
Señor, ¿usted no va a volar?, ¿les tiene miedo a las alturas?, ¿Qué lee?
M interrumpió una pequeña bestia con alas.
No, no me interesa ver ese tonto espectáculo, si quieres verlo tienes que seguir a aquellas personas – señalé a un cúmulo de sujetos que se dirigían en marcha con catalejos en mano entre los árboles.
Es que, es que… tengo miedo, no me gustan las alturas y y, ¿y si mejor me lee un cuento?
La pequeña se sentó a mi lado. – Estoy leyendo historias de terror, si le tienes miedo a las alturas, más miedo le vas a tener a mi lectura…
Ohh, no importa, le tengo miedo a las alturas porque yo debo aprender a volar, soy un pájaro al final de cuentas. En cambio, tus historias están en tus páginas, no tengo que enfrentarme a ellas directamente. – Sonreí al escuchar la credulidad de aquella criatura que no entendía que el terror en el mundo es más oscuro y cruel que el de unas páginas escritas.
Que conste que te lo advertí, tus pesadillas no serán mi culpa…
Mientras releía el prólogo para dar contexto del escritor, varios niños se acercaron y se sentaron en círculo alrededor mío, ahora yo parecía ser parte de un evento más, que lamentable.
Ok… guarden silencio o los arrojaré a los vampiros que viven dentro del bosque oscuro…
Desde hace mucho tiempo atrás, a lo largo y ancho de montañas, valles, ríos y paisajes de Aerandir, se dice que hay una mujer fantasma deambulando de aquí para allá, le llaman La Llorona. Quienes la han visto, cuentan que viste con un vestido blanco como la luna que le tapa todo su cuerpo hasta los pies descalzos…
Los niños se abrazaban con los ojos que empezaban a abrirse como platos.
Kwrah
Dante continuaba caminando en el festival con su brazo metálico fuera de sus ropajes negros, Kvasir sobre la prótesis se apoyaba para picotearla y comunicarse con el humano. Estos dos se entendían.
Tienes razón, tienes razón, el paliducho es un idiota, pero ya sabes las reglas…
Yo te lo digo Dante, ¿chupar para vivir? Eso sí que es una forma deplorable de existir, es más si tanto quiere, que chupe esta… - comentó el pájaro en código con su forma particular de ser, grosera.
Jajaja, eres de lo peor K, ahora sigamos buscando al rinoceronte ese, en la feria hay muchas atracciones y bestias, no será fácil.
Podría volar y tratar de encontrarlo, pero tengo una mejor idea, mi buen amigo…
Te escucho
Cuando veníamos antes del amanecer, ya que tu amiguito no le gusta el sol, ¿recuerdas que el tigre de la entrada nos quitó las armas y nos revisaron?
Si…
Bueno, resulta que mientras los olfateaban a ustedes, yo hice una pequeña miradita y adivina que encontré.
Dime.
El pájaro se montó ahora en el hombro de dante y con sutileza picoteó cerca del cuello como si dijera un secreto.
¿Qué? Una casa del placer… me gusta como piensas cuervo.
Lo sé, quizás pueda conseguirme una palomita que quiera ver mis alas musculadas. Es más, si tienes suerte podrás encontrar una mujer cuervo que te quiera, “JAJAJAJAJAJAJA” – el ave alzó en vuelo mientras su graznido evocaba una risa eufórica.
¡Idiota!, te dije que eso fue solo una vez en un sueño, no te burles de mí, imbécil.
Un sueño húmedo – continuaba la burla del ave.
¡Shh! – dijo con los pómulos enrojecidos -Bueno, vamos a buscar al rinoceronte en esa casa del placer – dijo con una sonrisa pícara mientras caminaban por el festival pintoresco.
Sin embargo, su paso se detuvo cerca de la arena de combates, no tenía la intención de participar, pero uno de los luchadores que competía captó su atención. En el aire las alas negras de un cuervo taparon el sol por un segundo para Dante qué anonadado veía la mujer combatir. El humano se paralizó varios segundos viendo en cámara lenta aquel vuelo. Sin embargo, el miedo le ganó y se alejó corriendo para esconderse tras unas tiendas.
¡¿Kvasir, viste eso?! – el ave despegó vuelo y sobrevoló la arena para nuevamente regresar con Dante.
No-me-lo-puedo-creer. La vi… – dijo con pausas prolongadas entre cada palabra el cuervo en su lenguaje en código.
Sus alas negras, su rostro, sus piernas, esos ojos, esos ¿cuernos?... Dios K, creo que me he enamorado. Es como la mujer de mis sueños, muchas bestias son más animal que humano y bueno, siendo sinceros, no me gusta ese tipo de relaciones… pero ella, necesito conocer a esa mujer…
¿Entonces por qué coño huiste? Idiota…
Ha-había muchas personas y le estaba dando una paliza a un zorro, no, no puedo ser tan tonto como para acercarme ahora…- dijo Dante nervioso, con la frente empezando a sudar. El humano se acarició tres veces su brazo metálico para calmar la ansiedad, ni una más, ni una menos. Una compulsión de las muchas que a veces mostraba en momentos de angustia.
Eres un imbécil, si dieran un premio por el idiota del festival del orgullo bestial no te dejarían participar a ti porque no aceptan profesionales, bestia.
Ya, ya, sigamos a la casa del placer… no estoy a su nivel, pero bueno, quizás exista otro cuervo allí… - comentó con tono melancólico sabiendo que no sería así y la excusa de ir a la tienda erótica era solo una forma de evitación.
_________________________________________¿Acaso no te gusta la idea de divertirte mientras trabajas? – replicó Dante mientras veía a lo lejos las diferentes tiendas y atracciones del evento del orgullo bestial.
Recuerda que estamos aquí por una misión, esto no es para divertirnos – recalqué con tono seco cuál regaño. – Debemos ubicar a ese tal Rhox, para ver si es digno de ser una estrella – miré a mi nuevo “compañero” y su ave juzgando la decisión de Corvo, aquel sujeto no lo consideraba digno de ser una estrella y ahora debía estar con “Pollux”, me costaba pensar que el líder se hubiese equivocado, así que solo me tocaba continuar y tratar de no asesinar a aquel idiota y su pollo.
Idiota… - mencionó en voz baja.
¿Disculpa?
Hablo con mi cuervo, así que no te entrometas. – Comentó, a lo que el ave de plumajes negros empezó a picotear en el brazo de metal de Dante para comunicarse con él. El humano soltaba algunas carcajadas mientras yo seguía irritado por tener que lidiar con aquella “festividad” y aquel sujeto.
Bueno, yo iré con Kvasir a buscar al rinoceronte, tú… bueno, tu trata de no quemarte. Señor soy el mejor, pero me da miedo el sol… - dijo el humano mientras salía del bosque oscuro.
Mi rabia creció súbitamente ante las ofensas de aquel tipejo, pero no podía hacer nada, Corvo había sido claro en las normas y debía acatarlas incluso si tenía que tolerar al imbécil.
Kwrah- El ave hizo un sonido y alzó en vuelo unos pocos metros para nuevamente colocarse en el hombro de su dueño y partir al centro del festival.
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Me levanté del suelo y empecé a rodear los árboles, me causaba profunda admiración aquella planta. Su color, su capacidad de absorber el sol, su significado y simbolismo. Por mi cabeza pasaban ideas de como su madera y hojas podrían utilizarse, armas, pociones, armaduras y demás artefactos… Conocía a un vampiro muy capaz con las plantas, quizás en algún momento podríamos sentarnos a discutir las posibilidades de aquel maravilloso árbol. E incluso, la idea de tratar de cultivarlo alrededor de mi torre resultaba estética y funcionalmente atractiva, aunque entendía que eran plantas particulares y extrañas…
Las horas pasaban, pero aún seguía obligado a permanecer cerca de la negrura, el sol empezaba a ocultarse, así que pronto podría salir para continuar con la búsqueda del druida encargado por Gnosis.
Nuevamente, me senté en el suelo apoyando mi espalda de uno de los troncos muertos de Ullúme, con una pierna recogida en la cual apoyaba uno de mis brazos, saqué un pequeño libro que cargaba conmigo y empecé a perderme en la lectura. No obstante, muchas personas empezaron a caminar por el bosque, al parecer se realizaría un evento de vuelo, y cerca del bosque se tendría la mejor vista de las acrobacias aéreas. No me interesaba observar aquel espectáculo, había comenzado con el libro y no tenía ganas de detenerme para ver unos pájaros volar, ya con el emplumado de Kvasir tenía suficiente.
Señor, ¿usted no va a volar?, ¿les tiene miedo a las alturas?, ¿Qué lee?
M interrumpió una pequeña bestia con alas.
- Pequeña bestia con alas:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
No, no me interesa ver ese tonto espectáculo, si quieres verlo tienes que seguir a aquellas personas – señalé a un cúmulo de sujetos que se dirigían en marcha con catalejos en mano entre los árboles.
Es que, es que… tengo miedo, no me gustan las alturas y y, ¿y si mejor me lee un cuento?
La pequeña se sentó a mi lado. – Estoy leyendo historias de terror, si le tienes miedo a las alturas, más miedo le vas a tener a mi lectura…
Ohh, no importa, le tengo miedo a las alturas porque yo debo aprender a volar, soy un pájaro al final de cuentas. En cambio, tus historias están en tus páginas, no tengo que enfrentarme a ellas directamente. – Sonreí al escuchar la credulidad de aquella criatura que no entendía que el terror en el mundo es más oscuro y cruel que el de unas páginas escritas.
Que conste que te lo advertí, tus pesadillas no serán mi culpa…
Mientras releía el prólogo para dar contexto del escritor, varios niños se acercaron y se sentaron en círculo alrededor mío, ahora yo parecía ser parte de un evento más, que lamentable.
Ok… guarden silencio o los arrojaré a los vampiros que viven dentro del bosque oscuro…
Desde hace mucho tiempo atrás, a lo largo y ancho de montañas, valles, ríos y paisajes de Aerandir, se dice que hay una mujer fantasma deambulando de aquí para allá, le llaman La Llorona. Quienes la han visto, cuentan que viste con un vestido blanco como la luna que le tapa todo su cuerpo hasta los pies descalzos…
Los niños se abrazaban con los ojos que empezaban a abrirse como platos.
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Kwrah
Dante continuaba caminando en el festival con su brazo metálico fuera de sus ropajes negros, Kvasir sobre la prótesis se apoyaba para picotearla y comunicarse con el humano. Estos dos se entendían.
Tienes razón, tienes razón, el paliducho es un idiota, pero ya sabes las reglas…
Yo te lo digo Dante, ¿chupar para vivir? Eso sí que es una forma deplorable de existir, es más si tanto quiere, que chupe esta… - comentó el pájaro en código con su forma particular de ser, grosera.
Jajaja, eres de lo peor K, ahora sigamos buscando al rinoceronte ese, en la feria hay muchas atracciones y bestias, no será fácil.
Podría volar y tratar de encontrarlo, pero tengo una mejor idea, mi buen amigo…
Te escucho
Cuando veníamos antes del amanecer, ya que tu amiguito no le gusta el sol, ¿recuerdas que el tigre de la entrada nos quitó las armas y nos revisaron?
Si…
Bueno, resulta que mientras los olfateaban a ustedes, yo hice una pequeña miradita y adivina que encontré.
Dime.
El pájaro se montó ahora en el hombro de dante y con sutileza picoteó cerca del cuello como si dijera un secreto.
¿Qué? Una casa del placer… me gusta como piensas cuervo.
Lo sé, quizás pueda conseguirme una palomita que quiera ver mis alas musculadas. Es más, si tienes suerte podrás encontrar una mujer cuervo que te quiera, “JAJAJAJAJAJAJA” – el ave alzó en vuelo mientras su graznido evocaba una risa eufórica.
¡Idiota!, te dije que eso fue solo una vez en un sueño, no te burles de mí, imbécil.
Un sueño húmedo – continuaba la burla del ave.
¡Shh! – dijo con los pómulos enrojecidos -Bueno, vamos a buscar al rinoceronte en esa casa del placer – dijo con una sonrisa pícara mientras caminaban por el festival pintoresco.
Sin embargo, su paso se detuvo cerca de la arena de combates, no tenía la intención de participar, pero uno de los luchadores que competía captó su atención. En el aire las alas negras de un cuervo taparon el sol por un segundo para Dante qué anonadado veía la mujer combatir. El humano se paralizó varios segundos viendo en cámara lenta aquel vuelo. Sin embargo, el miedo le ganó y se alejó corriendo para esconderse tras unas tiendas.
¡¿Kvasir, viste eso?! – el ave despegó vuelo y sobrevoló la arena para nuevamente regresar con Dante.
No-me-lo-puedo-creer. La vi… – dijo con pausas prolongadas entre cada palabra el cuervo en su lenguaje en código.
Sus alas negras, su rostro, sus piernas, esos ojos, esos ¿cuernos?... Dios K, creo que me he enamorado. Es como la mujer de mis sueños, muchas bestias son más animal que humano y bueno, siendo sinceros, no me gusta ese tipo de relaciones… pero ella, necesito conocer a esa mujer…
¿Entonces por qué coño huiste? Idiota…
Ha-había muchas personas y le estaba dando una paliza a un zorro, no, no puedo ser tan tonto como para acercarme ahora…- dijo Dante nervioso, con la frente empezando a sudar. El humano se acarició tres veces su brazo metálico para calmar la ansiedad, ni una más, ni una menos. Una compulsión de las muchas que a veces mostraba en momentos de angustia.
Eres un imbécil, si dieran un premio por el idiota del festival del orgullo bestial no te dejarían participar a ti porque no aceptan profesionales, bestia.
Ya, ya, sigamos a la casa del placer… no estoy a su nivel, pero bueno, quizás exista otro cuervo allí… - comentó con tono melancólico sabiendo que no sería así y la excusa de ir a la tienda erótica era solo una forma de evitación.
Off
Ya que la noche todavía no llega, Zagreus propone (sin querer) una nueva actividad que hace que varios niños y niñas se acerquen a escuchar cuentos de terror.
Separo a Zagreus de su acompañante Dante. El humano se dirige a la casa del placer.
Dante queda enamorado de Ava al verla volar con sus alas de cuervo.
Ya que la noche todavía no llega, Zagreus propone (sin querer) una nueva actividad que hace que varios niños y niñas se acerquen a escuchar cuentos de terror.
Separo a Zagreus de su acompañante Dante. El humano se dirige a la casa del placer.
Dante queda enamorado de Ava al verla volar con sus alas de cuervo.
Zagreus
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Parecía que la vida se le iba en eventos; de feria a carnaval, a conmemoración de alguna cosa, festejo o celebración. El año se le iba en la ruta de las fiestas. Pero bueno, la ilusionista no se quejaba. Solía encontrar cosas interesantes, objetos curiosos y experiencias... inolvidables.
Escucharon de una fiesta de hombres bestia y ella, por favor, ¿acaso podría faltar? Ni aunque quisiera. Tina no lo permitiría; esa era la fiesta de su gente y por supuesto que ella tenía que ir, especialmente si existía la posibilidad de encontrar más gente comadreja, como ella.
Llegaron cuando las primeras tiendas comenzaban a levantarse y aún no llegaban todas las comitivas -Si hasta podría poner un puesto por mi cuenta- comentó la bruja, mirando cómo los clanes llevaban mercancía para vender. -No hemos venido a eso- respondió la chicadreja algo molesta. -Pues tú tienes tus motivos y yo te estoy apoyando bastante con venir aquí contigo- dijo Mina frunciendo el ceño. -Además, eso se me ha ocurrido ahora y es una opción bastante buena. Las cosas bonitas cuestan aeros, Clementina, y de esos nos estamos quedando cortas y mis negocios habituales no te gustan, así que... ve buscando cosas que pondremos puesto de venta- indicó la bruja con una sonrisa victoriosa. -¡Pero tú no puedes! No eres una mujer bestia- señaló Tina. -¿Quién dice que no?- replicó la bruja y procedió a buscar maderos para armar un puesto de venta.
El día avanzaba y una burbujeante mujer zorro invitaba a los transeúntes a conocer los artilugios más curiosos que la tecnología terrana había llevado a Aerandir y las pociones alquímicas de mejor calidad -¡Pasen! ¡Pasen! ¡Todo está con descuento! ¿Tiene una enfermedad incurable? ¡La medicina multipropósitos le sanará cualquier aflicción! ¿La noche esta oscura, la vaca parda y usted que no ve? ¡Los lentes de visión nocturna solucionarán su problema! ¡Todo con descuento! ¡Todo a precios especiales!- anunciaba con entusiasmo.
______________________
OFF:
Oye, no se puede dejar pasar la oportunidad. ¡Mente de tiburón! xD
Si los dioses lo permiten, ofrezco los productos del laboratorio con descuentos de hasta 15 aeros,dependiendo del producto, sosí. Link al laboratorio [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Y si no lo permiten... ya veremos.
Escucharon de una fiesta de hombres bestia y ella, por favor, ¿acaso podría faltar? Ni aunque quisiera. Tina no lo permitiría; esa era la fiesta de su gente y por supuesto que ella tenía que ir, especialmente si existía la posibilidad de encontrar más gente comadreja, como ella.
Llegaron cuando las primeras tiendas comenzaban a levantarse y aún no llegaban todas las comitivas -Si hasta podría poner un puesto por mi cuenta- comentó la bruja, mirando cómo los clanes llevaban mercancía para vender. -No hemos venido a eso- respondió la chicadreja algo molesta. -Pues tú tienes tus motivos y yo te estoy apoyando bastante con venir aquí contigo- dijo Mina frunciendo el ceño. -Además, eso se me ha ocurrido ahora y es una opción bastante buena. Las cosas bonitas cuestan aeros, Clementina, y de esos nos estamos quedando cortas y mis negocios habituales no te gustan, así que... ve buscando cosas que pondremos puesto de venta- indicó la bruja con una sonrisa victoriosa. -¡Pero tú no puedes! No eres una mujer bestia- señaló Tina. -¿Quién dice que no?- replicó la bruja y procedió a buscar maderos para armar un puesto de venta.
El día avanzaba y una burbujeante mujer zorro invitaba a los transeúntes a conocer los artilugios más curiosos que la tecnología terrana había llevado a Aerandir y las pociones alquímicas de mejor calidad -¡Pasen! ¡Pasen! ¡Todo está con descuento! ¿Tiene una enfermedad incurable? ¡La medicina multipropósitos le sanará cualquier aflicción! ¿La noche esta oscura, la vaca parda y usted que no ve? ¡Los lentes de visión nocturna solucionarán su problema! ¡Todo con descuento! ¡Todo a precios especiales!- anunciaba con entusiasmo.
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Oye, no se puede dejar pasar la oportunidad. ¡Mente de tiburón! xD
Si los dioses lo permiten, ofrezco los productos del laboratorio con descuentos de hasta 15 aeros,
Y si no lo permiten... ya veremos.
Mina Harker
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Meleis se había dado a la fuga, o por lo menos dado el espacio que creyó necesitaba su hermana, con a seguridad de que en algún momento regresaría por su mascota en algún punto de la tarde. Dejaría las cosas en manos de Gaegel, él parecía conocerla mejor que él, pues por el momento su única referencia eran los recuerdos del pasado con la reciente convivencia que apenas habían renovado.
Comenzó a mirar los puestos, todos y cada uno tan coloridos y llamativos, llenos de comida, piedras, artesanía, brebajes. Podría decirse que el paraíso para alguien quien tuviera la cantidad excesiva de gastar en cada uno.
- Bueno, amigo, busquemos unas lechugas para ti y provisiones. - Habló con el con su característica calma, yendo e un puesto a otro para comprobar precios, productos y demás.
Aquello llevó su rato, pero finalmente en una cesta de mimbre llevaba lo necesario para una jornada de viaje. Bomull, tranquilo como solía estar es brazos de Meleis, comía algunas lechugas dentro de la cesta, como si el mundo a su alrededor solo se tratara de aquellas hojas verdes.
El sol poco a poco comenzaba su descenso por el horizonte, Meleis exploraba la feria. Un guardia, un ciervo, se encargaba de informar a varios que pronto comenzaría una esplendida exhibición. Curioso ante aquella mención se acercó a este. Su tamaño era paralelo al suyo, sólo superado tal vez por las astas perfectamente pulidas que mostraba.
- Disculpe mi buen amigo ¿Qué clase de exhibición será? - Preguntó el dragón con amabilidad.
- Una de vuelo, señor. En el acantilado. Hacia esa dirección. - Señaló con su mano libre. Escuchar el acento del joven, lo hizo mirarlo con curiosidad. Se notaba que era del norte. - ¿Le gustaría intentarlo?
Meleis sonrió al tiempo que negaba levemente con la cabeza. - No, no podría. - Contestó con una risa. - Tengo un amiguito de cuidar y además tendría que dejar mi ropa también. - Agregó señalando al pequeño gomejo glotón dentro de la cesta.
- Puedo ayudarlo si lo necesita, señor. La exhibición durará unos minutos, puedo ofrecer mi servicios de cuidar a su amigo y sus prendas si así lo desea. - Agregó con aquel tono jovial, imponente pero amable. Un guardia dedicado a cumplir el propósito de aquel festival, convivir y ser uno con tu bestia interior. El ciervo no se había equivocado, estaba hablando con un dragón.
Con algo de timidez, Meleis accedió. El ciervo lo acompaño al área y le indicó que tras ese árbol si se sentía avergonzado podría desvestirse sin muchas miradas curiosas. El joven aceptó, pues era evidente que habría niños ahí y hombre desnudo no era precisamente algo que bajo su criterio fuera apropiado. - Quédate aquí con él ¿Bien? - Ordenó amablemente al gomejo quien obedeció al muchacho. (1)
Oculto, y con su ropa ordenada en un rinconcito del tronco. La exhibición dio inicio. Esperó a que las proezas sincronizadas acabaran para poco después sentir como su cuerpo comenzaba a cambiar y correr ya de escamas azules en un salto al despliegue de sus alas. - ¡Wohoooo! - Fue lo que se escuchó antes de la metamorfosis completa. Era un dragón (2), un espíritu que ahora sobrevolaba (3) el área con giros y rugidos que solo denotaban júbilo.
Volar siempre era la solución a todos los problemas, un momento mágico. Ganó mas altura, evitando chocar con alguno de sus acompañante en el cielo de tonos naranja. Bajó en pícada, volvió a subir. Disfrutaba del momento con suma felicidad.
El guardia desde su puesto vigilante, sonreía. Satisfecho por lograr cumplir su deber de mostrar el orgullo que era ser una bestia con dones excepcionales.
Comenzó a mirar los puestos, todos y cada uno tan coloridos y llamativos, llenos de comida, piedras, artesanía, brebajes. Podría decirse que el paraíso para alguien quien tuviera la cantidad excesiva de gastar en cada uno.
- Bueno, amigo, busquemos unas lechugas para ti y provisiones. - Habló con el con su característica calma, yendo e un puesto a otro para comprobar precios, productos y demás.
Aquello llevó su rato, pero finalmente en una cesta de mimbre llevaba lo necesario para una jornada de viaje. Bomull, tranquilo como solía estar es brazos de Meleis, comía algunas lechugas dentro de la cesta, como si el mundo a su alrededor solo se tratara de aquellas hojas verdes.
El sol poco a poco comenzaba su descenso por el horizonte, Meleis exploraba la feria. Un guardia, un ciervo, se encargaba de informar a varios que pronto comenzaría una esplendida exhibición. Curioso ante aquella mención se acercó a este. Su tamaño era paralelo al suyo, sólo superado tal vez por las astas perfectamente pulidas que mostraba.
- Disculpe mi buen amigo ¿Qué clase de exhibición será? - Preguntó el dragón con amabilidad.
- Una de vuelo, señor. En el acantilado. Hacia esa dirección. - Señaló con su mano libre. Escuchar el acento del joven, lo hizo mirarlo con curiosidad. Se notaba que era del norte. - ¿Le gustaría intentarlo?
Meleis sonrió al tiempo que negaba levemente con la cabeza. - No, no podría. - Contestó con una risa. - Tengo un amiguito de cuidar y además tendría que dejar mi ropa también. - Agregó señalando al pequeño gomejo glotón dentro de la cesta.
- Puedo ayudarlo si lo necesita, señor. La exhibición durará unos minutos, puedo ofrecer mi servicios de cuidar a su amigo y sus prendas si así lo desea. - Agregó con aquel tono jovial, imponente pero amable. Un guardia dedicado a cumplir el propósito de aquel festival, convivir y ser uno con tu bestia interior. El ciervo no se había equivocado, estaba hablando con un dragón.
Con algo de timidez, Meleis accedió. El ciervo lo acompaño al área y le indicó que tras ese árbol si se sentía avergonzado podría desvestirse sin muchas miradas curiosas. El joven aceptó, pues era evidente que habría niños ahí y hombre desnudo no era precisamente algo que bajo su criterio fuera apropiado. - Quédate aquí con él ¿Bien? - Ordenó amablemente al gomejo quien obedeció al muchacho. (1)
Oculto, y con su ropa ordenada en un rinconcito del tronco. La exhibición dio inicio. Esperó a que las proezas sincronizadas acabaran para poco después sentir como su cuerpo comenzaba a cambiar y correr ya de escamas azules en un salto al despliegue de sus alas. - ¡Wohoooo! - Fue lo que se escuchó antes de la metamorfosis completa. Era un dragón (2), un espíritu que ahora sobrevolaba (3) el área con giros y rugidos que solo denotaban júbilo.
Volar siempre era la solución a todos los problemas, un momento mágico. Ganó mas altura, evitando chocar con alguno de sus acompañante en el cielo de tonos naranja. Bajó en pícada, volvió a subir. Disfrutaba del momento con suma felicidad.
El guardia desde su puesto vigilante, sonreía. Satisfecho por lograr cumplir su deber de mostrar el orgullo que era ser una bestia con dones excepcionales.
- Off:
- - (1) Escucho y obedezco [Nivel 1]: [2 usos] Puedo hacer que algún animal dócil efectúe tareas simples.[Habilidad Meleis]
(2) Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.[Habilidad Meleis]- Forma Dragón:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
(3) Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón.[Habilidad Meleis]Recuerden que aquellos que quieran interactuar con Meleis, son libres de hacerlo.Besos
- Inventario:
- Bomull (Cría de Gomejo)
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
— ¡Ezta cadne edtá buenízima, ven a plobadla! ¡Y mida mida, empiezan el edpectácudo!— comentaba Brag, con la boca bien llena de carne de yak.
— Sí sí...ya lo veo...
— ¡No! ¡No ezdtáz midando!— replicaba, cayendo más de la carne de su boca a las barbas.
— ¡Eh! ¿Sigues aquí? El tipejo ese que los bestiajos llaman "Mano de Tigre" ha propuesto un combate en la arena. ¡Dice que invita a comida y bebida gratis si participamos! Métete ahí y dale un poco de combate del bueno.—miró a ambos lados, y le susurró al oído— Oye, y si puedes hacerme un favor, pierde contra él. Así podré beber todo cuanto quiera.
— ¿Por qué no vas tú, ya que tanto te interesa la recompensa?
— Me apunto. Enfrentémonos.
Ni bien dijo esto, se aproximó a la valla y, para su sorpresa, pudo contemplar como aquella mujer-bestia, aquella que había reconocido hacía unas horas como la persona que se había disculpado por chocar contra él, tenía las alas completamente extendidas, combatiendo contra otro hombre-bestia, lo que parecía ser una especie de zorro, intentando zafarse sin éxito de su agresora, oprimido con el pie de ella en sus pectorales. Einar entornó los ojos, y se fijó todavía más en el combate, contemplando como la mujer se alzaba como la indiscutible vencedora. ¿Quién podría decir que apenas hace unas horas se mostraba tan respetuosa con él?
— ¡Camaradas bestiales, tenemos a dos nuevos contendientes! — gritos de júbilo, acompañados de rugidos y brutales gorjeos se hicieron notar, formando una oleada de intenso ruido.— A mi derecha, tenemos a uno de los orgulloso chamanes de los Isklør, venidos directamente del frío Norte. Ha venido hasta aquí, para demostrar como se las gastan los temibles leopardos de las nieves. Cuentan que ha logrado realizar hazañas legendarias e inauditas. Cuentan que es un hombre magno y recto, que guía a los suyos con sabiduría y poder. Dadle una cálida bienvenida a....
— ¡ESO ES! ¡QUEREMOS VER EL ESTILO DE LUCHA DE LOS NORTEÑOS!
— ¡DALE UNA PALIZA Sí! ¡DEMUESTRA LA RUDEZA DE LOS HOMBRES-BESTIA, CAMARADA!
— ¡A mi izquierda, tenemos al primer humano, que ha decidido envalentonarse, y probar su lado más salvaje, así que deámosle un fuerte aplauso!— exclamaba la hermosa mujer-pavo real, aplaudiendo ella la primera, seguida de los demás hombres-bestia del público.— No sabemos nada de él, salvo una sola cosa... — la mujer cortaba el discurso, dando una pausa dramática — Le llaman Einar, y le apodan Majistus. ¿Y sabéis que significa eso, amigos míos?
— ¡Suéltalo! ¿Qué significa?
— ¡Eso eso!
— Démosle una cálida bienvenida a....
— Presentaos, por favor. Y recordad: Esto es un combate amistoso. No quiero nada de trucos mágicos ni armas ocultas. Cuando diga "Parad", os detenéis. Cuando diga "Seguid", continuáis el combate. ¿Está claro? Bien...
— ¡VAMOS! ¡VEN A MÍ, BESTIA!— bramaba entre dientes, soltándolo con un tono iracundo, intentando provocar a su enemigo.
Einar suspiró, preguntándose en qué momento decidió hacer migas con aquel enano panzón. Observaba con cierto desagrado como es que los trozos de carne masticada al hablar se le quedaban pegados a sus barbas, mientras señalaba hacia el cielo, dando saltos para llamarle la atención. Definitivamente, ese hombrecillo le sacaba de quicio. Además, ¿porqué tantas confianzas? Ni que fuesen amigos de toda la vida.
— Sí sí...ya lo veo...
— ¡No! ¡No ezdtáz midando!— replicaba, cayendo más de la carne de su boca a las barbas.
Einar volvió a suspirar, desviando la mirada a uno de los tantos hombres-bestia que estaban en aquel puesto, con adornos, pulseras, instrumentos y cuernos. El cazador gesticuló levemente con la cabeza, de lado a lado, dando a entender que no quería nada. Ante la broma y sonora carcajada del leopardo de las nieves, simplemente se quedó mirando con un rostro inescrutable, sin entender la gracia. Acto seguido, sus compañeros lo tomaron en brazos, y lo elevaron entre todos, gritando su nombre. Mientras tanto, Einar contemplaba la alegre escena, con una discreta sonrisa.
"Debe de ser norteño, a juzgar por su acento. Hace mucho que no escucho este acento marcado, tan solo en Lunargenta cuando era un mocoso. Mmm...es bastante querido por lo que veo...mmm...será alguien importante para ellos...mmm..."
Al ver aquello, le vinieron nostálgicos recuerdos de su infancia. Una casa grande, austera. La leña siempre estaba en su sitio, crepitando sin cesar. Los peroles, ordenados por tamaños, al igual que las cucharas y los tenedores. En una silla, la figura de un hombre grande, voluminoso, dada la cantidad de pieles que tenía por encima de los hombros, y la más reconocible para la criatura, una de color negro. Recordaba la anécdota de aquel manto. Una historia graciosa, cuyo final se resumía con dos flechas: Una en un fiero lobo, y la otra en las nalgas. Es por ello, que el hombre apoyaba la pierna derecha, en su rodilla izquierda.
Otra figura aparece en escena. Una mujer con cuerpo orondo y robusto. Remangada hasta el antebrazo, con ese típico corretear que ella tenía. Sin miedo alguno, llevaba por las asas un recipiente hondo y tan grande como ella misma. Se detenía ante la otra figura, y besaba con suma dulzura sus labios, para después sonreír al pequeño que acababa de entrar.
Unos chasquidos sacaron a Majistus de su mundo. Brag, algo consternado, estaba chasqueando los dedos en sus narices, para llamarle la atención.
— ¡Eh! ¿Sigues aquí? El tipejo ese que los bestiajos llaman "Mano de Tigre" ha propuesto un combate en la arena. ¡Dice que invita a comida y bebida gratis si participamos! Métete ahí y dale un poco de combate del bueno.—miró a ambos lados, y le susurró al oído— Oye, y si puedes hacerme un favor, pierde contra él. Así podré beber todo cuanto quiera.
El cazador frunció el ceño, y gruñó levemente.
— ¿Por qué no vas tú, ya que tanto te interesa la recompensa?
El hombrecillo meneó la cabeza varias veces, junto a sus manos, las cuales sujetaban inmensas patas de yak en su jugo.
— ¡Oh! ¡No no no amigo, no aguantaría ni un instante!— acto seguido, procedió a devorar ambos muslos, para tirar los huesos hacia atrás. — Tengo la pata chula, así que no puedo forzarla. Podrías ir...¿porfiliiiis?— observaba a Brag, poniendo ojitos, pero más que parecer mono, solo lo afeaba todavía más.Tras meditarlo por un rato, Majistus rascó su cabeza, resignándose a ayudar a su..."extraño y goloso" compañero de fiestas. A fin de cuentas, el motivo por el cual se había animado a entrar en aquella fiesta era el de paliar su furia con el guardia de la entrada, por lo que, en parte, el favor se lo estaba haciendo a él mismo. Se levantó, y con su palma derecha tocó el hombro de Sein como medianamente pudo, a través de sus camaradas. Asintió con la cabeza levemente, adoptando su característica mirada seria.
— Me apunto. Enfrentémonos.
Ni bien dijo esto, se aproximó a la valla y, para su sorpresa, pudo contemplar como aquella mujer-bestia, aquella que había reconocido hacía unas horas como la persona que se había disculpado por chocar contra él, tenía las alas completamente extendidas, combatiendo contra otro hombre-bestia, lo que parecía ser una especie de zorro, intentando zafarse sin éxito de su agresora, oprimido con el pie de ella en sus pectorales. Einar entornó los ojos, y se fijó todavía más en el combate, contemplando como la mujer se alzaba como la indiscutible vencedora. ¿Quién podría decir que apenas hace unas horas se mostraba tan respetuosa con él?
Nada más acabar la pelea, la organizadora se aproximó hacia donde estaba él y aquel chamán, para preguntar quiénes serían los próximos. Entonces, tomando a cada uno de las muñecas, los hizo entrar en la arena. Alzó las alas, pidiendo calma y silencio por unos instantes.
— ¡Camaradas bestiales, tenemos a dos nuevos contendientes! — gritos de júbilo, acompañados de rugidos y brutales gorjeos se hicieron notar, formando una oleada de intenso ruido.— A mi derecha, tenemos a uno de los orgulloso chamanes de los Isklør, venidos directamente del frío Norte. Ha venido hasta aquí, para demostrar como se las gastan los temibles leopardos de las nieves. Cuentan que ha logrado realizar hazañas legendarias e inauditas. Cuentan que es un hombre magno y recto, que guía a los suyos con sabiduría y poder. Dadle una cálida bienvenida a....
¡SEIN, LA MANO DE TIGRE!
La arena estalló en silbidos y vítores por parte de los espectadores. Algunos incluso coreaban su nombre.
— ¡ESO ES! ¡QUEREMOS VER EL ESTILO DE LUCHA DE LOS NORTEÑOS!
— ¡DALE UNA PALIZA Sí! ¡DEMUESTRA LA RUDEZA DE LOS HOMBRES-BESTIA, CAMARADA!
— ¡A mi izquierda, tenemos al primer humano, que ha decidido envalentonarse, y probar su lado más salvaje, así que deámosle un fuerte aplauso!— exclamaba la hermosa mujer-pavo real, aplaudiendo ella la primera, seguida de los demás hombres-bestia del público.— No sabemos nada de él, salvo una sola cosa... — la mujer cortaba el discurso, dando una pausa dramática — Le llaman Einar, y le apodan Majistus. ¿Y sabéis que significa eso, amigos míos?
— ¡Suéltalo! ¿Qué significa?
— ¡Eso eso!
La mujer-bestia, satisfecha con la impaciencia causada en los expectadores, sonrió de oreja a oreja, y retomó la palabra.
— Démosle una cálida bienvenida a....
"¡MAJISTUS, EL GRANDE!"
Alzó sus alas, apartándose hacia atrás, dando una voltereta en el aire, con suma elegancia. Miró a ambos contendientes, y extendió su cola.
— Presentaos, por favor. Y recordad: Esto es un combate amistoso. No quiero nada de trucos mágicos ni armas ocultas. Cuando diga "Parad", os detenéis. Cuando diga "Seguid", continuáis el combate. ¿Está claro? Bien...
¡QUE DÉ COMIENZO EL COMBATE!
Los gruñidos y rugidos volvieron a hacer acto de presencia, aclamando a la arena, y sus dos nuevos combatientes. Majistus, en un primer movimiento, lanzó una patada directamente a la cabeza. Aprovechando la inercia del golpe, se colocó en una extraña pose de combate: Piernas flexionadas, con la zurda atrasada, dispuesta lateralmente, mientras la derecha tomaba la delantera, pisando hacia dentro. Mano derecha adelantada, y la zurda atrasada, ambos brazos flexionados, colocados en los pómulos, protegiendo el abdomen. La cabeza metida entre sus hombros, observando atentamente a su contrincante. Hacía un vaivén hacia los lados, al son de una extraña música, cuyos espectadores no podrían escuchar, pues nunca existió como tal.
Pivotó sobre el pie izquierdo, lanzando un puñetazo lateral, y acto seguido, lo continuó con otro, cuyo movimiento fue recto, directo a la cabeza. Dio unos pasos hacia atrás, y siguió moviéndose, rotando a su alrededor.
"Hmm...se nota que su apodo se lo ha ganado a pulso. No será fácil romper su guardia."
Volvió a aproximarse, cambiando completamente su estilo. Abrió los brazos, corriendo a toda velocidad, cargando desde una postura muy baja. Al estar a su alcance, volvio a su postura original, haciendo un amago con aquella carga, para ver si su reacción mostraba alguna brecha. Se sentía furioso, recordandole figura de su contrincante a aquel hombre-bestia de la entrada. Gritó con los puños en alto, lanzando desenfrenadas combinaciones hacia el leopardo de las nieves.
— ¡VAMOS! ¡VEN A MÍ, BESTIA!— bramaba entre dientes, soltándolo con un tono iracundo, intentando provocar a su enemigo.
- OFF-ROL:
— Mención al combate de Ava, en el cual ha salido victoriosa.
— Majistus acepta combatir contra Sein, por lo que procede a luchar contra él.
Leo Cantoáureo
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Tras presentarse, Sein se había puesto a mirar el combate que había en marcha en la arena. Espectacular. Quería felicitar a aquella mujer-bestia por su bravura, pero un hombre que había escuchado su reto vino a él para aceptarlo.
- Oh, estupendo. Tú venías con enano que comió carne de yak, ¿verdad? - le preguntó al humano. - Bueno, tengamos entonces combate justo. Veo tienes gran coraje - le confesó, gesticulando aprobación. - Parece que nuestro turno llega.
La mujer-bestia que presentaba los combates sabía cómo generar expectación y ruido entre los espectadores. Hasta al propio Sein le entraron ganas de aplaudir cuando esta exclamó el nombre de su contrincante. De hecho, eso hizo. Aplaudió con una sonrisa confiada en su gesto, antes de tenderle la mano para desearle un buen combate. - Majistus, peleemos con honor. Suerte, amigo - Por los Dioses, la adrenalina se hacía notar en el interior de Sein. Había mucha gente vitoreando, muchos animando al humano y otros muchos animándole a él.
- ¡Sein! ¡Por los Isklør! - le gritó su hermano con fiereza. Todos los demás de su tribu exclamaron lo mismo acto seguido, y Sein les sonrió asintiendo con confianza.
- ¡Que dé comienzo el combate!
- Vaya... parece que es entrenado. Sabe proteger - pensó, mientras adoptaba su postura de combate, menos ortodoxa, casi en cuclillas y ayudándose con las manos para moverse de manera ágil por el suelo de lado a lado. Aún así, su movimiento era elegante y fluido, con ciertos gestos similares a los de la capoeira. Majistus se decidió a atacar primero, y a Sein le gustó eso, pues así podía estudiarle mientras él esperaba para atacar en el momento adecuado.
Los dos primeros golpes los esquivó con facilidad, pero el tercero le dio en la cabeza. Esto hizo que Sein la moviera bruscamente hacia atrás, pero no le había hecho mucho daño y rápidamente sacudió la cabeza y sonrió soltando un gruñido. - Buen puño, Majistus - le confesó mientras le mostraba los colmillos.
En ese momento, decidió que quería avivar aún más el espectáculo. Le motivaba esto de los combates amistosos. Le recordaba a cuando jugaba con sus hermanos para afinar sus tácticas de combate felino, cosa que le divertía mucho hacer, y además en esta ocasión una gran cantidad de gente esperaba disfrutar de un espectáculo emocionante y divertido, así que, ¿por qué no darles lo que querían mientras él se divertía también?
Decidió, entonces, entrar en frenesí (1) . Se puso de pie y gruñó, dándose palmadas en la cara, mientras parecía que Majistus se preparaba para embestir contra él. Sein esperó de pie, acelerado por el frenesí, y cuando se acercó lo suficiente saltó por encima de él bruscamente para ponerse a su espalda. Allí le hizo un barrido arrastrando sus piernas con las manos para hacerle caer, y trató de darle un fuerte manotazo en la cara. Pero no quería terminar ahí el combate, se lo estaba pasando bien.
Comenzó entonces a moverse a gran velocidad de lado a lado en su postura de combate para confundirle, y esta vez decidió tomar él la iniciativa. Se abalanzó con grandísima rapidez hacia él, pero en lugar de atacarle procuró fintar para ponerse detrás de él, consiguiéndolo y teniendo vía libre para lo que tenía pensado. Agarró con sus fuertes colmillos por donde pudo la armadura de Majistus en la zona trasera del cuello, para poder golpearle repetidas veces en el costado y la cara con sus dos puños, asestando algunos en los refuerzos metálicos de su armadura y otros en las zonas menos protegidas.
Al final, la mujer bestia decidió detener el combate.
- ¡Deteneos! - Sein soltó a Majistus a su orden. - Bien, ¡un combate espectacular! ¿No creéis? - dijo animando al público, que ya vitoreaba y gritaba con agresividad y entusiasmo de por sí. - Pero en algún momento tenía que parar. Y más sabiendo cómo nos ponemos cuando entramos en frenesí, ¿eh? - dijo sonriendo a Sein, que en efecto estaba aún bastante acelerado y con aspecto fiero.
- Venid aquí los dos - dijo desde el centro de la arena. - Parece que los humanos no lo hacéis nada, pero que nada mal. Ha sido un combate emocionante, por mis ancestros. Pero aquí hay solo un ganador... - dijo antes de dejar una pausa dramática.
Sein aún daba pequeños saltos en el sitio. - Ha ganado por tomar una posición ventajosa y peligrosa a partes iguales... ¡Enhorabuena, Sein! Agradécele a tu contrincante este combate, que no todos los días se puede pelear contra un humano tan fiero y capaz como este.
Creció aún más el alboroto y los vítores y celebraciones en el público, que parecieron disfrutar el combate tanto como él. - Bien peleado, Majistus. Me ha gustado estilo humano de pelea. No ha sido fácil golpear. Enhorabuena - le dijo con la respiración acelerada mientras le daba un amistoso abrazo. - Si aceptas duelo, aceptas también cerveza. ¡A beber!
Sein corrió hacia los de su tribu, y saltó la vaya para caer sobre ellos, que le esperaban con los brazos en alto para recibirle y celebrar la victoria. Luego se lo llevaron de vuelta al puesto, gritando su nombre y vanagloriándose de la bravura de los del norte, tomando aquella victoria como una victoria de la propia tribu.
______
OFF: 1.- Gasto un uso de mi habilidad racial, Frenesí: [2 usos] Una vez por combate, puedo entrar en un estado de elevada adrenalina. Aumenta notoriamente mi velocidad y me permite ignorar el dolor y seguir peleando, a pesar del daño, por 2 turnos.
Se termina el duelo contra Majistus, y salgo de la arena para volver al puesto de mi tribu.
- Oh, estupendo. Tú venías con enano que comió carne de yak, ¿verdad? - le preguntó al humano. - Bueno, tengamos entonces combate justo. Veo tienes gran coraje - le confesó, gesticulando aprobación. - Parece que nuestro turno llega.
La mujer-bestia que presentaba los combates sabía cómo generar expectación y ruido entre los espectadores. Hasta al propio Sein le entraron ganas de aplaudir cuando esta exclamó el nombre de su contrincante. De hecho, eso hizo. Aplaudió con una sonrisa confiada en su gesto, antes de tenderle la mano para desearle un buen combate. - Majistus, peleemos con honor. Suerte, amigo - Por los Dioses, la adrenalina se hacía notar en el interior de Sein. Había mucha gente vitoreando, muchos animando al humano y otros muchos animándole a él.
- ¡Sein! ¡Por los Isklør! - le gritó su hermano con fiereza. Todos los demás de su tribu exclamaron lo mismo acto seguido, y Sein les sonrió asintiendo con confianza.
- ¡Que dé comienzo el combate!
- Vaya... parece que es entrenado. Sabe proteger - pensó, mientras adoptaba su postura de combate, menos ortodoxa, casi en cuclillas y ayudándose con las manos para moverse de manera ágil por el suelo de lado a lado. Aún así, su movimiento era elegante y fluido, con ciertos gestos similares a los de la capoeira. Majistus se decidió a atacar primero, y a Sein le gustó eso, pues así podía estudiarle mientras él esperaba para atacar en el momento adecuado.
Los dos primeros golpes los esquivó con facilidad, pero el tercero le dio en la cabeza. Esto hizo que Sein la moviera bruscamente hacia atrás, pero no le había hecho mucho daño y rápidamente sacudió la cabeza y sonrió soltando un gruñido. - Buen puño, Majistus - le confesó mientras le mostraba los colmillos.
En ese momento, decidió que quería avivar aún más el espectáculo. Le motivaba esto de los combates amistosos. Le recordaba a cuando jugaba con sus hermanos para afinar sus tácticas de combate felino, cosa que le divertía mucho hacer, y además en esta ocasión una gran cantidad de gente esperaba disfrutar de un espectáculo emocionante y divertido, así que, ¿por qué no darles lo que querían mientras él se divertía también?
Decidió, entonces, entrar en frenesí (1) . Se puso de pie y gruñó, dándose palmadas en la cara, mientras parecía que Majistus se preparaba para embestir contra él. Sein esperó de pie, acelerado por el frenesí, y cuando se acercó lo suficiente saltó por encima de él bruscamente para ponerse a su espalda. Allí le hizo un barrido arrastrando sus piernas con las manos para hacerle caer, y trató de darle un fuerte manotazo en la cara. Pero no quería terminar ahí el combate, se lo estaba pasando bien.
Comenzó entonces a moverse a gran velocidad de lado a lado en su postura de combate para confundirle, y esta vez decidió tomar él la iniciativa. Se abalanzó con grandísima rapidez hacia él, pero en lugar de atacarle procuró fintar para ponerse detrás de él, consiguiéndolo y teniendo vía libre para lo que tenía pensado. Agarró con sus fuertes colmillos por donde pudo la armadura de Majistus en la zona trasera del cuello, para poder golpearle repetidas veces en el costado y la cara con sus dos puños, asestando algunos en los refuerzos metálicos de su armadura y otros en las zonas menos protegidas.
Al final, la mujer bestia decidió detener el combate.
- ¡Deteneos! - Sein soltó a Majistus a su orden. - Bien, ¡un combate espectacular! ¿No creéis? - dijo animando al público, que ya vitoreaba y gritaba con agresividad y entusiasmo de por sí. - Pero en algún momento tenía que parar. Y más sabiendo cómo nos ponemos cuando entramos en frenesí, ¿eh? - dijo sonriendo a Sein, que en efecto estaba aún bastante acelerado y con aspecto fiero.
- Venid aquí los dos - dijo desde el centro de la arena. - Parece que los humanos no lo hacéis nada, pero que nada mal. Ha sido un combate emocionante, por mis ancestros. Pero aquí hay solo un ganador... - dijo antes de dejar una pausa dramática.
Sein aún daba pequeños saltos en el sitio. - Ha ganado por tomar una posición ventajosa y peligrosa a partes iguales... ¡Enhorabuena, Sein! Agradécele a tu contrincante este combate, que no todos los días se puede pelear contra un humano tan fiero y capaz como este.
Creció aún más el alboroto y los vítores y celebraciones en el público, que parecieron disfrutar el combate tanto como él. - Bien peleado, Majistus. Me ha gustado estilo humano de pelea. No ha sido fácil golpear. Enhorabuena - le dijo con la respiración acelerada mientras le daba un amistoso abrazo. - Si aceptas duelo, aceptas también cerveza. ¡A beber!
Sein corrió hacia los de su tribu, y saltó la vaya para caer sobre ellos, que le esperaban con los brazos en alto para recibirle y celebrar la victoria. Luego se lo llevaron de vuelta al puesto, gritando su nombre y vanagloriándose de la bravura de los del norte, tomando aquella victoria como una victoria de la propia tribu.
______
OFF: 1.- Gasto un uso de mi habilidad racial, Frenesí: [2 usos] Una vez por combate, puedo entrar en un estado de elevada adrenalina. Aumenta notoriamente mi velocidad y me permite ignorar el dolor y seguir peleando, a pesar del daño, por 2 turnos.
Se termina el duelo contra Majistus, y salgo de la arena para volver al puesto de mi tribu.
Sein Isånd
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
-¿Que quieres qué cosa?- preguntó aterrado el elfo. -Lo que escuchaste, Nor, quiero participar de los combates- respondió ella con candidez, sin caer en cuenta que él le había escuchado perfectamente bien la primera vez que lo dijo, pero que le daba la oportunidad de arrepentirse. -Ingela, pero para qué quieres ponerte a pelear gratuitamente... mira que después te picas. ¿No ibas a participar en la muestra de vuelo?- dijo, buscando casi que con desesperación persuadirla o por lo menos, distraerla de meterse en la arena. -¡La muestra de vuelo!- exclamó la rubia y salió corriendo, recordando a lo que se había inscrito. Fëanor suspiró aliviado, por un rato, Ingela iba a ocuparse, ojalá el tiempo suficiente para que terminara ese evento.
La primera exhibición ya había empezado cuando Ingela llegó. -¿Ingela Foyerstotenhaguen?- le preguntó uno de los auxiliares. -Feuersteiherzdottir- le corrigió. Él la miró de pies a cabeza -Eso- respondió con fastidio. -Tu número es el 27, espera a tu llamado- dijo, estampándole un paño con el número pintado con letras negras. Aquel desplante de hastío no desmotivó a la dragona, quien aprovechó para ver a los demás participantes. -Son maravillosos- comentó deslumbrada.
Pronto llegó su turno y la muchacha estaba emocionadísima. Cuando le dieron la partida, corrió hacia el acantilado y saltó -¡Gaar hin kosil zii!*- se le escuchó gritar. Un sonido de aspiración general se escuchó cuando la chica se arrojó por el precipicio, pero un griterío estalló cuando la dragona apareció disparada hacia el cielo, batiendo sus poderosas alas y rugiendo con ferocidad1.
Ingela se elevó alto para luego dejarse caer de espaldas, girando rápidamente sobre su eje mientras caía de cabeza. Iba en caída libre sobre la gente que se había reunido a ver el espectáculo y justo antes de llegar sobre ellos, abrió las alas, planeó sobre ellos y se elevó de nuevo. Hizo una serie de piruetas, usando fuego2 para darle más espectacularidad a su montaje. ¡Cuánta libertad sentía la chica! Podría estar siempre en esa forma, si no fuera tan agotador. Además que con lo que le gustaba hablar, comunicarse con rugidos no le acomodaba.
Por ella, seguiría volando y demostrando sus proezas toda la noche, pero sabía que pronto caería desplomada de cansancio si no paraba a tiempo, así que hizo una última acrobacia en la que exhaló una gran llamarada que atravesó, cubriéndose ella por completo en fuego3 antes de aterrizar.
La ovación emocionó a la muchacha que lentamente volvió a su forma humana sonriendo ampliamente.
____________________________
*¡Libera tu espíritu interior!
1uso de habilidades raciales Don Ancestral [Mágica, 2 usos]: Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros desde la nariz hasta la punta de mi cola, lo que aumenta considerablemente mi resistencia y puedo volver a forma humana a voluntad, y Habitante de los Cielos: Puedo volar en mi forma de dragón.
2uso de habilidad racial Aliento Elemental: Puedo lanzar fuego desde mis entrañas cuando estoy en mi forma de dragón.
3uso de habilidad de nivel 0 Das feuer Shield [Mágica, 2 usos] En su forma de dragón y por dos turnos, Ingela puede soplar una llama que la recubrirá como un escudo que repelerá ataques y quemará todo lo que toque.
La primera exhibición ya había empezado cuando Ingela llegó. -¿Ingela Foyerstotenhaguen?- le preguntó uno de los auxiliares. -Feuersteiherzdottir- le corrigió. Él la miró de pies a cabeza -Eso- respondió con fastidio. -Tu número es el 27, espera a tu llamado- dijo, estampándole un paño con el número pintado con letras negras. Aquel desplante de hastío no desmotivó a la dragona, quien aprovechó para ver a los demás participantes. -Son maravillosos- comentó deslumbrada.
Pronto llegó su turno y la muchacha estaba emocionadísima. Cuando le dieron la partida, corrió hacia el acantilado y saltó -¡Gaar hin kosil zii!*- se le escuchó gritar. Un sonido de aspiración general se escuchó cuando la chica se arrojó por el precipicio, pero un griterío estalló cuando la dragona apareció disparada hacia el cielo, batiendo sus poderosas alas y rugiendo con ferocidad1.
Ingela se elevó alto para luego dejarse caer de espaldas, girando rápidamente sobre su eje mientras caía de cabeza. Iba en caída libre sobre la gente que se había reunido a ver el espectáculo y justo antes de llegar sobre ellos, abrió las alas, planeó sobre ellos y se elevó de nuevo. Hizo una serie de piruetas, usando fuego2 para darle más espectacularidad a su montaje. ¡Cuánta libertad sentía la chica! Podría estar siempre en esa forma, si no fuera tan agotador. Además que con lo que le gustaba hablar, comunicarse con rugidos no le acomodaba.
Por ella, seguiría volando y demostrando sus proezas toda la noche, pero sabía que pronto caería desplomada de cansancio si no paraba a tiempo, así que hizo una última acrobacia en la que exhaló una gran llamarada que atravesó, cubriéndose ella por completo en fuego3 antes de aterrizar.
La ovación emocionó a la muchacha que lentamente volvió a su forma humana sonriendo ampliamente.
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*¡Libera tu espíritu interior!
1uso de habilidades raciales Don Ancestral [Mágica, 2 usos]: Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros desde la nariz hasta la punta de mi cola, lo que aumenta considerablemente mi resistencia y puedo volver a forma humana a voluntad, y Habitante de los Cielos: Puedo volar en mi forma de dragón.
2uso de habilidad racial Aliento Elemental: Puedo lanzar fuego desde mis entrañas cuando estoy en mi forma de dragón.
3uso de habilidad de nivel 0 Das feuer Shield [Mágica, 2 usos] En su forma de dragón y por dos turnos, Ingela puede soplar una llama que la recubrirá como un escudo que repelerá ataques y quemará todo lo que toque.
Ingela
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
Una vez que Ryra se deshizo de la molestia que le causó ese tonto intento de coqueteo disfrazado de buenas intenciones se cruzó de brazos, mirando las acrobacias de aquellas majestuosas bestias en vuelo. No lo iba a negar, no alcanzaba a a todas las criaturas cuando se alejaban demasiado o se elevaban muy alto, pero al menos lo que estaba al alcance de su vista le parecía increíble. El estar tan centrada en el evento hizo que sintiera tarde una mirada en ella. Por lo que de reojo vio a los espectadores.
Todos parecían estar tan concentrados en el vuelo de los hombres y mujeres bestia, o dragones que eso la desconcertó un poco. - ¿Estoy comenzando a volverme loca? - Negó levemente y luego volvió su vista al espectáculo aéreo. Fue en ese momento cuando apreció cómo un dragón de color azul se lanzó por el acantilado para así iniciar su vuelo. Sonreía levemente. Ella no podía evitar reconocer que este festival estaba resultando muy entretenido. Por lo menos, hasta ahora estaba siendo más seguro que el trágico evento en Dundarak.
La bruja miraba atentamente el increíble despliegue de habilidades que aquel dragón azul emprendía vuelo. Le parecía sorprendente lo bien que evitaban chocar entre sí. Si ya de por sí hacer eso corriendo es difícil, ella no concebía que tal difícil debía de serlo al ir en el aire.
Acto seguido, la mujer de cabellera negra centró su atención en la siguiente que iba a arrojarse. Se trataba de una jovencita rubia, la cual al saltar gritó bastante, lo cual hizo que elevara sus cejas, sorprendida un poco por cómo esa chica dragón comenzó a surcar el cielo. Incluso adornando su vuelo con poderosas llamas. La bruja fijó sus ojos color ámbar en los movimientos de ella por un buen rato.
Se mantuvo de esa manera hasta que sintió que su garganta se estaba secando. Eso indicaba que debía de ir por algo de beber. A esta hora le caería de maravilla una buena cerveza, por lo que comenzó a andar entre la gente y tras llegar a un puesto donde pidió su cerveza, comenzó a andar por aquel lugar, viendo de un lado a otro. Ya encontraría alguna otra cosa con la cual entretenerse. De eso podía estar segura.
Todos parecían estar tan concentrados en el vuelo de los hombres y mujeres bestia, o dragones que eso la desconcertó un poco. - ¿Estoy comenzando a volverme loca? - Negó levemente y luego volvió su vista al espectáculo aéreo. Fue en ese momento cuando apreció cómo un dragón de color azul se lanzó por el acantilado para así iniciar su vuelo. Sonreía levemente. Ella no podía evitar reconocer que este festival estaba resultando muy entretenido. Por lo menos, hasta ahora estaba siendo más seguro que el trágico evento en Dundarak.
La bruja miraba atentamente el increíble despliegue de habilidades que aquel dragón azul emprendía vuelo. Le parecía sorprendente lo bien que evitaban chocar entre sí. Si ya de por sí hacer eso corriendo es difícil, ella no concebía que tal difícil debía de serlo al ir en el aire.
Acto seguido, la mujer de cabellera negra centró su atención en la siguiente que iba a arrojarse. Se trataba de una jovencita rubia, la cual al saltar gritó bastante, lo cual hizo que elevara sus cejas, sorprendida un poco por cómo esa chica dragón comenzó a surcar el cielo. Incluso adornando su vuelo con poderosas llamas. La bruja fijó sus ojos color ámbar en los movimientos de ella por un buen rato.
Se mantuvo de esa manera hasta que sintió que su garganta se estaba secando. Eso indicaba que debía de ir por algo de beber. A esta hora le caería de maravilla una buena cerveza, por lo que comenzó a andar entre la gente y tras llegar a un puesto donde pidió su cerveza, comenzó a andar por aquel lugar, viendo de un lado a otro. Ya encontraría alguna otra cosa con la cual entretenerse. De eso podía estar segura.
- OFF:
- Por un momento sintió la mirada de Helena, aunque algo tarde. Se mantuvo un rato en la exhibición de vuelo. Apreciando con mayor detalle el vuelo de Meleis y luego el de Ingela. Luego de eso fue a comprar cerveza y comenzó a pasear sin ningún rumbo fijo.
Gaegel
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Re: La Feria del Orgullo Bestial [Evento Social]
— Glug...glug...glug...¡FUAAAH! ¡Qué cerveza más buena! Y pensar que los bestiajos se lo tenían bien callado...vaya pajarracos...
— Oye, ¿qué tanto piensas? Lo que importa es haber participado. Bebe un poco, ahoga tus penas, Majis.
— Ahógatelas tú, borracho. Me largo.— sentenciaba, levantándose y marchándose del sitio.
— Te pido disculpas. No estaba mirando hacia delante. — se disculpaba, casi tocando el hombro de aquella mujer.
— ¿Es tuyo este puesto? Me gustaría comprarte esto. — comentaba, mientras señalaba varias veces al artilugio (pistola de cuerda). — Aunque no sé como funciona, me gustaría usarla.
— Disculpe, ¿ella está también en venta?
Einar salía de la arena, chasqueando la lengua por el fastidio. Haber salido el perdedor no es que le agradase. En general, los Föewar no eran de segundos puestos, y en esta ocasión, le tocó a él. Se sentó justo enfrente de Brag, que ya ni llevaba la cuenta de todo lo que había bebido. Probablemente, las reservas de aquella tribu peligrasen ahora mismo por culpa de aquel panzón. Maji miró al horizonte, viendo parte del espectáculo aéreo. No obstante, su cabeza estaba en todo y en nada, pensando en la derrota que acababa de experimentar.
"Con que...así se siente perder, ¿eh? Hmm...ya casi lo tenía, pero de un momento a otro él..."
El tacto frío del cristal de un pichel lleno de cerveza volvió a meterle en el mundo real.
— Oye, ¿qué tanto piensas? Lo que importa es haber participado. Bebe un poco, ahoga tus penas, Majis.
Aquel apelativo había rebasado completamente las confianzas que se había tomado Brag deliberadamente con él. Por tanto, sin contenerse esta vez, tomó la jarra, y se la echó directamente en el rostro.
— Ahógatelas tú, borracho. Me largo.— sentenciaba, levantándose y marchándose del sitio.
Sin duda alguna, Brag parecía moverse simple y llanamente por interés. Así que, molesto por la actitud del fiestero y por la derrota de la arena, Majistus procedió a dar una vuelta por el recinto. Quizás...solo quizás, podría liberarse un poco. Buscaba algo para poder pasar las pocas horas que ya le quedaban al día: El espectáculo aéreo tenía pinta de que estaba a punto de finalizar, y los hombres y mujeres-bestia de los puestos se empezaban a acomodar para la velada. Pero, pese a que lo intentara con todas sus fuerzas, su mente viajaba al vacío, y se dispersaba, quedándose en un estado meditativo de "todo y nada", y más temprano que tarde volvía a recordar las palabras de aquel leopardo de las nieves. "Bien peleado, Majistus". Arrugaba la nariz, y fruncía su ceño, mirando cabizbajo al suelo, sintiendo como se le erizaba la piel. Sí, definitivamente tenía mal perder.
El mundo de repente tomaba tonos más grises cuando, al levantar la cabeza, chocó contra una mujer-bestia. Una mujer-zorro por lo que parecía. Se apartó con rapidez, alzando su cabeza, para salir de su trance.
— Te pido disculpas. No estaba mirando hacia delante. — se disculpaba, casi tocando el hombro de aquella mujer.
Sin embargo, pese a que estaba excusando, la atención de Maji había sido atraída por una de las múltiples herramientas que se exponían en el puesto cercano. Señaló con el dedo al puesto, y luego inquirió a la mujer-zorro, alzando en un rápido gesto la cabeza.
— ¿Es tuyo este puesto? Me gustaría comprarte esto. — comentaba, mientras señalaba varias veces al artilugio (pistola de cuerda). — Aunque no sé como funciona, me gustaría usarla.
Parecía una herramienta muy útil, y Majistus, en su cabeza, pensaba que un juguete nuevo le quitaría parte de las penas. Buscando animarse, seguramente aquel cachivache podría salvarle el día. O puede que simplemente hubiese caído en un buen árdid por parte de la vendedora. Sea como fuere, necesitaba ocupar su cabeza con otras cosas. No podía depender de personas como Brag, así que, muy a menudo, buscaba distracciones como estas.
En cuanto desvió la mirada, pudo ver a otra mujer-bestia, una significativamente más pequeña que la anterior. Largas orejas, unos ojos saltones, pero lo más destacable era su refrescante olor, similar al del rocío mañanero, o por lo menos, a Majistus le recordaba a eso. Se volvió a Mina, solamente para formular una última pregunta.
— Disculpe, ¿ella está también en venta?
Leo Cantoáureo
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