[Desafío] Este solo no es la guitarra de Lolo
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[Desafío] Este solo no es la guitarra de Lolo
Todas las noches a la misma hora podremos encontrar a aquellas trabajadoras noctambulas, quienes ofrecen sus encantos y su compañía a cambio de unos aeros. No hay necesidad que detalle el escenario ¿o sí? Con un poco de suerte sabréis a qué me refiero.
No muy lejos de ahí, en uno de los barrios menos concurridos de la esquina del placer, podremos vislumbrar las corpulentas siluetas de aquellas cortesanas poco convencionales, pues a diferencia de una prostituta común, estas…o mejor dicho estos son varones.
Bueno, para gustos colores y en cuestiones carnales no voy a hacer una excepción.
Lolo pertenece a este selecto grupo de prostitutos, de hecho, es uno de los más cotizados de toda Lunargenta, y aunque no lo creáis su vida no siempre fue así.
Él solía ser un famoso artesano a quien los ricos pagaban miles de aeros solo por una de sus creaciones. ¿Y cómo es que terminó vendiendo su cuerpecito por las noches? Debéis agradecer a la exesposa de Lolo por dejarlo en la ruina con un millón de deudas de juego, mismas que lastimosamente fueron puestas a nombre del caballero.
Sin un solo centavo y con los acreedores amenazando con echarle en la cárcel, Lolo optó por pagar las cuentas en cómodas mensualidades, subastando sus caricias al mejor postor.
Un par de años después el cortesano encontró el amor nuevamente en una joven doncella, que poco sabría de la profesión de su nuevo pretendiente. Podría deciros que por fin las cosas estaban mejorando para el pobre Lolo, si no fuera porque el exnovio de la joven descubrió la forma su rival se ganaba la vida y digamos que no planeaba enviarle una tarjeta de felicitación y buenos deseos.
-Hoy voy a hacer que ese desgraciado pague por haberme robado a Rumi -sentencio el joven con una sonrisa ladina, dejando su tarro de cerveza sobre la barra de la taberna.
- ¿Y qué es lo que planeas hacer? -Preguntó otro de los ahí reunidos.
-Me desharé de ese bastardo. Ahora que conozco su secreto, no habrá manera de que Rumi siga con él -sin decir nada más avanzó hasta la puerta de la taberna, dispuesto a seguir con su plan hasta el final.
Pobre Lolo…justo cuando pensaba que su suerte comenzaba a mejorar.
No muy lejos de ahí, en uno de los barrios menos concurridos de la esquina del placer, podremos vislumbrar las corpulentas siluetas de aquellas cortesanas poco convencionales, pues a diferencia de una prostituta común, estas…o mejor dicho estos son varones.
Bueno, para gustos colores y en cuestiones carnales no voy a hacer una excepción.
Lolo pertenece a este selecto grupo de prostitutos, de hecho, es uno de los más cotizados de toda Lunargenta, y aunque no lo creáis su vida no siempre fue así.
Él solía ser un famoso artesano a quien los ricos pagaban miles de aeros solo por una de sus creaciones. ¿Y cómo es que terminó vendiendo su cuerpecito por las noches? Debéis agradecer a la exesposa de Lolo por dejarlo en la ruina con un millón de deudas de juego, mismas que lastimosamente fueron puestas a nombre del caballero.
Sin un solo centavo y con los acreedores amenazando con echarle en la cárcel, Lolo optó por pagar las cuentas en cómodas mensualidades, subastando sus caricias al mejor postor.
Un par de años después el cortesano encontró el amor nuevamente en una joven doncella, que poco sabría de la profesión de su nuevo pretendiente. Podría deciros que por fin las cosas estaban mejorando para el pobre Lolo, si no fuera porque el exnovio de la joven descubrió la forma su rival se ganaba la vida y digamos que no planeaba enviarle una tarjeta de felicitación y buenos deseos.
-Hoy voy a hacer que ese desgraciado pague por haberme robado a Rumi -sentencio el joven con una sonrisa ladina, dejando su tarro de cerveza sobre la barra de la taberna.
- ¿Y qué es lo que planeas hacer? -Preguntó otro de los ahí reunidos.
-Me desharé de ese bastardo. Ahora que conozco su secreto, no habrá manera de que Rumi siga con él -sin decir nada más avanzó hasta la puerta de la taberna, dispuesto a seguir con su plan hasta el final.
Pobre Lolo…justo cuando pensaba que su suerte comenzaba a mejorar.
- Lolo:
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Bienvenido salvador de prostitutos: En esta ocasión te encuentras en una taberna de Lunargenta momentos antes de que caiga el sol. ¿Cómo has llegado hasta aquí? La verdad es que no me interesa saberlo. No me interpondré en tu cronología. Este desafío tiene dos caras, pero dependerá de ti como se desarrollen los siguientes acontecimientos. En este primer post escucharás a Wren y a sus amigos, quienes parecen tener un plan para deshacerse de Lolo. Podrás elegir entre ayudarlos a ellos o ayudar a Lolo. Si optas por lo primero deberás seguir a Wren y ofrecerle tus servicios; si, por el contrario, decides ayudar a Lolo tendrás que dirigirte a la calle del placer (donde en poco tiempo empezará su trabajo) y advertirle de lo que está por ocurrir. Será tu elección. No olvides que eres libre de usar los NPCs que te he dado. Buena suerte.
Wyn
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Re: [Desafío] Este solo no es la guitarra de Lolo
Alzzul bajó con la pesadez del que acababa de despertar las escasas escaleras que serparaban las habitaciones del hostal con la zona relativa a la taberna. Hacía bastante calor y por ello, el vampiro sentía cómo la ropa se le pegaba a la piel con demasiada insistencia. Alzzul odiaba con fervor los climas cálidos; Lunargenta se podía considerar un lugar templado, más aún en esa primavera en la que los retazos del verano golpeaban con insistencia los portones que separaban las estaciones con una vehemencia inusitado, tanto que la misma madera de la puerta comenzaba a resquebrajarse y cientos de pequeños hálitos de luz cubrían no solo de luminosidad, si no también de calor el mundo en un abrazo inusitadamente temprano. Por suerte, acababa de caer la noche y el calor comenzaba a remitir, permitiendo a los más adeptos al frío respirar con renovada tranquilidad. Su día –lo que consideraríamos noche en cualquier humano, pues él los pasaba durmiendo- no lo fue tanto. No hizo más que revolverse entre sábanas con disgusto y entreabrir los ojos para comprobar que, en efecto, ningún rayo del astro rey incidía en su desdichado habitáculo.
Se manejó con destreza entre parroquianos, con un gesto de pocos amigos que apartaba a los pocos que se atrevían a encararle. Llevaba mucho sin beber y se había levantado especialmente violento. ¿Quién podía haberle asegurado que la fatalidad le había augurado una copiosa cena con la que saciar sus más oscuros deseos? Había robado una jarra a un parroquiano que por beber en demasía, y acumular más de lo que uno puede absorber, quedó dormido con dos jarras enteras aún sin acabar.
Buscó con los ojos y el oído a alguna presa potencial; normalmente gustaba de los placeres carnales de alguna bella o algún bello ser de luz que tenía la inocencia de acercarse con demasiada poca precaución a la figura insaciable del vampiro. Sin embargo, no le producía despecho ni resentimiento la caza cruel y violenta que se daba en las zonas más oscuras de las ciudades. A su oído llegó una conversación interesante, que versaba sobre un asesinato velado solamente por la ebriedad de los presentes y su poca propensión al espionaje. Falto de astucia, pero no por ello menos efectivo, se acercó al grupo con intención de participar en la matanza próxima, por un lado u el otro. Primero tendría que escuchar de qué se trata, sacar el mayor rédito del suceso, y finalmente, saciar su sed. Era importante plantear el orden puesto que si solo pensaba en aquel último e impertinente deseo, acabaría echando a perder cualquier otro posible beneficio. Estaba ahí de paso, pero más le valía sacar algo rentable de sus viajes, o acabaría malgastando su eternidad en caminos que conducían a ninguna parte.
Tomó asiento entre ellos, integrándose con la facilidad pasmosa con la que la gente común acepta la ayuda de los desconocidos. No tardó en convencerles de que su fuerza como mercenario les ayudaría a planear el golpe con total sutileza, de forma que salieran bien parados de aquello o incluso, totalmente desvinculados al suceso. Después, pidió algo más de información a los sujetos, de forma que la conversación se desarrolló en un mutuo acuerdo.
- Pues verás, machote, resulta que el tipo es un puto. –explicó, con simpleza, en voz más baja que antes, dado que el vampiro había sugerido a los presentes ser un poco más sutiles.- Y se quiere quedar con mi Rumi. La ha engatusado, que lo sé yo. Pero ¡Je, je, je! No hay forma de que esto le salga a cuentas después de saber lo que sé.
- Tienes el toro por los cuernos, -anunció el vampiro con una sonrisa que escondía intenciones fatales.- Pero vamos a dejar las cosas bien atadas, esta noche. Me he gastado todos los aeros en cerveza, así que poned algo y lo llevaré a una habitación como si fuera un cliente, ahí lo amordazo y vosotros entráis unos minutos después para rematar la faena, pues dejaré la puerta abierta. Mañana me pagáis un pequeño extra por las molestias y aquí no nos conocemos.
- Eres un tipo listo. –proclamó en voz alta uno de los del grupo, a lo que todos los presentes asentían, unos más convencidos que otros.
Se trataba de cuatro hombres, todos ellos mayores de treinta, en no precisamente buena forma física. Aunque fueran armados, -cosa que no era necesaria, pues Alzzul les había prometido dar a la presa inmovilizada, lista para el apaleo o el escarnio público posterior. No sería así como se desarrollarían los actos. Tampoco fue necesario pensar en ello demasiado, ¿Cuatro pueblerinos estúpidos que querían matar a un desdichado que había tenido la mala suerte de acabar vendiendo su cuerpo? Aquello no requería más de dos segundos para posicionarse del lado de la pobre víctima. Podía estar pasando algo por alto, pero en su consciencia no tenía dudas. Luchas por el afecto de una mujer las había habido desde el principio de la historia, pero este caso no tenía mucha discusión.
Al fijar el trato y con los aeros prestados en la mano se dirigió a la zona sur de Lunargenta, más concretamente a La Esquina del Placer, ese barrio prostíbulo que era protagonista de continuos escarnios y principio clave de la criminalidad. Por suerte, el vampiro ya conocía más o menos el sitio y pudo moverse con cierta facilidad entre los rincones menos conocidos de la zona. Un par de preguntas, unos aeros perdidos, y un par de decepciones después se encontró con la persona indicada. No se sorprendió lo más mínimo de su aspecto, ni le costó mirarle a los ojos, aquellos ojos infinitamente tristes que contemplan con melancolía el mundo, aquellos ojos que se encontraban en los que podía considerar su familia. Los pobres, los explotados, los desheredados, las putas y los ladrones. En general, la inmundicia víctima de una burguesía opulenta y altiva, heliogábalos a su máxima potencia. Ante la presencia del pobre hombre, apenas pudo contener la rabia, más la reservó para un futuro inmediato.
- Lolo, querido, si tu vida aún vale algo para ti, sígueme con la misma naturalidad de a un cliente. Toma estas monedas, no hagas preguntas, las responderé todas en un instante, cuando estemos solos. Será por poco tiempo, te lo prometo, a tu desgracia. Tienes rivales en el amor que buscan tu desgracia.
Parecía confuso ante las palabras del vampiro pero era su trabajo, ¿Qué podía hacer? Negarse, sí, pero… ¿Por qué lo haría?
Se manejó con destreza entre parroquianos, con un gesto de pocos amigos que apartaba a los pocos que se atrevían a encararle. Llevaba mucho sin beber y se había levantado especialmente violento. ¿Quién podía haberle asegurado que la fatalidad le había augurado una copiosa cena con la que saciar sus más oscuros deseos? Había robado una jarra a un parroquiano que por beber en demasía, y acumular más de lo que uno puede absorber, quedó dormido con dos jarras enteras aún sin acabar.
Buscó con los ojos y el oído a alguna presa potencial; normalmente gustaba de los placeres carnales de alguna bella o algún bello ser de luz que tenía la inocencia de acercarse con demasiada poca precaución a la figura insaciable del vampiro. Sin embargo, no le producía despecho ni resentimiento la caza cruel y violenta que se daba en las zonas más oscuras de las ciudades. A su oído llegó una conversación interesante, que versaba sobre un asesinato velado solamente por la ebriedad de los presentes y su poca propensión al espionaje. Falto de astucia, pero no por ello menos efectivo, se acercó al grupo con intención de participar en la matanza próxima, por un lado u el otro. Primero tendría que escuchar de qué se trata, sacar el mayor rédito del suceso, y finalmente, saciar su sed. Era importante plantear el orden puesto que si solo pensaba en aquel último e impertinente deseo, acabaría echando a perder cualquier otro posible beneficio. Estaba ahí de paso, pero más le valía sacar algo rentable de sus viajes, o acabaría malgastando su eternidad en caminos que conducían a ninguna parte.
Tomó asiento entre ellos, integrándose con la facilidad pasmosa con la que la gente común acepta la ayuda de los desconocidos. No tardó en convencerles de que su fuerza como mercenario les ayudaría a planear el golpe con total sutileza, de forma que salieran bien parados de aquello o incluso, totalmente desvinculados al suceso. Después, pidió algo más de información a los sujetos, de forma que la conversación se desarrolló en un mutuo acuerdo.
- Pues verás, machote, resulta que el tipo es un puto. –explicó, con simpleza, en voz más baja que antes, dado que el vampiro había sugerido a los presentes ser un poco más sutiles.- Y se quiere quedar con mi Rumi. La ha engatusado, que lo sé yo. Pero ¡Je, je, je! No hay forma de que esto le salga a cuentas después de saber lo que sé.
- Tienes el toro por los cuernos, -anunció el vampiro con una sonrisa que escondía intenciones fatales.- Pero vamos a dejar las cosas bien atadas, esta noche. Me he gastado todos los aeros en cerveza, así que poned algo y lo llevaré a una habitación como si fuera un cliente, ahí lo amordazo y vosotros entráis unos minutos después para rematar la faena, pues dejaré la puerta abierta. Mañana me pagáis un pequeño extra por las molestias y aquí no nos conocemos.
- Eres un tipo listo. –proclamó en voz alta uno de los del grupo, a lo que todos los presentes asentían, unos más convencidos que otros.
Se trataba de cuatro hombres, todos ellos mayores de treinta, en no precisamente buena forma física. Aunque fueran armados, -cosa que no era necesaria, pues Alzzul les había prometido dar a la presa inmovilizada, lista para el apaleo o el escarnio público posterior. No sería así como se desarrollarían los actos. Tampoco fue necesario pensar en ello demasiado, ¿Cuatro pueblerinos estúpidos que querían matar a un desdichado que había tenido la mala suerte de acabar vendiendo su cuerpo? Aquello no requería más de dos segundos para posicionarse del lado de la pobre víctima. Podía estar pasando algo por alto, pero en su consciencia no tenía dudas. Luchas por el afecto de una mujer las había habido desde el principio de la historia, pero este caso no tenía mucha discusión.
Al fijar el trato y con los aeros prestados en la mano se dirigió a la zona sur de Lunargenta, más concretamente a La Esquina del Placer, ese barrio prostíbulo que era protagonista de continuos escarnios y principio clave de la criminalidad. Por suerte, el vampiro ya conocía más o menos el sitio y pudo moverse con cierta facilidad entre los rincones menos conocidos de la zona. Un par de preguntas, unos aeros perdidos, y un par de decepciones después se encontró con la persona indicada. No se sorprendió lo más mínimo de su aspecto, ni le costó mirarle a los ojos, aquellos ojos infinitamente tristes que contemplan con melancolía el mundo, aquellos ojos que se encontraban en los que podía considerar su familia. Los pobres, los explotados, los desheredados, las putas y los ladrones. En general, la inmundicia víctima de una burguesía opulenta y altiva, heliogábalos a su máxima potencia. Ante la presencia del pobre hombre, apenas pudo contener la rabia, más la reservó para un futuro inmediato.
- Lolo, querido, si tu vida aún vale algo para ti, sígueme con la misma naturalidad de a un cliente. Toma estas monedas, no hagas preguntas, las responderé todas en un instante, cuando estemos solos. Será por poco tiempo, te lo prometo, a tu desgracia. Tienes rivales en el amor que buscan tu desgracia.
Parecía confuso ante las palabras del vampiro pero era su trabajo, ¿Qué podía hacer? Negarse, sí, pero… ¿Por qué lo haría?
Alzzul
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Re: [Desafío] Este solo no es la guitarra de Lolo
Pronto los clientes comenzarían a llegar y Lolo se encontraba preparado para recibirles de manera apropiada.
No disfrutaba su trabajo, ¿quién en su sano sería feliz de que alguien se la empinase todas las noches? A él le gustaban las mujeres y eso no iba a cambiar.
Afortunadamente cada vez estaba más cerca de terminar con aquel asqueroso trabajo y de por fin deshacerse de las deudas que su exmujer había dejado sobre sus hombros. Muy pronto podría ofrecerle a Rumi todo lo que ella se merecía sin tener que vender su cuerpo a todos esos hombres asquerosos hombres con gustos escondidos.
La hora había llegado y sus compañeros no tardaron en recibir a sus primeros clientes. Esto no le sorprendió, puesto que él era el prostituto más cotizado, sus precios eran también los más altos.
Un rato después el primer cliente de la noche hizo su aparición. Lolo se preparó para recibirle con una de sus mejores sonrisas, más las palabras que salieron de parte del extraño lograron cambiar ese gesto por uno de sorpresa.
- ¿Qué suce…?
No tuvo tiempo de terminar la pregunta, pues el caballero le entregó unas monedas y le encargó que le siguiese.
Apenas si habían avanzado un par de calles, cuando el vampiro podría vislumbrar al grupo de caballeros a varios metros de distancia.
Al parecer el alcohol había hecho que los hombres olvidasen el trato inicial y ahora se disponían a darle captura al cortesano sin importar quien se opusiese a ello. Ahora Alzzul tendría dos opciones: correr o pelear.
No disfrutaba su trabajo, ¿quién en su sano sería feliz de que alguien se la empinase todas las noches? A él le gustaban las mujeres y eso no iba a cambiar.
Afortunadamente cada vez estaba más cerca de terminar con aquel asqueroso trabajo y de por fin deshacerse de las deudas que su exmujer había dejado sobre sus hombros. Muy pronto podría ofrecerle a Rumi todo lo que ella se merecía sin tener que vender su cuerpo a todos esos hombres asquerosos hombres con gustos escondidos.
La hora había llegado y sus compañeros no tardaron en recibir a sus primeros clientes. Esto no le sorprendió, puesto que él era el prostituto más cotizado, sus precios eran también los más altos.
Un rato después el primer cliente de la noche hizo su aparición. Lolo se preparó para recibirle con una de sus mejores sonrisas, más las palabras que salieron de parte del extraño lograron cambiar ese gesto por uno de sorpresa.
- ¿Qué suce…?
No tuvo tiempo de terminar la pregunta, pues el caballero le entregó unas monedas y le encargó que le siguiese.
Apenas si habían avanzado un par de calles, cuando el vampiro podría vislumbrar al grupo de caballeros a varios metros de distancia.
Al parecer el alcohol había hecho que los hombres olvidasen el trato inicial y ahora se disponían a darle captura al cortesano sin importar quien se opusiese a ello. Ahora Alzzul tendría dos opciones: correr o pelear.
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Alzzul: Tus intenciones han sido buenas, pero para tu mala suerte los caballeros decidieron embriagarse hasta morir y han terminado olvidando vuestro pacto previo. En este último post deberás decidir si huyes o te quedas a hacerles frente. Están demasiado ebrios, pero aun así podrían dar batalla. Recuerda que Lolo (aunque con vestido) también es un hombre que puede ayudarte. La decisión será tuya y recuerda que todo tendrá sus consecuencias. ¡Elige bien!
Wyn
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Re: [Desafío] Este solo no es la guitarra de Lolo
Alzzul odiaba que su astucia jugara en su contra, sobre todo, odiaba equivocarse, pero lo que en verdad le enfurecía era juzgar erróneamente. ¿Cómo podía haber pensado que los cuatro mamarrachos cumplirían su promesa? ¿Cómo había sido tan estúpido? En cualquier caso, era algo que había contemplado como posibilidad, si bien de otro modo. El vampiro era, de todos modos, un ser bastante directo, y trazar un nuevo plan no le llevó más de un par de segundos. Soltó un leve gruñido, a la par que apretaba el puño y aceleraba el paso, llevando a su protegido con una mano en la espalda, empujándolo para que se mantuviera a su ritmo. Buscaba cruza una esquina y trazar ahí una emboscada. Por suerte, había comprobado que la mayoría de edificios pecaban de irregularidades considerables, pudiendo encontrar una diferencia de un cuerpo entero entre una fachada y la siguiente. El plan era simple.
- Ahí vienen. -anunció a su compañero.- Solo mantente cerca, si cae algún arma quizá le puedas dar uso. Quizá puedas lanzar un par de piedras. En cualquier caso, no te pongas en peligro, pero mantente a la vista.
Llegaron a doblar el recodo más próximo mientras pronunciaba semejantes palabras. El plan era lo suficientemente simple como para que funcionara. Tomó el primer desnivel de la fachada, y señaló un punto en el suelo algo más atrás donde se debería colocar Lolo. Con pasión de estratega y picardía de asesino, se deslizó con tranquilidad a la par que echaba mano a su enorme acero. Se embriagó de sombras, que lo cubrían con un sigilo casi perfecto por la escasa iluminación del lugar y el amparo de la noche. La gente en los barrios bajos solía evitar la luz.
Respirando regularmente aguzó el oído, mantuvo los ojos abiertos y atentos, con facilidad de noctílope. En cuanto doblaran la esquina se encontrarían con un golpe desde las sombras. Lo fundamental era la paciencia. De un solo corte podía acabar con dos objetivos, puede que incluso tres si estaban muy pegados. Si el primero del grupo se aventurara solo, esperaría a que llegara el segundo o tercero, abriéndose a sí mismo dos frentes, pero aislando al que seguramente fuera el más peligroso del apoyo aliado. Sonreía de forma macabra, cada vez le costaba más pensar, casi... Casi podía percibir el olor de la sangre.
- Ahí vienen. -anunció a su compañero.- Solo mantente cerca, si cae algún arma quizá le puedas dar uso. Quizá puedas lanzar un par de piedras. En cualquier caso, no te pongas en peligro, pero mantente a la vista.
Llegaron a doblar el recodo más próximo mientras pronunciaba semejantes palabras. El plan era lo suficientemente simple como para que funcionara. Tomó el primer desnivel de la fachada, y señaló un punto en el suelo algo más atrás donde se debería colocar Lolo. Con pasión de estratega y picardía de asesino, se deslizó con tranquilidad a la par que echaba mano a su enorme acero. Se embriagó de sombras, que lo cubrían con un sigilo casi perfecto por la escasa iluminación del lugar y el amparo de la noche. La gente en los barrios bajos solía evitar la luz.
Respirando regularmente aguzó el oído, mantuvo los ojos abiertos y atentos, con facilidad de noctílope. En cuanto doblaran la esquina se encontrarían con un golpe desde las sombras. Lo fundamental era la paciencia. De un solo corte podía acabar con dos objetivos, puede que incluso tres si estaban muy pegados. Si el primero del grupo se aventurara solo, esperaría a que llegara el segundo o tercero, abriéndose a sí mismo dos frentes, pero aislando al que seguramente fuera el más peligroso del apoyo aliado. Sonreía de forma macabra, cada vez le costaba más pensar, casi... Casi podía percibir el olor de la sangre.
Alzzul
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Re: [Desafío] Este solo no es la guitarra de Lolo
Nunca entenderé por qué los mortales insistís en meteros en semejantes líos, pero si no fuese así no habría historias que contar, y vaya que disfruto de burlarme de vuestras desventuras.
Con asombrosa destreza el vampiro se dispuso a intentar emboscar a aquellos borrachos traicioneros y así salvar la vida del pobre Lolo. Debo admitir que no esperaba menos de alguien como él, pero como dice mi amad Fehu: de valientes los cementerios están llenos.
Claro que hablábamos de un vampiro, una criatura con un especial gusto por la sangre, así que, sin importar la mayoría de los esfuerzos de los mortales, no habría manera en que lograsen salir todos con vida de aquel encuentro.
Por un lado, el grupo había conseguido defenderse bastante bien, asestándole uno que otro golpe al vampiro, justo antes de convertirse en pequeños y debiluchos refrigerios para alguien como Alzzul; aunque, por otro lado, habían reducido su número considerablemente, logrando que los restantes huyeran espavoridos.
Lolo no cabía en sí del asombro. Un extraño estaba protegiendo su integridad con todo lo que podía, eso era inaudito, y como era de esperarse su orgullo no le permitió quedarse viendo como alguien más le salvaba el trasero, por lo que no tardó en unirse a la batalla, logrando desquita su frustración con aquellos buscapleitos que solo querían hacerle daño a él y a Rumi.
-No sé cómo podré pagarte lo que has hecho por mí -dijo una vez que todo terminó-. Por favor, toma esto -le entregó una bolsa de aeros y un extraño abanico-. No me importa tener que trabajar otra noche para terminar de pagar mis deudas y así ofrecerle a Rumi una vida mejor. Has salvado mi vida y siempre te estaré en deuda.
Es difícil decir si el vampiro debería sentirse feliz o decepcionado de tener un nuevo amigo y una jugosamente extraña recompensa, considerando las heridas que le habían quedado de la pelea y que de alguna u otra manera tendría que tratar a la brevedad.
Con asombrosa destreza el vampiro se dispuso a intentar emboscar a aquellos borrachos traicioneros y así salvar la vida del pobre Lolo. Debo admitir que no esperaba menos de alguien como él, pero como dice mi amad Fehu: de valientes los cementerios están llenos.
Claro que hablábamos de un vampiro, una criatura con un especial gusto por la sangre, así que, sin importar la mayoría de los esfuerzos de los mortales, no habría manera en que lograsen salir todos con vida de aquel encuentro.
Por un lado, el grupo había conseguido defenderse bastante bien, asestándole uno que otro golpe al vampiro, justo antes de convertirse en pequeños y debiluchos refrigerios para alguien como Alzzul; aunque, por otro lado, habían reducido su número considerablemente, logrando que los restantes huyeran espavoridos.
Lolo no cabía en sí del asombro. Un extraño estaba protegiendo su integridad con todo lo que podía, eso era inaudito, y como era de esperarse su orgullo no le permitió quedarse viendo como alguien más le salvaba el trasero, por lo que no tardó en unirse a la batalla, logrando desquita su frustración con aquellos buscapleitos que solo querían hacerle daño a él y a Rumi.
-No sé cómo podré pagarte lo que has hecho por mí -dijo una vez que todo terminó-. Por favor, toma esto -le entregó una bolsa de aeros y un extraño abanico-. No me importa tener que trabajar otra noche para terminar de pagar mis deudas y así ofrecerle a Rumi una vida mejor. Has salvado mi vida y siempre te estaré en deuda.
Es difícil decir si el vampiro debería sentirse feliz o decepcionado de tener un nuevo amigo y una jugosamente extraña recompensa, considerando las heridas que le habían quedado de la pelea y que de alguna u otra manera tendría que tratar a la brevedad.
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Alzzul: Ahora serás conocido como la leyenda salvadora de prostitutos. ¡Enhorabuena! Es un título nada importante, pero ¿qué importa? Peor es nada. Lamentablemente no has salido completamente bien librado de la pelea y ahora tienes algunas heridas que deberán ser tratadas. Para ello te daré la elegir la forma de deshacerte de ellas: con los talleres o en un tema con algún sanador. Procederé a darte tus recompensas.
+2 puntos de experiencia por calidad.
+3 puntos de experiencia por originalidad.
+50 aeros
Consecuencias: Heridas de la pelea
Una nariz rota
Una costilla fracturada
Lesión en la pierna que dificultará el andar
Recompensa:
+2 puntos de experiencia por calidad.
+3 puntos de experiencia por originalidad.
+50 aeros
Consecuencias: Heridas de la pelea
Una nariz rota
Una costilla fracturada
Lesión en la pierna que dificultará el andar
Recompensa:
- Abanico de Drag Queen:
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A simple vista este abanico puede no tener ninguna función especial, pero al agitarlo creará una fuerte corriente de viento, similar a la de un pequeño tornado, que puede servir para atacar o para escapar. En el cuarto uso el abanico se romperá.
Wyn
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