[Desafío] Romeo y Cenicienta
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[Desafío] Romeo y Cenicienta
Existen muchos tipos de historias de amor, aunque debo admitir que las tragedias románticas no son precisamente mi estilo, y esta tal vez no sea la excepción.
- ¡No volverás a ver a ese bastardo! -Exclamó su padre, justo antes de cerrar su puerta con llave-. ¡Mañana partirás a Dundarak y esa es mi última palabra!
La sentencia del hombre fue firme y Kelly sabía que no habría poder en la tierra que le hiciera cambiar de opinión. Lloró, gritó, suplicó; pero ningún esfuerzo bastó, para evitar que sus padres tomasen la resolución de enviarla a un convento.
¿Su pecado? Enamorarse del hijo de la familia rival. En el fondo lo comprendía, era consciente de que Harvey y ella no podrían ser felices, pues sus familias se habían odiado desde hacía décadas y su amor no lograría cambiar años de conflicto. No obstante, se aferró a sus sentimientos, mismos que le llevaron hasta el límite de las consecuencias.
Harvey era lo bastante inteligente como para intuir lo que sucedería, no se necesitaba ser muy perspicaz para predecir los movimientos de la familia Tray, pero al igual que ellos, él no sabía cuándo darse por vencido.
Esa noche se propuso trabar un plan para liberar a su amada del cautiverio y llevarla lejos a un lugar donde nadie pudiese separarlos. Desafortunadamente contaba con menos ayuda de la necesaria y eso comenzaba a preocuparle, considerando que el tiempo no era un facto benéfico en su situación.
Levantó la vista hacia uno de los carteles con el sello de la familia Tray, sobre el cual se solicitaba la ayuda de un escolta para su adorable hija con una jugosa recompensa como gancho.
Suspiró con frustración, revolviéndose el cabello en señal de desesperación. Si no actuaba pronto su amada Kelly se iría para siempre, y aunque sonase dramático, él se moriría sin ella.
Para su desgracia alguien se había detenido a escudriñar el panfleto con cierta tentación, cosa que solo logró aumentar sus miedos.
-Por favor… -se acercó a la persona, secándose el rostro con las mangas de su indumentaria-. Antes de que decida aceptar el trabajo...le ruego que me escuche.
Harvey no podía ofrecer la misma cantidad de dinero que los padres de Kelly, pero con algo de suerte aquella persona se apiadaría de su situación y accedería a escuchar su historia, al menos eso les rogaba a los dioses. Ya luego se encargaría de recompensarle si accedía a ayudarle.
- ¡No volverás a ver a ese bastardo! -Exclamó su padre, justo antes de cerrar su puerta con llave-. ¡Mañana partirás a Dundarak y esa es mi última palabra!
La sentencia del hombre fue firme y Kelly sabía que no habría poder en la tierra que le hiciera cambiar de opinión. Lloró, gritó, suplicó; pero ningún esfuerzo bastó, para evitar que sus padres tomasen la resolución de enviarla a un convento.
¿Su pecado? Enamorarse del hijo de la familia rival. En el fondo lo comprendía, era consciente de que Harvey y ella no podrían ser felices, pues sus familias se habían odiado desde hacía décadas y su amor no lograría cambiar años de conflicto. No obstante, se aferró a sus sentimientos, mismos que le llevaron hasta el límite de las consecuencias.
Harvey era lo bastante inteligente como para intuir lo que sucedería, no se necesitaba ser muy perspicaz para predecir los movimientos de la familia Tray, pero al igual que ellos, él no sabía cuándo darse por vencido.
Esa noche se propuso trabar un plan para liberar a su amada del cautiverio y llevarla lejos a un lugar donde nadie pudiese separarlos. Desafortunadamente contaba con menos ayuda de la necesaria y eso comenzaba a preocuparle, considerando que el tiempo no era un facto benéfico en su situación.
Levantó la vista hacia uno de los carteles con el sello de la familia Tray, sobre el cual se solicitaba la ayuda de un escolta para su adorable hija con una jugosa recompensa como gancho.
Suspiró con frustración, revolviéndose el cabello en señal de desesperación. Si no actuaba pronto su amada Kelly se iría para siempre, y aunque sonase dramático, él se moriría sin ella.
Para su desgracia alguien se había detenido a escudriñar el panfleto con cierta tentación, cosa que solo logró aumentar sus miedos.
-Por favor… -se acercó a la persona, secándose el rostro con las mangas de su indumentaria-. Antes de que decida aceptar el trabajo...le ruego que me escuche.
Harvey no podía ofrecer la misma cantidad de dinero que los padres de Kelly, pero con algo de suerte aquella persona se apiadaría de su situación y accedería a escuchar su historia, al menos eso les rogaba a los dioses. Ya luego se encargaría de recompensarle si accedía a ayudarle.
- Kelly:
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- Harvey:
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Bienvenido audaz casamentero: En esta ocasión te encuentras en Beltrexus. ¿Qué motivo te condujo hasta aquí? No es relevante, no quisiera ser un obstáculo en tu cronología. Será tu elección ayudar a Harvey o ser el escolta de Kelly. Ambas opciones tienen sus consecuencias, pero descubrirlas correrá por tu cuenta. En este primer post narrarás tu encuentro con el joven enamorado y deberás decidir a quién le brindarás tu ayuda. Eres libre de usar los NPCs que necesites.
Wyn
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Re: [Desafío] Romeo y Cenicienta
Podía ser muchas cosas: cruel, egoísta, egocéntrico, idiota…. ¿Pero, piadoso? No, la piedad no era característica que alguien, en su sano juicio, utilizaría para describirme. Si veía un débil mendigo en la calle con unas pocas monedas bajo el sombrero, le pisaba la cabeza y me quedaba con sus monedas. Si un hombre me pedía que le cediera un buen trabajo que, milagrosamente, acababa de conseguir, le mandaba “amablemente” que se fuera a su casa y me dejase a mi tranquilo.
Ocurrió lo segundo: Un chico joven, pálido y delgado se puso detrás de mí en el momento que arrancaba uno de los papeles de empleo. Mi miró con ojos de cordero degollado y me suplicó lastimosamente que le escuchase. Di un fuerte suspiro de cansancio. Conocía esta clase de mocosos; era del tipo que no dejan de insistir hasta que conseguían contar la idiotez que tuvieran que decir.
Con un gesto con dos dedos de la mano derecha, le indique que le iba a escuchar. El chico asintió y empezó a hablar tan rápido que parecía que se estuviera quemando la lengua.
-Me tiene que dejar el trabajo. Es importante para mí. ¿Lo entiende? Entiéndalo por favor. Es por una chica…- casi parecía que se fuera a poner a llorar. Patético- Si me deja trabajar en la escolta se lo recompensaré. Tengo ahorros, no muchos… pero tengo unos pocos y se los puedo dar si….-
No le dejé terminar la frase. Su voz me resultaba molestaba y hacía que los cuervos invisibles de la maldición de Duna me picasen con mayor intensidad. Antes de que el chico terminase de hablar, le abofeteé la cara.
Durante unos segundos, se quedó mirándome con los mismos ojos brillantes de cachorrito indefenso. A parte de patético, también era estúpido.
-Vete a tu casa chaval- le hice una señal con la cabeza para que se fuera- ¿Tienes complejo de héroe de leyenda y quieres conquistar a una chica? Empieza por conquistarte a ti mismo- le miré de hito a hito- Un chico tan débil y patético como tú nunca llegará a nada.- cogí el panfleto y me lo puse en el bolsillo del pantalón- El trabajo es mío, necesito los aeros y dicen que la familia Tray paga bien.- La última frase la dije dándole la espalda al mocoso- Ahora vete, no quiero verte más-.
El chico me persiguió unos metros. La mano derecha la tenía en el lugar donde le había abofeteado, la izquierda en el bolsillo de su pantalón. Me miraba como un perro mira a su dueño después de que le hubiera pegado con la vara para amaestrarle. Me siguió dos calles más abajo y luego se quedó quieto, en mitad de la calle, como si esperase a que me girase a preguntarle qué tal estaba. Ya lo había dicho al principio: yo no era piadoso con nadie.
Elijo ser escolta de Kellyy dejar por los suelos a Harvey
Ocurrió lo segundo: Un chico joven, pálido y delgado se puso detrás de mí en el momento que arrancaba uno de los papeles de empleo. Mi miró con ojos de cordero degollado y me suplicó lastimosamente que le escuchase. Di un fuerte suspiro de cansancio. Conocía esta clase de mocosos; era del tipo que no dejan de insistir hasta que conseguían contar la idiotez que tuvieran que decir.
Con un gesto con dos dedos de la mano derecha, le indique que le iba a escuchar. El chico asintió y empezó a hablar tan rápido que parecía que se estuviera quemando la lengua.
-Me tiene que dejar el trabajo. Es importante para mí. ¿Lo entiende? Entiéndalo por favor. Es por una chica…- casi parecía que se fuera a poner a llorar. Patético- Si me deja trabajar en la escolta se lo recompensaré. Tengo ahorros, no muchos… pero tengo unos pocos y se los puedo dar si….-
No le dejé terminar la frase. Su voz me resultaba molestaba y hacía que los cuervos invisibles de la maldición de Duna me picasen con mayor intensidad. Antes de que el chico terminase de hablar, le abofeteé la cara.
Durante unos segundos, se quedó mirándome con los mismos ojos brillantes de cachorrito indefenso. A parte de patético, también era estúpido.
-Vete a tu casa chaval- le hice una señal con la cabeza para que se fuera- ¿Tienes complejo de héroe de leyenda y quieres conquistar a una chica? Empieza por conquistarte a ti mismo- le miré de hito a hito- Un chico tan débil y patético como tú nunca llegará a nada.- cogí el panfleto y me lo puse en el bolsillo del pantalón- El trabajo es mío, necesito los aeros y dicen que la familia Tray paga bien.- La última frase la dije dándole la espalda al mocoso- Ahora vete, no quiero verte más-.
El chico me persiguió unos metros. La mano derecha la tenía en el lugar donde le había abofeteado, la izquierda en el bolsillo de su pantalón. Me miraba como un perro mira a su dueño después de que le hubiera pegado con la vara para amaestrarle. Me siguió dos calles más abajo y luego se quedó quieto, en mitad de la calle, como si esperase a que me girase a preguntarle qué tal estaba. Ya lo había dicho al principio: yo no era piadoso con nadie.
Elijo ser escolta de Kelly
Gerrit Nephgerd
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Re: [Desafío] Romeo y Cenicienta
Cosas malas suceden a los que desean ir en contra de la ambientación. Aun así, he de admitir que me agrada ver que tan osados podéis llegar a ser.
Un extraño había llegado a la escena, donde el pobre de Harvey había intentado pensar en un plan para librar a su amada Kelly y así poder estar juntos, pero no contó con que aquel extraño en el que quiso confiar terminaría por dejarle una marca en la cara.
Con la moral por los suelos, Harvey volvió a su casa, pensando en la manera en cómo conseguiría lograr su cometido, mientras Gerrit se dirigía a casa de los Tray en busca de su merecido trabajo.
Desde luego George Tray estaba fascinado con la idea de que un hombre grande y fuerte como el brujo fuese quien escoltase a su hija hasta aquel convento en Dundarak.
Como era de esperarse, Kelly no paraba de llorar como si la vida se le hubiese terminado, mientras abordaba el carruaje que la llevaría hasta el convento.
El viaje sería largo para el brujo de malos modales, pues la jovencita seguiría lloriqueando cada vez más alto. Quedaba claro que buscaba colmar la paciencia de su escolta y aprovechar cualquier momento que tuviese para escapar.
Por su parte, Harvey seguiría el carruaje lo más rápido que su corcel le permitiría. No quería ser un héroe, solo quería estar con su amada, eso debería ser suficiente para poder obtener fuerzas y lograr su cometido.
- ¡Alto! -Gritó la señorita desde el interior del carruaje, dejando (milagrosamente) de llorar-. Necesito tomar aire fresco.
Miró al brujo con molestia, amenazándole con no brindarle su pago si no cumplía con sus demandas. Esto no quedaría a discusión, o Gerrit acataba a las órdenes, o la niña enviaría una comisiva a su adinerada familia para que no viese ni uno solo de los aeros.
Claro que la idea de la jovencita sería escapar e ilusamente creería que conseguiría su cometido, solo que el brujo, además de imponente, sabía muy bien cómo salirse con la suya.
Aun así, Kelly abofeteó al brujo y corrió tanto como sus piernas se lo permitieron, solo que, al verse acorralada y sabiendo que no podría escapar de su destino, optó por la peor de las opciones: tomar la pequeña navaja que llevaba siempre consigo, dispuesta a atravesarse el abdomen con ella.
Harvey casi conseguía alcanzar el carruaje de su amada, temiendo lo peor al ver el coche detenido a medio camino. Ahora sí no dudaría mostrar el linaje del que provenía. Y con esta idea en la mente se lanzó al auxilio de la doncella, aunque posiblemente llegaría tarde.
En lugar de ser cenicienta…parece que tendremos a una Julieta y a un romeo nada contento…
Un extraño había llegado a la escena, donde el pobre de Harvey había intentado pensar en un plan para librar a su amada Kelly y así poder estar juntos, pero no contó con que aquel extraño en el que quiso confiar terminaría por dejarle una marca en la cara.
Con la moral por los suelos, Harvey volvió a su casa, pensando en la manera en cómo conseguiría lograr su cometido, mientras Gerrit se dirigía a casa de los Tray en busca de su merecido trabajo.
Desde luego George Tray estaba fascinado con la idea de que un hombre grande y fuerte como el brujo fuese quien escoltase a su hija hasta aquel convento en Dundarak.
Como era de esperarse, Kelly no paraba de llorar como si la vida se le hubiese terminado, mientras abordaba el carruaje que la llevaría hasta el convento.
El viaje sería largo para el brujo de malos modales, pues la jovencita seguiría lloriqueando cada vez más alto. Quedaba claro que buscaba colmar la paciencia de su escolta y aprovechar cualquier momento que tuviese para escapar.
Por su parte, Harvey seguiría el carruaje lo más rápido que su corcel le permitiría. No quería ser un héroe, solo quería estar con su amada, eso debería ser suficiente para poder obtener fuerzas y lograr su cometido.
- ¡Alto! -Gritó la señorita desde el interior del carruaje, dejando (milagrosamente) de llorar-. Necesito tomar aire fresco.
Miró al brujo con molestia, amenazándole con no brindarle su pago si no cumplía con sus demandas. Esto no quedaría a discusión, o Gerrit acataba a las órdenes, o la niña enviaría una comisiva a su adinerada familia para que no viese ni uno solo de los aeros.
Claro que la idea de la jovencita sería escapar e ilusamente creería que conseguiría su cometido, solo que el brujo, además de imponente, sabía muy bien cómo salirse con la suya.
Aun así, Kelly abofeteó al brujo y corrió tanto como sus piernas se lo permitieron, solo que, al verse acorralada y sabiendo que no podría escapar de su destino, optó por la peor de las opciones: tomar la pequeña navaja que llevaba siempre consigo, dispuesta a atravesarse el abdomen con ella.
Harvey casi conseguía alcanzar el carruaje de su amada, temiendo lo peor al ver el coche detenido a medio camino. Ahora sí no dudaría mostrar el linaje del que provenía. Y con esta idea en la mente se lanzó al auxilio de la doncella, aunque posiblemente llegaría tarde.
En lugar de ser cenicienta…parece que tendremos a una Julieta y a un romeo nada contento…
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Gerrit Nephgerd: Interesante, interesante. ¿Así que decides maltratar a los npcs de la Diosa Wunjo? Pues bien, como veo que te gusta la acción, tengamos algo de eso. En lugar de dos posts este desafío será de tres y… ¿por qué no ponerle un poco más de sabor? Deberás lanzar una runa que determinará una serie de cosas. ¿Cuáles? ¡Já! ¿Acaso crees que soy tan inocente como para develar mis planes malvados? Prepara tus mejores habilidades, brujo, que estoy ansiosa de ver qué te depara el destino.
Wyn
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Re: [Desafío] Romeo y Cenicienta
El trabajo lo vendieron como algo sencillo: Escolta a una chica desde un lugar que no me importaba hasta otro que me importaba menos. Durante el camino, había olvidado el nombre de ambos lugares. De esas cosas se encargaba el cochero, yo debía de ser un simple escolta. Mi deber, en un principio, era el de seguir el carruaje y cuidar de que la chica de su interior estuviera a salvo. Nadie me dijo que en el trabajo de escolta se hallaba, implícitamente, un segundo trabajo de niñera.
“Y yo que había pensado que todas las chicas nobles eran delicadas florecillas”.
La chica, más bien la niña, no dejaba de llorar. Lo hacía para llamar la atención. Era un llanto sin lágrimas, como los de los niños pequeños. Tenía la vaga impresión de que la niña me estaba retando. Me sacaba de quicio a propósito y lo hacía con ese propósito. Suponía que para ella era un juego: A ver quién podía más. Un juego al que me estaba obligando a participar.
Di una fuerte palmada al contrachapado del carruaje. La chica gritó más fuerte y mi segunda palmada fue todavía más fuerte, tanto que saqué unas motas de pintura roja del carruaje.
-Cállate de una vez, ¿es que no te tus padres no te educaron? Las niñas bonitas tienen que estar calladas para no molestar.- La última frase la dije con voz de falsete.
La niña no contestó. Aquello era muy buena señal. El cochero, encima del carruaje, giró la cabeza para agradecerme los golpes con una sonrisa y leve movimiento afirmativo de cabeza. Visto lo visto, yo no era el único al que la niña estaba molestando. El cochero volvió su mirada fija a la carretera habló para sí mismo en susurro. Por suerte o desgracia, alcancé a escuchar lo que dijo:
-El nuevo se ha metido en un lío-.
“Lío” era un eufemismo, yo hubiera utilizado otra expresión más vulgar: Estaba jodido. Hacía escasas horas había golpeado a un niño que, si fuera inteligente, hubiera ido corriendo a la guardia a denunciarme. Estaba jodido. Ahora, no contento con la primera denuncia, estaba amenazando a la hija del mismo George Tray. ¿Y quién era ese? Un don nadie con dinero, con mucho dinero. Un chasquido suyo era mucho más poderoso de mis rayos. Estaba muy jodido. Por no hablar de la maldición de los cuervos de Duna. Sentía sus picados en la palma de mi mano derecha. No fueron tan intensos como cuando golpeé al chico, pero eran los suficientes molestos como para querer arrancarme la carne de la mano a mordiscos.
El silencio de la chica duró poco. Al cabo de unos minutos de paz, volvió a hablar. Quería tomar aire fresco. El cochero bajó del carruaje y abrió de la puerta para que la niña malcriada bajase. Yo la seguí de cerca sin dejar de mirarla. Los chasquidos de George eran muy poderosos, pero tenían un punto débil: su hija. Todo su poder y su dinero se derrumbaría si alguno de sus enemigos, de los muchos que tendría alguien tan poderos como él, secuestrase a su hija. “Es dinero fácil”. La idea se me vino a la cabeza como un rayo. Podría comprarme una mansión, un carruaje tan excéntrico como el de la niña, podría tener mi propia escolta… ¡Bah! Deseché la idea tan pronto como me vino a la cabeza. Todas las riquezas que ganaría con ello no recompensarían los largos días de secuestro que tendría que pasar al lado de la niña malcriada.
Mientras pensaba en secuestros y agresiones, la niña aprovechó para darse la vuelta, abofetearme y huir corriendo.
-Niñata egoísta-
Era rápido pero yo lo era más, no tardé demasiado al estar a escasos centímetros de ella. Estaba tan cerca podría notar el aroma a avellana que desprendía su melena. La chica sabía que al final la iba a coger. Estaba muy cerca, un salto y sería mía. Fue entonces cuando tomó la decisión más estúpida que había visto en mi vida. Eso era mucho decir pues tiempo atrás había conocido a Rachel Roche, la estúpida hermana de Jules, el amigo de la todavía más estúpida Huracán. La niña se frenó en seco y me miro directamente a los ojos.
-Si te acercas me…-
No terminó la frase, sus manos lo hicieron por ella. Sujetaba el mango de un pequeño cuchillo (¿De dónde lo había sacado?) con las dos manos. El filo apuntaba a su estómago. ¿Un suicida? ¿No le dejé llorar y, egoísta como era, decidió suicidarse solo para ganar un juego que no existía? No lo sabía, tampoco lo quería saber. Los niños no se me daban bien. No pensé que ésta fuera a capaz de suicidarse por puro orgullo.
Le devolví la mirada tan fría como ella la dirigía hacia mí. La diferencia entre una y la otra es que la mía no tenía ni la más leve pizca de vacilación y la de la chica era un maremoto de nerviosismos y dudas.
-Atrévete,- le dije muy seriamente- vamos. Clávate ese cuchillo, quiero ver cómo lo haces-.
Dejé caer a Suuri en el suelo e invoqué una corriente eléctrica que corría entre mis dos manos.
-¡No tengo todo el día, vamos!-
Lancé un rayo a los pies de la chica. Ella, de puro espanto, dio un salto hacia atrás.
Mi intención era asustarla con tal que dejase de hacer estupideces. Ella no me interesaba más de lo que me interesaban los aeros que me diera George Tray si se la devolvía con vida. Si después moría a solas a su habitación, adelante. Por lo menos yo había cumplido mi parte del trato y éste era entregarla con vida.
-Sé que no te vas a atrever- lancé un segundo rayo a sus pies- ¿y sabes por qué lo sé? Porque si lo haces estarás aceptando tu derrota. No sé quién eres ni por qué lloras. Tu padre me dijo cómo te llamas, pero ya lo he olvidado. Tan solo sé una cosa sobre ti y es que si te clavas esa mierda en el vientre, habrás perdido.- otro rayo, esta vez lo dirigí a escasos centímetros de su cabeza- Si quisieras morir de verdad, me darías el gusto que lo hiciera yo. Para ti sería menos doloroso y para mí más placentero-.
“Y yo que había pensado que todas las chicas nobles eran delicadas florecillas”.
La chica, más bien la niña, no dejaba de llorar. Lo hacía para llamar la atención. Era un llanto sin lágrimas, como los de los niños pequeños. Tenía la vaga impresión de que la niña me estaba retando. Me sacaba de quicio a propósito y lo hacía con ese propósito. Suponía que para ella era un juego: A ver quién podía más. Un juego al que me estaba obligando a participar.
Di una fuerte palmada al contrachapado del carruaje. La chica gritó más fuerte y mi segunda palmada fue todavía más fuerte, tanto que saqué unas motas de pintura roja del carruaje.
-Cállate de una vez, ¿es que no te tus padres no te educaron? Las niñas bonitas tienen que estar calladas para no molestar.- La última frase la dije con voz de falsete.
La niña no contestó. Aquello era muy buena señal. El cochero, encima del carruaje, giró la cabeza para agradecerme los golpes con una sonrisa y leve movimiento afirmativo de cabeza. Visto lo visto, yo no era el único al que la niña estaba molestando. El cochero volvió su mirada fija a la carretera habló para sí mismo en susurro. Por suerte o desgracia, alcancé a escuchar lo que dijo:
-El nuevo se ha metido en un lío-.
“Lío” era un eufemismo, yo hubiera utilizado otra expresión más vulgar: Estaba jodido. Hacía escasas horas había golpeado a un niño que, si fuera inteligente, hubiera ido corriendo a la guardia a denunciarme. Estaba jodido. Ahora, no contento con la primera denuncia, estaba amenazando a la hija del mismo George Tray. ¿Y quién era ese? Un don nadie con dinero, con mucho dinero. Un chasquido suyo era mucho más poderoso de mis rayos. Estaba muy jodido. Por no hablar de la maldición de los cuervos de Duna. Sentía sus picados en la palma de mi mano derecha. No fueron tan intensos como cuando golpeé al chico, pero eran los suficientes molestos como para querer arrancarme la carne de la mano a mordiscos.
El silencio de la chica duró poco. Al cabo de unos minutos de paz, volvió a hablar. Quería tomar aire fresco. El cochero bajó del carruaje y abrió de la puerta para que la niña malcriada bajase. Yo la seguí de cerca sin dejar de mirarla. Los chasquidos de George eran muy poderosos, pero tenían un punto débil: su hija. Todo su poder y su dinero se derrumbaría si alguno de sus enemigos, de los muchos que tendría alguien tan poderos como él, secuestrase a su hija. “Es dinero fácil”. La idea se me vino a la cabeza como un rayo. Podría comprarme una mansión, un carruaje tan excéntrico como el de la niña, podría tener mi propia escolta… ¡Bah! Deseché la idea tan pronto como me vino a la cabeza. Todas las riquezas que ganaría con ello no recompensarían los largos días de secuestro que tendría que pasar al lado de la niña malcriada.
Mientras pensaba en secuestros y agresiones, la niña aprovechó para darse la vuelta, abofetearme y huir corriendo.
-Niñata egoísta-
Era rápido pero yo lo era más, no tardé demasiado al estar a escasos centímetros de ella. Estaba tan cerca podría notar el aroma a avellana que desprendía su melena. La chica sabía que al final la iba a coger. Estaba muy cerca, un salto y sería mía. Fue entonces cuando tomó la decisión más estúpida que había visto en mi vida. Eso era mucho decir pues tiempo atrás había conocido a Rachel Roche, la estúpida hermana de Jules, el amigo de la todavía más estúpida Huracán. La niña se frenó en seco y me miro directamente a los ojos.
-Si te acercas me…-
No terminó la frase, sus manos lo hicieron por ella. Sujetaba el mango de un pequeño cuchillo (¿De dónde lo había sacado?) con las dos manos. El filo apuntaba a su estómago. ¿Un suicida? ¿No le dejé llorar y, egoísta como era, decidió suicidarse solo para ganar un juego que no existía? No lo sabía, tampoco lo quería saber. Los niños no se me daban bien. No pensé que ésta fuera a capaz de suicidarse por puro orgullo.
Le devolví la mirada tan fría como ella la dirigía hacia mí. La diferencia entre una y la otra es que la mía no tenía ni la más leve pizca de vacilación y la de la chica era un maremoto de nerviosismos y dudas.
-Atrévete,- le dije muy seriamente- vamos. Clávate ese cuchillo, quiero ver cómo lo haces-.
Dejé caer a Suuri en el suelo e invoqué una corriente eléctrica que corría entre mis dos manos.
-¡No tengo todo el día, vamos!-
Lancé un rayo a los pies de la chica. Ella, de puro espanto, dio un salto hacia atrás.
Mi intención era asustarla con tal que dejase de hacer estupideces. Ella no me interesaba más de lo que me interesaban los aeros que me diera George Tray si se la devolvía con vida. Si después moría a solas a su habitación, adelante. Por lo menos yo había cumplido mi parte del trato y éste era entregarla con vida.
-Sé que no te vas a atrever- lancé un segundo rayo a sus pies- ¿y sabes por qué lo sé? Porque si lo haces estarás aceptando tu derrota. No sé quién eres ni por qué lloras. Tu padre me dijo cómo te llamas, pero ya lo he olvidado. Tan solo sé una cosa sobre ti y es que si te clavas esa mierda en el vientre, habrás perdido.- otro rayo, esta vez lo dirigí a escasos centímetros de su cabeza- Si quisieras morir de verdad, me darías el gusto que lo hiciera yo. Para ti sería menos doloroso y para mí más placentero-.
Gerrit Nephgerd
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Re: [Desafío] Romeo y Cenicienta
Se me olvidó lanzar runa, es por culpa de la emoción
Gerrit Nephgerd
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Re: [Desafío] Romeo y Cenicienta
El miembro 'Gerrit Nephgerd' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Desafío] Romeo y Cenicienta
Un estruendo le había indicado hacia dónde debía dirigirse y acabar con eso de una vez por todas.
Lo que se encontró al llegar le hizo arder la sangre, pues nunca en su vida alguien había osado ser tan insolente con alguien tan delicada como lo era Kelly Tray, y él, por supuesto, no iba a dejar pasar semejante trato para con su amada.
Harvey sería un joven con apariencia inocente; no obstante, provenía de una larga línea de poderosos brujos y estaba listo para mostrar la herencia que corría por sus venas.
Estando a unos 30 metros de distancia concentró toda su magia, creando un enorme torbellino de fuego que aprisionó a Gerrit, chamuscándole más que la piel. Las quemaduras alrededor de su cuerpo serían el menor de los problemas del brujo, pues el rastro de humo mágico de aquel ataque se colaría por sus fosas nasales, dañándole los pulmones y el corazón.
Con los ojos descolocados, Kelly saldría corriendo al encuentro de su amado, huyendo con él a dónde solo los Dioses pudiesen separarlos, tirando el collar que había llevado colgado en su cuello, y dejando al brujo de fuerza inconmensurable con apenas las ganas de vivir.
Tal vez el camino de la amabilidad hubiese sido mejor para su fortuna…
Lo que se encontró al llegar le hizo arder la sangre, pues nunca en su vida alguien había osado ser tan insolente con alguien tan delicada como lo era Kelly Tray, y él, por supuesto, no iba a dejar pasar semejante trato para con su amada.
Harvey sería un joven con apariencia inocente; no obstante, provenía de una larga línea de poderosos brujos y estaba listo para mostrar la herencia que corría por sus venas.
Estando a unos 30 metros de distancia concentró toda su magia, creando un enorme torbellino de fuego que aprisionó a Gerrit, chamuscándole más que la piel. Las quemaduras alrededor de su cuerpo serían el menor de los problemas del brujo, pues el rastro de humo mágico de aquel ataque se colaría por sus fosas nasales, dañándole los pulmones y el corazón.
Con los ojos descolocados, Kelly saldría corriendo al encuentro de su amado, huyendo con él a dónde solo los Dioses pudiesen separarlos, tirando el collar que había llevado colgado en su cuello, y dejando al brujo de fuerza inconmensurable con apenas las ganas de vivir.
Tal vez el camino de la amabilidad hubiese sido mejor para su fortuna…
- Torbellino de fuego:
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Gerrit Nephgerd: Bueno, no me esperaba este desenlace, creí que pasaría más tiempo antes de poder darle una pequeña lección al brujo del ''paquete'' grande. Tu runa media no te ha servido de mucho, parece que los Dioses no deseaban sonreírte en esta ocasión, pero mira el lado positivo, pudo ser peor. Espero aprendas a no subestimar a alguien que parezca débil, las apariencias engañan. Ahora pasaré a dejarte lo que te corresponde.
+2 puntos de experiencia por calidad.
+3 puntos de experiencia por originalidad.
+50 Aeros.
Heridas:
+Quemaduras de segundo y tercer grado en abdomen, pecho y hombros.
+Quemaduras de tercer grado en ambos brazos.
+Quemaduras de distintos grados en piernas y abdomen.
+Un pulmón colapsado.
Maldición: El corazón sangrante.
Tú corazón está en llamas. Literalmente, se está quemando. Tu fuerza se verá reducida a una tercera parte y no será aconsejable que utilices tu magia. Irás envejeciendo poco a poco, durante el transcurso de 4 temas. En el quinto te daré la oportunidad de sanarte en los talleres, en un tema libre o un mastereado, lo que sea de tu elección. Tus habilidades aumentarán dos turnos su enfriamiento y no podrás mantenerlas activas, pues esto solo servirá para consumir tu vida más rápidamente. Cada que sobrepases el límite de tu fuerza, tu cuerpo envejecerá más rápido, reflejándose en tu apariencia y condición. Te recomendaría que lo tomes con calma.
Recompensa: Collar en forma de corazón.
Este pequeño dije tiene la habilidad crear un campo de fuerza alrededor del usuario, permite a quien lo porta defenderse de sus atacantes, o repelerles lanzándolos a un radio de diez metros. Cada que se use, el líquido azul se vaciará y quedará inutilizable. Solamente podrá ser recargado cuando el portador presencie o lleve a cabo un acto de amor de verdad (los +18 no cuentan, así que ni lo sueñes). Entre más fuerte sea ese acto, más poderoso será el campo de fuerza.
+2 puntos de experiencia por calidad.
+3 puntos de experiencia por originalidad.
+50 Aeros.
Heridas:
+Quemaduras de segundo y tercer grado en abdomen, pecho y hombros.
+Quemaduras de tercer grado en ambos brazos.
+Quemaduras de distintos grados en piernas y abdomen.
+Un pulmón colapsado.
Maldición: El corazón sangrante.
Tú corazón está en llamas. Literalmente, se está quemando. Tu fuerza se verá reducida a una tercera parte y no será aconsejable que utilices tu magia. Irás envejeciendo poco a poco, durante el transcurso de 4 temas. En el quinto te daré la oportunidad de sanarte en los talleres, en un tema libre o un mastereado, lo que sea de tu elección. Tus habilidades aumentarán dos turnos su enfriamiento y no podrás mantenerlas activas, pues esto solo servirá para consumir tu vida más rápidamente. Cada que sobrepases el límite de tu fuerza, tu cuerpo envejecerá más rápido, reflejándose en tu apariencia y condición. Te recomendaría que lo tomes con calma.
Recompensa: Collar en forma de corazón.
Este pequeño dije tiene la habilidad crear un campo de fuerza alrededor del usuario, permite a quien lo porta defenderse de sus atacantes, o repelerles lanzándolos a un radio de diez metros. Cada que se use, el líquido azul se vaciará y quedará inutilizable. Solamente podrá ser recargado cuando el portador presencie o lleve a cabo un acto de amor de verdad (los +18 no cuentan, así que ni lo sueñes). Entre más fuerte sea ese acto, más poderoso será el campo de fuerza.
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Wyn
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