Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
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Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Ahora mismo miro atrás, y pienso que adentrarme en aquellos bosques fue la mayor estupidez que habría podido cometer. Sí, bueno, lo pienso en parte. Pienso que podría haber pasado cualquier cosa. Que el desarrollo de los acontecimientos podrían haber sido diferentes, y tal vez yo ahora mismo estaría muerto, sepultado en la tierra en el bosque sin que nadie se acordara de mí. Había estado caminando durante varias semanas dirección al norte. Mi intención era llegar a Ulmer con la intención de encontrar al maldito que había acabado con mi familia, aquel que todavía me había estado buscando en Lunargenta los últimos meses. Había visto su rastro en aquel lugar que había sido mi hogar en el pasado. Sus pisadas, y las marcas por toda la casa, de una pelea reciente.
—«Trae a tus amigas y todos juntos haremos una hoguera con nuestros cuerpos» —leí en voz alta. Suspiré largamente.
Durante el camino, había estado leyendo uno de los libros que me había dado Mirek. Aquel hombre me había dado un centenar de libros de los cuales me había llevado únicamente tres para mi viaje. La mayoría de los libros eran de ciencias diversas, conocimiento sobre el mundo, su historia y demás. Pero seleccionando tres de forma completamente aleatoria —ahora mismo no sabría decir si realmente fue así—, los tres libros eróticos de la saga de «Markus el de la salchicha caliente». Aunque al principio había preferido ignorar la lectura y no seguir con ella, furioso por mi confusión a la hora de escoger los libros, el viaje estaba volviéndose tan largo y monótono y llevaba tantos días sin interactuar con nadie, que había continuado la lectura. Y uno de aquellos libros, el tercero de «Markus en tierras exóticas» estaba siendo realmente interesante. No trataba únicamente de sexo, sino que al mismo tiempo hablaba sobre unas historias de asesinatos familiares y otras cuestiones que ahora mismo ya no recuerdo. Debería volver a leerlo pronto, aunque ya no frecuento esas lecturas.
El día antes de realizar mi primer contacto con Ulmer, me encontraba cerca del linde del bosque. Se me estaban acabando los suministros y cada vez me daba más pereza cazar. No por el hecho de que fuera una persona perezosa, sino porque como dije antes, llevaba varias semanas sin interactuar con nadie; humano o licántropo, incluso habría agradecido mantener una breve conversación con algún vampiro, aunque fuera para soltarnos pestes mutuamente.
Me dejé caer sobre el tronco de un árbol, apoyando la espalda sobre éste, y elevé la vista al cielo. La noche estaba se estaba acercando, el cielo oscurecía y algunos murciélagos empezaban a revolotear buscando sus presas. Dejé caer el libro que había estado leyendo las últimas semanas, y con un pedernal hice un fuego con él. Esbocé una media sonrisa, por lo menos así tendría un poco de luz antes de que la penumbra lo cubriera todo. No estaba seguro de cuánto tiempo faltaba hasta que llegara a Ulmer, pero no debía ser demasiado. Aun así, no pensaba avanzar con el riesgo de no tener la luz suficiente como para poder evitar ser acechado por quien fuera. No conocía esas tierras, y aquel que me había estado buscado en Lunargenta las tenía como su hogar, así que bajar la guardia habría podido ser la causa de mi muerte. Me senté apoyando la espalda en el árbol, frente a la hoguera.
—«Trae a tus amigas y todos juntos haremos una hoguera con nuestros cuerpos» —leí en voz alta. Suspiré largamente.
Durante el camino, había estado leyendo uno de los libros que me había dado Mirek. Aquel hombre me había dado un centenar de libros de los cuales me había llevado únicamente tres para mi viaje. La mayoría de los libros eran de ciencias diversas, conocimiento sobre el mundo, su historia y demás. Pero seleccionando tres de forma completamente aleatoria —ahora mismo no sabría decir si realmente fue así—, los tres libros eróticos de la saga de «Markus el de la salchicha caliente». Aunque al principio había preferido ignorar la lectura y no seguir con ella, furioso por mi confusión a la hora de escoger los libros, el viaje estaba volviéndose tan largo y monótono y llevaba tantos días sin interactuar con nadie, que había continuado la lectura. Y uno de aquellos libros, el tercero de «Markus en tierras exóticas» estaba siendo realmente interesante. No trataba únicamente de sexo, sino que al mismo tiempo hablaba sobre unas historias de asesinatos familiares y otras cuestiones que ahora mismo ya no recuerdo. Debería volver a leerlo pronto, aunque ya no frecuento esas lecturas.
* * *
El día antes de realizar mi primer contacto con Ulmer, me encontraba cerca del linde del bosque. Se me estaban acabando los suministros y cada vez me daba más pereza cazar. No por el hecho de que fuera una persona perezosa, sino porque como dije antes, llevaba varias semanas sin interactuar con nadie; humano o licántropo, incluso habría agradecido mantener una breve conversación con algún vampiro, aunque fuera para soltarnos pestes mutuamente.
Me dejé caer sobre el tronco de un árbol, apoyando la espalda sobre éste, y elevé la vista al cielo. La noche estaba se estaba acercando, el cielo oscurecía y algunos murciélagos empezaban a revolotear buscando sus presas. Dejé caer el libro que había estado leyendo las últimas semanas, y con un pedernal hice un fuego con él. Esbocé una media sonrisa, por lo menos así tendría un poco de luz antes de que la penumbra lo cubriera todo. No estaba seguro de cuánto tiempo faltaba hasta que llegara a Ulmer, pero no debía ser demasiado. Aun así, no pensaba avanzar con el riesgo de no tener la luz suficiente como para poder evitar ser acechado por quien fuera. No conocía esas tierras, y aquel que me había estado buscado en Lunargenta las tenía como su hogar, así que bajar la guardia habría podido ser la causa de mi muerte. Me senté apoyando la espalda en el árbol, frente a la hoguera.
Última edición por Friðþjófur Rögnvaldsson el Lun Oct 02 2017, 00:29, editado 1 vez
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Ulmer se había vuelto un lugar pacífico, bastante transcurrido pero aburrido a ojos de la líder. Su rutina se había vuelto monótona, se levantaba cada mañana con el amanecer, leía, paseaba por el pueblo, atendía los problemas de sus pobladores y después volvía a casa con el atardecer, donde volvía a leer, comía y dormía. Y así consecutivamente habían pasado semanas, incluso meses. Así que decidió tomarse unas pequeña aventura. El aguanieve había caído durante toda la semana, la tierra húmeda olía hasta en los lugares más inhóspitos de Ulmer. Era medio día cuando Nana, sentada en uno de los sillones del gran salón, junto a una ventana para aprovechar la luz del día. Cerró de golpe el libro y las partículas de polvo salieron disparadas de aquel libro viejo. La loba suspiró hondo y dejó el libro sobre la mesa más cercana. Rose, su fiel amiga, había salido a Lunargenta días atrás para asegurarse de que todo funcionara bien allí en la taberna y de paso traerse algunos libros que le había pedido la líder.
Allí ya no quedaba nadie. Todos los problemas de Ulmer habían sido solventados aquella misma mañana, y la gente que tenía algo que decir ante la líder se esperaría hasta el día siguiente porque ya era muy tarde. ¿Cómo iba a pasar algo urgente? No había pasado durante semanas.
Nana se desperezó crujiéndose los dedos y miró la puerta, <<¿Por qué no?>>, pensó Nana arqueando levemente una ceja. Pero su ética y moral como líder le prohibían hacer cosas que antes hubiera hecho sin dudar. <>, se convenció ella misma y asintió con la cabeza.
Se despojó del chal de lana que le había tejido Rose, dejándolo sobre el sillón. Después se despojó del vestido negro ceñido que llevaba. Pudo sentir el frío de la ventana golpeándole suavemente las mejillas y los muslos. Se encaminó hacia la puerta al trote, casi corriendo, y se quitó los zapatos por el camino. Una sonrisa se dibujó sobre su mandíbula, necesitaba aquello y lo necesitaba ya, un rato de libertad en el que encontrarse con ella misma. Nadie iba a culparla por ello. La loba se transformó casi en el aire, saltando las escaleras como si fuera una.
Cada vez más cerca veía su libertad, era como si el bosque la llamara aquella próxima noche de luna llena, ¿Y quién era ella para negarle a sus instintos? Corrió como si la persiguieran hasta el bosque, donde conforme se adentraba iba aminorando la marcha, disfrutando de cada paso sobre la tierra mojada, sintiendo la húmeda y tierna tierra sobre sus almohadillas. Había perdido totalmente la noción del tiempo, la luna llena se alzaba sobre un cielo teñido aún de añiles y rojizos, dando paso poco a poco a una oscuridad casi absoluta. No había notado ninguna presencia anormal durante su viaje, pero de repente una luz a lo lejos la alertó. En otras circunstancias la loba hubiera ignorado a los viajantes y hubiera seguido su marcha, pero esta noche era su instinto quien hablaría por ella a partir de ahora.
Curiosa como un gato se acercó acechante a la hoguera. Allí, entre los matojos, vislumbró un libro quemándose ¡Un libro! Nana no pudo evitar indignarse ante aquella blasfemia. Al otro lado de la hoguera, un hombre que tendría más o menos su edad, de cabellos anaranjados, parecía exhorto. ¿Un humano quizá? Nana, aún en su forma de lobo se acercó a la hoguera sin hacer demasiado ruido, y se sentó mirando a través de las llamas a aquel hombre que parecía viajar solo, pues no había sentido ni olido a nadie más en muchas millas.
-Un lugar peligroso para viajar solo. -Dijo una vez transformada en casi un abrir y cerrar de ojos. El cuerpo de la loba, ahora humana, reposaba sobre el suelo sentada sobre sus rodillas, ahora desnuda por la transformación. Puso las manos sobre la hoguera para calentarse las yemas de los dedos, casi ignorando al hombre. -Y más una noche de luna llena. -Añadió alzando la vista hacia él, con una media sonrisa sádica en su rostro que dejaba ver uno de sus grandes colmillos.
Allí ya no quedaba nadie. Todos los problemas de Ulmer habían sido solventados aquella misma mañana, y la gente que tenía algo que decir ante la líder se esperaría hasta el día siguiente porque ya era muy tarde. ¿Cómo iba a pasar algo urgente? No había pasado durante semanas.
Nana se desperezó crujiéndose los dedos y miró la puerta, <<¿Por qué no?>>, pensó Nana arqueando levemente una ceja. Pero su ética y moral como líder le prohibían hacer cosas que antes hubiera hecho sin dudar. <
Se despojó del chal de lana que le había tejido Rose, dejándolo sobre el sillón. Después se despojó del vestido negro ceñido que llevaba. Pudo sentir el frío de la ventana golpeándole suavemente las mejillas y los muslos. Se encaminó hacia la puerta al trote, casi corriendo, y se quitó los zapatos por el camino. Una sonrisa se dibujó sobre su mandíbula, necesitaba aquello y lo necesitaba ya, un rato de libertad en el que encontrarse con ella misma. Nadie iba a culparla por ello. La loba se transformó casi en el aire, saltando las escaleras como si fuera una.
Cada vez más cerca veía su libertad, era como si el bosque la llamara aquella próxima noche de luna llena, ¿Y quién era ella para negarle a sus instintos? Corrió como si la persiguieran hasta el bosque, donde conforme se adentraba iba aminorando la marcha, disfrutando de cada paso sobre la tierra mojada, sintiendo la húmeda y tierna tierra sobre sus almohadillas. Había perdido totalmente la noción del tiempo, la luna llena se alzaba sobre un cielo teñido aún de añiles y rojizos, dando paso poco a poco a una oscuridad casi absoluta. No había notado ninguna presencia anormal durante su viaje, pero de repente una luz a lo lejos la alertó. En otras circunstancias la loba hubiera ignorado a los viajantes y hubiera seguido su marcha, pero esta noche era su instinto quien hablaría por ella a partir de ahora.
Curiosa como un gato se acercó acechante a la hoguera. Allí, entre los matojos, vislumbró un libro quemándose ¡Un libro! Nana no pudo evitar indignarse ante aquella blasfemia. Al otro lado de la hoguera, un hombre que tendría más o menos su edad, de cabellos anaranjados, parecía exhorto. ¿Un humano quizá? Nana, aún en su forma de lobo se acercó a la hoguera sin hacer demasiado ruido, y se sentó mirando a través de las llamas a aquel hombre que parecía viajar solo, pues no había sentido ni olido a nadie más en muchas millas.
-Un lugar peligroso para viajar solo. -Dijo una vez transformada en casi un abrir y cerrar de ojos. El cuerpo de la loba, ahora humana, reposaba sobre el suelo sentada sobre sus rodillas, ahora desnuda por la transformación. Puso las manos sobre la hoguera para calentarse las yemas de los dedos, casi ignorando al hombre. -Y más una noche de luna llena. -Añadió alzando la vista hacia él, con una media sonrisa sádica en su rostro que dejaba ver uno de sus grandes colmillos.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Estaba casi completamente dormido, cuando un sueño aturdió mi tranquilidad, uno de esos que sueñas poco antes de dormirte. Ahora no podría decir con exactitud de qué trataba el sueño, pero sé que fue lo suficientemente fuerte como para despertarme y mantenerme completamente alerta los siguientes minutos. Creo que había sido una advertencia de mi propia mente para no relajarme allí, en medio de los peligros del bosque. Busqué con la mano la empuñadura de la espada, pero al darme cuenta de que continuaba estando completamente solo y nada ni nadie amenazaba mi seguridad, volví a cruzar mis brazos relajando la espalda contra el árbol. Suspiré y desvié la vista hacia la hoguera, perdiendo mis ojos en ella. Diría que el encuentro repentino que vino después me asustó, pero estaría mintiendo. La idea de encontrar a una hermosa mujer desnuda apareciendo tras la hoguera, no es que asuste precisamente. Es más, en aquellos momentos había empezado a dudar de si aquello no significaba más que no había conseguido despertar del sueño que había tenido antes.
—Te estaría mintiendo si dijera que no lo sabía —dije. Al contrario que ella, no la ignoré. Me mantuve observándola cauteloso durante algunos segundos. Además, la examiné, todavía continuaba sin estar seguro de estar despierto—. Aunque seguro que no es para mi la mitad de peligroso que para ti, mujer. Podrías encontrarte con alguien como yo —sonreí también, mostrando los colmillos. Aunque todo aquello lo dije y lo hice por el hecho de que empezaba a estar convencido que me había quedado atrapado en el sueño, y todo lo que dijera o hiciera no tendría consecuencia alguna. ¿Qué posibilidades había que apareciera una belleza así completamente desnuda, de la nada? Sabía que yo era un hombre apuesto, pero…
—Te estaría mintiendo si dijera que no lo sabía —dije. Al contrario que ella, no la ignoré. Me mantuve observándola cauteloso durante algunos segundos. Además, la examiné, todavía continuaba sin estar seguro de estar despierto—. Aunque seguro que no es para mi la mitad de peligroso que para ti, mujer. Podrías encontrarte con alguien como yo —sonreí también, mostrando los colmillos. Aunque todo aquello lo dije y lo hice por el hecho de que empezaba a estar convencido que me había quedado atrapado en el sueño, y todo lo que dijera o hiciera no tendría consecuencia alguna. ¿Qué posibilidades había que apareciera una belleza así completamente desnuda, de la nada? Sabía que yo era un hombre apuesto, pero…
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Nana alzó por fin la mirada de la hoguera a los ojos del hombre, quien parecía bastante seguro de si mismo en aquella situación. Ahora estaba segura de que no era alguien que viviera en Ulmer, pues si vivía allí sabría a la perfección quién era y qué era. Pero parecía apelar a la peligrosidad de la situación para la loba, debido a lo cual no pudo evitar soltar una carcajada sonora. Con las manos aún sobre la hoguera negó repetidamente con la cabeza con un gesto burlón en el rostro.
-¿Con alguien como tú? -Preguntó arqueando una ceja sin borrar aquella sonrisa sádica que le salía, natural, del rostro. -Podría haberte arrancado la mano antes de que empuñases esa espada cuya empuñadura acaricias ahora mismo. -Sentenció volviendo a agachar la mirada al fuego.
En otras circunstancias quizá hubiera destripado a aquel hombre que lejos de ser una amenaza real, había amenazado ligeramente la existencia de la líder. Pero aún quedaba algo de humanidad en aquellos ojos amarillos que respondían con violencia a la luna llena.
Se dejó caer sobre sus talones, sentándose sobre sus gemelos echó una mirada al cielo que ahora se cubría de un manto denso de estrellas. Y allí en la densidad de la noche volvió a fijar sus ojos en los del hombre.
-Tú no sabes lo peligrosa que puedo llegar a ser yo. -Bromeó volviendo a dibujar una media sonrisa pícara sobre sus labios.
Se llevó las manos al cabello, apartándolo sobre uno de sus hombros, para luego volver a fijar sus ojos, penetrantes y amarillos, sobre los del pelirrojo. Quizá si le decía si nombre, sabría a quién se enfrentara, o quizá no. Prefirió mantenerse en el anonimato.
-¿Dónde te diriges, viajero? -Pregunto con el fin de satisfacer aquella curiosidad que le había llevado hasta aquella situación.
-¿Con alguien como tú? -Preguntó arqueando una ceja sin borrar aquella sonrisa sádica que le salía, natural, del rostro. -Podría haberte arrancado la mano antes de que empuñases esa espada cuya empuñadura acaricias ahora mismo. -Sentenció volviendo a agachar la mirada al fuego.
En otras circunstancias quizá hubiera destripado a aquel hombre que lejos de ser una amenaza real, había amenazado ligeramente la existencia de la líder. Pero aún quedaba algo de humanidad en aquellos ojos amarillos que respondían con violencia a la luna llena.
Se dejó caer sobre sus talones, sentándose sobre sus gemelos echó una mirada al cielo que ahora se cubría de un manto denso de estrellas. Y allí en la densidad de la noche volvió a fijar sus ojos en los del hombre.
-Tú no sabes lo peligrosa que puedo llegar a ser yo. -Bromeó volviendo a dibujar una media sonrisa pícara sobre sus labios.
Se llevó las manos al cabello, apartándolo sobre uno de sus hombros, para luego volver a fijar sus ojos, penetrantes y amarillos, sobre los del pelirrojo. Quizá si le decía si nombre, sabría a quién se enfrentara, o quizá no. Prefirió mantenerse en el anonimato.
-¿Dónde te diriges, viajero? -Pregunto con el fin de satisfacer aquella curiosidad que le había llevado hasta aquella situación.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Después de unos segundos de haberla escuchado, poco a poco iba dándome cuenta que realmente no se trataba de un sueño. Tal vez sería alguna habitante de aquella zona. Había oído sobre gente que vivía entre los bosques completamente desnuda sin importar lo más mínimo. En aquel momento me parecía algo extraño e inusual, dado que había vivido prácticamente toda mi vida en Lunargenta, «una zona civilizada».
— Bueno, tal vez tendrías que mostrármelo. Por el momento, lo pondré en duda —dije únicamente, sin dejar de sonreír. La había estado mirando a los ojos directamente durante los segundos previos. Eran realmente hermosos, de un tono dorado intenso. Si en algún momento había creído que era una vampira por los colmillos que antes me había mostrado, ahora lo había descartado casi por completo; aquellos no eran ojos de vampiro. Pero tampoco podía aventurarme a adivinar qué era; todavía no conocía demasiado el mundo en aquel entonces, ni a las criaturas que lo habitaban. Pero me resultaba familiar, eso era innegable; y estaba cerca de Ulmer, así que no sería tan disparatado aquello que tenía en mente. Los motivos de mi viaje no terminaban de ser claros en mi mente, así que mi respuesta habría sido demasiado confusa. Preferí dar pocos detalles, sin llegar a mentir—. Trato de ir en dirección a Ulmer. Estoy buscando a alguien, que lleva buscándome bastante tiempo. Un viejo amigo.
Sí en aquel momento hubiera sabido que acababa de encontrarme con Nana, nada menos, seguramente no me habría tomado tanta confianza. Pero no tenía ni la más remota idea de cómo era ella físicamente, tan sólo había oído hablar sobre sus acciones y su importancia para nuestra raza en el mundo. De hecho, en aquella época yo imaginaba que Nana debía ser una persona muy anciana, con todas las hazañas que tenía a su espalda.
— Alguien me lo arrebató todo, y parece que ahora quiere arrebatarme la vida también. Así que —me encogí de hombros—, tan solo voy a por ese alguien antes de que sea demasiado tarde. Prefiero tomarlo por sorpresa, como has hecho tú conmigo. ¿Y qué haces tú por este bosque, sola y… bueno, completamente desnuda? —no pude evitar esbozar una sonrisa al decir aquello último.
Era realmente atractiva, no cabía duda, y aunque trataba de ser respetuoso, no podía controlar mis ojos. Ella parecía extremadamente segura de sí misma. Me habría arriesgado a decir que ella tenía muy claro que podría lidiar con cualquier maleante que se pusiera frente a ella. Y lo acabé creyendo, ya que de no haber sido así, no habría sido tan estúpida de aparecer frente a un completo desconocido en esas condiciones.
— Creo que deberías ponerte algo encima, o la hoguera no será lo único que me dará calor —dije, apartando la vista hacia cualquier parte del bosque. Lancé, dejando caer a su lado, una manta a cuadros que solía utilizar para taparme.
— Bueno, tal vez tendrías que mostrármelo. Por el momento, lo pondré en duda —dije únicamente, sin dejar de sonreír. La había estado mirando a los ojos directamente durante los segundos previos. Eran realmente hermosos, de un tono dorado intenso. Si en algún momento había creído que era una vampira por los colmillos que antes me había mostrado, ahora lo había descartado casi por completo; aquellos no eran ojos de vampiro. Pero tampoco podía aventurarme a adivinar qué era; todavía no conocía demasiado el mundo en aquel entonces, ni a las criaturas que lo habitaban. Pero me resultaba familiar, eso era innegable; y estaba cerca de Ulmer, así que no sería tan disparatado aquello que tenía en mente. Los motivos de mi viaje no terminaban de ser claros en mi mente, así que mi respuesta habría sido demasiado confusa. Preferí dar pocos detalles, sin llegar a mentir—. Trato de ir en dirección a Ulmer. Estoy buscando a alguien, que lleva buscándome bastante tiempo. Un viejo amigo.
Sí en aquel momento hubiera sabido que acababa de encontrarme con Nana, nada menos, seguramente no me habría tomado tanta confianza. Pero no tenía ni la más remota idea de cómo era ella físicamente, tan sólo había oído hablar sobre sus acciones y su importancia para nuestra raza en el mundo. De hecho, en aquella época yo imaginaba que Nana debía ser una persona muy anciana, con todas las hazañas que tenía a su espalda.
— Alguien me lo arrebató todo, y parece que ahora quiere arrebatarme la vida también. Así que —me encogí de hombros—, tan solo voy a por ese alguien antes de que sea demasiado tarde. Prefiero tomarlo por sorpresa, como has hecho tú conmigo. ¿Y qué haces tú por este bosque, sola y… bueno, completamente desnuda? —no pude evitar esbozar una sonrisa al decir aquello último.
Era realmente atractiva, no cabía duda, y aunque trataba de ser respetuoso, no podía controlar mis ojos. Ella parecía extremadamente segura de sí misma. Me habría arriesgado a decir que ella tenía muy claro que podría lidiar con cualquier maleante que se pusiera frente a ella. Y lo acabé creyendo, ya que de no haber sido así, no habría sido tan estúpida de aparecer frente a un completo desconocido en esas condiciones.
— Creo que deberías ponerte algo encima, o la hoguera no será lo único que me dará calor —dije, apartando la vista hacia cualquier parte del bosque. Lancé, dejando caer a su lado, una manta a cuadros que solía utilizar para taparme.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
La loba no pudo evitar arquear una ceja, extrañada, ante la respuesta de aquel hombre. Buscaba a alguien en Ulmer, entonces ese alguien era alguien que Nana conocía, al menos de vista. Sonrió al darse cuenta de lo pequeño que era el mundo y temerosa de que su identidad pudiera ser descubierta, no mencionó nada sobre el poblado, ni por supuesto de su lider.
-Ulmer…-Mustió con esa media sonrisa que se había fijado en sus labios. -Un bonito lugar, quizá algo peligroso para un humano. -Añadió frotándose las manos.
Nana se puso en pie con gracilidad casi de un salto, se estiró los brazos en lo alto y luego los colocó tras de sí con las manos enlazadas. No pudo evitar mirarse cuando el hombre hizo la alusión hacia su desnudo, si bien ella estaba totalmente acostumbrada a pasear sin pudor alguno como los dioses la trajeron al mundo, era consciente de la naturaleza de los hombres y lo que un mero cuerpo podía despertar en ellos. Le miró y esbozó una pequeña sonrisa juguetona.
-¿Yo?. -Preguntó para que el hombre fijara su vista en ella y después se agachó despacio hacia la manta que le acababa de lanzar, la cual puso sobre sus hombros a modo de chal. -Pasear. -Se encogió de hombros y se acercó al árbol donde estaba aquel hombre.
Aunque se había puesto la manta por encima de los hombros, de tal manera que tapaba en gran parte sus pechos, dejando un surco en su cuerpo que le cruzaba desde el cuello hasta el ombligo, sin recaer en que la totalidad de su cuerpo no estaba tapada por aquel improvisado atuendo. En otras circunstancias, hubieran pasado muchísimas más cosas, quizá.
-Espero que no te importe que me siente aquí. -Dijo, como pidiendo permiso, pero muy lejos de esperar una respuesta la loba se sentó cercana al chico, de nuevo sobre sus rodillas dejándose caer sobre sus muslos, más cerca del fuego de lo que él estaba.
-¿O es que te incomoda tener a una mujer desnuda tan cerca? -Preguntó, con un tono juguetón dejándose caer sobre sus manos, a pocos centímetros de aquel hombre. Se acercó un poco más, y cuando estuvo a pocos centímetros de él tomó con la mano una de las frutas caídas del árbol en el que se apoyaba, que resultó ser un gran manzano de frutas rojas. Rápidamente volvió a su posición inicial apoyándose sobre sus talones, para luego darle un mordisco a la manzana.
Sin duda aquella aquel hombre sería su presa, aunque no literalmente, le serviría para jugar un rato y calmar sus instintos depredadores antes de volver a Ulmer al amanecer. La luna llena se había apoderado de la oscuridad, y de sus pensamientos. Ahora ya no era la fiel pacífica líder de Ulmer, había sucumbido después de mucho tiempo a su naturaleza, había vuelto a sus orígenes y había abrazado a su instinto en un abrazo cálido que, como en un cuento de hadas, se disolvería con el amanecer.
-Ulmer…-Mustió con esa media sonrisa que se había fijado en sus labios. -Un bonito lugar, quizá algo peligroso para un humano. -Añadió frotándose las manos.
Nana se puso en pie con gracilidad casi de un salto, se estiró los brazos en lo alto y luego los colocó tras de sí con las manos enlazadas. No pudo evitar mirarse cuando el hombre hizo la alusión hacia su desnudo, si bien ella estaba totalmente acostumbrada a pasear sin pudor alguno como los dioses la trajeron al mundo, era consciente de la naturaleza de los hombres y lo que un mero cuerpo podía despertar en ellos. Le miró y esbozó una pequeña sonrisa juguetona.
-¿Yo?. -Preguntó para que el hombre fijara su vista en ella y después se agachó despacio hacia la manta que le acababa de lanzar, la cual puso sobre sus hombros a modo de chal. -Pasear. -Se encogió de hombros y se acercó al árbol donde estaba aquel hombre.
Aunque se había puesto la manta por encima de los hombros, de tal manera que tapaba en gran parte sus pechos, dejando un surco en su cuerpo que le cruzaba desde el cuello hasta el ombligo, sin recaer en que la totalidad de su cuerpo no estaba tapada por aquel improvisado atuendo. En otras circunstancias, hubieran pasado muchísimas más cosas, quizá.
-Espero que no te importe que me siente aquí. -Dijo, como pidiendo permiso, pero muy lejos de esperar una respuesta la loba se sentó cercana al chico, de nuevo sobre sus rodillas dejándose caer sobre sus muslos, más cerca del fuego de lo que él estaba.
-¿O es que te incomoda tener a una mujer desnuda tan cerca? -Preguntó, con un tono juguetón dejándose caer sobre sus manos, a pocos centímetros de aquel hombre. Se acercó un poco más, y cuando estuvo a pocos centímetros de él tomó con la mano una de las frutas caídas del árbol en el que se apoyaba, que resultó ser un gran manzano de frutas rojas. Rápidamente volvió a su posición inicial apoyándose sobre sus talones, para luego darle un mordisco a la manzana.
Sin duda aquella aquel hombre sería su presa, aunque no literalmente, le serviría para jugar un rato y calmar sus instintos depredadores antes de volver a Ulmer al amanecer. La luna llena se había apoderado de la oscuridad, y de sus pensamientos. Ahora ya no era la fiel pacífica líder de Ulmer, había sucumbido después de mucho tiempo a su naturaleza, había vuelto a sus orígenes y había abrazado a su instinto en un abrazo cálido que, como en un cuento de hadas, se disolvería con el amanecer.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Ella finalmente se acabo acercando. Se coloco frente al fuego, un poco mas lejos de lo que el lo estaba. «Quizá algo peligroso para un humano», recordó lo que acababa de decir. En su mente se encogió de hombros, no le importaba demasiado que supiera o no que era un licántropo. Seguramente aquello la asustaría o le daría a entender por que realmente le había dicho que era alguien peligroso como para estar a solas. Aunque había hablado de los humanos como si ella no formara parte de ellos, así que acabó cayendo en cual era exactamente la situación. Pese a que le había lanzado la manta, con la obvia intención de conseguir que la mujer cubería un poco su cuerpo, lo suficiente como para no perturbar los pensamientos de el, ella tan solo se lo había colocado como un complemento, una prenda que simplemente quedaba bien. Frith pensó que aquello no había hecho mas que hacerla ver mas elegante y atractiva.
— No, en absoluto, siéntate —respondió el en cuanto ella pregunto. Aunque ya lo había hecho mucho antes de que el pudiera decir nada—. Nadie te privada de nada aquí.
No le incomodaba tener a una mujer tan cerca de el, completamente desnuda. Mas bien, comenzaba a dejar de sentirse a si mismo. Un animal comenzaba a despertar dentro de si, incontrolable e irracional. La había observado mientras recogía aquella manzana, cada cambio en figura al estirarse. Se había fijado en su piel desnuda, suave. En aquellos momentos no deseaba otra cosa que posar sus manos sobre su piel y hacerla suya, y cuando mas cerca se encontraba de el, mas lo deseaba. Finalmente se alejo, y dio un mordisco a la manzana. El continuaba mirándola, casi con la mueca de un niño enfurruñado porque no tiene lo que quiere. Pasaron algunos segundos mientras ella comía la manzana, hasta que Frith se dio cuenta de que no pensaba marcharse, ni siquiera vestirse, sabia que ella de algún modo lo estaba provocando. En un movimiento brusco se acerco a ella, y la hizo caer de espaldas al suelo, con el brazo estirado —casualmente la manzana no cayó, dato importante—, y sus rostros estuvieron muy cerca el uno del otro. La miro fijamente a los ojos.
— O te pones algo encima, o te marchas. Cuando no pueda controlarme sera demasiado tarde —dijo finalmente—. Que es lo que quieres?
— No, en absoluto, siéntate —respondió el en cuanto ella pregunto. Aunque ya lo había hecho mucho antes de que el pudiera decir nada—. Nadie te privada de nada aquí.
No le incomodaba tener a una mujer tan cerca de el, completamente desnuda. Mas bien, comenzaba a dejar de sentirse a si mismo. Un animal comenzaba a despertar dentro de si, incontrolable e irracional. La había observado mientras recogía aquella manzana, cada cambio en figura al estirarse. Se había fijado en su piel desnuda, suave. En aquellos momentos no deseaba otra cosa que posar sus manos sobre su piel y hacerla suya, y cuando mas cerca se encontraba de el, mas lo deseaba. Finalmente se alejo, y dio un mordisco a la manzana. El continuaba mirándola, casi con la mueca de un niño enfurruñado porque no tiene lo que quiere. Pasaron algunos segundos mientras ella comía la manzana, hasta que Frith se dio cuenta de que no pensaba marcharse, ni siquiera vestirse, sabia que ella de algún modo lo estaba provocando. En un movimiento brusco se acerco a ella, y la hizo caer de espaldas al suelo, con el brazo estirado —casualmente la manzana no cayó, dato importante—, y sus rostros estuvieron muy cerca el uno del otro. La miro fijamente a los ojos.
— O te pones algo encima, o te marchas. Cuando no pueda controlarme sera demasiado tarde —dijo finalmente—. Que es lo que quieres?
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Mordió de nuevo la manzana antes de que aquel hombre se abalanzara sobre ella, podría haberlo prevenido, podría haberse zafado de sus brazos con tanta facilidad que hubiera sido incluso inquietante, pero aquel juego de desconocidos le gustaba, y prefería mantener su anonimato bajo la figura de una mujer lo suficientemente fuerte para vagar por los bosques sin protección, pero no para zafarse de sus manos. Le hirvió la sangre, hacía mucho que no sentía aquello en sus carnes, tan cerca del pecado y no poder morder la manzana. Debía de ser frustrante incluso para aquel hombre que ahora la sostenía contra el suelo. Húmedo y frío suelo del cual tan solo le separaba una fina manta de cuadros que ahora yacía estirada en el suelo a ambos lados de sus brazos, dejando su busto completamente descubierto.
Clavó sus ojos, con el semblante serio que poco a poco cambió a una sonrisa al escuchar su pregunta. Encogió el brazo en el que tenía la manzana y la mordió mientras le miraba a los ojos, podía notar como un hilo de aquel néctar le resbalaba por la comisura de los labios y una pequeña gota rodó por su mentón. Le deseaba, podía verlo en los ojos del chico, y eso lo hacía todo más interesante. Iba a jugar con él hasta exprimirle, hasta que hubiera saciado su instinto lo suficiente para que dejara de dominar su cuerpo.
-La pregunta es, ¿Qué quieres tú? -Articuló dejando caer la manzana a un lado acercando sus labios a los de aquel hombre.
Pero iba a jugar un poco más. Podía sentir su respiración golpeando incesante su nariz y sus labios, pero decidió que iba a esperar para escuchar la respuesta a su pregunta.
-¿De verdad quieres que me vista? Yo creo que no. -Negó con la cabeza un par de veces muy suave.
Encogió la rodilla, que había quedado a un costado del chico al empujarla, y su pie encontró fácil su gemelo, el cual empezó a acariciar con la punta de los dedos, como una caricia encubierta, dibujando sus músculos desde el tobillo hasta el comienzo de su muslo. Se incorporó ligeramente apoyando sus manos en la tierra, quedando de nuevo a menos de un palmo de sus ojos, tan juntos que no podía fijar sus ojos en los suyos.
-¿Qué piensas hacer? -Le preguntó con un tono juguetón, esbozando en sus labios aquella media sonrisa sádica y pícara de alguien que no teme a nada, de aquella bestia que ahora dominaba el cuerpo de la líder.
Clavó sus ojos, con el semblante serio que poco a poco cambió a una sonrisa al escuchar su pregunta. Encogió el brazo en el que tenía la manzana y la mordió mientras le miraba a los ojos, podía notar como un hilo de aquel néctar le resbalaba por la comisura de los labios y una pequeña gota rodó por su mentón. Le deseaba, podía verlo en los ojos del chico, y eso lo hacía todo más interesante. Iba a jugar con él hasta exprimirle, hasta que hubiera saciado su instinto lo suficiente para que dejara de dominar su cuerpo.
-La pregunta es, ¿Qué quieres tú? -Articuló dejando caer la manzana a un lado acercando sus labios a los de aquel hombre.
Pero iba a jugar un poco más. Podía sentir su respiración golpeando incesante su nariz y sus labios, pero decidió que iba a esperar para escuchar la respuesta a su pregunta.
-¿De verdad quieres que me vista? Yo creo que no. -Negó con la cabeza un par de veces muy suave.
Encogió la rodilla, que había quedado a un costado del chico al empujarla, y su pie encontró fácil su gemelo, el cual empezó a acariciar con la punta de los dedos, como una caricia encubierta, dibujando sus músculos desde el tobillo hasta el comienzo de su muslo. Se incorporó ligeramente apoyando sus manos en la tierra, quedando de nuevo a menos de un palmo de sus ojos, tan juntos que no podía fijar sus ojos en los suyos.
-¿Qué piensas hacer? -Le preguntó con un tono juguetón, esbozando en sus labios aquella media sonrisa sádica y pícara de alguien que no teme a nada, de aquella bestia que ahora dominaba el cuerpo de la líder.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Comenzaba que su corazón lo amenazaba con estallar en cualquier momento por los latidos cada vez mas acelerados. No se había dado cuenta, pero también estaba comenzando a respirar agitad amente, dilatándose a si mismo ante ella. Noto la caricia de su pie, y también noto que de algún modo cada vez estaban mas cerca. Le estaba costando cada vez controlarse, sabia que en cualquier momento cedería y la tomaría. Incluso sus labios habían estado excesivamente próximos. Ella sonreía y se mostraba extremadamente confiada, por lo que Frith llego a sentir algo parecido a un extraño temor. Temor tal vez de que fuera un engaño de los bosques, o alguien mas poderosa de lo que el podría haber imaginado.
El no hizo mas fuerza con sus brazos a los de ella, rodeando su cuello con uno de los brazos bajo su cabeza, y deslizando la otra mano por su cintura, sin apartar sus ojos de los de ella. Deslizó sus yemas por la piel desnuda de ella, en parte probándola. Quería saber hasta que punto podía avanzar aquello. Se habría mantenido alerta en cualquier otra circunstancia. Habría tenido cuidado de que aquello no se tratara de una trampa para apresarlo o cualquiera de esas cosas que solían suceder en los bosques. Pero aquella vez no lo interrumpió ninguna paranoia. Siguió encima de ella mirándola a los ojos. De pronto aparto la vista y acerco sus labios al cuello y lo acaricio con sus colmillos.
— Si te lo digo tal vez decidieras escapar —dijo, a la par que apretaba sus dedos contra su cintura mientras se dibujaba una media sonrisa—. Aunque si no lo has hecho ya...
Sentía que un animal comenzaba a apoderarse de su cuerpo, de sus pensamientos. La rodeo con los brazos tras su espalda, y sin mucho esfuerzo la levanto, poniéndose en pie. La coloco de espaldas al árbol que había junto a ellos, llevando ahora sus brazos a sus piernas levantándolas. Estaban frente a frente, muy cerca, y continuaba mirándola a los ojos. Aun si ahora ella quería escapar, no la pensaba dejar escapar. Se acerco un poco mas a ella, y casi olvido que ella era la única que estaba desnuda allí. Acarició con su mano la pierna, subiendo por sus muslos, y luego paro para dirigirla a su cintura, mientras acercaba un poco mas sus labios a los de ella. Su corazón estallaría si latía con mas fuerza, ya no podía controlarse, ya no.
El no hizo mas fuerza con sus brazos a los de ella, rodeando su cuello con uno de los brazos bajo su cabeza, y deslizando la otra mano por su cintura, sin apartar sus ojos de los de ella. Deslizó sus yemas por la piel desnuda de ella, en parte probándola. Quería saber hasta que punto podía avanzar aquello. Se habría mantenido alerta en cualquier otra circunstancia. Habría tenido cuidado de que aquello no se tratara de una trampa para apresarlo o cualquiera de esas cosas que solían suceder en los bosques. Pero aquella vez no lo interrumpió ninguna paranoia. Siguió encima de ella mirándola a los ojos. De pronto aparto la vista y acerco sus labios al cuello y lo acaricio con sus colmillos.
— Si te lo digo tal vez decidieras escapar —dijo, a la par que apretaba sus dedos contra su cintura mientras se dibujaba una media sonrisa—. Aunque si no lo has hecho ya...
Sentía que un animal comenzaba a apoderarse de su cuerpo, de sus pensamientos. La rodeo con los brazos tras su espalda, y sin mucho esfuerzo la levanto, poniéndose en pie. La coloco de espaldas al árbol que había junto a ellos, llevando ahora sus brazos a sus piernas levantándolas. Estaban frente a frente, muy cerca, y continuaba mirándola a los ojos. Aun si ahora ella quería escapar, no la pensaba dejar escapar. Se acerco un poco mas a ella, y casi olvido que ella era la única que estaba desnuda allí. Acarició con su mano la pierna, subiendo por sus muslos, y luego paro para dirigirla a su cintura, mientras acercaba un poco mas sus labios a los de ella. Su corazón estallaría si latía con mas fuerza, ya no podía controlarse, ya no.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir, tanto tentar a la suerte al final había caído en sus garras. Hubiera deseado que se hiciera el remolón un poco más, pero aquel juego comenzaba a tener algo que ganar, a ver quién dominaba a quién. La bestia que controló a la líder, de moral dudosa y falsa ética, ahora gritaba frenética en su interior venciéndose a los vicios y placeres que el bosque había brindado a la loba aquella noche, pudo haberse retractado utilizando la poca humanidad que quedaba en su cuerpo, pero ¿Para qué? Volvía a estar sola en Ulmer y nadie la iba a echar de menos aquella noche.
Como si fuera su presa, los dientes de aquel hombre se clavaron en su cuello, deseó por un momento clavar los suyos en su oreja hasta arrancarla. Entrecerró los ojos, presa de la lujuria que ahora controlaba sus sentidos, y exhortó un leve gemido en su oreja, allí done propinó un buen mordisco mientras la levantaba del suelo. Nana a su vez se agarró pasando el brazo por su cuello para sostenerse. Allí quedó entonces tendida en el suelo la manta que antaño había utilizado como única prenda de ropa.
Se raspó la espalda desnuda contra el árbol en el que literalmente la empotró aquel desconocido. Por un segundo se preguntó qué hacía, qué era lo que pretendía con todo aquello. Pero todo atisbo de moralidad quedó sepultado con el último rayo naranja. Sintió como el deseo le recorría como un río de lava por el vientre hasta el interior de sus muslos, allá donde ahora era acariciada.
Abrazó la cintura del hombre con sus piernas, aferrándose a su cadera con fuerza para no caer, mordiendo de nuevo su oreja y propinó suaves y repetidos mordiscos hasta llegar a su cuello.
-Igual eres tú el que deberías escapar. -Susurró a su oído para luego pasar la lengua por su cuello hasta el lóbulo de su oreja.
-Hoy es noche de luna llena. -Apuntó justo antes de volver a enterrar sus labios mordiendo su cuello. -Auuuu… -Aulló a modo de broma, de nuevo en un susurro en su oreja.
Le miró un segundo a los ojos, apoyando la totalidad de su cuerpo en aquel árbol, para luego buscar los botones de la camisa de aquel desconocido con una mano. Podía notar la lujuria bombeando por cada arteria de su cuerpo, incluso podía notar la evidente erección de aquel entre sus piernas.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
— No puedes estar hablando en serio —respondí casi al instante, son una media sonrisa. Escapar? Jamas habría podido escapar. Y si en algún momento había llegado a tener ese pensamiento, hacia mucho que se había marchado.
Sentía que cada vez me pegaba mas a ella; quería fundirme con ella. Sentí su lengua recorriendo mi cuello, y el lóbulo de mi oreja. Yo agarre sus piernas con mucha mas fuerza, y acaricie su piel tocando cada rincón de su cuerpo. En cuanto comenzó a desabrochar los botones de mi camisa, sonreí y di un fuerte tirón, desabrochando todos rápidamente, y rompiendo algunos, aunque en aquel momento no era lo que mas me importaba. La deje caer detrás de mi. Sentí mi piel arder, todo mi cuerpo ardiendo. Con mi mano izquierda tome su brazo y lo repose sobre el árbol estirándolo completamente. Fui yo aquella vez quien hundió los labios en su cuello. De algún modo quería devorarla, comerla, probarla, una sensación inexplicable conducida por el animal que habitaba en mi interior.
— Luna llena… Es que vas a transformarte en una loba? Eso tendré que verlo —dije con segundas.
Conduje mi mano al resto de mi atuendo y sin mucho esfuerzo lo deje caer, quedando tan cubierto como ella. Conduje mis labios por su labio, bajando hasta sus pechos y besando desenfrenadamente. Con mis manos ahora tome su cabello, paseando mis labios por su cuello hasta encontrar los suyos. Tan solo tuve que acercarme un poco mas a ella para notar que llevaba un rato esperándome. Si tenia algo de humano, lo había olvidado por completo. Ahora era una bestia jugando con su nueva presa; al menos era lo que yo pensaba en aquel momento, sin ser lo mas mínimamente consciente de con quien estaba.
La tome nuevamente en brazos. Me di cuenta entonces lo pequeña que era en comparación a mi. La podía tomar en brazos con tanta facilidad que me resultaba divertido, no pude evitar sonreír al pensarlo. La tenia rodeada completamente con mis brazos por la espalda, mientras la besaba sin cese. Quería saber de donde había salido, como me había encontrado o quien era, pero todos esos pensamientos eran extremadamente fugaces. El tacto de su cuerpo me hacia olvidar el mas mínimo pensamiento que pasara por mi mente en aquellos momentos. Nos acerque cerca de la hoguera y la deje caer levemente. La tape con todo mi cuerpo como un manto de calor y nos acercamos mucho mas, lo suficiente como para abrirme paso dentro de ella. Aprese sus brazos por las muñecas con una de mis manos, estirándolos mientras saboreaba cada rincón de su cuello. Mi otra mano empezó recorrer nuevamente su cuerpo, cada curva; su piel ardía como el fuego.
Sentía que cada vez me pegaba mas a ella; quería fundirme con ella. Sentí su lengua recorriendo mi cuello, y el lóbulo de mi oreja. Yo agarre sus piernas con mucha mas fuerza, y acaricie su piel tocando cada rincón de su cuerpo. En cuanto comenzó a desabrochar los botones de mi camisa, sonreí y di un fuerte tirón, desabrochando todos rápidamente, y rompiendo algunos, aunque en aquel momento no era lo que mas me importaba. La deje caer detrás de mi. Sentí mi piel arder, todo mi cuerpo ardiendo. Con mi mano izquierda tome su brazo y lo repose sobre el árbol estirándolo completamente. Fui yo aquella vez quien hundió los labios en su cuello. De algún modo quería devorarla, comerla, probarla, una sensación inexplicable conducida por el animal que habitaba en mi interior.
— Luna llena… Es que vas a transformarte en una loba? Eso tendré que verlo —dije con segundas.
Conduje mi mano al resto de mi atuendo y sin mucho esfuerzo lo deje caer, quedando tan cubierto como ella. Conduje mis labios por su labio, bajando hasta sus pechos y besando desenfrenadamente. Con mis manos ahora tome su cabello, paseando mis labios por su cuello hasta encontrar los suyos. Tan solo tuve que acercarme un poco mas a ella para notar que llevaba un rato esperándome. Si tenia algo de humano, lo había olvidado por completo. Ahora era una bestia jugando con su nueva presa; al menos era lo que yo pensaba en aquel momento, sin ser lo mas mínimamente consciente de con quien estaba.
La tome nuevamente en brazos. Me di cuenta entonces lo pequeña que era en comparación a mi. La podía tomar en brazos con tanta facilidad que me resultaba divertido, no pude evitar sonreír al pensarlo. La tenia rodeada completamente con mis brazos por la espalda, mientras la besaba sin cese. Quería saber de donde había salido, como me había encontrado o quien era, pero todos esos pensamientos eran extremadamente fugaces. El tacto de su cuerpo me hacia olvidar el mas mínimo pensamiento que pasara por mi mente en aquellos momentos. Nos acerque cerca de la hoguera y la deje caer levemente. La tape con todo mi cuerpo como un manto de calor y nos acercamos mucho mas, lo suficiente como para abrirme paso dentro de ella. Aprese sus brazos por las muñecas con una de mis manos, estirándolos mientras saboreaba cada rincón de su cuello. Mi otra mano empezó recorrer nuevamente su cuerpo, cada curva; su piel ardía como el fuego.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Una loba… Já, si él lo hubiera sabido antes, quizá la situación hubiera sido bastante diferente. Por un momento se le pasó la cabeza hacer los deseos de aquel hombre realidad, y convertirse de repente en aquella bestia que le corroía el alma, pero seguramente la cosa no hubiera ido demasiado bien, pues lejos de el deseo de lujuria con el que Nana calmaba la bestia, ésta pedía sangre. Sonrió, por ironías de la vida. Pero aquellos pensamientos se difuminaron rápido cuando él enterró la cabeza en su cuello y la besó con lujuria. Algo, dentro de Nana le dijo que no eran tan diferentes, y que él, como ella, se estaba dejando influenciar por el atractivo poder de la luna llena.
No pudo evitar enterrar sus uñas en su espalda cuando este se hubo quitado la camisa, frenética, para luego subir sus dedos hasta enredarlos con sus cobrizos tirabuzones. Frith era el nombre de aquel hombre, pero ella lo desconocía, aún, y no estaba segura de querer saber posteriormente a quién se había entregado aquella noche de luna llena. Se prometió una vez no volver a acostarse con desconocidos, y allí, bajo sus propios dominios, rompió su propio voto.
La dejó sobre el lecho de hojas secas y hierba, cerca de la hoguera que les calentaba aún más la piel. De nuevo él se colocó encima de ella, qué ímpetu por mantener el control de la situación, pero eso no dudaría mucho. Un gemido ahogado le recorrió las entrañas y salió de la garganta de la loba cuando le sintió dentro. Como si de una daga se tratase, el pecho de la loba se encorvó por el placer, dibujando una suave curva desde su frente hasta su vientre, rápida y precisa se zafó de su agarre, tomando una de sus manos y apretándola con fuerza sobre uno de sus pechos antes de volver a hundir la cabeza en su cuello para morderle el hombro. Demasiado poco habían jugado para su gusto. Se incorporó tomándole de los hombros y lo empujó hacia un lado, rodaron ambos aún más cerca de la hoguera, quedando ahora ella encima.
-Demasiado te gusta a ti tener el control...-Le susurró al oído para después lamerle el cuello.
Se erigió sobre él, con su miembro rozándole la piel del vientre, y lo miró a los ojos antes de pasar suavemente las manos por su busto. Un sinfín de emociones, todas mezcladas entre si, hablaban en ese momento y ella tan solo podía pensar en aquello que tenía delante. Había olvidado incluso el dolor que sentía por el abandono de el que antaño fue su prometido.
Tomó con una mano su sexo, podía notar como la sangre bombeaba por toda su extensión, se pasó la lengua por los labios antes de mordérselos, se acomodó sobre sus piernas y luego se agachó sobre él para pasarle la lengua por el abdomen hasta el vientre, dibujando una perfecta línea recta. Lo miró de nuevo a los ojos con su miembro casi en los labios y sonrió, juguetona.
-¿Has visto ya a la loba? -Preguntó con tono pícaro, acompañado de un pequeño gemido justo antes de rozar sus labios con la punta, para luego introducirlo poco a poco en su boca.
Sus dedos ahora se enterraban en sus muslos, clavándole suavemente las uñas. Si quería una loba, había encontrado a la peor de todas.
No pudo evitar enterrar sus uñas en su espalda cuando este se hubo quitado la camisa, frenética, para luego subir sus dedos hasta enredarlos con sus cobrizos tirabuzones. Frith era el nombre de aquel hombre, pero ella lo desconocía, aún, y no estaba segura de querer saber posteriormente a quién se había entregado aquella noche de luna llena. Se prometió una vez no volver a acostarse con desconocidos, y allí, bajo sus propios dominios, rompió su propio voto.
La dejó sobre el lecho de hojas secas y hierba, cerca de la hoguera que les calentaba aún más la piel. De nuevo él se colocó encima de ella, qué ímpetu por mantener el control de la situación, pero eso no dudaría mucho. Un gemido ahogado le recorrió las entrañas y salió de la garganta de la loba cuando le sintió dentro. Como si de una daga se tratase, el pecho de la loba se encorvó por el placer, dibujando una suave curva desde su frente hasta su vientre, rápida y precisa se zafó de su agarre, tomando una de sus manos y apretándola con fuerza sobre uno de sus pechos antes de volver a hundir la cabeza en su cuello para morderle el hombro. Demasiado poco habían jugado para su gusto. Se incorporó tomándole de los hombros y lo empujó hacia un lado, rodaron ambos aún más cerca de la hoguera, quedando ahora ella encima.
-Demasiado te gusta a ti tener el control...-Le susurró al oído para después lamerle el cuello.
Se erigió sobre él, con su miembro rozándole la piel del vientre, y lo miró a los ojos antes de pasar suavemente las manos por su busto. Un sinfín de emociones, todas mezcladas entre si, hablaban en ese momento y ella tan solo podía pensar en aquello que tenía delante. Había olvidado incluso el dolor que sentía por el abandono de el que antaño fue su prometido.
Tomó con una mano su sexo, podía notar como la sangre bombeaba por toda su extensión, se pasó la lengua por los labios antes de mordérselos, se acomodó sobre sus piernas y luego se agachó sobre él para pasarle la lengua por el abdomen hasta el vientre, dibujando una perfecta línea recta. Lo miró de nuevo a los ojos con su miembro casi en los labios y sonrió, juguetona.
-¿Has visto ya a la loba? -Preguntó con tono pícaro, acompañado de un pequeño gemido justo antes de rozar sus labios con la punta, para luego introducirlo poco a poco en su boca.
Sus dedos ahora se enterraban en sus muslos, clavándole suavemente las uñas. Si quería una loba, había encontrado a la peor de todas.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
La mire a los ojos poco antes de que prosiguiera. Después cerré los ojos y alce mi cabeza, sin poder evitar dejar escapar un largo suspiro. Fue algo «dulce», por decirlo de algún modo. Ahora me tenia completamente bajo su red, bajo su control. Y aquello era extraño para mi ya que siempre solía mantener el control. Nunca me había sentido tan atrapado como una mujer como lo estaba siendo en aquellos momentos. Hundí una de mis manos su cabello mientras sentía como sus labios me saboreaban. Disfrute cada segundo que paso después, sintiendo como jugaba conmigo y me tenia a su completa merced. Perdí la cuenta de cuanto tiempo estuvo así, mientras pasaba sus manos por mi cuerpo, arañándome de forma intermitente.
Casi me sentí a mi mismo temblando de placer. Pero no podía dejar que continuara así. Le había declarado la guerra por el control desde el mismo instante en el que ella había decidido no marcharse y continuar allí, incitándome. Coloque mi mano sobre su rostro y la aleje un poco, luego la volví a recostar sobre el suelo. Me encantaba poder manejarla con tanta facilidad, sostenerla cuando hacia falta casi sin esfuerzo debido a lo pequeña que era. La deje recostada y comencé a pasar mis labios por su cuello. Lo mordí, y lo bese, y luego continué descendiendo mis labios por su cuerpo, pasando por sus pechos. Mis labios recorrieron su cuerpo, mientras con mis manos acariciaba sus muslos aproximándome a tierras peligrosas. Continué deslizándome por su cuerpo con mis labios, descendiendo cada vez mas, dejando pequeños besos a mi paso. Conduje mis manos a sus pechos mientras mis labios bajaban cada vez mas, y acercándome abrí sus muslos. Mi lengua comenzó a recorrer toda la zona, mientras baje mis manos a su cintura agarrándola con fuerza. Por un momento me plantee si realmente estaba bien que hiciera aquello, que estuviera repentinamente con una completa desconocida haciendo todo aquello. Aunque por lo general hacia caso a mi instinto, al animal que había dentro de mi, y eso estaba haciendo en aquella ocasión también. El animal solía guiarme por el buen camino, y hasta el momento nada malo había pasado, mas bien al contrario.
— Es inevitable… me gusta demasiado tener el control. Y si además no sabes mantener el tuyo… —dije burlón. Mientras pasee nuevamente mi lengua entre sus piernas. Mis dedos se clavaron mas en su cintura, a la par que la saboreaba cada vez con mas intensidad. Una de mis manos subió hasta su cabello y hundió sus dedos nuevamente entre este.
A decir verdad, no estaba acostumbrado a esa clase de sexo. Siempre había tenido encuentros fugaces donde no habíamos dedicado mucho tiempo a llegar al final. Donde rápidamente nos habíamos desvestido y comenzado a fundirnos. Con ella era distinto. Mas divertido, había explotado hasta el ultimo ápice de cordura de mi. Ahora todo era instinto y lujuria, y habría hecho cualquier cosa con ella. Continué probándola mientras mis manos paseaban por todo su cuerpo.
Casi me sentí a mi mismo temblando de placer. Pero no podía dejar que continuara así. Le había declarado la guerra por el control desde el mismo instante en el que ella había decidido no marcharse y continuar allí, incitándome. Coloque mi mano sobre su rostro y la aleje un poco, luego la volví a recostar sobre el suelo. Me encantaba poder manejarla con tanta facilidad, sostenerla cuando hacia falta casi sin esfuerzo debido a lo pequeña que era. La deje recostada y comencé a pasar mis labios por su cuello. Lo mordí, y lo bese, y luego continué descendiendo mis labios por su cuerpo, pasando por sus pechos. Mis labios recorrieron su cuerpo, mientras con mis manos acariciaba sus muslos aproximándome a tierras peligrosas. Continué deslizándome por su cuerpo con mis labios, descendiendo cada vez mas, dejando pequeños besos a mi paso. Conduje mis manos a sus pechos mientras mis labios bajaban cada vez mas, y acercándome abrí sus muslos. Mi lengua comenzó a recorrer toda la zona, mientras baje mis manos a su cintura agarrándola con fuerza. Por un momento me plantee si realmente estaba bien que hiciera aquello, que estuviera repentinamente con una completa desconocida haciendo todo aquello. Aunque por lo general hacia caso a mi instinto, al animal que había dentro de mi, y eso estaba haciendo en aquella ocasión también. El animal solía guiarme por el buen camino, y hasta el momento nada malo había pasado, mas bien al contrario.
— Es inevitable… me gusta demasiado tener el control. Y si además no sabes mantener el tuyo… —dije burlón. Mientras pasee nuevamente mi lengua entre sus piernas. Mis dedos se clavaron mas en su cintura, a la par que la saboreaba cada vez con mas intensidad. Una de mis manos subió hasta su cabello y hundió sus dedos nuevamente entre este.
A decir verdad, no estaba acostumbrado a esa clase de sexo. Siempre había tenido encuentros fugaces donde no habíamos dedicado mucho tiempo a llegar al final. Donde rápidamente nos habíamos desvestido y comenzado a fundirnos. Con ella era distinto. Mas divertido, había explotado hasta el ultimo ápice de cordura de mi. Ahora todo era instinto y lujuria, y habría hecho cualquier cosa con ella. Continué probándola mientras mis manos paseaban por todo su cuerpo.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Sus manos jugueteaban incesantes por todo su cuerpo. La cordura había desaparecido y toda clase de dudosa moralidad ahora residía en ambos cuerpos, en todo lo sucio y soez del sexo sin mesura, sin ataduras. De nuevo su espalda tocó el suelo frío, haciéndole erizar cada poro de su piel, al abrazo del frío pronto se le sumaron las manos del hombre que de nuevo recorría cada curva de su cuerpo, catándolo y besándolo.
Su espalda se arqueó una vez más en éxtasis al notar su lengua recorriendo cada centímetro de sus muslos y sus manos tibias presionaban su cadera. Cerró los ojos mordiéndose el labio, jadeante. Había olvidado cuándo el corazón le había comenzado a ir tan deprisa que le rebotaba en sus oídos.
Sus muslos se acomodaron rápidamente en los hombros de aquel, acompañando al movimiento de, su ahora, compañero de lecho de hojas y fango húmedo. Los dedos de sus pies acariciaban los costados del hombre. Recorrió su propio cuerpo con sus manos, acariciándose los pechos y apretándolos, pellizcando suavemente sus pezones mientras sentía el éxtasis del placer entre sus muslos.
Los jadeos rápidamente se convirtieron en gemidos y sus manos recorrieron su vientre hasta encontrar su cabellera cobriza, en la que hundió los dedos de su mano mientras con la otra volvía a acariciarse los pechos. Apresuradas sus piernas se abrieron aún más.
Recorría cada centímetro de ella con su lengua, pero ahora quería más. Aún con la espalda arqueada y gimiendo, sus piernas se adhirieron a sus costados, en un suave ademán de consentimiento, la loba alzó la cabeza para mirarlo a los ojos, tomó con su mano, la que antes residía entre sus cabellos, su hombro, clavándole levemente las uñas y trayéndolo hacia si, apretando y pellizcando con fuerza uno de sus propios pezones. Una suave seña, con el dedo para que se acercara de nuevo sobre ella. Su sexo ansiaba cada centímetro de su miembro, abrazar con sus piernas las caderas de aquel y sentir cada embestida.
Ahora, dejaba en sus manos cómo continuar el juego, esta vez le dejaría algo de control, tenía curiosidad por saber qué postura sería la elegida por su nueva presa.
Su espalda se arqueó una vez más en éxtasis al notar su lengua recorriendo cada centímetro de sus muslos y sus manos tibias presionaban su cadera. Cerró los ojos mordiéndose el labio, jadeante. Había olvidado cuándo el corazón le había comenzado a ir tan deprisa que le rebotaba en sus oídos.
Sus muslos se acomodaron rápidamente en los hombros de aquel, acompañando al movimiento de, su ahora, compañero de lecho de hojas y fango húmedo. Los dedos de sus pies acariciaban los costados del hombre. Recorrió su propio cuerpo con sus manos, acariciándose los pechos y apretándolos, pellizcando suavemente sus pezones mientras sentía el éxtasis del placer entre sus muslos.
Los jadeos rápidamente se convirtieron en gemidos y sus manos recorrieron su vientre hasta encontrar su cabellera cobriza, en la que hundió los dedos de su mano mientras con la otra volvía a acariciarse los pechos. Apresuradas sus piernas se abrieron aún más.
Recorría cada centímetro de ella con su lengua, pero ahora quería más. Aún con la espalda arqueada y gimiendo, sus piernas se adhirieron a sus costados, en un suave ademán de consentimiento, la loba alzó la cabeza para mirarlo a los ojos, tomó con su mano, la que antes residía entre sus cabellos, su hombro, clavándole levemente las uñas y trayéndolo hacia si, apretando y pellizcando con fuerza uno de sus propios pezones. Una suave seña, con el dedo para que se acercara de nuevo sobre ella. Su sexo ansiaba cada centímetro de su miembro, abrazar con sus piernas las caderas de aquel y sentir cada embestida.
Ahora, dejaba en sus manos cómo continuar el juego, esta vez le dejaría algo de control, tenía curiosidad por saber qué postura sería la elegida por su nueva presa.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Acaricie cada rincón de su cuerpo, pasando mis manos por este mientras notaba como se arqueaba y disfrutaba. El suelo estaba húmedo y frio, y sin embargo su cuerpo ardía, y también el mío. La saboree jugueteando con mi lengua. Aquella mujer me tenía completamente hipnotizado.
Cada segundo me sentía más excitado, cada segundo sentía que de algún modo mi corazón iba a salir de mi pecho pues los latidos no aminoraban, sin dar tregua un solo
instante. Comenzaba a perder la cordura, y a perder completamente el sentido del tiempo. ¿Cuánto tiempo llevaba allí con ella? ¿En qué momento había aparecido? Todo eso se me había olvidado, ni siquiera pensaba en eso. La tenia sujeta con fuerza de sus piernas, con mis dedos tomando sus muslos sin soltarla. Y pese a que sus piernas en ocasiones se movían o temblaban levemente, la sujetaba lo suficientemente fuerte como para que no pudiera moverse, para que no pedirá escapar.
Solo me vi interrumpido cuando ella me levanto, acercándome hacia ella y poniéndome a su altura. Quería continuar, todavía quería continuar. La mire a los ojos, unos ojos dorados que se clavaron en los míos. Sentí como si desnudaran mi alma, y por un momento incluso sentí una extraña vulnerabilidad. ¿Quién era ella? Seguía sin saberlo, y sin preguntarlo.
Esbocé una breve sonrisa y pude sentir su piel como un imán para mi cuerpo. No quería separarme de ella, y su cuerpo de algún modo tampoco lo quería. Abrí sus piernas más a mi paso, y estas me rodearon por las caderas pegándome más hacia ella. Y entre en ella, mientras llevaba mis labios a su cuello, y lo colmaba de besos y mordiscos. Una de mis manos empezó a juguetear con sus pechos, y la otra empezó a recorrer con la yema de mis dedos su pierna. Después rodeé esa misma pierna con mis dedos y comencé a empujar fuerte, cada vez más, mientras mis besos se volvían más apasionados y descontrolados.
Empuje muy fuerte, mientras notaba que nuestros cuerpos comenzaban a arder todavía más, y conduje mis labios hasta los suyos, saboreándolos y disfrutando del contacto de su piel al pegarme todavía mucho más nuestros cuerpos. La oí gemir, y no pude evitar dejar escapar algunos gemidos yo también, cada vez más entrecortados a medida que se lo hacía más y más fuerte. Pero quise parar, quise tenerla de otro modo, para poder tocarla mejor, para poder sentir su cuerpo mejor.
Salí despacio y coloqué su cuerpo de lado, y mi mano recorrió su cuerpo desde sus muslos, pasando por su vientre y subiendo hasta sus pechos. Y me coloque detrás de ella, mientras mis labios reposaban sobre su cuello, dejando pequeños besos húmedos. Entre despacio de nuevo en ella, mientras agarraba su pecho y lo acariciaba, dejándolo al cabo de un rato para bajar mi mano hasta su sexo, acompañándolo mientras comenzaba a empujar con fuerza. Y por fin, casi sin darme cuenta en que las palabras habían salido de mis labios en un leve susurro casi inaudible, lo pregunte.
- ¿Quien eres…?
Cada segundo me sentía más excitado, cada segundo sentía que de algún modo mi corazón iba a salir de mi pecho pues los latidos no aminoraban, sin dar tregua un solo
instante. Comenzaba a perder la cordura, y a perder completamente el sentido del tiempo. ¿Cuánto tiempo llevaba allí con ella? ¿En qué momento había aparecido? Todo eso se me había olvidado, ni siquiera pensaba en eso. La tenia sujeta con fuerza de sus piernas, con mis dedos tomando sus muslos sin soltarla. Y pese a que sus piernas en ocasiones se movían o temblaban levemente, la sujetaba lo suficientemente fuerte como para que no pudiera moverse, para que no pedirá escapar.
Solo me vi interrumpido cuando ella me levanto, acercándome hacia ella y poniéndome a su altura. Quería continuar, todavía quería continuar. La mire a los ojos, unos ojos dorados que se clavaron en los míos. Sentí como si desnudaran mi alma, y por un momento incluso sentí una extraña vulnerabilidad. ¿Quién era ella? Seguía sin saberlo, y sin preguntarlo.
Esbocé una breve sonrisa y pude sentir su piel como un imán para mi cuerpo. No quería separarme de ella, y su cuerpo de algún modo tampoco lo quería. Abrí sus piernas más a mi paso, y estas me rodearon por las caderas pegándome más hacia ella. Y entre en ella, mientras llevaba mis labios a su cuello, y lo colmaba de besos y mordiscos. Una de mis manos empezó a juguetear con sus pechos, y la otra empezó a recorrer con la yema de mis dedos su pierna. Después rodeé esa misma pierna con mis dedos y comencé a empujar fuerte, cada vez más, mientras mis besos se volvían más apasionados y descontrolados.
Empuje muy fuerte, mientras notaba que nuestros cuerpos comenzaban a arder todavía más, y conduje mis labios hasta los suyos, saboreándolos y disfrutando del contacto de su piel al pegarme todavía mucho más nuestros cuerpos. La oí gemir, y no pude evitar dejar escapar algunos gemidos yo también, cada vez más entrecortados a medida que se lo hacía más y más fuerte. Pero quise parar, quise tenerla de otro modo, para poder tocarla mejor, para poder sentir su cuerpo mejor.
Salí despacio y coloqué su cuerpo de lado, y mi mano recorrió su cuerpo desde sus muslos, pasando por su vientre y subiendo hasta sus pechos. Y me coloque detrás de ella, mientras mis labios reposaban sobre su cuello, dejando pequeños besos húmedos. Entre despacio de nuevo en ella, mientras agarraba su pecho y lo acariciaba, dejándolo al cabo de un rato para bajar mi mano hasta su sexo, acompañándolo mientras comenzaba a empujar con fuerza. Y por fin, casi sin darme cuenta en que las palabras habían salido de mis labios en un leve susurro casi inaudible, lo pregunte.
- ¿Quien eres…?
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Los dedos tibios del hombre paseaban por su piel desnuda, incesantes surcaban cada curva de su cuerpo como si se acabara el mundo en aquel momento. Su piel se erizaba y los dedos de sus pies se contraían y relajaban conforme sentía sus manos recorrer su vientre y sus muslos. ¿Qué clase de droga era aquella? Había apaciguado a la bestia y había dominado el frío del cuerpo de la loba, le mordía el cuello y el hombro mientras pasaba sus brazos entre las costillas de aquel, acercándolo más aún a ella. Acompañaba con sus piernas el movimiento de su embiste, sin poder evitar gemir en más de una ocasión.
Decidió él entonces cambiar de posición, con un suave empujón la puso de lado situándose él detrás. Involuntariamente ella llevó una de sus manos a su sexo, distrayéndose mientras él volvía a embestirla, ahora un poco más despacio. Mantenía los ojos cerrados, dejándose llevar por el éxtasis, cuando su mano fue sustituida por la de él, y sus labios buscaron su cuello, hasta que casi en un susurro aquella peligrosa pregunta se formuló en sus labios. Con la respiración entrecortada y jadeante, la loba abrió los ojos, desconcertada, pues no sabía exactamente qué responder.
Evitando la pregunta la loba giró ligeramente el torso tomando con una mano el rostro del hombre para clavar sus ojos en los de él. Con los labios entreabiertos besó los de él para luego empujar levemente la cadera para clavar aún más su miembro en ella.
-Seré quién tú quieras que sea… -Le susurró para luego morder el lóbulo de su oreja y lamer su cuello. -Ahora, fóllame. -Le ordenó apretando su mano contra su pecho.
Tras un suave beso ahora fue ella quien empujó al hombre, rodando de nuevo para quedar tumbado sobre el suelo. Temiendo que su identidad fuera revelada, intentó con todas sus fuerzas desviar la conversación tomando las riendas de la situación. Con alta gracilidad se colocó encima de él, agarrando su miembro con una mano y dejándose caer sobre él muy lentamente mientras se mordía el labio.
-¿Esto es todo lo peligroso que puedes llegar a ser? -Le susurró juguetona con una sonrisa pícara en los labios.
Se dejó caer completamente sobre él, empezando a moverse hacia arriba y hacia abajo sobre sus muslos buscando su mano para llevarla a sus pechos y boca, lamiéndole sensual el dedo índice, mientras con la otra acariciaba su sexo acompañando el movimiento de caderas.
Decidió él entonces cambiar de posición, con un suave empujón la puso de lado situándose él detrás. Involuntariamente ella llevó una de sus manos a su sexo, distrayéndose mientras él volvía a embestirla, ahora un poco más despacio. Mantenía los ojos cerrados, dejándose llevar por el éxtasis, cuando su mano fue sustituida por la de él, y sus labios buscaron su cuello, hasta que casi en un susurro aquella peligrosa pregunta se formuló en sus labios. Con la respiración entrecortada y jadeante, la loba abrió los ojos, desconcertada, pues no sabía exactamente qué responder.
Evitando la pregunta la loba giró ligeramente el torso tomando con una mano el rostro del hombre para clavar sus ojos en los de él. Con los labios entreabiertos besó los de él para luego empujar levemente la cadera para clavar aún más su miembro en ella.
-Seré quién tú quieras que sea… -Le susurró para luego morder el lóbulo de su oreja y lamer su cuello. -Ahora, fóllame. -Le ordenó apretando su mano contra su pecho.
Tras un suave beso ahora fue ella quien empujó al hombre, rodando de nuevo para quedar tumbado sobre el suelo. Temiendo que su identidad fuera revelada, intentó con todas sus fuerzas desviar la conversación tomando las riendas de la situación. Con alta gracilidad se colocó encima de él, agarrando su miembro con una mano y dejándose caer sobre él muy lentamente mientras se mordía el labio.
-¿Esto es todo lo peligroso que puedes llegar a ser? -Le susurró juguetona con una sonrisa pícara en los labios.
Se dejó caer completamente sobre él, empezando a moverse hacia arriba y hacia abajo sobre sus muslos buscando su mano para llevarla a sus pechos y boca, lamiéndole sensual el dedo índice, mientras con la otra acariciaba su sexo acompañando el movimiento de caderas.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
El pelirrojo soltaba pequeños jadeos, especialmente cada vez que sentía que ella posaba sus dientes sobre su cuello. La sentía tan cerca, casi como si formara parte de él mismo. Y quería tenerla más cerca, quería que sus cuerpos se fundieran por el placer. Notó que la piel de ella ardía, más de lo que había ardido en cualquier momento antes. Y su propio cuerpo también ardía, como si el fuego estuviera recorriendo sus pieles. Aunque sus cuerpos eran humanos, era evidente que era una bestia interior la que los controlaba. Una bestia insaciable que cada vez pedía más.
Sus gemidos lo excitaban todavía más. Teniéndola de lado, ahora recorría con las yemas de sus dedos su cuerpo. Acariciando sus pechos, y paseando sus manos hasta llegar a sus muslos. Y acercando sus dedos despacio hasta su sexo. Lo acarició, mientras sus labios se dirigían a la parte trasera de su cuello, dejando a su paso varios besos leves. Escapaba su cálido aliento, que se convertía en un pequeño halo de vapor, ya que ellos eran el mismo fuego, a su alrededor todo era frío y helado. Ella no respondió a su pregunta, más que con algo que hizo que él olvidara la misma pregunta. En realidad, no le preocupaba lo más mínimo ahora; ella lo tenía demasiado inmerso en aquel sueño ardiente. Él se fijó en sus ojos, cuando se clavaron en los suyos. De aquel tono fuerte, intenso, plagados de algo tan inmenso pero al mismo tiempo ininteligible. Toda ella era un excitante misterio.
—¿Esto es todo lo peligroso que puedes llegar a ser? —preguntó ella.
En un rápido movimiento, ella se posó encima de él, y se estrechó sobre su miembro. Con su suave movimiento, él notó todo el calor de su cuerpo sobre sí. Acarició sus pechos con una mano, mientras su dedo se dirigía a sus labios, sintiendo su lengua jugando con este. La miró a los ojos, con una media sonrisa. De algún modo había conseguido apaciguar la bestia que llevaba dentro; la tenía casi controlada totalmente. Tal vez no durante mucho tiempo. Pero por un momento, se dejaría llevar, disfrutaría cada ápice de placer que ella le estaba ofreciendo. Continuó acariciando sus pechos, mientras su otra mano ahora se dirigía a su espalda. La recorrió, la arañó levemente y siguió deslizándose hasta abajo. Sus dedos se apretaron contra ella; la quería más cerca, si es que era posible. Y notaba cómo su sexo ardía ardía entre sus muslos, y lo hacia arder a él. Hundió ahora los dedos en su cabello, acercándola a sí, y dirigiendo sus labios a su cuello. Lo mordisqueó y lamió. Notó en ella un aroma dulzón; a flores silvestres y una mezcla de todos los dulces bálsamos de los bosques.
Sus gemidos lo excitaban todavía más. Teniéndola de lado, ahora recorría con las yemas de sus dedos su cuerpo. Acariciando sus pechos, y paseando sus manos hasta llegar a sus muslos. Y acercando sus dedos despacio hasta su sexo. Lo acarició, mientras sus labios se dirigían a la parte trasera de su cuello, dejando a su paso varios besos leves. Escapaba su cálido aliento, que se convertía en un pequeño halo de vapor, ya que ellos eran el mismo fuego, a su alrededor todo era frío y helado. Ella no respondió a su pregunta, más que con algo que hizo que él olvidara la misma pregunta. En realidad, no le preocupaba lo más mínimo ahora; ella lo tenía demasiado inmerso en aquel sueño ardiente. Él se fijó en sus ojos, cuando se clavaron en los suyos. De aquel tono fuerte, intenso, plagados de algo tan inmenso pero al mismo tiempo ininteligible. Toda ella era un excitante misterio.
—¿Esto es todo lo peligroso que puedes llegar a ser? —preguntó ella.
En un rápido movimiento, ella se posó encima de él, y se estrechó sobre su miembro. Con su suave movimiento, él notó todo el calor de su cuerpo sobre sí. Acarició sus pechos con una mano, mientras su dedo se dirigía a sus labios, sintiendo su lengua jugando con este. La miró a los ojos, con una media sonrisa. De algún modo había conseguido apaciguar la bestia que llevaba dentro; la tenía casi controlada totalmente. Tal vez no durante mucho tiempo. Pero por un momento, se dejaría llevar, disfrutaría cada ápice de placer que ella le estaba ofreciendo. Continuó acariciando sus pechos, mientras su otra mano ahora se dirigía a su espalda. La recorrió, la arañó levemente y siguió deslizándose hasta abajo. Sus dedos se apretaron contra ella; la quería más cerca, si es que era posible. Y notaba cómo su sexo ardía ardía entre sus muslos, y lo hacia arder a él. Hundió ahora los dedos en su cabello, acercándola a sí, y dirigiendo sus labios a su cuello. Lo mordisqueó y lamió. Notó en ella un aroma dulzón; a flores silvestres y una mezcla de todos los dulces bálsamos de los bosques.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Una nube negra tapó la luz rojiza de la luna que ya se alzaba sobre sus cabezas, en pleno clímax, fue como un ápice de humanidad, de raciocinio el que nubló la mente de la loba. ¿Quién era? ¿Qué hacía allí? ¿Cómo había llegado hasta allí? Arqueó la espalda hasta que su cuello se dobló, abrió los ojos y allí estaba, aquel nubarrón. Gimió inevitablemente al sentirle recorrer cada ápice de su piel erizada, agachó la cabeza y aquellos rizos rojos por un momento, bajo la oscuridad de un cielo que nublaba la misma luna que les alumbraba, le parecieron castaños. El aire se inundó de un olor que conocía, tomó su mentón con ambas manos y lo alzó, obligándole a mirarle a los ojos. Y allí estaban, por un momento aquellos verdes se tornaron marrones. Brendarid. No.
El rostro confuso de la loba se tornó en un dulce gesto de ternura, besó la comisura de sus labios, una, dos veces, antes de besar con cariño sus labios y enredar su lengua con la de él, cerrando los ojos con el miedo en el cuerpo de que al abrirlos, aquello no fuera real. Y así era, y así fue. La culpa la inundó por unos segundos, hasta que la nube dejó abierto el cielo estrellado. Debatiéndose entre bestia y persona, Nana mordió con rabia el labio de aquel sin cesar el movimiento ascendente y descendente de sus caderas.
La rabia la invadió de nuevo, lo maldijo por estar allí aquella noche, y se maldijo a ella por sucumbir a una parte de ella que creía dominada. Abrió de nuevo los ojos, descubriendo el rostro del pelirrojo. Movimientos rápidos y secos los que dominaban el compás de sus caderas que ahora desataban su rabia sobre él, ansiando terminar lo que se había convertido en una lucha personal contra ella misma. Contra sus instintos.
Sus uñas se anclaron con fuerza en su espalda, se prolongaron sus gemidos ahogados. Ardió como la llama que ardía junto a ambos, pero como toda hoguera, comenzó a consumirse. Entreabrió los labios, exhalando el último halo de pasión, dejando salir de sus labios su último gemido antes de detener lentamente el contoneo de sus caderas.
Abrió de nuevo los ojos para clavarlos de nuevo en los suyos como dos estacas, sus manos recorrieron su espalda hasta sus hombros, en los cuales se apoyó para levantarse.
El rostro confuso de la loba se tornó en un dulce gesto de ternura, besó la comisura de sus labios, una, dos veces, antes de besar con cariño sus labios y enredar su lengua con la de él, cerrando los ojos con el miedo en el cuerpo de que al abrirlos, aquello no fuera real. Y así era, y así fue. La culpa la inundó por unos segundos, hasta que la nube dejó abierto el cielo estrellado. Debatiéndose entre bestia y persona, Nana mordió con rabia el labio de aquel sin cesar el movimiento ascendente y descendente de sus caderas.
La rabia la invadió de nuevo, lo maldijo por estar allí aquella noche, y se maldijo a ella por sucumbir a una parte de ella que creía dominada. Abrió de nuevo los ojos, descubriendo el rostro del pelirrojo. Movimientos rápidos y secos los que dominaban el compás de sus caderas que ahora desataban su rabia sobre él, ansiando terminar lo que se había convertido en una lucha personal contra ella misma. Contra sus instintos.
Sus uñas se anclaron con fuerza en su espalda, se prolongaron sus gemidos ahogados. Ardió como la llama que ardía junto a ambos, pero como toda hoguera, comenzó a consumirse. Entreabrió los labios, exhalando el último halo de pasión, dejando salir de sus labios su último gemido antes de detener lentamente el contoneo de sus caderas.
Abrió de nuevo los ojos para clavarlos de nuevo en los suyos como dos estacas, sus manos recorrieron su espalda hasta sus hombros, en los cuales se apoyó para levantarse.
Nana
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Había olvidado por completo el tiempo que había pasado desde el momento en el que me había encontrado con ella. Me había olvidado inclusive de la razón por la cual yo estaba allí. Había perdido consciencia de todo lo que me rodeaba, y pese a que mi forma bestial se encontraba muy guardada en mi interior, se había apoderado de mi cuerpo como nunca antes lo había hecho. Ella había sido el detonante, la razón de mi descontrol. A la par que se movía con mas rapidez, conduje mis manos hacia sus caderas, acariciándolas primero, luego apretando mis manos sobre ellas y acompañándolas en su continuo movimiento. Me quede mirando sus ojos durante un breve instante, antes de que apartara la vista nuevamente. De un dorado intenso que jamas antes había visto. Su piel estaba cálida y húmeda. Conduje mis brazos hacia su espalda, levantándome levemente, todavía estando recostado a su merced. La rodee con mis brazos. Mi cuerpo quería apresarla, mantenerla consigo y no dejarla escapar. Sentía como un ardor inimaginable recorría cada parte de mi cuerpo. Besé su cuello, lo recorrí con mis labios, y luego me deje caer nuevamente.
Las llamas que nos habían acompañado desde antes de que todo aquello comenzara, se habían apagado. Un ultimo gemido y el repentino silencio, dio fin a aquel encuentro. Nuestros ojos se encontraron nuevamente; no se cuanto tiempo estuvimos observándonos. Sentí su peso sobre mis hombros y como se ponía en pie. Ahora se marcharía, y posiblemente nunca mas volvería a saber de ella. Y quedaría como un recuerdo, casi como un sueño que mantendría en secreto. Y tal vez decidiría preguntarme alguna vez de quien se trataba ella… o tal vez no, y simplemente preferiría recordarla, siendo un pequeño secreto entre ella, la luna y yo. No dije nada, y aunque me habría gustado hacerle muchas preguntas, preferí observarla, admirarla una ultima vez antes de que se marchara para no volverla a ver.
De las brasas salieron unas breves chispas que me tomaron por sorpresa, distrayéndome y haciéndome desviar la vista hacia otra parte. No sabia si cuando volviera la vista hacia ella nuevamente, seguiría estando allí. La zanahoria siempre la recordaría.
Las llamas que nos habían acompañado desde antes de que todo aquello comenzara, se habían apagado. Un ultimo gemido y el repentino silencio, dio fin a aquel encuentro. Nuestros ojos se encontraron nuevamente; no se cuanto tiempo estuvimos observándonos. Sentí su peso sobre mis hombros y como se ponía en pie. Ahora se marcharía, y posiblemente nunca mas volvería a saber de ella. Y quedaría como un recuerdo, casi como un sueño que mantendría en secreto. Y tal vez decidiría preguntarme alguna vez de quien se trataba ella… o tal vez no, y simplemente preferiría recordarla, siendo un pequeño secreto entre ella, la luna y yo. No dije nada, y aunque me habría gustado hacerle muchas preguntas, preferí observarla, admirarla una ultima vez antes de que se marchara para no volverla a ver.
De las brasas salieron unas breves chispas que me tomaron por sorpresa, distrayéndome y haciéndome desviar la vista hacia otra parte. No sabia si cuando volviera la vista hacia ella nuevamente, seguiría estando allí. La zanahoria siempre la recordaría.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Noche de Kyn [Nana] [+18] [Cerrado]
Las uñas de la loba pasearon por sus propios brazos, rasgando su propia piel, húmeda, sucia. Así se sentía, como si hubiera arrastrado por el suelo su propio orgullo, por el fango. Frotó sus brazos hasta sus hombros, como si así pudiera librarse de aquella suciedad que le inundaba el alma. Pues claro que no.
Sus ojos amarillos buscaron una vez más los ajenos, pero no los encontraron, ahora miraba el fuego que ardía como los rizos que le caían a ambos lados de la cabeza. ¿Quién era? No, ¿Quién era ella? Allí desnuda, sus piernas temblaban como las de un cervatillo recién nacido. Tragó saliva y respiró ampliamente hasta volver a tomar constancia de sus propios actos, recuperando el ritmo del latido de su propio corazón.
-No intentes buscarme, ni seguirme, ni saber quién soy. -Sentenció girando sobre sus propios pasos hacia la misma sombra de la que había salido a penas momentos antes de aquel encuentro.
La metamorfosis se realizó mientras caminaba pausadamente bajo la ínfima luz de la luna que alumbraba a ambos. La húmeda hierba mojaba la almohadilla de sus patas, negras como el tizón.
Sus ojos amarillos buscaron una vez más los ajenos, pero no los encontraron, ahora miraba el fuego que ardía como los rizos que le caían a ambos lados de la cabeza. ¿Quién era? No, ¿Quién era ella? Allí desnuda, sus piernas temblaban como las de un cervatillo recién nacido. Tragó saliva y respiró ampliamente hasta volver a tomar constancia de sus propios actos, recuperando el ritmo del latido de su propio corazón.
-No intentes buscarme, ni seguirme, ni saber quién soy. -Sentenció girando sobre sus propios pasos hacia la misma sombra de la que había salido a penas momentos antes de aquel encuentro.
La metamorfosis se realizó mientras caminaba pausadamente bajo la ínfima luz de la luna que alumbraba a ambos. La húmeda hierba mojaba la almohadilla de sus patas, negras como el tizón.
Terminó siendo de nuevo, aquella sombra negra que se alejó entre la maleza como si nada hubiera pasado. Rodó por última vez aquella manzana mordida junto a la hoguera, la única prueba del suceso que diferenciaría la realidad de un sueño.
Las patas de la loba aceleraron el paso hasta comenzar a correr hacia la aldea. ¿Qué había hecho? ¿Por qué sentía el peso de la noche sobre sus hombros? Si ahora ella era libre.
Las patas de la loba aceleraron el paso hasta comenzar a correr hacia la aldea. ¿Qué había hecho? ¿Por qué sentía el peso de la noche sobre sus hombros? Si ahora ella era libre.
Nana
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