Un baño de locos [Nana - ThunderStorm, tarde-noche]

Habían pasado como tres días des de que había jurado a Marth no volver a la arena de Lunargenta , y claro, debía de matar el tiempo de alguna forma, no tenía ganas de andar hasta el lago donde solía pasar las horas, así que opté por ir a la playa más cercana cuando el sol ya se sumergía en el mar.

No tardé mucho más de diez minutos en salir, y atajando por el puerto llegué a una playa de agua cristalina, iba a cometer una estupidez, ya que era obvio que en la estación húmeda poca gente iría a la playa, ya que era seguro o muy probable que se pusiera a llover.
Nada más llegar, dejé mis bártulos sobre la arena, un bulo de cosas, como cebos para pescar, una daga.. Todos enredados en un pequeño bolso de cuero.
Casi me mato al intentar quitarme las botas sin apoyarme en nada, pero tras lograrlo el tacto de la arena se hacía muy raro, lo primero que hice fue hundir los pies en la arena que se sentía caliente en sus capas más hondas.
Me despojé de la mitad de mis ropas dejándolas justo arriba de mis queridos bártulos, para poder nadar mejor, y nada más en camisa y ropa interior me fui corriendo al mar, donde nada más tocar la orilla las puntas de los dedos me tiré hacia atrás, demasiado fría para mi gusto.
Me encogí de hombros y me metí en el mar, hasta que el agua me llegaba a la cadera.

Sentía como los pececillos de colores se amontonaban en mis pies dando vueltas en círculos por mis piernas haciéndome cosquillas con la cola. Todo se veía des de arriba con aquella agua tan trasparente, y con aquella arena tan blanca que parecía brillar a la luz de los últimos rayos de sol.
Si quería realmente aprender a pescar como un buen lobo debía convertirme en uno, pero claro, habría sido fácil si no fuera por que no estaba segura si estaba sola, y estaba en un territorio que no era el mio.
Me dejé caer en la orilla hasta tal punto que el agua me llegaba a casi la nariz y me giré hacia la orilla.

*Pese a que ya llevaba varias semanas de viaje y habia pasado una buena parte de ese tiempo en la ciudad de Lunargenta recabando informacion, todavia no se habia acostumbrado a las ruidosas muchedumbres. Nisiquiera en los templos de la ciudad se podia estar tranquilo, pues incluso alli el ruido del exterior era insoportable.

Por ello, decidio ir a la playa.

En aquella epoca era muy poco probable que nadie estuviera tan loco como para ir alli, pues las lluvias eran constantes y el agua estaria helada. Era justo lo que necesitaba; un lugar solitario y silencioso.

Nada mas llegar, se desplomo en la arena disfrutando de la repentina quietud. De repente se dio cuenta de que la cabeza le habia estado doliendo pero, poco a poco, el dolor fue remitiendo. Penso en todo lo que le habia pasado desde que habia abandonado el solitario templo y en su infructuosa cruzada en pos de la justicia. Con parsimonia, extrajo un pequeño saquito de una de las bolsas que colgaban de su cinturon, y en pocos segundos se lio un deforme cigarro para luego darse cuenta de que no tenia nada para encenderlo. Con un suspiro, guardo el tabaco y se coloco el cigarro sin encender en la boca.

Se mantuvo inmovil unos minutos mas, hasta que decidio que le sentaria bien dar un paseo. Con tranquilidad, se levanto y se quito una a una las piezas de la armadura y tambien las botas hasta quedar vestido con lo que siempre solia llevar debajo; un coleto de cuero marron encima de una camisa de hilo blanca y unos pantalones tambien de cuero. Ato todas las partes, se las echo a la espalda formando un uniforme bulto y agarro el extremo de la cuerda que las unia todas con la mano derecha.

Comenzo a andar a lo largo de la playa con tranquilidad, todavia con el cigarro apagado en la boca y el bulto de metal dando golpes en su escudo, que tambien llevaba sujeto a la espalda con la correa. La vaina de la espada le golpeaba en el muslo, pero no se desprenderia de ella. De siempre habia sido un paranoico; los enemigos podian estar en cualquier parte.

La fresca y fina arena le hacia cosquillas en los pies, y solo se escuchaba el ir y venir de las olas. Hacia mucho tiempo que no estaba tan tranquilo. Siguio avanzando con tranquilidad hasta que le parecio distinguir una forma humana casi hundida en el agua.

Creyendo que alguien se habia ahogado, se acerco rapidamente solo para descubrir que era una mujer perfectamente sana. Pensando que debia parecer un poco estupido por acercarse corriendo, se dispuso a disculparse.*

-Perdone, señorita.- *Dijo sin apenas advertir la semidesnudez de su interlocutora. Habia pasado demasiado tiempo encerrado en un templo sin contacto con ninguna mujer. Se podria decir que se habia vuelto inmune a sus encantos.*.- Crei que necesitaba ayuda.-

No había terminado de dar la vuelta cuando aquel chico me habló, supuestamente a mi desde la orilla. Me incorporé ya que más de la mitad de mi cuerpo estaba en el agua y miré hacia todos lados y ladeé la cabeza con el ceño fruncido y me rasqué la nuca, la cara de subnormal que tendría al ver que era la única tonta que estaba metida en el agua, y por lo tanto la única persona aparte de él en el sitio, habría sido para nombrar en mi historia.

Negué con la cabeza rápidamente con una pequeña sonrisa incómoda, buscando algún tipo de excusa para explicar el por qué había sido tan estúpida de meterme en el agua. No conocía de nada al chico pero, algo me decía que no estaba bien que la gente me tomara por loca.
-Eh.. No, ¿Ayuda? Qué va qué va.. Solo estaba.. -Miré al agua y me rasqué la nuca mirando de nuevo al chico. -Pescando. -Asentí con la cabeza para apoyar mi respuesta, en realidad aquello no iba muy lejos de la realidad, por lo tanto no tendría remordimiento de consciencia.

-Y yo que pensaba que era la única loca que se bañaba en la estación de lluvias.. -Pensé en voz baja mientras salía del agua para terminar mi tapadera acercándome a mis cosas para buscar los gusanos, que por alguna razón desconocida habían empezado a salirse de la bolsa y ya intentaban rectar por la arena a un lugar a salvo.
-Creo que también me quedaré hoy sin cenar.. -Estaba tan acostumbrada a estar sola que no me estaba dando cuenta de que, estaba pensando en voz alta, pero esperaba que no lo suficientemente alto para parecer más estúpida de lo que había quedado ya.
Espera ¿Qué hacía él también en época de lluvias en la playa?
-Espera.. que creo que no soy la única loca aquí. -Dije levantando la vista hacia el chico. -¿También vienes a bañarte? -Añadí con una sonrisa amplia esperando un sí de respuesta, y así quedar como menos tonta, al menos..

*Siegfried se quedo mirando con extrañeza a la mujer. A juzgar por las cosas que murmuraba, aparentemente creyendo que el no la escuchaba, se sentia cohibida por el que la hubiera pillado bañandose con aquel tiempo. Siegfried sintio que habia roto el momento de tranquilidad de otra persona y queria intentar al menos reparar su error en parte. Decidio que lo mejor seria hacerle creer que el tambien iba a bañarse para que no se sintiera estupida.*

-Si, eh...¿por que no?.- Dijo titubeando un poco.-

*Dejo el bulto que conformaba su armadura con cuidado en la arena y, cuando se dispuso a guardar el cigarro, se dio cuenta de que si no queria mojar su ropa se tendria que desnudar. A el, personalmente, le daba igual, pero tal vez aquella mujer lo tomaria como una groseria. Se volvio a colocar el cigarro en la boca tras una pausa y, para disimular su vacilacion, se agarro a la primera posibilidad que le vino a la cabeza.*

-Pero tal vez seria mas util aqui, ayudandola a pescar su cena. ¿Que le parece?.-

*Asomo a su cara una sonrisa estupida que pretendia ser amistosa. Tal vez aquella mujer le tomara por un ladron o algo peor. Aunque todo parecia indicar que era una vagabunda, porque una persona con dinero habria comprado su cena, de ella emanaba una extraña fortaleza que le señalaba que era mejor no cabrearla.

Penso que tal vez aceptaria una invitacion para cenar, pero llego a la conclusion de que lo mas probable es que pensara que se queria aprovechar de ella, nada mas lejos de la realidad. Solo tenia la impresion de que debia resarcirla por haberla interrumpido.*

-Por cierto, mi nombre es Siegfried.- Añadio, pensando que al decir su nombre tal vez se ganara algo de confianza y dejaria de parecer un asaltante.

Las ganas de echarme a reir se me quitaron bajo el asombro de que otro loco me iba a ayudar a pescar. Me saqué la camisa mojada que molestamente se me pegaba la arena, justo cuando él se presentó, Siegfried ¿eh?.
Quedaría tonto no presentarme después de su presentación, así que después de dejar la camisa sobre todas las demás cosas pasé a presentarme, pensando en qué nombre darle.
-Nana.. -Desvié la mirada un segundo hacia la izquierda y luego le volví a mirar a los ojos con una sonrisa. -Nana Blak. -Nombre falso por el que todo el mundo me conocía en la arena de Lunargenta.

Después de aquellas presentaciones pasé a la captura de mis amiguitos, las lombrices indeseables que se escabullían por la arena torpemente, no fue difícil pillarlas rectando por el suelo como ellas.
En realidad daba algo de repelús sentir como una cosa blanda se intentaba salir de entre los dedos, puse cara de asco y las metí de nuevo donde habían salido, antes dee que volviesen a salir rectando, saqué la daga y volví a cerrar el pañuelo metiendo la daga entre la camisa.

Estiré los brazos desperezándome bostezando y me giré hacia la playa.
-Bueno.. Veremos si no se resisten los peces esta vez.-Le dije a Siegfried guiñándole un ojo, retándole.
Pescar a "dos patas" era fácil, pero yo tenía que aprender con cuatro, pero.. No iba a poder, qué afortunada era.
Me eché a la carrera hacia el mar hasta que al llegar a la orilla me resbalé con una piedra y me caí de cabeza al agua. Sí, qué genial era, sobre todo a dos patas.

*Observo como la mujer se desnudaba sin ningun tipo de verguenza y penso que segun parecia no habria pasado nada si el mismo se hubiera metido al agua. Luego escucho la presentacion y algo le vino a la cabeza ¿Nana Blak? Ese nombre le sonaba de algo, tal vez por alguien que lo habia murmurado en el mercado de Lunargenta, no estaba seguro. Cuando estaba a punto de preguntarle acerca de ello, vio como empezaba a correr sin razon aparente hacia el agua y de pronto se resbalo y se precipito al agua rapidamente.

Su instinto de caballerosidad funciono a la perfeccion y en el mismo momento en el que resbalo, el ya habia empezado a correr hacia ella. Apenas hubo dado con su cuerpo en el agua, el la ayudo a incorporarse rapidamente. Todavia pensando en lo extraña que era aquella mujer, decidio que lo mejor para evitar que se matase era intentar alejarla de alli lo antes posible.*

-Tal vez le parezca atrevido por mi parte.- Dijo aun sujetandola temiendo que volviera a caer.- ¿Pero no preferiria aceptar la invitacion de un desconocido para ir a cenar a un sitio normal antes que arriesgar su vida para pescar un par de peces?. Parece que ninguno de los dos conseguiremos nada en este lugar.-

*Esperaba que el sutil tono comico le diera a entender a la mujer que su invitacion era de lo mas inocente. Lo mas seguro es que contestase con una negativa, pero en los escasos minutos que habia pasado con esa mujer ya se habia dado cuenta de que no solia hacer lo que se esperaba de ella.

Ademas, habia una razon que apenas queria reconocer en su fuero interno; tal vez pudiese ganar una amiga, algo de lo que andaba bastante escaso debido a su aislamiento voluntario.*

¿Cenar? Ah, sí, cierto, yo estaba allí para cenar, o eso había dicho, aun que solo iba a tomar un baño, era estúpidamente torpe a dos patas y hasta las rocas llenas de algas eran un impedimento para mi.
Suspiré aún con la cabeza agachada sin ver nada, ya que mi melena negra larga hasta la cadera me tapaba absolutamente todo, así que con una mano me aparté el pelo tirándomelo hacia atrás, volviendo a mi campo de visión normal.
Era una invitación a cenar en un sitio normal, al que yo iría a cenar si no fuese por que se acercaba el campeonato de pesca y yo no sabía pescar. Además de que.. Bueno, un pequeño accidente con el pescadero al decir que sus pescados no eran frescos y que era un timo, estuvo más de media hora pegándome con un salmón.

Al recordar el incidente en la pescaderia me llevé la mano a los riñones, la parte más afectada por la asquerosa raspa del salmón, por no hablar los tres días que pasé holiendo a pescado podrido.
-Mientras no haya pescado para cenar, te dejo invitarme donde quieras. -Le dije con una sonrisa un poco forzada por la situación y por los recuerdos amargos de mi mente.
Me separé del Siegfried y miré hacia lo que quedaba de día, es decir, una franja naranja que se dislumbraba des de la costa, dando consigo tonalidades más verdes antes del manto negro que se venía encima.
-Pero las cervezas de después las pago yo. -Añadí con una pequeña sonrisa extendiéndole la mano para cerrar el trato.
Iba a comer comida gratis, sin tener que cocinar yo, y sin tener que ganármela, estaba tan feliz que me entraban ganas de llorar, aquel instito ahorrador que tenía des de siempre, no tacaña pero si ahorradora había aumentado des de que estaba sola, y era difícil frenarlo ya.

*Decidio no preguntar por que habia ido a pescar si aparentemente no le gustaba nada el pescado. Como habia imaginado, aquella mujer no iba a responder como se esperaba de ella.

Ciertamente contento por saber que no iba a cenar solo, le dio la mano a Nana para cerrar el trato. Tras ello, recogio su armadura y se la puso pieza a pieza. No le gustaba moverse entre la gente sin su armadura; se sentia inseguro.*

-Bien, pero tendras que decidir tu a donde vamos. Yo no conozco demasiado bien la ciudad.-

*Comenzo a andar a paso relajado hacia la ciudad. Al menos esa noche no tendria que abandonarse a sus lugubres pensamientos.*