Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
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Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Clavo una estaca en el suelo del bosque, y me pongo de pie, poniendo la planta de uno sobre ella. Me pongo a dar saltitos sobre la estaca, soltando involuntariamente guturales gemiditos de esfuerzo, hasta que me cercioro de que está bien clavada, y me vuelvo a arrodillar, cogiendo un trozo de liana que llevo alrededor del torso, rompiéndola con mis inusualmente afilados dientes de humana, tarareando una canción. ¡Dos vueltecitas... un nudito de conejito, tirar con la fuerza de una marinera, y... repetimos! Vuelvo a clavar una estaca de madera burdamente tallada en el suelo, a un escaso metro de distancia de la otra, y, silbando el ritmo de mi canción, vuelvo a dar dos vueltas con la liana y le hago un nudo, asegurándome de tensarla al máximo.
Al levantarme, me llevo las manos sobre la cintura y miro a mi alrededor. Árboles, matorrales, plantas, ramas, rocas, y absolutamente todos los elementos propios de un bosque que hay a cuarenta metros a la rotonda son sujetos de por lo menos una liana atada en ellos, de las más de cien que he usado para preparar mi terreno lleno de trampas. ya sea a altura de pies, como de cintura, como de cabeza, y como de cabeza de dragón, ningún animal que entrase en la zona que he hecho mía va a librarse de las trampas. Casi parece una colosal telaraña de lianas en tres dimensiones. Incluso me sobró tiempo de hacer una lanza con una piedra afilada y un poco de liana que tengo en el suelo, a mi lado. Me cruzo de brazos, contemplando la belleza de mi creación, asintiendo para mí misma. Perfecto. Mi estomago ruge cual fiera en respuesta a mi afirmación. Si, si... no te preocupes, barriguiti, nos ha llevado diez horas de duro trabajo, ¡pero pronto tendremos un enooorme conejito para comer! Y mira que Erik decía siempre que mis trampas eran inútiles... ¡Hah! Se va a enterar...
Mas, repentinamente, me quedo callada, mirando a mi alrededor. Espera... ¿y cómo voy a salir ahora, de aquí? Repentinamente escucho un ruido proveniente del exterior de la zona exagerada e innecesariamente cubierta con cerca de medio centenar de diversas trampas de todos los tamaños, agachándome en una reacción tan entrenada durante mis años de caza junto a mi familia que ya se me hace tan natural como respirar. Agarro mi lanza con la mano izquierda y me desplazo a cuatro patas, en todo momento con la cabeza agachada, tras un arbusto cercano de cuatro patas, escondiéndome. Mi barriga va a hacer otro rugido pero la sujeto con la mano, como si le tapara la boca. Shhh... calla... le susurro, concentrada en ver qué es lo que se mueve por delante.
Al poco rato veo una figura de pelaje marron salir de detrás de una raíz de árbol, posando sus pezuñas sobre ésta. "¿¡Un jabalí salvaje!? ¡No puede ser! ¡Dios mío, voy cazar un jabalí yo solita!" Y si no estuviera con la mano sobre mi barriga, ésta hubiera profesado mi alegría sonoramente con sus rugidos internos. Veo como el jabalí husmea alrededor. Gracias a dios fui suficientemente inteligente como para bañarme en barro y luego con agua cristalina en un río cercano, eliminando todo rastro de mi olor durante un rato. "Tranquila... no te pongas nerviosa... no puede detectarte..." Me digo a mi misma, mirando con ojos de impaciente depredadora como da un saltito, bajando la raíz del árbol y andando adelante muy poco a poco. Mi cola dibuja movimientos muy suaves y fluidos detrás mía, desplazando muy ligeramente la hierba por encima de la que pasa una y otra vez. "Un poco más... sólo un poquito más..."
Repentinamente el jabalí pisa el aro de una liana, activando el mecanismo al cual está sujeta. Un gran saco de piedras ligado a la misma liana cae de encima de una rama, tirando de ella, haciendo una fuerza tan grande que encierra la pata del cerdo en la liana y lo hace tropezar, para luego alzarlo un metro del suelo. ¡JA! ¡SI! Me levanto de mi escondite, señalando al cielo con un puño victorioso, agarrando la lanza con la otra mano. ¡Cómete ésta, Erik! ¡Mis trampas son mejores que tus colmillos! Y, sin pensarlo dos veces, echo a correr hacia el jabalí, dando un salto y cayendo sobre él con la lanza apuntándole. Se la clavo en el cuello sin miramientos, bajando su cuerpo hasta el suelo, y la retuerzo para acabar rápida e indoloramente con su vida, siendo la única lección valiosa que mis padres lograron enseñarme y gravar a fuego en mi mente. Mas, alegorizando la mala fortuna que con tanta saña me persigue, escucho un ruido detrás mía. Mientras suelto al jabalí, viendo cómo éste vuelve a subir tirado por la cuerda por la tracción del saco lleno con piedras, miro poco a poco hacia atrás con una sonrisa nerviosa. En el suelo, una cuerda que había roto en mi corta carrera para llegar hasta el suelo. Y, entre los árboles, dirigiéndose hacia mí un montón de pequeños troncos ligados en cuerdas a las ramas más altas, adquiriendo capacidad para romper huesos a medida que cogían velocidad con la fuerza cinética del impulso del balanceo. Profiero uno de mis mejores chillidos y echo a correr lanzando la lanza al suelo, dándome de cara al girarme con el jabalí muerto que está ahora a la altura de mi cabeza, asustándome más que otra cosa, haciéndome caer al suelo de culo. Los troncos empiezan a pasar por encima mía a toda velocidad y yo me pongo a gatear, tratando de apartarme a cuatro patas, cuando me encuentro con otra de mis trampas, idéntica a la que ha atrapado al jabalí. Se cierra, activandose, y me agarra el tobillo de lleno, alzándome por los aires boca abajo, haciéndome proferir otro chillido, viendo cómo dos troncos pasaban por mis lados, salvándome por los pelos. Los troncos, a demás, van activando el resto de trampas que hay por los alrededores. Decenas de lianas tensadas saltan, golpeando árboles, otras trampas de rocas encerradas dentro de redes mal hechas con lianas caen al suelo, rodando cuesta abajo, y un palo flexible como el bambu, tensado hasta el tope, se desata y sale disparado en mi dirección, azotándome el trasero sin piedad y recordándome a la fusta que usaba conmigo mi padre cuando me portaba mal o atrapaba a Erik en una red y lo dejaba colgado horas enteras riéndome de él, profiriendo un tercer chillido, inusualmente femenino en mí, de susto y de dolor.
Al terminar de activar la última trampa, está todo hecho un desastre, lleno de troncos colgando de lianas y golpeándose entre sí parándose poco a poco, rocas tiradas por todas partes, redes burdamente hechas destrozadas por las caídas que han sufrido, lianas por los suelos y colgadas de las ramas de los árboles... y yo, boca abajo mirando al jabalí muerto con los ojos entrecerrados y una ceja alzada, con las manos en el trasero por el colpetazo recibido.
Colgada de ese modo, entre el súbito silencio general, sumándole el dolor de las nalgas, me sentía como cuando era castigada por papá y mamá y me colgaban del mismo modo de una cuerda del andamio central en el salón de la cabaña en la que vivíamos. Recordé cómo una vez mi hermano mayor entró en su forma de lobo estando yo colgada, con un conejo muerto entre las fauces, y yo lo miré con un brillo reavivado en mis ojos, esperanzada, solo para ver cómo andaba hacia un lado, se tumbaba en el suelo delante mía, agarrando al conejo entre sus patas delanteras y se ponía a comérselo, mirándome de reojo con una sonrisa de lobo. Lo odié mucho, ese día. Mi estómago gruñó nuevamente, recordando el hambre que pasé.
No tardé en alargar los brazos hacia delante con las manos abiertas, tratando de alcanzar inútilmente la jabalí, profiriendo leves gemiditos de esfuerzo. Empecé a balancearme, pero solo me sirvió para darme con un tronquito en la nuca. Frunciendo el ceño, recordé lo que llevaba alrededor del torso, y cogí toda la liana que me quedaba, haciendo un nudo en la punta, quedando en un lazo. Tras unos buenos intentos, logré meter el enorme lazo boca abajo en la cabeza del jabalí, tirando de él a tiempo para atrapársela. Empiezo a jalar de la liana, gimiendo a cada movimiento con esfuerzo, hasta que logro alcanzar la cabeza del jabalí, abrazándome a él. Bien... bien... con esto... co-con ésto podré sobrevivir días... tengo... tengo tiempo para saber cómo bajar de aquí... si, eso mismo... tengo... tengo tiempo... Sin esperar más, encerrando el cuerpo del jabalí entre mis muslos, inclino totalmente el cuerpo y llevo la boca hacia la herida que le hice en el cuello con la lanza, clavando los dientes en su carne cruda y aún caliente, llenándome los labios y los alrededores de sangre. Mientras empiezo a comer la carne del jabalí, hambrienta por llevar (tra vez) días enteros sin probar bocado, empiezo a llorar sonoramente sin apartar los dientes de la carne, maldiciendo mi genio para las trampas a la vez que lamentando mi infinita torpeza, sin saber cómo voy a bajar ahora de allí. "Éstas son las consecuencias de haber dejado las tierras de la manada para ir a vivir aventuras..." ¡¡Yo no quería que pasara ésto!! Chillé de repente. ¡¿Por qué siempre termino igual!? Profiero, y doy un nuevo mordisco al jabalí, clavando los dientes con saña para lograr arrancar un trocito de carne del cuello del animal.
Al levantarme, me llevo las manos sobre la cintura y miro a mi alrededor. Árboles, matorrales, plantas, ramas, rocas, y absolutamente todos los elementos propios de un bosque que hay a cuarenta metros a la rotonda son sujetos de por lo menos una liana atada en ellos, de las más de cien que he usado para preparar mi terreno lleno de trampas. ya sea a altura de pies, como de cintura, como de cabeza, y como de cabeza de dragón, ningún animal que entrase en la zona que he hecho mía va a librarse de las trampas. Casi parece una colosal telaraña de lianas en tres dimensiones. Incluso me sobró tiempo de hacer una lanza con una piedra afilada y un poco de liana que tengo en el suelo, a mi lado. Me cruzo de brazos, contemplando la belleza de mi creación, asintiendo para mí misma. Perfecto. Mi estomago ruge cual fiera en respuesta a mi afirmación. Si, si... no te preocupes, barriguiti, nos ha llevado diez horas de duro trabajo, ¡pero pronto tendremos un enooorme conejito para comer! Y mira que Erik decía siempre que mis trampas eran inútiles... ¡Hah! Se va a enterar...
Mas, repentinamente, me quedo callada, mirando a mi alrededor. Espera... ¿y cómo voy a salir ahora, de aquí? Repentinamente escucho un ruido proveniente del exterior de la zona exagerada e innecesariamente cubierta con cerca de medio centenar de diversas trampas de todos los tamaños, agachándome en una reacción tan entrenada durante mis años de caza junto a mi familia que ya se me hace tan natural como respirar. Agarro mi lanza con la mano izquierda y me desplazo a cuatro patas, en todo momento con la cabeza agachada, tras un arbusto cercano de cuatro patas, escondiéndome. Mi barriga va a hacer otro rugido pero la sujeto con la mano, como si le tapara la boca. Shhh... calla... le susurro, concentrada en ver qué es lo que se mueve por delante.
Al poco rato veo una figura de pelaje marron salir de detrás de una raíz de árbol, posando sus pezuñas sobre ésta. "¿¡Un jabalí salvaje!? ¡No puede ser! ¡Dios mío, voy cazar un jabalí yo solita!" Y si no estuviera con la mano sobre mi barriga, ésta hubiera profesado mi alegría sonoramente con sus rugidos internos. Veo como el jabalí husmea alrededor. Gracias a dios fui suficientemente inteligente como para bañarme en barro y luego con agua cristalina en un río cercano, eliminando todo rastro de mi olor durante un rato. "Tranquila... no te pongas nerviosa... no puede detectarte..." Me digo a mi misma, mirando con ojos de impaciente depredadora como da un saltito, bajando la raíz del árbol y andando adelante muy poco a poco. Mi cola dibuja movimientos muy suaves y fluidos detrás mía, desplazando muy ligeramente la hierba por encima de la que pasa una y otra vez. "Un poco más... sólo un poquito más..."
Repentinamente el jabalí pisa el aro de una liana, activando el mecanismo al cual está sujeta. Un gran saco de piedras ligado a la misma liana cae de encima de una rama, tirando de ella, haciendo una fuerza tan grande que encierra la pata del cerdo en la liana y lo hace tropezar, para luego alzarlo un metro del suelo. ¡JA! ¡SI! Me levanto de mi escondite, señalando al cielo con un puño victorioso, agarrando la lanza con la otra mano. ¡Cómete ésta, Erik! ¡Mis trampas son mejores que tus colmillos! Y, sin pensarlo dos veces, echo a correr hacia el jabalí, dando un salto y cayendo sobre él con la lanza apuntándole. Se la clavo en el cuello sin miramientos, bajando su cuerpo hasta el suelo, y la retuerzo para acabar rápida e indoloramente con su vida, siendo la única lección valiosa que mis padres lograron enseñarme y gravar a fuego en mi mente. Mas, alegorizando la mala fortuna que con tanta saña me persigue, escucho un ruido detrás mía. Mientras suelto al jabalí, viendo cómo éste vuelve a subir tirado por la cuerda por la tracción del saco lleno con piedras, miro poco a poco hacia atrás con una sonrisa nerviosa. En el suelo, una cuerda que había roto en mi corta carrera para llegar hasta el suelo. Y, entre los árboles, dirigiéndose hacia mí un montón de pequeños troncos ligados en cuerdas a las ramas más altas, adquiriendo capacidad para romper huesos a medida que cogían velocidad con la fuerza cinética del impulso del balanceo. Profiero uno de mis mejores chillidos y echo a correr lanzando la lanza al suelo, dándome de cara al girarme con el jabalí muerto que está ahora a la altura de mi cabeza, asustándome más que otra cosa, haciéndome caer al suelo de culo. Los troncos empiezan a pasar por encima mía a toda velocidad y yo me pongo a gatear, tratando de apartarme a cuatro patas, cuando me encuentro con otra de mis trampas, idéntica a la que ha atrapado al jabalí. Se cierra, activandose, y me agarra el tobillo de lleno, alzándome por los aires boca abajo, haciéndome proferir otro chillido, viendo cómo dos troncos pasaban por mis lados, salvándome por los pelos. Los troncos, a demás, van activando el resto de trampas que hay por los alrededores. Decenas de lianas tensadas saltan, golpeando árboles, otras trampas de rocas encerradas dentro de redes mal hechas con lianas caen al suelo, rodando cuesta abajo, y un palo flexible como el bambu, tensado hasta el tope, se desata y sale disparado en mi dirección, azotándome el trasero sin piedad y recordándome a la fusta que usaba conmigo mi padre cuando me portaba mal o atrapaba a Erik en una red y lo dejaba colgado horas enteras riéndome de él, profiriendo un tercer chillido, inusualmente femenino en mí, de susto y de dolor.
Al terminar de activar la última trampa, está todo hecho un desastre, lleno de troncos colgando de lianas y golpeándose entre sí parándose poco a poco, rocas tiradas por todas partes, redes burdamente hechas destrozadas por las caídas que han sufrido, lianas por los suelos y colgadas de las ramas de los árboles... y yo, boca abajo mirando al jabalí muerto con los ojos entrecerrados y una ceja alzada, con las manos en el trasero por el colpetazo recibido.
Colgada de ese modo, entre el súbito silencio general, sumándole el dolor de las nalgas, me sentía como cuando era castigada por papá y mamá y me colgaban del mismo modo de una cuerda del andamio central en el salón de la cabaña en la que vivíamos. Recordé cómo una vez mi hermano mayor entró en su forma de lobo estando yo colgada, con un conejo muerto entre las fauces, y yo lo miré con un brillo reavivado en mis ojos, esperanzada, solo para ver cómo andaba hacia un lado, se tumbaba en el suelo delante mía, agarrando al conejo entre sus patas delanteras y se ponía a comérselo, mirándome de reojo con una sonrisa de lobo. Lo odié mucho, ese día. Mi estómago gruñó nuevamente, recordando el hambre que pasé.
No tardé en alargar los brazos hacia delante con las manos abiertas, tratando de alcanzar inútilmente la jabalí, profiriendo leves gemiditos de esfuerzo. Empecé a balancearme, pero solo me sirvió para darme con un tronquito en la nuca. Frunciendo el ceño, recordé lo que llevaba alrededor del torso, y cogí toda la liana que me quedaba, haciendo un nudo en la punta, quedando en un lazo. Tras unos buenos intentos, logré meter el enorme lazo boca abajo en la cabeza del jabalí, tirando de él a tiempo para atrapársela. Empiezo a jalar de la liana, gimiendo a cada movimiento con esfuerzo, hasta que logro alcanzar la cabeza del jabalí, abrazándome a él. Bien... bien... con esto... co-con ésto podré sobrevivir días... tengo... tengo tiempo para saber cómo bajar de aquí... si, eso mismo... tengo... tengo tiempo... Sin esperar más, encerrando el cuerpo del jabalí entre mis muslos, inclino totalmente el cuerpo y llevo la boca hacia la herida que le hice en el cuello con la lanza, clavando los dientes en su carne cruda y aún caliente, llenándome los labios y los alrededores de sangre. Mientras empiezo a comer la carne del jabalí, hambrienta por llevar (tra vez) días enteros sin probar bocado, empiezo a llorar sonoramente sin apartar los dientes de la carne, maldiciendo mi genio para las trampas a la vez que lamentando mi infinita torpeza, sin saber cómo voy a bajar ahora de allí. "Éstas son las consecuencias de haber dejado las tierras de la manada para ir a vivir aventuras..." ¡¡Yo no quería que pasara ésto!! Chillé de repente. ¡¿Por qué siempre termino igual!? Profiero, y doy un nuevo mordisco al jabalí, clavando los dientes con saña para lograr arrancar un trocito de carne del cuello del animal.
Última edición por Niura Caelia el Dom Jun 11 2017, 22:23, editado 1 vez
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Generalmente las cacerías por el bosque siempre eran en búsqueda de presas menores, de vez en cuando por ardillas o a veces conejos. Esta vez era diferente, al revisar la zona que solía proteger conseguí marcas de un ser diferente, las ramas quebradas en los arbustos habían sido el primer índice de que algo de considerable tamaño había pasado por allí; al inicio creí que podía tratarse de un invasor en el territorio así que traté de seguir las pistas todo lo posible, no pude descansar hasta que vi la pisada del ser en el barro “No es una bota… es una pezuña”. Aquello basto para que descartara totalmente a algún ser de malas intenciones por el sitio.
- Así que tenemos un animal con pezuñas cerca… interesante. – Comenté para mi mismo por los bajos mientras me agachaba cerca de la marca en el lodo. – A ver ¿Qué animales por pezuñas viven cerca? - Tanteé la superficie marrón y húmeda y recordé mi encuentro pasado con uno de aquellos primos grandes y malhumorados de los cerdos. - ¿Un jabalí tal vez? – Si era así podía tratar de seguir su rastro para cazarlo, esta vez me aseguraría de usar una flecha en vez de una rama… no quería volver a ser arrastrado varios metros mientras chocaba contra troncos o ramas en el camino.
Seguí el rastro de pisadas y hojas rotas que había por el camino, no es que fuese la cosa más simple del mundo pero con el paso del tiempo se tenía más ojo para aquellos detalles. En el proceso tomé una que otra fruta que colgaba de los árboles y de igual manera despaché una desafortunada ardilla que corría por la maleza “Si no es un jabalí al menos tendré comida”.
A medida de que iba rastreando las pisadas me preocupaba que realmente no fuese un jabalí lo que seguía, podía ser cualquier otro animal aun más peligroso… tal vez caballos de jinetes que eran de todo menos seres amables “¿Estoy caminando directamente a una emboscada?” No había tomado eso en cuenta, podía ser que alguien hubiese planeado tender una trampa a un viajero desafortunado y era yo quien me dirigía de cabeza a esta.
Tomé el arco con más fuerza preparado para atacar si era necesario, claramente no iba a usarlo como arma cuerpo a cuerpo así que tensé una flecha en este y aminoré mi paso tratando de escuchar cualquier ruido posible en el ambiente. Entre menos ruido hicieran mis pasos más fácil podría distinguir a alguien o algo aproximándose “Supongo que ya es muy tarde para dar media vuelta pare regresar”.
Mi método fue totalmente útil ya que mientras seguía con cuidado la ruta escuché como un caos se formaba adelante, no podía decir exactamente de donde procedía el sonido pero por lo que podía escuchar realmente sucedía algo fatal. Trepé a los árboles y comencé a movilizarme en las ramas tratando de no perder el rastro auditivo que había logrado captar “¿Acaso era parte de la emboscada que me esperaba?”
Tratando de no quebrar ninguna rama está vez fui saltando de árbol en árbol, no quería quebrarme de nuevo una pierna por descuido propio; sabía que el cuerpo terminaba adaptándose a los golpes sufridos repetitivas veces pero un hueso roto o una pierna quebrada no era lo mismo que un simple golpecito… era algo doloroso y nada grato.
Supe que iba en buen camino cuando vi varios troncos esparcidos por el suelo, el mismo terreno tenía el aspecto de haber sido dañado por una especie de terrible batalla “¿Qué rayos sucedió aquí?”. Me quedé observando a través de las ramas y me llevé el dedo índice a los labios para acallar un nido de pájaros cercanos, tristemente las aves no hicieron caso para nada.
Aparté un par de hojas para tener mejor visión y contemplé como de un par de sogas se encontraban colgando de cabeza tanto un jabalí como una joven “Al parecer esa fue la pobre alma desdichada en caer en la trampa”. Miré a todos lados asegurándome que no existiera otra presencia y salté entre los arbustos para comenzar a moverme con calma, por lo poco que escuchaba la chica se encontraba lamentándose de caer en la trama… por lo visto no era la primera vez.
Aun sin descubrir mi presencia tensé una cuerda del arco y apunté cuidadosamente a la cuerda que amarraba el tobillo de la chica. Como de costumbre fue un tiro preciso y la soga terminó partiéndose ante el filo de la flecha; esperé antes de hacerme presente con el arco en alto apuntando una flecha a la joven, primero quería asegurarme de estar libre de peligros.
- ¿Se puede saber cómo llegaste a estar allí? – Comenté refiriéndome claramente a la soga. – O mejor aún... ¿Por qué mordías a ese jabalí sin cocinarlo? – Aquella duda surgió al ver la sangre alrededor de la boca de la joven, eso era mucho más extraño de lo normal… “No es una vampira, si fuera así no estaría rondando a la luz del día”. Traté de buscar otro rasgo en la chica y me fijé que también tenía cola, aquello ya era más raro de lo normal. – Aunque si vas a contestar una de mis dudas, quiero saber… ¿Qué rayos eres tú? – Comenté con curiosidad bajando lentamente el arco dejándome llevar por las dudas.
- Así que tenemos un animal con pezuñas cerca… interesante. – Comenté para mi mismo por los bajos mientras me agachaba cerca de la marca en el lodo. – A ver ¿Qué animales por pezuñas viven cerca? - Tanteé la superficie marrón y húmeda y recordé mi encuentro pasado con uno de aquellos primos grandes y malhumorados de los cerdos. - ¿Un jabalí tal vez? – Si era así podía tratar de seguir su rastro para cazarlo, esta vez me aseguraría de usar una flecha en vez de una rama… no quería volver a ser arrastrado varios metros mientras chocaba contra troncos o ramas en el camino.
Seguí el rastro de pisadas y hojas rotas que había por el camino, no es que fuese la cosa más simple del mundo pero con el paso del tiempo se tenía más ojo para aquellos detalles. En el proceso tomé una que otra fruta que colgaba de los árboles y de igual manera despaché una desafortunada ardilla que corría por la maleza “Si no es un jabalí al menos tendré comida”.
A medida de que iba rastreando las pisadas me preocupaba que realmente no fuese un jabalí lo que seguía, podía ser cualquier otro animal aun más peligroso… tal vez caballos de jinetes que eran de todo menos seres amables “¿Estoy caminando directamente a una emboscada?” No había tomado eso en cuenta, podía ser que alguien hubiese planeado tender una trampa a un viajero desafortunado y era yo quien me dirigía de cabeza a esta.
Tomé el arco con más fuerza preparado para atacar si era necesario, claramente no iba a usarlo como arma cuerpo a cuerpo así que tensé una flecha en este y aminoré mi paso tratando de escuchar cualquier ruido posible en el ambiente. Entre menos ruido hicieran mis pasos más fácil podría distinguir a alguien o algo aproximándose “Supongo que ya es muy tarde para dar media vuelta pare regresar”.
Mi método fue totalmente útil ya que mientras seguía con cuidado la ruta escuché como un caos se formaba adelante, no podía decir exactamente de donde procedía el sonido pero por lo que podía escuchar realmente sucedía algo fatal. Trepé a los árboles y comencé a movilizarme en las ramas tratando de no perder el rastro auditivo que había logrado captar “¿Acaso era parte de la emboscada que me esperaba?”
Tratando de no quebrar ninguna rama está vez fui saltando de árbol en árbol, no quería quebrarme de nuevo una pierna por descuido propio; sabía que el cuerpo terminaba adaptándose a los golpes sufridos repetitivas veces pero un hueso roto o una pierna quebrada no era lo mismo que un simple golpecito… era algo doloroso y nada grato.
Supe que iba en buen camino cuando vi varios troncos esparcidos por el suelo, el mismo terreno tenía el aspecto de haber sido dañado por una especie de terrible batalla “¿Qué rayos sucedió aquí?”. Me quedé observando a través de las ramas y me llevé el dedo índice a los labios para acallar un nido de pájaros cercanos, tristemente las aves no hicieron caso para nada.
Aparté un par de hojas para tener mejor visión y contemplé como de un par de sogas se encontraban colgando de cabeza tanto un jabalí como una joven “Al parecer esa fue la pobre alma desdichada en caer en la trampa”. Miré a todos lados asegurándome que no existiera otra presencia y salté entre los arbustos para comenzar a moverme con calma, por lo poco que escuchaba la chica se encontraba lamentándose de caer en la trama… por lo visto no era la primera vez.
Aun sin descubrir mi presencia tensé una cuerda del arco y apunté cuidadosamente a la cuerda que amarraba el tobillo de la chica. Como de costumbre fue un tiro preciso y la soga terminó partiéndose ante el filo de la flecha; esperé antes de hacerme presente con el arco en alto apuntando una flecha a la joven, primero quería asegurarme de estar libre de peligros.
- ¿Se puede saber cómo llegaste a estar allí? – Comenté refiriéndome claramente a la soga. – O mejor aún... ¿Por qué mordías a ese jabalí sin cocinarlo? – Aquella duda surgió al ver la sangre alrededor de la boca de la joven, eso era mucho más extraño de lo normal… “No es una vampira, si fuera así no estaría rondando a la luz del día”. Traté de buscar otro rasgo en la chica y me fijé que también tenía cola, aquello ya era más raro de lo normal. – Aunque si vas a contestar una de mis dudas, quiero saber… ¿Qué rayos eres tú? – Comenté con curiosidad bajando lentamente el arco dejándome llevar por las dudas.
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
De repente escuché un silvido cortando el aire. La tracción de mi pierna desapareció, y sin darme tiempo a mirar arriba o abajo, me caí al suelo de cara, soltando el jabalí, haciendo un ruido cercano a un gemido de dolor al llegar al suelo. Curiosamente, lo primero que hice fue levantarme patosamente y sin control, corriendo detrás del jabalí, el cual se balanceaba, todavía colgando de la pata, para abrazarme a él y desatarlo, cayéndome al suelo de culo al tirar de él, con su cuerpo aplastándome el mío. Sentí el dolor del golpetazo que había recibido en las nalgas al caerme, profiriendo un aullido adolorido, todavía mediollorando, sin acabar de asimilar mi nueva situación.
Al alzar la cabeza, buscando alrededor sin entender muy bien qué había pasado, descubrí una figura, casi por casualidad, sobre la rama de un árbol. Un hombre encapuchado mirándome, y apuntándome con un arco. Enarcando las cejas, escuché cómo me hablaba, exigiendo respuestas a preguntas con las que me iba bombardeando sin piedad alguna. Al terminar de escuchar su última pregunta, di otro mordisco al cuello del jabalí, masticando la carne cruda sin quitarle el ojo de encima con la mirada neutral, recelosa y ni mucho menos asustada, por el arco con el que estaba siendo apuntada. Inspiré por la nariz fuertemente, y me limpié las lagrimas de los ojos con furiosos movimientos con el antebrazo, tragando el trozo de carne casi sin masticar.
¿Y por qué tendría que responderte a todo eso...? Digo de repente en el mismo tono de voz reservado que pondría una niña que ha cometido un error garrafal y no quiere admitirlo. No es como si mis trampas se hubiera rebelado contra mí... hmf... Me abrazo más al cuerpo muerto del jabalí, como si me abrazara a un peluche, protegiendolo de un posible antagonista. Es mío... no te voy a dar... ¡Lo he cazado yo, que te quede claro! He cazado un jabalí! Y estaba disfrutando de mi trofeo...! Y... no podía esperar a cocinarlo. Hmf. Pero, repentinamente, abro mucho los ojos, volviendo a mirar aquel hombre, dándome cuenta al fin de lo que simboliza su presencia ante mí. "¡E-espera! ¡Es un hombre! Un hombre de verdad! ¡Otro habitante del mundo exterior! ¡O dios mío, oh dios mío!" Pienso, medio escondiéndome detrás del cuerpo del jabalí, mostrando sin remedio mi congénita timidez en mis sonrojadas mejillas. "¡No, no te escondas! Vale... calma. Mente serena y cuerpo firme... ¡debes dar una buena impresión...! ¡La reputación de la legendaria manada de los Caelia depende de ti!" Tras un breve debate interno, dejo a un lado mi timidez, aferrándome a mi alter ego lleno de confianza en sí misma, y vuelvo a darle un mordisquito al cuello del jabalí. Mientras mastico, lo dejo en el suelo y doy un valiente paso adelante, cogiendo aire preparando una frase, solo para tropezarme con el mismo cuerpo del jabalí, convirtiendo el inicio de la frase que iba a decir en un gemidito al golpearme con la cara el suelo. A pesar de aquel espantoso ridículo, me recompongo y me levanto con estrambóticos movimientos circulares de brazos, como si intentara ahuyentar la vergüenza que me invadió, o como si me atacara un enjambre de abejas asesinas. Tras darme unos segundos para recuperar mi compostura, enfadada conmigo misma por mi mala suerte, me cruzo de brazos, sacando pecho y poniendo bien mi saco tras la espalda de un solo movimiento de hombro. ¿¡Que qué soy!? ¡Pues, desconocido ser, yo soy Niura Caelia, de la temida y legendaria manada de Caelia y Caelos! ¿¡Y, tú, qué eres, y cómo osas apuntarme con...!? ¡O-oh! ¡E-espera! ¡Mi proyecto!
De repente me arrodillo y llevo la mano tras mi espalda, agarrando mi saco. Lo dejo sobre el suelo y lo abro, sacando una pila de trocitos de madera tallados, algo que parecía ser un cuchillo de piedra rupestre que casi parecía hecho por un niño pequeño, un peine decorado con piedras azules, y finalmente cae una libreta y un lápiz entre toda la porquería. Los cojo a ambos, agachando el cuerpo y abriendo la libreta cual niña que se pone a colorear dibujos, escribiendo en la página más reciente. Las trampas se rebelaron contra mí, pero logré atrapar a un jabalí. Empecé a relatar inconscientemente en voz alta, meciendo mi cola de loba de un lado a otro, aparentemente animada, como me pasaba siempre que me ponía a escribir. Me quedé atrapada en una de mis trampas, y casi pude otear mi inevitable óbito, mas, no discurrió demasiado rato, cuando un extraño y desconocido ser me ayudó, disparando una flecha certera, rompiendo la liana que me apresaba! ¡Pero, entonces, el ser...! Eh...
Levanté la cabeza, mirando al hombre. ¿C-cómo te llamas? ¿Y qué eres? ¿Un hombre bestia? ¡O-oh! ¿¡O un un vampiro!? Pregunté sin más, alegrando el rostro ante la última pregunta hecho bastante inusual en una licántropa que aprecie su vida al hacer una pregunta como esa.
Al alzar la cabeza, buscando alrededor sin entender muy bien qué había pasado, descubrí una figura, casi por casualidad, sobre la rama de un árbol. Un hombre encapuchado mirándome, y apuntándome con un arco. Enarcando las cejas, escuché cómo me hablaba, exigiendo respuestas a preguntas con las que me iba bombardeando sin piedad alguna. Al terminar de escuchar su última pregunta, di otro mordisco al cuello del jabalí, masticando la carne cruda sin quitarle el ojo de encima con la mirada neutral, recelosa y ni mucho menos asustada, por el arco con el que estaba siendo apuntada. Inspiré por la nariz fuertemente, y me limpié las lagrimas de los ojos con furiosos movimientos con el antebrazo, tragando el trozo de carne casi sin masticar.
¿Y por qué tendría que responderte a todo eso...? Digo de repente en el mismo tono de voz reservado que pondría una niña que ha cometido un error garrafal y no quiere admitirlo. No es como si mis trampas se hubiera rebelado contra mí... hmf... Me abrazo más al cuerpo muerto del jabalí, como si me abrazara a un peluche, protegiendolo de un posible antagonista. Es mío... no te voy a dar... ¡Lo he cazado yo, que te quede claro! He cazado un jabalí! Y estaba disfrutando de mi trofeo...! Y... no podía esperar a cocinarlo. Hmf. Pero, repentinamente, abro mucho los ojos, volviendo a mirar aquel hombre, dándome cuenta al fin de lo que simboliza su presencia ante mí. "¡E-espera! ¡Es un hombre! Un hombre de verdad! ¡Otro habitante del mundo exterior! ¡O dios mío, oh dios mío!" Pienso, medio escondiéndome detrás del cuerpo del jabalí, mostrando sin remedio mi congénita timidez en mis sonrojadas mejillas. "¡No, no te escondas! Vale... calma. Mente serena y cuerpo firme... ¡debes dar una buena impresión...! ¡La reputación de la legendaria manada de los Caelia depende de ti!" Tras un breve debate interno, dejo a un lado mi timidez, aferrándome a mi alter ego lleno de confianza en sí misma, y vuelvo a darle un mordisquito al cuello del jabalí. Mientras mastico, lo dejo en el suelo y doy un valiente paso adelante, cogiendo aire preparando una frase, solo para tropezarme con el mismo cuerpo del jabalí, convirtiendo el inicio de la frase que iba a decir en un gemidito al golpearme con la cara el suelo. A pesar de aquel espantoso ridículo, me recompongo y me levanto con estrambóticos movimientos circulares de brazos, como si intentara ahuyentar la vergüenza que me invadió, o como si me atacara un enjambre de abejas asesinas. Tras darme unos segundos para recuperar mi compostura, enfadada conmigo misma por mi mala suerte, me cruzo de brazos, sacando pecho y poniendo bien mi saco tras la espalda de un solo movimiento de hombro. ¿¡Que qué soy!? ¡Pues, desconocido ser, yo soy Niura Caelia, de la temida y legendaria manada de Caelia y Caelos! ¿¡Y, tú, qué eres, y cómo osas apuntarme con...!? ¡O-oh! ¡E-espera! ¡Mi proyecto!
De repente me arrodillo y llevo la mano tras mi espalda, agarrando mi saco. Lo dejo sobre el suelo y lo abro, sacando una pila de trocitos de madera tallados, algo que parecía ser un cuchillo de piedra rupestre que casi parecía hecho por un niño pequeño, un peine decorado con piedras azules, y finalmente cae una libreta y un lápiz entre toda la porquería. Los cojo a ambos, agachando el cuerpo y abriendo la libreta cual niña que se pone a colorear dibujos, escribiendo en la página más reciente. Las trampas se rebelaron contra mí, pero logré atrapar a un jabalí. Empecé a relatar inconscientemente en voz alta, meciendo mi cola de loba de un lado a otro, aparentemente animada, como me pasaba siempre que me ponía a escribir. Me quedé atrapada en una de mis trampas, y casi pude otear mi inevitable óbito, mas, no discurrió demasiado rato, cuando un extraño y desconocido ser me ayudó, disparando una flecha certera, rompiendo la liana que me apresaba! ¡Pero, entonces, el ser...! Eh...
Levanté la cabeza, mirando al hombre. ¿C-cómo te llamas? ¿Y qué eres? ¿Un hombre bestia? ¡O-oh! ¿¡O un un vampiro!? Pregunté sin más, alegrando el rostro ante la última pregunta hecho bastante inusual en una licántropa que aprecie su vida al hacer una pregunta como esa.
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Después de liberar a la joven esta se desenvolvió con movimientos muy torpes, pareciera que aun estuviese aprendiendo a caminar, al menos en medio de su torpeza había liberado también al jabalí que colgaba “Después de todo si seguí bien el rastro”. Era bueno saber que al menos aun podía seguir un mínimo rastro casi que a la perfección.
Por el modo de comportarse de la joven pareciera que no notase el peligro que era que le apuntasen con un arco… o quizá no estaba tensando lo suficiente la flecha para infundir miedo, bueno, ya no se podía hacer nada. Aparte de sus movimientos torpes la joven también parecía hablar un poco de más sin darse cuenta, ya de cierto modo había revelado que hacía colgando de cabeza.
- Técnicamente yo también lo iba a cazar… llevo siguiéndole la pista por medio bosque. – Chasqueé la lengua ante aquello e incliné un poco la cabeza ante la otra acotación que hizo la chica de cola blanca. – Si te lo comes crudo lo más posible es que enfermes ¿No lo sabías? – Era normal tener hambre pero nunca era buena idea tragarse todo lo que estuvo vivo poco tiempo atrás sin antes colocarlo un poco al fuego.
La reacción que tuvo la chica no fue normal, posiblemente se debía a que la noticia de que podía enfermar nunca era agradable “Tal vez tuve que tener un poco más de tacto al momento de decirlo”. Había usado al jabalí muerto como escondite, por lo visto debía que tener más cuidado al abrir mi boca en el futuro “¿Cuántas veces he pensado lo mismo? La verdad es que nunca haré caso a eso”.
Después de otra lastimosa demostración de torpeza la joven tuvo un breve arranque de coraje, por lo visto solo necesitaba un impulso interno. El problema era que no entendía mucho de lo que decía aquella joven, quizá solo que su nombre era Niura pero eso de manada no tenía mucho sentido “¿Acaso fue criada por lobos? Eso explicaría mucho su cola”… Aunque si uno tuviese rasgos de crianza lo más posible es que yo tuviese las orejas puntiagudas.
- ¿Proyecto? – Cada reacción que tenía aquella chica causaba en mi curiosidad más que nada, no tenía una forma de ser que se soliese ver.
De una bolsa comenzó a sacar varios objetos hasta conseguir lo que parecía ser una libreta y un lápiz, ignorando mi presencia totalmente la chica comenzó a recitar lo que había sucedido “¿Acaso tiene memoria a corto plazo y necesita llevar un registro de sucesos?” Aquella era una posibilidad muy grande.
Salté de la rama y aterricé entre las hojas de un arbusto, aquel tipo de caída resultaba mucho más confortante que chocar contra el duro suelo… ahorraba muchos golpes y posibles huesos rotos. Salí de la planta sacudiendo mi ropa de las hojas y ramas que quedaban incrustadas, no sin dejar de escuchar todo lo que la joven de cola blanca continuaba diciendo.
Estaba acercándome para saber que hacía cuando Niura levantó la vista y soltó otro par de respuestas; parecía como si nunca en la vida hubiese tenido contacto con alguna otra persona o ser.
- ¿Mi nombre? – Pregunté tratando de evitar volver a decirlo, eran pocas las personas que lo conocían y no me gustaba soltarlo porque si. – Pues… me apellido Candau si eso ayuda. – Colgué el arco en mi hombro y esperé con los brazos cruzados mientras pensaba las otras respuestas... aunque no era tan difícil saber que era. - Supongo que sigo siendo un humano. – Respondí finalmente mientras retiraba la capucha de mi cabeza. – Criado por un elfo… pero humano a fin de cuentas, además si fuese vampiro no estaría caminando con tanta tranquilidad en pleno día… realmente ni estuviese bajo la luz. Ahora necesito que tu respondas… supongo que te llamas Niura ¿Pero acaso eres una mujer bestia? – Aquella duda era más que nada por la cola, según había estudiado en mí pasado los hombres o mujeres bestias denotaban rasgos animales o muy obvios o muy ocultos. - ¿Y para que llevas un diario? No es de extrañar en aventureros o marineros… pero suelen usarlo al acabar el día y si te soy sincero no luces como lo uno o lo otro. – Bajé los brazos y me agaché mientras entrecerraba los ojos analizando a la joven. - ¿Acaso eres un efecto secundario de las setas? Solo que no recuerdo haber mordido o comido algo de eso estilo en los últimos días. – No me permitiría quedarme con dudas en aquel tema, las dudas sin resolver eran el peor enemigo de un hombre.
Por el modo de comportarse de la joven pareciera que no notase el peligro que era que le apuntasen con un arco… o quizá no estaba tensando lo suficiente la flecha para infundir miedo, bueno, ya no se podía hacer nada. Aparte de sus movimientos torpes la joven también parecía hablar un poco de más sin darse cuenta, ya de cierto modo había revelado que hacía colgando de cabeza.
- Técnicamente yo también lo iba a cazar… llevo siguiéndole la pista por medio bosque. – Chasqueé la lengua ante aquello e incliné un poco la cabeza ante la otra acotación que hizo la chica de cola blanca. – Si te lo comes crudo lo más posible es que enfermes ¿No lo sabías? – Era normal tener hambre pero nunca era buena idea tragarse todo lo que estuvo vivo poco tiempo atrás sin antes colocarlo un poco al fuego.
La reacción que tuvo la chica no fue normal, posiblemente se debía a que la noticia de que podía enfermar nunca era agradable “Tal vez tuve que tener un poco más de tacto al momento de decirlo”. Había usado al jabalí muerto como escondite, por lo visto debía que tener más cuidado al abrir mi boca en el futuro “¿Cuántas veces he pensado lo mismo? La verdad es que nunca haré caso a eso”.
Después de otra lastimosa demostración de torpeza la joven tuvo un breve arranque de coraje, por lo visto solo necesitaba un impulso interno. El problema era que no entendía mucho de lo que decía aquella joven, quizá solo que su nombre era Niura pero eso de manada no tenía mucho sentido “¿Acaso fue criada por lobos? Eso explicaría mucho su cola”… Aunque si uno tuviese rasgos de crianza lo más posible es que yo tuviese las orejas puntiagudas.
- ¿Proyecto? – Cada reacción que tenía aquella chica causaba en mi curiosidad más que nada, no tenía una forma de ser que se soliese ver.
De una bolsa comenzó a sacar varios objetos hasta conseguir lo que parecía ser una libreta y un lápiz, ignorando mi presencia totalmente la chica comenzó a recitar lo que había sucedido “¿Acaso tiene memoria a corto plazo y necesita llevar un registro de sucesos?” Aquella era una posibilidad muy grande.
Salté de la rama y aterricé entre las hojas de un arbusto, aquel tipo de caída resultaba mucho más confortante que chocar contra el duro suelo… ahorraba muchos golpes y posibles huesos rotos. Salí de la planta sacudiendo mi ropa de las hojas y ramas que quedaban incrustadas, no sin dejar de escuchar todo lo que la joven de cola blanca continuaba diciendo.
Estaba acercándome para saber que hacía cuando Niura levantó la vista y soltó otro par de respuestas; parecía como si nunca en la vida hubiese tenido contacto con alguna otra persona o ser.
- ¿Mi nombre? – Pregunté tratando de evitar volver a decirlo, eran pocas las personas que lo conocían y no me gustaba soltarlo porque si. – Pues… me apellido Candau si eso ayuda. – Colgué el arco en mi hombro y esperé con los brazos cruzados mientras pensaba las otras respuestas... aunque no era tan difícil saber que era. - Supongo que sigo siendo un humano. – Respondí finalmente mientras retiraba la capucha de mi cabeza. – Criado por un elfo… pero humano a fin de cuentas, además si fuese vampiro no estaría caminando con tanta tranquilidad en pleno día… realmente ni estuviese bajo la luz. Ahora necesito que tu respondas… supongo que te llamas Niura ¿Pero acaso eres una mujer bestia? – Aquella duda era más que nada por la cola, según había estudiado en mí pasado los hombres o mujeres bestias denotaban rasgos animales o muy obvios o muy ocultos. - ¿Y para que llevas un diario? No es de extrañar en aventureros o marineros… pero suelen usarlo al acabar el día y si te soy sincero no luces como lo uno o lo otro. – Bajé los brazos y me agaché mientras entrecerraba los ojos analizando a la joven. - ¿Acaso eres un efecto secundario de las setas? Solo que no recuerdo haber mordido o comido algo de eso estilo en los últimos días. – No me permitiría quedarme con dudas en aquel tema, las dudas sin resolver eran el peor enemigo de un hombre.
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
E-el ser desconocido me dijo una tontuna sin igual. Alcé la cabeza, dejando de escribir para mirarlo a la cara con un atisbo de nervios reflejado en mi rostro. ¿Q-que voy a enfermar por comer carne? ¡Q-qué cosas dices! ¡Si enfermara por comer carne cruda no estaría viva! ¡Hu-hubiera estirado la pata hace mucho! Volví a bajar la cabeza, cubriendo el rostro con el matojo que suponía mi cabello para seguir escribiendo, otra vez sin darme cuenta que lo que escribía en ese papel lo estaba diciendo en voz alta. A pesar de ello, yo sabía muy bien a lo que se refería, sobretodo por los suplicios que, por suerte, mi memoria había medio borrado de mis primeros años de vida después de dejar el pecho de mi madre, cuando lograba hacerme con un trocito de carne de las presas que la manada lograba dar caza. Aquellos dolores de barriga casi parecían ir a matarme, y en muchas ocasiones estuve al borde de pasar al otro lado, pero demostré ser una buena Caelia sobreviviendo, y, según me dijeron mis padres, mi barriga se hizo fuerte para sobrevivir. Así que, lo que ese tonto ignorante no sabía, era que la carne cruda no me haría daño... ¡A los Caelia no nos asusta, comer! Incluso... si... nos pasamos vomitando la comida... una... semana entera...
Escuchando su apellido, inclino la cabeza a un lado, mirándolo con curiosidad. "¿Cadou? ¿Ca... cadau? ¿Can...dau? Logro al fin pronunciar bien su apellido. Nunca había escuchado un nombre tan raro." Pero parece que, segun dijo, era un humano, criado... ¿¡por un elfo!? "¡Oh dios mío! ¡¡Qué genial!!" Me quedo mirándolo con gran admiración y los ojos casi brillantes unos instantes. "¿Así que es un humano?" Pienso, contemplando su cuerpo con gran curiosidad, hasta que me pregunta si soy una mujer bestia, haciéndome proferir una alegre risotada, contemplando la idea de serlo acudiendo a los recuerdos de mis eternas tardes imaginándome que era una de esos adorables gatetes mitad humanoides, más o menos situándolo en el capítulo doce de mi novela, temporada durante la cual me dedicaba a escalar y saltar entre las ramas de los árboles... cayéndome una y otra vez, en más de una ocasión rompiéndome algunos huesos. Me paso los dedos por la pierna derecha, en la superficie de la cual noto un pequeño bulto recordándome el hueso mal curado que me rompí a los ocho años. Vuelvo a posar la punta del lápiz sobre el folio en blanco de mi libreta, volviendo a inclinarme adelante, ésta vez mirando de reojo el cuerpo de aquel desconocido. El humano me preguntó si era una mujer bestia. ¡Hah! ¡Más me gustaría ser una peludita mujer bestia hermosa y linda, con una laaarga cola pomposa y agradable al tacto, como las que había visto en aquellos dibujos que mi padre escondía en aquella trampilla secreta que había debajo de su cama! Por otro lado, ya había escuchado algo de la boca de mi madre, pero nunca hubiera imaginado que los humanos tuvieran tanto parentesco con nosotros. Creía que sería más pequeñito y endeble. Pero, en cambio, habiendo escuchado la descripción de mis padres sobre los vampiros, y escuchando sus negativas, me dio a sospechar. Ya que, tal vez... seguí escribiendo, sin parar en ningún momento. Podría estar engañándome, ya que está cubierto con una capucha, con lo que podría protegerse del sol... Hmm... nah. ¡No hay que desconfiar de los desconocidos! Acabo sonriendo despreocupadamente, mientras mi mano escritora se mueve con vivacidad y alegría para escribir aquella última frase.
Mas, lo que me dice después, me hace fruncir el ceño, para luego hacerme abrir mucho los ojos, sorprendida. Mi mano se detiene al instante, agarrando a duras penas el lápiz entre mis temblorosos dedos. Mientras se arrodilla ante mí, mirándome muy de cerca, poniéndome aún más nerviosa, y me dice no-se-qué de unas setas, recojo mi libreta de una revolada, dejando de escribir, encogiendo el cuerpo entero juntando y alzando las rodillas, y escondiéndome tras mi libretita, abrazándome a ella, mirando al humano con ojos llorosos, como si de repente estuviera frente a un peligro inminente. N-no... no tengo... ¿no tengo pinta de aventurera...? Antes de siquiera darle tiempo a responder, alcé los brazos de sopetón, arrojando por los aires libreta y lápiz, los cuales alzaron el vuelo rodando por el aire para caer entre unos arbustos, mientras yo profería un chillido que descendió a un nuevo llanto. ¡¡Nooooo!! Me tumbo al lado, cayendo muy dramáticamente con el dorso de la mano sobre la frente. ¡Dichoso y aciago acontecimiento vierte toda su cruel invectiva sobre mí! ¡Por los dioses, ¿qué tipo de error he cometido, para merecer tamaña desgracia!? Cambio los brazos de posición, estirando una mano en forma de garra en dirección al cielo, mientras con la otra me tapo media cara. ¡AÑOS de duro entrenamiento, centenares, no, ¡MILES! de soliloquios y practicas ante mi reflejo en el agua del lago, quien siempre se mostraba solícito a hacerme de silencioso pero amable y paciente público, preparándome para éste momento, y aún así, a pesar de todos mis esfuerzos, ¡¡SIGO SIN PARECER UNA AVENTURERA!! ¿¡Qué tipo de resolución se puede sacar, de aquesta desgracia!? ¿¡Será que Fenrir no me ha bendecido!? Será que no está en mi destino, ser la más grande aventura del mundo y escribir mi historia para que todo el mundo conozca de mis hazañas!? ¿¡Será que no estoy hecha para derrotar bandas de bárbaros maltratadores de gatitos, atrapar con mis trampas la malvada estirpe de los comelobos de los pantanos, o encontrar la legendaria fruta brillante del árbol escogido!?
Abro los ojos, y vuelvo a darme cuenta de la presencia del humano. Me arrastro a gatas hasta él, y lo cojo de una pierna, abrazándome a ella, mirándolo desde abajo con los ojos anegados en lagrimas, amarando con ellas los pantalones del humano, poniéndome a barbotear palabras en voz de niña pequeña, abandonando la épica que profesaba antes. ¡Madre me decía que no estaba preparada para salir del terreno de la manada! ¡El idiota de Erik me decía que se me comerían las hormigas! ¡Pero, estaba segura de que... de que...! ¡E-estaba segura de que lo haría bien! ¡Y, a pesar de todo ello, ¿¡QUÉ HE HECHO MAL!? ¡Ah! Lo suelto sin más, sin darle tiempo entre una situación y la otra de reaccionar, y me levanto, mirando hacia atrás. ¡Mi libreta! ¡Y mi lápiz! Corro a buscarla entre unos matojos de hierbas, meciendo mi cola de loba de un lado a otro, hasta que la encuentro y me abrazo a ella como si fuera un peluche. Al dar con mi lápiz, vuelvo ante el humano dando saltitos alegres, y me siento ante él con las piernas cruzadas, mirándolo alegremente, moviendo la cola tan feliz, pasándome el antebrazo por la cara para limpiarme las lágrimas. Parecía como si Niura se hubiera olvidado de por qué estaba lamentándome instantes antes, o... ¿cómo si tratara de reprimir el dolor que le provocaba...? ¡Oh, si! ¡Gracias por salvarme de mi trampa mortal! Vas a tener una página de honor en mi novela por ello! ¡Si, si, ya se que es todo un honor, pero... creo que te lo mereces! Asiento para mí misma mientras le enseño la pagina medio escrita con una letraza casi paleolítica que solo yo puedo entender, mostrando una sonrisa torcida y forzada, tratando de esconder el dolor que el no parecer una aventurera le provocaba.
Escuchando su apellido, inclino la cabeza a un lado, mirándolo con curiosidad. "¿Cadou? ¿Ca... cadau? ¿Can...dau? Logro al fin pronunciar bien su apellido. Nunca había escuchado un nombre tan raro." Pero parece que, segun dijo, era un humano, criado... ¿¡por un elfo!? "¡Oh dios mío! ¡¡Qué genial!!" Me quedo mirándolo con gran admiración y los ojos casi brillantes unos instantes. "¿Así que es un humano?" Pienso, contemplando su cuerpo con gran curiosidad, hasta que me pregunta si soy una mujer bestia, haciéndome proferir una alegre risotada, contemplando la idea de serlo acudiendo a los recuerdos de mis eternas tardes imaginándome que era una de esos adorables gatetes mitad humanoides, más o menos situándolo en el capítulo doce de mi novela, temporada durante la cual me dedicaba a escalar y saltar entre las ramas de los árboles... cayéndome una y otra vez, en más de una ocasión rompiéndome algunos huesos. Me paso los dedos por la pierna derecha, en la superficie de la cual noto un pequeño bulto recordándome el hueso mal curado que me rompí a los ocho años. Vuelvo a posar la punta del lápiz sobre el folio en blanco de mi libreta, volviendo a inclinarme adelante, ésta vez mirando de reojo el cuerpo de aquel desconocido. El humano me preguntó si era una mujer bestia. ¡Hah! ¡Más me gustaría ser una peludita mujer bestia hermosa y linda, con una laaarga cola pomposa y agradable al tacto, como las que había visto en aquellos dibujos que mi padre escondía en aquella trampilla secreta que había debajo de su cama! Por otro lado, ya había escuchado algo de la boca de mi madre, pero nunca hubiera imaginado que los humanos tuvieran tanto parentesco con nosotros. Creía que sería más pequeñito y endeble. Pero, en cambio, habiendo escuchado la descripción de mis padres sobre los vampiros, y escuchando sus negativas, me dio a sospechar. Ya que, tal vez... seguí escribiendo, sin parar en ningún momento. Podría estar engañándome, ya que está cubierto con una capucha, con lo que podría protegerse del sol... Hmm... nah. ¡No hay que desconfiar de los desconocidos! Acabo sonriendo despreocupadamente, mientras mi mano escritora se mueve con vivacidad y alegría para escribir aquella última frase.
Mas, lo que me dice después, me hace fruncir el ceño, para luego hacerme abrir mucho los ojos, sorprendida. Mi mano se detiene al instante, agarrando a duras penas el lápiz entre mis temblorosos dedos. Mientras se arrodilla ante mí, mirándome muy de cerca, poniéndome aún más nerviosa, y me dice no-se-qué de unas setas, recojo mi libreta de una revolada, dejando de escribir, encogiendo el cuerpo entero juntando y alzando las rodillas, y escondiéndome tras mi libretita, abrazándome a ella, mirando al humano con ojos llorosos, como si de repente estuviera frente a un peligro inminente. N-no... no tengo... ¿no tengo pinta de aventurera...? Antes de siquiera darle tiempo a responder, alcé los brazos de sopetón, arrojando por los aires libreta y lápiz, los cuales alzaron el vuelo rodando por el aire para caer entre unos arbustos, mientras yo profería un chillido que descendió a un nuevo llanto. ¡¡Nooooo!! Me tumbo al lado, cayendo muy dramáticamente con el dorso de la mano sobre la frente. ¡Dichoso y aciago acontecimiento vierte toda su cruel invectiva sobre mí! ¡Por los dioses, ¿qué tipo de error he cometido, para merecer tamaña desgracia!? Cambio los brazos de posición, estirando una mano en forma de garra en dirección al cielo, mientras con la otra me tapo media cara. ¡AÑOS de duro entrenamiento, centenares, no, ¡MILES! de soliloquios y practicas ante mi reflejo en el agua del lago, quien siempre se mostraba solícito a hacerme de silencioso pero amable y paciente público, preparándome para éste momento, y aún así, a pesar de todos mis esfuerzos, ¡¡SIGO SIN PARECER UNA AVENTURERA!! ¿¡Qué tipo de resolución se puede sacar, de aquesta desgracia!? ¿¡Será que Fenrir no me ha bendecido!? Será que no está en mi destino, ser la más grande aventura del mundo y escribir mi historia para que todo el mundo conozca de mis hazañas!? ¿¡Será que no estoy hecha para derrotar bandas de bárbaros maltratadores de gatitos, atrapar con mis trampas la malvada estirpe de los comelobos de los pantanos, o encontrar la legendaria fruta brillante del árbol escogido!?
Abro los ojos, y vuelvo a darme cuenta de la presencia del humano. Me arrastro a gatas hasta él, y lo cojo de una pierna, abrazándome a ella, mirándolo desde abajo con los ojos anegados en lagrimas, amarando con ellas los pantalones del humano, poniéndome a barbotear palabras en voz de niña pequeña, abandonando la épica que profesaba antes. ¡Madre me decía que no estaba preparada para salir del terreno de la manada! ¡El idiota de Erik me decía que se me comerían las hormigas! ¡Pero, estaba segura de que... de que...! ¡E-estaba segura de que lo haría bien! ¡Y, a pesar de todo ello, ¿¡QUÉ HE HECHO MAL!? ¡Ah! Lo suelto sin más, sin darle tiempo entre una situación y la otra de reaccionar, y me levanto, mirando hacia atrás. ¡Mi libreta! ¡Y mi lápiz! Corro a buscarla entre unos matojos de hierbas, meciendo mi cola de loba de un lado a otro, hasta que la encuentro y me abrazo a ella como si fuera un peluche. Al dar con mi lápiz, vuelvo ante el humano dando saltitos alegres, y me siento ante él con las piernas cruzadas, mirándolo alegremente, moviendo la cola tan feliz, pasándome el antebrazo por la cara para limpiarme las lágrimas. Parecía como si Niura se hubiera olvidado de por qué estaba lamentándome instantes antes, o... ¿cómo si tratara de reprimir el dolor que le provocaba...? ¡Oh, si! ¡Gracias por salvarme de mi trampa mortal! Vas a tener una página de honor en mi novela por ello! ¡Si, si, ya se que es todo un honor, pero... creo que te lo mereces! Asiento para mí misma mientras le enseño la pagina medio escrita con una letraza casi paleolítica que solo yo puedo entender, mostrando una sonrisa torcida y forzada, tratando de esconder el dolor que el no parecer una aventurera le provocaba.
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
La chica seguía soltando comentarios sin sentido a medida de que escribía, al parecer no tenía la cualidad de poder plasmar sus pensamientos sin necesidad de abrir la boca. Por alguna razón sus palabras habían logrado llamar mi atención, tanto disparate resultaba interesante después de todo. “Por lo visto no se da cuenta que esos vómitos es por la carne cruda” la joven resultaba tan ignorante a su entorno que causaba gracia.
Lo único que fue grato por el momento es que era una de las pocas personas que trataba de esforzarse en decir mi apellido bien, la mayoría solía usar apodos sin sentidos o molestos “Tal como Chucho…” Era inevitable recordar aquel tedioso mote que me había dado el vampiro y que a día de hoy seguía atormentándome. – No es mi nombre, es mi apellido. – Aclaré ante lo dicho por la joven cola blanca.
Mi duda referente a la raza de Niura fue respondida con una risa, al parecer no era una mujer bestia “¿Entonces por qué tiene una cola?” Solo me quedaba seguir escuchando las ideas que la chica anotaba y esperar conseguir allí mis respuestas… aunque hubiese preferido mil veces una respuesta directa a tener que descubrirla.
“Entonces descarto totalmente la idea de que sea una mujer bestia. Si no conoce a los vampiros y su madre le dijo que tenían cierto parecido con los humanos… ¿Es un licantropo?“ En los viajes con mi maestro había conocido al menos a dos licántropos, tenían una forma humana y podían pasar totalmente inadvertidos entre las personas… pero ninguno de los dos tenía cola ¿Acaso aquello variaba?
Iba a preguntarle a la chica para asegurarme cuando otra reacción inesperada se hizo presente, un chillido acompañado del llanto. La libreta y el lápiz salieron por los aires y no me quedó más opción que apartarme de un salto y colocarme en posición defensiva por si aquello se trataba de un ataque sorpresa “Sabía que todo aquello era muy raro para que se tratara de una casualidad” .
De los labios de Niura salió un disparatado drama del cual no sabía que tanto iba en serio y qué no, hasta parecía estar exagerando su edad más de no normal “¿Y si fue ella quien consumió las setas y no yo?” Era otra posibilidad que debía considerar, tenía la actitud de una joven drogada al extremo y no sería raro en alguien que busca comida en el bosque.
La joven de cola blanca se acercó a gatas para finalizar tomándome de la pierna, me recordaba a aquellos bandidos que se afianzaban a uno rogando tener su ultimo aire de vida… El tan solo recordar aquella clase de imágenes me hizo temblar y sacudí la cabeza para pensar en el ahora, no era tiempo de entregarme a los malos recuerdos.
- Y…yo no se ¿De qué hablas? –La joven ya estaba como si nada y ahora buscaba su libreta, aquel sin duda era el momento más confuso de mi vida, parecía uno de esos sueños extraños antes de una pesadilla… o una alucinación producida a causa de plantas mal elegidas, solo que las alucinaciones a veces tenían mucho más sentido.
- ¿Debo decir gracias o de nada? – Pregunté inclinando la cabeza cuando la chica dijo que me dedicaría una página por salvarle la vida, aunque la hoja realmente tenía más garabatos que letras sobre esta “Tanta palabrería para hacer tachones”. – Espera, por favor espera por un momento. – Dije sacudiendo las manos frente a la chica tratando de calmarla. – Necesito unos segundos de racionalidad para digerir todo lo sucedido. – Suspiré frotándome ambas manos por el rostro y agachándome frente a Niura. – Primero que nada, eres una licantropa… eso explica lo de manada y “los humanos se parecen”. – Aquello era una afirmación más que una duda, era grato haberlo resuelto por mi cuenta., ahora solo quedaba averiguar si la joven estaba bajo el efecto de algo.
Sin pedir permiso alguno tome la cabeza de la chica e incliné un poco su rostro de tal manera de que el sol iluminara el rostro, abrí sus parpados para verificar mejor el estado de la pupila y todo parecía estar normal… bueno, a efectuar lo enrojecido por las lagrimas anteriores. – No, no consumiste nada raro o eso parece, el ojo está normal. – Abrí la boca de la chica y observé dentro de esta a ver si había residuos de alguna planta. – Y aquí solo hay sangre y restos de jabalí. – Suspiré y solté la cabeza de la chica al no tener idea alguna de que era lo que realmente sucedía. - ¿Te caíste últimamente de cabeza o algo por el estilo? – Esa podía ser la última opción y ella era quien tenía la respuesta.
Lo único que fue grato por el momento es que era una de las pocas personas que trataba de esforzarse en decir mi apellido bien, la mayoría solía usar apodos sin sentidos o molestos “Tal como Chucho…” Era inevitable recordar aquel tedioso mote que me había dado el vampiro y que a día de hoy seguía atormentándome. – No es mi nombre, es mi apellido. – Aclaré ante lo dicho por la joven cola blanca.
Mi duda referente a la raza de Niura fue respondida con una risa, al parecer no era una mujer bestia “¿Entonces por qué tiene una cola?” Solo me quedaba seguir escuchando las ideas que la chica anotaba y esperar conseguir allí mis respuestas… aunque hubiese preferido mil veces una respuesta directa a tener que descubrirla.
“Entonces descarto totalmente la idea de que sea una mujer bestia. Si no conoce a los vampiros y su madre le dijo que tenían cierto parecido con los humanos… ¿Es un licantropo?“ En los viajes con mi maestro había conocido al menos a dos licántropos, tenían una forma humana y podían pasar totalmente inadvertidos entre las personas… pero ninguno de los dos tenía cola ¿Acaso aquello variaba?
Iba a preguntarle a la chica para asegurarme cuando otra reacción inesperada se hizo presente, un chillido acompañado del llanto. La libreta y el lápiz salieron por los aires y no me quedó más opción que apartarme de un salto y colocarme en posición defensiva por si aquello se trataba de un ataque sorpresa “Sabía que todo aquello era muy raro para que se tratara de una casualidad” .
De los labios de Niura salió un disparatado drama del cual no sabía que tanto iba en serio y qué no, hasta parecía estar exagerando su edad más de no normal “¿Y si fue ella quien consumió las setas y no yo?” Era otra posibilidad que debía considerar, tenía la actitud de una joven drogada al extremo y no sería raro en alguien que busca comida en el bosque.
La joven de cola blanca se acercó a gatas para finalizar tomándome de la pierna, me recordaba a aquellos bandidos que se afianzaban a uno rogando tener su ultimo aire de vida… El tan solo recordar aquella clase de imágenes me hizo temblar y sacudí la cabeza para pensar en el ahora, no era tiempo de entregarme a los malos recuerdos.
- Y…yo no se ¿De qué hablas? –La joven ya estaba como si nada y ahora buscaba su libreta, aquel sin duda era el momento más confuso de mi vida, parecía uno de esos sueños extraños antes de una pesadilla… o una alucinación producida a causa de plantas mal elegidas, solo que las alucinaciones a veces tenían mucho más sentido.
- ¿Debo decir gracias o de nada? – Pregunté inclinando la cabeza cuando la chica dijo que me dedicaría una página por salvarle la vida, aunque la hoja realmente tenía más garabatos que letras sobre esta “Tanta palabrería para hacer tachones”. – Espera, por favor espera por un momento. – Dije sacudiendo las manos frente a la chica tratando de calmarla. – Necesito unos segundos de racionalidad para digerir todo lo sucedido. – Suspiré frotándome ambas manos por el rostro y agachándome frente a Niura. – Primero que nada, eres una licantropa… eso explica lo de manada y “los humanos se parecen”. – Aquello era una afirmación más que una duda, era grato haberlo resuelto por mi cuenta., ahora solo quedaba averiguar si la joven estaba bajo el efecto de algo.
Sin pedir permiso alguno tome la cabeza de la chica e incliné un poco su rostro de tal manera de que el sol iluminara el rostro, abrí sus parpados para verificar mejor el estado de la pupila y todo parecía estar normal… bueno, a efectuar lo enrojecido por las lagrimas anteriores. – No, no consumiste nada raro o eso parece, el ojo está normal. – Abrí la boca de la chica y observé dentro de esta a ver si había residuos de alguna planta. – Y aquí solo hay sangre y restos de jabalí. – Suspiré y solté la cabeza de la chica al no tener idea alguna de que era lo que realmente sucedía. - ¿Te caíste últimamente de cabeza o algo por el estilo? – Esa podía ser la última opción y ella era quien tenía la respuesta.
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Repentinamente el humano se arrodilló y me pidió que me calmara. Acotando la cabeza a un lado, curiosa, me quedé mirándolo con los ojos muy abiertos, interrogativa, mientras empezaba a cavilar sobre mi soliloquio y la información que le había dado. "¿Está... está tratando de entenderme...? ¿Entender... lo que he dicho...?" Por un momento, entonces, hice algo que muy pocas veces había hecho antes. Pensar en lo que había chillado. El rubor invadió mis mejillas. Todo lo que en mi pecho había hinchado de valor y épica prosa novelística, se fue por mi nariz. Y, de repente, el don de la palabra me abandonó, mirando con los ojos muy abiertos al señor Candau.
N-no... digo... si, yo... yo soy licantropa, de l-la f-f-família d-de los... los... Pero no había modo. Mis palabras salían en voz muy baja, y las del humano las superaban con gran facilidad. Repentinamente, sin aviso ni decora alguna, me asió de la cabeza con la mano, haciéndome inhalar un suspiro de sorpresa, mirándolo fijamente a los ojos. Y-yo, n-no... ¿se...setas...? Me giró la cabeza, haciendo que me diera el sol, cerrándome los ojos, y me la movió de un lado a otro, sintiéndome a su libre merced.
Mi cola, detrás de mí, se mantenía tensa y recta. Mis manos trataban de coger algo que tuviera a mano para lanzarle y apartarlo de mí, pues estaba demasiado cerca mientras me sentía en un colapso lírico, pero solo había hierba, ni siquiera arena. Ce...cerca... ¡m-muy... c-cerca...! Traté de decirle, pero al final mi cuerpo reaccionó antes de lo que el mero segundo que le había, apartándolo de un empujón que complementé con un gemidito femenino de cría de mi edad, muy inusual en mi. Toda enrojecida y con el cuerpo encogido me quedé mirándolo de arriba abajo.
De un salto, se levanta y trata de salir corriendo para huir, pero no tarda en ser atrapada por su mala suerte, antes que por las posibles palabras para detenerla de Candau, y se tropieza con una de sus trampas que no se había llegado a activar, encerrando su pie y haciéndola tropezar de cara al suelo, volviéndola a tirar hacia arriba y colgándola bocabajo, cayéndosele la libreta y el lápiz al suelo. Al quedarse totalmente expuesta, tanto lírica cómo físicamente, trata de liberarse de sus ataduras, meciéndose de un lado a otro chillando con vergüenza, terminando viendo la inutilidad de sus actos, escondiendo su rostro tras sus manos.
"Tanto entrenar mis palabras, para acabar avergonzada en meros segundos por los actos de uno de los seres a los que con tanta ansia buscaba conocer. ¿Cómo voy a escribir una épica sobre mis aventuras si no puedo siquiera enfrentar éste tipo de situaciones? ¿Cómo voy a llegar a Ulmer si no puedo siquiera sobrevivir sin que un humano venga a ayudarme, cayendo en mis propias trampas? ¿Cómo voy a lograr todos mis objetivos, siendo como soy?"
¡E-espera! Me doy cuenta de cierto detalle, mirando al suelo desde arriba, colgada como estaba. ¡M-mi libreta! Intento alcanzarla con las manos pues, según veo en la distancia, está abierta por una página que relata el capítulo en el que traje mi primera presa, a los siete años, un conejo capturado con una de mis primeras trampas, a casa, y me dieron el honor de escoger sus partes más buenas al ser su cazadora. Al haberlo escrito más calmada, la letra estaba mucho más entendible. Y describía de forma vergonzosa lo realizada que me sentía y lo complacida que me hacían sentir mis padres y mis hermanos al reconocerme al fin como una cazadora, sabiendo que siempre habían tenido dudas sobre si algún día lograría valerme mínimamente por mí misma... y mi ferviente deseo de demostrarles todavía más lo que podía llegar a hacer por mí misma, a pesar de saber que no había nacido demasiado agraciada por la luna. Al contemplar mejor la vergüenza que estaba pasando, colgando de esa ridícula manera nuevamente, de un modo casi automático e instintivo, para sentirme más protegida, cierro los ojos con fuerza, transformándome en una loba de pelaje blanco en cuestión de segundos. La ropa que llevaba puesta se cae al suelo durante la transformación, y solo los pantalones se quedan colgando de mi pata derecha, con la otra cogida de la cuerda de la trampa.
"¿¡Pero qué haces, idiota!? ¿¡Y si ahora te coge y te lleva para asarte y comerte al picantón como dijo Erik que haría un vampiro o un brujo si te encontraba y descubría definitivamente que eres licántropa!?" Inmediatamente escondo la cabeza detrás de mis patas delanteras, temblando por todo el cuerpo con una vergüenza que fácilmente podría ser considerada miedo por ojos ajenos.
N-no... digo... si, yo... yo soy licantropa, de l-la f-f-família d-de los... los... Pero no había modo. Mis palabras salían en voz muy baja, y las del humano las superaban con gran facilidad. Repentinamente, sin aviso ni decora alguna, me asió de la cabeza con la mano, haciéndome inhalar un suspiro de sorpresa, mirándolo fijamente a los ojos. Y-yo, n-no... ¿se...setas...? Me giró la cabeza, haciendo que me diera el sol, cerrándome los ojos, y me la movió de un lado a otro, sintiéndome a su libre merced.
Mi cola, detrás de mí, se mantenía tensa y recta. Mis manos trataban de coger algo que tuviera a mano para lanzarle y apartarlo de mí, pues estaba demasiado cerca mientras me sentía en un colapso lírico, pero solo había hierba, ni siquiera arena. Ce...cerca... ¡m-muy... c-cerca...! Traté de decirle, pero al final mi cuerpo reaccionó antes de lo que el mero segundo que le había, apartándolo de un empujón que complementé con un gemidito femenino de cría de mi edad, muy inusual en mi. Toda enrojecida y con el cuerpo encogido me quedé mirándolo de arriba abajo.
De un salto, se levanta y trata de salir corriendo para huir, pero no tarda en ser atrapada por su mala suerte, antes que por las posibles palabras para detenerla de Candau, y se tropieza con una de sus trampas que no se había llegado a activar, encerrando su pie y haciéndola tropezar de cara al suelo, volviéndola a tirar hacia arriba y colgándola bocabajo, cayéndosele la libreta y el lápiz al suelo. Al quedarse totalmente expuesta, tanto lírica cómo físicamente, trata de liberarse de sus ataduras, meciéndose de un lado a otro chillando con vergüenza, terminando viendo la inutilidad de sus actos, escondiendo su rostro tras sus manos.
"Tanto entrenar mis palabras, para acabar avergonzada en meros segundos por los actos de uno de los seres a los que con tanta ansia buscaba conocer. ¿Cómo voy a escribir una épica sobre mis aventuras si no puedo siquiera enfrentar éste tipo de situaciones? ¿Cómo voy a llegar a Ulmer si no puedo siquiera sobrevivir sin que un humano venga a ayudarme, cayendo en mis propias trampas? ¿Cómo voy a lograr todos mis objetivos, siendo como soy?"
¡E-espera! Me doy cuenta de cierto detalle, mirando al suelo desde arriba, colgada como estaba. ¡M-mi libreta! Intento alcanzarla con las manos pues, según veo en la distancia, está abierta por una página que relata el capítulo en el que traje mi primera presa, a los siete años, un conejo capturado con una de mis primeras trampas, a casa, y me dieron el honor de escoger sus partes más buenas al ser su cazadora. Al haberlo escrito más calmada, la letra estaba mucho más entendible. Y describía de forma vergonzosa lo realizada que me sentía y lo complacida que me hacían sentir mis padres y mis hermanos al reconocerme al fin como una cazadora, sabiendo que siempre habían tenido dudas sobre si algún día lograría valerme mínimamente por mí misma... y mi ferviente deseo de demostrarles todavía más lo que podía llegar a hacer por mí misma, a pesar de saber que no había nacido demasiado agraciada por la luna. Al contemplar mejor la vergüenza que estaba pasando, colgando de esa ridícula manera nuevamente, de un modo casi automático e instintivo, para sentirme más protegida, cierro los ojos con fuerza, transformándome en una loba de pelaje blanco en cuestión de segundos. La ropa que llevaba puesta se cae al suelo durante la transformación, y solo los pantalones se quedan colgando de mi pata derecha, con la otra cogida de la cuerda de la trampa.
"¿¡Pero qué haces, idiota!? ¿¡Y si ahora te coge y te lleva para asarte y comerte al picantón como dijo Erik que haría un vampiro o un brujo si te encontraba y descubría definitivamente que eres licántropa!?" Inmediatamente escondo la cabeza detrás de mis patas delanteras, temblando por todo el cuerpo con una vergüenza que fácilmente podría ser considerada miedo por ojos ajenos.
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
El tono de habla de la joven había bajado notablemente y no se podían escuchar con exactitud sus palabras, supuse que eran otro par de acotaciones sin mucho sentido. El tono de color que tenía el rostro de Niura cambió a uno un poco más rojo, posiblemente se debiese al calor que presentaba en el día o el esfuerzo realizado pro tanto parlotear… o quizá era un efecto de un producto externo. – Interesante, enrojecimiento de la piel ¿Qué comiste recientemente? Si escuche bien pareces dudar de las setas.
La chica de cola lobuna terminó liberándose de un empujón y de un chillido agudo, tardó un segundos examinándome para luego terminar dándose a la fuga con un salto “Es como si viera a un animal escapando de una trampa”… lo único considerable es que era como un animal que se liberaba de una trampa y caía en otra, nuevamente Niura colgaba de cabeza de un árbol a merced de las trampas, dejando sus pertenencias en el suelo.
- ¿Por qué hay tantas trampas? ¿Todas las pusiste tú? – Comenté mirando con miedo el suelo temiendo a terminar encerrado en una fosa. Mientras tanto la joven soltaba soniditos raros y se mecía en el aire tratando de liberarse, aun no aprendía que con aquello no saldría de sus propias ataduras.
Mientras trataba de calmar las ideas de una posible muerte a causa de pinchos voladores o algo por el estilo me fijé que la chica ahora chillaba a causa de su libreta tirada, me agaché ante las paginas y observé un poco en esta para luego subir la mirada a la joven. - ¿Qué sucede con esto? – Le pregunté mientras cerraba la libreta y la levantaba, al parecer aquella cosa también era usada para que la chica expresara sus emociones, realmente no era que me importase mucho y había aprendido pro mi maestro que meter las narices en asuntos personales no era bien visto… menos cuando acababas acorralado en un callejón con un grupo de hombres queriendo partirte las piernas a palazos “Malditos traumas”.
Estaba por pasarle la libreta a la joven de cola lobuna cuando aprecié por primera vez en la vida la transformación a licántropo, no era lo que esperaba a decir verdad pero resultaba impresionante, duré un momento con la boca abierta hasta que me obligué a sacudir la cabeza y centrarme en lo que ocurría, debía volver a liberar a la joven de sus trampas.
Dejé la libreta con cuidado en el suelo y saqué una flecha del carcaj, siempre olvidaba el hecho que necesitaba comprar una daga en Lunargenta o un cuchillo para tener cosas que me sirviesen cuerpo a cuerpo “Aunque las puntas de mis flechas siempre son de gran ayuda”. Trepé en el árbol en el cual la trampa estaba armada, froté la hoja metálica repetidamente ante la soga hasta que esta termino rompiéndose.
- ¿Estás bien? – Pregunté a la loba aunque dudaba que en esa forma pudiese hablar, aquellos golpes no parecían ser muy confortantes de recibir… “Un momento ¡Ese fue el golpe que recibió que la hizo desvariar!” Eso explicaba todo, luego de haberse golpeado al caer de la primera trampa había quedado aturdida, por eso estaba desvariando tanto.
Salté de la rama y me acerqué a la chica de forma lobuna para terminar sentándome en el suelo. El pelaje que tenía la loba era curioso, me recordaba al de los lobos que había visto por las tierras frías de Dundarak, nada parecido al de vistos o cazados en Verisar que tenían un pelaje más opaco entre grisáceos y totalmente negros.
- ¿No te duele tomar esa forma? No veo como sería posible… volverse un lobo.– Me examiné por un momento las manos y los brazos tratando de hacerme una idea mental del asunto. – Por cierto, no leí mucho de tu diario de “aventurera”… aprendí por las malas que meterme en asuntos de otros suele terminar mal. Oh espera, tengo otra duda. –Observé fijamente a la chica y pensé bien las palabras. - ¿Te transformas como modo de defensa? Parecías estar rara y de la nada puf te vuelves loba. – Acompañé mis palabras moviendo mis manos en modo de señalamiento a la joven, aquellos temas y sorpresas eran los que reavivaban la curiosidad que tenía en mi pasado con todo lo desconocido.. - En este momento me doy cuenta de lo idiota que me veo hablando con un lobo y que posiblemente no reciba respuesta.
La chica de cola lobuna terminó liberándose de un empujón y de un chillido agudo, tardó un segundos examinándome para luego terminar dándose a la fuga con un salto “Es como si viera a un animal escapando de una trampa”… lo único considerable es que era como un animal que se liberaba de una trampa y caía en otra, nuevamente Niura colgaba de cabeza de un árbol a merced de las trampas, dejando sus pertenencias en el suelo.
- ¿Por qué hay tantas trampas? ¿Todas las pusiste tú? – Comenté mirando con miedo el suelo temiendo a terminar encerrado en una fosa. Mientras tanto la joven soltaba soniditos raros y se mecía en el aire tratando de liberarse, aun no aprendía que con aquello no saldría de sus propias ataduras.
Mientras trataba de calmar las ideas de una posible muerte a causa de pinchos voladores o algo por el estilo me fijé que la chica ahora chillaba a causa de su libreta tirada, me agaché ante las paginas y observé un poco en esta para luego subir la mirada a la joven. - ¿Qué sucede con esto? – Le pregunté mientras cerraba la libreta y la levantaba, al parecer aquella cosa también era usada para que la chica expresara sus emociones, realmente no era que me importase mucho y había aprendido pro mi maestro que meter las narices en asuntos personales no era bien visto… menos cuando acababas acorralado en un callejón con un grupo de hombres queriendo partirte las piernas a palazos “Malditos traumas”.
Estaba por pasarle la libreta a la joven de cola lobuna cuando aprecié por primera vez en la vida la transformación a licántropo, no era lo que esperaba a decir verdad pero resultaba impresionante, duré un momento con la boca abierta hasta que me obligué a sacudir la cabeza y centrarme en lo que ocurría, debía volver a liberar a la joven de sus trampas.
Dejé la libreta con cuidado en el suelo y saqué una flecha del carcaj, siempre olvidaba el hecho que necesitaba comprar una daga en Lunargenta o un cuchillo para tener cosas que me sirviesen cuerpo a cuerpo “Aunque las puntas de mis flechas siempre son de gran ayuda”. Trepé en el árbol en el cual la trampa estaba armada, froté la hoja metálica repetidamente ante la soga hasta que esta termino rompiéndose.
- ¿Estás bien? – Pregunté a la loba aunque dudaba que en esa forma pudiese hablar, aquellos golpes no parecían ser muy confortantes de recibir… “Un momento ¡Ese fue el golpe que recibió que la hizo desvariar!” Eso explicaba todo, luego de haberse golpeado al caer de la primera trampa había quedado aturdida, por eso estaba desvariando tanto.
Salté de la rama y me acerqué a la chica de forma lobuna para terminar sentándome en el suelo. El pelaje que tenía la loba era curioso, me recordaba al de los lobos que había visto por las tierras frías de Dundarak, nada parecido al de vistos o cazados en Verisar que tenían un pelaje más opaco entre grisáceos y totalmente negros.
- ¿No te duele tomar esa forma? No veo como sería posible… volverse un lobo.– Me examiné por un momento las manos y los brazos tratando de hacerme una idea mental del asunto. – Por cierto, no leí mucho de tu diario de “aventurera”… aprendí por las malas que meterme en asuntos de otros suele terminar mal. Oh espera, tengo otra duda. –Observé fijamente a la chica y pensé bien las palabras. - ¿Te transformas como modo de defensa? Parecías estar rara y de la nada puf te vuelves loba. – Acompañé mis palabras moviendo mis manos en modo de señalamiento a la joven, aquellos temas y sorpresas eran los que reavivaban la curiosidad que tenía en mi pasado con todo lo desconocido.. - En este momento me doy cuenta de lo idiota que me veo hablando con un lobo y que posiblemente no reciba respuesta.
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
El humano empezó a trepar por el árbol y casi creí que iba a hacerme algo malo. Cómo que me comería, o peor... que me llevara de regreso con mi familia. Pero, simplemente, me liberó. El golpe, nuevamente no fue flojo, y me retorcí unos instantes por el suelo antes de levantarme y marcar distancias con el hombre. Sentándome poco a poco, dejándome caer hacia atrás, di un mordisco y corté la liana con mis afilados dientes sin demasiado esfuerzo.
"¿Estás bien?" Me preguntó. "¿Que si estoy bien? He tenido que recorrer a la forma lobuna para proteger mi integridad más moral que física, ya que con su labia ha logrado destruir mi capacidad de hablar, ¡y luego me pregunta si estoy bien! ¡Qué descarado!" Luego, me planteé la idea que no pudiera haberse dado cuenta que me había dejado en blanco con la hasta ese día inconcebible idea que una persona intentara entender las cosas y disparates que decía.
Sentada, mirándolo fijamente, escucho todo lo que me va diciendo. "¿Que si me duele la transformación? Claro que si, pero lo he hecho tantas veces a lo largo de mi vida que... es solo una cosa más." Me encojo de hombros en respuesta, limitada por la comunicación en esa forma. Al decirme que no leyó mi diario, suspiré aliviada. Hubiera sido una de mis mayores vergüenzas, al representar uno de mis peores temores. Aquella novela era como el espejo de mi alma. Sin pensarlo demasiado la cogí con la boca, y la dejé detrás mía, a salvo. Al terminar de hablar, me quedo en silencio, hasta que suspiro por mis fauces y volví a cerrar los ojos, cententrándome. Cómo suele ocurrirme, la segunda transformación, en caso de ser demasiado seguida, me duele más que la primera.
Mi cuerpo vuelve a estirarse y encogerse, volviendo a mi forma humana de chica de diecisiete años... desnuda. Al terminar la transformación, me cojo el brazo con un ojo cerrado por el dolor, y busca mi alrededor, empezando a sentir frío al perder todo el pelo que cubría mi cuerpo. Encuentro mis pantalones, poniéndomelos al cabo de poco, pero no mi camisa. Miro alrededor, tapándome por el frío, buscando con la mirada, mientras digo lo que quería decirle. S-si, me transformo a modo de defensa, p-pero luego t-tiendo a acabar peor... y... la respuesta, al hablar c-con un lobo, la puedes recibir igual... a-a pesar de no notarlo... p-pues tenemos nuestro propia m-manera de responder...
Al fin encontré con la mirada allá donde se encontraba mi camisa, colgada de una de las maderas que había colgando de lianas. Me levanté y corrí hacia ella con los pasitos típicos que hace alguien que tiene mucho frío, hasta alcanzarla y ponérmela, abrazándome aún tras haber sentido aquel frío que, por la situación, antes no sentía. "Tal vez puede ser que al fin toma cartas en el asunto el hecho de haber estado durmiendo en la intemperie..."
Es la primera vez que conozco un humano... no sabía que tuvierais habilidad con el arco. Mi... mi madre siempre decía que solo sabéis dedicaros a mover cosas llamadas aeros, o oreos, algo así, de aquí para allá como unos tontos... y atrapar en un saco y vender licantropas que se portaban mal y no se comían las verduras. A-aún que eso último siempre lo había dudado, p-pues en algunas ocasiones había lanzado las verduras por la ventana cuando madre no miraba y no me llevasteis. O... ¿tal vez no os enterabais? Tenéis un sexto sentido para cuando una licantropa no se come las verduras, para ir a buscarla? Es que estuve temiendo durante varios días después de eso... siempre miraba bajo mi cama. E-en una ocasión, mi hermano me quiso dar un susto, y, se metió debajo de mi... de mi cama, y... y...
Al darme cuenta que estaba balbuceando cosas sin sentido, me callé, bajando la mirada al suelo, recogiendo y abrándome a mi diario.
Es... estabas siguiéndole el rastro, al... a-al jabalí, ¿verdad...? Qui...¿quieres cocinar el jabalí.... y lo comemos juntos...? ¿Y... me cuentas cosas sobre tu raza...? Pa-para mi libro, claro está... Sin darme cuenta con esa pregunta estaba llevándole la contraria a los principios competitivos a los que me había sometido mi familia desde bien pequeña, donde quien llega último, es quien se queda sin comer. Pe-pero yo no se hacer fuego...
"¿Estás bien?" Me preguntó. "¿Que si estoy bien? He tenido que recorrer a la forma lobuna para proteger mi integridad más moral que física, ya que con su labia ha logrado destruir mi capacidad de hablar, ¡y luego me pregunta si estoy bien! ¡Qué descarado!" Luego, me planteé la idea que no pudiera haberse dado cuenta que me había dejado en blanco con la hasta ese día inconcebible idea que una persona intentara entender las cosas y disparates que decía.
Sentada, mirándolo fijamente, escucho todo lo que me va diciendo. "¿Que si me duele la transformación? Claro que si, pero lo he hecho tantas veces a lo largo de mi vida que... es solo una cosa más." Me encojo de hombros en respuesta, limitada por la comunicación en esa forma. Al decirme que no leyó mi diario, suspiré aliviada. Hubiera sido una de mis mayores vergüenzas, al representar uno de mis peores temores. Aquella novela era como el espejo de mi alma. Sin pensarlo demasiado la cogí con la boca, y la dejé detrás mía, a salvo. Al terminar de hablar, me quedo en silencio, hasta que suspiro por mis fauces y volví a cerrar los ojos, cententrándome. Cómo suele ocurrirme, la segunda transformación, en caso de ser demasiado seguida, me duele más que la primera.
Mi cuerpo vuelve a estirarse y encogerse, volviendo a mi forma humana de chica de diecisiete años... desnuda. Al terminar la transformación, me cojo el brazo con un ojo cerrado por el dolor, y busca mi alrededor, empezando a sentir frío al perder todo el pelo que cubría mi cuerpo. Encuentro mis pantalones, poniéndomelos al cabo de poco, pero no mi camisa. Miro alrededor, tapándome por el frío, buscando con la mirada, mientras digo lo que quería decirle. S-si, me transformo a modo de defensa, p-pero luego t-tiendo a acabar peor... y... la respuesta, al hablar c-con un lobo, la puedes recibir igual... a-a pesar de no notarlo... p-pues tenemos nuestro propia m-manera de responder...
Al fin encontré con la mirada allá donde se encontraba mi camisa, colgada de una de las maderas que había colgando de lianas. Me levanté y corrí hacia ella con los pasitos típicos que hace alguien que tiene mucho frío, hasta alcanzarla y ponérmela, abrazándome aún tras haber sentido aquel frío que, por la situación, antes no sentía. "Tal vez puede ser que al fin toma cartas en el asunto el hecho de haber estado durmiendo en la intemperie..."
Es la primera vez que conozco un humano... no sabía que tuvierais habilidad con el arco. Mi... mi madre siempre decía que solo sabéis dedicaros a mover cosas llamadas aeros, o oreos, algo así, de aquí para allá como unos tontos... y atrapar en un saco y vender licantropas que se portaban mal y no se comían las verduras. A-aún que eso último siempre lo había dudado, p-pues en algunas ocasiones había lanzado las verduras por la ventana cuando madre no miraba y no me llevasteis. O... ¿tal vez no os enterabais? Tenéis un sexto sentido para cuando una licantropa no se come las verduras, para ir a buscarla? Es que estuve temiendo durante varios días después de eso... siempre miraba bajo mi cama. E-en una ocasión, mi hermano me quiso dar un susto, y, se metió debajo de mi... de mi cama, y... y...
Al darme cuenta que estaba balbuceando cosas sin sentido, me callé, bajando la mirada al suelo, recogiendo y abrándome a mi diario.
Es... estabas siguiéndole el rastro, al... a-al jabalí, ¿verdad...? Qui...¿quieres cocinar el jabalí.... y lo comemos juntos...? ¿Y... me cuentas cosas sobre tu raza...? Pa-para mi libro, claro está... Sin darme cuenta con esa pregunta estaba llevándole la contraria a los principios competitivos a los que me había sometido mi familia desde bien pequeña, donde quien llega último, es quien se queda sin comer. Pe-pero yo no se hacer fuego...
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
La joven contesto a una de mis preguntas en su forma lobuna, que no pudiese hablarme no era motivo para que no pudiera responder por lo visto. – Supongo que ese encogimiento significa 50 y 50. – Le comenté mientras escondía el diario detrás de sí, parecía que la joven lobuna era recelosa con aquel objeto… me recordaba a la protección que le daba a la vaina de espada de mi difunto maestro.
La transformación de loba a humana era casi igual de interesante, me recordaba a los dragones regresar a su forma humana… solo que había una gran diferencia entre un lagarto gigante y un lobo. Otra comparación es que tanto los dragones como los licántropos parecían regresar desnudos “Alguien debería hacer algún estilo de ropa adaptable”. Dudaba que con los dragones fuese posible pero con los licántropos no, algún estilo de prenda con sujetadores internos para que se aferrasen al cambio corporal.
Esta vez la joven denotaba cierto dolor en el cuerpo, posiblemente si fuese un 50 y 50 doloroso la transformación o quizá volverse humana le dolía mucho más. Luego de ponerse los pantalones parecía estar buscando algo más, quizá la parte superior de su vestuario lo cual era lo más posible; estar desabrigado ante aquel aire tan fresco a veces no resultaba positivo.
- ¿Cómo podrías acabar peor? Si ya de humana parecer atraer las desgracias hacía ti. – Observé el desastre de alrededor para confirmar mis palabras. – Tal vez sea una maldición. – Por otro lado afirmó que aun siendo loba podía dar respuestas, cosa que ya había demostrado antes pero nunca estaba de más palabras o argumentos concisos.
Cuando la chica encontró su camisa no dudó en ir a buscarla, sus movimientos eran torpes y temblorosos, parecía una cría recién nacida tratando de caminar. – ¿Eso es también efecto de la transformación? Ya sabes, lo de temblar. – Le pregunté mientras imitaba el temblor de la contraria con mi mano.
Escuché atentamente el río de palabras que brotó de la joven, cada vez salía con algo más disparatado que lo anterior y me esforcé por no reír ante aquello aunque fue complicado reprimir la sonrisa. Por lo visto la joven había crecido en parte a base de mentiras y de sustos, eso explicaría su verdadera curiosidad ante todos esos asuntos. Radicalmente las preguntas cambiaron en sentido a mi cacería al jabalí y fue acompañada con una propuesta para comer… solo que yo debería hacer el fuego.
- Déjame responderte con calma al menos lo que más parece preocuparte. – Le dije mientras me ponía de pie y miraba el entorno. – No tenemos sentido alguno que avise cuando alguien se cómo o no sus verduras, y no secuestramos licántropos… bueno, al menos los que somos buenos no los hacemos… la humanidad tiene su lado turbio y oscuro. – Chasqueé la lengua y me fijé que estaba por tocar el tema que me sacaba de quicio con más facilidad, lo mejor era cambiarlo. – El asunto es que no debes temer por eso; si no quieres, no te comas tus verduras. Y con gusto te contaré de la raza mientras se cocina el jabalí, allí te podré contar de los Aeros y de los humanos que no los movemos como tontos.
Busqué un par de hojas secas en los alrededores y algunas ramitas, hacer fuego era una de las principales cosas que había aprendido… con dificultad pero lo había aprendido a fin de cuentas. Coloqué todos los materiales en el suelo y saqué de un bolsillo del carcaj unas ramitas especiales que siempre llevaba para aquella labor, lo mejor era estar bien preparado. – Espera ¿Vives en la intérprete y no sabes hacer fuego? – No había captado todo aquel asunto hasta ahora, vivir en el bosque y no saber fuego te ponía la soga en el cuello inmediatamente. –Si quieres acércate para que veas. – Le comenté mientras aplastaba las hojas secas y las amontonaba en mis manos.
Coloqué un par de ramas en posición de fogata y dejé un espacio en la parte inferior para poder insertar las hojas cuando encendieran. Coloqué el montón de hojas secas en el suelo y luego apoyé una de las ramas de fuego sobre estas, la rama restante la introduje en un orificio de la rama base y comencé a frotar el palito. El movimiento de la rama había comenzado a hacer efecto y una leve línea de humo comenzaba a salir de las hojas machacadas, continué el procedimiento hasta que el montón generó su propio humo sin necesidad de ayuda.
Aparté las ramas y tomé las hojas en mis manos, con cuidado comencé a soplar las hojas hasta que una llama comenzó a aparecer, segundos después la llama se había extendido por la superficie del montoncito de hojas secas así que lo deposité en el interior de las ramas de la fogata. Machaqué otro par de hojas y las añadí al montón principal, aquello haría que el fuego base se extendiera y comenzaran a arder las ramas.
- No es tan difícil. – Le comenté a la joven mientras me quedaba mirando con cierto atontamiento las llamas que se iban formando. – En un rato podemos expandirla con ramas más grandes y cocinar al animal.
La transformación de loba a humana era casi igual de interesante, me recordaba a los dragones regresar a su forma humana… solo que había una gran diferencia entre un lagarto gigante y un lobo. Otra comparación es que tanto los dragones como los licántropos parecían regresar desnudos “Alguien debería hacer algún estilo de ropa adaptable”. Dudaba que con los dragones fuese posible pero con los licántropos no, algún estilo de prenda con sujetadores internos para que se aferrasen al cambio corporal.
Esta vez la joven denotaba cierto dolor en el cuerpo, posiblemente si fuese un 50 y 50 doloroso la transformación o quizá volverse humana le dolía mucho más. Luego de ponerse los pantalones parecía estar buscando algo más, quizá la parte superior de su vestuario lo cual era lo más posible; estar desabrigado ante aquel aire tan fresco a veces no resultaba positivo.
- ¿Cómo podrías acabar peor? Si ya de humana parecer atraer las desgracias hacía ti. – Observé el desastre de alrededor para confirmar mis palabras. – Tal vez sea una maldición. – Por otro lado afirmó que aun siendo loba podía dar respuestas, cosa que ya había demostrado antes pero nunca estaba de más palabras o argumentos concisos.
Cuando la chica encontró su camisa no dudó en ir a buscarla, sus movimientos eran torpes y temblorosos, parecía una cría recién nacida tratando de caminar. – ¿Eso es también efecto de la transformación? Ya sabes, lo de temblar. – Le pregunté mientras imitaba el temblor de la contraria con mi mano.
Escuché atentamente el río de palabras que brotó de la joven, cada vez salía con algo más disparatado que lo anterior y me esforcé por no reír ante aquello aunque fue complicado reprimir la sonrisa. Por lo visto la joven había crecido en parte a base de mentiras y de sustos, eso explicaría su verdadera curiosidad ante todos esos asuntos. Radicalmente las preguntas cambiaron en sentido a mi cacería al jabalí y fue acompañada con una propuesta para comer… solo que yo debería hacer el fuego.
- Déjame responderte con calma al menos lo que más parece preocuparte. – Le dije mientras me ponía de pie y miraba el entorno. – No tenemos sentido alguno que avise cuando alguien se cómo o no sus verduras, y no secuestramos licántropos… bueno, al menos los que somos buenos no los hacemos… la humanidad tiene su lado turbio y oscuro. – Chasqueé la lengua y me fijé que estaba por tocar el tema que me sacaba de quicio con más facilidad, lo mejor era cambiarlo. – El asunto es que no debes temer por eso; si no quieres, no te comas tus verduras. Y con gusto te contaré de la raza mientras se cocina el jabalí, allí te podré contar de los Aeros y de los humanos que no los movemos como tontos.
Busqué un par de hojas secas en los alrededores y algunas ramitas, hacer fuego era una de las principales cosas que había aprendido… con dificultad pero lo había aprendido a fin de cuentas. Coloqué todos los materiales en el suelo y saqué de un bolsillo del carcaj unas ramitas especiales que siempre llevaba para aquella labor, lo mejor era estar bien preparado. – Espera ¿Vives en la intérprete y no sabes hacer fuego? – No había captado todo aquel asunto hasta ahora, vivir en el bosque y no saber fuego te ponía la soga en el cuello inmediatamente. –Si quieres acércate para que veas. – Le comenté mientras aplastaba las hojas secas y las amontonaba en mis manos.
Coloqué un par de ramas en posición de fogata y dejé un espacio en la parte inferior para poder insertar las hojas cuando encendieran. Coloqué el montón de hojas secas en el suelo y luego apoyé una de las ramas de fuego sobre estas, la rama restante la introduje en un orificio de la rama base y comencé a frotar el palito. El movimiento de la rama había comenzado a hacer efecto y una leve línea de humo comenzaba a salir de las hojas machacadas, continué el procedimiento hasta que el montón generó su propio humo sin necesidad de ayuda.
Aparté las ramas y tomé las hojas en mis manos, con cuidado comencé a soplar las hojas hasta que una llama comenzó a aparecer, segundos después la llama se había extendido por la superficie del montoncito de hojas secas así que lo deposité en el interior de las ramas de la fogata. Machaqué otro par de hojas y las añadí al montón principal, aquello haría que el fuego base se extendiera y comenzaran a arder las ramas.
- No es tan difícil. – Le comenté a la joven mientras me quedaba mirando con cierto atontamiento las llamas que se iban formando. – En un rato podemos expandirla con ramas más grandes y cocinar al animal.
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Hace unas semanas que se había despedido del hombre del carromato ya que él quería ir hacia una gran ciudad del sur, pero Lini prefería los pequeños poblados entre bosques y montañas, animales, flores y aromas que nunca había olido. En uno de sus paseos por el bosque, comenzó a recoger flores de todo tipo para guardarlas en su pequeña mochila. Caminaba dando saltitos y tarareando una tonada que se le iba ocurriendo.
-¡Wualaa..!- exclamo al ver una flor purpura. –Qué bonita... –La guardo con suma delicadeza acompañada de una gran sonrisa, era la primera que veía de ese tipo y tenía que enseñársela a todo el mundo.
Lini alzo la cabeza y mirando intermitentemente hacia todas las direcciones. -¿Por dónde he venido? Mmm, creo que por ahí… ¡Sí!, por ahí. – asintió confirmando y señalando la dirección errónea.
No era nada nuevo, siempre se equivocaba de dirección, por suerte el hombre del carromato fue amable y le hizo un pequeño arco y unas flechas con las que más o menos consigue cazar alguna ardilla o conejo y de esta manera puede aguantar un par de días en los bosques aun que se pierda. Continuo caminando…pero algo le inundó las fosas nasales de golpe... era un olor acre…
“¡Fuego! ¡Gente!” pensó Lini emocionada, dio unas palmaditas acompañados de unos saltitos, pero recordó lo que le dijo el hombre, “Ten cuidado, hay gente mala en el mundo que se intentaran aprovechar de ti, no te juntes a gente mala” Asintió convencida y respiró profundamente para comenzar a caminar lo más sigilosamente que podía hacia el olor.
Era mucho más difícil de lo que pensaba, no se había fijado nunca en que todo crujía, las ramas, las hojas, las piedras… -¿Pero como lo hace la gente…?-dijo en voz susurrante mientras pisaba todas las hojas del bosque con un solo zapato, lo que desato un suspiro en su garganta que intento retener inflando los mofletes, inclino la cabeza hacia atrás, enfadada consigo misma y se le ocurrió una idea… "Los arboles…¡nadie mirara hacia arriba, que lista soy!" dio unos saltitos felizmente y se acercó a un tronco para intentar treparlo, pero era demasiado grueso y le fue imposible, en cambio tras un rato barajando ideas a cada una peor que la anterior, vio una liana y con una sonrisa, se acercó corriendo a ella para comenzar a trepar. “Esto ya es más fácil” Tras conseguir alcanzar la rama, empezó a caminar por ellas, con bastante agilidad para ser ella.
El olor cada vez era más fuerte por lo que a cada metro avanzado la velocidad se reducía considerablemente, no quería cometer errores y espantar a lo que sea que fuese lo que producía el fuego. Comenzó a escuchar unas palabras, algo de cocinar un animal, con lo que Lini comenzó a salivar, asomó los ojillos por un lateral del follaje de la rama en la que estaba, para su sorpresa vio a una hombre de espaldas y a una mujer de frente a él, acompañados de un escenario muy extraño… “¿Por qué hay tantas lianas con troncos y piedras colgando de los arboles? Tengo que esperar a ver si son malos…” Nada más pensar eso, se movió un poco para sentarse en la rama y esperar, cuando repentinamente una ardilla salió de una de las cavidades del árbol y se quedó quita mirando a Lini. –¡Oh… que bonita! - Gritó agarrándose los mofletes, a lo que la ardilla respondió corriendo en dirección contraria a ella, en ese momento, Lini se tapó la boca con las manos dándose cuenta de lo que había hecho. Se intentó levantar rápidamente para esconderse en otro lugar pero su torpeza natural y los nervios le traicionaron, produciendo un resbalón que terminó ,en una caída de la rama - ¡Ahh!- Gritó mientras caía, para finalmente adornarlo en el suelo con unos gemidos de dolor.
-¿Por qué soy tan torpe? Ay ay…-balbucea mientras le caen lagrimillas por los ojos y rueda ligeramente por el suelo, olvidando por completo a las dos personas.
-¡Wualaa..!- exclamo al ver una flor purpura. –Qué bonita... –La guardo con suma delicadeza acompañada de una gran sonrisa, era la primera que veía de ese tipo y tenía que enseñársela a todo el mundo.
Lini alzo la cabeza y mirando intermitentemente hacia todas las direcciones. -¿Por dónde he venido? Mmm, creo que por ahí… ¡Sí!, por ahí. – asintió confirmando y señalando la dirección errónea.
No era nada nuevo, siempre se equivocaba de dirección, por suerte el hombre del carromato fue amable y le hizo un pequeño arco y unas flechas con las que más o menos consigue cazar alguna ardilla o conejo y de esta manera puede aguantar un par de días en los bosques aun que se pierda. Continuo caminando…pero algo le inundó las fosas nasales de golpe... era un olor acre…
“¡Fuego! ¡Gente!” pensó Lini emocionada, dio unas palmaditas acompañados de unos saltitos, pero recordó lo que le dijo el hombre, “Ten cuidado, hay gente mala en el mundo que se intentaran aprovechar de ti, no te juntes a gente mala” Asintió convencida y respiró profundamente para comenzar a caminar lo más sigilosamente que podía hacia el olor.
Era mucho más difícil de lo que pensaba, no se había fijado nunca en que todo crujía, las ramas, las hojas, las piedras… -¿Pero como lo hace la gente…?-dijo en voz susurrante mientras pisaba todas las hojas del bosque con un solo zapato, lo que desato un suspiro en su garganta que intento retener inflando los mofletes, inclino la cabeza hacia atrás, enfadada consigo misma y se le ocurrió una idea… "Los arboles…¡nadie mirara hacia arriba, que lista soy!" dio unos saltitos felizmente y se acercó a un tronco para intentar treparlo, pero era demasiado grueso y le fue imposible, en cambio tras un rato barajando ideas a cada una peor que la anterior, vio una liana y con una sonrisa, se acercó corriendo a ella para comenzar a trepar. “Esto ya es más fácil” Tras conseguir alcanzar la rama, empezó a caminar por ellas, con bastante agilidad para ser ella.
El olor cada vez era más fuerte por lo que a cada metro avanzado la velocidad se reducía considerablemente, no quería cometer errores y espantar a lo que sea que fuese lo que producía el fuego. Comenzó a escuchar unas palabras, algo de cocinar un animal, con lo que Lini comenzó a salivar, asomó los ojillos por un lateral del follaje de la rama en la que estaba, para su sorpresa vio a una hombre de espaldas y a una mujer de frente a él, acompañados de un escenario muy extraño… “¿Por qué hay tantas lianas con troncos y piedras colgando de los arboles? Tengo que esperar a ver si son malos…” Nada más pensar eso, se movió un poco para sentarse en la rama y esperar, cuando repentinamente una ardilla salió de una de las cavidades del árbol y se quedó quita mirando a Lini. –¡Oh… que bonita! - Gritó agarrándose los mofletes, a lo que la ardilla respondió corriendo en dirección contraria a ella, en ese momento, Lini se tapó la boca con las manos dándose cuenta de lo que había hecho. Se intentó levantar rápidamente para esconderse en otro lugar pero su torpeza natural y los nervios le traicionaron, produciendo un resbalón que terminó ,en una caída de la rama - ¡Ahh!- Gritó mientras caía, para finalmente adornarlo en el suelo con unos gemidos de dolor.
-¿Por qué soy tan torpe? Ay ay…-balbucea mientras le caen lagrimillas por los ojos y rueda ligeramente por el suelo, olvidando por completo a las dos personas.
Munin
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Me miré las manos y dije que no a Fred. No. Temblaba porque tenía frío. Pero no me atreví a hablar. Pero, después de lo que me dijo, acepté bajando la cabecita que, tal vez, tenía razón. Tal vez me perseguía de verdad una terrible maldición... ¡Algo que podría eventualmente convertirse en una aventura sin parangón! Me auto convencí a mi misma, re adquiriendo mis ánimos, más cuando me di cuenta que acababa de pensar una rima. Luego más me animó el saber que podía no-comer verduras tranquila, para luego hacerme alzar las cejas ver que también tenían un lado oscuro. ¡Otra aventura, pardiez! ¡No doy abasto!
Mas, toda mi reavivada emoción descarriló con una nueva derrota, cuando me recordó que no sabía hacer siquiera algo de fuego. Pero, nuevamente, mi espíritu de intrépida aventurera se alzó junto a mi mano en forma de garra. ¡Pe-pero una aventura de verdad, n-no necesita fuego, pues la llama que arde c-con fuerza y fragor en su interior, ilumina cada angosta senda que recorre, y le da el calor que la aviva...! Que... ¡que la... azora...! ¡Que la...! Euh... Deteniéndome un momento, girando el cuerpo para esconderme del señor Candau, abrí y pasé un par de paginas de mi libreta, leyendo con una avidez de quien se ha pasado leyendo media vida, buscando algo. ¡Ah, si! Acabo exclamando, con mi cola dando un espasmo meciéndose de lado a lado tímidamente al encontrar lo que buscaba, cerrando la libreta y volviendo a girarme para volver, con una sonrisa nerviosa, a la postura de antes. ¡...Le otorga el calor que la aviva y la lleva a, intrépida cómo nunca va a dejar de serlo, superar todos los frios y duros baches que encuentre allá por donde la lleve el camino que SOLO ELLA, ha escogido...! Y acabo de rodillas, observando atentamente con una mirada innecesariamente concentrada cómo hacía un fuego. A los pocos minutos, más bien segundos, una mariposa se cruzó por delante y salté sobre ella, tratando de agarrarla para comermela, pero se escapó entre mis dedos. Me puse a corretear alrededor del humano tratando de alcanzarla, pero al final me di cuenta que me había vuelto a distraer, volviendo a mirar la hoguera que estaba haciendo. Cómo me había perdido un poco del procedimiento, me perdí completamente en el proceso... pero traté de mantenerme concentrada. Bueno, al menos, logré hacerlo ver.
Si... le respondí cuando mencionó al jabalí. Por los dioses... carne asada... ¿puede ser éste día más maravilloso para la historia de la temible Niura Caelia...? Y, mientras esperaba impaciente, con un tic nervioso en las piernas haciendome dar botecitos en la postura acuclillada en la que me encontraba, con las manos sobre las rodillas, viendo cómo el fuego crecía a un ritmo agotadoramente lento, algo chilló cerca un "¡Oh, qué bonita!" Y yo, en un gesto involuntario recordándome a cuando le enseñaba unas vestimentas hechas rupestremente por mí misma durante mi temporada de diseñadora con hojas e hilos vegetales, me levanté del suelo, posando una mano sobre mi pecho y la otra sobre la cadera, cerrando los ojos sonriendo. Oh, muchas gracias, madre, me halaga su... espera, ¿qué? Doy un bote del susto, corriendo a esconderme detrás del humano, cuando algo, un ser, cae de las ramas de los árboles. Recordando que mister Candau también venía de ahí, pensé en que, tal vez, en el mundo exterior se vivía más en las ramas de los árboles que en el suelo...
No tuve mucho tiempo de estar "asustada" por aquella aparición, pues los gemiditos y movimientos de la chica que teníamos ante nosotros, y lo que dijo, en cuya frase TANTO me vi reflejada, me llevaron a salir de detrás del humano-criado-por-elfos Candau, corriendo a ayudar a la chiquilla. O, al menos, eso podría pensar cualquiera que iba a hacer. Agarrándola de las manos, mirándola con ojos llorosos, no pude aguantar las palabras que brotaron de mis labios. ¡No soy solo yo! ¡No estoy maldita! ¡Vive dios, niñita! ¡Me has salvado de mi desdicha! ... Le solté las manos llevándomelas, con los ojos muy abiertos, ante la boca, tapándomela, impactada. ¡Espera, ¿qué hay de éste dialéctico juego de azar?! ¿Qué es ésta sensación...? ¡Oh, no, no puedo dejar de rimar! ¡Que terrible, a la par que novedosa, ésta maldición!
Me levanté del suelo, mirando a la niña con ambas manos sobre la cadera. ¡Chica...! ¡TÚ me has condenado a...! ¡Eh...! Eh... bueno, no se me ocurre qué más rimar, parece que ya ha acabado... ¡Oh, por los dioses, no he rimado! ¡De mi maldición me he liberado! ¡¡Oh, no!! ¡¡Otra vez me ha achacado!! ¡Terrible es la dicha a la que ahora me han condenado! Me arrodillé cayendo de lado, rodando al lado de la chica, lloriqueando junto a ella.
Mas, toda mi reavivada emoción descarriló con una nueva derrota, cuando me recordó que no sabía hacer siquiera algo de fuego. Pero, nuevamente, mi espíritu de intrépida aventurera se alzó junto a mi mano en forma de garra. ¡Pe-pero una aventura de verdad, n-no necesita fuego, pues la llama que arde c-con fuerza y fragor en su interior, ilumina cada angosta senda que recorre, y le da el calor que la aviva...! Que... ¡que la... azora...! ¡Que la...! Euh... Deteniéndome un momento, girando el cuerpo para esconderme del señor Candau, abrí y pasé un par de paginas de mi libreta, leyendo con una avidez de quien se ha pasado leyendo media vida, buscando algo. ¡Ah, si! Acabo exclamando, con mi cola dando un espasmo meciéndose de lado a lado tímidamente al encontrar lo que buscaba, cerrando la libreta y volviendo a girarme para volver, con una sonrisa nerviosa, a la postura de antes. ¡...Le otorga el calor que la aviva y la lleva a, intrépida cómo nunca va a dejar de serlo, superar todos los frios y duros baches que encuentre allá por donde la lleve el camino que SOLO ELLA, ha escogido...! Y acabo de rodillas, observando atentamente con una mirada innecesariamente concentrada cómo hacía un fuego. A los pocos minutos, más bien segundos, una mariposa se cruzó por delante y salté sobre ella, tratando de agarrarla para comermela, pero se escapó entre mis dedos. Me puse a corretear alrededor del humano tratando de alcanzarla, pero al final me di cuenta que me había vuelto a distraer, volviendo a mirar la hoguera que estaba haciendo. Cómo me había perdido un poco del procedimiento, me perdí completamente en el proceso... pero traté de mantenerme concentrada. Bueno, al menos, logré hacerlo ver.
Si... le respondí cuando mencionó al jabalí. Por los dioses... carne asada... ¿puede ser éste día más maravilloso para la historia de la temible Niura Caelia...? Y, mientras esperaba impaciente, con un tic nervioso en las piernas haciendome dar botecitos en la postura acuclillada en la que me encontraba, con las manos sobre las rodillas, viendo cómo el fuego crecía a un ritmo agotadoramente lento, algo chilló cerca un "¡Oh, qué bonita!" Y yo, en un gesto involuntario recordándome a cuando le enseñaba unas vestimentas hechas rupestremente por mí misma durante mi temporada de diseñadora con hojas e hilos vegetales, me levanté del suelo, posando una mano sobre mi pecho y la otra sobre la cadera, cerrando los ojos sonriendo. Oh, muchas gracias, madre, me halaga su... espera, ¿qué? Doy un bote del susto, corriendo a esconderme detrás del humano, cuando algo, un ser, cae de las ramas de los árboles. Recordando que mister Candau también venía de ahí, pensé en que, tal vez, en el mundo exterior se vivía más en las ramas de los árboles que en el suelo...
No tuve mucho tiempo de estar "asustada" por aquella aparición, pues los gemiditos y movimientos de la chica que teníamos ante nosotros, y lo que dijo, en cuya frase TANTO me vi reflejada, me llevaron a salir de detrás del humano-criado-por-elfos Candau, corriendo a ayudar a la chiquilla. O, al menos, eso podría pensar cualquiera que iba a hacer. Agarrándola de las manos, mirándola con ojos llorosos, no pude aguantar las palabras que brotaron de mis labios. ¡No soy solo yo! ¡No estoy maldita! ¡Vive dios, niñita! ¡Me has salvado de mi desdicha! ... Le solté las manos llevándomelas, con los ojos muy abiertos, ante la boca, tapándomela, impactada. ¡Espera, ¿qué hay de éste dialéctico juego de azar?! ¿Qué es ésta sensación...? ¡Oh, no, no puedo dejar de rimar! ¡Que terrible, a la par que novedosa, ésta maldición!
Me levanté del suelo, mirando a la niña con ambas manos sobre la cadera. ¡Chica...! ¡TÚ me has condenado a...! ¡Eh...! Eh... bueno, no se me ocurre qué más rimar, parece que ya ha acabado... ¡Oh, por los dioses, no he rimado! ¡De mi maldición me he liberado! ¡¡Oh, no!! ¡¡Otra vez me ha achacado!! ¡Terrible es la dicha a la que ahora me han condenado! Me arrodillé cayendo de lado, rodando al lado de la chica, lloriqueando junto a ella.
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
No fue de extrañar que la chica de cola blanca recitara algo de nuevo, por lo visto parecía más una de esas mujeres que se presentaban en las calles de los pueblos montando obras y espectáculos “¿Acaso será todo una actuación? Si es así debo aplaudirle porque realmente me está convenciendo”. La única manera de averiguarlo sería con el pasar del tiempo, quizá tomarla desprevenida en algún momento y lanzar la pregunta.
- Pues esa llama que arde en tu interior no creo que funcione para abrigarte mucho… ni para cocinar la comida. – Comenté cuando la chica finalmente parecía haberse calmado, no quería interrumpir lo que decía, si todo lo que hablaba era cierto poco a poco soltaba información sin ella darse cuenta.
En un momento a otro noté como Niura había dejado de prestar atención y caminaba siguiendo a quien sabe qué, no podía distraerme de la labor del fuego o todo sería un fracaso “Mientras no se tropiece y termine cayéndose encima de todo supongo no hay problema”. Tampoco quería que la estructura de la futura fogata quedara hecha añicos.
- Espera ¿Cuento tiempo llevas sin cocinar tus presas? – Por la emoción en la voz de la joven supe que lo que había dicho de comer todo crudo no era broma; de cierto modo era impresionante ver que parecía tener buena salud, si comía todo sin cocinar lo más seguro es que alguna enfermedad le hubiese tomado en algún momento y no solo vómitos esporádicos.
La joven tuvo otro de sus ataques sin sentido, poco a poco uno terminaba adaptándose a aquello… no es como si fuese la primer persona que conocía que a veces decía incoherencias, en algún punto hasta a mi me pasaba o algo así había dicho el señor ardilla antes de que terminara cenándolo.
De repente un ruido a mis espaldas hizo que mis sentidos estuviesen de nuevo en alerta, me giré rápidamente para observar como había una enana tendida en el suelo, por lo visto había recibido un golpe de las ramas “Un momento… estaba oculta en las ramas” ¿Acaso todo si era parte de una emboscada? Niura se había apresurado a la chica tendida en el suelo y parecía hablarle como si se conocieran de hace tiempo, aunque seguía desvariando de igual manera.
Por mi parte me posicioné detrás de la fogata, el fuego comenzaba a cobrar más fuerza con cada segundo y podía ser un buen sitio defensivo. Desenfundé el arco nuevamente y tensé una flecha apuntando a ambas chicas, no podía correr el riesgo de haber estado en una trampa todo este tiempo, seguramente había más gente en los alrededores observando desde las copas de los árboles.
- Exijo saber quién es ¿Dónde está el resto? Sabía que era una trampa, no tuve que haberme descuidado. – Recorrí la con la mirada todas las ramas en busca de algún movimiento, nuevamente estaba en posición defensiva y no podía permitir ningún ruido extraño.
Por un momento consideré correr y alejarme del peligro pero ya era tarde, si había caído en una trampa lo más seguro es que estuviesen esperándome en los alrededores para atraparme si corría, solo me quedaba esperar a que se mostraran y trazar un plan de escape… - ¿Cuántos son? – Pregunté a ambas chicas sin bajar el arco. - ¿Cuántas personas están aun afuera sin mostrar las caras?
- Pues esa llama que arde en tu interior no creo que funcione para abrigarte mucho… ni para cocinar la comida. – Comenté cuando la chica finalmente parecía haberse calmado, no quería interrumpir lo que decía, si todo lo que hablaba era cierto poco a poco soltaba información sin ella darse cuenta.
En un momento a otro noté como Niura había dejado de prestar atención y caminaba siguiendo a quien sabe qué, no podía distraerme de la labor del fuego o todo sería un fracaso “Mientras no se tropiece y termine cayéndose encima de todo supongo no hay problema”. Tampoco quería que la estructura de la futura fogata quedara hecha añicos.
- Espera ¿Cuento tiempo llevas sin cocinar tus presas? – Por la emoción en la voz de la joven supe que lo que había dicho de comer todo crudo no era broma; de cierto modo era impresionante ver que parecía tener buena salud, si comía todo sin cocinar lo más seguro es que alguna enfermedad le hubiese tomado en algún momento y no solo vómitos esporádicos.
La joven tuvo otro de sus ataques sin sentido, poco a poco uno terminaba adaptándose a aquello… no es como si fuese la primer persona que conocía que a veces decía incoherencias, en algún punto hasta a mi me pasaba o algo así había dicho el señor ardilla antes de que terminara cenándolo.
De repente un ruido a mis espaldas hizo que mis sentidos estuviesen de nuevo en alerta, me giré rápidamente para observar como había una enana tendida en el suelo, por lo visto había recibido un golpe de las ramas “Un momento… estaba oculta en las ramas” ¿Acaso todo si era parte de una emboscada? Niura se había apresurado a la chica tendida en el suelo y parecía hablarle como si se conocieran de hace tiempo, aunque seguía desvariando de igual manera.
Por mi parte me posicioné detrás de la fogata, el fuego comenzaba a cobrar más fuerza con cada segundo y podía ser un buen sitio defensivo. Desenfundé el arco nuevamente y tensé una flecha apuntando a ambas chicas, no podía correr el riesgo de haber estado en una trampa todo este tiempo, seguramente había más gente en los alrededores observando desde las copas de los árboles.
- Exijo saber quién es ¿Dónde está el resto? Sabía que era una trampa, no tuve que haberme descuidado. – Recorrí la con la mirada todas las ramas en busca de algún movimiento, nuevamente estaba en posición defensiva y no podía permitir ningún ruido extraño.
Por un momento consideré correr y alejarme del peligro pero ya era tarde, si había caído en una trampa lo más seguro es que estuviesen esperándome en los alrededores para atraparme si corría, solo me quedaba esperar a que se mostraran y trazar un plan de escape… - ¿Cuántos son? – Pregunté a ambas chicas sin bajar el arco. - ¿Cuántas personas están aun afuera sin mostrar las caras?
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Estaba algo desorientada por el golpe, y al abrir los ojos vio a la mujer ayudándola a levantarse, para después soltarla y que se volviese a caer, comenzó a gritar en su oído cosas que no entendía, lo que la asusto aún más, pero como cúspide del momento, la mujer se tiró al suelo a rodar, a lo que Lini reacciono llorando muy asustada y alejándose de la mujer tras un árbol.
Asomo la cabeza por el lateral del árbol y miro hacia un ruido, lo hoguera, donde vio a el hombre apuntándola o eso pensó ella, pues tenía los ojos llenos de lágrimas. –N…o me…me hagas daño, soy Li…ni, Lini y no… soy una trampa, s…soy una niña y n…no condeno a gente. -Dijo entrecortada entre sollozos, se escondió tras el árbol de nuevo y se abrazó las rodillas enterrando la cabeza en sus brazos, atenazada por el terror, llorando sin cuartel, “¿Dónde me he metido? Son malos y me harán cosas feas” pensó mientras asentía despacio. El hombre volvió a preguntar algo pero el miedo no la dejaba escuchar, no entendía que decían, todo estaba yendo muy rápido y no era capaz de procesarlo, “Hace un momento estaba cogiendo flores y ahora querían acusarme de condenar a alguien y matarme por ello. ¡Pero yo no hice nada!” pensó Lini como única posibilidad de lo que ocurría, tenía que aprovechar su fuerte, correr y su agilidad, pero no podía moverse era como si una sábana de hielo la estuviese agarrando cada centímetro de su cuerpo haciéndola prisionera de una manera invisible.
Cuando vio que uno de los extraños se acercaba, entro en pánico, abrió su boca y se mordió el brazo con fuerza, produciéndose sangre y a su vez haciéndola reaccionar. Se apoyó en el árbol, con un fuerte impulso hacia delante rodó y comenzó la carrera hasta una parte más sucia del bosque donde tras unos segundos, sabiendo que no podría escapar así de ellos pues sin duda serían más experimentados que ella en los bosques, se escondió en unas argomas, aceptando las afiladas agujas de estas a cambio de su cobertura. “Piensa Lini…” Se forzó pellizcándose un brazo con fuerza, escuchó algo a su espalda, quizá fuese una alimaña o quizá uno de ellos, lo ignoraba, pero tenía que correr e intentar despistarlos. En un estallido salió de su escondite para correr entre arboles lo más rápido que podía, agarrándose a los arboles más finos para dar quiebros más cerrados en mucho menos tiempo, cuando alcanzo uno de un grosor adecuado trepo por el con gran agilidad, ignorando si la seguían, se encaramo en una de las ramas.
A cubierto de hojas, saco su arco y aunque no era capaz de abrirlo entero, colocó una pequeña flecha acorde a su tamaño y espero en silencio. Al pararse se dio cuenta de que su llanto se había cortado de raíz, de que el corazón le latía con fuerza contra sus oídos, que respiraba como una vaca, lo cual tuvo que controlar, que le temblaban las extremidades de una manera incontrolable y que un frio intenso le recorría todo el cuerpo, a la vez que le ardía la cara.
Lini nunca había notado algo similar y aun que aterrador, de una manera extraña que no entendía, le gustaba. Agitó la cabeza quitándose las ideas de ella. Tenía que estar atenta a esos monstruos que querían matarla y si lo consiguen, al menos no tenía intención de ponérselo fácil. Asintió convencida y se mantuvo en absoluto silencio.
Asomo la cabeza por el lateral del árbol y miro hacia un ruido, lo hoguera, donde vio a el hombre apuntándola o eso pensó ella, pues tenía los ojos llenos de lágrimas. –N…o me…me hagas daño, soy Li…ni, Lini y no… soy una trampa, s…soy una niña y n…no condeno a gente. -Dijo entrecortada entre sollozos, se escondió tras el árbol de nuevo y se abrazó las rodillas enterrando la cabeza en sus brazos, atenazada por el terror, llorando sin cuartel, “¿Dónde me he metido? Son malos y me harán cosas feas” pensó mientras asentía despacio. El hombre volvió a preguntar algo pero el miedo no la dejaba escuchar, no entendía que decían, todo estaba yendo muy rápido y no era capaz de procesarlo, “Hace un momento estaba cogiendo flores y ahora querían acusarme de condenar a alguien y matarme por ello. ¡Pero yo no hice nada!” pensó Lini como única posibilidad de lo que ocurría, tenía que aprovechar su fuerte, correr y su agilidad, pero no podía moverse era como si una sábana de hielo la estuviese agarrando cada centímetro de su cuerpo haciéndola prisionera de una manera invisible.
Cuando vio que uno de los extraños se acercaba, entro en pánico, abrió su boca y se mordió el brazo con fuerza, produciéndose sangre y a su vez haciéndola reaccionar. Se apoyó en el árbol, con un fuerte impulso hacia delante rodó y comenzó la carrera hasta una parte más sucia del bosque donde tras unos segundos, sabiendo que no podría escapar así de ellos pues sin duda serían más experimentados que ella en los bosques, se escondió en unas argomas, aceptando las afiladas agujas de estas a cambio de su cobertura. “Piensa Lini…” Se forzó pellizcándose un brazo con fuerza, escuchó algo a su espalda, quizá fuese una alimaña o quizá uno de ellos, lo ignoraba, pero tenía que correr e intentar despistarlos. En un estallido salió de su escondite para correr entre arboles lo más rápido que podía, agarrándose a los arboles más finos para dar quiebros más cerrados en mucho menos tiempo, cuando alcanzo uno de un grosor adecuado trepo por el con gran agilidad, ignorando si la seguían, se encaramo en una de las ramas.
A cubierto de hojas, saco su arco y aunque no era capaz de abrirlo entero, colocó una pequeña flecha acorde a su tamaño y espero en silencio. Al pararse se dio cuenta de que su llanto se había cortado de raíz, de que el corazón le latía con fuerza contra sus oídos, que respiraba como una vaca, lo cual tuvo que controlar, que le temblaban las extremidades de una manera incontrolable y que un frio intenso le recorría todo el cuerpo, a la vez que le ardía la cara.
Lini nunca había notado algo similar y aun que aterrador, de una manera extraña que no entendía, le gustaba. Agitó la cabeza quitándose las ideas de ella. Tenía que estar atenta a esos monstruos que querían matarla y si lo consiguen, al menos no tenía intención de ponérselo fácil. Asintió convencida y se mantuvo en absoluto silencio.
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Repentinamente, el humano se dejó llevar por un miedo que no entendía, y volvió a sacar aquel artilugio de caza. Casi pensé que había visto una presa cerca, así que giré la cabeza, buscando con los ojos bien abiertos, sin encontrar más que troncos colgando de lianas y los elementos en ningún lugar fuera de lo común que forman parte del paisaje de un bosque. Volví a tumbar la cabeza hacia el humano tras escuchar lo que me dijo, sin entenderlo. Pues claro que era un trampa, burrito. ¡Eran muchas, de hecho! ¡Algo absolutamente insalvable para ningún animal que se atreviera a cruzar por MI terreno entrampado! ¡Todas hechas por mi, la gran Niura Ca...! Pero, detrás, la chiquilla pequeña y linda pareció muy asustada, diciendo cosas como que no la hiciéramos daño, y se escondió agazapándose. ¿Eh? ¡Oh! ¡No, no, no! ¡No llores, no vamos a...! Pero de poco sirvieron mis palabras, pues echó a correr.
¡Oh, maldita sea! Me levanté del suelo, tratando de alcanzarla, pero se perdió entre la espesura de la vegetación virgen del bosque. Giré el cuerpo entero para mirar al señor Candau con ambos puños sobre las caderas, en posición severa. ¡Mira lo que has hecho! ¡La has asustado! ¡Por qué has hecho eso tan de repente, ¿no ves que vas por allá asustando a la gente, si actúas de ese modo tan extraño!?Dando pasos agigantados hacia la hoguera, ignorando completamente su arco apuntándome, cogí el cuerpo del jabalí salvaje y hice fuerza para cogerlo en brazos, abrazándolo con esfuerzo, pues pesaba no mucho menos que yo. Empecé a arrastrar sus patas, andando hacia atrás, alejándome del humano. ¡Maldita sea, ahora que había encontrado a alguien más, y era una niñita tan mona, algo dulce en un mundo que mi familia me presentó cómo peligroso y...! callé un instante para coger mejor al animal muerto entre los brazos. ¡... y oscuramente tétrico, lleno de conflictos y peligros, y vas tu y saltas con amenazas a una pobre niñita y...! ¡Ah! Caí de culo mientras arrastraba al jabalí, pero volví a levantarme, volviendo a asirlo bien. ¡C-como sea, me llevo a MI presa, no vaya a ser que te la comas mientras voy a buscar a la jovencita esa, con quién SI que voy a compartirla, porqué alguien cómo tu, que va con ese arquito apuntando a...! ¡A...! ¡Aa...! ¡Aaaah!
Empecé a caer pendiente abajo sin soltar el jabalí, rodando entre la maleza, chillando sin control. Una de las trampas todavía no activadas cogió al jabalí y, por no agarrarlo bien, los bambúes que había preparado flexionados hicieron palanca, mandándolo a volar por encima de mi cabeza, con tanta fuerza que incluso pasó entre las ramas de los árboles. Con unos ojos de loba cazadora, instigada por el hombre que todavía sentía, hice una acrobacia en el aire y me coloqué bien, empezando a, en vez de rodar por el suelo, correr esprintando como si tuviera la situación bajo control, siguiendo a mi presa con la mirada. Cuando se trata de comida, lo doy todo. El jabalí impactó justo en una rama alta de un árbol, precisamente donde se encontraba la chiquilla, y la rompió con su peso, haciéndola caer a ella y al jabalí sobre un montón de zarzas. Por suerte, el jabalí aplastó la mayoría de ellas y la chica no salió con más que un buen susto. Llegando poco después de dicho impacto, me lancé tras él jabalí, abrazando su crin y llenándome de arañazos por los brazos. Al alzar un poco la mirada vi, escondida, a la chica, mirándome... también sujetando un arco. "¡Qué pesados con los arcos, éstos humanos! ¡Cómo les gusta tensar cosas!"
A pesar de lo que pensaba, la imagen que daba, con los ojos abiertos y las pupilas contraídas como si fuera una psicópata mientras abrazaba aquel cadáver y embadurnaba mis antebrazos en la sangre del agujero que tenía en el cuello, dónde había empezado a comérmelo, no resultaban muy tranquilizadoras. Mas, al mismo instante, salté sobre ella y la abracé, antes de que pudiera siquiera pensar en huir, o atacarme con el arco, riendo divertida, con el rostro totalmente cambiado. ¡Te encontré! ¡Te encontré! ¡Hahaha! ¡Lo siento de veras, antes se le fue de las manos a mi amigo, siento que te asustara! ¡Pero mira, ahora estamos bien! ¡Y tenemos carne para comer! ¿No te ha cortado el jabalí volador, verdad? Salió disparado con una de mis trampas, y... ¡Oh, si! ¿Tienes hambre? ¡Yo tengo mucha! ¡Hahahaha! Mientras decía ésto iba cortándome con las zarzas, cómo si no lo notara, ofreciendo una imagen, tal vez, perturbadora. Ya lo decían mis padres que, cuando me hacía daño o estaba bajo algún peligro, me ponía a reír y hablar sin parar para tratar de parecer que no padecía daño alguno. Y por alguna razón lo hacía involuntariamente. ¿Quieres comer un poco? ¡Estará deliciosa cuando la cozamos al fuego mágico que ha hecho el señor Candau! Tal vez venga a ayudarnos... ¡y, sino, pues vamos nostras, y no le damos ni un poquito de carne! ¡Bueno, venga, un poco tal vez si! Vamos, ven preciosa! Te prometo bajo el yugo de mis heroicos antepasados, y el honor de mi familia y clan, el más magno que habita en éstas tierras, que no sufrirás daño alguno mientras permanezcas bajo la protección de yo, Niura Caelia!
Gruiñándole el ojo, la así de la mano, no con violencia, sino con suavidad. ¡Tranquila, también te protegeré para que no te pinches con las zarzas cuando salgamos! Aún que, vas a tener que ayudarme a subir el jabalí por la cuesta... debo admitir que pesa un poco más de lo que imaginaba... Saqué la lengua, cerrando los ojos, pícaramente compungida.
((Lo lamento si parece algo raro o imposible lo del jabalí, pero... me di cuenta que te habías subido a un árbol después de publicar, Munin, y tener que reescribirlo todo... >.<))
¡Oh, maldita sea! Me levanté del suelo, tratando de alcanzarla, pero se perdió entre la espesura de la vegetación virgen del bosque. Giré el cuerpo entero para mirar al señor Candau con ambos puños sobre las caderas, en posición severa. ¡Mira lo que has hecho! ¡La has asustado! ¡Por qué has hecho eso tan de repente, ¿no ves que vas por allá asustando a la gente, si actúas de ese modo tan extraño!?Dando pasos agigantados hacia la hoguera, ignorando completamente su arco apuntándome, cogí el cuerpo del jabalí salvaje y hice fuerza para cogerlo en brazos, abrazándolo con esfuerzo, pues pesaba no mucho menos que yo. Empecé a arrastrar sus patas, andando hacia atrás, alejándome del humano. ¡Maldita sea, ahora que había encontrado a alguien más, y era una niñita tan mona, algo dulce en un mundo que mi familia me presentó cómo peligroso y...! callé un instante para coger mejor al animal muerto entre los brazos. ¡... y oscuramente tétrico, lleno de conflictos y peligros, y vas tu y saltas con amenazas a una pobre niñita y...! ¡Ah! Caí de culo mientras arrastraba al jabalí, pero volví a levantarme, volviendo a asirlo bien. ¡C-como sea, me llevo a MI presa, no vaya a ser que te la comas mientras voy a buscar a la jovencita esa, con quién SI que voy a compartirla, porqué alguien cómo tu, que va con ese arquito apuntando a...! ¡A...! ¡Aa...! ¡Aaaah!
Empecé a caer pendiente abajo sin soltar el jabalí, rodando entre la maleza, chillando sin control. Una de las trampas todavía no activadas cogió al jabalí y, por no agarrarlo bien, los bambúes que había preparado flexionados hicieron palanca, mandándolo a volar por encima de mi cabeza, con tanta fuerza que incluso pasó entre las ramas de los árboles. Con unos ojos de loba cazadora, instigada por el hombre que todavía sentía, hice una acrobacia en el aire y me coloqué bien, empezando a, en vez de rodar por el suelo, correr esprintando como si tuviera la situación bajo control, siguiendo a mi presa con la mirada. Cuando se trata de comida, lo doy todo. El jabalí impactó justo en una rama alta de un árbol, precisamente donde se encontraba la chiquilla, y la rompió con su peso, haciéndola caer a ella y al jabalí sobre un montón de zarzas. Por suerte, el jabalí aplastó la mayoría de ellas y la chica no salió con más que un buen susto. Llegando poco después de dicho impacto, me lancé tras él jabalí, abrazando su crin y llenándome de arañazos por los brazos. Al alzar un poco la mirada vi, escondida, a la chica, mirándome... también sujetando un arco. "¡Qué pesados con los arcos, éstos humanos! ¡Cómo les gusta tensar cosas!"
A pesar de lo que pensaba, la imagen que daba, con los ojos abiertos y las pupilas contraídas como si fuera una psicópata mientras abrazaba aquel cadáver y embadurnaba mis antebrazos en la sangre del agujero que tenía en el cuello, dónde había empezado a comérmelo, no resultaban muy tranquilizadoras. Mas, al mismo instante, salté sobre ella y la abracé, antes de que pudiera siquiera pensar en huir, o atacarme con el arco, riendo divertida, con el rostro totalmente cambiado. ¡Te encontré! ¡Te encontré! ¡Hahaha! ¡Lo siento de veras, antes se le fue de las manos a mi amigo, siento que te asustara! ¡Pero mira, ahora estamos bien! ¡Y tenemos carne para comer! ¿No te ha cortado el jabalí volador, verdad? Salió disparado con una de mis trampas, y... ¡Oh, si! ¿Tienes hambre? ¡Yo tengo mucha! ¡Hahahaha! Mientras decía ésto iba cortándome con las zarzas, cómo si no lo notara, ofreciendo una imagen, tal vez, perturbadora. Ya lo decían mis padres que, cuando me hacía daño o estaba bajo algún peligro, me ponía a reír y hablar sin parar para tratar de parecer que no padecía daño alguno. Y por alguna razón lo hacía involuntariamente. ¿Quieres comer un poco? ¡Estará deliciosa cuando la cozamos al fuego mágico que ha hecho el señor Candau! Tal vez venga a ayudarnos... ¡y, sino, pues vamos nostras, y no le damos ni un poquito de carne! ¡Bueno, venga, un poco tal vez si! Vamos, ven preciosa! Te prometo bajo el yugo de mis heroicos antepasados, y el honor de mi familia y clan, el más magno que habita en éstas tierras, que no sufrirás daño alguno mientras permanezcas bajo la protección de yo, Niura Caelia!
Gruiñándole el ojo, la así de la mano, no con violencia, sino con suavidad. ¡Tranquila, también te protegeré para que no te pinches con las zarzas cuando salgamos! Aún que, vas a tener que ayudarme a subir el jabalí por la cuesta... debo admitir que pesa un poco más de lo que imaginaba... Saqué la lengua, cerrando los ojos, pícaramente compungida.
((Lo lamento si parece algo raro o imposible lo del jabalí, pero... me di cuenta que te habías subido a un árbol después de publicar, Munin, y tener que reescribirlo todo... >.<))
Niura Caelia
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
Las respuestas que había recibido no eran para nada las que esperaba, principalmente porque el llanto de una niña nunca era esperado y podía ser la primera señal de que posiblemente me estuviese equivocando al respeto. Al menos había conseguido un dato, el cual era el nombre de la niña… o tal vez su apodo, realmente no tuve tiempo a preguntar más pues ella se había escondido y yo aun trataba de procesar todo lo que sucedía.
Por otro lado Niura afirmaba lo de la trampa… aunque realmente parecía hablar de todas las accionadas para causar aquel desastre y de las que le habían capturado dos veces, realmente dudaba que estuviese entendiendo muy bien a lo que me refería. Antes de que la cosa se pusiese más rara la niña salió corriendo, la joven de cola blanca intentó atraparla pero fue en vano ya que la chiquilla había sido mucho más rápida.
Niura ahora me observaba mientras tomaba una pose que dejaba claro que soltaría un reproche, por lo visto que la chica escapara no le había sentado bien y me culpaba de haberla asustado… cosa en la que de cierto modo tenía razón, pero no era mi culpa que debiese estar atento a los peligros o malas maneras actuar que tenía la gente desconocida.
- Realmente no era mi intención… yo solo… planeaba defenderme. – No había manera de excusarme esta vez, aunque realmente la culpa no había sido del todo mía, ellas mismas se habían prestados para el malentendido.
El regaño se había callado por un momento cuando la chica de cola blanca había caído sobre sus posaderas, de todos modos la calma había sido momentánea ya que una vez de pie y arrastrando al jabalí seguía con sus regaños a mi persona “No es como si le hubiese quitado un ojo a la niña con la flecha… no es para tanto”
Estuve por contestarle nuevamente la joven, lo único que evitó que lo hiciese fue que la chica había comenzado a caer por una pendiente sin soltar al jabalí. Por lo visto aquel día la gente desaparecía más rápido de lo que llegaba, guardé el arco en el carcaj y me acerqué al borde de la pendiente para contemplar la maleza que iba agitándose “Supongo que deberé seguir ese rastro”.
En vez de tirarme de cabeza o correr pendiente abajo, preferí algo más seguro que era deslizarme apoyando mis piernas en el suelo. Mis pies iban dejando una nube de polvo y tierra a mi paso, en aquel momento me arrepentí de no haberme deslizado de pie… de aquella manera al menos no hubiese comido tanta tierra como lo iba haciendo ahora. Por otra parte no fue complicado seguir el camino que había tomado Niura, solo debía observar el rastro de ramas rotas y desastre que se extendía al frente.
Logré escuchar el ruido de algo quebrando ramas y cayendo al suelo, de algún modo sabía que debía dirigirme hacía allí… el asunto era cambiar la dirección que llevaba, la única manera era levantarme y terminar rodando sin rumbo alguno. Finalmente preferí seguir la ruta que llevaba para evitar con varios golpes por el cuerpo, eso de ser descuidado ya me había causado suficientes molestias antes y no veía necesario seguir con aquello… aunque sabía que sería imposible, era como si lo llevase en la sangre.
Sin querer arriesgar nada terminé hasta al final de la colina y limpié algunas manchas de tierra que manchaban parte de mis ropajes, aquellos manchones marrones a veces resultaban útiles para camuflarme pero en aquel momento estaban de más. Al principio caminé tratando de adivinar a donde habían ido las chicas, algo complicado ya que los rastros cada vez eran menores pero la voz de Niura se hizo presente y mientras estuviese hablando no dudaría en usarla como guía.
A medida de que me acercaba podía escuchar partes de la conversación que se llevaba a cabo, no escuchaba todo pero quizá una que otra frase suelta, algo sobre fuego mágico o el heroísmo y honor de algún clan, realmente no estaba muy seguro de que estuviesen hablando.
Cuando por fin llegué a donde estaban ambas chicas Niura le ofrecía protección a la niña, un gesto amable… aunque su apariencia no le ayudaría mucho para convencer, en el corto tiempo que había desaparecido se había vuelto un desastre y tenía también marcas de sangre seca por gran parte de su cuerpo.
- ¿En serio planeas hacerla cargar con un jabalí? – Comenté mientras salía de la maleza y apartaba un par de ramas de mi cara. – Me sorprende es que la chica no hubiese corrido luego de verte tan… así. – Dije dirigiéndome a Niu y tratando de señalar en mi cuerpo las partes manchadas de sangre que poseía la joven licántropo. – Aunque quizá sea culpa del miedo…
Metí una mano en la bolsa donde guardaba todo y saqué una manzana que había tomado en el transcurso del día, siempre era buena idea tener algo de fruta para el día… o por si me llegaba na secuestrar y me negaban el alimento, tendría las suficientes reservas para dos días. Limpié un poco la manzana con la manga de mi camisa y la acerqué a la niña, más que nada para disculparme. – Lamento mi… comportamiento anterior… solo que nunca se sabe si puedan llegar quien sabe cuántos bandidos por espalda. – No era la mejor manera de ofrecer disculpas pero no es como si las diera siempre.
- Y retomando lo anterior, reitero que no sea buena que la niña cargue al animal muerto. – Observé al jabalí que seguía sangrando por el cuello. – Yo podría ayudar si no hay problema… supongo.
Por otro lado Niura afirmaba lo de la trampa… aunque realmente parecía hablar de todas las accionadas para causar aquel desastre y de las que le habían capturado dos veces, realmente dudaba que estuviese entendiendo muy bien a lo que me refería. Antes de que la cosa se pusiese más rara la niña salió corriendo, la joven de cola blanca intentó atraparla pero fue en vano ya que la chiquilla había sido mucho más rápida.
Niura ahora me observaba mientras tomaba una pose que dejaba claro que soltaría un reproche, por lo visto que la chica escapara no le había sentado bien y me culpaba de haberla asustado… cosa en la que de cierto modo tenía razón, pero no era mi culpa que debiese estar atento a los peligros o malas maneras actuar que tenía la gente desconocida.
- Realmente no era mi intención… yo solo… planeaba defenderme. – No había manera de excusarme esta vez, aunque realmente la culpa no había sido del todo mía, ellas mismas se habían prestados para el malentendido.
El regaño se había callado por un momento cuando la chica de cola blanca había caído sobre sus posaderas, de todos modos la calma había sido momentánea ya que una vez de pie y arrastrando al jabalí seguía con sus regaños a mi persona “No es como si le hubiese quitado un ojo a la niña con la flecha… no es para tanto”
Estuve por contestarle nuevamente la joven, lo único que evitó que lo hiciese fue que la chica había comenzado a caer por una pendiente sin soltar al jabalí. Por lo visto aquel día la gente desaparecía más rápido de lo que llegaba, guardé el arco en el carcaj y me acerqué al borde de la pendiente para contemplar la maleza que iba agitándose “Supongo que deberé seguir ese rastro”.
En vez de tirarme de cabeza o correr pendiente abajo, preferí algo más seguro que era deslizarme apoyando mis piernas en el suelo. Mis pies iban dejando una nube de polvo y tierra a mi paso, en aquel momento me arrepentí de no haberme deslizado de pie… de aquella manera al menos no hubiese comido tanta tierra como lo iba haciendo ahora. Por otra parte no fue complicado seguir el camino que había tomado Niura, solo debía observar el rastro de ramas rotas y desastre que se extendía al frente.
Logré escuchar el ruido de algo quebrando ramas y cayendo al suelo, de algún modo sabía que debía dirigirme hacía allí… el asunto era cambiar la dirección que llevaba, la única manera era levantarme y terminar rodando sin rumbo alguno. Finalmente preferí seguir la ruta que llevaba para evitar con varios golpes por el cuerpo, eso de ser descuidado ya me había causado suficientes molestias antes y no veía necesario seguir con aquello… aunque sabía que sería imposible, era como si lo llevase en la sangre.
Sin querer arriesgar nada terminé hasta al final de la colina y limpié algunas manchas de tierra que manchaban parte de mis ropajes, aquellos manchones marrones a veces resultaban útiles para camuflarme pero en aquel momento estaban de más. Al principio caminé tratando de adivinar a donde habían ido las chicas, algo complicado ya que los rastros cada vez eran menores pero la voz de Niura se hizo presente y mientras estuviese hablando no dudaría en usarla como guía.
A medida de que me acercaba podía escuchar partes de la conversación que se llevaba a cabo, no escuchaba todo pero quizá una que otra frase suelta, algo sobre fuego mágico o el heroísmo y honor de algún clan, realmente no estaba muy seguro de que estuviesen hablando.
Cuando por fin llegué a donde estaban ambas chicas Niura le ofrecía protección a la niña, un gesto amable… aunque su apariencia no le ayudaría mucho para convencer, en el corto tiempo que había desaparecido se había vuelto un desastre y tenía también marcas de sangre seca por gran parte de su cuerpo.
- ¿En serio planeas hacerla cargar con un jabalí? – Comenté mientras salía de la maleza y apartaba un par de ramas de mi cara. – Me sorprende es que la chica no hubiese corrido luego de verte tan… así. – Dije dirigiéndome a Niu y tratando de señalar en mi cuerpo las partes manchadas de sangre que poseía la joven licántropo. – Aunque quizá sea culpa del miedo…
Metí una mano en la bolsa donde guardaba todo y saqué una manzana que había tomado en el transcurso del día, siempre era buena idea tener algo de fruta para el día… o por si me llegaba na secuestrar y me negaban el alimento, tendría las suficientes reservas para dos días. Limpié un poco la manzana con la manga de mi camisa y la acerqué a la niña, más que nada para disculparme. – Lamento mi… comportamiento anterior… solo que nunca se sabe si puedan llegar quien sabe cuántos bandidos por espalda. – No era la mejor manera de ofrecer disculpas pero no es como si las diera siempre.
- Y retomando lo anterior, reitero que no sea buena que la niña cargue al animal muerto. – Observé al jabalí que seguía sangrando por el cuello. – Yo podría ayudar si no hay problema… supongo.
Fredericksen
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Re: Consecuencias (Fredericksen - Niura) (Libre)
TEMA ABANDONADO
Se le restan 3 puntos tanto a Niura Caelia como a Munin.
Zatch
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