El ídolo de los monos [Desafío]
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El ídolo de los monos [Desafío]
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Se encontraba perdido en un lugar que no tenía registrado en su base de datos. Trece hombres simios se arrodillaban delante de él y le alababan cantando con gritos y monerías. Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, giro la cabeza como un búho para ver lo que tenía detrás. Parecía estar de pie encima de las escaleras que daban al pico de una pirámide mucho más arcaica de la que había visto en Dundarak. En sus pies, los simios habían acomodado una especie de asiento confeccionado largas ramas de palmera y cojines rotos. Adie activo sus funciones de memoria con simple gesto de rascarse la barbilla. Los humanos hacían memoria justo tocándose ese mismo punto del mentón; si a ellos, que carecían de botones y engranajes, les funcionaba, el mensajero no iba a ser menos.
Recordó haber estado en el Ulmer dando la noticia de que Dundarak había caído por un mal invisible y previniendo a los licántropos de las predicciones que veía en el cielo (Ulmer caerá como cayó Dundarak). Los lobos ignoraron al cibernético y ahora eran los leónicos quienes se ocupaban de mantener con vida el Reino del Este. Adie se marchó de Ulmer en el mismo momento en el que comprendió que no tendría más mensajes que dar. Fue… No lo conseguía recordar con claridad; se rascó con más fuerza el mentón buscando un botón que no existía. Su función de memoria falló. Las imágenes que tenía en la cabeza resultaron borrosas. ¡Faltaban fragmentos! En su cabeza veía la imagen de un cibernético mensajero que tenía muchas otras funciones coger el camino hacia el sur para salir de Ulmer en dirección Verisar. Ese cibernético estaba convencido que era él mismo. Sin embargo, el cibernético mensajero, que seguía teniendo las mismas funciones, de la siguiente imagen mental que formaban sus funciones de memoria no estaba en el camino hacia Verisar sino que estaba siendo vestido por lujosas coronas y brillantes collares por los hombres simios. ¿Y el resto de las imágenes? Pasó a rascarse el mentón con las dos manos. ¡Estaban vacías!
-Ídolo de la luz. Ídolo de la vida. ¡Gloria al Ídolo que nos guía! Traernos la luz y traernos la vida-cantaban los simios a los pies de Adie
Revisó en su base de datos la palabra “ídolo”. La conocía la definición de la palabra, sin embargo quería comprobarla ya que los hombres simios no la estaban utilizando cómo era debido. En los cánticos de los monos, sería más correcto emplear la palabra “Dios” en lugar de Ídolo.
-Vuestras funciones lingüísticas están estropeadas. Debéis ir al herrero a que las arregle. En el lugar de vuestra mente- lo que Adie comprendía como “mente” -donde pone Ídolo debe cambiarlo por Dios-.
Los hombres simios aplaudieron y gritaron como si la voz mecánica de Adie les hubiera dado la luz y la vida que pedían en sus rezos.
Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, hizo ademán de bajar las escaleras del primitivo templo. Tenía mensajes que entregar. Nada sabía el mensajero del asunto de la pandemia en Verisar y Sandorai, su deber era informarse y transmitir la información a otras ciudades.
Nada más bajó el primer escalón, cuatro de los trece monos saltaron empuñando sus armas, casi tan primitivas como el templo, en dirección al cibernético. Otros cuatro simios, las funciones de Adie reconocieron que éstos eran hembra, entregaron nuevas joyas a los pies del cibernético como si fuera una ofrenda para que se quedase. Adie cogió una de las joyas, una gran esmeralda del tamaño de sus ojos. No lo pensó dos veces, se lo metió en la boca y se la comió en 19 mordiscos. Estaba deliciosa, justo como a él le gustaban las joyas: crujientes.
_____________________
* Bienhallado/a ídolo de los monos: Adie ha sido secuestrado y debes encontrar su pista en el bosque del Este. Debo decir que no me importa cómo has llegado hasta aquí, pero si deseas explicarlo, eres libre de hacerlo. Sin embargo, si es importante, que encuentres el templo de los monos y que rescates al mensajero.
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Agradecimiento especial a Eretria Noorgard que me dio la idea para este desafío.
Última edición por Sigel el Miér Ago 30 2017, 10:13, editado 1 vez
Sigel
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Re: El ídolo de los monos [Desafío]
Más profundo, más profundo, quería ir más profundo y desentrañar los secretos del bosque que cuidaba en ese momento. Había encontrado allí paz y tranquilidad, sin humanos intrusos que dañaran y molestaran. Pensó, ingenuamente, que quizás podría encontrar allí su morada final.
¡Incluso encontró unas ruinas que le parecieron el lugar ideal! Estaban lo suficientemente derruidas como para entender que quienes las construyeron hacía mucho se habían marchado. Solo se escuchaban los ruidos de los pájaros y el de otros animales. Comenzó a explorar, buscando un lugar donde poderse acomodar y pasar la noche. Para poder echarse, necesitaba un lugar extremadamente seguro; ponerse de pie no era tan fácil como dar un salto, por eso un descanso en el que pudiera dormir de corrido, echada sobre el suelo, era un lujo extraño para ella, pero necesario en esos momentos. No quería volver a pasar una noche dormitando de pie.
El lugar le pareció un antiguo templo. No entendía por qué, pero le dio la impresión de que en ese lugar, tiempo atrás, los dioses fueron adorados. Era fascinante para la centáuride que no conocía las enormes construcciones de las ciudades. Pero todo cambió cuando los ruidos de las aves y los animales fueron reemplazados por unos chillidos y gritos eufóricos.
Siguió los sonidos con cautela. No conocía bien el lugar, de hecho... ¿por qué no mejor se iba de allí? Así que giró, dejando atrás su curiosidad, devolviéndose por el mismo camino que había recorrido. Pero se perdió. Quizás giró mal en alguna esquina. Terminó saliendo a una explanada donde una docena de hombres mono chillaban al rededor de un ser brillante. Akanke no supo qué le asustó más, si el baile de los hombres mono o aquella cosa que comía piedras de colores, que parecía humano, pero no lo era.
Apretó su báculo con ambas manos y retrocedió, pisando una ramita, haciendo un ruido que uno de los hombres mono percibió, girando, encontrándose con la mirada asustada de Akanke.
¡Incluso encontró unas ruinas que le parecieron el lugar ideal! Estaban lo suficientemente derruidas como para entender que quienes las construyeron hacía mucho se habían marchado. Solo se escuchaban los ruidos de los pájaros y el de otros animales. Comenzó a explorar, buscando un lugar donde poderse acomodar y pasar la noche. Para poder echarse, necesitaba un lugar extremadamente seguro; ponerse de pie no era tan fácil como dar un salto, por eso un descanso en el que pudiera dormir de corrido, echada sobre el suelo, era un lujo extraño para ella, pero necesario en esos momentos. No quería volver a pasar una noche dormitando de pie.
El lugar le pareció un antiguo templo. No entendía por qué, pero le dio la impresión de que en ese lugar, tiempo atrás, los dioses fueron adorados. Era fascinante para la centáuride que no conocía las enormes construcciones de las ciudades. Pero todo cambió cuando los ruidos de las aves y los animales fueron reemplazados por unos chillidos y gritos eufóricos.
Siguió los sonidos con cautela. No conocía bien el lugar, de hecho... ¿por qué no mejor se iba de allí? Así que giró, dejando atrás su curiosidad, devolviéndose por el mismo camino que había recorrido. Pero se perdió. Quizás giró mal en alguna esquina. Terminó saliendo a una explanada donde una docena de hombres mono chillaban al rededor de un ser brillante. Akanke no supo qué le asustó más, si el baile de los hombres mono o aquella cosa que comía piedras de colores, que parecía humano, pero no lo era.
Apretó su báculo con ambas manos y retrocedió, pisando una ramita, haciendo un ruido que uno de los hombres mono percibió, girando, encontrándose con la mirada asustada de Akanke.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: El ídolo de los monos [Desafío]
-¡Intrusa!- gritó el primer simio y todos los demás le siguieron. -¡Intrusa, Intrusa!-
Los que estaban desarmados daban puñetazos en el suelo y los que tenían alguna arma, lanzas y báculos, entre sus manos la apuntaron en dirección a la chica caballo. ¿O era chica ciervo? ¿Y si era en realidad chica búfalo? Los simios no supieron definir qué era lo que estaban viendo (no disponían de las funciones adecuadas); tampoco les importaba. Para ellos, ella era una intrusa, una invasora y una amenaza. En el templo de los simios no había lugar para los extranjeros. ¡Nadie podía entrar! Entrada prohibida en el templo. ¡Fuera! Allí dentro guardaban sus cosas, sus secretos y su rey. Porque sí, si los humanos tenían un rey a quien a adorar los hombres simios no iban a ser menos. ¡Larga vida al rey de los monos! ¡Proteged la vida de vuestro rey! ¡Y EL ÍDOLO! Después de tantos años buscando el Ídolo prometido, aquel que les daría la luz y la vida, no se podían olvidar de él. ¡Proteged el Ídolo!
Los gritos de los monos hicieron que el Ídolo de la luz y de la vida levantase dejase de alimentarse de las ofrendas que le habían traído. Todos los simios, al unísono, giraron la cabeza para ver lo que el Ídolo hacía y escuchar, aunque no entendiesen (sus funciones) lo que decía.
-Es irrespetuoso elevar el sonido de vuestros gritos mientras se está masticando. Si sois tan amables de usar vuestras funciones para bajar el volumen, yo usaré mis funciones de agradecimiento-.
El idioma del ídolo era extraño, no sabían qué era lo que quería decir. Aun así, levantaron los brazos hacia el cielo y le hicieron una leve reverencia. Terminada la pausa para los halagos; volvieron a fijar sus miradas hacia la intrusa. Los gritos volvieron a sonar por todos el bosque.
-¡Intrusa, invasora y amenaza!-
Del templo salió el único hombre simio que no tenía la entrada la prohibida: El Rey Mono. Los gritos le habían despertado. Con la mano derecha, cerrada en un puño, se quitaba las legañas de los ojos mientras que con la izquierda se rascaba el trasero. Los simios se volvieron, dando la espalda por segunda vez a la chica-caballo-ciervo-búfalo, para ver al Rey Mono en todo su esplendor. ¡Larga vida al rey!
-Mirad la posición del sol, no es hora de la comida. ¿Por qué me habéis despertado? ¿Dónde están mis bananas? Tengo calor. ¡Abanicadme, yo os lo ordeno! Uy, tengo un antojo. Ahora no quiero bananas. Me apetecen dátiles. ¡Mejor todavía! Quiero piña. He vuelto a cambiar de opinión. ¡Bananas! Donde estén las bananas que se quite todo lo demás. ¿Por qué hay un gigante de metal comiéndose mis joyas? ¿Y qué hay de esas bananas que he pedido?-
Tan rápido como sus piernas de simio le permitían, dos mujeres cogieron una hoja de palmera cada una fueron detrás del Rey Mono para abanicarle. Otras dos corrieron de un lado a otro en busca de los caprichos del rey: bananas, dátiles, piñas y otra vez banana. El mismo simio que vio por primera vez a la chica-caballo-ciervo-búfalo, dio un paso hacia las escaleras del templo y se arrodilló ante su rey; fue éste quien habló.
-Esta mañana encontramos al Ídolo de la luz y la vida. Lo reconocimos porque brilla si le da el sol- el Rey Mono pronunció un enorme “Ohhhh” - También capturamos a una intrusa. Mujer, caballo, ciervo y búfalo. La tenemos atrapada.- El círculo de armas que rodeaba a la intrusa se cerró [/color]un palmo con tal de amenazarla - Cumpliremos órdenes, mi rey-.
-¿Es cierto que el Ídolo brilla con el Sol?- El Rey Mono se acercó al Ídolo y le frotó la cabeza, tuvo que trepar por la espalda del Ídolo para llegar a la cabeza brillante. - ¡Es verdad! Muy bonito. Me gustan las cosas que brillan. Son muy bonitas. Pero no me gusta este Ídolo, se está comiendo mis cosas. ¿Por qué se las habéis dado?- dio un saltó al suelo y arrebató todas las joyas, tributo para el Ídolo, que estaba comiendo - Buscadme otro Ídolo, este no vale. ¡No! He cambiado de idea. ¡Sí que vale! Mientras encontráis a otro Ídolo, me quedaré con éste. ¡Pero que no se coma mis cosas! Y ella, no me he olvidado de ella. ¡Intrusa, invasora y amenaza! Te dicen cosas muy feas mujer caballo, ciervo y búfalo. Matadla. ¡Esperad! No la matéis. ¿O sí? No me gusta. Es muy fea. ¡Mirad que poco pelo tiene! Merece la muerte por invasora y tener poco. ¡No! Quizás pueda servirnos de ayuda. ¿Y qué puede hacer? Mejor matadla y nos olvidamos de ella. Nunca he comido ninguna mujer que sea caballo, ciervo y búfalo a la vez. ¿Sabrá mejor que las bananas? ¿Qué hacéis parados? ¡Matadla!-
* Akanke: Estás en peligro y, conforme yo lo veo, tienes dos opciones para salir con vida. Opción 1: puedes atacar a los hombres simios que están a punto de matarte. En tal caso, lanzarás la Voluntad de los Dioses y que ellos decidan lo efectivo que es tu combate. Opción 2: aprovecha la locura del Rey Mono para escapar usando el ingenio. Está buscando un Ídolo que le guste. Quizás encuentres uno mejor que Adie. Así podrás salir de allí con vida y rescatar al cibernético mensajero con muchas funciones.
Si hay una tercera opción, yo no soy capaz de verla. ¿Tienes alguna idea que no se me haya ocurrido? Si me la consultas por mp, quizás puede ser más útil que las que yo he pensado.
Si te gusta el Rey Mono, tal vez (lo más seguro porque a mí me ha enamorado) lo registre para futuros temas.
Los que estaban desarmados daban puñetazos en el suelo y los que tenían alguna arma, lanzas y báculos, entre sus manos la apuntaron en dirección a la chica caballo. ¿O era chica ciervo? ¿Y si era en realidad chica búfalo? Los simios no supieron definir qué era lo que estaban viendo (no disponían de las funciones adecuadas); tampoco les importaba. Para ellos, ella era una intrusa, una invasora y una amenaza. En el templo de los simios no había lugar para los extranjeros. ¡Nadie podía entrar! Entrada prohibida en el templo. ¡Fuera! Allí dentro guardaban sus cosas, sus secretos y su rey. Porque sí, si los humanos tenían un rey a quien a adorar los hombres simios no iban a ser menos. ¡Larga vida al rey de los monos! ¡Proteged la vida de vuestro rey! ¡Y EL ÍDOLO! Después de tantos años buscando el Ídolo prometido, aquel que les daría la luz y la vida, no se podían olvidar de él. ¡Proteged el Ídolo!
Los gritos de los monos hicieron que el Ídolo de la luz y de la vida levantase dejase de alimentarse de las ofrendas que le habían traído. Todos los simios, al unísono, giraron la cabeza para ver lo que el Ídolo hacía y escuchar, aunque no entendiesen (sus funciones) lo que decía.
-Es irrespetuoso elevar el sonido de vuestros gritos mientras se está masticando. Si sois tan amables de usar vuestras funciones para bajar el volumen, yo usaré mis funciones de agradecimiento-.
El idioma del ídolo era extraño, no sabían qué era lo que quería decir. Aun así, levantaron los brazos hacia el cielo y le hicieron una leve reverencia. Terminada la pausa para los halagos; volvieron a fijar sus miradas hacia la intrusa. Los gritos volvieron a sonar por todos el bosque.
-¡Intrusa, invasora y amenaza!-
Del templo salió el único hombre simio que no tenía la entrada la prohibida: El Rey Mono. Los gritos le habían despertado. Con la mano derecha, cerrada en un puño, se quitaba las legañas de los ojos mientras que con la izquierda se rascaba el trasero. Los simios se volvieron, dando la espalda por segunda vez a la chica-caballo-ciervo-búfalo, para ver al Rey Mono en todo su esplendor. ¡Larga vida al rey!
-Mirad la posición del sol, no es hora de la comida. ¿Por qué me habéis despertado? ¿Dónde están mis bananas? Tengo calor. ¡Abanicadme, yo os lo ordeno! Uy, tengo un antojo. Ahora no quiero bananas. Me apetecen dátiles. ¡Mejor todavía! Quiero piña. He vuelto a cambiar de opinión. ¡Bananas! Donde estén las bananas que se quite todo lo demás. ¿Por qué hay un gigante de metal comiéndose mis joyas? ¿Y qué hay de esas bananas que he pedido?-
Tan rápido como sus piernas de simio le permitían, dos mujeres cogieron una hoja de palmera cada una fueron detrás del Rey Mono para abanicarle. Otras dos corrieron de un lado a otro en busca de los caprichos del rey: bananas, dátiles, piñas y otra vez banana. El mismo simio que vio por primera vez a la chica-caballo-ciervo-búfalo, dio un paso hacia las escaleras del templo y se arrodilló ante su rey; fue éste quien habló.
-Esta mañana encontramos al Ídolo de la luz y la vida. Lo reconocimos porque brilla si le da el sol- el Rey Mono pronunció un enorme “Ohhhh” - También capturamos a una intrusa. Mujer, caballo, ciervo y búfalo. La tenemos atrapada.- El círculo de armas que rodeaba a la intrusa se cerró [/color]un palmo con tal de amenazarla - Cumpliremos órdenes, mi rey-.
-¿Es cierto que el Ídolo brilla con el Sol?- El Rey Mono se acercó al Ídolo y le frotó la cabeza, tuvo que trepar por la espalda del Ídolo para llegar a la cabeza brillante. - ¡Es verdad! Muy bonito. Me gustan las cosas que brillan. Son muy bonitas. Pero no me gusta este Ídolo, se está comiendo mis cosas. ¿Por qué se las habéis dado?- dio un saltó al suelo y arrebató todas las joyas, tributo para el Ídolo, que estaba comiendo - Buscadme otro Ídolo, este no vale. ¡No! He cambiado de idea. ¡Sí que vale! Mientras encontráis a otro Ídolo, me quedaré con éste. ¡Pero que no se coma mis cosas! Y ella, no me he olvidado de ella. ¡Intrusa, invasora y amenaza! Te dicen cosas muy feas mujer caballo, ciervo y búfalo. Matadla. ¡Esperad! No la matéis. ¿O sí? No me gusta. Es muy fea. ¡Mirad que poco pelo tiene! Merece la muerte por invasora y tener poco. ¡No! Quizás pueda servirnos de ayuda. ¿Y qué puede hacer? Mejor matadla y nos olvidamos de ella. Nunca he comido ninguna mujer que sea caballo, ciervo y búfalo a la vez. ¿Sabrá mejor que las bananas? ¿Qué hacéis parados? ¡Matadla!-
- Rey Mono:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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* Akanke: Estás en peligro y, conforme yo lo veo, tienes dos opciones para salir con vida. Opción 1: puedes atacar a los hombres simios que están a punto de matarte. En tal caso, lanzarás la Voluntad de los Dioses y que ellos decidan lo efectivo que es tu combate. Opción 2: aprovecha la locura del Rey Mono para escapar usando el ingenio. Está buscando un Ídolo que le guste. Quizás encuentres uno mejor que Adie. Así podrás salir de allí con vida y rescatar al cibernético mensajero con muchas funciones.
Si hay una tercera opción, yo no soy capaz de verla. ¿Tienes alguna idea que no se me haya ocurrido? Si me la consultas por mp, quizás puede ser más útil que las que yo he pensado.
Si te gusta el Rey Mono, tal vez (lo más seguro porque a mí me ha enamorado) lo registre para futuros temas.
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Re: El ídolo de los monos [Desafío]
Akanke quedó de una sola pieza cuando comenzaron a gritarle esas cosas. ¡Pero si ella no era ninguna amenaza! Estaba buscando refugio, nada más que eso. Luego apareció un hombre mono vestido con elegantes ropas, lo llamaron Rey. Pero era un rey caprichoso que sometía a sus súbditos, eso no le gustó a Akanke. Un Rey, un líder, siempre está al nivel de los demás y los sirve, los cuida, es el Rey porque es el más apto para llevar al clan... por lo menos entre su gente era así. Estos no eran como su gente, pero tenían un templo antiguo y bonito, quizás sus métodos de liderazgo funcionaban mejor.
Pero no tuvo tiempo de analizar y comparar los sistemas de gobierno que tenían porque el rey mono le dijo a sus súbditos que la atraparan. Obedeciendo la voluntad de su rey y líder, los demás hombres mono salieron en pos de ella. Por un instante pensó en enfrentarlos, pero... ¡saltaban por todos lados! Se colgaban de las lianas, trepaban por las paredes, agarraban palos y cosas con sus colas. Eran muchos y notablemente más ágiles que ella, no les ganaría en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo y terminaría siendo la cena de ese rey barrigón y antojadizo. Mejor correr, que eso se le daba bien.
Con sus largas y poderosas patas largó a correr, dando largas zancadas. Aunque veloces y ágiles, los monos no eran tan buenos para correr como sí lo era ella, y logró poner distancia entre ellos pero a costo de perderse en el laberinto que era ese templo. No tenía idea de cómo salir de allí, así que se hizo un camino propio y saltar por el agujero de una pared a medio derrumbar. No contaba con que del otro lado había una ladera, por la cual rodó varios metros abajo.
Se levantó con dificultad. Se había golpeado todo el cuerpo. Afortunadamente, no sintió ningún golpe grave, solo se astilló el tocado y perdió varios collares. No sabía si la seguirían tras ella, así que continuó corriendo hasta que lo único que escuchó fueron los cantos tranquilos de las aves.
El sol ya había pasado por su cenit cuando encontró más ruinas. Supuso que estaban conectadas de alguna forma con las del templo de los hombres mono. Había una figura que se repetía una y otra vez, le pareció curioso. Encontró la imágen dibujada en una superficie que brillaba cuando el sol se reflejaba en ella y recordó lo que decían los monos, que habían encontrado a su ídolo que brillaba con el sol. ¿Acaso sería eso de lo que hablaban?
A los pies de la imagen había un espejo. Akanke los reconocía porque en el establo donde la habían mantenido cautiva habían de esos; reflejan la imagen que tienen en frente. ¿Qué hace un espejo en el bosque? Y no era el único. Por el lugar habían muchos de esos... y si mal no recordaba, detrás del rey mono también había uno. ¿Sabrían ellos lo que es un espejo?
Estaba distraída mirando su reflejo, cuando los gritos de los hombres mono la sacaron de sus pensamientos. Pronto estuvo rodeada por ellos -¡Intrusa! ¡Invasora!- chillaban una y otra vez -¡Amenaza! ¡Búfalo!- repetían una y otra y otra vez. Ella sostenía el espejo entre las manos y por alguna razón, lo dio vuelta. Seguramente ellos no se habían visto, tal vez se espantarían. Pero lo único que consiguió fue reflejar la luz del sol sobre la cara de uno de ellos, haciendo que este brillara, ante los ojos atónitos de los demás hombres mono.
Pero no tuvo tiempo de analizar y comparar los sistemas de gobierno que tenían porque el rey mono le dijo a sus súbditos que la atraparan. Obedeciendo la voluntad de su rey y líder, los demás hombres mono salieron en pos de ella. Por un instante pensó en enfrentarlos, pero... ¡saltaban por todos lados! Se colgaban de las lianas, trepaban por las paredes, agarraban palos y cosas con sus colas. Eran muchos y notablemente más ágiles que ella, no les ganaría en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo y terminaría siendo la cena de ese rey barrigón y antojadizo. Mejor correr, que eso se le daba bien.
Con sus largas y poderosas patas largó a correr, dando largas zancadas. Aunque veloces y ágiles, los monos no eran tan buenos para correr como sí lo era ella, y logró poner distancia entre ellos pero a costo de perderse en el laberinto que era ese templo. No tenía idea de cómo salir de allí, así que se hizo un camino propio y saltar por el agujero de una pared a medio derrumbar. No contaba con que del otro lado había una ladera, por la cual rodó varios metros abajo.
Se levantó con dificultad. Se había golpeado todo el cuerpo. Afortunadamente, no sintió ningún golpe grave, solo se astilló el tocado y perdió varios collares. No sabía si la seguirían tras ella, así que continuó corriendo hasta que lo único que escuchó fueron los cantos tranquilos de las aves.
El sol ya había pasado por su cenit cuando encontró más ruinas. Supuso que estaban conectadas de alguna forma con las del templo de los hombres mono. Había una figura que se repetía una y otra vez, le pareció curioso. Encontró la imágen dibujada en una superficie que brillaba cuando el sol se reflejaba en ella y recordó lo que decían los monos, que habían encontrado a su ídolo que brillaba con el sol. ¿Acaso sería eso de lo que hablaban?
- Figura:
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A los pies de la imagen había un espejo. Akanke los reconocía porque en el establo donde la habían mantenido cautiva habían de esos; reflejan la imagen que tienen en frente. ¿Qué hace un espejo en el bosque? Y no era el único. Por el lugar habían muchos de esos... y si mal no recordaba, detrás del rey mono también había uno. ¿Sabrían ellos lo que es un espejo?
Estaba distraída mirando su reflejo, cuando los gritos de los hombres mono la sacaron de sus pensamientos. Pronto estuvo rodeada por ellos -¡Intrusa! ¡Invasora!- chillaban una y otra vez -¡Amenaza! ¡Búfalo!- repetían una y otra y otra vez. Ella sostenía el espejo entre las manos y por alguna razón, lo dio vuelta. Seguramente ellos no se habían visto, tal vez se espantarían. Pero lo único que consiguió fue reflejar la luz del sol sobre la cara de uno de ellos, haciendo que este brillara, ante los ojos atónitos de los demás hombres mono.
Akanke
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Re: El ídolo de los monos [Desafío]
Detrás del semicírculo de guerreros monos que rodeaba a la mujer caballo, ciervo y búfalo se podía un enorme lecho flotando sobre sus cabezas. Ocho sirvientes, dos por cada asa, llevaban la cama en la que el Rey Mono viajaba. El semicírculo de guerreros se abrió para dejar paso al Rey. Éste les había lanzado una almohada para llamarles la atención y, obedientes, agacharon la cabeza y dejaron al Rey Mono hablar. Los sirvientes se fueron arrodillando para bajar la cama flotante sin llegar a soltar las asas. Rápidamente, antes de que el Rey Mono tocase tierra, dos de ellos, pusieron sujetaron dos cojines e hicieron una improvisada y acolchada escalera de dos escalones.
-Que nadie mueva y le pegaré con mi bastón ¡Claro que lo haré! Si alguien se mueve le daré un bastonazo en la cabeza y le encerraré en jaulas muy pequeñas. Castigado sin bananas. ¡Os prometo que lo haré!-
Los guerreros monos se arrodillaron al escuchar las órdenes y amenazas del Rey Mono. Le brillaban los ojos como si, lo que la mujer caballo, ciervo y búfalo, estuviera sujetando la banana más grande del mundo. ¡Y brilla! Brillaba más que el Ídolo de la luz y la vida que sus súbditos le habían traído. ¡Brillaba mucho! Caminó lentamente hacia la intrusa. Tenía miedo que si se acercaba demasiado rápido pudiera romper la cosa brillante.
Tomó el bastón Obedece, así era como el Rey Mono llamaba a su báculo, con las dos manos y golpeó la cabeza de uno de los guerreros monos. No importa quién, el que tenía más cerca. Señaló con Obedece la cosa brillante de la intrusa y chilló como un mono gritaría al ver que se están comiendo sus bananas.
-¡Eso era lo que quería! ¿Lo estáis viendo? Brilla, da luz y vida y no se come mis joyas. Ese Ídolo me gusta más que el me habéis traído, me gusta mucho más.- golpeo a otro simio diferente - Mujer caballo, ciervo y búfalo, perdona a mis súbditos son tontos como monos. Se dedican a hacer monerías y comer platos en lugar de buscar los tesoros que les pido. ¡Ese es el Ídolo de luz y vida! Dámelo. ¿Quieres bananas a cambio? Te daré bananas- chasqueó los dedos y dos de sus súbditos fueron en busca de bananas - ¿Oro, joyas que brillan? Tengo muchas cosas, si el falso Ídolo no se lo ha comido- el tercer golpe con Obedece lo hizo a la cabeza del primer simio que pegó - Traedme el falso Ídolo; quiero pegarle hasta que escupa todas mis cosas. ¡No! He cambiado de idea. No quiero ver al farsante, estoy muy enfadado con él. ¡Pegadle vosotros! Sí, eso está mejor. Pegadle hasta que me devuelva mis cosas. ¿O tú quieres al farsante?- se rascó el mentón para fingir que estaba pensado. Entre todo el pelo encontró una garrapata y se la comió - ¡Hacemos trato! Obedece hace mucho daño, todos obedecen cuando les pego con él. Le puedo hacer mucho daño al falso Ídolo. Pero no quiero hacerle daño, quiero cambiarlo por el que tú tienes. ¿Trato hecho? ¡Trato hecho!-
En la locura del Rey Mono se escondían pequeñas dosis de genialidad. Él mismo lo había dicho, no quería ver al falso Ídolo de la luz y la vida; no iba a pegarle. Además, tenía una cabezota muy dura. ¡Rompería a Obedece! El plan era mucho mejor, se desharía del farsante cambiándolo por el Ídolo de la mujer caballo, ciervo y búfalo.
Antes de que la chica pudiera aceptar el trato, los monos le arrebataron el Ídolo de la luz y la vida que sostenía. Otros le llevaron al farsante, tres guerreros lo sujetaban por cadenas y dos sirvientes le guiaban con joyas como se guía a una mula con una zanahoria. ¡Trato hecho! Por las molestias, un último sirviente mono, le entregó una rama de jugosas bananas (demasiado maduras que el Rey Mono había desechado el día anterior).
-Presento mis más sinceras funciones de agradecimiento. Mi nombre es Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones- dijo el falso Ídolo al llegar a la mujer caballo, ciervo y búfalo. - Pienso borrar la dirección de estos monos carentes de funciones racionales de mi base de datos. ¡Son unos descorteses!-
* Akanke: Y yo que pensaba que, de elegir la opción de intercambio, la gente usaría algo tan simple como plátanos y podría maldecirles por intentar engañar al Rey Mono…. ¡Muy original la idea del espejo!
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Los puntos han sido sumados directamente a tu perfil.
Objeto:Plátano de oro
-Que nadie mueva y le pegaré con mi bastón ¡Claro que lo haré! Si alguien se mueve le daré un bastonazo en la cabeza y le encerraré en jaulas muy pequeñas. Castigado sin bananas. ¡Os prometo que lo haré!-
Los guerreros monos se arrodillaron al escuchar las órdenes y amenazas del Rey Mono. Le brillaban los ojos como si, lo que la mujer caballo, ciervo y búfalo, estuviera sujetando la banana más grande del mundo. ¡Y brilla! Brillaba más que el Ídolo de la luz y la vida que sus súbditos le habían traído. ¡Brillaba mucho! Caminó lentamente hacia la intrusa. Tenía miedo que si se acercaba demasiado rápido pudiera romper la cosa brillante.
Tomó el bastón Obedece, así era como el Rey Mono llamaba a su báculo, con las dos manos y golpeó la cabeza de uno de los guerreros monos. No importa quién, el que tenía más cerca. Señaló con Obedece la cosa brillante de la intrusa y chilló como un mono gritaría al ver que se están comiendo sus bananas.
-¡Eso era lo que quería! ¿Lo estáis viendo? Brilla, da luz y vida y no se come mis joyas. Ese Ídolo me gusta más que el me habéis traído, me gusta mucho más.- golpeo a otro simio diferente - Mujer caballo, ciervo y búfalo, perdona a mis súbditos son tontos como monos. Se dedican a hacer monerías y comer platos en lugar de buscar los tesoros que les pido. ¡Ese es el Ídolo de luz y vida! Dámelo. ¿Quieres bananas a cambio? Te daré bananas- chasqueó los dedos y dos de sus súbditos fueron en busca de bananas - ¿Oro, joyas que brillan? Tengo muchas cosas, si el falso Ídolo no se lo ha comido- el tercer golpe con Obedece lo hizo a la cabeza del primer simio que pegó - Traedme el falso Ídolo; quiero pegarle hasta que escupa todas mis cosas. ¡No! He cambiado de idea. No quiero ver al farsante, estoy muy enfadado con él. ¡Pegadle vosotros! Sí, eso está mejor. Pegadle hasta que me devuelva mis cosas. ¿O tú quieres al farsante?- se rascó el mentón para fingir que estaba pensado. Entre todo el pelo encontró una garrapata y se la comió - ¡Hacemos trato! Obedece hace mucho daño, todos obedecen cuando les pego con él. Le puedo hacer mucho daño al falso Ídolo. Pero no quiero hacerle daño, quiero cambiarlo por el que tú tienes. ¿Trato hecho? ¡Trato hecho!-
En la locura del Rey Mono se escondían pequeñas dosis de genialidad. Él mismo lo había dicho, no quería ver al falso Ídolo de la luz y la vida; no iba a pegarle. Además, tenía una cabezota muy dura. ¡Rompería a Obedece! El plan era mucho mejor, se desharía del farsante cambiándolo por el Ídolo de la mujer caballo, ciervo y búfalo.
Antes de que la chica pudiera aceptar el trato, los monos le arrebataron el Ídolo de la luz y la vida que sostenía. Otros le llevaron al farsante, tres guerreros lo sujetaban por cadenas y dos sirvientes le guiaban con joyas como se guía a una mula con una zanahoria. ¡Trato hecho! Por las molestias, un último sirviente mono, le entregó una rama de jugosas bananas (demasiado maduras que el Rey Mono había desechado el día anterior).
-Presento mis más sinceras funciones de agradecimiento. Mi nombre es Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones- dijo el falso Ídolo al llegar a la mujer caballo, ciervo y búfalo. - Pienso borrar la dirección de estos monos carentes de funciones racionales de mi base de datos. ¡Son unos descorteses!-
_____________________
* Akanke: Y yo que pensaba que, de elegir la opción de intercambio, la gente usaría algo tan simple como plátanos y podría maldecirles por intentar engañar al Rey Mono…. ¡Muy original la idea del espejo!
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Objeto:Plátano de oro
- Plátano de oro:
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Por el aspecto, podría parecer un plátano pasado de fecha cuando, en realidad, es un extraño plátano hecho de oro; uno de los muchos secretos que esconde el Templo de los Monos.
Si te comes el plátano, tu piel se volverá de oro macizo durante todo el tema en el que te comas la fruta. Perfecto para lucir como un joya viviente o para resistir los ataques del enemigo.
Solo podrás utilizar la habilidad una vez en un solo tema.[/img]
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