Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
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Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Se palpó la palma de la mano izquierda instintivamente, aún bajo el guante que vestía podía sentir el frío metal que había sustituido su carne. Hacía apenas un par de días que había decidido salvar la vida del joven Yen en lugar de asesinarle como su maestro había pedido, algo que le había costado el poder usar armas y su mano izquierda, por no hablar que el brujo terminó asesinando al crío como si su vida no significase gran cosa.
Frunció el ceño y continuó trabajando, trató de ignorar el resentimiento y las ganas de matar a aquel hombre que sentía, se concentró en el empleo que había adquirido por lo pronto.
- Qué tengo el corazón blando dice… - Masculló mientras arrojaba al caldero un pequeño cumulo de especias, siguiendo al pie de la letra lo que decía el libro que tenía abierto justo a su lado.
- ¡Mortal! – La voz le Lyn le hizo levantar la mirada del fuego y girarse hacía su compañera, que acababa de irrumpir en la cocina con un montón de platos vacíos, los cuales depositó sin perder tiempo en una pila repleta de agua – La mesa del calvo ese quiere algo llamado “Patatas con amor” – La vampiresa se ajustó el delantal que vestía y estiró los brazos. – Y el tuerto sin amigos quiere dos filetes… Sí, dos. Se sentirá menos solo o algo.– La ojiazul tomó dos platos humeantes que descansaban junto al extenso fregadero y sonrió - ¡Vamos! ¡Chop chop! – Exclamó saliendo del lugar - ¡Mueve esas manos!
- ¡No me hables de manos! – Dijo a su compañera agitando frenéticamente el cucharón que tenía en su poder antes de que esta desapareciese tras la puerta que daba al comedor.
Eltrant suspiró pesadamente y volvió a los fogones, llevaban ya varias semanas en Beltrexus, el tiempo suficiente como para que se les empezase a agotar el dinero, las posadas no eran gratis, y la presencia del rey de Lunargenta en las islas había complicado bastante las cosas para buscar trabajo en su profesión debido a la cantidad de personal armado que custodiaban al rey.
No les había quedado más remedio que trabajar en aquella taberna.
“El Corazón del Brujo”, un local bastante amplio, no siempre repleto de clientes, pero con los suficientes como para mantenerse ocupados, algo curioso, pues estaba relativamente escondido entre los callejones de la ciudad.
No obstante, aún estando mal posicionado, el establecimiento se había ganado cierta fama debido a los espectáculos que solía realizar cada noche, así como gracias a que el dueño se encargaba de mantener las despensas siempre ridículamente provistas, incluso tenían langostas vivas, las cuales flotaban en aquel momento de un lado a otro en su pecera, justo tras Eltrant.
El castaño apartó sin mucho cuidado la sartén del fuego, derramando parte de la salsa sobre su delantal y el suelo, para justo después verter el contenido en un plato que acababa de limpiar con un par de servilletas húmedas.
- Muy bien… - Tomó la botella de cerveza que tenía justo al lado y vertió, a ojo, una buena cantidad del líquido áureo que descansaba en el interior de la botella. – Filete al… ¿Cerveceo? – Dijo estudiando desde más cerca su última creación.
El por qué el señor Kalim habían accedido a emplearles a él y a Lyn, aun cuando el exmercenario no se caracterizaba precisamente por sus cualidades culinarias y la vampiresa derramaba más vasos de los que servía, se debía, básicamente, a la falta de personal. El lugar necesitaba empleados urgentemente, las personas que se encargaban del trabajo que hacía Eltrant en aquel instante se habían marchado. Kalim decía que era por culpa de la taberna de la calle central, esa que una pareja de atractivos brujos acababa de abrir y que se había vuelto “famosa” de la noche a la mañana.
Aparentemente no solo le estaban robando la clientela, sino tambien sus empleados.
Olisqueó el plato, esperando que no hubiese quemado nada y lo depositó en la mesita dónde Lyn, después de que volviese de su odisea, podría tomarlo.
Afortunadamente, no todo iba mal en El Corazón del Brujo. Aquella noche en concreto era una “Noche Libre”, lo cual significaba, para bien o para mal, que cualquier ciudadano podía subirse al pequeño tablero que, frente a todas las mesas hacía las veces de escenario, y tratar de buscarse un mecenas entre los habituales del lugar, los cuales tampoco eran muchos.
- ¡Lyn! – Llamó a la muchacha, impaciente, mientras dejaba un enorme trozo de carne al fuego y miraba fugazmente por la pequeña ventanita desde la cual se podía ver el resto de la taberna. La muchacha discutía acaloradamente con un tipo robusto que, por alguna razón, había decidido que el atuendo ideal para una cena era prescindir de toda prenda salvo por unos pantalones ridículamente cortos - ¡Los pedidos! ¡Date prisa! – Exclamó levantando el plato por la ventana.
- ¡Los paletos de este sitio no saben lo que es una propina! – Exclamó de vuelta dirigiéndose hacia dónde estaba Eltrant. La joven atrajo algunas miradas al decir esto, pero en realidad nadie le prestó demasiada atención, todos estaban demasiado ocupados observando al viejo de la barba grotescamente larga tocar el acordeón mientras bailaba o, a ojos de Eltrant, sufría espasmos musculares en mitad del escenario.
- Tengo tres pedidos más… - Dijo señalando con el pulgar por encima de su hombro cuando estuvo lo suficientemente cerca de Eltrant – Un huevo cocido así en plan soso, sin nada más. Después un plato de estofado para la mujer que parece que tiene la piel de cuero y el imbécil del calzón quiere solo una cerveza. – Miró de nuevo hacía la mesa dónde estaba el hombre con quien había discutido. - ... Aguásela todo lo posible. – Dijo – O mejor, escupe en el vaso – La vampiresa sonrió maliciosamente. - ¿Puedo hacerlo yo? – Se impulsó sobre la ventana y tomó una de las jarras – Se van a enterar a no meterse con quienes te sirven la comida… - Aseguró.
- No – Contestó Eltrant arrebatándole el vaso a la muchacha, que torció el gesto y se cruzó de brazos – Deja de poner motes y trabaja más rápido, que se me acumula todo. ¿Dónde está el jefe? – Preguntó al final.
- … Vaaale – Dijo sacudiéndose el delantal. – Kalim esta fuera, dijo que le hacía falta un poco de aire fresco. - Informó antes de irse a seguir atendiendo las mesas.
Aquellos les sobrepasaba, iban a necesitar al menos a alguien más.
Kalim esperaba frente a su local, había conseguido ganar un poco de renombre gracias a su política de actuaciones, pero el negocio iba mal, los gemelos “Radiantes” y su posada “Brillante” se llevaba toda la clientela.
Masculló un par de insultos en voz baja, hasta el nombre de aquellos imbéciles era repelente.
Tomando aire levemente se pasó la mano por la barba y se encendió la pipa que siempre llevaba consigo. Podía superar cualquier obstáculo, lo sabía, había conseguido salir del arenal con mucho esfuerzo, con el sudor de su frente, y había conseguido abrir una taberna en Beltrexus.
¿Cuántas personas que habían nacido con los Nórgedos podían presumir de eso? Muy pocas, él al menos se había labrado su vida, estaba dónde estaba gracias a él.
Sendas nubes de humo blanquecino salieron de su boca y comenzaron a diluirse en el aire, había tenido suerte de encontrar a Tale y a la chica hiperactiva, no eran los mejores trabajadores con los que uno podía contar, el tipo pasaba demasiado tiempo leyendo el libro de recetas y la joven se distraía con el espectáculo e insultaba a los clientes más de lo que le gustaba admitir. Pero eran competentes y se esforzaban, no podía pedirles más.
Al menos ellos no se marcharían con la competencia como habían hecho sus antiguos empleados. Eso no significaba que no necesitase a más gente allí aquella noche, aquella noche iba a cambiarlo todo, o iba a intentarlo.
Tras varios minutos mirando el firmamento guardó la pipa de nuevo en el bolsillo de su cazadora y se giró para pegar un papel amarillento en la puerta de su bar.
“Concurso de Talentos en la Noche Libre: ¿Puedes sorprender a Beltrexus? ¡Premio en Aeros! ¡Atrévete!”
Kalim asintió para sí, aquello atraería a las pocas personas que pasasen por allí, incluso a las que no supiesen leer, pues se había preocupado por dibujar, muy pobremente, varios símbolos que indicaban el evento de aquella noche.
Seguía necesitando personal, era consciente de que en cuanto se corriese la voz iban a comenzar a llegar más clientes, o al menos eso esperaba. Con una sola persona más bastaría. Tragó saliva, había conseguido reclutar a Tale y a Lyn preguntando, no podía rendirse ahora.
Volvió a encenderse la pipa y aguardó a que llegasen más personas. Todo saldría bien.
Frunció el ceño y continuó trabajando, trató de ignorar el resentimiento y las ganas de matar a aquel hombre que sentía, se concentró en el empleo que había adquirido por lo pronto.
- Qué tengo el corazón blando dice… - Masculló mientras arrojaba al caldero un pequeño cumulo de especias, siguiendo al pie de la letra lo que decía el libro que tenía abierto justo a su lado.
- ¡Mortal! – La voz le Lyn le hizo levantar la mirada del fuego y girarse hacía su compañera, que acababa de irrumpir en la cocina con un montón de platos vacíos, los cuales depositó sin perder tiempo en una pila repleta de agua – La mesa del calvo ese quiere algo llamado “Patatas con amor” – La vampiresa se ajustó el delantal que vestía y estiró los brazos. – Y el tuerto sin amigos quiere dos filetes… Sí, dos. Se sentirá menos solo o algo.– La ojiazul tomó dos platos humeantes que descansaban junto al extenso fregadero y sonrió - ¡Vamos! ¡Chop chop! – Exclamó saliendo del lugar - ¡Mueve esas manos!
- ¡No me hables de manos! – Dijo a su compañera agitando frenéticamente el cucharón que tenía en su poder antes de que esta desapareciese tras la puerta que daba al comedor.
Eltrant suspiró pesadamente y volvió a los fogones, llevaban ya varias semanas en Beltrexus, el tiempo suficiente como para que se les empezase a agotar el dinero, las posadas no eran gratis, y la presencia del rey de Lunargenta en las islas había complicado bastante las cosas para buscar trabajo en su profesión debido a la cantidad de personal armado que custodiaban al rey.
No les había quedado más remedio que trabajar en aquella taberna.
“El Corazón del Brujo”, un local bastante amplio, no siempre repleto de clientes, pero con los suficientes como para mantenerse ocupados, algo curioso, pues estaba relativamente escondido entre los callejones de la ciudad.
No obstante, aún estando mal posicionado, el establecimiento se había ganado cierta fama debido a los espectáculos que solía realizar cada noche, así como gracias a que el dueño se encargaba de mantener las despensas siempre ridículamente provistas, incluso tenían langostas vivas, las cuales flotaban en aquel momento de un lado a otro en su pecera, justo tras Eltrant.
El castaño apartó sin mucho cuidado la sartén del fuego, derramando parte de la salsa sobre su delantal y el suelo, para justo después verter el contenido en un plato que acababa de limpiar con un par de servilletas húmedas.
- Muy bien… - Tomó la botella de cerveza que tenía justo al lado y vertió, a ojo, una buena cantidad del líquido áureo que descansaba en el interior de la botella. – Filete al… ¿Cerveceo? – Dijo estudiando desde más cerca su última creación.
El por qué el señor Kalim habían accedido a emplearles a él y a Lyn, aun cuando el exmercenario no se caracterizaba precisamente por sus cualidades culinarias y la vampiresa derramaba más vasos de los que servía, se debía, básicamente, a la falta de personal. El lugar necesitaba empleados urgentemente, las personas que se encargaban del trabajo que hacía Eltrant en aquel instante se habían marchado. Kalim decía que era por culpa de la taberna de la calle central, esa que una pareja de atractivos brujos acababa de abrir y que se había vuelto “famosa” de la noche a la mañana.
Aparentemente no solo le estaban robando la clientela, sino tambien sus empleados.
Olisqueó el plato, esperando que no hubiese quemado nada y lo depositó en la mesita dónde Lyn, después de que volviese de su odisea, podría tomarlo.
Afortunadamente, no todo iba mal en El Corazón del Brujo. Aquella noche en concreto era una “Noche Libre”, lo cual significaba, para bien o para mal, que cualquier ciudadano podía subirse al pequeño tablero que, frente a todas las mesas hacía las veces de escenario, y tratar de buscarse un mecenas entre los habituales del lugar, los cuales tampoco eran muchos.
- ¡Lyn! – Llamó a la muchacha, impaciente, mientras dejaba un enorme trozo de carne al fuego y miraba fugazmente por la pequeña ventanita desde la cual se podía ver el resto de la taberna. La muchacha discutía acaloradamente con un tipo robusto que, por alguna razón, había decidido que el atuendo ideal para una cena era prescindir de toda prenda salvo por unos pantalones ridículamente cortos - ¡Los pedidos! ¡Date prisa! – Exclamó levantando el plato por la ventana.
- ¡Los paletos de este sitio no saben lo que es una propina! – Exclamó de vuelta dirigiéndose hacia dónde estaba Eltrant. La joven atrajo algunas miradas al decir esto, pero en realidad nadie le prestó demasiada atención, todos estaban demasiado ocupados observando al viejo de la barba grotescamente larga tocar el acordeón mientras bailaba o, a ojos de Eltrant, sufría espasmos musculares en mitad del escenario.
- Tengo tres pedidos más… - Dijo señalando con el pulgar por encima de su hombro cuando estuvo lo suficientemente cerca de Eltrant – Un huevo cocido así en plan soso, sin nada más. Después un plato de estofado para la mujer que parece que tiene la piel de cuero y el imbécil del calzón quiere solo una cerveza. – Miró de nuevo hacía la mesa dónde estaba el hombre con quien había discutido. - ... Aguásela todo lo posible. – Dijo – O mejor, escupe en el vaso – La vampiresa sonrió maliciosamente. - ¿Puedo hacerlo yo? – Se impulsó sobre la ventana y tomó una de las jarras – Se van a enterar a no meterse con quienes te sirven la comida… - Aseguró.
- No – Contestó Eltrant arrebatándole el vaso a la muchacha, que torció el gesto y se cruzó de brazos – Deja de poner motes y trabaja más rápido, que se me acumula todo. ¿Dónde está el jefe? – Preguntó al final.
- … Vaaale – Dijo sacudiéndose el delantal. – Kalim esta fuera, dijo que le hacía falta un poco de aire fresco. - Informó antes de irse a seguir atendiendo las mesas.
Aquellos les sobrepasaba, iban a necesitar al menos a alguien más.
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Kalim esperaba frente a su local, había conseguido ganar un poco de renombre gracias a su política de actuaciones, pero el negocio iba mal, los gemelos “Radiantes” y su posada “Brillante” se llevaba toda la clientela.
Masculló un par de insultos en voz baja, hasta el nombre de aquellos imbéciles era repelente.
Tomando aire levemente se pasó la mano por la barba y se encendió la pipa que siempre llevaba consigo. Podía superar cualquier obstáculo, lo sabía, había conseguido salir del arenal con mucho esfuerzo, con el sudor de su frente, y había conseguido abrir una taberna en Beltrexus.
¿Cuántas personas que habían nacido con los Nórgedos podían presumir de eso? Muy pocas, él al menos se había labrado su vida, estaba dónde estaba gracias a él.
Sendas nubes de humo blanquecino salieron de su boca y comenzaron a diluirse en el aire, había tenido suerte de encontrar a Tale y a la chica hiperactiva, no eran los mejores trabajadores con los que uno podía contar, el tipo pasaba demasiado tiempo leyendo el libro de recetas y la joven se distraía con el espectáculo e insultaba a los clientes más de lo que le gustaba admitir. Pero eran competentes y se esforzaban, no podía pedirles más.
Al menos ellos no se marcharían con la competencia como habían hecho sus antiguos empleados. Eso no significaba que no necesitase a más gente allí aquella noche, aquella noche iba a cambiarlo todo, o iba a intentarlo.
Tras varios minutos mirando el firmamento guardó la pipa de nuevo en el bolsillo de su cazadora y se giró para pegar un papel amarillento en la puerta de su bar.
“Concurso de Talentos en la Noche Libre: ¿Puedes sorprender a Beltrexus? ¡Premio en Aeros! ¡Atrévete!”
Kalim asintió para sí, aquello atraería a las pocas personas que pasasen por allí, incluso a las que no supiesen leer, pues se había preocupado por dibujar, muy pobremente, varios símbolos que indicaban el evento de aquella noche.
Seguía necesitando personal, era consciente de que en cuanto se corriese la voz iban a comenzar a llegar más clientes, o al menos eso esperaba. Con una sola persona más bastaría. Tragó saliva, había conseguido reclutar a Tale y a Lyn preguntando, no podía rendirse ahora.
Volvió a encenderse la pipa y aguardó a que llegasen más personas. Todo saldría bien.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Luego de la aventura en el Arenal algo extraño aconteció, una rara peste se propago por Aerandir causando estragos y caos. Un evento surgido de la nada con un potencial destructivo sin precedentes, algo que tristemente suele repetirse mucho en la historia de las razas inteligentes de cualquier lugar.
Zero tiene registros de muchas plagas contagiosas surgidas en la tierra, irónicamente una parece concordar con la realidad histórica de su lugar actual. Durante ese acontecimiento en cuestión solo se detuvo la enfermedad cuando la población infectada murió… casi la mayoría del espectro geográfico involucrado.
No es un panorama muy alentador aunque los nativos de este planeta tienen un elemento peculiar que puede ayudarles, la extraña manipulación energética conocida como magia. Suele tener efectos extraños en la biología, especialmente cuando se prepara con una dedicación casi obsesiva.
Por desgracia la base Bio intento ayudar y fallo, Z9-42 tiene un enlace comunicacional discreto con la base por lo que recibió reportes directos de lo ocurrido en ese lugar. Al ser el único sitio con ciencia real de Aerandir se puede decir certeramente que… el conocimiento tal vez no sea suficiente gracias a las circunstancias.
La pequeña maquina medita esto en un panorama nuevo, se encuentra en Beltrexus. El aire tropical de la isla es un ambiente bastante extraño aunque relativamente agradable, nunca antes lo había experimentado. Se vuelve más acogedor en la noche, casi despierta algo de nostalgia injustificada.
Llego en un barco de refugiados, fue detenido en la entrada del puerto pero lo dejaron pasar cuando mostro su verdadera naturaleza sintética. Actualmente las maquinas son una visión mucho más aceptada, no pueden enfermarse por lo que no despiertan el miedo instintivo hacia la extraña plaga.
Para el “chico” no es agradable ser testigo inmutable de tanto sufrimiento pero no puede hacer mucho, tiene buenos conocimientos médicos aunque sin equipo apropiado es un inútil certificado. Como no es posible para el volver a la base solo le resta esperar que algún elemento pugnante logre hacerse con la cura, por muy terrible que suene es incapaz de intervenir gracias a factores aislados.
Debido a todo esto se encuentra en las islas, es un sitio seguro alejado del malestar colectivo. También representa una oportunidad única, estudiar la percepción externa que tiene una sociedad sobre el padecimiento de otra. Ya tiene muchos datos sobre el impacto directo de la peste, lógicamente debe seguir con las ramas.
Mientras camina por las calles de la capital arcana logra detectar una zona más concurrida que el resto, dos locales mantienen viva cierta calle con diferentes niveles de popularidad. Zero no puede evitar detenerse al frente del primero, intenta entrar pero es empujado bruscamente por uno de los empleados.
El lugar está lleno, no hay espacio para mirones.
Z9-42 forma un rostro interrogante pero no le dan más razones, suele pasarle a veces. Las personas mayores menosprecian un poco a los niños solos, los ven como una molestia. El gremio comercial suele enfatizar tal comportamiento, alegan que sin sus padres un chico trae problemas no remunerados.
Como no tiene motivos para insistir la pequeña maquina se mueve hasta la siguiente taberna, esta parece tener mucho más espacio. Nota a un sujeto solitario en la entrada, denota relación con el local. Como “pisar la misma piedra” es cosa de seres vivos decide pregunta primero esta vez… sin duda su diccionario social se vuelve más amplio cada día.
Disculpe señor, ¿puedo pasar?
Sonríe para hacer más amena su pregunta, eso suele ayudar. Discretamente pega un vistazo al interior, parece haber un ambiente pintoresco. Nota como una empleada deja caer varias bebidas por calcular mal su equilibrio, esa imagen resulta conocida… como aquel niño que siempre tira todo involuntariamente, por suerte tiene padres comprensivos.
Zero tiene registros de muchas plagas contagiosas surgidas en la tierra, irónicamente una parece concordar con la realidad histórica de su lugar actual. Durante ese acontecimiento en cuestión solo se detuvo la enfermedad cuando la población infectada murió… casi la mayoría del espectro geográfico involucrado.
No es un panorama muy alentador aunque los nativos de este planeta tienen un elemento peculiar que puede ayudarles, la extraña manipulación energética conocida como magia. Suele tener efectos extraños en la biología, especialmente cuando se prepara con una dedicación casi obsesiva.
Por desgracia la base Bio intento ayudar y fallo, Z9-42 tiene un enlace comunicacional discreto con la base por lo que recibió reportes directos de lo ocurrido en ese lugar. Al ser el único sitio con ciencia real de Aerandir se puede decir certeramente que… el conocimiento tal vez no sea suficiente gracias a las circunstancias.
La pequeña maquina medita esto en un panorama nuevo, se encuentra en Beltrexus. El aire tropical de la isla es un ambiente bastante extraño aunque relativamente agradable, nunca antes lo había experimentado. Se vuelve más acogedor en la noche, casi despierta algo de nostalgia injustificada.
Llego en un barco de refugiados, fue detenido en la entrada del puerto pero lo dejaron pasar cuando mostro su verdadera naturaleza sintética. Actualmente las maquinas son una visión mucho más aceptada, no pueden enfermarse por lo que no despiertan el miedo instintivo hacia la extraña plaga.
Para el “chico” no es agradable ser testigo inmutable de tanto sufrimiento pero no puede hacer mucho, tiene buenos conocimientos médicos aunque sin equipo apropiado es un inútil certificado. Como no es posible para el volver a la base solo le resta esperar que algún elemento pugnante logre hacerse con la cura, por muy terrible que suene es incapaz de intervenir gracias a factores aislados.
Debido a todo esto se encuentra en las islas, es un sitio seguro alejado del malestar colectivo. También representa una oportunidad única, estudiar la percepción externa que tiene una sociedad sobre el padecimiento de otra. Ya tiene muchos datos sobre el impacto directo de la peste, lógicamente debe seguir con las ramas.
Mientras camina por las calles de la capital arcana logra detectar una zona más concurrida que el resto, dos locales mantienen viva cierta calle con diferentes niveles de popularidad. Zero no puede evitar detenerse al frente del primero, intenta entrar pero es empujado bruscamente por uno de los empleados.
El lugar está lleno, no hay espacio para mirones.
Z9-42 forma un rostro interrogante pero no le dan más razones, suele pasarle a veces. Las personas mayores menosprecian un poco a los niños solos, los ven como una molestia. El gremio comercial suele enfatizar tal comportamiento, alegan que sin sus padres un chico trae problemas no remunerados.
Como no tiene motivos para insistir la pequeña maquina se mueve hasta la siguiente taberna, esta parece tener mucho más espacio. Nota a un sujeto solitario en la entrada, denota relación con el local. Como “pisar la misma piedra” es cosa de seres vivos decide pregunta primero esta vez… sin duda su diccionario social se vuelve más amplio cada día.
Disculpe señor, ¿puedo pasar?
Sonríe para hacer más amena su pregunta, eso suele ayudar. Discretamente pega un vistazo al interior, parece haber un ambiente pintoresco. Nota como una empleada deja caer varias bebidas por calcular mal su equilibrio, esa imagen resulta conocida… como aquel niño que siempre tira todo involuntariamente, por suerte tiene padres comprensivos.
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Sonrió al niño de aspecto curioso que, por alguna razón, le había pedido entrar en la taberna con bastante educación. Kalim se agachó junto al joven y lo examinó más de cerca.
- ¡Por supuesto muchacho! – Dijo dándole una leve palmada en el hombro. Sorpresivamente, pese a su tamaño, el viejo Nórgedo notó como los músculos del infante eran ridículamente recios, como los de un soldado o un mercenario. ¿Había recibido algún tipo de entrenamiento? - ¿Vienes solo? – Miró por encima del hombro del joven, esperando ver a algún adulto acompañándole, la ausencia de uno respondió la pregunta de Kalim. ¿Un huérfano quizás? – Bueno, la noche de Beltrexus no es la de Dundarak, pero tampoco es agradable si se pasa solo – Dijo levantándose, sacudiéndose las rodillas de los pantalones con un par de manotazos – Vamos, acompáñame – Kalim le guiñó un ojo al niño y le condujo hasta el interior de su local.
Lyn había vuelto a derramar un par de vasos, esta vez, desgraciadamente, sobre uno de los clientes, empapándolo completamente en alcohol.
La discusión no tardó en iniciarse, el hombre exigía a la vampiresa que se disculpase y que le pagase el resto de bebidas de la noche, esta, por otro lado, pensaba que la culpa era del cliente por no prever la trayectoria del líquido, algo que, según decía la ojiazul “Hasta un inútil sin piernas podría haberlo hecho”.
Kalim suspiró y sonrió agotado al muchacho.
- Siéntate en la barra – Dijo señalando el amplió mostrador tras el cual había un numero extraordinariamente elevado de botellas, justo al lado de la puerta hacía la cocina. – Vamos, no seas tímido – Amplió la sonrisa y depositó un vaso de cristal frente al muchacho – Invita la casa. – Aseguró – Pide lo que quieras – Se cruzó de brazos – Pero nada de alcohol. – Dijo severamente.
- ¡Se dónde vives! – Chilló Lyn al tipo que se acababa de levantar húmedo y enfurecido a partes iguales. Algunas personas aplaudieron el extraño espectáculo, otras alzaron sus copas, Lyn, como sospechaba Kalim, se creció con esto - ¡Voy a partirte las piernas! – Extendió los brazos, tratando de ganarse al público. Lo cierto es que la vampiresa atraía clientes de alguna forma, aunque, por supuesto, también los echaba. No había manera de adivinar que iba - ¡Y se las voy a dar de comer a…! – Eltrant, el otro chico al que había contratado y que hacía las veces de cocinero agarró a la muchacha por la parte trasera del delantal, que solo pudo terminar la frase con un “Ugh” seco cuando el exmercenario la levantó del suelo con una sola mano, la que ocultaba con un grueso guante de cuero.
Kalim palideció durante unos instantes ¿Había dejado, el muy idiota, comida en el fuego sin vigilancia? Se giró rápidamente para ver, a través de la pequeña ventana que tenía justo tras él, como dos filetes se cocinaban lentamente.
- Este… ha sido eh… el espectáculo inaugural de la noche… - Dijo rascándose la barba mientras la chica forcejaba por escapar del agarre de su compañero pataleando – Disfrutad de las sorpresas que os deparan… eh… al… ¿Anochecer? – Un silencio solo roto por Lyn, que seguía tratando de escapar, se apoderó de la taberna. - ¡Pues eso! – Dijo Eltrant antes de perderse de nuevo por la puerta de la cocina.
Algunas personas comenzaron a aplaudir riendo, otros enarcaron las cejas, sin terminar de creerse lo que acababa de suceder, y volvieron a sus asuntos. Un joven de aspecto estrafalario, dueño de varios colores de pelo al mismo tiempo y con un laúd bastante pequeño, se subió al escenario.
Al menos Tale volvía a vigilar a los filetes, los cuales, por lo que podía ver desde dónde estaba, habían adquirido un inusual tono negruzco. Era una suerte que solo se pudiese ver el interior de la cocina al completo desde detrás de la barra y nadie estaba observando aquel dantesco espectáculo culinario.
- Mis empleados… – Dijo Kalim al niño sirviéndole lo que este había decidido pedir, o quizás no lo había hecho, no había podido prestarle demasiada atención debido al numerito de Lyn – Son buenas personas, al menos. – Dijo, se atusó la barba - La verdad es que nos vendría bien más ayuda – Aseguró suspirando, miró al muchacho, no estaba de más preguntarle si quería echarle una mano, iba a pagarle bien y aunque fuese pequeño parecía fuerte, podría servir las bebidas y ayudar a Lyn - ¿Te parecería trabajar aquí por una noche? – Dijo apoyándose en la barra – Te pagaré bien. - Afirmó – Y puedes usar la habitación libre del piso superior para pasar la noche. ¿Qué te parece? – Se cruzó de brazos, aguardando la respuesta del joven. - ¡Oh! – Negó con la cabeza - ¿Dónde están mis modales? – Preguntó – Mi nombre es Kalim Jahar – Le tendió la mano al muchacho – Soy el dueño de este local “El Corazón del Brujo”- Varios clientes entraron a tropel según Kalim conversaba con el joven, todos ellos cargaban instrumentos de diferentes tipos, era evidente porque estaban allí.
- ¿Es aquí lo del concurso de talentos? – Preguntó una joven elfa, no muy alta, de aspecto jovial y de expresión suave, la cual portaba una flauta como instrumento.
Kalim asintió desde detrás del mostrador y volvió a mirar al muchacho. Al parecer habían decidido aparecer todos de golpe o algo, en cualquier caso, eran suficientes como para empezar.
- Sí decides echarnos una mano entra a la cocina y toma un delantal. – Dijo – El tipo alto es Eltrant, la muchacha del carácter se llama Lyn. Ellos te ayudaran.
El Nórgedo se ajustó la chaqueta y salió del mostrador, para entonces atravesar fugazmente la taberna zigzagueando entre las mesas y subirse al tablado en el que el tipo del laúd acababa de dejar de tocar.
- Bien – Dijo – Ya hemos tenido nuestro… número inicial… - Se llevó una de las manos hasta la cara recordando a Lyn – Así que ahora empezaremos con el plato principal de la noche. – Sonrió - ¡El concurso!
- ¡¿Qué estabas haciendo?! – Le dio un golpe en la cabeza con el cucharón, Lyn se llevó las manos hasta la zona en la que le había golpeado y dejó escapar un quejido para enseguida justificar su actitud con un surtido de excusas originalmente variado.
El cucharon que tenía Eltrant en la mano se deformó como si fuese de arcilla según la vampiresa hablaba, se derritió en sus manos en el sentido más literal de la palabra, la maldición reconoció aquel objeto como un arma.
- ¡Oh venga ya! – Agitó aquel palo flácido de un lado a otro - ¡Es una cuchara! ¡Una cuchara! – Exclamó. Dejó caer el cubierto a un lado y se llevó ambas manos hasta las sienes.
- Mortal… - Lyn señaló la sartén dónde los filetes seguían quemándose lentamente.
Maldiciendo en voz baja apartó la carne del fuego y observó cómo esta humeaba lentamente en el plato en el que la dejó caer, Eltrant suspiró.
- ¿Alguien te ha dicho “Dale mi enhorabuena al cocinero”? – Preguntó cruzándose de brazos, sin apartar los ojos de la carne asada. ¿Cómo había podido acabar así?
- Uno me ha preguntado si tenías algún tipo de retraso mental. – Contestó Lyn uniéndose a Eltrant en su intento por cambiar el destino de aquel filete con la mirada. – Le he dicho que sí. - Afirmó dejando escapar una risita.
Pasándose la mano por el pelo, Eltrant negó con la cabeza. Aún quedaba mucha noche por delante y muchos platos por servir, tendrían que darle aquello al desgraciado que lo hubiese pedido.
- ¡Esto se arregla con un poco de vino! – Exclamó Lyn segundos antes de descorchar una botella de vino y vaciar prácticamente todo su contenido sobre la comida. Eltrant no pudo sino oír el característico “Glub, glub, glub” que hizo la botella según se vaciaba incapaz de hacer gran cosa para evitarlo, la vampiresa había sido más rápida que él.
- ¿¡Pero qué has hecho?! – Preguntó Eltrant al borde del colapso nervioso, no solo no les iban a pagar, sino que Kalim iban a entregarle a la guardia para que les decapitasen, por sabotear su taberna.
- ¡Una obra maestra, Mortal! – Dijo Lyn alzando la comida con cuidado, de forma que los dos filetes requemados que flotaban suavemente en el líquido rojo no se saliesen del plato. - …Se llama… Quemadura de brujo. – Dijo abandonado la cocina.
- Bueno… - Tomó aire – Ahora… la Patata con Amor.
- ¡Por supuesto muchacho! – Dijo dándole una leve palmada en el hombro. Sorpresivamente, pese a su tamaño, el viejo Nórgedo notó como los músculos del infante eran ridículamente recios, como los de un soldado o un mercenario. ¿Había recibido algún tipo de entrenamiento? - ¿Vienes solo? – Miró por encima del hombro del joven, esperando ver a algún adulto acompañándole, la ausencia de uno respondió la pregunta de Kalim. ¿Un huérfano quizás? – Bueno, la noche de Beltrexus no es la de Dundarak, pero tampoco es agradable si se pasa solo – Dijo levantándose, sacudiéndose las rodillas de los pantalones con un par de manotazos – Vamos, acompáñame – Kalim le guiñó un ojo al niño y le condujo hasta el interior de su local.
Lyn había vuelto a derramar un par de vasos, esta vez, desgraciadamente, sobre uno de los clientes, empapándolo completamente en alcohol.
La discusión no tardó en iniciarse, el hombre exigía a la vampiresa que se disculpase y que le pagase el resto de bebidas de la noche, esta, por otro lado, pensaba que la culpa era del cliente por no prever la trayectoria del líquido, algo que, según decía la ojiazul “Hasta un inútil sin piernas podría haberlo hecho”.
Kalim suspiró y sonrió agotado al muchacho.
- Siéntate en la barra – Dijo señalando el amplió mostrador tras el cual había un numero extraordinariamente elevado de botellas, justo al lado de la puerta hacía la cocina. – Vamos, no seas tímido – Amplió la sonrisa y depositó un vaso de cristal frente al muchacho – Invita la casa. – Aseguró – Pide lo que quieras – Se cruzó de brazos – Pero nada de alcohol. – Dijo severamente.
- ¡Se dónde vives! – Chilló Lyn al tipo que se acababa de levantar húmedo y enfurecido a partes iguales. Algunas personas aplaudieron el extraño espectáculo, otras alzaron sus copas, Lyn, como sospechaba Kalim, se creció con esto - ¡Voy a partirte las piernas! – Extendió los brazos, tratando de ganarse al público. Lo cierto es que la vampiresa atraía clientes de alguna forma, aunque, por supuesto, también los echaba. No había manera de adivinar que iba - ¡Y se las voy a dar de comer a…! – Eltrant, el otro chico al que había contratado y que hacía las veces de cocinero agarró a la muchacha por la parte trasera del delantal, que solo pudo terminar la frase con un “Ugh” seco cuando el exmercenario la levantó del suelo con una sola mano, la que ocultaba con un grueso guante de cuero.
Kalim palideció durante unos instantes ¿Había dejado, el muy idiota, comida en el fuego sin vigilancia? Se giró rápidamente para ver, a través de la pequeña ventana que tenía justo tras él, como dos filetes se cocinaban lentamente.
- Este… ha sido eh… el espectáculo inaugural de la noche… - Dijo rascándose la barba mientras la chica forcejaba por escapar del agarre de su compañero pataleando – Disfrutad de las sorpresas que os deparan… eh… al… ¿Anochecer? – Un silencio solo roto por Lyn, que seguía tratando de escapar, se apoderó de la taberna. - ¡Pues eso! – Dijo Eltrant antes de perderse de nuevo por la puerta de la cocina.
Algunas personas comenzaron a aplaudir riendo, otros enarcaron las cejas, sin terminar de creerse lo que acababa de suceder, y volvieron a sus asuntos. Un joven de aspecto estrafalario, dueño de varios colores de pelo al mismo tiempo y con un laúd bastante pequeño, se subió al escenario.
Al menos Tale volvía a vigilar a los filetes, los cuales, por lo que podía ver desde dónde estaba, habían adquirido un inusual tono negruzco. Era una suerte que solo se pudiese ver el interior de la cocina al completo desde detrás de la barra y nadie estaba observando aquel dantesco espectáculo culinario.
- Mis empleados… – Dijo Kalim al niño sirviéndole lo que este había decidido pedir, o quizás no lo había hecho, no había podido prestarle demasiada atención debido al numerito de Lyn – Son buenas personas, al menos. – Dijo, se atusó la barba - La verdad es que nos vendría bien más ayuda – Aseguró suspirando, miró al muchacho, no estaba de más preguntarle si quería echarle una mano, iba a pagarle bien y aunque fuese pequeño parecía fuerte, podría servir las bebidas y ayudar a Lyn - ¿Te parecería trabajar aquí por una noche? – Dijo apoyándose en la barra – Te pagaré bien. - Afirmó – Y puedes usar la habitación libre del piso superior para pasar la noche. ¿Qué te parece? – Se cruzó de brazos, aguardando la respuesta del joven. - ¡Oh! – Negó con la cabeza - ¿Dónde están mis modales? – Preguntó – Mi nombre es Kalim Jahar – Le tendió la mano al muchacho – Soy el dueño de este local “El Corazón del Brujo”- Varios clientes entraron a tropel según Kalim conversaba con el joven, todos ellos cargaban instrumentos de diferentes tipos, era evidente porque estaban allí.
- ¿Es aquí lo del concurso de talentos? – Preguntó una joven elfa, no muy alta, de aspecto jovial y de expresión suave, la cual portaba una flauta como instrumento.
Kalim asintió desde detrás del mostrador y volvió a mirar al muchacho. Al parecer habían decidido aparecer todos de golpe o algo, en cualquier caso, eran suficientes como para empezar.
- Sí decides echarnos una mano entra a la cocina y toma un delantal. – Dijo – El tipo alto es Eltrant, la muchacha del carácter se llama Lyn. Ellos te ayudaran.
El Nórgedo se ajustó la chaqueta y salió del mostrador, para entonces atravesar fugazmente la taberna zigzagueando entre las mesas y subirse al tablado en el que el tipo del laúd acababa de dejar de tocar.
- Bien – Dijo – Ya hemos tenido nuestro… número inicial… - Se llevó una de las manos hasta la cara recordando a Lyn – Así que ahora empezaremos con el plato principal de la noche. – Sonrió - ¡El concurso!
__________________________________________________________
- ¡¿Qué estabas haciendo?! – Le dio un golpe en la cabeza con el cucharón, Lyn se llevó las manos hasta la zona en la que le había golpeado y dejó escapar un quejido para enseguida justificar su actitud con un surtido de excusas originalmente variado.
El cucharon que tenía Eltrant en la mano se deformó como si fuese de arcilla según la vampiresa hablaba, se derritió en sus manos en el sentido más literal de la palabra, la maldición reconoció aquel objeto como un arma.
- ¡Oh venga ya! – Agitó aquel palo flácido de un lado a otro - ¡Es una cuchara! ¡Una cuchara! – Exclamó. Dejó caer el cubierto a un lado y se llevó ambas manos hasta las sienes.
- Mortal… - Lyn señaló la sartén dónde los filetes seguían quemándose lentamente.
Maldiciendo en voz baja apartó la carne del fuego y observó cómo esta humeaba lentamente en el plato en el que la dejó caer, Eltrant suspiró.
- ¿Alguien te ha dicho “Dale mi enhorabuena al cocinero”? – Preguntó cruzándose de brazos, sin apartar los ojos de la carne asada. ¿Cómo había podido acabar así?
- Uno me ha preguntado si tenías algún tipo de retraso mental. – Contestó Lyn uniéndose a Eltrant en su intento por cambiar el destino de aquel filete con la mirada. – Le he dicho que sí. - Afirmó dejando escapar una risita.
Pasándose la mano por el pelo, Eltrant negó con la cabeza. Aún quedaba mucha noche por delante y muchos platos por servir, tendrían que darle aquello al desgraciado que lo hubiese pedido.
- ¡Esto se arregla con un poco de vino! – Exclamó Lyn segundos antes de descorchar una botella de vino y vaciar prácticamente todo su contenido sobre la comida. Eltrant no pudo sino oír el característico “Glub, glub, glub” que hizo la botella según se vaciaba incapaz de hacer gran cosa para evitarlo, la vampiresa había sido más rápida que él.
- ¿¡Pero qué has hecho?! – Preguntó Eltrant al borde del colapso nervioso, no solo no les iban a pagar, sino que Kalim iban a entregarle a la guardia para que les decapitasen, por sabotear su taberna.
- ¡Una obra maestra, Mortal! – Dijo Lyn alzando la comida con cuidado, de forma que los dos filetes requemados que flotaban suavemente en el líquido rojo no se saliesen del plato. - …Se llama… Quemadura de brujo. – Dijo abandonado la cocina.
- Bueno… - Tomó aire – Ahora… la Patata con Amor.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Incluso Zero sabe que es difícil encontrar una persona decente y amable, casi siempre los individuos se decantan por una virtud y llenan lo demás con defectos. El buen comportamiento del personaje que tiene enfrente le hace permanecer con la sonrisa más tiempo del regular, varios segundos según el cronometro interno.
La pequeña maquina es invitada a pasar, incluso le regalan una bebida. Eso despierta cierta empatía en su mente aumentada, una emoción que no conocía de manera tan directa. Los seres inteligentes tienden a experimentarla con personas afines, también sale a flote en situaciones específicas de cordialidad… no es una mala sensación.
Un vaso de leche por favor.
No entra en debate con lo del alcohol para mantener su tapadera, también duda de que le hubieran creído. Las bebidas de esa índole no tienen efecto en él, su sistema rechaza elementos nocivos y los suprime de manera automática. La única forma de que Z9-42 puede “emborracharse” es desactivando varios protocolos menores y permitiendo la intoxicación, en palabras sencillas solo ocurrirá si quiere.
Por su parte una trama alterna se desarrolla en las mesas, la chica del accidente anterior parece estar envuelta en cierta pelea. Por suerte nada llega a mayores, un sujeto bastante fuerte se retira llevándose al elemento problemático consigo. Los seres vivos pueden llegar a ser muy fuertes con constancia, este es un caso claro.
Meses atrás el pequeño robot se hubiera sorprendido bastante pero lleva recorridas varias tabernas, conflictos menores y prácticamente teatrales son “el pan de cada día”. La bebida llega y su nuevo dueño le ingiere de golpe, se toma el contenido sin pausa con su más sincera cara de satisfacción. Da la sensación de tener mucha sed pero en realidad… es que le gustan los lácteos.
Otro acontecimiento aleatorio tiene lugar, le ofrecen trabajo al “pequeño”. Parece que Kalim tiene poco personal y muchos clientes, algo bastante repentino vale destacar. Un gran número de personajes peculiares ingresa por la puerta, el local tiene una especie de competencia para el deleite de la clientela.
De acuerdo, ayudare.
Aunque el pequeño sintético encuentra poco uso para el dinero si sabe apreciar una noche tranquila, la privacidad de una habitación le permitirá estudiar más a fondo los datos recolectados en aquella nave enterrada. El común denominador encontraría la privacidad del bosque suficiente pero eso puede ser complicado cuando detectas todo a la redonda… los sensores son molestos en determinadas circunstancias.
Ingresa con naturalidad en la cocina y pilla un delantal que concuerde con su anatomía, luego intenta presentarse. Su nuevo par de colegas debate un rato sobre varios temas, más que todo conceptos culinarios. Una cosa resalta al instante, ese pico de energía que reduce la cuchara a simple metal fundido.
¿Eres una maquina?
Pregunta al hombre en solitario, su compañera sale por la puerta llevando un plato con semejanzas a la cocina francesa terrestre. El pequeño artificial nunca había visto a un “pariente” comportarse de forma tan natural, tampoco registra señales en el aire… si se trata de un bio tiene una generación de adelanto como mínimo.
Simultáneamente una música extraña inunda el lugar, la banda de hace poco logro instalarse. Aunque al principio comienzan bien su intento se distorsiona rápido, una mezcla de instrumentos desafinados conspiran para generar odio en el público, sin duda un claro ejemplo de contaminación sónica primitiva.
¡Basta!, ¡¡Parece que estuvieran matando a un gato!!
La pequeña maquina es invitada a pasar, incluso le regalan una bebida. Eso despierta cierta empatía en su mente aumentada, una emoción que no conocía de manera tan directa. Los seres inteligentes tienden a experimentarla con personas afines, también sale a flote en situaciones específicas de cordialidad… no es una mala sensación.
Un vaso de leche por favor.
No entra en debate con lo del alcohol para mantener su tapadera, también duda de que le hubieran creído. Las bebidas de esa índole no tienen efecto en él, su sistema rechaza elementos nocivos y los suprime de manera automática. La única forma de que Z9-42 puede “emborracharse” es desactivando varios protocolos menores y permitiendo la intoxicación, en palabras sencillas solo ocurrirá si quiere.
Por su parte una trama alterna se desarrolla en las mesas, la chica del accidente anterior parece estar envuelta en cierta pelea. Por suerte nada llega a mayores, un sujeto bastante fuerte se retira llevándose al elemento problemático consigo. Los seres vivos pueden llegar a ser muy fuertes con constancia, este es un caso claro.
Meses atrás el pequeño robot se hubiera sorprendido bastante pero lleva recorridas varias tabernas, conflictos menores y prácticamente teatrales son “el pan de cada día”. La bebida llega y su nuevo dueño le ingiere de golpe, se toma el contenido sin pausa con su más sincera cara de satisfacción. Da la sensación de tener mucha sed pero en realidad… es que le gustan los lácteos.
Otro acontecimiento aleatorio tiene lugar, le ofrecen trabajo al “pequeño”. Parece que Kalim tiene poco personal y muchos clientes, algo bastante repentino vale destacar. Un gran número de personajes peculiares ingresa por la puerta, el local tiene una especie de competencia para el deleite de la clientela.
De acuerdo, ayudare.
Aunque el pequeño sintético encuentra poco uso para el dinero si sabe apreciar una noche tranquila, la privacidad de una habitación le permitirá estudiar más a fondo los datos recolectados en aquella nave enterrada. El común denominador encontraría la privacidad del bosque suficiente pero eso puede ser complicado cuando detectas todo a la redonda… los sensores son molestos en determinadas circunstancias.
Ingresa con naturalidad en la cocina y pilla un delantal que concuerde con su anatomía, luego intenta presentarse. Su nuevo par de colegas debate un rato sobre varios temas, más que todo conceptos culinarios. Una cosa resalta al instante, ese pico de energía que reduce la cuchara a simple metal fundido.
¿Eres una maquina?
Pregunta al hombre en solitario, su compañera sale por la puerta llevando un plato con semejanzas a la cocina francesa terrestre. El pequeño artificial nunca había visto a un “pariente” comportarse de forma tan natural, tampoco registra señales en el aire… si se trata de un bio tiene una generación de adelanto como mínimo.
Simultáneamente una música extraña inunda el lugar, la banda de hace poco logro instalarse. Aunque al principio comienzan bien su intento se distorsiona rápido, una mezcla de instrumentos desafinados conspiran para generar odio en el público, sin duda un claro ejemplo de contaminación sónica primitiva.
¡Basta!, ¡¡Parece que estuvieran matando a un gato!!
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Miró al niño que acaba de entrar en la cocina, el muchacho apenas tardó unos segundos en colocarse un delantal como el que llevaba Lyn y otear el resto de la sala con aparente interés. ¿Kalim le había contratado para que les ayudase? Si era así no iba a rechazar una mano más, por muy joven que fuese incluso él podría llevar de un lado a otro los platos con comida, después de todo, la vampiresa era capaz de hacerlo, no era muy difícil igualarla.
Lo que Eltrant no esperaba, sin embargo, es que el joven hubiese presenciado el efecto de la maldición de Hartem, era la primera persona que, además de Lyn, conocía que sucedia cada vez que el exmercenario tomaba un arma, en cierto modo, no le sorprendió la pregunta que le hizo.
- ¿Una maquina? – Eltrant sonrió cansado y se llevó la mano hasta la cara, girándose enseguida hacía los diferentes alimentos que tenía delante para comenzar a manipularlos. - ¿Un Bio dices? – Amplió su sonrisa – No – Dijo – Es una historia… un poco más larga. - En realidad no lo era, pero no le apetecia contarla - No soy una maquina. – Dijo como todo explicación a lo que el muchacho acababa de presenciar.
- ¡En cualquier caso…! – Dio una palmada de forma instintiva para cambiar de tema de conversación, la mano derecha se resintió al sentir el metal que componía la de la izquierda, reprimió el gemido de dolor – Mi nombre es Eltrant – Dijo - ¿Vas a ayudarnos? – Señaló justo detrás del muchacho - ¿Puedes llevar esas jarras a…? – Un estruendo consumió el resto de las palabras que salieron de la boca del castaño, el “concurso” del que había hablado Kalim acababa de comenzar y los primeros participantes dejaban mucho, mucho que desear.
- Increíble… - Murmuró Eltrant acercándose a la puerta de la habitación, las personas comenzaban a impacientarse, gritaban, algunos arrojaban sus bebidas, Kalim, desde detrás de la barra dónde servía las bebidas tenía cara de circunstancia, había imaginado muchas cosas, pero jamás que el primer grupo de trovadores iba a ser tan horriblemente malo. En la otra punta de la habitación Lyn se carcajeaba con gusto, apoyada en una de las mesas.
Negó con la cabeza y trató de apartar aquel sonido infernal de sus pensamientos, no podía centrarse en aquella oda al mal gusto y a la depravación que la elfa de rostro angelical tocaba junto a su grupo. Tenía cosas más importantes que hacer, como "La Patata con Amor."
- Bueno… vamos a seguir… - Dijo suspirando a su nuevo ayudante – Pásame una patata – Pidió señalando al saco raído que yacía en la esquina de la cocina - Después ve a hablar con Kalim, creo que te va a necesitar más que yo. – La música cesó durante unos instantes, un tímido “gracias” llegó hasta oídos del exmercenario, la elfa había dejado de tocar, parecía que, afortunadamente, había terminado lo peor, no obstante, muy a su pesar no había hecho más que empezar. Aquella colección de sonidos que solo podía funcionar como aderezo a sus peores pesadillas solo era la primera parte de una obra de tres actos, la cual, por lo que pudo oír mientras preparaba los diferentes utensilios a usar se llamaba “Abrazo a los árboles”
– …Qué suerte tienen suerte de no tener orejas – Dijo al niño, Eltrant estaba a punto de comenzar a golpearse la cabeza contra la pared. – Nunca he visto a un arbusto querer morirse, pero si escuchase esto… - Seguro que una conmoción ayudaba a lidiar con aquel ruido, pero se contuvo, solo los dioses sabían cómo consiguió hacerlo, decidió que abrirse la cabeza no era una opción por el momento. ¿Cuánto podía durar la obra de la muchacha? ¿Media hora máximo? Continuó cocinando.
Lo peor de todo aquel trabajo era, quizás, que el libro de cocina era el escrito más ambiguo que había tenido la oportunidad de leer. No solo tenía medidas de peso extrañas como “Plomanzos” y “Virutitas”, sino que además la mayor parte del texto estaba escrita en verso.
Asintió tras leer la primera parte de la receta en voz alta, se había saltado la introducción, pero no importaba demasiado, ya había leído las suficientes como para saber que las primeras tres estrofas siempre eran acerca de cómo al autor del libro llegó hasta aquella receta.
Releyó varias veces la estrofa, la analizó, estudió lo que quería decir en realidad aquello. Por lo que podía intuir, todo aquel grupúsculo de texto quería decir que le hacía falta una patata, una sola.
Odiaba a quien hubiese escrito aquello.
Suspiró, tomó la patata que tenía más cerca y la estudió a contraluz, parecía una buena patata; No era elfo, ni botánico, no sabía la diferencia entre una patata y otra. ¿No eran todas iguales? La música de la elfa se taladraba en su cerebro y le impedía pensar con claridad, depositó la planta a un lado y sacudió la cabeza, continuó leyendo.
Frunció el ceño. ¿Acaso el libro le estaba tratando de decir que le diese un beso a la patata? Tomó aire, ignoró el solo de flauta dulce que la elfa estaba realizando en el escenario y que, sorpresivamente, era audible incluso dónde él se encontraba.
Torciendo el gesto y levanto el tubérculo de nuevo, lo observó durante unos segundos, ¿De verdad era aquello parte de la receta? Se encogió de hombros y, delicadamente, tocó la piel de la patata con los labios.
- ¿… Qué haces? – La voz de Lyn sonó a su espalda, Eltrant, incapaz de hacer otra cosa lanzó la patata contra la pared de forma instintiva, con todas sus fuerzas; el tubérculo estalló en un centenar de trozos diferentes tras emitir un sonoro “Plotch”. Si la patata hubiese tenido corazón, el exmercenario se lo habría roto en aquel instante. - ¿… Te estabas liando con una patata? - Lyn se limpió los restos del vegetal de su delantal, empezó a reírse.
- ¡No! – Gritó Eltrant señalando a la puerta, a la ventana, a las langostas del acuario a todo en general - ¡Era parte de la receta! – Añadió, Lyn enarcó una ceja evidentemente descontenta con aquella explicación pero sin perder un ápice del buen humor que la caracterizaba. - ¡¿Qué haces aquí todavía!? ¡Sigue trabajando! – Ordenó volviendo al libro, tratando de ocultar la cara entre las páginas.
- Ya… ya… - Lyn continuó sonriendo. – No os preocupéis, os dejo a solas. – Afirmó encaminándose a la salida de la cocina - ¡Oh! ¿Sabes que nos está ayudando un niño? Es muy majo, aunque algo callado – Eltrant respondió afirmativamente a esto con la cabeza y le hizo un gesto a la vampiresa para que se marchase.
De nuevo solo en la cocina se aclaró la garganta y miró el recetario de nuevo.
- Me… me voy a saltar esa parte… - Se rascó la barba y pasó la página. – No es muy útil – Se dijo a sí mismo controlando las ganas de saltar por la ventana.
Golpeó la mesa con el puño cerrado, con fuerza, todos los utensilios que había sobre esta saltaron momentáneamente, se desordenaron, Eltrant emitió algo parecido a un gemido de dolor pero aún más lastimero, algo que solo habría pronunciado alguien en su lecho de muerte. ¿Aquello era la “Patata con Amor”? ¿Una maldita patata hervida?
Después de tomar otra de las hortalizas que descansaban en el saco que había señalado al joven Zero momentos atrás, la lanzó con desgana a una cacerola que se encargó de rellenar con agua antes, y, tras limpiar humildemente el líquido que había regado toda la mesa en el proceso, la puso al fuego.
Mientras tanto, la tropa de la elfa rubia seguía tocando cada vez más rápido. No sabía si era debido al olor a filete chamuscado o por la extraña obra de arte que había fabricado al arrojar a su amante vegetal contra la pared, pero parecía que empezaban a tocar algo mejor.
Parecía.
- ¡Tres pedidos más! – Lyn se asomó por la ventana – Pollo con salsa elfica, una ensalada y el maldito huevo cocido de antes. – Dijo la vampiresa antes de perderse de nuevo en la taberna.
Suspirando se llevó la mano hasta las sienes, podía hacer más de un plato a la vez. Arrojó el huevo junto a la patata.
Lo que Eltrant no esperaba, sin embargo, es que el joven hubiese presenciado el efecto de la maldición de Hartem, era la primera persona que, además de Lyn, conocía que sucedia cada vez que el exmercenario tomaba un arma, en cierto modo, no le sorprendió la pregunta que le hizo.
- ¿Una maquina? – Eltrant sonrió cansado y se llevó la mano hasta la cara, girándose enseguida hacía los diferentes alimentos que tenía delante para comenzar a manipularlos. - ¿Un Bio dices? – Amplió su sonrisa – No – Dijo – Es una historia… un poco más larga. - En realidad no lo era, pero no le apetecia contarla - No soy una maquina. – Dijo como todo explicación a lo que el muchacho acababa de presenciar.
- ¡En cualquier caso…! – Dio una palmada de forma instintiva para cambiar de tema de conversación, la mano derecha se resintió al sentir el metal que componía la de la izquierda, reprimió el gemido de dolor – Mi nombre es Eltrant – Dijo - ¿Vas a ayudarnos? – Señaló justo detrás del muchacho - ¿Puedes llevar esas jarras a…? – Un estruendo consumió el resto de las palabras que salieron de la boca del castaño, el “concurso” del que había hablado Kalim acababa de comenzar y los primeros participantes dejaban mucho, mucho que desear.
- Increíble… - Murmuró Eltrant acercándose a la puerta de la habitación, las personas comenzaban a impacientarse, gritaban, algunos arrojaban sus bebidas, Kalim, desde detrás de la barra dónde servía las bebidas tenía cara de circunstancia, había imaginado muchas cosas, pero jamás que el primer grupo de trovadores iba a ser tan horriblemente malo. En la otra punta de la habitación Lyn se carcajeaba con gusto, apoyada en una de las mesas.
Negó con la cabeza y trató de apartar aquel sonido infernal de sus pensamientos, no podía centrarse en aquella oda al mal gusto y a la depravación que la elfa de rostro angelical tocaba junto a su grupo. Tenía cosas más importantes que hacer, como "La Patata con Amor."
- Bueno… vamos a seguir… - Dijo suspirando a su nuevo ayudante – Pásame una patata – Pidió señalando al saco raído que yacía en la esquina de la cocina - Después ve a hablar con Kalim, creo que te va a necesitar más que yo. – La música cesó durante unos instantes, un tímido “gracias” llegó hasta oídos del exmercenario, la elfa había dejado de tocar, parecía que, afortunadamente, había terminado lo peor, no obstante, muy a su pesar no había hecho más que empezar. Aquella colección de sonidos que solo podía funcionar como aderezo a sus peores pesadillas solo era la primera parte de una obra de tres actos, la cual, por lo que pudo oír mientras preparaba los diferentes utensilios a usar se llamaba “Abrazo a los árboles”
– …Qué suerte tienen suerte de no tener orejas – Dijo al niño, Eltrant estaba a punto de comenzar a golpearse la cabeza contra la pared. – Nunca he visto a un arbusto querer morirse, pero si escuchase esto… - Seguro que una conmoción ayudaba a lidiar con aquel ruido, pero se contuvo, solo los dioses sabían cómo consiguió hacerlo, decidió que abrirse la cabeza no era una opción por el momento. ¿Cuánto podía durar la obra de la muchacha? ¿Media hora máximo? Continuó cocinando.
Lo peor de todo aquel trabajo era, quizás, que el libro de cocina era el escrito más ambiguo que había tenido la oportunidad de leer. No solo tenía medidas de peso extrañas como “Plomanzos” y “Virutitas”, sino que además la mayor parte del texto estaba escrita en verso.
“La Patata con Amor,
Un manjar sin parangón.
De un solo tubérculo necesitas,
Para saciarte hasta la vendimia.”
Un manjar sin parangón.
De un solo tubérculo necesitas,
Para saciarte hasta la vendimia.”
Asintió tras leer la primera parte de la receta en voz alta, se había saltado la introducción, pero no importaba demasiado, ya había leído las suficientes como para saber que las primeras tres estrofas siempre eran acerca de cómo al autor del libro llegó hasta aquella receta.
Releyó varias veces la estrofa, la analizó, estudió lo que quería decir en realidad aquello. Por lo que podía intuir, todo aquel grupúsculo de texto quería decir que le hacía falta una patata, una sola.
Odiaba a quien hubiese escrito aquello.
Suspiró, tomó la patata que tenía más cerca y la estudió a contraluz, parecía una buena patata; No era elfo, ni botánico, no sabía la diferencia entre una patata y otra. ¿No eran todas iguales? La música de la elfa se taladraba en su cerebro y le impedía pensar con claridad, depositó la planta a un lado y sacudió la cabeza, continuó leyendo.
“Una vez con la patata en tu potestad,
No la temas, amala, adórala.
Con un solo beso de tus labios,
comenzará la cocina,
Está todo preparado.”
No la temas, amala, adórala.
Con un solo beso de tus labios,
comenzará la cocina,
Está todo preparado.”
Frunció el ceño. ¿Acaso el libro le estaba tratando de decir que le diese un beso a la patata? Tomó aire, ignoró el solo de flauta dulce que la elfa estaba realizando en el escenario y que, sorpresivamente, era audible incluso dónde él se encontraba.
Torciendo el gesto y levanto el tubérculo de nuevo, lo observó durante unos segundos, ¿De verdad era aquello parte de la receta? Se encogió de hombros y, delicadamente, tocó la piel de la patata con los labios.
- ¿… Qué haces? – La voz de Lyn sonó a su espalda, Eltrant, incapaz de hacer otra cosa lanzó la patata contra la pared de forma instintiva, con todas sus fuerzas; el tubérculo estalló en un centenar de trozos diferentes tras emitir un sonoro “Plotch”. Si la patata hubiese tenido corazón, el exmercenario se lo habría roto en aquel instante. - ¿… Te estabas liando con una patata? - Lyn se limpió los restos del vegetal de su delantal, empezó a reírse.
- ¡No! – Gritó Eltrant señalando a la puerta, a la ventana, a las langostas del acuario a todo en general - ¡Era parte de la receta! – Añadió, Lyn enarcó una ceja evidentemente descontenta con aquella explicación pero sin perder un ápice del buen humor que la caracterizaba. - ¡¿Qué haces aquí todavía!? ¡Sigue trabajando! – Ordenó volviendo al libro, tratando de ocultar la cara entre las páginas.
- Ya… ya… - Lyn continuó sonriendo. – No os preocupéis, os dejo a solas. – Afirmó encaminándose a la salida de la cocina - ¡Oh! ¿Sabes que nos está ayudando un niño? Es muy majo, aunque algo callado – Eltrant respondió afirmativamente a esto con la cabeza y le hizo un gesto a la vampiresa para que se marchase.
De nuevo solo en la cocina se aclaró la garganta y miró el recetario de nuevo.
- Me… me voy a saltar esa parte… - Se rascó la barba y pasó la página. – No es muy útil – Se dijo a sí mismo controlando las ganas de saltar por la ventana.
“Una vez el acto de amor verdadero
Ha sido ejecutado
Solo queda hervir el tubérculo
Hasta que algún dios quede agradado.”
Ha sido ejecutado
Solo queda hervir el tubérculo
Hasta que algún dios quede agradado.”
Golpeó la mesa con el puño cerrado, con fuerza, todos los utensilios que había sobre esta saltaron momentáneamente, se desordenaron, Eltrant emitió algo parecido a un gemido de dolor pero aún más lastimero, algo que solo habría pronunciado alguien en su lecho de muerte. ¿Aquello era la “Patata con Amor”? ¿Una maldita patata hervida?
Después de tomar otra de las hortalizas que descansaban en el saco que había señalado al joven Zero momentos atrás, la lanzó con desgana a una cacerola que se encargó de rellenar con agua antes, y, tras limpiar humildemente el líquido que había regado toda la mesa en el proceso, la puso al fuego.
Mientras tanto, la tropa de la elfa rubia seguía tocando cada vez más rápido. No sabía si era debido al olor a filete chamuscado o por la extraña obra de arte que había fabricado al arrojar a su amante vegetal contra la pared, pero parecía que empezaban a tocar algo mejor.
Parecía.
- ¡Tres pedidos más! – Lyn se asomó por la ventana – Pollo con salsa elfica, una ensalada y el maldito huevo cocido de antes. – Dijo la vampiresa antes de perderse de nuevo en la taberna.
Suspirando se llevó la mano hasta las sienes, podía hacer más de un plato a la vez. Arrojó el huevo junto a la patata.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
El individuo llamado Eltrant evita dar mayor información sobre sus habilidades extrañas, Zero nota cierta aversión en su voz, claramente ese tema resulta complicado para él. La pequeña creación decide no insistir, sabe cuándo callar… lo aprendió durante la primera semana que estuvo solo en el mundo real.
Si, ayudare.
Dice como respuesta a la interrogante de su nuevo colega laboral, este último estuvo a punto de soltar una orden específica pero fue detenido por un elemento alterno. Tal parece que la perturbación sonora del ambiente molesta en mayor medida a los seres vivos, es una lástima que no puedan silenciar sonidos específicos como el niño robot.
Aquí tienes.
Arroja una patata con velocidad como se lo ordenan, por alguna razón la acción le parece conocida y muy divertida. Recibe la imagen de un niño arrojando nieve contra sus vecinos en un invierno frio, resulta soberanamente entretenido y casi le hace olvidar que está enfermo, ese día desobedeció a sus padres.
Sin más que obtener del extraño cocinero Z9-42 avanza hasta su empleador en busca de labores, Kalim rápidamente lo equipa con varios utensilios acordes. Su nueva labor según palabras del dueño es barrer restos en el gran salón, una tarea trivial de vital importancia para el mantenimiento estético y funcional.
Esa chica ha roto la mitad de mi vajilla… recoge los restos antes de que algún borracho termine cortándose por favor.
Zero asiente, luego avanza con escoba y pala en mano. Cuando llega al lugar objetivo utiliza su escáner, pronto se da cuenta de la magnitud involucrada. Muchos residuos languidecen en el suelo, el dueño no exageraba en cuanto a concepto argumental… se requieren considerables minutos para limpiar todo.
Con eficiencia envidiable el sintético inicia, calcula todos los pasos a seguir con su mente aumentada. En un giro de acontecimientos alterno la banda comienza a tocar algo medianamente decente. Su melodía mejora tanto que el chico se permite revocar el bloqueo auditivo que tenía entablado... curiosamente le sirve para hacer más llevadera su tarea.
Las razas suelen decir “lo bueno no dura”, un concepto bastante acorde a varias situaciones incluyendo la actual. El grupo musical termina sorpresivamente rápido a pesar de su notoria mejoría, sin duda deben modificar los patrones que utilizan para generar música y suprimir el inicio.
Para ese entonces Z9-42 ya lleva varios recorridos al cesto, la zona interna empieza a verse más limpia y segura. Por desgracia es una tarea efímera pues la empleada continua rompiendo algo ocasionalmente, de continuar ese ritmo no quedaran platos ni jarras en que servir. Cuando el lugar alcanza una buena proporción Zero decide intervenir para preservar su trabajo.
Señorita… me preguntaba si me podría dejar despachar los pedidos… parece divertido y quiero probar.
Intenta ganar el puesto de manera amable, ese camino suele traer buenos resultados. Las personas corrientes tienden a molestarse cuando alguien critica su manera de actuar, no es buena idea “sacar en cara” mal desempeño para conseguir algo. Sonríe en un intento por mejorar sus posibilidades, eso ayuda bastante cuando tienes un hardware pequeño.
Si, ayudare.
Dice como respuesta a la interrogante de su nuevo colega laboral, este último estuvo a punto de soltar una orden específica pero fue detenido por un elemento alterno. Tal parece que la perturbación sonora del ambiente molesta en mayor medida a los seres vivos, es una lástima que no puedan silenciar sonidos específicos como el niño robot.
Aquí tienes.
Arroja una patata con velocidad como se lo ordenan, por alguna razón la acción le parece conocida y muy divertida. Recibe la imagen de un niño arrojando nieve contra sus vecinos en un invierno frio, resulta soberanamente entretenido y casi le hace olvidar que está enfermo, ese día desobedeció a sus padres.
Sin más que obtener del extraño cocinero Z9-42 avanza hasta su empleador en busca de labores, Kalim rápidamente lo equipa con varios utensilios acordes. Su nueva labor según palabras del dueño es barrer restos en el gran salón, una tarea trivial de vital importancia para el mantenimiento estético y funcional.
Esa chica ha roto la mitad de mi vajilla… recoge los restos antes de que algún borracho termine cortándose por favor.
Zero asiente, luego avanza con escoba y pala en mano. Cuando llega al lugar objetivo utiliza su escáner, pronto se da cuenta de la magnitud involucrada. Muchos residuos languidecen en el suelo, el dueño no exageraba en cuanto a concepto argumental… se requieren considerables minutos para limpiar todo.
Con eficiencia envidiable el sintético inicia, calcula todos los pasos a seguir con su mente aumentada. En un giro de acontecimientos alterno la banda comienza a tocar algo medianamente decente. Su melodía mejora tanto que el chico se permite revocar el bloqueo auditivo que tenía entablado... curiosamente le sirve para hacer más llevadera su tarea.
Las razas suelen decir “lo bueno no dura”, un concepto bastante acorde a varias situaciones incluyendo la actual. El grupo musical termina sorpresivamente rápido a pesar de su notoria mejoría, sin duda deben modificar los patrones que utilizan para generar música y suprimir el inicio.
Para ese entonces Z9-42 ya lleva varios recorridos al cesto, la zona interna empieza a verse más limpia y segura. Por desgracia es una tarea efímera pues la empleada continua rompiendo algo ocasionalmente, de continuar ese ritmo no quedaran platos ni jarras en que servir. Cuando el lugar alcanza una buena proporción Zero decide intervenir para preservar su trabajo.
Señorita… me preguntaba si me podría dejar despachar los pedidos… parece divertido y quiero probar.
Intenta ganar el puesto de manera amable, ese camino suele traer buenos resultados. Las personas corrientes tienden a molestarse cuando alguien critica su manera de actuar, no es buena idea “sacar en cara” mal desempeño para conseguir algo. Sonríe en un intento por mejorar sus posibilidades, eso ayuda bastante cuando tienes un hardware pequeño.
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Se quedó mirando varios segundos al muchacho. ¿Quería despachar los pedidos? ¡Perfecto! Asintió efusivamente a la petición del joven ayudante que había contratado el jefe.
- Sí necesitas algo, no dudes en avisarme – Dijo Lyn levantando el pulgar de buen humor.
Sí que había roto un par de platos, pero por norma general estaba haciendo un buen tiempo, era bastante rápida. Eso era lo que había dicho Kalim de todas formas, y la palabra del jefe, como bien había dicho el Mortal con cierta cara de preocupación, era algo que debía escuchar detenidamente.
Lo importante era que ahora podría dedicarse a lo que realmente importaba, la cocina; dónde enseñaría al Mortal varias cosas sobre arte culinario.
Daba igual que hiciese más de veinte años que no cocinase nada, tampoco importaba que la última vez que lo intentó se conociese, en el pequeño pueblo de “Albricias”, como “La Noche del fuego Infernal”.
Iba a enseñarle lo importante de la cocina. Dejó escapar una carcajada que atrajo un par de miradas mientras, tras dejarle a Zero los platos que quedaban por entregar se dirigía a la cocina.
Kalim suspiró aliviado al ver como el muchacho, Zero, sustituía a Lyn como camarera. Aquello, además de agilizar las cosas, muy probablemente le ayudaría con la vajilla, la cual en manos del joven parecía durar más tiempo.
Mientras tanto, por otro lado, la banda elfica termina con un tenue aplauso, uno confuso, los patrones de su local no estaban seguros de que pensar. Él tampoco, ¿Habían mejorado según avanzaba la composición o era que, simplemente, se habían habituado a aquella hilera de sonidos incesantes y el tiempo?
Fuese como fuese no podía detenerse a pensar, la multitud seguía llegando, la promesa de un premio en metálico se había extendido por la zona circundante y artistas, poetas y trovadores se subían uno tras otro sobre el escenario esperando que le publico les seleccionase como el artista de la noche.
-¡Viejo! – Un hombre fornido, podía considerarse un mercenario sin problema alguno por su indumentaria se sentó en la barra - ¡Dame lo más fuerte que tengas! – Exclamó a continuación dejando, de un manotazo, un montan de Aeros en la barra.
Kalim sonrió, la noche iba bien, comenzaba a irlo, o al menos eso pensaba hasta que escuchó la voz de Lyn apagada por la gruesa pared que separaba la cocina del salón principal.
- ¿¡Que hacen todas las langostas fuera de la pecera!?
Frunció el ceño, lo había oído muy bajito, pero lo suficientemente alto como para inutir que algo no iba bien, se giró sobre sí mismo.
- ¡Vamos jefe! – El mercenario sonrió – Una copita. – Kalim asintió con una sonrisa hacia su cliente, tendrían que apañárselas solos en la cocina.
- ¡No lo sé! ¡Me he girado y estaban así! – La voz de Eltrant se abrió paso a través de la pared - ¡Rápido! ¡Metete los pantalones dentro de las botas!
- ¡Se me enredan en el pelo!
Tragó saliva, estaba pasando algo muy malo, pero confiaba en ellos, los había contratado por que eran competentes, o al menos lo parecían, podrían lidiar con ello. Además, cada vez había menos pedidos de comida y más bebidas, y de las bebidas se estaban encargando él y el joven Zero.
- ¡Oh dioses! ¡Se están organizando!
- ¡¿Cómo ha conseguido esa de ahí un cuchillo!?
Continuó sirviendo alcohol a las personas que seguían apareciendo, confiando en que Tale y la chica pudiesen controlar la situación por su propia cuenta, mientras, en una libretita, apuntaba metódicamente las personas que querían apuntarse al evento.
- ¡No dejes que salgan de la cocina! ¡Ve a por la que parece la langosta líder! ¡La que dirige todo desde la retaguardia!
- ¡Ponme una cerveza amigo! – Una mujer alta y de cabellos rojizos sacudió a Kalim desde el otro lado del mostrador con una sonrisa. - ¡Este lugar es mucho mejor que la taberna de estirados de enfrente! – Exclamó levantando la copa, riendo, aquella mujer podría llegar perfectamente a los dos metros de altura, y estaba allí, como si nada, dándole empujones a los demás, riéndose a carcajadas. - ¡Os voy a enseñar lo que es arte! – Dijo con una sonrisa, bebiéndose la jarra de un solo trago.
- ¡Mortal! ¡Me están rodeando!
Definitivamente, había sido una buena idea lo del concurso, sobre todo cuando aquella gigante pelirroja, la joven que, antes de subirse al escenario, dejó a un lado una enorme hacha de guerra, comenzó a cantar. Cantaba sorpresivamente bien, parecía salida de uno de los coros de la academia; Entonó una suave melodía acerca de los viajes y de las aventuras que hizo que todos los presentes se detuviesen, durante unos instantes, a mirar que hacía.
- ¡Ve a por refuerzos! ¡Yo les contengo!
- ¡Pero son demasiados!
- ¡Rápido! ¡Han tomado la zona de los fogones! ¡No hay tiempo!
- ¡…Volveré! ¡Mantente a salvo!
Justó cuando pelirroja dejó de cantar y un estruendoso aplauso se apoderó de la taberna Lyn salió de la cocina; Despeinada, con el delantal lleno de manchas de un sinfín de procedencias y con cara de no haber dormido en varios meses.
Kalim observó como la muchacha que acababa de salir respirando agitadamente, se detenía un instante, se sacudía el delantal y, tras peinarse un poco el pelo avanzaba hacía el lugar en el que estaba trabajando Zero esquivando las distintas mesas y a las personas que, incapaz de encontrar un sitio libre, miraban las funciones de pie.
- …Necesitamos tu ayuda. – Dijo mirando fijamente al chico. – Es cuestión de vida o muerte. – Dijo aún más seria. – El destino de Beltrexus depende de ello. – Kalim suspiró ¿Qué estaban haciendo ahí atrás?
La posada Brillante estaba extrañamente vacía, algo no iba bien, usualmente a aquella hora de la noche tenían cola en el exterior, normalmente estarían luchando por que patéticos mercenarios y gentes de los barrios bajos no entrasen en su posada.
¿Qué estaba sucediendo?
Los gemelos Radiante miraban su taberna desde detrás de una barra elegante, un mostrador de la madera más cara que habían podido encontrar. Apenas había tres clientes, todos ellos bebiendo a solas en sus respectivas mesas.
Linda Radiante jugueteó con sus rizos dorados y miró por la ventana, esperando ver a alguien afuera esperando para entrar, deseando que todo fuese un error de la seguridad del lugar y el inútil que habían puesto en el exterior los estuviese echando a todos.
Pero no había nadie.
Adonis Radiante, por otro lado, salió al exterior y, con cara de circunstancia contempló como en la absurda taberna del Nórgedo entraban clientes uno detrás de otro. ¿Es que el mundo estaba del revés? ¿Es que ellos, los gemelos radiantes, brujos de pura sangre, estaban perdiendo contra un Come-arena?
No, no iba a ser así.
Adonis volvió al interior de su local con una copia del papel que había encontrado en el suelo, un amarillento panfleto que había arrastrado el aire hasta él. ¿Un premio en metálico? ¿Así es como ese Nórgedo les estaba quitando a los clientes?
Pues iba a ganarle en su propio juego.
- Sí necesitas algo, no dudes en avisarme – Dijo Lyn levantando el pulgar de buen humor.
Sí que había roto un par de platos, pero por norma general estaba haciendo un buen tiempo, era bastante rápida. Eso era lo que había dicho Kalim de todas formas, y la palabra del jefe, como bien había dicho el Mortal con cierta cara de preocupación, era algo que debía escuchar detenidamente.
Lo importante era que ahora podría dedicarse a lo que realmente importaba, la cocina; dónde enseñaría al Mortal varias cosas sobre arte culinario.
Daba igual que hiciese más de veinte años que no cocinase nada, tampoco importaba que la última vez que lo intentó se conociese, en el pequeño pueblo de “Albricias”, como “La Noche del fuego Infernal”.
Iba a enseñarle lo importante de la cocina. Dejó escapar una carcajada que atrajo un par de miradas mientras, tras dejarle a Zero los platos que quedaban por entregar se dirigía a la cocina.
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Kalim suspiró aliviado al ver como el muchacho, Zero, sustituía a Lyn como camarera. Aquello, además de agilizar las cosas, muy probablemente le ayudaría con la vajilla, la cual en manos del joven parecía durar más tiempo.
Mientras tanto, por otro lado, la banda elfica termina con un tenue aplauso, uno confuso, los patrones de su local no estaban seguros de que pensar. Él tampoco, ¿Habían mejorado según avanzaba la composición o era que, simplemente, se habían habituado a aquella hilera de sonidos incesantes y el tiempo?
Fuese como fuese no podía detenerse a pensar, la multitud seguía llegando, la promesa de un premio en metálico se había extendido por la zona circundante y artistas, poetas y trovadores se subían uno tras otro sobre el escenario esperando que le publico les seleccionase como el artista de la noche.
-¡Viejo! – Un hombre fornido, podía considerarse un mercenario sin problema alguno por su indumentaria se sentó en la barra - ¡Dame lo más fuerte que tengas! – Exclamó a continuación dejando, de un manotazo, un montan de Aeros en la barra.
Kalim sonrió, la noche iba bien, comenzaba a irlo, o al menos eso pensaba hasta que escuchó la voz de Lyn apagada por la gruesa pared que separaba la cocina del salón principal.
- ¿¡Que hacen todas las langostas fuera de la pecera!?
Frunció el ceño, lo había oído muy bajito, pero lo suficientemente alto como para inutir que algo no iba bien, se giró sobre sí mismo.
- ¡Vamos jefe! – El mercenario sonrió – Una copita. – Kalim asintió con una sonrisa hacia su cliente, tendrían que apañárselas solos en la cocina.
- ¡No lo sé! ¡Me he girado y estaban así! – La voz de Eltrant se abrió paso a través de la pared - ¡Rápido! ¡Metete los pantalones dentro de las botas!
- ¡Se me enredan en el pelo!
Tragó saliva, estaba pasando algo muy malo, pero confiaba en ellos, los había contratado por que eran competentes, o al menos lo parecían, podrían lidiar con ello. Además, cada vez había menos pedidos de comida y más bebidas, y de las bebidas se estaban encargando él y el joven Zero.
- ¡Oh dioses! ¡Se están organizando!
- ¡¿Cómo ha conseguido esa de ahí un cuchillo!?
Continuó sirviendo alcohol a las personas que seguían apareciendo, confiando en que Tale y la chica pudiesen controlar la situación por su propia cuenta, mientras, en una libretita, apuntaba metódicamente las personas que querían apuntarse al evento.
- ¡No dejes que salgan de la cocina! ¡Ve a por la que parece la langosta líder! ¡La que dirige todo desde la retaguardia!
- ¡Ponme una cerveza amigo! – Una mujer alta y de cabellos rojizos sacudió a Kalim desde el otro lado del mostrador con una sonrisa. - ¡Este lugar es mucho mejor que la taberna de estirados de enfrente! – Exclamó levantando la copa, riendo, aquella mujer podría llegar perfectamente a los dos metros de altura, y estaba allí, como si nada, dándole empujones a los demás, riéndose a carcajadas. - ¡Os voy a enseñar lo que es arte! – Dijo con una sonrisa, bebiéndose la jarra de un solo trago.
- ¡Mortal! ¡Me están rodeando!
Definitivamente, había sido una buena idea lo del concurso, sobre todo cuando aquella gigante pelirroja, la joven que, antes de subirse al escenario, dejó a un lado una enorme hacha de guerra, comenzó a cantar. Cantaba sorpresivamente bien, parecía salida de uno de los coros de la academia; Entonó una suave melodía acerca de los viajes y de las aventuras que hizo que todos los presentes se detuviesen, durante unos instantes, a mirar que hacía.
- ¡Ve a por refuerzos! ¡Yo les contengo!
- ¡Pero son demasiados!
- ¡Rápido! ¡Han tomado la zona de los fogones! ¡No hay tiempo!
- ¡…Volveré! ¡Mantente a salvo!
Justó cuando pelirroja dejó de cantar y un estruendoso aplauso se apoderó de la taberna Lyn salió de la cocina; Despeinada, con el delantal lleno de manchas de un sinfín de procedencias y con cara de no haber dormido en varios meses.
Kalim observó como la muchacha que acababa de salir respirando agitadamente, se detenía un instante, se sacudía el delantal y, tras peinarse un poco el pelo avanzaba hacía el lugar en el que estaba trabajando Zero esquivando las distintas mesas y a las personas que, incapaz de encontrar un sitio libre, miraban las funciones de pie.
- …Necesitamos tu ayuda. – Dijo mirando fijamente al chico. – Es cuestión de vida o muerte. – Dijo aún más seria. – El destino de Beltrexus depende de ello. – Kalim suspiró ¿Qué estaban haciendo ahí atrás?
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La posada Brillante estaba extrañamente vacía, algo no iba bien, usualmente a aquella hora de la noche tenían cola en el exterior, normalmente estarían luchando por que patéticos mercenarios y gentes de los barrios bajos no entrasen en su posada.
¿Qué estaba sucediendo?
Los gemelos Radiante miraban su taberna desde detrás de una barra elegante, un mostrador de la madera más cara que habían podido encontrar. Apenas había tres clientes, todos ellos bebiendo a solas en sus respectivas mesas.
Linda Radiante jugueteó con sus rizos dorados y miró por la ventana, esperando ver a alguien afuera esperando para entrar, deseando que todo fuese un error de la seguridad del lugar y el inútil que habían puesto en el exterior los estuviese echando a todos.
Pero no había nadie.
Adonis Radiante, por otro lado, salió al exterior y, con cara de circunstancia contempló como en la absurda taberna del Nórgedo entraban clientes uno detrás de otro. ¿Es que el mundo estaba del revés? ¿Es que ellos, los gemelos radiantes, brujos de pura sangre, estaban perdiendo contra un Come-arena?
No, no iba a ser así.
Adonis volvió al interior de su local con una copia del papel que había encontrado en el suelo, un amarillento panfleto que había arrastrado el aire hasta él. ¿Un premio en metálico? ¿Así es como ese Nórgedo les estaba quitando a los clientes?
Pues iba a ganarle en su propio juego.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
La negociación se da bien, Zero termina con el puesto de repartidor, es sorprendente lo que un par de buenos modales pueden hacer. La pequeña maquina toma ágilmente los pedidos y empieza la repartición, es bastante fácil cuando tienes medidores de variables externas funcionando al 100%.
Aquí tiene señor.
Dice mientras entrega un plato lleno con muslos de pollo, curiosamente a un personaje bastante grande. Sin vacilar sigue con una sopa de verduras, la despacha a su nuevo dueño de avanzada edad. Termina con un pescado frito, el aroma despierta cierta sensación de hambre en la maquina pero nada evita su destino.
Z9-42 avanza hasta la barra de pedidos pero nota que ya dispenso todo, no conforme con esto busca algún nuevo cliente aunque solo divisa peticiones de bebidas. La cocina puede descansar un poco, al menos hasta que los estómagos vivos vuelvan a demandar alimento en el pintoresco local.
Sin meditarlo mucho se dirige hasta Kalim, allí recibe copas y vasos que no tardan en encontrar “un hogar”. El chico sintético se mueve bastante rápido, eso despierta la atención del dueño. No es habitual encontrar empleados tan jóvenes y eficientes… algo obvio pues pocos niños son artificiales.
Mientras trabaja la pequeña creación nota cierta conmoción en la cocina, lo recibe por su oído aumentado. Decide ignorar la situación un tiempo, no existen muchos registros de adultos vivos superados por langostas en tierra. Eventualmente algo despeja sus sensores, un nuevo acto con mucha calidad.
La mujer enorme y de músculos definidos suelta una Oda de aventuras, es bastante apreciable. La taberna estalla en ovación, el propio “chico” se permite realizar un par de aplausos. Esa reacción fantasma lo desconcierta, nunca antes había aplaudido… luego de su mejora claro está. Los seres corrientes lo realizan como una forma de aprobación, le pareció apropiado.
No logra meditar el tema demasiado porque la otra empleada sale pidiendo ayuda, dice algo sobre un peligro enorme. Zero le acompaña sin emitir palabra, no puede permitir algún evento catastrófico en un lugar tan agradable. Cuando ingresa encuentra una imagen extraña, la cocina se encuentra tomada por crustáceos marinos.
Debo… ¿debo acabar con su existencia?
Recibe una mirada extraña, eso sirve como respuesta negativa. Usa el escáner para localizar el barril contenedor, luego fija a cada langosta. Toma a la primera sin mucha dificulta, esta se defiende atacando con sus tenazas pero no logra hacer daño. El chiquillo aumentado tiene su dermis mejorada, pocas cosas pueden causarle sangrado.
¿Porque tanta hostilidad?
Le pregunta al pequeño animalito, obviamente no recibe respuesta… Z9-42 suele hablar con las criaturas salvajes, considera que tienen cierta inteligencia. Desiste cuando otras personas le miran raro aunque nunca puede prevenir el intento inicial, debe corregir eso. Devuelve al ser marino a su prisión pese a una creciente sensación de arrepentimiento, pronto repite el proceso con otro.
Soy un… ¿chico resistente?
Dice al notar que sigue siendo el centro de miradas, eso le hace caer en cuenta de un error garrafal. Los pequeños humanos corrientes son incapaces de soportar ataques tan severos a su piel, no sin sangra. Por otro lado el nivel de ignorancia local es bastante alto, quizás Zero pueda mantener su tapadera si continua la mentira.
Aquí tiene señor.
Dice mientras entrega un plato lleno con muslos de pollo, curiosamente a un personaje bastante grande. Sin vacilar sigue con una sopa de verduras, la despacha a su nuevo dueño de avanzada edad. Termina con un pescado frito, el aroma despierta cierta sensación de hambre en la maquina pero nada evita su destino.
Z9-42 avanza hasta la barra de pedidos pero nota que ya dispenso todo, no conforme con esto busca algún nuevo cliente aunque solo divisa peticiones de bebidas. La cocina puede descansar un poco, al menos hasta que los estómagos vivos vuelvan a demandar alimento en el pintoresco local.
Sin meditarlo mucho se dirige hasta Kalim, allí recibe copas y vasos que no tardan en encontrar “un hogar”. El chico sintético se mueve bastante rápido, eso despierta la atención del dueño. No es habitual encontrar empleados tan jóvenes y eficientes… algo obvio pues pocos niños son artificiales.
Mientras trabaja la pequeña creación nota cierta conmoción en la cocina, lo recibe por su oído aumentado. Decide ignorar la situación un tiempo, no existen muchos registros de adultos vivos superados por langostas en tierra. Eventualmente algo despeja sus sensores, un nuevo acto con mucha calidad.
La mujer enorme y de músculos definidos suelta una Oda de aventuras, es bastante apreciable. La taberna estalla en ovación, el propio “chico” se permite realizar un par de aplausos. Esa reacción fantasma lo desconcierta, nunca antes había aplaudido… luego de su mejora claro está. Los seres corrientes lo realizan como una forma de aprobación, le pareció apropiado.
No logra meditar el tema demasiado porque la otra empleada sale pidiendo ayuda, dice algo sobre un peligro enorme. Zero le acompaña sin emitir palabra, no puede permitir algún evento catastrófico en un lugar tan agradable. Cuando ingresa encuentra una imagen extraña, la cocina se encuentra tomada por crustáceos marinos.
Debo… ¿debo acabar con su existencia?
Recibe una mirada extraña, eso sirve como respuesta negativa. Usa el escáner para localizar el barril contenedor, luego fija a cada langosta. Toma a la primera sin mucha dificulta, esta se defiende atacando con sus tenazas pero no logra hacer daño. El chiquillo aumentado tiene su dermis mejorada, pocas cosas pueden causarle sangrado.
¿Porque tanta hostilidad?
Le pregunta al pequeño animalito, obviamente no recibe respuesta… Z9-42 suele hablar con las criaturas salvajes, considera que tienen cierta inteligencia. Desiste cuando otras personas le miran raro aunque nunca puede prevenir el intento inicial, debe corregir eso. Devuelve al ser marino a su prisión pese a una creciente sensación de arrepentimiento, pronto repite el proceso con otro.
Soy un… ¿chico resistente?
Dice al notar que sigue siendo el centro de miradas, eso le hace caer en cuenta de un error garrafal. Los pequeños humanos corrientes son incapaces de soportar ataques tan severos a su piel, no sin sangra. Por otro lado el nivel de ignorancia local es bastante alto, quizás Zero pueda mantener su tapadera si continua la mentira.
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Rodó por el suelo, forcejeando con su enemigo.
- ¡Quédate quieta maldita sea! – Gritó. ¿Cómo era posible que un montón de invertebrados estuviese dando tantos problemas? - ¡No dejaré que toméis la ciudad! – Aquel grito era más para él que para el crustáceo, fuese como fuese, aquella espectacular batalla fue cortada en cuanto el muchacho, Zero, entró en el establecimiento acompañado de Lyn.
El joven se hizo con la primera de las criaturas sin ningún tipo de dificultad, la cual procedió a defenderse como solo podía hacerlo, clavando sus afiladas pinzas en la mano del muchacho quien, sin inmutarse le preguntó a qué se debía tal agresividad.
- Eso es… - Eltrant se atusó la barba, contemplando como el joven no sangraba siquiera por lo que acababa de suceder. ¿Tenía también la piel de metal? Pero aquello era imposible, a no ser, por supuesto, que aquel joven no fuese en realidad humano.
Asintió cuando Zero dijo que era simplemente “Un chico resistente” y procedió a ayudar al joven a encerrar a todos los escapistas de nuevo en su prisión acuática. Lyn, al ver que la situación estaba mejor controlada abandonó la cocina y volvió de nuevo al bar, dónde procedió a seguir rompiendo vasos según los servía.
- ¿Así que eres resistente? – Preguntó con una sonrisa encerrando a la última langosta rebelde en la pecera. – Ya veo – No hizo ningún cometario más, no era muy difícil de entender, aunque era posible, dudaba mucho que Hartem hubiese maldito a aquel muchacho, además, su mano de metal era gris y la piel de Zero tenía un suave tono rosáceo. La carencia de emociones del chico unida a aquella inusual resistencia a los golpes solo indicaba una cosa.
Zero era, de hecho, un cibernético. Era la explicación más sensata.
- Ven, ayúdame con esto – Pidió tendiendo al chico un cazo - ¿Sabes cocinar…? – Tomó el manual de cocina del suelo y le sacudió un poco todo el polvo y la suciedad que había adquirido en la pelea. - ¿…Ensalada con salsa elfica? – Antes de que el muchacho respondiese colocó la olla al fuego. – Yo me encargo de la salsa… elfica. Sea lo que sea. – Suspiró.
Entraron en el local al mismo tiempo, acompañados por unos corpulentos guardaespaldas.
Adonis se llevó una mano hasta la boca, el hedor era insoportable: Olía como alcohol barato y a podredumbre, pero por supuesto, aquellos paletos dirían que estaba exagerando. Era evidente que se equivocaban.
- ¿¡Qué se supone que estáis haciendo vosotros aquí?! – El Nórgedo se había dado cuenta de su presencia, por fin, todo el mundo les miraba con cierta amargura en sus ojos, la muchachita que servía las copas incluso dejó caer uno al suelo de la impresión. Habían tardado, no obstante, demasiado en fijarse en ellos. ¿Qué había que hacer en aquel sitio para que te prestasen atención? ¿Matar a alguien?
- Venimos a participar, por supuesto. – Linda levantó el papel en el que se anunciaba el concurso. - ¿Hay algún problema? ¿Es que esto es una mentira? ¿Todas estas personas aquí están por nada? – Los mellizos sonrieron al ver como el dueño de aquel lugar fruncía el ceño, se podía ver a simple vista que no quería que estuviesen allí, y aquello era lo más divertido. Pero los Nórgedos eran personas de costumbres, ¿Expulsar a un invitado? ¿A un participante? Aquello era impensable, después de todo, los Nórgedos, cuando no estaban matando a todo lo que se le ponía por delante, tenían fama de ser el acogedor pueblo del desierto.
O eso era lo que se decía ahora que no había la guerra.
- Bueno entonces – Adonis se esforzó por disimular la repugnancia que sentía al avanzar entre las mesas de aquellos catetos. - ¿Dónde nos tenemos que… inscribir? – Sus guardaespaldas se abrieron paso hasta la barra dónde se dejaron caer en los taburetes que estaban justo delante de Kalim.
- …Aquí mismo. – Dijo el hombre tendiendo la hoja a los hermanos Radiante. Primero firmo Adonis, esbozó un garabato espectacularmente difícil de imitar, con muchas filigranas, para al final estampar sus iniciales en el papel. Después siguió su hermana, la firma de Linda era más escueta, pero no por ello menos pomposa.
Una vez ambos finalizaron de registrarse como participantes se sentaron en una mesa alejada, una que seguía vacía, al otro lado de la habitación, principalmente porque apenas no se veía el escenario desde ahí.
- No nos hace falta ni mirar para saber que vamos a ganar. – Dijo Linda entre risas.
- Le hundiremos el negocio desde dentro, esto será buena publicidad. – Aseguró Adonis. - …Y si todo falla. Bueno. – Asintió a los musculosos hombres que empleaban, los cuales seguían en la barra. – Siempre queda la opción más… agresiva. - Lo peor de todo, lo que más odiaba de aquel lugar era toda la chusma que atraía.
Iban a mostrarle por qué eran chusma.
- ¡Quédate quieta maldita sea! – Gritó. ¿Cómo era posible que un montón de invertebrados estuviese dando tantos problemas? - ¡No dejaré que toméis la ciudad! – Aquel grito era más para él que para el crustáceo, fuese como fuese, aquella espectacular batalla fue cortada en cuanto el muchacho, Zero, entró en el establecimiento acompañado de Lyn.
El joven se hizo con la primera de las criaturas sin ningún tipo de dificultad, la cual procedió a defenderse como solo podía hacerlo, clavando sus afiladas pinzas en la mano del muchacho quien, sin inmutarse le preguntó a qué se debía tal agresividad.
- Eso es… - Eltrant se atusó la barba, contemplando como el joven no sangraba siquiera por lo que acababa de suceder. ¿Tenía también la piel de metal? Pero aquello era imposible, a no ser, por supuesto, que aquel joven no fuese en realidad humano.
Asintió cuando Zero dijo que era simplemente “Un chico resistente” y procedió a ayudar al joven a encerrar a todos los escapistas de nuevo en su prisión acuática. Lyn, al ver que la situación estaba mejor controlada abandonó la cocina y volvió de nuevo al bar, dónde procedió a seguir rompiendo vasos según los servía.
- ¿Así que eres resistente? – Preguntó con una sonrisa encerrando a la última langosta rebelde en la pecera. – Ya veo – No hizo ningún cometario más, no era muy difícil de entender, aunque era posible, dudaba mucho que Hartem hubiese maldito a aquel muchacho, además, su mano de metal era gris y la piel de Zero tenía un suave tono rosáceo. La carencia de emociones del chico unida a aquella inusual resistencia a los golpes solo indicaba una cosa.
Zero era, de hecho, un cibernético. Era la explicación más sensata.
- Ven, ayúdame con esto – Pidió tendiendo al chico un cazo - ¿Sabes cocinar…? – Tomó el manual de cocina del suelo y le sacudió un poco todo el polvo y la suciedad que había adquirido en la pelea. - ¿…Ensalada con salsa elfica? – Antes de que el muchacho respondiese colocó la olla al fuego. – Yo me encargo de la salsa… elfica. Sea lo que sea. – Suspiró.
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Entraron en el local al mismo tiempo, acompañados por unos corpulentos guardaespaldas.
Adonis se llevó una mano hasta la boca, el hedor era insoportable: Olía como alcohol barato y a podredumbre, pero por supuesto, aquellos paletos dirían que estaba exagerando. Era evidente que se equivocaban.
- ¿¡Qué se supone que estáis haciendo vosotros aquí?! – El Nórgedo se había dado cuenta de su presencia, por fin, todo el mundo les miraba con cierta amargura en sus ojos, la muchachita que servía las copas incluso dejó caer uno al suelo de la impresión. Habían tardado, no obstante, demasiado en fijarse en ellos. ¿Qué había que hacer en aquel sitio para que te prestasen atención? ¿Matar a alguien?
- Venimos a participar, por supuesto. – Linda levantó el papel en el que se anunciaba el concurso. - ¿Hay algún problema? ¿Es que esto es una mentira? ¿Todas estas personas aquí están por nada? – Los mellizos sonrieron al ver como el dueño de aquel lugar fruncía el ceño, se podía ver a simple vista que no quería que estuviesen allí, y aquello era lo más divertido. Pero los Nórgedos eran personas de costumbres, ¿Expulsar a un invitado? ¿A un participante? Aquello era impensable, después de todo, los Nórgedos, cuando no estaban matando a todo lo que se le ponía por delante, tenían fama de ser el acogedor pueblo del desierto.
O eso era lo que se decía ahora que no había la guerra.
- Bueno entonces – Adonis se esforzó por disimular la repugnancia que sentía al avanzar entre las mesas de aquellos catetos. - ¿Dónde nos tenemos que… inscribir? – Sus guardaespaldas se abrieron paso hasta la barra dónde se dejaron caer en los taburetes que estaban justo delante de Kalim.
- …Aquí mismo. – Dijo el hombre tendiendo la hoja a los hermanos Radiante. Primero firmo Adonis, esbozó un garabato espectacularmente difícil de imitar, con muchas filigranas, para al final estampar sus iniciales en el papel. Después siguió su hermana, la firma de Linda era más escueta, pero no por ello menos pomposa.
Una vez ambos finalizaron de registrarse como participantes se sentaron en una mesa alejada, una que seguía vacía, al otro lado de la habitación, principalmente porque apenas no se veía el escenario desde ahí.
- No nos hace falta ni mirar para saber que vamos a ganar. – Dijo Linda entre risas.
- Le hundiremos el negocio desde dentro, esto será buena publicidad. – Aseguró Adonis. - …Y si todo falla. Bueno. – Asintió a los musculosos hombres que empleaban, los cuales seguían en la barra. – Siempre queda la opción más… agresiva. - Lo peor de todo, lo que más odiaba de aquel lugar era toda la chusma que atraía.
Iban a mostrarle por qué eran chusma.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
La treta del chico artificial parece funcionar, eso despierta algo de tranquilidad en su interior… sabe soltar mentiras pero cuando vienen en sentido contrario se le hace difícil detectarlas, eso solo llega con la experiencia social de varios años. Incluso los niños humanos corrientes tardan en despabilar, no se puede pedir mucho del pequeño robot sin memoria pasada plena.
Si… muy resistente.
Afortunadamente el mismo adulto decide cambiar la conversación, le entrega una herramienta al “niño” mientras pregunta algo. Z9-42 no puede evitar sonreír, cocinar siempre le ha parecido entretenido. Siente una ligera preocupación por la integridad de la vajilla ahora que no moverá pedidos pero esta nueva tarea traerá experiencias adicionales, no perderá la oportunidad.
De acuerdo, ayudare.
Existe la errónea creencia de que una maquina no puede superar al ser vivo en ciertas tareas, sobre todo labores que involucran pasión como la música o el arte. La realidad es muy diferente para desgraciar del ego corriente, una obra exitosa de cualquier índole se basa en la perfección y nada logra un resultado más acorde que una inteligencia mejorada.
Cuando la matriz de pensamiento tiene tantas variables controladas puede generar resultados increíbles, como la inteligencia aumentada y la artificial moderna traen consigo una iniciativa propia, ya no requieren el factor humano para comenzar. Es por eso que una maquina puede componer 1500 sinfonías sensoriales o dejar a la Mona Lisa como un mero dibujo infantil, simple evolución.
Conozco esa receta.
Zero pasó las primeras etapas de su nueva vida aprendiendo a una velocidad increíble, sabe mucho de todo. Cuando finalizaba un tópico importante pasaba a un elemento más mundano, memorizo muchos recetarios terrestres y locales... no tiene razón para conservar dichos datos pero las combinaciones culinarias le ponen de “buen humor”, es como armar un reactor nuclear que sabe bien.
Sin titubear busca los ingredientes físicos directos de la ensalada, como su compañero cubrirá la salsa puede dedicarse al cuerpo del platillo. La cocina elfa tiene casi 1239 ensaladas, incluso sus platos con carne animal suelen llevar muchos vegetales. Consideran a los embutidos una abominación… sin duda por cuestiones culturales.
De reojo vigila a su compañero, cuando se encuentra en una laguna visual aplica un poco de habilidad mecánica. En cierto momento tiene todos los ingredientes sobre la bandeja para picar, segundos después se encuentran limpios, pelados y picados sobre su bol destino, apenas supone reto.
En la tierra existen máquinas de servicio hogareño, uno de los pocos diseños mundanos que no tiene forma humanoide. Se conforman por cierto orbe central con tres apéndices robóticas, tienen la habilidad de flotar gracias a una turbina. Lleva siendo la moda en máquinas de casa por los últimos 50 años, una cantidad de tiempo bastante difícil de alcanzar en el mercado terrestre.
Si… muy resistente.
Afortunadamente el mismo adulto decide cambiar la conversación, le entrega una herramienta al “niño” mientras pregunta algo. Z9-42 no puede evitar sonreír, cocinar siempre le ha parecido entretenido. Siente una ligera preocupación por la integridad de la vajilla ahora que no moverá pedidos pero esta nueva tarea traerá experiencias adicionales, no perderá la oportunidad.
De acuerdo, ayudare.
Existe la errónea creencia de que una maquina no puede superar al ser vivo en ciertas tareas, sobre todo labores que involucran pasión como la música o el arte. La realidad es muy diferente para desgraciar del ego corriente, una obra exitosa de cualquier índole se basa en la perfección y nada logra un resultado más acorde que una inteligencia mejorada.
Cuando la matriz de pensamiento tiene tantas variables controladas puede generar resultados increíbles, como la inteligencia aumentada y la artificial moderna traen consigo una iniciativa propia, ya no requieren el factor humano para comenzar. Es por eso que una maquina puede componer 1500 sinfonías sensoriales o dejar a la Mona Lisa como un mero dibujo infantil, simple evolución.
Conozco esa receta.
Zero pasó las primeras etapas de su nueva vida aprendiendo a una velocidad increíble, sabe mucho de todo. Cuando finalizaba un tópico importante pasaba a un elemento más mundano, memorizo muchos recetarios terrestres y locales... no tiene razón para conservar dichos datos pero las combinaciones culinarias le ponen de “buen humor”, es como armar un reactor nuclear que sabe bien.
Sin titubear busca los ingredientes físicos directos de la ensalada, como su compañero cubrirá la salsa puede dedicarse al cuerpo del platillo. La cocina elfa tiene casi 1239 ensaladas, incluso sus platos con carne animal suelen llevar muchos vegetales. Consideran a los embutidos una abominación… sin duda por cuestiones culturales.
De reojo vigila a su compañero, cuando se encuentra en una laguna visual aplica un poco de habilidad mecánica. En cierto momento tiene todos los ingredientes sobre la bandeja para picar, segundos después se encuentran limpios, pelados y picados sobre su bol destino, apenas supone reto.
En la tierra existen máquinas de servicio hogareño, uno de los pocos diseños mundanos que no tiene forma humanoide. Se conforman por cierto orbe central con tres apéndices robóticas, tienen la habilidad de flotar gracias a una turbina. Lleva siendo la moda en máquinas de casa por los últimos 50 años, una cantidad de tiempo bastante difícil de alcanzar en el mercado terrestre.
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Para cuando terminó la “Salsa elfica” hacía mucho que Zero había acabado con su parte de la ensalada.
- Debería dejarte a ti cocinar – Le dijo al muchacho depositando su mano en el hombro - Toma, vierte tú esto sobre la ensalada. – Dijo tendiéndole el bol de salsa. – Bueno, espera, no sé si habrá salido bien, el libro de recetas esta en verso… o algo – Alzó el manual que llevaba siguiendo toda la noche y se lo mostró al muchacho.
- ¿¡Ves!? – Exclamó golpeando con delicadeza el libro. - ¡Y ni siquiera rima esta parte! – Dijo. – Oh, y no te lo pierdas, que no ha acabado. – Dejó el libro sobre la mesa y recitó en voz alta.
- ¿Acaso es relevante? – Negó con la cabeza – …Toda la noche, Zero. – Suspiró – Toda la noche cocinando con esto. – Le dio la vuelta al libro, sin perder la página que estaban usando, tratando de encontrar el nombre del escritor del manuscrito. – “Arandäel Da’ Tormakûn” – Leyó en voz alta el nombre que yacía en la última página, en una especie de anotación con agradecimientos. – Suena a elfico ¿No? – Se cruzó de brazos – Seguro que ha sido un elfo.
- Después de esta estrofa… el autor desvaría durante varias páginas acerca del verdadero sabor del amor… - Eltrant pasó un par de páginas – …De que hay que hablar con las plantas durante un par de meses y demostrarle que las quieres antes de prepararlas… - Pasó más páginas - ¡Oh! Mira, algo acerca de la salsa. – Frunció el ceño y sonrió.
- Ajá. – Se atusó la barba – He usado aguacates, sí. ¿Crees que debería usa más? – Preguntó al muchacho – Esta… cosa… no usa muchas medidas precisamente. – Sonrió y se encogió de hombros – Un poco más de aguacates no harán daño a nadie. Además, ¿Quién no quiere “poseer” un poder de baile sin par? – Troceó más aguacates y, tras picarlos en trozos más pequeños rápidamente, los dejó caer dentro del bol que antes le había entregado al joven cibernético. - Listo. – Suspiró – Creo que no… tenemos más pedidos por lo pronto. – Aseguró limpiándose las manos con el delantal – Tomate un descanso, come un poco – Dijo. Recuperó el cuenco en el que estaba el ultimo plato de comida que habían cocinado. – Yo sirvo esto.
Salió de la cocina, un par de gemelos realizaban un grupo de magia en el escenario, una especie de acto de ilusionismo, Lyn observaba con el ceño fruncido desde una distancia prudente ¿No le gustaba? Pero si era la primera a la que le gustaban aquellas cosas: Bellas llamas de colores y figuras de animales envueltas en más de un centenar de tonalidades. Se encogió de hombros, era bonito de ver, sí, pero a sus ojos la palabra que mejor podía usarse para describir la actuación era “Sobrecargada”, quizás la vampiresa pensase como él.
- Su pedido – Dijo depositando el cuenco con la ensalada frente a un hombre alto y de complexión delgada, uno que portaba un arco y un carcaj a su espalda. No le sorprendió que fuese un elfo. – Espero que sea de su agrado – Añadió con educación mientras volvía a la cocina.
- ¿Cómo van los pedidos Tale? – Kalim llamó su atención desde la barra, el hombre parecía haber tenido mejores noches, no quitaba el ojo de encima a los gemelos que actuaban en aquel momento.
– Ya no queda ninguno – Aseguró Eltrant, el Nórgedo respiró aliviado – Es un poco tarde, mejor cerramos la cocina y que… - Un fuerte puñetazo, en la mesa en la que acababa de depositar la ensalada hizo que se girase.
- ¡ESTA FRUTA NO HA RECIBIDO NADA DE AMOR! – Eltrant abrió los ojos de par en par, sorprendido por la furia del elfo. ¿Es que aquello era una parte fundamental de la ensalada? ¿Y que se supone que tenía que hacer? ¿Darle un par de abrazos a los melocotones?
Kalim le lanzó una mirada acusadora que acabó en un suspiro agotado y se acercó a la mesa del elfo a ofrecer una compensación, el exmercenario se atusó la barba y se sentó en la barra, justo a tiempo para ver como los brujos terminaban su función.
Un aplauso leve, apagado, fue la única respuesta del público ante el trabajo de los mellizos, quienes torcieron el gesto y miraron con altivez a los presentes. Eltrant bostezo y le indicó a Kalim, que pasó junto a él en dirección al mostrador que le sirviese algo de beber.
- Cuando acabe tu turno, Tale. – Dijo este – Todavía queda mucha noche por delante. – El Nórgedo indicó con la mano a la pareja que bajase del escenario, pero estos parecían disgustados por algo. ¿No habían recibido el suficiente apoyo para ganar? - ¡Bajad de ahí! – Instó el dueño del local cuando comenzó a ser obvio que se negaban a aceptar el resultado que el público había decidido brindarles.
- ¿Quieres que les baje yo, Jefe? – Preguntó Eltrant bostezando de nuevo, Kalim se lo pensó durante unos instantes, varios abucheos se sucedieron entre el público, la pareja sonrió.
- Sácalos de aquí.
En cuanto Kalim pronunció aquellas tres palabras dos mastodontes que habían estado sentados en la barra durante todo el tiempo se levantaron de sus taburetes.
- ¿...Y vosotros sois? – Como solía pasar cada vez que le preguntaba algo a un tipo dos metros con cara de pocos amigos, la respuesta fue un enorme puño directamente a su cara, que lo lanzó contra una de las mesas del lugar.
- ¡Oh, no! – Dijo Linda Brillante desde el escenario, llevandose una mano hasta la cara – ¡Deberías controlar a tus clientes, Nórgedo! – Dejó entrever el desprecio que sentía por el hombre cuando pronunció la palabra que describía su procedencia - ¡Parece que hay una trifulca en tu local! – Casi una veintena de tipos sobredimensionado, con bíceps del mismo tamaño que la cabeza de Zero, entraron a tropel por la puerta principal. Todos estaban armados con armas de entrenamiento, no eran mortales, pero estaba claro que querían hacer daño, querían destrozar el lugar.
- ¡Que alguien me saque de este estercolero antes de que estos delincuentes me hagan daño! – Gritó Adonis Brillante fingiendo un falso sentimiento de auxilio mientras sus hombres se desperdigaban por la taberna, lanzándose contra todo lo que no estuviese atornillado al suelo.
- Debería dejarte a ti cocinar – Le dijo al muchacho depositando su mano en el hombro - Toma, vierte tú esto sobre la ensalada. – Dijo tendiéndole el bol de salsa. – Bueno, espera, no sé si habrá salido bien, el libro de recetas esta en verso… o algo – Alzó el manual que llevaba siguiendo toda la noche y se lo mostró al muchacho.
“La Salsa elfica,
De Naranjas está hecha.
Y la naranja,
Es como un buen matrimonio”
De Naranjas está hecha.
Y la naranja,
Es como un buen matrimonio”
- ¿¡Ves!? – Exclamó golpeando con delicadeza el libro. - ¡Y ni siquiera rima esta parte! – Dijo. – Oh, y no te lo pierdas, que no ha acabado. – Dejó el libro sobre la mesa y recitó en voz alta.
“Toma la piel del matrimonio,
Y pélala con dulzura
A los elfos les gusta,
Que se cuide de la fruta”
Y pélala con dulzura
A los elfos les gusta,
Que se cuide de la fruta”
- ¿Acaso es relevante? – Negó con la cabeza – …Toda la noche, Zero. – Suspiró – Toda la noche cocinando con esto. – Le dio la vuelta al libro, sin perder la página que estaban usando, tratando de encontrar el nombre del escritor del manuscrito. – “Arandäel Da’ Tormakûn” – Leyó en voz alta el nombre que yacía en la última página, en una especie de anotación con agradecimientos. – Suena a elfico ¿No? – Se cruzó de brazos – Seguro que ha sido un elfo.
“El ingrediente principal de la salsa
Es una buena col.
De esas que encuentras
En el huerto de un señor”
Es una buena col.
De esas que encuentras
En el huerto de un señor”
- Después de esta estrofa… el autor desvaría durante varias páginas acerca del verdadero sabor del amor… - Eltrant pasó un par de páginas – …De que hay que hablar con las plantas durante un par de meses y demostrarle que las quieres antes de prepararlas… - Pasó más páginas - ¡Oh! Mira, algo acerca de la salsa. – Frunció el ceño y sonrió.
“El aguacate
Una fruta de verdad
Necesario para la salsa
Y para poseer un poder de baile sin par”
Una fruta de verdad
Necesario para la salsa
Y para poseer un poder de baile sin par”
- Ajá. – Se atusó la barba – He usado aguacates, sí. ¿Crees que debería usa más? – Preguntó al muchacho – Esta… cosa… no usa muchas medidas precisamente. – Sonrió y se encogió de hombros – Un poco más de aguacates no harán daño a nadie. Además, ¿Quién no quiere “poseer” un poder de baile sin par? – Troceó más aguacates y, tras picarlos en trozos más pequeños rápidamente, los dejó caer dentro del bol que antes le había entregado al joven cibernético. - Listo. – Suspiró – Creo que no… tenemos más pedidos por lo pronto. – Aseguró limpiándose las manos con el delantal – Tomate un descanso, come un poco – Dijo. Recuperó el cuenco en el que estaba el ultimo plato de comida que habían cocinado. – Yo sirvo esto.
Salió de la cocina, un par de gemelos realizaban un grupo de magia en el escenario, una especie de acto de ilusionismo, Lyn observaba con el ceño fruncido desde una distancia prudente ¿No le gustaba? Pero si era la primera a la que le gustaban aquellas cosas: Bellas llamas de colores y figuras de animales envueltas en más de un centenar de tonalidades. Se encogió de hombros, era bonito de ver, sí, pero a sus ojos la palabra que mejor podía usarse para describir la actuación era “Sobrecargada”, quizás la vampiresa pensase como él.
- Su pedido – Dijo depositando el cuenco con la ensalada frente a un hombre alto y de complexión delgada, uno que portaba un arco y un carcaj a su espalda. No le sorprendió que fuese un elfo. – Espero que sea de su agrado – Añadió con educación mientras volvía a la cocina.
- ¿Cómo van los pedidos Tale? – Kalim llamó su atención desde la barra, el hombre parecía haber tenido mejores noches, no quitaba el ojo de encima a los gemelos que actuaban en aquel momento.
– Ya no queda ninguno – Aseguró Eltrant, el Nórgedo respiró aliviado – Es un poco tarde, mejor cerramos la cocina y que… - Un fuerte puñetazo, en la mesa en la que acababa de depositar la ensalada hizo que se girase.
- ¡ESTA FRUTA NO HA RECIBIDO NADA DE AMOR! – Eltrant abrió los ojos de par en par, sorprendido por la furia del elfo. ¿Es que aquello era una parte fundamental de la ensalada? ¿Y que se supone que tenía que hacer? ¿Darle un par de abrazos a los melocotones?
Kalim le lanzó una mirada acusadora que acabó en un suspiro agotado y se acercó a la mesa del elfo a ofrecer una compensación, el exmercenario se atusó la barba y se sentó en la barra, justo a tiempo para ver como los brujos terminaban su función.
Un aplauso leve, apagado, fue la única respuesta del público ante el trabajo de los mellizos, quienes torcieron el gesto y miraron con altivez a los presentes. Eltrant bostezo y le indicó a Kalim, que pasó junto a él en dirección al mostrador que le sirviese algo de beber.
- Cuando acabe tu turno, Tale. – Dijo este – Todavía queda mucha noche por delante. – El Nórgedo indicó con la mano a la pareja que bajase del escenario, pero estos parecían disgustados por algo. ¿No habían recibido el suficiente apoyo para ganar? - ¡Bajad de ahí! – Instó el dueño del local cuando comenzó a ser obvio que se negaban a aceptar el resultado que el público había decidido brindarles.
- ¿Quieres que les baje yo, Jefe? – Preguntó Eltrant bostezando de nuevo, Kalim se lo pensó durante unos instantes, varios abucheos se sucedieron entre el público, la pareja sonrió.
- Sácalos de aquí.
En cuanto Kalim pronunció aquellas tres palabras dos mastodontes que habían estado sentados en la barra durante todo el tiempo se levantaron de sus taburetes.
- ¿...Y vosotros sois? – Como solía pasar cada vez que le preguntaba algo a un tipo dos metros con cara de pocos amigos, la respuesta fue un enorme puño directamente a su cara, que lo lanzó contra una de las mesas del lugar.
- ¡Oh, no! – Dijo Linda Brillante desde el escenario, llevandose una mano hasta la cara – ¡Deberías controlar a tus clientes, Nórgedo! – Dejó entrever el desprecio que sentía por el hombre cuando pronunció la palabra que describía su procedencia - ¡Parece que hay una trifulca en tu local! – Casi una veintena de tipos sobredimensionado, con bíceps del mismo tamaño que la cabeza de Zero, entraron a tropel por la puerta principal. Todos estaban armados con armas de entrenamiento, no eran mortales, pero estaba claro que querían hacer daño, querían destrozar el lugar.
- ¡Que alguien me saque de este estercolero antes de que estos delincuentes me hagan daño! – Gritó Adonis Brillante fingiendo un falso sentimiento de auxilio mientras sus hombres se desperdigaban por la taberna, lanzándose contra todo lo que no estuviese atornillado al suelo.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Luego de esperar un tiempo potencial el otro cocinero aparece con la salsa, no parece muy seguro de su trabajo. Revela un curioso libro de recetas, Zero escucha con intriga algunas partes del manuscrito. Claramente es de procedencia elfica… sus artículos literarios suelen ser inconfundibles.
Es un poco desconcertante.
Algunos estilos de concina elfica son más raros que otros, todo queda aclarado cuando Eltrant dice el nombre del autor. Z9-42 le reconoce, ha revisado algunas de sus obras. La fuente de información que tiene Tale en sus manos pertenece a una saga de 30 volúmenes, afortunadamente no es el último tomo… esa edición suele tener efectos extraños.
De acuerdo, no debería tomarme más de cinco minutos.
Al final Tale finiquita el platillo con rapidez, sin duda quiere dejar la experiencia atrás. El pequeño robot recibe un leve permiso, puede comer y relajarse. No necesita ninguna de las dos cosas pero debe mantener una fachada, eso sin mencionar que algunas frutas del lugar se ven apetitosas.
Toma una manzana de cierto saco, sin vacilar le muerde con moderación. Sabe bien, un alimento sencillo que requiere poco complemento. Se recuesta de una pared por inercia, no puede evitar tener un recuerdo fantasma. Las manzanas del viejo Brivas son las mejores, lastimosamente no suele tolerar niños curiosos en su huerto, si quieres una debes tener la habilidad de correr rápido.
En una concordancia irónica algo ocurre, problemas en el gran salón. Zero distingue los ruidos endosables a una pelea, parece involucrar numerosos individuos. El “niño” acaba su manzana y decide intervenir, no existe mejor forma de pagar amabilidad espontanea que con una defensa integral.
Cuando la maquina se hace presente logra distinguir muchos personajes causando destrozos, sus sensores no se equivocaban. Una vez la acción violenta se está llevando a cabo no sirve de mucho negociar, teniendo dicho principio en mente Z9-42 se dispone a combatir, es necesario inutilizar la fuerza hostil.
Su tapadera resultara arruinada pero no permitirá que se siga dañando la propiedad de un sujeto amable… no es correcto. Uno de los matones intenta golpear al dueño, nunca logra descargar su arma pues el chico aumentado se interpone. La cara de sorpresa que muestran ambos sujetos es destacable, esa reacción aumenta cuando el criminal termina volando por un golpe del pequeño.
Por favor señor Kalim permanezca atrás de la barra.
Se escabulle al centro de todo y marca los objetivos con su escáner, alternativamente busca otros elementos aliados. Varios comensales se defienden, también los demás empleados. La respuesta aliada no es muy eficiente pero sirve de distracción, es tiempo de darles una oportunidad con algo de fuerza artificial.
Zero avanza hasta otro enemigo y lo levanta del suelo, la escena es rara pero no dura mucho. Al final la mole de músculos termina estrellándose contra uno de sus compañeros, esto debe ser lo que suele considerarse como “dos pájaros de un tiro”… al parecer la jerga común tiene más sentido del que aparenta.
El vándalo más cercano propina un golpe directo a la cabeza del “pequeño” con una porra de madera, la violencia del golpe ocasiona que su blanco termine viendo para otro lado. Z9-42 vuelve su vista hasta el sujeto y lo noquea de un fuerte golpe en el rostro, puede tener un hardware pequeño pero sigue siendo alguien aumentado.
Es un poco desconcertante.
Algunos estilos de concina elfica son más raros que otros, todo queda aclarado cuando Eltrant dice el nombre del autor. Z9-42 le reconoce, ha revisado algunas de sus obras. La fuente de información que tiene Tale en sus manos pertenece a una saga de 30 volúmenes, afortunadamente no es el último tomo… esa edición suele tener efectos extraños.
De acuerdo, no debería tomarme más de cinco minutos.
Al final Tale finiquita el platillo con rapidez, sin duda quiere dejar la experiencia atrás. El pequeño robot recibe un leve permiso, puede comer y relajarse. No necesita ninguna de las dos cosas pero debe mantener una fachada, eso sin mencionar que algunas frutas del lugar se ven apetitosas.
Toma una manzana de cierto saco, sin vacilar le muerde con moderación. Sabe bien, un alimento sencillo que requiere poco complemento. Se recuesta de una pared por inercia, no puede evitar tener un recuerdo fantasma. Las manzanas del viejo Brivas son las mejores, lastimosamente no suele tolerar niños curiosos en su huerto, si quieres una debes tener la habilidad de correr rápido.
En una concordancia irónica algo ocurre, problemas en el gran salón. Zero distingue los ruidos endosables a una pelea, parece involucrar numerosos individuos. El “niño” acaba su manzana y decide intervenir, no existe mejor forma de pagar amabilidad espontanea que con una defensa integral.
Cuando la maquina se hace presente logra distinguir muchos personajes causando destrozos, sus sensores no se equivocaban. Una vez la acción violenta se está llevando a cabo no sirve de mucho negociar, teniendo dicho principio en mente Z9-42 se dispone a combatir, es necesario inutilizar la fuerza hostil.
Su tapadera resultara arruinada pero no permitirá que se siga dañando la propiedad de un sujeto amable… no es correcto. Uno de los matones intenta golpear al dueño, nunca logra descargar su arma pues el chico aumentado se interpone. La cara de sorpresa que muestran ambos sujetos es destacable, esa reacción aumenta cuando el criminal termina volando por un golpe del pequeño.
Por favor señor Kalim permanezca atrás de la barra.
Se escabulle al centro de todo y marca los objetivos con su escáner, alternativamente busca otros elementos aliados. Varios comensales se defienden, también los demás empleados. La respuesta aliada no es muy eficiente pero sirve de distracción, es tiempo de darles una oportunidad con algo de fuerza artificial.
Zero avanza hasta otro enemigo y lo levanta del suelo, la escena es rara pero no dura mucho. Al final la mole de músculos termina estrellándose contra uno de sus compañeros, esto debe ser lo que suele considerarse como “dos pájaros de un tiro”… al parecer la jerga común tiene más sentido del que aparenta.
El vándalo más cercano propina un golpe directo a la cabeza del “pequeño” con una porra de madera, la violencia del golpe ocasiona que su blanco termine viendo para otro lado. Z9-42 vuelve su vista hasta el sujeto y lo noquea de un fuerte golpe en el rostro, puede tener un hardware pequeño pero sigue siendo alguien aumentado.
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Aquel sonido era tan característico. Cristales rompiéndose, mesas volcándose, insultos varios… era casi como volver a casa. Le pitaban los oídos, con fuerza. ¿Desde cuándo no se metía en una pelea de bar? No estaba seguro, probablemente desde que se inscribió en la guardia de Lunargenta, quizás más tiempo.
Pero ya no era guardia, y trabajaba en aquel lugar, volvía a ser un mercenario, al menos en parte. Se levantó apoyándose en la mesa que había volcado y se limpió la sangre que resbalaba por la comisura de su labio con la manga de la camisa.
Sonrió.
Los tipos que acababan de irrumpir en el lugar seguían destrozándolo, atacando a clientes y mobiliario por igual, Zero también se había unido a la pelea, demostrando una pasividad terrorífica y una resistencia a los golpes que lo único que hizo fue asentar en el castaño la idea de que era un cibernético, aunque por la cara de Kalim este debía de estar pensando exactamente lo mismo.
- ¡No te levantes cocinero! – Uno de los asaltantes se giró a atacarle, con el puño en alto, Eltrant se agachó para esquivar el golpe y le propinó un fuerte puñetazo en la cara, derribando a aquel hombre.
- … Y ahora es cuando… - No pudo terminar la frase, un segundo hombre le agarró por la espalda mientras que un tercero comenzó a trabajarle los abdominales con una espada de entrenamiento, apretando los dientes soportó los diferentes golpes lo mejor que pudo hasta que le propinó un cabezazo en la cara al musculitos que le mantenía sujeto haciendo que le soltase para llevarse ambas manos a la nariz, ahora rota.
- ¡Dejadme terminar la…! – La espada de enteramiento del alborotador se rompió en su cara, una brecha se abrió en su pómulo y cayó pesadamente contra otro juego de mesas arrastrando todo lo que había encima y precipitándose, al final, contra el suelo. - ¡...Yo he cocinado esto! – Gritó al ver, en el suelo junto a él, el cuenco de ensalada junto a los demás platos.
La cabeza le daba vueltas, la sacudió tratando de concentrarse.
¿Esas tenían? ¿Querían destrozar el bar sí o sí? Bien, porque no iba a permitirlo. Se levantó de nuevo y encajó varios golpes en la cara según lo hacía maldiciendo por lo bajo a aquellos camorristas y, una vez de pie, le devolvió al tipo que le había partido el palo en la cara un directo con la mano de acero.
Observó cómo el rostro de aquel desgraciado se contraía bajo la fuerza de su puño, como este se desplomaba inconsciente al recibir el impacto en la mejilla. Uno menos, quedaba más de una decena.
Se lanzó contra el resto de maleantes, había visto actuar muchas veces a los matones de las diferentes tabernas como para saber cómo tratar aquellas personas. Saltó de uno a otro, recibiendo golpes y propinándolos, estaba seguro de que hizo que uno de ellos atravesase una de las ventanas, aunque no podía saberlo con total seguridad, se le había hinchado un ojo y solo podía asegurar la mitad de lo que sucedía en el lugar.
La pelea había comenzado hacía un rato y Lyn había saltado detrás de la barra inmediatamente, junto a Kalim, al ver lo que pasaba. La muchacha miraba desde su escondite como se desarrollaba la situación, los maleantes habían rodeado al Mortal y este, como de costumbre, se dejaba pegar para después asestarles en la cara con fuerza con la mano metálica.
Era curioso ver como los tumbaba a todos prácticamente de un golpe sin apenas inmutarse, para haberse quejado tanto de aquella mano ahora resultaba que iba a serle útil. Aunque, por otro lado, aun cuando aparentaba estar perfectamente y seguía avanzando a través del bar sin ningún tipo de problema, su cara parecía un cuadro de esos modernos que estaban tan de moda entre los nobles, no tenía sentido y estaba comenzando a hincharse en algunas partes.
Zero, al otro lado de la estancia, peleaba de una manera similar a su compañero, aunque este parecía estar hecho completamente de metal pues los golpes que recibía apenas hacían que el chico pestañease y, con una pasividad que asustaba, dejaba fuera de combate a los maleantes.
Lyn le dedicó una mirada tranquilizadora a Kalim, el Nórgedo miraba preocupado como sus clientes huían despavoridos ante la evidente superioridad numérica, afortunadamente para él algunos de sus clientes se habían propuesto a ayudarle, pero seguían siendo menos, muchos menos.
Se mordió el labio y jugueteó con su flequillo. Allí estaba otra vez, la sensación de que podía hacer más que quedarse mirando. Murmuró un par de insultos, el Mortal era una mala influencia, hacía un par de meses se habría quedado allí escondida sin sentir un ápice de remordimiento por ello, mirando con curiosidad como acababa la pelea, acompañando el evento, quizás, con un par de botellas de vino.
Ella no era una luchadora, pero tenía sus métodos para salir indemne de las diferentes situaciones en las que se metía. Salió de detrás de la mesa envuelta en sombras con un ágil salto, aquel truco siempre funcionaba, o casi siempre lo hacía. Las personas de su alrededor se mostraban incomodas al verlo, temían lo que era. No le gustaba, ella era mucho más que una “chupasangres”.
Al parecer el primero en verlo fue Kalim, que se puso aún más pálido si era posible.
Uno de aquellos hombres se lanzó contra ella con una espada de madera en alto, Lyn sonrió y alzó un poco sus manos, las sombras se acumularon alrededor de ella, apuntó al hombre con ellas.
- No quieres atacarme. – Dijo mirándole fijamente con una sonrisa, clavando sus ojos azules en los del mastodonte rapado, quien se detuvo presa del trance inmediatamente. - ¿Sabes que es lo que quieres hacer? – Jugueteó con su flequillo, amplió su sonrisa. – Golpearte en la entrepierna. Repetidas veces. La odias porque nunca está a la altura de ninguna mujer, por eso vas a darle la lección de su vida. – El hombre obedeció y comenzó a asestarse puñetazos en sus partes nobles entre gruñidos de dolor, Lyn se carcajeó a gusto cuando le vio caer al suelo con espumarajos en la boca, le sorprendia que hubiese funcionado, normalmente no lo hacía, no de forma tan fácil. [1]
Notó enseguida como la fuerza se le iba de las piernas, quizás usar sus artes mentales no había sido lo más prudente.
- ¡Monstruo! – Gritó otro de los maleantes tratando de asestarle un golpe, Lyn entornó los ojos y dejó de reír, sintió como se le detenía el corazón un segundo y según evitaba la espada de madera se volvió a lanzar tras el mostrador.
Aquello era lo que veían de ella cuando se defendía, a un monstruo.
Respiró agitadamente mientras se armaba con una botella de licor y se acercaba a Kalim, el control mental siempre la dejaba agotada, apenas podía moverse con rapidez, necesitaba descansar. Pero el hombre que le había visto no estaba dispuesto a dejarla. Quizás si se concentraba podría escaparse entre las sombras. ¿Pero dejar al jefe a solas? Se mordió el labio inferior.
- Ven aquí monstruito…
Pero ya no era guardia, y trabajaba en aquel lugar, volvía a ser un mercenario, al menos en parte. Se levantó apoyándose en la mesa que había volcado y se limpió la sangre que resbalaba por la comisura de su labio con la manga de la camisa.
Sonrió.
Los tipos que acababan de irrumpir en el lugar seguían destrozándolo, atacando a clientes y mobiliario por igual, Zero también se había unido a la pelea, demostrando una pasividad terrorífica y una resistencia a los golpes que lo único que hizo fue asentar en el castaño la idea de que era un cibernético, aunque por la cara de Kalim este debía de estar pensando exactamente lo mismo.
- ¡No te levantes cocinero! – Uno de los asaltantes se giró a atacarle, con el puño en alto, Eltrant se agachó para esquivar el golpe y le propinó un fuerte puñetazo en la cara, derribando a aquel hombre.
- … Y ahora es cuando… - No pudo terminar la frase, un segundo hombre le agarró por la espalda mientras que un tercero comenzó a trabajarle los abdominales con una espada de entrenamiento, apretando los dientes soportó los diferentes golpes lo mejor que pudo hasta que le propinó un cabezazo en la cara al musculitos que le mantenía sujeto haciendo que le soltase para llevarse ambas manos a la nariz, ahora rota.
- ¡Dejadme terminar la…! – La espada de enteramiento del alborotador se rompió en su cara, una brecha se abrió en su pómulo y cayó pesadamente contra otro juego de mesas arrastrando todo lo que había encima y precipitándose, al final, contra el suelo. - ¡...Yo he cocinado esto! – Gritó al ver, en el suelo junto a él, el cuenco de ensalada junto a los demás platos.
La cabeza le daba vueltas, la sacudió tratando de concentrarse.
¿Esas tenían? ¿Querían destrozar el bar sí o sí? Bien, porque no iba a permitirlo. Se levantó de nuevo y encajó varios golpes en la cara según lo hacía maldiciendo por lo bajo a aquellos camorristas y, una vez de pie, le devolvió al tipo que le había partido el palo en la cara un directo con la mano de acero.
Observó cómo el rostro de aquel desgraciado se contraía bajo la fuerza de su puño, como este se desplomaba inconsciente al recibir el impacto en la mejilla. Uno menos, quedaba más de una decena.
Se lanzó contra el resto de maleantes, había visto actuar muchas veces a los matones de las diferentes tabernas como para saber cómo tratar aquellas personas. Saltó de uno a otro, recibiendo golpes y propinándolos, estaba seguro de que hizo que uno de ellos atravesase una de las ventanas, aunque no podía saberlo con total seguridad, se le había hinchado un ojo y solo podía asegurar la mitad de lo que sucedía en el lugar.
_______________________________________
La pelea había comenzado hacía un rato y Lyn había saltado detrás de la barra inmediatamente, junto a Kalim, al ver lo que pasaba. La muchacha miraba desde su escondite como se desarrollaba la situación, los maleantes habían rodeado al Mortal y este, como de costumbre, se dejaba pegar para después asestarles en la cara con fuerza con la mano metálica.
Era curioso ver como los tumbaba a todos prácticamente de un golpe sin apenas inmutarse, para haberse quejado tanto de aquella mano ahora resultaba que iba a serle útil. Aunque, por otro lado, aun cuando aparentaba estar perfectamente y seguía avanzando a través del bar sin ningún tipo de problema, su cara parecía un cuadro de esos modernos que estaban tan de moda entre los nobles, no tenía sentido y estaba comenzando a hincharse en algunas partes.
Zero, al otro lado de la estancia, peleaba de una manera similar a su compañero, aunque este parecía estar hecho completamente de metal pues los golpes que recibía apenas hacían que el chico pestañease y, con una pasividad que asustaba, dejaba fuera de combate a los maleantes.
Lyn le dedicó una mirada tranquilizadora a Kalim, el Nórgedo miraba preocupado como sus clientes huían despavoridos ante la evidente superioridad numérica, afortunadamente para él algunos de sus clientes se habían propuesto a ayudarle, pero seguían siendo menos, muchos menos.
Se mordió el labio y jugueteó con su flequillo. Allí estaba otra vez, la sensación de que podía hacer más que quedarse mirando. Murmuró un par de insultos, el Mortal era una mala influencia, hacía un par de meses se habría quedado allí escondida sin sentir un ápice de remordimiento por ello, mirando con curiosidad como acababa la pelea, acompañando el evento, quizás, con un par de botellas de vino.
Ella no era una luchadora, pero tenía sus métodos para salir indemne de las diferentes situaciones en las que se metía. Salió de detrás de la mesa envuelta en sombras con un ágil salto, aquel truco siempre funcionaba, o casi siempre lo hacía. Las personas de su alrededor se mostraban incomodas al verlo, temían lo que era. No le gustaba, ella era mucho más que una “chupasangres”.
Al parecer el primero en verlo fue Kalim, que se puso aún más pálido si era posible.
Uno de aquellos hombres se lanzó contra ella con una espada de madera en alto, Lyn sonrió y alzó un poco sus manos, las sombras se acumularon alrededor de ella, apuntó al hombre con ellas.
- No quieres atacarme. – Dijo mirándole fijamente con una sonrisa, clavando sus ojos azules en los del mastodonte rapado, quien se detuvo presa del trance inmediatamente. - ¿Sabes que es lo que quieres hacer? – Jugueteó con su flequillo, amplió su sonrisa. – Golpearte en la entrepierna. Repetidas veces. La odias porque nunca está a la altura de ninguna mujer, por eso vas a darle la lección de su vida. – El hombre obedeció y comenzó a asestarse puñetazos en sus partes nobles entre gruñidos de dolor, Lyn se carcajeó a gusto cuando le vio caer al suelo con espumarajos en la boca, le sorprendia que hubiese funcionado, normalmente no lo hacía, no de forma tan fácil. [1]
Notó enseguida como la fuerza se le iba de las piernas, quizás usar sus artes mentales no había sido lo más prudente.
- ¡Monstruo! – Gritó otro de los maleantes tratando de asestarle un golpe, Lyn entornó los ojos y dejó de reír, sintió como se le detenía el corazón un segundo y según evitaba la espada de madera se volvió a lanzar tras el mostrador.
Aquello era lo que veían de ella cuando se defendía, a un monstruo.
Respiró agitadamente mientras se armaba con una botella de licor y se acercaba a Kalim, el control mental siempre la dejaba agotada, apenas podía moverse con rapidez, necesitaba descansar. Pero el hombre que le había visto no estaba dispuesto a dejarla. Quizás si se concentraba podría escaparse entre las sombras. ¿Pero dejar al jefe a solas? Se mordió el labio inferior.
- Ven aquí monstruito…
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Habilidad nivel 3 Lyn: Control Mental Moderado.Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Una pelea física se basa en reacción, como te desenvuelves en la dinámica general. Algunos individuos son agiles y esquivan mientras atacan continuamente, otros solo resisten golpes a la vez que responden con toda su fuerza. No existe mucha lógica, solo competencia de habilidades desarrolladas.
Los seres inteligentes suelen tener variables fijas, se adaptan a un patrón y lo siguen pues genera resultados positivos ocasionalmente. De allí derivan los estudios del combate junto con las diferentes disciplinas que componen el universo marcial, ya sea en la tierra, Aerandir o Alfa Centauri.
Con dicha información se puede llegar a una simple conclusión, son meras acciones repetitivas con muchas variables. Para dominar el combate hace falta barajear la amplia gama de probabilidades, procesarlas y responder apropiadamente en el rango temporal más insignificante.
Gracias a todo esto es posible entender porque un pequeño robot esta “rompiendo el trasero” de los matones, lógicamente hablando claro. Un ser aumentado responde de manera sobrenatural y si a esto le sumamos valores superiores… es suficiente con decir que pocas cosas pueden oponerse a un enemigo así.
Z9-42 ataca a los hostiles con una serenidad y eficiencia temeraria, no le toma mucho noquear a un objetivo y atacar al próximo. Poco importa si son 20 o 200, de manera convencional no suponen amenaza. La biología puede llegar a sorprender pero sigue siendo bastante débil, es por eso que la inteligencia se hace presente con el avance evolutivo de la fauna.
Pese a su calculadora lógica Zero evita causar daños graves, noquea sin herir severamente. Se ha visto obligado a finalizar vidas antes de tiempo y no es una experiencia placentera, siempre termina con un arrepentimiento difícil de sobrellevar... Es bastante irónico que una maquina sienta más aprecio por la vida que los mismos seres que le conforman.
Mientras combate el pequeño robot detalla el ambiente, Tale ostenta numerosas heridas. Logra neutralizar varios atacantes y mantenerse activo aunque no cuida mucho su integridad, la escena conmociona un poco al “chico”. Recuerda como cierto jovencito cae de un árbol por andar jugando sin precaución, llora casi una semana por los golpes… el dolor no es agradable.
Algo llama la atención del sintético enseguida, dos personajes del staff corren peligro. Toma la primera silla que tiene delante y calcula un Angulo, luego de hacer 53 predicciones en 2 segundos arroja su proyectil. El particularmente útil mobiliario surca la distancia, pasa peligrosamente cerca de varios clientes pero tiene su objetivo claro.
La silla se estrella tirando en el suelo al blanco, parece inutilizado. Los números comienzan a volverse favorables, van 19 enemigos derribados sumando al contador los aciertos de Eltrant, varios clientes molestos y Lyn. Con muchos de sus aliados fuera de combate la fuerza restante empieza a vacilar, vale destacar que ya nadie quiere combatir con el “niño”.
¿No ha sido suficiente de violencia irracional?
Los seres inteligentes suelen tener variables fijas, se adaptan a un patrón y lo siguen pues genera resultados positivos ocasionalmente. De allí derivan los estudios del combate junto con las diferentes disciplinas que componen el universo marcial, ya sea en la tierra, Aerandir o Alfa Centauri.
Con dicha información se puede llegar a una simple conclusión, son meras acciones repetitivas con muchas variables. Para dominar el combate hace falta barajear la amplia gama de probabilidades, procesarlas y responder apropiadamente en el rango temporal más insignificante.
Gracias a todo esto es posible entender porque un pequeño robot esta “rompiendo el trasero” de los matones, lógicamente hablando claro. Un ser aumentado responde de manera sobrenatural y si a esto le sumamos valores superiores… es suficiente con decir que pocas cosas pueden oponerse a un enemigo así.
Z9-42 ataca a los hostiles con una serenidad y eficiencia temeraria, no le toma mucho noquear a un objetivo y atacar al próximo. Poco importa si son 20 o 200, de manera convencional no suponen amenaza. La biología puede llegar a sorprender pero sigue siendo bastante débil, es por eso que la inteligencia se hace presente con el avance evolutivo de la fauna.
Pese a su calculadora lógica Zero evita causar daños graves, noquea sin herir severamente. Se ha visto obligado a finalizar vidas antes de tiempo y no es una experiencia placentera, siempre termina con un arrepentimiento difícil de sobrellevar... Es bastante irónico que una maquina sienta más aprecio por la vida que los mismos seres que le conforman.
Mientras combate el pequeño robot detalla el ambiente, Tale ostenta numerosas heridas. Logra neutralizar varios atacantes y mantenerse activo aunque no cuida mucho su integridad, la escena conmociona un poco al “chico”. Recuerda como cierto jovencito cae de un árbol por andar jugando sin precaución, llora casi una semana por los golpes… el dolor no es agradable.
Algo llama la atención del sintético enseguida, dos personajes del staff corren peligro. Toma la primera silla que tiene delante y calcula un Angulo, luego de hacer 53 predicciones en 2 segundos arroja su proyectil. El particularmente útil mobiliario surca la distancia, pasa peligrosamente cerca de varios clientes pero tiene su objetivo claro.
La silla se estrella tirando en el suelo al blanco, parece inutilizado. Los números comienzan a volverse favorables, van 19 enemigos derribados sumando al contador los aciertos de Eltrant, varios clientes molestos y Lyn. Con muchos de sus aliados fuera de combate la fuerza restante empieza a vacilar, vale destacar que ya nadie quiere combatir con el “niño”.
¿No ha sido suficiente de violencia irracional?
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Un puñetazo, otro puñetazo y otro más.
El tipo al que Eltrant mantenía sujeto por el cuello de la camisa mientras le tallaba la cara con sus nudillos hacía varias decenas de golpes que había dejado de moverse, pero no quería tentar a la suerte, ya se habían levantado el número suficiente de veces como para convertirse en una molestia. Si los tumbaba, iba a asegurarse de que se quedaban en el suelo.
Respiró agitado y dejó caer al alborotador a un lado.
Esos eran todos, una breve ovación por parte de los clientes que quedaban en pie se generalizó en el local, la mujer pelirroja, por algún motivo, se partió una botella de cristal en la cabeza mientras coreaba una algo parecido a una canción de victoria con sus aliados.
- Baslodianos… - Dijo Eltrant suspirando.
Se limpió la cara con la manga de la camisa, otra vez, y dirigió su mirada hasta los nudillos de ambas manos: su mano derecha estaba empapada en sangre, quizás era propia, quizás se había abierto los nudillos en mitad de la trifulca, eso último era tan probable como que perteneciese a los matones que habían tratado de destrozarlo todo. El guante de cuero que cubría la mano de metal también tenía sangre, pero en ese caso, estaba seguro de que no era suya.
- Kalim… - Dijo tambaleándose hasta la barra, dónde tomó la primera botella de lo que vio y se tiró el líquido a la cara en el sentido más literal de la palabra - ¿Qué has hecho para enfadar a toda esta gente? – Mesas volcadas, decenas de cristales rotos y más de la mitad de la clientela del local herida, era bastante obvio que alguien se la tenía jurada al Nórgedo.
Kalim miró con furia al escenario, con una rabia que solo podía describirse como abrasadora. Los dos ilusionistas que se habían negado a bajar del tablado seguían allí, observando con desagrado como los hombres que habían convocado se quejaban en el suelo junto a las personas que debían de haber dejado fuera de combate.
- … veo que tienes una panda de monstruos muy particular, Jahar – Dijo el hombre de cabellos dorados llevándose ambas manos hasta la espalda, asiendo firmemente el pequeño bastón con el que contaba. – Vampiros… - Miró a Lyn, junto al Nórgedo. – Un… ente raro. – Clavó sus ojos en los de Eltrant, o en el de Eltrant, el castaño seguía sin poder ver gran cosa con el ojo derecho. – Todo muy digno de tu… local. – Pasó sobre uno de sus propios hombres que gimió dolorido, no se molestó siquiera en evitarle, le pisó en la espalda – …Aunque, debo admitir, que no me esperaba que tuvieses a un cibernético de tu parte. – Depositó, finalmente, su mirada en Zero. - ¿Cuánto te ha pagado para que trabajes para él chico? – Colocó el bastón frente a él y depositó ambas manos sobre el brillante pomo del mismo. – Doblo el precio si decides acabar con esta escoria. – Sonrió – Tú mejor que nadie sabes lo es que es ser superior ¿No es verdad? – Le señaló con el bastón. – Termina lo que han empezado estos “desconocidos” … - La punta del báculo adquirió cierto tono rojizo. – …O lo haremos nosotros, y tú, mi pequeño amigo, estarás en el bando contrario.
Linda Brillante se cruzó de brazos tras su hermano y asintió con autosuficiencia, mirando fijamente al Bio-Cibernético con una sonrisa condescendiente. Parecía que estaba bastante segura de que controlaban la situación al milímetro, aun cuando todos sus matones yacían dispersos por el suelo.
Eltrant tensó la mandíbula, Zero no parecía un mal chiquillo, trató de analizar su reacción, pero o al muchacho se le daba muy bien ocultar sus emociones, o a él se le daba muy mal detectarlas, supuso que era más lo segundo que lo primero.
- ¡Qué…! – Lyn se apoyó en la barra - ¡¿Que os pensáis que sois?! – Gritó señalándolos con el dedo índice. - ¿¡Quienes sois para venir aquí con exigencias!? – Exclamó corrigiendo ligeramente la pregunta- ¿¡Y sin ni siquiera pedir una mísera consumición con su correspondiente propina?! – Golpeó la barra, estuvo a punto de caer a un lado, parecía mareada. ¿Había peleado? Eltrant frunció el ceño, le tenía dicho que no lo hiciese. ¿Por qué nadie le hacía nunca caso? - ¡Zero vale más que vosotros dos juntos! ¡No podéis comprarle! ¡Sois…! ¡Sois lo peor! – Saltó sobre el mostrador y cayó al suelo, los mellizos rieron por lo bajo ante el espectáculo de la vampiresa, encogiéndose de hombros y mirándose el uno al otro con cierta incredulidad, pero aquello no sirvió para acallar la voz de la ojiazul. - ¡Mortal! ¡Échales de aquí! ¡Ataca! ¡A la yugular! – Dijo desde el suelo como quien libera a su perro de presa, sin dejar de señalar a los brujos, quienes ahora, estallaron en carcajadas.
Eltrant se agachó junto a la vampiresa suspirando.
- ¿...Y ese discurso era para...? – Preguntó ayudándola a levantarse. - ¿Cuándo ha fue la última vez que…? - Lyn negó con la cabeza y no contestó, desde el suelo, dónde se encontraba, se limitó a morder el brazo del exmercenario. La mordedura apenas duró unos segundos, pero fue suficiente para que hiciese efecto, Lyn esbozó una sonrisa al sentirse recuperada y él, él dejó de sentir cualquier tipo de dolor en su cuerpo.[1]
- Hazme un favor Mortal. – Miró a los brujos, quienes ahora, más serios, miraban a los presentes analizando lo que estaban haciendo. – Machácalos. – Aseveró limpiándose la sangre que resbalaba por la comisura de su labio. Varias sombras comenzaron a acumularse a sus espaldas.
- Esta bien. – Contestó Eltrant levantándose. Le indicó con la cabeza a Kalim que no se moviese de dónde estaba y, a continuación, se quitó el guante de cuero para colocarlo sobre el mostrador y desvelar la mano gris que ocultaba bajo este.
Pasó junto a Zero y comenzó a caminar hacía los gemelos.
Linda Brillante, lanzando una retahíla de improperios entre los que se encontraba la palabra “plebeyo”, hizo brotar una bola de fuego de entre sus manos que impactó de lleno en el exmercenario, en mitad de su pecho, apenas un segundo después. La esferza consumió practicamente el delantal que vestía y la camisa que vestía bajo este quedó reducida, en parte, a cenizas. Un fuerte olor a carne quemada se abrió paso hasta los pulmones de todos los presentes.
Eltrant no se detuvo.
- No deberías haber hecho eso… - Dijo quitándose, casualmente, los restos en llamas de su camisa, sin detener su avance. Adonis Brillante, mientras tanto, siguió mirando a Zero de forma interrogante, su bastión volvió a encenderse, esperaba una respuesta.
Por lo que había durado la mordedura tendría unos diez minutos aproximadamente antes de que todas aquellas heridas comenzasen a sentirse como tales de nuevo, pero de momento, nada de lo que le hiciesen iba a surtir efecto sobre él, no en su cabeza.
El tipo al que Eltrant mantenía sujeto por el cuello de la camisa mientras le tallaba la cara con sus nudillos hacía varias decenas de golpes que había dejado de moverse, pero no quería tentar a la suerte, ya se habían levantado el número suficiente de veces como para convertirse en una molestia. Si los tumbaba, iba a asegurarse de que se quedaban en el suelo.
Respiró agitado y dejó caer al alborotador a un lado.
Esos eran todos, una breve ovación por parte de los clientes que quedaban en pie se generalizó en el local, la mujer pelirroja, por algún motivo, se partió una botella de cristal en la cabeza mientras coreaba una algo parecido a una canción de victoria con sus aliados.
- Baslodianos… - Dijo Eltrant suspirando.
Se limpió la cara con la manga de la camisa, otra vez, y dirigió su mirada hasta los nudillos de ambas manos: su mano derecha estaba empapada en sangre, quizás era propia, quizás se había abierto los nudillos en mitad de la trifulca, eso último era tan probable como que perteneciese a los matones que habían tratado de destrozarlo todo. El guante de cuero que cubría la mano de metal también tenía sangre, pero en ese caso, estaba seguro de que no era suya.
- Kalim… - Dijo tambaleándose hasta la barra, dónde tomó la primera botella de lo que vio y se tiró el líquido a la cara en el sentido más literal de la palabra - ¿Qué has hecho para enfadar a toda esta gente? – Mesas volcadas, decenas de cristales rotos y más de la mitad de la clientela del local herida, era bastante obvio que alguien se la tenía jurada al Nórgedo.
Kalim miró con furia al escenario, con una rabia que solo podía describirse como abrasadora. Los dos ilusionistas que se habían negado a bajar del tablado seguían allí, observando con desagrado como los hombres que habían convocado se quejaban en el suelo junto a las personas que debían de haber dejado fuera de combate.
- … veo que tienes una panda de monstruos muy particular, Jahar – Dijo el hombre de cabellos dorados llevándose ambas manos hasta la espalda, asiendo firmemente el pequeño bastón con el que contaba. – Vampiros… - Miró a Lyn, junto al Nórgedo. – Un… ente raro. – Clavó sus ojos en los de Eltrant, o en el de Eltrant, el castaño seguía sin poder ver gran cosa con el ojo derecho. – Todo muy digno de tu… local. – Pasó sobre uno de sus propios hombres que gimió dolorido, no se molestó siquiera en evitarle, le pisó en la espalda – …Aunque, debo admitir, que no me esperaba que tuvieses a un cibernético de tu parte. – Depositó, finalmente, su mirada en Zero. - ¿Cuánto te ha pagado para que trabajes para él chico? – Colocó el bastón frente a él y depositó ambas manos sobre el brillante pomo del mismo. – Doblo el precio si decides acabar con esta escoria. – Sonrió – Tú mejor que nadie sabes lo es que es ser superior ¿No es verdad? – Le señaló con el bastón. – Termina lo que han empezado estos “desconocidos” … - La punta del báculo adquirió cierto tono rojizo. – …O lo haremos nosotros, y tú, mi pequeño amigo, estarás en el bando contrario.
Linda Brillante se cruzó de brazos tras su hermano y asintió con autosuficiencia, mirando fijamente al Bio-Cibernético con una sonrisa condescendiente. Parecía que estaba bastante segura de que controlaban la situación al milímetro, aun cuando todos sus matones yacían dispersos por el suelo.
Eltrant tensó la mandíbula, Zero no parecía un mal chiquillo, trató de analizar su reacción, pero o al muchacho se le daba muy bien ocultar sus emociones, o a él se le daba muy mal detectarlas, supuso que era más lo segundo que lo primero.
- ¡Qué…! – Lyn se apoyó en la barra - ¡¿Que os pensáis que sois?! – Gritó señalándolos con el dedo índice. - ¿¡Quienes sois para venir aquí con exigencias!? – Exclamó corrigiendo ligeramente la pregunta- ¿¡Y sin ni siquiera pedir una mísera consumición con su correspondiente propina?! – Golpeó la barra, estuvo a punto de caer a un lado, parecía mareada. ¿Había peleado? Eltrant frunció el ceño, le tenía dicho que no lo hiciese. ¿Por qué nadie le hacía nunca caso? - ¡Zero vale más que vosotros dos juntos! ¡No podéis comprarle! ¡Sois…! ¡Sois lo peor! – Saltó sobre el mostrador y cayó al suelo, los mellizos rieron por lo bajo ante el espectáculo de la vampiresa, encogiéndose de hombros y mirándose el uno al otro con cierta incredulidad, pero aquello no sirvió para acallar la voz de la ojiazul. - ¡Mortal! ¡Échales de aquí! ¡Ataca! ¡A la yugular! – Dijo desde el suelo como quien libera a su perro de presa, sin dejar de señalar a los brujos, quienes ahora, estallaron en carcajadas.
Eltrant se agachó junto a la vampiresa suspirando.
- ¿...Y ese discurso era para...? – Preguntó ayudándola a levantarse. - ¿Cuándo ha fue la última vez que…? - Lyn negó con la cabeza y no contestó, desde el suelo, dónde se encontraba, se limitó a morder el brazo del exmercenario. La mordedura apenas duró unos segundos, pero fue suficiente para que hiciese efecto, Lyn esbozó una sonrisa al sentirse recuperada y él, él dejó de sentir cualquier tipo de dolor en su cuerpo.[1]
- Hazme un favor Mortal. – Miró a los brujos, quienes ahora, más serios, miraban a los presentes analizando lo que estaban haciendo. – Machácalos. – Aseveró limpiándose la sangre que resbalaba por la comisura de su labio. Varias sombras comenzaron a acumularse a sus espaldas.
- Esta bien. – Contestó Eltrant levantándose. Le indicó con la cabeza a Kalim que no se moviese de dónde estaba y, a continuación, se quitó el guante de cuero para colocarlo sobre el mostrador y desvelar la mano gris que ocultaba bajo este.
Pasó junto a Zero y comenzó a caminar hacía los gemelos.
Linda Brillante, lanzando una retahíla de improperios entre los que se encontraba la palabra “plebeyo”, hizo brotar una bola de fuego de entre sus manos que impactó de lleno en el exmercenario, en mitad de su pecho, apenas un segundo después. La esferza consumió practicamente el delantal que vestía y la camisa que vestía bajo este quedó reducida, en parte, a cenizas. Un fuerte olor a carne quemada se abrió paso hasta los pulmones de todos los presentes.
Eltrant no se detuvo.
- No deberías haber hecho eso… - Dijo quitándose, casualmente, los restos en llamas de su camisa, sin detener su avance. Adonis Brillante, mientras tanto, siguió mirando a Zero de forma interrogante, su bastión volvió a encenderse, esperaba una respuesta.
Por lo que había durado la mordedura tendría unos diez minutos aproximadamente antes de que todas aquellas heridas comenzasen a sentirse como tales de nuevo, pero de momento, nada de lo que le hiciesen iba a surtir efecto sobre él, no en su cabeza.
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[1] Habilidad Nivel 0 (Rasgo) de Lyn: Saliva anestésica.Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
En breve la esperanza del equipo rival se disuelve, todos los efectivos terminan neutralizados en su último ataque. Lo cierto es que entre el chico máquina y su compañero medianamente aumentado lograron someter al grupo atacante, los apoyos externos fueron limitados en su mayoría.
Tale suelta una pregunta pertinente, Kalim sabe exactamente a quien culpar. A pesar de ser una acusación grave uno de los involucrados se limita a recorrer el área mientras lanza impresiones, al final no solo vocifera la identidad del chico “que ya medio local debe saber” si no que además ofrece un camino poco decente.
Zero le mira con intriga, esto debe ser lo que la sociedad considera como “sobornar”. Todos los humanos tienen un precio dijo alguna vez cierto personaje de la tierra, esa analogía puede implementarse a todas las especies y razas que utilicen un sistema monetario plenamente conformado.
La extraña interacción es interrumpida Lyn, manifiesta un discurso bastante emocional. Claramente todo el panorama la indigna, algo difícil de entender pues su especie suele tener una mente “muy abierta”. Dicha mujer puede causar más sorpresa que el propio niño artificial… los vampiros no se llevan bien con… con nadie.
A medida que las cosas avanzan Z9-42 se detiene un segundo para meditar cierta frase persistente del sujeto rubio, el concepto de superioridad. En algún momento cada facción de la historia ha intentado endosarse ese calificativo, casi siempre con resultados funestos para toda la línea temporal.
Resulta irónico como los que suelen clamar superioridad en algún aspecto carecen por completo de él, es un defecto constante en la psiquis viva. Algunas facciones de la tierra creen que los humanos son una especie deficiente porque siempre cometen los mismos errores, solo hace falta una generación de por medio para que fracasen de nuevo.
La pequeña creación pega una mirada seria al personaje que tiene enfrente, rara vez se le puede ver con una expresión semejante. Sonríe mientras sujeta la mano del hombre, una treta para hacerle creer que tienen un trato. Al final jala el brazo del desafortunado hasta inducirle una leve caída, cuando el individuo intenta ponerse de pie Zero le propina su mejor patada no letal en el trasero.
No son condiciones aceptables.
El golpe ocasiona que su blanco atraviese una ventana ya destruida y termine en plena calle… el "niño" puede patear muy fuerte. No aprecia la violencia pero sabe cómo dispensarla en situaciones extremas, la falta de moralidad mostrada por su víctima era demasiado grande para dejarla pasar o como dicen los humanos “lo pedía a gritos”.
Vivirá aunque… no podrá sentarse bien en un mes.
Tale suelta una pregunta pertinente, Kalim sabe exactamente a quien culpar. A pesar de ser una acusación grave uno de los involucrados se limita a recorrer el área mientras lanza impresiones, al final no solo vocifera la identidad del chico “que ya medio local debe saber” si no que además ofrece un camino poco decente.
Zero le mira con intriga, esto debe ser lo que la sociedad considera como “sobornar”. Todos los humanos tienen un precio dijo alguna vez cierto personaje de la tierra, esa analogía puede implementarse a todas las especies y razas que utilicen un sistema monetario plenamente conformado.
La extraña interacción es interrumpida Lyn, manifiesta un discurso bastante emocional. Claramente todo el panorama la indigna, algo difícil de entender pues su especie suele tener una mente “muy abierta”. Dicha mujer puede causar más sorpresa que el propio niño artificial… los vampiros no se llevan bien con… con nadie.
A medida que las cosas avanzan Z9-42 se detiene un segundo para meditar cierta frase persistente del sujeto rubio, el concepto de superioridad. En algún momento cada facción de la historia ha intentado endosarse ese calificativo, casi siempre con resultados funestos para toda la línea temporal.
Resulta irónico como los que suelen clamar superioridad en algún aspecto carecen por completo de él, es un defecto constante en la psiquis viva. Algunas facciones de la tierra creen que los humanos son una especie deficiente porque siempre cometen los mismos errores, solo hace falta una generación de por medio para que fracasen de nuevo.
La pequeña creación pega una mirada seria al personaje que tiene enfrente, rara vez se le puede ver con una expresión semejante. Sonríe mientras sujeta la mano del hombre, una treta para hacerle creer que tienen un trato. Al final jala el brazo del desafortunado hasta inducirle una leve caída, cuando el individuo intenta ponerse de pie Zero le propina su mejor patada no letal en el trasero.
No son condiciones aceptables.
El golpe ocasiona que su blanco atraviese una ventana ya destruida y termine en plena calle… el "niño" puede patear muy fuerte. No aprecia la violencia pero sabe cómo dispensarla en situaciones extremas, la falta de moralidad mostrada por su víctima era demasiado grande para dejarla pasar o como dicen los humanos “lo pedía a gritos”.
Vivirá aunque… no podrá sentarse bien en un mes.
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Zero no tardó en darle su respuesta al pretencioso brujo, en forma de patada.
El, como descubriría Eltrant más tarde, dueño de la posada que le robaba los clientes al local de Kalim surcó los aires tras recibir el puntapié del chico durante unos instantes, el tiempo suficiente como para que todos oyesen como articulaba palabras muy rápido y sin sentido presa del pánico. Entre todo aquel galimatías Eltrant escuchó algo como “¿¡Por qué a mí!?”, cosa que contribuyó enormemente a la sonrisa que se dibujó en su cara y que no pudo disimular.
Desafortunadamente para el hombre su trayecto no finalizó en el interior de la propia taberna, el rubio salió despedido por una de las ventanas del lugar y cayó pesadamente en la calle entre gemidos de dolor. Los patadones de Zero eran merecedores de ser llamados de aquella forma.
Al menos la ventana ya la había roto Eltrant en mitad de la pelea.
- ¡Adonis! – La rubia que acompañaba al hombre que acababa de aterrizar en el exterior de la taberna abrió los ojos de par en par y perforó al pequeño Zero con ellos. - ¡¡Tú, pequeña sabandija!! – Alzó la mano, una bola de fuego comenzó a aparecerse sobre ella.
Eltrant la detuvo sujetándola por la muñeca.
- No. – Dijo con sencillez, la mujer forcejeó, trató de escapar y le propinó varias tortas en la cara a Eltrant, algunas de ellas con llamas incluidas, pero no llegó a más. Aquello era muy común, lo había visto en más de una ocasión, una vez se ponían nerviosos les costaba conjurar el elemento que controlaban, y tener a un tipo con medio pecho quemado agarrándote un brazo no era una visión precisamente usual – No. – Repitió alzando el puño de metal, cerrándolo.
- ¡En la cara no que me gano la vida con ella! – Exclamó la bruja protegiéndose pobremente el rostro con el brazo libre, Eltrant suspiró y miró a Kalim. ¿Aquello era todo? Usualmente los brujos que mostraban tal prepotencia hacía el pueblo llano solían ser, como mínimo, más poderosos, lo suficiente como para poder justificar la arrogancia al menos.
Sujetando firmemente a la mujer por los ostentosos ropajes que esta vestía la levantó varios centímetros del suelo, no tardó en empezar a patalear y a forcejear, tratando de liberarse. Frunció el ceño al notar como, al levantar a la maga, las heridas comenzaban a indicarle que el efecto de la saliva de Lyn había durado menos de lo que esperaba.
- No eres… - La trasladó hasta la ventana entre patadas y gruñidos de dolor – ¡…Bien recibida en este lugar! – Exclamó lanzándola al exterior junto a su hermano.
- Esto… ¡¡Esto no quedará así!! – Gritó agitando el puño desde el suelo, Adonis seguía en el suelo, bocabajo, murmurando cosas sin sentido. - ¡¡Mi venganza será terrible!!
- ¿El que no va a quedar así? – Un nuevo actor irrumpió en la escena, se podía ver a través de la ventana, una mujer ataviado con una armadura y de larga capa añil. Eltrant se acercó a la salida y pudo ver que no venía sola, le acompañaban al menos cinco soldados más.
- …Nos han llamado por que había una pelea de borrachos… pero esto… - La mujer que capitaneaba a los guardias de la aldea se quitó el yelmo, desvelando un rostro marcado por la edad, y miró a los mellizos; los cuales empezaron a hablar el uno sobre el otro, sin vocalizar. – Relajaos… - Dijo la capitana, se llevó el casco hasta la axila e indicó con la mirada a varios de sus soldados que entrasen en la taberna a comprobar la situación. –Tú, Nórgedo. Eres el dueño de este sitio. ¿No es cierto? – Señaló a Kalim ¿Se conocían? Bueno, era evidente que las facciones de Kalim mostraban su procedencia. – Sal aquí afuera y explícame que ha pasado. – Eltrant miró a su jefe, que se limitó a asentir y a salir al exterior, los gemelos alzaron las voces. – Callaos. – Ordenó la guarda perdiendo la paciencia. - ¿Por qué esta tu taberna en ese estado? – Algunos soldados comenzaron a sacar a los matones de los brujos al exterior, con grilletes en las muñecas.
El, como descubriría Eltrant más tarde, dueño de la posada que le robaba los clientes al local de Kalim surcó los aires tras recibir el puntapié del chico durante unos instantes, el tiempo suficiente como para que todos oyesen como articulaba palabras muy rápido y sin sentido presa del pánico. Entre todo aquel galimatías Eltrant escuchó algo como “¿¡Por qué a mí!?”, cosa que contribuyó enormemente a la sonrisa que se dibujó en su cara y que no pudo disimular.
Desafortunadamente para el hombre su trayecto no finalizó en el interior de la propia taberna, el rubio salió despedido por una de las ventanas del lugar y cayó pesadamente en la calle entre gemidos de dolor. Los patadones de Zero eran merecedores de ser llamados de aquella forma.
Al menos la ventana ya la había roto Eltrant en mitad de la pelea.
- ¡Adonis! – La rubia que acompañaba al hombre que acababa de aterrizar en el exterior de la taberna abrió los ojos de par en par y perforó al pequeño Zero con ellos. - ¡¡Tú, pequeña sabandija!! – Alzó la mano, una bola de fuego comenzó a aparecerse sobre ella.
Eltrant la detuvo sujetándola por la muñeca.
- No. – Dijo con sencillez, la mujer forcejeó, trató de escapar y le propinó varias tortas en la cara a Eltrant, algunas de ellas con llamas incluidas, pero no llegó a más. Aquello era muy común, lo había visto en más de una ocasión, una vez se ponían nerviosos les costaba conjurar el elemento que controlaban, y tener a un tipo con medio pecho quemado agarrándote un brazo no era una visión precisamente usual – No. – Repitió alzando el puño de metal, cerrándolo.
- ¡En la cara no que me gano la vida con ella! – Exclamó la bruja protegiéndose pobremente el rostro con el brazo libre, Eltrant suspiró y miró a Kalim. ¿Aquello era todo? Usualmente los brujos que mostraban tal prepotencia hacía el pueblo llano solían ser, como mínimo, más poderosos, lo suficiente como para poder justificar la arrogancia al menos.
Sujetando firmemente a la mujer por los ostentosos ropajes que esta vestía la levantó varios centímetros del suelo, no tardó en empezar a patalear y a forcejear, tratando de liberarse. Frunció el ceño al notar como, al levantar a la maga, las heridas comenzaban a indicarle que el efecto de la saliva de Lyn había durado menos de lo que esperaba.
- No eres… - La trasladó hasta la ventana entre patadas y gruñidos de dolor – ¡…Bien recibida en este lugar! – Exclamó lanzándola al exterior junto a su hermano.
- Esto… ¡¡Esto no quedará así!! – Gritó agitando el puño desde el suelo, Adonis seguía en el suelo, bocabajo, murmurando cosas sin sentido. - ¡¡Mi venganza será terrible!!
- ¿El que no va a quedar así? – Un nuevo actor irrumpió en la escena, se podía ver a través de la ventana, una mujer ataviado con una armadura y de larga capa añil. Eltrant se acercó a la salida y pudo ver que no venía sola, le acompañaban al menos cinco soldados más.
- …Nos han llamado por que había una pelea de borrachos… pero esto… - La mujer que capitaneaba a los guardias de la aldea se quitó el yelmo, desvelando un rostro marcado por la edad, y miró a los mellizos; los cuales empezaron a hablar el uno sobre el otro, sin vocalizar. – Relajaos… - Dijo la capitana, se llevó el casco hasta la axila e indicó con la mirada a varios de sus soldados que entrasen en la taberna a comprobar la situación. –Tú, Nórgedo. Eres el dueño de este sitio. ¿No es cierto? – Señaló a Kalim ¿Se conocían? Bueno, era evidente que las facciones de Kalim mostraban su procedencia. – Sal aquí afuera y explícame que ha pasado. – Eltrant miró a su jefe, que se limitó a asentir y a salir al exterior, los gemelos alzaron las voces. – Callaos. – Ordenó la guarda perdiendo la paciencia. - ¿Por qué esta tu taberna en ese estado? – Algunos soldados comenzaron a sacar a los matones de los brujos al exterior, con grilletes en las muñecas.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
La patada de Zero cumple su propósito con excelentes resultados… al menos para la facción aliada. El objetivo termina tirado afuera como se tenía previsto, sus daños no son letales y puede aprender una valiosa lección cuando recupere la sensibilidad en partes traseras inferiores, claramente “todos ganan”.
Otra amenaza aparece en el escenario pero Eltrant interviene, logra desarticular un ataque arcano y maneja de manera absoluta a la bruja. Z9-42 le mira con intriga, no sabe qué camino tomara su compañero laboral y de combate. Golpear a una mujer está mal… recuerda que un hombre muy sabio se lo dijo aunque no puede fijar el rostro.
Por suerte las cosas se mantienen en un rango de acción decente, Tale se limita a “sacar los problemas”. Se puede dar la batalla por finalizada aunque tal vez no sea una victoria total, medio local se encuentra destrozado y casi todos los clientes huyeron despavoridos sin intensiones de volver.
Mientras el “pequeño” medita las impresiones aparecen elementos adicionales afuera, personajes fácilmente asociables con la ley. Los uniformes varían mucho entre las razas y regiones, al niño robot le gusta comparar los diferentes estilos empleados, es algo curioso y muy divertido cuando puedes ver muchas cosas al mismo tiempo.
Son muy brillantes.
Deja escapar, las armaduras humanas son más opacas. Indiferentemente del aspecto ostentado por los recién llegados se puede deducir que vienen en misión oficial, la conmoción llego rápido a oídos con potestad. Nada viaja más rápido que la luz con excepción de las malas noticias… eso dijo alguien en la tierra y tiene mucho sentido popular.
Por un momento el sintético siente temor, los guardias crean informes detallados. Si registran su verdadera identidad pueden ponerle en problemas, los agentes sintéticos siguen buscándole. Eso permanece en su mente por dos minutos, luego se disuelve cuando debate los arcaicos métodos de registro… aún tiene semanas de ventaja.
Se acerca con Kalim, es algo más que un testigo directo. Cuando llega busca una buena posición en el centro de todo, se coloca al lado de Eltrant. Mira al humano y pronto su expresión cambia, dicho sujeto ostenta numerosas heridas contundentes, algunas presentan las características señales de inflamación y deformación.
Te… ¿te duele?
Toma su mano de carne, solo lo hace y no sabe porque. Mira el daño, no es grave pero se ve mal. Centra sus ojos en el rostro del personaje adulto, tiene un nivel de deterioro similar. Baja la mirada, ¿cómo puede funcionar alguien así?, ¿porque se lastiman de esa forma los seres vivos?, esas y muchas otras preguntas lo invaden.
Duele… ¿verdad?
Su expresión se torna nostálgica, es la primera vez que manifiesta esa emoción con tanta fuerza. ¿Es acaso un recuerdo proyectado?, no puede definirlo ni computarlo bien y eso lo entristece más. Sin darse cuenta sus ojos se humedecen pero… ¿porque?, ¿qué soluciona?, ¿acaso puede llorar como los demás?
Debe doler mucho…
Una lágrima cae, otra le sigue después en el ojo contrario. Siempre tiene esa mirada vacía, como si no viera nada. Esta vez el cuerpo y la mente tienen concordancia, llorar toma toda su atención. Baja aún más la mirada a medida que sigue soltando lágrimas, lo curioso es que no solloza y solo mantiene su expresión triste.
Otra amenaza aparece en el escenario pero Eltrant interviene, logra desarticular un ataque arcano y maneja de manera absoluta a la bruja. Z9-42 le mira con intriga, no sabe qué camino tomara su compañero laboral y de combate. Golpear a una mujer está mal… recuerda que un hombre muy sabio se lo dijo aunque no puede fijar el rostro.
Por suerte las cosas se mantienen en un rango de acción decente, Tale se limita a “sacar los problemas”. Se puede dar la batalla por finalizada aunque tal vez no sea una victoria total, medio local se encuentra destrozado y casi todos los clientes huyeron despavoridos sin intensiones de volver.
Mientras el “pequeño” medita las impresiones aparecen elementos adicionales afuera, personajes fácilmente asociables con la ley. Los uniformes varían mucho entre las razas y regiones, al niño robot le gusta comparar los diferentes estilos empleados, es algo curioso y muy divertido cuando puedes ver muchas cosas al mismo tiempo.
Son muy brillantes.
Deja escapar, las armaduras humanas son más opacas. Indiferentemente del aspecto ostentado por los recién llegados se puede deducir que vienen en misión oficial, la conmoción llego rápido a oídos con potestad. Nada viaja más rápido que la luz con excepción de las malas noticias… eso dijo alguien en la tierra y tiene mucho sentido popular.
Por un momento el sintético siente temor, los guardias crean informes detallados. Si registran su verdadera identidad pueden ponerle en problemas, los agentes sintéticos siguen buscándole. Eso permanece en su mente por dos minutos, luego se disuelve cuando debate los arcaicos métodos de registro… aún tiene semanas de ventaja.
Se acerca con Kalim, es algo más que un testigo directo. Cuando llega busca una buena posición en el centro de todo, se coloca al lado de Eltrant. Mira al humano y pronto su expresión cambia, dicho sujeto ostenta numerosas heridas contundentes, algunas presentan las características señales de inflamación y deformación.
Te… ¿te duele?
Toma su mano de carne, solo lo hace y no sabe porque. Mira el daño, no es grave pero se ve mal. Centra sus ojos en el rostro del personaje adulto, tiene un nivel de deterioro similar. Baja la mirada, ¿cómo puede funcionar alguien así?, ¿porque se lastiman de esa forma los seres vivos?, esas y muchas otras preguntas lo invaden.
Duele… ¿verdad?
Su expresión se torna nostálgica, es la primera vez que manifiesta esa emoción con tanta fuerza. ¿Es acaso un recuerdo proyectado?, no puede definirlo ni computarlo bien y eso lo entristece más. Sin darse cuenta sus ojos se humedecen pero… ¿porque?, ¿qué soluciona?, ¿acaso puede llorar como los demás?
Debe doler mucho…
Una lágrima cae, otra le sigue después en el ojo contrario. Siempre tiene esa mirada vacía, como si no viera nada. Esta vez el cuerpo y la mente tienen concordancia, llorar toma toda su atención. Baja aún más la mirada a medida que sigue soltando lágrimas, lo curioso es que no solloza y solo mantiene su expresión triste.
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
Kalim comenzó a explicar sin escatimar en detalles lo que había sucedido. La capitana, con el yelmo firmemente sujeto entre sus manos, escuchó atentamente las palabras del Nórgedo mientras ordenaba a sus hombres que sujetasen a los mellizos.
Eltrant se apoyó en el marco de la puerta y se pasó lo que quedaba de su camisa por la cara, limpiándola pobremente de la sangre que resbalaba por ella y palpando con cuidado las diferentes heridas que le habían ocasionado los golpes. Su cuerpo había despertado en su totalidad, y con ello las quemaduras y los impactos comenzaron a comportarse como tales.
Apretó los dientes y sacudió la cabeza tratando de ignorar el dolor, se suponía que iba a trabajar de camarero, se suponía que iba a ser una noche tranquila, que era dinero fácil. ¿Por qué las cosas nunca eran como esperaba?
Dejó escapar varios susurros quejándose de la situación justo cuando Zero, que había estado a su lado observando como arrestaban a los brujos, le tomaba de la mano derecha a la vez que preguntaba al castaño si le dolían las heridas. Era curioso, podía lanzarse de cabeza a las fauces de un dragón sin temer que este desgarrase la carne de sus huesos, también podía recibir el impacto de una bola de fuego en mitad del pecho sin apenas inmutarse.
Pero no estaba seguro de como contestar la pregunta de un niño.
- …No… bueno sí, bueno… no… quiero decir… un poco – Contestó sonriendo levemente.
Cerró la mano derecha en torno a la del joven cibernético cuando comprobó que este no parecía contento con la respuesta y volvía a formular una pregunta similar. Eltrant se agachó junto al niño, más que desconforme con la respuesta parecía que, simplemente. no le había oído. El muchacho se respondió a sí mismo ante la lentitud del ex guarda, comenzando a llorar cuando lo hizo.
- Sí… sí que duele – Dijo al final, sonriendo de forma casi paternal. No se esperaba que un bio con la fuerza suficiente para patear a un hombre adulto a través de una ventana rompiese a llorar al verle herido. Le revolvió el pelo, despeinándole. – Pero... - Se sentó junto a él, rebuscó entre sus bolsillos tratando de encontrar un pañuelo o algo que dejarle al muchacho para que se secase las lágrimas, suspiró al no encontrar nada limpio de sangre y se giró a mirar a los soldados que levantaban a los gemelos del suelo para ponerles los grilletes alrededor de las muñecas. – … eso es lo de menos - Sintió como le palpitaba la quemadura del pecho cuando pronunció “menos”. Casi parecía que la herida estaba reclamando más atención - Al final todo ha salido bien. ¿No crees? - Sonrió, Zero era un cibernético, pero al fin y de cuentas, también seguía siendo un niño, o eso parecía a simple vista. – Un poco de agua, unas vendas, y listo – Bromeó levantando el dedo pulgar, dejó escapar un gemido de dolor que disimuló como buenamente pudo con una carcajada. – Eso no cuenta. – Aseguró.
- ¿Qué le has dicho para hacerle llorar? – Lyn irrumpió en la escena y, tras dejar un pañuelo relleno de hielo entre las manos de su compañero, se agachó también junto al muchacho – Eres un bruto – Dijo a Eltrant de mala gana, el castaño frunció el ceño y estuvo a punto de comenzar a discutir con ella, pero la vampiresa parecía más preocupada en el cibernético que en él, así que se quedó en silencio y se limitó a colocarse el pañuelo en el ojo hinchado – No llores, ven aquí - Con una de las tantas servilletas de la taberna en la mano Lyn se aseguró de secar, con cuidado, algunas de las lágrimas que surcaban el rostro del niño. – Quien tiene motivos para llorar es el brujo al que has pateado. – Sonrió - ¿Te lo imaginas tratando de sentarse? – Rió por lo bajo. – Yo no. Dudo mucho que lo consiga. – Le limpió algunas lágrimas más, con la misma delicadeza que al principio
- Acompañadme adentro. – Kalim ya había terminado de hablar con la guardia de la ciudad y, afortunadamente, parecía que había testigos suficientes y muchas caras hinchadas. La guardia no había tardado mucho en figurarse lo que había sucedido.
Lyn tomó una escoba tan pronto entraron todos en la taberna, Eltrant, por su parte, se dedicó a levantar las mesas y las sillas, procediendo a colocarlas todas dónde recordaba que estas habían estado antes.
- Buena patada muchacho. – Dijo Kalim a Zero, con una sonrisa, indicándole que se acercase a la barra, lugar que el tabernero estaba limpiando en aquel momento. Cuando el joven estuvo lo suficientemente cerca se encargó de posar sobre el mostrador una bolsita repleta de Aeros. – Tu paga. – Dijo colocando un vaso repleto de líquido blanco junto al bio – Y esto por las molestias. Recuerda que puedes usar una de las habitaciones de arriba para descansar si lo prefieres. – La mujer pelirroja, que también había ayudado a lidiar contra los hombres de los mellizos y era de los pocos que seguían en el local, se sentó junto a Zero y pidió una copa. – No me he olvidado de ti – Dijo Kalim entregándole a la mujer, junto a su bebida, un pequeño cofre ornamentado. – Creo que todos los presentes estarán de acuerdo en que tienes una voz digna de este premio. – La mujer sonrió y, tras alzar la jarra, se terminó la bebida de un largo y único trago. – He añadido algo por la ayuda. – Le ofreció la mano a la mujer – Gracias.
Eltrant, mientras tanto, seguía levantando muebles. Algunos clientes comenzaban volver al ver el ambiente más tranquilo y comenzaron a sentarse en las mesas que comenzaban a estar disponibles.
Sonrió.
- ¿A que en momentos como este te alegras de haber dejado ese cuchitril en el que vivías? – Lyn se acercó a dónde estaba haciendo como que barría, cosa que no era muy difícil de notar pues agitaba la escoba a varios centímetros del suelo, sin llegar a tocarlo.
- Cállate y trabaja – Dijo Eltrant levantando otra de las mesas, tratando de obviar a la vampiresa, esta amplió la sonrisa y continuó barriendo de aquí para allá intercambiando algunas palabras con los recién llegados.
Lo cierto es que era agradable. Se concentró en la suave tonadilla del laúd que un elfo había empezado a tocar en su mesa y en el murmullo generalizado de las distintas personas hablando unas con otras. Aun cuando le dolía todo el cuerpo no podía sino admitirlo, estaba cómodo en aquel sitio.
Le gustaba decirse a sí mismo que el lugar en el que debía estar era en los bosques del este, en su cabaña, aislado de todos; pero sentía que hacía lo correcto al encarar a los brujos, a los hombres que habían tratado de destrozar el pequeño sueño de un Nórgedo fuera de su tierra.
Lyn tenía razón, se alegraba de haber dejado la cabaña. Aunque no pensaba decírselo.
- Tale, Lyn. Venid aquí. – Eltrant levantó la última de las mesas antes de acercarse al tabernero, Lyn se acercó prácticamente de inmediato. – Vuestra paga. – Como había hecho con Zero, dejó las bolsas con el dinero frente a sus, ahora, legítimos dueños. – No lo habéis hecho mal del todo para ser novatos en esto. – Aseguró cruzándose de brazos, sonriendo. Eltrant asintió a esto y le devolvió la sonrisa a su jefe.
- Más te vale comprar un libro de cocina nuevo. – Dijo dándole a Zero un codazo amistoso, la quemadura del pecho se resintió cuando lo hizo – Creo que me voy a tumbar un rato… – Dijo negando con la cabeza.
- Lyn, llévate a tu compañero a la habitación que os he ofrecido – Ordenó – Voy a cerrar por hoy. Ya va siendo hora – Tocó una campanita que colgaba a pocos centímetros de la ventana que daba a la cocina - ¡Última ronda! – Exclamó, entre todos habían dejado mínimamente presentable la taberna, no había habido grandes pérdidas, aunque iba a dejarse una pequeña fortuna en platos nuevos.
- Buenas noches Zero – Dijo al muchacho – Descansa. – Alzó la mano plateada antes de perderse escaleras arriba, tambaleándose pobremente. Lyn, con el buen humor que la caracterizaba, hizo una leve reverencia a los presentes y siguió a Eltrant, asegurándose de sujetarle para que no se precipitase escaleras abajo.
- ¡Nuestra primera paga! ¡Me la voy a gastar en vino! ¡Toda! – Exclamó la muchacha una vez estuvieron en la habitación.
- Hoy ya me da igual todo. – Farfulló Eltrant dejándose caer sobre la cama.
Eltrant se apoyó en el marco de la puerta y se pasó lo que quedaba de su camisa por la cara, limpiándola pobremente de la sangre que resbalaba por ella y palpando con cuidado las diferentes heridas que le habían ocasionado los golpes. Su cuerpo había despertado en su totalidad, y con ello las quemaduras y los impactos comenzaron a comportarse como tales.
Apretó los dientes y sacudió la cabeza tratando de ignorar el dolor, se suponía que iba a trabajar de camarero, se suponía que iba a ser una noche tranquila, que era dinero fácil. ¿Por qué las cosas nunca eran como esperaba?
Dejó escapar varios susurros quejándose de la situación justo cuando Zero, que había estado a su lado observando como arrestaban a los brujos, le tomaba de la mano derecha a la vez que preguntaba al castaño si le dolían las heridas. Era curioso, podía lanzarse de cabeza a las fauces de un dragón sin temer que este desgarrase la carne de sus huesos, también podía recibir el impacto de una bola de fuego en mitad del pecho sin apenas inmutarse.
Pero no estaba seguro de como contestar la pregunta de un niño.
- …No… bueno sí, bueno… no… quiero decir… un poco – Contestó sonriendo levemente.
Cerró la mano derecha en torno a la del joven cibernético cuando comprobó que este no parecía contento con la respuesta y volvía a formular una pregunta similar. Eltrant se agachó junto al niño, más que desconforme con la respuesta parecía que, simplemente. no le había oído. El muchacho se respondió a sí mismo ante la lentitud del ex guarda, comenzando a llorar cuando lo hizo.
- Sí… sí que duele – Dijo al final, sonriendo de forma casi paternal. No se esperaba que un bio con la fuerza suficiente para patear a un hombre adulto a través de una ventana rompiese a llorar al verle herido. Le revolvió el pelo, despeinándole. – Pero... - Se sentó junto a él, rebuscó entre sus bolsillos tratando de encontrar un pañuelo o algo que dejarle al muchacho para que se secase las lágrimas, suspiró al no encontrar nada limpio de sangre y se giró a mirar a los soldados que levantaban a los gemelos del suelo para ponerles los grilletes alrededor de las muñecas. – … eso es lo de menos - Sintió como le palpitaba la quemadura del pecho cuando pronunció “menos”. Casi parecía que la herida estaba reclamando más atención - Al final todo ha salido bien. ¿No crees? - Sonrió, Zero era un cibernético, pero al fin y de cuentas, también seguía siendo un niño, o eso parecía a simple vista. – Un poco de agua, unas vendas, y listo – Bromeó levantando el dedo pulgar, dejó escapar un gemido de dolor que disimuló como buenamente pudo con una carcajada. – Eso no cuenta. – Aseguró.
- ¿Qué le has dicho para hacerle llorar? – Lyn irrumpió en la escena y, tras dejar un pañuelo relleno de hielo entre las manos de su compañero, se agachó también junto al muchacho – Eres un bruto – Dijo a Eltrant de mala gana, el castaño frunció el ceño y estuvo a punto de comenzar a discutir con ella, pero la vampiresa parecía más preocupada en el cibernético que en él, así que se quedó en silencio y se limitó a colocarse el pañuelo en el ojo hinchado – No llores, ven aquí - Con una de las tantas servilletas de la taberna en la mano Lyn se aseguró de secar, con cuidado, algunas de las lágrimas que surcaban el rostro del niño. – Quien tiene motivos para llorar es el brujo al que has pateado. – Sonrió - ¿Te lo imaginas tratando de sentarse? – Rió por lo bajo. – Yo no. Dudo mucho que lo consiga. – Le limpió algunas lágrimas más, con la misma delicadeza que al principio
- Acompañadme adentro. – Kalim ya había terminado de hablar con la guardia de la ciudad y, afortunadamente, parecía que había testigos suficientes y muchas caras hinchadas. La guardia no había tardado mucho en figurarse lo que había sucedido.
Lyn tomó una escoba tan pronto entraron todos en la taberna, Eltrant, por su parte, se dedicó a levantar las mesas y las sillas, procediendo a colocarlas todas dónde recordaba que estas habían estado antes.
- Buena patada muchacho. – Dijo Kalim a Zero, con una sonrisa, indicándole que se acercase a la barra, lugar que el tabernero estaba limpiando en aquel momento. Cuando el joven estuvo lo suficientemente cerca se encargó de posar sobre el mostrador una bolsita repleta de Aeros. – Tu paga. – Dijo colocando un vaso repleto de líquido blanco junto al bio – Y esto por las molestias. Recuerda que puedes usar una de las habitaciones de arriba para descansar si lo prefieres. – La mujer pelirroja, que también había ayudado a lidiar contra los hombres de los mellizos y era de los pocos que seguían en el local, se sentó junto a Zero y pidió una copa. – No me he olvidado de ti – Dijo Kalim entregándole a la mujer, junto a su bebida, un pequeño cofre ornamentado. – Creo que todos los presentes estarán de acuerdo en que tienes una voz digna de este premio. – La mujer sonrió y, tras alzar la jarra, se terminó la bebida de un largo y único trago. – He añadido algo por la ayuda. – Le ofreció la mano a la mujer – Gracias.
Eltrant, mientras tanto, seguía levantando muebles. Algunos clientes comenzaban volver al ver el ambiente más tranquilo y comenzaron a sentarse en las mesas que comenzaban a estar disponibles.
Sonrió.
- ¿A que en momentos como este te alegras de haber dejado ese cuchitril en el que vivías? – Lyn se acercó a dónde estaba haciendo como que barría, cosa que no era muy difícil de notar pues agitaba la escoba a varios centímetros del suelo, sin llegar a tocarlo.
- Cállate y trabaja – Dijo Eltrant levantando otra de las mesas, tratando de obviar a la vampiresa, esta amplió la sonrisa y continuó barriendo de aquí para allá intercambiando algunas palabras con los recién llegados.
Lo cierto es que era agradable. Se concentró en la suave tonadilla del laúd que un elfo había empezado a tocar en su mesa y en el murmullo generalizado de las distintas personas hablando unas con otras. Aun cuando le dolía todo el cuerpo no podía sino admitirlo, estaba cómodo en aquel sitio.
Le gustaba decirse a sí mismo que el lugar en el que debía estar era en los bosques del este, en su cabaña, aislado de todos; pero sentía que hacía lo correcto al encarar a los brujos, a los hombres que habían tratado de destrozar el pequeño sueño de un Nórgedo fuera de su tierra.
Lyn tenía razón, se alegraba de haber dejado la cabaña. Aunque no pensaba decírselo.
- Tale, Lyn. Venid aquí. – Eltrant levantó la última de las mesas antes de acercarse al tabernero, Lyn se acercó prácticamente de inmediato. – Vuestra paga. – Como había hecho con Zero, dejó las bolsas con el dinero frente a sus, ahora, legítimos dueños. – No lo habéis hecho mal del todo para ser novatos en esto. – Aseguró cruzándose de brazos, sonriendo. Eltrant asintió a esto y le devolvió la sonrisa a su jefe.
- Más te vale comprar un libro de cocina nuevo. – Dijo dándole a Zero un codazo amistoso, la quemadura del pecho se resintió cuando lo hizo – Creo que me voy a tumbar un rato… – Dijo negando con la cabeza.
- Lyn, llévate a tu compañero a la habitación que os he ofrecido – Ordenó – Voy a cerrar por hoy. Ya va siendo hora – Tocó una campanita que colgaba a pocos centímetros de la ventana que daba a la cocina - ¡Última ronda! – Exclamó, entre todos habían dejado mínimamente presentable la taberna, no había habido grandes pérdidas, aunque iba a dejarse una pequeña fortuna en platos nuevos.
- Buenas noches Zero – Dijo al muchacho – Descansa. – Alzó la mano plateada antes de perderse escaleras arriba, tambaleándose pobremente. Lyn, con el buen humor que la caracterizaba, hizo una leve reverencia a los presentes y siguió a Eltrant, asegurándose de sujetarle para que no se precipitase escaleras abajo.
- ¡Nuestra primera paga! ¡Me la voy a gastar en vino! ¡Toda! – Exclamó la muchacha una vez estuvieron en la habitación.
- Hoy ya me da igual todo. – Farfulló Eltrant dejándose caer sobre la cama.
Eltrant Tale
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
El momento sensible de Zero despierta buenas reacciones entre sus colegas laborales, se portan bien con él. Eltrant intenta desestimar su daño, es un gesto valeroso como mínimo. Está en mal estado aunque su personalidad logra tranquilizar al pequeño sintético, como elemento directo debe saber lo que dice.
Link se acerca y limpia las lágrimas de Z9-42, ambos adultos son la clase de personas que no pueden permanecer indiferentes cuando un niño llora. La táctica resulta efectiva y el chico robot logra recuperar su compostura, fue un momento de debilidad y poco dominio lógico aunque no se arrepiente.
Gracias… lo lamento.
Pide disculpas por el espectáculo, imagina que es algo apropiado. Nunca antes había derramado lágrimas, no que recuerde, sinceramente no sabía que podía hacerlo. Nota que se siente extraño y no logra identificar las señales, ¿todos se sienten así después de llorar?... eso explicaría porque tratan de evitarlo siempre.
Una cosa si logra reconocer, los gestos de amabilidad. No es la primera vez que alguien responde de la misma forma en situaciones similares, es incapaz de recordar pero lo sabe. Esa sensación cálida resulta conocida, con propiedad puede decir que es algo bastante agradable y justifica las demás variables.
Kalim le hace salir de sus pensamientos, pide una reunión. Cuando Zero se acerca a la barra recibe su recompensa, dinero y un vaso de leche. También es informado de que puede utilizar una de las habitaciones, sin duda fue una “noche productiva” como dicen los seres corrientes, buena remuneración.
Muchas gracias.
Sonríe mientras toma algo de su bebida, se encuentra feliz. Es sorprendente como los sentimientos de una persona pueden variar tan rápido, hace minutos lloraba y ahora disfruta de cierta alegría… tener un espectro emocional más amplio que el de la gran mayoría de bios puede ser complicado a veces.
Los demás empleados intentan recuperar la zona destrozada, limpian y enderezan mesas. En ese momento la mujer guerrera recibe el premio, sin duda su actuación fue la mejor y además resulto muy útil en la pelea masiva. Kalim se puede considerar un “hombre de palabra”, cualidad rara pero muy apreciable.
Los compañeros laborales del pequeño sintético reciben su paga también, eventualmente el dueño cierra por hoy. Los clientes restantes terminan sus rondas y pasan a retirarse, todos concluyen unánimemente entre comentarios que la noche estuvo llena de emociones… planean volver mañana sin falta.
Buenas noches.
El “chiquillo” se despide cuando termina su vaso de leche, quiere seguir revisando los datos de la nave. Ahora que tiene una habitación puede hacerlo sin interrupciones, el tiempo sobra cuando no necesitas dormir. Kalim a pesar de los destrozos se retira bastante animado, es posible que el arresto de su competencia tenga que ver.
Link se acerca y limpia las lágrimas de Z9-42, ambos adultos son la clase de personas que no pueden permanecer indiferentes cuando un niño llora. La táctica resulta efectiva y el chico robot logra recuperar su compostura, fue un momento de debilidad y poco dominio lógico aunque no se arrepiente.
Gracias… lo lamento.
Pide disculpas por el espectáculo, imagina que es algo apropiado. Nunca antes había derramado lágrimas, no que recuerde, sinceramente no sabía que podía hacerlo. Nota que se siente extraño y no logra identificar las señales, ¿todos se sienten así después de llorar?... eso explicaría porque tratan de evitarlo siempre.
Una cosa si logra reconocer, los gestos de amabilidad. No es la primera vez que alguien responde de la misma forma en situaciones similares, es incapaz de recordar pero lo sabe. Esa sensación cálida resulta conocida, con propiedad puede decir que es algo bastante agradable y justifica las demás variables.
Kalim le hace salir de sus pensamientos, pide una reunión. Cuando Zero se acerca a la barra recibe su recompensa, dinero y un vaso de leche. También es informado de que puede utilizar una de las habitaciones, sin duda fue una “noche productiva” como dicen los seres corrientes, buena remuneración.
Muchas gracias.
Sonríe mientras toma algo de su bebida, se encuentra feliz. Es sorprendente como los sentimientos de una persona pueden variar tan rápido, hace minutos lloraba y ahora disfruta de cierta alegría… tener un espectro emocional más amplio que el de la gran mayoría de bios puede ser complicado a veces.
Los demás empleados intentan recuperar la zona destrozada, limpian y enderezan mesas. En ese momento la mujer guerrera recibe el premio, sin duda su actuación fue la mejor y además resulto muy útil en la pelea masiva. Kalim se puede considerar un “hombre de palabra”, cualidad rara pero muy apreciable.
Los compañeros laborales del pequeño sintético reciben su paga también, eventualmente el dueño cierra por hoy. Los clientes restantes terminan sus rondas y pasan a retirarse, todos concluyen unánimemente entre comentarios que la noche estuvo llena de emociones… planean volver mañana sin falta.
Buenas noches.
El “chiquillo” se despide cuando termina su vaso de leche, quiere seguir revisando los datos de la nave. Ahora que tiene una habitación puede hacerlo sin interrupciones, el tiempo sobra cuando no necesitas dormir. Kalim a pesar de los destrozos se retira bastante animado, es posible que el arresto de su competencia tenga que ver.
Z9-42
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Re: Manos de Mantequilla [Trabajo][Eltrant Tale - Z9-42]
RECOMPENSAS
Sin lugar a dudas, el personaje Lyn ha calado profundo entre mis intereses principales, estaré siguiendo su desarrollo; la historia ha sido construida de manera muy amena y entretenida, mostrando que las batallas no son todo para construir una historia envolvente y atractiva; también fue sumamente original el libro de recetas escrito a modo de versos y finalmente ha resultado muy llamativa la faceta más humana que ha mostrado Z9-42, las lágrimas resultaron algo completamente inesperado.
Como elementos negativos solo puedo mencionar algunas pequeñas faltas de tildes asumo, por errores de dedo; y el hecho que no hayan subrayado o indicado las complicaciones, lo que ha hecho un poco más complicado encontrarlas.
Ambos reciben 19 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Como elementos negativos solo puedo mencionar algunas pequeñas faltas de tildes asumo, por errores de dedo; y el hecho que no hayan subrayado o indicado las complicaciones, lo que ha hecho un poco más complicado encontrarlas.
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Ansur
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