Re: Amarga ingenuidad, buena voluntad. [Libre 3/3] [Cerrado]

Eyre Vie Dic 01 2017, 17:37

No le sorprendió en lo más mínimo obtener una escueta seña como única respuesta a sus palabras. Entendió que el elfo estaba guiándola hacia el camino correcto y, sin más dilación, se dio la media vuelta para echarse a andar. Le había preguntado qué lo perturbaba sin esperar una verdadera contestación; pensaba que, si él la acompañaba, ya tendría tiempo para intentar comprender la razón de su pesar.

No obstante, lo que ocurrió a continuación estuvo fuera de todo pronóstico. Obstaculizando el paso entre ella y el sendero, el corpulento músico corrió para encararla. Mirándolo con sorpresa, la jovencita retrocedió y abrió la boca para comenzar a decir algo. Sin embargo no pudo pronunciar ni la primer sílaba, pues fue cortada por la profunda, imponente e inesperada voz del hombretón.

En otro momento, hubiese exclamado alguna frase triunfal como “¡Lo sabía! ¡Puedes decir una oración completa!” y, luego, hubiese sometido al elfo a un exhaustivo cuestionario sobre por qué rayos había esperado hasta ese instante para soltar la lengua. Pero las palabras impropias fueron tan contundentes, que se borró de su mente todo lo que no se relacionase con el asunto que estaban tratando.

Eyre sabía a qué estaba exponiéndose. O, al menos, creía saberlo. Cada paso que daba, aunque titubeante, estaba premeditado. La elección, pese a las palabras del músico, ya había sido hecha desde el momento en que decidió abandonar su hogar.

Respiró hasta colmar sus pulmones, contuvo el aire durante algunos segundos y luego exhaló. Miró directamente los bellos ojos del otro y, con suma calma, procedió a explicarle:

-Lo he meditado mucho antes de dejar atrás Beltrexus. No puedo volver sobre mis pasos. -Buscó las manos ajenas para tomárselas con suma dulzura. Aunque apenas lo conocía, ahora le resultaba extraño ver un gesto tan serio en aquel rostro antaño sonriente. Le apretó las palmas con firmeza; ella, igual que él, deseaba ser comprendida- Tengo algo que hacer en el continente. Los... los Dioses me lo han mostrado... y no debería desoírlos. -Dijo apenas en un susurro, con las mejillas arreboladas. Sabía que lo que decía sonaba extraño pero, a fin de cuentas, tenía la sensación de que el otro no la juzgaría por ello- Lo siento, Adanedhel. Debería... debería apresurarme para poder tomar un barco.

Dicho lo propio, le soltó las manos y volvió a suspirar. El sol continuaba su monótono y repetitivo viaje, no había tiempo que perder. Volvió a mirar al hombre con fijeza y le sonrió de medio lado antes de, nerviosa, decidirse a darle un rápido abrazo. ¡Sus padres la matarían al verla abrazar a un elfo! No tardó en soltarlo e, inmediatamente, rodearlo para poder continuar el sendero. Un extraño pesar le apretó el pecho. Por un lado, sentía un enorme entusiasmo al pensar en el viaje en que estaba apunto de embarcarse; era todavía una niña inocente y optimista que idealizaba las próximas aventuras. Por el otro, aquel entrañable músico se había ganado un lugar en su memoria y en su corazón y estaba haciendo su partida más difícil de lo que ya era. Al final, había resultado ser una buena persona.

-Tienes una voz muy, muy hermosa. ¡Ojalá hubiese podido escucharla un poco más! -Masculló antes de voltearse con la cabeza gacha. Esta vez, no pudo mirarlo a los ojos. Se rehusaba a mostrar que los suyos estaban empañados en lágrimas.

-Ah y, por cierto, ¡gracias por guiarme hasta aquí! -Fue lo último que dijo, con la voz quebrada, antes de echarse a andar.

Tenzin Fang Leiden Dom Dic 31 2017, 00:42

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as palabras de la joven se enterraron en la piel del bardo sin piedad, como finas dagas mata-elfos que le revelaban el temido e inevitable fin que tendría este encuentro. Adanedhel

no quería hacerlo, no quería tener que recurrir a métodos violentos para evitar que la joven se sumergiera en un mortal sendero sin retorno... Es solo que no había más alternativas. El mundo en que vivimos es sumamente cruel y despiadado, esa simple escena era el ejemplo perfecto. Ella no podía verlo, así que él no tenía más opción que demostrárselo... De la peor forma posible.

El rostro del elfo cayó al suelo con tristeza, pena, arrepentimiento. Debía ocultar su mirada de aquellos ojos celestes a toda costa, él no merecía su lastima. Era tan confuso ver el rostro de su amado retoño en los ojos de esa jovencita. Le daba aquella necesidad de protegerla de la impureza de este mundo... Pero al mismo tiempo, le daba le sensación de que ella estaría bien por su cuenta. Ella necesitaba ser libre. Su cuerpo temblaba con inseguridad en el momento en que llevo sus manos hasta su espalda, haciendo su mejor esfuerzo para conseguir empuñar firmemente el mango de su pesado instrumento. Pocas eran la veces que realmente recurría a él para usarlo de este modo. Con un rápido y silencioso movimiento, Adanedhel asumió una postura de combate, apuntando el inmenso cuerno hacía la joven frente a él. El viento soplaba raudo por los bosques... Tan libre y fugaz, sin nada que temer o dudar. ¿Por qué el elfo no podía ser igual?

Avanzó lentamente hacía la jovencita, dándole tiempo suficiente para que ella pudiera reaccionar. Bardo realmente lo deseaba, esperaba que ella le asestara un golpe fatal. Tal vez así él podría despertar y le sería más sencillo atacar. Pobre elfo, esperando un milagro que jamas iba a llegar. Los dioses no le sonríen a los necios, ¿no es así? Adanedhel lo sabía: ella no iba a retroceder ni actuar como él. Aún cuando estuvo frente a frente con ella, preparado para asestarle un único golpe devastador, ella no retrocedió. Las suaves manos de la chica buscaron las del elfo, deteniendo su ataque con dulzura y comprensión.

Por más que intentó escapar de esa dulce mirada, el bardo no lo consiguió. Las firmes palabras de la joven volvieron a atacar, demostrándole que nada de lo que él pudiera hacer iba a cambiar su decisión. Su mente quedo en blanco, mientras que su cuerpo devolvía el instrumento a su respectivo lugar. ¿Había fallado como protector del mundo? ¿Como esperaba llevar ese titulo si no podía a esta muchacha salvar...? Esta pequeña no necesitaba ser cuidada. El mundo no necesitaba que Bardo le cuidara. Su estadía en esta tierra... Ya no era necesaria.

... Sus pensamientos guardaron silencio todos a la vez, justo en el momento en que los brazos de la muchacha hicieron su mejor intento para rodear el voluminoso cuerpo del elfo. En ese momento lo comprendió, pudo ver el egoísmo ocultó en sus buenas intenciones. La impotencia de no haber podido hacer más por ella, la incertidumbre de no conocer sus últimas palabras, el deseo de volver a observar su dulce rostro brillar... Bardo vio una última oportunidad de redimirse al conocer a esta joven, una oportunidad de protegerla como no pudo proteger a su dulce retoño... Es solo que esta chica no necesitaba ser cuidada. Ciertamente, nunca se es demasiado viejo para aprender una lección: Ciertas personas no necesitan protección.

Ahora con un nuevo semblante en su rostro, el elfo correspondió feliz al abrazo de la muchacha, mientras lagrimas caían de sus mejillas. No eran producidas por la tristeza, si no por la alegría. Terminó más rápido de lo esperado, pero aún seguía siendo muy importante. Pues para él, simbolizaba el último abrazo que a su hija jamas pudo darle. Estaba tan agradecido con la muchacha, ella había sanado su dolido corazón. Buscó entre sus ropajes un objeto que a su primera encarnación perteneció.

Cuando ella volteara a mirarle el elfo ahí ya no estaría. En su lugar, una hermosa flauta en el suelo reposaría. Ese era el presente que el bardo le daba, su regalo de despedida. La observaba partir mientras se escondía entre los arboles. No tenía ya de que preocuparse, mucho menos cuando un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] apareció entre los matorrales. Con una sonrisa en su rostro, el bardo pronto se marcharía. Esperaba lo mejor para la muchacha, pues él en su camino jamas reaparecería.

Flauta Antigua: