Una fuente poco común [Privado]
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Una fuente poco común [Privado]
Luego de investigar, preguntar y viajar. Finalmente había llegado, podía ver la aldea de Lirio a lo lejos, pequeña por lo que se veía a lo lejos. Mientras caminaba me preguntaba como seria la gente, ¿y la leyenda sera cierta?, ¿Todo esto habrá sido en vano?. Miedos, pensamientos, dioses. todo pero todo pasaba por mi cabeza, pero algo no se iba, mi sonrisa al saber que había llegado y encontrado la aldea. Mientras me acercaba me puse a pensar también en si la gente me permitiría verla, y mas adelante, beber de ella. Mi miedo crecía y crecía al pensar en lo que podía pasar. ¿Tendría efectos secundarios?, algo era seguro, no quería dañar a nadie.
Finalmente me encontraba en la entrada de la aldea, una aldea pequeña, era preciosa, un conjunto de casas con jardines hermosos al rededor de una fuente, asumí que la fuente era la leyenda, no podía creerlo, tenia ante mi una fuente mágica capaz de rejuvenecer a quien tomara de ella, pero para estar seguro, me acerque a un aldeano que estaba sentado en una puerta de las casas, mientras caminaba hacia el señor, miraba como la gente tomaba de la fuente, era increíble. me acerque a un chico que parecía tener 13, máximo 15. Me acerque, sonreí y me arrodille mientras le daba mi mano.
- Disculpe, joven señor... ¿Es este el poblado de Lirio? - Pregunte con duda, ya veía que estaba en cualquier lado, el joven me miro y me estrecho la mano, sonriendo.
- Oh... un viajero. - me miro con cara de sospecha, al parecer poca gente viajaba por acá. - Si, así es joven. Este es el poblado de Lirio. ¿Como te llamas? - El sujeto me acababa de llamar "joven", como si el fuera mas grande que yo.
- Rakan'Drag, un gusto conocerlo joven. - Me presente mientras me sentaba a su lado mirando el poblado, el sujeto me miro y me dijo - ¿Primera vez en Lirio?... si, es obvio. Déjame decirte algo joven, en esta aldea, la gente no tiene la edad que aparenta. No soy una persona joven, tengo 32 - ¿32?, dios mio... la leyenda era cierta, los libros eran ciertos. No podía creerlo, la fuente era verdadera.
Mire al sujeto con cara de asombro, y le pregunte sin dudarlo - ¿Entonces la leyenda de la fuente es cierta? - Me miro y sonrió - Si, como también es cierto que tiene una protectora. ¿Escuchaste sobre ella? - Una protectora... una protectora. - No, nunca... - El señor me miro y se rió, no entendía por que - Si estabas pensando tomar de la fuente, piénsalo dos veces, toda la gente que vino buscando tomar, la protectora no se lo permitió, pero a lo mejor tu tienes suerte. - Me golpeo el hombro y se levanto, yéndose. No iba a beber sin el permiso de la protectora, así que iba a tener que conseguir su permiso, pero primero, tenia que saber quien era. Camine lejos de la fuente, para que nadie piense que quería tomar de ella, me acerque a varias personas jóvenes preguntándoles sobre la protectora, pero lo único que me contestaban era "Si, ella es la protectora". Quizá pensaban que yo la conocía, no entendía muy bien. Lo único que hice fue tomar un descanso sentándome en un banco, para luego seguir buscando a la protectora.
Finalmente me encontraba en la entrada de la aldea, una aldea pequeña, era preciosa, un conjunto de casas con jardines hermosos al rededor de una fuente, asumí que la fuente era la leyenda, no podía creerlo, tenia ante mi una fuente mágica capaz de rejuvenecer a quien tomara de ella, pero para estar seguro, me acerque a un aldeano que estaba sentado en una puerta de las casas, mientras caminaba hacia el señor, miraba como la gente tomaba de la fuente, era increíble. me acerque a un chico que parecía tener 13, máximo 15. Me acerque, sonreí y me arrodille mientras le daba mi mano.
- Disculpe, joven señor... ¿Es este el poblado de Lirio? - Pregunte con duda, ya veía que estaba en cualquier lado, el joven me miro y me estrecho la mano, sonriendo.
- Oh... un viajero. - me miro con cara de sospecha, al parecer poca gente viajaba por acá. - Si, así es joven. Este es el poblado de Lirio. ¿Como te llamas? - El sujeto me acababa de llamar "joven", como si el fuera mas grande que yo.
- Rakan'Drag, un gusto conocerlo joven. - Me presente mientras me sentaba a su lado mirando el poblado, el sujeto me miro y me dijo - ¿Primera vez en Lirio?... si, es obvio. Déjame decirte algo joven, en esta aldea, la gente no tiene la edad que aparenta. No soy una persona joven, tengo 32 - ¿32?, dios mio... la leyenda era cierta, los libros eran ciertos. No podía creerlo, la fuente era verdadera.
Mire al sujeto con cara de asombro, y le pregunte sin dudarlo - ¿Entonces la leyenda de la fuente es cierta? - Me miro y sonrió - Si, como también es cierto que tiene una protectora. ¿Escuchaste sobre ella? - Una protectora... una protectora. - No, nunca... - El señor me miro y se rió, no entendía por que - Si estabas pensando tomar de la fuente, piénsalo dos veces, toda la gente que vino buscando tomar, la protectora no se lo permitió, pero a lo mejor tu tienes suerte. - Me golpeo el hombro y se levanto, yéndose. No iba a beber sin el permiso de la protectora, así que iba a tener que conseguir su permiso, pero primero, tenia que saber quien era. Camine lejos de la fuente, para que nadie piense que quería tomar de ella, me acerque a varias personas jóvenes preguntándoles sobre la protectora, pero lo único que me contestaban era "Si, ella es la protectora". Quizá pensaban que yo la conocía, no entendía muy bien. Lo único que hice fue tomar un descanso sentándome en un banco, para luego seguir buscando a la protectora.
Rakan'Drag
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Había vuelto a Lirio después de uno de mis viajes. El agua que llevaba en la cantimplora se me había agotado y tenía la necesidad de ir, sí o sí. No podía quedarme sin mi preciada agua. ¡No quería ser una vieja! Los veintisiete no es que me sentaran mal, pero, ¿quién no ha soñado alguna vez con volver a tener los veinte? ¡Uff! ¡Qué buena edad! Me acordaba de esa época y, sin duda, quería volver. Pero con la sabiduría que tenía ahora. Mi cuerpo de veinte y mi mente de veintisiete. No estaba nada mal así planteado. Y para eso necesitaba el agua. En cuento regresé a casa salí corriendo en dirección a Lirio, con varios baldes para cargarla. Luego vendría el mozo de cuadras con un par de caballos para seguir llevando contenedores a mi casa. Se la quería ofrecer a mis padres. A mi padre se le notaban ya las arrugas de su edad y me estaba dando bastante grima y mi madre ya tenía el cuello un poco… de vieja. Así que igual, tenía que dársela a probar a ella también para que no estuviera tan ajada. Era un poco fuerte mirarles cómo envejecían, así que, si podía hacer que fueran más jóvenes, al menos que lo aparentasen, mejor.
Llegué al pueblillo. Ya era de sobra conocida. De hecho, yo me encargaba de proteger el pozo. Más que nada porque la leyenda de que ahí estaba la fuente de la eterna juventud estaba circulando demasiado por Aerandir y a mí no me daba la gana compartir mi agua. Así que no quería ver a ningún turista acercándose.
El líder del lugar me saludó como de costumbre, era un crío y, a pesar de tener más edad que yo, no podía tomarle en serio.
- Rob.
- Lady Harrowmont - Al menos era educado. Bueno, yo le había dicho que me debía llamar así.
- ¿Y mi agua? - pregunté con cierta desesperación. Hoy me había mirado al espejo y me había parecido ver manchas en mi piel. ¡Manchas de vieja!
- Donde siempre, m'lady - se notaba que era de pueblo. Corrí en dirección al lugar donde esos lugareños sacaban el agua y lo metían en tinajas.
- Vendrán a por ella en un rato - informé al muchacho - ahora, déjame sola. Por favor. - no estaba muy por la labor de ser educada. Mi piel era más importante. Haciéndome caso, se alejó y me dejó sola en la casucha donde guardaban el agua. Agarré la tinaja más pequeña y la abracé como si fuera algo muy preciado. De hecho, lo era. Ahí estaba mi elixir de la juventud. Con avidez comencé a beber, me chorreaba por la barbilla el agua, incluso. Necesitaba eso tanto como respirar. Nada más acabar de beber saqué de mi bolsa un espejo de plata y comencé a mirar mi rostro. Estaba buscando las manchas, arrugas…
Tras cinco minutos volvía a verme con la piel totalmente tersa. Sí, antes la tenía muy bien cuidada, pero el efecto del agua era un milagro. Parecía bendecida por los dioses. Sonreí con alegría al pasarme la mano por las mejillas. Estaban tan suavecitas…
Mi edad aparente iba bajando cuanta más agua tomaba. En estos momentos podría aparentar unos veinticuatro años, o menos. Mi intención era llegar al principio de la veintena… o tal vez un poquito más abajo. De adolescente también era un bellezón, así que no me importaría. Aunque, tampoco había que pasarse, o no tomarían en serio a una niña de quince años en el gremio. O sí… porque aparentaría quince, pero sería la persona que soy ahora. Sacudí la cabeza para sacar mis cávalas y volví a beber otro poco más. De nuevo, lo mismo de mirarme al espejo por un rato. Tenía que asegurarme que no tuviera ninguna imperfección. Ni manchas, ni ojeras, ni arrugas, ni cosas extrañas que tuvieran que ver con el paso de los años.
El sonido de golpecitos en la puerta me interrumpió.
- ¿Lady Harrowmont?
- Mmmhh… ¿Sí? - dejé el balde en la mesita de madera y abrí la puerta.
- Tiene visita, otro paseante que entra en el pueblo.
Asentí, agarré el arco y salí de allí con rapidez. ¡Nadie iba a tocar mi fuente! Dando zancadas me aproximé al pozo, ahora cerrado y me planté frente a él, esperando al tipo que había osado entrar a Lirio. O se largaba de allí o lo sacaría yo a hostias, pero mi fuente no la iba a tocar.
Llegué al pueblillo. Ya era de sobra conocida. De hecho, yo me encargaba de proteger el pozo. Más que nada porque la leyenda de que ahí estaba la fuente de la eterna juventud estaba circulando demasiado por Aerandir y a mí no me daba la gana compartir mi agua. Así que no quería ver a ningún turista acercándose.
El líder del lugar me saludó como de costumbre, era un crío y, a pesar de tener más edad que yo, no podía tomarle en serio.
- Rob.
- Lady Harrowmont - Al menos era educado. Bueno, yo le había dicho que me debía llamar así.
- ¿Y mi agua? - pregunté con cierta desesperación. Hoy me había mirado al espejo y me había parecido ver manchas en mi piel. ¡Manchas de vieja!
- Donde siempre, m'lady - se notaba que era de pueblo. Corrí en dirección al lugar donde esos lugareños sacaban el agua y lo metían en tinajas.
- Vendrán a por ella en un rato - informé al muchacho - ahora, déjame sola. Por favor. - no estaba muy por la labor de ser educada. Mi piel era más importante. Haciéndome caso, se alejó y me dejó sola en la casucha donde guardaban el agua. Agarré la tinaja más pequeña y la abracé como si fuera algo muy preciado. De hecho, lo era. Ahí estaba mi elixir de la juventud. Con avidez comencé a beber, me chorreaba por la barbilla el agua, incluso. Necesitaba eso tanto como respirar. Nada más acabar de beber saqué de mi bolsa un espejo de plata y comencé a mirar mi rostro. Estaba buscando las manchas, arrugas…
Tras cinco minutos volvía a verme con la piel totalmente tersa. Sí, antes la tenía muy bien cuidada, pero el efecto del agua era un milagro. Parecía bendecida por los dioses. Sonreí con alegría al pasarme la mano por las mejillas. Estaban tan suavecitas…
Mi edad aparente iba bajando cuanta más agua tomaba. En estos momentos podría aparentar unos veinticuatro años, o menos. Mi intención era llegar al principio de la veintena… o tal vez un poquito más abajo. De adolescente también era un bellezón, así que no me importaría. Aunque, tampoco había que pasarse, o no tomarían en serio a una niña de quince años en el gremio. O sí… porque aparentaría quince, pero sería la persona que soy ahora. Sacudí la cabeza para sacar mis cávalas y volví a beber otro poco más. De nuevo, lo mismo de mirarme al espejo por un rato. Tenía que asegurarme que no tuviera ninguna imperfección. Ni manchas, ni ojeras, ni arrugas, ni cosas extrañas que tuvieran que ver con el paso de los años.
El sonido de golpecitos en la puerta me interrumpió.
- ¿Lady Harrowmont?
- Mmmhh… ¿Sí? - dejé el balde en la mesita de madera y abrí la puerta.
- Tiene visita, otro paseante que entra en el pueblo.
Asentí, agarré el arco y salí de allí con rapidez. ¡Nadie iba a tocar mi fuente! Dando zancadas me aproximé al pozo, ahora cerrado y me planté frente a él, esperando al tipo que había osado entrar a Lirio. O se largaba de allí o lo sacaría yo a hostias, pero mi fuente no la iba a tocar.
Cassandra C. Harrowmont
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Luego de varias horas esperando a ver que ocurría, lo primero que vi fue a un sujeto cerrando el pozo, en ese momento no sabia si era por mi o por que es una rutina, para que el agua no se pudra o algo así. Pase mi mano por la frente, tenia demasiado calor y la armadura no ayudaba, el pueblo se fue vaciando, la gente desapareciendo, me quedaba solo... y así fue. Habia quedado solo en la plaza sin nadie a mi al rededor, era raro. Tenia mucha sed, y mi agua se había acabado, por suerte estaba el pozo cerca. Cerre mis ojos pensando a que maldita hora llegaría ese tal guardián. Empece a escuchar unos pasos, y para cuando los abrí, había una mujer con un arco al frente de ella, vestido negro y una gran insignia en el pecho. Me levante rápidamente y me acerque a ella, cuidadosamente, cerca del pozo.
Me acerque unos pasos, y sonreí, clavando mis ojos brillantes en ella - Buenas, ¿señorita?... - Si algo no sabia, era sobre nobles y esas cosas, no sabia ni quien gobernaba el Norte, y ahí nací. Tampoco sabia que titulo se le da a un "Protector de pozo", pero asumí que "Protectora" estaba bien. - Protectora... Protectora lo siento. - Solté una risa baja - Hmmm... mi nombre... es Rakan, Rakan'Drag. - ¿Que se supone que le iba a decir cuando llegara?, ¿me dejas beber del pozo?... Algo era seguro, estaba muy nervioso. - No es mi intención ofender su oficio, es mas, lo entiendo. También soy un Vahlok, así que te hablare de Vahlok a Vahlok. Mi intención es tomar de la fuente, protectora... y haré lo que sea necesario para demostrar que soy digno de beber del pozo. - Me aleje unos pasos para atrás luego de decir tales palabras, saque mi espada cuidadosamente, arrodillándome y apoyando la espada delante mio - Matare si así lo pide, jurare lealtad si así lo pide, cuidare lo que necesite, haré cualquier cosa protectora, pero por favor, solo necesito tomar un poco. - Todo era cierto, hasta me sacaría los dos ojos, solo para cumplir mi objetivo, y es que, si yo estuviera en su lugar, tampoco dejaría que vengan y tomen de la nada, después de todo, para eso esta el "Guardián" o "Protector". Tenia que pensar, que podía hacer para complacerla, y lograr que me deje tomar de la fuente. De los libros que había leído, tener capa y armadura significaba venir de casa noble, lo único que me faltaba era el emblema. Haria eso si fuera un mentiroso, pero preferí ser honesto, a los ojos de los dioses y de la gente, eso es bien visto.
Levante la cara mientras me mantenía arrodillado. [Idioma Draco] Drog, Komeyt Bodiis Do Faal - Pense que recitar las palabras en draconiano, atraería la atención de los dragones ancestrales, y me ayudarían en este momento.
Me acerque unos pasos, y sonreí, clavando mis ojos brillantes en ella - Buenas, ¿señorita?... - Si algo no sabia, era sobre nobles y esas cosas, no sabia ni quien gobernaba el Norte, y ahí nací. Tampoco sabia que titulo se le da a un "Protector de pozo", pero asumí que "Protectora" estaba bien. - Protectora... Protectora lo siento. - Solté una risa baja - Hmmm... mi nombre... es Rakan, Rakan'Drag. - ¿Que se supone que le iba a decir cuando llegara?, ¿me dejas beber del pozo?... Algo era seguro, estaba muy nervioso. - No es mi intención ofender su oficio, es mas, lo entiendo. También soy un Vahlok, así que te hablare de Vahlok a Vahlok. Mi intención es tomar de la fuente, protectora... y haré lo que sea necesario para demostrar que soy digno de beber del pozo. - Me aleje unos pasos para atrás luego de decir tales palabras, saque mi espada cuidadosamente, arrodillándome y apoyando la espada delante mio - Matare si así lo pide, jurare lealtad si así lo pide, cuidare lo que necesite, haré cualquier cosa protectora, pero por favor, solo necesito tomar un poco. - Todo era cierto, hasta me sacaría los dos ojos, solo para cumplir mi objetivo, y es que, si yo estuviera en su lugar, tampoco dejaría que vengan y tomen de la nada, después de todo, para eso esta el "Guardián" o "Protector". Tenia que pensar, que podía hacer para complacerla, y lograr que me deje tomar de la fuente. De los libros que había leído, tener capa y armadura significaba venir de casa noble, lo único que me faltaba era el emblema. Haria eso si fuera un mentiroso, pero preferí ser honesto, a los ojos de los dioses y de la gente, eso es bien visto.
Levante la cara mientras me mantenía arrodillado. [Idioma Draco] Drog, Komeyt Bodiis Do Faal - Pense que recitar las palabras en draconiano, atraería la atención de los dragones ancestrales, y me ayudarían en este momento.
- Idioma Draco:
- Vahlok = Guardian
"Lady, permiteme tomar de la fuente."
Rakan'Drag
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Ahí, plantada en el pozo, esperé al visitante. Con el arco agarrado con fuerza, esperando poder clavarle una flecha si se atrevía a tocar una sola de las piedras de mi apreciado pozo. En cuanto escuché los pasos clavé la vista en él, según se acercaba. Era un tipo rubio con los ojos muy raros. Sin que le dijera nada empezó a hablar. Enarqué una ceja y esperé a que siguiera, aunque le dije mi nombre para que pudiera dirigirse a mí, aparte, por mera educación y formalismos.
- Soy lady Cassandra Harrowmont. Maestra Cazadora del gremio de Cazadores de Vampiros de Beltrexus y Protectora del pozo de Lirio. - Vale, ese segundo título no era oficial, pero tal como lo había mencionado él me había gustado tanto que me lo había agenciado al instante. Quedaba muy bien detrás de mis dos títulos anteriores. Sonaba bonito y con el poder que me era merecido. Y más si me ganaba el respeto del forastero. Eché ligeramente los hombros hacia atrás sacando el pecho henchida de orgullo, y alcé un poco la cabeza, mientras él proseguía con la charla. Poco me importaba lo que tuviera que decir. Mi pozo no lo iba a tocar, pero al menos me había dado la opción de quedar así de bien.
Dijo una palabra rara que no entendí qué era. Aparte de tener los ojos raros, hablaba raro. Supuse que debía ser un habitante del norte, solo ellos y los elfos hablaban de forma tan extraña. Y este, elfo no era. - ¿Vahlok? - torcí la cabeza ligeramente, sin bajarla, alzando las cejas para que me dijera el significado de lo que acababa de decir. Pero casi al instante, sin esperar su respuesta, mi expresión cambió a una mucho más seria. Agarré el arco con más fuerza y lo coloqué un poco más adelantado a mí, aunque sin apuntar, para que lo viera bien y desistiera cuanto antes de hacer lo que pretendía hacer. - Tu intención no se va a llevar a cabo. Puedes irte por donde has venido, Rakar’Drag. - Soné muy contundente.
El hombre se arrodilló frente a mí y, reconozco que me gustó. Me hacía sentir más poderosa, me daba el respeto que merecía. - Eso de la lealtad me gusta. Depende de cómo te comportes, me lo pensaré. - No le iba a decir que sí, cuando yo misma me negaba en rotundo a que mi agua fuera para otro. - Pero te aseguro que será imposible para ti. No voy a dejarte beber del pozo. - Me quedé pensando un momento. Ese chico dijo que haría lo que yo le pidiera y me juraría lealtad. Torcí el gesto, mirando un poco al infinito mientras mi mente cavilaba qué podría sacar yo de todo eso. - ¿Qué sabes hacer?
Me apoyé en las paredes del pozo, sentándome en el borde y esperando a que me dijera sus habilidades, algo que pudiera convencerme para sacar partido. Demasiado bueno tendría que ser lo que me ofreciera para dejar que bebiera. Bueno. No iba a beber.
Pero había algo que me preocupaba. Al ser Maestra Cazadora tenía que salir varias veces de las islas por temas de trabajo y, cuando estaba aquí, estaba dando clases, por tanto, se me hacía bastante complicado el vigilar el pozo. De hecho, cada vez que podía intentaba escaparme para proteger el lugar. Pero apenas me alejaba unos metros de Lirio, la ansiedad y la presión en el pecho me volvían. Cada vez necesitaba estar más cerca del pueblo y el agua. Había llegado a rechazar algún trabajo que implicaba mucho tiempo de viaje solo para no dejar el pozo tanto tiempo sin mi supervisión. A pesar de que yo misma lo cerraba con una losa de roca hecha por mí misma. No me fiaba de que alguien pudiese beber de ahí, o que pusieran una roca y la movieran. No. Yo creaba las protecciones del pozo a mi antojo. Con arenas movedizas alrededor y una enorme losa de roca cubriéndolo. Y, en la superficie, lo mismo, pero de metal. Aun así, tenía miedo de que alguien pudiese meter mano y probar mi agua mágica. Ese elixir era mío, sólo mío.
Cuando tocaba ir a Lirio, lo hacía corriendo, de forma apresurada. Incluso, cuando yo no estaba, contrataba a protectores que lo cuidaran por mí. Guerreros dispuestos a dar su vida por ese pozo. ¿Y se pensaba este tipo que le iba a acompañar alegremente y le iba a ofrecer un vaso de agua? Menudo idiota.
Ahí seguía, arrodillado, mostrándome su espada. Si quería luchar, iba a tardar muy poquito en hacer que su arma volase de sus manos. Y con esa pesada armadura, toda compuesta por metal, no tendría muchas posibilidades de desobedecer mis órdenes, si no quería salir volando por un acantilado, o que la abollase contra su pecho. Aun así, me parecía gracioso ver hasta dónde era capaz de llegar por conseguir el agua. Me iba a divertir.
El chico se puso a hablar en un idioma raro. ¿Estaría bien? Apreté los labios, mirando con atención qué hacía. No sabía si estaba invocando un hechizo o no, así que rápidamente coloqué una flecha en el arco. Si quería jugar, se lo concedería.
- Soy lady Cassandra Harrowmont. Maestra Cazadora del gremio de Cazadores de Vampiros de Beltrexus y Protectora del pozo de Lirio. - Vale, ese segundo título no era oficial, pero tal como lo había mencionado él me había gustado tanto que me lo había agenciado al instante. Quedaba muy bien detrás de mis dos títulos anteriores. Sonaba bonito y con el poder que me era merecido. Y más si me ganaba el respeto del forastero. Eché ligeramente los hombros hacia atrás sacando el pecho henchida de orgullo, y alcé un poco la cabeza, mientras él proseguía con la charla. Poco me importaba lo que tuviera que decir. Mi pozo no lo iba a tocar, pero al menos me había dado la opción de quedar así de bien.
Dijo una palabra rara que no entendí qué era. Aparte de tener los ojos raros, hablaba raro. Supuse que debía ser un habitante del norte, solo ellos y los elfos hablaban de forma tan extraña. Y este, elfo no era. - ¿Vahlok? - torcí la cabeza ligeramente, sin bajarla, alzando las cejas para que me dijera el significado de lo que acababa de decir. Pero casi al instante, sin esperar su respuesta, mi expresión cambió a una mucho más seria. Agarré el arco con más fuerza y lo coloqué un poco más adelantado a mí, aunque sin apuntar, para que lo viera bien y desistiera cuanto antes de hacer lo que pretendía hacer. - Tu intención no se va a llevar a cabo. Puedes irte por donde has venido, Rakar’Drag. - Soné muy contundente.
El hombre se arrodilló frente a mí y, reconozco que me gustó. Me hacía sentir más poderosa, me daba el respeto que merecía. - Eso de la lealtad me gusta. Depende de cómo te comportes, me lo pensaré. - No le iba a decir que sí, cuando yo misma me negaba en rotundo a que mi agua fuera para otro. - Pero te aseguro que será imposible para ti. No voy a dejarte beber del pozo. - Me quedé pensando un momento. Ese chico dijo que haría lo que yo le pidiera y me juraría lealtad. Torcí el gesto, mirando un poco al infinito mientras mi mente cavilaba qué podría sacar yo de todo eso. - ¿Qué sabes hacer?
Me apoyé en las paredes del pozo, sentándome en el borde y esperando a que me dijera sus habilidades, algo que pudiera convencerme para sacar partido. Demasiado bueno tendría que ser lo que me ofreciera para dejar que bebiera. Bueno. No iba a beber.
Pero había algo que me preocupaba. Al ser Maestra Cazadora tenía que salir varias veces de las islas por temas de trabajo y, cuando estaba aquí, estaba dando clases, por tanto, se me hacía bastante complicado el vigilar el pozo. De hecho, cada vez que podía intentaba escaparme para proteger el lugar. Pero apenas me alejaba unos metros de Lirio, la ansiedad y la presión en el pecho me volvían. Cada vez necesitaba estar más cerca del pueblo y el agua. Había llegado a rechazar algún trabajo que implicaba mucho tiempo de viaje solo para no dejar el pozo tanto tiempo sin mi supervisión. A pesar de que yo misma lo cerraba con una losa de roca hecha por mí misma. No me fiaba de que alguien pudiese beber de ahí, o que pusieran una roca y la movieran. No. Yo creaba las protecciones del pozo a mi antojo. Con arenas movedizas alrededor y una enorme losa de roca cubriéndolo. Y, en la superficie, lo mismo, pero de metal. Aun así, tenía miedo de que alguien pudiese meter mano y probar mi agua mágica. Ese elixir era mío, sólo mío.
Cuando tocaba ir a Lirio, lo hacía corriendo, de forma apresurada. Incluso, cuando yo no estaba, contrataba a protectores que lo cuidaran por mí. Guerreros dispuestos a dar su vida por ese pozo. ¿Y se pensaba este tipo que le iba a acompañar alegremente y le iba a ofrecer un vaso de agua? Menudo idiota.
Ahí seguía, arrodillado, mostrándome su espada. Si quería luchar, iba a tardar muy poquito en hacer que su arma volase de sus manos. Y con esa pesada armadura, toda compuesta por metal, no tendría muchas posibilidades de desobedecer mis órdenes, si no quería salir volando por un acantilado, o que la abollase contra su pecho. Aun así, me parecía gracioso ver hasta dónde era capaz de llegar por conseguir el agua. Me iba a divertir.
El chico se puso a hablar en un idioma raro. ¿Estaría bien? Apreté los labios, mirando con atención qué hacía. No sabía si estaba invocando un hechizo o no, así que rápidamente coloqué una flecha en el arco. Si quería jugar, se lo concedería.
Cassandra C. Harrowmont
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Me sorprendí al ver que la mujer respondió bien al titulo, se presento y todo... pero no parecía darme mucha atención. Menciono dos titulos con ella Maestra Cazadora de no se que y poco me importaba, pero lo respetaba. La mujer no parecía entender mi idioma, que idiota soy al pensar eso. Suelo olvidarlo, sin perder mi postura y estar arrodillado, hasta que ella me diera la orden.
- Vahlok, guardián en draconiano - La mire sonriendo, justo cuando ella me pregunto que podía hacer yo. Tenia muchas funciones, las iba a explicar como si fuera un bio impresionando a un amo, o vendiéndose o algo por el estilo. Algo era claro, iba a tener que trabajar para ella así sea el resto de mi vida, yo lo prometí, y debo cumplir. La mire, dando un paso para atras, siempre arrodillado.
- Puedo hacer muchas cosas Lady Cassandra... soy una fuente de fuego, nunca tendrá dificultades para caminar por la nieve, o tampoco tendrá frió, ademas de que... podría ser mi jinete, soy un dragón... - Aunque me gustaba lo que iba a decir a continuación, era raro. Pero la idea de tener un Jinete conmigo me encantaba. - Podría llevarla de cualquier lugar que necesite, a otro. Todo en poco tiempo - Me puse a pensar en otras cosas que podría hacer para ella, los vampiros eran una raza odiada por todos, e incluso para mi, también eran odiados - Dijo algo de Cazadora de vampiros... que mejor que combatir vampiros que junto a un Dragón que le juro lealtad mi Lady. - Tenia que decir algo mas, no podía decir solo eso, tenia que pensar y rápido.
- También le podría enseñar el idioma draconiano. Pocas personas que no sean del norte saben el idioma, en pocas palabras. Seria la envidia del sur. ¿Creo?. - Estaba claro que no iba a decirme que me levante por mucho que espere así que tenia que actuar y se me ocurrió una forma de impresionarla, di unos pasos para atrás y me levante - ¡Mire esto... Lady Cassandra! - Me levante, y subiendo mis escamas desde los pies hasta la cabeza, me transforme en un dragón
Solté un rugido fuerte y poderoso, debía demostrar superioridad, tenia que aparentar fuerte, si ella iba a ser mi jinete, no iba a querer a un dragón débil.
Luego de pasados unos minutos para que ella pudiera verme bien, me destranforme, gracias a mi armadura con encantamiento, la armadura no se rompió. Y volví a arrodillarme - Lady Cassandra, déjeme jurarle lealtad a su casa... a su causa... déjeme ser su compañero en las batallas, y su sirviente en las reuniones nobles.... por favor. - Me estaba ridiculizando solo, y aunque me encantaba la idea de servirle, también tenia que pensar en la fuente, tenia que beber.
La mujer varias veces repitió que no me dejaría tomar de la fuente, ¡cual era el problema de tomar solo un trago!, ¿cuanto efecto podía hacer?, era simplemente una pisquita, y luego me tendría a su merced. Que ahora cada vez que lo pensaba, no sabia si hice bien o mal, y aunque Lady Cassandra era linda, no sabia sus intenciones, y algo que nunca voy a faltar, es a mi codigo. - Lady Cassandra... entiendo que no quiere dejarme tomar de la fuente... ¿Que puede hacer un idiota como yo?, ayudo a la gente, hago justicia en donde quiera que vaya, actuó con honor y valor. ¿Por que nunca nada me sale bien?, la mayor recompensa es la gratitud de los aldeanos, pero en ocaciones como esta, es donde me doy cuenta que las cosas que hago, es en vano. Si los dragones ancestrales están conmigo... deben estar abandonandome - Poco le importaria a ella, aunque esas palabras fueron mas para mi y los dragones que para ella.
Termine diciendo - Algunos nacieron para ser grandes reyes... otros para dirigir grandes ejércitos... yo Lady Cassandra, nací para servir. - Era triste, pero era la realidad. No había gran destino en mis hombros ni ningún cuento que se contaría en futuro. Por lo cual no era ningún peligro tomar de la fuente.
Tambien logre ver como la mujer empezó a sacar una flecha, no quería pelear, por nada del mundo. - No Lady, no lo hagas. No son mis intenciones pelear. Es mas, me iré ahora mismo si así lo preferís, no faltare mi honor ni el suyo. - Me quede arrodillado, esperando su sentencia.
- Vahlok, guardián en draconiano - La mire sonriendo, justo cuando ella me pregunto que podía hacer yo. Tenia muchas funciones, las iba a explicar como si fuera un bio impresionando a un amo, o vendiéndose o algo por el estilo. Algo era claro, iba a tener que trabajar para ella así sea el resto de mi vida, yo lo prometí, y debo cumplir. La mire, dando un paso para atras, siempre arrodillado.
- Puedo hacer muchas cosas Lady Cassandra... soy una fuente de fuego, nunca tendrá dificultades para caminar por la nieve, o tampoco tendrá frió, ademas de que... podría ser mi jinete, soy un dragón... - Aunque me gustaba lo que iba a decir a continuación, era raro. Pero la idea de tener un Jinete conmigo me encantaba. - Podría llevarla de cualquier lugar que necesite, a otro. Todo en poco tiempo - Me puse a pensar en otras cosas que podría hacer para ella, los vampiros eran una raza odiada por todos, e incluso para mi, también eran odiados - Dijo algo de Cazadora de vampiros... que mejor que combatir vampiros que junto a un Dragón que le juro lealtad mi Lady. - Tenia que decir algo mas, no podía decir solo eso, tenia que pensar y rápido.
- También le podría enseñar el idioma draconiano. Pocas personas que no sean del norte saben el idioma, en pocas palabras. Seria la envidia del sur. ¿Creo?. - Estaba claro que no iba a decirme que me levante por mucho que espere así que tenia que actuar y se me ocurrió una forma de impresionarla, di unos pasos para atrás y me levante - ¡Mire esto... Lady Cassandra! - Me levante, y subiendo mis escamas desde los pies hasta la cabeza, me transforme en un dragón
Solté un rugido fuerte y poderoso, debía demostrar superioridad, tenia que aparentar fuerte, si ella iba a ser mi jinete, no iba a querer a un dragón débil.
Luego de pasados unos minutos para que ella pudiera verme bien, me destranforme, gracias a mi armadura con encantamiento, la armadura no se rompió. Y volví a arrodillarme - Lady Cassandra, déjeme jurarle lealtad a su casa... a su causa... déjeme ser su compañero en las batallas, y su sirviente en las reuniones nobles.... por favor. - Me estaba ridiculizando solo, y aunque me encantaba la idea de servirle, también tenia que pensar en la fuente, tenia que beber.
La mujer varias veces repitió que no me dejaría tomar de la fuente, ¡cual era el problema de tomar solo un trago!, ¿cuanto efecto podía hacer?, era simplemente una pisquita, y luego me tendría a su merced. Que ahora cada vez que lo pensaba, no sabia si hice bien o mal, y aunque Lady Cassandra era linda, no sabia sus intenciones, y algo que nunca voy a faltar, es a mi codigo. - Lady Cassandra... entiendo que no quiere dejarme tomar de la fuente... ¿Que puede hacer un idiota como yo?, ayudo a la gente, hago justicia en donde quiera que vaya, actuó con honor y valor. ¿Por que nunca nada me sale bien?, la mayor recompensa es la gratitud de los aldeanos, pero en ocaciones como esta, es donde me doy cuenta que las cosas que hago, es en vano. Si los dragones ancestrales están conmigo... deben estar abandonandome - Poco le importaria a ella, aunque esas palabras fueron mas para mi y los dragones que para ella.
Termine diciendo - Algunos nacieron para ser grandes reyes... otros para dirigir grandes ejércitos... yo Lady Cassandra, nací para servir. - Era triste, pero era la realidad. No había gran destino en mis hombros ni ningún cuento que se contaría en futuro. Por lo cual no era ningún peligro tomar de la fuente.
Tambien logre ver como la mujer empezó a sacar una flecha, no quería pelear, por nada del mundo. - No Lady, no lo hagas. No son mis intenciones pelear. Es mas, me iré ahora mismo si así lo preferís, no faltare mi honor ni el suyo. - Me quede arrodillado, esperando su sentencia.
Rakan'Drag
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Después de explicarme qué significaba esa palabra, comenzó a enumerarme sus virtudes, haciendo que me plantease por qué le había tenido que decir que me las contara. Si no le iba a dejar beber de la fuente…
Yo bajé la flecha después de ver que iba de buenas, aunque no la quité del arco. Sólo por si acaso.
A pesar de todo escuché con atención la inmensa cantidad de cosas que me ofrecía si solo le dejaba beber… ¡Pero no! Era mi fuente, mi agua. Sólo yo podía beber de ahí. Nadie más era merecedor. Me ofreció sus poderes de fuego y ser mi montura. Sí, la verdad es que estaría bien el cazar vampiros subida en un dragón, pero… no era negociable el tema de mi pozo. Así que me mantuve en silencio. Me juró lealtad y se comprometió a enseñarme su idioma, algo que me daba bastante igual saber o no, pues todos debían hablar en común, así que con conocer esa lengua era suficiente. ¿De qué podía servirme a mí aprender esa lengua? Que aprendiesen ellos el común si no sabían.
Acto seguido se transformó en dragón frente a mis ojos, que se clavaron en los de él. El rugido fue imponente, sí, me hizo apretar la mano con la que sujetaba el arco. Pero ni con esas conseguiría hacer que me bajase del burro. Si yo hubiera sido él, siendo un gran dragón como era, habría intentado arrebatar el pozo por las malas, pero él no. Se volvió a convertir en hombre y siguió enumerando sus virtudes, las que podían servirme a mí.
- Si lo entiendes, ¿por qué insistes? No voy a dejar que nadie se acerque a mi pozo. ¡Es mi agua! - avancé un paso, desafiante. Ese dragón no tenía muchas intenciones de luchar, pero tampoco iba a dejarme en paz. Tenía que hacer que se fuera.
Tras todo eso me confirmó que no estaba invocando nada, que sólo hablaba para sus dioses dragones, así que dejé la flecha en el carcaj. Sí, no había invocado nada; sólo pedía que le dejara beber y ya, nada más. Así que confirmaba que no tenía ganas de pelear, como él me había dicho. Suspiré cansinamente. - La fuente es mía. - Repetí. - Y no vas a beber. Vete. Soy la protectora de este lugar y no dejaré que nadie se acerque al pozo. - Reafirmé seria, para que le quedase claro que no iba a dar mi brazo a torcer.
Y mira que le había dicho a Anastasia que le hacía falta beber de mi agua, pero de ahí a dejar que la probara… había un paso muy grande. La verdad es que sí que le hacía un poco de falta, yo la veía más ajada para su edad. Sin embargo, yo me veía cada vez más joven y hermosa, así que sí, le hacía falta. Pero no es que yo fuera a compartir ese elixir de esa forma tan altruista y como si nada.
Y si no la compartía con Anastasia, menos con este tipo. - Sé leal y cumple mi orden: márchate y deja el pozo en paz.
Aunque de verdad se fuera, intentaría quedarme unos días vigilando para asegurarme que no osaba asomarse por Lirio. Y, bueno, porque cada vez me costaba mucho más eso de separarme de ese maravilloso pozo.
Ni sus virtudes ni su lealtad iban a conseguir que dejase que sus labios probasen mi agua. No lo merecía; sólo yo era la única que tenía la posibilidad de optar a ese elixir de la eterna juventud. Y ese lagarto no me la iba a robar. Ni él, ni nadie, aunque tuvieran que salir del poblado con más de veinte agujeros de flecha.
Yo bajé la flecha después de ver que iba de buenas, aunque no la quité del arco. Sólo por si acaso.
A pesar de todo escuché con atención la inmensa cantidad de cosas que me ofrecía si solo le dejaba beber… ¡Pero no! Era mi fuente, mi agua. Sólo yo podía beber de ahí. Nadie más era merecedor. Me ofreció sus poderes de fuego y ser mi montura. Sí, la verdad es que estaría bien el cazar vampiros subida en un dragón, pero… no era negociable el tema de mi pozo. Así que me mantuve en silencio. Me juró lealtad y se comprometió a enseñarme su idioma, algo que me daba bastante igual saber o no, pues todos debían hablar en común, así que con conocer esa lengua era suficiente. ¿De qué podía servirme a mí aprender esa lengua? Que aprendiesen ellos el común si no sabían.
Acto seguido se transformó en dragón frente a mis ojos, que se clavaron en los de él. El rugido fue imponente, sí, me hizo apretar la mano con la que sujetaba el arco. Pero ni con esas conseguiría hacer que me bajase del burro. Si yo hubiera sido él, siendo un gran dragón como era, habría intentado arrebatar el pozo por las malas, pero él no. Se volvió a convertir en hombre y siguió enumerando sus virtudes, las que podían servirme a mí.
- Si lo entiendes, ¿por qué insistes? No voy a dejar que nadie se acerque a mi pozo. ¡Es mi agua! - avancé un paso, desafiante. Ese dragón no tenía muchas intenciones de luchar, pero tampoco iba a dejarme en paz. Tenía que hacer que se fuera.
Tras todo eso me confirmó que no estaba invocando nada, que sólo hablaba para sus dioses dragones, así que dejé la flecha en el carcaj. Sí, no había invocado nada; sólo pedía que le dejara beber y ya, nada más. Así que confirmaba que no tenía ganas de pelear, como él me había dicho. Suspiré cansinamente. - La fuente es mía. - Repetí. - Y no vas a beber. Vete. Soy la protectora de este lugar y no dejaré que nadie se acerque al pozo. - Reafirmé seria, para que le quedase claro que no iba a dar mi brazo a torcer.
Y mira que le había dicho a Anastasia que le hacía falta beber de mi agua, pero de ahí a dejar que la probara… había un paso muy grande. La verdad es que sí que le hacía un poco de falta, yo la veía más ajada para su edad. Sin embargo, yo me veía cada vez más joven y hermosa, así que sí, le hacía falta. Pero no es que yo fuera a compartir ese elixir de esa forma tan altruista y como si nada.
Y si no la compartía con Anastasia, menos con este tipo. - Sé leal y cumple mi orden: márchate y deja el pozo en paz.
Aunque de verdad se fuera, intentaría quedarme unos días vigilando para asegurarme que no osaba asomarse por Lirio. Y, bueno, porque cada vez me costaba mucho más eso de separarme de ese maravilloso pozo.
Ni sus virtudes ni su lealtad iban a conseguir que dejase que sus labios probasen mi agua. No lo merecía; sólo yo era la única que tenía la posibilidad de optar a ese elixir de la eterna juventud. Y ese lagarto no me la iba a robar. Ni él, ni nadie, aunque tuvieran que salir del poblado con más de veinte agujeros de flecha.
Cassandra C. Harrowmont
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Mis sospechas se habían confirmado con la actitud de la Maestra cazadora, esta obsesionada con esa fuente, se puede notar en sus palabras y su forma de hablar. Creo que eso me dio en que pensar, esa agua estaba maldita sin lugar a duda, obra del dragón de la oscuridad... y ella fue victima de eso. Quería que me fuera, que cumpla su orden y sea leal, ahora que todo estaba claro, mis planes eran otros. No quería beber de esa fuente, quería ayudarla a salir de ella. Nadie debe ser victima de eso, ni siquiera ella.
- Voy a irme... una vez que te libere de la maldad que asola la fuente. Quiero ayudarte. - Dije dando unos pasos para atrás y pensando en que podía hacer. El pueblo quizá sabia algo, quizá no. ¿Pero y si ellos sabían de esto?, sin lugar a duda, este pueblo no es lo que aparentaba ser. Mire a mi alrededor, los ciudadanos caminaban, los pocos que habían. Tenia que haber alguna forma de liberarla, pero hasta que lo descubra, tenia que quedarme. - Tu proteges la fuente, yo protejo a la gente, déjame ayudarte Cassandra. - Dije extendiendo mi mano hacia ella, esperando que la aceptara.
Podía destruir la fuente, pero si ella esta obsesionada con el agua, eso no iba a solucionar nada, mas que poner al pueblo en mi contra, era una muerte segura. Y ellos quedarían peor de lo que están, la solución mas recomendada, era que no tome de esa fuente durante unos días, cada vez que tomaba de esa fuente, estaba mas obsesionada.
Ahora el tema era pensar como, como podía hacer para que no tome de la fuente. - ¿Podemos ir a comer algo?... tuve un largo viaje y no comí nada, si no es molestia. - Sin duda el primer paso era alejarla de la fuente... y tenia que conseguir ayuda, parecía una guerrera muy bien entrenada, y su titulo le daba crédito a eso. No tenia casi oportunidad contra ella.
Beber de la fuente era algo que ya no pensaba hacer, el pueblo merecía ser curado de esa maldad. Quizá algunos ciudadanos estaban menos enfermos que otros, podía tratar de convencerlos para que me ayudaran a curar a la protectora, y luego a la gente.
De todas maneras, se estaba haciendo tarde. Y mis opciones eran escasas.
- Voy a irme... una vez que te libere de la maldad que asola la fuente. Quiero ayudarte. - Dije dando unos pasos para atrás y pensando en que podía hacer. El pueblo quizá sabia algo, quizá no. ¿Pero y si ellos sabían de esto?, sin lugar a duda, este pueblo no es lo que aparentaba ser. Mire a mi alrededor, los ciudadanos caminaban, los pocos que habían. Tenia que haber alguna forma de liberarla, pero hasta que lo descubra, tenia que quedarme. - Tu proteges la fuente, yo protejo a la gente, déjame ayudarte Cassandra. - Dije extendiendo mi mano hacia ella, esperando que la aceptara.
Podía destruir la fuente, pero si ella esta obsesionada con el agua, eso no iba a solucionar nada, mas que poner al pueblo en mi contra, era una muerte segura. Y ellos quedarían peor de lo que están, la solución mas recomendada, era que no tome de esa fuente durante unos días, cada vez que tomaba de esa fuente, estaba mas obsesionada.
Ahora el tema era pensar como, como podía hacer para que no tome de la fuente. - ¿Podemos ir a comer algo?... tuve un largo viaje y no comí nada, si no es molestia. - Sin duda el primer paso era alejarla de la fuente... y tenia que conseguir ayuda, parecía una guerrera muy bien entrenada, y su titulo le daba crédito a eso. No tenia casi oportunidad contra ella.
Beber de la fuente era algo que ya no pensaba hacer, el pueblo merecía ser curado de esa maldad. Quizá algunos ciudadanos estaban menos enfermos que otros, podía tratar de convencerlos para que me ayudaran a curar a la protectora, y luego a la gente.
De todas maneras, se estaba haciendo tarde. Y mis opciones eran escasas.
Rakan'Drag
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Re: Una fuente poco común [Privado]
Ese chico no entendía nada de lo que decía y me estaba poniendo muy nerviosa… más todavía. ¿Protegerme a mí? ¿De qué? No entendía lo que estaba diciendo. Todos los dragones que había conocido en mis cacerías eran así de raros, la nieve debía congelarles el cerebro cuando eran pequeños porque no era normal que fueran tan idiotas.
- ¿Ayudarme? ¿Con qué? No necesito ayuda de nadie. Yo soy la Maestra Cazadora de Beltrexus, idiota, no necesito a nadie que me salve ni me ayude con nada. - Era suficientemente independiente y resolutiva como para estar contando con la ayuda y la caridad de un niño que se las daba de héroe. Resoplé para mostrar mi descontento. -¿Maldad esta fuerte? ¿Tú eres tonto o comes nieve? –pregunté con mala leche. ¡Es que me estaba poniendo muy nerviosa! Estaba por enterrarlo vivo bajo tierra.
Que la fuente de la juventud tenía maldad, dice… ¡Já!
¡Pero si te daba el don más preciado jamás visto! El poder de ser joven por siempre, de no sentir las arrugas ajar tu piel… ¿¡Y quería quitármelo!? Eso sí que no. Las piedras del camino empezaron a temblar.
Lo siguiente me sorprendió… me invitó a tomar algo. Obviamente rehusé a tomar nada con ese idiota, y mucho menos a dejar la fuente sin protección. No me fiaba. Fijo que me apartaba y acercaba su asquerosa boca de lagarto a mi hermoso tesoro.
- No voy a ir. Lárgate tú, come, haz lo que te dé la gana. Pero vete. - Empezaba a notárseme que me estaba cabreando. Bastante tenía con proteger la fuente de la gente del pueblo, como para tener que estar perdiendo el tiempo con niños venidos del norte que querían arrebatarme la valiosa agua. Las piedras siguieron temblando y se elevaron, flotando en torno a mí, mientras yo seguía con mi arco. –No vas a tocar esta fuente. Si quieres agua, me aseguraré de que tu cuerpo acabe en el mar.
Estaba dispuesta a usar la fuerza contra él si se atrevía a acercarse. Me daban igual ya sus truquitos de dragón, como si le daba por volar. No iba a pasarle nada, antes de que pudiera arrimarse a mi pozo, lo lapidaría. Yo era la guardiana, e iba a cumplir esa misión por encima de cualquier cosa. Sobre todo, porque me compensaba. Era el agua que estaba haciéndome lucir cada día más bella, más joven. Apenas se podía descubrir mi edad verdadera, las propiedades del agua ocultaban cualquier rastro. Aunque, en realidad, era joven, pero los años pasaban y ese maravilloso líquido traído por los dioses frenaba ese paso.
Y nadie me lo iba a arrebatar. No sin luchar.
El suelo temblaba sutilmente, aunque apenas podía percibirlo por lo ensimismada que estaba en querer echar al intruso. ¿Se pensaba que yo era tonta? Iba de “ayudante” cuando un rato antes me había estado diciendo que le dejase beber. ¡Já! A este le iba a echar yo de ahí bien rápido…
Vale, la fuente me estaba llevando a una obsesión un tanto extraña, pero no era consciente en ese momento. Y... que lo que la fuente me daba me gustaba tanto que era imposible apartarme de ella.
- ¿Ayudarme? ¿Con qué? No necesito ayuda de nadie. Yo soy la Maestra Cazadora de Beltrexus, idiota, no necesito a nadie que me salve ni me ayude con nada. - Era suficientemente independiente y resolutiva como para estar contando con la ayuda y la caridad de un niño que se las daba de héroe. Resoplé para mostrar mi descontento. -¿Maldad esta fuerte? ¿Tú eres tonto o comes nieve? –pregunté con mala leche. ¡Es que me estaba poniendo muy nerviosa! Estaba por enterrarlo vivo bajo tierra.
Que la fuente de la juventud tenía maldad, dice… ¡Já!
¡Pero si te daba el don más preciado jamás visto! El poder de ser joven por siempre, de no sentir las arrugas ajar tu piel… ¿¡Y quería quitármelo!? Eso sí que no. Las piedras del camino empezaron a temblar.
Lo siguiente me sorprendió… me invitó a tomar algo. Obviamente rehusé a tomar nada con ese idiota, y mucho menos a dejar la fuente sin protección. No me fiaba. Fijo que me apartaba y acercaba su asquerosa boca de lagarto a mi hermoso tesoro.
- No voy a ir. Lárgate tú, come, haz lo que te dé la gana. Pero vete. - Empezaba a notárseme que me estaba cabreando. Bastante tenía con proteger la fuente de la gente del pueblo, como para tener que estar perdiendo el tiempo con niños venidos del norte que querían arrebatarme la valiosa agua. Las piedras siguieron temblando y se elevaron, flotando en torno a mí, mientras yo seguía con mi arco. –No vas a tocar esta fuente. Si quieres agua, me aseguraré de que tu cuerpo acabe en el mar.
Estaba dispuesta a usar la fuerza contra él si se atrevía a acercarse. Me daban igual ya sus truquitos de dragón, como si le daba por volar. No iba a pasarle nada, antes de que pudiera arrimarse a mi pozo, lo lapidaría. Yo era la guardiana, e iba a cumplir esa misión por encima de cualquier cosa. Sobre todo, porque me compensaba. Era el agua que estaba haciéndome lucir cada día más bella, más joven. Apenas se podía descubrir mi edad verdadera, las propiedades del agua ocultaban cualquier rastro. Aunque, en realidad, era joven, pero los años pasaban y ese maravilloso líquido traído por los dioses frenaba ese paso.
Y nadie me lo iba a arrebatar. No sin luchar.
El suelo temblaba sutilmente, aunque apenas podía percibirlo por lo ensimismada que estaba en querer echar al intruso. ¿Se pensaba que yo era tonta? Iba de “ayudante” cuando un rato antes me había estado diciendo que le dejase beber. ¡Já! A este le iba a echar yo de ahí bien rápido…
Vale, la fuente me estaba llevando a una obsesión un tanto extraña, pero no era consciente en ese momento. Y... que lo que la fuente me daba me gustaba tanto que era imposible apartarme de ella.
Cassandra C. Harrowmont
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Re: Una fuente poco común [Privado]
La mujer se estaba poniendo agresiva y no tenia como pararla, había rechazado cada palabra, cada movimiento que le ofrecía sin importarle nada mas que ella y su estúpida fuente, típico de la nobleza actuar así. La gente así era arrogante, egoísta, e idiota de admitir. - ¡Quieres usar la cabeza, solamente una vez en tu vida mi lady! - Dije gritando, al mismo tiempo mostrando respeto
La mujer no quería admitir que la fuente estaba mal - No, no soy idiota, se lo suficiente para poder notar en tus acciones lo que la fuente te esta haciendo, créeme, esa fuente te esta controlando Lady Cassandra, debes escucharme, por favor. - Dije acercándome lentamente a ella - Eres la maestra de tu clan, tu clan no aceptara a una mujer que esta obsesionada con una fuente y su juventud si no pone su deber antes que su propio beneficio, ¿eso quieres?, ¿quieres que tu clan te desprecie?, sabes que si es así, alguien tomara tu lugar de "maestra". - Dije serio y con determinación, una voz que inspiraba confianza y sabiduría, podía notar en su cara, como quería asesinarme por todo lo que estaba diciendo, mas lo que escuchaba ahora, debía estar suicidándome o muy decidido a tomar de esa fuente.
- Escucha, hagamos un trato, no seas tan arrogante, yo soy una persona joven, no necesito tomar de esa estúpida fuente todavía tengo muchos años de vida y juventud, soy un dragón. Dije soltando un largo suspiro decidido a decir el trato
- Déjame tomar de esa fuente, solo un poco... y te diré donde se esconde el clan vampirico de los Carrison, quienes están agrupando enormes cantidades de vampiros.. y sabes lo que harán. No dirás que te lo dije yo, podrás ir y jugar a ser los héroes cazando vampiros, y capturaras grandes cantidades de vampiros, todo gracias a ti. El clan te lo agradecerá y tu mejoraras tu reputación en todo Aerandir. - Ya no sabia como convencerla de dejarme tomar de la fuente, si meterme con su clan y su estatus no sirve, nada lo iba a hacer, y probablemente debería entablar un combate o irme, en mis manos estaba la decisión de eso.. y claro que en las de ellas también.
Tenia que dejar de ser tan bueno si quería convencerla, tenia que pensar varias opciones, pero ya se me agotaban, ¿por que dejaba beber a esta gente y no a mi?... y una idea me surgió rápidamente, podía hacerme pasar por uno de los aldeanos, después de todo, yo era joven, y la gente del pueblo también, solo necesitaba tomar la ropa de alguno del pueblo que sea rubio. Pero primero lo primero, era intentar que la mujer me deje tomarla con mi autentica identidad, si esto funcionaba, no tenia que seguir haciendo mas nada.
La mujer no quería admitir que la fuente estaba mal - No, no soy idiota, se lo suficiente para poder notar en tus acciones lo que la fuente te esta haciendo, créeme, esa fuente te esta controlando Lady Cassandra, debes escucharme, por favor. - Dije acercándome lentamente a ella - Eres la maestra de tu clan, tu clan no aceptara a una mujer que esta obsesionada con una fuente y su juventud si no pone su deber antes que su propio beneficio, ¿eso quieres?, ¿quieres que tu clan te desprecie?, sabes que si es así, alguien tomara tu lugar de "maestra". - Dije serio y con determinación, una voz que inspiraba confianza y sabiduría, podía notar en su cara, como quería asesinarme por todo lo que estaba diciendo, mas lo que escuchaba ahora, debía estar suicidándome o muy decidido a tomar de esa fuente.
- Escucha, hagamos un trato, no seas tan arrogante, yo soy una persona joven, no necesito tomar de esa estúpida fuente todavía tengo muchos años de vida y juventud, soy un dragón. Dije soltando un largo suspiro decidido a decir el trato
- Déjame tomar de esa fuente, solo un poco... y te diré donde se esconde el clan vampirico de los Carrison, quienes están agrupando enormes cantidades de vampiros.. y sabes lo que harán. No dirás que te lo dije yo, podrás ir y jugar a ser los héroes cazando vampiros, y capturaras grandes cantidades de vampiros, todo gracias a ti. El clan te lo agradecerá y tu mejoraras tu reputación en todo Aerandir. - Ya no sabia como convencerla de dejarme tomar de la fuente, si meterme con su clan y su estatus no sirve, nada lo iba a hacer, y probablemente debería entablar un combate o irme, en mis manos estaba la decisión de eso.. y claro que en las de ellas también.
Tenia que dejar de ser tan bueno si quería convencerla, tenia que pensar varias opciones, pero ya se me agotaban, ¿por que dejaba beber a esta gente y no a mi?... y una idea me surgió rápidamente, podía hacerme pasar por uno de los aldeanos, después de todo, yo era joven, y la gente del pueblo también, solo necesitaba tomar la ropa de alguno del pueblo que sea rubio. Pero primero lo primero, era intentar que la mujer me deje tomarla con mi autentica identidad, si esto funcionaba, no tenia que seguir haciendo mas nada.
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Re: Una fuente poco común [Privado]
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