Proyecto Esperanza: La Esfera [Libre] [Cerrado]

-U-la – di dos saltitos, jugaba a la rayuela entre algunos de los cadáveres en la zona de los negocios. En verdad no era exactamente la rayuela, sino un juego que inventé de acuerdo a lo que sabía de la rayuela. Ury no tenía tiza, ni pensaba escribir en un suelo manchado con sangre y carne en descomposición.

-U-la- la voz del capitán gato me salió un poco agitada. Como los números eran una aburrición era mejor una palabra fácil, como el nombre de Ury.

-U-la-ree-na- la esquina. Antes le gustaban las esquinas a Ury, pero desde la plaga ya no me gustaban más. Cuando las personas estaban sanas, cada esquina era un nuevo descubrimiento, con colores, olores y sensaciones tan divertidas.

-Jo-ya-de… bajé la voz casi imperceptible -…mar- Las esquinas del presente sólo tenían muerte, personas armadas, caras feas y cadáveres que no olían a fruta fresca o la pesca del día. La ciudad olía a pescado rancio.

Tentáculo tres tenía un espejo y con él Ury se sirvió de mirar como una calamavillosa espía lo que le aguardaba adelante. ¡Había un niño! Y… y… y… ¡estaba vivo! Estaba segura de que tenía la edad de lechero, tal vez menor… o un poquito mayor, pero lo importante era que había un niño.

-… un niño raro
- ¡Capitán tonto! Eso es un disfraz de adulto
-Claro, si lo miras con un ojo abierto y el otro lastimado
-lalalalala ¡no escucho! Tengo orejas de palo y boca de pescado

Con la pelea que Ury estaba llevando avanzó, siguiendo al niño hasta que… ¡oh pepinos de mar! Aparece una persona máquina. En ese momento me detuve en seco y entré en pánico dando saltitos mientras giraba sobre mi propio eje. Afortunadamente había una de esas esquinas y usando mi camusión allí me quedé escuchando atentamente su intercambio. -Nones non non. Esto está muy mal- dije en conferencia al capitán gato. Me miró, nos miramos. Teníamos que hacer algo, no quería que solamente el niño fuese mimado en la cabeza.

Lentamente me acerqué, estaba tan feliz en mi interior que mis tentáculos se movían hacia todos lados como serpientes con náuseas. Con mis brazos en “v” y las muñecas caídas acortaba la distancia que nos separaba en puntitas de pie, con el sigilo de un gato.

-Sis sis ¡bien hecho! Ury también lo ha logrado. Sin mordeduras de vampiro tampoco ¡miren mi cuello!-

Levanté todos mis tentáculos para que se viera que estaba libre de mordidas mientras danzaba alrededor del niño y la mujer rara. Tenía agujeros. ¡Ella tenía agujeros! Cuando los vi me detuve en seco con la boca tan abierta que se me cayó un hilo de baba y corrí tras el niño, picándole un brazo y señalándole la cabeza a la mujer.

-¡Tiene agujeros! Se va a morir. ¡Hay que hacer algo!

Lo que inicialmente fueron susurros terminaron siendo gritos, me movía como una gallina clueca entre ambos, ms tentáculos cambiando de color como un arcoíris movible. No entendía cómo ambos estaban tan calmados.

-La mujer… ¡!! Ury va a encontrar…- comencé a decir, pero en ese momento me di cuenta que ella no parecía estar sufriendo. Entonces me mordí el labio de arriba e inflé mis cachetes. Sentía que por un motivo u otro alguien se reiría de mí.

La máquina responde como es natural, siguiendo el lineamento oficial… claramente no han cambiado mucho algunos aspectos. No es el primer bio que ve Chimar, uno le salvo en lo que parece una vida anterior y a recorrido suficiente camino como para toparse con un par. Eso sin mencionar sus aventuras en la base… algunas más amenas que otras.

El ser artificial se percata del estado sano mostrado por Maquiavelo, ese examen extraño hubiera arrojado resultados muy diferentes hace varias semanas. Viene siendo hora de llegar al postre, algo bueno de las creaciones avanzadas es que no es necesario dar rodeos innecesarios como si fueras un mercader.

Veamos “se aclara la garganta mientras saca una nota” código de área 7756… enlace orbital 0001… rastrear señal T-5589… buscar lugar fuente.

Según las notas de su padre eso debería hacer que una lata suelte la localización exacta del… lo que fue considerado instalación importante hace años. Chimar reconoce que es una especie de orden directa pero allí se acaba su información, a pesar de ser inventor no sabe secretos herméticos de la raza.

Mientras el artilugio parece pensar aparece una niña bastante rara, el joven genio le lleva viendo discretamente desde su pobre intento por ocultarse. Esperaba poder eludir alguna interacción, tiene asuntos importantes que atender y no tiene tiempo para niñerías… por eso dejo a sus hermanos al margen.

La chica se gana algo de atención, es bastante rara. No solo por su forma hibrida, el comportamiento que muestra resulta curiosamente conocido. En este punto Maquiavelo comienza a pensar que todas las pequeñas de su edad son “únicas”, tal parece que Iliaki y Maga siguen un patrón más arraigado.

Al final dicha invitada inoportuna se altera por el aspecto del artefacto pensante, no debe conocer muchos bios. Con paciencia el pequeño intelectual espera que se calme por voluntad propia, tristemente es como aguardar un barco que nunca llega y varios minutos después decide acelerar las cosas.

No hagas eso.

Dice con su cara seria, esa que pone orden en la ratonera… la misma que le robo a Dem pero jamás admitirá. El aparato toma su tiempo por desgracia haciendo imposible eludir los problemas agregados… tal parece que será necesario educar a la contemporánea para que se calme y vuelva a una compostura aceptable.

Es una máquina, puede seguir funcionando incluso sin cabeza, cálmate por favor.

Ury cruzó sus brazos a la altura de su pecho, manteniendo la expresión avinagrada más no tardó en cansarse y preferí poner los brazos en jarra mirando al niño rompe-burbujas-de-felicidad y la persona máquina que parecía haber quedado “mirando hacia adentro” como decía mi abuelita. -A Ury no le gusta que le den órdenes –la voz del Capitán gato sonó relativamente grave, pero por lo mismo comencé a tentarme de la risa. Si ese niño creía que me iba a decir que hacer, entonces jugaríamos a las voluntariosidades puh puh puh. Pero lo que más me sorprendió fue el comentario tan pero taaaaan… -Iuuuuuugggg ¿quién pensarí…?- comencé a decir con la piel de gallina y mis tentáculos flácidos cayendo a mis costados. Ese niño era malo, muy malo.

Apunté con tentáculo segundo a la persona máquina asintiendo seriamente, mis cejas dibujaban una “v”. Nadie podía vivir sin cabeza. Esta señora era la primer persona máquina que conocía directamente y era calamavillosamente divertido. Ury no comprendía qué eran esos “puertos”, imaginé que sería algo así como que en su cabeza tenía algo para hacer que las ideas le atracasen, así como si fuesen barcos. Curioso, era muy curioso. Sin ser exactamente invitada, comencé a caminar, siguiendo a los dos y mientras lo hacía correteaba alrededor de la mujer, me sentía como un gancito detrás de mamá ganso. -Calamavilloso ¡calamavilloso!- La persona robot mujer parecía humana y en ese momento creí que ella y Ury eran muy pero que mu parecidas porque las dos teníamos partes que no eran humanas. Además ella era muy guapa, sis sis.

Ellos parecían hablar de cosas muy difíciles, códigos, bio cibernéticos, direcciones y posibilidades. En un momento dejé de escucharles para centrarme en las dos personas a las que seguía. El niño era más raro de lo que había creído al principio, con su pelo bien peinado, vestido casi como un adulto y estaba lleno de chuches extraños. Él parecía más bio cibernético que la bio gansa. Me puse entre los dos y los toqué al mismo tiempo con tentáculo tercero y tentáculo sexto, pero no pasó nada. Me mordí los cachetes por dentro, no era divertido. Esperaba que me diera un cosquilleo o algo así, pero solamente recibí esa mirada fea de “ese”. -Mi nombre es Ulareena. ¿Cómo se llaman ustedes? No quiero escuchar que las personas máquina no tienen nombre- me adelanté a decirle al chico en un tono totalmente bélico, amenazando con taparme los oídos con los tentáculos. Si alguien lo dijera, era como decir que las personas bestia tampoco teníamos derecho a un nombre o una familia.

De no ser por los cadáveres, era como ir en un día de campo. Así como en los libros que Laureen me leía cuando era hora de dormir. La única diferencia era que en las ilustraciones las personas sonreían y no podía imaginarlo a él con un sentimiento en su rostro ni a ella moviéndose de una forma más… o más bien “menos” específica, si es que esa era la descripción correcta. Me encogí de hombros, eso para Ury no era nada. Estaba feliz de haber encontrado nuevos amigos para vivir un día más entre los muros de lo que antes había sido ciudad rebosante de vida.

Ury tuvo que recordar cerrar la boca para que no quedase permanentemente con la forma de una “O”; fue una sorpresa que el niño no fuese grosero al responder. Se llamaba Chimar pero en el mismo instante que lo pensé, me di cuenta que no sería capaz de llamarle por su nombre. De hacerlo sería como admitir que ese hijo de los humanos tenía algo que ver con el mar. Porque ¡claro estaba! Así como le habían puesto sus padres era como Chi (un sí muy aniñado) y mar (como el mar de Aerandir) y no. Definitivamente no le iba a llamar Chimar. Sería “Chim” o “Maqui”, como el diminutivo de máquina. Zöe demostraba más emociones que él en su rostro cicatrizado… pensándolo mejor, si le llamaba Maqui sería como una afrenta a mi nueva amiga metálica. Que, dicho sea de paso, hablaba mucho más de lo que creía posible. Comenzaba a preguntarme si el Maquiavelo ese realmente era humano.

Mis nuevos amigos eran singulares. Chim era agrio, como chupar un limón. No se parecía a ninguno de los niños que había conocido antes. Ury llegó a preguntarse si la pandemia no le hubiera puesto un poquito loco. ¡Ury totalmente se negaba a aceptar la existencia de un niño que no sonreía! Hasta el abuelo maloso sonreía de vez en cuando… allá cuando los gallos volaban, pero al menos él (la persona más mala en la que podía pensar) mostraba una expresión más linda. Zöe, después de mirarla hasta el cansancio y girar a su alrededor como un perrito haciendo fiesta demostró ser Zöe. Además de los agujeros en su cabeza y ese color de jojos que hipnotizaba, no veía otras cosas que pudieran delatarla. Ella podría esconder su apariencia… aunque tendría que trabajar un poco en la naturalidad de sus movimientos si quería pasar por una humana.

Dentro de todo, era ameno estar cerca de Zöe. Ury quería tomar su mano y saber si estaba caliente, pero era una niña grande. Sabía que no debía tocar más de la cuenta a otros pero se me había metido esa idea en la cabeza y no se me fue hasta que Chim implicó que tenía hambre. En ese momento recordé que conmigo traía unos dulces de mazapán. Entrecerré los ojos pensando en las posibilidades de esconderlos de él pero se me ocurrió que si le veía comer algo rico, tal vez podría ver una expresión distinta en su rostro. Si su cara no cambiaba era porque en realidad también era una persona máquina. Revolví en mi bolsillo y saqué mis dulces que estaban envueltos en chala de maíz. -Calabazas pequeñitas- ofrecí con las dos manos, aunque quería ocultar mi nerviosismo el color brillante de mis tentáculos me delataba.

Me paré tras Zöe mientras masticaba uno de los dulces. En ese momento Ury se percató de todo lo que habían avanzado en tan poco tiempo. En los alrededores había conocido a su primer amigo: el príncipe espía. Mi nombre llamado en alto hizo que volviera a prestar atención a mis amigos. Mis cejas se volvieron un juego de “Ues” al principio no había comprendido las preguntas de la mujer máquina. -Prefiero que mis amigos me llamen Ury- sonreí de oreja a oreja imaginando lo dulce que debería escucharse la voz de Zöe llamándome así. - Es más cómodo vivir en la tierra, aunque también puedo respirar bajo el agua. A veces hablas chistoso Zöe jeee je je- le respondí jugando con mis piernas y echando mis brazos tras la espalda.

Habiendo vivido hasta hacía menos de un año encerrada, en esos pocos meses de libertad me había dado cuenta que las cosas fuera de la familia Drisköll eran muy distintas a lo que se vivía dentro de la mansión. Los libros que estaban a mi alcance me sirvieron de mucho, pero no eran suficientes. Conocía la palabra “evolución” y también “eficaz” pero como no las practicaba y no las escuchaba muy seguido en el puerto poco a poco habían ido perdiendo su significado para mí. - ¿Ese oxígeno se come?- pregunté poniendo  la cabeza de lado, luego recordé que tenía que hacer una pequeña aclaración - Olvidé decir que puedo respirar bajo el agua  de mar, no bajo el agua dulce- viendo que Zöe estaba interesada en mi cuerpo, me quité los guantes y le mostré mis ventosas y mi saquito de tinta. -¿No es calamavilloso? Podría chuparte y no dejarte escapar- comenté, estirándome para buscar la atención de Chim.

Asentí con los ojos cerrados a lo que decía Zöe ¡ella sí que sabía! Espié con un jojito a Chim, desde que sonriera con hoyuelos se me había despertado algo en el pecho. Esa expresión no podía ser imitada por una persona máquina y por esa simple razón ahora me sentía atraída hacia él, si él miraba a un lado, Ury también lo hacía. Sentía que habíamos subido un peldaño en nuestra relación amistosa, en nada seríamos mejores amigos y le haría volver a mostrar un poquito de alegría en su expresión ¡sís que sís! Ury lo haría como que se llamaba Ulareena Werner. Mis ventosas no parecieron generarle nada, tendría que  buscar más formas de caerle en gracia. Inflaba mis cachetes pensando en nuevas ideas para mi plan cuando… ¡base salvaje aparece! Si el niño no la hubiese señalado, Ury no se hubiera percatado de la presencia de esa cosa hasta darse de tentáculos contra su paredón.

Mis ojitos parecían ser suficientes para ver y entender esa extraña…¡extrañísima forma! Era como si hubiese sido sacada de la cabeza de alguien muy loco y puesta mágicamente allí. Pensé en decirle a Chim, no, en gritarle que la palabra “curioso” le quedaba muy pero muy corta, para lo inteligente que parecía esa descripción era pobre ¡muy pobre! Agarré al Capitán entre mis dientes mientras me aseguraba de ensuciarme las manos tocándolo todo, mis tentáculos parecían no ser lo suficientemente grandes ni rápidos para explorar y sentirlo todo. Eso era por lejos lo más calamavilloso que había visto en las últimas semanas. Zöe y Chim casi me dejan atrás cuando me distraje mirando los detalles de la construcción y todas las planas que parecían vivir en simposis… sin..bilis… sin bio ti… ¡simbiosis!

Quería acosar a preguntas a Chim, que era como nuestro líder expedicionario. Pero si no le contestaba a la señora máquina, menos lo haría conmigo. Tenía la vaga sensación de que ambos pensaban que Ury no estaba a la altura de la situación. Pero demostraría lo contrario puh puh puh, al menos con mi calamaresca inteligencia, porque la otra no la podía modificar sólo con el pensamiento en una tarde. Nuevamente quedé de última, no era porque mis tentáculos me hacían más lenta, sino porque mis piernas eran más cortas. Claro… Con los tercero y cuarto tentaculitos tocando las paredes, los alcancé cuando se detuvieron en una puerta. Puse los ojos en blanco ante el comentario de la sencillez, seguro que si le daban una patada también se abriría.

Ury hizo puchero cuando escuchó que teníamos que explorar y Zöe se apartó hacia uno de los lados. Sabía que Chim implicaba que teníamos que separarnos pero no quería. Ury quería seguir con ellos. Suspiré y tomé al Capitán con tentáculo segundo -Puh puh puh- reí malosamente cuando se me ocurrió que podría encontrar algo calamavillosamente genial. De ser así Chim sonreiría para mí -Puh puh puh- en puntitas de pie, caminé sigilosamente hacia la derecha. En la habitación predominaba el concreto y el metal, sólo algunos de los edificios antiguos de Lunargenta eran así, por lo tanto el lugar donde se encontraban tenía que ser de esa época. Era como matar dos pájaros de un tiro, estaba explorando (en un lugar que no parecía de su edad) y cumplía con una misión. -Calamavilloso…-

El techo no era exageradamente alto y la habitación no era muy grande pero… había un mapa maqueta. Ury sabía lo que era una maqueta, una representación de la realidad, pero en chiquito. Era redondo y… ¡una copia fiel de lo que parecía otro mapa!, pero ese en dos dimensiones. Ambos estaban situados de forma tal que parecían un objeto y su reflejo. Caminé hasta la mesa de la maqueta y observé. La ciudad se veía diferente, no se parecía a la Lunargenta que conocía, no las casas, tampoco todas las calles… pero era otra versión de la capital humana, lo sabía. Me acerqué al mapa circular, cuando estuve a menos de dos metros de él comenzó a resplandecer, como si algo se hubiese activado con mi presencia. Miré a los lados, tal vez Chim me estaba jugando una broma. Suspiré, ojalá mi imaginación pudiera hacer que las cosas se volvieran reales.

Levanté un tentáculo y toqué desde la distancia el mapa. Ury esperaba que el pergamino se rompiera o algo, pero definitivamente no podría haber predecido que la zona que toqué se ampliara. -¡PUHPUHPUH!- reí con maldad, levantando mis extremidades teatralmente mientras me sentía malosa y poderosa. Estaba teniendo un gran momento hasta que una voz extraña me habló.

-“Puhpuh” entrada inexistente. Buscando compatibilidad… […] Archivo(s) encontrado(s) “Puerto”

Sonreí atontada. La maqueta que estaba a mi lado parecía adquirir una nueva forma y unas luces comenzaron a formarse, tomando diferentes formas hasta que de la nada, las líneas del puerto que tan bien conocía, se superponían a los objetos de la habitación. Era como si en el aire se hubieran dibujado las estructuras de los edificios. Tragué saliva, no quería salir corriendo para llevar al resto. Temía que si me movía algo dejara de funcionar.

-¡Chim! ¡Zöe! Creo que encontré algo… ¡aquí!

-Ow ow- se quejó Ury, cerrando uno de sus jojitos en lo que intentaba mantener el equilibrio durante un temblor. La voz omnipotente, muy similar a la que había escuchado antes, dijo “Viaje Iniciado” y las cosas empezaron a ponerse turbias… literalmente. Teniendo la cabeza tan pesada, para mí era un poco difícil mantener el equilibrio como veía que hacían los demás. Ury tuvo que hacer acopio de sus calamarescas habilidades calamariles y estirar sus tentaculitos para no caer. Cuando Ury pudo prestar atención a lo que le rodeaba se encontró con varias sorpresas. -Oh…oh…- respiró profundamente, sentía que su corazón iba a estallar.

-Ury no fue… non non…- dije en voy bajita, mirando a todos lados. Lo más obvio era que el mapa de luz había desaparecido, probablemente había vuelto a su lugar original, en lugar de él había oscuridad y la imagen de lo que parecía ser mucha agua. Ury recordó las profundidades del Mar de Aerandir cuando había estado en la habitación del Capitán Martillo y sintió que por un momento se ahogaba. Había algo que no estaba nada bien, podía sentirlo en la punta de mis tentáculos azulosos. El mapa en dos dimensiones ya no respondía a ningún comando (ni siquiera a los gritos) y la maqueta había vuelto a estar como cuando entré en la habitación. Le di un puntapié a la maqueta y justito ahí…¡cuando todavía no había bajado el pie! Escuché a Chim “Sin duda es jodidamente malo” agaché la cabeza y me puse las manos tras la espalda, no esperaba haber sido agarrada con las patitas en la masa. Pero bien rápido me di cuenta que esas palabras no eran para mí.

Suspiré y respiré aliviada. Todo se había vuelto como bastante más tétrico, el temblor, la voz y todas esas cosas… cualquiera diría que algo podría estar mal… pero descarté la idea. No había forma que un edificio así de viejo pudiera tener alguna amenaza… ¿o sí?. Abrí los ojos como platos y miré a todos lados cuando escuché el familiar sonido de la forja. Recordé en ese mismo instante a Wallace y sentí que la piel se me ponía de gallina. -Definitivamente… definitivamente…- me aclaré la garganta, ayudándola con una de mis manos en el cuello, la voz se me estaba desapareciendo… no… el ruido se ponía cada vez más fuerte. Puse a segundo y tercero en mis oídos para taparlos, pero eso no funcionó.

-Definitivamente hay que ¡CORRER!- movía los brazos como una gallina por levantar vuelo mientras iba a la velocidad que me permitían mis patitas hacia donde estaba Chim. -¿Qué está pasando? Yo no hice nada ¡no toqué nada!- me apresuré a decir, tomando de una mano a Zöe. -Sis sis ¿Qué hacemos ahora?- miré a nuestro alrededor. No podíamos ir hacia atrás, la habitación del mapa no tenía una salida que hubiese visto, la de enfrente parecía cerrada -¿No hay más salidas? ¿Zöe?- pregunté moviendo mis piernas y afirmándome en la persona máquina. -¡¿Vamos a empezar a rodar?!- pregunté, pero cuando escuché lo que decía me reí, si lo hiciéramos sería calamavilloso. -… no hay ventanas…- comenté con decepción. ¿De qué serviría ir aplastando cosas y girando si no podíamos verlo? Estaba entre poner cara de pánico porque no me hacía gracia estar ahí y reír, era lo más divertido que había experimentado en las últimas semanas.

Las chicas aparecen, cada una con su propia personalidad a flote. En algo concuerdan, quieren saber que pasa y una posible solución. Maquiavelo suspira, no tiene todas las respuestas pero se imagina lo que deben hacer ahora. Un camino se abre mientras otro se cierra… es bastante obvio incluso para alguien sin mucho coeficiente.

Ese panel se activó… “solo”, como la salida se cerró debemos avanzar y descubrir que pasa.

Aplica la misma técnica que utilizo en la puerta anterior para abrir el camino, esta vez de una manera más rápida vale destacar. Se encuentran con otro túnel que para variar desemboca en una puerta muy normal, la misma que se puede encontrar en cualquier casa costosa de los barrios altos en Lunargenta.

Con algo de temor Chimar empuja, pronto se encuentra un panorama más conocido. El ambiente está iluminado como el recinto anterior y se puede detallar todo su esplendor, es una sala común. Tiene todas las comodidades que un grupo de personas puede necesitar para descansar o pasar un buen rato… incluso una chimenea que funciona a pesar de no tener madera.

Es bastante acogedor.

Más confiado el niño avanza, repara en elementos poco comunes y normales por igual. Sube una de las escaleras con rapidez y descubre dos dormitorios amoblados y divididos, la otra escalera lleva a un estudio modesto con despensa incluida. Complemente maravillado el chico sigue explorando sin prestar mucha atención a sus acompañantes, por suerte la sala tiene tantas cosas que deben estar en las mismas.

¡¡Por todos los dioses de la ciencia!!

En una de las puertas inferiores encuentra algo prácticamente divino, una tina de baño enorme y lujosa. Las características que muestra opacan en gran medida al invento creado por Chimar para mantener la higiene en su base y eso no es todo, por un lateral aparece el invento 78 totalmente conformado… el eliminador de desechos bilógicos automático.

Este es el cielo.

Niega con la cabeza y vuelve al área común, allí busca con la mirada al resto de personajes. Se aclara la garganta un par de veces para llamar su atención, por mucho que le duela deben continuar. Si todo sale bien convertirá este acogedor lugar en una nueva base para los Gorriones… pero primero debe entender su situación mejor.

Es tiempo de… un momento.

Sus ojos se posan en algo bastante inusual, cierto aparato compacto. Le recuerda algunos estudios realizados en la Universidad de los Susurros, algo sobre conservar sonidos y luego replicarlos… tiene un nombre técnico pero de momento elude su mente. Como es curioso le manipula con ambas manos, pronto presiona algo móvil y la cosa empieza a hablar.

La instalación fue completada ayer, tuvimos una pequeña fiesta en el área común… debo dar testimonio de que el licor dragón es bastante peligroso si se toma solo. Luego de años consiguiendo recursos en las diferentes facciones podemos respirar aliviados, este proyecto mejorara la vida de todos en Aerandir. Comenzaremos los experimentos mañana temprano, el equipo está muy animado y comparto en gran medida su entusiasmo.

Es Giaco… “baja la mirada con nostalgia”

Chim parecía más bien un abuelo que un niño, su cara no decía nada. Ury pensó que el humano sería un muy buen jugador de póker y que si se hacían mejores amiiibos tal vez podrían beneficiarse mutuamente de sus habilidades mentirosísticas. Aunque sus respuestas eran lógicas, lo que hizo que mantuviera la calma fue la respuesta de la calamavillosa Zöe. Era… ¡Wernerístico! Que ella pudiera hacer nuevas salidas. Me alegraba estar en su lado bueno y no siendo su enemiga. Levanté mis tentáculos como si fuesen ocho signos de exclamación cuando mis dos compañeros dijeron lo mismo. Para el tiempo que la puerta cedió también tenía mis brazos en la misma posición. -Ca-la-ma-vi-llo-so- cada sílaba era dicha de una forma totalmente diferente. La ciencia cada vez me parecía más calatractiva ¡era como magia sin necesidad de ser brujo!

Después de un pasillo tan normal que podría pasar desapercibido en la escala jerárquica de los pasillos, llegamos a una puerta todavía más ordinaria. Torcí mi boca e inflé los cachetes, cada vez era más a-biu-rri-sa-do avanzar. Sólo porque las puertas estaban atrancadas, no volvía a la sala anterior. Allí había más acción ¡temblores! voces ¡luces!...-Woooooaaa….- cuando los jojos me ardieron me acordé de cerrarlos. Chim ahora sí parecía un poco de sentido común, comportándose como el niño que era. Avancé hasta el centro de la sala, de una sala impecablemente limpia. Su piso era distinto al del resto de las instalaciones que habíamos recorrido, y mu, pero muuu distinto a lo que se encontraba en Lunargenta, incluso en las casas ricas, como lo era la de mi orcosamente malo abuelo. Había amueblamiento que nunca había visto, pero que creía adivinar para qué era.

Así, con toda esa emoción, comencé a correr alrededor de la sala, con los brazos extendidos y los tentáculos libres -¡Brujería!- saltaba hacia el lado opuesto de lo que había señalado y luego gritaba -¡Ciencia!- estuve así por un buen rato. Zöe se mantuvo quieta, probablemente ella ya conocía todas esas cosas. Ury solamente disfrutaba de lo que estaba viendo hasta que… ¡Zararararra! caí sobre algo muy similar a un diván pero como tentacularilmente más esponjosito. Algo bajo mi colita hizo “BOING” y salí disparada hacia arriba, la bajada fue lenta y caí en dos patitas y tres tentáculos ¡sin golpes! Miré el diván peligroso y le salté encima, teniendo el mismo resultado, pero esta vez me las arreglé para volver a caer sobre él. -¡Calamavilloso!- hablaba y reía mientras me divertía jugando y saltando, haciendo piruetas en el aire y cayendo en diferentes poses.

Chim apareció de la nada, parecía querer decir algo; la verdad no escuchaba nada por encima de los boing booooing boiiing y los múltiples cracks de mi diván esponjoso y salvaje. Cuando él se acercó a ese aparato me bajé de mi nuevo amigo div-on. Ury se sorprendió de escuchar salir una voz de esa cosa. Ninguno de mis compañeros pareció sorprenderse. Corrí al lado de Chimar -Tenemos que sacarlo de allí ¿lo embrujaron?- pregunté, sintiendo que mis cejas se tocaban entre sí, Zöe había dicho algo de buscar “grabaciones” de nuestro amiguito Giaco. ¿Sería un grabado con canciones? -…- me tapé la boca, no entendía claramente lo que pasaba, pero al parecer este Giaco no estaba en la habitación, sólo su voz y si Zöe hablaba en pasado, entonces estaba muerto. Me acerqué a Chim y le di unas palmaditas en el brazo, Ury sabía lo que se sentía perder a alguien muy especial.

Ury asintió en silencio una vez que se enteró de quién es Giaco y que sólo su voz se mantiene presente. Me quedé pensativa por un rato largo… a Ury le gustaría tener un recuerdo del Capitán Werner, de Laureen o de su mamá. De pronto me pregunté cosas sobre Chim, siempre le tuve cierta envidia a los niños humanos, pero en este caso no quería estar en sus zapatos. Los humanos eran seres frágiles a los que había que cuidar muy bien. Ury pensó que hubiese sido peor ser humana huérfana que niña bestia huérfana. Con esas ideas en mente, seguí a los dos despacito, mirando mis tentáculos y practicando cambiarles de color. De momento estaban azules, así como la tristeza que Ury sentía al pensar en sus seres queridos.

Eso a lo que Chim llamó “domo” era un lugar gigantoso, era como estar fuera pero dentro. Su techo era transparente, como si estuviese hecho de cristal. La tierra estaba muerta, sin agua… sin vida. Darme cuenta de la falta de plantas que lo llenaran todo hizo que Ury se sintiera pequeñita y lejos de todo. Rodee mis branquias con un tentáculo, comenzaban a sentirse resecas con la poca humedad del ambiente. Otra vez una voz de alguien que no existía se escuchó. Ya era como la cuarta vez: la sala de mapas, la sala donde estaba la puerta, la voz de papa Giaco y esta. A Ury empezaban a desagradarle esas voces. Sentí que entre mis cejas se dibujaba la letra “A”. Sabía que quería decir “reactivarse” era algo así como volver a hacer funcionar algo, no sabía que era un “escaneo” pero el “reinicio” sonaba más bien a catástrofe en mis oídos. Por algún motivo imaginé que vendría una especie de fuego instantáneo de todos lados para destruir todo y comenzar de cero.

A Ury aún le apena pensar que sus ideas no estuvieron muy lejos de lo que sucedió en realidad. Todo comenzó con un viento que se hizo más y más fuerte. Chim dijo que debíamos cruzar el resto del campo y aunque escuché a Zöe, preferí hacerle caso al niño. No quería quedarme allí al medio, donde parecía ser el corazón de la tormenta. No sabía cómo explicar todo lo que estaba pasando, pero tampoco tenía el tiempo para averiguarlo. Chim avanzaba con dificultad, a mí se me hacía un pelín más fácil porque usé mis seis tentáculos libres y el arpón para arrastrarme por el piso. Era como si el viento estuviese enojados con nosotros y no nos quisiera dejar salir. Ury tenía miedo, las palabras de aliento del niño no eran más que eso: palabras. -Iaaaaiaaiaiaiaiaiii- chillé cuando sentí que me levantaba del suelo.

-¿Zöe? ¡Zöe!- las lágrimas corrían por mis mejillas mientras me abrazaba a ella y me hacía pequeñita contra su cuerpo -Gracias Zöe, gracias- repetía con mis jojitos cerrados, concentrándome en un día de lluvia calmo; Laureen le llamaba “visualización” -La puerta se abre y todos estamos a salvo, la puerta se abre…- repetí concentrada con la idea de una lluvia quieta y pequeños sapitos a los lados de las charcas.

El lenguaje corporal de Zöe era claro, el viaje en brazos había terminado. Mi cabeza se hizo bolas pensando en la forma en la que debería proceder para bajar, después de todo, no recordaba haber estado en brazos de nadie hasta ese momento. La persona máquina resultó, de nuevo, tener más sentimientos que mi propia familia y, además, me bajó lentamente, como si Ury fuese una princesa delicada. Ese momento cortito de felicidad y protección murió cuando escuché a Chim cambiar su tono de voz. Parecía admirar el laboratorio en el que estábamos. Mis tentáculos se volvieron verdes, no quería estar en un laboratorio, ya había estado en uno y no me interesaba volver a repetir la experiencia. Por otra parte, Chim parecía estar en el paraíso, por lo que intenté aparentar ser una niña calamar normal.

Eché mis manos tras la espalda y comencé a caminar entre las mesas, observé los viales sobre la mesa, también habían piletas y vitrinas con ejemplares remojados y preservados. Sentí que la piel se me ponía como la de un pollo a punto de ser convertido en sopa. Esos animales metidos en frascos me recordaban a mí misma cuando fui llevada con las personas “conocedoras” de los laboratorios. Leónidas quería experimentar con mis tentáculos, al igual que las personas que trabajaban para él. Ellos usaron cuchillos afilados y precisos en mi cuerpo, probablemente similares a los que estaban exhibidos ordenadamente en una vitrina junto con vasos de cristal aforados y otras herramientas que no conocía el nombre, pero bien que reconocía el daño que podían hacer varias de ellas.

Cuando Chim dijo que la ciencia podía ser peligrosa, nunca pude estar más de acuerdo, asentí a Zöe forzando una leve sonrisa, ella probablemente era la que sabía mejor, pero yo también tenía un poco de experiencia en lugares como ese. Ury solo agregaría a lo que ellos dijeron “la ciencia y todos los que tenían sed desmesurada por el conocimiento”. Llegué a ver personas bestia vivas siendo troceadas para ver cómo se movían sus partes no humanas. Respiré profundamente y abracé al Capitán Gato. La voz grabada del señor Maquiavelo me sorprendió y moví mis tentáculos por reflejo para proteger mi cabeza, pero más que protegerme de una voz que no podía tocarme, debí cuidarme del contenido transparente de un frasco sin rótulo que cayó sobre mí.

-Rayos olorosos y centellas negras… cuidar dos brazos y ocho tentáculos es un trabajo difícil- dije en voz alta, intentando restarle importancia al asunto. Además del horrendo olor de su contenido, el frasco no parecía tener otra cosa más que agua. Me sacudí un poco y lo devolví a su lugar en el armario. Le sonreí a Zöe, aunque no vi cómo sucedió su accidente, me hizo gracia su disculpa. El papá de Chim era en ese momento una voz guardada en un aparato raro, yo dudaba que un frasco valiera la pena como para que alguien se enojase. Gracias a que Chim perdió algo de tiempo, alcancé a mis compañeros cuando entraron a ese lugar oscuro y lleno de ruidos raros. Ury era una niña calamar, Ury era lenta y Ury no veía tan bien en la oscuridad… Le mordí la oreja al Capitán gato y caminé más despacio de lo normal tomada de la barandilla fría, sintiendo que cosas raras pasaban por mi cuerpo.