Proyecto Esperanza: La Esfera [Libre] [Cerrado]

El miembro 'Ulareena Werner' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

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Al parecer la advertencia de Chimar Maquiavelo había atraído la desgracia, o al menos lo que los orgánicos podrían llamar “mala suerte”, el tener una seguidilla de experiencias que desembocaban en algo perjudicial para la persona. Por el momento no podían registrarse efectos visibles, hice un monitoreo interno pero tampoco encontré nada.

-Si los experimentos se encontraban estacionados hace demasiado tiempo quizás el líquido del interior de los frascos ya no cause secuelas – Dije para intentar explicar la aparente salida indemne del problema – Aunque algunas consecuencias tardan en hacer efecto.

Acompañé a los jóvenes a través de la escalerilla y por el oscuro túnel, intuyendo que quizás podría ser una experiencia desagradable para Ury, agarré su mano para darle seguridad. No era sencillo para mí el entender la forma que tenían de pensar los orgánicos, pero incluso así podía darme cuenta que la chica-bestia era más sensible y, por lo tanto, más propensa a asustarse.

La nueva sala no se parece a nada que haya visto antes, hasta el momento había podido entender en líneas generales el objetivo que tenía cada una de las habitaciones. Pero en este caso me era imposible, me detuve a varios metros de distancia de la esfera que adornaba el centro del lugar. Todos mis sistemas se avocaron a intentar averiguar qué era esa cosa, y por lo mismo presté poca atención a lo que hacían y decían mis acompañantes.

Regresé a mi estado habitual cuando la voz del progenitor de Chimar Maquiavelo sonó de nuevo en la sala. Torcer el plano material, saltos, viajes, un reactor… Todos los datos me parecían conocidos, sin duda mi yo-humano podría haber obtenido muchas más conclusiones de todo eso, pero con mi memoria actual me resultaba imposible el poder comprender por completo lo que sucedía.

-Entonces ¿El progenitor de Chimar Maquiavelo practicaba los saltos entre dimensiones? ¿Así como los primeros humanos de la tierra que llegaron a Aerandir? – Hoy por hoy se suponía que solo los Bio-cibernéticos tenían manejo de ese tipo de tecnologías, y había un buen motivo para que fuera así – Esto es peligroso.

Unas puertas se abren y el joven orgánico propone que sea yo quien vaya por delante. Me parece una buena idea, y además me gusta que no lo diga como una orden.

-De acuerdo – Es todo lo que digo y comienzo a caminar hacia la nueva habitación. Entro primera y me encuentro con cuatro dispositivos en estado de reposo, mientras yo estoy dentro no parecen reaccionar, pero en cuanto los orgánicos ingresan las puertas se cierran y los bio-cibernéticos se levantan.

Este comportamiento me llama la atención, vuelvo a hacer una revisión de mi sistema y me encuentro con algo curioso. Mi temperatura es por lo general más baja que la de los seres vivos, pero ahora mismo es simplemente nula, no hay indicio alguno de calor en mi cuerpo. La conclusión es sencilla, los autómatas son modelos viejos, probablemente sus escáner se manejan con la detección de calor, al igual que la mayor parte de esas instalaciones. Para decirlo de modo sencillo: Soy invisible para ellos.

-Quédense detrás de mi – Les digo a los jóvenes, levanto las manos y mis dedos se transforman en distintas herramientas, muy útiles para trabajar, pero también para atacar. Dejo que el primero se acerque, no me mira a mí, sino a Chimar Maquiavelo, cuando pasa a mi lado clavo uno de mis dedos en la cabeza del autómata dejándolo fuera de funcionamiento.

Pero aún quedan tres más.

De por si era difícil el poder interceptar los ataques de los tres autómatas al mismo tiempo, por más invisible que fuera eso no evitaba que intentaran atacar a los dos jóvenes orgánicos. Agarre la mano de uno cuando estaba por tomar a Ury del hombro, la muchacha parecía estar muy ocupada jugando con sus tentáculos que por motivos desconocidos se agitaban hacia todos lados.

Sentí que mis pies se separaban del piso, uno de los robots llego por mi espalda y me levantó con mucha facilidad. No podía tomar sus muñecas, ni llegaba a golpearlo, no tenía forma de detenerlo y su objetivo era arrojarme por un agujero para las “unidades dañadas”.

-No lo permitiré – Dije y apoyé los pies en los bordes del hueco para intentar evitar que me metiera allí. No me preocupaba tanto mi bienestar, pero no sabía qué pasaría con los niños si yo desaparecía.

La fuerza de esos bio era muy superior a lo que yo creía, tuve que ceder porque de otra manera me romperían las piernas. Caí durante bastantes metros hasta aterrizar sobre una enorme pila de metales viejos, una nube de polvo se levanto ya que hacía mucho tiempo que la esfera no tenía necesidad de destruir nada. Al no detectar mi presencia, no comenzó el proceso de destrucción, al menos no necesitaba apurarme.

Apoye mi mano sobre las enormes paredes de metal que se encargaban de comprimir los materiales desechables, eran muy lisos como para poder trepar por ellos, y muy duros como para perforarlos. No había tampoco la suficiente separación en las esquinas como para introducir algún elemento, mucho menos para que yo pase. La situación era bastante compleja, y si tuviera la capacidad de ponerme nerviosa probablemente lo estaría, no paraba de preguntarme qué estarían haciendo Ury y Chimar Maquiavelo.

Comencé a buscar entre los restos algún tipo de vara larga que pudiera servirme, tardé varios minutos pues necesitaba que fuera de cierto tamaño especifico. La saque de entre la chatarra y me fije que legara de lado a lado y un poco más, luego la acomodé y la trabé, colgándome varias veces para confirmar que resistía mi peso. Luego comencé a balancearme, usando las piernas como péndulo, a la quinta vez que me columpié el trozo de metal cedió y no tuve más remedio que saltar, por suerte llegue a aferrarme del borde.

Del otro lado el paisaje no era mucho más alentador, habían varias calderas prendidas donde se fundía el metal previamente aplastado. No parecía un sitio adecuado para orgánicos, por lo que imagine que la mayoría del proceso estaba automatizado, salte al piso y avancé en busca de una salida, mis pasos hacían eco en la vacía sala. Por más automático que fuera todo, en alguna parte tenía que haber alguna puerta, siempre era necesario que un orgánico entrara para ver detalles.

Luego de buscar un rato encontré una salida, pero no parecía tener perilla alguna, ni tampoco el mismo sistema que usaba el joven humano con las anteriores puertas. En lugar de eso había una rendija muy pequeña, saqué uno de mis cables y lo conecté, tal como había supuesto, se trataba de un puerto para conectar periféricos. Analice unos segundos las posibilidades pero resultó ser tan sencillo como decirle que se abra. Del otro lado había un largo pasillo oscuro, si quería encontrarme con los niños de nuevo tenía que subir, así que empecé a andar en buscar de una escalera.

Camine por un largo pasillo, no había luces ya que el sistema no registraba que estuviera pasando ser alguno por allí, pero tampoco las necesitaba, podía guiarme en la oscuridad y no me resultaba inquietante el no poder ver cómo había visto que les pasaba a algunos orgánicos. Apoyaba mi mano sobre la pared y andaba a un ritmo normal, pero luego de un tiempo me sorprendió el no haber encontrado ni una sola puerta, escalera o pasillo para doblar.

Me detuve para repensar mi estrategia, por la velocidad a la que movía podía tener una idea aproximada de cuanto había caminado, y era imposible que ese lugar fuera tan largo. La otra posibilidad que existía es que fuera curvo y no lo hubiese notado por la falta de puntos de referencia… En cualquier caso, se podría decir que estaba perdida.

Sentí un sonido como de interferencia, eran micrófonos encendidos, eso era raro ya que hasta el momento nada se había comunicado con nosotros, y en el caso de hacerlo sería una computadora, por lo que no necesitaría micrófonos. Para mi sorpresa se trataba de Chimar Maquiavelo.

“Zöe, necesito que vayas al reactor y lo re… re… arregles, es un proceso automático pero debes alcanzar el… ¿cómo era?, lo sabrás cuando lo veas. El área está funcionando mal así que ten cuidado.”

El orgánico no había sido muy específico con sus indicaciones, pero entendía que tenía que ir a la cámara del reactor y ver el modo de reiniciarlo, aunque no habían sido exactamente esas sus palabras. No me moleste en contestar porque era evidente que el sonido era en una sola dirección, ni bien termino el mensaje deje de escuchar también la interferencia del micrófono.

Si Chimar Maquiavelo decía que fuera a esa habitación es porque no estaba lejos, era un orgánico muy inteligente, así que no me diría que fuera a un sitio que estuviera fuera de mis posibilidades. Continué caminando y esta vez presté más atención a los detalles en la pared, parecía una superficie lisa, pero ahora me percataba de que se curvaba, estaba yendo en círculos.

Cambie de lado, luego de caminar algunos metros encontré una puerta, al parecer había buscado en el sitio incorrecto. Nuevamente la puerta no se abrió ante mi presencia, hice que mi dedo índice se volviera una herramienta y lo introduje en el agujero donde debería estar la cerradura y simplemente la rompí. No tenía lo que los orgánicos llamaban “paciencia: Calma para hacer trabajos minuciosos o entretenidos”, sabía con certeza que lo mío era indiferencia y no serenidad. Pero mi tolerancia parecía estar llegando a su límite, el juego de puertas y pasadizos había dejado de ser novedoso.

Al abrirse la puerta pude ver la consola a la que Chimar Maquiavelo se había referido, evidentemente la falta de mantenimiento la había descompuesto, y era en verdad una pena ya que era un aparato muy sofisticado. Di el primer paso adentro y una de las láminas de las paredes se desprendió, golpeándome en el acto y haciendo que choque contra la pared opuesta. Eso no debería estar pasando…

No llegue a levantarme cuando otra de las láminas salió y me empujo contra la parte de atrás de la consola. El piso se fue levantando por partes y me hizo rodar hasta la puerta nuevamente, seguramente si no hubiese roto la cerradura me hubiese echado afuera y cerrado. Bien, pero ahora sabía lo que me esperaba, nuevamente entré y cuando una de las láminas intentó golpearme lo use como punto de apoyo para saltar, hice lo mismo con cada una de las placas hasta poder acercarme a la consola, y cuando lo hice me agarre con todas mis fuerzas, apretando el botón central un segundo antes de que el piso volviera a tirarme afuera.

Todas las luces se apagaron.

Todo fue silencio durante algunos minutos, no sabía qué tenía planeado Chimar Maquiavelo, pero había seguido sus instrucciones y ahora solo me quedaba esperar ¿Por qué confiaba en que el joven humano encontraría una solución? No había ningún motivo lógico para hacerlo, pero el orgánico se había mostrado eficaz para encontrar soluciones hasta el momento, a su manera había cuidado de Ury y de mí, no tenía motivos para creer que nos decepcionaría ahora.

Un extraño cosquilleo empezó a recorrer mi cuerpo, las luces se encendieron y la computadora comenzó a hacer los sonidos de reinicio. Podía percibirse una especie de vibración en el ambiente, algo estaba pasando, mis sensores parecían descontrolarse, señalaban que estaba en esa sala pero a la vez estaba en otra parte, una paradoja imposible. En menos de lo que dura una exhalación me encontraba en otra habitación y frente a mi estaban los dos jóvenes orgánicos.

-Hola Chimar Maquiavelo, sabía que nos traerías de vuelta – Le dije sin inmutarme. Me quedé pensando en su invitación – Gorriones… Es el nombre común de diversas aves paseriformes de unos quince centímetros de longitud y plumaje pardo que se alimentan de granos e insectos – No parecía tener lógica alguna que el humano me invitara a formar parte de un grupo de aves, tenía que averiguar un poco más, por lo que aceptar parecía una idea razonable – Agradezco la invitación, me gustaría poder quedarme un tiempo y saber más sobre los gorriones.

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