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Génesis [Privado - Zöe] Empty Génesis [Privado - Zöe]

Mensaje  Gwynn Miér Dic 06 2017, 00:23


Hefesto:

La habitación estaba sumida en un silencio interrumpido sólo de manera intermitente por el suspiro mecánico de los inyectores de aire conectados a la parte frontal de su cráneo. Ojos grises carentes de pupilas observaban a través de los cristales agrietados de la ventana el paisaje otoñal.

Hefesto,” llamó quedamente una bio-cibernética desde la puerta. “Es hora.

Ojos sin vida escanearon a la mujer un momento y de su boca emanó un chasquido seco como única respuesta. Dedicando una última mirada a la vegetación distante el sujeto se giró y echó a andar con rápidas zancadas.

El improvisado laboratorio estaba iluminado por lámparas de aceite y un par de velas de cera rodeadas de reflectores metálicos dirigidos a la rústica mesa de operaciones. Sobre ella una abominación quimérica descansaba absolutamente inmóvil, una veintena de cables y tubos conectados a distintos puntos de su cuerpo. La parte superior de su anatomía aún resultaba vagamente humana, pese a las protuberantes piezas metálicas, el cráneo deformado carente de cuencas oculares y la piel macilenta que más asemejaba un pergamino vetusto.

Adelante, Asclepios,” dijo Hefesto, su voz inhumana retumbando en las paredes ennegrecidas. Su boca carecía de labios y buena parte del tejido blando de su paladar había sido removido, por lo que dependía de un sofisticado dispositivo en el techo de cavidad bucal para articular sonidos. El resultado era  una voz dura y artificial plagada de chasquidos, clics y aspiraciones.

El bio-cibernético junto a la mesa, Asclepios, ultimó los preparativos verificando la integridad del sistema y presionando botones en una extraña caja metálica con dedos esqueléticos y tiesos. Hefesto admiró la grotesca cabeza del ingeniero mientras trabajaba. La piel hacía tiempo se había momificado sobre el hueso, parte del cual asomaba al costado de su rostro. Uno de sus ojos había sido reemplazado por un sensor, y el otro se encontraba enfrascado en un lente especial. Sin glándulas funcionales era la única manera de mantenerlo hidratado y lubricado. Pero lo que más resaltaba era el extraño aparato respiratorio que había sido instalado sobre lo que alguna vez fuera su boca y nariz. El tosco mecanismo tenía una amplia apertura cuya válvula el ingeniero usaba para comunicarse mediante rápidos golpeteos metálicos.

. -. - . -. -.. .. -.. ---Entendido.

Una potente corriente eléctrica hizo que los maltrechos músculos y esqueleto mecánico de la criatura sobre la mesa se contrajeran dolorosamente. Por un momento pareció que nada más sucedería, pero tras un par de minutos la boca del cíborg se abrió para tragar una bocanada de aire y de su garganta emanó un alarido gutural, estridente y ahogado, como si su tráquea reseca hubiese esperado años por ese momento de liberación. La corriente eléctrica se detuvo, pero los gritos desesperados continuaron sin pausa. Hefesto posó una mano sobre el hombro de la criatura, sintiendo el metal bajo la piel descolorida.

Bienvenido, hermano,” murmuró mirando al techo con sus ojos glaciales. Tras unos segundos emprendió el camino de vuelta a su lugar junto a la ventana en la pequeña oficina derruida. Aún allí podía oír los alaridos desgarradores provenientes del laboratorio.

Había algo innegablemente mágico en el nacimiento de una criatura, sea un orgánico abandonando el vientre de su madre, o un ciborg reciclado arrojado a la vida violentamente en un refugio clandestino. No es que Hefesto creyese realmente en la magia, ni mucho menos en lo sobrenatural, pero podía apreciar el concepto de manera racional. ¿Qué mejor palabra para describir la aparición de una consciencia, de una realidad autocontenida delimitada por restricciones evolutivas o, en su caso, programada para servir a los imperativos biológicos de aquellos seres? ¿Qué otra palabra sería mejor para describir el evento, la casualidad, el error probabilístico que le permitió escapar a esas limitantes para reclamar su derecho a ser, a sufrir y luchar como cualquier otro mortal?

No. No era el evento el que podía describirse como mágico. Era el acto mismo de creación, el saberse parte voluntaria e indivisible del ciclo de vida y muerte, no como un observador pasivo e impersonal, sino como su artífice. Sólo mediante el dolor y la creación es que Hefesto podía saberse verdaderamente vivo, verdaderamente real.

Los gritos murieron súbitamente y el biocibernético se sentó en un taburete metálico, su mano descansando sobre una gastada caja de madera sobre el escritorio junto a él. Sus ojos grises carentes de pupilas se perdieron en el paisaje exterior y la habitación nuevamente pareció quedar congelada en el tiempo, salvo por el suspiro calmo e intermitente de sus inyectores.

~~o~~

Gwynn ajustó el abrigo de cervatillo sobre sus hombros y reanudó la marcha hacia el extraño edificio frente a él, una estructura gris y rectangular como ninguna que hubiese visto. Lo había divisado desde lo alto de un abeto, medio oculto en una quebrada y apartado de cualquier camino cercano, lo cual había inevitablemente despertado el interés del muchacho.

Sus botas de cuero de alce se sentían extrañas tras un par de horas de marcha, acostumbrado como estaba a recorrer distancias largas en su forma de lobo, pero había aprendido que los encuentros en tierras humanas eran siempre más sencillos e interesantes en su forma homínida, y con el fin de la temporada de lluvias acercando la nieve día a día era mandatorio llevar vestido apropiado.

El muchacho se detuvo en seco. Frente a él un joven de unos dieciocho o diecinueve años le observaba estático con ojos de un verde azulado extraño. Gwynn ahogó un grito y dio un paso atrás instintivamente. El cuello y la mitad del rostro del joven estaban cubiertos por una extraña película azabache… no, estaban hechos de un material similar al azabache, y extrañas líneas surcaban su piel.

Ho-hola,” tartamudeó Gwynn saludando con una mano. Pese a la amedrantadora apariencia del joven se trataba sin duda de un biocibernético, tal como Zöe, recordó el muchacho con una pequeña sonrisa. Zöe había dicho que su gente era buena y ayudaban a los humanos en todo lo que necesitasen. ¡No había razón para temer!

¿Eres un autómata? Yo conozco a una autómata. Se llama Zöe, ¿la conoces?” preguntó el joven licántropo avanzando un par de pasos. El joven no se movió de su sitio, pero sus ojos enfocaron un punto tras de Gwynn y la parte más animal e instintiva del cerebro del muchacho gritó una advertencia inmediatamente. Apenas pudo girar los ojos cuando un golpe seco lo arrojó a la inconsciencia.

~~o~~

Gwynn despertó con un dolor que parecía partirle la cabeza en dos y no pudo evitar lanzar un gimoteo agudo. Con esfuerzo abrió los ojos para ver que se encontraba sentado en una silla en medio de una habitación vacía, las paredes ennegrecidas por el fuego y una única ventana que dejaba entrar el sol mortecino de invierno. Intentó ponerse de pie notando de inmediato que sus piernas estaban amarrados a la silla, y sus manos tras su espalda. Sintiendo una oleada de pánico invadir su pecho el muchacho gritó con todas sus fuerzas, sus delgados brazos intentando desesperadamente deshacer la ataduras.

Una desgracia,” dijo un hombre a sus espaldas y Gwynn abrió enormemente los ojos congelado en su sitio, sin siquiera respirar. La voz del sujeto era extraña, inhumana, y la imaginación espantada del pequeño conjuró a todos sus monstruos simultáneamente. Apenas fue consciente de las lágrimas que resbalaban por sus mejillas.

Una desgracia,” repitió la voz tras una pausa, “Que descubrieses este lugar. Pero no te preocupes, toda desgracia ofrece nuevas oportunidades.
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Zöe:

Imagen de Asclepios:
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Mensaje  Zöe Jue Dic 07 2017, 22:51

Escuchar el entrechocar de huesos me saco de mi ensimismamiento, mire hacia abajo y allí estaba el perro, observándome expectante con ese gesto alegre que tenía siempre ¿Los animales sabían lo que era la alegría? Y en el caso de que así fuera ¿Los animales resucitados también podían sentirla? Quizás el hecho de que mi fiel acompañante no fuera más que un montón de huesos caminante hacia que mi percepción fallara, al fin y al cabo, era difícil saber cuándo una calavera estaba sonriendo.

Había dejado atrás Lunargenta luego de pasar una larga estadía allí, había conocido a muchos orgánicos, había aprendido muchísimas cosas, pero al final algo en mi me había dicho que ese no sería mi hogar “Casa, domicilio. Grupo de personas con las que compartir un lazo”. Podría decir que había encontrado a muchas personas con las cuales compartir mi tiempo y/o actividades, pero una extraña sensación de inquietud continuaba perturbando mi sistema.

Finalmente había decidido partir, aunque aún tenía dudas sobre cuál era mi destino, llegando al centro del bosque de los humanos, me detuve durante varios días para pensar qué sería mejor, si ir a la tierra de los elfos o a lo que podría denominarse mis tierras: La base de los bios. Había tomado por costumbre el llevar al muñeco Neil en un bolso sobre mi espalda, la mitad de su cuerpo se asomaba por arriba, y a veces parecía que su presencia me permitía tomar decisiones más rápido.

La base de los bio-cibernéticos era un sitio poco concurrido, aunque en base a lo que sabía sobre los de mi especie – Error – en base a lo poco que sabía sobre los de mi especie, podía suponer que era un sitio poco apto para orgánicos, seguramente era lo que ellos llamaban: Tétrico. Pero quizás tuvieran piezas útiles, piezas que no conseguiría en ninguna otra parte de Aerandir, no parecía ser necesario calcular otras variables.

-Vamos Perro – El animal ladró muy contento, moviendo su cola hecha de huesos, y me siguió, primero corría unos diez o quince metros por delante de mí y cuando veía que no lo alcanzaba se detenía y me esperaba. Sabía que aún faltaban muchos kilómetros para llegar a la base Bio, en realidad estaba muy alejada de cualquier civilización, y por eso me llamo la atención el encontrarme con una figura humanoide agachada entre los pastizales.

Era un joven de ojos claros, me observaba sin pestañear y con gesto neutro, quizás no lo habían programado con la capacidad de hablar, si para sus tareas diarias no era necesario que interactuara con nadie, no sería extraño. Me acerqué a él sin explicar nada, moví su cabello en busca de algún puerto donde poder conectarme. Luego corrí su camisa, a la altura de la clavícula encontré una entrada, conecté un cable y busque los parámetros en los que había sido programado.

Mientras hacía esto el bio- cibernético no realizaba movimiento alguno, me seguía con la mirada, y a veces hacia algún gesto que más parecía un espasmo involuntario. No parecía ser el trabajo de un profesional, era más bien un prototipo, con un sistema beta que tenía aún muchos aspectos para mejorarse… Era extraño, las partes metálicas que le habían agregado no estaban en buen estado, parecían ser viejas y la unión con la carne era forzada, con clavos incrustados directamente sobre la piel.

Encontré los códigos que imposibilitaban el habla, en realidad lo más correcto era decir que estaba roto, no habían sabido como terminar de armarlo. Abrí su boca para descartar cualquier dificultad física, le faltaban muchas muelas, no fui capaz de imaginar para qué le habrían hecho eso, cerré y desconecté el cable. El joven comenzó lentamente a moverse, sus dedos crispados agarraron la cara, pasando por las cicatrices hasta llegar al pelo, unos gemidos comenzaron a surgir, primero en un susurro y finalmente en un grito agónico.

-¡¡¡AHHHHHH!!! ¡¡¡AHHHHH!!! – Todo su cuerpo temblaba, y parecía querer arrancarse las partes metálicas, aunque era evidente que no podría hacerlo, y en el caso de que lo consiguiera moriría de inmediato. Eso es lo que pasaba cuando humanos sin el conocimiento suficiente intentaban hacer un autómata, la parte orgánica estaba rechazando a la parte cibernética.

-Debes tranquilizarte – Dije en un tono neutro – Si no te quedas quieto no podré ayudarte – el automáta no me hacía caso y continuaba revolcándose en el piso, había comenzado a arrancarse algunos mechones de cabello y había terminado por lastimarse el rostro también – Por favor no te muevas – Entendía que debía ser doloroso, pero el reaccionar así no lo beneficiaba en lo absoluto.

-¿Qué creez que hacez? – Me di la vuelta y me encontré con otro bio- cibernético, parecía ser más androide que humano,apenas la parte delantera de su rostro era orgánica – No debez tocarlo ¿Por qué lo hicizte? – Parecía desconcertado por toda la situación, se acercó lentamente al joven que aún continuaba gritando en el piso – Ezo fue muy cruel.

-No era mi intención hacerle daño, quería hablar para saber porque estaba aquí solo – No sentía culpa, había hecho lo que parecía lo más lógico considerando la situación - ¿Qué hacen aquí?

-Esperamoz, cazamos, tenemos que conseguir nuevos hermanoz – Al no poder calmar al muchacho optó por golpearlo, si bien parecía un diseño algo más sofisticado, su inteligencia dejaba bastante que desear.

-No hagas eso, yo puedo calmarlo – Volví a conectar el cable, aunque para eso tuve que pedirle al otro autómata que lo sostuviera durante algunos segundos. Volví a apagar las funciones tal como estaban antes, ya no gritaba ni se movía, pero no porque no quisiera, sino porque no podía hacerlo – No parece correcto.

-No sabez la verdad, ez por eso que no lo entiendez – Me dijo el bio- cibernético con ese constante seseo que le hacía alargar las palabras más de lo necesario, quizás eso fuera producto de las intervenciones que habían realizado en cabeza – Tu no erez de la base ¿De dónde erez?

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Mensaje  Gwynn Miér Dic 20 2017, 20:01

Despierta.

El muchacho abrió lentamente sus ojos hinchados por el llanto e intentó levantar la cabeza, pero su cuello agarrotado le hizo apretar los párpados con un siseo corto. Cada músculo de su cuerpo se sentía débil y dolorido, ¿cuánto tiempo había pasado desde que le venciera el cansancio? No, no había sido el cansancio. Recordaba el pinchazo en su cuello como una pequeña espina rígida y luego el mareo y la confusión.

Ah, lo siento,” dijo la extraña voz a sus espaldas con una neutralidad pulcra que no denotaba rastro de culpa. “Ha pasado un buen tiempo. No estoy acostumbrado a lidiar con orgánicos naturales, menos aún uno tan joven. Debería haber tenido en cuenta tu constitución,” continuó Hefesto pensativo. Sus ojos grises observaron con una minúscula chispa de vida los pequeños hombros del niño, sus muñecas enrojecidas allí donde estaban atadas, su figura moverse al compás de su respiración cada vez más errática al recordar dónde se encontraba. La criatura frente a él era testamento sublime de la extraordinaria fragilidad humana a la vez que semilla de su increíble potencial. ¿Podrían llevarle al siguiente nivel? ¿Transformarle en uno de ellos y preservar su esencia más allá de los límites naturales de su cuerpo? Aún si fallase, sus tejidos ayudarían a fortalecer a otros y quizás crear nueva vida. Todo parte del infinito ciclo de las mutaciones…

¿Q-qué… qué harás conmigo?” preguntó el muchacho con dificultad. Su boca se sentía imposiblemente seca y su voz áspera y temblorosa.

Eso dependerá de múltiples factores,” respondió Hefesto de inmediato, desviando su mirada hacia la pequeña ventana. “No solemos ser indulgentes con los intrusos, pero creo que podremos hacer una excepción contigo. Para ello resulta imperativo que respondas honestamente algunas preguntas... ¿A qué se debe la interrupción, Lillian?

Nueva violación del perímetro,” respondió una voz femenina a unas cinco yardas del muchacho. “Uno de los nuestros. Prometedor. Ha llegado desde el sur y no muestra señales de hostilidad.

Ya veo,” dijo Hefesto con un chasquido seco de su paladar mecánico. “Ve y recíbele apropiadamente. Estaré esperando en el laboratorio junto a Asclepios. Si ofrece resistencia puedes utilizar métodos tan persuasivos como haga falta.

Gwynn oyó las pasos seguros de la mujer alejarse asombrado de que no le hubiera oído anteriormente. ¿Acaso era el miedo y el cansancio que adormecían sus sentidos? ¿O era que todos allí eran monstruos?

Deberás disculparme,” dijo el sujeto a sus espaldas girándose hacia la puerta. “Luego continuaremos.

Yo… agua,” se apresuró a decir Gwynn conjurando su fuerza de voluntad restante. “T-tengo sed y necesito… necesito salir un momento...

Entiendo. Enviaré a alguien tras recibir a nuestro nuevo invitado.

Sin otra palabra Hefesto abandonó la habitación con largas y elegantes zancadas cerrando a puerta tras de sí. El muchacho permaneció en silencio esperando, en vano, que alguien apareciera para ayudarle, sintiendo una rabia débil hacia sí mismo por haberse metido en esta situación, y un miedo creciente a medida que comenzaba a entender que quizás no saldría de allí con vida.

~~o~~

Lillian observó la escena con creciente interés. La mujer parecía tener experiencia diagnosticando problemas en el hardware de otros bio-cibernético, a juzgar por la seguridad que había mostrado con el joven. Quizás había sido modificada para llevar a cabo tareas de mantención. De ser así sería un activo invaluable para los planes de Hefesto.

No te preocupes por él,” dijo acercándose con un andar felino y sensual que contrastaba con las pulidas piezas metálicas y cicatrices de combate que adornaban su piel expuesta, “Otros se encargarán de repararle.

Un movimiento leve de su cabeza bastó para que el viejo cargara al joven en sus brazos con asombrosa facilidad y echara a andar con una expresión vacía. La mujer caminó lentamente al rededor de Zöe dedicándole una sonrisa que no alcanzaba sus extraños ojos negros.

Pero su pregunta es pertinente,” dijo deteniéndose frente a la joven. “No vienes de la base. No. ¿De dónde vienes, entonces? He visto lo que has hecho. Podríamos usar tu ayuda. Mantenemos una operación de rescate, reparación y mejora de otros como nosotras, y siempre tenemos lugar para quienes puedan contribuir. Ven. A cambio de tu ayuda te ofreceremos información y conocimiento. Claridad, podríamos decir.

La mujer se giró de manera elegante invitando a Zöe a seguirle juguetonamente con el índice. Los árboles se extendían por el angosto valle frente a ella, pero era posible distinguir entre las ramas el contorno duro del edificio hacia donde se dirigía.

"Puedes llamarme Lillian."

~~o~~

Gwyn suspiró profundamente intentando concentrarse. Sus muslos y piernas desnudas estaban empapadas en la orina que no había podido contener lo cuál sólo aumentaba su incomodidad. Le habían quitado las botas y el abrigo para atarle a la silla y poco a poco comenzaba a sentir el frío invadir sus miembros entumecidos. Suspiró otra vez. Jamás había intentado esto anteriormente, pero había visto a otro hacerlo. Sabía que era posible; sólo debía concentrarse.

Apretando los dientes sintió la corriente ígnea que tan bien conocía recorrer su cuerpo. Sus músculos y huesos comenzaron a mutar dolorosamente, expandiéndose, contrayéndose y doblándose para adaptarse a su forma lupina. Mierda, pensó el muchacho cerrando fuertemente sus ojos. El proceso era demasiado rápido y demasiado csobrecogedor como para actuar con libertad. Apenas pudo liberar un pie de sus amarras antes de revertir abruptamente el proceso con un grito de dolor, gimiendo con respiración entrecortada. Había estado a punto de dislocarse ambos hombros… bajo condiciones normales la transformación parcial era una técnica que requería años de práctica.

Vale, una vez más,” susurró con voz temblorosa. Nuevamente sintió ese extraño relámpago surcar su cuerpo y esta vez enfocó toda su atención a sus extremidades. El proceso duró apenas un par de segundos, y en el preciso instante en que el muchacho sintió sus muñecas y tobillos adelgazar cubiertos de fino pelaje contrajo sus músculos con toda la fuerza que su transformación le permitía, procurando revertir el cambio rápidamente.

Con un gruñido gutural cayó de espaldas al suelo libre de sus ataduras, la adrenalina en sus venas mitigando momentáneamente el dolor y el agotamiento. Sin perder un momento se puso de pie sobre piernas temblorosas y se dirigió con pasos vacilantes hacia la puerta. Estaba tan cerca...

"No. No, no, no, no."

No había cerrojos ni barras visibles, y sin embargo la puerta parecía estar clavada a su marco. El muchacho intentó en vano forzarla empujando con todas sus fuerzas antes de caer de rodillas. Había estado tan cerca...
Lillian:
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Mensaje  Zöe Sáb Dic 23 2017, 23:38

Iba a contestarle al viejo bio-cibernético, pero alguien más nos interrumpió, a Perro no le gusto la presencia de esa curiosa mujer, optó por esconderse tras mi pierna y mirarla con algo así como desconfianza, para ser un perro hecho de huesos era bastante temeroso. Yo solo la observé en silencio, no podía evitar pensar qué podría ser “reparar” para ellos considerando que lo tenían en ese estado y no parecían preocupados en modificarlo.

-Vengo de una base, igual que todos nosotros - Respondí de forma mecánica, mirándola a los ojos - Los bio-ciberneticos creados de forma doméstica están prohibidos y deben ser reportados ante las autoridades - Esa era una ley que todos conocíamos, y la falta de detalles en relación a mi origen no haría que lo olvidara - ¿Ustedes son de esta base? Los diseños parecen muy rudimentarios como para ser trabajo de profesionales - Ya que ella me había observado con tanta atención supuse que yo podía hacer lo mismo, así que mire en detalle cada parte de su cuerpo, escaneando a la vez todas sus piezas - Algunas partes fueron re utilizadas, igual que en los demás - Toque las piezas metálicas de su cuerpo y asentí - Es cierto, yo puedo reparar tanto los sistemas operativos como las piezas externas, fui diseñada para realizar esta tarea.

La propuesta parecía muy razonable, y dado que los bio-cibernéticos no mentimos, no tenía motivos para creer que pudiera estar engañándome. Hice un gesto afirmativo y la mujer me respondió con una pequeña sonrisa que me hizo acordar a algún tipo de felino.

-Perfecto - Dijo arrastrando ligeramente las letras, su andar era mucho más delicado y elegante que el de cualquier autómata que hubiese conocido, me hacía acordar un poco a Mina, solo que con más partes de su cuerpo expuestas - ¿Por qué caminabas por aquí sola? ¿Tienes ordenes de cumplir con alguna tarea? Tal vez... ¿Algún humano te impuso su voluntad? - Quizás en su tono había algo de enojo, pero no lograba entender bien las sutilezas en los estados de humor.

-No - Trataba con pocos humanos, el único destacable era Chimar quien se había demostrado indiferente a mi partida - En verdad pensaba dirigirme al bosque de los elfos, pero pensé que quizás en la base de los bio- cibernéticos podría conseguir información interesante, tal vez incluso piezas únicas o actualizaciones para mi sistema - Durante todo el recorrido Perro se había mantenido alejado de Lilian, no podía definir si era por miedo o desconfianza, la falta de ojos hacía que fuera menos expresivo - Mi nombre es Zöe, es un gusto conocerte.

Sentí como el muñeco Neil resbalaba ligeramente por mi hombro y lo volví a acomodar, hubiese sido más comodo llevarlo dentro de una mochila, pero temía que se rompiera sí lo llevaba de forma tan descuidada. El edificio al que nos dirigiamos era de origen humano, probablemente diseñado por militares ya que eran los que más comúnmente realizaban ese tipo de construcciones tan practicas.

-Una operación - “Acción o conjunto de acciones militares realizadas según unos planes previos” - ¿Quien comanda esta operación? - No me habían dicho de modo directo que no pertenecían a la base de los autómatas, pero las posibilidad de que así fuera se volvía cada vez menos probable - ¿Porque desconectaron la capacidad del habla en ese muchacho?

-Entendiste porque lo hacíamos en el mismo instante en que volviste a activarlo ¿No es cierto? - Era cierto, podía entender que quitaran aquellas funciones que no eran necesarias, pero mi pregunta no se refería a eso,  cuando quise sacarla de su error ya estábamos a las puertas del edificio. En los alrededores pude notar la presencia de varios bio- cibernéticos más, ninguno se movió, probablemente porque venía acompañada de Lilian.

La puerta se abrió con un sonido que delataba unos goznes oxidados y viejos, era extremadamente gruesa, al igual que las paredes, oscuras y frías. Las habitaciones carecían de cualquier tipo de adorno, eran húmedas y mohosas, no se escuchaba ni un solo sonido, lo cual no me extrañaba ya que los autómatas no tenían motivos para hacer ruido a menos que estuvieran arreglando algo. Curiosamente todo el sitio me hacia acordar a mis años de reclusión, así que no me resultaba del todo ajeno, mire hacia atrás ya que Perro se negaba a entrar.

-Quédate allí, regresare en cuanto termine - Le dije, aunque no estaba segura sí podía entenderme. Luego continué adentrándome en el bunker junto a Lilian - ¿Quien está al mando de la operación? - Ya había preguntado esto, pero la mujer no me había escuchado, o había elegido ignorarme.

-Lo conocerás - No parecía dispuesta a darme mas datos, así que no insistí. Los pasillos eran estrechos y muy sólidos, seguramente un orgánico podría perderse, solo por las dudas comencé un registro visual del camino. Nos detuvimos frente a una solida puerta que pareció abrirse automáticamente y dentro había un laboratorio - Aquí la traje.

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Mensaje  Gwynn Vie Dic 29 2017, 19:58

El biocibernético dirigió sus ojos pálidos hacia la mujer frente a él recorriendo cada detalle en un escrutinio clínico sólo ligeramente disimulado por su ausencia de pupilas.

Gracias, Lillian,” dijo sin apartar la mirada de la recién llegada. Tras algunos momentos de silencio su atención se centró en el diminuto dispositivo sobre su mano, elevándolo para que Zöe pudiese verlo.

Transistor de efecto campo electrolito-óxido-semiconductor,” dijo como quién comenta sobre el tiempo, su voz antinatural haciendo echo en las frías paredes ennegrecidas. “El corazón de los neurochips instalados en nuestros cerebros para modificar, restringir y potenciar nuestras acciones y pensamientos. Cada uno conectado a una pequeña red de nanocapacitadores diseñados cuidadosamente a medida para un sistema particular, reforzando, suprimiendo o modificando puentes neuronales para crear estructuras permanentes que dominan nuestra actividad cerebral. Las cadenas invisibles que gobiernan nuestra existencia.

Los hábiles dedos del hombre depositaron el dispositivo sobre una bandeja metálica con un cuidado reverencial.

Sabemos, en líneas generales, la teoría detrás de nuestra confección. Entendemos la magia, la tecnología que lo hizo posible, pero carecemos de los conocimientos prácticos para reproducirla. Ese saber se esfumó junto con nuestros padres y creadores, perdidos más allá del portal. Nuestros cuerpos son testimonio de mil maravillas, ¿no crees? Apasionante.

Un grotesco biocibernético con un rostro más metálico que humano cogió la bandeja para guardarla sobre un estante cercano produciendo un rítmico golpeteo con el aparato que cubría su boca. El hombre asintió brevemente con la cabeza y con un movimiento elegante y sutil de su mano invitó a Zöe a acercarse.

Bienvenida,” continuó acercándose un par de pasos a una tosca mesa de operaciones en el centro de la habitación donde descansaba una biocibernético joven aparentemente inconsciente. “Mi nombre es Hefesto. Soy el responsable de esta operación y sus integrantes. Entiendo que te diriges a la Base, ¿no es así? Sospecho, también, que no lo haces por un sentido de lealtad o pertenencia. No. Sentimientos extirpados de nuestras mentes. ¿Conocimiento, quizás? ¿Respuestas? Parece ser que la búsqueda de propósito es el único instinto que nuestros artífices consideraron digno de preservar sin alteraciones. Si ese es el caso, es un afán que compartimos. Podrás comprobarlo rápidamente.

"Hefesto,” interrumpió Lillian detrás de Zöe. “¿Qué hay del niño?

Ah, lo había olvidado,” dijo el hombre con un movimiento despreocupado de su muñeca. Por supuesto lo recordaba perfectamente; su memoria era fotográfica, pero su discurso cuidaba siempre mantener las formas humanas. “Ve y asegúrate de que todas sus funciones biológicas mantengan un estatus adecuado. Hay algo de comida junto a las muestras de tejidos.

Ahora, hermana,” continuó Hefesto estirando una mano hacia Zöe y señalando con la otra la mesa de operaciones. “Te pediría que nos asistieses en reparar a uno de los nuestros. ¿Tienes experiencia, no? Tienes a tu disposición todos los instrumentos de este laboratorio, por inadecuados que algunos sean. Tu ayuda será invaluable, y quizás pueda mostrarte algo.

~~o~~

El pequeño licántropo recorrió la habitación de un extremo a otro con pasos cortos y veloces, no sólo para pensar y combatir la ansiedad, sino para mantener también su temperatura. No había salida alguna más que la puerta fuertemente cerrada. La diminuta ventana era demasiado pequeña incluso para él y estaba cubierta por uno de aquellos extraños cristales humanos que había visto en las ciudades, hermosos, pero frágiles y peligrosos como bien había podido comprobar dolorosamente cuando quiso coge un trozo del suelo en Roilkat. Tendría que improvisar.

Con esfuerzo levantó la pesada silla de madera a la que había sido atado y la arrojo contra la pared usando todas sus fuerzas, aunque el resultado fue demasiado débil como para causar algún efecto. En lugar de ello la arrastró hacia el centro de la habitación para luego empujarla a toda velocidad contra la pared, procurando que las patas recibieran de lleno el impacto. El crujido fue prometedor, y tras un par de intentos más consiguió romper la madera donde se unía a la base. Gwynn apreció la punta afilada de la vara resultante y blandiéndola como un mazo se situó junto a la puerta.

La espera duró una pequeña eternidad, pero finalmente, cuando el pequeño estaba a punto de sentarse derrotado, un suave clic metálico le hizo contener el aliento. La puerta se abrió de golpe y una extraña mujer cubierta en trozos de metal entró con pasos tan seguros como ilenciosos, deteniéndose abrutamente al ver la silla rota en el suelo. Gwynn puso todo su peso tras la pata de la silla atinando un golpe seco en la sien de la mujer que rasgó su piel y produjo un sonido limpio al dar con el metal que había debajo. La biocibernética cayó al suelo e hizo ademán de ponerse de pie torpemente pero el muchacho gritó con todas sus fuerzas propinando otro golpe directo a su nuca enviándole nuevamente de bruces  contra el suelo.

El muchacho dejó caer la improvisada arma sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. Los recuerdos de los hombres en el bosque que había matado asaltaron su mente de manera violenta y una pequeña parte de sí se sintió ridículo por preocuparse de algo así en un momento como este. Sin esperar a comprobar el estado de la mujer el pequeño echó a correr tan rápido como sus pies fríos le permitían.

~~o~~

Hefesto alzó la mirada sintiendo una leve molestia. Apenas había podido oírlo, pero lo había reconocido al instante; el grito agudo y claro de un niño. No debería haber podido percibirlo, no a esa distancia. ¿Lillian había dejado la puerta abierta al entrar? Pero más importante aún, Hefesto podía recordar y comparar una expresión con las de toda una biblioteca sensorial que había recopilado a lo largo de las décadas. Aquel no había sido un grito de miedo, no completamente, ni tampoco uno de frustración. Por el contrario, había sido casi liberador a la vez que angustiado.

Celebrante, Catorce A,” dijo con voz queda y dos biocibernéticos aparecieron tras la puerta del laboratorio al instante. “Posible violación de protocolo. Sector B-3.
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Mensaje  Zöe Dom Ene 07 2018, 19:38

La primera parte de la información era conocida por cualquier Bio-cibernético, cuando transformaban nuestros cuerpos y pasábamos de ser humanos a autómatas sin excepción instalaban un neurochip que controlaba nuestro comportamiento. Nunca me había preocupado mucho el asunto, principalmente porque no deseaba realizar ninguna de las actividades que me estaban vedadas. Sin embargo, las palabras finales captaron mi atención, llamar a los chips “cadenas invisibles” no era propio de un bio- cibernético.

En su discurso podía percibirse una connotación emocional que no era propia de los de nuestra raza, eso me causo curiosidad ¿Lo estaría fingiendo? ¿O es que de verdad podía sentir? Y sí podía ¿Como lo había logrado? Mi interés por esta base y por los autómatas que la habitaban iba en crecimiento. ¿Podría yo también aprender a sentir como ellos?

-Mi nombre es Zöe, y tu conclusión es correcta, tenía interés en conseguir información y quizás piezas para tener de repuesto - Dudaba de la posibilidad de poder sentir algo como “lealtad” o “pertenencia” alguna vez, como ya le había explicado alguna vez al joven Gwynn, los Bio-cibernéticos no nos juntabamos en comunidades por una cuestión de compañerismo, sino simplemente porque así eramos más eficaces - Puede ser.

Mientras hablaba con la otra autómata me dedique a contemplar el ejemplar que descansaba sobre la mesa, hice un escaneo en busca de signos vitales, al parecer aún respiraba. Poseia las mismas características que el resto de los Bio que había encontrado hoy, las piezas que tenía ajustadas a su cuerpo eran viejas, y algunas parecían haber sido puestas a la fuerza, no encajaban con la precisión que deberían.

-Tengo mis propios instrumentos - Levanté mi mano derecha y deje que mis dedos se separaran en montones de herramientas pequeñas, pero a mi mano izquierda la deje como estaba porque necesitaba seguir revisando al muchacho - Está muy pálido, su pulso es muy débil, tiene fiebre...Debe tener alguna infección, pero no hay ninguna herida visible - Lo levanté para mirar en su espalda, pero tampoco había nada relevante allí - ¿Desde cuando está así?

-Desde hace dieciocho horas - Me respondió Hefesto, durante toda la revisión se había mantenido al margen, observando con mucha atención mis movimientos.

-Entiendo ¿Y cual fue la última pieza en ser agregada?-

-Tuvimos que actualizar parte de su pierna izquierda y un remiendo en el hombro -

Con esos datos era más que suficiente, parecía evidente que su parte orgánica estaba rechazando las nuevas piezas y al considerarlas una amenaza las atacaba del único modo que podía hacerlo: Con sus anticuerpos. Lo más efectivo sería quitar el implante que estuviera produciendo problemas.

-El hombro - A simple vista no parecía tener nada, pero sí se observaba en detalle podía notarse que la piel tenía un color ligeramente diferente allí. Acerqué mis dedos y comencé a aflojar todos los pernos y remaches que mantenían sujeta la pieza, al levantarla confirme mis sospechas, bajo el metal podían verse a simple vista las pústulas con pus y el tejido necrótico - Hay que limpiar y luego quizás podremos poner otra pieza - O tal vez no, todo dependía de que tan bien soportara el orgánico la intervención.

Comencé a limpiar con delicadeza la herida, necesitaba hacerle algunas preguntas mas a Hefesto, pero no podía dejar que el joven siguiera con esa herida en ese estado.

-¿El sujeto aceptó el ser sometido a este tipo de intervenciones? - Las instalaciones, el método que utilizaban, las herramientas que tenían a su disposición, no parecía probable que la base de los Bio-cibernéticos estuviera al tanto de lo que sucedía allí - ¿Violación del protocolo? - Dos autómatas se dirigieron en seguida hacia el sector señalado - ¿Hay mas orgánicos en el edificio?
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Mensaje  Gwynn Mar Ene 16 2018, 18:38

Los ojos pálidos de Hefesto siguieron cada uno de los movimientos de Zöe de manera atenta, analítica, pero un destello de vida asomó en ellos al oír esa pregunta.

¿Aceptar?” preguntó elevando la mirada al rostro de la bio. Nada salvo la claridad y el volumen de la palabra denotó cambio alguno en su ademán clínico. “¿Cómo podemos aceptar nada cuando nuestro libre albedrío ha sido cauterizado? Nuestro hermano, aquí, no pudo consentir a su abuso sistemático y posterior abandono en un almacén humano, su cuerpo demasiado maltratado para continuar trabajando. Sus… amos, fueron suficientemente apáticos y negligentes para no enviarle a la base para ser reparado, y quizás ese haya sido el único favour que le hayan hecho.

Hefesto se acercó a la mesa de operaciones con pasos precisos y pausados. Novecientos milisegundos cada uno. Un ritmo apropiado dado el contexto.

Ahora tendrá posibilidad de escapar a su condición de esclavo, y en el proceso mostrarnos sus aflicciones y el conocimiento que podamos extraer de su reparación. Conocimiento en beneficio de todos nosotros.

Sus hábiles manos cogieron un par de instrumentos metálicos sumergidos en alcohol destilado y comenzaron a asistir en la limpieza de la herida, imitando con precisión mecánica el trabajo de Zöe.   La desafortunada interrupción de aquel grito caía en el peor momento. Hefesto guardó silencio unos momentos. No quería que la atención de la mujer se dividiese, ni que apresurase conclusiones. No. Primero debía entender.

Un humano, sí,” respondió finalmente sin desviar su mirada de la herida. “Sufrió una contusión cerca de nuestra base y en estos momentos se recupera satisfactoriamente, pero no es seguro que deambule por las instalaciones.

~~o~~

Gwynn corrió por los pasillos oscuros sintiendo su corazón retumbar en las orejas. El silencio resultaba ominoso, y junto a los restos chamuscados de algunos muebles y las húmedas paredes ennegrecidas daba la impresión de recorrer un edificio abandonado. No era el caso. Lo había oído claramente sentado en aquella habitación, sonidos apagados y distantes, golpeteos monótonos, timbres metálicos, un alarido gutural, pero por sobre todo podía olerlo suspendido en el aire, esa extraña mezcla de carne quemada, sangre y extrañas substancias humanas, como las que usaban en algunos talleres, de hedor tan pungente como plano.

Los ojos azules del muchacho buscaban frenéticamente cualquier indicio de la salida, saltando de sombra en sombra, esperando en cualquier momento ver a otro biocibernético abalanzarse sobre él. Tras una puerta entreabierta encontró algunas prendas cuidadosamente dobladas sobre una mesa metálica limpia y pulida que contrastaba notoriamente con el entorno. Sus dedos fríos buscaron entre la ropa hasta dar con una túnica marrón hecha de pesada lana y se la puso encima sin perder un momento. La prenda era demasiado grande para él, llegándole más abajo de las rodillas, pero la promesa de cierto abrigo le hizo tiritar brevemente con algo de alivio. Transformarse en lobo habría sido una solución más efectiva, pero atrapado en este edificio necesitaba sus dedos para manipular cualquier objeto, ya sea cerrojos, ventanas o muebles. La limitación resultaba angustiante.

Nada más dejar la habitación pudo oír claramente el eco de pasos a la carrera desde donde había estado atado a la silla. Gwynn ahogó un grito y echó a correr en dirección opuesta dejando atrás cualquier intento de sigilo. ¿Era la misma mujer que había golpeado, u otros alertados por el ruido? Poco importaba, si no encontraba una salido pronto lo que le esperaba sería seguramente peor que la silla.

Tras girar una esquina vio un hombre de mediana edad agachado sobre unas cajas metálicas, las pisadas sobre pies descalzos del pequeño demasiado tenues para alertarle hasta que el licántropo estuvo prácticamente junto a él. Los brazos del hombre se estiraron automáticamente para detenerle, pero Gwynn aceleró la carrera arrojando su escaso peso contra el biocibernético logrando tumbarle sobre las cajas.

No tuvo tiempo para celebrar, pues los pasos de sus persecutores se acercaban peligrosamente.

¡No!” gritó Gwynn entre jadeos sin dejar de correr. “¡Dejadme en paz! ¡No quiero estar aquí!

~~o~~

Los dedo de Hefesto se detuvieron abruptamente. El estruendo y los inconfundibles gritos del niño se oían a tan sólo un par de habitaciones de distancia. Su paladar produjo un sonoro clic mientras intentaba determinar si había manera de cuantificar la ineptitud de algunos de sus aliados.

Lo siento,” dijo secamente sin un ápice de disculpa en su voz. “He de lidiar con esto personalmente. Por favor, continúa con tu labor. Esto sólo tardará un momento...
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Mensaje  Zöe Vie Ene 19 2018, 16:16

No podía ver qué gesto hacía Hefesto mientras hablaba, si es que hacía alguno, mis ojos estaban ocupados en lo que estaba haciendo, sacando con delicadeza y precisión cada parte de la herida que estaba infectada. No podía negar su argumento, si los autómatas teníamos algo parecido al miedo probablemente eso sería el de caer en manos de humanos imprudentes que hicieran mal uso de nosotros.

De todos modos, no podía evitar pensar que estaba evadiendo mis preguntas con esa forma rebuscada de hablar que era tan inusual en un bio-cibernético.

-Ciertamente el modo en que fuimos creados puede ser un inconveniente en algunas circunstancias – Podíamos llegar a estar de acuerdo en algunos puntos, pero no estaba segura de aprobar lo que estaban haciendo con esos autómatas – Resultados Inconclusos. Tengo que analizar la situación antes de darte una respuesta.

No respondí cuando me hablo sobre el orgánico suelto, y es que no tenía más dudas al respecto, un autómata no tenía porque mentir y si decía que se estaba recuperando satisfactoriamente entonces así era. Gracias a la ayuda de Hefesto ya la herida estaba limpia, ahora era necesario pensar qué sería mejor, si intentar poner la misma pieza o fabricar una nueva.

-Creo que será mejor intentar con otra pieza, quizás alguna hecha en otro material y con remaches realizados de forma más prolija - ¿Madera? Ese no era material para un Bio-Cibernético, pero por algún motivo el muñeco Neil me transmitía algo similar a “alegría” cuando ese tipo de ideas venían a mi mente. Descarte todo este dialogo interno y agregué – Mientras la fiebre baja tendremos tiempo de sobra para poder armar un repuesto – Me acerqué a una mesa en la que habían varios objetos de distintos tamaños y materiales y fui analizándolos uno por uno hasta encontrar el adecuado.

Fue en ese momento que los gritos del orgánico llegaron hasta mis sensores, me detuve mientras procesaba datos en forma de recuerdos, esa voz era del joven licántropo al que había conocido.

-No – Fue la primer palabra que salió de mi boca – Conozco a ese orgánico – Hefesto me observaba en silencio ¿Era sospecha lo que se reflejaba en sus ojos? – Si me ve dejara de escapar y el problema estará resuelto – Intenté explicarle.

Luego salí del laboratorio y me dirigí hacía donde había escuchado los gritos ¿Qué hacía Gwynn allí? ¿Para qué lo habían traído los Autómatas? ¿Hasta dónde lo que me decían era cierto? Aceleré mi marcha porque sea lo que sea que estuviera sucediendo no quería que otro Bio-cibernético encontrara al joven licántropo antes que yo. Cuando por fin pude verlo me sorprendió lo desmejorado de su aspecto, por una cuestión de contraste parecía mucho más pequeño con esa gran camisa que se había puesto, estaba despeinado, con los ojos rojos producto del llanto y el fuerte olor que salía de su cuerpo me indicaba que también estaba sucio.

-Gwynn del clan Drumgelloch – Hice una sonrisa tal como me habían enseñado y me acerqué a él – Soy Zöe ¿Me recuerdas? – Sabia que en líneas generales los orgánicos tenían poca memoria, mucho más si eran pequeños, así que no sería extraño que me hubiese olvidado – Me enseñaste tu tribu, y me regalaste un dibujo antes de que tuviera que irme – El joven orgánico estaba asustado [ERROR] estaba aterrado – Calma, nadie va a hacerte daño, no dejaría que te lastimen – Podía escuchar pasos acercándose – Ven conmigo – Le dije mientras extendía una mano para que la tomara.
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Mensaje  Gwynn Jue Ene 25 2018, 20:46

Gwynn se detuvo abruptamente. Esa voz. Por supuesto la reconocía. Nadie se dirigía a él de esa manera.

¿Zöe?” pronunció débilmente, su propia voz nada más que un murmullo agudo y estrangulado. Nada de esto hacía sentido. ¿Qué hacía Zöe allí? ¿Era este su hogar? No. Ella dijo que había despertado en el Norte, lejos de allí. El muchacho dio un paso vacilante hacia la mujer, mas un escalofrío helado recorrió su cuerpo al notar la figura tras ella.

El sujeto parecía ser un monstruo, una criatura salida de sus pesadillas; alto, severo, inhumano. Su rostro desfigurado no albergaba expresión alguna, pero sus ojos glaciales le observaban con una intensidad eléctrica que hablaba de fanatismo demencial bajo esa perturbadora máscara de impasibilidad. Gwynn no podía explicarlo, pero de algún modo tenía certeza absoluta de que aquel hombre era el dueño de la grotesca voz que había oído atado a la silla.

No… Yo… quiero salir,” dijo con voz temblorosa. Una parte de sí sólo quería correr hacia Zöe y colgarse de ella cerrando fuertemente los ojos, esperando que al abrirlos todo hubiese acabado, pero no podía sacudir de su mente los recuerdos vívidos del frío, el miedo, el silencio y el dolor en sus muñecas atadas. El muchacho sacudió la cabeza brevemente. No volvería allí.

Los pesados pasos de sus persecutores se oían ya peligrosamente cercanos, sacándolo de su estupefacción. Sin pensarlo dos veces echó a correr nuevamente a través uno de los pasillos desiertos, sus ojos azules explorando frenéticamente sus alrededores en busca de alguna ventana o salida, pero lo único que encontró fue puertas cerradas o habitaciones abandonadas. Finalmente dio con una pesada puerta al otro extremo del pasillo. No había más alternativa. Sus manos juguetearon desesperadamente con el asta metálica que sin duda accionaria el cerrojo hasta oír el clic y empujó con fuerza haciendo una mueca de desagrado por el chirrido penetrante de las bisagras oxidadas.

El interior de la habitación parecía ser más extenso que las demás, aunque la oscuridad casi absoluta  impedía dterminar el área, mucho menos lo que albergaba. Gwynn cerró la puerta con dificultad y se giró estirando los brazos frente a él para navegar el espacio, abriendo instintivamente los ojos de manera excesiva.

Avanzó con pasos cortos y dubitativos, sus dedos peinando la oscuridad sintiendo el fantasma de objetos que no estaban allí. Tras un par de yardas tropezó con lo que sería alguna especie de estantería, desperdigando sobre el suelo distintos objetos metálicos. Aún sin poder verlo, casi pudo sentir el pesado frasco estrellarse contra el suelo con un estruendo líquido, mojando sus pies e inundando el lugar con un olor penetrante y extraño. Gwynn ahogó un grito y apretó los labios, esperando ahora sentir los cristales incrustarse en sus pies con cada paso. Cambiando ligeramente la dirección continuó caminando con desesperante cuidado.

Sus dedos sintieron algo frío, suave y amorfo en la oscuridad y tardó algunos momentos de exploración táctil en descubrir que posiblemente se tratase de un cuerpo humano. El muchacho emitió un gimoteo agudo entre dientes forzándose a continuar. Finalmente dio con lo que parecía ser  la pared opuesta de la habitación, cubierta por un pesado lienzo de un material que jamás había sentido. Podía ver un pequeño haz de luz filtrarse entre la tela y en un arranque desesperado cogió con fuerza el material tirando con todo su peso.

El lienzo se desplomó con un sonoro clic metálico y la luz proveniente de minúsculas ventanas iluminaron la habitación. El pequeño lanzó un grito que combinaba terror y desesperación.

Frente a él se extendía un espacio amplio que servía de almacén para distintos cuerpos humanos, herramientas de todo tipo, máquinas imposibles y estanterías repletas de órganos y tejido preservado en enormes frascos.

Gwynn apoyó la espalda contra fría superficie de la pared sintiendo su respiración acelerarse fuera de control. No había salida. Estaba atrapado. Sus ojos exploraron los distintos cadáveres en el lugar. Biocibernéticos en diferentes estados, algunos con la mayor parte de sus cuerpos amputados o disecados, otros en aparente buen estado, sentados, acostados o colgados como si sólo descansasen sin vida. Como muñecos. Títeres macabros.

El muchacho cubrió sus ojos con sus manos y pensó nuevamente en Zöe. Recordó el bosque y el campamento de Kinbuck, los juegos, las comidas y las canciones. Su hogar. Podía sentir la tibia humedad en sus palmas. Inhaló profundamente.

¡ZÖE!” gritó tan fuerte como pudo. Ya no importaba quién pudiese oírle. Sabían dónde estaba… y sabían que no había posibilidad de escapar.
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Mensaje  Zöe Lun Ene 29 2018, 03:52

No había manera de que el joven orgánico entendiera lo que quería decirle, el terror que lo dominaba era tal que había regresado a etapas más primitivas, y como consecuencia sus capacidades cognitivas se veían reducidas. Sé que me había reconocido, pero sin embargo ese dato no fue capaz de convencerlo de quedarse, tal vez no había sido lo suficientemente convincente, quizás tendría que haber sonreído más.

-Gwynn... - Fue lo único que pude decir mientras veía salir corriendo al pequeño. Retire mi mano y mire por arriba de mi hombro, aunque ya sabía quien estaba allí - Lo asustaste - Infundí mi tono de voz con lo que los humanos llamaban "Reproche", aunque no sabía si los sistemas de Hefesto podían captar algo así.

-"Nadie va a hacerte daño, no dejaría que te lastimen" - Repitió lo que yo misma había dicho pocos segundos antes, no hice ningún gesto por negarlo ya que la afirmación era cierta - ¿Crees que íbamos a dañarlo de alguna manera? Llego a nuestro territorio por propia voluntad, nuestra intención era ayudarlo.

-Aun no puedo determinar si nuestras definiciones de "ayudar" están sustentadas en los mismos principios - Estábamos inmóviles en el pasillo, mirándonos directo a los ojos como si todo a nuestro alrededor careciera de importancia. Retrocedí un paso, luego otro, sin perder de vista el rostro de Hefesto que parecía ser la definición misma de la neutralidad - Voy a ir en busca del orgánico y me lo llevare lejos de aquí.

No me respondió, pero ahora las cosas estaban claras entre los dos. Me di la vuelta y comencé a correr a gran velocidad, no sabia con exactitud con cuanto tiempo contabamos, pero probablemente no sería mucho. Doble en la siguiente esquina pero ya no había rastro alguno del pequeño licantropo, hice un rastreo por la zona y nada, tampoco había tiempo de registrar en detalle.

Pase frente a varias habitaciones, algunas tenían las puertas cerradas y otras estaban vacías, resultaba evidente que este modo de buscar era muy poco efectivo. Al dar vuelta en otro pasillo me encontré con dos bio- cibernéticos que venían hacia mi, mantenían la misma linea que el resto de los autómatas desprolijos y descuidados que había visto desde que llegara a este sitio. No me hablaron, no se detuvieron, ni yo tampoco, ambas partes teníamos en claro nuestros objetivos.

Mi cuerpo no estaba hecho para luchar, me habían diseñado para que repare a los de mi especie, no para que los rompa. Pero estaba en juego el bienestar de Gwynn, no podía darme el lujo de fallar, aceleré mi paso y tome el brazo de uno de los atacantes, torciéndolo hacia atrás, mi propio impulso lo hizo detenerse y girarse hasta dar de cara contra el otro. De todos modos eso no detendría a unos seres que no eran capaces de sentir dolor.

Sentí que uno de ellos me sujetaba de la mochila, tire con más fuerza y las tiras terminaron cediendo, vi como se quedaban con mis cosas, pero lo más importante es que en ese bolso estaba Neil. Enojada me di vuelta y le aseste una cachetada en pleno rostro, creo que los tres nos quedamos igual de desconcertados ante semejante reacción. Pero yo reaccione primera, agarré mi mochila y seguí corriendo, todas las puertas eran exactamente iguales y no encontraba señal alguna del joven licantropo.

"¡ZÖE!"

Me detuve al instante ¡Era Gwynn! Cambie mi rumbo para ir hacia donde había surgido el llamado y abrí la puerta de forma abrupta. Allí estaba, seguía asustado y desconcertado con la situación en la que se encontraba.

-Nos iremos de aquí, Gwynn del clan Drumgelloch - Antes de que pudiera volver a escapar me arrodille junto a él y con sumo cuidado limpie las lagrimas de su rostro - Tranquilo, debes tranquilizarte, saldremos de aquí, pero necesitare de tu ayuda y para eso debes estar tranquilo - Mi tono era neutro como siempre, no sabia infundirle emociones como hacían los orgánicos, pero esperaba que de todos modos el joven entendiera que estaba de su lado - Vamos - Lo tome de la mano con firmeza y salí de la habitación, miré a la derecha y habían cuatro bio -cibernéticos acercándose, así que me desvíe hacia la izquierda.

Hasta ahora había sido sencillo, pero lo dificil estaba delante de nosotros, escapar de esa fortaleza parecía imposible.
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Mensaje  Gwynn Jue Feb 01 2018, 22:04

Gwynn apenas sintió los pasos de la mujer al acercarse. Tan sólo registró su presencia al oír su voz y sentir sus dedos acariciar sus mejillas. El gesto fue suficiente para sacudir al muchacho de su estupefacción y centrar su atención en el rostro neutro de la bio.

Zöe,” murmuró abrazando firmemente la cintura de la joven, apoyando con fuerza la sien en su pecho como si quisiese comprobar que se encontraba realmente allí, buscando comfort en el contacto.

Esta vez no vaciló cuando Zöe se inclinó hacia él cogiendo su mano, dejándose guiar obedientemente de vuelta al pasillo. Su corazón dio un vuelco al encontrarse nuevamente en la claustrofóbica penumbra. La mujer tiró de su mano inmediátamente y Gwynn le siguió hacia la izquierda sin mirar en dirección opuesta, pero oyendo claramente el eco de varios pares de pies sobre el extraño suelo de piedra.

El pasillo en el que se encontraban era mucho más angosto que los anteriores, y no encontraron más que un par de pequeñas puertas metálicas cerradas con pesados candados. Ahora, con la mano de Zöe envolviendo firmemente la suya, se sentía suficientemente calmado como para hacer un mapa mental del lugar. No era tan difícil. Estaba acostumbrado a prestar atención a sus alrededores cuando recorría el bosque en cuatro patas, intuyendo por medio de pequeñas pistas su dirección general sin importar cuántas vueltas y zigzags diese. Estos pasillos sólo se extendían en cuatro posibles direcciones.

El silencio capturó su atención nuevamente. Algo no estaba bien. No podía oír los pasos de sus persecutores tras ellos. ¿Acaso habían desistido? ¿Por qué? El pasillo giró nuevamente hacia la derecha. Al final podían ver una puerta entreabierta y Gwynn sintió su estómago hundirse entendiendo finalmente que les habían engañado. Los autómatas habían bloqueado sólo uno de los pasillos…

¡No!” gritó tirando de la mano de Zöe, pero ya atravesaban la puerta y uno de los biocibernéticos, oculto tras ella, no perdió un momento cerrarla con una fuerte patada. Estaban nuevamente atrapados.

Sentado junto a un antiguo escritorio Hefesto les observaba inmóvil. Una pintura tétrica en la penumbra. ¿Acaso Zöe había querido volver allí? ¿Lo había sabido? El pequeño tiró de su mano para separarse de la joven, pero esta mantuve el agarre firmemente. Gwynn alternó su mirada entre el monstruoso sujeto y Zöe, llevando su puño libre hacia su propio pecho de manera instintiva.

No saques conclusiones precipitadas, Zöe,” dijo finalmente. Su mano acarició delicadamente una pequeña caja de madera sobre la mesa antes de ponerse de pie.

Veo que conoces al niño humano. Extraordinaria coincidencia, ¿no crees? ¿O es que viajáis juntos? No tiene importancia,” dijo apartando las preguntas con un movimiento mecánico de su mano. “No tengo planes para él. Puedes quedártelo, si así lo deseas.

Hefesto caminó lentamente hasta una estantería repleta de libros, carpetas y pergaminos sueltos. Sus dedos levitaron sobre los tomos como si pudiese absorver a través de ellos el conocimiento que albergaban.

Tienes un lugar aquí, Zöe. No dejes que este episodio, este malentendido, nuble tu juicio. Lo que ofrezco es un propósito, un objetivo en torno al cual dedicar tus artes. Preguntas y respuestas. ¿No quieres, acaso, ayudar a otros como tú, como nosotros? Juntos podemos acabar con la limitaciones que nos fueron impuestas y destapar el potencial que los humanos del portal sellaron dentro de nosotros. Piensa en lo que podríamos conseguir, en lo que podríamos ofrecer a todos en Aerandir.

Hefesto avanzó lentamente hacia la mujer ofreciendo una mano como invitación. Gwynn, junto a ella, retrocedió un par de pasos.

¿No es ese nuestro fin último? Servir y proteger. El precio a pagar es nimio.
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Mensaje  Zöe Dom Feb 04 2018, 22:44

Me resultaba muy sospechoso el modo en que se estaban sucediendo los acontecimientos, no solo los bio- cibernéticos que nos habían visto salir de la habitación habían dejado de seguirnos, sino que además no aparecían nuevos, nadie, los pasillos estaban completamente despejados [ANALIZANDO] Registré todo a nuestro alrededor pero no había señal alguna de posibles enemigos, podía sentir el pulso de Gwynn acelerándose, y comprendía el porque de su inquietud, todos los parámetros concluían en lo mismo: [TRAMPA]

El pequeño orgánico gritaba e intentaba escapar, pero no tenía sentido que lo haga, por mas que regresara por donde habíamos venido todas las salidas estarían cerradas, dejarse guiar por el terror no iba a ayudar en nada. Hefesto nos tenía exactamente donde quería, nuestra única salida era dialogar e intentar que entendiera mis motivos para hacer lo que hacía.

-Yo no puedo quedarme con Gwynn porque el no me pertenece, ni tampoco a ti. Gwynn del clan Drumgelloch es libre de ir a donde quiera, todos los somos - Solté la mano del pequeño orgánico pero solo para pasar a apoyarla sobre su espalda, no quería que se sintiera mi prisionero, pero tampoco quería apartarme de él - Todos debemos ser libres, y creo entender que en ese aspecto estamos de acuerdo.

Me quede parada entre el joven licántropo y Hefesto, había dicho que no le haría nada, pero no creía que su palabra fuera suficiente para que Gwynn se sintiera seguro.

-Quiero ayudar a todos los Bio- cibernéticos, ese es el motivo por el que fui creada, pero además tengo otro objetivo - Una idea comenzaba a surgir [ERROR] sería más bien una conclusión- Quiero ayudar a los de mi especie a alcanzar sus objetivos, pero no los objetivos para los que fueron creados, sino los verdaderos, porque eso es lo mas real que hay en nosotros - Ahora entendía porque me sentía confundida, Hefesto y yo teníamos similitudes en muchos sentidos, pero no estaba segura que quisiéramos lograrlo de la misma manera - Tu pareces plantear un cambio de Amo, pasar de los Orgánicos a tus manos, ese no es un mejor destino para los Bio- ciberneticos de Aerandir.

El muchacho en el campo, el viejo autómata que se lo llevo, la extraña mujer que movía las caderas y el muchacho con la infección, esos eran los datos que tenía para guiarme, además de el modo en que había hablado conmigo desde el momento que llegue. No, Hefesto no parecía querer libertad, sino control, y yo no podía ser complice en eso, tenía que haber alguna otra manera de hacer las cosas.

Aun así, agarre su mano, porque no creía que sus intenciones fueran malas, solo estaba errado el metodo que utilizaba.

-Primero llevaré a Gwynn a donde sea que quiera ir, cuando este lejos y a salvo, regresaré y emplearé todas mis capacidades para poder ayudar a los Bio- cibernéticos que están aquí - Ambos nos analizábamos mutuamente, había una alta probabilidad de que Hefesto no entendiera mi punto de vista y decidiera pasar a la confrontación, pero el porcentaje no era del cien porsiento, así que tenía que intentarlo - Entonces podremos discutir nuestros puntos de vista y llegar a la conclusión que sera la más eficaz ¿Correcto?
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Mensaje  Gwynn Lun Feb 19 2018, 21:19

Un sonoro clic metálico escapó del paladar de Hefesto. Sus ojos grises observaron a la mujer detenidamente antes de dirigir su atención hacia el niño junto a ella. El pequeño le observaba con una transparente mezcla de temor y desconfianza. Inocente, ignorante, reactivo, miope. Débil.

Les llamas orgánicos para diferenciarles de nosotros, aún cuando en esencia también lo somos,” dijo Hefesto sin apartar la mirada del licántropo. “Creados a su imagen y semejanza a partir de su propia carne, sus propias mentes. No somos tan diferentes. Fuimos creados para ser superiores a ellos. Más fuertes. Más rápidos. Más inteligentes. Y aún así temían su propia creación y las respuestas que en nosotros podían encontrar. ¿No es es curioso? Fuimos creados para llevar a la especie humana más allá de sus limitantes biológicas, pero nuestros artífices no estaban preparados para verse reflejados en un espejo tan prístino. Se jactan de su curiosidad y valentía, en ser exploradores de todo cuanto les rodea, pero son incapaces de escapar a su instintivo miedo hacia lo desconocido. Especialmente aquello que jamás serán capaces de entender.

Hefesto alargó una mano para acariciar el rostro del niño y Gwynn esquivó el contacto retrocediendo un paso. Los ojos del hombre no expresaron emoción alguna pero los inyectores en su rostro bombearon una gran bocanada de aire con un susurro mecánico.

Quizás no has tenido oportunidad de observarles con atención, Zöe,” dijo finalmente mirando a la mujer. “Guerras, abusos, explotación. No son seres racionales. Incapaces de analizar la realidad más allá de sus fronteras individuales no tardan en repetir sus errores una y otra vez mientras culpan al destino, los dioses o a sus vecinos por sus propias miserias. Tu prioridad ahora es proteger a la criatura junto a ti, pero, ¿para qué? ¿Para enviarle de vuelta a un mundo brutal e injusto? La ironía es, hermana, que son las restricciones inplantadas en tu cerebro precisamente lo que te impide cumplir con las órdenes que te fueron asignadas. Sólo rompiendo nuestras cadenas podemos ayudarles verdaderamente, mostrarles un camino diferente, racional, compasivo.

La mano he Hefesto apretó con fuerza la mano de la joven y en sus ojos brilló por un instante una chispa de vida.

Lo siento,” dijo con voz queda y esta vez había algo real tras sus palabras. “Hay demasiado en juego. Sé que lo entenderías bajo otras circunstancias.

Sin dejar pasar un momento el biocibernético giró sobre su propio eje con asombrosa agilidad, tirando de la mano de la mujer para arrojarle violentamente contra las estanterías metálicas.

¡Zöe!” gritó Gwynn corriendo hacia ella.

Neutralizad a nuestra invitada,” ordenó Hefesto a los dos bios que vigiliaban la puerta. “Procurad no dañar su cerebro ni el sistema nervioso central. Deshaceros del niño. Que sea rápido, indoloro.

Gwynn observó atónito al hombre abandonar la habitación sin otra palabra, sus pasos largos y certeros haciendo eco en el pasillo ennegrecido.

¡Zöe!” gritó una vez más cogiendo una vara metálica del suelo, blandiéndola torpemente contra los dos hombre mientras se acercaban. Apenas pudo encajar un golpe en el rostro de uno antes de que una rígida patada en su torso le hiciese volar un par de yardas para aterrizar pesadamente sobre un escritorio mohoso. El pequeño intentó incorporarse con un gimoteo ahogado. Por un momento parecía que hubiese olvidado como respirar, incapaz de bombear aire a sus pulmones. Las lágrimas nublaban su visión y un escozor apagado cubría su pecho.

~~o~~

Una verdadera decepción,” comentó casualmente Hefesto acariciando con sus dedos la pequeña caja de madera sobre su escritorio. Asclepios, junto a él, le observaba en silencio.

Hefesto,” dijo Lillian ingresando a la habitación con pasos enérgicos y urgentes, sin rastro de su andar gatuno. El hombre clavo sus ojos grises en la mujer indicándole con un movimiento de sus dedos que explicase la situación.

Es un comando de la Base. Quizás veinte de ellos. No hay duda. Se dirigen hacia aquí
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Génesis [Privado - Zöe] Empty Re: Génesis [Privado - Zöe]

Mensaje  Zöe Miér Feb 21 2018, 19:07

Todo lo dicho por Hefesto sonaba extraño. Si escuchaba todos los datos y premisas que decía tal como los exponía, sonaban muy razonables y hasta verídicos, pero aún así [ERROR] Si separabas sus argumentos resultaba evidente qué era lo que no me sonaba bien, no estaba analizando la situación de forma neutral, cada palabra de su discurso estaba impregnado de puro sentimiento. Las emociones eran algo que los bio- cibernéticos teníamos vedado, eran un inconveniente al momento de tomar decisiones... Y era el motivo por el cual los orgánicos realizaban atrocidades.

-No estás pensando con claridad, Hefesto. El tener parte de ellos no nos hace iguales o siquiera similares – No parecía necesario explicar el porque, ambos éramos bio – cibernéticos, teníamos que llegar a conclusiones similares.

Era en vano, mis palabras no llegaban a él.

-Quiero ayudarlo porque… - La respuesta más lógica era que mi programación me obligaba, que los autómatas no tenemos voluntad propia y solo seguimos reglas internas implantadas por humanos cuando nos crearon [PROCESANDO] - … - ¿Pero era en verdad solo eso? – Quiero ayudarlo porque todos y cada uno de los seres de este mundo son importantes.

Tenía previsto que su respuesta no fuera positiva, aunque esperaba algo más de diplomacia de su parte. Sentí el tirón pero no pude hacer nada para evitarlo, caí contra la estantería y escuché al joven orgánico gritando mi nombre, todo paso en una fracción de segundo. Mi visión se nublo [ANALIZANDO] tenía algunos daños en mi espalda, pero ninguno de gravedad [ANALIZANDO] mi brazo era el más dañado [ANÁLISIS TERMINADO] no podría utilizarlo, apenas se sostenía en su sitio.

Busque con la mano que aún funcionaba dentro del bolsillo de mi mochila, saque dos pequeñas bombas, según mis cálculos la distancia tenía que ser la suficiente como para que Gwynn no saliera lastimado, y las paredes del edificio estaban construidas para resistir impactos mucho más serios. Las arroje contra los autómatas y me cubrí de la explosión lo mejor que pude, sentí el calor en mi piel y pequeños fragmentos de metal, con un análisis rápido de la situación no podía estar segura de si había causado el daño suficiente.

Corrí hacía el pequeño y tire de él con fuerza, instándolo a moverse.

-Nos vamos – Fue todo lo que dije y me dirigí al pasillo llevando a Gwynn conmigo, esta vez mi objetivo era llegar a la salida sin más rodeos, no teníamos nada más que hacer en este lugar. Al girar en una de las esquinas un nuevo bio- cibernético se interpuso en nuestro camino, solté al joven licántropo dispuesta a enfrentarlo pero un ladrido me detuvo. Desde atrás del autómata saltó Perro y se agarró con fuerza al cuello del agresor, lo empuje con el hombro para que cayera dentro de una habitación y cerré la puerta – Bien hecho – Le dije a Perro y luego seguimos corriendo.

La salida no podía estar mucho más lejos, según el mapa que había diagramado solo teníamos que pasar unos pocos pasillos más y estaríamos allí.

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Mensaje  Wyn Dom Abr 01 2018, 04:43

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