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Mensaje  Anastasia Boisson Vie Oct 20 2017, 14:18

*Off: Esta es una trama personal pero de carácter libre. Si alguien quiere unirse puede hacerlo (recomiendo enviar MP para info sobre el tema), las users del tema somos lentas pero fiables, así que el único requisito es no abandonar. Advierto que avanzará despacio dada la reducida cantidad de tiempo disponible (sigo de ausencia). Eso sí, prometo dar la estética “dark” y seria que tanto me caracteriza

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Haytham no era alguien que me inspirara demasiada confianza. Un vampiro con carácter, serio y violento, que había sido convertido en contra de su voluntad por la misma Mortagglia. El hecho de que fuera mi padre biológico no suponía nada, apenas lo había conocido un par de meses atrás. Animal más que hombre, era un chupasangres con quien no me sentía especialmente identificada. Las únicas motivaciones que nos unían eran las ganas de destruir la Hermandad por un lado, y Belladonna Boisson, por el otro.

Y es que mi vida había dado un duro revés en los últimos meses. Decepcionantes, cuanto menos. Mis sensaciones eran similares a cuando alguien descubre que ha dedicado su vida a servir un único propósito propuesto por otras terceras personas. Había destruido la Hermandad. ¿Pero a qué precio? Después de todo, las dos líderes de uno y otro bando, Mortagglia e Isabella, estaban muertas, y creía que Bella había fallecido en los brazos de Haytham, pero lejos de ello, había conseguido reponerse de la durísima batalla en Sacrestic. Si hoy yo misma estaba viva era, sin duda, gracias a ella. Una parte de mí se alegraba de su supervivencia, pero no podía quitarme de la cabeza la imagen de la puñalada por la espalda a Isabella. Por mucho que estuviera bajo el control de Mortagglia. Tenía muchas cosas que aclarar allí. Debía reencontrarme con ella. A pesar de saber que Haytham buscaba también algo.

-El sanatorio Vulwulf. – Allí estaba. A las puertas de aquel centro de dos pisos. Enrollando cuidadosamente la carta en la que Haytham me revelaba que Belladonna estaba en aquel centro. El vampiro, como toda mi familia, no reveló todas sus cartas. Buscaba algo, estaba claro, pero yo también tenía mis propios intereses.

Bajo una capucha que me cubría el rostro en aquella lluviosa noche, entré seria por la puerta del hospital. Quedé ensimismada en mis pensamientos. Mirando muy por encima a los presentes, sentados en una fila de sillas a mi izquierda. Y delante, un mostrador. Parecía como si hubiese entrado la mismísima reencarnación del terror. Tampoco me extrañó la rareza con la que me miraban aquellas enfermeras y visitantes, mi carácter se había avinagrado durante los últimos tiempos, más que de costumbre. Además, la manera en la que acabé con Vander, el vampiro que propagaba la peste por Sandorái, me había servido para darme cuenta de que yo era ahora a los chupasangres, lo que Mortagglia a los cazadores. Alguien a quien temer y mejor no molestar.

-Buenas noches, señorita. – saludó una joven enfermera, improvisada recepcionista. Me había quedado unos segundos pensativa a la puerta sin moverme. Que una mujer seria, alta y sofisticadamente armada como iba se quedara así ensimismada era algo que perfectamente podía asustar. Sólo la angelical voz de la humana me hizo despertar. - ¿La… La puedo ayudar en algo, milady? – preguntó ligeramente nerviosa. Me quité la capucha y me acerqué al mostrador, retiré los guantes guardándolos en el bolso y apoyé mis manos en la encimera de mármol.
-Oh, claro. - giré la cabeza un par de veces, saliendo de mi aturdimiento. - Vengo a realizar una visita a una paciente. – respondí seria, mirándola a los ojos. La mujer sacó un cuaderno de notas y me sonrió, esperando a que dijera el ansiado nombre. – Belladonna Boisson y di Miraclo. - La humana suspiró, mostrando un deje de fastidio y comenzó a ojear en sus archivos.
-¿La bruja? – preguntó cuando llegó a la ficha. – Esa paciente ingresó hace semanas, pero aún no se encuentra apta para visitas. – por supuesto que no. - ¿Con quién tengo el gusto de hablar? – preguntó.
-Con su sobrina. – Me crucé de brazos, resoplando. Me negaba a admitir que Bella era mi madre, no podía hacerle ese gesto feo a Isabella. – Anastasia Boisson. - La enfermera sonrió ligeramente.
-Verá, la paciente se encuentra estable de salud, pero presenta comportamientos violentos con enfermeros y compañeras de habitación. – indicó con un cierto revés, como si me estuviera diciendo algo que no supiera. – La hemos tenido que sedar, colocarle inhibidores de magia y por último trasladarla a la unidad de psiquiatría. – algo lógico y perfectamente entendible.
-Estupendo. – concluí mirando los carteles para saber a dónde me tenía que dirigir ahora.
-Pero señorita, no puede entrar a psi… - y salió tras el mostrador para tomarme del brazo.

El contacto físico. Odiaba el contacto físico. Clavé mi mirada en la de la pequeña mujer de ojos castaños. Mirándola seria. Se había aferrado a mi brazo, pero lejos de tratar de detenerme ahora me miraba con las pupilas brillantes, ojos que reflejaban temor.

-No me toques. – le susurré muy bajo, en una ahogada voz. – ¿Quieres, guapa? – Insistí. Y, entonces, liberó su presión sobre mi antebrazo. Sonreí con conformidad. Me di cuenta de que el resto de visitantes estaban observándonos con atención. Otra vez me había dejado llevar por mi desidia de los últimos tiempos. Lo cual no terminaba de convencer del todo. Resoplé tratando de calmarme y me dediqué a hablarle con normalidad. – Bien, ¿podrías decirme a quién me tengo que dirigir? – pregunté en mi tono serio, aunque más normal. La enfermera, aún asustada, se recogió el pelo por detrás de la oreja y tragó saliva.
-Necesita la aprobación de un médico. – apuntilló.


Última edición por Huracán el Jue Mayo 03 2018, 20:30, editado 2 veces
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Mensaje  Mina Harker Vie Oct 20 2017, 16:09

Vulwulfar, al norte de Lunargenta, no estaba mejor que la capital humana. Y olía intensamente a pescado. Era una ciudad más pequeña, pero no por eso menos pintoresca, ya que era una ciudad donde convivían humanos y elfos por igual, la población de seres bestia también era grande, y asumía que, por su buen clima y su movida actividad pesquera, las demás razas vivían allí, llegando de todos los rincones de Aerandir.

O eso le habían dicho. La enfermedad había mermado la población, por lo que apenas había hombres que pudieran salir a pescar. Pero la brisa marina, constante y fresca, dispersaba la peste en el aire y por eso, aunque las pérdidas de vidas fue grande, afectó menor cantidad de población que en otros lugares. Eso atrajo a Mina, y el hecho de que allí seguramente encontraría algún barco que la llevara de vuelta a Beltrexus.

Aquella noche, la ilusionista paseaba por las calles de la ciudad. Hacía un par de días que estaba allí y disfrutaba de salir a caminar. Extrañamente ese permanente aromilla a pescado le había gustado. Gustaba de ver la arquitectura de las casas y la forma en que estaban construidas, con estilos élficos fusionados a los humanos. Tenía una rica actividad nocturna, así que aprovechaba de admirar la belleza de los elfos pescadores que finalizaban la dura jornada en las tabernas y tascas. Recios hombres de mar: la debilidad, el pecado culpable de Wilhelmina Harker.

Al girar por una esquina, vio una figura encapuchada de pie frente a la entrada del antiguo sanatorio Vulwulf [conocido por su exquisita arquitectura y acabados, además de sus amplios patios; dato curioso del día]. La persona se tomó un par de minutos en entrar. Normalmente, Mina hubiese seguido su camino, pero, por algún extraño motivo, decidió seguirla dentro. Esa extraña curiosidad que te obliga a meterte donde no te han llamado. Una vez frente a la recepción, la persona reveló su rostro, el cual la ilusionista reconoció de inmediato. Era, nada más y nada menos, que Anastasia Boisson.

Lo más rápido que pudo, sin lucir sospechosa, se acercó para escuchar lo que decían. Iba a ver a alguien. ¿Cuán chismosa puede llegar a ser una persona? Parece que eso no tiene límite. Una vez Anastasia entró, Mina la siguió -Vengo con ella- indicó a la enfermera -Soy su hermana- dijo, improvisando. La mujer la miró extrañada, pero el gesto altivo de Mina la convenció. -Deberían cambiar los protocolos de seguridad de este lugar- pensó la ilusionista, apretando el paso para alcanzar a Anastasia.

La mujer caminaba bastante rápido, ya le llevaba una buena ventaja. Mina casi tuvo que correr, pegada a la pared, para alcanzar a la bruja de aire, lo suficientemente cerca como para espiarla.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Vie Oct 20 2017, 19:12

¿Cúal era el límite de dolor que un hombre podía aguantar antes de quebrarse? ¿Qué les llevaba antes al abismo de la locura, el cuerpo o la mente? ¿Qué era lo peor que nadie podía desearle a un semejante?...Preguntas teñidas de oscuridad todas ellas. Y sin embargo todas podían recibir respuesta en un mismo lugar, un lugar que recibía el quizá demasiado optimista título de "sanatorio" Vulwulf, situado en la ciudad quizá demasiado presuntuosamente apodada "ciudad de elfos y humanos".

Un lugar así era muy distinto al hospital de Lunargenta, y a cualquiera de hecho por mucho que parecieran conceptos altamente vinculados. No acudías a él en busca de tratamiento por un corte, una infección, una intoxicación por comer lo que no debías o ante la cercanía y la aparición de complicaciones de un parto...No, allí pocos iban por su propio pié a buscar ayuda, pues su fama era de sobra conocida, si no que era una ayuda impuesta. Prácticamente una prisión para locos, dementes y desquiciados, un lugar donde mantenerlos a buen recaudo y lejos de la gente "normal". La mayoría de aquellos que se veían obligados a ingresar en el sanatorio no volvían a salir nunca de entre aquellas paredes, para alivio de quien les llevó hasta allí, seguramente tratando de lavar su conciencia con el pretexto de "haberlo hecho por su bien".

-Sencillamente cargas demasiado pesadas y molestas...- Reflexionó la joven peliblanca absorta en sus pensamientos y con la mirada perdida hacia la puerta de la celda de barrotes que tenía justo delante. Parecía no darse cuenta de que había comenzado a pensar en voz alta.

-Disculpe. ¿Ha dicho algo? No la he escuchado me temo.- Intervino entonces una voz algo aguda y molesta sacándola de sus pensamientos y devolviéndola a la realidad incluso sin la necesidad de insistir preguntando lo mismo una segunda vez de forma groseramente seguida, que fue exactamente lo que ocurrió.

-No, nada Tábita. Solo pensaba en voz alta.- Respondió la elfa evitando recordarle por enésima vez lo molesto que le resultaba esa manía suya de preguntar de manera seguida sin darle tiempo siquiera a responder. Si al menos su voz no sonara como la de una rata encerrada en un cubo de metal puesto al fuego...-Anota para el informe que el paciente 00207 presenta una clara mejoría en las heridas de brazos y cuello, autoinfligidas. Y que la nueva poción sedante por fin funciona con él...Aunque necesita una dosis completa de la fórmula concentrada, lo cual es sorprendente. Esta cantidad sería suficiente para tumbar a un caballo...Eso último no lo pongas.- Dictó la sacerdotisa a sabiendas de que su ayudante no necesitaría que le repitiera nada de lo que había dicho por muy deprisa que lo dijera. Y es que si aguantaba su chillona voz era por algo. Era muy eficiente como ayudante.

-Estos resultados alegrarán al doctor Galen. 00207 era intratable, hasta que llegaste. Llevábamos intentando cubrir la vacante de maestro alquimista desde hace años...y con lo de la plaga...Deberías pensar en quedarte con el puesto de manera permanente.- Sugirió la joven humana de cabello rojizo corto. Y ahí estaba de nuevo la voz...¿Cómo no podía darse cuenta de lo molesta que resultaba?

-Tengo mis motivos para estar aquí, pero sólo como parte de mi propia investigación. -Explicó haciendo un esfuerzo para evitar que lo primero que saliera de sus labios fuera un "cállate". -El doctor Galen estuvo de acuerdo y sabe que tengo un acuerdo con el hospital de Lunargenta. No podría quedarme ni aunque quisiera.- Que no quería. Sencillamente aquel lugar contaba con un gran  pabellón de enfermos afectados por maldiciones, quizá uno de los mayores de Aerandir. Estudiando sus informes e historiales y tratando a sus pacientes había aprendido más sobre maldiciones en un par de semanas que en todo su improductivo viaje en pos de encontrarse con el guardián del este, portador de la legendaria capa blanca. Y es que si dichos pacientes estaban allí era porque las maldiciones no habían sido ninguna tontería precisamente, sino de la magnitud suficiente como para llevarse sus corduras antes que sus vidas.

-Una lástima. Bueno 00207 era el último. Iré a transcribir los informes y prepararlo todo para mañana. Buenas noches doctora.- Se despidió con cierto tono de tristeza la joven separándose de la elfa y dejando que ésta continuara sola desde el ala de internos con tendencias autodestructivas hasta la zona de recepción, nexo de unión de la mayoría de zonas del sanatorio.

-Y pensar que su voz sólo es tolerable cuando está triste...Me pregunto si no será una especie de maldición no diagnosticada...-Comentó para sí misma la elfa sin dejar de caminar. Pensando acto seguido en si debía irse a su habitación y repasar algunas notas o si ir primero al pabellón de maldecidos.

-Oh, hola Níniel.- La saludó la enfermera que ocupaba la recepción a aquellas horas con cierto aire de desasosiego en cuanto la vió aparecer por una puerta y bajar las escaleras que conducían desde la recepción a la segunda planta. Parecía como si acabara de presenciar algo que la hubiese alterado sobremanera. Quizá un paciente agresivo, o un familiar incapaz de encajar malas noticias.

-¿Todo bien?.- Preguntó con cierta desgana la sacerdotisa mientras rellenaba su hoja de turno, esperando sinceramente que la chica sencillamente se colocara bien el pelo y respondiera que no era nada de lo que tuviera que preocuparse...Pero por desgracia esa no fue su respuesta.

-Dos...dos mujeres raras. Una con cara de haber pisado una mierda de caballo hasta la rodilla y muy malos modos y...Su hermana. Se han colado. Se puso hasta agresiva y yo...- Dijo nerviosa, aunque a esas alturas seguramente ya más por el hecho de que sabía de sobra que se suponía que no debía dejar que nadie pasara sin permiso y podría estar en un lío al contárselo a una doctora, aunque fuese aquella médico temporal - alquimista que las enfermeras elfas preferían evitar aún siendo una de las suyas.

-¿Cuándo ha sido eso? ¿Ahora mismo? ¿Por dónde han ido?- Preguntó la peliblanca dejando sus papeles sobre la mesa y urgiendo una respuesta de su interlocutora con su mirada.

-Sí, sí...deben de estar aún en el pasillo...Por ahí. ¿No irás a..?-

-Avisa a los guardias, diles que van a tener que venir a recoger un par de bultos del pasillo del ala de despachos.- Fueron las palabras de Níniel mientras se lanzaba a toda prisa en persecución de aquellas dos intrusas con una leve media sonrisa en los labios de la que seguramente no era ni consciente.

-!Eh! !Vosotras dos!- Gritaría por el pasillo incluso antes de ver a ninguna de ellas. -Venid aquí ahora mismo.-
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar Oct 24 2017, 14:21

Todo el personal del hospital salía de las habitaciones en las que atendían enfermos para ver todo el revuelo que se había formado en torno no solo a mi figura, sino también al de otra joven mujer que había asegurado venir conmigo y para colmo ser… - ¿Mi hermana? – alcé las cejas, incrédula, al escuchar de rebote aquello. Aunque viendo la de vueltas que había dado mi vida en los últimos meses tampoco me sorprendería a estas alturas el tener también una hermanastra perdida por el mundo.

Frené algo el paso para que me alcanzara y, cuando lo hizo, me giré, la tomé del brazo y la retuve contra la pared, mirándola con desafío. - ¿Tú de qué vas? ¿Cómo que eres mi hermana? – pregunté sin nada de gracia. Enfadada. Examinando sus rasgos. – Mira, chica, no te hagas la graciosa conmigo si no quieres que te… - Pero como si una luz me hubiese iluminado, detuve la amenaza al recordar de algo su rostro. Sí, aquella joven me sonaba de algo, juraría haberla visto por Beltrexus y, además, podía sentir un flujo de maná en su interior. – Espera, ¡tú estudiaste en el Hekshold! – exclamé aún con mala cara. - ¿Ibas un curso por debajo, no? – la recordaba de vista. Quizás incluso hubiésemos ido juntas a alguna clase, pero nunca me había relacionado con nadie como alma antisocial que era. - ¿Harper? ¿Hanger? ¿Sí? – me empecé a hacer la lengua un lío. Quizás la estuviese confundiendo. - Me da igual. ¿A qué viene la tontería de hacerte pasar por mi hermana? ¿Eres consciente acaso de a quién vengo a visitar? – seguro que no. Y mucho menos que Bella se trataba de una psicópata asesina.

No solté su brazo mientras aguardaba alguna respuesta. No era el mejor lugar para cálidas presentaciones. Y menos con algún enfermero o médico pisándonos los talones. Sólo solté su extremidad cuando escuché precisamente a una mujer bramar, exigiendo que nos detuviéramos.

Miré hacia el fondo del pasillo, una elfa alta avanzaba a buen ritmo hacia nosotros. ¡Qué diablos! Aquel rostro también me sonaba… - ¿Níniel? – le devolví una mirada de incredulidad. La elfa parecía enfadada. Mostraba un carácter más rudo del habitual para la casi siempre delicada rubia. – Cuánto tiempo que no te veía… - Más que con agrado o sorpresa, lo dije con aborrecimiento, cruzándome de brazos. En teoría, yo estaba muerta, y no quería que la gente que conocía me viera. Menos aún Níniel, compañera de la Logia de la cabeza-hueca de Rachel Roche, un buen medio para que su hermano Jules y los demás cazadores supiesen de mi existencia. Aún así, me alegraba que estuviera bien, pues no la había visto desde días después de enfrentarnos al retrato de Bella y a Mortagglia en la antigua mansión de mi familia, junto a Vincent, Yennefer y Cassandra Harrowmont. Mucho había llovido desde entonces.

Desde mi completa ignorancia en temas sanitarios me empecé a plantear cómo había acabado alguien como Níniel allí. De poderosa sacerdotisa de Sandorái, a dar papillas a ancianitos delirantes y mentalmente inestables. Aunque a priori su presencia podría parecer un inconveniente, la cuestión es que quizás la presencia de una “amiga” allí no fuera tan mala como creía. Era momento de dar explicaciones y aprovecharme de ello. Y máxime ahora que la enfermera de la recepción había llegado hasta aquel pasillo del sanatorio tras la sacerdotisa para echar más leña al fuego.

-¡Son ellas dos, Níniel! – exclamó aquel incordio humano, señalándonos. Yo sonreía tímidamente. - ¡Quieren colarse sin autorización para ir a ver a la número 00281! – ignorando a esta incompetente enfermera, miré a la elfa.
-No quiero colarme, como tú misma dices sólo vine a hacer una visita. – dije muy seca y luego miré a Níniel. - ¿Sabes que ese número que acaba de pronunciar es el de Belladonna? – le pregunté a la elfa. Ella ya la conocía. – No sé qué clase de chalados tenéis aquí, pero seguro que ninguno como ella.
-¡Las normas dictan que nadie puede visitar a los enfermos del ala D! Son los más peligrosos y adem… - Maldita humana, ¿por qué no se callaba? Cada vez estaba más aborrecida de oírla.
-¿Tú me has visto a mí, chica? – interrumpí, girando la cabeza con desprecio hacia la pesada humana. - ¿Crees que son más peligrosos que yo? - me señalé toda la vestimenta y armamento de cazadora de vampiros. Mi prepotencia había aumentado mucho después de matar a Mortagglia. Se me había subido a la cabeza de manera desorbitada

Justo en el momento que terminé de formular la pregunta apareció el personal de seguridad del hospital. Formado como no, por dos mastodontes. Prototipo de descerebrados con mucha fuerza.

-Nos has hecho llamar, Níniel. ¿Cuáles son los bultos que hay que echar? – preguntó un mastodonte que llegó al pasillo. Demasiada gente en un espacio tan reducido.
-Cht, cht, cht, cht. – rechisté múltiples veces, con la lengua sobre el paladar, cruzada de brazos y haciendo negaciones con la cabeza. - No me los irás a echar encima, ¿verdad? – sonreí señalándolos ligeramente con una mano y agitando la cabeza. – Venga, Nín, eres muy inteligente y ya me conoces. Sabes que no me voy a rendir. No tiene sentido alertar y movilizar un hospital entero cuando algo se puede solucionar por las buenas. –Aunque seguía enfadada, sonreí por primera vez. - Sólo llévame con Bella. Tengo asuntos personales que tratar. – comenté con cierta ironía. Lo cierto es que cada vez me parecía más a Isabella hablando.

Miré a la bruja que decía ser mi hermana, a ver si decía algo inteligente o se posicionaba a mi favor. Ahora le tocaba mover ficha a alguna de ellas, especialmente a la elfa. A pesar de que sentía "algo raro" en ella, no perdí un atisbo de la sonrisa durante todo este momento. Estaba disfrutando.
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Mensaje  Mina Harker Dom Oct 29 2017, 05:18

Ella era una con las sombras. Las sombras la recibían como una más. Ella era la sombra. ¡Oh sí! Dominaba las sombras mejor que una vampiresa, ni el tal Bio dominaba las sombras como ella... hasta que... -¿Tú de qué vas? ¿Cómo que eres mi hermana?- le dijo Anastasia, apretándola contra la pared, casi levantándola. ¡Quién la viera! Muchacha más fuerte...

-Harker- dijo con firmeza, tomando la mano de la morena en un reflejo para que la soltara -Wilhelmina Harker. Y tomamos Hipnosis Avanzada juntas... yo estaba en tercer año y tú en quinto... hmmm... ¿me puedes soltar?- le dijo apretando un poco la mano de la alta Anastasia; le sacaba una cabeza, pero eso no amedrentaría a Mina. -Mira.. pues... qué te digo... ver a Anastasia Boisson entrar en un sanatorio despierta la curiosidad de cualquiera, ¿no crees?- le dijo. Huracán, como la llamaban, no la soltaba, la miraba fijo, con severidad. Mina trató de mantener una expresión jovial, pero se le estaba colmando la paciencia y ya tenía la mano de la mujer bien sujeta, podía efectuar una llave que la doblegaría en tres movimientos.

No tuvo que hacerlo, Huracán la soltó cuando la voz de una mujer venía corriendo hacia ellas, exigiendo que se detuvieran. Mina guardó silencio y, disimuladamente, se ubicó detrás de Huracán, quién se encargó de la conversación, aunque no de la manera más diplomática posible, al gusto de ella. En su lugar, hubiese sido un poco más humilde, se hubiese deshecho en disculpas y dado alguna excusa por su comportamiento, buscando una forma de que la dejaran ir a ver a la persona que buscaba. Los métodos confrontacionales de Huracán... no le parecían los más adecuados para la situación en la que estaban. Vamos, si los enfrentaba, tendría que derrotar a todo el personal del sanatorio para poder llegar hasta el paciente 00281.

Luego, dos cosas completamente inesperadas pasaron: Huracán conocía a la doctora que se les había acercado y que la paciente que quería ver se llamaba Belladona. ¿Sería Belladona Boisson? La gente habla, los rumores corren, en realidad, ninguna historia queda guardada por mucho tiempo en Beltrexus, el pasatiempo favorito de todos era hablar de la vida de los demás. Ay, por el amor a Heck Hartem, ¿cómo no iba a querer llegar hasta el fondo de todo esto? ¡La curiosidad la mataba!

Mina tenía que ayudar a Huracán para poder saciar su curiosidad, así que salió de detrás de ella, hecha un mar de sonrisas -Doctora, vamos, por favor... calmémonos, no venimos a armar un alboroto, no lo arme usted...- dijo, en tono afable -Solo resolver unos temas personales, nada más. Tomará poco tiempo y, ambas podemos apañarnos bien si se descontrola la paciente- siguió, buscando las palabras que mejor se ajustaran a la situación -Pero si nos ayuda, todo será más fácil, rápido y sin desastres, ¿no lo cree?- finalizó, luciendo lo más adorable posible.

Al terminar su intervención, lanzó una mirada de reojo a Anastasia para asegurarse de que estuviera mirando. Estaba de su lado, aunque no supiera en el problema en que se estaba metiendo.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Miér Nov 01 2017, 19:27

Tal y como había pronosticado la enfermera el par de intrusas no había avanzado mucho. No era tan sencillo orientarse por aquel lugar sin conocerlo, sin duda debido a que había sufrido a lo largo de los años más de una ampliación y reforma que había hecho que el acceso a algunos de los pabellones más distantes y restringidos fuera algo "enrevesado". No obstante, seguramente más que su laberíntica estructura, en aquella ocasión su escaso avance tenía mucho más que ver el hecho de que ambas hermanas parecían haberse enzarzado a pocos metros de la entrada en una acalorada discusión, terminado una de ellas contra la pared siendo "fraternalmente" agarrada por el brazo por la segunda.

Escuchar su nombre de boca de la "hermana dominante" causó en la peliblanca cierto atisbo de curiosidad, instándola a fijar su vista de elfa en aquella mujer con atención. Algo que hasta ese momento ni siquiera se había molestado en hacer pensando que no serían más que unas ladronas en busca de las caras y potentes pociones del sanatorio. El rostro que le devolvió la mirada sin embargo fue toda una sorpresa. Parecía que en aquel lugar, entre otros sucesos extraños, los muertos se alzaban para caminar una vez más entre los vivos, y por su cara, lo hacían de muy mal humor.

-Huracán...Parece ser que los rumores sobre tu muerte eran exagerados. Debí suponer que eras demasiado cabezona como para dejar que te mataran.- Fueron las palabras de la peliblanca recordando que había lamentado profundamente las noticias de su fallecimiento. Aunque al verla vivita y coleando ante sus ojos era evidente que eran falsas y que sin duda habría una explicación para todo ello. Al fin y al cabo a su familia siempre le habían gustado esos "juegos" e intrigas. -Me alegro por ello.- Terminó de decir la joven con tono neutro, sin rastro de melódico tono de voz. -¿Qué haces aquí? Esta zona está restringida a pacientes y al personal del sanatorio. -Informó clavando su mirada en la hermana, la cual no es que compartiese sus rasgos precisamente, claro que conociendo las idas y venidas de los Boisson bien podría ser ciertamente su hermana, hermanastra, hermana-vampira, hermana-mágica-homúnculo o a saber. Con ellos las cosas nunca eran fáciles, ni lo que parecían.

En ese momento la enfermera de la recepción apareció señalándole a la joven lo evidente. Que aquellas dos eran las intrusas. Aunque aportó una información que antes no había comunicado y que respondía en parte a la pregunta de la sacerdotisa sobre los motivos de la cazadora de vampiros para estar allí y haberse colado. Así que 00281...Uno de los casos del ala D, los peores y más difíciles, dados por perdidos en su mayoría y simplemente mantenidos en severo confinamiento. Usados como mucho como sujetos de prueba de medicinas y prácticas experimentales.

-Belladona...- Murmuró la elfa recordando lo que sabía de ella. Preguntándose cómo alguien así había acabado allí aunque sin cuestionarse que sin duda era el tipo de persona que merecía estar en el pabellón D. Parecía que habían sucedido muchas cosas desde la última vez que elfa y bruja se habían visto.

-Ummm.- Murmuró pensativa la joven ante la aparición de los fornidos guardias del sanatorio, mirándolos de manera evaluativa por unos segundos antes de responder a su pregunta y a la petición de la cazadora, secundada por su hermana. -Sí, son ellas, aunque como pueden ver caballeros, aún no las he convertido en bultos.- Fueron sus crípticas palabras, las cuales hicieron que ambos mastodontes, que evidentemente no destacaban por su rapidez de mente, se miraran entre sí y permanecieran a la espera. Al menos hasta ahí llegaban, lo cual era más de lo que podría decirse de muchos humanos.

-Te crees muy dura Huracán, y tu hermana también. Si es que es tu hermana. Este lugar es enorme, hay decenas de guardias y hay un par de docenas de elfos también...Por no mencionar que con una sola palabra toda la guardia de la ciudad estaría aquí. Digamos que a mucha gente importante no le gustaría que ningún interno se escapara...- Dijo esbozando una media sonrisa que denotaba que en su tiempo allí había aprendido mucho de aquel lugar. -Deberías pararte a pensar las cosas antes de ponerte a proferir amenazas y a lanzarte como un Ograrck.- Sentenció. Y eso que ni siquiera se había incluido en la enumeración de defensas con las que contaba aquel lugar, a pesar de que gracias a su aura oscura se sentía más que capaz de vencer a aquellas dos por si misma, con una mano a la espalda. -No es un sermón, es un consejo.- Añadió quedando de nuevo unos instantes pensativa.

-¿Asuntos personales ¿no? Bien, os daré permiso para ir a visitar a 00281, pero yo iré con vosotras y no es discutible. Es eso o comprobar contra cuantos guardias podéis resistir. Y en prisión no son muy caballerosos con las jóvenes como podéis imaginar.- Fue la decisión de la peliblanca que despidió con un gesto a aquellos colosos y a la enfermera, instándoles a que se ocuparan de que todo el mundo volviera a lo suyo. Estaba convencida de que sus interlocutoras aceptarían sus condiciones.

-Bien, seguidme. Es por aquí.- Indicaría acto seguido tomando la delantera y comenzando a guiarlas por el lugar. Tomando un giro tras otro con la soltura de quien ha recorrido ese camino muchas veces.

Y así era. El ala D además de a los pacientes más peligrosos y casos perdidos, era el pabellón de las maldiciones más severas y crueles. Su principal zona de estudio. Pensar que había estado tan cerca de Belladona sin saberlo...Pensar la gran oportunidad que suponía tratarla, observando la interacción con un familiar tan cercano... Pocos familiares querían tener nada que ver con los pacientes que allí languidecían.

Conforme se acercaban al ala D los pasillos fueron tornándose más estrechos y peor iluminados, como si respondieran a la ominosa sensación de pesadez que impregnaba todo el lugar. Casi como si el miedo, la locura y el sufrimiento se tornaran de algún modo tangibles conforme avanzaban. Gritos y alaridos podían escucharse cada cierto tiempo y unas puertas metálicas que no permitían ver qué había al otro lado salpicaban el pasillo, a veces siendo golpeadas por alguien desde el otro lado en respuesta a su paso delante de las mismas. Era un lugar digno de una pesadilla.

-Aquí es. Ala D.- Señaló la peliblanca que había conjurado un orbe de luz para ver mejor durante el camino, elevándolo hasta el letrero que confirmaba que efectivamente habían llegado. Ante ellas unas escaleras descendentes y tras ellas unas gruesas puertas de metal que Níniel golpeó hasta que un pequeña trampilla se abrió y los ojos de un hombre aparecieron mirándolas con curiosidad. -Soy yo, y ellas vienen conmigo. Indespensables para una nueva prueba de tratamiento.- Le dijo a aquel sujeto que volvió a mirar a ambas brujas, luego cerró la trampilla y comenzó aparentemente a retirar un gran número de cierres de seguridad de la puerta que finalmente se abrió para ellas.

-Ya conoces las normas. Las armas se quedan aquí.- Dijo el guardia señalando un cofre pegado a la una pared de una pequeña sala metálica. -Eh, debería...cachearos para confirmar...- Añadió recibiendo una furibunda mirada por parte de Níniel que le hizo retroceder dos pasos a pesar de su gran tamaño cercano a los dos metros. - Solo bromeaba elfa...Ya me contaron lo que le hiciste a Randalf...-

-No los detalles si te quedan ganas de bromear sobre ello.- Respondió la joven esbozando una sonrisa de medio lado. Esperando a que Huracán y su compañera dejaran las armas delante de una segunda puerta opuesta a la primera. Las dos únicas que tenía aquella pequeña sala, salvo que aquella, tenía los cierres de seguridad de ese lado. La primera estaba ideada para que nada entrara, aquella, para que nada saliese.
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Mensaje  Anastasia Boisson Vie Nov 03 2017, 16:25

La conversación se estaba acalorando quizás más de lo deseado. Níniel parecía más seria y extraña de lo habitual. Había perdido ese tono angelical que tanto la caracterizaba. Sentía como si algo fuese extraño en ella. A saber qué penurias habían pasado en el casi año que no nos habíamos visto. Igual que yo cambié, ella pudo hacerlo también.

Pronto, Wilhemina intervino de manera más diplomática que yo. Pedía lo mismo que yo pero de manera más educada, pero… ¿ir a ver a Belladonna? ¿Ella? ¿Quién le había dado vela en aquel entierro? Trataba de confundir a Níniel y al personal a saber para qué fines. Ya en clase de lo poco que recordaba de ella es que era algo rarita.

-Wilhemina no es mi hermana. – interrumpí el comentario de Níniel mientras ella seguía hablando, mirando los ojos de Mina sin sonreír y con dejadez. Quería que aquello, al menos, quedara claro.

¿Y qué venía después? Un rapapolvos disfrazado de una clase de moralidad acerca de lo bien que uno se lo pasa en las cárceles. La escuché esbozando media sonrisa y mirando a veces hacia otro lado para devolver la vista de nuevo a la elfa. Sin duda Níniel me subestimaba. O quien sabe, quizás fuese yo la que me sobrestimaba por aquella entonces. En cualquier caso, decidí guardar silencio. No era mujer de muchas palabras. Y bien que hice.

Finalmente, la sacerdotisa aceptó llevarnos ante Bella, bajo la condición de que ella también vendría. – Bien, adelante si es lo que quieres. – comenté cruzada de brazos y seria, con fastidio. ¿Tendría algún tipo de interés? El hecho de que viniese podría parecer un contrapunto, sin embargo, podría buscar pedirle algo más adelante. – Pero sabes que a Belladonna no le gustan los elfos. – advertí, recordándole algo que ella misma había experimentado en primera persona, en la mansión Boisson. Luego cambié la vista hacia Mina. Ella también iba a venir, ¿pero a costa de qué? En fin, para qué enredar más el asunto. Si estuviese Jules diría que nos íbamos a montar un buen picnic en la habitación de la bruja de maldiciones. – Tampoco le gustan los brujos mestizos, o de clase baja o media. – A decir verdad, en realidad a Bella no le gustaba nadie. Y aunque no conocía bien a Mina, por sus ropajes no parecía muy adinerada. Desde luego, sería mejor que no comentase nada a la desquiciada y neurótica hechicera.

Los pasillos eran fríos, descoloridos y estrechos. Especialmente una vez llegados al Ala D, la más peligrosa del psiquiátrico. Resultaba difícil cruzarse con alguien y mucho más ir dos personas seguidas, por ello, yo seguía la cabeza de Níniel y tras de mí, imaginaba que iría Mina. Gritos. Alaridos. Un horrible cúmulo de circunstancias que hacían de aquel un lugar oscuro. Ni siquiera sabía cómo aquel guardia, más carcelero que otra cosa se guardaba algo de humor para con Níniel. Seguí sus indicaciones enviándole una fría mirada y depositando todo mi armamento: Ballesta pesada, ballestas de mano y bombas, en el cofre habilitado para tal efecto, junto a una de las dos puertas que custodiaba el hombre. – Más te vale que no se pierda nada. – advertí a aquel sujeto que atontado que miraba con demasiada curiosidad mi sofisticado armamento.

Al abrir éste la segunda puerta parecía como si hubiésemos entrado a otro mundo. La habitación no era ni mucho menos lo que se esperaba de un psiquiátrico. Más bien parecía sacada del palacio de los vientos. Repleta de decorados cargantes, con una vitrina con calaveras al fondo, y un cuadro mío y otro de Lady Mortagglia al fondo en la pared. En el centro de la sala, la morena, elegantemente enfundada en sus habituales ropajes negros y en su apretado corsé, permanecía sentada en el escritorio, leyendo un libro de cobertura negra cuya portada dibujaba una especie de círculo alrededor del cual se entrelazaban serpientes.

Habitación ilusión:
Bella en la ilusión (morena):

La principal novedad residía en el collar brillante de tono violáceo que rodeaba su cuello: Un inhibidor de magia que se colocaba a los enfermos peligrosos. Pero parecía que ni siquiera ese objeto era capaz de contener todas las capacidades mágicas de la peligrosísima hechicera, que seguía siendo capaz de crear ilusiones tan reales como aquella.

Al vernos dio un pequeño brinco en la mesa y se levantó. -¡ANASTASIA! – bramó ella. - ¡Hija mía! ¡Has vuelto a buscar a mamá! – y corrió a abrazarme, gesto para el que rápidamente la aparté de un pequeño empujón. Con muy mala cara. Odiaba que me llamara así.
-Tú no eres mi madre. – aseveré rotundamente. – Tú la mataste. - sentencié impasible. Gesto que no gustó nada a Bella. - Ya puedes ir dándome explicaciones de todo lo que hiciste bajo las órdenes de Mortagglia.

Rechistó un par de veces a ese comentario con risa, tratando de restarle importancia, para fijarse en mis dos acompañantes. - ¿Explicaciones? ¡Qué prisas! ¡Qué prisas! ¡Si tenemos todo el día! - ... Y mucho más. Estaba delirante, tan abstraída que no era consciente de donde estaba. - ¡Oh! ¡Si has traído amigas y todo! – exclamó, corriendo a acercarse a ellas. A Níniel fue la primera que señaló. - ¡TÚ! ¡Orejuda! ¿Has hecho un trato con “algo malo”? – la olfateó sonoramente. – Porque hueles a maldad. A… - se llevó la larga y colorada en negro uña del dedo índice a su boca. - … ¡OSCURIDAD! – exclamó abriendo los ojos. E hizo gestos afirmativos con la cabeza mientras reía. – Jijijiji. Incluso con este collar de perro que me han puesto no puedes ocultármelo. Lo veo en tus ojos. – se acercó muchísimo a la mirada de Níniel. - Lo siento en tu mirada. – casi le susurró ahogadamente. Y siguió caminando para examinar a Mina. Su rostro cambió entonces a uno enfurecido. Frunció el ceño y emitió un evidente gesto de fastidio. - ¿De dónde has sacado a esta… cosa? – preguntó haciendo un gesto raro con la boca. Algo había que no le gustaba en Mina.
-Es… cazadora. – respondí brevemente en lo primero que se me había ocurrido. – Estudió en el Hekshold, conmigo. Pero déjalo ya, ¿podemos hablar?
-¿Cazadora? ¡OH! JAJAJAJA – A pesar de los esfuerzos que hacía Bella no parecía ser muy dialogante. - ¡Otra RAMERA al servicio de mi hermana! – Cerró los ojos y sonrió mostrándole todos los dientes. – Serás otra bruja, supongo. – la olfateó, girando la cabeza de un lado a otro. - ¿Y tú qué sabes hacer? ¿Ilusiones? ¿MALDICIONES? – rió enfermizamente. - ¡MALDICIONES! Eso no os lo enseñan en el Hekshold. ¿A qué no? En el Hekshold son unos aburridos.

Mientras seguía “divirtiéndose” a su manera con Mina, aproveché para tomar disimuladamente de la muñeca a Níniel y girar un poco la cabeza para dirigirme a ella en voz baja. - Ya que estás aquí, tengo que pedirte algo. – le comenté en voz baja. - ¿Conoces algún ritual que le devuelva la cordura? ¿Qué purifique su alma de alguna manera? – igual lo que le estaba pidiendo era algo demasiado raro. – Eres la única sacerdotisa de Sandorái que conozco. Es imposible que diga nada coherente en este estado. – miré hacia Bella, que nos estaba escuchando dialogar.
-¡EH! ¿Qué cuchicheáis? Nadie habla a mis espaldas en mi mansión. ¡NADIE! – bramó, tomando su varita del escritorio. - ¡SILENTUS! – conjuró hacia nosotras.

Pero todo aquello era una mera ilusión. Y como tal no tardó en desvanecerse en cuanto intentó conjurar magia ofensiva. Un fuerte calambrazo en el cuello por medio del collar acabó con todas sus aspiraciones. Terminando con la bruja en el suelo y la ilusión deshecha. La elegante estancia se convirtió entonces en una sala vacía, acolchada, y sus bellos ropajes en un viejo y raído camisón. Dolorida, Belladonna comenzó a llorar desconsoladamente. La poderosa bruja no vivía sus mejores días.

-Quién te ha visto y quién te ve, Belladonna Boisson. - hice varios gestos de negación con la cabeza y después miré a Níniel para ver si podía hacer algo con la misma. De lo contrario, tendría que intentar dialogar con ella aún en ese estado.

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Bella real:

*Off: Si queréis, podéis usar a Bella para llevar la historia hacia donde gustéis
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Mensaje  Mina Harker Dom Nov 05 2017, 23:16

Finalmente, la elfa había cedido y las llevaría con Belladona, a ambas. O sea, su artimaña de alguna forma había funcionado y ella las acompañaría incluso después de que Anastasia aclarara que no estaban emparentadas -Wilhemina no es mi hermana- dijo Huracán, mirándola con una expresión de desdén, a lo que Mina respondió con una risita burlona, encogiéndose de hombros -Oh vamos, claro que no, las mujeres de mi familia son bonitas- dijo guiñándole un ojo.

Toda la situación era en extremo emocionante para Mina, por momentos no podía creer que estaba presenciando todo aquello, entrando a las entrañas del sanatorio guiada por aquella altiva elfa, cuya presencia hacía sentir a la ilusionista mucho más tranquila; tomando en cuenta que la mujer que estaba allí encerrada tenía que ser un elemento muy desequilibrado y poderoso a quien no querría enfrentar.

Iban caminando por aquellos pasillos que se tornaban cada vez más tétricos, cuando Anastasia remarcó en unos detalles -Pero sabes que a Belladonna no le gustan los elfos– dijo, mirando a la médico que nos guiaba –Tampoco le gustan los brujos mestizos, o de clase baja o media- finalizó, esta vez mirando de reojo a Mina. La ilusionista frunció el ceño y entrecerró los ojos -Con razón siempre estuvo sola en la escuela...- pensó -...siempre se creyó mejor que los demás- se dijo, negando levemente con la cabeza y volteando los ojos. Los Boisson, una familia de abolengo, adinerados y en extremo raros, con su obsesión hacia los vampiros. Entre las grandes familias de Beltrexus siempre fueron considerados como locos; unos locos muy, muy peligrosos.

Al llegar a la famosa ala D, pidieron que se desarmaran. Mina dejó que la revisaran, ella no cargaba armas, le bastaban sus manos, pero por ser tan chiquita y menuda, la subestimaban, así que lo único que le entregó al mastodonte que cuidaba la entrada fue una amplia y picaresca sonrisa.

Aquel pasillo era terrorífico, le hizo recordar los cuentos de terror que sus hermanos le contaban cuando niña para espantarla por las noches. Tantos sustos que le hicieron pasar en su infancia habían servido de algo, le habían quitado el miedo. Pero ninguno de los ocurrentes relatos de sus hermanos, llenos de imágenes espantosas, se asemejaban al triste espectáculo que presenciaría luego, al abrir la puerta del cuarto donde estaba la dichosa Belladona Boisson.

Aquella habitación estaba completamente amoblada y la mujer lucía elegante y arreglada, por un momento aquello desconcertó a Mina, ¿acaso así cuidaban a los dementes peligrosísimos? . Y altaneros Vaya que era odiosa esa mujer. Pero sus desvaríos delirantes la delataban. Aquella mujer estaba loca de remate, si hasta trató a Anastasia de "hija".

Mina guardó las apariencias, se mantuvo calmada y con su sonrisa pragmática inalterada cuando la llamó ramera. Pero no pudo evitar sentir un poco de compasión por aquella mujer al verla retorcerse en el piso mientras la ilusión de la recámara se desvanecía. -Pobre alma atormentada...- murmuró mirándola con lástima -Qué espectáculo más lamentable estás dando- le dijo a Belladona, poniendo las manos en la cintura.

-¿Qué miras, puta?- escupió la bruja, mirando a Mina con odio. Su cuerpo aún vibraba y salivaba. Se secó la boca con el dorso de una mano mientras con la otra se apoyaba para incorporarse con dificultad. -¿A qué has venido? ¿Eh? ¿A atormentarme? ¿Con estas brutas asquerosas? ¿EH? ¡MI PROPIA HIJA!- gritó la mujer, llorando, dirigiéndose a Huracán -Has traído a una elfa despreciable y a esta miserable ramera hasta mi habitación...- dijo -¿Y mis cosas? ¡Se han llevado mis cosas!- se lamentó, caminando de un lado a otro. Mina se llevó una mano al pecho, de verdad el estado de la hechicera era lamentable. -Oh.. no.. no... mis hermosas cosas...- repetía angustiada.

De repente, quedó quieta y lucía desorientada, mirando a todos lados -¿Dónde estoy? ¡Anastasia! Hija mía... sácame de aquí...- rogó, echándose a los pies de Huracán -Sácame de aquí y haré lo que me pidas, te lo contaré todo, sí... ¡Todo!- dijo, abrazando las piernas de la muchacha.

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Mensaje  Níniel Thenidiel Sáb Nov 11 2017, 18:13

Resultaba casi divertido ver la cara de aquel guardia cuando Huracán accedió a desarmarse antes de ingresar a la celda donde se encontraba Belladona y esta comenzó a dejar todo su arsenal en el cofre. Definitivamente un humano atrapado en una vida mediocre como aquel rara vez tendría la ocasión de conocer a una mujer así; bruja, cazadora, armada hasta los dientes y peligrosa. Y algo similar ocurriría con la no-hermana, que si bien no portaba espada, puñal o ballesta alguna, no estaba del todo desarmada. Níniel había visto sonrisas mucho menos encantadoramente pícaras que la suya poner a un orejas redondas de rodillas, como golpeado por un conjuro. Si trataba de hacer algo raro lo mejor sería dejar que fuesen sus hermanas elfas quienes fueran tras ella y no los gigantones atolondrados de la vigilancia...

-Bien, os abriré ahora.- Confirmó el hombre tras cerrar con llave el cofre y lanzándole un par de miraditas a Wilhelmina. Nombre que había usado Huracán para referirse a ella con anterioridad, y no de forma demasiado cariñosa.

En ese momento Níniel tomó un pequeño libro de notas que descansaba en una mesita cercana a la puerta y asintió para hacerle saber al humano que estaba lista, manteniéndolo el tomo en su brazo mientras la puerta comenzó a chirriar al abrirse. Realmente parecía que todo en aquel lugar estaba creado o sometido a un mantenimiento deficiente únicamente para dar mal rollo o resultar molesto, como la aguda voz de su ayudante Tábita, cuyo tono tenía mucho en común con el de aquel penetrante chirrido. Un par de pasos bastaron al trío para adentrarse en la habitación, y tras ellas las pesadas puertas de metal inmediatamente volvieron a emitir su quejumbroso lamento, cerrándose tras ellas. Dejándolas casi literalmente encerradas allí con una bruja loca y peligrosa.

-Aquí está. 00281.- Indicó la peliblanca haciendo un gesto con la mano a Huracán para que se adelantara y procediera. Mirando toda aquella noble y lujosa decoración con cierta curiosidad, abriendo entonces el pequeño libro que acaba de coger y comenzando a leer sus páginas. Levantando su mirada de ellas a menudo, como si lo que los escritos contenían tuvieran mucho que ver como lo que veía en aquel lugar. -Interesante.- Se limitó a murmurar antes de que Huracán comenzara a hablar. Y más interesantes aún fueron los pocas palabras que intercambió con la ingresada. Aunque quizá el término más correcto hubiese sido, chocantes. conocer de esa manera que Isabella había muerto asesinada por Belladona... Aquella noticia era horrible, incluso aunque Níniel nunca simpatizara mucho con la poderosa bruja de tormentas. Con razón Huracán estaba tan enfadada y tan dispuesta a todo por "resolver asuntos familiares" con aquella loca. Seguramente tendría que acabar evitando que la matara con sus propias manos...Algo que por otra parte no estaba muy segura de querer hacer.

La paciente decidió ignorar momentáneamente a la cazadora y sus questiones y centró su atención en sus acompañantes. Por supuesto no faltaron los insultos, las faltas de respeto y el aire de superioridad que cabrían esperar, especialmente dirigidos a una elfa, pero a Níniel no le impresionaban lo más mínimo aquellos ataques baratos y de boquilla, evidentemente destinados a tapar sus propios miedos y debilidades, por ello ni retrocedió ni apartó su mirada. Claro que resultó sorprendente que pudiera ser tan perceptiva con su oscuridad interior incluso a pesar de encontrarse bajo el efectos del collar de supresión. Una cosa era conjurar una ilusión así con dicho collar al cuello, aunque ya resultaba atípico, pero notar con tanta claridad algo que incluso el resto de elfos del sanatorio apenas podían intuir...

-Impresionante...-Se limitó a decir la joven sin aclarar nada más. Contaba con el nulo valor que nadie de las allí presentes le daría a las palabras de una interna como aquella, totalmente loca. Solo había que ver cómo se dirigía a Wilhelmina, parecía odiarla más a ella que a Níniel a pesar de su raza. Además tampoco es que su condición fuera un secreto inconfesable, solo una verdad incómoda ante lo cortas de miras que podrían resultar muchas personas.

-¿Su alma?- Respondió a la bruja desviando su atención hacia su amiga, pero con ojo atento a los gestos de Belladona. -¿Te refieres a adentrarse en las aguas puras de un lago sagrado en el que la diosa Isil se baña desnuda durante las noches, y que al salir no sea una asesina demente que trate de matar a cualquiera que se le ponga delante mientras grita y mueve la lengua de maneras extrañas como una especie de serpiente? Ah y con el perdón de los dioses por sus pecados claro...-Respondió la sacerdotisa con ironía y haciendo una pausa solo para que calase hasta qué punto estaba loca su tía. -Me temo que no es tan sencillo. No está maldita, no hay un mal o maldición que remover de ella. No hay nervios que reparar, huesos que unir, una influencia externa que erradicar... Por lo que sé y lo que leo aquí ya era inestable desde niña. Sufrío una vida de tormentos, fue usada como herramienta por tu abuela por su gran poder...-De nuevo una pausa pensativa.-Podría hacer que se centrara mediante potentes pociones, obligarla a decir la verdad con otras, mantenerla dócil y serena...Efectos temporales todos ellos y por ende requerirían que tomara dichas pociones cada pocos días, aunque nunca llegaría a tener una vida normal y tantas pociones de ese tipo acabarían eventualmente con su vida.-

Comentó concentrada. Llevando su mano a la barbilla y mirando a Huracán y a Wilhelmina de manera evaluativa, sin tapujos, incluso de forma desvergonzada a pesar de que para nada estaba fijándose en su físico. -Aunque puede que sí que haya un "ritual", aunque no élfico. De hecho fue invención de un brujo...-Añadió de manera especulativa calculando mentalmente si aquello era una buena idea. Incluso sobre si el hecho de seguir comentando nada al respecto lo era.

En ese momento Belladona volvió a centrar su atención en ellas a causa de su conversación "privada". Amenazándolas con su magia y acabando por activar el encantamiento de su collar, el cual no solo evitó cualquier tipo de ataque, sino además también que perdiera el control de su habitación ilusoria y esta recobrara de nuevo su forma verdadera, mucho más acorde a una paciente del ala D.

-No, olvídalo. Es demasiado peligroso...Belladona está totalmente desquiciada. Sería un suicidio.- Decidió mientras la poderosa bruja se arrastraba por el suelo suplicando piedad a Huracán, continuando con aquella fantasía de maternidad, aunque en aquellos momentos con su máscara de poder y superioridad totalmente hecha añicos, por el momento.

Solo si Huracán insistía y rechazaba por completo la opción de mantenerla constantemente drogada con caras y potentes pociones Níniel volvería a mirar a su amiga a los ojos y le mencionaría un lugar. Ese lugar era el mundo de los sueños.
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Mensaje  Anastasia Boisson Jue Nov 16 2017, 18:28

Bella se entretenía “hablando”, por llamarlo de alguna manera, con Wilhemina. No parecían llevarse muy bien. Y conociendo las capacidades de la exmilitante de la Hermandad, no me gustaban un pelo sus acercamientos a la joven, que desde luego no parecía saber con quién se estaba metiendo. Habría que ver qué tan atrevida era si la rizosa estuviese en libertad.

Mientras tanto, Níniel comenzó a hablarme sarcásticamente haciendo símiles con sus dioses élficos. Definitivamente no iba a ser fácil hacer que Bella acabase bien. Como bien apuntaba la elfa, no había maldición que eliminar, sino que estaba mal de la azotea desde bien pequeña, lo cual dificultaba y mucho el proceso. Aún así tenía la esperanza de que quizás se pudiera hacer algo que hacer con ella. Ninguna de sus opciones me convencían: Pociones o remedios peores que eran pan para hoy y hambre para mañana.

Sin embargo, una enigmática última frase de la elfa hizo despertar mi curiosidad. Mis ojos se abrirían sorpresivos y mis pupilas castañas brillarían. - ¿Qué ritual? ¿De qué se trata? – pregunté rápidamente y con insistencia, mostrándome por primera vez interesada en una conversación aquella noche.

Entonces advertí como a Bella ya comenzaba a soltársele la lengua y Wilhemina, lejos de amedentrarse, parecía bastante dispuesta a hacer comentarios burlescos hacia ella. Intervine, entonces.

-Procura no acercarte mucho a ella. – advertí a Wilhemina pero con la mirada fija en la de Belladonna, tomándola de la muñeca para alejarla de un pequeño tirón que se encargó de exagerar a base de chillidos y llantos. Acusándome de haber traído a la bruja y a la elfa conmigo. Sólo la miré de brazos cruzados y con lástima.

Por último, cuando se dio cuenta de la cruda realidad intentó chantajearme para que la sacara de aquel lugar. – ¿Qué te saque? Este destino es mucho más de lo que mereces. – comenté seria. – Todas las personas a las que has aniquilado por placer ni siquiera han tenido la oportunidad de despedirse de los suyos. – espeté sin cortarme un pelo. Mirándola con enfado.
-¡DESAGRADECIDA! – bramó. - ¡Yo te di la vida y yo te la salvé! Si no terminaste calcinada y dilapidada bajo los escombros de la catedral fue gracias a mí. ¡A MÍ! – y se señaló contundente.
-No necesito entrar al trapo de tus chantajes emocionales para conseguir lo que quiero. – volví a decir para dejar clara mi postura. Tendí entonces la mirada a la elfa. – Níniel, ¿puedes hacer ese ritual del que me hablabas?
Bella nos miró a mí y a la elfa desquiciada. - ¡¿UN RITUAL?! ¿A mí? ¡NO! - Retrocediendo por el suelo hasta llegar a la pared. Casi gimiendo y desesperada, como si fuéramos a aniquilarla. Como decía Mina, era ridícula y daba pena a más no poder.

Pero estaba claro que las cosas no podían ser siempre fáciles. Y justo en ese momento se escuchó una fuerte explosión fuera del edificio, en un ala bastante lejana. - ¿Qué demonios…? – pregunté a las demás que, sin lugar a dudas lo habrían escuchado. Hasta las vibraciones se habían llegado a sentir. Parecía como si una de mis granadas hubiese explotado pero cerca. Bella comenzó a chillar asustada llevándose las manos a los oídos. Pero no solo los suyos se escuchaban, sino también los de las habitaciones adyacentes. - ¿Qué ha sido eso? – pregunté.

Justo en ese momento, el collar de Belladonna comenzó a parpadear. Poco a poco. Disminuyendo su luz púrpura hasta, finalmente, apagarse por completo y volver al color original del frío metal. La bruja comenzó a reír. Sintiéndose liberada. Volviendo a sentir el éter correr por su interior, totalmente liberado. Pero acompañada de sus sonidos, se escucharon en celdas simultáneas voces de otros muchos enfermos psíquicos que, en su misma situación, habían visto liberadas sus fuerzas. Este hecho siguió al alboroto y el revoloteo general de los guardias. -¡Que no escapen los enfermos! - bramaban fuera.
-Parece que ha explotado el arcáneum. - deduje al ver lo que había sucedido con el collar de Belladonna. Y es que el arcáneum era un objeto capaz de dar energía a los inhibidores para que estos retuvieran las capacidades mágicas del usuario. No sabía por qué, pero tenía mis sospechas de quién podía haber sido el autor.
-¿Os habéis quedado sin inhibidores? ¡JAAJAJAJAJ! ¡Ahora sí que tenéis un problema! - se desternilló Bella. -  Venga, voy a jugar a ser buena madre, y no me escaparé. ¡OS AYUDO! ¡Será divertido ir con "los buenos" por una vez!
-¡Ni de broma, tú te quedas aquí! - comenté. - Níniel, ya se encargarán los guardias. Llevemos a cabo el ritual.- pedí a la elfa sin saber muy bien qué posición adoptarían tanto ella como Wilhemina. Y es que a mí el hecho de que todos los enfermos escaparan era algo que, en principio, me daba exactamente igual, y confiaba en que el personal tendría suficiente capacidad como para retener a un grupo de dementes en sus habitaciones aún con el problema de los inhibidores. Claro que estando en el Ala D... ¿hasta qué punto podría complicarse el asunto?

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Mensaje  Mina Harker Lun Nov 20 2017, 16:33

Todo había sido risas y diversión, hasta que sonó una explosión que hizo vibrar la habitación. Unos pequeños escombros cayeron del techo, haciendo ruiditos al chocar con el piso. Mina, pequeñita y menuda como era, se tambaleó, a diferencia de las imponentes Huracán y Niniel quienes, al parecer, el pequeño temblor apenas había mosqueado.

Mina recobró rápidamente el equilibrio y la altivez de su expresión, pero se fue a la mierda cuando la lucecita de encendido del maravilloso collar inhibidor de Belladona parpadeó hasta apagarse -Me cago en el Hekshold- pensó la ilusionista apretando los esfínteres. Afuera, los guardias corrían pasillo arriba y pasillo abajo. Los locos encerrados gritaban, se reían, golpeaban las paredes. ¡Y ella estaba ahí encerrada con una loca del Ala D!

Esa maldita hambre de chisme.

-Ehmmm...- soltó Mina nerviosa, al ver que la loquita se había dado cuenta de que su magia volvía a fluir por su cuerpo -Anas...tasia...- musitó, acercándose rápido a ella, sin quitar los ojos de encima de Belladona -No sé si te has dado cuenta de que estamos en problemas- le dijo codeándola para llamar su atención. -Creo, creo... que tenemos que salir de aquí- le susurró, mirando aún a la otra bruja.

Lo que dijo le sacó una sonrisa -Linda Belladona... bonita Belladona... no te pongas loca...- dijo en voz bajita la ilusionista -Venga, voy a jugar a ser buena madre, y no me escaparé. ¡OS AYUDO! ¡Será divertido ir con "los buenos" por una vez!- dijo Belladona. Escuchar aquello, hizo feliz a Mina -¡Pero por supuesto! ¡Qué maravilloso que decidas ayudarnos! Tú serás un grandioso aporte a nuestra campaña. Lo digo sinceramente- le dijo tratando de parecer y sonar -sobre todo sonar- lo más calmada y segura posible.

-¡Ni de broma, tú te quedas aquí!- respondió enérgicamente Huracán -Níniel, ya se encargarán los guardias. Llevemos a cabo el ritual.- dijo. Al escuchar aquello, la ilusionista quedó confundida -¿De qué ritual hablas? Si es un ritual para apaciguar a los dementes del Ala D, cuenten conmigo. Si no, no. ¿Perdieron el juicio? Ya hay muchos locos acá como para que ustedes se le unan a la comparsa- le dijo seria a Huracán, alternando la mirada entre ella y la elfa.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Vie Nov 24 2017, 18:52

-Ir al mundo de los sueños. Entrar dentro de su mente.-Dijo sin ahondar en más explicaciones la sacerdotisa. Claramente recelosa de hablar más del asunto.

Era una mala idea. Posiblemente la peor idea que Níniel hubiese tenido nunca, superada únicamente por la de enfrentarse a un gigantesco dragón negro a lomos de un no mucho menor dragón blanco. No debería ni siquiera haber mencionado nada al respecto delante de Huracán. La conocía. Era impetuosa, atrevida y cabezona. De nada serviría advertirla del peligro de aquel ritual una vez que ya había oído que a pesar del riesgo podría funcionar, que aquello podría ser lo que estaba buscando...más o menos. Pues desde luego seguramente no podría ni imaginar que la cura para la locura de Belladona iba a requerir poner a prueba su propia cordura, y casi con toda certeza sus habilidades.

Y es que, ¿qué lugares y situaciones podían tomar forma al explorar la mente, los sueños y recuerdos de una persona como Belladona Boisson? Si ya la mente de una persona cuerda, de un genio alquimista, había creado asesinos brujos, una laberíntica torre distorsionada llena de portales-espejo y una gigante sombra oscura con maquiavélicas intenciones...¿Qué no surgiría de la desquiciada psique de una de las peores y más crueles criminales de Aerandir?

Pero estaba claro que Huracán no dejaría al tema estar. De hecho de no haber insistido en ello no sería ella sino algún tipo de impostora haciéndose pasar por la curtida cazadora de vampiros.

-Puedo pero no sé si debo. Ese lugar no es nuevo para mi. Pero te advierto. Llevarte, a pesar de requerir una fórmula maestra de alquimia u otros métodos tanto o más complejos que han requerido años e incluso décadas de estudio dedicado, es la parte sencilla. Salir de allí es lo complicado.- Fue la respuesta de la joven elfa a su amiga. Decidiendo ignorar por el momento la historia que parecía haber detrás de las palabras de Belladona y que parecían relacionados con la muerte de Isabella. Y eso que cada vez costaba más contener las ganas de saber qué diantres había ocurrido desde que sus caminos se separaran.

-Al menos alguien aquí entiende el peligro que supone...Que sea la más loca del lugar no dice mucho del resto de nosotras.- Se quejó con un suspiro de frustración la peliblanca viendo como aquella lunática mujer respondía al enterarse de los planes de su sobrina. Metiéndose a ella misma en el saco de las insensatas por haber mencionado aquella opción. -Deberías replantearte lo de las pócimas. Obtendrías la información que quieres y ella...Vivir como un vegetal es más de lo que merece.- Volvió a ofrecer preguntándose por qué la cazadora había descartado tan rápidamente la opción más sencilla y decidido insistir en la más complicada y peligrosa. Demasiadas molestias para una asesina despiadada que mató a su madre. ¿Acaso a pesar de sus palabras el chantaje emocional de aquella bruja estaba dando resultado?

En ese momento, una leve sacudida y el sonido de una explosión lejana interrumpiría su conversación, y el ataque de desesperación de Belladona de paso, aunque solo para dar paso a uno de histeria. Habían sido un temblor leve y un ruido amortiguado, por lo que el origen debía de estar relativamente distante, pero aún así debía de provenir del mismo sanatorio o alrededores. Eso o un origen distante pero mucho más potente.

-Un temblor de tierra desde luego no. Es como si alguien hubiese conjurado la magia de "gran columna de luz purificadora".- Respondió la joven acercándose a la puerta metálica y llamando a la misma para preguntarle a algún guardia o celador qué había sido aquello. Pero nadie respondió. -Humanos...nunca están cuando los necesitas.- Comentó ante lo atípico de la situación. Al otro lado de la puerta debería haber siempre al menos una persona pendiente, por si surgía algún problema. ¿Dónde estaba?

A su espalda Bella había dejado de gritar y comenzado a reír haciendo gala una vez más de su extrema bipolaridad. Su risa resultaba irritante y no ayudaba precisamente a la elfa a controlar su creciente molestia.

Cuando por fin escuchó la voz de alguien desde el otro lado de la puerta Níniel comenzó a golpearla más fuerte para tratar de llamar la atención, pero no consiguió resultado alguno, nadie se acercó hasta allí. Los gritos que se escuchaban eran cada vez más altos y denotaban una mayor urgencia. Fuese lo que fuese que estaba pasando era grave. ¿pero qué era? Huracán de algún modo se atrevió a suponer que lo que habían sentido había sido la explosión del arcáneum. Algo que de ser cierto pondría a todo el sanatorio en peligro. Sin duda explicaría todo el jaleo del exterior pero aquello no podía ser...

-El arcáneum es constantemente supervisado, es imposible que...-Comenzó a decir la joven girándose. Mas su frase quedó incompleta cuando al hacerlo y dirigir su mirada al collar inhibidor de belladona vio que este se hallaba inactivo. -Oh, mierda...- Espetó sin que su voz mostrara miedo alguno. Más bien era como si la situación sencillamente le fuera a acarrear una tonelada más de papeleo burocrático.

Anastasia estaba en lo correcto y ellas tres, junto con todo el personal del sanatorio, metidas en un buen lío. Níniel de inmediato comenzó a concentrarse, preparada para enfrentar a Belladona. Si pensaba que lo iba a tener fácil para escapar de allí estaba muy equivocada.

Aquella bruja demente, a pesar de reírse en plan maníaca homicida, pareció tener un nuevo cambio de humor y recuperó algo de su compostura. No hizo ataque o gesto agresivo alguno y aseguró que no intentaría escapar y que las ayudaría mientras jugaba a ser una "buena madre". Por supuesto sabiendo de su poder y viendo la facilidad con la que cambiaba de humor hacerle el más mínimo caso o confiar en ella sería estúpido...Pero lo cierto era que viendo que Huracán seguía empecinada en realizar el ritual dejarla allí podría no ser, a pesar de todo, la mejor opción. Lo cual indicaba que el resto de opciones eran..."problemáticas". Wilhelmina hacía bien en poner el grito en el cielo.

-El ritual no es para aplacar a todos los dementes del Ala D. Es en realidad un ritual egoísta y peligroso para devolverle la cordura a esta loca de aquí. Así que sí, parece que hemos perdido el juicio. Si Anastasia no fuera amiga mía y no hubiésemos desafiado a la muerte juntas más de una vez ni me lo plantearía...Tanto riesgo para ayudar a esta desquiciada.- Respondió a Wilhelmina que desde luego estaba siendo más sensata que el resto. Níniel no mostraba temor alguno por Belladona, llegando incluso a fulminarla con la mirada. -¿Y sabes lo mejor? Que eres necesaria para el ritual. Ya que te colaste con Huracán y llegaste hasta aquí supongo que sabiendo esto cambiarás de parecer y te ofrecerás voluntaria para esta peligrosa locura. O puedes discutirlo con las Boisson...- Añadió. Se suponía que eran amigas ¿no?

-Aunque antes tengo una condición o no habrá ritual. Puede que os dé igual lo que ha ocurrido y el estado en el que parece haber sumido al sanatorio, pero a mi no. Trabajo aquí, son mis compañeros y compañeras. Incluso hay hijos del bosque aquí. Además algunos de estos pacientes del ala D me estaban ayudando con una investigación personal... -
Quiso puntualizar.- No tengo aquí lo necesario y debemos ir hasta el laboratorio principal de alquimia en el Ala A. Ayudadme a poner en orden este lugar mientras avanzamos hasta allí y yo os lo agradeceré. Aunque ese acto de agradecimiento sea una locura.- Pidió señalando entonces hasta la puerta cerrada y que nadie parecía querer estar dispuesto a abrir desde el exterior. -¿Empezamos?.-
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar Nov 28 2017, 16:15

Después me dediqué a escuchar detenidamente a Níniel, que se encargó de explicarnos a ambas el ritual. - Si hay que entrar en los "sueños" de Belladonna, más que ir al mundo de los sueños, iremos al de las pesadillas. - aseveré. Algo había escuchado acerca de aquel mundo, pero no sabía muy bien de qué iba. Vincent había hecho alusión a ello en una ocasión. Pero me sonaba más a una utopía. Aún así, si había una mínima posibilidad de conseguir que Belladonna recuperara la cabeza, quizás fuese una buena idea intentarlo.

En cuanto a Mina, parecía que los nervios comenzaban a apoderarse de ella después de la explosión del Arcáneum y del consiguiente apagón de los inhibidores mágicos. A Bella parecía gustarle que Mina le bailase el agua y, al menos, ya no se metía con ella, sino que le sonreía mostrando la lengua entre los dientes. La pequeña bruja escuchó algo del ritual del que Níniel hablaba, equivocadamente, creía que estábamos hablando de apaciguar a los dementes. La notaba algo inquieta. – Estás nerviosa. – comenté en voz suave, girando la cabeza con tranquilidad hacia ella, para mirarla a los ojos.  – ¿Por qué? Cálmate. – A mí su apreciación acerca de si la elfa y yo habíamos perdido el juicio me parecía una tontería, pero era comprensible que para cualquier persona cabal, el hecho de estar encerrada en una habitación sin armas junto a una psicópata, y con seguramente unos cuantos dementes correteando libremente por fuera fuese un motivo de preocupación. ¿Para Anastasia Boisson? Otro día en la oficina.

Níniel prosiguió su explicación, dando una irónica opinión acerca de la moralidad del ritual a Mina. Razón tenía, desde luego. Así que entrecerré los ojos y asentí con hombros y cabeza un par de veces, aseverativa con lo dicho de que habíamos perdido el juicio.

-¡ME ABURRO! – bramó una impaciente Belladonna junto a la puerta. - ¡¿EMPEZAMOS YA O QUÉ?!
Sólo giré la cabeza por su interrupción y continué escuchando la petición de Níniel. Quería llegar al laboratorio del Ala A y de camino tratar de poner algo de orden en el psiquiátrico. – No estoy en posición de negarte nada, Níniel. Vayamos al laboratorio. – acepté igual de suave después de encaminarme hacia la puerta que, sorpresivamente, estaba abierta. Aunque el guardia del otro lado parecía haberse ido, probablemente a poner orden. Se escuchaban gritos en todos los pasillos.

-¡YUJU! ¡Por fin algo de acción! – aseveró Belladonna saliendo detrás de mí y escuchar todo el jaleo que había fuera.
-A ti que no te pierda de vista. Y mira bien lo que haces. – le ordené.
-¡NO ME DES LECCIONES, NIÑA! – bramó la bipolar mirándome con odio. – Recuerda que soy yo la madre. – comentó. Aunque preferí ignorarla. Mientras tanto, tomé mi armamento de nuevo del cofre en el que lo había dejado. Bella, olfateó un poco el pasillo. – ¡ESPERAD! Voy a ponerme algo más guapa. Guardan mis cosas allí. Vi cómo lo hacían cuando me encerraron aquí. – señaló en dirección a una puerta opuesta a la de su celda y, sin esperar a que me diera tiempo a detenerla corrió hacia allí.
-¡Oh, joder! – bramé molesta mientras terminaba de colgar las bombas en mi cinturón. Miré entonces a Mina para darle unos consejos. A Níniel la conocía bien y no necesitaba decirle nada. – Mina, si vas a venir, no te separes mucho de nosotras. Y si necesitas ayuda, pídemela. – comenté más fraternalmente que cuando la encontré antes en la recepción. Podía ser dura de primeras, pero en situaciones de peligro solía apiadarme de la gente que no me había hecho nada.
-¡YA ESTOY! – Bella salió como una exhalación por la puerta. Ni siquiera había tardado treinta segundos y se había enfundado sus clásicos ropajes negros y botas de tacón. Incluso se había peinado la rizosa melena hacia arriba, maquillado y pintado los labios de negro violáceo.
-¿Cómo lo has…? – pregunté sorprendida por la rapidez.
-¡SOY BRUJA! ¡JAJAJAJAJ! – interrumpió entre risas. Lo que no me gustaba un pelo era esa varita que con habilidad y chulería hacía girar entre sus dedos de la mano izquierda mientras apoyaba su otra mano en la cadera.
-Deberíamos requisarle esa varita. – le susurré a Níniel sin dejar de mirarla, poniendo la mano en la boca para que no viera lo que decía.

Justo en ese momento, al fondo del pasillo se veía como un peligroso demente del ala D trataba de huir de uno de los guardias del psiquiátrico que trataba de detenerlo detrás suya. También llevaba un collar inhibidor, aunque apagado. El guardia pidió a gritos que nos apartáramos de su paso. Parecía peligroso.

Lejos de hacerlo, Bella se interpuso en su camino, giró su varita y conjuró unas palabras mientras ésta emitía un fuerte brillo en su punta. - ¡PETRIFICATUS! – conjuró, lanzando un fuerte rayo de color grisáceo de la caliza que, al impactar contra el hombre hizo que se quedará inmóvil, ahogado en un suspiro. Pero Bella no terminó ahí. - ¡CRÉPITUS! – volvió a conjurar, en un movimiento continuado de su varita y sus brazos, volviendo a conjurar hacia él un nuevo rayo, esta vez amarillo, que hizo explotar en mil pedazos al hombre una vez impactó contra él. – JAJAJAJAJA. ¿Por qué esas miradas? ¿No queríais poner orden? ¡PUES NO OS QUEJÉIS! – preguntó medio desquiciada, apuntando con la varita, cuando se giró y vio mi cara de pocos amigos por su acción.

-Más nos vale que tu ritual sea efectivo... – suspiré no muy convencida de ir por ahí con una Bella que cambiaba de parecer a cada minuto. Requisarle el juguete era, cuanto menos, una temeridad. Casi tanto o más que ir con ella libremente. – En fin, ¿Wilhemina, Níniel? ¿Quién gusta? – e insté a alguna de las dos a liderar el camino por el entramado de pasillos de aquel laberíntico edificio, ya que yo no conocía la zona.
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Mensaje  Mina Harker Mar Nov 28 2017, 20:46

-¿Entrar a los sueños de Belladona? ¡Pero si la demente de Ala D eres tú!- exclamó, tratando de susurrar, mirando rabiosa a Anastasia. Mina se puso las manos en la cintura y se quedó mirando a Bella, con las manos en la cintura. Ya estaba, a partir de ese día dejaba el chisme. ¡Nunca más! Ni aunque incluyera a un miembro de una de las familias más acaudaladas de Beltrexus. -Es que, mírala, esa cabeza debe ser un laberinto del terror...- insistió a Anastasia -Yo apoyo a la elfa, las pócimas son más seguras para nosotras- dijo y miró de reojo a la loca que le hacía caras. No pudo evitar sacarle la lengua también, y poner bizcos los ojos, imitando las mofas de Belladona.

Anastasia se dirigió a Mina, con un tono que le supo a sarcasmo a la ilusionista, pidiéndole calma. Mina entrecerró los ojos y se mordió la lengua para no responder, se limitó a sonreír y, con un tono irónico, le respondió -Pero si yo estoy la mar de calmada, Boisson, lo que no quiero es terminar de juguete para alguna de estas bellezas del Ala D. Eso es todo. Quizás es una idea mucho más descabellada que la de meterse en la cabeza de una desquiciada, pero... no sé... quizás el seguir viva mañana está sobrevalorado, ¿cierto?- dijo la ilusionista, aunque su opinión era ignorada por completo.

No iba a reconocer que estaba metida en ese desaguisado por gusto propio. Nadie la había obligado a seguir a Huracán dentro del sanatorio. -Bueno, ya que estamos en estas, tendré que ayudarte- dijo al aire, encogiéndose de hombros, ya que tanto Huracán, como Níniel y Belladona habían salido del cuarto.

-No te preocupes- respondió a la preocupada Huracán, levantando las manos y mostrando las palmas -Sé gritar- dijo, viendo cómo aparecía Belladona completamente cambiada -¡JOOODER! ¡Yo quiero aprender a hacer eso!- exclamó -Me encanta ese color de labios- dijo acercándose a Bella. La miraba asombrada, de pies a cabeza. -Eso no lo enseñan en el Hekshold- le dijo a la loca.

Es que en esos breves minutos que llevaba de conocerla, la loca de Belladona le había causado muchas sensaciones. Miedo, definitivamente le aterraba. Lástima, de verla toda frita metida en ese lugar horrendo. Fastidio, porque la bruja era insoportable. Y... admiración. Es que sin duda alguna, era una bruja poderosa. ¿Quién no quiere llegar a manejar un poder así de grande? Mina sí que quería.

Pero muy pronto, la admiración pasó al miedo, al ver lo fácil que la bruja acababa con uno de los locos que se había escapado. -...e-eso tampoco lo están enseñando en el Hekshold...- dijo, mirando con terror el charco de sangre que quedó del pobre tipo. Volteó la mirada al techo, tratando de controlar las arcadas que sintió. -Vale... yo las sigo...- dijo tragando un poquito de vómito que le subió a la boca.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom Dic 03 2017, 21:35

-¿Debemos? Acabamos de dar dos pasos y ya la has perdido de vista, dejado que se cambie de ropa, se maquille, se peine y...coja un palo corto...varita, como se llame.- Preguntó la joven elfa a Huracán tras seguirla fuera de la celda, echándole en cara la laxa vigilancia a la que había sometido a tan peligrosa mujer. Dando entender que debería ser ella quien corriera el riesgo por haber metido la pata. -Entre sus cosas bién habría podido tener polvos de viaje o a saber qué más. De hecho ahora mismo podría llevar algo más que esa varita, escondido sin que nosotras lo sepamos.- Continuó sermoneando a su amiga en quedos susurros sin apartar su mirada aguamarina de Belladona. Esperando que hiciera alguna de las suyas en cualquier momento. Y vaya si lo hizo.

Aquel extraño palo debía de funcionar como un canalizador mágico de algún tipo. Como el bastón que portaban las sacerdotisas de Veyond como símbolo de su pertenencia a un clan y su posición dentro del mismo. Aunque no parecía limitarse solo a canalizar la magia, algo que lo convertiría en un mero adorno que además difícilmente serviría como arma por su reducido tamaño. Parecía como sí también ayudara a Belladona a concentrarlo y controlarlo; Algo que Níniel nunca había requerido de su báculo. Nunca lo había necesitado para hacer magia. En cualquier caso y fuese la que fuese la función exacta de la varita, aquel interno nunca tuvo ni la menor oportunidad con su intento de carga psicótica.

-0137. Uno de los "residentes" del ala D más antiguo y peligroso. Pirómano, incendiario, asesino. Quemó vivos a todos los habitantes de un pueblecito pesquero a unas leguas de Lunargenta. Niños incluidos. No es que fuera una contribución muy positiva a la imagen de los brujos en la zona. Nadie derramará lágrima alguna por su muerte.- Fueron las palabras de la peliblanca tras recomponerse y hacer desaparecer rápidamente la mueca en su rostro por el desprecio y rabia que había sentido al ver como Belladona asesinaba a un hombre sin ningún tipo de remordimiento y de una manera tan cruel.

-Aún así dejé muy claro que algunos de los pacientes son importantes para mi investigación...Si los matas, alguien tendrá que ocupar su lugar, Bella...- Dijo sosteniendo su mirada sin miedo e incluso caminando hacia ella con paso firme y decidido. -Guardia. ¿Están todos los internos controlados?.- Preguntaría a continuación alzando la voz para que la escuchara el celador humano que había seguido hasta allí a 0137. -¿Guardia?- Insistió de nuevo la elfa al no recibir respuesta. Aquel orejas redondas se había quedado paralizado por el miedo ante la escena que había visto, tardando aún unos instantes más en reaccionar y negar con la cabeza.-Pues a trabajar. Yo aseguraré a esta peligrosa interna.- Ordenó la peliblanca ya a la altura de una Belladona que sonreía con sorna y de forma burlona ante lo que sin duda creería eran las palabras de una elfa que no sabía con quién estaba hablando, ni de lo que era capaz.

En ese momento Níniel susurró unas palabras en élfico, haciendo que la peligrosa bruja oscura profiriera un insulto hacia tal idioma, llamándolo lengua de salvajes del bosque en taparrabos. Por supuesto no había entendido su significado o habría sabido que se trataba no de una, si no de dos peticiones a los dioses, cuyas fuerzas pronto comenzaron a recorrer el cuerpo de la peliblanca, manifestándose una de ellas en forma de dos pequeñas esferas de luz que comenzaron a girar alrededor de la sacerdotisa.

-JAJAJA ¿Crees me asustan unas lucecitas, orejas picudas? Los elfos y sus luces. ¿Qué tal si te arranco un brazo por insolente?. seguro puedes hacer eso que le has dicho a mi hija solo con uno so...so...¿Qué?-  Dejó la bruja la frase a medias dando un ligero traspiés, como si de repente se sintiera mareada. En ese momento debió de comprender lo que pasaba porque trató de apuntar a Níniel con su varita, más la mano con la que la sujetaba temblaba de tal modo que le resultó imposible, hasta el punto de acabar dejándola caer al suelo. Finalmente la de oscuros labios acabó de rodillas, con la cabeza escondida entre sus brazos y comenzando a sollozar de nuevo, del mismo modo que había llorado cuando había intentado atacarlas antes y el amuleto de supresión mágica se lo había impedido. A su lado Níniel la miraba fijamente, su aura oscura acababa de aumentar a tal punto que era perceptible para el ojo entrenado en magia. Era como una niebla oscura con la forma difusa de un dragón. Un dragón negro. Sus ojos almendrados fulguraban, atestiguando la ingente cantidad de éter que canalizaba en esos momentos.

-Un poder enorme el tuyo...Tu misma lo dijiste antes, Bella. En estos momentos no es muy buena idea enfadarme.- Amenazó severa mientras a sus pies la poderosa bruja mezclaba sus sollozos con risas desquiciadas y murmuraba una y otra vez la palabra "Oscuridad". Lentamente Níniel se agachó y tomó la varita con clara intención de quebrarla, más en el último momento se limitó a guardarla entre los pliegues de su ropa. -He tomado su magia para mi. No tendremos que preocuparnos por ella durante un tiempo, pero no durará mucho. Revisad que no cogiera nada más de aquella sala y sigamos.- Instruyó tomando la iniciativa de nuevo tan pronto la bruja estuvo registrada. -Muévete, humano.- Ordenó antes de doblar aquella esquina a aquel orejas redondas que por fin obedeció, aunque sensatamente tomando el camino contrario al que había tomado la elfa.

Tras unos minutos andando y varios giros llegaron a un largo corredor. Aquel era el pasillo que les conduciría al ala C. Lugar donde se internaba a personas de familias pudientes y donde se les otorgaban ciertos lujos para que tuvieran una vida cómoda a pesar de sus trastornos. La mayoría no eran peligrosos y estaban allí solo para evitarle la vergüenza a los familiares de turno. Níniel podría jurar que algunos incluso parecían estar perfectamente sanos y cuerdos.

A lo largo del pasillo podía verse que una de cada cinco celdas estaban abiertas, con evidentes signos de haber sido forzadas. Un par parecían haberse fundido, otra parecía haber sido reventada por el hielo y aún había partes del suelo congeladas y con restos sólidos de agua congelada en forma de estaca. Quizá la más curiosa era una en la que un celador se dedicaba a abrirla y cerrarla constantemente a pesar de que en el interior no había nadie. Parecía como drogado.

-¿Qué haces, idiota?- Preguntó la peliblanca tras echar un vistazo dentro. -Deberías estar ayudando a controlar a los internos fugados.-

-Abro y cierro la puerta.- Se limitó a responder el orejas redondas con un tono neutro y la mirada perdida.

-Sí eso ya lo veo...¿Por qué lo haces?.- Inquirió la elfa que no estaba para bromas. Controlar todo el poder que fluía por su cuerpo no era sencillo, y por culpa de la maldición le estaba costando no usarlo de formas que le resultaban increíblemente tentadoras pero que sabía que más tarde lamentaría.

-Abro para cerrar. Cierro para abrir.- Respondió el humano haciendo que Níniel cerrara los ojos para evitar enviarlo volando por el pasillo a ver si el paseo le despejaba la cabeza. En lugar de eso la joven tomó un pequeño cuaderno de notas que había a la entrada de aquella celda y comenzó a leerlo. -Esto te va a encantar Huracán. El paciente que había aquí es un vampiro. Delirios de grandeza, ególatra, asesino. Usaba sus poderes vampíricos para controlar a varios nobles locales y gobernar. Conducta sexual desviada con predilección por las orgías...Vaya, lo que viene siendo un vampiro común.-Informó dejando el cuaderno en su sitio. -Habrá que dar con él antes de seguir. ¿Un brujo lanzando fuego? Problemático. ¿Un vampiro capaz de controlar a otras personas en un lugar lleno de locos peligrosos? Muy problemático. Estad atentas.-

-¿Atentas a qué? ¿A mi?. Es todo un honor. Lamento privaros del placer de la caza, sé lo mucho que se disfruta. Pero aquí el cazador soy yo y vosotras la presa. Las únicas cuatro mujeres del Ala D y todas juntitas...Tres de ellas jóvenes y apetitosas y la cuarta...Bueno con la cuarta se divertirán mis nuevos amigos.- Dijo una voz rasposa a sus espaldas perteneciente a un hombre de pelo moreno, largo y descuidado, vestido con harapos empapados en sangre fresca. Sus ojos brillaban rojos y su rostro estaba chupado, con su piel pegada a sus huesos. Unos largos colmillos enmarcaban sus labios. -Cogedlas, pero procurad no lastimarlas mucho. Que estén presentables para mi primera vez en más de veinte años.- Ordenó aquel vampiro con una siniestra sonrisa. Y de los pasillos a su izquierda y derecha comenzaron a dejarse ver varias personas. Algunos eran celadores, otros pacientes...Aquel nuevo enemigo no había perdido el tiempo y ya había reunido a un pequeño ejército. Con razón habían encontrado a tan pocas personas en su camino hasta aquel punto.

Níniel ha usado este turno: Intelecto arcano, Furia de Anar y Aspir. dejando sin magia a Belladona por 2 turnos y tomando su poder por ese tiempo.
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar Dic 05 2017, 17:38

-Has cambiado, Níniel. – le dije sorprendida a la elfa cuando vi como jugaba con Belladonna, desposeyéndola de su arma y poniéndola de rodillas. Drenando todo su poder como si fuese fruto de la oscuridad. Era la primera vez que veía a la elfa usar semejantes habilidades. – Creía que los elfos únicamente utilizabais magia benigna. ¿Saben en tu clan que eres capaz de hacer eso? – pregunté cruzándome de brazos con asombro, pero más que por capacidad por el hecho de que una sacerdotisa hiciese uso de tales habilidades.

En cualquier caso, Bella ya no haría de las suyas, así que comenzamos a movernos por los pasillos. Yo iba detrás en el grupo, llevando bien amarrado a mi pariente del brazo. Ver el estado de las celdas, la mayoría abiertas. No era nada alentador. Y así lo confirmó Níniel cuando comentó que un vampiro violador andaba suelto. Y para más inri contaba con más seguidores. Me mantuve en guardia y en silencio. Ignorando al tipo que abría y cerraba la puerta.

El chupasangres no se hizo de rogar y pronto hizo acto de palabra. Solté a Belladonna y me puse al frente. Pero no venía solo él. También lo hacían otras gentes controladas.  – Te equivocas, sanguijuela. – desenfundé las ballestas de mano. – Mientras yo esté aquí tú eres la presa. Y yo la maestra cazadora. – aseveré desafiante. Sabía que saltaría a por mí en cualquier momento. – No me vendrían mal unas de tus bendiciones. – pedí a la elfa. A falta de saber como combatía Mina y con Belladonna “capada”, parecía que iba a ser quien batallara a la mayoría. Comencé a canalizar el viento en la estancia.

Por su parte, Belladonna seguía tratando de hacer “amistades” con Mina, que la peloteaba de manera constante. La peligrosa bruja no tenía ganas de quedarse contemplando el escenario. Y sabiendo que Níniel y yo éramos reacias a devolverle la varita, trató de coaccionar a Mina para salirse con la suya. - ¡Eh! ¡Brujita! ¿Sabes lo que esos tipos nos van a hacer? – susurró mientras yo no permanecía atenta. Escuchando las palabras del vampiro que nos acechaba. Había decidido ponerme al frente del grupo en cuanto Níniel me explicó la situación. – Pues si quieres evitarlo ya me estás ayudando a quitarle la varita a la montaciervos. – y, aún sin saber la reacción de Mina, señaló con la cabeza a la elfa. Belladonna estaba convencida de que recuperando su varita, recobraría su poder. Ignoraba que la sacerdotisa había absorbido sus capacidades mágicas.

No tardó el monstruo en abalanzarse contra mí desde abajo. Elevándome hacia arriba en el techo. Intentó clavarme las garras, pero mi armadura surtió efecto y aguantó el golpe. Él, por el contrario, estaba prácticamente desnudo, por lo que pude descargar los virotes en su piel y alejarlo de mí la distancia suficiente mientras me agarraba a una de las vigas de madera del techo, quedando colgada y, el vampiro, extrayendo los virotes del abdomen. – Te vas a enterar, hija de puta. – maljuró mirando arriba.

-¡EH! ¡EH! ¡Que esa “puta” soy yo y estoy aquí! – bramó Bella. - ¡MUÉVETE, BRUJA! Quiero esa varita ya. Le haré comer sus propios sesos a este deslenguado.

Su voz llamó mi atención y me hizo echar la vista atrás. Entonces vi cómo había hombres de dudosas intenciones acercándose a Bella. Canalicé el viento sobre mis pies y fui bajando a saltos en paredes y salientes. De la que bajaba, utilicé la habilidad que había aprendido de Mortagglia y Bella en nuestros enfrentamientos: me envolví en una cortina de humo negro y al llegar a la posición de las mujeres, dejé ver parte de mi rostro y brazos y liberé todas las sombras. – ¡Ash balla ná! – conjuré en un grito prolongado. La corriente de aire y el humo en forma de vórtice barrió literalmente los enemigos de la zona. Esbocé una ligera sonrisa malvada. Mis poderes mágicos habían ganado mucha intensidad conforme a la experiencia que iba adquiriendo en los combates. Ahora era mucho más que la excelente tiradora que Níniel conocía.

Belladonna no tardó en comenzar a aplaudir. - ¡Bravo! ¡Magia oscura! ¡Esa es mi niña! – animó eufórica.

Pero el vampiro aún no se había rendido y volvió a abalanzarse contra mí. Todavía rodeada de humo negro que se pegaba a mí y salía emanado de mis brazos y mi cuerpo a cada movimiento que hacía, estiré el brazo y generé una fortísima corriente de aire con el brazo teñida en forma de nube negra que giraba como un vórtice hacia el enemigo y que, al impactar contra el vampiro lo barrió y estampó con fuerza contra el fondo de la estancia. El chupasangres quedó inmóvil haciendo vanos esfuerzos por tratar de escapar del muro de aire que, saliendo de mi mano, lo empotraba contra la pared. Me acerqué hacia él, caminando despacio. Mirándolo con odio. Con desprecio.

Con el ceño fruncido y la mano diestra, que me quedaba libre, tomé una de las ballestas de mano y la puse en su entrecejo.

-¿Tienes miedo? – pregunté suavemente. – Deberías. – Desde la muerte de la Dama me había vuelto más fría. Más salvaje. Las muertes de seres queridos me habían vuelto así. Aunque si alguien cercano me lo advertía, no tardaría muchos más tiempo en darme cuenta y rectificar esta actitud. – Mis maestros... Ellos me dirían que no se deben sobrepasar ciertos límites. Que no entra en el código ético de los brujos el uso de determinadas praxis. – comenté en clara referencia a Dorian e Isabella, entre otros. Mientras desenfundaba la daga de Vander de mi muslo. - Pero ellos no están para impedírmelo. ¿Sabes por qué? Porque vosotros los matasteis. – comencé a hablar generalizadamente en tono más alto y rasgué el brazo del vampiro en el suelo. Esta daga encantada, que había arrebatado a un peligrosísimo vampiro en Sandorái durante los acontecimientos de la peste, hacía sangrar al enemigo a borbotones al enemigo. Causándole una hemorragia mucho mayor a la criatura, que comenzó a chillar. Generé una corriente de aire de nuevo envolviendo al tipo en humo negro y lo alcé fuerte contra el techo. Desenfundé mi ballesta pesada velozmente y disparé al estómago. El enorme virote atravesó la humareda de humo y la vida del vampiro concluyó en un apagado y agónico grito. Quedando empalado en el techo cual lámpara y cayendo al suelo una vez su cuerpo “atravesó” el virote anclado en el techo de arriba abajo.

Una nueva víctima de la brutalidad de la nueva maestra cazadora. Estaba tan atenta al vampiro que me había olvidado de sus secuaces. Pronto vi una llamarada de fuego dirigirse hacia Mina, Bella y Níniel. Se trataba de otro de los brujos psicópatas liberados del psiquiátrico que había mencionado la elfa. - ¡Belladonna Boisson! ¿Te acuerdas de mí? Soy Yurái Korbin. ¡Mataste a mi familia, perdí la cabeza y me encerraron aquí! ¡Me has arruinado la vida asquerosa! Prepárate para morir junto a las tres rameras que tratan de liberarte.

Alguna de las tres mujeres tendrían que encargarse de él o esperar a que yo recargara mis ballestas.

*Off: Uso habis de nivel 4. Tinte sombrío de los Boisson y  nivel 1: Medio natural para mejorar agilidad, piruetas y saltos. Daga de Vander, efectos descritos (mastereado Ansur) y Polvos de armadura que me dan bonificaciones de velocidad y resistencia (quest Wyn).
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Mensaje  Mina Harker Miér Dic 13 2017, 20:25

La ilusionista quedó atónita mirando el charco de sangre y vísceras que había quedado tras la intervención de Belladona. Esta última se reía a carcajadas por su hazaña mientras Níniel leía la ficha del paciente cuyas tripas todavía palpitaban espasmódicas en el piso. Mina no pudo esbozar comentario alguno, solo miraba aterrada los restos del tipo con las risas de fondo, sin aliento. Pero la reacción de Mina no había sido notada por ninguna de las otras tres mujeres. A Níniel no le gustó que Belladona matara al paciente, dijo algo respecto a una investigación que estaba llevando a cabo, que era importante y que tuviera cuidado. Luego conjuró un hechizo que despojó a la bruja desquiciada de su poder, absorbiéndolo ella misma. Se podía sentir cómo la magia dejaba un cuerpo y pasaba al otro si tan solo te fijabas bien.

Pero todo aquello ocurrió al margen de Wilhelmina. Y aunque su cuerpo estaba de pie junto a las demás, su mente estaba fijada en lo que quedaba del paciente 0137. Y es que la ilusionista podría ser muchas cosas, pero no asesina. La muerte, así, tan intrascendente, era impactante para la ilusionista. Belladona gritó una palabra y aquel hombre explotó en pedazos. Seguramente no sintió dolor de lo rápido que fue todo. Y aquello ni siquiera duró lo que un parpadeo. Además, para Belladona no fue más que un movimiento de muñeca, un acto tan fútil que seguramente ya había olvidado.

-Eh... brujita... échame una mano, ¿quieres?- la voz rasposa de Belladona sacó a Mina de la estupefacción en la que se hallaba. Con el conjuro de Níniel, se había desvanecido, y no era para menos, si le habían sacado la magia, que era como si te dieran un golpe al vientre y perdieras el aliento por completo. La ilusionista dio un respingo, inhaló rápido, exhalando algo más lento para recomponerse y mecánicamente tendió una mano a Bella para ponerse de pie. La bruja pronto recuperó su ánimo y el grupo de mujeres avanzó por el pasillo.

Iba detrás de Níniel y un poco por delante de Belladona, quien iba la mar de contenta, canturreando, sujeta del brazo de Anastasia. Su voz chillona era escalofriante, pero eso era solamente un adorno de la espantosa situación que las mujeres estaban viviendo. A medida que avanzaban por los pasillos, se veían celdas abiertas cuyas puertas habían sufrido una destrucción total por fuego, hielo, magia o golpes. -¡Pero mira nada más!- exclamó luego que Níniel describiera al vampiro que hacía acto de presencia luego de aquella espectacular introducción -¡Hablando del Diablo y este que se aparece! Menos mal que apareció, no vaya a ser que nos quedemos con las ganas de conocerlo...- dijo con una ironía que acompañaba la sonrisa que adornaba su rostro.

De inmediato se lanzó sobre ellas seguido del séquito de sirvientes al que se había hecho. Y es que en un sanatorio un ser así tenía súbditos a dos manos. A muchos seguramente ni siquiera tuvo que convencer de seguirlo. Mientras peleaba con Anastasia, Belladona picaba a Mina para que le ayudara a recuperar su varita -¡Ay! Loca de mierda ¿Si te doy tu varita y por equivocación me das a mí? Mejor quédate cerca...- le respondió exasperada Mina arrastrándola lejos de la pelea de Huracán con el vampiro.

Un loco de cabeza pelada y ojos que miraban para lados diferentes apareció sobre ellas, haciendo gritar a Belladona. Wilhelmina la tomó de los hombros y la corrió, usándola para apoyarse, dar un salto y asestar una fuerte patada en la cabeza al loco en la quijada que lo mandó al piso inconsciente*. -Sí, tranquila, me quedo cerca- fue la conclusión a la que llegó Belladona luego de ver eso.

Una llamarada hizo que ambas mujeres se tiraran al suelo para evitar ser quemadas y escucharon la estrepitosa voz que acusaba a Belladona -Dime una cosa, Belladona, ¿no te pudiste buscar otro pasatiempo que no fuera matar gente? No sé, alfarería- comentó la ilusionista mientras ambas se ponían de pie. El brujo, quien se había llamado Yurái Korbin, lanzaba lenguas de fuego con furia, Mina empujaba y jalaba a Belladona como una muñeca, esquivando los ataques, cosa que causaba tanta gracia a la loca que reía a todo pulmón.

Cansada, Wilhelmina decidió que era suficiente. Sus ojos brillaron dorados cuando conjuró la ilusión de decenas de gorgonas que se iban una tras otra sobre el tensai de fuego y los demás locos que las atacaban, buscando distraerlos. -¡Corran!- le gritó a las demás. Agarró fuerte a Belladona de la muñeca y la arrastró por el pasillo a toda velocidad, sin fijarse si en realidad las otras dos mujeres la seguían.

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Mensaje  Níniel Thenidiel Miér Dic 20 2017, 18:50

Quizá podía parecer un comentario inocente aquel que Huracán le dedicó percibiendo que su amiga no era la misma de antes, pero para Níniel eran palabras que llenaban su mente de dudas, que avivaban unos pensamientos que a veces parecían extintos por un mar de tinieblas. ¿Que había cambiado? ¿Ella? No, ella seguía siendo la misma de siempre aunque era mucho más fuerte. Era la hija de Ashara, era lo que se esperaba de ella. ¿Cómo podría ocupar un día su lugar sino era tan o más fuerte que ella? Por eso debía dominar ese regalo oscuro con el que había sido bendecida...Podría hacer tanto bien cuando esgrimiera todo ese poder por una causa justa. ¿Verdad?

No, no era verdad. No estaba allí para aprender a controlarlo. Estaba allí para averiguar cómo librarse de ello. Era una maldición, no una bendición, por muy tentador que tal poder resultara. Era como un canto de sirena, la hacía dudar de su propio poder haciéndola pensar que si se libraba de él sería débil e incapaz de alcanzar sus metas. La hacía soñar con todas las personas a las que no podría salvar si renunciaba. Susurraba que de no hacerlo suyo sería un fracaso, como el de un guerrero incapaz de aprender a usar una espada encantada por ser un arma demasiado buena para el.

Pero seguía siendo ella...de momento.

-Han pasado muchas cosas desde nuestro último encuentro.- Respondió finalmente la joven sin querer entrar en detalles. Bastante tenía ya la cazadora como para preocuparla más. -Pero sigo siendo yo.- Tranquilizó. -Deberías empaparte más de la cultura de los míos. Somos los aliados naturales de los cazadores de sombras. Además descubrirías que hace mucho que los elfos usamos el poder de la luz para acabar con quien nos amenaza. Y que el mismo poder que nos permite cerrar una herida, puede ser usado para abrirla.-Esbozó una leve sonrisa de orgullo por su pueblo.-Cuando es necesario, claro.- Puntualizó al final.

La sacerdotisa hubiese estado encantada de instruir a la mata vampiros, y al resto de las allí presentes si es que estaban interesadas, en las primeras y básicas nociones sobre la cultura de los elfos, pero no era ni el lugar ni el momento. Sus pasos debían apresurarse y sus sentidos agudizarse ante la segura cercanía de enemigos a los que neutralizar. No era tiempo para lecciones de filosofía e historia. Aunque lo cierto es que durante su camino apenas se toparon con nadie, y no fue hasta casi haber alcanzado las puertas del ala C que descubrirían el motivo de semejante tranquilidad en un lugar que se suponía sumido en el caos.

-Una introducción digna de una obra de teatro. El tiempo medido a la perfección, como cabría esperar de un vampiro.- Alabó con sorna la peliblanca mientras trataba de identificar entre el grupo de "amigos" del chupasangres las mayores amenazas potenciales. Siendo su comentario respondido con una media reverencia de agradecimiento tan burlesca como las palabras que la habían propiciado. -Los grandullones bien alimentados y vestidos son celadores. Los delgados con harapos son pacientes. Procurad no matar a ninguno de todos modos.- Instruyó la peliblanca aprestándose al combate y lamentando no poder contar con su querido bastón.

-Bien. Preparadas o no allá va.- Fueron las palabras de la elfa ante la petición de usar su magia de refuerzo, cambiando su posición de una con evidentes intenciones de avanzar hasta los enemigos a otra más pasiva y retrasada, más habitual en alguien como ella. Recitó entonces una leve letanía a sus dioses entre susurros y señaló a ambas brujas bendiciéndolas con un gran incremento de su destreza. Algo que sin duda Huracán agradecería y que no vendría mal a Wilhelmina, cuyos poderes eran desconocidos para la peliblanca. Al menos le resultaría más fácil mantenerse lejos del peligro.

La relativa estrechez del pasillo obraba a favor del cuarteto de magas, asegurando que solo pudieran ir hacia ellas unos pocos enemigos a la vez, compensando su abrumadora inferioridad numérica. Además Huracán parecía hacer mayor honor a su nombre que nunca, conjurando fuertes vientos teñidos de negro que mantenían a sus adversarios a raya con aparentemente poco esfuerzo. Aunque no era magia oscura como Belladona, orgullosa, aplaudía. Claro que sí del tipo de magia que los ignorantes temerían mientras invocaban la ayuda de sus deidades, del tipo que no te ayudaba a hacer amigos en los pueblos humanos.

-Nada mal.- Se permitió decir la joven aprovechando que la bruja con sus habilidades había evitado que la peliblanca tuviera que entrar en combate directamente. Solo un humano pelón consiguió llegar hasta donde Wilhelmina custodiaba a Belladona, pero su destino no fue diferente que el de los demás, acabando en el piso tras recibir una acrobática patada por parte de la joven bruja. -Eso no me lo esperaba.- Comentó la sacerdotisa, poco o nada acostumbrada a ver a un miembro de la raza bruja liándose a patadas con esa habilidad. Parecía que bendecirla con mayor destreza al final iba a ser mucho más útil de lo que cabría esperar.

No obstante el peligro aún no había pasado. Ya fuera por su feroz determinación, por un momento de distracción de Huracán y su magia de viento o por ser poseedor de un gran poder, otro de los pacientes logró llegar hasta allí gritando, amenazando y jurando venganza mientras lanzaba contra Mina y Belladona una constante ráfaga de ataques flamígeros que apenas eran capaces de esquivar. Con cada impacto fallido la furia del brujo aumentaba y no tardaría en lograr acertar aunque fuera por pura suerte...Pero las patadas no eran la única sorpresa que Wilhelmina guardaba bajo sus mangas.

-Eres toda una caja de sorpresas...-
Le concedió la elfa a la bruja percibiendo con nitidez aquellas ilusiones gracias a su gran talento mágico. Claro que muy posiblemente la bonita joven ni llegaría a escucharla, pues parecía demasiado centrada en salir de allí tan rápido como sus piernas y Belladona le permitiesen. -Espera, ¿adónde vas? Tenemos que...- Sus palabras cayeron en saco roto pues sin volver la cabeza atrás Wilhelmina seguía corriendo como una dríade tratando de ocultarse de un lascivo orejas redondas...solo que más rápido.

En cualquier caso la balanza de aquel combate estaba ya decantada a su favor. Con el vampiro muerto los celadores no tardaron en liberarse de su control y comenzaron a atacar y reducir a los pacientes, pillando a muchos desprevenidos ante el repentino cambio de tornas. Varios de los pacientes también parecieron perder su espíritu de lucha con la caída del titiritero que movía sus hilos y acabaron llorando abrazados a sus propias rodillas en el suelo. Los pocos que aún no se daban por vencidos o no habían sido reducidos trataban de protegerse de un peligro ilusorio que no estaba allí y que sin duda a causa de su estado mental resultaba especialmente efectivo sobre ellos. Incluido aquel brujo de fuego de nombre Yurái. La situación en aquella zona no tardaría en quedar controlada.

-Ocuparse primero de su líder fue la decisión acertada. Aunque dije que no los matarais...- Le dijo a Huracán mientras comprobaba que efectivamente la situación terminaba de quedar controlada, proyectando su curación a distancia con aquellos celadores que lo necesitaban para ayudarles. -Aún así buen trabajo. Ahora podremos dirigirnos al pabellón C, y de ahí al Arcaneum. Averigüemos quién ha causado esto, librémonos de él o ellos y tendrás tu ritual.- Siguió diciendo, echando un último vistazo y viendo como dos fornidos humanos se ensañaban a golpes con el brujo de fuego. La elfa les fulminó con la mirada y cesaron su golpiza, pero aún así no tuvieron muchos miramientos a la hora de llevárselo de allí. -Sigamos, o me temo que nunca alcanzaremos a tu amiga. Al menos no mientras siga bajo los efectos de la bendición y no se detenga ella sola.-

Níniel usa este turno Estrella Fugaz sobre Huracán y Wilhelmina.

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Mensaje  Anastasia Boisson Lun Dic 25 2017, 19:16

Recargué mis ballestas tan rauda como pude, mientras sufría viendo a Wilhemina protegiendo a Bella de una manera bastante tosca y poco práctica del brujo de fuego. Primero se conformó esquivando los golpes, estaba viendo cuando uno de esos desgraciados iba a alcanzar a alguna de las dos. La pequeña Mina mostró, sin embargo, ser más solvente de lo que a priori uno podría pensar. Así lo demostró con la patada en el aire que asestó a uno de los internados. Incluso realizó un apañado truco de magia en forma de ilusiones que sirvió para distraer al brujo y a los poseídos.

Gracias a las bendiciones que Níniel se encontraba emitiendo, pude sentir como era mucho más rápida que de costumbre. Lo que sumado al impulso del viento y a mi propia destreza, me daba una gracilidad increíble. Así, a base de ágiles movimientos, saltos, ruedos por el suelo y corrientes de aires propulsadas con mi mano, pude ir deshaciéndome de tipos aún bajo el control mental del vampiro, que imaginaba no tardaría en desvanecerse. Independientemente de gordos o flacos, no era mi intención matar más que lo estrictamente necesario, tal y como me había pedido Níniel.

-¡AAHHH! – la voz de Bella siendo arrastrada por Mina por un pasillo cualquiera atrajo mi atención. La bruja nos había indicado que corriésemos.
-¡Mina! ¡Espera! – grité casi en paralelo con Níniel, que tampoco entendía a donde huía la bruja. Parecía haberse asustado por el número, que rápidamente estaba reducido. Pero o no nos escuchó, o siguió su camino.

Pronto, el control mental desapareció y la situación en el Ala D volvió a la normalidad. La elfa llegó veloz a mi posición, visiblemente agitada como yo, debido a la lucha. – Era necesario acabar con ese vampiro. – le comenté, sin discutir, después de las intenciones de aquella criatura. – Bien. Vamos. Creo que podemos alcanzarla. – comuniqué a la elfa saliendo tras Mina corriendo por los pasillos.

Yo también contaba con su bendición. Y además por mi entrenamiento y mi experiencia, mi agilidad debería permitirme alcanzarla. Corrí grácil cual gacela para tratar de llegar hasta la posición de Bella y Mina. Finalmente, llegué a ver al par de brujas llegando a una especie de sala circular muy amplia y alta, con una cúpula o domo constituyendo el tejado. Probablemente sería el pabellón C, tal y como Níniel había indicado. El exterior de la cúpula podía verse desde fuera.- ¡Mina, para! ¡Ya está todo en orden! No hay motivo para seguir corriendo. – le pedí fatigada sin saber si me iba a hacer caso o iba a decidir llevarse a Belladonna de nuevo paseo por el sanatorio.

Fatigada después de tanto movimiento y tensión, descansé sobre mis rodillas justo en el centro de la enorme cúpula que probablemente constituía el famoso pabellón C. – Por fin un poco de tranquilidad. – aseveré. Y es que allí no parecía haber nadie. Aunque seguramente Níniel tuviese alguna explicación. Jules suele decir que las antesalas grandes suelen ser el escenario donde aguardan impresionantes monstruos o jefes de gran tamaño. Esperaba que, por una vez, esto no fuera así, o de lo contrario iba a tener que hipotecar los hígados para poder seguir combatiendo: Aunque quién sabía. El sanatorio era toda una caja de sorpresas.

Hablando de culpables. La elfa me había cuestionado quién podía ser el causante del apagón del arcáneum y, por tanto, el organizador de todo aquel caos. Yo tenía un nombre en mente, y Belladonna también. Y aproveché esa pausa para pronunciarme.

-Haytham. Está detrás de esto, ¿verdad, Bella? – pregunté a mi madre, tirada por el suelo. Los años no pasaban en balde para una mujer de 46 años.
-¿Qué dices? ¡Insolente! ¡Él me encerró aquí! – protestó. – Se supone que venía a recuperar las heridas que sufrí en la batalla contra mamá. Y unos loqueros como TÚ. – señaló a Níniel. – Fueron los que por cuenta propia me pusieron el collarín y decidieron encerrarme. ¡Habráse visto! ¡Como si tu madre estuviera loca!
-Sí. Él te encerró. – aseveré dándole la razón. – Haytham pretendía sacarte de aquí, pero no podía entrar en un complejo tan seguro como este solo. Por eso me dijo que estabas aquí. Me ha espiado y, en cuanto pasó el tiempo suficiente, desactivó los inhibidores. – Relaté llegando a la conclusión. – El resto del plan es el que ya sabemos: Sabría que no te dejaría encerrada en aquella celda y que te pongo potencial para liberarte. – concluí. – Me ha utilizado.
-¡Oh! ¡Qué avispada, la niña! Eres casi tan inteligente como tu difunta tía. – rió cruelmente. – ¿Y qué sugerís que hagamos ahora?

Níniel y Mina quizás no estuviesen al tanto de la historia que estaba contando. Para la elfa, si no se había enterado por Cassandra, Elen o Jules, que eran los únicos que lo sabían, se habría perdido gran parte de las novedades desde nuestro último encuentro.

-Níniel, Mina, creo que después de todo lo que estáis haciendo lo mínimo que merecéis es una explicación. – me di la vuelta y miré a ambas, sincera. – Belladonna no miente cuando dice que es mi madre. Lo descubrí después de vernos por última vez en la mansión, Níniel. – describí a modo rápido, mirando a la elfa. – Y Haytham, el hombre del que hablo, fue un poderoso brujo de Beltrexus, ahora es un vampiro. Él es mi padre. – continué. De esto me había enterado apenas un mes atrás. – Pero fue convertido por Mortagglia a traición. Nunca fue un aliado suyo. Tenemos que entrar en el mundo de los sueños antes de que nos encuentre o aparezca. Es impaciente y se llevará a Belladonna a cualquier precio. - miré a Bella. – Me gustaría agotar las posibilidades de que vuelva a ser normal.

Estando en el pabellón central, llegar al resto de alas no podía ser muy difícil: Bien fuera al arcáneum, donde seguramente estaría Haytham, o a los laboratorios, donde Níniel podría recuperar sus cosas para hacer el ritual. No debería ser demasiado difícil. Mina nos había sacado algo de ventaja, quizás ella supiera qué hacer o por donde tirar.
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Mensaje  Mina Harker Mar Dic 26 2017, 17:15

Mina había corrido como alma que lleva el diablo, arrastrando tras de si a Belladona que no paraba de gritar -¡PARA! ¡INSENSATA! ¡DETENTE! ¡MI ZAPATO!- chilló sin parar hasta que la ilusionista se detuvo en medio de un salón amplio, despejado, alto, con techo de cúpula. Y se detuvo por el simple hecho de no saber cuál de las salidas tomar, ya que aquella era una especie de antesala con varias puertas y, como ella no tenía idea de cual tomar para salir de allí, tuvo que detenerse para esperar a Níniel. Ella sí que sabría por dónde salir.

-¿Que no hay motivo para seguir corriendo? Pues yo sigo viéndome dentro del sanatorio de Vulwulfar. Cada loquito suelto es un motivo para correr- le respondió una acelerada Wilhelmina a Anastasia, sin soltar a Belladona. La tenía agarrada de la muñeca de forma inconsciente -Eh, brujita, que ya pasó el peligro- se quejó Bella tratando de zafarse del apretado agarre -¿Ah? No, el peligro no ha pasado- aseguró Mina y no, no la soltó. No se podía quedar quieta, caminaba de un lado al otro, ansiosa por salir de ahí. Y claro, Bella caminaba detrás de ella, mareada y enojada.

A pesar de estar atenta a la aparición de algún peligro con patas, escuchó la conversación de Huracán con Belladona. De hecho, cuando la bruja de viento explicó quién era quién en aquella historia, bien que a la ilusionista se le pudieron poner los ojos redondos con la noticia. -¡JHÁ! ¿Vieron que SÍ soy su madre?- afirmó Belladona llena de satisfacción.

-Entonces, ¿esto es una operación de rescate?- preguntó la ilusionista a Huracán -¿Has venido a ayudar a tu mamá?- estaba enternecida de ver a Rarita Boisson haciendo algo tan lindo; ayudar a su progenitora loca. Tan dura que aparentaba ser, era todo un caramelo debajo de esa armadura. -Bueno, entonces vamos a hacer el dichoso ritual de Níniel- propuso. Acto seguido, miró a la elfa -Guíanos, ¡de prisa!- exigió.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Jue Dic 28 2017, 18:24

Puede que Wilhelmina y Huracán contaran con la bendición de Níniel, la cual les permitía correr raudas cual flecha al viento, moverse más rápidamente y con más facilidad que nunca, y todo ello acompañado con unos reflejos acordes solo comparables con los que podrían obtenerse tras años de duro entrenamiento. Pero ese no era el caso de la peliblanca, que sin tal refuerzo, y a pesar de pertenecer a la raza élfica, se vio incapaz de seguir su ritmo, quedando rezagada más pronto que tarde y optando finalmente por desistir de seguir corriendo.

-Como si supieran a dónde van...- Protestó para sí misma la joven mientras se deslizaba a su ritmo por entre los pasillos. Aprovechando su menor velocidad para comprobar el estado de otras de aquellas celdas, y en general si el lugar estaba finalmente tranquilo de nuevo tras lo acontecido en la refriega contra aquel vampiro que se había erigido en líder de los fugados. Parecía que el hecho de que el chupasangres reuniera en torno a él a los internos escapados les había ahorrado mucho tiempo y trabajo. Haber tenido que ir uno por uno podría haberles llevado horas, y sin embargo ya no se veía a nadie fuera de lugar. Claro que el asunto aún no estaba resuelto. Aún quedaba al menos una persona por ahí, campando a sus anchas, con una insana afición por dañar o apagar sofisticados mecanismos mágicos de control de sujetos peligrosos.

-Gracias por esperar.- Dijo a las demás con un claro deje de ironía en su tono de voz tras llegar hasta ellas a la altura del "Domo", nombre que le había dado el personal a aquella parte del sanatorio que tan extraña y ajena podría parecerle a cualquiera en un lugar como aquel. El motivo de su existencia no tenía sin embargo ningún misterio. Originalmente el sanatorio había sido un templo. Tras muchas ampliaciones y remodelaciones buena parte de las estructura original había desaparecido o apenas era distinguible, pero la cúpula se había conservado, seguramente para darle a aquel sombrío escenario un toque de...distinción. -Me parece que esto es tuyo, Bella.- Añadió entonces la elfa tirando cerca de los pies de la bruja uno de sus zapatos. -¿Pensabas que era la varita? Ni lo sueñes.-Sentenció mientras echaba un vistazo alrededor y esperaba que sus compañeras recuperaran el aliento. algo que ella no necesitaba.

-¿Tranquilidad? Sí, supongo. Esta zona del ala C apenas se usa como distribuidor. Algún médico viene a pasear de vez en cuando con algún paciente y poco más. Es más bien como algo ornamental. Supongo que no les gustan o no pueden permitirse un jardín...- Eso último lo dijo evidenciando que ella hubiese preferido uno. -Como sea el Arcaneum está aquí mismo, quizá también el causante de todo esto...a saber por qué, pero seguro que por nada bueno.- Opinó. Claro que Huracán y Bella parecían tener mucha más información al respecto que la peliblanca.

-Yo no soy loquera, bruja. Soy investigadora y alquimista, y estoy cerca del punto en el que empiezo a considerar que averiguaría más de ti practicando una vivisección que escuchandote así que...-Amenazó dejando la frase en el aire antes de que Huracán prosiguiera con sus conclusiones. Las cuales básicamente venían a decir que había sido utilizada por un tipo seguramente peligroso y que todo era culpa suya directa o indirectamente. -De nuevo los asuntos de la familia Boisson ponen en riesgo a todo el mundo...Vaya novedad.- Comentó la peliblanca, aunque sin acritud. Y las revelaciones no iban a terminar ahí ni mucho menos.

-Espera ¿Qué?...No...Ella no...¿Y el que ha hecho esto es tu padre?.- Logró decir la joven mientras reestructuraba las piezas que conocía o creía conocer sobre la familia Boisson en su mente. -Isabella...La loca esta trató de matarte a través del cuadro...Desde luego explicaría lo del mal carácter...- Murmuró seria mirándolas a continuación a ambas sin querer creerse aquello a pesar de que ciertamente las piezas encajaban. -¿Y qué quiere de ella ese brujo-vampiro? ¿Quiere recuperar a su mujercita? ¿Venganza?- Preguntó la elfa con intención de colocar aquella pieza también en su lugar.

-No tan rápido Wilhelmina. Ni tu tampoco Huracán. El trato era solucionar el problema antes del ritual...Y ese vampiro es el problema ahora...Incluso si no lo fuera, durante el ritual seríamos vulnerables a un ataque...No es una opción. Si ha podido colarse aquí, podría dar con nosotras en pleno ritual. Ocuparnos de él ahora es el único camino.- Aseguró. Descartada por su puesto la opción de solicitar ayuda oficial para algo así. -Y el lugar donde sabemos que está o ha estado es el arcaneum.- Dijo señalando hacia una de las salidas de aquel lugar abovedado, hacia unas puertas dobles de gran tamaño que contenían otra de menor tamaño dentro de las mismas. -Tras esas puertas.- Indicó antes de encaminarse hacia ellas en primer lugar. Comprobando que si bién las grandes seguían selladas, la pequeña estaba entreabierta. Una tenue luz se colaba por aquel pequeño espacio iluminando intermitentemente una pequeña zona cercana.

-¿Qué clase de vampiro-brujo es Haytham?- Preguntó la elfa antes de tocar la puerta de la altura de una persona adulta y de un metro de ancho. -Porque esta puerta no ha sido forzada...- Informó.
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Mensaje  Anastasia Boisson Mar Ene 02 2018, 22:02

Belladonna celebró mis palabras de explicación. La miré de lado. A ella y a Mina, quien con cierto tono irónico, definió la misión como rescate. – No. – le contesté. – El que quiere rescatarla es Haytham. – contesté con claridad. – Yo lo que busco son respuestas. - Luego miré a Bella, recolocándose el zapato que le había traído Níniel, sentada en el suelo. No atendía a la conversación. – En su estado actual no me va a solucionar nada.

Ir al Mundo de los Sueños se antojaba, entonces, como algo necesario. Aunque sin duda sería peligroso conociendo a Bella y su retorcida mente. Mina parecía dispuesta a ir ya mismo. Níniel, sin embargo, quería solucionar primero el asunto del arcáneum, para terminar de poner orden en el Psiquiátrico. La elfa rápidamente entendió de qué iba el asunto.

-¿Mi padre? Bueno. Dejémoslo en el hombre que inseminó a Belladonna. – Le corregí. De ningún modo podía llamar a ese chupasangres al que solo había visto una vez en mi vida, y para colmo hacía unos meses, como “padre”. – Por lo visto, Haytham lleva años intentando acercarse a Bella. La trajo aquí sólo para que la curaran, pero la encerraron y ahora pretende liberarla. – le expliqué haciendo uso de sus propias deducciones. Ella misma lo había deducido.

Aún así, Níniel seguía considerando el asegurar el arcáneum como tarea prioritaria. No era para menos, ya que Haytham podría interrumpir en medio del ritual para llevarse a Bella. Nos indicó que se encontraba tras unas puertas anexas al Domo. No estaban forzadas, por lo que Níniel no tardó en preguntar sobre las capacidades del vampiro.

-Ahora que lo preguntas, os diré que Haytham es un vampiro supremo. – dije mientras caminábamos por el piso de la cúpula. Sólo se escuchaban nuestras voces y el taconeo de nuestro calzado. – Para que os hagáis una idea, en combate es del nivel de Mortagglia. Sorbió su sangre y adquirió una condición similar. – Expliqué aún a sabiendas de que Mina no tendría ni idea de quién había sido "La Dama". La descripción había ido enfocada a definir la categoría “supremo”, que a alguien que no estaba ducho en la caza de vampiros, podría no sonarle de nada. – No es alguien sociable, y es considerablemente violento. – Por momentos creía estar definiéndome a mí misma. - Con un poco de suerte, podremos evitar la lucha contra él. Mina, tú quédate detrás, junto a Bella. – ordené a mi excompañera de clase. No quería que, especialmente ella, que poco tenía que ver con mis dramas familiares, tuviera que enfrentarse a algo tan desagradable.

Finalmente, entramos sin más dilución.

-Haytham. – grité en la nueva sala, casi tan grande como la anterior. En esta ocasión no había cúpula. En el centro de la misma, había un enorme cristal de color púrpura orbitando sobre una plataforma y girando sobre un eje imaginario. El enorme cristal no emitía luz. Del mismo salían una especie de cables del mismo color que se distribuían por las paredes. - ¿Has sido tú quién ha hecho esto, verdad? Mira. No tengo mis armas. – extendí las palmas de la mano para mostrar que venía en “son de paz”. Tras unos segundos en los que no escuchó nada, volví a hablar. – Tengo a Belladonna conmigo. – relaté.

Estas palabras bastaron para que, de entra las sombras ocultas de la sala, un hombre de aspecto fuerte y muy serio. Con media melena mostrara su presencia. Era él. Se colocó junto al arcáneum. Concretamente junto a la zona de activación.

-Huracán. Veo que no me has decepcionado. – él me llamaba por mi pseudónimo. Era receloso a llamarme por el nombre original debido a que compartía nombre con su odiada Mortagglia.
-¡Haytham! ¡Amor mío! – gritó Bella feliz. Llamando automáticamente la atención de éste.
Tú. Entrégame a Belladonna. Ahora. – advirtió a Mina con enfado, señalándola y acercándose a ella. – ¡Por los dioses! Le habéis puesto un collar como si fuera un vulgar perro. – clamó enfadado al fijarse en el detalle.
-No tan rápido. – le dije interponiéndome en su camino, quedando a escasos centímetros de él. Su mirada era intimidante. Se cruzó de brazos, en un gesto muy parecido al mío. – Antes de que hagas nada, te diré que puedo devolver a Belladonna a la normalidad. Yo necesito respuestas. Algo que sólo podría darme en un estado mental equilibrado.

Mis palabras parecieron volver aún más tenso al vampiro. Él simplemente quería llevarse a Bella de ahí a cualquier precio.

-Yo quiero a Belladonna tal y como es. – opinó desenfrenado. – No necesito alguien cordial ni cuerdo. La rescaté del sótano en el que la tenía encerrada su hermana cuando apenas era adolescente. – describió. Aquella parte de la historia ya la conocía.
-Lo sé. Pero Bella ha sufrido muchas penurias. Ha matado a mucha gente. No es la joven que conociste con dieciséis años. – Y es que Bella de aquella mataba, por eso la había encerrado Isabella, pero desde luego no de la manera tan maníaca y placentera como lo hacía desde que Mortagglia le terminó de lavar el cerebro.

-¿Y eso cómo se hace? ¿Ella corre peligro? – preguntó.
-En absoluto. Ninguno. – Mentí. Y miré a Níniel con firmeza. Si quería que Haytham aceptase aquello, tenía que sonar convincente. – Se hace mediante un rito élfico que nos llevará al mundo de los sueños. – resumí. – Confía en mí. Ella es mi madre. No quiero que le ocurra nada. – pedí mostrando las palmas de las manos cordialmente.

El trato estaba ofrecido. Ahora bien. Si las cosas salían mal. Tendríamos un problema. Y uno muy gordo. Ya que Haytham probablemente no dejaría ni rastro de nosotras si Belladonna sufría un destino trágico. El vampiro se tomó su tiempo para pensar, pero poco después aceptó la propuesta.

-Bien. Tampoco pasará nada por esperar un poco más. – afirmó el chupasangres escuetamente. – Haced lo que debáis. Os veré a la conclusión del ritual. - dijo antes de darse la vuelta y volver a mezclarse en las sombras. Como si fuera un fantasma.

Ahora Mina o Níniel podían proceder a encender el arcáneum, cosa que yo prefería no hacer ya que no tenía ni idea de cómo hacerlo o las consecuencias que podría acarrear . Y posteriormente comenzar los preparativos para ir al mundo de los sueños. Miré a Níniel con confianza, buscando su comprensión por la mentira piadosa que había contado. No sabía cómo me las apañaba,
pero siempre la metía en algún lío.
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Mensaje  Mina Harker Jue Ene 18 2018, 01:20

-¿En qué momento se me ocurrió seguir a Rarita Boisson?- se preguntaba Mina mirando al vampiro con que hablaba Anastasia. ¡Qué dramón familiar tenía esa mujer! ¡Por todos los dioses! Agradeció tener una madre abnegada y un padre trabajador, entregados y devotos el uno al otro y a su familia. Sobre todo, equilibrados. Los esqueletos en sus clósets eran un chiste en comparación con esta fantástica trama, digna de una obra teatral. Que no tenía otra descripción mejor.

Mina estuvo a punto de dar media vuelta e irse, si tan solo supiera por dónde estaba la salida. Y que además prefería no salir sola. Es que afuera habían muchos loquitos y ella solita no podía con ellos. Tan solo podía hacer ilusiones, no es como que ella controlara el aire o el fuego, y a punta de fantasmas no iba a salir de ahí. ¿Qué tal que se le atravesaba el brujo de fuego al que se habían enfrentado antes? -Hmmm... me sale más a cuenta quedarme con Huracán y con Níniel... Por los antiguos dragones, si hasta me sale mejor quedarme con la loca esta...- pensó, mirando de arriba a abajo a Belladona. Luego arrugó la nariz pensando cómo aquel vampiro supremo estaba tan enamorado de esa mujer. Bueno, entre locos se quieren.

Afortunadamente, Huracán logró convencer al vampiro de dejarlas hacer el dichoso ritual con Belladona. Las sienes y palmas de Mina habían sudado como nunca antes con los nervios que había sentido. Se secaba la frente con el dorso de la mano cuando el vampiro volvió a desaparecer entre las sombras -¿Y dices que ya se fue el supremo?- dijo, interrumpiendo el tenso silencio y quietud que se había asentado entre las mujeres. Tomó la mano de Belladona y se la entregó a Níniel -Ahora es problema tuyo. Pero ven, dime cómo se conecta el arcáneum. Quiero esa lucecita brillando púpura lo antes posible- dijo, señalando el collar de Belladona.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Lun Ene 22 2018, 20:25

Evitar la lucha no era algo que Níniel tuviera como prioridad en esos momentos, ni siquiera ante las advertencias de Huracán sobre el enorme poder del que aquel vampiro era dueño, por lo visto comparable al de Mortagglia. Un poder que por otro lado la elfa solo podía cuantificar basándose en el número y fuerza de sus esbirros, y en el de los enemigos que se había buscado durante sus largos años en activo, puesto que ella solo la había visto luchar en una ocasión y durante un breve lapso de tiempo antes de uno de los amaneceres más hermosos que recordara. Debió de notarse en su gesto por tanto que no tenía tan claro que aquello fuera lo mejor, aunque acabó cediendo.

-Si es lo que quieres...Pero tal y como lo describes no parece el tipo de persona del que puedas fiarte.- Expresó la peliblanca decidiendo cederle la iniciativa de aquella acción a la cazadora. Pues por mucho que no compartiera sus decisiones confiaba en ella lo suficiente como para aceptar que debía de tener sus motivos para querer hacer las cosas de esa manera. Lo más difícil con Bella ahora estaba claro el por qué, y con aquel vampiro debía de pasar algo parecido, aunque la peliblanca se atrevería a aventurar que por motivos muy distintos. -Pero si nos ataca no pienso contenerme.- Puntualizó antes de seguirla hasta el interior de arcáneum, la cual parecía estar vacía.

-No parece que el cristal esté dañado.- Fue lo primero que la joven mencionó en susurros apenas audibles pero con un claro tono de alivio. A juzgar por el temblor que habían notado justo antes de la desactivación de los inhibidores parecía que una fuerte explosión podría haber causado daños severos en aquel lugar, pero no había sido así. Una suerte porque ese clase de cristales, y más aún de ese tamaño, eran muy raros y muy valiosos. Veyond tenía uno muy similar sosteniendo las defensas mágicas del lugar, y era tratado como una reliquia del clan desde los tiempos de su fundación. -Voy a intentar...-Añadió la sacerdotisa con intención de aprovechar que no parecía haber nadie allí que respondiera a las llamadas de Huracán para reactivarlo sin demora. Pero al final resultó que sí que había alguien al acecho, sencillamente había necesitado escuchar las palabras adecuadas para salir de entre las sombras.

-Ni un paso más.-
Amenazó Níniel al vampiro cuando tras reconocer a su "amada" por poco no pasa por encima de Huracán en un intento por ir hacia ella, recibiendo una mirada asesina por lo que sin duda el vampiro consideraba todo un atrevimiento por parte de una elfa. Haytham se detuvo, seguramente más por Huracán que por las palabras de Níniel pero lo hizo, quedando a la espera de las palabras de la cazadora que trató de convencerlo de dejarlas hacer el ritual por el propio bien de Bella, mintiendo sobre su inocuidad, pero consiguiendo que el maldito lo aceptara, diera media vuelta y se esfumara del mismo modo a como había aparecido.

-Por qué no pueden todos los vampiros ser como Bio.- Suspiró molesta la elfa generando una serie de orbes de luz que iluminaron todo el lugar. No pretendía meramente mejorar la visión del grupo, que también, sino desterrar todas las sombras de allí para asegurarse de que el chupa sangres no siguiera escondido por allí, atento a sus palabras y preparándose para abalanzarse sobre ellas.

-Al menos no está en esta habitación, pero mantente alerta. Los vampiros suelen saberse un par de trucos.- Respondió la elfa a Mina, claramente la más tensa del grupo y no sin razón. Tanto que no tardó en endosarle a una Bella que si bien parecía bastante tranquila, no paraba de hablar del amor, de poemas, de flores y promesas. Algo que viniendo de ella daba casi tan mal rollo como sus risas psicóticas. -¿Y por qué tengo que ser yo? Tu no sabes como activar los inhibidores. Cógela tú mientras lo hago y mira si quieres.- Le espetó a la bruja sin ver el motivo de que le endosara a semejante mujer de forma tan gratuita. -O mejor que se ocupe Huracán, al fin y al cabo es ella la que nos ha metido en este lio.- Sugirió a continuación, sin que de nuevo hubiese acritud en sus palabras.

-Vamos a ver...-Murmuró ya sobre el activador del cristal. -Primero se afina la resonancia...Bien. Ahora se canaliza magia hacia el cristal...- Siguió diciendo colocando la palma de la mano sobre un semiesfera y comenzando a concentrar éter en la misma. -Y ya está.- Comunicó al mismo tiempo que el cristal comenzó a girar cada vez más rápido y un débil pulso de energía, como si de los latidos de un corazón se trataran, comenzaran a ganar intensidad poco a poco con un tono violáceo cada vez más fuerte, hasta que la emisión de energía y luz se tornó continuada y no mediante pulsaciones. En ese momento el collar de Belladona comenzó a brillar de nuevo, y como el suyo el par de docenas de ellos que en un par de estantes cercanos descansaban. -Perfecto. Ahora los guardias deberían poder ocuparse sin problemas del resto...Y yo cumpliré mi parte del trato. Aunque técnicamente sigue habiendo un peligroso vampiro suelto y no se pueda decir que tú hayas cumplido del todo con la tuya.- Acusó a Huracán antes de acercarse a aquellos estantes y tomar un par de inhibidores, por si acaso. Instando entonces al grupo a salir de allí y enviando a proteger y sellar arcanéum al primer grupo de guardias con los que se topó de camino al ala "A". Y es que nada impedía a Haytham el volver a apagarlo.

-Os explicaré el proceso por el camino para ahorrar tiempo. Entrar en detalles sería largo y tedioso, y no entenderíais la mitad de las cosas, por lo que os pido confianza por muy sencillas e imposibles que os parezcan mis explicaciones. Os tumbaréis las tres con Belladona en el centro y os beberéis de un tragó toda la poción que os daré a cada una, toda y sin rechistar. Sabe a sudor de trol y huele peor, pero es lo que hay. Es la única de mis fórmulas que no he logrado aún que sepa a cereza.-Comenzó a explicar mientras avanzaban. Pudiendo ver como en su camino la situación estaba bajo control aunque se encontraron también con algunos guardias y médicos heridos siendo atendidos por otros. El desorden aún imperaría varias horas en el lugar y el miedo de muchos era patente. Algo que por raro que sonase les venía bien para evitarse preguntas incómodas, claro que en esas circunstancias para todo el personal solo eran una médico y unas visitantes moviéndose de un lado a otro. Si cualquiera les preguntara solo tendrían que decir que eran visitantes y que Níniel buscaba ponerlas a salvo o atenderlas en un lugar tranquilo.

-Casi de inmediato notaréis sueño y os dormiréis. Sentiréis que caéis en una oscuridad infinita pero no os asustéis. Eventualmente todo cambiará y estaréis en el mundo de los sueños. Llegaréis primero a un lugar que os es conocido y familiar, separadas seguramente. Por supuesto puede que en ese lugar haya cosas extrañas, por eso es el mundo de los sueños y no la realidad. Incluso puede que haya criaturas peligrosas u otras amenazas pero contaréis con vuestras habilidades del mundo real. Vosotras dos tendréis que salir de allí y reuniros viajando de vuestro sueño al de Bella y...Bueno, no sé qué pasará allí exactamente pero, tú Huracán, deberías saber qué hacer para..."arreglar a tu madre".- Terminó de explicar mientras las guiaba hasta la zona del laboratorio principal. Un lugar que sin duda haría las delicias de cualquier alquimista del mundo, como solía ser habitual en lugares como aquel sanatorio. De allí abrió con una llave un cofre cerrado y sacó un vial del tamaño de una botella de vino. Además de un estante cercano tomó tres pequeños recipientes con forma de vaso. -Wilhelmina es muy importante. Es importante que a los sueños de una persona acceda alguien que no es conocido íntimamente, para que no crea que forma parte del propio sueño. Yo no entraré. Os controlaré despierta y...bueno me aseguraré de que a Haytham no le pueda la impaciencia.- Dijo mostrándose segura de poder cumplir con aquellas funciones.

-Por aquí, en mi habitación no nos molestarán. Bueno, salvo el vampiro.- Indicó llevándolas a una pequeña habitación muy cercana al laboratorio de alquimia, equipada funcionalmente y sin muchos lujos. La cama no era lo bastante grande para las tres por lo que la peliblanca colocó unas mantas por el suelo a ambos lado de la misma. -Tumbaros.- Indicó mientras servía una cantidad exacta de la pócima en cada vaso y luego terminaba los preparativos, corriendo una mesa de estudio para que quedase justo frente a ellas tres. Desplegando sobre la misma un enorme y extenso mapa lleno de pliegues y anexos, colocándolo con mucho cuidado, denotando que era valioso a pesar de no representar ningún lugar de Aerandir. Entonces les entregó a cada una uno de los vasos.

-Buena suerte, la vais a necesitar.- Les deseó antes de asentir con la cabeza para indicar que bebieran.

Níniel usa en este turno su Criptomapa para monitorizar a las soñadoras. Un objeto que permite saber qué sueña la gente a su alrededor (Y sus más oscuros secretos buajajaja).
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Mensaje  Anastasia Boisson Jue Ene 25 2018, 22:41

Mina y Níniel pusieron el arcáneum a funcionar pronto. Aquel cristal púrpura volvía a girar emitiendo una luz que de primeras me hizo llevarme la mano a la frente. Aún así, Níniel me echaba en cara el no haber cumplido mi parte. – Me pediste solucionar esto sin derramar más sangre. Si llegamos a haber encarado a Haytham, esto no habría sido posible. – respondí. Había hecho caso de su petición. A continuación sujeté bien a Belladonna del brazo, la cual me habían dejado a mí. La bruja se quejó pero no me importó. Debía de tener claro que yo no iba a ser tan suave como Mina.

Así, nos encaminábamos apresuradas al Ala A, Níniel nos explicó cómo íbamos a viajar exactamente al mundo de los sueños. El procedimiento no podía ser más decepcionante y no dudé en mostrar un gesto de disconformidad. Implicaba tomar una pócima, como no, con sabor repugnante. Odiaba la alquimia desde mi época en Beltrexus. Con lo selecta que era yo comiendo y con los sabores, siempre odiaba aquellos brebajes que, con tanto “amor”, nos preparaban los profesores del Hekshold. Ahí fue donde empecé a tomar manía al arte de crear pociones. Quizás las pócimas de los elfos sabrían a frutas silvestres.

-¿O sea, que Mina tiene que encontrarse conmigo dentro? – pregunté a Níniel, mirando a la bruja. – ¿Y si se topa con Belladonna? - suspiré. Eso si es que Bella y yo caíamos en el mismo sitio. – ¿Nos controlarás? ¿Y cómo lo harás? – le pregunté. Aunque más que pregunta era una protesta. Confiaba plenamente en Níniel, pero que la única que conocía el mundo de los sueños y nos pudiera orientar no viniera… No me fiaba demasiado. Envié una mirada dubitativa a Mina.
-¿Pero qué me has dado, montaciervos? – preguntó Belladonna, sentada, sujetando aquella copa, acercando la nariz para olfatear. – Esto huele a hez de trol. ¿Pero tú te crees que me puedes servir esta mierda y esperar que me la beba? ¿Quién coño te crees que eres tú? – Bella no iba a colaborar. No le faltaba mucho para estampar la copa contra el suelo. Así que adelantándome a su acción, se la quité de las manos y se la entregué a Mina. Luego la tomé por los hombros y la forcé a tumbarse, tirando de ella hacia atrás sobre la manta de la
-Mina, ayúdame a hacer que se lo trague. – apresuré a mi excompañera de clase. Suponía que alguna de las dos me ayudaría. Y si no, se la haría tragar yo misma.
-¡SUELTA A TU MADRE, ESTÚPIDA! – bramó la bruja, que era más menuda y menos fuerte que yo. Sin su varita no daba tanto miedo. Pero aún así no dejaba de patalear. - ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS!  ¡ME ESTÁN ATACANDO! – pidió a voz en grito. No comprendía como no tenía la garganta hecha trizas.

Cuando conseguimos que la tragara, la bruja quedó dormida tal y como había dicho Níniel, por lo que era hora de que Mina y yo tomásemos nuestras respectivas copas, me tumbé al lado de Bella y, todavía no muy convencida como se vería reflejado en mi rostro, me tumbé. – Allá vamos otra vez… - resoplé. Lo mío era ya un querer y no poder. Así, cerré los ojos e introduje ese repugnante líquido en mi boca.

-----

Sueño de Bella
Abrí los ojos. Cuatro personas estaban allí, en el sótano de la mansión Boisson. ¡Cielos! Estuve aquí encerrada los últimos tres meses, lo recuerdo. Estaba atada a un lujoso sillón negro. Tenía miedo, mucho miedo. Seis ojos se fijaban en mí con cara extraña. Estaba ese rico sarnoso llamado James “Cagárromont”. Y el maestro Dorian, ¿cómo no? El ojito derecho de mi hermana Isabella, la tercera en discordia, que me miraba con una cara de falsa preocupación, de brazos cruzados.

-¡SOLTADME! ¡HIJOS DE P…! – Abre los ojos. Haz que se salgan de tus órbitas. Destrózala. Acaba con ella. - ¡AHHH! – chilla. Por mucha electricidad que Isabella aplicara, no podrán conmigo. Nadie podrá hacerlo. Soy más fuerte, soy más poderosa.

Delante de mí, la furcia de Isabella me está criticando. – Has matado a mucha gente, Bella. Sólo quiero ayudarte. - ¿Ayudarme? ¡¿AYUDARME?! ¿Atándome a una silla?

Escupí a Isabella a la cara. Ella y ese gilipollas del maestro Dorian me martirizaban. - ¿Y QUÉ SI LO HICE? Mamá también lo hacía. Mataba vampiros, luego se unió a ellos, y mató a papá. ¡VOSOTROS TRES! Matáis vampiros. – le espeté. Miré a Cagárromont. - Bueno, tú no, porque eres un fracasado tan pobre, que lo único que tiene es dinero. JA JA JA JA. - reí a carcajada limpia.
-Precisamente, trato de evitar que acabes como mamá. – responde, puta. Cada palabra que dices está más cerca de ser la última.
-Aplica más electricidad, Isabella. Es buena para recuperar la mente de la perdida. – ¿Quién coño se creía el Járromond? ¡No la incites! Te sacaré los hígados. A ti. O mejor a tu joven amante. Algún día. Sin duda.
-No sé hasta qué punto esto está bien, James. – Mira a James, destrózalo. ¿Ves tu varita? Está a lo lejos. Puedes atraerla a tu mano. Los Harrowmont son basura. Mamá siempre lo decía. ¡Isabella también! ¿Por qué está con él? Está claro. Porque es una traidora.

Isabella vuelve a electrocutarme con esos aparatos eléctricos… ¿Electrodos? ¡Nunca te perdonaré esta traición, hermana! Creía que estabas de mi lado.


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Sueño de Huri

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Abrí los ojos. Aparecí justo delante de la antigua mansión Boisson. Era de día, pero muy oscuro. El viento soplaba muy fuerte, casi me derribaba. El cielo estaba arremolinado, en torno a un ojo de un vórtice situado en el centro. – Un huracán… - exhalé. ¿Una alegoría? Estaba justo encima del antiguo caserón que únicamente había visitado, precisamente, junto a Níniel, Vincent y Cassandra. – Es el antiguo caserón de mi familia. – dije en un suspiro, mirando el gigantesco edificio que recordaba a la perfección. El hogar seguía teniendo esa embriagadora aura oscura, pero los jardines empezaban a mostrarse marchitos. Los árboles pelados. Estaba claro que el palacio había vivido tiempos mejores.

No sabía por qué pero me sentía hundida. Vi una mujer acercarse a mí, en los jardines. - ¡Cassandra! – exclamé. ¿Era ella? Parecía tan real. No la había visto desde que fingí mi muerte. - ¡Cassandra, amiga mía! – y corrí a abrazarla.
-¡Boisson! ¿Tú no estabas muerta? ¿Qué haces aquí? – protestó la cazadora, alejándome de un empujón y señalando tras de mí. – Te he enterrado junto a tu madre. Hay una lápida con tu nombre. Justo ahí.

Efectivamente, me arrodillé. Pude ver varias tumbas. Figuraban los nombres de Isabella y Anastasia Boisson, pero también los de Belladonna y Luc Boisson, y Anastasia di Miraclo. Caí de rodillas. Parecía todo tan certero… - Estoy… - sollocé, sumida en un llanto, quería despertar. – Muerta…
-Toda tu estirpe lo está, Anastasia. – me reprochaba Cassandra, de pie tras de mí, con odio. – Los Boisson ya no existís.– Quería llorar. Estaba hundida. Sentí haber fallado a toda mi familia. Caí de rodillas en el suelo, delante de la lápida que llevaba mi nombre. Era todo tan… real.

Cassandra se colocó a mi espalda. A unos tres metros. Desenfundó su arco y lo cargó contra mí, yo no la vi hacerlo. Bastante tenía con la pesadilla que estaba viviendo. - Yo soy la maestra cazadora. Y voy a borrarte también de este mundo. Necesitaba urgentemente ayuda pues no era consciente de lo que pasaba. ¿Qué ocurría si moría en el sueño? ¿Lo hacía también en la realidad? Níniel no me avisó de muchos peligros...
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