La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Al llegar a la habitación de Níniel y luego de saber su papel en aquella empresa desquiciada, Mina se mantuvo en silencio, pensando. -Me vas a deber una muy grande, Boisson. Procura no olvidar esto que estoy haciendo por ti y cuando me cobre este favor, no podrás negarte- le dijo mirándola a la cara antes de tomar la cara de Belladona y forzarle la mandíbula para abrirle la boca y verter dentro el asqueroso líquido que les había pasado la elfa.
Resopló y bebió de un trago la pócima -Mierda... es aún peor de como la describes- se quejó, poniendo una mano en el cuello y controlando las arcadas que el sabor asqueroso del líquido le provocó. Miró a Níniiel al devolverle el vasito -Cuida de que no nos perdamos ahí- dijo señalando la cabeza de Belladona -Quiero volver a este mundo, por favor- pidió. El brebaje comenzó a surtir efecto y sintió una pesada somnolencia. Se acomodó en el suelo y, ni bien cerró los ojos, se quedó profundamente dormida.
Al abrir los ojos estaba acostada en una cama. Era tan exquisita la sensación de las sábanas limpias y perfumadas, el mullido colchón, la almohada de plumas que envuelve la cabeza, como si la sostuviera una nube. Mina sintió ganas de quedarse allí. Pero recordó que no estaba en un lugar seguro -Esto es el sueño de la loca esa... pero tiene muy bien amoblada su casa de ensueño- dijo mientras se sentaba y desperezaba, estirando los brazos. Bostezó y se levantó, estaba con un camisón blanco y el cabello suelto. -Necesito ropa- dijo, buscando con la mirada al rededor -Pero coño, si esto es un sueño, simplemente tengo que imaginarme vestida y ya está- se respondió. Dicho y hecho, estuvo forrada en cuero, muy a tono con el ambiente lúgubre y sombrío del lugar.
Se miró al espejo y se sintió conforme -Buen guardarropa tiene Belladona. Creo que de regreso a Beltrexus me mandaré a hacer un abrigo así- se dijo, girando para ver su reflejo desde diferentes ángulos. Observaba las costuras cuando recordó que debía buscar a Anastasia. Se puso los guantes y salió de la habitación. Encontró un pasillo que le pareció eterno de recorrer. Era un segundo piso, o tercero, y sabía que tenía que ir afuera.
Bajó las escaleras, que le parecieron infinitas. Aquel lugar no tenía luz natural, era toda de antorchas, las ventanas estaban cerradas y las cortinas corridas. El lugar estaba vacío y solo la acompañaban las miradas de los retratos, cuyos rostros no reconocía, pero sí podía decir que eran familiares, todos se parecían de alguna manera. No sonaba más que el eco de sus tacones al pisar.
Al llegar a la planta baja, se encontró de frente con la enorme puerta de manera oscura que le permitiría salir de allí, estaba segura de ello. La empujó con fuerza y esta no cedió. Tiró de ella, de pronto se abría hacia dentro, y tampoco. Puso las manos en la cintura y ladeó la cabeza -Ábrete, cariño- dijo y escuchó cómo esta se destrababa y abría sola.
Afuera estaba nublado, muy oscuro, pero era de día. El viento soplaba frío y fuerte, y en lo alto del cielo las nubes se arremolinaban en torno a un vórtice. -Ah... este es el sueño de Huracán- dijo la ilusionista acomodando el cuello de su abrigo para cubrirse del aire helado. Buscó con la mirada y divisó a dos mujeres, una de rodillas en el suelo y la otra apuntándole con una flecha que estaba a punto de disparar. -¡HEY!- gritó Mina y corrió hacia ellas. A medida que se acercaba, identificó a las mujeres: la que estaba en el suelo era Anastasia y la de la flecha Cassandra Harrowmont, la vanidosa amiga de la Boisson. Eran tal para cual. -¡DETENTE! ¿Qué haces? ¡Baja el arma!- gritaba.
Pero Cassandra no bajaba su arco, por lo que Mina tuvo que, muy a su pesar, estocarle una patada en la espalda que la botó al suelo. Acto seguido, tomó a Anastasia del brazo y tiró de ella para levantarla -Vámonos de aquí, esto está peligroso- le dijo, pero Huracán no la escuchaba, lloraba desconsolada. -¡Contrólate! Recuerda lo que vinimos a hacer- le dijo, tomándola por los hombros y sacudiéndola. -Ahora vámonos, antes que la Harrowmont se levante- exclamó, tirando con fuerza de la mujer.
Resopló y bebió de un trago la pócima -Mierda... es aún peor de como la describes- se quejó, poniendo una mano en el cuello y controlando las arcadas que el sabor asqueroso del líquido le provocó. Miró a Níniiel al devolverle el vasito -Cuida de que no nos perdamos ahí- dijo señalando la cabeza de Belladona -Quiero volver a este mundo, por favor- pidió. El brebaje comenzó a surtir efecto y sintió una pesada somnolencia. Se acomodó en el suelo y, ni bien cerró los ojos, se quedó profundamente dormida.
Al abrir los ojos estaba acostada en una cama. Era tan exquisita la sensación de las sábanas limpias y perfumadas, el mullido colchón, la almohada de plumas que envuelve la cabeza, como si la sostuviera una nube. Mina sintió ganas de quedarse allí. Pero recordó que no estaba en un lugar seguro -Esto es el sueño de la loca esa... pero tiene muy bien amoblada su casa de ensueño- dijo mientras se sentaba y desperezaba, estirando los brazos. Bostezó y se levantó, estaba con un camisón blanco y el cabello suelto. -Necesito ropa- dijo, buscando con la mirada al rededor -Pero coño, si esto es un sueño, simplemente tengo que imaginarme vestida y ya está- se respondió. Dicho y hecho, estuvo forrada en cuero, muy a tono con el ambiente lúgubre y sombrío del lugar.
- Dark Mina:
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Se miró al espejo y se sintió conforme -Buen guardarropa tiene Belladona. Creo que de regreso a Beltrexus me mandaré a hacer un abrigo así- se dijo, girando para ver su reflejo desde diferentes ángulos. Observaba las costuras cuando recordó que debía buscar a Anastasia. Se puso los guantes y salió de la habitación. Encontró un pasillo que le pareció eterno de recorrer. Era un segundo piso, o tercero, y sabía que tenía que ir afuera.
Bajó las escaleras, que le parecieron infinitas. Aquel lugar no tenía luz natural, era toda de antorchas, las ventanas estaban cerradas y las cortinas corridas. El lugar estaba vacío y solo la acompañaban las miradas de los retratos, cuyos rostros no reconocía, pero sí podía decir que eran familiares, todos se parecían de alguna manera. No sonaba más que el eco de sus tacones al pisar.
Al llegar a la planta baja, se encontró de frente con la enorme puerta de manera oscura que le permitiría salir de allí, estaba segura de ello. La empujó con fuerza y esta no cedió. Tiró de ella, de pronto se abría hacia dentro, y tampoco. Puso las manos en la cintura y ladeó la cabeza -Ábrete, cariño- dijo y escuchó cómo esta se destrababa y abría sola.
Afuera estaba nublado, muy oscuro, pero era de día. El viento soplaba frío y fuerte, y en lo alto del cielo las nubes se arremolinaban en torno a un vórtice. -Ah... este es el sueño de Huracán- dijo la ilusionista acomodando el cuello de su abrigo para cubrirse del aire helado. Buscó con la mirada y divisó a dos mujeres, una de rodillas en el suelo y la otra apuntándole con una flecha que estaba a punto de disparar. -¡HEY!- gritó Mina y corrió hacia ellas. A medida que se acercaba, identificó a las mujeres: la que estaba en el suelo era Anastasia y la de la flecha Cassandra Harrowmont, la vanidosa amiga de la Boisson. Eran tal para cual. -¡DETENTE! ¿Qué haces? ¡Baja el arma!- gritaba.
Pero Cassandra no bajaba su arco, por lo que Mina tuvo que, muy a su pesar, estocarle una patada en la espalda que la botó al suelo. Acto seguido, tomó a Anastasia del brazo y tiró de ella para levantarla -Vámonos de aquí, esto está peligroso- le dijo, pero Huracán no la escuchaba, lloraba desconsolada. -¡Contrólate! Recuerda lo que vinimos a hacer- le dijo, tomándola por los hombros y sacudiéndola. -Ahora vámonos, antes que la Harrowmont se levante- exclamó, tirando con fuerza de la mujer.
Mina Harker
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Preguntas, dudas, quejas y resistencias...¿Acaso todas las brujas se daban siempre tantos aires? No es como si Níniel estuviese haciendo aquello por gusto precisamente. Ya les había dicho que era un plan peligroso y harto egoísta, incluso se había ofrecido a prepararle a Huracán una buena remesa de potentes sustancias de control con las que lidiar de mejor manera con su...no, aún le costaba verla como su madre, mejor llamarla Bella a secas, era más cómodo. Por supuesto, en circunstancias normales difícilmente hubiese la peliblanca conseguido tan buenas conejitas de indias para probar su perfeccionado modo de viajar al mundo de los sueños, demostrando de ese modo que había ya superado a su maestro, pero eso solo era un interés científico casual, desde luego la peliblanca no se había levantado aquella mañana con intención de nada parecido, aunque no podía negarse que era toda una oportunidad. Huracán le había procurado más de una aquella noche.
-Bien, por fin algo de silencio.- Dijo para sí misma la sacerdotisa cuando de una u otra forma todas bebieron ya la pócima y quedaron fulminante y profundamente dormidas. Entonces, despacio, se levantó y echó un vistazo a cada una para comprobar su estado y de paso bloquear la ventana y la puerta de su habitación. No es que aquello fuese a detener a aquel vampiro, que sin duda no se habría ido muy lejos, pero tampoco es que la elfa tuviera los medios para preparar una trampa de estacas en esos momentos. -Pulso y respiración dentro de la normalidad. Bien, veamos con que soñais.- Se dijo a continuación, volviendo a sentarse delante de ellas observando con cuidado su criptomapa y apoyando ambas manos sobre él, comenzando a descartar los sueños más lejanos, claramente producidos por algunos de sus compañeros dormidos en aquella zona de dormitorios, y centrándose en los más intensos y claros. El mapa, reaccionando entonces a sus pensamientos, comenzó a ampliar los que quería, mostrando lo que en ellos sucedía como si la elfa pudiese espiarlos usando un orbe mágico de visión remota.
-Reconozco ese lugar.- Diría la peliblanca poco después, viendo sin duda el recuerdo de Bella. Estaba mucho más joven y hermosa, aunque resultaba difícil saber si por idealización o mostrando fielmente la realidad. Lo primero lo más probable. Aquel lugar eran los sótanos de la mansión Boisson sin lugar a dudas. Níniel incluso recordaba los restos de aquel sillón negro cuando visitó aquel lóbrego lugar donde Belladona fue retenida, y por lo visto torturada, durante largo tiempo. Allí además de ella estaban su hermana, Harrowmont padre y ...¿Dorian? Sus auras vistas desde el punto de vista de Bella eran oscuras, sus rostros reflejaban un gran disfrute y crueldad mientras la torturaban. -No la estaban ayudando haciendo aquello...Sin duda solo lograron que empeorase.- Comprendió la elfa antes de pasar a otro de aquellos sueños. Aquella vez al de Wilhelmina.
-Así que le va el cuero...-Pensó para sí la peliblanca al verla con ropajes distintos a los que portaba tumbada delante suya, como estaba en el mundo real. No estaba muy lejos del lugar donde se hallaba Bella, lo cual significaba que no había aparecido en un sueño propio, sino directamente en el de alguna de las Boisson. -Quizá Huracán no esté muy lejos tampoco. ¿Será efecto de la nueva concentración de corazón de fruto de árbol Ysera, o de la sintonía de su éter por ser todas brujas? Es muy interesante.- Anotó mentalmente la joven antes de pasar a buscar a la última de las soñadoras, la cual efectivamente no estaba a mucha distancia allí, de hecho cerca de la entrada de la mansión Boisson.
-Cassandra. Ambas deben de haber estrechado lazos últimamente. Y pensar que hace unos meses ni se hablaban si no era para insultarse o decirse alguna lindeza...¿Aparecerá también el imbécil de su hermano?- Y es que Cassandra tenía lo suyo, pero su hermano era un estúpido supremacista de lo más insoportable, a parte de un inútil redomado al que la propia Níniel podría dar una paliza incluso siendo una sacerdotisa, más dada a asistir que a soltar mamporros. -Bien, debo unirme a ellas, guiarlas para decirles que se reúnan.- Se instó la elfa comenzando a concentrar su propio eter. Más en ese momento, aquella falsa Cassandra hizo algo inesperado y amenazó la vida de la veterana cazadora. -No, maldita sea. ¡Huri!- Trató de advertir a su amiga, pero la conexión tardaría aún unos instantes más en estar completa. No podía escucharla. -¿Qué tiene esa idiota en la cabeza para soñar que esa Harrowmont fuese a dispararla por la espalda?.- Se quejó tratando de apresurarse, pero no iba a llegar a tiempo, establecer aquella unión no era rápido ni sencillo.
Por suerte Mina llegó justo a tiempo para arrearle a aquella niña mimada una de sus sorprendentes patadas, salvando a una alicaída Huracán de terminar muy mal nada más empezar. Níniel ya la había avisado de que aquel mundo era peligroso...Bajar la guardia de ese modo...
-Huracán, Mina, ¿me oís?- Dijo por fin tras terminar de conectarse con ellas. En la realidad, de la frente de la elfa brotaban dos zarcillos de luz pura que había extendido hacia las frentes de cada una de ellas, conectando con el éter de ambas. Básicamente usaba su magia de apoyo para alterar el éter de las brujas, y de ese modo poder comunicarse con ellas usando además su criptomapa. Estaban conectadas por un pulso constante de magia de luz. -Menos mal...Huracán espabila. ¿Cómo vas a ayudar a Bella si incluso tus propias dudas te superan? No olvides dónde estás, y que este lugar fue concebido originalmente para ponerse a prueba a una misma. Si vuestros "monstruos" os derrotan jamás despertaréis.- Les indicó a continuación, volviendo a mirar su criptomapa. En el las imágenes de los sueños de ambas estaban ya unidos en una sola. -Bella está en el sótano. Allí están también Isabella, Lord Harrowmont y Dorian. Seguramente podáis fiaros de ellos lo mismo que de esa Cassandra de pesadilla...Tened cuidado. Vigilad durante el camino. Os ayudaré todo lo que pueda pero...Sólo vosotras sabéis qué más puede apareceros en el camino.-
-Bien, por fin algo de silencio.- Dijo para sí misma la sacerdotisa cuando de una u otra forma todas bebieron ya la pócima y quedaron fulminante y profundamente dormidas. Entonces, despacio, se levantó y echó un vistazo a cada una para comprobar su estado y de paso bloquear la ventana y la puerta de su habitación. No es que aquello fuese a detener a aquel vampiro, que sin duda no se habría ido muy lejos, pero tampoco es que la elfa tuviera los medios para preparar una trampa de estacas en esos momentos. -Pulso y respiración dentro de la normalidad. Bien, veamos con que soñais.- Se dijo a continuación, volviendo a sentarse delante de ellas observando con cuidado su criptomapa y apoyando ambas manos sobre él, comenzando a descartar los sueños más lejanos, claramente producidos por algunos de sus compañeros dormidos en aquella zona de dormitorios, y centrándose en los más intensos y claros. El mapa, reaccionando entonces a sus pensamientos, comenzó a ampliar los que quería, mostrando lo que en ellos sucedía como si la elfa pudiese espiarlos usando un orbe mágico de visión remota.
-Reconozco ese lugar.- Diría la peliblanca poco después, viendo sin duda el recuerdo de Bella. Estaba mucho más joven y hermosa, aunque resultaba difícil saber si por idealización o mostrando fielmente la realidad. Lo primero lo más probable. Aquel lugar eran los sótanos de la mansión Boisson sin lugar a dudas. Níniel incluso recordaba los restos de aquel sillón negro cuando visitó aquel lóbrego lugar donde Belladona fue retenida, y por lo visto torturada, durante largo tiempo. Allí además de ella estaban su hermana, Harrowmont padre y ...¿Dorian? Sus auras vistas desde el punto de vista de Bella eran oscuras, sus rostros reflejaban un gran disfrute y crueldad mientras la torturaban. -No la estaban ayudando haciendo aquello...Sin duda solo lograron que empeorase.- Comprendió la elfa antes de pasar a otro de aquellos sueños. Aquella vez al de Wilhelmina.
-Así que le va el cuero...-Pensó para sí la peliblanca al verla con ropajes distintos a los que portaba tumbada delante suya, como estaba en el mundo real. No estaba muy lejos del lugar donde se hallaba Bella, lo cual significaba que no había aparecido en un sueño propio, sino directamente en el de alguna de las Boisson. -Quizá Huracán no esté muy lejos tampoco. ¿Será efecto de la nueva concentración de corazón de fruto de árbol Ysera, o de la sintonía de su éter por ser todas brujas? Es muy interesante.- Anotó mentalmente la joven antes de pasar a buscar a la última de las soñadoras, la cual efectivamente no estaba a mucha distancia allí, de hecho cerca de la entrada de la mansión Boisson.
-Cassandra. Ambas deben de haber estrechado lazos últimamente. Y pensar que hace unos meses ni se hablaban si no era para insultarse o decirse alguna lindeza...¿Aparecerá también el imbécil de su hermano?- Y es que Cassandra tenía lo suyo, pero su hermano era un estúpido supremacista de lo más insoportable, a parte de un inútil redomado al que la propia Níniel podría dar una paliza incluso siendo una sacerdotisa, más dada a asistir que a soltar mamporros. -Bien, debo unirme a ellas, guiarlas para decirles que se reúnan.- Se instó la elfa comenzando a concentrar su propio eter. Más en ese momento, aquella falsa Cassandra hizo algo inesperado y amenazó la vida de la veterana cazadora. -No, maldita sea. ¡Huri!- Trató de advertir a su amiga, pero la conexión tardaría aún unos instantes más en estar completa. No podía escucharla. -¿Qué tiene esa idiota en la cabeza para soñar que esa Harrowmont fuese a dispararla por la espalda?.- Se quejó tratando de apresurarse, pero no iba a llegar a tiempo, establecer aquella unión no era rápido ni sencillo.
Por suerte Mina llegó justo a tiempo para arrearle a aquella niña mimada una de sus sorprendentes patadas, salvando a una alicaída Huracán de terminar muy mal nada más empezar. Níniel ya la había avisado de que aquel mundo era peligroso...Bajar la guardia de ese modo...
-Huracán, Mina, ¿me oís?- Dijo por fin tras terminar de conectarse con ellas. En la realidad, de la frente de la elfa brotaban dos zarcillos de luz pura que había extendido hacia las frentes de cada una de ellas, conectando con el éter de ambas. Básicamente usaba su magia de apoyo para alterar el éter de las brujas, y de ese modo poder comunicarse con ellas usando además su criptomapa. Estaban conectadas por un pulso constante de magia de luz. -Menos mal...Huracán espabila. ¿Cómo vas a ayudar a Bella si incluso tus propias dudas te superan? No olvides dónde estás, y que este lugar fue concebido originalmente para ponerse a prueba a una misma. Si vuestros "monstruos" os derrotan jamás despertaréis.- Les indicó a continuación, volviendo a mirar su criptomapa. En el las imágenes de los sueños de ambas estaban ya unidos en una sola. -Bella está en el sótano. Allí están también Isabella, Lord Harrowmont y Dorian. Seguramente podáis fiaros de ellos lo mismo que de esa Cassandra de pesadilla...Tened cuidado. Vigilad durante el camino. Os ayudaré todo lo que pueda pero...Sólo vosotras sabéis qué más puede apareceros en el camino.-
Níniel Thenidiel
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Permanecí arrodillada delante de la tumba que llevaba mi nombre, el de mi madre Isabella y también el de todos mis seres queridos. Más y más lápidas aparecían delante de la mansión. Tan apesadumbrada como me encontraba, ni siquiera era consciente de que Cassandra me apuntaba con el arco y tenía intención de disparar. Me parecía escuchar una voz angelical, la de Níniel diciéndome algo. Ella era sacerdotisa, ¿acaso iba a ser ella quien abriera las puertas del cielo?
Me giré al sentir como alguien golpeaba de una patada a Cassandra. Era aquella joven del colegio. – Mina… - Vestida como si fuera un miembro de mi familia. Me tomó del brazo y me obligó a levantarme. Aún estaba un poco confusa, aunque pronto comprendí que no podía estar mi nombre en una lápida y, además encontrarme “viva” por así decirlo. – Es el sueño… - terminé de caer en la cuenta cuando Níniel habló y me recordó lo que habíamos venido hacer. ¡Claro! Todo era mentira. La antigua mansión, las lápidas, el ambiente… ¡Todo! Era mentira. Bueno, no todo, que Cassandra como siempre acababa fracasando en sus aspiraciones era, quizás, lo único cierto. – ¡Tenemos que encontrar a Belladonna! – dije tomando a Mina de los brazos con fuerza y agitándola varias veces, como si ahora hubiera prisa por solucionar el entuerto.
Níniel volvió a comunicarse con nosotras para informarnos que la bruja estaba en el sótano junto con Isabella, Dorian y el padre de Cass, miré al cielo, como si estuviera comunicándome con una especie de dios, de ahí parecía venir la voz de la elfa. – Níniel, ¿dónde estás? – una pregunta ridícula, ocasionada aún por mi estado de confusión. – Bien, iremos pues a la mansión. – confirmé a la elfa.
Sin más miramientos, corrí hacia el interior de la mansión. La puerta estaba abierta por lo que no resultó complicado de derribar de un fuerte golpe de hombro. La recepción era bastante diferente a como la conocía. Todo totalmente nuevo, y con los retratos de todos mis familiares colgados en fila. A la mayoría ni los conocía, pero me resultaba curioso ver que, aunque sentía como parientes cercanos algunos de los retratos, algunos de éstos estaban formados por Jules, Elen, Rachel, y otros muchos más compañeros del gremio de la actualidad. El sueño estaba jugando una mala pasada.
Traté de ignorar lo que decían y me dirigí directamente a los sótanos, de donde parecían provenir los hilarantes gritos de Belladonna, a la cual parecía que estaban arrancando la piel a tiras. - ¡Por aquí! – di un golpecito a Mina en el brazo para instarla a descender, si quería, por unas estrechas pero largas escaleras de caracol, que lo único que guardaban con la realidad era la estética negra y oscura que parecía albergar todo el lugar.
Abrí la puerta de nuevo con premura y, tal y como esperaba, llegamos al sótano. Un sótano oscuro, únicamente iluminado por una pequeña antorcha anclada a un lateral, que generaba las sombras de tres personas totalmente enormes y desproporcionadas. Tal y como Níniel había dicho: Allí esperaban Lord Harrowmont, el Maestro Dorian e… Isabella. Mientras Bella permanecía atada a una silla.
-¡Mamá! ¿Vienes a salvarme?– gritó la malherida bruja. ¡¿Mamá?! Isabella y los otros tres se giraron con tranquilidad. La que consideraba mi verdadera madre me miró con su clásica mirada soberbia.
-Vaya… Madre. – clamó una tranquila Isabella. – Suponía que el sufrimiento de Bella sería un buen reclamo para vos… - la bruja rió con malicia.
-¿Qué estáis diciendo? – pregunté descolocada. Los tres se habían girado hacia mí, y en sus manos recogían poderes. – ¡Soy yo! ¡Anastasia!
-Sí, eso ya lo sabemos. – dijo James Harrowmont colocándose al lado de Isabella.
-Aunque ahora ya no es así como os hacéis llamar… - Dorian se puso al otro lado. - … ¿Deberíamos llamaros, Lady Mortagglia?
¡¿Qué?! Miré mis manos y vi que se correspondían con una mujer de cuarenta y algo años, también pude ver el anillo de mi abuela. Y al pasar la lengua para tragar saliva pude sentir unos largos y afilados colmillos… ¡Me había convertido en Mortagglia! Busqué a Mina ya que ella seguramente se hubiera convertido en alguien muy diferente.
-Esto es un terrible error. – afirmé sin saber muy como defenderme en un cuerpo y unas habilidades que no eran las mías. ¡Pero todo era un sueño! Y debía acabar.
-¡Muerte a la Hermandad! – gritaron los cuatro al unísono abalanzándose contra nosotros, con ballestas y habilidades en mano.
De repente el escenario cambió, y Bella permanecía sentada sobre la plaza de la catedral de Sacrestic, donde habíamos combatido en la última batalla a la Hermandad. Curiosamente Instintivamente, como si hubiese estado toda la vida en ese cuerpo, me fusioné con las sombras y me convertí en un amasijo de murciélagos para esquivar la fuerte columna de tierra que James Harrowmont había creado a mis pies, mientras Dorian me disparaba flechas. Me fui a por ambos. envolviéndolos a ambos de arriba a abajo. Isabella saltó hacia atrás con una voltereta y con las enormes uñas o garras que generé de mis manos apuñalé a Dorian a la altura del muslo y a Harrowmont en el costado. Isabella envió entonces una fuerte descarga hacia mí que traté de detener con todos los brazos, pero fui incapaz y pegué un grito de dolor.
Miré a la falsa Isabella con odio y con una rapidez endiablada me lancé a por ella de nuevo, la entonces joven bruja dio una voltereta hacia un lateral para evitar mi tajo con las garras y generó un orbe de luz en el suelo que me cegó durante unos instantes. La luz era especialmente dañina para los vampiros, por lo que pude sentir como mi piel quemaba.
-La luz purificará tu alma. Criatura de la oscuridad. - sentí su voz, mientras aún estaba cegada.
-Hasta en los putos sueños dando lecciones - rechisté, rascándome los ojos, hastiada de la dichosa manía de Isabella de hablar haciéndose la sabihonda. Me giré hacia ella y pude ver como sostenía su ballesta pesada con ambas manos, apuntándome.
-¡Oh, no!. No doy lecciones, madre. Soy la maestra cazadora. Mi trabajo es cazar vampiros. Y eso es exactamente lo que voy a hacer. - inclinó la cabeza y rió. - Destruisteis el nombre de mi familia. Matasteis a mi padre... ¡Vuestro marido! Y también a cientos de inocentes. - dijo con una mirada inexpresiva. - Tu reinado del terror terminará aquí y ahora. - parafraseó exactamente las mismas palabras que había dicho en la realidad, sólo que en el presente. Y disparó un virote. Mientras tanto, Belladonna miraba impotente la escena.
Grité con furia y corté la flecha con las garras, evitando que me impactara. Y para cuando Harrowmont y Dorian, ya algo recuperados, volvieron a atacarme, me volví a convertir en la bandada de murciélagos. Me superaban numéricamente. El padre de Cassandra trató de encerrarme en una celda de tierra que rompí por mi fuerza superior de vampiro, mientras Dorian disparó una flecha que me alcanzó de lleno en la pierna.
Tras haber sido tocada, volví a adquirir forma de vampiro en la parte superior de la torre. Agarrándome a una de las gárgolas junto al rosetón, herida. -¿Qué puedo hacer? – pregunté algo cansada. No sé si a Níniel o a mí misma. Yo era el enemigo a batir, por lo que esperaba que o bien la reconvertida Mina, o Níniel desde el mundo humano, pudieran generar alguna distracción o liberar a Belladonna. Ya que siendo Mortagglia, y por tanto el centro de atención poco movimiento tenía. Quizás desatando a la bruja podríamos igualar la balanza a tres contra tres.
Me giré al sentir como alguien golpeaba de una patada a Cassandra. Era aquella joven del colegio. – Mina… - Vestida como si fuera un miembro de mi familia. Me tomó del brazo y me obligó a levantarme. Aún estaba un poco confusa, aunque pronto comprendí que no podía estar mi nombre en una lápida y, además encontrarme “viva” por así decirlo. – Es el sueño… - terminé de caer en la cuenta cuando Níniel habló y me recordó lo que habíamos venido hacer. ¡Claro! Todo era mentira. La antigua mansión, las lápidas, el ambiente… ¡Todo! Era mentira. Bueno, no todo, que Cassandra como siempre acababa fracasando en sus aspiraciones era, quizás, lo único cierto. – ¡Tenemos que encontrar a Belladonna! – dije tomando a Mina de los brazos con fuerza y agitándola varias veces, como si ahora hubiera prisa por solucionar el entuerto.
Níniel volvió a comunicarse con nosotras para informarnos que la bruja estaba en el sótano junto con Isabella, Dorian y el padre de Cass, miré al cielo, como si estuviera comunicándome con una especie de dios, de ahí parecía venir la voz de la elfa. – Níniel, ¿dónde estás? – una pregunta ridícula, ocasionada aún por mi estado de confusión. – Bien, iremos pues a la mansión. – confirmé a la elfa.
Sin más miramientos, corrí hacia el interior de la mansión. La puerta estaba abierta por lo que no resultó complicado de derribar de un fuerte golpe de hombro. La recepción era bastante diferente a como la conocía. Todo totalmente nuevo, y con los retratos de todos mis familiares colgados en fila. A la mayoría ni los conocía, pero me resultaba curioso ver que, aunque sentía como parientes cercanos algunos de los retratos, algunos de éstos estaban formados por Jules, Elen, Rachel, y otros muchos más compañeros del gremio de la actualidad. El sueño estaba jugando una mala pasada.
Traté de ignorar lo que decían y me dirigí directamente a los sótanos, de donde parecían provenir los hilarantes gritos de Belladonna, a la cual parecía que estaban arrancando la piel a tiras. - ¡Por aquí! – di un golpecito a Mina en el brazo para instarla a descender, si quería, por unas estrechas pero largas escaleras de caracol, que lo único que guardaban con la realidad era la estética negra y oscura que parecía albergar todo el lugar.
Abrí la puerta de nuevo con premura y, tal y como esperaba, llegamos al sótano. Un sótano oscuro, únicamente iluminado por una pequeña antorcha anclada a un lateral, que generaba las sombras de tres personas totalmente enormes y desproporcionadas. Tal y como Níniel había dicho: Allí esperaban Lord Harrowmont, el Maestro Dorian e… Isabella. Mientras Bella permanecía atada a una silla.
-¡Mamá! ¿Vienes a salvarme?– gritó la malherida bruja. ¡¿Mamá?! Isabella y los otros tres se giraron con tranquilidad. La que consideraba mi verdadera madre me miró con su clásica mirada soberbia.
-Vaya… Madre. – clamó una tranquila Isabella. – Suponía que el sufrimiento de Bella sería un buen reclamo para vos… - la bruja rió con malicia.
-¿Qué estáis diciendo? – pregunté descolocada. Los tres se habían girado hacia mí, y en sus manos recogían poderes. – ¡Soy yo! ¡Anastasia!
-Sí, eso ya lo sabemos. – dijo James Harrowmont colocándose al lado de Isabella.
-Aunque ahora ya no es así como os hacéis llamar… - Dorian se puso al otro lado. - … ¿Deberíamos llamaros, Lady Mortagglia?
¡¿Qué?! Miré mis manos y vi que se correspondían con una mujer de cuarenta y algo años, también pude ver el anillo de mi abuela. Y al pasar la lengua para tragar saliva pude sentir unos largos y afilados colmillos… ¡Me había convertido en Mortagglia! Busqué a Mina ya que ella seguramente se hubiera convertido en alguien muy diferente.
-Esto es un terrible error. – afirmé sin saber muy como defenderme en un cuerpo y unas habilidades que no eran las mías. ¡Pero todo era un sueño! Y debía acabar.
-¡Muerte a la Hermandad! – gritaron los cuatro al unísono abalanzándose contra nosotros, con ballestas y habilidades en mano.
De repente el escenario cambió, y Bella permanecía sentada sobre la plaza de la catedral de Sacrestic, donde habíamos combatido en la última batalla a la Hermandad. Curiosamente Instintivamente, como si hubiese estado toda la vida en ese cuerpo, me fusioné con las sombras y me convertí en un amasijo de murciélagos para esquivar la fuerte columna de tierra que James Harrowmont había creado a mis pies, mientras Dorian me disparaba flechas. Me fui a por ambos. envolviéndolos a ambos de arriba a abajo. Isabella saltó hacia atrás con una voltereta y con las enormes uñas o garras que generé de mis manos apuñalé a Dorian a la altura del muslo y a Harrowmont en el costado. Isabella envió entonces una fuerte descarga hacia mí que traté de detener con todos los brazos, pero fui incapaz y pegué un grito de dolor.
Miré a la falsa Isabella con odio y con una rapidez endiablada me lancé a por ella de nuevo, la entonces joven bruja dio una voltereta hacia un lateral para evitar mi tajo con las garras y generó un orbe de luz en el suelo que me cegó durante unos instantes. La luz era especialmente dañina para los vampiros, por lo que pude sentir como mi piel quemaba.
-La luz purificará tu alma. Criatura de la oscuridad. - sentí su voz, mientras aún estaba cegada.
-Hasta en los putos sueños dando lecciones - rechisté, rascándome los ojos, hastiada de la dichosa manía de Isabella de hablar haciéndose la sabihonda. Me giré hacia ella y pude ver como sostenía su ballesta pesada con ambas manos, apuntándome.
-¡Oh, no!. No doy lecciones, madre. Soy la maestra cazadora. Mi trabajo es cazar vampiros. Y eso es exactamente lo que voy a hacer. - inclinó la cabeza y rió. - Destruisteis el nombre de mi familia. Matasteis a mi padre... ¡Vuestro marido! Y también a cientos de inocentes. - dijo con una mirada inexpresiva. - Tu reinado del terror terminará aquí y ahora. - parafraseó exactamente las mismas palabras que había dicho en la realidad, sólo que en el presente. Y disparó un virote. Mientras tanto, Belladonna miraba impotente la escena.
Grité con furia y corté la flecha con las garras, evitando que me impactara. Y para cuando Harrowmont y Dorian, ya algo recuperados, volvieron a atacarme, me volví a convertir en la bandada de murciélagos. Me superaban numéricamente. El padre de Cassandra trató de encerrarme en una celda de tierra que rompí por mi fuerza superior de vampiro, mientras Dorian disparó una flecha que me alcanzó de lleno en la pierna.
Tras haber sido tocada, volví a adquirir forma de vampiro en la parte superior de la torre. Agarrándome a una de las gárgolas junto al rosetón, herida. -¿Qué puedo hacer? – pregunté algo cansada. No sé si a Níniel o a mí misma. Yo era el enemigo a batir, por lo que esperaba que o bien la reconvertida Mina, o Níniel desde el mundo humano, pudieran generar alguna distracción o liberar a Belladonna. Ya que siendo Mortagglia, y por tanto el centro de atención poco movimiento tenía. Quizás desatando a la bruja podríamos igualar la balanza a tres contra tres.
- Lady Mortagglia:
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- Isabella Boisson:
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- James Harrowmont:
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- Dorian:
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Anastasia Boisson
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Después de haber estado en ese extraño trance, ahora Huracán zarandeaba a Mina como a un muñeco, poniendo prisas por encontrar a Belladona y terminar la misión. -¡Sí! ¡SÍ! ¡Justamente eso te estoy diciendo!- le decía tratando soltarse de su agarre. La tensai de viento la soltó y salió corriendo de vuelta a la casa, guiada por la voz de Níniel, quien era su ángel guardián desde el cielo. ¿Acaso Níniel sería ese remolino en el cielo? Posiblemente. Esa elfa daba miedo.
Mina no tuvo más remedio que correr detrás de la Boisson con toda la fuerza que sus piernas, mucho más cortas que las de la tensai, eran capaces. Huracán le sacó una enorme ventaja y por un largo rato, perdió el rastro de ella. -Desgraciada- mascullaba la ilusionista buscando dentro de la mansión. Era una pesadilla ese lugar, lleno de retratos cuyas miradas seguían por donde la bruja se moviera, intensas, penetrantes. Y bueno, era un sueño de Belladona, no podía esperarse otra cosa. Y fueron sus gritos, sus característicos y particulares gritos los que guiaron a Mina hacia donde estaban, escaleras abajo hacia el sótano.
Al terminar las escaleras, estas no salieron a un sótano sino a una plaza, la de Sacrestic Ville. A la mitad, en medio de una salvaje pelea, estaba Belladona, en su versión joven, amarrada a una silla extraña, sacudiéndose desesperada, llorando y gritando, llamando a su madre. Mina buscó con la mirada a Huracán y la encontró, pero no lucía como ella, era... era alguien más, pero estaba segura de que esa era la Boisson, y estaba en aprietos, los otros tres le estaban ganando.
Corrió hacia Belladona para desamarrarla, pero en cuanto esta la vio, su rostro se iluminó de alegría -¡Haytham! ¡Amor mío!- ¿Haytam? -¡Has venido a rescatarme!- exclamó Bella feliz. Mina la miró espantada y luego se miró las manos, eran las de un hombre, al igual que su ropa. Se tocó la cara y no era la suya, ni su cuerpo. Llevó las manos a su entrepierna y...
-Tenemos que ayudar a Anastasia- le dijo soltando las amarras que apresaban a la bruja loca. Belladona asintió -Necesito mi varita- dijo mirándolo con furia. Mina, quien ahora lucía como Haytam, se metió la mano en el bolsillo y sí, allí estaba. Pero antes de entregársela, le tomó el rostro y le dio un beso. Creyó que eso sería un buen toque de drama romántico a la historia. Le entregó la varita y se desvaneció entre las sombras.
-¡Deja a mamá en paz!- gritó Belladona, conjurando una enorme bola de energía con su varita, la cual lanzó con furia a Isabella, tirándola lejos. Mina, como si toda la vida hubiese sido un vampiro, se desvanecía entre las sombras esquivando los golpes de Harrowmont, burlándose de él -No podrías darme ni aunque me quedara quieta, ¿eh?- reía la ilusionista, quien no se cansaba de jugar con él. Esquivaba un golpe y rasgaba con sus largas uñas la carne del hombre donde su guardia no cubría. Aunque intentaba protegerse con muros de tierra, ella siempre encontraba hendijas por donde meterse y hacerle daño. Pronto estuvo cubierto de sangre.
Mina no tuvo más remedio que correr detrás de la Boisson con toda la fuerza que sus piernas, mucho más cortas que las de la tensai, eran capaces. Huracán le sacó una enorme ventaja y por un largo rato, perdió el rastro de ella. -Desgraciada- mascullaba la ilusionista buscando dentro de la mansión. Era una pesadilla ese lugar, lleno de retratos cuyas miradas seguían por donde la bruja se moviera, intensas, penetrantes. Y bueno, era un sueño de Belladona, no podía esperarse otra cosa. Y fueron sus gritos, sus característicos y particulares gritos los que guiaron a Mina hacia donde estaban, escaleras abajo hacia el sótano.
Al terminar las escaleras, estas no salieron a un sótano sino a una plaza, la de Sacrestic Ville. A la mitad, en medio de una salvaje pelea, estaba Belladona, en su versión joven, amarrada a una silla extraña, sacudiéndose desesperada, llorando y gritando, llamando a su madre. Mina buscó con la mirada a Huracán y la encontró, pero no lucía como ella, era... era alguien más, pero estaba segura de que esa era la Boisson, y estaba en aprietos, los otros tres le estaban ganando.
Corrió hacia Belladona para desamarrarla, pero en cuanto esta la vio, su rostro se iluminó de alegría -¡Haytham! ¡Amor mío!- ¿Haytam? -¡Has venido a rescatarme!- exclamó Bella feliz. Mina la miró espantada y luego se miró las manos, eran las de un hombre, al igual que su ropa. Se tocó la cara y no era la suya, ni su cuerpo. Llevó las manos a su entrepierna y...
-Tenemos que ayudar a Anastasia- le dijo soltando las amarras que apresaban a la bruja loca. Belladona asintió -Necesito mi varita- dijo mirándolo con furia. Mina, quien ahora lucía como Haytam, se metió la mano en el bolsillo y sí, allí estaba. Pero antes de entregársela, le tomó el rostro y le dio un beso. Creyó que eso sería un buen toque de drama romántico a la historia. Le entregó la varita y se desvaneció entre las sombras.
-¡Deja a mamá en paz!- gritó Belladona, conjurando una enorme bola de energía con su varita, la cual lanzó con furia a Isabella, tirándola lejos. Mina, como si toda la vida hubiese sido un vampiro, se desvanecía entre las sombras esquivando los golpes de Harrowmont, burlándose de él -No podrías darme ni aunque me quedara quieta, ¿eh?- reía la ilusionista, quien no se cansaba de jugar con él. Esquivaba un golpe y rasgaba con sus largas uñas la carne del hombre donde su guardia no cubría. Aunque intentaba protegerse con muros de tierra, ella siempre encontraba hendijas por donde meterse y hacerle daño. Pronto estuvo cubierto de sangre.
Mina Harker
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Níniel seguía con atención los pasos de ambas brujas a través de la mansión, atenta a cualquier otro peligro que el variable mundo de los sueños pudiera manifestar ante ellas. ¿Cuántas traiciones y conspiraciones había vivido Huracán y que en esos momentos podrían buscar superarla? ¿Qué clase de vida había llevado Wilhelmina hasta ese momento? Todo aquello podía volverse en su contra, pero del mismo modo también a su favor, si disponían de la suficiente fuerza mental, claro.
-Todo despejado hasta las escaleras.- Informó poco después gracias a su vínculo, aunque algo extrañada por el hecho de que nada más se interpusiera en el camino de ambas, por mucho que aquello fuese algo bueno, supuestamente. Había esperado a vampiros, Ograrks, brujos con ideas especialmente retorcidas sobre sí mismos y el mundo que les rodeaba y cosas por el estilo, pero...no. Todo estaba siendo, extrañamente, bastante normal. Tétrico, eso sí, pero normal. Salvo por los cambiantes retratos de la pared, que pasaban de mostrar unos rostros desconocidos y con porte altivo y antiguo, a otros fácilmente reconocibles para la peliblanca.
-Bien, vais muy bien. Están allí abajo, estáis muy cerca.- Continuó guiándolas la joven, aunque seguramente no hiciese falta puesto que era difícil no escuchar los gritos que atravesaban suelo y paredes hasta colarse en sus oídos. Era como volver a aquellos estrechos pasillos del ala "D" del sanatorio, solo que mucho peor. -Preparaos para cualquier cosa. En principio deberían mostrar habilidades similares a las que poseen o poseían en la realidad, aunque pueden variar dependiendo de la percepción de los mismos de los soñadores, principalmente la de Bella, su sueño es el principal y al ancla aquí.- Advirtió. Y dio por hecho de que sabrían lo que eso implicaba si aquellos sueños eran finalmente hostiles hacia ellas.
Níniel poco sabía de Dorian. Harrowmont seguramente no sería tan peligroso como podría aparentar, pero ella tendría cuidado. Y por último estaba Isabella...A ella la había visto invocar una tormenta en la noche capaz de arrastrar a un barco de gran tamaño hacia su perdición. Poca broma con alguien así, y menos si además sus poderes estaban idealizados, siendo incluso mayores que en la realidad. Superarla no sería nada sencillo, ante ellas podían tener una dura prueba, pero aún así ambas brujas descendieron por las escaleras de caracol sin echarse atrás. No les faltaba valor.
Pronto llegarían hasta el final de las escaleras, donde todo cambió drásticamente antes de comenzar.
De repente ya no estaban en los sótanos de la mansión, sino en la plaza de la ciudad, lugar que Níniel no podía recordar con cariño debido a lo vulnerable y expuesta que se había sentido allí, un lugar donde a saber cuántos de los viandantes no hubiesen dudado en volverse contra ella de haber sabido que era una elfa, tampoco podía saber ya a esas alturas cuántos de ellos lo hubiesen lamentado.
Bella, atada, estaba sentada en el centro del lugar, y como antes frente a ella el trío de brujos que a sus ojos eran auténticos monstruos, claro que palidecían al lado de los que acababan de aparecer junto a ellos; Mortagglia y Haytam. Níniel no pudo evitar soltar una maldición al creer en un primer momento que la cosa acababa de pasar de improbable a imposible, para acto seguido, y tras darse cuenta de que eran en realidad Huracán y Mina, suspirar aliviada. No había enviado a ambas a una muerte segura, solo a una casi segura, el resto era culpa de que las dos estaban como regaderas...Aunque para ser la primera vez en el mundo de los sueños y estar luchando con cuerpos que no eran los suyos, lo hacían bastante bien. Tanto que cuando Mina logró desatar a Bella la balanza parecía ponerse de su lado. -Bien hecho. No seré yo quien juzgue lo del beso.- Felicitó la peliblanca. -Aprovecha ahora, Huracán.- Dorian se había distraído por un instante al ver a Isabella en peligro.
En ese momento Níniel en la realidad sintió una corriente de aire frió acariciar su piel y supo enseguida que ya no estaba "sola" allí. Aunque aquello la había pillado por sorpresa, inmersa en la batalla que veía, hizo todo lo posible por contener un escalofrío y mostrar de ese modo debilidad. En lugar de eso se apoyó más firmemente sobre la mesa, con las manos a los lados de su valioso criptomapa, y con mirada desafiante clavó sus ojos aguamarina en dirección a la ventana de su habitación, ahora abierta de par en par. No retrocedió ni mostró su miedo ante el ser que acababa de aparecer ante ella, y al que debía de habérsele acabado la paciencia. Sencillamente sonrió de medio lado.
-El ritual no ha acabado aún. Puedes esperar sentado...- Comenzó a decir la elfa siguiendo con la mirada como el vampiro se paseaba cerca de las tres brujas y dejaba una caricia tierna pero tensa sobre el rostro de Belladona. -O puedo patearte el culo. Como veas.- Amenazó la sacerdotisa acumulando más y más maná. A su espalda aquella silueta dragontina alada volvía a hacerse levemente visible.
-Todo despejado hasta las escaleras.- Informó poco después gracias a su vínculo, aunque algo extrañada por el hecho de que nada más se interpusiera en el camino de ambas, por mucho que aquello fuese algo bueno, supuestamente. Había esperado a vampiros, Ograrks, brujos con ideas especialmente retorcidas sobre sí mismos y el mundo que les rodeaba y cosas por el estilo, pero...no. Todo estaba siendo, extrañamente, bastante normal. Tétrico, eso sí, pero normal. Salvo por los cambiantes retratos de la pared, que pasaban de mostrar unos rostros desconocidos y con porte altivo y antiguo, a otros fácilmente reconocibles para la peliblanca.
-Bien, vais muy bien. Están allí abajo, estáis muy cerca.- Continuó guiándolas la joven, aunque seguramente no hiciese falta puesto que era difícil no escuchar los gritos que atravesaban suelo y paredes hasta colarse en sus oídos. Era como volver a aquellos estrechos pasillos del ala "D" del sanatorio, solo que mucho peor. -Preparaos para cualquier cosa. En principio deberían mostrar habilidades similares a las que poseen o poseían en la realidad, aunque pueden variar dependiendo de la percepción de los mismos de los soñadores, principalmente la de Bella, su sueño es el principal y al ancla aquí.- Advirtió. Y dio por hecho de que sabrían lo que eso implicaba si aquellos sueños eran finalmente hostiles hacia ellas.
Níniel poco sabía de Dorian. Harrowmont seguramente no sería tan peligroso como podría aparentar, pero ella tendría cuidado. Y por último estaba Isabella...A ella la había visto invocar una tormenta en la noche capaz de arrastrar a un barco de gran tamaño hacia su perdición. Poca broma con alguien así, y menos si además sus poderes estaban idealizados, siendo incluso mayores que en la realidad. Superarla no sería nada sencillo, ante ellas podían tener una dura prueba, pero aún así ambas brujas descendieron por las escaleras de caracol sin echarse atrás. No les faltaba valor.
Pronto llegarían hasta el final de las escaleras, donde todo cambió drásticamente antes de comenzar.
De repente ya no estaban en los sótanos de la mansión, sino en la plaza de la ciudad, lugar que Níniel no podía recordar con cariño debido a lo vulnerable y expuesta que se había sentido allí, un lugar donde a saber cuántos de los viandantes no hubiesen dudado en volverse contra ella de haber sabido que era una elfa, tampoco podía saber ya a esas alturas cuántos de ellos lo hubiesen lamentado.
Bella, atada, estaba sentada en el centro del lugar, y como antes frente a ella el trío de brujos que a sus ojos eran auténticos monstruos, claro que palidecían al lado de los que acababan de aparecer junto a ellos; Mortagglia y Haytam. Níniel no pudo evitar soltar una maldición al creer en un primer momento que la cosa acababa de pasar de improbable a imposible, para acto seguido, y tras darse cuenta de que eran en realidad Huracán y Mina, suspirar aliviada. No había enviado a ambas a una muerte segura, solo a una casi segura, el resto era culpa de que las dos estaban como regaderas...Aunque para ser la primera vez en el mundo de los sueños y estar luchando con cuerpos que no eran los suyos, lo hacían bastante bien. Tanto que cuando Mina logró desatar a Bella la balanza parecía ponerse de su lado. -Bien hecho. No seré yo quien juzgue lo del beso.- Felicitó la peliblanca. -Aprovecha ahora, Huracán.- Dorian se había distraído por un instante al ver a Isabella en peligro.
En ese momento Níniel en la realidad sintió una corriente de aire frió acariciar su piel y supo enseguida que ya no estaba "sola" allí. Aunque aquello la había pillado por sorpresa, inmersa en la batalla que veía, hizo todo lo posible por contener un escalofrío y mostrar de ese modo debilidad. En lugar de eso se apoyó más firmemente sobre la mesa, con las manos a los lados de su valioso criptomapa, y con mirada desafiante clavó sus ojos aguamarina en dirección a la ventana de su habitación, ahora abierta de par en par. No retrocedió ni mostró su miedo ante el ser que acababa de aparecer ante ella, y al que debía de habérsele acabado la paciencia. Sencillamente sonrió de medio lado.
-El ritual no ha acabado aún. Puedes esperar sentado...- Comenzó a decir la elfa siguiendo con la mirada como el vampiro se paseaba cerca de las tres brujas y dejaba una caricia tierna pero tensa sobre el rostro de Belladona. -O puedo patearte el culo. Como veas.- Amenazó la sacerdotisa acumulando más y más maná. A su espalda aquella silueta dragontina alada volvía a hacerse levemente visible.
Níniel Thenidiel
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
-¿Dónde estás, Mina? – pregunté mientras trataba de esquivar una y otra vez los rayos de Isabella. ¿Cómo podía luchar Mortagglia contra semejante bruja? Tenía una tormenta justo encima de ella, sobre la ciudad y amenazaba con relámpagos sobre mí constantemente. Encima parecía que me olía.
Puse una mueca grotesca cuando vi a Haytham, o mejor dicho a Mina con la apariencia de Haytham, besarse con mi madre. Sobre todo porque yo tenía a Isabella delante, disparándome rayos. Bella reaccionó rápido y “deshizo” en humo a la falsa Isabella de una fuerte onda de energía con su varita. Se notaba que aquello era un sueño, Bella tenía demasiadas ganas de que Isabella desapareciera, la auténtica nunca se habría comido un golpe tan obvio.
Vi como mi cuerpo se convertía en una bandada de murciélagos casi por inercia y me fui a por la copia de Dorian, materializándome justo al llegar a él y cortándolo en dos con mis larguísimas uñas, o mejor dicho garras. Mientras tanto, Mina hizo lo propio con James Harrowmont. Había sido un combate difícil, pero por fin volvíamos a estar en paz.
-Creo que hemos acabado con tus pesadillas. – celebré aún con la apariencia de Mortagglia, llegando a la altura de Bella y Haytham. – Níniel, sácanos de aquí. – Comenté. - ¿Níniel? – Joder. ¿Qué le pasaba? No la había entendido bien. - ¿Cómo que espere sentada o me pateas el culo? - ¿Acaso pensaba a dejarnos allí, o era parte de la pesadilla? Miré a HayMina, con cara de preocupación. – Debe tener problemas fuera. – obvié. – Bueno, al menos hemos ganado. Ya nadie nos molestará. – comenté.
-¡Sí, gracias a mi hombre! ¡Que ha venido a rescatarnos! – dijo Bella saltando al cuello de Haytham y volviendo a darle un beso. Miré hacia otro lado. Aquello me resultaba… Desagradable. Sí. Esa era la palabra.
Había que esperar a que Níniel solucionase sus problemas fuera. Así que me senté en las escaleras de la catedral. ¿Cómo conseguía Mortagglia ser eficiente en combate con aquel vestido largo y ceñido? Se hizo un silencio absoluto en la noche y, de repente, comenzó a soplar el viento. Estaba refrescando la noche.
-Parece que ahora hace fresco. – comenté tapándome los hombros desnudos, por donde me entraba el frío. – A ver si acaba la elfa y podemos largarnos. – comenté. Que esperaba que Níniel no tuviese problemas fuera.
El silencio de la noche se rompió con el andar acompasado de unos tacones que se dirigían por el final de la calle empedrada hacia donde nos encontrábamos. Venían dos siluetas, aunque no pude distinguirlas muy bien. Una voz que me resultaba terriblemente conocida
-No mientras nosotras tengamos una última palabra que decir. – dijo la voz.
¡Era yo misma! Y junto a mí, venía Cassandra. Vestidas con los trajes de maestra cazadora y sobrepasando ya la treintena. Conservaba la melena caoba, pero se veía un rostro más maduro y curtido que el actual, que ya lo estaba bastante. Así, seria, desafiante, la falsa Huracán se postró ante nosotros tres, con su ballesta pesada. Ella había sido la autora del viento. Y junto a ella, ladeada, Cassandra Harrowmont, de brazos de cruzados y con su arco cargado en el hombro, nos miraba desafiantes.
-El reinado del terror de la Hermandad va a terminar aquí y ahora. – comentó Anastasia.
-Rendíos a las maestras cazadoras y os daremos una muerte clemente que no merecéis. – sentenció Cassandra, amenazante. Si eran como las auténticas, desde luego no iban a ser demasiado dialogantes. La parte positiva es que nosotros éramos mucho más poderosas que ellas. Belladonna lo sabía y no dudó en alzar su varita contra Cassandra, a la que le tenía tirria.
-¡ASQUEROSA Y SUCIA HARROWMONT! ¡Cómo te atreves a hablarnos así! – Clamó Belladonna, que lanzó un potente hechizo con su varita contra Cassandra.
Cassandra levantó una barrera de tierra a sus pies que detuvo el fuerte impacto. Y acto seguido, la falsa Huracán se convirtió en humo para comenzar a volar por el área y a dispararnos flechas materializándose de cuando en cuando para disparar, especialmente a Mina y Bella.
Cassandra no volaba, por lo tanto tenía que ser la prioridad. Me abalancé contra ella, que me miró confiada y disparó una flecha que esquivé. Con mis garras tendría que cortarla mínimo en dos, pero al efectuar el tajo, la bruja convirtió la parte de su piel en la que iba a impactar en tierra, creando una especie de coraza que evitó cualquier daño.
-¡Pero si tú eres una inútil! – le exclamé, sorprendida después de que se deshiciera de varios de mis impactos por el mismo procedimiento. La bruja volvía a su fina cutis cuando no recibía impacto.
Cassandra apretó su puño con fuerza y comencé a sentir un fuerte dolor en todo mi cuerpo. Empecé a sangrar por los poros de mi piel. La sangre emanaba por todo el cuerpo, pero no era natural. ¡Ella me la estaba sacando de dentro de la piel! Comencé a gritar.
-¡Rictus Mortis! – gritó Belladonna al verme en apuros, emanando un rayo verde contra la bruja, que reaccionó con rapidez y lo detuvo
-¡Anastasia, últimatum! – gritó Cassandra a Huracán una especie de señal, que volaba en los cielos, en una forma de sombra negra con los ojos rojos. Huracán, sin pronunciarse, volvió a difuminarse en humo, mimetizándose con el viento, y comenzó a girar más y más rápido en círculos en la plaza.
–¡Estoy haciendo un tornado! ¡La madre que me parió! ¡Yo no sé hacer eso! – grité. - ¡Níniel, ayúdanos. O sácanos de aquí! Esto se va a poner feo. – afirmé, conforme notaba como las fuertes corrientes de viento huracanadas trataban de empujarme y los objetos comenzaban a volar.
Y vaya que si se iba a poner. Cassandra dio un fuerte grito y empotró sus puños contra el suelo. La tierra comenzó a temblar en un fuerte terremoto, poniendo en suspensión casi todas las estructuras que había rotas o débiles de la plaza y derruyendo parte de los endebles edificios. Los trozos, al despegarse del suelo y entrar en contacto con el tornado de Huracán, comenzaron a volar en círculos, suponiendo un peligrosísimo entorno de combate que parecía aislar al dúo de hechiceras.
Cassandra desde la tierra, protegida por su fuerte coraza de piel, y Huracán volando en sincronía con los círculos del tornado, nos disparaban con una precisión milimétrica. Y para colmo, una por resistente, y la otra por escurridiza, resultaban casi invencibles. Hice un gesto a Mina y Bella para que se lucieran, ya que yo parecía ser el objetivo de ambas brujas.
*Off: Hurissandra lvl 10 is real. CGI for free!
Puse una mueca grotesca cuando vi a Haytham, o mejor dicho a Mina con la apariencia de Haytham, besarse con mi madre. Sobre todo porque yo tenía a Isabella delante, disparándome rayos. Bella reaccionó rápido y “deshizo” en humo a la falsa Isabella de una fuerte onda de energía con su varita. Se notaba que aquello era un sueño, Bella tenía demasiadas ganas de que Isabella desapareciera, la auténtica nunca se habría comido un golpe tan obvio.
Vi como mi cuerpo se convertía en una bandada de murciélagos casi por inercia y me fui a por la copia de Dorian, materializándome justo al llegar a él y cortándolo en dos con mis larguísimas uñas, o mejor dicho garras. Mientras tanto, Mina hizo lo propio con James Harrowmont. Había sido un combate difícil, pero por fin volvíamos a estar en paz.
-Creo que hemos acabado con tus pesadillas. – celebré aún con la apariencia de Mortagglia, llegando a la altura de Bella y Haytham. – Níniel, sácanos de aquí. – Comenté. - ¿Níniel? – Joder. ¿Qué le pasaba? No la había entendido bien. - ¿Cómo que espere sentada o me pateas el culo? - ¿Acaso pensaba a dejarnos allí, o era parte de la pesadilla? Miré a HayMina, con cara de preocupación. – Debe tener problemas fuera. – obvié. – Bueno, al menos hemos ganado. Ya nadie nos molestará. – comenté.
-¡Sí, gracias a mi hombre! ¡Que ha venido a rescatarnos! – dijo Bella saltando al cuello de Haytham y volviendo a darle un beso. Miré hacia otro lado. Aquello me resultaba… Desagradable. Sí. Esa era la palabra.
Había que esperar a que Níniel solucionase sus problemas fuera. Así que me senté en las escaleras de la catedral. ¿Cómo conseguía Mortagglia ser eficiente en combate con aquel vestido largo y ceñido? Se hizo un silencio absoluto en la noche y, de repente, comenzó a soplar el viento. Estaba refrescando la noche.
-Parece que ahora hace fresco. – comenté tapándome los hombros desnudos, por donde me entraba el frío. – A ver si acaba la elfa y podemos largarnos. – comenté. Que esperaba que Níniel no tuviese problemas fuera.
El silencio de la noche se rompió con el andar acompasado de unos tacones que se dirigían por el final de la calle empedrada hacia donde nos encontrábamos. Venían dos siluetas, aunque no pude distinguirlas muy bien. Una voz que me resultaba terriblemente conocida
-No mientras nosotras tengamos una última palabra que decir. – dijo la voz.
¡Era yo misma! Y junto a mí, venía Cassandra. Vestidas con los trajes de maestra cazadora y sobrepasando ya la treintena. Conservaba la melena caoba, pero se veía un rostro más maduro y curtido que el actual, que ya lo estaba bastante. Así, seria, desafiante, la falsa Huracán se postró ante nosotros tres, con su ballesta pesada. Ella había sido la autora del viento. Y junto a ella, ladeada, Cassandra Harrowmont, de brazos de cruzados y con su arco cargado en el hombro, nos miraba desafiantes.
-El reinado del terror de la Hermandad va a terminar aquí y ahora. – comentó Anastasia.
-Rendíos a las maestras cazadoras y os daremos una muerte clemente que no merecéis. – sentenció Cassandra, amenazante. Si eran como las auténticas, desde luego no iban a ser demasiado dialogantes. La parte positiva es que nosotros éramos mucho más poderosas que ellas. Belladonna lo sabía y no dudó en alzar su varita contra Cassandra, a la que le tenía tirria.
-¡ASQUEROSA Y SUCIA HARROWMONT! ¡Cómo te atreves a hablarnos así! – Clamó Belladonna, que lanzó un potente hechizo con su varita contra Cassandra.
Cassandra levantó una barrera de tierra a sus pies que detuvo el fuerte impacto. Y acto seguido, la falsa Huracán se convirtió en humo para comenzar a volar por el área y a dispararnos flechas materializándose de cuando en cuando para disparar, especialmente a Mina y Bella.
Cassandra no volaba, por lo tanto tenía que ser la prioridad. Me abalancé contra ella, que me miró confiada y disparó una flecha que esquivé. Con mis garras tendría que cortarla mínimo en dos, pero al efectuar el tajo, la bruja convirtió la parte de su piel en la que iba a impactar en tierra, creando una especie de coraza que evitó cualquier daño.
-¡Pero si tú eres una inútil! – le exclamé, sorprendida después de que se deshiciera de varios de mis impactos por el mismo procedimiento. La bruja volvía a su fina cutis cuando no recibía impacto.
Cassandra apretó su puño con fuerza y comencé a sentir un fuerte dolor en todo mi cuerpo. Empecé a sangrar por los poros de mi piel. La sangre emanaba por todo el cuerpo, pero no era natural. ¡Ella me la estaba sacando de dentro de la piel! Comencé a gritar.
-¡Rictus Mortis! – gritó Belladonna al verme en apuros, emanando un rayo verde contra la bruja, que reaccionó con rapidez y lo detuvo
-¡Anastasia, últimatum! – gritó Cassandra a Huracán una especie de señal, que volaba en los cielos, en una forma de sombra negra con los ojos rojos. Huracán, sin pronunciarse, volvió a difuminarse en humo, mimetizándose con el viento, y comenzó a girar más y más rápido en círculos en la plaza.
–¡Estoy haciendo un tornado! ¡La madre que me parió! ¡Yo no sé hacer eso! – grité. - ¡Níniel, ayúdanos. O sácanos de aquí! Esto se va a poner feo. – afirmé, conforme notaba como las fuertes corrientes de viento huracanadas trataban de empujarme y los objetos comenzaban a volar.
Y vaya que si se iba a poner. Cassandra dio un fuerte grito y empotró sus puños contra el suelo. La tierra comenzó a temblar en un fuerte terremoto, poniendo en suspensión casi todas las estructuras que había rotas o débiles de la plaza y derruyendo parte de los endebles edificios. Los trozos, al despegarse del suelo y entrar en contacto con el tornado de Huracán, comenzaron a volar en círculos, suponiendo un peligrosísimo entorno de combate que parecía aislar al dúo de hechiceras.
Cassandra desde la tierra, protegida por su fuerte coraza de piel, y Huracán volando en sincronía con los círculos del tornado, nos disparaban con una precisión milimétrica. Y para colmo, una por resistente, y la otra por escurridiza, resultaban casi invencibles. Hice un gesto a Mina y Bella para que se lucieran, ya que yo parecía ser el objetivo de ambas brujas.
*Off: Hurissandra lvl 10 is real. CGI for free!
Anastasia Boisson
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Los mimos y caricias de Belladona no eran desagradables, al contrario, llegaban a excitar a la ilusionista que personificaba al vampiro, quien retribuía los besos con más efusividad. -Mi bella Belladona, bella, hermosa, preciosa Belladona... estás bien, estarás bien, tu madre y yo te hemos rescatado y estarás bien... mira nada más lo hermosa que estás- decía entre besos. Aquel era el sueño de la bruja y por qué no seguirle la corriente a esa desdichada mujer, desquiciada y tan, pero tan lastimada durante su vida. Mina sentía compasión por ella y por Anastasia también. Crecer en esa familia no debía ser fácil, todo lo contrario; estaban todos locos.
Además, entre más cariñosos se ponían, más asqueada y perturbada lucía Huracántagglia. Matando dos pájaros de un tiro, complaciendo a Bella y molestando a Huracán, Mina se la estaba pasando genial. -Y dijeron que esto sería difícil, yo me lo estoy pasando ma-ra-vi-lloso- pensaba mientras se dejaba manosear por Belladona.
Ni bien pensó aquello, la expresión de satisfacción en el rostro del vampiro se transformó en una mueca de espanto cuando una adulta Anastasia apareció junto a la insufrible de Cassandra Harrowmont -¡Pero a ti te dejé durmiendo en el jardín!- exclamó al ver a la Harrowmont. Hicieron su discurso estóico de heroínas, amenazando con sus armas -Qué pesadas son, eh, Bella...- comentó en voz baja a Belladona, quien asintió, volteando los ojos con hastío. Atacó a Cassandra pero no tuvo efecto, de hecho, apenas la falsa Huracán se convirtió en humo y comenzó a atacarlas, Belladona quedó paralizada, horrorizada, aferrada al pecho de Haymina.
-Mi amor, mi vida, vamos, ¡reacciona!- pedía Haymina sacudiendo a Belladona, cargándola para esquivar los ataques de Huracán, mientras la real, la que lucía como Mortagglia, atacaba sin suerte a Cassandra. El vampiro corría, esquivando flechas, esforzándose al máximo para no caer con el temblor que invocaba la tensai de tierra. No tenía tiempo para ir a ayudar a Anastasia y al mismo tiempo cuidar a Belladona, veía entonces, con desespero, cómo Mortagglia sufría los inclementes ataques de la Harrowmont -¡Níniel! ¡Sácanos de aquí!- gritaba angustiada entre saltos. Las flechas que caían del cielo eran cada vez más difíciles de esquivar.
Entró a un edificio que no parecía ceder ante el temblor y puso a la bruja contra la pared -¡BELLADONA!- gritó Haymina dando una bofetada a la bruja paralizada -Tú eres más fuerte que ellas, ¡despierta! Tú tienes que derrotarlas, mi amor, tú eres la única que puede salvarnos- le dijo suplicante y le estampó un magnífico beso, de esos que ella imaginaba de chica que las damicelas daban sus héroes, porque en este caso, necesitaba inspirar a Belladona.
Y al parecer, funcionaba, porque en medio del beso, sentía como si la bruja se elevase en el aire y sus labios hormigueaban por la fuerza mágica que acumulaba en su cuerpo. al abrir los ojos, vio a Belladona rodeada de un halo de magia. Le tomó el rostro e hizo que la mirara a los ojos -Ve por esas malditas y reviéntales el culo, yo iré detrás de ti- le dijo y selló con un beso sus palabras. Por los dioses, qué romántico era Haymina.
Empuñando su varita con firmeza, Belladona salió del edificio caminando en el aire, elevada por la magia a unos centímetros del piso. Su cabello flotaba en el aire y sus ojos brillaban con un destello dorado. Ella era la bruja más poderosa de todas, claro está, era su sueño y podía serlo. Las flechas que le lanzaba del cielo la falsa Huracán las interceptaban escudos de materia que aparecían y desaparecían, conjurados por Bella, mientras al rededor de aquella nube de humo en la que se había transformado aparecía un capullo que se cerraba, atrapando a la falsa Anastasia dentro.
Haymina iba detrás de ella, guardándole la espalda, asombrada del poder de la bruja -Por Hartam... no haber nacido con el poder de la conjuración, mira nada más...- decía, admirada.
Levantó su brazo y apunto a Cassandra con su varita -Quítate de en medio, madre- avisó a Huracántagglia antes de exclamar -¡BOMBARDA!- haciendo explotar el arco de la Harrowmont en su espalda.
Además, entre más cariñosos se ponían, más asqueada y perturbada lucía Huracántagglia. Matando dos pájaros de un tiro, complaciendo a Bella y molestando a Huracán, Mina se la estaba pasando genial. -Y dijeron que esto sería difícil, yo me lo estoy pasando ma-ra-vi-lloso- pensaba mientras se dejaba manosear por Belladona.
Ni bien pensó aquello, la expresión de satisfacción en el rostro del vampiro se transformó en una mueca de espanto cuando una adulta Anastasia apareció junto a la insufrible de Cassandra Harrowmont -¡Pero a ti te dejé durmiendo en el jardín!- exclamó al ver a la Harrowmont. Hicieron su discurso estóico de heroínas, amenazando con sus armas -Qué pesadas son, eh, Bella...- comentó en voz baja a Belladona, quien asintió, volteando los ojos con hastío. Atacó a Cassandra pero no tuvo efecto, de hecho, apenas la falsa Huracán se convirtió en humo y comenzó a atacarlas, Belladona quedó paralizada, horrorizada, aferrada al pecho de Haymina.
-Mi amor, mi vida, vamos, ¡reacciona!- pedía Haymina sacudiendo a Belladona, cargándola para esquivar los ataques de Huracán, mientras la real, la que lucía como Mortagglia, atacaba sin suerte a Cassandra. El vampiro corría, esquivando flechas, esforzándose al máximo para no caer con el temblor que invocaba la tensai de tierra. No tenía tiempo para ir a ayudar a Anastasia y al mismo tiempo cuidar a Belladona, veía entonces, con desespero, cómo Mortagglia sufría los inclementes ataques de la Harrowmont -¡Níniel! ¡Sácanos de aquí!- gritaba angustiada entre saltos. Las flechas que caían del cielo eran cada vez más difíciles de esquivar.
Entró a un edificio que no parecía ceder ante el temblor y puso a la bruja contra la pared -¡BELLADONA!- gritó Haymina dando una bofetada a la bruja paralizada -Tú eres más fuerte que ellas, ¡despierta! Tú tienes que derrotarlas, mi amor, tú eres la única que puede salvarnos- le dijo suplicante y le estampó un magnífico beso, de esos que ella imaginaba de chica que las damicelas daban sus héroes, porque en este caso, necesitaba inspirar a Belladona.
Y al parecer, funcionaba, porque en medio del beso, sentía como si la bruja se elevase en el aire y sus labios hormigueaban por la fuerza mágica que acumulaba en su cuerpo. al abrir los ojos, vio a Belladona rodeada de un halo de magia. Le tomó el rostro e hizo que la mirara a los ojos -Ve por esas malditas y reviéntales el culo, yo iré detrás de ti- le dijo y selló con un beso sus palabras. Por los dioses, qué romántico era Haymina.
Empuñando su varita con firmeza, Belladona salió del edificio caminando en el aire, elevada por la magia a unos centímetros del piso. Su cabello flotaba en el aire y sus ojos brillaban con un destello dorado. Ella era la bruja más poderosa de todas, claro está, era su sueño y podía serlo. Las flechas que le lanzaba del cielo la falsa Huracán las interceptaban escudos de materia que aparecían y desaparecían, conjurados por Bella, mientras al rededor de aquella nube de humo en la que se había transformado aparecía un capullo que se cerraba, atrapando a la falsa Anastasia dentro.
Haymina iba detrás de ella, guardándole la espalda, asombrada del poder de la bruja -Por Hartam... no haber nacido con el poder de la conjuración, mira nada más...- decía, admirada.
Levantó su brazo y apunto a Cassandra con su varita -Quítate de en medio, madre- avisó a Huracántagglia antes de exclamar -¡BOMBARDA!- haciendo explotar el arco de la Harrowmont en su espalda.
Mina Harker
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Puede que el Haytham del mundo de los sueños fuese un vampiro de lo más pegajoso y cariñoso, dado a los discursos amorosos de apoyo e incluso capaz de sacar lo mejor de una bruja psicópata ante una situación desesperada. Pero aquello poco o nada tenía que ver con cómo era el auténtico. El auténtico se paseaba como un animal salvaje por la habitación, tenso y al acecho, sin decir nada, lanzando miradas sedientas de sangre a la elfa que le seguía con los ojos, desafiante. La misma que se había atrevido a asegurar que le patearía el culo y cuyo cuello, joven, suave y blanco, tan irresistible se le antojaba.
-Dado que no te has sentado, doy por hecho que has elegido la segunda opción. Muy bien.- Aceptó la peliblanca mientras aumentaba aún más su aura, benciciéndose nuevamente a sí misma y rodeando su mesa de escritorio para encararse al vampiro, quien parecía considerar aquello como algo de los más gracioso. Ver a una presa acercarse en lugar de alejarse.
-Lo único que te mantiene viva es ese ritual tuyo, Níniel. Elfos, siempre tan arrogantes. Hasta que les rompes el cuello y les obligas a mirar como te alimentas de su familia. Acaba ya y, quizá, me conforme con solo parte de tu sangre.- Amenazó finalmente el vampiro en respuesta, haciendo especial énfasis en su nombre, como si saberlo le diera algún poder. Esta vez fue Níniel quien amplió su sonrisa, cada vez más peligrosa. -Pensaba que eras una de las sanadoras de este lugar, pero debo de haberme equivocado. Debes de ser una de las pacientes para sonreír así...Una loca o una necia. No debí esperar a ese ritual.- Sentenció el peligroso hijo de la noche convirtiendo una de sus manos en una amenazante garra de dedos alargados y retorcidos terminados en largas uñas afiladas como puñales. -Muere ahora, estúpida.- Fue lo último que dijo, abalanzándose sobre la peliblanca y descargando un golpe dirigido sobre su cuello. Un golpe que sin embargo no borró la sonrisa en el rostro de la sacerdotisa.
-¡Ahhhhh! Mi mano, mi...¿Qué has hecho elfa? ¿Qué...?- Gritó fuertemente el vampiro retirándose de un salto y golpeándose con la pequeña librería que tenía detrás. Miraba furibundo a Níniel y también a su mano, la cual aparentaba una severa quemadura de aspecto doloroso. Mantenerla en su regazo como haría un niño pequeño no le ayudaría a sentir menos dolor.
-Magia de luz; armadura de luz. ¿Nunca habías visto una? Una sanguijuela como tú no puede tocarme.-Hizo una pausa que aprovechó para acercarse a Haytam, que ya no veía las cosas tan claras con aquella elfa que tan débil e inocente le había parecido. Ahora buscaba mantener las distancias con ella y con esa armadura de luz que la rodeaba.-Verás, yo quería haberte matado en el arcaneum, pero Huracán hizo ese arreglo contigo y...Bueno, todo esto es cosa suya al fin y al cabo. Rescatar de la locura a su madre, no luchar con su padre. Por todos los dioses, sois unos progenitores horribles... Pero yo soy una muy buena amiga.- Se detuvo y le siguió con la mirada. -¿Te importaría dejar de moverte y de desordenarlo todo? Esta es mi habitación.- Añadió molesta y alzando su mano en dirección al vampiro, generando un potentísimo chorro de luz pura que le alcanzó antes de que terminara de cubrirse de sombras para protegerse y "desaparecer". Níniel ya se conocía aquel truco de los vampiros, no era la primera vez que lo veía. -No puedes ocultarte de mí en las sombras. Mi luz puede atravesarlas.- Fueron sus palabras, y de nuevo buscó acercarse a aquel chupasangres, dañado por la luz y cegado por el destello. Permanecería así un tiempo más.
-Me pregunto si Huracán se molestará si acabo contigo. Quizá también quiera...devolverte la cordura.-Dijo la peliblanca alcanzando al vampiro cuando este estaba a punto de tropezar con el cuerpo de Wilhelmina, colocando sus manos sobre su rostro, comenzando a quemárselo y arrancándole sonoros gritos de puro dolor. Entonces la joven sacó uno de los inhibidores que tomara prestados del arcaneun y logró ponérselo en un brazo, aunque aún así su adversario se las apañó para apartar de un golpe a la elfa y comenzar a buscar la ventana para salir de allí, sin éxito pues estaba tanteando la pared que no era. Además parecía haber añadido molestias en su otra mano al resto de sus males.
-Apuesto a que te ha dolido a tí más que a mi. Ya te he dicho que no puedes tocarme.- Recordó la joven peliblanca mientras volvía a acumular más maná y sacaba de su bolsa el segundo de los inhibidores. Más en ese momento el vampiro logró encontrar la ventana y saltó por ella, casi pisando a Huracán en el proceso y maldiciendo al acabar golpeándose contra el suelo en la caída, pues aún estaba cegado. Debía de haberse dado un buen golpe, pero Níniel ya no pudo verlo cuando se asomó a la ventana. Se había esfumado.
-Maldita sea...Menudo desastre. Odio el desorden.- Se quejó Níniel al ver cómo había acabado su cuarto. Libros por el suelo, muebles obliquos, sus últimas notas sobre maldiciones escampadas por todo el lugar...Pero al menos había logrado expulsar a aquel malnacido y las soñadoras seguían soñando. Dormían como si nada hubiese pasado, aunque su sueño era más agitado que nunca. -Por todos los dioses...- Dijo apresurandose a colocar de nuevo el escritorio y el criptomapa en su sitio, buscando establecer de nuevo el nexo entre ella, el mapa y las tres brujas. Proceso mucho más rápido en aquella ocasión gracias a la bendición que la afectaba.
-¡Hurí! ¿Puedes oírme? No sé qué pasa no puedo veros... ¿Wilhelmina? ¿Bella?- No había respuesta y el mapa parecía estar teniendo problemas. ¿Acaso había sufrido algún daño mientras la sacerdotisa se las veía con Haythan?. -No os veo ni os oig...Oh, mierda, sí que os veo.- Dijo al verlas por fin, aunque enfrentadas a unos poderes tan grandes que distorsionaban el nexo con ellas. Parecía que Huracán estaba teniendo un sueño en el que ella misma, aunque unos años mayor, era más poderosa incluso que Isabella...Mal momento para fantasías húmedas de poderes inimaginables. -¡Huri! La puerta oeste de la plaza es la salida. Tenéis que llegar allí como sea. ¿Me Oís? La puerta oeste.-
Ya lograran vencer y escapar o simplemente huir de aquellos devastadores ataques, aquella era su salida del mundo de los sueños. Más les valía lograrlo porque, si eran derrotadas, jamás despertarían.
-Dado que no te has sentado, doy por hecho que has elegido la segunda opción. Muy bien.- Aceptó la peliblanca mientras aumentaba aún más su aura, benciciéndose nuevamente a sí misma y rodeando su mesa de escritorio para encararse al vampiro, quien parecía considerar aquello como algo de los más gracioso. Ver a una presa acercarse en lugar de alejarse.
-Lo único que te mantiene viva es ese ritual tuyo, Níniel. Elfos, siempre tan arrogantes. Hasta que les rompes el cuello y les obligas a mirar como te alimentas de su familia. Acaba ya y, quizá, me conforme con solo parte de tu sangre.- Amenazó finalmente el vampiro en respuesta, haciendo especial énfasis en su nombre, como si saberlo le diera algún poder. Esta vez fue Níniel quien amplió su sonrisa, cada vez más peligrosa. -Pensaba que eras una de las sanadoras de este lugar, pero debo de haberme equivocado. Debes de ser una de las pacientes para sonreír así...Una loca o una necia. No debí esperar a ese ritual.- Sentenció el peligroso hijo de la noche convirtiendo una de sus manos en una amenazante garra de dedos alargados y retorcidos terminados en largas uñas afiladas como puñales. -Muere ahora, estúpida.- Fue lo último que dijo, abalanzándose sobre la peliblanca y descargando un golpe dirigido sobre su cuello. Un golpe que sin embargo no borró la sonrisa en el rostro de la sacerdotisa.
-¡Ahhhhh! Mi mano, mi...¿Qué has hecho elfa? ¿Qué...?- Gritó fuertemente el vampiro retirándose de un salto y golpeándose con la pequeña librería que tenía detrás. Miraba furibundo a Níniel y también a su mano, la cual aparentaba una severa quemadura de aspecto doloroso. Mantenerla en su regazo como haría un niño pequeño no le ayudaría a sentir menos dolor.
-Magia de luz; armadura de luz. ¿Nunca habías visto una? Una sanguijuela como tú no puede tocarme.-Hizo una pausa que aprovechó para acercarse a Haytam, que ya no veía las cosas tan claras con aquella elfa que tan débil e inocente le había parecido. Ahora buscaba mantener las distancias con ella y con esa armadura de luz que la rodeaba.-Verás, yo quería haberte matado en el arcaneum, pero Huracán hizo ese arreglo contigo y...Bueno, todo esto es cosa suya al fin y al cabo. Rescatar de la locura a su madre, no luchar con su padre. Por todos los dioses, sois unos progenitores horribles... Pero yo soy una muy buena amiga.- Se detuvo y le siguió con la mirada. -¿Te importaría dejar de moverte y de desordenarlo todo? Esta es mi habitación.- Añadió molesta y alzando su mano en dirección al vampiro, generando un potentísimo chorro de luz pura que le alcanzó antes de que terminara de cubrirse de sombras para protegerse y "desaparecer". Níniel ya se conocía aquel truco de los vampiros, no era la primera vez que lo veía. -No puedes ocultarte de mí en las sombras. Mi luz puede atravesarlas.- Fueron sus palabras, y de nuevo buscó acercarse a aquel chupasangres, dañado por la luz y cegado por el destello. Permanecería así un tiempo más.
-Me pregunto si Huracán se molestará si acabo contigo. Quizá también quiera...devolverte la cordura.-Dijo la peliblanca alcanzando al vampiro cuando este estaba a punto de tropezar con el cuerpo de Wilhelmina, colocando sus manos sobre su rostro, comenzando a quemárselo y arrancándole sonoros gritos de puro dolor. Entonces la joven sacó uno de los inhibidores que tomara prestados del arcaneun y logró ponérselo en un brazo, aunque aún así su adversario se las apañó para apartar de un golpe a la elfa y comenzar a buscar la ventana para salir de allí, sin éxito pues estaba tanteando la pared que no era. Además parecía haber añadido molestias en su otra mano al resto de sus males.
-Apuesto a que te ha dolido a tí más que a mi. Ya te he dicho que no puedes tocarme.- Recordó la joven peliblanca mientras volvía a acumular más maná y sacaba de su bolsa el segundo de los inhibidores. Más en ese momento el vampiro logró encontrar la ventana y saltó por ella, casi pisando a Huracán en el proceso y maldiciendo al acabar golpeándose contra el suelo en la caída, pues aún estaba cegado. Debía de haberse dado un buen golpe, pero Níniel ya no pudo verlo cuando se asomó a la ventana. Se había esfumado.
-Maldita sea...Menudo desastre. Odio el desorden.- Se quejó Níniel al ver cómo había acabado su cuarto. Libros por el suelo, muebles obliquos, sus últimas notas sobre maldiciones escampadas por todo el lugar...Pero al menos había logrado expulsar a aquel malnacido y las soñadoras seguían soñando. Dormían como si nada hubiese pasado, aunque su sueño era más agitado que nunca. -Por todos los dioses...- Dijo apresurandose a colocar de nuevo el escritorio y el criptomapa en su sitio, buscando establecer de nuevo el nexo entre ella, el mapa y las tres brujas. Proceso mucho más rápido en aquella ocasión gracias a la bendición que la afectaba.
-¡Hurí! ¿Puedes oírme? No sé qué pasa no puedo veros... ¿Wilhelmina? ¿Bella?- No había respuesta y el mapa parecía estar teniendo problemas. ¿Acaso había sufrido algún daño mientras la sacerdotisa se las veía con Haythan?. -No os veo ni os oig...Oh, mierda, sí que os veo.- Dijo al verlas por fin, aunque enfrentadas a unos poderes tan grandes que distorsionaban el nexo con ellas. Parecía que Huracán estaba teniendo un sueño en el que ella misma, aunque unos años mayor, era más poderosa incluso que Isabella...Mal momento para fantasías húmedas de poderes inimaginables. -¡Huri! La puerta oeste de la plaza es la salida. Tenéis que llegar allí como sea. ¿Me Oís? La puerta oeste.-
Ya lograran vencer y escapar o simplemente huir de aquellos devastadores ataques, aquella era su salida del mundo de los sueños. Más les valía lograrlo porque, si eran derrotadas, jamás despertarían.
Níniel usa Intelecto arcano, Abrazo de Isil y Radiancia este turno.
Níniel Thenidiel
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Aquella versión evolucionada de Cassandra iba en serio. Incluso con poderes de vampiro, me resultaba difícil evitar sus certeros y duros golpes. Parecía ella Mortagglia. Convertía su piel en tierra para detener sus impactos, hacía elevarse el suelo en forma de picos perforantes, y las flechas de su arco parecían teledirigidas. Se notaba que aquello era un sueño. La auténtica Harrowmont nunca sería capaz de hacer semejantes disparos ni aunque entrenara para ello sesenta horas a la semana.
Uno de ellos me atravesó incluso la mano. Grité y agarré esta con la otra. Tenía el virote clavada en mi bella mano. Mientras preparaba otra flecha para venir a rematarme. Por fortuna, Bella reaccionó a tiempo para destrozarla de improviso con un potente hechizo que la hizo explotar.
¡Por fin un poco de respiro! Miré a la pareja y arranqué el virote por ambos lados con gran dolor. Me sangraba a borbotones la mano. Más que dolor, sentía grima. Ni me quería imaginar aquello en mis carnes reales. - Gracias, voy a por la que queda. – confirmé, mirándolos a ambos.
La falsa Huracán sobrevolaba los cielos en círculos. Cubierta por una cortina de humo negro, sólo destacaban sus ojos. Brillaban de blanco intenso, como si tuvieran luz propia. Sus facciones parecían imperceptibles por la sombra.
Convertida en un amasijo de murciélagos me abalancé a por ella. Esquivé los virotes que me disparaba y la conseguí enganchar. Quedamos sumidas en una mezcla de murciélagos y humo que terminó con ambas chocando violentamente contra el suelo. La maestra cazadora dio una voltereta sobre su espalda y se volvió a erguir, apuntándome con su ballesta pesada. Yo me levanté, con las garras y los brazos bien extendidos. En claramente posición ofensiva. Manteniendo una mirada desafiada rugiendo ligeramente.
-No tienes ninguna posibilidad. – comentó ella, andando con una prepotencia que sobraba. ¡Qué mujer más pedante! Yo no era tan soberbia ni arrogante... ¿O sí? - Te conozco demasiado bien.
-Pues anda, que yo a ti… - comenté con una ligera sonrisa, alzando una ceja.
Y es que aquello sería una ventaja brutal en aquel breve, pero intenso, duelo. Sabía de sobra que era zurda, y por el ángulo de tiro, acostumbraba a tener problemas para proteger el lado diestro cuando recibía un ataque por ahí. Para esquivar este tipo de golpes, solía hacer un movimiento efectivo e impredecible de salto con voltereta a derecha impulsándome con la zurda. Sólo tenía que forzar a la falsa Huracán a repetir aquellos patrones y rasgar mi propia pierna.
Tampoco era una combatiente defensiva, por lo que no tardó en disparar el virote a una velocidad endiablada al corazón. Me encorvé para esquivar éste movimiento. Ahora ella necesitaba desenfundar la ballesta de mano y esquivar el ataque. Tal y como pensaba, hizo el anterior momento anteriormente predicho. Por lo que rasgué su pierna brutalmente.
Cayó al suelo y mi imitadora trató de arrastrarse de espaldas al suelo, con la pierna herida y disparando con una de las ballestas de mano. Iba a disponerme a rematarme a mí misma, pero digamos que me dolía demasiado hacerlo. Entonces, la voz de Níniel nos dio la orden de salir. Miré a Haytham-Mina y a Bella y les indiqué que era hora de salir de allí. - ¡Dejad los besos y vamos a la puerta Oeste! – grité al dúo señalando el lugar y corriendo hacia allí. Cassandra estaba muerta y Huracán estaba tirada en el suelo, por lo que la huida no tendría mayor complicación. Corriendo y saltando al llegar, atravesé la primera el portal, que lucía de color azul como si estuviera sufriendo cientos de microexplosiones en su interior…
… ¡Y desperté! Claramente agitada. Me erguí sobre mi cintura como si hubiese sufrido una terrible pesadilla. Respiré profundo varias veces mientras lograba ubicarme. Situando a Níniel, y también a Belladonna, de primeras.
-Joder. – dije, llevándome las manos a la frente. Sudaba muchísimo. Chorreaba como si hubiese dormido una noche de verano. – Ya está. – resoplé, aún sentada. –¡Níniel! ¿Qué tal lo hemos hecho? ¿Has tenido alguna incidencia? – pregunté a la sacerdotisa con curiosidad. – Al menos espero que algo haya cambiado en Bella… - afirmé, teniendo la cabeza hacia donde supuestamente estaba mi madre.
¡Por todos los dioses! ¡Se encontraba al lado de Mina, abrazándose a ella con efusividad!
-¡Te quiero, Wilhemina! ¡Gracias por salvarme! – se preguntó Bella, sollozando, que estaba al lado de la joven bruja. De la que parecía haberse enamorado, a decir por la manera en que “sobaba” a la ilusionista. Repugnante, cuanto menos.
-¡Oh, por todos los dioses, Níniel! ¡Dime que no hemos pasado al otro lado para que se enamorase de Mina! – maljuré, levantándome de la mesa y acercándome a ella, alejándola de la bruja. - ¡Mamá! ¡Que le sacas más de veinte años! – miré a Mina con cierto enfado. - ¡Enhorabuena! Eres la primera persona no familiar que le cae bien a mi madre. – felicité.
Arrastré a la bruja casi hasta el otro lado de la sala, con fuerza. Donde esperaba interrogarla. Se encontraba un poco mareada a decir por sus pupilas perdidas.
-¿Estás bien? – pregunté sujetándola por ambos brazos.
Ella asintió un par de veces con la cabeza.
-Isabella no te ha torturado. Todo fue fruto de tu imaginación. Todo ese rencor acumulado que tienes... Debes dejarlo pasar. No tiene sentido. Nadie te ha hecho nada. Y por lo tanto, asesinar sin criterio no tiene sentido. ¿Lo entiendes? – le pregunté acercándome a ella. Seguía apretando fuertemente sus hombros. Al menos esperaba que aquel viaje al mundo de los sueños hubiese servido para algo. La bruja volvió a asentir. Sin comprender demasiado dónde se encontraba.
Lo que parecía claro es que ahora era mucho menos impulsiva. Ya no gritaba ni insultaba gratuitamente. ¿Cómo se tomaría Haytham esta nueva versión de Bella? ¡Y lo que es peor! ¿Cómo sabíamos qué se había borrado y qué no? Mis miradas pasaron ahora a Níniel. Aunque no le pregunté, la elfa podría interpretar fácilmente que quería saber qué había cambiado y los siguientes pasos a dar con Belladonna en su recuperación.
Uno de ellos me atravesó incluso la mano. Grité y agarré esta con la otra. Tenía el virote clavada en mi bella mano. Mientras preparaba otra flecha para venir a rematarme. Por fortuna, Bella reaccionó a tiempo para destrozarla de improviso con un potente hechizo que la hizo explotar.
¡Por fin un poco de respiro! Miré a la pareja y arranqué el virote por ambos lados con gran dolor. Me sangraba a borbotones la mano. Más que dolor, sentía grima. Ni me quería imaginar aquello en mis carnes reales. - Gracias, voy a por la que queda. – confirmé, mirándolos a ambos.
La falsa Huracán sobrevolaba los cielos en círculos. Cubierta por una cortina de humo negro, sólo destacaban sus ojos. Brillaban de blanco intenso, como si tuvieran luz propia. Sus facciones parecían imperceptibles por la sombra.
Convertida en un amasijo de murciélagos me abalancé a por ella. Esquivé los virotes que me disparaba y la conseguí enganchar. Quedamos sumidas en una mezcla de murciélagos y humo que terminó con ambas chocando violentamente contra el suelo. La maestra cazadora dio una voltereta sobre su espalda y se volvió a erguir, apuntándome con su ballesta pesada. Yo me levanté, con las garras y los brazos bien extendidos. En claramente posición ofensiva. Manteniendo una mirada desafiada rugiendo ligeramente.
-No tienes ninguna posibilidad. – comentó ella, andando con una prepotencia que sobraba. ¡Qué mujer más pedante! Yo no era tan soberbia ni arrogante... ¿O sí? - Te conozco demasiado bien.
-Pues anda, que yo a ti… - comenté con una ligera sonrisa, alzando una ceja.
Y es que aquello sería una ventaja brutal en aquel breve, pero intenso, duelo. Sabía de sobra que era zurda, y por el ángulo de tiro, acostumbraba a tener problemas para proteger el lado diestro cuando recibía un ataque por ahí. Para esquivar este tipo de golpes, solía hacer un movimiento efectivo e impredecible de salto con voltereta a derecha impulsándome con la zurda. Sólo tenía que forzar a la falsa Huracán a repetir aquellos patrones y rasgar mi propia pierna.
Tampoco era una combatiente defensiva, por lo que no tardó en disparar el virote a una velocidad endiablada al corazón. Me encorvé para esquivar éste movimiento. Ahora ella necesitaba desenfundar la ballesta de mano y esquivar el ataque. Tal y como pensaba, hizo el anterior momento anteriormente predicho. Por lo que rasgué su pierna brutalmente.
Cayó al suelo y mi imitadora trató de arrastrarse de espaldas al suelo, con la pierna herida y disparando con una de las ballestas de mano. Iba a disponerme a rematarme a mí misma, pero digamos que me dolía demasiado hacerlo. Entonces, la voz de Níniel nos dio la orden de salir. Miré a Haytham-Mina y a Bella y les indiqué que era hora de salir de allí. - ¡Dejad los besos y vamos a la puerta Oeste! – grité al dúo señalando el lugar y corriendo hacia allí. Cassandra estaba muerta y Huracán estaba tirada en el suelo, por lo que la huida no tendría mayor complicación. Corriendo y saltando al llegar, atravesé la primera el portal, que lucía de color azul como si estuviera sufriendo cientos de microexplosiones en su interior…
… ¡Y desperté! Claramente agitada. Me erguí sobre mi cintura como si hubiese sufrido una terrible pesadilla. Respiré profundo varias veces mientras lograba ubicarme. Situando a Níniel, y también a Belladonna, de primeras.
-Joder. – dije, llevándome las manos a la frente. Sudaba muchísimo. Chorreaba como si hubiese dormido una noche de verano. – Ya está. – resoplé, aún sentada. –¡Níniel! ¿Qué tal lo hemos hecho? ¿Has tenido alguna incidencia? – pregunté a la sacerdotisa con curiosidad. – Al menos espero que algo haya cambiado en Bella… - afirmé, teniendo la cabeza hacia donde supuestamente estaba mi madre.
¡Por todos los dioses! ¡Se encontraba al lado de Mina, abrazándose a ella con efusividad!
-¡Te quiero, Wilhemina! ¡Gracias por salvarme! – se preguntó Bella, sollozando, que estaba al lado de la joven bruja. De la que parecía haberse enamorado, a decir por la manera en que “sobaba” a la ilusionista. Repugnante, cuanto menos.
-¡Oh, por todos los dioses, Níniel! ¡Dime que no hemos pasado al otro lado para que se enamorase de Mina! – maljuré, levantándome de la mesa y acercándome a ella, alejándola de la bruja. - ¡Mamá! ¡Que le sacas más de veinte años! – miré a Mina con cierto enfado. - ¡Enhorabuena! Eres la primera persona no familiar que le cae bien a mi madre. – felicité.
Arrastré a la bruja casi hasta el otro lado de la sala, con fuerza. Donde esperaba interrogarla. Se encontraba un poco mareada a decir por sus pupilas perdidas.
-¿Estás bien? – pregunté sujetándola por ambos brazos.
Ella asintió un par de veces con la cabeza.
-Isabella no te ha torturado. Todo fue fruto de tu imaginación. Todo ese rencor acumulado que tienes... Debes dejarlo pasar. No tiene sentido. Nadie te ha hecho nada. Y por lo tanto, asesinar sin criterio no tiene sentido. ¿Lo entiendes? – le pregunté acercándome a ella. Seguía apretando fuertemente sus hombros. Al menos esperaba que aquel viaje al mundo de los sueños hubiese servido para algo. La bruja volvió a asentir. Sin comprender demasiado dónde se encontraba.
Lo que parecía claro es que ahora era mucho menos impulsiva. Ya no gritaba ni insultaba gratuitamente. ¿Cómo se tomaría Haytham esta nueva versión de Bella? ¡Y lo que es peor! ¿Cómo sabíamos qué se había borrado y qué no? Mis miradas pasaron ahora a Níniel. Aunque no le pregunté, la elfa podría interpretar fácilmente que quería saber qué había cambiado y los siguientes pasos a dar con Belladonna en su recuperación.
Anastasia Boisson
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
-¡ESA ES MI CHICA!- exclamó emocionada Haymina al ver la salvaje explosión que acabó con la Harrowmont. -¡Un golpe! ¡Un solo puto golpe! Si es que eres la mejor del mundo... Linda, preciosa...- suspiraba... ¿enamorada? al ver la seguridad con que Belladona caminaba, la fuerza que emanaba. Era magnífica de admirar. Dando saltitos fue hasta ella y la abrazó, apretujándola -¡Bien hecho!- la felicitó, toda orgullosa.
La anti-Huracán rondaba en el cielo, amenazante y peligrosa. Ante la desaparición de su compañera, contraatacó furiosa, pero Huracán, la real, la Mortagglia, la enfrentó con mayor fiereza. -Ay, es precioso, míralas- susurró Bella -Es casi una coreografía- dijo maravillada. Y verdaderamente lo era. Haymina Acunó a la bruja en su pecho y la guardó allí hasta que Mortagglia dio un magistral golpe a la anti-Huracán que la dejó fuera de combate.
Mina y Bella estaban de espectadoras, el momento del clímax había llegado, ¡Huracán le daría el último golpe! Pero se detuvo y se giró y comenzó a correr -¡Dejad los besos y vamos a la puerta Oeste!- gritó. -¿Eh? ¿Pero qué haces? ¡Termínala!- gritaba Mina con incredulidad -¡Estás a punto de ganar!- chillaba indignada. Pero Belladona tiraba de ella, arrastrándola detrás de Huracán.
Corrió detrás de Belladona y cruzó de última el umbral. Lo hizo dando un salto y soltando un gritito, apretando los ojos y haciendo una mueca, arrugando la cara. Cuando abrió los ojos, estaba en la insípida habitación de Níniel y Belladona la besuqueaba y apretujaba -¡Te quiero, Wilhemina! ¡Gracias por salvarme!- repetía la bruja loca con su voz chillona. Era mucho más melodiosa en sus sueños. -Ay... sí, sí... yo también te quiero... sí...- respondía la ilusionista, tratando de zafarse y esquivar sus besos. Estaba mareada y con la boca seca, que además tenía un sabor metálico.
Huracán jaló a Belladona de un brazo y se la llevó a un rincón, lo cual agradeció Mina para poder respirar y recomponerse. Se incorporó como pudo, sentía como si le hubiese pasado por encima una estampida y la cabeza le dolía -Oye, Níniel, ¿qué brebaje tienes para los efectos de este viaje? Por favor, voy a vomitar...- rogó, colgándose de la manga de la elfa.
La anti-Huracán rondaba en el cielo, amenazante y peligrosa. Ante la desaparición de su compañera, contraatacó furiosa, pero Huracán, la real, la Mortagglia, la enfrentó con mayor fiereza. -Ay, es precioso, míralas- susurró Bella -Es casi una coreografía- dijo maravillada. Y verdaderamente lo era. Haymina Acunó a la bruja en su pecho y la guardó allí hasta que Mortagglia dio un magistral golpe a la anti-Huracán que la dejó fuera de combate.
Mina y Bella estaban de espectadoras, el momento del clímax había llegado, ¡Huracán le daría el último golpe! Pero se detuvo y se giró y comenzó a correr -¡Dejad los besos y vamos a la puerta Oeste!- gritó. -¿Eh? ¿Pero qué haces? ¡Termínala!- gritaba Mina con incredulidad -¡Estás a punto de ganar!- chillaba indignada. Pero Belladona tiraba de ella, arrastrándola detrás de Huracán.
Corrió detrás de Belladona y cruzó de última el umbral. Lo hizo dando un salto y soltando un gritito, apretando los ojos y haciendo una mueca, arrugando la cara. Cuando abrió los ojos, estaba en la insípida habitación de Níniel y Belladona la besuqueaba y apretujaba -¡Te quiero, Wilhemina! ¡Gracias por salvarme!- repetía la bruja loca con su voz chillona. Era mucho más melodiosa en sus sueños. -Ay... sí, sí... yo también te quiero... sí...- respondía la ilusionista, tratando de zafarse y esquivar sus besos. Estaba mareada y con la boca seca, que además tenía un sabor metálico.
Huracán jaló a Belladona de un brazo y se la llevó a un rincón, lo cual agradeció Mina para poder respirar y recomponerse. Se incorporó como pudo, sentía como si le hubiese pasado por encima una estampida y la cabeza le dolía -Oye, Níniel, ¿qué brebaje tienes para los efectos de este viaje? Por favor, voy a vomitar...- rogó, colgándose de la manga de la elfa.
Mina Harker
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Re: La purificación [Libre] [3/3] [Cerrado]
Conforme las soñadoras abandonaban el mundo de los sueños, despertando gracias al efecto catártico de usar una simple puerta, que en realidad era fruto de su subconsciente como todo lo demás allí, el criptomapa de Níniel comenzó a funcionar de manera cada vez menos intensa, hasta acabar por mostrar solo retazos de sueños distantes que ya en nada interesaban a la peliblanca. Resultaban incluso anodinos ante el "espectáculo" que aquel trío de brujas acababan de proporcionarle. -Bienvenidas de nuevo al mundo real.- Las saludó observandolas mientras se adaptaban a su nuevo entorno. No siempre era fácil hacerlo, distinguir la realidad de los sueños después de vivir aquella experiencia. Podrían estar tan nerviosas y desubicadas como para creer que seguían en peligro y que la propia sacerdotisa era un producto más de su mente. -Sí, soy real, puedo atizaros si no estáis seguras. ¿No? Mejor.- Aseveró la joven viendo que las tres estaban bien, tratando de entender lo tremendamente empalagosa que de repente estaba Bella con Wilhelmina, a la que solo una hora antes había insultado con un desprecio infinito.
-Cierto vampiro creyó que mi habitación estaba demasiado ordenada. Tuve que "convencerle" de que no era así. Pero no te alegres demasiado, solo logré hacerle huír. Seguro que no es lo último que sabes de él.- Explicó la elfa ante la más que evidente oblicuidad de su antes perfectamente colocada habitación. -Y bueno...Yo diría que algo en ella sí ha cambiado.- Convino señalando a una muy cariñosa Bella con la cabeza. Tras lo cual Anastasia no dudó en arrastrarla al otro extremo de la habitación.
-No es enamoramiento. Aún la asocia con el vampiro y, parece ser incapaz por el momento de controlar un sentimiento que antes no sentía: Amor, en sus diferentes formas. Creo que es algo...positivo. Si puede sentir amor, cariño y esas cosas, significa que siente empatía. Habéis logrado cambiar un odio y rencor sin límites por una experiencia en familia llena de acción, cariñitos y arrumacos.-Hizo una pequeña pausa. - Me gustaría que se quedara aquí unos días más, en observación. Así podríamos saber el alcance de sus cambios y si necesita algo. En una habitación normal, claro, bajo tu vigilancia y con el collar antimagia, por si acaso.- Fue la opinión médica de la sacerdotisa, pues sin más tiempo y observación poco podía dar por sentado, aunque parecía que aquel experimento había sido todo un éxito, y sin tener que lamentar ninguna horrible muerte.
-¿Te sientes mareada?- Se dirigió entonces hacia Mina. Aquello podía ser un efecto secundario no deseado del uso de su fórmula, el criptomapa y el enlace mágico. Huracán y Bella no parecían sentir tales efectos por lo que quizá no fuera tanto por el viaje en sí como un efecto en ella por alguna variable personal. -Ummm, dejame ver. Quizá por ser ilusionista...-Murmuró para sí misma la elfa acercándose a Mina y tocando su frente, luego sus mejillas y mirándola fijamente a los ojos. -En cualquier caso es solo un mareo, nada de lo que preocuparse.- Aseguró comenzando a aplicar su magia sanadora sobre ella para hacerla sentir mejor rápidamente. -No necesitas pócima alguna, con agua fresca bastará.- Dijo girándose para buscar la jarra de agua que siempre tenía allí a mano, pero esta estaba en el suelo, volcada como otras tantas cosas por culpa de Haytham. -Habrá que ir a por ella abajo. De hecho creo que a todas nos sentará bien beber y comer algo. Vamos.- Indicó recogiendo su mapa y dirigiéndose a la puerta, echando un vistazo antes de salir al estado general de su habitación. -Como vuelva a ver a ese vampiro...-
-Cierto vampiro creyó que mi habitación estaba demasiado ordenada. Tuve que "convencerle" de que no era así. Pero no te alegres demasiado, solo logré hacerle huír. Seguro que no es lo último que sabes de él.- Explicó la elfa ante la más que evidente oblicuidad de su antes perfectamente colocada habitación. -Y bueno...Yo diría que algo en ella sí ha cambiado.- Convino señalando a una muy cariñosa Bella con la cabeza. Tras lo cual Anastasia no dudó en arrastrarla al otro extremo de la habitación.
-No es enamoramiento. Aún la asocia con el vampiro y, parece ser incapaz por el momento de controlar un sentimiento que antes no sentía: Amor, en sus diferentes formas. Creo que es algo...positivo. Si puede sentir amor, cariño y esas cosas, significa que siente empatía. Habéis logrado cambiar un odio y rencor sin límites por una experiencia en familia llena de acción, cariñitos y arrumacos.-Hizo una pequeña pausa. - Me gustaría que se quedara aquí unos días más, en observación. Así podríamos saber el alcance de sus cambios y si necesita algo. En una habitación normal, claro, bajo tu vigilancia y con el collar antimagia, por si acaso.- Fue la opinión médica de la sacerdotisa, pues sin más tiempo y observación poco podía dar por sentado, aunque parecía que aquel experimento había sido todo un éxito, y sin tener que lamentar ninguna horrible muerte.
-¿Te sientes mareada?- Se dirigió entonces hacia Mina. Aquello podía ser un efecto secundario no deseado del uso de su fórmula, el criptomapa y el enlace mágico. Huracán y Bella no parecían sentir tales efectos por lo que quizá no fuera tanto por el viaje en sí como un efecto en ella por alguna variable personal. -Ummm, dejame ver. Quizá por ser ilusionista...-Murmuró para sí misma la elfa acercándose a Mina y tocando su frente, luego sus mejillas y mirándola fijamente a los ojos. -En cualquier caso es solo un mareo, nada de lo que preocuparse.- Aseguró comenzando a aplicar su magia sanadora sobre ella para hacerla sentir mejor rápidamente. -No necesitas pócima alguna, con agua fresca bastará.- Dijo girándose para buscar la jarra de agua que siempre tenía allí a mano, pero esta estaba en el suelo, volcada como otras tantas cosas por culpa de Haytham. -Habrá que ir a por ella abajo. De hecho creo que a todas nos sentará bien beber y comer algo. Vamos.- Indicó recogiendo su mapa y dirigiéndose a la puerta, echando un vistazo antes de salir al estado general de su habitación. -Como vuelva a ver a ese vampiro...-
Níniel Thenidiel
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