Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]

-Esto no va a funcionar- se lamentó Mina, tendida en el suelo, con un palpitante dolor en la frente. La rama la golpeó con tanta fuerza, que la bruja cayó al piso como un tronco, sin poder reaccionar. Tina estaba parada junto a ella, mirándola, con los brazos en jarra y negando con la cabeza, mientras chasqueaba la lengua repetidamente. -Va a dejar marca- le advirtió a la bruja, quien estaba tan aturdida que no podía moverse.

Cuando por fin la cabeza y el cuerpo se le reconectaron, Mina se levantó, sobándose la frente, donde ya podía sentir un bulto formándose -Tú puedes ver mejor que yo en la oscuridad, Tina, yo no soy una comadreja parlanchina- explicó con sarcasmo la bruja, y un poco de desprecio. -Oh, por supuesto que no eres una comadreja... eres una flacuchenta desabrida- murmuró, burlándose, la chicadreja, retomando camino. No alcanzó a dar un paso cuando una piedra le dio de lleno en la nuca, tumbándola de bruces -Escuché eso- advirtió la ilusionista, quien continuó con el camino, a tientas en la oscuridad.

Las escapadas nocturnas de aquella pareja solían ser muy divertidas, pero el detalle de las noches sin luna se convertía en un problema cuando Mina simplemente no lograba ver por dónde pisaba. El pequeño incidente con la rama fue la gota que rebasó el vaso, así que decidió que tendría que encontrar una manera de poder ver, aunque fuese pobremente, en la oscuridad. Vamos, lo suficiente como para poder esquivar ramas. Por lo tanto, recurrió a los viejos y confiables libros de diseños que estudió en el la escuela, recordaba vagamente un artefacto que le podría ayudar.

La siguiente vez que salieron "de paseo" una noche sin luna, de esas oscuras como boca de lobo, la bruja llevaba encima la primera versión de sus gafas para ver de noche. Un traste pesado, que le entorpecía el movimiento y hacía reír a Tina.

Ahora pudo ver la rama venir, solo que no alcanzó a esquivarla.

VENTA A COHEN

Mina estaba ocupada en sus cosas. Hacía mucho tiempo no pasaba por su taller y una generosa capa de polvo se había apoderado de las superficies de este. Eso no podía ser. Así que la bruja puso manos a la obra y mandó a Tina a limpiar mientras ella calibraba sus aparatos, que era lo que le gustaba hacer.

Estaba ocupada en sus asuntos cuando la campanilla de la puerta sonó. -¿Cuándo puse eso?- se preguntó, mientras sacaba la cabeza de entre los artilugios que la rodeaban y miraba confundida a la pareja que hacía acto de aparición en el umbral. La luz del exterior iluminó la aparentemente pequeña estancia. La bruja miró a su alrededor y no encontró a la chicadreja por ningún lado, así que se vio en la obligación de sonreír y atender a los extraños. -¿Sí? ¿Hola? ¿Quiénes son?- preguntó, haciendo gala de su falta de cortesía enmascarada con una sonrisa. La muchacha correspondió la sonrisa y se dirigió a ella para preguntar por un objeto en particular y si este era tan discreto como se rumoraba. El hombre curioseaba por la habitación, mirando los aparatos a medio hacer puestos en los estantes.

-¿Discreto? Imperceptible, es mi sello.- aseguró la ilusionista -Lo tengo, déjame buscar- dijo e hizo un ademán pidiéndole que la esperara. Fue a la trastienda y encontró a Tina. También encontró que estaba todo por todos lados. -¿¡Qué haces!?- exclamó aterrada, viendo el aberrante desorden -Limpiar- respondió cándida la chicadreja, que estaba cubierta de polvo y telarañas. Buscó el objeto donde debería estar y por supuesto, no lo encontró. Se desesperó un poco, pues la estaban esperando y no le gustaba dar malas impresiones a extraños y clientes potenciales. Maldijo un buen rato en el que esculcó cajas que no habían visto la luz del sol en años.

-¡Ajá!- gritó victoriosa. Encontró uno de sus primeros prototipos. -Esto bastará- se consoló y, ajustando unos pequeños engranajes, salió, sin darse cuenta que en el proceso se había despeinado y algo de telarañas se habían enredado en su cabello. -Bueno, he encontrado este modelo, espero que sea lo que estás buscando. Te lo dejo en 40AE porque... primera compra(?)- dijo, intentando ser convincente. Ella no hace descuentos, pero si el prototipo fallaba, por lo menos no sentirían tan fuerte el gasto y no irían a reclamarle con tanto vigor.

VENTA A ALEX REIDER

El sonido de la campanilla era uno al que Mina no se acostumbraba y cada vez que sonaba, se erguía como una suricata, buscando el origen del tintineo, cada vez con mayor enfado. Pero esta vez entró un hombre cuya apariencia le hizo sentir un deja vú. -¿Owens?- pensó la bruja al ver la silueta del hombre, iluminado por la espalda. Pero este, al avanzar, despejó cualquier duda de la bruja. No, no era aquel maldito, aunque con lo descarado que era, no le extrañaría que un día se apareciera así no más en su puerta. Mina resopló, espantó aquellas ideas de venganza de su cabeza y  esbozó una sonrisa al extraño. -¡Hola! ¿En qué puedo ayudarte?- saludó, ya se le hacía menos difícil eso de la atención al cliente.

El hombre vitrineó un poquito, al parecer sabía qué quería exactamente y al verlos, ya no dio más vueltas. -Buena elección- dijo la ilusionista recibiendo las gafas, las cuales ajustó para activarlas -Por los 45AE que cuestan, tienes garantía- explicó. Supuestamente, eso ayudaba a la fidelización de la clientela. Claro está, si es que la encontraban en el local.

Cuando la pareja salió, Tina emergió de entre las entrañas de un montón de cacharros, toda sucia, despeinada y con pegotes de grasa cubriéndole el peluche. Ambas miraban la puerta en silencio, cada una absorta en sus pensamientos. -¿Qué fue lo que se llevaron?- quiso saber la chicadreja, sacando así a Mina de su ensimismamiento. -Una brújula- respondió, sacudiéndose la parsimonia. -Pero el estante de las brújulas está allá- señaló la chica bestia, indicando un rincón que la bruja no revisó. -Ah sí, es que esa brújula es especial, no apunta al norte sino a un objeto. No importa dónde o qué tan lejos esté, esa brújula indicará el camino hacia este.- explicó y resopló, viendo que tenía aún mucho que hacer. -Hmmm...- Tina hizo un ruidito de aprobación y asintió levemente -Qué útil- comentó espontánea y volvió a barrer. Bueno, a levantar el polvo con el escobillón.

Mina había tomado un fajo de papeles y los estaba acomodando cuando el último comentario de la chicadreja le pegó como rama que no se alcanza a esquivar en las noches oscuras. -Qué útil... Qué útil... Qué útil...- resonó con eco en la cabeza de la ilusionista, mientras los recuerdos de todas las veces que la chicadreja se le había extraviado, junto con las dolorosas peripecias que tuvo que vivir para encontrarla, pasaron acelerados por su mente.

Apresurada, volvió a la trastienda a sumergirse en aquel mar de cachivaches. -¡CLEMENTINA!- llamó la bruja, tras encontrar lo que buscaba. -¡Ven para acá inmediatamente!- ordenó, abriendo una pequeña caja de terciopelo en donde habían dos collares. Uno con dos colgantes, una media luna y una pequeña brújula cuya manecilla apuntaba hacia el otro collar, que tenía un colgante en forma de luna llena.


A Tina le puso el collar con el colgante de luna llena y ella se puso el de la media luna. -Listo, ahora cuando te me pierdas de vista, será más fácil encontrarte. ¡Procura jamás quitarte este collar! ¡Ni perderlo! ¡Ni venderlo! ¡Ni regalarlo! ¡Ni intercambiarlo!...- aleccionó la bruja a la chicadreja por un buen rato.

-Me rehúso rotundamente a volver a dormir sin un techo sólido que cubra mi hermoso cuerpo- sentenció la ilusionista con firmeza.
-Eres una exagerada, con lo agradable que es dormir al fresco...- respondió indignada la chicadreja.
-¡Eso tú que eres un animalito del monte! ¡Salvaje! Yo soy una mujer delicada que no puede conciliar el sueño acostada sobre piedras y a merced de los elementos- replicó Mina, aún más indignada. -Mira, ¿sabes qué? Tú duerme donde quieras, yo me voy a asegurar de dormir a gusto aunque nos agarre la noche en la mitad de un volcán- resolvió la bruja, salomónica.

Recordó aquellos planos que hace años encontró y la señorita Arambio le ayudó a traducir. Juntas incluso mejoraron el diseño del domo portátil. ¡Qué recuerdos tan lindos llegaron a la mente de la ilusionista! Cuando aprendió a leer e interpretar el lenguaje terrano y encontró a la primera persona que compartía con ella la pasión por la tecnología del otro mundo.

Se sintió de nuevo como aquella niña cuya niñera era una bio cibernética que le mostraba sus partes mecánicas y la dejaba acompañarle cuando las reparaba.

Estaba a punto de cerrar el taller. De hecho, se había pasado de la hora por andar jugando con las partes de bio cibernético que Mina guardaba en la trastienda. Ya estaba de noche y a la bruja no le gustaba mucho que Tina se quedara sola hasta tarde allí. El barrio se había desmejorado con el tiempo. Terminaba de cuadrar caja, cuando la campanilla sonó.

Por mucho tiempo que hubiese estado allí, aquella maldita campanilla siempre la sobresaltaba. ¿De quién fue la idea de poner ese fastidioso artilugio?

Un hombre bastante pálido entró apresurado. Tina se lo quedó viendo mientras llegaba hasta donde estaba ella. Apenas y saludó, no esperó el saludo de vuelta y pidió de inmediato lo que quería. Lo bueno es que fue bastante específico y la chicadreja supo exactamente lo que él pedía.

-Qué dramático...- pensó tras escuchar al cliente. -¿Cómo que su vida depende de un simple domo? Hace más show que Mina. ¿Tan difícil se le hace a la gente dormir al aire libre? Con lo agradable que es- se decía, mientras mantenía su muy ensayada sonrisa de atención al cliente.

-Claro, el domo portátil. Sí... sí... tenemos uno de última generación... y otro de gama media que es exactamente igual pero el material es un poquitín más pesado. Es la versión anterior y está a precio de oferta.- indicó. Tina ya tenía la experiencia suficiente como para predecir el presupuesto de los clientes, tan solo con observar sus reacciones al mencionar los objetos más caros.

Y la cosa explotó y ella voló.
Y Tina voló también.
Y cayeron por allá por la arbolada.
Y Mina quedó con el pelo crespo.


Pero se puso un adorno en él, junto con su actitud arrolladora para que nadie creyera que aquello era por accidente, porque no, nada en su aspecto era al azar.

La chicadreja, en cambio, decidió que aquel porrazo trambólico era suficiente como para mandarla a dormir toda la tarde, así que se regresó a casa, usando el medio día administrativo que tenía a su haber por el semestre.

Y la bruja quedó sola en el taller. Entonces, aprovechó el maravilloso silencio que venía con la ausencia de su peluda secuaz y la poca afluencia de clientes para analizar por qué la cosa explotó. Pero, como es ley que todo lo que pueda pasar, pasará, llegó una pareja a incordiar.

-¿Cómo les puedo ayudar?- dijo después de saludar, esbozando su mejor sonrisa de servicio al cliente. El hombre -muy agradable de ver- explicó lo que deseaba y cómo lo quería. -Me gusta cuando los clientes vienen con las ideas claras y seguros de lo que desean- mintió, porque a esos clientes no podía endosarles los cachivaches viejos o defectuosos que tenía en la bodega.

Meditó un poco; lo bueno de ese tipo de clientes era que no podrían chistar por el precio que ella les pusiera por los artefactos que compraran, así que decidió cobrar el precio completo y un poquito más*.

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*Es bromita. Cobro los 45AE de la Brújula X-1 y los 110AE de los Intercomunicadores.

Avogato y compañía lo habían tenido muy difícil en ese ultimo trabajo, el borracho era muy propenso a las heridas y Avogato tampoco lo sacaba gratis, necesitaba algo para salir de un apuro en caso de que se repitieran situaciones como las ocurridas anteriormente -Estúpido borracho, cada vez debo gastar mas dinero en mantenerlo a salvo y alimentarle el vicio- se quejaría el hombre-felino al momento que entraba en el taller.

-Buenas!, no se donde estoy, pero necesito algo para sanar heridas rápido, si tienes algo que se ajuste a lo que necesito lo compro- diría el felino mientras observaba de reojo unas cosas mas, entonces noto varias herramientas que probablemente le ayudarían en su cruzada de encontrar al dragón maldito y de paso a tener al borracho en regla.

-Bueno he visto mas cosas que quiero, dame uno de estos, y uno de estos, hmmm esto no que ya tengo, pero de esto no tengo- y así Avogato se paso la tarde gastando el dinero que había conseguido a cuestas de Nero, con el fin de mejorar la forma en la que llevaba a cabo su misión.

OFF: bueno, lo prometido es deuda, quiero las siguientes cosas: comunicador de bolsillo, sellador de heridas y brújula de rastreo x-1 por favor y gracias.

Mientras estaban en el laboratorio, Tina solía atender la tienda mientras Mina realizaba sus experimentos. La chicadreja a esas alturas ya dominaba el fino arte de mantener el local limpio y a respetar los límites y el espacio personal de los clientes por lo que estaba muy segura que pronto recibiría un ascenso en la tienda.

Estaba ocupada en sus deberes de desempolvamiento de estantes, cuando entró aquel monumento a la belleza felina. Su secretismo y actitud misteriosa hizo erizar el peluche de todo su cuerpo. Su mirada suspicaz que escudriñaba todo a su alrededor. Esa apariencia de guerrero furtivo y guerrillero. Todo aquello hizo que algo en el interior de la chica bestia se remeciera, despertando instintos aún desconocidos para ella.

El plumero voló por los aires y ella corrió presurosa junto al recién llegado cliente.

-¡Hola! ¡Bienvenido! ¡Qué bueno que llegaste! ¡Te estábamos esperando! ¿En qué te puedo ayudar? ¡Será un gusto para mí atenderte!- le saludó la chicadreja hablando rápido y con la voz un poco más aguda de lo normal.

-¡Has llegado al lugar indicado! Aquí encontrarás todos los instrumentos que necesitas para reparar heridas, este es el laboratorio de la más mejorsísima ingeniera que existe y yo soy Tina, mucho gusto.- respondió muy entusiasmada, caminando detrás del hombre felino que avanzaba entre los estantes observando los objetos que había por allí y, al parecer, prestando de poca a nula atención a lo que ella le decía.

Pero él respondió y eso bastó para que la chicadreja saltara de emoción. -¡Por supuesto! Te traigo esos aparatos de inmediato.- dijo y corrió tras el mostrador para buscar lo que él pidió.

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Boleta de Compra
- Comunicador de bolsillo [Artilugio, Limitado] (Ingeniería avanzada) = 110æ (CdP 70æ)
- Sellador de heridas [Artilugio][Limitado][2 Usos] (Ingeniería principiante) = 60æ (CdP 40æ)
- Brújula de rastreo x-1 [Artilugio][Limitado] (Ingeniería principiante) = 45æ (CdP 30æ)
Total Avocato (Nero) = 215æ
Costo total de producción = 140æ
Ganancia de Mina = 75æ

Dejo a libre disposición de Nero la elección de las imágenes de referencia para sus nuevos y flamantes objetos.

Más despeinadas y sucias de lo que habían estado en muchísimo tiempo, Mina y Tina lograron mover las suficientes piedras como para pasar dentro de la cámara.

-¡Clementina!- exclamó Mina furiosa -Esto no es un salón de la ciudad perdida, ¡esto es solo una cueva más!- dijo, en voz alta y con evidente molestia. Hizo un pequeño berrinche ahí parada, sacudiendo los brazos y pisoteando el suelo, condenando la existencia misma.

Después de un gritito con el que soltó toda su frustración, respiró hondo un par de veces, ajustó sus lentes de visión nocturna y se puso a buscar una salida.

Descubrió que, si no regresaban por donde habían entrado, la otra opción era una abertura en el techo de la cueva. Observando mejor, encontró que aquel hueco estaba justo en el centro y que debajo, habían restos de carbón y otros objetos; conchitas, puntas de flechas, trozos de loza, piedras talladas o afiladas, todo en torno a lo que debió ser una enorme hoguera. -Tina, mira esto...- llamó la bruja-en-pausa a su compinche.

Pero Tina no respondió. Ella estaba absorta observando algo mucho más interesante y sorprendente -Mina, mira esto...- llamó la chicadreja a su compinche.

La chica bestia estaba anonadada con lo que sus ojos veían.

En la pared del fondo había dibujos que Tina interpretó instintivamente, pues si bien ella había nacido y crecido en Lunargenta, algo en su ser la conectaba primordialmente con todos los demás bestiales de Aerandir, por lo que pudo comprender de inmediato de lo que se trataba.

Era una historia plasmada en la piedra, pero no cualquiera. -Parece que es lo que pasó en Dolinda... ¡Mira! ¡Mira! Aquí están los hombres águila, al pie de su árbol ceremonial de… ¿pedos? No, imposible que sean pedos… ¿O sí? Las líneas onduladas no representan olores sino agua, generalmente. Entonces es su árbol sagrado de agua sagrada- dijo, contándole a Mina lo que veía.

Pero como estaba de espaldas a la bruja, no la veía ignorándola, rebuscando en su mochila las partes de un artefacto que había comenzado a armar, pero dejó a medias. Tras inspeccionar aquella hoguera ancestral, decidió que ya había tenido suficiente de aquel lugar y no había nada interesante, por lo que tenían que salir de allí.

Mientras la chicadreja leía la historia de D'Orlind Ûr, Mina armaba un aparato similar a una ballesta pero que poseía una firme, aunque delgada cuerda terminada en un gancho metálico, del tamaño perfecto para encajar en un guantelete. Al activarse esta ballesta, la cuerda era lanzada a gran velocidad para que el gancho se encajara en algún recoveco y poder escalar fácilmente por la cuerda¹.

Tina siguió leyendo la historia que narraban las paredes de la cueva en voz alta, para que una distraída Mina escuchara la narración -Hay… ¿elfos? ¿Los elfos tienen alas? No, los elfos no tienen alas. ¿Qué tiene alas y se parece a un elfo? - -Las hadas- -Entonces hay hadas con la gente águila y están firmando un trato- -Mala idea. No se firman tratos con las hadas- -Pero ellos lo hicieron porque las hadas les dieron algo y después se fueron por el árbol sagrado con algunos hombres águila. También hay un portal porque, ¿de qué otra manera puede haber media persona acá y media allá? En fin, que al final las gentes águila se tuvieron que ir porque su árbol sagrado ya no tenía agua- finalizó con un suspiro lastimoso.

-¿Dijiste que firmaron un trato y las hadas les entregaron algo a la gente águila?- preguntó Mina después de un rato en silencio. –Ven, vámonos, tenemos que llegar a la ciudad- le apuró a la chicadreja, probando si la cuerda estaba bien enganchada.

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¹Confección de Pistola de cuerda [artilugio][limitado][1 uso]
Coste de producción: 30 ae.

Mina estaba aburrida y tenía algo de tiempo libre así que se puso a revisar algunos de los pergaminos que había encontrado poco tiempo atrás porque dormir era para los mediocres y conformistas, el tiempo es oro, camarón que se duerme se lo lleva la corriente, más vale pájaro en mano que cien volando...

En fin, que encontró un par de cosas que podía hacer pues tenía los materiales necesarios y las indicaciones eran fáciles de seguir; tenían hasta dibujitos.

El primer artefacto le pareció maravilloso. Era un aparato con gatillo que contenía una aguja con hilo y una pasta antiséptica especial. Al parecer, debía usarse sobre heridas abiertas ya que el aparato la cosería y sellaría, deteniendo el sangrado. No anestesiaba, pero para eso tenía otros trucos.

El segundo aparato le costó un poco más de tiempo en armarlo, pero finalmente lo logró. En sus manos tenía una esfera metálica que contenía una red de un tejido fino, pero resistente, capaz de contener a una persona adulta. Para activarse debía lanzarla sobre su objetivo, la esfera se abriría rápidamente y desplegaría la red, pudiendo atraparlo durante un tiempo que inmediatamente comprobaría. -¡Tina! ¡Oh Tina! ¿Dónde estás, cariño?-

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Confección para uso personal de:
1.- Red compacta [Artilugio, Limitado, 1 uso] - Ingeniería - Receta Especial - Nivel avanzado
CdM: 100ae
2.- Sellador de heridas [Artilugio][Limitado][2 Usos] - Ingeniería - Receta Especial - Nivel principiante
CdM: 40 ae
Costo total : 140 ae