Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
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Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Dia 1
Las mañanas en Lunargenta era mucho mas seguras. Todo el mundo lo sabia. El barrio de los negocios era un punto de encuentro para todos los habitantes de la ciudad donde el trabajo no faltaba. Obviamente la presencia de vampiros e infectados se tenia en cuenta así que los lugareños iban con cautela extrema.
El brujo esta de paso por la ciudad, en busca de algún que otro trabajo casual para ganar aeros para el viaje a casa. El sonido de los talleres le gusta, es como una felicidad diferente, ver a los hombres y mujeres trabajar, ganarse el pan. El brujo se acerca al taller del armero, lo conoce de hace tiempo así que se siente como en casa. El olor a hierro y cuero quemado hace esbozar una sonrisa al hombre. El martilleo del yunke y el vapor del agua al contacto con el acero candente le trae recuerdos de su juventud. El pelirrojo observa como un hombre de avanzada edad, de pelo largo y canoso, esta enseñando a un muchacho. el brujo se apoya en una de las columnas con los brazos cruzados y mira con curiosidad.
--Debes golpear el hierro con fuerza y firmeza....asi...vaaale pero no tanta fuerza o vas a quebrar la hoja!- Exclama el anciano mientras se limpia las manos en su delantal. Al ver al brujo su rostro se vuelve serio de golpe, lo mira fijamente pero su cara cambia sin poder evitarlo.- Maldito muchacho! has tardado mucho en venir a verme! -el anciano suelta una carcajada y abraza al brujo con fuerza. Los reencuentros siempre son agradables.
Mientras el pobre muchacho sigue practicando ambos hombres se ponen al día con una buena botella de vino elfico, sentados junto al estudio del anciano. Wallace le relata sus ultimas aventuras, sus dudas y miedos. El armero, Douglas, es como un padre para el pues lo cuidó cuando Wallace dejo de ser un ladronzuelo.
--Asi que pierdes clientela...esta epidemia esta afectando a cada rincón...no veo que alguien haga algo..- el brujo da un trago a su copa. Se había quitado la armadura para estar cómodo.
--Jah! Alguien? La guardia esta acojonada por los chupa-sangre, la gente ya no sale de noche y hay "voluntarios" para servir de cena a esas alimañas...se sacrifican para que lo demás podamos seguir respirando un día mas...
--Tu hermano...- La mirada de Douglas se vuelve sombría y triste. Wallace sabe que ambos hermanos nunca se han llevado bien. Connor, el hermano gemelo siempre ha sido el mas "inteligente" de los dos. Douglas eligió en su día la herrería mientras que su hermano siguió la tradición familiar y siguió con el taller de alquimia y pociones. El brujo había coincidido varias veces con el hermano pero jamas se habían llevado bien. Demasiado prepotente, un snob en toda regla. Los pocos encuentros que había tenido con ambos hermanos habían resultado en peleas e insultos. Douglas es un hombre terco y cabezota pero jamas le falta al respeto a nadie al contrario que su hermano quien trata a la gente como plebeyos, olvidando que el mismo viste con las mismas ropas.
El brujo escucha al armero contar su día a día mientras observa de reojo al muchacho, agotado de la faena. Tenia ganas de agarrar el martillo, sudar, sentir el acero caliente en sus manos y domarlo para convertirlo en un arma. No se daba cuenta que sus ojos estaban reflejando su deseo por trabajar un poco en el taller pero Douglas lo estaba mirando con una sonrisa en la cara.
Si, conocía esa sensación insaciable que provocaba la herrería.
El brujo esta de paso por la ciudad, en busca de algún que otro trabajo casual para ganar aeros para el viaje a casa. El sonido de los talleres le gusta, es como una felicidad diferente, ver a los hombres y mujeres trabajar, ganarse el pan. El brujo se acerca al taller del armero, lo conoce de hace tiempo así que se siente como en casa. El olor a hierro y cuero quemado hace esbozar una sonrisa al hombre. El martilleo del yunke y el vapor del agua al contacto con el acero candente le trae recuerdos de su juventud. El pelirrojo observa como un hombre de avanzada edad, de pelo largo y canoso, esta enseñando a un muchacho. el brujo se apoya en una de las columnas con los brazos cruzados y mira con curiosidad.
--Debes golpear el hierro con fuerza y firmeza....asi...vaaale pero no tanta fuerza o vas a quebrar la hoja!- Exclama el anciano mientras se limpia las manos en su delantal. Al ver al brujo su rostro se vuelve serio de golpe, lo mira fijamente pero su cara cambia sin poder evitarlo.- Maldito muchacho! has tardado mucho en venir a verme! -el anciano suelta una carcajada y abraza al brujo con fuerza. Los reencuentros siempre son agradables.
Mientras el pobre muchacho sigue practicando ambos hombres se ponen al día con una buena botella de vino elfico, sentados junto al estudio del anciano. Wallace le relata sus ultimas aventuras, sus dudas y miedos. El armero, Douglas, es como un padre para el pues lo cuidó cuando Wallace dejo de ser un ladronzuelo.
--Asi que pierdes clientela...esta epidemia esta afectando a cada rincón...no veo que alguien haga algo..- el brujo da un trago a su copa. Se había quitado la armadura para estar cómodo.
--Jah! Alguien? La guardia esta acojonada por los chupa-sangre, la gente ya no sale de noche y hay "voluntarios" para servir de cena a esas alimañas...se sacrifican para que lo demás podamos seguir respirando un día mas...
--Tu hermano...- La mirada de Douglas se vuelve sombría y triste. Wallace sabe que ambos hermanos nunca se han llevado bien. Connor, el hermano gemelo siempre ha sido el mas "inteligente" de los dos. Douglas eligió en su día la herrería mientras que su hermano siguió la tradición familiar y siguió con el taller de alquimia y pociones. El brujo había coincidido varias veces con el hermano pero jamas se habían llevado bien. Demasiado prepotente, un snob en toda regla. Los pocos encuentros que había tenido con ambos hermanos habían resultado en peleas e insultos. Douglas es un hombre terco y cabezota pero jamas le falta al respeto a nadie al contrario que su hermano quien trata a la gente como plebeyos, olvidando que el mismo viste con las mismas ropas.
El brujo escucha al armero contar su día a día mientras observa de reojo al muchacho, agotado de la faena. Tenia ganas de agarrar el martillo, sudar, sentir el acero caliente en sus manos y domarlo para convertirlo en un arma. No se daba cuenta que sus ojos estaban reflejando su deseo por trabajar un poco en el taller pero Douglas lo estaba mirando con una sonrisa en la cara.
Si, conocía esa sensación insaciable que provocaba la herrería.
Última edición por Wallace Mcgregor el Mar Nov 07 2017, 11:13, editado 1 vez
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Las estaciones habían cambiado dos veces desde que yo, la calamavillosa Wernerina, había abandonado el nido. Y con “el nido” hablo del de los barcos, allí, el que mira al horizonte. El capitán martillo me había enseñado sobre la vida del mar, la que respira por los poros la salitre y disfruta del corazón retumbando en la garganta después de un atraco, durante una tormenta o una buena escaramuza. La temporada en el “Vengador” mi barco madre, me había hecho crecer, estaba segura que ese verde pepino como grumete al menos se había curtido un poco. Quería forjarme un nombre así, bien malo, para que mi padre pirata me reconociese. -Ury, la ventosa- negué haciendo aspavientos con las manos y los tentáculos. -Tiene que sonar fuerte e inteligente. Complicado, pero fácil de entender, porque sino no se pega-
Ury se dio cuenta en seguida que el peluche tenía razón. -Ularezca- moví con mi tentáculo la cabeza del Capitán Gato. Sabía que le faltaba algo al nombre, pero no sabía qué. Mientras seguía caminando por la mitad de la calle a lo caraboba, porque no había casi nadie allí, pensé en mis amiguitos. Sus sobrenombres eran como lo que hacían o como eran… - ¡Jum! Si es así… ¡Ury la archienemiga de…- suspiré, era demasiado laaaargo. Sería una aburrición tener que repetirlo y nadie se lo acordaría de primera. La testa de los piratas tampoco tenía tantas luces. Me senté ya aburrida de pensar en algo bueno, era necesario un nombre llamativo para llamar a mi apá. No podía hacer nada sin un nombre. Ulareena era demasiado aniñado y para el calamavilloso Capitán Werner probablemente sería como una burla; podía imaginárselo riéndose y diciendo que “Ury o Uly” no era un nombre de pirata, que no volviera cerca de él.
Con mis manitas sosteniendo mi cabeza y pensando en cosas tan tristes, me dejé caer, haciéndome bolita al costado de la calle. Abrí mis ojos y vi mis tentáculos. Era difícil manejarlos pensando en “tentáculo” “tentaculito” “tentaculoso” eran tantos que se me enredaban las ideas. - Ojojojo ¡ya se! Los dos de delante serán Primero y segundo y así con el resto. Ufufufufuf- me senté con mas fuerzas, mis tentáculos me hacían mejor caso de esa forma. Intentaba ignorar a los que pasaban mirándome como si estuviese loca o algo. Estaba aburrida ahora que mis amigos se habían ido con sus familias, ahora que mi príncipe arbóreo no me podía acompañar y que el vengador estaba mar adentro, evitando la pandemia. Yo me había quedado porque tenía esperanza de escuchar algún rumor sobre el Capitán Werner. Ahora que había tanta pena, las personas del puerto se ocupaban de esparcir las noticias a aquellos que sabíamos qué buscar. Ury sabía que las noticias malas son las primeras en llegar, por eso estaba contenta, el Capitán Alfred Werner estaba vivo, en algún lugar.
Mi panza sonó como si hiciera años que no comiera. Miré a todos lados con vergüenza, pero nadie pareció notarlo, o mas bien, todos estábamos más o menos igual. Con esto de los vampiros, cuando no conseguía inspirar la lástima de alguien, me iba al puerto y dormía con un jojito abierto y otro cerrado, en el muelle, dispuesta a meterme al agua si alguien raro se aparecía. Protegería mi cuello como si mi vida dependiera de ello. Bueno… en verdad dependía. Suspiré, me esperaba un largo día. Me eché las manos a la espalda y empecé a recorrer negocio por negocio, ya que estaba allí no me vendría mal un trabajo que me dejara pasar la noche. Lo malo es que muchos de los mercaderes no tenían ni para ellos, por lo que me corrían como si llevara la plaga. Allá, por donde los dioses no quieren ver encontré una herrería. Llamé un par de veces, pero el martilleo constante e inestable se superponía a mi voz. Entonces decidí entrar, la fragua abrazaba con ese calor poderoso, me sobé la piel desnuda de mis brazos, no me gustaba estar ahí, pero no habían muchas otras opciones.
Vi a dos hombres uno viejo y otro joven (sin contar al que no dejaba de golpetear) -¡Hombre bestia hombre!- casi grité, viéndole el ojo chueco y su tamaño. Me tapé la boca con tentáculo dos mientras los demás se ponían hacia arriba, como rindiéndose. Era una bestia horrible ¡gigante! ¡Sin un jojo!. Me tapé un jojito con tentáculo uno y miré al hombre viejo preocupada, pero parecían entenderse. Miré con decisión a los hombres -Ulareena Werner! Buscando trabajo y techo!- mi barriga protestó y la miré como la traidora que era.
Ury se dio cuenta en seguida que el peluche tenía razón. -Ularezca- moví con mi tentáculo la cabeza del Capitán Gato. Sabía que le faltaba algo al nombre, pero no sabía qué. Mientras seguía caminando por la mitad de la calle a lo caraboba, porque no había casi nadie allí, pensé en mis amiguitos. Sus sobrenombres eran como lo que hacían o como eran… - ¡Jum! Si es así… ¡Ury la archienemiga de…- suspiré, era demasiado laaaargo. Sería una aburrición tener que repetirlo y nadie se lo acordaría de primera. La testa de los piratas tampoco tenía tantas luces. Me senté ya aburrida de pensar en algo bueno, era necesario un nombre llamativo para llamar a mi apá. No podía hacer nada sin un nombre. Ulareena era demasiado aniñado y para el calamavilloso Capitán Werner probablemente sería como una burla; podía imaginárselo riéndose y diciendo que “Ury o Uly” no era un nombre de pirata, que no volviera cerca de él.
Con mis manitas sosteniendo mi cabeza y pensando en cosas tan tristes, me dejé caer, haciéndome bolita al costado de la calle. Abrí mis ojos y vi mis tentáculos. Era difícil manejarlos pensando en “tentáculo” “tentaculito” “tentaculoso” eran tantos que se me enredaban las ideas. - Ojojojo ¡ya se! Los dos de delante serán Primero y segundo y así con el resto. Ufufufufuf- me senté con mas fuerzas, mis tentáculos me hacían mejor caso de esa forma. Intentaba ignorar a los que pasaban mirándome como si estuviese loca o algo. Estaba aburrida ahora que mis amigos se habían ido con sus familias, ahora que mi príncipe arbóreo no me podía acompañar y que el vengador estaba mar adentro, evitando la pandemia. Yo me había quedado porque tenía esperanza de escuchar algún rumor sobre el Capitán Werner. Ahora que había tanta pena, las personas del puerto se ocupaban de esparcir las noticias a aquellos que sabíamos qué buscar. Ury sabía que las noticias malas son las primeras en llegar, por eso estaba contenta, el Capitán Alfred Werner estaba vivo, en algún lugar.
Mi panza sonó como si hiciera años que no comiera. Miré a todos lados con vergüenza, pero nadie pareció notarlo, o mas bien, todos estábamos más o menos igual. Con esto de los vampiros, cuando no conseguía inspirar la lástima de alguien, me iba al puerto y dormía con un jojito abierto y otro cerrado, en el muelle, dispuesta a meterme al agua si alguien raro se aparecía. Protegería mi cuello como si mi vida dependiera de ello. Bueno… en verdad dependía. Suspiré, me esperaba un largo día. Me eché las manos a la espalda y empecé a recorrer negocio por negocio, ya que estaba allí no me vendría mal un trabajo que me dejara pasar la noche. Lo malo es que muchos de los mercaderes no tenían ni para ellos, por lo que me corrían como si llevara la plaga. Allá, por donde los dioses no quieren ver encontré una herrería. Llamé un par de veces, pero el martilleo constante e inestable se superponía a mi voz. Entonces decidí entrar, la fragua abrazaba con ese calor poderoso, me sobé la piel desnuda de mis brazos, no me gustaba estar ahí, pero no habían muchas otras opciones.
Vi a dos hombres uno viejo y otro joven (sin contar al que no dejaba de golpetear) -¡Hombre bestia hombre!- casi grité, viéndole el ojo chueco y su tamaño. Me tapé la boca con tentáculo dos mientras los demás se ponían hacia arriba, como rindiéndose. Era una bestia horrible ¡gigante! ¡Sin un jojo!. Me tapé un jojito con tentáculo uno y miré al hombre viejo preocupada, pero parecían entenderse. Miré con decisión a los hombres -Ulareena Werner! Buscando trabajo y techo!- mi barriga protestó y la miré como la traidora que era.
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Ambos hombres estaban enfrascados en una larga conversación sobre la política del reino y la crisis de Lunargenta cuando una voz aniñada los interrumpió. El brujo miro a la niña y se sorprendió no solo de lo menuda que le parecía sino también por sus tentáculos. Y sobre todo por el peligro que corría.
Ante la amenaza de los vampiros, el odio hacia las razas no-humanas era fuerte. Dioses saben que podrían hacerle a esa niña. Douglas se levanta y de un tirón cierra parte de la cortina que usa de puerta principal, ocultando a la niña de miradas indiscretas. El hombre puede escuchar el sonido metálico de las botas de los guardias. están preguntando por un niña extraña que corretea por la ciudad. Douglas observa como se alejan los guardias, ojeando entre los agujeros de la cortina, indicando al pelirrojo que se mantuviera en silencio. Con los guardias doblando la esquina, el herrero agita la mano indicando que ya no hay peligro. El brujo asiente ante la acción del humano y se acerca a la niña. Le sonríe pues le recuerda a su recién nombrada hija.
--Ulareena eh...me llamo Wallace. Parece que tienes hambre y muchas ganas de trabajar pero...estas sola?- la voz del brujo muestra preocupación. No tiene pinta de ser una niña que se ha escapado de un aquelarre de vampiros. No tiene heridas visibles y por su actitud, no parece estar siendo forzada a estar allí. Wallace suspira con cierto alivio y mira a Douglas. este asiente con una gran sonrisa fraternal y se dirige hacia la cocina para darle algo a la niña. Wallace se aleja de ella y se sienta en la silla otra vez y le deja sitio a ella.-Douglas te traerá algo de comer, puedes estar segura de que aquí no corres peligro. ¿Puedo preguntarte un par de cosas Ulareena?- El hombre saca de su bolsillo su pipa de nogal y empieza a preparar la mezcla de hierbas. De reojo observa como el humano de la ordenes al joven. Lo envía a buscar pan o lo que encuentre.
--Mantén tu boca cerrada chico...nadie debe enterarse que hay una niña aquí, entendido?- amenaza el hombre mientras el joven asiente con nervioso, apretando la bolsa de dinero contra el pecho. Mira un segundo a la niña y vuelve a mover la cabeza, afirmando. Douglas le da unos golpes "tranquilizadores" en el hombro y le indica con la mano que se vaya. cuando el muchacho desaparece de su vista, el hombre mira al brujo. Se entienden, no hace falta que digan nada. Si el muchacho los traiciona, el brujo sabe que hacer. Douglas suelta un suspiro de cansancio y se acerca a ellos.-Puede que haya venido de los ultimo barcos, he oído que los tripulantes suelen ser hombres-bestia como ella...- explica él, mientras se rasca la cabeza con cierta preocupación. Wallace asiente mientras los escucha sin apartar la mirada de ella. Si se involucraba en eso no podría salir de la ciudad ha tiempo. Tenia planeado trabajar un par de días en la fragua e irse. Conocía la ciudad y los túneles con rutas seguras dado que la noche era peligrosa. Claro esta que su sentido del deber le obligaba a asistir a esa niña. Era parte de su código como Cuervo de Plata y como líder, por supuesto.
Ante la amenaza de los vampiros, el odio hacia las razas no-humanas era fuerte. Dioses saben que podrían hacerle a esa niña. Douglas se levanta y de un tirón cierra parte de la cortina que usa de puerta principal, ocultando a la niña de miradas indiscretas. El hombre puede escuchar el sonido metálico de las botas de los guardias. están preguntando por un niña extraña que corretea por la ciudad. Douglas observa como se alejan los guardias, ojeando entre los agujeros de la cortina, indicando al pelirrojo que se mantuviera en silencio. Con los guardias doblando la esquina, el herrero agita la mano indicando que ya no hay peligro. El brujo asiente ante la acción del humano y se acerca a la niña. Le sonríe pues le recuerda a su recién nombrada hija.
--Ulareena eh...me llamo Wallace. Parece que tienes hambre y muchas ganas de trabajar pero...estas sola?- la voz del brujo muestra preocupación. No tiene pinta de ser una niña que se ha escapado de un aquelarre de vampiros. No tiene heridas visibles y por su actitud, no parece estar siendo forzada a estar allí. Wallace suspira con cierto alivio y mira a Douglas. este asiente con una gran sonrisa fraternal y se dirige hacia la cocina para darle algo a la niña. Wallace se aleja de ella y se sienta en la silla otra vez y le deja sitio a ella.-Douglas te traerá algo de comer, puedes estar segura de que aquí no corres peligro. ¿Puedo preguntarte un par de cosas Ulareena?- El hombre saca de su bolsillo su pipa de nogal y empieza a preparar la mezcla de hierbas. De reojo observa como el humano de la ordenes al joven. Lo envía a buscar pan o lo que encuentre.
--Mantén tu boca cerrada chico...nadie debe enterarse que hay una niña aquí, entendido?- amenaza el hombre mientras el joven asiente con nervioso, apretando la bolsa de dinero contra el pecho. Mira un segundo a la niña y vuelve a mover la cabeza, afirmando. Douglas le da unos golpes "tranquilizadores" en el hombro y le indica con la mano que se vaya. cuando el muchacho desaparece de su vista, el hombre mira al brujo. Se entienden, no hace falta que digan nada. Si el muchacho los traiciona, el brujo sabe que hacer. Douglas suelta un suspiro de cansancio y se acerca a ellos.-Puede que haya venido de los ultimo barcos, he oído que los tripulantes suelen ser hombres-bestia como ella...- explica él, mientras se rasca la cabeza con cierta preocupación. Wallace asiente mientras los escucha sin apartar la mirada de ella. Si se involucraba en eso no podría salir de la ciudad ha tiempo. Tenia planeado trabajar un par de días en la fragua e irse. Conocía la ciudad y los túneles con rutas seguras dado que la noche era peligrosa. Claro esta que su sentido del deber le obligaba a asistir a esa niña. Era parte de su código como Cuervo de Plata y como líder, por supuesto.
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Ury calamaresca no pudo mantener por siempre esa mirada decidida ni sus manitas en la panza. Los hombres parecieron sorprenderse por mi presencia en ese lugar, Ury se preguntaba si había interrumpido algo realmente importante, porque el señor mucho más viejo puso cara de pocos amigos y prácticamente corrió a cerrar las persianas. A Ury no le gustó para nada todo eso… Ury sintió que sus calamarescos tentáculos comenzaban a empalidecer y apretó al Capitán de peluche en tentaculito segundo. Sentía que mis partes humanas sudaban mientras veía la reacción del hombre bestia hombre. Parecía preocupado… probablemente no sabía cómo transformarme en comida rápida; por cómo se veían las cosas, mis piernas estaban dispuestas a ayudarle porque no querían moverse del lugar donde se habían plantado.
Todas las personas de la herrería se miran y hablan con sus ojos. Esos hombres no podían trabajar para el abuelo Drisköll… ellos no parecían de los malos, pero Ury solamente sentía frío pese a estar muy cerca de la fragua. Crucé mis brazos y puse mi mejor cara de niña mala. Si intentaban comerme, al menos iba a morder a alguien puhpuhpuh. El hombre bestia hombre pareció relajarse y se acercó, mostrando una sonrisa macabra. Estuve a punto de hacerme pis en ese mismo lugar, pero recordé que una niña pirata tiene que ser valiente, por lo que levanté mi mentón y miré profundamente a su ojo bueno. Ver un solo punto hacía las cosas un poco más fáciles, me permitía concentrar mis ondas ojiles calamarescas malosas en un solo objetivo.
- Puh puh puh no estoy sola. Nunca lo estoy- apunté a su pecho con mi dedito índice de una forma casi dramática, también me aseguré de acentuar el “nunca” -¡El Capitán me acompaña y protege!- informé con mi ataque que acababa de nombrar “bomba de conocimiento”. Quería lograr “la” impresión, la mejor de todas, la reina de las impresiones, una tan grande que me permitiera zafarme de su plato y poner comida sobre el mío “puhpuhpuh” mi risa interna maliciosa se hacía más fuerte a medida que le mostraba el cuerpo de peluche de mi acompañante. Pero a todo esto, Ury se da cuenta que ese Wallace parece ser menos malo de lo que se estaba imaginando. La sospecha se había clavado como una daga en el corazoncito de Ury.
El jojo amarillento del hombre bestia hombre Wallace se mueve por mí, Ury podía sentirlo. Pero no se movía como el de su abuelo cuando quería torturarla, sino que lo hace como el de su Laureen cuando estaba preocupada. El hombre bestia hombre tenía más cicatrices que Ury. Sonreí y seguí a ese pelirrojo hasta la silla. Acerqué mi silla a la de él y comencé a mecer mis piernas en el aire mientras le miraba con atención al barbón. - Je je je puedes preguntar, pero sólo si yo también puedo preguntar- le respondí, mostrando mi sonrisa más compradora. -Wallace tiene más cicatrices que yo. ¿También te torturaban?- apunté a su rostro y su piel que parecía quemada.
No perdí la oportunidad de observar al señor Douglas. Al parecer él era el capitán de esa herrería, Wallace, probablemente el maestre y muy probablemente el que había salido era la mano de obra, un grumete o un rango poco más alto tal vez. Me aclaré la garganta y me puse en pie sobre la silla para quedar más o menos a la altura del capitán. Entonces hice contacto visual con sus ojos y hablé - Si me permite capitán, no soy un hombre bestia. ¡Soy una mujer (en crecimiento) bestia! Y no vine en ningún barco, bueno… técnicamente sí, pero no en la forma en la que creo que cree. Yo pienso que usted piensa que no soy de por aquí y si entonces estoy pensando bien en lo que ustedes están pensando, entonces eso no es correcto. Ury se siente en la obligación de decir las cosas como son a los hombres buenos como los que creo que son- sonreí, era la mejor explicación sobre todo Aerandir. Lo podía sentir en la punta de sus tentáculos.
-En verdad nací y me crié aquí mismo, en el Puerto. Mi apa es un hombre bestia y mi mama era una humana. Mi abuelita era humana pero murió también y me quedé solita. Bueno, solita no. Porque mi abuelo sigue vivo, pero él es malo (tan malo que la peste no se le acerca aún) y mi papá está perdido. Bueno… perdido de mí, por eso le estoy buscando- me di por bien pagada con toda esa información. Me senté en la silla pero recordé agregar una pieza más de lo que ellos tenían que saber - ¡Oh! Es muy importante que nadie sepa que estoy aquí. Mi abuelo sería capaz de mandarles matar por aceptarme con ustedes-. Me puse a jugar con mis cicatrices, ahora que veía a alguien más lastimado que yo misma, me sentía como si tuviese muchos trofeos en mi cuerpo. Era calamavilloso.
- Ury quiere quedarse aquí al menos por esta noche. ¿Ury puede trabajar en la herrería? Pofavocito. ¿Siiiii?-
Todas las personas de la herrería se miran y hablan con sus ojos. Esos hombres no podían trabajar para el abuelo Drisköll… ellos no parecían de los malos, pero Ury solamente sentía frío pese a estar muy cerca de la fragua. Crucé mis brazos y puse mi mejor cara de niña mala. Si intentaban comerme, al menos iba a morder a alguien puhpuhpuh. El hombre bestia hombre pareció relajarse y se acercó, mostrando una sonrisa macabra. Estuve a punto de hacerme pis en ese mismo lugar, pero recordé que una niña pirata tiene que ser valiente, por lo que levanté mi mentón y miré profundamente a su ojo bueno. Ver un solo punto hacía las cosas un poco más fáciles, me permitía concentrar mis ondas ojiles calamarescas malosas en un solo objetivo.
- Puh puh puh no estoy sola. Nunca lo estoy- apunté a su pecho con mi dedito índice de una forma casi dramática, también me aseguré de acentuar el “nunca” -¡El Capitán me acompaña y protege!- informé con mi ataque que acababa de nombrar “bomba de conocimiento”. Quería lograr “la” impresión, la mejor de todas, la reina de las impresiones, una tan grande que me permitiera zafarme de su plato y poner comida sobre el mío “puhpuhpuh” mi risa interna maliciosa se hacía más fuerte a medida que le mostraba el cuerpo de peluche de mi acompañante. Pero a todo esto, Ury se da cuenta que ese Wallace parece ser menos malo de lo que se estaba imaginando. La sospecha se había clavado como una daga en el corazoncito de Ury.
El jojo amarillento del hombre bestia hombre Wallace se mueve por mí, Ury podía sentirlo. Pero no se movía como el de su abuelo cuando quería torturarla, sino que lo hace como el de su Laureen cuando estaba preocupada. El hombre bestia hombre tenía más cicatrices que Ury. Sonreí y seguí a ese pelirrojo hasta la silla. Acerqué mi silla a la de él y comencé a mecer mis piernas en el aire mientras le miraba con atención al barbón. - Je je je puedes preguntar, pero sólo si yo también puedo preguntar- le respondí, mostrando mi sonrisa más compradora. -Wallace tiene más cicatrices que yo. ¿También te torturaban?- apunté a su rostro y su piel que parecía quemada.
No perdí la oportunidad de observar al señor Douglas. Al parecer él era el capitán de esa herrería, Wallace, probablemente el maestre y muy probablemente el que había salido era la mano de obra, un grumete o un rango poco más alto tal vez. Me aclaré la garganta y me puse en pie sobre la silla para quedar más o menos a la altura del capitán. Entonces hice contacto visual con sus ojos y hablé - Si me permite capitán, no soy un hombre bestia. ¡Soy una mujer (en crecimiento) bestia! Y no vine en ningún barco, bueno… técnicamente sí, pero no en la forma en la que creo que cree. Yo pienso que usted piensa que no soy de por aquí y si entonces estoy pensando bien en lo que ustedes están pensando, entonces eso no es correcto. Ury se siente en la obligación de decir las cosas como son a los hombres buenos como los que creo que son- sonreí, era la mejor explicación sobre todo Aerandir. Lo podía sentir en la punta de sus tentáculos.
-En verdad nací y me crié aquí mismo, en el Puerto. Mi apa es un hombre bestia y mi mama era una humana. Mi abuelita era humana pero murió también y me quedé solita. Bueno, solita no. Porque mi abuelo sigue vivo, pero él es malo (tan malo que la peste no se le acerca aún) y mi papá está perdido. Bueno… perdido de mí, por eso le estoy buscando- me di por bien pagada con toda esa información. Me senté en la silla pero recordé agregar una pieza más de lo que ellos tenían que saber - ¡Oh! Es muy importante que nadie sepa que estoy aquí. Mi abuelo sería capaz de mandarles matar por aceptarme con ustedes-. Me puse a jugar con mis cicatrices, ahora que veía a alguien más lastimado que yo misma, me sentía como si tuviese muchos trofeos en mi cuerpo. Era calamavilloso.
- Ury quiere quedarse aquí al menos por esta noche. ¿Ury puede trabajar en la herrería? Pofavocito. ¿Siiiii?-
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
- Perdoon Q_Q:
- Siento la tardanza!
Ambos hombres abren mucho los ojos ante las palabras de la niña. Wallace se ha perdido a mitad del discurso, había olvidado lo rápido que pueden llegar ha hablar los niños de esa edad. Se rasca la mejilla, pensativo y mira de reojo a Douglas quien no contiene una sonrisa graciosa. Estaba claro que era especial, pero trabajar en la herrería? Douglas no lo tenia tan claro...
La niña explica sus orígenes con entusiasmo. Nombra a un "abuelo" mas malo que el hambre, haciendo sonreír a Wallace. No parecía ser un cuento de niños, ella mostraba una fortalezca increíble al hablar de temas que a otros niños les atemorizaría recordar. Escuchándola, el brujo pasea su mirada entre ella y Douglas, observando como este cocina tranquilamente. Si el viejo estaba relajado era buena señal. Wallace le sirve un poco de agua en una taza de hierro forjado y recoge su pipa de nuevo, encendiendo las hierbas con el calor generado por sus dedos. La pregunta de ella lo pilla por sorpresa.Torturarlo? El brujo se mira las marcas de sus mano y brazos, tuerce la boca y dando una larga y profunda calada a la pipa. Asiente sin apartar la mirada de ella. Suelta el humo en otra dirección para no molestarla. El sabor de las hierbas le suaviza la garganta, dejando le un sabor dulce y fresco.
-Cuando era como tu no me portaba muy bien... así que me castigaban mucho...a veces me duelen cuando hago algo malo... - dice con un tono entre gracioso y macabro. No quiere asustarla así que le dedica una sonrisa afable para que sus palabras no parezcan tan oscuras.- Dices que nadie puede saber que estas aquí...supondré entonces que estas huyendo. Si eres una ladrona creo que deberías devolver lo que sea que hayas robado o repensarte dos veces si vas a robar a alguien...- susurra el brujo mientras observa con cierta curiosidad los tentáculos. Se mueven lentamente entre su pelo, como si tuviesen vida propia. El pelirrojo sospecha que actúan a su libre albedrío y que la niña habrá tenido mas de un problema por ello.
El anciano herrero sirve un caldo a ambos, humeante y delicioso. El brujo le acerca el plato lleno a la niña y lo señala con el dedo.Debe comer, por su aspecto puede intuir que hace días que no come algo nutritivo. Le preocupa supetición de trabajo, el taller no era un sitio para ella, y la herreria seria dura...pero quizas...
- Douglas...crees que tu hermano nos echaría una mano?...- el hombre mira al anciano quien pone los ojos en blanco y niega con tozudez. Sabe que la relación con su hermana no es del todo buena pero seguía teniendo corazón, un poco...muy poco.- Ulareena, no creo que puedas trabajar aquí en la forja pero puede que sepa donde meterte hasta que piense que hacer contigo y como sacarte de esta ciudad...no es segura...- Se acerca a ella con cuidado para no asustarla y le acaricia el pelo.-...los vampiros raptan a niñas como tu y las convierten en monstruos...y tu no quieres eso verdad?..-pregunta el brujo con voz dulce y calmada, en un intento de convencerla. Douglas observa la conversación mientras piensa en l aposibilidad de hablar con el imbecil de su hermano. El alquimista podia ayudar, eso esta claro, pero que quiera...eso ya es otra historia.
-...Yo...puedo intentar hablar con el..pero no te aseguro nada!- gruñe el anciano mientras se limpia las manos en su delantal. Wallace lo mira de reojo y sonríe con agradecimiento. sabe que duro para él tener que lidiar con el humor del pedante de su hermano.
La niña explica sus orígenes con entusiasmo. Nombra a un "abuelo" mas malo que el hambre, haciendo sonreír a Wallace. No parecía ser un cuento de niños, ella mostraba una fortalezca increíble al hablar de temas que a otros niños les atemorizaría recordar. Escuchándola, el brujo pasea su mirada entre ella y Douglas, observando como este cocina tranquilamente. Si el viejo estaba relajado era buena señal. Wallace le sirve un poco de agua en una taza de hierro forjado y recoge su pipa de nuevo, encendiendo las hierbas con el calor generado por sus dedos. La pregunta de ella lo pilla por sorpresa.Torturarlo? El brujo se mira las marcas de sus mano y brazos, tuerce la boca y dando una larga y profunda calada a la pipa. Asiente sin apartar la mirada de ella. Suelta el humo en otra dirección para no molestarla. El sabor de las hierbas le suaviza la garganta, dejando le un sabor dulce y fresco.
-Cuando era como tu no me portaba muy bien... así que me castigaban mucho...a veces me duelen cuando hago algo malo... - dice con un tono entre gracioso y macabro. No quiere asustarla así que le dedica una sonrisa afable para que sus palabras no parezcan tan oscuras.- Dices que nadie puede saber que estas aquí...supondré entonces que estas huyendo. Si eres una ladrona creo que deberías devolver lo que sea que hayas robado o repensarte dos veces si vas a robar a alguien...- susurra el brujo mientras observa con cierta curiosidad los tentáculos. Se mueven lentamente entre su pelo, como si tuviesen vida propia. El pelirrojo sospecha que actúan a su libre albedrío y que la niña habrá tenido mas de un problema por ello.
El anciano herrero sirve un caldo a ambos, humeante y delicioso. El brujo le acerca el plato lleno a la niña y lo señala con el dedo.Debe comer, por su aspecto puede intuir que hace días que no come algo nutritivo. Le preocupa supetición de trabajo, el taller no era un sitio para ella, y la herreria seria dura...pero quizas...
- Douglas...crees que tu hermano nos echaría una mano?...- el hombre mira al anciano quien pone los ojos en blanco y niega con tozudez. Sabe que la relación con su hermana no es del todo buena pero seguía teniendo corazón, un poco...muy poco.- Ulareena, no creo que puedas trabajar aquí en la forja pero puede que sepa donde meterte hasta que piense que hacer contigo y como sacarte de esta ciudad...no es segura...- Se acerca a ella con cuidado para no asustarla y le acaricia el pelo.-...los vampiros raptan a niñas como tu y las convierten en monstruos...y tu no quieres eso verdad?..-pregunta el brujo con voz dulce y calmada, en un intento de convencerla. Douglas observa la conversación mientras piensa en l aposibilidad de hablar con el imbecil de su hermano. El alquimista podia ayudar, eso esta claro, pero que quiera...eso ya es otra historia.
-...Yo...puedo intentar hablar con el..pero no te aseguro nada!- gruñe el anciano mientras se limpia las manos en su delantal. Wallace lo mira de reojo y sonríe con agradecimiento. sabe que duro para él tener que lidiar con el humor del pedante de su hermano.
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Off:Tranqui, no te preocupes con que avancemos de a poquito también está bien nwn
Inspiré aire tan aparatosamente que mi garganta chifló. ¡Ury no sabía que los hombres bestia pudieran usar magia para prender fuego! Me eché hacia adelante, intentando pasar desapercibida mientras le observaba. Wallace parecía casi tan viejo como mi abuelo, aunque no estaba segura de qué parte de él se parecía a un hombre bestia o cuál específicamente a un humano. Pero Ury comenzaba a pensar que podía no ser ninguno de los dos, podía ser una mezcla extraña entre hombre bestia y humano ¡un híbrido! ¿Usaría piedras arcanas para hacer trucos? No lo creía… esas cosas eran caras y no las malgastaría en algo tan simple como fumar, al menos no estando en una fragua. Toqué la pipa mientras él hablaba; era la primera vez que veía una tan de cerca. Me tapé la boca cuando escuché que aún le dolían, esa tortura debió ser la mamá de las torturas con secuelas tan viejas… porque… Wallace parecía tener al menos diez veces mi edad.
Pestañee un par de veces cuando Wallace me trató de ladrona. Era hija de un capitán pirata, buscaba hacerme un renombre en los bajos mundos, pero no robaba por hacer gracias, sino porque no tenía qué comer en los últimos días… eso no se lo consideraba robar. - No… Wallace no entiende. Me robé a mí misma- susurré, imitando su tono mientras me acercaba a su oreja y se lo platicaba para que solo él escuchara. No sabía por qué, pero parecía lo más sensato. Se trataba de decir secretos ¿verdad?
Ury tuvo que chuparse las babitas para que no cayeran al plato que le servían. -Muchas gracias- dije mirando a los dos, podría ponerme a llorar en ese momento, pero eso le sacaría el buen sabor a la comida. -Buen provecho ¡y a comer!- prácticamente grité, zampándome la primera cucharada con tanto ímpetu que pasó de un lado bueno a uno malo, haciendo que me diera tos y me cayeran las lágrimas por lo caliente que estaba. Moví mis tentáculos para limpiarme las lágrimas y hacerme aire-Cofcof… está muy bue’no…- sonreí y volví a mi plato con diligencia. Ellos parecían hablar su propio idioma y yo no me estuve con delicadezas hasta que terminé mi plato. Entonces me giré lentamente para ver a Wallace y le sonreí.
-Wallace tontín. Yo se que los vampiros no convierten en monstruos a los niños. Los usan de mascotas y para comer. Además jeee je je… muchos humanos ya me ven como un mostruo- saqué la lengua y le guiñé un ojo. Mi propia abuela me había visto como uno durante varios años, un monstruo hija de otro monstruo. -Las cicatrices tampoco ayudan- Sentí que las cejas se me juntaban cuando pensaba en lo que las señoras decían al descubrir mis cicatrices. Miré a Wallace a su ojo de gato - ¿No te pasa lo mismo?- pregunté, levantando una mano despacito, para que me permitiera tocar la más prominente de sus marcas en su rostro. - Ury no se puede ir de la ciudad, Ury busca a su papá, el Capitán Werner… y si me alejo entonces no habrá oportunidad… ¡tengo que avisarle! Ury tiene que decirle que el abuelo quiere matarlo…- Entrecrucé todos mis deditos en un gesto de súplica.
-Pofavociiito ¿si? Ury puede hacer cualquier cosa, lavar, limpiar, mover agua, o alcanzar cosas… lo que sea… pero necesito estar aquí y un techo para aunque sea una noche… Crucé los tentáculos y me puse de rodillas con ojitos grandes.
Inspiré aire tan aparatosamente que mi garganta chifló. ¡Ury no sabía que los hombres bestia pudieran usar magia para prender fuego! Me eché hacia adelante, intentando pasar desapercibida mientras le observaba. Wallace parecía casi tan viejo como mi abuelo, aunque no estaba segura de qué parte de él se parecía a un hombre bestia o cuál específicamente a un humano. Pero Ury comenzaba a pensar que podía no ser ninguno de los dos, podía ser una mezcla extraña entre hombre bestia y humano ¡un híbrido! ¿Usaría piedras arcanas para hacer trucos? No lo creía… esas cosas eran caras y no las malgastaría en algo tan simple como fumar, al menos no estando en una fragua. Toqué la pipa mientras él hablaba; era la primera vez que veía una tan de cerca. Me tapé la boca cuando escuché que aún le dolían, esa tortura debió ser la mamá de las torturas con secuelas tan viejas… porque… Wallace parecía tener al menos diez veces mi edad.
Pestañee un par de veces cuando Wallace me trató de ladrona. Era hija de un capitán pirata, buscaba hacerme un renombre en los bajos mundos, pero no robaba por hacer gracias, sino porque no tenía qué comer en los últimos días… eso no se lo consideraba robar. - No… Wallace no entiende. Me robé a mí misma- susurré, imitando su tono mientras me acercaba a su oreja y se lo platicaba para que solo él escuchara. No sabía por qué, pero parecía lo más sensato. Se trataba de decir secretos ¿verdad?
Ury tuvo que chuparse las babitas para que no cayeran al plato que le servían. -Muchas gracias- dije mirando a los dos, podría ponerme a llorar en ese momento, pero eso le sacaría el buen sabor a la comida. -Buen provecho ¡y a comer!- prácticamente grité, zampándome la primera cucharada con tanto ímpetu que pasó de un lado bueno a uno malo, haciendo que me diera tos y me cayeran las lágrimas por lo caliente que estaba. Moví mis tentáculos para limpiarme las lágrimas y hacerme aire-Cofcof… está muy bue’no…- sonreí y volví a mi plato con diligencia. Ellos parecían hablar su propio idioma y yo no me estuve con delicadezas hasta que terminé mi plato. Entonces me giré lentamente para ver a Wallace y le sonreí.
-Wallace tontín. Yo se que los vampiros no convierten en monstruos a los niños. Los usan de mascotas y para comer. Además jeee je je… muchos humanos ya me ven como un mostruo- saqué la lengua y le guiñé un ojo. Mi propia abuela me había visto como uno durante varios años, un monstruo hija de otro monstruo. -Las cicatrices tampoco ayudan- Sentí que las cejas se me juntaban cuando pensaba en lo que las señoras decían al descubrir mis cicatrices. Miré a Wallace a su ojo de gato - ¿No te pasa lo mismo?- pregunté, levantando una mano despacito, para que me permitiera tocar la más prominente de sus marcas en su rostro. - Ury no se puede ir de la ciudad, Ury busca a su papá, el Capitán Werner… y si me alejo entonces no habrá oportunidad… ¡tengo que avisarle! Ury tiene que decirle que el abuelo quiere matarlo…- Entrecrucé todos mis deditos en un gesto de súplica.
-Pofavociiito ¿si? Ury puede hacer cualquier cosa, lavar, limpiar, mover agua, o alcanzar cosas… lo que sea… pero necesito estar aquí y un techo para aunque sea una noche… Crucé los tentáculos y me puse de rodillas con ojitos grandes.
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
El brujo aprieta los dientes y tuerce la boca, pensandose una respuesta. Si la niña se quedaba era responsabilidad suya que no acabara en una sopa para vampiros. Mira de reojo a Douglas quien lo mira con una sonrisa socarrona, esperando también una respuesta del pelirrojo. Mira a la niña a los ojos y se inclina con rostro serio.
-Bien...te quedaras pero en la forja no, no creo que aquí puedas hacer nada útil...Douglas te llevará con su hermano, el seguro que te enseñara algo de tu talla…-le explica con un tono suave, amable, mientras le acaricia el pelo.-...portate bien...si?..-susurra el brujo mientras se levanta y recoge su parte de la mesa.-... iré a verte para asegurarme que estas bien, tu tranquila.- le dedica una sonrisa sincera antes de meterse en la zona del taller, dejando a Douglas solo con ella. Este suspira y asiente ante el plan de Wallace.
-Bueno...pues vamos a llevarte con el. No temas, si se porta mal contigo le daré una buena tunda! -exclama el anciano en un intento de animar el ambiente. Recoge el plato sobrante, dejándolo en la improvisada cocina y cogé su abrigo de piel de lobo, listo para salir.
Unas calles más abajo, en un local viejo, entre humo y líquidos burbujeantes, un hombre levanta la mirada de sus libros sintiendo la extraña sensación de que alguien está hablando de él….
No sabe si se han marchado ya, pero Wallace quiere ponerse manos a la obra. Observa el estudio de Douglas, lleno de armas y armaduras, planos y cartas, seguramente encargos. En la mesa de carpintero hay una espada rota por la mitad. Por la forma de los bordes la espada fue golpeada con algo muy duro, una maza de acero quizás o el antiguo dueño golpeó un muro con ella. Fuera lo que fuera, la calidad de la espada brillaba por su ausencia. El brujo ojea los pergaminos y coge el que mas le llama la atención.
-Uhm… un diseño interesante...la curvatura de la hoja le puede dar a la espada mucha potencia de corte en manos de un espadachín ágil...pero podría romperse si se hace de doble filo...doble filo…La guarda es pequeña pero suficiente para parar golpes aunque está claro que no esta hecha para contraatacar armas de gran tamaño...ligera...si...- El hombre se rasca el mentón barbudo, murmurando, examinando el diseño de un arma cuyas formas nunca había visto. Debe cambiar el diseño, siente que si hace una espada así no durará ni dos martillazos. Busca con la mirada restos de espadas. La mayoría eran de hierro así que descarta reutilizar restos para forjar dicha espada. Puede intentar fundir alguna de las espadas de mayor calidad pero siente que no tendría mérito alguno. El chasquido del fuego en la hoguera de la sala lo distrae. Mira hacia la leña que se quema lentamente y en los restos de las brasas. Al lado hay sacos de carbón vegetal y carbón mineral. El brujo deja el diseño en la mesa de carpintero, se agacha enfrente de la hoguera y coge uno de los trozos de madera candentes. Gracias al hecho de que su propia sangre puede estar a temperaturas inhumanas, el contacto con el fuego es apenas una caricia para él, al menos en pocas cantidades, nunca había probado de ponerse frente a un fogonazo de un dragón y tampoco tiene pensado hacerlo nunca. El brujo observa de cerca el trozo de carbón vegetal recién hecho y sonríe con triunfo.
-Decidido… el acero es la mejor opción...pero no la haré de una sola capa…- se levanta y sin esfuerzo agarra el saco de carbón mineral y lo acerca al horno de fundición. Al lado de este hay una mesa para preparar los minerales para fundir así como las mezclas para crear diferentes tipos de hierro.-...y será de un solo filo, cortante, capaz de poder cercenar la cabeza de un hombre de un solo golpe…- en la mesa del carpintero extiende el plano y con la pluma cargada de tinta dibuja por encima del diseño original.-...bien...muy bien…- satisfecho de su dibujo el brujo se quita la camisa con la que se había quedado y se coloca el delantal de cuero curtido, listo para empezar a trabajar.
Usando un molde de una espada larga, el brujo coloca en él trozos de hierro puro mezclados pedazos con carbón y un poco de arena para eliminar las impurezas del hierro. Recordaba cada paso para hacer acero pues Douglas es un buen maestro a pesar de ser un anciano gruñón.
El fuego del horno esta activo así que el brujo empieza a depositar con una pala de hierro, la mezcla en el centro, donde el calor está más concentrado. Debe mantener el horno en alta temperatura para que hierro y carbón se fusionen sin causar burbujas de óxido en su interior. Si eso llegase a pasar, el acero resultante sería débil y quebradizo.
El brujo rodea el molde con mas carbón candente y con la ayuda de un fuelle de cuero y madera aviva el fuego lentamente. Si le da demasiado puede romper la fusión de los elementos. Con el sudor ya presente en su espalda, el pelirrojo deja que el fuego haga su trabajo tranquilamente, se ata el pelo en un moño con una tira de cuero y se acerca al yunque para elegir los martillos necesarios. En un horno normal el acero puede tardar en hacerse pero con un brujo al lado el proceso se puede hacer más corto. Wallace sabe que si usa magia quedará agotado dado que aún está muy verde, pero le será útil. Tras una larga espera, acompañado del olor del carbón y el metal fundido, se agacha para mirar dentro del horno donde los pedazos de hierro y carbón se han convertido en un líquido anaranjado, caliente, brillante. El brujo acerca la mano al molde y cierra los ojos, notando el fuego alrededor de su brazo.. Necesita concentrarse para poder determinar si el acero esta listo y no quemarse en el intento. En las puntas de los dedos siente un hormigueo casi agradable, un calor que le recorre cada centímetro de sus venas hasta llegar al cuello, provocando un escalofrío de arriba abajo. Le queda poco, muy poco.
-Bien...te quedaras pero en la forja no, no creo que aquí puedas hacer nada útil...Douglas te llevará con su hermano, el seguro que te enseñara algo de tu talla…-le explica con un tono suave, amable, mientras le acaricia el pelo.-...portate bien...si?..-susurra el brujo mientras se levanta y recoge su parte de la mesa.-... iré a verte para asegurarme que estas bien, tu tranquila.- le dedica una sonrisa sincera antes de meterse en la zona del taller, dejando a Douglas solo con ella. Este suspira y asiente ante el plan de Wallace.
-Bueno...pues vamos a llevarte con el. No temas, si se porta mal contigo le daré una buena tunda! -exclama el anciano en un intento de animar el ambiente. Recoge el plato sobrante, dejándolo en la improvisada cocina y cogé su abrigo de piel de lobo, listo para salir.
Unas calles más abajo, en un local viejo, entre humo y líquidos burbujeantes, un hombre levanta la mirada de sus libros sintiendo la extraña sensación de que alguien está hablando de él….
- off-rol :
Apartir de aqui Wallace empieza a usar sus conocimientos de herreria
No sabe si se han marchado ya, pero Wallace quiere ponerse manos a la obra. Observa el estudio de Douglas, lleno de armas y armaduras, planos y cartas, seguramente encargos. En la mesa de carpintero hay una espada rota por la mitad. Por la forma de los bordes la espada fue golpeada con algo muy duro, una maza de acero quizás o el antiguo dueño golpeó un muro con ella. Fuera lo que fuera, la calidad de la espada brillaba por su ausencia. El brujo ojea los pergaminos y coge el que mas le llama la atención.
-Uhm… un diseño interesante...la curvatura de la hoja le puede dar a la espada mucha potencia de corte en manos de un espadachín ágil...pero podría romperse si se hace de doble filo...doble filo…La guarda es pequeña pero suficiente para parar golpes aunque está claro que no esta hecha para contraatacar armas de gran tamaño...ligera...si...- El hombre se rasca el mentón barbudo, murmurando, examinando el diseño de un arma cuyas formas nunca había visto. Debe cambiar el diseño, siente que si hace una espada así no durará ni dos martillazos. Busca con la mirada restos de espadas. La mayoría eran de hierro así que descarta reutilizar restos para forjar dicha espada. Puede intentar fundir alguna de las espadas de mayor calidad pero siente que no tendría mérito alguno. El chasquido del fuego en la hoguera de la sala lo distrae. Mira hacia la leña que se quema lentamente y en los restos de las brasas. Al lado hay sacos de carbón vegetal y carbón mineral. El brujo deja el diseño en la mesa de carpintero, se agacha enfrente de la hoguera y coge uno de los trozos de madera candentes. Gracias al hecho de que su propia sangre puede estar a temperaturas inhumanas, el contacto con el fuego es apenas una caricia para él, al menos en pocas cantidades, nunca había probado de ponerse frente a un fogonazo de un dragón y tampoco tiene pensado hacerlo nunca. El brujo observa de cerca el trozo de carbón vegetal recién hecho y sonríe con triunfo.
-Decidido… el acero es la mejor opción...pero no la haré de una sola capa…- se levanta y sin esfuerzo agarra el saco de carbón mineral y lo acerca al horno de fundición. Al lado de este hay una mesa para preparar los minerales para fundir así como las mezclas para crear diferentes tipos de hierro.-...y será de un solo filo, cortante, capaz de poder cercenar la cabeza de un hombre de un solo golpe…- en la mesa del carpintero extiende el plano y con la pluma cargada de tinta dibuja por encima del diseño original.-...bien...muy bien…- satisfecho de su dibujo el brujo se quita la camisa con la que se había quedado y se coloca el delantal de cuero curtido, listo para empezar a trabajar.
Usando un molde de una espada larga, el brujo coloca en él trozos de hierro puro mezclados pedazos con carbón y un poco de arena para eliminar las impurezas del hierro. Recordaba cada paso para hacer acero pues Douglas es un buen maestro a pesar de ser un anciano gruñón.
El fuego del horno esta activo así que el brujo empieza a depositar con una pala de hierro, la mezcla en el centro, donde el calor está más concentrado. Debe mantener el horno en alta temperatura para que hierro y carbón se fusionen sin causar burbujas de óxido en su interior. Si eso llegase a pasar, el acero resultante sería débil y quebradizo.
El brujo rodea el molde con mas carbón candente y con la ayuda de un fuelle de cuero y madera aviva el fuego lentamente. Si le da demasiado puede romper la fusión de los elementos. Con el sudor ya presente en su espalda, el pelirrojo deja que el fuego haga su trabajo tranquilamente, se ata el pelo en un moño con una tira de cuero y se acerca al yunque para elegir los martillos necesarios. En un horno normal el acero puede tardar en hacerse pero con un brujo al lado el proceso se puede hacer más corto. Wallace sabe que si usa magia quedará agotado dado que aún está muy verde, pero le será útil. Tras una larga espera, acompañado del olor del carbón y el metal fundido, se agacha para mirar dentro del horno donde los pedazos de hierro y carbón se han convertido en un líquido anaranjado, caliente, brillante. El brujo acerca la mano al molde y cierra los ojos, notando el fuego alrededor de su brazo.. Necesita concentrarse para poder determinar si el acero esta listo y no quemarse en el intento. En las puntas de los dedos siente un hormigueo casi agradable, un calor que le recorre cada centímetro de sus venas hasta llegar al cuello, provocando un escalofrío de arriba abajo. Le queda poco, muy poco.
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
El hombre bestia hombre era agradable, pero no me quería. Ury lo quería, pero él no quería a Ury. Si él quisiera a la calamareena, entonces no la mandaría lejos. Ury comenzó a llorar calladita, mis lágrimas mojaban al capitán de poluche. El viejo que me llevaba de la mano parecía nervioso, triste, mudo, hablador. No sabía cómo comportarse. Ury conocía muy bien el mundo de los adultos. Al menos me habían dado un buen plato caliente con un par de sonrisas evanescentes. -E va nes cent es- dijo Ury sílaba por sílaba mientras saltaba entre cosas que en realidad no quería ver. La mano fuerte y áspera del herrero me guiaba con su calor. “ -Connor es cabezotas pero estarás a salvo con él. O mejor sería decir que el puesto de alquimia es un pelín más seguro para una niña… ¿calamar?” Douglas sí sabía. Le sonreí, aunque sentía que toda la tristeza de Lunargenta estaba en mi corazoncito.
No muy lejos de la herrería Douglas tocó una puerta y entró en cuanto nos abrieron, aunque justo es decir que casi tiró al suelo a la persona tras de ella. -Greg, cuida de Ulareena. La dejo a tu cargo mientras hablo con Connor- el humano se quedó con la palabra en la boca y la mano buena tendida hacia la espalda del herrero que desaparecía tras una puerta medio oculta entre tanto cachivache viejo. Miré al tal Greg y le eché la lengua mientras estiraba el párpado de debajo de mi jojito derecho y con la otra mano levantaba la punta de mi nariz. Enojado, el tal Greg acomodó el brazo del cabestrillo y deliberadamente me ignoró. Tomando ofensa de ese comportamiento, lo seguí por toda la habitación –que era gigantosa-
-No me sigas
-No me sigas
-No me copies
-No me copies
Ury tenía que admitirlo, Greg había resistido mejor que la mayoría de los grandes. Después de un cuarto de hora marcado en el reloj de la tienda, Douglas salió de la puerta. Lo había escuchado discutir con otra persona. Detrás de Douglas salió otro Douglas. Mis jojitos se cruzaron y apunté a uno con una mano y al otro con la otra. -¡Dos Douglas!-
-Además de estúpida defectuosa- murmuró Greg negando con la cabeza escondida tras un libro con números.
-Con que eso es Ulareena
-No de nuevo. Ulareena Werner, mi hermano tiene trabajo para ti. Vendré por ti mañana a la noche. Hasta entonces
Ury hizo que “si” con la cabeza y sintió la mano del buen humano en su cabeza, el calor se disipó ni bien Douglas había cruzado la puerta. Connor señalaba la puerta con el puño cerrado.
-Con que Werner eh. No sabía que ese calamar malparido tuviera bastardos Ury sintió que sus jojitos se llenaban de agua.
-¿Connor conoce al Capitán Werner?
- Señor Connor. ¿Y a ti qué? ¿eh?-
-Ury quiere encontrar al Capitán-
-Ury Ury Ury esto Ury aquello, Ury lo otro. No hables en tercera persona, es de mala educación-
Tomé un el primer frasco que encontré con mis tentáculos y lo estrellé en el piso. Un polvo verde oscuro se esparció por el aire, entrando a mi naricita. Olía a rayos y centellas -Urg- empecé a toser. Sentí que mis rodillas se aflojaban y caí sobre ella y mis manitas, apoyándome en el resto de los tentáculos.
-¡Tonta! Era esencia en polvo de Thomyr y sprora. ¡Greg!
-¡Enseguida!
Alguien me estaba sosteniendo de mis tentáculos. Ury se sentía terriblemente mal. Ury sentía que todos eran sus enemigos. El viejo malhumorado odiaba a Ury, su sirviente quería matar a Ury. Ury tenía que huir. Patee al viejo, pero me sostuvo con más fuerza, agarró mis pelitos junto con tres tentáculos. Le puse una ventosa en la cara y comencé a chupetearlo con ella para que el asco lo apartara, pero era más duro de lo que podía darle crédito. Ury pateaba y lloraba y mordía. Ury decía palabras sucias, pero nada me daba la libertad.
-¡Greg!
-No encuentro el antídoto. Estoy terminando de hacer una infusión
El Connor ese perdió la concentración un momento. Patee su mentón y pareció morderse la lengua. Me soltó. Ury se pegó a la pared y comenzó a trepar con sus tentáculos.
-Baja de ahí mocosa
-¡Jamás!
-¿Y si te hablo de tu padre?
Ury sintió que sus cejas se tocaban. Ellos eran enemigos de Ury. Mentiras. Todo lo que salía de esas bocas eran puras mentiras. Ury podía ver cómo esas personas cada vez se parecían más a los esbirros del abuelo. Ury odiaba el humo de la habitación y la cantidad de cosas que habían que le impedían ver bien hacia dónde iba. Estanterías, libros, pociones, cajas, cosas…
-Déjenme salir o morirán. Los voy a comer a todos fritos ñeeeee
Off:Subrayo el comienzo de la primera complicación: "Sufres alucinaciones y creerás que todos son enemigos"
No muy lejos de la herrería Douglas tocó una puerta y entró en cuanto nos abrieron, aunque justo es decir que casi tiró al suelo a la persona tras de ella. -Greg, cuida de Ulareena. La dejo a tu cargo mientras hablo con Connor- el humano se quedó con la palabra en la boca y la mano buena tendida hacia la espalda del herrero que desaparecía tras una puerta medio oculta entre tanto cachivache viejo. Miré al tal Greg y le eché la lengua mientras estiraba el párpado de debajo de mi jojito derecho y con la otra mano levantaba la punta de mi nariz. Enojado, el tal Greg acomodó el brazo del cabestrillo y deliberadamente me ignoró. Tomando ofensa de ese comportamiento, lo seguí por toda la habitación –que era gigantosa-
-No me sigas
-No me sigas
-No me copies
-No me copies
Ury tenía que admitirlo, Greg había resistido mejor que la mayoría de los grandes. Después de un cuarto de hora marcado en el reloj de la tienda, Douglas salió de la puerta. Lo había escuchado discutir con otra persona. Detrás de Douglas salió otro Douglas. Mis jojitos se cruzaron y apunté a uno con una mano y al otro con la otra. -¡Dos Douglas!-
-Además de estúpida defectuosa- murmuró Greg negando con la cabeza escondida tras un libro con números.
-Con que eso es Ulareena
-No de nuevo. Ulareena Werner, mi hermano tiene trabajo para ti. Vendré por ti mañana a la noche. Hasta entonces
Ury hizo que “si” con la cabeza y sintió la mano del buen humano en su cabeza, el calor se disipó ni bien Douglas había cruzado la puerta. Connor señalaba la puerta con el puño cerrado.
-Con que Werner eh. No sabía que ese calamar malparido tuviera bastardos Ury sintió que sus jojitos se llenaban de agua.
-¿Connor conoce al Capitán Werner?
- Señor Connor. ¿Y a ti qué? ¿eh?-
-Ury quiere encontrar al Capitán-
-Ury Ury Ury esto Ury aquello, Ury lo otro. No hables en tercera persona, es de mala educación-
Tomé un el primer frasco que encontré con mis tentáculos y lo estrellé en el piso. Un polvo verde oscuro se esparció por el aire, entrando a mi naricita. Olía a rayos y centellas -Urg- empecé a toser. Sentí que mis rodillas se aflojaban y caí sobre ella y mis manitas, apoyándome en el resto de los tentáculos.
-¡Tonta! Era esencia en polvo de Thomyr y sprora. ¡Greg!
-¡Enseguida!
Alguien me estaba sosteniendo de mis tentáculos. Ury se sentía terriblemente mal. Ury sentía que todos eran sus enemigos. El viejo malhumorado odiaba a Ury, su sirviente quería matar a Ury. Ury tenía que huir. Patee al viejo, pero me sostuvo con más fuerza, agarró mis pelitos junto con tres tentáculos. Le puse una ventosa en la cara y comencé a chupetearlo con ella para que el asco lo apartara, pero era más duro de lo que podía darle crédito. Ury pateaba y lloraba y mordía. Ury decía palabras sucias, pero nada me daba la libertad.
-¡Greg!
-No encuentro el antídoto. Estoy terminando de hacer una infusión
El Connor ese perdió la concentración un momento. Patee su mentón y pareció morderse la lengua. Me soltó. Ury se pegó a la pared y comenzó a trepar con sus tentáculos.
-Baja de ahí mocosa
-¡Jamás!
-¿Y si te hablo de tu padre?
Ury sintió que sus cejas se tocaban. Ellos eran enemigos de Ury. Mentiras. Todo lo que salía de esas bocas eran puras mentiras. Ury podía ver cómo esas personas cada vez se parecían más a los esbirros del abuelo. Ury odiaba el humo de la habitación y la cantidad de cosas que habían que le impedían ver bien hacia dónde iba. Estanterías, libros, pociones, cajas, cosas…
-Déjenme salir o morirán. Los voy a comer a todos fritos ñeeeee
Off:Subrayo el comienzo de la primera complicación: "Sufres alucinaciones y creerás que todos son enemigos"
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Mientras, en el taller, Wallace seguía controlando el espeso y candente liquido. Agarró una barra de hierro y la introjo en el metal liquido. Pronto se enfriara y podría empezar a darle forma a la hoja. Con la mirada perdida entre colores naranjas y chispas, el brujo meditaba sobre todo lo ocurrido desde que pudo entrar en la ciudad. La Plaga, los vampiros.... Una vez el volviera al Nido debía re-organizar los pocos hombres que quedaban en el bastión y empezar a planear como ayudar a los refugiados, a los heridos...
El crujido del metal sacó de sus pensamientos al pelirrojo. Centró sus ojos en el horno y sonrió al ver que el metal se había enfriado suficiente como para sacarlo y empezar a martillear. Cogió un paño de algodón para no tener que aguantar tanto calor en la mano y sacó la barra de hierro con la hoja de acero candente pegada.
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El brujo colocó la hoja encima del yunque y la examinó. No habian burbujas de oxido ni demasiadas impurezas. El hombre asintió, satisfecho del resultado. Alcanzó uno de los martillos de cabeza redonda y empezó a martillear. Dos golpes en la hoja, uno en el yunque, así repetidamente, dándole forma, rompiendo la corteza de impurezas provocada por el carbón. Las chispas le saltan a la cara y en los brazos, provocando una agradable sensación. Volver a estar en la forja era casi como bebe un buen vino, comer un buen asado y la dulce compañía de su mujer.
El herrero va a un buen ritmo, el martilleo es casi como una melodía. Gracias a su habilidad con el fuego puede mantener la hoja candente durante mas tiempo que un herrero humano. Después de la segunda tanta de martilleos, el brujo observa la hoja que va tomando forma y la hunde en el barril de agua y aceite. Eso evitará que el metal se quiebre y la unión de hierro y carbón se mantenga, creando un acero aun mas fuerte.
Wallace saca la hoja humeante del liquido y la limpia con un paño para volver a ponerla en la forja. Agarra la hoja por el extremo pegado a la barra de hierro y concentra sus energías en calentar mas rápido la hoja. Sin duda alguna, vuelve a colocar la hoja candente en el yunque para volver con la danza de martillos, fortaleciendo la hoja que espera, en un futuro no muy lejano, se pueda convertir en un arma a manso de un honorable caballero.
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El metal gruñe a cada golpe del martillo, la corteza de impurezas ha sido prácticamente eliminada y ya se puede distinguir la forma curvada de la espada. El pelirrojo se limpia el sudor de la frente mientras hunde de nuevo la hoja, esta vez en agua helada. En aquel momento, con la hoja limpia y aun roma, el brujo vería si su trabajo había valido la pena o debía volver a empezar. Sacó la hoja del agua y con un paño limpio la secó, observando centímetro a centímetro cada detalle.
-Es posiblemente el mejor trabajo que has hecho...-la voz de Douglas le asustó un poco. El anciano había regresado de dejar la muchacha y observaba al pelirrojo desde un lado de la forja, con una gran sonrisa y los brazos cruzados. Wallace le tendió la hoja para que la examinara. Douglas la cogió con cuidado, paño en mano, acaricio la superficie, sin perder la sonrisa.-...si todos los herreros fueran brujos, todo se haría mas rápido...-dijo bromeando mientras comprobaba el equilibrio y el peso.-... dioses... quien blanda esta espada será peligroso... vas a venderla?...-preguntó mientras lo miraba de reojo. Wallace estaba preparando la afiladora a pedal, poniendo la piedra necesaria. Se sentó en el taburete y respiro lentamente, pensando una respuesta. Venderla?...Wallace no lo tenia tan claro. Debia hacerlo, estaba alli para ayudar... Cuando trabajas de herrero no podías encariñarte de nada de lo que hacías porque al fin y al cabo, ofrecías un servicio que se pagaba muy bien pero... Miró la hoja aun en manos del anciano. Necesitaba una espada nueva...Douglas vio la intensidad de su mirada hacia la hoja y no pudo evitar reír.- esta bien, esta bien! Pero me debes una, mas bien...dos! Por la hoja y la niña... - El anciano le dio la hoja sin dejar de reírse mientras que Wallace negaba con la cabeza, con una mueca graciosa en la cara. Este Douglas...El viejo herrero se puso manos a la obra, tenia faena acumulada.- Deja que te haga una vaina sencilla, deberás encontrar un carpintero que te haga el mango, y la guarda, si tienes tiempo, deberás hacerla tu, tengo material de sobras.- Se alejó de él y sin decir nada mas entró en su pequeño despacho bajo la mirada del brujo. No pudo evitar dejar salir un suspiro de alivio. Se lo pagaría, Wallace era de cumplir promesas y sabia que todo lo que el había usado era caro. No quería aprovecharse de la buena voluntad del viejo herrero. Dejando el tema aparcado en su mente, empezó a mover el pedal de la afiladora, haciendo rodar la piedra porosa. Afilar el arma era un proceso complicado también, dado que si no se hacia bien, la hoja podría quedar para siempre rota. La espada no seria para destrozar armaduras pero Wallace quería asegurar que podía cortar carne y hueso.
Cogió el jarrón de agua que había cerca de la afiladora y empapó la hoja, evitando así que la fricción con la piedra calentase el metal, estropeando el afilado.
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El sol se estaba poniendo, las calles empezaban a vaciarse. El sonido de la piedra uniéndose al metal llenaba el taller de ese suave sonido. Las luces de las casas desaparecían, las ventanas de cerraban a cal y canto... El brujo afilaba la hoja con cariño y mucho cuidado deseando que la pequeña estuviera a salvo en manos del alquimista, sin saber todo lo que estaba ocurriendo y todo lo que estaba por venir.
El crujido del metal sacó de sus pensamientos al pelirrojo. Centró sus ojos en el horno y sonrió al ver que el metal se había enfriado suficiente como para sacarlo y empezar a martillear. Cogió un paño de algodón para no tener que aguantar tanto calor en la mano y sacó la barra de hierro con la hoja de acero candente pegada.
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El brujo colocó la hoja encima del yunque y la examinó. No habian burbujas de oxido ni demasiadas impurezas. El hombre asintió, satisfecho del resultado. Alcanzó uno de los martillos de cabeza redonda y empezó a martillear. Dos golpes en la hoja, uno en el yunque, así repetidamente, dándole forma, rompiendo la corteza de impurezas provocada por el carbón. Las chispas le saltan a la cara y en los brazos, provocando una agradable sensación. Volver a estar en la forja era casi como bebe un buen vino, comer un buen asado y la dulce compañía de su mujer.
El herrero va a un buen ritmo, el martilleo es casi como una melodía. Gracias a su habilidad con el fuego puede mantener la hoja candente durante mas tiempo que un herrero humano. Después de la segunda tanta de martilleos, el brujo observa la hoja que va tomando forma y la hunde en el barril de agua y aceite. Eso evitará que el metal se quiebre y la unión de hierro y carbón se mantenga, creando un acero aun mas fuerte.
Wallace saca la hoja humeante del liquido y la limpia con un paño para volver a ponerla en la forja. Agarra la hoja por el extremo pegado a la barra de hierro y concentra sus energías en calentar mas rápido la hoja. Sin duda alguna, vuelve a colocar la hoja candente en el yunque para volver con la danza de martillos, fortaleciendo la hoja que espera, en un futuro no muy lejano, se pueda convertir en un arma a manso de un honorable caballero.
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El metal gruñe a cada golpe del martillo, la corteza de impurezas ha sido prácticamente eliminada y ya se puede distinguir la forma curvada de la espada. El pelirrojo se limpia el sudor de la frente mientras hunde de nuevo la hoja, esta vez en agua helada. En aquel momento, con la hoja limpia y aun roma, el brujo vería si su trabajo había valido la pena o debía volver a empezar. Sacó la hoja del agua y con un paño limpio la secó, observando centímetro a centímetro cada detalle.
-Es posiblemente el mejor trabajo que has hecho...-la voz de Douglas le asustó un poco. El anciano había regresado de dejar la muchacha y observaba al pelirrojo desde un lado de la forja, con una gran sonrisa y los brazos cruzados. Wallace le tendió la hoja para que la examinara. Douglas la cogió con cuidado, paño en mano, acaricio la superficie, sin perder la sonrisa.-...si todos los herreros fueran brujos, todo se haría mas rápido...-dijo bromeando mientras comprobaba el equilibrio y el peso.-... dioses... quien blanda esta espada será peligroso... vas a venderla?...-preguntó mientras lo miraba de reojo. Wallace estaba preparando la afiladora a pedal, poniendo la piedra necesaria. Se sentó en el taburete y respiro lentamente, pensando una respuesta. Venderla?...Wallace no lo tenia tan claro. Debia hacerlo, estaba alli para ayudar... Cuando trabajas de herrero no podías encariñarte de nada de lo que hacías porque al fin y al cabo, ofrecías un servicio que se pagaba muy bien pero... Miró la hoja aun en manos del anciano. Necesitaba una espada nueva...Douglas vio la intensidad de su mirada hacia la hoja y no pudo evitar reír.- esta bien, esta bien! Pero me debes una, mas bien...dos! Por la hoja y la niña... - El anciano le dio la hoja sin dejar de reírse mientras que Wallace negaba con la cabeza, con una mueca graciosa en la cara. Este Douglas...El viejo herrero se puso manos a la obra, tenia faena acumulada.- Deja que te haga una vaina sencilla, deberás encontrar un carpintero que te haga el mango, y la guarda, si tienes tiempo, deberás hacerla tu, tengo material de sobras.- Se alejó de él y sin decir nada mas entró en su pequeño despacho bajo la mirada del brujo. No pudo evitar dejar salir un suspiro de alivio. Se lo pagaría, Wallace era de cumplir promesas y sabia que todo lo que el había usado era caro. No quería aprovecharse de la buena voluntad del viejo herrero. Dejando el tema aparcado en su mente, empezó a mover el pedal de la afiladora, haciendo rodar la piedra porosa. Afilar el arma era un proceso complicado también, dado que si no se hacia bien, la hoja podría quedar para siempre rota. La espada no seria para destrozar armaduras pero Wallace quería asegurar que podía cortar carne y hueso.
Cogió el jarrón de agua que había cerca de la afiladora y empapó la hoja, evitando así que la fricción con la piedra calentase el metal, estropeando el afilado.
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El sol se estaba poniendo, las calles empezaban a vaciarse. El sonido de la piedra uniéndose al metal llenaba el taller de ese suave sonido. Las luces de las casas desaparecían, las ventanas de cerraban a cal y canto... El brujo afilaba la hoja con cariño y mucho cuidado deseando que la pequeña estuviera a salvo en manos del alquimista, sin saber todo lo que estaba ocurriendo y todo lo que estaba por venir.
- offrol:
- Madre de dios que tocho-post xd sorry! En mi siguiente post pondré que arreglo y vendo algo pq me he reeleido las condiciones del trabajo y no me acordaba que debia vender algo, no hacerme una espada xD no me mates Master
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Los esbirros de mi abuelo se habían quitado las máscaras y eran más feos que media descosida. Ury había vuelto al piso porque sus ventosas se habían cansado y me escondía tras una estantería. Tukutuku tukutukutukutuku hacía mi corazoncito que retumbaba en cada milímetro de los brazos calamariles. Me tapé la boca para ahogar un grito cuando escuché los pasos del esbirro más viejo detrás de la estantería en la que me había escondido.
-Ulareena, si no tomas la infusión los efectos pueden hacerte daño. ¿Ven?
- Connor ¡Connor!
Nunca le iba a hacer caso a ese hombre ¡jamás de los jamases! Me iban a poner a dormir para regresarme con el abuelo. La voz del segundo esbirro parecía alegre cuando gritaba en susurros. Ury quería fijarse de qué se trataba pero estaba apretada entre un frasco casi tan grande como yo y una pila de libros que parecían más viejos que el hombre bestia hombre y Douglas juntos.
-Aquí estás ¡te tengo!
Sentí todo el peso y la fuerza del gran gran esbirro. Ury no podía moverse. Me puse a llorar. Era mi fin. El capitán gato se me cayó de entre los tentáculos porque había perdido mi fuerza. Me quedé flácida, como un tentáculo sin vida, así como una ostra sin su caparazón.
-Malos ¡Malosos!
-Lo que tú digas. Bebe esto
Por más que cerré la boca y sacara la cara, dos hombres eran más fuertes que la voluntad de Ury y sus ocho tentáculos más dos brazos y piernas. Ury empezó a tirar tinta por todos lados -Puh puhpuh.
-Trae más. Yo la retengo
-Mocosa m
-Ahora Greg
-Iaaaaaaaa. Auxiiiiliosssssssss
-Shhh. Silencio niña
Ury no tenía más cartas bajo la manga. El esbirro volvía con otra infusión, ahora en vez de usar un cuenco era un vial y lo tenía bien seguro entre sus manos.
- Lo siento mucho señor Connor. Ury no volverá a portarse mal. Ury va a colaborar con la tienda. Ury lo siente
Tenía tanta vergüenza que quería enterrar mi cara detrás de algo y no levantar la cabeza hasta el infinito, pero la risa de Greg fue más avergonzante. Porque porque… bueno ¿se reía? ¿se reía de Ury? y se reía como marranito comiendo.
-Sólo asegúrate de ayudar a Greg a hacer la limpieza y lo que te pida. No toques nada que no debas. Masculló el viejo Connor mientras se centraba en un caldero, como en los cuentos de las historias que me leía la abuela Laureen. Ury miró al capitán gato y a Greg. Era un joven de no más de veinte, serio pero bueno. No se había enojado con Ury por más de que yo le hice el feo con muchas cosas.
-Por ahora trapea el piso y saca el polvo. Eso será suficiente para que comiences
Ury miró a Greg, pero se había perdido nuevamente en el libro que estaba en el mostrador. Parecía un libro de cuentas. Greg era asombroso. Tenía una mano mala, pero eso no le hacía menos valioso. Y por eso Ury le iba a prestar algunos de sus tentáculos. Abrí las dos pequeñas ventanas para crear una corriente de aire, armada con dos escobas, un plumero y un trapo, empecé a desempolvar y juntar la basura del suelo mientras bailaba entre las estanterías y las pilas de libros. ¡Era divertido! Ury jugaba a que los libros le hacían caras con sus viejas letras desgastadas, que los calderos tenían grandes bocas espumosas y eran monstruos… ¡era muy divertido! Excepto cuando perdía la concentración de tantas extremidades, tropezaba y tenía que ordenarlo todo. Mi vestido blanco se había convertido en una mota gigante de un color horrible.
Varias horas pasaron así. Connor parecía en un trance recitando palabras raras mientras tiraba ingredientes al caldero y Greg había desaparecido tras la puerta semi escondida de más temprano. Ury había dado por terminada su jornada de limpieza y estaba lista para un gran vaso de agua y una limpieza antes de seguir con más trabajo. La campana de la puerta anunció visitas. Connor no dejó de hacer lo que hacía y Greg no parecía volver, así que Ury se acercó al mostrador, se trepó con todas sus fuerzas hasta arriba y se asomó para ver a la persona que había entrado.
-¡Hola!
-Pero… buenas tardes. ¿Quién eres tú?
-Yo soy Ulareena. Ayudo al señor Connor y al joven Greg en la tienda
-De eso estoy segura. Ese viejo gruñón debe de ser un patrón difícil ¿verdad? Pero no le hagas caso, es más dulce que el pan de arroz.-Un leve sonrojo acompañó su comentario y Ury sabía que ella era tan saludable por dentro como se veía por fuera.
-Jeeee jeje- moví la cabeza afirmativamente apuntando con el dedo al viejo para que la señora le viera varios pasos más allá en total concentración.
-Oh, ya veo. Puede estallar una guerra y él no se daría cuenta cuando está así. Pero qué pena y yo que necesitaba…
Ury puso una cara triste igual que la señora. Se la veía más joven que Connor, pero era cálida. Usaba un vestido elegante pero no ostentoso y el color maravillaba a Ury. Quería ayudarla.
-¿Tal vez Ury pueda ayudarla?
-No lo se… esta tienda tiene tantas cosas… sería fácil equivocarse pequeña. Pero lo necesito con urgencia, mi padre necesita un ungüento curativo de inmediato. Las demás cosas de la lista pueden esperar…
Ury tomó la lista de las manos de la señora y comenzó a rebuscar. Había visto los ungüentos tras el mostrador, los curativos estaban bien arriba a la vista. Las esencias estaban hasta el fondo del local, allá sobre las estanterías dependiendo de la luz que pudieran recibir, más cerca o más lejos de las ventanas. Y los polvos, bueno… los polvos fueron las primeras cosas que Ury encontró al entrar a la tienda y lanzar ese berrinche vergonzoso.
-Aquí tiene todo señora -Ury estaba orgullosa de haber logrado encontrar todo.
-Gracias Ury. Cuando quieras vistarme, mi casa está hasta el final de la calle. Es la del techo que tiene una chimenea con forma de flor de lis. Mi nombre es señora Darla Croyden
La tarde pasó rápidamente. Greg aparecía de tanto en tanto para buscar algunas cosas y llevarlas consigo. Creo que estaba trabajando desde la comodidad del hogar, aunque Ury no se acercó a la puerta semioculta para investigar. Ury ni siquiera tuvo tiempo de tomar agua. Personas amigas de la señora Croyden y amigos de amigos venían a comprar y a conversar. Todos parecían extrañados de que Ury estuviera trabajando con el señor Connor. No hubo uno que no se fuera riendo mientras daban una ojeada al viejo. Era raro… habían comentarios como “se está poniendo viejo”, “Connor el gruñón se ablandó”, “Tal vez ya vayan a cerrar el trato” y cosas por el estilo.
En la noche Greg interrumpió al señor Connor y me llamó, Ury no entendía nada hasta que vio una gran cacerola de comida caliente tras la puerta misteriosa. Durante la cena, Greg parecía sorprendido por todo el trabajo que había hecho. Pero lo que más vergüenza le dio a Ury fue cuando él dijo.
-¡¿Sabes leer?!
-También cobra bien
Greg y Ury abrimos jojos casi tan grandes como nuestros platos vacíos. Connor que no había hechos muchos comentarios, había estado observando a Ury toda la tarde. Greg asintió varias veces con la cabeza mientras me servía otra porción de comida.
-Cuando termines ve a limpiarte. Cuando llegaste en la mañana estabas más limpia. Te lo tienes merecido. Mañana será un largo día
-Ulareena, si no tomas la infusión los efectos pueden hacerte daño. ¿Ven?
- Connor ¡Connor!
Nunca le iba a hacer caso a ese hombre ¡jamás de los jamases! Me iban a poner a dormir para regresarme con el abuelo. La voz del segundo esbirro parecía alegre cuando gritaba en susurros. Ury quería fijarse de qué se trataba pero estaba apretada entre un frasco casi tan grande como yo y una pila de libros que parecían más viejos que el hombre bestia hombre y Douglas juntos.
-Aquí estás ¡te tengo!
Sentí todo el peso y la fuerza del gran gran esbirro. Ury no podía moverse. Me puse a llorar. Era mi fin. El capitán gato se me cayó de entre los tentáculos porque había perdido mi fuerza. Me quedé flácida, como un tentáculo sin vida, así como una ostra sin su caparazón.
-Malos ¡Malosos!
-Lo que tú digas. Bebe esto
Por más que cerré la boca y sacara la cara, dos hombres eran más fuertes que la voluntad de Ury y sus ocho tentáculos más dos brazos y piernas. Ury empezó a tirar tinta por todos lados -Puh puhpuh.
-Trae más. Yo la retengo
-Mocosa m
-Ahora Greg
-Iaaaaaaaa. Auxiiiiliosssssssss
-Shhh. Silencio niña
Ury no tenía más cartas bajo la manga. El esbirro volvía con otra infusión, ahora en vez de usar un cuenco era un vial y lo tenía bien seguro entre sus manos.
* * *
- Lo siento mucho señor Connor. Ury no volverá a portarse mal. Ury va a colaborar con la tienda. Ury lo siente
Tenía tanta vergüenza que quería enterrar mi cara detrás de algo y no levantar la cabeza hasta el infinito, pero la risa de Greg fue más avergonzante. Porque porque… bueno ¿se reía? ¿se reía de Ury? y se reía como marranito comiendo.
-Sólo asegúrate de ayudar a Greg a hacer la limpieza y lo que te pida. No toques nada que no debas. Masculló el viejo Connor mientras se centraba en un caldero, como en los cuentos de las historias que me leía la abuela Laureen. Ury miró al capitán gato y a Greg. Era un joven de no más de veinte, serio pero bueno. No se había enojado con Ury por más de que yo le hice el feo con muchas cosas.
-Por ahora trapea el piso y saca el polvo. Eso será suficiente para que comiences
Ury miró a Greg, pero se había perdido nuevamente en el libro que estaba en el mostrador. Parecía un libro de cuentas. Greg era asombroso. Tenía una mano mala, pero eso no le hacía menos valioso. Y por eso Ury le iba a prestar algunos de sus tentáculos. Abrí las dos pequeñas ventanas para crear una corriente de aire, armada con dos escobas, un plumero y un trapo, empecé a desempolvar y juntar la basura del suelo mientras bailaba entre las estanterías y las pilas de libros. ¡Era divertido! Ury jugaba a que los libros le hacían caras con sus viejas letras desgastadas, que los calderos tenían grandes bocas espumosas y eran monstruos… ¡era muy divertido! Excepto cuando perdía la concentración de tantas extremidades, tropezaba y tenía que ordenarlo todo. Mi vestido blanco se había convertido en una mota gigante de un color horrible.
Varias horas pasaron así. Connor parecía en un trance recitando palabras raras mientras tiraba ingredientes al caldero y Greg había desaparecido tras la puerta semi escondida de más temprano. Ury había dado por terminada su jornada de limpieza y estaba lista para un gran vaso de agua y una limpieza antes de seguir con más trabajo. La campana de la puerta anunció visitas. Connor no dejó de hacer lo que hacía y Greg no parecía volver, así que Ury se acercó al mostrador, se trepó con todas sus fuerzas hasta arriba y se asomó para ver a la persona que había entrado.
-¡Hola!
-Pero… buenas tardes. ¿Quién eres tú?
-Yo soy Ulareena. Ayudo al señor Connor y al joven Greg en la tienda
-De eso estoy segura. Ese viejo gruñón debe de ser un patrón difícil ¿verdad? Pero no le hagas caso, es más dulce que el pan de arroz.-Un leve sonrojo acompañó su comentario y Ury sabía que ella era tan saludable por dentro como se veía por fuera.
-Jeeee jeje- moví la cabeza afirmativamente apuntando con el dedo al viejo para que la señora le viera varios pasos más allá en total concentración.
-Oh, ya veo. Puede estallar una guerra y él no se daría cuenta cuando está así. Pero qué pena y yo que necesitaba…
Ury puso una cara triste igual que la señora. Se la veía más joven que Connor, pero era cálida. Usaba un vestido elegante pero no ostentoso y el color maravillaba a Ury. Quería ayudarla.
-¿Tal vez Ury pueda ayudarla?
-No lo se… esta tienda tiene tantas cosas… sería fácil equivocarse pequeña. Pero lo necesito con urgencia, mi padre necesita un ungüento curativo de inmediato. Las demás cosas de la lista pueden esperar…
Ury tomó la lista de las manos de la señora y comenzó a rebuscar. Había visto los ungüentos tras el mostrador, los curativos estaban bien arriba a la vista. Las esencias estaban hasta el fondo del local, allá sobre las estanterías dependiendo de la luz que pudieran recibir, más cerca o más lejos de las ventanas. Y los polvos, bueno… los polvos fueron las primeras cosas que Ury encontró al entrar a la tienda y lanzar ese berrinche vergonzoso.
-Aquí tiene todo señora -Ury estaba orgullosa de haber logrado encontrar todo.
-Gracias Ury. Cuando quieras vistarme, mi casa está hasta el final de la calle. Es la del techo que tiene una chimenea con forma de flor de lis. Mi nombre es señora Darla Croyden
* * *
La tarde pasó rápidamente. Greg aparecía de tanto en tanto para buscar algunas cosas y llevarlas consigo. Creo que estaba trabajando desde la comodidad del hogar, aunque Ury no se acercó a la puerta semioculta para investigar. Ury ni siquiera tuvo tiempo de tomar agua. Personas amigas de la señora Croyden y amigos de amigos venían a comprar y a conversar. Todos parecían extrañados de que Ury estuviera trabajando con el señor Connor. No hubo uno que no se fuera riendo mientras daban una ojeada al viejo. Era raro… habían comentarios como “se está poniendo viejo”, “Connor el gruñón se ablandó”, “Tal vez ya vayan a cerrar el trato” y cosas por el estilo.
En la noche Greg interrumpió al señor Connor y me llamó, Ury no entendía nada hasta que vio una gran cacerola de comida caliente tras la puerta misteriosa. Durante la cena, Greg parecía sorprendido por todo el trabajo que había hecho. Pero lo que más vergüenza le dio a Ury fue cuando él dijo.
-¡¿Sabes leer?!
-También cobra bien
Greg y Ury abrimos jojos casi tan grandes como nuestros platos vacíos. Connor que no había hechos muchos comentarios, había estado observando a Ury toda la tarde. Greg asintió varias veces con la cabeza mientras me servía otra porción de comida.
-Cuando termines ve a limpiarte. Cuando llegaste en la mañana estabas más limpia. Te lo tienes merecido. Mañana será un largo día
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
El ruido de la cortina del taller distrajo a Wallace, quien, después de afilar la hoja de la espada, estaba arreglando unas herraduras de burro. Coincidió que justo al terminar el afilado, un granjero había entrado en el taller. Su burra se había hecho daño en una de las patas y sospechó que las herraduras estaban mal puestas o dañadas. En efecto, una de ellas se había doblado y se le clavaba al pobre animal. Con la ayuda del hombre, Wallace pudo extraer la herradura sin accidentes ni coces sorpresa.
El dueño del burro hablaba muchísimo, pero mucho, no paró ni un segundo. Mientras, el brujo martilleaba la pieza, asintiendo a todo lo que el hombre le contaba. Había sido un riesgo acercarse al taller a esas horas, no quería que su burro fuera la cena de los vampiros pero tampoco podía dejar al animal en ese estado. Al terminar y pulir la herradura de hierro, volvieron a colocarla con sumo cuidado, bajo los jadeos del burro. El granjero rebuscó en su faldón para poder pagarle mientras el pelirrojo acariciaba al animal. Fue en ese momento que la cortina se abrió y entraron tres individuos. La cara del granjero lo dijo todo. El pobre hombre se quedó pálido. Vampiros. Wallace frunció el ceño he hizo una mueca disimulada. Un cliente era un cliente. Y por suerte, Douglas estaba durmiendo junto con el aprendiz.
-Serán 10 aeros Felix, me alegro de verte...-le dijo al granjero mientras aceptaba el pago y lo guardaba en la bolsa de Douglas. El pobre hombre cogió a su burro bajo la atenta mirada de los chupasangre y abandono a ritmo ligero el taller. Wallace se limpió las manos y el sudor y les dedicó una falsa sonrisa.-...bienvenidos. que les puedo ofrecer?
-Tu sangre seguro que no....- murmuró uno. Era el mas bajito, delgado y de facciones finas, rubio y con una actitud prepotente. Los otros dos eran mas altos y anchos, casi de la altura del brujo. No decían nada, solo miraban al hombre con ojos hambrientos. Serian los guardaespaldas, eso pensó él.- viendo que en esta mierda de ciudad este taller es el único abierto... necesito que arregles mi estoque.... obviamente somos gente que cumple su...deber...así que pagaremos el precio que este estipulado...- Wallace ya lo odiaba. Su voz, su actitud, su manera de alzar la nariz cuando miraba todo a su alrededor. El vampiro chasqueó los dedos y uno de los guardias dejó caer una espada envainada. Era brillante, seguro que estaba hecha de acero pulido y oro blanco. La vaina estaba decorada con rubíes y otras piedras. Demasiado bien cuidada. Poco habría luchado... Era preciosa, el brujo debía admitirlo. Y lo más importante, no podía buscarse problemas. No era su taller y la ciudad no era un lugar seguro para quienes contradecían a los vampiros. El hombre asintió de buena gana y examinó con cuidado el arma. Al sacarla de la vaina se dio cuenta del problema. Estaba torcida, como si hubieran intentado golpear en vez de apuñalar. Los estoques no eran armas fuertes, pero en manos hábiles....
-Mmmmh...ya lo veo....Esta dañada pero se puede arreglar....-Comentó mientras alumbraba la espada con una vela. Los vampiros, los 3, hicieron una mueca al ver la luz acercándose. Wallace reprimió una sonrisa traviesa. Si no fuera por que ama a una vampiresa, ahora mismo les cortaría la cabeza.- Bien...serán 300 aeros y se paga al momento.- Con voz firme, les regaló una bonita sonrisa mientras observaba como el desprecio crecía en la cara del rubio. Con desdén y asco, chasqueó otra vez los dedos y el otro guardia, sacó una bolsa de monedas y la depositó en el contador. Wallace abrió la bolsa sin dejar de mirar al trió e inspeccionó las monedas.-...Donde debo llevarla cuando acabe?... -el vampiro se giró mirándole por encima del hombro, haciendo volar su lujosa capa. Dioses que asco le daba ese estúpido chupasangre.
-Cerca hay una posada...llevalá allí....y no acepto retrasos...herrero.- Esas últimas palabras las escupió casi. Abandonaron el taller y el brujo se relajó al fin. El ambiente se volvió cálido y toda la tensión se esfumó. Dejó salir un suspiro de alivio, se crujió el cuello y miró el estoque. El trabajo era el trabajo. Al menos podría ir a ver a Uli, ya que la tienda estaba de camino a la posada. El brujo se preguntaba si le estaba yendo bien, con cierta preocupación en el cuerpo.
El dueño del burro hablaba muchísimo, pero mucho, no paró ni un segundo. Mientras, el brujo martilleaba la pieza, asintiendo a todo lo que el hombre le contaba. Había sido un riesgo acercarse al taller a esas horas, no quería que su burro fuera la cena de los vampiros pero tampoco podía dejar al animal en ese estado. Al terminar y pulir la herradura de hierro, volvieron a colocarla con sumo cuidado, bajo los jadeos del burro. El granjero rebuscó en su faldón para poder pagarle mientras el pelirrojo acariciaba al animal. Fue en ese momento que la cortina se abrió y entraron tres individuos. La cara del granjero lo dijo todo. El pobre hombre se quedó pálido. Vampiros. Wallace frunció el ceño he hizo una mueca disimulada. Un cliente era un cliente. Y por suerte, Douglas estaba durmiendo junto con el aprendiz.
-Serán 10 aeros Felix, me alegro de verte...-le dijo al granjero mientras aceptaba el pago y lo guardaba en la bolsa de Douglas. El pobre hombre cogió a su burro bajo la atenta mirada de los chupasangre y abandono a ritmo ligero el taller. Wallace se limpió las manos y el sudor y les dedicó una falsa sonrisa.-...bienvenidos. que les puedo ofrecer?
-Tu sangre seguro que no....- murmuró uno. Era el mas bajito, delgado y de facciones finas, rubio y con una actitud prepotente. Los otros dos eran mas altos y anchos, casi de la altura del brujo. No decían nada, solo miraban al hombre con ojos hambrientos. Serian los guardaespaldas, eso pensó él.- viendo que en esta mierda de ciudad este taller es el único abierto... necesito que arregles mi estoque.... obviamente somos gente que cumple su...deber...así que pagaremos el precio que este estipulado...- Wallace ya lo odiaba. Su voz, su actitud, su manera de alzar la nariz cuando miraba todo a su alrededor. El vampiro chasqueó los dedos y uno de los guardias dejó caer una espada envainada. Era brillante, seguro que estaba hecha de acero pulido y oro blanco. La vaina estaba decorada con rubíes y otras piedras. Demasiado bien cuidada. Poco habría luchado... Era preciosa, el brujo debía admitirlo. Y lo más importante, no podía buscarse problemas. No era su taller y la ciudad no era un lugar seguro para quienes contradecían a los vampiros. El hombre asintió de buena gana y examinó con cuidado el arma. Al sacarla de la vaina se dio cuenta del problema. Estaba torcida, como si hubieran intentado golpear en vez de apuñalar. Los estoques no eran armas fuertes, pero en manos hábiles....
-Mmmmh...ya lo veo....Esta dañada pero se puede arreglar....-Comentó mientras alumbraba la espada con una vela. Los vampiros, los 3, hicieron una mueca al ver la luz acercándose. Wallace reprimió una sonrisa traviesa. Si no fuera por que ama a una vampiresa, ahora mismo les cortaría la cabeza.- Bien...serán 300 aeros y se paga al momento.- Con voz firme, les regaló una bonita sonrisa mientras observaba como el desprecio crecía en la cara del rubio. Con desdén y asco, chasqueó otra vez los dedos y el otro guardia, sacó una bolsa de monedas y la depositó en el contador. Wallace abrió la bolsa sin dejar de mirar al trió e inspeccionó las monedas.-...Donde debo llevarla cuando acabe?... -el vampiro se giró mirándole por encima del hombro, haciendo volar su lujosa capa. Dioses que asco le daba ese estúpido chupasangre.
-Cerca hay una posada...llevalá allí....y no acepto retrasos...herrero.- Esas últimas palabras las escupió casi. Abandonaron el taller y el brujo se relajó al fin. El ambiente se volvió cálido y toda la tensión se esfumó. Dejó salir un suspiro de alivio, se crujió el cuello y miró el estoque. El trabajo era el trabajo. Al menos podría ir a ver a Uli, ya que la tienda estaba de camino a la posada. El brujo se preguntaba si le estaba yendo bien, con cierta preocupación en el cuerpo.
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Ury había pasado horas en su balde con agua. No necesitaba de una gran tina o una palangana, un balde grande era suficiente para sentarse con ese cuerpecito tan reducido. Los tentáculos estaban felices de ser remojados. Tanto polvo me había dejado más seca que la arena de los ancestros. Estar húmeda y sentirme limpia era como si los dioses me besaran por todos lados. Sobre mí había una ventana que servía más para renovar el aire que para mirar hacia afuera. Podía escuchar los ruidos de Lunargenta, los pasos de las personas caminando, las conversaciones. Pero sobre todo, podía hacer todo eso y estar segura porque mi cuellito estaba seguro tras una pared de piedra sólida. Puh puh puh.
Habiendo lavado mi vestido me metí a la camita improvisada con mucho cansancio. Ese día había hecho muchas cosas, había conocido a muchas personas y me había acercado un paso más a la alquimia, el sueño de toda la vida de Ury. Connor había prometido enseñarme algunas plantas nuevas para su uso en medicinas, no podía esperar que llegara el amanecer. Los dulces sueños navegaban por aguas tranquilas hasta que los ruidos despertaron a Ury. Habían gritos en la calle, podía escuchar gente correr de aquí para allá, asustados. “¡Los Croyden!” me pareció escuchar, pero Ury no podía estar seguro, había mucha confusión. ¿Tendría que ver con la señora Darla? Así como tardó en volver la tranquilidad, los sueños demoraron en acompañarme.
Antes de que saliera el sol había comenzado la jornada del alquimista. Greg había preparado leche tibia con pan y queso. Ury no recordaba un desayuno tan lujoso como aquél, sentados alrededor de una mesa redonda, todos juntos. Sería un largo día. El señor Connor me tuvo toda la mañana revoloteando a su alrededor. Me enseñó que además de los puntos de ebullición que ya conocía, habían sustancias que necesitaban más tiempo o más fuego antes de ser mezclados. También intercambiamos información acerca de los beneficios de muchas plantas, aunque el juego del conocimiento terminó en una derrota total cuando llegamos a la parte en la que el viejo alquimista comenzó a hablar de proporciones para hacer medidas específicas.
-La diferencia entre una medicina y un veneno son las cantidades. Así que mucho cuidado Ulareena Werner, o podrías matar a alguien que está gravemente herido.
Ury tragó saliva cuando Connor le dijo esas palabras y el viejo se echó a reír. Antes de almorzar me estuvo enseñando sobre las bases con las que acompañar las medicinas. Era todo un desafío. Aunque el viejo era un buen maestro, sólo tenía paciencia para sus pociones. Antes de que siguiera regañándome me fui con Greg a limpiar frascos y viales donde colocar las nuevas invenciones.
-Greg ¿por qué no usas las pociones de Connor para curarte tu brazo?
-Las pociones del maestro son muy preciadas. No soy merecedor de ellas
Ury sabía que había algo más que él no me estaba diciendo y por eso me crucé de brazos y tentáculos haciéndole un puchero épico. El muchacho sonrió, por un momento me recordó a mi príncipe arbóreo.
-Las pociones no son para hacer abuso de ellas. Uno termina volviéndose adicto, también sucede que nuestros cuerpos se hacen resistentes. Pero lo importante es usar las pociones para que el cuerpo de las personas mejore por sí mismo y no como laguna magia milagrosa. En todos los años que he sido ayudante del señor Connor he aprendido que las pociones no valen por sí mismas, sino por cómo se usan para ayudar Ulareena
No dejaba de ser difícil de comprender, si había una forma de hacer las cosas más fáciles, no veía por qué no se podía hacer. Suspiré, tal vez algún día lo entendiera.
-Bueno, supongo que no importa realmente. Esta noche Douglas va a venir a buscarme y no es como que aquí haya una poción para ayudarme a encontrar al capitán Werner…
Al escuchar la mención de su hermano, Connor se puso furioso y dio un golpe en el marco de una estantería. Ury sintió como temblaba todo a su alrededor y el precario equilibrio se perdía. Di unos pasos hacia atrás, alejándome de la expresión del viejo. Todavía no le había visto tan enojado hasta ese momento. Nuestras miradas se cruzaron y sentí que estaba a punto de echarme a patadas. La campanilla de la puerta sonó, anunciando la entrada de un cliente justo cuando después de un sonoro quejido de la madera, el estante que estaba sobre Greg cayó sobre él volteando varios frascos. Corrí hacia mi compañero, mientras el viejo con la mirada más blanda iba a atender a quienes acababan de entrar.
-¿Entonces fue muy grave el ataque anoche?
-Escaramuzas principalmente. Parece que en el ajetreo entraron a la casa de los Croyden
-¡Querida! ¿qué dices? El viejo Croyden estaba ya muy anciano y Darla pensaba vender sus joyas para solventar gastos…
-Entonces a peor, parece que en un forcejeo con un vampiro ha caído de lo alto de las escaleras. ¡Pero está bien! No fueron más que unos rasguños…
Con ayuda de mis tentáculos o fue difícil ayudar a Greg. Tenía un chichón en la cabeza, afortunadamente los frascos no se habían roto. Sólo habría que reordenar todo y reemplazar el estante. Estaba más preocupada por la señora Croyden.
-¿Estás bien Greg?
-Nada de cuidado, sólo un golpe. Por suerte no le pasó nada más a mi brazo.
Ury buscó una superficie plana fría pero no vio nada, así que corrió a la cocina por la cuchilla de cortar carne y volvió muy rápido, ignorando al viejo Connor que seguía atendiendo a las dos señoras.
-¡Ay! Por los cielos ¿Qué haces?
Greg, que nunca levantaba el tono gritaba como si lo fuera a matar. Tal vez parecía eso, pero en realidad estaba empujando el chichón de su frente con el metal frío. Era el mejor remedio cuando no tenías hielo…
-Estás malinterpretando al señor Connor… comenzó a decir en algo más que un suspiro, parecía avergonzado y hablaba tan bajito que tuve que echarme hacia adelante para escucharlo. Pero la sombra del viejo y un soplido nos alertaron de su presencia. Greg me empujó por reflejo, estábamos muy pegados, él aún en el suelo y yo con la cuchilla en la mano. El joven abrazando su brazo a la altura de su pecho y… extracto de flores y frutos rojos diseminados en el suelo como si fuera…
-¡Sangre! ¡Monstruo! ¿Qué has hecho?
La mirada asesina de Connor no dio lugar a dudas, nadie pudo hablar antes de que me tirara por la cabeza un cajón de madera y buscara algo más con qué matarme. No miré atrás. Ury salió corriendo, no sin antes tomar dos frasquitos con las ventosas. Un mal hábito de cuando huía, ya había visto el Väruk y el Osculum, quería llevárselos a la señora Darla y lo haría. Nadie me encontraría allí.
Salí por la puerta corriendo a toda la velocidad que me daban mis patitas. Tras de mí el viejo gritaba a todo pulmón.
-¡Asesina! ¡Ladrona!
Habiendo lavado mi vestido me metí a la camita improvisada con mucho cansancio. Ese día había hecho muchas cosas, había conocido a muchas personas y me había acercado un paso más a la alquimia, el sueño de toda la vida de Ury. Connor había prometido enseñarme algunas plantas nuevas para su uso en medicinas, no podía esperar que llegara el amanecer. Los dulces sueños navegaban por aguas tranquilas hasta que los ruidos despertaron a Ury. Habían gritos en la calle, podía escuchar gente correr de aquí para allá, asustados. “¡Los Croyden!” me pareció escuchar, pero Ury no podía estar seguro, había mucha confusión. ¿Tendría que ver con la señora Darla? Así como tardó en volver la tranquilidad, los sueños demoraron en acompañarme.
Antes de que saliera el sol había comenzado la jornada del alquimista. Greg había preparado leche tibia con pan y queso. Ury no recordaba un desayuno tan lujoso como aquél, sentados alrededor de una mesa redonda, todos juntos. Sería un largo día. El señor Connor me tuvo toda la mañana revoloteando a su alrededor. Me enseñó que además de los puntos de ebullición que ya conocía, habían sustancias que necesitaban más tiempo o más fuego antes de ser mezclados. También intercambiamos información acerca de los beneficios de muchas plantas, aunque el juego del conocimiento terminó en una derrota total cuando llegamos a la parte en la que el viejo alquimista comenzó a hablar de proporciones para hacer medidas específicas.
-La diferencia entre una medicina y un veneno son las cantidades. Así que mucho cuidado Ulareena Werner, o podrías matar a alguien que está gravemente herido.
Ury tragó saliva cuando Connor le dijo esas palabras y el viejo se echó a reír. Antes de almorzar me estuvo enseñando sobre las bases con las que acompañar las medicinas. Era todo un desafío. Aunque el viejo era un buen maestro, sólo tenía paciencia para sus pociones. Antes de que siguiera regañándome me fui con Greg a limpiar frascos y viales donde colocar las nuevas invenciones.
-Greg ¿por qué no usas las pociones de Connor para curarte tu brazo?
-Las pociones del maestro son muy preciadas. No soy merecedor de ellas
Ury sabía que había algo más que él no me estaba diciendo y por eso me crucé de brazos y tentáculos haciéndole un puchero épico. El muchacho sonrió, por un momento me recordó a mi príncipe arbóreo.
-Las pociones no son para hacer abuso de ellas. Uno termina volviéndose adicto, también sucede que nuestros cuerpos se hacen resistentes. Pero lo importante es usar las pociones para que el cuerpo de las personas mejore por sí mismo y no como laguna magia milagrosa. En todos los años que he sido ayudante del señor Connor he aprendido que las pociones no valen por sí mismas, sino por cómo se usan para ayudar Ulareena
No dejaba de ser difícil de comprender, si había una forma de hacer las cosas más fáciles, no veía por qué no se podía hacer. Suspiré, tal vez algún día lo entendiera.
-Bueno, supongo que no importa realmente. Esta noche Douglas va a venir a buscarme y no es como que aquí haya una poción para ayudarme a encontrar al capitán Werner…
Al escuchar la mención de su hermano, Connor se puso furioso y dio un golpe en el marco de una estantería. Ury sintió como temblaba todo a su alrededor y el precario equilibrio se perdía. Di unos pasos hacia atrás, alejándome de la expresión del viejo. Todavía no le había visto tan enojado hasta ese momento. Nuestras miradas se cruzaron y sentí que estaba a punto de echarme a patadas. La campanilla de la puerta sonó, anunciando la entrada de un cliente justo cuando después de un sonoro quejido de la madera, el estante que estaba sobre Greg cayó sobre él volteando varios frascos. Corrí hacia mi compañero, mientras el viejo con la mirada más blanda iba a atender a quienes acababan de entrar.
-¿Entonces fue muy grave el ataque anoche?
-Escaramuzas principalmente. Parece que en el ajetreo entraron a la casa de los Croyden
-¡Querida! ¿qué dices? El viejo Croyden estaba ya muy anciano y Darla pensaba vender sus joyas para solventar gastos…
-Entonces a peor, parece que en un forcejeo con un vampiro ha caído de lo alto de las escaleras. ¡Pero está bien! No fueron más que unos rasguños…
Con ayuda de mis tentáculos o fue difícil ayudar a Greg. Tenía un chichón en la cabeza, afortunadamente los frascos no se habían roto. Sólo habría que reordenar todo y reemplazar el estante. Estaba más preocupada por la señora Croyden.
-¿Estás bien Greg?
-Nada de cuidado, sólo un golpe. Por suerte no le pasó nada más a mi brazo.
Ury buscó una superficie plana fría pero no vio nada, así que corrió a la cocina por la cuchilla de cortar carne y volvió muy rápido, ignorando al viejo Connor que seguía atendiendo a las dos señoras.
-¡Ay! Por los cielos ¿Qué haces?
Greg, que nunca levantaba el tono gritaba como si lo fuera a matar. Tal vez parecía eso, pero en realidad estaba empujando el chichón de su frente con el metal frío. Era el mejor remedio cuando no tenías hielo…
-Estás malinterpretando al señor Connor… comenzó a decir en algo más que un suspiro, parecía avergonzado y hablaba tan bajito que tuve que echarme hacia adelante para escucharlo. Pero la sombra del viejo y un soplido nos alertaron de su presencia. Greg me empujó por reflejo, estábamos muy pegados, él aún en el suelo y yo con la cuchilla en la mano. El joven abrazando su brazo a la altura de su pecho y… extracto de flores y frutos rojos diseminados en el suelo como si fuera…
-¡Sangre! ¡Monstruo! ¿Qué has hecho?
La mirada asesina de Connor no dio lugar a dudas, nadie pudo hablar antes de que me tirara por la cabeza un cajón de madera y buscara algo más con qué matarme. No miré atrás. Ury salió corriendo, no sin antes tomar dos frasquitos con las ventosas. Un mal hábito de cuando huía, ya había visto el Väruk y el Osculum, quería llevárselos a la señora Darla y lo haría. Nadie me encontraría allí.
Salí por la puerta corriendo a toda la velocidad que me daban mis patitas. Tras de mí el viejo gritaba a todo pulmón.
-¡Asesina! ¡Ladrona!
Off: Subrayo cambio de día y la segunda complicación: "Se rompe algún estante y los productos caerán provocando daños a otro ayudante mujer u hombre de tu trabajo"
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
En esa época del año el sol tardaba mas en salir y las noches eran mas largas y oscuras. Wallace caminaba por las calles vacías, apenas algunos maleantes en los rincones, demasiado borrachos como para hacer algo. La posada no estaba lejos y el taller del alquimista estaba de camino. Con el estoque en mano, el brujo mantenía sus instintos al filo por si alguien o algo decidía atacarle. Se sentía observado, de eso no cabe duda. El hombre miró hacia los tejados, viendo como sombras se movían, algunas lo miraban fijamente. Animó el paso, no quería ser cena de vampiros esa noche, a demás, no había cogido un arma. Esa sensación de ser la presa le fue familiar.
En los pasillos del Nido, en un silencio tan solo atacado por el chispeo de las velas, el brujo camina lentamente, con el cuerpo levemente agazapado, a la defensiva. sabe que lo esta observando, siente sus ojos en él. Oye un siseo, el rascar de unas uñas en la madera. El hombre deja salir una risilla divertida mientras sentía como algo, o alguien se posaba detrás de él. Unas manos pasaron por su costado, acariciando su vientre y quedándose en su pecho, haciendo suspirar al hombre. Ella besó su espalda, y lo abrazó con fuerza
-Te pille....
Wallace se percató que se había quedado parado en medio de la calle con una sonrisa de bobalicón. Miró alrededor sabiendo que lo miraban y que seguramente alguien lo estaría tratando de loco. El pelirrojo suspiró con cierta melancolía. El taller estaba cerca, no debía llegar tarde a la posada tampoco....
- Asesina! Ladrona!
La voz de Connor, el hermano de Douglas asustó al brujo quien no pudo evitar ponerse en una postura de combate. Confuso por esos gritos a esas horas, Wallace retomó el paso, esta vez mas rápido, hacia el callejón donde estaba la entrada del taller. Al momento, antes de girar por la esquina, una figura menuda salió corriendo a toda velocidad. Wallace dió un paso para atrás para no chocar con y se dio cuenta de quien era: Ulareena. Con los ojos muy abiertos vió como huía con la voz de Connor detrás. Greg, el ayudante quien sujetaba a su jefe miró con preocupación al brujo.
- Se ha asustado! Connor pare! -lo sujetó con mas fuerza.-...ha sido un malentendido! -Wallace no tuvo que oír mas. Se ajustó el cinturón y salió corriendo detrás de la niña, pasando por delante de la posada, sin percatarse que los guardaespaldas del vampiro estaban justo fuera....
El brujo corría a buen ritmo, el rastro de la niña era fácil de seguir, iba dejando pisadas húmedas, cajas en el suelo...La niña era ágil y rápida y parecía que se estaba metiendo en los barrios mas afectados por los clanes vampiro. Wallace empezaba a ver demasiadas miradas rojizas en el ambiente, el peligro era cada vez mayor. Detrás de él pudo sentir como sus pisadas eran acompañadas por un par mas. Miró atrás y chasqueó la lengua al ver a esos malditos guardaespaldas detrás suyo, corriendo. Siendo vampiros podían alcanzarle, por que demonios no estaban yendo mas rápido? Wallace pasó al lado de unas cajas de cargamento y las tumbo hacia atrás para cortarles el paso o almenos hacérselo difícil. El brujo pudo ver a la niña de lejos y no dudo en llamar su nombre.
-Ulareena! Para! Soy Wallace!!! - Rugió mientras corría todo lo rápido que sabia y podía.- Demonios como corre! - Escuchó los siseos de los vampiros. Uno de ellos decidió atacarle primero, saltando por encima de el, espada en mano apuntando a su cabeza. Wallace dió un pequeño saltó hacia delante, rodando por el suelo, soltando el estoque, esquivando ese golpe. El hombre chocó contra unas cajas al igual que los vampiros dado que no les dio tiempo de frenar. Aprovechó que ambos estaban entretenidos sacándose telas por encima para levantarse y seguir corriendo- Mierda el estoque! Aaaah que le den! -jadeó el brujo mientras buscaba con la mirada a la niña. Se habían metido en un laberinto de callejones.- Mierda mierda mierda....Ulareena! - gritó, desesperado. Cogió un palo del suelo, no iba a ser una gran arma pero algo haría.
-No tienes escapatoria y esta claro que la niña pronto sera pasto de nuestros vecinos... vamos herrero, rindete...- Gruño uno de los vampiros, agotados de perseguirle. Wallace sujetó el palo como si se tratara de una espada y miro a su alrededor en busca de algo que mover con telekinesis.
-Ya tenéis la espada de vuestro amo, por que no volvéis por donde habéis venido y todos contentos eh?...-les dijo con tono burlón. No tenia tiempo para eso, debía librarse de ellos lo mas rápido posible.- Venga perros! No tengo toda la noche y pronto os tostareis al sol! - Los quería provocar para que se acercasen a él. Había visto una grúa con cajas apenas asegurada por una cuerda. Sus poderes no daban para mover la grúa pero si para romper la sujeción. Los vampiros se miraron entre ellos y asintieron.
-Has cavado tu propia tumba herrero asqueroso! - Rugió uno de ellos antes de abalanzarse contra él. Wallace tenia apenas unos segundos. Se tiró hacia atrás y con la mano apuntó hacia la cuerda, apretando los dedos como si sujetase algo invisible. Por suerte, la cuerda reventó a los pocos segundos dejando caer un buen grupo de cajas. El vampiro que se había quedado atrás intento alertar a su compañero pero no llegó a tiempo. El otro se paro en seco delante de Wallace, maldijo en alto y saltó hacia un lado para esquivar las cajas. Afortunadamente, algunas lo golpearon, en piernas brazos y cabeza dejándolo casi k.o, haría falta mas para matarlo, eso Wallace lo tenia claro.
El brujo retrocedió un poco, apartándose de la escena, cauteloso dado que el otro vampiro aún estaba en pie, entre el polvo y los escombros, levantado por la caída de las cajas. El vampiro del suelo jadeaba y se quejaba mientras intentaba salir de debajo de todo el montón de madera rota. El pelirrojo soltó el palo al suelo y sonrió con satisfacción.
- Brujo, chupasangre asqueroso... no solo herrero...- susurró mientras se limpiaba las manos en el pantalón. No estaba tan oxidado como se pensaba. Caminó hacia el fondo del callejón para huir por una de las callejuelas continuas cuando un silbido del aire lo avisó del peligro. Noto un dolor punzante en el brazo, un intenso y jodido dolor. El hombre soltó un jadeo y tubo que apoyarse en la pared mohosa dado que las piernas le fallaron. Se miró el brazo derecho para darse cuenta que tenia una pequeña daga en forma de aguja clavada justo en el musculo, atravesando su bíceps. La sangre corría por su brazo, goteando el suelo. No era buena señal en una ciudad plagada de vampiros. Gruñó, maldijo a los vampiros y miro hacia atrás. El que había sobrevivido estaba encima de todas las cajas, jadeando, con varias agujas en la mano. Wallace hizo una mueca de dolor. Maldita sea...pensó. El vampiro se disponía a lanzar otra y esta vez no fallaría. Wallace tragó saliva, debía pensar rápido.
En los pasillos del Nido, en un silencio tan solo atacado por el chispeo de las velas, el brujo camina lentamente, con el cuerpo levemente agazapado, a la defensiva. sabe que lo esta observando, siente sus ojos en él. Oye un siseo, el rascar de unas uñas en la madera. El hombre deja salir una risilla divertida mientras sentía como algo, o alguien se posaba detrás de él. Unas manos pasaron por su costado, acariciando su vientre y quedándose en su pecho, haciendo suspirar al hombre. Ella besó su espalda, y lo abrazó con fuerza
-Te pille....
Wallace se percató que se había quedado parado en medio de la calle con una sonrisa de bobalicón. Miró alrededor sabiendo que lo miraban y que seguramente alguien lo estaría tratando de loco. El pelirrojo suspiró con cierta melancolía. El taller estaba cerca, no debía llegar tarde a la posada tampoco....
- Asesina! Ladrona!
La voz de Connor, el hermano de Douglas asustó al brujo quien no pudo evitar ponerse en una postura de combate. Confuso por esos gritos a esas horas, Wallace retomó el paso, esta vez mas rápido, hacia el callejón donde estaba la entrada del taller. Al momento, antes de girar por la esquina, una figura menuda salió corriendo a toda velocidad. Wallace dió un paso para atrás para no chocar con y se dio cuenta de quien era: Ulareena. Con los ojos muy abiertos vió como huía con la voz de Connor detrás. Greg, el ayudante quien sujetaba a su jefe miró con preocupación al brujo.
- Se ha asustado! Connor pare! -lo sujetó con mas fuerza.-...ha sido un malentendido! -Wallace no tuvo que oír mas. Se ajustó el cinturón y salió corriendo detrás de la niña, pasando por delante de la posada, sin percatarse que los guardaespaldas del vampiro estaban justo fuera....
El brujo corría a buen ritmo, el rastro de la niña era fácil de seguir, iba dejando pisadas húmedas, cajas en el suelo...La niña era ágil y rápida y parecía que se estaba metiendo en los barrios mas afectados por los clanes vampiro. Wallace empezaba a ver demasiadas miradas rojizas en el ambiente, el peligro era cada vez mayor. Detrás de él pudo sentir como sus pisadas eran acompañadas por un par mas. Miró atrás y chasqueó la lengua al ver a esos malditos guardaespaldas detrás suyo, corriendo. Siendo vampiros podían alcanzarle, por que demonios no estaban yendo mas rápido? Wallace pasó al lado de unas cajas de cargamento y las tumbo hacia atrás para cortarles el paso o almenos hacérselo difícil. El brujo pudo ver a la niña de lejos y no dudo en llamar su nombre.
-Ulareena! Para! Soy Wallace!!! - Rugió mientras corría todo lo rápido que sabia y podía.- Demonios como corre! - Escuchó los siseos de los vampiros. Uno de ellos decidió atacarle primero, saltando por encima de el, espada en mano apuntando a su cabeza. Wallace dió un pequeño saltó hacia delante, rodando por el suelo, soltando el estoque, esquivando ese golpe. El hombre chocó contra unas cajas al igual que los vampiros dado que no les dio tiempo de frenar. Aprovechó que ambos estaban entretenidos sacándose telas por encima para levantarse y seguir corriendo- Mierda el estoque! Aaaah que le den! -jadeó el brujo mientras buscaba con la mirada a la niña. Se habían metido en un laberinto de callejones.- Mierda mierda mierda....Ulareena! - gritó, desesperado. Cogió un palo del suelo, no iba a ser una gran arma pero algo haría.
-No tienes escapatoria y esta claro que la niña pronto sera pasto de nuestros vecinos... vamos herrero, rindete...- Gruño uno de los vampiros, agotados de perseguirle. Wallace sujetó el palo como si se tratara de una espada y miro a su alrededor en busca de algo que mover con telekinesis.
-Ya tenéis la espada de vuestro amo, por que no volvéis por donde habéis venido y todos contentos eh?...-les dijo con tono burlón. No tenia tiempo para eso, debía librarse de ellos lo mas rápido posible.- Venga perros! No tengo toda la noche y pronto os tostareis al sol! - Los quería provocar para que se acercasen a él. Había visto una grúa con cajas apenas asegurada por una cuerda. Sus poderes no daban para mover la grúa pero si para romper la sujeción. Los vampiros se miraron entre ellos y asintieron.
-Has cavado tu propia tumba herrero asqueroso! - Rugió uno de ellos antes de abalanzarse contra él. Wallace tenia apenas unos segundos. Se tiró hacia atrás y con la mano apuntó hacia la cuerda, apretando los dedos como si sujetase algo invisible. Por suerte, la cuerda reventó a los pocos segundos dejando caer un buen grupo de cajas. El vampiro que se había quedado atrás intento alertar a su compañero pero no llegó a tiempo. El otro se paro en seco delante de Wallace, maldijo en alto y saltó hacia un lado para esquivar las cajas. Afortunadamente, algunas lo golpearon, en piernas brazos y cabeza dejándolo casi k.o, haría falta mas para matarlo, eso Wallace lo tenia claro.
El brujo retrocedió un poco, apartándose de la escena, cauteloso dado que el otro vampiro aún estaba en pie, entre el polvo y los escombros, levantado por la caída de las cajas. El vampiro del suelo jadeaba y se quejaba mientras intentaba salir de debajo de todo el montón de madera rota. El pelirrojo soltó el palo al suelo y sonrió con satisfacción.
- Brujo, chupasangre asqueroso... no solo herrero...- susurró mientras se limpiaba las manos en el pantalón. No estaba tan oxidado como se pensaba. Caminó hacia el fondo del callejón para huir por una de las callejuelas continuas cuando un silbido del aire lo avisó del peligro. Noto un dolor punzante en el brazo, un intenso y jodido dolor. El hombre soltó un jadeo y tubo que apoyarse en la pared mohosa dado que las piernas le fallaron. Se miró el brazo derecho para darse cuenta que tenia una pequeña daga en forma de aguja clavada justo en el musculo, atravesando su bíceps. La sangre corría por su brazo, goteando el suelo. No era buena señal en una ciudad plagada de vampiros. Gruñó, maldijo a los vampiros y miro hacia atrás. El que había sobrevivido estaba encima de todas las cajas, jadeando, con varias agujas en la mano. Wallace hizo una mueca de dolor. Maldita sea...pensó. El vampiro se disponía a lanzar otra y esta vez no fallaría. Wallace tragó saliva, debía pensar rápido.
offrol: 3er conflicto *Alguien vendrá a asaltarte y sufrirás alguna herida que necesitará atención.
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Ury no se había dado cuenta que la noche bajaba sobre ella con su gran manto. Estaba en problemas, podía sentirlo en la punta de mis tentáculos. Corría a todo lo que me daban las patitas y aunque nunca fui muy veloz, sentía que nunca lo había hecho mejor en mi vida. Empecé a esquivar personas en la calle, estaba tan asustada que todos me daban miedo. Podían ser esbirros de mi abuelo, la guardia, alguno de los hermanos o un mismísimo vampiro. Ury estuchó su nombre, pero nadie con buenas intenciones podría llamar. Agazapé los tentáculos para que no hicieran aire y seguí, imaginándome como una bala surcando el cielo.
Buscaba la casa de la chimenea con flor de lis, levantar la cabeza era como abrir las velas en el mar, detenía mi carrera. Lo más peor fue ver a un monstruo correr detrás de mí, tenía serpientes como pelo, era enorme y gritaba mi nombre -Noneeeees nonononnnn vete veeeeteeeee- gritaba Ury con lagrimillas en los ojos, la calle se terminaba y no veía la casa del final. -Darla Darla- me metí a un callejón, la persona que me seguía parecía tener un séquito. Ury puso tentáculo dos alrededor de su cuello como si fuese una bufanda, su cuello estaría lo más resguardado posible.
-¿Wallace?- dijo el capitán gato a mi oído su voz era como me sentía. - No puede ser. Wallace está lejos- Le reñí, saliendo de entre unas cajas que me servían para esconder. Asomé mis jojitos apenitas, aplastando tentáculos y pelo para hacerme chatita, lo más invisible posible. Ury usó su camusión para mirar. Habían personas luchando. Me tapé la boca con las dos manos cuando Ury confirmó que realmente se trataba del hombre bestia hombre. ¡Wallace era fuerte! Varias veces cerré mis ojitos y volvía a abrir uno para asegurarme de que seguía bien. Cuando las cajas cayeron sobre las personas malas, Ury se mordió la lengua. Miré hacia los techos para ver quién ayudaba al hombre bestia hombre, pero no vi a nadie. Quería que esa persona siguiera ayudando con su magia a Wallace, pero no volvió a aparecer y las cosas se ponían del color de las hormiguitas.
Usando la camusión* y sus tentáculos, Ury llegó donde el vampiro malo en lo alto de las cajas. Estaba tan concentrado en Wallace que no me sintió llegar hasta que por puro enojo salté sobre él con todos mis tentáculos abiertos en un ataque de frenesí*, pero Ury calculó mal y se pasó de fuerza, en vez de clavarle el arpón*, volé por encima de él. De no ser por el momento, hubiera sido casi divertido. Ury nunca había sentido tanta fuerza en su cuerpecito calamaresco. Con los tentáculos más cercanos, me agarré de la cabeza del vampiro, que con sorpresa trastabilló de lo alto de las cajas, cayendo junto conmigo.
Cuando volví en mí, me sentía apretada. Luché por liberarme, vi al hombre bestia hombre herido, pero que intentaba atraparme. Así que le pegué una patada en su tobillo y salí corriendo hacia la casa del final de la calle que estaba tan cerca que parecía un milagro. -¡Darla Croyden! ¡Darla Coyden!- grité, esperando que ella abriera la puerta para dejarme entrar. Ury no quería mirar atrás, estaba muerta de cansancio. Ury sólo quería ver a Darla y sentarse en un lugar calientito. Llegando a los primeros escalones, la puerta cedió y Ury se tiró dentro como si su vida dependiese de ello.
Off: Algunas explicaciones... La idea es que Ury corre de Wallace creyéndolo un monstruo. Usa sus habilidades de combate, el frenesí apenas utilizado para aumentar su fuerza. Y… lo siento por golpearte (¿) en realidad no xD. Siria me sugirió que te pateara y fue divertido xD de nada <3 <3 fue una patada con amor Wally. Puedes seguir corriendo tras de mi, te espero en la casa con Darla para curarte
Buscaba la casa de la chimenea con flor de lis, levantar la cabeza era como abrir las velas en el mar, detenía mi carrera. Lo más peor fue ver a un monstruo correr detrás de mí, tenía serpientes como pelo, era enorme y gritaba mi nombre -Noneeeees nonononnnn vete veeeeteeeee- gritaba Ury con lagrimillas en los ojos, la calle se terminaba y no veía la casa del final. -Darla Darla- me metí a un callejón, la persona que me seguía parecía tener un séquito. Ury puso tentáculo dos alrededor de su cuello como si fuese una bufanda, su cuello estaría lo más resguardado posible.
-¿Wallace?- dijo el capitán gato a mi oído su voz era como me sentía. - No puede ser. Wallace está lejos- Le reñí, saliendo de entre unas cajas que me servían para esconder. Asomé mis jojitos apenitas, aplastando tentáculos y pelo para hacerme chatita, lo más invisible posible. Ury usó su camusión para mirar. Habían personas luchando. Me tapé la boca con las dos manos cuando Ury confirmó que realmente se trataba del hombre bestia hombre. ¡Wallace era fuerte! Varias veces cerré mis ojitos y volvía a abrir uno para asegurarme de que seguía bien. Cuando las cajas cayeron sobre las personas malas, Ury se mordió la lengua. Miré hacia los techos para ver quién ayudaba al hombre bestia hombre, pero no vi a nadie. Quería que esa persona siguiera ayudando con su magia a Wallace, pero no volvió a aparecer y las cosas se ponían del color de las hormiguitas.
Usando la camusión* y sus tentáculos, Ury llegó donde el vampiro malo en lo alto de las cajas. Estaba tan concentrado en Wallace que no me sintió llegar hasta que por puro enojo salté sobre él con todos mis tentáculos abiertos en un ataque de frenesí*, pero Ury calculó mal y se pasó de fuerza, en vez de clavarle el arpón*, volé por encima de él. De no ser por el momento, hubiera sido casi divertido. Ury nunca había sentido tanta fuerza en su cuerpecito calamaresco. Con los tentáculos más cercanos, me agarré de la cabeza del vampiro, que con sorpresa trastabilló de lo alto de las cajas, cayendo junto conmigo.
Cuando volví en mí, me sentía apretada. Luché por liberarme, vi al hombre bestia hombre herido, pero que intentaba atraparme. Así que le pegué una patada en su tobillo y salí corriendo hacia la casa del final de la calle que estaba tan cerca que parecía un milagro. -¡Darla Croyden! ¡Darla Coyden!- grité, esperando que ella abriera la puerta para dejarme entrar. Ury no quería mirar atrás, estaba muerta de cansancio. Ury sólo quería ver a Darla y sentarse en un lugar calientito. Llegando a los primeros escalones, la puerta cedió y Ury se tiró dentro como si su vida dependiese de ello.
Off: Algunas explicaciones... La idea es que Ury corre de Wallace creyéndolo un monstruo. Usa sus habilidades de combate, el frenesí apenas utilizado para aumentar su fuerza. Y… lo siento por golpearte (¿) en realidad no xD. Siria me sugirió que te pateara y fue divertido xD de nada <3 <3 fue una patada con amor Wally. Puedes seguir corriendo tras de mi, te espero en la casa con Darla para curarte
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Wallace pensó que allí acababa su viaje, asesinado por un vampiro. No era el tipo de muerte que había deseado, ni mucho menos. Siempre había imaginado su fin en medio de una batalla, rodeado de camaradas o incluso algo mas pacifico, en la cama, con pelo canoso y su mano agarrada a la de sus hijos, por que quería tener muchos. Y con ella, solo con ella. En ese momento, todo le parecía ir a un ritmo lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo, con ese vampiro delante suyo apunto de lanzar otra aguja. Wallace parpadeo muy lento y luego cerró los ojos, dedicando sus últimos pensamientos a Ébano, a su hijo Seth, a todos sus seres queridos.
Ese hubiera sido un trágico final pero no era su momento. El ruido de un choque y el grito del vampiro le abrió los ojos que se abrieron aun mas al ver la escena. Ulareena había aparecido de la nada, saltando encima de la criatura, cegándole con los tentáculos, distrayéndole. La situación era tan surrealista que el brujo no pudo evitar sonreír, entre mueca y mueca de dolor. El brazo sangrante empezaba a dormirse y eso no era buena señal. Jadeante, el brujo se acercó a ella, intentando cogerla para, no solo llevársela sino también para que lo ayudase dado que las piernas empezaban a fallarle. El ojo bueno empezaba a flojear. La situación no había mejorado. Mucho menos aun cuando de repente, el pobre pelirrojo recibió gratuitamente una patada en el tobillo, que, aunque no fue con mucha fuerza, lo desequilibró, haciéndole caer sobre sus rodillas, apoyándose del brazo bueno.
-Dios! Ularrena que coj....- bufó de dolor y cabreo pero no le dio tiempo ha reñirle dado que otra vez, la cria huyó. Gracias a dios pudo ver como se adelantaba hacia un caserón al final de esa estrecha calle. Ahora el brujo solo debía intentar no desmayarse del dolor y llegar a esa dichosa puerta.-....me cago en todo lo cagable y mas...-murmuró, arrastrándose casi, sudando y sangrando.-...me cago en esa niña y en todos los calamares del mar....-unos pasos mas y estaría allí. Mentira, pero debía auto-engañarse para no morir por el camino. El hormigueó del brazo había desaparecido, ya no lo sentía. El pelirrojo se arrastraba con las piernas y el brazo, haciéndose daño en los dedos.-....la mato, yo la mato....- sus gruñidos eran susurros de cansancio. Debía mantener la boca cerrada. Cuando iba a avanzar un poco mas, algo le agarro del pie. El brujo se giro de golpe y vió, maldiciendo todo lo posible, al vampiro enganchado a el. El muy patán había salido de debajo de los escombros pero no podía mover las piernas.-...hijo de puta...-El vampiro intentó incarle el diente en la pierna pero la bota de Wallace se puso en medio, dándole un buen golpe en los dientes, repetidamente.- Suéltame...- patada.- Hijo de...- otra mas, un diente menos.- la gran puta y...- empezaba a ver sangre en su nariz.- todos tus muertos a caballo! - En un ultimo golpe, con el tobillo duro de la bota, le hundió la nariz y el tabique, dejándolo tieso. Wallace, jadeante y con dolor en todo el cuerpo no se lo pensó dos veces. Arrancó de cuajo la aguja de su cuerpo y la clavo desmesuradamente en la nuca del vampiro. Nunca esta de mas hacer una ultima comprobación, huh?
El brujo seguía arrastrándose, el camino se le hizo mayor dado que la herida ahora sangraba sin tapón, sin nada que lo impidiera. Intentó vendarse con las telas que habían caído del cargamento pero estaba tan cansado que habia decidido intentar llegar a la casa. Sus fuerzas se estaban disipando. Habia conseguido llegar a los escalones del caserón, subiéndolos como pudo, gruñendo, jadeando. Se quedo recostado en los peldaños, mirando la puerta con el ojo bueno nublado del dolor que sentía. La vista volvía a nublarse, debía hacer algo para llamar la atención de los dueños del caserío. Alzó el brazo bueno, apuntando hacia el llamador de hierro que colgaba del centro de la puerta. Concentró las ultimas energías que le tocaban en moverlo....
Ese hubiera sido un trágico final pero no era su momento. El ruido de un choque y el grito del vampiro le abrió los ojos que se abrieron aun mas al ver la escena. Ulareena había aparecido de la nada, saltando encima de la criatura, cegándole con los tentáculos, distrayéndole. La situación era tan surrealista que el brujo no pudo evitar sonreír, entre mueca y mueca de dolor. El brazo sangrante empezaba a dormirse y eso no era buena señal. Jadeante, el brujo se acercó a ella, intentando cogerla para, no solo llevársela sino también para que lo ayudase dado que las piernas empezaban a fallarle. El ojo bueno empezaba a flojear. La situación no había mejorado. Mucho menos aun cuando de repente, el pobre pelirrojo recibió gratuitamente una patada en el tobillo, que, aunque no fue con mucha fuerza, lo desequilibró, haciéndole caer sobre sus rodillas, apoyándose del brazo bueno.
-Dios! Ularrena que coj....- bufó de dolor y cabreo pero no le dio tiempo ha reñirle dado que otra vez, la cria huyó. Gracias a dios pudo ver como se adelantaba hacia un caserón al final de esa estrecha calle. Ahora el brujo solo debía intentar no desmayarse del dolor y llegar a esa dichosa puerta.-....me cago en todo lo cagable y mas...-murmuró, arrastrándose casi, sudando y sangrando.-...me cago en esa niña y en todos los calamares del mar....-unos pasos mas y estaría allí. Mentira, pero debía auto-engañarse para no morir por el camino. El hormigueó del brazo había desaparecido, ya no lo sentía. El pelirrojo se arrastraba con las piernas y el brazo, haciéndose daño en los dedos.-....la mato, yo la mato....- sus gruñidos eran susurros de cansancio. Debía mantener la boca cerrada. Cuando iba a avanzar un poco mas, algo le agarro del pie. El brujo se giro de golpe y vió, maldiciendo todo lo posible, al vampiro enganchado a el. El muy patán había salido de debajo de los escombros pero no podía mover las piernas.-...hijo de puta...-El vampiro intentó incarle el diente en la pierna pero la bota de Wallace se puso en medio, dándole un buen golpe en los dientes, repetidamente.- Suéltame...- patada.- Hijo de...- otra mas, un diente menos.- la gran puta y...- empezaba a ver sangre en su nariz.- todos tus muertos a caballo! - En un ultimo golpe, con el tobillo duro de la bota, le hundió la nariz y el tabique, dejándolo tieso. Wallace, jadeante y con dolor en todo el cuerpo no se lo pensó dos veces. Arrancó de cuajo la aguja de su cuerpo y la clavo desmesuradamente en la nuca del vampiro. Nunca esta de mas hacer una ultima comprobación, huh?
El brujo seguía arrastrándose, el camino se le hizo mayor dado que la herida ahora sangraba sin tapón, sin nada que lo impidiera. Intentó vendarse con las telas que habían caído del cargamento pero estaba tan cansado que habia decidido intentar llegar a la casa. Sus fuerzas se estaban disipando. Habia conseguido llegar a los escalones del caserón, subiéndolos como pudo, gruñendo, jadeando. Se quedo recostado en los peldaños, mirando la puerta con el ojo bueno nublado del dolor que sentía. La vista volvía a nublarse, debía hacer algo para llamar la atención de los dueños del caserío. Alzó el brazo bueno, apuntando hacia el llamador de hierro que colgaba del centro de la puerta. Concentró las ultimas energías que le tocaban en moverlo....
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Tras la puerta ornada había una señora con un uniforme, así, como lo habían en la casa del abuelo de Ulareena. -Darla Darla- pedí con lo que quedaba de mis pulmones. Ury sabía que estaba hecha un desastre, pero a juzgar por la cara de la criada en breve sería echada nuevamente de la casa. -¡Quiero ver a la señorita Darla!- patee el suelo con impaciencia, ya casi que podía sentir la escoba de la mujer echándome como un gato de la calle.
-¿Pero qué es todo este escándalo?
La voz por encima de las escaleras precedió la aparición de la persona a la que estaba buscando. Feliz, esquivé a la señora del servicio y alcancé a mi Darla que hoy estaba con un vestido azul de mar. -¡Darla!- le llamé mientras le abrazaba, pero la reacción de ella estuvo toda mal.
-¿Quién es esta niña? -Preguntó a la criada, apartándome sin siquiera mirarme.
-Mi invitada, Ulareena. ¿No es cierto preciosa?-
Ury estaba viendo doble de nuevo. Darla tenía el mismo vestido del día anterior, ese color rosa-rojo tan particular, y la misma cara de buena. Hice que sí como mil veces y la abracé con todos mis tentaculitos.
-Darla… como me entere que-
La amenaza que se estaba formando en la garganta de la versión azul de Darla se apagó con el sonido de la puerta; alguien llamaba. La criada se atusó el delantal blanco y la versión malosa de mi amiga me miró con cara acusadora, como si yo fuera una anguila de mar con espinas o algo. Ury se apartó un poquito de su Darla, observándola y buscando heridas visibles del ataque de la noche anterior pero no parecía tener nada de cuidado. Ella me devolvió una mirada reaseguradora y me guiñó un jojo. Le sonreí con todos mis dientes, levantando mis tentáculos de felicidad.
- ¡Señora Croyden!
La voz alarmada de la criada hizo que ambas señoras corrieran hacia la puerta. La de azul pareció reconocer al hombre bestia hombre. -¡Wallace-McGregor!- agregó la de azul. Intercambiamos miradas.
-Entrémosle. Pueden haber más-
Ury miró al vampiro con la nariz rota y le dio una patada en su cabeza vengativamente. Iba a darle otra, pero mejor se puso a ayudar a la señoras levantándole una pierna al hombre bestia hombre. Habiendo puesto al rotito de Wallace sobre un sofá que parecía de lo más cómodo, la hermana de azul comenzó a dar órdenes como si fuese un general.
-Señora Ulrich, diríjase donde la Señora Kent y pídale que envíe un elfo sanador, luego diríjase a la herrería del señor Douglas e infórmele de lo que sucede. No debo recordarle que debe ir con cuidado. Tome una daga y mi sello. ¡Corra!
La vieja parecía una anémona de mar en la tierra intentando apurarse bajo tanta enagua. Wallace estaba sudando, había algo que no era normal, había intentado vendarse, era claro. -Iré por agua limpia, trapos y vendas. Hay que limpiarle y detener el sangrado.-
Las dos hermanas parecían moverse en sincronía. Comencé a quitarle la ropa a Wallace, además de lo feo que estaba no mostraba más signos de ser un hombre bestia. ¿Sería un humano? No importaba. Empezamos a limpiar y a ponerle compresas para bajar una fiebre ridículamente alta. -Esto no es normal, ¿por qué demora tanto el elfo?- la general era dura, pero tenía buen corazón. Darla le tomó de las manos -Parece veneno.-
-¿Veneno?
Atrás del marco de una puerta apareció un viejo como el conejo del sombrero de los magos. Estaba tan pero tan anciano que parecía una pasa con patas, y era tan encorvado como una banana vieja. Su bastón temblaba bajo su peso, sudaba como si el mar saliera de su piel.
-¡Padre! No debería de estar aquí…
-Nada que hacer. Padre, ¿podemos hacer algo?
- Detengan el sangrado. Niña, ven conmigo a la despensa
Caminar como diez metros parecía tomar siglos. El anciano se había agarrado de uno de los tentáculos de Ury que ahora parecía más un pedazo de soga muerta que una parte viva de mí. Ury tenía que ser fuerte.
-Buscamos… ¿cómo se llamaba?...
-Sí sí, ¿qué buscamos?
- Esta vejez…
-¿Buscamos vejez?
-No niña. Buscamos el extracto de una flor
Ury no tenía paciencia para el anciano. Ury quería tomarle la mano a Wallace y no estar en una despensa con olor a moho con un viejo ido. Ury no era una nana.
-¿Cómo no lo sabes? ¡Todos tendrían que saberlo!
-¿Saber qué?
-El nombre claro. Queremos curar un envenenamiento. Es mi tesoro
Los ojos de Ury se cruzaron en sus cuencas y me llevé una mano a la frente. El papá no se lo hacía fácil a la Ulacalamarezca. ¿Un tesoro?.
- ¿La flor que cura y que mata? ¡Pero es muy rara!- Nadie tenía ese tipo de cosas en su casa. Además, se decía que sólo los elfos podían usarla. Ury dejó al viejo sosteniéndose en un taburete y empezó a revolver entre los incontables viales y frascos. ¿Sería posible? Pero ¿quién la iba a preparar? Los ojos tan viejos del padre parecían más bien castañas viejas. No sería capaz de hacer una poción ¿qué poción? No podría ni encontrar el caldero.
Los tentáculos levantaban todos los frascos, si era un extracto tenía que estar en algo pequeñito, de vidrio… y tal vez envuelto en madera. Un alquimista cuerdo haría eso.
- Extracto de Osaris leí, tras abrir una caja de madera que parecía más vieja que toda Ury. Envuelta en un paño de cuero curtido estaba el vial. Realmente era un tesoro. Ury corrió con el frasco donde el viejo, pero él me despachó rápidamente.
-¡Al elfo!
-¿Qué elfo? pregunté a lo percebe, con la boca semi abierta.
-El elfo sanador, por supuesto Ulareena. Ven. Nos espera en la cocina, tenemos todo listo. No hay tiempo que perder
Ury no se acostumbraba a ver a los elfos. Este era particularmente hermoso. Con sólo una gota en el humeante caldero y unas palabras que Ury no entendió, el contenido de la olla que antes se veía todo viscoso se volvió transparente como el agua.
-Ulareena ¡Alcánzale esto!
Y Ury tuvo que usar todos sus tentáculos para atrapar a tiempo en el aire una especie de jarra con dibujos extraños. Había visto dibujos así en los libros de Laureen… eran… ¿Arcaninos?... El elfo siguió pronunciando palabras como para él, sacó el cuenco lleno por la mitad y caminó concentrado hacia Wally que ya parecía más muerto que vivo. Ury juntó sus manitas a la altura del pecho como había visto a su abuela muchas veces antes de decir una plegaria. Entonces el elfo tomó a Wallace y en vez de echarle la poción en el brazo intentó dársela a tomar. Pero estaba más del otro lado que de éste. Sin siquiera pestañear, se llevó la poción a sus labios y pareció besar a Wallace.
-Le está dando a beber la poción Ulareena
La aclaración de Darla llegó a tiempo. Ury se destapó sus ojitos, sentía que su rostro le quemaba las manitos de la vergüenza. ¡El elfo había besado a Wallace! ¡Wallace ya no se podía casar! Ury se prometió en ese momento siempre estar cerca de Wallace para cuidarlo.
El elfo se fue casi que enseguida. Parecía muy seguro de sus habilidades… Ury sólo sabía que tenía un gran dolor de cabeza. Ni siquiera me interesaba mantener mis tentaculosos tentáculos bajo control. Me quedé el resto de la noche cambiándole los paños de agua de su frente y tomando su mano gigantesca. -Wallace es fuerte. Ulareena se va a encargar de encontrar una buena esposa para Wallace. Ese elfo se va a arrepentir de robarle s castidad a mi Wallace puhpuhpuh-
-¿Pero qué es todo este escándalo?
La voz por encima de las escaleras precedió la aparición de la persona a la que estaba buscando. Feliz, esquivé a la señora del servicio y alcancé a mi Darla que hoy estaba con un vestido azul de mar. -¡Darla!- le llamé mientras le abrazaba, pero la reacción de ella estuvo toda mal.
-¿Quién es esta niña? -Preguntó a la criada, apartándome sin siquiera mirarme.
-Mi invitada, Ulareena. ¿No es cierto preciosa?-
Ury estaba viendo doble de nuevo. Darla tenía el mismo vestido del día anterior, ese color rosa-rojo tan particular, y la misma cara de buena. Hice que sí como mil veces y la abracé con todos mis tentaculitos.
-Darla… como me entere que-
La amenaza que se estaba formando en la garganta de la versión azul de Darla se apagó con el sonido de la puerta; alguien llamaba. La criada se atusó el delantal blanco y la versión malosa de mi amiga me miró con cara acusadora, como si yo fuera una anguila de mar con espinas o algo. Ury se apartó un poquito de su Darla, observándola y buscando heridas visibles del ataque de la noche anterior pero no parecía tener nada de cuidado. Ella me devolvió una mirada reaseguradora y me guiñó un jojo. Le sonreí con todos mis dientes, levantando mis tentáculos de felicidad.
- ¡Señora Croyden!
La voz alarmada de la criada hizo que ambas señoras corrieran hacia la puerta. La de azul pareció reconocer al hombre bestia hombre. -¡Wallace-McGregor!- agregó la de azul. Intercambiamos miradas.
-Entrémosle. Pueden haber más-
Ury miró al vampiro con la nariz rota y le dio una patada en su cabeza vengativamente. Iba a darle otra, pero mejor se puso a ayudar a la señoras levantándole una pierna al hombre bestia hombre. Habiendo puesto al rotito de Wallace sobre un sofá que parecía de lo más cómodo, la hermana de azul comenzó a dar órdenes como si fuese un general.
-Señora Ulrich, diríjase donde la Señora Kent y pídale que envíe un elfo sanador, luego diríjase a la herrería del señor Douglas e infórmele de lo que sucede. No debo recordarle que debe ir con cuidado. Tome una daga y mi sello. ¡Corra!
La vieja parecía una anémona de mar en la tierra intentando apurarse bajo tanta enagua. Wallace estaba sudando, había algo que no era normal, había intentado vendarse, era claro. -Iré por agua limpia, trapos y vendas. Hay que limpiarle y detener el sangrado.-
Las dos hermanas parecían moverse en sincronía. Comencé a quitarle la ropa a Wallace, además de lo feo que estaba no mostraba más signos de ser un hombre bestia. ¿Sería un humano? No importaba. Empezamos a limpiar y a ponerle compresas para bajar una fiebre ridículamente alta. -Esto no es normal, ¿por qué demora tanto el elfo?- la general era dura, pero tenía buen corazón. Darla le tomó de las manos -Parece veneno.-
-¿Veneno?
Atrás del marco de una puerta apareció un viejo como el conejo del sombrero de los magos. Estaba tan pero tan anciano que parecía una pasa con patas, y era tan encorvado como una banana vieja. Su bastón temblaba bajo su peso, sudaba como si el mar saliera de su piel.
-¡Padre! No debería de estar aquí…
-Nada que hacer. Padre, ¿podemos hacer algo?
- Detengan el sangrado. Niña, ven conmigo a la despensa
Caminar como diez metros parecía tomar siglos. El anciano se había agarrado de uno de los tentáculos de Ury que ahora parecía más un pedazo de soga muerta que una parte viva de mí. Ury tenía que ser fuerte.
-Buscamos… ¿cómo se llamaba?...
-Sí sí, ¿qué buscamos?
- Esta vejez…
-¿Buscamos vejez?
-No niña. Buscamos el extracto de una flor
Ury no tenía paciencia para el anciano. Ury quería tomarle la mano a Wallace y no estar en una despensa con olor a moho con un viejo ido. Ury no era una nana.
-¿Cómo no lo sabes? ¡Todos tendrían que saberlo!
-¿Saber qué?
-El nombre claro. Queremos curar un envenenamiento. Es mi tesoro
Los ojos de Ury se cruzaron en sus cuencas y me llevé una mano a la frente. El papá no se lo hacía fácil a la Ulacalamarezca. ¿Un tesoro?.
- ¿La flor que cura y que mata? ¡Pero es muy rara!- Nadie tenía ese tipo de cosas en su casa. Además, se decía que sólo los elfos podían usarla. Ury dejó al viejo sosteniéndose en un taburete y empezó a revolver entre los incontables viales y frascos. ¿Sería posible? Pero ¿quién la iba a preparar? Los ojos tan viejos del padre parecían más bien castañas viejas. No sería capaz de hacer una poción ¿qué poción? No podría ni encontrar el caldero.
Los tentáculos levantaban todos los frascos, si era un extracto tenía que estar en algo pequeñito, de vidrio… y tal vez envuelto en madera. Un alquimista cuerdo haría eso.
- Extracto de Osaris leí, tras abrir una caja de madera que parecía más vieja que toda Ury. Envuelta en un paño de cuero curtido estaba el vial. Realmente era un tesoro. Ury corrió con el frasco donde el viejo, pero él me despachó rápidamente.
-¡Al elfo!
-¿Qué elfo? pregunté a lo percebe, con la boca semi abierta.
-El elfo sanador, por supuesto Ulareena. Ven. Nos espera en la cocina, tenemos todo listo. No hay tiempo que perder
Ury no se acostumbraba a ver a los elfos. Este era particularmente hermoso. Con sólo una gota en el humeante caldero y unas palabras que Ury no entendió, el contenido de la olla que antes se veía todo viscoso se volvió transparente como el agua.
-Ulareena ¡Alcánzale esto!
Y Ury tuvo que usar todos sus tentáculos para atrapar a tiempo en el aire una especie de jarra con dibujos extraños. Había visto dibujos así en los libros de Laureen… eran… ¿Arcaninos?... El elfo siguió pronunciando palabras como para él, sacó el cuenco lleno por la mitad y caminó concentrado hacia Wally que ya parecía más muerto que vivo. Ury juntó sus manitas a la altura del pecho como había visto a su abuela muchas veces antes de decir una plegaria. Entonces el elfo tomó a Wallace y en vez de echarle la poción en el brazo intentó dársela a tomar. Pero estaba más del otro lado que de éste. Sin siquiera pestañear, se llevó la poción a sus labios y pareció besar a Wallace.
-Le está dando a beber la poción Ulareena
La aclaración de Darla llegó a tiempo. Ury se destapó sus ojitos, sentía que su rostro le quemaba las manitos de la vergüenza. ¡El elfo había besado a Wallace! ¡Wallace ya no se podía casar! Ury se prometió en ese momento siempre estar cerca de Wallace para cuidarlo.
El elfo se fue casi que enseguida. Parecía muy seguro de sus habilidades… Ury sólo sabía que tenía un gran dolor de cabeza. Ni siquiera me interesaba mantener mis tentaculosos tentáculos bajo control. Me quedé el resto de la noche cambiándole los paños de agua de su frente y tomando su mano gigantesca. -Wallace es fuerte. Ulareena se va a encargar de encontrar una buena esposa para Wallace. Ese elfo se va a arrepentir de robarle s castidad a mi Wallace puhpuhpuh-
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Wallace sintió una corriente de aire frió en su rostro. Abrió los ojos como si hubiera dormido durante horas, con el cuerpo entumecido y la cabeza dándole vueltas. El brujo buscó un punto de apoyo, encontrando una áspera pared de piedra mohosa. No recordaba estar en un sitio así. Sus ojos se adecuaron a la poca luz dándose cuenta que estaba en un lugar completamente diferente a Lunargentea y el barrio de los talleres.
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El arco de piedra era alto y lleno de vegetación. Su superficie había sido erosionada por el viento y el tiempo. A pesar de estar rodeado de verde, el ambiente era frió, oscuro. Wallace acarició la piedra y miró a su alrededor.
-Hola?...- la voz del brujo sonó eco, casi vacía, lejana. Subió por los antiguos peldaños y se paró en seco al ver una figura. Un elfo? El pelirrojo buscó instintivamente su arma pero sin suerte.-...Quien eres?...-le preguntó con cautela, desconfiando, preparando el cuerpo por si acaso la cosa se volvía violenta. El individuo se giró hacia él, con una sonrisa dulce, casi compasiva. Parecía tan delicado que si Wallace soplase se rompería.-...Donde....estoy?...-la segunda pregunta del brujo hizo sonreír aun mas al individuo. Este miró hacia los arboles, sus hojas y el sol que pasaba entre ellas.
-No deberías estar aquí aún... lo sabes, no? - su voz aterciopelada y dulce como la miel golpeó al hombre como un martillo en el mismo corazón. Lo reconoció, alzó el brazo para alcanzarle y agarrarlo, pero se desvaneció.
-Kalle...! - no pudo acabar. Un fuerte golpe de frio lo tumbo hacia atrás, haciendo desaparecer todo a su alrededor. El brujo empezó a caer y caer en una oscuridad engullidora...
- Vamos muchacho! No te vayas ahora!
-Wallace!
El brujo abrió los ojos doloridos durante unos segundos, suficiente para poder vislumbrar rostros conocidos, con el pulso a cien. Después, el cansancio lo venció, desmayándose de nuevo...
-Unas horas antes-
Douglas entró en la casa, jadeando por la carrera, sudando. Las criadas lo guiaron hasta donde tenían al brujo, tumbado, igual de jadeante que el anciano herrero. El viejo se arrodilló, cogiendo la fuerte mano del pelirrojo, estrechándola. Observó como una de las criadas limpiaba la herida del brazo, que supuraba. El elfo curandero estaba sentado en el suelo, meditando, frente a Wallace, como si estuviera en trance.
- Que?...que esta haciendo?...- el viejo miró a Ulareena buscando respuestas y a las señoras Croyden. Una de las criadas puso la mano en el hombro del anciano.
- Está con él, entre la muerte y la vida, lo esta recuperando o eso nos ha dicho....s-se conocen...-el anciano no lo dudaba, Wallace había recorrido tierras y mares de que era joven, tenia amigos y enemigos por igual. El herrero asintió, un poco mas aliviado. La criada que estaba lavando al hombre aparto la mano de repente. Douglas retiró su mano instintivamente también.
-Auch! E-esta ardiendo! - Se frotó la mano con los ojos como platos.- e-esto no es normal....-Douglas sonrió, soltó un suspiro y se cogió uno de los paños, lo mojó y lo pasó por la frente del brujo. Al instante el agua se evaporó, dejando salir humo de su piel.
- Eso es bueno....esta volviendo en si...-observó con curiosidad la confusión de la gente de la sala. La única persona que parecía saber de lo que hablaba era la señora Croyden de rosa.-....Wallace es un brujo...de esos que levantan cosas y bueno....cosas de brujos...-explicó mientras se levantaba y se crujía la espalda.-...Ulareena...mi hermano...- se acercó a ella, mirándola a los ojos en busca del perdón de la niña.-....quiere disculparse... me lo he encontrado y creo que habido un malentendido... es demasiado orgulloso como para decírtelo a la cara pero.... siempre seras bienvenida en su taller....- se agachó y acarició los tentáculos sin perder la sonrisa.-...y gracias por cuidar de Wallace.... me han dicho que has ayudado mucho, buen trabajo.- dicho eso, el anciano se sentó en uno de lo sillones a esperar. El caserón volvió a la normalidad, las criadas siguieron haciendo su trabajo mientras que en la sala, el elfo seguía con Wallace, bajo la atenta mirada de Douglas. Este miró a la señora Croyden de rosa, pensativo y luego dirigió sus ojos a Ulareena.
-Gracias... creo que a el le gustara ver donde va a despertar...- no pudo evitar bromear ante la sonrisilla tímida de la señora Croyden. El viejo suspiro, agotado y cerró los ojos para dormir un poco, lo necesitaba.
El elfo abrió los ojos de golpe. Estaba solo con Wallace en el salón, quien respiraba tranquilamente, dormido. Había conseguido estabilizarlo. En el sillón de al lado estaba Douglas durmiendo, igual de tranquilo. El elfo no dijo nada, se levantó y acarició la mejilla barbuda del brujo, con una leve sonrisa melancólica.
- Ma'venahn... deberías ir con mas cuidado brujo... -susurró. El hombre gruñó en sueños y se acomodo en aquel sofá. El curandero recogió sus pertenencias y su bastón y miro una ultima vez atrás antes de irse sin decir nada, su trabajo ya se había acabado.
El ruido de la puerta despertó al hombre, quien parpadeó, agotado y dolorido. Wallace acarició la tela del sofá para situarse. Donde estaba? El olor le era familiar. Abrió los ojos con esfuerzo y se incorporó lentamente dado que la cabeza le daba vueltas. Observó la sala, muy bien decorada, lujosa. Su cuerpo se llenó de alivio al ver al viejo Doulgas recostado en un sillón, roncando. Un pequeño pinchazo en el brazo lo acabó de despertar. Se miró la herida, vendada y limpia. Estaba sin camiseta, un poco sudado. Recordaba lo que había sucedido pero después de caer inconsciente, sumándole el sueño extraño y el elfo....el elfo! Wallace se levantó como pudo y buscó por la sala. Escuchó una voz aniñada y esbozo una sonrisa de oreja a oreja. Ulareena estaba a salvo.
offrool: parece que se haya despertado de una resaca enorme xddddd
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El arco de piedra era alto y lleno de vegetación. Su superficie había sido erosionada por el viento y el tiempo. A pesar de estar rodeado de verde, el ambiente era frió, oscuro. Wallace acarició la piedra y miró a su alrededor.
-Hola?...- la voz del brujo sonó eco, casi vacía, lejana. Subió por los antiguos peldaños y se paró en seco al ver una figura. Un elfo? El pelirrojo buscó instintivamente su arma pero sin suerte.-...Quien eres?...-le preguntó con cautela, desconfiando, preparando el cuerpo por si acaso la cosa se volvía violenta. El individuo se giró hacia él, con una sonrisa dulce, casi compasiva. Parecía tan delicado que si Wallace soplase se rompería.-...Donde....estoy?...-la segunda pregunta del brujo hizo sonreír aun mas al individuo. Este miró hacia los arboles, sus hojas y el sol que pasaba entre ellas.
-No deberías estar aquí aún... lo sabes, no? - su voz aterciopelada y dulce como la miel golpeó al hombre como un martillo en el mismo corazón. Lo reconoció, alzó el brazo para alcanzarle y agarrarlo, pero se desvaneció.
-Kalle...! - no pudo acabar. Un fuerte golpe de frio lo tumbo hacia atrás, haciendo desaparecer todo a su alrededor. El brujo empezó a caer y caer en una oscuridad engullidora...
- Vamos muchacho! No te vayas ahora!
-Wallace!
El brujo abrió los ojos doloridos durante unos segundos, suficiente para poder vislumbrar rostros conocidos, con el pulso a cien. Después, el cansancio lo venció, desmayándose de nuevo...
-Unas horas antes-
Douglas entró en la casa, jadeando por la carrera, sudando. Las criadas lo guiaron hasta donde tenían al brujo, tumbado, igual de jadeante que el anciano herrero. El viejo se arrodilló, cogiendo la fuerte mano del pelirrojo, estrechándola. Observó como una de las criadas limpiaba la herida del brazo, que supuraba. El elfo curandero estaba sentado en el suelo, meditando, frente a Wallace, como si estuviera en trance.
- Que?...que esta haciendo?...- el viejo miró a Ulareena buscando respuestas y a las señoras Croyden. Una de las criadas puso la mano en el hombro del anciano.
- Está con él, entre la muerte y la vida, lo esta recuperando o eso nos ha dicho....s-se conocen...-el anciano no lo dudaba, Wallace había recorrido tierras y mares de que era joven, tenia amigos y enemigos por igual. El herrero asintió, un poco mas aliviado. La criada que estaba lavando al hombre aparto la mano de repente. Douglas retiró su mano instintivamente también.
-Auch! E-esta ardiendo! - Se frotó la mano con los ojos como platos.- e-esto no es normal....-Douglas sonrió, soltó un suspiro y se cogió uno de los paños, lo mojó y lo pasó por la frente del brujo. Al instante el agua se evaporó, dejando salir humo de su piel.
- Eso es bueno....esta volviendo en si...-observó con curiosidad la confusión de la gente de la sala. La única persona que parecía saber de lo que hablaba era la señora Croyden de rosa.-....Wallace es un brujo...de esos que levantan cosas y bueno....cosas de brujos...-explicó mientras se levantaba y se crujía la espalda.-...Ulareena...mi hermano...- se acercó a ella, mirándola a los ojos en busca del perdón de la niña.-....quiere disculparse... me lo he encontrado y creo que habido un malentendido... es demasiado orgulloso como para decírtelo a la cara pero.... siempre seras bienvenida en su taller....- se agachó y acarició los tentáculos sin perder la sonrisa.-...y gracias por cuidar de Wallace.... me han dicho que has ayudado mucho, buen trabajo.- dicho eso, el anciano se sentó en uno de lo sillones a esperar. El caserón volvió a la normalidad, las criadas siguieron haciendo su trabajo mientras que en la sala, el elfo seguía con Wallace, bajo la atenta mirada de Douglas. Este miró a la señora Croyden de rosa, pensativo y luego dirigió sus ojos a Ulareena.
-Gracias... creo que a el le gustara ver donde va a despertar...- no pudo evitar bromear ante la sonrisilla tímida de la señora Croyden. El viejo suspiro, agotado y cerró los ojos para dormir un poco, lo necesitaba.
El elfo abrió los ojos de golpe. Estaba solo con Wallace en el salón, quien respiraba tranquilamente, dormido. Había conseguido estabilizarlo. En el sillón de al lado estaba Douglas durmiendo, igual de tranquilo. El elfo no dijo nada, se levantó y acarició la mejilla barbuda del brujo, con una leve sonrisa melancólica.
- Ma'venahn... deberías ir con mas cuidado brujo... -susurró. El hombre gruñó en sueños y se acomodo en aquel sofá. El curandero recogió sus pertenencias y su bastón y miro una ultima vez atrás antes de irse sin decir nada, su trabajo ya se había acabado.
El ruido de la puerta despertó al hombre, quien parpadeó, agotado y dolorido. Wallace acarició la tela del sofá para situarse. Donde estaba? El olor le era familiar. Abrió los ojos con esfuerzo y se incorporó lentamente dado que la cabeza le daba vueltas. Observó la sala, muy bien decorada, lujosa. Su cuerpo se llenó de alivio al ver al viejo Doulgas recostado en un sillón, roncando. Un pequeño pinchazo en el brazo lo acabó de despertar. Se miró la herida, vendada y limpia. Estaba sin camiseta, un poco sudado. Recordaba lo que había sucedido pero después de caer inconsciente, sumándole el sueño extraño y el elfo....el elfo! Wallace se levantó como pudo y buscó por la sala. Escuchó una voz aniñada y esbozo una sonrisa de oreja a oreja. Ulareena estaba a salvo.
offrool: parece que se haya despertado de una resaca enorme xddddd
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Ury casi se cae de tentáculos cuando Douglas nos dijo que Wallace era un brujo. Me dio un ataque de culpa que dejó mi piel de color azul clarito, como si fuese una con el cielo. - Metiste el tentáculo hasta el fondo de la cueva- Ury miró al capitán gato como para fulminarlo con su mirada imaginaria de rayos del mal -Su hermano…- me di cuenta que el viejo herrero parecía luchar con su boca para soltar algunas palabras. Entonces Ury se acordó de ¡todo lo que había pasado! Uy uyuyuyuyyyyyyy ¿Douglas también?¿querría llevarme a la guardia? Sentía que el capitán gato me decía que Ury era demasiado joven para ir presa. Ury se había vuelto multicolor, sus tentáculos eran como arcoíris. -¿Mal…? Ooooo sí ooosiiiiii puhpuhpuh barbareena la calamareena es calamavillosa- puse todos mis brazos en jarra y henchí mi pecho.
Ury estaba dormida cuando el hombre-bestia-hombre ahora brujo, señor Wallace, comenzó a moverse inquieto, despertándola. -¿Wally?- llamé, sobando mi jojito derecho con el puño cerrado. Me sentía toda pesada y con sueñi, pero al ver al paciente moviéndose todo sentí que me tiraban al mar lleno de orcas. -Todo está bien, ya te curaron. Ury… Ury…- me chupé los mocos que caían junto con unas lagrimitas - Lo siento mucho. Creí que Wallace quería llevarme a la guardia y…y… después el vampiro. Ury le dio su merecida patadita a él también. Pero pero… ¡Oh Wallace!- Ury abrazó el brazo bueno del brujo –que era casi tan grande como yo- -El elfo ¡el elfo! Los labios de Wally ya no son puros. ¡Ese Elfo! Pero pero… si Wallace no tomaba su remedio…- Ury rompió en sollozos que despertaron a Douglas.
Ury corrió donde Douglas y saltó a sus brazos, el herrero me subió a upa. Ury se sintió rara pero sonrió de oreja a oreja, dándole un beso en una parte bastante pelada de su cabeza. -Uy uy. Ury irá por algo de agua para Wally - luché para liberarme de aquellos brazotes fuertes y salí corriendo –probablemente despertando a media casa- todo el mobiliario de los Coryden parecía oponerse a que Ury llegase sana a la cocina. La vuelta fue mucho más lenta y cuidadosa. A Ury ya se le había pasado un poco la vergüenza y las lagrimitas, volviendo a ser dueña de mi cuerpo calamarezco que por unos momentos parecía pertenecer a una medusa. En la habitación había silencio, por lo que Ury dejó la jarra en el marco de la puerta y salió a la calle en busca de Connor.
- Te lo mereces por preocuparnos anoche
-¿Perdoooooon? Alguien trató a Ury de asesina y ladrona
Ury sintió como se ponía rojita. Connor se apartó de Ury y me tomó firmemente por los hombros, como para que no volviera a huir.
- Está bien, Ury se llevó el Väruk y el Osculum pero ¡aquí están! Quería dárselo en una infusión a la señora Croyden, pero ella está bien. El malito ahora es Wally- hice un pucherito sin querer.
-No debí apresurarme en juzgarte
-Eh ¿eso es todo?
El hombre se perdió en la puerta semi escondida.
-¿Esperabas más?
-Si, eso no se parece a una disculpa.
-Eso es lo más cerca que obtendrás. Además, nadie durmió aquí, así que tendrás que terminar lo que queda del trabajo. Estuvimos muy preocupados. Pero antes…
Mientras hablábamos habíamos caminado hacia donde estaba Connor. Ury abrió su boca aspirando aire con todos los olores. En la mesa había un desayuno de cuentos de hadas. Miré a los dos hombresotes y me dieron una sonrisa a su manera, asintiendo con sus cabezas, como si lo hubieran practicado toda la noche.
- Si sis siiiiiiisssssss
• ●Ʒ♥Ƹ ● •
Ury estaba dormida cuando el hombre-bestia-hombre ahora brujo, señor Wallace, comenzó a moverse inquieto, despertándola. -¿Wally?- llamé, sobando mi jojito derecho con el puño cerrado. Me sentía toda pesada y con sueñi, pero al ver al paciente moviéndose todo sentí que me tiraban al mar lleno de orcas. -Todo está bien, ya te curaron. Ury… Ury…- me chupé los mocos que caían junto con unas lagrimitas - Lo siento mucho. Creí que Wallace quería llevarme a la guardia y…y… después el vampiro. Ury le dio su merecida patadita a él también. Pero pero… ¡Oh Wallace!- Ury abrazó el brazo bueno del brujo –que era casi tan grande como yo- -El elfo ¡el elfo! Los labios de Wally ya no son puros. ¡Ese Elfo! Pero pero… si Wallace no tomaba su remedio…- Ury rompió en sollozos que despertaron a Douglas.
Ury corrió donde Douglas y saltó a sus brazos, el herrero me subió a upa. Ury se sintió rara pero sonrió de oreja a oreja, dándole un beso en una parte bastante pelada de su cabeza. -Uy uy. Ury irá por algo de agua para Wally - luché para liberarme de aquellos brazotes fuertes y salí corriendo –probablemente despertando a media casa- todo el mobiliario de los Coryden parecía oponerse a que Ury llegase sana a la cocina. La vuelta fue mucho más lenta y cuidadosa. A Ury ya se le había pasado un poco la vergüenza y las lagrimitas, volviendo a ser dueña de mi cuerpo calamarezco que por unos momentos parecía pertenecer a una medusa. En la habitación había silencio, por lo que Ury dejó la jarra en el marco de la puerta y salió a la calle en busca de Connor.
• ●Ʒ♥Ƹ ● •
Los rayos del sol del nuevo día abrazaron a Ury en la calle de los negocios. Toqué la puerta una vez y se abrió como por arte de magia. De la nada Ury estaba siendo apretujeada nada más y nada menos que por Connor. -Uyyyyyaaaaa iaaaaiiiii aaaaa aaaa aaaa- puse una mano en su cara para apartarlo, pero pareció no notar mi desagrado. Ury empujó con sus patitas en el pecho del alquimista, pero el humano la miró con ojos serios y me quedé quieta, recibiendo su amor pinchudo de barbas y bigote. -Pica pica- intervine con la voz del capitán. Alguien se aclaró la garganta más al fondo -¿Greg? ¡Greg! ¡Ayuda! la respuesta de Connor fue un “gruf”.- Te lo mereces por preocuparnos anoche
-¿Perdoooooon? Alguien trató a Ury de asesina y ladrona
Ury sintió como se ponía rojita. Connor se apartó de Ury y me tomó firmemente por los hombros, como para que no volviera a huir.
- Está bien, Ury se llevó el Väruk y el Osculum pero ¡aquí están! Quería dárselo en una infusión a la señora Croyden, pero ella está bien. El malito ahora es Wally- hice un pucherito sin querer.
-No debí apresurarme en juzgarte
-Eh ¿eso es todo?
El hombre se perdió en la puerta semi escondida.
-¿Esperabas más?
-Si, eso no se parece a una disculpa.
-Eso es lo más cerca que obtendrás. Además, nadie durmió aquí, así que tendrás que terminar lo que queda del trabajo. Estuvimos muy preocupados. Pero antes…
Mientras hablábamos habíamos caminado hacia donde estaba Connor. Ury abrió su boca aspirando aire con todos los olores. En la mesa había un desayuno de cuentos de hadas. Miré a los dos hombresotes y me dieron una sonrisa a su manera, asintiendo con sus cabezas, como si lo hubieran practicado toda la noche.
- Si sis siiiiiiisssssss
Ulareena Werner
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
A Wallace no le dió tiempo de decirle nada a Uli, la vió salir corriendo a la calle. Por la ventana observó como se dirigía hacia el taller, seguramente Connor seguiría enseñándola. También se percato que el cuerpo del vampiro ya no estaba y la calle, totalmente limpia. Unos pasos ligeros detrás suyo lo asustaron un poco. El brujo se giró, acariciando con cuidado su brazo vendando y sonrió con educación a la señora Croyden de rosa, que esa mañana iba de verde. Ella le devolvió la sonrisa con una leve reverencia.
-Hacia tiempo que no le veía...señor McGregor... -La voz de ella era dulce, casi una caricia. Wallace sintió un cosquilleo en el cuello y evitó mirarla a los ojos. Rascándose la barba asintió, soltando una risilla. Recordaba bien a Darla Croyden, su contacto en aquella ciudad infestada y quien le había ayudado mas de una vez en su juventud, todo sin salirse de un trato profesional y serio.- El vampiro, su cuerpo mas bien, fué retirado por la noche tras tu caída. -Se acercó a la ventana con los brazos detrás de la espalda, mirando a través del cristal con una actitud desafiante, imponente. Era una mujer de negocios, de bien y poderosa.- Deberías de ir con mas cuidado... en el estado de esta ciudad no puedo mover todos los hilos como antaño... -Le regañó mirándolo de reojo con una sonrisa torcida. Wallace se apoyó en el marco del ventanal y asintió, aceptando la regañina con los ojos cerrados.
-La niña, se ha portado bien? -Preguntó, cogiendo un baso de una de las mesitas y lo rellenó de agua fresca.
-Si, es una jovencita excepcional. Me recuerda a ti cuando eras mas joven... curioso, activo y travieso... -Con una dulce risa en sus labios, posó su cuidada mano en el hombro del brujo, apretando los dedos, disfrutando del varonil contacto de su piel.-... cuídate mucho brujo... intenta no volver aquí herido o muerto... -Dicho eso, la mujer beso su mejilla y se retiró, dejando al pelirrojo con su perfume flotando en el aire. Wallace bebió un sorbo pequeño y lento, siguiéndola con la mirada y negó con la cabeza. Esa mujer y su extraño perfume... Douglas se aclaró la garganta detrás de el. No había querido interrumpir. Wallace lo miró con una ceja alzada.
-Viejo cotilla... -Replicó dándole un golpe suave en la barriga. Douglas alzó las manos en señal de fingida sumisión y dejó salir una alegre carcajada. Ambos se fundieron en un fuerte abrazo y abandonaron el caserón.
Llegaron al taller del alquimista y entraron sin llamar. Douglas atravesó la sala de espera y el almacén hasta llegar donde estaban los tres comiendo.
-Ulareena! Mira quien esta aquí... -le dijo, dejando pasar a Wallace. Este pasó por el umbral de la puerta de la cocina y al verla sonrió de oreja a oreja, con un cariño infinito hacia la niña. La abrazó con cuidado y beso su frente. El viejo herrero se acercó a su hermano, se dieron la mano para hacer las paces una vez mas y observaron la escena.
-Gracias por cuidar de mi Ulareena, estoy muy orgulloso de ti, de veras... -Le dijo estrechando su manita.-... este brujo te debe una así que siempre seras bienvenida en mi casa... y mi familia. -Esas ultimas palabras las dijo con el otro puño en el pecho, jurandolo con ese gesto. El ayudante de Connor les dejó un par de sillas y compartieron mesa con ellos. Connor quería saber que había pasado así que el brujo lo contó con pelos y señales con la ayuda de Ulareena, claro esta.
Mientras, en la oscuridad...
-Han matado a uno de nuestros reclutadores mi señor...
-Ya veo... quien?
-Una niña...de pelo extraño, como un ca-calamar...
-Una niña? Una simple y mundana niña a matado a uno de mis hijos?
-N-no mi señor, no iba sola... u-un hombre la acompañaba... pero seguramente esté muerto...
-Ah... seguramente? Eso no me sirve. Investigarlo, quiero saber quienes son.
- Así se hará mi señor...
La figura oscura y alta se gira mientras la otra abandona la oscuridad. Mira hacia la poca luz que entra de un agujero y aprieta los dientes y un puño pálido y huesudo.
offrol: aai mai que ya se acaba T_T
Wallace Mcgregor
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
Era calamavilloso estar sentados en la mesa, compartiendo el alimento. Ury se sentía en familia. Pero había algo que no le permitía disfrutar de su buena comida.
-¿Qué?
Greg y yo levantamos nuestras cabezas, el viejo Connor se había despertado bastante intuitivo esa mañana. -Los Croyden tenían una alacena muy completa… El papá tenía- Greg sonrió como pagado de sí mismo y le dejó los honores al experto, el viejo alquimista se atusó la barba pensativo, como si supiera a dónde quería llegar con mis palabras.
- Con que ese viejo sigue vivo -El burro hablando de orejas, claro que el papá de Darla estaba ancianito, pero la calva de Connor tampoco le daba muchos años por delante. – Han sido boticarios por generaciones. Yo mismo entrené un tiempo con ellos cuando estaba un poco más grande que tú y no sabía si heredaría el negocio familiar-
Ury jugó con su galleta dentro de la boca, tenía un chorrosientollón de preguntas, mi imaginación era buena, pero no tanto como para ver a un Connor joven… para cuando volvía a mis asuntos comestibles, Douglas entraba a la habitación, iluminándolo todo con su presencia y la de Wally. - Douglas ¡Wallace!- corrí hacia el brujo –hacerme a la idea de que no era un hombre bestia era difícil… yo creo que secretamente era un hombre bestia camuflado- Me dejé apapachar y le devolví el abrazo a Wallace. Ury sentía que se sonrojaba toda, hasta la punta de sus tentáculos, cuando recibió ese beso en su frente. Me llevé las manitas a la frente y sentí que mi boca se volvía una “O”.
Nadie nunca me había dicho que estaba orgulloso de mí. Bueno… tampoco es como si hubiera tenido a muchos adultos alrededor después que me fugara de la casa de mi abuelo. A ver… los piratas no decían cosas tan lindas como esa y mi príncipe arbóreo era totalmente diferente. En el primer momento me quedé mudita, pero luego le sonreí de oreja a oreja, con las manos detrás de la espalda jugué con una patita por delante de mi cuerpo -¿De verdad en tu familia? ¿Así como una hermanita menor? Porque Wally sería el calamavilloso hermano brujil de todos los tiempos jamás- volví a abrazar a mi siempiterno hombre-bestia-hombre con un jojo de menos y me quedé a su lado mientras duró todo el relato, agregando “Ohhhs, aahs y uuuyyyssss” para darle vida a la historia.
-Lo que no entiendo es cómo le pudiste entender algo alviejo señor Croyden
- El viejito me dio pistas, lo demás fue conocimiento de libros. En realidad no podría reconocer una flor de Osaris si la viera. El que estuviera concentrada y las lecciones del señor Connor me ayudaron a pensar en la respuesta
-Vaya, parece que tendremos una aprendiz de alquimista que sabrá sacar buen provecho de todos estos viejos hohoho
Ury estaba feliz, rebosante, como el mar en un día de verano. Tenía amigos y a un Wally de su lado. ¡Era un calamavilloso día! Brindé choquando mi vaso de leche con el de Greg -¡Brindis!
-¿Qué?
Greg y yo levantamos nuestras cabezas, el viejo Connor se había despertado bastante intuitivo esa mañana. -Los Croyden tenían una alacena muy completa… El papá tenía- Greg sonrió como pagado de sí mismo y le dejó los honores al experto, el viejo alquimista se atusó la barba pensativo, como si supiera a dónde quería llegar con mis palabras.
- Con que ese viejo sigue vivo -El burro hablando de orejas, claro que el papá de Darla estaba ancianito, pero la calva de Connor tampoco le daba muchos años por delante. – Han sido boticarios por generaciones. Yo mismo entrené un tiempo con ellos cuando estaba un poco más grande que tú y no sabía si heredaría el negocio familiar-
Ury jugó con su galleta dentro de la boca, tenía un chorrosientollón de preguntas, mi imaginación era buena, pero no tanto como para ver a un Connor joven… para cuando volvía a mis asuntos comestibles, Douglas entraba a la habitación, iluminándolo todo con su presencia y la de Wally. - Douglas ¡Wallace!- corrí hacia el brujo –hacerme a la idea de que no era un hombre bestia era difícil… yo creo que secretamente era un hombre bestia camuflado- Me dejé apapachar y le devolví el abrazo a Wallace. Ury sentía que se sonrojaba toda, hasta la punta de sus tentáculos, cuando recibió ese beso en su frente. Me llevé las manitas a la frente y sentí que mi boca se volvía una “O”.
Nadie nunca me había dicho que estaba orgulloso de mí. Bueno… tampoco es como si hubiera tenido a muchos adultos alrededor después que me fugara de la casa de mi abuelo. A ver… los piratas no decían cosas tan lindas como esa y mi príncipe arbóreo era totalmente diferente. En el primer momento me quedé mudita, pero luego le sonreí de oreja a oreja, con las manos detrás de la espalda jugué con una patita por delante de mi cuerpo -¿De verdad en tu familia? ¿Así como una hermanita menor? Porque Wally sería el calamavilloso hermano brujil de todos los tiempos jamás- volví a abrazar a mi siempiterno hombre-bestia-hombre con un jojo de menos y me quedé a su lado mientras duró todo el relato, agregando “Ohhhs, aahs y uuuyyyssss” para darle vida a la historia.
-Lo que no entiendo es cómo le pudiste entender algo al
- El viejito me dio pistas, lo demás fue conocimiento de libros. En realidad no podría reconocer una flor de Osaris si la viera. El que estuviera concentrada y las lecciones del señor Connor me ayudaron a pensar en la respuesta
-Vaya, parece que tendremos una aprendiz de alquimista que sabrá sacar buen provecho de todos estos viejos hohoho
Ury estaba feliz, rebosante, como el mar en un día de verano. Tenía amigos y a un Wally de su lado. ¡Era un calamavilloso día! Brindé choquando mi vaso de leche con el de Greg -¡Brindis!
Off: Gracias Wally! Me divertí mucho con el trabajo y con tu pj. El primer adulto kul que conoció Ury. Que se repita! Hasta que nuestros caminos se vuelvan a cruzar on rol. Amé ser perseguida por ti <3<3
Ulareena Werner
Experto
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Re: Los hermanos [Trabajo][Ulareena Werner-Wallace McGregor]
RECOMPENSAS
He de admitir que al inicio de la historia parecía algo muy improvisado sin pies ni cabeza, pero al avanzar un poco... lo siguió siendo, no obstante, la cadena de eventos desarrollados en el trabajo fueron realmente amenas y divertidas, que hicieron muy entretenido el trabajo.
Como recompensa reciben:
Ularena: 18 puntos de experiencia y 400 aeros.
Wallace: 18 puntos de experiencia, 160 aeros y una espada de calidad Normal que debes agregar a tu lista de tareas.
Como recompensa reciben:
Ularena: 18 puntos de experiencia y 400 aeros.
Wallace: 18 puntos de experiencia, 160 aeros y una espada de calidad Normal que debes agregar a tu lista de tareas.
Ansur
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