El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
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El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Las puertas de la mansión Bradbury, una vez se celebró el enlace entre Amanda Bradbury con Feith Greenwood, jamás volvieron a cerrarse. Aquella pequeña porción de Sacrestic Ville cambió radicalmente. Una exbruja, condenada a ser vampira, se casó con una licántropa. Una locura racial que no cabía en la mente de la mayoría de los habitantes de Sacrestic Ville. La condesa Bradbury vio con otros ojos a los que debían ser sus enemigos naturales, los licántropos. En la pequeña parcela de Sacrestic en la que era dueña y señora, dio la orden de despachar a todos los vampiros que no la sirviesen y ofrecer sus hogares vacíos a los licántropos de La Manada. El segundo gran cambio tenía que ver con la religión. A la hora punta de la noche, Amanda y sus colegas asistían al altar de Habakhuk. El interior de la vieja casa estaba decorado como si fuera una iglesia de los pecados. No había reglas. Allí dentro se realizaban por igual violentos sacrificios humanos intercalados con orgías.
“No cerréis las puertas que he abierto yo”. La frase estaba escrita en el techo del recibidor del altar. Amanda había tomado aquella inscripción como su lema personal. La cumplía a rajatabla y alentaba a los hombres y mujeres con quien hablaba que la cumplieran. Se consideraba una liberadora de la carne, de la sangre y del pecado, una mujer vampira como nunca antes había existido, a excepción de Habakhuk. Amanda Bradbury se veía identificada con la historia del primer vampiro pues, como ella, Él había sido obligado a hundirse en las tinieblas y a pertenecer a una nueva raza maldita. Amanda no obligaba a nadie a ser lo que no era.
-Las puertas están abiertas. Hazlo, lo estás deseando. ¿Por qué negarse a hacer lo que te otorga placer?-.
-Lo haré- decía la mujer que odiaba a su esposo antes de asesinarlo.
-Lo haré- decía el avaricioso joven antes de robar los ahorros de sus padres.
-Lo haré- decía la mujer atraída por el hermano de su esposo antes de cometer la infidelidad.
-Lo haremos- repetían todos.
Las puertas de la mansión Bradbury estaban abiertas. Amanda Bradbury esperaba recibir a otros predicadores de la religión de Habakhuk. Había escuchado hablar de un humano que hablaba sobre las riquezas del Deseo a la vez que desprestigiaba las antiguas normas sociales. Su nombre era Matthew Owens. Hizo que le llegase un cuervo con la invitación. Una vampiresa, que hacía cien años había sido una elfa. Su nombre real había sido modificado por el acento de Sacrestic, ahora se hacía llamar Laluth y aseguraba no recordar otro nombre que no fuera ese. El último era un humano llamado George (sin apellido). Era esclavo de un vampiro común de Sacrestic que secuestraba y se alimentaba de inocentes; la misma historia que siempre. Era contra estos vampiros, insectos que extendían el germen de sangre, a los que Amanda odiaba y estaba segura que el primer vampiro también odiaría.
George y Laluth fueron primeros en llegar. Amanda tuvo una agradable charla con ellos. George tuvo que marcharse a los pocos minutos por miedo a que su señor descubriera que estaba confabulando contra él. Laluth se quedó un rato más, no demasiado puesto que tenía cosas más importantes qué hacer; como por ejemplo, encontrar y asesinar al Padre Callahan. Cuando Matthew Owens llegó, hacía dos horas que George se había marchado y media hora que Laluth se había despido de Amanda con un beso en la mejilla y la promesa de que volvería.
-Adelante, señor Owens, está en tu casa. Tenemos mucho de qué hablar-.
Llevó personalmente a Matthew Owens al salón de la mansión y le invitó a sentar en el sillón donde Amanda charló por primera vez con Feith Greenwood. Las doncellas de Bradbury, la negra y la caucásica, les acompañaron a un paso de distancia a la espera de cualquiera orden.
-Quiero que me hables del Deseo que promueves. Me interesa saber más sobre él. He oído que es una mujer. Corrígeme si me equivoco. Es una mujer muy hermosa. Yo tengo mi propio Deseo. Su nombre es Woodpecker. Es mi esposa y mi amante. Su compañía es la que me ha alentado a abrazar la nueva religión que predicas –puso sus manos de porcelana encima de las del señor Owens - Quiero saber más sobre la mujer que has visto. Háblame de tu deseo-.
Dos hombres y una mujer conjuraban en una taberna en contra de Amanda Bradbury. Iván Dickson los lideraba. Él era un vampiro de la vieja escuela, de los que se alimentaba de la sangre de los humanos que acechaba en la oscuridad y expandía su maldición siempre que tuviera ocasión. Hacía tiempo que había abandonado la esencia del humano que fue y aceptado los colmillos y las sombras de su actual raza. A la derecha de Dickson se encontraba Xar, la coleccionista de rostro. Era una vampira con una afición un tanto peculiar; como su apodo indicaba, gustaba de coleccionar los rostros de sus víctimas. Llevaba con ella una jaula de pájaros con cuatro rostros de humanos flotando como en el aire como si fueran fuegos fatuos. A la derecha de Xar, enfrente de Dickson, se encontraba Nireen la hermana menor de Amanda Bradbury; aunque por su aspecto parecía tener diez años más. Ella odiaba la nueva faceta que había adquirido su hermana. De bruja a puta de las sombras, no era un cambio que Nireen aceptase. Lo más piadoso que podría hacer por su hermana sería asesinarla. El cuarto miembro, entre Dickson y Nireen, era un humano sin nombre apodado como El Silencioso o Libre. Todos los humanos que habían sido esclavos de vampiros y luego liberados recibían el apellido Libre. El Silencioso había sido comprado, no por un vampiro sino por un humano, por el conde Alessandro Bradbury. Una vez el conde murió, Libre se negó a obedecer a otro dueño. Tenía sus razones, pero no se las contaba a nadie. El sobrenombre de Silencioso se le daba porque su segundo amo, un vampiro de la vieja escuela como Iván Dickson, le había cortado la lengua.
Eran tipos malos mezclados con tipos buenos. El odio se mezclaba con los lazos de sangre, la maldad con la piedad y el compromiso con la desobediencia. Dickson golpeó la mesa con el puño derecho. Cuatro personas no serían suficientes para entablar batalla con la condesa Bradbury y su comunidad de vampiros, licántropos y humanos libres.
-Camarero, estaremos aquí un buen rato más. ¿Por qué no nos trae otra ronda? Vino especiado para la señora bruja y cerveza para el resto-.
-Ha llegado a mis oídos que un hombre llamado Iván Dickson está reuniendo un grupo de personas para asesinarme. Muchos vampiros están molestos conmigo. Libero esclavos, creo una comunidad fraternal basada en los deseos de la carne y la sangre y castigo los delitos raciales que mi desgraciada raza ha cometido durante años. Tengo la sensación que si mi esposa no fuera una licántropa, todo esto no les importaría en absoluto. –Hubo una pequeña pausa. Amanda tragó saliva y siguió hablando. –Estoy pensando. Eres un hombre apuesto y cortés. En Sacrestic nadie te conoce. Podrías investigar sobre el asunto. Encontrar a Dickson y desbaratar sus planes desde el interior. ¿Lo harás por mí? –acercó sus labios a la oreja del humano y le susurró el lema de Habakhuk: -No cerréis las puertas que no he abierto yo-.
Terminó besando el cuello del señor Owens a modo de promesa. Si cumplía su misión con éxito, descubriría que todas las puertas de la mansión Bradbury estaban abiertas para él.
* Bienvenidos a la mansión Bradbury: Os comento rápidamente, un resumen de lo que ha sucedido en este tema. La condesa Amanda Bradbury asesinó se ha casado con Woodpecker. Este enlace ha hecho que la vampiresa tome una iniciativa. La pequeña zona de Sacrestic que domina, una mísera porción de la enorme ciudad, se ha llenado de extranjeros ajenos a la cultura de los vampiros; especialmente de licántropos. Esta gente predica una religión pecaminosa creada como burla de la religión cristiana del Padre Callahan (personaje que no aparecerá en este mastereado pero que es importante mencionarlo para entender qué sucede) e inspirada por las historias del primer vampiro, Habakhuk.
Por supuesto, estos cambios radicales han generado a Amanda Bradbury muchos enemigos y también amigos.
* Matthew Owens: En este turno tienes dos objetivos bien diferenciados. Por orden cronológico, primero estarás en la mansión Bradbury entablando conversación con la condesa. Responde a sus preguntas. El segundo objetivo te sitúa en la taberna donde Dickson reúne a su grupo. Deberás presentarte ante ellos y utilizar tu labia para hacer que te acepten como un miembro más.
* Wallace Mcgregor Los Dioses(la Diosa que soy yo) han querido que te encuentres en la misma taberna donde Dickson reúne a su grupo. No puedes evitar escuchar la conversación que tiene lugar. Presentarás tus servicios a Dickson. Eres libre de inventar la excusa que más se adecue a tu personaje para participar en esta campaña. No creo que a un mercenario como tú le sea fácil rechazar una suma de aeros y la promesa de una batalla.
* Ambos: No he querido ahondar en las descripciones físicas ni utilizar imágenes de referencia; he visto preferible centrarme en la religión que Amanda profesa y en el odio que genera. Veo más divertido que seáis vosotros quienes describáis a los personajes según las pocas indicaciones que os he dado. Sois libres de utilizar imágenes de referencia. Son cuatro los personajes que hay que describir, la banda de Dickson. Podéis partiros por mp, dos los describe uno y los otros dos el otro. Esto es un experimento. Si gusta, lo haré en otras ocasiones en las que salgan muchos npcs en un tema (y me haya quedado sin imágenes para ellos).
Como habéis podido observar, en este tema jugaremos mucho con el concepto de confianza. La intención es hacer un tema de espías para Matthew y un tema que mezcle el ingenio con la violencia para Wallace. Imagino que no será un mastereado especialmente largo. Mi intención, y dudo que se alargue mucho, es que dure entre 5-6 turnos.
Voluntad de los Dioses:
Antes de contestar en este tema deberéis hacer un post en una de las zonas de culto que se os presentaré a continuación. En este post lanzaréis la Voluntad de los Dioses (las runas). La suerte que salga en esta runa será la cual partiremos todo el tema.
Matthew Owens: No tienes opción. Sí o sí, deberás postear en la zona de culto: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Wallace Mcgregor: Ignoro donde te sitúas actualmente. Te dejaré opción a elegir la zona de culto. Está deberá estar situado entre la ubicación de tu último tema (cronológicamente hablando) y Sacresctic. La zona de culto que no podrás participar será El Altar de Habakhuk.
En ambos casos. En el post de la zona de oráculo deberéis presentar vuestros respetos y realizar una de las tradiciones que se proponen la descripciones de las zonas de culto. El post debe de estar trabajo. Quiero decir. No me va a servir un simple de mensaje de "Lanzo las Runas" o hacer el trabajo mínimo para sacar la suerte. De hacerlo, consideraré, independientemente del resultado de las runas, MUY MALA SUERTE. Por otra parte, deberéis especificar en elpost que la suerte es para este tema. Matthew, ya lo hiciste con Zöe en un desafío anterior, puedes mostrar a Wallace cómo se debe hacer.
Links de interés:
Son demasiados a tener en cuenta. Os dejaré solo el que veo más importante. Si tener alguna duda sobre la trama que tratamos en este tema, decídmelo.
Desafío en el que se presenta la historia de Amanda Bradbury [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
“No cerréis las puertas que he abierto yo”. La frase estaba escrita en el techo del recibidor del altar. Amanda había tomado aquella inscripción como su lema personal. La cumplía a rajatabla y alentaba a los hombres y mujeres con quien hablaba que la cumplieran. Se consideraba una liberadora de la carne, de la sangre y del pecado, una mujer vampira como nunca antes había existido, a excepción de Habakhuk. Amanda Bradbury se veía identificada con la historia del primer vampiro pues, como ella, Él había sido obligado a hundirse en las tinieblas y a pertenecer a una nueva raza maldita. Amanda no obligaba a nadie a ser lo que no era.
-Las puertas están abiertas. Hazlo, lo estás deseando. ¿Por qué negarse a hacer lo que te otorga placer?-.
-Lo haré- decía la mujer que odiaba a su esposo antes de asesinarlo.
-Lo haré- decía el avaricioso joven antes de robar los ahorros de sus padres.
-Lo haré- decía la mujer atraída por el hermano de su esposo antes de cometer la infidelidad.
-Lo haremos- repetían todos.
Las puertas de la mansión Bradbury estaban abiertas. Amanda Bradbury esperaba recibir a otros predicadores de la religión de Habakhuk. Había escuchado hablar de un humano que hablaba sobre las riquezas del Deseo a la vez que desprestigiaba las antiguas normas sociales. Su nombre era Matthew Owens. Hizo que le llegase un cuervo con la invitación. Una vampiresa, que hacía cien años había sido una elfa. Su nombre real había sido modificado por el acento de Sacrestic, ahora se hacía llamar Laluth y aseguraba no recordar otro nombre que no fuera ese. El último era un humano llamado George (sin apellido). Era esclavo de un vampiro común de Sacrestic que secuestraba y se alimentaba de inocentes; la misma historia que siempre. Era contra estos vampiros, insectos que extendían el germen de sangre, a los que Amanda odiaba y estaba segura que el primer vampiro también odiaría.
George y Laluth fueron primeros en llegar. Amanda tuvo una agradable charla con ellos. George tuvo que marcharse a los pocos minutos por miedo a que su señor descubriera que estaba confabulando contra él. Laluth se quedó un rato más, no demasiado puesto que tenía cosas más importantes qué hacer; como por ejemplo, encontrar y asesinar al Padre Callahan. Cuando Matthew Owens llegó, hacía dos horas que George se había marchado y media hora que Laluth se había despido de Amanda con un beso en la mejilla y la promesa de que volvería.
-Adelante, señor Owens, está en tu casa. Tenemos mucho de qué hablar-.
Llevó personalmente a Matthew Owens al salón de la mansión y le invitó a sentar en el sillón donde Amanda charló por primera vez con Feith Greenwood. Las doncellas de Bradbury, la negra y la caucásica, les acompañaron a un paso de distancia a la espera de cualquiera orden.
-Quiero que me hables del Deseo que promueves. Me interesa saber más sobre él. He oído que es una mujer. Corrígeme si me equivoco. Es una mujer muy hermosa. Yo tengo mi propio Deseo. Su nombre es Woodpecker. Es mi esposa y mi amante. Su compañía es la que me ha alentado a abrazar la nueva religión que predicas –puso sus manos de porcelana encima de las del señor Owens - Quiero saber más sobre la mujer que has visto. Háblame de tu deseo-.
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Dos hombres y una mujer conjuraban en una taberna en contra de Amanda Bradbury. Iván Dickson los lideraba. Él era un vampiro de la vieja escuela, de los que se alimentaba de la sangre de los humanos que acechaba en la oscuridad y expandía su maldición siempre que tuviera ocasión. Hacía tiempo que había abandonado la esencia del humano que fue y aceptado los colmillos y las sombras de su actual raza. A la derecha de Dickson se encontraba Xar, la coleccionista de rostro. Era una vampira con una afición un tanto peculiar; como su apodo indicaba, gustaba de coleccionar los rostros de sus víctimas. Llevaba con ella una jaula de pájaros con cuatro rostros de humanos flotando como en el aire como si fueran fuegos fatuos. A la derecha de Xar, enfrente de Dickson, se encontraba Nireen la hermana menor de Amanda Bradbury; aunque por su aspecto parecía tener diez años más. Ella odiaba la nueva faceta que había adquirido su hermana. De bruja a puta de las sombras, no era un cambio que Nireen aceptase. Lo más piadoso que podría hacer por su hermana sería asesinarla. El cuarto miembro, entre Dickson y Nireen, era un humano sin nombre apodado como El Silencioso o Libre. Todos los humanos que habían sido esclavos de vampiros y luego liberados recibían el apellido Libre. El Silencioso había sido comprado, no por un vampiro sino por un humano, por el conde Alessandro Bradbury. Una vez el conde murió, Libre se negó a obedecer a otro dueño. Tenía sus razones, pero no se las contaba a nadie. El sobrenombre de Silencioso se le daba porque su segundo amo, un vampiro de la vieja escuela como Iván Dickson, le había cortado la lengua.
Eran tipos malos mezclados con tipos buenos. El odio se mezclaba con los lazos de sangre, la maldad con la piedad y el compromiso con la desobediencia. Dickson golpeó la mesa con el puño derecho. Cuatro personas no serían suficientes para entablar batalla con la condesa Bradbury y su comunidad de vampiros, licántropos y humanos libres.
-Camarero, estaremos aquí un buen rato más. ¿Por qué no nos trae otra ronda? Vino especiado para la señora bruja y cerveza para el resto-.
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-Ha llegado a mis oídos que un hombre llamado Iván Dickson está reuniendo un grupo de personas para asesinarme. Muchos vampiros están molestos conmigo. Libero esclavos, creo una comunidad fraternal basada en los deseos de la carne y la sangre y castigo los delitos raciales que mi desgraciada raza ha cometido durante años. Tengo la sensación que si mi esposa no fuera una licántropa, todo esto no les importaría en absoluto. –Hubo una pequeña pausa. Amanda tragó saliva y siguió hablando. –Estoy pensando. Eres un hombre apuesto y cortés. En Sacrestic nadie te conoce. Podrías investigar sobre el asunto. Encontrar a Dickson y desbaratar sus planes desde el interior. ¿Lo harás por mí? –acercó sus labios a la oreja del humano y le susurró el lema de Habakhuk: -No cerréis las puertas que no he abierto yo-.
Terminó besando el cuello del señor Owens a modo de promesa. Si cumplía su misión con éxito, descubriría que todas las puertas de la mansión Bradbury estaban abiertas para él.
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* Bienvenidos a la mansión Bradbury: Os comento rápidamente, un resumen de lo que ha sucedido en este tema. La condesa Amanda Bradbury asesinó se ha casado con Woodpecker. Este enlace ha hecho que la vampiresa tome una iniciativa. La pequeña zona de Sacrestic que domina, una mísera porción de la enorme ciudad, se ha llenado de extranjeros ajenos a la cultura de los vampiros; especialmente de licántropos. Esta gente predica una religión pecaminosa creada como burla de la religión cristiana del Padre Callahan (personaje que no aparecerá en este mastereado pero que es importante mencionarlo para entender qué sucede) e inspirada por las historias del primer vampiro, Habakhuk.
Por supuesto, estos cambios radicales han generado a Amanda Bradbury muchos enemigos y también amigos.
* Matthew Owens: En este turno tienes dos objetivos bien diferenciados. Por orden cronológico, primero estarás en la mansión Bradbury entablando conversación con la condesa. Responde a sus preguntas. El segundo objetivo te sitúa en la taberna donde Dickson reúne a su grupo. Deberás presentarte ante ellos y utilizar tu labia para hacer que te acepten como un miembro más.
* Wallace Mcgregor Los Dioses
* Ambos: No he querido ahondar en las descripciones físicas ni utilizar imágenes de referencia; he visto preferible centrarme en la religión que Amanda profesa y en el odio que genera. Veo más divertido que seáis vosotros quienes describáis a los personajes según las pocas indicaciones que os he dado. Sois libres de utilizar imágenes de referencia. Son cuatro los personajes que hay que describir, la banda de Dickson. Podéis partiros por mp, dos los describe uno y los otros dos el otro. Esto es un experimento. Si gusta, lo haré en otras ocasiones en las que salgan muchos npcs en un tema (y me haya quedado sin imágenes para ellos).
Como habéis podido observar, en este tema jugaremos mucho con el concepto de confianza. La intención es hacer un tema de espías para Matthew y un tema que mezcle el ingenio con la violencia para Wallace. Imagino que no será un mastereado especialmente largo. Mi intención, y dudo que se alargue mucho, es que dure entre 5-6 turnos.
Voluntad de los Dioses:
Antes de contestar en este tema deberéis hacer un post en una de las zonas de culto que se os presentaré a continuación. En este post lanzaréis la Voluntad de los Dioses (las runas). La suerte que salga en esta runa será la cual partiremos todo el tema.
Matthew Owens: No tienes opción. Sí o sí, deberás postear en la zona de culto: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Wallace Mcgregor: Ignoro donde te sitúas actualmente. Te dejaré opción a elegir la zona de culto. Está deberá estar situado entre la ubicación de tu último tema (cronológicamente hablando) y Sacresctic. La zona de culto que no podrás participar será El Altar de Habakhuk.
En ambos casos. En el post de la zona de oráculo deberéis presentar vuestros respetos y realizar una de las tradiciones que se proponen la descripciones de las zonas de culto. El post debe de estar trabajo. Quiero decir. No me va a servir un simple de mensaje de "Lanzo las Runas" o hacer el trabajo mínimo para sacar la suerte. De hacerlo, consideraré, independientemente del resultado de las runas, MUY MALA SUERTE. Por otra parte, deberéis especificar en elpost que la suerte es para este tema. Matthew, ya lo hiciste con Zöe en un desafío anterior, puedes mostrar a Wallace cómo se debe hacer.
Links de interés:
Son demasiados a tener en cuenta. Os dejaré solo el que veo más importante. Si tener alguna duda sobre la trama que tratamos en este tema, decídmelo.
Desafío en el que se presenta la historia de Amanda Bradbury [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
No había muchas maneras de poder confundirse en cuanto a la dirección, semejante mansión era algo que no pasaba desapercibido. Pero además de eso, es que las recientes acciones de la viuda Amanda Bradbury eran la comidilla de todo Sacrestic Ville. Claramente Matthew no iba a ir a un lugar sin antes recaudar un poco de información al respecto, y todo lo que había podido averiguar resultaba de lo más interesante.
Se había vuelto a casar “Parece que llegue tarde, mala suerte”, nada mas y nada menos que con una Licántropo. Además estaba llevando adelante una campaña bastante agresiva contra los vampiros, quienes de pronto parecía que eran acorralados hasta en su propio hogar. No necesitabas tener los sentidos súper desarrollados de los hombres-lobo para percibir la tensión en el ambiente. Habían también muchos rumores en relación a lo que pasaba por las noches, pero de eso ya no se podía estar seguro, solo los que estaban con Amanda Bradbury podían hablar con conocimiento de causa.
Matthew hizo una pequeña reverencia cuando vio aparecer a la vampiresa en el portal de la mansión. El estafador no sabía porque lo conocía, no era normal que alguien de su categoría se anduviera fijando en un ladrón humano de Lunargenta, tampoco entendía muy bien qué la motivaba a invitarlo. Tenía muchas dudas, pero precisamente el que fuera una situación tan poco común hacía que su curiosidad despertara, y cualquier cosa que moviera su deseo así fuera mínimamente era bienvenido.
-Señora Bradbury, agradezco enormemente su invitación – Camino junto a ella hasta llegar al salón de la mansión. La única conclusión a la que había podido llegar Owens, es que esa mujer lo necesitaba por algún propósito muy concreto a él y no a otro ¿Sino porque lo había traído de tan lejos? ¿Por qué no llamar a cualquier otro ladrón o estafador que tuviera mas a mano? Se sentó y se cruzo de piernas muy delicadamente, aunque al escuchar las primeras palabras salir de la boca de la viuda, comenzó a entender de qué se trataba todo eso.
-Yo no diría que es una mujer… Aunque en su caso podría ser así – No era necesario aclarar el porque lo decía – Es como ver materializado frente a ti todo lo que deseaste a lo largo de tu vida, y todo lo que vas a desear a la vez. Pero no son cosas materiales, el dinero, las tierras, el poder, la juventud, el amor. Son todas cosas que duran un momento, a veces largo, a veces corto, pero siempre un momento. En cambio el Deseo es algo que siempre está ahí, es lo que atraviesa todas las existencias y lo que les da un motivo para seguir.
El estafador hizo una pausa, Amanda lo escuchaba con atención, hasta el momento nadie le había preguntado con seriedad cual era su filosofía de vida. Eso hizo que Matt se enamorada un poco, aunque claro, el amor formaba parte de esas cosas pasajeras, así que no tenía mayor importancia.
-Mi Deseo es ella/él, deseo desear, deseo desearla/o. Porque una vez que mi Deseo se marchite, ya no tendrá mucho más sentido continuar en esta tierra – Sin darse cuenta Owens había agarrado con tantas fuerzas las manos de la viuda que sus nudillos se habían puesto blancos. La soltó lentamente y se recostó contra el respaldo del asiento – Me parece un chiste de mal gusto que quieran obligarme a tomar con seriedad esta existencia, es simplemente eso. Vivimos en un Mundo de Locos que quieren hacerme creer que están cuerdos. Es exasperante.
Cuando terminaron la reunión, Matthew tenía bien en claro porque había ido hasta allí y qué se esperaba de él. Amanda no lo acompañó hasta la puerta, lo que necesitaban decirse, al menos por el momento, ya había sido dicho. Ahora era momento de demostrar que sabía aprovechar una oportunidad cuando se le presentaba en bandeja de plata.
-Sí, ense-se-seguida voy señor- Dijo Matthew cuando Dickson llamó al camarero para que les llevara más bebidas - Solo deme u-u-un instante - La apariencia del estafador era muy distinta a la habitual, estaba despeinado, con la cara manchada con harina de la cocina, y sus ropas humildes, amarillentas por el uso constante.
Owens había tenido la oportunidad de escuchar toda la charla gracias a tener que llevar bebidas constantemente tanto a la mesa donde se llevaba adelante la compleja reunión como en las que estaban alrededor. Puso el vino frente a la dama y con presteza agregó las cervezas para completar el pedido, teniendo cuidado de no derramar ni una sola gota. Luego se quedó allí de pie, sosteniendo la bandeja de madera con ambas manos, recorriendo los bordes con los dedos como si estuviera indeciso.
-Yo.. Mmm... No pude evitar escuchar lo que decían... Y ¡Quiero unirme al grupo! - La última parte la dijo frunciendo el ceño y poniendo la espalda derecha, como si estuviera convencido de lo que decía - Por culpa de esa... esa... despreciable mujer, perdí a mi esposa y también mis tierras... - Hizo un silencio como si el tema lo afectara y no quisiera hablar de ello - Puedo ser útil ¡Se los aseguro! Nadie conoce el terreno y la mansión mejor que yo, coseche durante muchos años esa tierra, y a-a-además puedo pelear también.
Estiró las manos como si fuera a agarrar la manga de la camisa de Dickson, pero se detuvo en el último segundo, e inclinó ligeramente el torso, como si de pronto recordara cuál era su lugar.
-Les aseguro que no se arrepentirán si me permiten ir con u-u-u-ustedes - Hizo un gesto como si recordara algo, refregó la mano derecha por su ropa en un intento de limpiarla y luego la ofreció a modo de saludo - Mi-mi-mi nombre es Thomas.
Matthew ya había tirado el anzuelo, ahora era cuestión de ver sí los peces picaban.
Se había vuelto a casar “Parece que llegue tarde, mala suerte”, nada mas y nada menos que con una Licántropo. Además estaba llevando adelante una campaña bastante agresiva contra los vampiros, quienes de pronto parecía que eran acorralados hasta en su propio hogar. No necesitabas tener los sentidos súper desarrollados de los hombres-lobo para percibir la tensión en el ambiente. Habían también muchos rumores en relación a lo que pasaba por las noches, pero de eso ya no se podía estar seguro, solo los que estaban con Amanda Bradbury podían hablar con conocimiento de causa.
Matthew hizo una pequeña reverencia cuando vio aparecer a la vampiresa en el portal de la mansión. El estafador no sabía porque lo conocía, no era normal que alguien de su categoría se anduviera fijando en un ladrón humano de Lunargenta, tampoco entendía muy bien qué la motivaba a invitarlo. Tenía muchas dudas, pero precisamente el que fuera una situación tan poco común hacía que su curiosidad despertara, y cualquier cosa que moviera su deseo así fuera mínimamente era bienvenido.
-Señora Bradbury, agradezco enormemente su invitación – Camino junto a ella hasta llegar al salón de la mansión. La única conclusión a la que había podido llegar Owens, es que esa mujer lo necesitaba por algún propósito muy concreto a él y no a otro ¿Sino porque lo había traído de tan lejos? ¿Por qué no llamar a cualquier otro ladrón o estafador que tuviera mas a mano? Se sentó y se cruzo de piernas muy delicadamente, aunque al escuchar las primeras palabras salir de la boca de la viuda, comenzó a entender de qué se trataba todo eso.
-Yo no diría que es una mujer… Aunque en su caso podría ser así – No era necesario aclarar el porque lo decía – Es como ver materializado frente a ti todo lo que deseaste a lo largo de tu vida, y todo lo que vas a desear a la vez. Pero no son cosas materiales, el dinero, las tierras, el poder, la juventud, el amor. Son todas cosas que duran un momento, a veces largo, a veces corto, pero siempre un momento. En cambio el Deseo es algo que siempre está ahí, es lo que atraviesa todas las existencias y lo que les da un motivo para seguir.
El estafador hizo una pausa, Amanda lo escuchaba con atención, hasta el momento nadie le había preguntado con seriedad cual era su filosofía de vida. Eso hizo que Matt se enamorada un poco, aunque claro, el amor formaba parte de esas cosas pasajeras, así que no tenía mayor importancia.
-Mi Deseo es ella/él, deseo desear, deseo desearla/o. Porque una vez que mi Deseo se marchite, ya no tendrá mucho más sentido continuar en esta tierra – Sin darse cuenta Owens había agarrado con tantas fuerzas las manos de la viuda que sus nudillos se habían puesto blancos. La soltó lentamente y se recostó contra el respaldo del asiento – Me parece un chiste de mal gusto que quieran obligarme a tomar con seriedad esta existencia, es simplemente eso. Vivimos en un Mundo de Locos que quieren hacerme creer que están cuerdos. Es exasperante.
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Cuando terminaron la reunión, Matthew tenía bien en claro porque había ido hasta allí y qué se esperaba de él. Amanda no lo acompañó hasta la puerta, lo que necesitaban decirse, al menos por el momento, ya había sido dicho. Ahora era momento de demostrar que sabía aprovechar una oportunidad cuando se le presentaba en bandeja de plata.
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-Sí, ense-se-seguida voy señor- Dijo Matthew cuando Dickson llamó al camarero para que les llevara más bebidas - Solo deme u-u-un instante - La apariencia del estafador era muy distinta a la habitual, estaba despeinado, con la cara manchada con harina de la cocina, y sus ropas humildes, amarillentas por el uso constante.
Owens había tenido la oportunidad de escuchar toda la charla gracias a tener que llevar bebidas constantemente tanto a la mesa donde se llevaba adelante la compleja reunión como en las que estaban alrededor. Puso el vino frente a la dama y con presteza agregó las cervezas para completar el pedido, teniendo cuidado de no derramar ni una sola gota. Luego se quedó allí de pie, sosteniendo la bandeja de madera con ambas manos, recorriendo los bordes con los dedos como si estuviera indeciso.
-Yo.. Mmm... No pude evitar escuchar lo que decían... Y ¡Quiero unirme al grupo! - La última parte la dijo frunciendo el ceño y poniendo la espalda derecha, como si estuviera convencido de lo que decía - Por culpa de esa... esa... despreciable mujer, perdí a mi esposa y también mis tierras... - Hizo un silencio como si el tema lo afectara y no quisiera hablar de ello - Puedo ser útil ¡Se los aseguro! Nadie conoce el terreno y la mansión mejor que yo, coseche durante muchos años esa tierra, y a-a-además puedo pelear también.
Estiró las manos como si fuera a agarrar la manga de la camisa de Dickson, pero se detuvo en el último segundo, e inclinó ligeramente el torso, como si de pronto recordara cuál era su lugar.
-Les aseguro que no se arrepentirán si me permiten ir con u-u-u-ustedes - Hizo un gesto como si recordara algo, refregó la mano derecha por su ropa en un intento de limpiarla y luego la ofreció a modo de saludo - Mi-mi-mi nombre es Thomas.
Matthew ya había tirado el anzuelo, ahora era cuestión de ver sí los peces picaban.
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
La taberna estaba mucho mas llena de lo que esperaba. El brujo estaba rodeado de gente, una mezcla entre mortales y vampiros. cada uno en sus propios asuntos, y estos no solían ser legales ni seguros. Los trabajadores del local iban de un lado a otro, sirviendo, temblorosos. Cualquiera estaría así al tener muchos pares de ojos mirando, devorado con la mirada. El sabia bien esa sensación de sentirse encerrado entre los ojos rojos de una criatura hambrienta. Era parte del encanto de aquella ciudad tan infame. Conocía Sacrestic como la palma de su mano dado que fue allí donde su vida criminal empezó cuando apenas era un muchacho escuálido y débil. Robos, palizas, algún que otro "accidente" con cadáveres como resultado... Fue una época muy oscura para el brujo. Algo que jamas olvidaría y que no debía hacerlo.
La parte positiva, por decirlo de algún modo, era la cantidad de enemigos y amigos que había hecho durante todos aquellos años. Contactos no le faltaban, por eso estaba allí, sentado en una intima mesa apartado de toda la fiesta que se juntaba en medio del local. Esa vez, su "contacto" no fue mas que un pescador que había conocido al cruzar el Rio Tymer. Un simpático y familiar hombre que se había ganado la vida con solo la pesca. El pescador le contó los rumores que había oído al viajar a Sacrestic. Le habló sobre esa tal duquesa Amanda Bradbury y su modo de vivir muy diferente de los vampiros que Wallace estaba acostumbrado a dar caza.
-No me gustan esos chupasangres sabe, señor cuervo, pero esa mujer... libero a un grupo de esclavos! Mira como cambian los tiempos... eso agarra el sedal así, muy bien... En mis tiempos, era impensable que un esclavo salia vivo de las garras de un vampiro así que supongo que esa duquesa no sera tan mala, no?
El pobre hombre poco tenia que contar, su avanzada edad no le permitió estarse mas de dos días allí así que su información era mas bien, escasa. Pero con ese nombre, Wallace ya tuvo motivos para cambiar el rumbo y volver a sus orígenes.
Con una jarra de aguamiel en mano, el brujo meditaba sobre lo que había podido averiguar sobre ella. Liberar esclavos estaba claro que no era algo que estaba al orden del día en la agenda vampirica. Es mas, Wallace no había odio jamas algo así. Ébano sabría sobre ella? No tenia tiempo de enviar una carta. El brujo pegó un largo trago y se acomodó en la silla de madera, mirando a su alrededor. Lo mas curioso de todo era la amenaza a su vida por sus actos, vampiros matando a los suyos. el pelirrojo lo vio normal, al fin y al cabo, eran una sociedad de costumbres y reglas y muchas tradiciones... Torciendo el gesto, gruñendo un poco mientras miraba su jarra vacía. Una risa familiar le sacó de sus pensamientos, alzado la mirada hacia una mesa lejana, llena. Habia un grupo de personas, vampiros, eso estaba claro. uno de ellos era corpulento pero de avanzada edad, a su lado había una mujer quien a primera vista no le resultó familiar pero sus miradas se cruzaron. La mujer, con una jaula cerca con.... caras colgando dentro, lo miraba fijamente. Se conocían? Wallace no tenia recuerdo alguno de ella, ni de los demás. Entonces volvió a fijarse en aquella macabra jaula. Rostros... colgando... Wallace apoyó la mejilla en su puño y escondió el collar de los cuervos dentro de su cota de malla. Debía pasar desapercibido si quería indagar en ella y su compañía. Se levantó hacia la barra para pedir mas aguamiel, el tabernero se con una sonrisa agotada, casi forzada. Trabajar con vampiros en tu local no era algo agradable y mas si eran de Sacrestic.
-Mas aguamiel buen señor? -Amablemente, el hombre le enseño la jarra llena y el brujo asintió mientras miraba de reojo hacia la mesa de los vampiros y al camarero que hablaba con ellos. El tabernero se dio cuenta y se acercó a el, bajando la voz, temeroso-...yo de usted iria con cuidado... ese es Ivan Dickson, un buscado vampiro, y sus amigos no son menos, esa es Xar la...
-Coleccionista de Rostros. -Le cortó, mirándolo a los ojos. El tabernero tragó saliva asintiendo. Ahora todo tenia sentido. Ella fue parte de un contrato hace años, mas de 20 años, pero jamas llegó a encontrarla. Solo esperaba que no lo hubiera reconocido ya que él había cambiado mucho.- Sabe por que están aquí reunidos?
-Bueno... la duquesa se ha ganado enemigos sabe? Muchos ansían su cabeza en una pica... pero yo no le he dicho nada... tenga cuidado... -agitado, el hombre cogió las monedas que el brujo le ofrecía y se metió dentro de la cocina como alma que lleva el diablo. Wallace, apoyado en la barra bebió de su aguamiel fresca y miró de nuevo al grupo. Si lo que había dicho el hombre era cierto, esos vampiros podrían estar aquí para recaudar dicha cabeza. La mayoría de vampiros de esa ciudad eran chapados a la antigua y las nuevas costumbres de la duquesa no eran de su agrado. mas motivos aun para querer matarla. El pelirrojo observó su reflejo en uno de los pocos espejos que quedaban enteros y limpios. Apenas estaba armado con su espada en la espalda, había dejado su hacha y su escudo a buen recaudo junto con el caballo. Tendría que apañárselas como pudiese. Respiró hondo y camino hacia el grupo con paso firme, jarra en mano, con una sonrisa confiada. Apartó al camarero con la mano libre, con cuidado y se puso delante de ellos, atrayendo su atención.
-Buenas noches... siento interrumpir pero han llegado a mis oídos que necesitan espadas... -Pasó la mirada por todo el grupo y acabo en el hombre de tez tostada, el camarero tembloroso.- Me llamo McGregor -No iba a decir su nombre.- Por menos de un cuarto de lo que se pueda sacar, mi espada es suya... señor Dickson... -Clavó sus ojos en él y esperó, paciente. Necesitaba indagar mas en el asunto.
La parte positiva, por decirlo de algún modo, era la cantidad de enemigos y amigos que había hecho durante todos aquellos años. Contactos no le faltaban, por eso estaba allí, sentado en una intima mesa apartado de toda la fiesta que se juntaba en medio del local. Esa vez, su "contacto" no fue mas que un pescador que había conocido al cruzar el Rio Tymer. Un simpático y familiar hombre que se había ganado la vida con solo la pesca. El pescador le contó los rumores que había oído al viajar a Sacrestic. Le habló sobre esa tal duquesa Amanda Bradbury y su modo de vivir muy diferente de los vampiros que Wallace estaba acostumbrado a dar caza.
-No me gustan esos chupasangres sabe, señor cuervo, pero esa mujer... libero a un grupo de esclavos! Mira como cambian los tiempos... eso agarra el sedal así, muy bien... En mis tiempos, era impensable que un esclavo salia vivo de las garras de un vampiro así que supongo que esa duquesa no sera tan mala, no?
El pobre hombre poco tenia que contar, su avanzada edad no le permitió estarse mas de dos días allí así que su información era mas bien, escasa. Pero con ese nombre, Wallace ya tuvo motivos para cambiar el rumbo y volver a sus orígenes.
Con una jarra de aguamiel en mano, el brujo meditaba sobre lo que había podido averiguar sobre ella. Liberar esclavos estaba claro que no era algo que estaba al orden del día en la agenda vampirica. Es mas, Wallace no había odio jamas algo así. Ébano sabría sobre ella? No tenia tiempo de enviar una carta. El brujo pegó un largo trago y se acomodó en la silla de madera, mirando a su alrededor. Lo mas curioso de todo era la amenaza a su vida por sus actos, vampiros matando a los suyos. el pelirrojo lo vio normal, al fin y al cabo, eran una sociedad de costumbres y reglas y muchas tradiciones... Torciendo el gesto, gruñendo un poco mientras miraba su jarra vacía. Una risa familiar le sacó de sus pensamientos, alzado la mirada hacia una mesa lejana, llena. Habia un grupo de personas, vampiros, eso estaba claro. uno de ellos era corpulento pero de avanzada edad, a su lado había una mujer quien a primera vista no le resultó familiar pero sus miradas se cruzaron. La mujer, con una jaula cerca con.... caras colgando dentro, lo miraba fijamente. Se conocían? Wallace no tenia recuerdo alguno de ella, ni de los demás. Entonces volvió a fijarse en aquella macabra jaula. Rostros... colgando... Wallace apoyó la mejilla en su puño y escondió el collar de los cuervos dentro de su cota de malla. Debía pasar desapercibido si quería indagar en ella y su compañía. Se levantó hacia la barra para pedir mas aguamiel, el tabernero se con una sonrisa agotada, casi forzada. Trabajar con vampiros en tu local no era algo agradable y mas si eran de Sacrestic.
-Mas aguamiel buen señor? -Amablemente, el hombre le enseño la jarra llena y el brujo asintió mientras miraba de reojo hacia la mesa de los vampiros y al camarero que hablaba con ellos. El tabernero se dio cuenta y se acercó a el, bajando la voz, temeroso-...yo de usted iria con cuidado... ese es Ivan Dickson, un buscado vampiro, y sus amigos no son menos, esa es Xar la...
-Coleccionista de Rostros. -Le cortó, mirándolo a los ojos. El tabernero tragó saliva asintiendo. Ahora todo tenia sentido. Ella fue parte de un contrato hace años, mas de 20 años, pero jamas llegó a encontrarla. Solo esperaba que no lo hubiera reconocido ya que él había cambiado mucho.- Sabe por que están aquí reunidos?
-Bueno... la duquesa se ha ganado enemigos sabe? Muchos ansían su cabeza en una pica... pero yo no le he dicho nada... tenga cuidado... -agitado, el hombre cogió las monedas que el brujo le ofrecía y se metió dentro de la cocina como alma que lleva el diablo. Wallace, apoyado en la barra bebió de su aguamiel fresca y miró de nuevo al grupo. Si lo que había dicho el hombre era cierto, esos vampiros podrían estar aquí para recaudar dicha cabeza. La mayoría de vampiros de esa ciudad eran chapados a la antigua y las nuevas costumbres de la duquesa no eran de su agrado. mas motivos aun para querer matarla. El pelirrojo observó su reflejo en uno de los pocos espejos que quedaban enteros y limpios. Apenas estaba armado con su espada en la espalda, había dejado su hacha y su escudo a buen recaudo junto con el caballo. Tendría que apañárselas como pudiese. Respiró hondo y camino hacia el grupo con paso firme, jarra en mano, con una sonrisa confiada. Apartó al camarero con la mano libre, con cuidado y se puso delante de ellos, atrayendo su atención.
-Buenas noches... siento interrumpir pero han llegado a mis oídos que necesitan espadas... -Pasó la mirada por todo el grupo y acabo en el hombre de tez tostada, el camarero tembloroso.- Me llamo McGregor -No iba a decir su nombre.- Por menos de un cuarto de lo que se pueda sacar, mi espada es suya... señor Dickson... -Clavó sus ojos en él y esperó, paciente. Necesitaba indagar mas en el asunto.
- Iván Dickson:
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- Xar, la coleccionista de rostros:
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Wallace Mcgregor
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Thomas era un hombre simple y vulgar. No parecía destacar por nada. Iván le miró de hito en hito. Su complexión física era aceptable, pero no comparable a los soldados del ejército Bradbury. Una vez interrumpan en la mansión, deberían enfrentarse contra licántropos extranjeros y los vampiros fieles a la condesa Bradbury. ¿Thomas podría luchar contra ellos? Era la pregunta que se haría un guerrero. Un cazador como Ivan Dickson se preguntaba: ¿era necesario luchar contra ellos? Por supuesto que no. El objetivo era entrar en la mansión Bradbury y asesinar a la condesa, y tal vez a su esposa licántropa si es que estaba por los alrededores. En ese caso, un hombre simple, alguien que no parecía un guerrero ni un asesino, tendría más posibilidades de éxito.
-¿Sabes empuñar un arma? Con una daga bastaría. Trae una silla y únete- dijo Dickson en voz baja pero severa.
McGregor tenía las cualidades de guerrero que Thomas carecía. Brazos fuertes, buen manejo de la espada y precio accesible. Era un mercenario y un coleccionista de cicatrices. De entrar, sería el segundo coleccionista de la compañía.
-Contrátalo. Es un conocido mío –sentenció Xar-. Ha pasado mucho tiempo desde la última que nos encontramos. Veo que te has convertido en un hombre maduro –saboreaba cada palabra que decía. Su labio inferior parecía estar acariciando el superior a medida que hablaba con McGregor.
-De acuerdo, está dentro. Thomas, trae una silla ara nuestro el señor McGregor-.
Ivan Dickson desplegó dos mapas en la mesa, el primero era de Sacrestic Ville y el segundo de los interiores de la mansión Bradbury. Aconsejó que los memorizasen, era muy importante que conociesen a la perfección el lugar de caza. Dibujo con una tiza roja tres cruces en el segundo mapa: la habitación de Amanda Bradbury en el segundo piso, la cocina y el salón principal. A Amanda la encontrarían en uno de esos tres lugares. Si llegasen a entrar, serían las primeras habitaciones donde la buscarían. Con tiza verde dibujó cuatro círculos, cada uno en una de las puertas de la mansión que daban al exterior. La puerta principal, la de la cocina, la secundaria para el servicio y la cuarta que llevaba al sótano.
-Llamadme supersticiosa, pero somos seis personas. El siete es el número de la fortuna –Nireen levantó la voz una vez que Dickson terminó con la explicación-. Si deseamos matar a Amanda, debemos contar con la voluntad de los Dioses-.
-Contaba con ello. Antes de que se nos uniera Thomas y McGregor investigué sobre tres posibles aliados. Deberemos conformarnos con uno más –Iván Dickson sacó de un saco tres papiros y los desplegó en la mesa, encima de los mapas, para que todo el equipo pudiera verlos-. Gor’hall, hijo de una gigante y un humano. Recorre los pantanos fronterizos de Sacrestic persiguiendo a las mujeres bestia que encuentra. Pesa el doble de lo que pesamos nosotros seis juntos. En dos palabras: fuerza y ruido-.
-¿Quién andar ahí? Yo poder olerte- canturreaba Gor’hall.
El semigigante perseguía a una mujer cervatillo. Caminaba en grandes zancadas aplastando cualquier cosa que se pusiera en su camino, ya fuera una planta, una rana o un conejo. En la mano derecha empuñaba el tronco de un árbol arrancado a modo de garrote que utilizaba para atontar a las mujeres bestias, un arma atroz. En la mano izquierda llevaba un enorme saco con nabos, totatos y totatas robados de los campos. Gor’hall era una criatura temible y fácil de manipular.
-Tú no poder escapar. Yo terminar cogiéndote-.
-Sylvia sin apellido. Es una humana alquimista, su tienda no está lejos –señaló en el mapa de Sacrestic la tienda de Sylvia-. Se especialista en la creación de venenos. No es un secreto que los vampiros adinerados suelen contratarla para sus guerras de nobles y aeros. Por un precio mucho mayor del que está a nuestro alcance, Sylvia nos servirá-.
-Tres mil aeros y es mi última oferta -dijo el vampiro.
-Doce mil y un frasco de tu sangre maldita, no aceptaré menos-.
El vampiro carraspeo. Sylvia jugaba con un mechón de su cabello rojo sin dar importancia a los enfados de su cliente. Después de unas cuantas protestas, todos acaban accediendo a comprar sus servicios. Y es que, ¿qué tiene más valor, la llave que le concedería un título de por vida para él y su prole o una vida de bolsillos llenos de aeros pero sin ser alguien importante en la ciudad? Sylvia, y también clientes, conocía la respuesta. Se aprovechaba del egoísmo de los vampiros para utilizar a su favor.
-¿Para qué quieres mi sangre? –preguntó el vampiro al mismo tiempo que pasaba unos aeros de una bolsa a otra.
-Para nada especial. Es una garantía. Si me intentas engañar, si una de tus monedas es falsas, utilizaré tu sangre para obligarte a regresar a mi tienda y me des el doble de lo acordado en un principio. Puedo hacerlo, conozco las runas de sangre que te obligaran a servirme. También conozco otras que podrían ofrecerte una muerte lenta y llena de tormentos-.
-Rolando Bradbury, sobrino de Alessandro Bradbury. Si el conde no se hubiera casado con Amanda, Rolando sería el legítimo heredero de su mansión y su apellido. Su odio hacia la condesa es superior al de cualquier otra persona de Aerandir. Nos ayudará con solo pedírselo. Además, Thomas, si me permites, estoy seguro que Rolando conoce la mansión Bradbury mejor que tú-.
-Nada de juegos, Rolando. Tu oro no vale nada en este local-.
Lo que más le molestaba no era que el portero le rechazase la entrada en la Cueva del Buhonero, burdel que solía transitar en sus mejores días, sino que le llamasen por Rolando a secas. Su nombre era Rolando Bradbury, conde de Sarectic si una puta bruja no hubiera pagado con su sangre el enlace con su tío.
-Conoces las normas, tú mismo las has repetido varias veces. Solo debo dar paso a la élite de Aerandir. Si no te conociese, te golpearía con mi garrote en la cabeza, te cogería de las perneras y te lanzaría lejos de aquí sin mediar palabra. Por nuestra amistad, te doy un primer aviso. Al segundo, te trataré como a un desconocido más-.
Rolando guardó la bolsa de aeros y escupió a los pies del portero del burdel.
-Siete es el número de la fortuna de los Dioses. Hagamos caso a Nireen y no nos arriesguemos a ganarnos su odio. Tendremos que convencer a sola una de estas personas que se alíen con nosotros. ¿Alguna idea? ¿Qué necesitamos en nuestra partida?-.
* Ambos: Dejo este turno para que os relacionéis con los personajes. Es muy importante para este tema. Recodad que podéis utilizarlos en vuestros post, os invito a que dialoguéis con ellos.
El objetivo de este primer turno será convencer a una de estas tres personas para que se unan a vuestra partida. Podéis poneros de acuerdo por mp sobre quién resultaría más interesante tener en el equipo.
* Matthew Owens: Tu objetivo secundario es hablar por separado con cada uno de los integrantes del grupo, ganar su confianza y plantar la semilla de la duda. Amanda te pidió que destruyeras el grupo de Dickson; hazlo como mejor sepas.
* Wallace Mcgregor Tu objetivo secundario es similar al de Matthew. Deberás hablar con cada uno de los miembros del grupo, ganarte su confianza y mantenerlo unido.
-¿Sabes empuñar un arma? Con una daga bastaría. Trae una silla y únete- dijo Dickson en voz baja pero severa.
McGregor tenía las cualidades de guerrero que Thomas carecía. Brazos fuertes, buen manejo de la espada y precio accesible. Era un mercenario y un coleccionista de cicatrices. De entrar, sería el segundo coleccionista de la compañía.
-Contrátalo. Es un conocido mío –sentenció Xar-. Ha pasado mucho tiempo desde la última que nos encontramos. Veo que te has convertido en un hombre maduro –saboreaba cada palabra que decía. Su labio inferior parecía estar acariciando el superior a medida que hablaba con McGregor.
-De acuerdo, está dentro. Thomas, trae una silla ara nuestro el señor McGregor-.
Ivan Dickson desplegó dos mapas en la mesa, el primero era de Sacrestic Ville y el segundo de los interiores de la mansión Bradbury. Aconsejó que los memorizasen, era muy importante que conociesen a la perfección el lugar de caza. Dibujo con una tiza roja tres cruces en el segundo mapa: la habitación de Amanda Bradbury en el segundo piso, la cocina y el salón principal. A Amanda la encontrarían en uno de esos tres lugares. Si llegasen a entrar, serían las primeras habitaciones donde la buscarían. Con tiza verde dibujó cuatro círculos, cada uno en una de las puertas de la mansión que daban al exterior. La puerta principal, la de la cocina, la secundaria para el servicio y la cuarta que llevaba al sótano.
-Llamadme supersticiosa, pero somos seis personas. El siete es el número de la fortuna –Nireen levantó la voz una vez que Dickson terminó con la explicación-. Si deseamos matar a Amanda, debemos contar con la voluntad de los Dioses-.
-Contaba con ello. Antes de que se nos uniera Thomas y McGregor investigué sobre tres posibles aliados. Deberemos conformarnos con uno más –Iván Dickson sacó de un saco tres papiros y los desplegó en la mesa, encima de los mapas, para que todo el equipo pudiera verlos-. Gor’hall, hijo de una gigante y un humano. Recorre los pantanos fronterizos de Sacrestic persiguiendo a las mujeres bestia que encuentra. Pesa el doble de lo que pesamos nosotros seis juntos. En dos palabras: fuerza y ruido-.
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-¿Quién andar ahí? Yo poder olerte- canturreaba Gor’hall.
El semigigante perseguía a una mujer cervatillo. Caminaba en grandes zancadas aplastando cualquier cosa que se pusiera en su camino, ya fuera una planta, una rana o un conejo. En la mano derecha empuñaba el tronco de un árbol arrancado a modo de garrote que utilizaba para atontar a las mujeres bestias, un arma atroz. En la mano izquierda llevaba un enorme saco con nabos, totatos y totatas robados de los campos. Gor’hall era una criatura temible y fácil de manipular.
-Tú no poder escapar. Yo terminar cogiéndote-.
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-Sylvia sin apellido. Es una humana alquimista, su tienda no está lejos –señaló en el mapa de Sacrestic la tienda de Sylvia-. Se especialista en la creación de venenos. No es un secreto que los vampiros adinerados suelen contratarla para sus guerras de nobles y aeros. Por un precio mucho mayor del que está a nuestro alcance, Sylvia nos servirá-.
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-Tres mil aeros y es mi última oferta -dijo el vampiro.
-Doce mil y un frasco de tu sangre maldita, no aceptaré menos-.
El vampiro carraspeo. Sylvia jugaba con un mechón de su cabello rojo sin dar importancia a los enfados de su cliente. Después de unas cuantas protestas, todos acaban accediendo a comprar sus servicios. Y es que, ¿qué tiene más valor, la llave que le concedería un título de por vida para él y su prole o una vida de bolsillos llenos de aeros pero sin ser alguien importante en la ciudad? Sylvia, y también clientes, conocía la respuesta. Se aprovechaba del egoísmo de los vampiros para utilizar a su favor.
-¿Para qué quieres mi sangre? –preguntó el vampiro al mismo tiempo que pasaba unos aeros de una bolsa a otra.
-Para nada especial. Es una garantía. Si me intentas engañar, si una de tus monedas es falsas, utilizaré tu sangre para obligarte a regresar a mi tienda y me des el doble de lo acordado en un principio. Puedo hacerlo, conozco las runas de sangre que te obligaran a servirme. También conozco otras que podrían ofrecerte una muerte lenta y llena de tormentos-.
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-Rolando Bradbury, sobrino de Alessandro Bradbury. Si el conde no se hubiera casado con Amanda, Rolando sería el legítimo heredero de su mansión y su apellido. Su odio hacia la condesa es superior al de cualquier otra persona de Aerandir. Nos ayudará con solo pedírselo. Además, Thomas, si me permites, estoy seguro que Rolando conoce la mansión Bradbury mejor que tú-.
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-Nada de juegos, Rolando. Tu oro no vale nada en este local-.
Lo que más le molestaba no era que el portero le rechazase la entrada en la Cueva del Buhonero, burdel que solía transitar en sus mejores días, sino que le llamasen por Rolando a secas. Su nombre era Rolando Bradbury, conde de Sarectic si una puta bruja no hubiera pagado con su sangre el enlace con su tío.
-Conoces las normas, tú mismo las has repetido varias veces. Solo debo dar paso a la élite de Aerandir. Si no te conociese, te golpearía con mi garrote en la cabeza, te cogería de las perneras y te lanzaría lejos de aquí sin mediar palabra. Por nuestra amistad, te doy un primer aviso. Al segundo, te trataré como a un desconocido más-.
Rolando guardó la bolsa de aeros y escupió a los pies del portero del burdel.
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-Siete es el número de la fortuna de los Dioses. Hagamos caso a Nireen y no nos arriesguemos a ganarnos su odio. Tendremos que convencer a sola una de estas personas que se alíen con nosotros. ¿Alguna idea? ¿Qué necesitamos en nuestra partida?-.
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* Ambos: Dejo este turno para que os relacionéis con los personajes. Es muy importante para este tema. Recodad que podéis utilizarlos en vuestros post, os invito a que dialoguéis con ellos.
El objetivo de este primer turno será convencer a una de estas tres personas para que se unan a vuestra partida. Podéis poneros de acuerdo por mp sobre quién resultaría más interesante tener en el equipo.
* Matthew Owens: Tu objetivo secundario es hablar por separado con cada uno de los integrantes del grupo, ganar su confianza y plantar la semilla de la duda. Amanda te pidió que destruyeras el grupo de Dickson; hazlo como mejor sepas.
* Wallace Mcgregor Tu objetivo secundario es similar al de Matthew. Deberás hablar con cada uno de los miembros del grupo, ganarte su confianza y mantenerlo unido.
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Thomas espero nervioso mientras Dickson y el resto del grupo lo evaluaban, no les devolvió la mirada, pero se aseguro de mantenerse firme y con la espalda recta, nadie querría contratar a un cobarde, tenía que ser fuerte y decidido. Cuando le pregunto si sabia usar una daga asintió con energía y hasta estaba dispuesto a hacer unos movimientos allí mismo para demostrárselo, pero no fue necesario, el hombre le dio el visto bueno y lo animo a acercarse.
El humano se trajo una silla y estaba a punto de sentarse cuando apareció otro hombre, un sujeto alto y fuerte, con larga cabellera pelirroja y un solo ojo color verde visible. Por un segundo el campesino Thomas pensó que por fin sería parte de algo grande, que resaltaría por encima de todo el resto, contradiciendo así a quienes habían dicho de él que solo sería un lugareño ignorante toda su vida. Pero rápidamente sus expectativas fueron nuevamente ubicadas donde correspondía, agarro la misma silla que había elegido para él mismo y se la acercó a McGregor con celeridad.
Fueron unos segundos de decepción, pero Thomas no iba a permitir que eso lo desanimara, estaba por hacer algo importante, recuperaría lo que era suyo, sus terrenos, su ganado y a su esposa. Se acercó y escuchó con atención la explicación de Dickson.
El hombre silencioso señalo los pantanos para demostrar su apoyo a que el medio gigante Gor´hall se sumara al grupo.
-Entiendo lo que quieres decir, alguien con semejante fuerza podría ser una excelente distracción mientras nosotros entramos en la mansión – Corroboro el vampiro.
-La-la-la Señorita Amanda es muy lista, una e-e-estrategia tan sencilla no funcionaría – Thomas levantó la vista de los mapas y se encontró con la mirada del enorme hombre silencioso, rápidamente volvió su atención al mapa, temía haber hablado de más.
-Puede que tengas razón, Thomas – No es como si a Dickson le gustara darle a razón a un simple humano campesino, pero era algo que él mismo había pensado también - ¿Podría ser entonces la alquimista?
Matthew tampoco quería que esa mujer se sumara al grupo, pero si ponía argumentos nuevamente su papel podría resultar perjudicado, al fin y al cabo, ¿Qué clase de pueblerino era tan contestón? No, era mejor dejar pasar esa oportunidad.
-Si, si – Asintió Thomas, haciendo como si estuviera absolutamente de acuerdo. Miró rápidamente a todos los miembros de la mesa, seguramente alguno tendría que darse cuenta del problema que tenían y que no les permitía el poder contratar a esa mujer.
-¿Y que tal Rolando? – Dijo Nireen, parecía tomarse esa decisión especialmente en serio.
-¿Su odio no podría resultar una desventaja? Los de su tipo pueden llegar a ser algo… Impulsivos – El humano volvió a asentir con énfasis como si estuviera de acuerdo con lo que Dickson decía.
-Podemos usar su efusivo carácter a nuestro favor –
Se había decidido que no era necesario que fueran los seis a hablar con el séptimo miembro. Por lo que Dickson, Wallace y Xar se habían ido a reclutarlo mientras que Thomas, Nireen y El Silencioso se quedaban en la taberna esperando su regreso.
-Sírveme más, y trae algo con lo que podamos acompañarlo – Dijo la hechicera sin demasiado tacto. Matt se apuraba en responder a las demandas, cumpliendo con el papel que había elegido para esa ocasión. Sirvió una copa de vino y una jarra de cerveza, dejó una tabla con queso en la mesa y luego se sentó. Nireen lo miro de reojo, dando a entender que su presencia en la misma mesa era de lo más irritante. Por lo que Thomas sonrió y se apuro en levantarse para volver a la barra.
A los pocos minutos El Silencioso se acercó, su jarra estaba vacía, y por obvios motivos no podía pedir otro trago.
-Oh, ya veo, quiere más, si-si-si, entiendo – Volvió a sonreír y acercó la jarra al tonel para servirle, pero cuando estaba en medio de su tarea el hombre Silencioso agarró a Thomas por la nuca y lo acercó hasta tenerlo a pocos centímetros de su rostro. Owens prácticamente podía contarle las pestañas de lo cerca que estaban, mantuvo la vista fija en él, como si lo estuviera evaluando - ¿Se-se-señor…? ¿Qué es lo que…? – Dijo tímidamente, temblando de miedo. Finalmente el hombre lo soltó, parecía estar satisfecho con lo que había visto – Ah, jaja, ya veo, que-que-quería saber si soy de fiar ¿Cierto? Jaja, entiendo si, es de esta manera como hacemos las cosas los hombres se-se-sencillos como usted o como yo – Le sirvió finalmente su bebida - ¿Sabe? Me siento más cómodo estando con alguien como usted, mmm, no quiero que me malentienda, pero es que soy hombre de pocas palabras y no puedo evitar pensar que aquí pa-pa-pasan muchas cosas que no entiendo ¿Cree que… Debería confiar sin mas en ellos?- El Silencioso solo seguía bebiendo, pero Matthew estaba seguro que sus palabras continuarían rondando por la mente del hombre.
Nireen era otro cantar, tenía todo el porte de ser una dama desconfiada y poco dada a interactuar, aunque probablemente tenía mucha confianza en sus capacidades, como solía pasar con los hechiceros.
-¿Sa-sa-sabe cuando regresara el Señor Dickson? – Preguntó Thomas mientras levantaba la tabla de quesos y pasaba un trapo sucio por la mesa – Quiero preguntarle al Jefe por donde deberíamos continuar-
-Él no es el líder, esto es una asociación – Respondió la mujer en tono despectivo.
-¿Si? Mi-mi-mil perdones, creía que era él quien daba las órdenes, o al menos eso me dijo cu-cu-cuando los acompañe hasta la puerta – El humano se rasco la cabeza y luego mordisqueo las sucias uñas nervioso – Pe-pe-pero no entiendo ¿Por qué fue él a negociar entonces?
-Son cosas que no entenderías, sirve más vino y cállate –
Thomas asintió, y se fue nuevamente a la barra con el Silencioso, antes de que la iracunda mujer lo hiciera desaparecer con algún hechizo.
Subrayado: Matthew usa su Habilidad de Nivel 0 "Charlatán"
El humano se trajo una silla y estaba a punto de sentarse cuando apareció otro hombre, un sujeto alto y fuerte, con larga cabellera pelirroja y un solo ojo color verde visible. Por un segundo el campesino Thomas pensó que por fin sería parte de algo grande, que resaltaría por encima de todo el resto, contradiciendo así a quienes habían dicho de él que solo sería un lugareño ignorante toda su vida. Pero rápidamente sus expectativas fueron nuevamente ubicadas donde correspondía, agarro la misma silla que había elegido para él mismo y se la acercó a McGregor con celeridad.
Fueron unos segundos de decepción, pero Thomas no iba a permitir que eso lo desanimara, estaba por hacer algo importante, recuperaría lo que era suyo, sus terrenos, su ganado y a su esposa. Se acercó y escuchó con atención la explicación de Dickson.
El hombre silencioso señalo los pantanos para demostrar su apoyo a que el medio gigante Gor´hall se sumara al grupo.
-Entiendo lo que quieres decir, alguien con semejante fuerza podría ser una excelente distracción mientras nosotros entramos en la mansión – Corroboro el vampiro.
-La-la-la Señorita Amanda es muy lista, una e-e-estrategia tan sencilla no funcionaría – Thomas levantó la vista de los mapas y se encontró con la mirada del enorme hombre silencioso, rápidamente volvió su atención al mapa, temía haber hablado de más.
-Puede que tengas razón, Thomas – No es como si a Dickson le gustara darle a razón a un simple humano campesino, pero era algo que él mismo había pensado también - ¿Podría ser entonces la alquimista?
Matthew tampoco quería que esa mujer se sumara al grupo, pero si ponía argumentos nuevamente su papel podría resultar perjudicado, al fin y al cabo, ¿Qué clase de pueblerino era tan contestón? No, era mejor dejar pasar esa oportunidad.
-Si, si – Asintió Thomas, haciendo como si estuviera absolutamente de acuerdo. Miró rápidamente a todos los miembros de la mesa, seguramente alguno tendría que darse cuenta del problema que tenían y que no les permitía el poder contratar a esa mujer.
-¿Y que tal Rolando? – Dijo Nireen, parecía tomarse esa decisión especialmente en serio.
-¿Su odio no podría resultar una desventaja? Los de su tipo pueden llegar a ser algo… Impulsivos – El humano volvió a asentir con énfasis como si estuviera de acuerdo con lo que Dickson decía.
-Podemos usar su efusivo carácter a nuestro favor –
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Se había decidido que no era necesario que fueran los seis a hablar con el séptimo miembro. Por lo que Dickson, Wallace y Xar se habían ido a reclutarlo mientras que Thomas, Nireen y El Silencioso se quedaban en la taberna esperando su regreso.
-Sírveme más, y trae algo con lo que podamos acompañarlo – Dijo la hechicera sin demasiado tacto. Matt se apuraba en responder a las demandas, cumpliendo con el papel que había elegido para esa ocasión. Sirvió una copa de vino y una jarra de cerveza, dejó una tabla con queso en la mesa y luego se sentó. Nireen lo miro de reojo, dando a entender que su presencia en la misma mesa era de lo más irritante. Por lo que Thomas sonrió y se apuro en levantarse para volver a la barra.
A los pocos minutos El Silencioso se acercó, su jarra estaba vacía, y por obvios motivos no podía pedir otro trago.
-Oh, ya veo, quiere más, si-si-si, entiendo – Volvió a sonreír y acercó la jarra al tonel para servirle, pero cuando estaba en medio de su tarea el hombre Silencioso agarró a Thomas por la nuca y lo acercó hasta tenerlo a pocos centímetros de su rostro. Owens prácticamente podía contarle las pestañas de lo cerca que estaban, mantuvo la vista fija en él, como si lo estuviera evaluando - ¿Se-se-señor…? ¿Qué es lo que…? – Dijo tímidamente, temblando de miedo. Finalmente el hombre lo soltó, parecía estar satisfecho con lo que había visto – Ah, jaja, ya veo, que-que-quería saber si soy de fiar ¿Cierto? Jaja, entiendo si, es de esta manera como hacemos las cosas los hombres se-se-sencillos como usted o como yo – Le sirvió finalmente su bebida - ¿Sabe? Me siento más cómodo estando con alguien como usted, mmm, no quiero que me malentienda, pero es que soy hombre de pocas palabras y no puedo evitar pensar que aquí pa-pa-pasan muchas cosas que no entiendo ¿Cree que… Debería confiar sin mas en ellos?- El Silencioso solo seguía bebiendo, pero Matthew estaba seguro que sus palabras continuarían rondando por la mente del hombre.
Nireen era otro cantar, tenía todo el porte de ser una dama desconfiada y poco dada a interactuar, aunque probablemente tenía mucha confianza en sus capacidades, como solía pasar con los hechiceros.
-¿Sa-sa-sabe cuando regresara el Señor Dickson? – Preguntó Thomas mientras levantaba la tabla de quesos y pasaba un trapo sucio por la mesa – Quiero preguntarle al Jefe por donde deberíamos continuar-
-Él no es el líder, esto es una asociación – Respondió la mujer en tono despectivo.
-¿Si? Mi-mi-mil perdones, creía que era él quien daba las órdenes, o al menos eso me dijo cu-cu-cuando los acompañe hasta la puerta – El humano se rasco la cabeza y luego mordisqueo las sucias uñas nervioso – Pe-pe-pero no entiendo ¿Por qué fue él a negociar entonces?
-Son cosas que no entenderías, sirve más vino y cállate –
Thomas asintió, y se fue nuevamente a la barra con el Silencioso, antes de que la iracunda mujer lo hiciera desaparecer con algún hechizo.
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Subrayado: Matthew usa su Habilidad de Nivel 0 "Charlatán"
- FDI:
- F.D.I: Si bien Máster Sigel dijo "Tu objetivo secundario es hablar por separado con cada uno de los integrantes del grupo", me parecía un poco forzado poner cada una de las intervenciones en un solo post, así que elegí a los que me parecían más entretenidos. Esperemos que la diosa no se enoje, prometo que Matthew seguirá siendo una mala influencia durante el resto del Tema también ^^
Matthew Owens
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Wallace agradeció a Thomas el gesto de traerle la silla, ignorando las miradas de Xar. Miradas de hambre mezcladas con un extraño deseo que repugnaba al brujo. El clavó por unos instantes sus ojos en ella, amenazandola con la mirada. No quería que se acercarse a él ni un milímetro. Ya no era el muchacho que una vez intentó cazarla.
-Es un placer volver a verte Xar… veo que sigues con tu “curiosa” colección aun entre manos… -gruñó él mientras se centraba en el plan de Dickson. El brujo miró atentamente a los demás integrantes de la banda, analizandolos. Tenían pinta de ser peligrosos pero volátiles, cualquiera de ellos partiría caminos diferentes por una buena bolsa de aeros. Divide y vencerás, pensó el pelirrojo para sí. Thomas en cambio, parecía un hombre de lo más normal, pero algo le decía que no podía fiarse de ese camarero tartamudo con ansias de venganza. Lo mantendrá vigilado, eso estaba claro.
Dickson propuso reclutar a un séptimo miembro. Ahora resultaba que eran supersticiosos y todo. Wallace no pudo evitar sonreír de lado mientras escuchaba al vampiro hablar sobre los candidatos. Un semigigante, una alquimista y un pariente de la duquesa. NInguno le parecía útil. Cuantos asaltos habían hecho esa grupo? Sus elecciones daban mucho que desear…
-El semigigante sería un estorbo, no hay que ser un erudito para verlo. Si queremos asediar la casita de la condesa podríamos usarlo pero no es el caso. - Habló con firmeza mientras miraba a la banda.- Otros podrían hacer de distracción, incluso yo mismo. -Hizo aspavientos con las manos para sacarle importancia al asunto. Dickson lo miró con interés y asintió, entendiendo su argumento. Controlar al semigigante también podría ser un problema. El brujo escuchó como pedían opinión a Thomas. Pobre diablo, se veía de sobras que intentaba ser cauto para no acabar siendo su desayuno. Al oír lo del sobrino, el pariente de la duquesa, Wallace alzó una ceja. Era el candidato perfecto, descartó a la alquimista de calle, por lo que había contado Dickson era incluso peligroso tenerla cerca. Tendría que convencer a Dickson de coger al sobrino. Alguien con sed de venganza y fortuna era fácilmente manipulable y eso Wallace sabía que a los vampiros les encantaba.
-McGregor, vendrás con nosotros a reclutar a nuestro nuevo compañero o compañera, lo que más me convenza… -Dickson se levantó junto con Xar y ambos miraron al brujo, quien asintió sin decir nada. Antes de irse, pasando por detrás de Thomas, le apretó el hombro en una señal de confianza y seguridad. Fué instintivo, no supo realmente por que acababa de hacer aquello.
-----
La noche no acompañaba, hacía frío y en cada esquina el brujo podía ver ojos hambrientos. Seguía en silencio a los miembros de la banda, Dickson y Xar, observandolos. Debía ir con cuidado, se les podría ocurrir pensar que ya no lo necesitaban y atacar. Se acercó a ellos, poniéndose en medio a su mismo paso. Dickson lo miró de reojo con una sonrisa en los labios mientras Xar miraba a su alrededor, en su mundo.
-No te veo convencido sobre una de las opciones… habla sin miedo. -Wallace lo miró de reojo por igual, apretando los labios, un poco nervioso.
-La alquimista, me parece una mala elección. -murmuró mientras sentía la mirada de Xar en él. Dickson asintió escuchándolo con atención- Demasiado volátil e impredecible, es igual de peligrosa en un grupo como el semigigante… El sobrino en cambio… -giró el rostro para mirar completamente a Dickson con una ceja alzada, pícaro.- Es controlable… se muere por ponerle las manos encima a nuestra querida duquesa… eso le convierte en el soldado perfecto… o el cebo ideal. -Encogió los hombros, dejando que Dickson analizara sus palabras y decidiera.
El brujo se puso tenso al sentir el contacto de Xar, quien se agarró a su fuerte brazo, colgandose como si fuera una muchacha inocente. Su sonrisa macabra le puso la piel de gallina.
-Parece que no solo maduro… también listo… -sus dedos acariciaron la mandíbula del brujo, entre la barba, haciéndolo temblar levemente, de asco. La sonrisa de la mujer se volvió una mueca de desagrado infantil.-... lastima que te hayas estropeado la cara… que bonita hubiera sido con las demás… -soltó una risilla de lunática haciendo suspirar con pesadez a Dickson, cansado de sus juegos. Wallace le dedicó una falsa sonrisa mientras la apartaba con cuidado y sin que Dickson lo viera, la mirada que le lanzó a la mujer fue fulminante, fría.
-Nos acercamos, Ronaldo vive por aquí cerca.
-Es un placer volver a verte Xar… veo que sigues con tu “curiosa” colección aun entre manos… -gruñó él mientras se centraba en el plan de Dickson. El brujo miró atentamente a los demás integrantes de la banda, analizandolos. Tenían pinta de ser peligrosos pero volátiles, cualquiera de ellos partiría caminos diferentes por una buena bolsa de aeros. Divide y vencerás, pensó el pelirrojo para sí. Thomas en cambio, parecía un hombre de lo más normal, pero algo le decía que no podía fiarse de ese camarero tartamudo con ansias de venganza. Lo mantendrá vigilado, eso estaba claro.
Dickson propuso reclutar a un séptimo miembro. Ahora resultaba que eran supersticiosos y todo. Wallace no pudo evitar sonreír de lado mientras escuchaba al vampiro hablar sobre los candidatos. Un semigigante, una alquimista y un pariente de la duquesa. NInguno le parecía útil. Cuantos asaltos habían hecho esa grupo? Sus elecciones daban mucho que desear…
-El semigigante sería un estorbo, no hay que ser un erudito para verlo. Si queremos asediar la casita de la condesa podríamos usarlo pero no es el caso. - Habló con firmeza mientras miraba a la banda.- Otros podrían hacer de distracción, incluso yo mismo. -Hizo aspavientos con las manos para sacarle importancia al asunto. Dickson lo miró con interés y asintió, entendiendo su argumento. Controlar al semigigante también podría ser un problema. El brujo escuchó como pedían opinión a Thomas. Pobre diablo, se veía de sobras que intentaba ser cauto para no acabar siendo su desayuno. Al oír lo del sobrino, el pariente de la duquesa, Wallace alzó una ceja. Era el candidato perfecto, descartó a la alquimista de calle, por lo que había contado Dickson era incluso peligroso tenerla cerca. Tendría que convencer a Dickson de coger al sobrino. Alguien con sed de venganza y fortuna era fácilmente manipulable y eso Wallace sabía que a los vampiros les encantaba.
-McGregor, vendrás con nosotros a reclutar a nuestro nuevo compañero o compañera, lo que más me convenza… -Dickson se levantó junto con Xar y ambos miraron al brujo, quien asintió sin decir nada. Antes de irse, pasando por detrás de Thomas, le apretó el hombro en una señal de confianza y seguridad. Fué instintivo, no supo realmente por que acababa de hacer aquello.
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La noche no acompañaba, hacía frío y en cada esquina el brujo podía ver ojos hambrientos. Seguía en silencio a los miembros de la banda, Dickson y Xar, observandolos. Debía ir con cuidado, se les podría ocurrir pensar que ya no lo necesitaban y atacar. Se acercó a ellos, poniéndose en medio a su mismo paso. Dickson lo miró de reojo con una sonrisa en los labios mientras Xar miraba a su alrededor, en su mundo.
-No te veo convencido sobre una de las opciones… habla sin miedo. -Wallace lo miró de reojo por igual, apretando los labios, un poco nervioso.
-La alquimista, me parece una mala elección. -murmuró mientras sentía la mirada de Xar en él. Dickson asintió escuchándolo con atención- Demasiado volátil e impredecible, es igual de peligrosa en un grupo como el semigigante… El sobrino en cambio… -giró el rostro para mirar completamente a Dickson con una ceja alzada, pícaro.- Es controlable… se muere por ponerle las manos encima a nuestra querida duquesa… eso le convierte en el soldado perfecto… o el cebo ideal. -Encogió los hombros, dejando que Dickson analizara sus palabras y decidiera.
El brujo se puso tenso al sentir el contacto de Xar, quien se agarró a su fuerte brazo, colgandose como si fuera una muchacha inocente. Su sonrisa macabra le puso la piel de gallina.
-Parece que no solo maduro… también listo… -sus dedos acariciaron la mandíbula del brujo, entre la barba, haciéndolo temblar levemente, de asco. La sonrisa de la mujer se volvió una mueca de desagrado infantil.-... lastima que te hayas estropeado la cara… que bonita hubiera sido con las demás… -soltó una risilla de lunática haciendo suspirar con pesadez a Dickson, cansado de sus juegos. Wallace le dedicó una falsa sonrisa mientras la apartaba con cuidado y sin que Dickson lo viera, la mirada que le lanzó a la mujer fue fulminante, fría.
-Nos acercamos, Ronaldo vive por aquí cerca.
OFF: Merci por esperar! Ya se me acaban las vacaciones Q_Q
Igual que Matt, no he visto logico hablar con cada uno en este post dado que se me ha enviado a reclutar al 7ó. En mi siguiente post acabara de hablar con los otros!
Wallace Mcgregor
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Os ha faltado cumplir uno de los objetivos que os marqué. Dije:
El objetivo de este primer turno será convencer a una de estas tres personas para que se unan a vuestra partida. Podéis poneros de acuerdo por mp sobre quién resultaría más interesante tener en el equipo.
En otras palabras, ir hacia el lugar donde esté el nuevo miembro que deséis reclutar y convencerlo de que se os una. En mi post os dije la ubicación de cada uno de los estos tres candidatos y dije qué les interesa a cada uno: al semi-gigante la mujer bestia que persigue, a la alqumista los aeros y a Ronaldo el honor. Tal vez no me haya explicado bien.
Habéis hecho unos post excelentes. Por no romper el ritmo del tema, os concedo un turno extra para cumplir este objetivo que os ha faltado. No editéis nada, simplemente, seguid un turno más para reclutar entre los dos a Ronaldo (que es el que habéis decidido). Este turno no os saldrá gratis, por supuesto. El tiempo en este mis mastereados es un arma de vital importancia.
El objetivo de este primer turno será convencer a una de estas tres personas para que se unan a vuestra partida. Podéis poneros de acuerdo por mp sobre quién resultaría más interesante tener en el equipo.
En otras palabras, ir hacia el lugar donde esté el nuevo miembro que deséis reclutar y convencerlo de que se os una. En mi post os dije la ubicación de cada uno de los estos tres candidatos y dije qué les interesa a cada uno: al semi-gigante la mujer bestia que persigue, a la alqumista los aeros y a Ronaldo el honor. Tal vez no me haya explicado bien.
Habéis hecho unos post excelentes. Por no romper el ritmo del tema, os concedo un turno extra para cumplir este objetivo que os ha faltado. No editéis nada, simplemente, seguid un turno más para reclutar entre los dos a Ronaldo (que es el que habéis decidido). Este turno no os saldrá gratis, por supuesto. El tiempo en este mis mastereados es un arma de vital importancia.
Sigel
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
A medida que pasaban los minutos, la tensión en el ambiente de la taberna iba aumentando. Nireen no había dicho una sola palabra luego de que Matthew le hizo los comentarios en relación a Dickson, parecía estar meditabunda, sentada con mucha elegancia mientras tamborileaba con sus uñas sobre las tablas de la mesa.
“Mientras mas piense en ello menos va a gustarle” pensaba Owens mientras realizaba las tareas rutinarias del lugar.
El silencio del lugar fue interrumpido por el ruido de una silla al caerse, la bruja se había levantado con demasiado ímpetu y había hecho que se callera. Miraba con disgusto hacía el frente, y rápidamente se giro hacia Thomas y El Silencioso, quienes estaban en la barra.
-Nos vamos – Dijo y por el tono era evidente que no les estaba pidiendo opinión, el gesto del ex-esclavo se ensombreció ligeramente, por un instante Matt pensó que le arrojaría algún objeto contundente, pero su mal humor se disipo, acabo el trago y se levanto – Tu también – Le dijo al estafador, el cual asintió rápidamente y se apuro en ir a la puerta para abrirla antes de que Nireen llegara.
-¿A dónde vamos? – Pregunto aunque ya sabia exactamente la respuesta.
-No entiendo porque tenemos que quedarnos aquí esperando mientras él hace todo. Nadie dijo que él era el líder –
-Es que sería muy raro ir todos juntos ¿No? Eso dijo el Señor Dickson, y parecía saber de lo que hablaba – Thomas se revolvía las manos mientras caminaba a paso acelerado tras la bruja y el Silencioso.
-Me da igual lo que él diga – “¡Que maravilla!” Pensó Matt, bastante conforme con los resultados, la primer brasa estaba prendida, ahora era solo cuestión de seguir soplando muy despacio hasta que se volviera un fuego -Vamos a ir directamente con de Rolando Bradbury – Dijo la hechicera luego de varias cuadras en las que siquiera había mirado a sus compañeros – Estoy segura que terminará allí de todos modos-
-¿P-p-porque esta tan segura? – Pregunto Thomas con timidez, no estaba seguro si era correcto que hiciera tantos comentarios en una sola conversación.
-Piensa un poco, Humano. Si el gigante era demasiado arriesgado, y la Alquimista demasiado cara ¿Dónde crees que van a terminar yendo?- No era necesariamente agresiva con Thomas, parecía mas bien estar convencida que esa era la manera en que uno hablaba con los Humanos. Eso era perfecto para Matt, ya que mientras le hablara con naturalidad significaba que creía en su papel. En cambio El Silencioso parecía estar cada vez más indiferente a los comentarios de la mujer, Owens no podía adivinar si era porque no le importaba, o si intentaba contener su ira.
Tardaron apenas un poco más en llegar hasta la Cueva del Buhonero “¿Cómo se supone que actúe en una situación así un hombre sencillo?” Pensó Matthew mientras se iban acercando. Pronto se dio cuenta que no sería necesario interpretar ninguna cara, ya que su objetivo se encontraba en la puerta del burdel, y no parecía ser muy probable que lo dejaran pasar.
¿Cómo lo reconocieron? Fue sencillo…
-¡No me llames “Rolando”, mal nacido! ¡Soy Rolando Bradbury! ¡¡Conde de Sacrestic Ville! ¡Y me debes tu lealtad! – Tan bonito discurso fue interrumpido por un golpe del guardia que no parecía estar de humor para aguantar todas esas tonterías. Thomas cerró los ojos e hizo un gesto de dolor.
-¿Qué hacen aquí? – Escucharon que les decían desde atrás, era Dickson y todos los demás, acababan de llegar al igual que el grupo de Nireen – Pensé que se quedarían en la taberna-
-Nos cansamos de esperarlos – Fue todo lo que dijo la hechicera – Terminemos con esto, vamos a buscarlo antes de que lo maten –
Thomas miro al vampiro y se encogió de hombros como diciendo “Quien las entiende” y haciéndose totalmente el desentendido con la situación que había generado. Rolando se encontraba ahora en el piso, con una gran marca de golpe en el ojo, aunque por suerte para él, los guardias no se habían ensañado mucho.
-¿Señor Rolando Bradbury? – Pregunto Dickson con mucha educación, ya que el hombre quería ser tratado como alguien de su “categoría” lo mejor era empezar con lo básico – Tenemos una propuesta que tal vez podría resultarle interesante – El vampiro miro a los lados y agregó – Aunque no es este un sitio adecuado para hablar.
-No veo porque tenemos que continuar postergando esto – Se interpuso Nireen – Sabemos lo que Amanda Bradbury le hizo, y creemos que estará contento de poder ayudarnos en lo que queremos hacer – No decía las palabras exactas, pero era imposible que Rolando no se imaginaba de qué se trataba todo eso.
-Si… ¡Si lo haré! Es decir ¿Qué tengo que hacer? – El hombre se puso en pie y limpio los restos de tierra de su chaqueta.
-Por lo pronto venir con nosotros – Dickson parecía querer recuperar el control de la charla – Vámonos entonces
“Mientras mas piense en ello menos va a gustarle” pensaba Owens mientras realizaba las tareas rutinarias del lugar.
El silencio del lugar fue interrumpido por el ruido de una silla al caerse, la bruja se había levantado con demasiado ímpetu y había hecho que se callera. Miraba con disgusto hacía el frente, y rápidamente se giro hacia Thomas y El Silencioso, quienes estaban en la barra.
-Nos vamos – Dijo y por el tono era evidente que no les estaba pidiendo opinión, el gesto del ex-esclavo se ensombreció ligeramente, por un instante Matt pensó que le arrojaría algún objeto contundente, pero su mal humor se disipo, acabo el trago y se levanto – Tu también – Le dijo al estafador, el cual asintió rápidamente y se apuro en ir a la puerta para abrirla antes de que Nireen llegara.
-¿A dónde vamos? – Pregunto aunque ya sabia exactamente la respuesta.
-No entiendo porque tenemos que quedarnos aquí esperando mientras él hace todo. Nadie dijo que él era el líder –
-Es que sería muy raro ir todos juntos ¿No? Eso dijo el Señor Dickson, y parecía saber de lo que hablaba – Thomas se revolvía las manos mientras caminaba a paso acelerado tras la bruja y el Silencioso.
-Me da igual lo que él diga – “¡Que maravilla!” Pensó Matt, bastante conforme con los resultados, la primer brasa estaba prendida, ahora era solo cuestión de seguir soplando muy despacio hasta que se volviera un fuego -Vamos a ir directamente con de Rolando Bradbury – Dijo la hechicera luego de varias cuadras en las que siquiera había mirado a sus compañeros – Estoy segura que terminará allí de todos modos-
-¿P-p-porque esta tan segura? – Pregunto Thomas con timidez, no estaba seguro si era correcto que hiciera tantos comentarios en una sola conversación.
-Piensa un poco, Humano. Si el gigante era demasiado arriesgado, y la Alquimista demasiado cara ¿Dónde crees que van a terminar yendo?- No era necesariamente agresiva con Thomas, parecía mas bien estar convencida que esa era la manera en que uno hablaba con los Humanos. Eso era perfecto para Matt, ya que mientras le hablara con naturalidad significaba que creía en su papel. En cambio El Silencioso parecía estar cada vez más indiferente a los comentarios de la mujer, Owens no podía adivinar si era porque no le importaba, o si intentaba contener su ira.
Tardaron apenas un poco más en llegar hasta la Cueva del Buhonero “¿Cómo se supone que actúe en una situación así un hombre sencillo?” Pensó Matthew mientras se iban acercando. Pronto se dio cuenta que no sería necesario interpretar ninguna cara, ya que su objetivo se encontraba en la puerta del burdel, y no parecía ser muy probable que lo dejaran pasar.
¿Cómo lo reconocieron? Fue sencillo…
-¡No me llames “Rolando”, mal nacido! ¡Soy Rolando Bradbury! ¡¡Conde de Sacrestic Ville! ¡Y me debes tu lealtad! – Tan bonito discurso fue interrumpido por un golpe del guardia que no parecía estar de humor para aguantar todas esas tonterías. Thomas cerró los ojos e hizo un gesto de dolor.
-¿Qué hacen aquí? – Escucharon que les decían desde atrás, era Dickson y todos los demás, acababan de llegar al igual que el grupo de Nireen – Pensé que se quedarían en la taberna-
-Nos cansamos de esperarlos – Fue todo lo que dijo la hechicera – Terminemos con esto, vamos a buscarlo antes de que lo maten –
Thomas miro al vampiro y se encogió de hombros como diciendo “Quien las entiende” y haciéndose totalmente el desentendido con la situación que había generado. Rolando se encontraba ahora en el piso, con una gran marca de golpe en el ojo, aunque por suerte para él, los guardias no se habían ensañado mucho.
-¿Señor Rolando Bradbury? – Pregunto Dickson con mucha educación, ya que el hombre quería ser tratado como alguien de su “categoría” lo mejor era empezar con lo básico – Tenemos una propuesta que tal vez podría resultarle interesante – El vampiro miro a los lados y agregó – Aunque no es este un sitio adecuado para hablar.
-No veo porque tenemos que continuar postergando esto – Se interpuso Nireen – Sabemos lo que Amanda Bradbury le hizo, y creemos que estará contento de poder ayudarnos en lo que queremos hacer – No decía las palabras exactas, pero era imposible que Rolando no se imaginaba de qué se trataba todo eso.
-Si… ¡Si lo haré! Es decir ¿Qué tengo que hacer? – El hombre se puso en pie y limpio los restos de tierra de su chaqueta.
-Por lo pronto venir con nosotros – Dickson parecía querer recuperar el control de la charla – Vámonos entonces
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- FDI:
- Listo, objetivo cumplido. Lamento las demoras.
Matthew Owens
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
La Cueva del Buhonero era un burdel como cualquier otro, eso pensaba Wallace. Él había sido cliente de unos cuantos en su juventud, algo de lo que no se sentía orgulloso. Ahora solo usaba los burdeles como fuente de información, pagando a los trabajadores o haciendo favores que no fueran de ningún modo, íntimos.
El brujo siguió a los dos criminales sin decir palabra y para su sorpresa, el resto de la banda también estaban allí. Una parte de él agradeció per al humano Thomas a salvo y entero. Se percató del cambio de actitud de Nireen, quien había sido ordenada a quedarse en la taberna junto con el Silencioso y el humano. Eso podría traerle problemas a Dickson. Su liderazgo parecía estar en juego y la mirada del vampiro expresaba de todo menos cariño hacia la bruja. Que habría pasado para que hubiera cambiado de golpe? En la taberna se la veía sumisa a las ordenes de Dickson... a no ser que en ningún momento hubieran hablado sobre quien era el jefe. Wallace vió una oportunidad para poder dividir al grupo pero con quien se iria? No quería arriesgar su propio pellejo en eso.
Aquel al que iban a reclutar estaba delante de ellos y tras la interrupción de Nireen, aceptó de buena gana el ir con ellos. Fue muy fácil convencerlo, su odio y su sed de venganza lo cegaban. El brujo no dijo nada mientras Dickson y Nireen intercambiaban palabras, sin cariño alguno en ellas.
-Que sea la ultima vez que me interrumpes cuando estoy hablando. Aprende cual es tu lugar. -Espetó el vampiro. la bruja lo miro con desprecio acercándose a él sin miedo alguno.
-Que yo sepa, nadie dijo que tu estabas al mando. No soy tu esclava, somos socios. Entérate. -La bruja no se quedaba corta, ambos se miraban fijamente, amenazadores. Disimuladamente, el brujo se acercó a Thomas y le llamo la atención con un leve codazo.
- Esto lo has hecho tu?... -preguntó en un susurro.- Bueno, no importa... -Le dedicó una amable sonrisa. Quería ganarse la confianza del humano, necesitaba al menos un aliado, por muy efímero que pareciera. Dickson y la bruja siguieron discutiendo. Xar, cansada de tantas tonterías, cogió a Ronaldo de la mano y se lo llevó, alejándolo de ellos dos. Al ver aquella acción, el vampiro le soltó un ultimo soplido a la bruja y camino hacia Xar, ignorando las amenazas de la bruja. Sin decirle nada mas al humano, Wallace siguió los pasos de Dickson hasta ponerse a su lado. Este le dedicó una mirada de despreció pero Wallace se la devolvió, sorprendiéndolo.
- No lo pagues conmigo, que no vean tu liderazgo solo es culpa tuya. -Le soltó de golpe mientras seguían a Xar.- Piénsalo, cuando tardaran en dudar todos de ello, eh? Yo voy con el que mejor me pague, no voy a mentirte y de momento, ese eres tu así que si necesitas que haga algo, solo dilo. -Murmuró mientras apoyaba la mano en el hacha del cinto. Dickson dudó al principió pero Wallace sabia como tratar a hombres que tenían problemas controlando a los suyos, eran igual de vulnerables que un borracho enamorado. El vampiro no dijo nada, pero lo miró con cierto alivio y una pizca de confianza. Gruñó y apretó el paso, alcanzando a Xar. Obviamente discutieron. Los actos de ella tampoco fueron del agrado del vampiro. Wallace no pudo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción mientras Dickson intentaba dejar claro quien llevaba las riendas de ese plan. Por otra parte, tener a todos los miembros enfrentados haría que la misión resultara desastrosa o mas peligrosa de lo que ya era. Frunció el ceño, sabiendo que debía de poner un poco de su parte y se acercó a ellos dos, apartándolos el uno del otro antes de que se pegaran algún mordisco.
-Eh... la calle no es el lugar para tener discusiones de pareja... -gruñó viendo como lo miraban ante aquello.-... y os recuerdo que tenéis un plan entre manos, estar enfadados entre vosotros solo empeorara la situación... a demás... -miro a Ronaldo quien los observaba con confusión.- Nuestro nuevo compañero necesita explicaciones... verdad, jefe? -Miró fijamente a Dickson con una sonrisa de confianza hacia él, tratándolo como el líder que se creía que era. Debía fingir todo lo que mejor que supiera. Xar soltó cuatro maldiciones mientras abrazaba la jaula y se apartaba, un poco perturbada por las palabras del brujo. Él miró de reojo sobre el hombro a los demás mientras seguían avanzando. Clavó su mirada en Thomas y sin que nadie mas se diera cuenta, le guiño un ojo.
El brujo siguió a los dos criminales sin decir palabra y para su sorpresa, el resto de la banda también estaban allí. Una parte de él agradeció per al humano Thomas a salvo y entero. Se percató del cambio de actitud de Nireen, quien había sido ordenada a quedarse en la taberna junto con el Silencioso y el humano. Eso podría traerle problemas a Dickson. Su liderazgo parecía estar en juego y la mirada del vampiro expresaba de todo menos cariño hacia la bruja. Que habría pasado para que hubiera cambiado de golpe? En la taberna se la veía sumisa a las ordenes de Dickson... a no ser que en ningún momento hubieran hablado sobre quien era el jefe. Wallace vió una oportunidad para poder dividir al grupo pero con quien se iria? No quería arriesgar su propio pellejo en eso.
Aquel al que iban a reclutar estaba delante de ellos y tras la interrupción de Nireen, aceptó de buena gana el ir con ellos. Fue muy fácil convencerlo, su odio y su sed de venganza lo cegaban. El brujo no dijo nada mientras Dickson y Nireen intercambiaban palabras, sin cariño alguno en ellas.
-Que sea la ultima vez que me interrumpes cuando estoy hablando. Aprende cual es tu lugar. -Espetó el vampiro. la bruja lo miro con desprecio acercándose a él sin miedo alguno.
-Que yo sepa, nadie dijo que tu estabas al mando. No soy tu esclava, somos socios. Entérate. -La bruja no se quedaba corta, ambos se miraban fijamente, amenazadores. Disimuladamente, el brujo se acercó a Thomas y le llamo la atención con un leve codazo.
- Esto lo has hecho tu?... -preguntó en un susurro.- Bueno, no importa... -Le dedicó una amable sonrisa. Quería ganarse la confianza del humano, necesitaba al menos un aliado, por muy efímero que pareciera. Dickson y la bruja siguieron discutiendo. Xar, cansada de tantas tonterías, cogió a Ronaldo de la mano y se lo llevó, alejándolo de ellos dos. Al ver aquella acción, el vampiro le soltó un ultimo soplido a la bruja y camino hacia Xar, ignorando las amenazas de la bruja. Sin decirle nada mas al humano, Wallace siguió los pasos de Dickson hasta ponerse a su lado. Este le dedicó una mirada de despreció pero Wallace se la devolvió, sorprendiéndolo.
- No lo pagues conmigo, que no vean tu liderazgo solo es culpa tuya. -Le soltó de golpe mientras seguían a Xar.- Piénsalo, cuando tardaran en dudar todos de ello, eh? Yo voy con el que mejor me pague, no voy a mentirte y de momento, ese eres tu así que si necesitas que haga algo, solo dilo. -Murmuró mientras apoyaba la mano en el hacha del cinto. Dickson dudó al principió pero Wallace sabia como tratar a hombres que tenían problemas controlando a los suyos, eran igual de vulnerables que un borracho enamorado. El vampiro no dijo nada, pero lo miró con cierto alivio y una pizca de confianza. Gruñó y apretó el paso, alcanzando a Xar. Obviamente discutieron. Los actos de ella tampoco fueron del agrado del vampiro. Wallace no pudo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción mientras Dickson intentaba dejar claro quien llevaba las riendas de ese plan. Por otra parte, tener a todos los miembros enfrentados haría que la misión resultara desastrosa o mas peligrosa de lo que ya era. Frunció el ceño, sabiendo que debía de poner un poco de su parte y se acercó a ellos dos, apartándolos el uno del otro antes de que se pegaran algún mordisco.
-Eh... la calle no es el lugar para tener discusiones de pareja... -gruñó viendo como lo miraban ante aquello.-... y os recuerdo que tenéis un plan entre manos, estar enfadados entre vosotros solo empeorara la situación... a demás... -miro a Ronaldo quien los observaba con confusión.- Nuestro nuevo compañero necesita explicaciones... verdad, jefe? -Miró fijamente a Dickson con una sonrisa de confianza hacia él, tratándolo como el líder que se creía que era. Debía fingir todo lo que mejor que supiera. Xar soltó cuatro maldiciones mientras abrazaba la jaula y se apartaba, un poco perturbada por las palabras del brujo. Él miró de reojo sobre el hombro a los demás mientras seguían avanzando. Clavó su mirada en Thomas y sin que nadie mas se diera cuenta, le guiño un ojo.
Wallace Mcgregor
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Ivan Dickson entabló un vínculo mental con los siete guerreros que había reunido, contándose a él, para poder hablar sin necesidad de utilizar las palabras. Compartió las imágenes de los cambios que estaba instaurando Amanda Bradbury en su ciudad, el rechazado que generaba por parte de los vampiros tradicionales y la admiración por parte de Los hijos de Habak. Hizo que sus seis compañeros contemplasen las consecuencias inmediatas y tardías que provocaría Amanda Bradbury si seguía en sus treces. En primer lugar, y en honor a su reciente incorporación como número de la suerte del grupo, presentó un esquema de las familias nobles de la zona: viejos vampiros y admirables humanos aliados de las sombras. Familias adineradas por títulos y riquezas. Rolando Bradbury era el heredero legítimo del título que Amanda se había adueñado. Rolando sería un señor más civilizado y respetuoso con sus ancianos, si es que a los vampiros se les podía llamar ancianos. No se dejaría ver participar en las lujuriosas festividades ofrecidas al primer vampiro ni abriría las puertas de la mansión a desconocidos de otras ciudades. La segunda visión tenía como protagonista una guerra civil en nombre de Amanda. Los vampiros combatían entre ellos, hermano contra hermana. A un bando, aquellos que habían sido seducidos por las falsas promesas de Los hijos Habak, al otro, los vampiros tradicionales que defendían la realidad frente a las ilusiones de un cadáver. Amanda, en el balcón de su balcón, observaba la carnicería. Feith Greenwood, esposa de Amanda Bradbury, estaba en la primera línea del campo de batalla. Combatía desnuda como lo haría un animal salvaje.
—Somos unos privilegiados, tenemos la oportunidad de detener una guerra antes de que empiece. Recuperaremos lo que por derecho nos pertenece —dijo mirando hacia Rolando. — No dejaremos que esa zorra con manos de cuervo se apropie de nuestras costumbres—.
Después de reclutar a Rolando Bradbury, los siete se separaron. Observaron la mansión de Amanda Bradbury, cada uno desde un punto diferente para no llamar la atención. El vínculo telepático de Dickson seguía abierto. Utilizaban el canal para compartir información sobre lo que estaba ocurriendo. Los siete podían ver lo que veía su compañero. Rolando mostró las entradas ocultas de la mansión: una puerta trasera que daba a la cocina y otra en un lateral que dirigía al sótano. Dickson marcó con un resplandor la imagen de la puerta del sótano. Desde el punto de vista de El Silencioso, se mostraba a un puñado de sirvientes entrar y salir por la cocina. Sería arriesgado. Desde el sótano, podrían entrar en el interior de la mansión, esconderse por los recónditos lugares que solo Rolando conocía por haberse criado en esas paredes, y, una vez llegasen al dormitorio de Amanda, asesinar a la mujer. Nireen señaló lo estúpido que era esconder a siete personas en un mismo lugar. Dickson no se inmutó ante el atrevimiento de la bruja. La mente del cazador seguía tan tranquila como de costumbre.
”Esto es lo que haremos. Un primer grupo atacaremos por la puerta central. Llamaremos la atención de los soldados. Hasta el momento, nadie ha intentado atacar directamente Amanda. Se debe sentir protegida en su castillo de naipes. Contamos con el factor sorpresa. Soplaremos y tumbaremos los naipes de un solo ataque. Este grupo lo formaremos: Wallace, Xar, Libre y yo. Somos una fuerza lo bastante grande como para considerar una amenaza. El segundo grupo lo formarán: Nireen, Rolando y Thomas. Aprovecharéis nuestro ataque para ocultarlos por los setos y entrar a la mansión por el sótano. Una vez dentro, contaréis con la guía de Rolando para esconderos por las zonas ocultas sin ser descubiertos. Llegaréis al dormitorio principal y mataréis a Amanda Bradbury sin que se dé cuenta. ¿Lo habéis entendido? Una última cosa: evitad hablar. Nos comunicaremos por medio de este canal telepático. Lo dejaré abierto tanto tiempo como pueda.”
Dickson fue el primero en salir de su escondite y dar un paso hacia la mansión Bradbury. Lo hizo con la ballesta cargada en su mano derecha y una espesa niebla negra cubriendo su mano izquierda. Le siguió Xar bien de cerca. La vampira abrió la jaula de pájaros y los rostros que había coleccionado flotaron hacia la mansión.
Una señal en el cielo, una luz sin color, indicó al segundo grupo que era el momento de entrar. Rolando llevó a Nireen y Thomas por los setos de animales, eran lo suficientemente grandes como para ocultar a dos personas; el elefante podría ocultar hasta cuatro. La entrada principal era un caos. Decenas de vampiros, licántropos y hombres bestias se enfrentaban contra el grupo de Dickson. Thomas respiró profundamente. Hace un momento, pensaba utilizar sus últimos aeros para comprar a una doncella que le acompañase durante la noche y ahora se encontraba detrás de una batalla luchando por aquello que la puta que se casó con su hermano le arrebató.
—Es por aquí. —dijo en voz baja. Recordó el canal telepático que Dickson había abierto y repitió la misma frase en sus pensamientos: “es por aquí”.
Los tres llegaron a la puerta del sótano. Rolando intentó abrirla, pero no logró hacerlo. Nireen pidió mentalmente a Rolando que se apartase y utilizó su telequinesis para abrir el cerrojo del interior de la puerta. Rolando le felicitó. La bruja era realmente inteligente. Sus conjuros no generaban ningún ruido.
Los tres pasaron al sótano sin ser descubiertos. Tuvieron suerte. Nireen diría que era gracias al número siete.
“Hay una habitación detrás de la chimenea” Rolando les mostró la habitación que recordaba “Los días de verano, cuando la chimenea estaba apagada. Mi hermano y yo solíamos pasar arrastras por la ceniza y jugar en aquella habitación. Nos encantaba ese lugar. Nuestros antepasados lo construyeron como una armería secreta. Hay armas suficientes para matar a catorce vampiros como Amanda. Será un primer buen punto para ganar terreno”.
Nireen mostró sus temores por el canal telepático. Sobre sus cabezas se escuchaban centenares de pisadas corretear de un lado al otro. El servicio del castillo. Para llegar al salón donde estaba la chimenea, primero debían salir del sótano. Rolando le contestó mostrando un mapa del castillo, los pasadizos conocidos y los secretos que su hermano y él descubrieron durante la infancia.
“Podremos llegar sin problemas”.
“Más te vale”.
“Más nos vale”.
Rolando se sentía atraído por la bruja. El sentimiento era mutuo. Ambos ignoraban que en el canal telepático de Dickson no solo se compartían los pensamientos que uno quería mostrar, sino también los que deseaba ocultar. Antes de marcharse del sótano, Rolando Bradbury tomó a la bruja de la cintura y le robó un beso tan apasionado que podía competir con los de Amanda y Woodpecker.
“Cuando recuperé mi nombre, te haré convertir en mi condesa”.
Wallace tenía las cualidades que a Xar más le atraían: era osado, limpio, justo y loco. La vampiresa examinaba los rasgos faciales del brujo mientras abría su jaula para pájaros. Los rostros enjaulados flotaron en dirección a la mansión Bradbury, se estampaban contra la fachada. Xar mandó un beso por el aire a Wallace McGregor. No le importó deshacerse de sus colecciones por una guerra de vampiros porque pensaba quedarse un rostro mucho más valioso que toda su colección unida como premio por el trabajo bien hecho. Pensaba en el rostro del brujo, por supuesto. El pensamiento se proyectó por el canal telepático de Dickson. La amenaza estaba impregnada de una previa promesa de lujuria.
Los soldados salieron corrieron de la mansión por los ruidos que escuchaban de la fachadas. La mayoría eran vampiros, pero también había licántropos y unos pocos hombres bestias entre las líneas de defensa Bradbury. Xar conjuró sus rostros flotantes. Hizo que crecieran dientes de sierre por el contorno de las caras. Los dirigió contra los soldados. ¡Era tan divertido! Más rostros para la colección.
Dickson y El Silencioso corrieron a enfrentarse contra los soldados que Xar no conseguía atrapar. Dickson era el más experimentado. Cargaba la ballesta con una rapidez soberbia. Su puntería no era nada mal, tal vez hubiera sido mejor en su juventud. El Silencioso utilizaba un martillo a dos manos como arma. Enemigo que le atacaba, pecho que rompía de un contundente golpe de martillo.
¡La señal! Dickson levantó su mano izquierda e invocó una luz sin color. Amanda creería que el estallido era una amenaza, una invitación a la batalla hecha con la magia de la noche en lugar de con la espada. No pensaría que tal vez fuera una señal para el segundo grupo.
Todo iba a pedir de perlas. Debía admitirlo, después de las advertencias de Nireen, no creía que el plan de Dickson fuera a funcionar.
“Wallace, disfruto de tu hermoso rostro. Esto acabará rápido y luego iré a por ti” dijo mentalmente por el canal con fingida dulzura.
* Ambos: Estáis dentro de la mansión Bradbury. ¡La batalla ha empezado! Ambos, deberéis tener muy en cuenta vuestros objetivos. Prestad atención al canal telepático que Dickson ha abierto con control mental de vampiro para mantener el contacto entre los siete miembros de la partida. Cualquier cosas que penséis será transmitida a los demás miembros. Si pensáis traicionar a Dickson, tendréis que ir con mucho cuidado.
* Matthew Owens: Tu objetivo será sencillo. Debéis llegar a la armería oculta detrás de la chimenea. Tienes en tu mente (todos lo tenéis) el plano de la mansión hecho a partir de los recuerdos, úsalo. Recuerda seguir plantando la semilla de la traición dentro del equipo.
* Wallace Mcgregor Tu objetivo es más físico. Estás en medio de un combate. Te enfrentas contra la defensa de la mansión Bradbury. No son pocos los soldados a los que te enfrentas. Por ahora, tu equipo tiene ventaja. Por ahora. No sabes qué puede salir a través de las puertas de la mansión. Sigue combatiendo, evita que los soldados prestan atención al segundo grupo que se ha escondido en la mansión.
—Somos unos privilegiados, tenemos la oportunidad de detener una guerra antes de que empiece. Recuperaremos lo que por derecho nos pertenece —dijo mirando hacia Rolando. — No dejaremos que esa zorra con manos de cuervo se apropie de nuestras costumbres—.
Después de reclutar a Rolando Bradbury, los siete se separaron. Observaron la mansión de Amanda Bradbury, cada uno desde un punto diferente para no llamar la atención. El vínculo telepático de Dickson seguía abierto. Utilizaban el canal para compartir información sobre lo que estaba ocurriendo. Los siete podían ver lo que veía su compañero. Rolando mostró las entradas ocultas de la mansión: una puerta trasera que daba a la cocina y otra en un lateral que dirigía al sótano. Dickson marcó con un resplandor la imagen de la puerta del sótano. Desde el punto de vista de El Silencioso, se mostraba a un puñado de sirvientes entrar y salir por la cocina. Sería arriesgado. Desde el sótano, podrían entrar en el interior de la mansión, esconderse por los recónditos lugares que solo Rolando conocía por haberse criado en esas paredes, y, una vez llegasen al dormitorio de Amanda, asesinar a la mujer. Nireen señaló lo estúpido que era esconder a siete personas en un mismo lugar. Dickson no se inmutó ante el atrevimiento de la bruja. La mente del cazador seguía tan tranquila como de costumbre.
”Esto es lo que haremos. Un primer grupo atacaremos por la puerta central. Llamaremos la atención de los soldados. Hasta el momento, nadie ha intentado atacar directamente Amanda. Se debe sentir protegida en su castillo de naipes. Contamos con el factor sorpresa. Soplaremos y tumbaremos los naipes de un solo ataque. Este grupo lo formaremos: Wallace, Xar, Libre y yo. Somos una fuerza lo bastante grande como para considerar una amenaza. El segundo grupo lo formarán: Nireen, Rolando y Thomas. Aprovecharéis nuestro ataque para ocultarlos por los setos y entrar a la mansión por el sótano. Una vez dentro, contaréis con la guía de Rolando para esconderos por las zonas ocultas sin ser descubiertos. Llegaréis al dormitorio principal y mataréis a Amanda Bradbury sin que se dé cuenta. ¿Lo habéis entendido? Una última cosa: evitad hablar. Nos comunicaremos por medio de este canal telepático. Lo dejaré abierto tanto tiempo como pueda.”
Dickson fue el primero en salir de su escondite y dar un paso hacia la mansión Bradbury. Lo hizo con la ballesta cargada en su mano derecha y una espesa niebla negra cubriendo su mano izquierda. Le siguió Xar bien de cerca. La vampira abrió la jaula de pájaros y los rostros que había coleccionado flotaron hacia la mansión.
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Una señal en el cielo, una luz sin color, indicó al segundo grupo que era el momento de entrar. Rolando llevó a Nireen y Thomas por los setos de animales, eran lo suficientemente grandes como para ocultar a dos personas; el elefante podría ocultar hasta cuatro. La entrada principal era un caos. Decenas de vampiros, licántropos y hombres bestias se enfrentaban contra el grupo de Dickson. Thomas respiró profundamente. Hace un momento, pensaba utilizar sus últimos aeros para comprar a una doncella que le acompañase durante la noche y ahora se encontraba detrás de una batalla luchando por aquello que la puta que se casó con su hermano le arrebató.
—Es por aquí. —dijo en voz baja. Recordó el canal telepático que Dickson había abierto y repitió la misma frase en sus pensamientos: “es por aquí”.
Los tres llegaron a la puerta del sótano. Rolando intentó abrirla, pero no logró hacerlo. Nireen pidió mentalmente a Rolando que se apartase y utilizó su telequinesis para abrir el cerrojo del interior de la puerta. Rolando le felicitó. La bruja era realmente inteligente. Sus conjuros no generaban ningún ruido.
Los tres pasaron al sótano sin ser descubiertos. Tuvieron suerte. Nireen diría que era gracias al número siete.
“Hay una habitación detrás de la chimenea” Rolando les mostró la habitación que recordaba “Los días de verano, cuando la chimenea estaba apagada. Mi hermano y yo solíamos pasar arrastras por la ceniza y jugar en aquella habitación. Nos encantaba ese lugar. Nuestros antepasados lo construyeron como una armería secreta. Hay armas suficientes para matar a catorce vampiros como Amanda. Será un primer buen punto para ganar terreno”.
Nireen mostró sus temores por el canal telepático. Sobre sus cabezas se escuchaban centenares de pisadas corretear de un lado al otro. El servicio del castillo. Para llegar al salón donde estaba la chimenea, primero debían salir del sótano. Rolando le contestó mostrando un mapa del castillo, los pasadizos conocidos y los secretos que su hermano y él descubrieron durante la infancia.
“Podremos llegar sin problemas”.
“Más te vale”.
“Más nos vale”.
Rolando se sentía atraído por la bruja. El sentimiento era mutuo. Ambos ignoraban que en el canal telepático de Dickson no solo se compartían los pensamientos que uno quería mostrar, sino también los que deseaba ocultar. Antes de marcharse del sótano, Rolando Bradbury tomó a la bruja de la cintura y le robó un beso tan apasionado que podía competir con los de Amanda y Woodpecker.
“Cuando recuperé mi nombre, te haré convertir en mi condesa”.
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Wallace tenía las cualidades que a Xar más le atraían: era osado, limpio, justo y loco. La vampiresa examinaba los rasgos faciales del brujo mientras abría su jaula para pájaros. Los rostros enjaulados flotaron en dirección a la mansión Bradbury, se estampaban contra la fachada. Xar mandó un beso por el aire a Wallace McGregor. No le importó deshacerse de sus colecciones por una guerra de vampiros porque pensaba quedarse un rostro mucho más valioso que toda su colección unida como premio por el trabajo bien hecho. Pensaba en el rostro del brujo, por supuesto. El pensamiento se proyectó por el canal telepático de Dickson. La amenaza estaba impregnada de una previa promesa de lujuria.
Los soldados salieron corrieron de la mansión por los ruidos que escuchaban de la fachadas. La mayoría eran vampiros, pero también había licántropos y unos pocos hombres bestias entre las líneas de defensa Bradbury. Xar conjuró sus rostros flotantes. Hizo que crecieran dientes de sierre por el contorno de las caras. Los dirigió contra los soldados. ¡Era tan divertido! Más rostros para la colección.
Dickson y El Silencioso corrieron a enfrentarse contra los soldados que Xar no conseguía atrapar. Dickson era el más experimentado. Cargaba la ballesta con una rapidez soberbia. Su puntería no era nada mal, tal vez hubiera sido mejor en su juventud. El Silencioso utilizaba un martillo a dos manos como arma. Enemigo que le atacaba, pecho que rompía de un contundente golpe de martillo.
¡La señal! Dickson levantó su mano izquierda e invocó una luz sin color. Amanda creería que el estallido era una amenaza, una invitación a la batalla hecha con la magia de la noche en lugar de con la espada. No pensaría que tal vez fuera una señal para el segundo grupo.
Todo iba a pedir de perlas. Debía admitirlo, después de las advertencias de Nireen, no creía que el plan de Dickson fuera a funcionar.
“Wallace, disfruto de tu hermoso rostro. Esto acabará rápido y luego iré a por ti” dijo mentalmente por el canal con fingida dulzura.
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* Ambos: Estáis dentro de la mansión Bradbury. ¡La batalla ha empezado! Ambos, deberéis tener muy en cuenta vuestros objetivos. Prestad atención al canal telepático que Dickson ha abierto con control mental de vampiro para mantener el contacto entre los siete miembros de la partida. Cualquier cosas que penséis será transmitida a los demás miembros. Si pensáis traicionar a Dickson, tendréis que ir con mucho cuidado.
* Matthew Owens: Tu objetivo será sencillo. Debéis llegar a la armería oculta detrás de la chimenea. Tienes en tu mente (todos lo tenéis) el plano de la mansión hecho a partir de los recuerdos, úsalo. Recuerda seguir plantando la semilla de la traición dentro del equipo.
* Wallace Mcgregor Tu objetivo es más físico. Estás en medio de un combate. Te enfrentas contra la defensa de la mansión Bradbury. No son pocos los soldados a los que te enfrentas. Por ahora, tu equipo tiene ventaja. Por ahora. No sabes qué puede salir a través de las puertas de la mansión. Sigue combatiendo, evita que los soldados prestan atención al segundo grupo que se ha escondido en la mansión.
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
El estafador se sentía sumamente incomodo con esa intromisión en su mente, no solo porque eran cosas mágicas que no entendía, sino porque además en líneas generales no le gustaba que supieran en qué estaba pensando, Matt era muy celoso de su espacio personal. Por suerte Thomas también lo era ¿Qué clase de campesino se quedaría tranquilo ante semejante intromisión extraña en su mente?
Y si se trataba de Thomas lo cierto era que él no entendía nada de todas esas cosas de guerras, títulos de propiedades, Habak y noches de placer. Su pensamiento era simple y lineal, quería lo que le habían arrebatado, ni más ni menos, quería de vuelta su casa, a sus bellos campos que al momento de la cosecha rebosaban de vida y finalmente a su esposa. Que sí, que tendría que mostrarle que lo que había hecho estaba mal, no la perdonaría tan fácilmente, pero hacía las sopas más deliciosas de todo Aerandir y era una buena mujer, con el tiempo ambos lograrían olvidarse de todo este altercado.
“Recuperaremos lo que por derecho nos pertenece” Eso era para él, pronto tendría de nuevo todo lo que alguna vez le había pertenecido. Escucho en su mente con atención todo lo que Dickson decía, pensamientos de miedo y de sorpresa se manifestaron cuando Nireen dijo con tanta soltura que era un plan estúpido. Es decir, si el Jefe lo decía debía ser por algo ¿Cierto? Matthew se encargó de remarcar la palabra “Jefe” ya que allí parecía estar la clave.
Mientras esperaban a que les dieran la señal, Owens tamborileaba con los dedos sobre sus rodillas, el silencio en el grupo era sepulcral, la ansiedad y los nervios podían sentirse incluso sin la necesidad de leer pensamientos. El estafador detuvo el tamborileo de repente y miro hacia el cielo, como meditando sobre una idea.
-Hay a-a-algo que no entiendo…- Sus dos compañeros lo miraron enfadados porque había hablado muy alto, Thomas se disculpo y continuó hablando en susurros - Cuando matemos a Amanda… ¿Esta pro-propiedad pasara a ser tuya de nuevo, Rolando? ¿Es así? – El hombre se lo quedo mirando, levantando una ceja – Digo ¿No sería no-no-normal que fuera Dickson el que ocupara ese lugar? – El campesino se puso nervioso y termino con su planteo de modo abrupto.
-Ya te he dicho que él no es quien manda…-Dijo Nireen con la boca apretada, por lo que su frase apenas pudo oírse.
-Claro, nadie puede quedarse con lo que me corresponde por derecho de nacimiento – Respondió Rolando con no tanta seguridad.
Thomas solo asintió de modo enérgico, la hechicera y el humano se miraron entre si y algo pareció surgir, Matthew lo percibió, y lo anotó como un dato más. Luego vieron la señal en el cielo y comenzaron a moverse, la puerta del sótano estaba cerrada, pero no era nada que Nireen no pudiera solucionar, el estafador puso la correspondiente cara de sorpresa cuando la vio abrir la cerradura con sus poderes.
Entraron en el sótano, era enorme pero aún así apenas había sitio por el cual caminar, al parecer entre los muchos cambios que había hecho Amanda uno era la decoración, habían muchas cosas de su difunto esposo allí guardadas. Thomas no se atrevía a tocar nada.
“Yo… Emmm” No se acostumbraba a este tipo de comunicación tan extraño, y sin darse cuenta movía los labios como si estuviera hablando, aunque no produjera ningún sonido “¿Entraremos todos a la armería? ¿O debería quedarse uno vigilando por si alguien llega de la nada?”
“Aunque llegaran solo verían una chimenea. Nadie lo notaría” Rolando volvió a mostrar con más énfasis los túneles que los llevarían hasta la sala de armas, como queriendo probarle tanto a Thomas como a sus compañeros que sabía perfectamente lo que hacía.
Para demostrarlo, y para hacer gala de su seguridad frente a la hechicera, se acerco a lo que parecía ser una pared completamente normal, apoyó ambas manos y haciendo un poco de presión hizo que se hundiera y la deslizo hacia un lado. Se aparto para dejar pasar a Nireen, como el caballero que era, y fue entonces cuando le dio el apasionado beso.
Thomas miro hacia otro lado para darles algo de privacidad y mientras canturreaba en su mente una vieja canción de amor, dibujo una flecha en el polvo de los muebles señalando hacía la puerta oculta. Miro hacía el piso, allí habían quedado huellas de sus pasos.
“Ejem ¿Deberíamos borrar estas pisadas?” Sugirió tímidamente el humano.
“Nadie tiene porque venir aquí. No tenemos tiempo para esos detalles” Dijo Rolando, quien se encontraba hinchado de orgullo y confianza en sí mismo luego del beso.
Entraron en el pasaje secreto, era un espacio libre que quedaba entre las paredes, las telarañas demostraban que hacía bastante tiempo que nadie lo utilizaba. Podían escuchar a las personas corriendo por la casa, confundidos y asustados por la batalla que se estaba realizando en la entrada principal.
Pero tal como Rolando había prometido, no tuvieron problema alguno para poder llegar a la sala secreta sin ser vistos, fue entonces turno de la hechicera para besar con emoción y orgullo al legítimo dueño de la mansión. Thomas prefirió concentrarse en los tipos de armas que tenían allí, había de todo un poco, ballestas de una y dos manos, espadas, espadones, tridentes, lanzas, y mucho más. Pero el campesino solo agarró unas dagas, era con lo que se sentía más cómodo.
“¿Te parece suficiente con eso?” Dijo Nireen con algo de escepticismo.
“Oh… es que…” Matthew hizo que un oportuno sonrojo llegara hasta sus mejillas “Los cuchillos es con lo que mejor se manejarme, los uso siempre en mi trabajo”
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Y si se trataba de Thomas lo cierto era que él no entendía nada de todas esas cosas de guerras, títulos de propiedades, Habak y noches de placer. Su pensamiento era simple y lineal, quería lo que le habían arrebatado, ni más ni menos, quería de vuelta su casa, a sus bellos campos que al momento de la cosecha rebosaban de vida y finalmente a su esposa. Que sí, que tendría que mostrarle que lo que había hecho estaba mal, no la perdonaría tan fácilmente, pero hacía las sopas más deliciosas de todo Aerandir y era una buena mujer, con el tiempo ambos lograrían olvidarse de todo este altercado.
“Recuperaremos lo que por derecho nos pertenece” Eso era para él, pronto tendría de nuevo todo lo que alguna vez le había pertenecido. Escucho en su mente con atención todo lo que Dickson decía, pensamientos de miedo y de sorpresa se manifestaron cuando Nireen dijo con tanta soltura que era un plan estúpido. Es decir, si el Jefe lo decía debía ser por algo ¿Cierto? Matthew se encargó de remarcar la palabra “Jefe” ya que allí parecía estar la clave.
Mientras esperaban a que les dieran la señal, Owens tamborileaba con los dedos sobre sus rodillas, el silencio en el grupo era sepulcral, la ansiedad y los nervios podían sentirse incluso sin la necesidad de leer pensamientos. El estafador detuvo el tamborileo de repente y miro hacia el cielo, como meditando sobre una idea.
-Hay a-a-algo que no entiendo…- Sus dos compañeros lo miraron enfadados porque había hablado muy alto, Thomas se disculpo y continuó hablando en susurros - Cuando matemos a Amanda… ¿Esta pro-propiedad pasara a ser tuya de nuevo, Rolando? ¿Es así? – El hombre se lo quedo mirando, levantando una ceja – Digo ¿No sería no-no-normal que fuera Dickson el que ocupara ese lugar? – El campesino se puso nervioso y termino con su planteo de modo abrupto.
-Ya te he dicho que él no es quien manda…-Dijo Nireen con la boca apretada, por lo que su frase apenas pudo oírse.
-Claro, nadie puede quedarse con lo que me corresponde por derecho de nacimiento – Respondió Rolando con no tanta seguridad.
Thomas solo asintió de modo enérgico, la hechicera y el humano se miraron entre si y algo pareció surgir, Matthew lo percibió, y lo anotó como un dato más. Luego vieron la señal en el cielo y comenzaron a moverse, la puerta del sótano estaba cerrada, pero no era nada que Nireen no pudiera solucionar, el estafador puso la correspondiente cara de sorpresa cuando la vio abrir la cerradura con sus poderes.
Entraron en el sótano, era enorme pero aún así apenas había sitio por el cual caminar, al parecer entre los muchos cambios que había hecho Amanda uno era la decoración, habían muchas cosas de su difunto esposo allí guardadas. Thomas no se atrevía a tocar nada.
“Yo… Emmm” No se acostumbraba a este tipo de comunicación tan extraño, y sin darse cuenta movía los labios como si estuviera hablando, aunque no produjera ningún sonido “¿Entraremos todos a la armería? ¿O debería quedarse uno vigilando por si alguien llega de la nada?”
“Aunque llegaran solo verían una chimenea. Nadie lo notaría” Rolando volvió a mostrar con más énfasis los túneles que los llevarían hasta la sala de armas, como queriendo probarle tanto a Thomas como a sus compañeros que sabía perfectamente lo que hacía.
Para demostrarlo, y para hacer gala de su seguridad frente a la hechicera, se acerco a lo que parecía ser una pared completamente normal, apoyó ambas manos y haciendo un poco de presión hizo que se hundiera y la deslizo hacia un lado. Se aparto para dejar pasar a Nireen, como el caballero que era, y fue entonces cuando le dio el apasionado beso.
Thomas miro hacia otro lado para darles algo de privacidad y mientras canturreaba en su mente una vieja canción de amor, dibujo una flecha en el polvo de los muebles señalando hacía la puerta oculta. Miro hacía el piso, allí habían quedado huellas de sus pasos.
“Ejem ¿Deberíamos borrar estas pisadas?” Sugirió tímidamente el humano.
“Nadie tiene porque venir aquí. No tenemos tiempo para esos detalles” Dijo Rolando, quien se encontraba hinchado de orgullo y confianza en sí mismo luego del beso.
Entraron en el pasaje secreto, era un espacio libre que quedaba entre las paredes, las telarañas demostraban que hacía bastante tiempo que nadie lo utilizaba. Podían escuchar a las personas corriendo por la casa, confundidos y asustados por la batalla que se estaba realizando en la entrada principal.
Pero tal como Rolando había prometido, no tuvieron problema alguno para poder llegar a la sala secreta sin ser vistos, fue entonces turno de la hechicera para besar con emoción y orgullo al legítimo dueño de la mansión. Thomas prefirió concentrarse en los tipos de armas que tenían allí, había de todo un poco, ballestas de una y dos manos, espadas, espadones, tridentes, lanzas, y mucho más. Pero el campesino solo agarró unas dagas, era con lo que se sentía más cómodo.
“¿Te parece suficiente con eso?” Dijo Nireen con algo de escepticismo.
“Oh… es que…” Matthew hizo que un oportuno sonrojo llegara hasta sus mejillas “Los cuchillos es con lo que mejor se manejarme, los uso siempre en mi trabajo”
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Siempre sentía un escalofrió agradable al empezar una batalla. Era algo que al brujo le superaba. El frenesí de los aceros, el miedo a morir y la mirada de aquellos que caían bajo sus manos le llenaba. Era algo perverso y oscuro pero no podía evitarlo.
En la lucha, su mente se mantenía firme y despejada, tan solo pensaba en la criatura que debía matar a continuación. Esa capacidad la había reforzado gracias a las peleas constantes y a la vida entre acero y sangre, desde muy joven. El canal de Dickson no era mas que otra manera de mantenerlo concentrado. Escuchar los pensamientos de los otros no le causaba ninguna distracción, a pesar de sentir las intenciones de Xar.
Cuando las defensas de la condesa salieron, Wallace no dudo en rugir, preparado para la batalla. Blandió la espada con destreza mientras el vampiro disparaba a todo lo que se movía. El brujo corrió junto al Silencioso y empezó a repartir cortes a diestro y siniestro. Un licantropo se abalanzó contra el hombre y Wallace no dudo ni un segundó en hundir el acero en el vientre del monstruo, protegiendo al Silencioso quien lo miró desconcertado por cubrirle las espaldas. Wallace le dedicó una rápida sonrisa de confianza y siguió luchando, sintiendo los virotes de Dickson volar a su alrededor. Calentando su mano gracias a su control del fuego, el brujo golpeó con fuerza a un humano, hundiéndole la nariz mientras este gritaba de dolor. Dicho golpe causó un efecto dominó, tumbando a dos guardias desprevenidos que iban detrás del pobre desgraciado. Escupiendo en el suelo, excitado por el frenesí de la batalla, el brujo advirtió de la presencia de un hombre bestia que se dirigía directo a Dickson. Haciendo una finta para esquivar un golpe de alabarda de uno de los guardias, consiguió llegar a tiempo. Dickson estaba recargando la ballesta, con el hombre bestia casi encima. Wallace rugió con fuerza, agarró la espada con maestría y cortó el aire de abajo arriba, en un golpe duro y firme. El golpe alcanzó a la bestia, tumbándola de culo con un tajo vertical en el vientre. Wallace se posicionó delante de Dickson, protegiendo al vampiro de cualquier amenaza.
-Estas bien? -Preguntó con verdadera preocupación. En su cabeza apareció un pensamientos, la imagen de Dickson devorado por las bestias. No había deseo en aquello, ni temor, simplemente fue una imagen fugaz que sabia que todo el grupo habría visto. El vampiro asintió con una sonrisa agradecida y disparó hacia el frente. El virote rozo la mejilla del brujo, haciéndole un pequeño corte. Wallace lo miró fijamente y no evitó soltar una carcajada mientras limpiaba el filo de la espada para seguir cortando y matando sin piedad.
Un humano intentó alcanzarle con una lanza. El brujo dejó que se acercara, haciéndole daño incluso, un corte en el costado, nada grave. Agarró la lanza y la estiró hacia él, acercando deliberadamente al pobre soldado quien recibió un duro golpe en la frente mientras el acero se hundía en su vientre. Wallace miró a los ojos al muchacho que lo había atacado, lo vio morir, vio como la vida se escapaba de sus ojos.
"Lo siento..."
Esas palabras resonaron en la cabeza de todos, mientras la imagen del muchacho en el suelo, muerto las acompañaba. Wallace se quedó unos segundos mirando el cuerpo y luego giró el rostro hacia Xar y a sus caras asesinas. Su mirada no era amable, al contrario. No escondió de sus pensamientos el hecho de que deseaba tocarla, con su espada, caliente. Xar recibió rápidamente esas palabras, mirándolo entre el frenesí de la lucha. Wallace incluso tuvo el detalle de detallar como la mataría lentamente si se atrevía a acercarse mucho a él. No le importó que los demás lo supieran. Les serviría de aviso para que no se atrevieran a molestarle.
Su mente volvió a centrarse en la lucha, el Silencioso estaba en apuros, rodeado. Wallace Corrió en su ayuda mientras el hombre blandía su martillo, aplastando brazos y cabezas. Una espada lo alcanzó en la mano, obligandolo a soltar el martillo por unos instantes. El brujo, saltando en el aire, acometió a uno de los soldados, apartándolo del hombre, espalda contra espalda con él, ahora ambos rodeados. Gruñó, mirando a sus atacantes quienes dudaban si atacar o no pues ambos luchaban con fiereza. El brujo se había visto en situaciones peores, eso estaba claro. Nada era comparable con estar rodeado de trasgos y arañas babeantes. Wallace pidió ayuda a Dickson mientras se defendía de golpes débiles. La guardia de la condesa empezaba a debilitarse.
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En la lucha, su mente se mantenía firme y despejada, tan solo pensaba en la criatura que debía matar a continuación. Esa capacidad la había reforzado gracias a las peleas constantes y a la vida entre acero y sangre, desde muy joven. El canal de Dickson no era mas que otra manera de mantenerlo concentrado. Escuchar los pensamientos de los otros no le causaba ninguna distracción, a pesar de sentir las intenciones de Xar.
Cuando las defensas de la condesa salieron, Wallace no dudo en rugir, preparado para la batalla. Blandió la espada con destreza mientras el vampiro disparaba a todo lo que se movía. El brujo corrió junto al Silencioso y empezó a repartir cortes a diestro y siniestro. Un licantropo se abalanzó contra el hombre y Wallace no dudo ni un segundó en hundir el acero en el vientre del monstruo, protegiendo al Silencioso quien lo miró desconcertado por cubrirle las espaldas. Wallace le dedicó una rápida sonrisa de confianza y siguió luchando, sintiendo los virotes de Dickson volar a su alrededor. Calentando su mano gracias a su control del fuego, el brujo golpeó con fuerza a un humano, hundiéndole la nariz mientras este gritaba de dolor. Dicho golpe causó un efecto dominó, tumbando a dos guardias desprevenidos que iban detrás del pobre desgraciado. Escupiendo en el suelo, excitado por el frenesí de la batalla, el brujo advirtió de la presencia de un hombre bestia que se dirigía directo a Dickson. Haciendo una finta para esquivar un golpe de alabarda de uno de los guardias, consiguió llegar a tiempo. Dickson estaba recargando la ballesta, con el hombre bestia casi encima. Wallace rugió con fuerza, agarró la espada con maestría y cortó el aire de abajo arriba, en un golpe duro y firme. El golpe alcanzó a la bestia, tumbándola de culo con un tajo vertical en el vientre. Wallace se posicionó delante de Dickson, protegiendo al vampiro de cualquier amenaza.
-Estas bien? -Preguntó con verdadera preocupación. En su cabeza apareció un pensamientos, la imagen de Dickson devorado por las bestias. No había deseo en aquello, ni temor, simplemente fue una imagen fugaz que sabia que todo el grupo habría visto. El vampiro asintió con una sonrisa agradecida y disparó hacia el frente. El virote rozo la mejilla del brujo, haciéndole un pequeño corte. Wallace lo miró fijamente y no evitó soltar una carcajada mientras limpiaba el filo de la espada para seguir cortando y matando sin piedad.
Un humano intentó alcanzarle con una lanza. El brujo dejó que se acercara, haciéndole daño incluso, un corte en el costado, nada grave. Agarró la lanza y la estiró hacia él, acercando deliberadamente al pobre soldado quien recibió un duro golpe en la frente mientras el acero se hundía en su vientre. Wallace miró a los ojos al muchacho que lo había atacado, lo vio morir, vio como la vida se escapaba de sus ojos.
"Lo siento..."
Esas palabras resonaron en la cabeza de todos, mientras la imagen del muchacho en el suelo, muerto las acompañaba. Wallace se quedó unos segundos mirando el cuerpo y luego giró el rostro hacia Xar y a sus caras asesinas. Su mirada no era amable, al contrario. No escondió de sus pensamientos el hecho de que deseaba tocarla, con su espada, caliente. Xar recibió rápidamente esas palabras, mirándolo entre el frenesí de la lucha. Wallace incluso tuvo el detalle de detallar como la mataría lentamente si se atrevía a acercarse mucho a él. No le importó que los demás lo supieran. Les serviría de aviso para que no se atrevieran a molestarle.
Su mente volvió a centrarse en la lucha, el Silencioso estaba en apuros, rodeado. Wallace Corrió en su ayuda mientras el hombre blandía su martillo, aplastando brazos y cabezas. Una espada lo alcanzó en la mano, obligandolo a soltar el martillo por unos instantes. El brujo, saltando en el aire, acometió a uno de los soldados, apartándolo del hombre, espalda contra espalda con él, ahora ambos rodeados. Gruñó, mirando a sus atacantes quienes dudaban si atacar o no pues ambos luchaban con fiereza. El brujo se había visto en situaciones peores, eso estaba claro. Nada era comparable con estar rodeado de trasgos y arañas babeantes. Wallace pidió ayuda a Dickson mientras se defendía de golpes débiles. La guardia de la condesa empezaba a debilitarse.
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Wallace Mcgregor
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Traidores. Iván Dickson debió haberse dado cuenta en la taberna, cuando todavía había tiempo para actuar, que estaba rodeado de conspiradores que conjuraban en su contra.
Nireen chasqueó los dedos invocando una bruma brillante de color naranja que iluminaba la sala detrás de la chimenea. La oscuridad le ponía los pelos de punta. Se imaginó que alguien les estaba viendo en alguna parte detrás de todas aquellas armas. Ese mismo alguien podría tomar una ballesta y matarles antes de que se dieran cuenta que había alguien espiándoles. Nireen era una mujer precavida. Era posible que diez años atrás, cuando Rolando era todavía un niño, la armería detrás de la chimenea fuera un lugar secreto. Sin embargo, no podían confiar que todavía lo fuera. Alguien les estaba observando. Detrás de las estanterías repletas de de cuchillos y las maquetes de baluartes de guerra se escuchaba una risa que se confundía con un crujido de la madera. La bruma anaranjada, la magia de Nireen, pasó por aquellas mismas estanterías. No había nada. Eran imaginaciones suyas. Se estaba emparanoiando. Desde que entraron en la mansión de los Bradbury creía ver y oír cosas que no existían. Estaba asustada. Las sombras de Sacrestic le aterraban más que cualquier otra cosa. Sintió la necesidad de echarse a llorar al recordar que su hermana mayor se había convertido en esas sombras. Por orgullo no lo hizo.
Preguntó por el canal mental de Dickson a Thomas y Rolando Bradbury si es que ellos habían oído algo. Rolando se adelantó a decir (pensar) que estaban solos en la armería; no había nada de lo que preocuparse. Rolando fue hasta donde estaba Nireen y pasó la mano derecha por la cintura de la bruja como si la estuviera atrapando. Estaban solos en la armería. Sí, solos Rolando y ella. El granjero Thomas carecía de importancia. En aquel secreto solo estaban un joven encantador que había perdido aquello que le pertenecía por derecho de apellido y una bruja que rozaba la madurez. Nireen sintió que el brazo de Rolando Bradbury le dirigía hacia su torso, la atrapaba, la poseía. Sonrió en la intimidad. Descubrió que le gustaba aquel joven. No se dio cuenta que su intimidad era profanada por medio del canal mental de Dickson. Toda la guarnición de cazadores leerían sus pensamientos de traición. Nireen soñó en casarse con Rolando Bradbury. ¡Qué le den a Dickson y a su canal! Con la muerte de Amanda, Nireen y Rolando se convertirían en los legítimos herederos de las riquezas de los Bradbury; tal y como Thomas les había prometido.
Rolando terminó besando a Nireen y ella se dejó hacer. Todo cuanto tenían que decirse, lo comunicaban por el canal mental. No tenían por qué esconderse. Estaban en su derecho. La mansión, las riquezas, el amor e incluso las armas de la armería secreta pertenecían a la familia Bradbury; les pertenecían a ellos dos.
¡Qué jodan a Dickson! Qué le jodan bien jodido.
Se miraron a los ojos y sonrieron como adolescentes; como Nireen no sonreía en décadas. Al separarse, la bruja tomó un báculo de cristal y el humano unas cuantas dagas y una ballesta de fácil soporte. Nireen apuntó con el báculo al bueno de Thomas inmovilizándolo con su magia, se disculpó falsamente en el canal mental por haberlo hecho. Rolando aprovechó el hechizo para clavar una daga en el estómago del granjero. Salieron de la armería secreta sin mirar atrás; dejando a Thomas desangrándose en su interior. Nireen utilizó su magia telequinética para estropear el pulsador de la pared. Rolando preguntó por el canal mental cuántos años pasarían hasta que alguien descubriese por casualidad la existencia de la galería secreta y se topase con el cadáver del bueno de Thomas. Mucho tiempo, aseguró Nireen riéndose con la boca cerrada. Mucho tiempo.
Por muchos soldados que matase y muchos rostros que recolectase para su infame colección, la guardia de Bradbury no le prestaba atención. Pasaban por su lado como si no existía. La ignoraban. Xar infló los mofletes en un gesto de molestia. ¡Qué aburridos! Ella podía hacerles cualquier cosa que los soldados jamás contestarían a sus ofensas por miedo a lo que Amanda Bradbury les pudiera hacer. Y es que Xar, la coleccionista de rostro, era una pieza muy importante en el tablero de ajedrez de Amanda Bradbury. Y es que fue Xar quien informó a Amanda Bradbury de la existencia de un grupo de asesinos que se unían para matarla. También fue ella quien le avisó, haciendo chocar los rostros voladores contra los cristales de su habitación, que un grupo de estos asesinos había entrado en la mansión y que iban a por ella. Más vale que ellos la encontrasen armada.
Xar disfrutaba tanto de su papel de mentirosa que pasó por alto la existencia del canal mental de Dickson. ¡Grave error!
El Silencioso se situó a la espalda de la vampiresa. Levantó su enorme martillo y se dispuso a hacerla caer sobre su cabeza. Al parecer, no era Xar la única que se equivocaba en el grupo. La cabeza del martillo impactó contra la tierra. La vampiresa se había convertido en una sombra, en la sombra de El Silencioso para ser exactos. Se deslizó por el suelo y saltó encima del humano. Terminó por clavar sus dos dagas en las sienes del Silencioso, con mucho cuidado de no rasgar su rostro, sería una pieza magistral para su colección.
Desvelado el engañado, Xar dejó de divertirse con los peones del ejército de Bradbury. Dejó a Dickson atrapado por las espadas, las hachas y los fieles a Amanda. En el grupo, había otro rostro que merecía una mayor atención: el de su querido amigo Wallace McGregor.
Igual como hizo con El Silencioso, Xar se convirtió en la sombra de Wallace para llegar hasta él con facilidad. Saltó, no por la espalda, sino por el frente, tirando al brujo al suelo y dejándole desarmado. Le besó en los labios tres veces: una primera vez de forma fugaz, para señalar control sobre él, y las dos veces por disfrute personal.
—Te prometí que cuando la batalla acabase iría a por ti. ¡Tachán! Ya ha terminado. Nireen y Rolando han matado a Thomas. No llores por él, trabajaba para Amanda igual que yo. Mejor llora por Nireen y Rolando, se acaban de topar con los mejores hombres del ejército Bradbury. Fui yo quien les dijo que se escondieran en los aposentos de mi señora. No tardarán en morir. ¡Ah! Y llora también por el bueno de Iván Dickson. Fíjate, — movió con suavidad la cabeza del brujo para que viese como el vampiro se enfrentaba él solo a una decena de guerreros — ¿cuánto tiempo crees que puede seguir luchando? Hagamos una apuesta. Me gustan las apuestas. — el cuarto beso, tan provocador como el primero — Cuando te corte tu rostro y lo añada a mi colección, ¿me prometes que seguiremos jugando? Adoro tus labios.
* Ambos: Es aquí donde vemos por primera vez el resultado de vuestras runas.
* Matthew Owens: Las habilidades de charlatán se ponen en tu contra. Has conseguido romper el grupo de Dickson desde su interior y te felicito con ello. Sin embargo, no has contado con el egoísmo de Rolando mezclado con el orgullo de Nireen. Ambos se han unido, te han atacado y te han dejado abandonado en la galería. Antes de marcharse, rompieron el mecanismo para que no puedas abrirlo desde el exterior. Tu objetivo será buscar otra manera de salir de ahí. Recuerda que te han herido.
* Wallace Mcgregor Como en el caso del turno anterior, tu objetivo está más relacionado en el combate. Se descubre que Xar pertenece al grupo de Amanda Bradbury (al igual que Matthew). Has visto como Xar mató a El Silencioso (tu mala suerte lo ha causado). Se dispone a matarte a ti también, pero primero decide jugar contigo. Le gustas. Deberás hacer lo posible deshacerte de ella y salvar a Iván Dickson.
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Nireen chasqueó los dedos invocando una bruma brillante de color naranja que iluminaba la sala detrás de la chimenea. La oscuridad le ponía los pelos de punta. Se imaginó que alguien les estaba viendo en alguna parte detrás de todas aquellas armas. Ese mismo alguien podría tomar una ballesta y matarles antes de que se dieran cuenta que había alguien espiándoles. Nireen era una mujer precavida. Era posible que diez años atrás, cuando Rolando era todavía un niño, la armería detrás de la chimenea fuera un lugar secreto. Sin embargo, no podían confiar que todavía lo fuera. Alguien les estaba observando. Detrás de las estanterías repletas de de cuchillos y las maquetes de baluartes de guerra se escuchaba una risa que se confundía con un crujido de la madera. La bruma anaranjada, la magia de Nireen, pasó por aquellas mismas estanterías. No había nada. Eran imaginaciones suyas. Se estaba emparanoiando. Desde que entraron en la mansión de los Bradbury creía ver y oír cosas que no existían. Estaba asustada. Las sombras de Sacrestic le aterraban más que cualquier otra cosa. Sintió la necesidad de echarse a llorar al recordar que su hermana mayor se había convertido en esas sombras. Por orgullo no lo hizo.
Preguntó por el canal mental de Dickson a Thomas y Rolando Bradbury si es que ellos habían oído algo. Rolando se adelantó a decir (pensar) que estaban solos en la armería; no había nada de lo que preocuparse. Rolando fue hasta donde estaba Nireen y pasó la mano derecha por la cintura de la bruja como si la estuviera atrapando. Estaban solos en la armería. Sí, solos Rolando y ella. El granjero Thomas carecía de importancia. En aquel secreto solo estaban un joven encantador que había perdido aquello que le pertenecía por derecho de apellido y una bruja que rozaba la madurez. Nireen sintió que el brazo de Rolando Bradbury le dirigía hacia su torso, la atrapaba, la poseía. Sonrió en la intimidad. Descubrió que le gustaba aquel joven. No se dio cuenta que su intimidad era profanada por medio del canal mental de Dickson. Toda la guarnición de cazadores leerían sus pensamientos de traición. Nireen soñó en casarse con Rolando Bradbury. ¡Qué le den a Dickson y a su canal! Con la muerte de Amanda, Nireen y Rolando se convertirían en los legítimos herederos de las riquezas de los Bradbury; tal y como Thomas les había prometido.
Rolando terminó besando a Nireen y ella se dejó hacer. Todo cuanto tenían que decirse, lo comunicaban por el canal mental. No tenían por qué esconderse. Estaban en su derecho. La mansión, las riquezas, el amor e incluso las armas de la armería secreta pertenecían a la familia Bradbury; les pertenecían a ellos dos.
¡Qué jodan a Dickson! Qué le jodan bien jodido.
Se miraron a los ojos y sonrieron como adolescentes; como Nireen no sonreía en décadas. Al separarse, la bruja tomó un báculo de cristal y el humano unas cuantas dagas y una ballesta de fácil soporte. Nireen apuntó con el báculo al bueno de Thomas inmovilizándolo con su magia, se disculpó falsamente en el canal mental por haberlo hecho. Rolando aprovechó el hechizo para clavar una daga en el estómago del granjero. Salieron de la armería secreta sin mirar atrás; dejando a Thomas desangrándose en su interior. Nireen utilizó su magia telequinética para estropear el pulsador de la pared. Rolando preguntó por el canal mental cuántos años pasarían hasta que alguien descubriese por casualidad la existencia de la galería secreta y se topase con el cadáver del bueno de Thomas. Mucho tiempo, aseguró Nireen riéndose con la boca cerrada. Mucho tiempo.
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Por muchos soldados que matase y muchos rostros que recolectase para su infame colección, la guardia de Bradbury no le prestaba atención. Pasaban por su lado como si no existía. La ignoraban. Xar infló los mofletes en un gesto de molestia. ¡Qué aburridos! Ella podía hacerles cualquier cosa que los soldados jamás contestarían a sus ofensas por miedo a lo que Amanda Bradbury les pudiera hacer. Y es que Xar, la coleccionista de rostro, era una pieza muy importante en el tablero de ajedrez de Amanda Bradbury. Y es que fue Xar quien informó a Amanda Bradbury de la existencia de un grupo de asesinos que se unían para matarla. También fue ella quien le avisó, haciendo chocar los rostros voladores contra los cristales de su habitación, que un grupo de estos asesinos había entrado en la mansión y que iban a por ella. Más vale que ellos la encontrasen armada.
Xar disfrutaba tanto de su papel de mentirosa que pasó por alto la existencia del canal mental de Dickson. ¡Grave error!
El Silencioso se situó a la espalda de la vampiresa. Levantó su enorme martillo y se dispuso a hacerla caer sobre su cabeza. Al parecer, no era Xar la única que se equivocaba en el grupo. La cabeza del martillo impactó contra la tierra. La vampiresa se había convertido en una sombra, en la sombra de El Silencioso para ser exactos. Se deslizó por el suelo y saltó encima del humano. Terminó por clavar sus dos dagas en las sienes del Silencioso, con mucho cuidado de no rasgar su rostro, sería una pieza magistral para su colección.
Desvelado el engañado, Xar dejó de divertirse con los peones del ejército de Bradbury. Dejó a Dickson atrapado por las espadas, las hachas y los fieles a Amanda. En el grupo, había otro rostro que merecía una mayor atención: el de su querido amigo Wallace McGregor.
Igual como hizo con El Silencioso, Xar se convirtió en la sombra de Wallace para llegar hasta él con facilidad. Saltó, no por la espalda, sino por el frente, tirando al brujo al suelo y dejándole desarmado. Le besó en los labios tres veces: una primera vez de forma fugaz, para señalar control sobre él, y las dos veces por disfrute personal.
—Te prometí que cuando la batalla acabase iría a por ti. ¡Tachán! Ya ha terminado. Nireen y Rolando han matado a Thomas. No llores por él, trabajaba para Amanda igual que yo. Mejor llora por Nireen y Rolando, se acaban de topar con los mejores hombres del ejército Bradbury. Fui yo quien les dijo que se escondieran en los aposentos de mi señora. No tardarán en morir. ¡Ah! Y llora también por el bueno de Iván Dickson. Fíjate, — movió con suavidad la cabeza del brujo para que viese como el vampiro se enfrentaba él solo a una decena de guerreros — ¿cuánto tiempo crees que puede seguir luchando? Hagamos una apuesta. Me gustan las apuestas. — el cuarto beso, tan provocador como el primero — Cuando te corte tu rostro y lo añada a mi colección, ¿me prometes que seguiremos jugando? Adoro tus labios.
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* Ambos: Es aquí donde vemos por primera vez el resultado de vuestras runas.
* Matthew Owens: Las habilidades de charlatán se ponen en tu contra. Has conseguido romper el grupo de Dickson desde su interior y te felicito con ello. Sin embargo, no has contado con el egoísmo de Rolando mezclado con el orgullo de Nireen. Ambos se han unido, te han atacado y te han dejado abandonado en la galería. Antes de marcharse, rompieron el mecanismo para que no puedas abrirlo desde el exterior. Tu objetivo será buscar otra manera de salir de ahí. Recuerda que te han herido.
* Wallace Mcgregor Como en el caso del turno anterior, tu objetivo está más relacionado en el combate. Se descubre que Xar pertenece al grupo de Amanda Bradbury (al igual que Matthew). Has visto como Xar mató a El Silencioso (tu mala suerte lo ha causado). Se dispone a matarte a ti también, pero primero decide jugar contigo. Le gustas. Deberás hacer lo posible deshacerte de ella y salvar a Iván Dickson.
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
La bruma brillante era muy útil, pero a Thomas seguía sin causarle mucha gracia todo eso de estar rodeados de cosas mágicas, prefería las armas, eso era mucho mejor, podía entender cómo funcionaban, de donde salían y como evadirlas. Cuando vio que la niebla se acercaba a él agito las manos algo espantado, intentando alejarla, pero no había forma, estaba por todos lados.
Los pensamientos paranoicos de la hechicera se mezclaban con los de orgullo de Rolando, comenzaban a poner incomodo a Matthew, y cuando vio que se acercaban… que se acercaban demasiado “Oh por todos los dioses…” ese debió ser el primer pensamiento que se le escapo como al verdadero estafador que era. Intentó hacerse el distraído, mirar hacia otro lado, revisaba las puntas de lanza como si fueran la cosa más interesante del mundo.
Cuando escuchó en su cabeza el “¡Que jodan a Dickson!” Se encendió la primera señal de alarma. Y entonces…
Su cuerpo quedó paralizado, una expresión de sincera sorpresa se dibujó en su rostro “¡No lo hagan hijos de puta!” vocifero mentalmente Matt, pero claro que no iban a hacerle caso, estaban completamente excitados con la estúpida ilusión de que lograrían terminar esa misión estando solos. El estafador cayó pesadamente al piso cuando el hechizo de parálisis dejó de surtir efecto, agarrándose el estómago con ambas manos.
“Malditos, malditos sean, me las van a pagar, voy a hacer que lo paguen. Por cada gota de sangre que pierda ustedes perderán el doble. ¡Lo juro!” Matthew estiro una mano y la dejo caer en el piso lleno de polvo, apretó los dedos y sintió como su sangre caliente manchaba toda la ropa.
Se arrastró hasta una armadura vieja e intentó usarla de soporte para ponerse en pie, pero se desarmo y sus partes se dispersaron por la sala. “¡Arrghhh!” sintió el sabor de la sangre en su boca, ojala el resto del grupo pudiera sentir ese dolor y no solo sus emociones y pensamientos.
“Pensamientos…” aun tirado en el piso, con ambas manos intentando evitar la hemorragia, recordó algo que el imbécil de Rolando había dicho “Los días de verano, cuando la chimenea estaba apagada. Mi hermano y yo solíamos pasar arrastras por la ceniza y jugar en aquella habitación” mirando el techo de la habitación Matthew dejo escapar una corta carcajada que se vio interrumpida cuando la sangre lo hizo atragantarse “Eso es algo bueno, lo único que puedo hacer en esta situación es arrastrarme, jajaja”
Guiándose por los únicos datos que tenía: Que debía ser en la sala y a la altura de una chimenea, empezó a buscar la otra puerta oculta. Matthew repto por el piso de la sala, dejando un rastro de sangre a su paso, mientras movía con torpes manotazos todos los objetos que tapaban la pared. Luego de buscar durante varios agónicos minutos, pudo sentir una brisa golpeando contra su rostro “¡Estoy cerca!” cerró los ojos unos segundos e intentó guiarse ¿De dónde venía esa corriente? Palpo con la punta de los dedos, la tos nuevamente lo aquejo, pero dejo que la sangre resbale por su barbilla, ya que le pareció sentir una diferencia en la textura de la pared.
Era una puertilla pequeña “Apuesto a que ahora te alegras de tener una figura tan esbelta ¿Eh?” tuvo que detenerse y respirar profundo varias veces, hacía lo posible por concentrarse en otra cosa que no fuera el espantoso dolor que sentía. Clavo las uñas en el borde y probó en varias direcciones hasta que logró que se abriera.
Luego, de modo muy penoso, fue arrastrándose por el agujero que llevaba hacia la chimenea “Me alegra que estemos en verano…” siquiera habían cenizas. Sintió la alfombra de la sala “Ay, voy a manchar tan bonita pieza de arte, por esto sí que merezco morir” Se dio la vuelta y se quedó allí, respirando con dificultad. Al menos tenía el consuelo de que no moriría abandonado en un cuarto mugriento, sino sobre una preciosa alfombra que debía costar miles de aeros.
Los pensamientos paranoicos de la hechicera se mezclaban con los de orgullo de Rolando, comenzaban a poner incomodo a Matthew, y cuando vio que se acercaban… que se acercaban demasiado “Oh por todos los dioses…” ese debió ser el primer pensamiento que se le escapo como al verdadero estafador que era. Intentó hacerse el distraído, mirar hacia otro lado, revisaba las puntas de lanza como si fueran la cosa más interesante del mundo.
Cuando escuchó en su cabeza el “¡Que jodan a Dickson!” Se encendió la primera señal de alarma. Y entonces…
Su cuerpo quedó paralizado, una expresión de sincera sorpresa se dibujó en su rostro “¡No lo hagan hijos de puta!” vocifero mentalmente Matt, pero claro que no iban a hacerle caso, estaban completamente excitados con la estúpida ilusión de que lograrían terminar esa misión estando solos. El estafador cayó pesadamente al piso cuando el hechizo de parálisis dejó de surtir efecto, agarrándose el estómago con ambas manos.
“Malditos, malditos sean, me las van a pagar, voy a hacer que lo paguen. Por cada gota de sangre que pierda ustedes perderán el doble. ¡Lo juro!” Matthew estiro una mano y la dejo caer en el piso lleno de polvo, apretó los dedos y sintió como su sangre caliente manchaba toda la ropa.
Se arrastró hasta una armadura vieja e intentó usarla de soporte para ponerse en pie, pero se desarmo y sus partes se dispersaron por la sala. “¡Arrghhh!” sintió el sabor de la sangre en su boca, ojala el resto del grupo pudiera sentir ese dolor y no solo sus emociones y pensamientos.
“Pensamientos…” aun tirado en el piso, con ambas manos intentando evitar la hemorragia, recordó algo que el imbécil de Rolando había dicho “Los días de verano, cuando la chimenea estaba apagada. Mi hermano y yo solíamos pasar arrastras por la ceniza y jugar en aquella habitación” mirando el techo de la habitación Matthew dejo escapar una corta carcajada que se vio interrumpida cuando la sangre lo hizo atragantarse “Eso es algo bueno, lo único que puedo hacer en esta situación es arrastrarme, jajaja”
Guiándose por los únicos datos que tenía: Que debía ser en la sala y a la altura de una chimenea, empezó a buscar la otra puerta oculta. Matthew repto por el piso de la sala, dejando un rastro de sangre a su paso, mientras movía con torpes manotazos todos los objetos que tapaban la pared. Luego de buscar durante varios agónicos minutos, pudo sentir una brisa golpeando contra su rostro “¡Estoy cerca!” cerró los ojos unos segundos e intentó guiarse ¿De dónde venía esa corriente? Palpo con la punta de los dedos, la tos nuevamente lo aquejo, pero dejo que la sangre resbale por su barbilla, ya que le pareció sentir una diferencia en la textura de la pared.
Era una puertilla pequeña “Apuesto a que ahora te alegras de tener una figura tan esbelta ¿Eh?” tuvo que detenerse y respirar profundo varias veces, hacía lo posible por concentrarse en otra cosa que no fuera el espantoso dolor que sentía. Clavo las uñas en el borde y probó en varias direcciones hasta que logró que se abriera.
Luego, de modo muy penoso, fue arrastrándose por el agujero que llevaba hacia la chimenea “Me alegra que estemos en verano…” siquiera habían cenizas. Sintió la alfombra de la sala “Ay, voy a manchar tan bonita pieza de arte, por esto sí que merezco morir” Se dio la vuelta y se quedó allí, respirando con dificultad. Al menos tenía el consuelo de que no moriría abandonado en un cuarto mugriento, sino sobre una preciosa alfombra que debía costar miles de aeros.
Matthew Owens
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
La muerte del Silencioso a manos de Xar lo pillo por sorpresa. Al igual que los pensamientos de Ronaldo y la bruja. En cuestión de segundos todo el mundo había traicionado a Dickson. Otro en su lugar hubiera aprovechado la ocasión para traicionar al vampiro, pero el sentimiento del deber y el honor le golpeo con fuerza.
"No fue buena idea contratar al muchacho..."
Pensó por el canal mental. Dickson coincidió, maldiciendo a la pareja sin lugar a dudas. Ambos luchaban codo con codo, como si lo hubieran hecho antes. Incluso le salvó la vid aun par de veces con su ballesta, cubriéndole las espaldas. Wallace sentía lastima, era un buen guerrero y era difícil conocer a criaturas como él. Pero el deber era el deber.
Wallace estaba entretenido acabando con la guardia de la condesa, cortando, quemando y matando. Se lo estaba pasando bien y eso era algo que lo asustaba. Pero debía hacerlo, Dickson debía permanecer vivo, de momento. Cuando vió el cuerpo del Silencioso caer, haciendo un ruido desgarrador, los sentidos del brujo se agudizaron. Estaba claro que no había sido uno de los guardias. Las armas cubiertas de sangre de Xar lo dijeron todo. Wallace se giró hacia ella esquivando una lanzada, golpeando al soldado en el estomago para dejarlo atontando en el suelo. Su mente entera se centro en ella, olvido a la guardia a Dickson y a todo el mundo. Debía matarla, cuando antes.
Lo que paso después lo desconcertó. No se esperaba que ella se tirase encima de él y menos, que lo besara. El brujo no era de piedra pero el odio y el asco que sentía por Xar era mayor. Se dejó hacer, dándole el placer a ella, haciéndola confiar. Chocaron contra el suelo, el golpeándose la cabeza, gruñendo de dolor. Debía escapar de su yugo o al menos engañarla. Wallace sabia lo que debía hacer en esa situación, no era la primera vez. Sus pensamientos violentos hacia ella se volvieron lujuria, pasión y sangre. Ella lo quería? Le haría ver que así era. Si tanto deseaba su rostro el le mostraría en su mente todas las fantasías cumplidas. Eso desconcertó a la mujer que no esperaba una respuesta tan... tentadora. Wallace le dedicó una sonrisa sin igual, muy diferente a como la había estado mirando anteriormente.
-No es momento para mimos mujer... si esto acaba pronto, tendrás tiempo para hacerme lo que mas deseas... y dado que no estoy en posición de negarme... - Se incorporó hacia ella, acercando sus labios.- Soy tuyo. -Ante esas palabras y los pensamientos, pudo oír a Dickson rugiendo de enfado por la traición del brujo. Debía creer que lo había hecho sinó no podría deshacerse de la psicópata que tenia encima.
Xar seguía confundida, sin poder analizar las palabras del brujo. Era duda lo que veía en los ojos de ella? Wallace sonrió mas, el agarre de ella se aflojaba y los soldados rodeaban a Dickson. Ella tenia razón, no duraría mucho. Debia aprovechar ese momento.
- Oh veo que no sabes como empezar eh... deja que te guíe... -Su mano, que podía cubrir el rostro de ella fácilmente, se agarró al pelo de la mujer desde el raíz, estirando, con fuerza. Ella lo interpreto como un acto puramente sexual pero por desgracia, el brujo tenia otros planes.
La sonrisa llena de deseo que antes le había dedicado se había convertido en una expresión macabra. El rostro de ella lo dijo todo. La había pillado con la guardia baja. Wallace Le estiró mas el pelo sacando un grito de dolor de su boca y sin piedad agarró su cuello, apretando los dedos en su carne. Un peligroso placer recorrió al hombre mientras se incorporaba con ella agarrada. Una sensación de dominación que había olvidado, tiempo atrás, cuando la sangre de inocentes llenaba sus manos. Los soldados al ver la escena dudaron en atacar, dado que la tenia a ella agarrada y la mirada de él no era precisamente de un nombre con quien se pudiera razonar en ese momento. Wallace apretó los dedos y empezó a calentar su sangre, canalizando así su magia. Xar se estremecía, forcejeando, jadeando por el agarre, sintiendo cada vez mas un calor doloroso en su cuello que entraba hasta su garganta y la traquea. Intentó agarrar una de las piernas del hombre pero este le pisó con fuerza y crueldad una de las manos libres. Otro grito de dolor, un escalofrió placentero en la espalda de él. Sus ojos se encontraron, no había compasión en su mirada. Ella suplicaba, tenia miedo? Wallace no escondió una sonrisa de satisfacción.
-Podría arrancarte la cabeza, dejar que la piel y la carne de tu precioso cuello se deshiciera bajo mi fuego... pero eso no seria divertido verdad?... -le susurró con la voz ronca, una mezcla de rabia y dolor. Usar sus poderes siempre tenia consecuencias, cansancio, dolor. Al calentar su cuerpo, su sangre el mismo se hacia daño, pero debía hacerlo.
La mano libre de la mujer se clavo en el brazo de él, clavando las uñas, haciendo correr un poco de la sangre del brujo que al contacto con los dedos de ella, le quemó. Con los ojos inyectados en sangre de la fuerza y la furia que estaba concentrando, Wallace apretó mas los dedos sintiendo como la piel del cuello empezaba a quemarse. No la mataría, pero la marcaría de por vida. Se pudo permitir mirar unos segundos a Dickson quien lo observaba con una sonrisa satisfecha en la cara.
"La traición se paga, Xar."
Las palabras de Dickson se mezclaron con los insultos y las suplicas de la mujer mientras sentía como su garganta ardía por dentro. Ahogó un gemido de extremo dolor, sin dejar de mirar al brujo. Araño su brazo de nuevo intentando deshacer el agarre pero era inútil.
Wallace hubiera seguido un poco mas pero los pensamientos de Thomas invadieron el canal mental. Estaba en peligro. Le habían herido gravemente. El mortal no ocultaba sus pensamientos. El brujo había estado tan ocupado matando y pendiente de Xar que no se había dando cuenta de la patética traición de Ronaldo y la bruja. Con todo el desprecio del mundo, el pelirrojo soltó a la mujer tirándola al suelo, dejándola allí jadeando y gimiendo. Respirando con fuerza debido a la energía gastada, el hombre miro a los soldados y a Dickson. Estos retrocedieron unos pasos, claramente abrumados por lo que habían visto. Wallace alzó las manos con una agradable y falsa sonrisa.
-Nos rendimos, verdad? -Miro al confuso de Dickson. Igual de confusos, los soldados se miraron entre ellos.- Llevarnos ante vuestra señora y responderemos por lo que hemos hecho. Palabra de Cuervo. -Dijo con voz firme, mientras se acercaba a uno de los soldados, sin intención de atacar. Dickson le exigía explicaciones. Wallace lo miró de reojo, serio. No le dijo nada mas, debían mantenerse vivos. Dickson pudo acercarse a Xar quien seguía en el suelo, agarrándose la garganta quemada. Soltaba jadeos ahogados de dolor, encogida sobre si misma. La miro con desdén. El brujo debería haberla matado.
"No fue buena idea contratar al muchacho..."
Pensó por el canal mental. Dickson coincidió, maldiciendo a la pareja sin lugar a dudas. Ambos luchaban codo con codo, como si lo hubieran hecho antes. Incluso le salvó la vid aun par de veces con su ballesta, cubriéndole las espaldas. Wallace sentía lastima, era un buen guerrero y era difícil conocer a criaturas como él. Pero el deber era el deber.
Wallace estaba entretenido acabando con la guardia de la condesa, cortando, quemando y matando. Se lo estaba pasando bien y eso era algo que lo asustaba. Pero debía hacerlo, Dickson debía permanecer vivo, de momento. Cuando vió el cuerpo del Silencioso caer, haciendo un ruido desgarrador, los sentidos del brujo se agudizaron. Estaba claro que no había sido uno de los guardias. Las armas cubiertas de sangre de Xar lo dijeron todo. Wallace se giró hacia ella esquivando una lanzada, golpeando al soldado en el estomago para dejarlo atontando en el suelo. Su mente entera se centro en ella, olvido a la guardia a Dickson y a todo el mundo. Debía matarla, cuando antes.
Lo que paso después lo desconcertó. No se esperaba que ella se tirase encima de él y menos, que lo besara. El brujo no era de piedra pero el odio y el asco que sentía por Xar era mayor. Se dejó hacer, dándole el placer a ella, haciéndola confiar. Chocaron contra el suelo, el golpeándose la cabeza, gruñendo de dolor. Debía escapar de su yugo o al menos engañarla. Wallace sabia lo que debía hacer en esa situación, no era la primera vez. Sus pensamientos violentos hacia ella se volvieron lujuria, pasión y sangre. Ella lo quería? Le haría ver que así era. Si tanto deseaba su rostro el le mostraría en su mente todas las fantasías cumplidas. Eso desconcertó a la mujer que no esperaba una respuesta tan... tentadora. Wallace le dedicó una sonrisa sin igual, muy diferente a como la había estado mirando anteriormente.
-No es momento para mimos mujer... si esto acaba pronto, tendrás tiempo para hacerme lo que mas deseas... y dado que no estoy en posición de negarme... - Se incorporó hacia ella, acercando sus labios.- Soy tuyo. -Ante esas palabras y los pensamientos, pudo oír a Dickson rugiendo de enfado por la traición del brujo. Debía creer que lo había hecho sinó no podría deshacerse de la psicópata que tenia encima.
Xar seguía confundida, sin poder analizar las palabras del brujo. Era duda lo que veía en los ojos de ella? Wallace sonrió mas, el agarre de ella se aflojaba y los soldados rodeaban a Dickson. Ella tenia razón, no duraría mucho. Debia aprovechar ese momento.
- Oh veo que no sabes como empezar eh... deja que te guíe... -Su mano, que podía cubrir el rostro de ella fácilmente, se agarró al pelo de la mujer desde el raíz, estirando, con fuerza. Ella lo interpreto como un acto puramente sexual pero por desgracia, el brujo tenia otros planes.
La sonrisa llena de deseo que antes le había dedicado se había convertido en una expresión macabra. El rostro de ella lo dijo todo. La había pillado con la guardia baja. Wallace Le estiró mas el pelo sacando un grito de dolor de su boca y sin piedad agarró su cuello, apretando los dedos en su carne. Un peligroso placer recorrió al hombre mientras se incorporaba con ella agarrada. Una sensación de dominación que había olvidado, tiempo atrás, cuando la sangre de inocentes llenaba sus manos. Los soldados al ver la escena dudaron en atacar, dado que la tenia a ella agarrada y la mirada de él no era precisamente de un nombre con quien se pudiera razonar en ese momento. Wallace apretó los dedos y empezó a calentar su sangre, canalizando así su magia. Xar se estremecía, forcejeando, jadeando por el agarre, sintiendo cada vez mas un calor doloroso en su cuello que entraba hasta su garganta y la traquea. Intentó agarrar una de las piernas del hombre pero este le pisó con fuerza y crueldad una de las manos libres. Otro grito de dolor, un escalofrió placentero en la espalda de él. Sus ojos se encontraron, no había compasión en su mirada. Ella suplicaba, tenia miedo? Wallace no escondió una sonrisa de satisfacción.
-Podría arrancarte la cabeza, dejar que la piel y la carne de tu precioso cuello se deshiciera bajo mi fuego... pero eso no seria divertido verdad?... -le susurró con la voz ronca, una mezcla de rabia y dolor. Usar sus poderes siempre tenia consecuencias, cansancio, dolor. Al calentar su cuerpo, su sangre el mismo se hacia daño, pero debía hacerlo.
La mano libre de la mujer se clavo en el brazo de él, clavando las uñas, haciendo correr un poco de la sangre del brujo que al contacto con los dedos de ella, le quemó. Con los ojos inyectados en sangre de la fuerza y la furia que estaba concentrando, Wallace apretó mas los dedos sintiendo como la piel del cuello empezaba a quemarse. No la mataría, pero la marcaría de por vida. Se pudo permitir mirar unos segundos a Dickson quien lo observaba con una sonrisa satisfecha en la cara.
"La traición se paga, Xar."
Las palabras de Dickson se mezclaron con los insultos y las suplicas de la mujer mientras sentía como su garganta ardía por dentro. Ahogó un gemido de extremo dolor, sin dejar de mirar al brujo. Araño su brazo de nuevo intentando deshacer el agarre pero era inútil.
Wallace hubiera seguido un poco mas pero los pensamientos de Thomas invadieron el canal mental. Estaba en peligro. Le habían herido gravemente. El mortal no ocultaba sus pensamientos. El brujo había estado tan ocupado matando y pendiente de Xar que no se había dando cuenta de la patética traición de Ronaldo y la bruja. Con todo el desprecio del mundo, el pelirrojo soltó a la mujer tirándola al suelo, dejándola allí jadeando y gimiendo. Respirando con fuerza debido a la energía gastada, el hombre miro a los soldados y a Dickson. Estos retrocedieron unos pasos, claramente abrumados por lo que habían visto. Wallace alzó las manos con una agradable y falsa sonrisa.
-Nos rendimos, verdad? -Miro al confuso de Dickson. Igual de confusos, los soldados se miraron entre ellos.- Llevarnos ante vuestra señora y responderemos por lo que hemos hecho. Palabra de Cuervo. -Dijo con voz firme, mientras se acercaba a uno de los soldados, sin intención de atacar. Dickson le exigía explicaciones. Wallace lo miró de reojo, serio. No le dijo nada mas, debían mantenerse vivos. Dickson pudo acercarse a Xar quien seguía en el suelo, agarrándose la garganta quemada. Soltaba jadeos ahogados de dolor, encogida sobre si misma. La miro con desdén. El brujo debería haberla matado.
off: bye Xar (?) xdd
Wallace Mcgregor
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Nireen y Rolando subieron las escaleras cogidos de la mano. Si se mantenían unidos, pensaban, nadie podría detenerlos. A estas alturas: Dickson, Xar, El Silencioso y Wallace habían sido asesinados por el ejército de Amanda en el patio y el granjero Thomas habría muerto desangrado en la armería. Todo salía a pedir de boca para ellos dos. Tan solo quedaba subir las escaleras, llegar al dormitorio principal y asesinar a la mujer que sin derecho se hacía llamar condesa Bradbury. En realidad, ella se llamaba Amanda y era la hermana mayor de la bruja Nireen. El conde Alesandro Bradbury pagó a un vampiro para que contagiase con su sangre maldita a Amanda. Algo cambió a ella. La que fue bruja, pasó a convertirse en una mujer eternamente soberbia y hermosa. Su impuso al paso del tiempo, a su familia y al apellido de su marido. Tras la muerte del conde Alesandro, ella se hizo la dueña del título. Nireen recordaba mentalmente cada momento de su historia que le habían llevado a subir las escaleras de la mansión Bradbury con la intención de matar a su hermana. Sin darse cuenta, apretaba la mano de Rolando Bradbury, el legítimo heredero del título de conde, en busca de protección y seguridad. No había nadie en Aerandir que odiase más a Amanda que ella y, sin embargo, vacilaba llegado el momento de asesinarla.
— No sé si podré. — confesó Nireen llegado al piso superior.
— Juntos lo haremos. Solo nos queda un último paso, recuperaremos lo que nos pertenece por derecho. Tú tendrás el cadáver de tu hermana y yo las riquezas de mi tío.
Rolando hablaba como si todo se hubiera resulto, como si ya hubieran vencido. Nireen envidió su seguridad.
Se quedaron frente a las puertas cerradas del dormitorio principal. Respiraron profundamente y entraron por la puerta. La suerte estaba echada.
Amanda estaba plantada en medio del dormitorio con los brazos cruzados. Vestía un elegante camisón de seda transparente que dejaba ver más de lo que se consideraría adecuado en las islas illidenses. Nireen quiso apartar la mirada, pero el atractivo físico de su hermana era tal que incluso ella sintió el parte de la esencia carnal que la loba Woodpecker saboreó. Rolando soltó la mano de la bruja, apuntó su ballesta contra la vampiresa y disparo sin piedad. El proyectil erró, chocó contra el cristal de la ventana haciéndolo estallar. Amanda desapareció a la vista de la pareja.
— ¿Dónde se ha ido?
Nireen utilizó el elemento del viento en los extremos del báculo que había robado de la armería secreta. Al menor movimiento de su escurridiza hermana, estaría preparada para matarla.
Amanda saltó desde las sombras en la espalda de Rolando como lo haría un gato a media noche. Le mordió en el cuello. Rolando se echó en el suelo y se llevó las manos en la herida para frenar la hemorragia. A la vez, Nireen se giró hacia la vampiresa y le lanzó un impulso de viento que le hizo volar hacia el piso inferior.
— ¡Rolando! ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? ¡Contéstame por favor!
El humano no podía hablar sangraba más que el granjero Thomas. Amanda iba a pagar por lo que había hecho.
Soltó las armas y levantó las manos. Había perdido la conexión mental con los miembros de su equipo, con todos salvo con el mercenario Wallace. El Silencioso había muerto a manos de la traidora Xar, ella a su vez había sido asesinada por Wallace, Rolando Bradbury y Nireen se habían unido en motín en su contra y Thomas había desaparecido, quizás también había sido asesinado por la pareja de insurrectos. Si no fuera por Wallace, Iván Dickson se hubiera sentido tremendamente solo. Hubo un momento en el que pensó que la victoria era suya, que la estrategia funcionaría a la perfección y que Sacrestic Ville iba a ser vengada. Celebró el triunfo antes de tiempo y ahora lo pagaba con la derrota. La guardia de Bradbury tenía el derecho de clavarle una espada en el pecho en el patio para todos los cadáveres de sus compañeros se alegrasen de verlo derrotado. Si no lo hacían era porque Amanda Bradbury les había educado en la vía del sarcasmo y la burla. A ellos les resultaría más divertido ves como el líder de una banda de rebeldes perdía su cordura hasta acabar besando los pies de su señora. Aquello era algo que irremediablemente sucedería si Dickson mantenía la posición sumisa que Wallace transmitía por el único canal mental que quedaba activo.
“¿Qué planeas? Debes decírmelo. La guardia Bradbury tiene nuestras armas. Estamos acabados. Escapar no parece una mala opción. ¿Por qué insistes en ver a Amanda Bradbury? ¿Crees que nos atenderá? Lo dudo. Utilizará su magia para enloquecernos como hizo con Xar. Puede que Rolando y Nireen se han visto influidos por la magia corrupta y por eso jugaron en nuestra contra. A mí no me sucederá lo mismo. Si no me das una buena razón por la que lucha, te juro que me cortaré el cuello antes de entrar en la mansión de los Bradbury. Puedo hacerlo. Escondo un pequeño cuchillo, tan fino como una aguja, debajo del camal”.
* Ambos: En el turno anterior, la parte de Wallace era un poco más emocionante que la de Matthew. Ahora se intercambian.
* Matthew Owens: Sales de la armería en el momento en el que Amanda es impulsada por una corriente hacia el piso inferior, sus capacidades vampíricas le permiten resistir el golpe. Al mismo tiempo, Rolando se desangra a paso acelerado. Estás en medio de una pelea entre Amanda y Nireen. Es tu hora de demostrar tu lealtad hacia un bando u otro. Deberás elegir entre enfrentarte a Amanda o Nireen.
* Wallace MaGreoTu plan parece funcionar. El ejército de Bradbury te obliga a que le entregues tus armas y os cogen, a ti y a Dickson, como rehén. Dickson se siente confuso, pide que le cuentes tu idea. No es el momento de entrar a la acción, sino el de debatir una última estrategia que consiga vencer a Amanda.
— No sé si podré. — confesó Nireen llegado al piso superior.
— Juntos lo haremos. Solo nos queda un último paso, recuperaremos lo que nos pertenece por derecho. Tú tendrás el cadáver de tu hermana y yo las riquezas de mi tío.
Rolando hablaba como si todo se hubiera resulto, como si ya hubieran vencido. Nireen envidió su seguridad.
Se quedaron frente a las puertas cerradas del dormitorio principal. Respiraron profundamente y entraron por la puerta. La suerte estaba echada.
Amanda estaba plantada en medio del dormitorio con los brazos cruzados. Vestía un elegante camisón de seda transparente que dejaba ver más de lo que se consideraría adecuado en las islas illidenses. Nireen quiso apartar la mirada, pero el atractivo físico de su hermana era tal que incluso ella sintió el parte de la esencia carnal que la loba Woodpecker saboreó. Rolando soltó la mano de la bruja, apuntó su ballesta contra la vampiresa y disparo sin piedad. El proyectil erró, chocó contra el cristal de la ventana haciéndolo estallar. Amanda desapareció a la vista de la pareja.
— ¿Dónde se ha ido?
Nireen utilizó el elemento del viento en los extremos del báculo que había robado de la armería secreta. Al menor movimiento de su escurridiza hermana, estaría preparada para matarla.
Amanda saltó desde las sombras en la espalda de Rolando como lo haría un gato a media noche. Le mordió en el cuello. Rolando se echó en el suelo y se llevó las manos en la herida para frenar la hemorragia. A la vez, Nireen se giró hacia la vampiresa y le lanzó un impulso de viento que le hizo volar hacia el piso inferior.
— ¡Rolando! ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? ¡Contéstame por favor!
El humano no podía hablar sangraba más que el granjero Thomas. Amanda iba a pagar por lo que había hecho.
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Soltó las armas y levantó las manos. Había perdido la conexión mental con los miembros de su equipo, con todos salvo con el mercenario Wallace. El Silencioso había muerto a manos de la traidora Xar, ella a su vez había sido asesinada por Wallace, Rolando Bradbury y Nireen se habían unido en motín en su contra y Thomas había desaparecido, quizás también había sido asesinado por la pareja de insurrectos. Si no fuera por Wallace, Iván Dickson se hubiera sentido tremendamente solo. Hubo un momento en el que pensó que la victoria era suya, que la estrategia funcionaría a la perfección y que Sacrestic Ville iba a ser vengada. Celebró el triunfo antes de tiempo y ahora lo pagaba con la derrota. La guardia de Bradbury tenía el derecho de clavarle una espada en el pecho en el patio para todos los cadáveres de sus compañeros se alegrasen de verlo derrotado. Si no lo hacían era porque Amanda Bradbury les había educado en la vía del sarcasmo y la burla. A ellos les resultaría más divertido ves como el líder de una banda de rebeldes perdía su cordura hasta acabar besando los pies de su señora. Aquello era algo que irremediablemente sucedería si Dickson mantenía la posición sumisa que Wallace transmitía por el único canal mental que quedaba activo.
“¿Qué planeas? Debes decírmelo. La guardia Bradbury tiene nuestras armas. Estamos acabados. Escapar no parece una mala opción. ¿Por qué insistes en ver a Amanda Bradbury? ¿Crees que nos atenderá? Lo dudo. Utilizará su magia para enloquecernos como hizo con Xar. Puede que Rolando y Nireen se han visto influidos por la magia corrupta y por eso jugaron en nuestra contra. A mí no me sucederá lo mismo. Si no me das una buena razón por la que lucha, te juro que me cortaré el cuello antes de entrar en la mansión de los Bradbury. Puedo hacerlo. Escondo un pequeño cuchillo, tan fino como una aguja, debajo del camal”.
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* Ambos: En el turno anterior, la parte de Wallace era un poco más emocionante que la de Matthew. Ahora se intercambian.
* Matthew Owens: Sales de la armería en el momento en el que Amanda es impulsada por una corriente hacia el piso inferior, sus capacidades vampíricas le permiten resistir el golpe. Al mismo tiempo, Rolando se desangra a paso acelerado. Estás en medio de una pelea entre Amanda y Nireen. Es tu hora de demostrar tu lealtad hacia un bando u otro. Deberás elegir entre enfrentarte a Amanda o Nireen.
* Wallace MaGreoTu plan parece funcionar. El ejército de Bradbury te obliga a que le entregues tus armas y os cogen, a ti y a Dickson, como rehén. Dickson se siente confuso, pide que le cuentes tu idea. No es el momento de entrar a la acción, sino el de debatir una última estrategia que consiga vencer a Amanda.
Sigel
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
El escándalo en el segundo piso despertó a Matthew “Siquiera puede uno morirse tranquilo en esta casa” pensó con ironía el estafador. Su herida continuaba sangrando, pero al parecer aún tenía tiempo antes de que su vida decidiera expirar, y era mejor darle un buen uso. Owens se levantó con mucha dificultad, podía escuchar las voces de Nireen y Rolando subiendo las escaleras, seguirlos estando en ese estado sería una locura “Yo no soy un guerrero, ni un héroe. Soy un oportunista” y por lo tanto sus acciones serían las de un vil traidor.
Caminando a paso lento y con mucho dolor salió de la sala principal, pero en lugar de dirigirse a la escalera fue en dirección a la cocina y a las salas de la servidumbre.
Amanda salió disparada por la escalera, cayendo pesadamente sobre uno de los sillones individuales de la sala, rompiéndolo en el proceso. Estaba furiosa, y era difícil el controlar sus instintos de vampiro que la hacían pensar más como a un animal que como a un ser racional, un corte en su oreja hacia que la sangre resbalara por parte de su cabeza y su cuello, manchando su delicado camisón. Las heridas eran lo de menos, sus capacidades como vampiro le permitirían sanar rápidamente, escuchó el grito de furia de su hermana bajando por la escalera, impulsada por el aire llego junto a ella en un suspiro y volvió a empujarla contra una de las paredes.
-¿Qué le hiciste? ¿Cómo te atreves? – La bruja estaba fuera de sí, se ahogaba en su propia ira mientras cargaba contra Amanda, siempre era ella, siempre había sido ella, siempre lo tenía todo, por una vez en la que Nireen había logrado obtener la felicidad – ¡Jamás te lo perdonare!
Volvió a utilizar el bastón que había tomado de la armería y arrojo a su hermana contra la mesa, utilizando la presión del aire para que se quedara quieta. Acercándose lentamente desenfundo su daga, la misma con la que había apuñalado al granjero. Minutos antes se sentía inquieta y dudaba de si podría hacerlo, pero ahora estaba segura, y sabía con certeza que disfrutaría viendo como los últimos rastros de vida se extinguían en la mirada de su hermana.
-Nireen… Amor… - Dijo Rolando sosteniéndose el cuello con dificultad, intentando articular palabras mientras bajaba tambaleante la escalera – Est… Esta será… Nuestra victoria – Obnubilada por la pasión del momento la bruja se acercó corriendo a su amado.
-Es cierto, debemos matarla juntos, y esa será la promesa que sellara nuestro destino – El corazón de Nireen palpitaba a una velocidad sobrecogedora, la mujer jamás pensó que podría sentir algo semejante. La adrenalina corría por sus venas y mientras transmitía todo su amor por medio de un impetuoso beso a su querido Rolando una daga invisible se levantaba a sus espaldas, clavándose con seguridad a la altura del corazón.
Quizás si la bruja no hubiese estado tan ofuscada por el momento abría notado la mancha de sangre a la altura de abdomen que tenía Rolando, o que había podido articular palabras a pesar de tener supuestamente una herida en el cuello. El humano continuó besando a Nireen mientras la vida de la mujer se extinguía, moviendo la daga en la herida para asegurarse de que el daño fuera absoluto y el dolor agónico.
Finalmente la bruja exhalo su último respiro, Matt la dejó caer sin demasiadas ceremonias al piso mientras se quitaba la máscara que lo hacía ver como a una persona diferente. Se relamió y sonrió de medio lado, “Te dije que te lo devolvería” pensó con satisfacción, luego fue hacía Amanda y le ofreció una mano para que se levante.
-Creo que todavía nos quedan dos – Owens no sabía cómo estaban las cosas afuera, o si Xar había tenido éxito, por lo que calculaba el número máximo solo para no pecar de confiado. En el piso de arriba Rolando ya hacía mucho que se había desangrado, Matt se había asegurado de abrir la herida hasta que fuera absolutamente imposible que viviera, luego había tomado su forma y bajado a la sala fingiendo ser él.
– Necesito… Descansar un poco… - El estafador se sentía mareado, la pérdida de sangre era demasiada y le costaba enfocar la vista. Se apoyó contra la misma mesa donde hasta hace un instante había estado Amanda, probablemente no podría pelear más, una misteriosa sonrisa en el rostro de la vampiro lo hizo dudar por un segundo…
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Caminando a paso lento y con mucho dolor salió de la sala principal, pero en lugar de dirigirse a la escalera fue en dirección a la cocina y a las salas de la servidumbre.
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Amanda salió disparada por la escalera, cayendo pesadamente sobre uno de los sillones individuales de la sala, rompiéndolo en el proceso. Estaba furiosa, y era difícil el controlar sus instintos de vampiro que la hacían pensar más como a un animal que como a un ser racional, un corte en su oreja hacia que la sangre resbalara por parte de su cabeza y su cuello, manchando su delicado camisón. Las heridas eran lo de menos, sus capacidades como vampiro le permitirían sanar rápidamente, escuchó el grito de furia de su hermana bajando por la escalera, impulsada por el aire llego junto a ella en un suspiro y volvió a empujarla contra una de las paredes.
-¿Qué le hiciste? ¿Cómo te atreves? – La bruja estaba fuera de sí, se ahogaba en su propia ira mientras cargaba contra Amanda, siempre era ella, siempre había sido ella, siempre lo tenía todo, por una vez en la que Nireen había logrado obtener la felicidad – ¡Jamás te lo perdonare!
Volvió a utilizar el bastón que había tomado de la armería y arrojo a su hermana contra la mesa, utilizando la presión del aire para que se quedara quieta. Acercándose lentamente desenfundo su daga, la misma con la que había apuñalado al granjero. Minutos antes se sentía inquieta y dudaba de si podría hacerlo, pero ahora estaba segura, y sabía con certeza que disfrutaría viendo como los últimos rastros de vida se extinguían en la mirada de su hermana.
-Nireen… Amor… - Dijo Rolando sosteniéndose el cuello con dificultad, intentando articular palabras mientras bajaba tambaleante la escalera – Est… Esta será… Nuestra victoria – Obnubilada por la pasión del momento la bruja se acercó corriendo a su amado.
-Es cierto, debemos matarla juntos, y esa será la promesa que sellara nuestro destino – El corazón de Nireen palpitaba a una velocidad sobrecogedora, la mujer jamás pensó que podría sentir algo semejante. La adrenalina corría por sus venas y mientras transmitía todo su amor por medio de un impetuoso beso a su querido Rolando una daga invisible se levantaba a sus espaldas, clavándose con seguridad a la altura del corazón.
Quizás si la bruja no hubiese estado tan ofuscada por el momento abría notado la mancha de sangre a la altura de abdomen que tenía Rolando, o que había podido articular palabras a pesar de tener supuestamente una herida en el cuello. El humano continuó besando a Nireen mientras la vida de la mujer se extinguía, moviendo la daga en la herida para asegurarse de que el daño fuera absoluto y el dolor agónico.
Finalmente la bruja exhalo su último respiro, Matt la dejó caer sin demasiadas ceremonias al piso mientras se quitaba la máscara que lo hacía ver como a una persona diferente. Se relamió y sonrió de medio lado, “Te dije que te lo devolvería” pensó con satisfacción, luego fue hacía Amanda y le ofreció una mano para que se levante.
-Creo que todavía nos quedan dos – Owens no sabía cómo estaban las cosas afuera, o si Xar había tenido éxito, por lo que calculaba el número máximo solo para no pecar de confiado. En el piso de arriba Rolando ya hacía mucho que se había desangrado, Matt se había asegurado de abrir la herida hasta que fuera absolutamente imposible que viviera, luego había tomado su forma y bajado a la sala fingiendo ser él.
– Necesito… Descansar un poco… - El estafador se sentía mareado, la pérdida de sangre era demasiada y le costaba enfocar la vista. Se apoyó contra la misma mesa donde hasta hace un instante había estado Amanda, probablemente no podría pelear más, una misteriosa sonrisa en el rostro de la vampiro lo hizo dudar por un segundo…
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Matthew Owens
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Rodeados, ambos hombres fueron conducidos hasta el salón donde la pelea había finalizado con dos victimas mas. Wallace pudo ver el cuerpo de la bruja en el suelo sobre un charco de sangre y al humano, Thomas. Pero era totalmente diferente. Wallace había sospechado de él desde el principio pero era costumbre para el viejo cuervo pensar así de los demás.
Le dedicó una mirada amable al hombre, no tenia nada contra él, no debía. Dickson por su parte le lanzó la mas mortal de las miradas, punzante y amenazadora. Mentalmente maldijo y escupió su nombre mientras no apartaba sus ojos furiosos de él. Wallace le pidió calma mientras avanzaban.
Mesas rotas, jarrones por el suelo y sangre. Habia sido todo un combate por el estado de todo el salón. Y allí estaba ella, altiva, poderosa, subida en las escaleras del salón mirándolos con un extraño interés, rodeada de sus hombres. Como imaginaba el brujo, ni se había despeinado al luchar. La miró a los ojos sin miedo alguno y a diferencia de Dickson, le dedicó una reverencia cortés y una sonrisa mostrándose calmado para sorpresa del vampiro y los soldados. Estaban literalmente entre la espada y la pared, como podía ser que el brujo estuviera tan calmado?
Ahora escúchame atentamente. Te mentí, soy jefe de un clan como has oído antes y mi misión era tener contacto con ella y una posible alianza pero.... El brujo miró de reojo al vampiro quien lo observaba expectante, controlando una mirada de odio por una traición que llegaba. No veo por que tienes que morir aquí así que diré que tu eres mi misión, que debía hacerte creer que soy de los tuyos para capturarte... luego si así lo deseas lucharemos a muerte pero debes al menos confiar en mi de nuevo, por esta vez.
Como quieras... al menos has sido el único fiel hasta el final supongo... pero no pienses que ella caerá rápido, es astuta la muy zorra... El vampiro gruñó mentalmente haciendo reír al brujo mientras ella se acercaba, examinandos. Wallace tomó aire pesadamente y habló, firme, sincero.
-Mi señora Bradbury...en nombre de los Cuervos de Plata, le pido disculpas por los problemas causados... -Ella sonreía, escuchándole, una ceja alzada mientras los soldados murmuraban entre ellos.- Mi misión es capturar a Iván Dickson y llevarlo al bastión de los cuervos para juzgarlo por los crímenes cometidos... -Miró a Dickson con odio, fingiendo.- Como líder del clan es mi deber acabar con él por lo que hizo....- Sus ojos se pasearon por la estancia hasta llegar a la vampira y mirarla de arriba a bajo. Era hermosa, eso era verdad. Costaba apartar la visa de ella pero Wallace había visto antes bellezas ponzoñosas, había estado bajo el efecto de auras seductoras cubiertas de sangre y siempre venían con una daga por la espalda. Dicho eso, el brujo espero la respuesta de la mujer mientras la seguía con la mirada. Podía matarlos, estaba en su derecho.
Dickson estaba nervioso, el canal mental se estaba debilitando debido al cansancio y su poca concentración. Wallace intentó calmarlo, pero no lo escuchaba. Los soldados lo vigilaban, armas en mano. Los estaba poniendo igual de nerviosos.
Si no te calmas, te matarán y todo lo que he dicho servirá como una mierda de burro....CÁLMATE.
No me digas lo que debo de hacer mortal. Ella debe morir, ahora es mi oportunidad, yo y nadie mas puede hacerlo.
Dickson, escúchame. No vale la pena. Si debes morir que sea bajo mi espada. Ella no tendrá tanta compasión...
Pero el vampiro ignoró las palabras del brujo. Se lanzó ignorando las amenazas de los guardias. Lanzas y flechas lo hirieron pues las tenían demasiado cerca. Wallace gruñó de rabia y sin dudar, sin parar a pensar que su propia vida estaba en peligro canalizó sus magia junto la telekinesis para crear un látigo flamígero, agarrando al vampiro del cuello como si de un perro rabioso de tratase. Dickson, ahogado por el agarre ardiente, dejó salir un gemido de dolor cayendo de culo por el tirón del brujo, quien sujetaba con habilidad y fuerza. Los soldados se apartaron ante el espectáculo.
- Maldito... mi compasión tiene un limite... -Gruñó, tirando mas de él. Dickson jadeaba de dolor mientras intentaba soltarse, forcejeando, haciendo que el látigo apretase mas su cuello, dejando marca. Apretando los dientes, el brujo miró directamente a la mujer y a Thomas.- Y bien, mi señora? -Murmuró, frunciendo el ceño por el esfuerzo, tensando cada musculo de su cuerpo para mantener al vampiro a raya.
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Habilidad usada:
Látigo Flamígero-
Wallace invoca un látigo de fuego desde una de sus extremidades. Puede sujetar al objetivo si este tiene igual o menos FUE que Wallace. Si usan Runas el resultado varia.
Duración de la sujeción: 2 Turnos.
Enfriamiento: 5 turnos.
Le dedicó una mirada amable al hombre, no tenia nada contra él, no debía. Dickson por su parte le lanzó la mas mortal de las miradas, punzante y amenazadora. Mentalmente maldijo y escupió su nombre mientras no apartaba sus ojos furiosos de él. Wallace le pidió calma mientras avanzaban.
Mesas rotas, jarrones por el suelo y sangre. Habia sido todo un combate por el estado de todo el salón. Y allí estaba ella, altiva, poderosa, subida en las escaleras del salón mirándolos con un extraño interés, rodeada de sus hombres. Como imaginaba el brujo, ni se había despeinado al luchar. La miró a los ojos sin miedo alguno y a diferencia de Dickson, le dedicó una reverencia cortés y una sonrisa mostrándose calmado para sorpresa del vampiro y los soldados. Estaban literalmente entre la espada y la pared, como podía ser que el brujo estuviera tan calmado?
Ahora escúchame atentamente. Te mentí, soy jefe de un clan como has oído antes y mi misión era tener contacto con ella y una posible alianza pero.... El brujo miró de reojo al vampiro quien lo observaba expectante, controlando una mirada de odio por una traición que llegaba. No veo por que tienes que morir aquí así que diré que tu eres mi misión, que debía hacerte creer que soy de los tuyos para capturarte... luego si así lo deseas lucharemos a muerte pero debes al menos confiar en mi de nuevo, por esta vez.
Como quieras... al menos has sido el único fiel hasta el final supongo... pero no pienses que ella caerá rápido, es astuta la muy zorra... El vampiro gruñó mentalmente haciendo reír al brujo mientras ella se acercaba, examinandos. Wallace tomó aire pesadamente y habló, firme, sincero.
-Mi señora Bradbury...en nombre de los Cuervos de Plata, le pido disculpas por los problemas causados... -Ella sonreía, escuchándole, una ceja alzada mientras los soldados murmuraban entre ellos.- Mi misión es capturar a Iván Dickson y llevarlo al bastión de los cuervos para juzgarlo por los crímenes cometidos... -Miró a Dickson con odio, fingiendo.- Como líder del clan es mi deber acabar con él por lo que hizo....- Sus ojos se pasearon por la estancia hasta llegar a la vampira y mirarla de arriba a bajo. Era hermosa, eso era verdad. Costaba apartar la visa de ella pero Wallace había visto antes bellezas ponzoñosas, había estado bajo el efecto de auras seductoras cubiertas de sangre y siempre venían con una daga por la espalda. Dicho eso, el brujo espero la respuesta de la mujer mientras la seguía con la mirada. Podía matarlos, estaba en su derecho.
Dickson estaba nervioso, el canal mental se estaba debilitando debido al cansancio y su poca concentración. Wallace intentó calmarlo, pero no lo escuchaba. Los soldados lo vigilaban, armas en mano. Los estaba poniendo igual de nerviosos.
Si no te calmas, te matarán y todo lo que he dicho servirá como una mierda de burro....CÁLMATE.
No me digas lo que debo de hacer mortal. Ella debe morir, ahora es mi oportunidad, yo y nadie mas puede hacerlo.
Dickson, escúchame. No vale la pena. Si debes morir que sea bajo mi espada. Ella no tendrá tanta compasión...
Pero el vampiro ignoró las palabras del brujo. Se lanzó ignorando las amenazas de los guardias. Lanzas y flechas lo hirieron pues las tenían demasiado cerca. Wallace gruñó de rabia y sin dudar, sin parar a pensar que su propia vida estaba en peligro canalizó sus magia junto la telekinesis para crear un látigo flamígero, agarrando al vampiro del cuello como si de un perro rabioso de tratase. Dickson, ahogado por el agarre ardiente, dejó salir un gemido de dolor cayendo de culo por el tirón del brujo, quien sujetaba con habilidad y fuerza. Los soldados se apartaron ante el espectáculo.
- Maldito... mi compasión tiene un limite... -Gruñó, tirando mas de él. Dickson jadeaba de dolor mientras intentaba soltarse, forcejeando, haciendo que el látigo apretase mas su cuello, dejando marca. Apretando los dientes, el brujo miró directamente a la mujer y a Thomas.- Y bien, mi señora? -Murmuró, frunciendo el ceño por el esfuerzo, tensando cada musculo de su cuerpo para mantener al vampiro a raya.
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Habilidad usada:
Látigo Flamígero-
Wallace invoca un látigo de fuego desde una de sus extremidades. Puede sujetar al objetivo si este tiene igual o menos FUE que Wallace. Si usan Runas el resultado varia.
Duración de la sujeción: 2 Turnos.
Enfriamiento: 5 turnos.
Wallace Mcgregor
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Re: El Deseo [Mastereado, Matthew Owens y Wallace Mcgregor]
Matthew estaba tambaleando, parecía que fuera a caer en cualquier momento. Tenía una fea herida en el pecho que no dejaba de sangrar y el pesado cadáver de Nireen al nivel de sus rodillas. Amanda Bradbury tomó al humano por la espalda evitando el desastre inminente y aparto el cadáver de su hermana (todavía la consideraba como tal) de una palmada. Descendió su mano derecha hasta la herida y utilizó su magia de sangre para frenar la hemorragia. Los humanos necesitaban que la sangre fluyera por el interior de sus venas, no por fuera. La otra mano la ascendió hacia la nuca de Matthew, la estuvo acariciando durante largo rato con la yema de los dedos de la misma forma que acariciaría a su esposa Woodpecker. No era necesario hablar para que entendiera que le estaba felicitando por su trabajo, contestar le supondría un gran esfuerzo y un mal dolor. Descansa, humano. Te has enfrentado contra los monstruos de Sacrestic y vivido para contarlo a tus amigos. Ahora debes dormir. Aquello era lo que creía que sería lo correcto, sin embargo, con el estímulo que transmitían con la yema de los dedos, impedía que Matthew cerrase los ojos. Primero tenía que ver lo que había logrado. Rolando muerto, Nireen muerta, El silencioso muerto y los últimos dos rebeldes entraban presos por la puerta principal. Desgracidamente, Xar también había muerto; fracasó en su batalla individual contra Dickson y Wallace y eso era algo que demostraba, todavía más, el valor de las mentiras de Matthew Owens.
No fue hasta que la guardia de la mansión obligó a ambos rebeldes que se arrodillaran que Amanda soltó el cuello del humano dejándole cerrar los ojos.
Iván Dickson, un vampiro de las ricas y viejas familias de Sacrestic Ville resentido por el poder y las riquezas que recogían las nuevas familias. Había organizado una partida con los peores enemigos de Amanda Bradbury, admirable: una vampiresa con reputación de vil asesina llamada Xar y apodada como La coleccionista de rostros (la cual se había descubierto que estaba del bando de Amanda), el sobrino de Alessandro, Rolando Bradbury, que se consideraba el legítimo heredero de la familia, un ex-esclavo de los vampiros liberado luego de la muerte de su amo, un brujo mercenario que haría cualquier cosa por una buena recompensa, un granjero de dudosa procedencia y la hermana pequeña de la misma Amanda, Nireen. Amanda Bradbury se acercó a Dickson y le cogió del cuello con la mano derecha acariciándole con las uñas para herirle, no con las yemas para excitarle.
—Buen trabajo recogiendo traidores y cadáveres.
Soltó a Dickson con la suficientemente fuerza como para que cayera de espaldas contra el suelo sin que resultara inconsciente.
Dickson enloqueció, se movió de forma espasmódica como si fuera un animal acorralado que vacilaba entre defenderse o hacerse el muerto. Amanda lo observaba con una sonrisa tranquila que escondía una risa taimada. El vampiro sabía de buena mano lo que le esperaba. Como todos en Sacrestic, habría escuchado los rumores que se contaban acerca de El ejecutor de Los hijos de Habak. Mejor morir que encontrarse frente a frente con él. Dickson conocía la lección y es por eso que mientras la mayoría de sus miembros se movían de forma compulsiva, su mano derecha se deslizaba por su pierna en busca del mal escondido cuchillo que guardaba en el camal del pantalón.
Amanda Bradbury se cruzó de hombros y dejó que los acontecimientos fluyesen por sí mismos.
El brujo mercenario conjuró un hechizo de fuego, un látigo que atrapó el cuello de Dickson y lo dejó inmovilizado como un cordero preparado para el sacrificio de Los Dioses.
Dijo que ser el líder del clan Los cuervos de plata y que se interesó por Los hijos de Habak. El brujo tenía una curiosa manera de buscar aliados: aliándose con un grupo de rebeldes y asesinando a uno de los mejores miembros de la Iglesia. Amanda miró al brujo como si fuera un animal asustado, pequeño y exótico. Le parecía adorable. Le parecía que estaba mintiendo. Wallace había tenido dos grandes oportunidades para desvelarse como traidor en el grupo de Dickson. La primera de ellas en la taberna; después de recoger la información debida podría haber enviado un cuervo a la casa Bradbury anunciado su visita e informando de los planes de Dickson. La segunda en la batalla, tras ver el giro de Xar, podría haberla seguido. A ella no le hubiera importado. Wallace cumplía con todos los requisitos para convertirse en la mejor adquisición de La coleccionista, en la única que no desollaría el rostro.
—Después de haber ayudado a Dickson a llegar hasta mí y asesinado a mi amiga, ¿por qué debería confiar en ti? —ladeó la cabeza— No me pareces un cuervo plata, más bien eres un cuervo negro: desagradable y traicionero. —se dirigió a la guardia— Llevad a Dickson con El ejecutor. Decidle que se divierta tanto como guste. Respecto al brujo cuervo negro, dádselo a mi esposa. Marcadlo con sangre y regaládselo a mi esposa, que le sirva como esclavo.
Un guardia licántropo, en su forma lobina la cual era lo suficientemente tenaz para resistir la resistencia del fuego, pasó un collar de acero por el cuello del brujo. Otro guardia, este vampiro, ató el collar a una corta cadena de hierro como si fuera un perro. Un tercero se arrodilló frente a Amanda y le ofreció dos puñales envueltos en seda roja. La vampiresa recogió las armas y las utilizó para marcar la espalda del brujo, a la altura de los homoplatos, con dos cruces invertidas. El sello serviría como inhibidor: no podría utilizar su magia elemental a los hijos de Habak.
—Tendrás que demostrar tu palabra, cuervo negro. Solo si mi esposa lo considera, romperé tus cadenas y aceptaré tu tregua. Hasta entonces, le servirás en todos sus deseos. Si ella tiene hambre, si le apetece comerte, tendrás que sazonarte en salsa y servirte en bandeja de plata. ¿Queda claro? —no le dejo contestar— Muy bien.
En una caseta, a pocos metros del atar en honor a Habakhuk, se encontraba el hombre que se hacía llamar El ejecutor en la ciudad de los vampiros rodeado de toda clase de armas viejas y oxidadas por el paso del tiempo. Más de una vez le habían ofrecido renovar sus armas. Recientemente, uno de los hombres más fieles de La Iglesia encontró todo un arsenal de armas exóticas escondidas en la mansión Bradbury, cada una de ellas valía una bolsa repleta de aeros. La condesa ofreció varias armas a El ejecutor. Éste se negó en rotundo. No gracias, el daño que infligía con las viejas y oxidadas herramientas era mucho mayor que el que infligía con cualquier otra. Era una excusa. El daño sería el mismo, era más psicológico que físico. La verdadera razón por la que se negaba al cambio era porque se sentía más cómodo rodeado de las cosas viejas, oxidadas y acabadas. Era una metáfora de cómo él se sentía y cómo hacía sentir a los hombres y mujeres que le envían.
El último fue Iván Dickson. Dejó de suplicar hacía dos días. El vampiro no abría la boca más que cuando El ejecutor le ordenaba que lo hiciera. Obedecía como un perro manso.
—Abre.
El ejecutor rajó con un fino cuchillo el paladar del vampiro en varios cortes con formas de cruces y cruces invertidas. Los humanos eran aburridos, morían a los primeros días por las enfermedades que transmitían las sucias herramientas. Con un vampiro se podría divertir muchísimo más. El ejecutor dejó el cuchillo en las rendijas de la chimenea durante unos minutos. Como no dijo nada, Dickson no cerró la boca. Pasado este tiempo, recogió el cuchillo con un guante de cuero y dejó el filo del cuchillo sobre la lengua del preso. El ejecutor se sintió como un ser despreciable al reconocer que disfrutaba del dulce olor a carne de vampiro quemada.
—Ahora di mi nombre —dijo a la vez que levantaba el cuchillo de la lengua de Dickson.
—Padre Donald Frank Callahan —contestó Dickson con voz apagada e incompresible a causa de las muchas heridas. La boca se le llenaba de sangre al hablar.
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +2 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 13 ptos totales de experiencia
(Párrafo genérico copia-pega: Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias personales. En este caso, las muchas faltas de ortografía y la carencia de tildes me hacen bajar tus puntos de “calidad de texto”. Faltas del tipo: “se acerco, miro, deslizo…” entre muchas otras. Estarás de acuerdo que deberían tener acento: “se acercó, miró, deslizó…”)
Obsequios:
* Cuchillo de obsidiana
Maldición: Sed
Has perdido mucha sangre durante el combate. Amanda Bradbury se niega a darte de beber de su propia sangre debido a que eso te convertiría en vampiro. Sabe que adoras tu anónima humanidad. En su lugar, usa sus habilidades para ofrecerte un tributo que se traduce en maldición: te ofrece la capacidad de succionar la sangre de tus victimas como lo haría un vampiro. En los siguientes 4 temas, deberás recuperar la sangre que tu organismo ha perdido ya sea bebiendo de tus propias víctimas o de cadáveres recientes (al menos 2 personas diferentes en cada tema). A lo largo de estos cuatro temas, deberás beber del cuerpo de al menos dos usuarios.
* Wallace McGregor: Has descubierto a los muertos en las cajas, te has escondido en las sombras, debatido con adultos, matado a un cibernético, salvado de una mujer…. Todo sin perder tu sonrisa de niño.
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(Párrafo genérico copia-pega: Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias personales. Lo mismo que en el caso de Matthew; pero con diferentes errores. Palabras como: “obligandolo, debia, mas(de cantidad)…” deberían tener acento “obligándolo, debía, más…”.)
Obsequios:
* Rostro de Xar
Maldición: Esclavo de la iglesia Los hijos de Habak.
Pasarás a ser el esclavo de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], la esposa de Amanda Bradbury. Será Woodpecker quien decida si eres digno de la confianza de Amanda Bradbury y los demás hijos de Habak. Hasta que ella tome una decisión, te presentarás como su fiel esbirro. Woodpecker será la única con derecho a romper tu cadena de cuervo negro. Por otra parte, las cruces invertidas marcadas a tu espalda, te impedirán ejercer tu magia contra Los hijos de Habakhuk.
Esta última parte del post me gusta reservarla para hacer una pequeña crítica sobre el tema, hago un resumen de las escenas que más me han gustado y aquellas que me han parecido tediosas. Después de todo, estoy orgullosa del tema. Os amenacé: os dije que vuestra desobediencia pasa factura. No imaginé que volveréis a cometer un error. Tenía programado un turno anterior a este. Wallace debería contar sus planes a Dickson antes de entrar en la mansión. Dickson lo dice literalmente: si pasa por la puerta, si entra en la mansión, se suicidaría. A parte, en el offrol, lo dejé claro: no entres en acción. Este turno se utilizaría para poner en marcha el plan de Wallace. Sin embargo, te has adelantado y te has encontrado frente a frente con Amanda antes de tiempo lo que ha hecho que cierre el tema de esta forma abrupta y no haya dejado que pongas en marcha tu plan. Amanda no va a confiar en la palabra de nadie de alguien que haya matado a tantos de sus hombres, no después de que ella misma haya sido atacada por SU PROPIA HERMANA. Ahora mismo, la condesa debe de estar en un estado de desconfianza máxima. Entiéndelo.
Pese a todos estos contratiempos, el tema ha tenido un final estupendo. Estoy muy contenta del resultado final. Me he divertido mucho viendo como Matthew se encargaba de alimentar en cada turno un poco más el orgullo de Nireen a la vez que la empujaba a los brazos de Rolando. El desenlace de esta subtrama me ha encantado. ¡Qué le jodan a Dickson! Podría haber sido un muy buen título para nuestro tema: Qué le jodan a Dickson. Otra escena que me ha gustado mucho es el combate entre Xar y Wallace. Había tantos desenlaces posibles para esta historia. Visto el resultado final del tema te los puedes imaginar. El más obvio: si Xar vivía, tendrías una compañera y amante de por vida. Algo que no sería tan divertido como una cara flotante siguiéndote como un fantasma. Me ha gustado la decisión que tomaste, Wallace, por el premio final que te tenía preparado. ¡Me encantó! Estoy deseando ver como haces honor a tu apellido y te McGreas con pellejo sin carne. Pero, sin duda, lo mejor de todo el tema ha sido la interacción con todo el grupo. Las primeras escenas de taberna, donde todos interactuaban por igual me parecieron estupendas. A Dickson lo hicisteis ver como una persona verdaderamente peligrosa. Al final… ¡Qué le jodan a Dickson!
Esta es mi opinión del tema y es el momento de saber la vuestra. ¿Os ha gustado el tema? Mi idea inicial ha sido adaptar vuestros gustos y habilidades a un tema donde ambos tendrías momentos para brillar por igual: mentiras por un lado y fuerza bruta por el otro. Amén de la participación de la trama dentro del foro que, personalmente, me está gustando mucho preparar y es la de Los hijos de Habak: vampiros que desean obtener los 19 objetos malditos de Egdebomb para resucitar al primer vampiro, el cual consideran un Dios. Esta es la religión que Matthew, sin saberlo, ha estado profesando durando mucho tiempo. La trama Los hijos de Habak continuará, obviamente. Gracias a Matthew, y como podemos ver en el “epílogo del tema”, han obtenido una mayor potencia de armas y una mejor reputación por parte de algunos humanos de Sacrestic Ville.
No fue hasta que la guardia de la mansión obligó a ambos rebeldes que se arrodillaran que Amanda soltó el cuello del humano dejándole cerrar los ojos.
Iván Dickson, un vampiro de las ricas y viejas familias de Sacrestic Ville resentido por el poder y las riquezas que recogían las nuevas familias. Había organizado una partida con los peores enemigos de Amanda Bradbury, admirable: una vampiresa con reputación de vil asesina llamada Xar y apodada como La coleccionista de rostros (la cual se había descubierto que estaba del bando de Amanda), el sobrino de Alessandro, Rolando Bradbury, que se consideraba el legítimo heredero de la familia, un ex-esclavo de los vampiros liberado luego de la muerte de su amo, un brujo mercenario que haría cualquier cosa por una buena recompensa, un granjero de dudosa procedencia y la hermana pequeña de la misma Amanda, Nireen. Amanda Bradbury se acercó a Dickson y le cogió del cuello con la mano derecha acariciándole con las uñas para herirle, no con las yemas para excitarle.
—Buen trabajo recogiendo traidores y cadáveres.
Soltó a Dickson con la suficientemente fuerza como para que cayera de espaldas contra el suelo sin que resultara inconsciente.
Dickson enloqueció, se movió de forma espasmódica como si fuera un animal acorralado que vacilaba entre defenderse o hacerse el muerto. Amanda lo observaba con una sonrisa tranquila que escondía una risa taimada. El vampiro sabía de buena mano lo que le esperaba. Como todos en Sacrestic, habría escuchado los rumores que se contaban acerca de El ejecutor de Los hijos de Habak. Mejor morir que encontrarse frente a frente con él. Dickson conocía la lección y es por eso que mientras la mayoría de sus miembros se movían de forma compulsiva, su mano derecha se deslizaba por su pierna en busca del mal escondido cuchillo que guardaba en el camal del pantalón.
Amanda Bradbury se cruzó de hombros y dejó que los acontecimientos fluyesen por sí mismos.
El brujo mercenario conjuró un hechizo de fuego, un látigo que atrapó el cuello de Dickson y lo dejó inmovilizado como un cordero preparado para el sacrificio de Los Dioses.
Dijo que ser el líder del clan Los cuervos de plata y que se interesó por Los hijos de Habak. El brujo tenía una curiosa manera de buscar aliados: aliándose con un grupo de rebeldes y asesinando a uno de los mejores miembros de la Iglesia. Amanda miró al brujo como si fuera un animal asustado, pequeño y exótico. Le parecía adorable. Le parecía que estaba mintiendo. Wallace había tenido dos grandes oportunidades para desvelarse como traidor en el grupo de Dickson. La primera de ellas en la taberna; después de recoger la información debida podría haber enviado un cuervo a la casa Bradbury anunciado su visita e informando de los planes de Dickson. La segunda en la batalla, tras ver el giro de Xar, podría haberla seguido. A ella no le hubiera importado. Wallace cumplía con todos los requisitos para convertirse en la mejor adquisición de La coleccionista, en la única que no desollaría el rostro.
—Después de haber ayudado a Dickson a llegar hasta mí y asesinado a mi amiga, ¿por qué debería confiar en ti? —ladeó la cabeza— No me pareces un cuervo plata, más bien eres un cuervo negro: desagradable y traicionero. —se dirigió a la guardia— Llevad a Dickson con El ejecutor. Decidle que se divierta tanto como guste. Respecto al brujo cuervo negro, dádselo a mi esposa. Marcadlo con sangre y regaládselo a mi esposa, que le sirva como esclavo.
Un guardia licántropo, en su forma lobina la cual era lo suficientemente tenaz para resistir la resistencia del fuego, pasó un collar de acero por el cuello del brujo. Otro guardia, este vampiro, ató el collar a una corta cadena de hierro como si fuera un perro. Un tercero se arrodilló frente a Amanda y le ofreció dos puñales envueltos en seda roja. La vampiresa recogió las armas y las utilizó para marcar la espalda del brujo, a la altura de los homoplatos, con dos cruces invertidas. El sello serviría como inhibidor: no podría utilizar su magia elemental a los hijos de Habak.
—Tendrás que demostrar tu palabra, cuervo negro. Solo si mi esposa lo considera, romperé tus cadenas y aceptaré tu tregua. Hasta entonces, le servirás en todos sus deseos. Si ella tiene hambre, si le apetece comerte, tendrás que sazonarte en salsa y servirte en bandeja de plata. ¿Queda claro? —no le dejo contestar— Muy bien.
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En una caseta, a pocos metros del atar en honor a Habakhuk, se encontraba el hombre que se hacía llamar El ejecutor en la ciudad de los vampiros rodeado de toda clase de armas viejas y oxidadas por el paso del tiempo. Más de una vez le habían ofrecido renovar sus armas. Recientemente, uno de los hombres más fieles de La Iglesia encontró todo un arsenal de armas exóticas escondidas en la mansión Bradbury, cada una de ellas valía una bolsa repleta de aeros. La condesa ofreció varias armas a El ejecutor. Éste se negó en rotundo. No gracias, el daño que infligía con las viejas y oxidadas herramientas era mucho mayor que el que infligía con cualquier otra. Era una excusa. El daño sería el mismo, era más psicológico que físico. La verdadera razón por la que se negaba al cambio era porque se sentía más cómodo rodeado de las cosas viejas, oxidadas y acabadas. Era una metáfora de cómo él se sentía y cómo hacía sentir a los hombres y mujeres que le envían.
El último fue Iván Dickson. Dejó de suplicar hacía dos días. El vampiro no abría la boca más que cuando El ejecutor le ordenaba que lo hiciera. Obedecía como un perro manso.
—Abre.
El ejecutor rajó con un fino cuchillo el paladar del vampiro en varios cortes con formas de cruces y cruces invertidas. Los humanos eran aburridos, morían a los primeros días por las enfermedades que transmitían las sucias herramientas. Con un vampiro se podría divertir muchísimo más. El ejecutor dejó el cuchillo en las rendijas de la chimenea durante unos minutos. Como no dijo nada, Dickson no cerró la boca. Pasado este tiempo, recogió el cuchillo con un guante de cuero y dejó el filo del cuchillo sobre la lengua del preso. El ejecutor se sintió como un ser despreciable al reconocer que disfrutaba del dulce olor a carne de vampiro quemada.
—Ahora di mi nombre —dijo a la vez que levantaba el cuchillo de la lengua de Dickson.
—Padre Donald Frank Callahan —contestó Dickson con voz apagada e incompresible a causa de las muchas heridas. La boca se le llenaba de sangre al hablar.
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* Matthew Owens: Aerandir debería temer más tus manipulaciones que a los cadáveres andantes de los nigromantes. Recompensas:
* +5 ptos de base
* +2 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 13 ptos totales de experiencia
(Párrafo genérico copia-pega: Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias personales. En este caso, las muchas faltas de ortografía y la carencia de tildes me hacen bajar tus puntos de “calidad de texto”. Faltas del tipo: “se acerco, miro, deslizo…” entre muchas otras. Estarás de acuerdo que deberían tener acento: “se acercó, miró, deslizó…”)
Obsequios:
* Cuchillo de obsidiana
- Cuchillo de obsidiana:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Calidad superior
Es el arma que escogiste del arsenal secreto de la mansión Bradbury. Cuchillo confeccionado en sus inicios para los sacrificios de los vampiros. Fácil de esconder.
El cuchillo posee parte de la magia de los vampiros: Necrosis inmediata
Necrosis inmediata: ejerce un corte en el cuello de un rival que cicatriza al instante en un estado de necrosis. En los siguientes turnos y hasta el final del tema, el rival será maldecido y se convertirá en un vampiro. Con la fotosensibilidad y el hambre de sangre que eso supone.
Esta habilidad la podrás utilizar hasta tres veces en tres temas diferentes. Después de ello, el cuchillo perderá la habilidad. Obtendrás más cargas para más usos de la habilidad en diferentes temas de la trama de Los hijos de Habak.
Maldición: Sed
Has perdido mucha sangre durante el combate. Amanda Bradbury se niega a darte de beber de su propia sangre debido a que eso te convertiría en vampiro. Sabe que adoras tu anónima humanidad. En su lugar, usa sus habilidades para ofrecerte un tributo que se traduce en maldición: te ofrece la capacidad de succionar la sangre de tus victimas como lo haría un vampiro. En los siguientes 4 temas, deberás recuperar la sangre que tu organismo ha perdido ya sea bebiendo de tus propias víctimas o de cadáveres recientes (al menos 2 personas diferentes en cada tema). A lo largo de estos cuatro temas, deberás beber del cuerpo de al menos dos usuarios.
* Wallace McGregor: Has descubierto a los muertos en las cajas, te has escondido en las sombras, debatido con adultos, matado a un cibernético, salvado de una mujer…. Todo sin perder tu sonrisa de niño.
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +2 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 13ptos totales de experiencia
(Párrafo genérico copia-pega: Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias personales. Lo mismo que en el caso de Matthew; pero con diferentes errores. Palabras como: “obligandolo, debia, mas(de cantidad)…” deberían tener acento “obligándolo, debía, más…”.)
Obsequios:
* Rostro de Xar
- Rostro de Xar:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tras haber matado a Xar, su rostro se desquita mágicamente de su cara. La chica está obsesionada contigo, en vida y en muerte. Te perseguirá, hablará, guiará y amará allá donde vayas. No podrás deshacerte de ella. Se puede aparecerá flotando a tu espalda, en tus mejores sueños (y peores pesadillas) o adherida en la pared, tal como se ve en la imagen de referencia. El rostro de Xar no es invisible. Todos a tu alrededor podrán verla y oírla a la perfección. Espero que te gusten las yanderes.
Xar se ha convertido en algo más que una guía. Su forma de amarte es adjuntando su rostro sobre de tu cara. Cuando esto sucede, pasarás a convertirte, en vista de todos, en Xar conservando tus habilidades como brujo. Esta habilidad, a diferencia del cuchillo de Matthew, no posee cargas. La podrás utilizar en tantos temas como desees. Sí que posee, sin embargo, duración y enfriamiento.
Duración: 3 turnos.
Enfriamiento: una vez por tema.
Maldición: Esclavo de la iglesia Los hijos de Habak.
Pasarás a ser el esclavo de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], la esposa de Amanda Bradbury. Será Woodpecker quien decida si eres digno de la confianza de Amanda Bradbury y los demás hijos de Habak. Hasta que ella tome una decisión, te presentarás como su fiel esbirro. Woodpecker será la única con derecho a romper tu cadena de cuervo negro. Por otra parte, las cruces invertidas marcadas a tu espalda, te impedirán ejercer tu magia contra Los hijos de Habakhuk.
Esta última parte del post me gusta reservarla para hacer una pequeña crítica sobre el tema, hago un resumen de las escenas que más me han gustado y aquellas que me han parecido tediosas. Después de todo, estoy orgullosa del tema. Os amenacé: os dije que vuestra desobediencia pasa factura. No imaginé que volveréis a cometer un error. Tenía programado un turno anterior a este. Wallace debería contar sus planes a Dickson antes de entrar en la mansión. Dickson lo dice literalmente: si pasa por la puerta, si entra en la mansión, se suicidaría. A parte, en el offrol, lo dejé claro: no entres en acción. Este turno se utilizaría para poner en marcha el plan de Wallace. Sin embargo, te has adelantado y te has encontrado frente a frente con Amanda antes de tiempo lo que ha hecho que cierre el tema de esta forma abrupta y no haya dejado que pongas en marcha tu plan. Amanda no va a confiar en la palabra de nadie de alguien que haya matado a tantos de sus hombres, no después de que ella misma haya sido atacada por SU PROPIA HERMANA. Ahora mismo, la condesa debe de estar en un estado de desconfianza máxima. Entiéndelo.
Pese a todos estos contratiempos, el tema ha tenido un final estupendo. Estoy muy contenta del resultado final. Me he divertido mucho viendo como Matthew se encargaba de alimentar en cada turno un poco más el orgullo de Nireen a la vez que la empujaba a los brazos de Rolando. El desenlace de esta subtrama me ha encantado. ¡Qué le jodan a Dickson! Podría haber sido un muy buen título para nuestro tema: Qué le jodan a Dickson. Otra escena que me ha gustado mucho es el combate entre Xar y Wallace. Había tantos desenlaces posibles para esta historia. Visto el resultado final del tema te los puedes imaginar. El más obvio: si Xar vivía, tendrías una compañera y amante de por vida. Algo que no sería tan divertido como una cara flotante siguiéndote como un fantasma. Me ha gustado la decisión que tomaste, Wallace, por el premio final que te tenía preparado. ¡Me encantó! Estoy deseando ver como haces honor a tu apellido y te McGreas con pellejo sin carne. Pero, sin duda, lo mejor de todo el tema ha sido la interacción con todo el grupo. Las primeras escenas de taberna, donde todos interactuaban por igual me parecieron estupendas. A Dickson lo hicisteis ver como una persona verdaderamente peligrosa. Al final… ¡Qué le jodan a Dickson!
Esta es mi opinión del tema y es el momento de saber la vuestra. ¿Os ha gustado el tema? Mi idea inicial ha sido adaptar vuestros gustos y habilidades a un tema donde ambos tendrías momentos para brillar por igual: mentiras por un lado y fuerza bruta por el otro. Amén de la participación de la trama dentro del foro que, personalmente, me está gustando mucho preparar y es la de Los hijos de Habak: vampiros que desean obtener los 19 objetos malditos de Egdebomb para resucitar al primer vampiro, el cual consideran un Dios. Esta es la religión que Matthew, sin saberlo, ha estado profesando durando mucho tiempo. La trama Los hijos de Habak continuará, obviamente. Gracias a Matthew, y como podemos ver en el “epílogo del tema”, han obtenido una mayor potencia de armas y una mejor reputación por parte de algunos humanos de Sacrestic Ville.
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