Reparando a Adie [Desafío]
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Reparando a Adie [Desafío]
Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, estaba perdiendo facultades. Cada vez más, le costaba realizar sus funciones. La primera de sus preocupaciones, siempre era y será, entregar a tiempo todos mensajes de la buena gente de Aerandir. La segunda, era su bien estar. Hasta que no vacío el saco de mensajes, no se permitió un descansó. Se llevó la mano derecha en la cabeza, la brecha estaba abierta. Adie, al contrario de los humanos, carecía de la función de auto-reparación. La izquierda, la hundió en la tierra: función de coger terrones y función de ingesta.
El licántropo que le abrió con un hacha la cabeza se llamaba Jacob Marsh. El licántropo que ordenó que le abriesen la cabeza fue Gabriel Marlowe. Hombres malos que realizan funciones de manipulación, terror y asesinato; hombres asustados que protegían su aldea de la enfermedad de Dundarak. Hombres que no creyeron en las funciones proféticas de Adie: Grasa, peste y muerte. Hombres que fueron sentenciados por la profecía y sepultados por la pandemia.
Adie pensaba en lo ocurrido a la vez que comía grandes puñados de tierra. En el saco tenía las sabrosas y crujientes esferas planas que tanto le gustaban, el objeto de intercambio que la buena gente de Aerandir utilizaba para el comercio. Las esferas planas eran mejores que los puñados de tierra, pero Adie no podía comerlas, le agotaban. La funciones de ingesta, morder y tragar, requerían el uso de la mandíbula. Para las cosas crujientes, movería toda su cabeza, cosa que le haría muchísimo. Le producía lo que la buena gente de Aerandir llamaba “jaqueca”, Adie lo llamaba: falla en las funciones. La mayoría de las funciones de movimiento: caminar, correr, entregar una carta…, le producía una falla en las funciones. Agachó su cabeza y miró el saco vacío. Desde la profecía de Ulmer, Adie había realizó muchas y muy diversas funciones de cabeza. En momentos como éste, le gustaría que entre sus muchas funciones estuviera la de sueño. Quizás, la función de auto-reparación estaba fuertemente relacionada con la función de sueño.
Minutos después, se levantó del suelo. Cojeando, sin quitar la mano derecha de la cabeza, Aide, cibernético mensajero y muchas otras funciones, caminó durante días hasta llegar a la casa del buen hombre con funciones de reparación. Era un anciano inventor, amigo de Adie. Éste le reparaba las brechas de la herida, a cambio, como agradecimiento, Adie realizaba las funciones domésticas que el viejo humano ya no podía: limpiaba los cristales, removía las hojas secas de las tejas, barría debajo de los muebles y muchas otras funciones.
-Te han hecho un buen agujero, sí señor. Pasa Ka-ING, adelante, tengo justo lo que necesitas- el anciano era una de las pocas buenas personas de Aerandir que conocían el verdadero nombre de Adie.
El cibernético mensajero entró a la casa por la puerta del establo; la principal era ligeramente más baja, para pasar por ella debía agacharse y eso hubiera causado una falla de función.
El anciano, con un gesto con la mano, pidió a Adie que se sentará en una enorme silla de metal (parecía la camilla de un dentista). Abrió un par de potes de cristal de Cimëxborg. Los bichos, raudos, se posaron sobre la cabeza de Adie y realizaron sus funciones de reparación. Comieron el metal gastado de la cabeza abriendo camino a los instrumentos del anciano.
-Ahora comprendo por qué te duele tanto, tienes una esquirla de metal entre los circuitos. ¡Por Odín! Tiene el tamaño de mi mano. ¿Cómo dices que te hicieron esto?-
Adie puso la palma de la mano en vertical y la dejó caer en el reposabrazos de la silla de metal.
-Tu dura cabeza debió de romper el arma a mitad de camino, por eso no puedes realizar funciones. Mi pulso no es como el de antes, pero no te preocupes amigo. Encontraré a ayuda. Unas manos jóvenes que puedan sacarte eso de ahí. Espérate. ¡No te muevas!-
El mensajero cogió uno de los potes de cimëxborg vacíos, lo rompió contra la pata de la silla de metal y realizó sus funciones de ingesta. A los niños se les daba caramelos después de la consulta del médico, a Adie, trozos de cristal.
* Bienhallado/a reparador El anciano inventor te encuentra diambulando por las calles de Baslodia. Él es viejo, sus manos no responden como antes, te pide ayudado para que le ayudes en su reparación. Debes acompañarle a su casa, describir al anciano, su hogar y la habitación donde se encuentra Adie y interactuar con ambos personajes.
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El licántropo que le abrió con un hacha la cabeza se llamaba Jacob Marsh. El licántropo que ordenó que le abriesen la cabeza fue Gabriel Marlowe. Hombres malos que realizan funciones de manipulación, terror y asesinato; hombres asustados que protegían su aldea de la enfermedad de Dundarak. Hombres que no creyeron en las funciones proféticas de Adie: Grasa, peste y muerte. Hombres que fueron sentenciados por la profecía y sepultados por la pandemia.
Adie pensaba en lo ocurrido a la vez que comía grandes puñados de tierra. En el saco tenía las sabrosas y crujientes esferas planas que tanto le gustaban, el objeto de intercambio que la buena gente de Aerandir utilizaba para el comercio. Las esferas planas eran mejores que los puñados de tierra, pero Adie no podía comerlas, le agotaban. La funciones de ingesta, morder y tragar, requerían el uso de la mandíbula. Para las cosas crujientes, movería toda su cabeza, cosa que le haría muchísimo. Le producía lo que la buena gente de Aerandir llamaba “jaqueca”, Adie lo llamaba: falla en las funciones. La mayoría de las funciones de movimiento: caminar, correr, entregar una carta…, le producía una falla en las funciones. Agachó su cabeza y miró el saco vacío. Desde la profecía de Ulmer, Adie había realizó muchas y muy diversas funciones de cabeza. En momentos como éste, le gustaría que entre sus muchas funciones estuviera la de sueño. Quizás, la función de auto-reparación estaba fuertemente relacionada con la función de sueño.
Minutos después, se levantó del suelo. Cojeando, sin quitar la mano derecha de la cabeza, Aide, cibernético mensajero y muchas otras funciones, caminó durante días hasta llegar a la casa del buen hombre con funciones de reparación. Era un anciano inventor, amigo de Adie. Éste le reparaba las brechas de la herida, a cambio, como agradecimiento, Adie realizaba las funciones domésticas que el viejo humano ya no podía: limpiaba los cristales, removía las hojas secas de las tejas, barría debajo de los muebles y muchas otras funciones.
-Te han hecho un buen agujero, sí señor. Pasa Ka-ING, adelante, tengo justo lo que necesitas- el anciano era una de las pocas buenas personas de Aerandir que conocían el verdadero nombre de Adie.
El cibernético mensajero entró a la casa por la puerta del establo; la principal era ligeramente más baja, para pasar por ella debía agacharse y eso hubiera causado una falla de función.
El anciano, con un gesto con la mano, pidió a Adie que se sentará en una enorme silla de metal (parecía la camilla de un dentista). Abrió un par de potes de cristal de Cimëxborg. Los bichos, raudos, se posaron sobre la cabeza de Adie y realizaron sus funciones de reparación. Comieron el metal gastado de la cabeza abriendo camino a los instrumentos del anciano.
-Ahora comprendo por qué te duele tanto, tienes una esquirla de metal entre los circuitos. ¡Por Odín! Tiene el tamaño de mi mano. ¿Cómo dices que te hicieron esto?-
Adie puso la palma de la mano en vertical y la dejó caer en el reposabrazos de la silla de metal.
-Tu dura cabeza debió de romper el arma a mitad de camino, por eso no puedes realizar funciones. Mi pulso no es como el de antes, pero no te preocupes amigo. Encontraré a ayuda. Unas manos jóvenes que puedan sacarte eso de ahí. Espérate. ¡No te muevas!-
El mensajero cogió uno de los potes de cimëxborg vacíos, lo rompió contra la pata de la silla de metal y realizó sus funciones de ingesta. A los niños se les daba caramelos después de la consulta del médico, a Adie, trozos de cristal.
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Re: Reparando a Adie [Desafío]
Su próxima parada fue Baslodia, muy diferente a Lunargenta, en esta ciudad todo parecía oscuro, sucio, incluso las personas parecian de esa forma, sin embargo le habían contado que allí habian buenas armas, y Luca penso que quizas alguien le podria dar algun truco para hacer flechas mas fuertes y certeras, despues de todo no podía comprarlas, el dinero, se habia dicho, solo lo utilizaria para ropa y lugares donde dormir.
Caminaba por el sitio, quizas luciendo muy confundida, pues a sus ojos aquello era todo muy igual, y muy turbio, esa confucion, y quizas tristeza, se debio de notar en su rostro pues un anciano señor se acerco hasta ella, tenia el rostro arrugado, los ojos medio grisaseos por la perdida de la vista, pero tenia una mirada tan linda y pura, a Luca ese señor le recordo a su abuelo, su abuelo no era lindo y mucho menos puro, pero estaba arrugado y tembloroso.
—Saludos, joven dama— Luca le sonrio.
—Saludos, joven señor— El anciano se echó a reír, mostrando alguna falta de dientes.
—Joven ya no soy, querida— Vestía pantalones marrones y una camisa que en algún momento debió se blanca, sobre la ropa llevaba un delantal manchado, y sus cabellos estaban en puntas, blancos como la nieve, notaba que sus manos temblaban, temblaban como hojas al viento.
—Todos somos jovenes, siempre que queramos serlos.— Respondió Luca sin perder la sonrisa.
—Luces un poco perdida, y perdona mi atrevimiento, quisiera ayudarte, pero necesitare a cambio tu ayuda.—
Era una cosa importante, pensó Luca, de otro modo no le pediria ayuda a una dama desconocida que se encontró deambulando por las calles, sobre todo si dicha dama esta muy desorientada.
—Pues de ayudarle me encantaria, pero quizas mis habilidades no sean las que usted busca.— El anciano hombre descarto el comentario con un gesto de la mano, luego entrelazo su brazo con el suyo y comenzó a llevarla a algun lugar.
—Tontería eres joven, tienes ojos buenos y manos firmes, son todas las habilidades que necesito, ¿Cual es tu nombre, querida?—
—Lucasta, pero puede llamarme Luca.— El hogar del anciano era acogedor, pese que estaba en un lugar tan turbio, sin duda esa era la palabra que Luca tenia para Baslodia.
El hombre le abrió la puerta de su hogar, y en la entrada la ayudo a quitarse todo lo que tenia encima, su arco y flecha y el bolso donde tenia el resto de sus pertenencias.
El hogar del anciano le recordaba a su propio hogar, lleno de libros y de otros objetos, aunque aquellos objetos eran muchisimo mas interesantes, Luca queria tocarlos todo, pero el anciano tenia prisa y llevándola hasta una especie de laboratorio, el anciano le presento el problema con el cual necesitaría sus ojos buenos y sus manos firmes.
—¡Vaya!— Exclamo Luca observando aquel ser metalico, era alto incluso sentado como estaba, tenia ojos muy brillantes que la miraban con mucha curiosidad, y en su cabeza se veía una gran herida, la habitacion tambien era interesante, herramientas de todo tipo estaban ordenadas en una bandeja, en las paredes se apreciaban planos e incluso constelaciones.
El piso estaba limpio de objetos, y habia un enorme estante con tantas cosas que Luca no podia identificar.
—Adie esta hermosa dama se llama Lucasta, nos ayudará a repararte.— Luca no sabia muy bien cual era el protocolo para conocer a un ser como aquel, así que Luca simplemente extendio la mano.
—Puedes llamarme, Luca— Le dijo con una sonrisa, sus ojos brillaban al pensar en cómo describiría aquello en su diario, y en cómo contaría la historia cuando regresara a casa.
El ser de metal tomo su mano y la observó, incluso la volteo para ver su palma y la tocó con sus dedos fríos de metal.
— ¿Me ayudaras, joven Lucasta?— Pregunto el anciano.— ¿Nos ayudaras?—
— Claro, pero no estoy muy segura de serles de ayuda.—
Caminaba por el sitio, quizas luciendo muy confundida, pues a sus ojos aquello era todo muy igual, y muy turbio, esa confucion, y quizas tristeza, se debio de notar en su rostro pues un anciano señor se acerco hasta ella, tenia el rostro arrugado, los ojos medio grisaseos por la perdida de la vista, pero tenia una mirada tan linda y pura, a Luca ese señor le recordo a su abuelo, su abuelo no era lindo y mucho menos puro, pero estaba arrugado y tembloroso.
—Saludos, joven dama— Luca le sonrio.
—Saludos, joven señor— El anciano se echó a reír, mostrando alguna falta de dientes.
—Joven ya no soy, querida— Vestía pantalones marrones y una camisa que en algún momento debió se blanca, sobre la ropa llevaba un delantal manchado, y sus cabellos estaban en puntas, blancos como la nieve, notaba que sus manos temblaban, temblaban como hojas al viento.
—Todos somos jovenes, siempre que queramos serlos.— Respondió Luca sin perder la sonrisa.
—Luces un poco perdida, y perdona mi atrevimiento, quisiera ayudarte, pero necesitare a cambio tu ayuda.—
Era una cosa importante, pensó Luca, de otro modo no le pediria ayuda a una dama desconocida que se encontró deambulando por las calles, sobre todo si dicha dama esta muy desorientada.
—Pues de ayudarle me encantaria, pero quizas mis habilidades no sean las que usted busca.— El anciano hombre descarto el comentario con un gesto de la mano, luego entrelazo su brazo con el suyo y comenzó a llevarla a algun lugar.
—Tontería eres joven, tienes ojos buenos y manos firmes, son todas las habilidades que necesito, ¿Cual es tu nombre, querida?—
—Lucasta, pero puede llamarme Luca.— El hogar del anciano era acogedor, pese que estaba en un lugar tan turbio, sin duda esa era la palabra que Luca tenia para Baslodia.
El hombre le abrió la puerta de su hogar, y en la entrada la ayudo a quitarse todo lo que tenia encima, su arco y flecha y el bolso donde tenia el resto de sus pertenencias.
El hogar del anciano le recordaba a su propio hogar, lleno de libros y de otros objetos, aunque aquellos objetos eran muchisimo mas interesantes, Luca queria tocarlos todo, pero el anciano tenia prisa y llevándola hasta una especie de laboratorio, el anciano le presento el problema con el cual necesitaría sus ojos buenos y sus manos firmes.
—¡Vaya!— Exclamo Luca observando aquel ser metalico, era alto incluso sentado como estaba, tenia ojos muy brillantes que la miraban con mucha curiosidad, y en su cabeza se veía una gran herida, la habitacion tambien era interesante, herramientas de todo tipo estaban ordenadas en una bandeja, en las paredes se apreciaban planos e incluso constelaciones.
El piso estaba limpio de objetos, y habia un enorme estante con tantas cosas que Luca no podia identificar.
—Adie esta hermosa dama se llama Lucasta, nos ayudará a repararte.— Luca no sabia muy bien cual era el protocolo para conocer a un ser como aquel, así que Luca simplemente extendio la mano.
—Puedes llamarme, Luca— Le dijo con una sonrisa, sus ojos brillaban al pensar en cómo describiría aquello en su diario, y en cómo contaría la historia cuando regresara a casa.
El ser de metal tomo su mano y la observó, incluso la volteo para ver su palma y la tocó con sus dedos fríos de metal.
— ¿Me ayudaras, joven Lucasta?— Pregunto el anciano.— ¿Nos ayudaras?—
— Claro, pero no estoy muy segura de serles de ayuda.—
Lucasta
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Re: Reparando a Adie [Desafío]
Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, estaba realizando sus funciones de ingesta cuando el anciano inventor volvió a la casa. Una voz desconocida y femenina le acompañaba. El cibernético se tapó la boca con una mano como gesto de educción. Las funciones preventivas solían ser las más eficaces. Aunque Adie carecía de las funciones groseras de los humanos, las relacionadas con eructos y ventosidades, no estaba de más asegurarse de que su cuerpo no le engañaba. Con los instrumentos del anciano inventor metidos en su cabeza, el mensajero se sentía distinto. Algo cambiaba en sus funciones. Algo que le confundía. Él no sabía definir el qué exactamente. Lo comparaba a cuando alguien se equivoca al escribir su nombre correctamente en el reverso de una carta. La dirección a la que había que enviarla era la correcta, no había ningún problema en realizar la función de mensajería. Sin embargo, si algo fallaba, no podría dar marcha atrás y devolver la carta a su dueño. Adie estaba muy roto. Cualquier cosa que hacía, un simple movimiento como comer el cristal de los potes de cimëxborg, le producía una terrible falla en el sistema. Falla que no podía ser reparada (no podía devolver la carta a su dueño). Falla que era posible que produjese un sonido similar a un eructo.
El anciano cogió de la mano a la chica y la llevo a la Sala de Operaciones. Un nombre mucho más adecuado, bajo su sabia opinión, que Sala de Máquinas.
Estanterías de metal repletas de cajas de tornillos y tuercas, piezas de sustitución para reemplazar las rotas y herramientas acabadas en punta que hacían activar las funciones temerosas de Adie. El anciano se acercó al cibernético por la espalda. Observó la brecha e hizo una señal a la chica que se acercase. Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, adoptó una posición sumisa. Agachó la cabeza y se dejó hacer.
-Este gigantón se llama Adie. Quizás le haya visto, es el mensajero de Aerandir. Un cartero mundial, por así decirlo-.
-Cibernético mensajero y muchas otras funciones- se presentó Adie. Habló muy lentamente; en comparación de como lo hacía comúnmente. Cada palabra que decía, le producía una nueva falla en el sistema.
-Calma chico, no esfuerces tu mecanismo- el viejo dio un toque, más cercano a una caricia que a una palmada, a la nunca del cibernético.
Adie notó dos instrumentos puntiagudos clavándose en los extremos de la brecha. Activó todas sus funciones de defensa para resistir el grito. En la Sala de Operaciones no estaba permitido activar las funciones de grito. Adie era un buen chico.
-¿Lo ve? ¿Ve esa pieza de metal? – el anciano señaló el interior de la brecha-. Creo que se trata de un trozo de un arma. No toda la gente de Aerandir es buena con nuestro amigo mensajero. Necesito su ayuda para que meta mis pinzas allí dentro y saque la pinza. Con mucho cuidado, se lo suplico. La pieza está en clavada entre neuronas y circuitos. Si no me temblasen las manos, le prometo que haría yo mismo el trabajo-.
El anciano cedió las pinzas a la chica, dio un paso hacia atrás y le dejó hacer. Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, juntó sus manos en un solo puño como solían hacer los humanos cuando realizaban sus funciones de rezo.
* Lucasta Me alegro muchísimo de ver a los nuevos con tantas energías. Este desafío, parece sencillo, pero esconde un grave peligro y un peor secreto. El peligro lo descubres ahora (el secreto cuando acabe el desafío).
En el siguiente turno, tu último post en el desafío, deberás sacar la pieza del interior de la cabeza de Adie. Procura hacerlo con mucho mimo, con suavidad. Un error puede significar un daño irreparable en el sistema de Adie (la muerte). Deberás relatar el procedimiento que uses, utilizar los instrumentos del anciano inventor y salvar a Adie.
El éxito de la operación dependerá tanto de tu narración como de la suerte que obtengas al lanzar la Voluntad de los Dioses. [/justify]
El anciano cogió de la mano a la chica y la llevo a la Sala de Operaciones. Un nombre mucho más adecuado, bajo su sabia opinión, que Sala de Máquinas.
Estanterías de metal repletas de cajas de tornillos y tuercas, piezas de sustitución para reemplazar las rotas y herramientas acabadas en punta que hacían activar las funciones temerosas de Adie. El anciano se acercó al cibernético por la espalda. Observó la brecha e hizo una señal a la chica que se acercase. Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, adoptó una posición sumisa. Agachó la cabeza y se dejó hacer.
-Este gigantón se llama Adie. Quizás le haya visto, es el mensajero de Aerandir. Un cartero mundial, por así decirlo-.
-Cibernético mensajero y muchas otras funciones- se presentó Adie. Habló muy lentamente; en comparación de como lo hacía comúnmente. Cada palabra que decía, le producía una nueva falla en el sistema.
-Calma chico, no esfuerces tu mecanismo- el viejo dio un toque, más cercano a una caricia que a una palmada, a la nunca del cibernético.
Adie notó dos instrumentos puntiagudos clavándose en los extremos de la brecha. Activó todas sus funciones de defensa para resistir el grito. En la Sala de Operaciones no estaba permitido activar las funciones de grito. Adie era un buen chico.
-¿Lo ve? ¿Ve esa pieza de metal? – el anciano señaló el interior de la brecha-. Creo que se trata de un trozo de un arma. No toda la gente de Aerandir es buena con nuestro amigo mensajero. Necesito su ayuda para que meta mis pinzas allí dentro y saque la pinza. Con mucho cuidado, se lo suplico. La pieza está en clavada entre neuronas y circuitos. Si no me temblasen las manos, le prometo que haría yo mismo el trabajo-.
El anciano cedió las pinzas a la chica, dio un paso hacia atrás y le dejó hacer. Adie, cibernético mensajero y muchas otras funciones, juntó sus manos en un solo puño como solían hacer los humanos cuando realizaban sus funciones de rezo.
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* Lucasta Me alegro muchísimo de ver a los nuevos con tantas energías. Este desafío, parece sencillo, pero esconde un grave peligro y un peor secreto. El peligro lo descubres ahora (el secreto cuando acabe el desafío).
En el siguiente turno, tu último post en el desafío, deberás sacar la pieza del interior de la cabeza de Adie. Procura hacerlo con mucho mimo, con suavidad. Un error puede significar un daño irreparable en el sistema de Adie (la muerte). Deberás relatar el procedimiento que uses, utilizar los instrumentos del anciano inventor y salvar a Adie.
El éxito de la operación dependerá tanto de tu narración como de la suerte que obtengas al lanzar la Voluntad de los Dioses. [/justify]
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Re: Reparando a Adie [Desafío]
Luca era una bruja de tamaño de bolsillo, era bastante baja, y mucho más comparada con ese hombreton de metal, así que se subio a la camilla donde el estaba sentado y de rodillas se inclino para ver mejor lo que el inventor de decía.— Bueno, si que la veo.— Era grande y soltaba algunas chispas.— ¿Como te hiciste esto, Adie, cibernético, mensajero y muchas otras funciones?— Pregunto con suma curiosidad, aunque aquello parecia un pedazo de arma, terrible sin lugar a duda.
— Bueno a la gente le suele asustar lo que no entienden, es la naturaleza en si, no se puede luchar contra ella.—
Las pinzas estaban un poco frias y Luca un poco nerviosa, no deseaba cargar con la muerte de aquel hombre y menos con la tristeza que seguramente le causaria al viejo inventor perder a lo que parecía ser un amigo.
—¿Tiene algunos lentes con aumento? Mi vista es joven, pero no tan buena.— Bromeo, y el anciano rapidamente le paso unos lentes, los cuales tenían realmente aumento, incluso hacian que sus ojos se vieran un poco más grande.— Bueno amigo Adie, por tu bien tienes que quedarte muy, muy quieto, esto se ve peliagudo.— El buen anciano incluso coloco una lampara para que Luca pudiera ver mucho mas.
Respiro profundamente, tal cual le enseñaron en la academia cuando tenia que usar sus poderes, agarro la pinza y se imaginó como una enorme roca, firme e inalterable, metió la pinza en la herida de Adie y comenzó a tirar de aquella metálica pieza, el gran hombre de metal parecía vibrar y Luca vio un par de chispas saltar, trago saliva y contó hasta diez para luego comenzar a tirar nuevamente.
—Con cuidado— Murmuraba en un cántico el anciano, estirando el cuello para ver que hacia ella, Luca tenia su otra mano en el hombro de metal de Adie y sentía como poco a poco la pieza cedía a sus tirones, lentamente y sin prisa comenzó a sacar aquella pieza, el sudor comenzaba a perlar su frente y la parte de atrás de su cuello se sentía sudorosa.
—Falta poco, Adie cibernético, mensajero y otras funciones.— Murmuro con voz calmada, pues solo faltaba un par de centímetros para sacar toda aquella metálica pieza de la cabeza del pobre hombre de metal.— Solo falta poco.— No muy segura de si se lo decia a ellos o a ella misma, su mano tembló un poco y el pobre hombre de metal se estremeció, ella trago saliva y una gota de sudor rodó por su frente.
Entonces tiro un poco más y la pieza salio y Luca la sostuvo con la pinza, era grande aquella cosa, y filosa como al muerte, y estaba sorprendida de que lo habia logrado.— ¡Lo logre!— Dijo volteandose para ver al anciano científico.— Mierda soy buena.— Agrego al final con un toque de prepotencia y orgullo.
— Bueno a la gente le suele asustar lo que no entienden, es la naturaleza en si, no se puede luchar contra ella.—
Las pinzas estaban un poco frias y Luca un poco nerviosa, no deseaba cargar con la muerte de aquel hombre y menos con la tristeza que seguramente le causaria al viejo inventor perder a lo que parecía ser un amigo.
—¿Tiene algunos lentes con aumento? Mi vista es joven, pero no tan buena.— Bromeo, y el anciano rapidamente le paso unos lentes, los cuales tenían realmente aumento, incluso hacian que sus ojos se vieran un poco más grande.— Bueno amigo Adie, por tu bien tienes que quedarte muy, muy quieto, esto se ve peliagudo.— El buen anciano incluso coloco una lampara para que Luca pudiera ver mucho mas.
Respiro profundamente, tal cual le enseñaron en la academia cuando tenia que usar sus poderes, agarro la pinza y se imaginó como una enorme roca, firme e inalterable, metió la pinza en la herida de Adie y comenzó a tirar de aquella metálica pieza, el gran hombre de metal parecía vibrar y Luca vio un par de chispas saltar, trago saliva y contó hasta diez para luego comenzar a tirar nuevamente.
—Con cuidado— Murmuraba en un cántico el anciano, estirando el cuello para ver que hacia ella, Luca tenia su otra mano en el hombro de metal de Adie y sentía como poco a poco la pieza cedía a sus tirones, lentamente y sin prisa comenzó a sacar aquella pieza, el sudor comenzaba a perlar su frente y la parte de atrás de su cuello se sentía sudorosa.
—Falta poco, Adie cibernético, mensajero y otras funciones.— Murmuro con voz calmada, pues solo faltaba un par de centímetros para sacar toda aquella metálica pieza de la cabeza del pobre hombre de metal.— Solo falta poco.— No muy segura de si se lo decia a ellos o a ella misma, su mano tembló un poco y el pobre hombre de metal se estremeció, ella trago saliva y una gota de sudor rodó por su frente.
Entonces tiro un poco más y la pieza salio y Luca la sostuvo con la pinza, era grande aquella cosa, y filosa como al muerte, y estaba sorprendida de que lo habia logrado.— ¡Lo logre!— Dijo volteandose para ver al anciano científico.— Mierda soy buena.— Agrego al final con un toque de prepotencia y orgullo.
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Re: Reparando a Adie [Desafío]
Aquí lanzo las runas, se me olvido /.-
Lucasta
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Re: Reparando a Adie [Desafío]
El miembro 'Lucasta' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Reparando a Adie [Desafío]
Con la pieza de metal extraída con éxito del interior de su cabeza, desaparecieron las fallas del sistema. También el mismo sistema. Adie se llevó la mano a la cabeza en el mismo momento en el que anciano inventor cogía la pieza de la pinza. Una línea negra bajaba por la sien de Adie como si fuera una gota de sangre, seguramente fuera aceite.
-Oh querida, esto ha ido mejor de lo que me esperaba- dijo el anciano con voz de mujer. Si Adie estuviera en pleno uso de sus funciones podría analizar la voz y se daría cuenta que aquel hombre no era el anciano que había conocido, que le habían engañado.
El cibernético mensajero giró su cabeza, quería ver qué pasaba a su espalda aunque sus funciones (ahora robadas) no fueran capaces de comprenderlo. El anciano caminó, contoneando sus caderas como una doncella realizando sus funciones de seducción, hacia uno de los estantes. Cogió un pote de cimëxborg, lo vació de insectos mecánicos y metió allí la plaquita de metal. A la vez que realizaba todo este procedimiento, el anciano rebeló su verdadera forma. De repente, le creció una melena castaña rojiza, creció unos centímetros, su joroba, que era resultado del peso de su aparente edad, dio lugar a una espalda erguida, su vientre se tensó y, unos centímetros más arriba, florecieron dos pechos. Durante unos segundos, Adie pensó que se trataba de la muchacha que había traído el anciano. Quizás éste se hubiera marchado al lavabo a realizar sus funciones de eliminación de residuos gastrointestinales. Era muy posible, sin funciones no sabía calcular con qué probabilidad, que por culpa de las heridas estuviera viendo doble. La teoría era excelente; el único error era que ambas brujas eran completamente distintas. La que trajo el anciano (no era el anciano sino la bruja mentirosa) era unos años más joven que la nueva.
-¿Sabes? Mi Señor recuerda el nombre de todos los héroes que han servido a su causa- la bruja mentirosa besó la mejilla de la primera - Lucasta, Luca, es un nombre precioso. Siento haberte engañado. Esta cosita- movió el frasco con la lámina - me hubiera reconocido y hubiera ordenado al grandullón que me atacase. ¿Sabrás perdonarme? Creo que sí. Eras una chica muy lista. Estoy segura que, por tu bien, sabes lo que te conviene-.
Con esa última frase, la bruja mentirosa desapareció por la puerta. Tomó una imagen, una nueva mentira. Adie, que seguía sentado en el sillón de metal, sangrando aceite y babeando como un niño, tuvo el primero, de muchos, espasmos.
* Lucasta: Supongo que si no conoces la historia de los personajes, esto te pilla de nuevas. Estarás tan sorprendida como yo esperaba que lo estuvieras. Lo voy a resumir de una forma muy sencilla que espero que se pueda entender. Si tienes dudas, por mp, me puedes preguntar y te las responderé con gusto.
La mayoría de mis temas cuentan una misma historia: la historia de 19 objetos de gran poder y gran maldición, muy parecidos al anillo de Sauron. Una de las piezas de metal con las que fabricaron la cabeza de Adie era uno de estos objetos. Un hombre malo, que se hace llamar El Hombre Muerto, quiere hacerse con el control de estos objetos y así someter a Aerandir a su voluntad (la historia de siempre, del típico malo). El Hombre Muerto tiene varios discípulos. Entre ellos una bruja con habilidades de ilusión que es capaz de tomar la forma de cualquier persona (parecida a Mística de los X-Men o a Mortadelo de Mortadelo y Filemón). Esta bruja, Shaira Mara, es la que te ha estado engañando para que extrajeras la lámina de metal, el objeto de los 19 que tenía Adie, de su cabeza. La historia al completo está mejor explicada en el link que aparece si haces click en mi firma. En los temas donde ha aparecido Adie, especialmente “[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]”, se explica mejor qué bendición y qué maldición tiene su objeto. En una burla al UCM (Universo-Cinematográfico-Marvel) llamo a toda esta historia de 19 objetos UMS (Universo-Masterográfico-Sigel). No es necesario leerlo absolutamente todo, pero si tienes curiosidad adelante. Yo te recomiendo ver el siguiente resumen [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Link de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La Voluntad de los Dioses, en este tema, determinaba la vida o muerte de Adie. Si hubieras sacado runa de mala suerte, Adie hubiera muerto. Si hubieras sacado runa de muy buena suerte, Adie se podría mover y podría haberse enfrentado contra Shaira. Al sacar runa de suerte media; Adie está vivo pero con graves secuelas. Esto te lo estoy explicando porque eres nueva. Habitualmente, no suelo decir los diferentes finales que tenía pensados de antemano según la suerte.
Recompensas:
* +1 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 4 ptos totales de experiencia
Lo mismo, como eres nueva te explico cómo evalúo un desafío. Los puntos totales a ganar son 5. 2 en función de la calidad (faltas de ortografía, narración, gramática…) y 3 en función de la originalidad (de lo que haya escrito, de lo bueno que sea tu personaje). Al tener bastantes faltas de ortografía (faltas de acentos, principalmente), no puedo darte los 2 puntos de calidad, sino te daré 1. Tu personaje es muy bueno y la forma en que describiste a Adie y al anciano me encantó, por eso te doy los 3 puntos de originalidad. Lo hiciste muy bien.
Recompensa: Seis puntas de flecha cibernéticas
-Oh querida, esto ha ido mejor de lo que me esperaba- dijo el anciano con voz de mujer. Si Adie estuviera en pleno uso de sus funciones podría analizar la voz y se daría cuenta que aquel hombre no era el anciano que había conocido, que le habían engañado.
El cibernético mensajero giró su cabeza, quería ver qué pasaba a su espalda aunque sus funciones (ahora robadas) no fueran capaces de comprenderlo. El anciano caminó, contoneando sus caderas como una doncella realizando sus funciones de seducción, hacia uno de los estantes. Cogió un pote de cimëxborg, lo vació de insectos mecánicos y metió allí la plaquita de metal. A la vez que realizaba todo este procedimiento, el anciano rebeló su verdadera forma. De repente, le creció una melena castaña rojiza, creció unos centímetros, su joroba, que era resultado del peso de su aparente edad, dio lugar a una espalda erguida, su vientre se tensó y, unos centímetros más arriba, florecieron dos pechos. Durante unos segundos, Adie pensó que se trataba de la muchacha que había traído el anciano. Quizás éste se hubiera marchado al lavabo a realizar sus funciones de eliminación de residuos gastrointestinales. Era muy posible, sin funciones no sabía calcular con qué probabilidad, que por culpa de las heridas estuviera viendo doble. La teoría era excelente; el único error era que ambas brujas eran completamente distintas. La que trajo el anciano (no era el anciano sino la bruja mentirosa) era unos años más joven que la nueva.
-¿Sabes? Mi Señor recuerda el nombre de todos los héroes que han servido a su causa- la bruja mentirosa besó la mejilla de la primera - Lucasta, Luca, es un nombre precioso. Siento haberte engañado. Esta cosita- movió el frasco con la lámina - me hubiera reconocido y hubiera ordenado al grandullón que me atacase. ¿Sabrás perdonarme? Creo que sí. Eras una chica muy lista. Estoy segura que, por tu bien, sabes lo que te conviene-.
Con esa última frase, la bruja mentirosa desapareció por la puerta. Tomó una imagen, una nueva mentira. Adie, que seguía sentado en el sillón de metal, sangrando aceite y babeando como un niño, tuvo el primero, de muchos, espasmos.
_____________________
* Lucasta: Supongo que si no conoces la historia de los personajes, esto te pilla de nuevas. Estarás tan sorprendida como yo esperaba que lo estuvieras. Lo voy a resumir de una forma muy sencilla que espero que se pueda entender. Si tienes dudas, por mp, me puedes preguntar y te las responderé con gusto.
La mayoría de mis temas cuentan una misma historia: la historia de 19 objetos de gran poder y gran maldición, muy parecidos al anillo de Sauron. Una de las piezas de metal con las que fabricaron la cabeza de Adie era uno de estos objetos. Un hombre malo, que se hace llamar El Hombre Muerto, quiere hacerse con el control de estos objetos y así someter a Aerandir a su voluntad (la historia de siempre, del típico malo). El Hombre Muerto tiene varios discípulos. Entre ellos una bruja con habilidades de ilusión que es capaz de tomar la forma de cualquier persona (parecida a Mística de los X-Men o a Mortadelo de Mortadelo y Filemón). Esta bruja, Shaira Mara, es la que te ha estado engañando para que extrajeras la lámina de metal, el objeto de los 19 que tenía Adie, de su cabeza. La historia al completo está mejor explicada en el link que aparece si haces click en mi firma. En los temas donde ha aparecido Adie, especialmente “[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]”, se explica mejor qué bendición y qué maldición tiene su objeto. En una burla al UCM (Universo-Cinematográfico-Marvel) llamo a toda esta historia de 19 objetos UMS (Universo-Masterográfico-Sigel). No es necesario leerlo absolutamente todo, pero si tienes curiosidad adelante. Yo te recomiendo ver el siguiente resumen [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Link de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La Voluntad de los Dioses, en este tema, determinaba la vida o muerte de Adie. Si hubieras sacado runa de mala suerte, Adie hubiera muerto. Si hubieras sacado runa de muy buena suerte, Adie se podría mover y podría haberse enfrentado contra Shaira. Al sacar runa de suerte media; Adie está vivo pero con graves secuelas. Esto te lo estoy explicando porque eres nueva. Habitualmente, no suelo decir los diferentes finales que tenía pensados de antemano según la suerte.
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- Puntas de Flechas cibernéticas:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Antes de salir de la sala de operaciones, coges seis flechas más contundentes que las flechas habituales. Éstas son capaces de atravesar el metal sin dificultad. Causan 50% de fractura en armaduras pobres y 20% en comunes.
Al tratarse de un objeto especial, solo lo puedes utilizar un determinado número de veces. En este caso, como tienes 6 puntas, solo podrás disparar 6 veces con éstas flechas especiales.
No olvides poner las puntas de flecha en tu inventario (en la lista de tareas) para que los otros usuarios sepan que las tienes.
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