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Mensaje  Gerrit Nephgerd Miér 20 Sep - 11:26

Al despertarme, lo primero que vi fue la cabeza de Talisa sobre la mesita. Sus ojos vacíos parecían que me estaban acusando, juzgando y castigando de los crímenes que había cometido y de los que no; era, como se solía decir, juez, jurado y verdugo por partes iguales. Di un estirón a la sabana para sacarla y la dejé caer sobre la cabeza de Talisa. Se acabó el problema, si no podía mirarme no me haría sentir como una mierda.

Pasaron unos minutos hasta poder levantarme de la cama. No fui consciente de que estaba desnudo hasta que entré en el baño de la habitación. El espejo, sobre la única pila que tanto servía como lavamanos y como ducha, mostraba la imagen de un viejo brujo más cerca de estar muerto que vivo. Por todo mi cuerpo se podía ver manchas grises y púrpuras como si fueran grandes motas de polvo. Algunas de ellas eran cardenales de mi último encontronazo, aquel que hizo me llevase la cabeza de Talisa, otras eran las señales de la maldición “Corazón Sangrante”. Literalmente, sentía que mi corazón tenía una herida que no dejaba de sangrar y que por cada gota que echase envejecía un año más. Apenas tenía 34 años. La imagen del rujo del espejo parecía pasar de los 60.

Tenía dos cubos de agua al lado de la pila. Uno de ellos estaba endulzado con una loción que el mismo posadero me ofreció. ¿Tanto asco le daba que me regaló colonia? Seguramente pensase que era un vagabundo más.

-La habitación más barata, me importa que esté limpia, el menú más barato y si me puede dejar algo de ropa se lo agradeceré. - con aquella presentación, ¿qué otra cosa podía pensar más que era un repugnante vagabundo?

Me eché primero el cubo con agua y colonia sobre la cabeza. Me refregué los brazos y piernas, sentí nauseas al pasar las manos por la piel arrugada que no sentía que no me pertenecía. El segundo cubo, el de solo agua, sirvió para limpiar la espuma que había hecho al refregarme. Cerré los ojos para no verme desnudo. Odié tener que mirarme en aquel estado. En un arrebato de pura violencia, di un puñetazo al cristal del espejo, todavía tenía fuerza para dar golpes. No sentí los cortes que me hice con los cristales rotos, a pesar que no dejaba de sangrar. El dolor lo sentí en la cabeza. Otra de mis maldiciones, me había convertido en un coleccionista de desdichas, hacía que recibiera el daño proporcional que yo ejercía. El golpe al cristal lo di al reflejo de mi cabeza. Me caí de rodillas como si el puñetazo me lo hubiera hecho a mí mismo.

Al volver a la habitación, un cuervo reposaba sobre la cabeza de Talisa. Le había quitado la sabana y los ojos vacíos de la mujer de metal me volvían a mirar con su característica mala manera (juez, jurado y verdugo). El cuervo graznó, se estaba presentando.

-Lo sé, te ha enviado Duna para vigilarme- después de hablar emití un gruñido, como un perro que se sentía amenazado.

Me vestí con los harapos que el posadero me había vendido a un módico precio. La ropa estaba descosida, agujereada y con manchurrones negros que no parecerían irse ni con cinco lavados seguidos. No me importó. Me puse las prendas y luego las piezas de armadura que me habían regalado para el funeral de Huracán. Había roto el único espejo de la habitación, sin embargo, no me hizo falta verme reflejado para saber que verdaderamente parecía un vagabundo más muerto que vivo.

-Venga, vámonos- cogí la cabeza de Talisa como si fuera una bola de bolos.

En el poco tiempo que llevaba junto la cabeza de la mujer de metal, se había convertido en mi compañera y en la fuente de todos mis odios. Talisa era la única mujer que estaba a mi lado. Cierto, no tenía piernas ni brazos para escapar. Solamente era una cabeza de la esposa de un brujo que se convirtió en metal por culpa de una maldición que ni conocía ni tenía intención de conocer. Fui yo quien arrancó la cabeza del cuerpo de la mujer para chantajear al brujo y que me curase mis maldiciones; y ahora tenía que cargar con ella a donde quiera que fuese si no quería caerme otra vez de rodillas por los golpes que yo mismo daba.

-Estarás contenta, al final tu difunto maridito y tú habéis ganado. Me he convertido en vuestro esclavo. Es gracioso, yo mismo os maté. – suspiré cansado y dolorido- Me pregunto qué estará haciendo ahora Keira. La última vez que la vi la amenacé con un tenedor. ¡Que le jodan! -.

Salí de la posada con la espalda encorvada, la postura que de los viejos. Suuri, mi martillo, lo guardaba colgado de mi cinturón. El cuervo de Duna sobrevolaba mi cabeza en pequeños círculos como si estuviera esperando el momento adecuado para hablar. Y la cabeza de Talisa me miraba, me acusaba, me juzgaba y me castigaba.


Última edición por Gerrit Nephgerd el Lun 9 Abr - 19:11, editado 1 vez
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Mensaje  Matthew Owens Dom 24 Sep - 7:50

Un pequeño rayo de luz se filtró por entre medio de dos maderas, dirigiéndose como si estuviera guiado hasta dar justo contra los ojos de Matthew. El hombre se removió en su lecho, dejando escapar algunos quejidos, extendió la mano, buscando a tientas algo para taparse, pero no sintió más que heno y forraje. Suspiró cansado, resignado a que tendría que levantarse a un horario espantoso: ¡Antes del mediodía!

Se sentó sobre la pila de brizna y comenzó a masajearse los costados de la sien, era raro porque no recordaba haber bebido de más, sin embargo tenía un ligero dolor de cabeza y… ¿Sabor a espinaca en la boca? Eso era nuevo. Resignado se puso en pie y comenzó a estirar la espalda, ya estaba grande para quedarse dormido en ese tipo de sitios, un granero perdido en alguna parte a las afueras de la ciudad ¿Cómo había terminado allí?

Recordaba que había salido de la entrega de los premios junto con Lexie, había sido una caminata muy interesante, por decirlo de alguna manera, aunque Matt ya sabía que su compañera era mujer de pocas palabras. Habían ido a un sitio más tranquilo y luego… Luego ya no podía recordar nada, por más que intentaba hacer memoria estaba totalmente en blanco. Esperaba no haber perdido la consciencia en un momento poco oportuno, aunque eso explicaría porque la muchacha había desaparecido.

Salió del granero mientras se quitaba con algo de enfado los restos de forraje de la ropa y el pelo, aún tenía puesto el traje de la noche anterior, y francamente se veía ridículo en ese contexto. Se sacó la chaqueta y el sombrero, esos podría cambiarlos por algo de ropa normal de buena calidad, y con suerte nadie notaría la camisa y el pantalón. Fue en dirección al centro de la ciudad, pensando ya en cómo conseguir un lugar en la próxima embarcación que saliera para marcharse de allí. Conocer a la comunidad de magos había estado muy bien, una experiencia memorable, pero ahora mismo lo único que sentía Matthew era un enorme deseo de regresar a tierras conocidas.

Cuando el artesano llego a una parte más céntrica de la ciudad busco donde cambiar su ropa por una más acorde, y luego, aprovechando que no tenía apuro alguno, compró algo de fruta para desayunar. Con varias manzanas en el brazo, empezó a caminar hacia el puerto, solo entonces recordó que se suponía que él venía con una compañera: Eva. La última vez que la había visto, estaba bailando con un atractivo sujeto vestido del modo más ridículo posible, luego de eso había estado demasiado ocupado mirando a su sensual compañera de mesa como para enterarse de nada.

¿Qué tan difícil podría ser el encontrar a una chica mitad gato?

Vio a un anciano caminando trabajosamente por la calle y pareció una oportunidad tan buena como cualquiera para pedir instrucciones, aunque su apariencia era algo peculiar. Tenía la ligera impresión de que lo había visto en alguna parte, pero no estaba seguro, en las últimas veinticuatro horas había conocido a demasiadas personas. Aunque solo había un sitio donde podría haber encontrado a un tipo tan raro...

“Raro” era igual que decir “problemas” así que Matthew cambió de parecer en el último segundo y pretendió no verlo para irse de allí rápidamente. El artesano era de la idea que lo mejor que podía hacer para vivir más tiempo y mejor es evitar toda posible situación que pudiera terminar en asuntos complicados.

Hasta el momento le había funcionado muy bien.
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Mensaje  Eva Mar 26 Sep - 7:27



Una noche de lo más extraña… así la describía Eva.
La bruja con el vestido destrozado, amenazando a gritos con volver armada con un arco, claramente la gata no se quedaría a averiguar si los rumores que recorrían algunas bocas de los invitados eran ciertos y se marchó inmediatamente en cuanto recibió su premio dejando atrás a sus acompañantes, el hombre de cabello alborotado y traje ridículo y la chica que pareciese que venía de luto.

La felina corrió abrazando a su vez la cabeza de caballo bronceada bendecida por los dioses, que realmente le sacaría provecho pues supuestamente le daría una velocidad extraordinaria por un tiempo limitado, perfecto para escapar de la bruja si llegase a atraparla.

Se alejó todo lo que su condición física le permitía, llegando a un gran árbol, lo suficientemente alto y frondoso para refugiarse ahí, no sería la primera vez que durmiera en la intemperie. Trepó el tronco hasta llegar a la copa, lo rugoso y duro de la madera habían desgarrado partes de su atuendo, dejando trozos de tela enganchados en las astillas.

Maldita… ni siquiera agradeció que la chica castaña y yo le intentamos salvar la vida, eso me pasa por intentar ser buena persona.
¿Por qué no podía quitar esa mancha de vino con su tan “poderosa” magia? pobre loquita, aunque yo debería darle gracias por esa cara de enfado que puso,  ¡No la olvidaré en varios días!.


Fue el último pensamiento de aquella agitada noche. Había acomodado su espalda firmemente contra el árbol y dejó su trofeo entre sus piernas. Acarició su cola y poco a poco cerró sus ojos para dejar de mirar el cielo nocturno.

A la mañana siguiente, estiró sus brazos  para comenzar un nuevo día, retiró la saliva seca que tenía alrededor de sus labios y dejó salir un gran bostezo. Decidió bajar del árbol al mirar que había estado a salvo aquella noche, no creía que ahora la bruja le persiguiera,  dejó caer la cabeza de caballo sobre el césped y ella saltó al suelo, sacudió su trasero, tomó la estatua y caminó… no tenía la menor idea hacia donde iba, ella solo caminaba esperando encontrar alguna orilla de la isla y salir pronto de ahí.

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Mensaje  Gerrit Nephgerd Jue 28 Sep - 12:09

No me gustaba la manera en la que los turistas me miraban. Podía imaginarme qué estaban pensando, no era muy difícil: “Pobre viejo por cinco veces maldito”. Sentían pena por mí. Una elfa, que parecía tener veinte años, se me acercó con un pequeño puñado de aeros en su mano derecha, limosna. Entre abrí la boca y la espanté con palabras que sonaban como gruñidos. Habían dos cosas que no entendía: en primer lugar, ¿qué hacían los elfos en las islas de los brujos? Y no solo los orejas picudas, ¿qué hacían todos todavía en las islas? Podía aceptar que vinieron para ver la ceremonia de los Oscars, pero no que se quedasen unos días más a tomar notas de nuestros hechizos y de cómo vivimos. Me ponía nervioso. Era como si un intruso entrase a mi casa y me observase todo y cuanto hacían. ¡Así eran los turistas, especialmente los elfos! No era el único que lo pensaba. Tres de cada cinco hostales tenían un cartel que ponía: No hay habitaciones libres para forasteros. Tres de cada cinco brujos agachaban la cabeza y susurraban a escondidas para que nadie escuchase sus más oscuros pensamientos. Si no estuviera por cinco veces maldito, me incluiría en el tercer quinto de brujos. En las últimas semanas, nada me importaba. No tenía por qué agachar la cabeza ni esconderme para desahogarme; total, ¿qué más me podía pasar? Si a los demás brujos les importase todo una mierda como a mí, echarían a los turistas con una patada en el trasero. Y esa era la segunda cosa que no entendía. ¿Si estaban tan hartos, por qué no hacían nada? Caminando por las calles de Beltrexus me daba cuenta que yo era el único que se atrevía a espantar a los turistas.

Podría hacer más: convocar hechizos de rayos y truenos, golpearles con Suuri, mi martillo, e incluso arrancarles sus cabezas con mis propias manos como lo hice con Talisa. No sería difícil. Clavaría mis dedos en sus ojos y narices y estiraría con fuerza. Los turistas tienen la cabeza tan vacía que resultaría muy ligera.

Sentí un pinchazo en mi cuello que subió y se agravó hasta llegar a mis ojos. Tarde poco en darme cuenta que el pinchazo era el resultado del mal que pensaba hacer a los turistas. Una de mis maldiciones me relejaba todo el daño que hacía o pensaba hacer. Lo que me aliviaba, era estar cerca de la cabeza de Talisa. Levanté el brazo derecho y puso la cabeza de metal cerca de la mía, sus cuencas vacías apuntaron directamente a mis ojos. El dolor se calmó al instante. Solté un largo soplido de alivio. Seguramente, hubiera muerto por el reflejo de mis propios deseos.

Un chico se me quedó mirando unos segundos que me parecieron eternos. Extranjero, no tenía dudas de ello. Había estado a punto de morir por haber pensado en tomarme la justicia por mi mano y mi martillo, no caería dos veces en el mismo error. Le devolví la mirada cómo él me lo hacía. Cualquier deseo de romper sus blancos dientes de humano lo reprimí dando pequeños y secos golpes a la pierna con la cabeza de Talisa.

Perdió el interés en mí y retomó el camino que empezó. Me mordí la lengua. Si ya era molesto que se me quedasen mirando, más molesto era que me ignorasen cuando les devolvía la mirada.

-No te vas- dije con voz seca a la vez que me golpeaba otra con la cabeza de Talisa- Me vas a decir por qué te has quedado mirándome-.

Noté algo que no me gustaba en mi voz, parecía que hubiera bebido durante toda la noche. Cosa que había hecho para calmar los dolores de las maldiciones, pero hasta el momento no me había afectado a la voz. Era una especie de privilegiado. Pronto, conforme me iba escuchando, descubrí que el extraño tono de voz no se debía a la bebida sino a la maldición de la vejez.

-¿Me escuchas?- cada tres pasos que avanzaba hacia el extranjero, me detenía para golpearme con la cabeza y recordarme que no podía hacerle daño. - Ni se te ocurra ignorarme porque lo lamentarás. Ahora dime, ¿qué es lo que te divierte de mí? ¡Eh! ¿Por qué me miras como si fuera un payaso?- Levanté la cabeza de Talisa hasta la altura de mi hombro- A mi amiga no le gustas y a mí tampoco, así que más te vale hablar rápido-.
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Mensaje  Matthew Owens Sáb 30 Sep - 2:27

Matthew creía que había logrado salir indemne del fatídico encuentro, ya se había dado la vuelta y había comenzado a caminar en la dirección opuesta cuando escuchó la ajada voz del anciano llamándolo a gritos en medio de la calle. Todas las miradas se giraron hacia ellos dos, hacerse el tonto dejó de ser una opción, el timador se detuvo, cerrando los ojos mientras maldecía por dentro su bendita suerte de venir a toparse justamente con el único vetusto loco de la fiesta.

-Perdone usted ¿Se refiere a mi? – Dijo Matt mientras se daba vuelta, armando su mejor cara de desentendido – Oh, lo siento mucho si lo incomode, es que le vi cierto parecido con alguien más, y me perdí en mis pensamientos mientras intentaba descifrar el parentesco… - Apoyó dos dedos sobre su mentón como si estuviera pensando, evidentemente era un señor mayor muy mañoso y amargado ¿Qué se le podía decir a alguien así para que no monte en cólera? - ¡Oh! ¡Ya lo sé! Estuvo usted nominado en los Oscar ¿O no?

No podía recordar bien las categorías en las que estaba, pero estaba seguro que había visto su cuadro colgado en un par de lugares. Las reflexiones del estafador fueron interrumpidas por una desagradable cabeza que el anciano le mostró mientras continuaba gritando cosas sin sentido. De por si los hechiceros eran personas raras, pero eso de ir con partes humanas por la calle parecía un poco mucho.

-Claramente… no le caigo bien a su amiga… ajam – ¿Es que a nadie le llamaba la atención de que fuera con esa cosa colgando? Comenzaba a creer que el anciano no era solo un poco excéntrico, más bien estaba completamente demente, y para su mala suerte lo había tomado de punto – Jamás podría pensar que es usted un payaso, caballero. Fue elegido de entre miles de personas en el continente para ser nominado para tan importante premio – Como no recordaba la categoría tenía que improvisar, pero el cerebro de Matt seguía trabajando para intentar acordarse - ¿Cómo podría pensar que alguien así es algo tan poco honroso como un arlequín? Para nada Señor, nada más alejado a la realidad.

Para entonces ya media calle los estaba mirando discutir, el estafador odiaba ser el centro de atención, si las personas reconocían su rostro no podía engañarlos luego diciendo que era alguien que no era. Todo lo que le estaba pasando era muy malo para su negocio, necesitaba convencer pronto al anciano loco de que él no tenía nada en su contra ¡Al contrario! Que incluso podían ser muy buenos amigos si se lo proponía.

-En realidad solo estaba buscando indicaciones, no conozco esta isla, como podrá imaginarse, y planeaba regresar a tierras más amables para los no-hechiceros como yo – Sonreía con amabilidad mientras hablaba, apoyando una mano en la solapa de su chaqueta y la otra en la espalda – He notado que no somos del todo bienvenidos en estos lares, y preferiría no seguir alargando mi visita – Hablaba de forma pausada, demostrando una tranquilidad y confianza que estaba bastante lejos de sentir, pero Matt tenía la esperanza que si el viejo no continuaba con los gritos y él se mostraba calmado las personas que los rodeaban pronto se aburrirían y continuarían su camino.

De todos modos lo que decía no era del todo mentira, a excepción de unos pocos mercaderes la mayoría de los residentes del lugar se mostraban poco dados a la conversación, el estafador no había dejado de sentir que lo miraban de reojo, y se sentía extraño porque esta vez no había hecho nada que lo justificara.

-Si fuera tan amable de darme unas pocas indicaciones estoy seguro que podríamos dejar este malentendido atrás y continuar con nuestra rutina sin más interrupciones – El hombre estiró la mano que hasta entonces se agarraba de la solapa y se la ofreció al anciano a modo de saludo – Por cierto, mi nombre es Matthew Owens, es un placer conocerlo Señor…

Y la oración quedó en el aire no solo porque Matt quería darle pie a que se presente, sino porque además recordó en qué categoría había estado nominado este detestable anciano: Mejor villano de Aerandir
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Mensaje  Eva Sáb 7 Oct - 2:06



Intentaba caminar sin llamar mucho la atención, aunque claro… una mujer-gato vestida de colores llamativos cargando una cabeza de caballo de bronce, bueno en tierra de brujos no sería muy bien recibida, más aún con la loquita rencorosa.

No sabía a donde ir y el interior de este maldito vestido ya había rozado muchas veces mi piel y ya me resultaba molesto al caminar, y vaya para al final no haber ganado como la mejor vestida, terminó por ganar el dinero justo la loquita, debería agradecerme, ni estaba tan bonito.

Salí de la arboleda de la isla y al final del camino se abría el paisaje del pueblo, casas y personas murmurando rumores y haciendo compras. Aceleré mi paso hasta llegar al puerto y a unos metros de mí veía una multitud observando… bueno desde donde estaba no se podía apreciar bien pero parecía una pelea. Decidí sentarme detrás de varias cajas y fardos, mi curiosidad casi me hace ir a hacer más caos y divertirme un poco, pero…imaginaba el arco y la cara de furia de  la loquita y se me erizaba la piel, no quería ser el tapete de nadie, y mucho  menos de esa bruja, aún desconocía los poderes de ellos y no quería averiguarlo de esa manera.

Pasando los minutos la gente se apartaba del centro de atención y poco a poco fueron desapareciendo. Al fin podía ver que estaba pasando, un viejito con un martillo (me hizo recordar a la mujer-osa, todo el que me topaba con un martillo estaba mal de la cabeza...) discutía con un joven moreno, que se parecía a Matthew Owens, ¡es verdad que venía con él! pegué un brinco para levantarme del suelo y deje mi premio arriba de la paja, era verdad que venía con él, con todo el alboroto de anoche me había olvidado de él. ¿Será que tampoco podrá salir de esta isla?.

Busqué por mi alrededor hasta que por fin encontré unas cuantas piedras y las cogí con mi mano izquierda.

–¡Matthew!– entonaba lo más fuerte que podía al mismo tiempo que lanzaba las piedras hacia él, dos de mis intentos fallaron hasta que el tercero por fin le dieron en su cabeza dura.

–¡Owens, voltea carajo!–, era sordo este hombre, seguramente no pudo conquistar a ninguna mujer y terminó desesperado con ese viejito, si, podría ser eso, y la multitud no podía creerlo, Owens era un degenerado.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Jue 12 Oct - 19:38

Pese a tener una primera impresión de asco y rechazo hacia el extranjero, no pude evitar reírme con una seca y vacía carcajada, como la de un loco. Era gracioso lo que decía: que si disculpase si me había hecho sentir incómodo, que si me reconoció como uno de los galardonados de los Oscars, que si era un caballero y no un payaso…. Pero, más que las cosas que decía, me reía de cómo las decía; con una mezcla de lo que me parecía ser falsa galantería y una educación adecuada para un burgués adinerado y no un extranjero de poca monta. Le daba miedo, le asustaba; por ese motivo me estaba hablando con un exagerado y fatigoso respeto.

Continué riéndome, cada vez con un tono más alto. Por cada palabra educado del extranjero (discúlpeme, usted, perdóneme), subió un nivel más. Lo hacía por inercia, no era consciente de lo qué hacía y no sabía por qué me estaba riendo. Eso sí, estaba disfrutando con mis risas. Después de varios días de automutilación, en los que me rasgaba la piel con un cuchillo con tal de sentirme vivo, reírme fue como tener un agradable sueño después de semanas de pesadillas.

El extranjero pensaría que el payaso, realmente, era él no yo. Al fin y al cabo, quien me había hecho sonreír fue él. No me importaba. Quién era o por qué me estuvo mirándome haciendo que me  sienta como un deshecho social, un despojo, eran preguntas dolorosas que evitaba pensar. Las risas, inconscientemente me centraba en ellas y las hacía sonar como si mi bienestar psicológico dependiera de ello. Quizás, la razón por la que reía era por callar las voces de mi cabeza o, tal vez, lo reía por la simple razón que necesitaba hacerlo.

De repente, cuando el extranjero mencionó a mi amiga, callé. Hubo total silencio. Le observé con seriedad, amenazándole con la mirada para que retirase las palabras que había dicho a la cabeza de mujer. A ella la tenía que tratar con la misma educación y el mismo respeto, aunque siguiera pensando que eran parte de su fachada, con los que me traba a mí.

Agaché la cabeza de la mujer, la puse a la altura de mi cintura como si la estuviera alejando, protegiendo, del extranjero.  Sin apartar la mirada de los ojos del hombre, le hablé con una total carencia de respeto.

-A ella también la tienes que hablar con respeto,- me acordé de Castinur, el me exigió que fuera educado con su mujer y yo le arranqué la cabeza del cuerpo – igual que a mí. Discúlpate. Dale un beso- poco a poco, pasado el peligro, volví a levantar la cabeza de la mujer. La dejé a la altura de los labios del extranjero.

Las carcajadas volvieron a sonar, con la misma sonoridad que antes; no parecía que hubieran parado. El hombre siguió hablando, dijo que buscaba indicaciones para guiarse por Belltrexus y seguridad para alejarse de los brujos que rechazaban a los extranjeros; lo segundo me hizo especial gracia pues, si viviera en las islas pertenecería al grupo de brujos racistas.

Dijo llamarse Matthew Owens y que era un placer conocer al Señor… En ese mismo momento ambos callamos. Creí notar un brillo en los ojos del humano, una razón más por la que tener cuidado conmigo y tratarme con respeto. No me gustó que se quedara en silencio, pensando. Podía descubrir quién era y las razones por las que había quedado por cinco veces maldito. Me avergonzaba de todas ellas, pero no me arrepentía por ninguna. No quería que nadie las conociera, y menos un extranjero de palabras galanes y ojos juiciosos.

-Señor Neph. Ese es mi nombre: Neph- me adelanté a decir el seudónimo que yo mismo me puse tiempo atrás, el cual era una simple abreviación de mi apellido – La mejor indicación que te puedo dar es que cojas un barco. Hay muchos, te puedes ir- un atisbo de las risas anteriores asomaron por mis labios, desapareció muy rápido. – Los no brujos no sois bienrecibidos en las islas y no llegará el día que el que lo seáis- di un golpe, despacio para no hacer daño, con la cabeza de la mujer a la sien de Matthew Owens- Lo comprendes. Claro que sí, lo has entendido muy bien-.

Una chica, mujer bestia, apareció de la nada gritando el nombre del extranjero. Cogí del cuello a Matt con la mano con la que sujetaba la cabeza de metal; con la otra saludé a la mujer bestia como si yo también la conociera.

-Déjame adivinar, ella es la putita que te has traído desde Verisar- le dije susurrando a Matthew. No hubo risas en mis palabras; mi tono era de puro rechazo.
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Mensaje  Matthew Owens Mar 17 Oct - 15:50

En su mente Matthew iba tildando los comentarios que causaban una respuesta favorable en el anciano, cuales  indiferencia, y cuales enojo, todos esos eran datos importantes para poder continuar con la charla lo mejor posible. No lo hacía conscientemente, era un acto reflejo que había adquirido luego de muchos años de engatusar a las personas en base a mentiras y exageraciones.

Al parecer el tratarlo con respeto funcionaba, no porque se lo creyera, sino porque le causaba risa, una ajada y horripilante risa, pero una sonrisa al fin. Mientras estuviera de buen humor entonces perfecto, Matt podía ganarse a la gente por respeto o por ser un bufón, le daba exactamente lo mismo mientras lo pudiera tener en su bolsillo. Muchas de sus mejores estafas habían sido usando como base el que creyeran que era un completo imbécil.

El tono de la charla cambio al mencionar la extraña cabeza, Owens se hizo un apartado subrayado y con signos de admiración para recordar no mencionarla.

-Oh, mil disculpas – Dijo en seguida Matt e hizo una ligera reverencia a la cabeza para que lo disculpe. Pero el anciano loco quería que la bese también, y eso ya le parecía mucho, a menos que pudiera sacar dinero de esa acción no quería hacerlo, sobre todo porque no sabía en donde habían estado esos labios antes “Mejor ni pensarlo” se dijo el estafador – No creo que sea merecedor de semejante honor, pero le pido mil disculpas a la dama y a usted por ofenderlos.

Con el agrio comentario en relación a los no-hechiceros y el golpe en la sien Matthew comenzaba a entender muy de a poco porque el anciano se había ganado el mote de “villano”. Era desagradable en muchos sentidos, no era una cuestión de apariencia, pues a pesar de ser un hombre muy mayor no estaba ni flaco, ni encorvado, era más bien como si hubiese envejecido por su propia actitud negativa. No era, pues, una cuestión de apariencia, sino de personalidad, era odioso en su forma de ser, y eso quedaba en evidencia muy rápidamente.

Matthew estaba a pocos segundos de decirle al anciano lo que pensaba con sinceridad, sumando además algunos insultos extras, cuando sintió una pequeña piedra golpeando contra su nuca. Una parte de la mente de Owens ya sabía de quien se trataba antes de darse la vuelta, solo había una persona que podía ser tan irritante con tan pocas acciones.  El viejo agarró a Matt del cuello de la camisa y tiro de él antes de que pudiera contestar.

Y con eso… Con esa sencilla acción se gano una sonora y sincera carcajada de parte del estafador, no era poca cosa, eran contadas las veces que Matthew dejaba ver una risa verdadera, pero es que el hombre lo había tomado por sorpresa con su comentario.

-Jajajaja, podría decirse que si, jajaja, aunque es mejor que no lo sepa – Le dijo mientras se enjuagaba una lagrima producto de la risa. Luego de eso le regalo a Eva una radiante sonrisa como si nada pasara – Querida Gatita ¡Benditos los ojos que te ven! Estaba buscándote desesperadamente – Le dio unas palmadas en la espalda al anciano como si se conocieran de toda la vida – Estaba aquí preguntándole al Señor Neph por si te había visto – Lo cierto es que si no volvía con la chica su amigo lo mataría, así que era una buena cosa el haberla encontrado – Señor Neph ella es mi “amiga” Eva, Eva él es el Señor Neph, un reconocido hechicero y múltiples veces premiado en los Oscar.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Jue 1 Feb - 20:38

Matthew Owens era una colmena de todas las cualidades humanas que me hacían enfadar: falsa honestidad, hipocresía, cobardía, forzada educación y ostentación. Creía ver cada una de esas cualidades revoloteando como abejas sobre su cabeza pulcramente lavada. Sabía lo que estaba pensando, él y sus abejas. Sus palabras no me engañaban. Soy más inteligente que él. Un hombre, por cinco veces maldito, por obligación, ha de ser mucho más inteligente que los demás. ¿Cuántas veces han intentado sacar ventaja de mis maldiciones y, al final, se han topado con el frío beso de Suuri? Demasiadas para recordarlas. Algún erudito, experto en las artes matemáticas, tendría la cuenta. A mí no me importaba una mierda. Al contrario, me gustaba pensar que el rastro de sangre que dejaba a mi paso no era, únicamente, de las heridas de mi cuerpo. El ficticio erudito podría dar prueba de ello. Igual que aseguraría que Matthew y sus ovejas acabarían formando parte del rastro de sangre. La idea me hizo sonreír. El humano hablaba, apartó la cabeza de Talisa y yo sonreía.

Acerté al llamar a la muchacha gatita. Matthew lo confirmó directamente con un “podría decir que sí” e indirectamente con una floja risa que poco dejaba a la imaginación. Hice una mueca horrible con la cara, era mezcla del odio, la risa y la sinrazón. ¿Me estaba volviendo loco? Había que preguntarle a los cuervos que devoran mi piel como si fuera una mazorca de maíz o y a las abejas que revolotean sobre Matthew.

Los Oscars no eran, precisamente, un premio que tenía respetar. Bien fácil, podía ser otra maldición que hubiera que sumar a la lista. El público que asistió a la gala me reconoció, a partir de aquel día, como el desdichado viejo al que había que evitar no porque fuera peligroso estar a su lado, sino porque daba vergüenza. Les entendía, a mí también me daba vergüenza, pero no lo podía evitar. Estaba condenado a ser quien era: “Gerrit Nephgerd, el brujo que mató a su madre nada más nacer, a su padre en un acto de rebeldía en la adolescencia y a su mejor amigo por no saber controlar su ira. El Brujo que por cinco veces maldito que hablaba con una cabeza de metal para no sentirse solo”.

Moví mi mano izquierda sobre la cabeza de Matthew, buscaba la abeja que especulase que los premios de los Oscars son una bendición. Quería atraparla, aplastarla en mi puño. Que me picase era lo de menos, el dolor no se acercaría en absoluto al de los cuervos de Duna.

-La tienes ahí, dentro de tu cabeza. Deja que salga.- le dije al humano con voz muy bajo-. Todas. Que salgan todas-.

Negué repetidas veces con la cabeza. Sabía que no podía ser verdad, que las abejas no aparecían de las falsedades de los humanos. Me quedé erguido, sin mover ni un músculo, frente a Matthew. Necesitaba tiempo para pensar, para convencerme de que las abejas eran fruto de mis maldiciones; también del alcohol y las drogas que tomaba para aliviar el dolor. Al fin de cuenta, todo el mundo sabía que la falsedad no era como una abeja, sino como un cuervo. Siempre son cuervos, los animales favoritos de Duna. El pájaro anidaba en la cabeza del humano, forma parte de él, estaba en su interior. Para liberar sus mentiras, sacar el cuervo y hacer que reconozca que los Oscars son una maldición más; debía arrancarle la cabeza. Igual que a Talisa. Igual que a todos los que formaban el camino de sangre que dejaban mis pies.

-Estoy disgustado contigo.- los cuervos de Duna empezaron su trabajo. Me escocían las palmas de mis manos como si estuvieran dentro de una hoguera -. Niegas el favor de mi amiga y, ahora, me humillas delante de tu puta. Me esperaba menos educación y más valentía de un humano. Por lo menos, que tuvieras la capacidad de decir lo que piensas. Los Oscars son premios para idiotas. Talisa es una idiota y no da buenos besos. Y yo soy el mayor de los idiotas. No es tan difícil. Dilo. ¡DILO!-

El escozor subió de grado. Ahora, sentía que tenía las manos en la boca de un dragón de fugo. Era por la electricidad que corría. Mordeduras de cuervos invisibles y electricidad, mala mescla. Jamás había controlado tanto poder. Estaba fuera de mí. Mis ojos, a juzgar por la impresión que tenían los presentes, también deben de estar soltando chispas azules y blancas.

Un grupo de cuervos se congregó por encima de mi cabeza. Matthew podría tener a sus abejas o su pajarraco el nido que era su falsedad humana; yo, como siervo de Duna, tenía cuervos reales, listos y dispuestos, a alimentar el camino de sangre.

-Un consejo: huye si quieres vivir-.

Y entonces vinieron los rayos. Nacieron de mis manos y emergieron desde la boca de la cabeza metálica de Talisa.


Offrol: Lanzo la voluntad de los Dioses por ver si el ataque ha tenido éxito. Apunto a Eva, por abandonarnos è.é  Si quieres, Matt, para ti también es el golpe. Pero me sabe mal atacarte cuando tu personaje no es de acción. Veo que sería más divertido atacar a Eva. Pero, como prefieras. Dejo la interpretación de la suerte a tu voluntad.
Gerrit se comporta así por la maldición: “Siervo de Duna”. Los cuervos que llegan a Gerrit han sido por la misma maldición.
La habilidad que estoy utilizando es "Talento Mágico" sobre la cabeza de Talisa.
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Mensaje  Tyr Jue 1 Feb - 20:38

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Mensaje  Matthew Owens Sáb 3 Feb - 1:37

"Que salgan todas", era más sencillo decirlo que hacerlo, Matthew había sobrevivido hasta la actualidad en base a dos cosas: Astucia y Mentiras. Su historia no era la mas triste jamas contada, ni siquiera se consideraba una victima de las circunstancias, no, no era nada de eso, en realidad se sentía bastante afortunado porque gracias a los dones que tenía pudo sobrevivir, algo que muchos de los niños que habían nacido en similares circunstancias no podían decir ¿Era poca cosa? Claramente si, sobre todo a comparación de todos los seres de Aerandir que nacían con poderes sobrenaturales, pero en su caso había sido suficiente.

Gerrit lo estaba presionando, lo empujaba una y otra vez al limite, no solo era su mirada de desprecio, eso estaba mas que acostumbrado a recibirlo, tampoco le  importaba su sonrisa que a todas luces le decía "Eres menos que nada". Podía tolerar esas cosas, siempre le funcionaba el ser paciente, pero esa forma exasperante que tenía de acorralarlo, ese discurso que le dejaba ver que sabia que era un mentiroso, que no iba a creerle nada de lo que dijera y que además le molestaba que fuera así. Eso era espantoso, sin sus mentiras se sentía desprotegido, y no quería estar sin defensa ante semejante ser...

-Tu... Maldito pedazo de mierda... No vas a decirme lo que tengo que hacer... - Las palabras salían con dificultad de su boca, como si las estuviera masticando antes de soltarlas, no estaba en verdad enojado, mas bien estaba asustado, y los animales cuando se ven acorralados atacan - Eres un triste viejo que morirá solo en algún callejón en medio de la inmundicia de los mismos humanos de los que reniegas - Matt apretaba tanto los puños que sus nudillos estaban completamente blancos, sin darse cuenta había estado aguantando la respiración, su cuerpo estaba tenso, como dispuesto a escapar si al hechicero se le ocurría enojarse.

Y de hecho...

Extrañas luces comenzaron a formarse en sus ojos y sus manos, Owens no sabia casi nada sobre la magia, así que no entendía qué pasaba, pero tampoco pensaba quedarse a averiguarlo. Corrió lo más rápido que pudo, siquiera llego a tiempo de agarrar a Eva o advertirle de nada, fue cosa de un segundo pero en ese instante Matthew se sintió increiblemente lúcido. Saltó detrás de un puesto y casi logra caer arriba de un canasto de mimbre, pero erró por un poco y sus pies trastabillaron, haciendo que rodara por el piso.

La electricidad fue en dirección de Eva, pero también hubo rafagas que se dispersaron en todas direcciones, causando un caos generalizado, la gente corría y gritaba, el estafador no levantó la vista para saber qué sucedía. Una de las descargas cayó cerca de Matt, y se disperso por el piso hasta llegar a uno de sus brazos y la mitad de su cuerpo, el hombre grito por el dolor y pudo sentir como si la piel le ardiera, como si lo estuvieran quemando vivo.

El mundo daba vueltas y sentía que iba a desmayarse ¡Pero no podía! Estaba en la isla de los hechiceros, nadie lo ayudaría, era mas probable que terminaran de matarlo y utilizaran las partes de su cuerpo para algún tipo de experimento mágico extraño. Su brazo estaba totalmente paralizado, y le dolía horrores, toda la mitad derecha de su cuerpo estaba rígida. Se quejó desde detrás del puesto, y luego... Luego se empezó a reír, aunque no era una risa divertida.

-Jajaja, eres un viejos desgraciado - Se agarró el brazo herido con la mano izquierda - Jajaja ¿Era necesario? ¿De verdad? jajaja -No podía moverse desde donde estaba- Trae aquí a esa horrible cabeza de metal, le daré el mejor beso de su vida... - Ya estaba rendido, si de todos modos lo iban a matar, al menos diría todo lo que se le ocurriera antes - Y tu también me la puedes sobar toda la noche, ya que estamos en eso jajaja.

Se sentía mareado, hubiese preferido perder el conocimiento en seguida ¿Como lo mataría el mago? ¿Lo haría sufrir? Seguramente si, no parecía del tipo de persona que sentía piedad por sus victimas.

Off-rol:


Última edición por Matthew Owens el Sáb 3 Feb - 2:00, editado 1 vez
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Mensaje  Tyr Sáb 3 Feb - 1:37

El miembro 'Matthew Owens' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Gerrit Nephgerd Sáb 10 Feb - 12:40

La risa del mentiroso era contagiosa. Resistirme sería inútil, tampoco ganaría nada haciéndolo. Ser violento y reírme de los daños causados por mi violencia formaban parte de mi naturaleza tanto como brujo que como siervo de Duna. No estaba orgulloso de ser quién era (Matoelfos), pero, para desgracia del humano, hacía años que lo había aceptado. Desde el momento en que nací maté a mi madre. Más tarde, en la pre-adolescencia, a mi padre. A quien fue mi mejor amigo que me regaló una familia, lo maté hacía unos pocos años atrás. Lo de mi madre podía tener perdón. Un niño recién nacido, todavía no era consciente de quién era. Sin embargo, matar a mi padre y a mi mejor amigo no tenía perdón. Eran las pruebas irrefutables de que era una persona violenta y disfrutaba de mi violencia. Matthew ahora comprendía mi verdadera naturaleza y se reía de ella; pensé. Sería de mala educación, por mi parte, no acompañarle en la fiesta.

Caminé sin dejar de reír hacia Matthew Owens. Era divertido verle enloquecer, decir las verdades que antes había callado. Me insultó, me llamó viejo desgraciado. Estaba de acuerdo con lo de “viejo”, pero no con lo de “desgraciado”. Estaba acompañando al humano en su juerga personal. Le daba las gracias, en forma de risa, por haber dejado de mentir. Matthew también insultó a la cabeza de Talisa. “Horrible” fue la palabra que utilizó para describirla. A Talisa le quedaban pocos dientes en su sitio y, la mayoría que no se le habían caído, estaban partidos, terminaban en punta. Dos agujeros mal perforados hacían la función de nariz, su cabello eran fibras de metal rasposo y sus ojos eran pequeños y brillantes como dos gotas de aceite. Sí, era horrenda, lo reconocía, pero era la única mujer que mantenía a mi lado. Me ofendí más por el insulto hacia Talisa que los que dirigió contra mí. Así se lo hice mostrar una con carcajada mayor que se imponía sobre las suyas.

Matthew terminó sus risas diciendo que quería besar a Talisa y que, de paso, no le importaría pasar una noche conmigo. Ya me había reído con él; le había acompañado en las cicatrices de las heridas y en las burlas hacia mi violencia. Ahora, quería reírme de él. Disfrutar de su nuevo semblante, el verdadero y deshonroso que me ocultó en la primera conversación.

-Deja que te ayude, has de saber que soy una perfecta concubina- dije con una sonrisa que mostraba todos mis dientes (podridos por la maldición de la edad).

Acerqué la cabeza de Talisa a los labios de Matthew como lo haría una niña jugando con sus muñecos favoritos.

-No te cortes, ¿no querías besarla? Hazlo. Venga, es toda tuya. ¡HAZLO!-

La electricidad seguía recorriendo mis dedos y, por ende, la cabeza de metal. Desde los fríos labios de Talisa saltaban pequeñas centellas azules que ponían los pelos de Matthew de punta allí por donde pasaban. Me pregunté qué pasaría si le llegaba a pensar. Eso me hizo recordar una metáfora popular que se decía en todas las ciudades al ver dos enamorados besándose: “Saltan chispas”. La metáfora fue la respuesta a mi pregunta. Pensé que cuando Matthew besase la cabeza, éste se enamoraría de ella. Entonces, ya seríamos dos los amantes de Talisa. El humano tenía suerte que, entre mis muchos defectos, no se encontraba el de ser una persona celosa.


Offrol: Lo siento Matthew. Me sabe fatal involucrar a tu pj en peleas y en cicatrices >.<  Hice la habilidad porque era lo lógico que haría mi pj. Jamás pensé que te haría esas cicatrices tan feas. Lo siento. Aunque está siendo SUPER divertido todo.
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Mensaje  Matthew Owens Miér 14 Feb - 18:23

Los dos hombres parecían un par de locos, acababan de realizar un alboroto en plena calle, luego una explosión de truenos, y ahora se reían a carcajadas como si fueran íntimos amigos que se reencuentran y recuerdan juntos los viejos tiempos. Matthew rio tanto que se quedó sin aire, y al punzante dolor generalizado se le sumo un pinchazo en los pulmones, de haber podido mover los brazos probablemente se hubiese agarrado el abdomen.

-Es… bueno… saberlo – Respondió el estafador, todo a su alrededor comenzaba a dar vueltas y ya no era muy consciente de qué era lo que pasaba ¿El anciano acababa de hacer un chiste ligeramente subido de tono? Bien, ya no parecía tener importancia, sin duda el humano no se podría haber imaginado que los últimos labios que besaría serían los de un viejo, pero la falta de dientes siempre podía ser ventajosa.

Owens no podía levantar las manos para agarrar la cabeza, tampoco estaba lo suficientemente consciente como para hacerlo, sintió los fríos labios de la cabeza y de pronto parecía buena idea besarla, de todos modos, ya daba igual. Beso a Talisa tal como Gerrit quería, como si acabara de encontrarse con una antigua y querida amante ¿Eso tenía alguna lógica? Ninguna, pero ahora si la tenía. Una nueva potente descarga recorrió todo el cuerpo de Matthew y esta vez ya no pudo soportarlo, el humano quedó inconsciente y herido, tirado tras el puesto.

Mientras tanto, el revuelo que se había generado alrededor de los dos hombres era bastante impresionante. Cierto era que al ser la isla de los magos había un nivel de tolerancia mayor a todo lo que era “acontecimientos extraños”, sin embargo no era habitual que un hechicero comenzara a tirar rayos en plena calle sin control ni motivo aparente. Algunas personas miraban desde las ventanas de sus casas, otros se asomaban desde los pisos de arriba, los que por alguna casualidad reconocían a Gerrit se apresuraban a cerrar las puertas y hacer como si nada hubiese pasado, no era alguien con quien quisieran involucrarse.

Claro que las autoridades del lugar podían no estar tan contentas con el espectáculo, tampoco los comerciantes quienes vieron interrumpida su rutina, y sus ventas, por culpa de dos dementes sin escrúpulos. En cualquier caso, nada de eso era ya problema de Matt, quien disfrutaba de un apacible sueño donde el cuerpo no le dolía, ni tenía que besar cabezas, y sobre todo donde no existía un viejo loco que ponía en evidencia lo que tanto se esforzaba por ocultar: Que solo era mentiras.
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Jue 22 Feb - 13:22

Me quedé mirando a Matthew Owens como un depredador que observa a su futura comida herida antes de darle el primer bocado. Después del beso a Talisa, el humano se quedó dormido como si fuera un niño después de realizar una travesura. De su boca salían sonidos guturales, mezcla de plácidos ronquidos y ahogadas quejas por el dolor de las quemaduras de mi trueno. Sonreí satisfecho. Lo que le ha sucedido a Matthew es lo mismo que le debería suceder a todos los no-brujos que asistieron al Evento de los Oscars y no volvieron a sus tierras.  

-Debí haberte avisado- dije riendo a la vez que le ofrecía una pata con la punta del pie al estómago del humano- Talisa es pésima dando besos. Comprendo que te hayas aburrido-.

La segunda pata fue más suave que el anterior; quería que el humano se despertase y escuchase cómo me burlaba de él.

Escuché a alguien, en el público, llamar a los guardias. Sería un extranjero, un no-brujo. No le presté atención. En Belltrexus, las leyes deberían ser diferentes que en la península. Aquí, los brujos tenían el derecho, más bien la obligación, de plantarse en armas contra todo aquel extranjero que viniese a corromper nuestras ciudades. Así es cómo pensaba en mi juventud y como volvía a pensar ahora que estoy por cinco veces maldito. Las enseñanzas de mi maestro y amigo Samhain, aquel cuya cabeza quedó aplastada por Suuri, resonaban en mi cabeza igual como lo hacían los cuervos de Duna: “¡Que se pudran los tratados de paz! Los humanos serán nuestros esclavos y las elfas nuestras putas. Somos la raza más fuerte; deberíamos obligarles que se arrodillen ante nosotros”. Sí, claro que sí. . Asentí al cuerpo inconsciente de Matthew Owens dando la razón al difunto maestro. Si vinieran los guardias, no me apartarían del humano. Era mío, mi presa. Ya fuera por la locura que residía en las cinco maldiciones o porque el espíritu de Sam volvió para vengarse, me imaginé a los guardias brujos espantando a todo aquel que protestase por mis actos.

Me quedé arrodillado frente al lado del cuerpo de Matthew Owens. Coloqué a Talisa en su pecho tal forma que, cuando despertase, fuera lo primero que viera. Finalmente, me crucé de brazos y cerré los ojos.

-Nadie me echará de aquí- dije riéndome.

A juzgar por los silencios del público, mi aspecto debía de ser horripilante. Di gracias a que los viejos cinco veces malditos no iban a la cárcel.
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Mensaje  Matthew Owens Mar 27 Feb - 13:45

El estafador se removía entre pesadillas provocadas en parte por su ya de por si desequilibrada mente, pero además se sumaban las sensaciones exteriores, la cicatriz en su brazo punzaba como si un animal salvaje estuviera masticando el miembro con energía. Que el hechicero lo pateara no ayudaba, pero aún así su cuerpo consideraba que lo mejor que le podía pasar al humano era seguir inconsciente, y así continuo.

Mientras tanto, algún buen samaritano decidió que ya era hora de detener a ese par de extraños sujetos que alteraban el orden público y aviso a los guardias. En líneas generales la isla era un sitio tranquilo, los hechiceros tenían una sociedad sumamente competitiva, pero resolvían sus disputas siguiendo las reglas estipuladas por el consejo. Por lo que la guardia era algo más bien simbólico, eran pocas las veces que tenían que detener a alguien y cuando lo hacían solía ser un extranjero.

Cuando los cuatro centinelas llegaron se sorprendieron de ver que uno de los alborotadores era uno de ellos. El sujeto se encontraba sentado, con un gesto muy seguro en su rostro, junto al cuerpo de un humano aparentemente inconsciente. Pero no era lo más extraño de la escena, lo curioso era que cargaba con una cabeza de mujer bastante maltratada, por momentos parecía hablar solo y espantaba con la mano cosas que nadie más podía ver.

Los guardias se miraron entre si y uno de ellos hizo el gesto de “Esta loco”, sin emitir sonido alguno y sus compañeros estuvieron de acuerdo. Se acercaron con cuidado mientras intentaban pensar el mejor modo de encarar el asunto, notaron la destrucción que había alrededor y comprendieron que no estaban ante cualquier hechicero, había que ser muy cuidadosos.

-Caballero, me temo que tendrá que acompañarnos – Se atrevió a decir el más valiente de ellos – Está causando un escándalo y molesta al resto de los residentes.

Quizás si no estuviese hablando con Gerrit hubiese sido más brusco en su modo de encararlo, pero los hechiceros eran elitistas, y no trataban de la misma forma a uno de los suyos que al resto de las razas.

-¿Y qué hacemos con este?- Dijo otro de los guardias mientras señalaba al humano desmayado – No podemos dejarlo aquí tirado…

-Que molesto – Se cruzo de brazos y suspiro resignado – Tendremos que arrastrarlo hasta la celda – Los dos que aún no habían intervenido agarraron uno de cada lado al estafador y comenzaron a llevarlo.

-Por favor no lo haga más difícil – Le dijeron a Gerrit, si bien se veía como un anciano, su poder destructivo era más que evidente, así que sería mejor no discutir.

Ya en la celda, Owens comenzó lentamente a recuperar la consciencia, sintió la fría piedra pegada a su rostro, abrió los ojos pero aún perduraba la sensación de que todo daba vueltas. Tardó en entender donde estaba, quiso apoyar el brazo para levantarse pero una fuerte punzada le recordó lo que había sucedido.

-Mierda, mierda, mierda… - Se sentó con dificultad, apoyando la espalda contra la húmeda pared – Espero que estés contento…
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Sáb 24 Mar - 11:48

Lo estaba. Estaba muy contento. No había nada mejor para acabar la mañana que unos brujos te pidieran que “les acompañases amablemente”. Si acepté fue bajo la condición de que también se llevasen al humano Owens y que me dejasen quedarme con la cabeza de Talisa. La primera condición la cumplieron de buena gana. Es más, me hicieron un favor al encerrar al humano en la celda colindante a la mía. No se podía decir lo mismo respecto a la cabeza de Talisa. Ella reposaba en la mesa de la guarida, a cuatros metros de los barrotes de mi celda. Al lado de la cabeza, también se encontraba Suuri, mi martillo. La cabeza de la biocibernética y el martillo eran los objetos que me hacían sentir bien, que alejaban mis cinco maldiciones. Sin ellos, y por muy contento que estuviera por ver al humano encerrado como la rata rastrera que es, me convertía un montón de carne triste y dolorida.

Me agarré a los garrotes de la celda, me erguí tanto como el dolor de las cinco maldiciones me lo permitían y gemí como un animal. Intenté invocar el relámpago y el trueno, en fundir el metal de los barrotes con una fuerte corriente eléctrica. Fue completamente inútil. En cuanto las chispas empezaron a revolotear por mis dedos, me caí de rodillas al suelo. Sentí la electricidad de mi magia reflejada en mis brazos y piernas. Mi cuerpo se tensó de inmediato. Las venas de mis músculos parecían estar a punto de estallar.

Debía tener un aspecto demoniaco pues, el guardián de la prisión dio un brinco hacia atrás. Cogió la primera arma que encontró a su alcance: mi martillo, y la empuñó contra mí. Le miré de frente con los encendidos de dolor y la garganta seca por los gritos. Un hilo de sangre chorreaba de mi nariz. El guardián dictaminó que no sería una amenaza para él: un viejo loco y por cinco veces malditos no era rival para un guardia brujo bien entrenado.

Me caí de espaldas contra el frío suelo de mi celda. Mi cuerpo sufría espasmos repentinos, como intensos escalofrías. Era el resto de la electricidad que intenté invocar y se reflejó sobre mi propio cuerpo. Giré la cabeza, busqué la cara conocida del humano y contesté a su pregunta.

-Estoy muy contento. ¿No ves cómo sonrió?- reí enseñándole mis encías sucias de mugre y sangre.

Si tuviera la cabeza Talisa a mi lado, el dolor se desvanecería. El guardia de la celda no duraría ni un minuto más con vida. Le arrancaría mi martillo de sus manos y lo usaría para aplastarle la cabeza. Suuri era mejor besadora que Talisa. Estaría libre de la prisión y, por descantado, también liberaría al humano. Un cazador no regalaba su presa a otros depredadores.

-Pero, con Talisa me reiría mucho más-.
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Mensaje  Matthew Owens Miér 28 Mar - 16:46

Matthew de seguro podría haberse preocupado por los dolores que estaba sufriendo su “compañero de celda”, pero lo cierto era que le preocupaba mucho más su propio dolor. Por culpa de ese sujeto estaba como estaba, si no se hubiese cruzado con ese anciano en ese mismo momento podría estar en un barco camino a Vulwulfar o a cualquier otro sitio. Pero no, estaba encerrado ¡Hacía años que no lo encerraban! Y para peor su brazo estaba herido, tenía miedo de mirar cómo había quedado su hermosa piel, podía sentir que no sería nada agradable.

-¡Cállate! Como si tuviéramos algún motivo para sonreír – Con mucho cuidado fue subiendo la manga del brazo herido, la piel que estaba cerca de la mano solo estaba espantosamente colorada, como si lo hubiese puesto sobre el fuego. A medida que iba subiendo se ponía peor, cerca del codo la piel estaba directamente quemada, abierta y con ampollas – Eres un maldito desgraciado ¡Esto va a dejar marcas!... Oh ya deja de reírte – Agarró un poco del heno sucio que cubría el piso y se lo tiro, estaba muy enojado pero no tenía manera de vengarse estando así.

Resignado, se dejo caer en el piso, no le importó sentir que su ropa se humedecía con el sospechoso líquido que cubría casi todo el suelo. En la celda de al lado Gerrit se seguía retorciendo, jadeando y quejándose, el estafador vio la cara del guardia, parecía estar desconcertado y asustado. Quizás hubiese alguna posibilidad de salir si sabia aprovechar la situación.

-¿Con Talisa? – Miro la horrible cabeza sobre el escritorio del guardia, Owens no tenía idea de cómo esa cosa podía servirle de algo, quizás era solo un capricho, de todos modos no parecía haber mucha coherencia en ninguno de los actos del hechicero – Mejor cállate y duerme.

El estafador se dio la vuelta e intento conciliar el sueño, o al menos eso parecía, en realidad estaba intentando generar un escenario donde sus palabras tuvieran una mayor influencia. Se dio vuelta algunas veces, mientras Gerrit se seguía quejando y farfullando incoherencias, Matthew se tapo los oídos con ambas manos, pero finalmente se rindió y se puso de pie, acercándose a la reja para hablarle al guardia.

-Oye- El hombre miro con desconfianza a Matt – Tranquilo, no voy a hacer nada – Señaló al anciano y agregó – Es un pobre viejo que quiere su juguete, vamos, no va a pasar nada si le das la cabeza, aquí entre nos… - Bajo la voz como si le estuviera diciendo un secreto, aunque el guardia no se acercó – Creo que está totalmente senil, vamos ¿No tienes abuelos acaso? Solo dale su cacharro para que esté tranquilo y me deje dormir…

El hombre dudo unos minutos más, agarro la cabeza de Talisa y la reviso con cuidado, buscando si tenía armas escondidas, hizo un gesto de asco, miro a Gerrit arrastrándose por el dolor y se encogió de hombros. No parecía haber nada sospechoso y las palabras de Matthew parecían bastante coherentes.

Puso la cabeza dentro de la jaula de Gerrit para que la tome por si mismo.

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Explicación del subrayado :
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Mensaje  Gerrit Nephgerd Jue 5 Abr - 13:23

Pensé que era una locura, que nunca funcionaría. Jamás vi a un brujo de la guardia obedecer los favores de su preso extranjero y creí que ésta no iba a ser una excepción. Me equivoqué. El humano Owens tenía una virtud que ignoraba: era capaz de utilizar los sentimientos del sensible corazón del guardia para que él cumpliera sus órdenes. Para ello, utilizó mi aspecto por cinco veces maldito, me comparó con el abuelo del guardián. Si, en aquel momento, no hubiera estado agonizando en la tierra, gritando y babeando como un animal moribundo, habría aplastado la cabeza del humano con mis propias manos. Mientras el guardia se acercaba a mi celda con la cabeza de Talisa, giré mi cuerpo hacia Owens y gruñí entre dientes como muestra de mi disgusto. No me gustaba que nadie me recordase que estaba cinco veces maldito; tenía suficiente con soportar a mis desgraciados recuerdos que se repetían una y otra vez en mi consciencia.

El guardia dejó la cabeza de Talisa enfrente de mí; al otro lado de los largos barrotes de la celda. Hice un esfuerzo desmesurado por extender el brazo derecho a pesar del dolor y la presión que ejercían la maldición de los cuervos hambrientos y la del reflejo de mis violentos deseos que evocaba hacia el guardia y el humano Owens. Hubo un momento en que no sabía si estaba gritando del esfuerzo o estaba a punto de desmayarme.

Mis dedos llegaron a la frente de Talisa. Le acaricie como si fuera un cachorro de perro. Sonreí. Al tocarla, el dolor se desvaneció lentamente, como si una brisa de verano se lo estuviera llevando. Levanté la cabeza y miré hacia el guardia.

-Se te ha olvidado traerme a Suuri, pero no te preocupes. Ya lo cojo yo-.

Levanté el vuelo del martillo y lo dirigí hacia la cabeza del carcelero. Recibió un apasionado beso de metal. La escena resultaba repugnante. Por el suelo quedaron esparcidos diminutos trozos del cráneo del guardia u los barrotes de mi celda y la vestimenta del guardia y, también la mía, se bañaron en sangre. Lamentablemente, estaba acostumbrado a presenciar y cometer asesinatos sucios. De no estar acariciando la cabeza de Talisa, los cuervos de Duna, invocados por las cinco maldiciones, me hubieran devorando los sesos.

-Date la vuelta si vas a vomitar- le dije al humano Owens- no me interesa saber qué has desayunado-.

Con la misma magia telequinética con la que hice volar a Suuri, recogí las llaves del bolsillo del carcelero. Dejé de acariciar a Talisa durante unos pocos segundos para abrir mi celda. Fuera, tomé, con la mano derecha la cabeza, de la mujer metálica como si fuera una bola de jugar a los bolos y, con la otra mano, el mango del martillo.

-¿Qué hacemos contigo? Estaría bien dejarte a ti. Estás celdas son el lugar perfecto para las ratas. Además, sin carcelero, no habrá nadie que venga a servirte bebida ni alimento cuando lo necesites. Teniendo en cuenta que el espectáculo de los Oscars, ningún guardia vendrá aquí hasta la noche. ¿Podrás aguantar todo este tiempo sin comer ni beber? Apuesto que te acabarías alimentando de tus propias heces-

Quise reírme, me lo había ganado. Por supuesto, no iba a ser tan desgraciado como para abandonar a aquel que me había traído la cabeza de Talisa.

-Ahora, si no tienes nada que mejor que hacer y aunque lo tengas, vete de mi ciudad-.
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La amistad es una maldición [Maldición Oscars = Eva y Matthew Owens] [Cerrado] Empty Re: La amistad es una maldición [Maldición Oscars = Eva y Matthew Owens] [Cerrado]

Mensaje  Matthew Owens Lun 9 Abr - 14:27

Ciertamente no esperaba muchas muestras de agradecimiento por parte de Gerrit, eso era tan imposible como que un árbol de peras diera manzanas. Secretamente siempre esperó que tuviera algún tipo de plan, ese había sido el motivo principal por el que lo había ayudado: Favores y Deudas. Ese era el lenguaje que Matthew mejor entendía.

El poder llamar a Gerrit “viejo senil” había sido solo un plus dentro del contrato.

Matthew apartó la mirada cuando la cabeza del guardia exploto producto del golpe “Pobre infeliz, estaba en el lugar y el momento equivocado”, pensó aunque estaba lejos de sentirse culpable.

-Si de mí dependiera te vomitaría en el rostro, pero por suerte para ti aún no desayune – Aunque de todas maneras prefirió no enfocar demasiado la vista en el cadáver - ¡¡Vete a la mierda!! ¡Abre la puerta de una maldita vez! – Respondió enojado el estafador, no esperaba que Gerrit fuera amable, ni solidario, lo único que pretendía es que fuera mínimamente honorable y le devolviera el favor - ¡Ya no hay códigos!

Por suerte para Matt, el brujo tuvo un momento de cordura, probablemente no duraría mucho así que se apuro a abrir la celda y en dirigirse hacia la salida.

-No es necesario que me lo digas dos veces, tuve suficiente de brujos y su apestosa ciudad para toda una temporada – Agarrándose el brazo herido, empapado de quien sabe cuánta cantidad de líquidos apestosos, con hambre y nauseas por partes iguales, salió de la prisión y se marcho de la isla sin mirar atrás.

Con suerte, la próxima vez que se encontrara con Gerrit sería en una situación más ventajosa para él, y entonces se pondrían a mano.
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