Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
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Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Había trascurrido seis meses tras la caída de Lunargenta y la evacuación del rey Siegfred. Un largo periodo de tiempo en el que tuvo que ser sometida como aprendiz de escudera de Lord Riward Tinegar, donde el entrenamiento se formaba a las afueras de Vuwulfar , bajó la lluvia y agresividad del tiempo.
Runa fue guiada hacia uno de los carruajes que seguían a Lord Riward junto a otras diecinueve personas más, hacia las profundidades del bosque, donde su propio entrenamiento y su misma vida, podían acabar en otra guerra más.
Había recibido muchos golpes en la cara, codazos, puñetazos, que se aumentaban cuando por instinto e impulso quería matar aquellos indeseables por darle tal paliza con la excusa que era instrucción a sus propios soldados. Aquella locura, y esa valentía de decir lo que pensaba de las personas le habían ocasionado tres costillas rotas, tres costillas rotas , marcas en su pálida piel y el labio partido… Más el pinchazo constante de su pequeño estomago que la provocaba vomitar a causa del estrés. Aquellos escudos de madera, no resistían todo.
Fueron dos semanas intensas.
No existía la comunicación, no tenía ni la remota idea de cómo se encontraba Alanna, donde se encontraría Huracán o que estaría haciendo aquel intrépido pelirrojo, solo tenía la mente en la epidemia, la destrucción, y sobre todo en que iba a pasar de ahora en adelante. La cantidad de muertos, y la incertidumbre si ella realmente conocería alguna de las victimas de aquella desdicha.
Volvieron a mandarla de regreso hacia las murallas, era una tarde gris y lluviosa, donde el frío se calaba hasta las entrañas. Empapada y llena de moratones pudo sentarse en el suelo con las piernas encogidas , como cuando era una niña y trató de cerrar los ojos para no creer en aquella realidad.
-Runa. Interrumpió su pequeño momento de tranquilidad un general que había viajado a por el pequeño grupo.
-Runa, tengo esto para ti. Le entregó el hombre del entrecejo blanco un sobre amarillo donde en el lugar del destinatario estaba escrito “Runa Thorgil”.
La muchacha observó al hombre y apenas le regaló una sonrisa.
Ojeo bien la carta, pensando que persona podía dejarle una carta hacia ella, las respuestas no eran difíciles realmente… Alanna podía ser la primera persona que podría haberla escrito para notificarla de algo urgente, luego en casi milésima de segundo también medito en que podría tratarse de aquel hombre que se hacía llamar su tío, aunque era una balanza poco convincente.
Con las manos temblorosas, la rasgó y sacó un papel que le tocó desdoblar donde decía “ Runa Thorgil, ha sido invitada al funeral de Huracán , esperamos verla allí para demostrarle su afecto y respeto” donde parecía que estaba firmada por una tal Harrowmont y la fecha había sido escrita hace más de dos meses.
Huracán. Aquella mujer que movía montañas y siempre se molestaba en pelearse con ella, como si la estúpida de Runa, quizás le devolviera un poco de juventud en cada uno de sus encuentros… Huracán, aquella cara cuervo que se había convertido en su amiga por la transparencia que siempre portaba, y ese mal carácter que tanto le hacía gracia.
Las palabras se le atragantaron en la garganta, o quizás era los buenos recuerdos, solo era consciente que la noticia le estaba escociendo, notaba como ardía por dentro, consumiéndose por no decirla a causa de su testarudez, que la quería como amiga a pesar de aquella extraña relación que siempre portaban.
Así mientras cerró la nota y la metió en el sobre atónita sin saber cómo reaccionar, dos lágrimas comenzaron a brotar por el arrepentimiento de no haber podido luchar a su lado ni haber estado frente su cuerpo.
Runa Thorgil nunca olvidaría aquella bruja.
Casi ni se percató debido a su estado, pero tras varias horas al fin llegaron, atravesando la muralla tratando de evitar a los infectados… Así el carruaje paró y todos sus compañeros comenzaron a bajar , algunos efusivos de volver a ver conocidos en buen estado, otros simplemente agarraban las armas y se disponían a acampar donde se les permitiese.
Runa, bajó despacio de el mismo, y miró a ambos lados viendo la pobreza y la unión humana por permanecer en pie, sin poder reconocer a nadie, así que caminó un poco rodeando la muralla con el propósito de decidir con que soldados acamparía aquella noche fría, y por azares del destino reconoció una melena a lo lejos rojiza.
-¿Schott?. Cuestionó confusa con una voz un poco apagada sabiendo que no sería escuchada.
Runa fue guiada hacia uno de los carruajes que seguían a Lord Riward junto a otras diecinueve personas más, hacia las profundidades del bosque, donde su propio entrenamiento y su misma vida, podían acabar en otra guerra más.
Había recibido muchos golpes en la cara, codazos, puñetazos, que se aumentaban cuando por instinto e impulso quería matar aquellos indeseables por darle tal paliza con la excusa que era instrucción a sus propios soldados. Aquella locura, y esa valentía de decir lo que pensaba de las personas le habían ocasionado tres costillas rotas, tres costillas rotas , marcas en su pálida piel y el labio partido… Más el pinchazo constante de su pequeño estomago que la provocaba vomitar a causa del estrés. Aquellos escudos de madera, no resistían todo.
Fueron dos semanas intensas.
No existía la comunicación, no tenía ni la remota idea de cómo se encontraba Alanna, donde se encontraría Huracán o que estaría haciendo aquel intrépido pelirrojo, solo tenía la mente en la epidemia, la destrucción, y sobre todo en que iba a pasar de ahora en adelante. La cantidad de muertos, y la incertidumbre si ella realmente conocería alguna de las victimas de aquella desdicha.
Volvieron a mandarla de regreso hacia las murallas, era una tarde gris y lluviosa, donde el frío se calaba hasta las entrañas. Empapada y llena de moratones pudo sentarse en el suelo con las piernas encogidas , como cuando era una niña y trató de cerrar los ojos para no creer en aquella realidad.
-Runa. Interrumpió su pequeño momento de tranquilidad un general que había viajado a por el pequeño grupo.
-Runa, tengo esto para ti. Le entregó el hombre del entrecejo blanco un sobre amarillo donde en el lugar del destinatario estaba escrito “Runa Thorgil”.
La muchacha observó al hombre y apenas le regaló una sonrisa.
Ojeo bien la carta, pensando que persona podía dejarle una carta hacia ella, las respuestas no eran difíciles realmente… Alanna podía ser la primera persona que podría haberla escrito para notificarla de algo urgente, luego en casi milésima de segundo también medito en que podría tratarse de aquel hombre que se hacía llamar su tío, aunque era una balanza poco convincente.
Con las manos temblorosas, la rasgó y sacó un papel que le tocó desdoblar donde decía “ Runa Thorgil, ha sido invitada al funeral de Huracán , esperamos verla allí para demostrarle su afecto y respeto” donde parecía que estaba firmada por una tal Harrowmont y la fecha había sido escrita hace más de dos meses.
Huracán. Aquella mujer que movía montañas y siempre se molestaba en pelearse con ella, como si la estúpida de Runa, quizás le devolviera un poco de juventud en cada uno de sus encuentros… Huracán, aquella cara cuervo que se había convertido en su amiga por la transparencia que siempre portaba, y ese mal carácter que tanto le hacía gracia.
Las palabras se le atragantaron en la garganta, o quizás era los buenos recuerdos, solo era consciente que la noticia le estaba escociendo, notaba como ardía por dentro, consumiéndose por no decirla a causa de su testarudez, que la quería como amiga a pesar de aquella extraña relación que siempre portaban.
Así mientras cerró la nota y la metió en el sobre atónita sin saber cómo reaccionar, dos lágrimas comenzaron a brotar por el arrepentimiento de no haber podido luchar a su lado ni haber estado frente su cuerpo.
Runa Thorgil nunca olvidaría aquella bruja.
Casi ni se percató debido a su estado, pero tras varias horas al fin llegaron, atravesando la muralla tratando de evitar a los infectados… Así el carruaje paró y todos sus compañeros comenzaron a bajar , algunos efusivos de volver a ver conocidos en buen estado, otros simplemente agarraban las armas y se disponían a acampar donde se les permitiese.
Runa, bajó despacio de el mismo, y miró a ambos lados viendo la pobreza y la unión humana por permanecer en pie, sin poder reconocer a nadie, así que caminó un poco rodeando la muralla con el propósito de decidir con que soldados acamparía aquella noche fría, y por azares del destino reconoció una melena a lo lejos rojiza.
-¿Schott?. Cuestionó confusa con una voz un poco apagada sabiendo que no sería escuchada.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
-Despierta, abre los ojos, ya hemos llegado-
Abrí los ojos lentamente, unas sombras difusas se agitaban frente a mí, no podía distinguir más que sombras, oía ruido de carros, de voces y de quejidos, y el olor, olor a brasas a gente y a muerte, hacía frio, mucho frio, no sentía las piernas, y gotas de suave lluvia caían sobre mi cara.
Traté de articular palabra, pero no pude, la cabeza, como me dolía la cabeza, apenas podía pensar claro, ¿Dónde estaba? ¿Qué día era? ¿Qué había pasado?
Traté de incorporarme pero un inmenso dolor me recorrió.
-Ey, ey ey para, aun estas hecho polvo-
La figura se comenzaba a dibujar frente a mí, un hombre, me pareció distinguir el emblema de la guardia sobre unos ropajes de ¿medico?
-EEfgg..ddoondd…ddeef.-Mascullé.
-Tranquilo tranquilo, ha sido un viaje largo, estas bien, estas vivo-
Mire a mi alrededor, parecía un sucio campamento de la guardia, distinguí las murallas de una ciudad, carruajes pasaban, pero todo eran caras largas, me di cuenta de que estaba en una camilla, sobre un carruaje.
-Ekkk…est…yoo…-
-Calma calma, estas bien, no estas infectado, estamos en Vulwufar, estas a salvo-
Las ideas se me iban aclarando, recordaba un baile, no, una gala, unas espadas, un barco.. aggg me dolía mucho la cabeza.
Con un increíble esfuerzo logre sentarme sobre la camilla, creía que me desplomaría en cualquier momento.
-D…donde estamos…-
-Vulwufar, o lo que queda de el- se resignó el hombre, que llevaba ropas del oficio médico.
Alcé la vista buscando algo conocido, algo familiar, no eran más que caras largas y gente desdichada, pero no, había una, reconocí una entre las demás.
-¿Ru..runa…?- exclamé con una voz aún muy débil.
-¿Quién?¿Ella?¿la conoces?- me preguntó el doctor –Eh tú, guardia, aquí, ¿conoces a este hombre?- le gritó el médico.
Si, era Runa, no podía creerlo, estaba bien, no pude contener mi alegría, solo la firme mano del doctor logro que no me cayese de la camilla.
-Ru…Runa…que alegría verte- sonreí, aun no podía levantar los brazos siquiera para dar un fuerte abrazo a mi amiga.
-¿Conoces a este hombre?, ¿disculpa lo puedo dejar contigo?, hay muchos más heridos que me reclaman, lo encontraron medio muerto en una aldea arrasada cerca de la costa, no está infectado, pero está hecho polvo, dale tiempo para recuperarse, si me disculpas, me temo que aun me quedan muchos pacientes por atender- se despidió el doctor que se perdió de nuevo en la marabunta de carretas.
-Runa…que..¿qué ha pasado?¿la infección? ¿El rey? ¿Esta? Agggg…mi cabeza- me revolví agarrándomela con las manos, estaba vendada –Y..y los demás….¿están los demás bien?¿están bien?¿que. Que ha pasado?- dije con los ojos llenos de lágrimas. –Lo siento. No estuve aquí…no pude….lo intenté, pero no pude…yooo..agg…- la cabeza de nuevo.
-Oh..Runa…que bien que estés aquí…que alegría verte…¿estás bien?¿estas…?..yooo…- Paré para toser fuertemente.
–Lo siento..justo cuando la guardia más necesaria era…no pude…los demás…¿cómo están?- farfullaba a la pobre Runa tratando de aclarar mi maltrecha cabeza, al menos estaba vivo, estaba entero, tocaba ponerse al trabajo de nuevo.
Abrí los ojos lentamente, unas sombras difusas se agitaban frente a mí, no podía distinguir más que sombras, oía ruido de carros, de voces y de quejidos, y el olor, olor a brasas a gente y a muerte, hacía frio, mucho frio, no sentía las piernas, y gotas de suave lluvia caían sobre mi cara.
Traté de articular palabra, pero no pude, la cabeza, como me dolía la cabeza, apenas podía pensar claro, ¿Dónde estaba? ¿Qué día era? ¿Qué había pasado?
Traté de incorporarme pero un inmenso dolor me recorrió.
-Ey, ey ey para, aun estas hecho polvo-
La figura se comenzaba a dibujar frente a mí, un hombre, me pareció distinguir el emblema de la guardia sobre unos ropajes de ¿medico?
-EEfgg..ddoondd…ddeef.-Mascullé.
-Tranquilo tranquilo, ha sido un viaje largo, estas bien, estas vivo-
Mire a mi alrededor, parecía un sucio campamento de la guardia, distinguí las murallas de una ciudad, carruajes pasaban, pero todo eran caras largas, me di cuenta de que estaba en una camilla, sobre un carruaje.
-Ekkk…est…yoo…-
-Calma calma, estas bien, no estas infectado, estamos en Vulwufar, estas a salvo-
Las ideas se me iban aclarando, recordaba un baile, no, una gala, unas espadas, un barco.. aggg me dolía mucho la cabeza.
Con un increíble esfuerzo logre sentarme sobre la camilla, creía que me desplomaría en cualquier momento.
-D…donde estamos…-
-Vulwufar, o lo que queda de el- se resignó el hombre, que llevaba ropas del oficio médico.
Alcé la vista buscando algo conocido, algo familiar, no eran más que caras largas y gente desdichada, pero no, había una, reconocí una entre las demás.
-¿Ru..runa…?- exclamé con una voz aún muy débil.
-¿Quién?¿Ella?¿la conoces?- me preguntó el doctor –Eh tú, guardia, aquí, ¿conoces a este hombre?- le gritó el médico.
Si, era Runa, no podía creerlo, estaba bien, no pude contener mi alegría, solo la firme mano del doctor logro que no me cayese de la camilla.
-Ru…Runa…que alegría verte- sonreí, aun no podía levantar los brazos siquiera para dar un fuerte abrazo a mi amiga.
-¿Conoces a este hombre?, ¿disculpa lo puedo dejar contigo?, hay muchos más heridos que me reclaman, lo encontraron medio muerto en una aldea arrasada cerca de la costa, no está infectado, pero está hecho polvo, dale tiempo para recuperarse, si me disculpas, me temo que aun me quedan muchos pacientes por atender- se despidió el doctor que se perdió de nuevo en la marabunta de carretas.
-Runa…que..¿qué ha pasado?¿la infección? ¿El rey? ¿Esta? Agggg…mi cabeza- me revolví agarrándomela con las manos, estaba vendada –Y..y los demás….¿están los demás bien?¿están bien?¿que. Que ha pasado?- dije con los ojos llenos de lágrimas. –Lo siento. No estuve aquí…no pude….lo intenté, pero no pude…yooo..agg…- la cabeza de nuevo.
-Oh..Runa…que bien que estés aquí…que alegría verte…¿estás bien?¿estas…?..yooo…- Paré para toser fuertemente.
–Lo siento..justo cuando la guardia más necesaria era…no pude…los demás…¿cómo están?- farfullaba a la pobre Runa tratando de aclarar mi maltrecha cabeza, al menos estaba vivo, estaba entero, tocaba ponerse al trabajo de nuevo.
Schott
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
No pudo evitar separar sus ojos almendrados de aquella cabellera, era un chico exactamente de la misma edad sentado en uno de los carruajes acompañado de un médico de la guardia. Al girar el muchacho la cabeza con la mirada curiosa y confusa tratando de encontrar a alguien, reconoció el rostro de la muchacha que se quedó atónita al verle, con sus músculos un poco vagos, o quizás era la impresión de volver a verlo después de tanto tiempo.
Un gran calor recorría en esos escasos segundos que observó a la distancia al chico del cabello otoñal, era la mayor de las alegrías saber que estaba vivo.
El médico llamó su atención con una orden que se acercase hacia ellos, así que la muchacha descongeló su tiempo y sus pies por inercia le conducían hasta él, como la muñeca de trapo que esperaba ser devuelta a su niña, como la lluvia que quería ser impactada contra la fuerte tierra, o la planta que brotaba con la esperanza que el sol siempre la iluminara.
El muchacho sonrió con sinceridad al verla, que sentido era siempre, como tenía la capacidad de pegar su felicidad. -Schott, ¡la alegría más me la llevo créeme! No pudo evitar la ex ladrona emocionarse a ver a su viejo amigo.
El momento fue interrumpido por el doctor que le hizo la petición que aguardara junto a él, aquel hombre tenía muchas vidas que tratar que la del pelirrojo, que como siempre estaba para el arrastre, para variar. –No se preocupe, puede marcharse. Le respondió sentándose al lado del muchacho.-Yo cuidaré de él.
El hombre agarro sus instrumentos y se dirigió al siguiente carromato, y la muchacha como siempre tan impulsiva, o quizás tratando de hacerse la fuerte empezó a sonreír a su compañero, el cual en cuanto cruzó la mirada con Runa comenzó a llorar poniéndose nervioso. Parecía que tenía molestias, las vendas de su cabeza estaban un poco manchadas, no tenía ni la remota idea que había sido del muchacho, pero parecía dolido y preocupado por todo, y todos.
- Calma zarigüeya, es normal que estés confuso. Trató de bromear para que se calmase. – No sé qué ocurrió con su Majestad, sólo sé que tuvo que desertar de Lunargenta y está bajo protección, y el motivo que me imagino que sabrás es esta epidemia, por la cual aún no se sabe cura. Runa tampoco tenía tanto conocimiento de todo lo que ocurría alrededor.-Pero estoy segura que encontraremos una solución, o volveremos a reconstruir un nuevo hogar. Puso su mano en la ancha espalda del pelirrojo para tranquilizarle, estaban en tensión, era normal la confusión, el miedo… ¡Hasta la tonta de Runa tenía miedo!
Secó las lagrimas del muchacho con el dedo índice de mano derecha , y tratando de controlar todas las emociones empezó a responder todas las demás preguntas.-¿Los demás?, pues realmente no tengo noticias de Alanna. Aunque me imagino que es bueno, sino estaría en algún tipo de problema, y de Eltrant Tale después de aquella patrulla tampoco conocimiento. Hizo una pausa tranquila y tomó aire de nuevo.- Aunque es buen guerrero, así que estará bien. Soltó una pequeña carcajada.-De Ashryn tampoco. Añadió seguidamente.-Y Huracán…
Volvió a notar el nudo en la garganta al recordar la carta, saber en cual había sido su destino y tener que darle de sopetón una noticia tan impactante no era la mejor de las ideas, así como se le daba bien hacer de pájaros en la cabeza, trató de desviar el tema hacia otra parte.
-No te preocupes Schott, no has tenido culpa de nada. Esto nos ha cogido a todos con las bragas abajo. Trató de humorizar el asunto.- ¿Yo? , estuve bien dentro de lo que cabe. Contestó visualizando aquellos momentos de infierno tras el entrenamiento, sintiendo el dolor de los golpes, y comenzando a temblar gracias a su ropa húmeda. – Me alegro de verte con vida, de verdad. No sabes lo preocupada que estaba con que no te hubieras matado tropezando con una piedra o cayéndote de un burro ja ja ja.
Aquel muchacho en ocasiones era un desdichado como ella, pero poseía una fortuna inigualable de la cual la mayoría de las personas no se daban cuenta.-¿Cómo has estado Schotty?.Preguntó curiosa.-Estas muy herido… Añadiendo buscando una pequeña poción curativa que les entregaban en los entrenamientos para que pudiesen soportar mejor la carga, la agarró y la puso en manos del muchacho.-Bebe, te sentirás mejor. Cuando tengas fuerzas buscaremos un fuego y tendrás que contarme todas hazañas.
Así lo abrazo con ternura, y feliz por haberlo vuelto a reencontrar, no sabía cuanto tiempo podría disfrutar de su compañía, pero merecía la pena escuchar cada una de las anécdotas que el tuviera que soltar.
Un gran calor recorría en esos escasos segundos que observó a la distancia al chico del cabello otoñal, era la mayor de las alegrías saber que estaba vivo.
El médico llamó su atención con una orden que se acercase hacia ellos, así que la muchacha descongeló su tiempo y sus pies por inercia le conducían hasta él, como la muñeca de trapo que esperaba ser devuelta a su niña, como la lluvia que quería ser impactada contra la fuerte tierra, o la planta que brotaba con la esperanza que el sol siempre la iluminara.
El muchacho sonrió con sinceridad al verla, que sentido era siempre, como tenía la capacidad de pegar su felicidad. -Schott, ¡la alegría más me la llevo créeme! No pudo evitar la ex ladrona emocionarse a ver a su viejo amigo.
El momento fue interrumpido por el doctor que le hizo la petición que aguardara junto a él, aquel hombre tenía muchas vidas que tratar que la del pelirrojo, que como siempre estaba para el arrastre, para variar. –No se preocupe, puede marcharse. Le respondió sentándose al lado del muchacho.-Yo cuidaré de él.
El hombre agarro sus instrumentos y se dirigió al siguiente carromato, y la muchacha como siempre tan impulsiva, o quizás tratando de hacerse la fuerte empezó a sonreír a su compañero, el cual en cuanto cruzó la mirada con Runa comenzó a llorar poniéndose nervioso. Parecía que tenía molestias, las vendas de su cabeza estaban un poco manchadas, no tenía ni la remota idea que había sido del muchacho, pero parecía dolido y preocupado por todo, y todos.
- Calma zarigüeya, es normal que estés confuso. Trató de bromear para que se calmase. – No sé qué ocurrió con su Majestad, sólo sé que tuvo que desertar de Lunargenta y está bajo protección, y el motivo que me imagino que sabrás es esta epidemia, por la cual aún no se sabe cura. Runa tampoco tenía tanto conocimiento de todo lo que ocurría alrededor.-Pero estoy segura que encontraremos una solución, o volveremos a reconstruir un nuevo hogar. Puso su mano en la ancha espalda del pelirrojo para tranquilizarle, estaban en tensión, era normal la confusión, el miedo… ¡Hasta la tonta de Runa tenía miedo!
Secó las lagrimas del muchacho con el dedo índice de mano derecha , y tratando de controlar todas las emociones empezó a responder todas las demás preguntas.-¿Los demás?, pues realmente no tengo noticias de Alanna. Aunque me imagino que es bueno, sino estaría en algún tipo de problema, y de Eltrant Tale después de aquella patrulla tampoco conocimiento. Hizo una pausa tranquila y tomó aire de nuevo.- Aunque es buen guerrero, así que estará bien. Soltó una pequeña carcajada.-De Ashryn tampoco. Añadió seguidamente.-Y Huracán…
Volvió a notar el nudo en la garganta al recordar la carta, saber en cual había sido su destino y tener que darle de sopetón una noticia tan impactante no era la mejor de las ideas, así como se le daba bien hacer de pájaros en la cabeza, trató de desviar el tema hacia otra parte.
-No te preocupes Schott, no has tenido culpa de nada. Esto nos ha cogido a todos con las bragas abajo. Trató de humorizar el asunto.- ¿Yo? , estuve bien dentro de lo que cabe. Contestó visualizando aquellos momentos de infierno tras el entrenamiento, sintiendo el dolor de los golpes, y comenzando a temblar gracias a su ropa húmeda. – Me alegro de verte con vida, de verdad. No sabes lo preocupada que estaba con que no te hubieras matado tropezando con una piedra o cayéndote de un burro ja ja ja.
Aquel muchacho en ocasiones era un desdichado como ella, pero poseía una fortuna inigualable de la cual la mayoría de las personas no se daban cuenta.-¿Cómo has estado Schotty?.Preguntó curiosa.-Estas muy herido… Añadiendo buscando una pequeña poción curativa que les entregaban en los entrenamientos para que pudiesen soportar mejor la carga, la agarró y la puso en manos del muchacho.-Bebe, te sentirás mejor. Cuando tengas fuerzas buscaremos un fuego y tendrás que contarme todas hazañas.
Así lo abrazo con ternura, y feliz por haberlo vuelto a reencontrar, no sabía cuanto tiempo podría disfrutar de su compañía, pero merecía la pena escuchar cada una de las anécdotas que el tuviera que soltar.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Escuché atento cuanto Runa me contaba, yo era sin duda un afortunado de contar con ella, me serené y sonreí cuando me reconfortó.
-Gracias Runa, no.no tenías por que… es genial tenerte aquí- sonreí abrumado mientras dejaba que me secase las lágrimas, ya comenzaba a notar las extremidades.
-Si..si, eso haremos honraremos este uniforme- sonreí ante el optimismo de Runa, al mal tiempo buena cara, esa era una estupenda filosofía.
Por lo visto tampoco tenía demasiada idea de donde estaban los demás, yo esperaba sinceramente que estuviesen bien y a salvo, como los extrañaba.
-No..no, estoy…estoy bien, no recuerdo como me hice esto jaja, espero que no fuese demasiado lamentable…yo… solo.necesito ponerme en marcha, he estado peor jaja, tu bien lo sabes- dije sonriendo recuperando la movilidad de las piernas.
Agradecí enormemente la poción que Runa me tendía, era bastante simple, pero me venía estupendamente en mi estado, creo que jamás había probado nada igual.
-Ohh..gra..gracias Runa, esto es justo lo que necesitaba..no…no sabes cómo te lo agradezco, eres demasiado buena conmigo- le dedique mi mejor sonrisa.
–Venga si, tienes razón, vamos a otro sitio, además quiero dejar libre esta camilla, hay mucha gente que está peor que yo- dije contemplando el desolador panorama.
Ayudándome del hombro de Runa busqué con la mirada alguna hoguera que estuviese libre para calentar algo mis doloridos huesos, vi una apropiada junto a un carro volcado, el fuego aun aguantaba aunque tenía una espada clavada en ella, pero allí yo podría apoyar mi maltrecha espalda en el carro.
Me recosté como bien pude agradeciéndole a Runa el esfuerzo -Yo…no se bien que ha pasado la verdad, recuerdo que hubo una fiesta, no, una entrega de premios, tú estabas si, mierda, si creo que te debía un baile- me disculpé sonrojado, maldición era cierto, dije a Runa que bailaría con ella y luego no tuve ocasión, no dejaría que ese error se repitiera -Y después no..no me acuerdo, creo que tome un barco…¿nos hundimos?..no..no recuerdo, recuerdo una aldea, fuego, luego ya estaba aquí- conté con todas mis fuerzas tratando de aclarar mi dura mollera. –Yo…lo lamento….lamento no poder recordar más..yo…uf me dieron bien duro- me disculpé frotándome la cabeza –Bueno lo importante es que estamos bien, que tu estas bien, y mientras nos quede aliento, la guardia resistirá- sonreí tratando de devolver ese genial optimismo que mi querida Runa me había dado.
-Gracias Runa, no.no tenías por que… es genial tenerte aquí- sonreí abrumado mientras dejaba que me secase las lágrimas, ya comenzaba a notar las extremidades.
-Si..si, eso haremos honraremos este uniforme- sonreí ante el optimismo de Runa, al mal tiempo buena cara, esa era una estupenda filosofía.
Por lo visto tampoco tenía demasiada idea de donde estaban los demás, yo esperaba sinceramente que estuviesen bien y a salvo, como los extrañaba.
-No..no, estoy…estoy bien, no recuerdo como me hice esto jaja, espero que no fuese demasiado lamentable…yo… solo.necesito ponerme en marcha, he estado peor jaja, tu bien lo sabes- dije sonriendo recuperando la movilidad de las piernas.
Agradecí enormemente la poción que Runa me tendía, era bastante simple, pero me venía estupendamente en mi estado, creo que jamás había probado nada igual.
-Ohh..gra..gracias Runa, esto es justo lo que necesitaba..no…no sabes cómo te lo agradezco, eres demasiado buena conmigo- le dedique mi mejor sonrisa.
–Venga si, tienes razón, vamos a otro sitio, además quiero dejar libre esta camilla, hay mucha gente que está peor que yo- dije contemplando el desolador panorama.
Ayudándome del hombro de Runa busqué con la mirada alguna hoguera que estuviese libre para calentar algo mis doloridos huesos, vi una apropiada junto a un carro volcado, el fuego aun aguantaba aunque tenía una espada clavada en ella, pero allí yo podría apoyar mi maltrecha espalda en el carro.
Me recosté como bien pude agradeciéndole a Runa el esfuerzo -Yo…no se bien que ha pasado la verdad, recuerdo que hubo una fiesta, no, una entrega de premios, tú estabas si, mierda, si creo que te debía un baile- me disculpé sonrojado, maldición era cierto, dije a Runa que bailaría con ella y luego no tuve ocasión, no dejaría que ese error se repitiera -Y después no..no me acuerdo, creo que tome un barco…¿nos hundimos?..no..no recuerdo, recuerdo una aldea, fuego, luego ya estaba aquí- conté con todas mis fuerzas tratando de aclarar mi dura mollera. –Yo…lo lamento….lamento no poder recordar más..yo…uf me dieron bien duro- me disculpé frotándome la cabeza –Bueno lo importante es que estamos bien, que tu estas bien, y mientras nos quede aliento, la guardia resistirá- sonreí tratando de devolver ese genial optimismo que mi querida Runa me había dado.
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
El entrañable muchacho sentía una tremenda confusión, cuando Runa le entregó la poción y de un plumazo este se la bebió para recuperar cuanto antes energías, la muchacha sabía que todavía trataría de rebuscar algunas respuestas, sobre los demás, sobre él, sobre lo sucedido, sobre aquella mancha negra que había permanecido pegada durante esa cantidad de meses.
Un poco delicada, le devolvió la sonrisa a su amigo, asintió ante su comentario de que era hora de moverse de la camilla, y trató de apoyarlo sobre su pequeño hombro a pesar de estar hecho trizas para caminar hacia una fogata que apenas se encontraba a varios pasos de ellos.
Runa nunca fue consciente de la altura de Schott, siempre pasaba la mayoría del tiempo defendiéndolo a capa y espada o quizás bromeando en sitios demasiado resguardados como para haberse dado cuenta que el muchacho le sacaba una cabeza.
Qué ironía que una muchacha que hacía tiempo se había vuelto su amiga nunca se percató de aquel detalle.
Lo arrastró por así decirlo, hasta un carromato volcado frente el fuego, solo lo que su cuerpo dolorido pudo soportar. Dejó que el pelirrojo apoyara su espalda en el carruaje y ella aún saco fuerzas para andar unos pocos pasos más hacía un tablón seco que se encontraba escaso un metro de ellos, y atraparlo para llevarlo hasta el fuego. Schott comenzaba a recordar pequeños fragmentos, entre ellos nombraba la gala, donde fue consciente que aún se debían un baile.-¿Aun recuerdas eso?. Preguntó soltando una risotada nerviosa al volver a tener ese recuerdo. Luego más tarde , aún frotando su cabeza, o más bien aguantando el peso sobre ella, nombraba algo de un barco, ¿un naufragio? – Espera, ¿Qué?, ¿Qué barco Schott?. Le cuestionó curiosa, pero rápidamente se dio cuenta que no era buena idea indagar en esos recuerdos.-No importa, olvídalo. Trató de evitar sabiendo que su compañero no dejaría la conversación ahí.
Ambos pertenecían a la clase pobre, una vida donde si tenías demasiada suerte despertabas siendo viejo , con las paredes agrietadas, las murallas destruidas , permaneciendo de pie y pasando frío porque sus ropas no son lo suficiente gruesas. Ya estaban metidos en una guerra, en una destrucción como para andar escarbando en los malos recuerdos de una odisea que de la que solo sacaba pequeñas partes como aquellos puzles de madera que tenían en la biblioteca de los condes.
Les quedaba sentirse apreciados, sentirse llenos gracias a la compañía y permanecer vivos un día más, antes que la enfermedad consumiera o el invierno tomará lo que tenía en cuenta con los humanos.
La muchacha lanzó el tablón al fuego y se sentó al lado de su amigo.-Sabes que sí, todo irá bien. Le afirmó a su compañero mientras tomaba la confianza de apoyar su cabeza en su hombro derecho, ligera, como una pluma.
-Cuando salgamos de esto, tenemos que meternos un atracón de carne asada y cerveza. Cambió su tono a un color más suave y relajante, mientras se frotaba los brazos con la intención de coger calor más rápido que el fuego pudiera secarle los ropajes.
Así, mientras por un momento disfrutaba del sonido de la madera consumirse, y realmente experimentaba felicidad tras haber sido una desdichada durante ese tiempo sin noticias, quizás pensó por un momento que no necesitaba más.
Cerró los ojos tratando de controlar aquellos sentimientos amargos que no paraban de recorrer su estomago y su garganta, todos los que conocía ahora podían ser una simple sombra que se quedaba en el firmamento, como Huracán.
Tomó aire aún apoyada en el muchacho con los ojos llenos de vida, y abrió su visión hacia la hoguera para dejar sus labios moverse casi por voluntad propia.
-Schott. Nunca me hablaste de tu familia.-Soltó sin casi inmutarse.-Nunca me has hablado sobre ti, solo tengo conocimiento que eres herrero, que no eres un buen jinete de burros y te esfuerzas por bailar. Así regaló una sonrisa tímida, pero con la sensación que se quitaba un peso enorme encima, eran amigos desde hace tiempo y apenas sabía nada de él.
A veces el destino era curioso, juntaba un simple un herrero y una ladrona bajo el mandato de la guardia, sabiendo que existían personas más cualificadas aunque posiblemente no más verdaderas.
Un poco delicada, le devolvió la sonrisa a su amigo, asintió ante su comentario de que era hora de moverse de la camilla, y trató de apoyarlo sobre su pequeño hombro a pesar de estar hecho trizas para caminar hacia una fogata que apenas se encontraba a varios pasos de ellos.
Runa nunca fue consciente de la altura de Schott, siempre pasaba la mayoría del tiempo defendiéndolo a capa y espada o quizás bromeando en sitios demasiado resguardados como para haberse dado cuenta que el muchacho le sacaba una cabeza.
Qué ironía que una muchacha que hacía tiempo se había vuelto su amiga nunca se percató de aquel detalle.
Lo arrastró por así decirlo, hasta un carromato volcado frente el fuego, solo lo que su cuerpo dolorido pudo soportar. Dejó que el pelirrojo apoyara su espalda en el carruaje y ella aún saco fuerzas para andar unos pocos pasos más hacía un tablón seco que se encontraba escaso un metro de ellos, y atraparlo para llevarlo hasta el fuego. Schott comenzaba a recordar pequeños fragmentos, entre ellos nombraba la gala, donde fue consciente que aún se debían un baile.-¿Aun recuerdas eso?. Preguntó soltando una risotada nerviosa al volver a tener ese recuerdo. Luego más tarde , aún frotando su cabeza, o más bien aguantando el peso sobre ella, nombraba algo de un barco, ¿un naufragio? – Espera, ¿Qué?, ¿Qué barco Schott?. Le cuestionó curiosa, pero rápidamente se dio cuenta que no era buena idea indagar en esos recuerdos.-No importa, olvídalo. Trató de evitar sabiendo que su compañero no dejaría la conversación ahí.
Ambos pertenecían a la clase pobre, una vida donde si tenías demasiada suerte despertabas siendo viejo , con las paredes agrietadas, las murallas destruidas , permaneciendo de pie y pasando frío porque sus ropas no son lo suficiente gruesas. Ya estaban metidos en una guerra, en una destrucción como para andar escarbando en los malos recuerdos de una odisea que de la que solo sacaba pequeñas partes como aquellos puzles de madera que tenían en la biblioteca de los condes.
Les quedaba sentirse apreciados, sentirse llenos gracias a la compañía y permanecer vivos un día más, antes que la enfermedad consumiera o el invierno tomará lo que tenía en cuenta con los humanos.
La muchacha lanzó el tablón al fuego y se sentó al lado de su amigo.-Sabes que sí, todo irá bien. Le afirmó a su compañero mientras tomaba la confianza de apoyar su cabeza en su hombro derecho, ligera, como una pluma.
-Cuando salgamos de esto, tenemos que meternos un atracón de carne asada y cerveza. Cambió su tono a un color más suave y relajante, mientras se frotaba los brazos con la intención de coger calor más rápido que el fuego pudiera secarle los ropajes.
Así, mientras por un momento disfrutaba del sonido de la madera consumirse, y realmente experimentaba felicidad tras haber sido una desdichada durante ese tiempo sin noticias, quizás pensó por un momento que no necesitaba más.
Cerró los ojos tratando de controlar aquellos sentimientos amargos que no paraban de recorrer su estomago y su garganta, todos los que conocía ahora podían ser una simple sombra que se quedaba en el firmamento, como Huracán.
Tomó aire aún apoyada en el muchacho con los ojos llenos de vida, y abrió su visión hacia la hoguera para dejar sus labios moverse casi por voluntad propia.
-Schott. Nunca me hablaste de tu familia.-Soltó sin casi inmutarse.-Nunca me has hablado sobre ti, solo tengo conocimiento que eres herrero, que no eres un buen jinete de burros y te esfuerzas por bailar. Así regaló una sonrisa tímida, pero con la sensación que se quitaba un peso enorme encima, eran amigos desde hace tiempo y apenas sabía nada de él.
A veces el destino era curioso, juntaba un simple un herrero y una ladrona bajo el mandato de la guardia, sabiendo que existían personas más cualificadas aunque posiblemente no más verdaderas.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Agradecí encantado los cuidados de la atenta Runa, que grato se sentía estar de vuelta.
Me estremecí un momento recuperando calor en la hoguera, el cielo encapotado y la fina lluvia acrecentaban el efecto del frío, Runa apoyó su cabeza en mi hombro, noté que no me dolía, supongo que serían los efectos de la poción.
-Sí, un buen lechazo, en su jugo, y una buena pinta de cebada, uff, casi puedo saborearla- imagine con los ojos cerrados, aunque solo podía saborear un leve regusto a sangre.
Y aguardé allí en el calor de la hoguera, disfrutando de la grata compañía de Runa, parecía un auténtico oasis de paz en el barrizal de sufrimiento que nos rodeaba, solo esperaba que este momento durase eternamente.
En estas que Runa me preguntó acerca de mis padres, era cierto, creo que nunca había hablado de ellos.
-¿Jinete de burros? Jaja esa si es buena- sonreí –Sobre mis padres pues no hay mucho que contar- dije con el rostro algo más sombrío.
-Mis padres eran buenos, justos, quizás algo sobreprotectores, jeje, ¿pero qué padres no lo eran? Mi madre era muy devota y mi padre cantaba fatal y tocaba aun peor Jajaja, supongo que de él me viene, me crie pues en una aldea cerca de Lunargenta, al norte, nos dedicábamos a la minería, del carbón, si, era un trabajo duro, pero honrado, y nos daba para vivir, les ayudaba en todo lo que podía, era muy feliz, incluso aprendí a leer, eran buenos tiempos –Sonreí
–Pero como todo, aquello se acabó, un día hubo un accidente en la mina, nunca supe que era, algunos hablaban de un artefacto o de un derrumbe, o que se yo, mis padres…. Murieron- dije visiblemente afectado- Y yo mismo casi muero también, por suerte un bio, de los modelos antiguos que estaba de paso en la aldea entró raudo en pozo y logró sacarme, a costa de su propia vida. –
Tragué saliva y me froté la cara- Y así fue, la verdad procuro no pensar mucho en ello, se que no debería, pero….nose..me duele- dije tratando de aclararme el brillo de los ojos.
Carraspeé- ¿Bueno y tú? Jeje, tampoco sé nada de la famosa ladrona Runa, ¿Dónde te criaste?- sonreí, lo cierto era que yo tampoco sabía nada de ella, pero entonces un escalofrío me recorrió la espalda, si Runa era una ladrona que vagaba por las calles, su infancia habrá sido más dura que la mía, diablos no debí haber preguntado. –Bu..bueno si quieres contralo claro- sonreí aclarándome el rostro.
Me estremecí un momento recuperando calor en la hoguera, el cielo encapotado y la fina lluvia acrecentaban el efecto del frío, Runa apoyó su cabeza en mi hombro, noté que no me dolía, supongo que serían los efectos de la poción.
-Sí, un buen lechazo, en su jugo, y una buena pinta de cebada, uff, casi puedo saborearla- imagine con los ojos cerrados, aunque solo podía saborear un leve regusto a sangre.
Y aguardé allí en el calor de la hoguera, disfrutando de la grata compañía de Runa, parecía un auténtico oasis de paz en el barrizal de sufrimiento que nos rodeaba, solo esperaba que este momento durase eternamente.
En estas que Runa me preguntó acerca de mis padres, era cierto, creo que nunca había hablado de ellos.
-¿Jinete de burros? Jaja esa si es buena- sonreí –Sobre mis padres pues no hay mucho que contar- dije con el rostro algo más sombrío.
-Mis padres eran buenos, justos, quizás algo sobreprotectores, jeje, ¿pero qué padres no lo eran? Mi madre era muy devota y mi padre cantaba fatal y tocaba aun peor Jajaja, supongo que de él me viene, me crie pues en una aldea cerca de Lunargenta, al norte, nos dedicábamos a la minería, del carbón, si, era un trabajo duro, pero honrado, y nos daba para vivir, les ayudaba en todo lo que podía, era muy feliz, incluso aprendí a leer, eran buenos tiempos –Sonreí
–Pero como todo, aquello se acabó, un día hubo un accidente en la mina, nunca supe que era, algunos hablaban de un artefacto o de un derrumbe, o que se yo, mis padres…. Murieron- dije visiblemente afectado- Y yo mismo casi muero también, por suerte un bio, de los modelos antiguos que estaba de paso en la aldea entró raudo en pozo y logró sacarme, a costa de su propia vida. –
Tragué saliva y me froté la cara- Y así fue, la verdad procuro no pensar mucho en ello, se que no debería, pero….nose..me duele- dije tratando de aclararme el brillo de los ojos.
Carraspeé- ¿Bueno y tú? Jeje, tampoco sé nada de la famosa ladrona Runa, ¿Dónde te criaste?- sonreí, lo cierto era que yo tampoco sabía nada de ella, pero entonces un escalofrío me recorrió la espalda, si Runa era una ladrona que vagaba por las calles, su infancia habrá sido más dura que la mía, diablos no debí haber preguntado. –Bu..bueno si quieres contralo claro- sonreí aclarándome el rostro.
Schott
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Aquella pregunta quizás no había sido tan mala. La muchacha notaba al principio como recordaba con una voz dulce y cálida su vida en aquel poblado en las afueras de Lunargenta, se acomodaba más en su hombro con cada temblor cálido de su carismática voz, se sentía bastante apreciada a que el muchacho tuviera la confianza realmente de contarle sobre su pasado aunque ella misma le había preguntado. Era un poco tonta para estas ocasiones, era el tipo de persona que de cuerpo aparentaba una chiquilla un poco ruda y maleducada, pero una vez que tocabas su pequeña cajita, como ella la llamaba, seguía siendo una inocente muchacha a la que se le iluminaba la mirada.
Realmente su vida no debió de ser fácil tampoco, escuchar la noticia de la muertes de sus padres en plena mina debió de ser un golpe bastante duro para él. Ahora entendía porque poseía ese carácter tan lleno de vida a pesar de las malas situaciones.Era una época donde eras duro o te ablandaban a base de palos como un perro pulgoso, el mismo perro pulgoso que de casualidad siempre suele pedir una rodaja de pan.
Lo siento.Trató de no interrumpir mientras notaba la vibración de su voz más apagada.-Quizás no debí de preguntar algo así es que....- Y la conversación se cambió de lado cuando el muchacho le preguntó acerca sobre su pasado.
-¿Donde me críe?. Permaneció unos pequeños segundos callada y tomó aire.- Pues me críe en la frontera de la ciudad, bueno al menos los primeros cuatro años de mi vida fueron en aquella casa. ¿Nunca has ido casi llegando al bosque y viste una enorme casa incendiada?, pues esa casa era de mis padres.- Paró la frase, con la intención de revelarlo que ocurrió el día en el que ella murió, pero no era fácil. Nunca fue fácil.
- Mi infancia básicamente se ha basado en la calle después de ese incendio. ¿Recuerdas aquella bruja que estaba a mi lado el día que trataron de ejecutarme?, pues esa mujer es mi madre por decirlo de algún modo, y fue la misma que provocó el incendio de la casa conmigo y mi padre dentro de ella.- Soltó un pequeño temblor al recordar cada uno de los momentos.-Obviamente falló como el día de la ejecución y mi padre , al perder su puesto de soldado y no recibir ayuda nos quedamos en la calle sin nada- Volvió a parar, estaba siendo consciente que la historia era más un drama que una comedia , tampoco tenía la intención de que su amigo se apiadara de ella, pero realmente soltar todo aquel peso estaba mereciendo la pena.
-Y bueno. Ahí sobrevivimos como podíamos, aunque a veces conllevara a robar comida. También me enseñó a pelear gracias a su antiguo puesto y realmente eso me ayudó cuando el falleció y me quedé sola. Después de aquello no hay nada más que contar, solo una chiquilla desdichada que no sabe ni como ha sobrevivido jajajaja- Aunque le dolía, y en pequeña parte recordaba a su fallecido padre con afecto, prefería poner una buena cara y dejar el pasado atrás.
-Estas muy cómodo. Creo que me voy a quedar dormida así apoyada. Hacía días que no disfrutaba de algo que no fuera el mismo suelo.- Cambió su voz con cariño, no quería que Schott estuviera triste. Las situaciones ya eran penosas, ya era todo una odisea y un peso, como para hacer al muchacho una mala noche, justo cuando se habían reencontrado.
Realmente su vida no debió de ser fácil tampoco, escuchar la noticia de la muertes de sus padres en plena mina debió de ser un golpe bastante duro para él. Ahora entendía porque poseía ese carácter tan lleno de vida a pesar de las malas situaciones.Era una época donde eras duro o te ablandaban a base de palos como un perro pulgoso, el mismo perro pulgoso que de casualidad siempre suele pedir una rodaja de pan.
Lo siento.Trató de no interrumpir mientras notaba la vibración de su voz más apagada.-Quizás no debí de preguntar algo así es que....- Y la conversación se cambió de lado cuando el muchacho le preguntó acerca sobre su pasado.
-¿Donde me críe?. Permaneció unos pequeños segundos callada y tomó aire.- Pues me críe en la frontera de la ciudad, bueno al menos los primeros cuatro años de mi vida fueron en aquella casa. ¿Nunca has ido casi llegando al bosque y viste una enorme casa incendiada?, pues esa casa era de mis padres.- Paró la frase, con la intención de revelarlo que ocurrió el día en el que ella murió, pero no era fácil. Nunca fue fácil.
- Mi infancia básicamente se ha basado en la calle después de ese incendio. ¿Recuerdas aquella bruja que estaba a mi lado el día que trataron de ejecutarme?, pues esa mujer es mi madre por decirlo de algún modo, y fue la misma que provocó el incendio de la casa conmigo y mi padre dentro de ella.- Soltó un pequeño temblor al recordar cada uno de los momentos.-Obviamente falló como el día de la ejecución y mi padre , al perder su puesto de soldado y no recibir ayuda nos quedamos en la calle sin nada- Volvió a parar, estaba siendo consciente que la historia era más un drama que una comedia , tampoco tenía la intención de que su amigo se apiadara de ella, pero realmente soltar todo aquel peso estaba mereciendo la pena.
-Y bueno. Ahí sobrevivimos como podíamos, aunque a veces conllevara a robar comida. También me enseñó a pelear gracias a su antiguo puesto y realmente eso me ayudó cuando el falleció y me quedé sola. Después de aquello no hay nada más que contar, solo una chiquilla desdichada que no sabe ni como ha sobrevivido jajajaja- Aunque le dolía, y en pequeña parte recordaba a su fallecido padre con afecto, prefería poner una buena cara y dejar el pasado atrás.
-Estas muy cómodo. Creo que me voy a quedar dormida así apoyada. Hacía días que no disfrutaba de algo que no fuera el mismo suelo.- Cambió su voz con cariño, no quería que Schott estuviera triste. Las situaciones ya eran penosas, ya era todo una odisea y un peso, como para hacer al muchacho una mala noche, justo cuando se habían reencontrado.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Runa no pareció incomodarse con mi pregunta, cosa que me alegró, dejé que se acomodase en mi hombro mientras me contaba su infancia, esperaba que el momento no acabase nunca.
-Hmmm, quizás haya pasado por alli, algo me suena no recuerdo bien, perdon bueno continúa- la sonreí –Sisi, la bruja si me acuerdo…vaya…no tenía ni idea…yo…uff..Lo siento- dije preocupado de haber removido malos recuerdos de su pasado.
-…fuiste muy valiente..no..no te preocupes, seguro que ahora que estamos en la guardia, tu padre estaría orgulloso- dije señalando a mi alrededor, aunque el campo embarrado lleno de soldados agotados e infectados moribundos quizás no era el mejor escenario.
Unos guardias pasaron corriendo junto a nosotros y salpicaron un charco que me manchó la cara.
-Pfff..ajaja- sonreí limpiándome con la manga -¿Antes hablo eh? Jaja-
Runa se acomodó en mi hombro, se la notaba cansada y yo también, ambos nos merecíamos algo de paz y descanso.
-Sisi, duerme, la verdad es que yo también estoy bastante molido y la noche se está cerniendo- Mire a la hoguera, aun aguantaría algo mas –Pues ponte cómoda que yo..aghh..-me reacomodé bien apoyado en la carreta, no se estaba tan mal como podía parecer –Si sucede algo la alarma nos despertará, yo creo que uaaaghh- solté un bostezo involuntario
–Duerme duerme, yo montaré guardia jaja- sonreí aunque ambos sabíamos que me iba a quedar dormido seguramente el primero.
-Buenas noches- dije con una sonrisa cubriéndonos un poco con una lona rasgada que colgaba de la carreta, quizás no era una situación muy idílica, pero yo no la cambiaría por nada del mundo.
-Hmmm, quizás haya pasado por alli, algo me suena no recuerdo bien, perdon bueno continúa- la sonreí –Sisi, la bruja si me acuerdo…vaya…no tenía ni idea…yo…uff..Lo siento- dije preocupado de haber removido malos recuerdos de su pasado.
-…fuiste muy valiente..no..no te preocupes, seguro que ahora que estamos en la guardia, tu padre estaría orgulloso- dije señalando a mi alrededor, aunque el campo embarrado lleno de soldados agotados e infectados moribundos quizás no era el mejor escenario.
Unos guardias pasaron corriendo junto a nosotros y salpicaron un charco que me manchó la cara.
-Pfff..ajaja- sonreí limpiándome con la manga -¿Antes hablo eh? Jaja-
Runa se acomodó en mi hombro, se la notaba cansada y yo también, ambos nos merecíamos algo de paz y descanso.
-Sisi, duerme, la verdad es que yo también estoy bastante molido y la noche se está cerniendo- Mire a la hoguera, aun aguantaría algo mas –Pues ponte cómoda que yo..aghh..-me reacomodé bien apoyado en la carreta, no se estaba tan mal como podía parecer –Si sucede algo la alarma nos despertará, yo creo que uaaaghh- solté un bostezo involuntario
–Duerme duerme, yo montaré guardia jaja- sonreí aunque ambos sabíamos que me iba a quedar dormido seguramente el primero.
-Buenas noches- dije con una sonrisa cubriéndonos un poco con una lona rasgada que colgaba de la carreta, quizás no era una situación muy idílica, pero yo no la cambiaría por nada del mundo.
Schott
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Las palabras de consuelo de Ronald cayeron suavemente como una pluma hacía su corazón.Tenía razón en la pequeña frase que mencionó sobre su mismo padre, quizás si estaría orgulloso que su pequeña tomará el camino que él mismo echó a perder.-Si, en eso llevas toda la razón- Asintió a su compañero con una sonrisa complaciente.
El sueño estaba empezando a tomar control de su propio cuerpo,o parpados, o quizás simplemente el cansancio. El muchacho le pidió que descansara, aunque soltaba aun que otro bostezo que no parecía convencer a la muchacha que disfrutaba apoyada en su hombro. El tiendo una vieja lona sobre ellos y le dio las buenas noches como un inocente niño con su sonrisa confortable.-Buenas noches camarada.-Respondió con una voz suave y sumisa.-No te quedes dormido, eh.-Le indicó mientras su ultima visión estaba en la hoguera.
Sabía como era él.Se quedó dormido poco después de ella, y realmente tampoco importaba demasiado porque ninguno portaba nada de valor,ni un anillo, ni colgantes,ni siquiera sus propias armas tenían un gran valor como para venderlas en el mercado negro.
Volvió a abrir los ojos.
Habían pasado unas horas, la hoguera se encontraba totalmente apagada, y el cielo comenzaba a aclararse poco a poco.En menos de una hora amanecería y la mayoría de las personas estarían en movimiento, y eso solo significa una cosa:
¡Conseguir una ración antes de que los compañeros se las acabasen!
Se incorporó y observó el rostro de Ronald apoyado en el lateral del carromato , con la boca abierta y la baba cayendo por su rostro mostrando cuanto placer le estaba dando el sueño.
Runa soltó una risotada pequeña al contemplarle.Si hubiera podido de alguna forma, lo hubiera dibujado o guardado la imagen para siempre.-Es tremendo este chico- Se dijo a si misma en voz baja mientras se levantaba despacio de la lona para no despertarlo y se la volvió a colocar para que aprovechara unos minutos más mientras ella regresaba con algo de comer.
No le dio tiempo a dar muchos pasos y derrepente escuchó:
-Romromromrrrrrrr mimimimi -
Volvió a mirarlo como sino se creyese que tuviera un sueño tan profundo y placentero.
-Romromromrrrrrrr mimimimi -
Negó con la cabeza y se dirigió hacia la tienda de reparticiones.
Era una tienda de lona.Bastante grande como guardar los suficientes recursos de una ciudad, llena de sacos que aun se encontraban atados y de barriles amontonados al fondo. La muchacha se dirigió hacia la persona que se encontraba detrás de aquella mesa inestable, con un uniforme también blanco como el que llevaban los médicos de la zona.-Buenos días- Saludó el hombre bajito tras la mesa.-Buenos días. Venía a por dos raciones- Saludó firme y comenzó con una petición al hombre.-Por favor- Añadió para mantener la educación.
-¿Dos raciones?- Arqueó la ceja el hombre-Será una. Dígame su nombre-
-No estoy sola. Mi compañero está durmiendo....-
-He dicho que una. ¿Su nombre señorita? - Volvió a insistir con un tono molesto.
- Le digo que vengo de parte de mi compañero. Puede comprobarlo si lo desea, se encuentra a pocos pasos de aquí roncando.-
-¿Y quién es?-
-Ronald Schott- Añadió firme- Pelirrojo, siempre lleva consigo un escudo y si se asoma tan solo un momento comprobará que digo la verdad.-
El hombre indicó a un pequeño muchacho que parecía su hijo que saliese de la tienda a comprobar si los datos eran ciertos.El pequeño esquelético con el pelo alborotado hizo caso a su orden y se asomó a través de la luna buscando la ubicación de Schott. Finalmente lo encontró en el estado que la muchacha los había indicado y volvió a meter su cabeza.-Es verdad papá, el hombre que nombra realmente existe.-
La muchacha soltó un resoplido.
-Bien.¿Quiere dos raciones?-Observó a la muchacha a los ojos.- Tendré que quitarle un poco de cantidad a la tuya. No podemos actuar con favoritismos - Se frotó su larga y descuidada barba- Hay muchos enfermos y sois demasiadas bocas.¿Nombre?- Volvió a insistir.
-Runa Thorgil-
-Aquí tiene señorita Thorgil.He apuntado en la lista el nombre de ambos.- Terminó la conversación dejando sobre la mesa dos pequeños sacos cerca de cuerpo. La muchacha no dijo nada, sabía que la guerra era cruel, y que en muchas ocasiones no se podía actuar de forma egoísta. Había enfermos, heridos,y gente debilitada. En otra ocasión ella no hubiera dudado en agarrarlo de la pechera,pero esta vez, iba en contra de sus principios.
Volvió de nuevo a la hoguera apagada. Abrió los sacos y se encontró con la ración de unos pequeños panes, un poco de panceta que necesitaba cocinarse, mantequilla y un pequeño frasco de leche. Volvió a cerrarlos y los apoyo contra el suelo tan solo unos minutos. Unos minutos en los que la muchacha se levantó a por unas tablas de madera , las encontró y fue a dejarlas sobre las cenizas de la noche anterior.
Los ojos de la muchacha no daban credibilidad cuando se encontró a una mujer semidesnuda frente a Schott quien todavía se encontraba roncando.
-RomRomrrrr mimimimi-
-¡Venga hombetrón despierta! ¡He venido a darte calor en esta fría noche!- Exclamaba una joven con un pecho que se sobresalía.
-¿¡Eh que haces!?- Apartó de un empujón a la mujer que la sacaba una cabeza. La sacaba una cabeza, estaba mejor dotada, vestía con mejores ropajes y seguramente sería más bella.
-¡Aparta niña!-Le devolvió el empujón- Deja de jugar a los soldados y deja que las verdaderas mujeres hagamos nuestro trabajo y los consolemos-
- No vas a tocarlo. ¿Me oyes?- Miro a los ojos de la mujer como una niña a punto de explotar.-No sé que clientes tienes, pero él no necesita de tus servicios.-
La mujer de los servicios de la carne echó a reír con su grande sonrisa perla y arrancó la lona de los brazos de Schott.
-Veamos que opina tu gran amigo.Niña- Se burló mientras observaba al muchacho expectante.
El sueño estaba empezando a tomar control de su propio cuerpo,o parpados, o quizás simplemente el cansancio. El muchacho le pidió que descansara, aunque soltaba aun que otro bostezo que no parecía convencer a la muchacha que disfrutaba apoyada en su hombro. El tiendo una vieja lona sobre ellos y le dio las buenas noches como un inocente niño con su sonrisa confortable.-Buenas noches camarada.-Respondió con una voz suave y sumisa.-No te quedes dormido, eh.-Le indicó mientras su ultima visión estaba en la hoguera.
Sabía como era él.Se quedó dormido poco después de ella, y realmente tampoco importaba demasiado porque ninguno portaba nada de valor,ni un anillo, ni colgantes,ni siquiera sus propias armas tenían un gran valor como para venderlas en el mercado negro.
Volvió a abrir los ojos.
Habían pasado unas horas, la hoguera se encontraba totalmente apagada, y el cielo comenzaba a aclararse poco a poco.En menos de una hora amanecería y la mayoría de las personas estarían en movimiento, y eso solo significa una cosa:
¡Conseguir una ración antes de que los compañeros se las acabasen!
Se incorporó y observó el rostro de Ronald apoyado en el lateral del carromato , con la boca abierta y la baba cayendo por su rostro mostrando cuanto placer le estaba dando el sueño.
Runa soltó una risotada pequeña al contemplarle.Si hubiera podido de alguna forma, lo hubiera dibujado o guardado la imagen para siempre.-Es tremendo este chico- Se dijo a si misma en voz baja mientras se levantaba despacio de la lona para no despertarlo y se la volvió a colocar para que aprovechara unos minutos más mientras ella regresaba con algo de comer.
No le dio tiempo a dar muchos pasos y derrepente escuchó:
-Romromromrrrrrrr mimimimi -
Volvió a mirarlo como sino se creyese que tuviera un sueño tan profundo y placentero.
-Romromromrrrrrrr mimimimi -
Negó con la cabeza y se dirigió hacia la tienda de reparticiones.
Era una tienda de lona.Bastante grande como guardar los suficientes recursos de una ciudad, llena de sacos que aun se encontraban atados y de barriles amontonados al fondo. La muchacha se dirigió hacia la persona que se encontraba detrás de aquella mesa inestable, con un uniforme también blanco como el que llevaban los médicos de la zona.-Buenos días- Saludó el hombre bajito tras la mesa.-Buenos días. Venía a por dos raciones- Saludó firme y comenzó con una petición al hombre.-Por favor- Añadió para mantener la educación.
-¿Dos raciones?- Arqueó la ceja el hombre-Será una. Dígame su nombre-
-No estoy sola. Mi compañero está durmiendo....-
-He dicho que una. ¿Su nombre señorita? - Volvió a insistir con un tono molesto.
- Le digo que vengo de parte de mi compañero. Puede comprobarlo si lo desea, se encuentra a pocos pasos de aquí roncando.-
-¿Y quién es?-
-Ronald Schott- Añadió firme- Pelirrojo, siempre lleva consigo un escudo y si se asoma tan solo un momento comprobará que digo la verdad.-
El hombre indicó a un pequeño muchacho que parecía su hijo que saliese de la tienda a comprobar si los datos eran ciertos.El pequeño esquelético con el pelo alborotado hizo caso a su orden y se asomó a través de la luna buscando la ubicación de Schott. Finalmente lo encontró en el estado que la muchacha los había indicado y volvió a meter su cabeza.-Es verdad papá, el hombre que nombra realmente existe.-
La muchacha soltó un resoplido.
-Bien.¿Quiere dos raciones?-Observó a la muchacha a los ojos.- Tendré que quitarle un poco de cantidad a la tuya. No podemos actuar con favoritismos - Se frotó su larga y descuidada barba- Hay muchos enfermos y sois demasiadas bocas.¿Nombre?- Volvió a insistir.
-Runa Thorgil-
-Aquí tiene señorita Thorgil.He apuntado en la lista el nombre de ambos.- Terminó la conversación dejando sobre la mesa dos pequeños sacos cerca de cuerpo. La muchacha no dijo nada, sabía que la guerra era cruel, y que en muchas ocasiones no se podía actuar de forma egoísta. Había enfermos, heridos,y gente debilitada. En otra ocasión ella no hubiera dudado en agarrarlo de la pechera,pero esta vez, iba en contra de sus principios.
Volvió de nuevo a la hoguera apagada. Abrió los sacos y se encontró con la ración de unos pequeños panes, un poco de panceta que necesitaba cocinarse, mantequilla y un pequeño frasco de leche. Volvió a cerrarlos y los apoyo contra el suelo tan solo unos minutos. Unos minutos en los que la muchacha se levantó a por unas tablas de madera , las encontró y fue a dejarlas sobre las cenizas de la noche anterior.
Los ojos de la muchacha no daban credibilidad cuando se encontró a una mujer semidesnuda frente a Schott quien todavía se encontraba roncando.
-RomRomrrrr mimimimi-
-¡Venga hombetrón despierta! ¡He venido a darte calor en esta fría noche!- Exclamaba una joven con un pecho que se sobresalía.
-¿¡Eh que haces!?- Apartó de un empujón a la mujer que la sacaba una cabeza. La sacaba una cabeza, estaba mejor dotada, vestía con mejores ropajes y seguramente sería más bella.
-¡Aparta niña!-Le devolvió el empujón- Deja de jugar a los soldados y deja que las verdaderas mujeres hagamos nuestro trabajo y los consolemos-
- No vas a tocarlo. ¿Me oyes?- Miro a los ojos de la mujer como una niña a punto de explotar.-No sé que clientes tienes, pero él no necesita de tus servicios.-
La mujer de los servicios de la carne echó a reír con su grande sonrisa perla y arrancó la lona de los brazos de Schott.
-Veamos que opina tu gran amigo.Niña- Se burló mientras observaba al muchacho expectante.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
No recuerdo cuando me quedé dormido, pero viendo como estaba de agotado seguro que fue muy pronto.
El sueño si recuerdo que fue muy placentero, era la noche que mejor dormía en semanas, o en meses quizás, soñaba sobre una fiesta, con el rey creo y había peces que hablaban, y al final terminaba persiguiendo a un jabalí por la pradera, un jabalí ya cocinado y todo, con su salsa de moras y cerveza, churruscadito y todo, hhmmm que bueno, pero el jabalí se resistía y huía de mi volando por la pradera.
-Venga bonito que te voy a comer solo un poquito- saltaba de flor en tras el suculento plato.
Pero algo enturbió mi placentero sueño, la pradera comenzó a moverse bajo mis pies y me dejó flotando dando vueltas.
-Egghhj..agñ..uffffssg…aññaggg- Mascullé entreabriendo los ojos, alguien me estaba quitando la manta.
-Nonono..eghhh…un minuto más…aagghhh…ahora voy..ve yendo tu- Murmuré aclarándome los ojos –Aghhh…¿pero qué hora es….?-
Mi visión por fin se aclaró y pude contemplar una situación de lo más extraña, bajo un cielo ya claro, Runa, y junto a ella una bella mujer con ropajes muy muy sugerentes.
-Oh..oh…¿estoy muerto? ¿ya? que bien- asentí haciéndome a la idea de mi nueva situación.
Hmmm, aquello era demasiado bueno para ser cierto, lo que significaba no estaba soñando, miré a Runa, que estaba visiblemente enfadada, algo no andaba bien.
-No guapo, no estás muerto, pero te vas a morir...de placer- me sonrió la mujer muy insinuantemente.
-¿¿¡¡Qué!!??, oh, nononono, seño…señorita…está usted…ay madre mía- dije tapándome los ojos –Esta..usted…se la ve…ahí…ay ..ay..-
-¿No te gusta lo que ves?- sonrió la mujer.
-Si..digo no..nono…osea si…pero no no..así no- dije aun tapándome los ojos.
-Ajajaja, pues vaya hombre estas hecho- dijo la mujer que parece que ya se había tapado, un poquito más solo, sus dotes por otra parte eran impresionantes no podía negarlo.
-Nonono preciso de sus servicios, mu…muchas gracias- dije, mas rojo que un tomate.
-¿Seguro?- me miro dudando la mujer.
-No..es decir si, es decir sí que no los necesito- estaba completamente aturullado, esto no le pasaba a uno todos los días.
-Jajaja, ¿es por esta? ¿es tu novia?- dijo señalando a Runa que seguía junto a ella.
-Nononono, es mi compañera, lo juro, no he hecho nada- dije apresuradamente, estaba sudando a tope, desde luego no eran horas para tanta tensión.
-Jajaja…vale, pues tú te lo pierdes- rio la mujer dándose la vuelta –Si alguna vez necesitas a una mujer de verdad, avísame-
-Vale, vale de que no, de que no necesito yo, estoy bien..gracias- despedí a la mujer que se fue contoneándose de allí.
-Uf…uf…lo siento Runa..yo..estaba así cuando llegué lo prometo- dije mirando a Runa que seguía allí y levantando las manos –Creo que necesito un trago- me apoyé de nuevo exhausto contra la carreta.
-De todas formas no podría pagarla jaja- sonreí a Runa guiando un ojo –Era broma, era broma jajaja- sonreí cubriéndome por si Runa me fuese a dar una colleja, madre mía como había comenzado el día, y aun ni habia amanecido.
El sueño si recuerdo que fue muy placentero, era la noche que mejor dormía en semanas, o en meses quizás, soñaba sobre una fiesta, con el rey creo y había peces que hablaban, y al final terminaba persiguiendo a un jabalí por la pradera, un jabalí ya cocinado y todo, con su salsa de moras y cerveza, churruscadito y todo, hhmmm que bueno, pero el jabalí se resistía y huía de mi volando por la pradera.
-Venga bonito que te voy a comer solo un poquito- saltaba de flor en tras el suculento plato.
Pero algo enturbió mi placentero sueño, la pradera comenzó a moverse bajo mis pies y me dejó flotando dando vueltas.
-Egghhj..agñ..uffffssg…aññaggg- Mascullé entreabriendo los ojos, alguien me estaba quitando la manta.
-Nonono..eghhh…un minuto más…aagghhh…ahora voy..ve yendo tu- Murmuré aclarándome los ojos –Aghhh…¿pero qué hora es….?-
Mi visión por fin se aclaró y pude contemplar una situación de lo más extraña, bajo un cielo ya claro, Runa, y junto a ella una bella mujer con ropajes muy muy sugerentes.
-Oh..oh…¿estoy muerto? ¿ya? que bien- asentí haciéndome a la idea de mi nueva situación.
Hmmm, aquello era demasiado bueno para ser cierto, lo que significaba no estaba soñando, miré a Runa, que estaba visiblemente enfadada, algo no andaba bien.
-No guapo, no estás muerto, pero te vas a morir...de placer- me sonrió la mujer muy insinuantemente.
-¿¿¡¡Qué!!??, oh, nononono, seño…señorita…está usted…ay madre mía- dije tapándome los ojos –Esta..usted…se la ve…ahí…ay ..ay..-
-¿No te gusta lo que ves?- sonrió la mujer.
-Si..digo no..nono…osea si…pero no no..así no- dije aun tapándome los ojos.
-Ajajaja, pues vaya hombre estas hecho- dijo la mujer que parece que ya se había tapado, un poquito más solo, sus dotes por otra parte eran impresionantes no podía negarlo.
-Nonono preciso de sus servicios, mu…muchas gracias- dije, mas rojo que un tomate.
-¿Seguro?- me miro dudando la mujer.
-No..es decir si, es decir sí que no los necesito- estaba completamente aturullado, esto no le pasaba a uno todos los días.
-Jajaja, ¿es por esta? ¿es tu novia?- dijo señalando a Runa que seguía junto a ella.
-Nononono, es mi compañera, lo juro, no he hecho nada- dije apresuradamente, estaba sudando a tope, desde luego no eran horas para tanta tensión.
-Jajaja…vale, pues tú te lo pierdes- rio la mujer dándose la vuelta –Si alguna vez necesitas a una mujer de verdad, avísame-
-Vale, vale de que no, de que no necesito yo, estoy bien..gracias- despedí a la mujer que se fue contoneándose de allí.
-Uf…uf…lo siento Runa..yo..estaba así cuando llegué lo prometo- dije mirando a Runa que seguía allí y levantando las manos –Creo que necesito un trago- me apoyé de nuevo exhausto contra la carreta.
-De todas formas no podría pagarla jaja- sonreí a Runa guiando un ojo –Era broma, era broma jajaja- sonreí cubriéndome por si Runa me fuese a dar una colleja, madre mía como había comenzado el día, y aun ni habia amanecido.
Schott
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Si hubiera existido un dios, hubiera permitido que aquella mujer metida en tal caliente negocio no permitiría que incordiara mientras Ronald aún continuaba dormido. Si hubiera existido un dios , movería los suficientes hilos , maldiciones o plagas para que a esa mujer le explotara una teta, o al menos se la llevara una simple brisa lejos del lugar, pero no. Aquella mujer insistía mientras el pelirrojo despertaba, que por muy a pesar de Runa se ponía más rojos que los tomates del mercado del jueves por la tarde, los tomates de la vieja Anastasia.
Ella resoplaba, tenía ganas de empujarla y que desapareciera de ahí. Cuantas más provocaciones hacía, más ganas le entraban de morirse en ese mismo instante. Afortunadamente la mujer se tapó al negarle los servicios el tímido de Schott y señaló a la muchacha preguntando si ella era el motivo.¿Novia?, no necesitaba ser la novia de él para querer patear ese gordo trasero que solo se formaba a base de zampar por las victimas que camelaba.-¿Has oído? No necesita tus servicios.- Rechinchó la muchacha a la mujer que la miró con despreció y se dispusó a marcharse con una carcajada mientras le añadía "Tú te lo pierdes, si necesitas a una mujer de verdad, avísame".
-Una mujer de verdad no necesita recordarse que lo es.- Añadió mientras alzaba su dedo corazón como despedida.- Cara de Urraca...- Se sentía nerviosa, un poco asombrada y también furiosa ante las palabras de aquella mujer. Debía de cansar que siempre fuese la misma historia, mujeres que aprovechaban su cuerpo, y sus caras bonitas apara ser catalogadas de mujeres, le enfurecía que eran las mismas que no tenían la capacidad de coger una espada para luchar, o un azadón para cavar los alimentos . Eran mujeres objeto simplemente.
Desvió la mirada a Ronald que comenzó a disculparse diciendo que él no tenía nada que ver con lo sucedido.Ya lo sé. Sé que no has hecho nada.- Respondió seca aún tratando de calmarse poco a poco, pero no dio mucho resultado cuando él le comentó que de todas formas no podría pagarla mientras le guiñaba un ojo.
-¿Qué?- Preguntó para asegurarse bien de lo que había escuchado, pero Schott se encogió inteligente sabiendo que iba a recibir un golpetazo.- No me puedo creer que seas tan idiota- Suspiro bastante indignada apoyando su mano derecha en su frente.-Como si necesitarás la compañía de ninguna Urraca, cuando estoy dispuesta a ofrecerte desde siempre la mía.- Sus ojos realmente mostraban enfado. Ella nunca supo como tratar una situación de este nivel, era una chiquilla terca que soltaba las cosas tal y como las pensaba.-Eres un idiota.Simplemente por preferir la compañía de una mujer así- Agarró los sacos de las raciones y se los lanzó a la altura del pecho.-Desayuna. Ya vendré más tarde.- Termino por decirle rebotada como una niña mientras tenía la intención de marcharse un rato lejos, para tranquilizarse, y quizás más tarde disculparse por su mal genio.
Afortunadamente para el joven muchacho aparecieron dos soldados rasos conocidos que solo tenían la intención de acercarse a charlar alrededor de la hoguera. El más alto frenó a Runa.-¿Donde vas ya con ese carácter?- La agarró de los hombros y la subió sin apenas fuerzas para llevarle de nuevo con los demás.¡¿QUE HACES GORDINFLAS?! ¡SUÉLTAME!- Gritaba pataleando la muchacha en el vientre de su compañero.
-Traemos un poco de cerveza. - Dijo el otro a Schott para que se levantara y se uniera. -¿Por qué esta de malas pulgas esta vez?- Preguntó mientras se reía ante el enfado infantil de la muchacha.- Por cierto, ¿has visto que prostituta más bella tenemos paseando por el campamento?. Yo porque no tenía dinero, sino me hubiera encamado de fijo , toda una delicia.-
Que buen oído tenia en ocasiones la muchacha , que paró de seco y observó al soldado más bajo con su famosa cara de asesina.-Pues ojalá te hubieras cogido unas ladillas.- Comentó en un tono seria mientras los otros rompieron a llorar de la risa.
Era momento de disfrutar, de retomar contacto,de disfrutar los cuatro de unas buenas cervezas mientras se ponían al día.El grandullón la bajo al suelo cuando dejó de patalear y chillar, y con su enorme mano la llevó de nuevo hacia la hoguera que ya habían encendido,casi obligada, porque realmente en ese instante no quería estar ahí. Aquella estúpida mujer tenía razón, era una chiquilla que no controlaba sus impulsos, no controlaba su genio, y eso conllevaba a que nunca la iban a mirar de la misma forma admirable y suave que observaban a la otra.
Se sentó en la hoguera y se sonrojó. Bajó su cabeza debajo de las rodillas , se negó a un trago meditando en la situación que acababa de suceder.-Cualquiera diría que te has puesto celosa de la prostituta- Le susurro George que se sentó a su lado y no paraba de darle toquecitos para que se animara.
-Cállate estúpido. No sabes lo que es ser invisible ante la persona que te gusta. le contestó susurrando a regañadientes.
- No creo que seas invisible.- Añadió tranquilo mientras la miraba a los ojos mientras ella levantaba la cabeza.- Es solo que a veces los hombres no somos muy listos para darnos cuenta que una buena chica nos observa- Le pasó su jarra de cerveza para que diese un trago.- Aunque esa mujer tenga más huevos que muchos de nosotros.- Volvió a reírse y apoyó su enorme mano sobre su hombro.
- ¡Eh Schott! ¡¿A que te casarías con Runa a pesar de su carácter?!- Preguntó de sopetón al pelirrojo que estaba charlando con el otro soldado, mientras la muchacha escupía la cerveza alterada y le atizó una colleja por acto reflejo.-¡George! ¡Idiota! Exclamaba sonrojada.
Sin duda su día estaba dando más vueltas que un molino de agua y apenas había comenzado a amanecer. Aunque aquellos soldados eran tan audaces a pesar de las bromas que no paraban de gastarles, como para el segundo soldado agarrar al muchacho y levantarlo del suelo.
Mientras su compañero George el grandullón se acercó al oído de la tímida muchacha -Deberías aprovechar el momento- Y susurró mientras se levantaba también y tiraba de ella a propósito. - Creo que deberíais hablar. Philip y yo vamos a hacer una pequeña patrulla por las murallas.- Añadió mientras empujaba a Runa hacia donde se encontraba Ronald de pie.
-Ahora regresamos en un rato.-- Se compinchaba Philip también en el asunto.
Allí estaba de pie, frente a él. Sin saber que decirle, todavía con las mejillas coloradas y notando cierta tensión en su interior. No podía mirar, no porque no le gustase, ni porque realmente odiara al chico por ello.Tendría que ser demasiado estúpida para ello, para más estúpida como para no decir por los ojos lo que muchas veces se había callado.
-Oye Schott, yo...- Tragó saliva para mantenerse fuerte.
Comenzó a temblar por el miedo, se encontraba indefensa, confusa, pero con muchas ganas de liberarse de sus miedos. No pudo decir nada, pero si desvió un par de veces la mirada hacia sus ojos y volvió a tragar saliva de nuevo.
Suspiro y de puntillas, cogiendo de la cara al chico se inclino hacia él, agarró con suavidad su rostro y se acercó despacio mientras su respiración se aceleraba hacia los labios de Schott.
El corazón le latía a mil, no sabia si en algún momento se iba a desmayar de la impresión.
Notaba calor.Una sensación placentera y envolvente en sus labios. Como aquello que llamaban mariposas en el estómago, no estaba segura si era realmente eso, pero algo estaba revoloteando por allí, como algo suave, una caricia, como el golpe de una pequeña ola en los pies.
Se separó del muchacho, aún con las mejillas sonrojadas y mirando al suelo sin saber que decirle ante lo que estaba sucediendo. ¿Se enfadaría?, ¿Saldría corriendo?.
Ella resoplaba, tenía ganas de empujarla y que desapareciera de ahí. Cuantas más provocaciones hacía, más ganas le entraban de morirse en ese mismo instante. Afortunadamente la mujer se tapó al negarle los servicios el tímido de Schott y señaló a la muchacha preguntando si ella era el motivo.¿Novia?, no necesitaba ser la novia de él para querer patear ese gordo trasero que solo se formaba a base de zampar por las victimas que camelaba.-¿Has oído? No necesita tus servicios.- Rechinchó la muchacha a la mujer que la miró con despreció y se dispusó a marcharse con una carcajada mientras le añadía "Tú te lo pierdes, si necesitas a una mujer de verdad, avísame".
-Una mujer de verdad no necesita recordarse que lo es.- Añadió mientras alzaba su dedo corazón como despedida.- Cara de Urraca...- Se sentía nerviosa, un poco asombrada y también furiosa ante las palabras de aquella mujer. Debía de cansar que siempre fuese la misma historia, mujeres que aprovechaban su cuerpo, y sus caras bonitas apara ser catalogadas de mujeres, le enfurecía que eran las mismas que no tenían la capacidad de coger una espada para luchar, o un azadón para cavar los alimentos . Eran mujeres objeto simplemente.
Desvió la mirada a Ronald que comenzó a disculparse diciendo que él no tenía nada que ver con lo sucedido.Ya lo sé. Sé que no has hecho nada.- Respondió seca aún tratando de calmarse poco a poco, pero no dio mucho resultado cuando él le comentó que de todas formas no podría pagarla mientras le guiñaba un ojo.
-¿Qué?- Preguntó para asegurarse bien de lo que había escuchado, pero Schott se encogió inteligente sabiendo que iba a recibir un golpetazo.- No me puedo creer que seas tan idiota- Suspiro bastante indignada apoyando su mano derecha en su frente.-Como si necesitarás la compañía de ninguna Urraca, cuando estoy dispuesta a ofrecerte desde siempre la mía.- Sus ojos realmente mostraban enfado. Ella nunca supo como tratar una situación de este nivel, era una chiquilla terca que soltaba las cosas tal y como las pensaba.-Eres un idiota.Simplemente por preferir la compañía de una mujer así- Agarró los sacos de las raciones y se los lanzó a la altura del pecho.-Desayuna. Ya vendré más tarde.- Termino por decirle rebotada como una niña mientras tenía la intención de marcharse un rato lejos, para tranquilizarse, y quizás más tarde disculparse por su mal genio.
Afortunadamente para el joven muchacho aparecieron dos soldados rasos conocidos que solo tenían la intención de acercarse a charlar alrededor de la hoguera. El más alto frenó a Runa.-¿Donde vas ya con ese carácter?- La agarró de los hombros y la subió sin apenas fuerzas para llevarle de nuevo con los demás.¡¿QUE HACES GORDINFLAS?! ¡SUÉLTAME!- Gritaba pataleando la muchacha en el vientre de su compañero.
-Traemos un poco de cerveza. - Dijo el otro a Schott para que se levantara y se uniera. -¿Por qué esta de malas pulgas esta vez?- Preguntó mientras se reía ante el enfado infantil de la muchacha.- Por cierto, ¿has visto que prostituta más bella tenemos paseando por el campamento?. Yo porque no tenía dinero, sino me hubiera encamado de fijo , toda una delicia.-
Que buen oído tenia en ocasiones la muchacha , que paró de seco y observó al soldado más bajo con su famosa cara de asesina.-Pues ojalá te hubieras cogido unas ladillas.- Comentó en un tono seria mientras los otros rompieron a llorar de la risa.
Era momento de disfrutar, de retomar contacto,de disfrutar los cuatro de unas buenas cervezas mientras se ponían al día.El grandullón la bajo al suelo cuando dejó de patalear y chillar, y con su enorme mano la llevó de nuevo hacia la hoguera que ya habían encendido,casi obligada, porque realmente en ese instante no quería estar ahí. Aquella estúpida mujer tenía razón, era una chiquilla que no controlaba sus impulsos, no controlaba su genio, y eso conllevaba a que nunca la iban a mirar de la misma forma admirable y suave que observaban a la otra.
Se sentó en la hoguera y se sonrojó. Bajó su cabeza debajo de las rodillas , se negó a un trago meditando en la situación que acababa de suceder.-Cualquiera diría que te has puesto celosa de la prostituta- Le susurro George que se sentó a su lado y no paraba de darle toquecitos para que se animara.
-Cállate estúpido. No sabes lo que es ser invisible ante la persona que te gusta. le contestó susurrando a regañadientes.
- No creo que seas invisible.- Añadió tranquilo mientras la miraba a los ojos mientras ella levantaba la cabeza.- Es solo que a veces los hombres no somos muy listos para darnos cuenta que una buena chica nos observa- Le pasó su jarra de cerveza para que diese un trago.- Aunque esa mujer tenga más huevos que muchos de nosotros.- Volvió a reírse y apoyó su enorme mano sobre su hombro.
- ¡Eh Schott! ¡¿A que te casarías con Runa a pesar de su carácter?!- Preguntó de sopetón al pelirrojo que estaba charlando con el otro soldado, mientras la muchacha escupía la cerveza alterada y le atizó una colleja por acto reflejo.-¡George! ¡Idiota! Exclamaba sonrojada.
Sin duda su día estaba dando más vueltas que un molino de agua y apenas había comenzado a amanecer. Aunque aquellos soldados eran tan audaces a pesar de las bromas que no paraban de gastarles, como para el segundo soldado agarrar al muchacho y levantarlo del suelo.
Mientras su compañero George el grandullón se acercó al oído de la tímida muchacha -Deberías aprovechar el momento- Y susurró mientras se levantaba también y tiraba de ella a propósito. - Creo que deberíais hablar. Philip y yo vamos a hacer una pequeña patrulla por las murallas.- Añadió mientras empujaba a Runa hacia donde se encontraba Ronald de pie.
-Ahora regresamos en un rato.-- Se compinchaba Philip también en el asunto.
Allí estaba de pie, frente a él. Sin saber que decirle, todavía con las mejillas coloradas y notando cierta tensión en su interior. No podía mirar, no porque no le gustase, ni porque realmente odiara al chico por ello.Tendría que ser demasiado estúpida para ello, para más estúpida como para no decir por los ojos lo que muchas veces se había callado.
-Oye Schott, yo...- Tragó saliva para mantenerse fuerte.
Comenzó a temblar por el miedo, se encontraba indefensa, confusa, pero con muchas ganas de liberarse de sus miedos. No pudo decir nada, pero si desvió un par de veces la mirada hacia sus ojos y volvió a tragar saliva de nuevo.
Suspiro y de puntillas, cogiendo de la cara al chico se inclino hacia él, agarró con suavidad su rostro y se acercó despacio mientras su respiración se aceleraba hacia los labios de Schott.
El corazón le latía a mil, no sabia si en algún momento se iba a desmayar de la impresión.
Notaba calor.Una sensación placentera y envolvente en sus labios. Como aquello que llamaban mariposas en el estómago, no estaba segura si era realmente eso, pero algo estaba revoloteando por allí, como algo suave, una caricia, como el golpe de una pequeña ola en los pies.
Se separó del muchacho, aún con las mejillas sonrojadas y mirando al suelo sin saber que decirle ante lo que estaba sucediendo. ¿Se enfadaría?, ¿Saldría corriendo?.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Runa parecía bastante alterada tras el altercado con la trabajadora social, y mi mal chiste no ayudó en nada apenas logré agarrar el desayuno que me lanzó de repente antes de irse.
-Ey nono espera, que era una broma, era una broma- le dije fútilmente antes de que se fuese.
-Aghhh… no entiendo nada a las mujeres- dije rascándome mi dolorida cabeza abriendo la ración, dándome cuenta de mi más que evidente falta de conocimiento del género femenino, ojala existiese más literatura al respecto, aparte de esos cuadernillos picarones que escondía el recluta Edmur bajo el colchón.
Dos guardias amigos de Runa nos invitaron a sentarnos con ellos.
-Ah cerveza estupendo, voy para allá agghh- maldije poniéndome en pie con mucha dificultad, aún estaba hecho polvo de anoche, uno de ellos me preguntó por Runa.
-No, no sé qué pasa, yo me acabo de despertar jeje, va a ser un día muy largo-
-Ja, y que lo digas, se rumorea que nos va a tocar sofocar disturbios, y también he oído rumores de infectados violentos- comentó el guardia.
-Uf, lo que nos faltaba, y si algo, algo he oído por allí de la prostituta, pero vamos yo ni idea eh-dije levantando las manos, no fuese que aún me lloviese alguna tunda.
Reí a carcajadas ante el comentario de Runa, nunca había sufrido ese mal, pero había oído que era francamente terrible.
Nos sentamos los cuatro en una hoguera recién encendida, aunque el sol ya asomaba por el horizonte el frio de la noche aún no se había ido del campamento.
-Muchas gracias- sonreí al guardia grandullón que me tendía una cerveza -Ah y gracias Runa por el desayuno- le sonreí.
-¿Hay alguna novedad?- pregunté al guardia tomándome un trago.
-Nada bueno, la cosa anda cada vez peor, es como si todo el maldito país se hubiese vuelto loco-
-Ya…..¿¿Eh?? ¿Qué?- tosí atragantándome con la cerveza ante la pregunta del guardia bajito.
-Eh..eh…yoo…¿Qué carácter?, pero si el carácter es lo mejor, es lo que da la personalidad, lo que nos hace únicos, no le hagas caso Runa, está bien- sonreí tímidamente.
Los dos guardias se levantaron para dar una patrulla por las murallas, vaya, desde luego su dedicación a la guardia era admirable.
-Oh vaya chicos, perdonad que no os acompañe, necesito aun unos momentos para reponerme y tomarme esto, la próxima la hago yo- les dije antes de que se fueran.
Me guiñaron un ojo y se fueron riéndose, que gente más extraña.
Nos quedamos entonces a solas Runa y yo, ella estaba frente a mi dispuesta a decirme algo.
-¿…Si ? dime- La sonreí, no tenía ni idea de que me querría decir, se la notaba nerviosa, vaya, me di cuenta de que ponía una cara muy bonita cuando estaba así.
Pasó de repente, casi sin darme cuenta, en un momento estaba contemplando a Runa, y de repente estábamos, así el uno junto al otro, no sé cómo describirlo, era una sensación, una sensación maravillosa, las finas manos de Runa acariciando mi rostro y sus suaves labios unidos a los míos, una situación mágica, no creo que existan palabras para describir lo que sentía, bueno quizás en élfico.
Parecía que el instante duro eones, reinos enteros se alzaron y cayeron, uf, creo que tantas emociones me estaban dando vueltas en la cabeza que ya no se ni lo que estaba pensando, su tacto era mejor que un millar de pociones sanadoras, mi corazón se me iba a salir del pecho, y esto seguro de que nunca había estado más rojo en la vida, mis mejillas prendían como ascuas, y solo se me ocurrian esta birria de metáforas.
Volvía a abrir los ojos y vi a Runa ante mí mirando el suelo, apenas pude controlar mis piernas caí al suelo de culo fruto de la emoción, aun tenía la cabeza que me daba vueltas, mis piernas flaqueaban y mi respiración parecía que había corrido desde Ulmer hasta aquí sin parar.
-Wow…yo…oo…o…me…me ha gustado- solté, ¿en serio? ¿eso era lo mejor que mi maldito cerebro embotado podía decir? No me importaba nada más, no sabía si había alguien más mirando ni me interesaba, podía estar sonando la alarma general y no la oiría, solo tenía cabeza para ella, el cielo se volvía borroso, creo, creo que iba a desmayarme.
-Ey nono espera, que era una broma, era una broma- le dije fútilmente antes de que se fuese.
-Aghhh… no entiendo nada a las mujeres- dije rascándome mi dolorida cabeza abriendo la ración, dándome cuenta de mi más que evidente falta de conocimiento del género femenino, ojala existiese más literatura al respecto, aparte de esos cuadernillos picarones que escondía el recluta Edmur bajo el colchón.
Dos guardias amigos de Runa nos invitaron a sentarnos con ellos.
-Ah cerveza estupendo, voy para allá agghh- maldije poniéndome en pie con mucha dificultad, aún estaba hecho polvo de anoche, uno de ellos me preguntó por Runa.
-No, no sé qué pasa, yo me acabo de despertar jeje, va a ser un día muy largo-
-Ja, y que lo digas, se rumorea que nos va a tocar sofocar disturbios, y también he oído rumores de infectados violentos- comentó el guardia.
-Uf, lo que nos faltaba, y si algo, algo he oído por allí de la prostituta, pero vamos yo ni idea eh-dije levantando las manos, no fuese que aún me lloviese alguna tunda.
Reí a carcajadas ante el comentario de Runa, nunca había sufrido ese mal, pero había oído que era francamente terrible.
Nos sentamos los cuatro en una hoguera recién encendida, aunque el sol ya asomaba por el horizonte el frio de la noche aún no se había ido del campamento.
-Muchas gracias- sonreí al guardia grandullón que me tendía una cerveza -Ah y gracias Runa por el desayuno- le sonreí.
-¿Hay alguna novedad?- pregunté al guardia tomándome un trago.
-Nada bueno, la cosa anda cada vez peor, es como si todo el maldito país se hubiese vuelto loco-
-Ya…..¿¿Eh?? ¿Qué?- tosí atragantándome con la cerveza ante la pregunta del guardia bajito.
-Eh..eh…yoo…¿Qué carácter?, pero si el carácter es lo mejor, es lo que da la personalidad, lo que nos hace únicos, no le hagas caso Runa, está bien- sonreí tímidamente.
Los dos guardias se levantaron para dar una patrulla por las murallas, vaya, desde luego su dedicación a la guardia era admirable.
-Oh vaya chicos, perdonad que no os acompañe, necesito aun unos momentos para reponerme y tomarme esto, la próxima la hago yo- les dije antes de que se fueran.
Me guiñaron un ojo y se fueron riéndose, que gente más extraña.
Nos quedamos entonces a solas Runa y yo, ella estaba frente a mi dispuesta a decirme algo.
-¿…Si ? dime- La sonreí, no tenía ni idea de que me querría decir, se la notaba nerviosa, vaya, me di cuenta de que ponía una cara muy bonita cuando estaba así.
Pasó de repente, casi sin darme cuenta, en un momento estaba contemplando a Runa, y de repente estábamos, así el uno junto al otro, no sé cómo describirlo, era una sensación, una sensación maravillosa, las finas manos de Runa acariciando mi rostro y sus suaves labios unidos a los míos, una situación mágica, no creo que existan palabras para describir lo que sentía, bueno quizás en élfico.
Parecía que el instante duro eones, reinos enteros se alzaron y cayeron, uf, creo que tantas emociones me estaban dando vueltas en la cabeza que ya no se ni lo que estaba pensando, su tacto era mejor que un millar de pociones sanadoras, mi corazón se me iba a salir del pecho, y esto seguro de que nunca había estado más rojo en la vida, mis mejillas prendían como ascuas, y solo se me ocurrian esta birria de metáforas.
Volvía a abrir los ojos y vi a Runa ante mí mirando el suelo, apenas pude controlar mis piernas caí al suelo de culo fruto de la emoción, aun tenía la cabeza que me daba vueltas, mis piernas flaqueaban y mi respiración parecía que había corrido desde Ulmer hasta aquí sin parar.
-Wow…yo…oo…o…me…me ha gustado- solté, ¿en serio? ¿eso era lo mejor que mi maldito cerebro embotado podía decir? No me importaba nada más, no sabía si había alguien más mirando ni me interesaba, podía estar sonando la alarma general y no la oiría, solo tenía cabeza para ella, el cielo se volvía borroso, creo, creo que iba a desmayarme.
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Fue una eternidad. El tiempo se había paralizado mientras ella se separaba y miraba al suelo todavía un poco asustada, como si el simple hecho de besar al muchacho estuviese entregando una parte ella misma.
Levantó la mirada para descubrir que él la estaba mirando fijamente, también tenía las mejillas marcadas de un rojo pasión, bueno más bien se encontraba con toda la cara colorada. Se fijó bien esos ojos que durante meses no habían parado de parecerles hermosos, tan iluminados, tan llenos de vida que rebosaban la pasión en el mismo interior, y de pronto contempló como esos ojos junto con el resto del cuerpo caían de culo en el suelo de sopetón.
-¿Schott? ¿Estás bien?- Preguntó confusa, tratando de controlar los pequeños nervios que aun la manipulaban.-Quizás no debí haberlo hecho…- No pudo acabar la frase porque el pelirrojo parecía estar embobado y trataba de buscar unas palabras.
¡Vaya palabras!
Si tuvieran que pagar por esa frase sin sentido pero tan calurosa, en este mundo de hombres que trataban de comprender a las mujeres y luego flipaban con cada cosa pequeña que ellas hacían, seguro que Schott se llevaría el saco grande del dinero.
Pero también se llevaría el cielo después de todo el esfuerzo, la compañía, todo el camino, las anécdotas que había tenido junto a ella. Runa sonrió ante esa frase, porque era justo lo que podía decir para calmarla.
Sonreía, sola. Por instinto, y embriagada de el cosquilleo que le producía mirarlo con ese rostro tan dulce y satisfecho. Sonreía por el hecho de que siempre estuvo ahí sin que ella se lo pidiese, ni quisiera llamarlo. Él la volvía a ver y levantaba su escudo para convertirse en su fiel escudero, sin importar la cantidad de veces que podrían haber perdido la vida.
Él no lo sabía, pero la muchacha le debía la vida.
Mientras que el tiempo parecía moverse lento, y todo lo de alrededor se encontraba mudo. Ronald, parecía estar perdiendo el conocimiento. Con un rostro feliz, pero comenzaba a tambalearse no paraba de mirar asombrado.
-¿Ronald?- Ya preguntó dándose cuenta que algo no marchaba bien.
La muchacha fue rápida y agarró a su compañero, su amigo y confidente por la nuca, mientras que con el otro brazo sujetó fuerte su espalda haciendo fuerza contra ella.-¿Estás bien?- No, las cosas no pintaban bien.
No le quedó más remedio que tumbarlo, despacio. No quería que encima se llevara un buen golpe después de un gran beso, así que agarró un tronco grande y lo puso de apoyo para sus piernas. La sangre debía llegarle a la cabeza.
Volvió a arrimarse a su rostro y empezó a darle levemente palmaditas en las mejillas. -Schott, aguanta.- Todavía no había perdido del todo la conciencia.- Ey, vuelve conmigo.- Usaba un tono suave y cariñoso mientras no quitaba en ningún momento la mirada del muchacho. Parecía que estaba haciendo efecto. Vio como las pupilas se clavaban en las suyas, cortándole la respiración. Haciendo que tomará de nuevo la valentía de entregarle de nuevo un beso, sin presiones, sin nervios, todavía con aquel volcán en su interior a punto de estallar.
Le entrego un beso por las molestias, porque se encontraba feliz, en paz junto a él, por haberle arrancado una sonrisa estúpida, sobre todo porque él se encontraba realmente bien. Sin darse cuenta que había sido un beso lo que estuvo a punto de tumbarlo.
Retiro su rostro, despacio saboreando los segundos de distancia. Observó, cada centímetro de su piel y volvió a sonreír hasta que se dio cuenta de lo que había cometido por segunda vez. -¡Oh dios! ¡No te vuelvas a desmayar de nuevo!- Exclamó apurada ante la evidente cagada que había cometido.
Levantó la mirada para descubrir que él la estaba mirando fijamente, también tenía las mejillas marcadas de un rojo pasión, bueno más bien se encontraba con toda la cara colorada. Se fijó bien esos ojos que durante meses no habían parado de parecerles hermosos, tan iluminados, tan llenos de vida que rebosaban la pasión en el mismo interior, y de pronto contempló como esos ojos junto con el resto del cuerpo caían de culo en el suelo de sopetón.
-¿Schott? ¿Estás bien?- Preguntó confusa, tratando de controlar los pequeños nervios que aun la manipulaban.-Quizás no debí haberlo hecho…- No pudo acabar la frase porque el pelirrojo parecía estar embobado y trataba de buscar unas palabras.
¡Vaya palabras!
Si tuvieran que pagar por esa frase sin sentido pero tan calurosa, en este mundo de hombres que trataban de comprender a las mujeres y luego flipaban con cada cosa pequeña que ellas hacían, seguro que Schott se llevaría el saco grande del dinero.
Pero también se llevaría el cielo después de todo el esfuerzo, la compañía, todo el camino, las anécdotas que había tenido junto a ella. Runa sonrió ante esa frase, porque era justo lo que podía decir para calmarla.
Sonreía, sola. Por instinto, y embriagada de el cosquilleo que le producía mirarlo con ese rostro tan dulce y satisfecho. Sonreía por el hecho de que siempre estuvo ahí sin que ella se lo pidiese, ni quisiera llamarlo. Él la volvía a ver y levantaba su escudo para convertirse en su fiel escudero, sin importar la cantidad de veces que podrían haber perdido la vida.
Él no lo sabía, pero la muchacha le debía la vida.
Mientras que el tiempo parecía moverse lento, y todo lo de alrededor se encontraba mudo. Ronald, parecía estar perdiendo el conocimiento. Con un rostro feliz, pero comenzaba a tambalearse no paraba de mirar asombrado.
-¿Ronald?- Ya preguntó dándose cuenta que algo no marchaba bien.
La muchacha fue rápida y agarró a su compañero, su amigo y confidente por la nuca, mientras que con el otro brazo sujetó fuerte su espalda haciendo fuerza contra ella.-¿Estás bien?- No, las cosas no pintaban bien.
No le quedó más remedio que tumbarlo, despacio. No quería que encima se llevara un buen golpe después de un gran beso, así que agarró un tronco grande y lo puso de apoyo para sus piernas. La sangre debía llegarle a la cabeza.
Volvió a arrimarse a su rostro y empezó a darle levemente palmaditas en las mejillas. -Schott, aguanta.- Todavía no había perdido del todo la conciencia.- Ey, vuelve conmigo.- Usaba un tono suave y cariñoso mientras no quitaba en ningún momento la mirada del muchacho. Parecía que estaba haciendo efecto. Vio como las pupilas se clavaban en las suyas, cortándole la respiración. Haciendo que tomará de nuevo la valentía de entregarle de nuevo un beso, sin presiones, sin nervios, todavía con aquel volcán en su interior a punto de estallar.
Le entrego un beso por las molestias, porque se encontraba feliz, en paz junto a él, por haberle arrancado una sonrisa estúpida, sobre todo porque él se encontraba realmente bien. Sin darse cuenta que había sido un beso lo que estuvo a punto de tumbarlo.
Retiro su rostro, despacio saboreando los segundos de distancia. Observó, cada centímetro de su piel y volvió a sonreír hasta que se dio cuenta de lo que había cometido por segunda vez. -¡Oh dios! ¡No te vuelvas a desmayar de nuevo!- Exclamó apurada ante la evidente cagada que había cometido.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
La cabeza se me nublaba, notaba como si estuviese en una nube, no como si yo fuese una nube ligero y etéreo, mis numerosos golpes y magulladuras habían dado de dolerme, ya ni los notaba, solo me sentía ligero, ligero y feliz, tan ligero que estaba empezando a desvanecerme, pero por suerte tenía cerca a Runa para sujetarme.
Note como sus firmes manos me sostenían y me bajaban suavemente, vaya, juraría que en las historias que cantaban los juglares esto sucedía justo al revés.
Fuera como fuese Runa me recostó con mucha suavidad en el suelo, tenía su rostro justo pegado al mío, hice memoria y creo jamás le había visto los ojos tan de cerca, y madre mía que ojos, de un suave color avellana, profundos como un bosque, o más bien como un lago, bueno captáis la idea.
-E..estoy..bien…- Mentí, ay por los cielos que vergüenza, me comencé a dar cuenta un momento tan especial y mi maldito cuerpo no podía estarse firme ni un segundo, me derretía como mantequilla en sus manos, supongo que luego podría echarle la culpa a mi convalecencia, si seguro que colaba.
De nuevo y para mayor sorpresa aun Runa me regaló un nuevo beso, este fue tan bueno como el anterior, no, aun mejor si cabe, jamás sentí nada igual, aunque creo que este segundo y fantástico beso fue demasiado para mí ya dolorida y embotada sesera.
Sonreí suavemente -No..tran..traquila no voy a…- Y me desmayé.
Note como sus firmes manos me sostenían y me bajaban suavemente, vaya, juraría que en las historias que cantaban los juglares esto sucedía justo al revés.
Fuera como fuese Runa me recostó con mucha suavidad en el suelo, tenía su rostro justo pegado al mío, hice memoria y creo jamás le había visto los ojos tan de cerca, y madre mía que ojos, de un suave color avellana, profundos como un bosque, o más bien como un lago, bueno captáis la idea.
-E..estoy..bien…- Mentí, ay por los cielos que vergüenza, me comencé a dar cuenta un momento tan especial y mi maldito cuerpo no podía estarse firme ni un segundo, me derretía como mantequilla en sus manos, supongo que luego podría echarle la culpa a mi convalecencia, si seguro que colaba.
De nuevo y para mayor sorpresa aun Runa me regaló un nuevo beso, este fue tan bueno como el anterior, no, aun mejor si cabe, jamás sentí nada igual, aunque creo que este segundo y fantástico beso fue demasiado para mí ya dolorida y embotada sesera.
Sonreí suavemente -No..tran..traquila no voy a…- Y me desmayé.
Schott
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Y se desplomó. El muchacho volvió a perder el conocimiento entre sus brazos derretido, o quizás débil ante tantas emociones sobrepasadas.
¡Que desconsiderada! ¡Podía haber pensado como se encontraba físicamente!
Un simple beso parecía más importante que las heridas de guerra, del viaje, de estar simplemente de escudero y herrero. Era una simple barbaridad que el muchacho se perdiese entre sus brazos y ella no supiera reanimarlo.-¿Schott?- Preguntó de nuevo confusa al comprobar que había vuelto a perder el conocimiento.
Como pasos de reanimación, volvió a darle unas ligeras palmadas suave en rostro mientras seguía desmayado.
-Eso es lo que pasa cuando son unos degenerados- Se escuchaba una voz arrugada a varios pasos de ella.
- Antía, da gracias que no va mostrando los pechos como la otra muchacha que anda suelta por ahí- Respondía Mustia a la anciana Antía.
- Siempre tienen que estar restregándose las babas. ¡Que desagradable!- Se unía una tercera anciana al asunto.
- Te pones así porque a ti solo te babeada tu cabra, Flora- Seguía respondiendo Mustia.
- ¡Todos los soldados son iguales! ¡ Degenerados!- Gritaba con esmero la vieja Antía.
- ¡Señoras vayan a cotillear al fondo! ¡ Hay muchas desgracias que pueden criticar!- Entraba en escena el grande de George acompañado del bajito de Philip.
- Nosotras no cotilleamos, solo nos informamos de los desastres!- Añadió Flora.
- Pues busquen desastres en otra parte, nuestro soldado ha tenido un golpe de calor- respondió George.
Las ancianas muy a pesar, se marchaban a paso lento mientras aún continuaban girando la cabeza expectantes de que pasaría con el desmayado de Schott. Los compañeros inteligentes, se pusieron de espaldas frente el cuerpo del pelirrojo para taparles la visión y molestarlas como buenas marujas que eran, que como era evidente resoplaban indignadas al no tener más motivos que criticar.
- Vamos a despertar a la bella durmiente- Echó un chorro de cerveza fría a la cara del muchacho para despertarle.
- ¡Veo que lo has dejado sin habla! ¡Estas echa una pillina!-
- Callate George. Se ha desmayado...
- ¡Ey Schott! ¿Estas bien?- Preguntó Philip una vez que observó que el muchacho volvía en si .
Entonces ella se levantó y tomó la bolsa que aún portaba George en busca de algún bollo dulce, así tomaría energía, su tensión mejoraría y no volvería a desplomarse de nuevo. Sentía aún nervios clavados en el estomago, un ligero miedo de acabar con él, que la confianza que había construido todo este tiempo se cayera de bruces como hace un momento lo había hecho él. Runa era testaruda, a veces se llevaba todo de frente, sin importar las consecuencias, sin importar sin un edificio se caía, pero nunca, nunca le gustaba causar daño a una persona a la que quería tanto.
Runa se había calmado tras su llegada.
Aprendió a ser mejor persona, aunque sus principios en muchas ocasiones no eran de ser mala gente. Había florecido, se había vuelto más optimista y llena de vida.
Una vida que él pudo observar volver a brillar.
Schott era como el sol para ella. Siempre daba felicidad, calor, una vida llena de energía. Él era como una libélula en plena noche, tan pequeño y tan lleno de luz que era digno de observar.
No era un hombre rudo como la mayoría, pero estaba segura que aportaba más.
¡Que desconsiderada! ¡Podía haber pensado como se encontraba físicamente!
Un simple beso parecía más importante que las heridas de guerra, del viaje, de estar simplemente de escudero y herrero. Era una simple barbaridad que el muchacho se perdiese entre sus brazos y ella no supiera reanimarlo.-¿Schott?- Preguntó de nuevo confusa al comprobar que había vuelto a perder el conocimiento.
Como pasos de reanimación, volvió a darle unas ligeras palmadas suave en rostro mientras seguía desmayado.
-Eso es lo que pasa cuando son unos degenerados- Se escuchaba una voz arrugada a varios pasos de ella.
- Antía, da gracias que no va mostrando los pechos como la otra muchacha que anda suelta por ahí- Respondía Mustia a la anciana Antía.
- Siempre tienen que estar restregándose las babas. ¡Que desagradable!- Se unía una tercera anciana al asunto.
- Te pones así porque a ti solo te babeada tu cabra, Flora- Seguía respondiendo Mustia.
- ¡Todos los soldados son iguales! ¡ Degenerados!- Gritaba con esmero la vieja Antía.
- ¡Señoras vayan a cotillear al fondo! ¡ Hay muchas desgracias que pueden criticar!- Entraba en escena el grande de George acompañado del bajito de Philip.
- Nosotras no cotilleamos, solo nos informamos de los desastres!- Añadió Flora.
- Pues busquen desastres en otra parte, nuestro soldado ha tenido un golpe de calor- respondió George.
Las ancianas muy a pesar, se marchaban a paso lento mientras aún continuaban girando la cabeza expectantes de que pasaría con el desmayado de Schott. Los compañeros inteligentes, se pusieron de espaldas frente el cuerpo del pelirrojo para taparles la visión y molestarlas como buenas marujas que eran, que como era evidente resoplaban indignadas al no tener más motivos que criticar.
- Vamos a despertar a la bella durmiente- Echó un chorro de cerveza fría a la cara del muchacho para despertarle.
- ¡Veo que lo has dejado sin habla! ¡Estas echa una pillina!-
- Callate George. Se ha desmayado...
- ¡Ey Schott! ¿Estas bien?- Preguntó Philip una vez que observó que el muchacho volvía en si .
Entonces ella se levantó y tomó la bolsa que aún portaba George en busca de algún bollo dulce, así tomaría energía, su tensión mejoraría y no volvería a desplomarse de nuevo. Sentía aún nervios clavados en el estomago, un ligero miedo de acabar con él, que la confianza que había construido todo este tiempo se cayera de bruces como hace un momento lo había hecho él. Runa era testaruda, a veces se llevaba todo de frente, sin importar las consecuencias, sin importar sin un edificio se caía, pero nunca, nunca le gustaba causar daño a una persona a la que quería tanto.
Runa se había calmado tras su llegada.
Aprendió a ser mejor persona, aunque sus principios en muchas ocasiones no eran de ser mala gente. Había florecido, se había vuelto más optimista y llena de vida.
Una vida que él pudo observar volver a brillar.
Schott era como el sol para ella. Siempre daba felicidad, calor, una vida llena de energía. Él era como una libélula en plena noche, tan pequeño y tan lleno de luz que era digno de observar.
No era un hombre rudo como la mayoría, pero estaba segura que aportaba más.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Me encontraba volando, sonriendo como un bobalicón por los cielos de Lunargenta, el sol brillaba y los pájaros cantaban, la sensación era maravillosa, era feliz.
Cruzaba atravesando las nubes, a mi lado el Rey Sigfried se me acercó subido a una cama voladora.
-Ey Schotty, ¿cómo te va?-
-Majestad, que bien verle por aquí-
-Si tenía que hacer unos recados, ey te veo estupendo-
-Si jaja, no te vas a creer lo que me ha pasado-
-Ayyy Schotty eres un pillo, no siempre vas a tener mala suerte eh- sonrió el rey tomándose una infusión.
-No jaja, a veces la vida te sonríe-
-Jajaja, me alegro muchacho, un consejo, no la pierdas-
-Bien majestad eso hare, muchas gracias-
-A ti chaval y ten cuidado que te mojas-
-¿Cómo?-
De repente mire hacia delante una cascada de cerveza me arrastró de lleno, todo se volvió negro y tosí, abrí los ojos, tenía la cara empapada, estaba tendido en el suelo con dos figuras sonriendo sobre mí.
-¿Majestad?-
-¿Cómo?-Dijo el guardia.
-Eh, no nada nada, estaba.... de guardia-
-¿Ah sí?- sonrió el otro.
-Sisi, comprobaba, algo aquí abajo, estaba con, ey Runa- le sonreí bien colorado, estaba allí riendo delante de mí, ¿había sido real?, si si, seguro que sí, mi imaginación no es tan buena, eso significaba, mierda, pero si me había desmayado, vaya hombre, cuanto tiempo había sido maldita sea.
-E..ee Ru..Runa..per..perdona nose, no sé qué me ha pasado, un mareo, ya sabes un golpe de viento, ha debido ser, discúlpame yo no, no yo- Mi cerebro, tan avispado como siempre.
-Oh si, mil gracias, creo que es justo lo que necesito- sonreí tomando un bollo que me tendía.
-Muchas gracias- sonreí, aun me temblaban las piernas un poco espero que no se notase.
-Eee…eee…que .. ¿qué tal la guardia chicos?-
-No tan buena como la tuya supongo jaja- rio uno.
-Nah todo en orden, aunque se prevén disturbios-
-Vaya, bueno, sentaos, Runa y yo estábamos..hablando si- sonreí rojo como un tomate.
-Bu..bueno sentaos, vamos a comer algo, que aquí la gente se desmaya con nada, debe ser el aire, no os ha pasado, pasa mucho dicen si- No dejaba de decir tonterías, sería mejor que me metiese de una vez por todas el bollo en la boca.
-Eff..buna…bo..eee.....fiebo..fa bido...ma..fafado…ufo- mierda… el bollo en la boca, si es que…
Cruzaba atravesando las nubes, a mi lado el Rey Sigfried se me acercó subido a una cama voladora.
-Ey Schotty, ¿cómo te va?-
-Majestad, que bien verle por aquí-
-Si tenía que hacer unos recados, ey te veo estupendo-
-Si jaja, no te vas a creer lo que me ha pasado-
-Ayyy Schotty eres un pillo, no siempre vas a tener mala suerte eh- sonrió el rey tomándose una infusión.
-No jaja, a veces la vida te sonríe-
-Jajaja, me alegro muchacho, un consejo, no la pierdas-
-Bien majestad eso hare, muchas gracias-
-A ti chaval y ten cuidado que te mojas-
-¿Cómo?-
De repente mire hacia delante una cascada de cerveza me arrastró de lleno, todo se volvió negro y tosí, abrí los ojos, tenía la cara empapada, estaba tendido en el suelo con dos figuras sonriendo sobre mí.
-¿Majestad?-
-¿Cómo?-Dijo el guardia.
-Eh, no nada nada, estaba.... de guardia-
-¿Ah sí?- sonrió el otro.
-Sisi, comprobaba, algo aquí abajo, estaba con, ey Runa- le sonreí bien colorado, estaba allí riendo delante de mí, ¿había sido real?, si si, seguro que sí, mi imaginación no es tan buena, eso significaba, mierda, pero si me había desmayado, vaya hombre, cuanto tiempo había sido maldita sea.
-E..ee Ru..Runa..per..perdona nose, no sé qué me ha pasado, un mareo, ya sabes un golpe de viento, ha debido ser, discúlpame yo no, no yo- Mi cerebro, tan avispado como siempre.
-Oh si, mil gracias, creo que es justo lo que necesito- sonreí tomando un bollo que me tendía.
-Muchas gracias- sonreí, aun me temblaban las piernas un poco espero que no se notase.
-Eee…eee…que .. ¿qué tal la guardia chicos?-
-No tan buena como la tuya supongo jaja- rio uno.
-Nah todo en orden, aunque se prevén disturbios-
-Vaya, bueno, sentaos, Runa y yo estábamos..hablando si- sonreí rojo como un tomate.
-Bu..bueno sentaos, vamos a comer algo, que aquí la gente se desmaya con nada, debe ser el aire, no os ha pasado, pasa mucho dicen si- No dejaba de decir tonterías, sería mejor que me metiese de una vez por todas el bollo en la boca.
-Eff..buna…bo..eee.....fiebo..fa bido...ma..fafado…ufo- mierda… el bollo en la boca, si es que…
Schott
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
¡Ay los nervios que arrastraban al desastre apocalíptico!
Cuando el notable tartamudeo estaba jugando una mala pasada al pelirrojo que no paraba de ser observado por aquellos tan simpáticos compañeros. Philip no pudo tratar de evitar una sonrisa burlona cuando todos se levantaron junto al muchacho y tomaron de nuevo asiento de nuevo en la hoguera, solo tuvo que decir una frase sin sentido,una mínima frase para que ambos soldados escupieran la cerveza al fuego y comenzaran a reír tan fuerte que de pronto se comenzó a escuchar el propio eco de sus risas.
Mientras Schott, siempre nervioso no tuvo mejor idea que meterse el bollo entero en la boca sin saber que pronunciar, a lo que la muchacha llevo la palma de su mano izquierda hacia su frente golpeando levemente mientras miraba el suelo, callada, porque quizás ante una situación así era la mejor solución.
-No me gustaría para nada tener que descifrar lo que acabas de decir,muchacho- Se dirigió George a Schott mientras comenzaba a asar la carne en el fuego.
- A mi si que no me preguntes, quizás ella sepa como descifrar sus palabras
- No, no sé que ha dicho Schott- Respondió con voz agotada la joven.-Quizás deberiais hablar de aquellos disturbios- Añadió con la intención de que parasen de bromear un rato con el asunto.
- No es nada del otro mundo, unas pocas personas infectadas que se revelan al no dejarlas entrar tras la muralla- Carraspeó mientras dejaba la carne recién asada en un cuenco de metal.Al parecer tienen intención de colarse en la sección A-3 de esta misma y quizás precisen de nuestra ayuda para ello- Terminó mientras pasaba el cuenco para que todos los demás comiesen un poco.
-Huele a que vamos a tener que dar de palos-
- Eso lo dirás por ti chica del palo, jajaja -
¿Y tú Schott? ¿También eres de dar palos?- Preguntó al muchacho para que no estuviese tan callado.
La cerveza estaba deliciosa, no tanto como lo que había sentido minutos anteriores a que los demás se presentaran, dos soldados, una fulana detestable, tres viejas marujas que los juzgaban, había sido sin duda un día muy completo y tan solo estaba empezando,tanto que sin darse cuenta de nada mientras disfrutaban y a la tímida Runa se le escapaba alguna mirada al muchacho, tuvieron la mala suerte que los disturbios ya llegaban.
-¡Socorro! ¡Comen cerebros! ¡Quieren matarnos!- Corría lo más veloz posible Mustia para una anciana de setenta años.-¡Vosotros los degenerados!- ¡Ayudadme! Gritaba con la voz más ahogaba posible al grupo de la hoguera.
Siempre que Runa y Schott estuviesen de compañeros, acababa pasando alguna desgracia. Era la ley de Murphy.
Cuando el notable tartamudeo estaba jugando una mala pasada al pelirrojo que no paraba de ser observado por aquellos tan simpáticos compañeros. Philip no pudo tratar de evitar una sonrisa burlona cuando todos se levantaron junto al muchacho y tomaron de nuevo asiento de nuevo en la hoguera, solo tuvo que decir una frase sin sentido,una mínima frase para que ambos soldados escupieran la cerveza al fuego y comenzaran a reír tan fuerte que de pronto se comenzó a escuchar el propio eco de sus risas.
Mientras Schott, siempre nervioso no tuvo mejor idea que meterse el bollo entero en la boca sin saber que pronunciar, a lo que la muchacha llevo la palma de su mano izquierda hacia su frente golpeando levemente mientras miraba el suelo, callada, porque quizás ante una situación así era la mejor solución.
-No me gustaría para nada tener que descifrar lo que acabas de decir,muchacho- Se dirigió George a Schott mientras comenzaba a asar la carne en el fuego.
- A mi si que no me preguntes, quizás ella sepa como descifrar sus palabras
- No, no sé que ha dicho Schott- Respondió con voz agotada la joven.-Quizás deberiais hablar de aquellos disturbios- Añadió con la intención de que parasen de bromear un rato con el asunto.
- No es nada del otro mundo, unas pocas personas infectadas que se revelan al no dejarlas entrar tras la muralla- Carraspeó mientras dejaba la carne recién asada en un cuenco de metal.Al parecer tienen intención de colarse en la sección A-3 de esta misma y quizás precisen de nuestra ayuda para ello- Terminó mientras pasaba el cuenco para que todos los demás comiesen un poco.
-Huele a que vamos a tener que dar de palos-
- Eso lo dirás por ti chica del palo, jajaja -
¿Y tú Schott? ¿También eres de dar palos?- Preguntó al muchacho para que no estuviese tan callado.
La cerveza estaba deliciosa, no tanto como lo que había sentido minutos anteriores a que los demás se presentaran, dos soldados, una fulana detestable, tres viejas marujas que los juzgaban, había sido sin duda un día muy completo y tan solo estaba empezando,tanto que sin darse cuenta de nada mientras disfrutaban y a la tímida Runa se le escapaba alguna mirada al muchacho, tuvieron la mala suerte que los disturbios ya llegaban.
-¡Socorro! ¡Comen cerebros! ¡Quieren matarnos!- Corría lo más veloz posible Mustia para una anciana de setenta años.-¡Vosotros los degenerados!- ¡Ayudadme! Gritaba con la voz más ahogaba posible al grupo de la hoguera.
Siempre que Runa y Schott estuviesen de compañeros, acababa pasando alguna desgracia. Era la ley de Murphy.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Sonreí y logre tragar con dificultad el bollo, que por cierto estaba delicioso, los dos guardias, George y Philip eran buena gente, me alegré que en estos tiempos oscuros las personas lograsen conservar el buen humor y la esperanza.
Comentaron brevemente la situación de la muralla, entendía perfectamente la desesperación de la gente, pero sin la cura, me temo que su destino ya estaba sellado.
-¿Palos yo?, bueno casi, más bien palazos jaja- sonreí –Pero no me gustaría tener que zurrar enfermos-
-¿Palazos?-
-Sí, es una larga historia, no me dieron espada, pero tampoco la quiero, la gente tiende a subestimar esta belleza- Sonreí equilibrando la pala con la mano –Y ese es su mayor error, un buen golpe con esto y estas fuera, no os podéis imaginar la cantidad de veces que me ha salvado la vida, y además sirve para excavar, un dos por uno Jajaja- reí.
Bebí un trago de cerveza, lo cierto era que me encontraba mucho mejor, quizás fuese el descanso, la comida, la conversación o la preciosa Runa, si, seguramente fuese eso último, pero estaba estupendamente, no creo que nada pudiese llegar a enturbiar este pequeño remanso de paz que…
Unos gritos más que oportunos interrumpieron mi descanso, voces de alarma y campanas sonaban en el campamento.
-¿Eh que pasa que sucede?- exclamé sin mucha idea -¿Cómo que cerebros? ¿Pero qué asco no?- seguramente no hubiese oído bien.
Varios guardias corrieron de un lado a otro, y las viejas de antes nos increparon clamando por ayuda.
-¿Degenerados quiénes? ¿Estos dos?- pregunté extrañado.
-Jajaja, Scotty espabila que aun estas en las nubes- Me dijo George tendiéndome la mano para levantarme.
Me estiré tome mi equipo y me dirigí al centro del tumulto –Vamos chicos, a ver qué demonios está pasando- indique a mis compañeros.
Corrí apartando personas asustadas que corrían en la dirección contraria hasta que llegué el centro, donde una señora estaba de pie temblando, el pelo le tapaba la cara, pero apostaría a que estaba infectada.
Me acerqué lentamente a ella para ponerle la mano en el hombro -Señora, por favor calmes, la ayuda está en camino, vera como si nos tranquilizamos todos podremos….- no pude acabar la frase cuando la infectada, en un salto increíble e inesperado se abalanzó sobre mí.
Por suerte, mis reflejos no me fallaron, años de recibir flechas golpes y espadazos habían dado sus frutos, y en un acto reflejo me cubrí con el escudo que llevaba en la espalda, la señora se estrelló contra el tirándome al suelo y situada sobre mí, solo separados por el escudo trataba de agarrarme morderme la cara.
-Aaaghhh…agggghhh..quitádmela, quitádmela…uaaaaaa- grité retorciéndome sin poder quitármela de encima, vaya, con lo bien que estaba yo hace un minutito solo.
Comentaron brevemente la situación de la muralla, entendía perfectamente la desesperación de la gente, pero sin la cura, me temo que su destino ya estaba sellado.
-¿Palos yo?, bueno casi, más bien palazos jaja- sonreí –Pero no me gustaría tener que zurrar enfermos-
-¿Palazos?-
-Sí, es una larga historia, no me dieron espada, pero tampoco la quiero, la gente tiende a subestimar esta belleza- Sonreí equilibrando la pala con la mano –Y ese es su mayor error, un buen golpe con esto y estas fuera, no os podéis imaginar la cantidad de veces que me ha salvado la vida, y además sirve para excavar, un dos por uno Jajaja- reí.
Bebí un trago de cerveza, lo cierto era que me encontraba mucho mejor, quizás fuese el descanso, la comida, la conversación o la preciosa Runa, si, seguramente fuese eso último, pero estaba estupendamente, no creo que nada pudiese llegar a enturbiar este pequeño remanso de paz que…
Unos gritos más que oportunos interrumpieron mi descanso, voces de alarma y campanas sonaban en el campamento.
-¿Eh que pasa que sucede?- exclamé sin mucha idea -¿Cómo que cerebros? ¿Pero qué asco no?- seguramente no hubiese oído bien.
Varios guardias corrieron de un lado a otro, y las viejas de antes nos increparon clamando por ayuda.
-¿Degenerados quiénes? ¿Estos dos?- pregunté extrañado.
-Jajaja, Scotty espabila que aun estas en las nubes- Me dijo George tendiéndome la mano para levantarme.
Me estiré tome mi equipo y me dirigí al centro del tumulto –Vamos chicos, a ver qué demonios está pasando- indique a mis compañeros.
Corrí apartando personas asustadas que corrían en la dirección contraria hasta que llegué el centro, donde una señora estaba de pie temblando, el pelo le tapaba la cara, pero apostaría a que estaba infectada.
Me acerqué lentamente a ella para ponerle la mano en el hombro -Señora, por favor calmes, la ayuda está en camino, vera como si nos tranquilizamos todos podremos….- no pude acabar la frase cuando la infectada, en un salto increíble e inesperado se abalanzó sobre mí.
Por suerte, mis reflejos no me fallaron, años de recibir flechas golpes y espadazos habían dado sus frutos, y en un acto reflejo me cubrí con el escudo que llevaba en la espalda, la señora se estrelló contra el tirándome al suelo y situada sobre mí, solo separados por el escudo trataba de agarrarme morderme la cara.
-Aaaghhh…agggghhh..quitádmela, quitádmela…uaaaaaa- grité retorciéndome sin poder quitármela de encima, vaya, con lo bien que estaba yo hace un minutito solo.
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
En el mismo segundo en el que a una niña se le caía su trozo de pan al suelo, en el mismo segundo que levantaron la vista al escuchar el alboroto,casi en el mismo segundo en el que Runa giró su rostro hacia Ronald y George, y esté lo levantaba del suelo tan solo de un impulso, todo se aceleró.
Era caos.
Personas corriendo de una lado hacia otro con los brazos agitados, llevándose todo lo que estaba a su paso con tal de no perder la vida, niños, ancianos, incluso aquellas viejecillas que realmente no es que fuesen unas grandes corredoras natas,pero seguían siendo unas ciudadanas a las cual se debía proteger.-¿Qué está pasando? La imagen de las personas arrollando a otras vidas a su paso comenzaba a entristecer el todavía no endurecido al menos del todo corazón de la muchacha.
Sus tres compañeros se levantaron y cogieron sus cosas para adentrarse entre el gentío. Ella, los siguió como pudo a los tres,era demasiada gente,demasiados empujones,demasiado terror por algo que no entendía ¿Comían cerebros? ¿A que venía esa frase tan terrorífica y macabra? ¿Que demonios estaba ocurriendo entre los infectados?
Pronto lo descubrió, después de ayudar a levantarse a una mujer embarazada, a una distancia tres metros observó a una mujer de pie, con el pelo largo cubriéndole el rostro y gruñiendo como un animal. ¿Acaso la enfermedad las condiciones la estaban volviendo esquizofrenica ?.Era compresible, muchas horas en las que no eran tratados adecuadamente, no tenían una cura ante aquella enfermedad todavía, y en los casos más avanzados y terminales acababan siendo olvidados como unos simples perros callejeros.La guerra siempre traía desgracias , era una población sin hogar, sin esperanzas, y mucho menos un futuro.
La infectada salió veloz hacia Ronald y saltó sobre él,menos mal que llevaba el escudo y pudo bloquear el ataque lo mejor posible, pero aquella condenada arañaba el escudo mientras gemía de dolor, mientras sus uñas se desgastaban y ya no quedaba piel,solo sangre y marcas en el escudo. George no se lo pensó, tomo carrerilla y golpeó el cuerpo de aquella mujer que salió volando un par de metros de ellos dos, sin embargo al minuto la mujer volvió a levantarse como si nada.
-¡Ronald! ¡George! ¡Cuidado con la infectada! - Advertía preocupada mientras portaba su bastón de la espalda en sus manos y se dirigía donde ellos para poder detenerla, pero no todo eran rosas, algo golpeó el rostro de Runa, de la preocupada Runa que no llegó a su objetivo y cayó un momento al suelo. Se tocó un momento la nariz, estaba sangrando, y cuando alzó la mirada un elfo que le sacaba una considerable estatura le atrapo del pelo y comenzó a tirar de ella por el suelo.
-Matar. ¡Te voy a matar sucia humana!-
Estaba pasando como en Sandorai, otro elfo que la atacaba desde aquella bruja le hizo aquella marca en el brazo. Si los ataques continuaban su esperanza de vida no llegaría a los treinta. La arrastró, y ella le metió una patada en el tobillo que hizo que la soltase al menos un segundo,aunque la criatura se lanzó sobre ella con los ojos llenos en sangre y la agarró del cuello, rodeando su delicado cuello y comenzando a apretar para asfixiarla.
-Philip...Dispara- Pudo soltar aun por la boca mientras golpeaba a aquel malnacido
-Pero te mataré...-
-Dispara... O me matará- Los ojos de la muchacha comenzaron a llenarse de lagrimas, solo veía a su enemigo, todo estaba pasando demasiado rápido. El beso, el asalto de la mujer loca, otro elfo que trataba de matarla al verla.No quería morir, aún no, le quedaban bastante cosas por hacer, tenía que encontrar a su prima perdida Alanna, debía llegar a la tumba de Huracán y despedirse de ella como debía, tenía que volver a ver a Ma-hui, buscar a los viejos conocidos,decirle a Ronald cuanto especial era para ella ¿Nunca se lo había dicho?. No, nunca se lo había dicho a pesar de haber perdido la vida una vez, y tan solo Philip debía apretar el gatillo y dejar a la suerte su vida.
Por suerte lo apretó, y su vida estaba retomando el aire mientras el cuerpo de aquel elfo cayó muerto sobre ella.
-Philip... Ayudaos - Dijo despacio mientras empujaba el cuerpo para incorporarse de nuevo. La mujer sin embargo ahí seguía, con las manos ensagrentadas y de pie berreando como una lunática.Le daba terror hasta Runa, que temía que hubiera más casos así sueltos por toda la muralla.
Aunque fuesen cuatro soldados, no eran grandes guerreros tampoco.
Era caos.
Personas corriendo de una lado hacia otro con los brazos agitados, llevándose todo lo que estaba a su paso con tal de no perder la vida, niños, ancianos, incluso aquellas viejecillas que realmente no es que fuesen unas grandes corredoras natas,pero seguían siendo unas ciudadanas a las cual se debía proteger.-¿Qué está pasando? La imagen de las personas arrollando a otras vidas a su paso comenzaba a entristecer el todavía no endurecido al menos del todo corazón de la muchacha.
Sus tres compañeros se levantaron y cogieron sus cosas para adentrarse entre el gentío. Ella, los siguió como pudo a los tres,era demasiada gente,demasiados empujones,demasiado terror por algo que no entendía ¿Comían cerebros? ¿A que venía esa frase tan terrorífica y macabra? ¿Que demonios estaba ocurriendo entre los infectados?
Pronto lo descubrió, después de ayudar a levantarse a una mujer embarazada, a una distancia tres metros observó a una mujer de pie, con el pelo largo cubriéndole el rostro y gruñiendo como un animal. ¿Acaso la enfermedad las condiciones la estaban volviendo esquizofrenica ?.Era compresible, muchas horas en las que no eran tratados adecuadamente, no tenían una cura ante aquella enfermedad todavía, y en los casos más avanzados y terminales acababan siendo olvidados como unos simples perros callejeros.La guerra siempre traía desgracias , era una población sin hogar, sin esperanzas, y mucho menos un futuro.
La infectada salió veloz hacia Ronald y saltó sobre él,menos mal que llevaba el escudo y pudo bloquear el ataque lo mejor posible, pero aquella condenada arañaba el escudo mientras gemía de dolor, mientras sus uñas se desgastaban y ya no quedaba piel,solo sangre y marcas en el escudo. George no se lo pensó, tomo carrerilla y golpeó el cuerpo de aquella mujer que salió volando un par de metros de ellos dos, sin embargo al minuto la mujer volvió a levantarse como si nada.
-¡Ronald! ¡George! ¡Cuidado con la infectada! - Advertía preocupada mientras portaba su bastón de la espalda en sus manos y se dirigía donde ellos para poder detenerla, pero no todo eran rosas, algo golpeó el rostro de Runa, de la preocupada Runa que no llegó a su objetivo y cayó un momento al suelo. Se tocó un momento la nariz, estaba sangrando, y cuando alzó la mirada un elfo que le sacaba una considerable estatura le atrapo del pelo y comenzó a tirar de ella por el suelo.
-Matar. ¡Te voy a matar sucia humana!-
Estaba pasando como en Sandorai, otro elfo que la atacaba desde aquella bruja le hizo aquella marca en el brazo. Si los ataques continuaban su esperanza de vida no llegaría a los treinta. La arrastró, y ella le metió una patada en el tobillo que hizo que la soltase al menos un segundo,aunque la criatura se lanzó sobre ella con los ojos llenos en sangre y la agarró del cuello, rodeando su delicado cuello y comenzando a apretar para asfixiarla.
-Philip...Dispara- Pudo soltar aun por la boca mientras golpeaba a aquel malnacido
-Pero te mataré...-
-Dispara... O me matará- Los ojos de la muchacha comenzaron a llenarse de lagrimas, solo veía a su enemigo, todo estaba pasando demasiado rápido. El beso, el asalto de la mujer loca, otro elfo que trataba de matarla al verla.No quería morir, aún no, le quedaban bastante cosas por hacer, tenía que encontrar a su prima perdida Alanna, debía llegar a la tumba de Huracán y despedirse de ella como debía, tenía que volver a ver a Ma-hui, buscar a los viejos conocidos,decirle a Ronald cuanto especial era para ella ¿Nunca se lo había dicho?. No, nunca se lo había dicho a pesar de haber perdido la vida una vez, y tan solo Philip debía apretar el gatillo y dejar a la suerte su vida.
Por suerte lo apretó, y su vida estaba retomando el aire mientras el cuerpo de aquel elfo cayó muerto sobre ella.
-Philip... Ayudaos - Dijo despacio mientras empujaba el cuerpo para incorporarse de nuevo. La mujer sin embargo ahí seguía, con las manos ensagrentadas y de pie berreando como una lunática.Le daba terror hasta Runa, que temía que hubiera más casos así sueltos por toda la muralla.
Aunque fuesen cuatro soldados, no eran grandes guerreros tampoco.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
No podía creer lo que estaba viendo, la muer, loca de rabia arañaba incomprensiblemente el escudo tratando de atravesarlo mientras sus dientes ensangrentados trataban de arrancarme el cuello, en mi defensa diré que esa loca era mucho más fuerte de lo que parecía en un principio, era como si estuviese cegada por la ira.
Por suerte mi compañero George llego hasta aquí y logró quitármela de encima de alguna manera.
-Uf, gracias tío, poco más y me arranca la cara-
-Bah te haría un favor jeje- bromeó George ayudándome a levantarme con la mano.
Runa que también había llegado nos instó a tener cuidado con la infectada.
-¡No me digas!- alcancé a decir cuando un elfo salido de quien sabe dónde se abalanzó sobre Runa también.
-Ey ¿pero es que están todos locos aquí o qué?- exclamé corriendo a ayudarla, pero apenas llegaba a agarrar al elfo, algo me zafó del tobillo, me giré y era de nuevo la vieja loca tratando de arrancarme la pierna.
-Uaaaaggg- grité cayendo de nuevo al suelo, nuevamente trató de morderme en el cuello, no logré sacar lo suficientemente rápido el escudo y cayó al suelo junto a mí.
-Mierda mierda mierda…agggg..- mascullé intentando cerrarle la mandíbula con las manos, pero se me estaba escurriendo, si aún pudiera…espera si, aguantándola no se bien como con una mano, logre desenfundar la espada del cinturón y hacer que moridera el mango.
-Agggg….no lograré tenerla mucho tiempo así- mascullé sujetando el mango con ambas manos mientras la loca seguía tratando de matarme.
Pero no era el único con problemas, Runa seguía enfrentada al elfo, que estaba tratando de estrangularla a escasos metros de mí.
-¡Runa….noooo!- maldije impotente.
Philip que estaba con nosotros había traído una pesada ballesta.
-No no, a ella, ayuda..a…ella- dije señalando como pude a Runa y su agresor, no me importaba lo que me pasase, Runa tenía que salvarse.
Philip apuntó pero el tiro era difícil, un pequeño desvío y a quien atravesaría seria a ella.
Runa gritaba que disparase.
-A ver, tu dispara, pero mata al elfo- dije bromeando con lo evidente, quizás no fuese el mejor momento.
Sonreí aliviado cuando vi que acertaba el tiro y terminaba con la vida del elfo.
-Bien así si, luego te invito..a una copa…- mascullé mientras seguía en mi forcejeo con la vieja –¿Ahora puede alguien echarme a mí una mano?-
George, que había estado todo el tiempo tratando de quitarme a la loca de encima maldecía- Joder, no se muere, no se muere- gritaba dándola con todo lo que tenía, he de decir que yo también me llevé algún golpe.
-Pues mátala mejor, que se te da fatal- dije liberándome una mano y dando a la loca puñetazos en la cara con escaso éxito.
-Espera, probaré con esto- dijo sacando un palo grande o una maza o algo y golpeado a la loca en la espalda a ver si así me soltaba.
Pero la muy asquerosa justo se movió y parte de ese formidable golpe fue a parar justo en mis joyas de la corona.
-AAAAAGGGGGHHH- grité con los ojos llenos de lágrimas –Guardia herido…guardia herido- mascullé.
-Scotty lo siento yo….- pero había tenido su efecto bueno, semejante fue mi espasmo al recibir el golpe que logre quitarme de encima a la infectada.
Con gran dolor logre ponerme de pie nuevamente aunque las piernas me flaqueaban, pude ver con cara de consternación como la infectada volvía a lanzarse sobre mí.
-¡Esque ya estoy harto MECAGUEN LA…!- grité golpeando en la cabeza de lado a la infectada mientras se abalanzaba contra mí, no sé muy bien cómo pasó, si es que fue mi furia desmedida debida al dolor de mis partes nobles o algo pero de semejante golpe pude ver anonadado como la cabeza de la loca caía al suelo a varios metros de su cuerpo arrancada de cuajo con el golpe.
El cuerpo cayó sin vida a mis pies, varias personas que corrían por alrededor lo vieron y se quedaron mirado incrédulos.
-Yo….- dije respirando con dificultad –no quería..estaba ya así- me defendí torpemente mientras pensaba si las normativas de la guardia con respecto al ataque de infectados locos incluía arrancarles la cabeza de un golpe.
-¿Hay….hay más…?- suspiré escuchando el alboroto mientras trataba de soportar el dolor aun activo en tan importante lugar.
Por suerte mi compañero George llego hasta aquí y logró quitármela de encima de alguna manera.
-Uf, gracias tío, poco más y me arranca la cara-
-Bah te haría un favor jeje- bromeó George ayudándome a levantarme con la mano.
Runa que también había llegado nos instó a tener cuidado con la infectada.
-¡No me digas!- alcancé a decir cuando un elfo salido de quien sabe dónde se abalanzó sobre Runa también.
-Ey ¿pero es que están todos locos aquí o qué?- exclamé corriendo a ayudarla, pero apenas llegaba a agarrar al elfo, algo me zafó del tobillo, me giré y era de nuevo la vieja loca tratando de arrancarme la pierna.
-Uaaaaggg- grité cayendo de nuevo al suelo, nuevamente trató de morderme en el cuello, no logré sacar lo suficientemente rápido el escudo y cayó al suelo junto a mí.
-Mierda mierda mierda…agggg..- mascullé intentando cerrarle la mandíbula con las manos, pero se me estaba escurriendo, si aún pudiera…espera si, aguantándola no se bien como con una mano, logre desenfundar la espada del cinturón y hacer que moridera el mango.
-Agggg….no lograré tenerla mucho tiempo así- mascullé sujetando el mango con ambas manos mientras la loca seguía tratando de matarme.
Pero no era el único con problemas, Runa seguía enfrentada al elfo, que estaba tratando de estrangularla a escasos metros de mí.
-¡Runa….noooo!- maldije impotente.
Philip que estaba con nosotros había traído una pesada ballesta.
-No no, a ella, ayuda..a…ella- dije señalando como pude a Runa y su agresor, no me importaba lo que me pasase, Runa tenía que salvarse.
Philip apuntó pero el tiro era difícil, un pequeño desvío y a quien atravesaría seria a ella.
Runa gritaba que disparase.
-A ver, tu dispara, pero mata al elfo- dije bromeando con lo evidente, quizás no fuese el mejor momento.
Sonreí aliviado cuando vi que acertaba el tiro y terminaba con la vida del elfo.
-Bien así si, luego te invito..a una copa…- mascullé mientras seguía en mi forcejeo con la vieja –¿Ahora puede alguien echarme a mí una mano?-
George, que había estado todo el tiempo tratando de quitarme a la loca de encima maldecía- Joder, no se muere, no se muere- gritaba dándola con todo lo que tenía, he de decir que yo también me llevé algún golpe.
-Pues mátala mejor, que se te da fatal- dije liberándome una mano y dando a la loca puñetazos en la cara con escaso éxito.
-Espera, probaré con esto- dijo sacando un palo grande o una maza o algo y golpeado a la loca en la espalda a ver si así me soltaba.
Pero la muy asquerosa justo se movió y parte de ese formidable golpe fue a parar justo en mis joyas de la corona.
-AAAAAGGGGGHHH- grité con los ojos llenos de lágrimas –Guardia herido…guardia herido- mascullé.
-Scotty lo siento yo….- pero había tenido su efecto bueno, semejante fue mi espasmo al recibir el golpe que logre quitarme de encima a la infectada.
Con gran dolor logre ponerme de pie nuevamente aunque las piernas me flaqueaban, pude ver con cara de consternación como la infectada volvía a lanzarse sobre mí.
-¡Esque ya estoy harto MECAGUEN LA…!- grité golpeando en la cabeza de lado a la infectada mientras se abalanzaba contra mí, no sé muy bien cómo pasó, si es que fue mi furia desmedida debida al dolor de mis partes nobles o algo pero de semejante golpe pude ver anonadado como la cabeza de la loca caía al suelo a varios metros de su cuerpo arrancada de cuajo con el golpe.
El cuerpo cayó sin vida a mis pies, varias personas que corrían por alrededor lo vieron y se quedaron mirado incrédulos.
-Yo….- dije respirando con dificultad –no quería..estaba ya así- me defendí torpemente mientras pensaba si las normativas de la guardia con respecto al ataque de infectados locos incluía arrancarles la cabeza de un golpe.
-¿Hay….hay más…?- suspiré escuchando el alboroto mientras trataba de soportar el dolor aun activo en tan importante lugar.
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Acababa de ver su vida pasar. A pocos segundos de que su respiración se cortase y Philip quitará de un golpe el cuerpo del elfo que la había sobresaltado.
Se levantó despacio tratando de recuperar las bocanadas de aire poco a poco, dejando que su garganta se volviese a abrir con paciencia y miro de reojo como todavía no habían solucionado el tema de la loca.
-Philip... Deberías ... Ayudar...
Había girado un instante hacia su compañero que permanecía aún demasiado cerca suyo mientras a la distancia, George había cogido una maza y apuntaba a la cabeza de la mujer con la mala suerte que se apartó y acabó acertando en las partes más nobles del pelirrojos.
-Ufff... ¡HUEVOS ROTOS!- Exclamó con el mayor de los dolores el pequeño Philip.
-¡Santa mierda!- También se unió a la exclamación la joven Runa que no quería imaginarse el dolor que debía sentir.
El valiente y dolorido Schott se levantó temblando ,y cargando su pala golpeó la cabeza de la culpable haciéndola rodar a varios metros mientras el cuerpo caía al instante.Todos permanecieron en silencio, los civiles que lo habían presenciado,el grandullón de George que había estado durante toda la mañana burlándose de él, hasta Philip y Runa por la parte de atrás.
-Por eso le gustas a Runa...- Comentó ignorando las palabras del culpable Schott.
Los civiles un poco nerviosos empezaron a comentar a susurros los sucedido, mientras tapaban su boca y no paraban de mirar a aquellos dos.
-Sigan transitando, el problema se ha resuelto- Trató de ordenar para que se relajara la tensión.
- ¡Vamos! Ya habéis escuchado! ¡movimiento! - Ayuda en el tema Philip.
- Hay que mover el cuerpo chicos.
Runa se acercó al muchacho que continuaba temblando y apoyo su mano en su hombro desde su espalda. Acarició su espalda esperando que eso lo relajara, ya que era consciente que Ronald no era un hombre violento y la situación en si debía ser un mal trago para él.
-¿Estas bien Ronald?- Preguntó con una voz suave y un poco asustadiza.
- Vamos a llevar el cuerpo hacia el vertedero entre los dos, te dejamos con él.- Se dirigió el grandullón hacia la muchacha que seguía de pie junto a su herrero.
Runa sintió ante el comentario de George y volvió a dar su atención en Ronald, esperando una respuesta clara del muchacho o al menos una reacción muy humana. No le importaba ayudarle , ni escucharle, ni tener que explicarle que a veces la ley conllevaba a cometer actos así de denigrantes.
Aunque eso conllevaba a tener que tener un estómago de acero,ya que el vomitar era demasiado sencillo por la presión.
Se levantó despacio tratando de recuperar las bocanadas de aire poco a poco, dejando que su garganta se volviese a abrir con paciencia y miro de reojo como todavía no habían solucionado el tema de la loca.
-Philip... Deberías ... Ayudar...
Había girado un instante hacia su compañero que permanecía aún demasiado cerca suyo mientras a la distancia, George había cogido una maza y apuntaba a la cabeza de la mujer con la mala suerte que se apartó y acabó acertando en las partes más nobles del pelirrojos.
-Ufff... ¡HUEVOS ROTOS!- Exclamó con el mayor de los dolores el pequeño Philip.
-¡Santa mierda!- También se unió a la exclamación la joven Runa que no quería imaginarse el dolor que debía sentir.
El valiente y dolorido Schott se levantó temblando ,y cargando su pala golpeó la cabeza de la culpable haciéndola rodar a varios metros mientras el cuerpo caía al instante.Todos permanecieron en silencio, los civiles que lo habían presenciado,el grandullón de George que había estado durante toda la mañana burlándose de él, hasta Philip y Runa por la parte de atrás.
-Por eso le gustas a Runa...- Comentó ignorando las palabras del culpable Schott.
Los civiles un poco nerviosos empezaron a comentar a susurros los sucedido, mientras tapaban su boca y no paraban de mirar a aquellos dos.
-Sigan transitando, el problema se ha resuelto- Trató de ordenar para que se relajara la tensión.
- ¡Vamos! Ya habéis escuchado! ¡movimiento! - Ayuda en el tema Philip.
- Hay que mover el cuerpo chicos.
Runa se acercó al muchacho que continuaba temblando y apoyo su mano en su hombro desde su espalda. Acarició su espalda esperando que eso lo relajara, ya que era consciente que Ronald no era un hombre violento y la situación en si debía ser un mal trago para él.
-¿Estas bien Ronald?- Preguntó con una voz suave y un poco asustadiza.
- Vamos a llevar el cuerpo hacia el vertedero entre los dos, te dejamos con él.- Se dirigió el grandullón hacia la muchacha que seguía de pie junto a su herrero.
Runa sintió ante el comentario de George y volvió a dar su atención en Ronald, esperando una respuesta clara del muchacho o al menos una reacción muy humana. No le importaba ayudarle , ni escucharle, ni tener que explicarle que a veces la ley conllevaba a cometer actos así de denigrantes.
Aunque eso conllevaba a tener que tener un estómago de acero,ya que el vomitar era demasiado sencillo por la presión.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Me quedé unos instantes quieto, recuperando el aliento, el dolor comenzaba a remitir, aun no podía creer que le hubiese arrancado la cabeza a la pobre infectada, debí haberle dado con el filo de la pala.
-Uff….ufffff…no…no era mi intención- trataba de respirar calmado.
Runa apoyó suavemente la mano en mi espalda, la sensación cálida consiguió tranquilizarme.
-Gra..gracias Runa…creía….creia que no lo contábamos- sonreí.
Los dos guardias amigos se llevaron el cuerpo del lugar.
-Sisi id, hay mucha gente, buena idea- les indiqué -Ehh..si..pero tened cuidado con la sangre, es muy contagioso-
Sonreí a Runa que seguía a mi lado, suerte que estaba bien, no creo que pudiese soportar que la ocurriese nada, otra vez –El elfo que te atacó… ¿es por esa marca?¿sigues maldecida? Vaya…-dije resignado, al menos estaba bien, eso era lo importante.
-Uf, Runa…. hasta cuándo durará esto, el reino está fatal, la enfermedad, Lunargenta…echo de menos los viejos tiempos, ¿lo recuerdas? Jaja- reí sentándome en un barril que había caído junto a nosotros.
-Creo que no estamos preparados para esto, yo…oh..mierda..a que se han dejado..ohh…- maldije - la cabeza….-me levanté buscándola por donde había caído.
-Mierda, estoo…Runa ¿no tendrás por ahí una bolsa?- esbocé media sonrisa tratando de animar a Runa.
-Uff….ufffff…no…no era mi intención- trataba de respirar calmado.
Runa apoyó suavemente la mano en mi espalda, la sensación cálida consiguió tranquilizarme.
-Gra..gracias Runa…creía….creia que no lo contábamos- sonreí.
Los dos guardias amigos se llevaron el cuerpo del lugar.
-Sisi id, hay mucha gente, buena idea- les indiqué -Ehh..si..pero tened cuidado con la sangre, es muy contagioso-
Sonreí a Runa que seguía a mi lado, suerte que estaba bien, no creo que pudiese soportar que la ocurriese nada, otra vez –El elfo que te atacó… ¿es por esa marca?¿sigues maldecida? Vaya…-dije resignado, al menos estaba bien, eso era lo importante.
-Uf, Runa…. hasta cuándo durará esto, el reino está fatal, la enfermedad, Lunargenta…echo de menos los viejos tiempos, ¿lo recuerdas? Jaja- reí sentándome en un barril que había caído junto a nosotros.
-Creo que no estamos preparados para esto, yo…oh..mierda..a que se han dejado..ohh…- maldije - la cabeza….-me levanté buscándola por donde había caído.
-Mierda, estoo…Runa ¿no tendrás por ahí una bolsa?- esbocé media sonrisa tratando de animar a Runa.
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Allí se encontraba plantada con su caballero que trataba de tranquilizarse con cada bocanada de aire.Frotaba su espalda despacio, haciendo movimientos envolventes y con todo el cariño posible, se fijo en el brillo de su pelo rojizo, como siempre destacaba ante las demás cabelleras.
Además notó como su cuerpo dejaba de temblar y él giraba el rostro para contemplarla, y aún con palabras dudosas le agradecía el pequeño gesto.
-Siempre tenemos que contarlo. Es parte de nuestra ley querido herrero. Salieron de ella unas palabras menos dubitativas hacia él, mientras le devolvía la sonrisa y terminaba con suspiro de alivio.
Los muchachos emprendieron camino a enterrar el cuerpo de aquella lunática que hace escasos minutos había asaltado a sus dos compañeros.Era una sensación frívola ver aquellas marcas de sangre en el escudo, tan marcadas como si no le hubiera importado perder las uñas,los dedos, incluso la cabeza.
¡Que extraño era ver que era Schott el que había arrancado una cabeza de cuajo!
Los pensamientos de la muchacha se centraron en todo lo sucedido,le estaba revolviendo el estomago.Apoyó su mano en el estomago notando que esté le comenzaba a doler pero fue interrumpida cuando el muchacho se dirigió hacia ella.-¿Eh? Notó que le había dicho algo por lo que se le notaba preocupado.-¡Ah, la marca!.Si sigo teniendo esta dichosa marca que me hizo aquella bruja... Ciertamente todavía no encontraba una solución a dicha maldición.-Ahora cada vez que me ve un elfo...Bueno, ya sabes. Respondió mirándose dicha marca recordando que todavía la tenía.A veces no se daba cuenta de esa pequeña mala suerte que poseía a pesar de tener un nombre tan peculiar.
-¿La guerra? Se preguntó ante el nuevo comentario que hizo él.-No lo sé, antes aunque todo era un desastre las personas no estaban tan locas, ni teníamos que vigilar bien nuestras espaldas. respondió carraspeando mientras observaba como se sentaba sobre un barril.-Yo también lo echo de menos. ¿Sabias que yo observaba los farolillos desde los tejados cada vez que había una celebración?.Esa era una verdadera Lunargenta Suavizo su tono quizás meditando que su vida de ladrona no era tan dura como la que poseía ahora.-Ojalá pueda volver a verlos...
Derrepenté Ronald se dio cuenta que se habían dejado la cabeza y comenzó a buscarla por todos los lados.-Serán cabritos... Añadió mientras empezó ella también a añadirse a la búsqueda, cuando le pregunto si ella portaba una bolsa.-¿Una bolsa?.. preguntó asombrada. Eso es que había encontrado la cabeza.-¿Crees que soy la señorita Poppins? Le miró fijamente tratando de aguantarse la risa, y observó que de reojo una de las ancianas que tanto jaleo habían armado estaba ahí, plantada con una bolsa grande esparto.
La joven se dirigió hacia la anciana y forzó la voz.-Por orden de la guardia, debe entregarme esa bolsa que tiene en sus manos.
-No pienso entregarte la bolsa.Refunfuño aquella anciana, muy testadura por dejar algo tan simple como una bolsa.-Si no como llevo luego los alimentos que debo recoger...
-Quizás no necesite alimentos si la suelto con todos los infectados. Respondió Runita con una sonrisa burlona.-Imagina que se le lanza otra mujer como esa, o alguien se infecta con la sangre de la cabeza ...
Los ojos de la vieja se abrieron de par en par y accedió sutilmente a entregarle la bolsa a la guardia , que agradeció por supuesto con un ligero movimiento de cabeza y caminó de nuevo hacia el muchacho para entregársela.
-La cabeza la coges tú. Suplico a Ronald tratando de no poner más caras extrañas al verla tirada en el suelo.-Es horrorosa... Añadió abriendo la bolsa para que solo tuviera que dejarla caer sobre ella.
- ¡Que guay! ¡Una cabeza humana! ¡Que guardia más fuerte! Se acercó un pequeño niño a observar la cabeza de cerca muy fascinado.
-¡Mira! Tienes un fan... Soltó una leve carcajada aunque su estomago seguía revuelto.
Además notó como su cuerpo dejaba de temblar y él giraba el rostro para contemplarla, y aún con palabras dudosas le agradecía el pequeño gesto.
-Siempre tenemos que contarlo. Es parte de nuestra ley querido herrero. Salieron de ella unas palabras menos dubitativas hacia él, mientras le devolvía la sonrisa y terminaba con suspiro de alivio.
Los muchachos emprendieron camino a enterrar el cuerpo de aquella lunática que hace escasos minutos había asaltado a sus dos compañeros.Era una sensación frívola ver aquellas marcas de sangre en el escudo, tan marcadas como si no le hubiera importado perder las uñas,los dedos, incluso la cabeza.
¡Que extraño era ver que era Schott el que había arrancado una cabeza de cuajo!
Los pensamientos de la muchacha se centraron en todo lo sucedido,le estaba revolviendo el estomago.Apoyó su mano en el estomago notando que esté le comenzaba a doler pero fue interrumpida cuando el muchacho se dirigió hacia ella.-¿Eh? Notó que le había dicho algo por lo que se le notaba preocupado.-¡Ah, la marca!.Si sigo teniendo esta dichosa marca que me hizo aquella bruja... Ciertamente todavía no encontraba una solución a dicha maldición.-Ahora cada vez que me ve un elfo...Bueno, ya sabes. Respondió mirándose dicha marca recordando que todavía la tenía.A veces no se daba cuenta de esa pequeña mala suerte que poseía a pesar de tener un nombre tan peculiar.
-¿La guerra? Se preguntó ante el nuevo comentario que hizo él.-No lo sé, antes aunque todo era un desastre las personas no estaban tan locas, ni teníamos que vigilar bien nuestras espaldas. respondió carraspeando mientras observaba como se sentaba sobre un barril.-Yo también lo echo de menos. ¿Sabias que yo observaba los farolillos desde los tejados cada vez que había una celebración?.Esa era una verdadera Lunargenta Suavizo su tono quizás meditando que su vida de ladrona no era tan dura como la que poseía ahora.-Ojalá pueda volver a verlos...
Derrepenté Ronald se dio cuenta que se habían dejado la cabeza y comenzó a buscarla por todos los lados.-Serán cabritos... Añadió mientras empezó ella también a añadirse a la búsqueda, cuando le pregunto si ella portaba una bolsa.-¿Una bolsa?.. preguntó asombrada. Eso es que había encontrado la cabeza.-¿Crees que soy la señorita Poppins? Le miró fijamente tratando de aguantarse la risa, y observó que de reojo una de las ancianas que tanto jaleo habían armado estaba ahí, plantada con una bolsa grande esparto.
La joven se dirigió hacia la anciana y forzó la voz.-Por orden de la guardia, debe entregarme esa bolsa que tiene en sus manos.
-No pienso entregarte la bolsa.Refunfuño aquella anciana, muy testadura por dejar algo tan simple como una bolsa.-Si no como llevo luego los alimentos que debo recoger...
-Quizás no necesite alimentos si la suelto con todos los infectados. Respondió Runita con una sonrisa burlona.-Imagina que se le lanza otra mujer como esa, o alguien se infecta con la sangre de la cabeza ...
Los ojos de la vieja se abrieron de par en par y accedió sutilmente a entregarle la bolsa a la guardia , que agradeció por supuesto con un ligero movimiento de cabeza y caminó de nuevo hacia el muchacho para entregársela.
-La cabeza la coges tú. Suplico a Ronald tratando de no poner más caras extrañas al verla tirada en el suelo.-Es horrorosa... Añadió abriendo la bolsa para que solo tuviera que dejarla caer sobre ella.
- ¡Que guay! ¡Una cabeza humana! ¡Que guardia más fuerte! Se acercó un pequeño niño a observar la cabeza de cerca muy fascinado.
-¡Mira! Tienes un fan... Soltó una leve carcajada aunque su estomago seguía revuelto.
Runa Thorgil
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
-Jaja si, supongo que si- sonreí a Runa, sus atentos cuidados hacían que me sintiese mucho mejor, pude darme cuenta como tras la pelea un rizo castaño se le había soltado sobre la mejilla, le quedaba muy bien.
-Vaya pues tenemos que pensar en algo para eso, los elfos son guerreros formidables, y no siempre voy a estar allí para sacarte las castañas del fuego eh jeje- bromeé a Runa, aunque lo cierto es que en el fono estaba preocupado, pocas cosas eran más difíciles de detener que un elfo deseoso de sangre.
-Si….-asentí con ella las cosas se han puesto muy feas- Ey pero no te aflijas- sonreí levantándola con cuidado el mentón con la mano –Volveremos y retomaremos Lunargenta, ya lo verás- asentí decidido –Juntos, nadie podrá pararnos-
Reí ante el comentario de Runa –Ay no sé, las chicas siempre tenéis cosas útiles para cada situación, yo solo tengo cachivaches y chatarra, ah y una cuchara jaja- reí.
-¿Uf, en serio? ¿Qué tal si yo sujeto la bolsa?- sonreí me agache a coger la cabeza tratando de no tocar la sangre, me había puesto por precaución un guante de herrero, pero aun así cualquier seguridad es poca.
Por suerte la infectada tenía el pelo largo, así que la agarré de ahí, la cabeza se balanceaba en contra de mi voluntad. –Uf, uf vega ábrela más que no cabe- dije tratando de estabilizarla con una ramita.
-Uy no niño, no mires esto, no por favor- dije tratando de girarme, haciendo que la cabeza se bambolease más -No hagáis esto nunca en casa niños-
-Eres una persona horrible- dio una señora que pasaba por allí.
-Señora por favor…y llévese al niño- dije metiendo por fin la cabeza en la bolsa.
-Ale ya está Runa, vamos a llevarla con el resto de su cuerpo- le die, uf la verdad es que así en frio sonaba fatal.
-Vaya pues tenemos que pensar en algo para eso, los elfos son guerreros formidables, y no siempre voy a estar allí para sacarte las castañas del fuego eh jeje- bromeé a Runa, aunque lo cierto es que en el fono estaba preocupado, pocas cosas eran más difíciles de detener que un elfo deseoso de sangre.
-Si….-asentí con ella las cosas se han puesto muy feas- Ey pero no te aflijas- sonreí levantándola con cuidado el mentón con la mano –Volveremos y retomaremos Lunargenta, ya lo verás- asentí decidido –Juntos, nadie podrá pararnos-
Reí ante el comentario de Runa –Ay no sé, las chicas siempre tenéis cosas útiles para cada situación, yo solo tengo cachivaches y chatarra, ah y una cuchara jaja- reí.
-¿Uf, en serio? ¿Qué tal si yo sujeto la bolsa?- sonreí me agache a coger la cabeza tratando de no tocar la sangre, me había puesto por precaución un guante de herrero, pero aun así cualquier seguridad es poca.
Por suerte la infectada tenía el pelo largo, así que la agarré de ahí, la cabeza se balanceaba en contra de mi voluntad. –Uf, uf vega ábrela más que no cabe- dije tratando de estabilizarla con una ramita.
-Uy no niño, no mires esto, no por favor- dije tratando de girarme, haciendo que la cabeza se bambolease más -No hagáis esto nunca en casa niños-
-Eres una persona horrible- dio una señora que pasaba por allí.
-Señora por favor…y llévese al niño- dije metiendo por fin la cabeza en la bolsa.
-Ale ya está Runa, vamos a llevarla con el resto de su cuerpo- le die, uf la verdad es que así en frio sonaba fatal.
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Re: Los escuderos de la desdicha [ Privado Schott ]
Philip y George envolvieron el cuerpo de la mujer en una lona que casualmente había a varios escasos metros y arrastraron el cadáver hacia la fosa, donde amontonaban sin control a criaturas que habían dejado de ser seres vivos, o al menos su control se perdió como sus propios nombres.
La madre del muchacho muy horrorizada del asunto, apoyando la palma de su mano en su pecho mostró su indignación por el método que estaban empleando para cuidar a los ciudadanos.
Mala persona, se refirió al propio Ronald como una mala persona. Ella, que parecía una mujer de más devota, con su reliquia de fé en sus pálidas manos y ese vestido que ni siquiera mostraba sus propios tobillos.
-Disculpé- Interrumpió Runa a la mujer impertinente. – Mi compañero sólo le está mostrando a su hijo lo que no debe de hacer si no quiere tener un futuro pésimo- Añadió sin más vacilación con una gran sonrisa.
-¡Y por cierto!- Frenó a aquella mujer que tapando los ojos de su pequeño se marchaba con mala cara.-Mala persona, es la que juzga sin conocer- Y se limitó a tirar el ropaje de la anciana a un cubo incendiado para quitar todo restos de la infección.
-Tardarán otros quince minutos en volver Schott, quizás sería buena idea que prendas su cabeza en la hoguera- Quiso dar como buena idea, con la inocencia de otra novata que no estaba en las expectativas, pero como ambos sabían, era muy difícil que algo malo o demasiado extraño no fuese a ocurrir.
La muchacha trató de calmar su estómago, puso su mano en el centro de su barriga para darse calor. Con paciencia, controlando su respiración una y otra vez, inspiraba y expiraba repetidas veces hasta que al fin, ese remolino parecía cesar dentro de ella.
Miró al muchacho. A su compañero de aventuras que siempre había estado en las peores, reconoció todas sus facetas en este largo tiempo, cada pelo pelirrojo, cada sonrisa inocente, y cada callo en sus manos trabajadoras.
Reconocía casi todo, menos lo que él sentía por ella, o en su defecto al menos pensaba.
Philip regresaba a lo lejos, la figura del compañero parecía indicarles que se acercaran a donde estaban ellos. ¿Habría más problemas, o quizás podían estar otro rato disfrutando?
-Vamos, Ronald- Se dispuso a ponerse de pie mientras caminaba en esa dirección.
La madre del muchacho muy horrorizada del asunto, apoyando la palma de su mano en su pecho mostró su indignación por el método que estaban empleando para cuidar a los ciudadanos.
Mala persona, se refirió al propio Ronald como una mala persona. Ella, que parecía una mujer de más devota, con su reliquia de fé en sus pálidas manos y ese vestido que ni siquiera mostraba sus propios tobillos.
-Disculpé- Interrumpió Runa a la mujer impertinente. – Mi compañero sólo le está mostrando a su hijo lo que no debe de hacer si no quiere tener un futuro pésimo- Añadió sin más vacilación con una gran sonrisa.
-¡Y por cierto!- Frenó a aquella mujer que tapando los ojos de su pequeño se marchaba con mala cara.-Mala persona, es la que juzga sin conocer- Y se limitó a tirar el ropaje de la anciana a un cubo incendiado para quitar todo restos de la infección.
-Tardarán otros quince minutos en volver Schott, quizás sería buena idea que prendas su cabeza en la hoguera- Quiso dar como buena idea, con la inocencia de otra novata que no estaba en las expectativas, pero como ambos sabían, era muy difícil que algo malo o demasiado extraño no fuese a ocurrir.
La muchacha trató de calmar su estómago, puso su mano en el centro de su barriga para darse calor. Con paciencia, controlando su respiración una y otra vez, inspiraba y expiraba repetidas veces hasta que al fin, ese remolino parecía cesar dentro de ella.
Miró al muchacho. A su compañero de aventuras que siempre había estado en las peores, reconoció todas sus facetas en este largo tiempo, cada pelo pelirrojo, cada sonrisa inocente, y cada callo en sus manos trabajadoras.
Reconocía casi todo, menos lo que él sentía por ella, o en su defecto al menos pensaba.
Philip regresaba a lo lejos, la figura del compañero parecía indicarles que se acercaran a donde estaban ellos. ¿Habría más problemas, o quizás podían estar otro rato disfrutando?
-Vamos, Ronald- Se dispuso a ponerse de pie mientras caminaba en esa dirección.
Runa Thorgil
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