A la caza del Buey de Aender (Noche) [Libre] [+18]
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A la caza del Buey de Aender (Noche) [Libre] [+18]
- ¿Ambientación? (?):
Los días pasaban y Thäis comenzaba a desesperarse. El día lo dedicaba a recorrer la ciudad preguntando por un maestro armero en condiciones y la noche la pasaba en la posada o en otro antro cercano con bebida y ambiente más barato. Los mejores guerreros formaban parte de la guardia, o eso decían, por lo que entrenaban en el cuartel de palacio, y parecía que nadie más en toda la ciudad tenía la suficiente destreza para blandir una espada. “Paciencia” se repetía a cada momento “Dundarak no se hizo en un día”, y su bolsa de dinero cada vez estaba más vacía.
-…últimamente no se ven por ningún lado y sus cuernos cada vez suben más de precio…
Palabras mágicas que llegaron a los oídos de la licántropa en una conversación ajena. Se trataba de un par de curanderos habituales en la taberna. Hablaban del Buey de Aender ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), un animal bastante curioso ya que decían que era el resultado de la mezcla de una cabra y un cabestro. Ella sabía de lo que hablaban, últimamente era muy difícil encontrar una manada por esta zona, sin embargo poco antes de llegar a la ciudad, en un bosque cercano vio un pequeño grupo de doce. En ese momento le había llamado la atención que estuvieran tan cerca de una urbe, pero apenas les dio importancia, su carne era asquerosa y dura como una piedra. Pero todo cambió cuando escuchó lo que decían de la cornamenta… Con ella se hacía un valioso polvo de vivos colores que se utilizaba en ungüentos, pócimas y perfumes.
La cazadora no se lo pensó mucho más, no quería que alguien se le adelantara. Terminó su jarra de cerveza de un trago, cogió su daga y su talega, se ató el cabello en una coleta y salió por la puerta. Si conseguía encontrar su pista por la noche los pillaría desorientados.
~~~~~~~
Horas después ya había dado con el grupo. Se acordaba del lugar donde los encontró, el resto solo fue calcular la dirección que habían seguido teniendo en cuenta que en el otoño migraban hacia el sur buscando mejor temperatura. El rebaño estaba agrupado en forma de semicírculo junto a unas rocas que los protegían de depredadores como ella. Tres becerros descansaban en el centro, a su alrededor tres adultos y los seis jóvenes que quedaban se turnaban en grupos de dos para vigilar los alrededores. “Es bastante más complejo de lo que me imaginaba”. La cazadora permanecía en su forma lupina agazapada tras unos matorrales. Había dejado su talega con sus ropas y su calzado escondida en un sitio cercano para luego, al terminar, regresar a por ella. Tomó una piedra entre sus dientes como pudo y la lanzó. Uno de los bueyes, lejos de asustarse al escuchar el sonido de la roca contra la tierra, decidió acercarse movido por la curiosidad para ver qué había sido aquello. Desde luego, no se caracterizaban por una gran inteligencia, pero sí una gran fuerza. Thäis debía acercarse con sigilo para en el último momento saltar y clavar los colmillos en el cuello del animal. Después se alejaría dejándole una herida mortal, por lo que solo sería cuestión de tiempo que esos cuernos estuvieran en su poder.
Sin embargo no fue eso lo que sucedió. El otro buey se percató de su presencia, lanzó un potente mugido y salió tras la cazadora dispuesto a ensartarla. Ese mugido puso en alerta a la manada y a cualquier ser vivo en kilómetros a la redonda. El dinero la había cegado a tal punto que ni siquiera se había dado cuenta que ella sola no podría con tal animal, y menos en grupo. Menos mal que la loba estuvo rápida, prefería mil veces ver la luz del sol al día siguiente que morir trinchada como un pavo. Sus patas avanzaban ligeras entre los árboles, pero su cabeza estaba tan pendiente de dejar atrás al bovino que no se dio cuenta de la figura que tenía delante de ella, provocando un horrible choque.
La licántropa confusa volvió a su forma humana de nuevo. Por suerte el buey ya la había dado por espantada y hacía rato que no la perseguía. Su cabeza daba tumbos por la contusión, por lo que tardó un tiempo en reaccionar- ¿…p-pero qué coñ*…? - Se quitó de encima de la chica -…¿por qué no te has apartado?...- Le preguntó mientras se masajeaba las sienes, ignorando el hecho de que no tenía ropa que cubriese su desnudez. Poco a poco comenzó a fijarse: tez pálida, cabello oscuro, con un extraño traje que le cubría prácticamente todo el cuerpo como si fuese una segunda piel y un vestido verde… ¿Qué hacía una joven como ella a esas horas en medio de un bosque?
Última edición por Thais el Lun 16 Oct - 14:58, editado 1 vez
Thais
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Re: A la caza del Buey de Aender (Noche) [Libre] [+18]
I
Las estrellas eran pequeñas espectadoras de los sucesos de aquella noche.
- Ambientación:
Las estrellas eran pequeñas espectadoras de los sucesos de aquella noche.
Sophia llevaba casi todo el día deambulando sin rumbo fijo en las afueras de Lunargenta. Un paraje inhóspito y lleno de cosas por descubrir, peligrosas y amenazantes, dañinas o emocionantes, tan salvajes como el mismo lobo que deambula solitario con hambre. Pues así estaba, con hambre, buscando algo que fuera conocido por ella y que por su base de datos fuera asociado con comida. La cacería le era ajena, la recolección de bayas silvestres, aunque la pequeña Sophia trató de enseñarle, Sophia nunca supo o entendió realmente como clasificar dichos frutos entre comestibles y venenosos. El veneno era dañino, doloroso, y Sophia sabía que el dolor no era algo que le quitara el hambre.
Como un fantasma de blanco y verde, pues vagaba por el bosque como alma en pena que busca a su amor o el descanso atormentando a los vivos. Errante, sin tener a alguien al cual preguntarle algo o si quiera obtener comida, iba de entre los árboles. Los sonidos la paralizaban por momentos y llamaban su atención “Si algo produce un sonido, alguien puede estar ahí” Pensaba para sí misma, era guiada por las distintas melodías distantes del mar de ceibas que era ese bosque. Muchas veces dudaba hacía donde dirigirse “Muchos sonidos. ¿Cual sigo? El más fuerte debe ser algo más grande” Y se encaminaba allá donde escuchara algún alboroto con pequeños pasos para cualquiera pero lleno de grandes descubrimientos para ella.
El ruido de los grillos era un tanto estridente, el hambre y el andar constante le tenía los pies cansados como su cuerpo agotado. No encontraba comida, necesitaba dormir pero el hambre y el rugir de su barriga la inquietaban cada vez que lograba sentarse cerca de un árbol.
De pronto, como en una epifanía pudo ver el milagro de la vida y la muerte en un segundo. Una bola blanca corrió frente a ella seguida de una ráfaga canela. Decidió seguirla hasta detrás de un matorral. Su curiosidad y sorpresa fue desbordantes cuando encontró a un zorro terminando de finiquitar la vida de un pequeño conejo que aún movía piernas con cada mordisco que le propinaba el lúpino. La trágica, bondadosa, gloriosa y triste realidad que representa esa escena era el sobrevivir en un sistema en el cual tienes que ser el más apto, o terminarás siendo la nutrición de tu superior. La sangre comenzaba a salir y el depredador la veía de forma extrañada. Terminó de liquidar a su presa y se alejó lo más rápido que pudo con el cuerpo en la boca.
Llegó a un pequeño tronco donde 4 crías salieron de forma presta y comenzaron la deliciosa carnicería. El blanco se tiñó de rojo y la orquesta de los sonidos de aquella noche era acompañada por los crujidos silenciosos del cartílago y piel siendo arrancada. Apenas mascaban pero el movimiento de sus bocas daba una idea obvia a Sophia de lo que hacían: estaban comiendo.
Observaba desde la lejanía oculta y pasible, pero el silencio fue interrumpido por su estómago, reclamando un poco de aquella jugosa comida. Si, Sophia reconocía al conejo como comida pero no del tipo que ella había probado anteriormente. “Podría ser como las bayas, tal vez es comida para ellos pero tal vez no para mi. Y no se como seleccionarla.” Los zorros con el sonido se asustaron, tomaron su banquete y se escondieron. La chica almacenó esa experiencia en su memoria, se dio media vuelta para continuar su marcha sin rumbo.
La noche no se detenía, las estrellas aún brillaban y la sinfónica nocturna aún no llegaba a su clímax. El momento de tranquilidad fue interrumpido por un sonido salvaje que sorprendió a Sophia, esta se detuvo y empezó a analizar de dónde venía. Uno, dos, tres y más mugidos fueron apareciendo pero la sorpresa y el ruido eran estridentes, Sophia se hallaba confundida y difusa sobre el que hacer. El sitio de donde venía era oscuro “Un humano no hace ese tipo de sonidos. Pero tal vez sea algo parecido.” Para su nueva sorpresa cuando pudo decidir sobre dar el primer paso una mujer la tumbó de golpe.
-¿…p-pero qué coñ*…? -Sophia hubiera dicho la misma expresión si supiera qué significaba. La mujer se levantó de inmediato y algo en la cabeza de Sophia comenzaba a doler, no muy fuerte como para activar sus defensas, pero si para llamar su atención. “¿Dolor? ¿Esto es dolor? No parece dolor” -…¿por qué no te has apartado?... -Preguntó la mujer, una humana de cabellos que acariciaron su rostro levemente y produjeron un leve cosquilleo cuando se levantaba. “Se ve como una persona, pero no tiene ropas o vestido.” Su desnudez era evidente, tan soberbia con la complexión de una guerrera joven que invitaría a cualquier soldado a pasar la noche con ella, así este tuviera que dejar el ejército.
Sophia se incorporó de aquel derribo y se sentó a observar a aquella mujer. -¿Eres una persona? ¿Por qué me empujaste? ¿Vas a hacerme daño? -Preguntó la chica con la voz un tanto metálica mientras observaba a la mujer tratando de recomponerse. Se masajeaba la sien pues golpearse con ese cuerpo metálico sería doloroso. Sus ojos eran de un azul profundo que hipnotizaban. La mujer respondía las preguntas un tanto confusa y más por el hecho de que la joven no mostró quejido alguno ni se inmutó de verla. -¿Por qué tu ojos son azules? -Hasta que el sonido de su estómago le recordó su verdadero objetivo. -¿Tienes comida?
Como un fantasma de blanco y verde, pues vagaba por el bosque como alma en pena que busca a su amor o el descanso atormentando a los vivos. Errante, sin tener a alguien al cual preguntarle algo o si quiera obtener comida, iba de entre los árboles. Los sonidos la paralizaban por momentos y llamaban su atención “Si algo produce un sonido, alguien puede estar ahí” Pensaba para sí misma, era guiada por las distintas melodías distantes del mar de ceibas que era ese bosque. Muchas veces dudaba hacía donde dirigirse “Muchos sonidos. ¿Cual sigo? El más fuerte debe ser algo más grande” Y se encaminaba allá donde escuchara algún alboroto con pequeños pasos para cualquiera pero lleno de grandes descubrimientos para ella.
El ruido de los grillos era un tanto estridente, el hambre y el andar constante le tenía los pies cansados como su cuerpo agotado. No encontraba comida, necesitaba dormir pero el hambre y el rugir de su barriga la inquietaban cada vez que lograba sentarse cerca de un árbol.
De pronto, como en una epifanía pudo ver el milagro de la vida y la muerte en un segundo. Una bola blanca corrió frente a ella seguida de una ráfaga canela. Decidió seguirla hasta detrás de un matorral. Su curiosidad y sorpresa fue desbordantes cuando encontró a un zorro terminando de finiquitar la vida de un pequeño conejo que aún movía piernas con cada mordisco que le propinaba el lúpino. La trágica, bondadosa, gloriosa y triste realidad que representa esa escena era el sobrevivir en un sistema en el cual tienes que ser el más apto, o terminarás siendo la nutrición de tu superior. La sangre comenzaba a salir y el depredador la veía de forma extrañada. Terminó de liquidar a su presa y se alejó lo más rápido que pudo con el cuerpo en la boca.
Llegó a un pequeño tronco donde 4 crías salieron de forma presta y comenzaron la deliciosa carnicería. El blanco se tiñó de rojo y la orquesta de los sonidos de aquella noche era acompañada por los crujidos silenciosos del cartílago y piel siendo arrancada. Apenas mascaban pero el movimiento de sus bocas daba una idea obvia a Sophia de lo que hacían: estaban comiendo.
Observaba desde la lejanía oculta y pasible, pero el silencio fue interrumpido por su estómago, reclamando un poco de aquella jugosa comida. Si, Sophia reconocía al conejo como comida pero no del tipo que ella había probado anteriormente. “Podría ser como las bayas, tal vez es comida para ellos pero tal vez no para mi. Y no se como seleccionarla.” Los zorros con el sonido se asustaron, tomaron su banquete y se escondieron. La chica almacenó esa experiencia en su memoria, se dio media vuelta para continuar su marcha sin rumbo.
La noche no se detenía, las estrellas aún brillaban y la sinfónica nocturna aún no llegaba a su clímax. El momento de tranquilidad fue interrumpido por un sonido salvaje que sorprendió a Sophia, esta se detuvo y empezó a analizar de dónde venía. Uno, dos, tres y más mugidos fueron apareciendo pero la sorpresa y el ruido eran estridentes, Sophia se hallaba confundida y difusa sobre el que hacer. El sitio de donde venía era oscuro “Un humano no hace ese tipo de sonidos. Pero tal vez sea algo parecido.” Para su nueva sorpresa cuando pudo decidir sobre dar el primer paso una mujer la tumbó de golpe.
-¿…p-pero qué coñ*…? -Sophia hubiera dicho la misma expresión si supiera qué significaba. La mujer se levantó de inmediato y algo en la cabeza de Sophia comenzaba a doler, no muy fuerte como para activar sus defensas, pero si para llamar su atención. “¿Dolor? ¿Esto es dolor? No parece dolor” -…¿por qué no te has apartado?... -Preguntó la mujer, una humana de cabellos que acariciaron su rostro levemente y produjeron un leve cosquilleo cuando se levantaba. “Se ve como una persona, pero no tiene ropas o vestido.” Su desnudez era evidente, tan soberbia con la complexión de una guerrera joven que invitaría a cualquier soldado a pasar la noche con ella, así este tuviera que dejar el ejército.
Sophia se incorporó de aquel derribo y se sentó a observar a aquella mujer. -¿Eres una persona? ¿Por qué me empujaste? ¿Vas a hacerme daño? -Preguntó la chica con la voz un tanto metálica mientras observaba a la mujer tratando de recomponerse. Se masajeaba la sien pues golpearse con ese cuerpo metálico sería doloroso. Sus ojos eran de un azul profundo que hipnotizaban. La mujer respondía las preguntas un tanto confusa y más por el hecho de que la joven no mostró quejido alguno ni se inmutó de verla. -¿Por qué tu ojos son azules? -Hasta que el sonido de su estómago le recordó su verdadero objetivo. -¿Tienes comida?
Sophia
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Re: A la caza del Buey de Aender (Noche) [Libre] [+18]
Las estrellas ya volaban alto por aquel lúgubre camino hacia el norte. Desde mi salida de la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] no había encontrado ningún poblado o refugio dónde pasar la noche, todo había sido una inmensa llanura. Tampoco es que hubiera avanzado mucho. Los descansos obligatorios que me hacía hacer mi enfermedad* no me permitían avanzar muchos kilómetros al día. Para colmo, el lobo de mi interior no tardó en abalanzarse sobre mi mente**. como cada noche, en busca de tomar el control, lo que hacía más difícil la tarea de andar. En uno de sus histéricos ataques ataques, mientras me llevaba la mano a la cabeza para intentar sin éxito apaciguar el dolor, no fui consciente de lo que se cernía sobre mi.
-¡MUUUUUUUUU! - unos simples mugidos fueron el único aviso.
Levanté la vista y abrí los ojos, una inmensa manada de unas verdaderas moles, oscurecidas e irreconocibles por la oscuridad de la noche, se abalanzaba amenazante contra mi. Ahogando un grito, mi cuerpo reaccionó por si sólo, antes siquiera de que pudiera pensar en algo. Salté a un lado y rodé por el suelo esquivando las patas de aquellos animales, cuyos cascos sonaron peligrosamente cerca de mi cabeza. Rodando me salí del camino y me levanté mirando a un lado y a otro con rapidez, intentando estar preparado ante una posible replica de lo sucedido. Pero aquello no ocurrió, la manada siguió su camino sin pararse a mirar por el joven al que casi pisotean como si fuera una alfombra.
-¡Pero que demonios....!- exclamé poniendo los brazos en jarra mientras veía como la manaba se alejaba y mientras el lobo de mi interior me gritaba "Matémoslos! ¡Comamonoslos!" nada nuevo en él.
Ignoré a la bestia intentando reprimirlo mentalmente, con cierto dolor, y dirigí mi mirada en la dirección por donde habían venido aquellos bichos.
"¿Qué habrá pasado?" me pregunté rascándome el mentón mientras mi característica curiosidad afloraba en mi. "Ha tenido que pasar algo para dicha estampida."
Me acerqué al camino y comencé a estudiar las huellas para seguir un rastro, así de paso practicaba mis habilidades que ya estaban un poco oxidadas. Seguí el rastro pese a la dificultad que planteaba la oscuridad de la noche, aunque ayudaba el hecho de que hubiera un centenar de pares de huellas. Hubo un momento en el que las huellas se salieron del camino para adentrarse en un claro. Seguí el rastro hasta un montículo, que era rodeado por el camino. Cuando vi dos figuras de pie en el camino hablando me agaché con temor. Gracias a la oscuridad no podía distinguir de quien se trataba y mucho menos saber si sus intenciones eran buenas o malas. Estar en mitad de un camino a aquellas horas de la noche no es que fuera una buena carta de presentación. Me escondí tras el montículo para esperar a que se fueran y continuar con mi reciente investigación. Pero mi cuerpo tenía otros planes. De repente, sentí el ataque de un potente golpe de tos que desgarró mi interior con la fuerza de un vendaval. Me lleve la mano a la boca para notar como esta se humedecía por un liquido viscoso y granate. Pero aquello en aquel momento era lo de menos, pues sin duda había desvelado mi ubicación a los dos desconocidos que esperaban en el camino.
_______________________________________________________________________________________________________-¡MUUUUUUUUU! - unos simples mugidos fueron el único aviso.
Levanté la vista y abrí los ojos, una inmensa manada de unas verdaderas moles, oscurecidas e irreconocibles por la oscuridad de la noche, se abalanzaba amenazante contra mi. Ahogando un grito, mi cuerpo reaccionó por si sólo, antes siquiera de que pudiera pensar en algo. Salté a un lado y rodé por el suelo esquivando las patas de aquellos animales, cuyos cascos sonaron peligrosamente cerca de mi cabeza. Rodando me salí del camino y me levanté mirando a un lado y a otro con rapidez, intentando estar preparado ante una posible replica de lo sucedido. Pero aquello no ocurrió, la manada siguió su camino sin pararse a mirar por el joven al que casi pisotean como si fuera una alfombra.
-¡Pero que demonios....!- exclamé poniendo los brazos en jarra mientras veía como la manaba se alejaba y mientras el lobo de mi interior me gritaba "Matémoslos! ¡Comamonoslos!" nada nuevo en él.
Ignoré a la bestia intentando reprimirlo mentalmente, con cierto dolor, y dirigí mi mirada en la dirección por donde habían venido aquellos bichos.
"¿Qué habrá pasado?" me pregunté rascándome el mentón mientras mi característica curiosidad afloraba en mi. "Ha tenido que pasar algo para dicha estampida."
Me acerqué al camino y comencé a estudiar las huellas para seguir un rastro, así de paso practicaba mis habilidades que ya estaban un poco oxidadas. Seguí el rastro pese a la dificultad que planteaba la oscuridad de la noche, aunque ayudaba el hecho de que hubiera un centenar de pares de huellas. Hubo un momento en el que las huellas se salieron del camino para adentrarse en un claro. Seguí el rastro hasta un montículo, que era rodeado por el camino. Cuando vi dos figuras de pie en el camino hablando me agaché con temor. Gracias a la oscuridad no podía distinguir de quien se trataba y mucho menos saber si sus intenciones eran buenas o malas. Estar en mitad de un camino a aquellas horas de la noche no es que fuera una buena carta de presentación. Me escondí tras el montículo para esperar a que se fueran y continuar con mi reciente investigación. Pero mi cuerpo tenía otros planes. De repente, sentí el ataque de un potente golpe de tos que desgarró mi interior con la fuerza de un vendaval. Me lleve la mano a la boca para notar como esta se humedecía por un liquido viscoso y granate. Pero aquello en aquel momento era lo de menos, pues sin duda había desvelado mi ubicación a los dos desconocidos que esperaban en el camino.
Off rol:
*: Mención a mi maldición de la enfermedad del mal del cielo. Por la cual voy cubierto de vendas para reducir el peligro de contagio a otras personas. Tengo del rostro cubierto por una venda (así que parezco un bandolero), pero es para ocultar las postulas rojas características de la enfermedad.
**: Hago mención a mi habilidad de nivel 0: Un solo ser (innata): El personaje comienza con una penalización nocturna (-5 en destreza, sabiduría e inteligencia en forma humana) que se duplica si hay luna llena.
Ircan
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Re: A la caza del Buey de Aender (Noche) [Libre] [+18]
Cuando la voz de la chica llegó a los oídos de la loba le despertó una enorme curiosidad. A su cabeza vinieron unos cuantos recuerdos. Era semejante a cuando los herreros en la forja hablaban a través de los tubos de metal, pero…o estaba ciega o no veía nada parecido en sus labios. -¿Eres una persona? –Claro que lo era, habían dudado de su casta incontables veces, pero nunca de una forma tan profunda. Confundida, se observó las manos y las piernas, por si continuaba en forma lupina y ni siquiera se había dado cuenta. Y sí, se percató del pequeño detalle, estaba desnuda. Sin embargo, poco le importaba, eso reafirmaba más todavía su condición -¿Por qué me empujaste? ¿Vas a hacerme daño?- Qué joven más extraña, preguntaba sin preocupación ni gesto alguno, como si fuese simplemente para informarse y decidir entonces cómo actuar, si es que lo hacía.
-No, tranquila. –Respondió con calma poniéndose en pie, suspirando y limpiándose los restos de tierra de las extremidades- Sí, soy una persona. No te empujé, iba corriendo y apareciste de repente delante de mis narices, asi que si no te importa, voy a segu…
-¿Por qué tu ojos son azules? –La interrumpió justo cuando se iba a marchar a buen paso. Le extrañaba su presencia, pero tenía un trabajo mucho más importante que estar charlando-¿Tienes comida?
Escuchó los rugidos del estómago ajeno y sonrió levemente volviéndose hacia ella para responderle, intentando ser lo más cordial posible- Mira, bonita, no tengo tiempo para estup...
Otro sonido llegó hasta ellas, varios estornudos flemados que delataban la presencia de al menos otra...¿persona? La licántropa, desconfiada, se apartó de un salto de la chica, no entendía nada. ¿Era una trampa y ella era el cebo? Si así era poco iban a sacar de ella, no tenía ni un aero encima, era una presa pésima para un grupo de ladrones. O quizás no venían por dinero precisamente… ¿esclavistas? ¿sería carne de un combate clandestino…otra vez? Las dudas se agolpaban en su cabeza impidiéndole reaccionar por unos segundos. “No saben contra quién se enfrentan”.
-¡Eh! ¡Quien quiera que seas! ¡Sé dónde estás, sal que te vea o te degollaré como un conejo!
En segundos volvió a transformarse y se colocó en posición ofensiva, adelantando sus patas delanteras, dispuesta a abalanzarse sobre su enemigo. Sus cabellos albinos se erizaron al tiempo que mostraba sus colmillos acompañados de un gruñido amenazante. No quitaba ojo de aquel montículo, ni tampoco quería darle la espalda a la joven. No le había transmitido confianza alguna.
-No, tranquila. –Respondió con calma poniéndose en pie, suspirando y limpiándose los restos de tierra de las extremidades- Sí, soy una persona. No te empujé, iba corriendo y apareciste de repente delante de mis narices, asi que si no te importa, voy a segu…
-¿Por qué tu ojos son azules? –La interrumpió justo cuando se iba a marchar a buen paso. Le extrañaba su presencia, pero tenía un trabajo mucho más importante que estar charlando-¿Tienes comida?
Escuchó los rugidos del estómago ajeno y sonrió levemente volviéndose hacia ella para responderle, intentando ser lo más cordial posible- Mira, bonita, no tengo tiempo para estup...
Otro sonido llegó hasta ellas, varios estornudos flemados que delataban la presencia de al menos otra...¿persona? La licántropa, desconfiada, se apartó de un salto de la chica, no entendía nada. ¿Era una trampa y ella era el cebo? Si así era poco iban a sacar de ella, no tenía ni un aero encima, era una presa pésima para un grupo de ladrones. O quizás no venían por dinero precisamente… ¿esclavistas? ¿sería carne de un combate clandestino…otra vez? Las dudas se agolpaban en su cabeza impidiéndole reaccionar por unos segundos. “No saben contra quién se enfrentan”.
-¡Eh! ¡Quien quiera que seas! ¡Sé dónde estás, sal que te vea o te degollaré como un conejo!
En segundos volvió a transformarse y se colocó en posición ofensiva, adelantando sus patas delanteras, dispuesta a abalanzarse sobre su enemigo. Sus cabellos albinos se erizaron al tiempo que mostraba sus colmillos acompañados de un gruñido amenazante. No quitaba ojo de aquel montículo, ni tampoco quería darle la espalda a la joven. No le había transmitido confianza alguna.
- Off:
- Perdonad por la espera, tuve que irme de viaje por trabajo. No volverá a pasar. ^^u
Thais
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Re: A la caza del Buey de Aender (Noche) [Libre] [+18]
- Tema pausado -
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Zatch
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