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Mensaje  Sigel Miér Ene 31 2018, 20:56

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Dewan era una de los muchos estudiantes que no pudieron dormir. Lo intentó, puso todo su empeño en cerrar los ojos y dormir. El día siguiente tenía una pinta cojonuda (como no había maestros cerca podía decir palabrotas). En las afueras del castillo, cerca de la forja del maestro Hartem, se oían rugidos de bestias infames, explosiones, el inconfundible chirrido que hacía el fuego al devorar el pasto…. Algo estaba claro, mañana iba a ser un día estupendo. ¡La mejor clase de su vida!  ¿Cabalgaría sobre dragones? ¡Por favor, sí! Aunque, conociendo al maestro Heck Hartem, les daría la tabarra con lo resistentes que son las escamas de dragón y, luego, les haría combatir contra uno para arrancarles las placas. ¿Y si no tenía nada que ver con dragones? Las explosiones y el fuego podrían ser causadas por otra cosa. ¿El qué? Se puso la almohada sobre la cabeza tapándose las orejas. Era imposible concentrarse con todo ese ruido.

-Te oigo resoplar, ¿tú tampoco puedes dormir?- dijo Tee, el compañero de Dewan, desde la litera de arriba.

-Es imposible dormir con tanto ruido-.

-La curiosidad tampoco ayuda- contestó riendo - ¿Qué crees que están haciendo ahí fuera? ¿Y si nos están atacando?-

-No seas idiota, ¿quién iba a querer atacar la Academia?-

-El Hombre Muerto. Todo el mundo habla de él-.

-No existe ningún Hombre Muerto. Es un cuento que se les dice a los niños pequeños para que se vayan a dormir-.

-Entonces, ¿qué está pasando fuera?-

-Si lo supiera no estaría dando vueltas en la cama-.

-¡Lo has reconocido! No es el ruido lo que no te deja dormir, es la curiosidad- ahora, los dos rieron.
Knock, Knock. Llamaron a la habitación. Dewan y Tee se taparon la cabeza con las sabanas. Estaban cometiendo una infracción al estar despiertos a altas horas de la noche. Si un maestro los descubría se les iba a caer el pelo.

-Estáis despiertos, os he oído- era la voz de Paul, un amigo del equipo- Ralphie y yo vamos a ver qué está pasando fuera, ¿os apuntáis?-

¡Sí! Dewan y Tee contestaron al unísono. Se pusieron las botas y una chaqueta. No había tiempo que perder. Pronto, los cuatro chicos, se escaparon. Eran astutos como zorros, conocían a la perfección los recovecos de la Academia. No les fue difícil salir a los jardines sin llamar la atención de los maestros. Una vez allí, se encontraron otro grupo de estudiantes. Se saludaron en voz baja y compartieron teorías sobre lo que estaba pasando. Tee era el único que insistía de la existencia del Hombre Muerto.

Encontraron un buen escondite en unos matorrales. Desde ahí pudieron ver lo que estaba pasando. Unos trabajadores, aldeanos de las ciudades vecinas a la Academia, traían y llevaban enormes cajas de madera. El jardín estaba recubierto de éstas. Desde el interior de las cajas se escuchan los rugidos, el fuego y las explosiones. La maestra Lise Mietner daba instrucciones de dónde tenían que dejarlas.

Tee puso una mano sobre el hombro de Dewan. Su teoría había sido la más acertada del grupo. El error que cometió fue asumir que la clase iba a ser de Heck Hartem y que tenía que ver con dragones.

_____________________

Todos los alumnos del Hekshold llegaron a los jardines a primera hora de la mañana. Algunos tenían cara de sueño y otros se habían maquillado para ocultar las ojeras. Lise Meitner no les culpó. Ella hubiera preferido que fuera una sorpresa, que nadie viera las cajas de adivinación hasta el momento de comenzar la cátedra. Sin embargo, reconocía que era imposible mantener en silencio los peligros encerrados.

-¡Buenos días!- con un aplauso, hizo callar la cajas - Sed bienvenidos a Astrología y Adivinación. Hoy pondré a prueba vuestras predicciones. Cada uno de vosotros tiene diez cajas de adivinación; las primeras cinco de peligro y las otras de recompensa. Empezaremos con las malas noticias para que las buenas os parezcan mejores. Os pondréis enfrente de las cinco primeras cajas de adivinación. Los peligros son crecientes, de mayor a menor intensidad. Deberéis predecir qué hay en el interior de cada caja de adivinación y abrir una. Obviamente, si vuestras predicciones han tenido éxito, abriréis la caja con el peligro de menor intensidad-.

_____________________

* Bienhallado/a adivino/a: En las cátedras solo pueden participar los alumnos del Hekshold. Estos temas son un poco diferentes a los desafíos convencionales. En lugar de tener un objetivo claro, aquí veremos cómo son las “clases” de la academia Hekshold.
En este primer turno, el usuario está frente a cinco cajas. En todas hay un peligro. Debes utilizar las supersticiones propias de tu raza (estrellas, dados, lectura de manos… usa tu imaginación) para adivinar qué hay en las cinco cajas. En cada una de ellas hay una maldición diferente. Tendrás que elegir una, el peligro que creas que es de menor intensidad. Obtendrás la maldición que hayas elegido. Lanzar la Voluntad de los Dioses. La caja que habrás depende de la suerte. Es decir, si dijiste que la maldición más suave es un enjambre de abejas te ataque y te sale la runa de muy buena suerte; ganas ese peligro.
Seguramente estés pensando: “Entonces, sí o sí, quedo maldito”. Cierto. También debes pensar que en el segundo turno, en lugar de maldiciones, jugaremos con recompensas. Si la maldición que propongas es demasiado fuerte y muy flojo, soy libre de editarla.
Valoro mucho la originalidad.

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Cajas de adivinación [Cátedra] Empty Re: Cajas de adivinación [Cátedra]

Mensaje  Tenzin Fang Leiden Miér Feb 07 2018, 22:17

Aún recuerdo aquel día con claridad, cuando aquella bella dama tomó de mi mano y me guió: "a un lugar para los chicos valientes". Mi mente divagaba entre muchas posibilidades, debatiendo entre el verdadero significado de sus palabras: ¿Estaba a punto de llevarme a un gremio de justicieros que peleaban por la paz? ¿O todo era una extraña metáfora para llevarme a una taberna y sacarme un poco más que unas cuantas palabras?, no preguntéis, jóvenes, sus padres les dirán cuando crezcan lo que significa específicamente la taberna. Sin embargo, jamás quise creer en la verdadera naturaleza de su propuesta, lo había considerado; pero me parecía poco probable que fuera a acontecer, vaya golpe me llevé cuando me hallé cruzando el puente que llevaba a la única construcción similar en todo Beltrexus: El Hekshold.

Había escuchado los rumores... o mejor dicho, las quejas de centenares de brujos sobre las nuevas políticas de la academia, no pensaba que fueran ciertas. Al parecer, habían tomado la decisión de abrir sus infinitas puertas de conocimiento a este mundo, establecer lazos de unión y brindar su apoyo ante el caos que había dejado la pandemia, permitiendo a todos los individuos; sin importar su origen y su raza, participar en sus clases y formar parte del alumnado. Era imposible... o quizás solo era eso lo que todos querían creer y yo me limité a pensar igual, pero no era la primera vez que se demostraba la posibilidad de unificarnos y superar todo el odio heredado de nuestros ascendientes, lo había visto desde mi primera encarnación; esta era solo otra demostración de la realidad que todos ignoramos: solo la unión construye la verdadera fuerza.

Seguía de cerca a aquella mujer cuando la apertura de las bellas puertas me recibió con una cálida sensación, como el abrazo de aquel que solo quiere guiarte por el camino correcto, justo antes de enseñarme el mágico mundo que aquellos muros contenían en su interior. Cada pasillo, cada ventanal, cada cuadro, cada estudiante, todos escondían un universo de misterios; me sentía como un niño pequeño que jugaba en un castillo de coloridos dulces y juguetes diversos.

—Ya casi llegamos. —decía alegremente la dama mientras subíamos aquellas escaleras... esas que parecían no tener un final, seguían extendiéndose y extendiéndose en un infinito espiral, el aliento me faltaba mientras forzaba a mis pobres piernas a continuar. —Vamos, sólo han sido un par de escalones, no es para tanto. —rió ella mientras seguía adelante sin demostrar ni una pizca de cansancio. P-p-pero... ¿¡como era capaz de seguir subiendo sin problemas después de tantos pisos...!? —Aquí es, hemos llegado. —dijo finalmente, levanté mi rostro con desespero y expectación, cuando nos encontramos frente a otra de esas inmensas puertas. Miraba maravillado aquel paraíso alquímico: un inmenso laboratorio lleno de todo tipo de especias, libros y polvillos, vigilado por los astutos ojos de aquel durón que se plasmaba en el inmenso símbolo decorando el tejado. —Bienvenido, Adanedhel. Veo que sabes donde estamos, ¿no? El Hekshold, la gran y única academia de magia en todo Beltrexus. —anunció. —Lamento no haberme presentado antes, mi nombre es Adda Lovelace y tengo la dicha de ser la catedrática encargada de la Casa Axhol. —reveló antes de dar una grácil reverencia y señalar el símbolo sobre nuestras cabezas.

—Adanedhel, lamento que hayas tenido que lidiar con mis problemas. Vuelvo a darte las gracias, pues no tenías que ayudarme si no querías, aprecio y admiro la solidaridad de tu corazón. —confesó tras una breve pausa. —Conozco muy bien ese brillo en tus ojos, ese abnegado deseo de ayudar y velar por el bienestar de otros, ¿cierto? —preguntó. Asentí como única respuesta. —Por supuesto. —sonrió con satisfacción, justo antes de su mirada perderse en algún punto del suelo. —¿Sabes, Adanedhel? Muchos afirman que ese terrible mal no afectó en lo absoluto a nuestra población... Pero, estoy más que segura que se equivocan. Pienso que no todos los efectos deben ser negativos, ¿y que tal si encontramos un poco de luz en medio de tanta oscuridad?, ¿que tal si hacemos la diferencia? Esas fueron las palabras que utilice para hacerle ver a todos que eran tiempos de cambios, tiempo de ponerle fin a todo el odio que guardabamos. —comentaba con un brillo determinado en sus ojos. —Como podrás haber notado, nuestro alumnado se ha vuelto... más diverso. Hemos abierto nuestras clases para todos, sin importar su sangre, sin importar su origen, incluso elfos como tu son bienvenidos. —fue entonces cuando comencé a entender a donde llevaba todo esto. —Así es, quiero que formes parte de la academia, Adanedhel.

Escalofríos corrieron raudos por mi espalda, eran unas palabras que realmente no esperaba escuchar. ¿El Hekshold? Pero... yo... no lo sé, ¿que podría yo...? —Sé que es un tanto repentino, pero puedo ver un gran potencial en ti. —comentó ella tras poner una mano en mi hombro, percatándose de mi incertidumbre. —Compartimos el mismo deseo, sin importar que nuestra naturaleza nos marqué como enemigos, ambos tenemos los mismos objetivos, ¿no? Creemos en la fuerza de nuestra unión. —sus palabras volvieron a erizarme la piel, ella pensaba como yo. —En la Casa Axhol, cual durón, primero estudiamos antes de enfrentarnos a la vida. Creemos que solo volviéndonos más sabios alcanzaremos el verdadero éxito. —afirmó, y aquello era totalmente cierto. Tal vez... tiene razón, he estado vagando sin un rumbo ni un objetivo fijo por mucho tiempo. Quizás es el momento que estaba esperando para cumplir el papel que mis antepasados siempre han desempeñado en este mundo. —Sé que, bajo mi tutela, daremos juntos con una solución para acabar con todo este mal. ¿Que dices, Adanedhel? ¿Querrías ser mi discípulo?

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¿Cual fue mi respuesta? Ya deberían conocerla para este punto, jóvenes. De haberme negado no estaría contándoles esto, ¿no creen? Por supuesto, acepte la oferta sin dudar... o bueno, no lo dudaba hasta un par de días después, cuando empecé a percatarme de que no todos los miembros de la Academia eran tan amigables como la adorable Adda Lovelace. La catedrática responsable de la Casa Skarth, Lise Meitner, no era una persona malvada ni clasista, solo tenía su propia forma de enseñar a sus alumnos y demostrarles afecto; una siniestra, estricta y aterradora forma de demostrar afecto... ¿Conocen esa frase que dice: "El amor duele"? Ella era una muy buena demostración de ello, pues brindar "amor severo" era su especialidad.

Allí nos hallábamos todos, a primera hora en medio de los jardines del Hekshold, rodeados de extrañas cajas cuyo contenido era un misterio. Durante la noche anterior fue imposible conciliar el sueño para la mayoría de estudiantes novicios, el estruendo de las forjas del maestro Hartem era algo común en nuestros camarotes, pero con el tiempo habíamos aprendido a ignorarlo... sólo que aquella noche el estruendo parecía estar tres veces más amplificado. El simple roce del resplandor del alba me perturbaba, mantener los parpados abiertos representaba una feroz lucha entre mi creciente temor a la maestra Meitner y mi necesidad de sumergirme en un abismo de sueños. Por supuesto, mi temor superaba por mucho a mi cansancio, pobre de aquel que osara faltar o llegar tarde a una de sus clases, le esperaban unas quinientas paginas de escritura arcana rodeado por los peligros de ser encerrado en "La Gruta"... No les daré más detalles, no queréis conocerlos.

El sonar de sus palmas no sólo enmudeció a lo que fuera que se hallara dentro de esas cajas, también fue suficiente para callar todas las quejas de los alumnos sobre lo cansados que estaban, en menos de un parpadear ya nos hallábamos todos perfectamente ordenados en columnas. Las instrucciones de la clase de hoy fueron anunciadas, algunos tenían cierta incertidumbre y descontento por el mal que, si o si, les llegaría —por supuesto, jamas tendrían el coraje para demostrarlo—, mientras que otros estaban emocionados por descubrir el contenido de sus cajas y las "buenas noticias" que nos llegarían después de esta ronda. ¿Yo? Yo era el primero en la lista de los emocionados cual niñas de quince años, no dudé en levantar mi mano cuando la maestra Meitner preguntó por voluntarios... grave error, a los pocos segundos me arrepentí de mi decisión.

Mi grupo de cajas fue seleccionado, cinco cajas tan particulares como el mal que escondían en su interior. La primera tenía un extraño problema, su tamaño y forma se alteraban repentinamente: de ser pequeña con un infantil lazo rosa, pasando a ser grande y robusta, hasta ser mediana, flácida y desgastada.¹ La segunda tenía una siniestra aura verdosa a su alrededor, un par de cuervos le rodeaban y graznaban a aquel que se acercara.² La tercera no mostraba nada fuera de lo normal... de igual modo había algo que no estaba bien con ella.³ La cuarta emitía una extraña melodía, no dejaba de cantar. La última estaba divida en dos lados, uno claro y blanquecino, y otro oscuro y negruzco, luchando por ver cual polo superaba al otro.

Di un profundo suspiro, la adivinación nunca había sido mi mayor fuerte. Recordaba aquellas danzas, cánticos y plegarias que se realizaban en honor a la diosa Sehanine, así el brillo de su eterna luna nos revelaría la verdad y el camino que debíamos seguir cada día. Junte mis manos, mientras murmuraba aquel cántico en la lengua de los elfos entre mis labios: "Tu luz nos guiara, tu luz nos mostrara el camino. Tu luz es la verdad, aquella que revelara el destino". Mis manos fueron embestidas con una luz celestial, mientras realizaba sincronizados movimientos que formaban aquel ritual. Cerré mis ojos, pues ahora sería mi diosa la que dictaría mi destino, me acerqué lentamente a una de las cajas y le abrí, preparándome para enfrentarme al mal de su contenido.  

♬        ♬        ♬        ♬        ♬        ♬        ♬        ♬        ♬        ♬        ♬

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Mensaje  Tyr Miér Feb 07 2018, 22:17

El miembro 'Bardo' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Vie Feb 09 2018, 13:39

La lección que la maestra Meitner quiso enseñar a sus alumnos tenía que ver con la toma de decisiones. Éstos debían utilizar las técnicas de adivinación, propias de sus costumbres raciales, para seleccionar la maldición menos dañina de las cinco. Los humanos reunían un puñado de piedras, las tallaban para darles la apariencia de las runas de sus Dioses, y las lanzaban por tal de medir su suerte. Fue fácil reconocer a los licántropos en el grupo pues añadían piezas de huesos de aves junto a las runas de los Dioses. Los dragones miraban al cielo, a sus ancianos, y se dejaban guiar por lo que les decía las nubes. Los brujos, los más literatos, desplegaban pergaminos y conjuraban hechizos que les desvelase el interior de las cajas. Debieron saber que Meitner había tomado medidas. Los hechizos eran inútiles contra las cajas de adivinación; los alumnos tenían que guiarse por sus costumbres, por la magia más ancestral y general de Aerandir.

Un elfo llamó la atención de la maestra Meitner. Lise se fijó en lo que estaba haciendo con las manos e intentó descifrarlo. Gran parte de los elfos, utilizaban su don racial, la imposición de manos sobre la caja, por tal de conocer la maldición. Éste, el extraño, en lugar de tocar la caja tocaba el aire. Parecía estar hablando en un vago lenguaje de signos.

La caja que seleccionó el elfo contenía un laud, un timbal y un violín. Nada más recibieron la luz del sol, los instrumentos comenzaron a tocar una canción. Meitner se dio un paso hacia atrás. El elfo seleccionó la canción, él tenía que hacerse cargo de ella.

-Cuando termines, allí te esperan otras cinco cajas- le dijo Meitner al elfo mientras éste era zarandeando por un torbellino de melodías.

Las siguientes cajas, al contrario de las primeras, contenían preciados tesoros. Los alumnos que no se hubieran rendido durante la primera parte de la clase, tendría su recompensa en la segunda. Una de cal y una de arena.

_____________________

* Bardo Yo no soy tan cruel como tú poniendo maldiciones. Eso creo. Eso espero.
En el siguiente turno, debes de hacer otro ritual (diferente) por tal de adivinar dónde se encuentra el mejor premio de las siguientes cinco cajas. Como en el caso anterior, si el premio es muy op, soy libre de rebajarlo. También lo contrario, si el premio es muy poca cosa, soy libre de incrementarlo.
Segmento Musical
En tus siguientes siete temas en el que participes (cuento misiones y mastereados; pero no desafíos ni Eventos), cada cuatro turnos escucharás una canción. No podrás resistirte, tus labios empezaran a moverse solos, las rimas empezaran a formar una canción y tu cuerpo se moverá al son de la música en una pre-ensayada coreografía (que jamás practicaste). Tus aliados (a tus enemigos no les afectará) presentaran los mismos efectos hasta terminar la canción, deberán lanzar una runa si intentan oponerse a sus impulsos artísticos... ¡JA! ¡Qué empiece el musical!
Terminados los siete temas, deberás ir al taller de un médico a que te analice los síntomas y te cure la maldición. De no ir al médico, la maldición no desaparecerá.
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Mensaje  Tenzin Fang Leiden Vie Feb 16 2018, 05:13

Tenía cierta curiosidad, mientras deslizaba suavemente la yema de mis dedos sobre la superficie de aquella caja. Debía confiar en la preclaridad de mi diosa, sólo así podría hallar gracia ante sus divinos ojos, y la autentica verdad de esas cajas me sería revelada. Bastó aquel simple tacto, para que la caja se abriera de golpe y dejara salir a su prisionero; desatando en el proceso un potente haz de luz hacia el cielo. Cegado por el resplandor y en un acto reflejo de supervivencia, cubrí mi rostro con mis antebrazos antes de cerrar los ojos, inocente; confiando en que aquello bastaría para evitar que aquel mal cayera sobre mi. Guardé silencio, esperando que, lo que fuera que pasaría una vez abriera la caja, mostrara los primeros síntomas de su presencia en mi cuerpo... pero aquello nunca paso, en cambio, mis oídos fueron cautivados por una melodía, una hermosa e innovadora sinfonía que atrapaba cada uno de tus sentidos. Del interior de aquel contenedor, sin dejar de emitir aquella fina pieza, surgieron tres instrumentos: un laúd, un timbal y un violín. Mi semblante no ocultaba la fascinación que aquel trió causaba en mi corazón, eran objetos increíbles, sus melodías se combinaban a la perfección mientras el ritmo llenaba mi alma con unas irresistibles ganas de bailar. No tardé en sucumbir ante ellos, atrapado por su mágica melodía mientras me preguntaba a mi mismo: "¿No se suponía que debía recibir una terrible maldición?". Claro, no comprendía la verdadera naturaleza de aquellos instrumentos en ese entonces, incluso, todavía no sabría determinar con certeza si realmente fue el inicio de una terrible odisea para mi o sólo para el resto de habitantes de Aerandir... Digamos que es un poco de ambas.

La voz de la maestra Meitner me sacó por un par de minutos de mi despreocupada fascinación, indicándome que, una vez despertara de mi fantasía musical; habían otras cinco cajas esperando por mi. ¡Pero claro! La clase continuaba y ahora, aparentemente, tocaba escuchar las buenas nuevas. Me preparé para elevar nuevas plegarias a mi diosa, aquella que tan amable había sido conmigo... pero algo me impedía mantenerme lo suficientemente concentrado para rendir correcto tributo. Miraba frustrado las palmas de mis manos, la luz de la restauración no se hallaba presente en ellas, mientras una melodía resonaba desde lo más profundo de mi ser. ¿Que estaba ocurriendo...? ¿Había hecho algo mal...? ¿O acaso mi diosa quería escuchar algo diferente?

Miré a mi alrededor, observando a los jóvenes estudiantes que eran azotados por el mal encerrado en sus cajas seleccionadas: Un muchacho en el suelo no tenía la fuerza suficiente para levantarse, la capa de rocas que ahora envolvía su piel representaban un peso demasiado grande para él. Por otro lado, una jovencita, de recién adquiridos rizos color rosa brillante; sobrerreaccionaba y hacía poses ridículas mientras hablaba de la gran responsabilidad que representaba ser una chica mágica protectora del mundo más allá del cielo. Yo, por así decirlo, era de los pocos que no parecían verse del todo afectados por la ronda de males... y vaya que eramos pocos. Di un suspiro y relaje mi cuerpo para conseguir calmarme, después de todo, nada malo iba a acontecer esta ronda... ¿No es así? Mi diosa quería presenciar algo diferente, algo digno de su grandeza y yo tenía una idea, una antigua enseñanza de un aún mas antiguo amigo. Tomé entonces aquel violín con una sonrisa, trayendo a memoria las secuencias que formaban aquella melodía aprendida hace muchos años y mezclándoles con el ritmo que surgía desde mi corazón.

La pieza comenzó con una hermosa escala de notas bajas y profundas, antes de ascender repentinamente a una concentración sinfónica de arduas notas altas. Mis manos fueron infundidas nuevamente, mientras sostenían el arco del instrumento con fuerza y determinación, cerré mis ojos en este punto, pues ahora mis oídos serían los encargados de ver el mundo que me rodeaba. Mi atención se centró exclusivamente en las vibraciones de las cuerdas, escuchaba cada resonar... como el sonido de una gota de roció cayendo en un cristalino estanque, cada gota brindándome por segundos una visión radial de mi entorno, cada vez extendiéndose más y más hasta lograr alcanzar el interior de las cajas. El sonido que generaba aquel instrumento no era casual, las vibraciones eran amplificados por los efectos de la magia de mis manos, permitiéndome conocer la bendición encerrada en cada caja como si impusiera mis palmas sobre ellas.

Cada caja expandía una vibración diferente, llegando a mis oídos con distintas propiedades y paradigmas: La primera resonaba con el sonido de una fuerte voz, como aquel que relata increíbles hechos, con la melodía de una flauta en su fondo.¹ La segunda mantenía una extraña secuencia, su vibración llegaba mucho más deprisa que las de sus compañeras.² La tercera era difícil de percibir, pues su vibración se mantenía oculta, pero jamas desaparecía; parecía estar mezclada con cada elemento de la vida.³ La cuarta tenía una vibración particular, te hacía sentir una extraña sensación de seguridad. La última emitía un extraño sonido, como si un par de cadenas fueran arrastradas. Finalicé aquella canción sosteniendo una conmovedora nota final, quedando exhausto y agotado por todo el esfuerzo, pero preparado para realizar mi elección. Me acerque hasta aquella caja, emocionado por recibir su esperada bendición.

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Mensaje  Tyr Vie Feb 16 2018, 05:13

El miembro 'Bardo' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Vie Feb 16 2018, 18:32

Lise Meitner prestó atención al nuevo ritual de Bardo. Había oído hablar que era común, entre los de su raza utilizar la música, como fuente de magia. Hasta ese día, pensó que sería un burdo rumor más de los muchos que se contaba sobre los elfos. Jamás, en Belltrexus, Dundarak ni Verisar, había visto a nadie vincular su magia a un instrumento musical. Tal vez, en Sandorai fuera lo común. Sin embargo, después de los sucedido en Migdar siglos atrás, ningún brujo tenía permitido viajar al bosque de los elfos y estudiar sus habilidades.

El elfo tomó el violín de la caja peligro y fue la melodía de sus acordes quien le ofreció la respuesta a la pregunta: ¿dónde se esconde la mejor recompensa?

Bajo la caja seleccionada por la música del elfo había una venda manchada por su propia sangre. Cuando fue a recogerla, la sangre desapareció al instante. La metáfora de la venda era fácil de comprender, incluso para los miembros de la Casa Hartem. Significaba que las heridas se cerrarían y que la sangre, como el elfo había sido testigo, desapareciera. Una buena recompensa, no la mejor que hubiera podido seleccionar, pero sí la más acorde a su condición de sanador.

_____________________

* Bardo: Me está gustando hacer cátedras, son simples y creo que pueden dar mucho juego de cara al futuro. Como ya dije en otras ocasiones, es una nueva mecánica; unos “desafíos” especiales y exclusivos para los miembros del Hekshold. El juego de las cajas me ha parecido muy divertido. Ahora bien, lo que digo siempre, yo no soy usuaria del foro; no puedo saber si os gustan estos temas en los que se centra en la magia y la cultura u os resultan muy aburridos. A mí personalmente, repito, me gusta muchísimo; pero quisiera saber tú opinión, Bardo. La tuya y la de cualquiera que lea el tema, por supuesto. ¿Os gusta este nuevo estilo de desafíos?
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
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