[La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
La confusión de la refriega había llegado a su momento culmen, ¿pero en verdad teníamos las de ganar?
Toro se estaba encargando de la vampiresa con cierta fácil, por lo menos mientras durara el efecto del miedo que había causado en ella, mientras que yo por mi parte hacia lo tanto con el otro, pero lo tenía bastante más complicado. Pese a ser más anciano parece ser que contaba con la experiencia y la habilidad suficiente como para no dejar ni un hueco por el cual contraatacar. El tiempo pasaba y esto no nos favorecía, cuanto más anocheciera más posibilidades había de que llegaran más vampiros a aquella guarida.
Reivy por fin había tomado una decisión correcta, salvar al chiquillo, a buenas horas le había atacado el sentido común. Al menos si no peleaba lo lógico es que hiciera algo productivo. Me hubiese encogido de hombros de no estar ocupado ante las acometidas de las garras del anciano pero ágil vampiro. El sudor comenzaba a rodar por mi frente y la desesperación de no poder hacer otra cosa que defenderme hizo que comenzara a desesperarme, ¡teníamos que salir de allí cuanto antes!
Pero entonces un grito de horror y dolor quebró el ambiente. Aquello me dio un segundo de respiro, pero hizo que todo se volviera aún más tenso, al parecer al elfo le había dado por rebanar miembros de nuestra única rehén. Sin embargo, el hecho de que el anciano ya sólo se fijara en el elfo dio lugar a su perdición. Reivy aprovechó el momento para situarse a su espalda y rebanar los tendones de su cuerpo a una gran velocidad haciendo que el vampiro cayera al suelo irremediablemente.
-¡Tenemos que salir de aquí! - gritó Toro desde el otro extremo dejando atrás el cuerpo inmóvil de su contrincante, no podría especificar si estaba muerto o sólo inconsciente.
-No podría estar más de acuerdo. Toro coge al chico y vayámonos.
Toro obedeció y yo encabecé la marcha de regreso. No había tiempo para recrearse con los enemigos, ya habíamos hecho bastante aquel día y contábamos con una rehén. El capitán no podía pedir más. Me giré al elfo.
-Tenemos que irnos, no sabemos cuantos más pueden volver, ¿quiere que te ayude a llevárnosla? Seguro que puede ser una buena fuente de información.
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Dejo a Ircan en disposición para escapar si así se decide jajaja
Toro se estaba encargando de la vampiresa con cierta fácil, por lo menos mientras durara el efecto del miedo que había causado en ella, mientras que yo por mi parte hacia lo tanto con el otro, pero lo tenía bastante más complicado. Pese a ser más anciano parece ser que contaba con la experiencia y la habilidad suficiente como para no dejar ni un hueco por el cual contraatacar. El tiempo pasaba y esto no nos favorecía, cuanto más anocheciera más posibilidades había de que llegaran más vampiros a aquella guarida.
Reivy por fin había tomado una decisión correcta, salvar al chiquillo, a buenas horas le había atacado el sentido común. Al menos si no peleaba lo lógico es que hiciera algo productivo. Me hubiese encogido de hombros de no estar ocupado ante las acometidas de las garras del anciano pero ágil vampiro. El sudor comenzaba a rodar por mi frente y la desesperación de no poder hacer otra cosa que defenderme hizo que comenzara a desesperarme, ¡teníamos que salir de allí cuanto antes!
Pero entonces un grito de horror y dolor quebró el ambiente. Aquello me dio un segundo de respiro, pero hizo que todo se volviera aún más tenso, al parecer al elfo le había dado por rebanar miembros de nuestra única rehén. Sin embargo, el hecho de que el anciano ya sólo se fijara en el elfo dio lugar a su perdición. Reivy aprovechó el momento para situarse a su espalda y rebanar los tendones de su cuerpo a una gran velocidad haciendo que el vampiro cayera al suelo irremediablemente.
-¡Tenemos que salir de aquí! - gritó Toro desde el otro extremo dejando atrás el cuerpo inmóvil de su contrincante, no podría especificar si estaba muerto o sólo inconsciente.
-No podría estar más de acuerdo. Toro coge al chico y vayámonos.
Toro obedeció y yo encabecé la marcha de regreso. No había tiempo para recrearse con los enemigos, ya habíamos hecho bastante aquel día y contábamos con una rehén. El capitán no podía pedir más. Me giré al elfo.
-Tenemos que irnos, no sabemos cuantos más pueden volver, ¿quiere que te ayude a llevárnosla? Seguro que puede ser una buena fuente de información.
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Dejo a Ircan en disposición para escapar si así se decide jajaja
Ircan
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
El fervor de la batalla había sacado los instintos más agresivos y salvajes de todos, pues hasta la jovencita había resultado una feroz guerrera, cosa que en medio de todo arrancó una sonrisa de sorpresa a Destino al verla deshacer los tendones de aquel ser de las sombras; el otro objetivo había sido arroyado por el colosal hombre bestia y la rehén apenas podía retorcerse en el suelo de dolor; el elfo asintió con la cabeza al escuchar al cornudo mencionar la evidente necesidad de salir de ahí, si bien habían sido héroes y verdugos durante un largo rato, no sabían cuánto tiempo más les podía sonreír esa misma fortuna.
Ya de regreso el que se hacía llamar Ircan se ofreció ayudar al pelinegro a llevar a la rehén, gesto que agradeció pues aunque podía arrastrarla hasta el campamento, aquello tardaría demasiado; se agachó hasta la mujer y le golpeó la frente con el mango de la espada, luego la levantó rodeándose con un brazo de la mujer y dejando el otro para que Ircan pasara bajo ella y llevaran juntos el peso de la rehén desmayada.
No podía pasar por alto la gallardía de la intrépida líder que de alguna manera había sido el eslabón clave para mantener unido un grupo tan disparejo, Destino hurgó en su mente en busca de las palabras indicadas que sirvieran de halago a los méritos de aquella chica, así que alzando la mano derecha le dijo -De prisa o te quedarás atrás- Dirigió una última mirada al escenario donde el joven Nith había conseguido levantarse, algo mareado y confundido pero seguro que aquel no era un sitio donde le gustaría quedarse -¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? ¡Hey, no me dejen!- Con una graciosa carrera donde casi se cae al menos un par de veces, el inexperto chico consiguió alcanzar al resto del grupo y emprender el camino de regreso.
El jovencito avanzaba junto a Destino con la mirada fija hacia el frente, a ratos parecía perderse en sus pensamientos pero luego regresaba de prisa cada que sus pies tropezaban con alguna rama, algo que se repetiría constantemente hasta que balbuceó una frase sin sentido alguno -Sí, cuando menos lo esperen- Dijo casi para sí mismo de modo que el pelinegro apenas alcanzó a escucharlo -¿Qué dijiste?- Preguntó el de ojos azules algo intrigado y sin saber realmente si era eso lo que había escuchado pero el chico solo dejó salir una sonrisa misteriosa y aceleró el paso -Anochece, debemos darnos prisa- Sus pasos se hicieron más precisos y veloces -Ya sé lo que debo hacer en esta guerra, entiendo mi misión y no está al frente- Las palabras seguían sin tener mucho sentido pero mientras el chico se quedara fuera del frente de batalla aquello debía ser una ganancia.
Se veía cada vez más cerca el cuartel cuyas cálidas luces comenzaban a verse desde la lejanía, una parte del regimiento se acercó a recibir al pequeño escuadrón sorprendidos de que la mayor parte de sus integrantes no habían vuelto, sino simplemente aquellos que parecían más inexpertos y vulnerables, tal vez tendrían que dar algunas explicaciones pero la rehén que habían traído sería la prueba de la historia que habrían de contar…
Ya de regreso el que se hacía llamar Ircan se ofreció ayudar al pelinegro a llevar a la rehén, gesto que agradeció pues aunque podía arrastrarla hasta el campamento, aquello tardaría demasiado; se agachó hasta la mujer y le golpeó la frente con el mango de la espada, luego la levantó rodeándose con un brazo de la mujer y dejando el otro para que Ircan pasara bajo ella y llevaran juntos el peso de la rehén desmayada.
No podía pasar por alto la gallardía de la intrépida líder que de alguna manera había sido el eslabón clave para mantener unido un grupo tan disparejo, Destino hurgó en su mente en busca de las palabras indicadas que sirvieran de halago a los méritos de aquella chica, así que alzando la mano derecha le dijo -De prisa o te quedarás atrás- Dirigió una última mirada al escenario donde el joven Nith había conseguido levantarse, algo mareado y confundido pero seguro que aquel no era un sitio donde le gustaría quedarse -¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? ¡Hey, no me dejen!- Con una graciosa carrera donde casi se cae al menos un par de veces, el inexperto chico consiguió alcanzar al resto del grupo y emprender el camino de regreso.
El jovencito avanzaba junto a Destino con la mirada fija hacia el frente, a ratos parecía perderse en sus pensamientos pero luego regresaba de prisa cada que sus pies tropezaban con alguna rama, algo que se repetiría constantemente hasta que balbuceó una frase sin sentido alguno -Sí, cuando menos lo esperen- Dijo casi para sí mismo de modo que el pelinegro apenas alcanzó a escucharlo -¿Qué dijiste?- Preguntó el de ojos azules algo intrigado y sin saber realmente si era eso lo que había escuchado pero el chico solo dejó salir una sonrisa misteriosa y aceleró el paso -Anochece, debemos darnos prisa- Sus pasos se hicieron más precisos y veloces -Ya sé lo que debo hacer en esta guerra, entiendo mi misión y no está al frente- Las palabras seguían sin tener mucho sentido pero mientras el chico se quedara fuera del frente de batalla aquello debía ser una ganancia.
Se veía cada vez más cerca el cuartel cuyas cálidas luces comenzaban a verse desde la lejanía, una parte del regimiento se acercó a recibir al pequeño escuadrón sorprendidos de que la mayor parte de sus integrantes no habían vuelto, sino simplemente aquellos que parecían más inexpertos y vulnerables, tal vez tendrían que dar algunas explicaciones pero la rehén que habían traído sería la prueba de la historia que habrían de contar…
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
Muertos, inconscientes o atemorizados. La batalla había terminado y los enemigos fueron vencidos, pero nada nos indicaba que estuviéramos a salvo. El grupo comenzó a correr, el niño y los hombres a la cabeza, Toro y yo cerrando la formación, mi cuerpo no daba mas de si y aun así seguí forzándolo, la supervivencia y el pensamiento de que me pudieran convertir en vampiro eran un excelente combustible para que las piernas no flaquearan.
Cuando en la lejanía se vieron las antorchas y faroles del campamento, mis labios dibujaron una sonrisa y los pulmones exhalaron un suspiro. Los soldados nos recibieron con asombro y alegría, no solo por nuestro regreso sino por la captura de una insurgente. Quería comer y dormir, pero primero tendría que hacer un informe al "simpático" del capitán.
-¿Donde esta el capitán? -Pregunte a uno de los saldados que palmeaba mi espalda. -Hace rato que esta en su tienda, con las luces apagadas. Lo que tengas que decirle tendrás que hacerlo mañana. -Rodé los ojos antes la noticia, que no me dejo sorprendida después de a ver visto la actitud que tuvo con nosotros al principio. -Ven, siéntate junto al fuego y come algo. Todos queremos oír que fue lo que hicisteis.
De repente mi estado de paria paso desapercibido u olvidado, a lo mejor esta gente ni siquiera sabia quien era, puede que hubiera tenido suerte y el capitán no dijera nada sobre mi persona. Con una sonrisa de agradecimiento mire al soldado, por detrás de él otros dos hombres se llevaban a la prisionera y la metían en una jaula.
Al darme la vuelta Destino se había ido y no se veía al joven Nith por ninguna parte. Los que todavía estaban presentes eran Toro e Ircan, me acerque al segundo haciendo un gesto al soldado para que esperara.
-Ircan, hoy a sido un buen día. No todos se enfrentan a tres vampiros y una bruja y viven para contarlo. ¿Quieres venir conmigo y el resto de muchachos? Están deseando que les contemos detalles.
Me acerque mas a los dos hombres y poniéndome en medio rodee al joven por el cuello con mi brazo y le di un codazo en el costado a Toro, guiñándole el ojo.
-Aunque si te digo la verdad. -Baje la voz para que solo oyeran ellos. -Yo estoy deseando un plato caliente y una cama donde descansar, estoy rendida. -Solté al licantropo y di un paso para quedar delante de ellos. -Me alegro de haberos encontrado, sin vosotros seguro que ahora seria pasto de los vampiros, o aun peor... seria uno de ellos.
Los mire sonriente, espere unos momentos para saber que decisión quería tomar y luego camine junto a los soldados hasta el fuego, donde me esperaba una jarra de cerveza, un cuenco con sopa caliente y trozos de carne y una docena de ojos expectantes que esperaban para oír los sucesos de la misión.
Cuando en la lejanía se vieron las antorchas y faroles del campamento, mis labios dibujaron una sonrisa y los pulmones exhalaron un suspiro. Los soldados nos recibieron con asombro y alegría, no solo por nuestro regreso sino por la captura de una insurgente. Quería comer y dormir, pero primero tendría que hacer un informe al "simpático" del capitán.
-¿Donde esta el capitán? -Pregunte a uno de los saldados que palmeaba mi espalda. -Hace rato que esta en su tienda, con las luces apagadas. Lo que tengas que decirle tendrás que hacerlo mañana. -Rodé los ojos antes la noticia, que no me dejo sorprendida después de a ver visto la actitud que tuvo con nosotros al principio. -Ven, siéntate junto al fuego y come algo. Todos queremos oír que fue lo que hicisteis.
De repente mi estado de paria paso desapercibido u olvidado, a lo mejor esta gente ni siquiera sabia quien era, puede que hubiera tenido suerte y el capitán no dijera nada sobre mi persona. Con una sonrisa de agradecimiento mire al soldado, por detrás de él otros dos hombres se llevaban a la prisionera y la metían en una jaula.
Al darme la vuelta Destino se había ido y no se veía al joven Nith por ninguna parte. Los que todavía estaban presentes eran Toro e Ircan, me acerque al segundo haciendo un gesto al soldado para que esperara.
-Ircan, hoy a sido un buen día. No todos se enfrentan a tres vampiros y una bruja y viven para contarlo. ¿Quieres venir conmigo y el resto de muchachos? Están deseando que les contemos detalles.
Me acerque mas a los dos hombres y poniéndome en medio rodee al joven por el cuello con mi brazo y le di un codazo en el costado a Toro, guiñándole el ojo.
-Aunque si te digo la verdad. -Baje la voz para que solo oyeran ellos. -Yo estoy deseando un plato caliente y una cama donde descansar, estoy rendida. -Solté al licantropo y di un paso para quedar delante de ellos. -Me alegro de haberos encontrado, sin vosotros seguro que ahora seria pasto de los vampiros, o aun peor... seria uno de ellos.
Los mire sonriente, espere unos momentos para saber que decisión quería tomar y luego camine junto a los soldados hasta el fuego, donde me esperaba una jarra de cerveza, un cuenco con sopa caliente y trozos de carne y una docena de ojos expectantes que esperaban para oír los sucesos de la misión.
Reivy Abadder
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
La vuelta fue demasiado tranquila y la actitud del muchacho preocupante; algo me decía que algo fallaba, el lobo estaba más inquieto de lo normal y no era por el efecto de la noche, estaba como alerta como si en cualquier momento tuviera que salir. Contando con que íbamos cargando a una persona se hacía extraño que los vampiros no se hubiesen enfrascado en una persecución; aunque el sentimiento de que me estaban observando era agudo1.
Al llegar al campamento fuimos recibidos como los héroes del día, en especial Reivy y Toro, yo era un muchacho que prácticamente no podía obtener ninguna gloria por mi juventud. Por ello pude ser más consciente de como Nith seguía a los guardias que se llevaban a la bruja a un improvisado calabozo en lo que antaño fue un granero; el problema aún no se había resuelto y el elfo había desaparecido por completo.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la aparición de Reivy.
-Yo no daría por terminado el día... - le miré con gesto de preocupación. -El niño está muy raro y ha seguido a los centinelas que se han llevado a la prisionera - señalé en dirección al granero. - Creo que aún sigue bajo los efectos de un poderoso control mental. - reaccioné al abrazo por el cuello con una sonrisa irónica. -Yo también deseo lo mismo pero... creo que no vamos a tener esa suerte. No dejare que te pase nada, pero no uses a más chiquillos como cebos... - le recriminé sin olvidarme de aquel acto que de no haberlo hecho a lo mejor nos hubiese ahorrado el problema que estaba comenzando a germinar.
Mientras en el campamento se formaba una especie de fiesta totalmente improvisada el niño aprovechó para colarse en el granero, ¿iría a liberar a la prisionera? Era más que posible si mis suposiciones eran ciertas, y eran más preocupantes cuando aún sentía numerosos ojos posados en mi desde fuera de la protección de las improvisadas defensas de un campamento que había olvidado sus funciones de vigilancia.
-Va a liberarla.... Toro, - me giré hacía él. -Vamos a evitar que lo haga cuando entremos quiero que lo asustes hasta el punto de que se desmaye; espero que eso valga para liberarlo del control al que creo que está sometido.- me volteé hacía la mujer. - Me da que esa cama y la comida va a tener que esperar. Prepararos, es posible que recibamos visitas inesperadas... No creo que los vampiros dejen de pasar tan fácilmente nuestro paseo por su territorio.
Salí corriendo contra el granero, seguido por Toro que no tardo en adelantarme para derribar la puerta de una patada. Al entrar vimos como el chico estaba desatando las cuerdas de la bruja mientras hablaba con una voz que no era suya. Antes de que pudiera reaccionar, Toro bramió y enseguida irradió de él una sensación de miedo y terror que le hacían parecer un autentico demonio de esos que mencionan los cristianos de Aerandir, con sus cuernos parecía la encarnación de aquel al que llamaban Belcebu. 2. El pavor inundó la sala, haciendo gritar a la rehén y haciendo que el chiquillo cayera fulminado ante aquella visión; los campesinos no dejaban de ser personas muy supersticiosas.
Pese a todo, sospechaba que todo aquello aún no había acabado.
Al llegar al campamento fuimos recibidos como los héroes del día, en especial Reivy y Toro, yo era un muchacho que prácticamente no podía obtener ninguna gloria por mi juventud. Por ello pude ser más consciente de como Nith seguía a los guardias que se llevaban a la bruja a un improvisado calabozo en lo que antaño fue un granero; el problema aún no se había resuelto y el elfo había desaparecido por completo.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la aparición de Reivy.
-Yo no daría por terminado el día... - le miré con gesto de preocupación. -El niño está muy raro y ha seguido a los centinelas que se han llevado a la prisionera - señalé en dirección al granero. - Creo que aún sigue bajo los efectos de un poderoso control mental. - reaccioné al abrazo por el cuello con una sonrisa irónica. -Yo también deseo lo mismo pero... creo que no vamos a tener esa suerte. No dejare que te pase nada, pero no uses a más chiquillos como cebos... - le recriminé sin olvidarme de aquel acto que de no haberlo hecho a lo mejor nos hubiese ahorrado el problema que estaba comenzando a germinar.
Mientras en el campamento se formaba una especie de fiesta totalmente improvisada el niño aprovechó para colarse en el granero, ¿iría a liberar a la prisionera? Era más que posible si mis suposiciones eran ciertas, y eran más preocupantes cuando aún sentía numerosos ojos posados en mi desde fuera de la protección de las improvisadas defensas de un campamento que había olvidado sus funciones de vigilancia.
-Va a liberarla.... Toro, - me giré hacía él. -Vamos a evitar que lo haga cuando entremos quiero que lo asustes hasta el punto de que se desmaye; espero que eso valga para liberarlo del control al que creo que está sometido.- me volteé hacía la mujer. - Me da que esa cama y la comida va a tener que esperar. Prepararos, es posible que recibamos visitas inesperadas... No creo que los vampiros dejen de pasar tan fácilmente nuestro paseo por su territorio.
Salí corriendo contra el granero, seguido por Toro que no tardo en adelantarme para derribar la puerta de una patada. Al entrar vimos como el chico estaba desatando las cuerdas de la bruja mientras hablaba con una voz que no era suya. Antes de que pudiera reaccionar, Toro bramió y enseguida irradió de él una sensación de miedo y terror que le hacían parecer un autentico demonio de esos que mencionan los cristianos de Aerandir, con sus cuernos parecía la encarnación de aquel al que llamaban Belcebu. 2. El pavor inundó la sala, haciendo gritar a la rehén y haciendo que el chiquillo cayera fulminado ante aquella visión; los campesinos no dejaban de ser personas muy supersticiosas.
Pese a todo, sospechaba que todo aquello aún no había acabado.
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1: Uso de mi habilidad de nivel 2: Sentidos mejorados.
2: Habilidad de Toro de nivel 2: Circulo de dolor.
Ircan
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
Rumiaba las palabras de Ircan mientras los muchachos me daban un cuenco y una cerveza. Yo no había visto nada raro en el chico, pero ¿Y si tenia razón? ¿Que ocurriría si dejaba suelto a la bruja en mitad del campamento? Tampoco lo vi irse tras los centinelas de la presa. Maldición, ni siquiera puedo comer tranquila... estúpidos adolescentes solo tienen tetas y penes en la cabeza. ¿Porque tuvo que seguirnos?
Con pesar deje la cena en el suelo y me levante del tronco que hacia de asiento, el viento meció mi pelo dándome unas refrescantes caricias en la cara. -Los siento chicos, la historia aun a terminado. Tengo trabajo por hacer. -El pequeño licantropo y el gran toro se encontraban justo donde los había visto por ultima vez. -¿Que me perdí? -Ircan tenia el control de la situación y un plan que parecía simple pero que podía funcionar. - Si, me temo que tendrá que esperar. La cena estará igual de fría que nuestras camas. -Puse cara de pena al recibir el lejano olor de las hoyas llenas de comida. -Tu mandas jefe. - Mire a Ircan y le guiñe un ojo, antes de que Toro saliera a la peligrosa misión de asustar al un niño.
Corrí por detrás de mis compañeros y al llegar hice la única contribución decente que se me ocurrió. Camine hacia la bruja encadena y le aseste un golpe con el pomo de la espada en la nuca, la mujer quedo inconsciente al instante. -Pues no a sido tan difícil. -Mientras hablaba me moví hacia las ataduras de la bruja, asegurando las que estaban bien puestas y apretando las que el chico había conseguido soltar. De repente una sombra entro por la ventana de la buhardilla del granero. -Esto no a terminado, no os dejare quedaros con la mujer. -Aquella voz conocida y sin genero definido volvía a nuestros oídos, igual que en el claro, hablaba con varios tonos a la vez ¿Acaso ese ser estaría poseído?
-¿Que te hace pensar a ti que te la daremos? -No veía de el mas que la sombra, aun así alce la mano y le señale con la espada. -Tu eres solo uno, nosotros tres. Por no hablar de que estas rodeado de enemigos. Sera mejor que te marches sino quieres perder tu vida en una batalla que no puedes ganar.
Levantaba la voz con valentía y soberbia, con la confianza de quien sabe que ganara esta y mil guerras mas. Que gran mentira, estaba desfallecida, todo mi poderío residía en mi otra forma, las carreras y las peleas con la espada habían acabado con mi estado físico, ahora que estaba fuera de los efectos de la adrenalina tardaría mas en cambiar de aspecto. Mi siguiente paso era bastante sencillo, pero no por ello fácil. Tenia dos posibilidades, que el aura de Toro afectara al vampiro dándome la oportunidad de volverme una dragón, o rodear con la espada el cuello de la bruja y amenazar al vampiro.
Con pesar deje la cena en el suelo y me levante del tronco que hacia de asiento, el viento meció mi pelo dándome unas refrescantes caricias en la cara. -Los siento chicos, la historia aun a terminado. Tengo trabajo por hacer. -El pequeño licantropo y el gran toro se encontraban justo donde los había visto por ultima vez. -¿Que me perdí? -Ircan tenia el control de la situación y un plan que parecía simple pero que podía funcionar. - Si, me temo que tendrá que esperar. La cena estará igual de fría que nuestras camas. -Puse cara de pena al recibir el lejano olor de las hoyas llenas de comida. -Tu mandas jefe. - Mire a Ircan y le guiñe un ojo, antes de que Toro saliera a la peligrosa misión de asustar al un niño.
Corrí por detrás de mis compañeros y al llegar hice la única contribución decente que se me ocurrió. Camine hacia la bruja encadena y le aseste un golpe con el pomo de la espada en la nuca, la mujer quedo inconsciente al instante. -Pues no a sido tan difícil. -Mientras hablaba me moví hacia las ataduras de la bruja, asegurando las que estaban bien puestas y apretando las que el chico había conseguido soltar. De repente una sombra entro por la ventana de la buhardilla del granero. -Esto no a terminado, no os dejare quedaros con la mujer. -Aquella voz conocida y sin genero definido volvía a nuestros oídos, igual que en el claro, hablaba con varios tonos a la vez ¿Acaso ese ser estaría poseído?
-¿Que te hace pensar a ti que te la daremos? -No veía de el mas que la sombra, aun así alce la mano y le señale con la espada. -Tu eres solo uno, nosotros tres. Por no hablar de que estas rodeado de enemigos. Sera mejor que te marches sino quieres perder tu vida en una batalla que no puedes ganar.
Levantaba la voz con valentía y soberbia, con la confianza de quien sabe que ganara esta y mil guerras mas. Que gran mentira, estaba desfallecida, todo mi poderío residía en mi otra forma, las carreras y las peleas con la espada habían acabado con mi estado físico, ahora que estaba fuera de los efectos de la adrenalina tardaría mas en cambiar de aspecto. Mi siguiente paso era bastante sencillo, pero no por ello fácil. Tenia dos posibilidades, que el aura de Toro afectara al vampiro dándome la oportunidad de volverme una dragón, o rodear con la espada el cuello de la bruja y amenazar al vampiro.
Reivy Abadder
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
El niño se había desplomado, la bruja yacía también inconsciente por el golpe en la sien dado por Reivy, todo parecía salir bien, todo según aquel improvisado plan al que aún le faltaba un factor: la sorpresa. Esta no tardó en llegar. Pronto una sombra inundó la sala rivalizando el temor de su presencia con el aura que emanaba Toro. Era algo mucho más poderoso de lo que nos habíamos - encontrado en el bosque, era aquella presencia que aún no había salido del árbol.
Reivy le hizo frente mientras me apresuré en sacar al chico del amenazante fuego cruzado. Pero en cuenta la dragona terminó sus palabras, los gritos y los sonidos de alarma se extendieron por todo el campamento; estábamos siendo atacados. Miré a la criatura envuelta en las sombras, sabiendo al instante que todo aquello había sido obra suya. Era de noche y por lo tanto era el mejor momento para un ataque vampiro, comandado por quien teníamos frente a nuestras narices.
-¿Y aún vas a seguir jugando al escondite?
Harto de juegos, golpeé con mi espada la lampara de aceite que alumbraba la sala, cayendo esta encima del heno del establo, provocando en pocos momentos un incendio que espanto las sombras que envolvían a nuestro agresor. No hizo falta dar orden alguna, Toro no tardó en lanzarse directo hacía él esgrimiendo sus cuernos, que impactaron gracias a la parálisis que producía su mera presencia. Pocos segundos después se escucho el resquebrajar de la madera y el sonido sordo de un cuerpo contra algo duro.
-¡Salgamos de aquí!
Cargué como pude con el niño y me apresuré en seguir a mi compañero al exterior usando una salida más convencional.
El campamento se había convertido en un autentico caos. Los hombres del norte luchaban desesperadamente contra los vampiros y sus sombras, lo que hacía que en ciertos momentos pareciese que lucharan contra el aire. Yo por mi parte decidí no entretenerme en aquellos peones e ir directo a cortar la cabeza de la serpiente, de otra forma no teníamos ninguna oportunidad; los chupasangres habían resultado ser demasiados y contaba con el factor sorpresa.
Deje al chico apoyado contra el muro de uno de los pozos y desenvaine ambas espadas buscando con todos mis sentidos a nuestro agresor.
-¡Reivy! ¡Debemos de acabar con él! ¡No pienses en los demás!
No sabía donde estaba exactamente mi compañera, sólo rece para que me oyera.
Me concentré y busqué tanto el aroma de Toro como el que podía recordar del vampiro, valiéndome de los sonidos que su enfrentamiento pudiera ofrecerme. El entorno escuchó mis silenciosas plegarias y me permitió averiguar donde estaba mi amigo y mi enemigo.
-¡Allí! ¡Al lado de la casa del herrero!
Señalé el lugar indicado con mi espada izquierda y corrí hacía el lugar para darle apoyo a Toro lo antes posible.
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Off rol: Doy permiso a Reivy para manejar a Toro dentro de los estándares del pj y la historia si así lo requiere.
Reivy le hizo frente mientras me apresuré en sacar al chico del amenazante fuego cruzado. Pero en cuenta la dragona terminó sus palabras, los gritos y los sonidos de alarma se extendieron por todo el campamento; estábamos siendo atacados. Miré a la criatura envuelta en las sombras, sabiendo al instante que todo aquello había sido obra suya. Era de noche y por lo tanto era el mejor momento para un ataque vampiro, comandado por quien teníamos frente a nuestras narices.
-¿Y aún vas a seguir jugando al escondite?
Harto de juegos, golpeé con mi espada la lampara de aceite que alumbraba la sala, cayendo esta encima del heno del establo, provocando en pocos momentos un incendio que espanto las sombras que envolvían a nuestro agresor. No hizo falta dar orden alguna, Toro no tardó en lanzarse directo hacía él esgrimiendo sus cuernos, que impactaron gracias a la parálisis que producía su mera presencia. Pocos segundos después se escucho el resquebrajar de la madera y el sonido sordo de un cuerpo contra algo duro.
-¡Salgamos de aquí!
Cargué como pude con el niño y me apresuré en seguir a mi compañero al exterior usando una salida más convencional.
El campamento se había convertido en un autentico caos. Los hombres del norte luchaban desesperadamente contra los vampiros y sus sombras, lo que hacía que en ciertos momentos pareciese que lucharan contra el aire. Yo por mi parte decidí no entretenerme en aquellos peones e ir directo a cortar la cabeza de la serpiente, de otra forma no teníamos ninguna oportunidad; los chupasangres habían resultado ser demasiados y contaba con el factor sorpresa.
Deje al chico apoyado contra el muro de uno de los pozos y desenvaine ambas espadas buscando con todos mis sentidos a nuestro agresor.
-¡Reivy! ¡Debemos de acabar con él! ¡No pienses en los demás!
No sabía donde estaba exactamente mi compañera, sólo rece para que me oyera.
Me concentré y busqué tanto el aroma de Toro como el que podía recordar del vampiro, valiéndome de los sonidos que su enfrentamiento pudiera ofrecerme. El entorno escuchó mis silenciosas plegarias y me permitió averiguar donde estaba mi amigo y mi enemigo.
-¡Allí! ¡Al lado de la casa del herrero!
Señalé el lugar indicado con mi espada izquierda y corrí hacía el lugar para darle apoyo a Toro lo antes posible.
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Off rol: Doy permiso a Reivy para manejar a Toro dentro de los estándares del pj y la historia si así lo requiere.
Ircan
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
Primero el niño es salvado por el elfo, a continuación toma el relevo la dragona y para finalizar el licantropo le salvo el pellejo al endemoniado chiquillo. Lavey nunca me des esta clase de problemas, por favor. Pensaba mirando al cielo a través de los agujeros que el fuego había provocado en el tejado de paja del granero.
Ya poco importaba la rehén ¿De que servia un preso de guerra sino se le podía sacar información o beneficio alguno? si el campamento ardía y los soldados morían de poco valdría haber rescatado a la mujer. Dejando a la inconsciente bruja entre la paja ardiente salí de la construcción.
El viento traía gritos y ruidos de peleas a mis oídos y humo y ceniza a mis ojos. El campamento se estaba convirtiendo en una vorágine de sangre a pasos agigantados, los calderos donde antes se cocía la carne yacían esparcidos por el suelo y los braseros junto a las tiendas cedían contra los empujes de cuerpos muertos cayendo al suelo. Mirase donde mirase el fuego se estaba propagando a gran velocidad, aunque por ahora solo eran pequeños focos.
-Que los dioses nos asistan y protegían, que escuchen la plegaria de una humilde servidora y que paren los vientos en esta noche para que el fuego no se esparza.
No muy lejos de mi posición los gritos de Ircan llamaron mi atención, solo pude comprender "Herrero", pero con esa palabra y la dirección apresurada de los dos hombres pude entender donde estaba el peligro y el problema.
Toro, como siempre, llego primero y de sopetón empotro al vampiro contra la fragua del herrero. El maldito chupa-sangres chillo como un cochino en día de matanza, se aparto del fuego tan rápido como pudo, llevándose tras de si fierros candentes, carbones y maderas, que quedaron esparcidas por todo el suelo. Jodidas piernas, correr mas deprisa. No había manera, mi cuerpo ya no daba mas de si.
Me quede parada a pocos metros de la herrería e hice lo único que se me ocurrió, pensar y analizar el lugar.
El lugar de trabajo del herrero de la guarnición era precario, estaba construido deprisa y corriendo, se notaba que era algo improvisado, para reparar y abastecer las necesidades de soldados, no para crear obras maestras de aniquilación. Tanto era así que la piedra de afilar estaba junto aun montón de paja, el cubo de aceite para fortalecer y apagar los hierros estaba al otro extremo de la estación, totalmente alejado del yunque y la fragua estaba al descubierto y debajo de una de la vigas principales de la estructura. La viga estaba ennegrecida y candente, como cuando un tronco empieza a prender y la corteza comienza a desprenderse.
-¡AHÍ! Toro la Viga. -Desde mi posición grite al hombre-bestia con las manos al rededor de la boca. La idea estaba clara, la viga caería, el techo se vendría abajo y el vampiro quedaría atrapado. -¡TORO! rompe la viga de la fragua, ¡rápido!
El guerrero escucho mis indicaciones con existo, pues con rapidez desenvaino su mandoble y gracias a su altura solo necesito un fuerte barrido vertical para seccionar la madera debilitada, antes de que la espada terminara de hacer un circulo en el aire, el mastodonte compañero salto hacia atrás saliendo del área de peligro.
La viga cumplió su cometido y callo demoledora sobra el vampiro, empujándolo contra uno de los pilares. Lo que nadie vio venir fue lo que paso a continuación, la viga restante que quedaba encima del pilar, cuyo extremo había quedado puntiagudo y afilado como una estaca, se desestabilizo con el empujón recibido, haciendo que la pesada madera cayera en picado sobre el cráneo del vampiro, atravesándolo y empalandolo contra la tierra. Aquel movimiento fueron solo fracciones, quizás un segundo y medio, después de la visión de aquella horrible (aunque merecida muerte) el techo se desplomo y toda la estructura cedió.
-Wao... -Fue todo lo que alcance a decir, aquella escena me había dejado sin habla. -¡¡JA!! -Casi sin habla. -Muere grandisimo hijoputa.
Ya poco importaba la rehén ¿De que servia un preso de guerra sino se le podía sacar información o beneficio alguno? si el campamento ardía y los soldados morían de poco valdría haber rescatado a la mujer. Dejando a la inconsciente bruja entre la paja ardiente salí de la construcción.
El viento traía gritos y ruidos de peleas a mis oídos y humo y ceniza a mis ojos. El campamento se estaba convirtiendo en una vorágine de sangre a pasos agigantados, los calderos donde antes se cocía la carne yacían esparcidos por el suelo y los braseros junto a las tiendas cedían contra los empujes de cuerpos muertos cayendo al suelo. Mirase donde mirase el fuego se estaba propagando a gran velocidad, aunque por ahora solo eran pequeños focos.
-Que los dioses nos asistan y protegían, que escuchen la plegaria de una humilde servidora y que paren los vientos en esta noche para que el fuego no se esparza.
No muy lejos de mi posición los gritos de Ircan llamaron mi atención, solo pude comprender "Herrero", pero con esa palabra y la dirección apresurada de los dos hombres pude entender donde estaba el peligro y el problema.
Toro, como siempre, llego primero y de sopetón empotro al vampiro contra la fragua del herrero. El maldito chupa-sangres chillo como un cochino en día de matanza, se aparto del fuego tan rápido como pudo, llevándose tras de si fierros candentes, carbones y maderas, que quedaron esparcidas por todo el suelo. Jodidas piernas, correr mas deprisa. No había manera, mi cuerpo ya no daba mas de si.
Me quede parada a pocos metros de la herrería e hice lo único que se me ocurrió, pensar y analizar el lugar.
El lugar de trabajo del herrero de la guarnición era precario, estaba construido deprisa y corriendo, se notaba que era algo improvisado, para reparar y abastecer las necesidades de soldados, no para crear obras maestras de aniquilación. Tanto era así que la piedra de afilar estaba junto aun montón de paja, el cubo de aceite para fortalecer y apagar los hierros estaba al otro extremo de la estación, totalmente alejado del yunque y la fragua estaba al descubierto y debajo de una de la vigas principales de la estructura. La viga estaba ennegrecida y candente, como cuando un tronco empieza a prender y la corteza comienza a desprenderse.
-¡AHÍ! Toro la Viga. -Desde mi posición grite al hombre-bestia con las manos al rededor de la boca. La idea estaba clara, la viga caería, el techo se vendría abajo y el vampiro quedaría atrapado. -¡TORO! rompe la viga de la fragua, ¡rápido!
El guerrero escucho mis indicaciones con existo, pues con rapidez desenvaino su mandoble y gracias a su altura solo necesito un fuerte barrido vertical para seccionar la madera debilitada, antes de que la espada terminara de hacer un circulo en el aire, el mastodonte compañero salto hacia atrás saliendo del área de peligro.
La viga cumplió su cometido y callo demoledora sobra el vampiro, empujándolo contra uno de los pilares. Lo que nadie vio venir fue lo que paso a continuación, la viga restante que quedaba encima del pilar, cuyo extremo había quedado puntiagudo y afilado como una estaca, se desestabilizo con el empujón recibido, haciendo que la pesada madera cayera en picado sobre el cráneo del vampiro, atravesándolo y empalandolo contra la tierra. Aquel movimiento fueron solo fracciones, quizás un segundo y medio, después de la visión de aquella horrible (aunque merecida muerte) el techo se desplomo y toda la estructura cedió.
-Wao... -Fue todo lo que alcance a decir, aquella escena me había dejado sin habla. -¡¡JA!! -Casi sin habla. -Muere grandisimo hijoputa.
Reivy Abadder
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Re: [La Guerra de Lunargenta] Venganza y Fortaleza [3/3Libre][CERRADO]
Mi cuerpo no daba para más, lo que no era el caso con Toro y Reivy, ellos llegaron antes al lugar y se ocuparon de todo. Mientras que yo, fruto de mi lentitud tuve que hacer frente a uno de los vampiros. Mis fuerzas no me permitían aguantar mucho más, pero apreté los dientes e hice acopió de todo lo que me quedaba, sólo debía de ganar tiempo hasta que Toro y Reivy acabaran con la cabeza de la serpiente.
El vampiro era hábil con las dagas, era rápido y usaba su poder mental para confundirme, parecía que tuviera cuatro brazos en vez de dos; lo que me hizo ganarme algunas heridas antes siquiera de que pudiera notarlo. Antes de que todo pudiera ponerse más feo di un salto hacía atrás para tomar distancia; clavando una espada en el suelo para valerme de apoyo para tomar aire.
-Estás acabado niñato - el vampiro me sonrió, pude sentir lo deseoso que estaba por beberse cada gota de mi sangre; puede que fuera eso lo que le hizo fallar en el último momento.
Se abalanzó sobre mi esgrimiendo sus dagas como dardos dispuestos a empalarme desde arriba. Pero dejándome vencer por el peso de mi cuerpo me deje caer hacía atrás justo en el momento en que su acero amenazaba con tocar mi piel y ascendí mis espadas para atravesar su cuerpo en el mismo momento que hacíamos una voltereta en el aire. Al final quedé encima suya con mis espadas atravesando su cadáver.
-Lo siento... Pero hoy no es ese día. - saqué mis aceros y me levanté.
Caminé dando tumbos hacía el próximo enemigo mientras veía como las fuerzas en el campamento estaban muy igualadas hasta que una especie de onda hizo vibrar el aire junto a un lastimoso grito de agonía; el líder había muerto. No tardarón en producirse los gritos de huidas acompañados de los de victoria y el inicio de la toma de prisioneros; al final de todo había sido una noche productiva para el ejercito, pues habían reducido a toda una célula de resistencia que podría amenazar la retaguardia cuando se iniciara el ataque a la ciudad, y al mismo tiempo habían obtenido los rehenes necesarios para obtener los ascensos pertinentes e información.
Yo por mi parte me dejé caer al suelo y miré al cielo nocturno con ganas de dormirme.
-¿Cansado jefe? - Toro se sentó a mi lado con los mismos signos de cansancio.
Sólo suspiré antes de dormirme acompañado del sonido de una carcajada conocida.
El vampiro era hábil con las dagas, era rápido y usaba su poder mental para confundirme, parecía que tuviera cuatro brazos en vez de dos; lo que me hizo ganarme algunas heridas antes siquiera de que pudiera notarlo. Antes de que todo pudiera ponerse más feo di un salto hacía atrás para tomar distancia; clavando una espada en el suelo para valerme de apoyo para tomar aire.
-Estás acabado niñato - el vampiro me sonrió, pude sentir lo deseoso que estaba por beberse cada gota de mi sangre; puede que fuera eso lo que le hizo fallar en el último momento.
Se abalanzó sobre mi esgrimiendo sus dagas como dardos dispuestos a empalarme desde arriba. Pero dejándome vencer por el peso de mi cuerpo me deje caer hacía atrás justo en el momento en que su acero amenazaba con tocar mi piel y ascendí mis espadas para atravesar su cuerpo en el mismo momento que hacíamos una voltereta en el aire. Al final quedé encima suya con mis espadas atravesando su cadáver.
-Lo siento... Pero hoy no es ese día. - saqué mis aceros y me levanté.
Caminé dando tumbos hacía el próximo enemigo mientras veía como las fuerzas en el campamento estaban muy igualadas hasta que una especie de onda hizo vibrar el aire junto a un lastimoso grito de agonía; el líder había muerto. No tardarón en producirse los gritos de huidas acompañados de los de victoria y el inicio de la toma de prisioneros; al final de todo había sido una noche productiva para el ejercito, pues habían reducido a toda una célula de resistencia que podría amenazar la retaguardia cuando se iniciara el ataque a la ciudad, y al mismo tiempo habían obtenido los rehenes necesarios para obtener los ascensos pertinentes e información.
Yo por mi parte me dejé caer al suelo y miré al cielo nocturno con ganas de dormirme.
-¿Cansado jefe? - Toro se sentó a mi lado con los mismos signos de cansancio.
Sólo suspiré antes de dormirme acompañado del sonido de una carcajada conocida.
Ircan
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