La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
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La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
La tensión se encontraba en el punto más alto que su fuerza le permitía. Su brazo izquierdo se encontraba paralelo a su par derecho, mientras la delgada cuerda se encontraba deseosa de liberarse de los dedos finos de la joven. La madera se deformó muy levemente, lo que era esperable por los años de uso que orgullosamente poseía. Su dedo índice sobresalía leve pero firmemente, apuntando hacia el objetivo y sirviendo de guía hacia la punta de metal que sobresalía, esperando pacientemente la orden de su ama
Control de su respiración. Ambos ojos concentrados en su objetivo. Dispersar sus pensamientos. Firmeza en sus brazos. Plantar su peso en sus caderas y piernas. Y por último, y lo más importante: la paciencia. La habilidad de esperar por aquel singular momento que decidirá la vida y la muerte. Los depredadores más hábiles de la naturaleza eran capaces de olvidar todo de su alrededor, sus propias limitaciones, desventajas y defectos. Todo aquello para ejecutar todo su potencial. Aquel que les permitiría sobrevivir, traspasar sus genes a las futuras generaciones
La presa era un pequeño conejo que había desviado su camino en búsqueda de alimento en estos parajes. Su inmovilidad era intermitente y a intervalos irregulares, mientras su mirada buscaba deseosa algún indicio de alimento. Por instinto, los animales normalmente siempre mantenían una alerta constante de sus alrededores, siempre manteniendo las distancias por si un depredador estaba al asecho. Pero sin importar cuán agudo fuera el instinto, o el tiempo de reacción que tuvieran, pocos animales podían reaccionar frente a la velocidad de una flecha a su máximo potencial, y aún menos sobrevivir a una herida que perforaba los músculos, la carne, hasta llegar a la vida misma del animal
Aún así, pudo verla. Sus ojos se centraron en cómo viajaba por el viento, cortándolo como si fuera una navaja, haciendo un sonido hueco y seco en el proceso. Lentamente, su cabeza, la cuál miraba perpendicularmente con el suelo, comenzó a levantarse levemente mientras su mirada subía y subía, pasando de mirar del Este al Oeste, observando cómo la flecha era víctima de un tiro olímpico, como si compitiera para ver quién llegaba más lejos
“¡Maldita sea!” fue su señal para desaparecer entre los arbustos cercanos. No se preocupó de donde provenía la voz, ni que la responsable simplemente se maldecía abiertamente por haber errado un tiro de manera vergonzosamente patético
---
La fogata lentamente perdía la ya leve intensidad del fuego que le quedaba, aunque todavía entibiaba un poco los alrededores. Principalmente la espalda de quién fuera su creadora. Aquello la ayudaba a pasar un poco el frío natural de la planicie, aunque no le quitaba la cara de amargura que tenía por haber fallado 7 disparos consecutivos con su arco
- ¿Cómo pude fallar 7 veces? – murmuraba, mientras bebía de un té improvisadamente preparado hace unos minutos atrás – Eso es como… como si se me hubiera quemado el arroz 4 veces seguidas en una misma tarde
Y probablemente no sabía que “quemar el arroz” tenía otra connotación que ignoraba
Afortunadamente, el té la tranquilizó un poco después de insultar e invocar la madre de varios reyes y dioses dragones. Era uno de canela, algo simple, pero con un sabor suave y que le traía recuerdos de niñez, de cuando nevaba y una leche caliente con canela era ideal para entrar en calor después de cuidar al ganado
- Por cierto, me disculpo, lo siento – habló con voz baja, como con vergüenza, mientras miraba al cielo
Suspiró. Definitivamente tendría que llegar a una ciudad pronto si es que quería sobrevivir, considerando que de cazadora se moriría de hambre
Control de su respiración. Ambos ojos concentrados en su objetivo. Dispersar sus pensamientos. Firmeza en sus brazos. Plantar su peso en sus caderas y piernas. Y por último, y lo más importante: la paciencia. La habilidad de esperar por aquel singular momento que decidirá la vida y la muerte. Los depredadores más hábiles de la naturaleza eran capaces de olvidar todo de su alrededor, sus propias limitaciones, desventajas y defectos. Todo aquello para ejecutar todo su potencial. Aquel que les permitiría sobrevivir, traspasar sus genes a las futuras generaciones
La presa era un pequeño conejo que había desviado su camino en búsqueda de alimento en estos parajes. Su inmovilidad era intermitente y a intervalos irregulares, mientras su mirada buscaba deseosa algún indicio de alimento. Por instinto, los animales normalmente siempre mantenían una alerta constante de sus alrededores, siempre manteniendo las distancias por si un depredador estaba al asecho. Pero sin importar cuán agudo fuera el instinto, o el tiempo de reacción que tuvieran, pocos animales podían reaccionar frente a la velocidad de una flecha a su máximo potencial, y aún menos sobrevivir a una herida que perforaba los músculos, la carne, hasta llegar a la vida misma del animal
Aún así, pudo verla. Sus ojos se centraron en cómo viajaba por el viento, cortándolo como si fuera una navaja, haciendo un sonido hueco y seco en el proceso. Lentamente, su cabeza, la cuál miraba perpendicularmente con el suelo, comenzó a levantarse levemente mientras su mirada subía y subía, pasando de mirar del Este al Oeste, observando cómo la flecha era víctima de un tiro olímpico, como si compitiera para ver quién llegaba más lejos
“¡Maldita sea!” fue su señal para desaparecer entre los arbustos cercanos. No se preocupó de donde provenía la voz, ni que la responsable simplemente se maldecía abiertamente por haber errado un tiro de manera vergonzosamente patético
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La fogata lentamente perdía la ya leve intensidad del fuego que le quedaba, aunque todavía entibiaba un poco los alrededores. Principalmente la espalda de quién fuera su creadora. Aquello la ayudaba a pasar un poco el frío natural de la planicie, aunque no le quitaba la cara de amargura que tenía por haber fallado 7 disparos consecutivos con su arco
- ¿Cómo pude fallar 7 veces? – murmuraba, mientras bebía de un té improvisadamente preparado hace unos minutos atrás – Eso es como… como si se me hubiera quemado el arroz 4 veces seguidas en una misma tarde
Y probablemente no sabía que “quemar el arroz” tenía otra connotación que ignoraba
Afortunadamente, el té la tranquilizó un poco después de insultar e invocar la madre de varios reyes y dioses dragones. Era uno de canela, algo simple, pero con un sabor suave y que le traía recuerdos de niñez, de cuando nevaba y una leche caliente con canela era ideal para entrar en calor después de cuidar al ganado
- Por cierto, me disculpo, lo siento – habló con voz baja, como con vergüenza, mientras miraba al cielo
Suspiró. Definitivamente tendría que llegar a una ciudad pronto si es que quería sobrevivir, considerando que de cazadora se moriría de hambre
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
¿Cuánto tiempo había pasado desde que había estado sola? Jaja Ja jA JA
No lo recordaba
¿Cuántas veces habría recorrido ese camino? Algo dentro de mí me decía que esas no eran tierras precisamente desconocidas en mi haber, sin embargo…
Ché Tomé otro sorbo del pico de la botella que llevaba conmigo.
Un escalofrío bajó por mi espina mientras los sabores se descomponían entre los humores de mi boca. Amargo, ácido, rancio… fuerte. ¿Qué demonios era? ¿orín de yegua? Interrumpí otro movimiento involuntario de mi cuerpo, último bastión de defensa contra la voluntad consciente.
Otro sorbo. Fu…ajaja hasta que se le quita lo asqueroso.
Ya sabía yo que la porfiada era la botella. Nadie podía contra mi lógica.
Recostada contra el tronco que mejor parecía sostener mi peso observé el cielo, sentí que mi entrecejo se fruncía, pero no le hallaba explicación a mis reacciones, al comportamiento de mi cuerpo, que parecía tener ideas diferentes a las mías. Observé la mano libre Pftttt jajaja. Sería absurdo que repentinamente los dioses me iluminaran y que pudiera leer el paso del tiempo entre mis palmas.
Levanté la nariz contra el viento, una acción tan repetida como los años que llevaba recorriendo los caminos de Aerandir, sin embargo, en el mismo gesto había algo ajeno, una intimidad que hacía que me avergonzara de un… “algo” de mí misma. Probablemente ese algo que no estaba recordando. El humo que invadía las cercanías era gentil, no pertenecía a una hoguera, tampoco había rastros fuertes de sangre o carne. Al menos no estoy en medio de una guerra intentaba ser una afirmación, pero mis palabras habían resultado finalizar con un deje de pregunta. Extrañaba a mis acompañantes, Furia, Chy y… ¡Ah…! […] Flora, Manü…
Le di otro sorbo a la botella, más por costumbre que por necesidad. No fue hasta que escuché la voz tintineante de lo que se olía como un dragón cuando me di cuenta hacia dónde me habían llevado mis pasos. Probablemente me sentía más sola de lo que creía.
Disculparse pocas veces sirve de algo, sobre todo en los tiempos que corren. Si sabes que te equivocaste e intentas remediarlo debería de ser suficiente sonreí muy levemente, mientras observaba a la fémina de costado, cuidando sus movimientos, la gente cuando se sobresalta puede actuar de formas muy diversas. Observando con más atención, era larga, es decir… alta. Elegante y clara, como la luna. Si no oliera como un dragón incluso podría haberla acusado de ser un vampiro bajo los cueros de una delicada paloma. Tan frágil.
Oh. Lo siento. Mis palabras eran tan incómodas, sin embargo sonaban más suaves de lo que había pensado. No tengo malas intenciones. Me atrajo el fuego. Soy “Feith”… Wood. Sonreí abiertamente enarcando una ceja, en realidad la sonrisa era para mí misma: ¿Desde cuándo era tan abierta con desconocidos? No solamente había sido mi cuerpo el que había cambiado, sino yo misma.
Levanté mis manos en señal de paz. La botella se balanceaba con menos de la mitad de su contenido bajo la presión de mi pulgar contra la palma. Es todo un placer
No lo recordaba
¿Cuántas veces habría recorrido ese camino? Algo dentro de mí me decía que esas no eran tierras precisamente desconocidas en mi haber, sin embargo…
Ché Tomé otro sorbo del pico de la botella que llevaba conmigo.
Un escalofrío bajó por mi espina mientras los sabores se descomponían entre los humores de mi boca. Amargo, ácido, rancio… fuerte. ¿Qué demonios era? ¿orín de yegua? Interrumpí otro movimiento involuntario de mi cuerpo, último bastión de defensa contra la voluntad consciente.
Otro sorbo. Fu…ajaja hasta que se le quita lo asqueroso.
Ya sabía yo que la porfiada era la botella. Nadie podía contra mi lógica.
Recostada contra el tronco que mejor parecía sostener mi peso observé el cielo, sentí que mi entrecejo se fruncía, pero no le hallaba explicación a mis reacciones, al comportamiento de mi cuerpo, que parecía tener ideas diferentes a las mías. Observé la mano libre Pftttt jajaja. Sería absurdo que repentinamente los dioses me iluminaran y que pudiera leer el paso del tiempo entre mis palmas.
Levanté la nariz contra el viento, una acción tan repetida como los años que llevaba recorriendo los caminos de Aerandir, sin embargo, en el mismo gesto había algo ajeno, una intimidad que hacía que me avergonzara de un… “algo” de mí misma. Probablemente ese algo que no estaba recordando. El humo que invadía las cercanías era gentil, no pertenecía a una hoguera, tampoco había rastros fuertes de sangre o carne. Al menos no estoy en medio de una guerra intentaba ser una afirmación, pero mis palabras habían resultado finalizar con un deje de pregunta. Extrañaba a mis acompañantes, Furia, Chy y… ¡Ah…! […] Flora, Manü…
Le di otro sorbo a la botella, más por costumbre que por necesidad. No fue hasta que escuché la voz tintineante de lo que se olía como un dragón cuando me di cuenta hacia dónde me habían llevado mis pasos. Probablemente me sentía más sola de lo que creía.
Disculparse pocas veces sirve de algo, sobre todo en los tiempos que corren. Si sabes que te equivocaste e intentas remediarlo debería de ser suficiente sonreí muy levemente, mientras observaba a la fémina de costado, cuidando sus movimientos, la gente cuando se sobresalta puede actuar de formas muy diversas. Observando con más atención, era larga, es decir… alta. Elegante y clara, como la luna. Si no oliera como un dragón incluso podría haberla acusado de ser un vampiro bajo los cueros de una delicada paloma. Tan frágil.
Oh. Lo siento. Mis palabras eran tan incómodas, sin embargo sonaban más suaves de lo que había pensado. No tengo malas intenciones. Me atrajo el fuego. Soy “Feith”… Wood. Sonreí abiertamente enarcando una ceja, en realidad la sonrisa era para mí misma: ¿Desde cuándo era tan abierta con desconocidos? No solamente había sido mi cuerpo el que había cambiado, sino yo misma.
Levanté mis manos en señal de paz. La botella se balanceaba con menos de la mitad de su contenido bajo la presión de mi pulgar contra la palma. Es todo un placer
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
En el poco tiempo en que la joven pidió disculpas hacia la nada y la viajera llegó a su lado, un sentimiento de nostalgia la invadió ligeramente. Aún cuando su experiencia en ciudades era casi nula, y casi idéntica en lugares medianamente poblados, sabía que el dejar atrás su hogar le iba a hacer extrañar esas cosas simples que estaba acostumbrada: los lugares abiertos, el silencio que envolvía hectáreas enteras, solo siendo interrumpido por las especies endémicas de las estepas, y por el viento
Si de algo estaba segura, era sobre el viento. El sonido que traía consigo, la calma que envolvía las largas planicies, las historias que contaba. Era natural que las crías abandonaran el nido que los vieron crecer, y por supuesto que extrañaría a sus padres. Hasta incluso en momentos de tranquilidad, en la familiaridad de la fogata, sentía deseos de arrepentirse, dar vuelta hacia su hogar, y seguir viviendo la vida que siempre conoció. Pero desde el momento en que se hizo una con el viento, aquello ya no era posible
Aún cuando fuera a extrañar todo eso, era feliz siguiendo lo que sentía en su corazón
La felicidad no le duró demasiado, al menos temporalmente. El silencio de las estepas normalmente era interrumpido por los animales y el viento, pero rara vez por voces humanas, como la que ella sintió cerca suyo y que la sacó de su trance nostálgico-filosófico. En efecto, se sobresaltó levemente, mientras soltaba un “Ah!” involuntario pero sin gritarlo, afortunadamente para los oídos de ambas. Esperablemente, fue acompañado de sus manos cubriendo su boca y un sonrojo leve por la vergüenza de la situación. Era curioso, porque se esperaría que, en circunstancias normales, la que reaccionara de esa forma fuera su interlocutora por haberla asustado
- No hay problema – respondió casi con la misma suavidad que aquella persona cuando se disculpaba –, estaba demasiado concentrada en mis pensamientos vagos. Ya sabe, eso termina distrayendo y al final una no se entera de quién está parada al lado, o si el fuego está quemando la ropa accidentalmente
Se rió de buena gana con aquel comentario, aunque por un segundo dejó de reírse y miró preocupadamente hacia atrás de ella, comprobando que sus ropas no se habían quemado por darle la espalda a la fogata. Al ver que todo estaba bien, siguió riendo con buena gana, como si la inspección no hubiera ocurrido
Daba la impresión de que quizás le había ocurrido en el pasado, y por eso comprobaba de forma tan apresurada
- También es un gusto, señorita Wood – respondió, imitando su señal de paz. La miró un poco más detenidamente mientras la saludaba. Lo que más le llamaba su atención eran sus cabellos. Eran plateados, muy hermosos, no conocía a muchas personas con un color así, y parecía un poco más pequeña que ella misma, aunque siendo justos, habían muchos hombres que eran más bajos que ella – Mi nombre es Siria, Siria Reinhardt
Apenas terminó de presentarse, sus manos se dirigieron hacia un pequeño bolso que llevaba consigo. Era artesanal, hecho con cueros, pieles y lanas de animales nativos de la estepa. No llevaba muchas cosas, pero lo poco que llevaba eran provisiones para un viaje menos pesado. Y justamente era una lonja generosa de pan la que sacó para, humildemente, ofrecérsela a la dama presente
- Es mejor que acompañe la bebida con algo de comer. La panza sufre menos, y el hígado también – era cierto que no tenía forma de saber si lo que bebía era alcohol o no, y no es que su olfato era tan desarrollado como la de otras especies, pero la experiencia, de manera instintiva, le hacía pensar que era algún tipo de destilado el que bebía
Si de algo estaba segura, era sobre el viento. El sonido que traía consigo, la calma que envolvía las largas planicies, las historias que contaba. Era natural que las crías abandonaran el nido que los vieron crecer, y por supuesto que extrañaría a sus padres. Hasta incluso en momentos de tranquilidad, en la familiaridad de la fogata, sentía deseos de arrepentirse, dar vuelta hacia su hogar, y seguir viviendo la vida que siempre conoció. Pero desde el momento en que se hizo una con el viento, aquello ya no era posible
Aún cuando fuera a extrañar todo eso, era feliz siguiendo lo que sentía en su corazón
La felicidad no le duró demasiado, al menos temporalmente. El silencio de las estepas normalmente era interrumpido por los animales y el viento, pero rara vez por voces humanas, como la que ella sintió cerca suyo y que la sacó de su trance nostálgico-filosófico. En efecto, se sobresaltó levemente, mientras soltaba un “Ah!” involuntario pero sin gritarlo, afortunadamente para los oídos de ambas. Esperablemente, fue acompañado de sus manos cubriendo su boca y un sonrojo leve por la vergüenza de la situación. Era curioso, porque se esperaría que, en circunstancias normales, la que reaccionara de esa forma fuera su interlocutora por haberla asustado
- No hay problema – respondió casi con la misma suavidad que aquella persona cuando se disculpaba –, estaba demasiado concentrada en mis pensamientos vagos. Ya sabe, eso termina distrayendo y al final una no se entera de quién está parada al lado, o si el fuego está quemando la ropa accidentalmente
Se rió de buena gana con aquel comentario, aunque por un segundo dejó de reírse y miró preocupadamente hacia atrás de ella, comprobando que sus ropas no se habían quemado por darle la espalda a la fogata. Al ver que todo estaba bien, siguió riendo con buena gana, como si la inspección no hubiera ocurrido
Daba la impresión de que quizás le había ocurrido en el pasado, y por eso comprobaba de forma tan apresurada
- También es un gusto, señorita Wood – respondió, imitando su señal de paz. La miró un poco más detenidamente mientras la saludaba. Lo que más le llamaba su atención eran sus cabellos. Eran plateados, muy hermosos, no conocía a muchas personas con un color así, y parecía un poco más pequeña que ella misma, aunque siendo justos, habían muchos hombres que eran más bajos que ella – Mi nombre es Siria, Siria Reinhardt
Apenas terminó de presentarse, sus manos se dirigieron hacia un pequeño bolso que llevaba consigo. Era artesanal, hecho con cueros, pieles y lanas de animales nativos de la estepa. No llevaba muchas cosas, pero lo poco que llevaba eran provisiones para un viaje menos pesado. Y justamente era una lonja generosa de pan la que sacó para, humildemente, ofrecérsela a la dama presente
- Es mejor que acompañe la bebida con algo de comer. La panza sufre menos, y el hígado también – era cierto que no tenía forma de saber si lo que bebía era alcohol o no, y no es que su olfato era tan desarrollado como la de otras especies, pero la experiencia, de manera instintiva, le hacía pensar que era algún tipo de destilado el que bebía
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
“Oh HO” esa definitivamente era una forma de dar la bienvenida, una manera muy compuesta y sosegada. Sonreí. Comenzaba a tener una opinión mucho más favorable acerca de los dragones solitarios, ella me recordaba a Athos. Tal vez sus extraños ropajes… su aire elegante o tal vez las palabras que había escogido. Bajé las manos lentamente, sintiendo que estaba haciendo el ridículo, una media sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro, esta vez por la autosatisfacción. Su risa era pegadiza, como el tintinear de pequeñas campanillas que traen la paz; cuando me di cuenta me sorprendí mostrando todos mis dientes y con el cuerpo relajado haciendo eco sordo de sus carcajadas. Entendía claramente a lo que se refería; no por nada llevaba yo el pelo corto.
Un leve escozor en la cabeza y la ligereza de movimientos me sugerían que tal vez lo que tenía entre mis manos era un fermento más fuerte de lo que había acusado al principio. Siria repetí, tal vez habían cosas de mi misma que en ese momento no entendía, pero estaba segura que lo taruga no se me había quitado, ergo, era necesario repetir el nombre al menos una vez para que quedase medianamente grabado en mi memoria cercana. Observé atentamente el movimiento súbito de la fémina; nuevamente volvía a sorprenderme conmigo misma. Otrora habría desenfundado mis armas, o estaría lista para transformarme, pero el asombro de mis propias reacciones me habían dejado pasmada, observante… con la boca semi abierta como una tarambana miré como Siria revolvía entre sus cosas. Algo muy en el fondo, continuaba diciéndome que olvidaba un detalle muy importante.
Pestañee y me aclaré la garganta. Suponía que era el momento para responder al gesto de la joven. Bueno… joven en el sentido estricto de la palabra no. Eh… gracias. Ahora sí la había hecho. Sentía que el fuego a espaldas de mi interlocutora me había abrazado las mejillas y las puntas de mis orejas, tornándolas rojas, chamuscadas, un par de brazas calientes. Sí, era culpa del fuego. No de la vergüenza. ¿Es eso una infusión? Huele condenadamente …bien. Respiré profundamente. Oh sí… tenía que ser la resaca y no otra cosa. Dejé la botella en el suelo y me senté junto a ella mientras me decidía a hacer lo que nunca antes: aceptar de buena gana comida de extraños. Con el entrecejo fruncido nuevamente me dirigí a ella, rumiando el pan. Era una chica extraña, dándole la espalda al fuego…
Respiré profundamente. Siempre era difícil romper el hielo con un desconocido, sobre todo una hembra. ¿Sabes si han habido problemas violentos por la región? ¿Algún asesinato de alguien importante? ¿Alguien perdido?; la esperanza de tener una pista de por qué me encontraba allí estaba latente. Oh, pero tal vez eso sonaba demasiado sospechoso Eh, solía ser mercenaria. Viejos hábitos no mueren tan fácil agregué con la mirada en el fuego. Siempre había sido muy mala para mentir, era mejor no mirarla a los ojos o estaría perdida. Siempre había tenido la impresión de que las personas que toman té eran perturbadoramente intuitivas, mejor no arriesgar.
Ya que estaba sentada en relativa calma comencé a notar ciertas cosas. El humo no podía esconderlo más, había alguien más. Sí. Observé impasible a la dama, escuchándola y dejando pasar el tiempo. El baile hipnótico de las llamas era atrayente, como si me impelieran a estirar la mano para alcanzar lo prohibido. Algo ¿Vienes acompañada? terminé por preguntar, sin percatarme si había interrumpido su diálogo. Estaba bajo la impresión de estar siendo vigilada por un buen rato.
Un leve escozor en la cabeza y la ligereza de movimientos me sugerían que tal vez lo que tenía entre mis manos era un fermento más fuerte de lo que había acusado al principio. Siria repetí, tal vez habían cosas de mi misma que en ese momento no entendía, pero estaba segura que lo taruga no se me había quitado, ergo, era necesario repetir el nombre al menos una vez para que quedase medianamente grabado en mi memoria cercana. Observé atentamente el movimiento súbito de la fémina; nuevamente volvía a sorprenderme conmigo misma. Otrora habría desenfundado mis armas, o estaría lista para transformarme, pero el asombro de mis propias reacciones me habían dejado pasmada, observante… con la boca semi abierta como una tarambana miré como Siria revolvía entre sus cosas. Algo muy en el fondo, continuaba diciéndome que olvidaba un detalle muy importante.
Pestañee y me aclaré la garganta. Suponía que era el momento para responder al gesto de la joven. Bueno… joven en el sentido estricto de la palabra no. Eh… gracias. Ahora sí la había hecho. Sentía que el fuego a espaldas de mi interlocutora me había abrazado las mejillas y las puntas de mis orejas, tornándolas rojas, chamuscadas, un par de brazas calientes. Sí, era culpa del fuego. No de la vergüenza. ¿Es eso una infusión? Huele condenadamente …bien. Respiré profundamente. Oh sí… tenía que ser la resaca y no otra cosa. Dejé la botella en el suelo y me senté junto a ella mientras me decidía a hacer lo que nunca antes: aceptar de buena gana comida de extraños. Con el entrecejo fruncido nuevamente me dirigí a ella, rumiando el pan. Era una chica extraña, dándole la espalda al fuego…
Respiré profundamente. Siempre era difícil romper el hielo con un desconocido, sobre todo una hembra. ¿Sabes si han habido problemas violentos por la región? ¿Algún asesinato de alguien importante? ¿Alguien perdido?; la esperanza de tener una pista de por qué me encontraba allí estaba latente. Oh, pero tal vez eso sonaba demasiado sospechoso Eh, solía ser mercenaria. Viejos hábitos no mueren tan fácil agregué con la mirada en el fuego. Siempre había sido muy mala para mentir, era mejor no mirarla a los ojos o estaría perdida. Siempre había tenido la impresión de que las personas que toman té eran perturbadoramente intuitivas, mejor no arriesgar.
Ya que estaba sentada en relativa calma comencé a notar ciertas cosas. El humo no podía esconderlo más, había alguien más. Sí. Observé impasible a la dama, escuchándola y dejando pasar el tiempo. El baile hipnótico de las llamas era atrayente, como si me impelieran a estirar la mano para alcanzar lo prohibido. Algo ¿Vienes acompañada? terminé por preguntar, sin percatarme si había interrumpido su diálogo. Estaba bajo la impresión de estar siendo vigilada por un buen rato.
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Había algo singular con la (relativa) joven que la gente sentía cuando interactuaba con ella. Más bien, nadie diría con certeza de si era algo en singular o plural. En ningún momento presentaba esa desconfianza tan típica de las personas de la ciudad, las cuales le tenían miedo hasta al niño que corría tan rápidamente de un lado a otro. Se sentía como si fuera una persona de esas novelas de fantasía que te veía, te ofrecía algo para recuperar fuerzas de un largo viaje, y se quedaba para escuchar tu historia, o para contarte una historia interesante. Sus modales, sus acciones, su forma de actuar
Había algo realmente honesto en todo
La fogata se sentía muy hogareña. No calentaba en demasía como para quemarse si colocaba las manos cerca, pero emitía el suficiente fuego como para que el agua siguiera a una temperatura tibia y aceptable para un té reconfortante. Podía parecer algo ridículo a ojos de otras personas, y por ella razón no es que fuera a reconocerlo abiertamente, pero la razón de por qué le daba la espalda a la fogata era simple: aprendió del actuar de los gatos, quienes se colocaban en las fogatas hechas en las chimeneas para calentar sus espaldas. Desde pequeña imitó aquel (¿mal?) hábito al punto de que se hizo algo natural
- Si, Manzanilla, ideal para los pulmones cuando se camina por lugares con tendencia a bajas temperaturas y alta humedad – asintió, mientras se daba cuenta que no estaba preparada para alguna visita, dándose cuenta que no poseía nada más que su taza predilecta para compartir el brebaje. Algún día tendría que solucionar eso, pensaba
Para no calentar innecesariamente el recipiente, el agua hervía en una pequeña tetera artesanal hecha de cerámica, hecha de unos colores vibrantes que calzaban con los de sus ropas. La taza también era hecha a mano de artesanos, y como era de esperar, el juego de colores hacía pensar que ambos artículos eran compañeros hermanos de aventuras de té
Usando un paño para evitar el quemarse con la temperatura de la tetera, le sirvió el líquido que quedaba dentro. “Cuidado que puede quemarse” fue la advertencia que le hizo, mientras se colocaba de forma más normal frente a la fogata, dándole la cara. Realmente no consideró en ningún momento en que el té podía rechazárselo, aunque tampoco es fuera a sentirse mal por ello. Cualquiera que fuera la decisión de acompañarla con el té, ese líquido terminaría en una panza mientras conversaban
Pensó por un rato cuando la pregunta se hizo presente, sin realmente cuestionarse de las intenciones de Wood, y ayudaba mucho a la Licántropo el que la dragona mirara hacia varios lados, como si creyera que la respuesta estuviera escrita en algún rincón de la estepa
- Creo que no ha habido un asesinato en la estepa desde hace… mucho – y aún cuando hubiera ocurrido en el pasado inmediato, el lugar era tan vasto y deshabitado que fácilmente alguien podría planear algún asesinato con la confianza de que tendría tiempo para escapar y dejar atrás las huellas – Y en la ciudad no es que hubiera mucha información. Normalmente tenemos una relación de ir y volver con algunas cosas para afrontar las temporadas
Lenta pero cuidadosamente, una curiosidad natural comenzó a rodearla. Su padre siempre le advirtió de tratar con mercenarios, debido a la naturaleza de trabajos y sociedades que atraían. Pero también, y siendo justos, ya había roto varias cadenas de advertencias al dejarla acercarse, compartir comida y algo de té antes de llegar a este punto. Tampoco es que se lo cuestionara, parte de esos atributos de gente del campo, sobre todo de Dragones, es esa innata forma de relacionarse amigablemente con el resto, de ser generosos
Era algo que muchas veces los beneficiaba, pero que también los perjudicaba, cuando las personas no correspondían a esa pequeña confianza que se les daba
- A decir verdad, no hace mucho comencé un… ¿peregrinaje se podría decir? – la miró a los ojos. En su rostro, se notaba que calculaba cuánto de peregrinaje tenía su viaje – No viajo con nadie por el momento, y no sé qué tantas posibilidades tenga de que alguien me siga con esa idea en mente sin creer que puedo ser otra dragona fanática religiosa – rió de buena gana al hacer ese comentario. Habían muchos dragones que llevaban un ferviente fanatismo, por lo que no le extrañaría que alguien la confundiera con uno de ellos
Siria, debido a que no tenía entrenamiento ni capacidades sensoriales que otras razas tenían, no se daría cuenta de si alguien la estaría observando o no. En ese sentido, podía notarse mucho la diferencia entre alguien que nunca vivió bajo presión constante y peligro al asecho, y alguien que si
Aun así, el viento tenía formas de cuidar a quienes lo escuchaban
- Hmm… el viento se siente helado – murmuró mientras inhalaba profundamente. Colocó agua nuevamente para preparar una nueva infusión, y de un pequeño frasco que llevaba consigo, un olor a menta comenzó a salir – Si, un pequeño té de menta, ideal para este frío
Mientras dejó eso a un lado para que siguiera su curso natural, se giró hacia su interlocutora. Sentada al lado de la fogata, hizo contacto visual con Wood. A diferencia de lo que podría pensar, debido a cómo esquivaba su mirada, no parecía molesta ni nada por el estilo. En ningún momento sospechó de su mirada, ni de su historia, pero muy instintivamente algo le decía que su interlocutora tenía algo en su interior. No sabía si era tristeza, desconfianza, o si estaba herida y realmente no lo sabía. Tampoco sabía si su actitud era por la botella y su contenido. Probablemente le había contado una mentira con el tema de buscar trabajo, o de ser mercenaria. Pensaba que si estuviera buscando realmente trabajo, no estaría en un lugar donde rara vez ocurre algo, sino en alguna ciudad buscando en los tablones de información y no preguntándole a una perfecta extraña. Pero aun así, se había acercado para interactuar con ella. Hubiera sido fácil haberla ignorado, atacado o cualquier acción que hubiera desencadenado en eventos distintos a los que las tenían ahí, frente a esa fogata, pasando el frío y bebiendo té
Cuando lo pensaba, le agradaba que no hubieran comenzado mal
- Señorita Wood, ¿cómo es el mundo? – la pregunta se sentía muy rara, incluso entre personas que habían vivido toda su vida en una granja – No tengo mucho de salir de estos lugares, más allá de ir a la ciudad y pelear con los clientes porque quieren rebajas irrisorias por pieles de bisontes – y eran muchos más de los que le agradaba lidiar – , y sé que suena rara la pregunta. En realidad… es muy rara – se sonrojó levemente, y sacudió la cabeza – Mejor ignórela, disculpe
Pensó también que quizás era una pregunta que no se la podía hacer a cualquiera. No al menos, no hasta tener ese grado de confianza y cercanía para que no fuera una pregunta rara
Con la conversación, el té de menta estuvo listo y no dudo en servirle de las primeras, aunque antes tomó un sorbo para saborear lo exquisito que se sentía. El olor era fuerte, podía sentir cómo era uno de esos té que estaban hechos para poner la cabeza en su lugar, el estómago tranquilo, y las pestañas menos pesadas. Pero a su vez, también era un té delicioso que no se necesitaban excusas para preparar y beber
- Ya sé. Puedo remover mi pregunta anterior, y cambiarla por algo menos raro – sonaba como si hubiera pensado en ello por un rato - ¿Se encuentra viajando sola? ¿Va a algún poblado o se dirige a la ciudad? ¿O es que viene de ahí?
Había algo realmente honesto en todo
La fogata se sentía muy hogareña. No calentaba en demasía como para quemarse si colocaba las manos cerca, pero emitía el suficiente fuego como para que el agua siguiera a una temperatura tibia y aceptable para un té reconfortante. Podía parecer algo ridículo a ojos de otras personas, y por ella razón no es que fuera a reconocerlo abiertamente, pero la razón de por qué le daba la espalda a la fogata era simple: aprendió del actuar de los gatos, quienes se colocaban en las fogatas hechas en las chimeneas para calentar sus espaldas. Desde pequeña imitó aquel (¿mal?) hábito al punto de que se hizo algo natural
- Si, Manzanilla, ideal para los pulmones cuando se camina por lugares con tendencia a bajas temperaturas y alta humedad – asintió, mientras se daba cuenta que no estaba preparada para alguna visita, dándose cuenta que no poseía nada más que su taza predilecta para compartir el brebaje. Algún día tendría que solucionar eso, pensaba
Para no calentar innecesariamente el recipiente, el agua hervía en una pequeña tetera artesanal hecha de cerámica, hecha de unos colores vibrantes que calzaban con los de sus ropas. La taza también era hecha a mano de artesanos, y como era de esperar, el juego de colores hacía pensar que ambos artículos eran compañeros hermanos de aventuras de té
Usando un paño para evitar el quemarse con la temperatura de la tetera, le sirvió el líquido que quedaba dentro. “Cuidado que puede quemarse” fue la advertencia que le hizo, mientras se colocaba de forma más normal frente a la fogata, dándole la cara. Realmente no consideró en ningún momento en que el té podía rechazárselo, aunque tampoco es fuera a sentirse mal por ello. Cualquiera que fuera la decisión de acompañarla con el té, ese líquido terminaría en una panza mientras conversaban
Pensó por un rato cuando la pregunta se hizo presente, sin realmente cuestionarse de las intenciones de Wood, y ayudaba mucho a la Licántropo el que la dragona mirara hacia varios lados, como si creyera que la respuesta estuviera escrita en algún rincón de la estepa
- Creo que no ha habido un asesinato en la estepa desde hace… mucho – y aún cuando hubiera ocurrido en el pasado inmediato, el lugar era tan vasto y deshabitado que fácilmente alguien podría planear algún asesinato con la confianza de que tendría tiempo para escapar y dejar atrás las huellas – Y en la ciudad no es que hubiera mucha información. Normalmente tenemos una relación de ir y volver con algunas cosas para afrontar las temporadas
Lenta pero cuidadosamente, una curiosidad natural comenzó a rodearla. Su padre siempre le advirtió de tratar con mercenarios, debido a la naturaleza de trabajos y sociedades que atraían. Pero también, y siendo justos, ya había roto varias cadenas de advertencias al dejarla acercarse, compartir comida y algo de té antes de llegar a este punto. Tampoco es que se lo cuestionara, parte de esos atributos de gente del campo, sobre todo de Dragones, es esa innata forma de relacionarse amigablemente con el resto, de ser generosos
Era algo que muchas veces los beneficiaba, pero que también los perjudicaba, cuando las personas no correspondían a esa pequeña confianza que se les daba
- A decir verdad, no hace mucho comencé un… ¿peregrinaje se podría decir? – la miró a los ojos. En su rostro, se notaba que calculaba cuánto de peregrinaje tenía su viaje – No viajo con nadie por el momento, y no sé qué tantas posibilidades tenga de que alguien me siga con esa idea en mente sin creer que puedo ser otra dragona fanática religiosa – rió de buena gana al hacer ese comentario. Habían muchos dragones que llevaban un ferviente fanatismo, por lo que no le extrañaría que alguien la confundiera con uno de ellos
Siria, debido a que no tenía entrenamiento ni capacidades sensoriales que otras razas tenían, no se daría cuenta de si alguien la estaría observando o no. En ese sentido, podía notarse mucho la diferencia entre alguien que nunca vivió bajo presión constante y peligro al asecho, y alguien que si
Aun así, el viento tenía formas de cuidar a quienes lo escuchaban
- Hmm… el viento se siente helado – murmuró mientras inhalaba profundamente. Colocó agua nuevamente para preparar una nueva infusión, y de un pequeño frasco que llevaba consigo, un olor a menta comenzó a salir – Si, un pequeño té de menta, ideal para este frío
Mientras dejó eso a un lado para que siguiera su curso natural, se giró hacia su interlocutora. Sentada al lado de la fogata, hizo contacto visual con Wood. A diferencia de lo que podría pensar, debido a cómo esquivaba su mirada, no parecía molesta ni nada por el estilo. En ningún momento sospechó de su mirada, ni de su historia, pero muy instintivamente algo le decía que su interlocutora tenía algo en su interior. No sabía si era tristeza, desconfianza, o si estaba herida y realmente no lo sabía. Tampoco sabía si su actitud era por la botella y su contenido. Probablemente le había contado una mentira con el tema de buscar trabajo, o de ser mercenaria. Pensaba que si estuviera buscando realmente trabajo, no estaría en un lugar donde rara vez ocurre algo, sino en alguna ciudad buscando en los tablones de información y no preguntándole a una perfecta extraña. Pero aun así, se había acercado para interactuar con ella. Hubiera sido fácil haberla ignorado, atacado o cualquier acción que hubiera desencadenado en eventos distintos a los que las tenían ahí, frente a esa fogata, pasando el frío y bebiendo té
Cuando lo pensaba, le agradaba que no hubieran comenzado mal
- Señorita Wood, ¿cómo es el mundo? – la pregunta se sentía muy rara, incluso entre personas que habían vivido toda su vida en una granja – No tengo mucho de salir de estos lugares, más allá de ir a la ciudad y pelear con los clientes porque quieren rebajas irrisorias por pieles de bisontes – y eran muchos más de los que le agradaba lidiar – , y sé que suena rara la pregunta. En realidad… es muy rara – se sonrojó levemente, y sacudió la cabeza – Mejor ignórela, disculpe
Pensó también que quizás era una pregunta que no se la podía hacer a cualquiera. No al menos, no hasta tener ese grado de confianza y cercanía para que no fuera una pregunta rara
Con la conversación, el té de menta estuvo listo y no dudo en servirle de las primeras, aunque antes tomó un sorbo para saborear lo exquisito que se sentía. El olor era fuerte, podía sentir cómo era uno de esos té que estaban hechos para poner la cabeza en su lugar, el estómago tranquilo, y las pestañas menos pesadas. Pero a su vez, también era un té delicioso que no se necesitaban excusas para preparar y beber
- Ya sé. Puedo remover mi pregunta anterior, y cambiarla por algo menos raro – sonaba como si hubiera pensado en ello por un rato - ¿Se encuentra viajando sola? ¿Va a algún poblado o se dirige a la ciudad? ¿O es que viene de ahí?
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Todo lo concerniente a Siria parecía hecho a su medida, tal vez me había topado con una dragona poderosa y más vieja de lo que podría imaginar. Por otro lado, la mujer podría ser simplemente una coleccionista. Acepté de buena gana unos sorbos de ese té, dándome cuenta que era demasiado dulce para mi gusto, intentando no arrugar demasiado la nariz, le devolví la intrincada taza y escuché su relato. Asentí a sus palabras, al parecer era una persona honesta, el tipo de compañía que debes mantener lejos si quieres hacerle algún bien. No me quitaba de las entrañas esa sensación de estar siendo vigilada. La idea del peregrinaje hizo que me volviera el alma al cuerpo, como si recién en ese momento aquella canela estuviese haciendo efecto desde mi estómago hasta la punta de mis dedos. Me uní a su risa de buena gana Ya una vez me uní a un dragón en su viaje de autoconocimiento y… peregrinaje usé sus mismas palabras, eran memorias de un pasado lejano en las arenas del tiempo… una tarea loable agregué, dejando morir allí el tema.
La conversación de la mujer dragón era extraña. No era poco común que algunos humanos preguntasen por las formas del mundo, incluso licántropos que no se movían de su propio territorio… pero no esperaba ese tema de conversación por parte de la buena Siria. Era como si leyese mi alma con aquellos ojos inquisidores. Todo eso me tomó bastante por sorpresa, habían tantas posibles respuestas como tipos de personas caminando por Aerandir. De todas formas, preferí guardar silencio por unos momentos más, sentía que la cabeza se me iba a abrir del dolor, estaba completamente convencida de que me había pasado algo, algo que no era para nada bueno. Observé en silencio las maniobras de ella, se le daba bien eso de hacer infusiones y mantener un ambiente agradable. Yo en su lugar hubiese hecho el ridículo intentando hacer dos cosas al mismo tiempo, de paso le hubiese prendido fuego a algo y mi té no hubiese sabido a gloria, como ese de menta que poseía un olor tan claro que casi podía sentir como me abría de par en par las puertas de la sobriedad más cruda. Yo solo era buena haciendo infusiones letales. Venenos.
La nueva oleada de preguntas desencadenó aquello que mi mente ocultaba y no deseaba ser revelado. Una lágrima solitaria bajó por la línea de mi mentón y cayó entre mis piernas, al suelo seco con un audible “clack”. Sonreí de lado con tristeza. Este mundo es cruel Siria, tan cruel como uno mismo lo es tenía mis ojos clavados en el fuego, en la llanura nevada, en el pasado cercano. Vengo del pico más alto, de Dundarak, de la llanura nevada… de ver la peste, de enfrentar la muerte. Originalmente viajaba con el que iba a ser mi esposo, fuimos alcanzados por uno de sus enemigos y no separamos porque yo tenía que cuidar de nuestros hijos hice una pausa y miré a la mujer en lo profundo de sus ojos castaños, estaba respondiendo a sus preguntas, ella tenía que saber… alguien tenía que saber. Dejé a mis niños al cuidado de una tribu de hombres bestia mientras me deshacía de quienes me perseguían y cuando volví por ellos, se estaban celebrando los ritos mortuorios… la pandemia había brotado en las tierras del hielo. Era sólo natural que alcanzara a los tigres de hielo. Mi garganta se cerraba.
No tuve el corazón para ir a ver las tumbas de mis hijitos…tan pequeñitos tuve que detenerme a tomar aire a bocanadas, era como si me estuviese ahogando, no podía obligarme a decir sus nombres ni la de él… de mi Alex… no sé nada. Probablemente ha de haber muerto solo dije más para mí que para ella, era la primera vez que me animaba a pensar en él, el pesar era muy grande. Ni siquiera tenía la compañía de Furia o la de Chy, probablemente estuviesen muertos también, en algún lugar, tirados sin una tumba, un lugar de reposo. Quería llorar, pero las lágrimas ya se me habían secado. Le dediqué media sonrisa a Siria.
Creo que son demasiadas ideas tristes olvidé el té y volví a beber de la botella. El amargo se sentía bien. El mundo es bello Siria, uno solo tiene que tener los ojos bellos para verlo, alguien como yo, ya no disfruta de la claridad del cielo o del verde de las pasturas. En tu peregrinaje habrá gente como yo y de ellos tendrás que cuidarte. Nadie va armado como para una guerra si no espera ser atacado le guiñé un ojo y me apronté para ponerme en pie e irme. Personas como yo valen más luego de que caen por algún acantilado porque somos más duros que las enfermedades y que cualquier tontillo que intente matarnos sin suficiente determinación. “Ahí tienes Woodpecker, ¿te sentías mal por ser tan feliz? Disfruta de tu destino de tormento. SOLA” pensé, acusándome. Yo solo servía para matar cosas.
La conversación de la mujer dragón era extraña. No era poco común que algunos humanos preguntasen por las formas del mundo, incluso licántropos que no se movían de su propio territorio… pero no esperaba ese tema de conversación por parte de la buena Siria. Era como si leyese mi alma con aquellos ojos inquisidores. Todo eso me tomó bastante por sorpresa, habían tantas posibles respuestas como tipos de personas caminando por Aerandir. De todas formas, preferí guardar silencio por unos momentos más, sentía que la cabeza se me iba a abrir del dolor, estaba completamente convencida de que me había pasado algo, algo que no era para nada bueno. Observé en silencio las maniobras de ella, se le daba bien eso de hacer infusiones y mantener un ambiente agradable. Yo en su lugar hubiese hecho el ridículo intentando hacer dos cosas al mismo tiempo, de paso le hubiese prendido fuego a algo y mi té no hubiese sabido a gloria, como ese de menta que poseía un olor tan claro que casi podía sentir como me abría de par en par las puertas de la sobriedad más cruda. Yo solo era buena haciendo infusiones letales. Venenos.
La nueva oleada de preguntas desencadenó aquello que mi mente ocultaba y no deseaba ser revelado. Una lágrima solitaria bajó por la línea de mi mentón y cayó entre mis piernas, al suelo seco con un audible “clack”. Sonreí de lado con tristeza. Este mundo es cruel Siria, tan cruel como uno mismo lo es tenía mis ojos clavados en el fuego, en la llanura nevada, en el pasado cercano. Vengo del pico más alto, de Dundarak, de la llanura nevada… de ver la peste, de enfrentar la muerte. Originalmente viajaba con el que iba a ser mi esposo, fuimos alcanzados por uno de sus enemigos y no separamos porque yo tenía que cuidar de nuestros hijos hice una pausa y miré a la mujer en lo profundo de sus ojos castaños, estaba respondiendo a sus preguntas, ella tenía que saber… alguien tenía que saber. Dejé a mis niños al cuidado de una tribu de hombres bestia mientras me deshacía de quienes me perseguían y cuando volví por ellos, se estaban celebrando los ritos mortuorios… la pandemia había brotado en las tierras del hielo. Era sólo natural que alcanzara a los tigres de hielo. Mi garganta se cerraba.
No tuve el corazón para ir a ver las tumbas de mis hijitos…tan pequeñitos tuve que detenerme a tomar aire a bocanadas, era como si me estuviese ahogando, no podía obligarme a decir sus nombres ni la de él… de mi Alex… no sé nada. Probablemente ha de haber muerto solo dije más para mí que para ella, era la primera vez que me animaba a pensar en él, el pesar era muy grande. Ni siquiera tenía la compañía de Furia o la de Chy, probablemente estuviesen muertos también, en algún lugar, tirados sin una tumba, un lugar de reposo. Quería llorar, pero las lágrimas ya se me habían secado. Le dediqué media sonrisa a Siria.
Creo que son demasiadas ideas tristes olvidé el té y volví a beber de la botella. El amargo se sentía bien. El mundo es bello Siria, uno solo tiene que tener los ojos bellos para verlo, alguien como yo, ya no disfruta de la claridad del cielo o del verde de las pasturas. En tu peregrinaje habrá gente como yo y de ellos tendrás que cuidarte. Nadie va armado como para una guerra si no espera ser atacado le guiñé un ojo y me apronté para ponerme en pie e irme. Personas como yo valen más luego de que caen por algún acantilado porque somos más duros que las enfermedades y que cualquier tontillo que intente matarnos sin suficiente determinación. “Ahí tienes Woodpecker, ¿te sentías mal por ser tan feliz? Disfruta de tu destino de tormento. SOLA” pensé, acusándome. Yo solo servía para matar cosas.
Woodpecker
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Para una persona como Siria, no le era difícil dejarse llevar por los humores y los sentimientos de quienes estaban cerca. Podía parecer algo irónico, porque durante el poco tiempo en que conoció a Wood, la joven dragona parecía ser la que dictaba cómo debían ser los ánimos del ambiente. Lo cierto es que se le daba bien el que la gente se abriera a ella debido a la naturalidad que emanaba, quizás mucho más de lo que esperaba
En un punto de la conversación, se sentía animada cómo si fuera realmente una pequeña niña. Cuando supo que Wood conoció a otro dragón que también viajó en peregrinaje, en su mente comenzaron a inundarse las preguntas. “¿Qué tipo de peregrinaje era?”, “¿Qué lo había llevado a peregrinar?”, “¿Sintió aquel “llamado” al igual que yo?”, eran solo unas pocas que podían nombrarse. Pero también quería saber el punto de vista de su interlocutora. Quería saber si aquel “llamado” lo encontraba loco, sensato, inentendible o único. Era difícil para ella saber cómo debía sentirse en toda esta locura con el viento y sus sentimientos
Pero aquella montaña de preguntas no demoró en derrumbarse y enterrarse. Solo bastó una lágrima para ello
Lentamente, a medida que el relato de la licántropo continuaba, en su rosto se borró la alegría y la emoción. En ningún momento pensó que una persona como ella había pasado por una pérdida tan enorme como era la de sus seres queridos, sus hijos. Solo podía imaginarse una pizca de ese enorme dolor que la aquejaba, que la tenía en ese momento, frente a una fogata, llorando por aquellos que nunca volverían. Y aun así, cuando solo podía imaginarse esa minúscula sensación, sabía que no había forma de entender ese dolor
Bajó su mirada hacia la fogata, sin saber qué decir o qué hacer. No podía ni sabía hacer nada más que escuchar su ahogado relato, sintiendo que quizás la mujer había cargado todos esos sentimientos sola, sin amigos que la acompañaran, sin familia en donde sostenerse. La dragona poco sabía de la peste, más allá de los relatos de viajeros y de la conmoción de las noticias que viajaban. Aun así, no fue impedimento para comenzar su viaje. Pero no pudo evitarse si su madre estaba al tanto, y valientemente dejó que las decisiones de su hija la alejaran de su hogar. Pensaba en ello, y en cómo accionó su interlocutora con su propia camada. Frente a algo semejante, ¿es posible siquiera tomar una decisión que pueda ser la correcta? ¿Se es capaz siquiera de decidir? ¿Hay acaso alguna decisión que no deje marcada a las personas de por vida?
Probablemente por ello era la botella
Cuando se levantó para marcharse, la quedó mirando sin reaccionar ante su guiño. Era claro que aquel sería el fin de su encuentro, y probablemente en un mundo tan grande como este, no volverían a encontrarse nuevamente. No deseaba eso. Sabía perfectamente que ello no dependía de su voluntad, sino la de Wood, y no pasaría por encima de eso. Pero aun cuando su encuentro estuviera destinado a ser efímero, no deseaba que fuera algo sin significado, sin importancia. En un lugar aislado y tan poco probable de encontrarse a alguien en hectáreas enteras, había una razón de por qué el destino invocó a ambas mujeres. Aun cuando esa razón estuviera invisible a la razón o a los ojos de ambas
- Sé que quizás no sea mucho – le dirigió por fin la palabra, levantándose al mismo tiempo que hablaba. Sentía unos deseos de acercarse y hacer algo, aun cuando no supiera exactamente que podría hacer, pero decidió no hacerlo, no deseaba ser invasiva –, y puede… escucharse como una tontería, y también sé que… quizás este sea un indicativo de que… bueno, nuestros caminos se separan
Se notaba que la joven controlaba su vocabulario para evitar ofender de alguna forma a la licántropo, o para simplemente evitar empeorar las cosas. Aun así, tenía ese aire de honestidad que la caracterizaba desde que ambas cruzaron destinos
- Aun así, deseo… darle algo – continuó, algo más decidida que antes –. Nunca aprendí algo realmente útil en la vida, no al menos para arreglar el mundo, o para salvar a otras personas. No puedo ser de ayuda, pero al menos, lo que quiero hacer es… darle algo de mí, algo que nació de este encuentro, de nuestras emociones
Se había mantenido bastante callada y, en cierto sentido, sumisa hasta hace poco. Pero en sus ojos demostraba que era importante para ella el sacar sus sentimientos y su corazón al exterior, aun cuando deseaba que ello no arrollara la voluntad de Wood
- Después de escucharme – continuó – puede decidir si quiere golpearme o no. Y si desea quedarse o marcharse, también será su decisión. Solo le pido que me permita esto
Era lo que mejor sabía hacer, sentía. No era una aventurera, no poseía en su interior magia que la ayudara a hacer un milagro, ni tampoco podía devolver el tiempo para regresarles sus tesoros más preciados. Pero si había algo que podía hacer: Expresar sus sentimientos mediante una canción
Se separó de la fogata por solo algunos metros, los suficientes como para evitar que su canción se sintiera muy apegada e invasiva a su interlocutora. No sabía qué realmente pasaba por su cabeza, y aun cuando Wood la dejó hacer lo que deseaba, prestando atención a lo que hacía mientras se sentaba, no estaba segura de sí era una buena idea. Después de todo, ¿qué sacaba con hacerlo? ¿Cambiaría en algo? ¿Acaso no era más que un capricho de una niña que jamás había salido al mundo? ¿No era una muestra de egoísmo?
No lo sabía con certeza. Probablemente, muy en el inconsciente, lo era
El viento lentamente comenzaba a cubrir la estepa con su pasar. Era distinto del que normalmente corría por estas fechas, por estos lugares. En vez de ser frío y lo suficientemente fuerte como para desanimar al fuego de las intensas fogatas que los viajeros armaban, este era gentil y cuidadoso. En las mejillas, se sentía como la suavidad de una fina tela de seda que acariciaba las lágrimas secas de aquellos que lloraban por sus caídos. El fuego se mantenía suave y sereno, como realmente fuera esquivado por el elemento. El silencio lentamente se hizo presente en el ambiente; se sentía como si el agua de los ríos a la lejanía se hubiera detenido junto con el pasar de los animales. Por un momento, parecía que el tiempo se hubiera detenido en un encanto mágico que envolvía todo a su alrededor, como si su deseo fuera el sanar las heridas más profundas y hacer que las pesadillas abandonaran las atormentadas mentes de quienes sufrían, aun cuando fuera por un momento
Quizás para muchos, su deseo era egoísta. Pero en su interior, deseaba honestamente hacer algo por Wood. No importaba si era algo tan ínfimo como una canción, algo que quizás no ayudaría más que solo en el momento en que cantaría. Pero deseaba tocar esas heridas, no para lastimarla ni para hacerle un mal, sino para hacer que el dolor fuera menos doloroso, aun cuando fuera por algunos segundos, o que solo fuera ínfimamente menor aquel sufrimiento. Sentía que, detrás de esa botella que cubría el dolor, había una persona que deseaba ser abrazada, compartir su más profundo ser con alguien que no la traicionara, que no extendiera más aquellas heridas que no terminaban de cicatrizar.
Probablemente nunca sería aquella persona
Aun así, quería darle algo que estuviera con ella, que no la hiciera sentir sola, abandonada. Que, aun cuando fuera pasajero, encontró a alguien con quién podía compartir sin el miedo de ser juzgada o de ser lastimada
Sus ojos se encontraban cerrados, mientras sus manos se acercaron a su pecho, tomándoselas casi como si estuviera preparada a orar. Su respiración era calmada, su corazón latía tranquilamente, y su mente lentamente se despejaba para eliminar cualquier pensamiento. Casi por un momento parecía una sacerdotisa a punto de orar por algún dios en el que creía fervientemente. Pero todo eso se esfumó cuando sus labios se separaron, y emitió la primera estrofa
Al principio, solo se escuchaba en los alrededores más cercanos. Pero lentamente comenzó a tomar fuerza, como si inicialmente fuera un relato para ambas para pasar a ser algo que el viento llevaba gentilmente a los oídos más lejanos y a los corazones más helados. Su voz era algo que quizás jamás había escuchado anteriormente. Podía sentirse firme y humilde, aunque a ratos, tímida. Pero por sobre todo, era una voz dulce. Distaba incluso del tono con el que normalmente hablaba, como si aquellas palabras fueran especiales para ella, como si necesitaran de una dedicación y amor únicos.
Y aquello era realmente lo que era: dentro de cada estrofa, de cada palabra, contaba la historia de sus sentimientos, y por sobre todo, de los sentimientos que Wood le traspasó a la joven dragona. Lágrimas derramadas, arrepentimientos de aquellas decisiones difíciles, la fortaleza para no sucumbir ante la muerte, la fragilidad de los corazones atormentados, las pesadillas que perseguirían eternamente. Aun cuando había poco el tiempo que se conocían, la licántropo había abierto su corazón ante una extraña que fácilmente podría haber evitado. Había compartido algo tan personal, demostrado en un llanto de un alma necesitada de alguien que escuchara, que no juzgara, que comprendiera, que no la hiciera sufrir de nuevo. A ratos parecía que sufría con ella, de manera empática, intentando enlazar aquellos sentimientos en una línea que desenredara aquel cúmulo de sensaciones enredadas entre sí, invasivas, que no se entendían entre sí y que no deseaban marcharse
El que su canto no tuviera sentido, que no pudieran comprenderse las palabras que formaba, no importaba. No era un lenguaje reconocible para el consciente, solo parecía que formaba sonidos con las sílabas, pero a su vez, era algo que llegaba más al corazón, como si se hubiera eliminado aquella barrera idiomática para solo llegar la pureza de sentimientos más alta, aquello que solo los sentimientos y el corazón pudieran entender
El tiempo pasó, desligándose de ambas mujeres quienes parecían estar encerradas en su mundo. Cuando el canto terminó, se sintió por un momento como si sus cuerpos y mente corrieran para alcanzar al tiempo que había proseguido sin ellas. Las mejillas de la dragona se habían bañado de lágrimas, y sin embargo, en ningún momento ello influyó en su entonación de voz, aunque después del canto, sentía un nudo en su garganta que le impedía hablar. No tenía idea si había sido del gusto de Wood, y buscó sus ojos solo esperando que así lo fuera. O que al menos, no se lo hubiera tomado a mal
En un punto de la conversación, se sentía animada cómo si fuera realmente una pequeña niña. Cuando supo que Wood conoció a otro dragón que también viajó en peregrinaje, en su mente comenzaron a inundarse las preguntas. “¿Qué tipo de peregrinaje era?”, “¿Qué lo había llevado a peregrinar?”, “¿Sintió aquel “llamado” al igual que yo?”, eran solo unas pocas que podían nombrarse. Pero también quería saber el punto de vista de su interlocutora. Quería saber si aquel “llamado” lo encontraba loco, sensato, inentendible o único. Era difícil para ella saber cómo debía sentirse en toda esta locura con el viento y sus sentimientos
Pero aquella montaña de preguntas no demoró en derrumbarse y enterrarse. Solo bastó una lágrima para ello
Lentamente, a medida que el relato de la licántropo continuaba, en su rosto se borró la alegría y la emoción. En ningún momento pensó que una persona como ella había pasado por una pérdida tan enorme como era la de sus seres queridos, sus hijos. Solo podía imaginarse una pizca de ese enorme dolor que la aquejaba, que la tenía en ese momento, frente a una fogata, llorando por aquellos que nunca volverían. Y aun así, cuando solo podía imaginarse esa minúscula sensación, sabía que no había forma de entender ese dolor
Bajó su mirada hacia la fogata, sin saber qué decir o qué hacer. No podía ni sabía hacer nada más que escuchar su ahogado relato, sintiendo que quizás la mujer había cargado todos esos sentimientos sola, sin amigos que la acompañaran, sin familia en donde sostenerse. La dragona poco sabía de la peste, más allá de los relatos de viajeros y de la conmoción de las noticias que viajaban. Aun así, no fue impedimento para comenzar su viaje. Pero no pudo evitarse si su madre estaba al tanto, y valientemente dejó que las decisiones de su hija la alejaran de su hogar. Pensaba en ello, y en cómo accionó su interlocutora con su propia camada. Frente a algo semejante, ¿es posible siquiera tomar una decisión que pueda ser la correcta? ¿Se es capaz siquiera de decidir? ¿Hay acaso alguna decisión que no deje marcada a las personas de por vida?
Probablemente por ello era la botella
Cuando se levantó para marcharse, la quedó mirando sin reaccionar ante su guiño. Era claro que aquel sería el fin de su encuentro, y probablemente en un mundo tan grande como este, no volverían a encontrarse nuevamente. No deseaba eso. Sabía perfectamente que ello no dependía de su voluntad, sino la de Wood, y no pasaría por encima de eso. Pero aun cuando su encuentro estuviera destinado a ser efímero, no deseaba que fuera algo sin significado, sin importancia. En un lugar aislado y tan poco probable de encontrarse a alguien en hectáreas enteras, había una razón de por qué el destino invocó a ambas mujeres. Aun cuando esa razón estuviera invisible a la razón o a los ojos de ambas
- Sé que quizás no sea mucho – le dirigió por fin la palabra, levantándose al mismo tiempo que hablaba. Sentía unos deseos de acercarse y hacer algo, aun cuando no supiera exactamente que podría hacer, pero decidió no hacerlo, no deseaba ser invasiva –, y puede… escucharse como una tontería, y también sé que… quizás este sea un indicativo de que… bueno, nuestros caminos se separan
Se notaba que la joven controlaba su vocabulario para evitar ofender de alguna forma a la licántropo, o para simplemente evitar empeorar las cosas. Aun así, tenía ese aire de honestidad que la caracterizaba desde que ambas cruzaron destinos
- Aun así, deseo… darle algo – continuó, algo más decidida que antes –. Nunca aprendí algo realmente útil en la vida, no al menos para arreglar el mundo, o para salvar a otras personas. No puedo ser de ayuda, pero al menos, lo que quiero hacer es… darle algo de mí, algo que nació de este encuentro, de nuestras emociones
Se había mantenido bastante callada y, en cierto sentido, sumisa hasta hace poco. Pero en sus ojos demostraba que era importante para ella el sacar sus sentimientos y su corazón al exterior, aun cuando deseaba que ello no arrollara la voluntad de Wood
- Después de escucharme – continuó – puede decidir si quiere golpearme o no. Y si desea quedarse o marcharse, también será su decisión. Solo le pido que me permita esto
Era lo que mejor sabía hacer, sentía. No era una aventurera, no poseía en su interior magia que la ayudara a hacer un milagro, ni tampoco podía devolver el tiempo para regresarles sus tesoros más preciados. Pero si había algo que podía hacer: Expresar sus sentimientos mediante una canción
Se separó de la fogata por solo algunos metros, los suficientes como para evitar que su canción se sintiera muy apegada e invasiva a su interlocutora. No sabía qué realmente pasaba por su cabeza, y aun cuando Wood la dejó hacer lo que deseaba, prestando atención a lo que hacía mientras se sentaba, no estaba segura de sí era una buena idea. Después de todo, ¿qué sacaba con hacerlo? ¿Cambiaría en algo? ¿Acaso no era más que un capricho de una niña que jamás había salido al mundo? ¿No era una muestra de egoísmo?
No lo sabía con certeza. Probablemente, muy en el inconsciente, lo era
El viento lentamente comenzaba a cubrir la estepa con su pasar. Era distinto del que normalmente corría por estas fechas, por estos lugares. En vez de ser frío y lo suficientemente fuerte como para desanimar al fuego de las intensas fogatas que los viajeros armaban, este era gentil y cuidadoso. En las mejillas, se sentía como la suavidad de una fina tela de seda que acariciaba las lágrimas secas de aquellos que lloraban por sus caídos. El fuego se mantenía suave y sereno, como realmente fuera esquivado por el elemento. El silencio lentamente se hizo presente en el ambiente; se sentía como si el agua de los ríos a la lejanía se hubiera detenido junto con el pasar de los animales. Por un momento, parecía que el tiempo se hubiera detenido en un encanto mágico que envolvía todo a su alrededor, como si su deseo fuera el sanar las heridas más profundas y hacer que las pesadillas abandonaran las atormentadas mentes de quienes sufrían, aun cuando fuera por un momento
Quizás para muchos, su deseo era egoísta. Pero en su interior, deseaba honestamente hacer algo por Wood. No importaba si era algo tan ínfimo como una canción, algo que quizás no ayudaría más que solo en el momento en que cantaría. Pero deseaba tocar esas heridas, no para lastimarla ni para hacerle un mal, sino para hacer que el dolor fuera menos doloroso, aun cuando fuera por algunos segundos, o que solo fuera ínfimamente menor aquel sufrimiento. Sentía que, detrás de esa botella que cubría el dolor, había una persona que deseaba ser abrazada, compartir su más profundo ser con alguien que no la traicionara, que no extendiera más aquellas heridas que no terminaban de cicatrizar.
Probablemente nunca sería aquella persona
Aun así, quería darle algo que estuviera con ella, que no la hiciera sentir sola, abandonada. Que, aun cuando fuera pasajero, encontró a alguien con quién podía compartir sin el miedo de ser juzgada o de ser lastimada
Sus ojos se encontraban cerrados, mientras sus manos se acercaron a su pecho, tomándoselas casi como si estuviera preparada a orar. Su respiración era calmada, su corazón latía tranquilamente, y su mente lentamente se despejaba para eliminar cualquier pensamiento. Casi por un momento parecía una sacerdotisa a punto de orar por algún dios en el que creía fervientemente. Pero todo eso se esfumó cuando sus labios se separaron, y emitió la primera estrofa
- Spoiler:
- La canción que canta es esta (a partir del 2:20): [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Al principio, solo se escuchaba en los alrededores más cercanos. Pero lentamente comenzó a tomar fuerza, como si inicialmente fuera un relato para ambas para pasar a ser algo que el viento llevaba gentilmente a los oídos más lejanos y a los corazones más helados. Su voz era algo que quizás jamás había escuchado anteriormente. Podía sentirse firme y humilde, aunque a ratos, tímida. Pero por sobre todo, era una voz dulce. Distaba incluso del tono con el que normalmente hablaba, como si aquellas palabras fueran especiales para ella, como si necesitaran de una dedicación y amor únicos.
Y aquello era realmente lo que era: dentro de cada estrofa, de cada palabra, contaba la historia de sus sentimientos, y por sobre todo, de los sentimientos que Wood le traspasó a la joven dragona. Lágrimas derramadas, arrepentimientos de aquellas decisiones difíciles, la fortaleza para no sucumbir ante la muerte, la fragilidad de los corazones atormentados, las pesadillas que perseguirían eternamente. Aun cuando había poco el tiempo que se conocían, la licántropo había abierto su corazón ante una extraña que fácilmente podría haber evitado. Había compartido algo tan personal, demostrado en un llanto de un alma necesitada de alguien que escuchara, que no juzgara, que comprendiera, que no la hiciera sufrir de nuevo. A ratos parecía que sufría con ella, de manera empática, intentando enlazar aquellos sentimientos en una línea que desenredara aquel cúmulo de sensaciones enredadas entre sí, invasivas, que no se entendían entre sí y que no deseaban marcharse
El que su canto no tuviera sentido, que no pudieran comprenderse las palabras que formaba, no importaba. No era un lenguaje reconocible para el consciente, solo parecía que formaba sonidos con las sílabas, pero a su vez, era algo que llegaba más al corazón, como si se hubiera eliminado aquella barrera idiomática para solo llegar la pureza de sentimientos más alta, aquello que solo los sentimientos y el corazón pudieran entender
El tiempo pasó, desligándose de ambas mujeres quienes parecían estar encerradas en su mundo. Cuando el canto terminó, se sintió por un momento como si sus cuerpos y mente corrieran para alcanzar al tiempo que había proseguido sin ellas. Las mejillas de la dragona se habían bañado de lágrimas, y sin embargo, en ningún momento ello influyó en su entonación de voz, aunque después del canto, sentía un nudo en su garganta que le impedía hablar. No tenía idea si había sido del gusto de Wood, y buscó sus ojos solo esperando que así lo fuera. O que al menos, no se lo hubiera tomado a mal
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Siria… demostraba ser lo que creí que era desde el primer momento. Quería quedarme y lamer mis heridas frente a su cálido fuego pero recordé mi canción, la canción del Woodpecker:
Quería reír histérica al darme cuenta de las palabras de mi propia canción, aquella que usaba para todo: alegrarme, ocultar mi soledad, asustar a mis enemigos… era mi propio réquiem, un símbolo de mi mala estrella, era como si el último regalo del difunto Luner hubiese sido una muestra de mi futuro, de cómo sería el resto de mi vida. “Toca a tus amigos y morirán a tus pies… lágrimas venenosas brillan radiantes, mientras recorren tus mejillas”. Apreté los puños y miré a la mujer dragón, mi corazón desolado quería hacerme llorar pero tenía que ser más fuertes, mis lágrimas estaban tentadas por el mal, lo creía, estaba segura. No quería envenenar ese corazón puro con mi presencia, pero había llegado a mis límites. Un paso, tenía que dar un paso, el primero. Después de eso todo sería más sencillo: caminar. No dejar de avanzar, tal vez tuviera suerte y me tragara el mal o la plaga. “¡Já! Buena esa”
Miré a Siria por lo que creí sería la última vez, pero ella parecía estar tomando valor para algo. Tal vez se había apiadado de mi alma y pensaba terminar con mi sufrimiento. Cerré los ojos, tal vez así y con el alcohol no respondería a ningún ataque. Sólo esperaba que fuese rápido para no tener la ocasión de defenderme. Abrí los ojos de par en par cuando llegó a la mitad de su vacilante discurso, no cabía en mi propio asombro. Le sonreí, reasegurándole; tenía que haberlo supuesto. Athos me hubiese hecho entender que no debía ser cobarde y que había un lugar para mí. Siria no era distinta a él, su versión femenina y mucho más delicada: era completamente imposible que por su mente pasara una idea como la que yo albergaba. Ellos pensaban de una forma que yo era incapaz de comprender. Haber pasado semanas y meses al lado de ese dragón en su peregrinaje no me enseñó lo central al parecer, o bueno, yo no lo había aprendido pese a que había estado todo el tiempo frente a mis ojos. “Pobre pequeña Woodpecker” ahora sonreí riéndome de mí misma al tiempo que continuaba escuchando lo que la fémina intentaba explicar.
Asentí una, dos y varias veces. Mi garganta estaba cerrada, al parecer ocupada conteniendo las lágrimas ponzoñosas de mis ojos. Era mi alma la que estaba maldita, pero unos momentos más no harían daño; la canción no duraría mucho… la escucharía y continuaría luego de recuperar mis facultades. Como siempre, mi plan resultó ser un aborto de la naturaleza. Siria no era ordinaria, la tierra la escuchaba, el viento atendía su llamado. Me senté lentamente, temiendo romper el encantamiento que ella estaba lanzando la estepa…sobre mí. No era como el mana de los magos o la magia élfica, esto era algo tibio, limpio, puro… como si los elementos comulgaran y se convirtieran en el cuerpo del vibrante corazón llamado Siria. No era solamente yo quién era influenciada por su presencia, sino todo. Ella formaba parte de todo y todo formaba parte de ella mientras su voz inundaba poco a poco la distancia y el tiempo.
Pese a que no comprendía ese leguaje “¿Sería el de los antiguos dragones?” podía sentir sobre mi piel erizada lo que ella transmitía a través de su voz: era como magia arcana siendo liberada en su propio estado tangible. Estaba perdiendo mi voluntad conscientemente, esas simples melodías me atravesaban como si se tratara de un ejército de entes invisibles que portaban, cada uno, un sentimiento distinto y al pasar a través de ti se llevaban algo que pesaba. No sé cuándo, pero después de un rato de finalizada la canción me di cuenta que estaba en mi forma de lobo, gimoteando como un cachorro recién nacido. Miré a Siria y agaché mi cabeza en señal de sumisión. No le había mencionado que yo era un licántropo y técnicamente estaba desnuda. No pensaba volver a mi forma humana y traumarla en el proceso, si es que ya no lo estaba. Me acerqué lentamente a ella y me detuve a medio camino, sentándome y poniendo la cabeza de lado. Tal vez… si no era humana… tal vez… si me dejaba llevar por los instintos y me comportaba como una bestia dejaba de pensar en el dolor de la pérdida.
Tal vez alguien como Siria podría aceptar a su lado a alguien tan egoísta como ese Woodpecker herido y medio muerto. Sí… tal vez debería olvidar por un tiempo la vida como humana y caminar por Aerandir como un lobo más, escondiendo de aquellos que solo perciben con sus oídos el llanto de mi corazón. Levanté una mano y me eché panza arriba sobre la tierra con la lengua fuera. Esta era la prueba de fuego si ella me aceptaba, me volvería su sombra hasta que se cansara de mí o hasta que nuestros caminos hallaran su separación.
“The angry old forest god turned your poor beak into a poison knife
Poor little wood pecker, your nesting holes are all tainted
Your food with toxins rife
Touch your friends, and they all will die falling at your feet
Oh, sad little woodpecker
Poisonous tears, shining brightly, as they stream down your cheeks”
Poor little wood pecker, your nesting holes are all tainted
Your food with toxins rife
Touch your friends, and they all will die falling at your feet
Oh, sad little woodpecker
Poisonous tears, shining brightly, as they stream down your cheeks”
Quería reír histérica al darme cuenta de las palabras de mi propia canción, aquella que usaba para todo: alegrarme, ocultar mi soledad, asustar a mis enemigos… era mi propio réquiem, un símbolo de mi mala estrella, era como si el último regalo del difunto Luner hubiese sido una muestra de mi futuro, de cómo sería el resto de mi vida. “Toca a tus amigos y morirán a tus pies… lágrimas venenosas brillan radiantes, mientras recorren tus mejillas”. Apreté los puños y miré a la mujer dragón, mi corazón desolado quería hacerme llorar pero tenía que ser más fuertes, mis lágrimas estaban tentadas por el mal, lo creía, estaba segura. No quería envenenar ese corazón puro con mi presencia, pero había llegado a mis límites. Un paso, tenía que dar un paso, el primero. Después de eso todo sería más sencillo: caminar. No dejar de avanzar, tal vez tuviera suerte y me tragara el mal o la plaga. “¡Já! Buena esa”
Miré a Siria por lo que creí sería la última vez, pero ella parecía estar tomando valor para algo. Tal vez se había apiadado de mi alma y pensaba terminar con mi sufrimiento. Cerré los ojos, tal vez así y con el alcohol no respondería a ningún ataque. Sólo esperaba que fuese rápido para no tener la ocasión de defenderme. Abrí los ojos de par en par cuando llegó a la mitad de su vacilante discurso, no cabía en mi propio asombro. Le sonreí, reasegurándole; tenía que haberlo supuesto. Athos me hubiese hecho entender que no debía ser cobarde y que había un lugar para mí. Siria no era distinta a él, su versión femenina y mucho más delicada: era completamente imposible que por su mente pasara una idea como la que yo albergaba. Ellos pensaban de una forma que yo era incapaz de comprender. Haber pasado semanas y meses al lado de ese dragón en su peregrinaje no me enseñó lo central al parecer, o bueno, yo no lo había aprendido pese a que había estado todo el tiempo frente a mis ojos. “Pobre pequeña Woodpecker” ahora sonreí riéndome de mí misma al tiempo que continuaba escuchando lo que la fémina intentaba explicar.
Asentí una, dos y varias veces. Mi garganta estaba cerrada, al parecer ocupada conteniendo las lágrimas ponzoñosas de mis ojos. Era mi alma la que estaba maldita, pero unos momentos más no harían daño; la canción no duraría mucho… la escucharía y continuaría luego de recuperar mis facultades. Como siempre, mi plan resultó ser un aborto de la naturaleza. Siria no era ordinaria, la tierra la escuchaba, el viento atendía su llamado. Me senté lentamente, temiendo romper el encantamiento que ella estaba lanzando la estepa…sobre mí. No era como el mana de los magos o la magia élfica, esto era algo tibio, limpio, puro… como si los elementos comulgaran y se convirtieran en el cuerpo del vibrante corazón llamado Siria. No era solamente yo quién era influenciada por su presencia, sino todo. Ella formaba parte de todo y todo formaba parte de ella mientras su voz inundaba poco a poco la distancia y el tiempo.
Pese a que no comprendía ese leguaje “¿Sería el de los antiguos dragones?” podía sentir sobre mi piel erizada lo que ella transmitía a través de su voz: era como magia arcana siendo liberada en su propio estado tangible. Estaba perdiendo mi voluntad conscientemente, esas simples melodías me atravesaban como si se tratara de un ejército de entes invisibles que portaban, cada uno, un sentimiento distinto y al pasar a través de ti se llevaban algo que pesaba. No sé cuándo, pero después de un rato de finalizada la canción me di cuenta que estaba en mi forma de lobo, gimoteando como un cachorro recién nacido. Miré a Siria y agaché mi cabeza en señal de sumisión. No le había mencionado que yo era un licántropo y técnicamente estaba desnuda. No pensaba volver a mi forma humana y traumarla en el proceso, si es que ya no lo estaba. Me acerqué lentamente a ella y me detuve a medio camino, sentándome y poniendo la cabeza de lado. Tal vez… si no era humana… tal vez… si me dejaba llevar por los instintos y me comportaba como una bestia dejaba de pensar en el dolor de la pérdida.
Tal vez alguien como Siria podría aceptar a su lado a alguien tan egoísta como ese Woodpecker herido y medio muerto. Sí… tal vez debería olvidar por un tiempo la vida como humana y caminar por Aerandir como un lobo más, escondiendo de aquellos que solo perciben con sus oídos el llanto de mi corazón. Levanté una mano y me eché panza arriba sobre la tierra con la lengua fuera. Esta era la prueba de fuego si ella me aceptaba, me volvería su sombra hasta que se cansara de mí o hasta que nuestros caminos hallaran su separación.
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Esperaba un golpe por parte de ella. Fue incluso antes su pensamiento antes de cantar, e incluso se sintió preparada para presionar los dientes entre sí para al menos alivianar un poco menos el dolor cuando fuera a conectarlo. Si había algo en que, por un momento, ambas se parecieron enormemente fue en cómo el cerrar los ojos les nublaba el verdadero corazón de la persona que ambas tenían frente.
Pero todo eso desapareció cuando sintió el gemido de un animal cercano, solo darse cuenta que tenía frente a lo que, de primeras, le quedó la impresión de que era una hermosa loba solitaria. Sus pelos de color plateado se combinaban y cambiaban a un marrón que le daba un toque majestuoso para ella, como si fuera la de un animal formidable, orgulloso y, por sobre todo, temerario.
Fue una tremenda sorpresa para sus ojos. Un animal así no era usual de encontrar en la soledad, o en la estepa en sí. O por lo menos recordaba que los lobos siempre iban en manadas, según sus libros de estudio. Pero no pasaron muchos segundos antes que se confundiera, preguntándose donde estaba Wood. Había cerrado sus ojos, y nunca se enteró si en algún punto se había aburrido de escucharla y decidió marcharse a mitad de canto, pero en vez de ello, solo encontró al animal que se encontraba delante de ella junto con sus ropas dispersas alrededor, como cuando a muchos de sus amigos le ocurría cuando se transformaban en drag—
- … … ¡…!
Entonces, sus ojos mostraron perplejidad al descubrir que la bestia delante de ella era en efecto Wood, ahora en una forma que se alejaba bastante a la que inicialmente conocía. En su rostro, podía notarse que nunca se le pasó por la mente el que su invitada de té fuera alguien quien pudiera tener una forma más allá de la humana.
Pero en ningún momento, se sintió temerosa.
Sus rodillas se clavaron en el suelo, sin perder la vista a los ojos a lo que fue hace unos momentos su interlocutora. Su comportamiento le recordaba un poco a los perros que algunos de sus vecinos ocupaban para que sus labores en cuidar a los animales fuera menos laboriosa. Nunca tuvo un animal en casa, y probablemente Wood se sentiría insultada si la comparaba con un bisonte, por lo que no sabía exactamente qué deseaba expresar cuando se comportaba de esa forma.
Pero aun con la nueva impresión que le había entregado, no era lo suficiente como para olvidar. Las melodías, las canciones, las letras, incluyendo todo lo que cantó, todo ello estaba destinado a extinguirse, a ser llevado cruelmente por el viento para ser olvidado por el paso del tiempo y del destino. Pero lo que logró el nacimiento de aquella canción, la sinceridad, el abrirse aún con el miedo de ser lastimada, todo eso trascendía el tiempo, el espacio, las razas y las especies. Los sentimientos eran un lenguaje honesto, que quedaban en el corazón por toda la vida, e irónicamente eran los más sencillos de capitalizar por los inescrupulosos que veían un beneficio en ello.
Cuando lo pensaba, los sentimientos y sus canciones tenían mucho en común.
Quizás le sorprendería a la licántropo, pero Siria no le devolvió sus gestos con palabras. Más bien, se le acercó lo suficiente como para, con movimientos lentos para evitar ser brusca, depositar su cabeza en el cuello lleno de cabellos plateados. Se acomodó para no ser una incomodidad, acariciando su pelaje, mientras soltaba una risita tonta, de esas que nacen cuando se está felizmente nerviosa, lo que cortó su inicial silencio que parecía casi como si se tratara de una gran dragona sabia y anciana
- Jeje, perdone, es que una se acostumbra a tanto tiempo a tratar los duros y tiesos pelajes de los Yaks y los Bisontes que su pelaje se siente como si estuviera tocando seda suave – se detuvo un momento, y levantó su mano para estar a la par con la que Wood tenía levantada – Siendo justas, con tanto piquete que me hice con las agujas, es como un milagro que me haya quedado algún nervio vivo en los dedos antes de haber cumplido veinte para sentir algo
Bromeaba, y miraba la pata y la mano, codo a codo. A diferencia de lo que podía sentir a la que ya consideraba como una nueva amiga, era ella la que sentía que estaba siendo adoptada. No era loco pensarlo; a los ojos de su tribu, todavía era una cachorro que tenía toda una vida por explorar, en donde muchas cosas saldrían bien, mientras que habían cosas que también saldrían mal. Necesitaría a alguien para reír, parar llorar, para hacer nada, para hacer todo. Le encantaría hacer todo eso con alguien que también necesitara a alguien a su lado. Quizás diferían en sus motivos, e incluso en sus metas, pero curiosamente, parecía que ambos caminos convergían en un solo horizonte.
¿Wood se sentiría de la misma forma?
- ¿Le gustaría acompañarme en mi peregrinaje? – preguntó mientras miraba las nubes en el cielo. Su tono de voz era tranquilo, conciliador, como si estuviera preparada tanto para ser aceptada o rechazada en su oferta. Aún así, era muy palpable que deseaba que sus caminos se conectaran por mucho tiempo, hasta el día en que ella decidiera que ya no era necesario ello
Curiosamente, casi se podía sentir como si los papeles se hubieran invertido.
Pero todo eso desapareció cuando sintió el gemido de un animal cercano, solo darse cuenta que tenía frente a lo que, de primeras, le quedó la impresión de que era una hermosa loba solitaria. Sus pelos de color plateado se combinaban y cambiaban a un marrón que le daba un toque majestuoso para ella, como si fuera la de un animal formidable, orgulloso y, por sobre todo, temerario.
Fue una tremenda sorpresa para sus ojos. Un animal así no era usual de encontrar en la soledad, o en la estepa en sí. O por lo menos recordaba que los lobos siempre iban en manadas, según sus libros de estudio. Pero no pasaron muchos segundos antes que se confundiera, preguntándose donde estaba Wood. Había cerrado sus ojos, y nunca se enteró si en algún punto se había aburrido de escucharla y decidió marcharse a mitad de canto, pero en vez de ello, solo encontró al animal que se encontraba delante de ella junto con sus ropas dispersas alrededor, como cuando a muchos de sus amigos le ocurría cuando se transformaban en drag—
- … … ¡…!
Entonces, sus ojos mostraron perplejidad al descubrir que la bestia delante de ella era en efecto Wood, ahora en una forma que se alejaba bastante a la que inicialmente conocía. En su rostro, podía notarse que nunca se le pasó por la mente el que su invitada de té fuera alguien quien pudiera tener una forma más allá de la humana.
Pero en ningún momento, se sintió temerosa.
Sus rodillas se clavaron en el suelo, sin perder la vista a los ojos a lo que fue hace unos momentos su interlocutora. Su comportamiento le recordaba un poco a los perros que algunos de sus vecinos ocupaban para que sus labores en cuidar a los animales fuera menos laboriosa. Nunca tuvo un animal en casa, y probablemente Wood se sentiría insultada si la comparaba con un bisonte, por lo que no sabía exactamente qué deseaba expresar cuando se comportaba de esa forma.
Pero aun con la nueva impresión que le había entregado, no era lo suficiente como para olvidar. Las melodías, las canciones, las letras, incluyendo todo lo que cantó, todo ello estaba destinado a extinguirse, a ser llevado cruelmente por el viento para ser olvidado por el paso del tiempo y del destino. Pero lo que logró el nacimiento de aquella canción, la sinceridad, el abrirse aún con el miedo de ser lastimada, todo eso trascendía el tiempo, el espacio, las razas y las especies. Los sentimientos eran un lenguaje honesto, que quedaban en el corazón por toda la vida, e irónicamente eran los más sencillos de capitalizar por los inescrupulosos que veían un beneficio en ello.
Cuando lo pensaba, los sentimientos y sus canciones tenían mucho en común.
Quizás le sorprendería a la licántropo, pero Siria no le devolvió sus gestos con palabras. Más bien, se le acercó lo suficiente como para, con movimientos lentos para evitar ser brusca, depositar su cabeza en el cuello lleno de cabellos plateados. Se acomodó para no ser una incomodidad, acariciando su pelaje, mientras soltaba una risita tonta, de esas que nacen cuando se está felizmente nerviosa, lo que cortó su inicial silencio que parecía casi como si se tratara de una gran dragona sabia y anciana
- Jeje, perdone, es que una se acostumbra a tanto tiempo a tratar los duros y tiesos pelajes de los Yaks y los Bisontes que su pelaje se siente como si estuviera tocando seda suave – se detuvo un momento, y levantó su mano para estar a la par con la que Wood tenía levantada – Siendo justas, con tanto piquete que me hice con las agujas, es como un milagro que me haya quedado algún nervio vivo en los dedos antes de haber cumplido veinte para sentir algo
Bromeaba, y miraba la pata y la mano, codo a codo. A diferencia de lo que podía sentir a la que ya consideraba como una nueva amiga, era ella la que sentía que estaba siendo adoptada. No era loco pensarlo; a los ojos de su tribu, todavía era una cachorro que tenía toda una vida por explorar, en donde muchas cosas saldrían bien, mientras que habían cosas que también saldrían mal. Necesitaría a alguien para reír, parar llorar, para hacer nada, para hacer todo. Le encantaría hacer todo eso con alguien que también necesitara a alguien a su lado. Quizás diferían en sus motivos, e incluso en sus metas, pero curiosamente, parecía que ambos caminos convergían en un solo horizonte.
¿Wood se sentiría de la misma forma?
- ¿Le gustaría acompañarme en mi peregrinaje? – preguntó mientras miraba las nubes en el cielo. Su tono de voz era tranquilo, conciliador, como si estuviera preparada tanto para ser aceptada o rechazada en su oferta. Aún así, era muy palpable que deseaba que sus caminos se conectaran por mucho tiempo, hasta el día en que ella decidiera que ya no era necesario ello
Curiosamente, casi se podía sentir como si los papeles se hubieran invertido.
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Siria jamás dejaba de sorprenderme. Sus ojos se habían abierto de tal modo que por un momento creí que no podría volver a cerrarlos de una forma natural por mucho tiempo, gracias a los señores de los lobos y dragones eso no sucedió. La mejor parte vino después, cuando se echó a tierra y se acercó lentamente, como si temiera asustarme. Si ese era el punto era totalmente irónico porque se suponía que la que daba miedo era yo misma. Pero bueno… de un modo u otro la situación rompió el hielo por completo y me hizo sentir muy a gusto. Sus manos parecían bailar sobre mi pelaje, era una sensación tan relajante como extraña. No recodaba haber sido acariciada de esa forma desde… quién ¿Hont? el pequeño hombre zarigüeya de las afueras de Roilkat. Por más que lo intentaba, no podía recordar ningún adulto acariciándola como si fuese lo más normal del mundo; hasta me daban ganas de mover la patita como lo hacían los chuchos domésticos. “No Wood, eso jamás” me autoimpuse, aunque era difícil resistir la tentación.
Era curioso, ahora que estábamos tan cerca podía sentir claramente la esencia de esta mujer dragón y sin embargo no parecía pertenecer a esta raza, no al menos en los estándares a los que estaba acostumbrada. Estar con Siria era tan fácil como respirar, como abrir los ojos y observar lo que está frente a ti. Era similar y a la vez diferente a mi amigo Athos, siendo ambas féminas hacía algunas cosas más sencillas y naturales. Pero lo que más me gustaba, era su peculiar personalidad. Al verla con sus atuendos labrados, sus pertenencias y sobre todo, al escucharle hablar, una pensaría que era un dragón serio, de esos que parecen tallados en la piedra, incapaces de sonreír o de sentir empatía. Pero esta Siria era vibrante, humana (dentro de lo que cabía claro) y vigorosa, sobre todo, una persona alegre que parecía vivir fiel a sí misma. Cuando escuché lo de las agujas y los nervios le mostré mis dientes en una sonrisa lobuna mientras movía la cabeza de lado a lado; mi cola parecía tener vida propia balanceándose de derecha a izquierda. No podía creer que alguien que parecía tan perfecta como ella, realmente hubiese tenido una experiencia tan poco agradable y sobre todo, sobrevivió para contarlo con orgullo.
La oferta de acompañarla en su peregrinaje me dejó pensativa por unos momentos; no era como si no lo hubiese pensado… quería seguirle, pero no esperaba que saliera de ella misma la propuesta. Mis pensamientos se habían movido más bien entre las líneas de seguirla como una plaga hasta que me corriese o se aburriese de mí. Esta revelación hizo que me sintiera algo avergonzada conmigo misma. Levanté el hocico y le asentí en medio de un leve gruñido que acompañaba la moción. Le lamí una mano y me eché al costado del fuego observando cómo se consumían las brasas lentamente. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir la temperatura había bajado al menos un par de grados, mi piel estaba encrespada y un gruñido grave se mantenía constante en mi garganta. Aún recordaba esa sensación de estar siendo seguida. Me puse en pie lentamente y con sigilo atravesé el campamento y avancé hacia la llanura, siguiendo mi olfato. En mi recorrido crucé varias esencias, animales grandes, animales pequeños, rastros nuevos y viejos. Un rastro de Siria y el de conejos, la imaginaba acariciándolos. Negué con la cabeza y seguí buscando; fuese lo que fuese que me había despertado me encontraría.
Y entonces ese tufo asqueroso invadió mi hocico como si fuese humo venenoso. Me rasqué el hocico como si me hubieran echado pimienta en el aire. Era una de esas ratas superdesarrolladas. No podía creer que una de esas cosas incluso estuviese allí. Bueno… eran como el pescado y las verduras. Si dejaba de respirar sería capaz de matar alguna y contribuir con algo de comida en la mesa… ¿no? dudaba que Siria se quejara de que ayudara a reducir la plaga de esos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] además, ni siquiera se veían tiernos. Si Joner hubiese visto una de esas cosas probablemente se hubiese puesto a llorar. Ahora que la pandemia era generalizada, esos bichos se encontraban en cualquier agujero. Levantabas una roca y ahí había un brambo. Mejor. Más para el plato. Solamente esperaba que Siria no tuviese el estómago muy blandengue.
La peste era inconfundible. Ese bichajo estaba metido en un tronco viejo, me acerqué en silencio, intentando disminuir el sonido caminando cuidadosamente, absorbiendo el golpeteo de mis garras con todo el cuerpo. Me asomé a un agujero y allí estaba el animal en cuestión, comiéndose lo que quedaba de la mamá paloma en lo que otrora fuera un nido de esas dóciles aves que solían verse entre Beltrexus y Sandorai. Nunca podía recordar el nombre de esas palomas, solamente su cualidad de dóciles y trabajadoras. Mi cuerpo proyectó una sombra sobre el brambo, la última capa de oscuridad que sus ojos percibieran. No tuvo tiempo siquiera de girarse, estaba tan enfrascado en su festín que sentí que era injusto que me fuese servida la comida en bandeja de plata. Quebrar su cuello con mis fauces no fue lo más inteligente, particularmente por el hecho de que no tenía manos con pulgares oponibles sino mis colmillos. Un hilo de baba ensangrentado bajaba por el cuerpo tibio de mi presa mientras iba de camino hacia el fuego de Siria.
Estaba contenta conmigo misma y me había dado por bien pagada. Con la menor energía posible había conseguido la cena-desayuno. Oh si, ser un lobo era muy bueno algunas veces. Lo único que nublaba mi sentimiento de buena cazadora era el recuerdo de la sensación de estar siendo observada. Una vez en el campamento dejé mi pieza de caza al costado de donde me había tomado mi pequeña siesta y comencé a buscar con la mirada a Siria. Tenía que ver el fruto de mi pequeña expedición. Era un animal regordete, lleno de cebo y buena piel que le podría ser útil.
Era curioso, ahora que estábamos tan cerca podía sentir claramente la esencia de esta mujer dragón y sin embargo no parecía pertenecer a esta raza, no al menos en los estándares a los que estaba acostumbrada. Estar con Siria era tan fácil como respirar, como abrir los ojos y observar lo que está frente a ti. Era similar y a la vez diferente a mi amigo Athos, siendo ambas féminas hacía algunas cosas más sencillas y naturales. Pero lo que más me gustaba, era su peculiar personalidad. Al verla con sus atuendos labrados, sus pertenencias y sobre todo, al escucharle hablar, una pensaría que era un dragón serio, de esos que parecen tallados en la piedra, incapaces de sonreír o de sentir empatía. Pero esta Siria era vibrante, humana (dentro de lo que cabía claro) y vigorosa, sobre todo, una persona alegre que parecía vivir fiel a sí misma. Cuando escuché lo de las agujas y los nervios le mostré mis dientes en una sonrisa lobuna mientras movía la cabeza de lado a lado; mi cola parecía tener vida propia balanceándose de derecha a izquierda. No podía creer que alguien que parecía tan perfecta como ella, realmente hubiese tenido una experiencia tan poco agradable y sobre todo, sobrevivió para contarlo con orgullo.
La oferta de acompañarla en su peregrinaje me dejó pensativa por unos momentos; no era como si no lo hubiese pensado… quería seguirle, pero no esperaba que saliera de ella misma la propuesta. Mis pensamientos se habían movido más bien entre las líneas de seguirla como una plaga hasta que me corriese o se aburriese de mí. Esta revelación hizo que me sintiera algo avergonzada conmigo misma. Levanté el hocico y le asentí en medio de un leve gruñido que acompañaba la moción. Le lamí una mano y me eché al costado del fuego observando cómo se consumían las brasas lentamente. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir la temperatura había bajado al menos un par de grados, mi piel estaba encrespada y un gruñido grave se mantenía constante en mi garganta. Aún recordaba esa sensación de estar siendo seguida. Me puse en pie lentamente y con sigilo atravesé el campamento y avancé hacia la llanura, siguiendo mi olfato. En mi recorrido crucé varias esencias, animales grandes, animales pequeños, rastros nuevos y viejos. Un rastro de Siria y el de conejos, la imaginaba acariciándolos. Negué con la cabeza y seguí buscando; fuese lo que fuese que me había despertado me encontraría.
Y entonces ese tufo asqueroso invadió mi hocico como si fuese humo venenoso. Me rasqué el hocico como si me hubieran echado pimienta en el aire. Era una de esas ratas superdesarrolladas. No podía creer que una de esas cosas incluso estuviese allí. Bueno… eran como el pescado y las verduras. Si dejaba de respirar sería capaz de matar alguna y contribuir con algo de comida en la mesa… ¿no? dudaba que Siria se quejara de que ayudara a reducir la plaga de esos [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] además, ni siquiera se veían tiernos. Si Joner hubiese visto una de esas cosas probablemente se hubiese puesto a llorar. Ahora que la pandemia era generalizada, esos bichos se encontraban en cualquier agujero. Levantabas una roca y ahí había un brambo. Mejor. Más para el plato. Solamente esperaba que Siria no tuviese el estómago muy blandengue.
La peste era inconfundible. Ese bichajo estaba metido en un tronco viejo, me acerqué en silencio, intentando disminuir el sonido caminando cuidadosamente, absorbiendo el golpeteo de mis garras con todo el cuerpo. Me asomé a un agujero y allí estaba el animal en cuestión, comiéndose lo que quedaba de la mamá paloma en lo que otrora fuera un nido de esas dóciles aves que solían verse entre Beltrexus y Sandorai. Nunca podía recordar el nombre de esas palomas, solamente su cualidad de dóciles y trabajadoras. Mi cuerpo proyectó una sombra sobre el brambo, la última capa de oscuridad que sus ojos percibieran. No tuvo tiempo siquiera de girarse, estaba tan enfrascado en su festín que sentí que era injusto que me fuese servida la comida en bandeja de plata. Quebrar su cuello con mis fauces no fue lo más inteligente, particularmente por el hecho de que no tenía manos con pulgares oponibles sino mis colmillos. Un hilo de baba ensangrentado bajaba por el cuerpo tibio de mi presa mientras iba de camino hacia el fuego de Siria.
Estaba contenta conmigo misma y me había dado por bien pagada. Con la menor energía posible había conseguido la cena-desayuno. Oh si, ser un lobo era muy bueno algunas veces. Lo único que nublaba mi sentimiento de buena cazadora era el recuerdo de la sensación de estar siendo observada. Una vez en el campamento dejé mi pieza de caza al costado de donde me había tomado mi pequeña siesta y comencé a buscar con la mirada a Siria. Tenía que ver el fruto de mi pequeña expedición. Era un animal regordete, lleno de cebo y buena piel que le podría ser útil.
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
La arquería definitivamente no era lo suyo, y eso estaba bien. Nunca tuvo las habilidades y coordinación para lograr que una flecha pudiera viajar por metros hacia un objetivo claro. Debió adivinar lo de la falta de coordinación hace años, considerando que era muy mala intentando enhebrar las agujas de los telares. Pero también pudo haber sido esa testarudez que heredó de su abuelo, y que pareció saltarse la generación de sus padres. Probablemente también debía echarle la culpa a él por ser tan mala con los dedos, y reía en broma por ese pensamiento, ya que justamente era él quien hacia la mayoría de los arreglos en casa, así como las herramientas
- Al final, te saltaste todo lo bueno del abuelo en el departamento de herencias, papá - murmuraba, mientras apoyaba su cabeza en su mano
Se sentó y cruzó sus piernas, mientras que el viento viajaba de forma tranquila y fresca. Habían pasado algunas horas después de conectar con Wood de forma tan espiritual, y al ver que la licántropo se había rendido ante el descanso de sus ojos, decidió que la mejor labor que podía realizar en ese momento era buscar algo para comer. Las cosas que llevaba consigo difícilmente podrían durar mucho tiempo si tenía otra boca para comer, pero mucho más pensaba que si cocinaba alimentos muy arraigados a la naturaleza humana, como el pan y otros derivados de la harina, le iba a terminar pasando la cuenta en el departamento de nutrición.
“Los lobos necesitan carne en su nutrición”, pensaba, muy simplistamente. Pronto se dio cuenta que podía ser ofensivo. Era como si concluyera que los dragones necesitaban comer princesas secuestradas para mantener su línea, como decían los relatos infantiles de algunos, para ella, racistas. No solo era una ofensa para ella, quién creía que la carne humana era asquerosa y bordeaba en el canibalismo, sino que para sus dioses dragones. ¡Los dragones vivieron perfectamente por muchos años sin comer princesas!
Aun así, planeaba cazar algo muy universal para comer, y que se encontraba en las estepas de manera fácil: carne de conejo. En teoría y en los libros, podías cocinarlos de varias formas distintas, como conejo asado, conejo a la parrilla y conejo a las brasas, así que tenía mucho donde afirmarse. ¿O quizás le gustaría la carne cruda? No sabía mucho más de los licántropos, aparte de que eran personas-lobo así como ella era una persona-dragona. Y quizás era distinto en Wood, pero a ella le desagradaba comer carne cruda.
- ¡Pero primero tengo que cazar algo, carajo! - dijo molesta, mientras recogía por séptima vez la flecha clavada en la tierra.
Conocía las bases, la forma en que debía sostener el arma, pero por alguna razón, cada vez que la flecha debía viajar por su transcurso natural, se desviaba como si el magnetismo de la tierra y el viento de las praderas quisieran jugarle una mala pasada después de otra. Por mucho que intentaba conseguir un golpe certero, no había caso. Claro estaba, no es que el mundo jugara en contra de ella, sino más bien que su coordinación era peor que la de un ciego intentando lanzar aros a través de una botella
Y lo peor es que ahora tenía dos bocas que alimentar
Suspiró, y lanzó una flecha al aire, completamente al azar. Había apuntado al horizonte, mientras pensaba en qué podría hacer. Quizás podría pedirle a Wood que cazara animales para la alimentación, pero se sentía muy mal de solo pensar en ello. Sentía que estaría utilizándola como un objeto, aun cuando ella estuviera de acuerdo.
Un chillido débil se sintió en la lejanía. Se apagó al poco tiempo. La joven dragona se extrañó de ese sonido, nunca había escuchado nada igual, por lo que se dirigió sin preguntarse realmente si estaba bien alejarse tanto del campamento. Entonces, lo vio: un hilo de sangre que se extendía en una corta distancia hacia lo que era un cuerpo sin vida de un conejo. En mitad del cuello, una flecha había atravesado completamente su carne hasta llegar al otro extremo de la piel, golpeando no en un lugar vital como una vena, pero si en donde el aire pasaba del exterior hasta los pulmones. A simple vista no se veía, pero había muerto de asfixia en vez de desangramiento.
- …
Siria se limitó a tomar al conejo de las orejas, mientras comenzó a silbar como si fuera la culpable de un bobo crimen, como si hubiera dado vuelta el azúcar de un jarrón botando su contenido, y se dirigió hacia el campamento.
No tardó mucho hasta llegar al improvisado campamento, mientras sonreía al ver a la licántropo a la lejanía, sin notar al principio lo que había cazado.
- Jeje, mira Wood - dijo, mientras levantaba al conejo cazado - encontré algo para cenar. No es mucho, pero yo puedo complementar con un pedazo de pan, y así me…
Pero a medida que iba avanzando, encontró lo que su amiga había encontrado. Por un momento, se quedó en silencio, mientras pensaba que lo que había conseguido era mucho más grande, más gordito y más bonito que lo que ella había cazado. Y si lo pensaba bien, un conejo es más bien una merienda para dos personas. Se quedó en silencio por algunos segundos, mirando incómodamente su presa cazada.
-… ¡Más comida entonces! - interrumpió ese silencio con una alegría que deseaba compensar por su falta de instintos cazadores, mientras se acercaba y se agachaba. Lo que había cazado era un Brambos, un animal que regularmente veía, y no de una forma que le gustara. Debido a que guardaban muchos granos de trigo y algunas otras carnes que conservaban en sus despensas, era usual verlos robándose la comida en casa, cosa que a veces la obligaba a estar de guardia por aburridas horas - Este animal está regordete, estuvo tremenda la caza - la felicitó por aquel botín, del cuál probablemente podrían comer hasta mañana al desayuno
- Puedo despellejarlo, pero eso tardaría un buen tiempo. Podríamos cocinar sus partes tiernas primero, y luego, mientras se cocina al fuego, aprovechamos de usar sus pieles - pensó que el cuero podía usarlo para crear algo para llevar más cosas consigo, o para conservar mejor otras
- A ver, necesitamos fuego más intenso - y las ramas que tenían era para, a lo sumo, hervir agua para otro té - ¿cree que pueda ayudarme con eso mientras yo me encargo del conejo y…? - por un momento, sus ojos miraron al brambo con cierto rencor acumulado. Su respiración se hizo más sonora, mientras sus manos parecían querer ir a su cuello para romperlo aún más de lo que ya estaba. Ese trance duró poco tiempo, mientras sus ojos volvían a la normalidad - jeje, ay. Lo siento es que estaba pensando en este Brambo y… - su voz parecía ser muy rencorosa - … de lo mucho que odio cuando se robaban la comida en casa
Golpeó la nariz del animal muerto como desquite, mientras volvía a reírse mientras se disculpaba por su actitud
Sacó un cuchillo, y comenzó lentamente a despellejar al animal en sus partes más sensibles y tiernas, para así no centrarse tanto en sacarle la piel sino en alimentarse, que se imaginaba que Wood debía tener mucha hambre. Ahora que lo pensaba, su padre hacía el conejo asado en palo, por lo que podía intentar hacer lo mismo, aprovechando que su carne no era tan gorda, mientras que el Brambo podía ser cortado en filetes más delgados para ser cocinados más rápido. Y mientras se cocinaran cuando la licántropo buscaba madera o plantas para quemar, pensaba que también tenían que hacer algo con estar durmiendo al aire libre. No llevaba mucho consigo, por lo que no podría tapar a su amiga con mantas, pero algo podía arreglarse. ¿O quizás era conveniente dormir en su forma dragón? Ahora que lo pensaba, no le había mostrado su forma animal, y creyó que sería buena oportunidad para hacerlo
- Al final, te saltaste todo lo bueno del abuelo en el departamento de herencias, papá - murmuraba, mientras apoyaba su cabeza en su mano
Se sentó y cruzó sus piernas, mientras que el viento viajaba de forma tranquila y fresca. Habían pasado algunas horas después de conectar con Wood de forma tan espiritual, y al ver que la licántropo se había rendido ante el descanso de sus ojos, decidió que la mejor labor que podía realizar en ese momento era buscar algo para comer. Las cosas que llevaba consigo difícilmente podrían durar mucho tiempo si tenía otra boca para comer, pero mucho más pensaba que si cocinaba alimentos muy arraigados a la naturaleza humana, como el pan y otros derivados de la harina, le iba a terminar pasando la cuenta en el departamento de nutrición.
“Los lobos necesitan carne en su nutrición”, pensaba, muy simplistamente. Pronto se dio cuenta que podía ser ofensivo. Era como si concluyera que los dragones necesitaban comer princesas secuestradas para mantener su línea, como decían los relatos infantiles de algunos, para ella, racistas. No solo era una ofensa para ella, quién creía que la carne humana era asquerosa y bordeaba en el canibalismo, sino que para sus dioses dragones. ¡Los dragones vivieron perfectamente por muchos años sin comer princesas!
Aun así, planeaba cazar algo muy universal para comer, y que se encontraba en las estepas de manera fácil: carne de conejo. En teoría y en los libros, podías cocinarlos de varias formas distintas, como conejo asado, conejo a la parrilla y conejo a las brasas, así que tenía mucho donde afirmarse. ¿O quizás le gustaría la carne cruda? No sabía mucho más de los licántropos, aparte de que eran personas-lobo así como ella era una persona-dragona. Y quizás era distinto en Wood, pero a ella le desagradaba comer carne cruda.
- ¡Pero primero tengo que cazar algo, carajo! - dijo molesta, mientras recogía por séptima vez la flecha clavada en la tierra.
Conocía las bases, la forma en que debía sostener el arma, pero por alguna razón, cada vez que la flecha debía viajar por su transcurso natural, se desviaba como si el magnetismo de la tierra y el viento de las praderas quisieran jugarle una mala pasada después de otra. Por mucho que intentaba conseguir un golpe certero, no había caso. Claro estaba, no es que el mundo jugara en contra de ella, sino más bien que su coordinación era peor que la de un ciego intentando lanzar aros a través de una botella
Y lo peor es que ahora tenía dos bocas que alimentar
Suspiró, y lanzó una flecha al aire, completamente al azar. Había apuntado al horizonte, mientras pensaba en qué podría hacer. Quizás podría pedirle a Wood que cazara animales para la alimentación, pero se sentía muy mal de solo pensar en ello. Sentía que estaría utilizándola como un objeto, aun cuando ella estuviera de acuerdo.
Un chillido débil se sintió en la lejanía. Se apagó al poco tiempo. La joven dragona se extrañó de ese sonido, nunca había escuchado nada igual, por lo que se dirigió sin preguntarse realmente si estaba bien alejarse tanto del campamento. Entonces, lo vio: un hilo de sangre que se extendía en una corta distancia hacia lo que era un cuerpo sin vida de un conejo. En mitad del cuello, una flecha había atravesado completamente su carne hasta llegar al otro extremo de la piel, golpeando no en un lugar vital como una vena, pero si en donde el aire pasaba del exterior hasta los pulmones. A simple vista no se veía, pero había muerto de asfixia en vez de desangramiento.
- …
Siria se limitó a tomar al conejo de las orejas, mientras comenzó a silbar como si fuera la culpable de un bobo crimen, como si hubiera dado vuelta el azúcar de un jarrón botando su contenido, y se dirigió hacia el campamento.
No tardó mucho hasta llegar al improvisado campamento, mientras sonreía al ver a la licántropo a la lejanía, sin notar al principio lo que había cazado.
- Jeje, mira Wood - dijo, mientras levantaba al conejo cazado - encontré algo para cenar. No es mucho, pero yo puedo complementar con un pedazo de pan, y así me…
Pero a medida que iba avanzando, encontró lo que su amiga había encontrado. Por un momento, se quedó en silencio, mientras pensaba que lo que había conseguido era mucho más grande, más gordito y más bonito que lo que ella había cazado. Y si lo pensaba bien, un conejo es más bien una merienda para dos personas. Se quedó en silencio por algunos segundos, mirando incómodamente su presa cazada.
-… ¡Más comida entonces! - interrumpió ese silencio con una alegría que deseaba compensar por su falta de instintos cazadores, mientras se acercaba y se agachaba. Lo que había cazado era un Brambos, un animal que regularmente veía, y no de una forma que le gustara. Debido a que guardaban muchos granos de trigo y algunas otras carnes que conservaban en sus despensas, era usual verlos robándose la comida en casa, cosa que a veces la obligaba a estar de guardia por aburridas horas - Este animal está regordete, estuvo tremenda la caza - la felicitó por aquel botín, del cuál probablemente podrían comer hasta mañana al desayuno
- Puedo despellejarlo, pero eso tardaría un buen tiempo. Podríamos cocinar sus partes tiernas primero, y luego, mientras se cocina al fuego, aprovechamos de usar sus pieles - pensó que el cuero podía usarlo para crear algo para llevar más cosas consigo, o para conservar mejor otras
- A ver, necesitamos fuego más intenso - y las ramas que tenían era para, a lo sumo, hervir agua para otro té - ¿cree que pueda ayudarme con eso mientras yo me encargo del conejo y…? - por un momento, sus ojos miraron al brambo con cierto rencor acumulado. Su respiración se hizo más sonora, mientras sus manos parecían querer ir a su cuello para romperlo aún más de lo que ya estaba. Ese trance duró poco tiempo, mientras sus ojos volvían a la normalidad - jeje, ay. Lo siento es que estaba pensando en este Brambo y… - su voz parecía ser muy rencorosa - … de lo mucho que odio cuando se robaban la comida en casa
Golpeó la nariz del animal muerto como desquite, mientras volvía a reírse mientras se disculpaba por su actitud
Sacó un cuchillo, y comenzó lentamente a despellejar al animal en sus partes más sensibles y tiernas, para así no centrarse tanto en sacarle la piel sino en alimentarse, que se imaginaba que Wood debía tener mucha hambre. Ahora que lo pensaba, su padre hacía el conejo asado en palo, por lo que podía intentar hacer lo mismo, aprovechando que su carne no era tan gorda, mientras que el Brambo podía ser cortado en filetes más delgados para ser cocinados más rápido. Y mientras se cocinaran cuando la licántropo buscaba madera o plantas para quemar, pensaba que también tenían que hacer algo con estar durmiendo al aire libre. No llevaba mucho consigo, por lo que no podría tapar a su amiga con mantas, pero algo podía arreglarse. ¿O quizás era conveniente dormir en su forma dragón? Ahora que lo pensaba, no le había mostrado su forma animal, y creyó que sería buena oportunidad para hacerlo
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
A Fenrir gracias que en mi cara de lobo no se mostraban muchas expresiones, porque probablemente en algún momento los sentimientos de Siria se hubiesen herido de una forma irreparable. Es que fue tan cómica que ya ni siquiera confiaba en que mi cara en estado feral mantuviera la expresión que se necesita para jugar al póker. Cuando llegué al campamento y la encontré parecía feliz por algo, le presté atención y vi que de una de sus manos colgaba un conejillo todo esponjosillo y más muerto que sol de invierno a media noche… Adiós a mi imagen mental de la tierna Siria acariciando conejitos. Nunca volvería a verla de la misma forma… nunca. A medida que se acercaba a mí y vi los cambios de expresión en su rostro cuando vio mi presa en comparación a la suya, me dieron ganas de patear al brambo y que desapareciera, que la tierra le tragara o algo, lo que fuese. Tal vez esas criaturas no eran de su agrado, o nunca había comido una… o… no sabría decir qué pasaba por su mente. Después de lo que pareció un interminable minuto de asimilación por parte de mi compañera dragón, ella demostró su aceptación por mi caza y yo mentalmente dije un gran “yay” moviendo mi rabo como si fuese a despegar por los aires en cualquier momento.
Una vez comprobado que Siria no era de esas blandengues, mi pecho se hinchó con sus palabras. Era la primera vez que alguien me halagaba por una caza, definitivamente mi nueva compañera era muy apreciativa. La escuchaba con atención, mis orejas estaban paradas. Cuando era un lobo por un tiempo relativamente largo, me volvía más… intuitiva y sensible a emociones más que a las palabras, era como si el lobo tomase mi lado humano, se lo comiera y lo escupiera en pedacitos. A cambio ganaba paz mental, un silencio reconciliador y no tener que seguir un estereotipo de reglas humanas tontas. El razonamiento de ella parecía coherente, pero aquello me obligaría a cambiar mi forma. No me pondría a juntar leña en mi forma feral, podría estar horas y probablemente terminaría peleándome hasta con las rocas si es que una se me interpusiera en mi camino. Moví la cola asintiendo a su plan, pero al no estar segura de si ella me seguía moví la cabeza deliberadamente. En realidad yo era bastante buena con el cuchillo y podía despellejar bisontes en cuestión de minutos… pero no quería estar exhibiéndole esas habilidades precisamente a la persona que tuvo problemas durante años con un juego de agujas…
Por otra parte, la idea de comerme las cazas crudas era bastante llamativa, pero dado que estaba acompañada… prefería mantener el decoro. Además intuía que de alguna forma Siria disfrutaría el despellejar el brambo. Era ligeramente perturbadora la forma en la que miraba a esa criatura muerta, como si la conociese con anterioridad y la criatura le hubiese hecho algo realmente malo… Di un paso hacia atrás, la gente tan sonriente me erizaba el pelo cuando mostraban ese lado no tan brillante, era como si en ellos una mirada oscura se viera peor porque siempre emitían su propia luz y calor. “Oh… si le robaban la comida tiene sentido. Supongo…” pensé poniendo los ojos en blanco por un momento mientras negaba con la cabeza. “Cosas de Siria”, ella trataba al brambo de la misma forma en la que yo recordaba al cazador Colm, y si la situación fuera la misma entre el brambo, Colm, Siria y yo, en mi caso no sería tan “políticamente” correcta. Resoplé cuando ella comenzó con su tarea, tomé entre mis dientes mi vestido, capa y botas, llevándomelas a rastras hasta la oscuridad, donde volví a mi forma humana.
Comencé canturrear mientras levantaba una rama y otra rama aquí y allá. También llevé alguna que otra mata seca y algunos huesos secos que encontré regados por la estepa. Llevé tres grandes brazadas de madera al campamento, si mi estimativo era correcto tendría que darnos para pasar gran parte de la noche. Los huesos tardaban en tomar fuego, pero una vez que lo hacían hacían una braza duradera. En el cuarto y último viaje decidí sentarme al costado de Siria y tirar un trozo de madera al fuego. Se ve bien comenté enarcando una ceja ¿por qué ella hacía de todo algo tan intrincado? Yo habría hecho las cosas más sencillas, así parecía estar sufriendo con el trabajo de dos presas. ¿Necesitas ayuda con algo más? inquirí, sacando mi cuchillo Debo advertir… que no soy buena “cocinando” torcí la boca y miré al cielo fingiendo inocencia. Luego sonreí y la miré En mi juventud solía ser un poquito más salvaje. Cocinar sólo era una complicación, así que me lo saltaba completamente oh, el momento incómodo. Hubiera sido mejor quedarme en mi forma bestial… pero si lo hacía, no podía hablarle y ella pronto se cansaría de mi.
Esos son tiempos pasados me apresuré a decir en mi defensa. Repentinamente jugar con el cuchillo acaparaba toda mi atención Ha pasado mucha agua bajo el puente. El contacto con los humanos es el que más te ablanda. Terminas queriéndolos sin darte cuenta mi voz era queda. Además de que están en todos lados, no puedes evitarlos jajaja agregué, retomando la fuerza en mi voz. Miré a Siria y sonreí. Ahora que volvía a tener la facultad de hablar, probablemente querría hacerme algunas preguntas.
Una vez comprobado que Siria no era de esas blandengues, mi pecho se hinchó con sus palabras. Era la primera vez que alguien me halagaba por una caza, definitivamente mi nueva compañera era muy apreciativa. La escuchaba con atención, mis orejas estaban paradas. Cuando era un lobo por un tiempo relativamente largo, me volvía más… intuitiva y sensible a emociones más que a las palabras, era como si el lobo tomase mi lado humano, se lo comiera y lo escupiera en pedacitos. A cambio ganaba paz mental, un silencio reconciliador y no tener que seguir un estereotipo de reglas humanas tontas. El razonamiento de ella parecía coherente, pero aquello me obligaría a cambiar mi forma. No me pondría a juntar leña en mi forma feral, podría estar horas y probablemente terminaría peleándome hasta con las rocas si es que una se me interpusiera en mi camino. Moví la cola asintiendo a su plan, pero al no estar segura de si ella me seguía moví la cabeza deliberadamente. En realidad yo era bastante buena con el cuchillo y podía despellejar bisontes en cuestión de minutos… pero no quería estar exhibiéndole esas habilidades precisamente a la persona que tuvo problemas durante años con un juego de agujas…
Por otra parte, la idea de comerme las cazas crudas era bastante llamativa, pero dado que estaba acompañada… prefería mantener el decoro. Además intuía que de alguna forma Siria disfrutaría el despellejar el brambo. Era ligeramente perturbadora la forma en la que miraba a esa criatura muerta, como si la conociese con anterioridad y la criatura le hubiese hecho algo realmente malo… Di un paso hacia atrás, la gente tan sonriente me erizaba el pelo cuando mostraban ese lado no tan brillante, era como si en ellos una mirada oscura se viera peor porque siempre emitían su propia luz y calor. “Oh… si le robaban la comida tiene sentido. Supongo…” pensé poniendo los ojos en blanco por un momento mientras negaba con la cabeza. “Cosas de Siria”, ella trataba al brambo de la misma forma en la que yo recordaba al cazador Colm, y si la situación fuera la misma entre el brambo, Colm, Siria y yo, en mi caso no sería tan “políticamente” correcta. Resoplé cuando ella comenzó con su tarea, tomé entre mis dientes mi vestido, capa y botas, llevándomelas a rastras hasta la oscuridad, donde volví a mi forma humana.
“ One mischievous little woodpecker
Another day, pecking your holes
Ruining the woods, tree wrecker”
Another day, pecking your holes
Ruining the woods, tree wrecker”
Comencé canturrear mientras levantaba una rama y otra rama aquí y allá. También llevé alguna que otra mata seca y algunos huesos secos que encontré regados por la estepa. Llevé tres grandes brazadas de madera al campamento, si mi estimativo era correcto tendría que darnos para pasar gran parte de la noche. Los huesos tardaban en tomar fuego, pero una vez que lo hacían hacían una braza duradera. En el cuarto y último viaje decidí sentarme al costado de Siria y tirar un trozo de madera al fuego. Se ve bien comenté enarcando una ceja ¿por qué ella hacía de todo algo tan intrincado? Yo habría hecho las cosas más sencillas, así parecía estar sufriendo con el trabajo de dos presas. ¿Necesitas ayuda con algo más? inquirí, sacando mi cuchillo Debo advertir… que no soy buena “cocinando” torcí la boca y miré al cielo fingiendo inocencia. Luego sonreí y la miré En mi juventud solía ser un poquito más salvaje. Cocinar sólo era una complicación, así que me lo saltaba completamente oh, el momento incómodo. Hubiera sido mejor quedarme en mi forma bestial… pero si lo hacía, no podía hablarle y ella pronto se cansaría de mi.
Esos son tiempos pasados me apresuré a decir en mi defensa. Repentinamente jugar con el cuchillo acaparaba toda mi atención Ha pasado mucha agua bajo el puente. El contacto con los humanos es el que más te ablanda. Terminas queriéndolos sin darte cuenta mi voz era queda. Además de que están en todos lados, no puedes evitarlos jajaja agregué, retomando la fuerza en mi voz. Miré a Siria y sonreí. Ahora que volvía a tener la facultad de hablar, probablemente querría hacerme algunas preguntas.
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Fue muy tarde cuando se le ocurrió, y se sentía algo tonta por no haberlo pensado antes. Tenía conocimientos básicos de cómo quitarles la piel a los animales, después de todo era algo que se aprendía cuando tu vida dependía de los enormes animales de la estepa, como los bisontes y los Yaks. Pero era algo inexperta en el tratamiento de animales menores, por lo que no pudo evitar hacer un mal corte al conejo, pasando a llevar una arteria que logró que salpicara un poco de sangre en sus ropas, específicamente cerca de sus mangas. El color de sus ropas ayudaba a ocultarlo, pero alguien con un olfato medianamente sensible se daría cuenta que tenía sangre de conejo encima.
El abrigo que usaba quedó a un costado de las pertenencias de la dragona, quedando solo con una blusa de color mármol que, aun siendo más gruesa que las típicas prendas que se encontraban en ciudades más cálidas, no era algo recomendable de llevar a solas en las montañas por mucho tiempo. Afortunadamente, las brasas hacían lo suyo, por lo que el frío no se hacía tan notorio.
Aun así, no podía quitarse la sensación de que no fue muy lista al no quitarse sus ropas principales antes.
- … afortunadamente, las telas de los Yak son fáciles de lavar - murmuraba, pero eso no ayudaba a sentirse menos tonta. Su madre siempre se quitaba las ropas más sensibles a la hora de cocinar, ¿cómo no adivinó antes que era por eso? - Día uno de peregrinaje, primera lección aprendida: quítate la ropa antes de cocinar
Aquello podía prestarse a muchos malentendidos.
Cuando terminó de despellejar al conejo fue cuando sintió la voz de su nueva compañera de viajes, colocando huesos en la fogata junto con algunas varas. La licántropo quizás pudo notar que tenía menos ropas, y que la blusa tenía ínfimos salpicones, lo que no ayudaba a pensar en que todo esto era más complicado de lo que ella estaba acostumbrada. En contraste, el rostro de la joven mostraba alegría, como si se hubiera sentido realizada por su labor, aun cuando el trabajo parecía ser de un novato.
No pudo evitar preguntarse si Wood permaneció mucho tiempo en su forma licántropo, debido a sus palabras. Más bien, no sabía cómo actuaban otras razas que podían transformarse como ella. Si tomaba en consideración lo que decía, la licántropo parecía ser como aquellas facciones de su raza que consideraban estar en su forma dragón como el estado primordial, honrando a los dioses de esa forma. Pero dudaba de si los licántropos tenían a alguien a algún dios o religión, como los humanos por ejemplo. Por un momento, pensó en si era buena idea hacerle ese tipo de inquisiciones, aunque debido a sus palabras sobre los humanos, y considerando en que estaba en su forma humana, pensó que tenía algunas posibilidades de que no se lo tomara a mal. Aunque su forma de expresarse era simpática para ella, sentía que consideraba a los humanos al mismo nivel que las mascotas, cosa que ella también haría si no los conociera mejor.
- ¿Me puede ayudar con esto? - antes de preguntarle sobre ello, le entregó al conejo despellejado para luego buscar algunas ramas fuertes entre los montones que trajo. Cuando encontró unas que fueran aceptables para el soporte, se las entregó - La idea es que le amarremos las patas abriéndolos en los extremos, para que después un palo central se encargue de sostenerlo frente a las brasas
Aquello no ayudaba a que la licántropo pensara que no estaba haciéndola fácil, y probablemente se podía hacer la idea que los dragones y los humanos no eran tan distintos después de todo. Después de un rato de lucha, el conejo quedó completamente estirado, usando sus cuatro extremidades para sostenerse y evitar caerse mientras el fuego hacia su tarea: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Una gran tarea hecha - quedó con su pecho inflado de orgullo por la tarea realizada mientras la felicitaba - ahora quedaba el Brambo por despellejar - Afortunadamente el conejo se demoraría en cocinarse, lo que daba tiempo para despellejar bien al animal. Aunque esta vez, le pasó la presa a Wood
- Debo ser honesta, y es que no tengo mucha idea sobre despellejar animales pequeños - reconocía con vergüenza - ¿Cree que me pueda enseñar con este?
Si su acompañante le decía que si, se sentaría a su lado a presenciar la labor como si fuera una alumna mirando lo que su maestro tiene para enseñarle. De ser el caso contrario, ella misma sería la encargada de quitarle la piel, claramente sin molestarse, no podía esperar a que otras personas tuvieran el conocimiento que ella no tenía. Solo había una cosa segura, y es que el destino de ese animal terminaría en la panza de las chicas.
- Puede parecer algo raro, ¿verdad? - mientras la labor se realizaba con el animal muerto, Siria fue la que rompió el hielo - “Esta chica canta maravillas, pero no le hace asco despellejar a un conejo” es probablemente algo que piensa, ¿verdad?
La joven sonrió, mientras se detenía un momento para mirar el cielo. El atardecer cubría por completo las heladas tierras, mientras la vida se apagaba lentamente como el sol que disponía a descansar. Gracias a la fogata, el frío no era algo que todavía las abrazara, aunque podía sentirse como el viento levemente se volvía fresco. Probablemente para quienes no visitaban la estepa a menudo podía sentirse como si el otoño llegara de golpe a las tierras, pero la joven dragona no parecía particularmente extrañada.
- Dicen los más sabios que si deseas saber sobre otros, lo más sabio es dejar que otros sepan sobre ti. Abrirse a los demás para que ellos se abran a ti - desvió la mirada, como si pensara que lo que decía era bobo en la forma en que lo decía - Creo que si continuara, pensaría que los ancianos son aquellos clichés de los libros y obras de teatro que solo se dedican a hablar en acertijos para parecer más sabios, así que prefiero apuntar a lo que dicen y no la forma.
El animal lentamente despegaba su piel de sus músculos. Para una persona normal y sin mucha experiencia en la vida, podía parecer asqueroso y repugnante. Y aquello era lo más normal del mundo, no todos se dedicaban a la crianza de animales para sobrevivir, solo les importaba tener algo en el plato y que fuera delicioso, sin importar lo que era ni de dónde provenía. Pero ambas parecían tener mucho estómago para resistir como si fuera todo normal.
- Nuestra crianza es muy lo que otros podrían calificar como “a la antigua” - recalcó, mientras volvía a mirar la presa cazada por la licántropo - Los roles de la familia están muy arraigados en la crianza. Por ejemplo, a mí me enseñaron desde pequeña a trabajar con los hilos y las agujas, ya que nuestra fuente de trabajo depende mucho de la tela que nace de las pieles de los Yak y los bisontes. No es necesario matarlos para ello, solo nos encargamos de quitarles el exceso de pelaje. El cuidarlos, asearlos y trabajar sus pelajes es una labor determinada: Mientras que los hombres son los que los cuidan, las mujeres son las que trabajan en los telares
El relato podía ayudar la sensación de que los dragones podían ser un pueblo muy arcaico y demasiado centrado en costumbres que denigraban a los sexos. Era fácil pensar ello en tiempos en donde muchas mujeres podían realizar la labor de hombres, mientras que estos últimos incursionaban en áreas donde demostraban un potencial mucho mayor que sus pares femeninos. Pero para razas donde el orgullo y el valor de las tradiciones eran muy fuertes, esto no parecía cuestionarse. El mismo tono de voz de la joven daba acuso de cómo ella misma estaba bien con aquello.
- La caza también es algo que aprendemos desde pequeños, aunque ya vio algo de los resultados que ello conlleva - rió mientras miraba al conejo. Probablemente pasarían décadas antes que pudiera cazar algo sin tener que recurrir a trampas o a la suerte
- Creo que eso puedo contar de mi sin parecer aburrida - río nuevamente de buena gana - Me gustaría saber cosas de ti, Wood, aunque quiero darte el espacio para que cuentes lo que consideres que quieras contar. Ósea, sí, tengo preguntas, pero en realidad me gustaría saber cosas que emanen de ti de forma natural, sin presionarte a responder cosas incómodas, o que consideres burdas. Si quieres, me puedes contar cosas de tus viajes, si conociste más dragones en el pasado, cosas que tú quieras contar
Con lo que había pasado anteriormente, no quería que la licántropo se cerrara nuevamente o sintiera que el peso de su corazón volviera a atosigar con su insistencia. Le gustaría saber de su vida, de sus viajes, de quienes conoció, y quizás, con el tiempo, podría abrir su corazón para hablar sobre su familia sin que el agobio desgarrara y rompiera aquellas heridas
El abrigo que usaba quedó a un costado de las pertenencias de la dragona, quedando solo con una blusa de color mármol que, aun siendo más gruesa que las típicas prendas que se encontraban en ciudades más cálidas, no era algo recomendable de llevar a solas en las montañas por mucho tiempo. Afortunadamente, las brasas hacían lo suyo, por lo que el frío no se hacía tan notorio.
Aun así, no podía quitarse la sensación de que no fue muy lista al no quitarse sus ropas principales antes.
- … afortunadamente, las telas de los Yak son fáciles de lavar - murmuraba, pero eso no ayudaba a sentirse menos tonta. Su madre siempre se quitaba las ropas más sensibles a la hora de cocinar, ¿cómo no adivinó antes que era por eso? - Día uno de peregrinaje, primera lección aprendida: quítate la ropa antes de cocinar
Aquello podía prestarse a muchos malentendidos.
Cuando terminó de despellejar al conejo fue cuando sintió la voz de su nueva compañera de viajes, colocando huesos en la fogata junto con algunas varas. La licántropo quizás pudo notar que tenía menos ropas, y que la blusa tenía ínfimos salpicones, lo que no ayudaba a pensar en que todo esto era más complicado de lo que ella estaba acostumbrada. En contraste, el rostro de la joven mostraba alegría, como si se hubiera sentido realizada por su labor, aun cuando el trabajo parecía ser de un novato.
No pudo evitar preguntarse si Wood permaneció mucho tiempo en su forma licántropo, debido a sus palabras. Más bien, no sabía cómo actuaban otras razas que podían transformarse como ella. Si tomaba en consideración lo que decía, la licántropo parecía ser como aquellas facciones de su raza que consideraban estar en su forma dragón como el estado primordial, honrando a los dioses de esa forma. Pero dudaba de si los licántropos tenían a alguien a algún dios o religión, como los humanos por ejemplo. Por un momento, pensó en si era buena idea hacerle ese tipo de inquisiciones, aunque debido a sus palabras sobre los humanos, y considerando en que estaba en su forma humana, pensó que tenía algunas posibilidades de que no se lo tomara a mal. Aunque su forma de expresarse era simpática para ella, sentía que consideraba a los humanos al mismo nivel que las mascotas, cosa que ella también haría si no los conociera mejor.
- ¿Me puede ayudar con esto? - antes de preguntarle sobre ello, le entregó al conejo despellejado para luego buscar algunas ramas fuertes entre los montones que trajo. Cuando encontró unas que fueran aceptables para el soporte, se las entregó - La idea es que le amarremos las patas abriéndolos en los extremos, para que después un palo central se encargue de sostenerlo frente a las brasas
Aquello no ayudaba a que la licántropo pensara que no estaba haciéndola fácil, y probablemente se podía hacer la idea que los dragones y los humanos no eran tan distintos después de todo. Después de un rato de lucha, el conejo quedó completamente estirado, usando sus cuatro extremidades para sostenerse y evitar caerse mientras el fuego hacia su tarea: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Una gran tarea hecha - quedó con su pecho inflado de orgullo por la tarea realizada mientras la felicitaba - ahora quedaba el Brambo por despellejar - Afortunadamente el conejo se demoraría en cocinarse, lo que daba tiempo para despellejar bien al animal. Aunque esta vez, le pasó la presa a Wood
- Debo ser honesta, y es que no tengo mucha idea sobre despellejar animales pequeños - reconocía con vergüenza - ¿Cree que me pueda enseñar con este?
Si su acompañante le decía que si, se sentaría a su lado a presenciar la labor como si fuera una alumna mirando lo que su maestro tiene para enseñarle. De ser el caso contrario, ella misma sería la encargada de quitarle la piel, claramente sin molestarse, no podía esperar a que otras personas tuvieran el conocimiento que ella no tenía. Solo había una cosa segura, y es que el destino de ese animal terminaría en la panza de las chicas.
- Puede parecer algo raro, ¿verdad? - mientras la labor se realizaba con el animal muerto, Siria fue la que rompió el hielo - “Esta chica canta maravillas, pero no le hace asco despellejar a un conejo” es probablemente algo que piensa, ¿verdad?
La joven sonrió, mientras se detenía un momento para mirar el cielo. El atardecer cubría por completo las heladas tierras, mientras la vida se apagaba lentamente como el sol que disponía a descansar. Gracias a la fogata, el frío no era algo que todavía las abrazara, aunque podía sentirse como el viento levemente se volvía fresco. Probablemente para quienes no visitaban la estepa a menudo podía sentirse como si el otoño llegara de golpe a las tierras, pero la joven dragona no parecía particularmente extrañada.
- Dicen los más sabios que si deseas saber sobre otros, lo más sabio es dejar que otros sepan sobre ti. Abrirse a los demás para que ellos se abran a ti - desvió la mirada, como si pensara que lo que decía era bobo en la forma en que lo decía - Creo que si continuara, pensaría que los ancianos son aquellos clichés de los libros y obras de teatro que solo se dedican a hablar en acertijos para parecer más sabios, así que prefiero apuntar a lo que dicen y no la forma.
El animal lentamente despegaba su piel de sus músculos. Para una persona normal y sin mucha experiencia en la vida, podía parecer asqueroso y repugnante. Y aquello era lo más normal del mundo, no todos se dedicaban a la crianza de animales para sobrevivir, solo les importaba tener algo en el plato y que fuera delicioso, sin importar lo que era ni de dónde provenía. Pero ambas parecían tener mucho estómago para resistir como si fuera todo normal.
- Nuestra crianza es muy lo que otros podrían calificar como “a la antigua” - recalcó, mientras volvía a mirar la presa cazada por la licántropo - Los roles de la familia están muy arraigados en la crianza. Por ejemplo, a mí me enseñaron desde pequeña a trabajar con los hilos y las agujas, ya que nuestra fuente de trabajo depende mucho de la tela que nace de las pieles de los Yak y los bisontes. No es necesario matarlos para ello, solo nos encargamos de quitarles el exceso de pelaje. El cuidarlos, asearlos y trabajar sus pelajes es una labor determinada: Mientras que los hombres son los que los cuidan, las mujeres son las que trabajan en los telares
El relato podía ayudar la sensación de que los dragones podían ser un pueblo muy arcaico y demasiado centrado en costumbres que denigraban a los sexos. Era fácil pensar ello en tiempos en donde muchas mujeres podían realizar la labor de hombres, mientras que estos últimos incursionaban en áreas donde demostraban un potencial mucho mayor que sus pares femeninos. Pero para razas donde el orgullo y el valor de las tradiciones eran muy fuertes, esto no parecía cuestionarse. El mismo tono de voz de la joven daba acuso de cómo ella misma estaba bien con aquello.
- La caza también es algo que aprendemos desde pequeños, aunque ya vio algo de los resultados que ello conlleva - rió mientras miraba al conejo. Probablemente pasarían décadas antes que pudiera cazar algo sin tener que recurrir a trampas o a la suerte
- Creo que eso puedo contar de mi sin parecer aburrida - río nuevamente de buena gana - Me gustaría saber cosas de ti, Wood, aunque quiero darte el espacio para que cuentes lo que consideres que quieras contar. Ósea, sí, tengo preguntas, pero en realidad me gustaría saber cosas que emanen de ti de forma natural, sin presionarte a responder cosas incómodas, o que consideres burdas. Si quieres, me puedes contar cosas de tus viajes, si conociste más dragones en el pasado, cosas que tú quieras contar
Con lo que había pasado anteriormente, no quería que la licántropo se cerrara nuevamente o sintiera que el peso de su corazón volviera a atosigar con su insistencia. Le gustaría saber de su vida, de sus viajes, de quienes conoció, y quizás, con el tiempo, podría abrir su corazón para hablar sobre su familia sin que el agobio desgarrara y rompiera aquellas heridas
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Oh… Claro respondí a la petición de Siria, aunque ella ya tenía, como quién dice “todo cocido” para cuando hizo el requerimiento. La forma en la que pusimos el conejo me hizo acuerdo a la forma en la que asábamos los corderos en el Este. Aunque era un ejemplo miniatura de aquello, me quedé mirando la carne y reviviendo historias pasadas. Por supuesto, como las mujeres fuertes que somos le respondí guiñándole un ojo y tomando el brambo entre mis manos. No hay problema, aunque no le hace la gran diferencia… me adelanté a decir, buscando un tronco en el que sentarme cerca de la luz de la fogata.
Lo primero que hice fue buscar con mis dedos la primera vértebra que se unía a la cabeza de la presa, como estaba desnucado fue más sencillo atravesar piel, cebo y carne para separar cabeza de cuerpo. Siria observaba atentamente, de cierta forma me sentía cohibida, aunque en el pasado hubiera querido enseñarle a los jóvenes del Colmillo de Hierro técnicas similares, eran ruidosos y no prestaban atención. Que una mujer dragón te mire con ojos grandes hace que te fijes dos veces en lo siguiente que vas a hacer. El hecho que ella hablara primero me quitó en peso de encima. Si soy sincera… hoy tuve una imagen mental de ti acariciando conejos y me pareció muy irónico que esa fuera tu caza del día contesté, acercando el cuerpo y procediendo a cortar las manos y las patas en las coyunturas para luego tirarlas al fuego.
El siguiente paso fue partir por el centro de la panza una línea vertical hasta el pescuezo y las patas y simplemente jalar. El cuero se separaba como una manteca, dejando al descubierto la carne llena de cebo. Escuchaba a la mujer, hablaba lentamente, sus ojos se movían por la presa, mi rostro y el fuego como pinceles dibujando sutiles líneas; su voz calma lo llenaba todo, pintando con colores los trazos de comunicación del resto de su cuerpo. Ella era como un libro abierto, me gustaba estar en su compañía. Corté la carne de jamones y paletas y luego con un “crack” disloqué los huesos para cortarlos fácilmente con el cuchillo. Un estilo de vida bastante ordenado respondí, clavando el puñal en el pecho y bajando con fuerza para rajar el tórax. Conocía de vista la vida de los dragones, había conocido varios de ellos y podía ver en mi mente imágenes de su vida diaria. Sonaba tan apacible…
Abrí el cuerpo y las tripas se desbordaron. ¿Comes los interiores de los brambos? pregunté sin saber si quemar las tripas o cocerlas, cualquiera fuera el caso, habría que decidirlo en ese mismo momento. Se las pasé para que ella hiciera lo que considerase correcto. Mi trabajo manual había terminado. Mi vida es… complicada. He vivido tantas cosas que no daría la noche solo para hablar del último año. Sonreí y comencé a limpiarme con un trapo. Me estiré sobre el tronco y miré las estrellas. Nací humana en la península de Verisar… en una villa que ya desapareció. Allí la vida era similar a lo que relatas de la costumbre de los dragones mis ojos se volvían a ahogar en las memorias. Cuando el verde era verde y el azul del cielo era brillante, tan colorido como los destellos del sol sobre el agua.
Quedé huérfana cuando era muy pequeña. Los siguientes años fueron un calvario hasta que la aldea desapareció, en ese momento me transformaron en un licántropo. Mi vida a partir de allí fue bastante caótica, pasé mi adolescencia en malos pasos y me porté bastante mal hasta que me adoptó un licántropo. Viví más de diez años como un lobo, hasta que él murió. Hice una pausa para limpiar la hoja del cuchillo y darle unos momentos a Siria. En ese momento decidí salir del bosque y vivir como una persona un poco más civilizada, de algún modo, acabé viviendo en los Reinos del Este reí con sarcasmo, en aquel tiempo solo era una salvaje que se movía sin tener conocimiento del lugar donde estaba o con quién se topaba. Si alguien estaba cerca, sólo tenía que matarlo. Esos recuerdos no los compartiría con ella, prefería que se quedara con una mejor versión de mí.
Mmm… ¿qué mas? ¡oh! Llegué a ser tan salvaje que me expulsaron de la Arboleda Central de los Reinos del Este jajajaja. Bueno, ahora me río pero en esos tiempos no me hizo mucha gracia… y pues… me hice mercenaria y recorrí todas las grandes ciudades de Aerandir. Conozco todas las razas conocidas y tengo amigos de todas ellas. Sonreí Bueno… eso espero. Esto de la pandemia creo que va a aumentar la proporción de mis amigos vampiros sobre las otras razas…los beneficios de no estar ni muerto ni vivo supongo. De todas formas, estoy alegre de que me hayan transformado en un lobo y no en uno de esos chupasangre. ¿Sabes? Prefiero beberla por placer que por necesidad Eso me recordaba a otra anécdota, pero probablemente terminaría aburriéndola. Tiré otro hueso al fuego y seguí con la vista las chispas que se levantaron efímeras al aire frío de la noche.
¿Dragones? me pregunté, recordando la petición de Siria. Conocí varios. De todos los tamaños, edades y caracteres… buenos y malos, con distintas habilidades y más y menos violencia. Mi mejor amigo es un dragón… Miré a Siria, imaginándolo a él su lado Su nombre es Komar, pero se hace llamar Athos. Se parece mucho a ti, fue uno delos que mejor me enseñó a convivir con los demás durante su peregrinaje. Él pensaba que había que ser razonable porque todo tenía una razón, y que había que pregonar con el ejemplo de las buenas costumbres. ¡Oh! Y es curiosamente de una estatura bastante baja jajaja. Como sea… no quiero aburrirte. Si prefieres comer… o hacer preguntas más específicas… realmente no quiero aburrirte…
Lo primero que hice fue buscar con mis dedos la primera vértebra que se unía a la cabeza de la presa, como estaba desnucado fue más sencillo atravesar piel, cebo y carne para separar cabeza de cuerpo. Siria observaba atentamente, de cierta forma me sentía cohibida, aunque en el pasado hubiera querido enseñarle a los jóvenes del Colmillo de Hierro técnicas similares, eran ruidosos y no prestaban atención. Que una mujer dragón te mire con ojos grandes hace que te fijes dos veces en lo siguiente que vas a hacer. El hecho que ella hablara primero me quitó en peso de encima. Si soy sincera… hoy tuve una imagen mental de ti acariciando conejos y me pareció muy irónico que esa fuera tu caza del día contesté, acercando el cuerpo y procediendo a cortar las manos y las patas en las coyunturas para luego tirarlas al fuego.
El siguiente paso fue partir por el centro de la panza una línea vertical hasta el pescuezo y las patas y simplemente jalar. El cuero se separaba como una manteca, dejando al descubierto la carne llena de cebo. Escuchaba a la mujer, hablaba lentamente, sus ojos se movían por la presa, mi rostro y el fuego como pinceles dibujando sutiles líneas; su voz calma lo llenaba todo, pintando con colores los trazos de comunicación del resto de su cuerpo. Ella era como un libro abierto, me gustaba estar en su compañía. Corté la carne de jamones y paletas y luego con un “crack” disloqué los huesos para cortarlos fácilmente con el cuchillo. Un estilo de vida bastante ordenado respondí, clavando el puñal en el pecho y bajando con fuerza para rajar el tórax. Conocía de vista la vida de los dragones, había conocido varios de ellos y podía ver en mi mente imágenes de su vida diaria. Sonaba tan apacible…
Abrí el cuerpo y las tripas se desbordaron. ¿Comes los interiores de los brambos? pregunté sin saber si quemar las tripas o cocerlas, cualquiera fuera el caso, habría que decidirlo en ese mismo momento. Se las pasé para que ella hiciera lo que considerase correcto. Mi trabajo manual había terminado. Mi vida es… complicada. He vivido tantas cosas que no daría la noche solo para hablar del último año. Sonreí y comencé a limpiarme con un trapo. Me estiré sobre el tronco y miré las estrellas. Nací humana en la península de Verisar… en una villa que ya desapareció. Allí la vida era similar a lo que relatas de la costumbre de los dragones mis ojos se volvían a ahogar en las memorias. Cuando el verde era verde y el azul del cielo era brillante, tan colorido como los destellos del sol sobre el agua.
Quedé huérfana cuando era muy pequeña. Los siguientes años fueron un calvario hasta que la aldea desapareció, en ese momento me transformaron en un licántropo. Mi vida a partir de allí fue bastante caótica, pasé mi adolescencia en malos pasos y me porté bastante mal hasta que me adoptó un licántropo. Viví más de diez años como un lobo, hasta que él murió. Hice una pausa para limpiar la hoja del cuchillo y darle unos momentos a Siria. En ese momento decidí salir del bosque y vivir como una persona un poco más civilizada, de algún modo, acabé viviendo en los Reinos del Este reí con sarcasmo, en aquel tiempo solo era una salvaje que se movía sin tener conocimiento del lugar donde estaba o con quién se topaba. Si alguien estaba cerca, sólo tenía que matarlo. Esos recuerdos no los compartiría con ella, prefería que se quedara con una mejor versión de mí.
Mmm… ¿qué mas? ¡oh! Llegué a ser tan salvaje que me expulsaron de la Arboleda Central de los Reinos del Este jajajaja. Bueno, ahora me río pero en esos tiempos no me hizo mucha gracia… y pues… me hice mercenaria y recorrí todas las grandes ciudades de Aerandir. Conozco todas las razas conocidas y tengo amigos de todas ellas. Sonreí Bueno… eso espero. Esto de la pandemia creo que va a aumentar la proporción de mis amigos vampiros sobre las otras razas…los beneficios de no estar ni muerto ni vivo supongo. De todas formas, estoy alegre de que me hayan transformado en un lobo y no en uno de esos chupasangre. ¿Sabes? Prefiero beberla por placer que por necesidad Eso me recordaba a otra anécdota, pero probablemente terminaría aburriéndola. Tiré otro hueso al fuego y seguí con la vista las chispas que se levantaron efímeras al aire frío de la noche.
¿Dragones? me pregunté, recordando la petición de Siria. Conocí varios. De todos los tamaños, edades y caracteres… buenos y malos, con distintas habilidades y más y menos violencia. Mi mejor amigo es un dragón… Miré a Siria, imaginándolo a él su lado Su nombre es Komar, pero se hace llamar Athos. Se parece mucho a ti, fue uno delos que mejor me enseñó a convivir con los demás durante su peregrinaje. Él pensaba que había que ser razonable porque todo tenía una razón, y que había que pregonar con el ejemplo de las buenas costumbres. ¡Oh! Y es curiosamente de una estatura bastante baja jajaja. Como sea… no quiero aburrirte. Si prefieres comer… o hacer preguntas más específicas… realmente no quiero aburrirte…
Woodpecker
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Se podría decir que la joven dragona era una excelente alumna. Al menos, en prestar atención y siempre mantenerse observante y tomando notas mentales. En la ejecución, fallaba muchas veces, sobre todo en relación a temas que tenían que ver con su coordinación mano-ojo, quizás un poco lo que explicaba las cientos de picaduras que recibió en sus dedos por hilar. Quizás alguien más perspicaz se daría cuenta, pero desgraciadamente la joven no cabía en ese umbral. Probablemente, y por razones completamente distintas, la licántropo tampoco.
Mientras era observante de las labores, sonrió ante el comentario de su acompañante, pero también se sintió extrañada. Lo asoció rápidamente a que la cultura de los dragones, quizás, era demasiado ajena a las más conocidas, o que los que vivían en Dundarak daban una impresión diferente. O a lo mejor también se debía a que, en comparación, sus amigas podían cazar animales pequeños incluso estando encima de caballos galopando a gran velocidad. Pero pronto cayó en que quizás su canto le dio una impresión a Wood de quién quizás era.
Se quedó mucho rato pensando sobre eso, incluso cuando el animal había sido seccionado y removido de sus interiores. Una pequeña pausa en sus pensamientos para prioritariamente recibir el hígado del animal y ponerlo en la parrilla la hizo sacar de su trance, alegrándose un poco.
- Mi papá me daba pequeños filetitos del hígado cuando lo cocinaba - aclaró, mientras colocaba el corazón y algunas otras partes que podían comerse sin tanto asco - Ni idea de por qué, pero siempre llamaba a esta parte “panita”, entonces siempre preguntaba si había “panita para comer” cada vez que volvíamos de comerciar en la ciudad
No había tomado a mal su comentario del conejo. Más bien, lo encontraba tierno, la hacía tener esperanza de que la licántropo no era tan mala como se veía a sí misma.
Se quedó largo rato escuchando lo que contaba, esta vez un poco más tranquila que antes de su canto. Quizás ayudaba el que el alcohol no dominaba sus acciones, o que la pequeña siesta que tuvieron la tranquilizara. Quizás de una forma curiosa, no creía que su canción había logrado algo sustantivo. Y quizás, si lo miraba desde cierta perspectiva, tenía razón. Aquella melodía cantada no fue la razón completa que unió el camino de las mujeres en la estepa.
Había cosas que delataban a la joven en su forma de ser. Cuando aprendía sobre cómo hacer los cortes, su cuerpo se encontraba tenso, se sentó sobre sus piernas, las cuales estaban muy juntas, sus ojos muy observantes y su respiración era casi imperceptible. Era una gran diferencia de cómo estaba actualmente: se encontraba sentada en el suelo mientras sus piernas se cruzaban y su espalda se mantenía recta. Sus manos tomaban sus tobillos y acomodaba sus pies más cerca de su cuerpo, como si se tratara de un cachorro humano que intenta escuchar a alguien más sabio. Sus ojos eran mucho más relajados, dejando de lado su curiosidad para aprender y dando la seriedad y el respeto que Wood merecía.
Cuando se la veía así, era difícil no notar sus orígenes humildes. Carecía de ese tacto que era usual en las mujeres que usualmente poblaban las ciudades.
Cuando terminó de hablar, sus últimas palabras calaron en ella de una forma singular. Levantándose levemente y colocándose a su lado, quizás algo que también rompía el molde que tenía construido en base a su imagen, pasó su brazo por su cuello, sin aplicar fuerza o violencia, como si su objetivo fuera acercarla a su cuerpo. Curiosamente, aun cuando no fue agresiva, un coscorrón débil terminó aplicando a su cabeza. Parecía algo que normalmente hacían los niños como una muestra de cariño hacia otros
- Oh, vamos, ¿Cómo se te ocurre que me estarás aburriendo si no estás hablando o contestando preguntas? - le desordenó levemente el pelo, no al menos lo suficiente como hacerla parecer que venía levantándose de un largo dormir - Si pusiéramos cosas en la balanza, en realidad soy yo la que se encuentra en una carencia de historias que podría llegar a aburrir a cualquier nómada o viajero que quisiera viajar conmigo
Fue algo efímera esa muestra de cariño, ya que, al poco rato, la soltó para evitar atosigarla demasiado con abrazos. Pero eso no significó que dejara el tema ahí, ya que volvió a sentarse delante de ella, cruzándose de piernas y mirándola directamente a los ojos, mientras volvía a colocar sus manos en sus tobillos, acercando sus pies nuevamente a su cuerpo.
- En realidad, siento como una admiración al escucharte… - esta vez su tono de voz era algo más serio, dejando de lado el sentido de broma de sus palabras que ocupó antes. En algo, parecía más sereno y respetuoso - Cuando terminaste, no pude evitar pensar en todo lo que has vivido. Desde que eras pequeña, cuando te transformaron en licántropo, tus hijos… hasta este momento, en nuestro encuentro. Creo que hubiera sido yo, me hubiera desmoronado a mitad de camino… Dudo que hubiera tenido la entereza para siquiera seguir viva
Su cuerpo mostraba su ansiedad. Los detalles que acusan a quienes lentamente se dejan llevar por ella son sutiles: levemente, se balancean de un lado a otro mientras están sentados, mientras desvían la mirada levemente, intentando armar sus pensamientos en su cabeza. Sus manos apretaban levemente más fuerte que cuando estaba tranquila. Todos esos síntomas se presentaban en la joven dragona.
- En contraste, viví toda mi vida en las estepas. Mis padres estuvieron presentes y vivos toda la vida, y aunque la vida en las estepas es dura, se puede sentir como un regalo a cambio de lo que vivió. No sentí la dureza de la muerte, ni tampoco la frialdad de la vida. Cuando lo pienso bien, soy algo parecido a una antítesis. Pienso que sería muy fácil odiarme, porque a diferencia de muchas personas que viven sus vidas en las ciudades, en los bosques o en los campos, no pasé las penurias que mucha gente vive
La parrilla lentamente cocinaba los alimentos, tornándolos dorados en las partes más tiernas y botando la sangre y los jugos que hacían que del carbón emanara un olor delicioso. Lentamente el sol hacía su retirada, y así con él, el poco calor que bañaba las praderas heladas de las tierras del norte. Era probable que fueran las únicas almas en kilómetros a la redonda, quizás no. Pero casi se podía sentir que el universo, por un momento, giraba en torno a las dos mujeres.
- Es por eso que me siento agradecida de que no lo haga. Que, al contrario de lo que cualquiera podría creer, me haya permitido… acercarme a usted - era curioso observar sus gestos. Su mirada a veces se perdía de la vista de Wood, como si fuera una pequeña con un arranque de timidez que intentaba exteriorizar algo que nunca había hecho antes - Y me alegra un montón que… no sé, me permita esas cosas como abrazos y cosas así. La verdad no conozco muchas costumbres ajenas, y por ejemplo en mi familia se dan muchos abrazos… aunque la gente de las estepas es muy “de piel” para el gusto de extranjeros. Por eso - se notaba que quería abrazar a su compañera de parrillada, pero el arranque de timidez le impedía actuar impulsivamente - no piense que necesita entretenerme o algo así. Todo lo contrario, soy ya muy feliz de que podamos andar por ahí. Nunca tuve una amiga de peregrinaje, y es que tampoco hago muchos que digamos
Se rió de buena gana al hacer su último comentario. Parecía recobrarse un poco de esa timidez, y era natural al estar con una persona que, aun con todo lo que habían compartido, se habían conocido durante ese mismo día. Natural e inconscientemente, sentía que ello mejoraría con el tiempo, pero de la misma forma en que no le dices a alguien que tiene kilos de más de golpe, Siria se concentraba en sentir siempre cómoda a su compañera.
- Ah, ¡ya sé! - dijo de pronto, mientras se arrastró hacia su cartera, y de ahí sacó dos pequeños frascos - Me dijo que muchas veces comía y devoraba la comida sin preocuparse de sentir su sabor. Entonces - sonrió de oreja a oreja mientras mostraba ambos frascos pequeños. Uno contenía un poco de orégano y el otro contenía un poco de pimienta - lo que vamos a hacer es que su paladar se deleite con un poco de especias naturales
Parecía sacar energías de un frasco inagotable dentro de su cuerpo, ya que se encontraba muy animada dosificando casi milimétricamente cuánto de las especias debía colocar en las carnes para que no adquirieran un sabor que sobrepasara en aliños. Afortunadamente, el cocinar cosas, a modo de preparación para una vida de ser dueña de casa, la había dejado muy bien parada en el ámbito culinario, por lo que parecía mucho más segura que cuando intentaba cortar y quitarle los interiores a los conejos.
Aun así, no podía quitarse de la cabeza el querer abrazar a Wood.
Mientras era observante de las labores, sonrió ante el comentario de su acompañante, pero también se sintió extrañada. Lo asoció rápidamente a que la cultura de los dragones, quizás, era demasiado ajena a las más conocidas, o que los que vivían en Dundarak daban una impresión diferente. O a lo mejor también se debía a que, en comparación, sus amigas podían cazar animales pequeños incluso estando encima de caballos galopando a gran velocidad. Pero pronto cayó en que quizás su canto le dio una impresión a Wood de quién quizás era.
Se quedó mucho rato pensando sobre eso, incluso cuando el animal había sido seccionado y removido de sus interiores. Una pequeña pausa en sus pensamientos para prioritariamente recibir el hígado del animal y ponerlo en la parrilla la hizo sacar de su trance, alegrándose un poco.
- Mi papá me daba pequeños filetitos del hígado cuando lo cocinaba - aclaró, mientras colocaba el corazón y algunas otras partes que podían comerse sin tanto asco - Ni idea de por qué, pero siempre llamaba a esta parte “panita”, entonces siempre preguntaba si había “panita para comer” cada vez que volvíamos de comerciar en la ciudad
No había tomado a mal su comentario del conejo. Más bien, lo encontraba tierno, la hacía tener esperanza de que la licántropo no era tan mala como se veía a sí misma.
Se quedó largo rato escuchando lo que contaba, esta vez un poco más tranquila que antes de su canto. Quizás ayudaba el que el alcohol no dominaba sus acciones, o que la pequeña siesta que tuvieron la tranquilizara. Quizás de una forma curiosa, no creía que su canción había logrado algo sustantivo. Y quizás, si lo miraba desde cierta perspectiva, tenía razón. Aquella melodía cantada no fue la razón completa que unió el camino de las mujeres en la estepa.
Había cosas que delataban a la joven en su forma de ser. Cuando aprendía sobre cómo hacer los cortes, su cuerpo se encontraba tenso, se sentó sobre sus piernas, las cuales estaban muy juntas, sus ojos muy observantes y su respiración era casi imperceptible. Era una gran diferencia de cómo estaba actualmente: se encontraba sentada en el suelo mientras sus piernas se cruzaban y su espalda se mantenía recta. Sus manos tomaban sus tobillos y acomodaba sus pies más cerca de su cuerpo, como si se tratara de un cachorro humano que intenta escuchar a alguien más sabio. Sus ojos eran mucho más relajados, dejando de lado su curiosidad para aprender y dando la seriedad y el respeto que Wood merecía.
Cuando se la veía así, era difícil no notar sus orígenes humildes. Carecía de ese tacto que era usual en las mujeres que usualmente poblaban las ciudades.
Cuando terminó de hablar, sus últimas palabras calaron en ella de una forma singular. Levantándose levemente y colocándose a su lado, quizás algo que también rompía el molde que tenía construido en base a su imagen, pasó su brazo por su cuello, sin aplicar fuerza o violencia, como si su objetivo fuera acercarla a su cuerpo. Curiosamente, aun cuando no fue agresiva, un coscorrón débil terminó aplicando a su cabeza. Parecía algo que normalmente hacían los niños como una muestra de cariño hacia otros
- Oh, vamos, ¿Cómo se te ocurre que me estarás aburriendo si no estás hablando o contestando preguntas? - le desordenó levemente el pelo, no al menos lo suficiente como hacerla parecer que venía levantándose de un largo dormir - Si pusiéramos cosas en la balanza, en realidad soy yo la que se encuentra en una carencia de historias que podría llegar a aburrir a cualquier nómada o viajero que quisiera viajar conmigo
Fue algo efímera esa muestra de cariño, ya que, al poco rato, la soltó para evitar atosigarla demasiado con abrazos. Pero eso no significó que dejara el tema ahí, ya que volvió a sentarse delante de ella, cruzándose de piernas y mirándola directamente a los ojos, mientras volvía a colocar sus manos en sus tobillos, acercando sus pies nuevamente a su cuerpo.
- En realidad, siento como una admiración al escucharte… - esta vez su tono de voz era algo más serio, dejando de lado el sentido de broma de sus palabras que ocupó antes. En algo, parecía más sereno y respetuoso - Cuando terminaste, no pude evitar pensar en todo lo que has vivido. Desde que eras pequeña, cuando te transformaron en licántropo, tus hijos… hasta este momento, en nuestro encuentro. Creo que hubiera sido yo, me hubiera desmoronado a mitad de camino… Dudo que hubiera tenido la entereza para siquiera seguir viva
Su cuerpo mostraba su ansiedad. Los detalles que acusan a quienes lentamente se dejan llevar por ella son sutiles: levemente, se balancean de un lado a otro mientras están sentados, mientras desvían la mirada levemente, intentando armar sus pensamientos en su cabeza. Sus manos apretaban levemente más fuerte que cuando estaba tranquila. Todos esos síntomas se presentaban en la joven dragona.
- En contraste, viví toda mi vida en las estepas. Mis padres estuvieron presentes y vivos toda la vida, y aunque la vida en las estepas es dura, se puede sentir como un regalo a cambio de lo que vivió. No sentí la dureza de la muerte, ni tampoco la frialdad de la vida. Cuando lo pienso bien, soy algo parecido a una antítesis. Pienso que sería muy fácil odiarme, porque a diferencia de muchas personas que viven sus vidas en las ciudades, en los bosques o en los campos, no pasé las penurias que mucha gente vive
La parrilla lentamente cocinaba los alimentos, tornándolos dorados en las partes más tiernas y botando la sangre y los jugos que hacían que del carbón emanara un olor delicioso. Lentamente el sol hacía su retirada, y así con él, el poco calor que bañaba las praderas heladas de las tierras del norte. Era probable que fueran las únicas almas en kilómetros a la redonda, quizás no. Pero casi se podía sentir que el universo, por un momento, giraba en torno a las dos mujeres.
- Es por eso que me siento agradecida de que no lo haga. Que, al contrario de lo que cualquiera podría creer, me haya permitido… acercarme a usted - era curioso observar sus gestos. Su mirada a veces se perdía de la vista de Wood, como si fuera una pequeña con un arranque de timidez que intentaba exteriorizar algo que nunca había hecho antes - Y me alegra un montón que… no sé, me permita esas cosas como abrazos y cosas así. La verdad no conozco muchas costumbres ajenas, y por ejemplo en mi familia se dan muchos abrazos… aunque la gente de las estepas es muy “de piel” para el gusto de extranjeros. Por eso - se notaba que quería abrazar a su compañera de parrillada, pero el arranque de timidez le impedía actuar impulsivamente - no piense que necesita entretenerme o algo así. Todo lo contrario, soy ya muy feliz de que podamos andar por ahí. Nunca tuve una amiga de peregrinaje, y es que tampoco hago muchos que digamos
Se rió de buena gana al hacer su último comentario. Parecía recobrarse un poco de esa timidez, y era natural al estar con una persona que, aun con todo lo que habían compartido, se habían conocido durante ese mismo día. Natural e inconscientemente, sentía que ello mejoraría con el tiempo, pero de la misma forma en que no le dices a alguien que tiene kilos de más de golpe, Siria se concentraba en sentir siempre cómoda a su compañera.
- Ah, ¡ya sé! - dijo de pronto, mientras se arrastró hacia su cartera, y de ahí sacó dos pequeños frascos - Me dijo que muchas veces comía y devoraba la comida sin preocuparse de sentir su sabor. Entonces - sonrió de oreja a oreja mientras mostraba ambos frascos pequeños. Uno contenía un poco de orégano y el otro contenía un poco de pimienta - lo que vamos a hacer es que su paladar se deleite con un poco de especias naturales
Parecía sacar energías de un frasco inagotable dentro de su cuerpo, ya que se encontraba muy animada dosificando casi milimétricamente cuánto de las especias debía colocar en las carnes para que no adquirieran un sabor que sobrepasara en aliños. Afortunadamente, el cocinar cosas, a modo de preparación para una vida de ser dueña de casa, la había dejado muy bien parada en el ámbito culinario, por lo que parecía mucho más segura que cuando intentaba cortar y quitarle los interiores a los conejos.
Aun así, no podía quitarse de la cabeza el querer abrazar a Wood.
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
El gesto de Siria había despertado sentimientos latentes, sentimientos que por el momento quería mantener aletargados… dormidos. Cerré los ojos y estuve quieta bajo sus caricias. No quería hacerle sentir incómoda, pero recibir afecto de alguien en esos momentos era como si me atravesaran el pecho, tomaran mi corazón y lo apretaran. Con los ojos cerrados podía sentir como las almas en pena que me rodeaban se hubiesen condensado en un brazo que estrujaba mi garganta, silenciando mis labios, apagando lentamente la luz de mi camino. Podía sentir que se me aceleraba el pulso y que la respiración se me volvía entrecortada, estaba ansiosa.
Me mordí el labio en aquella infinita mueca, intentando convertirla en media sonrisa. Mi amigo el dolor siempre me recordaba que seguía con vida. Sentí que el entrecejo quería moverse y me di cuenta que estaba intentando aferrarme a la existencia de Siria. Abrí los ojos y realmente me concentré en escuchar su voz. Era tan amena que si hubiera podido condensar el sonido, éste hubiese sido redondeado en sus bordes, con elegantes matices de colores claros, femeninos y a la vez fuertes. De alguna manera se me hacía sencillo imaginar la vida que ella estaba presentando frente a mi avidez. Lo describiría como un filete aún sangrante frente a un lobo hambriento ¡JA! ironías.
Cuando sentí el gusto de la sangre me obligué a soltar mi mandíbula. Sonreí tristemente a sus comentarios “…tal vez te arrepientas de que me haya acercado” musité para mis interiores con cierta acritud. Sólo quería que ella en algún momento se apiadara de mí y me clavase un puñal en el agujero que tenía por corazón, o que separara mi cabeza de mi cuerpo. Que alguien me arrancara los ojos o…
Pestañeé esta vez sentí que mis mejillas se acaloraban un poco, una pequeña línea tentativa a una sonrisa se dibujaba entre mis labios. Prefiero los abrazos cuando estoy en mi forma de lobo. Nada personal… pero… intenté no sonar ofensiva, aunque entre mi dolor de cabeza y mi parálisis sentimentística –si se le podía llamar así- ya no estaba segura de mi apariencia más cerca de Verisar las personas tienden a ser más… desconfiadas. Siempre me costó bastante expresar mis ideas, pero pocas veces me sentía tan culpable por mi simple incapacidad para coordinar una simple oración. No era como que yo no hubiese hecho uso y abuso de los abrazos en toda mi vida pero entre dos mujeres era bastante… ¿incómodo?... sólo amigas está bien. Y apuesto a que los míos son menos. Creo que podría contarlos con una sola mano. Sentencié, restándole gravedad.
¿Esencias Naturales? pregunté casi incrédula. Sentí que la sangre de mi rostro comenzaba a drenarse. “Oh no. No no no no…” pensé dando suaves respiros, intentando detectar las esencias para taparme la nariz antes de que me quemaran hasta dejarme plasta contra el suelo. Sentí que mi sonrisa se invirtió en mi cara. Me aclaré la garganta. Creo que es el momento de que sepas algunas cosas sobre mí: Primero, hablo peor que un leñador viejo, malhumorado, con insomnio y borracho. Sí, todo al mismo tiempo. Segundo, los licántropos tenemos el olfato jodidamente desarrollado y bastante poco autocontrol en general. Deberías de tomar una nota mental de eso para futuros encuentros con licántropos…
Tercero, tengo muchos problemas con magos y biocibernéticos casi que podía sentir la pregunta quemando tras el brillo de los ojos se Siria tras esa nueva información, así que antes de que dijera nada agregué Los magos son impredecibles, se creen lo mejor de lo mejor y tal vez porque son enclenques y no tienen fuerza van por la vida haciendo sentir mal al resto de las razas usando esos poderes que uno nunca puede saber hasta qué límites podrán llegar a llevar su maldad. Los biocibertéticos son endemoniadamente duros. Negué con la cabeza No son buenos para los dientes y las partes blandas… agregué con un hilo de voz, sientiendo el calor de un sonrojo fulminante subiendo por mi cuello y abriéndose paso por mis orejas, como un árbol esparciendo sus hojas con la llegada de la primavera, acariciando finalmente mi rostro con sus brotes de fuego. Volví a aclararme la garganta para terminar de echarle leña a la hoguera.
Cuarto: Estaría encantada de aprender cosas de chicas como esta, pero sólo si prometes no derramar la pimienta cerca y mantener las especias bajo vigilancia. Hacen un lío de aromas en mi cabeza que ni podrías imaginarte. Sonreí. Esta vez de oreja a oreja. Quiero decir… eso es todo lo que deberías de saber si es que.. bueno… continuamos juntas por algún tiempo. Estiré mi diestra tentativamente en un acto de fe, quería de alguna simbolizar mi compromiso con ella. ¿Cuáles son los planes capitán? pregunté con un deje juguetón.
Me mordí el labio en aquella infinita mueca, intentando convertirla en media sonrisa. Mi amigo el dolor siempre me recordaba que seguía con vida. Sentí que el entrecejo quería moverse y me di cuenta que estaba intentando aferrarme a la existencia de Siria. Abrí los ojos y realmente me concentré en escuchar su voz. Era tan amena que si hubiera podido condensar el sonido, éste hubiese sido redondeado en sus bordes, con elegantes matices de colores claros, femeninos y a la vez fuertes. De alguna manera se me hacía sencillo imaginar la vida que ella estaba presentando frente a mi avidez. Lo describiría como un filete aún sangrante frente a un lobo hambriento ¡JA! ironías.
Cuando sentí el gusto de la sangre me obligué a soltar mi mandíbula. Sonreí tristemente a sus comentarios “…tal vez te arrepientas de que me haya acercado” musité para mis interiores con cierta acritud. Sólo quería que ella en algún momento se apiadara de mí y me clavase un puñal en el agujero que tenía por corazón, o que separara mi cabeza de mi cuerpo. Que alguien me arrancara los ojos o…
Pestañeé esta vez sentí que mis mejillas se acaloraban un poco, una pequeña línea tentativa a una sonrisa se dibujaba entre mis labios. Prefiero los abrazos cuando estoy en mi forma de lobo. Nada personal… pero… intenté no sonar ofensiva, aunque entre mi dolor de cabeza y mi parálisis sentimentística –si se le podía llamar así- ya no estaba segura de mi apariencia más cerca de Verisar las personas tienden a ser más… desconfiadas. Siempre me costó bastante expresar mis ideas, pero pocas veces me sentía tan culpable por mi simple incapacidad para coordinar una simple oración. No era como que yo no hubiese hecho uso y abuso de los abrazos en toda mi vida pero entre dos mujeres era bastante… ¿incómodo?... sólo amigas está bien. Y apuesto a que los míos son menos. Creo que podría contarlos con una sola mano. Sentencié, restándole gravedad.
¿Esencias Naturales? pregunté casi incrédula. Sentí que la sangre de mi rostro comenzaba a drenarse. “Oh no. No no no no…” pensé dando suaves respiros, intentando detectar las esencias para taparme la nariz antes de que me quemaran hasta dejarme plasta contra el suelo. Sentí que mi sonrisa se invirtió en mi cara. Me aclaré la garganta. Creo que es el momento de que sepas algunas cosas sobre mí: Primero, hablo peor que un leñador viejo, malhumorado, con insomnio y borracho. Sí, todo al mismo tiempo. Segundo, los licántropos tenemos el olfato jodidamente desarrollado y bastante poco autocontrol en general. Deberías de tomar una nota mental de eso para futuros encuentros con licántropos…
Tercero, tengo muchos problemas con magos y biocibernéticos casi que podía sentir la pregunta quemando tras el brillo de los ojos se Siria tras esa nueva información, así que antes de que dijera nada agregué Los magos son impredecibles, se creen lo mejor de lo mejor y tal vez porque son enclenques y no tienen fuerza van por la vida haciendo sentir mal al resto de las razas usando esos poderes que uno nunca puede saber hasta qué límites podrán llegar a llevar su maldad. Los biocibertéticos son endemoniadamente duros. Negué con la cabeza No son buenos para los dientes y las partes blandas… agregué con un hilo de voz, sientiendo el calor de un sonrojo fulminante subiendo por mi cuello y abriéndose paso por mis orejas, como un árbol esparciendo sus hojas con la llegada de la primavera, acariciando finalmente mi rostro con sus brotes de fuego. Volví a aclararme la garganta para terminar de echarle leña a la hoguera.
Cuarto: Estaría encantada de aprender cosas de chicas como esta, pero sólo si prometes no derramar la pimienta cerca y mantener las especias bajo vigilancia. Hacen un lío de aromas en mi cabeza que ni podrías imaginarte. Sonreí. Esta vez de oreja a oreja. Quiero decir… eso es todo lo que deberías de saber si es que.. bueno… continuamos juntas por algún tiempo. Estiré mi diestra tentativamente en un acto de fe, quería de alguna simbolizar mi compromiso con ella. ¿Cuáles son los planes capitán? pregunté con un deje juguetón.
Woodpecker
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Se notaba que me sentía como una niña pequeña, ¿verdad? Sé que no tiene mucha madurez echarle la culpa a la estepa, al frío, a las tierras del norte, a la noche, a la playa, a la lluvia… pero la verdad es que este lugar poseía a toda la palabra “inhóspito” y la tomaba como suya. Podían pasar incluso días sin toparte con un solo dragón, u otros seres vivos más allá de los Yaks, los conejos, u otros animales pequeños, como aquel Brambo que cazó Wood. A veces el silencio era tan solemne y absoluto que solo el ocasional viento que soplaba podía ser tu compañero de viajes. Mucha gente no se acostumbraba a la vida en estos lugares, y terminaba volviendo irremediablemente a las ciudades.
Aunque para mi era gran problema, me preguntaba si Wood hubiera aguantado algunos días con el silencio absoluto que implicaba caminar por estos lugares. Aunque cuando lo pensaba mientras escucha su voz, algo me hacía pensar que no planeba durar mucho tiempo en este mundo. Era uno de esos presentimientos que tenías cuando hilabas cosas sin saber cómo ni cuándo hilarlas. “Instinto de mujer” podría ser el término correcto, pero la verdad es que, con las torpezas que cometía cada vez que me subía a un Yak, dudo que haya quedado algo de instinto en mi cabeza después de tanto golpe.
Pero la verdad es que así me sentía. Y todo lo que contó antes de que cantara y cuando posteriormente tomamos una siesta. Era algo sutil, que te envolvía y que terminaba dando miedo el moverte, pues se sentía como si una suave seda te envolviera, algo tan frágil que cualquier movimiento brusco terminaría por romperla para siempre.
Puede parecer algo bobo lo que diré, pero… se sentía como si Wood depositara su confianza en mi. Es fácil perder la confianza cuando vivías una vida como en las estepas, y normalmente no importaba tanto como para ir más allá de odiar a una persona por algún tiempo, y no confiarle nunca más tus muñecas por ejemplo, pero para ella debió ser algo mucho más difícil. Y hasta incluso podía entender lo de “solo amigas”...
Osea, en realidad, no. ¿Dijo que solo podíamos ser amigas y nada más? ¿O no quería ponerle el apellido que le dije de “peregrinaje”?
… el lenguaje común era tan confuso a veces.
Fue entonces cuando pasó algo curioso. ¿Les ha pasado alguna vez que están cocinando algo y todo va bien, hasta que se te cae el frasco de orégano en la comida? ¿Y luego el Laurel? ¿Y luego el Estragón? ¿Y luego el Anís? ¿Y luego un ajo entero?
… no, me imagino que no. Como sea, como que todo se apelotona de golpe, en una vorágine que no se detiene ni para que permitas tomar alguna nota de lo que está ocurriendo, de lo que está pasando, o si deberías dejar que todo fluya aunque tu sopa termine como si fuera un vómito culinario incomible incluso para los Brambos.
Y la verdad, por un momento, me alegré un montón por Wood cuando mencionó el punto dos, pues imaginen tener una sensibilidad del olfato como la de un licántropo, pues podría oler las más esquivas hierbas de este mundo, podría hacerlas té, y sentarme frente a una chimenea en mitad de invierno, calentando el cuerpo con un buen té caliente y sintiendo su olor… si ya el olor de la menta era delicioso cuando estaba resfriada, solo podía imaginar cuán delicioso podía ser con su olfato. Ay, sentí un poco de envidia por ese pequeño momento, al igual que culpabilidad, pues no debía sentirme así.
- ¡...!
… pensaba preguntarle sobre eso de los bios y los magos, pero me ganó la respuesta como si mi mirada fuera lo suficientemente obvia como para adivinar mis siguientes pasos. Aunque era interesante la forma de ver a los brujos y a los bios desde la perspectiva de un licántropo, no pude evitar preguntarme cómo veían a los hombres-bestia, si como “camaradas” o seres que simplemente estaban en su territorio. Y por sobre todo, me pregunté cómo veían a los dragones. ¿Nuestras escamas eran lo suficientemente duras cuando nos transformabamos o simplemente era un poco más de añadido de piel que fácil era atravesar con sus dientes?
… ahora que lo pensaba, sería mejor no preguntarle. Ya con solo hacerme la pregunta me dolía el cuello, sin poder evitar tomarmelo cuando hablaba de la piel de los bios.
Y en el último punto, llegamos a donde mis pensamientos sobre el punto dos eran bastante superficiales y bobos. Sonreía, si, pero recuerdo muy bien aquella vez que derramé el jengibre en la sopa de pollo que cociné una vez cuando Samantha estaba enferma.
... digamos que nunca había visto a una dragona escupir fuego como ella sin transformarse en su forma draconiana.
- … pues, antes que nada, nunca, pero nunca me dejes manipular jengibre en las comidas - creo que por el bien de nuestra amistad, debía advertirle - Osea, no es que sea mala cocinando, la verdad. Es que… - revoleé los ojos hacia un lado - … la mala suerte tiende a seguirme cuando menos me lo espero.
Suspiré un poco. El pequeño frasco con el condimento estaba entrecerrado, y después de escuchar a Wood decirme esas cosas, creo que el mejor movimiento que podíamos hacer es evitar cualquier cosa picante. Más bien lo sentía como un “vamos a dar pasos seguros en nuestra relación”, porque la verdad es que estaba comportandome como si Wood me hubiera embarazado y nos mudaramos a una nueva casa, y como celebración estabamos comiendonos un asado en mitad de la estepa. Y aunque no tenía nada de malo, en realidad, confiarnos mutuamente, pues no tenía intención de ser la señora de Wood.
… espera, ¿por qué tendría que ser yo la señora? Yo también tengo pantalones, y podría tenerlos bien puestos si quisiera.
…
Así que con esto se refería con ser “solo amigas”. ¿Ven? Por eso nunca se tomen a pecho palabras que inicialmente se pueden malentender.
- … ¡Ah, si, por supuesto! - cielo santo, ¿cuánto tiempo me distraje? - Perdón, pensaba en… ehh… cosas… - ay, que papelón, y no pude evitar sonrojarme cuando dije eso - Claro que me encantaría que siguieramos juntas. Por todo el tiempo que te sientas cómoda, por supuesto. Osea, no te lo tomes como que te estoy diciendo “te vas a aburrir de mi”, es que…
Aunque ustedes no lo crean, mi seguridad en mi misma no es muy fuerte que digamos, y cuando comienzo a recordar en las cosas que hacía, me parecía un milagro de los dioses el que sobreviviera hasta mis 40
- … pues, en primeras, soy algo torpe. No, decir “algo” es quedarse torpe. Por ejemplo, cuando era una niña, se me ocurrió “alocarme” y subirme a un Yak salvaje, montandolo como un caballo. Y el resultado fue… pues, salí disparada hacia el cielo, y si no fuera porque mi abuelo estaba vigilandome, probablemente hubiera alimentado mucho pasto.
Creo que nunca vi a mi abuelo tan enojado conmigo como aquella vez.
- Y debido a la torpeza, consigo algo de mala suerte que me termina cazando en cosas realmente bobas - lo del conejo, por ejemplo, contaría como mala suerte si mi objetivo no hubiera sido él - una vez se me cayó el frasco de jengibre sin darme cuenta en la sopa. Y… desde entonces que no come de lo que cocino, no sin antes pasar por un estricto sistema en donde yo pruebo la comida primero
Y afortunadamente eso ha ayudado a conservar nuestra excelente amistad todo este tiempo, aunque mis papilas gustativas sufrieron mucho para ese cometido.
- Soy muy campesina para mis cosas también, y no funciono como normalmente funciona la gente de la ciudad - una de las razones de por qué quería abrazarla todo el rato, “amistad de campo” le decían, pero había mucho más detrás de ello que solo eso - Por lo mismo, no sé leer y soy ignorante de muchas cosas. Por eso a veces prefiero no meterme con la gente de la ciudad, ya que los excéntricos se creen muy geniales con eso de saber leer y escribir
Y realmente me irritaba eso. ¿Qué caso había en saber más cosas que el otro si vas a usarlo para humillarlo y creerte superior a él?
- Y la verdad… no tengo un destino fijo, así que no se si sea la persona más indicada para ser la capitana - sonreí, me imaginaba siendo una capitana de un barco, y creía que Wood bien podría ser mi mano derecha llevando eso - Creo que por el momento, sería mucho mejor que continuaramos apostando en este “puerto”, que la comida ya estará lista pronto, y la noche se viene muy pronto. ¿Le parece bien, contramaestre?
... contramaestre era el rango acompañante de un capitán, ¿verdad?
Aunque para mi era gran problema, me preguntaba si Wood hubiera aguantado algunos días con el silencio absoluto que implicaba caminar por estos lugares. Aunque cuando lo pensaba mientras escucha su voz, algo me hacía pensar que no planeba durar mucho tiempo en este mundo. Era uno de esos presentimientos que tenías cuando hilabas cosas sin saber cómo ni cuándo hilarlas. “Instinto de mujer” podría ser el término correcto, pero la verdad es que, con las torpezas que cometía cada vez que me subía a un Yak, dudo que haya quedado algo de instinto en mi cabeza después de tanto golpe.
Pero la verdad es que así me sentía. Y todo lo que contó antes de que cantara y cuando posteriormente tomamos una siesta. Era algo sutil, que te envolvía y que terminaba dando miedo el moverte, pues se sentía como si una suave seda te envolviera, algo tan frágil que cualquier movimiento brusco terminaría por romperla para siempre.
Puede parecer algo bobo lo que diré, pero… se sentía como si Wood depositara su confianza en mi. Es fácil perder la confianza cuando vivías una vida como en las estepas, y normalmente no importaba tanto como para ir más allá de odiar a una persona por algún tiempo, y no confiarle nunca más tus muñecas por ejemplo, pero para ella debió ser algo mucho más difícil. Y hasta incluso podía entender lo de “solo amigas”...
Osea, en realidad, no. ¿Dijo que solo podíamos ser amigas y nada más? ¿O no quería ponerle el apellido que le dije de “peregrinaje”?
… el lenguaje común era tan confuso a veces.
Fue entonces cuando pasó algo curioso. ¿Les ha pasado alguna vez que están cocinando algo y todo va bien, hasta que se te cae el frasco de orégano en la comida? ¿Y luego el Laurel? ¿Y luego el Estragón? ¿Y luego el Anís? ¿Y luego un ajo entero?
… no, me imagino que no. Como sea, como que todo se apelotona de golpe, en una vorágine que no se detiene ni para que permitas tomar alguna nota de lo que está ocurriendo, de lo que está pasando, o si deberías dejar que todo fluya aunque tu sopa termine como si fuera un vómito culinario incomible incluso para los Brambos.
Y la verdad, por un momento, me alegré un montón por Wood cuando mencionó el punto dos, pues imaginen tener una sensibilidad del olfato como la de un licántropo, pues podría oler las más esquivas hierbas de este mundo, podría hacerlas té, y sentarme frente a una chimenea en mitad de invierno, calentando el cuerpo con un buen té caliente y sintiendo su olor… si ya el olor de la menta era delicioso cuando estaba resfriada, solo podía imaginar cuán delicioso podía ser con su olfato. Ay, sentí un poco de envidia por ese pequeño momento, al igual que culpabilidad, pues no debía sentirme así.
- ¡...!
… pensaba preguntarle sobre eso de los bios y los magos, pero me ganó la respuesta como si mi mirada fuera lo suficientemente obvia como para adivinar mis siguientes pasos. Aunque era interesante la forma de ver a los brujos y a los bios desde la perspectiva de un licántropo, no pude evitar preguntarme cómo veían a los hombres-bestia, si como “camaradas” o seres que simplemente estaban en su territorio. Y por sobre todo, me pregunté cómo veían a los dragones. ¿Nuestras escamas eran lo suficientemente duras cuando nos transformabamos o simplemente era un poco más de añadido de piel que fácil era atravesar con sus dientes?
… ahora que lo pensaba, sería mejor no preguntarle. Ya con solo hacerme la pregunta me dolía el cuello, sin poder evitar tomarmelo cuando hablaba de la piel de los bios.
Y en el último punto, llegamos a donde mis pensamientos sobre el punto dos eran bastante superficiales y bobos. Sonreía, si, pero recuerdo muy bien aquella vez que derramé el jengibre en la sopa de pollo que cociné una vez cuando Samantha estaba enferma.
... digamos que nunca había visto a una dragona escupir fuego como ella sin transformarse en su forma draconiana.
- … pues, antes que nada, nunca, pero nunca me dejes manipular jengibre en las comidas - creo que por el bien de nuestra amistad, debía advertirle - Osea, no es que sea mala cocinando, la verdad. Es que… - revoleé los ojos hacia un lado - … la mala suerte tiende a seguirme cuando menos me lo espero.
Suspiré un poco. El pequeño frasco con el condimento estaba entrecerrado, y después de escuchar a Wood decirme esas cosas, creo que el mejor movimiento que podíamos hacer es evitar cualquier cosa picante. Más bien lo sentía como un “vamos a dar pasos seguros en nuestra relación”, porque la verdad es que estaba comportandome como si Wood me hubiera embarazado y nos mudaramos a una nueva casa, y como celebración estabamos comiendonos un asado en mitad de la estepa. Y aunque no tenía nada de malo, en realidad, confiarnos mutuamente, pues no tenía intención de ser la señora de Wood.
… espera, ¿por qué tendría que ser yo la señora? Yo también tengo pantalones, y podría tenerlos bien puestos si quisiera.
…
Así que con esto se refería con ser “solo amigas”. ¿Ven? Por eso nunca se tomen a pecho palabras que inicialmente se pueden malentender.
- … ¡Ah, si, por supuesto! - cielo santo, ¿cuánto tiempo me distraje? - Perdón, pensaba en… ehh… cosas… - ay, que papelón, y no pude evitar sonrojarme cuando dije eso - Claro que me encantaría que siguieramos juntas. Por todo el tiempo que te sientas cómoda, por supuesto. Osea, no te lo tomes como que te estoy diciendo “te vas a aburrir de mi”, es que…
Aunque ustedes no lo crean, mi seguridad en mi misma no es muy fuerte que digamos, y cuando comienzo a recordar en las cosas que hacía, me parecía un milagro de los dioses el que sobreviviera hasta mis 40
- … pues, en primeras, soy algo torpe. No, decir “algo” es quedarse torpe. Por ejemplo, cuando era una niña, se me ocurrió “alocarme” y subirme a un Yak salvaje, montandolo como un caballo. Y el resultado fue… pues, salí disparada hacia el cielo, y si no fuera porque mi abuelo estaba vigilandome, probablemente hubiera alimentado mucho pasto.
Creo que nunca vi a mi abuelo tan enojado conmigo como aquella vez.
- Y debido a la torpeza, consigo algo de mala suerte que me termina cazando en cosas realmente bobas - lo del conejo, por ejemplo, contaría como mala suerte si mi objetivo no hubiera sido él - una vez se me cayó el frasco de jengibre sin darme cuenta en la sopa. Y… desde entonces que no come de lo que cocino, no sin antes pasar por un estricto sistema en donde yo pruebo la comida primero
Y afortunadamente eso ha ayudado a conservar nuestra excelente amistad todo este tiempo, aunque mis papilas gustativas sufrieron mucho para ese cometido.
- Soy muy campesina para mis cosas también, y no funciono como normalmente funciona la gente de la ciudad - una de las razones de por qué quería abrazarla todo el rato, “amistad de campo” le decían, pero había mucho más detrás de ello que solo eso - Por lo mismo, no sé leer y soy ignorante de muchas cosas. Por eso a veces prefiero no meterme con la gente de la ciudad, ya que los excéntricos se creen muy geniales con eso de saber leer y escribir
Y realmente me irritaba eso. ¿Qué caso había en saber más cosas que el otro si vas a usarlo para humillarlo y creerte superior a él?
- Y la verdad… no tengo un destino fijo, así que no se si sea la persona más indicada para ser la capitana - sonreí, me imaginaba siendo una capitana de un barco, y creía que Wood bien podría ser mi mano derecha llevando eso - Creo que por el momento, sería mucho mejor que continuaramos apostando en este “puerto”, que la comida ya estará lista pronto, y la noche se viene muy pronto. ¿Le parece bien, contramaestre?
... contramaestre era el rango acompañante de un capitán, ¿verdad?
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Siria era genial, ponía todo de sí. Me preguntaba por qué viajaba sola. Teniendo la personalidad que tenía debería de estar rodeada por un montón de personas. Aunque las estepas no fueran precisamente amigables, las relaciones rompían barreras, sobre todo algo tan pequeño como un lugar inhóspito para la mitad de las razas, como cantar y cocer si tienes las ganas. Ella era todo lo que yo una vez quise ser. Sería la madre perfecta de mis cachorritos. Mis cachorritos que no habían conocido más vida por la culpa de lo que yo era. Era chistosa la cara de culpa que ponía por sus pequeñas torpezas, fue épica su reacción con los condimentos, como si tuviese algún arma de destrucción masiva entre manos. “Si todos fueran tan agradables como Siria…” sentía que la conocía de una vida pasada.
Y entonces, cuando creí que la dragona no podía ser mejor compañía, pareció ponerse a meditar profundamente. Athos también se iba a sus adentros, aunque para eso se sentaba con las piernas cruzadas, a eso le llamaba “meditación”. Siria en cambio, parecía haberse desconectado como un bio. Me robé una brocheta de conejo, la había comido entera para cuando mi nueva compañera pareció volver de su mundo interno. Realmente se tomaban en serio eso de la introspección los dragones peregrinos. Sonreí ante sus palabras. Sonaba tanto como una vida feliz. Por momentos sentía que quería ser parte de eso también y vivirlo como ella. Probablemente yo me hubiera comido el yak en vez de montarlo… mejor no hacerle ese tipo de comentarios.
Mi boca se volvió una línea blanca cuando la dragona me comentó lo de su analfabetismo. Eso no podía quedar así. Si una vergüenza como ser vivo como yo, era capaz de leer y escribir, entonces ella no podía ser menos y lo arreglaríamos, porque por la expresión que tenía, Siria parecía bastante irritada con la situación. Pero qué dices Siria, lo harás genial. Yo siempre confiaba en mi halcón para guiarme… pero creeme, aunque sepas donde estás, no necesariamente es una buena guía. Supongo que el camino es mejor que llegar a un destino propio ¿no crees? Aunque conozco gran parte de Aerandir, nunca tuve una experiencia como las que me comentaste. Creo que estar aquí esta noche es parte del viaje sonreí y saqué del fuego una porción de brambo y otra de conejo, dándole una a escoger.
Nuestro recorrido comienza ahora. Y hice énfasis en el conector como parece que no te gusta mucho esto de no saber leer o escribir, me encargaré de enseñarte mientras tú diriges todo el resto. Creo que aprenderé bastante de ti y tu curiosa forma de vida. Le di una mordida a mi pieza y le sonreí. Estaba contenta con la decisión que había tomado. Estar lejos de todo y con ella me hacían sentir un pelín mejor. Tal vez fuera el sereno de la noche o el estómago lleno, pero había algo tibio dentro de mi y no era el té, era algo “espiritual” las palabras volvían a mí cuando pensaba en ellas. Ah, pero yo sólo puedo enseñarte del idioma común, mira que no entiendo nada de otras razas suspiré y miré sus ojos profundos.
Aunque como no soy muy dotada con las reglas y las etiquetas, como puedes ver no me apego a nada de eso en ningún sentido… mejor nos dirigimos a alguna de las tres grandes ciudades donde sé que hay libros infinitos: las tres cunas del conocimiento. Lunargenta, Dundarak o la ciudad de los brujos Beltrexus. Hmmm… Vengo del Norte, asi que preferiría ir a la capital humana… aunque la decisión depende de ti. Aunque claro, puedo estar adelantándome a todo y tal vez ni siquiera quieras aprender… o no quieras ir tan lejos. Supongo que podríamos conseguir algún libro de segunda mano en algún poblado medianamente grande… me llevé una mano a la barbilla, pensando en las infinitas posibilidades. Había algo de nostálgico en hacer planes con otra persona.
En fin… la noche es larga, piénsatelo. Yo te seguiré cualquiera sea la aventura que desees comenzar volví al ataque de la carne, estaba terriblemente hambrienta. No recordaba cuándo fue la última vez que había comido algo decente, ni deseaba hacerlo. Comer, dormir y caminar. Todo había sido mecánico hasta ese día. Podía sentirlos o más bien presentirlos, el o los seguidores. Tendría que ser cuidadosa hasta saber de qué se trataba todo aquello de la persecución. No involucraría a Siria, aunque dudaba que sea quien fuere que me seguía, atacara cuando había alguien más.
Y entonces, cuando creí que la dragona no podía ser mejor compañía, pareció ponerse a meditar profundamente. Athos también se iba a sus adentros, aunque para eso se sentaba con las piernas cruzadas, a eso le llamaba “meditación”. Siria en cambio, parecía haberse desconectado como un bio. Me robé una brocheta de conejo, la había comido entera para cuando mi nueva compañera pareció volver de su mundo interno. Realmente se tomaban en serio eso de la introspección los dragones peregrinos. Sonreí ante sus palabras. Sonaba tanto como una vida feliz. Por momentos sentía que quería ser parte de eso también y vivirlo como ella. Probablemente yo me hubiera comido el yak en vez de montarlo… mejor no hacerle ese tipo de comentarios.
Mi boca se volvió una línea blanca cuando la dragona me comentó lo de su analfabetismo. Eso no podía quedar así. Si una vergüenza como ser vivo como yo, era capaz de leer y escribir, entonces ella no podía ser menos y lo arreglaríamos, porque por la expresión que tenía, Siria parecía bastante irritada con la situación. Pero qué dices Siria, lo harás genial. Yo siempre confiaba en mi halcón para guiarme… pero creeme, aunque sepas donde estás, no necesariamente es una buena guía. Supongo que el camino es mejor que llegar a un destino propio ¿no crees? Aunque conozco gran parte de Aerandir, nunca tuve una experiencia como las que me comentaste. Creo que estar aquí esta noche es parte del viaje sonreí y saqué del fuego una porción de brambo y otra de conejo, dándole una a escoger.
Nuestro recorrido comienza ahora. Y hice énfasis en el conector como parece que no te gusta mucho esto de no saber leer o escribir, me encargaré de enseñarte mientras tú diriges todo el resto. Creo que aprenderé bastante de ti y tu curiosa forma de vida. Le di una mordida a mi pieza y le sonreí. Estaba contenta con la decisión que había tomado. Estar lejos de todo y con ella me hacían sentir un pelín mejor. Tal vez fuera el sereno de la noche o el estómago lleno, pero había algo tibio dentro de mi y no era el té, era algo “espiritual” las palabras volvían a mí cuando pensaba en ellas. Ah, pero yo sólo puedo enseñarte del idioma común, mira que no entiendo nada de otras razas suspiré y miré sus ojos profundos.
Aunque como no soy muy dotada con las reglas y las etiquetas, como puedes ver no me apego a nada de eso en ningún sentido… mejor nos dirigimos a alguna de las tres grandes ciudades donde sé que hay libros infinitos: las tres cunas del conocimiento. Lunargenta, Dundarak o la ciudad de los brujos Beltrexus. Hmmm… Vengo del Norte, asi que preferiría ir a la capital humana… aunque la decisión depende de ti. Aunque claro, puedo estar adelantándome a todo y tal vez ni siquiera quieras aprender… o no quieras ir tan lejos. Supongo que podríamos conseguir algún libro de segunda mano en algún poblado medianamente grande… me llevé una mano a la barbilla, pensando en las infinitas posibilidades. Había algo de nostálgico en hacer planes con otra persona.
En fin… la noche es larga, piénsatelo. Yo te seguiré cualquiera sea la aventura que desees comenzar volví al ataque de la carne, estaba terriblemente hambrienta. No recordaba cuándo fue la última vez que había comido algo decente, ni deseaba hacerlo. Comer, dormir y caminar. Todo había sido mecánico hasta ese día. Podía sentirlos o más bien presentirlos, el o los seguidores. Tendría que ser cuidadosa hasta saber de qué se trataba todo aquello de la persecución. No involucraría a Siria, aunque dudaba que sea quien fuere que me seguía, atacara cuando había alguien más.
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Las estepas tienen eso muy particular de que tarda mucho en atardecer, quizás por cómo gira el planeta alrededor del sol, pero cuando este tocaba las montañas lejanas, era casi como se cayera y la luz se desvaneciera casi como si apagaras una vela. Papá decía que tenía que ver algo con la forma en que nuestro mundo era, pues no era redondo redondo como una esfera, sino que era un poco aplanado a los costados, como un huevo. ¿O era aplanado en la cabeza y en la cola? Era algo así, pero el caso es que la noche procedió a hacerse antes que pudieramos darnos cuenta debido a nuestra conversación.
Lentamente, el silencio comenzó a hacerse alrededor y podías sentir cómo el viento movía los arbustos y algunas plantas menores en algunas partes del lugar. Los animales dejaban de emitir sonidos, y solo se podía sentir los grillos en la lejanía, y como siempre, casi imposible de saber donde estaban. Bueno, no es que le fuera a sugerir a Wood que fueramos a dar caza a insectos en mitad de la noche, pero si era cierto que muchos viajeros, e incluso mismos dragones de Dundarak, sentían que las praderas del norte eran mucho más silenciosas que los nervios podían aguantar.
Me preguntaba si Wood sentiría lo mismo, o si en sus viajes estuvo acostumbrada a tratar ambos ambientes extremos. No estaba segura si se sentiría cómoda durante la noche. Pero de lo que si estaba segura era…
- ¡Ay, que delicia de conejo!
Podía sentir cómo mis mejillas se volvían rojas del gusto, mientras no podía quitarme la sonrisa boba de mi cara. Podía sentir cómo los sabores convergían en una espiral de sensaciones en mi boca. Se sentía cálida, con una textura suave, con los bordes crujientes y quemados gracias a las brasas. Nunca había probado esta parte de este animal… y a decir verdad, siquiera miré la parte que me estaba comiendo, ¿quizás sea una parte del muslo?
Muchas veces, nuestros destinos varían por el mundo sin querer decirnos si tienen algún significado o no. A veces vamos a ciegas, iluminados por un amigo o compañero, pero nunca se sabe realmente donde iremos a parar, que descubriremos, si nos arrepentiremos, si nos pasarán cosas. Y la verdad… estaba bien eso. Osea, no está bien morirse por ahí a manos de ladrones, pero el camino que exploramos a diario siempre tiene esa incertidumbre de donde nos llevará y qué aprenderemos de ello. Y eso es lo que terminaba preguntándome cuando miraba las praderas cuando pequeña.
¿Qué había más allá de aquella piedra? ¿De aquel valle? ¿Como será la gente de los bosques? ¿Que tan alto puede crecer un árbol de esos de los valles de los elfos?
… ¿qué tipo de amigos puedo hacer?
- … oh. Oh, es justo una de esas coincidencias por las que nosotros creemos en los Dioses Dragones y luego la gente nos tacha de locos – se me ocurrió bromear, mientras me terminaba un pedazo de brambo – La verdad es que no me molesta que solo sea el lenguaje común
Podía parecer bastante conformista, pero la verdad es que aprender algo tan valioso de alguien era muy emocionante. Y no solo eso, ella consideraba que podía aprender cosas de mi. La verdad es que desconocía qué podía enseñarle, pero si podíamos intercambiar experiencias de vida, estaría más que encantada. Aunque…
¿Quizás tejer? Pues, considerando mi historial de dedos pinchados, quizás no sea buena idea si no quiero dejarla vendada de las manos por el momento.
- Hmm…. La verdad es que no conozco ninguno de esos lados – me crucé de brazos para pensar, aunque esta vez estaba fijándome que no asaltara las presas deliciosas como antes – pero considerando que está el tema de la plaga en muchas localidades, no sé si sea buena idea pasar por Lunargenta en estos momentos. Incluso los mercaderes son reacios a ir así como así. Y Dundarak podría ser, pero…
Recordarlo me hacía sentir irritada. Osea, vamos, tenía 11 años cuando me resbalé y saqué una de las hojas de los escritos sagrados de la sacerdotisa Ventrile. ¿Acaso no podían dejar ese rencor atrás? Ni que hubiera sido a propósito.
- … digamos que no soy bienvenida en esa supuesta “cuna del conocimiento” - conocimiento mis polainas – así que podríamos ir a la ciudad de los brujos, aunque como dices, lo pensaré hasta que sea de mañana. Por el momento, creo que es mejor ver el tema de cómo dormiremos esta noche
La verdad, no sabía si ella tenía algo para taparse o si planeaba llegar a alguna ciudad en su estado, pueblo, casa o colarse en algún establo… ¡Ah, establo!
- Ah, pero ahora recuerdo. A una hora de aquí, creo que… espere, ¿donde está el norte? - cuando me lo indicó, me dirigí hacia el noreste – A una hora de aquí se encuentra la casa de una amiga. Podriamos parar ahí y pedir dormir en sus casas – De inmediato sentí la necesidad de aclarar, así que continué – La verdad es que hay mucha pobreza en estas tierras, no muchas de estas casas están adecuadas para albergar invitados, ya que consisten de dos dormitorios, o tres si es que las familias son numerosas – 5 o 6 por ejemplo – Y… no es que no puedan darnos una habitación para cada una, o una para las dos. Incluso, dependiendo de cómo estén, puede que nos dejen dormir en el establo – que aunque sonaba mal, el calor de los animales temperaba muy bien el lugar
O estaba la otra opción de acampar en estos lugares al aire libre, pero desconocía si le gustaba, o si prefería dormir bajo las estrellas
- Igual es algo que le dejo a su criterio. Si siente que dormir a la intemperie es riesgoso, podemos ir por esa opción. O si desea hacerlo bajo las estrellas y tomamos turnos para vigilar, también puede ser una opción
Y la verdad, el lugar se encontraba tan silencioso y tranquilo que si alguien o algo se aceraba, sería notado por ambas en cualquier momento.
Lentamente, el silencio comenzó a hacerse alrededor y podías sentir cómo el viento movía los arbustos y algunas plantas menores en algunas partes del lugar. Los animales dejaban de emitir sonidos, y solo se podía sentir los grillos en la lejanía, y como siempre, casi imposible de saber donde estaban. Bueno, no es que le fuera a sugerir a Wood que fueramos a dar caza a insectos en mitad de la noche, pero si era cierto que muchos viajeros, e incluso mismos dragones de Dundarak, sentían que las praderas del norte eran mucho más silenciosas que los nervios podían aguantar.
Me preguntaba si Wood sentiría lo mismo, o si en sus viajes estuvo acostumbrada a tratar ambos ambientes extremos. No estaba segura si se sentiría cómoda durante la noche. Pero de lo que si estaba segura era…
- ¡Ay, que delicia de conejo!
Podía sentir cómo mis mejillas se volvían rojas del gusto, mientras no podía quitarme la sonrisa boba de mi cara. Podía sentir cómo los sabores convergían en una espiral de sensaciones en mi boca. Se sentía cálida, con una textura suave, con los bordes crujientes y quemados gracias a las brasas. Nunca había probado esta parte de este animal… y a decir verdad, siquiera miré la parte que me estaba comiendo, ¿quizás sea una parte del muslo?
Muchas veces, nuestros destinos varían por el mundo sin querer decirnos si tienen algún significado o no. A veces vamos a ciegas, iluminados por un amigo o compañero, pero nunca se sabe realmente donde iremos a parar, que descubriremos, si nos arrepentiremos, si nos pasarán cosas. Y la verdad… estaba bien eso. Osea, no está bien morirse por ahí a manos de ladrones, pero el camino que exploramos a diario siempre tiene esa incertidumbre de donde nos llevará y qué aprenderemos de ello. Y eso es lo que terminaba preguntándome cuando miraba las praderas cuando pequeña.
¿Qué había más allá de aquella piedra? ¿De aquel valle? ¿Como será la gente de los bosques? ¿Que tan alto puede crecer un árbol de esos de los valles de los elfos?
… ¿qué tipo de amigos puedo hacer?
- … oh. Oh, es justo una de esas coincidencias por las que nosotros creemos en los Dioses Dragones y luego la gente nos tacha de locos – se me ocurrió bromear, mientras me terminaba un pedazo de brambo – La verdad es que no me molesta que solo sea el lenguaje común
Podía parecer bastante conformista, pero la verdad es que aprender algo tan valioso de alguien era muy emocionante. Y no solo eso, ella consideraba que podía aprender cosas de mi. La verdad es que desconocía qué podía enseñarle, pero si podíamos intercambiar experiencias de vida, estaría más que encantada. Aunque…
¿Quizás tejer? Pues, considerando mi historial de dedos pinchados, quizás no sea buena idea si no quiero dejarla vendada de las manos por el momento.
- Hmm…. La verdad es que no conozco ninguno de esos lados – me crucé de brazos para pensar, aunque esta vez estaba fijándome que no asaltara las presas deliciosas como antes – pero considerando que está el tema de la plaga en muchas localidades, no sé si sea buena idea pasar por Lunargenta en estos momentos. Incluso los mercaderes son reacios a ir así como así. Y Dundarak podría ser, pero…
Recordarlo me hacía sentir irritada. Osea, vamos, tenía 11 años cuando me resbalé y saqué una de las hojas de los escritos sagrados de la sacerdotisa Ventrile. ¿Acaso no podían dejar ese rencor atrás? Ni que hubiera sido a propósito.
- … digamos que no soy bienvenida en esa supuesta “cuna del conocimiento” - conocimiento mis polainas – así que podríamos ir a la ciudad de los brujos, aunque como dices, lo pensaré hasta que sea de mañana. Por el momento, creo que es mejor ver el tema de cómo dormiremos esta noche
La verdad, no sabía si ella tenía algo para taparse o si planeaba llegar a alguna ciudad en su estado, pueblo, casa o colarse en algún establo… ¡Ah, establo!
- Ah, pero ahora recuerdo. A una hora de aquí, creo que… espere, ¿donde está el norte? - cuando me lo indicó, me dirigí hacia el noreste – A una hora de aquí se encuentra la casa de una amiga. Podriamos parar ahí y pedir dormir en sus casas – De inmediato sentí la necesidad de aclarar, así que continué – La verdad es que hay mucha pobreza en estas tierras, no muchas de estas casas están adecuadas para albergar invitados, ya que consisten de dos dormitorios, o tres si es que las familias son numerosas – 5 o 6 por ejemplo – Y… no es que no puedan darnos una habitación para cada una, o una para las dos. Incluso, dependiendo de cómo estén, puede que nos dejen dormir en el establo – que aunque sonaba mal, el calor de los animales temperaba muy bien el lugar
O estaba la otra opción de acampar en estos lugares al aire libre, pero desconocía si le gustaba, o si prefería dormir bajo las estrellas
- Igual es algo que le dejo a su criterio. Si siente que dormir a la intemperie es riesgoso, podemos ir por esa opción. O si desea hacerlo bajo las estrellas y tomamos turnos para vigilar, también puede ser una opción
Y la verdad, el lugar se encontraba tan silencioso y tranquilo que si alguien o algo se aceraba, sería notado por ambas en cualquier momento.
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Oh oh se ponía interesante, me apunté mentalmente preguntarle a Siria por qué no era bienvenida en Dundarak, se me hacía que me diría una historia como la de su abuelo poco conformista o algo así. Abrí mis ojos grandes de la sorpresa, había sido un largo día, aún más larga tarde interactuando con alguien. Aunque Siria fuese genial, me sentía cansada… no recordaba cuándo había sido la última vez que había conversado con alguien propiamente. Prefería evitar a la gente y huir del contacto, había vivido así por bastantes lunas ya. Debí haberme dado cuenta que Siria no iba a dormir al descampado. Bueno, evidente era que ambas vivíamos la vida en lados opuestos, ella era como la otra cara de mis hachas: fuerte, necesaria, no dudaba que fuese aguerrida también, pero no era la parte del arma que lastimaba, sino la contracara, esa que mantenía todas las partes unidas. Por supuesto que no dormiría en medio de la nada.
Debí haberlo sabido… bueno, tienes una buena porción de cosas para poner en orden antes de salir le hice una seña con los ojos evidenciando las tazas, tetera, sus armas y demás bártulos alrededor del fuego. Yo voy ligera de equipaje me encogí de hombros, lo único que estaba “agregado” a mí, eran las armas y esas, en muy contadas ocasiones estaban apartadas de mí. Supongo que esto demuestra una vez más nuestras diferencias sonreí. Se me hacía tan loco que alguien viajase con tantas comodidades que simplemente imaginarme batallando y que se me quebrara aquello que con tanto esmero mantenía sano, me hacía reír. Además sentía que no debía ser práctico para alguien tan loquilla como ella llevar tantas cosas. Si era tan torpe como afirmaba, entonces se cargaba problemas a la espalda ¿Cómo había vivido así tanto tiempo? Oh si… tal vez porque era una dragona. Era fácil olvidar esa otra parte de su naturaleza cuando como persona tenía tantas cosas lindas.
Muy a mi pesar, volví a sonreír. Levanté la nariz al aire y señalé con la punta del dedo el Norte. Los vientos nunca mentían. Sus palabras me sorprendieron, realmente le estaba poniendo empeño a esto de viajar juntas, pensaba decirle que no se preocupara mucho por el lugar donde pasaríamos la noche. Si era por la seguridad yo bien podría montar guarda, pero parecía extrañamente apurada por hacerme llegar un mensaje. Siempre me sorprendes Siria, hija de los dragones apoyé una mano sobre su hombro- me costó encontrar un lugar donde no temiera romper esos bellos bordados y adornos- era extraño mirar a otra fémina a los ojos hacia arriba.
Yo no era particularmente alta pero era pocas las mujeres que me sacaban una ventaja como ella. Estar cerca de amigos siempre es bueno. Tal vez sea una buena idea despedirse antes de iniciar un largo recorrido. Llegarán las ocasiones donde estaremos obligadas a dormir en el descampado. Mi cabeza muchas veces está en riesgo, así que siempre intentaré descansar en el lugar que sea más seguro para ti, mi amiga. De todas formas, albergo en mi memoria malos recuerdos de estas interminables estepas. Poner a la dueña de esos ojos avellana imperturbables y esa piel que parecía ser tan delicada, en algún tiepo de riesgo, sería una ofensa imperdonable.
Sin muchas más palabras, comencé a apagar el fuego y a ayudarle en todo lo que pudiera para comenzar nuestro recorrido. Siria era un alma sensible, pero Creo que eres tan mala con las direcciones como yo con llevar la paz le dije, tendiendo mi mano bien para ayudarle o bien para que se apoyase en mí durante las partes más difíciles del recorrido. Yo solía tener un halcón y una yegua. La yegua era tan negra que muchos creían que yo era un mensajero de la muerte cuando luchábamos juntas. Hace un par de años lideré una expedición cerca del segundo pico, nos fue bien hasta el final, cuando nos emboscaron con un troll de montaña. Costó muchas vidas… en nuestra retirada llegué a estas tierras después de perderme en una tormenta de nieve. Aquí sólo encontré muerte en un pueblo arrasado por las guerras. Había un hombre, un científico o mecánico –o ambos- que me atacó a mí, a mi amigo dragón –del que te había contado antes- y a un elfo que se ofreció a curarme. El destino nos había unido a los tres en este lugar… bueno, en algún punto de las inmensas estepas.
A partir de allí mi poca disposición hacia los biocibernéticos se puso peor. Yo estaba necesitada y las estepas sólo me dieron problemas en vez de cobijo. Interminables llanuras con nada, cuando estás herida y con dolor no es precisamente el lugar donde quieres estar. Y heme aquí, de nuevo… con otro tipo de herida, es curioso. me detuve un momento a tomar una bocanada del fresco de aquél lugar Al menos en ese tiempo estaba acompañada de mi yegua y el halcón, ahora de ti. Estar con Siria me hacía querer llenar los espacios en blanco, aún quedaba un largo camino para recorrer. Probablemente en nuestras formas ferales llegaríamos más rápido a cualquier lugar. Me imaginaba que Siria debía de ser un dragón volador, no sabía por qué, pero me daba algo así como ilusión. Bueno… en vez de seguir hablando siempre de mí, turnémonos un poco… quiero saber varias cosas., por ejemplo ¿qué pasó en Dundarak?, ¿cómo son las personas a las que vamos a pedirle cobijo? Y lo más importante de todo: hice una pausa y lo pensé dos veces. Tal vez sería bastante indiscreto preguntarle por su forma dracónica.
Preferí cambiar de pregunta después de meditarlo ¿Qué intereses tienes? No lo se… en general, por ejemplo ¿buscas una pareja con la que tener…? volví a hacer silencio, me había mordido mi propia lengua Bueno, en mi caso por ejemplo, me gusta hacer cosas físicas, como cazar, atrapar cosas, trabajar en curtiduría o adiestrar algunos animales. Nunca me quedo mucho tiempo en un solo lugar… mi voz se apagaba Así que es tu turno. Tenemos más de media hora aún para ir conociéndonos mejor.
Debí haberlo sabido… bueno, tienes una buena porción de cosas para poner en orden antes de salir le hice una seña con los ojos evidenciando las tazas, tetera, sus armas y demás bártulos alrededor del fuego. Yo voy ligera de equipaje me encogí de hombros, lo único que estaba “agregado” a mí, eran las armas y esas, en muy contadas ocasiones estaban apartadas de mí. Supongo que esto demuestra una vez más nuestras diferencias sonreí. Se me hacía tan loco que alguien viajase con tantas comodidades que simplemente imaginarme batallando y que se me quebrara aquello que con tanto esmero mantenía sano, me hacía reír. Además sentía que no debía ser práctico para alguien tan loquilla como ella llevar tantas cosas. Si era tan torpe como afirmaba, entonces se cargaba problemas a la espalda ¿Cómo había vivido así tanto tiempo? Oh si… tal vez porque era una dragona. Era fácil olvidar esa otra parte de su naturaleza cuando como persona tenía tantas cosas lindas.
Muy a mi pesar, volví a sonreír. Levanté la nariz al aire y señalé con la punta del dedo el Norte. Los vientos nunca mentían. Sus palabras me sorprendieron, realmente le estaba poniendo empeño a esto de viajar juntas, pensaba decirle que no se preocupara mucho por el lugar donde pasaríamos la noche. Si era por la seguridad yo bien podría montar guarda, pero parecía extrañamente apurada por hacerme llegar un mensaje. Siempre me sorprendes Siria, hija de los dragones apoyé una mano sobre su hombro- me costó encontrar un lugar donde no temiera romper esos bellos bordados y adornos- era extraño mirar a otra fémina a los ojos hacia arriba.
Yo no era particularmente alta pero era pocas las mujeres que me sacaban una ventaja como ella. Estar cerca de amigos siempre es bueno. Tal vez sea una buena idea despedirse antes de iniciar un largo recorrido. Llegarán las ocasiones donde estaremos obligadas a dormir en el descampado. Mi cabeza muchas veces está en riesgo, así que siempre intentaré descansar en el lugar que sea más seguro para ti, mi amiga. De todas formas, albergo en mi memoria malos recuerdos de estas interminables estepas. Poner a la dueña de esos ojos avellana imperturbables y esa piel que parecía ser tan delicada, en algún tiepo de riesgo, sería una ofensa imperdonable.
Sin muchas más palabras, comencé a apagar el fuego y a ayudarle en todo lo que pudiera para comenzar nuestro recorrido. Siria era un alma sensible, pero Creo que eres tan mala con las direcciones como yo con llevar la paz le dije, tendiendo mi mano bien para ayudarle o bien para que se apoyase en mí durante las partes más difíciles del recorrido. Yo solía tener un halcón y una yegua. La yegua era tan negra que muchos creían que yo era un mensajero de la muerte cuando luchábamos juntas. Hace un par de años lideré una expedición cerca del segundo pico, nos fue bien hasta el final, cuando nos emboscaron con un troll de montaña. Costó muchas vidas… en nuestra retirada llegué a estas tierras después de perderme en una tormenta de nieve. Aquí sólo encontré muerte en un pueblo arrasado por las guerras. Había un hombre, un científico o mecánico –o ambos- que me atacó a mí, a mi amigo dragón –del que te había contado antes- y a un elfo que se ofreció a curarme. El destino nos había unido a los tres en este lugar… bueno, en algún punto de las inmensas estepas.
A partir de allí mi poca disposición hacia los biocibernéticos se puso peor. Yo estaba necesitada y las estepas sólo me dieron problemas en vez de cobijo. Interminables llanuras con nada, cuando estás herida y con dolor no es precisamente el lugar donde quieres estar. Y heme aquí, de nuevo… con otro tipo de herida, es curioso. me detuve un momento a tomar una bocanada del fresco de aquél lugar Al menos en ese tiempo estaba acompañada de mi yegua y el halcón, ahora de ti. Estar con Siria me hacía querer llenar los espacios en blanco, aún quedaba un largo camino para recorrer. Probablemente en nuestras formas ferales llegaríamos más rápido a cualquier lugar. Me imaginaba que Siria debía de ser un dragón volador, no sabía por qué, pero me daba algo así como ilusión. Bueno… en vez de seguir hablando siempre de mí, turnémonos un poco… quiero saber varias cosas., por ejemplo ¿qué pasó en Dundarak?, ¿cómo son las personas a las que vamos a pedirle cobijo? Y lo más importante de todo: hice una pausa y lo pensé dos veces. Tal vez sería bastante indiscreto preguntarle por su forma dracónica.
Preferí cambiar de pregunta después de meditarlo ¿Qué intereses tienes? No lo se… en general, por ejemplo ¿buscas una pareja con la que tener…? volví a hacer silencio, me había mordido mi propia lengua Bueno, en mi caso por ejemplo, me gusta hacer cosas físicas, como cazar, atrapar cosas, trabajar en curtiduría o adiestrar algunos animales. Nunca me quedo mucho tiempo en un solo lugar… mi voz se apagaba Así que es tu turno. Tenemos más de media hora aún para ir conociéndonos mejor.
Woodpecker
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
"Siempre me sorprendes Siria, hija de los dragones"
Curiosamente, aquella frase se me quedó muy adentro de mi mente y corazón, incluso meses después de aquel encuentro con Wood en las estepas. No porque quizás quería decir algo detrás, fuera bueno o malo. Nunca supe exactamente qué era… pero al menos, mi sensación era de alguien que había viajado anteriormente con un dragón, como había mencionado. Pero era más allá de eso. Era como si alguna vez hubiera escuchado los relatos de otros dragones, las historias que comúnmente salen de nuestros muros de hielo para llegar a las cálidas tierras del sur, y se hubiera fascinado al escucharlas, queriendo aprender un poco más de ellas. Como si no pensara que fuéramos raros al creer en nuestras creencias y en nuestros dioses. Como si aquello fuera una parte integral de nuestro ser.
No le pregunté aquella vez porque no era una sensación de que ella lo hiciera voluntariamente. No tenía sentido preguntarle a alguien por los designios más secretos e inconscientes de los que no tenía idea. Más no es que tuviera importancia en decidir si ella quería quedarse a mi lado viajando, o yo con ella. Creo que habían muchas cosas que podíamos compartir, mientras que otras no. Aunque nos conocieramos solo aquel día, sentí que nos habíamos confiado mutuamente muchas experiencias que otras personas conocidas de hace meses.
Y aunque yo fuera una persona aburrida, quería estar a su lado. A lo mejor no compartiríamos cosas como trabajar en gremios, o como mercenaria, pero quizás se me podía pegar algo de ella. Y a lo mejor yo le podía pegar algo de mi a ella. Aunque, siendo sincera, si aprendía a hilar mejor que yo… ay, no es que me agarran celos ni nada, pero si era mejor que yo, iba a quedarme con pocas cosas con las que podía sacar pecho y sentirme orgullosa.
No, no… no lo de pincharme los dedos.
- Si, sería bueno despedirse – planeaba hacerlo antes de encontrarme a Wood, de hecho – Solo espero que no sea una “coincidencia muy coincidental” el que lleguemos a su hogar mientras es de noche
No es que ella tuviera ese tipo de problemas. Nadie de mis conocidos en la estepa los tenía, la verdad, y mi familia tampoco. Más bien, pensaba en que su carácter era algo distinto del mío, y si le había caído bien a Wood, pensé que quizás el estar bajo el otro espectro podría traer algún roce. Eso, además de que era una desconocida en las estepas.
Si… creo que se me olvidó pensar en ese detalle antes. Pero yo podría abogar por ella, así que no debería haber problema. Solo no tendría que darle la expectativa de una cama.
Escuché el relato en silencio, mientras contaba su historia con su yegua. Muchas veces la gente en general, incluyendome, era muy distinta en la actualidad que hace un par de años. No me imaginaba a Wood siendo “la mensajera de la muerte” como decía que era. A menos que llevara una capa negra también. Y una guadaña. Y quizás una risa del inframundo mientras dice “Sus almas ahora me pertenecen”.
… en realidad, me pude imaginar a lo que se refería con eso, solo que quizás no era nada acercado a la realidad.
Me quedé escuchado su relato de cómo sobrevivieron a un troll en las montañas, el encuentro con el elfo y el tema de los Bios. Normalmente nosotros no viajabamos tan arriba, pues la gente de las estepas prefería quedarse en las llanuras cuidando sus manadas, y tanto los bisontes y yaks no eran animales que tenían una gran movilidad. Al menos, no en un estado más sedentario. Por ello, era difícil imaginarme las desventuras que sufrió en aquel lugar. Era curioso que el dolor pudiera ser un puente para los encuentros, pues uno pensaría que, al igual que los animales, las personas se repliegan frente a experiencias dolorosas. Ya fuera porque no querían aun más ser lastimados, o porque a veces no se tenía a quién confiar.
Quizás, en cierto sentido, la capacidad de poder confiar cuando nos sentimos más vulnerables era lo que nos diferenciaba de las bestias.
- Lo de Dundarak…
Pensé que no llegaríamos a esa instancia. Osea, no creo que alguna pregunta posterior a la que me hizo, por ejemplo lo de si alguien me gustaba o no, me incomodaba más que esa. Bueno, no era incomodidad en si, es que… era tan vergonzosa y ridícula a la vez.
- Cuando tenía… ¿19 años quizás? - hasta para el tiempo que transcurrió lo había olvidado – Se me ocurrió hacer una especie de experimento con mis amigas. No se si experimento en si – ladeé mi cabeza hacia un lado – el caso es que se nos ocurrió con mis amigas el intentar hacer como los pajaros cuando planean para capturar su presa. Por ejemplo, el halcón que tenía, a veces planean para agarrar velocidad para tomar las cosas con las patas y llevárselas – hice el gesto con mi mano, imitando la ruta que normalmente hacían de ir hacia abajo y luego subir, formando una U – El caso es que me transformé en Dragón para intentar hacer lo mismo, y volé hasta un edificio bien alto y comencé a caer en picada hacia el suelo, mientras mis amigas tenían un pedazo de sandía que ese era el objetivo a llevarse. Entonces comencé a caer y caer, y como era primera vez intentándolo, no logré adecuarme bien a cuándo debía inclinarme hacia arriba, por lo que lo hice muy antes, y debido a la fuerza que tuve al subir, no pude desviar mi ruta, y terminé chocando contra… pues, el ventanal de vidrio fino de la Biblioteca. Como era fino, y yo una cabeza dura – lo digo de forma literal, no se aprovechen del pánico para tratarme como tonta – pues… eso terminó en que caí a la biblioteca, me agarré instintivamente de lo que tenía a mano, y debido a eso, pasé a llegar con mis garras un libro antiguo y terminé sacando varias hojas de él.
Sé que sonaba a una aventura demasiado loca para alguien que recién podía conocerme, pero era cierto. Como niña crecida en las estepas, buscando aventura deseosa y con una gran energía, que me prendiera a hacer cosas era algo destinado a pasar. Mamá siempre se preguntaba si no había nacido como una Dragona de fuego por error.
- Pues, de no haber sido por mi abuelo, el castigo hubiera sido más severo por haber hecho todo eso. Todavía no lo olvidan, por lo que es difícil viajar a la ciudad y los guardias no te miren con cara de rara – me cruce de brazos mientras decía eso
Quizás no sonaba muy interesante para alguien de mundo como Wood, pero no es que hubiera otra forma de contarla. Al menos, no sabía como contarla con “salseo”, pues era algo que me avergonzaba de recordar. Quizás en un futuro podría contarla de mejor forma, pero aquello no sería hoy.
Fue entonces que caí en el hecho. Habíamos caminado por mucho rato, pero no veía las usuales señales para llegar a nuestro destino. Cuando se caminaba por la estepa, muchas veces veías paisajes tan repetidos entre si que era difícil saber tu ubicación. Para solucionar eso, normalmente usábamos “señales”, que no eran nada más que cosas de la naturaleza que usábamos para guiarnos: un árbol con forma graciosa, una piedra enorme, esas cosas. Y según recuerdo, si estábamos a media hora como decía Wood, debíamos de habernos topado con una piedra de algunos metros de alto a estas alturas.
- … creo que me perdí – tuve que confesar muy a mi pesar – Osea, nos perdimos.
Aun cuando le hiciera gracia el que me costara encontrar mi norte, la verdad es que no quería que aquello fuera una característica en una compañera de viajes. Es por eso que, antes que propusiera acampar o dirigirnos a otra dirección, dejé mis cosas en el suelo, cuidando que la linterna que había prendido para guiarnos en la oscuridad no quemara las cosas.
- Ya sé que haremos, pero ojalá no se moleste – aunque era raro decirlo, pues para mi era algo normal. ¿Quizás era porque nunca me había visto y tenía miedo de que pensara que la fuera a comer o algo así?
No, eso ya rallaba en lo idiota. Eso eran mitos alimentados por los niños y abuelos de los humanos, quienes pensaban que nos comíamos a los niños malos, no era para que se pudiera creer seriamente.
Así como Wood dejó sus cosas cuando se transformó, solté mis prendas de ropas y lentamente comencé a desvestirme en las partes que era imposible no romperlas. El frío atacó completamente mi cuerpo, y no pude evitar quejarme con un “ay, que hace frío por lo más santo”, pero cuando apenas logré mi cometido, no tardé en concentrarme.
¿Como se puede explicar el qué se siente el transformarse en Dragón? Es difícil para los magos, o los humanos, pues no tienen una segunda forma a la cuál acostumbrarse. Pero para nosotros era abrazar nuestro interior. Era como si pudieras poner tus manos en tu pecho y poder tomar un corazón invisible al resto, incluso a nosotros, pero poder sentirlo y dejar que te envolviera con un cariño de antaño, como si fueran los mismos Dioses quienes te dieran su manto, su espíritu.
Quizás es por eso que a veces decían que los Dragones teníamos nuestra apariencia en base a nuestro interior. Nunca supe realmente si aquello era cierto o no.
Para cuando terminé, podía ver a Wood delante de mi con su rostro… era difícil de explicar, pues la linterna no iluminaba muy bien el lugar, así que tuve que tomarla, la linterna digo, y colocarla entremedio de las dos para verla bien. ¿Cómo lo podría explicar? No podía sentir lo que pensaba, por lo que tuve que darle mi lampara, e intenté hacer con gestos que iba a volar alrededor para revisar el área. En algún lado debían estar las señales, no creo que debíamos estar tan lejos.
Mis alas levantaron mi cuerpo, aunque tuve que alejarme un poco para que el viento no levantara las cosas, apagar la lampara, o moverle demasiado la ropa a Wood. Cuando me encontré en el aire, di un par de círculos mientras me elevaba para indicarle que estaría cerca, y a la vez hacerme una idea de donde estabamos. A veces me detenía para focalizar mi vista hacia lo más lejano, aunque lo que se podía ver era un carajo, pero al menos las siluetas de las cosas eran notorias.
Lentamente me alejaba un poco para focalizarme más en el horizonte, hasta que pude observar algo que se parecía a la roca. Comencé a volar de lado para poder observarla mejor, y cuando me aseguré que la roca en efecto era ella, volví donde Wood. Aterricé cerca de donde estaba, pero nuevamente lo suficientemente lejos como para no apagar la lampara o sacar volando las cosas, y me acerqué a ella. Me puse de lado, y le indiqué donde era. Desde el punto de la roca, solo sería caminar hacia el norte y ahí sería fácil, pues era la única casa en donde se podía ver luz, o el humo de la chimenea.
Y la verdad, debo confesar que quizás fue muy “niña chica” mi actitud en ese momento, pero sentí unos deseos irrefrenables de un abrazo, pues porque Wood era adorable y hace rato que quería uno, y además que había hecho un buen trabajo, y me merecía un abrazo como recompensa. Así que extendí mis brazos, esperando un abrazo de vuelta. Aunque la verdad, ahora que lo pensaba, si podía parecer con mi forma que a lo mejor quería comermela como decían las historias de niños.
… odio la ignorancia de los humanos. Solo esperaba que no creyera en ellas, o que no tuviera una apariencia muy fea para ella.
Curiosamente, aquella frase se me quedó muy adentro de mi mente y corazón, incluso meses después de aquel encuentro con Wood en las estepas. No porque quizás quería decir algo detrás, fuera bueno o malo. Nunca supe exactamente qué era… pero al menos, mi sensación era de alguien que había viajado anteriormente con un dragón, como había mencionado. Pero era más allá de eso. Era como si alguna vez hubiera escuchado los relatos de otros dragones, las historias que comúnmente salen de nuestros muros de hielo para llegar a las cálidas tierras del sur, y se hubiera fascinado al escucharlas, queriendo aprender un poco más de ellas. Como si no pensara que fuéramos raros al creer en nuestras creencias y en nuestros dioses. Como si aquello fuera una parte integral de nuestro ser.
No le pregunté aquella vez porque no era una sensación de que ella lo hiciera voluntariamente. No tenía sentido preguntarle a alguien por los designios más secretos e inconscientes de los que no tenía idea. Más no es que tuviera importancia en decidir si ella quería quedarse a mi lado viajando, o yo con ella. Creo que habían muchas cosas que podíamos compartir, mientras que otras no. Aunque nos conocieramos solo aquel día, sentí que nos habíamos confiado mutuamente muchas experiencias que otras personas conocidas de hace meses.
Y aunque yo fuera una persona aburrida, quería estar a su lado. A lo mejor no compartiríamos cosas como trabajar en gremios, o como mercenaria, pero quizás se me podía pegar algo de ella. Y a lo mejor yo le podía pegar algo de mi a ella. Aunque, siendo sincera, si aprendía a hilar mejor que yo… ay, no es que me agarran celos ni nada, pero si era mejor que yo, iba a quedarme con pocas cosas con las que podía sacar pecho y sentirme orgullosa.
No, no… no lo de pincharme los dedos.
- Si, sería bueno despedirse – planeaba hacerlo antes de encontrarme a Wood, de hecho – Solo espero que no sea una “coincidencia muy coincidental” el que lleguemos a su hogar mientras es de noche
No es que ella tuviera ese tipo de problemas. Nadie de mis conocidos en la estepa los tenía, la verdad, y mi familia tampoco. Más bien, pensaba en que su carácter era algo distinto del mío, y si le había caído bien a Wood, pensé que quizás el estar bajo el otro espectro podría traer algún roce. Eso, además de que era una desconocida en las estepas.
Si… creo que se me olvidó pensar en ese detalle antes. Pero yo podría abogar por ella, así que no debería haber problema. Solo no tendría que darle la expectativa de una cama.
Escuché el relato en silencio, mientras contaba su historia con su yegua. Muchas veces la gente en general, incluyendome, era muy distinta en la actualidad que hace un par de años. No me imaginaba a Wood siendo “la mensajera de la muerte” como decía que era. A menos que llevara una capa negra también. Y una guadaña. Y quizás una risa del inframundo mientras dice “Sus almas ahora me pertenecen”.
… en realidad, me pude imaginar a lo que se refería con eso, solo que quizás no era nada acercado a la realidad.
Me quedé escuchado su relato de cómo sobrevivieron a un troll en las montañas, el encuentro con el elfo y el tema de los Bios. Normalmente nosotros no viajabamos tan arriba, pues la gente de las estepas prefería quedarse en las llanuras cuidando sus manadas, y tanto los bisontes y yaks no eran animales que tenían una gran movilidad. Al menos, no en un estado más sedentario. Por ello, era difícil imaginarme las desventuras que sufrió en aquel lugar. Era curioso que el dolor pudiera ser un puente para los encuentros, pues uno pensaría que, al igual que los animales, las personas se repliegan frente a experiencias dolorosas. Ya fuera porque no querían aun más ser lastimados, o porque a veces no se tenía a quién confiar.
Quizás, en cierto sentido, la capacidad de poder confiar cuando nos sentimos más vulnerables era lo que nos diferenciaba de las bestias.
- Lo de Dundarak…
Pensé que no llegaríamos a esa instancia. Osea, no creo que alguna pregunta posterior a la que me hizo, por ejemplo lo de si alguien me gustaba o no, me incomodaba más que esa. Bueno, no era incomodidad en si, es que… era tan vergonzosa y ridícula a la vez.
- Cuando tenía… ¿19 años quizás? - hasta para el tiempo que transcurrió lo había olvidado – Se me ocurrió hacer una especie de experimento con mis amigas. No se si experimento en si – ladeé mi cabeza hacia un lado – el caso es que se nos ocurrió con mis amigas el intentar hacer como los pajaros cuando planean para capturar su presa. Por ejemplo, el halcón que tenía, a veces planean para agarrar velocidad para tomar las cosas con las patas y llevárselas – hice el gesto con mi mano, imitando la ruta que normalmente hacían de ir hacia abajo y luego subir, formando una U – El caso es que me transformé en Dragón para intentar hacer lo mismo, y volé hasta un edificio bien alto y comencé a caer en picada hacia el suelo, mientras mis amigas tenían un pedazo de sandía que ese era el objetivo a llevarse. Entonces comencé a caer y caer, y como era primera vez intentándolo, no logré adecuarme bien a cuándo debía inclinarme hacia arriba, por lo que lo hice muy antes, y debido a la fuerza que tuve al subir, no pude desviar mi ruta, y terminé chocando contra… pues, el ventanal de vidrio fino de la Biblioteca. Como era fino, y yo una cabeza dura – lo digo de forma literal, no se aprovechen del pánico para tratarme como tonta – pues… eso terminó en que caí a la biblioteca, me agarré instintivamente de lo que tenía a mano, y debido a eso, pasé a llegar con mis garras un libro antiguo y terminé sacando varias hojas de él.
Sé que sonaba a una aventura demasiado loca para alguien que recién podía conocerme, pero era cierto. Como niña crecida en las estepas, buscando aventura deseosa y con una gran energía, que me prendiera a hacer cosas era algo destinado a pasar. Mamá siempre se preguntaba si no había nacido como una Dragona de fuego por error.
- Pues, de no haber sido por mi abuelo, el castigo hubiera sido más severo por haber hecho todo eso. Todavía no lo olvidan, por lo que es difícil viajar a la ciudad y los guardias no te miren con cara de rara – me cruce de brazos mientras decía eso
Quizás no sonaba muy interesante para alguien de mundo como Wood, pero no es que hubiera otra forma de contarla. Al menos, no sabía como contarla con “salseo”, pues era algo que me avergonzaba de recordar. Quizás en un futuro podría contarla de mejor forma, pero aquello no sería hoy.
Fue entonces que caí en el hecho. Habíamos caminado por mucho rato, pero no veía las usuales señales para llegar a nuestro destino. Cuando se caminaba por la estepa, muchas veces veías paisajes tan repetidos entre si que era difícil saber tu ubicación. Para solucionar eso, normalmente usábamos “señales”, que no eran nada más que cosas de la naturaleza que usábamos para guiarnos: un árbol con forma graciosa, una piedra enorme, esas cosas. Y según recuerdo, si estábamos a media hora como decía Wood, debíamos de habernos topado con una piedra de algunos metros de alto a estas alturas.
- … creo que me perdí – tuve que confesar muy a mi pesar – Osea, nos perdimos.
Aun cuando le hiciera gracia el que me costara encontrar mi norte, la verdad es que no quería que aquello fuera una característica en una compañera de viajes. Es por eso que, antes que propusiera acampar o dirigirnos a otra dirección, dejé mis cosas en el suelo, cuidando que la linterna que había prendido para guiarnos en la oscuridad no quemara las cosas.
- Ya sé que haremos, pero ojalá no se moleste – aunque era raro decirlo, pues para mi era algo normal. ¿Quizás era porque nunca me había visto y tenía miedo de que pensara que la fuera a comer o algo así?
No, eso ya rallaba en lo idiota. Eso eran mitos alimentados por los niños y abuelos de los humanos, quienes pensaban que nos comíamos a los niños malos, no era para que se pudiera creer seriamente.
Así como Wood dejó sus cosas cuando se transformó, solté mis prendas de ropas y lentamente comencé a desvestirme en las partes que era imposible no romperlas. El frío atacó completamente mi cuerpo, y no pude evitar quejarme con un “ay, que hace frío por lo más santo”, pero cuando apenas logré mi cometido, no tardé en concentrarme.
¿Como se puede explicar el qué se siente el transformarse en Dragón? Es difícil para los magos, o los humanos, pues no tienen una segunda forma a la cuál acostumbrarse. Pero para nosotros era abrazar nuestro interior. Era como si pudieras poner tus manos en tu pecho y poder tomar un corazón invisible al resto, incluso a nosotros, pero poder sentirlo y dejar que te envolviera con un cariño de antaño, como si fueran los mismos Dioses quienes te dieran su manto, su espíritu.
Quizás es por eso que a veces decían que los Dragones teníamos nuestra apariencia en base a nuestro interior. Nunca supe realmente si aquello era cierto o no.
Para cuando terminé, podía ver a Wood delante de mi con su rostro… era difícil de explicar, pues la linterna no iluminaba muy bien el lugar, así que tuve que tomarla, la linterna digo, y colocarla entremedio de las dos para verla bien. ¿Cómo lo podría explicar? No podía sentir lo que pensaba, por lo que tuve que darle mi lampara, e intenté hacer con gestos que iba a volar alrededor para revisar el área. En algún lado debían estar las señales, no creo que debíamos estar tan lejos.
Mis alas levantaron mi cuerpo, aunque tuve que alejarme un poco para que el viento no levantara las cosas, apagar la lampara, o moverle demasiado la ropa a Wood. Cuando me encontré en el aire, di un par de círculos mientras me elevaba para indicarle que estaría cerca, y a la vez hacerme una idea de donde estabamos. A veces me detenía para focalizar mi vista hacia lo más lejano, aunque lo que se podía ver era un carajo, pero al menos las siluetas de las cosas eran notorias.
Lentamente me alejaba un poco para focalizarme más en el horizonte, hasta que pude observar algo que se parecía a la roca. Comencé a volar de lado para poder observarla mejor, y cuando me aseguré que la roca en efecto era ella, volví donde Wood. Aterricé cerca de donde estaba, pero nuevamente lo suficientemente lejos como para no apagar la lampara o sacar volando las cosas, y me acerqué a ella. Me puse de lado, y le indiqué donde era. Desde el punto de la roca, solo sería caminar hacia el norte y ahí sería fácil, pues era la única casa en donde se podía ver luz, o el humo de la chimenea.
Y la verdad, debo confesar que quizás fue muy “niña chica” mi actitud en ese momento, pero sentí unos deseos irrefrenables de un abrazo, pues porque Wood era adorable y hace rato que quería uno, y además que había hecho un buen trabajo, y me merecía un abrazo como recompensa. Así que extendí mis brazos, esperando un abrazo de vuelta. Aunque la verdad, ahora que lo pensaba, si podía parecer con mi forma que a lo mejor quería comermela como decían las historias de niños.
… odio la ignorancia de los humanos. Solo esperaba que no creyera en ellas, o que no tuviera una apariencia muy fea para ella.
- Spoiler:
- La forma de dragón es esta:
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Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Escuchar a Siria hablar de edad, con lo que eso representaba para ellos y para mí, me dejó pensando bastante. Diecinueve años… ¿cuánto tiempo atrás habría sido diecinueve años? A juzgar por su apariencia, la dragona sería un tanto mayor que yo, estaría ¿alrededor de los treinta? Máximo. Pero sabía que ellos envejecían a otro ritmo, por lo que, muy a mi pesar, me encontré haciendo cuentas mientras escuchaba su relato. La personalidad de Siria parecía ser siempiternamente jovial y alegre, aunque en el pasado, al igual que yo, había hecho sus propias locuras. Me encontré riendo a lo largo de sus líneas, tratando de pensar como ella y ver, en la ciudad de los dragones –que para mí era mucho más gris de lo que ella pintaba- a una Siria joven tratando de planear en el aire, secundada de sus amigas.
Por algún motivo me imaginaba a Siria con el pelo suelto y salvajemente despeinado, más flacuchenta y dos amigas más, una con el pelo de fuego y todo parado, tal vez enrulado –esa que siempre te anima a hacer las cosas pero es la primera en irse- y la otra, de pelo… no sé, tal vez verde y liso, con una diadema muy sutil en la frente, esta otra más recatada. Entre medio de la voluntad y el corazón ¡SIRIA! El brazo ejecutor. Escuchar hablar de garras a esta mujer tan perfectamente hogareña y dulce era raro, me dejaba con una sensación de desconocimiento y externalidad. Era una faceta que aún no conocía de ella. Y tampoco tenía muchas esperanzas de ver por mí misma, ya que algunos dragones solían ser muy discretos y reacios a la hora de desvelar su otra forma. Nada que un licántropo normal pudiese imitar y con lo que pudiera vivir normalmente.
Intenté poner cara de póker cuando Siria me miró después del comentario de las caras raras, probablemente si me reía se ofendería. Pero para mí, los dragones de Dundarak, todos tenían caras raras, tal vez porque era un licántropo y me habían sacado la ficha rápidamente, cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que mi yo del pasado era peligroso por lo poco predecible que era. Yo también me hubiera mirado a mí misma con una expresión dura si me encontrara con mi propio yo de cuatro años atrás. Además, dado que son una raza longeva, no me llamaba la atención que recordaran por tanto tiempo, y… si había tenido tanta trascendencia, probablemente la hazaña hubiera sido contada a otras generaciones. No quería decírselo para no traumarla o agravar la pena, pero su aventura probablemente quedaría en el colectivo draconiano por mucho tiempo… Por otro lado estaba la figura recurrente del abuelo; cada vez tenía más curiosidad por él, de cierta forma lo dibujaba en mi mente como alguien extremadamente viejo, algo arqueado por el paso del tiempo, arrugas, expresión grave y como un ermitaño malhumorado; por otro lado, muy respetado y digno.
Miré a Siria como si me estuviese hablando en draconiano, me costó volver del mundo de los sueños y entender que no estábamos en el camino correcto hacia la casa de sus amigas. La estepa era mucho de lo mismo, suponía que le había demandado mucho a la dragona con problemas de orientación, cuando le pedí que conversáramos. Me sentí muy culpable, estaba haciendo que Siria tardase más tiempo en dormir y llegar a un techo seguro, además, ya no eran horas para estar llegando de visitas. Suspiré. ¿Podría ser que yo nunca hacía nada bien? Le lancé una media sonrisa, más bien fruto del momento que de lo que en realidad pasaba por mi corazón. La dragona parecía estar sufriéndolo peor que yo, pero ella por otra obvia razón. Sin perder el tiempo comenzó a moverse, yo parecía nunca ir a la par de las acciones o pensamientos de Siria. Me costó bastante tiempo darme cuenta de lo que estaba pensando hacer, sus palabras de advertencia me tomaron desprevenida y me dejaron con la boca abierta.
Apreté mis dientes, ¿qué podía ser tan malo que pudiera molestarme? Asentí con los puños cerrados, estaba lista para enfrentarme a lo que fuera. Podía sentir como si mis cejas se estuviesen tocando entre ellas, entonces Siria comenzó a desvestirse. Sentí que la boca me colgaba de la mandíbula. “Oh no no… yo no me inclino para ese lado” me grité en mis fueros internos, intentando pensar una forma de decírselo sin herir sus sentimientos. No sabía qué tenía que ver esto con aquello, pero prefería pasar a lo otro: encontrar una forma de continuar nuestro camino. Mis ideas estaban revueltas pero no podía dejar de observar cómo la dragona cambiaba de forma, era algo… indescriptible. Parecía que ella abrazaba a su forma de dragón y ese otro ser, muy ajeno y superior, emergía de ella son suavidad y elegancia. Por unos instantes sentí algo como envidia, después recordé que ella era toda una mujer a toda regla, no como yo, y se me pasó.
La luz del farol entre las dos era tenue, levanté una mano para tomar el farol de entre sus fauces. Los ojos de Siria seguían siendo brillosos e inteligentes, no, ahora lo eran más. Siria era diferente a los dragones que había conocido hasta entonces, parecía tener tanto pelo como plumas. Era como un dragón pajarillo. Sonreí mientras la veía hacer señas preocupadas, creo que había intentado leer la expresión en mi rostro, pero cuando me enfrentaba a situaciones inesperadas ponía cara de póker, herencia del entrenamiento en el gremio. No tiene escamas murmuré negando con la cabeza mientras observaba la oscuridad de la noche hacia el último lugar donde la vi desaparecer. La lámpara me encandilaba más de lo que me ayudaba a ver. Hubiera preferido apagarla y dejar que mi vista se adaptara naturalmente, pero supuse que en una u otra forma, mi compañera seguiría siendo ella misma, con habilidad especial para perderse y todo lo demás. Mejor dejarle una luz para que se guíe de vuelta hacia mí.
Siria era sorprendente, magnífica... elegante, sus alas desplegadas le conferían una majestuosidad tan envolvente que la sentía irreal. Me soplé las manos con aliento caliente y miré como el vaho se elevaba al cielo estrellado. La dragona apareció volando con soltura, con movimientos sutiles aterrizó no muy lejos. Ojalá yo pudiera ser una cuarta parte tan… vaya… así, era surreal, ella, yo, la noche… Bonita, un dragón como ningún otro. Su cuerpo era alargado y parecía ondear. Estaba fascinada con su forma, cerré mi boca y vi cómo se acercaba a mí y se paraba en sus patas traseras, intenté recordar si había hecho algo para ofenderla; miré sus garras y colmillos y tragué saliva. Había abierto sus brazos de una forma que apostaría era incómoda, como un abrazo de oso dragonil o algo así. Su nuevo tamaño no la hacía precisamente más fácil de aproximar, pero teniendo una parte bestial yo misma, supuse que quería que le rascara la panza.
Me acerqué a Siria y le toqué el pescuezo a lo largo, tenía el pelaje tan suave que era como tocar una corriente de agua tibia, le miré y sonreí. ¡Oh! exclamé, a tiempo que me daba cuenta de que buscaba un abrazo. Era incómodo, ciertamente muy incómodo. Ni siquiera recordaba haber abrazado a Alex, mi pareja, mientras estábamos juntos. Me aclaré la garganta y puse mis brazos alrededor de su cuello de una forma extraña. Sentía que mis hombros se ponían duros por la tensión. Buena Siria, buen trabajo… ¿encontraste lo que buscabas en el cielo? pregunté con la voz agradable, no podía evitar verla como un cachorrito al que mimas porque se portó bien. Acaricié su cabeza lentamente, jugando con los dibujos en su pelo. Entre los lobos no teníamos nada que se le pareciera a aquello. Además de las evidencias, también estaba ese tremendo poder de ataque, si no tuviera esas alas, sería extremadamente peligrosa en tierra, pero desde el cielo… solté un suave chiflido, probablemente era la reina del cielo. Incluso el aire a su alrededor tenía algo similar a su propio movimiento, a juzgar por algunas brisas cosquillosas que surgían de su cuerpo, así como quien uno respira, a ella la envolvía algo invisible que parecía protector. Los antiguos dragones habían hecho muy bien su trabajo.
Me aparté de ella y la observé. ¿En qué forma estás más cómoda para continuar? Tal vez sea mejor que sigas así y yo continúe con el resto de las cosas. Así no volveremos a perdernos ofrecí, tomando sus pertenencias una por una y acomodándolas para cargar con ella. Sería como una mula de carga, bastante degradante y tal –me aseguraría que eso no saliera de entre las dos- pero probablemente era mejor. Me sentía incómoda con que perdiera más tiempo y sus amigos se enojaran con ella… por llegar entrada la noche. Tomé finalmente el farol con intención de apagarlo. No debemos perder el tiempo, se hace muy tarde informé, comenzando a caminar hacia donde ella había señalado con anterioridad. Efectivamente íbamos en una dirección que no era la correcta. Miré las estrellas y decidí guiarme por ellas. La noche en las estepas era fría, con algunos ojitos que se asomaban a distancias prudenciales. Era incómodo viajar de noche por lugares desconocidos en la forma humana, sentía que me faltaba mucha información, pero la presencia de mi compañera lo hacía más llevadero.
Esta vez no intenté interactuar verbalmente con ella, estaba bastante concentrada en seguir el camino correcto y no perdernos. Después de un suave montículo apareció una pequeña luz a no más de un kilómetro de distancia. Mi corazón se aceleró y me volví hacia la dragona. Tal vez sea mejor que me quede aquí, ya es tarde y probablemente tus amigos no se sientan muy seguros con alguien que anda así por la vida señalé mis armas... y todo el resto de mí. No quería hacerla pasar vergüenzas ajenas por mí culpa. Aunque tal vez se sientan más intimidados si saben que estoy a una distancia cercana y al acecho… no era como si realmente los fuera a acechar, pero era lo que podrían pensar. Eran tiempos difíciles los que se vivían, con la pandemia, también habían aprovechadores que intentaban robar las casas en los lugares desolados. Suspiré y la miré sin muchas esperanzas. Te he puesto en un aprieto. Haré lo que creas más conveniente le informé, quedándome sin excusas ni argumentos. Siria tenía un poder de convencimiento que estaba más allá de mí misma.
Off: Dejo a Wood en tus manos si es que quieres entrar
Por algún motivo me imaginaba a Siria con el pelo suelto y salvajemente despeinado, más flacuchenta y dos amigas más, una con el pelo de fuego y todo parado, tal vez enrulado –esa que siempre te anima a hacer las cosas pero es la primera en irse- y la otra, de pelo… no sé, tal vez verde y liso, con una diadema muy sutil en la frente, esta otra más recatada. Entre medio de la voluntad y el corazón ¡SIRIA! El brazo ejecutor. Escuchar hablar de garras a esta mujer tan perfectamente hogareña y dulce era raro, me dejaba con una sensación de desconocimiento y externalidad. Era una faceta que aún no conocía de ella. Y tampoco tenía muchas esperanzas de ver por mí misma, ya que algunos dragones solían ser muy discretos y reacios a la hora de desvelar su otra forma. Nada que un licántropo normal pudiese imitar y con lo que pudiera vivir normalmente.
Intenté poner cara de póker cuando Siria me miró después del comentario de las caras raras, probablemente si me reía se ofendería. Pero para mí, los dragones de Dundarak, todos tenían caras raras, tal vez porque era un licántropo y me habían sacado la ficha rápidamente, cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que mi yo del pasado era peligroso por lo poco predecible que era. Yo también me hubiera mirado a mí misma con una expresión dura si me encontrara con mi propio yo de cuatro años atrás. Además, dado que son una raza longeva, no me llamaba la atención que recordaran por tanto tiempo, y… si había tenido tanta trascendencia, probablemente
Miré a Siria como si me estuviese hablando en draconiano, me costó volver del mundo de los sueños y entender que no estábamos en el camino correcto hacia la casa de sus amigas. La estepa era mucho de lo mismo, suponía que le había demandado mucho a la dragona con problemas de orientación, cuando le pedí que conversáramos. Me sentí muy culpable, estaba haciendo que Siria tardase más tiempo en dormir y llegar a un techo seguro, además, ya no eran horas para estar llegando de visitas. Suspiré. ¿Podría ser que yo nunca hacía nada bien? Le lancé una media sonrisa, más bien fruto del momento que de lo que en realidad pasaba por mi corazón. La dragona parecía estar sufriéndolo peor que yo, pero ella por otra obvia razón. Sin perder el tiempo comenzó a moverse, yo parecía nunca ir a la par de las acciones o pensamientos de Siria. Me costó bastante tiempo darme cuenta de lo que estaba pensando hacer, sus palabras de advertencia me tomaron desprevenida y me dejaron con la boca abierta.
Apreté mis dientes, ¿qué podía ser tan malo que pudiera molestarme? Asentí con los puños cerrados, estaba lista para enfrentarme a lo que fuera. Podía sentir como si mis cejas se estuviesen tocando entre ellas, entonces Siria comenzó a desvestirse. Sentí que la boca me colgaba de la mandíbula. “Oh no no… yo no me inclino para ese lado” me grité en mis fueros internos, intentando pensar una forma de decírselo sin herir sus sentimientos. No sabía qué tenía que ver esto con aquello, pero prefería pasar a lo otro: encontrar una forma de continuar nuestro camino. Mis ideas estaban revueltas pero no podía dejar de observar cómo la dragona cambiaba de forma, era algo… indescriptible. Parecía que ella abrazaba a su forma de dragón y ese otro ser, muy ajeno y superior, emergía de ella son suavidad y elegancia. Por unos instantes sentí algo como envidia, después recordé que ella era toda una mujer a toda regla, no como yo, y se me pasó.
La luz del farol entre las dos era tenue, levanté una mano para tomar el farol de entre sus fauces. Los ojos de Siria seguían siendo brillosos e inteligentes, no, ahora lo eran más. Siria era diferente a los dragones que había conocido hasta entonces, parecía tener tanto pelo como plumas. Era como un dragón pajarillo. Sonreí mientras la veía hacer señas preocupadas, creo que había intentado leer la expresión en mi rostro, pero cuando me enfrentaba a situaciones inesperadas ponía cara de póker, herencia del entrenamiento en el gremio. No tiene escamas murmuré negando con la cabeza mientras observaba la oscuridad de la noche hacia el último lugar donde la vi desaparecer. La lámpara me encandilaba más de lo que me ayudaba a ver. Hubiera preferido apagarla y dejar que mi vista se adaptara naturalmente, pero supuse que en una u otra forma, mi compañera seguiría siendo ella misma, con habilidad especial para perderse y todo lo demás. Mejor dejarle una luz para que se guíe de vuelta hacia mí.
Siria era sorprendente, magnífica... elegante, sus alas desplegadas le conferían una majestuosidad tan envolvente que la sentía irreal. Me soplé las manos con aliento caliente y miré como el vaho se elevaba al cielo estrellado. La dragona apareció volando con soltura, con movimientos sutiles aterrizó no muy lejos. Ojalá yo pudiera ser una cuarta parte tan… vaya… así, era surreal, ella, yo, la noche… Bonita, un dragón como ningún otro. Su cuerpo era alargado y parecía ondear. Estaba fascinada con su forma, cerré mi boca y vi cómo se acercaba a mí y se paraba en sus patas traseras, intenté recordar si había hecho algo para ofenderla; miré sus garras y colmillos y tragué saliva. Había abierto sus brazos de una forma que apostaría era incómoda, como un abrazo de oso dragonil o algo así. Su nuevo tamaño no la hacía precisamente más fácil de aproximar, pero teniendo una parte bestial yo misma, supuse que quería que le rascara la panza.
Me acerqué a Siria y le toqué el pescuezo a lo largo, tenía el pelaje tan suave que era como tocar una corriente de agua tibia, le miré y sonreí. ¡Oh! exclamé, a tiempo que me daba cuenta de que buscaba un abrazo. Era incómodo, ciertamente muy incómodo. Ni siquiera recordaba haber abrazado a Alex, mi pareja, mientras estábamos juntos. Me aclaré la garganta y puse mis brazos alrededor de su cuello de una forma extraña. Sentía que mis hombros se ponían duros por la tensión. Buena Siria, buen trabajo… ¿encontraste lo que buscabas en el cielo? pregunté con la voz agradable, no podía evitar verla como un cachorrito al que mimas porque se portó bien. Acaricié su cabeza lentamente, jugando con los dibujos en su pelo. Entre los lobos no teníamos nada que se le pareciera a aquello. Además de las evidencias, también estaba ese tremendo poder de ataque, si no tuviera esas alas, sería extremadamente peligrosa en tierra, pero desde el cielo… solté un suave chiflido, probablemente era la reina del cielo. Incluso el aire a su alrededor tenía algo similar a su propio movimiento, a juzgar por algunas brisas cosquillosas que surgían de su cuerpo, así como quien uno respira, a ella la envolvía algo invisible que parecía protector. Los antiguos dragones habían hecho muy bien su trabajo.
Me aparté de ella y la observé. ¿En qué forma estás más cómoda para continuar? Tal vez sea mejor que sigas así y yo continúe con el resto de las cosas. Así no volveremos a perdernos ofrecí, tomando sus pertenencias una por una y acomodándolas para cargar con ella. Sería como una mula de carga, bastante degradante y tal –me aseguraría que eso no saliera de entre las dos- pero probablemente era mejor. Me sentía incómoda con que perdiera más tiempo y sus amigos se enojaran con ella… por llegar entrada la noche. Tomé finalmente el farol con intención de apagarlo. No debemos perder el tiempo, se hace muy tarde informé, comenzando a caminar hacia donde ella había señalado con anterioridad. Efectivamente íbamos en una dirección que no era la correcta. Miré las estrellas y decidí guiarme por ellas. La noche en las estepas era fría, con algunos ojitos que se asomaban a distancias prudenciales. Era incómodo viajar de noche por lugares desconocidos en la forma humana, sentía que me faltaba mucha información, pero la presencia de mi compañera lo hacía más llevadero.
Esta vez no intenté interactuar verbalmente con ella, estaba bastante concentrada en seguir el camino correcto y no perdernos. Después de un suave montículo apareció una pequeña luz a no más de un kilómetro de distancia. Mi corazón se aceleró y me volví hacia la dragona. Tal vez sea mejor que me quede aquí, ya es tarde y probablemente tus amigos no se sientan muy seguros con alguien que anda así por la vida señalé mis armas... y todo el resto de mí. No quería hacerla pasar vergüenzas ajenas por mí culpa. Aunque tal vez se sientan más intimidados si saben que estoy a una distancia cercana y al acecho… no era como si realmente los fuera a acechar, pero era lo que podrían pensar. Eran tiempos difíciles los que se vivían, con la pandemia, también habían aprovechadores que intentaban robar las casas en los lugares desolados. Suspiré y la miré sin muchas esperanzas. Te he puesto en un aprieto. Haré lo que creas más conveniente le informé, quedándome sin excusas ni argumentos. Siria tenía un poder de convencimiento que estaba más allá de mí misma.
Off: Dejo a Wood en tus manos si es que quieres entrar
Woodpecker
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Había algo muy íntimo y personal en cada dragón cuando hablabamos sobre nuestras formas que los Dioses nos dieron. Así como muchos definían estar permanentemente en ellas o quienes decidían hacerlo solo cuando era absolutamente necesario, muchas veces el hablar de ello, fuera de las enseñanzas religiosas que teníamos, era algo tabú. Era un poco como hablar de sexualidad con los padres, muchas veces se sonrojaban cuando preguntábamos sobre ciertas cosas, como por ejemplo, si la boca de la forma Dragón se sentía cómoda a la hora de besar, o si estaba bien que, como muchos animales, lamerse mutuamente podía ser considerado como algo incómodo o no.
El caso es que siempre reaccionaban incómodamente, como si preguntáramos cómo se sentía hacer el amor cuando estábamos transformados. Cosa que aprovecho de aclarar, nunca nos respondieron.
Para mi, pues… para mi era importante, puesto que es un regalo que nos dieron los Dioses cuando decidieron volver a confiar en los humanos. Pero no solo era importante por ello. Lo era porque era una de las pocas veces en donde podía tomar ese pequeño sentimiento que tenía en mi corazón, esa pequeña parte de mi que sentía que siempre me protegía, esa pequeña parte que sentía que podía volar por el mundo y dejarse abrazar por el viento, esa pequeña parte me hacía sentir viva… todas esas pequeñas partes, y juntarlas en una unión que se manifestaba en este mundo. Era muy íntimo y personal, y durante todo el día, Wood me había mostrado que… bueno, ella me había mostrado que no se burlaría de una inseguridad como la de no saber leer si se la contaba, no me juzgaría por no saber el camino, o no me haría sentir mal por decidir no compartir sus deseos.
Su abrazo, y su caricia en mi cabeza me habían dado la seguridad de ello.
Era curioso, puesto que este tipo de cosas no ocurren normalmente en el mundo, con otros extraños, y en el mismo día que los conoces. Pero era algo instintivo que me ocurría, como cuando conocí a Leveru, como cuando conocí a Samantha. No era algo que se repitiera con cualquiera, era casi como si los astros tuvieran que unirse para que se lograra.
Y me había ocurrido con Wood. Y por eso, decidí creer en ella
Cuando faltaba poco para llegar, se podía ver la luz a pocos metros de nosotras, quizás un kilómetro a lo mucho. Ella llevaba las cosas, y aunque intenté no hacerla cargar muchas cosas, ella decidió insistir. Probablemente, entre sus viajes, había aprendido que la forma draconiana de nosotros era muy sagrada, algo por lo que muchos estarían dispuestos incluso a morir por ella. Y en ese sentido, entendí el por qué quizás no quería que me viera como un “Yak de carga”, como Momo. Pero llegó a un punto en donde sugirió quedarse en donde estabamos. Por un momento, no entendí su sugerencia, por lo que pensé que simplemente quería esperar a que fuera a conversar con mi amiga, y luego volver para que no llegara como “invitada inesperada”. Pero entonces, me di cuenta que ella quería que fuera sola a dormir allá, mientras ella decidía quedarse lejos para no incomodar.
Me puse delante de ella, y me senté en mis piernas traseras. Coloqué una de mis patas, y la coloqué encima de su cabeza, emulando la caricia que me había hecho momentos atrás, aunque debido al tamaño de mi pata, la dejé algo despeinada. Entendía que, ella al ser parte licántropo, quizás era algo que hacían en sus tribus con los cachorros, aunque era algo curioso que, siendo más grande que ella, me pudiera considerar como tal. Quizás pensarían que qué le dio de comer a esta tipa para que creciera tanto
Luego de ello, caminé hacia atrás de ella, y por el costado, comencé a empujarla suavemente con mi cabeza, lo suficiente como para que entendiera que quería que siguiera caminando pero no lo suficiente como para que se tropezara o se cayera. No sabía cómo dárselo a entender, pero no quería que se quedara afuera mientras otras personas estaban descansando en sus hogares, o donde pudieran estar cómodas. Probablemente estaba acostumbrada a una vida en donde debía acomodarse como podía, dependiendo de las circunstancias, o quizás no dormía y se dedicaba a hacer guardia. Entendía por qué lo hacía, pues los tiempos corrían peligrosos.
Pero ella también era una persona, como cualquiera de nosotras. Se había esforzado todo el día, había hecho muchas cosas, cargaba con mis cosas… lo mínimo que se merecía era un lugar acogedor donde dormir.
Al inicio hubo algo de resistencia, probablemente porque pensaba que atraería problemas, pero cada vez que lo necesitaba, me colocaba delante de ella y hacía señas. Al menos, intentando que algo se me entendiera. Aunque la gente de la ciudad de Dundark era desconfiada y terriblemente malhumorada, la gente en las planicies era distinta. Quizás habían muchas historias donde ladrones asaltaban y mataban a la gente de campo, y muchas de ellas involucraban huérfanos en búsqueda de venganza, pero lo cierto es que los incidentes en las estepas eran extremadamente raros. De partida, ¿por qué robarías a la gente que vive más cerca de la pobreza que cualquiera de los que vive en el norte? ¿Para que gastarías viajando durante las planicies durante horas con el riesgo de no encontrarte con nadie? ¿Robarías la “riqueza” de la gente, la cual consiste en telas que eran pesadas y poco valiosas en el mercado? ¿O los Yak o Bisontes, los cuales por cierto existían por montones por donde vieras? Era por ello que los incidentes con ladrones eran extremadamente raros, y a lo mucho se limitaba a los víveres, puesto que si había problemas, muchos simplemente volaban y escapaban del lugar.
Es por ello que la gente que conocí no era reacia a conocer extraños. De hecho, muchas veces podíamos vender las cosas a un precio más justo que en el mercado cuando pasaban con sus caravanas.
Finalmente cedió con más seguridad, y comenzamos a caminar con más seguridad hasta que la casa estaba más a mano. Le indiqué a Wood que dejara las cosas en el suelo, y nos acercamos a una de las ventanas del primer piso en donde la luz desprendía más fuerte. El hogar estaba hecho con materiales muy humildes: esto es madera, la cual sostenía la casa desde hace muchos años. Podía notarse debido a los parches que algunas secciones tenían, gracias al frío que encogía a veces la madera y la hacía romperse con el paso de los años. Aun así, las terminaciones eran muy buenas, propias de un albañil que lleva años en esto. Y no estaba muy lejos de ello, puesto que el padre de mi amiga hacía ese tipo de cosas cuando no estaba ocupado con los Yak.
Solo era de un piso, y la tenue luz de otra de las ventanas daba a entender que los habitantes estaban próximos a dormir. La luz más fuerte era la del dormitorio de mi amiga, quien, como era usual, siempre leía algo antes de irse a dormir. Era una costumbre inmaculada que tenía desde que la conocí, y aunque a veces no podía entender como nunca se aburría de leer, entendí que era algo importante para ella, por lo que nunca la molesté al respecto. Es por eso que, cuando toqué el marco de su puerta con las garras de mi pata derecha, pegó un salto pequeño.
- ¡Jiii! - aunque fue en voz baja, pudo haber sido fácil un grito si se dejaba aumentar el volumen
Su habitación consistía de una humilde cama, un sillón cómodo en donde se sentaba para leer, y a su lado, una mesa en donde tenía la vela para leer sin problemas, mientras que en la pared había una colección de libros que la acompañaba a estas horas. Ella, por su parte, se había asustado por la intromisión del sonido, más no porque un Dragón estaba en la ventana de su casa a estas horas de la noche.
- … Siria, siempre lo haces cuando estoy sumamente concentrada – me regañó, tomándose la mano al corazón mientras abría la ventana. No le encontré respuesta a ello, así que solo me encogí de hombros, y puse cara de santa, cosa que probablemente la irritó.
Antes que pudiera hablar más, moví a Wood con mi cabeza hasta que pudiera estar visible para mi amiga. Es ahí en donde Wood conoció a mi amiga Leveru: era alguien de cabellos y ojos castaños, con un corte de cabello en donde se dejaba el cabello largo hasta bajo el hombro, mientras que naturalmente era ondulado y muy precioso de tocar y de ver. Curiosamente, no parecía alguien muy destacable, al menos eso era lo que ella siempre decía. A mi me parecía muy destacable, su cabello era muy lindo, pero quizás no he viajado lo suficiente como para creer sus palabras.
- … oh - se quedó mirando por algunos segundos a Wood a los ojos, intercambiando a los míos – Es conocida tuya, me imagino – a lo cual asentí, haciendo que volviera a mirar a Wood, y luego a mi - ¿La consideras como una amiga? - nuevamente asentí, lo que hizo que volviera al mismo ejercicio de antes - ¿Una de tus dos mejores amigas diría yo? - esta vez, negué con la cabeza, lo que hizo que se dibujara una sonrisa en su boca y me abrazara la cabeza animada – Está bien, eso vale para mi
En un momento, les di la espalda y recogí mis ropas de las cosas que cargó Wood, y me marché a otro lado de la casa. Por el momento, iba a cambiarme de ropa, pero no dejé de escuchar lo que conversaban las dos
- Mi nombre es Leverunia Dahl, aunque la mayoría me llama Leveru – se presentó ante Wood, dando su mano como señal de saludo. No necesitaba verla para saberlo, puesto que siempre lo hacía – Me imagino que la noche las pilló desprevenidas. Menos mal que pudieron llegar sanas y salvas hasta acá – aunque podía sonar sarcástica debido a esas palabras, lo cierto es que había amabilidad detrás de sus palabras y tono, se escuchaba preocupada – a veces pasa cuando se viaja por todo el día en las estepas. Y la noche a veces baja mucho de temperatura como para arriesgarse a dormir fuera – esta vez se asomó por la ventana y me pegó un grito - ¡Siria! ¡Deja de hacer que el resto se pierda por las estepas!
- ¡Que no fue mi culpa! - le grité desde donde estaba, ya transformada en humana y vistiéndome desde donde estaba
- ¡Dejen el griterío! - se escuchó una voz adulta de un hombre de avanzada edad en otro lugar de la casa
- ¡Es culpa de Siria! - se defendió la muy traidora de Leveru
- ¡Es mentira, tío! - tenía esa costumbre de decirle “tío” al papá de Leveru
- ¡Que no soy tu tío! - y eso siempre lo irritaba, y me daba risa cuando lo hacía
- ¡Solo venía a pedirles un lugar donde pasar la noche, tío! ¡Viajo con una amiga!
- ¡Que Leveru te lleve al establo de la casa!
- ¡¿No hay problema con que durmamos ahí?!
- ¡Para nada, pero que no me llames tío!
- ¡No prometo nada!
Salí de donde estaba, muerta de la risa por el griterío, mientras Leveru colocaba su palma en su mano, como si lo que hubiera ocurrido hubiera sido un fallo de épicas proporciones. Ya estaba en mis ropas, aunque el frío de estar desnuda por unos momentos, y eso sumado a que las ropas habían perdido el calor corporal hace rato no ayudaba mucho.
- Lo siento por eso – le dije a Wood – No están molestos ni nada, es algo que hacemos algunas veces
- Muchas más de lo que quieres reconocer – me respondió Leveru de forma sarcástica, aunque como teníamos confianza, sabía que ese sarcasmo no estaba hecho para ofenderme ni nada por el estilo - Quiero disculparme por no ofrecer nuestro hogar - volvió la conversación hacia Wood , pero nuestro hogar carece de más camas para ofrecer a la gente que necesite quedarse
Era algo realmente común en nuestros hogares. Muchas veces, cuando venían a mi casa para escuchar historias de terror, usualmente nos quedabamos despiertas hasta muy tarde para dormir en la cama de mis papás a la mañana siguiente, o hacíamos nuestras dormidas en el granero de nuestro hogar.
Off: También te dejo permiso para que puedas mover a Siria como quieras =)
El caso es que siempre reaccionaban incómodamente, como si preguntáramos cómo se sentía hacer el amor cuando estábamos transformados. Cosa que aprovecho de aclarar, nunca nos respondieron.
Para mi, pues… para mi era importante, puesto que es un regalo que nos dieron los Dioses cuando decidieron volver a confiar en los humanos. Pero no solo era importante por ello. Lo era porque era una de las pocas veces en donde podía tomar ese pequeño sentimiento que tenía en mi corazón, esa pequeña parte de mi que sentía que siempre me protegía, esa pequeña parte que sentía que podía volar por el mundo y dejarse abrazar por el viento, esa pequeña parte me hacía sentir viva… todas esas pequeñas partes, y juntarlas en una unión que se manifestaba en este mundo. Era muy íntimo y personal, y durante todo el día, Wood me había mostrado que… bueno, ella me había mostrado que no se burlaría de una inseguridad como la de no saber leer si se la contaba, no me juzgaría por no saber el camino, o no me haría sentir mal por decidir no compartir sus deseos.
Su abrazo, y su caricia en mi cabeza me habían dado la seguridad de ello.
Era curioso, puesto que este tipo de cosas no ocurren normalmente en el mundo, con otros extraños, y en el mismo día que los conoces. Pero era algo instintivo que me ocurría, como cuando conocí a Leveru, como cuando conocí a Samantha. No era algo que se repitiera con cualquiera, era casi como si los astros tuvieran que unirse para que se lograra.
Y me había ocurrido con Wood. Y por eso, decidí creer en ella
Cuando faltaba poco para llegar, se podía ver la luz a pocos metros de nosotras, quizás un kilómetro a lo mucho. Ella llevaba las cosas, y aunque intenté no hacerla cargar muchas cosas, ella decidió insistir. Probablemente, entre sus viajes, había aprendido que la forma draconiana de nosotros era muy sagrada, algo por lo que muchos estarían dispuestos incluso a morir por ella. Y en ese sentido, entendí el por qué quizás no quería que me viera como un “Yak de carga”, como Momo. Pero llegó a un punto en donde sugirió quedarse en donde estabamos. Por un momento, no entendí su sugerencia, por lo que pensé que simplemente quería esperar a que fuera a conversar con mi amiga, y luego volver para que no llegara como “invitada inesperada”. Pero entonces, me di cuenta que ella quería que fuera sola a dormir allá, mientras ella decidía quedarse lejos para no incomodar.
Me puse delante de ella, y me senté en mis piernas traseras. Coloqué una de mis patas, y la coloqué encima de su cabeza, emulando la caricia que me había hecho momentos atrás, aunque debido al tamaño de mi pata, la dejé algo despeinada. Entendía que, ella al ser parte licántropo, quizás era algo que hacían en sus tribus con los cachorros, aunque era algo curioso que, siendo más grande que ella, me pudiera considerar como tal. Quizás pensarían que qué le dio de comer a esta tipa para que creciera tanto
Luego de ello, caminé hacia atrás de ella, y por el costado, comencé a empujarla suavemente con mi cabeza, lo suficiente como para que entendiera que quería que siguiera caminando pero no lo suficiente como para que se tropezara o se cayera. No sabía cómo dárselo a entender, pero no quería que se quedara afuera mientras otras personas estaban descansando en sus hogares, o donde pudieran estar cómodas. Probablemente estaba acostumbrada a una vida en donde debía acomodarse como podía, dependiendo de las circunstancias, o quizás no dormía y se dedicaba a hacer guardia. Entendía por qué lo hacía, pues los tiempos corrían peligrosos.
Pero ella también era una persona, como cualquiera de nosotras. Se había esforzado todo el día, había hecho muchas cosas, cargaba con mis cosas… lo mínimo que se merecía era un lugar acogedor donde dormir.
Al inicio hubo algo de resistencia, probablemente porque pensaba que atraería problemas, pero cada vez que lo necesitaba, me colocaba delante de ella y hacía señas. Al menos, intentando que algo se me entendiera. Aunque la gente de la ciudad de Dundark era desconfiada y terriblemente malhumorada, la gente en las planicies era distinta. Quizás habían muchas historias donde ladrones asaltaban y mataban a la gente de campo, y muchas de ellas involucraban huérfanos en búsqueda de venganza, pero lo cierto es que los incidentes en las estepas eran extremadamente raros. De partida, ¿por qué robarías a la gente que vive más cerca de la pobreza que cualquiera de los que vive en el norte? ¿Para que gastarías viajando durante las planicies durante horas con el riesgo de no encontrarte con nadie? ¿Robarías la “riqueza” de la gente, la cual consiste en telas que eran pesadas y poco valiosas en el mercado? ¿O los Yak o Bisontes, los cuales por cierto existían por montones por donde vieras? Era por ello que los incidentes con ladrones eran extremadamente raros, y a lo mucho se limitaba a los víveres, puesto que si había problemas, muchos simplemente volaban y escapaban del lugar.
Es por ello que la gente que conocí no era reacia a conocer extraños. De hecho, muchas veces podíamos vender las cosas a un precio más justo que en el mercado cuando pasaban con sus caravanas.
Finalmente cedió con más seguridad, y comenzamos a caminar con más seguridad hasta que la casa estaba más a mano. Le indiqué a Wood que dejara las cosas en el suelo, y nos acercamos a una de las ventanas del primer piso en donde la luz desprendía más fuerte. El hogar estaba hecho con materiales muy humildes: esto es madera, la cual sostenía la casa desde hace muchos años. Podía notarse debido a los parches que algunas secciones tenían, gracias al frío que encogía a veces la madera y la hacía romperse con el paso de los años. Aun así, las terminaciones eran muy buenas, propias de un albañil que lleva años en esto. Y no estaba muy lejos de ello, puesto que el padre de mi amiga hacía ese tipo de cosas cuando no estaba ocupado con los Yak.
Solo era de un piso, y la tenue luz de otra de las ventanas daba a entender que los habitantes estaban próximos a dormir. La luz más fuerte era la del dormitorio de mi amiga, quien, como era usual, siempre leía algo antes de irse a dormir. Era una costumbre inmaculada que tenía desde que la conocí, y aunque a veces no podía entender como nunca se aburría de leer, entendí que era algo importante para ella, por lo que nunca la molesté al respecto. Es por eso que, cuando toqué el marco de su puerta con las garras de mi pata derecha, pegó un salto pequeño.
- ¡Jiii! - aunque fue en voz baja, pudo haber sido fácil un grito si se dejaba aumentar el volumen
Su habitación consistía de una humilde cama, un sillón cómodo en donde se sentaba para leer, y a su lado, una mesa en donde tenía la vela para leer sin problemas, mientras que en la pared había una colección de libros que la acompañaba a estas horas. Ella, por su parte, se había asustado por la intromisión del sonido, más no porque un Dragón estaba en la ventana de su casa a estas horas de la noche.
- … Siria, siempre lo haces cuando estoy sumamente concentrada – me regañó, tomándose la mano al corazón mientras abría la ventana. No le encontré respuesta a ello, así que solo me encogí de hombros, y puse cara de santa, cosa que probablemente la irritó.
Antes que pudiera hablar más, moví a Wood con mi cabeza hasta que pudiera estar visible para mi amiga. Es ahí en donde Wood conoció a mi amiga Leveru: era alguien de cabellos y ojos castaños, con un corte de cabello en donde se dejaba el cabello largo hasta bajo el hombro, mientras que naturalmente era ondulado y muy precioso de tocar y de ver. Curiosamente, no parecía alguien muy destacable, al menos eso era lo que ella siempre decía. A mi me parecía muy destacable, su cabello era muy lindo, pero quizás no he viajado lo suficiente como para creer sus palabras.
- … oh - se quedó mirando por algunos segundos a Wood a los ojos, intercambiando a los míos – Es conocida tuya, me imagino – a lo cual asentí, haciendo que volviera a mirar a Wood, y luego a mi - ¿La consideras como una amiga? - nuevamente asentí, lo que hizo que volviera al mismo ejercicio de antes - ¿Una de tus dos mejores amigas diría yo? - esta vez, negué con la cabeza, lo que hizo que se dibujara una sonrisa en su boca y me abrazara la cabeza animada – Está bien, eso vale para mi
En un momento, les di la espalda y recogí mis ropas de las cosas que cargó Wood, y me marché a otro lado de la casa. Por el momento, iba a cambiarme de ropa, pero no dejé de escuchar lo que conversaban las dos
- Mi nombre es Leverunia Dahl, aunque la mayoría me llama Leveru – se presentó ante Wood, dando su mano como señal de saludo. No necesitaba verla para saberlo, puesto que siempre lo hacía – Me imagino que la noche las pilló desprevenidas. Menos mal que pudieron llegar sanas y salvas hasta acá – aunque podía sonar sarcástica debido a esas palabras, lo cierto es que había amabilidad detrás de sus palabras y tono, se escuchaba preocupada – a veces pasa cuando se viaja por todo el día en las estepas. Y la noche a veces baja mucho de temperatura como para arriesgarse a dormir fuera – esta vez se asomó por la ventana y me pegó un grito - ¡Siria! ¡Deja de hacer que el resto se pierda por las estepas!
- ¡Que no fue mi culpa! - le grité desde donde estaba, ya transformada en humana y vistiéndome desde donde estaba
- ¡Dejen el griterío! - se escuchó una voz adulta de un hombre de avanzada edad en otro lugar de la casa
- ¡Es culpa de Siria! - se defendió la muy traidora de Leveru
- ¡Es mentira, tío! - tenía esa costumbre de decirle “tío” al papá de Leveru
- ¡Que no soy tu tío! - y eso siempre lo irritaba, y me daba risa cuando lo hacía
- ¡Solo venía a pedirles un lugar donde pasar la noche, tío! ¡Viajo con una amiga!
- ¡Que Leveru te lleve al establo de la casa!
- ¡¿No hay problema con que durmamos ahí?!
- ¡Para nada, pero que no me llames tío!
- ¡No prometo nada!
Salí de donde estaba, muerta de la risa por el griterío, mientras Leveru colocaba su palma en su mano, como si lo que hubiera ocurrido hubiera sido un fallo de épicas proporciones. Ya estaba en mis ropas, aunque el frío de estar desnuda por unos momentos, y eso sumado a que las ropas habían perdido el calor corporal hace rato no ayudaba mucho.
- Lo siento por eso – le dije a Wood – No están molestos ni nada, es algo que hacemos algunas veces
- Muchas más de lo que quieres reconocer – me respondió Leveru de forma sarcástica, aunque como teníamos confianza, sabía que ese sarcasmo no estaba hecho para ofenderme ni nada por el estilo - Quiero disculparme por no ofrecer nuestro hogar - volvió la conversación hacia Wood , pero nuestro hogar carece de más camas para ofrecer a la gente que necesite quedarse
Era algo realmente común en nuestros hogares. Muchas veces, cuando venían a mi casa para escuchar historias de terror, usualmente nos quedabamos despiertas hasta muy tarde para dormir en la cama de mis papás a la mañana siguiente, o hacíamos nuestras dormidas en el granero de nuestro hogar.
Off: También te dejo permiso para que puedas mover a Siria como quieras =)
Siria
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
La dragona se sentó en el suelo, señalándome claramente que se negaba a avanzar sin mí. Tuve que reprimir una sonrisa, parecía un burro haciendo berrinche, pero más fantástica –y hermosa e inteligente- pero la idea estaba por esas líneas. Después aparentemente me vio como a su mascota, porque empezó a mimarme como si yo estuviera lisiada o no me llegara el agua a las ideas. Suspiré. Era un poquito degradante… me parecía entender la idea general, pero Siria no se estaba guardando nada. Estaba empezando a tener la impresión de que probablemente me arrepentiría de ir a una casa de dragones… de todas formas me dejé empujar por ella. Si íbamos a las justas, me quedaba poco a lo que aferrarme, mi amor propio estaba tocando fondo.
Nos acercamos a la casa, era pequeña pero fuerte. Estaba mejor terminada que mi propio hogar en Ulmer, pero era más o menos del mismo estilo. Me atacó una punzada de nostalgia, extrañaba la rivera, al clan, a los compañeros… a mis… El chillido de la amiga de Siria hizo que el rumbo de mis pensamientos se interrumpiera. Se estaba formando una especie de esfera de vacío alrededor de esas heridas sangrantes. Mi mente se nublaba en los costados, la angustia que sentía comenzaba a sublimarse en un espacio particular y cerrado. Las defensas se estaban levantando, el lobo siempre hacía lo necesario para sobrevivir.
La persona que estaba en la habitación estaba riñendo a Siria, lo sabía, no debíamos haber venido. Apreté los labios, arrepintiéndome sin saber dónde meterme, me sentía incómoda entre personas desconocidas, a las que no tenía que ver como enemigos. Haber estado rodeada tanto tiempo por personas con malas intenciones te hace dura, te vuelve como una cáscara, áspera. Ahora que estaba entre personas “normales” sólo me sentía fuera de lugar, no estaba en sintonía con los dragones. Moví mis ojos mirando a los costados y levanté una mano, finalmente gesticulando mi saludo, mientras veía a la fémina, en su cama. Mantuve mi mirada de una forma políticamente correcta mientras se daba el intercambio entre ellas. Era una especie de discusión telepática. No entendía de qué iba, pero parecía una especie de juicio o algo.
Siria finalmente se marchó y me sentí libre de la ligera opresión de su persona, sabía que no lo hacía por mal –y que probablemente sabía que yo huiría si me soltaba- pero todo eso había aportado a mi incomodidad. Se hizo un silencio que parecía separar a Leverunia y mi persona. Le devolví el gesto, tendiéndole la mano. Esta dragona parecía más joven que Siria, era más bajita que yo y con rasgos muy bellos. Por un momento, sentí que ella podía caer en el canon de la tercera amiga, la que tenía la diadema y los rasgos sutiles. Mi nombre es Feith Greenwood respondí, con media sonrisa, asintiendo seriamente a lo que ella decía. Era bastante raro estar entre dos mujeres dragón en términos pacíficos. No sabía si estaba cumpliendo con alguna etiqueta desconocida, pero intentaba no meter la pata estrepitosamente. Es verdad me limité a decir, no quería sonar entrometida y habladora, pero tampoco una bastarda silenciosa incapaz de entender y llevar adelante una conversación.
Esta amiga Leverunia era bastante más extrovertida que Siria, tenía seguridad en su forma de hablar y no necesitaba de detalles para adivinar lo que había pasado. Me imaginaba que ellas habrían compartido mucho tiempo en compañía la una de la otra. Sentí que mi corazón se saltaba un latido cuando escuché la voz de un hombre, tenía ganas de salir corriendo. Parecía ser el que mandaba en la casa, tal vez debería de ir a presentarle mis respetos antes de que se sintiera invadido… o tal vez debía relajarme y dejar que todo fluyera. La conversación fluía como si todo estuviera sucediendo normalmente, como si yo no fuera un peligro potencial, como si fuese bienvenida en la casa por el simple hecho de que Siria me había llevado allí.
Oh… fue lo único que articulé, mientras me encogía de hombros como respuesta. …¿de acuerdo? le dije levantando una ceja involuntariamente. Estaba viviendo uno de esos momentos que se atesoran en las memorias más profundas, de los que nunca quieres olvidar y los dejas en reserva para los momentos malos. Ser bien recibida era impagable, era casi como estar en las lejanas tierras donde los licántropos nos habíamos convertido en una comunidad. Era como estar en casa. Una cama no es símbolo de hospitalidad. Lo importante es ser bien recibido le respondí a la joven castaña Siento mucho las molestias que estoy causando me apresuré a sacar los resultados de nuestra caza y dejárselos a modo de ofrenda Esto es lo mínimo que podemos aportar por la incomodidad.
Era el momento de los intercambios incómodos, aunque las dragonas sí que sabían cómo distender el ambiente. ¡Gracias Ti…! me aclaré la garganta Gracias señor, por dejarnos quedar dije levantando un poco el tono hacia el lugar de donde había provenido su voz, justo antes de ir hacia el establo. La figura del tío todavía era una un poco abstracta, podía suponer que era tan importante como el abuelo para la dragona con la que viajaba. Tienes buenos amigos le dije a Siria, cuando estuvimos solas. Exploré un poco con la vista el establo, pero estaba muy cansada como para hacer un recuento exacto. Dudaba que hubiera algo lo suficientemente letal como para no dejarme dormir durante una noche. Comencé a dejar todos mis bártulos juntos en una esquina y cuando terminé, me transformé en lobo para revolcarme en el heno. Se sentía demasiado bien.
Desperté con el sol a la mañana siguiente, pero estaba sola dentro del granero. Tch me estiré en la forma humana y comencé a vestirme. Desafortunadamente no tenía otra cosa más que la armadura, por lo que volví a más de lo mismo. Al menos dejé mis armas para no dar la impresión de desconfiar de nadie. Había olvidado que en el campo la vida comienza más temprano. Me lavé la cara en un balde de agua y be bajó un escalofrío. Podía haber estado vagando en un lugar más templado para variar… mascullé, buscando con la mirada algún signo de vida en los alrededores. Mi estómago se adelantó a mí, podía olfatear un desayuno y leche tibia, así que sólo me limité a seguir el rastro olfativo.
Caminaba bastante patosa, bostezaba como si la noche anterior solamente hubiese sido una pequeña muestra de lo disfrutables que podían ser las noches. No recordaba la última vez que no había tenido pesadillas, pero era un buen cambio para variar. Buenos días saludé antes de llegar a ver a alguien. Podía sentir que habían personas, pero no cuántas ni qué hacían. Yo no había entrado a la casa, sólo me asomaba por una ventana, igual que lo había hecho Siria la noche anterior
Nos acercamos a la casa, era pequeña pero fuerte. Estaba mejor terminada que mi propio hogar en Ulmer, pero era más o menos del mismo estilo. Me atacó una punzada de nostalgia, extrañaba la rivera, al clan, a los compañeros… a mis… El chillido de la amiga de Siria hizo que el rumbo de mis pensamientos se interrumpiera. Se estaba formando una especie de esfera de vacío alrededor de esas heridas sangrantes. Mi mente se nublaba en los costados, la angustia que sentía comenzaba a sublimarse en un espacio particular y cerrado. Las defensas se estaban levantando, el lobo siempre hacía lo necesario para sobrevivir.
La persona que estaba en la habitación estaba riñendo a Siria, lo sabía, no debíamos haber venido. Apreté los labios, arrepintiéndome sin saber dónde meterme, me sentía incómoda entre personas desconocidas, a las que no tenía que ver como enemigos. Haber estado rodeada tanto tiempo por personas con malas intenciones te hace dura, te vuelve como una cáscara, áspera. Ahora que estaba entre personas “normales” sólo me sentía fuera de lugar, no estaba en sintonía con los dragones. Moví mis ojos mirando a los costados y levanté una mano, finalmente gesticulando mi saludo, mientras veía a la fémina, en su cama. Mantuve mi mirada de una forma políticamente correcta mientras se daba el intercambio entre ellas. Era una especie de discusión telepática. No entendía de qué iba, pero parecía una especie de juicio o algo.
Siria finalmente se marchó y me sentí libre de la ligera opresión de su persona, sabía que no lo hacía por mal –y que probablemente sabía que yo huiría si me soltaba- pero todo eso había aportado a mi incomodidad. Se hizo un silencio que parecía separar a Leverunia y mi persona. Le devolví el gesto, tendiéndole la mano. Esta dragona parecía más joven que Siria, era más bajita que yo y con rasgos muy bellos. Por un momento, sentí que ella podía caer en el canon de la tercera amiga, la que tenía la diadema y los rasgos sutiles. Mi nombre es Feith Greenwood respondí, con media sonrisa, asintiendo seriamente a lo que ella decía. Era bastante raro estar entre dos mujeres dragón en términos pacíficos. No sabía si estaba cumpliendo con alguna etiqueta desconocida, pero intentaba no meter la pata estrepitosamente. Es verdad me limité a decir, no quería sonar entrometida y habladora, pero tampoco una bastarda silenciosa incapaz de entender y llevar adelante una conversación.
Esta amiga Leverunia era bastante más extrovertida que Siria, tenía seguridad en su forma de hablar y no necesitaba de detalles para adivinar lo que había pasado. Me imaginaba que ellas habrían compartido mucho tiempo en compañía la una de la otra. Sentí que mi corazón se saltaba un latido cuando escuché la voz de un hombre, tenía ganas de salir corriendo. Parecía ser el que mandaba en la casa, tal vez debería de ir a presentarle mis respetos antes de que se sintiera invadido… o tal vez debía relajarme y dejar que todo fluyera. La conversación fluía como si todo estuviera sucediendo normalmente, como si yo no fuera un peligro potencial, como si fuese bienvenida en la casa por el simple hecho de que Siria me había llevado allí.
Oh… fue lo único que articulé, mientras me encogía de hombros como respuesta. …¿de acuerdo? le dije levantando una ceja involuntariamente. Estaba viviendo uno de esos momentos que se atesoran en las memorias más profundas, de los que nunca quieres olvidar y los dejas en reserva para los momentos malos. Ser bien recibida era impagable, era casi como estar en las lejanas tierras donde los licántropos nos habíamos convertido en una comunidad. Era como estar en casa. Una cama no es símbolo de hospitalidad. Lo importante es ser bien recibido le respondí a la joven castaña Siento mucho las molestias que estoy causando me apresuré a sacar los resultados de nuestra caza y dejárselos a modo de ofrenda Esto es lo mínimo que podemos aportar por la incomodidad.
Era el momento de los intercambios incómodos, aunque las dragonas sí que sabían cómo distender el ambiente. ¡Gracias Ti…! me aclaré la garganta Gracias señor, por dejarnos quedar dije levantando un poco el tono hacia el lugar de donde había provenido su voz, justo antes de ir hacia el establo. La figura del tío todavía era una un poco abstracta, podía suponer que era tan importante como el abuelo para la dragona con la que viajaba. Tienes buenos amigos le dije a Siria, cuando estuvimos solas. Exploré un poco con la vista el establo, pero estaba muy cansada como para hacer un recuento exacto. Dudaba que hubiera algo lo suficientemente letal como para no dejarme dormir durante una noche. Comencé a dejar todos mis bártulos juntos en una esquina y cuando terminé, me transformé en lobo para revolcarme en el heno. Se sentía demasiado bien.
* * *
Desperté con el sol a la mañana siguiente, pero estaba sola dentro del granero. Tch me estiré en la forma humana y comencé a vestirme. Desafortunadamente no tenía otra cosa más que la armadura, por lo que volví a más de lo mismo. Al menos dejé mis armas para no dar la impresión de desconfiar de nadie. Había olvidado que en el campo la vida comienza más temprano. Me lavé la cara en un balde de agua y be bajó un escalofrío. Podía haber estado vagando en un lugar más templado para variar… mascullé, buscando con la mirada algún signo de vida en los alrededores. Mi estómago se adelantó a mí, podía olfatear un desayuno y leche tibia, así que sólo me limité a seguir el rastro olfativo.
Caminaba bastante patosa, bostezaba como si la noche anterior solamente hubiese sido una pequeña muestra de lo disfrutables que podían ser las noches. No recordaba la última vez que no había tenido pesadillas, pero era un buen cambio para variar. Buenos días saludé antes de llegar a ver a alguien. Podía sentir que habían personas, pero no cuántas ni qué hacían. Yo no había entrado a la casa, sólo me asomaba por una ventana, igual que lo había hecho Siria la noche anterior
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Re: La estepa no es para cualquiera [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]
Algo que extrañé de las noches en las estepas, cuando inicié mis viajes por el mundo, es la tranquilidad única que tiene el norte. En muchos lugares de los bosques, puedes sentir los animales de los bosques cazando y haciendo lo que la naturaleza les exigía para seguir perseverando la raza. Los mismos árboles podían escucharse danzando ante el viento cálido, y a veces incluso gente de otras razas hacía ruidos nocturnos de trabajo, peleas e incluso ruidos en sus tabernas. Y no los culpo, eso pasaba incluso en la ciudad de Dundarak. Pero había algo de tranquilidad en las estepas que te permitía descansar tan tranquilamente, tan libre de preocupaciones, que era difícil explicar si era un regalo de los Dioses Dragones, un efecto de la falta de flora y fauna, el frío que evitaba que muchos salieran en la noche, o un largo etc.
Aquella noche, Wood fue la primera en descender al reino de los sueños (si es que existía uno), quedandose casi dormida al instante, y además en su forma de lobo que había adquirido en la tarde. Fue casi instintivo, y diría que quizás fue un apresuramiento por mi parte, pero me encontré al lado de Wood acostada, siendo algunas prendas de vestir y unas pocas telas como nuestra forma de pasar el frío de la noche. Aunque fuera un refugio para pasar la noche, no quitaba que el norte castigaba a los insensatos, esa es una lección que se aprende muy a la mala.
Wood me daba la impresión, por lo que me contó de su vida, es que era alguien que estaba constantemente atenta al peligro y a cualquier tipo de emboscada. Pero cuando me acerqué para dormir junto a ella, se dejó estar, quedando a mi lado, permitiéndome pasar mi brazo por debajo de su cuello, que sirvió como almohada por el resto de la noche. Creo que se encontraba en un estado de semi dormida, ya que cuando le pedí un abrazo en mi forma dragón, algo en ella se tensó, aunque fuera leve. Quizás fue algo por instinto, o por la posición, pero aquella impresión difícilmente se me olvidó.
Quizás no lo parecía a veces, pero me daba cuenta de las cosas cuando pasaban. Podía darme cuenta, por ejemplo, de cuando la cabeza de un Yak era más dura que la mía. Ehm… mal ejemplo. Pero el caso es que sentí que Wood tenía cosas en la cabeza cuando se daban las cosas. De, por ejemplo, cuando llegamos donde Leveru, el cuando la empujaba con la cabeza, o cuando daba abrazos. No sabía exactamente qué cosas eran, o lo que pasaba por su cabeza, pero sabía que existían pensamientos. Quizás pensaba que todo esto era muy nuevo, muy “normal” para ella, o quizás pensaba que no encajaría en un lugar como este. La forma en que le ofreció parte de los restos de la comida era un indicio, por ejemplo.
No tardé tanto tiempo en dormirme, por la costumbre de mis horarios, pero antes de hacerlo mi mente se quedaba pensando en muchas cosas mientras miraba las pocas estrellas que se alcanzaban a divisar en una de las ventanas que estaban en el lugar. Acariciaba el lomo de Wood con la parte del brazo que podía mover. A veces se hacía bolita, otras veces se estiraba quedando su cabeza completamente apoyada en mi brazo.
Casi ni me di cuenta cuando la mañana siguiente llegó. Contrariamente a lo que pensaba, dormir con ella no ocasionó aquella usual forma de despertarse diez mil veces durante la noche por estar topando cuerpos, o por el calor que ocasionaba estar tan juntas. Fue casi como cuando tomamos la siesta en la tarde de ayer, aunque esta vez era yo quien ganaba en el campeonato de despertar temprano.
Dormía tan plácidamente que me fue una proeza quitar mi brazo de debajo de su cabeza sin despertarla, pero si algo que años de amistades me enseñaron es cómo quitar el brazo almohada que tus amigas decidieron usar sin preguntarte.
Con extremo cuidado, abrí la puerta del lugar, buscando un recipiente donde dejarle un poco de agua para cuando se levantara. No me daba la impresión de que quisiera contarle a la gente que era una licántropo, así que preferí dejarle el agua y marchar donde estaba la familia de Leveru.
Las mañanas comenzaban muy particularmente en las estepas, y dependía de cada familia que decidía qué hacer primero. Quienes trataban a los animales, usualmente la alimentación de ellos era la prioridad, otros decidían llevarlos a los ríos cercanos para que bebieran agua y se despertaran. La familia de Leveru, por su parte, decidía que el desayuno era la parte más importante de hacer bien las cosas, filosofía que comparto plenamente, por lo que decidí mojarme la cara dentro de la casa para ayudarlos como primera cosa.
- ¡Mamá! ¡Siria me robó el lugar para mojarme! - gritó Leveru cuando me colé rápidamente a la habitación que tenían dedicada al baño y la higiene de todo el mundo
- ¡Mentira tía! - le respondí desde dentro - ¡Está celosa de que me quiere más a mi que a ella!
- ¡Leveru! - respondió desde donde estaba - ¡No estés celosa de tu hermana mayor!
- ¡Que no es mi hermana! ¡Y tampoco es mayor que yo, si tiene apenas un par de semanas más que yo!
- ¡Siria, no me llames tía! - la ignoró, haciendo que pateara levemente la puerta sincronizadamente como si marcara los segundos, intentando ser molesta.
No tardó mucho antes de que comenzáramos a sentarnos en la mesa. El tío Al tenía un secreto, o una forma de vivir los desayunos más bien, y era tomar la leche que teníamos y calentarla un poco. No solo hacía que tuviera un sabor singular, sino que decía que le mejoraba la digestión en vez de solo tomarla sin pasarla por el fuego. Y debo decir que tenía un sabor rico, y no parecía tan dañina como tomarla cruda, como a veces pasaba con el agua. La tía Marggie, por su parte, tomó parte de la harina de centeno que tenía en su cocina, y se dedicó a hacer variados pedazos de pan, algunos con formas curiosas, que probablemente Leveru le pedía hacer. Acompañado, había un poco de frutos secos deliciosos, como nueces y almendras, así como frutas normales que dejaron secar, debido a que existía un consenso entre los doctores dragones que las frutas frescas podían ser dañinas para el cuerpo. Para rematar, algunos huevos duros estaban en la mesa, listos para ser descascarados y comidos.
- … y eso que le dije a Wood que no vivíamos tan abundantemente en las estepas – pensé, con miedo de que iba a quedar como mentirosa.
- Oh, vamos, que este será el último día que te veamos en quizás mucho tiempo – Leveru mencionó mientras llevaba algunos panes a la mesa – Tómalo como un desayuno de despedida.
- ¿Ya me estás matando antes de irme?
- No, solo después, eso sería de mala educación.
Fue en ese entonces que Wood se asomó por la ventana, quedando frente a la mesa adornada con los diferentes alimentos. A la vista estabamos Leveru y yo en un lado, mientras le tenía mi brazo alrededor de su cuello por sus comentarios.
- Ah, hola Wood – le dije muy casualmente – Me pillaste justo castigando a esta muchacha por matarme antes de irme.
- Que lo estoy haciendo después – respondió mientras jugaba a que su voz estaba dificultosa por el apretón que le hacía – Que hacerlo antes es de mala educación.
Por otro lado, el jefe del hogar se encontraba sentado en uno de los extremos de la mesa, dando a entender que ese era el lugar para el jefe del hogar. El tío Al, siendo Alberto su nombre real, era alguien de apariencia bonachona, con una ligera panza ganada gracias al alcohol que le gustaba beber. “Panza cervecera” decía. Tenía muchas canas, pero todavía se le notaba el castaño de sus cabellos, un bigote solitario debido a que se cortaba los pelos de la barba. Se encontraba concentrado con una cuchara, mirando uno de los huevos, como si decidiera hacer el golpe perfecto para quebrar la cáscara del huevo.
- Que dejes eso – una mano femenina golpeó su mano con la cuchara, haciendo que cayera a la mesa – todavía no estamos sentados todos.
- Pero es que tengo hambre…
La mujer era la tía Margareth. Era un poco más alta que el tío Al, que ya era de un metro ochenta, de cabellos castaños y arreglados en un moño hacia atrás. La edad apenas le había golpeado, y eso que tenía la misma edad que mi tío. Sus ojos eran también de un castaño muy hermoso, y debido a la desautorización hacia su marido, daba a entender que el lugar del patriarca era una falsa impresión, puesto que se la veía con “los pantalones puestos”, aunque vistiera un largo vestido. Quizás era curioso, pero ella era delgada y esbelta, muy bien mantenida a su edad. O quizás el tío Al le comía toda la comida.
- Por favor, únete a nosotros en la mesa, Feith – esta vez la tía Marggie la invitó para que no se quedara en la ventana – Estamos a punto de alimentarnos para comenzar el día.
- Si, y así le dices a Siria que deje de ahorcarme – no la estaba ahorcando, si la voz que ponía de ahorcamiento era más falsa de una moneda de 120 aeros.
- ¿Y por qué no me dices tú que dejes de ahorcarme?
- Porque Wood es una visita – la apuntó con el dedo índice.
- Tu deberías saber más que nadie que no me comporto de manera distinta con las visitas ni con la gente familiar a mi.
- Como aquella vez que le regalaste un chocolate a ese chico del mercado, ¿verdad?
¡No se supone que Wood tenía que enterarse así, maldita Leveru!
No pude evitar sonrojarme, mientras miraba a otro lado. Ya había pasado demasiada vergüenza contandole esa historia del vuelo a Wood, y ahora sabía sobre esa también. Quería mantenerla en secreta al menos un par de días más, o quizás más si Wood no le interesaba saber sobre mi vida amorosa. Pero que va… tenía que ser mi mala suerte...
Aquella noche, Wood fue la primera en descender al reino de los sueños (si es que existía uno), quedandose casi dormida al instante, y además en su forma de lobo que había adquirido en la tarde. Fue casi instintivo, y diría que quizás fue un apresuramiento por mi parte, pero me encontré al lado de Wood acostada, siendo algunas prendas de vestir y unas pocas telas como nuestra forma de pasar el frío de la noche. Aunque fuera un refugio para pasar la noche, no quitaba que el norte castigaba a los insensatos, esa es una lección que se aprende muy a la mala.
Wood me daba la impresión, por lo que me contó de su vida, es que era alguien que estaba constantemente atenta al peligro y a cualquier tipo de emboscada. Pero cuando me acerqué para dormir junto a ella, se dejó estar, quedando a mi lado, permitiéndome pasar mi brazo por debajo de su cuello, que sirvió como almohada por el resto de la noche. Creo que se encontraba en un estado de semi dormida, ya que cuando le pedí un abrazo en mi forma dragón, algo en ella se tensó, aunque fuera leve. Quizás fue algo por instinto, o por la posición, pero aquella impresión difícilmente se me olvidó.
Quizás no lo parecía a veces, pero me daba cuenta de las cosas cuando pasaban. Podía darme cuenta, por ejemplo, de cuando la cabeza de un Yak era más dura que la mía. Ehm… mal ejemplo. Pero el caso es que sentí que Wood tenía cosas en la cabeza cuando se daban las cosas. De, por ejemplo, cuando llegamos donde Leveru, el cuando la empujaba con la cabeza, o cuando daba abrazos. No sabía exactamente qué cosas eran, o lo que pasaba por su cabeza, pero sabía que existían pensamientos. Quizás pensaba que todo esto era muy nuevo, muy “normal” para ella, o quizás pensaba que no encajaría en un lugar como este. La forma en que le ofreció parte de los restos de la comida era un indicio, por ejemplo.
No tardé tanto tiempo en dormirme, por la costumbre de mis horarios, pero antes de hacerlo mi mente se quedaba pensando en muchas cosas mientras miraba las pocas estrellas que se alcanzaban a divisar en una de las ventanas que estaban en el lugar. Acariciaba el lomo de Wood con la parte del brazo que podía mover. A veces se hacía bolita, otras veces se estiraba quedando su cabeza completamente apoyada en mi brazo.
Casi ni me di cuenta cuando la mañana siguiente llegó. Contrariamente a lo que pensaba, dormir con ella no ocasionó aquella usual forma de despertarse diez mil veces durante la noche por estar topando cuerpos, o por el calor que ocasionaba estar tan juntas. Fue casi como cuando tomamos la siesta en la tarde de ayer, aunque esta vez era yo quien ganaba en el campeonato de despertar temprano.
Dormía tan plácidamente que me fue una proeza quitar mi brazo de debajo de su cabeza sin despertarla, pero si algo que años de amistades me enseñaron es cómo quitar el brazo almohada que tus amigas decidieron usar sin preguntarte.
Con extremo cuidado, abrí la puerta del lugar, buscando un recipiente donde dejarle un poco de agua para cuando se levantara. No me daba la impresión de que quisiera contarle a la gente que era una licántropo, así que preferí dejarle el agua y marchar donde estaba la familia de Leveru.
Las mañanas comenzaban muy particularmente en las estepas, y dependía de cada familia que decidía qué hacer primero. Quienes trataban a los animales, usualmente la alimentación de ellos era la prioridad, otros decidían llevarlos a los ríos cercanos para que bebieran agua y se despertaran. La familia de Leveru, por su parte, decidía que el desayuno era la parte más importante de hacer bien las cosas, filosofía que comparto plenamente, por lo que decidí mojarme la cara dentro de la casa para ayudarlos como primera cosa.
- ¡Mamá! ¡Siria me robó el lugar para mojarme! - gritó Leveru cuando me colé rápidamente a la habitación que tenían dedicada al baño y la higiene de todo el mundo
- ¡Mentira tía! - le respondí desde dentro - ¡Está celosa de que me quiere más a mi que a ella!
- ¡Leveru! - respondió desde donde estaba - ¡No estés celosa de tu hermana mayor!
- ¡Que no es mi hermana! ¡Y tampoco es mayor que yo, si tiene apenas un par de semanas más que yo!
- ¡Siria, no me llames tía! - la ignoró, haciendo que pateara levemente la puerta sincronizadamente como si marcara los segundos, intentando ser molesta.
No tardó mucho antes de que comenzáramos a sentarnos en la mesa. El tío Al tenía un secreto, o una forma de vivir los desayunos más bien, y era tomar la leche que teníamos y calentarla un poco. No solo hacía que tuviera un sabor singular, sino que decía que le mejoraba la digestión en vez de solo tomarla sin pasarla por el fuego. Y debo decir que tenía un sabor rico, y no parecía tan dañina como tomarla cruda, como a veces pasaba con el agua. La tía Marggie, por su parte, tomó parte de la harina de centeno que tenía en su cocina, y se dedicó a hacer variados pedazos de pan, algunos con formas curiosas, que probablemente Leveru le pedía hacer. Acompañado, había un poco de frutos secos deliciosos, como nueces y almendras, así como frutas normales que dejaron secar, debido a que existía un consenso entre los doctores dragones que las frutas frescas podían ser dañinas para el cuerpo. Para rematar, algunos huevos duros estaban en la mesa, listos para ser descascarados y comidos.
- … y eso que le dije a Wood que no vivíamos tan abundantemente en las estepas – pensé, con miedo de que iba a quedar como mentirosa.
- Oh, vamos, que este será el último día que te veamos en quizás mucho tiempo – Leveru mencionó mientras llevaba algunos panes a la mesa – Tómalo como un desayuno de despedida.
- ¿Ya me estás matando antes de irme?
- No, solo después, eso sería de mala educación.
Fue en ese entonces que Wood se asomó por la ventana, quedando frente a la mesa adornada con los diferentes alimentos. A la vista estabamos Leveru y yo en un lado, mientras le tenía mi brazo alrededor de su cuello por sus comentarios.
- Ah, hola Wood – le dije muy casualmente – Me pillaste justo castigando a esta muchacha por matarme antes de irme.
- Que lo estoy haciendo después – respondió mientras jugaba a que su voz estaba dificultosa por el apretón que le hacía – Que hacerlo antes es de mala educación.
Por otro lado, el jefe del hogar se encontraba sentado en uno de los extremos de la mesa, dando a entender que ese era el lugar para el jefe del hogar. El tío Al, siendo Alberto su nombre real, era alguien de apariencia bonachona, con una ligera panza ganada gracias al alcohol que le gustaba beber. “Panza cervecera” decía. Tenía muchas canas, pero todavía se le notaba el castaño de sus cabellos, un bigote solitario debido a que se cortaba los pelos de la barba. Se encontraba concentrado con una cuchara, mirando uno de los huevos, como si decidiera hacer el golpe perfecto para quebrar la cáscara del huevo.
- Que dejes eso – una mano femenina golpeó su mano con la cuchara, haciendo que cayera a la mesa – todavía no estamos sentados todos.
- Pero es que tengo hambre…
La mujer era la tía Margareth. Era un poco más alta que el tío Al, que ya era de un metro ochenta, de cabellos castaños y arreglados en un moño hacia atrás. La edad apenas le había golpeado, y eso que tenía la misma edad que mi tío. Sus ojos eran también de un castaño muy hermoso, y debido a la desautorización hacia su marido, daba a entender que el lugar del patriarca era una falsa impresión, puesto que se la veía con “los pantalones puestos”, aunque vistiera un largo vestido. Quizás era curioso, pero ella era delgada y esbelta, muy bien mantenida a su edad. O quizás el tío Al le comía toda la comida.
- Por favor, únete a nosotros en la mesa, Feith – esta vez la tía Marggie la invitó para que no se quedara en la ventana – Estamos a punto de alimentarnos para comenzar el día.
- Si, y así le dices a Siria que deje de ahorcarme – no la estaba ahorcando, si la voz que ponía de ahorcamiento era más falsa de una moneda de 120 aeros.
- ¿Y por qué no me dices tú que dejes de ahorcarme?
- Porque Wood es una visita – la apuntó con el dedo índice.
- Tu deberías saber más que nadie que no me comporto de manera distinta con las visitas ni con la gente familiar a mi.
- Como aquella vez que le regalaste un chocolate a ese chico del mercado, ¿verdad?
¡No se supone que Wood tenía que enterarse así, maldita Leveru!
No pude evitar sonrojarme, mientras miraba a otro lado. Ya había pasado demasiada vergüenza contandole esa historia del vuelo a Wood, y ahora sabía sobre esa también. Quería mantenerla en secreta al menos un par de días más, o quizás más si Wood no le interesaba saber sobre mi vida amorosa. Pero que va… tenía que ser mi mala suerte...
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